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UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA

FACULTAD DE HUMANIDADES
DPTO. DE FILOSOFÍA
ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
CAROZZO ROMINA

La función autor: sustituto del sujeto.


Relación entre el análisis foucaultiano de la función autor, y el autor Foucault.

“Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme


a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho
tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la
frase (…). No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel
de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna
en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible.”
El orden del discurso, p.9.

Hace algunos años, definiendo “autor” para un parcial de Introducción a la Literatura


escribí entre otras cosas, lo siguiente:
“El lector empírico se fabrica una hipótesis: El Autor Modelo, aunque muchas veces se
tiende a rebajar a éste al plano de las informaciones que se poseen acerca del autor empírico.
Cuando Foucault se refiere al autor, hace mención a las condiciones de posibilidad que lo
hicieron factible. El autor no es dueño del sentido de su obra porque dichas condiciones de
posibilidad son las responsables de la génesis de sus obras. Así, no se puede tomar el nombre
de autor, ni como una descripción definida, ni como un nombre propio común.”

Nos proponemos ampliar el segundo párrafo de la referencia anterior y adentrarnos en esta


manera de entender ‘al autor’ a partir del texto de la conferencia ¿Qué es un autor?1 de
Michel Foucault. Destacar la relación entre los elementos de la propuesta foucaultiana con
respecto al sujeto, y la ‘función autor’ entrecruzando la conferencia con otros textos de
Foucault. Caracterizar esta “propuesta” y al autor Foucault tematizado a partir de la misma
para tratar de ver que, para analizar las condiciones de posibilidad de un autor evitando toda
referencia a la conciencia y a la intencionalidad de un sujeto, hacía falta un ‘estilo’ narrativo
especial.

Michel Foucault se inscribe en una corriente de pensamiento postmoderna que hace


desaparecer lo que se venía entendiendo por sujeto2, un sujeto convertido en un ser capaz de
acceder a la verdad sin tener que transformarse a sí mismo puesto que su propia estructura le
permitía tal acceso.
La obra de Foucault fue extensa en artículos, conferencias y cursos. Pero para la división
tradicional de su pensamiento en etapas, se tienen en cuenta sólo los libros publicados. Según
esto se distinguen tres etapas: La Arqueológica, la Genealógica y la Etapa de la
gobernabilidad o de las técnicas o tecnologías del yo, del sujeto. Nuestro texto en cuestión
pertenece a la primera.

1
Conferencia pronunciada por Foucault en la Sociedad Francesa de Filosofía el 22 de febrero de 1969 y
publicada en el Bulletin Société Française de Philosophie, Nº LXIV, Jul-Sep. 1969. El texto se editó primero en
la revista Dialéctica Nº 16, México. También existe otra traducción en la revista Conjetural, Buenos Aires.
2
Lamarche, Juan. “Peripecias de la subjetividad”, en Estudios Psicoanalíticos en la Universidad II, Rosario,
Homo Sapiens. Foucault, Michel. Hermenéutica del sujeto. La Plata, Altamira, 1996, p. 41, 68.

1
Sin embrago, afirmaremos que no se puede interpretar a Michel Foucault a partir de una
sola de sus etapas, puesto que no se puede plantear una sin la otra. Por tal motivo, tengamos
en cuenta que este trabajo da cuenta de las etapas arqueológica y genealógica3 como parte a la
vez de lo que no correspondería llamar sistema sino tal vez el proceso que se fue gestando
desde la pregunta arqueológica ¿qué puedo saber?4
Y aquí nos detendremos resumidamente para recordar que el objeto de la arqueología 5 es
el saber, y éste es un estrato histórico, una rejilla formada por enunciados y formaciones no
discursivas que nos constituye como sujetos. El saber de una época es el conjunto de lo
“decible” y lo “visible”. La verdad es un sistema de procedimientos ordenados para la
producción, regulación, distribución, circulación y operación de enunciados6. La labor del
intelecto es desarmar las verdades ficciones que nos atraviesan puesto que la verdad es una
construcción social y como tal conlleva efectos de poder. El poder no es tomado por nuestro
autor como propiedad o cosa que se transmite sino como estrategia, una relación de fuerzas.
Poder y saber se autoimplican aunque son de distintas naturalezas. El poder no se posee, se
ejerce.7
Entonces, observemos que en la etapa arqueológica hace surgir Foucault las condiciones
de posibilidad de las cosas, mostrándonos su material de análisis. Descubre las estructuras
subyacentes que determinan el modo de percibir y pensar los objetos, que aparecen en la
historia de forma discontinua (cortes epistemológicos) a partir de una metodología que es un
conjunto de precauciones y estrategias que eviten lo que Nietzsche llamaba racionalidad
retrospectiva.
En este marco Foucault desarrolla en su conferencia la respuesta a ¿Qué importa quién
habla? afirmando la desaparición del autor, un principio de la literatura contemporánea que él
llama ético. Su intención no es constatar tal desaparición sino localizar como lugar vacío los
sitios en donde se ejerce su función.
Para ello comienza Foucault haciendo una autocrítica al uso de nombres de autores que
hizo en Las palabras y las cosas. Dice que en tal libro analizó masas verbales, y capas
discursivas pero no habló de obras o escritores, pero que, sin embargo, dejó funcionar los
nombres de autores de manera ambigua.
Ante la objeción de que en tal obra no había descrito bien ni a Buffon ni a Marx, aclara,
que estas objeciones no fueron pertinentes porque él no buscaba describir a los autores sino
“simplemente buscaba encontrar las reglas según las cuales habían formado algunos

3
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987, p 53: se detalla el aspecto genealógico.
4
El problema del saber es expuesto con más fuerza en Historia de la locura en la época clásica, El nacimiento
de la clínica, Las palabras y las cosas, La arqueología del saber. También en La verdad y las formas jurídicas.
5
La Arqueología del saber es un cuestionamiento del saber entendido como película de pensamiento implícito.
La labor arqueológica consiste en responder a la pregunta acerca de por qué un determinado concepto o valor
emergió en un momento y lugar determinado y no en otro.
6
Enunciado: “…el dicho, el enunciado (énonciaton), es lo que constituye un “contenido”, un “referente”, o un
“objeto” del discurso. Hasta que surge el discurso frente al silencio de la mera existencia o en el “murmullo” de
una agitación prelingüística de las cosas, no hay distinción entre significante y significado, sujeto y objeto, signo
y sentido. O más bien, estas distinciones son producto del “acontecimiento” discursivo. Pero este acontecimiento
deja al margen su finalidad real, que no es más que ser y enmascarar la arbitrariedad de su existencia como
simple enunciado. Y la forma de esta simultánea revelación y ocultamiento en el discurso es su estilo.” White,
Hayden. “El discurso de Foucault: la historiografía del antihumanismo” En: El contenido de la forma. Narrativa,
discurso y representación histórica. Barcelona, Paidós, 1992, p. 127.
7
Tematizado desde El orden del discurso hasta el primer volumen de Historia de la Sexualidad..

2
conceptos o conjuntos teóricos que se encuentran en sus textos.”8 Así, manifiesta Foucault
que la autoría es una institución cultural.
Luego, aborda la relación del texto con el autor, “la manera como el texto apunta hacia esa
figura que le es exterior y anterior, al menos aparentemente.”9 A partir de la pregunta ¿Qué
importa quién habla?, reconoce un principio ético de la escritura contemporánea (que la
domina como práctica) que se especifica en
a) la escritura de hoy se ha librado del tema de la expresión; sólo se refiere a sí misma sin
estar atrapada en la forma de la interioridad. Es un juego de signos ordenado no tanto por su
contenido como por la naturaleza del significante. La escritura se despliega como un juego y
va más allá de sus reglas. “En la escritura no se trata de la manifestación o de la exaltación del
gesto de escribir; no se trata de la sujeción de un sujeto a un lenguaje; se trata de la apertura
de un espacio en donde el sujeto escritor no deja de desaparecer.”10
b) El segundo tema es el parentesco de la escritura con la muerte. La epopeya griega estaba
destinada a perpetuar la inmortalidad del héroe. La narración árabe tenía como motivación el
no morir. Ahora la escritura está ligada al sacrificio mismo de la vida: “la desaparición que no
tiene que ser representada en los libros, puesto que se cumple en la existencia misma del
escritor. La obra que tenía el deber de traer la inmortalidad recibe ahora el derecho (…) de ser
asesina de su autor.”11 Además, agrega Michel Foucault, que la relación de la escritura con la
muerte “se manifiesta también en la desaparición de los caracteres individuales del sujeto
escritor; mediante todos los ardides que establece entre él y lo que escribe, el sujeto escritor
desvía todos los signos de su individualidad particular; la marca del escritor ya no es más que
la singularidad de su ausencia (…) hace mucho tiempo que la crítica y la filosofía tomaron
nota (…) de esta muerte del autor.”12
Con respecto al punto a), permítaseme una ilustración:
Omar Prego Gadea: Yo creo que habría que remitir a tus lectores al capítulo dedicado a la poesía
permutante incluido en Último round13, primer tomo. Allí explicás como nacieron los primeros poemas
permutantes, empezás definiéndolos como “estos juegos”, pero decís lo siguiente: “Digo juegos con la
gravedad con que lo dicen los niños. Toda poesía que merezca ese nombre es un juego y sólo una tradición
romántica ya inoperante, persistirá en atribuir a una inspiración mal definible y a un privilegio mesiánico del
poeta, productos en los que las técnicas y las fatalidades de la mentalidad mágica y lúdica se aplican
naturalmente (como lo hace el niño cuando juega) a una ruptura del condicionamiento corriente, a una
asimilación o reconquista o descubrimiento de todo lo que está al otro lado de la Gran costumbre”. (…)
Cuando leí esa poesía permutante en un momento en que también estaba leyendo Rayuela se me ocurrió que
Rayuela es, en cierto sentido, una novela permutante.
Julio Cortázar: Tenés mucha razón. (…) A mí siempre me fascinó la idea de dejar suelto el lenguaje, la
posibilidad de armar, de articular un poema, una prosa que tenga un repertorio no ya de infinitas lecturas,
pero sí de diferentes lecturas mediante un simple movimiento, mediante un cambio de bloques semánticos.
Siempre me ha fascinado porque eso es un poco devolverle al lenguaje una especie de vida personal. Vos
escribís el poema permutante y después las cosas comienzan a moverse según como tus ojos elijan la lectura,
se elimina esa cosa en cierto modo mecánica y consecutiva que tiene el lenguaje racional y que tiene
particularmente la prosa.14

8
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 9. Hayden
White analiza la obra de Foucault como discurso y pretende hallar el significado de su estilo. “El discourse es el
término bajo el que (Foucault) incluye todas las formas y categorías de vida cultural, incluidos, al parecer, sus
propios esfuerzos por someter esta vida a la crítica. Así concebida, y como él mismo admite en La Arqueología
del saber, su propia obra ha de considerarse “un discurso sobre el discurso” (205)” White, Hayden. “El discurso
de Foucault: la historiografía del antihumanismo” En: El contenido de la forma. Narrativa, discurso y
representación histórica. Barcelona, Paidós, 1992, p. 125.
9
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 11.
10
Op. cit, p. 12.
11
Loc. cit.
12
Op. cit, p. 13.
13
Cortázar, Julio, Último round (cuentos, ensayos, poemas), México, Siglo XXI, tomo I, pp. 276-292.
14
Cortázar, Julio; Prego Gadea, Omar. La fascinación de las palabras. Buenos Aires, Alfaguara, 1997.

3
Considera Foucault que de “la muerte del autor” no se han obtenido todas las
consecuencias requeridas debido a nociones que bloquean la constatación de la desaparición
del autor, como por ejemplo las nociones de OBRA y ESCRITURA15. El análisis de estas dos
nociones excede los límites de este trabajo mas baste decir que ambas ocultan que el autor ha
desaparecido. Sin embargo si nos preguntamos qué son cada una, al punto de preguntarnos si
la cuenta de la lavandería es parte de la obra de un autor o si desacralizamos16 la escritura
(“hay un esfuerzo por pensar la condición general de todo texto la condición a la vez del
espacio donde se dispersa y el tiempo donde se despliega”), develaremos según mi entender,
que su problematicidad opera tal vez en el hecho de no ser explicitada como lo hace Foucault.
Somos deudores de la nueva crítica propuesta por el filósofo francés.

“Es evidente que no basta repetir como afirmación vacía que el autor ha desaparecido. Asimismo, no basta
repetir indefinidamente que dios y el hombre han muerto de muerte conjunta. Lo que habría que hacer es
localizar el espacio que de este modo deja vacío la desaparición del autor, (…) y acechar las funciones
libres que esta desaparición hace aparecer.”17

La finalidad de Foucault es descriptiva, no plantea un cambio de paradigma sino que la


descripción es una condición para la explicación. No le atribuye el discurso a un sujeto porque
el análisis tiene que ver con los sistemas de verdad que hacen que esos discursos se produzcan
independientemente de los sujetos. Los sujetos somos productos de reglas que construyen las
formas de verdad legitimadas por el poder. El sujeto es un invento del humanista. No hay: el
hombre. Hay hombres y el hombre es “función de”. Siguiendo a Foucault: el hombre es un
invento reciente a partir de haberse convertido en objeto de estudio durante el siglo XIX18.
¿Por qué la cuestión del autor requiere el mismo tipo de deconstrucción que la de “el
hombre”?
Porque entre otros, el autor es un principio de enrarecimiento del discurso. “[El] autor no
considerado desde luego, como el individuo que habla y que ha pronunciado o escrito un
texto, sino [el] autor como principio de agrupación del discurso, como unidad y origen de sus
significaciones, como foco de su coherencia.”19

1- EL NOMBRE DEL AUTOR: IMPOSIBILIDAD DE TRATARLO COMO UNA


DESCRIPCIÓN DEFINIDA O COMO NOMBRE PROPIO COMÚN.
El nombre de autor es un nombre propio, pero no sólo describe y designa20. Tampoco es
simplemente un elemento en un discurso: “…ejerce un cierto papel con relación al discurso:
asegura una función clasificatoria; tal nombre permite reagrupar un cierto número de textos,
delimitarlos, excluir algunos, oponerlos a otros.”21

15
A partir de la pregunta ¿qué es una obra? Surgen muchos más problemas que concluyen en una respuesta: “…
resulta insuficiente afirmar: prescindamos del escritor, (…) y vayamos a estudiar la obra en sí misma. La palabra
‘obra’, y la unidad que designa son probablemente, tan problemática como la individualidad del autor.” La
noción de escritura conserva la existencia del autor: transpone en un anonimato trascendental los caracteres
empíricos del autor.
16
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? p.15.
17
Op. cit, p. 17.
18
“Es con la episteme moderna, que [M. Foucault] ubica en el siglo XIX, que la representación deja su lugar a la
historia, constituyéndose el sujeto y apareciendo por primera vez el hombre como sujeto y objeto del
conocimiento.” Lamarche, Juan. “El sujeto, sus historias, sus intérpretes”, en Estudios psicoanalíticos en la
Universidad, Rosario, Homo Sapiens, 1997, pp. 52.
19
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987, p. 24, cursiva agregada.
20
Los ejemplos históricos que sostienen este planteo se encuentran en Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed.
de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, pp. 17-19.
21
Loc. cit.

4
Es decir, caracteriza un modo de ser del discurso. Cuando decimos que esto fue escrito por
“Fulano”, indicamos que dicho discurso no es una palabra cotidiana, sino que debe recibirse
de cierto modo “y que debe recibir en una cultura dada, un cierto estatuto.”
El nombre de autor corre en el límite de los textos, manifiesta el modo de ser de éstos, se
sitúa en la ruptura que instaura un cierto grupo del discurso. Por consiguiente: en una
civilización como la nuestra hay discursos dotados de la función de “autor” mientras que otros
no. Ni una carta privada, ni un contrato, ni un cartel en la calle poseen autor. Tal función es,
entonces, característica “del modo de existencia, de circulación y de funcionamiento de
ciertos discursos en el interior de una sociedad.”22

2- LA RELACIÓN DE APROPIACIÓN: EL AUTOR NO ES NI EL PROPIETARIO NI EL


RESPONSABLE DE SUS TEXTOS.
¿Cómo se caracteriza en nuestra cultura un discurso portador de la función autor?23 Los
textos comenzaron a tener autores (distintos de las grandes figuras sacralizadas) cuando se
instauró un régimen de propiedad para ellos, cuando se decretaron los derechos de autor a
finales del siglo XVIII y principios del XIX.
“Hubo un tiempo en que los textos que hoy llamamos literarios (narraciones, cuentos,
epopeyas, comedias) eran recibidos (…) sin que se planteara la cuestión de su autor; su anonimato
no planteaba dificultades, su antigüedad verdadera o supuesta, era una garantía suficiente para
ellos. En cambio, los textos que hoy llamaríamos científicos (…) sólo se aceptaban y poseían un
valor de verdad en la Edad Media, con la condición de estar marcados con el nombre de su autor.
‘Hipócrates dijo’, ‘Plinio relata’, (…) eran los índices que marcaban los discursos destinados a ser
recibidos como probados. En el siglo XVII o XVIII (…) se empezaron a recibir los discursos
científicos por sí mismos, en el anonimato de una verdad establecida. Lo que las garantizaba era su
pertenencia a un conjunto sistemático y no la referencia al individuo que los produjo.” 24
Así, la función autor desaparece. Por el contrario, los discursos literarios sólo pueden
recibirse dotados de la función autor “a todo texto de poesía o de ficción se le preguntará de
dónde viene, quién lo escribió, en qué fecha, en qué circunstancias o a partir de qué
proyecto.”25 El anonimato literario sólo es aceptado en calidad de enigma.26

3- LA RELACIÓN DE ATRIBUCIÓN. El autor es aquel al que se le puede atribuir lo que ha


sido escrito o dicho. Pero tal atribución es el resultado de operaciones complejas y raramente
justificadas.
“Sería absurdo, desde luego, negar la existencia del individuo que escribe e inventa. Pero pienso que
(…) el individuo que se pone a escribir un texto, en cuyo horizonte merodea una posible obra, vuelve
a asumir la función del autor: lo que escribe y lo que no escribe, lo que perfila. Incluso en calidad de
borrador provisional, como bosquejo de la obra, y lo que deja caer como declaraciones cotidianas,

22
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? p. 20
23
Op. cit, p. 21
24
Op. cit, p. 23. En: Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987, p. 24: “… existen
bastantes discursos que circulan, sin que su sentido o su eficacia tengan que venir avalados por un autor al cual
se les atribuiría: por ejemplo, conversaciones cotidianas, inmediatamente olvidadas, decretos o contratos que
tienen necesidad de firmas pero no de autor, fórmulas técnicas que se transmiten en el anonimato. (…) Pero en
los terrenos en los que la atribución a un autor es indispensable –literatura, filosofía, ciencia-, se percibe que no
juega siempre la misma función; en el orden del discurso científico, la atribución a un autor era, durante la Edad
Media, un indicador de su veracidad.”
25
Loc. cit. Se puede matizar esto, dice Foucault, porque la crítica también trata a las obras según su género y su
tipo y con respecto a la matemática, si la referencia al autor ya no es más que una manera de nombrar teoremas o
conjuntos de proposiciones, en biología y en medicina esta indicación y la fecha de su trabajo proporcionan un
cierto índice de fiabilidad. P 25 el orden “(…) Desde el siglo XVII, esta función no ha cesado de oscurecerse en
el discurso científico; apenas funciona para dar el nombre a un teorema, a un efecto, a un ejemplo, a un
síndrome.”
26
Acerca del discurso literario: Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987, p. 25.

5
todo ese juego de diferencias está prescrito para la función de autor, tal como él la recibe de su época,
o tal como a su vez la modifica.” 27

La función autor no se forma espontáneamente sino que es el resultado de una operación


compleja: Lo que hace de un individuo un autor es “la proyección, en términos siempre más o
menos psicologizantes, del tratamiento aplicado a los textos, de los acercamientos realizados,
de los rasgos establecidos como pertinentes, de las continuidades admitidas, o de las
exclusiones practicadas. Todas estas operaciones varían según las épocas y los tipos de
discurso.”28
La manera como la crítica literaria moderna construye la forma autor a partir de los textos
y de los discursos existentes_ es la misma manera como la tradición cristiana autentificó o
rechazó los textos de los que disponía (para probar el valor de un texto para la santidad del
autor).29 San Jerónimo daba en el De viris Ilustribus cuatro criterios para identificar y atribuir
varios discursos a un mismo autor: a) autor definido como un cierto nivel constante de valor,
b) definido como un cierto campo de coherencia conceptual o teórica, c) como unidad
estilística, d) como momento histórico. Aún sin tener que lidiar con el problema de la
autentificación, concluye Foucault, que la crítica moderna define al autor de la misma manera
que San Jerónimo y hace funcionar la función autor según esas cuatro modalidades.
El texto trae consigo signos que remiten al autor: “…no remiten nunca exactamente al
escritor, ni al momento en que escribe, ni al gesto mismo de la escritura, sino a un alter ego
cuya distancia del escritor puede ser más o menos grande y variar en el curso mismo de la
obra. Sería tan falso buscar al autor del lado del escritor real como del lado de ese parlante
ficticio; la función autor se efectúa en la escisión misma, --en esta división y esta distancia.” 30
Sin ser esto privativo de los discursos novelescos y poéticos.

4- LA POSICIÓN DEL AUTOR: POSICIÓN DEL AUTOR EN EL LIBRO. POSICIÓN


DEL AUTOR EN LOS DIFERENTES TIPOS DE DISCURSO. POSICIÓN DEL AUTOR
EN UN CAMPO DISCURSIVO. ¿Qué es el fundador de una disciplina?31 ¿Qué puede
significar el ‘regreso a…’ en la transformación de un campo discursivo?

Habiéndose limitado Foucault al autor de textos aclara: “en el orden del discurso se puede
ser el autor de algo más que de un libro –de una teoría, de una tradición, de una disciplina al
interior de las cuales otros libros y otros autores podrán colocarse a su vez. Diré, en una
palabra, que tales autores se encuentran en una posición ‘transdiscursiva’.”32
Ejemplos de este fenómeno son Homero, Aristóteles, los Padres de la Iglesia, los primeros
matemáticos y los originadores de la tradición hipocrática, sin embargo, según Foucault, el
siglo XIX ha dado autores inconfundibles: ha dado ‘fundadores de discursividad’33 porque no
son sólo autores sino productores de la posibilidad y la regla de formación de otros textos.
Ejemplos primeros de esto son: Marx y Freud porque no sólo hicieron posible un cierto
número de analogías, sino que hicieron posible también un cierto número de diferencias, es
decir, “abrieron el espacio para algo distinto a ellos que sin embargo pertenece a lo que

27
Op. Cit., p. 26.
28
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 24.
29
Diez años más tarde, ante la misma Sociedad, presentó Foucault ¿Qué es la crítica?, conferencia en la cual
amplía y renueva este tema.
30
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 27.
31
Acerca de las disciplinas. Otro tipo de limitación no cientificista: Foucault, Michel. El orden del discurso.
Barcelona, Tusquets, 1987, p. 27.
32
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 31.
33
Acerca de fundadores de discursividad: Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987,
p. 53.

6
fundaron. (…) Después de todo, Galileo no posibilitó simplemente a aquéllos que repitieron
después de él las leyes que había formulado, sino que hizo posibles enunciados muy
diferentes a los que él mismo había dicho.”34
La diferencia entre la instauración de discursividad y la fundación de cualquier
cientificidad reside en que la segunda siempre puede reintroducirse al interior de la
maquinaria de las transformaciones que se derivan de tal acto de fundación. En cambio la
instauración discursiva no forma parte de esas transformaciones ulteriores, sino que
necesariamente permanece en suspensión: “la obra de los instauradores no se sitúa en relación
a la ciencia y en el espacio que ella traza; es la ciencia o la discursividad la que se relaciona
con su obra como con coordenadas primeras.35
En este punto plantea Foucault los “regresos a…”, diferenciándolos de los
“redescubrimientos” o las “reactualizaciones”. Lo interesante de este análisis es que muestra
que el “regreso a” es un movimiento que caracteriza las instauraciones de discursividad. Este
movimiento es posible porque se regresa al texto mismo y al mismo tiempo a lo marcado
como hueco, como ausencia, como laguna en el texto. Se vuelve, a actualizar36 el texto, a
redescubrir en el entramado de agujeros que esperan futuras actualizaciones. Se trabaja entre
la distancia que separa las palabras.
Para el análisis que acabamos de relatar, Foucault rechaza la autoridad de la narrativa
convencional. El “autor Foucault”, del discurso sobre el discurso, moviéndose lejos del sujeto
fundador, hizo de su estilo, su intención: “liberar a la historia del pensamiento de su sujeción
a la trascendencia (…) limpiarla de todo narcisismo trascendental; y liberarla del círculo del
origen perdido”.37
Según Hayden White:
Las “historias de Foucault están llenas de discontinuidades, rupturas, vacíos y lagunas al igual
que sus “argumentos”. Si sigue fascinando (…) no es porque ofrezca una explicación coherente o
incluso una interpretación de nuestra incoherencia cultural actual, sino porque niega la autoridad
de que ha gozado la distinción coherencia/incoherencia en el pensamiento occidental desde
Platón. Lo que busca no es tanto la “base”, sino más bien el “espacio” en el que surgió este
discurso.”38
También afirma que la autoridad del discurso foucaultiano deriva más de su estilo que de
su evidencia fáctica o del rigor de su argumentación. Y concluye que: “…aunque su
pensamiento se basa principalmente en una teoría del lenguaje, no ha elaborado
sistemáticamente esta teoría. Y en tanto en cuanto no la elabore, su pensamiento seguirá
cautivo del mismo poder que se ha propuesto disipar.”39 Sin embargo, ¿desde qué otro estilo
se habría podido tematizar “al autor” en la Conferencia que hemos analizado? La última cita
de White se aplica a la totalidad de la obra de Foucault. Consideramos que el estilo presentado
en la Conferencia en cuestión permite evitar toda referencia a la conciencia y a la
intencionalidad de un sujeto.
Conclusiones: Hemos ‘regresado a’ Foucault a partir de una breve cita de un viejo parcial de
Literatura, para vivenciar el método arqueológico40. Esto nos ha permitido des-montar la
noción autor porque: “El principio del autor limita (el azar del discurso) por el juego de una

34
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 33
también menciona a Cuvier y Saussure los conceptos organismo y signo respectivamente.
35
Op. cit, p. 36.
36
Iser, Wolfgang, (1987), El acto de leer, trad. J. A. Gimbernat y Manuel Barbeito, serie Persiles de teoría y
crítica literaria, Nº 176, Taurus, España.
37
White, Hayden. “El discurso de Foucault: la historiografía del antihumanismo” En: El contenido de la forma.
Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona, Paidós, 1992, p. 14 citando la p. 203 de La
Arqueología..
38
White, Hayden. Op. cit., p. 126.
39
Op. Cit., p. 149.
40
Foucault, Michel. La arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1985.

7
identidad que tiene la forma de la individualidad y el yo.”41 El concepto de autor surge en la
historia, es contingente. La autoría es una institución cultural. El discurso del autor se genera
sobre condiciones de posibilidad que no son suyas, que no fueron generadas por él. Si él no
hubiera escrito sobre tal o cual tema, otro lo habría hecho.
“…la función autor está ligada al sistema jurídico e institucional que encierra, determina, articula el
universo de los discursos; no se ejerce de manera uniforme ni del mismo modo sobre todos los discursos, en
todas las épocas y en todas las formas de civilización; no se define por la atribución espontánea de un
discurso a su productor, sino por una serie de operaciones específicas y complejas.” 42

Humberto Eco ha señalado que: “El autor empírico, en cuanto sujeto de la enunciación
textual, formula una hipótesis de Lector Modelo y, al traducirla al lenguaje de su propia
estrategia, se caracteriza a sí mismo (…) como modo de cooperación textual.”43 Como una
estrategia textual. Foucault va más allá afirmando la posicionalidad que los discursos brindan
a los diferentes sujetos, afirmando que la función autor no remite pura y exclusivamente a un
individuo real, puesto que puede dar lugar a varios ego de manera simultánea, a varias
posiciones-sujetos que pueden ocupar diferentes clases de individuos.
En 1970 Foucault repitió esta conferencia en la Universidad de Búfalo (New York) donde
agregó un párrafo sobre el autor como huella de una formación ideológica44 en la medida en
que tenemos una representación invertida de su función histórica real. Hemos visualizado que
lo que Foucault llama un “proyecto”, “un ensayo de análisis, es para nosotros una reflexión
teórica que devela el autor en su dimensión histórica y política: el autor no precede a las
obras.
Si al reexaminar los textos de Freud se modifica al psicoanálisis mismo y lo mismo
sucede con Marx y el marxismo…. ¿cuánto de los campos discursivos se ha modificado a
partir de la regresión al instaurador Foucault? Consideramos que mucho (aunque se objetará
que él no ha sido el fundador de una disciplina). A partir de Foucault se ha desplazado el
acento, el centro de gravedad: se le ha quitado al sujeto o a su sustituto su papel de
fundamento originario y se lo ha analizado como una función compleja y variable del
discurso. No hay sujeto absoluto y el autor es sólo una de las especificaciones posibles de la
función sujeto.
Por tal motivo, cuando Michel Foucault presenta su serie de trabajos como “…unas
proposiciones, unos "ofrecimientos de juego" a los que se invita a participar a quienes pueden
interesarse en ello; [puesto que] no se trata de afirmaciones dogmáticas que deben ser
tomadas en bloque”45, no entrar en los parámetros de “fundador de una disciplina” mantiene a
nuestro autor coherente con su análisis explicativo y no valorativo. Aún desde la crítica el
mismo White afirma que
“el discurso de Foucault es deliberadamente superficial. Y esto es congruente con el propósito más amplio de un
pensador que desea disolver la distinción entre superficie y profundidad, mostrar que cuando surge esta
distinción es evidente el juego del poder organizado y que esta distinción en sí es el arma más efectiva que posee
el poder para ocultar sus operaciones.”46
En palabras de Foucault:
“Bien sea pues en una filosofía del sujeto fundador, en una filosofía de la experiencia original o
en una filosofía de la mediación universal, el discurso no es nada más que un juego, de escritura en
el primer caso, de lectura en el segundo, de intercambio en el tercero; y ese intercambio, esa lectura,

41
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987, p. 27 cursiva a gregada.
42
Foucault, Michel. ¿Qué es un autor? Ed. de la Universidad autónoma de Tlaxcala. México, 1985, p. 29.
43
Eco, Humberto. Lector in fabula. Barcelona, Lumen, 1981, caps. 3 y 4.
44
Véase “What is an author?” En: Foucault Reader. P. Rabinow, Ed.
45
Ernesto Bohoslavsky Universidad Nacional de General Sarmiento Buenos Aires, Argentina. Uso (y abuso) de
Foucault para mirar a las instituciones de castigo en Argentina, 1890-1930. ebohosla@ungs.edu.ar
http://www.cyberhumanitatis.uchile. Cursiva agregada.
46
White, Hayden. “El discurso de Foucault: la historiografía del antihumanismo” En: El contenido de la forma.
Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona, Paidós, 1992, p. 124.

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esa escritura no ponen nunca nada más en juego que los signos. El discurso se anula así, en su
realidad, situándose en el orden del significante.”47
“…es necesario, creo (…) poner en duda nuestra voluntad de verdad; restituir al discurso su
carácter de acontecimiento; levantar finalmente la soberanía del significante.” 48

47
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets, 1987, p. 41.
48
Op. Cit., pp. 42-43.

9
BIBLIOGRAFÍA:
Carpio, Adolfo. Principios de filosofía, Caps. XIV, XV, Buenos Aires, Glauco, 1980.
Cortázar, Julio; Prego Gadea, Omar. La fascinación de las palabras. Buenos Aires,
Alfaguara, 1997.
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1985.
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Foucault, Michel. Hermenéutica del sujeto. La Plata, Altamira, 1996.
Foucault, Michel. La arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1985.
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Foucault, Michel. ¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)», trad. por Javier de la Higuera,
en Sobre la Ilustración, Madrid, Tecnos, 2006, pp. 3-52. Este ensayo consistió originalmente
en una conferencia pronunciada en la Société Française de Philosophie el 27 de mayo de
1978, posteriormente publicada en el Bulletin de la Société française de Philosophie, año 84º,
núm. 2, abril-junio de 1990, pp. 35-63
Iser, Wolfgang, (1987), El acto de leer, trad. J. A. Gimbernat y Manuel Barbeito, serie
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Lamarche, Juan. “El sujeto, sus historias, sus intérpretes”, en Estudios psicoanalíticos en la
Universidad, Rosario, Homo Sapiens, 1997.
Lamarche, Juan. “Peripecias de la subjetividad”, en Estudios Psicoanalíticos en la
Universidad II, Rosario, Homo Sapiens.
White, Hayden. “El discurso de Foucault: la historiografía del antihumanismo” En: El
contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona, Paidós,
1992.

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