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CELULA

La declaración de Knox suena notablemente como la del apóstol Pablo quien reconoció
abiertamente una lucha personal con su naturaleza pecaminosa: "Porque sabemos que la ley es
espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (ADICCIONES) Y si lo que no quiero, esto hago,
apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que
mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está
en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y
si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo
hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la
ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me
lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de
este cuerpo de muerte?" (Romanos 7:14-24). PRDUNDIZAR Y BUSCAR
Pablo afirma en su carta a los Romanos que había algo "en los miembros" de su cuerpo que él llama
"mi carne", que produjo dificultad en su vida cristiana y le hizo prisionero del pecado.
os comentarios de Martín Lutero señalan que "la carne" equivale a afectos y deseos que van en
contra de Dios, no sólo en el área de la actividad sexual, sino en todos los ámbitos de la vida.
OBJETIVO: Para lograr una sólida comprensión del término "carne", es necesario examinar su uso
y definición en las Escrituras, cómo se manifiesta en la vida de creyentes y los incrédulos, las
consecuencias que produce, y cómo puede ser superada en última instancia.
DEFINICION DE CARNE

- Parte blanda, formada principalmente por los músculos, del cuerpo del ser humano y de
algunos animales.

- Pablo describe la «carne» como un poder personal con sentimiento y actividad propios (Ro.
8:5 ss; Col. 2:18), contrarios al Espíritu de Dios (Gá. 5:17, 24); actúa arbitrariamente según
sus propios instintos.

La Biblia aclara que la humanidad no empezó así. El libro de Génesis dice que la humanidad fue
creada originalmente buena y perfecta: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó" (Génesis 1:26-27). Porque Dios es perfecto, y porque un efecto siempre
representa su causa en esencia [es decir, un Dios totalmente bueno sólo puede crear cosas buenas, o
como dijo Jesús, "un buen árbol no puede producir fruto malo" (Mateo 7:18)], tanto Adán y Eva
fueron creados bien y sin pecado. Pero, cuando Adán y Eva pecaron, se corrompió su naturaleza, y
esa naturaleza fue pasada a su descendencia: "Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo
a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set" (Génesis 5:3, énfasis añadido).
Tomaron la naturaleza pecaminosa del diablo. Esto amorteció su espíritu, dañó su alma y corrompió
su cuerpo puro cambiándolo a la carne de pecado. Relacionar con la predica pasada
Dios creó el cuerpo del hombre como un vaso limpio, pero este vaso fue corrompido y convertido
en la carne en el momento de la caída cuando Satanás, como pecado personificado, está en la carne
del hombre, haciendo su hogar allí, y reinando como dueño ilegal, dominando al hombre y
obligándole a hacer lo que no le gusta. Este pecado que reside en todos los hombres, el cual es la
naturaleza maligna que no se puede cambiar, es lo que los constituye pecadores (5:19)”

El hecho de la naturaleza pecaminosa se enseña en muchos lugares en las Escrituras, tales como la
declaración de David, "He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre"
(Salmo 51:5). David no quiere decir que él era el producto de una aventura adúltera, sino que sus
padres le transmitieron una naturaleza pecaminosa.
la Biblia dice que la naturaleza del hombre, tanto física como espiritual, eran buenas, sin embargo,
ambas fueron afectadas negativamente por el pecado. El resultado final del pecado es una
naturaleza que a menudo se denomina la "carne" en las Escrituras — algo que se opone a Dios y
busca gratificación pecaminosa.
Pastor Marcos Bubek define la carne de esta manera: "La carne es una ley incorporada de fracaso,
lo que hace imposible para el hombre natural agradar o servir a Dios. Es una fuerza interior
compulsiva heredada de la caída del hombre, que se expresa en rebelión general y específica contra
Dios y Su justicia. La carne nunca puede ser reformada o mejorada. La única esperanza para
escapar de la ley de la carne es su ejecución total y su sustitución por una nueva vida en el Señor
Jesucristo".
MANIFESTACION Y LUCHA DE CARNE
"Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como
ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas
5:19-21).
Las Consecuencias de la Carne

La Biblia dice que vivir en la carne produce una serie de consecuencias desafortunadas. En primer
lugar, la Escritura declara que aquellos que viven según la carne, y que no desean cambiar o
arrepentirse de su conducta pecaminosa, experimentarán la separación de Dios en esta vida y en la
siguiente:

• "¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de
ellas es muerte." (Romanos 6:21)

• "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la
carne, viviréis" (Romanos 8:13)

• "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para
el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna"(Gálatas 6:7-8)

Además, una persona se convierte también en un esclavo de su naturaleza carnal: "¿No sabéis que si
os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea
del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" (Romanos 6:16). Esta esclavitud
siempre conduce a un estilo de vida destructivo y conducta deteriorada. Como el profeta Oseas dice,
"Porque sembraron viento, y torbellino segarán" (Oseas 8:7
El hecho es que obedecer a la carne siempre resulta en quebrar la ley moral de Dios. Sin embargo,
en un sentido muy real, una persona nunca puede romper la ley moral de Dios, aunque sin duda
puede desobedecerla. Por ejemplo, una persona puede subir en un tejado, atar un cabo alrededor de
su cuello y saltar desde el techo con la esperanza de romper la ley de gravedad. Sin embargo, pronto
aprenderá que no puede volar; él no puede violar la ley de la gravedad, y lo único que se rompe al
final es el mismo, mientras prueba la ley de la gravedad en el proceso. Lo mismo es cierto de las
acciones morales: una persona puede desobedecer la ley moral de Dios a través de una vida carnal,
pero sólo probará que la ley moral de Dios es verdadera por quebrantarse a sí misma de alguna
manera por su propio comportamiento.
Venciendo la Carne

La Biblia proporciona un proceso de tres pasos para vencer la carne y restaurarse a una relación
correcta con Dios.
1. El primer paso es un camino de honestidad donde una persona reconoce su
comportamiento pecaminoso delante de Dios. Esto implica estar de acuerdo con lo que dice
la Biblia acerca de todos los nacidos de padres humanos: las personas son pecadoras y
entran al mundo en una relación rota con el Dios que les hizo:

• "JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?" (Salmo 130:3).

• "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra
no está en nosotros" (1 Juan 1:8,10).

2. El siguiente paso es caminar en el Espíritu, que implica clamar a Dios para la salvación y
recibir Su Espíritu Santo que faculta a una persona a vivir correctamente delante de Dios y
no obedecer los deseos de la carne. Esta transformación y nueva vida se describen en varios
lugares en las Escrituras:

• "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a
sí mismo por mí" (Gálatas 2:20).

• "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo
Jesús, Señor nuestro"(Romanos 6:11).

• "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne" (Gálatas 5:16).

• "Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos"
(Gálatas 3:27).

• "Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne" (Romanos
13:14).
• "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu"
(Efesios 5:18).

• "En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti" (Salmo 119:11).

3. El último paso es un camino de muerte, donde la carne se muere de hambre de sus


deseos para que eventualmente muera. Aun cuando una persona nace de nuevo por el
Espíritu de Dios, él debe entender que aún posee la vieja naturaleza con sus deseos que
batallan con la nueva naturaleza y los deseos que provienen del Espíritu. Desde un punto de
vista práctico, el cristiano deliberadamente evita alimentar la vieja naturaleza carnal y en su
lugar practica nuevos comportamientos que son impulsados por el Espíritu:

• "Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el
amor, la paciencia, la mansedumbre" (1 Timoteo 6:11).

• "Huye también de las pasiones juveniles" (2 Timoteo 2:22).

• "Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo
para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1 Corintios 9:27).

• "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones


desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría" (Colosenses 3:5).

• "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas
5:24).

• "Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el
cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado" (Romanos 6:6).

• "Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido
por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de
vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en
la justicia y santidad de la verdad" (Efesios 4:20-24).
Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, nuestros pecados son perdonados, y somos
limpios y salvos. No obstante, ¿qué sucede con nuestra carne? ¿Puede ser reparada? ¿Acaso
somos libres de los deseos de la carne una vez que nacemos de nuevo?
La respuesta a estas preguntas es muy importante para nuestra vida cristiana. Después de ser salvos,
nuestra carne permanece exactamente igual a antes de serlo, es decir, aún es pecaminosa y llena de
concupiscencias. Esto se debe a que una vez que recibimos al Señor como nuestro
Salvador, nacimos de nuevo en nuestro espíritu humano con el Espíritu divino de Dios, pero nuestra
carne continúa siendo carne.
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6).
Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, nuestros pecados son perdonados, y somos
limpios y salvos. No obstante, ¿qué sucede con nuestra carne? ¿Puede ser reparada? ¿Acaso somos
libres de los deseos de la carne una vez que nacemos de nuevo?
La respuesta a estas preguntas es muy importante para nuestra vida cristiana. Después de ser salvos,
nuestra carne permanece exactamente igual a antes de serlo, es decir, aún es pecaminosa y llena de
concupiscencias. Esto se debe a que una vez que recibimos al Señor como nuestro
Salvador, nacimos de nuevo en nuestro espíritu humano con el Espíritu divino de Dios, pero nuestra
carne continúa siendo carne.
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6).
Mientras vivamos en esta vida física, nuestra carne permanecerá igual. Nunca mejora y nunca
cambia, no importa cuánto tiempo tengamos de ser salvos o cuánto hayamos crecido en el Señor.
Sólo podremos deshacernos de la carne cuando el Señor Jesús regrese, resucite y transfigure nuestro
cuerpo caído como Filipenses 3:20-21 nos dice:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos con anhelo al Salvador, al
Señor Jesucristo; el cual transfigurará el cuerpo de la humillación nuestra para que sea conformado
al cuerpo de la gloria Suya, según la operación de Su poder, con la cual sujeta también a Sí mismo
todas las cosas”.
La salvación completa que Dios efectúa prometida en esta palabra incluye nuestro cuerpo caído.
Pero por ahora, nuestra carne sigue siendo la carne pecaminosa.

Poseer un conocimiento adecuado es crucial

Es esencial que como creyentes tengamos un conocimiento apropiado de que nuestra carne
pecaminosa no cambia, ya que esto nos alerta del peligro que la carne representa para nosotros. El
hecho de que lo sepamos o no nos puede afectar gravemente.
Digamos que no tenemos noción de que cierta sustancia es extremadamente tóxica. Debido a que no
sabemos que es tan peligrosa, puede que no nos preocupe e incluso seamos descuidados al
manejarla, y como resultado nos hagamos daño. Pero una vez que conocemos lo que
verdaderamente es, seremos bastante cuidadosos en su manejo a fin de protegernos a nosotros
mismos.
Esto muestra el hecho de que tener el conocimiento adecuado acerca de nuestra carne puede ser
beneficioso para nosotros los creyentes, y el no tenerlo puede perjudicarnos. Es real el peligro en
que se encuentra nuestra vida espiritual debido a la carne. Y a diferencia de la sustancia tóxica en el
ejemplo anterior, nuestra carne no está fuera de nosotros como un elemento que simplemente
podemos ignorar; es parte de nosotros y está siempre presente.

La estrategia que Satanás utiliza por medio de la carne de los cristianos

Satanás le esconde a los cristianos la verdad en cuanto a la carne. Esta es su estrategia. Él desea que
pensemos que nuestra carne no es un problema después de ser salvos, o que ésta ha mejorado y que
por lo tanto, no representa un peligro para nosotros ya que hemos ido en pos de Cristo por un
tiempo. Él sabe que si pensamos de esta manera comenzaremos a bajar la guardia, y como resultado
pecaremos.
¿Qué queremos decir con “bajar la guardia”? ¿Qué significa esto en la práctica?
Supongamos que estamos seguros de que nunca cometeremos cierto pecado porque no lo hemos
hecho por mucho tiempo, o estamos seguros de que nunca lo haremos porque nunca lo hemos
cometido antes. ¿Qué sucede cuando pensamos que estamos a salvo? A menudo, nos permitiremos
estar en ciertas situaciones en las que no nos damos cuenta que nuestra carne puede ser despertada y
nos domine.
Tal vez antes de ser salvos asistíamos a bares y bebíamos con nuestros amigos. Digamos que ahora
nuestros compañeros de trabajo o nuestros amigos nos invitan a un bar. Vamos, pensando: “Ahora
que soy salvo, ya no tengo la tentación de beber”. No nos damos cuenta de que nuestra carne no ha
mejorado y que todavía es tan fuerte como lo era antes. Nuestra carne vence nuestra fuerza de
voluntad, arrastrándonos de nuevo a la misma vida que teníamos antes. Es demasiado tarde cuando
nos damos cuenta de que aún estamos sujetos a las concupiscencias de la carne.
O, si usamos otro ejemplo, sabemos que la inmoralidad tal como la fornicación es pecaminosa. Sin
embargo, quizás pensemos: “Ahora que soy cristiano, definitivamente nunca tendré un problema
con esto. Mis altos valores morales evitarán que algo suceda”. De modo que, repetidamente, ya sea
en el trabajo o en cualquier otro lugar pasamos tiempo a solas con un miembro del sexo opuesto
porque pensamos que somos inmunes a las concupiscencias de la carne. Pero, al final, ya que hemos
pasado tanto tiempo a solas, nos comportamos descuidadamente y, en un momento desprevenido,
como resultado, podemos pecar. No nos damos cuenta de que nuestra carne es mucho más fuerte
que nuestros valores morales. La carne no sólo opera en un cierto tipo de persona; opera en todos.
Cada ser humano tiene la lujuria de la carne, y cada ser humano, incluyendo al creyente, es capaz de
cometer cualquier tipo de pecado. Debido a la lujuria de la carne, podemos pecar con tan sólo estar
en el entorno equivocado.
De esta manera Satanás daña a los creyentes, una y otra vez, adormeciéndolos a fin de que no se
protejan contra la carne.
En el libro de Romanos, un libro escrito a los creyentes, Pablo claramente advierte a los creyentes a
protegerse no sólo del pecado, sino del pecado que se esconde en su propia carne.
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a las concupiscencias
del cuerpo”. (Ro. 6:12)
Si somos descuidados con nuestra carne, el pecado reinará incluso en el cuerpo de un creyente.
¡Qué tragedia!

Primero debemos ver el peligro

El primer paso que debemos tomar para no permitir que el pecado reine es ver el peligro que
representa nuestra carne. Nuestra carne caída y pecaminosa es como un animal salvaje que nunca
puede ser domado. Darle la mas mínima libertad puede causar que se escape y haga un gran daño.
Aún las cosas que vemos y escuchamos pueden despertar la carne. ¡Ciertamente necesitamos
pedirle al Señor que nos muestre la seriedad de nuestra carne, y cómo debemos protegernos de ella!
Si cedemos a la carne aunque sea un poco porque pensamos que somos fuertes y podemos vencerla,
o porque pensamos que ya no estamos sujetos a la lujuria de la carne, como consecuencia
pecaremos.
En otra entrada veremos algunas maneras prácticas en las cuales podemos cooperar con el Señor
para no permitir que el pecado gobierne en nosotros por medio de la carne. Por el momento, les
animamos a leer nuestra entrada, “Lo que dice 2 Timoteo 2:22 sobre huir de las pasiones y de qué
manera en la actualidad esto se aplica a nosotros”.
https://www.centraldesermones.com/bosquejos/1852-la-carne-vs-el-espiritu
Desde el principio de la creación vemos que el bien y el mal se oponen
entre si, por el simple hecho de ser muy diferentes. Hoy en día quizás
no se ve visiblemente a algo o a alguien que represente ante los ojos
de todos tanto el bien como el mal.
Pero si analizamos esto dentro del ámbito espiritual nos daremos
cuenta que hay dos puntos claves que caracterizan a la perfección a
estos dos polos totalmente opuestos. El bien es representado por el
ESPÍRITU y el mal es representado por la CARNE.

La batalla interna (Gálatas 5:17)


“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis..”
La carne con el espíritu se oponen entre si, para que no hagamos lo
que queramos, porque tanto el uno como el otro quieren que uno haga
lo que ellos quieren, y obviamente que sus deseos se oponen entre si.
Uno como cristiano debiera siempre dejarse guiar por el espíritu de
Dios que esta en nosotros, porque el ocuparse de Él es vida y paz,
porque la carne lleva a la muerte, ya que los que son de la carne
piensan en las cosas de la carne y los que son del espíritu piensan en
las cosas del espíritu.
 No vivimos según la carne (Romanos 8:8-9)
“y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 9 Mas
vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él.“

Nosotros los cristianos no vivimos según la carne (si es que el espíritu


de Dios mora en nosotros). Tenemos que orar y velar ya que el
espíritu está dispuesto a un área sobrenatural, ha indagar en lo
profundo de Dios.
III. La carne vs. el Espíritu – La carne es débil (Marcos 14:38)
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil.“
Pero hay que tener presente que la carne es débil y que si no somos
capaces de dominar la carne, esta nos dominara y nos destruirá hasta
llevarnos a la muerte y nunca lograremos agradara a Dios.
Todos tenemos libre albedrío de hacer o deshacer, de seguir o
renunciar a todo aquellos, pero sobre toda cosa nos juzgará Dios.

https://www.centraldesermones.com/sermones/2081-la-debilidad-de-la-carne
Muchas personas tratan de justificar su manera de vivir diciendo que “debido” a la debilidad de la carne, hoy
día no se pude ser fiel a Dios. Ellos entienden que el problema o la razón de su situación personal es “externa”
a ellos, por ejemplo: Los programas de televisión, los compañeros de trabajo o escuela, familiares, otros.

La realidad es que el problema comienza por y en nosotros mismos. La Biblia dice en Romanos 7:21 Así que,
queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios; 23pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que
me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte? 25Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo
a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Tenemos que comenzar, aceptando como realidad, que el problema se origina en nosotros
mismos, y debemos dejar, el tratar de justificarle a Dios, la razón por la cual no podemos vencer
nuestros deseos carnales.
La Biblia nos señala que los deseos, pasiones y placeres de la carne, tienen como resultado final la
muerte y separación de Dios (Santiago 1:15 Entonces la concupiscencia, después que ha
concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.; Romanos 6:23;
Romanos 3:23). También menciona que no combatir esos deseos hace que la carne y el pecado
nos esclavice (Juan 8:34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace
pecado, esclavo es del pecado. /ejemplo judy, esclavizada a PEREZA, debilidad a sentimientos)
La Biblia nos dice que no permitamos o proveamos que el pecado y los deseos de la carne reinen en nuestros
cuerpos (Romanos 13:14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Romanos 6:12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias;)

Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará. 8Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

II. ¿CÓMO VENCEREMOS? ROMANOS 8:37ANTES, EN TODAS ESTAS COSAS SOMOS MÁS
QUE VENCEDORES POR MEDIO DE AQUEL QUE NOS AMÓ.
A. ESTAR EN CRISTO.

Hay varios puntos importantes que deben ser observados cuando se estudia lo que la Biblia dice respecto a la
vida espiritual o en el espíritu. 1) No es una opción sino una orden. 2) No es solamente para los que ejercen
cargos o tienen responsabilidades. Debemos estar claros, cuando finalicemos este estudio, que la vida en el
espíritu es lo que Dios espera de todos sus hijos.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Romanos 7:24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? FALTA POR REVISAR
https://www.generacionpentecostal.com/como-vivir-en-el-espiritu-y-no-en-la-carne/
Así que todos nosotros estábamos en los lomos de Adán, es por esta razón,
que todos nacimos bajo pecado y todos quedamos bajo esa condenación.

El hombre comenzó a hacer cosas desagradables delante Dios porque el


pecado lo dominaba.

El pecado comenzó a someterlo y el hombre no comenzó a hacer lo que


quería, sino lo que él pecado lo llevaba a hacer, porque se despertaron
deseos en la parte humana del hombre.

Y es aquí, donde se despierta la concupiscencia, Adán traspasó el límite y


cuando él peca lo que antes era normal entre ellos.

Ahora ya lo ve como algo extraño y por eso, busca la manera de


esconderse de su desnudez.

La Biblia dice, que así como el pecado vino y pasó a todos los hombres,
pero dice, por la obediencia de uno los muchos serán constituidos
justos, el pecado contaminó a todos.

Vino uno semejante a Adán, pero este vino sin pecado, que por su
obediencia y su justicia todos los que creemos en él tendremos vida.

Tenemos una cimiente divina porque fuimos engendrados por el espíritu, y


no por cualquier espíritu, sino por el Espíritu Santo.

Cuando hablamos de este, no hablamos de algo aparte, estamos hablando


del mismo Dios. Así que, tenemos una cimiente divina que es aquella nos
da vida, vida eterna.

Andar en el espíritu es llevar una vida nueva ya no dominado según los


deseos de la carne sino guiados por el espíritu.

Así que, por ser engendrados por Cristo tenemos una cimiente espiritual,
así que nuestro hombre carnal quedó crucificado.

Sin embargo, en la iglesia tendemos a creer que cuando una persona ora y
ayuna pensamos que es espiritual pero no la obra del espíritu.
Una persona espiritual da frutos, la mentira, el engaño, la fornicación no
son frutos del Espíritu Santo y quien practica esto, no tiene comunión con
Dios.

En nuestra iglesia no puede haber divisiones porque el espíritu no divide, el


espíritu busca la comunión de los santos y es lo que Dios cada día quiere,
que no hallan contiendas en el pueblo de Dios.

La palabra de Dios es donde nosotros nos podemos mirar, analizarnos y


determinar cómo está nuestra vida espiritual.

La Biblia dice, que los frutos del espíritu son: amor, paz, gozo,
paciencia, mansedumbre y templanza.

Cómo humanos cuando se presenta alguna situación difícil tenemos ese


impulso de quizás, actuar según la carne.

Pero el hombre espiritual puede dominarlo porque el fruto del espíritu es


paz, puede perdonar, puede amar, eso es el hombre espiritual.

Vivir en el espíritu es no satisfacer los deseos de la carne sino rechazar el


pecado y gozarse de la bendición de Dios, llevar una vida agradable con los
hermanos de la iglesia, vivir en comunión.

Hoy en día el hombre vive de muchas emociones, suenan los tambores,


todos saltan y brincamos cantando.

Pero dejaron de sonar los tambores y queda un silencio, se predica un


mensaje que hay un Dios que toca nuestros sentimientos, todos se tiran,
lloran en el altar y hasta les puede parecer un lindo mensaje.

Pero cuando salen de allí, afuera lo qué hay es pleito, contiendas, divisiones
y en la casa muchos problemas.

Somos una iglesia que canta, que entona bien los himnos, pero no es una
iglesia dominada por el espíritu.

Porque si hay pleitos, una iglesia bajo la unción del Espíritu Santo los sabe
arreglar, porque es el espíritu del poder para perdonar pecados.
No podemos evitar que haya ofensas porque siempre las habrán, no
podemos evitar que alguien se equivoque porque siempre los habrá.

Pero que sea un hombre espiritual no quiere decir, que no se equivoque,


cuando se equivoca sabe reconocer, busca y se arrepiente porque quiere
estar en paz con Dios.

Quiere estar en comunión con Dios, no quiere hacer su voluntad ni dejarse


dominar por la carne, quiere dejarse guiar por el espíritu.

No puede haber ofensas que pasen, que transciendan porque cuando al


hombre espiritual lo ofenden sabe perdonar, no guarda odio porque la
carne busca los impulsos.

Pero el espíritu domina y cuando es ofendido sabe que hay alguien dentro
de él que lo guía de gozo, paz, amor, paciencia y mansedumbre.

El verdadero hombre espiritual mira más allá de las ofensas y sabe


perdonar, una persona que anda en el espíritu toma esa ofensa y la
somete, cuando el espíritu es amor, perdonador, él lo abraza.(TESTIMONIO
DE LOS CASOS DE MUERTE)

No podemos seguir viviendo de la misma manera, nosotros como iglesia


fuimos llamados para dar del espíritu, para vivir en el espíritu y no en la
carne.

No podemos vivir de cualquier manera, debemos dejar que el Señor dirija


nuestra vida, permitir que ese espíritu siempre more en nosotros.

Cada uno de nosotros sabe y conoce la importancia de agradar a Dios,


debemos vivir bajo la voluntad de Dios la cual es buena, agradable y
perfecta.

Sabemos que los únicos que pueden entrar al cielo son los santos, los
limpios, los que practican la justicia, y es lo debemos de tratar de buscar
siempre, porque sin santidad nadie verá al Señor.
https://www.monografias.com/trabajos91/v-lucha-interior-del-cristiano/v-lucha-interior-del-
cristiano

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