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Día 4.

DEL MES DE OCTUBRE CONSAGRADO A


MARÍA Y LOS 15 SÁBADOS DEL ROSARIO
LA VIRGEN CON EL NIÑO Y LOS 15 MISTERIOS, SAN IGNACIO DE
LOYOLA Y SAN FRANCISCO JAVIER.
EJEMPLO
Un religioso que salía a pedir
limosna por los pueblos tuvo que
pasar la noche y parte de un día en
una gran casa, habitada por una
viuda, el hijo casado, la nuera y los
hijos de estos. A la hora de comer el
religioso observó cierta tristeza y
malestar en la familia. Todos
obsequiaban al buen fraile, todos
hablaban con él, pero ellos entre sí
no se dirigían la palabra. Después de
concluida la comida el religioso
quedó un momento solo con la
nuera, y no por curiosidad, sino por
caridad, le preguntó: -¿Qué os
sucede, hija mía? Veo aquí una
tristeza que no comprendo. -¡Ay,
Padre! -dijo la joven: -lo que sucede
en casa es que tenemos en ella un
verdadero infierno. Mi suegra tiene
un genio atroz. Hace cerca de un año
que tuvimos una reyerta, y desde
entonces no nos hemos hablado, ni
nos hablaremos hasta el día del
juicio. -¿Y rezáis el Rosario juntas? -
dijo el Padre. -Todos los días -
contestó la nuera. -Mi suegra lo guía
como ama de casa, y los demás la
acompañamos en el rezo. -¿Y las dos
juntas habláis con Dios, y con su
Santísima Madre, durante el rezo
del Rosario, y no os habláis
después? ¿Y piensas tú que Dios, ni
la Santísima Virgen os escuchan
rezando con el corazón lleno de odio
y de resentimiento? La joven bajó la
cabeza y no contestó.
Antes de cenar rezaron el Rosario. Al
fraile le pareció observar que la
nuera contestaba con voz trémula y
conmovida. Al decir el Padre «Ave
María Purísima», se levantó, cogió la
mano a su suegra delante de toda la
familia y se la besó, diciendo con voz
entrecortada por las lágrimas:
“Perdonadme, madre mía; os he
faltado hace un año y os pido
perdón, pues soy mal educada y
poco cristiana. Toda la culpa es
mía.” La anciana cogió entre sus
brazos a la esposa de su hijo y entre
lágrimas, y besos, dijo: “No, que es
mía; pues tengo un genio que no me
aguantarían los Santos del cielo». -
No, no, que soy yo la que he faltado,
no haciéndome cargo de vuestra
edad y de lo que habéis sufrido
durante vuestra vida, y al fin y al
cabo, nuestra disputa vino de que
no queríais que se gastase el dinero,
que de seguro no os llevaríais al otro
mundo, sino que lo ahorrabais para
vuestro hijo, y todo quedaba en
casa.
-De todos modos -intervino el
religioso- resulta que eráis dos
personas buenas, y que el diablo se
había metido en medio, teniendo
bastante ganancia, y la Virgen del
Rosario le ha obligado a huir.
El buen fraile se marchó al día
siguiente. Un año después volvió a
visitar a la familia. Allí todos
estaban alegres, y vio a la viuda que
tenía en sus rodillas a una criatura
de pocos meses. -¡Hola! -dijo el
religioso: -gente nueva tenemos. -Es
una niña -dijo la anciana -que Dios
nos ha mandado hace tres meses. Y
se llama Rosario -dijo el ama joven. -
¡Bendito sea Dios! -contestó el
religioso. -Ahora ya podemos rezar
el Rosario dijo la nuera -¿no es
verdad, madre? No callarás -
contestó la buena mujer, dando con
la mano un golpecito en la mejilla a
su nuera.
Al acostarse el religioso dio gracias a
la Santísima Virgen por la felicidad
de aquella casa; y al despedirse de la
familia, el heredero le besó la mano.
–Padre -le dijo –Dios trajo aquí a
vuestra reverencia. Desde que usted
dijo a mi mujer que Dios y la Virgen
María no escuchaban en el Rosario a
los que tenían rencor, esta casa de
un infierno que era se ha trocado en
un cielo, y todo se lo debemos a
vuestra visita. -No, hijo mío, gracias
sean dadas a Dios -contestó el fraile
–y a la Virgen del Rosario. (Semana
Católica).
SANTOS Y REYES DEVOTOS DEL
ROSARIO

San Felipe Neri adoptó la piadosa


costumbre de dormir con su rosario,
a fin de comenzar a rezarlo tan
luego como se despertase.
Maravillosamente aficionado a
modo de rezar tan provechoso,
decía que creía disgustaría
grandemente al Señor si no le rezase
todo entero cada día. (Revista del
Rosario).
La reina Ana, mujer de Luis XIII,
inscribía solemnemente a sus hijos
en la Cofradía del Rosario. (P.
Álvarez).

ELOGIOS PONTIFICIOS DEL ROSARIO

El Rosario es el azote del demonio


(Adriano VI).

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