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La dermis tiene un espesor variable de 0.5 a 3 mm, siendo entre uno y dos mm como
promedio.
En zonas como párpados, el grosor es menor de 0.6 mm, y en zonas como las palmas de las
manos y plantas de los pies, puede llegar a superar los 3 mm de grosor.
La dermis es una capa de tejido de tipo conjuntivo en la que se realizan las funciones que
mantienen a la piel como un órgano dinámico y funcional.
Todos estos elementos se encuentran dentro de una matriz semisólida, propia de los
tejidos conjuntivos.
Esta capa aporta elasticidad y turgencia, debido a la presencia en la misma de una gran
cantidad de fibras proteicas dispuestas en una espesa red.
En la dermis se distinguen dos capas diferentes, sin límites precisos y que se diferencian
del resto por la particular disposición de las fibras proteicas:
Dermis papilar
Es la capa que se encuentra en contacto con la membrana basal
Dermis reticular
Capa más profunda que llega a representar hasta un 80% del espesor total de la
dermis y donde se encuentran la mayor parte de las fibras proteicas
En esta zona de la red de fibras tiene tiene una densidad mayor y representa cerca del
80% del espesor total de la dermis.
Ambas capas se diferencian entre sí por su grosor y la disposición de sus fibras de tejido
conjuntivo, sin embargo, a pesar de esta diferencia, no se encuentran separadas una de
otra.
Esta capa de encuentra estrechamente unida a la epidermis por medio de las papilas
dérmicas.
Las papilas dérmicas son proyecciones de la dermis hacía la epidermis que se alternan con
los procesos interpapilares de la epidermis.
Las fibras elásticas son finas y alargadas y junto al colágeno, forman un entramado
irregular.
En los espacios intercelulares situados entre las tramas de las fibras de colágeno y de
elastina, están rellenos con una sustancia amorfa que recibe el nombre de sustancia
fundamental o matriz extracelular.
La dermis reticular a diferencia de la dermis papilar, está formada por tejido conjuntivo
donde las fibras de colágeno son más gruesas y densas.
Las fibras de colágeno forman resistentes complejos entrelazados entre sí, entre los cuales
se encuentran las fibras de elastina.
La dermis reticular es la que le otorga la elasticidad a la piel, para que así pueda adaptarse
a los diferentes movimientos y fluctuaciones de volumen del organismo.
Los fibroblastos forman una población celular fija, pero que en determinadas condiciones
son capaces de migrar, especialmente cuando se producen lesiones en la dermis o durante
procesos de cicatrización.
Estos precursores maduran fuera de las células hasta que se convierten en las fibras
colagénas, elásticas y de reticulina.
Las fibras dérmicas son esenciales para la firmeza y la densidad de la piel, siendo
indispensable para la resistencia y la elasticidad de la piel
Es la sustancia donde se encuentran los nutrientes necesarios que alimentan a las células
para que puedan realizar sus funciones.
Presenta una textura de tipo gel que rellena el espacio entre las fibras y las células
dérmicas.
El gel y las sustancias que lo forman, permite a la piel ser flexible, tersa y mantenerla
hidratada.
Cuando los fibroblastos presentan una menor actividad de síntesis, conlleva una
disminución en la cantidad de macromoléculas de la matriz intercelular.
Los fibroblastos a su vez, también sintetizan la enzima colagenasa, una enzima encargada
de la degradación del propio colágeno.
En la piel destacan las fibras de colágeno de tipo I y III a nivel de dermis, y los de tipo IV y
VII situados en la membrana basal.
Las principales funciones que realizan las fibras de colágeno en la piel son:
Son las fibras responsables de la resistencia del tejido cutáneo
Aportan la firmeza mecánica
Son las fibras de soporte de la piel
Limitan el grado de tensión cutánea
Presentan la facultad de retener agua, por lo que le confieren a la piel el estado joven
y elástica
Esta capacidad hidrófila se emplea también con el objetivo de lubrificar la propia de
red de fibras
Intervienen en el proceso de cicatrización
Cuando se produce una herida, los fibroblastos elaboran rápidamente una cantidad
de nuevas fibras de colágeno que formarán un entremado sobre la que se genera la
epidermis destruida
Las fibras de elastina se sintetizan de forma similar al proceso que siguen las fibras de
colágeno.
Se caracterizan por estar formadas por una cadena de aminoácidos con dos regiones:
Parte hidrofóbica
Con un alto contenido en aminoácidos apolares como prolina, valina y glicina
Parte hidrofílica
Formada por aminoácidos como lisina y alanina
En el interior del fibroblasto, se unen formando estructuras de tipo hélice que reciben el
nombre de tropoelastina.
Una vez secretadas hacía la matriz extracelular, las fibras de tropoelastina son captadas
por unas microfibrillas que mantienen relación con una enzima, la lisiloxidasa.
Esta enzima se encarga de hidroxilar la lisina, lo que permite que las hélices se
entrecrucen formando así las fibras finales de elastina.
Se contraen recuperando su fase inicial después de ser extendidas, lo que le otorga a la piel
su poder de ajuste.
Son fibras muy escasas que apenas representan un 0.4% del total de la dermis.
Las fibras de reticulina se forman a través de fibras finas de colágeno unidas a una
glucoproteína llamada fibronectina.
Se disponen formando redes muy finas que sirven de soporte al resto de estructuras
cutáneas.
Esta sustancia rellena los espacios libres entre las células dérmicas y las fibras, con un
fluido de tipo gel, en el que las células pueden moverse libremente.
Sostiene a las células dérmicas y fibras; las mantiene unidas y, proporciona el medio en el
que se establece el intercambio de sustancias entre la sangre y las células.
En esta misma matriz, se encuentras inmersas las demás estructuras dérmicas, como:
Glándulas sebáceas
Glándulas sudoríparas
Vasos sanguíneos y linfáticos
Terminaciones nerviosas y corpúsculos sensoriales.
La fibronectina, es una proteína de tipo cementante, que sirve para realizar la unión de las
células dérmicas a las fibras de colágeno y elastina.
La MEC no sólo es una sustancia de relleno entre las células y fibra dérmicas, sino que
interviene además en los procesos de transmisión de información intercelular.
Cuanto más alto es el peso molecular del glucosaminoglicano, mayor será la viscosidad de
la sustancia fundamental.
El 56% del total del ácido hialurónico del cuerpo se encuentra en la piel.
Tiene una vida media muy corta (alrededor de 3 días) por lo que es excretado
rápidamente por el fibroblasto hacía la sustancia fundamental.
Con el paso de los años, su capacidad de absorción del agua en la dermis se ve disminuida
ya que los fibroblastos pierden su capacidad de producción continua.
Cuando la piel es joven, la sustancia fundamental está formada por sustancias de origen
proteico, agua y electrolitos, que se intercambian en función de las necesidades de la piel
Los proteoglicanos, sintetizados por los fibroblastos, son excretados al medio extracelular,
asegurando el buen tono cutáneo y son fundamentales por retener gran cantidad de agua.
El ácido hialurónico actúa como una esponja. Es capaz de retener hasta 1000 veces su peso
en agua, restaurando las propiedades elásticas y con ello, contribuir a la hidratación de la
dermis.
Al almacenar gran cantidad de agua, actúa como lubricante e hidratante entre las fibras de
colágeno y de elastina.
Cuanto mayor es el contenido en radicales libres, mayor es la acción de esta enzima sobre
el ácido hialurónico, generando ácido hialurónico de cadenas más cortas y con menor
capacidad de absorber agua.
Los nutrientes llegan a través del flujo sanguíneo que circula por la dermis.
Los proteoglicanos son capaces de transportar estos nutrientes y cederlos a las células. No
sólo a las células dérmicas sino que a través de las papilas dérmicas bajo la membrana
basal, pueden llegar a los queratinocitos del estrato basal.
Afectan tanto a la dermis como a la epidermis; aunque esta última sólo recibe las
terminaciones nerviosas sin formar una red de nervios como ocurre en la dermis.
En las zonas cutáneas donde hay vello, las terminaciones nerviosas rodean los folículos
pilosos, mientras que, en las zonas sin vello, se forman redes de diferentes corpúsculos
sensoriales.
La densidad de terminaciones en las yemas de los dedos es muy grande, por lo que la hace
una zona muy sensible.
Esta información es recibida por la corteza cerebral que procesa la información sensorial.
Nota: Cuando la temperatura de contacto es inferior a los 12°C o superior a los 45°C se
perciben como dolorosas.
Se extienden por las capas inferiores del estrato espinoso hacía las capas más superficiales
de la epidermis.
Hay algunas zonas de la piel donde se alcanzan altas concentraciones de este tipo de
terminaciones nerviosas.
Los corpúsculos son células nerviosas especializadas que se sitúan en diferentes capas de
la piel, especialmente en las más sensibles:
Cara
Palma de las mano y planta de los pies
Órganos genitales
Corpúsculos de Paccini
Responden al grado de presión y a las vibraciones que sentimos.
Permiten dar cuenta de la consistencia y el peso de los objetos y saber si son duros
o blandos.
Son corpúsculos táctiles localizados en el nivel profundo de la dermis e
hipodermis.
Corpúsculos de Krausse
Encargados de registrar la sensación de frío, que se produce cuando entramos en
contacto con un cuerpo o un espacio que está a menor temperatura que nuestro
cuerpo.
La sensibilidad es variable según la región de la piel que se considere.
Están localizados en el nivel profundo de la hipodermis, parecidos a los de Paccini,
pero más pequeños y simplificados.
La piel es uno de los órganos con mayor vascularización del cuerpo humano.
En condiciones normales circulan por sus vasos aportando nutrientes y oxígeno entre el
10 y el 20% del total de la sangre.
La piel recibe el aporte sanguíneo desde los vasos sanguíneos situados en la hipodermis.
Procede directamente del plexo subdérmico, de donde nacen arteriolas más finas que van
ascendiendo en sentido vertical hacía la dermis papilar.
Presenta unas asas capilares que discurren por las papilas dérmicas situadas bajo la unión
dermoepidérmica hasta la membrana basal.
Son los capilares responsables del aporte metabólico de las estructuras dérmicas, pero
también de la nutrición de los queratinocitos de la capa basal de la epidermis
Los vasos venosos se sitúan siempre de forma paralela a las vías arteriales, constituyendo
también un plexo venoso subpapilar.
Los vasos linfáticos se entrelazan con las papilas dérmicas y se unen formando una
extensa red por debajo de la unión dermoepidérmica.
La piel tiene un rico sistema de drenaje linfático, que se dispone de forma paralela al
sistema arterial y venoso.
Se encuentran situadas entre las papilas dérmicas y componen una extensa red por debajo
de la unión dermoepidérmica, que se distribuye por toda la superficie cutánea.
Estas sustancias son transportadas a través de los capilares hasta desembocar en los vasos
linfáticos y posteriormente, devolverlos a la sangre en forma de un fluido o linfa.