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“La Función Parental Verdadero Self”, base de la integración del Yo

Autora: Lic Eva Rotenberg

“Los tiempos míticos no son construcciones, son movimientos reales de


estructuración del sujeto psíquico que, aun cuando no podamos capturar en
su subjetividad, podemos cercar como se cerca un elemento en la tabla
periódica de Mendeleiev…Tal vez no podamos tocarlo, pero si podemos
conocer su peso especifico, su densidad, su efecto, su combinatoria”.
Cita de Jean Laplanche del libro de Silvia Bleichmar, “En los orígenes del
Sujeto psíquico” (pág. 14, 1986)

Objetivos:

En este capítulo voy a desarrollar la conceptualización de la


Parentalidad y su importancia como función, en la formación del psiquismo
de los hijos, partiendo de la idea de un sujeto en estructuración.
Específicamente el proceso de Integración del Yo, que lo considero como
uno de los procesos mentales primarios que debe realizar el psiquismo
incipiente.
Si bien Freud desarrolló teóricamente la Primera Tópica y años
después, la Segunda Tópica, no significa que el desarrollo emocional siga
este curso evolutivo.
Sostengo que en el desarrollo del psiquismo, primero se organiza la
Segunda Tópica y luego, una vez constituido el Yo como instancia, podrá
hacer consciente lo inconsciente. Aceptando desde su constitución, el
reconocimiento de “los otros en nosotros”, es decir, un cierto grado de
ajenidad presente.

Pensamientos introductorios

En el siglo XXI la configuración familiar ha variado mucho el formato


considerado antes como único: Padre, madre e hijos.
Actualmente podemos ver familias monoparentales, familias
reconstituidas, familias adoptivas, familias ampliadas, la influencia en las
familias de la intervención de la reproducción asistida, familias de acogida,
parejas convivientes, adultos que comparten un hijo por acuerdo pero no
conviven ni tienen lazos amorosos entre ellos, familias heterosexuales,
familias de padres del mismo sexo y otras familias que aunque

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originariamente son del mismo sexo, pero imaginariamente uno de ellos se
identifica con el sexo contrario y lleva a cabo su transformación, como en
los casos donde “la mujer” es un travesti o transexual.
Gilles Deleuze dice (2008), “La Familia contemporánea está tan
controlada como liberada, ni más ni menos. O, mejor dicho todo a la vez: un
medio para el desarrollo de los individuos, un medio para introducir en su
seno una exigencia normativa en materia de buen comportamiento educativo,
conyugal y sexual.“
Si bien, hay mecanismos profundos de la “Función Parental” que se
articulan con el concepto de “Función Familia” (Mariam Alizade y otros),
creo que hay diferencias que validan la conceptualización de la Función
Parental.
Una de ellas es que la Función Familia incluye al Complejo Fraterno y
porque considero que ésta es continente de todos los miembros de la misma,
incluidos los padres.
Si bien la Familia y la Parentalidad se entrelazan, como vemos,
también hay funciones específicas que es bueno poder estudiarlas más
detalladamente para pensar los procesos mentales.

En esta oportunidad, me ocuparé de la Parentalidad, ser padre o


madre no son atributos esenciales sino que se constituyen en una realidad
cotidiana, en el seno de una sociedad con modos de relacionarse específicos
y con los avatares de las influencias de las condiciones materiales de
existencia: economía, educación, trabajo, recreación, etc. Estos reciben
influencias de la moral social predominante en la sociedad, con la cual
pueden o no coincidir, pero la posición relativa a la ética de la Función, tiene
efectos en el modo de crianza y de encuentro o desencuentro afectivo.

Sin embargo, la Función Parental es intrínseca, sienta las bases del


ser, su necesariedad para la formación psíquica es ineludible, más allá de
cómo se conforme cada familia, por la condición de prematuridad con la que
nace el infans. Evidencia de esto es que cuando hay fallas y/o, déficit, se
producen efectos en los hijos y si las fallas son tempranas, pueden afectar
en diferente medida su estructuración como sujeto deseante.
Por más que la función parental pueda ser definida desde los distintos
contextos sociales, que van permitiendo diversas características de la
función, hay una función parental intrínseca, propia del individuo, cuya falla
produce efectos psíquicos indeseados.
Desde hace años que me ha interesado pensar la importancia
fundante de esta función Parental, que hasta ahora había sido pensada
disociada en “función materna y paterna” y articulada entre sí.

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Sostengo que es una función compleja que incluye ambos soportes: el
sostén del ser y la función tercera o de separación, que no se corresponde
con el sexo biológico (coincido con otros autores como Judith Buttler y
Jessica Benjamín).

Cada adulto tiene potencialmente aspectos maternales y paternales


en sí mismo, ya que como dijo Freud, hay que tener en cuenta no solo la
bisexualidad constitutiva, sino también el Edipo ampliado, con
identificaciones cruzadas y deseo hacia ambos progenitores.

La Parentalidad

La Parentalidad es una función básica, que incluye la llamada Función


Materna y Función Paterna, o de sostén y de terceridad para no adjudicarlo
al sexo biológico y de posicionarlo en una persona cada función por separado.
Estas funciones pueden ser alternadas, compartidas o fijas. Fue Racamier
en 1961, quien comenzó a utilizar este término, agrupando ambas funciones.
(Prefacio de La Parenalité, 2002)

Como veremos, no alcanza solo con la diferencia generacional, ni la


diferencia de sexos, sino que la Función Parental, es básica para la
constitución de la subjetividad del hijo. No necesariamente la desempeñan
los padres biológicos, como vemos en la adopción o en personas que
sustituyen a los padres en la crianza de los niños, por diferentes motivos.
Esto nos plantea en la práctica profesional, en la Función terapéutica,
que el analista, más allá de su sexo, pueda tener elaborado sus aspectos
femeninos y masculinos para comprender al paciente.

“Una familia constituida por una pareja lesbiana y una pareja


homosexual, que se inseminaron y tuvieron hijos juntos, dijeron que sus
hijos iban a crecer muy sanos porque tenían dos mamás y dos papás”.
Evidentemente confundían personas concretas con la función parental
y curiosamente, inconscientemente estaban adjudicando en su imaginario, la
función materna concordante con el sexo femenino y la función paterna con
el sexo masculino.
La pareja lesbiana se separó después de unos años, y sus hijos tenían
muchos problemas a pesar de tener tantos padres!

Por otra parte, creo que hay una especificidad de la Función Parental
en el armado del psiquismo temprano y en la plasticidad necesaria para ir

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modificándose en las diferentes etapas del crecimiento de los hijos. La
Parentalidad comienza con el nacimiento de los hijos, uno hace al otro, nacen
juntos simbólicamente. En un principio, los hijos vivencian a los padres, como
una unidad internalizada, mucho más compleja que la sumatoria de un papá y
una mamá.
El ser humano nace en estado de indefensión, con la potencialidad
virtual de contar con recursos propios para su desarrollo subjetivo, pero
para que esto se concretice en un proceso de armado psíquico, necesitará de
otro. Ese Otro/otros, es lo que constituye la Función Parental. El Otro de la
cultura que deja su impronta en el legado inasible que transmite. Y el otro
necesario, como dice Laplanche, ambos expresados en la Función Parental.
Leticia Solis-Ponton nos dice que la Parentalidad comienza con el
deseo de hijo durante el embarazo y continúa a partir del nacimiento y el
crecimiento del hijo. En un trabajo anterior (Hijos difíciles…2007), escribí
que desear tener un hijo es la aceptación en forma activa del deseo de
nuestros padres de habernos traído al mundo. Nadie elije nacer, pero
desear hijos, es validar la decisión de nuestros padres.
Es un estado de disposición afectiva básica, suficientemente buena
como para que el infans encuentre un “alguien” con quien desarrollar su
necesidad de apego, pero también, que le permita que se lleve a cabo la
necesidad de separación y de ser uno mismo.
La paradoja de sentir que “es hijo de estos padres, pero no es de los
padres”, Racamier lo va a denominar “duelo originario”, de la madre, que
inclusive precede al nacimiento del hijo. Para esto, es necesario tener
asumida la castración, tanto preedípica como edípica, es una renuncia previa,
simbólica y significante.
La función parental debiera variar de acuerdo a las necesidades del
hijo. No es lo mismo la función que precisa un bebé, de disponibilidad amplia,
ya que al principio, la función parental funciona como un Yo auxiliar,
receptor de las señales del bebé, y organizador de la mente del bebé, que lo
que precisa un hijo adolescente, que se encuentra en la etapa de
“cuestionamientos a sus padres”.
La Dra Aurora Pérez denominaba “placenta extrauterina” a la función
materna que ayudaba a completar la organización psíquica del bebé, después
de su nacimiento.
Actualmente, es frecuente que en el parto, mientras suturan a la
parturienta, le entreguen el recién nacido al padre. Este acto, que parece
insignificante, ha favorecido que el apego sea posible tanto con la madre
como con el padre. Se logra el apego seguro si hay un adulto que vivencie
“esa empatía necesaria” y lo anide en su interioridad. Esta es una función
diferente al reconocimiento legal del hijo, esto es parte, pero no suficiente.

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Entregar el hijo recién nacido al padre, es un acto simbólico. Este
acto de entrega al padre, el hijo que desde la biología viene “fundido con el
cuerpo de la madre”, el pasaje a los brazos del padre donde no hay lazo
corporal previo, es un símbolo de la separación, no es el anidamiento del
útero, es el anidamiento emocional. De ahí se parte de una diferencia muy
clara que es la del niño biológico al niño deseante. El niño que comparte la
interioridad del cuerpo de la madre, al niño diferente que está en los brazos
del padre, padre que lo reconoce desde el deseo y nunca lo sintió parte de
su cuerpo.
La Parentalidad cumple la función del sostén emocional del ser de los
hijos, acompañándolos para que puedan desarrollar sus recursos yoicos
hasta que puedan ir separándose, e ir siendo cada vez más autónomos
psíquicamente, no solo exteriormente.
Una crianza “suficientemente buena”, es poder colaborar al armado
emocional de modo que el infans pueda internalizar encuentros emocionales
vivenciados, desde un reconocimiento a su ser, es “una manera de concebir
el armado interior, la constitución de “lo mental”, desde el encuentro
con el Otro” (J. Garcia Badaracco). Para Badaracco “las identificaciones
normogénicas –son estructurantes de recursos yoicos propios- y las
patogénicas…, constituyen vínculos asfixiantes de la espontaneidad y
fuerzan al self a transformarse en el otro.” (Identificación y sus
vicisitudes en la psicosis, 1985) Y yo agrego, que de este modo se llega a
encapsular el “sí mismo verdadero”.

Marcia de 16 años consulta por una depresión, estuvo cuatro meses con
mutismo y está medicada con antipsicóticos. Viene acompañada con su mamá.
Cuando le pregunto por el motivo de consulta, Marcia me contesta: Te voy a
hablar yo como hablaría mi mamá, desde ella.
A lo cual le respondo: son dos personas diferentes, sería mejor si hablás
siendo vos. Crees que podrías hablar como tu mamá, pero no estás en su
mente, ni ella en la tuya!
Bueno-entonces voy a hablar desde mí.
La madre interfirió a su hija varias veces, diciendo lo que le „pasaba a su
hija‟, con una certeza que le impedía escuchar que su hija decía-no me
entienden, me pasan varias cosas.

Primeros procesos estructurantes

Sabemos de la importancia del mecanismo de la identificación


primaria, por la cual el niño es identificado, Norberto Marucco las

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denomina “identificaciones pasivas”, por las cuales el infans es
libidinizado y se le otorga sentidos; Piera Aulagnier lo denominó
“Violencia Primaria, necesaria”. El mecanismo de la identificación
secundaria, “proceso psicológico por el cual los niños (es un proceso que
continua en la vida adulta), buscan activamente: tomar rasgos del otro,
moverse, hablar, sentir, actuar y ser como los adultos significativos de
su entorno. La identificación es un proceso que a su vez descansa en una
serie de mecanismos subyacentes: imitación, diferenciación, filiación,
aprendizaje y la formación de esquemas cognitivos.” (Emilce Dio
Bleichmar, Homoparentalidades, 2007)
Pero quiero detenerme a explicar una serie de procesos previos y al
mismo tiempo simultáneos a la identificación primaria y que hacen posible
su internalización para que formen parte integrada del Yo en formación,
de otro modo, no serán sentidas como parte del sí mismo verdadero.
Freud da cuenta del “funcionamiento del aparato psíquico”,
construcción teórica para explicar el funcionamiento mental.
El padre del psicoanálisis trabajó con adultos, por este motivo, de
acuerdo a la experiencia de quienes trabajamos con bebés y niños,
consideramos que no llegó a explicar suficientemente la estructuración
primordial y las fallas tempranas.
Freud dice que al autoerotismo deberá agregarse un nuevo acto
psíquico para que el yo se constituya. Este acto consiste en que las
pulsiones se conjugan en una unidad, el yo es tomado como objeto, y es
libidinizado por la pulsión, estamos en el comienzo del narcisismo.
Me parece útil pensar que la constitución del Yo, es un proceso de
integración, que depende de la interdependencia con el otro, esto tiene
un efecto de otro acto psíquico que explicaré más adelante.
D. Winnicott y Piera Aulagnier que estudian la conformación del
psiquismo temprano, aportan una construcción teórica de los primeros
momentos, que concuerda mucho con lo observable al trabajar con
padres y bebés o niños (La Violencia de la Interpretación, P. Aulagnier,
Obra de Winnicott).
Estas teorías, complementarias a los escritos de Freud, no los anulan,
sino que iluminan el vínculo temprano.
El bebé al nacer tiene sensaciones, sentidos como el olfato, el tacto,
la vista, el gusto, reconoce por el ritmo y el sonido de la voz. Pero es el
otro quien aparece fundando (confirmando o invalidando) las
percepciones del infans.
La madre y/o padre, deben decodificar las necesidades del bebé
desde una identificación empática muy profunda. Cuando la necesidad del
bebé coincide con lo que la madre (o padre) entienden, el bebé va

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construyendo una lógica de sentido, una vivencia de encuentro (Piera
Aulagnier) y se va conformando su Yo de modo integrado y coherente:
sensación interna coincide con la respuesta externa. Puede ir confiando
en sí mismo y en el afuera, porque al principio no puede diferenciar
representacionalmente lo interno de lo externo, pero si hay respuesta
confirmatoria a sus sensaciones, de este modo podrá ilusionarse con su
omnipotencia infantil y se irá conformando una seguridad interna.
No siempre va a coincidir, hay un margen de error tolerable y
necesario, ya lo dijo Winnicott cuando expresó “madre suficientemente
buena”.
Cuando la respuesta de la Función Parental es casi siempre
distorcionante, el bebé crece en un estado confusional, no pudiendo
integrar sus sensaciones y necesidades vitales con las respuestas que le
devuelve la madre/padre.
Es decir que cuando una madre no le devuelve una confirmación
adecuada de las percepciones y necesidades que tiene el bebé, lo que
produce es una distorsión entre la percepción, la realidad y “el deseo de
la madre” o la “descarga parental, que no es deseo”, pasa a ser intrusivo.
Para ejemplificarlo mejor, si el infans, tiene hambre, la madre lo mira y
dice “tiene sueño, como yo, dormimos poco.” Esa “interpretación” suya,
provoca una desmentida en el reconocimiento de la otredad, en la
sensorialidad, percepción y realidad del bebé, y se configura, una
negación de placer en función de la realidad del deseo materno que
quiere dormir, no reconocer la otredad con sus necesidades.
La percepción siempre esta abalada por el placer que conlleva cuando
concuerda con la necesidad y la pulsión. Recordemos que primero el Yo,
es un Yo corporal. Cuando el “deseo parental” no responde a la necesidad
del niño, sino al propio, pasa a ser intrusivo y genera displacer.
La realidad se configura en términos de placer- displacer, encuentro-
desencuentro. Si el otro (antes llamado objeto, pero es un sujeto con sus
pulsiones y deseos), no le da de comer al bebe cuando siente hambre, es
displacer y desencuentro, el infans registra un objeto que no le da de
comer por el displacer que siente, pudiendo generar sensación de vacío.
Pero, si no tiene un Yo incipiente, no puede dar cuenta de la confusión e
intrusión, hay niños que frente al hambre y a la desesperanza de
respuesta apropiada, dejan de pedir o de llorar, así es que se va
transformando la agresividad sana en pura cantidad sin palabra. Esto lo
vemos frecuentemente en los niños pequeños con patología de piel que
frente al desencuentro, se autoagreden rascándose compulsivamente. Es
importante aclarar que también puede expresarse la angustia de este
modo en los adultos.

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Si a un niño cuando siente angustia, le dan de comer, cuando sea
adulto comerá no solo por hambre, sino para “llenar una angustia sin
nombre”, esto es producto de una distorsión que se produce en el
registro de placer y en las vivencias, habría una distorsión de sentido.
Podemos pensar que puede incorporar un deseo o un goce del otro
encriptado en el Yo del infans, sin pensamiento, es decir, sin poder
“darse cuenta” del motivo de su sentimiento de “extrañeza o de
confusión”. En este caso, el otro aparecería fundando las propias
percepciones, desde una intrusión que doblega las percepciones propias
del infans, pudiendo modificar la constitución intrapsíquica.
Para un desarrollo desde una interdependencia sana, depende de que
la madre (siempre me refiero a Función Parental) pueda reconocer al hijo
como distinto de ella.
Desde el comienzo de la vida, el bebé no puede ser pensado como
separado de la función parental, aunque externamente, un observador
vea diferentes personas.
Esta función deberá proveerle la posibilidad de vivenciar coherencia
entre las sensaciones de su interior/exterior que al principio no
diferencia, dependiendo de que las respuestas de la Función Parental,
sean suficientemente concordantes. Estas últimas son absolutamente
necesarias para un proceso Fundante:

La integración del Yo

Postulo que, luego y al mismo tiempo, se producen las identificaciones


primarias, pero sobre la base del proceso de integración del Yo.
A medida que el Yo auxiliar de la Función Parental va siendo
suficientemente bueno, el Yo se va constituyendo, se va integrando y de
este modo se va apropiando de las identificaciones primarias, y luego
secundarias. Gracias a este proceso de integración y apropiación va
desarrollando los recursos yoicos, a partir de los cuales, podrá ir
conteniendo, a su medida, las pulsiones parciales.
Las pulsiones parciales deben ser moduladas desde la Función
Parental para permitir la integración yoica; pero si el yo del niño no se va
integrando, los padres se encuentran con un bebé cada vez más
demandante, ansioso y voraz. Creyendo que “genéticamente” es inquieto,
sin comprender que ellos no saben como contenerlo.
Contenerlo, desde la metapsicología, es reconocerle el placer al otro,
desde un encuentro afectivo, placer diferente al que puede sentir la
madre/padre. Cuando los padres no lo reconocen y aman al infans como

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siendo “una parte de ellos”, y no diferente, no pueden significar y dar el
placer singular que espera el niño.
Es entonces cuando nos encontramos con niños inquietos, ansiosos,
que no se calman fácilmente, por eso siempre el aparato sigue
funcionando desde la necesidad de ser “uno mismo”, reconocer la
realidad en términos de placer y displacer. Lo que es satisfactorio para
el infans, empieza a estar dentro de sí y es “verdadero”, y lo que no es
satisfactorio está afuera o es intrusivo.
En este sentido Winnicott nos dice, “La criatura depende del
cuidado materno, cuidado que se basa más en la identificación emocional
por parte de la madre que en la comprensión de lo que se expresa o
podría expresarse verbalmente.“
“Se trata en esencia de un período de desarrollo del ego (Yo),
desarrollo cuyo principal rasgo es la integración (el resaltado es mío).
Lo normal es que el id (ello) se ponga al servicio del ego, quien lo domina
de modo que las satisfacciones del id se conviertan en refuerzos del
ego.” Este punto concuerda con el postulado de Freud acerca de “la
vivencia de satisfacción”, pero yo agrego la necesidad de que sea “lo
suficientemente estable”.
Continúa Winnicott, “Sin embargo, esto constituye un logro propio del
desarrollo normal y en la infancia existen muchas variaciones que
dependen del relativo fracaso de este logro. En una infancia anormal,
semejantes logros son mínimos o se pierden tras conseguirlos. (Pág 45. El
proceso de maduración en el niño.)”
Entiendo con esto que las satisfacciones del Ello refuerzan el Yo
que está en proceso de integración, constituyendo los “recursos
yoicos genuinos” de los que hablaba García Badaracco, que no los
definió.
Volviendo al planteo de Winnicott, este es articulable al concepto de
vivencia de satisfacción de Freud, y se relaciona perfectamente con la
idea conceptual de que satisfacción del ello refuerza al Yo, como las
huellas mnémicas de la vivencia de satisfacción que van conformando al
Yo en Freud, y que no tienen que ver con el Edipo, tienen que ver con lo
pre -edípico. Ya que Freud nos dice que “dado el estado de inmadurez
con que nace el humano, no existe en el individuo, una unidad comparable
al Yo. El Yo debe tener un desarrollo, las pulsiones autoeróticas son las
que existen desde el comienzo y debe haber un nuevo acto psíquico para
pasar al narcisismo” (1914). Levobici nos dice que “ese nuevo acto
psíquico”, se compone de los intercambios narcisistas que son
constituyentes, entre la madre y el bebé.

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Winnicott, Piera Aulagnier, y otros, rescatan un Freud que fue anulado
por el Freud del Edipo de las identificaciones secundarias, al retomar las
conceptualizaciones de las identificaciones primarias.
La paradoja y complejidad metapsicológica en el proceso de
“humanización” del infans, es que no alcanza con la satisfacción de
sus necesidades, debe haber un pasaje del cuerpo a lo psíquico.
Postulo que hay dos actos psíquicos fundantes, la pulsión
autoerótica que busca al otro y libidiniza al Yo, que si bien es
importante la satisfacción de las necesidades, hay un paso más, un
nuevo acto psíquico que ya no es solo la satisfacción, sino la
“comprensión” de la necesidad, se trata de devolverle una mirada, un
deseo que lo haga sujeto de un deseo.
Es decir que para que pueda devenir sujeto de su propio deseo y
sentirse “verdadero”, es necesario otro acto fundante, un acto
psíquico, me refiero a la “función de la madre como espejo”, que le
devuelve una mirada desde su deseo y su propio imaginario, que
preexiste al bebé.
Ahora bien, esa función de madre como espejo incluye su propio
deseo y su propio imaginario que preexiste al bebé, implica reconocer
al otro dueño de pulsiones, de necesidades y deseos. Esto es
interesante porque entonces el sujeto humano está conformado no
solo por el otro sino por el otro con sus otros.
La vivencia de “sentirse verdadero”, como dice Winnicott, la
entiendo como confiar en las propias percepciones y vivencias,
contando con otro significativo que las valide.
La madre como espejo es una metáfora que nos muestra que el yo
es un objeto libidinal narcisista, que implica a la pulsión y sus
destinos.
Tanto para Lacan como para Winnicott, quien retoma esta
metáfora, está implícita la ineludibilidad del otro con su compromiso
libidinal, inaugurando un derrotero estructural, aunque siempre será
un espejo deformante. Al decir que la madre le devuelve una mirada
como espejo, quiere decir que el bebé ve en su madre como ella lo
ve a él, no lo que proyecta el bebé.
La constitución del Yo para Freud es intrapsíquico, para Lacan
viene desde el otro. Para Winnicott se construye en el espacio
transicional. Para Badaracco no será solamente desde la pulsión,
pero tampoco solo desde el otro, sino en la interdependencia.
Esa mirada del otro, es el toque de extranjeridad que se lleva
siempre dentro de si, la diferencia, la marcará el nivel de distorsión
imaginario, el Yo de la Segunda Tópica, es un Yo escindido.

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Pero hay algo más, la interdependencia, desde mi punto de vista,
incluye el retorno en la madre, de los efectos de su mirada en el
infans. Siguiendo a Levinás, puedo postular que el rostro del infans
interpela a la Función Parental, si bien existen los intercambios
imaginarios, “el ser es”. Esta sería la interdependencia.

Cuando la madre lo mira, qué ve en su bebé? Lo ve a él, se ve ella o ve


a otro?
El estado de su bebé le devuelve una mirada imaginaria, de sí misma
como madre. Así se va construyendo la interdependencia.
Catalina, mamá de Cyntia de 2 años, que estuvo varias veces internada
por dermatitis atópica, recuerda que su propia madre (abuela de Cyntia),
le decía-no puedo verte, porque en tu cara veo a tu padre (a quien
odiaba).
Dice que se da cuenta ahora, que a ella le sucede lo mismo con Cyntia, en
su cara solo ve la dermatitis atópica, una enferma, no a su niña. Y el
rostro de su hija, hinchado por los corticoides, le devuelve una mirada
“de sos una mala madre”, así lo vive ella. Esta es la interdependencia
patógena.
Sentía que mi madre me rechazaba, a mi me pasa lo mismo!

No es lo mismo a quien refleja esa mirada! Son distintas cualidades


de identificaciones que permitirán la integración del Yo, una no-
integración o una constitución yoica fallida. Y cual es el retorno hacia la
Función Parental?
1. Si el niño se identifica con el ideal materno, el niño se estará
identificando con el deseo del otro, hay una marca escindida de
ajenidad. Articulación entre Freud y Lacan.
2. El deseo tiene otra categoría que es más pasiva que la pulsión, “ser el
deseo del deseo del otro” (Lacan). Ser en el deseo del otro, dentro de
ese deseo del otro hay un deseo que respeta la propia pulsionalidad,
ese es un deseo más activo, pero el deseo donde el yo desea ser el
deseo del otro, es un deseo pasivo que enajena. Articulación entre
Freud y Lacan.
3. La tarea de análisis es poder desarmar, desmontar las
identificaciones primarias pasivas que vienen del deseo de la madre
(padre) y el deseo encriptado en la madre por otro cuando responden
al imaginario que no reconoce la satisfacción del otro. Sería poder
desidentificarse de los deseos y mandatos de “los otros en nosotros”,

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y en este proceso se libera la pulsión retenida y capturada en el
deseo del otro. Articulación de Freud, Lacan y Badaracco.

Nadia nació 9 meses después de la muerte de su hermana de 4 años.


Para la madre, estaba mas presente su hija muerta, una hermana muerta
no conocida, pero “rival” ya que ella ocupa para su madre el lugar de ese
muerto.
No es lo mismo ocupar el lugar de una hermana muerta que el de una
princesita en el deseo de los padres. Esto tiene que ver con el imaginario
de la madre/padre, de sus pulsiones que genera ciertas
interdependencias patógenas. No es lo mismo ser identificado por una
madre insatisfecha que por una madre satisfecha o una madre
traumatizada.
Los padres no entendían la violencia de la hija, intentando ponerle
“más límites”, cuando el problema fue “no ser vista” desde su nacimiento.
La violencia de Nadia con su hermano menor y con otros niños, les
devuelve a los padres como espejo deformante, lo escindido, “el
sentimiento de culpa por la muerte de una hija y ahora, la confirmación
de ser malos padres y por eso esta hija es así”.

Este ejemplo clínico muestra la interdependencia y el efecto de la


mirada como espejo imaginario que retorna de ambos lados, como
confirmación inconsciente.

Recursos Yoicos genuinos

Esto nos conduce nuevamente a definir qué son los “recursos yoicos
genuinos”, no debemos confundirlos con las llamadas “Funciones Yoicas”
de las que nos habló Ana Freud.
El desarrollo de los recursos Yoicos genuinos, se logra desde el poder
concebir la “presencia emocional del otro”, de suma importancia
conceptual, no es desde la presencia física. Sino en principio, desde el
reconocimiento de la otredad, descubriendo y respetando el placer del
bebé que va a ser siempre diferente al del “bebé imaginario” y del
sentido por los adultos. Los adultos confrontan con la diferencia entre el
bebé imaginario del narcisismo y del Ideal del Yo, y el bebé real que
demanda a su tiempo.
Para que los padres puedan lograr ese “encuentro empático
primordial”, y tolerar la diferencia entre el bebé mítico y el real, deben
estar atravesados por la castración simbólica y deben contar ellos

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mismos con recursos Yoicos genuinos. Solo de este modo podrán tolerar
la necesidad de estar disponible para el bebé y no considerar las
dificultades intrínsecas al crecimiento de los hijos, como fallas que
afectan el narcisismo parental.

Función Parental Verdadero Self

Por eso propongo diferenciar los “padres como si-padres falso self”,
de las funciones parentales auténticas que denomino: ”Función Parental
Verdadero Self”.
Las funciones parentales auténticas son las que reconocen las
satisfacciones del Ello del bebe‟, las que permiten la integración yoica, y
por último, que reconocen al bebe‟ como un otro. Porque es únicamente
reconociéndolo como otro, que se puede reconocer el placer del bebé
como distinto al materno, es la clave.
El desarrollo del ser del niño, se posibilita desde los recursos Yoicos
genuinos de los padres, que facilitan la emergencia de la potencialidad en
los hijos.
El infans solo puede empezar a “ser” en ciertas condiciones:
a- satisfacción del Ello y reforzamiento del Yo
b- narcisismo
c- estar incluido en una trama significante, reconocido como un otro para
la Función Parental.
d- Los padres para desempeñar la Función Parental deben estar
atravesados por la castración simbólica, “el no todo”.
e-Recursos Yoicos parentales, Verdadero Self Parental.

Winnicott, en el mismo texto lo explica con claridad:


(Cita del mismo libro)
Desarrollo de la criatura durante la fase de sostenimiento
Es justamente en esta fase donde lo siguiente constituye una realidad
viva:
1-el proceso primario; que yo lo articulo a la vivencia de satisfacción,
desde las huellas mnémicas que deja la vivencia de satisfacción, es donde
se integra y se crea un deseo, este se constituye en un recurso Yoico
Genuino. Articulando Freud, Winnicott y Badaracco.
2-la identificación primaria; identificaciones pasivas, necesarias para el
entramado simbólico, violencia originaria. Articulando Freud, Marucco y
Piera Aulagnier.
3-el autoerotismo;

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4-el narcisismo primario, en interdependencia con el narcisismo de los
padres. De este modo vemos la amplitud del concepto de
“interdependencias” de García Badaracco.

En esta fase el ego (Yo) pasa de su estado no integrado a una


integración estructurada, de manera que la criatura adquiere la
capacidad de experimentar la angustia asociada con la desintegración. La
palabra desintegración empieza a tener sentido, lo cual no sucedía antes
de que la integración del ego se hiciese realidad. ( Pág 50. )

Quiero aclarar en este punto, que la angustia a la desintegración,


puede sentirse una vez que el Yo ha alcanzado cierto nivel de
integración, este estado es diferente al estado de no integración.
Solo desde “una Función Parental verdadero self” se producirá en la
interdependencia sana de los padres con el infans, el proceso que
permite la integración del Yo, y se produce en complejos y diversos
sentidos:

Integración

1-integrando las vivencias y la repuesta que recibe, le irá dando


coherencia a sus vivencias.
2-integrando las sensaciones, comenzará a vivirlas como propias,
cuando desde el otro le den un sostén que se convierte en seguridad,
generando estabilidad Yoica incipiente, aunque paradojalmente el bebé
aún no sabe que es adentro que es afuera.
3-integrando mundo interno, mundo externo. Citando en este punto la
cita de Emilce Dio Bleichmar, “Fonagy y Target quienes sostienen que la
realidad psíquica no es una propiedad inherente de la mente sino, más
bien, un logro evolutivo, propuesta basada tanto en la clínica como en la
evidencia proveniente de la investigación (Fonagy y Target, 1998;
Fonagy, 2003). Consideran que la realidad psíquica es la consecuencia de
una exitosa integración de dos modos de diferenciar entre lo interno y lo
externo.” (remito al cap. de Emilce Dio Bleichmar en este libro, 2013).
4. Personalmente, si bien es muy valioso el aporte, considero que nos
ayuda mas, como terapeutas, pensarlo como resultante de ciertos
procesos que se dan en la interdependencia emocional de la Función
Parental con el bebé, que pensarlo como una etapa evolutiva; dado que
en la actividad terapéutica con niños “graves”, podemos evidenciar la

14
reversibilidad de la mente, siempre que se modifiquen las condiciones
de la Función Parental, que modulan lo emocional.
5-integración cuerpo-mente. Winnicott desarrolla este punto.
6-Vivencias Placenteras, del bebé, que le permitirán integrar su sentido
de ser, si son estables (Pictograma de encuentro, P. Aulagnier). Quiero
aclarar que cuando se habla de “vivencias placenteras” no se trata de que
no sienta ninguna frustración. El bebé siente placer cuando la respuesta
del ambiente coincide con lo que él estaba sintiendo y necesitando pero
no tenía palabras para pedirlo y al mismo tiempo siente que él es fuente
de satisfacción y alegría para sus padres.
Lo complejo de la situación, es que por el estado de indefensión se
depende de “algo que viene de afuera y cumple la función de cubrir la
necesidad que siente el infans”, pero todo esto ocurre antes del
advenimiento de la palabra.
La integración del yo, entonces no es solo una integración del yo del
preconsciente que habla, es la integración del Yo que se sintió sostenido,
comprendido, satisfecho pulsionalmente por la Función Parental. En esa
primera etapa, necesita sentirse “adivinado”, esa es la fuente de placer,
cuando vuelve a sentir calma.
7-Vivencias displacenteras siempre que sean acotadas, tolerables, le
permiten vivenciar la diferenciación de si y del otro, ya desde el
comienzo, por lo tanto, este proceso va permitiendo que se constituya no
solo desde la fusión y el apego, sino también desde la diferenciación,
acotadamente y se vaya integrando su Yo. Ayudando al proceso de
diferenciación Yo/no Yo, de este modo va construyendo su autonomía.
En la vivencia displacentera acotada, el infans va reconociendo la
diferencia con el otro, en el peor de los casos el displacer lleva a
confundirlo con el deseo del objeto para tener algo de placer, “soy lo que
el otro desea, soy igual al otro”.
8-Vivencias placenteras no intrusivas de los adultos en relación al bebé,
es decir, que el bebé sienta el placer genuino que sienten con él sus
padres.
9-apego seguro. (Remito a Bowlby)

Winnicott refiere a tres procesos tempranos, que son: (Escritos de


Pediatría y Psicoanálisis, 1964-Pág. 208)
1-la integración
2-la personalización y como un paso consecutivo, el logro de
3-la aceptación y comprensión de aspectos de la realidad, como el
tiempo, el espacio y cierta organización.

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Los niños que desarrollan un falso self, lo hacen para suplementar la
falta de recursos Yoicos de sus padres, de este modo estarían cuidándolos a
ellos y cuidándose a sí mismos. Este es el punto relacionado con la
interdependencia que no incluyó Winnicott.

Interdependencias y Recursos Yoicos

Estos procesos tempranos están dentro del entramado que


constituyen las interdependencias sanas que se comienzan a estructurar en
una red de significaciones desde la más temprana infancia: interdependencia
entre el desvalimiento del bebé y la vida imaginaria de los padres.
Podríamos pensar una articulación entre el sí mismo verdadero, que
considero desde la teoría freudiana es la vivencia de satisfacción, en esa
satisfacción, ese placer de haber sido alimentado, dormido, entendido, etc
se constituye “el ser”; a partir de esto, se puede adquirir una posición
subjetiva de “apropiarse del propio deseo”, aunque siempre haya un cierto
deseo de ser deseo del otro.
Entendiendo que el ser, está constituido en una trama de
interdependencias, siguiéndolo a García Badaracco, que es la relación con el
otro, la relación imaginaria con el otro, el deseo de la madre, el deseo
intergeneracional en interdependencia con la pulsionalidad.
Esta interdependencia puede ser sana, conflictiva o puede ser
dilemática. Las dos primeras son de la categoría de la pulsión y la
subjetividad y la otra es la categoría del deseo del otro, habría una lucha
por salir del enajenamiento del deseo del otro, constituyendo diferentes
posiciones psíquicas.
Quiero aclarar que solo si se Integra el Yo, si hay una continuidad en
la vivencia de satisfacción y como resultante, se desarrollan los recursos
Yoicos, entonces el Yo podrá efectuar las “llamadas Funciones del Yo” de las
que nos habló Ana Freud.
Esta sería una de las causas que debemos pensar en los desórdenes
de conducta y problemas de aprendizaje, ya que un niño con un Yo confuso y
poco discriminado, no puede efectuar las funciones yoicas. O sea que cuando
hay una falla en la integración del yo, no se desarrollarán estos recursos
yoicos, no habrá funciones del yo, o bien estarán frágilmente adquiridas,
pasando a ser una sobre exigencia yoica.
Y esto hace síntoma en la comunicación con el otro, en la adquisición
del habla, en los problemas de aprendizaje, en la patología psicosomática.
Esto es importante, porque de los desórdenes de la conducta, se ha ocupado
mucho el psicoanálisis de niños, mientras que los trastornos de aprendizaje

16
y la patología somática, son más silenciosos, y poco comprendidos, planteo
entender muchos trastornos del aprendizaje como una problemática de la
integración del yo, en estos casos debería intervenir un psicoanalista, en
lugar de actuar una pedagoga. Como remarcar la importancia de trabajar en
equipos interdisciplinarios con patología somática.

Fallas en la integración

Habría ciertos ejes fundamentales:

1-En la teoría psicoanalítica tenemos bastante claro lo que sucede


cuando “fallan las funciones parentales, simbólicas y estructurantes”, pero
no está suficientemente trabajado como ayudar a que dichas funciones se
instituyan. Decir simplemente que “las funciones materna o paterna están
fallidas”, no aporta ningún elemento útil que favorezca la posibilidad de
cambio psíquico, más bien es una aseveración que va al Super Yo de los
padres, culpabilizándolos más.
2-Otro problema ha sido la conceptualización de la metáfora paterna,
que ha sido para el psicoanálisis como equivalente a pensar en un objeto
(masculino) organizador del psiquismo del niño y la madre ha sido pensada
como la que vehiculiza, distorsiona o impide la función del padre como
facilitador del proceso de separación-individuación. Estas hipótesis han sido
bastantes concretas y fijadas a las personas asignadas con el género
biológico masculino y femenino. Este error, ha sido producto del efecto de
la cultura en las asignaciones de roles, de acuerdo al género masculino o
femenino.
No se ha tenido suficientemente en cuenta otros aspectos que iré
detallando.
Creo que se ha ido hipertrofiando la idea de metáfora paterna como
organizador del psiquismo, en la clínica se ven padres que tienen una relación
simbiótica con el hijo y la madre funciona como organizadora, o sea que no
tiene que ver con el sexo biológico, tampoco creo que tengan que ver con
ninguna otra asignación de sexo que sea biológica, creo que la función
materna y paterna está como posibilidad, en cada uno de nosotros, hay una
doble función y esto es consecuencia de la doble cara o estructura que tiene
el Edipo, positivo y negativo.
3-Siguiendo a García Badaracco, un factor importante trata de los
efectos que generan en la crianza, la carencia de recursos genuinos en los
padres para la crianza de sus hijos. Yo agrego, que esta carencia impide la
función de reverie y en mi experiencia, favorece la psicosis puerperal, los

17
“Padres Falso Self” proyectan la inseguridad y el miedo propio, en “las
fallas” o demandas emocionales del hijo, entre otros factores.
Podríamos articular desde distintas teorías, como relacionar el falso
self, las alteraciones del Yo y la teoría traumática, que producirían la
“carencia de recursos yoicos genuinos”.
No es lo mismo nacer en una familia en la que los padres se sienten
con un verdadero self, y los encuentros afectivos son libidinales, vitales, que
aquellos otros generados desde encuentros con un falso self, donde los
adultos a partir de “identificaciones miméticas”, copian supuestas acciones,
que serían las que ellos dan por hecho que “eso es lo que hacen los padres”.

Nadia cuando viene a buscar a su hijo, al finalizar la sesión, se enfada


llamativamente con el nene de 8 años y lo increpa –“te llevaste los caramelos
de casa”.
Le pregunto si su enojo se debe a que comió demasiados caramelos.
Me dice, -no es por eso, es porque no me pidió permiso.
En otra oportunidad, dice-cuando voy a buscarlos a la salida del
colegio veo a las otras mamás pienso que ellas son mamás, yo “parezco pero
no soy de verdad”.
Le interpreto que quizás, cuando se enojó porque no le pidió permiso
para comer caramelos, era porque probablemente crea que “ser mamá” es
que le pidan permiso.
-Sí!, responde, no lo había pensado, pero me importa más que me
pregunten, que considerar si algo es bueno o no para ellos.

Desde un falso self, la sensación es “estar atrapados por las


demandas impostergables del infans”, porque no pueden sentir verdadera
empatía sintiéndose “Padres falso self”, es decir, sin recursos Yoicos
genuinos.
Si bien el “sí mismo”, “el yo”, “el self” son conceptos que vienen de
diferentes teorías psicoanalíticas, considero que la constitución psíquica es
tan compleja que es bueno poder articularlas.
Voy a utilizar la concepción del self para hablar de aquellos Yoes, que
se constituyen como falso self, por carencia de recursos yoicos genuinos,
que se deberían lograr desde el armado del Yo en la vivencia de
satisfacción, en una interdependencia sana.
Si bien desde Freud se podría considerar como yoes escindidos
patológicamente, son las anomalías del yo, las alteraciones del Yo, me sirve
la idea del self, concepto más clínico, para significar que se trata de “un
momento de la constitución Yoica”, momento originario.

18
Freud plantea las alteraciones del yo en Análisis terminable e
interminable como causa etiopatológica fundamental.
Freud no trabaja la “Vivencia de ser uno mismo”, en estos términos,
pero la trabaja como sensación de estar fuera de sí, algo de esto se siente
en la melancolía, en las alteraciones del yo, en lo siniestro, pero no como
momento constitutivo del Yo.
La diferencia del contacto afectivo desde el verdadero self o desde
el falso self, es semejante al cuidado experimental entre la crianza de una
mona verdadera y otra de alambre, con esta última, los monitos se
deprimían, e inclusive, podían morir.

4- Otro punto a considerar es el “traspaso de la mente de los adultos


a la mente del hijo” de los contenidos no ligados. El trauma sin
representación palabra.
Esto se traspasa por un vehículo que es la identificación primaria
pasiva, por climas emocionales que no se corresponden con el presente, o sea
pasivamente se le traspasa desde la mente del adulto a la mente del hijo,
contenidos no ligados, traumáticos.
Freud nos dice que debemos pensar en “displacer relacionado a la
cantidad de excitación presente en la vida anímica- y no ligada de ningún
modo- así: el displacer corresponde a un incremento de esa cantidad, y el
placer a una reducción de ella”. (Pág 7. Freud. Más allá del principio de
placer.)
En relación a los postulados teóricos que vengo desarrollando, me
surge una pregunta, Que sucede si el “modo de ligar la cantidad” se
resuelve “en la depositación y proyección de la angustia (sin palabra) en los
hijos?”
Si el modo de ligar la cantidad se resuelve en la proyección de la
angustia en los hijos, qué ocurre en el bebé y que ocurre en el adulto?. La
función parental va creciendo en su rol patológico, y el hijo como un
depósito, se transforma en el residuo evacuativo de las proyecciones de los
padres. Esta es la interdependencia patógena.
Es importante porque si ubicamos un analista que comprenda este
mecanismo y funcione diferente, ya de por si produce un cambio psíquico,
como si el paciente dijera, “bueno me sorprende, usted no me critica, usted
me ve como siento que soy, no como parte de mis padres, como puede ser si
yo no estoy para ser tenido en cuenta?.
Es frecuente que el hijo sostenga el objetivo de los padres, el mismo
rol evacuativo, desde la interdependencia patógena, hasta que algo irrumpe
“mostrando la necesidad de un cambio”, en una situación extrema, hasta se

19
puede llegar a un brote psicótico, que entendido así, es una oportunidad de
cambio, en la medida que rompe o denuncia la estructuración patógena.
Muchas veces estas estructuraciones o estas dependencias
patológicas son denunciadas al precio de una crisis psicótica, que es al mismo
tiempo tragedia y posibilidad de cambio.
Estos mecanismos inconscientes, (si no se dan cuenta y cambian),
potenciarán aún más las funciones parentales fallidas, al mismo tiempo que
el niño puede estar intentando lidiar con angustias y fenómenos mentales
que no comprende, sintiéndose cada vez más alienado en las voces y
demandas de los otros. Enajenándose de su propio ser.
Será esto lo que produce en transferencia lo que Green denomina
“síndrome de descompromiso subjetal del Yo” ¿(Pag297 Ideas directrices
para un psicoanálisis contemporáneo)
Estos son otros factores difíciles de detectar tempranamente en el
psicoanálisis de adultos, y son estos mecanismos los que se expresan en las
llamadas interdependencias patógenas.

5-Siguiendo la conceptualización teórica de Norberto Marucco acerca


de las zonas psíquicas, la escisión y la desmentida estructural,
Pregunto, Como lo incluimos en el “efecto de crianza”, la desmentida y
escisión parental en la estructuración de la mente de los hijos? Si sabemos
de análisis exitosos de adultos, que mientras se analizaban, sus hijos iban
creciendo y esas “zonas escindidas, sin representación palabra,
desmentidas, producían efecto de vacío?” Los contenidos escindidos y
desmentidos, vemos que frecuentemente son trasladados a la siguiente
generación, afectando su mundo interno.

Como explicamos sino, tanta “patología de vacío” en personas incluidas


en un entramado familiar?

Adrián explicaba que le va mejor cuando estudia razonando, pero


muchas veces tiene que estudiar de memoria, así y todo repitió de año.
Pudimos darnos cuenta, que estudiando “de memoria”, trataba de salvar la
situación de que su Yo no estaba presente en sí mismo. Donde estaba él?
Dice que vive haciendo la plancha, sigue rutinas, pero él no está.
Tratando de entender sensaciones y vivencias que le hacían ruido
pero no podía explicarlas, así se le “fue” el año.

7-Articulando las ideas anteriores con el concepto de Green de


“función desobjetalizante”, explicando que la destrucción mayor sucede
cuando, al servicio del narcisismo negativo, se puede llegar a desinvestir al

20
Yo. (Pág304). En este punto, ya sea la desinvestura del Yo materno o la
desinvestidura libidinal al bebé, o ambas, producen efectos “anti-desarrollo
Yoico”.
8-Que mirada le devuelve al bebe una madre que desinvistió su Yo,
por algún duelo o trauma, una madre “que está en otro lado”, al decir de
Green.
9-Los efectos de dichas fallas. Considero valioso pensar y enmarcar la
noción de “integración” o “no integración” que es más amplia que la
integración cuerpo-mente de la que hablaba Winnicott. Sostengo que esta
mirada nos permite comprender la numerosa cantidad de los casos de niños
diagnosticados con TGD o psicosis infantil. Podemos comprender la ansiedad
desbordante de niños que no pueden estar en un estado de armonía, porque
hay una falla en la integración yoica, en la constitución de la Segunda
Tópica, impidiéndoles modular las propias pulsiones.
Este es el desafío terapéutico que se nos presenta, más aún, si los
padres, que representan el mundo externo, siguen “siendo hostiles” y las
fallas parentales alimentan el Super Yo del hijo que se va volviendo cruel, ya
que es heredero de la internalización de los padres.
Existe un Super yo que se transforma en “cruel”, porque la falla
parental estaría limitando el fluir pulsional, la integración Yoica y el camino
hacia la adquisición de una posición subjetiva.
Esta falla parental es vivida como un mundo exterior hostil para el
infans, que no es la proyección del Super yo cruel, es la falla del mundo
parental, que se transforma en una vivencia de “hostilidad del mundo
externo”, que aumenta la crueldad del Super yo del hijo, estimula la
interdependencia patógena que, a su vez, aumenta la falla, es un circuito con
características dilemáticas, que se puede desarticular desde una terapia.
Pero en las fallas, habría un Ello ingobernable y un Super Yo severo y
cruel; con una carencia de un Yo que pueda lidiar con estas instancias, por lo
cual, se le hace muy difícil la realidad externa.
Insisto en la importancia de pensar que el Yo se refuerza cuando se
sostienen las satisfacciones del Ello, en un holding adecuado, se va logrando
la integración, proceso simultáneo a la vivencia (confiable, no efímera) de
satisfacción, que le confirman sus percepciones, y el “refuerzo consiste en
la conformación de “recursos yoicos genuinos””.

11-Las identificaciones pasivas y los mandatos familiares pueden


quedar encriptados, como una Polifonía de voces, al decir de Bajtín, que
García Badaracco conceptualizó como “los otros en nosotros”. Esas voces
son personajes que siguen actuando en la mente con un grado de ajenidad,

21
la labor terapeútica consiste en que el paciente se desidentifique, solo así
encontrará su deseo.

12-“En la literatura psicoanalítica hemos estudiado la dependencia que


tiene el infans de “su madre”, pero el Dr García Badaracco ha señalado que
muchas veces, “la madre (y/o el padre, el agregado es mío) depende más
sutilmente de lo que ella misma se imagina (del niño). El niño percibe esta
dependencia y la utiliza desde muy pequeño” (Identificaciones alienantes, El
Futuro del Psicoanálisis Multifamiliar, 2001-2009, JGB).

Juan de 29 años, paciente crónico internado en el Borda, concurría al


grupo Multifamiliar con sus padres.
Después de más de un año de tratamiento, se veían los cambios en
Juan, quien había comenzado a comunicarse, después de haber estado
catatónico. El padre, hombre bastante “cerrado”, pudo contar que había
pasado la guerra en el ejército de Mussolini y había quedado muy fóbico y
violento. Tenía terror a salir a la calle. Pero una vez nacido Juan, pudo
comenzar a salir, paseando al bebé en el cochecito. Juan era el “escudo
protector”, que al ir adelante, recibiendo las balas, proyecciones tanáticas
de su padre.
Este caso ilustra como el padre “se sentía contenido por estar
acompañado/acompañando a su bebé”, este fenómeno es el que denomino,
“una contención invertida”. Había desarrollado una interdependencia
fusional con su hijo, que seguramente le habrá impedido a Juan que pudiera
ser “el mismo”.
El hijo funcionó como un escudo que lo protegió de las balas
imaginarias, “el hijo recibió las balas”, entonces puede pasear tranquilo
porque el que va adelante en el carrito, es el hijo. “Él hijo fue la infantería”.
Cuando los padres dependen más del infans (inconscientemente), que
lo que debería esperarse, es porque hay una “función organizadora que
desempeña el infans en la mente de los padres”, aunque este no lo sepa,
fortaleciendo una interdependencia patógena.

En la Escuela para Padres que funciona en el servicio de Dermatología


del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, se presenta una joven madre de
nacionalidad inglesa, con su niñito de 14 meses con dermatitis atópica.
Los fuimos viendo interrumpidamente, ya que la madre discontinuaba el
tratamiento en el hospital e iba a otros centros de atención.
La dermatóloga pediatra suponía que era un caso de Síndrome de
Münchhausen, ya que deambulaban por varios hospitales y el nene fue

22
internado en Casa Cuna, en el Hospital de Niños y en otros centros
asistenciales, agravándose cada vez más.
Cuando venía a la Escuela para Padres, la madre (Susan), se mostraba
con una sonrisa encantadora, que escondía su fuerte rechazo a participar
del grupo terapéutico “Escuela para Padres Multifamiliar”.
Llegado un momento en que el niño, ya de 2 años y medio, había estado
internado durante 5 meses del año 2012, los médicos estaban pensando en
cambiarle los corticoides por inmunosupresores.
Frente a la gravedad de la situación, y conociendo un poco más a la
madre, decidí intervenir mas directamente y preguntarle que le sucedía. Ya
que venía y se mostraba muy colaboradora, pero luego desaparecía y su nene
cada vez estaba peor. Siempre tengo en cuenta las intervenciones de
Winnicott en Londres, cuando debía pensar que quizás era “la única sesión” y
la tomaba como “una oportunidad única”, para que la familia se fuera con
alguna comprensión.
Fue una sesión difícil porque al principio, en lugar de sentir mi
preocupación y verdadero interés por ayudarlos, se sintió atacada.
Brevemente explicaré el desarrollo de la sesión.
La madre, persona de un nivel cultural alto, habla tres idiomas, es
actriz en Londres, con el nacimiento de su hijo, coincidió un accidente del
marido a raíz del cual quedó inválido. Regresando con su familia de origen.
Susan no quiso regresar con él y decidió el divorcio, por lo cual el
padre muy disgustado, no le firma la autorización para sacar al niño del país.
Toda esa etapa de trámites y episodios traumáticos y de angustia,
impidieron que se conectara con su niño. Susan no podía admitirlo!
Hasta que pudo asociar y recordar que, cuando ella tenía 16 años, sus
padres se divorciaron, la madre queda en Londres y el padre se fue a
Bélgica. Pero ambos la tomaban a ella como confidente. Esa etapa y las
peleas previas entre ellos, fueron muy dolorosas. Susan se prometió, en
aquel momento, que nunca haría lo mismo que sus padres, no le pasaría sus
angustias a sus hijos.
Poder hacer una conexión entre la dermatitis atópica y lo emocional,
para Susan era intolerable, porque significaba haber “hecho lo no querido”,
repitiéndolo a una edad más temprana. La desmentida la llevaba a rechazar
al hijo, llegó a decir “a veces lo tiraría por la ventana”.
A partir del reconocimiento, de hacer consciente lo escindido y
desmentido, pudo comenzar a venir, aunque es notable el rechazo a su hijo, a
pesar de su intento por encubrirlo.
Una madre que no mira, que no libidiniza, aunque no rechace a su
bebé, si es una “madre que está en otro lado” (Green), no cumple la
función de espejo, devuelve vacío, no integración. En todo caso, es el

23
hijo, rechazado, no sociabilizado, quien se convierte en un espejo
invertido que refleja las dificultades de la madre, el rechazo al niño y
el reflejo de sus propias fallas, y desde esta interdependencia
patógena, se incrementa el Super yo culpógeno.
Decía-“cuando vuelvo a casa, por la noche, tengo que tragar aire para
poder entrar y verlo”.
A la semana siguiente, Peter (el nene), por primera vez vino con su
piel blanca, sin brotes, solo le quedaba en la comisura de la boca y en el
cuello.
Continuaron viniendo, pero Peter no solo tenía dermatitis atópica, eso
era lo “visible”; sino que presentaba un estado de no integración del Yo. Los
otros niños decían que era un animalito.
Grita por toda la sala, no mira a los ojos de nadie, ni a su madre, no se
comunica de modo sociabilizado y tira todo lo que está a su alcance.Tampoco
su madre lo mira a los ojos y no le habla, sino que habla de él, no con él.
Susan, que había rechazado tanto venir al grupo, comenzó a concurrir
sin faltar trayendo a su nueva pareja, un italiano.
Peter comenzó a dibujar, registrando la presencia de otros niños
tratando de jugar con alguno, su modo de contacto es tirarle lápices para
que se lo devuelvan. Juego de discriminación: Yo, no-Yo. El otro no siempre
devuelve, frustración que aún le resulta intolerable a Peter.
Estos cambios en la piel, fueron muy rápidos, una vez que pude
comprender la significación de la angustia materna y su rechazo a Peter,
comencé (primero dentro mío), a transformar el rechazo que todos
sentíamos hacia esa madre, por su odio materno evidente, en “comprensión
de que estábamos frente a la irremediable compulsión a la repetición”, de
traumas infantiles no elaborados, inconscientes, no voluntarios. Infiero que
Peter pudo sentir que le devolvían una mirada diferente, antes era “un
objeto piel enfermo”, que había que ocuparse de sanar. No había registro de
Peter como persona deseante. Fue la primera vez que al despedirse, nos tiro
besitos con la mano. La sorpresa fue grande!
Al llegar las vacaciones, tanto Susan como su pareja notaban un
cambio importante en la conducta y comunicación de Peter, antes
considerado como “un animalito hiperactivo”. Aunque para un observador que
no conoce el estado anterior de Peter, pueda solo registrar la gravedad
actual.
Es una evidencia que a partir del inicio de cambio en la Función
Parental, el Yo incipiente de Peter está empezando lentamente a responder
de manera más humana, proceso que no es fácil, dado el estado de no
integración.

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En una de las sesiones, Peter grita y pone la manito rígida como si
fuera un robot, para expresar su furia. La madre le alcanza una galleta de
arroz. Peter comienza a rascarse, evidencia para mí, de la respuesta
discordante de su madre, recordemos la gravedad anterior de la dermatitis
atópica, por la cual estuvo varias veces internado.
Me acerco cariñosamente a Susan y le digo,- debe ser muy difícil para
vos, estás muy sola!, pero álzalo como si fuera un bebé pequeño. Ella lo hizo,
y yo los abracé a ambos, Peter se calmó.
La mejoría habría que explicarla no solo como producto de una
interpretación analítica que devuelve lo escindido de la madre, reconociendo
“la repetición”, sino además por una suerte de apuesta pulsional del
terapeuta, que permitió que vivencien de qué se trata “la contención
pulsional”, que pone un límite al sentimiento de aniquilación, y de locura y
acota “los efectos de la mirada persecutoria del Super Yo materno
proyectada en los terapeutas”.
Me parece importante remarcar en cuanto a la técnica, en este tipo
de casos, la necesidad de incluir una apuesta pulsional más directa, ayudando
a que la Función Parental “se dé cuenta”, “descubra poco a poco” la vivencia
de contención, que no se adquiere a través de la interpretación palabra,
solamente.
La Lic Maria Elisa Mitre, enfatiza la necesidad de contener a los
padres, para ayudarlos a transformar las ansiedades catastróficas de sus
hijos.

Interdependencias

Por esto, creo que es muy útil el concepto de García Badaracco acerca
de la denominación de “interdependencia”, término que incluye el de vínculo,
de objetos internos, pero es más abarcativo y como lo vengo explicando, da
cuenta de fenómenos muy inconscientes y también conscientes, rasgos del
carácter, sostenidos por los padres y por los hijos, aunque hablemos de un
bebe.
El concepto de “interdependencia”, incluye un factor poco tenido en
consideración en la concepción psicoanalítica de la neurosis, la noción de lo
dilemático.
Entiendo a las interdependencias como un entramado psíquico que
incluye lo transgeneracional, el objeto interno, lo intersubjetivo, lo
transubjetivo, sin dejar de lado lo pulsional de cada integrante. Hay una
interdependencia originaria entre “la indefensión del infans-lo imaginario de
los padres-y el deseo de hijo” (siempre debemos pensar de qué deseo se

25
trata). En el término “interdependencia”, está incluida la palabra
“dependencia” de ambos, es una “dependencia” real para el infans, pero
emocionalmente, para ambos.
Lo interesante, según mi punto de vista, es que incluye la paradoja de
que en la Parentalidad-Filiación, los vínculos pueden ser al mismo tiempo
fusionales y discriminados, narcisistas y edípicos, confusionales y
discriminados y sostenidos desde todos los que están incluidos en la trama;
de tal modo, que lo que más los caracteriza en la patología es su carácter de
dilemáticos. Los hijos y los padres, en las tramas patógenas, no pueden
separarse porque se necesitan mutuamente para sobrevivir psíquicamente.
Cuando esta carga traumatogénica irrumpe en la interdependencia
primaria, la mente del infans no puede hacer el proceso de integración del
Yo, por dos motivos:
1-el quantum de energía psíquica Parental que invade su mente.
2-la mirada imaginaria que devuelve la mirada de la “madre-espejo”,
es distorcionante.
Al mismo tiempo que el infans va “acomodándose” y comienza a
interactuar sosteniendo dicha interdependencia y se va potenciando la falla.
Las dificultades del hijo, van devolviendo una mirada como espejo, que
generalmente potencia un Super Yo cruel en los padres, cerrando el circuito.
Para ejemplificar, hay bebés recién nacidos que reaccionan
enfermando, por ejemplo con dermatitis atópica, “consiguiendo” de este
modo primitivo: que la angustia parental quede localizada, y desde la
enfermedad, los bebes “cuidan a sus padres”, necesitan armar “un falso
self” para resguardar la posibilidad de su existencia y de tranquilizar a sus
padres.
La enfermedad puede ser un intento inconsciente primitivo de calmar
a los adultos, para apaciguar angustias de vacío sin fin, vivencias
persecutorias y de muerte.
El falso self, de acuerdo a mi experiencia clínica, no precisa de un Yo
integrado, las defensas psicóticas también son un modo de sostener la
propia existencia cuando la invasión de angustia de los padres es excesiva y
por lo tanto, intrusiva.
Por algún motivo, el niño que deviene en “grave”, ha construido un
falso self para cuidar a sus padres y a si mismo, también podemos pensar
que se ha identificado con estructuras patógenas incluidas en el self
prepsicótico o de una psicosis encubierta, de sus padres o de uno de ellos.
Estas identificaciones le impiden el desarrollo libidinal acorde a su edad
cronológica y es la causa de que su crecimiento psicológico quede detenido.

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Esto tiene un poder traumatogénico que produce una falta de
consolidación del Yo o directamente escisiones yoicas e identificaciones
alienantes que no solo tienen que ver con un momento, sino que generalmente
se sostienen en una cotidianeidad permanentemente realimentada dentro
de la trama familiar.
G.Badaracco revaloriza las observaciones de Ferenczi cuando dice que
el funcionamiento mental deficitario, se genera principalmente entre un Ello
y un Superyo, con exclusión del Yo.
El Super Yo se ha constituido de manera cruel, sin permitir que el Yo
emerja con deseo y criterio propio, dejando al sujeto sujetado a vínculos de
interdependencias patógenas, impidiendo el desarrollo del verdadero self.
Badaracco en este sentido nos dice, “Estos vínculos tienden a
estructurarse de un modo perverso y condicionan un tipo de funcionamiento
mental que promueve “actings” intra-psíquicos permanentes, que detienen el
desarrollo ulterior de “otros recursos yoicos”. (Pág. 9, Identificación y sus
vicisitudes en las psicosis, 1985)
En relación a la “ocupación parental de la enfermedad del infans”, nos
sirve la idea de “falsa reparación de Winnicott, quien dice “que podría ser
una defensa (inconsciente), organizada por la madre (el agregado es mío),
con el fin de combatir la depresión y culpabilidad inconsciente.”
En este punto, creo que debe hacerse extensivo a ambos padres y
agregar la posición activa del infans, que sostiene desde su enfermedad, “el
cuidado de sus padres”. Insisto que estos mecanismos son los que llamamos:
interdependencia patógena.
Cuando falla el proceso de integración, el Yo del niño no puede
contener (siempre es relativo y a medida de cada etapa vital), sus pulsiones,
ni puede hacer frente con su Yo incipiente y no integrado, a una tolerancia,
que para otros yoes, podría ser una “frustración relativa” del ambiente.
Esta falla al principio de la vida, puede ser grave, los niños que no
contienen la postergación tolerable de sus pulsiones, porque su Yo no se ha
enriquecido y apropiado de experiencias satisfactorias, no pueden hacer una
síntesis de las identificaciones y enferman.
Niños diagnosticados como “Trastorno generalizado del desarrollo”,
psicosis infantiles, patología psicosomática temprana, son niños que se
sienten invadidos por el ambiente.
En lugar de que el medio ambiente sea facilitador, habría una falla en
la Función Parental y el mundo externo se convierte en intrusivo. Winnicott
dice que “ Las criaturas humanas no pueden empezar a ser salvo en ciertas
condiciones” ( Pág. 48 El proceso de Maduración en el niño.)
Los niños que tienen un Yo, aun no integrado, no pueden contener
mínimamente sus pulsiones, sus ansiedades y desde la Función Parental

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Fallida, los adultos creen que se soluciona “poniendo Límites”, no tienen
representación vivencial de que se trata el “contener a su bebe o niño”.
Hay que diferenciar un Yo no integrado, del miedo a la desintegración,
que sería un quiebre en un Yo que estuvo integrado, aunque quizás
precariamente o que frente a un trauma intolerable, el Yo se desintegra.
Hablar de Función Parental Fallida no es hablar de “malos padres”, o
sea de malas personas”. He tratado varias familias que aman a sus hijos,
pero no han podido desarrollar Funciones Parentales Saludables, es decir
que no cuentan con recursos yoicos para poder contener la propia angustia, y
por ende, no traspasarla a sus hijos. Hay padres que vienen de historias muy
penosas, muchas patologías son psico sociales .
La función terapéutica es generar un clima de seguridad emocional y
confianza básica, para que los adultos que desempeñan la Función Parental
puedan “vivenciar” que significa “la capacidad de contención”, que primero es
una vivencia no una representación palabra.
Cuando la Función Parental comienza a ser más tranquilizadora, la
respuesta en los hijos es inmediata, dejan de rascarse, se curan de la
dermatitis atópica, niños o adolescentes que habían sido internados varios
meses del año por esa afección; pero lo interesante es que, al mismo tiempo
que se curan de la afección de la piel, su Yo se va integrando y comienzan a
poder comunicarse con otros niños y con los adultos que no son de su familia.
Niños diagnosticados con TGD, además de la afección de la piel, pueden
empezar a sentarse y dibujar concentradamente. Es decir, que mientras los
padres son contenidos emocionalmente y van “dándose cuenta” (antecesor
del insight), van elaborando sus historias traumáticas, los hijos pueden
“dejar de cuidar a sus padres” y va emergiendo el verdadero self, por ende,
pueden ir ocupándose de los intereses propios de su edad emocional. Esta
experiencia compartida en La Escuela para Padres Multifamiliar, en la sala
de Dermatología del Hospital Ricardo Gutiérrez, con un equipo de
profesionales, es realmente muy gratificante, la evidencia de los cambios en
la patología orgánica, acompañan los cambios psíquicos de los adultos y niños.
Winnicott nos dice (Escritos de Pediatría y Psicoanálisis, 1958, Pág. 15), “…la
debilidad prolongada debido a causas emocionales predispone
ineludiblemente a ciertas enfermedades, tales como tuberculosis y
neumonía, ya que produce una disminución de las defensas del paciente”.
Cuando las identificaciones se hacen dentro de un vínculo con Función
Parental Sano, en una dependencia continente, el infans puede utilizar los
recursos yoicos de sus padres, como parte de si mismo, construyendo y
sosteniendo recursos yoicos propios, cuando los padres sostienen la
espontaneidad del Yo inmaduro en crecimiento. Estas serían identificaciones

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estructurantes, en contrapartida de la intrusión ansiógena masiva que es
desbordante y lleva a la no integración o a las fallas en la integración.
Sabemos que el Yo es la instancia que se va a separar del Ello a partir
del contacto con los adultos continentes y sus funciones serán lidiar con sus
pulsiones, su Super Yo y la realidad. El Yo tiene una tarea de articulación y
procesamiento básico para la subjetividad y surgimiento del propio deseo.
Actualmente sabemos que lo emocional es un aspecto indivisible del
ser humano y la piel especialmente, es un órgano con mucha significación. No
solo es la delimitación Yo-no Yo, sino que es, al decir de E. Bick, un
envoltorio psíquico.
Estos cambios, a su vez, potencian y ponen en movimiento otros
cambios reestructurantes en la mente.
La dificultad en procesar vivencias traumáticas personales o de
generaciones pasadas, es algo humano que los que trabajamos en salud
mental debemos comprender. No se trata se ser “buenos o malos padres
como personas”, sino que la cualidad de “bueno o malo” no se adjudica a las
personas sino a la capacidad de transformación para que de lugar al
nacimiento de la subjetividad del infans; entendiendo por subjetividad (que
va cambiando y se va integrando en cada etapa de la vida), llegar a un estado
en que se es dueño del propio cuerpo, del propio deseo, de poder armar un
proyecto personal.
Las interdependencias patógenas se van transformando con la ayuda
terapéutica, en un funcionamiento de interdependencias sanas que permiten
tanto la estructuración yoica, como el fluir pulsional en busca de objetos
adecuados, ya que el Yo puede procesar lo que va sintiendo, con la ayuda de
los recursos yoicos de los padres.
La potencialidad virtual del infans, puede inhibirse o desarrollarse de
acuerdo al ambiente facilitador que se pone en marcha cuando la Función
Parental cuenta con recursos yoicos y en el vínculo, como para poder
procesar las angustias catastróficas, que de no ser transformadas,
afectarían directamente el desarrollo potencial del infans.

Para terminar

En este capítulo he querido poner a trabajar conceptos que


articulados, sirven como herramientas clínicas para pensar la complejidad
de la estructuración psíquica.
Desde mi experiencia clínica con pacientes muy pequeños y sus
familias, me ha parecido una evidencia observable “la no integración del Yo”

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en ciertos casos, que explican estados emocionales que pueden ser
revertidos con un cambio clínico.
Considero a este trabajo, como una invitación a seguir pensando la
teoría, la técnica y la patología en la infancia y adolescencia.

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