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Escolar
La violencia es un concepto complejo que abarca una amplia variedad de eventos difíciles de
comprender en su totalidad. En este contexto, Carina Kaplan (2006) subraya la importancia de
hablar de "violencias" en lugar de simplemente "violencia", ya que sus manifestaciones y
significados varían ampliamente según el contexto en el que se manifiestan.
Es crucial desglosar los términos que componen el concepto "violencia escolar" para comprender
mejor las múltiples facetas que abarca. En consecuencia, es pertinente cuestionar si la violencia es
realmente una característica inherente a las escuelas. A menudo, las manifestaciones de violencia
en contextos escolares tienden a normalizarse, pero en realidad, no son intrínsecas a las
instituciones educativas. En la mayoría de los casos, su origen no se encuentra en la escuela, y este
entorno es solo uno de los lugares donde se manifiestan. Lo que se observa en las escuelas es una
expresión de la violencia presente en la sociedad en su conjunto.
Es relevante señalar que conflicto no es sinónimo de violencia, aunque es cierto que la falta de
abordaje y mediación de conflictos latentes, ya sea entre individuos, grupos o instituciones, tiende
a aumentar la probabilidad de que se manifiesten como violencia.
En este sentido, Galende y Alonso (2005) argumentan que en la vida social, ciertas situaciones
conflictivas hacen evidentes circunstancias que ya existían en la sociedad en un estado latente,
pero que aún no habían dado señales que permitieran a las personas enfrentarlas de manera
concreta. Por lo tanto, nuestra responsabilidad no debe limitarse solo a intervenir cuando los
hechos son visibles. Es crucial reflexionar más allá de los incidentes inmediatos para estar atentos
a las señales que puedan hacer que estos problemas sean más visibles en la vida de la comunidad
escolar o la sociedad en general.
Hacer visibles las formas encubiertas de violencia y las transgresiones, otorgar importancia a las
manifestaciones menos obvias, abordar los miedos presentes en las escuelas, como el acoso y el
maltrato verbal, así como la discriminación o el estigma entre compañeros o entre docentes y
estudiantes, tanto hacia como desde las familias, es fundamental si deseamos comenzar a
encontrar respuestas adecuadas a la pregunta sobre la violencia en las escuelas. Es esencial
prestar atención, en términos generales, a las situaciones que no se ajustan a los estándares de
convivencia establecidos, como los Acuerdos Institucionales de Convivencia (AIC).
Cuando hablamos de hostigamiento, nos referimos a situaciones en las cuales uno o varios
estudiantes marginan, discriminan o maltratan sistemáticamente a sus compañeros. El
hostigamiento implica que los miembros de la comunidad escolar, en su mayoría, sufren
agresiones que generalmente no son físicas. La intervención de la institución educativa es crucial
en estos casos, especialmente cuando se trata de niños, niñas y adolescentes en proceso de
formación de su identidad y que tienen derechos que los docentes deben proteger.
Las situaciones de hostigamiento entre estudiantes en la escuela a veces se conocen como "acoso
escolar" o "bullying". Sin embargo, preferimos evitar el término "acoso escolar" ya que el acoso no
es exclusivo de la escuela y puede ocurrir en cualquier lugar. Es más apropiado hablar de "acoso
en la escuela", ya que es en este contexto donde a veces es posible identificar, cuestionar y
desnaturalizar comportamientos que causan sufrimiento.
Tampoco estamos de acuerdo con la conceptualización del "bullying", un término de origen inglés
que tiene connotaciones criminológicas y que etiqueta a quienes son agresores y a quienes son
víctimas, lo que no permite una interpretación contextual y relacional de los comportamientos y
prácticas. Es fundamental considerar a los estudiantes en su situación actual, ya que esto permite
cambios a través de la intervención de adultos.
En los últimos años, el término "bullying" ha recibido mucha atención mediática, pero debemos
mantener una perspectiva crítica y no confundir situaciones de hostigamiento prolongado con
peleas ocasionales.
El hostigamiento puede ocurrir tanto dentro como fuera de la escuela, como en el caso del
ciberhostigamiento a través de tecnologías de la información y la comunicación.
Es importante reconocer que otras personas también juegan un papel en estas situaciones, ya sea
de manera pasiva, como espectadores, o filmando y compartiendo escenas en línea. A menudo,
estas conductas de responsabilidad compartida son pasadas por alto por los adultos. Deberíamos
considerar esta dimensión del problema, la participación pasiva de otras personas, al abordar
colectivamente estas violaciones de derechos.
Las características generales del hostigamiento en la escuela incluyen agresiones repetidas hacia la
misma persona durante un período prolongado, creando expectativas de futuras agresiones,
desigualdad en las relaciones de poder, exposición física y emocional del individuo hostigado,
posibilidad de que la situación de hostigamiento se transfiera a otro estudiante, y sentimientos de
vergüenza en las víctimas que a menudo no hablan sobre ello. Estas situaciones suelen no ser
evidentes para los adultos en la institución.
Si hay lesiones, se debe proporcionar atención de primeros auxilios de inmediato y contactar a los
servicios de urgencias médicas.
Es necesario notificar a las familias, grupos de apoyo o adultos de referencia de los estudiantes
involucrados. En el caso de estudiantes adultos, se debe notificar a las personas que ellos indiquen
o soliciten.
Se deben establecer acuerdos con los actores mencionados anteriormente (grupo de convivencia)
sobre la importancia de hablar con los niños, niñas y adolescentes acerca de la resolución pacífica
de conflictos y alejarse de cualquier forma de agresión física.
Las Inspecciones mencionadas proporcionarán orientación y apoyo para llevar a cabo las acciones
planificadas por el Equipo de Conducción Institucional y el Equipo de Orientación Escolar para
abordar la situación. Si es necesario, se involucrará al Equipo Interdisciplinario Distrital.
Entre las primeras medidas a tomar, es fundamental analizar la situación en conjunto con las
personas involucradas y trabajar con el grupo de estudiantes del aula al que pertenecen.
En cada nivel o modalidad educativa, se abordará la situación y se seguirán los procedimientos
institucionales establecidos por la normativa vigente. Se sugiere la creación de espacios de
reflexión para promover y diseñar acciones de reparación del daño, cuando corresponda.
Es importante recordar que el objetivo principal es detener la violencia física y proporcionar apoyo
a las personas afectadas, involucrando a todas las partes pertinentes para resolver la situación de
manera adecuada.
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