Está en la página 1de 8

26 DE DICIEMBRE DE 2021

UNA BELLA FLOR GERMINA.

P. Sergio A. Donoso

En la soledad de las áridas tierras, junto con el ulular del viento, se oye la súplica de dos fieles de Dios,
implorando. Ahí está Ana y Joaquín tomados de las manos, ojos cerrados. ¡Señor, mi único Dios, no puedo
impedir una lágrima, por saber si puedo germinar una semilla en mí! Este desierto es mezquino con la vida,
pero tú eres lo más grande, podrías hacer florecer cada pedacito de este estéril suelo, escucha mi súplica y haz
florecer en mí una flor, para que sea de alegría en tu jardín. Confiamos en que nos escuchas, ¡OH! Dios, tus
fieles hijos esperan confiados en ti. Sin perder la confianza en Dios, Joaquín y Ana, esperan confiados y cuidan
de su vida cultivando en sus corazones la buena tierra, donde Dios hará germinar la flor más bella de su
Jardín, solo Él Sabe por qué y para qué.

Así fue, llegó el día, en el cual se aromatizó el aire con perfume celestial, las estrellas brillaron como nunca, el
viento silenció su aullido y se presentó un ángel de Dios donde Ana, diciéndole: «Ana, Ana, el Señor ha
escuchado tu ruego, y ella juntó sus manos entrelazando los dedos, sin poder contener un emocionado
suspiró, cerró sus ojos para disponerse a oír al Ángel que agregó: concebirás y darás a luz
y de tu prole se hablará en todo el mundo.» Ana, quien ama a Dios intensamente, no tarda en responder; «Vive el
Señor, mi Dios, que, si llego a tener algún fruto de bendición, sea niño o niña, lo llevaré como ofrenda al Señor y
estará a su servicio todos los días de su vida.»

Contemplando al horizonte, impaciente por comunicar a Joaquín, tan admirable, extremadamente buena y
extraordinaria y subliminal visita angelical, observa con atención a dos mensajeros que a toda prisa se acercan
a su casa, y emocionados llegan hasta ella diciéndole; Ana, Joaquín, tu esposo, está de vuelta con sus rebaños,
pues el ángel de Dios ha descendido hasta él y le ha dicho: Joaquín, Joaquín, el Señor ha escuchado tu ruego; baja de
aquí, ve a tu casa, a tu mujer, va a concebir en su seno.»

Entonces Ana, preparó una ambientación de extraordinaria alegría para recibir a Joaquín, su esposo amado, sin
dejar de entonar salmos de agradecimiento a Dios, y acompasados con el latir de su corazón, el cual no
disimulaba su animada excitación del gozo placentero de la noticia.

Joaquín, llegó a casa emocionado por tan grato acontecimiento, con los brazos extendidos hacia Ana, ella al verlo
venir, no pudo esperar en la puerta, corrió hasta él, se abalanzó sobre su cuello, diciendo; Joaquín ahora veo que
Dios me ha bendecido copiosamente, pues dejé de ser estéril, voy a concebir en mi seno.»
Juntos bendiciendo Dios, y extendiendo sus manos hacia EL, entraron en casa, las puertas del hogar
resplandecían como nunca.

Luego de reposar, Joaquín vio como sus pastores celebraban con emocionada alegría la visita del Ángel
mensajero de Dios, y no dejaban escapar el perfumado aire que se respiraba, presintiendo la presencia de Dios,
entonces Joaquín, les mandó a que le trajeran diez corderitos hembra, sin mancha, diciendo; «Y éstas, serán para
el Señor Dios», luego mandó por doce terneras de leche y les encomendó; «Y éstas, serán para los sacerdotes y el
sanedrín»; y, finalmente, cien cabritos para todo el pueblo.

Pasados ya los meses que había que esperar, Ana, le manifestó a Joaquín que había que preparar la casa, este
posó su cabeza sobre el vientre de Ana, y exclamó, «Se respira perfume de ángeles, está por nacer, alabado sea
Dios.»

Toda la casa estaba agitada, Joaquín mandó por leña, había que temperar el hogar, las hermanas y cuñadas,
llegaban a casa, una preparó de comer, otra una suave cama en el piso, otras atendían y animaban a la futura
madre, alguien se atrevió a decir: Los Ángeles de Dios están cuidando la casa, lo presiento, los pastores acercaron
el rebaño y se sentaron cerca en las afueras, silenciosos en espera de oír el llanto amoroso del recién nacido.
En un instante, el silencio reinó por todo el lugar, y en los emocionados brazos de la comadrona una recién
nacida le abre sus ojos, hace un gesto de sonrisa y estalla en llanto, ella agitada y feliz grita, una niña, es una niña.
Ana la recibe en sus brazos y deja a su recién nacida sobre su pecho, exclamando que hermosa flor, ¡OH!
Dios, haz que sea la más hermosa de tu jardín.

Tres años han pasado, la niña juega feliz con sus padres. Joaquín prepara unas candelas, es tiempo de ir al
templo, pide la asistencia de unas doncellas sin mancilla, les pide que enciendan las candelas, y les
acompañen, hay que llevar la niña, para que su corazón no sea cautivado por alguna cosa fuera del templo de Dios.

Y así lo hicieron, y marcharon al templo, acompañados por cantos de bellos salmos de alabanzas. Mientras iban
subiendo al templo de Dios, la recibió el sacerdote, éste toma la niña en sus brazos, y la observa cariñosamente,
se estremece frente a su hermosura, y a la dulzura de sus ojos, la besa, la bendice, y exclama; «El Señor ha
engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al fin de los tiempos manifestará en ti su redención a
los hijos de Israel.» Luego, le toma de sus manos y camina hasta la tercera grada del altar y la sienta.

La niña manifiesta cómo El Señor derramó su gracia, sonríe, mira con sublime dulzura, y luego danza,
entusiasmando y haciéndose querer de toda la casa de Israel.

Felices regresaron Joaquín y Ana, sus padres, embargados por la emoción, llenos de admiración, alabando al
Señor Dios porque la niña no se había vuelto atrás.

Dicen que María permaneció en el templo como una paloma, recibiendo alimento de manos de un ángel.

Nueve años después, al llegar a los doce años de edad, los sacerdotes se reunieron para deliberar, diciendo: «He
aquí que María ha cumplido sus doce años en el templo del Señor, ¿qué habremos de hacer con ella para que no
llegue a mancillar el santuario?»

Entonces fueron donde el sumo sacerdote y le dijeron: «Tú, que tienes el altar a tu cargo, entra y ora por ella,
y lo que te dé a entender el Señor, eso será lo que hagamos.»

Así fue como el sumo sacerdote, se viste con el manto de las doce campanillas, y entró en el sancta sanctorum y oró
por ella.

Horas más tarde, seguía orando, cuando un ángel del Señor se apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y reúne
a todos los hombres del pueblo, éste asombrado, escucha al Ángel que le pide: Diles que venga cada cual, con una
vara, en uno de ellos se fijará el Señor Dios, sobre quien el Señor haga una señal portentosa, será esposo de esta
joven.

Por toda Judea salieron en su búsqueda, y a cuanto varón vieron, dieron la noticia. Así fue que al sonar la
trompeta del Señor, todos acudieron.

Un buen hombre, algo viejo, viudo, labraba madera en casa, y daba forma a nobles muebles, carpintero, y
llamado José, dejo sus herramientas y presintió que Dios le invitaba a asistir, tomó su vara y caminó con su
sencillez y humildad habitual, su corazón presentía que no debía faltar, sus manos eran limpias, su corazón, era
hábitat de la pureza, su rostro, aunque algo cansado, era reflejo de la bondad de su alma y de la obediencia al
Señor.

Así fue, como se unió a los demás al llegar al templo. José oró en el, y dedicó sus plegarias a Dios, y como
siempre ofreció su sometimiento, obediencia, y todo su corazón para que fuera colmado de su gracia.

Una vez terminada su plegaria, José fue por su vara, en ninguna de las que estaba apiladas, aparecía señal
alguna, pero al coger José la suya que era la última, sale agitando sus alas una paloma y se puso a volar sobre
su cabeza. Ante el asombro, el sacerdote corre hasta José, y le dice, hombre bueno, tienes una gran misión, a ti
te ha cabido la gracia de recibir bajo tu custodia a la Virgen del Señor.
ORACIONES DEL ROSARIO TRADICIONAL
Las Intenciones por la Iglesia, Nuestra Nación y el Mundo son las siguientes:

Dios Padre nuestro, por favor envíanos sacerdotes santos, todos por el Sagrado y Eucarístico Corazón de
Jesús, todos por el Doloroso e Inmaculado Corazón de María, en unión con San José
Rogamos por la Restauración de la Fe Católica en el mundo
Por la Libertad Religiosa en todo el mundo
Por la Paz y la Libertad en todos nuestros países
Por el Fin del aborto y el Respeto a la Vida

Oraciones Enseñadas Por El Ángel En Fátima

¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te
aman!
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te
aman!
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te
aman!

Santísima Trinidad, te adoro! Dios mío, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad, te adoro! Dios mío, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad, te adoro! Dios mío, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en
reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y
del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

LOS MISTERIOS GLORIOSOS DEL SANTO ROSARIO

Por la señal de la Santa Cruz,


de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

V/ . Señor abre mis labios,


R/. y mi boca proclamará tu alabanza.
V/. Dios mío, ven en mi auxilio,
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del Cielo y de la Tierra.
Creo en Jesucristo su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de
entre los muertos, subió a los cielos
y está sentado a la diestra de
Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

1 Padre Nuestro

Padre nuestro
que estás en el cielo
Santificado sea tu nombre
Venga tu reino
Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día


Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Amén.

3 Ave Marías

Dios te salve, María


Llena eres de gracia
El Señor es contigo
Bendita tú eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María, Madre de Dios


ruega por nosotros, pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos.
Amén.

Primer Misterio Glorioso

Resurrección de nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la fe y humildemente pongo
este ramo de rosas a tus pies.

Segundo Misterio Glorioso

Ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la esperanza y
humildemente pongo este ramo de rosas a tus pies.

Tercer Misterio Glorioso

La venida del Espíritu Santo en los Discípulos y la Santísima Virgen María

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la caridad y humildemente
pongo este ramo de rosas a tus pies.

Cuarto Misterio Glorioso


Asunción de la Santísima Virgen María al cielo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la unión con Cristo y
humildemente pongo este ramo de rosas a tus pies.

Quinto Misterio Glorioso

Coronación de la Santísima Virgen María en el cielo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la unión contigo y
humildemente pongo este ramo de rosas a tus pies.

La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de


misericordia, vida y dulzura y
esperanza nuestra:
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos, gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos y, después de este
destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente! ¡oh piadosa!
¡oh dulce Virgen María!

V. Ruega por nosotros santa


Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración a San Miguel Arcángel

“¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestiales, San Miguel arcángel, defendednos en el combate y
terrible lucha que tenemos que sostener contra los poderes y potestades, contra los príncipes de este
mundo de tinieblas y contra los malignos espíritus (Ef. 6, 12)! Venid en auxilio de los hombres que Dios
hizo inmortales, formó a su imagen y semejanza, y redimió a gran precio de la tiranía del demonio (Sab. 2,
23; 1Cor. 6, 20).

“Pelead en este día con el ejército de los santos ángeles las batallas del Señor, como en peleasteis en
otra ocasión contra Lucifer, jefe de los soberbios, y contra los ángeles apóstatas, que fueron impotentes
para resistiros, y para los cuales no hubo ya lugar en el cielo.

“Sí, ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al mundo entero,
fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo (Apoc. 12, 8-9). Pero he aquí que este antiguo
enemigo, este primer homicida ha levantado fieramente la cabeza. Transfigurado en ángel de luz y
seguido de toda la turba de espíritus malditos, recorre la tierra entera para apoderarse de ella y desterrar
el nombre de Dios y de su Cristo, para robar, matar y entregar a la eterna perdición a las almas destinadas
a la eterna corona de gloria. Además de los hombres de alma ya pervertida y corrompido corazón, este
dragón perverso lanza encima, como un torrente de fango impuro, el veneno de su malicia, es decir, el
espíritu de mentira, de impiedad y blasfemia, y el soplo emponzoñado de la impureza, de los vicios y de
todas las abominaciones.
“Enemigos llenos de astucia han llenado de injurias y saturado de amargura a la Iglesia, esposa del
Cordero inmaculado; y sobre sus más sagrados bienes han puesto sus manos criminales. En el mismo
lugar santo, donde ha sido establecida la silla de Pedro y la cátedra de la verdad, que debe iluminar el
mundo, han alzado el abominable trono de su impiedad, con la intención perversa de herir al Pastor y
dispersar el rebaño.

“Os suplicamos, pues, oh Príncipe invencible, socorráis al pueblo de Dios contra los ataques de esos
espíritus malditos, y le concedáis la victoria. Este pueblo os venera como su protector y patrono, y la
Iglesia se gloría de teneros por defensor contra las malignas potestades del infierno. Dios os ha confiado
el cuidado de conducir las almas a la celeste bienaventuranza. ¡Ah, rogad, pues, al Dios de paz, ponga
bajo nuestros pies a Satanás y de tal modo aplastado, que no pueda retener más a los hombres en la
esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia! Presentad nuestras súplicas ante el Todopoderoso, para que
seamos prevenidos cuanto antes de las misericordias del Señor. Apoderaos del dragón, la serpiente
antigua que es el diablo y Satanás, encadenadlo y precipitadlo en el abismo, para que no pueda seducir
más a las naciones (Apoc. 20, 2-3). Amén.

Por lo tanto, confiando en tu protección y tutela, por la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, con
confianza y seguridad comenzamos la tarea en el nombre de Jesucristo nuestro Dios y Señor, de
ahuyentar los ataques del engaño diabólico.

V/ He aquí la cruz del Señor, huid, potestades enemigas;


R/ Venció el León de la tribu de Judá, el vástago de David.
V/ Cúmplanse en nosotros, Señor, vuestras misericordias;
R/ Como hemos esperado de Vos.
V/ Escuchad, Señor, mi oración:
R/ Y llegue mi clamor hasta Vos.

Oremos:
Oh Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos Tu santo nombre, y humildemente imploramos
Tu misericordia, para que por la intercesión de la Madre de Dios María Inmaculada siempre Virgen, del
Beato Miguel Arcángel, del Beato José Esposo del Misma Santísima Virgen, de los bienaventurados
apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, te dignes ayudarnos contra Satanás y todos los demás
espíritus inmundos y contra todo lo que vaga por el mundo para hacer daño a la raza humana y arruinar
las almas.

Por el mismo Cristo Nuestro Señor,

R. Amén.

Consagración a la Virgen

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos y, en prueba de mi filial afecto, os consagro
en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. En una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo(a)
vuestro(a), oh Madre de bondad, guardadme y protegedme como cosa y posesión vuestra.

Madre, aquí tienes a tu hijo(a). (3X)

En Ti, dulce Madre mía, he puesto toda mi confianza y nunca jamás seré confundido. Amén.
V. Oh dulce Corazón de María,
R. Sed mi salvación.
V. Ave María Purísima,
R. Sin pecado concebida. Amén.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

También podría gustarte