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LICEO MODERNO ISAAC NEWTON

GUÍA DE TRABAJO

ÁREA: Sociedad ASIGNATURA: Filosofía GRADO: 11°

Relación entre sociedad y poder

Uno de los temas más importantes en la filosofía política es la


relación entre poder y sociedad, entendiendo que el poder y su
ejercicio que corresponde al gobernante es necesario para
alcanzar fines sociales.
Así pues, en este apartado conoceremos cómo Nicolás
Maquiavelo, John Locke y Jean-Jacques Rousseau afrontan este
problema.

Nicolás Maquiavelo (1469–1527)

Fue secretario de la cancillería de Estado de Florencia, conoció


de cerca la política y los hombres que la ejercían.
Sus obras políticas son El príncipe, es un libro de política práctica
y real, es decir un tratado de la política, no de la política que debe
ser, y Los discursos, donde magistralmente narra la relación
entre sociedad y poder.
En El príncipe, Maquiavelo, expresa su política real de la manera
siguiente: “Me ha parecido más conveniente buscar la efectiva
verdad de las cosas, que no la imaginación de ellas. Muchos han
imaginado principados o repúblicas que no se han visto jamás, ni
se ha conocido ser verdaderos, porque hay tanta distancia de
cómo se vive a cómo se debiera vivir que aquel que deja lo que se
hace por lo que se debiera hacer, antes procura su ruina que su
conservación. En efecto, el hombre que quiere en todo hacer
profesión de bueno, ha de arruinarse entre tantos que no lo son”.
Esto refleja la tónica de su pensamiento. A Maquiavelo se le
asocia con la designación de un tipo de política que existe y
seguirá existiendo, una política guiada exclusivamente por
consideraciones de conveniencia, que emplea todos los medios,
justos o injustos, para alcanzar sus fines; poniendo todo, incluso
la patria, al servicio del político, del estadista, del partido.

Dice que son dos factores


los que determinan la
marcha de la vida humana:
la suerte (fortuna) y la
virtud personal. En este
aspecto debemos precisar
que Maquiavelo entiende
la virtud como fortaleza.
Maquiavelo admiraba la
fuerza del carácter y la capacidad para lograr el poder y
conservarlo. Admiraba al poderoso sin escrúpulos, pero hábil para
conseguir y conservar el poder. Sólo por medio de hombres así
podía asegurarse el buen gobierno en una sociedad corrompida y
decadente.
De hecho, sus obras más destacadas, El príncipe y Los discursos,
son tratados sobre la construcción del Estado y el ejercicio del
poder.
Decía Maquiavelo: Un Estado que ya se encuentra bien ordenado
sólo se mantendrá sano y saludable si es una república…, pero
para que pueda fundarse un Estado bien ordenado o para que un
Estado en desorden pueda ser reformado, se necesita en la
práctica un legislador monárquico, esto por la exigencia de
someter a los nobles. Los nobles son haraganes corrompidos, y
siempre son enemigos del orden y del gobierno civil.
Finalmente, en El príncipe propone lo que podemos denominar las
reglas o principios de la política que expondremos a continuación:
1. El príncipe debe convencerse de que los hombres son malos.
Dice Maquiavelo: De los hombres puede decirse esto: que son
ingratos, volubles, simuladores, rehuidores de peligros, ávidos de
ganancia, y, mientras les haces bien son todos tuyos… pero
cuando se te acerca la necesidad ellos se levantan contra ti.
2. El príncipe debe, si quiere mantenerse, aprender a saber no
ser bueno, y usar de esto o no usarlo según su necesidad. El
príncipe ha de ser más temido que amado, no ha de retroceder
ante la crueldad, puede quebrantar la palabra y los tratados
cuando esto no trae más que utilidad. Debe aparentar
mansedumbre, fidelidad, sinceridad y más que nada piedad; pero
sólo aparentarlo. Poseer en realidad y practicar esas virtudes,
podría incluso tornarse perjudicial.
3. Lo peor son las soluciones a medias, el vacilar entre el bien y
el mal, el derecho y la fuerza. Contra una determinada fuerza
debe el hombre oponer una fuerza igual si la quiere resistir, pero
si la quiere vencer, deberá poner en juego otra fuerza mayor.
Puedes apreciar en estos tres principios o reglas que Maquiavelo
recomienda sin límite medios inmorales e incluso fines inmorales
en el quehacer político práctico, porque la utilidad política lo
justifica y ella se convierte en norma absoluta.
John Locke (1632–1704)

Estudió en la Universidad de Oxford y escribió varias obras, entre


ellas destacan el Ensayo sobre el entendimiento humano y el
Ensayo sobre el gobierno civil y El arte de gobernar; en estos
ensayos trata particularmente el tema que nos ocupa.
Este filósofo pertenece a los seguidores del derecho natural y a
los llamados contractualistas porque sostienen el origen del
Estado en un contrato.
John Locke analiza el estado natural del hombre y lo dice con
estas palabras: Con la finalidad de comprender bien en qué
consiste el poder político y para remontarnos a su verdadera
fuente, será necesario que consideremos cuál es el estado en que
se encuentran los hombres, a saber: un estado de completa
libertad para ordenar sus actos y para disponer de sus
propiedades y de sus personas como mejor les parezca, dentro de
los límites de la ley natural sin necesidad de pedir permiso y sin
depender de la voluntad de otra persona.
Este estado natural de libertad que describe Locke era además
un estado de igualdad pues ningún hombre estaba sometido a la
voluntad de otro. Este estado de naturaleza, como él lo dice,
estaba regido por el derecho
natural que enseñaba al hombre
que al ser todos libres e iguales
nadie debía perjudicar a otro en su
vida, salud, libertad igualdad o
pertenencias.
En este estado natural descrito el
derecho natural se vuelve
inseguro, pues todo mundo podía
llevar a la práctica ese derecho y castigar por su propia mano las
infracciones; se puede advertir que esta situación produjo
grandes inconvenientes, pues el goce de los derechos naturales
se veía constantemente amenazado.
¿Qué hacer entonces? Locke responde que para evitar lo anterior
y en interés de disfrutar un goce seguro de la vida, la libertad y
la propiedad, los hombres celebraron un pacto en el que acuerdan
reunirse en comunidad y constituyen un cuerpo político en el que
acuerdan gobernase la voluntad de la mayoría. Por este contrato
cada individuo pactaba con cada uno de los demás la entrega a
la comunidad de su derecho natural, para de esa manera hacer
efectivas las normas del derecho natural y asegurarse de que
nadie invadiría la esfera de otro.

La actuación del poder legislativo está estrictamente limitada al


logro de los fines para los que fue creado: garantizar y conservar
la vida, la libertad y la propiedad.
El poder legislativo debe:
1. Gobernar con leyes establecidas y promulgadas idénticas para
el rico y para el pobre.
2. Asegurar que las leyes no tengan otro fin que el bien del
pueblo.
3. No permitir que se perciban impuestos sobre los bienes del
pueblo sin consentimiento de éste.
4. Conservar la facultad de hacer leyes y sin poder transferir esta
facultad a ninguna otra persona.
Concluye Locke diciendo que el fin del derecho no es abolir o
limitar la libertad, sino ampliarla y conservarla. Siempre que la
ley acaba empieza la tiranía.
Jean-Jacques Rousseau (1712–1778)

El problema político fundamental para Rousseau es superar el


estado primitivo, sin lo cual el género humano perecería:
precisamente en el capítulo VI de su obra El contrato social,
explica el surgimiento del pacto social para superar ese estado
primitivo o estado de naturaleza en que se encuentra el hombre.
Dice que puede enunciarse en los siguientes términos:
Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la
fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la
cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y
permanezca tan libre como antes.
Para lograr lo anterior es que cada individuo entrega sin
reservas, a la comunidad entera, todos sus derechos naturales
mediante un contrato social.
El hombre, en lugar de llevar una vida incierta y peligrosa,
consigue mediante este contrato social la seguridad, la libertad
civil y una garantía de propiedad. El hombre, mediante el contrato
social, no queda sujeto a otro hombre sino a la voluntad general,
es decir, a la voluntad de la comunidad. Cada individuo al
obedecer la voluntad general no hace sino obedecerse a sí mismo;
su voluntad se funde con la voluntad general. Cuando se formó el
Estado mediante la voluntad general se expresó por el
consentimiento unánime de los ciudadanos. Pero todas las
posteriores manifestaciones de la voluntad general han de
expresarse en forma mayoritaria.
Para Rousseau, el poder legislativo no es un organismo
representativo como un parlamento, sino que se encomienda al
pueblo exclusivamente. El pueblo constituido en cuerpo político
no puede enajenar su soberanía, ni puede ésta ser dividida o
limitada.
La ley tiene que emanar de todo el pueblo y al emanar de todo el
pueblo como expresión de la voluntad general y por esta razón
tiene que aplicarse a todos. La ley es un decreto de todo el pueblo
para todo el pueblo. De acuerdo con esto la ley no puede dirigirse
a un hombre u objeto particular. Toda ley tiene que obligar a
favorecer a todos igualmente.
Respecto al poder del soberano dice Rousseau que, aunque es
absoluto e inviolable, no puede exceder los límites de las
convenciones generales y fuera de ellas todo hombre puede
disponer a voluntad de su libertad y sus bienes; en esta limitación
de la soberanía reside una cierta garantía contra los abusos
tiránicos del poder de la mayoría.
El gobierno, según Rousseau, es simplemente una comisión para
ejecutar la voluntad de la mayoría no hay contrato entre el pueblo
y el gobierno.
Dice Rousseau: La persona pública que se constituye así, por la
unión de todas las demás, tomaba en otro tiempo el nombre de
Ciudad y hoy el de República o Cuerpo político, el cual es
denominado Estado cuando es activo, Potencia en comparación
con sus semejantes. En cuanto a los asociados, éstos toman
colectivamente el nombre de Pueblo y particularmente el de
ciudadanos como partícipes de la autoridad soberana, y súbditos
por estar sometidos a las leyes del Estado. Pero estos términos
se confunden a menudo, siendo tomados el uno por el otro.
Pues bien, este es el contractualismo de Rousseau.
Sus ideas ejercieron gran influencia sobre las doctrinas políticas
de la Revolución Francesa y ésta, lo debes saber, influyó en los
movimientos independentistas de América.
Con base en las ideas principalmente de John Locke y de Jean
Jacques Rousseau se construyeron los sistemas políticos y
jurídicos del Estado moderno que aún estamos viviendo.

ACTIVIDAD
1. Hacer lectura general del contenido de la guía escribir tres
aspectos importantes de cada autor.
2. Elaborar un esquema explicativo del autor que le
corresponda.

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