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EL PLACER DE LA CARNE

¿Es pecado el placer de la carne?

Sin duda alguna de que no hay nada de malo con saborear una buena carne de res,
de pollo, de pescado, de cordero, etc, etc. Este placer no es pecaminoso, ni es
degradante, al contrario, nos nutre y nos proporciona importantes aminoácidos
para nuestro desarrollo muscular y mental. En la Biblia Dios dio al hombre
determinadas carnes animales para que fueran consumidas. El dijo: “Todo lo que
se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas
verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis”
(Gén. 9:3,4).

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Así que Dios quiso que el hombre se gozara de la carne animal para que le sirviera
de alimento. Sentir placer por esa carne no es malo ni pecaminoso, al contrario, es
una bendición del cielo.

Placeres carnales que sí son pecaminosos

La Biblia nos dice que nuestra propia carne es nuestro talón de Aquiles, y mal
dirigida nos hace alejarnos de Dios. Pablo dice lo siguiente: “Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida
en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era
imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo
en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne
piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es
vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque
no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de él”.

La solución

Si nosotros nos dejamos seducir por las demandas insanas de nuestra propia carne,
allí sí hay un problema, porque nuestra carne quiere satisfacer deseos que son
prohibidos, como son: el adulterio, la fornicación, la borrachera, la drogadicción,
los lujos desmedidos, y cosas como éstas. El apóstol Pablo nos manda a no andar
conforme a nuestra carne, a no pensar y vivir conforme a nuestra carnalidad, sino
conforme al Espíritu de Dios. Si hacemos como Dios dice, heredaremos Su reino y
la vida eterna. “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos
de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios” (2 Cor. 7:1).

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