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CAPITULO XI
LOS REINOS ROMANO-GERMANICOS
Aspectos generales
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Los ostrogodos
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B~bHoteca
Central UCA Paraná
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Federico 11, por mencionar los más significativos. Probablemente el rena.cimiento italiano
del siglo XIV - más allá de las exageraciones "antirreligiosas" de Burckhardt- deba
estudiarse en este contexto.
7 Genicot, L. op. cit., p. 65. Véase también el reciente Lluch-Baixauli, Miguel. La teología de
Boecio. En la transición del mundo clásico al mundo medieval, Universidad de Navarra, 1990.
8 Gonzague de Reynold. La formación de Europa. El helenismo y el genio europeo, Madrid, Pega-
so, 1950, p. 153.
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Los REINOS ROMANO-GERMANICOS
A su muerte el reino cayó en una veloz decadencia, motivada por las luchas
internas que culminaron con la intervención de los vándalos y, finalmente, con
la ocupación por tropas del emperador constantinopolitano Justiniano.
Los francos
La región de las Galias (Gallia), dada su ubicación geográfica, fue una de las
más sacudidas por el aluvión invasor y el pueblo franco fue seccionado en varias
partes por tal causa. Lentamente se produjo el reagrupamiento de varios pueblos
que intentaron establecerse en ella. Primero los visigodos, que como vimos, fue-
ron conducidos por Ataúlfo y luego por Walia hacia la península ibérica, a donde
serán definitivamente expulsados. Los burgundios se establecieron en el fértil valle
del Ródano, mientras los alamanes ocupaban las llanuras de Alsacia y los francos
rodeaban las tierras bañadas por los ríos Rhin, Mosa y Escalda.
Tal era la situación en las Galias después de la expulsión de los hunos, y los
francos formaban un conjunto de tribus esparcidas en los lugares menciona-
dos. P~r ello es muy difícil sostener que Faramundo, Clodión, Childerico o Me-
roveo9 fueron reyes de los francos, aunque muchos historiadores afirman que
este último fue el primer monarca francés.
Debemos recordar que a partir del 412 los visigodos y los burgundios ha-
bían fundado dos reinos en las Galias. Los primeros al mando de Ataúlfo y Walia
establecieron un estado encabalgado en los Pirineos, ocupando Aquitania y
Narbona y convirtiendo a T olosa (Tholosa) en su capital; mientras los burgun-
dios con sus reyes Gudincher y Gundioch se ubicaron desde el sur de Alsacia
hasta la Provenza, a lo largo de ambas orillas del Saona y la margen izquierda
del Ródano, hasta los Alpes suizos.
En el 482 los francos salios eligieron por su rex 10 a Clodoveo (Chlodovech
o Clovis), destinado a unificar todas las tribus dispersas y consolidar el Estado
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foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
franco. Su primera medida fue atacar al reino de Siagrio, un romano hijo del
conde Egidio, que había logrado establecer un insólito reino entre el Loira y el
Somme, con sede en Soissons (Suessiones) -futuro centro natural del reino
franco-; Siagrio fue vencido en el 486 y sus tierras se convirtieron en el nú-
cleo de las posesiones de Clodoveo y años más tarde de los Capetos. Clodoveo
estableció su capital en la antigua colonia romana de Lutetia (hoy París).
Asimismo la batalla de T olbiac puso fin a la expansión de los alamanes
que, tras ser derrotados, fueron salvados del exterminio por el ostrogodo Teo-
dorico. Mediante esta victoria Clodoveo amplió su territorio y logró unificar
a los francos salios y ripuarios. De similar manera, en el 495, fueron domina-
dos los burgundios mediante el casamiento de Clodoveo con la católica Clo-
tilde, sobrina del rey Gondebaldo y convertida por obra del obispo Avito de
Vindobona (hoy Viena).
Pero la medida más trascendental del reinado de Clodoveo fue su conver-
sión al catolicismo 11 , en el 496, que lo convirtió en el defensor de la ortodoxia
frente a los reyes germanos arrianos. Fue célebre su bautismo, con tres mil de
sus guerreros, de manos del obispo Remigio de Reims, en la Navidad del 496.
A partir de este momento su obra de expansión y consolidación fue concebida
como una verdadera cruzada, especialmente en su lucha contra los poderosos
visigodos arrianos.
Su conversión señaló también la alianza de la Iglesia con el Estado franco,
convirtiéndose en cimiento de la historia medieval, en la medida que sentó las
bases del imperio carolingio. Como premio por su actitud, el basileus Anasta-
sio (Anastasios) confirió a Clodoveo los honores de cónsul y patricio romano.
El cronista señala el espíritu de cruzada de la expedición contra los visigodos
cuando hace decir al monarca: "me desagrada ver a esos arrianos ocupar las pro-
vincias más hermosas de la Galia; marchemos contra ellos con la ayuda de Dios" 12 •
El monarca visigodo Alarico II fue derrotado por Clodoveo en la batalla de
Vouillé y este hecho significó, por un lado, el fin de la expansión de los godos
]]
La conversión de Clodoveo -como la de Constantino- dio lugar a serias controver-
sias entre los historiadores, opiniones que oscilan entre razones personales o espiritua-
les y hasta razones políticas, económicas o de Estado.
l2 Gregorio de Tours. Historia de los francos, 11, 37.
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13 Los cuatro hijos de Clodoveo, desde sus sedes de Metz, Orleáns, París y Soissons, ri-
gieron los destinos de Austrasia, Neustria, Aquitania y Borgoña. Austrasia (Austrasiae)
se encontraba al este, entre el Rhin y el Mosa y posteriormente conformará la parte
germana. Neustria (Neustriae) -más tarde Normandía- hacia el norte, entre el Es-
calda y el Loira. Hacia el sur Borgoña y Aquitania señalan las regiones más romanizadas.
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Los visigodos
Como sabemos, en el siglo VII "el único pueblo que parecía poseer un reino
organizado, que conservaba todavía apariencia de Estado, era el visigodo, go-
. bernado desde el 466 por un hombre notable, Eurico. Este, dueño del sur de la
Galia, conquistó el Berry, el Limousin y la Auvernia, y administró estos territo-
rios de una manera casi regular, preludiando así el Estado aquitano que, hasta el
siglo X, conservará una especie de particularismo nacional dentro del Estado
carolingio" 14 •
A Eurico correspondió conducir a los visigodos en su etapa de consolida-
ción nacional y fueron él y su sucesor Alarico 11 quienes promulgaron la Lex
Visigothorurn. En tiempos de Alarico 11 fueron detenidos en su expansión por
Clodoveo y los posteriores reyes consolidaron su gobierno en la península ibé-
rica, cuya totalidad conquistaron. En el 540 T eudis trasladó la capital a Barcelona
(Barcinona) y en el 554 fue ubicada definitivamente en Toledo (Toleturn).
La etapa más brillante del reino visigodo corresponde a Leovigildo, cuyo
"reinado fue de una importancia tan extraordinaria que puede considerársele
como el verdadero fundador de la monarquía visigoda" 15 . En el 586 asumió el
trono su hijo Recaredo, quien convirtió a su pueblo al catolicismo por obra de
los obispos Leandro e Isidoro de Sevilla. El mismo monarca juró: "Yo Recaredo
rey, he firmado con mi mano derecha esta santa fe y verdadera confesión que
la Iglesia católica profesa por todo el mundo, y que yo tengo en mi corazón y
confieso con la boca".
Con esta conversión la Iglesia adquirió gran predominio en Hispania y
mediante los Concilios de Toledo se convirtió en la mano derecha del poder
real. Estos "fueron para la Iglesia del siglo VI la forma más eficaz de su activi-
dad y la prueba más gloriosa de sus recursos vitales. No descuidaban nada de
lo que debía tender al bien espiritual de las gentes; reprimían los abusos, re-
gulaban de la manera más minuciosa la vida del clero, desarraigaban lo que
quedaba de paganismo en la vida, en las creencias y en-las costumbres, elabo-
raban la liturgia, velaban, en una palabra, para que la sociedad cristiana se
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juegos, los buques, las vestiduras, los alimentos y los utensilios. Isidoro propone para
cada cosa una etimología, ya que la etimología es el-origen de los vocablos, y los voca-
blos contienen las cosas" (Gonzague de Reynold. op. cit., p. 160).
18 Genicot, L. op. cit., p. 70.
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20 Delhaye, Ph. La filosofía cristiana medieval, Andorra, Casal y Vall, 1961, p. 44.
21 Esta tesis aún mantiene muchos adeptos en círculos intelectuales católicos. Véase, por
ejemplo, Palacio, J. La ciudad de los Césares. Un estudio de teopolítica, Bs. As., EUDEBA, 1972.
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22 Pirenne, H. Historia de Europa desde las invasiones al siglo XVI, México, F.C.E., 1942, p. 27.
23 Kurth, G. op. cit., p. 245.
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
ornamentación aparecía con frecuencia la hoja estilizada con dos o tres lóbu-
los. Las superficies quedaban cubiertas con pinturas y cuadros. Líneas quebra-
das, monogramas y símbolos sirven de motivos ornamentales.
En estos templos el crucero ocupa el centro de la construcción y en la cabe-
cera, o testero, se encuentran de tres a cinco ábsides, mientras en la entrada se
alza un pórtico flanqueado por dos torres cuadradas.
Los soportes están formados por pilares compuestos y contrafuerte adheri-
dos exteriormente al muro, cuyo objeto es reforzar los muros para contrarres-
tar la fuerza de los arcos y las bóvedas.
Los arcos son de medio punto, mientras que la bóveda es de medio cañón en
la nave central y de un cuarto en las laterales.
Las puertas son muy ricas y típicas, estando formadas por una serie de arcos
redondos y concéntricos, apoyados en sendas columnas.
La ornamentación emplea formas vegetales estilizadas o líneas geométri-
cas. Aunque también aparecen figuras de hombres o animales en forma sim-
bolizada.
La escultura y la pintura románica son meramente decorativas y al servicio
de la arquitectura y el trabajo artístico se orienta hacia los libros miniados.
Cabe agregar que el templo románico fue una creación arquitectónica occi-
dental, elaborada por la mezcla de elementos latinos, bizantinos y nórdicos.
A estos templos "se les ha llamado fortalezas de Dios, y realmente son gran-
des, firmes y macizas, como los castillos y fortalezas de la época¡ y son, ade-
más, demasiado grandes para los fines mismos. Pero no fueron construidas
para los fieles, sino para la gloria de Dios, y sirven, lo mismo que las cons-
trucciones sagradas del antiguo Oriente, y en su misma medida, que desde
entonces no ha vuelto a alcanzar ninguna otra arquitectura, para simbolizar
la suprema autoridad" 24 .
El período de la arquitectura románica se extendió desde el siglo X al XII y
dejó numerosos monumentos en el suelo europeo. Tales por ejemplo, los do-
mos de Maguncia ( 1100), Spira ( 1030), Worms ( 111 O), Santiago de Compos-
tela (1188), York (1100), y el de Pisa, con su torre inclinada (1090).
24 Hauser, A. Historia social de la literatura y del arte, Madrid, Guadarrama, 1969, t. 1, p. 242.
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CAPITULO XII
LA IGLESIA EN LOS SIGLOS VI YVII
León I y el Papado
La constancia de la prioridad del obispo de Roma sobre los demás prelados de la Cris-
tiandad -en el aspecto histórico- es muy anterior a León I; aparece -como vimos-
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Una serie de actitudes de León 1completaron aun más esta imagen. Su firme
defensa de la ciudad de Roma ante el caudillo de los hunos, Atila, fue reco-
nocida en toda la Romanidad y su prestigio se consolidó cuando el Concilio de
Caicedonia, en el 451, reconoció su autoridad con aquellas memorables pala-
bras: "Dios habló por boca de León".
El mismo pontífice dictó algunas normas, entre las que se distingue la ins-
titución del celibato 2 y la organización eclesiástica basada en la estructura
imperial establecida por Dioclesiano. El propio León 1 se preocupó por di-
fundir esta imagen, tras la evacuación de Roma por los vándalos, en el 455,
en ocasión de la institución de la festividad de los apóstoles Pedro y Pablo
(apéndice doc. 55).
De este modo, por obra de los obispos de Roma y fundamentalmente a par-
tir de León 1, así como el helenismo había sido subsumido por Roma, la Roma-
nidad se fue incorporando en una nueva entidad cultural que la sucedió: la
Cristiandad. Durante este tiempo persistió una concepción política destinada
a regular las relaciones entre la Iglesia y el Imperio, entendidos como dos órga-
nos de un mismo Estado: la Christianitas o Res-publica Christiana3, que con-
dujo a la consolidación de la teocracia papal.
en la correspondencia del obispo Clemente y el mismo San lreneo, casi en los orígenes
de la Iglesia, escribía: "por medio de la tradición de la iglesia romana y por medio de su
fe anunciada a los hombres, la cual ha sido trasmitida a nosotros por la sucesión de
obispos, confundimos a todos aquellos que de algún modo, por capricho o vanagloria,
por ceguera o por intenciones perversas, toman por donde no oebieran. Debido al or-
den superior de esta iglesia (la romana) es necesario que todas las iglesias, esto es, los
fieles de todas partes, acudan a ella, pues en ella la tradición apostólica ha sido conser-
vada siempre por aquellos que son de todas partes" (Contra las herejías. 111, 111).
2 Prohibición de casarse a los sacerdotes. Esta norma, aprobada en el concilio de Elvira,
es sólo exigida en la Iglesia de Occidente.
3 Denominamos Cristiandad al período de tiempo comprendido entre la cristianización
del Imperio a partir de Constantino y Teodosio (siglo IV) y la firma de la paz de West-
falia en 1648. Durante el mismo el cristianismo asumió en Occidente una estructura
político-cultural basada en la Ciudad de Dios de san Agustín y en la armonía entre ambas
esferas del poder (Iglesia-Imperio) que esbozara el papa Gelasio 1 y es conocida gene-
ralmente como teoría de las dos espadas (apéndice doc. 56), base de la unidad políti-
co-religiosa necesaria para intentar construir la Ciudad de Dios en la tierra. Esta deno-
minación no coincide con el insulso término habitual de Edad Media.
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9 Kurth, G. Los orígenes de la civilización moderna, Bs.As., Emecé, 1948, pp. 373-374.
10 Knowles, D. op. cit., p. 37-39.
11
Kurth, G. op. cit., p. 374.
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LA IGLESIA EN LOS SIGLOS VI y VII
tareas del campo y les aportaron una serie de modificaciones técnicas de noto-
ria importancia.
Pero quizá la obra más significativa de los monasterios medievales tuvo lu-
gar en los claustros, en las scriptoria y se concentró en resguardar los tesoros
artísticos del mundo clásico para el Occidente.
La mencionada scriptoria de los monasterios congregaba a monjes y legos
que se distribuían los trabajos de trascripción de los textos. "Además de los pin-
tores (miniatores) había los maestros hábiles en caligrafía (antiquarii), los ayu-
dantes (scriptores) y los pintores de iniciales (rubricatores). Al lado de los
monjes había empleados en las scriptoria copistas a sueldo, esto es, laicos, que
trabajaban en parte en su propia casa y en parte en los mismos monasterios" 12 •
Al poseer los medios propicios y la posibilidad material de escribir, pintar,
leer y realizar otras tareas artísticas, los claustros se convirtieron en lugar de
agrupación de los intelectuales de la época y, consecuentemente, en el centro
de la vida cultural europea, durante la barbarie de los siglos V al XI. Asimismo
los vitraux de los templos fueron utilizados como medio para la enseñanza
religiosa a la población, en su mayoría analfabeta (apéndice doc. 75).
El trabajo material de los copistas, destinado a trascribir las grandes obras
clásicas para preservarlas para el futuro, fue considerado uno de los caminos
más importantes para santificarse en la tierra y obtener la salvación posterior.
De allí que el mismo Casiodoro trascribiera el clásico proverbio: "da uno al
diablo tantos golpes como letras traza en el pergamino1113 •
No debemos olvidar que, dada la crisis de la cultura, los monjes medievales
"no creyeron que fuera posible renovar o avanzar el progreso de la exposición
doctrinal después de los genios que les habían precedido. Clasifican, codifican,
aportan sus correspondientes explicaciones y soluciones, se reúnen en conci-
lios para la reforma de la moral; pero, en cuanto al dogma se muestran más bien
superficiales1114 •
Pero gracias a esta concepción conservadora, "a las bibliotecas y scriptorias
monásticas les debemos la conservación y traducción de casi la totalidad de la
12
Hauser, A. Historia social de la literatura y del arte, Madrid, Guadarrama, 1969, t. 1, p. 226.
13 Casiodoro. De instit11tio11e divinae, litt. c. 30.
14 Dawson, Ch. Ensayos acerca de la Edad Media, Madrid, Aguilar, 1960, p. 121.
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literatura latina clásica que poseemos hoy en día. Es cierto que el monaquismo
italiano fue afectado por la invasión lombarda y Casiodoro no dejó sucesores
en su propio país. Su trabajo fue reanudado y completado por los hijos de un
mundo nuevo -los monjes irlandeses y anglosajones- quienes prepararon el
camino al resurgimiento del clasicismo cristiano, el que resurgió finalmente en
el período carolingio" 15 •
También fueron los monjes los encargados de asegurar la continuidad del
arte. Los monasterios, en muchos casos, fueron "verdaderos talleres de arte in-
dustrial, que servían principalmente a intereses didácticos y aseguraban nuevas
promociones de artistas, tanto para los monasterios y las catedrales como para
las cortes y soberanos seculares" 16 • Allí se efectuaron importantes aportes en el
campo del arte. "A fines del siglo IX el monje Benedictino Teófilo podía escri-
bir en sus notas toda una serie de inventos hechos en los monasterios, como la
producción de vidrio, las pinturas al fuego en las vidrieras, la mezcla de colores
al óleo, etc." 17 Por ello bien señala el mismo autor que "los monjes fueron los
primeros que enseñaron al Occidente a trabajar metódicamente" 18 •
Finalmente, los monjes llevaron adelante una importantísima tarea en ense-
ñar nuevamente a los hombres el arte de trabajar el campo y para ello se basa-
ron, en gran medida, en los prácticos textos romanos De agricultura de Catón,
Varrón o Columela, que copiaban en los monasterios, como también pratica-
ban la herboristería aplicada al arte de curar.
15 Dawson, Ch. Así se hizo Europa, Bs.As., La Espiga de Oro, 1974, p. 100.
16 Hauser, A op. cit., t. 1, p. 228.
17 Idem, t. 1, p. 228. En su schedula diversarum actum.
18 Ibídem, t. 1, p. 225.
19 Cabe señalar que la denominación "bizantino" es una recreación del romanticismo mo-
derno. Sus contemporáneos lo consideraron siempre el Imperio romano y se denomi-
naban así mismos romanoi, o sea, romanos.
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Tal era la situación general en la península itálica cuando en el 590 fue ele-
gido para ocupar la sede romana el pretor Gregorio (Gregorius), primer monje
benedictino que llegaba a ocupar tal posición.
Gregorio fue el verdadero organizador del gobierno de la Iglesia y quien le
imprimió, inconscientemente, el giro temporalista y profranco que adoptó a
partir de esa época.
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LA IGLESIA EN LOS SIGLOS VI y VII
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Baste imaginar la influencia que pudo haber tenido sobre los germanos ver
aparecer con asombro a esos hombres extraños, que no esgrimen lanzas, no
fornican, no se embriagan, ni usan espadas ni saquean y por el contrario traba-
jan de sol a sol, desmontan bosques, labran la tierra, levantan edificios, copian
documentos antiguos mientras cantan estrofas que no son báquicas sino suaves
y sedantes. Por eso su ejemplo fue adoptado por los rudos germanos.
Esta tarea de evangelización de los monjes anglosajones, que de este modo
devolvieron al continente los frutos de la semilla recibida, se inició práctica-
mente con Columbano en la Borgoña y fue continuada por gran cantidad de
monjes que revitalizaron la decadente Iglesia merovingia y expandieron el cris-
tianismo y con él la cultura latina a la aún paganizada y barbarizada Germania.
De todos estos monjes innegablemente corresponde el puesto más distin-
guido a Wynfrith -a quien el papa Gregorio 11 cambió su nombre sajón por el
de Bonifacio (Bonifatius)-. A él correspondió prácticamente la fundación de
la Iglesia germana medieval, la cristianización de la Turingia y Hesse y final-
mente la fundación del monasterio de Fulda (Vuldo), epicentro de divulgación
evangélica a toda la región germana. Su progreso fue tal que "ya Sturmi su pri-
mer abad, gobernaba allí a cuatrocientos monjes; como sucedía siempre en la
vecindad de los conventos; el desierto se transformó muy pronto en una co-
marca riente y populosa; se formó una ciudad alrededor del monasterio, y la
abadía llegó a ser el foco más intenso de civilización que brilló en Germania 30 .
Bonifacio, con su plan de unificar la Iglesia mediante la centralización ro-
mana, se convirtió en el metropolitano de toda la Germania¡ dirigiendo una
extensísima diócesis que abarcaba ciudades tan importantes en el futuro como
Lieja, Worms, Aubsburgo, Wisburgo, Paderborn, Erfurt y Constanza, por
mencionar sólo las rriás conocidas.
Un autor definió acertadamente el pontificado de Gregorio I cuando expre-
só que quiso apuntalar para salvar al decadente mundo antiguo y, sin quererlo,
creó uno nuevo: el mundo teocrático medieval.
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XIII
CAPITULO
EL IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL YEL ISLAM
Para los orígenes de la pars orientalis del Imperio romano debemos remon-
tarnos al año 330, cuando el emperador Constantino fundara Constantinopla.
La conformación de un Imperio que adquirió características propias sumamen-
te peculiares se acentuó cuando T eodosio I lo reorganizó, dividiéndolo en dos
partes: oriental y occidental.
Pero indudablemente el verdadero artífice del Imperio -que los modernos
llamarán bizantino- fue el basileus Justiniano, quien llegó al trono en el 527.
"Mientras el Occidente latino iba hundiéndose gradualmente en el caos y la
barbarie, el imperio de Oriente no sólo sobrevivió, sino que se convirtió en el
centro de una nueva corriente de cultura" 1 •
Dawson, Ch. Así se hizo Europa, Bs. As., La Espiga de Oro, 1.974, p. 145.
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
2 La rebelión de la nika (victoria) o del circo fue uno de los eventos más importantes de
la época, y la valentía de Teodora evitó que Justiniano huyese a la vez que permitió
ahogar en sangre la rebelión del pueblo sublevado por los aristócratas enemigos de la
nueva dinastía.
3 Estas cuatro obras -que integran el Corpus Iuris Civilis- recopiladas en tiempos del
emperador Justiniano fueron llevadas a la península itálica después de la ocupación de
ésta por aquél y allí pasaron casi inadvertidas durante la anarquía, hasta el siglo XI, en
que el Papa Gregorio (Gregorius) hizo buscar antecedentes del derecho canónico. lr-
nenio, de la Universidad de Bolonia, comprendió la importancia de la obra y reinició la
enseñanza del derecho romano ("su renacimiento"), favoreciendo la instauración de una
burocracia legal, en reemplazo de la nobleza senatorial.
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EL IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
rio en Oriente. Justiniano también obtuvo el bautismo del rey de los hérulos y
del monarca de los hunos de Crimea.
Las campañas de Justiniano, pese a su plausible intento de reconstruir el
Imperio, afectaron seriamente la estabilidad económica y política de su sede y,
fundamentalmente, desguarnecieron las fronteras del Eufrates y del Danubio,
facilitando las posteriores invasiones que concluyeron convirtiendo al Imperio
en la ciudad de Constantinopla y sus alrededores.
En el 529 cerró la escuela filosófica de Atenas, cuna del paganismo y última-
mente de influencias esotéricas y ocultistas4 , motivando un acentuado éxodo
de intelectuales a la Persia sasánida. Ello no obsta a la consolidación del hele-
nismo en Constantinopla pues "la tradición clásica siguió dominando las capas
superiores de la cultura, y cada resurgimiento de la cultura bizantina se presen-
ta acompañado de un resurgimiento de los estudios clásicos y de un retorno a
los modelos antiguos" 5 .
Esta influencia helenística se aprecia también en el arte, donde triunfó fun-
damentalmente la herencia persa a través de Siria. El ejemplo más acabado de
esta mezcla cultural helénico-persa se encuentra en la basílica de Santa Sofía
-reedificada por Justiniano tras un terremoto-; mientras que la decoración
de mosaicos típicamente bizantina y el arte iconográfico hierático lo hallarnos
claramente plasmado en San Vitale en Rávena. Pero quizás el elemento distin-
tivo del Imperio bizantino se denotó en otro terreno 6 .
4
Ello se obtuvo mediante un simple decreto prohibiendo enseñar la superstición helénica.
5 Dawson, Ch. op. cit., p. 163.
6 Para Bizancio véase Brehier, L. El 1~undo bizantino, México, UTEHA, 1956 (3 vol.); Os-
trogorsky, G. Historia del Estado bizantino, Madrid, AKAL, 1983; Bailly, A. Bizancio, Barce-
lona, Rubí, 1943; Runciman, S. La civilizaci6n bizantina, Madrid, Pegaso, 1942, y más
227
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Las relaciones entre Imperio e Iglesia estuvieron tensas desde los comien-
zos del Imperio y especialmente desde su traslado a Constantinopla cuando
el basileus fue asumiendo cada vez mayores potestades sobre el patriarca local.
Paralelamente la Iglesia adquiría esas características místicas que, pese al hie-
ratismo, dieron su aspecto peculiar a tantos siglos de la cultura religiosa del
Imperio. "La iglesia ortodoxa ... fue capaz de constituirse en el alma y la vida
del Imperio, de mantener la unidad imperial, de dar forma y sentido a toda
manifestación de vigor nacional" 7 .
A partir de Constantino comenzó a considerarse a la Iglesia como parte de
la misma unidad política (Cristiandad) que el Imperio, pero así como en Roma
la autoridad del obispo de Roma, favorecida además por una concepción más
jurídica, logró mantener su independencia y hasta imponerse al poder político,
en Constantinopla el patriarca -quizás menos preocupado por las cosas mun-
danas- terminó sometido a la autoridad política de turno. Esa posición ha sido
conocida como cesaropapismo aunque los estudiosos bizantinos la consideran
más equilibrada y armoniosa y denominan esa relación como simphonía8 (apén-
dice doc. 45).
Los especialistas afirman que el cesaropapismo tuvo su origen en el basileus
Constancia 11 -el típico príncipe-sacerdote- que no vacilaba en discutir con
los teólogos todas las cuestiones dogmáticas y hacer valer su autoridad impe-
rial cuando su argumentación no resultaba convicente. Esta posición se com-
plementa perfectamente con las permanentes querellas religiosas que fueron
tan comunes en la parte oriental del Imperio que otorgaron la denominación
de bizantinismo a cierto tipo de discusiones "sin sentido"9 . Podemos rastrear
esta característica religiosa en los orígenes mismos de la civilización helénica y
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fa IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
10 En cuanto a las herejías de los siglos V y VI señalemos que los padres de la Iglesia de
Antioquía se inclinaban por una explicación general excesivamente racionalista, mien-
tras que Alejandría defendía conceptos excesivamente místicos. La posición central y
legal caracterizó a la Iglesia romana. En el 428 el monje sirio Nestorio sostuvo que la
Virgen era madre de Cristo, pero no de Dios. Su doctrina fue condenada por el Con-
cilio de Efeso, en el 431, pero los monjes nestorianos se desparramaron por Persia, China
y la India, dando lugar a un florecimiento cultural con influencia helénica y cristiana
(para ampliar véase Dawson, Ch. op. cit., pp. 203-205). En el 457 el monje Eutiques
negó las dos naturalezas de Cristo (sostuvo la existencia de una única naturaleza -
mono-phisis- = la divina). Sus teorías, que quitaban méritos a Cristo hombre, fueron
condenadas en el Concilio de Calcedonia, donde primó la tesis romana del obispo León
l. Las Iglesias orientales, en gran parte, se negaron a aceptar estas disposiciones y en
Egipto, los monofisistas, fundaron la iglesia copta (de koupti =egipcio, en griego), o
sea la iglesia egipcia (nacional) y los calcedónicos que aceptaban la ortodoxia origina-
ron la iglesia meikita (de melik = rey) por permanecer fieles al hasileus, o sea regalistas.
Respecto de la Iglesia monofisista siria, su principal organizador fue el obispo Jacobo
Baradeo (circa 570), por quien se la conoce también como iglesia jacobita.
229
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fa IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
Pero ni siquiera esto es todo. Gracias a los esfuerzos de los basilianos, Roma
continuó viviendo por el tiempo de nueve siglos más con sus tradiciones, sus
instituciones y su legislación. Mientras Europa occidental trataba penosamente
de reconstruirse, después de las invasiones, luchando contra la barbarie, allí
lejos, a orillas del Bósforo, un gran imperio organizado y en posesión de una
civilización elevadísima y de una riquísima savia vital, continuaba desarro-
llándose o, cuando menos, continuaba viviendo y aportaba a Rusia, a los Es-
tados balcánicos e incluso a Italia, Alemania y Francia, su arte, su ciencia, su
jurisprudencia y su fe religiosa, formando de este modo la Europa medieval y
moderna. Bizancio es, contra Asia, la cerradura de la puerta europea, hasta
que pasa a ser, contra Europa, la cabeza de puente de Asia" 13 •
13 Vogt, J. Basilio l, emperador de Bizancio y la civilización bizantina a fines del siglo IX, París, Pi-
card, 1908.
14 Véase el cisma arriano (348-98),Juan Crisóstomo (404-15), el Cisma acaciano (484-519),
monotelismo (640-81) y guerra iconoclasta (726-87 y 815-843).
15 Dawson, Ch. op. cit., p. 240.
231
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fa IMPERIO ROMANO.DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
18 El reino de Sabah, cuya famosa reina fuera recibida por el rey judío Salomón, se encon-
traba ubicado al sur de la península árabe y ejercía hacia el siglo 11 la hegemonía cultu-
ral en la península, gracias al intercambio comercial. Véase Cahen, C. El Islam. Desde los
orígenes hasta el comienzo del Imperio otomano, Madrid, Siglo XXI, 1972.
19 Proveniente de una tribu árabe del Yemén denominados habashan = mezclados o re-
unidos.
20 Respecto de los cultos pre-islámicos, podemos añadir que los árabes tuvieron tradicio-
nes similares a los judíos, sus hermanos semitas de raza, entre ellas la circuncisión. Por
ejemplo, los sabeos creían en un solo dios, pero al mismo tiempo adoraban a los astros
o a las inteligencias que les dirigían. Procuraban santificarse mediante las cuatro virtu-
des intelectuales para evitar los nueve mil siglos de suplicios reservados a los malos.
Oraban tres veces al día: al salir el sol, con ocho oraciones, prosternándose tres veces
en cada una; al mediodía, y por la tarde con sólo cinco oraciones. Verificaban estas
devociones con el rostro vuelto al mediodía o al astro Kebla, que veneraba cada tribu.
También habían construido siete célebres templos dedicados a los siete planetas. Di-
chos ángeles eran mediadores entre los hombres y el ser supremo (Al-lah Taa-lá) y se
le conocía como al-11-hat. La mayor parte de las tribus llevaron sus ídolos a La Meca y
los colocaron en la Kaaba -célebre piedra negra de origen aerolítico-. Allí se reunie-
ron más de trescientas divinidades y la Kaaba fue un verdadero panteón politeísta y
sincretista. Creían, además, en la existencia de genios -jinns-, seres invisibles que
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fa IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
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EL IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
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FORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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EL IMPERIO ROMANO DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
32 Véase las teorías de Henri Pirenne sobre la importancia del cierre del Mediterráneo. La
tesis fue expuesta en su libro Mahoma y Carlomagno, Madrid, Alianza, 1978. La crítica
más completa -en idioma castellano- a esta teoría se debe a Bark, G. Orígenes del mun-
do medieval, Bs.As., EUDEBA, 1972.
33 Tierras del oeste.
34 La posición política de los patriarcas de Alejandría se encuentra bien descripta en Daw-
son, Ch. op. cit., p. 178.
239
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
la oposición del wali 35 Muawiyya ibn Hudaix de Siria, primo del jalifa asesina-
do. Las tropas de ambas facciones se encontraron en el 655, en Siffin; pero
estando a punto de vencer Alí, Muawiyya recurrió al juicio de Dios atando hojas
de al-Qurán a las lanzas de sus hombres. Alí aceptó el arbitraje y fue derrotado
y depuesto y Muawiyya fue proclamado jalifa por los sirios inaugurando la di-
nastía de los Umayyas (Omeyas). Alí intentó oponerse a estas decisiones pero
fue abandonado por sirios, egipcios e iraqueses que se inclinaron por reconocer
a Muawiyya. Alí fue asesinado en el 661, y este hecho motivó el cisma en el
mundo musulmán. Por un lado surgió el grupo jawarig o jaridjí36 que procla-
man la igualdad de todos los creyentes y niegan los derechos de Alí y sus suce-
sores -la familia del Profeta- para ocupar el Jalifato. Los adictos a Alí, en
cambio, fueron conocidos como los shíies o shiitas y paulatinamente pasaron
a la clandestinidad.
Entretanto, en el 673, los árabes-dueños de una flota- incursionaron en
el mar de Mármara, y en el 677 llegaron a los mismos muros de Constantino-
pla, cuyo asedio comenzaron por mar. La ciudad se salvó gracias al fuego grie-
go; extraña mezcla de azufre que había inventado el sirio Calínico y que ardía
en el agua y cuyo secreto se guardó con inmenso celo en Constantinopla. Ese
mismo año los árabes resolvieron levantar el sitio, pero una violenta tempes-
tad, aprovechada por las naves bizantinas, tornó la retirada en desastre y en el
678 firmaron la paz con el Imperio romano de Constantinopla.
Los árabes ocuparon las fortalezas romanas en el Maghrib, consolidando su
posición en el 695 al conquistar, tras un sangriento asalto, la ciudad de Karthago.
El basileus Leoncio envió una expedición que la reconquistó en el 697, pero al
año siguiente, Hassán ibn Nuamán al-Gassani, después de destrozar la escuadra
constantinopolitana, al ocuparla definitivamente "sólo encontró una gran ciudad
despoblada, que sin trabajo, pudo tomar, destruir, reducir a silencio" 37 •
Con el apoyo de la flota musulmana que dominaba el Mediterráneo Abd
al-Muhajir continuó la marcha sobre el Maghrib provocando los recelos de los
visigodos que reinaban en Hispania y que habían fundado en terreno africano
35 Gobernador.
36 Los salientes o separados.
37 Hours Miedan, M. <:~rtago, Bs. As., EUDEBA, 1968, p. 84.
240
EL IMPERIO ROMANO.DE LA PARTE ORIENTAL Y EL ISLAM
38 Nombre de los piratas árabes en el Mediterráneo, por descender de Sara, la mujer árabe
de Abraham.
39 Isla verde o Algeciras.
40 Convertido luego enJibil al-Tariq o estrecho de Tariq, castellanizado como Gibraltar.
241
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
41 El verdugo.
242
CAPITULO XIV
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
Los merovingios
Véase Piren ne, H. Historia de Europa desde las invasiones al siglo XVI, México, F.C.E., 1942,
p. 52.
243
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
una casa de campo donde residía y algún personal a su servicio. Allí vivía todo
el año sin salir más que en el mes de mayo, en que sobre un carro tirado por
bueyes y aguijoneado por un esclavo comparecía ante la asamblea de los leu-
des2 cubierto con el manto azul y blanco en forma de dalmática, cortado por
ambos lados, que le caía hasta los pies por delante y le arrastraba por detrás;
sobre la cabeza llevaba una diadema de oro con una doble hilera de piedras
preciosas y en la mano una varilla de oro, cuya punta estaba enriquecida con
pedrerías.
Durante el reinado merovingio, por vez primera, la nobleza hereditaria co-
menzó a convertirse en nobleza de prestación de servicios al monarca; proceso
que se aceleró y completó durante la dinastía carolingia. Así surgieron los
gardingos-fideles francos y también se perfeccionó el sistema del hospedaje.
Asimismo se fue gestando la corte medieval, con la aparición de nuevos funcio-
narios dedicados especialmente al cuidado del rey y a su atención personal.
Este fue, en última instancia, el origen de la nobleza de servicio.
Los funcionarios palatinos más importantes eran los escribas -cancilleres y
notarios de origen romano-, los comes-stabuli (condestable) encargados de
las caballerizas reales; los marischalk que colaboraban con los anteriores, los
sinis-schalk que presidían el personal del palacio y, fundamentalmente, como
intendentes los maior-domus (señor mayor o mayordomos) del palacio, quie-
nes fueron convirtiéndose gradualmente en los verdaderos señores del reino,
mediante la simple extensión de sus tareas locales a todo el reino favorecidos
por la ineficacia de los reyes merovingios.
El proceso de decadencia entre los merovingios influyó en todos los aspec-
tos de la sociedad y la cultura franca y "a fines del siglo VII y en los comienzos
del VIII no es ya solamente el idioma; el pensamiento mismo parece ser de un
paralítico. La llamada crónica de Fredegario y ciertas vidas de santos de esta
época constituyen monumentos incomparables de la incapacidad de expresar
las cosas más simples" 3•
Aun peor era la situación eclesiástica, cuya reforma iniciaron bajo los caro-
lingios, el obispo Bonifacio y los monjes irlandeses. El propio Bonifacio escribe
de sus colegas al obispo de Roma: "la religión es hollada por sus pies, y se repar-
2 Nobles francos.
3 Pirenne, H. op. cit., p. 40.
244
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
245
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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LA EUROPA DE CARLOMAGNO
8 Las tropelías árabes en Francia fueron, más que acciones organizadas, simples iniciati-
vas privadas de piratas.
9 Pirenne, H. op. cit., p. 54. Esta tesis ha sido fuertemente atacada por Claudio Sánchez
Albornoz en: En torno a los orígenes de/feudalismo, Bs.As., EUDEBA, 1974, 3 vol.
247
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
cuando ascendió al trono imperial la dinastía lsáurica con León III. Este, por
influencias musulmanas y judías, desató en todo el Imperio, en el 726, una gue-
rra contra las imágenes pretendiendo imponer su posición religiosa a toda la
Cristiandad en abierta oposición a la orientación de la Iglesia romana, clara-
mente enunciada en su época por el obispo romano Gregorio l.
La mayoría de los historiadores coinciden en que la lucha iconoclasta de
León III se relaciona directamente con el intento imperial de terminar con el
poder de los monasterios en el Imperio, y afirman que "en su intento de fundar
un fuerte estado militarista, León 111 se sentía estorbado, en primer lugar, por la
Iglesia y el monacato -que en Oriente era muy superior en poderío y riquezas
al Occidente-. Los príncipes eclesiásticos y los monasterios se contaban en-
tre los mayores terratenientes del país y gozaban de una inmunidad tributaria.
Pero, además, los monjes, a consecuencia de la popularidad de la vida monás-
tica, detraían del ejército, del servicio burocrático y de la agricultura muchas
fuerzas juveniles y privaban de importantes ingresos al fisco a causa de las con-
tinuas fundaciones y donaciones. Al prohibir el culto a las imágenes, el empe-
rador les arrebataba su más eficaz medio de propaganda" 1º.
En lo que se refiere al movimiento iconoclasta conviene precisar que el cul-
to a las imágenes era muy distinto en Oriente y Occidente. En el primero, las
imágenes se habían multiplicado en forma asombrosa y muchas adquirieron
carácter milagroso entre el pueblo de Constantinopla, muy afecto a la religio-
sidad sensible. Se creía incluso que muchas no habían sido hechas por manos
humanas -acheiropoietas- y ello, es lógico suponer, ayudaba a una verda-
dera idolatría. En Occidente, la situación era diversa, pues no había existido tal
"invasión de imágenes".
De todos modos León III quiso imponer su política mediante la destrucción
de todas las imágenes en el Occidente, ya que su concepto imperial de sacer-
dote-rey1 1 no le permitía ser desoído en Occidente. Para ello recomendó a su
exarca Paulo exigiese el acatamiento del obispo romano Gregorio II, aun por la
fuerza de las armas.
10 Hauser, A Historia social de la literatura y del arte, Madrid, Guadarrama, 1969, t. 1, p. 190.
11 Como lo muestra la epístola 11 de León Ill al papa Gregorio 11.
248
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
Frente a este avance del exarca de Rávena -según narra el Liber Pontifi-
calis- la aristocracia y los plebeyos se unieron en un santo juramento de no
permitir jamás que el Papa, celoso defensor de la fe de los cristianos y de la
Iglesia fuese atacado o llevado prisionero, hallándose todos alegremente dis-
puestos a ir a la muerte por su causa. El Papa se preparó contra el emperador
como contra un verdadero enemigo, y el conflicto no finalizó hasta que el
exarca penetró en Roma, provocando una violenta reacción antiimperial en
toda la península. Las imágenes del basileus isáurico fueron destruidas por
doquier y la población comenzó a insultar a los griegos como herejes, de-
biendo el propio Gregorio 11 contener la situación y evitar la elección de un
emperador occidental.
Entretanto en el Oriente, León 111 proseguía en su política iconoclasta hasta
las últimas consecuencias. La saña contra sus enemigos llegó a tal extremo que
tras un serio altercado con el bibliotecario de la corte -uno de los eruditos del
Imperio- para vengarse ordenó cerrar la biblioteca con empleados y bibliote-
cario dentro y le prendió fuego, dejando que los consumiesen las llamas junta-
mente con los tesoros bibliográficos que allí había. Al mismo tiempo abolió las
escuelas de letras sagradas y obligó a todos los habitantes, no sólo a llevar los
íconos a la plaza para quemarlos, sino a borrar ellos mismos con cal, las pintu-
ras de las iglesias, llegando a cortar los brazos a los que se negasen. Así se per-
dieron muchísimas obras de arte de la antigüedad y el arte bizantino adquirió
ese hieratismo conservador y estereotipado que le fue característico.
La oposición contra el basileus en Constantinopla fue dirigida fundamen-
talmente por los monjes, que en la mayoría de los casos eran a su vez los ar-
tistas y literatos del Imperio. Por ello mismo la derrota del partido anti icono-
clasta significó un renacimiento cultural y clásico en Oriente. En el 863 fue
reabierta por el césar Bardas la Universidad de Constantinopla, convertida
en modelo de las universidades de la Europa occidental y entre los siglos IX
y XII tuvo lugar un florecimiento humanista y clásico notorio. Baste mencio-
nar a Focio, a Constantino Cefalas y a Miguel Psellos, quienes influyeron
notoriamente en el renacimiento itálico del siglo XV. Pero previamente a este
renacimiento "bizantino" debemos mencionar la gran emigración de monjes
hacia el Occidente en su huida frente a las persecuciones, y el aporte cultural
y artístico que su llegada produjo en la península itálica, donde cumplieron
un destacado papel en la primera helenización del Occidente, especialmente
en la Curia romana.
149
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Por otra parte la guerra iconoclasta destruyó, casi definitivamente, los víncu-
los existentes entre Roma y Constantinopla y desbrozó el camino hacia el acuer-
do del Papado con el reino franco. Como afirma un autor, a partir de ese mo-
mento "Roma rompía con Constantinopla y asociaba su suerte a la dinastía que
acababa de consagrar" 12 •
12
Pirenne, H. op.cit., p. 56.
250
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
251
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Después de serias presiones sobre los leudes francos emparentados con los
lombardos, Pipino, en el 755, condujo la primera expedición a la península,
iniciando la futura constante de la expansión franca. La ciudad de Pavía (Pa-
pia), capital de los lombardos, fue sitiada y ante las promesas del rey longobar-
do, los francos abandonaron el sitio de Pavía y regresaron a su patria, seguidos
de los enviados papales que informaban al rey franco del incumplimiento de las
promesas longobardas. Por ello, en el 756, Pi pino regresó a la península, ocupó
las posesiones lombardas y entregó, en carácter de donación, la ciudad de Pa-
vía y otras veintidós plazas fuertes, al Papa. Este fue el origen de los Estados
Pontificios (Patrimonium Petri).
En el 768, siguiendo la ley sálica, Pipino dividió sus Estados entre sus dos
hijos, correspondiendo a Carlomán (Karlomannus o Karlmann) -de diecio-
cho años- la región de Austrasia, y a su hermano mayor, Carlos (Karl o Karo-
lus) -de veintinueve- Neustria y Borgoña. La temprana muerte de Carlo-
mán, en el 771, dejó a su hermano como único monarca de los francos y ayudó
a consolidar la unidad del reino.
252
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
una asamblea que sesionaba anualmente a orillas del W esser, para analizar las
decisiones comunes. Los pueblos sajones habitaban entre el Ems y el Elba, desde
el mar del Norte a los montes de Harz. Entre ellos y sus tupidos bosques se
abrió paso Carlomagno con sus hombres, hasta las fuentes del Lippe, donde
construyó el castillo de Lippspring y destruyó el culto de Irminsul, dios de la
guerra y genio tutelar de los sajones.
Frente a las serias dificultades para colonizar y cristianizarlos, Carlomagno
recurrió a medidas drásticas; llevó a cabo traslados masivos de las poblaciones
a las tierras de Bélgica y Helvecia y suspendió sus asambleas. Fundó una serie
de obispados como Paderborn, Minden y Osnabruck, destinados a dirigir su
evangelización y occidentalización y pronto, en los alrededores de las iglesias
misionales, comenzaron a surgir las primeras casas, luego, aldeas, en las que los
obispos reunían sus sínodos y los condes, sus dietas.
Cuando parecía que la cuestión sajona había sido dominada, resurgió con
nuevos bríos la figura de su caudillo Witikind (o Widunkind), quien infligió, en
el 782, una grave derrota a los francos en Suntelgerbirge, muriendo en la lucha
dos íntimos amigos de Carlomagno. Este hecho desencadenó toda la energía del
rey que en una dieta celebrada en el 784 resolvió, según narran los cronistas, que
"como todos señalaron a Witikind como el autor de aquel crimen, pero no po-
dían entregarlo porque había huido junto a los normandos, fueron entregados
cuatro mil quinientos sajones, y junto al río Aller, en el lugar llamado Ferden,
decapitados todos en el mismo día por orden del rey". Después de este escar-
miento y la entrega de Witikind -quien se convirtió al cristianismo-, en el
785 se publicó la capitulatio de Partibus Saxoniae, capitular que fijaba las
condiciones de paz. Este hecho se complementó en el 804 con la promulga-
ción de la Lex Saxonum. Allí se establecía que "si en el futuro alguien pertene-
ciente a la nación sajona queda sin bautismo, se esconde o lo rechaza, querien-
do permanecer pagano, que sea castigado con la muerte". Pero, como afirma un
autor, "la anexión y la conversión de la Sajonia permitieron que entrara toda la
antigua Germania en la comunidad de la civilización europea" 17•
Similar fue la situación en Baviera (Baioariae), donde el conde Tasilón,
emparentado con Carlomagno, intentó mantener cierta autonomía que le fue
17
Pirenne, H. op. cit., p. 60.
253
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
18
Recinto circular fortificado, donde guardaban las riquezas obtenidas en sus correrías.
19
Su nombre provendría de slava = gloria. Luego fue identificado con sclavi = esclavos.
254
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
del Oder y, en un segundo avance, llegaron hasta el río Elba, donde chocaron
con los bávaros que ocupaban la región bávaro-bohemia.
Poco más tarde, como consecuencia de la violenta incursión de los longo-
bardos y los ávaros, fueron seccionados en las partes mencionadas y estableci-
dos en las regiones que aún ocupan. Allí los encontró Carlomagno.
Estos mismos eslavos fueron durante varios siglos (IX y X) los productores
de esclavos de toda Europa y por ello muchos historiadores sostuvieron que el
término esclavo tiene su presunto origen en ellos.
Carlomagno organizó una expedición contra los eslavos, pero debió dejar
el mando de las tropas a su hijo Carlos; quien en el 805 no obtuvo resultados
muy satisfactorios. Sin perjuicio de ello la influencia cultural y el prestigio de
Carlomagno fue indiscutible y el propio término "rey" (kral) no es otra cosa
que la trasposición del apellido real carolingio (Karl). Los eslavos volverán a
ser noticia un siglo después.
El orden en las estepas fue alterado en varias oportunidades por pueblos
nómades. Primero fueron los hunos, luego aparecieron los ávaros y más tarde
los remplazaron los turcos, que, mezclados con los caucásicos, dieron origen al
pueblo kházaro, que hacia el siglo VII organizó un verdadero Estado en la es-
tepa, produciendo la emigración de los búlgaros, que se establecieron en el bajo
Danubio y se convirtieron, por dos siglos, en los peligrosos enemigos del Im-
perio romano en Oriente.
Los límites del reino franco por el Este se fijaron por medio de la creación de
la marca del Oeste20 • También por el Norte, Carlomagno firmó pactos con el
caudillo danés Sigefredo, retardando así hasta su muerte las invasiones de los
vikingr. Finalmente, no menos importante aunque desgraciada, fue su campaña
en España, donde acudió en auxilio del wali árabe de Barcelona. Las tropas fran-
cas al mando del propio monarca cruzaron los Pirineos, pero no pudieron to-
mar Zaragoza ante la defección del árabe que la gobernaba. Pese a la ocupa-
ción de Pamplona (Pampilona), viendo que la situación no le permitía las rápidas
conquistas que esperaba y solicitado por nuevos disturbios entre los sajones,
Carlomagno ordenó el regreso.
20 Osterreich = Austria.
255
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Narra un cronista que en momentos que sus tropas se retiraban "como una
enorme serpiente de bronce" por las escarpadas rocas de los Pirineos, favoreci-
dos por la escabrosidad del terreno, los vascones que estaban a la acechanza,
salieron de la emboscada y echándose sobre las últimas filas, pusieron en gran
confusión y desorden a todo el ejército de Carlos. En esta escaramuza, conoci-
da como Roncesvalles (778) murieron varios nobles, entre ellos el capitán de la
guardia Roland21 .
Carlomagno no abandonó su política de atracción a los hispanos y en el 797
logró crear una serie de marcas fronterizas, que aseguró con la toma de Barce-
lona.
Mientras el monarca franco fortalecía su posición en Occidente y unificaba
bajo su control todos los territorios germánicos, más allá del Rhin empeoraban
las relaciones con Constantinopla. Del 788 al 812 éstas fueron muy tensas, entre
luchas y negociaciones y pese a que los francos eran muy superiores en tierra,
los constantinopolitanos los aventajaban en el mar. En el 812 se firmó la paz,
quedando los imperiales con Venecia y las ciudades costeras dálmatas, mien-
tras Carlomagno ocupaba la región croata.
Durante este tiempo hubo un intento de matrimonio entre la emperatriz viuda
Irene y el propio Carlomagno, que hubiera conducido a la catolización del
Imperio romano oriental2 2 •
Al comenzar el siglo IX Carlomagno había logrado reunir extensas posesio-
nes que se expandían por Austrasia, Hesse, la Francia renana, Alsacia, Germa-
nia, Suavia, Baviera, Carintia, Sajonia, Frisia, Neustria, Aquitania, Septimania,
Borgoña, la Suiza borgoñesa, Ginebra, Lyón, el Delfinado, Avignon, Sabo-
ya, las marcas de España, Italia con excepción de la Campania, Calabria y
Sicilia, y eran sus tributarios todos los pueblos establecidos al Oriente, entre
el Báltico y Venecia, o sea los orobitas, sorabos, lusacios, bohemios, mora-
21 Este hecho dio origen a la célebre obra épica francesa, la chanson de Roland.
22 En el año 754, a la muerte del basileus Constantino V, ascendió al trono el kházaro
León IV, quien casó con la ateniense lrena, la cual a la muerte de su esposo depuso a su
hijo Constantino VI -de quien era regente-y, para adaptarse a las normas y tradicio-
nes imperiales que impedían la coronación de una mujer, se hizo entronizar como ba-
sileus (no basilisa), provocando la ceguera de su propio hijo para privarlo del trono
imperial. Este hecho hte vital en el fracasado proyecto matrimonial.
256
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
257
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
trabajo de los escribas y notarios". Era el responsable del sello y conservaba los
archivos reales; el camarlengo custodiaba los ornamentos reales y dirigía el
ceremonial de la corte.
En cuanto a la administración del territorio, Carlomagno lo dividió en tres-
cientos cincuenta condados y designó una serie de funcionarios que tuvieron a
su cargo el gobierno de las distintas localidades. Así, por ejemplo, los condes23
eran los responsables del gobierno de una circunscripción territorial conocida
luego como condado y designaban a su vez subordinados (viz-condes) oara su
reemplazo en caso de ausencia.
Carlomagno aristocratizó la función condal al elegir para estos puestos a
miembros de la alta nobleza carolingia y del mismo modo, para asegurarse su
control, no permitió que la función se convirtiese en hereditaria, como volverá
a ocurrir después de su muerte.
A lo largo de las fronteras del reino se fundaron marcas avanzadas para de-
fenderlo de las continuadas invasiones. De este modo el reino formó un todo,
sólidamente protegido por las vías terrestres, aunque vulnerable por mar, como
se observó en años posteriores. Pese a su inmenso litoral marítimo no dispuso
de una flota capaz de vencer a las móviles embarcaciones escandinavas y éstas,
llegado el momento, supieron beneficiarse de la anarquía reinante después de
la muerte de Carlomagno. Las marcas fueron gobernadas por condes conoci-
dos como margrave o marqués24 • Los territorios más extensos y con mando mi-
litar fueron encomendados a los duques. Finalmente para asegurarse el correc-
to funcionamiento de los magistrados territoriales Carlomagno nombraba missi
dominici o enviados del señor; éstos generalmente en número de dos -uno
laico y otro eclesiástico- estaban encargados de vigilar el estricto cumplimiento
de las órdenes reales y administrar justicia real en los territorios que recorrían
en sus permanentes visitas (apéndice doc. 60).
Carlomagno exigió de todos sus subordinados un juramento de fidelidad-el
sacramentum fidelitatis- 1 que era algo más que un compromiso político, por-
que incluía también un significado religioso. Los no juramentados estaban ex-
cluidos de la protección imperial y, por otra parte, la Iglesia sostenía que desobe-
258
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
25 Carta de Carlomagno al abad Fulrad de San Quintin. Cfr. apéndice doc. 59.
259
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
cios. Además del tribunal real existía el del conde -denominado mallus- don-
de éste administraba la justicia secundado por los rachimburgi, hombres libres
que debían asistir al mallus y que luego fueron reemplazados por funcionarios
conocidos como scabini. Toda la reforma administrativa llevada a cabo por Car-
lomagno fue construida mediante. disposiciones legales, cuya recopilación pro-
dujo un conjunto de más de mil ciento veinte artículos que, por su división en
capítulos, se conocen como capitulares. Las fuentes de esa autoridad eran el bannus
o poder del rey y el consensus o asistencia de los hombres libres.
Según muchos autores las normas legales aplicadas por Carlomagno, en
cuanto a su estilo y muchas veces a su contenido, fueron tomadas de las dispo-
siciones de los concilios y sínodos. El propio Carlomagno expresa este espíritu
de los capitulares cuando en el preámbulo de la primera recopilación expone
"Jesucristo, Nuestro Señor, Yo, Carlos, por la gracia de Dios rey de los francos,
defensor resuelto y humilde operario de la santa Iglesia a todas las órdenes de
la piedad eclesiástica y a los dignatarios del poder secular, saludos de paz per-
petua y bienaventuranza en Nuestro Señor Jesucristo, Dios eterno. Nos place
exhortar a vuestra virtud, pastores de la Iglesia de Cristo, conductores de su
rebaño y brillantes antorchas del mundo, para que con Dios por el sendero de
la vida eterna[ ... ] para este fin os hemos dirigido a nuestros emisarios para que,
de acuerdo con vosotros y por la autoridad de vuestro nombre, reformaran lo
que debiera ser reformado. Además, hemos añadido algunos capítulos de insti-
tución canónica que creíamos necesarios para vosotros [ ... ] No descuidéis dar
a conocer con piadoso celo que creáis oportuno a vuestra santidad y al pueblo
de Dios, para que vuestra diligencia y la obediencia de los súbditos sean recom-
pensados por Dios con felicidad eterna".
Esta política de reforma, tan claramente enunciada, señala también la notoria
confusión en Carlomagno entre los planos temporal y eclesiástico, evidenciando
un claro cesaropapismo por su permanente intervención en el mantenimiento de
una sana doctrina y una disciplina adecuada dentro de la Iglesia que lo llevó in-
clusive a dirigir las deliberaciones teólogicas de los sínodos. El propio emperador
definió el papel y la responsabilidad de los obispos, convirtiéndolos en figuras de
primer plano en el gobierno imperial, al organizar una monarquía claramente epis-
copal. Al clero merovingio decadente sucedió una Iglesia ordenada con leyes y
que fijaba en sus territorios a todos los clérigos errantes de períodos anteriores.
Carlomagno "no distinguía entre poder civil y poder religioso para él el regnum
francorum se identificaba con la Cristiandad y creía sinceramente que tenía la
260
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
261
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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LA EUROPA DE CARLOMAGNO
Pero poco después de la muerte del monarca "las escuelas laicas decaen y
poco a poco se cierran. Muy pronto no hubo otros centros de enseñanza que
las escuelas catedralicias, que los obispos tenían que mantener para asegurar las
nuevas promociones del clero. Con ello empieza la Iglesia a adquirir aquel
monopolio de la educación al que debe su influencia extraordinaria sobre la
sociedad de Occidente. El estado se clericaliza ya por el mero hecho de que es
la Iglesia la que coloca a los empleados y los educa"32 • Entre las escuelas surgi-
das durante el renacimiento carolingio podemos citar Reims, Chartres, Lyon,
Orleáns, París, Saint Dennis, San Riquier, Aix la Chapelle, León, Corbie, Ful-
da, Saint Gall, San Germán de París, San Germán de Auxerre, Monte Cassino,
Tours, Reichenau, Pavia y Fleury. Cabe también destacar que "la supervivien-
cia de la cultura carolingia se debió a la obra de los monasterios. A través de la
oscuridad, de la miseria y la anarquía de los cien años comprendidos entre 850
y 950 los grandes monasterios de la Europa central, como los de Saint Gall,
Reichenau y Corbie, conservaron ardiendo la llama de la civilización, y no hubo,
en consecuencia, dificultad en la trasmisión de la cultura del período carolingio
a la del nuevo Imperio sajón" 33 •
Estas escuelas fueron organizaciones bastante complejas donde la enseñan-
za se caracterizó por su carácter enciclopédico, ya que comprendía la totalidad
de la ciencia humana. No olvidemos que la meta fundamental del Medioevo
fue conservar los bienes culturales adquiridos con tanta dificultad.
El programa de los estudios que nosotros denominaríamos secundarios fue
fijado hacia el siglo VIII, basándose fundamentalmente en el esquema de las
artes liberales de Marciano Capella, completado por los textos y estudios de
Casiodoro e Isidoro de Sevilla. Así aparecieron las siete artes liberales, que
continuarán en vigencia hasta el renacimiento del siglo XV, divididas en el tri-
vium, compuesto por gramática, retórica y dialéctica y completado con las dis-
ciplinas más prácticas del quatrivium integrado por geometría, aritmética, as-
tronomía y música. El método de enseñanza fue especialmente el comentario
de las obras clásicas.
En cuanto a los artífices de este renacimiento, Carlomagno recurrió a todos
los intelectuales de su época que pudo ubicar en sus múltiples viajes por Euro-
263
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
264
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
dice doc. 61 ) 34- , a Smaragno y al poeta Walafrido Strabo (el bizco), educa-
do en el monasterio de Reichenau que fundara Parmenio, en la isla del lago
Constanza, a pedido de Carlos Martel y que fuera dueño de una de las biblio-
tecas más importantes de la época.
El irlandés Juan Scoto Eriúgena cierra esta extensa lista de intelectuales del
renacimiento carolingio. Respecto de este último -el más original de los filó-
sofos de los comienzos medievales, si no el único- basó sus trabajos en su
conocimiento del griego y su formación neoplatónica a través de Dionisia Areo-
pagita "doce años después de sus escritos sobre la Predestinación, compuso De
divisione naturae, en la que clasifica los objetos en cuatro apariencias, deja entre-
ver el problema de los universales y distingue las distintas partes de la teología.
Tiene el mérito -curioso para su época- de no limitarse a enunciar y trans-
cribir las fuentes, sino que las fundió, las transformó y elaboró un sistema lógi-
co enteramente personal. Su obra influyó enormemente a lo largo de toda la
Edad Media" 35 •
En el aspecto artístico, así como no se distinguieron en la arquitectura, de-
bemos mencionar las escuelas de pintura y muy particularmente la de manus-
critos, que con la trasmisión de este arte celta e irlandés, dieron a luz obras
excelentes en las que se aprecian otras influencias y cuyo" ejemplo más conoci-
do es el evangeliario de Godescalc.
Oigamos finalmente que "este florecimiento cultural de mediados del siglo
IX, fruto de la acción de Carlomagno, cambió la orientación de los espíritus y
motivó el renacimiento de la invención literaria, la renovación de los métodos
de raciocinio y la formación de una verdadera mentalidad cultural. Representó
el resultado de un trabajo lento y colectivo que hubiera podido llegar más lejos
si las circunstancias por las que atravesó el Occidente a fines del siglo IX y durante
el siglo X no lo hubieran impedido" 36 •
34 Se conoce con este nombre la literatura dedicada a mostrar las virtudes que debe tener
un príncipe cristiano. El primer texto de estas características parece ser un párrafo de la
Ciudad de Dios de San Agustín.
35 Bousssard,J. op. cit., p. 163.
36 ldem, p. 156.
265
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Toda esta obra se vio truncada en su apogeo por las invasiones normandas
y la consecuente anarquía del siglo X, pero duró lo suficiente para constituir
una etapa decisiva entre la Antigüedad y el Medioevo, señalando el camino al
gran movimiento humanista medieval y renacentista.
266
LA EUROPA DE CARLOMAGNO
los reinos semiautónomos de Aquitania y Baviera entre sus otros hijos: Pipino
y Luis, quienes dirigían sus reinos con total independencia, excepto en las re-
laciones exteriores. Si alguno de ellos moría el trono retornaba al emperador,
mientras que si fallecía éste, los leudes elegían a alguno de sus hermanos para
sucederlo.
Esta división del Imperio, en vez de resultar beneficiosa, fue el origen de la
gran cantidad de disturbios que aquí se iniciaron y condujeron a la decadencia
de la dinastía carolingia. La primera medida de Ludovico Pío, influenciada por
su formación teocrática, tuvo lugar en el 822, cuando quiso llevar a cabo una
reforma en todo el Imperio, sobre la cristiana base de la conversión de todos
sus integrantes. Para dar el ejemplo hizo pública confesión de sus faltas -la
Penitencia de Attigny- dislocando aun más el vacilante Imperio y creando en
los leudes la idea de una pérdida de poder por parte del monarca.
Pero el hecho más importante de su reinado, y quizás el más nefasto, fue su
nuevo matrimonio -tras la muerte de su mujer- con Judith de Baviera; ésta
ejerció notable influencia sobre el emperador, enemistándolo con los leudes y
eclesiás.ticos de la corte que pretendían seguir dirigiéndolo. La cuestión se com-
plicó aun más en el 823, cuando de este matrimonio nació Carlos (Karolus),
apodado el calvo.
Los años siguientes del reinado de Ludovico estuvieron signados por las luchas
entre sus hijos para evitar ser desposeídos por Carlos y la permanente interven-
ción del clero, que deseaba instaurar en toda su intensidad el imperio teocráti-
co concebido por los eclesiásticos que rodeaban al emperador. Las ventajas,
que por influencia de Judith, otorgó a Carlos, enemistaron a Ludovico con sus
restantes hijos, y éstos se coaligaron en el 833 y con el apoyo del papa Grega-
rio IV marcharon contra su padre, que fue derrotado cerca de Colmar y de-
puesto por el arzobispo de Reims, quien creía defender así la integridad de la
Cristiandad. Por vez primera un emperador fue depuesto por sus leudes y con
apoyo del clero.
Al año siguiente Luis y Pipino, preocupados por el poder cada vez mayor
que iba adquiriendo, sublevaron contra Lotario a sus propios leudes, lo obliga-
ron a libertar a su padre y colaboraron en la nueva coronación de éste. Con
Ludovico regresó a la corte Judith y los últimos años de vida del emperador
estuvieron dedicados a beneficiar a Carlos el calvo, que, a la muerte de Pipino,
fue designado rey de Aquitania.
267
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Ludovico Pío murió en el 840 en una isla del Rhin cuando regresaba de com-
batir a su hijo en Baviera y, de inmediato, se reiniciaron con mayores bríos las
luchas entre sus descendientes que condujeron a la destrucción de la dinastía.
"En los últimos años y durante el reinado de sus hijos, el Imperio de Ludovi-
co Pío, sometido primero a uno y después a otro esquema divisorio, mostró
con una claridad cada vez mayor las distintas partes que lo componían. Las
diferencias lingüísticas se hicieron más visibles. Las lenguas vernáculas de los
francos orientales y occidentales, por ejemplo, se habían desarrollado, a lo lar-
go de líneas muy diferentes, hacia los modernos alemán y francés, como puede
verse en los juramentos cambiados entre Carlos el calvo y Luis el germánico en
Estrasburgo, en febrero del 842 y conservados por el historiador Nithard en su
historia de los hijos de Ludovico Pío" 37 •
Las acciones comenzaron, a la muerte de Ludovico, por obra de Lotario
que exigió para sí el uso del título imperial; medida que movió a una alianza
entre Carlos y Luis contra él, derrotándolo en Fontenoy en Puisave, en el
841. Al año siguiente ambos hermanos se juraron asistencia en Estrasburgo,
iniciándose así, con la intervención del clero, las negociaciones que culmina-
ron con el tratado de Verdún, en agosto del 843 (apéndice doc. 64). Por este
tratado recibió Luis, apodado el germánico la Francia Orientalis; Carlos, el
calvo, la Francia Occidentalis y Lotario un territorio intermedio de extraña
configuración que comprendiendo Roma y Aquisgrán "serpenteaba entre las
posesiones de sus hermanos", no permitiéndole adquirir demasiada fuerza.
Estas tierras fueron posteriormente conocidas como Lotharingia (Lothrin-
gen) y crearon uno de los más importantes cassus belli del Occidente a tra-
vés de toda su historia 38 .
"En la época carolingia, sin duda, durante tanto tiempo como el Imperio
permaneció unido, el emperador fue mirado siempre como representante del
principio de unidad y jefe de toda la sociedad. Pero con la división de la heren-
cia carolingia entre los hijos de Luis, dejó de ser éste el caso, y en adelante fue
el episcopado el que se convirtió en guardián de la unidad imperial y en árbitro
y juez entre los príncipes rivales. El principal sostenedor de esta tendencia en
268
LA EUROPA DE (ARLOMAGNO
la segunda mitad del siglo IX fue el gran metropolitano del reino franco occi-
dental, Hincmar de Reims, campeón formidable de los derechos de la Iglesia
contra los poderes seculares, y de la causa de la paz y unidad del lmperio"39 . El
propio Carlos el calvo, en el 870, en el tratado de Meersen, dejó claramente
establecido de donde provenía su poder (apéndice doc. 65).
La decadencia de la familia carolingia-dueña patrimonial, según la menta-
lidad medieval, del Imperio- desalentó en gran medida la propia idea imperial
y fueron solamente los eclesiásticos quienes se mantuvieron firmes en su defen-
sa¡ estableciendo el papa Juan VIII (lohannes) que la promulgación del empe-
rador debía realizarse por obra del pontífice. Además, la fragmentación feudal
se fue acrecentando cada vez más en la Francia occidentalis y durante los últi-
mos carolingios encontramos ya más de ciento sesenta condados de diferentes
dimensiones e importancia, cuyos señores heredaban sus posesiones desde va-
rias generaciones atrás, apoderándose de las rentas públicas y reclutando hom-
bres para su defensa; elementos que les fueron confiriendo un poder superior a
los decadentes sucesores de Carlomagno. Entre estos señoríos podemos seña-
lar a moc;lo de ejemplo Borgoña, Aquitania, T olosa, Blois, Rosellón, T urena,
Boulogne, Auvernia, Angulema, Anjou, Gascuña, Potiers, Valois, Urgel, Cha-
lons, Limoges, Narbona, Reims, Soissons, Montpellier.
La decadencia de los carolingios se aprecia claramente en el último descen-
diente directo de Carlomagno, Carlos 111 el gordo, quien fue abandonado por
sus vasallos y atacado por los normandos. De él narran los anales reales que "era
un espectáculo lastimoso y propio para demostrar la nada de las cosas humanas
ver a aquel Carlos, sobre quien la fortuna había amontonado sin combates ni
peligros tantos reinos, que no cedía a ningún monarca después de Carlomag-
no, en dignidad, poder y riqueza, presentado por la suerte como el vivo ejem-
plo de la fragilidad humana, quitándole de repente y con ignominia las prospe-
ridades con que le había colmado sin tasa. Caído desde el trono en la indigencia,
reducido a proveer a sus nec_esidades de ~ada día, suplicó a Arnulfo que l~ con-
cediera con qué vivir, y obtuvo algunas rentas en Alemania para su sustento.
Carlos murió algunos días antes de los idus de enero, y fue sepultado en el
monasterio de Reichenau; príncipe cristianísimo, temeroso de Dios y guarda-
269
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
40 Por la capa que utilizaba en su carácter de abad laico del monasterio de San Martín.
41 Pirenne, H. op. cit., p. 105. Para la fórmula de juramento de sus reyes véase apéndice
doc. 77 y el acta de consagración, doc. 78.
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tas. Tú eres nuestro Augusto, oh César emperador de los romanos, quien por
provenir de la más noble sangre de Grecia sobrepasa a los griegos en poder,
domina a los romanos por derecho de herencia y aventaja a ambos en sabidu-
ria y elocuencia"48 .
Pero el 16 de febrero del 1001 el mismo Otto 111 debió abandonar Roma
ante las luchas de las facciones locales que se le habían rebelado y falleció un
año después, sin sucesión y sin haber visto cumplidos sus sueños de la restaura-
ción imperial. Un año más tarde murió Silvestre 11.
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CAPITULO XV
LA SOCIEDAD FEUDAL
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LA. SOCIEDAD FEUDAL
La política carolingia fue extender los vasallos reales (vassi dominici) y ra-
dicarlos en toda la extensión de sus dominios, formando verdaderas colonias
militares en los territorios recientemente conquistados. A partir del siglo IX los
vasallos reales debían jurar en manos de los condes o de los enviados imperiales
(missi dominici) como forma de asegurar su fidelidad. No debemos omitir la
importancia religiosa del juramento en todo el Medioevo (apéndice doc. 60).
El vasallaje se realizaba por medio de la recomendación consistente en co-
locar las manos en las del señor a cuyo servicio se entraba. En la crónica de la
investidura del rey danés Harald ante Ludovico Pío -826- se narra: "apenas
juntó las manos se entregó voluntariamente al rey[ ... ], y el mismo emperador
recibió estas manos en sus honorables manos". En tiempos posteriores, cuando
comenzó a fracasar el cumplimiento del servicio, se agregó el juramento de
fidelidad, cuya violación era un grave pecado. Este hecho nos aporta una clara
idea del temor de los reyes medievales -inseguros de su poder- de no ser
obedecidos, o como ellos dirían, bien servidos.
Carlomagno obligó, en el 802, a todos sus vasallos a jurarle fidelidad en estos
términos: "Juramento por el que prometo ser fiel al señor Carlos, el muy piado-
so emperador, hijo del rey Pipino y de Bertrada, como un vasallo lo debe ser
por derecho a su señor, para el mantenimiento de su reino y de su derecho. Y
mantendré y deseo mantener este juramento que he jurado en la medida en que
sé y comprendo, desde este momento a partir de hoy, si me ayudan Dios crea-
dor del cielo y de la tierra y estas reliquias de santos"4 • En principio y legalmen-
te el vasallaje era libre por ambas partes y nadie estaba obligado a entrar al
servicio de un señor, y menos de determinado leude, pero en el 847 por el edicto
de Meersen (apéndice doc. 65) se obligaba a todo vasallo a elegir un señor.
En el 875 el emperador Carlos el calvo (Charles 11 le chauve) pretendió
añadir a sus Estados los de su fallecido hermano Luis el germánico. Para obte-
ner el apoyo de sus hombres reunió una asamblea en Quierzy en la que se apro-
bó como legal la herencia de los feudos (apéndice doc. 66). Pese a que las re-
laciones feudo-vasalláticas no fueron hereditarias con anterioridad, hacia mitad
del siglo IX, al menos en Francia, era común que lo fuesen de hecho.
279
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
5 De stagiurn = custodia.
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lA SOCIEDAD FEUDAL
reas más importantes de estas asambleas consistía en juzgar las causas someti-
das a dichas cortes6 • El abad Fulbert de Chartres, en el siglo XI, hizo un intere-
sante análisis de estas relaciones feudo-vasalláticas (apéndice doc. 71 ).
En cuanto a los derechos de los vasallos, éstos pueden compendiarse en la
protección recibida en la guerra y la paz. En la primera mediante la defensa de
campos y moradas ante el ataque enemigo albergando en el recinto del castillo
personas y haciendas, rescatando a los prisioneros y procurándoles animales y
objetos de labranza en caso de haberles sido arrebatados; y en tiempos de paz,
justicia, alimento, y vivienda si hubiera carestía. El incumplimiento de los de-
beres de vasallaje por parte de uno de los contratantes constituía el delito de
felonía, que traía aparejada la ruptura del vasallaje y, generalmente, la pérdida
del beneficio. Carlomagno, en una de sus capitulares, reglamentó las ocasiones
en que un vasallo podía abandonar a su señor, pudiendo dar por concluido el
vasallaje: intento de matarlo, golpearlo con bastón, violar a su mujer o cometer
adulterio con ella, violar o seducir a su hija, quitar al vasallo un bien propio,
convertirlo en siervo, perseguirlo con la espada en alto o no haberlo defendido
pudiéndolo hacer. Caso contrario los vínculos de vasallaje concluían con .la
muerte del vasallo o del señor (apéndice doc. 72).
En la época carolingia se había iniciado un nuevo proceso que hacía cada
vez más difícil a los reyes disponer de los beneficios y en el 877, cuando el rey
Luis el tartamudo (Louis le begue) quiso ejercer su derecho sobre ciertos be-
neficios, debió echarse atrás ante una sublevación general de los leudes de su
reino. "Esta disminución de los derechos del señor sobre el beneficio en prove-
cho del vasallo es una consecuencia de la detentación efectiva del beneficio
por parte del vasallo y de su deseo de incluirlo en su patrimonio" 7 • Con el tiem-
6 Cfr. con los rechiamburgi carolinos. A mayor detalle digamos que el señor feudal tenía
derecho de exigir a sus vasallos entre cuarenta a sesenta días de servicio militar, parti-
cipar en las deliberaciones judiciales a favor de su señor, pago puntual de la talla o renta
convenida por el arriendo de las tierras, la prestación e~ el trabajo de las tierras del
señor, el auxilio en el caso de ser apresado para el pago del rescate, el derecho de
mano-muertas que le significaba la herencia de los bienes del vasallo muerto sin here-
deros legítimos y el derecho de caza, veda, albergue y las facultades tributicias en edi-
ficación de puentes, hornos, molinos, etcétera.
7 Ganshoff, F. op. cit., p. 78.
281
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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LA SOCIEDAD FEUDAL
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
su señor, y si no cumplía con ellas perdía su beneficio, o sea en este caso, el uso
del obispado, pero canónicamente no se podía privar a un obispo del cuidado de
su diócesis sino por falta grave y previo dictamen de un sínodo de obispos con
apelación ante la Santa Sede, aunque en esos tiempos no era demasiado difícil
conseguir un sínodo complaciente. Similar actitud se observaba respecto de las
abadías y· es de notar que los abades seculares se preocupaban bien poco por la
vida espiritual de su monasterio, prefiriendo administrar sus bienes y atender las
obligaciones militares que les exigía el vasallaje. Como reacción prontamente se
nombraron abades religiosos juntamente a los laicos y posteriormente estos he-
chos condujeron a la reforma cluniacense y gregoriana.
El tráfico de estos obispados llegó a formas muy escandalosas cuando no sólo
los señores ofrecían las diócesis, sino que los mismos metropolitanos llegaron, en
algunos casos, a entregarlas al mejor postor. El pago era requerido para la consa-
gración episcopal. La intromisión de los laicos agregó a la simonía8 la relajación
de las costumbres, conocida como nicolaísmo, nacida en la entrega de la diócesis
en feudo, con lo cual el titular, generalmente laico, quería estar acompañado de
esposa o concubina y luego dejar la herencia a su descendencia. Así llegamos a
encontrar verdaderas dinastías episcopales, como las de Nantes y Quimper. Ade-
más, si el hijo del obispo no conseguía la ordenación episcopal y su sucesión,
recibía de su padre una cantidad de bienes que, indefectiblemente, eran sustrai-
dos a la silla episcopal. Así, lentamente, las iglesias fueron despojadas de sus ren-
tas. Contra ésto lucharon los monjes cluniacenses.
La pirámide feudal
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LA SOCIEDAD FEUDAL
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LA SOCIEDAD FEUDAL
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
14 Hay que tener muy claramente presentes las características de la época y no caer en el
error habitual de imaginarnos la vida anterior al siglo XX con los adelantos técnicos de
las últimas décadas' del siglo pasado, como ser: luz eléctrica, gas, radio, etcétera.
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LA SOCIEDAD FEUDAL
sin pavimentar, pudiéndose casi tocar las paredes de las casas de enfrente, alar-
gando la mano. Una multitud de perros y aves de corral paseaba por las calles
de las ciudades y la suciedad reinaba por doquier.
289
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
l.-tt vid-eragrnria
_En los primeros siglos de la época feudal la selva fue ganando terreno y el
bosque se convirtió -al amparo de los cambios climáticos- en zona de refu-
gio)' límite-:B campesino lo penetró para buscar su alimento y el señor para su
diversión. Los tratados medievales de agricultura con que, desde Carlomágno,
reyes y señores se preocuparon por la explotación racional de sus posesiones
9
rurales, muestran claramente las ventajas qu_e ofrecía al hombre medieval1
. ... ... .
•·· .
•
16
Froissart. Les Chroniques, prólogo.
17
Wimpfeling. De arte impressoria, 1507. Cit. Bague, E. Pequeña historia de la humanidad medie-
val, Barcelona, Aymá, t 953, pp. 114 y 1 19. Por otra parte, sería interesante preguntarse
si actualmente es más feliz el hombre que vive en una gran'.ciudad, ocupando funciones
de responsabilidad y preocupándose por conservar y hacer fructificar su fortuna o el
pobre campesino de una casi desconocida aldea europea, alejada del "mundanal ruido
de la civilización". Al menos dudaríamos en la respuesta.
18
Pernoud, R. op. cit., p. 109.
19
La capitular De villis, por ejemplo.
290
LA SOCIEDAD FEUDAL
Aparte de la caza, el campesino podía pescar en los lagos y ríos, recoger la miel
de las abejas salvajes para fabricar su apreciado hidromiel. El bosque, además,
le proporcionaba bayas, bellotas, piñas, castañas y otros frutos que servían a su
sustentc:>.y,Jundamentalmente, al de sus múltiples animales domésticos.
En épocas del Imperio romano, como vimos, era importantísimo y muy
conservado el sistema de caminos y consecuentemente los correos y postas,
con cadenas orquestadas cada diez horas y postas para dormir cada veinticinco
kilómetros. Este sistema se fue destruyendo en el Medioevo por las insegurida-
des de las invasiones y paralelamente por la aparición de los asaltantes, en algu-
nos casos bagaudas20 . La misma dificultad de comunicaciones fomentó el al-
macenaje de alimentos en forma excesiva ante el temor de las malas cosechas y
la escasa den~idad_de la población, como la ausencia de centros urbanos impor~
tantes,-éircunstancia que redujo considerablemente el consumo, ya dañado por
la falta de brazos, ocupados en menesteres militares defensivos. Así se llegó al
sistema de autoabastecimiento o economía cerrada, que hemos mencionado.
Cabe agregar que, al trasformarse los impuestos públicos en rentas señoria-
les, se multiplicaron los peajes; ya que cada señor quiso obtener el mayor pro-
vecho posible y ello encareció aun más el precio de las mercancías trasporta-
das, disminuyendo considerablemente el ya escaso comercio.
Los nobles
___ - -·
ba en las armas y en las costumbres que correspondían a su estamento. Su ins-
---·--
servicio de su señor feudal, donde mientras atendía la mesa de éste, se entrena-
291
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
La caballería
22 Le roman de Galeren, comte de Bretagne par le trouvere Renaut. Cit. Bagué, E., op. cit., p. 26.
23 La primera mención a la ceremonia religiosa de investir un caballero pertenece a la época
de Otto 111.
24 Véase Vedel, V. Ideales culturales de la Edad Media, Barcelona, Labor, 1925, 4 vol.
292
LA SOCIEDAD FEUDAL
293
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
mas de la orden, o sea las barras rojas sobre campo de oro de los condes de
Barcelona y reyes de Aragón y la cruz de la catedral barcelonesa. A los tres
votos de pobreza, castidad y obediencia, los nuevos caballeros de la caridad
añadían la promesa solemne de dejar, en caso necesario, su propia persona como
garantía en poder de los musulmanes" 25 .
Cuando nos referimos al Medioevo resulta muy difícil diferenciar las fiestas
y las ceremonias religiosas, pues toda la época estuvo inmersa en un ámbito
religioso y generalmente ambas cosas-muy generalizadas- se identificaban.
No olvidemos que el hombre medieval poseía una fe profunda acentuada por el
ambiente religioso en el que vivía, sin obviar el acento supersticioso de dicha
religión. Es notable la enorme concurrencia a los centros de peregrinación y la
importancia que así fueron adquiriendo algunos centros urbanos ubicados en
las rutas utilizadas.
A los viajes a Roma (romerías) y a los Santos Lugares debemos agregar las de
San Martín de Tours, Santa Fe de Conques, San Miguel de Monte Gárgano y
muy especialmente Santiago de Compostela (campus stellae o más probable-
mente compostile) con la famosa ruta de Santiago26 .
El regreso de las peregrinaciones generalmente se tornaba poco edificante
por la acción de los mercaderes, que aprovechaban considerablemente la aglo-
meración de gentes que estos viajes implicaban. Por otra parte se interpretaba
que Dios actuaba en todos los detalles de la vida medieval, de allí que no han
de extrañarnos las ordalías 27 o juicios de Dios que se extendían por toda la
Cristiandad y consistían en pruebas con agua caliente, hierro candente, agua
helada, o duelos. Algunos clérigos se alzaron contra estos abusos supersticio-
sos pero no pudieron contra el prestigio que habían adquirido; hasta que Luis
IX, el rey santo de Francia, los prohibió, sin por ello lograr éxterminarlos.
294
LA SOCIEDAD FEUDAL
295
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
divorcio interior de una época que, de una parte, renegaba del mundo y de otra
lo ambicionaba ardorosamente" 3º.
En el Medioevo también tuvo amplia difusión el teatro, que surgió como
complemento de las festividades de la Iglesia y en un principio trató de dra-
matizar escenas de la vida de Cristo y sus santos. A estos dramas litúrgicos o
misterios se añadieron luego escenas nacionales. Sus representaciones dura-
ban varios días, pues eran muy largas y la acción estaba desarrollada por mu-
chísimos personajes, elegidos entre los habitantes de la ciudad. Más tarde
éstos se agruparon en cofradías y lograron monopolizar los misterios. Más
tarde también aparecieron cofradías de cómicos.
296
CAPITULO XVI
EL ASALTO A LA CRISTIANDAD
297
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
298
fa ASALTO A LA CRISTIANDAD
Hacia el siglo IX, después de una larga calma, los vikingos comenzaron su
rápida y violenta expansión. En la ruta del oeste --casi dominada por los norue-
gos- iniciaron sus depredaciones sobre la costa escocesa mediante periódicas
incursiones (strandhogg), de las que tenemos noticias por las crónicas monásti-
cas. En el 793 fue saqueado el monasterio de Lindsfarne, en el 794 cayó Jarrow y
299
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
en el 802 y nuevamente en el 806 igual destino le tocó a lona. Estos fueron des-
pojados de sus reliquias y tesoros y prontamente abandonados. La salvación de
los monjes se debió únicamente a su pronta huida, y la era brillante de la cultura
monástica irlandesa terminó en un espantoso caos de muerte y ruina.
Durante más de cien años "barcos con mascarones en forma de cabeza de
dragón provistos de una vela rectangular, surgían del horizonte marino y deja-
ban en tierra hordas de guerreros bravíos que blandían hachas y espadas; antes
que la resistencia pueda organizarse aniquilaban a todos los hombres válidos,
saquean casas y edificios religiosos, luego los incendian y vuelven a sus naves
arrastrando consigo mujeres y animales" 4 • No menos expresivo es el relato de
los anales irlandeses: "el mar vomitaba sobre Erí {Irlanda) oleadas de extranje-
ros: no hubo ni puerto, ni fondeadero, ni castillo, ni fortaleza que estuviesen a
salvo de las flotas vikingas".
Hacia el 815 los vikingos saquearon la desembocadura del Támesis y en el
851 ya estaban establecidos en las islas de Tranet y Sheppey, de similar ma-
nera que en Francia, copando las desembocaduras de los ríos. Desde allí ini-
ciaron su ingreso en todas las direcciones. En el 866 fue comenzada la con-
quista metódica de Inglaterra, aunque ya en el 850 Rorik había saqueado
Londres y Canterbury, donde fue derrotado por el rey Etelwof. Este rey en-
vió a su hijo Alfred a Roma, donde recibió del papa León IV la unción real.
En el 859 los jefes daneses Bjon y Hanstein -más conocido como Has-
tings- armaron una flota y marcharon hacia el sur, franquearon el estrecho de
Gibraltar, arrasaron las campiñas fértiles del valle del Ródano y ocuparon Luna,
a la que confundieron con Roma, emprendiendo el regreso en el 862.
La conquista metódica del 866 fue dirigida por Ivary sus dos hijos, pero uno
de ellos, en el 872, debió enfrentarse con el rey Alfred de Wessex, quien inició
palmo a palmo la reconquista de su patria, llegando a firmar un tratado que
establecía respectivas zonas de influencia.
Alfred aprovechó la tregua para reorganizar sus ejércitos, construir una ar-
mada y codificar las leyes en idioma anglosajón, siendo además el iniciador de
un breve renacimiento cultural anglo-sajón, comparable al carolingio5 . La res-
300
EL ASALTO A LA CRISTIANDAD
tauración de Alfred duró poco tiempo, y en el 1O16, los propios nobles anglosa-
jones proclamaron en Southampton como rey de Inglaterra al danés Canuto
(Knut) y en 1071 fue proclamado emperador, a la muerte de su hermano que
regía Dinamarca (Oane-mark), convirtiéndose en uno de los monarcas más
poderosos de su época. Su hijo Hardicanuto (Hardknut) reinó brevemente y
sólo en Inglaterra, y a su muerte, en 1042, los nobles eligieron como rey al
expatriado Eduardo (Edward) el confesor, quien arribó a la corte rodeado por
una serie de normandos que lo habían acompañado en su exilio en el ducado de
Normandía.
Pero el punto máximo de la expansión noruega lo encontramos en el 872
cuando Haroldo (Haraldr) derrotó a todos sus rivales en Noruega y ocupó el
trono obligando a exiliarse a todos sus enemigos. Así se hicieron a la mar pode-
rosas expediciones que llegaron a Groenlandia y a Vinlandia6 al mando de fi-
guras como Erico (Erik) el rojo y su hijo Leif Eriksson.
Los noruegos no se limitaron a la costa británica y a partir del 834 encontra-
mos ataques escandinavos a las costas del Imperio carolingio donde los norue-
gos comenzaron su táctica de atrincheramiento en las islas ubicadas en las des-
embocaduras de los grandes ríos occidentales, controlaron la navegación costera
y prepararon su penetración al interior, remontando dichos ríos y sus afluentes,
hasta su nacimiento, donde edificaron sus verk (campamentos fortificados),
según el camino que les habían señalado los mercaderes frisones. Pero este
camino estuvo casi reservado a los daneses, privados de avanzar hacia el norte
por los noruegos y corridos hacia el este por los suecos.
El emperador Ludovico Pío se había relacionado con el monarca Haroldo,
hijo de Guthred, y logró persuadirlo para que en el 826 recibiera solemnemen-
te el bautismo con sus hijos y cuatrocientos caballeros de Mainz, abriendo así
las puertas de la península escandinava a la penetración del cristianismo a tra-
vés de los monjes Ebbo y Ascario, desde la sede episcopal de Hamburgo. Pero
esta medida no dio sus frutos hasta varios siglos después, y los primeros misio-
neros fueron arrasados durante la reacción pagana.
A su vez, los daneses aprovecharon el destronamiento de Ludovico y las
querellas dinásticas que le siguieron para organizar expediciones en gran esca-
301
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
la, saqueando sistemáticamente todos los años los territorios del decadente
Imperio. La situación fue tan grave que "hasta los mismos santos tuvieron que
abandonar los santuarios y algunas de las reliquias más famosas del Occidente,
como el cadáver de San Martín o de San Cuthberto, viajaron durante años desde
un lugar a otro, al tiempo que las invasiones amenazaban"7 .
El emperador Carlos el calvo para contener de algún modo a los invasores,
arregló con ellos el pago de un tributo (danegald) que se hizo continuo y fue
creciendo permanentemente en cantidad.
Las desembocaduras del Sena y del Loira fueron convertidas en sedes de los
botines y lugar para pasar el invierno. Los vikingos jamás penetraron en el con-
tinente, ya que fuera del agua estaban lejos de su elemento; se limitaron a bor-
dear los ríos, con la ayuda de sus flotas.
Pronto cayeron Utrecht y Amberes, convirtiéndose toda la Lovaina en centro
de la compraventa de armas, debiendo el mismo duque Balduino de Flandes de-
fender militarmente sus posesiones. En el 870 Rurik (Roric) obtuvo el ducado de
Frisia, de manos de Carlos el calvo. A fines del siglo IX recrudecieron los ataques,
con nuevas fuerzas arribadas desde Inglaterra, pero las ciudades ya se habían
decidido a resistir y para ello levantaron murallas y protegieron a sus monaste-
rios. Los normandos, que no estaban preparados para sitiar ciudades, fueron re-
trocediendo poco a poco hasta que decidieron instalarse pacíficamente en el país.
En el 900, Gongu Hrolfr, llamado Rolló en las crónicas francas, obtuvo del
rey Carlos el simple la mano de su hija Gisela y la investidura de la Neustria
como dote, que pasó a denominarse ducado de Normandía. Rolló distribuyó
tierras entre los suyos sin tener en cuenta a los antiguos propietarios. Ruán
(Rotumam) pasó a ser la capital del ducado y como rival surgió Bayeaüx, céle-
bre por sus tapices. Muy pronto fueron enviados los primeros misioneros a
Escandinavia, y el ducado inició un afrancesamiento tal que pronto no queda-
ron vestigios de su origen danés.
La última gran incursión de los vikingos tuvo lugar a mitades del siglo X,
porque en el 940 la corona danesa pasó a manos de Haroldo (Haraldr Gior-
msson apodado blaatand = diente azul); éste fue bautizado en el 966, dete-
niendo de este modo la expansión de Otto I hacia el norte. En Noruega, la
unificación y consolidación estuvo a cargo de Haroldo (Haraldr inn hárfrgr
302
fa ASALTO A LA CRISTIANDAD
Los eslavos
303
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
ciclo fueron los alanos. Estos a su vez se subdividieron en varios pueblos entre
los que se distinguieron los antes, presumiblemente de origen eslavo. Parece
ser que uno de sus clanes se denominaba rus-as, de donde provendría el nom-
bre de los rusos.
En el siglo 111 las estepas rusas fueron quitadas a los sármatas y pasaron a ser
dominio de los godos, una de cuyas ramas creó un poderoso reino y en el siglo
IV aparecieron los hunos, que pusieron en movimiento a todos estos pueblos.
De todos modos los eslavos permanecieron ignorados por el Occidente y
solamente iniciaron su avance antes de fines del siglo VII, a expensas del vacío
producido por los germanos; se establecieron en la Europa central ocupando
muchos de ellos la región entre el Vístula y el Elba para, desde allí, después de
cruzar el Danubio, infiltrarse en la Tracia hasta las costas del mar Adriático.
En el 807 los carolingios reforzaron las fronteras del Elba y del Saale para
detener el avance de pueblos eslavos como los vendos (vendi, vinidi o veneti),
sorabos (surbiori o lusati) y obodritas (obodri) después del ya mencionado
fracaso del hijo de Carlomagno para integrarlos a su Imperio.
Los eslavos (slavi) también ocuparon la región que se extiende desde el Alto
Vístula y la región de los Cárpatos hasta el Dniéper. Los polacos (poloni, de
pole = campos) se ubicaron en la cuenca del Vístula, los vendos marcharon
desde el Elba, mientras los checos o bohemios (boios o bohemi) tomaban po-
sesión de la meseta bohemio-morava. Otro grupo se dirigió hacia el sudoeste,
donde colonizó el valle del Danubio, y después de ocupar la Tracia, continuó
su avance a expensas del Imperio de Constantinopla.
Los pueblos eslavos dirigidos por sus príncipes (veliki-knes) se fueron ex-
tendiendo hasta ocupar sus posesiones actuales. Los moravos se independiza-
ron de los ávaros (auari) para caer bajo el dominio bohemio hasta los tiempos
de Carlomagno, en que, su han Tudun expulsó a los decadentes ávaros y creó
el gran reino moravo.
En el 845, siendo rey (kral) Mojmir 1, catorce duques (vaivodas) bohemios
se hicieron bautizar ante Luis 11 el germánico, aunque este hecho fue bastante
aislado. Pero el sobrino y sucesor de Mojmir, Rostislav, pidió misioneros al
basileus para evangelizar el reino moravo, siendo enviados Cirilo y Metodio,
conocedores del idioma eslavo. A Cirilo se debe también la invención de la
escritura glagolítica que dio origen a una nueva cultura, eminentemente eslava
(apéndice doc. 103).
304
fa ASALTO A LA CRISTIANDAD
305
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
306
fa ASALTO A LA CRISTIANDAD
,
hermanos y trasladó la capital de Kiev a Novgorod, rehaciendo un extenso
dominio desde las riberas del Ladoga a las orillas del Mar Negro. En el año 988
Vladimir se convirtió al cristianismo, después de haber oído a sabios griegos,
romanos y judíos, adoptando la religión de Constantinopla 11 ¡ según se dice,
admirado por la belleza de la basílica de Santa Sofía. Para mejorar sus relacio-
nes con los romanos orientales, una vez cristianizado, pidió la mano de la prin-
cesa Ana y firmó la paz, iniciando las excelentes relaciones que culminaron con
la creación de la Tercera Roma (apéndice doc. 104) 12 • Se afirma que de regre-
so, Vladimir ordenó derribar la estatua de Perún y obligó a sus súbditos a con-
vertirse por decreto, creando obispados en Kiev y Novgorod. A su muerte, en
el 1O15, de entre sus doce hijos, Svatopluk logró coronarse como gran príncipe
y gobernó teocráticamente el naciente reino ruso.
En el siglo siguiente fue notable la influencia cultural que ejerció Constan-
tinopla sobre la sociedad rusa a través de sus monjes. Estos llevaron consigo las
tradiciones de la iglesia griega conjuntamente con el arte y el afán cultural que
la caracterizaba. Así surgió la literatura cristiana eslava, con acentuada impron-
ta "biz~ntina" y la construcción de importantes monasterios rusos, con frescos
y mosaicos de estilo griego y sus características torres coloridas con bulbos en
forma de cebolla.
Durante la etapa de decadencia de la parte griega del Imperio romano, a partir
del siglo VI, los búlgaros lograron entrar en sus fronteras y apoderarse de la Mesia,
fortaleciéndose de tal manera que, en el siglo IX, su khan 13 • Krun organizó un
poderoso imperio que, durante dos siglos, fue el terror de Constantinopla.
Los búlgaros, pese a su dominio militar, fueron prontamente influenciados
por la superior cultura "bizantina", cuyos monjes-especialmente Cirilo (Kiri-
los, antes llamado Constantino) y Metodio (Methodios)- predicaron el cris-
tianismo entre ellos, logrando que en el 864 su zar (rey) Boris (Bogoris, bauti-
zado como Miguel) aceptara la religión cristiana. Su reinado (839-927) duró
poco tiempo y su lenta dominación se concretó, en el 1O18, cuando el basileus
Basilio (Basilios) logró someterlos definitivamente a costa de grandes pérdidas
307
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Hacia mediados del siglo XIII toda la región oriental de la Europa recién
conformada sufrió una modificación radical que trajo consecuencias que mar-
caron las características de muchos estados eslavos, fundamentalmente de Ru-
308
fa ASALTO A LA CRISTIANDAD
sia. En esta época, los mongoles o tátaros 15 , que fueron desviados de la Chi-
na, se lanzaron al mando de su khan Batú, desde su lejana capital -Karako-
rum (roca negra), fundada por Gengis-khan 16- sobre Europa y casi despre-
venidamente la Horda (ordu = campamento) Dorada se encontró en las
estepas rusas, llenando de terror a los errabundos nómades, que lanzó sobre
los principados rusos.
Poco tiempo antes se habían conformado varios principados en la tierra
de los rus: Galitzia, en el oeste, Novgorod al norte, Suzdal en el nordeste y
Kiev en el sur. La invasión de Constantinopla por los latinos, en 1204, pro-
dujo una revisión de las fuerzas de poder en el continente e interrumpió, por
un tiempo, las excelentes relaciones con Constantinopla. Asimismo, las nue-
vas ciudades mercantiles como Génova y Venecia coparon el comercio con
el Mar Negro y el Ponto Euxino; tarea similar a la que cumplieron en el Bál-
tico los recién arribados Caballeros Teutónicos.
Los mongoles derrotaron a los nómades y a las avanzadas de las tropas rusas
antes que los guerreros de Kiev pudiesen intervenir en la lucha. La ciudad santa
fue sitiada y tras resistir tres días fue ocupada y sus habitantes masacrados. "El
príncipe de Kiev murió aplastado bajo unos tablones" 17 • Desde allí avanzaron
hacia el centro de Europa, ocupando partes de Hungría y Polonia, orientali-
zando toda la región rusa que quedó bajo su poder.
Después de su repentino regreso a las estepas, algunos grupos mongoles per-
manecieron establecidos en Rusia, donde Batú formó un khanato que paulatina-
mente se fue independizando de Karakorum y de la Horda Dorada. La sede del
poderío mongol se estableció en torno de la nueva ciudad de Sarai, y desde allí,
con inflexible poder, el khan impartía sus órdenes a toda Rusia, que de este modo
fue abandonando la esfera de influencia occidental. Los mongoles fortalecieron
su poder "ayudando a la Iglesia, humillando a los príncipes y haciendo un reclu-
tamiento anual entre los jóvenes del Rus, (de este modo) tuvieron el país más
bien sin caudillos que esclavizado, durante más de dos siglos" 18 •
15 Del chino t'a t'a o pueblo lejano. Es erróneo el uso del término tártaros.
16 Temujin o Tumur-jí -el más fino acero-conocido como el Chínguis khan o el más
grande de los reyes.
17
Vernadsky, G. Historia de Rusia, Bs.As., Losada, 1947, p. 49.
18 Larnb, H. Iván el terrible o la marcha de Moscovia, Bs.As., Sudamericana, 1951, p. 58.
309
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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CAPITULO XVII
LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
311
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
del mismo modo que se compra el ganado. Los pastores a quienes hubiera corres-
pondido poner remedio a esta corrupción, eran hambrientos lobos" 1•
Las diferentes facciones combatían por el dominio de la ciudad de Roma y
los Crescenzi y los condes de T usculum imponían su bando y sus representan-
tes aun en el mismo Pontificado. En estas circunstancias surgió la orden de Cluny
(Cluniacum); cuyo monasterio parece haber sido fundado, al sur de Dijón, en
la Borgoña, a principios del siglo X y tuvo un importante desarrollo con una
serie de abades que le aseguraron una continuidad de más de doscientos años:
Odón, Maieul, Hugo el grande y Pedro el venerable.
Aunque cada convento -que seguía las reglas de San Benito- tenía su
independencia y su estatuto propio, los abades eran designados por el supe-
rior de Quny_y existía una relación -que podríamos denominar feudal-
entre l; casa madre y los demás monasterios. Su época más brillante suele
ubicarse durante el gobierno del abad Hugo (Hugues), hacia el 1050, cuan-
do los sesenta monjes se convirtieron en más de trescientos y la iglesia y el
convento fueron los edificios más importantes de Europa, obras maestras de
la arquitectura románica.
En el plano espiritual los monjes cluniacenses sobresalier~9rJª magni-
ficencia de su vida litúrgica. Su difusiÓ-~ fu-e·muyrápida yeT~~tl~a. Hacia el año
1000 "en todos los países de la Europa occidental los monjes negros, no cono-
cidos aún como benedictinos, aparecían establecidos como terratenientes, admi-
nistradores, obispos, escritores y artistas. Un mapa monástico de esta época
mostraría una prolongada línea de iglesias cluniacenses a lo largo de las rutas
de peregrinación del norte de España y sus afluentes a través de Francia desde
París, Dijón y T olosa. Francia estaba cubierta por dependencias de Cluny. En
Flandes, los Países Bajos y el Rhin había abadías reformadas por Gorze y Ver-
dún en Gante, Lieja, Stavelot y Metz. En Suiza y en el sur de Alemania las fun-
daciones de Columbano y Bonifacio eran venerables bastiones de la vida ecle-
siástica, mientras que en Italia existían casas cluniacenses recién reformadas o
a punto de serlo, como Farfa, y las antiguas abadías de Monte Cassino, Subiaco
y La Cava. Durante el siglo y medio que va del nombramiento de Odilio ( 1094)
312
LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
------.
el ascetismo; en el dominio~<:>, lé!Jibert.ad completa d~lesia, la ruptu-
ra de los lazos gue_le __unen__.aJª__s_ociedad civi1'1"3)
,_É~-ta-Rte-de-el-les-fue-indiscutibkmente
~--
-
Hildebrando, quien ocupó
el pontificado como Gregorio VII y dio el nombre a la reforma. Con él debe-
mos citar entre los rríásal'sfinguicfüs-al=i~~berto de Moyenmoutier, cardenal
de la Silva Cándida y al abad de Fonte Ave11ana Pedro Damiano (Petrus Da-
miani). El primero había.a.d_quir.i~o renombre PQL?Q_Q~Cor.t.tr-a-simeníacos
(apéndiced~S9)- donde no solamente ratificaba la tradicional invalidez de
las consagraciones simoníacas, sino también la invalidación de las entregas te-
rritoriales que le fueron aparejadas. Pedro Damiano, en cambio, sobresalió en
la corriente mística de la época, siendo autor de una reforma eremítica.
313
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
mera parte de la Edad Media y hasta la aparición del tomismo, existió una
inevitable confusión entre los órdenes espiritual y temporal, que condujo a
conflictos y a trágicos malentendidos. La lucha entre el Papado y el Imperio
no fue una lucha entre la Iglesia y el Estado secular tal como lo concebimos
hoy, sino un conflicto entre dos formas paralelas del mismo ideal: el de un
Imperio teocrático y el de una Iglesia teocrática, cada uno de los cuales esta-
ba inspirado por la misma visión de una sociedad cristiana omnicomprensiva:
la Ciudad de Dios sobre la tierra" 4 .
La situación existente en el seno de la Iglesia, con motivo de la feudaliza-
ción, había derivado en que los obispos eran verdaderos señores del Imperio,
especialmente en Germania y la designación de éstos, que debía hacerse por
elección del clero y pueblo, había pasado a convertirse en un privilegio real. Es
interesante hacer notar que en Francia este sistema feudal había concluido y
del rey dependían únicamente unas veinte de las ochenta diócesis, estando
enfeudadas las restantes en eclesiásticos que a la vez administraban bienes y
tierras, ejecutaban la justicia y rendían el vasallaje militar a su respectivo señor.
El casamiento de los clérigos -tan común en la época- aumentaba, por
otra parte, la posibilidad de perpetuar la potestad diocesana en los hijos, contra
lo cual lucharían con renovados bríos los reformadores cluniacenses. Los reyes
germanos facilitaron la concesión de feudos a los obispos como una manera de
asegurar un mayor control sobre los mismos y centralizar aun más el poder que
tan dificultoso les resultaba. En Germanía, a partir de Otto 1, el monarca debió
cobijarse en el alto clero para contener el poder secesionista de la nobleza, y el
mismo Enrique 11 afirmaba: "era necesario que las iglesias poseyeran muchos
bienes, pues a quien mucho se da, también se le puede tomar mucho".
Todas estas ideas se venían publicando, desde hacía tiempo, entre los in-
telectuales de ambos bandos. Ya en el 867 escribía el arzobispo Hincmar: "el
Papa no puede ser a un tiempo obispo y rey, debe gobernar la Iglesia, que es
suya, no el estado, que no le pertenece. Si quiere la paz que no sostenga he-
rejías y no insinúe que se puede ganar el cielo sino recibiendo al rey dado por
él sobre la tierra ... Los reyes de Francia no son lugartenientes de los obispos,
sino los señores de la tierra". Y Pedro Damiano, atacando a los simoníacos,
señalaba: "no saben más que adular al príncipe estudiando sus inclinaciones,
4 Dawson, Ch. Ensayos acerca de la Edad Media, Madrid, Aguilar, 1960, p. 1 13.
314
LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
Frente a esta nueva situación, los nobles germanos eligieron como monarca a
Rodolfo de Suabia (Rodulfo de Rheinfelden), mientras Enrique IV reunía un
sínodo en Brixen, donde tras excomulgar a Gregorio VII hacía elegir un nuevo
papa en Guilberto (Wibertus) Coreggio, obispo de Rávena, conocido como
Clemente 111 (Clemens), inaugurando otro antecedente muy utilizado en el resto
del Medioevo. Como dice el autor de los anales de Augsburgo, "todo fue doble
en el imperio alemán: dos papas, dos obispos, dos reyes, dos duques".
El paso siguiente de Enrique IV fue dirigirse con sus tropas a Roma para
hacerse coronar emperador -camino seguido por todos los monarcas germa-
nos-; en Milán recibió la corona de manos de Clemente 111 mientras Gregorio
VII se refugiaba en el castillo de San-Angelo (Sancti Angeli) para esperar el
auxilio del jefe normando Robert Guiscard (Robertus Guiscardus).
Gregorio VII murió en Salerno exclamando aquellas célebres frases: "He
amado la justicia y he aborrecido la iniquidad; ésta es la razón porque muero
desterrado". Los prelados reunidos en Roma eligieron para sucederlo al monje
cluniacense francés Eudes de Chatilton que tomó el nombre de Urbano II
(Urbanus).
De Gregorio VII se expresa que "acaso nadie tuvo un concepto más claro
que él de lo que debía ser la Europa cristiana, y acaso nadie colaboró más efi-
cazmente en la realización de aquel católico ideal, alma de la Edad Media"6 •
La política del nuevo papa, Urbano 11, se dirigió a limitar la popularidad de
Enrique IV, acrecentada tras la muerte de su competidor Rodolfo a manos de
Godofredo de Bouillón 7 en Eister. Para ello casó a la condesa Matilde con Welfo,
hijo del duque de Baviera, oponiendo de este modo al emperador un fuerte
bloque integrado por el norte itálico y el sur germano. Con ello dio origen a los
intereses güelfos (de welf = lobo) en la política itálica.
Enrique IV, en sus últimos años de vida, debió soportar las rebeliones de
sus propios hijos; primero Conrado y luego Enrique V, coronado como su
sucesor en vida de su pa~!e, quien murió cuando se dirigía contra su subleva-
do hijo.
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foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
bertad. Después de un angustioso asedio, Milán fue arrasada por los germanos
y los conquistadores iniciaron su demolición, mientras Federico 1 entraba en
Roma y se hacía coronar emperador por el antipapa Pascual 111 (Paschalis), por
él mismo designado. En Roma gobernaba el tribuno Arnaldo de Brescia (Arnal-
dus Brixiensis).
En cuanto a la situación en la península itálica en general, Federico no apre-
ciaba claramente que además del papa, la llanura lombarda se había cubierto
con gran cantidad de pequeñas ciudades, muy celosas de su libertad, y que,
gobernadas por la burguesía, no permitirían ser sojuzgadas fácilmente. Estas
ciudades, con el ejemplo de Milán, resolvieron armarse contra el emperador
que quería imponer sus podestás y el 4 de junio de 1176 las tropas itálicas de-
rrotaron totalmente a Federico I en el campo de Legnano, donde el propio
emperador salvó su vida escondiéndose entre los cadáveres.
Allí prácticamente se destruyó la teoría imperial resucitada por Reinaldo
Dassel y que expresaba respecto del emperador: "toda la humanidad está a sus
órdenes, aun cuando fuera de aquellos que son sus reinos de Alemania, Italia y
Borgoña, sobre los que ejerce directamente su autoridad, el poder está con-
fiado a reyes que son indicados como reguli provinciarum (reyes de provincia)
para explicitar su rango inferior. Y como el emperador solemnemente consa-
grado por su alto oficio está unido al Señor, tendrá autoridad sobre toda la Igle-
sia en perfecta concordia y armonía con el poder carismático del pontífice.
Análogamente, los reyes locales podían ejercer su autoridad en el ámbito de las
Iglesias de sus países" 12 •
Para asegurarse el futuro y, especialmente, definir la política itálica del Im-
perio, Federico casó a su hijo Enrique con la treintañera princesa Constanza de
Sicilia, hija de Roger 11; marcando una nítida línea política que el Imperio asu-
mirá en ocasión del nacimiento del hijo de este matrimonio: Federico 11. "A
este primer paso siguieron otros: en tres generaciones, los emperadores habían
de convertirse de alemanes en italianos y trasladar su capital de Goslar a Paler-
mo, mientras que Alemania se convertía en una confederación de feudos casi
independientes." 13
12
Manselli, R. Federico l, Bs.As., CEAL- Los hombres de la historia, 1970, p. 128.
13 López, R. El nacimiento de Europa, Barcelona, Labor, 1965, pp. 240-241.
320
LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
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foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
14 Hampe. La Alta Edad Media occidental, en Goetz, W. Historia universal, Madrid, Es pasa Cal pe,
1950, t. 111, p. 603.
15 Al nacer fue bautizado como Giovanni. También conocido como Franciscus Assisien-
sis, fue canonizado -considerado formalmente santo- por el papa Gregario IX en
1228. Entre sus escritos sobresale el poema Hermano sol, hermana luna y su controvertido
testamento. Véase apéndice doc. 12 3 y 124.
16
Fue solemnemente canonizado por el papa Gregario IX mediante la bula Fans Sapien-
tiae en 1234.
322
LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
más de cinco siglos, por prelados tan importantes como Gregario 1y Gregario
VII (apéndice doc. 95). El mismo Bernardo de Claraval había señalado el papel
que los monjes consideraban correspondía cumplir al papa, cuando en su De
Consideratione expresaba: "El Papa debe ser el azote de los tiranos, el padre de los
reyes, el dispensador de leyes y cánones, la luz del mundo, el Vicario de Cristo,
el Cristo del Señor y, por último, el Dios de Faraón. Entended bien lo que digo.
Cuando el poder y la maldad se alían, debemos esperar de vosotros algo más
humano. Ejerzamos la continencia sobre aquellos que obran mal. Dejemos que
aquel que no teme hombre ni espada tema el aliento de vuestra ira. Que piense
que el que incurre en vuestra cólera no incurre en la cólera de un hombre, sino
de Dios" 17•
Inocencia centralizó la Curia romana en su máxima expresión, exigiendo
que todos los obispos le prestasen juramento, reservándose la aprobación de
todas las nuevas órdenes monásticas y enviando legados suyos a toda la Cris-
tiandad. Esta política obtuvo su base racional en el derecho romano, funda-
mento del derecho canónico, que en torno de Graciano fue publicado en Roma
en 1150. De este modo, "la Iglesia estaba ya constituida como una sociedad
internacional orgánica, completa, con un gobierno centralizado, un código de
leyes escritas y un sistema desarrollado de jurisdicción apelada, así como asam-
bleas legislativa y representativa" 18 •
Por otra parte, el principio básico de la cosmovisión medieval fue la creen-
cia en Dios como creador del universo; un Dios fuera del mundo, no en el mundo;
que lo dirige con su Providencia. Con esta concepción se rompía por completo
la idea de las religiones clásicas, que de una u otra manera identificaban al ser
supremo con el mundo o a éste como emanación de aquél. "Por lo que se refiere
a las instituciones de la vida en común, es decir, al Estado y a la sociedad, hay
dos grandes ideas que la dominan: la Iglesia y el Imperio, encarnados respecti-
vamente en el Papa y el Emperador. También estas instituciones se apoyan en
supuestos supramundanos, es decir, en la gracia e institución divinas y configu-
ran a partir de ellos la vida en el mundo. El Papa ciñe la triple corona y tiene las
llaves de Pedro en su mano; el Emperador viste el manto azul tachonado de
323
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
19 Guardini, R. El fin de los tiempos modernos, Bs. As., Sur, 1958, pp. 36-37.
20 Pirenne, H. op. cit., p. 224.
21 Renouard, Y. Historia de Florencia, Bs.As., EUDEBA, 1968, p. 73.
324
LA CONSOLIDACION DE LA CRISTIANDAD
22 Regla, J. Historia de la Edad Media, Barcelona, Montaner y Simón, 1969, pp. 195-196.
23 Pirenne, H. op. cit., p. 236.
325
XVIII
CAPITULO
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
327
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
La reconquista española
328
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
329
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
--
clamó rey.de Portugal(Pó;tucale, antes Lusitania) y en 1179 se declaró vasallo
de la Santa Sede,_paraasegJJ..J:gJseJa_resjén adquiridai~depe~d;~~i~,
- -
co~;;Tiaa-
----- ---------- - ____,
da-conTa reconquista rl_e_L.!~boa (-1147) de manos árabes, del mismo modo que
Evora y Beja. En 1179 el papa Alejandro 111 le confirió el título real.
330
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
Su obra fue continuada por su hijo Sancho 1 ( 1185-1211), que por su ex-
traordinaria tarea civilizadora mereció el apodo de el poblador.
3 El Papa les concedió el vexillurn S. Petri o las insignias que implicaban la investidura
papal para llevar adelante la lucha.
4 Pirenne, H. Historia de Europa desde las invasiones al siglo XVI, México, F. CE., 1942, p. 131.
331
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
Esta cruzada fue emprendida por una orden de caballería medieval: el Hos-
pital de Nuestra Señora de los Alemanes en Jerusalén o Caballeros Teutónicos.
Respecto de su origen, testimonia el obispo y cronistaJacques de Vitry que
"un alemán honesto y religioso, inspirado por la Providencia, hizo construir en
1128 en Jerusalén, donde vivía con su esposa, un hospital para sus compatrio-
tas", presumiblemente con la ayuda de algunos burgueses de Brema y Lübeck.
Una bula papal confirmó la institución de los Hermanos de la Casa Alema-
na -tal su nombre primigenio-, los que se comprometían a la admisión de
los heridos y al mismo tiempo prestaban juramento de combatir a los infieles.
El Papa les concedió los mismos privilegios que a los hospitalarios y a los tem-
plarios: vivirían bajo la regla de San Agustín y como distintivo llevarían una
cruz negra sobre la capa blanca. Pero mientras las restantes órdenes se interna-
cionalizaron, ésta permaneció estrictamente nacional.
Debemos mencionar aquí la expansión germana hacia el este -Drang nach
Osten- iniciada por Enrique el lobo (Heinrich wolf) de Baviera y Alberto el
oso (Albrecht das bar de Ballestedt) de Brandeburgo (Brandeburg), mientras
Federico barbarossa se preocupaba de las cuestiones itálicas. A ellos se debió la
fundación de Munich (München) y del obispado de Lübeck, convertidos en
sedes de la expansión y la segunda de ellas, mediante una carta imperial, en
origen del movimiento comercial que condujo a la Hansa.
La expansión germánica fue una agresiva lucha contra los eslavos, germani-
zados o esclavizados, mientras los monjes cistercienses predicaban el Evange-
lio. "Desde antes del fin del siglo XII, la colonización había llegado ya a las
orillas del Oder. A lo largo de los ríos, comienzan a fundarse ciudades indispen-
sables para el aprovisionamiento de los campesinos y que sirvan de mercados a
sus alrededores: Brandemburgo, Stendal, Tangermundo, Berlín y Francfort a la
orilla del Oder."6
La siguiente vía de expansión fue al norte, hacia el Báltico, donde el obispo
Alberto de Brema (Bremen) había fundado en 1201 el obispado de Riga y la
orden de los Caballeros Ensíferos o Portaespadas (Militia Christi), destinados
333
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
334
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
335
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
ll
Ellos se llamaban a sí mismos "los hombres buenos". Se incorporaban al grupo o secta
mediante un sacramento especial: el consolamentum, que los convertía en "Perfectos".
Para analizar su largo recorrido espacio-temporal véase Mitre, E. Las grandes herejías de la
Europa cristiana, Madrid, Istmo, 1983; Lambert, M. La herejía medieval, Madrid, Taurus,
1986, y especialmente Runciman, S. Los maniqueos de la Edad Media, México, F.C.E, 1989.
12 Kazari o cathari = los "puros". Niel, F. Albigenses y cátaros, Bs.As., Fabril-Mirasol, 1962;
Belloc, H. Las grandes herejías, Bs.As., Sudamericana, 1966; Seifert, L. Los revolucionarios del
mundo (De Bogomil a Lenin, a través de Hus ), Barcelona, L. Caralt, 195 3.
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LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
calizaron con el arribo del obispo (sic) cátaro Nicetas y por la negación del per-
miso solicitado por los valdenses.
Los cátaros, entre otras cuestiones, sostenían que "Cristo no es Dios; él y María
son altos espíritus que poseían un cuerpo aparente y las almas humanas son espí-
ritus caídos, tentados por Satán en el cielo y arrojados a la tierra", "Satán es el dios
malo que ha creado el mundo, la carne, el cosmos" y "sólo una radical separación
del mundo, una espiritualización radical, puede salvar el alma del hombre presa
en la tierra". A la muerte de Cristo "Satán creó la Iglesia satánica, la Meretriz
Babilónica, la Iglesia Romana: ésta persigue a los puros, a los pobres, a los verda-
deros imitadores de Cristo, hasta la consumación de los tiempos". Así"los perfec-
tos evangélicos se abstienen de la carne en todas sus formas, del comercio sexual,
del matrimonio" 13 • Por ser Albi (Albia) la ciudad donde en 1176 fueron anatemi-
zados por vez primera se los conoce también como albigenses.
A la muerte del papa Alejandro III, que había adoptado una actitud concilia-
dora ante ellos, su sucesor Lucio Ill (Lucius) -en el brevísimo período de su
Pontificado- reunió un concilio en Verona, donde se resolvió "condenar a los
herejes, como quiera que se le llamen cátaros, patarinos, paraginos, josefinos,
arnaldistas, humillados, pobres de Lyón, consolados, creyentes y perfectos, y los
sometemos a perpetuo anatema, con todos aquellos que les diesen acogida o
protección. Y por cuanto desprecian las penas eclesiásticas, ordenamos que los
que fueran manifiestamente convencidos de estas herejías, sean clérigos o reli-
giosos, sean despojados de toda orden o beneficio, y después abandonados al
brazo secular para recibir el castigo conveniente, a no ser que el culpable, inme-
diatamente que sea descubierto, abjure del error en mano del obispo del distrito.
El lego si no abjurase sea castigado por el brazo secular". Este decreto fue funda-
mental y parece haber sido la base de la política procesal de la futura Inquisición,
en cuanto se refiere a la relación penal entre la Iglesia y el poder temporal.
Pero a pesar de la condenación eclesiástica, la herejía se propagó ostensi-
blemente por el Languedoc, la Provenza, en todo el sur de Francia, en la penín-
sula itálica y también en Belgrado y Rumania. "Desde el oeste penetran los cá-
taros en el este europeo, desde las ciudades episcopales renanas hasta el Danubio,
Passau y Viena". Su "paraíso es Italia y la Provenza. En Italia constituyen seis
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foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
338
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
asesinadas al son de las campanas, sin distinción de edad ni de sexo; siete mil de
ellas fueron quemadas en la iglesia donde se habían refugiado". Se afirma que
cuando los soldados preguntaban cómo distinguían a los herejes de los católi-
cos recibían por respuesta: "matad a todos que ya Dios sabrá distinguir bien a
los suyos".
Raimundo de T olosa, ante el cariz que tomaban los acontecimientos, pidió
ayuda al Papa; pero éste dispuso que previamente debía rendir cuentas por la
muerte de su legado, exigiendo tras el juicio que los nobles de la región no
podían vivir en las ciudades, ni plazas fuertes, que debían derribarse los casti-
llos que el nuevo legado dispusiese y que las tierras serían devueltas al conde
cuando conviniese.
Raimundo VI decidió entonces defender por las armas las posesiones de sus
antepasados. Para ello requirió la ayuda de su cuñado y rey de Aragón Pedro 11,
vencedor de las Navas de T olosa, quien acudió a defender sus posesiones en el
Midi francés.
Después de una encarnizada lucha las tropas de Simón de Montfort obtu-
vieron una aplastante victoria, muriendo en la batalla el propio monarca arago-
nés. Las crónicas episcopales señalan que "los montones de enemigos que han
quedado en el campo de batalla son tan grandes y tan multiplicados, que es
imposible saber el número; de los nuestros no ha habido más que un solo caba-
llero muerto y muy pocos sargentos. Nosotros, los obispos de Tolosa, de Ni-
mes, de Ucés, de Loveda, de Beziers, de Age, de Cominges, con los abades de
Clerac, de Valle Magna y de Santiberi certificamos de ser cierto todo lo ex-
puesto".
La victoria de Muret, el 13 de setiembre de 1213, terminó con el condado
de T olosa, más que con la herejía albigense, y "el oro del Languedoc, huyó de
los cruzados, buscó refugio seguro en Cataluña, donde jugó un papel de primer
orden en la expansión mediterránea catalano-aragonesa, mientras la proyec-
ción de Francia en el mar latino sufrió un retraso de más de dos centurias''16.
Poco más tarde murió Simón de Montfort y estas posesiones recientemente
conquistadas pasaron a su hijo Amaury (Amalric) y a la muerte de éste a la Corona
francesa en manos de Luis (Loys o Louis VIII) de Francia, quien además ocupó
339
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Una crónica francesa narra que "en el mes de junio, un niño pastor llamado
Esteban, que era del pueblo denominado de Cloyes, decía que el Señor se le
había aparecido en la figura de un pobre peregrino. Después de haber aceptado
de él el pan, le dio unas cartas dirigidas al rey de Francia, Esteban, acompañado
de varios pastores de su edad, se dirigió donde el monarca. Poco a poco se for-
mó en torno suyo una gran multitud, procedente de todas las Galias, de más de
treinta mil personas".
El rey Luis VIII, hijo de Felipe 11, no aprobó la cruzada y después de con-
sultar con los maestros de la Universidad de París, ordenó su disolución, la
que se intentó sin éxito, ni mucho esfuerzo. Los niños y aldeanos llegaron a
Marsella (Massilia} donde negociaron con dos armadores su traslado hasta
Siria, pero una tempestad los hizo naufragar en Cerdeña, llegando sólo cinco
navíos a destino, donde los niños fueron vendidos por los armadores como
esclavos a los jefes turcos.
Narra un cronista de Germania que en fecha coincidente "apareció un niño,
Nicolás de nombre, que reunió en torno suyo a una multitud de niños y muje-
res. Afirmaba que por orden de un ángel debía dirigirse con ellos a Jerusalén
para liberar la cmz del Señor, y que el mar, como en otro tiempo, les permitiría
atravesarlo a pie enjuto". Marcharon desde Alemania al puerto de Génova y los
anales marbacenses afirman que "volvieron hambrientos y descalzos, uno a uno
en silencio" y "una gran parte de ellos yacían muertos de hambre en las ciuda-
des, en las plazas públicas y nadie les enterraba".
340
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
Un nuevo pueblo turco, los selguqidas ocuparon -hacia principios del si-
glo XI- la sede del mundo musulmán y en l 07 l en la batalla de Manzikerta, al
derrotar a los ejércitos imperiales de Constantinopla, provocaron el caos en
Occidente. En 1074 cayó Jerusalén ( Gerusalem) en sus manos y con ello se
modificó la política aperturista de peregrinaciones al Santo Sepulcro.
El basileus Alejo Comneno pidió al papa Urbano 11 el auxilio de la Cristian-
dad, sugiriendo la posibilidad de retornar a la comunidad católica. Por ello en
el concilio de Clermont, el 27 de noviembre de 1095, Urbano 11 predicó la
necesidad de una expedición que se conoce como primera cruzada (apéndice
doc. 98).
Los crónicas afirman que asistieron al concilio más de doscientos obispos,
catorce arzobispos y cuatrocientos abades. También estuvo Pedro de Amiens,
el ermitaño, portador de un pliego del patriarca de Jerusalén y ferviente predi-
cador de la guerra santa.
Después que el papa Urbano 11 pronunció su célebre convocatoria en Cler-
mont muchos se "cruzaron" al grito de "Dios lo quiere" (Deus vult) y "el espíritu
de cruzada se propagó con inaudita rapidez, porque fue una idea pasional, sus-
citando una mística colectiva, como después la idea de libertad, la idea de na-
cionalidad, la idea de justicia social" 17 •
En esta primera expedición no se cruzó ningún monarca, porque no debe-
mos olvidar que el emperador Enrique IV y el rey francés Felipe I estaban exco-
mulgados y no era mucho mejor la situación del rey de Inglaterra. Por ello bien
podemos afirmar que la cruzada fue "el feudalismo en armas, bajo las órdenes
de la Iglesia". Con frases como "guerreros del demonio, hacéos soldados de
Cristo", Pedro el ermitaño predicó por toda Francia y mientras los señores feu-
dales organizaban sus hombres, una gran multitud de siervos inició la marcha,
desordenadamente, pero con pasión, en búsqueda del Santo Sepulcro.
Fue "la primera y más poderosa sacudida de las masas en la Edad Media y, pese
a otros estímulos secundarios, como el afán de aventuras, el deseo de botín, los
intereses comerciales, las esperanzas sociales y los ensueños de fantasía apocalíp-
341
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
tica, fue la manifestación más grandiosa del peso con que la concepción ecle-
siástico-cristiana del mundo gravitaba sobre los espíritus de la generalidad" 18 •
Pronto el movimiento se extendió por toda la Galia, en la península itálica,
en tierras germanas y hasta en las heladas playas de Dinamarca y Noruega. En
todas los estamentos existía igual empeño en ponerse la cruz (cruzarse= cruce
signatus); los labradores abandonaban sus empezadas labores y los artesanos
sus talleres, para alistarse bajo el estandarte santo; hasta los ladrones y malhe-
chores públicos confesaban sus pecados y se ofrecían a expirados por la guerra
santa. Para proveer los gastos del viaje se vendían las posesiones al precio que
quería dar el comprador y aun se las abandonaba como simple donativo a las
comunidades religiosas con la simple carga de orar, por lo que éstas adquirie-
ron bienes inmensos. Pero lo más edificante fue ver cómo las enemistades y
guerras particulares -tan comunes en la época- cesaron de repente para de-
jar a los fieles la libertad de llevar la guerra contra los enemigos de la religión y
de la fe (apéndice doc. 87).
La llamada cruzada popular de Pedro el ermitaño obviamente no pudo con-
cretarse y sus miembros fueron muriendo por el camino, llegando muy pocos a
agregarse a las tropas, que los seguían a bastante distancia, divididas en nacio-
nes. Los ejércitos arribaron a Constantinopla por separado y según los cronis-
tas "bizantinos" "eran tan grandes como las estrellas del cielo y las arenas del
mar" 19 e hicieron exclamar a la princesa Ana Comneno que "parecía que todo el
Occidente hubiera pasado al Oriente", aunque trataba-a los francos-de "hor-
das de bárbaros indisciplinados y violentos" (apéndice doc. 100).
El basileus Alejo (Alexis), con gran habilidad, logró ir alejándolos de Cons-
tantinopla por separado, después de obtener de ellos juramento de vasallaje.
Entretanto el Imperio turco se deshacía en luchas intestinas con los fatimíes de
Egipto favoreciendo a los cruzados para poder sitiar Antioquía, bajo cuyos muros
permanecieron durante seis meses, mientras las disensiones internas corrompían
a las tropas. Finalmente Antioquía cayó el 3 de junio de 1098 y los cruzados lo-
graron refugiarse en ella y fortificarse ante el avance de las tropas del sultán.
l8 Hampe, C. La Alta Edad Media occidental, en Goetz, W., Historia universal, Madrid, Espasa
Calpe, 1950, t. 111, p. 466.
l9 Se calcula en unos 60.000 hombres.
342
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
20 Véase entre otros: Runciman, S. Historia de las cruzadas, Madrid, Alianza, 1985, 3 v. 1 Lamb,
H. Historia de las cruzadas, Bs.As., Juventud, 1954, 2 v., y la tradicional síntesis de Grous-
set, R. op. cit.
21 El hombre que había matado en combate al emperador Rodolfo de Suabia y por ello se
había cruzado como penitente no quiso ponerse la corona real de oro, donde el Salva-
dor llevó la de espinas.
22 Davis, H. W. op. cit., p. 147.
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LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
26 Véase Diehl, C. Una república de patricios: Venecia, Madrid, Espasa Calpe, 1961.
27 La treuga Dei fue promovida y promulgada solemnemente por la Iglesia para disminuir
el espíritu guerrero de los hombres del Medioevo.
346
LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
Alejo murzulphe (el cejijunto), quien se hizo coronar basileus. Como reac-
ción, los cruzados invadieron la ciudad y sus habitantes debieron rendirse de
rodillas ante los latinos, implorando por sus vidas.
Narra el cronista que "el botín obtenido fue tan grande que no podía co-
lumbrarse el fin del mismo ... Nunca desde que el mundo fue creado, se con-
siguió obtener tanta riqueza de una sola ciudad ... " "El total del botín casi igua-
laba a toda la riqueza del Occidente de Europa; pero cuando hubo de ser hecha
la división oficial; todo lo que obtuvo cada caballero fue veinte marcos de
moneda; diez, los sacerdotes; cinco, los soldados de infantería"28 • Las cruza-
das, nacidas de la mentalidad espiritual, se habían convertido en un buen
negocio.
Balduino de Flandes fue elegido emperador latino de Constantinopla y mien-
tras el cardenal veneciano Tomás Morosini asumía el patriarcado de la ciudad,
se reestablecía la fe romana como religión oficial.
El oriental T eodoro Láscaris, yerno del basileus Alejo, creó un imperio en
Nicea y Alejo Comneno se autoeligió en T rebizonda, con lo que el Imperio
quedó repartido entre los vencedores y sus aliados griegos. De este modo, la
cuarta cruzada contra el Islam sólo destruyó al único Imperio cristiano capaz
de contener el avance turco sobre Europa. El Imperio latino fue de corta dura-
ción pues en t 2.61 el príncipe de Nicea, Miguel Paleólogo, restauró el Imperio
en Constantinopla, que perduró dos siglos, hasta que cayera en manos de los
turcos e hiciera exclamar a los griegos -llenos de odio contra los latinos-
que preferían ver en Constantinopla el turbante de Mahoma antes que la tiara
papal o el capelo cardenalicio.
Después de la restauración de los Paleólogo, Constantinopla tuvo un último
renacimiento cultural y "en el mundo de los siglos XIV y XV continuaba siendo
una de las ciudades más hermosas y más ilustres del universo: la metrópoli de la
ortodoxia, a la que afluían los peregrinos del Oriente griego y eslavo; la gran
ciudad mercantil donde se encontraban los comerciantes de todo el Oriente; el
centro magnífico y fecundo de una notable cultura intelectual y artística. Las
escuelas de la metrópoli bizantina florecían como nunca y eran más frecuenta-
das que en todos los tiempos anteriores; y los grandes profesores de la univer-
347
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
29 Diehl, C. Historia del Imperio bizantino, París, 1919, cit. Gonzague de Reynold. La formación
de Europa. El helenismo y el genio rnropeo, Madrid, Pegaso, 1950, pp. 142-143.
30 Gonzague de Reynold. op. cit., p. 143.
31 Toynbee, A. La civilización puesta a prueba, Bs.As., Emecé, 1949, p. 221.
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LA EXPANSION DE LA CRISTIANDAD
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foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Una vez más, en 1270, Luis inició una campaña que, en vez de dirigirse contra
Egipto, marchó sobre Túnez (antigua Tunisia, luego Tunisiyya) para intentar
la conversión de su monarca. Apenas desembarcados, mientras esperaban la
prometida ayuda de Carlos de Anjou (Charles Andegaviae), hermano del
monarca, las tropas contrajeron la disentería y el mismo Luis IX procuraba ali-
viar a los apestados hasta que fue víctima del contagio, muriendo el 25 de agos-
to de 1270. Con él terminaron las cruzadas definitivamente, aunque la idea
continuó flotando en el ambiente hasta la época de Carlos V.
350
CAPITULO XIX
EL SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Del mismo modo, el traslado directo al Occidente, sin desmedro del papel
desempeñado por el sur de la península itálica -fundamentalmente Sicilia-,
tuvo lugar a través de la península ibérica, donde los árabes de al-Andalus orien-
tal izaron Hispania y luego helenizaron Occidente.
Esta tarea se debió esencialmente al jalifa cordobés Abd al-Rahmán U que
envió estudiosos al Oriente para copiar las obras científicas de griegos y persas
e hizo traer a Córdoba -su capital- una cantidad de libros raros, mientras se
rodeaba de sabios y artistas.
Al-Andalus se trasformó económicamente por la obra de sus sucesores y la
vida industrial se extendió a ciudades del interior y norteñas como Toledo, Cuenca,
Calatayud y Zaragoza. Se vivía en un régimen de economía monetaria y los obreros
de las diferentes industrias y mercaderes estaban organizados en corporaciones a
cuyo frente había un síndico, llamado arife, designado por las autoridades y res-
ponsable ante ellas de la probidad industrial y comercial de la corporación. El
Andalus supo así recibir y trasformar la cultura arábiga, hija de la griega, la persa
y la hindú, e influyó considerablemente sobre toda Europa 7 . Este contacto tam-
bién fue sumamente importante en Lyón a través de puertos y ciudades tan im-
portantes como Barcelona, Montpellier, Marsella Narbona, T olosa y Beziers.
1
354
fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
Pero quizá fue aun más importante Averroes (Muhammad ibn Ahmad ibn
Rushd), árabe de España y principalmente comentarista de Aristóteles, cuyas
obras éticas y metafísicas circularon traducidas por él, con una serie de aportes
heterodoxos sobre la eternidad del mundo y la negación de la providencia. De
sus tesis sobresale su concepto de que "Dios es una inteligencia eterna e inmó-
vil, el simple motor de la primera materia, tan eterna como él, y causa primera
y última de las necesarias y perpetuas revoluciones celestes; que determinan,
en interminable concurrencia cíclica, todos los acontecimientos del mundo su-
blunar; que el hombre, inserto en la cadena de este determinismo absoluto, tie-
ne solamente la ilusión de que goza de libertad, y que no tiene alma inmortal,
o, más bien, que está animado momentánamente por una inteligencia indes-
tructible, pero al mismo tiempo impersonal y común a toda la raza humana" 9 .
A esta lista debemos añadir a Alhazen (Abu Alí ibn al-Hazm) y Avempace
(Abu Bakr ibn al-Sáig Báyya) entre los árabes más sobresalientes y finalmente a
los judíos Salomón ben Gabirol (Avicebrón) y Moisés ben Maimón, nacido en
Córdoba y conocido como Maimónides; autor del More Nebukhim o Guía de
los indecisos, que es una suma de teología escolástica judía de inspiración aristo-
télica y platónica a la vez. Tuvo gran influencia sobre Santo Tomás de Aquino.
Todo este aporte se complementa con la obra de traducción de estos auto-
res llevada a cabo, fundamentalmente, en Hispania; allí el catalán Raimundo
Lullio defendió la tesis de la importancia del estudio del árabe y el arzobispo
toledano y canciller de Castilla, Raimundo de Peñanfort, fundó la célebre es-
cuela de traductores de To ledo.
En el transcurso del siglo XI se tradujeron al árabe muchas obras filosóficas
y científicas helénicas que habían sido ignoradas durante centurias por los cris-
tianos del Occidente; sobre esta base se difundió la fama de la escuela toleda-
na, encargada de volcarlas al latín, acudiendo a la ciudad del Tajo intelectuales
notorios como Abelardo de Bath, Roberto de Chester y Daniel Scoto, por
mencionar sólo algunos.
Kitab al-Siyasa (un libro de Política) dedicado a la ética, a la que llamaba "régimen de la
economía", sus ideas políticas se encuentran diseminadas en sus principales obras que
tratan sobre ciencias prácticas, corno su Kitab al-lsbarat wal-Tanbibat (libro de la emanci-
pación) y la Aksam al-Ulum (clasificación de las ciencias).
9 Duhern. Le systheme du monde, IV, p. 314.
355
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Los estatutos
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
13 Véase Fraboschi, Azucena. Crónica de la Universidad de París y de una huelga y sus motivos ( 1200-
1231 ), Bs.As., Instituto de Estudios Grecolatinos de la Universidad Católica Argentina,
1991.
357
FüRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
14 Cabe señalar que la licenciatura (licencia docendi) consistía en el permiso para ense-
ñar, mientras que el doctorado era un grado académico.
15 Le Coff, J Los intelectuales en la Edad Media, Bs. As., EUDEBA, 1965, p. 122.
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
"Los estatutos prescribían, a la vez que limitaban, las fiestas y las diversiones
colectivas. En efecto, a los exámenes acompañaban obsequios, festejos y ban-
quetes en honor del recién graduado, que sellaba la comunión espiritual del
grupo y la admisión del novel en su seno. A semejanza de las francachelas de
las primeras guildas, estas manifestaciones constituían el rito por el cual la cor-
poración tomaba conciencia de su solidaridad profunda. La tribu intelectual se
revelaba en los juegos a los que cada región aportaba su nota tradicional como
bailes en Italia, y corridas de toro en España" 16 •
Entre las fiestas académicas, una de las más destacables era la disputa; en la
cual, a pedido de uno de los miembros, se reunía periódicamente todo el claus-
tro para discutir algún tema que despertara el interés de los docentes 17 .
Los estatutos también determinaban las festividades religiosas y las obras de
beneficencia en que debía participar la comunidad universitaria; en cambio no
mencionan las pesadas bromas de que eran objeto los bisoños en su incorpora-
ción formal al ambiente universitario.
La expansión universitaria
360
EL SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
La primera universidad fundada del otro lado del Rhin fue la de Praga, en
1348, en pleno renacimiento cultural llevado adelante por el emperador Carlos
IV, y en Alemania, el movimiento comenzó en 1385, con la creación de la Uni-
versidad de Heidelberg.
En la península ibérica, entre 1220 y 1230 el rey Alfonso X el sabio dio origen
a la Universidad de Salamanca, a la que continuaron Lisboa y Coimbra ( 1290),
Lérida (1300), Perpiñán (1350), Huesca (1354), Barcelona (1450), Zaragoza
( 1470), Palma de Mallorca ( 1483), Siguenza ( 1489), Alcalá de Henares ( 1499) y
Valencia ( 1500). En el centro de Europa se fundó Viena ( 1365-83), Erfurt ( 1392),
Colonia ( 1388), Leipzig ( t 409), Rostock ( t 419), T reveris ( t 473), Basilea ( 1459)
y Maguncia ( 1476). En 1425 fue fundada la Universidad de Lovaina y en 1364 la
de Cracovia, en Polonia, mientras que Hungría obtuvo su Universidad de Buda-
pest en 1389, pero se distinguió por su regularidad la de Presburgo, fundada en
1465. En Suecia, la Universidad de Upsala fue fundada en 1477, mientras que la
de Copenhague, en Dinamarca, vio la luz en 1478. En la península itálica la situa-
ción fue muy irregular y de la cantidad de centros universitarios -de efímera
existencia- merecen destacarse la Universidad de Padua ( 1222), Roma ( 1244),
Siena ( 1246), Plascencia ( 1248) y Pisa ( 1343). En 1229 se creó la Universidad de
T olosa, destinada fundamentalmente a combatir la herejía albigense; la de Avig-
non fue creada en 1303. En 1432 surgió Caen; en 1441, Burdeos; y en 1431 había
nacido Burdeos, en las conflictivas tierras franco-anglo-angevinas.
El pensamiento medieval
18
Una buena síntesis en Gambra, Rafael. Historia sencilla de la filosofía, Madrid, Rialp, 1972.
19 Para su vida véase Pernoud, R. Eloísa y Abe/ardo, Madrid, Espasa Calpe, 1973.
361
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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EL SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
cisa <k.Jos sent·idos; representados por los dominicos y especialmente por Al-
bert~ Magno y Tomás de Aquino. -. ··
Buenaventura, uno de los más activos priores de la orden franciscana en el
momento de la lucha entre los lassi y los spirituali encabezó la corriente agus-
tiniana, negándose a aceptar el realismo tomista y defendiendo un predominio
de la fe y de la Providencia por sobre la razón. El mismo aclaraba su pensa-
miento cuando escribía: "si es preciso mezclar con el vino de la teología el agua
de la filosofía, no se ha de cambiar el vino por agua" 23 . Además mantenía el
idealismo platónico en cuanto a los arquetipos de los seres creados convirtien-
do a estos últimos en simples reflejos del pensamiento divino.
Cabe hacer notar que el pensamiento medieval - y la mentalidad en gene-
ral- fue eminentemente agustiniana y espiritualista, hasta la reaparición del
pensamiento aristotélico y la consecuente revisión de aspectos significativos
de la cosmovisión vigente
Uno de los maestros dominicos más distinguidos fue Albertus de Lauingen,
conocido como Alberto magno; había nacido en t 206 en Suabia y se doctoró en
teología en París, enseñando fundamentalmente en Colonia; ciudad de la que
llegó a ser obispo. De él afirma un autor, sintentizando su obra, que es "un enci-
clopedista que quiere hacer partícipes a los latinos de los conocimientos griegos,
árabes y judíos y principalmente hacer para ellos intelegibles los libros de Aristó-
teles"24. De todos modos su obra fue notable, pues, realmente "hizo inteligibles a
los latinos todas las partes de la filosofía, de la metafísica y de las matemáticas"25 •
23 In Hexameron, Vll-14.
24 Vignaux, P. op. cit., p. 111.
25 Dawson, Ch. Ensayos acerca de la Edad Media, Madrid, Aguilar, 1960, p. 179. Para su vida
y obra: Garreau, A. San Alberto Magno, Bs. As., Dedebec, 1944, y más recientemente
Craemer-Ruegenberg, l., Alberto Magno, Barcelona, Herder, 1985.
26 Fue canonizado por la Iglesia el 18 de julio de 1323.
363
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
padre-y a muy corta edad fue confiado a la educación de su tío que era abad de
Monte Cassino. Hacia 1240 comenzó sus estudios universitarios en Nápoles pero
dos o tres años después abandonó la enseñanza para vestir el hábito blanco de los
monjes dominicos. Entre 124~ y 1252 estudió en Colonia con Alberto Magno y
en este último año arribó a París, en cuya Universidad enseñó hasta 1274, fecha
en que murió cuando se dirigía al Concilio de Lyón (Lugdunum).
La tarea más importante de Santo Tomás consistió en repensar todo el pen-
samiento aristótelico, con visión cristiana, dando lugar a una nueva interpreta-
ción completa del conocimiento filosófico-teológico integrado. El elemento
más destacado de su pensamiento fue la unidad entre la razón y la fe que él
mismo expresa así: "razón y Je están en relación y en armonía, pero siendo dis-
tintas, tiene cada una su propio dominio; a la primera corresponde el campo de
la verdad natural; a la segunda el campo de la verdad sobrenatural. Las dos
verdades no pueden contradecirse, aunque tampoco se pueden confundir. La
distinción no excluye el acuerdo entre ellas, lo mismo q4e lo sobrenatural no
excluye lo natu_r~l, sino que lo supone, lo fortalece, lo eleva, lo sublima ... ". TanF
bién en el aspecto político "Santo Tomás ve en Dios el origen común de los dos
poderes y en cuanto que cada uno de ellos tiene un fin propio, son uno y otro
independientes entre sí en orden a la prosecución del respectivo fin. En asun-
tos espirituales, se debe mayor obediencia a la potestad espiritual que a la tem-
poral; pero en la esfera política propiamente dicha se debe mayor obediencia a
la potestad secular que a la espiritual". De este modo termina con las dificulta-
des del agustinismo político y abre el nuevo camino de las relaciones entre la
Iglesia y el Estado. Toda su obra se condensa en las Summas, que significan un
conjunto de conocimientos coherentes y ordenados, o sea, todo el saber orga-
nizado en una unidad mental rigurosamente lógica 27 •
Respecto de su obra, "entre sus más de sesenta volúmenes, la Summa Theolo-
gica, compuesta en los años 1267 al 12 7 3, es lo más grandioso. Se trata de una
obra monumental, con miles de detalles concatenados para formar un conjun-
to completo y armonioso. El orden de la Summa parece tan natural como el de
un árbol, con sus raíces, tronco, ramas, hojas y flores creciendo a la vez. Está
dividida en tres partes. La Prima (primera) es una consideración sobre Dios
27 A diferencia, por ejemplo, de la Enciclopedia del siglo XVIII, que sólo es un conjunto
de datos, desprovistos de unidad y coherencia interna.
364
fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
como Ser y como el Origen del Ser, como Vida; la Secunda, trata de Dios como
Fin y Propósito del hombre, como Verdad; y la Tertía, de Dios como Medio
de que el hombre se vuelva hacia él, como Vía" 28 • También escribió una Summa
contra gentiles y se le atribuye Del régimen del gobierno. de los príncipes, considerado un
espejo de príncipes y muchas otras obras teológicas breves, incluyendo algu-
nos himnos como el Veni creator (apéndice doc. 118 y 119).
Para concluir digamos que su tarea fue "clarificar los espíritus, restablecer la
jerarquía de los valores, definir el sentido de los términos y colocar otra vez
cada cosa en su sitio, en una síntesis cuya imagen es la pirámide. Introdujo de
nuevo el orden en el caos de los conocimiento.¿, separando la teología, la filo-
sofía y las ciencias, hasta entonces entremezcladas; y-asignando a cada una de
ellas su dominio propio, sus límites y sus métodos. Ni confusión, ni oposición.
No puede haber dos ni tres verdades: la verdad es una sola, aunque haya dife-
rentes caminos para llegar hasta ella; pero no la alcanzaremos jamás si estos
caminos se confunden en un laberinto inextricable. Tal es, en su orientación
general, la obra común de Alberto Magno y de Santo Tomás. El segundo supe-
ra, sjn embargo, al primero por haber sabido edificar un sistema armonioso y
completo, de una lógica, y de una claridad tales que muchas de sus definiciones
no necesitan ser demostradas: tan grande es su evidencia. Preciso es remon-
tarse hasta los helenos para volver a hallarse en presencia de una claridad seme-
jante; por añadidura, Santo Tomás supera a los griegos por su profundidad"29 •
Para el intelectual medieval, "los seres humanos, la Humanidad, integran otro
mundo (además del mundo natural) parcial del total de la idea medieval del mun-
do. Es un mundo histórico, o integrante de una historia iniciada con la creación
del primer hombre y la primera mujer en el Paraíso terrenal, y jalonada por las
grandes peripecias de la caída de éstos y la expulsión de ellos del Paraíso, la elec-
ción de un pueblo para que en él naciera de una virgen el Hombre-Dios redentor
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
30 Gaos, José. Historia de nuestra idea del mundo, México, F.C.E, 1973, pp. 68-69.
31 Idem, p. 72.
366
fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
367
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
cosas y sacarlas a la luz por una experiencia directa, por intuición" 34 (apéndi-
ce doc. 125).
El camino del escepticismo metafísico quedaba inaugurado y con él la am-
plia avenida del fideísmo religioso por donde transitará toda la reforma protes-
tante. Una fe sin inteligencia deja para la razón el amplio campo del mundo.
Un mundo sin saber teológico será la presa natural de las técnicas al servicio de
la libido dominandi 35 .
Pero esta misma crisis tuvo un testigo presencial, Dante Alighieri 36 , cuya
Divina Comedia (Commedia) 37 es un nítido documento de la disolución del or-
den medieval y la aparición de un sistema de ideales y formas de vidas nuevas.
Para Dante, "el hombre necesita de la ley y de la gracia; la razón y la revelación;
el príncipe y el sacerdote o como hubiera dicho Dante, el Emperador y el Papa.
Sólo así puede el hombre aspirar a la paz temporal y a la paz eterna. Es esta
concepción del hombre, al mismo tiempo como un animal racional y una ima-
gen de Dios, lo que da sentido a esa epopeya del hombre y programa del huma-
nismo integral, que Dante llamó la Commedia. En esa canción, Dios es Alfa y
Omega, el principio y el fin, causa y consumación de ambos: el alma del hom-
bre y la sociedad de los santos. Bajo la forma de un mito acerca de un hombre
viajando por el Infierno, el Purgatorio y el Cielo, Dante nos ofrece la más subli-
me de todas las alegrías del doble misterio de la libertad humana y la ley divina,
de la libre determinación del hombre y la justicia inescrutable de Dios" 38 .
En verdad en los tiempos de Dante esa dualidad se deshace cada vez más
violentamente; la corona imperial se debilita por anarquías permanentes, mien-
tras el Papado ofrece un espectáculo desolador. Se abre un mundo nuevo, que
Dante avizora y anuncia, pero el mismo cierra los tiempos viejos, pues "el gran
poema de Dante es una síntesis final de las tradiciones literaria y religiosa, que
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
El renacimiento económico
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
40 Le Goff, J. Mercaderes y banqueros de la Edad Media, Bs. As., EUDEBA, 1962, p. 16.
41 Cit. Pirenne, H. Historia económica y social dela Edad Media, México, F.C.E., 1973, pp. 33-34.
370
EL SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
influyen sobre ésta" 42 • "Los cuadros del sistema señorial que hasta entonces ha-
bían constreñido la actividad económica se rompen, y la sociedad entera ad-
quiere un carácter más dúctil, más activo y más variado" 43 •
En un principio este renacimien~o económico chocó, inclusive, con la falta
de adecuadas reformas técnicas que facilitaran su acción; ya que, por ejemplo,
los pesados koggen hanseáticos no eran los medios más veloces y convenien-
tes para el trasporte de los productos. Recién en el siglo XIII, impelidos por la
necesidad, se produjeron una cantidad de innovaciones en el arte de navegar,
como la difusión de la vela latina, la brújula y el timón de codaste. Igualmente
importante fue el avance en el campo de la cartografía, donde cumplieron des-
tacado papel junto a los genoveses, los navegantes mallorquines y catalanes.
Paralelamente a partir de 1158, en que a orillas del Trave, fue fundada Lübeck,
se produjo-como anticipamos- un renacimiento económico en el norte ger-
mano; donde surgió la Hansa y la germanización de las tierras eslavas -por los
Caballeros Teutónicos- proporcionó un nuevo campo de acción a la burguesía
incipiente. Este proceso expansivo se relaciona con la labor de los escandina-
vos en Rusia.
Tampoco Francia estuvo alejada de este proceso, y especialmente las regio-
nes sureñas tuvieron un resurgir en torno de puertos tan importantes como
Marsella, Provenza, Montpellier y Narbona; progreso que se dio contemporá-
neamente en Cataluña y señaló, mediante los reyes de Aragón, la mira hispana
hacia Sicilia y las curiosas expediciones catalanas a las islas del mar Egeo 44 .
En lo que se refiere al aspecto terrestre, no debemos olvidar el deplorable
estado en que habían quedado las vías romanas y por ello, en muchos casos, los
caminos no fueron otra cosa que "lugares por donde se pasa" cruzados por pe-
sadas carretas o con animales de carga, mientras los bandidos se apropiaban de
todas las mercancías (apéndice doc. 108).
Pero de todos modos las ferias comenzaron a funcionar lentamente y "con
excepción de la feria de Saint Dennis, cerca de París, que se remonta a la
371
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
374
fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
etc. A menudo estos maestros artesanos tenían bajo sus órdenes un número más
o menos considerable de pequeños trabajadores, y éstos formaban una clase
inferior a los demás artesanos semejante al proletariado industrial moderno.
Eran pobres gentes a las que se veía los lunes por la mañana en las plazas y
alrededor de las iglesias de las ciudades industriales, buscando un maestro que
les contratara por una semana. Iban de ciudad en ciudad a alquilarse a algún
patrono y recibían una triste paga semanal el sábado por la tarde, paga que, a
veces, burlando las ordenanzas municipales, les era regateada. Fueron estas
gentes, quienes, desde mediados del siglo XIII, empezaron a organizar huelgas,
como la de Douai en 1245 y la de tejedores y bataneros de Gante en 1274"50 .
Consecuentemente con este renacimiento económico, fundamentalmente
comercial, se plantearon serias cuestiones ético-religiosas relacionadas con la
usura, la que fue censurada por la Iglesia a través de sus pensadores más impor-
tantes. Esta circunstancia favareció a los banqueros judíos, tolerados por la Iglesia
y protegidos por la nobleza interesada, que al gozar de mayor libertad econó-
mica construyeron los métodos comerciales y crearon los nuevos hábitos, aun
en la Cristiandad51 •
"Cuando tuvo lugar la revolución comercial, que sólo alcanzará su apogeo
en los siglos XII y XIII, la Iglesia por su posición económica, por su recluta-
miento social, por sus vínculos políticos y por sus ideales, está íntimamente
unida al mundo feudal y rural. Durante este período, la Iglesia, poco abierta a
los problemas del comercio, siente escasa consideración por el mercader. El
hecho de que en esta época los judíos desempeñan todavía una función impor-
tante en el comercio internacional de Occidente, refuerza la actitud de despre-
cio de la Iglesia hacia esas actividades. Por otra parte tolera gustosa el papel
económico, del que se benefician los cristianos. Para ella, la sociedad cristiana
corresponde a la famosa clasificación de Adalberto de Laón: los nobles, que
defienden la sociedad; el clero, que ruega por ella; los siervos, que la sustentan
con el trabajo rural, indigno. Por lo demás, de las clases superiores" 52 .
375
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
El renacimiento urbano
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Durante el primer período del feudalismo las tareas del artesano se confun-
dían con las del agricultor pero paulatinamente fue estableciéndose una divi-
sión de trabajo y algunos oficios -herrero, alfarero- ocuparon de manera
exclusiva a quienes los desempeñaban. Cuando las herramientas se perfeccio-
naron y resurgieron las ciudades, los siervos-artesanos huyeron de los domi-
nios señoriales y fueron a engrosar el número de habitantes de los nuevos po-
blados. Una vez ubicados en las nacientes ciudades los artesanos comenzaron
a buscar los medios de defenderse ante el incipiente capitalismo y se agruparon
en salvaguardia de sus intereses. En realidad es difícil determinar el origen de
las corporaciones, aunque esta época señala una particular tendencia a las aso-
ciaciones.
Ya en el siglo XII existían güildas de comerciantes y anteriormente güildas
religiosas. La influencia de éstas es indiscutible ya que todos los gremios me-
dievales se encontraban bajo la advocación de un santo patrono y reglamenta-
ban la asistencia a muchas festividades religiosas, en las que cumplían, general-
mente, papeles activos.
Los autores no están muy seguros de las vinculaciones entre ellas porque las
corporaciones de artesanos tuvieron desde su origen un fin puramente econó-
mico, de protección y ayuda, aunque se distinguieran por sus tendencias pia-
dosas y caritativas. Pese a que en el norte de Francia -la región flamenca-
aparecieron corporaciones en fecha muy temprana, puede decirse que el movi-
miento fue simultáneo en toda Europa occidental; y hasta en Roma nacieron
gremios dependientes de la Curia Papal. Una de las primeras agremiaciones
mercantiles que se conocen fue la Universitas Mercatorum Italiano Mundinas
Campaniaes in Regno Francia Frecuentatium, que agrupaba a los comercian-
tes itálicos que frecuentaban las ferias de la Champaña.
El Medioevo no valoraba a ningún ciudadano que viviese alejado de su corres-
pondiente gremio y éste era considerado un marginado respecto de la sociedad,
como lo era todo aquel que escapaba al cerrado orden estamental medieval.
La corporación tenía varias funciones, actuando como órgano de la comuna
frente a los privilegios feudales e instrumento equilibrador entre sus miembros
para evitar la mutua competencia y controlar el mercado. Las mismas corpora-
ciones elaboraron una legislación que regía su vida y cuyo ejemplo más impar-
378
EL SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
57 Para el análisis del Libro de los Oficios nos hemos basado en Saint León, E.M. Historia
de las corporaciones de oficio, Bs. As., Partenón, 1947.
58 En su carácter de preboste era el primer magistrado en la ciudad, administraba las fi-
nanzas de ésta, era jefe de la milicia y encargado del orden y seguridad públicos.Tenía
asimismo poder judicial y podía legislar en su ámbito de competencia.
379
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
Por su parte, el maestro tenía una serie de deberes para con él: tratarlo como
"hijo de hombre honrado", albergarlo, alimentarlo, vestirlo, proporcionarle luz
y ropa limpia, salvo expreso convenio en contrario.
En caso de fuga la rescisión del contrato sólo se producía después de un lap-
so bastante largo, establecido en los estatutos; pero si retornaba antes de dicho
plazo, retomaba su trabajo interrumpido, con la pena de "restaurar todo el ser-
vicio" que perjudicó al maestro, debiendo, además, reembolsar todos los daños
y perjuicios ocasionados con su huida. Caso contrario el contrato era anula-
do y el aprendiz expulsado del oficio.
El contrato concluía por muerte del maestro; reubicación del aprendiz con
otro maestro únicamente "si el maestro yacía en el lecho del dolor, si se iba a
ultramar, si abandonaba el oficio por causa de pobreza", y el aprendizaje, a su
vez, concluía por el rescate que mediante dinero disminuía el plazo, por expul-
sión de la corporación, muerte del aprendiz o expiración del contrato.
En el siglo XIII ninguna regla absoluta prohibía ejercer el maestrazgo una
vez finalizada la etapa del aprendizaje y la práctica obligatoria de pasar por
una etapa intermedia en calidad de criado -luego, compañero- fue intro-
ducida recién en el siglo XIV. De todos modos, la mayoría ejercía el oficio
como criado, dado que era muy difícil que un artesano tuviera los recursos o
la capacidad suficiente como para establecerse inmediatamente de concluido
el aprendizaje, como maestro.
El criado era un hombre libre que concurría a los lugares donde era de prác-
tica concluir los contratos de ese género. Dentro de la demanda disponible elegía
libremente al maestro para quien iba a trabajar y discutía las cláusulas de su
compromiso.
El criado era contratado por un plazo que se determinaba convencionalmente
entre las partes, no pudiendo contraer nuevo compromiso antes de la expira-
ción completa de dicho plazo, salvo con el maestro para quien estaba trabajan-
do, con el que podía renovar su contrato durante el último mes. Se prohibía la
contratación de obreros con malos antecedentes, para evitar una influencia
perniciosa sobre sus compañeros de tareas.
El contrato se concluía verbalmente, debiendo el criado jurar por los santos
que desempeñaría bien y lealmente su oficio. Por lo general los obreros tenían
domicilio propio, aunque los contratados por año eran alojados y alimentados
en casa del maestro.También se podía contratar por día, por semana y por mes.
381
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
estatutos querían mantener por sobre todas las cosas, para evitar el enriqueci-
rniento-'de unos a costa de la ruina de otros.
Los miembros de las corporaciones debían prestar una función que tenía el
carácter d~ carga pública; la guet o milicia burguesa, que era una especie de
policía o ~ardia de seguridad nocturna. En tiempo de paz velaba por la segu-
ridad pública y en tiempos de guerra participaba en la defensa de la ciudad.
Para constituirse, las corporaciones necesitaban la autorización del poder
político, el que podía subordinar esta autorización a la condición de imponer
a la sociedad jefes de su elección, investidos de atribuciones precisas. Estos
jefes son los maestros de los oficios; porque si los jefes nominales de la cor-
poración son los maestros, los jefes efectivos eran funcionarios o jurados
nombrados directamente por la asamblea de maestros, por el maestre del ofi-
cio o por el preboste de París, según el caso.
El número de jurados variaba según el oficio, de uno hasta doce. Una vez
designados debían prestar juramento ante el preboste y sus principales funciones
eran supervisar los contratos de aprendizaje, convocar para la guet, examinar a
los candidatos al maestrazgo percibiendo las tasas y los juramentos, manejar las
finanzas del gremio y efectuar un control general sobre la fabricación y venta.
El patrimonio de las corporaciones variaba y algunas poseían verdaderas for-
tunas. Sus bienes se obtenían mediante las tasas, multas, donaciones, legados y
rentas; corno también por las confiscaciones de bienes de judíos o endemonia-
dos. Sus gastos, además de los corrientes, se efectuaban en pensiones a ancia-
nos y viudas, limosnas, misas, fiestas y el sostenimiento de la milicia burguesa.
La reglamentación de la jornada de trabajo estaba establecida por los esta-
tutos de cada corporación y la casi unanimidad fijaba el comienzo al aparecer
el sol; siendo en muchos casos anunciado por el sonido del cuerno que señala-
ba la finalización de la vigilancia nocturna.
Respecto de la finalización de la jornada, variaba según los oficios: a la caída
de la noche, por la campana de la iglesia vecina que la indicaba o por el prego-
nero de la noche al sonar las vísperas.
En cuanto a las prescripciones de los estatutos para asegurar la buena ejecu-
ción del trabajo, éstas eran numerosas y, por ejemplo, prohibían al cristalero
mezclar vidrio pintado al cristal y aplicaban multas a los trabajos mal realizados.
Los encargados de ejercer la vigilancia del oficio, de comprobar las contra-
venciones y de asegurar su represión eran los maestros y jurados del oficio que
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
El arte gótico
59 Por ejemplo, los carreteros: una rueda y el hacha de cortar madera; los carniceros: una
res y el hacha; los tejedores: la lanzadera, y los albañiles, la paleta y el martillo.
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fa SIGLO DE LAS AGREMIACIONES
60 Véase Gimpel,J. Los constructores de catedrales, Bs.As., CEAL, 1971, y Anderson, Gordon,
Biografía de una catedral, Bs. As., Peuser, 1952.
61 Para el arte gótico véase Soto. El arte g6tico, Bs. As., Peuser, 1943, y Cirlot, J. Pintura
g6tica europea, Barcelona, Labor, 1969.
385
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
386
CAPITULO XX
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
La crisis en el Imperio
Véase Runciman, S. Vísperas sicilianas. Una historia del mundo mediterráneo a finales del siglo
XIII, Madrid, Revista de Occidente, 1961.
2 Véase Canellas, A. y otros, Arag6n en su historia, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inma-
culada, 1980.
387
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
3 Con respecto a las inexactitudes terminológicas referidas al Imperio cabe señalar que el
único Imperio romano fue dividido a fines del siglo IV por el emperador Teodosio en
sus partes occidental y oriental (ésta con sede en Constantinopla, la Nueva Roma). A la
"caída" de Roma la parte oriental conservó la denominación de Imperio romano (el
término Imperio bizantino es un invento de la Modernidad, ya que sus habitantes se
consideraban "romanos"). En el año 800 se restauró ~l Imperio romano en la parte oc-
cidental bajo Carlomagno. En cuanto a la denominación "Sacro Imperio Romano Ger-
mánico", fue Federico 1 Barbarossa el que se refirió al Imperio como Sacro, pero recién
en 1254, durante el reinado de Guillermo de Holanda, la documentación utiliza el tér-
mino "Sacro Imperio Romano". Mucho más adelante, a mitades del siglo XV, la dinastía
de los Habsburgo agregó "de la nación germánica" para diferenciarlo de las recientes
monarquías nacionales de Francia, Inglaterra o España", y fue Maximiliano-el abuelo
de Carlos V- quien empleó por vez primera el título de "Sacro Romano Imperio de la
nación germánica" (Romisches Reich deutscher Nation).
4 Reglá, J. Historia de la Edad Media, Barcelona, Montaner y Simón, 1967, t. 11, p. 203.
388
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
389
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
390
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
A partir del siglo X, apenas salida de las luchas feudales, Francia inició, por
obra de sus reyes, el proceso de unificación nacional. La dinastía Capeta, que
originariamente no ocupaba más que la llle de France y cumplía el papel de
primus ínter pares, comenzó a extender sus dominios sobre poderosos señores
feudales como el conde de Flandes, el duque de Normandía, el conde de An-
jou, el duque de la Guyena, el conde de la Champagne o el duque de Borgoña.
"Ya en el siglo XI se habían echado las bases de la reconstrucción en varias re-
giones sin la oposición del Rey, pero también sin la ayuda de éste. Los campe-
sinos habían llenado los espacios vacíos entre una y otra aldeas; los vasallos
habían reagrupado castillos y señoríos en principados bien organizados" 13 •
El monarca que inició realmente la tarea de la unificación de Francia fue Felipe
1 (Philippe), el cuarto descendiente de Hugo Capeto, quien llegó al trono a los
dieciocho años ( 1060) y lo ocupó por más de cuarenta. De él se dice que "esbo-
zó los primeros rasgos de una administración monárquica menos confusa" 14 •
391
fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Lo sucedió su enérgico hijo, Luis VI el gordo (Louis le gros), que por vez
primera desplegó la tradicional oriflama o bandera de San Dionisia, tan cara al
nacionalismo francés. Su hijo Luis VII, educado por el abad Suger de San Dío-
nísío, mereció el apodo del rey monje, y después de su fracasado casamiento
con Alienor de Aquítanía -que lo reemplazó por Enrique Plantagenet- sólo
pudo evitar el caos nobiliario.
La figura realmente distintiva fue su sucesor, Felipe 11 augusto (Philippe 11
Auguste) quien de diferentes maneras se adueñó de la Normandía, recuperó el
condado de Anjou, la T urena, el Maine, gran parte del Poítou y los condados
de Artois, Vermandois, Alencón y Valoís. Durante el breve reinado de su hijo
Luis VIII se añadieron las posesiones del Midi, conquistadas por Simón de Mont-
fort en la cruzada contra los albigenses, especialmente el poderosísimo ducado
de Tolosa.
Del casamiento de Luis Vlll con Blanca de Castilla nació Luis IX el santo y
los poderosos condes de Champagne, Bretaña y la Marca fueron sometidos por
un rey niño y una regente. Pero la obra más significativa de Luis el santo (saint
Louis), al margen de sus frustradas cruzadas, fue la promulgación de los Esta-
blecimientos de Francia (Etablissements), primer código legal francés. Firmó
la paz con los ingleses, devolviéndoles parte de los territorios conquistados.
De esta manera "la realeza se hacía popular; arraigaba en todas las provincias,
se atraía a la opinión pública¡ se mostraba necesaria, indispensable, porque era
bienhechora. Parece ser que en tiempos de San Luís nace en Francia esa forma
de sentimiento nacional que se expresa por el culto a la monarquía" 15 • También
parece pertenecer a su reinado la orden impartida a Esteban de Boileau de re-
dactar los estatutos de las corporaciones de artes y oficios de París.
Le sucedió en el trono Felipe lII el atrevido (le hardi), quien fue manejado
por su tío Carlos de Anjou, preocupado por sus posesiones en el Mediterráneo.
La característica más distintiva de su reinado fue el ascenso de la burguesía a los
puestos clave de la embrionaria administración pública.
Felipe IV el hermoso (le bel) fue quizás el monarca más significativo de Fran-
cia. Uno de los hechos más destacados de su reinado fue el proceso seguido a
la Orden del Temple, que inició el propio rey en 1307, quien después de co-
15 Pirenne, H. Historia de Europa desde las invasiones al siglo XVI, México, F.C.E., 1942, p. 250.
Véase los consejos reales a su hijo en apéndice doc. 80.
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LA CRISIS DEL SIGLO XIV
16
Reglá, J. op. cit., t. 11, p. 166.
393
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
La situación en Inglaterra
17 Hampe, C. La Alta Edad Media occidental en: Goetz, W. Historia universal, Madrid, Espasa
Calpe, 1959, t. lll, p. 568.
18
Reglá, J. op. cit., t. 11, p. 75.
394
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
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fORMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
Para Inglaterra, en cambio, esta batalla señaló el fin del intento absolutista
de los Plantagenet porque el rey, al querer resarcirse por nuevos impuestos de
la derrota, se enfrentó con un planteo de la nobleza; ésta obligó al monarca a
firmar, el 15 de junio de 1215 en el campo de Runnimede, cerca de Windsor,
una serie de concesiones a favor de la nobleza que se conocen como la Carta
Magna (Magna Charta) (apéndice doc. 105). "El principio del voto del impuesto
por parte de la nación -que establecía- constituye el fondo esencial de la
Carta Magna, y en este sentido es la base del primer gobierno libre que Europa
ha conocido"21 •
Para asegurarse estas concesiones los nobles obligaron al rey a despedir a
sus consejeros franceses y veinticinco grandes fueron encargados de la custo-
dia real, refugiándolo en la isla de Wight. Más tarde el monarca acudió al
Papa, como a su señor feudal, y obtuvo la anulación de la Carta, pero luego
fue reestablecida.
Estas posiciones de la nobleza quedaron fortalecidas cuando el noble Simón
de Montfort, en 1268 y al mando de una serie de señores feudales, convocó un
parlamento e impuso al nuevo monarca una serie de provisiones, conocidas como
los Estatutos de Oxford (Provisions d'Oxford). Por vez primera se convocó no
sólo a los caballeros, sino también a los representantes de la población urbana
y rural; Montfort es recordado por haber puesto las bases para la posterior evo-
lución de la Casa de los Comunes. Cabe agregar que la paz fue obtenida en
época de San Luis de Francia y la segunda parte de las acciones - o guerra de
los Cien Años- estalló en 1337.
396
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
397
foRMACION DE LA CULTURA OCCIDENTAL
26 Son contemporáneas las revueltas de los ciompi en Florencia, de los tejedores de Brujas
y Gante, de los campesinos ingleses. Véase Holmes, Georges. Europa: jerarquía y rwuelta.
1320-1450, Madrid, Siglo XXI, 1978, p. 152 ss.
27 Véase Dupuy, Micheline. El Príncipe Negro. Eduardo, se;lorde Aquitania, Madrid, Espasa Calpe,
1973.
398
LA CRISIS DEL SIGLO XIV
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El surgimiento de España .
A comienzos del siglo XIII, una vez reconquistada gran parte de la península
ibérica de manos musulmanas -como señaláramos precedentemente-, dos
reinos acentuaban su hegemonía mientras se fortalecía el poder real ante la no-
bleza: Castilla y Aragón.
La monarquía catalano~aragonesa, fijados los límites con la vecina Castilla,
dirigió sus principales esfuerzos hacia la constitución de un imperio pirenaico
y más adelante con Jaime I aceptó la derrota de Muret2 8 y se reorientó hacia la
vertiente mediterránea y meridional. Así, tras la conquista de Valencia (Valen-
tia), los aragoneses llegaron al Mediterráneo y a Sicilia, donde establecieron
una familia reinante aprovechando el vacío producido por la desaparición de la
dinastía de los Staufer.
A su vez, en 1248, Fernando 111 el santo de Castilla ocupó Sevilla, la última
gran ciudad mora en el sur de la península. De este modo quedaba despejado el
camino al Africa y poco más tarde vascos y castellanos, que en el siglo XIII
transportaban vinos de Francia a Inglaterra, al ser despojados por ésta del do-
minio de los mares en el norte, se lanzaron a la aventura, pero navegando por
el Atlántico. No fue casual que en 1492 coincidiera la reconquista de Granada
con el primer viaje hacia el Nuevo Mundo. Así se cerró la reconquista española
y el espíritu de cruzada se lanzó a través de los mares, al descubrimiento, colo-
nización y cristianización de América29 •
28 En 1213 por Simón de Montfort, en plena cruzada contra los albigenses, apoyados por
Pedro 11 de Aragón -padre de Jaime 1- en defensa de sus intereses feudales. ·
29 Véase Sierra, Vicente. El sentido misional de la conquista de América, Bs. As., Dictio, 1980.
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30 Isabel 1 fue jurada reina de Castilla en 1474 y Fernando 11 lo fue de Aragón en 1479.
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31 Lo hizo en los siguientes términos: "Yo, Celestino V, Papa, impulsado por varias razo-
nes legítimas, por el anhelo de un estado más humilde y una vida más perfecta, por el
temor de violentar mi conciencia, por la convicción de mi propia flaqueza e incapaci-
dad, considerando asimismo la malicia de los hombres y mi propia fragilidad, deseando
la paz y los consuelos espirituales de que he gozado antes de mi elevación, libremente
y motu propio renuncio al Soberano Pontificado y hago abandono de las dignidades y
funciones inherentes. Desde ahora confiero plenos poderes al Colegio de Cardenales
para que elija por los medios canónicos y solamente por ellos, un pastor para la Iglesia
universal".
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Unam Sanctam (apéndice doc. 120), en la que reafirmaba los poderes tempo-
rales del Pontífice.
Por sugerencia del canciller Pedro Flotte, el 11 de febrero de 1302, Felipe
IV hizo quemar en público la bula pontificia sentando uno de los precedentes
del galicanismo. Como vimos precedentemente esta actitud del monarca fran-
cés y sus jurisconsultos fue legitimada mediante la reunión de los Estados Ge-
nerales, con la participación por vez primera del tercer Estado; quienes respal-
daron unánimemente la decisión real.
Felipe IV escribió al papa: "Felipe, por la gracia de Dios, rey de Francia, a
Bonifacio, titulado Papa, poco o nada de salud. Sabed, hombre extravagante,
que en cuanto a lo temporal Nos no estamos sometidos a nadie; que la colación
de los beneficios nos pertenece por el derecho de nuestra corona, y que los
frutos de estos beneficios son nuestros; que las provisiones que hemos dado y
que daremos en lo sucesivo son válidas así para lo pasado como en cuanto al
porvenir y que estamos resueltos a mantener en su posición a los que hemos
colocado en ella. Los que crean otra cosa serán tenidos por locos o insensatos".
En la cuaresma del 1303, en una asamblea reunida en el Louvre, Guillermo
de Nogaret presentó una demanda contra Bonifacio acusándolo, según todas
las formalidades jurídicas, de los mayores crímenes capaces de excluir del Pon-
tificado; entre otros incluía usurpación de esta dignidad, herejía manifiesta y
simonía pública y notoria, y pedía la convocatoria de un Concilio general para
eliminar al intruso y dar a la Iglesia universal un pastor legítimo. Finalmente
Nogaret partió, al frente de trescientos caballeros y muchas compañías de in-
fantes, y el 7 de setiembre de 1303 se presentó delante de la ciudad de Anagni,
donde el Papa se ocupaba de negocios mientras preparaba una nueva bula en la
que afirmaba que tenía poder de regif a los reyes de la tierra con vara de hierro
y romperlos cual vasos de tierra y, finalmente, excomulgaba al monarca.
Nogaret penetró en la ciudad y se presentó en la sala pontificia ante Boni-
facio -revestido con solemnes vestiduras- anunciándole su acusación y el
procedimiento llevado contra él en Francia; que al no haberse defendido lo con-
sideraba convicto y lo prendía para llevarlo ante un Concilio que lo juzgaría en
Lyon.
Los ciudadanos de Anagni, indignados, libertaron al Papa, pero éste murió
pocos días más tarde. Fue elegido para reemplazarlo el cardenal Bocassino, quien
tomó el nombre de Benedicto XI (Benedictus), pero murió envenenado al cabo
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de sólo ocho meses; la sede papal permaneció vacante once meses por las divi-
siones entre los prelados favorables al papa muerto y los adeptos al monarca
francés.
32 Cabe recordar que Burdeos había sido ocupada por los ingleses en 1303.
33 Para el estado de la ciudad de Roma véase apéndice doc. 108.
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por las presiones y violencias externas y eligieran como Papa al joven y contro-
vertido obispo Roberto de Ginebra, quien se denominó Clemente VII.
Fracasado el intento de ocupar Roma, el nuevo Papa se instaló nuevamente
en Avignon. De este modo se inició la división del Papado que duró treinta y
nueve años y que se conoce como el cisma de Occidente. La crisis fue de tal
gravedad que los reyes y prelados se dividieron entre ambos Papas -el de Roma
y el de Avignon- y resultaba muy difícil definir cuál de ellos era el legítimo.
A partir de esta división, más que la mención de los diferentes Papas que se
fueron sucediendo en cada sede, resultan de interés los intentos de rehacer la
unidad eclesiástica de la Cristiandad, por la que lucharon muchos pensadores
y políticos de ambos grupos.
Consultada la Universidad de París, sus integrantes propusieron tres solu-
ciones: la abdicación voluntaria, el arbitraje o la convocatoria a un Concilio
general de toda la lglesia 34 •
El primer intento fracasó por la escasa disposición de ambos pontífices
que pretendían que sus opositores aceptasen previamente la licitud de su de-
signación. Ello llevó a la convocatoria, en 1409, de un sínodo en Pisa que, al
haber fracasado la vía de la cesión de cada Papa, nació acéfalo y llevó a los
prelados presentes a convocar a ambos Pontífices, declararlos contumaces al
no haberse presentado y en consecuencia, ante la sede teóricamente vacante,
eligieron un nuevo Papa -Alejandro V (Alexander)-, agravando el cisma
en la medida que ahora había tres Papas.
Ante el fracaso, el emperador Segismundo (Zigmund) logró convencer al
entonces Papa Juan XXIII (lohannes) 35 de convocar un Concilio para concluir
con el cisma. Este se reunió en Constanza en 1414 y pese a la huida del propio
Papa convocante -temeroso de su posición que se le había tornado desfavo-
rable-, la reunión no fue disuelta por el triunfo de las tesis conciliaristas 36 de
algunos de sus integrantes.
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La crisis religiosa
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De lullen = cantar quedamente.
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42 Llorca- García Villoslada y Montalbán. Historia de la Iglesia Católica, Madrid, B.A.C., 1967,
t. 111, p. 286.
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La peste negra
43 Véase Sendrail, Marcel. Historia cultural de la enfermedad, Madrid, Espasa Calpe, 1983; y
Romano, R. y Tenenti, A. Losf1mdamentos del mundo moderno, Madrid, Siglo XXI, 1975.
44 Véase su descripción en Bocaccio y en otros autores de la época. Apéndice doc. 130 y
131.
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que en todo el reino de Francia corría la moneda desvalorizada y cada día ba-
jaba más su valor. A veces no se podía sembrar y, no recogiéndose las cosechas,
las miserias y el hambre, se agravaban y recrudecían" 45 •
Además del relajamiento general de las costumbres se observaron curiosas
reacciones como la danza macabra en las plazas. Uno de los espectáculos
más llamativos fue el recrudecimiento de la idea apocalíptica y la aparición
de los flagelantes que un cronista de la época describe de este modo: "En este
año de 1 349 surgió en Alemania una secta pestífera que se decía flagelantes,
penitentes y crucíferos. La integraba~-pe;sonas doctas e indoctas, nobles y
plebeyas, sin distinción de clases, y, saliendo de su patria, bajo el estandarte
del crucifijo, sin detenerse nunca dos noches en el mismo lugar, fuera de los
domingos, al cabo de treinta y dos días y medio regresaban a sus casas. Ha-
cían la penitencia todos los días mañana y tarde, desnudando sus cuerpos hasta
la cintura; y se flagelaban con azotes nudosos, erizados de pinchos, golpeán-
dose con tres cordeles; y a cada golpe saltaba la sangre. Tenían éstos su guías,
que solían ser sus párrocos o religiosos mendicantes. Llegó esta secta a tal
Jocllrn_que creíanlrncer·milagros y expulsar a los demonios. Daban fe de ésto
las mujeres que iban con ellos. Tenían su canto especial, que cantaban al fla-
gelarse cayendo de bruces sobre la tierra una y otra vez y levantándose, con
lo que movían a lágrimas a los espectadores. Esta secta empezó en la Alema-
nia superior, pasando luego a la inferior y a las tierras vecinas de Francia,
conservando los mismos cantos, melodías y gestos. Y amenazaban, que si el
clero les ponía veto, acudirían a la violencia" 46 • Los intentos de las autorida-
des eclesiásticas por contenerlos fracasaron en la mayoría de los casos, de-
biendo actuar con dureza la autoridad secular.
45 Cit. Llorca-García Villoslada- Montalbán, op. cit., t. 111, pp. 106-107. Para la persisten-
cia del hambre véase apéndice doc. 129.
46 Cit. ídem, t. 111, pp. 107-108. Apéndice doc. 131.
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