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Introducción: Bizancio como problema histórico

«Desmoronamiento y ocaso del Imperio romano» (E. Gibbon) o «Grandeza y decadencia de


Bizancio» (Ch. Diehl): la formulación del tema histórico ya indica cómo se ha transformado
el juicio con respecto a los éxitos y a los fracasos, al papel histórico y a los logros de
Bizancio. Los mitos históricos son pertinaces. La idea de Gibbon, que concebía la historia
bizantina como el largo proceso de decadencia de un gran pasado clásico -«la memorable
consecuencia de unas revoluciones que a · lo largo de casi trece siglos minaron y,
finalmente, destrozaron la sólida construcción de la grandeza humana»- 1 entronca
perfectamente con el proceso de reducción de la perspectiva histórica que operaba en el
siglo XIX. Desde la estrechez de miras, en cuanto a la política nacional, propia de la Edad
Media europea, el Imperio bizantino parecía algo carente de importancia; y desde la
estrechez conceptual clasicista, algo doblemente despreciable por «oriental» y
«decadente». En el año 1869, William Lecky formulaba una interpretación de moda: «La
opinión general que la historia tiene sobre el Imperio bizantino es la de que éste representa,
sin excepción alguna, la forma cultural más baja y abyecta que haya podido darse hasta el
momento .. . Ninguna civilización duradera careció hasta tal punto de toda forma o elemento
configurador de grandeza... La historia de dicho Imperio es una relación monótona de
intrigas de sacerdotes, eunucos y mujeres, de envenenamientos, conspiraciones,
ingratitudes y continuos fraticidios» Incluso Arnold Toynbee fue víctima tardía de esta
concepción según la cual la sociedad bizantina resultó absolutamente estéril y carente de
originalidad o fuerza creadora, aunque sin embargo se resistió a morir durante mil años,
contradicción que exaspera a cualquier clasicista. Cien años después de Lecky, nuevas
categorías del entendimiento histórico, así como una detallada e intensiva investigación que
poco a poco incorporó a su trabajo también a «Bizancio antes de Bizancio» (bases
grecohelenistas y romanotardías de la cultura bizantina) y a «Bizancio después de
Bizancio» (historia de los pueblos de los Balcanes y de Rusia), han modificado eficazmente
la imagen que se tenía de la sociedad bizantina y del papel histórico por ésta jugado.
Bizancio es considerado ahora como fenómeno histórico independiente, cuyos aspectos,
cada vez 1uás diferenciados, dificultan normalmente la explicación del significado o del
término de “lo bizantino” sin caer en fórmulas vacías o definiciones exclusivamente
negativas.

A pesar de todo, no hemos llegado a profundizar totalmente en la historia bizantina. El


grado de distanciamiento es, sin embargo, menor del que nos separa de la historia
árabe-islámica o china. Las tradiciones comunes en el occidente europeo y en el oriente
bizantino inducen a veces a pasar por alto determinadas diferencias sutiles, si bien por ello
no menos fundamentales. Quier: haya contemplado y estudiado alguna vez la historia
bizantina con calma, ha tenido que percibir, necesariamente, una curiosa sensación de
encontrarse ante algo desconocido y extraño. Y esto no se debe exclusivamente al proceso
de distanciamiento entre ambas áreas culturales, iniciado ya antes de las Cruzadas, y cuyo
responsable no fue sólo el antagonismo confesional, sino también un orgullo cultural
bizantino claramente antioccidental. Resulta igualmente decisivo el hecho de que Bizancio
no se adapte al concepto de la hisroria como progreso. Hemos renunciado al concepto de
progreso formulado por Gibbon, evidentemente afectado e ingenuamente racionalista. Pero
nuestra concepción lineal y progresiva de la historia (aunque concebido desde un principio
de manera diversa) -Antigüedad, Edad Media, Edad Modernademuestra suficientemente
hasta qué punto nuestras categorías del entendimiento histórico están impregnadas de un
desarrollo concebido como progreso. La decadencia es tan sólo el reverso de la categoría
de progreso, y, en última instancia, ninguna de estas dos categorías se ajustan a la historia
de Bizancio.
I. Area y dominio
El área puede influir tan decisivamente en la historia como el medio ambiente en el
individuo. Si en esto existen regularidades periódicas, es algo que queda por establecer;
pero es indudable que en el caso concreto de Bizancio influyeron en su historia ciertos
factores geográficos. Las fronteras del Estado bizantino correspondieron, en un principio, a
las del Imperio romano oriental creado por Teodosici en el año ·395 al hacer su división del
Imperio. Esta división no pudo deberse a un simple capricho administrativo. El oriente griego
y el occidente latino se diferenciaban con toda claridad desde hacía mucho tiempo, tanto en
la estructura y protundidad de su cultura como en su situación económica y demográfica'.
Mayores reservas humanas y una fuerza productiva superior con'. firieron ·a la parte oriental
del Imperio una fuerza y capacidad regeneradora más elevada, situación que resultó
fundamental en d desarrollo de la historia bizantina. La primitiva área de dominio bizantino
estuvo sujeta a continuas transformaciones y finalmente a un drástico proceso de
contracción. ·En la época justinianea abarcaba desde España hasta d desierto sirio, desde
el Danubio y el Mar Negro hasta la costa del norte de Africa. La catástrofe de la política
exterior del siglo VII provocó la pérdida de las provincias africanas y asiáticas, a excepción
de Asia Menor y casi toda la región de los Balcanes. A una nueva expansión provocada por
la reconquista de los emperadores macedónicos, sucedió el período de decadencia de la
dinastía Paleólogo, cuando el territorio bizantino tan sólo abarcaba los alrededores de la
capital y algunas zonas de poca extensión en el Peloponeso. Tuvieron gran importancia en
este desarrollo Asia Menor, Grecia y las regiones limítrofes de los Balcanes meridionales,
donde Macedonia y Tracia, principalmente, desempeñaron un papel relevante como
graneros y reserva humana.

Por el contrario, la zona de influencia de la cultura bizantina siempre abarcó los límites
trazados en el año 395, llegando incluso a traspasarlos. Así la línea divisoria, en un principio
ideada tan s.Jlo como frontera administrativa, se convirtió en un factor que ha estado
influyendo hasta la actualidad en la historia de los Balcanes: al ser adjudicadas las diócesis
de Macedonia (la actual Grecia) y de Dacia (Servia meridional) al Imperio oriental, gran
parte de los Balcanes eslavos quedaron sometidos a la influencia cultural bizantina, y no a
la europea occidental.

Debido a la falta de datos estadísticos, resulta difícil esbozar la estructura demográfica del
área de dominio bizantino. Para determinar el número de habitantes, sus oscilaciones y su
distinta densidad regional únicamente contamos con referencias generales. En el siglo IV la
población total del Imperio apenas llegaba a una cuarta parte del número de habitantes de
este mismo territorio en la época moderna. Sin duda alguna las provincias orientales,
principalmente Asia Menor, Siria y Egipto con sus numerosas ciudades, estaban más
densamente pobladas · 1. No puede precisarse con cifras en qué medida provocaron un
descenso de la población las periódicas epidemias, el hambre y las catástrofes políticas
exteriores en el Imperio bizantino. Tampoco puede determinarse con exactitud la
composición étnica de la población imperial. En el Imperio romano ésta no era ya
homogénea y estuvo sujeta a una serie de procesos de desplazamiento difícilmente
reconocibles. Todo lo cual aún resulta más válido en lo que . se refiere al Estado bizantino,
que desconoció el concepto de nacionalidad y que se vio forzado a asimilar continuamente
(por ejemplo, en el asentamiento eslavo) nuevos factores étnicos.

Por el contrario, era evidente una clara diferencia económica. Desde hacía tiempo el centro
de gravedad de la productividad industrial, el capital y la potencia tributaria se hallaba en las
provincias orientales, con su mayor densidad demográfica y una estructura más
desarrollada. Estas provincias poseían, y no en última instancia , gracias a las estrechas
relaciones existentes con los países limítrofes de Oriente, los centros más importantes de la
industria y el comercio. La banca y los servicios de crédito se hallaban aquí más
desarrollados que en las provincias occidentales, que más bien hacían las veces de
mercados y actuaban como suministradores de materias primas. La crisis producida por la
invasión de los bárbaros aumentó aún más la superioridad económica y consolidó la
estabilidad de la parte oriental del Imperio. La descomposición de la administración
tardorromana hizo estragos en Occidente. El comercio, la industria y la política financiera se
vieron seriamente disminuidas. .Sin embargo, en Asia Menor, Siria y Egipto la situación
económica de la agricultura, así como la de los grandes centros urbanos, apenas si se vio
influida por tal acontecimiento.

El Estado bizantino heredó, a la par que el mundo político de Roma, los graves proble~as
de Imperio concernientes a política exterior. Ciertas regiones limítrofes de vital importancia
para Bizancio estaban situadas en dos áreas tradicionalmente críticas: el curso bajo del
Danubio y Siria-Armenia. La guerra bifrontal se convirtió en una constante de la historia
bizantina, tras varios siglos de continua presión políticomilitar en estas zonas. En un
principio se logró desviar en la frontera del Danubio el empuje de la migración germana
hacia el oeste: Pero en el siglo vr el asentamiento eslavo en los Balcanes resultó ser un
foco de peligros de mayor envergadura, además de continuo. El mundo romano poseía
desde hacía mucho tiempo una tupida red de relaciones económicas y culturales con el
este. Pero al mismo tiempo se hallaba confrontado con ·el reino persa de los Sasánidas, un
estado altamente civilizado y severamente organizado, cuya pretensión de dominar el
control político del área siria y de Asia Menor tenía que .Provocar, necesariamente, un
conflicto permanente. Con la destrucción del reino sasánida por el Califato eri el siglo vn ,
cambió tan sólo el rival y no la constelación política. Los coraceros persas fueron
reemplazados por los ejércitos. árabes y, más tarde, por los turcos. Dos factores
·geográficos amenazaban principalmente la estabilidad y la resistencia del Imperio bizantino
ante estas constantes estratégicas y de política exterior: la situación limítrofe de las zonas
más ricas y fecundas (Africa del Norte, Egipto y Siria) y la falta de barreras naturales que
hubiesen facilitado una defensa eficaz de los frentes del Imperio tanto en el Danubio como
en el desierto sirio y africano. Estos dos aspectos resultaron definitivos en la rápida pérdida
de las provincias orientales y
de Africa en el siglo VII, así como también en el menoscabo de la situación económica,
originalmente próspera , del Imperio. Por el contrario, demostraron ser factores positivos las
favorables condiciones geográficas existentes para la creación de una soberanía marítima
en el Mediterráneo y, fundamentalmente, la sólida situación defensiva de Asia Menor, que
junto con Tracia constituía la reserva humana más importante. La altiplanicie de Asia Menor
estaba protegida hacia el · sudeste por la barrera constituida por los Montes Tauro, así
como por escarpados acantilados en la amenazada costa meridional. Realmente, desde el
punto de vista militar, el problema geográfico se centraba en Armenia, pues, al contrario que
en el frente sudeste. ofrecía pasos a través de valles de fácil tránsito.

Un factor geopolítico fundamental en la historia bizantina lo constituyó la situación de su


capital : durante más de mil años Constantinopla fue , gracias a las extraordinarias ventajas
de su situación, el centro vital y el último reducto de resistencia del Imperio. El filósofo oficial
árabe Ibn Jaldún había visto cómo se confirmaba --con el papel que representaba la capital
bizantina- su teoría sobre la función de los centros dinásticos 5• Su posición dominante,
intermedia entre Asia y Europa. hizo que Constantinopla se convirtiera , desde el punto de
vista geográfico, en el centro del Imperio , al mismo tiempo que, en caso de necesidad,
también hacía posible el bloqueo de los territorios orientales de los Balcanes. Situada en la
línea estratégica de las principales comunicaciones entre los frentes persa y germano , la
ciudad controlaba también la importante ruta comercial entre las cuencas del Danubio y el
Eufrates. Disfrutaba también de una posición igualmente favorable desde el punto de vista
marítimo; al estar situada entre el Mar Negro y el E11eo, comunicaba directamente con
Siria, Egipto, Africa del Norte e ltalia. Sus instalaciones defensivas, continuamente
modernizadas, la convirtieron en el mayor centro comercial del Mediterráneo y en la
fortaleza más resistente, de modo que, en el curso de su historia , únicamente pudo ser
conquistada en dos ocasiones: en 1204 y en 1453.

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