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Educación de los sentimientos y la sexualidad

logrando así dar alcance a la anhelada miento sexual. Un encuentro como éste,
excelencia personal. diseñado sólo respecto de la satisfacción
placentera corporal y fugitiva, sería un
En opinión de quien esto escribe, el encuentro con un fantasma apersonal,
complejo y difuso término de la madurez que vacía de significado el acto unitivo.
afectiva cobra un significado nuevo y Y entre fantasmas sólo cabe la unión fic-
atractivo cuando satisface algunas con- ticia.
diciones como las que se describen a con-
tinuación: La persona madura es fuerte ¿De qué le sirve al hombre o a la mu-
con los fuertes y débil con los débiles; jer compartir el cuerpo del otro, si el otro
con los iguales correcta; consigo misma le es completamente ajeno, por incompro-
exigente; cortés con los amargados y re- metido, dado que sus más íntimos pensa-
sentidos; jamás indiferente; abierta a to- mientos, deseos, sentimientos e ilusiones
dos y necesitada de ninguno; paciente con son silenciados e ignorados? ¿Por qué con-
los impacientes; generosa con los necesi- formarse con sólo la satisfacción del cuer-
tados; callada con los habladores; y com- po, durante apenas unos instantes,
pasiva con todos incluso con ella misma. renunciando a que el otro, libremente, se
le dé del todo y le haga señor de su vo-
La educación en la sexualidad luntad y rey de su corazón? ¿Cómo y por
La educación de la afectividad resul- qué tratar de satisfacerse con tan poco?
taría incompleta si, al mismo tiempo, no (Polaino-Lorente, 1993).
se abordase la educación en la sexuali-
dad. Sexualidad y afectividad están en- Se vacía de sentido la sexualidad hu-

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tre sí muy unidas, constituyendo como el mana cuando se la despoja de la fecundi-
haz y el envés de una misma realidad. dad (sexualidad sin procreación) y se la
En opinión de quien esto escribe, los dos disocia de la afectividad (sexualidad sin
errores más frecuentes en la actual cul- compromiso personal, sexualidad desper-
tura, en lo que se refiere al modo en que sonalizada y sin entrega).
se han relacionado afectividad y sexuali-
dad, son los siguientes: la completa inde- «Una entrega corporal que no fue- revista española de pedagogía
pendencia entre sexualidad y afectividad; ra a la vez entrega personal sería en
y la supuesta legitimación de de la sexua- sí misma una mentira, porque consi-
lidad a partir de la afectividad. De ellos deraría el cuerpo como algo simple-
debiera ocuparse la educación sexual, mente externo, como una cosa
además de otros muchos y variados as- disponible y no como la propia reali-
pectos. dad personal» (Ruiz Retegui, 1987).

Estudiemos el primero de esos erro- En ese caso, la entrega no sería tal,


res: la artificial separación entre sexuali- porque ninguno se daría al otro, porque
dad y afectividad. Esta disociación o ambos se utilizarían parcial y recíproca-
divorcio desnaturaliza la misma relación mente (sólo en lo que se refiere a sus
humana en que se funda el comporta- cuerpos), mientras se esfuman y huyen

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las subjetividades que no comparecen en lo que comporta una participación en la


el encuentro en ese acto, de suyo genera- creación de un ser ex novo, que no puede
dor y trascendente. acontecer sin la intervención del Ser que
la hace posible, y al que ésta debe orde-
Conviene recordar aquí que para la narse (Polaino-Lorente, 1980).
educación de la conducta sexual de la per-
sona pueden distinguirse los cuatro pun- La capacidad psicobiológica, que se
tos cardinales o dimensiones siguientes: manifiesta mediante la conducta sexual,
generativa, afectiva, cognitiva y reli- significa que dos personas, hombre y mu-
giosa. jer, se dan la una a la otra y se destinan
recíprocamente. La conducta sexual, por
En la dimensión generativa se mani- su plasticidad —así como por la posibili-
fiesta el modo en que la sexualidad está dad de derivar hacia comportamientos
comprometida en la reproducción y gene- extraños, conflictivos o nocivos— pone de
ración de nuevos seres humanos. En esta manifiesto que la persona dispone de su-
dimensión se atiende a la procreación y ficiente libertad para conducir, en este
a la genitalidad. En la actualidad es muy punto, su personal comportamiento.
frecuente que se reprima y frustre la di-
mensión procreadora del comportamien- No cabe, pues, encerrar a la persona
to sexual. en ningún determinismo: ni en el biológi-
co (que reduce el comportamiento del ser
En la dimensión afectiva se pone de humano a pura biología —al instinto, en
manifiesto que el hombre y la mujer son lo que a la sexualidad se refiere), ni en el
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ante todo personas y por eso no debiera historicista (que desatiende los aspectos
utilizarse el comportamiento sexual sólo biológicos y considera que el comporta-
para la obtención del placer. Sexualidad miento sexual humano sólo está a mer-
y afectividad se exigen mutuamente ced de la libertad de lo que cada persona
(Polaino-Lorente, 1997). quiera elegir (cfr., Polaino-Lorente, 1978
y 1976).
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En la dimensión cognitiva se pone de


manifiesto que el ayuntamiento carnal Como escribe Ruiz Retegui (1987), «la
entre el hombre y la mujer exige la lumi- sexualidad afecta a toda la amplia varie-
nosidad del mutuo conocimiento, el com- dad de estratos o dimensiones que cons-
promiso de la entrega, el vínculo de la tituye la persona humana. La persona
donación. Cuanto más se ama a una per- humana es hombre o mujer, y lleva ins-
sona, tanto más se desea conocerla. crita esta condición en todo su ser». Ade-
más de una forma de ser, la sexualidad
En la dimensión religiosa, por último, es aquella dimensión humana «en virtud
se pone de manifiesto que la conducta de la cual la persona es capaz de una
sexual humana abre a las personas a la donación interpersonal específica». Esa
transcendencia, al posible origen de un donación es la que no acontece cuando
‘otro’ distinto a quienes lo han generado, de la sexualidad se hace un mero contex-

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to en el que tomar del otro lo necesario consiste. El compromiso de la relación


para lucrar un placer menesteroso e in- sexual no queda fundamentado ni justi-
suficiente, además de deshumanizado. ficado, en modo suficiente, por el
emotivismo. Aunque sea cierto que la
Estudiemos ahora el segundo error: afectividad entre hombre y mujer tienda
la supuesta legitimación de las relacio- a transformarse —y aún a demandar—
nes sexuales a partir del emotivismo. Al- la relación sexual. Pero la relación sexual
gunos adolescentes entienden el amor está también penetrada por la racionali-
como emotivismo y la sexualidad como dad, que aquí no comparece porque no se
mera consecuencia de éste. El amor es dan las condiciones que son necesarias
sustituido por demostraciones de cariño para el compromiso interpersonal.
y manifestaciones de ternura tan osten-
tosas como epidérmicas —poco importa Además, el emotivismo ofusca y sofo-
cuál sea la edad o las circunstancias—, ca a la misma racionalidad, hasta el pun-
que no hincan sus raíces en el corazón de to de no acertar a saber si es el placer o
la persona. Estas inundaciones afectivas la tendencia unitiva de la afectividad lo
no son efectivas, porque carecen del ne- que está en el mismo fundamento de esa
cesario fundamento y, en consecuencia, relación. La defensa de la afectividad hay
pasan por las vidas de las personas de que hacerla hoy desde otro lugar: desde
forma fugaz, instantánea y trivial. la mar adentro, donde la aventura, la so-
ledad, la alegría y el sufrimiento, la sor-
Ese exceso —no de afecto sino de afec- presa y el desvalimiento son mucho más
ción superficial— bloquea y asfixia la ca- auténticos.

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pacidad de autocontrol hasta desvi-
talizarla. Acaso por ello, quien así se com- Es mejor —y sobre todo más huma-
porta pierde la prontitud y agudeza ne- no— sufrir que estar impasible como con-
cesarias para dejarse sorprender. La vida secuencia de haber asentado el corazón,
deja de ser sorpresa y la persona deja de voluntariamente, en la mera atracción
sorprenderse como consecuencia de la afectiva. Es necesario explicar hoy que
hartura que produce el embotamiento de es mejor querer que sentir, que es mejor revista española de pedagogía
la afectividad. Surge así la apatía amar —aunque comporte ciertos desga-
(apatheia), el pasotismo, la ausencia de rros y sufrimientos— que optar por sólo
vibración, la pérdida del espíritu de aven- alimentarse de las emociones o procurar-
tura, mientras se desvanecen y extinguen se ciertas satisfacciones placenteras.
los nobles ideales concebidos durante la
etapa adolescente (Llano, 2002). El emotivismo es la negación de la
afectividad. El emotivismo se repliega en
El emotivismo es la actitud contraria la afectividad de sí para sí, sin compar-
de la apertura a la afectividad. El tirla con el otro. El otro deviene en el
emotivismo es sólo un modo aparente de medio a cuyo través la afectividad es mo-
sentir, pero en realidad no satisface ni mentáneamente satisfecha en su super-
sacia por la misma trivialización en que ficialidad, pero sin que el otro ocupe el

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lugar que le corresponde en el corazón fundamento de la toma de decisiones res-


de la persona emotivista. pecto de la relación sexual con la otra
persona. Esto supone exponerse a un gra-
Quien busca el emotivismo se busca a ve riesgo: el de la dependencia neurótica.
sí mismo, pero a costa de utilizar al otro,
al que con anterioridad se asegura de ha- Genera dependencia, porque la afecti-
cerle desaparecer de su vida. El vidad y las relaciones sexuales crean una
emotivista es un ser «tomante» que nada sutil adicción —con su síndrome de abs-
da de sí, que no comparte nada, que se tinencia: la resaca que dejan tras de sí la
aísla en su menesteroso corazón necesi- afectividad y la sexualidad cuando la re-
tado, que no se abre a la relación, al com- lación se rompe—, un tanto compleja y
promiso y al encuentro con el otro, porque de no fácil solución. Y esa dependencia
sencillamente lo margina, lo excluye y lo es neurótica, porque en realidad la per-
destierra de su vida. sona no se ha encontrado con la otra ni
la ha tratado como se merece —a pesar
Pero la afectividad humana es sobre de la aparente hartura de su sensibili-
todo relación, presencia del otro, apertu- dad embotada—, sino que se ha servido
ra, encuentro, diálogo, compromiso, es de ella, simplemente para alimentar su
decir, salida arriesgada de sí para rega- inmadura sexualidad o tal vez su enfer-
larse y perderse en el otro. miza afectividad.

El emotivismo es probablemente una En el mejor de los casos, con la su-


de las formas de dependencia afectiva puesta justificación emotiva de las rela-
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peores. La persona ha de reconocer que ciones sexuales, estaríamos ante el


depende de otros en muchas cosas, que egoísmo sentimental, perseguidor de la
su libertad es sobre todo interdependen- satisfacción psíquica del propio yo, por lo
cia, que nadie es una isla que pueda por que la persona busca a la vez que el pla-
sí solo satisfacerse y ser quien es. Entre cer sexual la satisfacción afectiva, radi-
esas interdependencias naturales las hay cada en el propio yo.
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de muchas clases (ontológica, familiar,


funcional, sexual, autoconstitutiva, es- En ninguna de las dos anteriores cir-
tructural, existencial, social, religiosa, cunstancias se satisface la condición de
etc.), de las que ahora no puedo ocupar- la entrega amorosa. En el primero, por-
me, todas ellas legítimas y convenientes que la persona se instala en el mero
siempre que no se sobrepase ese punto instintivismo animal de la satisfacción
medio, de difícil equilibrio, en que con- placentera; en el segundo, porque la per-
siste la virtud. sona se acuna en el subjetivismo
emotivista del propio yo.
Pero la dependencia generada en el
caso del emotivismo es sólo sentimental, La conducta sexual encuentra su fin
en la que la afectividad propia campea en la donación amorosa cuando, orienta-
sobre todo lo demás y se erige en el único da por la racionalidad, el querer de la

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voluntad se dirige a la otra persona, tra- Pero a pesar de ello, hay que afirmar
tando de buscar su bien integral. Lo que que la educación en esta materia debiera
alcanza el fin del comportamiento sexual estar reservada a los padres, por ser ellos
humano es sobre todo la búsqueda de la los primeros educadores precisamente en
felicidad del otro —donde radica también una cuestión como ésta, que está en el
la de uno mismo—, cosa que acontece en origen mismo de la vida de sus hijos. En
el encuentro y la donación/aceptación del cualquier caso, los contenidos que se im-
otro en su totalidad, es decir, en una re- partan deben ser útiles para que el edu-
lación que funda un compromiso que por cando desarrolle en el futuro un
su propia índole exige el «para siempre», comportamiento sexual ajustado, sano y
sin tomar del otro sólo una de sus partes asumible desde la perspectiva ética.
—como, por ejemplo, su cuerpo, su afec-
tividad, su posición social, etc.—, sino que Los contenidos deben impartirse pro-
busca comprometerse con su entera per- gresivamente, en función de cuáles sean
sona, tomar sobre sí la responsabilidad las características específicas y las nece-
de su vida, en definitiva, sentirse ambos sidades requeridas por cada uno de los
como co-responsables de sus respectivas educandos a lo largo de los diferentes pe-
biografías y personas. ríodos evolutivos. Es preciso no olvidar
que la educación sexual no debe estar
orientada a la sola satisfacción del instin-
Contenidos y objetivos
to, sino a la consecución de la felicidad de
de la educación sexual la persona (Santa Maria Garai, 1996;
La verdadera educación en la sexuali- Polaino-Lorente, 1994, 1995 y 2003).
dad debe afrontar, lógicamente, una mul-

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titud de contenidos muy diversos. Entre los principales objetivos que
Algunos de ellos forzosamente han de in- debe satisfacer cualquier programa de
cidir en los aspectos morfológicos, anató- educación sexual, cabe citar como muy
micos y psicobiológicos de la sexualidad: importantes los siguientes: (1) Suminis-
desde las diferencias individuales a la trar una amplia información sobre esta
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afectividad, de la diferenciación psicobio- materia, desde una perspectiva
lógica a la comunicación interpersonal, interdisciplinar (biología, psicología,
de la distribución de roles en el ámbito antropológica, religión, etc.). (2) Delimi-
de la pareja a la ética del comportamien- tar cuál es la finalidad, sentido y signifi-
to sexual. cado de la sexualidad humana en el
marco de una antropología realista (di-
Son muchas las disciplinas que aquí mensiones generativa, afectiva, cognitiva
se concitan (psicología, antropología, fi- y religiosa). (3) Informar acerca de las
siología, psiquiatría, religión, etc.), por lo diferencias psicobiológicas entre el hom-
que resulta especialmente difícil la for- bre y la mujer. (4) Explicar de forma pro-
mación de educadores que sean compe- porcional y adecuada a la edad y
tentes en este ámbito interdisciplinar tan circunstancias de los hijos las relaciones
variado. sexuales, en lo que se refiere a su ámbito

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natural, es decir, el matrimonio. (5) Con- La sexualidad adquiere su sentido pre-


tribuir a disminuir o extinguir los temo- cisamente en una forma de relación
res y ansiedades que habitualmente interpersonal en la que el amor del ama-
surgen por miedo al desajuste o al fraca- do se realiza dándose a la persona ama-
so sexual. (6) Fomentar el necesario es- da, satisfaciendo esa necesidad de darse
píritu crítico en el educando respecto de con tal que la otra persona sea feliz, que
las estereotipias, sesgos, prejuicios y erro- es lo único que en verdad también hace
res sexuales presentes en la actual socie- feliz al amado.
dad. (7) Ofrecerle la necesaria
información preventiva respecto de las En ese contexto es donde la donación
enfermedades de transmisión sexual y el sexual —un don que es uno mismo— ad-
SIDA. (8) Proporcionar un código ético quiere todo su significado: percibirse como
congruente, así como los principios en que un regalo recíproco, inmerecido y, con fre-
aquél se funda, de manera que cada edu- cuencia, no buscado. Cuando esto sucede
cando pueda satisfacer, desarrollar y rea- la persona amada es la fuente que da
lizar en sí los valores morales que se sentido a todo lo que se hace, se siente y
concitan en la conducta sexual unitiva y se piensa. De aquí que el estar enamora-
procreativa en el ámbito de la dos «nos haga preferir el compartir la des-
conyugalidad (Polaino-Lorente, 1993). dicha con el ser amado que ser felices de
cualquier otra manera» (Lewis, 1991). Y
Para alcanzar estos fines parece conve- es que «la dimensión humana de la sexua-
niente insistir en algunas ideas fundamen- lidad —como dice Ruiz Retegui (1987)—
tales. Este es el caso, por ejemplo, de que instituye una forma de entrega que se
el amor es más importante que la sexuali-
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abre a la donación de la vida como una


dad. Ningún enamorado renunciaría a su expansión de su dinámica propia».
amor por una «dosis» de sexo. El sexo es
una parte que, aunque importante, no es Dirección del autor: Aquilino Polaino-Lorente. Director del
desde luego la más importante del amor. Departamento de Psicología de la Universidad San
En cambio, el amor lo es todo. Amar es Pablo-CEU. C/Velázquez 91, 1.º 28006 Madrid.
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aquilinopolaino@terra.es.
descubrir que la propia felicidad depende
de que sea feliz la persona a la que se Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
lo: 12.V.2006.6
ama; subordinar la felicidad propia a la
felicidad de la otra persona; o, mejor, des-
cubrir que la existencia de una y otra per-
sona coexisten, necesitan y tienden a una
felicidad común. Pues, como escribía Lewis
(1991) sobre este particular, «el eros hace
que un hombre desee realmente no una
mujer, sino una mujer en particular. De
forma misteriosa, pero indiscutible, el ena-
morado quiere a la amada en sí misma, no
en el placer que pueda proporcionarle…».

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Educación de los sentimientos y la sexualidad

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affectivity and raises the question of
whether affectivity education is possible.
Resumen: The answer is yes, after considering the
Educación de los sentimientos y nature of feelings and their evolution in
sexualidad the education of children. In this realm,
En la educación de los sentimientos y the author analyses what strategies
la sexualidad, el autor pasa revista a las parents and teachers are best advised to
dificultades naturales que ofrece la com- follow, so as to help affirm their children
plejidad de la afectividad y se plantea la and students in the development of their
cuestión de si es posible la educación en affectivity. The author also confronts
la afectividad. La contestación es afirma- what we mean by ‘affective maturity’, one
of the questions that has been neglected
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tiva, después de considerar la naturale-


za de los sentimientos y su evolución en in current-day emotivism. Lastly, the
la educación de los hijos. En este ámbito author explores education in sexuality,
analiza qué estrategias son aconsejables which is necessary because of its link to
seguir por padres y profesores, de mane- affectivity, and gives an outline of the
ra que se pueda afirmar a los hijos y contents and primary objectives that
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alumnos en el desarrollo de su afectivi- should be dealt with in education in


dad. Se afronta también qué se entiende sexuality, by student age.
por madurez afectiva, una de las cuestio-
nes que ha sido desatendida en el Key Words: Education in affectivity, sex
emotivismo actual. Por último, el autor education (content and objectives),
expone la necesaria educación de la strategies for parents and teachers,
sexualidad, por su vinculación con la afec- emotivism, affective maturity.
tividad, a la vez que esboza los conteni-
dos y principales objetivos que es preciso
desarrollar en el, de acuerdo con la edad
de los educandos.

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