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La manera de ser y nuestros rasgos se van desarrollando a medida que pasamos por las
etapas vitales.
La personalidad que tengamos va a marcar como vemos el mundo y reaccionamos a él. Pero
las características personales que nos son propias no siempre han estado ahí de la misma
forma, sino que hemos ido pasando por diferentes etapas del desarrollo de la
personalidad hasta llegar a ser como somos, desde la infancia hasta nuestra situación actual e
incluso hasta nuestro futuro deceso.
Definición de personalidad
Debido a que nace en gran parte del conjunto de experiencias que vivimos a lo largo de
nuestra vida se considera que la personalidad como tal no está plena configurada hasta la
edad adulta, habiendo un largo proceso de desarrollo hasta que llega a estabilizarse (si bien
puede sufrir variaciones posteriores, no son frecuentes ni tienden a ser marcadas).
Para establecer una cronología de las etapas del desarrollo de la personalidad resulta
interesante partir de la clasificación de las principales etapas vitales.
En el momento en que un bebé nace no podemos considerar que tenga una personalidad
marcada, ya que el nuevo individuo no ha tenido experiencias concretas que le hagan ser,
pensar o actuar de una manera determinada. Sin embargo, sí que es cierto que según pasan
los días vamos viendo cómo el niño o niña tiene una tendencia a comportarse de una manera
determinada: por ejemplo podemos observar si llora mucho o poco, cómo se alimenta o si
responde al tacto con miedo o curiosidad.
2. Infancia
Esta etapa se caracteriza por la adquisición de valores, creencias y normas provenientes del
exterior, de una manera inicialmente imitativa y con pocos tintes críticos. La personalidad
empieza a formarse según las características del temperamento van siendo confrontadas a la
realidad, adquiriendo patrones de comportamiento y maneras de ver mundo y formándose el
carácter.
3. Pubertad y adolescencia
La adolescencia, el punto en que pasamos de ser niños a ser adultos, es una etapa clave en la
formación de la personalidad. Se trata de una etapa vital compleja en que el organismo se
encuentra en proceso de cambio, al tiempo que se aumentan las expectativas respecto al
comportamiento del individuo y este empieza a experimentar diferentes aspectos y realidades.
Se aumenta el número de entornos en los que la persona participa, así como el número de
personas con las que interactúa, propiciando junto a los cambios hormonales y el aumento en
la capacidad de abstracción propia de la maduración cognitiva hará que experimente
diferentes roles que le enseñaran que le gusta y que se espera de él o ella. Se da
una potenciación de la búsqueda de vinculación social y aparecen las primeras relaciones. El
adolescente busca una identidad propia a la vez que un sentimiento de pertenencia al entorno
social, intentando insertarse como parte de la comunidad y del mundo.
4. Adultez
5. Ancianidad
Los elementos escritos anteriormente reflejan una tendencia general a lo largo de las etapas
vitales. Sin embargo, son múltiples los autores que han establecido teorías sobre cómo se
desarrolla la personalidad. Dos de las más conocidas, aunque también desfasadas, son la teoría
del desarrollo psicosexual de Freud y la teoría del desarrollo psicosocial de
Erikson, estableciendo cada uno diferentes etapas del desarrollo de la personalidad.
Hay que tener en cuenta en todo caso que estas propuestas del desarrollo de la personalidad
se fundamentan en un paradigma de meta-psicología que ha sido muy criticado por su carácter
especulativo e imposible de poner a prueba, por lo cual hoy en día no se consideran
científicamente válidos, a pesar de que históricamente han tenido una gran influencia.
Para el padre fundador del psicoanálisis, la personalidad del ser humano se va configurando a
lo largo de la vida a través de diversas etapas del desarrollo de la personalidad. La
personalidad está estructurada en un ello o parte pulsional, un superyó que censura dichos
deseos a partir de la moral y un yo que media entre dichos aspectos.
Con la líbido como energía psíquica fundamental, la teoría de Freud considera que nacemos
únicamente con nuestra parte pulsional, naciendo con el tiempo el yo y el superyó según
vamos introyectando las normas sociales. Los constantes conflictos pulsionales hacen que el
organismo emplee mecanismos de defensa con el fin de reducir la tensión que éstos producen,
unos mecanismos que se emplean a menudo y que permiten explicar rasgos y facetas de
personalidad.
Para Freud, pasamos por una serie de etapas en las que situamos nuestras fuentes de placer y
frustración en diferentes zonas corporales, expresando la líbido a partir de ellas. Dichas etapas
se van superando progresivamente, si bien pueden haber regresiones o estancamientos que
produzcan fijaciones en determinados comportamientos y modos de ver el mundo y las
relaciones personales.
1. Etapa oral
Durante el primer año de vida el ser humano está inmerso en la conocida como etapa oral, en
que utilizamos la boca para explorar el mundo y obtener gratificación de él. Nos nutrimos,
mordemos y probamos diferentes objetos a través de ella. Así pues, la boca ejerce el rol que
más adelante tendrán las manos, y eso para Freud condiciona el desarrollo psicosexual en esta
etapa de la vida.
2. Etapa anal
Después de la etapa oral y hasta alrededor de los tres años de edad, el núcleo de interés
psicosexual pasa a ser el ano, al empezar a controlar los esfínteres y suponer ello un elemento
de placer al poder gestionar qué mantiene dentro de sí y qué expulsa. El niño puede defecar,
cosa que permite reducir su tensión interna, o retener las heces voluntariamente.
3. Etapa fálica
Entre los tres y seis años de edad el individuo suele entrar en la fase o etapa fálica. Es en esta
etapa en la que empieza a haber un interés hacia lo sexual, centrando la atención en la
genitalidad y apareciendo el complejo de Edipo, los celos y el arrepentimiento.
4. Etapa de latencia
A partir de los siete años y hasta la adolescencia podemos encontrar que la expresión de la
energía sexual no encuentra un correlato físico a través del cual expresarse, debido en gran
parte a la influencia de lo social y moral. Aparece el pudor y se reducen los impulsos sexuales.
5. Etapa genital
Para este autor, cada etapa vital supone una serie de conflictos y problemas a los que el
individuo ha de hacer frente hasta conseguir superarlas, creciendo y fortaleciéndose su yo
según se van superando y forjando la forma de ver, pensar y actuar en el mundo de cada
sujeto.
Las diferentes etapas del desarrollo de la personalidad para Erikson son las siguientes.
La primera de las crisis que el ser humano debe afrontar a lo largo de la vida aparece en el
mismo momento del nacimiento, siendo la base desde la que se va a configurar el resto de la
estructura psíquica. Según esta teoría, dura hasta aproximadamente los dieciocho meses de
edad. Durante esta etapa el individuo debe decidir si es capaz de confiar o no en los estímulos
y personas provenientes del exterior o en los efectos que tiene la propia actuación sobre el
mundo.
Es decir, si puede sentirse cómodo en presencia, por ejemplo, de sus progenitores y familiares.
Superar esta etapa correctamente implicará que se es capaz de encontrar un equilibrio entre
confianza y desconfianza en el que prime la confianza, lo que permitirá establecer relaciones
seguras con otras personas a la vez que confía en sí mismo.
Así pues, en esta etapa de desarrollo de Erikson, como en las siguientes, el objetivo es llegar a
un punto de equilibrio o de ajuste en el que la autonomía encaje bien con la vida social que se
lleva, sin perjudicar ni ser perjudicado.
2. Autonomía vs Vergüenza/Duda
A partir de la superación de la anterior etapa y hasta los tres años de edad el individuo va ir
poco a poco desarrollando su cuerpo y su mente, aprendiendo a controlar y gestionar su
cuerpo y su conducta a partir tanto de la maduración y la práctica como de las informaciones
que le llegan por parte de sus progenitores, que le enseñan que puede y que no puede hacer.
3. Iniciativa vs Culpa
En el periodo de tiempo comprendido entre los tres y cinco años de edad el niño empieza a
desarrollar una mayor actividad de forma autónoma. Su nivel de actividad les impulsa a
generar nuevas conductas y formas de relacionarse con el mundo, apareciendo la iniciativa.
Sin embargo, la retroalimentación de dicha iniciativa puede generar sentimientos de culpa en
el menor, si las consecuencias de experimentar son adversas. Es necesario un equilibrio que
nos permita ver nuestra responsabilidad en nuestros actos a la vez que podamos ser libres.
4. Laboriosidad vs Inferioridad
A partir de los siete años de edad y hasta la adolescencia, los niños siguen madurando
cognitivamente y aprendiendo cómo funciona la realidad. Necesita actuar, hacer cosas,
experimentar. Si no consigue llevarlas a cabo, pueden aparecer sentimientos de inferioridad y
frustración. El resultado de esta etapa del desarrollo de la personalidad pasa por obtener la
sensación de competencia. Se trata de ser capaz de actuar de forma equilibrada, sin rendirse al
mínimo obstáculo pero sin hacerse expectativas inalcanzables.
Propia de la adolescencia, es una de las crisis más conocidas por la mayoría de la gente. En
esta etapa el principal problema del individuo es encontrar su identidad, descubrir quién es y
qué quiere. Para ello tienden a explorar nuevas opciones y separarse de lo que hasta entonces
han conocido. Pero la gran cantidad de variables implicadas o una coartación de la exploración
puede generar que la identidad no se desarrolle libremente, produciendo múltiples problemas
de personalidad.
6. Intimidad vs Aislamiento
A partir de los veinte y hasta los cuarenta el principal conflicto que debe afrontar el ser
humano en el desarrollo de su personalidad es la búsqueda de relaciones personales y de una
forma apropiada y comprometida de vincularse. Se busca la capacidad de que en las
interrelaciones puedan darse sensaciones de seguridad y confianza.
7. Generatividad vs Estancamiento
Desde los cuarenta y hasta aproximadamente los sesenta años de edad, la persona tiende a
dedicarse a la protección de los suyos y a la búsqueda y mantenimiento de un futuro para las
próximas generaciones.
En esta etapa el principal conflicto se basa en la idea de sentirse útil y productivo, sintiendo
que sus esfuerzos tienen sentido. Sin embargo es necesario tener en cuenta que se ha de
buscar un equilibrio entre actividad y quietud, o se corre el riesgo de o bien no conseguir llegar
a todo o bien no conseguir producir o sentirse de utilidad.