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Trabajo de Investigación

“La protección del dominio al amparo del Art. 915


del Código Civil”
Personas y Bienes - Jorge Baraona
Josefa Moncada
Jacinta Charme
Valentina Castro
Sofía Meller

1
El presente trabajo encuentra su contexto en el Libro Segundo de
nuestro Código Civil: “De los Bienes, y de su Dominio, Posesión, Uso y
Goce”. Bajo el Título XII del mismo, titulado De la Reivindicación,
encontramos el artículo 915, que cierra dicho título en los siguientes
términos: “Las reglas de este título se aplicarán contra el que poseyendo a
nombre ajeno retenga indebidamente una cosa raíz o mueble, aunque lo
haga sin ánimo de señor.”1 Al objeto de la investigación, resulta pertinente
hacer sobre él ciertas aclaraciones preliminares.

Primeramente, el dominio, según lo define el Código Civil,


corresponde a “el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer
de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o el derecho ajeno" 2. Al ser
un derecho real, le corresponde una acción real como vía de protección, así
lo dispone el Código. En este caso, estamos hablando de la acción de
dominio o acción reivindicatoria.

La reivindicación o acción de dominio de la que trata el Título VII


del Libro II, nace entonces para proteger el derecho de propiedad, y
corresponde en términos del artículo 889 del Código Civil a “la que tiene el
dueño de una cosa singular, de que no está en posesión, para que el
poseedor de ella sea condenado a restituírsela” 3. En lo que respecta a sus
requisitos, ellos se desprenden de su propia definición y son los siguientes,
a saber: a. Que se trate de una cosa susceptible de ser reivindicada; b. Que
el reivindicante sea dueño de ella, y c. Que el reivindicante esté privado de
su posesión4.

1 CHILE, Código Civil.


2 CHILE, Código Civil.
3 CHILE, Código Civil.
4 PEÑAILILLO (2007) p.299

2
En base a la lectura del tenor literal del artículo, surge la pregunta,
¿quién es el poseedor contra el cual se dirige la acción? En virtud de la
definición de posesión que nos entrega el Código en el artículo 700, el
poseedor consistiría en aquel sujeto que tiene “la tenencia de una cosa
determinada con ánimo de señor o dueño” 5, y por ende, solo se podría
accionar contra quien además de tener la cosa materialmente, tenga el
ánimo de señor o dueño sobre ella.

Cabe preguntarse precisamente en qué situaciones opera la acción, es


decir, cuándo es necesario proteger la propiedad. En base a lo anterior, se
observa que la propiedad parece verse amenazada por la falta de posesión
de la cosa, y en este respecto, dicha falta se ve determinada por la carencia
del elemento material de la posesión, vale decir, la tenencia material de la
cosa, puesto que el ánimo de señor, elemento espiritual de la posesión, no
puede ser despojado, en cuánto corresponde al “propósito de actuar como
dueño o propietario de una cosa”6, propósito que no puede crearse y residir
si no en la interioridad del sujeto mismo, la cuál no es susceptible de ser
enajenada.

Sin embargo, la tenencia material propiamente tal si puede ser


ostentada por otro sin que se pierda la posesión, pues el Código toma como
poseedor al dueño o el que se da por tal, sea que este tenga la cosa por sí
mismo, o sea que otra persona la tenga en lugar y a nombre de él. Esto es
concordante con el artículo 725, pues dispone lo siguiente: “El poseedor
conserva la posesión, aunque transfiera la tenencia de la cosa, dándola en
arriendo, comodato, prenda, depósito, usufructo o a cualquiera otro título
no translaticio de dominio.”7

5 CHILE, Código Civil.


6 RAE (2023)
7 CHILE, Código Civil.

3
Entonces, la posesión se ve realmente amenazada cuando falta la
concurrencia de sus dos elementos, el corpus y el animus, o se ven, al
menos, desafiados. Lo dicho ocurre cuando la falta de tenencia de la cosa
está acompañada por una pretensión de propiedad de quién la detenta, que
desafía la de aquel que reclama la cosa como suya y no la tiene en su poder.
Todo esto se traduce en que la acción de dominio o reivindicación la
ejercerá un dueño no poseedor (toda vez que no concurren ambos
elementos de la posesión) contra el poseedor actual de la cosa, definido
anteriormente, que, por lo demás, según el Código, se reputa dueño de la
cosa8.

Así las cosas, resulta lógico que el artículo 893 consagrado en el


Título XII disponga que quién puede reivindicar es el que tiene la
propiedad plena o nuda, absoluta o fiduciaria de la cosa 9. Asimismo, el
Código en los artículos 895 y siguientes, establece que dicha acción real se
dirige solo contra el actual poseedor y, en los casos de meros tenedores,
ellos solo se ven obligados a declarar el nombre y residencia de la persona
a cuyo nombre la tiene10, es decir, el actual poseedor, precisamente para
que el dueño pueda interponer la reivindicación en contra de ese poseedor,
toda vez que no puede ejercerla contra el mero tenedor. De esta forma,
según consagra el Código, esta acción procede sólo en los casos que falten
los dos elementos de la posesión, el corpus y el animus.

Además, en la conjunción de dichos artículos se descubre la


existencia de un requisito adicional de la acción, según el cuál se requiere
que se accione en contra del poseedor actual.

8 CHILE, Código Civil.


9 CHILE, Código Civil.
10CHILE, Código Civil.

4
Ahora bien, posteriormente, al encontrarnos con la última regla del
Título de la Reivindicación, el artículo 915, se genera un problema con
respecto a todo lo anterior, toda vez que este establece la posibilidad de
ejercer la acción reivindicatoria contra el que posee a nombre ajeno, y que
incluso este puede prescindir del ánimo de dueño (“aunque lo haga sin
ánimo de señor”). Concordando con las definiciones del Código, aquel
sujeto que no tuviese animus dominis más sí la tenencia de la cosa (en
palabras del CC, “poseyendo a nombre ajeno”) corresponde al mero
tenedor. En efecto, nuestra legislación llama mera tenencia la que se ejerce
sobre una cosa, no como dueño, sino en lugar o a nombre del dueño, es
decir, es mero tenedor todo el que tiene una cosa reconociendo dominio
ajeno.11

Así, Vergara Bezanilla estima que queda de manifiesto que el que


tiene la aprehensión corpórea de la cosa, su tenencia física o material, con
ánimo de poseerla para otro o a nombre de otro -el dueño o el que se da por
tal- posee a nombre ajeno, aunque es el verdadero poseedor el que, en
rigor, posee a través de él, y es en esto precisamente, en lo que consiste la
posesión a nombre ajeno a que alude el artículo aludido. 12 Tomando esta
interpretación, se ampliaría ostensiblemente el ámbito de aplicación de la
acción en cuestión, pero parece también resultar del todo contradictoria con
las disposiciones anteriores del Título, que precisamente excluyen dirigir
dicha acción contra los meros tenedores del bien. Es aquí dónde entra en
duda la legitimación pasiva de la reivindicación, en cuánto que el artículo
que compete al presente trabajo, parece romper con la idea de que el

11 CHILE, Código Civil.


12 TAVOLARI (2010) pp. 889-900

5
demandado en un juicio civil reivindicatorio sea siempre y necesariamente
el poseedor actual de la cosa.

Por consiguiente, la aplicación de esta norma ha generado diversas


controversias e interpretaciones en los tribunales chilenos, siendo tres las
más relevantes en la jurisprudencia y las que se han de desarrollar en el
presente trabajo; a) el artículo consagra una acción reivindicatoria ante el
mero tenedor, b) la disposición refiere a una acción personal o restitutoria
especial contra el mero tenedor que retiene indebidamente la cosa, que
hacen extensible la aplicación de las normas relativas a las prestaciones
mutuas y, c) como una acción contra el poseedor que, a nombre ajeno,
retenga indebidamente la cosa, considerando las restricciones de lo
dispuesto en los artículos 719, 720 y 72113.

No obstante, antes de adentrarse de lleno en las interpretaciones del


artículo en cuestión, es preciso determinar qué se entiende por poseer a
nombre ajeno y por retención indebida de un bien, lo que conlleva
averiguar qué títulos permiten retener una cosa legítimamente.

En esta línea, poseer a nombre ajeno es simplemente tener una cosa


reconociendo que ella pertenece a otro, ello, en virtud del artículo 714 del
Código Civil. Esta idea ya se desarrolló anteriormente.

Por otro lado, el artículo, a diferencia del 889, habla de la retención


“indebida” de la cosa, presentando así un requisito adicional para que opere
esta disposición en particular. En ese sentido, Vergara Bezanilla lo presenta
en los siguientes términos: como quiera que el “poseedor a nombre ajeno”
tiene la cosa en su poder en virtud de un contrato, título o relación jurídica

13 SELMAN (2011) p. 60

6
que le da derecho a su tenencia, no se encuentra en el deber de restituir
dicha cosa mientras ese vínculo se mantenga vigente. Pero bien si el
contrato o la relación jurídica termina por alguna causa legal, o es
inoponible al verdadero dueño, y el “poseedor a nombre ajeno” se resiste a
entregar la cosa, se produce la situación prevista en el art. 915 y el sujeto
pasa a retener la cosa indebidamente porque, sin derecho, pretende
conservarla para sí, y se transforma, por tanto, en injusto detentador.14

Con ello se determina que la retención indebida no solo involucra a


quien no tiene un antecedente jurídico previo que le permite tener el bien,
sino que también a quien, aun cuando tiene un título, este no resulta
suficiente para justificar que el propietario deba respetar dicha tenencia,
como sería el caso de los títulos que no cumplen con la calidad y entidad
necesaria para oponerse al propietario.

Por lo tanto, para la jurisprudencia chilena, se retiene de manera


indebida una cosa si quien persiste en usarla carece de una causa legal que
lo justifique, pues la posesión mediata supone la existencia de un título de
mera tenencia, dado que ella implica la detentación de una cosa, no como
dueño, sino en lugar o a nombre de quien ostenta esa titularidad15.

En este punto es importante mencionar que el título puede ser


oneroso o gratuito, así como puede emanar del dueño o de un tercero 16,
pero, con todo, para que este sea válido y permita la retención legítima del
bien, este debe justificar el uso del bien que se reclama.

14TAVOLARI (2010) pp. 889-900


15 ALCALDE (2018) p. 227
16 PÉREZ (2014) pp. 398-399

7
Por ende, en vista de lo anterior, se podría establecer que el artículo
915 se aplicaría en aquellos casos en que exista una persona que retenga
una cosa sin justificación legal, y al mismo tiempo reconociendo que no le
es propia. En este sentido, y existiendo ya claridad en lo que se refieren los
preceptos de la disposición que compete, es necesario establecer cómo
aplica esto en los tribunales chilenos y, con ello, las interpretaciones que la
doctrina y la jurisprudencia han establecido frente a dicho artículo.

En primer lugar, se encuentra la tesis que permite al dueño del bien


reivindicar, excepcionalmente, contra el mero tenedor. Entendiendo, por
tanto, que es contra quien no es poseedor propiamente tal, sino sólo detenta
materialmente del bien. Ello, en virtud de una sentencia de la Corte
Suprema del 2007 que concluye que, no obstante la acción de dominio es
contra el poseedor, entendiendo la posesión en virtud del artículo 700 que
involucra el animus y corpus, la ley le confiere la acción reivindicatoria a
quien no ha perdido la posesión, pues mantiene el ánimo de señor y dueño,
pero si carece de la tenencia material, la cual es retenida indebidamente por
otro, aunque reconoce dominio ajeno17.

Lo anterior, sustentando en que, la privación injusta del dueño de la


tenencia del bien, vulnera su posesión, y por tanto, está acción protegería al
dueño frente a los injustos detenedores.

Esta teoría prepondera en la jurisprudencia actual, y ha servido para


fallar en los casos en los que se produce un vacío legal, esto, en
consideración del artículo 728, que establece que la posesión de los bienes
raíces inscritos se pierde solo en virtud de la cancelación de dicha
inscripción, ya sea por la voluntad de las partes o por decreto judicial, y por

17 SELMAN (2011) p. 60

8
tanto, el poseedor inscrito que ha perdido la materialidad del bien no reúne
los requisitos necesarios para ejercer la acción reivindicatoria 18.

Una segunda lectura de la disposición que fue iniciada por Luis


Claro Solar, para quien el artículo 915 de nuestro Código Civil no consagra
la concesión de una acción reivindicatoria para el dueño, sino la de una
acción restitutoria especial, diferente a la primera, a la que solo le serían
aplicables del Título de la Reivindicación las reglas de las prestaciones
mutuas19. En esta perspectiva el autor establece dos situaciones con
respecto a la persona que no es poseedora y se resiste a restituir la cosa a la
persona a cuyo nombre poseía; la primera hipótesis corresponde al caso de
la persona que ha entrado en la tenencia de la cosa en virtud de un contrato.
En esta situación, en caso de incumplimiento, el demandante tiene la acción
que emana del propio contrato para exigir la restitución. El demandado se
entiende de mala fe y se aplican las reglas de las prestaciones mutuas. Una
segunda hipótesis corresponde a la de aquella persona que ha entrado en la
tenencia de la cosa en virtud de un acto de un tercero, o como legatario o
heredero de un tercero, que lo obliga a entregar al demandante la cosa. Si
ello no ocurre, el demandante pedirá la restitución de la cosa de acuerdo
con ese acto o disposición testamentaria. En este caso también se aplican
las reglas de prestaciones mutuas.

De igual modo, para Fernando Rozas el artículo en cuestión sólo


establece que cuando el propietario recupera la cosa del mero tenedor, se
aplican las reglas de la reivindicación relativas a las prestaciones mutuas 20.

18 PÉREZ (2014) pp. 390- 391


19 SOLAR (1935) p. 458
20 ROZAS (1984) p. 380-382.

9
En síntesis, para esta segunda postura y parafraseando a Alessandri y
Somarriva, la disposición implica que cuando por la acción que en cada
caso se haga valer (que será distinta a la reivindicatoria), se pida la
restitución de la cosa al injusto detentador, se aplicarán en contra de este
las reglas del título de la reivindicación, pero solo las que se concilien con
la acción ejercitada, que por lo general son aquellas que se refieren a
prestaciones por deterioros frutos y mejoras.21

En el plano jurisprudencial, la Corte de Apelaciones de Santiago


resumió este criterio en los considerandos relevantes de una causa en la
cuál se entabló una acción reivindicatoria en contra de varios demandados,
acusados de haberles privado a los demandantes de la posesión material del
predio correspondiente de la siguiente forma: “Que tampoco podría
sostenerse que el artículo 915 del Código Civil que extiende las reglas de la
reivindicación al que poseyendo a nombre ajeno retenga indebidamente una
cosa raíz o mueble, aunque lo haga sin ánimo de señor, extienda la acción
de dominio al mero tenedor. En efecto, el citado artículo 915 sólo hace
aplicables las reglas sobre prestaciones mutuas, establecidas en el párrafo
4º del Título XII del Libro II del Código Civil, contra el mero tenedor que
no es poseedor, pero no le otorga la correspondiente acción en el carácter
de reivindicatoria, en razón de que el poseedor inscrito conserva la
posesión de la cosa y el tenedor de ella no tiene el ánimo de señor, aunque
resista injustamente la entrega.”22

Así las cosas, lo que pretenden establecer los partidarios de esta tesis
es que, para recuperar el dueño el bien que tenía el mero tenedor, éste sólo
podría recurrir a dicho artículo para aplicar las reglas en lo relativo a las

21ALESSANDRI Y OTROS (1997) p. 293


22 TALLERES DE ACTUALIZACIÓN DEL REPERTORIO DE LEGISLACIÓN Y JURISPRUDENCIA CHILENAS DEL
CÓDIGO CIVIL Y LEYES COMPLEMENTARIAS (2015) p.219

10
prestaciones mutuas, es decir, lo que corresponde a los frutos, deterioros y
mejoras que hubiera tenido el bien retenido23, toda vez que las prestaciones
mutuas, de acuerdo con lo señalado en el tratado de los profesores
Alessandri, Somarriva y Vodanovic, consistiesen en todos los hechos y
pagos que recíprocamente deben realizar, uno a favor de otro, reivindicador
y poseedor vencido en una reivindicación en sentido estricto. 24 La primera
obligación del poseedor vencido será la restitución de la cosa, y de ahí que
sirva la extensión de estas prestaciones en la acción personal o de
restitución contra el mero tenedor que según esta postura procede en el
caso.

En cualquier caso, la presente investigación entiende la pretensión


de este postulado en cuánto que, de constituir una excepción a la regla
general de reivindicación, ella se habría consultado en el párrafo 3° del
Título XII, precisamente destinado a especificar contra quien se puede
reivindicar. Sin embargo, se harán ciertas precisiones más adelante para
dejar en claro porque no nos adscribimos a esta tesis, y es que es del todo
evidente que una primera crítica que se puede formular es que nada dicen
sus partidarios sobre cuál es la acción que se debe interponer en cada caso,
como cuando Claro Solar habla de aquella “acción restitutoria especial” o
Alessandri y Somarriva de “aquella acción que en cada caso se haga valer”.
Así, no se consigue explicar cómo recupera primeramente el propietario la
cosa para servirse de las prestaciones mutuas, esto es, mediante qué recurso
del ordenamiento puede protegerse. En este punto, la diferencia con la
primera lectura parece “terminológica”, como sugiere la Corte de Rancagua
en Acevedo con Sociedad Aravena Hermanos Limitada 25, porque siempre
que un dueño consiga emplazar con otra acción distinta a la de dominio a

23 SELMAN (2011) p.63


24 ALESSANDRI Y OTROS (1997) p. 293
25 PÉREZ (2014) p. 390-394

11
un mero tenedor en un juicio reivindicatorio, el fallo que se dicte deberá
pronunciarse sobre la procedencia o improcedencia de las prestaciones
mutuas. Pero claramente el asunto es previo: ¿cómo emplazar a un mero
tenedor en un juicio reivindicatorio?

De todas formas, como se verá más adelante, esta segunda lectura si


presenta gran utilidad si se la compara con el juicio de precario, en donde
los jueces evitan pronunciarse sobre el tema de las prestaciones mutuas 26,
pero por sí sola, no alcanza a resolver el problema.

Por último, se presenta la tercera tesis, formulada por Javier


Barrientos Grandón, que se basa en lograr una interpretación coherente y
armónica con otras disposiciones del Código Civil Chileno. 27 Esta teoría
sostiene que una persona que posee un bien en nombre de otro y lo retiene
indebidamente puede estar sujeta a las normas contenidas en el Título XII
del Libro II del Código Civil, y todo ello, de acuerdo con el texto literal del
Artículo 915. Sin embargo, bajo sus postulados esta noción se limitaría a lo
establecido en los artículos 719 (segundo inciso), 720 y 721 del Código
Civil.28

Estos artículos, según Barrientos, son la respuesta a la interpretación


del artículo 915. Así, resulta pertinente analizar dichas disposiciones. 29

En cuanto al artículo 719, se aborda la presunción de continuidad en


la posesión de bienes en diferentes situaciones. Respecto del poseedor a
nombre ajeno, establece que si alguien ha comenzado a poseer un bien en

26 PÉREZ (2014) p. 394


27 SELMAN (2011) p.63
28 CHILE, Código Civil.
29 PÉREZ (2014) p. 394

12
nombre de otra persona, se presume que esta posesión ha continuado en el
mismo orden de cosas, sin interrupción.30

El artículo inmediatamente siguiente (720) indica que la posesión


puede ser asumida no solo por la persona que intenta adquirirla para sí
misma, sino que también por su mandatario o sus representantes legales. Es
decir, una persona puede tomar posesión de un bien no solo a su propio
nombre, sino también a nombre de alguien más si es que actúa como su
representante legal o mandatario.31

Finalmente, el artículo 721 se ocupa de las consecuencias de esta


toma de posesión de un bien a nombre de otra persona como mandante o
representante legal. En estos casos, se consagra que la posesión del
mandante o representado comienza en el acto, incluso si los primeros no lo
saben en ese momento. Esto significa que la posesión del mandante o
representado se inicia tan pronto como el mandatario o el representante
toman posesión del bien, incluso si para quién lo hacen no está al tanto de
ello en ese momento. De lo dicho, entonces, si la persona que toma
posesión a nombre de otra no es ni su mandatario ni su representante, la
posesión de la persona a nombre de quien se toma solo ocurre con su
conocimiento y aceptación, y así lo dispone el inciso segundo del mismo
artículo. Sin embargo, en este caso, la posesión se retrotraerá al momento
en que fue tomada en su nombre.32

Por lo tanto, la respuesta a la interrogante de quién puede ser


considerado un poseedor a nombre ajeno en el contexto legal, según la
teoría de Javier Barrientos, se encuentra en los artículos del Código Civil

30 CHILE, Código Civil.


31 CHILE, Código Civil.
32 CHILE, Código Civil.

13
que abordan la cuestión de la posesión;33 estos artículos indican que la
posesión puede ser ejercida por el poseedor directo, por un mandatario
designado para representar a otro, o incluso por intermedio de
representantes legales. Además, se permite que la posesión sea tomada por
alguien que no ostenta la calidad de mandatario ni de representante legal.
En este último caso, el Código establece que se presume la continuidad de
esa posesión desde el momento en que comenzó hasta el momento en que
se alega.

Sin embargo, la interpretación de Barrientos no se encuentra libre de


cuestionamientos por parte de la jurisprudencia, ya que se critica que ella
reduce de manera excesiva la aplicabilidad y el alcance del artículo 915. 34
En otras palabras, se sostiene que esta interpretación es demasiado
restrictiva, lo que da lugar a una aplicación considerablemente más limitada
de la disposición en comparación con otras teorías o interpretaciones, y ello
podría tener importantes implicaciones legales y prácticas en la aplicación
de la norma que no pueden si no ser abordadas por la doctrina.

Este cuestionamiento se argumenta principalmente desde la base de


que los artículos 719 inciso 2, 720 y 721 del Código Civil hacen referencia
a la "posesión a nombre ajeno".35 Teniendo esto en cuenta, si el artículo 915
se interpretará y aplicará exclusivamente en relación con esos casos
específicos, su utilidad práctica se vería limitada, dado que no abarcaría
una variedad de situaciones legales en las que alguien retiene
indebidamente un bien y sigue siendo necesaria la debida protección del
dominio.

33 PÉREZ (2014) p. 394


34 SELMAN (2011) p.64
35 SELMAN (2011) p.64

14
Es por todo lo expresado que el último artículo del Título de la
Reivindicación nos compete, pues no está exento de problemáticas que
irrumpen la expedita solución de los casos relativos a la propiedad.
Lamentablemente, el origen de este artículo se encuentra con ocasión del
primer examen al que fue sometido el Proyecto de 1853 por la Comisión
Revisora, por lo que no existe ninguna nota de Andrés Bello que pueda
aportar en la interpretación de la norma en base a las fuentes empleadas en
su redacción, ni de mucha claridad sobre su espíritu36.

Así las cosas, nuestra literatura civil no tiene una respuesta uniforme
sobre cómo interpretar esta regla, pero de lo que sí hay acuerdo es que el
problema típico se suscita en el caso del propietario de un inmueble que ha
sido privado de su tenencia material37. Asimismo, el problema en términos
generales aparece cuando de su lectura resulta una interpretación que no se
ajusta a otras disposiciones en el Código Civil, generando una aplicación
errónea del ordenamiento, sobre todo en temas de dominio, posesión y
acción de dominio.

Como consecuencia, corresponderá a los tribunales de justicia


determinar cuál es la manera pertinente de aplicar el artículo y, es por ello
que, resulta imprescindible para la realización del presente trabajo abordar
el tema mediante el análisis de diferentes casos jurisprudenciales en los que
se ha debatido el problema. Lo que se hará a continuación.

Como ya se ha dicho, la lectura mayoritaria que hace la


jurisprudencia actual es la que afirma que el artículo 915 significa conceder
la acción de dominio contra un mero tenedor, que se reconocerá en adelante
como el injusto detentador. Así, en su mayoría se comprende que el
36 ALCALDE (2018) p. 225
37 PÉREZ (2014) p. 389

15
artículo refiere a quien comienza a detentar a nombre ajeno un bien, para
posteriormente resistirse indebidamente de entregar la cosa a la persona a
cuyo nombre detenta. La mayoría de los autores reconoce una amplia
universalidad sobre la figura del poseedor a nombre ajeno, incluyendo, por
ejemplo, al depositario, al usufructuario, al acreedor prendario, al
arrendatario, y al comodatario.

Dicha universalidad en la concepción de la figura se explica en la


diferencia existente entre la posesión a nombre ajeno y la posesión en lugar
y a nombre de otro, que a pesar de ser figuras relacionadas, en doctrina no
son iguales. La última se refiere a una situación desarrollada en el artículo
721 del Código Civil “que remite a las reglas sobre representación del art.
1448 del Código Civil y prevista para resolver el problema del inicio de la
posesión por parte del representante”38, mientras que la posesión a nombre
ajeno, categoría más general, solamente implica la tenencia de una cosa
reconociendo que pertenece a otra persona39.

En consecuencia, la acción del artículo 915 del Código Civil podrá


ser ejercida contra todo aquel que ha recibido la cosa por un título no
traslaticio de dominio, y que, por diferentes razones no justificadas, se
niega a restituir. En este sentido, diversas sentencias afirman esta
interpretación.

La segunda sala de la Corte de Apelaciones de Rancagua, dictó


sentencia ante el dilema generado en torno a si la norma en estudio ha
establecido o no una verdadera acción reivindicatoria en contra del mero
tenedor, o solo ha hecho aplicables las normas que lógicamente se
concilian con las del título “De la Reivindicación”, señalando finalmente

38 ALCALDE (2018) p. 228


39 CHILE, Código Civil.

16
que “que excepcionalmente las reglas del Título XII del Libro II del
Código Civil se aplican en contra de aquellos que sin título o
indebidamente, retienen una cosa raíz o mueble aunque lo hagan sin ánimo
de dueño”40.

En los vistos del caso se tiene que en la comuna de San Fernando, el


dueño de una propiedad compuesta por tres fragmentos de terreno demandó
a su hija la reivindicación de una parte del inmueble, debido a que la
demandada ocupaba dicho bien raíz. Intentó pedir la restitución de la
propiedad mediante la acción de precario, pero ella finalmente resultó
desestimada porque el vínculo familiar que unía al dueño con la demandada
no constituía mera tolerancia en la ocupación, tal y como exige dicha
acción

El tribunal de primera instancia acogió la demanda, ordenando la


restitución del predio, decisión revocada por la Corte de Rancagua, que
considero que “sustenta su petición en que en la especie se trata de una
acción reivindicatoria, la que jurídicamente procede por parte de quien
detenta la calidad de dueño de un bien en contra de quien se encuentra en
posesión de él para que este sea condenado a restituir, situación que, según
aduce, no se verifica en el presente caso, ya que ella siempre ha reconocido
el dominio ajeno sobre el inmueble de autos, siendo una mera tenedora del
mismo. Lo anterior, conforme a la relación de familia que expone y en
mérito de las probanzas que dan cuenta que el inmueble le fue facilitado
para vivir en el lugar”41.

40 ARENAS CON ZÚÑIGA (2023)


41 ARENAS CON ZÚÑIGA (2023)

17
Ante este fallo, el actor interpuso un recurso de casación en el fondo
acusando infracción de los artículos 1700, 889, 895, 915 del Código Civil y
19 N°24 de la Constitución.

El recurrente sostuvo que la sentencia ordenada por la Corte de


Rancagua concluía que la demandada es mera tenedora del inmueble y que
por dicha situación se le impide acoger la acción reivindicatoria, pues
según los términos del artículo 700 del Código Civil ella debe dirigirse en
contra de quien tiene la posesión material del inmueble con ánimo de señor
y dueño (animus y corpus). Se consideró que tal conclusión de los jueces
de fondo desconocía la interpretación aclarada por la doctrina y la
jurisprudencia del artículo 915 del Código, ya que aun si la demandada era
un mero tenedor, dicho precepto convierte las reglas aplicables para la
acción de dominio, en reglas aplicables en contra del que poseyendo a
nombre ajeno retiene indebidamente una cosa raíz o mueble, aunque lo
haga sin ánimo de señor. Finalmente, “da cuenta de la violación del artículo
19 N° 24 de la Constitución Política de la República, postulando que los
sentenciadores debieron interpretar el artículo 915 del Código Civil en
armonía con aquella disposición constitucional que garantiza el derecho a
la propiedad de que es titular la parte recurrente.”42

El caso concluyó el pasado trece de marzo, cuando la Excelentísima


Corte Suprema acogió el recurso de casación en el fondo interpuesto en
contra de la sentencia dictada por la Corte de Rancagua. Considerando
declaraciones previas de dicha Corte, la Suprema estimó lo siguiente: “En
esta línea jurisprudencial el Máximo Tribunal ha aclarado que dentro del
sistema regulado por nuestro Código Civil sobre el dominio y posesión
inscrita de los bienes raíces al que ya se ha hecho somera referencia, no

42 ARENAS CON ZÚÑIGA (2023)

18
cabe duda que el dueño y poseedor inscrito de un inmueble tiene aptitud
jurídica para ejercitar la acción reivindicatoria en contra de quien detenta su
posesión material, como también lo reconoce el artículo 915 de esa
codificación.”43

En base a la sentencia generada por la Corte Suprema, se puede


considerar que el modo correcto de interpretar el artículo 915 atiende al uso
de la acción de dominio sobre la figura de cualquier mero tenedor, reputado
excepcionalmente ante la inminente necesidad de proteger el dominio del
dueño. Es decir, el que poseyendo a nombre ajeno, retiene indebidamente
una cosa raíz o mueble, sin ánimos de señor y dueño, no puede ser inmune
a la protección del título de dominio.

No es posible identificar claramente en nuestra legislación civil una


acción restitutoria genérica de los bienes que logre abordar situaciones en
las que el detentador no cumpla con los requisitos de las acciones de
dominio tipificadas. Como al comienzo de este caso, en varias ocasiones se
identifica a la acción de precario como la más cercana a cumplir este rol,
sin embargo, consideramos que esta preferencia es equívoca, ya que el
artículo 915 proporciona alternativas tanto o más atractivas. En primer
lugar, se identifica que la prueba de dominio es igual para ambos casos, es
decir, “el demandante debe probar que es más probable que el sea el
propietario del bien”44. No obstante, en cuanto al procedimiento aplicable,
la acción de dominio del artículo 915 podría tramitarse en un juicio
sumario, si se considera la tenencia del bien. Al margen de eso, al ejercer la
acción de dominio se aplican las normas de las prestaciones mutuas (frutos
y mejoras), a diferencia de lo que ocurre en la acción de precario, en la cual
solo procederá excepcionalmente cuando se esté refiriendo a las reglas del
43 ARENAS CON ZÚÑIGA (2023)
44 PÉREZ (2014) p. 418

19
poseedor de mala fe. Es en torno a lo anterior que, incentivamos el uso de
la excepción del artículo 915, que logra responder en gran medida a la
discusión enmarcada en la búsqueda de una acción restitutoria de bienes
que sea de aplicación general.

Por otro lado, al analizar la doctrina planteada por Javier Barrientos,


es posible identificar su enunciado en diversas decisiones judiciales de
Tribunales Superiores. Para efectos de este trabajo, se analizará una
sentencia emitida por la Corte de Apelaciones de Temuco el 24 de agosto
de 2005, conocida como el caso “Inzunza San Martín Ramón versus
Salazar San Martín Víctor”, y la posterior confirmación de la Corte
Suprema, invocando así demas interpretaciones minoritarias que ha tenido
la jurisprudencia sobre el artículo en cuestión.

Ramón Insunza San Martín presentó una demanda solicitando una


acción reivindicatoria contra Víctor Salazar San Martín, alegando ser
dueño de una propiedad en Huife, ubicada en la comuna de Pucón,
adquirida a través de una Resolución Definitiva del Ministerio de Bienes
Nacionales en 1988. Ramón argumentó en la demanda que su posesión
estaba respaldada por un contrato de cesión de derechos otorgado por su
abuela paterna, Orfelia Matus Estrada, cónyuge sobreviviente del dueño
original del terreno, don Carlos San Martín Opazo.45

Además, el demandante afirmó que Víctor poseía materialmente la


propiedad debido a un contrato con Prosperina San Martín Matus, con el
cual se le permitía vivir en ella. Es importante mencionar que la señora
Prosperina, al ser hija de Carlos San Martin y Orfelia Matus, tenía derechos
sobre los bienes de Carlos San Martín, junto con otros herederos. Sin

45 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

20
embargo, estos derechos no afectaban en forma alguna los que tenía doña
Orfelia, toda vez que ella era cónyuge sobreviviente de Don Carlos. 46 Esto
quiere decir que tanto como Prosperina como Orfelia tenían ciertos
derechos en relación a esos bienes.

El demandante alegó que el terreno en disputa era parte de la


herencia, cuya inscripción se canceló automáticamente a su beneficio, de
acuerdo con el D.L. 2.695.

A raíz de estos hechos, el señor Insunza solicitó en la demanda: 1)


Que se confirmará su propiedad sobre el inmueble en Huife. 2) Que se
estableciera que el demandado estaba poseyendo materialmente dicho
inmueble. 3) Que se ordenará al demandado devolver el inmueble en un
plazo de cinco días desde que la sentencia quedase firme, bajo amenaza de
ser desalojado con la asistencia de la fuerza pública. 4) Que se considerara
al demandado como poseedor de mala fe para todos los fines legales. 5)
Que se ordenara al demandado devolver todos los frutos civiles y naturales
que hubiese generado el inmueble. 6) Que se ordenara al demandado
indemnizar al demandante por todos los daños y perjuicios causados por su
ocupación. Y 7) Que el demandado fuera condenado a pagar los costos del
proceso.47

En su defensa, el demandado solicitó que la demanda fuese


rechazada en su totalidad, argumentando que el demandante no era el
propietario de la acción de dominio. Ello porque, según el demandado, el
artículo 889 del Código Civil establece que la acción de dominio sólo
puede ser ejercida por el dueño de una cosa que no está en su posesión,
para que el poseedor la restituya. En virtud de la disposición alegó que,
46 INZUNZA CON SALAZAR (2007)
47 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

21
aunque el demandante obtuvo un reconocimiento administrativo como
poseedor regular, no cumplía con el requisito de mantener la posesión
física inscrita durante un año, como lo exige el artículo 15 del Decreto Ley
2.695. Además, argumentó que el artículo 728 del Código Civil, que
prohíbe la posesión en contra de un título inscrito, no se aplica durante el
período de un año de posesión inscrita, ya que solo prohíbe la suspensión
de la prescripción, pero no su interrupción.48

El demandado también destacó que, según la inscripción en el


Registro de Propiedades del Conservador de Bienes Raíces de Pucón en
1995, la sucesión de don Carlos San Martín Opazo estaba compuesta por
sus hijos legítimos, sin perjuicio de los derechos de su cónyuge
sobreviviente. Por esto, como no había transcurrido un año de posesión
inscrita, la inscripción especial de herencia seguía siendo válida. 49

Por último, como parte de su defensa, el demandado estableció que


no era el sujeto pasivo de la acción de reivindicación ejercida. 50

Ante estos hechos, el juez subrogante del caso emitió una sentencia
en la que declaró que el actor, Ramón Insunza, era el dueño del terreno y
ordenó al demandado, Víctor Salazar, que lo restituyera dentro de cinco
días desde la ejecutoria de la sentencia, bajo amenaza de ser desalojado con
la ayuda de la fuerza pública si era necesario. Con todo, no se impuso el
pago de costas al demandado.51

48 INZUNZA CON SALAZAR (2007)


49 INZUNZA CON SALAZAR (2007)
50 INZUNZA CON SALAZAR (2007)
51 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

22
El demandado, no conforme con lo establecido por el juez
subrogante, apeló el fallo, lo que provocó que la Corte de Apelaciones de
Temuco emitiera una sentencia el 24 de agosto de 2005 que precisamente
revocó la decisión previa y rechazó la demanda en su totalidad. Además, no
se condenó al actor al pago de costas judiciales, bajo la consideración de
que tenía motivos válidos para litigar.

Finalmente, la parte demandante presentó un recurso de casación en


el fondo contra esta última decisión, y se ordenó llevar los registros al
siguiente nivel de revisión.

Ya expuestos de manera general tanto los hechos como el derecho


involucrados y la evolución del caso, pasaremos a examinar la sentencia
dictada por la Corte de Apelaciones y su posterior confirmación por parte
de la Corte Suprema.

Como se ha descrito, el caso en cuestión involucra una demanda


reivindicatoria presentada por don Ramón Insunza San Martín, quien alega
en dicho caso ser el propietario de un inmueble, en contra de don Víctor
Salazar San Martín, el cual estaba en posesión material de la inmueble en
cuestión, en virtud de un contrato que le permitía residir en ella. La
cuestión de fondo que se plantea es resolver si el demandado retiene
indebidamente la propiedad, a pesar de su contrato con un tercero. Los
tribunales analizaron diversos aspectos legales y jurisprudenciales, los que,
finalmente, permitieron llegar a un consenso con respecto a la aplicación
del artículo 915.

Como se expuso en el caso, el demandado apeló la sentencia


establecida por el juez subrogante en primera instancia. Esto debido a que,

23
según el demandado, la demanda original solicitaba que se declarara que el
demandado estaba en posesión física del inmueble en cuestión. Sin
embargo, la sentencia final aceptó la demanda, pero la basó en una causa
diferente, indicando que el demandado era solo un tenedor del inmueble.
Por esto, don Víctor establece que el recurso se ampara en el artículo 254,
Nº 5, del Código de Procedimiento Civil, que establece que la sentencia no
puede abordar situaciones que no hayan sido específicamente discutidas
por las partes en el juicio. El demandado considera que este error afecta el
contenido de la sentencia, ya que, dado que se demostró que el demandado
era solo un tenedor, la demanda que se basaba en la calidad de poseedor
debió haber sido rechazada. Por lo tanto, el recurso presentado por Víctor
Salazar busca anular la sentencia y que el caso sea juzgado nuevamente por
un tribunal no inhabilitado.52

Tras la apelación a la resolución, la Corte de Apelaciones de Temuco


emitió un fallo sobre el cuál resulta pertinente mencionar, para efectos de la
investigación presente, los respectivos considerandos, entre los cuáles
destaca el número diecisiete.

La situación presentada por el recurso impulsó a la corte a examinar


minuciosamente y aclarar el alcance del artículo 915 para determinar si se
cumplían con los requisitos de una acción reivindicatoria.

Para lograr este propósito, el tribunal discutió el significado de la


expresión "poseyendo a nombre ajeno" en el contexto de la legislación. El
tribunal argumentó que, aunque la expresión no es del todo apropiada, ya
que alguien que reconoce el dominio de otro no puede ser considerado
como un poseedor, el legislador quiso referirse al "mero tenedor" de la

52 INZUNZA CON SALAZAR (2005)

24
cosa. Esto lo dedujo el tribunal tras examinar otros artículos en el Código
Civil que utilizan la misma expresión.53

Para respaldar esto, se mencionan dos artículos en la sentencia: en


primer lugar el artículo 714 del Código Civil, que establece que el que
posee a nombre ajeno es un mero tenedor, reconociendo el dominio de otra
persona. En segundo lugar, el artículo 719, qué diferencia entre el poseedor
a nombre propio (posesión propiamente tal), y el que posee a nombre ajeno
(tenencia). Además, se hace referencia a un mensaje que acompañó el
Proyecto de Código Civil, donde se afirmaba que "el que a nombre ajeno
posee, no es más que un representante del verdadero poseedor, ni inviste
más que la simple tenencia".54

En el texto de la sentencia, se explica que, en general, la acción


reivindicatoria se dirige contra el poseedor actual de una cosa que se
pretende recuperar. Sin embargo, existen tres excepciones en las que se
permite dirigir la acción contra alguien que no es el poseedor actual:

La primera excepción se encuentra en el artículo 900, la cual permite


ejercer la acción reivindicatoria contra alguien que fue poseedor de la cosa,
pero dejó de serlo de mala fe. En este caso, la acción no busca recuperar la
cosa misma, sino otras prestaciones. La segunda excepción se relaciona con
el artículo 898. En este caso, se permite la acción reivindicatoria contra
alguien que enajena la cosa, incluso si ya no es el poseedor de la misma.
Nuevamente, la acción no persigue recuperar la cosa en sí, sino una
compensación o prestación equivalente.55

53 INZUNZA CON SALAZAR (2005)


54 INZUNZA CON SALAZAR (2005)
55 INZUNZA CON SALAZAR (2005)

25
La tercera excepción está en el artículo 915 del Código Civil. Esta
disposición, como sabemos, permite dirigir la acción reivindicatoria contra
alguien que posee una cosa en nombre de otra persona, aunque no actúe
como dueño.56 Es decir, que este artículo se utiliza en situaciones donde el
mero tenedor retiene la cosa indebidamente, a pesar de que no tenga
intención de ser el dueño.

Sin embargo, para determinar “el ámbito de aplicación de este


artículo necesita precisar algunos hechos y circunstancias del juicio.” 57 Por
esto, el tribunal analizó los hechos y estableció en su considerando 15 y 16,
que el demandado, Víctor Miguel Salazar San Martín, tiene en su poder el
inmueble que es objeto de la acción reivindicatoria en nombre de doña
Prosperina San Martín Matus, lo cual se respalda con un documento. Según
este documento, Prosperina permitió a Salazar el uso del inmueble en un
acuerdo de comodato, con la condición de que él realizara ciertos trabajos.
Además, la inscripción de dominio muestra que Prosperina adquirió
derechos sobre el inmueble de parte de sus hermanos y realizó pagos de
impuestos relacionados con la sucesión de don Carlos San Martín Opazo,
lo que sugiere que tiene algún interés sobre la propiedad en disputa.58

De esta manera, el tribunal destaca que la existencia o relevancia


legal de estos hechos debe ser determinada escuchando a Prosperina San
Martín Matus, ya que es una parte importante involucrada en el caso. Este
hecho provoca que se constituya una omisión en el proceso legal, que va en
contra del proceso justo y razonable, ya que ella, hasta el momento, no
había sido notificada ni tenido la oportunidad de expresar su posición.59

56 INZUNZA CON SALAZAR (2005)


57 INZUNZA CON SALAZAR (2005)
58 INZUNZA CON SALAZAR (2005)
59 INZUNZA CON SALAZAR (2005)

26
Por lo anterior, se destaca el considerando 17 del fallo, donde los
jueces, basándose en los hechos previamente presentados, evalúan si la
acción reivindicatoria es aplicable en la situación particular en cuestión.
Para lograr aquello, la Corte inicia recordando que para que sea
aplicable el artículo 915 deben cumplirse 3 requisitos: 1) Debe tratarse de
un mero tenedor que retiene la cosa a nombre ajeno, es decir, en nombre
del propietario real. 2) El mero tenedor debe retener la cosa. Y 3) La
retención de la cosa por el mero tenedor debe ser indebida.60

Además, en la sentencia se menciona que el mero tenedor tiene la


obligación de revelar quién es el poseedor real de la cosa, con el propósito
de que la acción legal pueda dirigirse contra el verdadero poseedor. 61
Entonces, el que la retención sea indebida por parte del mero tenedor se
refiere a que ésta debe ser considerada injusta o arbitraria desde la
perspectiva del propietario que está presentando la demanda para recuperar
la cosa. Este injusto retenimiento no se relaciona con la relación entre el
verdadero poseedor y el mero tenedor demandado, ya que esta vinculación
es desconocida para el actor y no es relevante para la aplicación del artículo
915.62

De acuerdo a lo planteado en el párrafo anterior, "La única persona


respecto de la cual se puede considerar indebida la retención es el
demandante, propietario, quien ejerce la acción para recuperar la cosa
propia.”63 Esta declaración de la Corte sugiere que, ante una situación legal
donde alguien ha retenido una propiedad y otra persona, el demandante,
está tratando de recuperar esa propiedad a través de una acción legal, solo

60 INZUNZA CON SALAZAR (2005)


61 INZUNZA CON SALAZAR (2005)
62 INZUNZA CON SALAZAR (2005)
63 INZUNZA CON SALAZAR (2005)

27
el demandante, que es el legítimo propietario, tiene el derecho de
considerar que la retención por parte de la otra persona es injusta o
indebida. Esto significa que solo el demandante puede argumentar que la
retención de la propiedad no está siendo realizada correctamente y
emprender acciones legales para recuperar su propiedad. En consecuencia,
las personas que no sean el legítimo propietario de la cosa en disputa no
tienen el derecho de considerar que la retención es indebida, ya que no son
los dueños legítimos de esa propiedad.

Con base a este planteamiento “es posible concluir que el artículo


915 comentado, norma excepcional en cuanto a señalar un sujeto pasivo de
la acción reivindicatoria, está reservado solamente a la situación que se
produce cuando el mero tenedor tiene la cosa a nombre ajeno, y ese ajeno
es el verdadero propietario. Únicamente aceptando así el sentido del
artículo 915 se podrá demandar al tenedor sin temor a que los efectos de la
acción perjudiquen o recaigan en una tercera persona que, teniendo
intereses comprometidos en el resultado, sin embargo, no fue emplazado ni
oído.”64 Esto sugiere que el artículo 915 del Código Civil se aplica al caso
de manera excepcional, y se refiere específicamente a situaciones en las
que una persona en calidad de "mero tenedor", tiene en materialidad un
bien que en realidad pertenece a otra persona, el "ajeno", que es el
verdadero propietario. Así, la disposición permite demandar al mero
tenedor sin que esto afecte a terceras personas que, aunque puedan tener
intereses en el resultado de la acción, no han sido citadas ni escuchadas en
el proceso.

Posteriormente, la Corte ejemplifica con lo siguiente: “De esta


manera, por ejemplo, el arrendatario que se niega a restituir la cosa que se

64 INZUNZA CON SALAZAR (2005)

28
le entregó en arrendamiento, y respecto del cual el arrendador vio
extinguida la acción personal nacida del contrato; o del comodatario que,
prescrita la acción personal en su contra, se niega restituir lo prestado; o del
depositario que indebidamente no restituye, el arrendador, el comodante y
el depositante, en los ejemplos propuestos, pueden asilarse en la acción
reivindicatoria y podrán dirigirla en contra del mero tenedor que, a nombre
del correspondiente demandante, retiene indebidamente la cosa".65 En otras
palabras, la disposición permite, a modo de ejemplo, que un arrendador
demande al arrendatario si este último se niega a devolver una propiedad
arrendada o un comodatario que no devuelve algo prestado, incluso si las
acciones originales propias del contrato respectivo ya no son válidas, pues
en último término el legítimo propietario podría utilizar la acción
reivindicatoria para recuperar su propiedad.

Finalmente, por lo expuesto, la Corte llega a la conclusión de que


resulta necesario admitir la excepción o argumento presentado por la parte
demandada en el sentido de que no es el destinatario de la acción, es decir,
no ser el sujeto pasivo de la acción.66

Siguiendo esta línea de argumentación, la Corte de Apelaciones


desestimó la demanda y la rechazó en su totalidad. Sin embargo, don
Ramón, demandante, insatisfecho con el fallo, interpuso un recurso de
casación en el fondo ante la Corte Suprema, en los siguientes términos.67

En primer lugar, el recurrente argumentó que la sentencia de segundo


grado que rechazó la demanda de reivindicación, infringía el artículo 915
del Código Civil, toda vez que, según el demandante, las reglas sobre la

65 INZUNZA CON SALAZAR (2005)


66 INZUNZA CON SALAZAR (2005)
67 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

29
reivindicación se aplican también a quienes retienen indebidamente una
cosa a nombre de otro, incluso si lo hacen sin la intención de ser
considerados como dueños.68

El demandante afirmó que la Corte de Apelaciones hizo ciertos


razonamientos erróneos en los motivos décimo cuarto y décimo séptimo
que influyeron en la decisión del caso. Argumentó que las disposiciones
legales que regulan la acción reivindicatoria no limitan su sujeto pasivo
sólo al poseedor actual, sino que también permiten ejercerla contra otras
personas, como quienes han enajenado la cosa o quienes son poseedores de
mala fe. Además, sostuvo que el argumento de la sentencia de que solo se
puede reivindicar contra el poseedor y no contra el mero tenedor no es
válido, ya que existen normas que se aplican al mero tenedor. Afirmó
también que la evolución histórica del derecho romano y el artículo 915 del
Código Civil respaldan esta interpretación, respetando el artículo 19 Nº 24
de la Constitución Política de la República, que protege el derecho de
propiedad.69

Además, indicó que el artículo 889 del Código no establece


limitaciones, por lo que todas las disposiciones del Título XII, incluidas las
de la acción reivindicatoria, se aplican al mero tenedor.

El demandante mencionó además que el artículo 1916 del Código


Civil reconoce expresamente la posibilidad de que un dueño pueda
recuperar una cosa arrendada sin su autorización a través de la acción de
dominio, lo cuál respaldaba su argumento.

68 INZUNZA CON SALAZAR (2007)


69 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

30
En la conjunción de dichos argumentos, el recurrente sostuvo que se
cumplían todos los requisitos del artículo 915 del Código Civil, ya que el
demandado se había convertido en un injusto detentador del inmueble en el
momento en que se negó a restituirlo.

Ante lo establecido por el demandante, la Corte Suprema respondió


en su considerando tercero que el artículo 915 del Código establece que las
reglas del título XII, denominado "De La Reivindicación," se aplicarán
contra quien, teniendo una cosa a nombre ajeno, la retiene indebidamente,
incluso si lo hace sin ánimo de dueño. La Corte afirmó que este artículo se
refiere a la acción reivindicatoria, que generalmente se otorga al propietario
de una cosa que está siendo poseída por otra persona, considerando la
posesión según lo define el artículo 700 del Código Civil. Sin embargo, la
ley también otorga la acción de dominio a alguien que no ha perdido la
posesión de la cosa, ya que todavía tiene la intención de ser el poseedor,
pero ha perdido la tenencia física de la misma, que está siendo retenida
indebidamente por otra persona que, aunque reconoce que la propiedad es
de otro, la mantiene de manera inapropiada.70

En el considerando cuarto y quinto, la Corte Suprema establece que


en este caso, se ha demostrado que el demandado tiene la posesión física
del inmueble que el demandante busca recuperar, a pesar de admitir que no
es el propietario de la propiedad en cuestión. Por lo tanto, para que la
acción de dominio del artículo 915 del Código Civil sea procedente, es
necesario determinar si el demandado tiene la posesión de manera indebida
o si está amparado por un título legal que le otorga ese derecho.71

70 INZUNZA CON SALAZAR (2007)


71 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

31
El demandado ha sostenido desde el principio que ocupa el inmueble
en virtud de un contrato de comodato celebrado con doña Prosperina San
Martín Matus, quien es la propietaria del predio. Este contrato le permite a
él, junto con su esposa e hijas, vivir en la misma casa que doña Prosperina
y su madre ocupan. A cambio de esto, el demandado se comprometió a
ayudar con el mantenimiento del inmueble y realizar diversas tareas, como
siembras, cercos y reparaciones en la propiedad.

Después de considerar estos hechos, la Corte determinó que el


demandado ha sido emplazado legalmente en esta acción reivindicatoria.
Ha declarado el nombre de la persona a cuyo nombre tiene la propiedad en
disputa, lo que está de acuerdo con el artículo 896 del Código Civil. Por lo
tanto, no se cumple el requisito de la acción de dominio que establece el
artículo 915, que implica que la retención de la propiedad por parte del
mero tenedor sea indebida. En este caso, el demandado ocupa el inmueble
en virtud de un contrato de comodato, y los jueces consideran que
Prosperina San Martín Matus tenía la intención de ser dueña del inmueble.
Además, Prosperina San Martín Matus no ha sido citada legalmente en este
caso, lo que también afecta la viabilidad de la acción de dominio. 72

Por lo establecido en los considerandos anteriores, la Corte Suprema


estima que los jueces del tribunal, al rechazar la demanda de reivindicación
o dominio presentada por el demandante en contra del demandado,
actuaron de acuerdo con la ley y no cometieron un error de derecho, como
lo establecía el recurrente. En particular, aplicaron correctamente lo
establecido en el artículo 915 del Código Civil, que el demandante
argumentó que se había infringido.

72 INZUNZA CON SALAZAR (2007)

32
En consecuencia, el recurso de casación en el fondo interpuesto por
el demandante fue desestimado, lo que llevó a que la Corte Suprema
ratificara la sentencia emitida por la Corte de Apelaciones en el año 2005,
así como su interpretación de la aplicación del artículo 915.

Estas sentencias amplían el alcance de la expresión "poseyendo a


nombre ajeno" al incluir al mero tenedor, pero con la condición de que
dicho tenedor tenga la cosa a nombre del propietario. Esto implica que la
concepción de mero tenedor se restringe a situaciones específicas, como las
que se presentan en un contrato de comodato, cuando el comodatario no
restituye la cosa y no prospera la acción personal73- Incluso, esta
interpretación también sería aplicable si el comodante decide optar por la
acción del Artículo 915 del Código Civil en lugar de la acción personal. 74

La interpretación realizada por las Cortes en cuestión se acerca más


al significado literal del artículo.75 Sin embargo, no proporciona razones
suficientes para equiparar la expresión "poseyendo a nombre ajeno" con el
mero tenedor que tiene la cosa a nombre del propietario.

Por todo esto, la teoría expuesta a la luz de este caso nos resulta
adecuada, siempre que se considere de manera limitada la expresión
"poseyendo a nombre ajeno" sin equipararse al concepto de "mero
tenedor."76 Es decir, esta teoría es apropiada si entendemos que "poseyendo
a nombre ajeno" se aplica en circunstancias específicas sin necesariamente
significar lo mismo que "mero tenedor."

73 SELMAN (2011) P. 64
74 SELMAN (2011) p. 64
75 SELMAN (2011) p. 64
76 SELMAN (2011) p. 64

33
El razonamiento se basa en no extender la aplicación de esta
expresión a todas las situaciones en las que alguien tiene una cosa en su
posesión, ya que esto podría llevar a resultados confusos o injustos. En
lugar de eso, se limita su aplicación a casos particulares, como aquellos en
los que se presente un contrato de comodato, donde el que tiene la cosa en
su poder a nombre del propietario real no la devuelve correctamente.

A modo de cierre, podemos observar que tanto la teoría de Javier


Barrientos Grandón como la sentencia de la Corte de Apelaciones de
Temuco y de la Corte Suprema, respaldan la idea de que el Artículo 915
debe ser interpretado de forma limitada y aplicado únicamente en
situaciones particularmente concretas. Sin embargo, ello repercute en una
limitación a la protección del derecho de propiedad, que cabe recalcar, es
un derecho constitucional protegido por el mismo cuerpo normativo. En ese
sentido, si bien esta teoría establece dichos requisitos para generar una
armonización con el resto de los artículos precedentes al discutido, no da
respuesta a los casos en los que, aun existiendo una injusticia, quien la
retiene indebidamente no la tiene a nombre del propietario legítimo, y por
tanto, el dueño no tienen acción para poder defender su dominio.

A pesar de todo lo expuesto, los tribunales de justicia han optado por


otra interpretación que se inclina más hacia la acción de recuperar una cosa
corporal de manos de quien la detenta injustamente. Esto plantea la
pregunta de por qué los tribunales han elegido esta interpretación en lugar
de la que se alinea más con el texto del artículo, es decir, la teoría de
Barrientos.

Lo anterior, podría argumentarse con que, si bien se entiende que


interpretando el artículo 915 de manera amplia, es decir, considerando a

34
cualquier mero tenedor, es contrario y no justificable a las normas relativas
a la acción de dominio del Código Civil, sí se justifica frente a
determinadas situaciones que resultan injustas y que las leyes no han sabido
enfrentar, siendo respuesta, por tanto, a vacíos legales que requieren de una
acción y respuesta, por parte de los tribunales, ante la urgencia de hacer
justicia y prohibir que se generen abusos77.

Por todo lo expuesto, y concordando con la posición mayoritaria


jurisprudencial, la presente investigación adhiere a que el propietario que
ha entregado a otro la tenencia de la cosa debe contar con la acción
reivindicatoria, incluso si el demandado es mero tenedor, y esto es lo que
consagra el artículo 915.

Respecto a la segunda postura que se presentó en el presente trabajo,


se desecha en cuánto se considera que ella restringe en demasía el ámbito
de aplicación de la acción reivindicatoria, sobre todo una vez que la teoría
de la posesión inscrita se constituye como el régimen general. El sistema
registral instaurado por Andrés Bello, una vez que se transforma en la regla
general respecto del dominio y posesión, tiene el grave inconveniente de
hacer que la acción de dominio por excelencia, la reivindicatoria, sea
desplazada por la acción de simple precario. Ello se debe a que, conforme
al sistema registral, sólo al haber una disputa de títulos inscritos procedería
la acción reivindicatoria, ya que la única forma de afectar la posesión,
conforme a la teoría de la posesión inscrita y en virtud de los artículos 728
y 729 del Código78, es cancelando su inscripción. Es por esto precisamente
que anteriormente se dijo que el problema típico se suscita en el caso del
propietario de un inmueble que ha sido privado de su tenencia material. El
problema es que naturalmente, la escueta regulación del simple precario,
77 SELMAN (2011) p.76
78 CHILE, Código Civil

35
que establece el Código Civil claramente no fue concebida para reemplazar
la detallada regulación de la acción reivindicatoria. Además, perfectamente
podría no proceder la acción de simple precario, precisamente por haber un
contrato entre las partes, toda vez que la primera se consagra para casos
“sin previo contrato”79.

De esta forma, nos encontraríamos con el absurdo que el


ordenamiento jurídico otorgaría la calidad de dueño al poseedor inscrito,
que acredite el dominio, y no lo protegería respecto de los atributos del
dominio. Ello se debe a que, por una parte, no se admitiría la prescripción
adquisitiva por parte del mero tenedor (el mero tenedor no puede adquirir
jamás por prescripción adquisitiva) y se le negaría la posibilidad al dueño
de recuperar el uso y goce de la cosa. En síntesis, se tendría un dueño y
poseedor inscrito pero sin el uso ni goce de la cosa, ni una acción real
efectiva para recuperar dichos atributos del dominio. Tomando esto en
cuenta, es aún más pertinente que el artículo 915 consagre una excepción a
las reglas establecidas respecto de contra quién se puede dirigir la acción
reivindicatoria. Si bien esta idea no es la única que se ha barajado en la la
jurisprudencia y doctrina chilena, si ha logrado posicionarse como la tesis
judicial mayoritaria justamente, por abrirle paso a quien intenta reivindicar
un inmueble en contra de un poseedor (material) dentro de un sistema en
que, según afirma la mayoría, la inscripción conservatoria es la única forma
de adquirir esa posesión.

Las posiciones que limitan el ámbito de aplicación de la disposición


discutida son inconsistentes con la protección que el ordenamiento jurídico
debe dar al dominio, pues la exigencia en la procedencia de la acción hace
ilusorio el ejercicio del derecho. Así, lo que se plantea aquí es que este

79 CHILE, Código Civil

36
debe ser protegido por una acción real, pues, no se debe olvidar que de los
derechos reales emanan acciones reales. Además, el Derecho de propiedad
es un derecho consagrado en nuestra Constitución, norma fundamental de
nuestro ordenamiento

En resumen, el dueño debe tener disponible dos acciones: la acción


personal emanada del contrato y la acción real de restitución que en
definitiva se debe interpretar que concede el art. 915. Se desecha la
segunda postura que concede solo la primera pues, únicamente gracias a la
reivindicatoria, la prescripción de cinco años de la acción personal no
impide al dueño obtener, del que posee a su nombre, la restitución de lo
que le pertenece en dominio. Sería absurdo, en efecto, que, por ejemplo, el
comodatario pudiera oponer al dueño comodante la prescripción de la
acción personal proveniente del contrato para enervar la acción de
restitución y mantener indefinidamente la cosa en su poder, en
circunstancias que, siendo un mero tenedor, está inhabilitado para hacerse
dueño de ella por la prescripción adquisitiva.

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