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Aspiración (Veintimilla)
de Dolores Veintimilla
La noche y mi dolor
de Dolores Veintimilla
El negro manto que la noche umbría
Tiende en el mundo a descansar convida,
Su cuerpo extiende ya en la tierra fría
Cansado el pobre y su dolor olvida.
El amor nuevo
Todo amor nuevo que aparece
nos ilumina la existencia,
nos la perfuma y enflorece.
CARICIA
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...
Gabriela Mistral.
¿QUÉ LES QUEDA A LOS JÓVENES?
Vuelve a mis ojos óptica ilusión
La noche y mi dolor
(Versión incompleta y modificada por terceros)
Juventud, divino tesoro Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
Juventud, divino tesoro, con sus dientes el corazón.
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro Poniendo en un amor de exceso
y a veces lloro sin querer la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
Plural ha sido la celeste síntesis de la eternidad;
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, y de nuestra carne ligera
en este mundo de duelo y de aflicción. imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
Miraba como el alba pura; y la carne acaban también…
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura Juventud, divino tesoro,
hecha de noche y de dolor. ¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
Yo era tímido como un niño. y a veces lloro sin querer.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño, ¡Y las demás! En tantos
Herodías y Salomé… climas, en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
Juventud, divino tesoro, fantasmas de mi corazón.
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro… En vano busqué a la princesa
y a veces lloro sin querer… que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
Y más consoladora y más ¡Ya no hay princesa que cantar!
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva Mas a pesar del tiempo
cual no pensé encontrar jamás. terco, mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco a los
Pues a su continua ternura rosales del jardín…
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura Juventud, divino tesoro,
una bacante se envolvía… ¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
En sus brazos tomó mi ensueño y a veces lloro sin querer…
y lo arrulló como a un bebé… ¡Mas es mía el Alba de oro!
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe… Rubén Darío.
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Noches de la niñez encantadora
Llegó lo indefinido,
días de la niñez ¡qué paraíso!
Aquellos en la vida, únicas horas, lo encantador, lo oculto de la vida,
en que la madre con pasión nos quiso.
la locura febril que había nacido
¡Oh qué incansables juegos abriendo al corazón, la dulce herida;
en qué patios y llanuras y caminos!
Del bajo mundo a la perfidia ciegos
eran arcano aún nuestros destinos. el oscilar febril, pero distinto
¡Inocencia feliz, edén del alma! del pecho que, cual péndulo, palpita,
A todo indiferentes, el amor, el instinto
gustamos, sin saberlo, aquella calma
que es cielo de las almas inocentes. que surge y que se agita.
De la ballena altiva
salió Jonás y del sepulcro sale
Lázaro, imagen viva
que al desengaño humano vela y vale;
cuando en su imagen muerta y viva viere
que quien nace una vez dos veces muere.
tanto a nivel de su historia literaria como desde el punto de las luchas de las reivindicaciones
romanticismo del país sino también es el baluarte de todas aquellas mujeres dedicadas a la
empresa de luchar por los más desprotegidos. Su nombre está ligado a la poesía ecuatoriana, a
Resumen María Dolores Veintimilla de Galindo (1829-1857) fue una poeta ecuatoriana de
un espíritu rebelde y apasionado que desafió los valores clasistas, racistas y patriarcales
heredados del colonialismo español. Sus poemas románticos se caracterizan por su
intensidad, cada verso crea un espacio poético, subjetivo donde puede expresar su propio
deseo. Los pocos poemas y panfletos, que sobrevivieron la corta y tempestuosa vida de la
poeta, cantan al amor, al desencanto y a la traición. Además sus versos revelan su
sufrimiento y su soledad: Dolores Veintimilla fue una mujer víctima de su tiempo. Los
panfletos que escribió en defensa del indio Tiburcio Lucero dieron origen a una campaña
calumniadora que terminó por llevarle al suicidio. Su vida fue una vida desgarrada entre su
querer ser y la realidad social que le tocó enfrentar. Su carácter combativo la califica entre
las mujeres más polémicas del Ecuador, pues fue una ardiente defensora de la igualdad
social y de la abolición de la pena de muerte. Sus obras románticas son un legado de su
lucha contra los valores patriarcales del siglo XIX en Ecuador.
Pese a ser acosada por los prejuicios sociales, los roles, el machismo, la violencia, ella hizo de su vida
una vocación literaria. En su corta vida fue creadora de inspirados poemas y trabajos literarios, el poema
que más se le conoce es Quejas. Generacionalmente Dolores inaguró el romanticismo en el Ecuador,
cerrando el neoclasismo.
Manuela Espejo. “Hay dos maneras de difundir la luz, ser lámpara que la emite o un espejo
que la refleja” Manuela Espejo En plena paradoja con su protagonismo existe poca
información histórica respecto de esta gran mujer. Surge la elucubración de que su figura
estuvo a la sombra de su hermano (Eugenio Espejo); sin embargo hay que reconocer que su
protagonismo si bien tuvo aporte ideológico, transgredió el protagonismo de la mujer en la
época a través de la escritura y su estrecha relación con las labores médicas que se hacían
en los lugares más desposeídos. Manuela no tuvo un reconocimiento durante, ni décadas
después de su fallecimiento.
Fue la primera mujer en hacer una publicación para el periódico: “Primicias de la cultura de
Quito”, logró hacerlo bajo el seudónimo de Erophilia, “amiga de la sabiduría y el amor”,
nombre que usaba su hermano para tratarla en momentos de cercanía. Dentro de las pocas
fuentes genuinas que se tiene sobre el personaje histórico de Manuela Espejo debo rescatar
la narrativa del escritor Carlos Paladines, quien hace un estudio biográfico sobre esta
hegemónica figura femenina. En su libro Erophilia: conjeturas sobre Manuela Espejo
(2001) menciona que: De todas las facetas de Manuela, hay una poco considerada
“olvidada”. Ella, la primera periodista de la Real Audiencia de Quito, la primera mujer que
se atrevió a escribir en público, la primera que enfrentó a su medio con la palabra, que trató
de pasar de lo oral a lo escrito,que plantó una ruptura con la tradición verbalista de ese
entonces, a su vez fue de las primeras víctimas del siencio de la prensa. Su columna no
pudo mantenerse mucho tiempo y al igual que el primer periódico de la Audiencia, a sus
palabras se las llevó el viento” (p. 21) En el marco del desenvolvimiento político Manuela
fue determinante, mantenía un discurso de equidad y no solo de género, para ella la
obtención de títulos para postular en cargos públicos no era más que una estampa que no
garantizaba un óptimo desempeño. Luchó porque las “las faldas” (término con que en la
colonia generalizaban a las mujeres) entren en los espacios universitarios. En la misma
narrativa de Carlos Paladines (2001) se describe la ideología de Manuela Espejo: “Para
Manuela era una exigencia de la hora y una ilusión, empujar el proceso de emancipación de
la mujer no solo en la esfera subjetiva sino también en la institucional. Según ella hacía
falta que algunas de ellas penetren y copen diversas actividades de la vida pública y
política; se alejen de los formalismos tan propios de los grupos aristocratizantes, tan densos
y pesados en el clima social de aquel entonces; no reduzcan su actividad a los quehaceres
de la casa; no sometan el propio juicio al ajeno, aunque sea el del esposo; no rechacen su
cuerpo y sus sentidos y reformulen lo erótico y la estética de una Audiencia aun signada en
estos campos por lo moral y religioso. En la sociedad colonial de aquel entonces esto fue un
paso significativo y supuso una forma de acceder a campos que habían sido vedados a la
mujer, por supuesto iniciar un proceso que en alguna forma y a lo largo plazo permitiría
igualar las oportunidades, el trato y los conocimientos entre ambos sexos. En esta larga
batalla estaba Manuela” (p. 32)
Matilde Hidalgo de Procel,
pionera del voto femenino en
Hispanoamérica
Niña precoz en el aprendizaje, rompió barreras
académicas y sociales prohibidas para las mujeres al
decidir seguir estudiando y ejercer el voto en unas
elecciones presidenciales
Matilde Hidalgo Navarro se adelantó un siglo a su tiempo para luchar, con
constancia, tenacidad y sobre todo inteligencia, contra las desigualdades y
las imposiciones clasistas y extremadamente conservadoras de su época.
Fue una revolucionaria y una pionera silenciosa que vio con claridad que la
igualdad y los derechos de las mujeres se podían conquistar desde el
sentido común y con los hechos, no solo con las palabras.
Entusiasmada por el aprendizaje, demostró que para lograr la igualdad
primero hay que conquistar las oportunidades, y de esta forma se convirtió
en la primera joven ecuatoriana en continuar los estudios de Secundaria
hasta llegar a convertirse en la primera bachiller en Ecuador y,
posteriormente, en la primera mujer en doctorarse en Medicina.
Médico, poeta y activista por los derechos y las libertades de las mujeres,
Matilde Hidalgo Navarro nació en Loja (Ecuador), el 29 de septiembre de
1889. Fue la menor de seis hermanos en una familia de origen venezolano
con un ambiente siempre fue propicio para el aprendizaje y la cultura.
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femenino en México
Cuando era presidente del Gobierno de Ecuador José Luis Tamayo, Matilde
Hidalgo empezó a cuestionar que las mujeres no pudieran ejercer el
derecho al voto en las elecciones, y para cambiar la situación se propuso
votar ella misma. Para ello, en 1924 se acercó a inscribirse en el padrón
para las elecciones al Congreso y al Senado que se iban a celebrar, siendo
la única mujer en intentarlo. En un primer momento, la Junta Electoral se
negó a tramitar su inscripción, y la respuesta de Matilde Hidalgo de Prócel a
esta negativa fue leer, delante de los miembros del órgano electoral, el
artículo de la Constitución ecuatoriana que regulaba el derecho al voto, y
que decía que “para ser ciudadano ecuatoriano y poder ejercer el derecho al
voto el único requisito era ser mayor de 21 años y saber leer y escribir”.
Hidalgo también hizo carrera política y fue candidata del Partido Liberal a
diputada por Loja, pero aunque su candidatura fue la vencedora, un amaño
en las papeletas para que ella apareciera como suplente y que apareciese
primero un candidato masculino la relevó del puesto, aunque a pesar de
todo también fue la primera mujer en ocupar un cargo electo en el país
ecuatoriano, además de desempeñar cargos municipales, como una
concejalía y la vicepresidencia de un Ayuntamiento.