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Queridísimas familias de nuestra Diócesis

de Barrancabermeja, tenemos el agrado


de presentarles la semana de la familia:
“La Familia, fuente de esperanza para la
humanidad”; organizada desde nuestra
Pastoral Familiar Diocesana, actividad que
se ha venido desarrollando cada año con
el fin de fortalecer los vínculos familiares,
la unidad, el amor y el perdón basándonos
en una formación eclesial desde la fe, la
palabra Dios y la oración.
Dadas las circunstancias actuales en la
que sea visto envuelta nuestra sociedad se
hace necesario que la familia se abandere
del proceso de transformación y sea la
principal fuente de fe y esperanza para
afrontar los desafíos del mundo de hoy.
Por ello los invitamos muy
comedidamente a compartir, participar y
aplicar en la vida familiar la siguiente guía
reflexiva cuya temática central serán: los
“Desafíos de la Familia de Hoy”.
Oración preparatoria
Señor, haz de nuestro hogar un sitio de tu amor.
Que no haya injuria, porque tú nos das
comprensión, que no haya amargura, porque tú
nos alientas.
Que no haya rencor porque tú nos das perdón.
Que no haya abandono, porque tú estás con
nosotros.
Que sepamos marchar hacia ti, en nuestro
diario vivir.
Que cada mañana amanezca un día más de
entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentre con más amor
de esposos y de padres.
Haz de nuestros hijos lo que tú anheles,
ayúdanos a educarlos. Haz que nos esforcemos
en el consuelo mutuo, y que hagamos del amor
un motivo más para amarte. Amén.

TEMA DEL DIA


LA CULTURA DEL INDIVIDUALISMO
MERCANTILISTA

La cultura del individualismo mercantilista


reduce la solidaridad al interior de la
familia y con los demás. La autonomía
llevada a extremos es el fruto del
individualismo y del utilitarismo y tiende a
reducir el significado de las relaciones
familiares hasta la ruptura de los vínculos.
Vivir sin hacerse responsable ante los
demás de las propias acciones, siguiendo el
sueño de su propia realización sin
importarle los sufrimientos que
posiblemente va a causar.

ILUMINACIÓN BÍBLICA
Evangelio de Lucas 15, 11-32.
Parábola del hijo pródigo
Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos
hijos; y el menor de ellos le dijo al
padre: «Padre, dame la parte de la
hacienda que me corresponde». Y él
les repartió sus bienes[a]. No muchos
días después, el hijo menor,
juntándolo todo, partió a un país
lejano, y allí malgastó su hacienda
viviendo perdidamente. Cuando lo
había gastado todo, vino una gran
hambre en aquel país, y comenzó a
pasar necesidad. Entonces fue y se
acercó[b] a uno de los ciudadanos de
aquel país, y él lo mandó a sus
campos a apacentar cerdos. Y
deseaba llenarse el estómago[c] de[d]
las algarrobas que comían los cerdos,
pero nadie le daba nada. Entonces,
volviendo en sí, dijo: «¡Cuántos de los
trabajadores de mi padre tienen pan
de sobra, pero yo aquí perezco de
hambre! Me levantaré e iré a mi padre,
y le diré: “Padre, he pecado contra el
cielo y ante ti; ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo; hazme como uno de
tus trabajadores”». Y levantándose,
fue a su padre. Y cuando todavía
estaba lejos, su padre lo vio y sintió
compasión por él, y corrió, se echó
sobre su cuello y lo besó[e]. Y el hijo le
dijo: «Padre, he pecado contra el cielo
y ante ti; ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo[f]». Pero el padre dijo
a sus siervos: «Pronto; traed la mejor
ropa y vestidlo, y poned un anillo en
su mano y sandalias en los pies; y
traed el becerro engordado, matadlo,
y comamos y regocijémonos; porque
este hijo mío estaba muerto y ha
vuelto a la vida; estaba perdido y ha
sido hallado». Y comenzaron a
regocijarse. Y su hijo mayor estaba en
el campo, y cuando vino y se acercó a
la casa, oyó música y danzas. Y
llamando a uno de los criados, le
preguntó qué era todo aquello. Y él le
dijo: «Tu hermano ha venido, y tu
padre ha matado el becerro
engordado porque lo ha recibido sano
y salvo». Entonces él se enojó y no
quería entrar. Salió su padre y le
rogaba que entrara. Pero
respondiendo él, le dijo al padre:
«Mira, por tantos años te he servido y
nunca he desobedecido ninguna
orden tuya, y sin embargo, nunca me
has dado un cabrito para regocijarme
con mis amigos; pero cuando vino este
hijo tuyo, que ha consumido tus
bienes[g] con rameras, mataste para
él el becerro engordado». Y él le dijo:
«Hijo mío, tú siempre has estado[h]
conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero
era necesario hacer fiesta y
regocijarnos, porque este, tu hermano,
estaba muerto y ha vuelto a la vida;
estaba perdido y ha sido hallado».
Palabra de Señor.

El mensaje de Jesús: Lucas 15 11-32.


La parábola del Padre misericordioso

Esta parábola del Señor nos orienta al ideal


de la familia en clave de don, de gratuidad.
Esa es la familia cristiana, aquella
comunidad fraterna por excelencia donde
la regla de oro es la alegría de amar
implicando la vida en todas las etapas y
circunstancias. Allí se aprende a compartir
las alegrías y las tristezas, los momentos
buenos y los difíciles. La mayor ganancia a
la que se aspira es a la unidad y la felicidad
de ser familia y de entregarse por ella. Los
privilegios individuales son fruto del
diálogo y llevan siempre a bienestar de
todos.
RETO DE COMPROMISO FAMILIAR
Las personas pueden ser ayudadas a vivir
relaciones familiares caracterizadas por el
“nosotros” (Iglesia Doméstica). La
identidad más profunda de la familia es la
comunión que genera el “nosotros”. El
cónyuge y los hijos están siempre
presentes en el diálogo y en los encuentros
que cada miembro desarrolla fuera de casa
y en las decisiones que debe tomar. La
solidaridad empieza con la oración por las
personas en necesidad y se concretiza con
gestos de acogida y de caridad pensados y
concretizados en conjunto.

ACCIÓN SIGNIFICATIVA FAMILIAR


Realizaremos en familia la agenda del día y
asumiremos con amor fraterno las tereas
que nos sean asignadas por mamá.
ORACIÓN FINAL
Señor nuestro Jesucristo, que junto con
María y José consagraste con inefables
virtudes la vida doméstica, haz que por
intercesión de ambos sepamos instruirnos
con el ejemplo de tu sagrada familia.
Elevemos nuestras oraciones a ti señor,
para poner nuestra familia bajo tu mirada,
te pedimos la acompañes, la asistas en sus
necesidades, la mantengas en amorosa
unión y guíes sus pasos hasta conseguir tu
eterna compañía en el cielo. Que en ella
cada hijo aprenda de Jesús, la obediencia,
el estudio y el trabajo.
Que cada mujer aprenda de María, la
humildad y el espíritu de sacrificio. Que
cada hombre aprenda de José a amar a
Jesús y a su familia con fidelidad y rectitud.
Amén.

Si, la oración la hacen esposo y esposa:


Esposo: Señor te encomiendo a mi
esposa… (decir el nombre), llénala de
discernimiento, ternura, humildad,
serenidad y paciencia. Regálanos los dones
del Espíritu Santo para dar frutos
abundantes, regálanos fecundidad para
llenar nuestro hogar de alegría.
Esposa: Señor te encomiendo a mi
esposo… (decir el nombre), llénalo de amor,
de tu presencia, para que sea un esposo
fiel, trabajador, paciente, tierno y
cumplidor de sus deberes. Danos sabiduría
para tomar juntos las mejores decisiones
para tu gloria y la felicidad de nuestra
familia.

Que Dios esté en medio de nuestra familia


y las familias del mundo entero para que
en nuestros hogares haya paz, alegría y sea
signo de esperanza. Amén.

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