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LA SANTIDAD EN LA TEOLOGÍA

DEL APÓSTOL PEDRO

Bosquejo de Investigación
Presentada a la
Facultad Teología Latinoamericana Alianza

Dr. Daniel S. Steffen, PhD

En el Cumplimiento Parcial de los Requisitos de la materia


Teología del Nuevo Testamento

Por
Edward Aragundi Foyaín.

2020
LA SANTIDAD EN LA

TEOLOGÍA DEL APÓSTOL PEDRO

EL AUTOR
El canon del Nuevo Testamento registra dos epístolas universales
que llevan el nombre de 1 y 2 de Pedro. En ambas, el autor se
identifica a sí mismo como Pedro apóstol de Jesucristo (1 Pe 1:1) y
como Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo (2 Pe 1:1).
Además, llama a Marcos “mi hijo”, siendo un hecho histórico que
Marcos era tan cercano a Pedro, que se admite que una de las
fuentes de información de Marcos para la escritura del evangelio
que lleva su nombre, fue justamente en apóstol Pedro, de allí que
algunos comentaristas bíblicos llaman a este evangelio “el
evangelio de Pedro”. Una evidencia adicional, la constituye la
porción de 1 Pedro 5:1-3 donde Pedro, identificándose
humildemente como ya anciano, se dirige a los ancianos de la
iglesia y les comparte las palabras que el señor Jesús le dirigiera a él
acerca de apacentar el rebaño (Juan 21:15-17).
TRASFONDO HISTÓRICO
Estando como se acepta, en Roma (Pedro la llama metafóricamente
Babilonia 1 Pe 5:13) allá por los años 62-63 d.C., el inspirado autor
de esta epístola usa el nombre Pedro (Petroς, Petros) se identifica
como apóstol (enviado) en ministerio para su Señor. Se dirige a sus
primeros lectores, hermanos cristianos en cinco regiones de Asia
Menor (ahora Turquía), es decir, casi todo el país, menos la costa
sur.
Los llama expatriados, pues andan lejos de su verdadera Patria, el
Israel de Dios, sea el terrenal o el espiritual. Son de la dispersión, o
diáspora (esparcido), lo que tradicionalmente representaba a los
israelitas fuera de Israel, pero también se refiere así a los creyentes

1
gentiles que, al ser ciudadanos del Reino de Dios, vivían como
extranjeros en sus propias ciudades de nacimiento, ellos al igual que
Abraham, esperaban la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto
y constructor es Dios (He 11:10).
A diferencia de la mayoría de la correspondencia Paulina, las
epístolas de Pedro no tratan problemas específicos de las iglesias,
sino situaciones que eran comunes de todas las congregaciones.
Los cristianos eran una pequeña minoría en medio de una mayoría
que les era hostil.
Las colonias judías veían como renegados y traidores a sus
compatriotas que se habían hecho cristianos, y la población gentil
miraría a los creyentes en Jesús como locos fanáticos, ateos (por no
creer en los dioses/imágenes), o hasta caníbales (por interpretar mal
el “esto es mi cuerpo” en la Cena).
PROPÓSITO
Los destinatarios de Pedro estaban sufriendo rechazos, opresión y
persecución, condiciones que los podían llevar a perder la fe, la
esperanza y la santidad a la que habían sido llamados y que es
imprescindible para ver a Dios. El apóstol les escribe con el
propósito transmitir un mensaje de esperanza y ánimo a estos
hermanos que estaban sufriendo, así como para fortalecer a la
iglesia en la fe y en la verdadera enseñanza, y advertir contra los
falsos maestros que los asechaban.
Pedro les habla de cómo deben conducirse en medio de la penosa
situación que vivían, a fin de reflejar a Cristo en sus vidas allá en
esas comunidades.
Para lograr esto era necesario que los creyentes vivieran vidas
santas, conforme al llamado que habían recibido de Dios.
Es justamente sobre este tema de la Santidad en las cartas de Pedro
que se pretende desarrollar la presente monografía.

2
JUSTIFICACIÓN

¿Por qué exponer sobre la santidad?


A lo largo de las epístolas de Pedro podemos ver que el
pensamiento del apóstol está centrado en aquellos hermanos
expatriados que están pasando momentos difíciles en manos de los
ciudadanos de las naciones en las cuales se encuentran habitando.
Por otro lado, estaban siendo influenciados por falsos maestros que
con doctrinas de error sembraban duda y desazón en la mente y en
el corazón de los creyentes.
En tales condiciones de hostilidad y malsana desinformación es
posible que la fe mengue, y la esperanza se desvanezca. Por esa
razón Pedro les escribe con pertinencia y aborda temas la esperanza,
sufrimiento, santidad, humildad, sumisión.
Preguntaba a un grupo de estudiantes de la Biblia sobre qué es lo
primero que se les viene a la mente cuando piensan en Pedro y su
literatura neotestamentaria, la gran mayoría se inclina por el
padecimiento y la esperanza. ¿Y la santidad? La santidad se
restringe a la porción de 1 Pe1:13-25.
Personalmente cuando leo a Pedro puedo ver su preocupación por la
santidad de los creyentes a lo largo de toda su escritura, Pedro
quiere que sus lectores tengan siempre en mente la necesidad de
vivir en santidad, sobre todo en las situaciones más adversas. Es por
esto que mi corazón me habló sobre lo importante exponer sobre la
santidad en la teología de Pedro, un tema escondido, pero a la vez
presente en toda la escritura del apóstol.

3
LA SANTIDAD EN LA TEOLOGÍA
DEL APÓSTOL PEDRO

I. LOS CREYENTES HEMOS SIDO ELEGIDOS POR EL


ESPÍRITU PARA SANTIDAD

1. Lo primero que debemos hacer es definir lo que es santidad, pues


no podemos abordar un tema adecuadamente si no lo definimos
correctamente

(1) Según el diccionario bíblico de Vila y Escuain, santidad es: (a)


Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu; (b) una virtud
indispensable de todo verdadero creyente; y (c) un atributo de
ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc.

(2) El Nuevo diccionario Bíblico Certeza, dice así: Resulta claro


que, en general en las Escrituras, santidad significa separación, y se
emplea el término con referencia a personas y cosas que han sido
separadas o apartadas para Dios y su servicio.

(3) En su “Comentario Bíblico Hispanoamericano sobre 1 y 2


Pedro” el autor Eugenio Green dice: Pedro explica que la santidad
es, en primer lugar, una separación del pecado que antes dominaba
la vida de la persona con sus múltiples deseos corruptos. En
segundo lugar, la santidad es la dedicación absoluta de la persona a
Dios, quien la llamó. En tercer lugar, la santidad es la reorientación
de la conducta del cristiano para que se comporte de acuerdo con el
carácter de Dios. La norma de la santidad no es meramente una lista
de reglamentos, ni es lo que es «aceptable» en la congregación
cristiana. La norma de la santidad es Dios mismo, y es Él mismo
quien nos llama a imitar su carácter. [1]

[1] Green, Eugenio. Comentario Bíblico Hispanoamericano 1 y 2 Pedro. Editorial


Caribe. Miami. 1993 (93 pp).

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2. La primera mención de la santidad que hace Pedro es en 1 Pe 1:2
cuando dice que los creyentes (sus destinatarios y todos nosotros)
somos elegidos en santificación por el Espíritu, teniendo tal
elección dos propósitos: (1) Obedecer a Dios; (2) Purificarnos con
la sangre de Cristo. La obediencia a la Voluntad de Dios exige del
creyente una vida santa, como nos dice el apóstol Pedro 1 Pe 1:14-
16 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os
llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

3. El concepto de santidad es clave en la primera carta de Pedro. En


su sentido básico “santo” (agioς) significa apartado, separado para
un propósito especial, único. Cuando se usa respecto a una persona,
a veces quiere decir consagrado para un servicio en particular (2:5).
Otras veces se hace énfasis en el aspecto moral, en ser moralmente
distinto de la sociedad inmoral que le rodea (1:15). En cualquier
caso, el estándar de nuestra santidad es la santidad de Dios (1:16) a
través del llamamiento santo, mediante la obra santificadora del
Espíritu de Santidad (1:2,15) [2].

De tal manera que si nuestra elección, hecha por el Dios Soberano,


tiene como propósito la obediencia y la purificación del creyente,
debemos andar en santidad, aun viviendo en un mundo corrupto
como el que rodeaba a los lectores de Pedro y como el que nos
rodea a nosotros hoy en día, acerca de esta condición de elegidos
que sufren acoso, V.P. Furnish, citado por Peter Davids, dice: “Los
cristianos son los elegidos de Dios y, por tanto, su residencia en este
mundo es temporal.

[2] Swindoll, Charles. Comentario Swindoll del Nuevo Testamento. Editorial


Vida. Miami, Florida. 2010 (136 pp).

5
Esto deja claro que su estatus actual, mientras están en el mundo, es
el de “extranjeros residentes”. Su existencia se define y recibe
sentido del futuro, no del presente, de Dios, no de este mundo. Sin
embargo, durante un tiempo están en el mundo, acosados por su
naturaleza y contingencias, que no son más que transitorias” [3]

Ahora bien, es necesario notar que nuestra elección está hecha por
Dios, en base a su conocimiento previo y reviste dos propósitos
divinos:

 Para obedecer
 Para ser rociados con la sangre de Jesucristo

Y si bien es cierto que la elección la hace Dios el Padre, no es


menos cierto que de ella participa la Trinidad en pleno: El Padre
elige, el Espíritu Santo ejecuta conforme a la elección del Padre, la
sangre de Cristo rocía (ῥαντισμός, rhantismos, purifica) a los que el
Padre ha elegido.

En cuanto a la obra santificadora del Espíritu Santo en el creyente,


Simón Kistemaker dice: “El griego original indica que la obra
santificadora del Espíritu es una actividad o proceso continuo en
vez de una acción ya cumplida que resulta en un estado de perfecta
santidad.57 En este proceso el hombre no queda pasivo mientras
actúa el Espíritu. También el hombre está profundamente
preocupado. Pedro exhorta a los creyentes: Así como es santo quien
los llamó, sean santos en todo lo que hagan; porque está escrito:
‘Sean santos, porque yo soy santo” [4]

[3] Davids, Peter H. Primera Epístola de Pedro. Editorial CLIE. Terrassa,


Barcelona. 2004 (86 pp).

[4] Kistemaker, S. J. (1994). Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Pedro y


Judas (p. 49). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

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II. LOS CREYENTES HEMOS SIDO LLAMADOS PARA
VIVIR EN SANTIDAD

1. Dios siempre quiso para sí un pueblo santo, celosos de buenas


obras, que refleje a Dios ante los demás pueblos que eran politeístas
y con prácticas de vida condenables. Entonces, el pueblo de Dios
debía ser diferente a las demás naciones en su forma de vivir, la
clave para esa diferencia de vida radicaba en la presencia de Dios
entre su pueblo y en la obediencia del pueblo a los mandatos de
Dios, obediencia que desemboca en santidad, santidad que se
expresa en la vida diaria, tanto personal, cuanto comunitaria. Dios
mandaba obediencia a sus mandamientos y cada uno del pueblo
debía obedecer los mandatos de Dios.

En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de


Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido
de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el
desierto; y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a
Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la
casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo
que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os
he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis
mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos;
porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de
sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos
de Israel. Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo,
y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le
había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo
lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las
palabras del pueblo. Éxodo 19:1-8

2. En la porción de 1 Pe 1:3-12 Pedro escribe a sus lectores sobre la


esperanza que todo creyente tiene en Cristo Jesús, una esperanza

7
viva, porque se basa no en una mera expectación humana, sino que
se basa en un Jesús vivo que resucitó de los muertos, asegurando
para los creyentes una herencia que no se corrompe como el oro o la
plata, que no se contamina y que no se marchita, porque está
reservada no en la tierra, sino en los cielos.

Por cierto, el ser herederos del Rey no nos exime del sufrimiento,
justamente cuando Pedro envió su carta, esa era la situación de sus
lectores, estaban atravesando por el mar tormentoso de las pruebas
y el padecimiento, lo que según escribe Pedro, redundaría en una fe
que rinda alabanza, gloria y honra a Jesucristo cuando se manifieste
en su venida

Por lo tanto, si ese era el propósito de las pruebas y los


padecimientos ¿Cómo debían los creyentes vivir en ese medio hostil
y perverso en que se encontraban? Las respuestas las brinda el
apóstol en 1 Pe 1:13-16, donde alude a las escrituras conocidas en
ese tiempo y que nosotros llamamos Antiguo Testamento

Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y


esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo
sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo
soy santo (aquí el apóstol cita Levítico 11:44-45)

Respecto a esta cita veterotestamentaria George Ladd dice: “Cando


Pedro cita levítico 11:44-45, la idea básica es que, como Israel fue
apartado de todas las naciones para ser el pueblo de Dios, también
la iglesia es el pueblo nuevo de Dios y contrasta con el mundo.
Santidad básicamente, es dedicación, separación llevada a cabo por
Dios. La iglesia está en el mundo, pero considera a éste y sus
costumbres como hostiles a la vida cristiana. Aun así exhorta que se

8
sometan a las instituciones: el ciudadano al estado (2:13-14), las
mujeres a sus maridos (3:1) y los esclavos a sus amos (2:18) [5]

Desde la perspectiva de Dios, la santidad del cristiano no es jamás


una opción, es una obligación, un sinónimo de hijos obedientes,
hijos que anhelan asemejarse a su Padre Santo y que, por lo tanto,
deben desarrollar el compromiso de ser también santos. Dicho
compromiso debe ser la respuesta a nuestra posición en Cristo: (1)
Somos hijos de Dios y a Él invocamos por Padre; (2) Rescatados de
la vida vana con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero de Dios sin
mancha y sin contaminación que quita el pecado del mundo.

Pero no es fácil vivir en santidad en un mundo gobernado por el


maligno, por lo cual, la primera invitación es a ceñirse los lomos del
entendimiento (1 Pe 1:13), una metáfora que alude al hecho de que,
en Israel, la gente solía llevar una túnica que caía hasta los pies o las
rodillas, la misma que se recogía atándola en un cinturón casi a la
altura de las caderas, para que las piernas quedaran libres y
permitan facilidad de movimiento en el trabajo o en tiempos de
guerra. Pedro aplica esta imagen a la mente (entendimiento)
diciendo “preparen la mente para que nada los estorbe cuando la
pongan a actuar”

9
[5] Ladd, George. Teología del Nuevo Testamento. Editorial CLIE. Terrassa,
Barcelona. 2002 (779-780 pp).

3. Es interesante notar que, para incentivar a los creyentes a


mantenerse puros en un medio plagado de corrupción, Pedro no los
manda a observar una práctica monástica, tampoco los manda a
convertirse en ermitaños, sino que emulando la oración intercesora
de Jesucristo (Juan 17:15-16), les dice que él (Pedro) les pide que
recuerden que están en el mundo (kosmos, κόσμος) pero no
pertenecen a él, por lo tanto, deben vivir no como la gente del
mundo, sino que deben vivir en santidad y reflejar esa santidad a los
impíos hostiles que les rodean.

Entre los tales, los creyentes deben vivir como extranjeros y


peregrinos, es decir, vivir de tal manera que exista una diferencia
evidente entre el creyente y la cultura de los no creyentes.

Pedro explica la santidad en términos de la buena influencia que el


cristiano tiene que significar para el mundo, aun viviendo (los
cristianos, no el mundo) en un medio hostil. Esto se debe hacer:

(1) Abstenerse de los deseos carnales (1 Pe 2:11). Abstenerse


(ἀπέχεσθαι) que transmite la idea de mantenerse alejado de algo, en
este caso, los deseos carnales.

(2) Manteniendo una buena manera de vivir (1 Pe 2:12; 1 Pe 3:16),


que consiste en buenas obras (1 Pe 2:12) y en hacer el bien en
medio de los conflictos sociales (1 Pe 3:16-17)

(3) Someterse a las autoridades humanas (1 Pe 2:13-18)

(4) Estar dispuestos a padecer haciendo el bien (1 Pe 2:19-20; 1 Pe


3:14-17; 1 Pe 4:12-19)

(5) Imitar a Cristo (1 Pe 2:21-24; 1 Pe 3:18-22) quien ha dado el


ejemplo, para que sigamos sus pisadas. Cristo que padeció

10
injustamente, pues Él era bueno e inocente, más sufrió por los
pecadores, Él no pecó nunca y jamás engañó a nadie. Cuando lo
insultaban, no contestaba con insultos ni amenazas, sino que
encomendaba su causa al que juzga justamente.

Pero ninguna de estas cosas será se podrán lograr si los creyentes no


desechan de su vida la malicia (κακία, kakía, maldad) el engaño, la
hipocresía, las envidias, los chismes y empiezan más bien a buscar
todo lo que sea bueno y que ayude a su espíritu, así como los niños
recién nacidos buscan ansiosos la leche de su madre (1 Pe 2:1-2).

4. En 1 Pe 2:9-10, tomando una cita de Deuteronomio 7:6-8, el


apóstol expone con sin igual claridad la posición de los creyentes
delante de Dios.

(1) Somos piedras vivas

(2) Tenemos un Sacerdocio Santo

(3) Somos miembros de un Linaje Escogido

(4) Somos un Real Sacerdocio.

(5) Somos ciudadanos de una Nación Santa

(6) Somos parte del nuevo Pueblo de Dios.

Como sacerdocio santo debemos ofrecer a Dios un sacrificio santo,


vivo y agradable. Como Real sacerdocio, debemos entender que
somos sacerdotes al servicio del Rey. Como nación santa, somos
llamados a un propósito santo: proclamar las virtudes de Aquel que
nos sacó de las tinieblas y nos puso en su luz admirable. Como
linaje escogido para ser nuevo pueblo de Dios, tenemos que ser
santos, como Él es Santo.

¿Cómo se puede alcanzar y hacer todas estas cosas? Manteniendo


una buena manera de vivir entre los gentiles, para que en lo que

11
murmuran de los creyentes como de malhechores, los mismos que
murmuran glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar
las buenas obras de los creyentes (1 Pe 2:12).

La expresión “considerar las buenas obras” deja un mensaje digno


de ser tomado en cuenta: Los creyentes, la nación santa, está siendo
observada en todo momento. Para que el mundo glorifique a Dios al
ver nuestras obras, debemos reflejar el amor inquebrantable de
Cristo, la santidad con la que Él vivió y la esperanza viva que Él
nos heredó.

III. LOS CREYENTES HEMOS SIDO LLAMADOS PARA


EXHIBIR SANTIDAD

Por lo general las porciones que siguen no son analizadas desde el


punto de vista de la santidad. Recordemos que santidad incluye
separaciones totales del mundo e imitación del carácter de Cristo.

Sin embargo, lo que Pedro propone a sus lectores es justamente eso,


llevar un estilo de vida separado, diferente, con sometimiento a las
instituciones, sea aquellas establecidas por Dios (como el
matrimonio) o sea aquellas de institución humana (como la vida en
comunidad y el sistema de clases sociales como la relación amos-
esclavos).

El creyente debe vivir en santidad:

1. En el matrimonio 1 Pe 3:1-7. Pedro ha hablado del sometimiento


a las instituciones humanas como evidencia de santidad (1 Pe 2:13),
también del sometimiento de los criados a los amos y les recuerda
el ejemplo de Cristo, ahora les dice que deben evidenciar la
santidad en el matrimonio:

(1) Mujeres sujetas a sus esposos. Al parecer Pedro tiene en mente a


mujeres creyentes casadas con no creyentes. Al respecto Juan
Carlos Cevallos comenta: Posiblemente algunas mujeres creyentes,
12
habían sido dadas en matrimonio por sus padres, o ellas mismas
deseaban casarse con el hombre, en contra de la enseñanza general
de los apóstoles (2 Cor. 6:14 ss.). Sea como fuera, están unidas a un
marido no creyente. ¿Qué hacer? Lógicamente, para el bien de ella,
y el de él, era mejor ganarlo para Cristo [6].

La forma de ganarlos que aconseja Pedro, no es con la palabra, sino


con el testimonio; discutir, criticar, pelear por medio de palabras, no
son métodos muy eficaces para convertir a un cónyuge, lo que
realmente influye es la conducta diaria y más aún aquellas
adoptadas en situaciones conflictivas o desfavorables. Parecería que
Pedro conocía el adagio que dice: “una acción vale más que mil
palabras”

Debemos mencionar que la sujeción que Pedro recomienda tiene


como finalidad el dar testimonio del Reino de Cristo, es decir, la
sujeción de la esposa al esposo no va ligada al comportamiento de
él, sino que es una responsabilidad de la esposa cristiana ante el
Señor. Pedro dice a las esposas que la santidad de ellas no se verá
reflejada en su aspecto exterior, sino en su interior “conducta casta
y respetuosa, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima delante de Dios”.

El ejemplo elegido para que las esposas imiten, es el de las santas


mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos,
como Sara, ejemplo de respeto a su esposo, a quien le llamaba “mi
señor”. Esas santas mujeres no eran perfectas, pero estaban
apartadas y dedicadas a Dios.

13
[6] Cevallos, J. C. (2006). Comentario Bíblico Mundo Hispano tomo 23: hebreos,
Santiago, 1 Y 2 Pedro, Judas (p. 336). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

Luego Pedro se dirige a los esposos, pues ellos también tienen su


responsabilidad dentro de la relación matrimonial, la misma que
debe ser igualitaria, ni el uno es más ni el otro es menos, delante de
Dios, ambos son iguales. Por lo tanto, Pedro se dirige a los esposos
con tres exhortaciones: (1) vivid con ellas sabiamente, (2) honren a
la mujer como a vaso más frágil; (3) honren a la mujer como a
coheredera de la gracia de la vida.

Comentando sobre este trato igualitario entre los esposos cristianos,


dice

Debe recordar (el esposo) que la mujer tiene los mismos derechos
espirituales. Es coheredera de la gracia de la vida. Las mujeres no
participaban en los actos de culto de los griegos y los Romanos.
Aun en la sinagoga judía no tomaban parte en el culto, y todavía es
igual en las sinagogas ortodoxas. Cuando se las-admitía en la
sinagoga de alguna manera, estaban segregadas de los hombres y
ocultas detrás de una pantalla. Aquí, en el cristianismo surgió el
principio revolucionario de que las mujeres tienen iguales derechos
espirituales, con lo cual cambió radicalmente la relación entre los
sexos [7]

La expresión “como a vaso más frágil” es un tanto controversial. La


mayoría de comentaristas se inclinan por aceptar que se refiere a la
fuerza física de la mujer, que no es igual a la del hombre y esto es
cierto, al menos en la mayoría de los casos.

14
[7] Barclay, William. Comentario al Nuevo Testamento. Editorial CLIE. George
Street, Edimburgo, Escocia. 1995. Tomo 14 “Santiago y Pedro” (98 pp. del tomo
14)

Sin embargo, a mí me parece que la exhortación es a tratarlas con la


delicadeza que se trata al más frágil de los cristales (como el cristal
de Carrara o el cristal de Venecia, por ejemplo) sin importar si ella
es físicamente fuerte o no lo es, tratarla con delicadeza, con amor,
con santidad, pues la mujer cristiana, al igual que el hombre, es
coheredera de la gracia de la vida.

Además, el cumplimiento de esas tres exhortaciones aseguraría la


armonía y en el matrimonio y así “vuestras oraciones no tendrán
estorbo delante de Dios”.

2. En la comunidad 1 Pe 3:8-13 Llegado este punto, Pedro se


dispone a resumir su exhortación ética sobre cómo vivir de forma
adecuada en el mundo (que comenzó en 1 Pe 2:11), y lo hace
citando algunos imperativos éticos para los cristianos en general y
en cualquier situación.

“Finalmente” es una palabra que se usa a manera de conclusión o


corolario de todo lo que anteriormente ha expresado el autor, y que
va dirigida a todos los creyentes “Sed todos”, mencionando cinco
cosas que deben caracterizar a todos los hijos de Dios:

(1) Ser de un mismo sentir (ὁμόφρων, homophrón) compartir la


misma perspectiva, no necesariamente ser de una sola opinión, pero
sí de actitud y de propósito.

(2) Ser compasivos (συμπαθής, sumpathés), que significa “sentir


con”, la capacidad de imaginarse en la situación de otro, y así palpar
lo que el otro está sintiendo, ser simpáticos o más bien, empáticos.

(3) Mostrar amor fraternal (φιλάδελφος, philadelphos) que se


refiere al amor entre hermanos.

15
(4) Ser misericordioso (εὔσπλαγχνος, eusplagchnos) de corazón
tierno. Literalmente “bien entrañable”, concepto venido del hebreo
al griego y al español, por la creencia de que las entrañas son la
sede de los sentimientos.

(5) Ser humildes (ταπεινοφροσύνη, tapeinophrosune) que expresa


humildad, bajeza del orgullo humano, esa cualidad de tener una
opinión humilde de uno mismo, es decir, un sentido profundo de la
pequeñez moral de uno, tener humildad mental.

El mundo en general tiende a mirar la humildad como indicio de


debilidad en vez de una virtud; pero Jesús se la atribuye a sí mismo
(Mat. 11:29), y los apóstoles la recomiendan como lo opuesto a la
jactancia y al orgullo indebido. Un espíritu humilde es básico para
la cortesía y para el aprendizaje.

Al tener estas cualidades el creyente no buscará vendetas, ni


revanchas, ni desquites, su mente y su corazón no albergarán la idea
de “ojo por ojo y diente por diente” no buscarán devolver mal con
mal, ni maldición por maldición, sino que serán una fuente de
bendiciones para con los hermanos y también para con los
incrédulos hostiles.

Solamente una persona gobernada por el Espíritu Santo, obediente a


Dios y con pureza de corazón es capáz de mostrar todas esas
cualidades cuando su vida está marcada por el sufrimiento. El
modelo a seguir, como siempre es Cristo, el Santo, aquel que
“padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios” de igual manera los creyentes, los santos, los
justos, deben estar dispuestos a padecer a causa de los injustos y
mostrar santidad en el padecimiento, para llevar a los injustos con
Dios.

3. En medio de los hostiles gentiles 1 Pe 4:1-11

16
Habiendo recordado a sus lectores los padecimientos de Cristo y la
necesidad de que los creyentes imiten al Señor en sus
padecimientos, el apóstol les presenta dos caminos entre los cuales
ellos deben elegir vivir: (1) Vivir el resto de su vida terrenal
satisfaciendo sus pasiones humanas; (2) Vivir el resto de sus vidas
cumpliendo la voluntad de Dios, lo cual, con toda seguridad, les
traería sufrimiento de parte de los gentiles.

Para hacer la voluntad divina en respuesta a la esperanza viva que


tenemos, nos encontramos con la necesidad de dejar la antigua vida
pecaminosa. Aun para nuestro Señor no siempre fue fácil hacer lo
mejor, pero, a pesar del padecimiento, ¡lo hizo!

Dice Peter Davids: Hay una voluntad que es opuesta a la voluntad


de Dios, la voluntad de las naciones o “lo que agrada a los gentiles”
(a aquellos que no pertenecen al pueblo de Dios), voluntad que los
cristianos a los que Pedro escribe seguían antes de su conversión,
Pero el apóstol hace hincapié en que ese “tiempo ya ha pasado” ya
fue “suficiente” para hacer todas aquellas cosas. La ironía de esta
declaración es bastante evidente [8]

Vivir en la voluntad de Dios es vivir en santidad (1 Tes 4:3 a).

4. En el ministerio eclesial 1 Pe 5:1-3

Pedro dice a sus lectores, que también en el ejercicio del liderazgo


eclesial el creyente debe mostrar santidad. Además de una profunda
gratitud que debemos sentir hacia nuestro Señor por lo que Él ha
hecho por nosotros, sobre todo en la cruz, en estos versículos se
enseña que debemos administrar bien lo que nos ha sido dado, en
vista de la segunda venida de Cristo. Pedro, posiblemente
recordando su diálogo con Jesús (Juan 21:15-17) exhorta a los
líderes o ancianos (Πρεσβυτέρους, presbyteros) a apacentar la grey
de Dios con carácter santo:

17
[8] Davids, Peter H. Primera Epístola de Pedro. Editorial CLIE. Terrassa,
Barcelona. 2004. (204 pp.).

(1) Deben tener presente que la grey es de Dios y que no está bajo
ellos (los ancianos) sino entre ellos (un pastor es uno que dirige
entre iguales).

(2) Deben apacentar la grey de Dios. Es interesante notar que Pedro


utiliza para apacentar la palabra griega “ποιμαίνωαίνω” (poimainó)
que es la misma que Jesús emplea en Juan 21:16 y que tiene que ver
con cuidar y proteger, es decir, pastorear; a diferencia de “βόσκω”
(bosko) que el Señor emplea en Juan 21:15.

(3) Pedro utiliza tres contrastes para indicar a los ancianos cómo
deben cuidar a grey: no por fuerza (obligación) sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con el anhelo de
servir, con la mente dispuesta; no como teniendo señorío
(κατακυριεύω, katakurieuo) como si se fuera el dueño del rebaño,
sino siendo ejemplos (τύπος, tipos) de la grey, un ejemplo a seguir,
un hombre digno de ser imitado, un modelo de santidad.

5. En la espera de la venida de Cristo 2 Pe 3:14-18

Uno de los temas que más preocupaba a los lectores de Pedro, era
que los falsos maestros estaban haciendo escarnio de la fe
burlándose de la esperanza de los creyentes que aguardaban con
anhelo la segunda venida de Cristo, diciendo ¿Dónde está la
promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres
durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el principio
de la creación (2 Pe 3:4 RVR 1960)

A lo que Pedro responde “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que


para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por

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tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero
el día del Señor vendrá como ladrón en la noche… (2 Pe 3:8-10 a).

Después de una descripción de los eventos que sucederán, Pedro


busca levantar el nivel de confianza y mantener intacta la esperanza
de sus lectores, por lo cual les dice: “Puesto que todas estas cosas
han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y
piadosa manera de vivir, procurad con diligencia ser hallados por él
sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 Pe 3:11,14 b).

En los versos del 14 al 18 encontramos que el apóstol deja cuatro


contundentes mandatos a sus lectores, según escribe el Dr. Swindoll
[9]:

(1) Sean diligentes 3:14.

(2) Tengan confianza 3:15.

(3) Manténganse alerta 3:17.

(4) Lleven fruto 3:18.

Ser diligentes se refiere a ser celosos en la realización de una tarea,


dicha tarea es, en este caso, ser hallados por Cristo en su venida, sin
mancha e irreprensibles (en santidad) y en paz.

Tengan confianza, porque el “retardo” en el cumplimiento de la


promesa del Señor en cuanto a su venida, no es otra cosa que una
manifestación de su paciente misericordia, a fin de que nadie se
pierda en condenación, sino procedan al arrepentimiento para
salvación. Para respaldar este punto, Pedro recurre a la escritura del
amado hermano Pablo, el cual, en casi todas sus epístolas les ha
escrito.

19
[9] Swindoll, Charles. Comentario Swindoll del Nuevo Testamento. Editorial
Vida. Miami, Florida. 2010 (306 pp).

Aunque resulta difícil determinar a cuáles cartas de Pablo hace


referencia Pedro, es posible inferir que Pedro esté pensando en
escritos como Gálatas, Efesios, Colosenses, que estaban dirigidos a
creyentes de Asia Menor.

Pedro reconoce que hay temas difíciles de entender, pero cuando


hay fe no es imprescindible reclamar entendimiento, por lo cual,
ellos deben estar alerta para no ser arrastrados por el error de los
inicuos y para que no caigan de su firmeza.

En cuanto a la paz que Pedro llama, Eugenio Green dice: “La paz a
la que Pedro se refiere no es un estado emocional (la serenidad o la
tranquilidad) sino la condición objetiva de ser reconciliado con Dios
(Ro. 5:1) y de serle aceptable” [10]

Contrario al accionar de los falsos maestros apóstatas, los creyentes


deben crecer en la gracia y en el conocimiento del Señor, a fin de
ser fructíferos. La invitación es a crecer en el plano moral y en el
plano mental-espiritual. A este respecto Simón Kistemaker
comenta:

“Aquí está la última exhortación de Pedro, expresada en forma


positiva y firme. Los creyentes ya están madurando espiritualmente,
pero Pedro los anima a continuar haciéndolo ya que el proceso de
crecimiento es la tarea que les corresponde. Este proceso no es un
modo de vida pasiva, sino uno en que el creyente individual tiene
una participación activa. [11]

20
[10] Green, Eugenio. Comentario Bíblico Hispanoamericano 1 y 2 Pedro.
Editorial Caribe. Miami. 1993 (452 pp).

[11] Kistemaker, Simón J. (1994). Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Pedro


y Judas Grand Rapids, MI: Libros Desafío (pp. 398).

La mejor forma de llevar fruto en la obra del Señor y que ese fruto
permanezca es crecer constantemente en la gracia y en el
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

La Santidad en una virtud que está presente en el pensamiento del


apóstol Pedro y lo demuestra en sus dos epístolas.

En la presente monografía he querido plasmar el pensamiento de


Pedro respecto a este valioso tema de la santidad cristiana con tres
puntos principales.

1. Los creyentes hemos sido elegidos por el Espíritu para santidad

2. Los creyentes hemos sido llamados para vivir en santidad

3. Los creyentes hemos sido llamados para exhibir santidad

Es lamentable, pero este interesante y urgente tema de la santidad


no es muy popular en las iglesias cristianas de nuestros días, la
santidad ha sido desplazada por teologías extrañas, no bíblicas,
humanistas y postmodernistas que producen mega congregaciones,
pero con mini espiritualidad, en las cuales el dar pretende
reemplazar a la fe y la apariencia de piedad pretende reemplazar a la
santidad.

Debemos recordar que, si somos hijos de un Dios Santo, su ADN de


santidad debe estar en nosotros y debe reflejarse en nuestro hablar y
en nuestras acciones, sin importar nuestras circunstancias. No se
exhibe la verdadera santidad en medio de los buenos tiempos, sino

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en medio de las dificultades, las pruebas, las limitaciones, el
rechazo.

Que el eco de la voz del cielo retumbe en nuestras mentes e impulse


nuestros corazones cada día “Sean santos, porque yo soy santo”.

BIBLIOGRAFÍA

1. Biblia Reina Valera revisión 1960.

2. BARCLAY, William. Comentario al Nuevo Testamento.


Editorial CLIE. George Street, Edimburgo, Escocia. Tomo 14
“Santiago y Pedro”. 1995.

3. CEVALLOS, J. C. Comentario Bíblico Mundo Hispano tomo 23:


hebreos, Santiago, 1-2 Pedro, Judas. El Paso, TX: Editorial Mundo
Hispano. 2006.

4. DAVIDS, Peter H. Primera Epístola de Pedro. Editorial CLIE.


Terrassa, Barcelona. 2004.
5. GREEN, Eugenio. Comentario Bíblico Hispanoamericano 1 y 2
Pedro. Editorial Caribe. Miami. 1993.
6. KISTEMAKER, Simón J. Comentario al Nuevo Testamento: 1 y
2 Pedro y Judas Grand Rapids, MI: Libros Desafío. 1994.
7. LADD, George. Teología del Nuevo Testamento. Editorial CLIE.
Terrassa, Barcelona. 2002.
8. SWINDOLL, Charles. Comentario Swindoll del Nuevo
Testamento. Editorial Vida. Miami, Florida. 2010.

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