Está en la página 1de 590

FANTASÍA SEXUAL

INOLVIDABLE
Sexo y Pasión Salvaje en la Colección Definitiva de
10 Novelas Fantásticas de Romance y Erótica

Por Rocio Verdejo


© Rocio Verdejo, 2021.
Todos los derechos reservados.
Publicado en España por Rocio Verdejo.
Primera Edición.
Mi regalo GRATIS por tu interés;

--> Haz click aquí <--


La Bestia Cazada
Romance Prohibido, Erótica y Acción con el Chico Malo Motero

2,99€
Gratis
--> www.extasiseditorial.com/amazon <--
para suscribirte a mi boletín informativo
y conseguir libros el día de su lanzamiento
GRATIS
Índice
1. Vikingo Dominante — Conquista, Romance y
Sexo con el Luchador
2. Mordisco Letal — Romance Oscuro con la
Vampiresa y el Millonario
3. Muerte — Amor Desde la Tumba
4. Embrujada — La Bruja Secreta del Rey
5. Ángela Caída — Romance Prohibido con el
Ángel y el Soldado
6. Ángela Desvalida — Romance Prohibido con
el Ángel y el Soldado (2)
7. Ángela Desconfiada — Romance Prohibido
con el Ángel y el Soldado (3)
8. Celestial Desarmada — Guerra, Sexo Divino,
Romance, Fantasía
9. Lujuria en el Bosque — Romance Prohibido,
Sexo y Muerte
10. Victoriana Enjaulada — Princesa Virgen
Secuestrada por el Amo Dominante
Bonus — Preview de “La Mujer Trofeo”
Título 1
Vikingo Dominante

Conquista, Romance y Sexo con el Luchador

I
Auron era un hombre cuya planificación siempre iba a un paso adelante,
más allá de la naturaleza, y cualquier adversidad que pudiese presentarse en
sus viajes y travesías. Era un vikingo que había nacido en un barco, y allí,
había crecido rodeado de hombres feroces, fuertes, guerreros y luchadores.
No había tenido una infancia normal, no había tenido la oportunidad de
disfrutar de la diversión y la inocencia de ser niño, siempre había tenido que
sujetar una lanza, un espada o un escudo entre sus manos para poder
sobrevivir.
Así era la vida de los vikingos, él no lo había elegido, no tuvo opción, para
él, simplemente era una condición de la vida que tenía que asumir con la
mayor fuerza, ya que, a medida que iban pasando los años, mayores eran las
responsabilidades que tenía que afrontar.
Cuando apenas había cumplido los 17 años de edad, ya tenía una contextura
corpulenta que lo hacía ser bastante intimidante y atemorizante. Ninguno de
los compañeros de tripulación, podía vencerlo, era un vikingo con la sangre
guerrera corriendo por sus venas, la cual, alimentaba un espíritu que era
imbatible.
Con 19 años de edad, había visto morir a su padre en medio de una
invasión, aquel hombre que le había enseñado absolutamente todo, había
sido traspasado con un espada en su abdomen. Auron, sin pensarlo, había
corrido en su ayuda, pero lo único que había conseguido, era decapitar al
enemigo, pero no salvar a la vida de su padre.
Tendido allí en el suelo, en medio de un charco de sangre, ambos se habían
despedido, y el padre de Auron, le había pasado el liderazgo en ese
momento, una gran responsabilidad, ya que, liberaría a un ejército de
vikingos, los cuales, generalmente se trasladaban en tres barcos diferentes.
Aquello no había sido una opción, no fue una alternativa o una elección por
parte de Auron, simplemente había sido lo que le había tocado vivir, y
aunque no se arrepentía, en ocasiones mientras navegaban de noche, se
sentaba en el borde de aquel barco, con sus pies suspendidos sobre las
aguas mientras se movían sobre el océano, observando las estrellas y
tratando de conseguir respuestas de los dioses, los cuales, parecían
ignorarlo por su naturaleza.
En ocasiones, este dudaba de la existencia de un poder divino, dudaba de la
existencia de esos dioses que muchos alababan, inclusive, aquellos que
navegaban junto a él. Su constante desafío a las deidades sagradas, hacían
temblar a quienes los rodeaban, ya que, decían que enfrentar a Odín o a
Zeus, sería una completa estupidez, ya que, cuando estos desataban su furia
o lograban escuchar este tipo de desafíos, no tenía ningún tipo de tregua.
Navegaron sin rumbo durante algunos días, Auron y su tripulación, la cual,
estaba comprendida por más de 200 hombres y algunas mujeres, entre las
cuales se encontraba Eyra, su amante, y su prima Lena, la cual, era la
segunda al mando.
Lena había sido entrenada directamente por Auron, por lo que, esta tenía
una forma de pelear muy similar a la de él. Era aguerrida, feroz, rápida, y
tenía a su favor una personalidad encantadora, que podría ser utilizada
como caballo de Troya al momento de atacar a sus enemigos.
Nadie podría esperarse un ataque tan feroz proveniente de una mujer tan
delicada como Lena, la cual, admiraba enormemente a su primo, el cual, era
el líder de aquel batallón vikingo, el cual, se movía por los mares
amenazando con saquear, robar, matar y despojar de todas sus pertenencias,
a aquellos desgraciados que recibían la visita de aquella trinidad de
desgracias que conformaban estas embarcaciones.
Si algo había quedado completamente claro en el grupo de asesinos, es que
no había reglas, en el momento en que podían desembarcar en un lugar,
tenían carta abierta para tomar lo que quisieran, así era la ley vikinga. Pero
en esta oportunidad, las cosas estaban a punto de cambiar, ya que, por
primera vez, Auron estaba enfrentándose a la furia de los dioses, ya que, los
había retado tanto, que había obtenido su respuesta.
— ¡Ajusten las velas! No podemos ir por el mar de Hades, tenemos que
cambiar de dirección. ¡Todos a sus puestos! — Exclamó Auron, mientras la
lluvia comenzaba a arreciar.
Tanto tiempo navegando por los mares, le habían permitido tener una clara
idea del comportamiento de la naturaleza, podía predecir cambios de viento,
cuando debían tomar una dirección o no, cuando debía navegar en contra de
la marea. Pero en esta oportunidad, la mente de Auron había sufrido una
confusión, parecía haber sido engañado, emboscado por los propios dioses.
En busca de nuevas tierras para conquistar, había tomado una ruta
incorrecta, algo que lo había llevado directamente a uno de los sectores más
peligrosos, ya que, allí había naufragado una gran cantidad de barcos en el
pasado.
Ese viaje, se había convertido en la peor experiencia de toda la tripulación,
ya que, aquel navío se sacudía de un lado al otro como si se tratara de un
simple pergamino. El viento arreciaba, las velocidades impactaban contra
las velas amenazando con romperlas como si se tratara de simples hojas
secas.
Auron había vivido muchas cosas, había tenido que atravesar por momentos
realmente difíciles que habían forjado una personalidad aguerrida, feroz,
potente, y el miedo, rara vez se manifestaba en su interior. Pero había cosas
que simplemente lo superaban, por ejemplo, la naturaleza, no podía
controlarla, no había gritos, no había espada ni escudo que pudiese contener
la furia del entorno, cuando la tierra se expresaba no había forma de
silenciarla.
Era la peor tormenta que habían visto los ojos de aquellos vikingos, los
cielos habían tornado tan negros, que ni siquiera las nubes podían verse, era
como si hubiesen quedado atrapados en las fauces de un gran demonio. Por
momentos, en los cielos se iluminaban brutalmente con los rayos que caían
sobre las aguas, casi a unos cuantos metros de los barcos.
Parecían estar bajo ataque, pero no era un enfrentamiento justo, ya que,
ellos no podían tener una contraofensiva para este tipo de situaciones.
— ¡Tenemos que buscar la manera de regresar, Auron! ¡Vamos hacia la
catástrofe! Nos acercamos al mar de Hades. — Dijo Lena, quien conocía
también los mares como su primo.
— Si entramos en esa zona, sólo dependeremos de la suerte. El lugar está
repleto de rocas, y la marea es brutal. No podemos llegar allí. — Dijo
Auron, mientras le hablaba a su prima y al resto de la tripulación.
— Todos ajusten las velas, nadie puede ocultarse, sé que tienen miedo, pero
sostengan esas velas y apúntenlas en la dirección contraria. — Dijo Lena,
mientras asumía su posición como segunda al mando.
Auron corría de un lugar al otro, estaba atento a las embarcaciones que lo
seguían, ya que, la de él era la que lideraba la ruta. Los otros barcos
simplemente seguían, no tenían la posibilidad de discernir o pronosticar
absolutamente nada de lo que estaba pasando, así que, todos debían seguir
las instrucciones de Auron, o de lo contrario, naufragarían.
Era una situación realmente complicada, ya que, a pesar de que hacían lo
posible por ir en contra del viento, tratar de evadir los obstáculos,
mantenerse tranquilos y serenos en medio de una situación como esta, era
prácticamente imposible. El miedo los consume, ya que, están en medio de
la tormenta más feroz vista jamás.
Pero todo empeoró mucho más, cuando Auron vio como uno de los navíos
que le pertenecían, y que se había quedado hasta atrás en medio de aquel
recorrido, fue capturado por un remolino, el cual, se había formado desde lo
más interno del océano.
Era una especie de vórtice que podía tragarse cualquier cosa que estuviese
cercano a él, así que, pudo ver como aquel barco fue engullido por el
océano, y entendió, que la situación era mucho más grave de lo que
imaginaba.
Al menos uno 70 hombres se encontraban en el interior de aquella barca
que fue tragada por el océano, no pudo verla nuevamente, aquel navío tenía
que haber terminado en el fondo de aquella gran masa de agua, la cual,
parecía estar dispuesta acabar con ese grupo de vikingos aquella noche.
Era muy probable que Poseidón estuviese involucrado en esto, parecía que
el mar había cobrado vida y quería erradicarlos, borrarlos del mapa, pero
Auron era mucho más fuerte que esto, y no permitiría que los dioses lo
sometieran.
Su segundo barco, comenzó a moverse en una dirección totalmente opuesta
a la de él, nuevamente, pensó en que la naturaleza estaba actuando de
manera inteligente y simplemente quería separarlos para derrotarlos.
Éste, veía con ojos de asombro la manera en que aquel barco se alejaba tan
rápidamente, era imposible, pero tenía que mantener el liderazgo y salvar a
quienes lo rodeaban. No había forma de que pudiese controlar lo que estaba
ocurriendo en el otro barco, así que, su misión es salvar el que es
comandado por él en ese momento. Era posible que hubiese realizado un
mal cálculo, lo que era muy poco probable, pero finalmente habían
terminado en el lugar que no deseaban.
Estaban entrando en el mar de Hades, este lugar, era una tumba para los
barcos, ya que, una gran cantidad de embarcaciones habían desaparecido
allí, habían chocado contra las rocas, habían sido devastadas por las mareas,
y ni siquiera los cuerpos de los tripulantes eran encontrados.
Después de largas horas de lucha, Auron simplemente decidió rendirse, ya
que, no había posibilidad de poder controlar una situación como esta. Se
despidió de su tripulación y les pidió que se pusieran a salvo, se abrazó a
Eyra, su amante, mientras Lena, trataba de asegurar algunas de las
provisiones, ya que, en caso de que sobrevivirán, las necesitarían para poder
vivir algunos días en el destino desconocido que tomarían.
De manera casi milagrosa, cuando el sol salió a la mañana siguiente,
muchos de los tripulantes, habían quedado inconsciente es debido a las
fuertes sacudidas dentro del barco.
Algunos habían golpeado sus cabezas contra la coraza y el armazón del
barco, otros simplemente se habían quedado dormidos ante el agotamiento,
ya que, habían tenido que lidiar mucho para poder sobrevivir. Los ojos de
Auron se abrieron, y al ver la luz del sol golpeando incesantemente contra
su rostro, pensó que estaba muerto.
Entre sus brazos, aún tenía a Eyra, levantó su cabeza lentamente y dio una
mirada alrededor, su barco estaba completamente deshecho, pero aún se
encontraba allí, imponente sobre las aguas, la naturaleza no había logrado
hundirlos.
Aquella ruta que absolutamente nadie podía tomar, debido a la letalidad que
esta representaba, lo había llevado hacia un lugar completamente
desconocido e inexplorado, unas tierras que probablemente estaban
inhabitadas.
— ¡Eyra, despierta! Parece que lo hemos logrado. — Dijo Auron, mientras
sacudía suavemente a la chica de cabello rojo y trenzas que tenía a su lado.
Está, era tan letal y aguerrida como Lena, aunque esta, estaba perdidamente
enamorada de Auron.
— No lo puedo creer, ¿en dónde estamos? — Preguntó Eyra.
— No tengo la menor idea de qué es este lugar y hacia dónde vamos.
Parece que los dioses nos han dado una segunda oportunidad,
aparentemente, sí existen. — Dijo Auron.
— Claro que existen, y debes dejar de desafiarlos, esto ha sido un castigo
por tu insolencia. — Dijo Eyra, mientras golpeaba fuertemente en el rostro
a Auron, algo que más allá de desagradarle, parecía excitarlo.
— Ven aquí, lo logramos. ¡Estamos vivos, Eyra! — Dijo Auron, mientras la
tomaba de la cintura y la abrazaba, dándole un beso profundo, apasionado
donde sus lenguas jugaron apasionadamente, algo un poco fuera de lugar
para la situación en la que se encontraban.
La incertidumbre los consume, ya que, no saben en dónde están, no saben a
dónde ir, y el camino de retorno, es absolutamente imposible. No pueden
regresar por el mar de Hades, ya que, posiblemente no tengan la misma
suerte dos veces.
— Auron, lo logramos, estamos vivos, primo. — Dijo Lena, mientras corría
rápidamente a abrazarse con su admirado capitán.
— Sí, somos imbatibles, prima. Alista a toda la tripulación, tenemos que
prepararnos, aún no sabemos hacia dónde vamos ni lo que nos espera.
Perdimos dos barcos, y tenemos que defender lo poco que nos queda. —
Dijo el capitán.
Esta actitud de liderazgo, fuerza, y ese ímpetu, calentaba enormemente a
Eyra, la cual, como premio y celebración, había invitado a Auron a una
escena mucho más íntima, ya que, la muerte les había respirado en el rostro,
les había sonreído, casi había tomado sus vidas. Pero por alguna razón, los
había dejado salir sanos y salvos, aunque, con muchas pérdidas materiales y
vidas sacrificadas en el trayecto.
— Ven conmigo, casi morimos la última noche, pero ahora, quiero disfrutar
de la vida. Vamos, necesito de ti. — Dijo Eyra, mientras tomaba de la mano
a Auron.
Esta mujer era muy caliente, y por esto, precisamente por esto, era que éste
la había seleccionado como su amante principal. Auron es un hombre líder
de un campamento vikingo, puede tener a la mujer que quiera, pero por
alguna razón, ha elegido a Eyra como la única.
Esta, parece llenar el vacío de cualquier tipo de chica, ya que, es
apasionada, lujuriosa, caliente, comprensiva y muy apasionada. Ingresaron
a la habitación privada de Auron, la cual, se mantuvieron a puertas cerradas
durante al menos una hora mientras en la tripulación era organizada por
Lena. Cuando estos dos follaban, podía escucharse prácticamente en todo el
barco, ya que, no eran nada discretos.
Les gustaba disfrutar de su pasión, y las delgadas maderas, no servían como
escudo para insonorizar lo que ocurría allí dentro. Rápidamente, Auron dejó
caer sobre la cama a Eyra, la cual, comenzó a despojarse de sus vestiduras
mojadas, enseñando unas tetas firmes, juveniles y con unos pezones
delicados, rosados y muy duros. Este, se abalanzó sobre ellos, devorándolos
con pasión, chupándolos, acariciando el rostro de la chica mientras ésta
comenzaba a gemir.
Eyra se tomaba el trabajo de satisfacer al capitán muy en serio, ya que,
sabía que podía cambiarla por otra en cualquier momento. Ella quería
mantener esa exclusividad, el hecho de que no estuviese atento a nadie más,
que la tomara ella en cuenta para todo, que le hiciera sentir suya, pero,
sobre todo, comprometido con ella.
La mentalidad de los vikingos, era muy compleja, simplemente buscaban
insaciable mente llenar un vacío, ya fuese con saqueos, robos, asesinatos,
violaciones, pero por alguna razón, Auron no había absorbido este tipo de
conductas, para él, la justicia era lo primero. Su padre, había sido un buen
maestro, y éste, no permitía injusticias cuando él estaba presente.
Daba carta abierta a los vikingos para que hicieran lo que quisieran, siempre
y cuando, este no identificara una acción deplorable. Estaba rodeado de
matones, violadores, asesinos, desalmados que no tenían la más mínima
condescendencia ni contemplación con sus adversarios.
Pero a pesar de que así era que podían sobrevivir, con esa mentalidad, con
esa actitud devastadora, no podía permitir violaciones o robos a ancianos,
esto lo enardecía tremendamente, por lo que, cuando veía que algo así se
estaba desarrollando, intervenía rápidamente.
Era fuertemente criticado por algunos miembros de su tripulación, ya que,
aseguraban que Auron era débil y que tarde o temprano se encontraría con
algún adversario que lo derrocaría, asumiendo el poder de su tripulación.
Pero para Auron, las cosas estaban muy claras, no se podía confundir la
debilidad con nobleza, el hecho de que él tuviese un corazón puro,
condescendiente y empático, no lo hacía un guerrero débil.
De hecho, había peleado con muchos en muchas oportunidades, habían
tratado de cuestionar sus políticas, y éste, simplemente había puesto sobre
la mesa su cargo, siempre y cuando, pudiesen derrotarlo en un combate
cuerpo a cuerpo.
Esto, generaba cicatrices, marcas en su piel, mismas marcas que son
lamidas y besadas por Eyra, la cual, se pasea por el cuerpo fuerte y
voluminoso de Auron. Éste, siente como las mordidas de Eyra son cada vez
más agresivas, y a este, le estimula tremendamente que ella lo trate de una
manera ruda.
Esa naturaleza hostil de los vikingos, lo hace proyectarse en el sexo como
un hombre salvaje, primitivo, no es delicado, trata a las mujeres con mucha
agresividad, pero en la justa medida para proporcionar pasión y placer.
Esta es una condición que ha hecho que Eyra se enamore profundamente de
él, ya que, es capaz de tomar el control de su cuerpo, hacer con ella lo que
él quiera, y esto, la hace sentir totalmente plena. Tras tenerla allí durante
algunos minutos, en medio de besos y caricias, le había arrebatado el
pantalón, y tras ver su coño desnudo, comenzó a practicarle sexo oral de
una manera apasionada.
La chica, acariciaba suavemente la cicatriz que atravesaba su ojo derecho,
el cual, casi había sido rebanado debido a un ataque de espada, el cual, lo
dejó muy mal herido en aquella ocasión.
Auron detestaba enormemente que tocarán en esa cicatriz, pero Eyra era la
única que podía aliviar ese malestar. Cuando los dedos y aquella chica
tocaban aquella marca que pasaba desde su frente hasta su mejilla, parecía
recordarle el momento exacto en el cual casi había muerto.
Había sido un ataque a traición, su casco le había sido removido, y
automáticamente, recibió un ataque de espada cuya intención era
decapitarlo, un leve movimiento, había permitido que la espada golpeará de
manera errática, simplemente tumbándolo de su caballo, quedando
inconsciente durante algunos minutos.
Toda su tripulación, había llegado para asistirlo, lo habían defendido y lo
habían trasladado directamente hacia el barco, algo que le había salvado la
vida. Eyra acaricia la espalda de este hombre, siente las marcas que las
guerras han dejado sobre su piel y lo besa apasionadamente.
Puede sentir como este se acomoda justo sobre ella, mientras le besa el
cuello, embistiéndola la primera vez con aquella polla dura, la cual entró
hasta el fondo de su coño. La cama se sacude fuertemente dentro de la
habitación.
La madera de las patas de aquel objeto, fricciona contra la superficie del
suelo, el cual, también está elaborado de madera. Aquel ruido, es
acompañado por un concierto de gemidos, los cuales, varían en tonalidad,
fuerza y frecuencia. Una de las ventajas que tiene Eyra, es que es
multiorgásmica, es difícil complacer a una mujer así, ya que,
constantemente quiere más.
Pero por suerte, se ha encontrado con la horma de su zapato, ha coincidido
con un sujeto que puede correrse múltiples veces sin ni siquiera sacar su
polla del interior de su coño. Es muy viril, tiene una fuerza contundente que
no puede ser saciada con facilidad, así que, entre ellos hay una
comunicación sexual muy efectiva, la cual, los lleva hasta los umbrales de
placer casi imposibles para cualquier ser humano.
Se besan apasionadamente, sus uñas rasguñan sus pieles, se muerden, se
lamen, son dos bestias ansiosas de orgasmos deliciosos, así que, no paran
hasta que finalmente, ambos quedan agitados, cubiertos de sudor y muy
sonrientes. Auron no permitía que aquello fuera interrumpido, así que, el
mundo podía estar cayéndose a pedazos en el exterior de aquella habitación,
pero nadie podía cortar el desarrollo de aquel acto tan sagrado para él.
Pero cuando hubo silencio, Lena no pudo evitar tocar la puerta, ya que,
asumió que todo había pasado. Tenía un anuncio importante que hacer.
— Auron, te necesitamos arriba inmediatamente. ¡Tienes que ver esto! —
Gritó Lena, después de tocar la puerta de una forma discreta.
— ¿Por qué siempre tiene que arruinar el momento? A veces pienso que
siente celos de mí. — Dijo Eyra.
— No digas tonterías, Lena es leal y firme, y, además, está consciente de
que somos primos, entre ella y yo nunca ha pasado nada ni pasará. — Dijo
el capitán, mientras comenzaba a vestirse para cumplir con sus
responsabilidades.
— A ella la obedeces siempre que te habla, pero conmigo, no actúas así,
¿que la hace diferente de mí? ¿Por qué no soy la segunda al mando? —
Preguntó Eyra, mientras cubría su cuerpo en las sábanas.
— No empieces. Su espíritu es tan fuerte como el mío. En caso de que yo
no esté, es a ella a quien deben obedecer, si no le doy fuerza a su palabra,
¿entonces quién lo hará? — Preguntó Auron, antes de acercarse a Eyra para
besarla en los labios y despedirse.
Ella rechazó el beso, parecía que, en los últimos tiempos, la inseguridad
estaba comenzando a consumirla. No podía sentirse culpable por esto, tenía
a su lado a un hombre que era deseable, cualquier mujer querría tenerlo, era
sexy, muy masculino.
En su interior tenía un espíritu limpio, a pesar de que su exterior estaba
manchado de cicatrices, sangre de enemigos, y una hostilidad tremenda que
lo definía como un hombre brutal y atemorizante.
— Mira en el horizonte, ¿ves la isla? — Preguntó Lena, mientras veía como
Auron separaba justo a su lado.
— Qué lugar tan hermoso. Nunca había visto árboles tan verdes, ni flores
tan amarillas. Mira cómo brillan con el sol, es impresionante. — Dijo
Auron, mientras sus ojos estaban perdidos en la vista.
— Sí, el lugar es maravilloso. ¿Crees que esté habitado? — Preguntó Lena.
— Eso lo sabremos cuando lleguemos. Tenemos que ir a ese lugar. Nuestro
barco está en muy mal estado, si seguimos navegando así, podríamos
naufragar en cualquier momento. Vamos, hay que remar para llegar. — Dijo
Auron, mientras sentía una emoción tremenda.
Aquella isla oculta, parecía estar en un lugar privilegiado y protegido por
los dioses, pero por primera vez, un barco había logrado pasar los límites
que los cuidaban.
Este lugar era una isla oculta donde un pequeño pueblo sobreviviente de los
asedios vikingos, había logrado asentarse. Se habían mantenido allí, a salvo
durante 50 años, pero ahora, estaban a punto de ser visitados una vez más
por nefastos sujetos que sólo pensaban en robar, violar y matar.
Cuando los pobladores originales de esta isla habían llegado, tan solo
habían sido 10 personas, cuatro hombres y seis mujeres, los cuales, habían
conseguido atravesar esa misma sección tan peligrosa del mar de Hades.
Esas mujeres, fueron embarazadas rápidamente por los hombres, los cuales,
tenían que poblar el lugar lo antes posible.
Era necesario hacer crecer rápidamente el pueblo, ya que, tan solo 10
personas no podrían garantizar el futuro de aquellas tierras. Ese pueblo
estaba rodeado de una tranquilidad plena, la naturaleza era dócil, era
perfecto, tenían abundante pesca, muchos árboles frutales y la fauna era
abundante, lo suficientemente variada como para que estos comenzaran a
crear su propio alimento y respetar el ecosistema que los rodeaba, ya que,
este sería el que les daría un hogar durante mucho tiempo.
Por suerte, habían sido hombres organizados y mujeres muy trabajadoras,
así que, la sociedad fue espectacular, lo suficiente como para poder formar
una ciudad y no quedar simplemente como salvajes en medio de la
naturaleza.
En medio de esta situación había crecido Aria, una hermosa campesina que
ahora contaba con 21 años de edad, y que se había casado con Jensen, uno
de los líderes del pueblo. Al estar junto a este hombre, el cual, era grande,
corpulento, adorado por muchos, deseado por muchas mujeres, y temido
por otros debido a su mal carácter. Muchos pensarían que ella se sentía
feliz, pero su vida era tan desdichada como pudiese ser posible.
Jensen tenía la particularidad de que podía tener a la mujer que quisiera, ya
que, es como hombre macho alfa de aquel lugar, podía estar nuevos hijos,
los cuales, garantizaría en el futuro y la continuidad de aquel asentamiento.
Pero debido a esta condición, no respetaba en lo absoluto a Aria, su esposa,
la más hermosa del pueblo y con quien se había casado, era la única que
había tenido esta fortuna de tener la posibilidad de casarse con él, pero
había cometido un error.
Parecía que había elegido a la equivocada, ya que, Aria no había
conseguido embarazarse de Jensen. Esta era una condición que no dependía
en absoluto de ella, aquel hombre, se adueñaba de su cuerpo varias veces al
día, para tratar de gestar un niño en su vientre, pero la chica, simplemente
no podía quedar embarazada, así que, era señalada por él como un adefesio,
decía que estaba maldita y castigada por los dioses.
Todas estas situaciones ofensivas y dolorosas para Aria, fueron haciendo su
vida mucho más miserable, ante lo que, comenzó a sentir un desprecio
tremendo hacia Jensen. La maltrataba, era utilizada simplemente como un
objeto sexual, hasta que simplemente una noche, Jensen trató de poseerla de
una manera muy agresiva.
Esta, por primera vez, acumula el valor para resistirse, pero al empujarlo,
había desatado a la bestia que vivía en el interior de su esposo. Sin
contenerse, su puño se cerró instantáneamente, y comenzó a darle una
golpiza a Aria, y esta, simplemente pensó que moriría esa noche. Aquella
era una ira incontenible, una violencia brutal que habría dejado inconsciente
a un hombre, por lo que, lo que había sufrido Aria, simplemente era un
milagro que hubiese sobrevivido.
Esta, simplemente no pudo levantarse de la cama en dos días, los puños,
habían generado un grave daño en sus pómulos, en su mentón, le había
hecho sangrar la nariz, y en la parte trasera de su cabeza había algunas
heridas que habían quedado abiertas tras los fuertes puñetazos que había
recibido mientras estás trataba de liberarse tendida en el suelo.
Los gritos de Jensen se escuchaban alrededor de su cabaña, pero nadie fue
capaz de intervenir, en los asuntos de marido y mujer nadie podía
entrometerse. Aria era hermosa, quizá la más bella de aquel lugar, pero
ocultaba su belleza con suciedad, ropas harapientas y una tristeza que la
opacaba totalmente. Tenía un cabello frondoso color castaño y lacio, largo
hasta la cintura que generalmente ataba con una trenza, ya que, así se sentía
más cómoda.
Sus ojos eran azules, tan grandes, que parecían dos diamantes brillantes
bajo el agua más cristalina. Tenía una figura deseable, por lo que, Jensen
solía divertirse mucho con ella cuando la tenía a su disposición. Después de
aquella golpiza, las cosas iban a cambiar, ya que, Aria no iba a permitir que
esto se repitiera. Después de aquellos dos días de absoluto descanso, debido
a que ni siquiera podía ponerse de pie, Aria aprovechó la soledad y salió de
la cama.
Había crecido en este lugar, y siempre le habían narrado que el mundo
estaba lleno de vikingos asesinos, que buscaban incansablemente a los
pueblos inocentes para someterlos. Pero esta, sentía curiosidad de saber
cuál era ese mundo del que tanto se hablaba.
Aquella golpiza que le había propinado Jensen, había despertado su
curiosidad, así que, lo único que quería, era descubrir si realmente había un
mundo allá afuera que tuviese un lugar más adecuado para ella, ya que, no
parecía encajar en este entorno.
Esa mañana, caminó hacia las rocas, un punto alto, desde donde podía
visualizar el mar, era su lugar de soledad, su favorito, dónde podía
desconectar, meditar y relajarse. Muchos pensamientos impuros estaban
comenzando a adueñarse de ella, ya que, pensaba en que matar a Jensen
podría ser la salida de todos sus problemas.
Pero mientras estaba sentada allí, pensando, con lágrimas en sus ojos
analizando la desdicha que la rodea, pudo ver a lo lejos un barco vikingo,
esto, no pintaba nada bien.
II
Una gran cantidad de emociones atraviesa el corazón de Aria, la cual, jamás
había visto a una embarcación acercándose a las tierras donde había
habitado desde que era una simple niña. Muchas leyendas se habían
generado acerca de barcos fantasmas que se veían en el horizonte, pero los
ancianos del poblado, se encargaban de decir que absolutamente nadie
había logrado cruzar el mar de Hades.
Éste era un punto mortal, a través del cual, solo se podía pasar gracias a la
fortuna que proveían los dioses. Una persona que era capaz de sobrevivir a
este lugar, no podría atravesar la sección en ambas direcciones, así que, lo
más probable es que aquel barco que había conseguido pasar hacia este
territorio, posiblemente no lograría regresar a su rumbo original.
La gran cantidad de leyendas que se habían generado acerca del mar de
Hades, hacía que la mayoría de los navegantes se alejaran de allí, por lo
que, había sido una gran desgracia para Auron y su tripulación haber
terminado dirigiéndose hacia este punto, ya que, bajo ningún concepto,
habían planeado llegar hasta allí.
Todos tenían un bajón anímico, ya que, habían perdido a una gran cantidad
de compañeros de tripulación. Los otros dos barcos, habían desaparecido,
uno de ellos, había sido visto ser tragado por las aguas, mientras que el otro,
se alejó de ellos sin ningún rumbo en particular.
Ya Auron daba aquella embarcación por perdida, así que, solo debía
centrarse en sus hombres y mujeres, los cuales, lo acompañan de manera
fiel, y están totalmente comprometidos con los objetivos de este capitán
vikingo. Es la primera vez que se puede ver en los ojos de Auron el miedo.
Esto lo llena de una inseguridad tremenda a los tripulantes de aquella
hermandad vikinga, los cuales, solo dependen del criterio de este gran
peleador.
Mientras ellos están llenos de una expectativa tremenda, viendo a la tierra
acercarse, Aria corría hacia el poblado con su corazón latiendo a toda
velocidad. Sus pies descalzos descienden por la montaña mientras no puede
creer lo que ha visto. Es muy probable que sea uno más de esos
avistamientos fantasmas de los que muchos hablan, pero para ella, lo que ha
visto en el horizonte es totalmente real.
Tiene que informar al líder, ya que, deben preparar una defensa, ya que, es
muy probable que si es un barco vikingo como ella presume, las intenciones
no serán nada sutiles. Mientras descendía por la montaña, se encontró con
Jensen, el cual, la había tomado sorpresivamente del brazo mientras salía de
forma repentina de unos arbustos.
— De dónde vienes, Aria. ¿Por qué vas tan agitada? ¿Acaso me estabas
engañando? ¿Había un hombre allí arriba en la montaña? Puedo oler el
aroma de otro sujeto. ¡Eres una zorra! — Dijo Jensen, mientras hacía un
movimiento con su mano para tratar de darle una bofetada a la chica.
— No es momento para tus arranques de salvaje, Jensen. He visto en la
montaña algo muy importante, y debo anunciárselo al pueblo. Tú debes
acompañarme, he visto un barco. Un barco acercándose a nuestras tierras, y
puede ser peligroso.
— Solo tratas de engañarme, juegas conmigo, pero no voy a permitir que te
burles de mí, Aria. Harás lo que yo diga, tu insolencia de los últimos
tiempos, tendrá consecuencias. — Dijo Jensen, mientras la tomaba
fuertemente de la muñeca y levantaba su mano para golpearla una vez más.
Parecía que este sujeto no se daba abasto con toda la violencia que dejaba
caer sobre aquella inocente chica, la cual, no tenía ojos para más nadie, a
pesar de que detestaba enormemente a Jensen, lo respetaba, ya que, era
cortejada en secreto por otros jóvenes del poblado, pero esta, trataba de ser
discreta y los ignoraba para no buscar problemas.
Pero ninguno de los esfuerzos que hacía Aria por tratar de mantener su
lealtad al líder de aquel poblado, era válido para él. Parecía tratarse
simplemente de intentos fallidos, ya que, este siempre tenía algún
comentario ofensivo, o un acto violento para hacerla sentir como un gusano.
Pero en esta oportunidad, la emoción de la chica por lo que estaba
ocurriendo, le hizo moverse con agilidad, y no iba a permitir que un
arranque de hostilidad por parte de Auron, le impidiera avisar a su pueblo lo
que estaba por ocurrir.
En un movimiento rápido, había conseguido liberarse de la mano de aquel
hombre, el cual, sorprendido, se enardeció aún más al ver como esta corría
colina abajo. Si la Alcazaba, el destino de Aria sería fatal.
— Créeme, si te pongo las manos encima, te voy a dejar irreconocible,
zorra. Tus acciones simplemente confirman mis sospechas, eres una
cualquiera, me estabas engañando. — Gritaba Jensen, mientras corría detrás
de ella.
Para ella era irrelevante todo lo que escuchaba, su principal prioridad, era
llegar al centro del poblado, ya que, una vez allí, delante de todos,
posiblemente no sería capaz de tocarla. A pesar de que Jensen era un
hombre bruto, salvaje y muy poco delicado, le tenía miedo a lo que
pensaban de él, y aunque, todos sabían que la maltrataba, no podía
exponerse públicamente como un troglodita.
— Escúchenme, todos, vengan conmigo a la plaza central. ¡Tengo algo
importante que decirles! ¡Es algo grave, vengan todos! — Gritaba Aria,
mientras pasaba por los campamentos y cabañas de los pobladores, los
cuales, la seguían rápidamente al ver su desespero.
Al ver cómo las personas comenzaban aglomerarse alrededor de ella al
llegar a la plaza. Jensen tuvo que controlarse, pero a través de sus ojos,
irradiaba una furia, que en lo que tuviese el momento, dejaría aflorar.
No podía esperar el momento en que se quedara a solas con ella, y poder
demostrarle que no podía dejarlo hablando solo, como lo había hecho en la
montaña. Por ahora, Aria estaba a salvo, pero realmente la situación en la
que se encontraban, era mucho más delicada de lo que creían.
La poca credibilidad de la que gozaba la chica ante Jensen, no le había
permitido a este sujeto escuchar claramente las palabras que está había
dicho, pero fácilmente podrían verificarlo. Si iban a la colina y observaban
desde las montañas rocosas, allí, estaría el barco. No podría desaparecer o
desvanecerse en el agua.
— He subido a la montaña, y desde allí, he logrado ver un barco, al parecer,
vikingo. Tenemos que prepararnos, ya que, no sabemos cuáles son sus
intenciones. — Gritó Aria.
Las personas a su alrededor comenzaron a murmurar, hacían comentarios,
algunos simplemente desacreditaban lo que decía, otros, se dejaban llevar
por el pánico de manera instantánea, ya que, la presencia de un barco
vikingo en aquellas tierras, simplemente podría significar una cosa: muerte
y destrucción.
— Lo que dices es muy grave, Aria. Llévanos hasta donde lograste ver el
barco, te seguiremos. — Dijo uno de los pobladores, el cual, se veía
apoyado por otro grupo adicional que lo respaldaba.
Jensen moría por abrir la boca, y decir que la chica simplemente había
perdido la cabeza, y que posiblemente había sido por el mal comer. Éste
solía ser uno de los castigos más habituales propinados por Jensen, el cual,
castigaba a su mujer arrebatándole el alimento durante algunos días.
Le hacía sentir débil, desganada, deprimida, y solo le daba migajas de pan
duro, lo que representaba un manjar para una hambrienta Aria. Esta, en
ocasiones, desvariaba, simplemente decía cosas sin sentido, tenía
alucinaciones por el hambre, y quizá, este era un proceso similar al que
había tenido en el pasado.
Era terrible la vida para esta chica, la cual, su maldición habías ido no salir
embarazada de un salvaje. Este había embarazado a otras mujeres, y a estas,
si las trataba como princesas, pero ella, que era su esposa, la única, llevaba
toda la violencia que podía irradiar de este ser tan salvaje, el cual, veía con
desprecio todas las declaraciones que propinaba Aria a sus pobladores.
— Les demostraré a todos que no estoy mintiendo. Síganme los que quieran
ver la realidad, los que prefieren vivir en la mentira, quédense aquí a
esperar a que llegue la desgracia. — Dijo Aria, mientras corría hacia la
montaña nuevamente.
Muchos la siguieron, lo que la hizo sentir llena de vida, pues la credibilidad
que había obtenido, estaba siendo demostrada por la confianza de quienes
caminaban junto a ella. Su corazón latía con fuerza, y por momentos,
dudaba de sí misma, ya que, llegó a pensar que quizá lo que había visto no
era real, y si llegaban hasta la cima de la montaña y no lograban divisar lo
que ella ya había visto en un principio, posiblemente se burlarían de ella y
la tomarían por loca.
Tras un largo camino de ascenso, agotador, por cierto, está finalmente llegó
al lugar donde había estado meditando, con la brisa agitando su cabello
oscuro, esta señaló con su dedo hacia el horizonte.
Todos se quedaron estupefactos, no podían creer lo que veían, realmente era
un barco, y si la alucinación era por el hambre, entonces todos tenían que
estarla sufriendo, ya que, todos vieron con ojos de impacto como un barco
vikingo era atraído por la marea directamente hacia la costa.
Instantáneamente, comenzaron a desarrollarse hipótesis y diferentes
especulaciones, ya que, nadie estaba preparado para enfrentar una situación
como esta.
— Es posible que sea un barco abandonado. No creo que nadie haya
sobrevivido al paso del mar de Hades. — Dijo uno de los presentes.
— Muchos han muerto en ese lugar, pero sus embarcaciones mueren con
ellos, así que, el hecho de que un barco esté acercándose hacia este lugar en
tan buen estado, solo puede significar una cosa, está tripulado. —
Respondió un anciano.
— No es momento para especulaciones, tenemos que preparar la
contraofensiva. Tenemos que hundir este barco antes de que llegue a la
costa. — Aseguró Jensen, mientras tomaba el liderazgo de la situación.
— No, no podemos actuar de forma hostil. No somos salvajes. — Dijo
Aria, mientras trataba de calmar los nervios de todos los que estaban
presentes, los cuales, ya se habían dejado consumir por el pánico.
— Es cierto, no podemos actuar de manera hostil a primera instancia,
debemos analizar la situación, ya que, si vienen armados, es posible que nos
derroten. — Aseguró uno de los guerreros.
— Tenemos que resguardar a nuestras mujeres y nuestras pertenencias, hay
bebés y ancianos en nuestra tierra, tenemos que cuidarlos, no podemos
quedarnos simplemente de brazos cruzados a esperar a que nos invadan. Es
una irresponsabilidad. — Dijo Jensen.
— Es la primera vez que tenemos visitantes, no creo que hayan viajado tan
lejos para venir a iniciar una guerra. Además, es muy probable que lo
superemos en número, en caso de que intenten iniciar una disputa,
fácilmente podremos responder, Jensen. — Dijo Aria, quien, por primera
vez, se había mostrado ante su pueblo como una chica llena de ideas claras
y concretas.
— No estoy de acuerdo, pero sometámoslo a votación.
— Quienes estén de acuerdo con la infame idea de Aria, entonces síganla a
la costa, háganles un recibimiento a esos asesinos, los cuales, posiblemente
vendrán por nuestras cabezas en lo que les demos la más mínima
oportunidad. — Dijo Jensen, mientras le daba la espalda al grupo.
Absolutamente nadie lo secundó, por lo que, era evidente que todo el
respaldo era directamente hacia la chica. La verificación había sido
terminada, era evidente que un barco vikingo estaba en camino, por lo que,
era muy probable que llegara en un par de horas. No eran tontos, tenían que
dedicarse a preparar las armas, tener un plan alterno de respuesta, ya que,
no podían mostrarse totalmente vulnerables.
La idea de Aria, era simplemente recibirlos como si se tratara de pobladores
que no tenían ningún tipo de experiencia en batalla, y aunque nunca habían
ido a la guerra, si se habían preparado en combate, generalmente,
entrenaban muy duro con rocas y lanzas, pero esta era la primera vez que
someterían a prueba todos sus conocimientos bélicos.
Lo que sí era completamente seguro, es que no iban a rendirse sin pelear,
tenían mucho porque luchar, y aquellas tierras contaban con una riqueza
natural, a la que no estaban dispuestos a renunciar. Un grupo de 20
personas, se asentaron en la costa, tarde o temprano, aquel barco llegaría a
la orilla, y de él, desembarcarían sus tripulantes, y ese sería el momento de
la verdad.
Quien había liberado aquel grupo de recibimiento, había sido Aria, la cual,
estaba completamente segura, alimentada por su instinto, de que aquello
que estaba viendo, no era una amenaza del todo. Pero quizá sus
pensamientos estaban distorsionados por las ansias que ella tenía de
escapar.
Durante mucho tiempo había soñado con la posibilidad de huir de allí, y
aquel barco, le había abierto la posibilidad de poder ir más allá de los
límites que el mar permitía. En sus 22 años, nunca había visto un barco
entrar aquellas tierras, todos eran mitos, leyendas, historias que contaban
los ancianos, pero si algo podía entrar, entonces también podía salir.
Pero Aria disfraza las cosas con una maestría tremenda, sabe que, si narra
sus intenciones de salir de allí, probablemente todos le den la espalda.
Entonces había utilizado sus habilidades de persuasión para poder
convencerlos a todos de que la única manera de poder tener éxito era
recibiéndolos con tranquilidad, de una forma pacífica.
Si se mostraban aguerridos, agresivos y peligrosos, posiblemente generaría
una respuesta adversa, y no sabían cuáles eran los conocimientos de pelea y
combate que traían aquellos bárbaros.
Durante un par de horas estuvieron esperando en la orilla, mantenían sus
manos visibles, desarmados, sin ningún tipo de movimiento rápido o
agresivo. Vieron como de aquel barco descendían lentamente un grupo de
unas 40 personas, fue lo que pudo contar rápidamente Aria, la cual, sentía
que su corazón estaba por estallar del miedo. Era el momento perfecto para
atacar, estaban vulnerables, se veían agotados, pero cada vez se acercaban
más a la orilla.
Aria pudo visualizar al líder de ellos, el cual, se encontraba en la parte
frontal de un pequeño bote, el cual, se movía siendo empujado por los
remos de los esclavos. Aquel líder vikingo, se mostraba erguido, fuerte, con
una armadura metálica, una gran cicatriz en su ojo derecho, su cabello
despeinado, un poco rubio, era muy atractivo, pero le inspiraba temor.
En ese momento, Auron se dio cuenta de que los estaban recibiendo en
buenos términos, pero les dio órdenes a todos sus hombres de que
estuvieran atentos. No podían confiarse, a pesar de que muchos de los que
estaban allí eran mujeres, tampoco podían asumir que eran pacíficos. Ni
siquiera sabía si hablaban el mismo idioma, así que, sería todo un reto.
Saludos, soy Auron, capitán vikingo y líder de las tropas bárbaras. No
venimos con intenciones de hacerles daño. En ese momento, Aria se puso
de pie, caminó hacia él, y se mostró muy sonriente, aunque por dentro
estaba temblando, no sabía cuál sería aquel desenlace, las cosas podrían
tornarse muy peligrosas de un segundo a otro.
— Soy Aria, esposa de Jensen, líder de estas tierras. Mis saludos, capitán
Auron. Sean bienvenidos a nuestras tierras, ¿cómo es que han llegado hasta
aquí?
— Ni siquiera nosotros mismos podríamos explicar cómo es que el mar nos
ha traído hasta estas tierras. Solo necesitamos alimento y un lugar donde
descansar. Estamos agotados, vimos la muerte de cerca, y nos encantaría
una buena cena. — Dijo el vikingo.
Todos los hombres que acompañaban al gran líder luchador, estaban
ansiosos por actuar como lo hacían en otras ocasiones. Pero era evidente
que, en situaciones pasadas, el número de luchadores era mayor.
El estado de ánimo era muy importante cuando acudían a un saqueo, a la
guerra, a una batalla, pero en esta ocasión, estaban muy devastados. Aria
pudo ver cómo al lado de este hombre, se encontraban dos mujeres, una de
ellas, era Lena, la otra Eyra.
Ambas se veían imponentes, se veía que también peleaban, tenían grandes
brazos, cuerpos bastante intimidantes y piernas fuertes. Eran mujeres
totalmente diferentes a la contextura que tenían las habitantes de aquellas
tierras misteriosas y ocultas.
— Los llevaremos al centro de nuestro pueblo, allí, les daremos un lugar
donde descansar, disfrutarán de la cena que tanto desean, y mañana,
llegaremos a un acuerdo, ya que, no pueden permanecer aquí mucho
tiempo. No está permitido, los dioses nos castigarán. — Dijo Aria.
Por alguna razón, Auron se sintió fuertemente atraído por aquella chica,
quizá no por su aspecto, ya que, se veía fuertemente golpeada, pero más allá
de aquellos moretones, y las heridas que había dejado Jensen en su cara,
sabía que había una belleza espectacular.
Pero lo que realmente le había atraído, era el espíritu de Aria, ya que, se
veía aguerrida, decidida, y dispuesta a dar la cara por su pueblo. Esto le
agradó mucho a Auron, el cual, hizo una seña a sus acompañantes para que
mantuviesen una actitud dócil.
No podían comportarse como salvajes, ya que, le estaban dando un
recibimiento adecuado ante las necesidades que tenían. Posiblemente, si
hubiesen hecho las cosas como quería hacerlas Jensen, probablemente ya
los hubiesen asesinado, ya que, estaban muy débiles, desgastados, con la
moral por el suelo, y no tenía ningunas intenciones de iniciar una disputa.
Aria se sentía muy bien ante lo acertado que había sido su análisis de la
situación, aunque muchos lo habían tomado por loca, había tomado una
decisión correcta para su pueblo.
Aunque todavía muchos creían que estaba llevando el enemigo hasta el
corazón de aquellas tierras, posiblemente, una vez que recuperarán energías
y se sintieran vigorosos, desatarían un ataque a traición. Pero para esto, ya
estarían preparados los peleadores. Constantemente, la mirada de Auron, se
iba hacia Aria, la cual, con una actitud tímida, bajaba la mirada, ya que, no
estaba acostumbrada a que otros hombres la vieran de esa manera.
A ella le había parecido muy atractivo ese sujeto, ya que, era totalmente
diferente a los hombres que habitaban en su pueblo. Auron era mucho más
grande, musculoso, fuerte, y aquella armadura gris, lo hacía ver mucho más
intimidante.
Siempre le habían contado historias sobre los vikingos, pero esta, nunca se
imaginó que se sentiría atraída por uno de ellos.
Le causaba curiosidad la cicatriz en su rostro, pero había algo mucho más
hermoso en su cara, que le llamaba la atención y anulaba el impacto de
aquella cicatriz; lo hermoso de sus ojos azules. Estos la hacían perderse, era
un azul similar al de los ojos de ella misma, ante lo que, no podía ser
casualidad que dos personajes así se encontraran.
Ella trataba de disimular, pero nerviosismo era evidente, a qué nombre le
gustaba, pero no podía permitírselo, le debía lealtad a Jensen, aunque este,
cada vez que tuviese la oportunidad, le destrozar la cara. Era un hecho para
Aria, que haber conocido a Auron, era una de las mejores cosas que le había
pasado desde hacía mucho tiempo.
Habían pasado muchos meses desde que había experimentado emociones,
ganas de vivir, esperanza, pero la llegada de los vikingos, se había
transformado específicamente en esto, en una salida, en una alternativa a
una vida que la estaba llevando hacia una posible muerte.
Era desesperante para ella, no saber cuándo sería el día en que podría salir
de allí, o al menos deshacerse de Jensen, ya que, una pelea tras otra, podrían
llevarla hacia un deceso inevitable. Había días en los que permanecía
encerrada en su cabaña, sin poder salir, ya que, Jensen, simplemente la
dejaba prisionera, solo por gusto, no era un castigo, no era una forma de
hacerla entrar en razón, era simple gusto y satisfacción de verla sufrir.
Otros días, simplemente le quitaba el alimento, otros, la golpeaba, era un
infierno en la tierra, y esta no estaba dispuesta a soportarlo más. No
entendía por qué, pero veía a Auron, y veía la posibilidad de una liberación,
aunque ella era inteligente y entendía que la mujer que caminaba siempre a
su lado, tenía un vínculo fuerte con él. Tanto Eyra como Lena, siempre
estaban rodeando a Auron, lo cuidaban, lo protegían, pero, sobre todo, lo
admiraban.
Este, por primera vez en mucho tiempo, había anulado por completo la
existencia de su amante, Eyra, la cual, quedó arropada por completo por la
belleza de aquella hermosa chica pueblerina y campesina. Esta, tenía una
belleza delicada, una inocencia tremenda que lo hacía sentir joven, fuerte y
con unas ganas de protegerla. En sus ojos azules, podía ver el sufrimiento,
aquellos golpes provenían de alguien, y éste estaba dispuesto a averiguarlo.
Tras ser llevados al campamento, tal y como se los había prometido Aria, a
estos vikingos les fue proporcionado campamento, alimento, frazadas para
el frío, algunas de las frutas más dulces que jamás hubiesen probado, y la
carne más suave y jugosa que se hubiesen metido a la boca. Aquello parecía
ser un sueño después una pesadilla, ya que, después de haber enfrentado a
una situación peligrosa en la cual casi morían, ahora estaban siendo
recibidos por ser es que parecían ser ángeles.
Cualquier tipo de intento por una reacción hostil, había desaparecido por
completo, al menos por el momento, ya que, aquellos anfitriones habían
sido muy sutiles con ellos, una bienvenida muy bien merecida, después de
un castigo de los dioses que casi los había llevado al fondo del océano.
Entre fuego, historias y celebración por la llegada de los vikingos, los
primeros visitantes que habían tenido, todo había comenzado a tomar una
forma bastante agradable, la amenaza que había proyectado Jensen, se había
transformado, y aunque aquel guerrero no parecía estar totalmente
convencido de la visita de aquellos vikingos, había comenzado a disfrutar
de su presencia. Hacía alarde de su esposa, ya que, había notado la mirada
constante de Auron, pero este, la exhibía como su trofeo.
La tomaba del brazo, la besaba después de ingerir la fruta fermentada, lo
que generaba una especie de sidra o vino que era único en su tipo, nunca
habían probado una bebida tan deliciosa, y solo los habitantes de aquellas
tierras eran capaces de destilarla. Para Auron, era bastante sorprendente el
hecho de que una chica tan hermosa e ingenua, estuviese acompañada de un
ser tan salvaje e imponente.
Él generalmente escogía a una mujer para él, y en esta oportunidad, no
podía comportarse de la misma manera, aunque si pudiese elegir, ya hubiese
tomado a Aria en sus brazos y la hubiese sacado de allí. Pero entienden que
están en desventaja, estos vikingos, aunque quisieran adueñarse de todo
esto, no podrían, ya que, lo superan notablemente en número.
Pero a pesar de la felicidad que se respira en aquel lugar, hay cierta tensión,
ya que, muchos de los habitantes de aquella isla, habían escuchado historias
sobre los vikingos y sabían que eran traicioneros, eran convenientes,
simplemente esperaban un momento de ventaja para dar el zarpazo. Así
que, simplemente esperaban atentos a que las cosas se mantuviesen en
equilibrio, y no se rompiera esa línea tan delgada de tensión que se estaba
generando.
Cada una de las partes, cree que es una trampa, pero siguen adelante con
aquella celebración, la cual, mantiene a Aria atenta, la cual, cruza miradas
una y otra vez con Auron, pero no es capaz de tener una conversación más
íntima con él.
El vikingo le gusta, de eso no hay duda, siente una sensación extraña en su
estómago cuando lo ve, está nerviosa, se siente tensa mientras tiene a
Jensen cerca de ella, ya que, parece limitarla, no le deja respirar, mientras la
curiosidad la consume, llevándola hacia una equivocación que puede ser
letal.
Si Jensen descubre que esta chica está comenzando a desarrollar cierto
interés por el vikingo, podría desatar una ir a tan brutal, que terminaría en
algo muy lamentable. Finalmente, el cansancio comenzó a vencerlos, y uno
a uno, se fueron quedando dormidos en el campamento improvisado, que
habían preparado los anfitriones para ellos. Para Auron, sería imposible
conciliar el sueño, ya que, siempre estaba tan alerta, que desconfiaba de
absolutamente todo lo que lo rodeaba.
Podría tratarse de una trampa, quizá los querían embriagar para ponerlos en
una posición de desventaja y al final asesinarlos, aunque algo lo hacía sentir
un poco confiado con la presencia de Aria en aquel lugar, alguien con una
mirada tan inocente ingenua, no podía ser un engaño, aun así, no fue capaz
de dormir, ya que, si cerraba los ojos, le estaría dando la ventaja al enemigo.
Auron nunca había quedado tan cautivado por una mujer como lo había
hecho con Aria, pero Jensen se interponía en cada ocasión que podía, este,
estaba decidido a generar más interacción con ella. Posiblemente, se
marcharía pronto de aquella isla, tal y como se lo había asegurado Aria, ya
que, estos no permitirían visitantes demasiado tiempo. Era hacia allí que
apuntaba toda la tensión de esta situación, ya que, si los vikingos no estaban
dispuestos a marcharse, posiblemente es allí donde iniciaría la guerra.
Varios días transcurrieron en una situación similar, miradas traviesas,
sonrisas llenas de complicidad, análisis, tentación. Son sensaciones que
impregnaban el ambiente y hacían sentir a Aria viva, ya que, desde el
momento en que había caído en ese abismo controlado por Jensen, sentía
que había perdido la autonomía. Ahora, siente que Auron es una
posibilidad, pero ella también se siente limitada ante la presencia de esa
guerrera que siempre está al lado de Auron, tratando de seducirlo y
provocarlo.
Los había visto besarse, y en el río, los había visto follar de una manera
apasionada, algo que la había excitado tremendamente al ver el cuerpo de
Auron completamente desnudo. Ella fantaseaba tremendamente con aquel
vikingo, lo quería para ella, pero lo sentía inalcanzable e imposible, ya que,
ella tenía su esposo, le pertenecía a Jensen.
Pero cierta mañana las cosas comenzaron a cambiar, Auron se había
despertado en medio de gritos e improperios, ante lo que, se puso alerta y
tomó su espada. Había una fuerte discusión entre una mujer y un hombre,
pero no puede reconocer las voces. Había llanto, golpes, algunos objetos
cayendo al suelo de manera abrupta, ante lo que, imaginó que se trataba de
uno de sus hombres tratando de abusar de una de aquellas lugareñas.
Si esto era así, la paz que se había generado entre ambos grupos se
rompería, y rápidamente iniciaría una guerra. Él no estaba dispuesto a
sacrificar la tranquilidad que se había conseguido en ese punto, así que,
tomó su espada, y dispuesto acabar con el sujeto, decide intervenir.
Caminó unos 30 metros hacia una cabaña, donde se escuchaban los gritos y
las discusiones a primera hora de la mañana. Al ver a través de la ventana,
pudo ver a Aria, la cual estaba siendo maltratada por Jensen.
Quiso intervenir, ella estaba medio desnuda, le había arrancado la ropa,
parecía estar fuera de sí. Hubiese dado cualquier cosa por utilizar el filo de
su espada para atravesar el pecho de aquel animal, el cual, trataba de una
manera terrible a una mujer tan perfecta. Pero, aunque quería parar la pelea,
sabía muy bien que no debía entrometerse, ya que, los asuntos entre pareja,
debían arreglarlos ellos.
Él apenas era un recién llegado a la isla, y no podía imponer sus políticas de
respeto, ya que, para ellos, el solo era un salvaje vikingo luchador.
Acumulando mucho valor, y conteniendo toda la furia, Auron se alejó de
aquella ventana, ya que, sabía que, si intervenía, el final para Jensen no
sería nada agradable. Cerró sus puños, colocó su espada en su espalda, y
caminó alejándose de allí, mientras seguía escuchando gritos y golpes.
Trató de desconectarse de la realidad para no seguir internalizando aquella
situación tan nefasta, la cual, ponía a una chica que no se merecía ese trato
en una situación bastante humillante. Pero, aunque ignoró la situación, no la
pudo olvidar, durante el día, estuvo repasando una y otra vez aquellas
imágenes tan terribles, donde Aria, era abatida contra el suelo, mientras
aquel hombre, se posicionaba sobre ella, dándole un par de bofetadas
mientras esta pedía ayuda.
En medio de sus pensamientos, de forma casual, Aria pasó justo frente a él,
sacando lo del trance, esta, llevaba alguna de sus vestiduras en sus manos,
parecía descender hacia el río, y éste, no dudó en seguirla. Se aseguró de
que nadie lo viera, y comenzó a caminar discretamente para coincidir con
ella en el paso de agua dulce.
La estuvo mirando durante algunos minutos, estaba embelesado,
completamente perdido, muy cautivado por su belleza, mientras ésta,
limpiaba sus vestiduras, las cuales parecían estar manchadas de su propia
sangre. Era una escena muy triste, ya que, era indignante que una mujer tan
hermosa, tuviese que sufrir un destino tan terrible.
Auron la podría convertir en su esposa, llevarla por el mundo, navegar por
los mares, demostrarle que había un mundo más allá del mar de Hades, al
cual tanto miedo le tenían. Pero no se iba a quedar allí oculto tanto tiempo,
tenía que mostrarse, aunque tenía la adrenalina a tope, decidió hablar con
ella, aunque esto significaba problemas.
Sus manos sudaban, estaba muy nervioso, y esto era raro en Auron, quién
es un vikingo decidido, fuerte, imponente y capaz de reclamar a la mujer
que él quiera, pero quiere tratar a Aria de una manera diferente, ella es
especial, y solo ha recibido hostilidad en su vida, por lo que, un poco de
ternura posiblemente genere mejores resultados.
— Auron, ¿qué haces aquí? No pueden vernos juntos, si Jensen nos ve…
— Lo sé, lo lamento, no he podido contenerme. He querido hablar contigo
desde que nos recibiste, todo ha sido muy tenso, y ahora entiendo muy bien
porqué. — Dijo Auron.
— Mi vida no es tan fácil. A pesar de que este lugar es un paraíso y todo es
hermoso, a mí me ha tocado llevar la peor parte. Jensen es un salvaje, pero
me cuida, aunque no lo parezca. — Dijo la chica, mientras observaba el río
de una manera llena de nostalgia y tristeza.
— Puedes engañar a quien quieras, Aria. Pero no puedes decirme que esa
bestia te protege. Puedo sacarte de aquí si lo deseas, no tienes que
pedírmelo, simplemente sígueme cuando me vaya, y haré lo posible por
alejarte de estas tierras. Sé muy bien que no deseas estar aquí.
— ¿Marcharme? Eso siempre ha sido mi sueño, pero creo que es imposible,
Jensen me mataría antes de dejarme ir.
— Te ves un poco pálida, Aria. ¿Qué está pasando? Por qué ese sujeto te
golpeó tan brutalmente, ¿qué es lo que has hecho tan mal como para
merecerte un trato como ese?
— Simplemente no cumplo con sus expectativas. Eso es lo que me
convierte en su víctima. Cuando logre darle un hijo, las cosas cambiarán.
— Y, ¿realmente piensas que, embarazándote de ese sujeto, comenzará a
tratarte como te mereces? Será peor, créeme, conozco a muchos de su tipo,
soy líder de un ejército vikingo, sé muy bien lo que te digo cuando hablo de
salvajes, quizá yo sea uno de ellos también. — Dijo Auron.
En ese momento, hubo una tensión muy intensa entre ellos, sus miradas se
mantuvieron fijas por primera vez, ya que, nadie los estaba viendo. Auron
sintió el impulso de acercarse a ella y tomarla, besarla apasionadamente,
pero cuando tuvo la iniciativa, realmente fue necesario acercarse a ella, ya
que, Aria se desvaneció.
Auron hizo lo posible por sujetarla antes de que su cabeza chocara contra
las piedras del río, este, trataba de reanimarla, colocaba un poco de agua
fresca sobre su rostro, pero esta estaba totalmente ida.
Tenía los labios pálidos, su rostro estaba casi morado, su pulso era lento,
aquel hombre, se preocupó enormemente. Habían dejado que el tiempo
transcurriera y había comenzado a oscurecer, y esto preocupó enormemente
a Jensen, el cual, decidió ir a buscarla. Al llegar al río y encontrar a Aria en
brazos de Auron, éste perdió el control.
— ¡Suelta a mi esposa ahora mismo, salvaje! — Dijo Jensen, mientras
corría hacia el río.
Auron mantuvo la calma, ya que, sabía que, si se dejaba llevar por su
naturaleza vikinga, sacaría su espada en un segundo, y decapitaría al sujeto,
pero por respeto a la chica, no lo hizo.
— Aria se ha desmayado, he venido a ayudarla, ya que, iba pasando por
aquí. ¿Qué pretendes? ¿Qué dejara que entrara al agua y se ahogara? —
Dijo Auron, de una forma contundente.
Aquella acotación cambió por completo las cosas, pero, aunque Jensen bajó
la guardia, no iba a doblegarse ante un extraño, y mucho menos vikingo. Le
arrebató a Aria de los brazos, y la llevó de nuevo al campamento, esto ya no
es una impotencia tremenda a Auron, el cual, sabía que tarde o temprano
todo iba a explotar.
Al ver como Jensen se alejaba de ellos con aquella mujer en sus brazos,
entendió que no resistiría demasiado. Quería a Aria para él, y lucharía tanto
como fuese necesario.
III
Eran días llenos de confusión, por lo que, habitualmente, Aria solía despejar
su mente caminando por el bosque, le gustaba hacerlo sola, ya que, de esta
manera, podría organizar sus ideas, y esclarecer cuáles eran sus verdaderas
intenciones con Auron y con Jensen, ya que, no podría soportar demasiado
tiempo más, la tortura de estar al lado de un hombre que la sometía como si
fuese su esclava, cuando en realidad era su esposa.
Pero parecía que el destino estaba enviándole mensajes claros a Aria, ya
que, cierto día, mientras caminaba por el bosque respirando la tranquilidad
de su entorno, el aroma fresco de los árboles, el sonido de las aves
cantando, y la energía de la tierra bajo sus pies descalzos, escuchó sonidos
extraños que llamaron su atención.
Conocía casi de memoria cada uno de los sonidos que se generaban en la
naturaleza, pero sabía perfectamente que lo que estaba escuchando eran
ruidos de humanos. Esto, llevó lentamente a Aria, a acercarse hacia el
origen del ruido, ya que, eran los gemidos de una mujer, acompañados de
las embestidas de dos cuerpos.
Alguien estaba allí manteniendo un encuentro sexual, y la curiosidad,
consumió a Aria, la cual, comenzó a acercarse lentamente mientras cuidaba
no hacer ningún ruido. A medida que se acercaba, evidentemente el sonido
se hacía mucho más fuerte, y quienes estaban allí, pensaban que estaban lo
suficientemente alejados del pueblo para poder mantener un encuentro
privado, sin que nadie los descubriera.
Lo último que esperaban, era ser vistos por Aria o cualquiera de los
pobladores, ya que, se habían adentrado mucho en esa zona boscosa. Pero
era precisamente estas largas caminatas las que le generaban un poco de paz
mental a Aria, la cual, parecía haber tenido una atracción magnética
directamente hacia aquella escena, ya que, cuando apartó unas ramas para
poder visualizar que era lo que estaba ocurriendo.
Se quedó estupefacta al encontrar a su propio marido, Jensen, follando con
Eyra, la amante de Auron, algo que la dejó sin palabras. Ella sabía
perfectamente que Jensen le era infiel, salía con otras mujeres a tener este
tipo de encuentros, se divertía mientras se embriagaba con sus guerreros, y
disfrutaba de una vida llena de libertad, cuando él la limitaba como su
esposa.
Era una situación injusta, pero ella tenía que asumirla, ya que, esa era su
deber como su mujer, pero de pronto, todos esos esquemas que habían sido
implantados por sus padres, de pronto habían caído al suelo.
Para ella, ya no era importante la fidelidad, era muy diferente Suponer que
confirmar, ella asumía que su esposo le era infiel, estaba casi segura, pero
nunca había tenido la oportunidad de ver a ninguna mujer con las piernas
abiertas mientras su esposo le hacía el amor.
Adicionalmente, esta chica era la que había llegado con Auron en su barco
vikingo, hacía alarde de serle fiel, la mayoría del tiempo estaba junto al
vikingo, tratando de defender su territorio, demostrando que le pertenecía,
que ella era la única mujer a la que él podía acceder, y que ninguna otra
podía acercarse a su macho alfa.
Esto, le pareció muy injusto a Aria, la cual, continuó viendo la escena,
grabando cada detalle de lo que se estaba desarrollando frente a sus ojos,
mientras Jensen, le sujetaba los senos con mucha fuerza aquella mujer, la
cual lo veía con ojos de deseo y pasión, con una sonrisa muy pervertida en
su boca.
La dotación de Jensen, era bastante imponente, por lo que, aquella chica no
se había podido contener ante su personalidad lujuriosa de poder probar los
atributos de aquel sujeto. La tenía abierta completamente, con sus piernas
separadas, acostada sobre una gran roca, mientras éste, aún con sus
pantalones en sus tobillos, rebotaba contra ella mientras esta gemía una y
otra vez combinando el dolor con el placer.
Aquel pene de 20 cm entraba completo hasta la base, mientras los testículos
de este sujeto, rebotaban directamente contra la región anal de la chica. La
escena estaba llena de humedad, sexo y erotismo, ya que, el calor arreciaba,
el sol estaba sobre los cielos de aquella isla, elevando las temperaturas hasta
límites casi insoportables para algunos. Esto, había generado un sudor
exagerado en el cuerpo de Jensen, el cual, se había quitado la camisa para
estar más cómodo.
Su pecho fuerte, su espalda definida, destilaban gotas de sudor, mientras
mantenía sus manos fijas en las piernas de esta chica, manteniéndolas bien
abiertas para perforarla con su polla. Ansiosa de potenciar todo el sexo y el
erotismo de este hombre, Eyra lo tomaba del cuello, lo apretaba con fuerza,
mientras este, le daba algunas palmadas en las tetas, generando cierta
estimulación que volvía loca a esta chica.
Ella adoraba al amante que tenía, Auron era muy complaciente, pero el
hecho de romper las reglas y probar un nuevo amante, la había estimulado
mucho más. Al recibir aquellas embestidas, los gemidos se hacen cada vez
más fuertes, su coño está empapado en sudor, destila una gran cantidad de
jugos espesos, lo que lubrica perfectamente la zona, permitiendo que
Jensen, entre en ella una y otra vez, sin limitaciones.
Aria continúa observando en silencio, inclusive, llega a excitarse un poco
ante la escena, aunque se siente desilusionada, hay una parte de ella, que
también se siente satisfecha. Se ha terminado de sacar el sentimiento de
culpa que mantiene en su pecho y que no le deja respirar, sometiéndola a
una vida de desgracia al lado de Jensen. Estuvo observando la escena
durante al menos cinco minutos, y veía como Jensen era capaz de
conectarse de una manera diferente con otras mujeres.
A ella la trataba con agresividad, con brutalidad, con desprecio, pero a esta
chica, la utilizaba con mucho placer, la tocaba, la acariciaba, estímulos que
ella no recibía por parte de su propio esposo, el cual, simplemente la veía
como un objeto de diversión y desahogo.
En la mayoría de los casos, llegaba a casa ebrio, agotado, lleno de una
frustración tremenda acumulada durante sus horas de entrenamiento de
combate o vigilancia. Otras veces, eran simples jornadas de cacería que le
generaban un agotamiento tremendo, ante lo que, Jensen llegaba a casa
únicamente buscando esa necesidad de desahogar su cuerpo, liberar esa
tensión sexual, y Aria sufría los peores horrores, estando en brazos de este
hombre tan egoísta y salvaje.
A ver visto aquella escena, le generó una sensación de libertad, así que, no
podía quedarse demasiado tiempo más, era tiempo de volver, decidió
regresar al pueblo tan rápido como pudo, necesitaba equilibrar la balanza,
ya no tenía miedo, estaba dispuesta a buscar a Auron y revelarle lo que
había sentido todo este tiempo. La emoción corre por su cuerpo, está
totalmente decidida, pero tiene miedo al rechazo.
Tener el dominio de la verdad, hace que las cosas sean muy diferentes, ya
que, ahora se siente llena de vida, dispuesta a romper cualquier regla sin
tener pánico ante las consecuencias.
Mientras se desplaza hacia el pueblo, Aria repasa una y otra vez en su
mente las posibles palabras que le dirá a Auron una vez que se encuentre
con él, su intención es ser totalmente sincera, revelarle quién es el momento
en que se vieron por primera vez, le generó una atracción tremenda, y si es
necesario, revelará en lo que ha visto en el bosque, aunque no puedo utilizar
esto como una herramienta de manipulación.
Cansada, sin aliento y llena de un temor tremendo, Aria había llegado a la
cabaña que había sido asignada a Auron para su descanso. Pero al
acercarse, escucha sonidos similares a los que había percibido en el bosque.
Cuando se asomó por la ventana con mucho cuidado, pudo ver a una mujer
cabalgando a un sujeto, no puedo definir quiénes eran, ya que, se asustó
tremendamente y se ocultó.
Esto, le destrozó el corazón, ya que, posiblemente, sus miedos y sus dudas,
habían hecho que Auron dijera su atención hacia otra mujer, ella,
posiblemente había perdido su oportunidad. Los gemidos, los improperios
que Emanan de la boca de aquella mujer diciéndole cómo debe follarla y lo
mucho que lo está disfrutando, hacen que Aria deje salir unas lágrimas de
rabia, ante lo que, decide marcharse de allí, ya que, es toda una tortura.
En sus pensamientos, está totalmente segura de que ha encontrado a alguien
follando a Auron, y esto, la destruye por dentro, generándole celos, rabia,
decepción, y se cuestiona asimismo por ser tan insegura y dejar pasar
aquella oportunidad. Decide marcharse llorando, quiere ir a su cabaña y
encerrarse, se siente deprimida y devastada, así que, el silencio y el
aislamiento pueden ser los mejores analgésicos para ese momento.
Pero todo resultó muy sorpresivo, ya que, antes de llegar a casa, se había
encontrado frente a frente con aquel hombre alto de armadura. Auron
llegaba de cazar, tenía una liebre muerta en sus manos, mientras en la otra,
llevaba arrastrando su espada, jugando con la tierra, algo infantil para un
hombre tan despiadado y asesino.
Ella se siente confundida, ya que, estaba segura de que él se encontraba en
su cabaña follando con otra mujer, así que, sin aliento, se quedó pálida,
tratando de encontrar respuestas en su mente.
— Aria, ¿cómo estás? ¿Te ves un poco perturbada, te ocurre algo? —
Preguntó Auron.
— Es que tú… Te acabo de ver en tu cabaña... Tenías que ser tú. ¿Qué está
pasando?
— No entiendo nada de lo que dices, Aria. Vamos, sentémonos y hablemos
un poco. Te ves muy confundida.
— Auron, no tienes la menor idea de lo mucho que me alegra verte aquí. —
Dijo la chica mientras lo abrazaba.
El hecho de descubrir que no era él quien se encontraba en su cabaña
copulando con otra mujer, la había hecho sentir feliz nuevamente. Fue
sorpresivo para Auron aquel gesto de la chica, ya que, generalmente ella
expresaba su inseguridad y sus miedos. Pero ahora estaba justo en sus
brazos, aferrada a él, tratando de buscar un escape de una realidad que la
tenía abrumada.
Ya esta chica no podía soportar todas las situaciones que la estaban
hundiendo en la desesperación, así que, mientras la mantiene abrazada,
inhala el olor de su cabello, disfruta de la suavidad de su espalda, su piel
descubierta, permite que este acaricio un poco con sus dedos, y la conexión
es instantánea.
— Tengo algo muy importante que contarte, Auron. Pero tienes que
prometerme que no dirás absolutamente nada de esto.
— Puedes confiar en mí, si necesitas ir a un lugar más privado, entonces
conversaremos en los establos. — Dijo Auron.
Caminaron un poco y se alejaron de allí, no podían estar a la vista de las
personas, ya que, muchos comenzarían a comentar que la esposa de Jensen
estaba interactuando con el nuevo vikingo.
Ya junto a él, en un pequeño establo, oscuro, silencioso y apartado, esta
comenzó a contarle todo lo que había visto en el bosque, y como su propio
esposo, era capaz de follar a otra mujer, divirtiéndose con ella de una
manera incomparable, mientras ella era tratada como un animal.
Para Auron, esta noticia fue agradable, ya que, sentía cierto compromiso
con Eyra, pero no tenía esa conexión absoluta con ella lo suficientemente
fuerte, como para definirla como una posible esposa. Ella y simplemente
era una forma de liberar su tensión Sexual, pero le había dedicado en
exclusividad, y ahora, aquella condición se había roto.
— ¿Qué es lo que sientes, Aria? ¿Porque me cuentas esto, por qué sigues
limitándote? Puedo ver que en ti arde una llama apasionada que sigues
apaciguando. ¿Acaso hay algo más que quieras decirme? — Dijo Auron,
mientras acarició el cabello de Aria.
— Hace mucho tiempo que ningún hombre me toca con tanta ternura como
lo has hecho tú. Me encantan tus caricias, no dejes de tocarme así. — Dijo
la chica, mientras cerraba sus ojos y sonreía.
La mano de Auron, hace un movimiento suave sobre las mejillas de ella.
Las yemas de sus dedos, rozan suavemente su mentón, y su pulgar,
finalmente toca el labio inferior de la chica. Allí, esta simplemente abrió sus
labios, lo separó como si estuviese a punto de besar a alguien, pero, aunque
no lo había planificado, Auron entendió perfectamente el gesto,
acercándose a ella con mucha suavidad, haciendo contacto con sus labios,
de una manera tan suave y tierna que fue imposible que Aria no dejará salir
unas lágrimas.
Lo que ella decía era completamente cierto, ningún hombre le había tocado
de una manera tan agradable, ya que, Jensen siempre había sido realmente
agresivo con ella. La tocaba de una manera tosca, agresiva, sin ningún tipo
de romanticismo, era muy bruto y salvaje, pero la manera en que la tocaba
Auron, era completamente distinta.
Parecía querer conectarse con ella, establecer un vínculo, borrar todas esas
marcas de maltratos y brutalidad, y convertirlas en caricias suaves que
permanecerían en sus recuerdos. Auron no era un romántico, no era un
hombre de sentimientos muy apasionados, pero Aria había despertado en él
una nueva naturaleza. La observaba con aquellos hermosos ojos azules,
mientras ésta, quedaba perdida en la profundidad de los mismos.
Fue entonces cuando éste, decidió ir más allá. Sus manos se posaron justo
sobre la cadera de la chica, y esta, experimentó un escalofrío tremendo. El
beso se hizo mucho más apasionado, y esta vez, su lengua se involucró en
el juego, lamiendo los labios de la chica, la cual, de una forma tímida,
también dejó salir su lengua, jugando con la de él mientras sus manos
paseaban por todos sus cuerpos. Se conocían, tratando de complacer sus
deseos que habían mantenido reprimidos desde un inicio.
Pero antes de que pudiesen continuar, ya que, Auron se estaba dedicando a
subirle el vestido de la chica para introducirle las manos entre sus muslos,
una cadena sonó, ante lo que, supieron que alguien estaba llegando al
establo.
— Vamos, tenemos que salir de aquí ahora mismo, no pueden descubrirnos.
— Dijo Aria, mientras tomaba de la mano a Auron, saliendo por la parte
posterior de aquel establo, yendo hacia el bosque.
La adrenalina corre por sus cuerpos ante la libertad que sienten. Esa
emoción jamás la había experimentado, al menos no desde hace mucho
tiempo, cuando tan solo era una niña que jugaba por el bosque huyendo de
sus compañeros de juego en medio de guerras ficticias.
Pero ahora, la emoción volvía, esas ganas de vivir, todo lo había traído
Auron desde el mar, una ilusión que parecía ser irreal todavía. Si no fuera
porque sus manos estaban en contacto, podría aún sentir el sabor de los
besos de Auron, pensaría que todo aquello era una fantasía de la cual
despertaría en cualquier momento.
Mientras van tomados de la mano, Aria corre rápidamente, y Auron hace un
esfuerzo por mantener el paso, ya que, ella es mucho más ligera, rápida y
ágil. El lleva su armadura metálica, y, por lo tanto, no puede moverse con
tanta fluidez.
A medida que van corriendo por el bosque, este comienza deshacerse de sus
armaduras, ya que, de esta manera podrá moverse con mayor facilidad.
Corren directamente hacia una zona rocosa, donde se encuentran con unas
cuevas, un lugar aparentemente conocido muy bien por Aria, ya que, sabe
hacia dónde va. Auron confía en ella, así que, no cuestiona absolutamente
nada de lo que está pasando.
Él deja que ella lidere el escape, y finalmente, cuando se adentraron a la
pequeña cueva, está reía a carcajadas ante su nerviosismo.
— Lo logramos, conseguimos escapar. Qué susto, nunca me había sentido
tan viva, Auron. — Dijo la chica, mientras se abrazaba a su amado.
— Mereces algo mejor, Aria. Huye conmigo, ven conmigo en mi barco y
saldremos de estas tierras para tener una vida completamente diferente. —
Dijo el vikingo.
— No creo que podamos escapar nunca de esta isla, el mar de Hades está
diseñado para destrozar barcos, Auron. El hecho de que tú hayas llegado
aquí es solo un milagro, pero dudo mucho de que puedas retornar a la vida
que conoces. — Dijo la chica, mientras acariciaba el rostro de aquel
hombre.
— Por ti sería capaz de retar al propio Hades para que me permita atravesar
por sus mares y sacarte de aquí. Desde el momento en que te vi, comencé a
tener ilusiones extrañas, te imaginaba conmigo, a mi lado, navegando por
todos los océanos teniéndote como mi esposa. Así será, te convertiré en mi
esposa.
— No prometas cosas que no puedas cumplir, Auron. Es momento de vivir
el ahora, estamos aquí, solos, apartados de todos, creo que lo mejor, será
que disfrutemos de este momento sin adelantarnos a un posible futuro. —
Dijo la chica, tras acariciar el pecho de aquel hombre.
— Tienes razón, creo que me estoy dejando llevar por la emoción y la
ilusión. Ven aquí, quiero hacerte mía, hoy serás mi mujer. — Dijo Auron.
De nuevo, el beso inició la interacción, pero esta vez, sabían que no tenían
demasiado tiempo. Mientras se besaban de forma romántica, las ropas
comenzaron a caer al suelo.
Ella se veía ansiosa, tenía unas ganas tremendas de ver el cuerpo desnudo
de aquel hombre, por lo que, se daba prisa por quitarle la camisa y el
pantalón.
Cuando vio aquel hombre desnudo, era una escultura. Se veía que los
combates que había llevado a cabo Auron a lo largo de su carrera como
vikingo, habían dejado excelentes resultados anatómicos. También había
muchas cicatrices y marcas, cortes de filosas espadas, quemaduras, y una
gran cantidad de cicatrices que lo llevaban a viejos recuerdos de combate.
Pero Auron era un hombre lleno de fortaleza, masculino, con virilidad, pero
que, en su interior, tenía un corazón sensible, el cual era capaz de
doblegarse ante la imagen de una mujer que lo cautivaba. Fue el turno de
Auron para poder ver el cuerpo desnudo de Aria.
Este evento, fue magnífico, ya que, le quitó el vestido lentamente, haciendo
que este cayera hacia su cintura, y posteriormente, hacia sus tobillos.
Observó desde sus pies hasta su cabeza. Músculos fuertes, cadera ancha,
una cintura delgada y un abdomen plano sobre el cual quería pasar su
lengua. Su ombligo era delicado y pequeño, cuando dirigió su mirada hacia
sus pechos, estos caían naturalmente, pero se veían firmes, jugosos y
juveniles.
Sus pezones rápidamente llegaron a la boca de Auron, el cual, se acercó a
ella y después de acariciarlos con su dedo índice, le dio un beso suave a
cada uno, haciendo caricias delicadas con su lengua. Esto le agradaba a
Aria, la cual, sentía que su coño iba a hervir de calor, ya que, aquel sujeto la
ponía muy cachonda. Cerró sus ojos, y dejó que los estímulos de Auron,
comenzaran a dibujar a una obra de arte en su cuerpo.
Besos, caricias, roces, mordida suaves en su cuello, eran algunos de los
estímulos con los que dio inicio a aquel encuentro. Pero todo comenzó a
hacerse mucho más intenso cuando sintió la mano de Auron
introduciéndose entre sus muslos, lo mismo que quería hacer en aquel
establo del cual huyeron.
Cuando le tocó el coño, esta chica solo se estremeció, un espasmo
involuntario le hizo a encorvarse, pero Auron continuó. Su clítoris era
frotado con suavidad por el dedo medio del vikingo, el cual, no podía creer
lo delicioso que se sentía aquella textura, ya que, estaba absolutamente
empapada, nunca había sentido a una mujer tan excitada antes del acto.
Esto, le generó un apetito tremendo, le hizo agua la boca, tomando a la
chica rápidamente de los muslos, y levantándola de una manera poco
habitual, y llevándola directamente hasta su boca. Los muslos reposaban
sobre los hombros de Auron, el cual, sujetaba la chica por la espalda.
El coño de esta, se encontraba justo en el rostro de su amante, mientras se
encontraba casi suspendida en el aire. Era una posición un poco extraña,
pero esta, se aferra a su cabeza, mientras la lengua de Auron, comienza a
devorarle la vagina de una forma muy agradable.
Ella era delgada y frágil, y éste, era fuerte y musculoso, así que, no era
ningún problema para él mantenerla allí arriba, completamente dispuesto a
complacerla por primera vez y generarle un orgasmo, mientras ésta se
encuentra en esta plataforma particular, donde el gusto y la satisfacción son
las únicas normas.
La lengua de Auron se inserta una y otra vez en su coño, la penetra,
haciendo el espacio suficiente para que posteriormente, reciba su erecta
polla. Este es un elemento destacado en esa escena, ya que, su pene está tan
duro como su espada, es rígido, fuerte, simétrico, rosado y muy vigoroso,
ante lo que, no puede esperar para sentirlo dentro de su compañera.
El eco dentro de la cueva, era increíble, así que, los gemidos de aquella
mujer, se escucharon como un estruendo en medio de su primer orgasmo,
ya que, aquel hombre tenía un talento magistral con su lengua, y la hizo
retorcerse mientras este la mantenía cargada sobre sus hombros.
La chica, se retorcía, se sujetaba de la cabeza del vikingo, apretaba sus
muslos, y cuando ya pudo relajarse finalmente después de aquella dosis de
satisfacción, éste la bajó suavemente y la colocó sobre el suelo.
— Quiero que entres en mí, quiero sentirte en mi profundidad. Por favor,
hazme tu mujer, borra todas las huellas del sufrimiento que he vivido hasta
ahora, Auron. — Dijo la chica mientras acariciaba sus senos.
Estaba extasiada, embriagada de placer, consumida por el morbo que le
despertaba aquel vikingo masculino y aguerrido. Éste se acostó justo al lado
de ella, y después de besarla de una forma romántica una vez más, le separó
las piernas y se ubicó en el medio de ellas.
Aria lo abrazó con sus muslos, puso sus piernas justo detrás de él, y sintió
como lentamente aquel trozo de carne se fue insertando en ella milímetro a
milímetro. Poco a poco, sin apuros, sin presión, todo era perfecto y nada
podía salir mal, pero en ese momento, un estruendoso trueno, retumbó en
los cielos.
— Parece que la naturaleza está enardecida. Es posible que comience a
llover. ¿Quieres volver ahora? — Preguntó Auron, mientras la chica,
simplemente le colocó la mano en la boca para que no hablara más.
Éste, comenzó a entrar en ella, lo hizo con suavidad, de una manera
delicada, mientras le besaba el rostro, le acariciaba los senos, disfrutaba de
su cuerpo, y finalmente, sus cuerpos se conectaban por primera vez.
Al estar en el interior de Aria, nunca había sentido algo así, era una presión
indescriptible, su coño era estrecho, caliente, húmedo, con una textura muy
particular que rozaba de manera perfecta las terminaciones nerviosas del
pene de Auron. Le encantaba entrar y salir una y otra vez, generando
agudos gemidos que se amplificaban por la estructura interna de la cueva.
Lo que estaba ocurriendo en el interior de la cueva, era tan intenso como lo
que estaba por desatarse a las afueras de la misma, ya que, los cuerpos
apasionados de Auron y Aria, interactuaban, rotaban, ella se ubicaba sobre
él y lo cabalgaba. Perdieron el control después de un inicio romántico y
muy suave, para convertir aquel encuentro en algo apasionado y salvaje.
El desconocimiento de si aquello podría repetirse, los hacía hacer el amor
como nunca antes, y como si fuese la última vez. Ella disfrutó de lacto, pero
también se preocupó cuando escuchó la torrencial lluvia desatándose a las
afueras de la cueva. La naturaleza parecía haberse molestado por algo, y
desató una lluvia tan intensa, como la que nunca antes se había visto en
aquella isla.
Los pobladores comenzaron a especular acerca de la molestia de los dioses
ante la presencia de los vikingos en este lugar. Muchos aseguraban que, si
los dioses le habían dado la oportunidad de escapar y sobrevivir a un lugar
pacífico, no tenían derecho a darle albergue a asesinos.
Aquellos comentarios sin fundamento, provenían de los más ancianos, los
cuales, estaban acostumbrados a estar aislados, separados del mundo, pero
los vikingos, no hacían caso a este tipo de comentarios, y permanecían a
salvo mientras la lluvia caía a cántaros. Mientras Auron y Aria hacían el
amor, la mayoría se preguntaba en dónde estaban, ya que, había notado la
ausencia del vikingo y la esposa de Jensen.
Pero ante aquella torrencial lluvia, absolutamente nada podía hacerse. No
podían buscarlos, y era una casualidad muy extraña que ambos estuviesen
desaparecidos, lo que despertó las sospechas de Jensen. Para llegar a
aquellas cuevas, tenían que atravesar un río, el cual, se había desbordado
debido a la gran cantidad de lluvia que había caído. Éste, había crecido, y
los había dejado atrapados en la cueva.
Al quedarse allí, sin poder volver a casa, decidieron mantenerse a salvo, en
el interior de la cueva nada les pasaría, permanecerían juntos, y mientras
más prohibido se volvía aquello, más tentación se despertaba. Había llovido
durante ocho horas continuas, de una manera en la que nunca se había visto
en aquel lugar, muchos estaban asustados, ya que, aseguraban que la isla
finalmente se hundiría por la maldición de los dioses.
Era todo especulación, pero no podían hacer nada para controlar la
naturaleza, a pesar de que oraron a los dioses o trataran de echar a los
vikingos para curar el mal. Cuando los ancianos comenzaron a asegurar que
esta era la única salida, y que tenían que deshacerse de los vikingos para
poder recuperar la paz, muchos comenzaron a generar tensión. No podían
echarlos de aquel lugar en medio de una tormenta como esta, mucho menos,
sin Auron. Ellos habían tratado de volver una y otra vez, pero la lluvia no se
lo permitía.
El agua, fue haciendo ceder el terreno, y el destino, les tendió una trampa
para la cual no estaban preparados. Mientras a bien sucumbido ante la
tentación de hacer nuevamente el amor mientras encontraba en el interior de
aquella cueva tras varios intentos de escape, un deslave cubrió por completo
en la salida de aquella cueva. Aparentemente, era el único lugar a través del
cual se podía entrar o salir, según aseguraba Aria, la cual, fue presa del
pánico al quedarse allí encerrada junto a Auron.
— Al parecer, los dioses no están contentos con nuestra unión. ¿Ahora qué
haremos, cómo saldremos de aquí? ¿Auron? Descubrirán que estuvimos
juntos, no podremos salir de esto a salvo.
— Cálmate, nada malo te ocurrirá, si tienes problemas, siempre contarás
conmigo, podrás salir de esta isla si lo deseas, pero tienes que calmarte.
Recuerda, estás conmigo y no voy a dejarte. — Dijo Auron, mientras la
abrazaba.
Entre sus brazos, experimentaba una paz indescriptible, era una sensación
de protección que no había tenido jamás, ni siquiera de sus propios padres.
Aria, comienza a llorar ante el miedo, el pánico la hace colapsar, pero los
brazos de Auron, le reconfortan.
Siente unas ganas tremendas de quedarse junto a él para siempre, pero sabe
que más allá de los obstáculos que lo separan de la libertad de aquella
cueva, hay una realidad que tendrá que afrontar, y que posiblemente no
generará buenos resultados para ellos.
Mientras estos se encuentran en el interior de la cueva, finalmente, la lluvia
comenzó a cesar. Fue allí cuando comenzaron las labores de búsqueda, y
cuando llegaron al bosque comenzaron a ver trozos de armaduras
abandonados en dirección a las cuevas, entendieron que este era el rastro
que tenían que seguir.
Un grupo de hombres comenzaron a cavar para quitar el obstáculo de la
caverna, y finalmente, cuando encontraron el orificio de entrada,
descubrieron que allí estaban Auron y Aria.
— ¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué están encerrados solos en esa
cueva? ¡Voy a matarlos! — Dijo Jensen, mientras se deja consumir por la
furia.
— No eres nadie para exigirme absolutamente nada, Jensen. Tú también me
engañas, solo he hecho lo mismo que tú, lo justo. — Dijo la chica, mientras
se encuentra en brazos de Auron.
— ¡Sabía que no teníamos que darles entrada a estos malditos vikingos! ¡Te
reto a un duelo, desgraciado! ¡Has venido y han intentado robarnos a
nuestras mujeres! ¡Te mataré! — Dijo públicamente Jensen ante todos.
— No voy a pelear contigo, Jensen. No eres un contrincante digno, no
pretendo venir a iniciar una guerra. Libera a Aria, ella se marchará
conmigo, a fin de cuentas, ella es infeliz a tu lado.
— ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Voy a decapitarte! Esta noche habrá
un duelo entre tú y yo, y quien gane, se quedará con ella.
— No voy a pelear, no eres un peleador digno, no sería una lucha justa.
— Entonces tendrán que marcharse por las malas. — Dijo Jensen, mientras
levantaba su espada, incitando a sus compañeros a atacar a los vikingos,
pero Auron no iba a permitir esto.
— Si lo que quieres es una recompensa para la herida que ha sufrido tu
orgullo, entonces yo me entregaré. Deja que mis hombres se vayan y libera
a Aria, ella se marchará con ellos, yo me quedaré aquí como tu prisionero
para siempre. Yo pagaré por su libertad.
— Me parece justo, pero los vikingos tendrán que alejarse de nuestro
campamento hasta que se marchen. No conviviremos más con ustedes. —
Dijo Jensen, mientras se alejaban.
En ese momento, los grupos se dividieron, Auron se marchó como
prisionero, mientras Aria se quedaba bajo la custodia de Lena, la prima del
líder vikingo, la cual, aseguró que la protegería.
Una de las condiciones fue que debía marcharse en 12 horas o matarían a
Auron, tras aceptar el acuerdo, los vikingos deciden abandonar a su capitán,
ya que, no es justo iniciar una guerra bajo esas condiciones. Auron decide
sacrificarse, aunque posiblemente, tenga un plan alternativo.
Aria hizo lo posible por resistirse ante la decisión de Auron, ya que, sabía
perfectamente que Jensen era un demente y que seguramente torturaría a
Auron para desquitarse del engaño que había sufrido. Pero el vikingo tenía
experiencia, era un hombre de mundo, y sabía muy bien cómo lidiar con
este tipo de sujetos que asumían que eran imbatibles. Este tiempo de
separación fue terrible, la incertidumbre los consume, y las horas avanzan
hacia el tiempo límite.
IV
En contra de su voluntad y luchando en contra de los hombres que trataban
de someterlo, Auron finalmente había sido introducido en las catacumbas,
una cadena de túneles que habían sido construidas precisamente para
introducir a aquellos que violaban las leyes de aquella isla.
Jensen se había convertido en una especie de líder, y comandaba las
operaciones que tenían como objetivo mantener el equilibrio y la justicia en
aquel lugar, lo paradójico, era que hacía uso de todo este poder simplemente
para su beneficio.
Se divertía, abusaba, manipulaba, y todo esto, sin ningún tipo de
consecuencias. De alguna u otra forma, Auron había llegado para
desestabilizar esa tranquilidad peligrosa que se llevaba a cabo en la isla, ya
que, si nadie ponía orden, posiblemente el poder de Jensen continuaría
creciendo y pronto sometería a sus propios pobladores, convirtiéndose en
una especie de dictador.
El rechazo que experimentaba hacia los vikingos, y el trato misógino hacia
las mujeres, era algo que ponía muy en claro el tipo de persona que era
Jensen, por lo que, Auron no iba a permitir que la mujer de la que se había
enamorado, siguiera al lado de esa clase de animal. Cuando fue introducido
en las catacumbas, las rejas se cerraron, mientras éste, era encerrado junto a
dos leones hambrientos, los cuales, se alimentaban de la carne de los
prisioneros.
— ¡No pueden encerrarme aquí, esto no es justo! ¿Cómo sabré que Aria y
Lena están bien? — Preguntó Auron, pero fue ignorado.
Se suponía que, para ese momento, todos debían estar preparándose para
marcharse, los vikingos que conformaban la tripulación de Auron, habían
accedido al acuerdo que había sido cerrado entre su líder y el jefe de aquella
población, el cual, se comportaba de una manera egoísta y hostil.
Había perdido el control, y el ego herido, hacía que actuará de manera
errática. Cuando los hombres de Jensen se marcharon y dejaron a Auron
encerrado en aquel lugar, éste simplemente se dio media vuelta y observó
aquel túnel oscuro donde debía introducirse.
Se le había indicado que había una salida única, pero debía moverse a
través de aquellos túneles, buscando una ruta de escape. Pero si se topaba
con los leones, tenía que hacer lo posible para escapar, o de lo contrario, lo
devorarían. Para complicar las cosas, Auron no estaba del todo bien, le
habían dado una fuerte golpiza, su pierna derecha no podía apoyarla bien, y
le habían arrebatado su espada y su armadura.
Esta era una manera de Jensen de poner a prueba la destreza del vikingo, ya
que, lo subestimaba tremendamente, y aseguraba que este no podría
sobrevivir ante condiciones tan difíciles.
El hecho de no poder usar la totalidad de su cuerpo y tener una debilidad
extrema en su pierna derecha, lo pone en una desventaja mucho más aguda,
así que, escapar de los leones hambrientos será un verdadero reto.
Las primeras horas, habían sido cruciales, si lograba desarrollar una
estrategia de escape, al menos podría sobrevivir algunos días. Había
conseguido una pequeña cámara de rocas, donde podía refugiarse y donde
los leones no llegaban, a pesar de que las garras casi tocaban su piel.
Este consiguió un punto donde podría permanecer mientras los leones se
agotaban y dormían, allí, podría moverse con silencio, pero nada le
garantizaba que podría vivir demasiado tiempo. Aquello era una cámara de
muerte, estaba diseñada especialmente para que los prisioneros murieran,
ninguno había conseguido escapar hasta el momento.
Era la primera vez que Auron sentía tanto miedo, aquellas fauces
hambrientas, llenas de dientes filosos que destilaban la saliva de los leones
hambrientos, eran las imágenes más aterradoras que había visto jamás. Pero
lo que más le preocupaba, era el hecho de no poder estar allí afuera para
poder garantizar la seguridad de Aria.
Jensen era un hombre traicionero, y posiblemente violaría el acuerdo en
cuanto tuviese la oportunidad. Pero si Auron estaba pasándola mal, para
Aria y Lena era peor aún, ya que, no sabían cuál sería el destino de aquel
vikingo. Lena amaba profundamente a su primo, lo admiraba, y lo veía
como un mentor, un maestro, ya que, le había enseñado prácticamente todo
lo que sabía.
Por otra parte, Aria había establecido un vínculo importante con el vikingo,
se ha enamorado, ha abierto su corazón totalmente, a este sujeto que vino
del mar simplemente para meterse en su alma, y ahora no podía
simplemente abandonarlo.
— Ya todo está listo para que el barco Sharpe, Aria. Pero no creo justo que
debamos irnos. — Dijo Lena, mientras ve como todos los vikingos
abordaban la nave.
— Pienso lo mismo. Auron ha sacrificado su libertad para salvar nuestra
vida. No podemos dejarlo aquí. Jensen seguramente lo introducirá en las
catacumbas, y ese será su fin. No puedo permitirlo. — Dijo Aria entre
lágrimas.
— ¿Las catacumbas? ¿De qué hablas?
— Las catacumbas son una serie de túneles subterráneos que han sido
construidos por orden de Jensen. Se supone que son el castigo más terrible
para cualquiera que viole la ley en la isla. Si Auron ha sido introducido allí,
es muy probable que sea devorado por leones o tigres, todo dependerá del
deseo de Jensen.
— Me estás confirmando mis dudas acerca de si debo irme o no. No voy a
abandonar a Auron en esas condiciones.
— Voy a quedarme, si tú quieres marcharte, te entenderé, este lugar tuvo
que haber sido un infierno para ti. — Dijo Lena, mientras tomaba sus
armas.
— No voy a dejarte aquí sola. Amo profundamente a Auron, y te apoyaré,
no conoces la isla, y con mis ojos y mi conocimiento, podrás moverte sin
que lo noten.
Lena no puede dejarlo en manos de esa bestia, dándole la espalda al hombre
que la apoyó y la cuidó durante mucho tiempo.
— Eyra debe morir, es mi prioridad. — Dijo Lena, mientras toma una daga
filosa entre sus manos.
El hecho de que Eyra traicionar a su naturaleza vikinga y se uniera a Jensen,
siendo tomada como su nueva esposa, era la peor ofensa que podían recibir
los miembros de aquella tripulación. Adicionalmente, no parecía importarle
el hecho de que Auron posiblemente estaba siendo condenado a muerte, por
lo que, su interés era tremendo y oscuro.
Al ganarse el desprecio de Lena, había firmado su sentencia de muerte, ya
que, la guerrera vikinga, era letal, un arma de destrucción, y si Eyra no
sabía que sería atacada, posiblemente ni siquiera se enteraría en el momento
en que su cuello fuere rebanado. Era un plan arriesgado, pero no tenían de
otra. Dejaron que el barco zarpará con la tripulación, pero ellas se habían
quedado en la isla.
Esto, con el objetivo de despistar a Jensen, y habían sacrificado su libertad
para siempre. Si tenían la posibilidad de cruzar el mar de Hades, saldrían de
allí y no volverían nunca más a la isla, un sueño, una ilusión que siempre
había mantenido en su corazón la desdichada Aria, quien apenas había
conseguido la felicidad y ahora debía despedirse de ella, no era justo.
Cuando el barco comenzó a alejarse, los hombres de Jensen celebraron, y
rápidamente llevaron el informe a su líder, quien se divertía con su nueva
esposa.
Le hacía el amor de una manera brutal a Eyra, cuando fue interrumpido por
sus súbditos. Éstos, tocaron la puerta de su cabaña, y a las afueras, podían
escucharse los gemidos y la manera en que la cama de madera golpeaba
contra la pared. Eyra tenía un nuevo juguete sexual, un hombre viril,
apasionado, rudo y muy imponente, el cual, ahora la había convertido en su
mujer.
Esta, sacudía sus senos de un lado al otro mientras cabalgaba a Jensen, el
cual, tras escuchar a la puerta, la quitó de encima de una manera hostil, no
era nada delicado, de pronto, las cosas no parecían tan divertidas para la
nueva esposa. Esta, se quedó tendida en el suelo, viendo impresionada la
manera en que le había tratado Jensen, quien era un troglodita.
— Saben que no deben molestarme cuando estoy en la privacidad de mi
hogar. ¿Qué hacen aquí? — Preguntó Jensen, muy molesto hoy con su
cuerpo totalmente desnudo.
— Lamentamos molestarlo, Señor. Pero es necesario que sepa que ya los
vikingos se han marchado. El barco se aleja de la isla. — Dijo uno de los
hombres.
Aquello generó un vacío en el estómago de Eyra, quien supo que ya nunca
más tendría posibilidades de salir de allí. Fue entonces cuando Jensen
comenzó a reír a carcajadas, de una manera demente, regocijándose del
éxito que había conseguido. Amaba tener siempre el poder, y los enemigos
más poderosos que había tenido, se habían doblegado ante sus órdenes.
— Siempre escuché historias asombrosas sobre los vikingos, pensé que eran
mucho más rudos y aguerridos, pero han resultado ser unos pusilánimes
cobardes. Espero que Hades los castigue, quizá, pronto recibamos el
cadáver de Aria en la costa. — Dijo Jensen, mientras se daba la espalda
para volver a sus deberes con su mujer.
A Eyra le gustaba una parte de la personalidad de Jensen, pero esta versión
oscura, retorcida, demente y sádica que se estaba mostrando, le generaba
algo de miedo. No era el mismo hombre sensible que era Auron, y ahora
empieza arrepentirse. Pero ya ha firmado su futuro, ella ha tomado una
decisión terrible, y ahora deberá asumirla.
Mientras esto ocurre, Auron sigue sobreviviendo en las catacumbas, y Aria,
se adentró en el bosque, en direcciones a los túneles, ya que, la única salida
que había de aquel lugar, daba directamente hacia la selva. Memoriza el
camino de regreso, es un lugar peligroso y lleno de bestias, serpientes,
arañas venenosas y especies de anfibios tóxicos, los cuales, pueden matarla
en cuestión de minutos.
Ella se separó de Lena, ambas habían asumido tareas diferentes, ya que, era
necesario atacar desde diferentes ángulos, y ya que Aria conocía
perfectamente cada rincón de la isla, relató a Lena todo lo que debía hacer,
qué ruta a seguir, cuando moverse, cómo hacerlo y dónde atacar.
Ella se había enfocado en ingresar a las catacumbas a través de la salida, ya
que, si generaba una ruta inversa, sería muchísimo más fácil salir de allí.
Había un truco muy oscuro involucrado con aquellas catacumbas, y era el
hecho de que Jensen había colocado un muro de piedra falso que siempre
despistaba a los prisioneros.
Esto, con la intención de confundirlos, haciéndolos creer que se habían
equivocado de ruta, haciéndolos regresar, pero con solo empujar el muro de
piedra, podían ir directamente hacia la salida. Era un juego sucio por parte
de aquel líder, el cual, tenía unas ínfulas de poder muy retorcidas, y cada
vez se contaminaba más con su egocentrismo. Aria era una de las pocas que
conocía este truco, así que, al entrar a las catacumbas, derribó aquel muro
de piedra con mucho esfuerzo.
Utilizaba sus delicadas manos, toda la fuerza de sus piernas y la rigidez de
su espalda, para generar una palanca que quitara el muro de una vez. Las
rocas cayeron justo frente a ella, y el camino de salida estaba libre.
Comienza a avanzar, y a medida que se internaba en la oscuridad de las
cuevas, debió encender una antorcha, ya que, el lugar cuenta con una
iluminación terrible.
Hay algunos puntos por los cuales, ingresa la luz solar a través de las rocas,
ante lo que, este es el único recurso que puede ser utilizado por Auron para
moverse. Una vez que se encontró allá dentro, podía escuchar a lo lejos, los
gritos de Auron. Éste, trataba de gritar con agresividad alejando a los
leones, pero estos, parecían estar contestándole con rugidos feroces y
brutales.
El miedo que pudo haber nacido en el corazón de Aria, desapareció
rápidamente, siendo sustituido por una fortaleza tremenda, alimentada por
la necesidad de salvar la vida de su amado. Corrió con su antorcha
directamente hacia la dirección donde había escuchado los gritos.
Dejaba marcas con una X generada con una roca de carbón, y así, podría
seguir la ruta de escape en caso de que perdiera la noción o la ubicación.
Se movió con rapidez, ya que, sabía que allí dentro, cada segunda era
importante. Si no era precisa, rápida y hábil, posiblemente Auron no viviría
para contarlo. Era impresionante que, después de haber estado en tantas
guerras, situaciones peligrosas, enfrentar a enemigos letales, ahora Auron
sólo dependiera de Aria, ya que, no había otra forma de salir de allí.
Éste se había hecho con una piedra filosa, con la cual, podría asesinar a los
leones y lograba golpearlos en sus cabezas, pero en un ataque frontal, tenía
la desventaja. Necesitaba una distracción, y por suerte, venía una en
camino.
Aria escuchaba los ruidos cada vez más cerca, los gritos de Auron tratando
de ahuyentar a los leones, pero cuando se encontró frente a la escena,
aquello fue mucho más atemorizante de lo que ella imaginó. Eran dos
leones enormes, fuertes, intimidantes, los cuales, al dirigir su mirada hacia
la chica, cambiaron de dirección en su atención, caminaban lento, sigilosos,
tratando de determinar si aquello que estaba frente a ellos podía hacer un
posible festín.
Tan solo las patas de aquellos animales, eran más gruesas que una pierna de
Aria, ante lo que, esta comenzó a retroceder, pero a pesar de que había
escuchado los gritos de Auron, no había conseguido verlo, solo veía los
leones, ante lo que, comenzó a correr en dirección contraria.
Aquello había sido un grave error, ya que, los leones seguirían el
movimiento, era una presa fácil en un lugar cerrado, y si esta no era lo
suficientemente rápida, se convertiría en el alimento de los felinos en unos
pocos segundos.
Esta logró ocultarse entre unas rocas, su cuerpo era delgado, y allí, se
mantuvo durante unos segundos, mientras las garras de los leones,
golpeaban fuertemente las piedras, tratando de sacar a su alimento de allí.
Aquella era la distracción que estaba esperando Auron, ya que, al ver a los
leones completamente enfocados en su víctima, éste pareció materializarse
de la nada, salió de la oscuridad, y con la roca que había conseguido, golpeó
brutalmente en la cabeza del primer león.
Lo hizo con todas sus fuerzas, utilizando cada músculo de sus brazos, su
espalda y sus manos. Toda la brutalidad de los resultados, ya que, tras tres
golpes contundentes, había deshecho el cráneo del primer león, el cual,
cayó brutalmente al suelo. El segundo león, tendría un resultado similar,
aunque este, sí había logrado defenderse, y una de sus garras, generó un
corte limpio en el antebrazo derecho de Auron.
— ¡Aria, corre! ¡Sal de aquí ahora mismo! No tenemos oportunidad contra
estas bestias. Tienes que huir. — Dijo Auron.
— He venido para sacarte de aquí, no iré a ningún lugar. Lucharemos
juntos. — Dijo la chica, mientras sujetaba la roca que había caído al suelo.
El león estaba un poco aturdido, ya que, había recibido un primer golpe,
esta confusión, fue aprovechada por Auron, quien, al tomar la ropa
entregada por Aria, quien sujetaba la antorcha en su mano, le había
proporcionado la visibilidad suficiente para poder asestar un golpe directo
en el centro de los ojos. El león no resistió aquella brutalidad del vikingo, y
tras dos golpes más, igual de contundentes en la misma zona, la bestia se
desplomó ya sin vida.
Auron estaba agotado, la muerte estaba muy cerca de ellos, y no estaban
seguros si realmente todo había terminado. Debían permanecer alertas, pero
antes de avanzar, se abrazaron, se besaron y aquel beso apasionado, se
extendió al menos durante cinco minutos.
— Pensé que nunca más volvería a verte con vida. Gracias a los dioses que
estás bien. — Dijo Aria.
— He tenido suerte. Pero definitivamente no lo hubiese logrado si tú no
hubieses llegado hasta aquí. Te amo como no tienes una idea, Aria. Si
salimos de esto, quiero que seas mi esposa, no tengo duda de ello. — Dijo
Auron, con lágrimas en sus ojos de alegría por verla.
— ¡A mí me encantaría que fuese así, amado mío! Pero aún no podemos
adelantarnos a los hechos. Tenemos que salir de esta cueva.
— Este lugar es una tumba, Aria. No podremos escapar con facilidad.
— Conozco la ruta de salida, solo sígueme. — Dijo la chica, con una
seguridad tremenda y una sonrisa de confianza en su cara.
Esto llenó de esperanzas nuevamente al vikingo, el cual, no le importó la
herida de su brazo, no era relevante el no poder apoyar su pierna de la
manera correcta, estaba agotado, pero la necesidad de respirar la libertad
nuevamente, lo había llevado hasta la salida de aquel lugar por sus propios
medios.
Pero cuando parecía que el infierno ya había terminado, cuando
abandonaron las catacumbas, lo que vieron a las afueras de aquel lugar,
había sido nefasto. Allí, frente a ellos, se encontraban al menos 8 hombres
de confianza de Jensen, este, sujetaba del cabello a Lena, la cual se
encontraba de rodillas frente a ellos.
— Creo que han cometido un grave error al tratar de verme la cara de tonto,
gusanos. Ahora, descubrirán que los únicos ingenuos en este lugar son
ustedes. — Dijo Jensen, mientras colocaba un cuchillo cerca de la garganta
de Lena.
Esta, había cumplido su misión, pero antes de escapar, había sido atrapada
por los hombres de Jensen. Consiguió asesinar a Eyra, la traidora, pero en
medio de su ataque de furia, había descuidado la defensa.
Fue atrapada por aquellos hombres, quienes forcejearon con ella,
sometiéndola fácilmente, ya que, la superaban el número y en tamaño. La
había golpeado brutalmente, quizá de una manera peor a como lo hacía con
Aria.
Sus ojos estaban inflamados, su labio inferior estaba deshecho, y
prácticamente la había obligado a confesar si estaba sola. La chica, por
miedo, por desesperación quizá, había revelado que Aria estaba en la isla,
así que, Jensen había descubierto que aquella chica iría directamente a las
catacumbas a rescatar a Auron.
Simplemente esperaron a que salieran, y una vez allí, Auron vería con sus
propios ojos cuando matara a Lena.
— Asesinaron a mi nueva esposa, pero ahora, cobraré una vida por otra.
Ustedes me quitaron a mi amada, ahora, yo te quitaré a tu prima. — Dijo
Jensen, mientras señalaba a Auron con su lanza.
— ¡No, espera! Ella no es la culpable de todo esto. He sido yo quien se
acostó con tu mujer, he sido yo quien desestabilizó el orden de tu isla. Yo
traje a mi tripulación está aquí, yo te ofreceré la pelea que tanto deseas para
demostrar tu superioridad, y si muero, podrás hacer lo que quieras, pero
será una batalla a muerte. — Dijo Auron.
Aquella propuesta, sonaba bastante seductora, ya que, tenía la posibilidad
de demostrar ante todos que era el mejor peleador que hubiese nacido
jamás. Auron no se encontraba en las mejores condiciones, pero necesitaba
ganar algo de tiempo.
— Colocaré mi lanza aquí, y pelearemos con los puños, será una pelea
cuerpo a cuerpo, sin ventajas, sin armaduras, veremos quién es el mejor. —
Dijo Jensen, mientras enterraba su lanza en la tierra.
En ese preciso instante, Auron había notado que la lanza había quedado con
la punta hacia arriba, un grave error, ya que, esta podía convertirse
fácilmente en una lanza estática que podría utilizar a su favor.
No hubo ningún tipo de señal para iniciar. Jensen se abalanzó directamente
hacia Auron, tomándolo del cuello, mientras este se encontraba bastante
débil por el escape. Lo lanzó directamente hacia el tronco de un árbol,
golpeándole la espalda de forma salvaje.
Era sorprendente que Auron pudiese levantarse después de semejante golpe,
ya que, otro, sin una contextura lo suficientemente fuerte, habría quedado
sin la posibilidad de caminar. Jensen no lo dejaba respirar, y al verlo caer al
suelo, corrió hacia él, tomándolo nuevamente del pantalón y la camisa,
levantándolo para dejarlo caer sobre su rodilla.
Posteriormente, le golpeó el rostro al menos unas ocho veces continuas,
mientras Auron ni siquiera podía responder. Aria y Lena, lloraban
desesperadas, ya que, no podían intervenir, y estaban viendo como el
vikingo que amaban, estaba a punto de morir.
Pero como si se tratara de un milagro, Auron separaba una y otra vez,
sonreía, se limpiaba el labio, escupía la sangre que emanaba desde el
interior de su boca, quizá desde el interior de sus intestinos, ya que, recibía
patadas fuertes que quizás habrían reventado algún órgano en su interior.
— Solo peleas por furia, solo quieres demostrar que eres más fuerte que yo,
pero no usas tu inteligencia. — Dijo Auron, mientras sonríe con cinismo.
Comienza a caminar en círculos, mientras Jensen, comienza a buscarlo para
golpearlo. Pero lo esquiva una y otra vez.
Auron no tenía la fuerza suficiente para utilizar sus puños y golpearlo, no
podría utilizar sus pies, ni su rapidez, pero al menos tenía un único recurso,
y era la ira ciega de su adversario.
— ¡Deja de moverte, asqueroso vikingo! Voy a arrancarte la cabeza con mis
propias manos y la colgaré en la costa, para que en un futuro cuando otros
vikingos sucios como tú lleguen a mi isla, entiendan que aquí no son bien
recibidos.
Auron simplemente sonreía, lo miraba con desprecio, no le generaba ningún
tipo de temor, y cuando éste se acercaba a él como una especie de jabalí,
dispuesto a embestirlo, éste se quitaba una y otra vez. Pero la última vez en
que hizo este procedimiento, Jensen no pudo detenerse, y su lanza, terminó
incrustándose sola en su estómago.
Auron no tuvo que hacer un solo movimiento para atacarlo, simplemente
utilizó su fuerza bruta para que este fuese víctima de su bestialidad. Todos
se quedaron impactados, Jensen había quedado ensartado en aquella lanza,
inmóvil, con sus brazos suspendidos, y con la mirada perdida.
Murió de forma instantánea, había atravesado por completo su abdomen,
destruyó su estómago, dejándolo allí, ante la vista de sus súbditos, los
cuales, se pusieron de rodillas frente a Auron.
— Quien fuese capaz de derrotar a nuestro líder, asumirá el mando
instantáneamente. — Dijo uno de los guerreros.
— No me interesa liderar a nadie, lo único que quiero es descansar y estar
tranquilo junto a mi amada. Hagan lo que deseen, sean libres. — Dijo
Auron.
Aria lo abrazó suavemente, ya que, sabía que había recibido una fuerte
golpiza. A aquel abrazo, se sumó Lena, su prima, la cual, lloraba de
felicidad ante el agradecimiento que sentía porque le había salvado la vida
una vez más, como tantas veces lo había hecho en el pasado.
— ¿Qué ha pasado con nuestro barco, Lena? ¿Aún podemos salir de esta
isla? — Preguntó Auron.
— No, tuvimos que fingir que nos marchábamos, fue la única distracción
que encontramos. Creo que tendremos que quedarnos en este lugar para
siempre, aunque no me desagrada la idea del todo, primo. — Dijo Lena,
quien tenía un romance muy apasionado con uno de los guerreros.
— Creo que yo tampoco tengo nada que buscar fuera de esta isla, hubiese
sido hermoso poder mostrarte el mundo, Aria. Lamento no poder cumplir tu
deseo. — Dijo un consternado y adolorido Auron.
— Los dioses no conceden todos los deseos, Auron. Quizá no conoceré el
mundo, pero por lo menos conoceré el verdadero amor a tu lado. — Dijo la
chica, antes de abrazarse a su nuevo amor.
Él estaba feliz, totalmente lleno de un regocijo que no cabía en su cuerpo.
No iba a esperar demasiado, así que, al día siguiente, se llevó a cabo la
boda, la convertiría en su esposa. Aquella chica, ya no sería más una
esclava, ahora, tendría una vida como la que se merecía. Estaba muy
malherido, pero estaba dispuesto a cumplir con el sueño de aquella mujer.
Celebraron con la sidra especial de la isla, manjares llenos de fruta y la
carne más dulce, eran totalmente felices, estaban tranquilos, no había
ninguna amenaza a su alrededor, y cuando caminaron por la playa esa
misma tarde, pudieron visualizar cómo comenzaron a llegar a la costa
algunos trozos grandes de aquel barco vikingo.
Era una señal, si hubiesen decidido huir, quizá habría muerto. El vikingo
descubrió que no necesitaba buscar nada más en el mundo, pues todo lo que
necesitaba estaba en aquella hermosa isla, la cual no tenía nombre, pero sí
tenía un significado muy grande para todos los que la habitaban.
Tras un año juntos, finalmente, Aria había conseguido embarazarse, habían
tenido gemelos, a los cuales habían llamado Elia e Isaías, dos hermosos
varones que posiblemente asumirían el liderazgo en un futuro.
Era una felicidad que nunca había tenido el vikingo, una tranquilidad de una
naturaleza que jamás había experimentado, algo que una simple campesina
había sido capaz de darle. Aria no tenía mucho que ofrecerle, sólo un amor
puro y verdadero, y estaba dispuesta a convertirse en todo su universo.
Quizá lo habían conseguido todo, habían logrado obtener la felicidad más
plena que cualquier ser humano pudiese imaginar. Juntos, habían logrado
construir un sentimiento tan profundo, que no había nada que pudiese
opacarlo.
Aria, subía cada tarde a la colina, observaba el horizonte, y esto, le partía el
corazón tremendamente a Auron, quien sabía que su anhelo de libertad y
conocer el mundo, se hacía cada vez más fuerte, pero a la vez, más
imposible.
Cierta tarde, Auron había ido con ella acompañarla a su lugar de soledad
favorito. Mientras observaban el horizonte, en medio de la atardecer, éste la
había abrazado, la había arropado con sus enormes y musculosos brazos,
donde ella se sentía segura. Aquella conversación, generaría un cambio en
el curso de los acontecimientos, ya que, surgirían promesas repentinas.
— Puedo ver el anhelo en tu mirada. ¿Sigues soñando con el día en que
puedas salir de esta isla, cierto? — Preguntó Auron.
— Siento curiosidad del mundo. Puedo ver todo lo que has vivido en tus
ojos y cicatrices, pero yo solo he visto estas montañas, estos bosques y
quisiera saber que hay más allá.
— Recogeré cada trozo de barco que la marea tráigase a nuestra costa, Aria.
Te prometo que, en un futuro, construir un barco en el cual ambos
zarparemos de aquí. Cuando nuestros hijos sean adultos y puedan liderar
estas tierras de la misma manera en que lo hicimos nosotros, entonces
juntos saldremos de aquí. Si el mar de Hades no lo permite, entonces
conocerás el mundo junto a mí, yo seré tu guía, seré tu protector. Pero por
ahora, no tenemos más que esperar a que la marea nos traiga, de a trozos,
nuestro vehículo de escape.
— Eso me encantaría. Sería una buena forma de despedirme de este lugar,
si logramos salir, entonces habrá valido la pena. — Dijo la chica, antes de
besar a su amado.
Era muy apasionados, y cualquier lugar era adecuado para iniciar un
encuentro romántico. Éste, se dejó llevar por esa tentación que le despertaba
la chica. No había día en que no la deseara, siempre la quería tener cerca de
él, disfrutar de su cuerpo desnudo, saborear su piel, sus besos, ya que había
vivido en carne propia, el miedo de no saber si volvería a hacerlo en el
futuro. La despojó de su vestido, la tuvo completamente desnuda para él, la
contempló, la besó, la acarició y le hizo suya en aquella roca.
Ella lo había rodeado con sus piernas, sintiendo como aquella deliciosa
polla, se insertaba en ella una y otra vez. Sus brazos se entrelazaban,
mientras los besos no dejaban de llover. Frente a aquel atardecer, habían
hecho el amor de una manera exquisita, los senos de Aria, voluptuosos,
firmes, y jugosos, eran devorados por Auron, mientras sentía la adrenalina
de un compromiso a futuro, ya que, si lograban construir aquel barco,
ambos podrían navegar, algo que lo apasionaba Tanto como el sentimiento
hacia ella.
Era un vikingo, un navegante de nacimiento, y si podría compartir aquella
pasión junto a la mujer que amaba, entonces no tendría dudas de llevarlo a
cabo. Disfrutaron del clímax más intenso en aquella montaña, los cuerpos
sudados, quedaron entrelazados en medio de un acuerdo que, con los años,
se iría materializando poco a poco.
Los fragmentos de barcos, poco a poco fueron llegando, y Auron se esforzó
por construir lentamente aquella barca vikinga, la cual, había llegado a
aquella isla inspirando temor, pero pronto, había simbolizado el cambio.
Pronto se transformó en el más profundo amor que hubiese sentido
cualquier persona en su cuerpo, Aria se enamoró de un vikingo, y escapó de
una vida desdichada y caracterizada por la desgracia, para disfrutar de la
libertad de amar a quien ella quería, no a quien se lo había impuesto.
Cada día que pasaba, se amaban mucho más. Era imposible que un
apasionado amor tan intenso, se agotara simplemente por el desgaste del
tiempo. Aria había tenido que atravesar por momentos difíciles para
conocer a Auron, pero éste, había llegado para quedarse. No era un amor
superficial, todo era profundo y con una llama extrema que los identificaba.
Con el tiempo, fueron viendo cómo sus hijos crecían, se iban haciendo cada
vez más inteligentes, hermosos y fuertes, y con cada mes que pasaba, aquel
barco se fue haciendo cada vez más imponente. Parte por parte, Auron fue
construyendo con sus propias manos, el navío que cumpliría la ilusión más
fuerte de la campesina.
Éste, tenía una sola convicción, y era hacerla feliz, para él, no había otro
objetivo en la vida, así que, con todo el esfuerzo de sus manos, su espalda y
sus músculos, había finalmente, después de 30 años, levantado un enorme
barco vikingo, el cual, flotaba sobre las aguas, esperando para ser
comandado una vez más por aquel guerrero y luchador.
Cierto día, sin previo aviso, sin decir nada a nadie, ambos subieron al barco
al amanecer, juntos, navegaron hacia el sol, dispuestos a superar cualquier
obstáculo, ir más allá del mar de Hades, e ir más allá de donde cualquier
pareja de amantes en el pasado hubiese ido jamás.
La marea nunca más llevó hasta la orilla de aquella isla nuevos trozos de
barcos, y esto solo dejaba abierta la posibilidad de que hubiesen conseguido
cumplir con su misión. Nunca más se les volvió a ver, pero en cualquier
lugar donde hubiesen terminado, era muy seguro que estarían juntos, en el
Valhala o en cualquier continente, sus almas habían nacido para estar juntas
en la eternidad.
Título 2
Mordisco Letal

Romance Oscuro con la Vampiresa y el


Millonario

1
El frío golpeaba su rostro de una manera suave, casi acariciándola, mientras
Julia Sandoval abría sus ojos de una manera confusa. Despertaba de un
sueño profundo, en el cual, ni siquiera tenía la menor idea de cómo había
entrado.
Se trasladaba en un coche sentada en el asiento del acompañante, mientras
mueve su cabeza de un lado al otro, tratando de despertarse a sí misma, ya
que, el retardo en la reacción de cada una de sus extremidades era bastante
desagradable.
Al voltear su cabeza hacia el lado izquierdo, observa a un hombre, le es
bastante familiar, pero hay una pesadez en su interior que no había sentido
jamás. Sus ojos buscan respuestas, y aunque su cerebro intenta enviar el
mensaje al resto de su cuerpo para reaccionar, todo parece estar
desconectado. Ni siquiera puede mover su boca, y lo único que alcanza es
hacer un sonido, el cual, llama a la atención de su acompañante.
— Julia, querida. Finalmente despertaste, ¿cómo te sientes? Oh, perdona,
no puedes hablar. Descansa, ya estamos por llegar. — Dijo el elegante
caballero, el cual, llevaba puesto un sombrero de copa y un abrigo oscuro.
En ese momento, Julia simplemente volteó para divisar el camino frente a
ella, se desplazaban por un camino de tierra rodeado de árboles, era de
noche y las temperaturas estaban bajas. Segundo tras segundo, Julia sentía
que poco a poco podía ir recuperando cada una de sus habilidades de
movilidad.
Un hormigueo se desarrolla en sus pies, lo que le va proporcionando
sensaciones graduales en la parte inferior de su cuerpo. Sintió que estuvo a
punto de morir, y que de pronto había escapado de la muerte. Es la
experiencia más desagradable que ha vivido jamás, y lo único que puede
recordar, es que lo último que hizo antes de estar allí, era estar en el salón
principal del baile del Barón Raúl Palacios, con quien bailaba durante su
cumpleaños número 50.
No se explicaba cómo había pasado de estar danzando de un lado al otro
tomada de la mano con aquel distinguido hombre de sociedad, y ahora
estaba en un coche, totalmente confundida, llena de preguntas y miedos.
Raúl Palacios era un hombre imponente y deseado, era viudo, así que, las
mujeres de la ciudad de Foster se mostraban bastante interesadas en poder
conquistar el corazón del millonario soltero, ya que, éste se exponía muy
poco en los eventos sociales en la época de 1710.
Muchos eran los comentarios que giraban alrededor de Raúl Palacios, pero
muy pocos eran los que realmente conocían al excéntrico millonario, el
cual, tenía grandes mansiones por toda la ciudad, ya que, era un fanático de
la arquitectura y su dinero no parecía tener límites.
Era bastante conocido en la ciudad de Foster, inclusive, el nombre de Raúl
Palacios, traspasaba las fronteras, ya que, era un importante comerciante de
hierro y minerales, y tenía conexiones con importantes élites en todo el
mundo.
Raúl Palacios era de ese tipo de hombres cuyo origen es desconocido para
la mayoría, sino para todos, ya que, no se sabía su procedencia, aunque
algunos decían que venía de Inglaterra. Pero simplemente eran
suposiciones, pues nadie tenía la certeza de conocer los orígenes reales de
este hombre.
Simplemente acudían a las celebraciones que periódicamente se llevaban a
cabo en honor a él, o simplemente eran eventos subsidiados por su empresa,
los cuales, tenían como objetivo reunir a las grandes élites de la ciudad y el
país, para hacer conexiones y negociaciones para nuevos proyectos.
Julia Sandoval había terminado en aquella celebración gracias a que su
padre tenía una fuerte amistad con Raúl Palacios, había trabajado para él
durante 15 años, así que, la joven había acudido a esta fiesta en
representación de su padre, el cual, no se había sentido muy bien durante
los últimos días.
Habría sido un acto realmente desagradable no asistir, así que, había
enviado a Julia Sandoval, una joven hermosa, espectacularmente bella, con
un carisma incomparable, una chica insustituible que era la luz de los ojos
de sus padres, la cual, ilusionada de pasar una noche totalmente distinta
entre los personajes más millonarios del país, terminó viviendo una
pesadilla que apenas estaba comenzando, mientras se desplazaba en aquel
coche.
La poca iluminación y el sombrero de copa del hombre que la acompaña,
no le permitió identificarlo, sólo pudo ver su piel blanca, pero su voz era
bastante familiar. Julia lucha por recuperar la movilidad, lo único que quería
era abrir la compuerta de aquel coche, saltar, huir al bosque, y tratar de
encontrar una oportunidad de salir de esta situación, la cual, tiene tintes de
peligro por todos sus ángulos.
En relación a Raúl palacios, se narraban algunas historias retorcidas y
extrañas, pero parecían ser inventadas por aquellos que querían distorsionar
la imagen del millonario. Se decía que su esposa había muerto en un viaje
en barco, pues esta, había desaparecido durante una visita al gran
continente.
Este viaje, había generado muchos misterios alrededor de Raúl Palacios,
quien parecía ser intocable para la justicia, ya que, cuando se realizaron las
investigaciones precisas para determinar cuáles habían sido las razones por
las que su esposa no había regresado a la ciudad, este realmente no había
respondido las preguntas con mucha claridad, pero parecía no ser necesario.
Las autoridades se hicieron de la vista ciega, ignoraron por completo
aquella situación tan extraña y misteriosa, y la desaparición de la esposa de
palacios, simplemente quedó archivada para siempre.
Una y otra vez en la imaginación de Julia Sandoval, aparecen las imágenes
en aquel gran salón decorado con grandes cortinas. Los pilares se elevaban
al menos a 8 m de altura, con un gran techo decorado con cristales de
colores y pinturas hechas a mano, lo que hacía que es el salón fuese uno de
los más elegantes donde hubiese estado jamás.
La iluminación de los candelabros, mantenía el lugar en perfecta claridad,
ante lo que, ella revisa los detalles de ese momento para tratar de descubrir
qué era lo que la había llevado hasta ese momento.
Fue entonces cuando pudo recuperar su último recuerdo, ella había recibido
una copa de vino proporcionada directamente por el varón Raúl Palacios,
con quien había estado bailando durante al menos una hora. Aquel hombre
desde el momento en que le había conocido, no se había despegado de ella
ni un segundo. Esa conexión que hubo cuando estrechó su mano y besó
suavemente la superficie de la misma, generó una atracción tan fuerte entre
ellos, que Julia se sintió abrumada.
Aquel hombre le duplicaba la edad, pero no dejaba de ser atractivo, se decía
que estaba celebrando su cumpleaños número 50, pero en realidad se veía
mucho más joven. Su piel era suave, tersa, muy bien cuidada, digna de un
hombre de las altas élites, y que se preocupaba por su aspecto.
El hecho de mantenerse soltero siendo tan atractivo, generaba ciertas
preguntas, ya que, posiblemente tenía algunas costumbres y prácticas que
mantenían a las mujeres alejadas. Pero Julia no había ido a ese lugar con
ánimos de conquista, ella sólo era la representación de su padre, un hombre
que se sentía bastante agradecido con Raúl Palacios, y como gesto de
cortesía, había enviado a su hija para demostrar que él sentía bastante
aprecio por el millonario.
Julia Sandoval no podía sentirse culpable por la atracción tan fuerte que
había experimentado por Raúl Palacios. Ella había opacado absolutamente
toda la presencia de cualquier mujer en aquel lugar, ya que, si alguien había
llamado la atención de Raúl Palacios en este evento social, esta había
quedado totalmente anulada después de la aparición de Julia, quien se había
robado el aliento de mucho de los presentes, pero particularmente el de
Raúl.
Por otra parte, Julia también había sentido algo muy intenso por aquel
sujeto, ella no era culpable, era simplemente una más de las inocentes que
quedaban perdidas por la imponencia y encantos de aquel hombre, el cual,
la conquistó aquella noche de un 13 de febrero de 1710.
Todos veían extasiados la forma en que estos dos personajes se miraban.
Cuando bailaban por todo el salón, sus ojos estaban totalmente conectados,
era como si ella estuviese perdida en el interior de él, y Raúl estuviese
dispuesto a entregar su vida a ella para siempre.
Eran inseparables, y aunque otras mujeres trataban de llamar la atención de
Raúl con sus escotes, sus peinados excéntricos, y gestos provocadores con
sus labios y sus lenguas, éste estaba totalmente entregado a Julia Sandoval.
El hecho de recordar aquel momento en el cual había sostenido entre sus
dedos la copa de vino y después no recordar nada, le hizo desconfiar
inmediatamente de Raúl Palacios, así que, Julia voltio nuevamente, esta
vez, aquel sujeto, subió su cara, y fue sorpresivo para ella encontrarse con
el varón justo a unos cuantos centímetros de distancia.
El mismo hombre con el que había bailado, un sujeto respetado por la
sociedad, un millonario cotizado, la estaba llevando un lugar desconocido
totalmente vulnerable, y ella no había nada que pudiese ser, no podía
defenderse, su destino es incierto.
El hombre del traje oscuro conduce al máximo de la velocidad por un
camino rodeado de árboles y niebla, este sitio es totalmente desconocido
para ella, no logra identificar absolutamente nada a su alrededor, y la poca
iluminación hace que el ambiente sea totalmente lúgubre y sombrío.
Ella trata de observar directamente a los ojos de Raúl, tratando de implorar
un poco de piedad, que recapacitara ante sus oscuras intenciones, ya que,
sabe que a su casa no la está llevando.
— ¿Por qué haces esto? — Alcanzó a balbucear Julia, quien hizo un gran
esfuerzo para tratar de hablar.
— Te esfuerzas demasiado, querida. Duerme, sé que pronto todo estará
bien. No te asustes. — Dijo Raúl mientras sonríe.
Sus ojos brillaron como brasas, fue lo más espeluznante que jamás había
sido visto por Julia.
Ella no supo si fue el miedo que la hizo colapsar, o quizá había algo de
magia negra alrededor de toda esa situación, pero lo cierto, es que sintió una
pesadez tan profunda, que se quedó dormida nuevamente de manera casi
instantánea.
Despertó en una gran habitación con paredes de color blanco ostra. Las
sábanas tenían un color rojo granate, y la habitación estaba decorada con
pinturas que parecían tener vida. Estas obras de arte, eran mujeres muy
hermosas, las cuales llevaban vestidos escotados y muy sensuales.
No tenía la menor idea de porqué alguien tendría una decoración de este
tipo en una habitación, pero ella simplemente las observó y sintió
escalofríos, ya que, sentía que las almas de aquellas mujeres habitaban en
las propias pinturas.
Despertar en aquella cama, había sido algo muy abrumador, ya que, la
habitación no tenía paredes, no había absolutamente nada más que una
cama y una pequeña mesa al lado de la puerta. Fue extraño para ella ver que
el lugar no tenía ningún tipo de iluminación, más que los candelabros y
velas que habían sido colocados en el techo y paredes. El lugar estaba
completamente hermético, y quizá, el único aire que ingresaba a la
habitación, entraba por la ranura inferior de la puerta.
La iluminación era tenue, cálida, con una luz amarilla que parpadeaba
debido al agite del fuego en las velas. Ella salió de la cama, y descubrió que
no llevaba el mismo vestido que se había puesto esa noche para ir a la fiesta
de Raúl Palacios.
Sus dedos rozaron suavemente su piel, sintió la suavidad de la seda casi
transparente, ya que, aquel camisón blanco muy ligero, casi dejaba ver sus
pezones. Observó que sus pies estaban descalzos, y aunque buscó en los
alrededores, no pudo conseguir sus ropas.
No tenía la menor idea de donde estaba o quiénes eran esas mujeres de las
pinturas, pero lo cierto es que había una conexión entre lo que estaba
pasando y aquellas pinturas, y la chica lo iba a descubrir muy pronto.
Tenía que salir de allí, así que, caminó directamente a la puerta para tratar
de girar el picaporte. Fue una acción ingenua, ya que, sabía que, si alguien
la había encerrado en aquella habitación, era muy probable que la hubiese
dejado muy bien cerrada, para que ella no escapara nunca más.
Sintió unas ganas increíbles de llorar al imaginar a sus padres
preguntándose por su destino, pero ella simplemente respiró profundamente
y trató de mantener la calma, ya que, sabía perfectamente que, si colapsaba,
todo empeoraría.
Julia caminó hacia la puerta, tenía algo de miedo, ya que, no quería chocar
contra la realidad de que estaba encerrada con llave y que no tendría
posibilidad de salir de allí, pero sus pies descalzos se mueven con temor,
con lentitud, pero con constancia. Ella tenía 21 años de edad, tenía el
cabello de un color naranja natural que brillaba como el cobre cuando la luz
del sol incidía sobre aquellos hermosos hilos lisos.
Sus cabellos tenían un largo impresionante hasta la cintura, capaces de
enamorar a cualquiera con solo verla. Solía recogerlo en moños discretos,
ya que, cuando salía a la ciudad, todos tenían que ver con su belleza y su
cabello.
Era un color particular, casi único, nadie tenía el cabello de ese color, o era
muy rojo o muy amarillo, pero la tonalidad del cabello de Julia, era muy
particular. Pero ahora lo tenía suelto, y su belleza estaba en el máximo de su
esplendor, natural, genuina y sin nada artificial que distorsionar a su imagen
pura y casta.
Nunca había tenido un novio, sus padres la habían cuidado muy bien, y
esta, aún permanecía virgen e intacta. Era muy probable que esta condición
fuese la que llamara profundamente la atención de Raúl Palacios, era un
misterio para ella en ese momento, pero finalmente, colocó su mano sobre
el picaporte, y cuando trató de abrirlo, descubrió que estaba cerrada.
Aquello tenía que ser un sueño, su corazón comenzó a latir con fuerza, e
imaginaba que en unos segundos despertaría en su cama con un dolor de
cabeza tremendo, quizá, había ingerido más licor de la cuenta durante la
celebración del cumpleaños del varón Raúl Palacios, y todo pasaría pronto,
pero no.
El frío que había bajo sus pies, era real, la sensación de solidez del
picaporte de la puerta era totalmente tangible, y aquellas emociones que
estaban comenzando aflorar en su interior, eran tan reales como una ducha
de agua fría a medianoche.
No terminaba de explicarse realmente cómo es que había terminado allí, ya
que, por sus propios medios, jamás habría accedido a esta decisión. Quizá,
alguien le había puesto alguna sustancia en su copa de vino durante el baile,
las personas podían llegar a ser muy malintencionadas.
De nuevo volvieron recuerdos rápidos a su cabeza, y recuerda al varón Raúl
Palacios justo a su lado en el coche, levantando su rostro, y mostrando su
cara totalmente a ella, sin ningún tipo de limitación o miedo a ser
descubierto.
Lo que estaba haciendo, posiblemente generaría consecuencias, pero
evidentemente, él no le tenía miedo a las mismas. Mientras sujetaba el
picaporte en su mano, tratando de girarlo, se vio sorprendido por el sonido
del mismo, ya que, al otro lado de la puerta, había alguien.
Repentinamente, la puerta se abrió, y la chica corrió directamente a la cama
para alejarse lo suficiente de quien aparecería. En ese momento, se mostró
frente a ella el propio Raúl Palacios, el cual, llevaba dos copas de vino en
sus manos.
— ¡Querida, has despertado! Me alegra verte bien. ¿Te sientes bien? Te he
traído un poco de vino para celebrar nuestro encuentro. — Dijo Raúl,
mientras avanzaba hacia ella, cerrando la puerta a sus espaldas.
Julia pudo notar que este no bloqueó la puerta con llave, pero él era un
obstáculo que sería muy difícil de superar. Pero entendió que si encontraba
la manera de avanzar hacia la puerta sin que éste se diera cuenta, podría
escapar de allí tan pronto como fuese posible, pero era cuestión de simple
estrategia, ya que, si cometí un error, lo pagaría muy caro.
— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué estoy encerrada? ¿Has sido tú quien
me ha puesto este camisón? — Preguntó la agitada Julia.
— No empecemos con las preguntas. Sabes muy bien lo que haces aquí.
Has venido para que tengamos un encuentro especial. Fuiste mi elegida de
esta noche. Espero que podamos llevarnos bien. — Dijo Raúl, el cual,
mostraba una mirada casi psicópata.
— Mi padre te respeta mucho. Mi familia es cercana a ti. ¿Por qué me haces
esto? — Dijo Julia antes de quebrarse en lágrimas.
— ¿Por qué tienes que convertir esto en un drama? Aún no ha pasado nada
malo, y tampoco tiene porque pasar. Te he traído sólo una copa de vino, te
he puesto cómoda para que estés tranquila, tienes una habitación para ti,
una cama suave, tendrás atenciones de reina… ¿Qué más quieres?
— ¡Quiero mi libertad! Necesito salir de aquí y volver a casa. Mi padre
sufrirá mucho si no regreso.
— Oh, ¿eso es lo que te preocupa? Luis Felipe aprenderá a vivir con tu
ausencia. Por eso no te preocupes. — Dijo Raúl, mientras acercaba la copa
a la chica.
Ella sabía que no podía negarse ante aquella situación, ya que, parecía que
Raúl Palacios tenía el control de absolutamente todo. Ella tomó una de las
copas, y bebió un sorbo, ya que, tenía la garganta seca y estaba muerta de
sed. El sabor del vino era dulce, estaba ligeramente frío, así que, fue una
sensación agradable en medio del miedo tan paralizante que estaba
experimentando.
Ella contempló el atuendo de Raúl, ya que, desde el momento en que este
había entrado a la habitación, ella solo se había centrado en la puerta. Raúl
llevaba una bata de color negro, cruzada en su parte frontal, se veía bastante
cómodo, y no lo podía negar, aquel hombre era atractivo a morir. Era
maduro, profundo, intenso, con una mirada oscura y misteriosa, facciones
delgadas, pómulos marcados, un mentón salido y labios delgados.
No podía creer que un hombre tan hermoso y poderoso, tuviese
inclinaciones tan retorcidas, ya que, aquello que estaba llevando a cabo
Raúl Palacios, no podía definirse como algo más que un secuestro, era solo
eso.
— ¿Para qué me has traído aquí? ¿Qué harás conmigo?
— Ya te he dicho que no me gustan las preguntas, Julia. Por favor, sólo
disfruta del momento, lo que tenga que pasar, pasará.
Raúl se acercó a ella suavemente, no fue brusco ni invasivo, sólo era como
una gran serpiente tratando de dominar a su presa antes de devorarla. Éste
avanzó un par de pasos, y Julia se sentía incapaz de escapar. Estaba
paralizada de miedo, temblaba, y observaba directamente a los ojos de este
hombre, los cuales parecían hechizarla.
Cuando estuvo a unos cuantos centímetros de la boca de la chica, con
intenciones de besarla, hubo un forcejeo, ya que, Julia pareció acumular la
voluntad suficiente para poder escapar. Saltó justo a un lado de Raúl,
dejando caer su copa al suelo. El vino se derramó por toda la superficie,
mientras los pies descalzos de Julia Sandoval corrían directamente hacia la
libertad.
Pero en ese momento, casi como un rayo cayendo sobre la tierra, Raúl llegó
hasta la puerta con una velocidad increíble, bloqueándola instantáneamente.
Julia forcejeó con él, trató de quitarlo del medio, pero este, se mantuvo
sólido, tenía una fuerza increíble y no pudo ser dominado por la irrisoria
fuerza de Julia, una joven débil, asustada y hermosa que es sujetada de las
muñecas por Raúl.
Se acercó a ella suavemente, y esta vez, Julia no pudo evitar recibir un beso
suave en sus labios. Ella, puede sentir el sabor del vino en los labios de
aquel hombre, y aunque sentía un desagrado tremendo al estar siendo
forzada a esta situación, el beso fue atractivo para ella.
Fue profundo, con un toque sensual que ella nunca había experimentado, la
lengua de aquel hombre, lamió suavemente los labios de la chica, mientras
esta, experimentó un calor en la parte baja de su cuerpo que por primera vez
había estallado. Raúl ni siquiera había derramado una sola gota de vino de
su copa, así que, caminó con ella hacia la cama, y le proporcionó un poco
del fluido a la chica para que se tranquilizara.
Había muchas emociones en el interior de Julia, ya que, quería gritar, llorar,
insultar, pero a la vez, estaba muy excitada por los gestos del Barón, el cual,
mientras le proporcionaba un poco de vino directamente en los labios a
Julia, acariciaba sus brazos, sus dedos rozaban su espalda, la tocaba con
mucha sensualidad, algo que era nuevo para la chica, y había despertado su
curiosidad.
— Esta va a ser una noche especial. Tú y yo estamos destinados a estar
unidos. Es la primera vez que siento algo tan fuerte por una mujer, ni
siquiera por mi difunta esposa había sentido algo así. Así que,
instantáneamente supe que eras única, Julia. — Dijo Raúl.
— ¿Y piensas que la manera más adecuada de hacérmelo saber, es así?
¿Trayéndome a la fuerza a un lugar para encerrarme y ponerme a tus
órdenes? — Dijo la frustrada Julia.
— No te he traído aquí para torturarte o lastimarte. Te he traído aquí para
abrirte los ojos a una vida completamente diferente y maravillosa. Aún ni
siquiera te imaginas qué es lo que está por venir.
La sonrisa de Raúl, era intimidante, irradiaba una seguridad tremenda, y
esto, le generaba algo de miedo a Julia, ya que, no tenía la menor idea de lo
que había en la mente de aquel hombre, no sabía cuál es eran los planes que
éste tenía destinados para ella.
— ¿Quiénes son todas estas mujeres?
— Fueron mis esposas. Me encanta pintar e inmortalizarlas... — Dijo Raúl,
mientras observaba orgulloso cada uno de los cuadros.
— ¿Qué dices? Solo tuviste una esposa. O al menos eso es lo que se dice en
la ciudad.
— Mi amada Julia… Ni siquiera te imaginas lo que hay más allá de la
lógica humana. La inmortalidad es exquisita, y cuando la compartes
conmigo, sabrás de qué estoy hablando. — Dijo Raúl, mientras observa a
sus difuntas esposas.
— ¿Inmortalidad? Me estás asustando, Raúl. ¿Y tus esposas, como
murieron?
— Las maté. Tuvieron que morir al no querer compartir conmigo la
eternidad. — Dijo Raúl, muy tranquilo.
El miedo se transformó en pánico, ese pánico paralizante que es capaz de
congelar los huesos de quien lo padece. El hecho de que Raúl fuese capaz
de revelarle a Julia que había matado a esas mujeres, le aclaraba la
posibilidad en la que ella terminaría. Un hombre que era capaz de matar a
tantas mujeres, no tendría problema en sumar a una más a su colección de
muertes.
— ¿Ves ese espacio de la derecha? Allí estará tu cuadro. Aunque no creo
que sea necesario conservar al resto, tú serás la única y eterna que me
acompañará para siempre. Puedo sentirlo.
Julia sentía cada vez más miedo, ya que, las palabras de aquel hombre, eran
totalmente serias, no se trataba de una broma, y su vida estaba en total
peligro.
— ¿Entonces los comentarios que se dicen en la ciudad sobre la muerte de
tu esposa, eran ciertos?
— Por supuesto que son ciertos, pero nadie se atreve a señalarme de forma
directa. Todos comentan, algunos presumen, pero nadie podrá demostrar
jamás que yo maté a Vicenta. Ella lamentablemente desapareció en el
crucero, nadie podrá explicar las verdaderas razones, de hecho, ni siquiera
serán capaces de encontrar su cuerpo. — Dijo Raúl, mientras acaricia el
rostro de Julia.
— ¡Por favor, no me mates! No quiero morir. — Dijo la chica entre
lágrimas.
— ¿Qué dices? ¿Cómo voy a hacerte daño? Eres especial, única, y serás
para mí solamente. — Dijo Raúl, mientras se acerca ella para besarla
apasionadamente.
Este beso, fue mucho más sensual, y las manos de aquel hombre, se
liberaron del vino para dedicarse única y exclusivamente a acariciar el
cuerpo de la chica. Ella estaba muy excitada y siente como sus pezones
comienza a mostrarse de una manera evidente ante lo delgada de la tela.
El beso se extendió, pero esto no impidió que Julia comenzara a llorar, ya
que, siente que tiene mucho miedo. Cuando ella escuchó que Raúl había
asesinado a esas mujeres, supo que moriría, pero aquel hombre enviaba
mensajes extraños, ya que, mientras le decía que era un asesino, ahora le
daba un beso apasionado que despertaba su excitación más desenfrenada.
— Me estoy excitando mucho… ¿De qué se trata todo esto, Raúl?
— Se trata de que lo disfrutes. Todas las mujeres que ves en estas pinturas,
estuvieron en la misma situación que tú. Accedieron a convertirse en mis
esposas, pero cuando tuvieron que dar el paso para la inmortalidad,
renunciaron. Yo no podía permitirme vivir junto a ellas de manera limitada,
así que, las maté y me alimenté de su sangre.
Cada vez que el hombre intervenía, era peor, ya que, las declaraciones que
proporcionaba, eran escalofriantes.
Para Julia, era muy difícil entender qué era lo que estaba pasando, y ante la
confusión que puede ver en sus ojos, Raúl decidió mostrar su verdadera
naturaleza, ya que, era la única manera en que la chica podría ver realmente
con claridad lo que estaba a punto de pasar. Se alejó de ella unos metros, y
comenzó a transformarse en una criatura totalmente extraña.
Sus ojos cambiaron de color a un rojo intenso, sus colmillos crecieron al
menos un par de centímetros, sus manos se tornaron de una tonalidad
grisácea y sus músculos se hicieron mucho más imponentes.
La bata cayó al suelo, y la total desnudez, se mostró ante los ojos
impresionados de Julia, la cual, no podía creer lo que veía. Aquella criatura
era infernal, era lo más abominable que hubiese visto jamás, pero tenía
cierto atractivo, cierta belleza que llamó su atención.
Casi estuvo a punto de colapsar, creyó haber perdido la cabeza, pero Raúl
tomó su forma humana nuevamente, y el acercarse a ella caminando
totalmente desnudo, nuevamente la acaricia y le explica que la quiere como
su esposa, ya que, tienen planes de vivir eternamente amándose.
El instinto de supervivencia, había hecho que Julia aceptara la propuesta, ya
que, no quiere morir, y dejándose llevar por las sensaciones del momento,
sucumbe ante las provocaciones de Raúl. Al ser aceptado como su futuro
esposo, él comenzó a tocarla, la acaricia, roza su cuello con sus labios,
siente sus pechos en sus manos, y lentamente, comienza a subirle el
camisón hasta la cintura.
Allí, le mete la mano entre las piernas, y siente aquel coño totalmente
empapado, aunque Julia tenía mucho miedo, estaba muy excitada, era una
reacción involuntaria que era imposible de manejar, y que sólo podía ser
despertada por un hombre; Raúl Palacios. La chica dejó que aquel hombre
la tocara, la sedujera, y después de arrebatarle el camisón rompiéndolo en la
zona de sus pechos, la dejó totalmente desnuda para devorarla.
Le hizo el amor aquella noche de una manera magnífica, entre gritos,
gemidos, caricias, nalgadas, succiones en toda su piel, dejándola totalmente
satisfecha. Aquella pasión, la había llevado a un estado mental totalmente
diferente, ella no se sentía dentro de sí misma, y después de generarle un
par de orgasmos, la chica sentía que necesitaba algo más.
— Me encanta lo que haces. Al principio sentía un pánico tremendo, pero
me encanta como me haces tuya. — Dijo Julia, mientras recibía las
penetraciones de este hombre justo detrás de ella.
La había llevado directamente contra la pared, y mientras rebotaba contra
sus nalgas, la chica sentía que no tenía control sobre sus deseos.
Adoraba sentir aquella jugosa polla insertándose en su coño, mientras Raúl
se sujetaba de sus suaves tetas, besándole el cuello, lamiéndole la piel tan
provocativa, tratando de contenerse para no morderla. En ese momento,
Raúl decidió hacer una propuesta susurrándole al oído a la chica.
— Te convertiré en mi esposa. Pero dime algo, ¿quieres ser inmortal? —
Dijo el varón.
La simple idea de vivir para siempre, parecía ser muy extraña, imposible
pero muy seductora para Julia en ese momento. Si viviría eternamente
disfrutando de este tipo de sensaciones, entonces sería totalmente capaz de
aceptar las condiciones de Raúl Palacios.
— ¡Sí, vivamos eternamente juntos, Raúl! — Dijo Julia, mientras sentía que
se corría.
Sus piernas perdieron la fuerza, su corazón latió con más intensidad que
nunca, su cerebro palpitaba con brutalidad, pero todo fue mucho más
intenso cuando sintió como los colmillos de Raúl se incrustaron en su
cuello, mientras éste eyaculaba en el interior de Julia.
Aquel orgasmo simultáneo fue tan intenso, que ambos estuvieran a punto de
colapsar, pero disfrutaron al máximo de cada sensación, la cual, se convirtió
en el inicio de aquel viaje de Julia Sandoval, la cual, creyó que todo sería
magnífico viviendo para siempre. Nunca más volvió a ser vista por su
familia, y comenzó a olvidar los recuerdos de su vida pasada como humana
común y corriente.
Los tiempos comenzaron a cambiar, y 50 años más tarde, ya habían
convertido a una gran cantidad de vampiros en la ciudad de Foster. Se
llevaban a cabo orgías secretas, en las cuales, succionaban la sangre de
muchos y convertían a los más hermosos. El crecimiento de la población de
vampiros en Foster, hizo que las cosas comenzaran a salirse de control y se
hicieran más evidentes.
Muchos vampiros fueron casados, otros, perseguidos, estallando una guerra
entre humanos y vampiros que dejaría bastantes bajas. Pero una noche de
agosto de 1760, un grupo de hombres enardecidos, habían entrado en la
residencia de Raúl Palacios dispuestos a matar. Éste, había sido acusado de
vampiro, ya que, habían encontrado algunos registros antiguos donde este
estaba presente, y no era posible que aún estuviese con vida.
Alguien lo había traicionado, alguien había vendido aquella información a
los cazadores, y estos, habían tomado la justicia por sus propias manos.
Después de incrustar una estaca en el corazón de Raúl, lo habían asesinado,
y Julia, quien apenas había conseguido huir, supo que tenía que abandonar
Foster para siempre.
Desde ese momento, había tenido que reinventarse una y otra vez con el
paso de los años. Se inventaba profesiones y vidas diferentes para poder
sobrevivir, ya que, parecía que en ningún lugar encajaba.
Después de 250 años, finalmente había llegado a la ciudad de Olzen, un
lugar que parecía ser bastante agradable y tranquilo, donde podría dejar
atrás parte de sus recuerdos, pero su naturaleza aún continuaba
persiguiéndola, como una vampira que era, necesitaba alimentarse.
Pero lo haría de una manera secreta y discreta, pronto, la ciudad de Olzen se
convertiría en una forma de vida para Julia Sandoval, quien ahora era la
psicoterapeuta exclusiva de hombres poderosos y millonarios. Sus métodos
eran un poco extraños, pues iba más allá de una simple consulta y una
conversación, para hacer aflorar los problemas de sus pacientes.
Aquella tarde recibiría a Arturo Blanch, un veterano de guerra con algunos
traumas después de su servicio en Irak, quien asistía sesiones con ella cada
dos semanas, ya que, cada sesión por horas con Julia Sandoval era bastante
costosa.
Sus terapias eran bastante desestresantes, y Arturo iba por tercera vez, la
cual había terminado en el jacuzzi de Julia. Pero parecía que era el
momento de alimentarse. Ese día, el veterano de 28 años de edad conocería
una nueva forma de vida.
2
Arturo Blanch era un joven de 28 años de edad, el cual, había servido a su
país en la guerra de Irak. Los disparos, las explosiones, la gran cantidad de
asesinatos, habían dejado profundas cicatrices en su mente y en su alma, las
cuales, necesitaban ser borradas tarde o temprano para poder recuperar una
vida normal.
No era sencillo superar todos los eventos atroces que había tenido que
presenciar, pero lo más difícil, era tener que haber visto morir a su brigada,
la cual, había sido víctima de una emboscada de extremistas.
Lo que parecía haber sido un día normal de mucho calor, altas temperaturas
y clima seco, se había transformado en la peor tragedia que hubiese
afectado a Arturo, quien, por fortuna, se había retrasado un poco en la
caravana que se dirigía hacia una misión exploratoria.
El camión que debía ser conducido por el soldado, había sufrido una avería
en el campamento, ante lo que, este había tenido que realizar algunos
ajustes, enviando a sus compañeros, aquellos que debían movilizarse en su
vehículo, con algunos otros. No era responsable por parte de Arturo
quedarse solo en el campamento, ya que, en caso de un ataque inesperado,
lo matarían.
Pero era una zona segura, la cual, ya había sido despejada, y no había
razones para preocuparse, así que, él les había asegurado que los alcanzaría
en cualquier momento. Lo nefasto había ocurrido cuando finalmente,
Arturo Blanch había conseguido reparar el camión y se había dirigido hacia
el sector de encuentro. Había encontrado los camiones de sus compañeros
totalmente quemados, destruidos por proyectiles muy poderosos, y ni
siquiera había encontrado los cuerpos de los mismos.
La desesperación había invadido a Arturo, el cual, tras comunicarse con sus
superiores, informó acerca de lo que había ocurrido. Toda la brigada había
sido asesinada menos él, pero lo peor había ocurrido cuando después de
varios días de desplazamiento a pie por el desierto, tras abandonar su
vehículo para no ser identificado con facilidad por los enemigos, había
encontrado algunas bolsas tiradas de forma aleatoria.
Cada una de estas bolsas que iba encontrando, era una de las cabezas de sus
compañeros de brigada, ante lo que, entendió que se encontraba en una
desventaja tremenda y en el ojo del huracán.
Aquellos extremistas no tenían ningún tipo de piedad con sus enemigos,
ante lo que, Arturo Blanch debía salir tan pronto como fuese posible de allí
antes de ser uno más de los decapitados por estos dementes que mataban
con motivos religiosos. Escapar de aquella situación, no había sido un
motivo de júbilo para Arturo, quien, a pesar de sentirse un poco afortunado,
había sido señalado por muchos como un cobarde.
Inclusive, habían abierto una investigación en su contra por traición, ya que,
era muy extraño que este sobreviviera ante unas condiciones tan difíciles y
hostiles. La paradoja era precisamente esa, si sabían que esta brigada no
tendría éxito, entonces ¿para que los habían enviado? Aquello no había sido
más que una misión suicida que había dejado un saldo de 15 decapitados,
sin contar las bajas que ya se habían sufrido anteriormente ante los
diferentes enfrentamientos.
Arturo era un héroe nacional, pero él no se sentía lo suficientemente feliz
por lo que había conseguido. Era simple casualidad del destino que él aún
continuara respirando mientras los familiares de sus compañeros ahora
tenían que llorar por sus pérdidas.
En el proceso, había conocido a Hanna Sanz, una reportera que se había
encargado de cubrir la historia del soldado sobreviviente. Esta, le había
recomendado a Julia Sandoval, una psicoterapeuta, con quien se había
tratado en un par de sesiones.
La primera vez que Julia Sandoval y Arturo Blanch se habían encontrado,
hubo una química tremenda, una conexión descomunal que había sido
imposible evadir. Aquella sesión, había sido muy profesional, no hubo
contacto físico, no hubo seducción ni provocaciones, Julia se había
dedicado a escucharlo totalmente, sabiendo que tenía una historia muy
profunda e interesante que contar.
Habían evitado los medicamentos y los tratamientos agresivos, Julia le
había recomendado Arturo que simplemente hablaran, conversaron acerca
de sus traumas, y dejara salir todos esos demonios que aún vivían en su
interior atormentándolo.
El soldado, había visto en ella una belleza descomunal, pero tenía que
asumir una posición profesional si quería mejorar su vida, ya que, entre el
alcohol, el sexo fortuito y la tormenta emocional que llevaba en su interior,
su vida se estaba convirtiendo en un completo caos.
Había quedado totalmente encantado con aquella primera sesión, así que,
15 días más tarde, no había dudado en regresar. Esta vez, cuando Arturo
Blanch acudió a la residencia personal de Julia Sandoval, descubrió que lo
que había entre ellos podía llegar fácilmente a un contexto totalmente
distinto.
Había que ser realmente duro de voluntad para poder resistirse ante la
tentación que podía despertar una mujer como Julia. No sólo era inteligente
y atractiva, sino que, irradiaba una sensualidad tan exquisita y elegante, que
era prácticamente imposible no generar fantasías con ella. Pero Arturo se
movía con cuidado, ya que, imaginaba que había alguien especial detrás de
la vida de esta mujer, así que, no quería sumar más problemas a los que ya
tenía.
Durante aquella segunda sesión, todo había fluido de manera perfecta. El
soldado narraba la manera en que observaba sus miedos, sentía que había
algo más profundo en él que le hacía experimentar una sensación de vacío
que no podía llenar. La culpa lo atormentaba cada segundo de su existencia,
y no podía respirar sin sentirse responsable de lo que les había pasado a sus
compañeros de brigada.
Desde alguna perspectiva, Arturo Blanch imaginaba que, si él hubiese
estado en el lugar correcto sus compañeros, posiblemente, no habrían
terminado de esa manera. La negación, no le permitía ver más allá,
sabiendo que, si él hubiese estado junto a ellos, inevitablemente habría
muerto de la misma manera.
El ataque había sido realmente hostil, inesperado y sin ninguna oportunidad
de reacción, sus compañeros habían muerto de una manera digna, con
honor, tratando de salvarse, pero no hubo oportunidad, fue una emboscada
muy bien planificada.
Las continuas conversaciones con Julia Sandoval, habían ayudado
gradualmente a Arturo a entender este tipo de situaciones, las cuales, estaba
más allá del control humano, y no importaba cuánto tratara de influenciar
sobre ellas, siempre había una variable difícil de manejar, y que cambiaba
por completo los resultados de la ecuación.
Había decidido alistarse para ir a la guerra por sus propios medios, no hubo
ningún tipo de presión o influencia externa, Arturo Blanch, había decidido
pelear por su país, tener un motivo de orgullo, ser un héroe más de aquellos
que arriesgan su vida por garantizar el bienestar de los ciudadanos de la
tierra que lo vio nacer.
Pero había regresado con un equipaje cargado de miedos, traumas,
imágenes aterradoras, las cuales, no podían ser comparadas con
absolutamente nada que la lógica humana pudiese crear.
Para Arturo, lo más horrendo que podía existir, era ver morir a sus
compañeros, más allá de eso, no imaginaba algo peor. Su imaginación, no le
permitía creer en la existencia de criaturas sobrenaturales, fantasmas o
eventos paranormales que descubriría muy pronto gracias a la colaboración
de Julia Sandoval.
Durante el desarrollo de aquella sesión, Julia había derramado una taza de
café sobre el regazo de Arturo, lo que había parecido totalmente
involuntario y accidental. El fluido caliente, había mojado los pantalones de
mezclilla del soldado, el cual, se encontraba acostado en el diván, mientras
narraba algunas de sus historias.
Julia había aprovechado la oportunidad para limpiar con una toalla el
desastre que había hecho, frutando ingenuamente con el trozo de tela el
muslo derecho de Arturo, el cual, imaginaba que todo terminaría muy
pronto, y la tortura mental a la que se estaba sometiendo, cesaría en
cualquier momento.
Mientras la psicoterapeuta limpiaba la zona, comenzó a rozar levemente la
zona genital de Arturo, lo que le endureció la polla de manera casi
instantánea. Aquel crecimiento del órgano sexual masculino de Arturo, fue
tan evidente, que las mejillas de Julia se sonrojaron instantáneamente.
Por alguna razón, Arturo sintió la necesidad de pedirle disculpas a la
doctora por lo que estaba pasando, pero esta, sabía perfectamente lo que
estaba haciendo. Continuó limpiando la zona, pero esta vez, con mayor
lentitud, y después de dejar caer la toalla al suelo, fue la mano delicada de
aquella mujer de cabello naranja, la que se posó sobre el pene de Arturo.
Éste, relajado en el diván, dejó que aquella mujer hiciera lo que su tentación
le impulsaba.
La sonrisa se dibuja en el rostro del soldado, quien sintió que debía ponerse
de pie y marcharse, pero este, permitió que la mujer continuara masajeando
su pene, haciendo que este se pusiera más duro con cada caricia.
Había fantaseado muchas veces con una situación similar, pero las cosas
habían salido mucho mejor de lo que podía crear el en sus sueños eróticos,
o inclusive, mirar en una película porno.
La mano de Julia, con sus uñas pintadas de un color oscuro, casi negro,
entre un color vino tinto intenso y el color de la noche, masajea suavemente
el pene de aquel hombre sobre el pantalón de mezclilla húmedo aún por el
café que había sido derramado. Esta, sin resistirse, le liberó el cinturón a
que el sujeto, abrió el pantalón, y se lo bajó hasta las rodillas.
Esta, llevaba un pantalón de lino de color blanco, se lo bajó hasta los
tobillos, y tras mostrar su escultural cuerpo totalmente desnudo, se subió
sobre Arturo y comenzó a cabalgarlo de una manera magistral. Lo único
que necesitaba Julia, era tener aquella enorme polla de 19 cm en su interior.
Desde el momento en que la vio, quedó totalmente extasiada, nunca había
visto un órgano sexual tan imponente y hermoso, así que, lo único que
necesitaba era sentirlo en su interior y poder descubrir si sus sospechas eran
ciertas. Había sentido una conexión tremenda con Arturo, pero si el sexo
era tan bueno como ella imaginaba, entonces llevaría las cosas a otro nivel.
Mientras ésta lo cabalgaba, Arturo se encargaba de quitarle la blusa, el
sujetador, dejarla completamente desnuda para solucionarle los pechos. Le
besó el cuello, debajo de sus labios, le sujetaba las nalgas, y mientras ésta se
movía como toda una maestra, finalmente, éste le extrajo la polla para
correrse de una manera intensa.
No hubo palabras, ambos se vistieron, y después de conversar un poco
acerca del tema inicial, dejando un lado lo que había ocurrido, asumieron
que todo era estrictamente profesional una vez más.
Solo había sido un momento de debilidad, pero ambos debían comportarse
como paciente y doctora, ante lo que, aquella sesión simplemente había
terminado a la hora establecida, mientras Arturo se marchaba sin ni siquiera
besar la mejilla de Julia. Ambos habían quedado fascinados, pero pronto,
las cosas llegarían a un nuevo nivel, así lo había decidido Julia.
Para su tercera sesión, la doctora había decidido llevarlo a su terreno de
juego, someterlo a la tentación más extrema, provocarlo, y medir cuál era el
nivel de deseo que podía alcanzar Arturo Blanch, el cual, ya le había
demostrado cuáles eran sus talentos en el sexo, y el gran juguete que tenía
entre sus piernas, el cual, era capaz de propinarle un orgasmo a Julia con
mucha facilidad, y esto, era lo que ella deseaba.
Era una dominadora de hombres, estaba acostumbrada a verse con
destacados abogados, empresarios, exprimirles el dinero, sacarles el interés
que ella consideraba correcto, y mantenía relaciones sexuales y terapéuticas
con estos sujetos.
Estos estaban totalmente fascinados por las habilidades de esta mujer, la
cual, se ocultaba detrás de una imagen respetable, pero que, en realidad, era
una criatura abominable capaz de adueñarse del alma de los más inocentes.
Arturo no era poderoso ni afamado, no tenía dinero en exceso, y tenía que
hacer un esfuerzo considerable para poder pagar las sesiones de Julia
Sandoval. Era necesario, ya que, su salud mental era mucho más importante
que los ahorros que había conseguido con todo su trabajo. El hecho de no
ser un poderoso sujeto, influyente, o reconocido, despertaba más la
curiosidad de Julia al preguntarse por qué le gustaba tanto.
Quizá, era aquella enorme polla de 19 cm que la embestía con una
perfección tremenda, parecían encajar el uno en el otro, como piezas de
rompecabezas diseñadas exclusivamente para estar juntas. Ella lo había
dejado con un apetito tremendo cuando habían estado juntos por primera
vez, y ahora, era momento de demostrar que aquel deseo podría llevarlos
hacia sensaciones mucho más extremas.
En esta nueva visita, Julia había decidido ponerse una falda corta,
pantimedias, tacones negros y una blusa blanca con un escote atrevido que
le hacía ver sus tetas muy jugosas y provocativas. Sus cabellos de color
naranja, estaban recogidos en una coleta, usaba gafas de pasta que solía
llevar en sucesiones, luciendo muy sexy y provocativa.
Cuando Arturo Blanch llegó, supuso que ese día sería muy intenso. Había
tenido la tentación de morderlo la primera vez, pero se resistió al no saber si
este sería capaz de soportar a lo que estaba sometiéndose. Julia había
convertido a muchos, pero ninguno era tan especial como para mantenerlo a
su lado. Los dominaba, los controlaba, extraía todo lo que podía de sus
millonarios sumisos, y luego los desechaba.
Pero con Arturo hubo una química muy intensa, tan intensa como la que
había tenido con Raúl, su difunto esposo, así que, creyó que era el momento
de unirse definitivamente al soldado Blanch si este era capaz de acceder.
Cuando el soldado llegó a la puerta de la casa de Julia Sandoval, había
quedado estupefacto con la presencia de aquella psicoterapeuta. Era una
mujer muy sexy y deseable, pero contaba con cierto respeto de este hombre.
Aunque entendía que aquella sesión de sexo que habían tenido había sido
muy deliciosa, era muy probable que aquella mujer se dejara tentar por lo
atrevido del momento, y no estaría interesada en desarrollar una relación
con un soldado con traumas.
Lo que sí había sido un hecho, es que la polla se le había puesto dura en el
momento en que la vio. Aquellas piernas bien formadas generaban líneas
atractivas para él, el cual, hubiese deseado tomarla, levantarla con sus
brazos, separarle las piernas mientras la ponía en el diván, y chuparle el
coño hasta hacer que se corriera.
Aquella imagen sexual pasó rápidamente por su pervertida imaginación
como si fuese una estrella fugaz, pero finalmente, dio el paso para entrar a
la residencia mientras aquella mujer lo recibía con su libreta de anotaciones
en la mano.
Caminó hacia el diván, se acostó tranquilamente, y comenzó a narrar
algunas historias sobre los traumas que tenía. La guerra lo había dejado con
alucinaciones y ataques de ansiedad, el pánico, el miedo y la inseguridad lo
paralizaban durante la noche, dejándolo con un terror nocturno que lo hacía
vivir un infierno tremendo.
Tras acostarse en el diván, conversa con Julia de una forma bastante fluida,
no hay tensión sexual hasta el momento, aunque este, siente que las cosas
comenzaron a calentarse muy pronto al verle las piernas a la doctora. No
tocaron el tema de la follada pasada e intentaron ser neutrales, pero todo
comenzó a cambiar cuando Julia cruzó sus piernas, y éste no pudo evitar
sentir como su polla comenzó a dictar sin nuevamente.
Era de ese tipo de mujeres que no tienen que hacer demasiado para calentar
a los hombres, basta con acariciar su cabello, lamer sus labios, o una simple
mirada, y dejan a todos desarmados.
Cuando ella cruzó sus piernas, la mirada de Arturo fue directamente hacia
sus muslos, y ella aprovechó este gesto de atención para inclinarse y
recoger su lápiz, el cual, aparentemente de forma Accidental, había caído al
suelo. Al inclinarse, le enseñó indirectamente sus tetas, y éste, estaba a
punto de perder la cabeza.
Aquella sesión sería una tortura para él sí tenía que soportar esto durante
todo ese tiempo, así que, trató de enfocarse en el techo, ya que, si veía a
Julia Sandoval, no dudaría en tomarla de la muñeca, colocarla sobre él, y
follarla nuevamente tal como había ocurrido la vez pasada.
Conversaron por al menos una hora, y las cosas se fueron calmando, por
fortuna, la polla de Arturo había entendido el mensaje de que no era el
momento correcto y este se había enfocado en sus problemas. Cuando se
acercaba la hora de irse, ya este sentía que quizá era una prueba superada.
Eran las 6:00 de la tarde, y ella lo había dejado para el final para que no
hubiese presión.
Julia le ofreció algo de beber cuando finalmente terminaron, ella cerró su
libreta, la colocó sobre la mesa, y caminó hacia un pequeño bar ubicado en
el fondo de la sala. Éste, aunque sabía que era una tentación tremenda,
accedió a la invitación de la chica, la cual, contaba con un culo exquisito en
aquella minifalda, la cual, hubiese querido subírsela hasta la cintura, y
follarla mientras la embestía directamente contra el bar.
La chica caminaba de una manera sensual, sabía que los ojos de Arturo
estarían sobre su cuerpo mientras ésta no lo estuviese mirando, así que,
tomaba el tiempo para deleitarlo con su figura. Ella se cuidaba muy bien, y
era ardiente por donde se le mirara.
Ella sirvió dos tragos de vodka, caminó directamente hacia diván
nuevamente y se le sentó al lado. Esta vez, en la conversación no sería tan
profesional como en un primer momento.
— Salud, Arturo. — Dijo ella, mientras chocaban los vasos de cristal.
— Salud, Julia. ¿A qué se debe este brindis?
— Hay muchas razones para celebrar, Arturo. No necesariamente tiene que
ser una ocasión especial. La vida es una celebración en sí misma, así como
la muerte, ¿no te parece?
— ¿Qué dices? ¿Por qué habría que celebrar la muerte?
— La vida y la muerte son parte de un mismo círculo, es un ciclo que no
debemos olvidar. Si celebro por la vida, también debemos celebrar por la
muerte, ya que, es ella la que define mi vida. Establece los límites y me
invita a disfrutar de ella en cada segundo. No tienes por qué temerle a la
muerte, ¿le temes?
— Tengo que lidiar con la idea de la muerte cada día de mi vida, y sabes
muy bien a qué me refiero. Quizá la muerte propia no es la que me genera
el pánico, quizás es la muerte de quienes me rodean la que me genera ese
temor a quedarme solo.
— Es una visión inteligente. Pero si tuvieses la oportunidad de vivir para
siempre. ¿Lo harías?
— Sería interesante. Viviría diferentes eras, tendría muchas historias que
contar, y no me preocuparía por lo que dijeran de mí. Otros se marcharán de
este mundo mientras yo sigo disfrutando de él. — Dijo Arturo, mientras
daba un sorbo al vaso vodka.
— Me gusta como piensas. Eres un hombre particularmente raro. Pero me
atraes. No he dejado de pensar en lo que ocurrió en el último encuentro.
Muero de ganas por repetirlo. — Dijo Julia.
— Eso estuvo muy bien, Julia, pero no es algo que podamos repetir. Estoy
tratando de organizar mi vida, y mientras siga sumando confusión en mi
mente, no creo que pueda lograrlo. Estoy tratando de salir con Hanna Sanz,
tenemos una relación inocente y bastante agradable.
— ¿Hanna Sanz? ¿La reportera? ¡No puedo creerlo! — Dijo Julia, mientras
mostraba una cara de disgusto instantáneo.
Esto le desconcertó, ya que, imaginaba que Arturo era un hombre solitario.
Expresó notablemente sus celos, pero una chica simplona y desabrida como
Hanna, no era una barrera ni competencia para ella cuando ésta se
obsesionaba con un hombre. Fue en ese momento, cuando Julia decidió
revelarle su artillería más fuerte.
Esta le había confesado que lo deseaba para ella, y sería capaz de hacer lo
necesario para conquistarlo. Ante esta revelación, Arturo decidió
marcharse, ya que, sentía que esta mujer lo iba a enloquecer, pero él no
estaba dispuesto a involucrarse en una relación tan intensa.
— Creo que será mejor que vaya a casa. Ha sido una buena sesión, gracias
por el vodka, Julia. — Dijo Arturo, mientras se ponía de pie.
Julia no dudó, y empujándolo brutalmente, lo hizo caer en el diván,
subiéndose sobre él, para después soltarse el cabello, dejar caer sus gafas a
un lado, liberar un botón de su blusa y comenzar a besarlo.
Arturo se quedó completamente pasmado, dejaba que la chica besara su
cuello, su mentón, sus labios, mientras éste, no hallaba donde ponerle las
manos. La respetaba, y sentía que no era justo jugar de esa manera, ya que,
si las cosas se hacían más intensas, entonces no podría manejarse de la
manera correcta.
Arturo era un hombre con una experiencia bastante intensa con las mujeres,
había tenido muchas amantes, y aunque no había podido casarse hasta el
momento, había tenido relaciones muy apasionadas. Podía diferenciar los
besos de una mujer excitada de una que simplemente besaba por
compromiso. Así que, en la forma en que lo besaba Julia, era
particularmente sensual.
Eran besos húmedos, calientes, con una necesidad de expresar la excitación
que enloquecía totalmente a Arturo. La mano de Julia, se filtró directamente
hasta la polla de aquel soldado, el cual, sintió los estímulos una vez más de
los dedos delicados, haciéndole un masaje en su gran pene, mientras trata
de acumular la voluntad para ponerse de pie.
Pero no puede, vio como la chica comenzó a bajar lentamente, liberándole
nuevamente el pantalón, pero esta vez para hacerle una mamada en aquel
diván, en el centro del estudio donde atendía al resto de sus clientes. Le
bajó la ropa interior, y allí estaba ese pene grueso y duro, listo para ser
devorado por Julia, la cual, lo tomó con sus dos manos, y comenzó a
masturbarlo desde la cabeza hasta la base.
Ella quería hacerlo explotar, así que, después de frotarlo durante algunos
minutos, se lo metió a la boca, llenándolo de su saliva, y saboreando aquel
trozo jugoso de carne que entraba hasta el fondo de su garganta. Cuando
llegaba a la campanilla, le generaba esa sensación de náuseas que esta
controlaba, era un impulso involuntario, pero trataba de meterla mucho más
adentro.
Esto era disfrutado al máximo por Arturo, el cual, terminó poniéndole las
manos en la cabeza a la chica, mientras esta abría al máximo su boca,
dejaba salir su lengua, lo lamía con deseo, devorándoselo desde los
testículos hasta el húmedo glande.
Arturo cerraba sus ojos, y con sus piernas bien separadas, disfrutaba de
cómo esta mujer tan espectacular, de labios carnosos, nariz perfilada, y ojos
en entrantes, le hacía aquella mamada tan descomunal, la cual, estaba muy
cerca de hacerlo estallar.
Lo masturba con velocidad, parece muy decidida hacer que éste se corra,
pero después de ver cómo aquel hombre cambiaba su cara, fruncía su ceño
y sentía algunos espasmos, Julia se detuvo súbitamente. Se puso de pie, se
limpió los bordes de los labios, y le guardó la polla en sus pantaloncillos.
— ¿Qué haces? ¿Por qué te detienes de esa manera? ¿Acaso hice algo
malo? — Preguntó el confundido Arturo.
— No, sólo márchate. Nos veremos en 15 días. — Dijo Julia, mientras
arreglaba un poco su atuendo.
— No puedes hacer esto y dejarme así. Traté de evitarlo e irme a casa,
ahora vienes y me calientas, y me dejas a medias. Termina lo que
comenzaste. — Dijo Arturo, tratando de presionarla.
— Márchate ahora mismo, si no quieres terminar con un cargo de acoso
sexual en tu contra. Yo domino como yo quiera, tú te correrás cuando yo lo
diga, follaremos cuando yo lo desee. — Dijo Julia, mientras lo mira
directamente a los ojos hablando de una forma muy intimidante.
— Estás loca, no volveré a este lugar jamás. — Dijo Arturo.
— Ve con Hanna, ella probablemente te complazca y termine lo que yo
inicié. Veremos si realmente ella es tan importante para ti como dices.
Julia sonreía de una manera cínica, estaba retando a Arturo, el cual, tomó
sus cosas y se marchó muy molesto. Había sido la mejor mamada que le
habían hecho en toda su vida, de eso no había dudas, pero el hecho de que
lo manipular de esa manera tan fría, lo hacía sentir un poco humillado.
Este caminó directamente a la puerta, la vio, y antes de marcharse, le dio
una última mirada a Julia, ya que, estaba totalmente decidido a no volver
nunca más. Cerró la puerta con furia, y cuando llegó a su coche, se dio
cuenta de que había dejado las llaves del mismo sobre la mesa. Tenía que
volver, si no, no podría regresar a casa.
Cuando tocó la puerta nuevamente para pedirle las llaves, esta chica abrió,
pero cuando apareció frente a él, no iba vestida de la misma manera en que
lo hacía unos segundos atrás. Se había deshecho de su falda y de sus cosas,
ahora Julia, llevaba aquella lencería negra muy sensual y diminuta, la cual,
le endureció la polla Arturo instantáneamente.
Este trató de ser frío al igual que ella, pero era inevitable, aquella mujer lo
estaba buscando, generando interferencias en sus mensajes,
confundiéndolo, introduciéndolo en una jugada completamente extraña para
él, pero que le agradaba.
Ella lo invitó a entrar, y éste, sin dudarlo, se abrazó al cuerpo de Julia, la
cual, la besó apasionadamente, dejando que las manos del soldado le
recorrieran la espalda, las nalgas, sus pechos, éste estaba ansioso y
hambriento, y era en ese punto que quería tenerlo.
Ambos fueron directamente a su habitación, y después de que la chica lo
acostara en la cama y lo desvistiera, este caminó al cuarto de baño mientras
se bajaba las bragas. Aquel hombre la siguió, ambos estaban desnudos, y la
observó introducirse en el jacuzzi personal, éste estaba espumante,
burbujeaba, mientras el lugar se llenaba de vapor. Una vez que ambos
estuvieron en el interior del agua, comenzaron a besarse nuevamente, pero
esta vez, las caricias eran mucho más intensas.
Arturo se colocó en el medio de las piernas de Julia, mientras esta la
separaba, recibiendo las embestidas de aquella gran majestuosidad de polla,
la cual, la embistió hasta el fondo. Él la follaba con violencia, era como una
forma de vengarse de lo que había hecho minutos atrás, pero a ella le
gustaba, y sonreía mientras éste trataba de castigarla.
Arturo se sujetaba de los glúteos de la chica mientras le metía la polla hasta
el fondo, pero ella solo quería obtener un poco más.
— ¡Así, métemela así! ¡Hasta el fondo! ¡Más duro, métemela toda! —
Gritaba Julia, la cual, le arañaba la espalda Arturo, el cual, sentía que este
tipo de gestos despertaban su lado más salvaje.
Él sintió como la chica se corrió un par de veces mientras este le metía la
polla una y otra vez, y con cada orgasmo de Julia, este parecía energizarse,
ya que, quería generarle mucho más placer y hacerle entender que con él no
debía jugar. Pero ahora era el turno de Arturo, y cuando llegó ese momento,
estaba dispuesto a sacarle la polla antes de eyacular.
Pero ella lo obligó a acabar en su interior. Este no pudo contenerse en
medio del orgasmo, y finalmente complació los deseos de la chica. Ella
estaba tan extasiada, delirante, que no pudo contenerse y lo mordió. En su
momento de clímax, todas las sensaciones de dolor quedaron bloqueadas,
así que, este dejó que los colmillos de Julia se hundieran en el cuello de
Arturo, mientras siente un dolor tenue, pero que potencia su excitación.
Él pensaba que solo era una mordida inocente, pero no tenía la menor idea
de que aquella mordida representaba su conversión en un ser inmortal.
Simplemente se había dejado llevar por la excitación e ignora que la herida
era notable.
Después de disfrutar de la relajación en el agua caliente y algunos besos y
caricias, decidió ir a casa, y por primera vez en mucho tiempo, había
dormido sin alucinaciones, ataques de ansiedad o pánico, había sido una
noche majestuosa, la cual, había estado caracterizado por sueños húmedos
en compañía de Julia Sandoval.
Había sido una victoria indiscutible para Julia, la cual, había conquistado a
su víctima más deseada. Pero su adicción por Arturo era mucho más intensa
de lo que ella imaginaba, y no iba a poder esperar 15 días más para volverlo
a ver, así que, pronto posiblemente visitaría personalmente al soldado en su
residencia.
Arturo Blanch no estaba listo para algo tan profundo, pero aquella mujer no
sólo le había proporcionado un buen sexo, sino que también le había
generado la tranquilidad que había estado buscando en mucho tiempo, esto
tenía que ser una buena señal, así que, no estaba predispuesto ante la nueva
aventura.
A la mañana siguiente, cuando se vio la herida en la mañana, extrañamente
esta ya había cicatrizado, algo muy raro debido a la profundidad de la
misma. Se sentía con energía y de buen humor, por lo que, decidió ir a
correr, sería un buen día.
3
Dos días después de la mordida, Hanna había decidido llegar de sorpresa a
la casa de Arturo. Ésta, había parado en el supermercado para comprar una
botella de vino tinto, y comida para llevar. Sabía lo mucho que Arturo
disfrutaba del sushi, en general, la comida japonesa le encantaba, y
adicionalmente, estaría dispuesta a agregar el elemento afrodisíaco,
buscando que aquella noche fuese especial.
La relación de Hanna y Arturo Blanch, no había sido la más apasionada e
intensa, ya que, su timidez e inseguridad, la habían hecho abortar la misión
en varias ocasiones. Cuando comenzaban las caricias o los coqueteos, ella
siempre terminaba evadiendo la situación, ya que, no estaba totalmente
segura de su cuerpo ni de sus habilidades. A pesar de sus 24 años de edad,
Hanna era virgen, nunca había estado con un hombre en la intimidad, y
esto, la hacía sentir un poco deprimida, ya que, quizá moriría siendo pura.
No tenía el valor para afrontar la desnudez, el pudor la abrumaba, y esta,
sentía que los años seguirían yéndose encima, dejándole así la posibilidad
de no conocer los placeres sexuales y disfrutar de la carne de otro ser
humano, proporcionándole placer y satisfacción.
Se había enamorado profundamente de Arturo, y no quería que esta
oportunidad se le fuera de las manos, ya que, si dejaba que aquel hombre se
cansada de esta situación, no encontraría a alguien tan especial y atractivo
como él.
Era muy caballeroso con ella, pero todo hombre tenía necesidades, así que,
Hanna no podía culparlos si buscaba diversión entre las piernas de otra
mujer. Para ella, era un día especial, ya que, aquella cena no era aleatoria,
era una sorpresa que tenía como motivo la celebración del ascenso que
había recibido en la oficina. Ella era una reportera trabajadora, dedicada,
muy apegada a sus labores, por lo que, finalmente después de tanto
esfuerzo, los resultados habían comenzado a hacerse visibles.
Hanna había estado tratando de conseguir el puesto desde hace un año, y
sólo había sido vista como una reportera principiante, pero finalmente,
después de un trabajo de investigación vinculado a la corrupción del alcalde
local, había logrado obtener el reconocimiento de su jefe, quien había
valorado tremendamente la dedicación de Hanna Sanz.
Pudo ir a celebrar con sus compañeras de trabajo, quién se le habían
invitado a tomar unos tragos en un local o un turno, pero para Hanna, no
había nadie más importante con quien celebrar este nuevo logro que con
Arturo Blanch.
Fue por esto, que después de comprar la comida japonesa y el vino tinto,
había ido directamente a la residencia del ex soldado, el cual, no tenía ni la
menor idea de que recibiría aquella visita esa noche. En el corazón de
Hanna, había un lugar bastante especial para Arturo, era un hombre
realmente apasionado, muy intenso, el cual, si lograba canalizar sus
emociones de la manera correcta, entonces ella podría tener una relación
estable con él.
Cuando Hanna llegó a la residencia de Arturo, pensó en que quizá este no
recibiría muy bien la sorpresa, ya que, no le gustaban las visitas
inesperadas. Arturo recién salía de darse una ducha cuando escuchó el
timbre, así que, tomando una toalla rápidamente, la puso en su cintura, bajó
rápidamente por las escaleras dando saltos con una energía tremenda, sin
imaginarse que se trataba de Hanna.
Era un hombre solitario y apartado, no recibía demasiadas visitas, y sus
vecinos siempre lo habían visto cómo el hombre extraño del vecindario.
Cuando éste abrió la puerta, encontró a Hanna allí parada, con una sonrisa
tímida, un poco avergonzada, pero dispuesta a disfrutar de un buen rato.
— ¡Hanna!, ¿Cómo estás, cariño? ¿Qué haces aquí? ¡Qué agradable
sorpresa! — Dijo Arturo, mientras abría con su pecho completamente
desnudo, húmedo, y una toalla cubriendo su parte inferior.
Hanna se quedó estupefacta, ya que, a pesar de que habían salido varias
veces, sus interacciones íntimas, no habían dado la oportunidad de verse sin
ropa. Después de todo ese tiempo, era la primera vez que veía a Arturo en
esas condiciones, ante lo que, se quedó sin aliento y con una tentación
tremenda carcomiéndola en su interior.
Se torturaba ante el hecho de no poder reunir el valor suficiente de poder
gritarle a ese hombre que lo deseaba, que la convirtiera en su mujer, que le
quitara la virginidad de una vez por todas. Si seguía así, llegaría el
momento en que quizá perdería el interés sexual por los hombres, y
terminaría apartándose totalmente de ese contexto debido a la imposibilidad
de materializar el acto.
— Hanna, ¿qué te ocurre? ¿Te quedarás parada allí toda la noche? ¡Vamos,
entra! — Dijo Arturo, mientras hacía espacio para que la chica avanzada.
Hanna pareció despertar de un profundo trance, ya que, estaba perdida en el
atractivo de aquel hombre, el cual, se le había metido en la mente de una
manera bastante prohibida en ese momento.
Todas las cosas que había imaginado Hanna en ese instante, no podían ser
narradas en horario supervisado, ya que, la necesidad de tener a ese hombre
entre sus piernas, se había multiplicado tremendamente después de ver su
pecho fuerte, los tatuajes en sus hombros, y el abdomen tan bien definido,
que era trabajado con mucha dedicación por Arturo, lo que había formado
un cuerpo exquisito, que cualquier mujer quisiera tener entre sus sábanas.
La sorpresa de Arturo fue evidente, pero no fue desagradable como quizá la
chica había imaginado que sería. Durante su trayecto a la casa del soldado,
Hanna imaginó que rechazaría su invento de compartir un rato agradable, o
inclusive se arriesgaba a que no lo encontraría en casa.
Pero la sonrisa de Arturo fue bastante genuina, y la forma en que la miraba,
hacía entender a Hanna, que ella también tenía un lugar especial en su vida,
aunque aún no hubiesen logrado llegar a otra etapa en la relación.
— ¿A qué se debe esa visita tan sorpresiva? No sueles venir sin avisar. —
Dijo Arturo, mientras caminaban hacia la sala.
— Es que ha ocurrido algo muy especial para mí, y quería compartirlo
contigo. ¿Cómo estás? — Respondió la reportera
— Muy bien, y ahora que te veo, me siento mucho mejor. Lamento no
haber estado atento en los últimos días, es que he estado haciendo algunas
reparaciones en mi coche, y he estado totalmente enfocado en ello. Lo
siento por haberte descuidado, cariño.
Hanna no podía ocultar que se había preocupado enormemente por la forma
en que Arturo había comenzado a ignorarla repentinamente, desde hace
algunos días atrás. Pero, aunque ella no le había pedido explicaciones, éste
se había tomado la tarea de aclararle las razones por las cuales éste había
estado un poco disperso y evasivo en los últimos días.
Quizá no era una excusa creíble para ella, pero era suficiente, y ante la
inseguridad de Hanna Sanz, prefería guardar silencio y dejar que las dosis
de confianza y compromiso, llegaran por parte de Arturo, ya que, ella sentía
que tenía las de perder.
— Bueno, no hay problema, ambos tenemos vidas un poco complicadas. Yo
he venido hasta aquí para compartir contigo una buena noticia. Finalmente,
me dieron el ascenso. ¡Lo he logrado, al fin! — Dijo la chica en medio de
un grito de sorpresa, y extendiendo sus brazos para unirse con Arturo.
— ¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! Ven aquí, te lo mereces. — Dijo
Arturo, mientras la abraza.
Ella sintió instantáneamente la polla de Arturo pegándose contra su cuerpo.
Era una simple toalla cubriendo su cintura, la cual, se había abultado
rápidamente cuando los cuerpos se unieron.
Si algo definía a Arturo Blanch, era que se trataba de un hombre bastante
sensible, hasta el más mínimo estímulo, potenciaba su deseo sexual, y al
tener tan cerca a esta chica con un aroma tan delicioso, una piel suave y esa
inocencia que irradiaba, no pudo evitar sentir una erección que sonrojó las
mejillas de Hanna.
Esta, ante su inexperiencia, inseguridad y timidez, se separó
instantáneamente, tomando un enfoque totalmente diferente, y tomando
como prioridad la cena.
— Mira, he comprado tu comida favorita. Así no tendremos que preparar la
cena. — Dijo Hanna.
— ¡Siempre piensas en todo! Eres muy especial, Hanna. Siempre quise
tener a alguien como tú cerca de mí, eres muy dulce.
Desde cualquier perspectiva, Hanna sería la novia perfecta, si no se tomaba
en cuenta el hecho de que no había acumulado el valor para tener sexo.
Arturo no era tonto, sabía que la chica era virgen, y que se mantenía
evadiendo este contexto debido a su inseguridad.
Él siempre trataba de acariciarla de forma suave, llevar las cosas de manera
lenta, pero esta, siempre terminaba escapando de la situación. Pero esto no
significaba que Hanna no lo quisiera, sentía algo muy especial por él, y lo
quería tanto como nadie lo había amado jamás, pero quizá, no se lo
demostraba de la manera adecuada.
Siempre tenía gestos, fuesen notorios o no, y éste, en muchas
oportunidades, sumido en sus problemas y traumas, ni siquiera los notaba.
Era una relación que estaba destinada a la ruptura, al fracaso, sin ninguno
de los dos daba el paso para ir a otra etapa, un nuevo nivel de compromiso,
ya que, las cosas parecían estarse haciendo difusas para ambos, y tras la
aparición de Julia, la prioridad de Arturo, estaba siendo robada.
Durante todo este tiempo, Arturo no dio importancia al hecho de que estaba
semidesnudo. Hablaron sobre su estado de ánimo, y él le había comentado
que todo estaba bien, que, desde la tercera sesión con Julia Sandoval,
finalmente había comenzado a dormir mejor y estaba más tranquilo.
Mientras hablaba, sacando la comida de las bolsas y alistando todo antes de
irse a vestir, Hanna dio la herida en el cuello, la cual, había cicatrizado, pero
había dejado una marca evidente.
— Tienes una marca nueva en el cuello. ¿Qué te ha pasado? — Preguntó
Hanna de una forma curiosa mientras se acercaba.
— No es nada, creo que me he lastimado afeitándome. Me vestiré
rápidamente, volveré enseguida. — Dijo Arturo, mientras evadía la
situación y corría hacia las escaleras.
No era nada grave, no tenía por qué convertirse en algo complicado, así
que, Hanna simplemente dejó pasar la situación. Ella en todo momento
mientras estuvo cerca de Arturo Blanch, estuvo muy excitada, ya que, al
verlo así tan descubierto, no pensó que se pondría tan cachonda.
Era muy tímida, y esto jugaba en su contra, y no era del tipo de chica que se
lanzaba a provocar a un hombre de manera repentina. Sabía que tendría
éxito si trataba de calentar a Arturo, y que seguramente terminarían en su
cama follando por primera vez. Pero ella no acumulaba el valor, y por más
que proyectaba esta escena, sentía que no se hallaba en medio de una
situación así, tan privada e íntima.
El hecho de quitarse la ropa frente a un hombre, la mataría de la vergüenza.
Pero sabía que Arturo se estaba vistiendo en la parte superior de aquella
casa, así que, la curiosidad comenzó a carcomerla como lo hacen las
termitas con la madera fina, así que, esta decidió subir para espiar.
No era una acción muy leal, no era adecuado, pero ya no estaba actuando
por lógica, era un simple instinto al que la estaba llevando a cometer ese
acto ilícito, que quizá, terminaría en una escena bastante interesante.
Pero en el momento en que se acercó suficiente a la habitación, después de
haber subido por las escaleras con mucho silencio, escuchó que Arturo
estaba hablando por teléfono con alguien. La conversación era bastante
caliente, se decían cosas eróticas, sucias, y el soldado narraba algunas de las
acciones que le haría a una mujer aleatoria y desconocida para Hanna.
Ella hubiese deseado ser esa mujer, a la que le harían todas las cosas
pervertidas que estaba narrando Arturo, el cual, hablaba de una manera
discreta para no ser escuchado fuera de la habitación, pero ya era demasiado
tarde.
Entre las cosas que dijo Arturo, también decía que extrañaba a este
personaje misterioso, pero trataba de calmarla también, ya que, parecía que
al otro lado del teléfono había alguien alterada. Finalmente, Arturo terminó
la llamada diciendo que no fuera a su casa, ya que, estaba acompañado, y
no se escucharon más voces.
Esto entristeció un poco a Hanna, quien quiso irse de inmediato, descubrió
que Arturo tenía una relación mucho más intensa con alguien más, pero
quizá, ella misma había generado esto por falta de interés.
Pero en ese momento, se generó un contraste en sus pensamientos, ya que,
pensó en que, si Arturo le había dado la prioridad a ella, es porque de
alguna u otra manera, ella era importante para él y éste quería pasar un rato
agradable juntos.
Hanna no tenía por qué complicar las cosas, así que, decidió volver a la sala
principal, y comenzó a arreglar los platos para servir la cena para los dos.
Cuando Arturo volvió, fingió estar normal, ella no tenía por qué juzgarlo,
no tenía que exigirle nada, cuando ella había sido la generadora de una
distancia absurda que tarde o temprano terminaría quebrando esa relación,
convirtiéndole en pequeños trozos que serían imposibles de volver a unir.
Pero lo que sí notó Arturo es que estaba un poco distraída. Ella se había
hecho algunas ilusiones muy fuertes con él, veía un futuro al lado del
soldado, pero entendía que él necesitaba a una mujer más intensa, así que,
tiene que librar una batalla interior para definir su lugar en un contexto en el
que lleva una desventaja tremenda.
Hanna conocía perfectamente los gustos gastronómicos de Arturo, así que,
había comprado rollos de arroz con salmón, gyozas de carne, ensalada de
wakame con cangrejo y el vino seleccionado había sido muy acertado.
Era de un color rojo con toques violetas, y al acercarlo a su nariz,
proporcionaba ese aroma intenso a frutos rojos y especias maduradas.
Ambos eran apasionados del vino, así que, comentaron acerca del sabor
bien equilibrado, y la textura perfecta que proporcionaba esta bebida.
El equilibrio entre sabor y aroma era armónico y suave, por lo que, había
sido una experiencia bastante agradable que Arturo había disfrutado al
máximo, ya que, la compañía de Hanna, siempre estaba caracterizada por
conversaciones inteligentes, chistes malos contados por la chica con muy
poca gracia, y comentarios sarcásticos por parte de Arturo. Se llevaban muy
bien, pero aquello, parecía más una amistad que una verdadera relación con
miras hacia el futuro.
— Vaya cena tan maravillosa. Tenía mucho tiempo sin comer de esa
manera. Gracias, Hanna. Te has lucido al máximo, cariño. — Dijo Arturo,
mientras se acercaba a ella sentado en el sofá, besando suavemente sus
labios.
Quizá había sido el efecto del vino, pero algo que había comenzado a
cambiar en Hanna, era el hecho de que estaba mucho más risueña que
nunca. De hecho, por primera vez, hubo más contacto físico con Arturo en
ese día, que el resto de su relación.
El sofá de la sala, se había convertido en el escenario para que ambos
comenzaran a jugar de una manera bastante atrevida. Y mientras las horas
de la noche se adentraban, parecían que la estaban pasando muy bien.
Hubo besos muy apasionados y húmedos, y algunos toqueteos traviesos por
parte de las manos de ambos, ya que, el propio Arturo le había colocado la
mano a la chica en su polla, impulsándola a masajearla, ya que, sentía que
ya era el momento de pasar a otro escenario.
El vino había hecho el trabajo de desinhibirla, así que, esta había dejado
atrás un poco la vergüenza, pero aún sentía mucha inseguridad, y dejaba
que Arturo liderara la situación. Pero la indecisión, la forma en que
apartaba su rostro, las constantes renuncias al acto, estaban frustrando
tremendamente Arturo, quien trataba de ser comprensivo, ya que, no quería
arruinar algo especial con una chica dulce, pero que era bastante aburrida.
Todo era muy diferente con Julia, con quien todo surgía como una tormenta,
pero, así como comenzaba, terminaba de manera abrupta y no había ningún
tipo de conexión. Todo era carnal, y los sentimientos que podía conseguir
con Hanna, jamás podría proporcionárselos la vampira.
Finalmente, cuando todo estaba comenzando a tomar el camino deseado por
Arturo, todo se interrumpió cerca de las 11:00 de la noche. El timbre de la
residencia de Arturo Blanch, sonó de manera inesperada, lo que los dejó
totalmente extrañados, ya que, Arturo no era un hombre que es solía recibir
visitas.
— ¿Esperas a alguien? — Preguntó Hanna, mientras se separaba de él y
arreglaba su vestido para quitar las arrugas y bajarlo un poco, ya que, sus
muslos estaban descubiertos.
— No, quizá pasó algo en el vecindario. Iré a ver. No te enfríes,
continuaremos enseguida, cariño. — Dijo Arturo, antes de besarle
apasionadamente en los labios.
Éste sabía que no estaba esperando a nadie, pero la imagen de Julia
llegando a su residencia, le pasó por la mente como una idea fugaz. Este
caminó directamente a la puerta, sin estar demasiado seguro si debía abrir o
no, pero cuando finalmente la puerta fue abierta, encontró a Julia parada
frente a él, y Hanna observó esto desde la sala, sorprendiéndose
enormemente.
No era normal que la psicoterapeuta, sin importar cuál comprometida
estuviese, llegara a las 11:00 de la noche a la puerta de un paciente, allí
estaba pasando algo, y en ese momento, Hanna descubrió que quien había
llamado Arturo de manera repentina teniendo aquella conversación privada
en la habitación, tenía que haber sido Julia Sandoval.
— Julia, ¿qué haces aquí? Creí que habíamos acordado que no debías venir.
— Dijo Arturo de una manera discreta.
— ¡Oh, es que tienes compañía! Pero no es problema para mí, no tienes que
atenderme de manera exclusiva. Podemos tener una charla de amigos sin
problemas, Arturo. — Dijo Julia, mientras hablaba con cierto sarcasmo,
mirándolo de arriba abajo, notando su aspecto muy bien trabajado, ante lo
que, el deseo se disparó en la falsa psicoterapeuta.
Aquella mujer, era espectacular, llevaba unos pantalones negros ajustados
que le hacían dibujar a unas nalgas magistrales. Los tacones eran altos, de
color rojo, con una blusa semitransparente que permitía ver su sujetador.
Su cabello estaba suelto, y en su mano, llevaba un bolso de cuero que
combinaba perfectamente con sus zapatos. Arturo se sorprendió
enormemente, pero no podía tener una discusión con ella allí frente a
Hanna, así que, la dejó entrar.
— ¡Hanna, qué sorpresa encontrarte aquí! Sólo pasaba por aquí y quise
verificar que Arturo estuviese bien. Hemos tenido una buena relación
profesional en las últimas semanas. ¡Gracias por recomendarme! — Dijo
Julia, mientras se sentaba en un sofá justo frente a Hanna.
— Sí, me imagino que eres muy comprometida con tus pacientes. ¿Has
visto la hora? ¿Realmente estás trabajando? — Dijo Hanna, con cierto
sarcasmo antes de levantarse para ir a la cocina a llevar las copas.
Arturo sentía que todo iba a explotar en cualquier momento, no quería
perder lo que tenía con Hanna, pero tampoco quería dejar ir a Julia, ya que,
esta mujer era fuego puro. Era intensa en la cama, muy apasionada, pero
todo estaba reducido a la lujuria y lo carnal, y el necesitaba algo mucho más
emocionante en su vida más que puro sexo.
Aunque Julia estaba muy segura de sí misma, entendía que entre ellos dos
había un vínculo especial, y aunque trataba de ser neutral, estaba dispuesta
a sacar a Hanna de la batalla, y si esta no podía ser derrotada, entonces la
incluiría en sus juegos.
Arturo se veía nervioso, caminaba de un lado al otro sin poder quedarse
tranquilo, y finalmente, invitó a Julia a la cocina para hablar. Ella lo
acompañó sin problemas, mientras Hanna, se quedaba como una tonta en el
sofá, sintiendo que se quería morir, tenía unas ganas de desaparecer en ese
momento tan intensas que la abrumaban.
— Sabes que no me gustan las visitas inesperadas, te lo dije. Ya habíamos
hablado de esto, no quiero que vuelvas a venir a mi casa de esta manera tan
inesperada. Tengo la visita de Hanna, y sabes que entre ella y yo hay algo
especial.
— No tienes por qué ponerte nervioso, ¿o es que acaso no puedes
controlarte cuando estás cerca de mí? — Dijo Julia, mientras se acercaba a
él y lo tomaba del pene.
Comenzó a acariciárselo de una manera bastante Sensual, mientras su boca
le rozaba el cuello, el mentón, sus labios, sintiendo su cálido aliento, su
aroma penetrante, ambos, irradiaban un deseo tremendo, pero Arturo
acumuló la voluntad para alejarse unos centímetros.
— ¡No es el momento, Julia! Sabes muy bien que estoy con Hanna.
— Tú me perteneces, eres mío. Y aunque juegues con esa niña tonta, te
darás cuenta de que perteneces a tu dueña. Ya vendrás implorando por
ayuda.
— Creo que estás perdiendo la cabeza, Hanna. Lo de nosotros se trata
simplemente de sexo, y lo acepto. Me encanta lo que ocurre entre nosotros,
pero no va a trascender de eso. No hay futuro entre nosotros.
Julia no podía negar que aquel comentario le había generado una herida
profunda, pero ya tendría el tiempo para poder generar un contraataque. Por
el momento, simplemente tenía que seguir jugando su estrategia, ya que,
desestabilizar a Arturo, era lo único que podía hacer.
Ni la presencia de Hanna, ni la posición sólida que había asumido Arturo,
iban a detener las intenciones de la psicoterapeuta falsa, la cual, salió a la
sala nuevamente, y se sentó esta vez justo al lado de Hanna.
— Lamento haberte dejado sola, querida. Eso no es educado, se lo comenté
a Arturo, pero parecía interesado en conversar sobre algunos de sus sueños
que están volviendo nuevamente. ¿Cómo estás tú, Hanna? ¿Cómo han ido
las cosas con tu padre?
En ese momento, Hanna entendió que Julia estaba jugando cartas muy
traicioneras, ya que, le había tocado el tema que la quebraba. Hablar de su
padre era simplemente utilizar la debilidad para manipularla, ya que, el
padre de Hanna solía golpearla muy fuerte desde que era muy joven.
En un par de ocasiones, trató de abusar de ella, y había asistido a terapia
para tratar de organizar las ideas y saber si debía perdonarlo o no. Hanna
era inteligente, y sabía que esta mujer utilizaría toda su artillería para tratar
de debilitarla, ante lo que, simplemente trató de mantener una conversación
coherente y tranquila, sin ánimos de despertar una confrontación.
— ¿Siempre eres tan apasionada con tu trabajo, Julia? Son las 11:00 de la
noche, como ya te lo he dicho antes, me imagino que podríamos tener una
conversación que no tenga nada que ver con tu trabajo. O quizás estás
obsesionada con ello. — Dijo Hanna.
— No es correcto escapar de los temores. Los demonios siempre están
acechándonos, Hanna. Así que, no se trata de trabajo o no, se trata de
siempre estar listo para afrontar el acecho de nuestras inseguridades. ¿No
crees?
— Sí, pero me imagino que tú también tienes algunas incomodidades o
asuntos pendientes. Cuando pasaba por tus consultas, era momento de que
me escucharas ¿Qué tal si esta vez te escucho yo a ti? ¿Por qué intentas
meterte en mi relación con Arturo? — Dijo Hanna de manera tajante.
— ¿Realmente quieres hablar de eso? Creo que no sería pertinente. No
quiero hacerte sentir mal, Hanna.
En ese momento, Arturo apareció en la escena, llevando en sus manos, un
par de vasos con agua. Uno era para Hanna y el otro era para Julia. La cual,
al tomar el vaso ofrecido por Arturo, le rozó los dedos, tratando de
provocarlo, este hombre, estaba a punto de colapsar ante la tensión que se
había generado en aquella habitación.
Aquellas dos mujeres se veían fijamente a la una a la otra, tratando de
demostrar que ninguna de las dos se iba a doblegar ante la otra. Ambas
tenían algo en común, y era el profundo gusto que sentían por Arturo
Blanch, el cual, se encontraba en la situación más incómoda en la que
cualquier hombre podría estar jamás.
Estas mujeres habían comenzado a detectarse, pero la diferencia de ventajas
era notable. Hanna entendía que no tenía demasiadas oportunidades de
combatir en el mismo territorio que es su contrincante, así que, una vez
más, su baja autoestima había ganado.
— Es tarde, Arturo. Creo que será mejor que me vaya. Había sido una
noche espectacular hasta la interrupción… Pero creo que en otro momento
continuaremos lo que iniciamos. — Dijo Hanna, mientras se acercaba
Arturo para besarlo apasionadamente en los labios.
Ella nunca había tenido un gesto tan espontáneo y atrevido como este,
literalmente, esperaba que fuese Arturo quien se acercara a ella, que fuese
el soldado quien la tocara, quien tratara de iniciar esas interacciones físicas.
Pero la competitividad, la tensión y la presión generada por esta situación,
habían generado que Hanna se comportara de una manera mucho más
impulsiva, y no solo le había gustado eso a Arturo, sino que, a la propia
Hanna, también le había agradado ser un poco más real y transparente.
Era un pequeño paso de avance, al menos, le había demostrado a Julia, que
no sería una contrincante fácil derrotar, pero Hanna desconoce por completo
la verdadera naturaleza de Julia, y quizás estaba enfrentando algo mucho
más oscuro de lo que ella imaginaba.
Aquello no era simplemente el intento de una mujer por tratar de arrebatarle
el novio a otra chica. Se trataba de una vampira tratando de reclamar su
pertenencia, ya que, después de haber mordido a Arturo, sólo era cuestión
de tiempo para que se convirtiera en sus súbditos sexual.
— ¿Quieres que te acompañe a casa, Hanna? — Dijo Arturo, bastante
preocupado.
— No te preocupes, quizá tienes algunas cosas que conversar con Julia.
Parece que está muy interesada en tratar tu caso. Ya hablaremos luego,
cariño. Que tengas una buena noche. — Dijo Hanna, mientras caminaba
hacia la puerta.
Ni siquiera se despidió de Julia, ante lo que, fue evidente que había una
fuerte tensión entre ellas. Para la psicoterapeuta, esto podría definirse como
una victoria indiscutible, ya que, había quitado del camino a su principal
obstáculo esa noche.
Cuando Hanna salió de la casa, aquella mujer tenía el camino libre para
follar a Arturo, tenían toda la noche para disfrutar, y aunque Arturo no
estaba muy cómodo con la situación y no quiso hacer sentir mal a Hanna,
sucumbió ante las provocaciones de Julia.
Mientras éste se encontraba asomado a la ventana, verificando que Hanna
se marchara de forma segura, repentinamente, las manos de Julia
comenzaron a llegar por detrás, abrazaron el pecho de Arturo, y le metió las
manos justo debajo de la camisa. Comenzó a acariciarle el pecho, el
abdomen, y rápidamente, aquel hombre comenzó a dictarse.
Cuando se dio la vuelta, tenía a la mujer justo frente a él, desnudándose,
deshaciéndose de su blusa, mostrando aquellos bellos jugosos, los cuales
fueron tomados súbitamente por las manos de Arturo, llevando la
directamente hacia el mueble donde casi estuvo a punto de follar con
Hanna.
Le separó las piernas a aquella mujer, y comenzó a morder la zona de su
coño. Aún tenía el pantalón negro ajustado puesto, así que, mientras le
masajea la zona genital por encima de la tela, aquella mujer comienza a
gemir de manera apasionada.
Era exactamente lo que quería, a eso había ido, a divertirse un poco con el
cuerpo de su nuevo súbdito, su nueva carne fresca, ya que, la mordida que
le había hecho a Arturo en su cuello no había sido en vano.
Éste, había sido precisamente el detalle que había hecho que Hanna se
marchara de manera repentina. Mientras se veía fijamente con Julia y se
detallaban, Hanna había notado las dos marcas en el cuello.
Eran dos cicatrices diminutas, las cuales, ya había observado hacía mucho
tiempo atrás, unas marcas similares a las que tenía Arturo en su cuello, ante
lo que, le pareció bastante extraño. Su despedida no había sido con el
objetivo más que ir a investigar desde ese instante qué era lo que estaba
pasando.
Sabía que Arturo no se resistiría a los encantos de una mujer tan
espectacular como Julia, así que, era un sacrificio que tenía que hacer para
tratar de revelar que era lo que estaba pasando.
En aquel bolso rojo que había llevado Julia, llevaba algunos juguetes
bastante interesantes que había empleado en el encuentro, vendas, amarras,
látigos y fustas. Había sido una noche realmente intensa en compañía del
soldado, el cual, se había prestado para todos los juegos de esta ardiente
mujer.
A ella le encantaba dominar, controlar, y amarró al soldado a una silla
mientras ésta le había bailado de una manera muy sensual, llevando sus
bragas diminutas, las cuales, intercambiaba por algunos atuendos de
lencería mucho más atrevidas.
Le gustaban las redes, y cuando se colocó unas pantimedias de red, esta
comenzó a frotarle la polla a Arturo con sus nalgas, haciéndole un baile
sensual, que casi lo hace correrse con la fricción.
Fueron de un lugar al otro por toda la casa, se subían a la mesa, follaban allí
durante algunos minutos, y repentinamente, aquella mujer lo tomaba y lo
llevaba a la habitación. Se tendía en la cama a cuatro patas, y mientras este
la embestía desde atrás, de pronto interrumpía todo, lo llevaba a la ducha.
Quería marcar todo el territorio, era como si estuviese dispuesta a dejar todo
el lugar impregnado con sus fluidos, demostrando a Arturo, que nadie lo
complacería de una manera tan apasionada como ella. Finalmente,
terminaron follando en el jardín. A ella le encantaba el sexo al aire libre, y
mientras ésta se encontraba recostada de un árbol, Arturo la envestía desde
atrás, atento a que no apareciera alguno de sus vecinos para verlos.
Julia estaba demente, y no le importaba que los vieran, así que, gemía para
llamarla atención, ante lo que, Arturo tenía que taparle la boca para que no
los miraran copulando como animales. Pero la adrenalina hizo que se
corriera en su interior, y después de dejarla muy satisfecha en 2 ocasiones,
ambos volvieron al interior de la casa.
Ella, después de tomar un descanso de unos 15 minutos, se vistió, tomó sus
cosas y se marchó, ella había ido a disfrutar del cuerpo de Arturo, no a
pasar una noche especial, y esto, era precisamente lo que decepcionaba al
soldado, que necesitaba obtener algo mucho más estable.
4
La lucha interna que había tenido que librar Hanna para poder abandonar
aquella residencia esa noche, había sido devastadora, ya que, sabía que, al
dejar a Arturo a solas con Julia, allí pasaría algo para lo que ella todavía no
estaba preparada.
Estaba guardando su virginidad para un hombre especial, y aunque sabía
que Arturo era un hombre de mundo, libre, y apasionado, ella no podía
juzgarlo por el hecho de que fuese capaz de acostarse con otra mujer
cuando ella simplemente no podía ofrecerle este tipo de entretenimiento.
Era insegura y temerosa, pero si había algo en lo que era buena, era en la
investigación, así que, en lugar de luchar contra una mujer tan sexy,
tratando de imponerse como la novia de Arturo, decidió utilizar estos
recursos para descubrir cuáles eran las verdaderas intenciones de esta
misteriosa mujer que decía ser una psicoterapeuta, pero que no daba
mayores detalles sobre su pasado.
Julia proyectaba un aura oscura, llena de secretos, misterios e
incertidumbre, así que, Hanna se encargaría de desvelar lo que estaba
pasando detrás de esto, así, le demostraría Arturo, que las apariencias no
siempre eran lo que proyectaban. Cuando la reportera trató de indagar sobre
los orígenes de Julia Sandoval, no encontró absolutamente nada vinculado
al pueblo de Olzen, por lo que, esto despertó sus alarmas.
La propia Julia decía que ella misma había nacido allí, y que había
estudiado en la universidad local, pero les mentía descaradamente a sus
clientes, los cuales no estaban interesados en verificar realmente cuáles eran
las credenciales de la chica. Julia ofrecía un buen servicio, y al llevar a la
cama a hombres poderosos, estos simplemente dejaban a un lado lo
profesional y se enfocaban en lo carnal y sexual.
Era una mujer dominante, imponente, la cual, podía hacer que los hombres
se doblegaran ante sus deseos, totalmente armada con un par de senos
jugosos, unas nalgas de hierro y unas piernas que podrían abrirse ante los
deseos de cualquier hombre que ofreciera dinero, poder o satisfacción. Pero
le había mentido a la persona equivocada, ya que, Hanna Sanz era capaz de
conseguir detalles y pruebas que revelar la verdad de lo que estaba pasando.
Hanna era incansable, cuando se le metía una idea en la cabeza, era
prácticamente imposible hacerla desistir de sus sospechas, así que, en lugar
de enfocar toda su energía en enfrentar a Julia, Hanna se había enfocado en
la intención de demostrar que había un juego mucho más oscuro y
desconocido para ella.
La investigación de Hanna, gradualmente la iría llevando a través de la
verdad, ya que, entre el cielo y la tierra no podían ocultarse los secretos
demasiado tiempo, así que, cuando consiguiera recaudar toda la
información, entonces se la proporcionaría a Arturo, y este decidiría si
realmente iba a seguir al lado de Julia Sandoval o no.
Toda la reputación de Julia estaba construida sobre mentiras, ya que, era
una mujer con más de 200 años de edad, la cual, había vivido en diferentes
épocas, y era inevitable pasar por todos estos tiempos, sin dejar un rastro.
Era muy probable que Hanna no recuperara a Arturo Blanch, pero si se
había dispuesto a desenmascarar a aquella misteriosa mujer, la cual, la había
humillado aquella noche frente al hombre que ella amaba. Investigar a Julia
sería una tarea complicada, ya que, esto podía representar un riesgo, ya que,
no sabía lo que había detrás de aquella misteriosa mujer.
Mientras la joven reportera se dedicaba a investigar quién era su
contrincante en la lucha por el corazón de Arturo Blanch, la psicoterapeuta
disfrutaba de comerse el cuerpo de Arturo cada noche. Esta, se había vuelto
realmente ansiosa y deseosa, enfocada únicamente en la idea de poder
poseer a este hombre, el cual, le proporcionaba un placer indescriptible que
no podía ser comparado con absolutamente ningún otro hombre.
Julia sentía que había acertado, qué había seleccionado a su víctima con una
precisión inmejorable, ya que, este hombre había resultado ser mucho mejor
amante de lo que ella pudiese desear.
Pero era inevitable que Hanna experimentar un dolor tremendo en su
corazón, ya que, había comprendido que no había forma de que ella pudiese
ofrecerle a Arturo lo que éste podía conseguir entre las piernas de Julia
Sandoval, una mujer apasionada, ardiente, y con una experiencia evidente
en el ámbito sexual.
Todo había jugado en contra de ambos personajes, ya que, Julia no podía
vivir sin él, se había vuelto adicta a este hombre, lo necesitaba a toda hora,
y poco a poco, Arturo se fue dejando introducir en esa dinámica oscura y
lujuriosa que obsesionaba a Julia.
Cuando éste se negaba a tener relaciones sexuales, Julia simplemente lo
amenazaba, pero este, se estaba convirtiendo en su sumiso rápidamente, una
situación para la que nunca había estado preparado, ya que, siempre había
mantenido el control.
Arturo decidió preguntarle cierto día sobre las marcas en su cuello, pero
Julia lo evadía, no le había revelado absolutamente nada, y así, habían
pasado un par de semanas. Parecía que la vitalidad que había
experimentado Arturo al principio, comenzó a desplomarse rápidamente, ya
que, cierto día apareció una fiebre muy intensa que no pudo mejorar con
absolutamente ningún medicamento.
La temperatura de su cuerpo había ascendido a niveles extremos, era
preocupante, y aunque había pensado en ir al médico, prefirió dejar que
todo pasara, ya que, no estaba preparado ni financiera, ni anímicamente
para enfrentar un problema de salud tan grave. En ocasiones, Arturo sentía
que era mejor morir solo en su casa, ya que, estaba internalizando acerca de
las últimas decisiones que había tomado.
Se divertía mucho con Julia, de eso no había duda, pero seguía existiendo
un vacío tremendo en su corazón, el cual, sólo podía ser llenado por Hanna.
Trataba de comunicarse con ella cuando estaba solo en casa, pero el
teléfono nunca fue respondido.
Hanna estaba muy dolida, sintió que Arturo sólo estaba buscando alguien
con quien divertirse en la cama, y para ella, este hombre era muy especial, y
no iba a prestarse simplemente como un objeto de diversión carnal.
Era la primera vez que Arturo se sentía tan débil, y aunque trató finalmente
de comunicarse con Hanna para pedirle ayuda, esta lo ignoró por completo.
El dolor que sentía en su pecho por la forma en que lo había ignorado,
sustituyéndola rápidamente por Julia, la había llevado a darle una lección.
Darle la espalda no era un sinónimo de olvido, ya que, Arturo vivía en un
lugar muy especial del corazón de Hanna, pero tenía que tomarse el tiempo
para analizar lo que estaba pasando y descubrir realmente lo que había
detrás de Julia Sandoval.
Antes de dirigirle la palabra nuevamente Arturo, tendría que tener pruebas
en sus manos, y ponerlo en una situación definitiva en la cual, Arturo
decidiera realmente lo que debía hacer con su vida. Por el momento, Hanna
no estaba dispuesta a lidiar con la presencia de Julia en medio, ya que, para
ella simplemente sería imposible ganar.
Sin más alternativas, Arturo, en medio de un ardor de fiebre que estaba a
punto de matarlo, se comunicó con Julia aquella noche, le había implorado
que fuese su departamento, ya que, el malestar era terrible.
— ¡Julia, creo que estoy muriendo! La fiebre es incontrolable. Necesito que
vengas a mi casa ahora mismo.
— Tranquilo, querido. Pronto vas a estar bien. Si la fiebre te mata, apenas
será el inicio. — Dijo Julia.
— ¿De qué hablas? ¿Acaso estás loca? ¡Necesito que vengas, por favor! He
estado para ti cuando lo deseas, pero en este momento, te necesito.
— Eres muy dramático, Arturo. Pero estaré allá en cuanto pueda. Tranquilo,
quédate en cama y todo pasará pronto. — Dijo Julia de una forma muy
tranquila.
Fue bastante decepcionante para Arturo el hecho de que no fuese tomado en
serio por Julia, cuando éste decía que realmente se sentía mal. No estaba
jugando, se trataba de un dolor estomacal que lo hacía retorcerse, una
presión en su espalda que casi no lo dejaba respirar, y la temperatura lo
hacía temblar como gelatina.
Una hora más tarde, mucho más tiempo del que asumía Arturo que tardaría
Julia en llegar, finalmente sonó el timbre. Éste se encontraba recostado en el
sofá de la sala, y apenas había tenido fuerzas para abrir la puerta. Cuando
Julia vio a Arturo, realmente notó que éste estaba muy afectado, pero todo
tenía una clara explicación.
Julia pasó a su lado, ni siquiera lo tocó, simplemente caminó con
impotencia, dirigiéndose directamente a la sala para poner su bolso sobre la
mesa central.
— Parece que no te está yendo muy bien, Arturo. Pero tranquilo, todo esto
es una etapa. Siéntate, tarde o temprano todo terminará, te acompañaré esta
noche, quizá, si tienes suerte, todo termine hoy. — Dijo Julia.
— ¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene que terminar? ¡Estoy muriendo,
Julia! Los medicamentos no hacen absolutamente nada, y no me atrevo a ir
al hospital, no quiero que me diagnostiquen con algo incurable. — Dijo el
temeroso Arturo.
— Lo que tienes no va a curarse con medicina convencional. Ya no hay
marcha atrás. Vas a morir, pero no tienes por qué preocuparte, ya te he
dicho que la muerte sólo es el inicio de una nueva etapa para nosotros.
— Creo que estás demente. Me he equivocado de una manera terrible
contigo, Julia. ¿Cómo puedes estar tan tranquila cuando hablas de una
posible muerte? ¡No quiero morir, maldita sea, no voy a morir aquí! — Dijo
Arturo, mientras caminaba hacia el teléfono, ya que, estaba dispuesto a
finalmente llamar a emergencias.
No hubo demasiado esfuerzo por parte de Julia para derribarlo, esta, con
sólo empujarlo con algo de fuerza, hizo que Arturo se desplomara
brutalmente contra el suelo, sin poder levantarse de nuevo.
Esto había gastado ya toda su energía, y al ver que no tenía opciones de
sobrevivir, comenzó experimentar dolores tremendos en su estómago, era
como si sus intestinos estuviesen retorciéndose, haciéndolo gritar de dolor.
— ¡Julia, no me dejes morir! ¡Por favor, ayúdame! — Gritaba Arturo.
Su cabeza palpitaba, sentía que la vista se hacía borrosa, y en su espalda,
una presión increíble, hacía que sus pulmones apenas pudiesen expandirse
para respirar.
— ¡Llama a emergencias! No me dejes morir, Julia. Pensé que era
importante para ti. — Dijo Arturo.
Por su parte, Julia simplemente se había sentado en el sofá de la sala,
encendió el televisor, y comenzó a ver un programa nocturno, mientras
Arturo se retorcía en el suelo. Era el infierno más nefasto que había vivido
este hombre, ya que, no había sido una muerte rápida como la que él
hubiese querido tener en el campo de guerra.
Quizá una explosión repentina, una bala en su cabeza como le había
ocurrido a muchos de sus compañeros de batalla, habría acabado con todo
rápidamente, pero en esta ocasión, él estaba muriendo lentamente, era lo
peor que podía pasarle.
— Creo que mereces saber lo que ocurre antes de que mueras. — Dijo
Julia.
Arturo ya se había quebrado, estaba llorando como si se tratara de un niño,
sus manos rodeaban su estómago, mientras se encorvaba en posición fetal,
tratando de contener el dolor que en su interior generaba una tortura.
Sentía que, en algún momento, una criatura rompería su abdomen y saldría,
matándolo instantáneamente, tenía alucinaciones extrañas, ojos con fuego
lo veían, gritos de dolor lo aturdían, aquello era inexplicable para él. Pero
repentinamente, en las palabras de Julia habían llegado para darle luces,
aunque no alivio.
— Para que tu alma pueda abandonar tu cuerpo, debes morir físicamente.
Tu vida humana está por terminar, y por eso estás sufriendo tanto. La
naturaleza de vampiro aflorará desde el inframundo y se adueñará de ti, y a
partir de ahora, serás un ser inmortal, nada de lo que afecta a los humanos,
te afectará a ti, no tendrás que sufrir más por sentimientos, por traición,
serás imbatible a mi lado.
— ¡Estás completamente loca, Julia! ¿Qué demonios estás diciendo? —
Dijo Arturo entre espasmos y escalofríos.
— Pronto descubrirás que lo que digo es cierto. Las marcas en tu cuello son
la marca que te acompañarán de por vida. Ahora serás un vampiro, como
yo. — Dijo la mujer, mientras sonreía.
Los espasmos hacen que su cuerpo se mueva de manera brutal, espuma
comienza a salir por la boca de Arturo, experimenta unos escalofríos tan
horrendos como los que nunca había sentido, y la fiebre había llegado al
punto más extremo, haciendo que se generaron llagas en sus labios.
En ese momento, Arturo dejó de respirar, murió durante al menos una hora,
tiempo durante el cual, Julia había estado esperando a su lado, como si nada
hubiese estado pasando, con un cadáver tendido en el suelo, a la espera de
su retorno.
Finalmente, tal y como ella lo había estado esperando, Arturo comenzó a
moverse lentamente, despertando de un letargo, el cual, había sido el viaje
más intenso al abismo que cualquier persona pudiese imaginar. Había
visitado el mismo infierno ardiente.
Estaba recuperando su vitalidad, pero esta vez, todo era diferente. Volvía a
sentir esa potencia, el poder que había experimentado un día después de la
mordida, y ya todos los recuerdos que lo afectaban de su pasado, de la
guerra, del dolor que había experimentado, habían comenzado a
desvanecerse.
Arturo recordaba perfectamente lo que había ocurrido antes de morir, vio a
Julia sentada viendo el televisor, y éste observó sus manos. Ya no estaban
pálidas como antes, caminó hacia el espejo, y se observó de nuevo con un
color lleno de vida, había regresado de la muerte.
— ¿Qué es lo que me ha pasado? ¿Qué es esto? ¡Contéstame ahora, Julia!
— Dijo el alterado Arturo.
— ¡Bienvenido de nuevo a la vida, querido! — Dijo la mujer, mientras
sacaba una pistola de su bolso.
Disparó tres veces en el abdomen de Arturo, mientras éste ponía sus manos
en frente para tratar de evitarlo. Vio como las balas entraron en su abdomen,
generando un sangrado instantáneo, y éste, cayó de rodillas experimentando
cierto dolor, pero no era tan intenso como él se imaginaba.
— ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué me has disparado? ¿Qué es todo este
infierno, Julia?
— ¿Ves las heridas? Mira ahora cómo se cierran. Tienes el poder de la auto
sanación, eres inmortal, Arturo. La única manera en que mueras, es que
atraviesen tu corazón con una estaca de madera, así que, aléjate tanto como
puedas de la misma.
Efectivamente, Arturo vio como las heridas que habían sido generadas por
las balas disparadas por Julia, habían comenzado a cerrarse, limpió la
sangre con sus manos, y su piel estaba completamente sana, en unos pocos
segundos, aquella herida mortal que hubiese matado a un humano común y
corriente, se había cerrado frente a sus ojos, ante lo que, Arturo
experimentó una tormenta de adrenalina que corrió por todo su cuerpo.
— Te has convertido en un vampiro real, has sufrido la transformación
espontánea, y ahora, verás en lo que puedes convertirte cuando tu vida esté
en peligro. — Dijo Julia, mientras cambiaba su aspecto.
Sus ojos se tornaron rojos con bordes negros, su cuerpo quedó totalmente
desnudo cuando sus músculos rompieron sus delicadas ropas. Se
despegaron grandes a las de su espalda, y sus manos se transformaron en
garras.
Era una bestia abominable y atemorizante, pero Arturo, en medio de aquella
situación tan extraña, también comenzó a sentir algo extraño en su pecho.
Era como si el fuego lo quemara, y pronto comenzó a transformarse en una
bestia similar a Julia.
Su piel se tornó grisácea, brillante, con garras que crecían de sus uñas, las
cuales, serían capaz de desgarrar la carne humana con facilidad. Corrió
directamente hacia un espejo, y observó cómo sus colmillos hacían más
grandes. Era más fuerte, más imponente, su espalda era ancha y tonificada,
aquello parecía una ilusión, pero era tan real como pudiera ser.
En pocos segundos, Julia volvió a su estado humano, esta vez, sin llevar
una sola prenda de vestir, ya que, toda su ropa se había deshecho en el
proceso. Al verla completamente desnuda, Arturo experimentó ese deseo
sexual descomunal habitual en los vampiros, así que, retomó su aspecto
humano y saltó directamente sobre ella. Ambos cayeron en el sofá, y tras
follar de una manera apasionada, aquel sería su primer encuentro como la
pareja de vampiros que Julia había deseado.
Arturo la besaba con mucha más violencia, le mordía los labios, le arañaba
la espalda, mientras ésta, gemía de una manera apasionada, gritando
improperios y frases obscenas, impulsándolo a hacerle el amor de la manera
más salvaje que pudiese surgir entre ellos. Arturo era un hombre apasionado
de forma natural, pero su naturaleza vampira, lo había llevado a otro nivel
extremo de complacencia, limitando a Julia, la cual, estaba acostumbrada
hacer la dominante.
Ahora, él tenía la fuerza y el poder de poder convertirla en su sumisa, y
mientras le sujeta las muñecas, la embiste con fuerza, posicionado entre los
muslos de aquella mujer, insertándole la polla hasta el fondo. Sus testículos
chocaban contra el ano de la chica, mientras esta, sentía que aquel hombre
la iba a romper por dentro.
Pero le gustaba, lo disfrutaba, se le hacía agua la boca con cada beso de este
hombre, ya que, Arturo había transformado su naturaleza a una bestia
evolucionada, capaz de proporcionar placer, incapaz de morir, con la cual,
viviría para siempre, ambos, serían eternos, y vivirían muchos años juntos.
A Julia le encantaba que este hombre le succionar a los pezones con mucha
fuerza, que le mordiera los senos hasta enrojecerlos, la colocó sobre él, y le
propinó un par de nalgadas muy fuertes, su piel se tornó roja, y esta, lo
cabalgaba como toda una zorra.
Sus nalgas rebotaban una y otra vez contra los muslos de Arturo, mientras
éste, se alternaba sujetando la de sus nalgas, y en ocasiones, le apretaba las
tetas con tanta fuerza, que Julia sentía que se las iba arrancar. Aquello era
un encuentro que iba más allá de lo habitual, no era humano, el sexo entre
ellos, era mucho más extremo y violento, pero lo estaban disfrutando al
máximo de su expresión.
Arturo sentía que no tenía límites, ya que, no sólo experimentó un solo
orgasmo, en otras ocasiones, había tenido doble eyaculación, pero estos dos
personajes, follaron durante toda la noche, se corrían en cualquier lugar,
este la cubría con su semen, y ella, después de devorarlo, volvía a excitarlo,
para seguir recibiendo más lujuria, era insaciable, una ninfómana,
totalmente lista para alimentarse una y otra vez de las descargas que le
proporcionaba su vampiro favorito.
Después de una sesión como esta, cualquier ser humano terminaría
devastado, agotado, y quizá dispuesto a dormir durante 24 horas, pero a la
mañana siguiente, Arturo se había levantado como si nada, sentía la
vitalidad en su cuerpo, todo era mucho más claro para él, se sentía bien,
pero con una sensación extraña en su cuerpo, se estaba adaptando a su
nueva naturaleza.
Pero de lo que no había podido olvidarse, había sido de Hanna.
Arturo seguía pensando en ella, y, de hecho, había soñado con la chica
durante las pocas horas de sueño que había conseguido. De manera casual,
esa mañana consiguió una llamada perdida en su teléfono, precisamente era
de Hanna, y esto le hizo saltar el corazón de esperanzas, ya que, imaginaba
que la chica finalmente lo perdonaría.
A pesar de que había muerto, había regresado a la vida, se había
transformado en una criatura sobrenatural, seguía pensando en que Hanna
era la chica especial que él necesitaba, algo que no sería muy bien tomado
por Julia. Arturo estaba convencido de que todo había terminado entre él y
Hanna, así que, tener una llamada perdida de ella, lo ilusionó un poco.
Confiaba tremendamente en Hanna Sanz, así que, tenía que hacer lo posible
por tratar de recuperar lo que había arruinado con ella. En ese momento,
decidió que debía confiarle lo que le había pasado y decirle quién era
realmente Julia Sandoval. Así que, impulsado por esta confianza y la
necesidad que tenía de revelarle todo lo que estaba pasando, decidió
regresarle la llamada.
Cuando escuchó su voz, la chica no dudó en fijar una cita con él en el
parque lo antes posible. En una hora, se reunirían en un parque cercano, ya
que, allí, Hanna se encargaría de proporcionarle toda la información que
esta había conseguido recolectar hasta el momento.
Era la primera vez que Julia se quedaba en la casa de Arturo, ella siempre
deseaba regresar a su residencia, pero esta vez, decidió dormir entre las
sábanas del soldado, quien ahora, se había convertido en su súbdito sexual
inmortal.
Era su nuevo juguete, y con quien había decidido pasar el resto de la
eternidad. Pero Arturo está enfocado aún en otros intereses, así que,
después de tomar una ducha, se preparó y salió rápidamente hacia el
parque.
Cuando se encontró con Hanna, se sintió muy feliz de verla, pero ella se
veía fría y distante. Adicionalmente, su aspecto no era el mejor, ya que,
parecía que no había dormido bien en días, así que, Arturo le invitó a
tomarse un café.
— No tienes la menor idea de lo mucho que he pensado en ti en los últimos
días, Hanna. Lamento todo lo que hice. — Dijo Arturo.
— No te preocupes, no tienes que pedir disculpas por absolutamente nada.
Por naturaleza, ahora es diferente. — Dijo Hanna.
— ¿Qué dices? ¿Acaso ya lo sabes? ¿Pero cómo?
— Mientras tú te entretenías con esa mujer, mientras ella te daba todo lo
que tú deseabas en la cama, yo me dediqué únicamente a investigar qué era
lo que estaba pasando y quien realmente es Julia Sandoval.
— Entonces ya lo sabes. ¿Y qué piensas de todo esto?
— Lamento lo que te está pasando, y ella ha sido muy egoísta al
convertirte, porque sé perfectamente que tú no accediste a eso. Te conozco,
Arturo, y tú no hubieses querido acceder a la vida eterna, bajo ninguna
circunstancia.
— Creo que por eso eres tan especial para mí, Hanna. Sabes quién soy, y
ahora me he visto involucrado en esto para lo que ni siquiera estaba
preparado. Pensé que todo esto eran historias de terror, he visto tantas
películas sobre vampiros, que siempre pensé que era imposible. ¿Te alejarás
de mí?
— No, pero tengo que procesar todo esto, no sé realmente cómo manejarlo.
Pero tengo algo muy interesante que mostrarte. ¡Mira lo que tengo! — Dijo
Hanna, mientras sacaba un sobre de su bolso.
Había encontrado registros de principios de 1850, donde Julia aparecía en
una cena de la alta sociedad británica. Posteriormente, encontró fotografías
de 1960, en donde estaba con un grupo de hippies, en una celebración de un
festival de música por la paz.
Era una especie de inmortal, y ahora entendía perfectamente lo que venía
por el futuro de la vida de Arturo. Entendió que no era mentira lo que Julia
Sandoval le había revelado, lo que le había ofrecido, la vida eterna, era un
hecho, y la belleza sería infinita.
— ¿Qué pasará entre nosotros? — Preguntó Arturo.
— No creo que haya posibilidad de un nosotros, Arturo. Tu vida es muy
diferente a la mía. Ahora has cambiado, eres inmortal, yo seguiré siendo
una humana común y corriente, y trataré de continuar con mi vida,
olvidándote. Mientras Julia Sandoval esté cerca de ti, yo no tendré cabida
en tus días, así que, tendremos que tomar caminos separados.
Aquello fue profundamente doloroso, y de una forma extraña, Arturo
recordó lo que le había comentado Julia, le había dicho que tenía que
olvidarse de los sentimientos, y que estos no lo afectarían, pero en esto, si
se había equivocado, ya que, el alejarse de Hanna Sanz, le había roto el
corazón en dos.
Este, se había mostrado firme y sólido, pero en su interior, estaba devastado
cuando vio como Hanna se puso de pie y se marchó. Imaginó que esta sería
la última vez que la vería, y comprendió que había perdido a una mujer muy
especial.
Tras tres meses de no saber absolutamente nada de Hanna Sanz, las cosas se
habían enfocado únicamente Julia Sandoval, quien le proporcionaba
absolutamente todo. Lo estaba adiestrando, era su tutora, le enseñaba
absolutamente todo sobre el mundo de los vampiros, y todas las ventajas
que podría conseguir.
Arturo aprendía rápidamente, y aquella mujer, a cambio de conocimiento,
recibía el mejor placer que podía proporcionarle su nuevo juguete. Ella
seguía operando como psicoterapeuta habitual entre los grandes millonarios
de la ciudad, y en algunas ocasiones, invitaba algunos de estos amantes a
encuentros sexuales en los cuales, el cuerpo de Julia Sandoval se compartía
entre dos hombres.
Para Arturo esto no era un problema, ya que, resultaba realmente excitante
poder follar a una mujer que era tan abierta sexualmente. Y fue
precisamente después de este tiempo, cuando a Hanna Sanz volvería hacer
una aparición en la puerta de la residencia de Julia Sandoval, fingiendo que
necesitaba terapias. Había tomado una decisión, y quizá, no era la correcta,
pero era momento de cruzar el umbral.
Julia la dejó entrar, la llevó directamente al diván, y comenzaron a
conversar acerca de los intereses de Hanna, sin que se tocara el tema de
Arturo. Escuchó sus problemas de inseguridad, de lo que quería conseguir,
de la persona en quien se quería convertir, y resulta bastante extraño que
confiara directamente en Julia Sandoval.
Finalmente, la conversación comenzó a tomar un curso totalmente distinto,
y fue cuando Hanna le reveló a Julia que se había enamorado de Arturo
Blanch, y que, en todo ese tiempo, no había podido recuperar su vida
normal.
— Lo amo con todas mis fuerzas. Pero sé que nunca podré tenerlo. Siempre
me ayudaste con mis traumas y complejos, ahora ayúdame a salir de esto,
Julia. — Dijo Hanna.
— Arturo es un hombre espectacular. Y sé que mueres por él. Puedo verlo
en tu mirada, tu amor hacia Arturo es descomunal. Pero puedo ofrecerte una
salida. Si quieres tenerlo, puedes acceder a él, pero para ello, tendrás que
convertirte.
— ¿Convertirme en qué?
— Sé muy bien que ya lo sabes, Hanna. No te hagas la tonta… Tengo siglos
de vida en este mundo y conozco a los humanos.
Al verse en evidencia, no tuvo más opciones.
— Si ese es el precio que tengo que pagar por estar a su lado, entonces
hazlo. ¡Conviérteme! — Dijo Hanna, mientras inclinaba su cabeza,
exponiendo su delicioso cuello.
Aquella mujer no lo dudo, Julia Sandoval, saltó sobre el cuello de aquella
chica sin titubear, la mordió y funcionó más sangre de la habitual, ya que,
así aceleraría su muerte y conversión.
Hanna había tomado la determinación de ir más allá, ya que, había leído
mucho sobre los vampiros, y en sus investigaciones, había conocido las
orgías que se llevaban a cabo entre estos seres. Si conseguía la conversión
por parte de Julia, entonces tendría una oportunidad de seguir dentro de la
vida de Arturo, aunque bajo condiciones totalmente diferentes a las que ella
estaba acostumbrada.
Sabía que su vida era monótona, básica, que no tendría nada interesante en
su futuro, no había nada que le hiciera sentir realmente viva, así que, era
momento de ir a otro escenario totalmente nuevo.
Esa noche, cuando Julia Sandoval llegó a casa de Arturo Blanch, esta le
tenía una sorpresa adicional. Se prepararon como habitualmente, se
pusieron cómodos, ropa íntima diminuta, luces tenues, música sensual, y un
poco de vino. Pero esta vez, Julia no entraría sola a la habitación de Arturo,
ella lo sedujo en un principio, lo calentó, lo acarició, le arrebató el
pantaloncillo, mientras lo besaba intensamente.
Todo apuntaba que sería un encuentro habitual, apasionado y lleno de sexo
desenfrenado, pero en ese momento, Julia hizo una pausa, invitó a entrar a
una nueva acompañante. Cuando Arturo vio a Hanna Sanz entrando a la
habitación, sintió que el corazón se le detuvo. No entendió nada, pero
Hanna, era una persona totalmente diferente.
Aquella mujer entró a la cama uniéndose al trío, los tres compartieron un
beso apasionado y húmedo, y mientras las dos le devoraban la polla Arturo,
éste sintió que estaba cumpliendo su fantasía más extrema. Julia le había
abierto las puertas a Hanna al mundo de los vampiros, y los tres ahora
disfrutarían de todas las delicias del sexo sin límites y la inmortalidad
absoluta.
— ¿Qué es esto? Tienes marcas en el cuello, Hanna. — Dijo Arturo.
— Sí, ahora nada podrá separarnos. Juntos eternamente...
Hanna estaba completamente extasiada al ver por primera vez el cuerpo
desnudo de Arturo Blanch frente a ella. Por momentos, Julia se detenía a
contemplar la manera en que aquella hermosa chica, se entregaba sin tabúes
al hombre que siempre había deseado. Era virgen, así que, había sido un
regalo muy especial para Arturo por parte de Julia Sandoval, quien de
alguna u otra forma, no era tan cruel como todos imaginaban.
Los vampiros tenían una naturaleza totalmente diferente, eran extraños,
distintos a los humanos, pero solo era cuestión de adaptarse al nuevo
esquema. El hecho de que Arturo se hubiese prestado para tríos de dos
hombres y una mujer, había generado la confianza suficiente para que ahora
hubiese algún tipo de retribución.
Julia no sería egoísta, y dejaría que Hanna y Arturo se amaran
apasionadamente en un contexto sexual, siempre y cuando, respetaran sus
normas, sus limitaciones, y ella controlar a toda la situación. Sería una
dominante para siempre, eso no podía arrebatárselo, era su verdadera
naturaleza, y mientras Arturo pudiese disfrutar del cuerpo de Hanna
únicamente para él, no necesitaría nada más.
La inmortalidad solo era un elemento adicional, que había proporcionado la
oportunidad de vivir tiempos totalmente diferentes junto a la mujer que
realmente amaba, y junto a aquella que podía proporcionarle el sexo más
desenfrenado pensado jamás. Los tres hacían un equipo infalible, y a Julia,
le fascinaba la manera en que estos dos follaban.
Era una manera totalmente distinta, una forma mucho más romántica de
hacer el amor, mientras ella, era capaz de proporcionarle a Arturo acceso a
la lujuria más extrema, donde los sentimientos, la sutileza y romanticismo
no estaban presente en lo absoluto. Era un equilibrio magnífico, y Hanna
Sanz se había sentido feliz de haber tomado la decisión de abandonar su
vida humana para hacer ahora parte de los seres de la oscuridad.
Título 3
Muerte

Amor Desde la Tumba

1
Alfredo Ferrer acababa de mudarse a la ciudad de Nueva York, éste, había
sido uno de los logros más significativos de toda su vida, ya que, siempre
había querido vivir en la gran manzana. Había nacido en la ciudad de
Monterrey, y posteriormente, se había mudado a la ciudad de México,
donde había crecido, y había desarrollado finalmente estudios en la
secundaria y en la universidad.
Pero los Estados Unidos, siempre había estado entre los principales
objetivos de Alfredo, quien consideraba que había nacido en las
condiciones equivocadas y de alguna u otra manera, tenía que alcanzar ese
estatus que resultaba tan atractivo para él. El de los grandes millonarios que
lucían imponentes, y eran conocidos por absolutamente todo el mundo.
Pero si algo caracterizaba a Alfredo Ferrer, era el hecho de que quería
construir su fortuna de una manera legal y honesta, se le habían presentado
diferentes oportunidades a lo largo de su vida donde podía conseguir ese
poder tan deseado, pero bajo circunstancias realmente peligrosas.
Educado por una madre trabajadora y un padre muy arraigado a los valores
familiares, Alfredo había tenido una vida normal, sencilla, pero sin extrema
necesidad. Por fortuna, nunca se había tenido que ir a la cama sin probar un
bocado de comida, sus padres le habían proporcionado un techo, y siempre
tenía para vestir.
Pero, aunque trataba de ser agradecido con todo lo que le había sido
proporcionado, Alfredo siempre había esperado más de la vida, y sentía que
esa inconformidad que tenía en su interior, y que lo agobiaba durante las
noches mientras desarrollaba sus ilusiones, lo llevaría tarde o temprano por
el camino adecuado.
Después de mudarse a Nueva York, el último año había sido el mejor de
toda su vida, el negocio había ido muy bien, logrando estándares que ni él
mismo se había imaginado. Su fortuna crecía a un ritmo exorbitante, y todo
había sido gracias al trabajo, la dedicación y la creencia en sí mismo.
A lo largo de su carrera, había asistido a diferentes conferencias donde los
expositores vendían las historias de éxito como si fuesen muy sencillas de
alcanzar. Pero él sabía que nada de lo que le vendían en este tipo de
eventos, lo iba a llevar a alcanzar lo que éste deseaba obtener si no se
enfocaba y conseguía su propia visión del mundo.
Había hombres que construían su fortuna simplemente parándose frente a
otras personas a contarles cómo les había ido de bien, y la manera en que
habían conseguido el éxito, pero muy temprano en la vida, Alfredo Ferrer
había comprendido que las fórmulas no se aplicaban de la misma manera a
todo tipo de personas.
Por mucho que tratara de emular a sus héroes financieros, Alfredo entendió
que no iba a conseguir absolutamente nada mientras estuviese en el mismo
lugar, tenía que movilizarse, conseguir dinamismo en su vida, y arriesgarse,
ya que, había heredado una parte muy desfavorable de su madre; el miedo a
avanzar.
Siempre había tenido una percepción completamente clara sobre su madre,
era una mujer luchadora que no había dejado de trabajar un sólo día para
llevar el pan a la casa, pero esta, teniendo múltiples oportunidades para
mejorar su vida, siempre había sufrido de miedo e inseguridad, por lo que,
prefería mantenerse en un ambiente seguro, y no arriesgarse a perder lo
poco que tenían.
Alfredo, decidido a cambiar por completo este esquema para su propia vida,
había comenzado a explorar territorios fuera de la burbuja del confort,
enfocándose en sus estudios y en prepararse para una vida de negocios, que
demandaría una mayor disciplina y compromiso.
Sus primeros pasos en el mundo empresarial habían sido como vendedor de
seguros a domicilio, no era el trabajo de sus sueños, pero las comisiones de
este empleo habían sido suficientes para conseguir lo primero que había
comprado con su propio dinero, su primer coche.
Algo que para muchos era simple procedimiento de todos los días, para él
era un logro increíble poder comprar su primer coche, había sido el primer
paso de una serie de metas y éxitos que comenzarían a llegar gradualmente.
Para unos era simplemente un vehículo de cuatro ruedas, pero para Alfredo,
era un trofeo, el primero y el más simbólico, ya que, se había planteado en
lo más profundo de su ser, que sí había logrado conseguir aquel coche,
entonces podría aplicar la misma fórmula para poder apuntar a elementos
mucho más importantes.
De lo que sí estaba completamente seguro es que todo no se trataba de lo
material y lo superficial, Alfredo había crecido con fuertes valores por lo
espiritual, ya que, debía acompañar a su madre a la iglesia cada domingo,
algo que le había permitido acumular una gran cantidad de conocimientos
teológicos. Conocía la biblia, y entendía muy bien el equilibrio entre el bien
y el mal.
Aunque no era demasiado religioso ni practicaba el catolicismo, sabía que
una gran parte de su personalidad estaba edificada bajo las enseñanzas de su
madre, quien, durante toda su vida, sirvió como un gran soporte para
acompañarlo a lo largo de toda esa carrera hacia el éxito que, él mismo por
decisión propia había decidido emprender.
Había sido un periodo de trabajo duro, vender seguros a domicilio, no era
algo bien visto por parte de los clientes, los cuales, constantemente estaban
atentos ante la posibilidad de estafa. El simplemente era un chico inseguro
que poco a poco iba desarrollando su propio método, pasando por encima
de las enseñanzas de sus mentores, los cuales, parecían adiestrarlos
simplemente para que fallara y no se convirtiera en una competencia.
Y era precisamente este elemento el que había entendido Alfredo que
funcionaba como un engranaje muy importante del motor que lo llevaría a
alcanzar sus sueños, los competidores.
Él podía asumir la posición del competidor en desventaja o el que era
perseguido, y mientras mantuviese este enfoque en su mente, siempre se
mantendría dinámico, trazando una estrategia para avanzar en la carrera o
simplemente permanecer atento ante el momento en que alguien quisiera
pasar sobre él.
Fueron largos días de agotamiento, inclusive, durante algunas noches, solo
llegaba a dormir un par de horas, ya que, pasaba gran parte de la madrugada
estudiando, buscando la manera de mejorar en lo que hacía.
Con sólo 25 años de edad en ese momento, tenía una gran cantidad de
proyectos en mente, pero cuatro años después, y no precisamente de la nada
ni por arte de magia, se había convertido en el hombre que siempre había
querido ser, un hombre poderoso, millonario, pero que no había perdido la
humildad.
Le había sugerido a sus padres que se mudaran con él a los Estados Unidos,
pero ellos tenían raíces muy arraigadas en México, así que, simplemente
habían dejado que su pequeño pichón volar hacia nuevos cielos. Era la
materialización de un sueño, y ese momento en el que Alfredo se despidió
de sus padres yéndose hacia la búsqueda de su futuro desde el aeropuerto de
la ciudad de México, fue decisivo, era un antes y un después.
La independencia, la emancipación, la dependencia de sí mismo, era algo
que lo hacía sentir realmente gratificado cuando veía las cosas que poco a
poco iba alcanzando. No se las debía a nadie, no tenía que pagar favores,
nadie le había prestado un solo centavo, todo lo había alcanzado Alfredo
Ferrer con sus propios medios, con sus ideas, sus estrategias, sus
habilidades que había entrenado con largas noches de estudio.
El hecho de trabajar para otros, había dejado de ser una necesidad, ya que,
estaba cansado de generar dinero para sus superiores, ahora, él tenía la
posibilidad de generar empleo para otras personas, que se encontraban en la
misma situación que él hacía unos años atrás, así que, de esa manera había
comenzado su camino hacia el poder absoluto.
Cuando Alfredo Ferrer abrió su primera oficina en la ciudad de Nueva
York, se mantuvo en el mismo sector, había decidido hacer lo que conocía,
vender seguros, pero esta vez, lo haría de una manera mucho más
ambiciosa, invirtiendo hasta el último centavo que tenía, y con la
posibilidad de irse a la quiebra si todo fracasaba.
Pero era precisamente esa creencia total en sus habilidades, la que le daba
una ventaja adicional a Alfredo sobre sus competidores, los cuales,
consideraban una gran cantidad de riesgos y evaluaban mucho las
condiciones para poder avanzar. Alfredo era un saltador al vacío nato,
constantemente, se arriesgaba cuando una nueva idea surgía en su mente, y
esto, era lo que lo había movilizado hacia la evolución.
Se había mudado de la ciudad de México a la Gran Manzana, dando un
salto significativo, ya que, sabía que, en Nueva York, la competitividad era
un mayor, y había personas mucho más preparadas que él, dispuestas a
aplastar a la competencia. Pero el espíritu, la convicción y la luz que llevaba
dentro Alfredo, lo fueron llevando a ver con sus propios ojos, la
materialización de algunos de sus sueños más extremos.
Comprar su primer piso en la ciudad de Nueva York fue otra meta
significativa para él, no lo había pagado a crédito, era uno de los pocos que
podían darse el lujo de comprar un Pent-house de contado, pagando hasta el
último centavo y sin debérselo a absolutamente nadie.
Su éxito personal, estaba en la cúspide, y sentía que absolutamente nada
podía derribarlo de aquel pedestal donde él mismo había llegado con cada
gota de sudor derramada y cada noche invertida en evolucionar su
conocimiento.
Pero no todo era perfecto en la vida de Alfredo, o al menos no durante toda
su vida, ya que, esa creencia, esa casi obsesión en poder alcanzar las metas
que para otros serían imposibles, lo habían alejado de una vida normal. No
había tenido demasiadas novias, y aquellas que se involucraban con él,
siempre terminaban frustradas ante la incapacidad de este chico de poder
conectar sentimentalmente con alguien.
No estaba listo para enamorarse, sabía que los sentimientos simplemente lo
iban a desviar del camino que quería seguir, era energía que no estaba
dispuesto a perder innecesariamente, ya que, necesitaba todo el enfoque
para sus proyectos.
Era guapo, muy seductor, pero era algo natural, su mirada era profunda,
penetrante, casi invasiva, sin querer que así fuese, y esto, hacía que las
mujeres se derritieran para él, sin que este hiciera absolutamente nada más
que ser el mismo.
El éxito que había tenido con las mujeres, había sido natural, nada
demasiado sintético, no tenía que esforzarse como los otros chicos, que se
ejercitaban excesivamente para tener algunos músculos en sus pechos, o en
sus brazos para poder conquistar a las chicas.
No tenía que hacer alarde de cosas que no tenía para impresionar, Alfredo,
era atractivo simplemente por su personalidad y su seguridad en sí mismo, y
esto, al menos le había valido un par de novias durante su adolescencia.
Pero las capacidades de enamorarse, ilusionarse, y comprometerse, no era
precisamente las más desarrolladas en el interior de Alfredo, quien
consideraba que este enfoque podría dirigirlo especialmente a sus ideas y a
construir un futuro mucho más estable. Quería salir de México, convertirse
en alguien de quien se sintiera orgulloso, y darles la satisfacción a sus
padres, quienes habían criado a un chico que podía alcanzar sus metas por
sus propios medios.
Todos esos valores que conformaban la personalidad de Alfredo, lo
edificaban como si se tratara de una estructura inquebrantable, y creía en
ello, estaba absolutamente convencido de que todos sus esquemas de
personalidad, estaban muy bien establecidos, basados en valores familiares
reales, tangibles y que no eran parte de un engaño o una fórmula inventada
por algún conferencista en algún evento.
Definitivamente Alfredo no era del tipo de hombre de muchas mujeres,
cuando se enamoraba, lo hacía con intensidad, y eso, hasta el momento en
que había conocido a Bianca Santos, no había sucedido, pero descubrió, que
su corazón podía bombear con mucha más fuerza, que podía generar
sentimientos y sensaciones completamente nuevas, ya que, había alcanzado
un punto de equilibrio en su vida, y esa necesidad, la ausencia que siempre
había tenido, finalmente había encontrado un objetivo para poder enfocarse
y compensarse.
El momento en que había conocido a Bianca Santos era de esos que
generaban la sensación de que el mundo se paralizaba. Era como si las aves
que volaban fuera de la ventana de aquel edificio sede tuviesen
abruptamente, como si su corazón hubiese dejado de latir, como si el aire
hubiese dejado de circular por la sala.
Aquella mujer, simplemente era espectacular, de cabellos negros, lisos,
largos y brillantes hasta la cintura, con un rostro perfecto y angelical, con
ojos grandes color café y largas pestañas.
Bianca había entrado a la sala de conferencias acompañada de su padre, ya
que, era la hija de uno de sus inversionistas, y aunque sabía que no debía
mezclar temas laborales con los personales, fijarse en aquella chica, había
sido algo completamente incontrolable.
— Buenos días, Alfredo. ¡Lamento haber llegado tarde! El tráfico a esta
hora es infernal en la ciudad. Te presento a Bianca, mi hija. — Dijo
Gregorio Santos.
— No se preocupe, señor Santos. Siempre tengo tiempo para usted. ¡Hola,
Bianca! Es un placer conocerte, soy Alfredo Ferrer.
La chica extendió su mano para tocar por primera vez a Alfredo, quien se
había quedado totalmente estupefacto ante la luz que irradiaba esta hermosa
chica. Su mirada era penetrante, quizá mucho más que la de el mismo,
obligándolo a bajar la mirada al sentirse intimidado.
Esa sensación era nueva para él, ya que, nunca se había puesto tan nervioso
frente a una mujer. En ese momento, Alfredo descubrió que su nueva meta,
su objetivo que había aflorado de manera repentina, era precisamente
conquistar el corazón de esta chica.
Durante toda la reunión, Bianca estuvo observándolo fijamente, y esto,
había afectado el comportamiento de Alfredo, quien siempre había sido un
hombre seguro de sí mismo, certero, muy directo en sus formas de
expresarse. Pero esta vez, tenía una voz temblorosa, parecía titubear, y sabía
perfectamente que la razón de este nerviosismo, era la presencia de Bianca.
La chica parecía divertirse, al ver que este repetía las palabras una y otra
vez, y limpiaba el sudor de su frente con un pequeño pañuelo, sabía que eso
no era un comportamiento normal. Ella no podía negarlo, el chico le parecía
muy tierno y atractivo, y ya su padre se había encargado de hacerle un
resumen acerca de quién era.
Alfredo era admirado por hombres de mucho poder, los cuales, habían
confiado plenamente en sus habilidades y de manera ciega, habían confiado
sus inversiones en los proyectos de este chico, quien a pesar de que había
actuado solo, poco a poco se fue aliando con algunos socios inversionistas
que dispararon significativamente sus proyectos.
Pero sin duda alguna, Alfredo había quedado desarmado por Bianca, era la
única persona en el mundo que había sido capaz de hacerlo sentir tan
vulnerable, tan insignificante, dudoso de sí mismo e inseguro.
Ella disfrutó del espectáculo que había dado este chico, el cual, estaba
arriesgando la oportunidad de acceder a esa inversión que podía
proporcionarle Gregorio, pero este, no estaba buscando un orador, estaba
buscando a alguien con buenas ideas, y después de aquella presentación.
Finalmente habían firmado el contrato, ante lo que, Alfredo finalmente
había podido respirar con normalidad, la situación de estrés y presión había
pasado. Se había preguntado varias veces durante la presentación la razones
de porque Bianca Santos estaba allí, no tenía nada que hacer en una reunión
de negocios de su padre, pero él no era nadie para juzgar a un hombre tan
poderoso como Gregorio, quien quizá, estaba preparando a su hija para el
futuro.
Probablemente, ella sería la sucesora, y era momento de involucrarla en sus
reuniones de negocio para que estuviese al tanto de cómo se manejaban las
cosas
— ¡Todo me ha parecido genial, Alfredo! Pero tengo que preguntarte: ¿Por
qué estabas tan nervioso? — Dijo Gregorio, mientras se reía de una forma
discreta.
— No puedo mentirle, señor. Su hija realmente es quien causó ese efecto.
Lamento mucho si eso representa una falta para usted, pero lo siento, es un
reflejo que no puedo controlar. — Dijo Alfredo de una manera nerviosa.
— ¡Te lo dije, sabía que no debías venir! Pero insististe... — Dijo Gregorio
a su hija.
— ¿A qué se refiere, señor? ¿Por qué insistiría una chica como Bianca estar
en una reunión tan aburrida de negocios como esta?
— Creo que es momento de que los deje solos… Creo que Bianca tiene
algunas cosas que conversar contigo. Ha sido un placer escuchar tu
presentación. Hablaremos el lunes. — Dijo Gregorio, mientras se ponía de
pie, le daba un beso en la frente a Bianca, y abandonaba la oficina.
Todo le había parecido sumamente extraño a Alfredo, el cual, no entendía
absolutamente nada de lo que estaba pasando.
Resultó que Bianca había llegado Junto a su padre única y exclusivamente
con la intención de conocer a Alfredo, ya que, lo había visto en diferentes
revistas y en entrevistas por televisión, y esta, al saber que su padre tendría
una reunión con este joven millonario, que se había convertido en una
fábrica de dinero para muchos inversionistas, supo que tenía que conocerlo.
— Digamos que tienes una fanática seguidora de tu carrera. Le imploré a
mi padre que por favor me trajera a esta reunión. Estaba muy emocionada,
realmente quería conocerte. — Dijo la chica.
— ¿Hablas en serio? ¿Por qué alguien como tú querría conocerme a mí?
— ¡No hables así! No es algo del chico que hasta el momento he visto en
esas entrevistas, no te sientas inseguro. ¿Qué tiene una chica como yo de
especial que no merezca estar con un hombre como tú? — Preguntó Bianca,
mientras se ponía de pie y se acercaba a Alfredo.
Era de ese tipo de situaciones en las cuales, básicamente las personas
despiertan abruptamente en la cama y sólo era parte de un sueño. Pero la
fortuna de Alfredo era tal, que básicamente las cosas estaban dando de
manera natural como si este las hubiese pedido de una lámpara mágica, y de
pronto se estuviesen haciendo realidad.
La chica más impresionante, la mujer más hermosa, dulce, cautivadora y
pícara que había visto en su vida, estaba allí frente a él tratando de
conquistarlo, y éste, seguía titubeando como si fuese una persona con una
discapacidad cerebral.
No podía ordenar sus ideas, no tenía forma de poder darle coherencia a sus
intervenciones, simplemente sentía que sus manos sudaban, y cuando
Bianca se acercó a él, básicamente era como si una explosión química se
desarrollar en su interior, limitándolo, manteniéndolo congelado, frío, con
sus labios resecos, y con la única habilidad de poder contemplar a esta
hermosa mujer, la cual, sonreía burlándose de él por la forma tan nerviosa
en que actuaba.
— Bianca, si esto se trata de una broma, no es divertido. Nunca me había
puesto así ante ninguna mujer, así que, creo que será mejor que te vayas con
tu padre. Esto no me está gustando. — Dijo el frustrado Alfredo.
— ¡No iré a ninguna parte! Tenía muchas ganas de conocerte, y ahora que
estamos los dos juntos en esta oficina, no voy a dejar la oportunidad para
acercarme a ti, y conocer tu aroma. Siempre imaginé que tu fragancia era
exquisita… — Dijo Bianca.
La chica se acercó levemente a su corbata, inhálalo suavemente, y cerró sus
ojos para disfrutar la fragancia del perfume de Alfredo. Éste, simplemente
estaba tentado a tomar a la chica de la cintura, pegarle a su cuerpo y besarla
apasionadamente, pero era la hija de uno de sus inversionistas, así que, no
podía tratarla como si fuese una cualquiera.
Pero se sentía un poco impotente ante la idea de que ésta fuese quien
tuviese el control de la situación, ella lo estaba manejando como si se
tratara de un chico quinceañero sin experiencia, y éste, simplemente se
quedó petrificado.
— Te dejaré mi número para que me llames esta noche y salgamos por una
copa. Creo que tendrás tiempo de prepararte y mentalizarte. ¡Espero que
esta noche no estés tan nervioso! — Dijo Bianca, mientras dejaba una
pequeña nota sobre el escritorio. No hubo contacto físico.
Ella ni siquiera había dejado que este decidiera si realmente iban a salir o
no, no era una decisión que pudiese tomar a Alfredo, todo el control era de
Bianca, mientras éste, se había comportado como un tonto, quedándose
inmóvil, mientras una mujer espectacular, habría todas las posibilidades
para él, dándole la prioridad de convertirse en alguien especial en su vida.
Bianca abandonó la oficina, pero Alfredo no podía creer lo que había
pasado. Transcurrieron algunos segundos para que este finalmente pudiese
entender e internalizar la importancia de lo que había ocurrido allí, así que,
salió de la oficina, corrió a través del pasillo, y tras tomar la muñeca de
Bianca, la besó tan apasionadamente, que aquella chica era quien ahora se
había quedado sin aliento.
— Tardaste un poco en hacerlo. — Dijo Bianca, mientras relamía sus labios
después del beso.
— ¡Perdóname, fue un impulso involuntario! No suelo tratar así a las
mujeres. ¡Perdóname, Bianca!
— Por la única razón que te aceptaría una disculpa es por el hecho de que el
beso hubiese sido terrible. Pero me ha gustado, así que, mis expectativas
para la cena de esta noche, han aumentado. ¡Espero que no me hagas
esperar demasiado! Estaré lista a las 8:00. — Dijo Bianca, mientras
caminaba hacia elevador.
La suerte de Alfredo no podía ser mejor, había sido uno de los mejores días
de su vida, y, de hecho, había sido el inicio de una nueva etapa en la cual, se
había dedicado única y exclusivamente a esta mujer.
Alfredo y Bianca, fueron de esas parejas que no tenían que confirmar
demasiado que eran el uno para el otro, se habían conocido en una etapa
muy buena de la vida de Alfredo, él había alcanzado el éxito, estaba muy
estable financieramente, y su atractivo estaba en su punto más exquisito.
La vida estable que llevaba Alfredo, le había permitido generar un
magnetismo tremendo a la mujer perfecta, así que, no había tenido miedo, y
se había arriesgado una vez más, esta vez en un proyecto que involucraba
su vida personal.
Aquella noche, había sido una de las más espectaculares para ambos, habían
faltado las horas para que pudiesen sentirse satisfechos, habían tenido una
cena en uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad.
Luego habían ido cada quien a sus casas de una manera tradicional, aunque
los dos morían por dar un paso en esa primera cita que no era correcto y que
podía poner en riesgo la relación. El deseo había surgido desde ese primer
encuentro en aquella oficina, pero ambos habían tenido que ser resistentes
ante la necesidad de dejarse llevar, por ese deseo avasallante que los
impulsaba a devorarse.
Pero las cosas fluyeron gradualmente, y todo llegó cuando tuvo que llegar.
Alfredo construyó junto a Bianca, una relación muy sólida en la que las
risas, los momentos inolvidables y la necesidad de estar juntos, eran la
prioridad.
Nueva York no solo había sido el cumplimiento de una meta, también había
representado el inicio de una etapa completamente nuevo para él, ya que,
nunca había pensado en enamorarse de absolutamente nadie, y ahora, sólo
pensaba en la posibilidad de casarse con Bianca.
Aunque pensaron que ese día nunca llegaría, meses más tarde, finalmente
Bianca y Alfredo decidieron casarse, no era necesario confirmar
absolutamente nada, habían convivido, se habían demostrado la
comunicación absoluta que había entre ellos, y había una extrema necesidad
de poder permanecer juntos la mayoría del tiempo.
Bianca comenzó a trabajar en la compañía de Alfredo para pasar mayor
tiempo junto a él, la había convertido en la vicepresidenta, y ambos hacían
un equipo fantástico. Es un matrimonio, había sido la consolidación de todo
lo que podía haber deseado jamás, tenía dinero, una esposa hermosa, un
matrimonio estable, y la posibilidad de crear una familia ejemplar, con
muchos hijos corriendo por la casa.
Alfredo y Bianca, habían decidido mudarse juntos a una casa mucho más
amplia, ya que, si tenían proyectos de hacer una familia, el departamento de
Alfredo no era precisamente el lugar más adecuado.
La relación era de lo mejor que podía ocurrirles a ambos, se habían casado
en la playa con muy pocos invitados y la luna de miel se había celebrado en
Hawái. A través de la red social podía haberse la vida que llevaban, no eran
de esas parejas que solo proyectaban algo superficial, que parecían ser
felices mientras todo era un caos en la vida real.
De hecho, en realidad las cosas eran mucho mejores de que lo que podían
verse a través de esas plataformas digitales. Pocas eran las discusiones que
se llevaban a cabo entre ellos, y la mayoría de ellas, se debían al vicio de
Alfredo por el cigarrillo.
Era algo que no podía controlar, y que de alguna u otra forma, decepcionaba
a Bianca, quien se ejercitaba, y era una chica realmente activa en el deporte.
Ella trataba de alejarlo de ese hábito tan terrible, pero él hacía caso omiso a
sus advertencias.
En dos ocasiones, había tratado de ir a terapia, pero Alfredo desestimaba
este tipo de procedimientos, asegurando que todo se trataba de una simple
estrategia para que los psicólogos le arrebataran su dinero. Pero lo cierto era
que se amaban, y aunque ese amor era intenso, fue imposible para Alfredo
dejar el vicio, ni siquiera por el hecho de que ella le imploraba que lo
hiciera por ella.
Alfredo se las arreglaba para tratar de compensar esta debilidad en la
relación y le hacía regalos muy lujosos, la llevaba de viaje, y le pedía que le
acompañara durante sus viajes de negocios. Esta era la oportunidad perfecta
para sorprenderla, ya que, siempre hacían paradas inesperadas en lugares
paradisíacos del mundo.
Bianca amaba Suramérica, y después de una temporada en Brasil, las cosas
comenzarían a cambiar drásticamente. Durante la celebración del carnaval
de Río de Janeiro, Alfredo le había preparado una sorpresa increíble en el
Hotel.
Durante la tarde, habían asistido al desfile, e inclusive, habían recibido la
noche entre samba y celebración, el ambiente, era mágico en ese lugar, las
personas podían desinhibirse por completo, olvidar las responsabilidades,
las rutinas y el tabú. Todo era sudor, erotismo y sensualidad combinado con
diversión, alegría y celebración.
Bianca siempre había tenido una fantasía muy privada, y solo había tenido
el valor de revelárselo a una sola persona en el mundo. Alfredo conocía
cuál era esa fantasía, y abiertamente había escuchado lo que su esposa le
había comentado.
Después de casarse, él se había enterado de que ella tenía curiosidad por
cosas realmente particulares, y éste, sentía que de alguna u otra manera,
debía complacerla, aunque no se sentía capaz en un primer momento
cuando se enteró de esto.
Alfredo no era del tipo de chico mente abierta que era capaz de compartir a
su mujer, pero sí, Bianca le había asegurado que quería estar con dos
hombres a la vez. Era una prueba muy dura, pero no era una obligación,
sólo era una fantasía de esta chica, pero él la amaba tanto, que, si había algo
que ella deseara, su principal objetivo, era hacerlo realidad.
Él simplemente se había hecho a la idea de que si pasaría con ella toda la
vida, tarde o temprano tendría que cumplirle esa fantasía, una práctica que
era más una prueba para el que otra cosa. Pero confiaba en el uno en el otro,
y Bianca era una mujer despampanante, con curvas ardientes, y con una
habilidad en la cama que pocas mujeres alcanzaban. Así que, mantenerla
feliz era una estrategia más efectiva que limitarle esa llama al diente que
tenía adentro.
Era difícil creer que Bianca Santos tuviese este tipo de pensamientos
pecaminosos, ya que, parecía a simple vista ser una chica discreta y
recatada, pero en su interior, estaba llena de curiosidad y un ardor tremendo
que le hacía pensar en cosas muy extremas, a pesar de que no las había
materializado hasta el momento.
Como buena hija de millonarios, ella había sido educada en una escuela de
monjas y luego se educó en el internado. Cuando fue la universidad, el
mundo cayó sobre ella de manera sorpresiva, demostrándole que las cosas
no eran como ella las conocía hasta ese momento, descubrió que había
vivido en una burbuja.
Las personas que rodearon a Bianca en ese periodo de su vida, fueron
determinantes para que desarrollara la curiosidad, que hasta ese momento le
había mantenido con tantas preguntas en su mente. Fue en la universidad
cuando descubrió la marihuana y el licor, gracias a su amiga Esmeralda, la
cual, tenía un apetito sexual tan extremo, que siempre tenía a un chico
diferente en la habitación que compartía en el departamento donde
habitaban juntas.
Pero algo que la había impactado significativamente, y de una manera
extrema, marcándole para siempre, era un tipo de pornografía que había
descubierto junto a Esmeralda, quien trataba siempre de impulsarla a hacer
cosas nuevas y extremas.
Aquella primera escena que había visto de dos latinos haciéndole el amor a
una mujer rubia de grandes senos y unas nalgas voluptuosas, la dejaron sin
aliento. En ese momento descubrió que quería eso, y a pesar de que el
tiempo pasó, era algo que se mantenía en su mente como una posibilidad de
materializar.
Era lo que siempre había querido hasta que conoció Alfredo y finalmente se
convirtió en su esposa, y de pronto, aquellas fantasías tuvieron que
guardarse en el olvido, ya que, una mujer respetable como ella no podía
seguir pensando en ese tipo de actividades después de casarse con un
hombre decente y muy serio.
Pero Alfredo era un buen marido, y aunque no sabía si era lo correcto,
podía proveerle todo lo que el dinero podía pagar, y también quería darle un
poco de emoción a la relación que estaba en su mejor momento.
Aquella noche especial, no había llegado solo a la habitación, Bianca creyó
que el chico que acompañaba a Alfredo, era uno de los empleados del hotel.
Era alto, moreno, con la cabeza rapada, con brazos fuertes y un culo muy
atractivo, que la chica no pudo evitar visualizar de forma discreta.
Bianca disfrutaba de ver, y eso no se trataba de un pecado. Ella evitó fijarse
en él por respeto a Alfredo, pero cuando su marido cerró la puerta, supo que
algo no era normal.
— ¿Qué está pasando, Alfredo? ¿Quién es él? — Preguntó Bianca.
Alfredo guardó silencio, simplemente colocó las llaves de la habitación
sobre la mesa, y se sentó en una silla, mientras cruzaba su pierna para
observar lo que estaba por pasar.
— Joao, acércate a ella. — Dijo Alfredo.
— ¡Alfredo, me estás asustando! ¿Qué es esto?
— Sólo es un regalo especial, Bianca.
— ¿Un regalo? Pero no me habías hablado de esto. ¿Qué esperas que haga
con este chico? — Dijo la aterrada Bianca.
— ¿Recuerdas la vez que hablamos sobre nuestras fantasías sexuales? Pues
estás a punto de cumplir la tuya. ¿Te gusta Joao?
Bianca estaba sumamente nerviosa, y, de hecho, le daba miedo decir las
palabras incorrectas, no quería ver al joven moreno que estaba frente a ella,
que, por cierto, era sumamente atractivo, el hecho solo de que se acercara a
ella ya la había calentado. Pero esta, trataba de mantenerse discreta, ya que,
no quería demostrarle a su marido, que realmente la decisión que había
tomado, había sido muy acertada.
— ¡Por favor, Alfredo! Dime que esto es una broma. Me estoy poniendo
muy nerviosa.
— Solo relájate y deja que las cosas fluyan solas. Disfruta de esta
experiencia, no todos los maridos son tan flexibles como yo. ¡La vamos a
pasar muy bien! — Dijo Alfredo, mientras se quitaba la camisa,
preparándose para un encuentro que sería inolvidable.
Aquel joven brasilero, le quitó la ropa lentamente a Bianca, la cual,
temblaba de nervios, pero cuando Alfredo se acercó y comenzó a
acariciarla, besándola de una manera apasionada mientras las manos del
chico acariciaban sus senos y sus muslos, esta, comenzó a relajarse
lentamente. Solo había una norma, los besos únicamente serían para
Alfredo, aquel chico, sólo se dedicaría a proveerle placer sexual a su
esposa.
Compartieron de una sesión muy intensa, y esta, recibía las embestidas de
aquel hombre que la penetraba de una forma totalmente distinta a Alfredo,
generándole una explosión de sensaciones que la hicieron llegar a orgasmos
totalmente nuevos para ella.
Era algo diferente, y a pesar de que había quedado muy satisfecha aquella
noche, sentía que no era necesario repetirlo, solo era el cumplimiento de
una fantasía, y amaba profundamente a Alfredo y sabía que no necesitaba a
otro hombre.
Después de mucho sudor, corridas extremas y mucha pasión, Bianca le
había agradecido Alfredo por hacer realidad aquel sueño, que la había
acompañado durante tantos años, había sido una experiencia única.
De alguna u otra forma, el hecho de que Alfredo se comportara de esa
manera, había hecho que bien que se enamorara mucho más de él, ya que, al
tener un marido comprometido con la relación y seguro de sí mismo, se
sentía absolutamente plena. Nada podía ser mejor.
Pero a la mañana siguiente, como si de pronto las cosas comenzaran caer en
picada, una intensa fiebre había comenzado a afectar a Bianca, quien fue
llevada de emergencias al hospital de la ciudad de Río de Janeiro. De
manera inesperada y como si se tratara de un balde de agua fría cayendo
sobre su cabeza, ese diagnóstico fue lo peor que pudieron.
Inclusive, Alfredo pensó que los exámenes habían sido un error He
inmediatamente habían decidido volver a los Estados Unidos para que la
chica se analizara en el mejor oncológico de la ciudad de Nueva York. El
diagnóstico fue el mismo que habían obtenido en Brasil, cáncer de pulmón
en etapa terminal.
2
Ver a su esposa en coma, le había destruido el alma, era la situación
perfecta para entender que el dinero no lo puede todo en la vida. Se había
esforzado mucho para tener una holgura financiera que le proporcionara
desligarse de muchas de sus preocupaciones, lo que la mayoría de las
personas no logren toda su vida.
Había logrado la realización interior, había conseguido un matrimonio
espectacular, pero ahora, todo había quedado reducido a desgracias. No
importaba su fortuna, sus acciones, su empresa o su mansión, nada de esto
podía regresarle la salud a Bianca, quien ahora, estaba en una cama sin
posibilidades de despertar y condenada por los médicos a un respirador.
Bajo ninguna circunstancia, Alfredo podía permitirse que su mujer se fuera
de este mundo, ya que, ella representaba un pilar fundamental para él, no
solo era la mujer que amaba, que le había demostrado que el verdadero
amor sí existía. Era su mejor amiga, compañera de equipo, y la verdadera
razón para seguir luchando cada día.
Alfredo entendió por un método muy duro que, esforzarse cada día por
sumar ceros a sus cuentas, no era precisamente el verdadero motivo para ser
feliz, la única persona que podía proporcionarle la verdadera felicidad,
ahora tenía sus ojos cerrados, con signos vitales que eran artificiales, con
equipos conectados que monitoreaban su pulso y la vida que su corazón
débilmente bombeaba.
Toda esta situación, había hecho que gradualmente, como no podía ser de
otra forma, Alfredo comenzara a colapsar. Si había construido la última fase
de su vida alrededor de una columna vertebral que era Bianca, y esta estaba
por desplomarse, entonces toda la existencia de Alfredo había perdido
significado. Esto le recordó las razones por las que se había mantenido solo
hasta conocer a Bianca.
Los sentimientos eran peligrosos, y amar a una persona con tanta
intensidad, sólo puede traer como consecuencia que el dolor de la misma se
convierta en el dolor propio. Su fe se fue deteriorando, y aunque sus
plegarias eran elevadas al cielo en busca de un milagro cada noche, parecía
que éstas no eran escuchadas, pues cada día debía enfrentar a la idea de que
su mujer estaba muerta en vida.
La habían visto los mejores médicos, y si había algo destacado en todo esto,
era que Alfredo no había escatimado en gastos. Todo lo que fuese necesario,
debía hacerse, pero no se encontraba solo en esta situación, ya que,
Gregorio también se involucraba en muchos de los tratamientos y gastos,
que se habían tenido que realizar para tratar de mantener a Bianca con vida,
pero la creencia de Gregorio de que su hija volvería a ser la misma,
comenzó a desvanecerse mucho más rápido que la fe de Alfredo.
A pesar de que los especialistas más importantes y destacados del mundo
habían visto a Bianca, nadie le había podido dar respuestas positivas, ante
lo que, la decepción se fue adueñando por completo del alma de Alfredo.
La depresión lo estaba consumiendo, inclusive, sus allegados habían
comenzado a notar que estaba perdiendo peso, ya que, no comía, se
alimentaba de una manera terrible, dormía solo un par de horas al día. Lo
único que hacía, era buscar respuestas a la enfermedad de Bianca, la cual,
de una manera extraña se había enfermado de cáncer bajo condiciones
finalmente extrañas, ya que, él era quien debía haberse enfermado de cáncer
de pulmón, debido a la gran cantidad de cigarrillos que fumaba al día.
Paradójicamente, sólo había dejado de fumar cuando su esposa había caído
en esta desgracia, una solución tardía, pero que le había dado la oportunidad
de entender que no era inmortal, y que a pesar de que tenía una fortaleza
tremenda, las personas podían ser susceptibles a enfrentar situaciones
terribles. Él lo estaba viviendo, aunque no en carne propia, pero a través de
una mujer que adoraba con su alma.
La enfermedad de Bianca, había generado diferentes situaciones extremas,
poniendo a prueba la cordura, la paciencia, la esperanza y la fe de muchos
involucrados. Inclusive, Alfredo había contado con la aprobación de
Gregorio para que éste continuara con su vida, ya que, era joven y con un
futuro por delante, pero él no le iba dar la espalda a su esposa.
Aquella conversación, había fijado el inicio de una etapa difícil de
comunicación entre el padre de su mujer y él.
— Lo he estado pensando mucho, Alfredo. Y quizá puedas tomar a mal lo
que voy a decirte, pero si desea seguir adelante con tu vida, no creo que sea
incorrecto. No voy a juzgarte por ello. — Dijo Gregorio, mientras estaba
sentado al lado de su yerno en la sala de espera del hospital.
— ¿De qué me hablas, Gregorio? Disculpa, es que no he dormido bien y me
cuesta procesar algunas cosas. ¿Estás diciéndome que deje a Bianca en tus
manos y simplemente continúe como si nada hubiese pasado?
— Si lo dices así suena muy mal. Pero soy hombre, y conozco mis
necesidades, y sé que un hombre como tú, necesita recuperar la normalidad
de su vida. No puedes quedarte atado a la condición de Bianca. Amo a mi
hija, y la conozco, sé perfectamente que ella quisiera lo mismo.
— Puede que conozcas perfectamente a Bianca, pero no me conoces a mí
en lo absoluto. La adoro, ella es parte de mi alma, de mi vida, y no estoy
dispuesto a rendirme a estas alturas. Sé que puede despertar, sólo
necesitamos algo de fe.
— Creo que yo he perdido la fe en algún punto del camino, no estoy seguro
de cuándo fue o porqué, pero lo cierto es que ya no tengo demasiadas
esperanzas de volverla a ver despierta. — Dijo Gregorio con lágrimas en
sus ojos.
Alfredo se puso de pie y abandonó el lugar, simplemente no quería tener
aquella conversación.
Una parte de él estaba completamente negada ante la idea de dejar morir a
Bianca, quien representaba una parte muy significativa en su existencia, y
dejarla ir, era como matar una parte de su alma simplemente por gusto.
Pero la situación estaba llena de una tensión ineludible, era imposible evitar
que cada uno tuviese su perspectiva real en relación a la misma situación,
ya que, Gregorio sentía que ya era suficiente lo que se había hecho, y
Alfredo estaba aferrado a la idea de que tenían que seguir luchando. Pero si
no ponían de su parte para llegar a un consenso, las cosas no avanzarían
jamás.
Cierto día, hubo una discusión acerca de si debían desconectar a Bianca del
respirador, había sido el momento más difícil que había tenido que afrontar
a Alfredo, ya que, veía la convicción en los ojos de Gregorio, quien sentía
que ya no había absolutamente nada más por hacer.
Aquella fuerte pelea, entre el padre de la enferma y su esposo, los llevó a
los puños, dándose de golpes frente a las enfermeras y doctores, los cuales
tuvieron que separarlos y con ayuda de los empleados de seguridad, habían
terminado separándolos para expulsarlos del lugar.
Aquella pelea brutal que le había dejado la nariz rota a Gregorio, quien
controlaba el sangrado con un pañuelo, y la camisa totalmente rota a
Alfredo, había terminado en el estacionamiento con ellos pidiéndose
disculpas a las afueras del edificio, tratando de llegar a un punto de
comprensión.
Ninguno de los dos debía culparse, ya que, cada uno tenía sus propias
creencias y una visión acerca de lo que estaba pasando, pero si se ponían en
una balanza, la visión de Gregorio era mucho más objetiva, ya que, había
evaluado todos los informes. Había recibido absolutamente toda la
información acerca del estado de su hija Bianca, y ya todo estaba dicho, lo
único que estaban haciendo, era retrasar lo inevitable.
Después de aquella pelea, Alfredo se fue a casa, tenía que encontrar la
manera de calmarse, ya que, lo único que quería era asesinar a Gregorio, y
aunque comprendía parcialmente su punto de vista, no iba a dejar que le
quitaran al amor de su vida.
Por otra parte, Gregorio necesitaba que Alfredo entrara en razón y
entendiera que desconectar a Bianca era la única opción que tenían, pero no
sabía cómo hacerlo. Alfredo se había aferrado a la idea de que tarde o
temprano la chica despertaría, algo que parecía ser más una ilusión que
manaba desde lo más profundo de su corazón, pero que estaba muy alejado
de la realidad.
Las semanas transcurrieron, y después de tres meses de verla postrada en
una cama sin ninguna evolución, supo que era necesario recurrir a medidas
más drásticas. Ya los médicos no podían hacer nada, absolutamente
ningunos de los avances científicos podrían ser útiles en esa situación, ante
lo que, Alfredo comenzó a evaluar algunas alternativas absurdas para
muchos, pero que, en su situación, era la única esperanza.
Había escuchado sobre los pactos espiritistas, y aunque eso iba en contra de
sus creencias, había investigado acerca de esta práctica durante sus noches
de insomnio, y esto, solo podía hacer que perdiera dinero, nada más.
Mientras investigaba en foros y en páginas especializadas, había encontrado
algunas referencias y opiniones muy encontradas, mientras algunos
aseguraban que todo se trataba de una estafa, otros afirmaban que había
funcionado, pero que era peligroso.
Alfredo se encontraba entre dos aguas, así que, ya dependía de su decisión,
de su criterio, de una visión ante la vida que lo haría tomar una decisión que
era racional para unos y totalmente absurda para otros. Si era una estafa,
entonces ni siquiera lo notaría, su negocio iba bien a pesar de que lo había
descuidado tremendamente, y las acciones habían bajado gradualmente de
precio.
Pero si todo funcionaba, tendría una luz de esperanza que brindarle a
Bianca, a quien consideraba su alma gemela, y a quien no iba a dejar sin
hacer hasta el último esfuerzo por recuperarla. Para Alfredo, la solución
parecía estar más cerca de lo que imaginaba.
En la oficina, se decía que la empleada de servicio, quien realizaba la
limpieza en el nivel donde él trabajaba, era una bruja. Su nombre era
Herminia López, y aunque nunca había indagado en la razón de estos
rumores, era lo más cercano que tenía a poder acceder a ese mundo de
magia y oscuridad. Fue por esto, que Alfredo decidió buscar por sus propios
medios las respuestas.
— Buenos días, Herminia. ¿Cómo estás hoy? — Preguntó Alfredo a la
mujer, mientras ésta limpiaba con un trapeador el piso.
Herminia se extrañó, ya que, generalmente ni siquiera era notada su
existencia en el lugar. Era una inmigrante ilegal que había conseguido este
empleo simplemente por lástima de la chica de recursos humanos, pero no
era tratada como ella consideraba que se merecía.
La humilde señora siempre estaba en condiciones discretas, no hablaba con
nadie, era silenciosa, y esto, había comenzado generar rumores extraños en
torno a su personalidad.
— Muy bien, señor Alfredo. ¿Y usted cómo está? ¿Cómo sigue la señora
Bianca? — Preguntó la mujer de forma amable.
— La verdad es que no hay mucho que pueda decir sobre Bianca. Está en
coma, no hay posibilidades de que despierte, según los médicos. — Dijo el
perturbado Alfredo.
— Es lamentable. Realmente espero que pueda encontrar una solución a
esta situación. Sé que no la está pasando muy bien, señor Alfredo. ¡Tenga
fe! — Dijo la mujer con una sonrisa muy agradable en su rostro.
Era una mujer pequeña, de cabello corto, piel oscura, con una mirada
misteriosa y enigmática, la cual, llevaba su uniforme de empleada de
servicio habitual, de un color grisáceo combinado con blanco en sus
mangas, no era nada irregular, por lo que, Alfredo no entendía por qué se
decía que era una bruja.
— Creo que nunca habíamos conversado en el pasado. ¿Te importaría
tomarte una taza de café en mi oficina, Herminia?
— Todavía tengo algunas cosas que limpiar, Señor. Pero un buen café me
iría bien. — Dijo la mujer muy sonriente.
Ambos caminaron a la oficina, Alfredo tenía algo de nervios, ya que, no
sabía cómo abordar la situación.
Después de preparar una taza de café expreso para Herminia y otra para él,
habían conversado acerca de sus orígenes.
Resultó que la mujer también era de Monterrey, y había emigrado a los
Estados Unidos de una forma ilegal, pasando por muchos empleos
inestables hasta llegar a esta empresa. Finalmente, se le había dado la
oportunidad de acceder a un contrato mucho más estable que le generaba un
salario lo suficientemente decente como para vivir en condiciones mínimas,
pero enviaba dinero constantemente a su país.
— Herminia, la razones por las que te he traído a mi oficina no son
simplemente para conversar. Tengo una pregunta que hacerte.
— ¿Hay algo malo con mi trabajo, señor Alfredo? ¿Es que acaso lo estoy
haciendo mal? — Dijo la preocupada Herminia.
— No, no te preocupes, quédate tranquila que no tiene nada que ver con
trabajo. La pregunta es un poco más personal y quizá puede ser un poco
incómoda.
— No se preocupe, señor Alfredo. Puede decirme lo que necesite.
— Muchos en la oficina dicen que eres una bruja. Pero no lo dicen de una
forma despectiva o como insulto. De hecho, aseguran que realmente
practicas la brujería. ¿Eso es cierto?
— ¿Eso podría comprometer mi puesto de trabajo, señor?
— Ya te he dicho que no. Esto es totalmente aislado en nuestra relación
laboral, Herminia. Necesito que me des una respuesta. — Dijo Alfredo casi
con lágrimas en sus ojos.
Resultó que Herminia adoraba a la Santa Muerte, y aunque esta era una
práctica normal entre los mexicanos, ella aseguró que tenía el poder de
conectar con la muerte directamente y pedirle cualquier cosa.
Era una afirmación que cualquiera atribuiría a una persona loca, demente o
esquizofrénica, pero Alfredo no estaba en condiciones para juzgar, así que,
era momento de abrir su mente hacia nuevas posibilidades.
— ¿Si puedes pedirle cualquier cosa a la muerte, por qué no le has pedido
riquezas y poder? ¿Es que acaso no es eso lo que pide la mayoría de las
personas?
— No, señor. La muerte siempre cobra con intereses muy caros, y lo mejor
es no molestarla si no es necesario.
— ¿Entonces de qué sirve que puedas comunicarte con ella?
— El hecho de que yo no la moleste para mi propio bienestar, no significa
que otras personas no estén dispuestas a acceder a las condiciones de la
muerte. Ella es caprichosa, bipolar, un poco egoísta y bastante
impredecible. Solo lo hago por ayudar.
— ¿Crees que yo podría hablar con ella con tu ayuda? — Dijo Alfredo, sin
creer sus propias palabras.
— Por supuesto, señor Alfredo. Pero debo decirle que es una decisión que
debe pensar muy bien. Si se comunica con la muerte y sus condiciones son
extremas, no habrá marcha atrás.
Alfredo estaba desesperado, y había pocas cosas en el mundo que podían
hacer que un hombre en su situación entrar en razón. Fue entonces cuando
le pidió a Herminia que le mostrara lo que podía hacer.
Ella lo había citado en su casa al día siguiente, y se reunirían para una
sesión. Alfredo necesitaba saber cuánto dinero le cobraría, ya que, debía
llevar el efectivo, pero Herminia le había asegurado que sólo le daría lo que
su corazón le dictara, que ella no lo hacía por dinero, lo hacía por ayudar.
Como era de esperarse, esa noche, Alfredo tampoco pudo dormir con
tranquilidad. Había razones claras para estar agitado y un poco preocupado.
Pasó toda la noche aguantando las ganas de fumar, la ansiedad lo estaba
matando, y los nervios que lo estaban consumiendo, lo hacían implorar por
un cigarrillo.
Sentía que estaba cometiendo un error al meterse en asuntos desconocidos
para él, pero era algo que Bianca hubiese hecho por él si hubiese estado en
sus manos. A veces, tenía sueños donde Bianca le pedía encarecidamente
que la dejara ir, que la desconectara, pero Alfredo se despertaba llorando y
desesperado, cargado de impotencia, al no poder hacer absolutamente nada
más por ella que esperar un milagro.
Había sido una de las noches más largas que había vivido, ya que, entre
pensamientos, presunciones, hipótesis y juicios, se le habían ido los
minutos, las horas y finalmente el amanecer llegó.
Debía cumplir con sus deberes habituales, ir a la oficina, al hospital, atender
los pendientes y conversar con algunos clientes, nada del otro mundo, pero
al atardecer, debía hacer algo de tiempo en su agenda para ir a la sesión con
aquella mujer. Herminia lo estaría esperando en la dirección que le había
proporcionado en un pequeño papel, donde había escrito con su propio
puño y letra cómo llegar y en dónde encontrarla.
Antes de ir a aquella sesión, había decidido pasar por el hospital, Bianca
seguía en el mismo estado, y, de hecho, Alfredo se había encontrado con
Gregorio, quien una vez más había decidido tocar el tema de la
desconexión.
— Alfredo, tienes que aceptarlo… Tenemos que dejarla ir, ¿hasta cuándo
vas a seguir prolongando el sufrimiento de la pobre Bianca?
— No es algo de lo que quiera hablar ahora, Gregorio. Sabes muy bien que
no va a terminar bien esta conversación.
— Esto lo estás haciendo más por ti que por ella. Te niegas a dejarla ir por
miedo. ¿Pero acaso crees que me hace feliz dejar morir a mi hija? Alfredo,
eres tú quien tiene miedo, ella ni siquiera puede escucharnos, está muerta, a
pesar de que el monitor diga lo contrario. — Dijo Gregorio.
— No la vamos a desconectar, y no seguiré discutiendo esto contigo,
Gregario. Pronto va a ocurrir un milagro, solo debes confiar, ten algo de fe.
— Dijo Alfredo, mientras colocaba la mano en el hombro de su suegro.
Gregorio era un hombre poderoso, y sus influencias tenían mucho más
alcance que las del propio Alfredo, así que, ya se estaba cansando de tener
que contar con la autorización de este joven para desconectar a su hija.
Él la amaba tanto como Alfredo, pero no quería seguir sometiéndola a un
sufrimiento como ese. La paciencia de Gregorio se estaba acabando y
pronto iba a demostrar quién era realmente.
Alfredo se fue del hospital y condujo hacia una zona bastante humilde
ubicada en los barrios bajos de la ciudad. Caminó por un callejón y observó
el lado oscuro de la ciudad que siempre admiró y en donde siempre quiso
vivir.
Entendió, que, desde su lujoso trono de éxito y excesos, no había visto
hacia este ángulo de la vida, donde las personas morían de hambre, sin
atención médica y con el riesgo de la violencia latente en las calles, debido
a la gran cantidad de bandas y criminales que existían en esta zona.
De hecho, vivió en carne propia los embates de habitar en un lugar como
este, ya que, mientras caminaba por el callejón que había sido indicado por
la propia Herminia en el pequeño trozo de papel, fue interceptado por dos
sujetos, quienes, sin ninguna piedad, le habían arrebatado el reloj, le habían
proporcionado un golpe en la cara, y le habían quitado la billetera.
Por suerte, había sido previsible y había guardado dos billetes de 100
dólares en su media derecha, ya que, se imaginaba que un escenario como
este se llevaría a cabo. Que le quitaran un reloj de 3.000 dólares no era
importante para él, no estaba apegado a lo material, y lo único que quería,
era salvar a Bianca, así que, en lugar de arrepentirse y volver a casa, siguió
adelante sin importar los riesgos que se encontrara más allá de lo que
conocía.
Cuando llegó a la casa de la empleada de la oficina, Herminia le abrió la
puerta de una casa bastante descuidada, en la que vivía ella sola. Ambos
caminaron por la sala, todo estaba muy bien organizado y limpio, a pesar de
que la casa era bastante humilde.
Ella lo llevó a su habitación de sesiones, y allí tenía una gran cantidad de
velas y calaveras, Alfredo no pudo evitar sentir escalofríos y unas ganas
increíbles de salir de allí, pero no se marchó. Había una energía extraña que
era abrumadora en el ambiente, casi no podía respirar, sentía como su
corazón latía con fuerza, era algo inexplicable, lo más sobrenatural que
había vivido Alfredo en toda su existencia.
Para él, fue un contraste significativo lo que estaba viviendo en
comparación con lo que conocía, ya que, él estaba acostumbrado a
conseguirlo todo con el dinero. Iba a lujosos hoteles en los que se
hospedaba pagando cientos de dólares que podrían hacer que la vida de una
mujer como Herminia fuese mucho más holgada.
Pero no podía sentir culpa por esto, ya que, él se había esforzado lo
suficiente, conocía perfectamente lo que implicaba llegar hasta donde él
había llegado, nadie le había regalado nada, él había confiado en sí mismo y
había logrado todo lo que se había propuesto. Algo que muy pocos en este
mundo pueden decir.
Sin conversar demasiado, debido a que Herminia había notado el
nerviosismo de Alfredo, esta inició el ritual. Encendió algunas velas, y
comenzó las invocaciones, hablaba muy rápido, ante lo que, Alfredo no
podía detallar realmente sus palabras.
Éste, la observaba con cierta curiosidad, pero en cuestión de segundos,
Herminia se transformó en alguien completamente diferente. Sus ojos eran
completamente negros, y su boca, estaba deforme.
Alfredo sintió un pánico indescriptible, se puso frío, sintió corriente
eléctrica pura viajando por todo su cuerpo, la adrenalina se disparó, ya que,
lo desconocido estaba frente a él. Herminia comenzó hablar un idioma
desconocido, y después de unos segundos de terror, de pronto volvió hacer
la misma mujer que lo había recibido.
— Ya he conectado con el otro lado, señor Alfredo. ¡Es el momento!
— ¿Qué debo hacer, Herminia?
— Si tiene una petición para la santa muerte, debe hacerla rápido, ya que, la
muerte es impaciente.
— Quiero salvar a mi esposa. No importa el coste, quiero que Bianca esté
bien, que el cáncer salga ya de su cuerpo. — Dijo Alfredo.
— Una petición como esa requiere de otra vida…
— ¡No entiendo lo que dices, Herminia! ¿A qué te refieres?
— Un alma por otra alma…
— ¡Sigo sin entender! Pensé que esto se pagaba con dinero y ya.
— La muerte no hace nada con dinero, señor Alfredo. Debe entregar la vida
de quien indique la muerte. Será la única manera en que pueda salvar a su
esposa.
Alfredo estaba tan desesperado, que no había medido las consecuencias de
lo que estaba ocurriendo. Él no estaba convencido en lo absoluto de
acceder, pero cegado por su objetivo, aceptó las demandas de aquella mujer.
Todo terminó y ella le dijo que estaba hecho. Herminia se mostraba un poco
confundida y dispersa, así que, Alfredo aprovechó esta confusión y decidió
ponerse de pie y salió de la habitación.
Estando en la sala, se comunicó con Gregorio, le preguntó por Bianca, pero
este, le respondió que todo seguía igual. Desde la percepción de Alfredo,
todo había sido una estafa, consideraba que los resultados serían
instantáneos, así que, lo mejor era irse, ya que, sintió instantáneamente que
se había equivocado.
— Todo sigue igual, Herminia. Nada ha cambiado. Toma estos 100 dólares,
aunque siento que no te los mereces. — Dijo Alfredo, antes de abandonar el
lugar.
— Señor, recuerde que es un alma por un alma. Las cosas no son tan
sencillas como usted cree.
Él sintió que le había dado el dinero más por lástima que por merecérselo,
así que, tras salir de allí y completamente frustrado, volvió a su coche y se
fue a casa.
Cuando entró a la mansión, notó que una fotografía de él estaba rota en el
suelo, la levantó, y sin darle importancia, la había tirado a la basura. Estaba
abrumado, confundido y lleno de muchas preguntas, lo que había visto en la
casa de Herminia, había sido de lo más extraño a lo que se había sometido a
lo largo de su vida, así que, necesitaba una ducha caliente y acostarse a
dormir, o al menos a intentarlo.
Se deshizo de sus ropas, y cuando entró al cuarto de baño, cuando se miró
en el espejo, éste se rompió en cientos de pedazos, ante lo que, este saltó
instantáneamente, ya que, el susto había sido increíble. Le atribuyó el hecho
a que, posiblemente, el cambio de temperatura drástico en la habitación
había generado la ruptura de este objeto, pero nada tenía que ver con ello,
tenía que abrir sus ojos para poder entender realmente lo que estaba
pasando.
Fue algo curioso, pero después de recoger los vidrios y tomar la ducha,
salió del baño con una sensación en la nuca de que lo estaban observando.
Era algo raro, era la primera vez que se sentía así en su propia casa, miraba
a todos lados, y por alguna razón, sentía que había ojos mirándolo desde
diferentes ángulos.
Había sido un día difícil, y posiblemente la paranoia lo estaba consumiendo,
así que, decidió vestirse e ir a la cocina para tomar un vaso de leche antes
de dormir. Cuando pasó frente al espejo del salón principal, pudo ver una
figura cadavérica señalándolo, y cuando Así no la mirada para verificar lo
que había visto, se ve asimismo con el rostro deforme.
Tenía las cuencas hundidas, sus dientes eran grandes, sus pómulos estaban
muy marcados, era como si de pronto, su rostro subiese tornado cadavérico.
En ese momento, escuchó una voz en lo más profundo de su cabeza,
retumbando como los gritos de miles de hombres desesperados,
pronunciando su nombre, en ese momento, decidió correr a su habitación.
Subió rápidamente por las escaleras, consumido por el miedo e
internalizando la posibilidad de haberse equivocado al ir aquella sesión con
Herminia, Pues recordó las palabras que ésta le había dicho en relación a
que a la muerte no debía molestarse si no era necesario.
La respiración de Alfredo era agitada, su corazón bombeaba con fuerza,
sentía que iba a colapsar, había un mareo profundo en su cabeza y todo
palpitaba retumbando de una manera brutal. De nuevo volvió a escuchar su
nombre, pero esta vez, era susurrante, estaba tan asustado, que decidió
sentarse en el borde de la cama, todo se había salido de control.
En ese punto, recordó las palabras de Herminia, y presumió que el alma que
necesitaba la muerte para cumplir su promesa era precisamente la suya. De
manera súbita, todo se calmó esa noche, fue prácticamente imposible
dormir, pero logró descansar al menos un par de horas.
Durante los días siguientes todo ocurrió de la misma manera, y cuando
finalmente acumuló el valor para preguntarle a Herminia sobre lo que
estaba pasando, ella le confirmó que precisamente la muerte estaba
buscando su alma, y que no cumpliría su palabra a menos que ofrezca el
alma de otra persona en su lugar.
El no entendía, pero nuevamente Herminia le explicó que la muerte
requería de un alma, si no era la de él, podía entregar a otra en sustitución,
pero debía ser un alma que mereciera morir, no la de un inocente.
Por primera vez, Alfredo se sometía a la situación de conseguir un arma,
había comprado el objeto en el mercado negro, en el mismo barrio donde
vivía Herminia, ya que, ella misma le había recomendado cómo
conseguirla.
Pasó toda la noche conduciendo por la zona más peligrosa de la ciudad de
Nueva York, necesitaba realizar una cacería de esa alma oscura para
entregar, así que, mientras conducía con su lujoso coche por las calles más
oscuras de Nueva York, se prepara cargado de nerviosismo y expectativas.
Esa noche, observó cómo una chica solitaria caminaba con un abrigo
marrón y su bolso a un lado. Parecía dirigirse a casa después de un largo día
de trabajo, y pudo observar cómo detrás de ella caminaba un chico bastante
sospechoso. Atento a esta situación, Alfredo supo que allí podría estar la
respuesta a sus preguntas.
Observó paralizado como este joven sacó un arma de su cintura, apuntando
a la chica para arrebatarle el bolso, el abrigo, y golpearla para dejarla
tendida en el suelo. Cuando el joven se dio la media vuelta para escapar, se
encontró frente a frente con el cañón de una 9 mm.
Esta, fue disparada sin titubear, Alfredo estaba decidido a seguir adelante
con lo que la muerte le había pedido, o al menos lo que Herminia le había
asegurado que debía hacer, y después de volarle la cabeza a ese joven, se
marchó de allí como si se tratara de un fantasma.
Acababa de asesinar a un hombre sin dudarlo, y a pesar de que estaba
asustado, sentía como la adrenalina lo impulsaba a hacer las cosas con
mayor precisión. Condujo a casa, y al llegar a su hogar, se sentó en la sala
principal, evaluando cómo su vida se había convertido en un desastre solo
por la desesperación.
En ese momento, recibió una llamada que lo hizo saltar del susto, al ver la
pantalla, era Gregorio, nada bueno podía ser.
— Hola, Gregorio. ¿Cómo está Bianca? ¿Todo está bien?
Era inevitable que cuando recibía este tipo de llamadas, no pensara siempre
que algo malo había pasado.
— Lamento decirte que Bianca ha muerto. Quizás sea prudente que vengas
en la mañana, si vienes ahora, te expones al peligro innecesario en las
calles. Ya ha descansado en paz, Alfredo.
— ¿Qué has hecho, mal nacido? ¿La has desconectado, cierto? ¡Sabía que
lo harías, hijo de perra!
— Pasaría tarde o temprano, Alfredo. Nos veremos en la mañana. Intenta
descansar, ya todo ha terminado. — Dijo Gregorio.
Alfredo colapsó, comenzó a golpear absolutamente todo, convirtió su casa
en una zona de guerra, ya que, tomaba los muebles, y los lanzaba a metros
de distancia como si se tratara de un demente. Lágrimas, gritos, violencia,
ira, desesperación, invaden toda su casa, la misma donde había habitado
con el amor de su vida y a quien había perdido ahora para siempre.
Al hecho de que había perdido su esposa, se le sumaba la situación
complicada de que ahora era un asesino, y si lograban vincular a ese chico
que había quedado tendido en una calle de Nueva York con una bala de su
arma, entonces terminaría encerrado el resto de su vida por asesinato. Todo
se había ido por el escusado, lo había perdido todo y ya no había más
razones para vivir.
Sin pensarlo demasiado, y después de fumar su último cigarrillo, Alfredo
Puso el cañón de su arma dentro de su boca para terminar con su vida. A las
11:00 de la noche jaló el gatillo, ya nada valía la pena.
Alfredo fue encontrado dos horas más tarde por las autoridades, ya que, los
vecinos habían escuchado la detonación y habían llamado a emergencias.
En ese mismo tiempo, Bianca fue trasladada a la morgue, tras ser
desconectada, su corazón dejó de latir. Gregorio despidió a su hija, había
comprado al médico y éste había firmado la autorización.
El cuerpo de Bianca fue cubierto con una sábana blanca, pero en contra de
todos los designios de dios y la naturaleza, esa noche volvió a la vida.
3
El mundo normal y racional como lo conocía Alfredo, había cambiado por
completo. De hecho, el sentido de todo lo que estaba ocurriendo, era
completamente absurdo, pero en medio de su confusión, simplemente trata
de calmarse, ya que, se encontraba tan agitado, que sentía que colapsaría en
ese momento.
Había descubierto finalmente lo que había más allá de la muerte conocida
por los humanos, la pregunta que todo se hacían durante sus vidas,
finalmente había sido contestada.
Muchos se cuestionaban acerca de si realmente existía un más allá o un
paraíso, si realmente valía la pena ser una buena persona durante la vida
para poder garantizar un buen lugar en la muerte, pero eso, estaba
transcurriendo precisamente en la vida de Alfredo, quien, al abrir los ojos,
se encontró con algo completamente inesperado, era algo mucho más
profundo de lo que él imaginaba.
Lo que siempre había pensado que había más allá de la muerte, era un
paraíso, descanso, tranquilidad, quizá mucha luz y Ángeles, era la
percepción que tenía debido a todas las cosas que le mencionaba su madre
desde que era un niño.
Pero nada era como las personas lo imaginaban, ya que, éste había
despertado en su propia habitación, la lujosa habitación de aquella mansión
donde él mismo se había quitado la vida volándose la cabeza al dispararse
con un 9 mm, introduciendo el cañón en su boca.
Recordaba parte de lo que había ocurrido, pero, aunque todo es extraño,
sabe que no debería estar allí. Pero el lugar estaba intacto, no era un
desastre como debía ser, ya que, cuando se había volado la cabeza, el lugar
había quedado convertido en un festival de sangre y sesos.
Pero todo estaba perfectamente limpio y organizado como si nada hubiese
pasado, estaba tendido allí en la cama, podía ver sus pies con sus zapatos de
diseñador aún puestos, llevaba un traje negro, el Armani favorito que
generalmente utilizaba, así que, tras sentarse en el borde de la cama con un
poco de confusión, trató de respirar con calma, ya que, estaba un poco
asustado.
Sus pies tocaron el suelo, y sintió la superficie dura del mismo, poco a
poco, recuperó el sentido del equilibrio, y dejando atrás la confusión,
caminó hacia la puerta de la habitación para abrirla y salir. Lentamente,
caminaba hacia la cocina mientras contemplaba todo tal cual era
habitualmente, los cuadros de miles de dólares, la decoración que había
elegido su difunta esposa, y el espacioso lugar que habían elegido ambos
después de casarse.
Su camino hacia la cocina tenía como objetivo hidratarse, ya que, tenía
tanta sed como nunca antes. Abrió el refrigerador, sacó una botella de agua,
se sirvió un vaso, y lo bebió hasta el fondo. Decidió repetir la operación, ya
que, sintió que el agua no había llegado a ninguna parte, y su garganta
estaba tan seca como en un principio.
Hasta ese momento, no había nada irregular, no tenía por qué asustarse, ya
que, todo era normal, aunque inexplicable, ya que, Alfredo estaba
consciente de que debía estar muerto. Si la bala había atravesado su cabeza,
no era posible que todo transcurriera en absoluta normalidad como si nada
hubiese pasado.
Tenía vagos recuerdos, inclusive, aún podía escuchar la detonación del arma
explotando cerca de su cara, algo que era bastante característico. Sintió la
necesidad de comunicarse con algún amigo o familiar, pero cuando buscó
su teléfono móvil en su bolsillo, no lo tenía.
Esto, lo obligó a caminar hacia la sala, ya que, utilizaría el teléfono
principal de la casa, pero cuando quiso hacer esto, pudo ver su reflejo en el
espejo principal, ante lo que, sintió algo muy perturbador en su pecho. Lo
que se veía reflejado allí, no era él, y esta imagen, lo afectó tanto, que se vio
obligado a caminar rápidamente hacia el espejo para acercarse y verificar lo
que sospechaba.
A pesar de que era el traje que habitualmente utilizaba, su traje de diseñador
color negro, una camisa blanca y una corbata que hacía juego con el traje,
su rostro no era el que él conocía, había un cambio significativo, esta
transformación, lo había dejado tan impactado, que ni siquiera podía
respirar, tuvo que recordar que debía hacerlo, así que, se tocó la cara con los
dedos, y trató de limpiar el espejo, asumiendo que quizá se trataba de algún
truco de luz o algo paranormal, pero no había forma de quitar la máscara
que tenía en su cara.
Sintió algo de miedo, pero lentamente, comenzó a recuperar la calma,
mientras él mismo se convencía de que lo que estaba pasando no era cierto.
Tenía un rostro cadavérico, como el que suelen hacerse en México las
catrinas para celebrar el día de la santa muerte.
Él se pasó los dedos por la cara, trató de quitarse aquellas marcas que
ocultaban su verdadero rostro, pero parecía estar adherida a la piel, de
hecho, sentía que su cara, era precisamente aquella calavera, no había color,
no había carne, no había tejido, esto, lo perturbó tanto, que decidió correr al
cuarto de baño para lavarse con agua y jabón.
Abrió la llave de lavamanos, se intentó borrar las marcas utilizando el agua
que salía del grifo, pero esta, caía al lavamanos totalmente limpia, no
parecía remover absolutamente nada, se vio en el espejo, y todo estaba
intacto, volvió a inclinarse y una vez más se lavó con mucho jabón y agua,
pero esta vez, las cosas no cambiaron.
Tuvo la sensación de que mientras más trataba de borrar las marcas, éstas
más se aferraban a su cara, así que, después de varios intentos, se miró en el
espejo una vez más, y observó una silueta justo detrás de él. Lo que vio, le
generó escalofríos, era la cosa más aterradora que hubiese presenciado
jamás, era una figura alta, delgada, una silueta humana, pero tenía una
túnica negra, y no podía ver su rostro ante la oscuridad que cubría la zona
de su cara.
No parecía ser real, cerró sus ojos, y cuando los abrió nuevamente, todavía
estaba allí.
— ¿Quién eres y qué haces aquí?
— Sabes perfectamente quién soy y a qué he venido. Respondió una voz
vieja y desgastada, casi de ultratumba.
— ¿Estoy muerto? ¿Acaso eres la muerte y has venido a buscarme?
— Al menos reconoces que estás muerto. Sí, he venido a reclamar lo que
me pertenece, tu alma. — Dijo el personaje.
— ¿Eres una especie de cobrador de deudas de la muerte?
— No, Alfredo. Yo soy La Muerte. Y he venido personalmente a buscarte.
¿Estás preparado?
— La verdad es que no. Pero creo que no tengo otras opciones.
— Has sido muy noble de tu parte entregar tu alma para salvar una vida,
pero hay reglas que hay que respetar, tu amor por Bianca es impresionante,
y pocos son los casos como el tuyo. Generalmente piden riquezas, pero
entiendo que tú has trabajado para tener la vida que tuviste. Mientras
algunos demandan excesos y comodidades, tú sólo pensabas en el bienestar
de quien amabas, y eso tiene algo de valor.
— Las cosas no salieron como esperaba, quizá, no debí alterar nada. ¿Acaso
hay algún premio o bonificación por el hecho de haber actuado de esa
manera? — Dijo Alfredo, con algo de sarcasmo.
— Sí, de hecho, planeaba darte un último regalo antes de marcharnos. —
Dijo la muerte.
Era una conversación extraña, estaba frente a frente con La Muerte, quien le
hablaba de una manera tranquila y relajada, con una voz carrasposa, con
una mezcla entre agudo y grave, era como si dos voces hablaran de manera
simultánea.
Esta, había llegado allí para reclamar el alma de Alfredo como si se tratara
de un trofeo, quien había vendido su alma, a cambio de cumplir con la
petición que éste le había solicitado.
Pero la muerte, consciente de que la necesidad principal de Alfredo no era
superficial, sino que, provenía desde lo más profundo de su corazón y era
algo bueno, lo tomó de la mano, y en ese instante lo llevo directamente al
lugar donde tanto había deseado estar. Cerca de Bianca, directamente en la
morgue del hospital.
En ese momento, Bianca se quitaba lentamente la sábana de encima, había
sido lo único que habían colocado sobre su cuerpo, aquella noche después
de declararla muerta. Fue llevada a un lugar refrigerado para que su cuerpo
se mantuviese algunas horas, para prepararla para La ceremonia en su
honor, pero esta, había recuperado el aliento de una manera masiva,
experimentando pulsaciones tan fuertes, que tuvo que sentarse en el borde
de la camilla para poder calmarse.
Las náuseas que experimentó en ese momento, fueron increíbles, y tuvo que
vomitar un par de veces, y el fluido que emanó desde lo más profundo de su
ser, era putrefacto y asqueroso. No sabía lo que había expulsado, pero esta,
sí sabía algo, se sentía mejor, y la enfermedad que le había acompañado
durante un tiempo, no parecía seguir habitando dentro de ella.
— ¿Realmente es Bianca? ¿Qué está pasando? — Le preguntó Alfredo a la
muerte.
— Bianca está regresando de la muerte. Siempre cumplo mis acuerdos. Fue
difícil regresarla, pero mírala, lo que ves es real, está aquí, y está sana, así
que, lo que has visto que ha expulsado, es su enfermedad. — Dijo la
muerte.
Alfredo no pudo contenerse para comenzar a llorar, si lo que estaba viendo
era real, entonces se había materializado su más fuerte deseo, la necesidad
más extrema que había tenido en todo ese tiempo, ya que, nunca había visto
a nadie sufrir tanto como a su propia esposa, y esta, se recuperaba
lentamente de algo que parecía ser sobrenatural para la mayoría de las
personas, pero frente a sus ojos, lucía perfectamente normal.
Bianca había pasado tres meses dormida en un profundo coma, había sido
desconectada por orden de su padre, y de pronto, estaba allí frente a él,
viva, respirando el mismo aire que aparentemente él también respiraba.
Recuperaba la vitalidad con cada segundo, y trató de acercarse ella para
abrazarla. Pero cuando trató de tocarla, descubrió que lo que estaba pasando
era mucho más extraño de lo que imaginaba.
Bianca no podía verlo ni escucharlo, y esto lo llenó de una frustración
tremenda.
— ¿Por qué no puede verme? ¡Bianca, estoy aquí, mírame, por favor! —
Dijo Alfredo, mientras alternaba su mirada entre la muerte y su esposa.
— El regalo consistía en que la vieras por última vez, en ningún momento
hablamos de que podrías estar en contacto con ella. ¡Estás muerto, Alfredo!
— Dijo la voz de la muerte.
— ¡Esto no puede ser justo! Lo que más deseaba era tenerla entre mis
manos, volver a abrazarla, besarla, escuchar sus risas, no quiero irme sin
poder tocarla. — Dijo Alfredo, mientras se acercaba ella para darle un beso
en los labios, pero fue inútil.
— Toma en cuenta que generalmente no le doy este beneficio a
absolutamente nadie. He sido condescendiente contigo porque considero
que te lo mereces. Pero no puedes tocarla, estamos en planos
completamente diferentes, ella está con los vivos, y ahora, tu alma me
pertenece y deberás ir a donde debes ir. — Dijo la muerte.
Alfredo se desplomó a llorar sabiendo que no iba a estar con Bianca nunca
más, y se dejó llevar por la desesperación. Era un amor que trascendía los
umbrales de la lógica, y que casi podía romper con esa barrera entre la vida
y la muerte. Alfredo, en ese momento, gritó tan fuerte como pudo el
nombre de Bianca, y en ese momento, la chica volteó hacia un lado, ya que,
le pareció haberlo escuchado.
— ¡Te amo, Bianca! ¡Te amaré siempre, y nada podrá impedir que este
amor siga vivo en la eternidad! — Gritó Alfredo, mientras golpeaba con
mucha fuerza en la superficie del suelo.
Este evento fue sorpresivo inclusive para la muerte, ya que, no estaba
acostumbrada a ver este tipo de fenómenos con frecuencia. Alfredo parecía
ser uno de los pocos elegidos, que tenían el poder de conectarse con el
plano real sin saberlo. Ese grito que había dado, no debía ser escuchado, los
muertos y los vivos no se comunicaban.
— ¡Vuelve a ser eso que has hecho! — Dijo la muerte.
— ¿A qué te refieres? — Respondió Alfredo.
— Trata de hablar con Bianca. ¡Tócala, trata de besarla una vez más! —
Dijo la muerte.
Alfredo estaba tan perturbado y confundido, que ni siquiera había notado
cuando la chica había percibido su presencia en medio de sus gritos. Éste,
se puso de pie, y trató de acariciar su cabello, este, cubría parte de su rostro,
y Alfredo se esforzó por apartarlo para besar los labios de su esposa. Pero
fue inútil, aunque el cabello, solo se movió un poco, como si una suave
brisa lo hubiese movido.
— ¡Tenemos que irnos ahora mismo! — Dijo la muerte.
— ¿Qué está pasando, y por qué pude mover su cabello? ¡No podemos
irnos, no me alejes de ella, te lo ruego! — Dijo Alfredo, mientras trataba de
alejarse de la muerte, la cual, se acercaba a él para tomarlo de la mano.
Aunque tratara de alejarse, sabía que no podía escapar de la muerte, así que,
simplemente fue atrapado por ella, y rápidamente volvieron a la habitación
de la gran mansión Ferrer. Allí, necesitaban tener una conversación, ya que,
parecía que las condiciones habían cambiado de manera repentina.
— ¿Por qué me has alejado de Bianca? ¡Por qué no podemos estar juntos,
maldita sea! — Dijo Alfredo, en medio de frustración e ira.
— Tengo un acuerdo que puede interesarte. El poder de tu espíritu, la
fortaleza de tu alma, es algo que se ve con muy poca frecuencia.
— ¿Un acuerdo? Te escucho. — Dijo Alfredo.
Mientras esto ocurría, Bianca trataba de entender lo que estaba pasando en
su entorno. No recordaba la última vez que se había sentido tan bien, pero
tampoco tenía demasiadas explicaciones para lo que estaba pasando a su
alrededor, sabía que estaba en una morgue, ya se había dado cuenta de esto,
y recordaba que había sufrido de cáncer de pulmón durante mucho tiempo.
Debía estar la tos latente, pero respiró profundo, y sus pulmones
funcionaron de manera perfecta, ante lo que, todo parecía ser parte de un
milagro o algo muy extraño. La chica simplemente siguió su instinto, se
puso de pie, y caminó descalza hacia las afueras de aquella habitación,
necesitaba volver a casa.
En la residencia Ferrer, la muerte se encargó de explicarle a Alfredo que su
esposa estaba viva y sana, pero que, si quería mantenerla así, debía cederle
definitivamente su alma y convertirse en su nuevo medio.
— ¿No entiendo lo que quieres? ¿Qué significa que debo ser tu nuevo
medio?
— Tienes un poder espiritual increíble, eres de las pocas almas que tienen la
posibilidad de romper las barreras entre la vida y la muerte, y como verás,
yo tengo ese poder. Tienes un don, Alfredo, así que, puedo aprovecharlo si
estás interesado en hacer un intercambio de intereses.
— Herminia me comentó que la muerte era inestable y traicionera, parece
que no se equivocó. ¿Ahora qué propones? ¿Cómo pretendes engañarme
esta vez?
— No pretendo engañarte. Tienes algo que me interesa, y yo puedo
proveerte algo que tú necesitas. ¿En dónde está el engaño? Eres un hombre
de negocios, sabes aprovechar una oportunidad cuando está frente a ti,
¿dejarás pasar esta?
Alfredo no confiaba en lo absoluto en la muerte, ya que, había descubierto
que sus designios eran completamente inesperados y engañosos, pero no
tenía demasiadas opciones, si se negaba a escuchar a su interlocutor, pronto
estaría en un lugar desconocido para él mismo, y nunca más volvería a ver a
Bianca.
— Necesito que seas mi nuevo medio, un vehículo, un cuerpo. Lo que soy
ahora, ha sido durante cientos de años, está desgastado y cansado, pero
ahora, tengo la oportunidad de renovarme en ti, y si aceptas, puedo
devolverte la posibilidad de estar cerca de quien amas, pero bajo mis
condiciones.
— ¿Por qué yo? ¿Qué me hace especial?
— Tienes un equilibrio perfecto entre el bien y el mal. Sabes muy bien
cuando hacer lo correcto y estás consciente de que, si debes hacer algo malo
para un buen propósito, lo harás sin titubear. Lo demostraste cuando
asesinaste a ese hombre sin que te temblara el pulso. Lo mataste porque
querías que tu esposa estuviese viva, esa alma, no fue válida para mí, igual
moriría pronto de una sobredosis.
— No estoy entendiendo nada, pero creo que el sentido común y el
raciocinio, no son demasiado útiles en una situación como esta.
— Confórmate con saber que vas a volver a la vida, pero con el aspecto que
tienes ahora, no podrás cambiarlo, deberás aprender a moverte con el rostro
cadavérico, y te convertirás en la nueva muerte. Tienes la posibilidad de dar
y quitar vida, estarás cerca de Bianca, pero deberás alimentarte de las almas
que estén asignadas para la reclamación. Hay una larga lista, tú encárgate de
respetar el acuerdo, y todo estará bien.
— ¿Que se supone que debo hacer? Esto no es algo que me ocurra todos los
días. ¿Acaso tenemos que firmar un contrato? ¿Qué pasa si no acepto?
Alfredo había comprendido que lo que estaba pasando era tan real, como el
hecho de que se había pegado un tiro en la cabeza. Pero Bianca estaba de
por medio, así que, tenía una fuerte motivación que lo estaba llevando a
aceptar un acuerdo peligroso y desconocido para él.
No entendía realmente cuál sería el impacto de aceptar algo como eso, pero
finalmente, la muerte había conseguido lo que buscaba.
— Si no aceptas, te aseguro que haré lo posible para llevarme a Bianca
nuevamente. Pero ella no irá al mismo lugar que tú, ya que, los suicidas no
tienen la entrada a la luz con facilidad. — Respondió la muerte.
— Allí está el truco, siempre tratando de manipular y controlarlo todo. Pues
lo dejo a tu criterio, si consideras que hay algo especial en mí, entonces
tómalo, pero ya deja de jugar. ¡Esto me está agotando! — Dijo el ansioso
Alfredo.
En ese momento, Alfredo, ya sin opciones, aceptó el acuerdo de la muerte,
y esta, le puso la mano en la zona del corazón, adueñándose de su alma, y
de su antiguo cuerpo. Alfredo sintió que se quemaba por dentro, sus gritos
eran espantosos y desgarradores, sentía que lo estaban desollando vivo,
pero cuando cayó inconsciente, el dolor terminó de una vez por todas.
Cuando volvió a despertar, las cosas eran distintas, respiraba de una manera
diferente, no era igual a lo que sentía cuando había despertado en su
habitación, pero esta vez, estaba en un vagón de tren subterráneo, abrió los
ojos, y vio pasar frente a sus ojos, las luces de la iluminación del túnel,
observó el reflejo en la ventana, y el vagón estaba casi completamente
vacío.
Estaba sentado frente a un hombre viejo y desaliñado, quien llevaba en sus
manos, una botella de ron cubierta con una bolsa de papel. El sonido de
aviso de que el tren estaba por detenerse, llamó su atención, y finalmente, el
vehículo se detuvo.
El viejo hombre salió del vagón, y Alfredo experimentó una necesidad
increíble de caminar justo detrás de él, algo que era inexplicable, ya que,
nunca lo había visto en el pasado. Pero era un instinto, algo natural, una
sensación que lo estaba manejando, así que, Alfredo se puso de pie y
caminó justo detrás del hombre, el cual, daba tumbos debido a la ebriedad.
Parecía que no sabía lo que estaba pasando en su entorno, y, de hecho, era
muy probable que ni siquiera hubiese notado la presencia de Alfredo, quien
lo seguía a unos cuantos metros. Pero al llegar a un callejón, donde parecía
habitar entre cartones y cajas, el hombre se dejó caer en el suelo, mientras
daba un sorbo a la botella del líquido etílico.
Alfredo, con algo de miedo debido a que no sabía lo que estaba pasando, se
acercó a él sin saber por qué, pero se paró frente al sujeto y le habló.
— ¿Cómo te llamas? — Dijo Alfredo.
El hombre lo escuchó, y gradualmente, pasó de ser una imagen borrosa
frente a él, hacer un rostro de calavera completamente nítido frente a sus
ojos.
— No, ¿quién eres? Aléjate de mí. ¡No, no quiero morir! — Dijo el viejo.
Alfredo le puso la mano en el hombro, y automáticamente pudo ver como
toda la vida de aquel hombre había transcurrido por su mente en unos
cuantos segundos. Observó a aquel hombre siendo despedido de su
empresa, entregándose a licor, abandonando a su familia, perdiendo las
oportunidades que podía obtener si seguía esforzándose, y rindiéndose ante
la adversidad.
Había terminado en las calles simplemente por la desilusión de haber
perdido un buen empleo, y ahora estaba por morir.
— Eres Rafael Vidal… Y este es el momento final. — Dijo Alfredo, aunque
ni siquiera sabía por qué había elegido esas palabras.
Aquel hombre, estaba sumamente asustado, pero a pesar de que su corazón
estaba a punto de estallar, se fue calmando lentamente, y era como si
internalizara de forma gradual, que estaba a punto de morir.
Por otra parte, Alfredo descubrió que estaba vivo, que podía tocar a las
personas, que podía mover cosas, desplazarse por el mundo como si fuese
un humano más, aunque su rostro ponía en evidencia algo aterrador que
muy pocos comprenderían.
Sentía que estaba vivo, al menos de algún modo lo estaba, y ahora tenía una
nueva oportunidad, pero bajo las condiciones del acuerdo que ameritaba ser
la nueva muerte. La antigua muerte había tomado su vida, su alma y parte
de quién fue, pero ahora tenía que lidiar con algo completamente nuevo.
Aquel hombre murió frente a los ojos de Alfredo, quien, de manera
instintiva, aspiró con mucha fuerza, alimentándose de la luz que había sido
absorbida de aquel hombre. Después de experimentar una sensación muy
agradable en su pecho, caminó alejándose de aquel sujeto, sintiéndose lleno
de vida y enérgico.
Comenzaba a entender cuál era su trabajo en medio de aquella situación, así
que, tras volver a la calle principal y reconocer el lugar, entendió que no
estaba lejos del hospital. Decidió correr hasta allí para encontrarse
nuevamente con Bianca, mientras cubrió sus manos, ya que, no quería
llamar la atención.
Al pasar justo al lado de unos jóvenes, le arrebató la gorra a uno de ellos,
este, corrió justo detrás de Alfredo durante unas calles, maldiciéndolo e
insultándolo por haberlo robado, pero esta era la única forma que tenía de
cubrir parcialmente su rostro, utilizando este objeto como único escudo para
su identidad.
Todo era nuevo, inesperado, y el hecho de estar enfrentando una situación
tan extraña, lo estaba transformando en alguien totalmente nuevo. Aunque
estaba aterrado, tenía la esperanza de volver a ver a Bianca, y esto, era lo
único que lo mueve.
Cuando llegó al hospital, descubrió que la chica no estaba allí, y al
preguntarle a una de las enfermeras, esta le aseguró que Bianca había sido
declarada muerta unas horas atrás. Al verle la cara y la actitud, la
enfermera inmediatamente pensó que se trataba de un demente, así que,
trató de llamar a seguridad, pero Alfredo no le dio tiempo, marchándose
rápidamente, no tenía que darle explicaciones, sólo necesitaba volver a
casa, tenía la percepción de que allí encontraría respuestas.
Corrió rápidamente hacia su hogar, el cual, no estaba demasiado lejos de
allí, y cuando llegó, la puerta principal estaba abierta y las luces encendidas,
algo que no debía estar pasando. Pero cuando entró, descubrió que alguien
había entrado sin forzar la puerta, quizá se trataba de Gregorio, pero tenía la
fe de que fuese Bianca.
Pasó por la sala, observó cómo todo estaba desordenado y rápidamente
subió por las escaleras. Cuando entró a la habitación que había sido
acordonada por los cuerpos de seguridad debido a la escena que se había
llevado a cabo allí, encontró a Bianca sentada en el borde de la cama en
medio de una crisis de nervios, ya que, aún quedaban manchas de sangre
regadas por toda la habitación, ya que, todavía no se llevaban a cabo los
procedimientos de limpieza en su totalidad.
Bianca escuchó los pasos de alguien justo frente a ella, y cuando subió la
mirada, el terror la invadió, era natural, estaba frente a un sujeto
desconocido para ella, el cual, tenía la cara pintada de una forma bastante
intimidante. Lo único en que pudo pensar, es que se trataba de algún
criminal que había entrado para tratar de robar algo de aquella lujosa
mansión.
— Por favor, no me hagas daño. Llévate lo que quieras. — Dijo Bianca, con
lágrimas en sus ojos.
— ¡No, Bianca, escúchame!
— ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién te envió? ¿Qué está pasando?
— ¡Bianca, mírame, soy yo! — Dijo Alfredo, mientras caminaba hacia ella.
De forma rápida, y movida por el desespero y el nerviosismo, Bianca se
subió sobre la cama, alejándose mientras su espalda se pegaba contra la
pared, tratando de buscar algo con qué protegerse, ya que, no lograba
reconocer a Alfredo, ni siquiera su voz era la misma.
— No tengo nada en este momento, pero puedes llevarte todos los objetos
que encuentres, allí en esa gaveta encontrarás joyas. ¡Tómalas y márchate,
por favor! — Dijo Bianca.
Esto, llevó rápidamente a Alfredo actuar, ya que, si no se movía con
rapidez, aquella mujer colapsaría ante los nervios. Caminó hacia ella, se
subió sobre la cama, y la tomó firmemente del rostro.
— Bianca, soy yo, Alfredo. ¡Ya cálmate! Sé que es difícil de explicar, pero
soy yo. — Dijo el hombre, con una voz temblorosa.
— ¡No eres tú! No eres Alfredo, aunque una parte de mí, puede ver algo de
ti que me resulta familiar. Pero no juegues conmigo, ya por favor vete, no
eres Alfredo. — Dijo la mujer.
— Bianca, nos conocimos en mi oficina, mis nervios, me hicieron víctima
de tus burlas. Tuvimos una primera cita esa misma noche, nos enamoramos
de manera instantánea. Nos casamos en Hawái, y hubo un atardecer con
colores púrpuras y naranjas, ese día, te dije que quería pasar el resto de mi
vida junto a ti, y que debíamos mudarnos a una mansión que posteriormente
se convirtió en esta. Tienes una marca en tu rodilla izquierda que te la
hiciste durante esas vacaciones, resbalaste mientras explorábamos en la
montaña, y te hiciste una cicatriz que siempre quisiste borrar. ¿Recuerdas lo
que pasó en Brasil? ¿Alguien más sabría de eso?
Bianca simplemente se llevó las manos a la boca. No podía creer lo que
estaba escuchando, era verdad, aquel hombre que estaba frente a ella, era
Alfredo, ya que, sabía pequeños detalles sobre su vida que absolutamente
nadie más conocería.
Pero, aunque no entendía lo que estaba ocurriendo, entre ellos había una
pasión descomunal que era difícil de contener, así que, antes de conseguir
más respuestas a sus preguntas, decidió besarlo apasionadamente, ambos, se
dejaron caer en la cama, y en medio de ráfagas de caricias, pasión y mucho
deseo, estaban juntos de nuevo en contra de la naturaleza.
4
Alfredo y Bianca hicieron el amor en ese momento, con una intensidad con
la que nunca antes se habían amado. Parecía que los besos eran mucho más
dulces y deliciosos, y el erotismo que emanaba del nuevo Alfredo, hacía
que esta chica se dejara llevar, controlada por la intensidad de este hombre.
Las emociones que viajaban por todo el cuerpo de la chica, la hacían ser
mucho más ardiente, la forma en que acariciaba a su hombre, le dejaba
entender a Alfredo, que sentirse vivo era precisamente lo que estaba
viviendo en ese momento, no se trataba de lujos y excesos, era de tener a la
persona más importante de su vida allí, entre sus brazos, Ofreciéndole
acceso absoluto a un placer descomunal que no podía encontrar en ninguna
otra parte.
Cuando había conocido a Bianca, había descubierto en carne propia, la
verdadera razón de su existencia, era una conexión que era inquebrantable,
irrompible, imposible de olvidar, y que había conseguido romper las reglas
de la naturaleza, haciendo que tanto Alfredo como Bianca, regresaran de la
muerte para volver a encontrarse.
Las manos de Bianca, se paseaban por la espalda de Alfredo, generándole
caricias muy agradables, mientras éste, le besaba los labios de una forma
tan exquisita, que se dejaba ver el nivel de deseo y la calidad de lo que iba
ocurrir esa noche. Le mordía los labios de forma apasionada, la succión era
tan fuerte, que la chica sentía como el ardor en su boca, era tan agradable
con cada término de cada verso.
Este hombre, le sujetó los muslos, se lo separó, y se ubicó entre sus piernas,
mientras ésta, cruzaba las mismas justo en su espalda. Las manos de
Alfredo eran inquietas, y se paseaban desde la piel de sus piernas
directamente hasta sus pechos.
Esto era algo que siempre le había agradado Alfredo, el volumen y la
firmeza de sus senos, así que, los toca, los palpa, los masajea y aprieta con
mucho deseo, mientras su lengua, viaja desde el interior de la boca de esta
mujer directamente hasta su cuello.
Allí, comenzó proporcionarle besos muy agradables que le generan un
cosquilleo tremendo a Bianca, la cual, sabía que sí estaba frente a su marido
gracias a este tipo de acciones, ya que, él sabía perfectamente lo mucho que
la calentaban los besos en esta zona.
Mientras los dedos de Alfredo apretaban los pezones de la chica, está gemía
descontroladamente, pero se sentía un poco sucia, ya que, había tenido que
caminar directamente desde el Hospital, había estado encerrada en una
habitación durante meses, necesitaba tomar una ducha.
— ¡Espera, detente! Quiero asearme… No hemos estado juntos en mucho
tiempo, y quiero estar limpia para ti. Por qué no te quitas esa máscara y nos
ponemos más cómodos. — Dijo Bianca.
— No, la máscara se queda. Y vamos, te acompañaré a la ducha, si
tomamos el baño juntos, será mucho más agradable. — Dijo Alfredo.
— Pero quiero verte la cara, quiero sentir tus besos sin tener que mirar esta
figura tan aterradora. — Dijo Bianca.
— Tendrás que acostumbrarte cariño, además, esto quizá le dé un toque
mucho más interesante y retorcido a este encuentro. ¡Vamos, disfrútalo! —
Dijo Alfredo, mientras la tomaba de la mano para ir directamente a la
ducha.
Ella lo ayudó a deshacerse de la corbata, le quitó la chaqueta, la camisa, y
observó aquel pecho fornido, en el cual, dio algunas mordidas mientras su
lengua dibujaba algunas líneas de saliva que iban desde su pecho hasta su
abdomen.
Bianca era muy obediente, y conocía las exigencias de su marido, así que,
tras ponerse de rodillas, le liberó el cinturón, y le bajó el pantalón hasta los
tobillos. Le quitó la ropa interior, y allí estaba ese gran pene que tanto había
extrañado, los sujetos entre sus manos y comenzó a sacudirlo mientras
Alfredo peinaba los cabellos de su hermosa mujer.
Mientras ésta lo masturbaba, lo veía directamente a los ojos preguntando sé
si aquello era real, y era tan físico y tangible, que no había duda de ello.
Tenía aquel jugoso y duro trozo de carne entre sus manos, acariciándolo con
suavidad, pero con rapidez, ya que, mientras se hacía más rígido, más lo
disfrutaba.
La hermosa chica, finalmente abrió su boca, y metiendo aquel pene hasta su
garganta, lo lubricó instantáneamente con una gran cantidad de saliva. Esto
era disfrutado enormemente por Alfredo, el cual, sujetaba la cabeza de
Bianca mientras realizaba movimientos suaves con su cadera, penetrándola,
follándole la cavidad bucal, mientras ésta se sujetaba de los glúteos de aquel
hombre para llevarlo tan adentro como pudiese.
Después de devorarle la polla durante algunos minutos, la chica se puso de
pie y se quitó la bata quirúrgica que llevaba, esta, caminó desnuda hacia la
ducha, y finalmente, el agua caliente comenzó a caer sobre su cuerpo.
Alfredo se tomó el tiempo para contemplarla, ya que, veía como la mujer
sonriente, acariciaba sus senos de una manera sugerente, sus delicadas
manos recorrían rutas hacia su vientre, limpiaba su cuerpo con un poco de
jabón líquido, mientras toda la superficie de la piel se tornaba lubricada y
brillante. Un poco de espuma cubre algunas zonas de su piel, sus senos, su
genital, sus muslos, lucen mucho más provocativos ahora que antes, quizá,
por el tiempo que tenían sin estar juntos.
Es evidente que había perdido algo de peso, pero esto, no ha evitado que
pierda la figura atlética y atractiva que siempre había tenido. A pesar de que
había tenido que luchar una larga guerra con el cáncer, nunca había dejado
de ser activa sexualmente, a pesar de que muchas veces se sentía muy débil
para tener relaciones con Alfredo.
Pero este hombre estaba totalmente loco por ella, moría por Bianca, era su
compañera, su amante, y lo mejor que podía haberle enviado el universo
para disfrutar de la vida junto a ella. Mientras la contempla aseándose,
Alfredo no puede contenerse, y mientras se masturba, se acerca a ella para
unirse a la interacción.
Ella sintió como aquel delicioso pene se pegó contra su cuerpo, mientras
ella lo sentía duro y listo para penetrarla. Se puso de espaldas, y comenzó a
frotarle las nalgas directamente contra la polla, masturbándolo con aquellos
dos pedazos de carne firmes y suaves, los cuales, hacían Un trabajo
espectacular estimulando el miembro de este sujeto.
Tenía que ser delicado, no quería tratarla con hostilidad, a pesar de que
recordaba que Bianca disfrutaba mucho de la forma en que este la tomaba
del cabello y le daba de nalgadas. Pero era un reencuentro que tenía que
estar definido por el romanticismo y la pasión, no podía dejarse dominar
por esas prácticas hostiles, ya que, había deseado mucho volver a tener a
Bianca entre sus manos, así que, tenía que disfrutarlo al máximo.
Ella se acomodó de una forma tal, que la polla entraría con facilidad.
Separó sus piernas, se inclinó, y levantó su culo de una forma perfecta, este
hombre se acomodó justo detrás de ella, y colocándole las manos en la
cintura, empezó a meterse en su coño lentamente.
El jabón, el agua caliente y la propia lubricación de Alfredo, ayudaron a que
su polla entrara con facilidad, había sido un solo movimiento, sin mucho
esfuerzo, y mientras Bianca se mordía los labios, ambos disfrutaron de esa
conexión por la que tanto habían esperado.
Resultaba bastante curioso para ella que, a pesar de que había bastante agua
cayendo en el rostro de Alfredo el maquillaje o la máscara que tenía, no se
caía, pero no le dio demasiada importancia, así que, continuaba besándolo
apasionadamente, mientras éste le proveía un placer magnífico con cada
rebote.
Las manos de Alfredo quedaban perfectamente cómodas sobre las tetas de
la chica, la cual, seguía rebotando una y otra vez, tratando de sacarle toda la
leche a su amado, el cual, podría correrse con mucha facilidad en esta
posición.
Pero él sabía que todo debía tomarse con calma, ya que, tenían toda la
noche para disfrutar es reencuentro. Este, después del baño, la tomó
cargada, haciendo que ésta cruzar a sus piernas en sus caderas, mientras la
llevaba directamente a la cama.
Dejó que esta se desplomara sobre el colchón, y al ponerla de espaldas, se
ubicó sobre ella, le insertó la polla con lentitud, mientras hacía un masaje
suave en su espalda. Sus dedos acariciaban su piel, recorrían toda su
columna, y se ubicaban en la zona de los hombros, mientras su pene entraba
una y otra vez por los movimientos precisos de su cintura.
Ambos estaban muy extasiados, ya que, la sensación que explotaban con
cada penetración, eran únicas y características, era algo que solo ellos dos
podían proveerse mutuamente. A pesar de que sintieron curiosidad por estar
con otras personas, sabían que no necesitaba nada más mientras estuviesen
juntos.
El placer carnal que le proporcionaba Bianca, era tan exquisito, que había
sido capaz de desafiar a dios, a la naturaleza y a la muerte, con tal de poder
tenerla allí para él una vez más. Alfredo sería capaz de someterse a
cualquier condición que fuese necesaria para poder recuperar su vida, y
gradualmente lo estaba haciendo, aunque sentía que se estaba equivocando,
que estaba yendo en contra de lo que realmente debía ser, pues todo era
antinatural.
Pero lo que no podía negar, era lo mucho que disfrutaba de las
penetraciones que le hacía a su esposa, ya que, fácilmente estaba por
correrse. Los movimientos de bien que complementaban enormemente lo
que éste hacía, ya que, su culo se movía rebotando contra él, mientras sus
muslos estaban juntos, sus piernas muy pegadas, y sus puños apretando la
sábana, mientras sentía como aquella polla la estaba llevando lentamente al
orgasmo.
Era la forma en que le agradaba follar, de una manera ajustada, presionando
el genital de su amado al cerrar su coño lo máximo posible, mientras éste,
experimentaba esa presión interna de la chica, su calor y humedad, tratando
de resistir para poder prolongar el encuentro, pero era un verdadero reto.
— Estoy a punto de venirme, Alfredo. ¡No pares! — Susurró Bianca.
— Quiero que lleguemos juntos. ¡Vamos, córrete conmigo, nena! — Dijo
Alfredo, mientras se acercaba al oído de la chica.
A ella le parecía curioso escuchar una voz completamente diferente, ya que,
las cuerdas vocales de Alfredo parecían haber sido modificadas.
Esta, sentía que era su marido, pero con una personalidad diferente, con un
comportamiento extraño, pero le agradaba, le gustaba la energía que
imprimía en aquel encuentro, ya que, parecía un motor fuera de borda,
totalmente dispuesto a acabar con ella, a dejarla totalmente satisfecha.
Ambos se movieron de una manera salvaje, y acercándose cada vez más al
orgasmo, ambos parecían estar a punto de colapsar. El orgasmo fue
simultáneo, mientras Bianca se retorcía en la cama, la polla de Alfredo
explotaba en el interior de su esposa, haciéndola sentir extasiada al tener los
jugos de su marido en su interior.
Esa sensación era inigualable, la libertad de poder obtener aquella descarga
de semen en el interior de su coño, era espectacular, así que, después de
recuperar el aliento en medio de una actividad que los había hecho sudar
significativamente, se abrazaron, y en medio de besos, Bianca volvió a
quedarse dormida, se sentía plena, feliz, aunque llena de confusión, ya que,
no tenía explicación para lo que había ocurrido aquella noche.
Había despertado en una morgue, y eso solo podría traducirse como un
retorno desde la muerte. Pero hasta el momento, no había tenido
explicaciones de su padre, no había hablado con los médicos, y Alfredo
tenía un comportamiento realmente extraño y distinto que no dejaba las
cosas muy en claro.
A la mañana siguiente, cuando Bianca despertó, trató de abrazar a Alfredo a
su lado, pero él ya no estaba con ella, esto, la extrañó tremendamente, ya
que, éste no le había dicho absolutamente nada antes de salir. Pensó que
todo había sido un sueño, y al asustarse de una forma significativa, pudo ver
una nota en la mesa escrita con la letra de Alfredo, el cual, le aseguraba que
volvería tan pronto como fuese posible, y que todo había sido real, que no
se preocupara.
Era como si Alfredo estuviese listo para leer la mente de la chica,
adelantándose sus pensamientos, esa conexión era increíble. Ella sabía que
Alfredo era un adicto al trabajo, y era muy probable que se hubiese dirigido
a la oficina para atender algunos asuntos.
No le dio demasiada importancia, y salió de la cama, era momento de
recuperar todo el tiempo que había perdido, así que, quizá era momento de
comunicarse con Gregorio. Mientras Alfredo atendía sus pendientes, ella
tendría la oportunidad de reencontrarse con su padre, al cual, no había visto
en meses.
Gregorio sintió un escalofrío tremendo cuando vio la llamada entrante en su
teléfono móvil desde la casa de los Ferrer, así que, sin dudarlo atendió. No
podía comprender cómo podía haber una llamada entrante de ese lugar, su
hija ya había muerto, y, de hecho, estaba en medio de los procesos de
solución a la desaparición de su cuerpo, ya que, nadie la había visto salir del
hospital.
— Hola, habla Gregorio, ¿quién es? — Dijo el hombre al contestar la
llamada.
— Papá, soy yo, Bianca. ¡Qué alegría escuchar tu voz nuevamente! — Dijo
la chica a punto de llorar.
— ¿Bianca? Esto no puede ser posible, si es una broma, no es divertido.
¿Quién habla?
— Papá, ya te he dicho que soy yo, Bianca. Sé que es difícil de comprender
todo lo que está pasando, pero, ¿por qué no vienes a casa y hablamos?
¡Necesito verte! — Dijo Bianca.
Gregorio se encontraba conduciendo en ese momento, y casi había chocado
el coche de la impresión.
Era una mezcla extraña de emociones, ya que, le habían reportado que el
cuerpo de la chica había desaparecido de la morgue, pero se lo había
atribuido más a un evento vinculado con alguien retorcido o con intenciones
de extorsionarlo debido a su poder, pero nunca se imaginaría que Bianca
Santos estaba con vida.
Rápidamente dio la vuelta dirigirse hacia la residencia de los Ferrer, tenía
que comprobar que era lo que estaba pasando y ver con sus propios ojos y
era cierto que Bianca estaba viva. Había muchas preguntas en su cabeza,
pero ninguna de ellas podía contestarse con respuestas lógicas, ya que,
absolutamente nada de lo que estaba pasando, podría asumirse como
normal.
Cuando llegó a la casa de los Ferrer, efectivamente, todo era real, cuando se
reencontró con Bianca, Gregorio saltó directamente hacia ella, abrazándola
fuertemente, mientras había una incredulidad tremenda en sus ojos.
— ¿Esto no es un sueño, cierto? ¿De verdad estás aquí? — Dijo Gregorio
entre lágrimas.
— Si papá, estoy aquí, ya estoy sana. Todavía no entiendo cómo pasó, pero
estoy bien. — Dijo la chica.
— ¡Es un milagro, hija! No puede ser de otra manera, ha sido un milagro
del cielo. ¡No lo puedo creer! — Dijo Gregorio.
— Sí, Papá, todo esto es maravilloso, lo que nos está pasando, es totalmente
maravilloso. Espera a que te encuentres con Alfredo y volvamos a estar
juntos los tres nuevamente. — Dijo la emocionada Bianca en medio de un
abrazo.
Las palabras de Bianca extrañaron enormemente a Gregorio, quien se quedó
en silencio, tratando de analizar lo que había escuchado.
— ¿Has dicho que Alfredo vendrá?
— Sí, me imagino que debe estar en la oficina, pero llegará en cualquier
momento. Por favor, pasa el día conmigo, no vayas a ninguna parte,
acompáñame. — Dijo Bianca.
— Cariño, sé que puede ser difícil de procesar todo esto. Pero es imposible
que Alfredo venga, Alfredo está muerto. — Dijo Gregorio mientras la
sujetaba de los brazos.
— No, eso no es cierto, he estado con Alfredo esta mañana, pasamos la
noche juntos, no tuve tiempo de comunicarme antes contigo. ¡Alfredo está
bien!
— Bianca, por favor, me estás poniendo nervioso. ¿Acaso no viste la sangre
en la habitación? Alberto se disparó en la cabeza cuando se enteró que tú
habías muerto, o al menos, eso era lo que aparentemente había ocurrido.
Ahora eso explicaba muchas cosas, no tenía idea de que la sangre que había
en aquella habitación era de Alfredo, pero su padre la estaba mirando con
absoluta sinceridad, y todo se había tornado confuso.
Por otra parte, Gregorio sentía que ella estaba perdiendo la cabeza, quizá,
había sufrido algo de daño cerebral debido al tiempo prolongado del coma.
Lo cierto era que todo era extraño, y debía actuar.
— ¡No, esto no puede estar pasando! Realmente pasé la noche con Alfredo,
hicimos el amor, la pasamos genial. ¿Cómo llegas a decirme que Alfredo
está muerto, y que murió aquí en la casa? ¡Tienes que estar mintiéndome,
Papá!
— ¡Tranquilízate, Bianca! Todo va estar bien, si dices que Alfredo estuvo
aquí, entonces te creo. Quizá es una confusión de mi parte. Perdóname un
segundo, debo atender un par de llamadas y volveré contigo. — Dijo
Gregorio, mientras salía rápidamente de la casa con el móvil en la mano.
En ese momento, Gregorio se comunicó con un amigo y le comentó que
Bianca estaba viva, y aunque no entendía lo que estaba pasando, necesitaba
de su ayuda.
Era un importante psiquiatra de la ciudad, así que, podría utilizar este
recurso para poder internarla en un lugar de cuidados si era necesario, ya
que, la chica parecía estar totalmente convencida de que Alfredo estaba
vivo, cuando en realidad, se había volado la cabeza ante la desesperación.
El contacto de Gregorio, le había asegurado que harían todo lo posible por
hacer los arreglos para internarla en un par de días, quizá era una falsa
alarma, pero si los exámenes estaban positivos acerca de una posible
esquizofrenia o demencia, entonces tendría que quedarse internada en ese
lugar durante un largo tiempo, quizá indefinido.
— ¡Listo, Bianca! Los negocios no pueden esperar. Lamento haberte
dejado. Te ves un poco perturbada, ¿por qué no descansas?
— Papá, mientras saliste, busqué rápidamente una nota que me dejó
Alfredo esta mañana. ¡Mira, es su letra, no estoy inventando esto!
Gregorio se preocupó aún más, ya que, imaginó que la chica estaba tratando
de proyectar una situación que era completamente imposible. Todo era
irreal, y era capaz de generar pruebas falsas para tratar de comprobar su
afirmación. Todo parecía complicarse con cada segundo que pasaba, pero
Gregorio haría lo posible por ayudar a su hija.
Mientras tanto, Alfredo había tenido una mañana bastante ocupada,
alimentándose de almas que estaban asignadas a la lista. Quería tiempo para
estar con Bianca, pero la responsabilidad que debía asumir como la nueva
muerte, no le permitía tener tiempo libre.
Eran obligaciones que debía respetar, ya que, si las personas estaban
asignadas a la lista, no podía haber retrasos, sería alterar el orden natural, y
ya éste había hecho muchos estragos en este aspecto.
Bianca había hecho de todo para que Gregorio se quedara todo el tiempo
posible, pero era un hombre ocupado, y no iba a quedarse esperando la
llegada de un muerto, ya que, éste estaba convencido de que bien que estaba
inventando la historia de que Alfredo estaba vivo.
Tendría que observarla, evaluar su comportamiento y determinar cuáles
eran los siguientes pasos a seguir, ya que, la situación podría tornarse
delicada. Pero al final de la tarde, a pesar de que la chica estaba muy
preocupada, Alfredo llegó a casa.
Ella, lo esperaba con una mirada de terror, ya que, su padre le había
asegurado que éste se había suicidado. Pero ella podía tocarlo, él estaba
vivo, pero Alfredo no estaba listo para dar explicaciones.
— Hola cariño, finalmente pude volver a casa. Ha sido un día terrible.
¿Cómo has estado? — Dijo Alfredo.
— Algo muy terrible me pasó el día de hoy. Mi padre estuvo aquí, pero me
aseguró que te habías suicidado, llegue a pensar que estaba loca, Alfredo.
¡Por favor, dime qué está pasando!
Él no tenía el valor para revelar lo que estaba ocurriendo, el pacto que había
hecho para poder regresar la de la muerte, había vendido su alma para poder
garantizar que estuviesen juntos una vez más, pero Bianca posiblemente no
estaría preparada para recibir tal cantidad de información.
Pero él lo único que quería era hacerle el amor a su esposa, hacerlo de una
manera apasionada e intensa, demostrarle lo mucho que la deseaba, y
recordarle que seguía siendo un pilar fundamental en su vida.
— ¡Creo que Gregorio se está volviendo loco con la vejez! No hagas caso a
sus locuras, todo está bien, cariño. Estamos juntos y mientras eso sea así, no
habrá ningún inconveniente. — Dijo Alfredo.
Sin darle tiempo para pensar, Alfredo la tomó de la cintura y la pegó a su
cuerpo, la besó de una forma apasionada, y ya está, sintió como la mano de
este hombre se fue directamente por debajo de su vestido. La sujetaba de la
nalga, se la apretó con fuerza, y los dedos de este hombre comenzaron a
meterse entre sus muslos, acariciándole el coño de una forma suave y
deliciosa.
Ella quería respuestas, quería conversar, pero no tenía la voluntad para
Contenerse ante esta avalancha de satisfacción que le estaba proponiendo
Alfredo. Disfrutaba el clítoris con sus dedos, mientras ésta, sentía como la
húmeda lengua de Alfredo, masajea va a la suya, en medio de besos,
movidas instrucciones.
Aquella interacción se hizo recíproca, ya que, ella también comenzó a
frotarle la polla por encima del pantalón, ambos, comenzaron a moverse
traviesa mente por toda la casa, ella corría, Alfredo la perseguía, este la
tapaba y la pegaba contra la pared, seguía estimulándole el coño, y cuando
está volvía escapar, la perseguía con rapidez para volver a atraparla.
Le arrancó las bragas de un solo movimiento, la llevó directamente a la
piscina, y ambos cayeron al agua. Se besaron bajo las profundidades de la
piscina, se acariciaban, todo era mágico, único, como si fuese construido
por el mejor arquitecto de sueños.
Ella no podía sentirse más feliz, y ante la dispersión de todas las dudas que
había sembrado su padre, confirmaba nuevamente que estaba frente al
hombre de su vida. Lo que sí había notado Bianca, es que las marcas en la
cara de Alfredo, habían comenzado a borrarse, quizá, había sido algún
maquillaje con algún tipo de tinta que no había podido quitarse, o alguna
broma de sus amigos, pero ahora, la cara de Alfredo estaba volviendo a ser
la misma de antes.
Al hacer el amor bajo el agua, volvían a recuperar el fuego en su interacción
sexual. Ambos se desnudaron, follaron de una manera apasionada, salieron
del agua, y se tendieron en el jardín, mientras la chica rebotaba sobre él,
recibiendo las embestidas de aquella exquisita polla, que la perforaba una y
otra vez haciéndola gemir sin ningún tipo de discreción, ante lo que, sus
vecinos podían escuchar todo lo que estaba pasando.
Ambos eran irreverentes, ya no tenían que darle explicaciones a nadie, no
querían perderse un solo día de vida, las experiencias tenían que ser
intensas, ya que, sabían que en cualquier momento las oportunidades
podían acabarse, y todo cambiaría de forma repentina.
Pero la desaparición de las marcas del rostro de Alfredo, tenían explicación
lógica, y era el hecho de que mientras más almas obtuviera, y podría
recuperar su forma humana. De esta manera, podría moverse sin llamar la
atención entre los humanos para reclamar las almas que estaban en la lista.
Alfredo había accedido a las demandas de la muerte, y había cumplido con
todos sus designios, su trabajo era impecable, y mientras más almas
reclamaba, más normalidad regresaba su vida y mantenía a salvo Bianca.
Pero había tenido que actuar de forma misteriosa, manteniéndose oculto de
los medios, no podía revelar que había regresado de la muerte, su
normalidad era distinta.
Gregorio se había obsesionado con la idea de realizar estudios médicos
profesionales a su hija, y debido a la ausencia del cáncer, Gregorio se había
quedado totalmente impresionado. Ella estaba sana, sin ningún tipo de
afección, lo que, había dejado sin respuestas a los médicos, los cuales
simplemente se encogía de hombros al no tener respuestas lógicas.
Pero las ausencias extrañas de Alfredo, no le habían permitido a Bianca
poder demostrarle a su padre que su esposo estaba con vida, mientras más
aseguraba que Alfredo vivía, mayores eran las suposiciones de locura. Su
padre estaba totalmente decidido actuar, ya que, alguien con ese nivel de
inestabilidad mental, no podía estar sola, y mucho menos en las condiciones
de Bianca.
Ella insistía una y otra vez en asegurar que él estaba con ella, que pasaban
las noches juntos, que su relación estaba en el mejor momento, pero
Gregorio, estaba totalmente seguro de que las cosas no eran de la manera en
que la chica las narraba, que se estaba inventando un mundo ficticio para
tratar de escapar de una realidad dolorosa, y ante esto, era necesario actuar.
Gregorio, totalmente seguro de que su hija no estaba bien, decidió actuar
por ella una vez más, de una manera egoísta como ya lo había hecho en el
pasado cuando la había desconectado por decisión propia.
El equipo psiquiátrico llegó una tarde a por Bianca, mientras Alfredo estaba
fuera de casa. Se la llevaron engañada, pero sin mediar una sola palabra, y
gracias a las influencias de Gregorio, le habían internado sin previo aviso.
Ella no pudo avisar nada a Alfredo, y cuando éste llegó, no sabía dónde
encontrarla.
Esperó hasta altas horas de la noche, ya que, se imaginó que quizá había
salido a cenar con su padre, pero al no regresar, entonces había llegado el
momento de exponerse una vez más. Él se había mantenido alejado de la
vista de Gregorio hasta ese momento, ya que, sabía que era un hombre
entrometido al que le gustaba manejar la vida de todos a su alrededor,
modificando sus planes, organizando sus rutinas, tratando de alterar la vida
de terceros.
Alfredo sabía que Bianca estaba sana, pero no le había permitido demostrar
sus afirmaciones de que él estaba con vida. Sólo él era el único que podía
demostrar lo que estaba ocurriendo, de lo contrario, todos asumirían que la
chica había perdido la cabeza ante el dolor de descubrir que su esposo había
muerto.
El desconocimiento de la chica sobre lo que estaba ocurriendo y el pacto
que Alfredo había hecho con la muerte, la mantenía en una profunda
ignorancia, pero el único que puede resolver esa situación, era Alfredo.
Ahora no sólo debía lidiar con su nuevo estado, una nueva vida extraña y
paranormal, ahora tenía que lidiar con la figura de Gregorio, quien ya se
había convertido en un verdadero problema para la vida de Alfredo y su
esposa.
Ya había pasado por encima de él una vez, desconectando a su mujer,
haciendo que esté colapsada totalmente, yendo directamente hacia el
suicidio como la única salida. Ahora, posiblemente estaba involucrado
nuevamente en la desaparición de la chica, así que, era momento de actuar.
Esa noche, Alfredo decidió hacerle una visita muy especial a su suegro, ya
que, era necesario equilibrar la balanza. Tenía las habilidades de la muerte,
había muchos poderes y habilidades que todavía no aprendía a manejar,
pero que, con rapidez y práctica, había comenzado a dominar. En aquella
visita, había entrado sin ser visto, imperceptible, silencioso y sigiloso.
Alfredo, subió las escaleras de la residencia de Gregorio y se encontró
finalmente frente a su cama. Lo observó dormir durante algunos minutos,
pero después de dejar caer un jarrón de cristal dentro de la habitación, aquel
hombre abrió sus ojos exaltado, encontrándose con un hombre familiar para
él, pero que debía ser un fantasma.
— ¡Alfredo! ¿Alfredo, eres tú? — Dijo el confundido Gregorio.
— ¡Claro que soy yo! ¿O es que esperabas a alguien más?
— Esto tiene que ser una pesadilla. — Dijo Gregorio, mientras tomaba sus
gafas de la mesa de noche.
— No, no es una pesadilla. Me estás viendo realmente aquí, Gregorio.
Ahora mismo quiero que me digas, ¿en dónde está Bianca?
— ¡Malditas medicinas, me van a volver loco! — Dijo el hombre para sus
adentros.
— ¿Acaso no escuchas lo que te estoy diciendo? No son las medicinas, no
es una ilusión, estoy aquí y he venido a buscar a Bianca. ¡Dime en donde
está! — Dijo el molesto Alfredo.
Lo acosó a tal punto, que aquello se había convertido en una confrontación
tremenda en la que, Gregorio había sucumbido ante el pánico, huyendo de
aquel lugar.
— Puedes correr a donde quieras, pero no podrás esconderte de mí. Hay
algo en ti que no me agrada, Gregorio, nunca me gustó, y será mejor que
comiences a hablar y me digas en dónde está tu hija, o vas a pagar las
consecuencias.
— ¡Pero no puedes ser tú, Alfredo! Yo mismo te vi con el rostro destruido
por la bala. ¿Qué está pasando? ¡Primero Bianca, ahora tú! ¿Acaso es que
todos están volviendo de la muerte?
— No todos… Sólo los afortunados. No volveré a preguntártelo, ¿dónde
está Bianca?
En ese momento, ya se había movido prácticamente por toda la parte
superior de la casa, hasta llegar directamente al estudio de Gregorio, que
había llegado allí tratando de ponerse a salvo y bloqueando la puerta, pero
Alfredo había logrado entrar sin ningún tipo de problemas.
Al tratar de sacarle la información, hubo un forcejeo en el escritorio
personal de Gregorio, y unos documentos cayeron al suelo, esto, fue
determinante.
— ¡Deja esos papeles, no te atrevas a tomarlos! — Dijo el asustado
Gregorio.
— ¡Cálmate, será mejor que te alejes! Si te atreves a tocarme, te juro que te
haré sufrir dolores inimaginables. ¿Qué es esto? — Dijo Alfredo, mientras
hacía una lectura rápida del documento.
Los papeles que había recogido a Alfredo del suelo, parecían haber llegado
a sus manos de una forma bastante casual, pero acertada. En estos
documentos se indicaba que, la esposa de Gregorio, la cual había fallecido
en condiciones muy extrañas había dejado un poder para Bianca para que
asumiera el control del 50% de las acciones de la corporación familiar.
— Esto es un poder para Bianca, el cual, ha sido modificado para proveerte
los beneficios y control a ti, Gregorio. ¿Qué demonios es esto? — Dijo
Alfredo, mientras se acercaba súbitamente a Gregorio.
Este viejo hombre, pensó que Alfredo lo mataría en ese momento, pero lo
único que necesitaba, era entender qué era lo que estaba pasando, y le
colocó la mano en el hombro en ese momento para poder ver una parte de
su vida. En ese momento, había entendido la clase de hombre que ir a
Gregorio.
Su esposa no había muerto en condiciones naturales como habían asegurado
los médicos forenses, había sido asesinada por el propio Gregorio, quien la
envenenó. Pero no solo eso, sino que, después de descubrir que su mujer
fallecida, había dejado un poder del 50% de las acciones para Bianca, había
comenzado a inocular el cáncer de forma secreta en su hija con la ayuda de
medicamentos altamente contaminantes.
De allí las razones por las cuales la chica se había enfermado de cáncer de
pulmón, sin ni siquiera haber fumado un cigarrillo en toda su existencia.
Las intenciones de Gregorio eran tener el poder absoluto de la corporación,
y no le había importado someter a su hija a todo ese dolor de sufrir un
cáncer terminal de pulmón, tan solo para quitarla del camino y disfrutar de
los beneficios de convertirse en el dueño absoluto de una corporación
multimillonaria millonaria.
Después de que Bianca volviera extrañamente de la muerte, la única
alternativa que había tenido, era diagnosticarla con demencia o
esquizofrenia, lo que había surgido como una posibilidad bastante viable
ante las afirmaciones de que Alfredo estaba vivo.
Tras ver todo esto gracias a sus poderes de visualización, Alfredo
enloqueció, ya que, entendió la clase de basura que tenía como suegro. Al
introducirse en la mente de Gregorio, pudo ver en donde se encontraba
Bianca, así que, ya no lo necesitaba con vida. Lo mató instantáneamente,
apretando su cuello hasta dejarlo sin aire, asfixiándolo y abandonándolo allí
en aquel estudio.
Pero la muerte no podía actuar ni por venganza ni por justicia propia, había
una lista que debía ser seguida, y Alfredo, al violar las normas, había
sufrido un duro golpe, siendo arrebatado del don de dar la vida. Cada vez
que violará una norma, le sería arrebatada una habilidad, hasta el momento
en que su alma quedara condenada a penar eternamente.
Fue a casa para prepararse, ya que, necesitaba sacar a Bianca de aquel
hospital psiquiátrico lo antes posible. Tuvo una conversación consigo
mismo en el espejo, era Alfredo hablando con su naturaleza oscura, con la
propia muerte, y había llegado a la conclusión de que todo aquello debía
terminar, y si quería que Bianca fuese feliz, debía dejarla ir.
Era la peor de las decisiones necesitaba tomar, ya que, había hecho todo lo
posible para estar junto a ella, pero ahora, debía revertir todo lo que había
hecho para poder generar un equilibrio, ya todo estaba muy desordenado
como para seguir complicándolo. Nunca podría ofrecerle una vida normal,
y el cáncer ya había sido expulsado de su cuerpo.
Le había salvado la vida, y ahora debía encargarse de cumplir con su tarea
de llevar la muerte a quienes estaban asignados, así debía hacerlo hasta que
pudiese encontrar un relevo, así como la muerte lo había hecho con él.
Al día siguiente, Alfredo se encargó de sacarla del psiquiátrico, se hizo
presente ante la prensa, asegurando que Bianca no estaba loca, y que ella
había afirmado que él estaba con vida y allí estaba. Exponerse públicamente
había generado una gran cantidad de preguntas, pero él no iba a responder
ninguna de ellas.
Automáticamente, Bianca fue liberada, tuvo que afrontar la muerte de su
padre, pero una carta muy detallada, dejada por Alfredo, le explicaba
minuciosamente todo lo que había ocurrido, y las razones de porque su
padre había muerto y quién era él en realidad.
Había sido duro para ella descubrir que Gregorio había sido quien le había
inoculado el cáncer por primera vez, y que adicionalmente, había matado a
su propia madre para poder absorber toda la corporación.
Había descubierto también que Alfredo había hecho aquel pacto con la
muerte para poder regresarle la vida, pero ninguna de las verdades que
había descubierto, había sido tan dura como le echo de entender que nunca
más volvería a ver a Alfredo bajo ninguna circunstancia.
Él no podía estar junto a ella, la muerte no podía tener una relación con una
humana, y esto, era una norma que no debía quebrantarse. Era uno de los
vacíos legales que perjudicaban a Alfredo, pero así debía ser.
De la misma manera en que Alfredo reapareció ante todos, había vuelto a
desaparecer como un fantasma, dándole la oportunidad a Bianca de
recuperar su vida. Ella había atravesado un proceso bastante difícil para
superar la desaparición de Alfredo, pero con los años, volvió a casarse y
tuvo dos hijos.
Tuvo una vida feliz, una tranquilidad tremenda a cargo de la compañía de
su familia, hasta su vejez, cuando volvió a encontrarse con Alfredo un 16 de
febrero, cuando con 82 años, recibió la visita del hombre con rostro
cadavérico, quien la tomó de la mano y la llevó hacia la luz. Al menos el
último corredor lo caminaría junto al amor de su vida.
Título 4
Embrujada

La Bruja Secreta del Rey

1
El pueblo de Stian celebraba el cese de la peor inundación que jamás habían
visto, ya todo había pasado, las aves comenzaban a cantar, ese silencio
característico después del caos, era mucho más valorado por los habitantes
de este reino, el cual, estuvo a punto de ser devorado por las aguas.
Jamás habían visto llover de una manera tan torrencial, parecía que los
dioses se habían ensañado en contra de este lugar, haciendo que las
montañas se desgarraran como si los propios dedos de dios hubiesen dado
arañazos, permitiendo que grandes montones de barro, corrieran colina
abajo, cubriendo algunas de las casas y obstruyendo los caminos.
Los ríos habían superado los límites, generando inundaciones en todas las
direcciones, el agua necesitaba un lugar hacia donde correr, y el centro del
pueblo, parecía ser el lugar perfecto. Stian estaba asentada en un valle, un
lugar donde fácilmente podría generarse un gran lago si la naturaleza así lo
deseara. Pero, por fortuna, después de 16 días continuos de lluvia, de
pronto, el sol nuevamente se había puesto sobre los cielos.
Esto, dio pie a una de las más grandes celebraciones, no había motivo
alguno para la misma más que la vida, el hecho de volver a ver el sol, el
cual, se había mantenido oculto detrás de las nubes durante todo este
tiempo. Los más supersticiosos, decían que el demonio se había comido al
sol, y que, a partir de ese momento, comenzaría un tiempo de penumbra,
donde la lluvia, se encargaría de limpiar a la tierra de todo el daño que le
habían hecho los humanos.
Otros, simplemente creían en que era el inicio de una nueva era, aunque los
más sabios, sabían que era el augurio de la llegada de un tiempo difícil.
Pero la salida del sol, no podía ser interpretada como destrucción, allí
estaba imponente, radiante, proporcionando la luz vital, la energía, el
complemento para que pronto los cultivos volvieran hacer los mismos, para
que el agua se evaporara y lentamente todo volviera a su lugar.
Aunque las inundaciones habían destruido una gran cantidad de tierras,
habían ahogado a un número increíble de ganado, los muros del reino, había
mantenido protegido a una gran porción de este lugar. Antiguos reyes,
habían vivido situaciones similares, y en diferentes momentos, habían
conseguido levantar muros tan sólidos y robustos, que las aguas no podrían
traspasarlos.
En los alrededores del castillo, se habían construido grandes cauces que
dirigían el agua hacia otros puntos, pero no eran sino aquellas extensas
tierras que se encontraban más allá de los muros que protegían a la ciudad
central, las que habían sufrido el gran daño.
Para el rey, así como para todos los habitantes de Stian, esto había sido una
gran desgracia, ya que, no hubo forma de evitarlo ni de predecirlo, estaban
seguros de que todo estaría normal después de un par de horas de lluvia
cuando aquel día, de pronto todo se puso gris.
Después de 16 días, volvían a ver al sol, y todos en el centro de la ciudad,
celebraban felices que todo finalmente estaba por normalizarse. No podían
engañarse, el pánico los había invadido, todos pensaron que era el fin de
Stian, que todo quedaría cubierto bajo las aguas, y aquella hermosa ciudad
liderada por el Rey Arik, quedaría finalmente convertida en un gran lago,
olvidada, ya que, absolutamente nadie sabría que había quedado sepultada
bajo el agua de lluvia.
Pero esta victoria ante la naturaleza, le había demostrado a Arik una vez
más lo poderoso que podían ser y lo afortunados. Siempre estaba seguro de
que los dioses estaban de su parte, que no podrían darle la espalda de un día
para otro, así que, nuevamente su juego, su ímpetu y su arrogancia,
volvieron estar al límite, después de haber afrontado unos momentos de
pánico, donde simplemente estuvo a punto de sucumbir.
Aunque a la vista de todos, era valiente, aguerrido, y había peleado en una
gran cantidad de batallas las cuales, habían sido convertidas en victorias por
su participación, el rey Arik llevaba en su interior un oscuro secreto, el cual,
no conocía absolutamente nadie. Sólo él llevaba su peso a sus espaldas,
sobre sus hombros, y de alguna u otra manera, escapaba constantemente de
su realidad para refugiarse en un universo lleno de excesos, lujuria y
diversión.
El rey había alcanzado sus 50 años de edad recientemente, pero a pesar de
los años, aún lucía atractivo, su constante actividad física, lo mantenía en un
estado óptimo, por lo que, seguía siendo hermoso, poderoso, y tan lujurioso
como absolutamente nadie en aquel pueblo de Stian.
Era completamente débil ante el sexo femenino, no había nada que pudiese
doblegarlo de una forma tan instantánea, como el hecho de unas buenas
piernas, un escote pronunciado, unos labios carnosos y un perfume natural,
el cual, actuaba como un afrodisíaco instantáneo, haciéndolo perder el
sentido, y convirtiéndose en un ser primitivo, el cual, simplemente quería
saciar su sed de sexo.
Stian era un lugar privilegiado por su belleza femenina, todas las mujeres
que habitaban en este lugar, eran espectaculares, unas más que otras, claro,
pero siempre había una buena alternativa para seleccionar. Cuando él hacía
acto de presencia en el pueblo, generalmente, una afortunada era llevada al
castillo. Esto era de conocimiento público, no era un secreto, y no era algo
que tuviese que ocultarse.
La gran torre gris, como algunos la llamaban, era el lugar a donde eran
llevadas estas afortunadas, las cuales, accedían al placer más absoluto,
según lo poco que se comentaba, ya que, estaba prohibido hablar sobre el
tema. Si alguien revelaba lo que había allá dentro, su cabeza fácilmente
podría ser rebanada.
Lo que más importaba del reino, era mantener a el rey Arik contento, ya
que, era inestable, explosivo, ya que, podía pasar de un estado totalmente
tranquilo y sonriente, aún ataque de ira que era capaz de acabar con la vida
de cualquiera. Aquellos ataques de ira se habían ido, se habían mantenido
apaciguados después de que el rey había conseguido compensar esa furia
con la lujuria.
Cuando sentía ansiedad, desesperación, o encierro, siempre bajaba al
pueblo, encontraba alguna afortunada, la subía a su carruaje, la llevaba
nuevamente al castillo, la presentaba ante esa torre gris, y allí, podían pasar
horas de diversión, placer y deleite, ya que, se alimentaba de la fuerza vital
de sus chicas, las cuales, disfrutaban de todo el conocimiento sexual que
podía ofrecerles el rey. Pero después, eran desechadas como si no fuesen
importantes.
Eran situaciones que duraban algunas horas nada más, el rey jamás podía
comprometerse, no debía vincularse con nadie, sus sentimientos estaban
blindados, para él, sólo importaba el placer, seducir, conquistar, y
posteriormente, desechar.
Este procedimiento, se había repetido en múltiples oportunidades, así que,
no era de extrañarse que cuando el carruaje pasaba por los caminos del
pueblo, muchas mujeres corrieran a mejorar su aspecto, ya que, era una
experiencia que solo podría definirse como excitante.
Muchas eran casadas, otras tenían la libertad absoluta de hacer lo que
quisieran con sus cuerpos. Algunas otras, eran madres que trataban de
ofrecer a sus hijas, con la intención de que estas pudiesen hacer un vínculo
con el rey, era el sueño de muchas, convertirse en la esposa del rey Arik,
pero esto era imposible, y si no había ocurrido en años, era muy poco
probable que ocurriera.
Él amaba su libertad, mantenerse solo, era algo que le fascinaba, y a la vez,
que lo torturaba. No tenía nadie con quien conversar, con quien compartir
sus experiencias del día. Pero cuando tenía esa necesidad, era muy fácil
acudir al pueblo, conseguir a alguien de alquiler, pagar unas cuantas
monedas de oro a cambio de su silencio, y dejarla ir después de sentirse
tranquilo y desahogado.
Aquellos días fueron de reconstrucción, el pueblo, estaba en proceso de
limpieza, así que, la ausencia del rey fue prolongada. Puso a disposición del
pueblo absolutamente toda su guardia real, los cuales, se encargaron de
reconstruir las casas de la ciudad central, limpiar los caminos, y organizar
absolutamente todo, ya que, se había establecido la celebración del retorno
del sol.
Esta era una práctica que se llevaba a cabo en cada verano, ya que, una vez
que el frío cesaba, era momento de celebrar que el cálido sol incidía sobre
sus pieles, se les permitía jugar en los campos, les permitía que los niños
estuviesen libres, algo que no podía ocurrir durante las bajas temperaturas
de invierno, las cuales solían ser mortales.
Después de varios días de limpieza y reconstrucción, el rey Arik ordenó que
se diera inicio a las fiestas. Nuevamente, el carruaje se desplazaba hacia el
pueblo, ya que, por primera vez en mucho tiempo, el rey podría compartir
con los pobladores de sus tierras. Muchas mujeres estaban emocionadas
ante la presencia del rey, querían seducirlo, así que, utilizaron sus mejores
vestidos, sus mejores peinados, la apariencia más exuberante y provocativa,
ya que, sabían que el rey tenía una debilidad, y su intención era estimularlo,
aunque fuese sólo la vista.
Es una buena oportunidad para el rey poder elegir a una de sus aldeanas
para sus juegos perversos, que se llevan a cabo en la torre gris del castillo
central. Muchas, observan con curiosidad la cúpula de aquella torre, la cual,
aparentemente, es un lugar prohibido al que nadie puede entrar sino aquella
mujer que puede proveer placer, siendo seleccionada especialmente por el
rey.
No hay nadie más que pueda revelar que hay adentro, el silencio de las
mujeres que han estado allí sirviendo como objetos sexuales al rey, solo
pueden guardar silencio, ya que, de lo contrario, la muerte será inminente.
Aunque el pueblo es grande y extenso, fácilmente, los comentarios pueden
volar de boca en boca, y con una gran cantidad de informantes en el pueblo,
el rey mantiene a todos controlados, así que, es una especie de monarquía
dictatorial, pero que mantiene a todos los pobladores felices y con pan en la
mesa.
Son muchas las anécdotas que se han inventado acerca de lo que ocurre allí
arriba en aquella torre, eso, no puede ser confirmado por nadie, ya que, las
chicas que suelen volver de allí, parecen haber sido manipuladas de una
manera tan extrema, que aquello no parecía ser un recuerdo existente en sus
mentes. Era como si aquella experiencia hubiese sido borrada por completo
al momento de salir de allí, algo muy extraño, pero posible.
Aquel edificio, se había convertido en el símbolo del placer del rey Arik, ya
que, se levantaba como una gran figura fálica en el centro del pueblo, y así,
era interpretado por muchas mujeres, aunque ni siquiera el mismo rey, le
daba esa connotación.
Él no se mezcla demasiado con sus pobladores, no deja que los toquen,
detesta estar en lugares públicos. Pero cuando se trata de una mujer, este es
el placer más genuino, poder sentir la suavidad de su piel rozándose, su
aroma, no importa si es de la clase alta, la princesa más espectacular, o la
plebeya más harapienta y sucia. Cada mujer tiene su encanto, así que, el
simplemente valora cuánto placer puede proveer.
Son simples trozos de carne, herramientas de satisfacción, y esta mentalidad
machista y cerrada, lo había llevado a valorar cada vez más la compañía de
una mujer, pero sólo en un contexto, encerrado en aquella torre gris, donde
puede ser quien él quiera.
El rey Arik viaja en su carruaje, acompañado de cuatro guardias en el
interior, y una caballería que lo respalda. Al llegar al centro del poblado, se
puede escuchar la música, los bailes, niños corriendo de un lado al otro,
jugando con cintas en sus manos.
Hay juegos tradicionales, manjares preparados por los pobladores, grandes
mesones en los que se extienden diferentes platillos preparados por las
aldeanas, y los mejores cocineros del lugar. Este evento, es simplemente
una oportunidad de adorar al sol, el cual, había aparecido como un gran
héroe, un guerrero imbatible, el cual había sido capaz de alejar los males.
Era irónico como la lluvia podía convertirse en todo un objeto de desastre.
Muchos odiaban la sequía, la cual, era totalmente destructiva para las
tierras. Pero llamar a las lluvias, había pasado a ser un acto temido, ya que,
no sabían cuándo volvería a cesar.
Una de las prácticas más importantes que se llevan a cabo en la mayoría de
las celebraciones de Stian, es la bendición del lago, esta es una práctica en
la que más de 40 hombres, padres de familia, suelen entrar al lago central, a
pescar sin red, caña o lanza.
Estos líderes de sus respectivos núcleos familiares, tienen la misión de
atrapar un pez con sus propias manos, quien logre hacer esto, recibirá la
bendición de los dioses, y así, podrán tener carta abierta para iniciar sus
cosechas lo más pronto posible. Evidentemente, era un acto muy
complicado, ya que, atrapar un pez con sus propias manos, requería de
agilidad, habilidad y una gran cantidad de talento.
Esto, le daba pie a los tramposos para que realizaran apuestas acerca de
quién es eran los que podían conseguir el éxito. Era una forma de divertirse,
y cada quien era libre de hacerlo bajo el método que lo deseara.
Mientras todos están concentrados en el desarrollo de las festividades,
otros, se centran en aquel hermoso carruaje que combina colores dorado,
azul y gris. Es el carruaje real, y el rey aún no aparece. Alguno simplemente
ignora la actitud arrogante del rey, y aunque lo respetan, no le dan
demasiada importancia, ya que, saben cuáles son sus principales
prioridades.
Aunque maneja el pueblo de una manera adecuada, no suele compartir con
los pobladores, aunque algunos se arrastran por obtener un poco de atención
del monarca. Una pequeña cortina se levanta, muchos saludan, y el rey
finalmente muestra una sonrisa. Este, pasea la mirada alrededor, y busca,
sabe que su objetivo es claro. Trata de controlarse, y aunque se ha
mentalizado antes de salir del castillo que quizá no sea la ocasión adecuada
para conseguir una nueva chica, se ha contenido durante muchos días.
Durante las lluvias, no había podido seleccionar un objeto de juego, su
seleccionada, su premiada, la afortunada que podía llevar a la torre gris, no
había podido ser elegida, ya que, ante la catástrofe, muchos temían
únicamente la desaparición y la extinción de aquellas tierras. Pero en el
momento de volver a sus andanzas, así que, cuando levantó la cortina de
otra de las ventanillas de aquel carruaje, pudo visualizar a una hermosa
mujer de cabello rubio, largo hasta la mitad de su espalda.
Aquel cabello era tan liso, que fácilmente era levantado por la suave brisa,
esta, se mostraba sonriente, alegre, con sus manos sujetas justo frente a su
abdomen, estaba a la expectativa, observando el carruaje, curiosa, el rey
calculó que debía tener al menos unos 25 años de edad.
Quiso dirigir su mirada hacia otro punto, había muchas opciones para elegir,
tenía un catálogo abierto ante su mirada, y podía seleccionar a la que él
quisiera, nunca se había dado el caso de una negativa, nunca había tenido
una mala experiencia en la torre gris. Quienes lograban interactuar con él,
entendían que aquel hombre sabía muy bien lo que buscaba, y las mujeres
eran seducidas rápidamente por sus encantos.
La mirada del rey Arik busca otro objetivo, otro punto donde enfocarse,
pero nuevamente, como si se tratara de un magnetismo inevitable, sus ojos
vuelven a posarse una y otra vez sobre aquella hermosa rubia.
— La chica de vestido beige y cabello rubio, tiene una flor en su cabello.
Tráela. Ordenó Arik, mientras seguía viendo través de la ventanilla. — La
orden era para uno de sus guardias.
— Hay muchas rubias con vestidos de ese color, mi rey. ¿No sería más
apropiado que sea más específico?
— Tiene un lunar justo debajo de su labio inferior. En el mentón. Es la
mujer más hermosa que verás cerca de los arbustos. Ve allí y tráela. No
volveré a repetirlo. — Dijo Arik.
No había estado de buen humor en los últimos días, y cada vez se ponía
más insoportable. El guardia trató de identificar a la chica desde el carruaje,
pero supo que sería una tarea realmente difícil adivinar hacia donde estaba
viendo el rey. Fue así como el guardia simplemente abandonó el carruaje y
se dirigió hacia la búsqueda.
Con precisión, aquel joven caminó hacia una chica rubia con características
similares a las que le había indicado Arik, el cual, desde su carruaje,
observaba como su guardia había acertado finalmente con la chica. La llevó
directamente hacia el interior del vehículo, abrió la puerta, la presentó ante
el rey y los dejaron solos.
— Bienvenida, ¿cuál es tu nombre? — Preguntó el rey, mientras tomaba la
mano de la chica para besarla delicadamente.
— Mi nombre es Disa, mi rey. Es un honor estar aquí para usted. — Dijo la
chica.
— El honor es mío, pocas veces estoy tan impresionado ante la belleza de
una mujer. Creo que no hay espacio suficiente en este carruaje para llevarte
a ti, junto a tu belleza. Eres perfecta. — Dijo Arik, mientras se acercaba a la
hermosa mujer.
La chica, aunque se sentía feliz de haber sido seleccionada por el rey para
sus prácticas, algo que simplemente suponía, ya que, de lo contrario no
estaría allí, estaba muy nerviosa. Sus manos temblaban, estaba fría, sus
labios estaban resecos, casi no podía respirar, y cuando tragaba, sentía como
si su garganta estuviera completamente árida.
— Veo que estás un poco incómoda. No tienes porqué tener miedo, no voy
a comerte, aunque me encantaría. — Dijo el rey.
La chica bajó la mirada y sonrío. En ese momento, el monarca observó
aquellos hermosos dientes blancos y simétricos. Sus labios eran delgados,
su nariz era pequeña y muy tierna, mientras que sus cejas, eran alargadas y
delgadas. Lo que más resaltaba de su rostro eran sus enormes ojos azules,
los cuales, cautivaron al rey, quien parecía haber quedado atrapado en ellos
sin posibilidad de salir.
— Eres una mujer tan hermosa, que pocas son las palabras que podría elegir
para cortejarte. ¿Qué te motivó utilizar ese vestido tan sensual el día de
hoy? ¿Acaso sabía sobre mi presencia? ¿Era un vestido para mí? —
Preguntó el egocéntrico Arik.
— Es un día especial, mi rey. El vestido simplemente es un vestido, no tiene
ningún tipo de intención.
— Eliges las palabras equivocadas, Disa. Tienes que ser mucho más
complaciente. Estás ante tu rey, debes ser más sumisa. — Dijo Arik,
mientras le colocaba la mano en el muslo a la chica.
— Lo siento, mi rey. Estoy un poco nerviosa, esto no me ocurre todos los
días. ¿Qué más le gusta de mí?
En ese momento, pareció liberarse un poco la atención en la chica, la cual,
se relajó un poco. Sus hombros se relajaron, trató de respirar más calmada,
ya que, estaba muy agitada.
En ese momento, Arik llevó su mano un poco más arriba, y comenzó a
levantar el vestido. Cuando le vio las piernas, aquel hombre experimentó
una erección instantánea, ya que, eran bien formadas, gruesas, blancas y
con una superficie de bellos que parecían piel de durazno.
— Tan solo tocar tu piel, es un estímulo. Si tengo que elegir algo más que
me gusta de ti, sería tu cuello. Es alargado, elegante, delicado. Podría
besarlo ahora mismo. — Dijo Arik.
Ella volvió a sonreír, esta vez bajó la mirada de una forma traviesa, así que,
ya no podía ser una negativa.
De manera instantánea, el rey avanzó con su mano directamente hacia la
zona genital de Disa. Ella, respiraba de forma cálida, su corazón latía con
fuerza, sus manos sudaban. Sintió como los besos del rey comenzaron a
posicionarse por todo su cuello.
Primero fueron besos tiernos, suaves, simple tacto de la carne de los labios
del monarca con la superficie de la boca de la chica. Posteriormente,
comenzó a sentir la succión suave, no era un solo punto, besaba diferentes
localizaciones, y alternaba de un lado al otro. Todo se volvió mucho más
intenso cuando la lengua de Arik, comenzó a aparecer en la escena.
Esta presencia de aquel músculo húmedo, y suave, lamiendo la superficie
del cuello de aquella chica, vino acompañado de una caricia en el clítoris de
Disa, la cual, separó sus muslos lentamente, mientras su respiración se
hacía cada vez más agitada.
— Cálmate, estás nerviosa de nuevo. No quiero que colapses antes de que
podamos divertirnos realmente. — Dijo el rey.
— No estoy nerviosa mi rey, estoy… Estoy… estoy muy excitada. — Dijo
la chica, con cierto esfuerzo, ya que, le daba algo de vergüenza.
— ¿Qué tan excitada estás? Puedo sentir tu calor y tu humedad. Pero quiero
que me lo digas con tus labios, con tu voz angelical. Dímelo ahora. — Dijo
el rey.
— Estoy tan excitada, que mi cuerpo justo ahora, podría incendiar este
carruaje. Quiero sentir algo dentro de mí que apague esta fogosidad que me
consume. Me quema desde el vientre hasta mi pecho. Hay sensaciones
corriendo desde mi cuello hasta mi vagina, puedo sentirlo en cada beso, mi
rey. — Dijo la chica.
— ¡Volveremos al castillo ahora mismo! — Exclamó el rey al conductor de
su carruaje.
Aquello, era una clara señal de lo que estaba por ocurrir, el rey ya había
tomado su decisión, había hecho una elección, y aunque había un evento
importante que demandaba de su presencia, él ya había establecido cuáles
eran sus prioridades. Primero era la diversión, luego se encargaría de
interactuar con los pobladores.
Durante el camino, aquella interacción entre la chica y el rey, se hizo mucho
más intensa. Éste, ya había conseguido levantarle el vestido hasta la cintura.
Allí, había mostrado perfectamente la vagina cubierta de un suave y
discreto vello púbico, el cual, le resultaba mucho más atractivo al rey
debido a lo natural. Esta, se encontraba totalmente abierta, recibiendo los
estímulos de este hombre, el cual ya le había insertado dos dedos en el
coño.
La besaba apasionadamente en sus labios, aquellos besos húmedos, se
complementaban con mordidas proporcionadas por la chica, la cual, estaba
por entregarle su cuerpo por primera vez a un hombre. No tenía la menor
idea de cuánta suerte podía alcanzar, pero el rey la había seleccionado,
había elegido su cuerpo, su virginidad, su inocencia y su belleza.
El rey Arik tiene dedos gruesos, robustos, fuertes, dignos de un luchador,
alguien que ha empuñado una espada en combate, para liberar a su pueblo,
para proporcionar paz, aunque, la hoja de esa espada se ha tenido que
manchar de sangre en múltiples oportunidades.
Esa misma vitalidad y fuerza, la traslada al contexto sexual, la toma con
firmeza, pero no es demasiado agresivo, le da placer a aquella chica, la cual,
comienza gemir de una manera tan fuerte exagerada, que el propio
conductor del carruaje, puede excitarse ante un estimulante de aquel acto.
Arik sabe que ha acertado, ha sido una selección limpia, perfecta, sin
posibilidad de error, y en el momento en el cual estaba a punto de proveer el
primer orgasmo por masturbación a la chica, ya el carruaje había avanzado
lo suficiente hacia la ciudad central, donde se encontraba el castillo.
Allí, se encontraba todo el sistema de seguridad para proteger al rey, pero
para llegar, había que sortear algunos caminos boscosos que daban un
efecto mucho más refinado al entorno del castillo. Arik estaba tan
concentrado en lo que estaba ocurriendo, que no había nada en el mundo
que pudiese sacarlo de ese trance sexual en el cual se encontraba.
No era el mismo, era su versión lujuriosa, aquel que no puede mantener el
control, que no puede parar hasta saciar su sed de pasión, así que, disfruta
de los besos de aquella chica, y sus dedos cada vez estaban más empapados
ante la gran cantidad de fluidos que emanan desde el coño de Disa. Pero el
carruaje se detuvo abruptamente, y esto, no era normal, así que, un grito del
rey se escuchó desde el interior del carruaje.
— Ordené que fuésemos al castillo. ¿Por qué demonios te detienes?
— Mi rey, esto tiene que verlo. — Dijo el conductor.
— Estoy ocupado, encárgate tú. — Dijo el monarca, mientras continuaba
besando a la chica, frotando su clítoris, mientras esta sufría espasmos, ya
estaba cerca del orgasmo.
Lo que veían los ojos de aquel conductor, era algo completamente ilógico.
Era la primera vez que veía algo de esta naturaleza, pero, aun así,
continuaba limpiando sus ojos con sus dedos tratando de determinar si lo
que veía era real o había sido una alucinación. No había ingerido alcohol,
no había comido un alimento fermentado, aquello que estaba viendo, era
real, y por primera vez en Stian se veía algo así.
La imagen era espeluznante, se trataba de una figura humana, cubierta con
un manto oscuro, el cual, tenía algunas figuras extrañas, como especies de
runas, mientras la sombra de aquel cobertor, no le permitía ver el rostro. Era
una túnica muy particular, pero lo más escalofriante, era lo que sostenía la
chica en sus manos.
Dos grandes lobos, los cuales, rugían como si se tratara de animales
emanados desde el mismísimo infierno, ya que, se veían hambrientos,
feroces y muy molestos.
— Este es el carruaje del rey, ahora mismo, será necesario que se aparte del
camino. — Gritó el conductor con miedo en su voz.
— Quiero ver al rey. — Se escuchó desde la distancia, era una voz
femenina.
El hecho de que fuese una mujer, hizo que el conductor cobrara un poco de
valor, ya que, una mujer no podía ser una amenaza para un hombre que
había estado en combate, y que solo había terminado siendo el conductor
del rey, por ganar méritos.
— Así que eres una mujer. Eres muy valiente al intentar interceptar la
caravana del rey. Será mejor que salgas del camino con tus perros, o esto no
va a terminar bien para ti. — Dijo el conductor, mientras desenvainó su
espada.
Aquella mujer no decía una sola palabra, mantenía su cabeza baja, ya que,
de esta manera mantenía el anonimato, y utilizaba el factor sorpresa para
poder atacar. Soltó a uno de sus globos, algo que hizo correr
instantáneamente al conductor, pero en el momento en el cual, el lobo tocó
la espalda de aquel hombre, derribándolo, la mujer simplemente hizo un
sonido con su lengua, como una especie de chasquido.
El lobo volvió instantáneamente a las manos de la chica, y esta, los sostuvo
nuevamente por su pelaje. De esta manera era que los controlaba, pero
estaba dispuesta a dejar que se alimentaran si no conseguía su objetivo.
— Por favor, no me mates. No quiero morir devorado por esas bestias.
¿Qué es lo que quieres? — Dijo el hombre.
— Ya te he dicho que quiero ver al rey. Dile ahora mismo que salga de su
carruaje.
Arik había parado sus actos. Le había ordenado a la chica que se acomodar
el vestido, y tratara de comportarse lo más normal posible. Escuchaba parte
de la conversación en el exterior, y aunque siente algo de curiosidad,
también el miedo comienza a consumirlo. Sabe que las cosas no están bien,
y al haber dado la orden de volver al castillo de manera tan abrupta, no le ha
permitido contar con su séquito de guardias, los cuales, no han tenido
tiempo de seguirlo al paso.
— ¡Rey Arik! Te habla Moira, sale ahora mismo y habla conmigo, tengo
cosas importantes que decirte. — Gritó a la chica.
En ese momento, se abrió la puerta del carruaje y la hermosa rubia
descendió del. Esta vez, simplemente se asomó una mano, e hizo una seña
llamando a la chica.
La cual, abandonó a sus lobos, los cuales, fueron tocados sobre sus cabezas,
y estos se amansaron instantáneamente. La chica cubierta con la túnica,
avanzando de manera misteriosa con su cabeza baja, pasando al lado del
conductor, que no pudo ver quién era, se subió al carruaje, y una vez allí,
descubrió su rostro.
Lo que vio Arik, le generó una sensación desconocida. Era una mujer con
una belleza descomunal, muy diferente a las habitantes de su pueblo. En
Stian, la mayoría eran rubias, muy blancas, un poco desabridas, aunque
muy hermosas. Pero esta mujer, tenía un aspecto diferente, tenía que venir
de otras tierras. Era alta, con sus pómulos bien marcados, labios gruesos
muy rojos, ojos profundos, cejas gruesas, un cabello castaño largo hasta la
cintura, y su mirada era penetrante y un poco intimidante.
— Ya has conseguido lo que quieres... Tienes mi atención. Soy el rey Arik,
¿quién eres?
— No es importante quién soy, ya te he dicho mi nombre. Lo escuchaste
cuando llamé tu nombre. Lo verdaderamente importante es lo que vengo a
decirte. Lo que ocurrió con la inundación, simplemente fue un augurio de
los ancestros. Vienen desgracias peores para tu pueblo, Stian se hundirá en
la sangre, en la desolación y la muerte. Pero tienes una salida, mantenerme
a tu lado para guiarte en el camino, esa es mi misión.
— Sabes muy bien que las brujas no son bien recibidas en mis tierras.
¿Acaso quieres morir quemada? — Preguntó Arik, con una voz
amenazante.
— Las brujas que conoces, solo existen para hacer el mal. Yo no me
llamaría una bruja, pero si quieres catalogarme de esa forma, entonces está
bien. Puedo ver cosas que los demás no, puedo interpretar situaciones que
los demás simplemente dan por sentadas. Conozco información que vive en
lo más oscuro de los secretos de las personas, así que, te conviene tenerme
de tu lado.
— ¿Tratas de estafarme? Conozco a las de tu clase. ¿Por qué tendría que
confiar en ti? — Preguntó el rey.
— ¿De otra forma sabría que el verde que llevas en tus vestiduras es porque
ese verde te recuerda a los ojos de tu madre? — Preguntó Moira.
Aquella afirmación dejó totalmente estupefacto al rey, pero no se iba a dejar
impresionar. Aquella mujer era hermosa, exuberante y además lo
intimidaba, estaba convirtiéndose rápidamente en alguien de su interés.
— Eso muy bien pudo haber sido información que habrás conseguido por
parte de alguien cercano a mí. No demuestra nada.
— Sí, es posible. Entonces qué me dirías si te aseguro que la espada que
sueles empuñar es una espada robada, una espada que no te mereces,
porque sólo eres un cobarde que en el campo de batalla se ocultaba detrás
de aquellos que dieron su vida para conseguir las victorias. Nunca
asesinaste a nadie, nunca luchaste con verdadera convicción.
— El rey Arik que todos conocen, es una farsa, y lo sabes. — Dijo Moira,
acercándose a él, hablándole solo unos cuantos milímetros de sus labios.
Este era uno de los secretos más profundos del rey, el cual, nunca había
revelado las verdaderas condiciones que se habían dado en batalla. Había
traicionado, había mentido, pero era un manipulador perfecto que todo
podía posicionarlo a su favor.
Mientras otros dan sus vidas, este simplemente se escudaba en aquellos que
luchaban por libertad, mientras éste había conseguido todo el júbilo.
— Vuelve a repetir eso, y te juro que te cortaré la lengua. — Dijo Arik.
— No intento amenazar, mi rey. Solo quiero que entiendas cuáles son mis
habilidades y cómo puedo ayudarte. Tengo una misión, y estar a tu lado,
siendo tu consejera, es la única manera que tienes de evitar el
derramamiento de sangre brutal que se acerca. Es momento de que lo
decidas. Es ahora.
Arik no pudo contenerse ante la exuberancia de aquella mujer. Tenía unas
tetas voluptuosas has, unas curvas impresionantes que se habían mantenido
ocultas debajo de esa túnica, pero ante la cercanía, había logrado detallar su
anatomía. Éste, la tomó suavemente de las mejillas, y la besó
apasionadamente. Este beso no fue correspondido por Moira, la cual, lo
miraba fijamente a los ojos esperando una respuesta.
— Son los labios más dulces que haya probado. Creo que no podría
negarme ante la sugerencia de una mujer como tú. Vendrás conmigo al
castillo, ajustaremos las condiciones en la privacidad de mi salón.
En ese momento, Arik dio órdenes de que se avanzara, el conductor se
distrajo por unos segundos, cuando su mirada se fijó en el camino para
visualizar a los lobos, estos ya no estaban. Era como si se hubiesen
desvanecido en la nada, aquello, lo llenó de unos escalofríos tremendos,
pero agitó las riendas, y los caballos siguieron avanzando.
Era momento de ir al castillo. El rey Arik se había conseguido con una
hechicera, una bruja, una adivina, no importaba el calificativo que se le
diera, pero a partir de ese momento, debía mantenerla a su lado.
No como su esposa, no como su amante, como su consejera, ya que, ella
podía ver ciertas cosas que permitían tomar decisiones a tiempo antes de
que el pueblo colapsara. Los ancestros le revelaban información detallada a
Moira, y esta la compartía con su rey.
Las brujas no eran bien aceptadas, pero él había accedido a un trato que lo
ponía en una situación mucho más ventajosa. A partir de ese día, Moira
había vivido en el castillo junto al rey, fueron aliados, y con los meses, la
tentación los llevó a ir un poco más allá, la carne, siempre tentaba.
2
Había transcurrido todo un año desde que Moira había llegado al reino de
Stian. Había sido un tiempo bastante satisfactorio para el rey, pero ella
también había aprendido a disfrutarlo.
No todo era trabajo, tampoco responsabilidades con la idea de salvar el
futuro de estas tierras, las cuales, no tenía ningún tipo de conexión con ella,
pero los ancestros se lo habían condicionado. Había algunas condiciones
que se habían prestado para que todo fuese conveniente para el rey, ya que,
esta se había convertido en la amante exclusiva del monarca.
Éste, a pesar de que tenía acceso a cualquiera de las mujeres de aquel lugar,
simplemente con señalar con su dedo, podía tenerlas en su torre gris, ella
era diferente. Si algo era cierto, es que Arik no se iba a detener en sus
prácticas sexuales, ya que, era difícil de complacer, y llenar el vacío de
todas esas mujeres que le proporcionaban un placer totalmente distinto en
cada ocasión, iba a ser un reto tremendo para cualquiera que considerara
que iba a ser la única.
Moira no tenía estas aspiraciones, pero si tenía un lugar privilegiado en la
vida del rey, ya que, aunque este no había dejado de llevar mujeres a la
torre, ella tenía acceso a un esquema totalmente diferente en el ámbito
sexual junto al rey. Ella no era llevada a la torre como cualquier ordinaria
mujer, ella, recibía las atenciones más especiales, era una mujer única,
diferente, particular, y así debía ser tratada.
Es por esto, que Arik había tomado la determinación de que ella solo
recibiría las atenciones y deleites del placer carnal, en la habitación
principal. Mientras con otras follaba de una manera salvaje y agresiva, a
Moira, le hacía el amor de una manera espectacular, esta, disfrutaba de lo
que hacía su amante, el cual, no sólo era quien le daba placer, sino quien le
proporcionaba acceso a exclusividad absoluta y control.
La mayoría de las decisiones que eran tomadas por el rey, y pasaban a
través del filtro de Moira, la cual, haciendo uso de sus poderes y la
visualización que le proporcionaban sus ancestros, podía hacer tomar
buenas decisiones a Arik, quien, en el último año, había hecho que sus
cosechas aumentaran, el cultivo fuese el mejor, y la riqueza del reino
aumentaran.
Había demostrado sus palabras con hechos, ya que, no se trataba de una
simple estafadora, no había llegado allí para engañar al rey, todas las
decisiones que éste tomaba, dirigían hacia el éxito. Habían sido totales
aciertos, así que, este cada vez confiaba más en ella, y una manera
agradable de retribuirle su colaboración, había sido a través de la entrega
absoluta del poder.
Podría decirse que Moira era la reina, y gobernaba a través de Arik, quien
era la figura monárquica, respetado, temido, amado, deseado y detestado
por otros. El hecho de que esta fuese la única mujer que podía acceder a la
habitación principal del rey, la hacía sentir muy especial. También era
respetada por muchos de los súbditos que trabajaban para el rey, quiénes la
veían como la figura más similar a una reina que había pasado por aquel
castillo.
Este lugar, siempre había estado solitario, con el rey bajo la penumbra,
arropado por una soledad que lo embriagaba, y a pesar de que lo torturaba
en ocasiones, también le proporcionaba una tranquilidad tremenda. Nadie
podía saber acerca de la existencia del criterio de Moira en las decisiones
del rey, esto era muy delicado, ya que, podía hacer estremecer el poder y la
autoridad de este sujeto.
Fue por esto que ella simplemente fue vista como su amante, la primera en
muchos años, la cual, se había adueñado de un lugar muy especial en la
vida del rey. Era deseable, muy provocativa, ante lo que, era difícil
mantener la vista tranquila cuando esta mujer pasaba frente a ellos.
El enigma, la oscuridad, la perversión y la tentación, iban con ella como si
adornaran sus cabellos oscuros. Su mirada, era capaz de ver a través del
alma de los hombres, y los guardias que quedaban cautivados con su
belleza, fácilmente caerían rendidos a sus pies si esta se los pidiera. Moira
conoce su belleza, conoce el poder que tiene sobre los hombres, pero no es
un ser oscuro, a pesar de que su apariencia así lo Insinúa.
Ella es un ser de luz, una bruja del bosque, la cual, tiene la capacidad de ver
el futuro, pero no todas las visiones son precisas. Ella tiene la posibilidad de
interpretar muchas de estas escenas que se muestran frente a ella, donde
había visto a una gran cantidad de personas morir bajo la espada de un
monarca. Los ancestros revelaban sus profecías, y ella era la encargada de
visualizar todo lo que estaba ocurriendo en su entorno, para poder llevar a
cabo los planes necesarios para evitar la catástrofe.
No tenían ningún tipo de interés adicional, más que salvar a las personas, ya
que, esa era su misión en la tierra. Pero Moira, aunque es una bruja, tiene la
capacidad de equivocarse, cometer errores, e interpretar de manera
equivocada algunas de las imágenes que les sean proporcionadas de manera
aleatoria por los ancestros.
Esta, tiene un arduo trabajo organizando todas estas imágenes, las cuales,
aparecen sin ningún orden cronológico en particular, sólo aparecen como si
fuesen un torbellino en su cabeza, llevándola a través de un viaje de
internalización, para poder organizar todo lo necesario para tomar
decisiones acertadas.
Por suerte, muchas de las consultas que había hecho a sus ancestros, habían
dado resultados, pero las probabilidades indicaban que tarde o temprano
fallaría, es muy posible, que ese error estuviese muy cercano a pasar. En un
principio, Moira siempre fue muy enfocada, se mantenía concentrada en sus
deberes, ya que, aunque el rey constantemente trataba de seducirla, esta no
sucumbía ante sus deseos.
Era dura, pero tras su primer encuentro, fue difícil resistirse ante las
provocaciones constantes generadas por este hombre. A pesar de que Arik
tenía una edad avanzada, tenía un encanto muy particular, era un hombre
interesante, fuerte, y aunque tenía ese pasado oscuro que ella conocía, esto
no lo hacía menos deseable. Ella adoraba tener sexo con el rey, este hombre,
la complacía de una manera impecable, sabía cómo calentarla desde cero a
cien, así que, era una fase del contrato que no le molestaba del todo.
Estaba dispuesta a doblegarse ante los deseos más profundos de este
hombre, ya que, era intenso, carnal y muy apasionado cuando se
encontraban entre las sábanas. Para ella no era un sacrificio, no tenía
ninguna obligación de irse a la cama con este hombre, aunque sabía que
esto lo mantenía estable.
El rey Arik era alguien emocionalmente volátil, el cual, podría pasar de
estar totalmente tranquilo a ser una llamarada de furia, así que, conoce parte
de su personalidad, y entiende que, a través del sexo, pueden mantener esa
llama apaciguada.
Hay una maldad interna en él, latente, que respira y palpita con vida propia,
así que, ella es de alguna u otra manera, ese muro de contención que se ha
construido de manera gradual alrededor de este hombre, convirtiéndose en
su principal forma de catalizador. No había duda de que la relación entre
Moira y Arik era realmente sexual, se deseaban, había juegos y toqueteos
en diferentes lugares del castillo en diferentes ocasiones, se divierten mucho
juntos, y ella adora iniciar la interacción, provocarlo, y esto, la hace sentir
especial y diferente.
Siente mucha curiosidad de conocer qué es lo que hay en la torre gris, ya
que, a pesar de todo el tiempo que ha habitado en aquel lugar, no se le ha
permitido ingresar a este lugar.
En cada ocasión que ella trata de tocar el tema, el rey simplemente la evade,
diciéndole que no es un lugar para ella, y rápidamente cambia de
conversación. Esto, en lugar de calmar las cosas, había generado una
curiosidad aún mayor en Moira, la cual, parecía estar totalmente
obsesionada con la idea de descubrir qué era lo que había detrás de aquella
puerta, que daba entrada a un lugar al que solo interesaban las mujeres que
eran traídas de la aldea. No podía negar que este año que había vivido en
Stian, había disfrutado enormemente de lo que le había proporcionado Arik.
La manera en que se comunican, la conexión tan intensa que hay en la
cama, la colaboración, la complicidad, todos estos recursos, hacen que el
lazo entre ellos sea cada vez más fuerte. Cierta mañana, Moira había
amanecido con una presión en el pecho que era completamente
desconocida, así que, con la intención de liberar esa energía, entendió que
quizá, utilizando el método del rey, sería mucho más fácil escapar de esa
opresión tan desagradable que la asfixiaba.
No tenía ni la menor idea de donde provenía esa falta de aire, esa sensación
de incomodidad, pero lo haría al estilo de Arik, tras provocarlo, quizá este
se encargaría de liberarla de todo ese malestar que la agobia. Mientras éste
se encontraba en su salón privado, revisando algunos documentos, esta
había entrado de forma secreta, ubicándose justo detrás de él.
Sin que éste lo notara, le había colocado una venda en los ojos, ante lo que,
Arik se sorprendió tremendamente.
— Vaya, que susto que me has dado, Moira. Sé que eres tú. Puedo sentir tus
delicadas manos. — Dijo aquel hombre, mientras palpaba las muñecas de la
chica y se deslizaba hasta las palmas de sus manos.
— Quédate tranquilo, vamos a jugar un poco, mi rey. — Dijo Moira.
Éste, simplemente se relajó, dejo que sus manos se colocaran sobre los
reposabrazos de su gran silla, y allí, simplemente comenzó a sonreír
mientras la chica ataba fuertemente la venda justo detrás de su cabeza. No
puede ver nada, así que, todo el control es de la chica. Esta, se ubicó justo
delante de él, y colocando unas amarras en las muñecas del rey, lo ató a la
silla.
— Este tipo de juegos no me agradan, Moira. Así que, espero que tengas un
buen argumento para haberlo iniciado. — Dijo el rey.
— ¿Acaso no confías en mí? ¿No te he demostrado lealtad? Sólo tú puedes
detener esto, cuando me digas que pare, pararé. — Dijo la chica con una
voz susurrante y seductora.
Tras atar firmemente las muñecas del rey a los reposabrazos de esta, le dio
un beso apasionado en sus labios, este, correspondió, pero el apetito quedó
abierto, ya que, interrumpió abruptamente aquel beso, tratando de
provocarlo, algo que dio resultado instantáneamente.
La chica pudo ver cómo el bulto de aquel hombre comenzó a endurecerse.
Le excitaba cuando lo mordía, le gustaba hacer contacto con la lengua
húmeda de su amante favorita, la cual, se subió el vestido, y lo sostuvo justo
en su cintura.
Colocando su pie sobre uno de los soportes de la silla, se subió de una
manera acrobática sobre el rey. Un pie de la joven, se ubicaba sobre el
espaldar, otro, estaba justo en la entrepierna de Arik, el cual, rápidamente
identificó el aroma que se acercaba a su rostro. La chica le había colocado
el coño justo sobre la cara.
Éste, sin dudarlo, sacó su lengua, y comenzó a lamérselo de una manera
apasionada. Esta, se sujetaba de la cabeza de aquel sujeto, tratando de
mantener el equilibrio para no caer. Era una posición bastante particular,
curiosa, rara, no la habían practicado antes, pero esta, quería dar inicio a
una etapa nueva de interacciones que se desarrollarían en lugares
completamente distintos.
Para Arik, no había un manjar más delicioso en el mundo que disfrutar de
los jugos espesos de una hermosa mujer. Esta, tiene la capacidad de
calentarlo en pocos segundos, como ninguna otra lo hace, esto, es lo que
hace que el vínculo entre ellos sea tan fuerte, inquebrantable, al menos,
desde la perspectiva del rey hasta ese Momento.
La chica continuaba frotando su coño directamente contra la boca de aquel
hombre. El cual, continuaba lamiendo una y otra vez estimulando el clítoris
de la chica. Acto seguido, Moira se ubicó justo de espaldas a él.
Esta vez, le restregó las nalgas en el rostro, este, nuevamente sacó su
lengua, y esta se incrustó en el coño de la chica. Podría sentir como Moira
sujetaba la cabeza de su hombre por la parte posterior, impulsándolo a
introducir cada vez más profunda su lengua.
Éste, realizaba movimientos circulares, mientras friccionaba contra las
paredes vaginales de aquella chica, creando una interacción muy
satisfactoria, la cual, potenciaba la adrenalina de Moira, la cual, parecía
estar hambrienta por obtener cada vez más emoción.
La forma en que le restregaba el culo y el coño en el rostro al rey, lo dejaba
completamente estupefacto, aquella chica, parecía estar posesa por los
demonios, estaba totalmente entregada a la idea de conseguir un orgasmo,
así que, después de unos minutos de juegos muy particulares, se bajó de la
silla, y esta vez, se deshizo por completo del vestido.
Estaba totalmente desnuda frente a él, y era momento de liberar las manos.
Éste la tomó de los senos, se los apretó con fuerza, y después de colocarle
una mano en la cintura, la llevó directamente sobre él. Moira separó sus
piernas y se ubicó sobre su polla, comenzó a frotarse, su coño le mojaba el
pantalón, ya que, la chica estaba destilando jugos de una manera exagerada.
Su clítoris era abultado, ya estaba dilatado, se exponía con facilidad, y al
rozar contra el tejido del pantalón de aquel hombre, el estímulo era
instantáneo.
Arik no se contuvo, y la sujetó de las nalgas, la empujaba una y otra vez
hacia su pene, mientras ésta, sentía como aquel enorme bulto se hacía cada
vez más grande. Quería liberarlo, pero antes de hacerlo, quería hacer la
situación lo más estimulante posible. La venda continúa en los ojos de Arik,
el cual, no parece necesitar el sentido de la vista para saber lo que está
ocurriendo justo frente a él.
Se deleita con los besos apasionados de aquella mujer de cabello oscuro y
ojos profundos, la carnosa boca de aquella mujer, devora la carne de aquel
sujeto, dándole mordiscos en su cuello, en su pecho y en sus manos, le pide
que le introduzco un dedo en el coño mientras éste continúa disfrutando de
la ficción.
— Hoy estás mucho más caliente que en otros días. ¿Qué es lo que te
ocurre? — Preguntó el curioso rey.
— No es necesario hablar, mi rey. Simplemente, hazme sentir tu mujer. —
Dijo la chica mientras gemía.
— Me gusta esta versión de ti. Se siente diferente. Pero hay algo que no
logro descifrar.
— Tienes a la mujer que deseas totalmente desnuda sobre ti. Puedes
tenerme en las posiciones que quieras, como quieras, mi rey. Soy tuya.
¿Qué más tienes que descifrar?
— Tú no eres así. Hay algo en ti que te está controlando. Pero ya te he
dicho que me gusta, así que, no pares. — Dijo el rey.
Esta, le tomó la mano aquel hombre, y la llevó directamente hacia su coño.
Allí, lo obligó a insertarle un dedo, esta, se impulsó la mano tan adentro,
que casi llegó hasta la base de su dedo medio. Acto seguido, comenzó a
sacarla y meterla una y otra vez, incitando a que el hombre para que
continuara con el acto.
Cuando este ya lo había hecho al menos unas 20 veces, esta sacó la mano
de aquel hombre y se la llevó directamente a su boca. Devoró sus propios
fluidos, mientras aquel hombre disfrutaba de cada lamida de aquella chica,
en la cual, le chupaba los dedos como si se tratara de un postre.
— ¡Ya basta, no puedo resistir más! Quiero deshacerme de toda esta ropa.
Voy a follarte como nunca, Moira. — Dijo el rey, mientras se la sacaba de
encima.
Comenzó a deshacerse de sus ropas rápidamente, mientras la chica lo
ayudaba. La bruja, se colocó justo frente a su gran polla gruesa e
imponente.
La sostuvo con ambas manos, y comenzó a frotarla rápidamente mientras el
rey se deshacía de la venda. Esta vez, la tomó del cuello, y después de
besarla apasionadamente mientras le apretaba las mejillas, esta continuaba
masturbándolo sin parar.
— Esta semana me has follado más que nunca. Pareciera que no tienes
saciedad para tu apetito. Hoy, vas a descubrir algo totalmente diferente de
mí. — Dijo el rey, mientras la obligaba a colocarse a cuatro patas en el
suelo.
Utilizó la misma venda que había utilizado la chica para cubrir sus ojos,
pero este, le había amarrado las muñecas justo detrás de su espalda. La ató
con fuerza, no fue sutil, no la trataba con delicadeza, mientras Moira,
mantenía su rostro pegado al suelo. Le acarició el culo, el cual, lo tenía
perfectamente levantado para él. Esta, gemía, respiraba, hablaba con fuerza,
mientras éste, parecía estar preparando la zona.
Escupió un poco sobre la región anal, y dejó entrar un dedo, ante lo que,
Moira simplemente deformó su rostro, ya que, no estaba acostumbrada a
esa estimulación. La punta del pene de aquel sujeto, se posicionó sobre esta
zona, y comenzó a abrirse espacio entre el culo de Moira. Esta, quería
resistirse, pero la curiosidad la consume, disfruta de lo que está pasando, y
está tan excitada, que es la única oportunidad del rey Arik para
aprovecharse de esto.
En varias ocasiones, le había estimulado esta zona, le había rozado con el
dedo, pero de manera automática como si se tratara de un reflejo, la chica lo
sujetaba, apartándolo rápidamente. Él había coronado un territorio
inexplorado, y tan solo con meterle la punta, la chica había reaccionado
instantáneamente, dejando salir un alarido tan fuerte, que éste no supo
interpretarlo como dolor o placer.
— ¿Estás bien? ¿Quieres que siga?
— Maldición, no pares, mi rey. Sigue metiéndola tan adentro como puedas.
— Dijo la chica, mientras sonreía.
Era un duro esfuerzo que tenía que hacer el rey para poder metérsela, ya
que, en lugar el estrecho, apretado, nunca había sido explorado, así que, éste
seguía paso a paso los diferentes procedimientos.
Dejaba caer un poco de saliva, se masturbaba para mantener la erección en
el punto más duro, le introducía la polla en el coño para mojarla, y
nuevamente intentaba insertarse en la en el ano. Esta, sintió como cada vez
su culo y se fue expandiendo más, hasta que finalmente, tenía la mitad de la
polla del rey en un lugar donde nunca antes había tenido ningún objeto.
Esto, le excitaba tremendamente, ya que, se había entregado por completo a
aquel hombre. Este, le había enseñado diferentes ángulos del placer, pero
este era completamente diferente y nuevo.
Aunque el desarrollo de aquella escena era torpe y un poco temeroso,
cargado de inseguridades y miedos, la chica sorprendió enormemente al rey
cuando comenzó a moverse. Se mueve en un vaivén, y con cada ida y
vuelta, la polla de este hombre sale y vuelve a entrar en su culo. Moira,
tenía intenciones de tomar el control de aquella situación, ya que, da
instrucciones y órdenes claras para poder proveer placer a ambos.
— Ven, tráeme esa polla deliciosa a mi boca. Quiero lubricarla. — Dijo
Moira.
Después de haberse la sacado, bien caliente y muy dura, se la llevó hasta
sus labios, tal y como ella lo había ordenado. Esta, se la tragó directamente
hasta la garganta, dejándola salir llena de una gran cantidad de fluidos. Así
ya estaba lista para volver a entrar.
— La tienes bien mojada, ahora ven y métemela toda. Esta vez, no te
detengas. — Dijo Moira, mientras se encontraba bastante segura y relajada.
El rey obedecía las órdenes de su consejera, no solo en el ámbito político y
económico, también en la cama, así que, sin dudarlo, su ubicó justo detrás
de ella una vez más, y sin detenerse, le metió la polla lentamente, pero con
firmeza. La obtuvo completa hasta la base, y esto, le hizo experimentar
escalofríos, pero lo disfrutaba. Era tan evidente que le gustaba aquello,
debido a la sonrisa tan grande que se dibuja en su rostro.
Se lamía los labios, y se los mordía mientras la polla de aquel hombre
entraba una y otra vez. Aquello era tan exquisito, que Arik entendió que se
iba a correr. Él era el tipo de hombre que le gustaba generar orgasmos antes
de correrse, así que, siente un poco de culpa ante la tentación de querer
terminar con aquello en el interior de aquella cavidad inexplorada, la cual,
le está propinando un placer único.
— Quiero que te corras dentro de mí. Hazlo ahora. — Dijo Moira con
mucha intensidad.
— Pero tú… Tú aún no estás satisfecha. — Dijo el rey.
— Eso no es importante. Quiero sentir tus jugos dentro de mí. Hazlo ahora.
Córrete ya. — Dijo Moira una vez más con tono autoritario.
Esta vez, Arik no pudo hacer absolutamente nada para contenerse.
Simplemente le colocó las manos en la cintura a la chica, y comenzó a
rebotar contra ella con mucha fuerza. Ella sentía dolor, pero le gustaba, se
sentía pervertida, sucia, y esto le agradaba. Aquel hombre comenzó hacer
sonidos extraños, sus gemidos se combinaban con quejidos, y esto, con
especies de rugidos guturales, los cuales, culminaron en un estallido
descomunal de semen en el interior de aquella mujer.
Esta, se sentía alimentada, era como si toda la energía de aquel hombre,
hubiese fluido por el cuerpo de aquella chica, y lo mejor es que no se
detenía, ya que, parecía querer sacar hasta la última gota de leche y
dejársela en su interior. Aquella mujer, sintió todos aquellos fluidos cálidos
en su interior, y eso la tranquilizó finalmente. Arik le liberó sus ataduras, y
rápidamente, le ayudó a ponerse de pie. Se besaron apasionadamente, y
esta, le agradeció por lo que le había hecho.
Parecía estar totalmente ambiente, ya que, cuando le vio la polla, aún vio
algunos rastros de semen. No pudo contenerse a ponerse de rodillas, y
comenzó a chupársela nuevamente. Se la dejó completamente limpia, y el
rey estaba totalmente complacido ante lo que había ocurrido. Esto era un
hecho sin precedentes, nunca antes había vivido algo así, a pesar de que le
gustaba explorar cosas nuevas. Tenía una mente morbosa y retorcida, pero
esta chica lo había superado, lo que le había proporcionado, era especial.
— Estás jugando con llamas peligrosas, Moira. Te estás haciendo muy
especial para mí, y eso me da miedo. — Dijo el rey.
— Es especial porque es único, cuando encuentres algo mejor, yo quedaré
desechada. Lo mejor que podemos hacer es disfrutar mientras esto dure, mi
rey.
Aquel hombre completamente desnudo, se abrazó a ella, mientras la
arropaba con sus brazos, el cuerpo delicado y desnudo de aquella mujer,
estaba rodeado por las manos de aquel sujeto, el cual, acariciaba su espalda,
y la hacía sentir protegida. El momento mágico no duraría demasiado, ya
que, un guardia entró abruptamente a la sala. Éste, estaba muy alterado, y
aunque se quedó sorprendido de ver a los dos cuerpos desnudos, no era de
extrañarse conociendo al rey.
— ¡La maldita puerta estaba cerrada, animal! ¿Por qué no has tocado antes
de entrar? — Dijo Arik.
— Lo siento mucho, mi rey. Pero hay una emergencia. — Dijo el soldado,
mientras sus ojos se veían perdidos en el cuerpo de la chica.
Esta no se preocupaba demasiado por cubrirse, le gustaba ser vista, así que,
completamente desnuda caminó hacia sus vestiduras, mientras su mirada,
parecía penetrar al soldado. La excitación que experimentó este soldado,
fue instantánea. Sintió que la polla se le puso dura simplemente con ver
aquellas tetas reposando naturalmente, las cuales, se sacudían levemente
mientras la chica caminaba. Su vientre era espectacular, su vello púbico era
discreto, y sus piernas alargadas y su rostro exuberante, eran la fantasía de
cualquier hombre.
— Parece que has olvidado lo que venías a decirme. ¡Habla ya! — Dijo
Arik.
— Lo... lo siento, mi rey. Es su hijo, ha regresado y está muy mal herido.
Creo que no vivirá mucho. — Dijo el joven inseguro y temeroso.
— ¿Erland? ¿Qué dices? ¿Ha regresado Erland?
— Sí, mi rey. El príncipe ha vuelto, pero parece agonizar. Creo que lo mejor
es que vaya ahora mismo a verlo, mi rey.
Lo que había dicho aquel soldado, había dejado completamente
desconcertada a Moira, ya que, desconocía la existencia de un príncipe. A
pesar de que había consultado en muchas oportunidades a los ancestros,
estos no habían revelado claramente la existencia de un heredero al trono de
Arik. Esta, se quedó sin hablar, tomó sus vestiduras, y se las colocó,
esperando a recibir órdenes de Arik, el cual, se vio realmente nervioso ante
la información que había recibido.
— Ven conmigo, creo que puedes ser de gran ayuda. — Dijo Arik, mientras
la tomaba de la mano.
Ella era especial para él, pero a partir de ese momento, probablemente su
lugar aún era más exclusivo. Erland es el único hijo reconocido por Arik, el
cual, había embarazado a una aldeana hacía muchos años atrás, en medio de
sus juegos y perversiones. Pero estaba tan cautivado con la belleza de esta
mujer, que finalmente había sucumbido ante los sentimientos. Se había
enamorado de ella, y aunque pensaba convertirla en su reina, ella había
muerto en el parto tras una infección.
Esto, había afectado tremendamente al rey, el cual, había guardado el
secreto de la muerte de esta mujer, había reconocido al príncipe, pero no le
había dado el lugar especial que un hijo merece. Lo había mantenido
siempre en aislamiento, criado por empleadas, bajo esquemas duros de
entrenamiento. Con los años, lo había convertido en el líder de sus tropas, y
para que no recibiera el juicio de su hijo, lo había enviado a liderar las
batallas más nefastas jamás pensadas.
Erland era un peleador excelente, era preciso, rápido, feroz y letal. Pero
también tenía un corazón puro y sincero. Era muy guapo, y esto fue lo
primero que notó Moira al verlo acostado en aquella cama, mientras sudaba
profundamente, sin que ninguno de los que estaba alrededor de él, supieran
lo que estaba pasando.
— Erland, ¿qué te han hecho? — Preguntó Arik.
Aquel chico, mantenía sus ojos cerrados, no podía abrirlos, parecía estar en
un profundo trance, probablemente, ni siquiera sabía que ya había llegado a
casa.
— Permíteme... Déjame revisarlo. — Dijo Moira, mientras tomaba a Arik
del brazo. Éste, se apartó inmediatamente.
La chica le colocó la mano sobre la frente. Y después de cerrar sus ojos, y
respirar profundamente, le llevó la mano al pecho. En ese momento, Moira
supo exactamente lo que estaba pasando.
— El príncipe está envenenado. Morirá si no recibe atención
inmediatamente. Le deben quedar un par de horas de vida.
— ¿No hay nada que se pueda hacer? No soportaría verlo morir. ¿Hay algo
que podamos hacer?
— Tengo que consultarlo con mis ancestros, Arik. No puedo utilizar mis
poderes a la ligera. — Dijo la chica.
— Tienes que salvarlo. ¡Es una orden!
— Sabes muy bien cómo funcionan las cosas. No es mi decisión, es de los
ancestros.
— Si no lo salvas, puedes estar segura de que tú morirás junto a él. — Dijo
Arik, el cual, había cambiado de actitud en segundos.
Al ver este cambio de actitud, Moira entendió que este era el posible peligro
que tenía que contener. Así que vio la única salida posible en salvar al
príncipe. Rápidamente, había preparado un brebaje con algunas plantas del
propio jardín, las embrujó, y le dio de beber aquel brebaje al príncipe
Erland. La agonía del príncipe había durado seis días, pero finalmente había
sobrevivido.
Arik, quien había cambiado rápidamente te actitud con Moira, le había
ordenado a la bruja que cuidara exclusivamente de él. No sospecharía jamás
que estaba orquestando una situación que pondría aprueba lo que sentía
realmente por ella.
3
El despertar de Erland había estado lleno de confusión y muchas preguntas,
pero entre todas las dudas que tenía en su mente, la principal era saber
quién era esa chica que estaba a su lado, en el momento en que despertó. Su
belleza, era mucho más especial que cualquiera que hubiese visto en el
pasado.
Claro que había conocido al mundo, había estado con una gran cantidad de
mujeres, tantas, que ni siquiera podría cuantificar ese número. Pero la
belleza que había visto en Moira, era particular, tenía una oscuridad
particularmente atractiva, y sus ojos, y radiaban un misterio que lo
mantenían atento. Cuando había conseguido escapar de aquel trance que lo
había mantenido en una agonía que casi lo acercaba a la muerte, pensó que
había llegado a los cielos, ya que, la belleza de Moira, era digna de un
ángel.
— En dónde estoy. ¿Qué es este lugar? — Preguntó el confundido Erland,
mientras se llevaba las manos a la cabeza. El dolor era insoportable.
— Tranquilízate, no hables. Necesitas descansar. Estás en casa, te han
traído casi a punto de morir. Por suerte, lo has superado. — Dijo la chica,
mientras sonreía de una manera agradable.
— Nunca antes te había visto. Claro, tengo mucho tiempo alejado de estas
tierras. ¿Pero quién eres, de Dónde proviene una belleza tan espectacular?
— Dijo Erland.
El príncipe conquistador, nunca perdía una oportunidad para cortejar a una
mujer bella. Moira era un poema, una escultura, una mujer como la que
nunca encontraría en ninguna parte en las tierras que explorara. Éste no iba
a perder la oportunidad de decirle lo mucho que le había impresionado, ya
que, había estado muy cerca de la muerte, y era muy probable que pronto
estuviese en una situación similar.
Siempre estaba en riesgo, amaba las batallas, la adrenalina, combatir cuerpo
a cuerpo con los enemigos, y finalmente celebrar en conjunto con su
ejército, los logros conseguidos. En este aspecto, era muy diferente a su
padre, quien siempre se había comportado como un cobarde en las batallas.
Erland era diferente, tenía un corazón de guerrero, pero no era un asesino,
mataba simplemente por un propósito, y si había enemigos, entonces había
que derribarlos.
— No soy de estas tierras. Desde hace un año, vivo en el castillo. Pero creo
que no necesitas mayores detalles. Lo único que necesitas es descansar. Ya
después tendrás tiempo de ponerte al día. — Dijo Moira mientras se ponía
de pie para salir.
— ¿Por qué te vas? ¿Qué hacías aquí? ¿Por qué te han puesto la labor de
cuidarme?
— Son demasiadas preguntas para alguien que apenas recuerda su nombre.
Estuviste muy malherido, llegaste fuertemente golpeado, y el veneno casi
llega a tu corazón, matándote sin forma de revertir el efecto. Yo hice lo
posible por salvarte, así que, digamos que de alguna u otra manera, me
debes la vida. — Dijo Moira antes de avanzar hacia la puerta.
Erland, quien había levantado su cabeza para tratar de mantener la
conversación constante, finalmente se agotó, estaba muy débil, y dejó que
su cabeza reposara sobre la almohada. Desde ese momento, no pudo sacarse
de la cabeza la imagen de Moira, aquella mujer, le había hecho latir el
corazón como nunca antes, le generó esa sensación en el estómago,
escalofríos agradables, y un nerviosismo que nunca antes había
experimentado con una mujer.
Una de las características de la personalidad de Erland, es que era muy
agradecido, y el hecho de que esta mujer le hubiese salvado la vida, la
convertía en alguien muy especial para él. Se sentía muy afortunado por
haber regresado a casa, pero sus tropas probablemente habían acampado en
aquellas tierras conquistadas, así que, tenía que recuperarse pronto para
volver a la zona de combate.
Cuando Moira abandonó la habitación, también había experimentado cierta
confusión, ya que, aquel chico era mucho más tierno de lo que ella
imaginaba, no tenía la menor idea de lo mucho que podía llegar a agradarle
cuando despertara. Había vigilado su sueño, ya que, por mandato del rey
Arik, esta siempre tenía que estar allí, ya que, en caso de que tuviese una
crisis, la bruja debía actuar para revertir el efecto del veneno.
Éste no era un tipo de envenenamiento normal, era muy poco habitual, pero
la chica se sintió familiarizada con la herida que había visto. Ese veneno
sólo se daba en una parte del planeta, y ella sabía muy bien de donde
provenía, esto, le causó una curiosidad increíble, pero no quiso hacer
preguntas, ya que, igualmente quizá no merecía la respuesta.
Cuando Moira salió de la habitación, su corazón también estaba acelerado,
ni siquiera ella misma podía entender cuál era la reacción química que se
había generado en su cuerpo, ya que, generó una conexión instantánea con
Erland, al cual, ha comenzado a extrañar desde el mismo segundo en que
había abandonado aquel salón donde descansaba el príncipe.
Por cada paso quedaba alejándose de allí caminando hacia sus aposentos, la
chica se cuestionaba acerca de si debía regresar o no. Quizá buscaba
pretextos para poder tenerlo enfrente, y si dormido era atractivo, despierto
era alucinante. Este hombre, era el sueño de cualquier mujer, y por
casualidades del destino, ambos tenían la misma edad. Sólo cumplían años
con un mes de diferencia, Moira había nacido el 6 de julio y este había
nacido el 6 de agosto, tenían 28 años los dos, y esta, aún se preguntaba la
razón de porque se sentía tan atraída por él.
Como buen ser místico, Moira estaba consciente de la existencia de las
almas gemelas, sabía que, en alguna parte del mundo, alguien vagaba,
esperando a que el magnetismo universal finalmente los uniera. La
sensación que le había generado Erland, le había generado esa serie de
preguntas en su mente, pensando en si realmente podría ser este hombre el
que pudiese complementarla.
Pero aquellas preguntas tontas e inocentes, no son habituales en ella, no son
del tipo de actitudes que ella tiene, así que, se siente temerosa ante la
posibilidad de estar entrando en un ciclo complicado, donde ella misma no
tendrá la posibilidad de tener control. Cuando llegó a su habitación, cerró la
puerta, y respiró profundamente. Tocó su corazón, y este palpitaba con tanta
fuerza, que, aunque trató de calmarse respirando de forma controlada, no
hubo manera de calmarlo.
Se vio en el espejo, y entendió que había hecho una conexión importante
con el príncipe, pero ella tenía un vínculo con el rey Arik, y no podía
arriesgarse a generar un encuentro de poderes. Esto, sería letal para el
pueblo.
Los ancestros le habían revelado a Moira la existencia de una maldad
indetenible que vivía en el interior de un monarca, ella, ante el entorno, las
situaciones, y los rasgos, había conseguido determinar que era Arik, y
efectivamente, muchos le temían debido a que no era fácil de controlar.
Mientras está en sus pensamientos, tratando de organizar su mente, da un
salto del susto al escuchar la puerta ser golpeada tres veces.
— Moira, por favor abre la puerta, soy Arik. Quisiera conversar contigo
sobre la salud de mi hijo. — Dijo el rey.
Para ella no estaba permitido dejarlo solo, así que, esta, consumida por el
miedo, asumiendo que habría consecuencias por haberse separado del
príncipe, corrió rápidamente a la puerta para abrirle a su rey. Este,
simplemente la tomó de la mano y le agradeció.
— Mi hijo se encuentra bien, está lúcido, fuerte, y con ganas de continuar la
batalla. Todo esto es gracias a ti, Moira. No hay forma de que pueda pagarte
el hecho de que le haya salvado la vida. Eres increíble. — Dijo el rey,
mientras apretaba fuertemente su mano.
— Inicialmente, lo hice por órdenes tuyas, creo que así fue, un mandato…
Pero es una vida, y no podía dejar que un hombre inocente cayera ante un
envenenamiento tan agresivo. Hice solo lo que debía hacer, mi rey. — Dijo
Moira, con algo de indiferencia.
— Sé que estás molesta conmigo, lo he arruinado, no he sabido hacer las
cosas de la manera correcta, pero te pido mil disculpas, tienes todo el
derecho a sentirte mal y distanciada de mí, me he comportado como un
animal. Pero debes entender que mi desesperación es simplemente la
desesperación de un padre tratando de salvar la vida de su único hijo.
— Me trataste como una basura, mi rey. Pero no importa, considero que hay
situaciones que sacan lo peor de nosotros. Espero que no vuelva a repetirse.
— ¿Es eso una amenaza, Moira?
De pronto, la situación se había vuelto tensa una vez más, y fue difícil para
Moira manejar aquel contexto, ya que, Arik se había vuelto totalmente
susceptible, difícil de manejar, impredecible. Ella, simplemente se abrazó a
él, y era como un neutralizador inminente, ya que, todas las sensaciones
agresivas que crecían en el interior del rey, quedaban totalmente anuladas
cuando la chica lo tocaba.
— No entiendo cómo puedes desarmarme de una manera tan eficiente. Eres
mi debilidad, y detesto tener un punto débil. Me encantas, Moira. Ahora te
debo mucho más que los sentimientos que llevo dentro, ahora te debo la
vida de mi hijo. — Dijo el rey Arik, antes de intentar besarla.
Aquel intento fue un completo fallo, ya que, cuando se acercó a sus labios,
Moira simplemente volteó el rostro. Esta, recibió el beso en la mejilla, pero
al rey no le gustó esta acción. Estaba segura de que podía sacar lo peor de
él, que podía despertar a un monstruo difícil de volver a dormir, pero no
estaba lista para tener interacciones con el rey, no después de lo que había
ocurrido con Erland, aquello, le había cambiado la vida.
Durante los siguientes días, Erland se había dedicado exclusivamente a
cortejarla. Pero era un tipo de cortejo en secreto, ya que, había descubierto
que su padre y ella tenían un vínculo extraño. La había visto entrar a su
habitación, y esto no era normal. Fue algo decepcionante, pero después se
convirtió en un desafío. Se suponía que Erland regresaría pronto a la zona
de combate, tenía que liderar a sus tropas, pero en lugar de esto, había
puesto por delante una nueva prioridad, quería quedarse cerca de Moira
para conquistarla.
Ni siquiera la bruja con todo su poder, los consejos de los ancestros, o el
acceso a las visiones que tenía, había conseguido prepararse para lo que
venía, ya que, el destino tenía juegos traviesos, y era capaz de mostrar solo
una porción de los eventos que se aproximaban, pero no era lo
suficientemente abierto como para definir todos los detalles. Para eso,
Moira debía estar atenta, estudiar los detalles, saber qué era lo que ocurría
en su entorno y poder canalizar las soluciones en función al mejor
desenlace.
Pero parte de su mente, estaba poblada de ideas extrañas y absurdas, lo que
estaba pasando con el rey Arik, se había sumado con las sensaciones
extrañas que despertaba Erland, quien constantemente, le envía cartas, le
deja flores y notas de amor muy románticas, que comienzan hacer que el
alma de Moira, empieza sentirse atraída por el alma del príncipe. Esto
generaba una situación complicada, ya que, fácilmente, Moira podía
comprobar los dos tipos de sensaciones que encontraba por parte de estos
hombres.
En el rey encontraba placer Sexual, protección, admiración, pero con
Erland, las cosas eran mucho más tiernas, traviesas, pícaras, y la forma en
que este era capaz de arriesgar su propia vida, integridad, y herencia, la
hacía entender que estaba totalmente loco por ella. En ocasiones, Erland la
tentaba de una manera increíble. Mientras se encontraba en los establos,
solía pasearse sin camisa, llevando sólo su pantalón.
Mostrando aquel pecho fuerte, sus abdominales bien marcados, brazos de
acero, manos robustas. Un pecho cubierto de un vello oscuro, pero sin
exagerar, era muy masculino, todo un macho, el cual, le despertaba una
gran cantidad de atracción a la chica, y morbo descontrolado. Si con el rey
podía obtener placer, y este era capaz de llevarla a las cimas de sus
pasiones, no se imaginaba lo que podía encontrar en el cuerpo de Erland.
Este hombre se veía ardiente, era muy provocador, tenía el cabello
ligeramente largo, se le iba hacia la cara periódicamente, pero este lo
apartaba con sus manos. Este gesto, siempre le atraía la atención a la chica,
la cual, estaba enamorada profundamente de aquellos ojos verdes que había
heredado de su abuela. Moira había aceptado que había mirado más de la
cuenta. Ya estaba perdida por él, pero trataba de contenerse.
Él la provoca, la tienta, y sabía que tarde o temprano esta sucumbiría, era
una estrategia de guerra, y siendo uno de los mejores combatientes, siempre
tenía éxito con las mujeres. Después de tantos intentos, Moira había
sucumbido finalmente, el deseo le había ganado, y ella, siendo acorralada
por Erland en el pasillo principal del castillo, había accedido solo con una
condición.
— ¿Estás consciente de que si el rey nos ve juntos estaremos muertos?
— Mi padre está demasiado sumido en sus asuntos como para atenderlo
todo. Dime que esto no te excita... ¿Lo prohibido no te enloquece?
— Jugar con fuego de esta manera, Erland, sólo puede llevarnos a la
desgracia. Pero no puedo negarte que me encanta estar cerca de ti. — Dijo
Moira.
— Entonces ya dejémonos de juegos, Moira. Vayamos a un lugar donde
podamos estar solos, dejemos que esta pasión fluya sin límites. Mi cuerpo
te pide a gritos.
Ella hizo el intento de marcharse, pero este la tomó de la muñeca y la pegó
nuevamente contra la pared. La mano de este sujeto, se filtró justo debajo
de su falda. Le sujeto el muslo, y rápidamente llegó hacia la nalga. Cuando
le apretó la voluminosa nalga derecha, la chica simplemente respiro de una
manera nerviosa. Éste supo que no estaba faltándole el respeto, que no iba
romper aquella intención de ir más allá, ella le había gustado lo que había
sentido.
Aquel sujeto, lleno de miedos, pero de mucha excitación, la tomó del rostro
con su otra mano Y rápidamente, sin dejar que ésta interviniera, le dio un
beso profundo, silenciando todos los pensamientos que la querían hacer
escapar de allí. Ella, supo que ya no había forma de contenerse, así que,
estableció sus condiciones.
— Llévame a la torre gris. Es allí donde quiero estar contigo. — Dijo
Moira.
— No tengo acceso a ese lugar. Mi padre es muy celoso con esa torre. Ni
siquiera yo he podido entrar alguna vez.
— Si quieres tenerme, entonces conseguirás la forma de ingresar. La única
manera en que te entregaré mi cuerpo, será en ese lugar. Lo dejo en tus
manos. — Dijo la chica, mientras se marchaba.
Erland era un hombre de recursos, ella le había puesto un reto, no estaba
dispuesto a dejarse vencer simplemente por un juego de una mujer llena de
picardía y mucha lujuria que irradiaba de sus ojos. Aquella chica tenía que
ser una delicia en la cama, así que, era capaz de pagar cualquier cosa para
entrar allí. La torre era custodiada por uno de los guardias más fiables del
rey, pero todos tenían un precio.
A cambio de una bolsa repleta de monedas de oro, aquel hombre había
descuidado su guardia y había permitido que el príncipe ingresara. Lo que
no sabía aquel guardia es que quien entraría en aquella torre junto al
príncipe sería la propia amante del rey. Era todo mucho más grave de lo que
esto se imaginaba, pero al ausentarse de su guardia, no pudo visualizar con
quien había ingresado el travieso príncipe.
En muchas oportunidades, Moira se había preguntado qué había ahí
adentro, porque el rey era tan celoso, cuáles eran los juegos que se llevaban
a cabo en el interior de esa torre, algo pasaba allí arriba, que el mundo no
debí haber, ya que, dudarían acerca de la confianza que transmitía el rey, no
tenía la menor idea de que pasaba, pero pronto lo iba a descubrir.
Aquella noche, Erland tocó la puerta de la habitación de Moira de una
manera discreta. Esta se asomó sin esperar al atrevido príncipe, ante lo que,
se asustó profundamente.
— ¿Qué haces aquí? ¿Acaso quieres que nos maten? — Preguntó la chica,
la cual, estuvo a punto de cerrarle la puerta en la cara el príncipe.
— La guardia de la torre gris está libre. Solo tenemos 30 minutos para
ingresar y salir sin que nada pase. Si Tu oferta sigue en pie, el momento esa
hora. — Dijo Erland, mientras visualizar el cuerpo de la chica, quien
llevaba una suave bata oscura que cubría su cuerpo de una manera delicada
y dibujaba las curvas de sus pechos y su cintura.
— ¿Hablas en serio? ¿Realmente has conseguido acceso a la torre?
En ese instante, Erland levantó su mano y tuvo la osadía de mostrarle la
llave del candado principal. Esto excitó tanto a Moira, que lo tomó del
cuello y lo besó apasionadamente. Esto se iba a poner muy caliente pronto.
Ambos corrieron escabulléndose directamente hacia la entrada de la torre
principal. Allí, Erland tomó la llave que le había sido proporcionada por el
guardia, abrió, y aquello había sido un sonido de gloria, la cerradura se
había liberado, y Moira finalmente encontraba la respuesta a su curiosidad.
Básicamente, lo que estaban haciendo sería catalogado fácilmente como un
delito por el rey, ya que, estaban violando la privacidad más íntima del
monarca. Pero estos ingresaron a la torre, cerraron la puerta, colocaron el
seguro y subieron por las escaleras hasta llegar a una habitación cerrada.
Abrieron la puerta, y lo que encontraron, fue una gran cama con sábanas
rojas y blancas, la habitación estaba completamente cubierta de cortinas, las
ventanas no permitían el ingreso de la luz, y en todas las paredes, había
algunos objetos e implementos particulares, que probablemente serían
utilizados en el sexo.
Moira paseó sus manos por algunos de estos instrumentos elaborados con
cuero, trajes muy particulares que podrían haber sido usado por el rey, y
entendió que aquí estaban los secretos más oscuros de aquel hombre, era así
que drenaba toda esa maldad, prácticamente torturaba a sus amantes, la
sometía a la presión sexual más intensa, y después les pagaba para que no
dijeran absolutamente nada.
Era curioso estar allí, retorcido, prohibido, y esto, disparó enormemente la
excitación de la chica. Esta, sin dudarlo, tomó de la mano a Erland, y llevó
al príncipe directamente hacia el borde de la cama.
— Aquí estamos. ¿Qué hace tan especial este lugar que solo pusiste esta
condición para estar conmigo?
— Es el único lugar al que se me prohíbe ingresar. Entonces, será único y
especial. Vamos, no tenemos mucho tiempo. — Dijo Moira, mientras se
acostaba en la cama, abriendo la bata suavemente, para mostrar aquellos
pechos firmes, redondos y voluminosos.
Erland se acostó sobre ella, y comenzó a besárselos, los masajeaba, se
tomaba el tiempo suficiente para poder degustarlos, su lengua hacía juegos
circulares en sus pezones, mientras la chica, comenzaba gemir sin control.
Sabían que estaban en un lugar donde nadie podía escuchar nada, estaba
insonorizado, aislado del mundo, de todo el planeta. El universo,
desaparecía cuando esas puertas se cerraban, al menos para el rey Arik.
— ¿Baja la voz, alguien puede escucharnos? — Dijo Erland.
— Este lugar es diferente, se respira una energía totalmente distinta. Quiero
que me hagas el amor de una manera diferente, Erland, hazme tuya,
márcame, como si nunca pudiese borrar el sabor de tu piel de mi carne. —
Dijo la chica, mientras lo besaba apasionadamente.
Éste, tomó las palabras de la chica como órdenes, ya que, lo único que
quería, era dejar en ella una huella imborrable. No tenía la menor idea de
cuál era el vínculo que existía entre ella y su padre, pero de algo estaba
seguro, iba a borrar ese lazo con sus estímulos. Después de besarle los
senos apasionadamente, bajó a su abdomen, allí, dibujaba líneas de saliva
alrededor de su ombligo, aquel vientre plano, estilizado, suave y terso,
recibió mordidas suaves, mientras este se separaba los muslos para ir
directamente hacia su coño.
La chica lo detuvo antes de que se lo saboreara, ella lo tomó del cabello y lo
llevó directamente hacia su rostro, esta vez, ella le dio la vuelta y se colocó
sobre él. Se giró y le puso su vagina en la cara, mientras ella estaba frente a
su gran pene. Se lo había liberado sin ningún esfuerzo, aquel pantalón bajó
hasta la rodilla, y esta comenzó a comerle la polla hasta la base.
Lo lubricaba con su lengua, se paseaba de arriba abajo, chupándole la punta
mientras lo masturbaba lentamente. Tener el culo de aquella chica en su
rostro, fue fantástico, ya que, Erland no se esperaba una acción tan directa
por parte de una mujer que lo había estado conteniendo durante tanto
tiempo. Le separó las nalgas, y con su lengua, recurrió directamente desde
su clítoris hasta su ano.
Allí, se mantuvo. Parecía que el rey y el príncipe tenían algo en común, esta
debilidad por devorarles el culo a las mujeres. Estando allí, comenzó a jugar
con su lengua, se la metía con suavidad, pero intercalaba con su cavidad
vaginal, y su clítoris. Era como una danza donde pasaba de un lugar al otro,
jugaba un rato y volví al anterior, incrementando cada vez más el placer, y
disparando la locura absoluta en la mente de Moira.
Esta era una de las posiciones favoritas de la chica, ya que, la comodidad
potenciaba el placer. Se relajaba, se desconectaba de toda tensión, no tenía
ningún tipo de miedo o complejo, sabía que su cuerpo era una exquisitez,
así que, en el momento en que estuvo cerca del orgasmo, interrumpió la
interacción.
Estaba al borde, su cuerpo ya temblaba, aquel príncipe era magnífico
haciéndole el sexo oral. Pero esta no estaba dispuesta a correrse tan rápido,
iba a disfrutar de aquel acto en cada segundo que fuese posible, aunque solo
tuviesen algunos minutos.
— Parece que eso se ve divertido. Ven, vamos y probémoslo. — Dijo
Moira, mientras señalaba hacia una estructura de donde colgaba una especie
de arnés en el centro
Éste estaba elaborado con cuero, y esta, sin problemas logró conseguirle la
lógica y se lo coloco.
Con la ayuda de una polea, Erland logró suspenderla en el aire, y ésta se
mantuvo con sus piernas completamente abiertas, mientras éste se
acomodaba justo entre ellas. Le acomodó la polla en la cavidad vaginal, y
después de frotarla un poco para que fuese haciendo espacio, se la metió sin
problemas.
Entró hasta la base, sus testículos chocaron contra su culo, y allí,
comenzaron a follar de una manera y no olvidable. Éste se sujetaba de sus
nalgas, mientras la chica, se aferraba a aquel arnés, el cual es la mantenía
suspendida en el aire. Rebotaban contra ella una y otra vez, mientras sus
gemidos, estimulaban y potenciaba la necesidad de Erland de correrse.
Aquel placer, no tenía comparación, nunca antes había vivido algo así,
aquella estructura era única, era la primera vez que la veía, quizá, había sido
ideada por su padre, no lo sabía. Siempre sería un misterio, ya que, no
tendría el valor de revelarle que había entrado en su cuarto de juegos
personal.
Le colocó las manos a Moira en las nalgas, rebota contra ella una y otra vez,
mientras ésta se aferra el cabello del príncipe. Ambos estaban al borde,
ninguno de los dos podía contener las ganas de correrse, y mientras sus
rostros se deforman, y sus piernas pierden fuerzas, ambos finalmente
gimieron en medio de aquel orgasmo simultáneo, el príncipe se había
corrido en el interior de la chica, y esta, sintió como las gotas de semen
cálidas aún corrían en el interior de su cuerpo. Éste se la sacó, y después de
liberar la de aquí el arnés, continuó masturbándose, mientras se la coloca de
rodillas frente a él. Parecía que tenía una segunda descarga lista para ella.
Y mientras Moira, masajea sus pechos, y saca su lengua, Éste le entrega un
poco más de su leche tibia en su rostro. Esta devoró los fluidos, y ansiosa
demás, le tomó la polla y se la insertó en la boca.
Esta, chupa con fuerza, quiere dejarlo seco, y una vez que ambos están
complacidos de lo que había resultado este no encuentro, se vistieron
rápidamente para abandonar el lugar. Se habían extralimitado, y ante la
rareza de lo que había ocurrido, el guardia no había guardado silencio. Sería
mucho más grave mantenerse callado que revelarle lo que había ocurrido al
rey.
Si el monarca descubría que alguien había estado allí, las cosas se pondrían
muy feas. Fue entonces cuando el soldado decidió traicionar el príncipe,
acudiendo hacia la sala del rey, y allí, había asegurado que algo estaba
ocurriendo en la torre gris.
— Mi rey, lamento interrumpir su descanso. Pero he cometido un error, y te
ruego que me perdones la vida por ello. — Dijo el soldado.
— Bastián, te ves preocupado. Eres un hombre de confianza, cuéntame,
¿qué te perturba?
— Mi rey, te he traicionado. He permitido que extraños accedan a la torre
gris. Sé que esto merece la muerte, pero te ruego que me perdones. El
príncipe está allí.
— Eso es inadmisible. Habrá graves consecuencias para ti tras mi regreso.
Iré a verificar. Apenas ha llegado, y ya Erland comenzó a darme problemas.
— Dijo el rey, mientras salía furioso de aquella sala.
Fue directamente hacia la torre, la puerta estaba cerrada, pero él tenía un
duplicado. Subió enfurecido, sin decir una sola palabra y de la manera más
discreta posible. Abrió la puerta, y lo que había encontrado, fue totalmente
devastador para su corazón.
Encontrar a Moira en brazos de su propio hijo, lo hizo sentir traicionado, y
aunque sabía que aquella chica no era suya, éste le había proporcionado
acceso a su confianza. Esta, de alguna u otra forma, parecía haberse burlado
de él, y esto lo enloquece.
— ¿Qué demonios están haciendo ambos aquí? ¿Qué es esto? ¿Por qué me
has hecho esto, Moira? — Gritó el rey.
Ninguno de los dos tenía palabras, Moira se sentía como una serpiente
traicionera, mientras Erland, se impone para tratar de explicar lo ocurrido.
— Padre, lo que ocurrió aquí, fue natural, sin ningún tipo de manipulación.
Tú utilizas tu poder para controlarla a ella, yo simplemente le ofrecí
comprensión y cariño. Eso no es algo que vaya conseguir contigo. Deja la
libre, ella estará bien conmigo. — Dijo el príncipe.
El rey se abalanzó directamente sobre su hijo y le golpeó el rostro, pero
Erland no respondió el primer ataque por respeto. La brutalidad de Arik
comenzó a aflorar en ese instante, y le golpeaba la cara con los puños, y
aunque Moira trató de interceder, este la empujó brutalmente, derribándola
hacia el suelo, lo que hizo que Erland reaccionar instantáneamente. Logró
limitar a su padre, y casi lo asesinó ahorcándolo, una vez más, Moira
intercedió para que la catástrofe no ocurriera.
— Erland, él es tu padre. Suéltalo ahora mismo. Cometimos un error y
debemos asumir las consecuencias de nuestros actos. — Dijo Moira en
medio de lágrimas.
Las manos de Erland se aflojaron lentamente, era como si la conciencia
volviera lentamente a su mente. Recuperó la cordura, ya que, estaba cegado
de la violencia que ocurría en su sangre hirviente.
— Lo lamento, Padre. Quisiera decirte que esto no debió pasar, pero
probablemente, así debía ser. — Dijo Erland, mientras abrazaba a Moira
para cuidarla.
— Lo que sea que ocurra entre ustedes dos, ya no es de mi incumbencia.
Pero ambos deberán marcharse. Tú has quedado desterrado de este reino.
Ya no eres príncipe, ya no eres mi hijo. Y tú, será mejor que te escondas
muy bien, porque en el lugar donde te encuentres, te aseguro que te
arrancaré la cabeza por traidora. — Dijo Arik, mientras se levantaba lleno
de confusión.
Ambos fueron desterrados, y expulsados del reino de Stian, debían salir de
allí lo antes posible, si es que querían que les perdonan la vida. Pero el rey
estaba tan decepcionado y enardecido, que no esperó demasiado tiempo
para cambiar de parecer.
Cuando Moira y Erland abandonaron las tierras, rápidamente llamó el jefe
de sus tropas. La orden había sido ir tras ellos, y cuando los encontraron en
el interior del bosque, debían matarlos de la manera más dolorosa. De esta
manera, había comenzado a nacer el monstruo que Moira tanto temía. Ella
había llegado para evitar que aflorara esta versión de Arik.
Esto era muy peligroso para el mundo entero, ya que, Arik tenía una gran
cantidad de recursos, y si los usaba para hacer daño, las cosas se pondrían
muy graves. Las cosas no habían terminado en esto, adicionalmente, Arik
había tomado la determinación de que absolutamente todas las mujeres del
pueblo fuesen encerradas en los calabozos. Ninguna mujer podría ser libre,
todas se habían convertido automáticamente en las esclavas sexuales del
rey, quien ya no trataría a nadie más con humanidad.
Su propio hijo, su propia sangre, lo había traicionado, así que, se había
convertido inmediatamente en el enemigo número uno del mundo. Si había
alguien que estaba totalmente consciente acerca del peligro que
representaba la furia de Arik para el mundo, era Moira, pero se había
equivocado, había tomado malas decisiones, y ahora había terminado
desterrada de las tierras que estaba dispuesta a salvar, junto a un hombre
que la trataba como una princesa, pero que quizá, no era el correcto.
Tras salir de aquellas tierras, se habían dirigido hacia Heria, una tierra
neutral que recibiría a Moira y a Erland para que estos iniciaran una vida
tranquilos. Tenían que proteger su identidad, no podían decir quiénes eran,
y mantenerse lo más incógnito. No querían desarrollar un conflicto entre
reinos, así que, llamarla atención no es precisamente el plan principal.
No saben que han comenzado a ser perseguidos, aunque Moira, consulta a
los ancestros en medio de su travesía para determinar cuál es la verdadera
senda que deben tomar. El encierro de las mujeres, había evitado que las
mujeres permanecieran al lado de sus esposos, y estos, se habían enardecido
y le habían puesto precio a la cabeza del rey. El fin de Stian se acercaba, ya
que, era la furia de un rey con un ejército, contra su propio pueblo
alimentado del odio que él mismo había propiciado.
4
Moira no recordaba cuándo había sido la última vez que había estado bajo
una noche tan fría. Las temperaturas, habían alcanzado límites tales, que ni
siquiera se escuchaban las criaturas en el bosque, todas debían estar
refugiadas, temblorosas Ante la neblina Tan espesa que se había adueñado
de cada rincón del bosque.
Casi no podían ver más allá de un par de metros, ya que, después de esto, lo
único que veía era una bruma blanca, acompañada de una oscuridad que le
hacía lucir bastante tenebrosas. Pero Moira estaba acostumbrada a este tipo
de cenas, al igual que Erland, así que, esto no tenía por qué intimidarlos.
Pero a pesar de que la escena era bastante lúgubre, estaban muy relajados,
ya que, estaban sentados alrededor del fuego, mientras calentaba en sus
manos, ya que, lo único que les preocupaba, era una posible hipotermia. No
había habido una noche tan fría en meses, ya que, a pesar de las lluvias, las
temperaturas no habían alcanzado niveles tan bajos.
Erland, aprovechando la oportunidad, le había ofrecido abrigo a Moira,
abrazándola, refugiando la entre sus brazos, y este calor corporal que se
había intercambiado entre ellos, había dado pie al inicio de una escena
sexual en medio de la nada, expuestos ante la naturaleza. Pero la excitación,
se disparaba sin ninguna condición, no tenían que prestarse todas las
variables para que ellos pudiesen amarse libremente.
Mientras la mantiene abrazada, su mano, delicadamente rozó su pezón,
esto, estimuló inmediatamente a Moira, la cual, sintió como ese pezón
comenzó a endurecerse. La erección fue tan drástica, que se notó
rápidamente en el vestido, aquella chica, sintió una vergüenza inmediata, y
sus mejillas se sonrojaron. Cuando la luz del fuego, incidía en el rostro de
Moira, esta parecía haberse mucho más hermosa, su personalidad oscura y
misteriosa, se resaltaba enormemente con las llamas generando es
incandescencia sobre su piel blanca.
Ante esta escena, Erland había quedado como tonto, la veía sonriendo
simplemente orgulloso de tener a una mujer tan hermosa a su lado. El dedo
pulgar de este hombre roza suavemente la mejilla de Moira, está sonrío,
hubo ternura en el momento, pero esto, era solo el inicio de una escena
completamente apasionada y romántica.
La llevó lentamente hacia el suelo, puso delicadamente su cabeza sobre las
hojas, y allí, comenzó a besarla, mientras su mano, hacía caricias leves
sobre los senos de Moira, la cual, acariciaba la espalda de Erland. Aunque
habían sido desterrados de aquella tierra donde tenían comodidades, lujos y
privilegios, la sensación de libertad era mucho más agradable.
Poder respirar sin necesidad de temer que sus cabezas rodaran ante la
amenaza del rey Arik, era mucho más satisfactorio. Pero lo que no sabían,
es que estaban siendo perseguidos y un grupo de jinetes, cabalgaban
directamente hacia su dirección.
Pero hay tiempo, están muchas horas de distancia, así que, simplemente su
prioridad es amarse. Moira deja que sus dedos rocen la espalda fuerte de
Erland, mientras éste, ha liberado su vestido por el lado derecho.
Un seno se asoma, este, lo besa delicadamente, para posteriormente, liberar
el segundo. Tiene una fijación con sus pechos, ya que, son jugosos,
hermosos y muy simétricos. Tiene algunos lunares como pequeños puntos
que rodean sus pezones. Parecen estrellas que adornan el entorno de la luna.
Éste, besa suavemente sus pechos, y comienza a descender lentamente. Pero
Moira lo detiene, y lo mantiene cerca de ella. Quiere seguir besando sus
labios, se aferra a su rostro, sus manos ubican en su cuello, de una manera
delicada, mientras sus dedos, acarician sus orejas. Ella lo ve fijamente a los
ojos y sin decir una sola palabra, le revela parte de sus sentimientos. Una
palabra rompe el silencio, y esta era completamente inesperada para la
bruja.
— Te amo con todas mis fuerzas, Moira. No creí ser capaz de renunciar a
quién soy sólo por tu amor. Pero aquí me tienes, entregado a ti, no me
importa nada más en el universo. Soy tuyo, tan tuyo como las raíces del
árbol a la tierra, te pertenezco. ¿Acaso tú me perteneces a mí? — Preguntó
Erland, mientras susurraba sus palabras.
— El amor es un sentimiento profundo, Erland. Es irresponsable
simplemente asumir que es amor cuando la ilusión te llena de una felicidad
tremenda que te ciega ante la realidad del entorno. — Respondió la bruja.
— No quiero conceptos elaborados, no quiero que definas lo que hay entre
nosotros como algo simple y ordinario. Sabes que ambos hemos enfrentado
un grave peligro al traicionar a mi padre. Siento que para que pudieses
hacer esto, tendrías que haber sentido amor del bueno. — Dijo el príncipe.
— No lo sé, Erland. Siento algo muy fuerte hacia ti, pero hay algo que me
detiene, no sé todavía qué es. Pero siempre he sido muy precavida. Seamos
pacientes, el momento en el que mis sentimientos se intensifiquen llegará.
Aquello no detuvo a Erland, el cual, estaba totalmente perdido ante la
mirada de aquella hermosa mujer. Él la besó apasionadamente, y después de
desnudar por completo su cuerpo, simplemente se puso de pie frente a ella,
la contempló allí, totalmente extendida, mientras ésta realizaba
movimientos sensuales con sus manos, tocando sus pechos, su abdomen,
inclusive llegó a rozar su coño, algo que lo enloqueció instantáneamente,
llevándolo a deshacerse de sus ropas.
— Nunca hemos tenido la oportunidad de hablar sobre nosotros. No te
conozco totalmente, Moira. Eres una mujer llena de misterios, tú tampoco
sabes quién soy yo, ¿acaso quieres que nos exploremos? — Dijo el
príncipe, mientras baja sus pantalones hasta sus tobillos, mostrando aquel
hermoso pene rosado, erecto y duro como una roca.
— No creo que justo ahora sea el momento adecuado para hablar. Cuando
me muestras ese tipo de cosas, difícilmente puedo pensar con claridad.
— Sé que lo único que puedes pensar justo ahora, es en nuestros cuerpos.
Pero me intrigas, quiero saber más de ti. Después de que acabe esto y te
llene de placer, tendremos una conversación profunda, mi princesa. — Dijo
Erland, mientras se coloca justo sobre ella.
Moira, sin ningún tipo de pudor, separó sus piernas, sus brazos, se
abrazaron al torso de Erland, mientras éste, besa apasionadamente el
mentón y el cuello de su amante. Los besos son húmedos, cálidos, llenos de
un placer tremendo. Hay mucha energía en el ambiente, y casi olvidan que
las temperaturas son totalmente bajas.
Aunque tienen el apoyo del fuego frente a ellos, son sus cuerpos realmente
los que están ardiendo, dejando a un lado el frío, y permitiendo que ambos
formen un solo cuerpo, dándose una satisfacción total. La forma en que se
acomodó Erland, le dio la oportunidad de meterle la polla lentamente, sin
que hubiese agite, sin presión, ella, respiraba con tranquilidad, estaba
relajada, sabía que no había amenaza en el entorno, y lo único que
necesitaba, era el placer que podía darle el príncipe.
Mientras siente como aquel pene duro entra en ella, sus paredes vaginales
se van expandiendo, siente su textura, su calor, la imponente dimensión de
su grosor, le va expandiendo la piel elástica, mientras sus terminaciones
nerviosas reciben esa estimulación tan agradable que viaja lentamente al
cielo. Para ella sólo basta con cerrar sus ojos un poco, y enfocarse en la
zona genital.
Puede acceder a un orgasmo delicioso en muy poco tiempo, no tiene
problemas para ello, es muy sensible, y sabe muy bien cómo controlar su
cuerpo. Erland siente como ella contraen los músculos vaginales, haciendo
que su pene sufra una contracción involuntaria. Ella, mueve su cintura de
una forma magistral, mientras su cadera, hace un movimiento circular
complementario, queriendo sacarle cada gota de leche de la polla.
Mientras encuentra apoyado sobre ella, sus brazos se tensan, así que, Moira
se da el lujo de acariciar aquellos bíceps monstruosos. Es un hombre con
unos hombros muy bien definidos, cada músculo de su cuerpo es pura
perfección, tiene algunas cicatrices de batalla, esta, las acaricia suavemente
con sus dedos, queriendo sanarlas, borrar todo lo malo que pudiese existir
en la vida de Erland y sustituirlo por puro amor.
Sus cuerpos se frotan, el roce aumenta el calor, y es inevitable que el sudor
comienza aparecer.
Algunas gotas de sudor corren por la frente de Erland, la chica, siente como
esas gotas caen sobre su rostro, pero no le desagrada. De hecho, saca su
lengua, y lame el cuello de este sujeto, el cual, ya ha comenzado a
empaparse con el fluido salino. El olor que emanan ambos, es natural, se
funden con la naturaleza, son dos seres primitivos en medio de la nada, sin
reglas, bajo sus propios esquemas, nadie puede definir lo que está bien o
mal, sólo ellos pueden decir cuando parar y cuando no.
Aquella escena, se tornó mucho más intensa cuando Moira tomó liderazgo
y extrajo la polla de Erland, colocándola justo en el orificio anal. Aquel
príncipe se sorprendió, ya que, no imaginaba que aquella chica sería tan
colaboradora en ese sentido. Lo veía fijamente a los ojos mientras su
sonrisa provocadora, lo incitaba a comportarse como alguien
completamente diferente. No había normas, no querían reglas, no era
necesario establecerlas, ya que, los dos son presa del más puro deseo.
Cuando sintió la polla de Erland en su culo, aquella chica simplemente
mordió sus labios de placer.
Le encantaba aquella posición, sus piernas bien abiertas, mientras la polla
se le metía una y otra vez por su orificio trasero. Ella, no tenía la menor
idea de que ese placer podía ser tan delicioso en aquella oportunidad, ya
que, cuando lo había probado con el rey, lo había disfrutado, pero parecía
que Erland tenía un talento mucho más destacados. Era posible que el
cuerpo ardiente del príncipe, su juventud, su vigor y energía, potenciaran
enormemente la excitación de la chica, la cual, conoce un nuevo ángulo del
placer.
Erland lo hacía con delicadeza, ya que, no quería lastimarla, pero esta, lo
obligaba tomándolo por las nalgas, a rebotar contra ella con mucha fuerza.
Cada embestida generaba cierto dolor, pero a ella le encantaba, era una
especie de sufrimiento que le generaba sonrisas cargadas de maldad y
perversión.
Y esto, ponía a tope a Erland, el cual, no puede creer que esta chica sea tan
perfecta. Cuando éste estaba a punto de correrse, Moira se lo sacó de
encima, fue directamente hacia su polla, y se la sacudió con tanta fuerza,
que Erland pensó que se lo arrancaría. Lo masturbaba de una manera
violenta, y aquella descarga de leche fue descomunal.
Todo el rostro de la bruja quedó impregnado del blanco fluido, mientras
ésta, frotaba la polla contra sus mejillas, como si estuviese limpiándola,
para después, pasar un dedo sobre su propia piel, y degustar el dulce néctar
que había sido expulsado por el príncipe.
Ella ya se había corrido en un par de ocasiones, aquel hombre, la volvía
loca, así que, ambos agotados, finalmente se desplomaron el uno sobre el
otro, estando allí, completamente desnudos siendo calentados por el fuego
de la fogata. Ellos tenían una conversación pendiente, así que, ella le sugirió
al guerrero que empezara narrando cómo había sido el suceso de su herida
letal.
— Nunca supe de donde provenías cuando te hirieron de muerte. No quise
preguntarle al rey, siento que es un tema muy privado y ahí asuntos en los
que uno no debe inmiscuirse.
— Estábamos en medio de una conquista y una flecha entró en mi carne, no
sé de dónde provino, pero aquellas tierras paganas del sur, merecían esa
destrucción. Son montes hermosos, tan altos como puedas imaginarlos, esos
paganos no los merecen. — Dijo Erland, con un rechazo tremendo.
Siendo una bruja del bosque, Moira se sintió notablemente ofendida por las
palabras del príncipe, pero podía entenderlo, ya que, había crecido en una
comunidad que siempre había rechazado a las brujas. No se iba a dejar
influenciar por esto, pero lo que sí le generó curiosidad, es que había
hablado sobre la destrucción de tierras paganas del sur, un lugar que ella
conocía perfectamente.
— Cuéntame más. ¿Cómo se llama el lugar que atacaron? — Preguntó a
Moira, con cierto miedo.
— La ciudad es Berkana. Se tratan de tierras plagadas de brujas y
hechiceros, los cuales, únicamente viven para hacer el mal. Matamos a
todos los que pudimos, pero después que me hirieron, no sé cómo terminó
la batalla. — Dijo Erland.
Moira sintió que el mundo comenzaba a darle vueltas. Un mareo intenso se
generó en su cabeza. Todo palpitaba, su corazón parecía detenerse, y la
confusión la invadió. Su cara cambió de manera tan drástica, que Erland lo
notó con facilidad.
¿Te ocurre algo malo? Te has puesto pálida y nerviosa. ¿Dije algo malo?
— No me toques. Aléjate de mí. ¡Eres un animal! Entonces esa eran las
tierras que fueron a invadir, mi pueblo. Berkana es el lugar donde crecí, allí
estaban mis amigos, mis familiares, ¿ese es el lugar que destruiste y llevaste
tu maldad y destrucción hasta allí? Por favor dime que no.
— ¿Creciste allí? Entonces tú eres una…
— Sí, soy una bruja. Y la razón por la que estás vivo, es porque soy una
hechicera. ¿Cómo te atreves a decir que solo traemos mal al mundo cuando
nos encargamos de equilibrar todas las cochinadas que hacen ustedes los
monarcas? Hacen alarde de sus riquezas, conquistando tierras, llevando
maldad y destrucción a todo lugar a donde van.
Erland estaba sin palabras, no podía creer que Moira fuese una bruja, sabía
que tenía algunos conocimientos especiales, pero nunca se imaginó que
fuese una bruja pagana. Éste, ni siquiera podía pensar claramente las
palabras para decirlas, estaba atónito, y la chica, recogía sus cosas para
continuar su camino en medio de la noche.
— ¿Hacia dónde vas? ¿Es de noche, acaso quieres que te maten las bestias?
— Me encantaría que una jauría de lobos nos atacara ahora mismo y te
arrancarán la carne, que te mataran mientras sientes el dolor. Dolor que tú
llevaste a mi pueblo. A partir de ahora estás solo.
— ¡Espera! No puedes irte y dejarme aquí. No conozco el camino a Heria.
No puedes irte.
Moira simplemente se marchó, comenzó a caminar hacia el bosque, y
aunque Erland trató de seguirla, simplemente se perdió. Ella continuó
caminando hacia el este, ella sabía muy bien cómo llegar, y después de
alejarse de Erland, sintió que colapsaría. Su corazón estaba destruido, y
pensó en viajar al sur, hacia Berkana, entender que había ocurrido con su
pueblo, así que, su viaje estaba por replantearse.
Los días pasaron, y aunque finalmente había llegado a su destino, no había
llegado ni a Heria ni a Berkana, Moira había decidido volver a Stian, ya
que, era necesario restablecer el orden, ya que, había comenzado todo. El
lugar era un completo caos, las tropas del rey Arik, habían hecho estragos
con los pobladores.
Éste, había dejado que los soldados perdieron el control de sus actos, y
habían matado, secuestrado, torturado a una gran cantidad de personas.
Aquellos que simplemente no estaban de acuerdo con las políticas que
había asumido el rey, eran tratados como traidores, y aquellos que eran
capturados, eran torturados hasta la muerte. Pero en aquel lugar Moira
encontraría una sorpresa mucho más oscura, ya que, los días pasaron, y las
tropas finalmente habían entregado resultados al rey Arik.
Ella quería apaciguar la furia del rey con su magia, pero justo cuando se
movía de forma sigilosa, ocultándose entre escombros y objetos destruidos,
pudo ver una pila de cadáveres, entre los cuales, pudo reconocer a uno en
particular. El cuerpo de Erland estaba tendido entre la pila de muertos, esto,
la dejó pálida y fría, no hubo forma de reaccionar. Paralizada y con un
pánico tremendo consumiéndola, entendió que Arik había rebasado el límite
posible de la maldad.
Había matado a su propio hijo, y ni siquiera lo había matado sin dolor,
después de que los soldados lo capturaron perdido en el bosque, lo
torturaron, y posteriormente, por orden del rey, fue asesinado a sangre fría
sin opción a nada. Después de haber hecho algo de una magnitud tan
oscura, Moira sabía que lo único que podía hacer era confrontar a Arik.
Fue por esto que decidió ir al castillo y someter su furia aprueba. Pero
cuando estaba preparada para enfrentarse a lo peor, se había encontrado a
alguien completamente diferente a lo que esperaba.
El castillo estaba prácticamente en ruinas, el rey, había perdido la cabeza,
Arik estaba devastado. Lo encontró en su salón principal, tendido en el
suelo, rodeado de huesos de animales con los que se alimentaba, en los
últimos días, inclusive comía carne cruda, el rey estaba totalmente perdido.
Moira se sumó con cuidado a la sala principal.
Allí estaba el rey, fingiendo hablar con alguien, y estaba completamente
demente, alucinaba. Corría de un lado al otro, recogía algunos de los
huesos, los lanzaba contra la pared con toda la furia, mientras asumía que
era un ser sobrenatural, volando por los cielos de Stian. Aquel hombre, sólo
proyectaba lástima.
— Arik, ¿qué te ha pasado? — Dijo Moira, con un lamento tremendo.
Tenía algo de miedo al momento de enfrentarlo, ya que, no sabía cómo
reaccionaría. Era un hombre inestable emocionalmente, el cual, era capaz
de dejar salir toda su furia una vez más en su contra. Pero Moira se
equivocó, aquel hombre, cuando la vio, simplemente se iluminó.
Era como si la lucidez hubiese llegado de manera repentina sus ojos, así
que, tras organizar sus ideas en su mente, la vio directamente a los ojos y
corrió hacia ella. Moira no era tan tonta como para acudir a un encuentro
con el rey e ir desarmada. Así que, cuando Ray estuvo un par de metros, la
chica sacó rápidamente un arco y una flecha.
Lo apuntó directamente al corazón, y le ordenó que se detuviera. En ese
momento, Arik cayó de rodillas, y comenzó arrastrarse hacia ella, como si
fuese un gusano, esto le rompió el corazón a Moira.
— No hay nada que pueda hacer para que me perdones... He hecho todo el
mal posible, me he convertido en todo lo peor que puede ser un hombre.
Pero estás aquí, y pensé que nunca más volvería a verte. Sé que las muertes
no se pueden evitar, no puedo revertir todo el sufrimiento, pero por favor,
quédate junto a mí y perdóname.
Moira no puede creer las palabras de un hombre a quien había visto arder
de furia, al mismo que la había amenazado hacía un tiempo atrás,
desterrándola totalmente de aquellas tierras. La chica, dejó caer el arco y la
flecha a un lado, y entendió que lo único que necesitaba Arik, era amor y
comprensión.
— Hay cosas que pueden perdonarse, Arik. Pero lo que tú has hecho, es
irreversible. Hundiste a tu propio pueblo cegado de odio y egoísmo. ¿Cómo
pretendes revertir la muerte de tu propio hijo? Asesinaste a Erland, tu
propia sangre. Te convertiste en un monstruo. — Dijo Moira, mientras
abrazaba al rey.
— Haría lo que fuese porque me perdonaras, haría cualquier cosa por tener
a mi hijo conmigo. Quiero revertir todo el mal, sé que es imposible, pero
ayúdame, sé que tú puedes hacerlo. Por favor, no me abandones en esta
miseria. — Imploró Arik.
Moira, vio a su alrededor, y entendió que la única manera en que el rey
podría remontar y volver a ser el mismo, era teniendo a su hijo con vida, al
mismo que había obligado a combatir en batallas mortales, pero ahora,
valoraba su existencia, después de haberle arrebatado la vida
— Puedo devolverle la vida a Erland, utilizando todo mi poder, puedo hacer
que vuelva, pero si lo hago, no puedo estar cerca de ti, solo los separaré. Así
que, decide, si Quieres volver a ver a Erland, entonces tendrás que
renunciar a mí para siempre. — Dijo Moira, mientras acariciaba el cabello
del rey.
Éste lloraba como si se tratara de un niño, lo había perdido todo, se veía
vulnerable indefenso, no era ni la sombra de quien había Sido. Finalmente,
Arik había aceptado quién era realmente, un cobarde, que se dejaba
dominar por sus miedos más profundos. En ese momento, un poco de
lucidez había llegado a su mente, y tomó la única decisión correcta que
había tomado en mucho tiempo.
— Regresa a la vida a mi hijo y haz lo que tengas que hacer. Te amo, estoy
enamorado de ti, Moira. Pero si tengo que renunciar a ti para revertir todo el
mal que hice, entonces así será. — Dijo el rey, mientras trata de retomar el
control de sus emociones.
— Ordena a tus hombres que traigan el cuerpo de Erland ahora mismo. Lo
regresaré a la vida y nunca más volverás a verme. Lamento todo lo que
ocurrió, pensé que podía evitarlo, y creo que fui la generadora de todo el
caos.
Arik dio la orden inmediata a algunos de sus guerreros, para que buscaran
el cuerpo de Erland en la pila de cadáveres. Lo llevaron muy golpeado,
había recibido quemaduras, latigazos, torturas indescriptibles antes de
morir.
Moira, había sanado el cuerpo de Erland, le había borrado cada cicatriz, lo
había regresado a la vida, y tras toda la madrugada trabajando en hechizos y
brebajes, la chica finalmente había conseguido regresarle el pulso a su
corazón. Cuando sintió los latidos del corazón del príncipe, la chica
simplemente tomó sus cosas y se marchó sin decir nada más.
Aquella vez fue la última oportunidad en que vería el castillo de Stian. Se
marchó cuando los primeros rayos del sol incidieron sobre el reino. Esta, no
se despidió del rey Arik, no había despedida posible para ella, sentí algo
especial por él, pero era un momento que no permitía despedidas.
Cinco horas más tarde, Erland abrió sus ojos nuevamente. Se sentía
confundido, no entendía nada de lo que estaba pasando, y a su lado estaba
su padre.
Erland dio un salto, se sentía amenazado, temeroso, imaginó que Arik
continuaría torturándolo, pero cuando hablaron, se dio cuenta de que las
cosas eran diferentes.
— ¿Qué demonios está pasando? ¿Acaso esto es real?
— Lamentablemente es real. Todo ha sido una horrible realidad, peor que
cualquier pesadilla que hayas tenido jamás, hijo mío. Pero aquí estás de
nuevo con vida, permíteme abrazarte y ganarme tu perdón. — Dijo el rey.
Aunque Erland quiso rechazarlo, se sentía tan confundido, que no pudo
evitar ser rodeado por los brazos de su padre. Aquel príncipe, veía se los
lados, buscaba a Moira, necesitaba saber en dónde estaba, si ella estaba
bien. Él recordaba perfectamente las torturas, el escape, como la había
perdido, como él había perdido el rumbo en el bosque y había sido
encontrado por los guardias, todo estaba fresco en su mente.
— ¿Qué has hecho con Moira? ¿La has encontrado?
— No, ella me ha encontrado a mí y ha permitido que yo mismo encontrara
mi propia cordura.
— ¿Está aquí? Por favor, dime que está aquí en el reino. La necesito.
— Entiendo que la amas, inclusive, pienso que la amas más que yo, y creo
que sería muy estúpido de mi parte, convertirme en un obstáculo para
ustedes. Moira dio todo para salvarte una vez más, y lo menos que puedo
hacer, es permitir que vayas tras el amor. Volviste a la vida para vivir, así
que, cuando te sientas dispuesto, ve y búscala.
Padre e hijo se abrazaron, el perdón era total, no había rencor, y aunque
había sido difícil de limpiar las heridas que el alma había recibido, pronto
Erland recuperaría la energía y la vitalidad para poder cabalgar hacia
Berkana, ya que, sabía que allí encontraría a Moira.
Después de largos días de viaje, finalmente el príncipe había logrado llegar
a su destino. No había sido sencillo, había tenido que atravesar secciones
muy peligrosas, las cuales, podían haber sido bordeadas, pero los días se
extenderían.
Sentía que no tenía tiempo, y por cada segundo que pasaba que estaba lejos
de su amor, sentía que la perdía. Cuando llegó a Berkana, encontró un lugar
destrozado, pero que ya no era amenazado por tropas. Los soldados,
después de que el reino perdió el control, se entregaron simplemente a la
libertad, algunos se convirtieron en rebeldes y lucharon en contra del rey.
Otros, se convirtieron en simples ladrones que asesinaban y mataban en el
bosque.
Pero lo único bueno de todo esto, es que Berkana había comenzado a volver
a la normalidad. Pero cuando los pobladores de aquel lugar observaron
aquel hombre solitario a caballo, sintieron que la amenaza estaba por
regresar.
— ¿Quién eres? Aléjate de estas tierras ahora mismo. — Dijo una mujer
mientras apuntaba su arco directamente al rostro de Erland.
— No vengo con intenciones de hacer daño. Busco a Moira. ¿Está aquí? —
Dijo el príncipe mientras descendía de su caballo.
Aquella mujer dudó, y ante la duda, Erland entendió que su chica se
encontraba en aquellas tierras. Se sintió feliz de no haber perdido el viaje,
aunque todavía no había conseguido la victoria. Moira era una chica de
corazón fuerte, de carácter difícil, y probablemente no lo perdonaría, si no
lo perdonaba, al menos él tenía la posibilidad de darle las gracias por
salvarle la vida una vez más.
— ¿Qué te hace pensar que mereces ver a Moira?
— Soy un buen amigo. He venido a limpiar el daño que hecho. — Dijo el
príncipe.
— ¿Quién eres? Di tu nombre ahora.
— Soy Erland, príncipe de Stian. He sido yo quien hundió a este pueblo en
la miseria en busca de riquezas y dominación. La codicia me cegó, ahora
quiero enmendar mi error.
Aquella mujer enfurecida, estuvo a punto de disparar la flecha nuevamente
al corazón de Erland, pero fue detenida por Moira, la cual, le hizo una seña
para que se calmara y se marchara.
La bruja, se acercó a Erland, y viéndolo directamente a los ojos, entendió
que el arrepentimiento era total.
— ¿Vienes con intenciones de terminar lo que iniciaste? Como verás,
comenzamos a renacer de nuevo. Espero que esta vez no vengas con
intenciones de empuñar tu espada. No dudaré en asesinarte si es necesario.
— Esta vez he venido solo a librar una lucha, Moira, y es por ti. Necesito
recuperarte, cuentas conmigo para reconstruir todo este lugar, levantaremos
Berkana una vez más, y me ganaré tu respeto con todo el esfuerzo posible.
— Si lo que dices es cierto, entonces debes entender que el trabajo no será
sencillo. — Dijo Moira.
— Estoy dispuesto a iniciar desde ahora. Recuperaré tu amor, cueste lo que
cueste.
Aquel gesto, había permitido que el corazón de la bruja se abriera una vez
más a la posibilidad de dejar entrar a Erland una vez más en su vida. Era
momento de dejar el rencor atrás, era hora de poner en práctica el perdón
que había liberado las almas de Erland y Arik en su momento.
La bruja, sabía que debía perdonar al perpetrador de tanto daño, ahora, tenía
una oportunidad de ser feliz en su propio entorno, ya no tenía que escuchar
a los ancestros, ahora solo debía escuchar a su corazón.
No fue una prueba fácil para Erland, pues durante todo un año se dedicó a
trabajar muy duro para levantar cada una de las mismas casas que habían
sido derribadas y quemadas por sus soldados en la primera invasión.
Berkana era un lugar lleno de magia de misticismo, y había sido
quebrantado por el acero de los violentos, pero las almas tenían posibilidad
de sanar, y Erland había entendido que el amor era lo único que podía
garantizar la libertad de su espíritu.
Con cada gota de sudor que fue derramada por el príncipe, Moira se fue
convenciendo del profundo interés que tenía el joven por ella. Nadie era
capaz de abandonarlo todo si no era alimentado por el sentimiento más puro
en su corazón. Todo ese tiempo había sido suficiente para ellos era poder
comprender el lugar que representaban en la vida del otro.
Cierto día, Moira entró de manera discreta a la habitación de Erland, quien
había terminado agotado después de un duro día de trabajo. Sus manos
estaban desechas, su espalda estaba destruida, pero no había una motivación
más genuina que poder recuperar el amor de una mujer que le había
cambiado completamente la vida. Moira no dijo una sola palabra, solo se
metió en su cama, acarició sus manos, besó sus labios y se quedó entre sus
brazos hasta el amanecer.
Cuando los primeros rayos de sol cayeron sobre Berkana, ella lo invitó a
ver el amanecer más hermoso. Era muy temprano, pero él la siguió. Ella le
presentó por primera vez un lugar especial para ella, el lago violeta, un sitio
único donde su cuerpo desnudo ingresó e invitó a entrar a Erland. Esa
mañana hicieron el amor por primera vez en mucho tiempo, y la experiencia
fue mucho más intensa, pues ninguno de los dos tenía nada que esconder.
El amor había tomado una nueva forma, definitivamente había
evolucionado. Erland aceptó a Moira por quien era realmente, y todos esos
meses sirvieron para que la bruja entendiera que el amor era capaz de
limpiar el alma de un hombre que en el pasado había manchado sus manos
con sangre. Berkana era el nuevo hogar de la pareja, era el momento de
renacer.
Título 5
Ángela Caída

Romance Prohibido con el Ángel y el


Soldado

1
Era el año 800 d. C., y el mundo estaba dividido en cuatro reinos
principales, los cuales, luchaban por el control del continente más grande
que había sido descubierto hasta el momento. El territorio, era el principal
objetivo de la mayoría de los líderes, los cuales, estaban totalmente
obsesionados con la idea de la dominación.
Pero a pesar de que se habían llevado a cabo una gran cantidad de batallas
brutales, en las cuales se habían generado muertes innecesarias, poco a
poco, las normas fueron gestándose, proporcionando un orden equilibrado,
que permitiría que la lógica y el sentido común, estableciera reglas que
evitaran los constantes confrontamientos.
Estas batallas se llevaban a cabo movilizando a grandes ejércitos
conformados por miles de hombres que luchaban por los ideales de sus
líderes. La mayoría, ni siquiera sabía porqué empuñaban sus espadas y sus
escudos, cabalgaban simplemente para reducir al adversario, y poder
conquistar nuevas porciones de terreno que satisfaciendo las necesidades
codiciosas de sus reyes.
Pero no era necesario conocer todas las razones y explicaciones para
avanzar, la paga que era proporcionada por los reyes a los miembros de
estos ejércitos, eran el salario más decente que podía obtenerse en esa
época.
La mayoría vivía en condiciones precarias, subyugados por la presión de
cada uno de sus gobernantes, pero aquellos que servían directamente a sus
reyes, eran tratados con privilegios que eran inigualables.
Ser miembro de la monarquía o de los ejércitos, eran las dos principales
posiciones más cómodas de cualquiera de las sociedades de estos cuatro
reinos, ya que, era una forma de estimular a los hombres a prepararse para
ser parte de las tropas eventualmente.
Había niños que simplemente soñaban con la idea de desenvainar su espada
en medio de un campo de batalla, dispuestos a traspasar la carne de sus
adversarios, era una mentalidad desgarradora, ya que, no se estaba
prestando atención a que había otros factores de aquella sociedad que había
que nutrir. Todo estaba enfocado en la violencia y la dominación.
Las peleas generalmente estaban enfocadas en el control del comercio y las
riquezas, ya que, quien pudiese tener el control de la mayoría de las tierras,
podría generar rutas mucho más efectivas para comerciar con diferentes
minerales, alimentos y hasta armas.
No era de extrañarse que, entre algunos de estos reinos se generaron
alianzas periódicas para poder reducir el poder de uno de los otros, pero una
y otra vez, la traición salía a relucir, ya que, los intereses individuales,
estaban diseñados especialmente para poder traicionar al tercero cuando sea
justo y necesario.
Muchas décadas habían pasado en medio de conflictos y zozobra, ya que,
no se sabía en qué momento las cosas podrían complicarse, ya que, ataques
inesperados en medio de la madrugada, guerras que no podían ser previstas,
estallaban sin ningún tipo de contención, ante lo que, tenía que generarse
una respuesta inmediata, sobre todo por parte de los reinos más grandes y
poderosos.
Durante los últimos 30 años, había habido una tensa calma, ya que, era una
paz que mantenía a las relaciones en calma, pero siempre había la
desconfianza de una posible traición en cualquier momento. Falcaria era el
territorio con mayor extensión de terreno, era habitado por los ingleses,
quienes habían invadido por última vez a Gradonia, arrebatándoles el 25%
de su territorio.
Este había sido uno de los golpes más duros que había recibido Gradonia,
pero estos no parecían darle demasiada importancia al territorio que habían
perdido. Eran una civilización defensiva, quienes estaban generalmente
enfocados en la idea de tener la menor cantidad de bajas posibles.
Por su parte, Falcaria era más ofensiva, tenían una capacidad de ataque
mucho más brutal, desarrollaban estrategias más efectivas y planificadas,
las cuales, eran muy bien pensadas por su líder principal, Falco Belew.
Pero al tener la mayor cantidad de terreno en comparación con el resto de
sus vecinos, también eran víctimas de muchos ataques, por lo que, el rey
Falco había ordenado levantar una gran muralla, la cual se modificaba en
cada ocasión que podían ganar más territorio. Esto podría hacerse gracias a
la gran cantidad de habitantes que había en este lugar y los recursos que
tenían a su disposición.
Aquella invasión a Gradonia, había dejado una gran cantidad de muertes
para Falcaria, ya que, Gradonia había actuado de manera defensiva,
utilizando arqueros a la distancia, y una gran cantidad de trampas que
mantenían a raya al adversario, quienes pudieron avanzar hasta que su
ejército tuvo que retroceder debido al gran número de muertes.
El enfrentamiento cuerpo a cuerpo no era precisamente la prioridad de
Gradonia, ya que, esto podría generar una disminución significativa de sus
tropas, y preferían estar preparados para el momento en que realmente lo
necesitaban.
Una particularidad de Gradonia, es que tenían a su disposición a grandes
bestias entrenadas para el ataque, habían atrapado en sus bosques a una gran
cantidad de osos, tigres y leones, los cuales, mantenían encerrados en
grandes extensiones de terreno, preparándolos y enseñándolos para que
fuesen utilizados durante las batallas con otros reinos.
Esto era lo que los hacía más peligrosos, ya que, siempre tenían ideas
innovadoras, las cuales, podían hacer que fuesen difíciles de derrotar, por lo
que, era extraño que hubiesen cedido aquel 25% de su territorio sin
consecuencias. La tregua no había sido más que un acuerdo entre los cuatro
territorios, quienes también estaban conformados por Ghasa y Najamen.
Los turcos, los africanos y los teutones, siempre habían mantenido su
atención en Falcaria, ya que, era allí donde se mantenía una constante
producción de armamento, ya que, controlaban las minas de bronce cuando
comenzaron a fabricarse las primeras espadas más poderosas, pero ante la
fragilidad de estos armamentos, comenzaron a probar armas con hierro y
acero templado.
La necesidad de poder tener una supremacía evidente en comparación con
sus adversarios, había hecho que todas las mentes más brillantes de
Falcaria, se pusieran a la orden del rey Falco, quien estaba obsesionado con
la idea de generar la tecnología bélica más evolucionada.
Siempre pensaba de manera visionaria en la forma de poder desarrollar
espadas, escudos y armaduras lo suficientemente ligeras y resistentes como
para proveer la movilidad y desplazamiento a los guerreros en el campo de
batalla.
Nadie era tan estúpido como para retar a Falcaria, ya que, los intentos de
ataque simplemente eran neutralizados con facilidad por la gran cantidad de
artilleros que se ubicaban en las murallas. Desde hacía ya un tiempo, nadie
había podido cruzar el territorio de Falcaria, y eso frustraba enormemente a
los territorios de Ghasa y Najamen, los cuales, habían comenzado a trazar
nuevas estrategias para poder debilitar a Falcaria desde su núcleo.
No era necesario iniciar un conflicto directo en contra del reino más grande
del continente, ya que, aquello sería un suicidio, y representaría una gran
cantidad de pérdidas humanas innecesarias, que simplemente llevaría a una
derrota inminente. Ellos preferían mantener las actividades comerciales en
desarrollo, con la intención de evolucionar gradualmente, y eventualmente
unir fuerzas para derrocar al rey Falco Belew.
Éste estaba envejeciendo, y cuando se debilitara lo suficiente, su hegemonía
sería derrocada sin problema. Pero era un plan que dependía enteramente de
la salud del rey, y esto podía desesperar a las mentes más ansiosas, las
cuales, difícilmente estarían preparadas para esperar tanto tiempo, y si el
rey tenía una larga vida y una salud estable, tendrían mucho tiempo perdido,
así que, tendrían que acelerar el procedimiento y hacer que el rey cayera, no
por causas naturales, sino que, le darían una ayuda al tiempo para degradar
su salud.
Ghasa y Najamen eran reinos especialmente peligrosos, ya que, eran
territorios que eran dirigidos por verdaderos genocidas, a los cuales no les
importaría acabar con la vida de miles, si el poder estaba de por medio. Se
habían intentado erradicar entre sí durante mucho tiempo, hasta que
lograron entender que toda su fuerza bélica podía conjugarse para apuntarla
hacia un objetivo mucho más atractivo.
Cuando Najamen entendió que Ghasa no tenía lo suficiente en recursos para
ofrecer, pudieron trazar un nuevo plan que los llevaría hacia la posible
conquista del lugar más codiciado del planeta. Cualquiera que pudiese
mantener el control sobre Falcaria, estaría privilegiado, con oportunidades
de evolución y estabilidad.
Pero las mentes pobres de los líderes de Ghasa y Najamen, simplemente
estaban contaminadas por el rencor y la desdicha, ya que, estos habían sido
víctimas de racismo y la exclusión durante mucho tiempo, así que, lo único
que buscaban era venganza. La guerra entre estos dos territorios se había
terminado, y los ataques directos hacia Falcaria habían comenzado, pero su
éxito fue muy pobre en un principio.
En lugar de atacar arriesgándose a perder cada vez a más hombres, lograron
infiltrar a una gran cantidad de soldados de una forma imperceptible, algo
que, con el tiempo, les iba a proporcionar una gran cantidad de información
y datos, acerca de la manera en que se trabajaba en el interior de Falcaria,
garantizándoles el éxito de una manera mucho más inteligente sin necesidad
de utilizar las armas para ello.
Solo era cuestión de tiempo, y en algún momento podría dar la estocada
mortal que se convertiría en su ascenso al poder. Esto podría convertir el
mundo en un verdadero infierno, ya que, si Falcaria era controlada por
Aladon o Drake, no descansarían hasta erradicar a cualquiera que no
perteneciera a su raza. Así de grande era el rencor acumulado que había
sido alimentado por años de exclusión y dominación injusta por parte de
reinos más grandes.
No eran hostiles por naturaleza, prácticamente, los habían condicionado a
ser así, ya que, ante la gran cantidad de violencia que habían tenido que
afrontar durante tanto tiempo, no había forma de que fuesen empáticos o
razonables.
Eran excluidos constantemente de algunas de las reuniones que se
generaban entre los líderes de Falcaria y Gradonia, y cuando asistían alguno
de los reyes Aladon o Drake, las cosas siempre terminaban complicándose.
Por su parte, Gradonia era el lugar más neutral de todos, pero se decía que
tenía un poder mucho más superior que el de La propia Falcaria. No era de
ir a la guerra innecesariamente, de hecho, eran muy pocos los momentos en
los cuales, Gradonia había decidido atacar directamente a uno de los reinos
vecinos.
Ellos trabajaban mejor la defensiva, eran del tipo de soldados que
simplemente se plantaban, y podían recibir fuertes impactos y embestidas
de otros soldados, pero su rapidez y habilidad les permitía reducir a sus
contrincantes con un par de movimientos.
Los teutones de Gradonia, eran altos, fuertes, con grandes brazos que eran
intimidantes, cuellos alargados, mirada fría y calculadora, los cuales, en
lugar de utilizar grandes armaduras pesadas, preferían utilizar indumentaria
ligera, dependiendo totalmente de sus habilidades físicas, empleando en
contra de sus adversarios, cada una de las desventajas que estos ofrecían.
Para ellos, era muy sencillo analizar al contrincante, con un par de
movimientos, podían estructurar un mapa mental acerca de cuáles serían los
posibles ataques que realizarían. Esto les daba la oportunidad de trazar una
estrategia de respuesta inmediata, y por eso eran tan temidos.
Falcaria había sido bastante osada al tratar de atacar al rey Gostav de una
manera tan déspota, y al haberles quitado el 25% de su territorio. Sólo
habían conseguido darles una ventaja adicional, ya que, era una ruta
comercial que podría beneficiarlos a ellos mismos.
Muchos vieron este movimiento por parte de Gradonia como una debilidad,
pero para otros, simplemente había sido una negociación estratégica que
permitiría un beneficio para sí mismo.
Y aquel movimiento, le había permitido a Gradonia a reducir la cantidad de
pérdidas humanas, los números de muertes para este territorio, siempre eran
muy bajas, y esto habla muy bien de la calidad de sus soldados.
Precisamente de Gradonia, provenía Milo Gatrell, un guerrero letal como
un dragón y con la fuerza de cinco osos grises, quien era respetado y temido
por sus compañeros de tropa.
Éste, había tenido que escapar de Gradonia directamente a Falcaria, ya que,
había tenido un romance con la reina, la esposa del rey Gostav, quien al
descubrir a su esposa follando con uno de los soldados, había puesto precio
a la cabeza de uno de los miembros más peligrosos y letales de su fuerza
bélica.
Milo Gatrell era un aventurero por naturaleza, apenas tenía 26 años de edad
y una necesidad de adrenalina que siempre lo llevaba a meterse en
problemas. Siempre había sido un aficionado al combate, y desde que era
muy niño, no permitía que pisotearan su orgullo.
Era capaz de levantarse una y otra vez en cada pelea, sin importar si tenía
uno cerrado por la inflamación o chorros de sangre emanaban desde su
nariz, siempre fue un jovencito muy problemático.
Pero a pesar de que sus padres trataban de educarlo con amor y cariño, este
parecía dejarse dominar por una ira tremenda, la cual, sólo podía contener
con sus padres. Era a los únicos que respetaba, era la única autoridad ante la
cual, siempre guardaba silencio y bajaba la cabeza, ya que, no era capaz de
faltarle el respeto a su madre o a su padre.
Valoraba mucho lo que habían hecho por él, y aunque las condiciones
siempre habían sido precarias cuando era solo un niño, entendía que cada
trozo de pan que se llevaba en la boca, era producto del esfuerzo y la
dedicación del trabajo de su padre. En muchas oportunidades había
asegurado a su madre que haría lo posible por convertirse en un gran
soldado, y les daría acomodamiento y tranquilidad en el futuro.
Pero su madre, trataba de alejarlo de esa idea, ya que, convertirse en un
soldado era un riesgo tremendo, ya que, si estallaba una guerra,
posiblemente moriría. Pero esa idea nunca iba a salir de la mente de Milo,
quien, obsesionado con la idea de proporcionarles una mejor calidad de
vida a sus padres, estaba decidido a mejorar su estatus tarde o temprano.
Esa personalidad problemática y cuestionadora de Milo, no iba a durar para
siempre, su disciplina cambió en el momento en que fue reclutado por el
rey Gostav, quien una vez lo vio derribar a tres de sus hombres, cuando una
cuadrilla de soldados fue hasta su casa a retirar el tributo.
Su familia era pobre, y su padre se encargaba de mantener los caballos de la
guardia Real a tono, las sillas siempre estaban dispuestas, los animales
listos y bien alimentados, para que fuesen cabalgados durante largas
distancias sin contratiempos. Pero casi todo el dinero que ganaba, le era
arrebatado por el mismo rey, a través del tributo semanal, lo que era
prácticamente un robo.
Los únicos que podrían estar bien posicionados económicamente, eran
aquellos que les prestaban servicio a las tropas. Muchos eran voluntarios
que no tenían las capacidades físicas ni las habilidades motoras para poder
clasificar, estos, eran simplemente rechazados y condenados a vivir en la
miseria durante el resto de sus vidas. Otros, simplemente eran reclutados al
ver la capacidad de combate que tenían, y cuando estos se negaban
rotundamente ante la idea de colaborar, eran asesinados.
Cuando llegaron aquel día a la casa de Milo Gatrell cuando solo tenía 17
años, este no pudo contener la ira cuando trataron de someter a su madre.
— ¡Entréganos el oro! Sabes muy bien cómo funcionan las normas del rey
Gostav. — Dijo aquel soldado desde su caballo.
— ¡En realidad es lo único que tenemos! Hacemos un gran esfuerzo para
poder cumplir con el tributo, pero no tenemos nada más. — Dijo la mujer
mientras se encontraba de rodillas.
— Si tratas de jugar con nosotros, mujer, vas a pagar las consecuencias de
una manera muy grave. ¡Tendrás que pagarnos con tu cuerpo! — Dijo el
soldado, mientras bromeaba con tres hombres más.
— Prometo pagar el doble en la próxima semana. Limpiaré los suelos del
castillo, cocinaré directamente para el rey, haré lo que sea necesario. ¡Pero,
por favor, no nos hagan daño! — Dijo la mujer, mientras trataba de ponerse
de pie.
Milo observaba a través de la ventana la forma en cómo humillaban a su
madre, la trataban como un animal, y cuando esta trató ponerse de pie,
aquel soldado sacó un látigo que golpeó directamente la mejilla de su madre
de una forma brutal, derribándola instantáneamente.
Aquella escena hizo que la sangre de Milo hirviera, lo peor, lo más brutal
que había en el interior de este chico, emanó instantáneamente. Su madre
era una mujer dulce, trabajadora, con un tono de voz suave y calmado, y
verla sometida a una humillación tan grotesca, hizo que Milo se nublara
totalmente, caminando hacia las afueras de aquella casa, con sus puños
cerrados, con sus venas brotadas y con un caminar firme y decidido.
— ¡Milo vuelve al interior de la casa! Te dije que no salieras. — Dijo la
mujer.
El chico de cabello castaño y ojos color café, cayó de rodillas justo al lado
de su madre para ayudarla, esta, temblaba de miedo, estaba nerviosa, y solo
podía sonreír de forma falsa tratando de hacer que su hijo se calmará.
— ¡Mira cómo ha marcado tu rostro! Esto no es justo, Mamá. Ese rey hijo
de perra tiene que pagar por esto. — Dijo Milo.
— ¿Qué has dicho, muchacho insolente? — Dijo uno de los hombres que se
encontraba al final del grupo.
Este, removió su casco, se trataba del propio rey Gostav, quien se
encontraba observando la escena en todo momento.
— Así que tenemos el privilegio de tener la visita de nuestro rey en casa,
Mamá. ¿Viste? Nuestro rey ha venido a ver cómo nos humillan
personalmente. — Dijo el descontrolado Milo, quien se puso de pie para
caminar hacia el grupo de hombres.
Había que tener una imaginación bastante amplia para imaginar que sólo un
chico de 17 años, podía derribar a esos soldados, los cuales, eran
experimentados guerreros que habían estado en combate en el pasado, y
eran la guardia real más cercana al rey, los cuales, se encargaban de
protegerlo ante las situaciones de peligro más extremas.
El látigo de aquel soldado, nuevamente cortó los aires y se dirigió hacia el
rostro de Milo, pero este, colocó su brazo justo frente a su rostro, y el látigo
se enrolló en su antebrazo. Éste, jaló rápidamente sin dar tiempo de pensar
al soldado, arrancándole el látigo de las manos.
Aquella reacción, generaría un movimiento inmediato por parte de las
tropas, las cuales, bajaron de sus caballos para reducir al chico, ya que, este
estaba comenzando a dar problemas y no podía ridiculizar a la guardia real
justo frente al rey.
— Muchacho insolente, ¿quién te has creído para tratar de faltarnos al
respeto de esa manera? Recibirás tantos latigazos en tu espalda, que
dejaremos tu columna vertebral expuesta. — Dijo uno de los soldados,
mientras tomaba a Milo del hombro.
Éste, como si se tratara de una reacción automática, le soltó un puñetazo
directo en la mandíbula tan brutal, que aquel hombre cayó dormido
instantáneamente. Había perdido el conocimiento después de que el joven
de 17 años lo embistiera con lo que había sido su puño, pero parecía haber
sido golpeado con el tronco de un gran árbol.
— ¡Ya ha caído el primero! ¿Quién será el siguiente? — Dijo Milo,
mientras asumió una posición de pelea con su puño cerrado justo frente a su
rostro.
Aquella escena resultó bastante interesante para el rey Gostav, quien de
pronto, estaba frente a un espectáculo de batalla, pero no resultaba una
amenaza para él.
— Creo que has cometido un grave error, chico. Vas a recibir una paliza tan
grave, que no volverás a caminar. — Dijo el mismo soldado a quien le
habían arrebatado el látigo al acercarse a él.
El gran soldado que superaba a Milo Gatrell en estatura y corpulencia, trató
de golpear su rostro, pero el joven era mucho más rápido y ágil, y al
moverse con tan solo unas fracciones de segundo de ventaja, logró ponerse
justo detrás de él, y utilizando el látigo que aún se encontraba enrollado en
su antebrazo, comenzó a asfixiarlo tras amarrarlo justo en su garganta. Le
dio dos vueltas al látigo, y lo apretó con tanta fuerza, que el rostro del
soldado comenzó a enrojecerse instantáneamente.
Fue el momento en el que intervino uno más de los guardias, quitándoselo
de encima al soldado, ya que, de lo contrario lo iba a matar asfixiándolo.
Tomó a Milo brutalmente de la espalda, y lo lanzó al suelo, haciendo que
éste rodara al menos unos 3 metros. Milo se encontraba desorientado y un
poco mareado, y vio venir al grupo de hombres directamente hacia él como
si se tratara de una estampida de búfalos.
— ¡Milo, detente ya! Empeorarás las cosas. — Gritó la madre del joven.
— ¡No, no! Deja que siga, quiero ver qué es lo que puede hacer el chico. —
Dijo el rey Gostav.
Milo estaba atrapado entre el grupo de tres hombres y un árbol, pero cuando
estos trataron de sujetarlo, Milo golpeó los genitales al primero de ellos, y
como un rayo, lanzó un codazo directamente hacia la nariz del siguiente, el
tercero, tuvo un poco más de suerte, ya que, logró atrapar a Milo
directamente del cuello, pero este, le metió los pulgares en sus ojos,
haciendo que éste lo soltara instantáneamente.
El objetivo de Milo no era precisamente liquidar a los soldados, los cuales,
estaban gravemente heridos por la fuerza bruta del joven chico. Para Milo,
el principal objetivo era el rey Gostav, el cual, se encontraba tranquilo,
sereno y sonriente al ver cómo el joven se defendía como si se tratara de un
lobo despiadado.
Cuando lo vio caminando directamente hacia él, Gostav ya tenía en mente
cuál era la oferta que le haría a este chico para tratar de seducirlo a ser parte
de sus tropas. Pero cuando estuvo a punto de tomar al rey para bajar lo del
caballo, Milo fue detenido por su madre, la cual, le colocó las manos en su
pecho, y lo vio directamente a los ojos rogándole que por favor se
detuviera, o de lo contrario, posiblemente terminarían encerrados en algún
calabozo.
En ese momento, el trance de Milo Gatrell se vio interrumpido por las
palmas del rey Gostav, quien descendía del caballo para tratar de elogiar el
talento del chico.
— Nunca había visto a nadie tan joven pelear con tanta fiereza, muchacho.
Has reducido a todos mis hombres, los has dejado en ridículo sin ni siquiera
utilizar una espada. ¿Quieres formar parte de mi guardia personal? — Dijo
el rey Gostav.
Recibir una invitación directa por parte del rey, era el privilegio más grande,
pero Milo estaba demasiado cegado por la rabia como para contemplar una
oferta de esa magnitud.
— ¡No quiero nada que tenga que ver contigo, rata asquerosa! Tienes el
poder que tienes gracias a tus soldados. Ven aquí y te arrancaré la cabeza yo
mismo. — Dijo Milo.
— ¡Ese es el espíritu que necesito a mi lado! Te pagaré tanto como quieras,
podrás mover a tus padres de esta casa tan humilde, habitarás en el castillo,
y serás el soldado mejor pagado de mi guardia. ¡Vamos, nunca recibirás una
mejor oferta! Si me pones un dedo encima, lo único que conseguirás es
terminar siendo ahorcado y quemado públicamente. — Dijo Gostav.
— ¡Hijo, por favor detente! Escucha lo que está diciendo. Podríamos salir
de aquí, es lo que siempre has soñado, fue lo que me prometiste siempre.
Vamos, esta es nuestra oportunidad, acepta la propuesta del rey. — Dijo la
sollozante mujer.
Una dosis de sentido común, un poco de cordura y una calma gradual,
comenzó a llegar lentamente al interior de Milo, el cual, respiraba
profundamente para tratar de calmar esa desgarradora furia que lo consumía
que lo convertía en una máquina de matar.
Milo simplemente se dio la vuelta, y al ver que uno de los soldados se iba a
poner de pie, éste se fue directamente contra él, y le dio una patada tan
brutal, que lo hizo rodar al menos un par de metros. Era la última cosa que
debía hacer para terminar de drenar toda la ira que lo consumía, y desde ese
momento, comenzaría a ser parte de las tropas del rey Gostav.
Desde aquel día, lo habían reclutado, y no pudo tener una vida mejor, ya
que, siempre estaba al lado del rey Gostav, a quien detestaba, pero por
alguna razón, este lo veía con cierto cariño, ya que, veían en él la figura de
un hijo que nunca tuvo.
Gostav tenía una hija de la edad de Milo, una joven arrogante y obesa con
la que había querido que él se casara en varias ocasiones. Pero Milo Gatrell
siempre se negaba una y otra vez, argumentando que no se sentía tan
valioso como para ser parte de una familia Real, y mucho menos como para
hacer feliz a una mujer de su nivel.
Este tipo de argumentos eran los que ayudaban a ocultar en la el profundo
desprecio que sentía hacia Camille, aquella joven de cabellos amarillos y
grasientos, la cual, asumía que era la mujer más hermosa del reino, pero en
realidad, era la más repugnante y despreciable, tan solo su actitud, era ya un
motivo para detestarla, ya que, trataba muy mal a la servidumbre, y
adicionalmente, era muy caprichosa.
Milo, en lugar de fijarse en la joven hija del rey Gostav, había preferido
fijarse en Daniel, su esposa, la intocable, la reina más hermosa que hubiesen
visto sus ojos. La esposa de Gostav, la cual, no podía ser deseada por
absolutamente nadie que quisiera vivir para contarlo.
Cecily era una mujer de 45 años de edad, que había tenido su primera hija a
los 19 años de edad, y después de todo ese tiempo, seguía luciendo tan
joven y sexy, que despertaba las fantasías más intensas en la mente de Milo.
Era muy atractiva, y siempre que Milo era invitado al castillo, esta se ponía
muy nerviosa, y con toda razón, ya que, Milo no disimulaba ni un poco
cuando estaba cerca de ella.
Siempre había un deseo muy latente, y eventualmente, ya no se podría
contener. La primera vez que follaron, lo hicieron de manera secreta en uno
de los establos del castillo, y desde ese momento, no pudieron parar.
Hacían el amor cada semana en el lugar que pudiesen, la lógica estaba
completamente nublada para ellos, pero cuando decidieron hacerlo en la
habitación del rey Gostav, la adrenalina fue devastadora.
El rey no estaba en el castillo, y no regresaría sino hasta el día siguiente, ya
que, se encontraba en el reino, pero estaban en proceso de construcción de
una nueva represa. La entrada de Milo al castillo, había sido completamente
clandestina, habían esperado a que la luz del sol se esfumara, y nadie había
notado su ingreso. El joven guerrero, había entrado ansioso a los aposentos
de la reina Cecily, la cual, los recibió entre besos, caricias y toqueteos.
Esta fue despojada de sus vestiduras rápidamente, ya que, cuando Milo
sabía que tenía una oportunidad de devorar su cuerpo, este no tenía forma
de contenerse. Besó su cuello, acariciaba sus senos, apretaba sus jugosas
tetas mientras le daba besos en sus pezones y los mordía con cierta
intensidad.
Cecily le metía la mano directamente dentro del pantalón, mientras
acariciaba la enorme, gorda y jugosa polla de Milo, la cual, era la que le
dibujaba realmente una sonrisa en el rostro ante la vida, ya que, había
pasado mucho tiempo desde que había sentido algo de cariño y afecto por
parte del rey Gostav. Este chico era quien le hacía el amor, la hacía sentir
mujer, deseada, guapa y plena.
Después de masturbarle un poco y a endurecer su polla hasta la máxima
capacidad, esta lo llevo directamente a la cama, lo dejo caer, y le bajó el
pantalón hasta los tobillos, pero no iba a esperar a sacarle las botas y dejarlo
completamente desnudo, se subió sobre él, e introduciendo la polla
directamente en su coño. Comenzó a moverse lentamente mientras su
vagina lubricada, recibía aquel alimento tan delicioso, el cual, le generaba
un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo.
El placer sexual era algo magnífico, pero lo que realmente lo hacía
interesante, era el hecho de que fuese prohibido, que hubiesen elegido una
ubicación tan arriesgada, ya que, follar en el mismo lugar donde Cecily
dormía en compañía de su rey, no era precisamente el lugar más seguro.
Esta daba saltos sobre él, introduciendo la gorda polla hasta el fondo de su
cavidad vaginal, pero hacía un esfuerzo tremendo para contenerse y no
gemir, ya que, si el rey no estaba en el castillo, no era precisamente lo más
adecuado que ésta hiciera sonidos propios del acto sexual, pues, despertaría
a la atención de cualquiera que notara lo que está ocurriendo allí.
La adrenalina y la euforia era tanta, que Milo trató de hacer girar a la mujer
para ubicarse sobre ella, pero calculó mal, y ambos cayeron al suelo, no se
lastimaron, y, de hecho, aquello le había generado tantas risas, que el ruido
se escuchó a través del pasillo, llegando hasta la habitación de la princesa.
La obesa rubia Camille, al escuchar el golpe, y ciertas risas en la oscuridad
de la noche y el silencio absoluto, que se caracterizaba en aquel lugar,
decidió salir con cuidado de su habitación para caminar directamente hasta
la habitación de su madre y verificar que estuviese bien. Esta, abrió con
cuidado la puerta, ya que, a medida que se acercaba, escuchaba sonidos
poco habituales en el lugar.
Al abrir la puerta lentamente, observó dos cuerpos desnudos revolcándose
sobre la cama. No pudo reconocer al joven en la primera vista, pero sí supo
que su Madre, la reina, estaba teniendo relaciones sexuales con un hombre,
y evidentemente, no era su padre, el rey.
Camille sintió que su corazón latió rápidamente ante el susto, ya que, sabía
que todo podía terminar muy mal tanto para su madre como para ella. Era
una inestabilidad tremenda para el reinado de su padre, así que, necesitaba
verificar quién era el hombre.
En ese momento, encontró su respuesta, pudo reconocer a Milo, el mismo
Milo que ella había deseado en muchas oportunidades, y que había
rechazado sus cortejos, asegurando que él debía estar con una chica de su
nivel, una aldeana, alguien que no estuviese en este estrato social.
Pero ahora, lo veía allí, follando de una manera excitante a su propia madre,
una mujer, que, aunque tenía una avanzada edad, resultaba mucho más
ardiente y excitante que ella misma, quién era joven, pero no era nada
hermosa.
Está, con lágrimas en sus ojos y cargada de una frustración tremenda, cerró
la puerta con cuidado para no ser vista, y caminó hacia las escaleras para
descender hacia la planta baja del castillo. Allí, le aseguraría a uno de los
guardias que algo grave estaba pasando, y que necesitaba que buscara a su
padre para que regresara lo más pronto posible.
El soldado, confundido, trató de encontrar respuestas a las acusaciones de la
princesa Camille, Pero esta simplemente había dado una orden y debía
obedecerse. Mientras Milo disfrutaba del placer de estar entre las piernas de
esa exuberante, y elegante rubia de grandes tetas y de cintura delgada, el
soldado ya iba en camino a notificar al rey Gostav que debía regresar a casa
por orden de la princesa.
Aquella reina había disfrutado de los dos orgasmos más deliciosos y más
agradables que jamás lo hubiese proporcionado su soldado preferido, su
juguete sexual, quien era capaz de proporcionarle las sensaciones más
deliciosas que un ser humano pudiese disfrutar.
Milo sería capaz de aprovechar que el rey no estaría en el castillo para
quedarse hasta largas horas de la madrugada, y poder salir sin ser visto,
pero gracias a la noticia proporcionada por la princesa, Gostav había
regresado a tiempo.
Cuando preguntó qué era lo que pasaba, la princesa simplemente le indicó
que buscara en su habitación, y que buscara muy bien, pues si abría los ojos
y prestaba atención, posiblemente encontraría algo que no resultaría muy
leal por parte de la Reina.
Los celos de su propia madre, la envidia de no poder tener su figura, y la
frustración de no poder tener a Milo en esas condiciones, le habían hecho
traicionar a su propia madre, lo que podría generar inclusive consecuencias
mortales.
El rey Gostav subió a la habitación para encontrar a su mujer
completamente desnuda en la cama, pero esta estaba sola, parecía que había
escuchado la voz de Gostav a tiempo, pero Milo aún no había alcanzado a
salir de la habitación. Gostav buscó por toda la habitación minuciosamente,
para encontrarse sorpresivamente con un hombre desnudo en el
guardarropa.
Al ver a Milo, quiso asesinarlo, pero Milo era mucho más rápido y fuerte.
Hubo un forcejeo, y después de derribar al rey con un empujón, Milo salió
por la ventana, trepando rápidamente con mucha habilidad para descender
hasta el jardín.
Estaba completamente desnudo, y tenía que huir por el pueblo siendo
perseguido por soldados armados, los cuales, habían recibido la orden de
que tenían que asesinar a Milo tan pronto como fuese posible. Gostav se
encargaría de la Reina, ella recibiría el peor castigo posible en su momento,
pero por el momento, la prioridad era capturar a Milo, quien había
conseguido escabullirse.
Cuando llegó al pueblo, había sido ayudado por una de las costureras, la
cual, le proporcionó ropa y alimento para que escapara. Fue al bosque y
avanzó durante días, finalmente hasta llegar a la frontera con Falcaria, allí
había pedido asilo, y el rey Falco, lo puso a prueba, descubriendo que él era
uno de los soldados más fuertes y aguerridos que había visto jamás. Se ganó
su confianza, y estaba al frente de sus tropas, una oportunidad de recuperar
la misma vida que tenía en Gradonia en los siguientes meses.
Milo Gatrell tenía muchos contactos, y cuando hasta él llegaron los rumores
de invasión por parte de Ghasa y Najamen, supo que tenía que comentárselo
al rey. Había dejado pasar un día, ya que, no imaginó que las cosas fueran
tan graves. Pero cuando quiso hablarle, encontró al rey muerto en su salón,
el rey Falco, había sido envenenado y apuñalado en la espalda.
Cuando quiso dar el anuncio de los soldados, ya era demasiado tarde, el
lugar había sido tomado, y estaba plagado de traidores infiltrados. Éstos,
habían traicionado al rey a cambio de promesas futuras de poder, y Milo
estaba en medio de un conflicto grave, y sabía que no iba a terminar bien.
La única esperanza de vida era obedecer y cumplir, o de lo contrario estaría
muerto.
2
Drake, uno de los reyes más despiadados conocidos por el hombre, había
sido la mente maestra de semejante crimen. Poco le importaba las
consecuencias de sus acciones, siempre estaba preparado para improvisar,
algo que lo hacía ser bastante diferente del resto de los reyes.
Había preferido matar al rey Falco a sangre fría, aunque no con sus propias
manos, utilizando a sus lacayos, los cuales se ensuciarían las manos y
pondrían en riesgo su propia vida si las cosas no salían mal.
Pero para fortuna del rey Drake, Falco Belew había muerto envenenado
gracias a las toxinas que habían sido incorporadas en su alimento, y cuando
éste ya no tenía posibilidades de defenderse, una daga había sido enterrada
en su espalda, atravesando su pulmón derecho, el cual, había quedado
perforado de una manera tal, que cuando este respiraba, bombeaba burbujas
de sangre. Una muerte terrible que lo había llevado a experimentar uno de
los peores sufrimientos que cualquier ser humano pudiese pensar.
El líder de Falcaria había caído, y ante aquel vacío de poder, sólo podía
ocurrir un evento, una invasión masiva por parte de los habitantes de Ghasa
y Najamen, los cuales, habían estado esperando este momento para poder
ascender al poder. Fue tan inesperado y repentino, que ni siquiera los
vecinos de Gradonia, se habían percatado de lo que había ocurrido.
Había neutralizado a las tropas, no habían dejado que estallara la ofensiva,
todo había sido perfectamente calculado y entre los reyes de Ghasa y
Najamen, habían establecido ya quien asumiría el poder, siendo Drake
quien se trasladará hasta Falcaria para asumir el mandato de uno de los
periodos más oscuros que se habían visto jamás.
Esperar a que Falco muriera por sus propios medios, y que fuese la salud o
los dioses quienes se encargarán de llevárselo, no era parte de la
personalidad de Drake, quien rápidamente, había ideado el plan del
envenenamiento para acelerar sus planes. El conflicto iba a generar
reacciones tarde o temprano, y la guerra estaría por iniciar.
Durante esos días, se realizaron saqueos y violaciones, pues Drake se había
adueñado de la ciudadela principal, dejando que los soldados hicieran lo
que se les ocurriera sin ningún tipo de contención.
Así había sido establecido entre Aladon y Drake, quienes sentían un respeto
muy pobre por la vida humana, para ellos, el ascenso al poder, la riqueza y
el dominio, era lo único que importaba, así que, absolutamente nada los iba
a detener para poder acariciar el plan que juntos habían ideado. Después de
haber combatido el uno contra el otro, ahora habían sido una alianza oscura
que había estremecido el poder más grande conocido en la tierra.
Cuando los soldados de Ghasa comenzaron a ingresar a Falcaria, trataban
de adueñarse de aquellas mujeres tan hermosas, las violaciones se
multiplicaron, las ultrajaban, las golpeaban, las poseían en sus propias
camas, y en ocasiones, ante la vista de sus propios esposos. Los cuales eran
obligados a mirar cómo estos despiadados soldados se turnaban para follar a
sus mujeres y después asesinarlas.
Eran torturas terribles, algo que no tenía razón de ser, ya que, ninguno de
los habitantes de Falcaria tenía la culpa de lo que había ocurrido en las
vidas de los perturbados, Aladon y Drake, los cuales no iban a descansar
hasta poder ver al ver el último milímetro de Falcaria, y retirar todas sus
riquezas, el poder mineral que tenían y el armamento.
Para los hombres, no había demasiadas opciones, aquellos que se resistían a
colaborar con el nuevo mandato, eran colgados, quemados o decapitados.
Eran muertes atroces que variaban según el estado de ánimo de quien las
generaba, ya que, no respetaban en lo absoluto la humanidad de nadie.
Las mujeres que no eran violadas, eran puestas al servicio del rey, o algunos
soldados de alto rango, las tomaban como suyas, y las utilizaban como
esclavas, haciendo que estas simplemente se desmayasen ante el
agotamiento, y la falta de alimento.
Cuando ya una no les servía para nada, la descartaban, las dejaban morir en
el bosque solitarias, mientras que, los niños mayores de 8 años, eran
robados para ser entrenados para matar.
El plan era crear máquinas asesinas desde muy temprana edad, los cuales,
estuviesen listos y preparados para lo que venía en el futuro, ya que, si los
líderes de Ghasa y Najamen se asentaban en Falcaria, habría muchos
inconvenientes por parte de otros poderes tratando de recuperar la
estabilidad.
Solo faltaría por sumar a la alianza a Gradonia, pero conociendo al rey
Gostav, éste no se prestaría para una alianza con seres tan deplorables como
Drake y Aladon, por lo que he, necesitaban encontrar la manera de poder
seducirlo, ofreciéndole algo de poder, una ventaja. Algún beneficio que
hiciera realmente interesante ser parte de ese evento tan devastador.
En medio de toda esa desgracia por la que atravesaba Falcaria, una mujer
muy particular había llamado la atención de Drake, una mujer que había
sido llevada ante el rey acusándola de ser una bruja.
Pero en realidad lo que había ocurrido, era que esta no sabía dejada someter
por un grupo de soldados, quienes, como lo hacían de manera habitual,
trataron de violarla, ya que, era espectacularmente hermosa.
Ángela Derrick tenía el cabello castaño, ondulado hasta los hombros, con
un rostro de facciones muy marcadas, pómulos delineados, nariz perfilada,
labios gruesos y pequeños, los cuales, eran una invitación muy exquisita
para ser besados.
Cuando este grupo de hombres divisaron a Ángela sola en el pueblo,
caminando como si nada estuviese pasando, la abordaron, rodeándola de
una forma bastante intimidante, pero la chica los veía de forma desafiante.
— ¿Por qué no te habíamos visto antes? Una mujer como tú, difícilmente
podría pasar desapercibida entre nosotros. ¡Por fortuna ya te hemos
encontrado, princesa! — Dijo uno de los soldados.
— Quizá el verdadero problema es que no se lavan bien los ojos... De
hecho, dudo mucho que laven bien alguna parte de su cuerpo. El aroma de
sus caballos es mucho más agradable que el de ustedes. — Dijo la mujer de
forma irónica.
— Parece que tienes una boca más grande de lo que aparentas. ¿Quién te
crees que eres para caminar con desdén por el pueblo? Deberías sentir
miedo, y protegerte en tu casa, no debería salir retando al destino. ¿Acaso
no sabes que hay hombres peligrosos en las calles? — Dijo uno de los
soldados con ironía.
— No pienso vivir encerrada siendo presa del miedo. Ustedes son quienes
han venido aquí de forma ilegal, yo camino por las calles del lugar donde
merezco estar. — Respondió Ángela mientras colocaba un bote con agua en
el suelo.
— Lamentamos haber molestado su tranquilidad en estas tierras, su
majestad. Cuando usted lo ordene nos marcharemos. — Dijo uno de los
soldados con sarcasmo.
— Son unos cerdos malolientes. Hay más cerebro en una roca que en sus
cabezas. Prefiero seguir mi camino. ¡Permiso! — Dijo la chica, mientras se
hacía espacio entre ellos.
Por unos segundos, hubo algo de confusión, ya que, aquellos hombres
estaban acostumbrados a ver cómo las mujeres lloraban implorando piedad.
Otras, simplemente se entregaban resignadas, pero ninguna de ellas en el
pasado, se había atrevido a retarlos.
Esto era mucho más peligroso, ya que, despertar la furia de estos personajes
tan despiadados, sólo podía llevar a una consecuencia muy dolorosa para
Ángela Derrick. La conversación que hasta el momento parecía ser
completamente inofensiva, se había tornado violenta, ya que, en ese
instante, uno de los soldados, que estaba más cercano a ella, la tomó del
cabello de una forma brutal, jalándola hacia atrás, haciéndola caer al suelo
sentada.
— Una aldeana común y corriente como tú no va a ofendernos de esa
manera. Te daré la posibilidad de que pidas perdón por tus palabras tan
insolentes. — Dijo el guerrero.
— Jamás voy a doblegarme ante seres tan básicos como ustedes. ¿Acaso
crees que la única manera de poder conseguir la atención de una mujer es
sometiéndola? Pueden hacer lo que quieran conmigo, pero no van a
quebrantar mi voluntad. — Dijo Ángela.
En ese momento, uno de los soldados reaccionó de la única manera en que
sabía hacerlo, con la violencia, colocándose justo frente a ella, y rasgándole
la blusa con la espalda, ante lo que, los pechos desnudos de Ángela,
salieron a relucir.
Esta, los cubrió con sus manos y sus mejillas se ruborizaron, pero no hubo
forma de que esa mirada desafiante de la chica de cabellos oscuros y mirada
de ojos verdes se limitara. Esta sabía que ellos iban a hacer cosas atroces
con ella, ese no era su principal preocupación, lo que realmente le
preocupaba, era poder cumplir con su objetivo, ya que, parecía estar
llevando agua para una finalidad muy importante.
— Nunca habíamos conocido a una mujer con tanto espíritu. Creo que serás
un festín muy delicioso si tienes el mismo ímpetu para defenderte que para
complacer. — Dijo uno de los sujetos
— Mientras ustedes juegan al poder y a la supremacía, yo intento ayudar a
los ancianos. El agua que acabo de derramar gracias a sus juegos, era para
uno de los ancianos que está muriendo deshidratado en una de las cabañas.
¿Por qué no tratan de ayudar en lugar de molestar? — Dijo Ángela,
mientras trataba de ponerse de pie una última vez.
Parecía que sus palabras cada vez la hundían más, ya que, a medida que
intervenía, parecía hacer que estos hombres se interesaran más en
molestarla. El siguiente soldado que intervino en la escena, le rasgó las
faldas, esta vez, se pudo ver su ropa interior, y la chica estaba semidesnuda
frente a ellos.
— Tienes un cabello muy hermoso, si no quieres que te rebanemos el cuero
cabelludo, será mejor que pidas perdón ahora mismo. Haremos una
excepción contigo, si pides disculpas, te dejaremos seguir con tus planes, o
de lo contrario, te follaremos cada uno, y rogaras que te matemos.
— ¡Quiero que lo intenten! ¿Acaso creen que no sé utilizar mis piernas y
mis manos? Solo intenten tocarme. — Dijo Ángela.
En ese momento, se arrepintió de las palabras que había utilizado, ya que,
aunque tenía bastante seguridad en sí misma, en sus habilidades y en lo que
podía hacer, recordó que no todo era tan sencillo como usualmente era.
Cuando uno de aquellos hombres, se fue sobre ella para limitar sus
muñecas, esta, le dio una mordida tan fuerte en el antebrazo, que casi le
arrancó un trozo de piel. Aquel hombre soltó un alarido de dolor, y con el
puño cerrado, la golpeó salvajemente en la cara.
Esta, se sintió desorientada, y era la primera vez que sentía tanto dolor.
Posiblemente le había roto la nariz, ya que, había comenzado a sangrar
naturalmente, y esta se llevó los pulgares a esta zona, trató de acomodarse
el tabique con un movimiento rápido.
Pero apenas había logrado conseguir su objetivo cuando fue tomada del
cabello y arrastrada directamente al centro del grupo de hombres, ante lo
que, uno de ellos saltó sobre ella y le separó las piernas, le arrancó las
bragas para dejarla completamente desnuda. Se quitaba el pantalón para
violarla, pero esta le dio una patada tan brutal en los genitales, que aquel
hombre simplemente tuvo que encogerse en posición fetal y retorcerse del
dolor.
El resto de los hombres quiso castigarla, pero esta, en un movimiento casi
tan rápido como un relámpago, golpeó la mandíbula de uno de ellos,
durmiéndolo de forma instantánea. Había sido un gancho perfecto, y
cuando ésta logró ponerse de pie, el juego debía terminar.
Uno de los hombres, incrustó su espada en el costado, tenía que matarla, era
lo que merecía después de tanta insolencia y un comportamiento tan
desordenado. Ella vio la herida en su costado, cayó de rodillas, y estaba a
punto de morir, pero cuando aquel hombre se acercó a ella para darle la
vuelta, para asegurarse de que había muerto, esta tomó una piedra del suelo,
y la golpeó contra la cara de aquel hombre, rompiéndole la ceja derecha
inmediatamente.
Ángela se puso de pie, y cuando el hombre con su ojo habilitado logró
mirarla, se dio cuenta de que no tenía ninguna herida en el costado. Éste
corrió hacia ella con la intención de atraparla, pero Ángela, tratando de
esquivarlo, tropezó con una piedra y golpeó su cabeza contra un grupo de
troncos que estaban apilados cerca de allí. Había hecho lo posible para
sobrevivir, pero aquel golpe, la había dejado inconsciente.
Cuando despertó, estaba siendo llevada directamente al castillo. Sus manos
habían sido atadas y sus pies también, se encontraba acostada sobre la silla
de un caballo mientras era movilizada por uno de los hombres.
La mordaza que tenía en su boca no le permitió hablar, la venda que tenía
en su cara, no le permitió ver, solo escuchaba los sonidos de los árboles
agitándose por la brisa, y el cantar de las aves, así que, se dio cuenta de que
estaban atravesando el bosque.
Después de un largo camino que parecía haber sido diseñado para
confundirla, finalmente entraron a la Ciudadela principal, donde se
encontraba el castillo, pero, aunque ésta había sobrevivido a las heridas,
nada evitaba el dolor.
Haber sido acusada de bruja por haber sobrevivido a aquella herida letal, la
había puesto una situación muy difícil, ya que es, podían quemarla,
descuartizarla, lanzarla al fondo del mar, ya que, eran las formas que habían
aprendido los pobladores para erradicar la brujería.
— Señor, hemos traído a una bruja, ella no es de fiar. Usted decidirá qué
hacer con ella. — Dijo uno de los soldados, el cual, había recibido el ataque
con la piedra en su ceja.
— ¿Una bruja? ¿En Falcaria? Eso es algo que tengo que ver. — Dijo Drake.
A su lado, se encontraba Milo Gatrell, quien generalmente, estaba
estudiando que todo estuviese en orden. Había terminado formando parte de
la guardia Real de Drake, ya que, éste entendió que era uno de los guerreros
más importantes del lugar.
Cuando la chica llegó, todo se habían quedado estupefactos con su belleza.
Drake no había hecho caso a las acusaciones, era imposible que una mujer
tan espectacular fuese una bruja, así que, le atribuyó las acusaciones de
aquel soldado de brujería simplemente por el hecho de que la chica los
había dejado en ridículo.
A él le había gustado mucho la chica, había quedado totalmente estupefacto
con su belleza, con su perfección, así que, la iba a reclamar para él.
Fácilmente podría convertirla en una de las chicas que servían directamente
para el rey.
— ¡Tengo que felicitarte! Si algo sé valorar, es el espíritu de una mujer que
sabe cómo defenderse. Le has dado una paliza a mis hombres. Eso es algo
digno de respeto. Sólo por esa razón no voy a matarte, te mantendré con
vida cerca de mí, a menos que intentes hacer lo mismo que hiciste con ellos
conmigo, yo no tendré tanta paciencia. — Dijo Drake.
Esta, al tener una venda en los ojos y una mordaza, simplemente asintió con
la cabeza, ante lo que, el propio Drake la liberó de sus ataduras, y esta
misma se quitó la venda y la mordaza. Ahora era mucho más hermosa, no
había podido verle los ojos, y Drake había quedado cautivado, aunque no
sólo él, Milo Gatrell también había sentido una descarga eléctrica viajando
por su espalda y su pecho, al ver a la despampanante morena.
Ángela Derrick no se había resistido, a fin de cuentas, parecía que ese era
su plan inicial, estar cerca de Drake. Era el momento de comenzar a
entender cuáles eran los planes reales de Drake, y mientras más cerca
estuviese de él, mayores serían sus oportunidades de neutralizar cualquier
plan macabro que estuviese gestándose.
Aquel mismo día que conoció a Drake, conoció a Milo, el soldado que se
encontraba a la derecha del rey, este había sido designado como uno de los
guardias reales, ya que, había pasado 12 días de encierro y torturas. Ese
tiempo en los calabozos no le había hecho quebrantar el espíritu, pero tenía
que ceder.
Él no se había doblegado de una manera simple, ese no era el estilo de
Milo, pero el hecho de haber capturado a su madre a cambio de su lealtad, y
las constantes amenazas de que si traicionaba a Drake les darían órdenes a
los soldados decapitar a su madre, eran suficientes motivos para mantenerse
en silencio y sin dar problemas.
Si había algo que deseaba con toda la fuerza de su espíritu, era que las cosas
se pusieran a su favor, para poder atravesarle el esternón a Drake con una
espada, regresarle la tranquilidad a Falcaria, y poder hacer una vida normal
en aquel lugar, pero sabía que esa posibilidad aún estaba muy lejana.
Ángela propuesta a la orden de Drake, quien dirigía las operaciones de
extracción de todo el acero de Falcaria para llevarlo directamente hacia
Ghasa y Najamen. Planeaban una invasión masiva desde todos los flancos
hacia Gradonia, ya que, si no colaboraban, entonces los iban a destruir.
Milo era una pieza Clave de gran importancia para Drake, ya que, cuando
éste les aseguró que invadir Gradonia sería imposible, Drake entendió que
este provenía de allí, y le dio mucho más valor del que ya tenía tan solo por
sus habilidades y conocimientos acerca de pelea, combates y batallas.
Milo le dijo a Drake que ellos dominaban las artes oscuras, y con los
teutones eran fieles adoradores de demonios milenarios. Por esta razón, era
que ellos nunca habían sido derrotados en su totalidad, y habían mantenido
el territorio estable durante tanto tiempo. Pero a pesar de que adoraban a los
demonios, no eran crueles ni asesinos como los africanos o los turcos, así
que, la maldad humana parecía tener una naturaleza más retorcida y sádica.
Conocer la información que había sido proporcionada por Milo, solo les
proporcionaba un poco más de cautela y cuidado al momento de dar cada
paso en la evolución del plan, pero estaba muy lejos de limitarlos, ante su
necesidad de seguir avanzando hacia la consolidación del éxito.
Ángela siempre estaba al servicio de Drake, quien siempre trataba de
seducirla, la provocaba, la tocaba de una forma atrevida, y aunque ésta se
resistía, él siempre terminaba tratándola muy mal para que entendiera quién
era realmente su líder y señor. Pero en una oportunidad, Ángela casi fue
violada por Drake frente a Milo, y éste tuvo que intervenir.
Ángela había entrado al salón llevando unas vestiduras bastante
descubiertas, las cuales, habían sido proporcionadas por orden del propio
Drake, a quien le gustaba mirar el escote de la chica, contemplar sus
piernas, y, sobre todo, mirarle el culo cuando ésta caminaba en dirección
opuesta.
Se trataba de vestiduras bastante ajustadas, las cuales, difería notablemente
del tipo de vestidos que utilizaban en aquella época. Esta, sentía que sus
senos estallarían ante la presión de aquella prenda de vestir, donde sus tetas
apenas eran ocultas por la tela.
Se trataba de algo similar a una minifalda, dejando al descubierto su
abdomen, el cual era plano y virginal, sus piernas eran fuertes, definidas,
juveniles y suaves, y generalmente se encontraba descalza, ya que, así
entendía el nivel en el cual se encontraba en comparación con sus líderes.
— Este vino tiene un sabor amargo, Ángela. ¡Quiero que lo cambies! —
Dijo Drake.
— El vino tiene el mismo sabor de siempre, mi señor. No entiendo por qué
esta vez sería diferente. Yo misma lo he probado como generalmente lo
ordenan. No está envenenado, si no ya me hubiese muerto. — Dijo Ángela.
— Te he dicho que está amargo, y si te he pedido que lo cambies, entonces
tu labor es cambiarlo y ya. No vuelvas a replicar absolutamente nada de lo
que digo, o de lo contrario, conocerás una parte muy oscura de mí.
— Muy bien, así será...
— ¿Qué has dicho?
— Así será, mi señor.
— ¡Dilo con más fuerza! ¡No te he escuchado! — Dijo Drake, con
intenciones claras de molestarla.
— ¡Que te den! ¡Que te den muy fuerte, ya estoy harta de esto! — Dijo
Ángela.
— ¡Ven aquí! Pequeña zorra... Te voy a quitar la insolencia a pollazos. —
Dijo Drake, mientras se iba hacia ella, tomándola del cabello y la embestía
contra el suelo.
Le colocó la cara contra el suelo, mientras le rompía la pequeña falda que
cubría sus nalgas y su genital. Éste, se acomodó justo detrás de ella y estaba
a punto de meterle la polla de una manera brutal, mientras se sujetaba de
sus nalgas y se relamía de la satisfacción, cuando recibió una patada en la
cara desde el lateral, la cual había sido proporcionada directamente por
Milo.
— ¡Ponte de pie, y sal de aquí ahora mismo! — Le dijo Milo a Ángela.
Había cosas que podía soportar, quizá la paciencia se había sometido a
prueba durante todo ese tiempo, pero Milo no sería capaz de tolerar ver
como aquella chica sería violada frente a sus ojos sin que este pudiese hacer
nada, cómo si aprobara lo que estaba pasando.
Ella iba a ser víctima de un ultraje, le iban a arrebatar su inocencia quizá, o
posiblemente la iban a destrozar, ya que, aquel hombre era un demente, ya
había visto algunos comportamientos bastante inestables de Drake, pero
este era el límite de la tolerancia.
La chica accedió a las órdenes de Milo, salió de aquel salón semidesnuda
tan rápido como pudo, pero ahora era el turno de Milo para enfrentar las
consecuencias.
— ¡Vaya error que has cometido, Milo! ¿Eres muy estúpido, lo sabías?
— Me conoces, sabes muy bien que no tengo los mismos valores que han
traído ustedes desde Ghasa y Najamen, no voy a permitir que se comporten
de esa manera, al menos frente a mí. He visto como han destruido este
pueblo, les han arrebatado las esperanzas a las personas, pero no voy a
permitir que le robes la inocencia a una chica, que solo hace lo que le pides.
— Sí, tienes razón, quizá me he sobrepasado un poco. Pero no está en tus
manos juzgarme, no es tu labor, tu labor es protegerme. Tú y yo teníamos
un trato. ¡Guardias!
— ¿Qué vas a hacer? ¿Acaso vas a encerrarme una vez más en los
calabozos? Eso no va a cambiar lo que estoy diciéndote, no vuelvas a
comportarte de esa manera frente a mí, o seguiré actuando de esta manera.
— Dijo el irreverente Milo.
Los guardias llegaron inmediatamente ante el llamado de Drake, y éste,
pronunció algunas palabras que le generaron a Milo escalofríos
instantáneos.
— Traigan a la madre de Milo ahora mismo. ¡Que sea rápido! — Dijo
Drake.
— ¡Espera, Drake! No vayas a hacer una locura. Sabes muy bien que actúe
de manera correcta. No podías violar a esa chica. ¡No le hagas daño a mi
madre, te lo ruego!
— Hoy vamos a aprender una lección, Milo. A fin de cuentas, todos los días
aprendemos algo, ¿no? Hoy yo he aprendido una nueva lección, no debo
violar a mujeres delante de mis soldados. ¡Es una bonita lección, me gusta!
— Dijo el perturbado Drake.
Las manos de Milo habían comenzado a temblar de miedo, ya que, sabía
que este era un sujeto muy inestable, y era capaz de hacer cosas muy feas.
Las aberraciones en las que había estado involucrado serían imposibles de
describir con palabras que no involucraran sangre sadismo y tortura.
Había pasado los peores y horrores a lo largo de su vida, y esto,
simplemente había formado aún ser que no era humano en su interior,
quizá, en su exterior, venía de las características fenotípicas de un ser
humano. Sí, tenía brazos, dos piernas, hablaba perfecto español, comía con
cubiertos, pero en su interior, era una bestia retorcida con los sentimientos
más putrefactos que cualquier ser humano no podría gestar con facilidad.
— ¿Por qué has ordenado que traigan a mi madre? Drake, no me hagas
rogar. Haré lo que desees, córtame los brazos si es lo que consideras justo,
pero no le hagas daño a mi madre.
— ¿Cortarte los brazos, Milo? ¿Cómo se te ocurren ese tipo de cosas?
¿Acaso crees que soy un monstruo? Te dije que aprenderemos una lección,
ya yo sé muy bien cuál es la mía, pronto descubrirás cuál es la tuya. — Dijo
Drake.
No había más remedio para el pobre Milo Gatrell, quien estaba temblando
de terror ante las posibles consecuencias que habría. Solo le permitían ver a
su madre una vez a la semana, unos cuantos minutos en los cuales le
aseguraba que pronto todo estaría bien, pero ni siquiera él mismo podía
creer en sus palabras.
Todo estaba cada vez peor, y quizá, ya había llegado al punto de quiebre. En
ese momento, las puertas de la sala se abrieron, y los soldados, llevaban a la
madre de Milo arrastrada directamente hasta el centro de la sala.
Drake no dijo una sola palabra, simplemente se acercó a ella, le apartó el
cabello de su rostro, esta, no entendía muy bien lo que estaba pasando, pero
no estaba asustada, no lloraba, no se quejaba. Le dedicó una sonrisa, la
misma sonrisa de “todo estaría bien” a su hijo, y en ese momento, la sonrisa
se vio cegada por el dolor que experimentó cuando la espada de Drake se
enterró en su estómago.
Se escuchó primero el grito de ella, un sonido agudo y desgarrador,
mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, y esta caía de rodillas. La espada
aún barnizada de sangre de la mujer, fue limpiada por un pequeño pañuelo
que utilizó Drake para dejar la hoja totalmente impecable nuevamente.
Dejó caer el pañuelo justo sobre el cuerpo de la mujer, mientras ésta se
desangraba ante los ojos de Milo, que ni siquiera pudo correr a ayudarla, ya
que, un grupo de hombres lo apresaron.
— ¡Espero que hayas aprendido tu lección de hoy, Milo! Tendrás tiempo
para internalizar las consecuencias de lo que hiciste. Llévenselo a los
calabozos, no habrá ni alimento ni agua para él en los siguientes días.
Milo no sabía si llorar, gritar, estaba estupefacto, solo salían lágrimas de sus
ojos, y no podía apartar la mirada del cuerpo ya sin vida de su madre. Fue
encerrado en la oscuridad de los calabozos subterráneos, donde día tras día,
sólo alimentaba el odio y el rencor hacia Drake.
Cierto día, Ángela lo visitó en los calabozos, le llevó algo de agua, y éste no
entendió realmente como ella había llegado allí. Ella no se dedicó a
explicarle, sabía que no tenían demasiado tiempo para conversar, pero la
compañía de la chica, simplemente había sido reconfortante.
Ella le agradeció por lo que había hecho por ella, había sido un acto muy
valeroso, y un sacrificio que no todos estarían dispuestos a hacer. Cuando se
iba a marchar, Ángela le dijo a Milo que tuviese paciencia, ya que, pues el
destino era conocedor de cada evento, y que, por eso, ella había aparecido
en su vida.
Cuando Milo fue liberado del calabozo, casi estaba muerto, a punto de la
deshidratación, y ante este estado de debilidad, Drake había perdido el
interés en él. En consecuencia, había ordenado que fuese lanzado al río, y
los hombres del despiadado rey, así lo habían hecho.
Milo fue lanzado a los rápidos, las corrientes de agua más agresivas y
feroces, las cuales, se encargarían de tragarse el cuerpo de Milo, hacer que
este golpeara brutalmente contra las rocas y lo lanzarían en algún punto río
abajo.
Pero este, aunque había viajado por aquel cuerpo de agua a toda velocidad
en vistiendo contra las rocas, y troncos que se encontraban atravesados en
algunos puntos, antes de morir sin energía, y entregarse para el
ahogamiento, sintió que un ser mágico con alas le había tendido la mano
para sacarlo del agua. Justo en ese momento, Milo había perdido la
conciencia.
La siguiente vez que despertó, estaba en la habitación de su casa, la antigua
casa donde había crecido. Su madre estaba preparando el café, y lo llevó
hasta la mesa. Él no entendía lo que estaba pasando, pero se vio a sí mismo
con 10 años de edad llegando a la casa. Estaba sucio, maloliente, con sus
zapatos llenos de barro, ya que, había estado jugando cerca del lago con sus
amigos.
De pronto, su padre entró a la escena, se sentó a la mesa con su cara de
desmotivación habitual. Recordó el mal temperamento que siempre tenía,
ante la imposibilidad de una vida mejor. Vio como él mismo tenía una
conversación con sus padres en las que les prometió que sería alguien
poderoso y que todo cambiaría.
En ese momento, su madre, lo vio directamente a los ojos, a su yo de
adulto, y le dijo que abriera sus alas. En ese momento, despertó tosiendo a
la orilla del río. Estaba mojado, adolorido, muy confundido pero vivo. Se
puso de pie con las mínimas fuerzas que tenía, y caminó hacia el bosque
arrastrando sus pies, como si su cuerpo pesara más de 1 tonelada.
Allí, utilizando todos los conocimientos que tenía de supervivencia, había
acampado durante tres días. Aún estaba en el reino de Falcaria, pero no
sabía en donde, nunca había llegado hasta ese lugar. Tenía que volver a
casa, de cualquier manera, tenía que lograrlo, y la frase que su madre le dijo
en el sueño, retumbaba una y otra vez en su cabeza.
Una persona que había atravesado las cosas como las que había vivido
Milo, difícilmente tendría la voluntad para ponerse de pie y avanzar, otro,
simplemente se rendiría y se dejaría caer en los brazos de la muerte, pero a
pesar de que Drake se había encargado de hacerle mucho daño, también le
había dado un motivo para regresar.
Quizá la venganza no era precisamente el motivador más adecuado, pero no
tenía demasiadas opciones. Estaba desorientado, muy débil, pero tenía que
regresar a la Ciudadela, y al no saber cómo hacerlo, prefería descansar una
noche cerca del río para alimentarse de los peces, hidratarse y recomponer
un poco su cuerpo.
Aquella noche, tuvo un segundo sueño en el que Ángela, la sirvienta del
rey, señalaba el camino a seguir, donde daba algunas señales, y le aseguraba
que debía darse prisa. Le había mostrado un sendero con vallas, algo que le
parecía ser invención de su imaginación, pero a la mañana siguiente,
cuando emprendió su camino, recordó el sueño, y supo que algo muy
extraño estaba pasando.
Ángela le había asegurado que, si caminaba durante 14 horas al día por ese
sendero, llegaría al castillo en tres días. Terminaba cada día agotado con los
pies destrozados, y cuando dormía, las visitas de la imagen de Ángela se
habían hecho habituales.
Le daba indicaciones, parecía estarlo protegiendo, y ofreciendo la
recomendación con animales e información que parecían ser
premoniciones. Lo más impactante fue cuando alertó sobre pasar la noche
en una cueva, pues parecía ser el refugio de un león. Era bastante atractivo
para pernoctar, pero cuando trató de entrar, tuvo que escapar de la bestia
que casi lo devora.
Ángela Derrick era su nueva protectora, o al menos así parecía, era la visión
que tenía de ella y esto era cada vez más inexplicable. Milo sentía que había
perdido la cabeza cuando cayó al río, quizá alguno de los golpes había
desajustado algo en su cerebro, pero todo tenía una razón de ser.
En su más reciente visión, ella le dijo que cuando llegara a la Ciudadela,
debía buscarla y Solo en ese momento ella le revelaría quién es y cuál era
su misión en Falcaria. Él estaba motivado por esa única idea y apenas logró
divisar la ciudadela tal y como ella le había indicado cómo llegar, supo que
algo importante estaba por pasar y sin dudarlo, fue directamente a buscarla.
Era de noche, una noche muy lluviosa, con una lluvia tan espesa que se
dificultaba avanzar, parecía que las gotas de lluvia tenían una densidad
mayor, y las mismas estaban diseñadas específicamente para hacer que las
personas o los animales se movieran con mayor pesadez.
Milo apareció en la puerta de la residencia de Ángela, quien cuando no
dormía en el castillo, lo hacía en una cabaña en los bordes de la Ciudadela.
Drake estaba seguro de que Milo había muerto, y desconocía la verdadera
naturaleza de Ángela, eso le generaba una ventaja a la pareja.
Esa noche, Ángela Derrick recibió a Milo, lo cuidó, y le contó que ella era
un ángel guardián que había sido enviado a la tierra para protegerlo. Era
algo poco creíble, pero no tenía demasiadas opciones para confiar.
Él no entendía por qué especialmente protegerlo a él, y ella le aseguró que
su destino era llegar a ser el rey de los cuatro continentes. Pero también le
comentó que para llegar a ese destino debía sufrir mucho. Ella estaría a su
lado para ayudarlo, se le informó que ella encontraría al elegido, y las
señales que había dado Milo, eran exactamente las que le habían
proporcionado.
Él no le había creído nada de lo que le había dicho, y cuando le aseguró que
se iría, ella le había mostrado sus alas, era al único que podía mostrárselas
para convencerlo. Ahora no había forma de refutar su teoría, la que
debilidad era innegable. El plan no era tan sencillo, pero Milo Gatrell
finalmente había aceptado su destino.
3
Cuatro meses habían pasado desde que Drake se había apropiado del trono
de Falcaria, un lugar que había sido diseñado por los dioses para generar
equilibrio en la tierra. Dirigir un lugar como este, requería de estabilidad
mental, compromiso y dedicación, pero sobre todo empatía con los otros
reinos, ya que, a pesar de que el antiguo rey Falco había cometido errores.
Siempre había utilizado un criterio muy estable para poder tomar las
decisiones que lo llevaban hacia una posible invasión o ataques a otro de
sus reinos vecinos. Pero durante mucho tiempo, el rey Falco había gozado
de una salud mental tremenda, y una disposición absoluta a mantenerse
sólido ante las decisiones que tomaba, no se obligaba ante las amenazas y
posibles intimidaciones de sus enemigos, ya que, siempre estaba preparado
para resistir.
Su muerte, había sido un símbolo no solo de cambio, sino de desolación
para muchos de sus seguidores, ya que, la desaparición física del rey Falco,
había sido sustituida con la llegada de personas realmente malvadas, las
cuales no tenían ningún tipo de empatía ni respeto por la humanidad,
mataban sin explicación, y parecían ser adictos al derramamiento de sangre,
ya que, mientras más inocentes morían, mayores parecían ser sus ínfulas de
poder.
Pero a pesar de todo el dolor que se estaba viviendo en Falcaria, de alguna u
otra manera, esta tierra había sido bendecida y protegida por los ángeles,
quienes, en diferentes momentos, habían intervenido para poder consolidar
algunos eventos que aseguraban la estabilidad en la tierra. La extinción
humana había podido evitarse en diferentes ocasiones, pero en esta
oportunidad, era casi incontenible.
La mayoría de las personas, simplemente mantenían en sus mentes la idea
de que existían dioses, demonios y ángeles rondando, los cuales,
intervenían indirectamente para poder llegar a sus objetivos de una forma
mucho más sencilla.
Pero casi todos desconocían que algunos ángeles podrían materializarse en
la tierra y caminar junto a ellos, como si se tratara de compañeros de arado
en las tierras, soldados, princesas, y hasta reyes que, en algún momento,
habían tenido que dirigir a pueblos enteros utilizando sus poderes
sobrenaturales sin que nadie los notara.
Los ángeles no solo debían ir por la tierra sin ser percibidos, debían ocultar
sus alas, hacerse pasar como seres humanos comunes y corrientes, pero,
sobre todo, debían mantenerse alejados de los demonios, ya que, estos eran
devoradores de ángeles por naturaleza.
Y aunque estos habían sido encerrados durante mucho tiempo en las fauces
del infierno, había algunos humanos como los teutones de Gradonia, que se
dedicaban a la adoración de demonios, los cuales, conocían este poder
oscuro que podían manipular para su beneficio.
Las condiciones estaban tan complicadas en la tierra en ese momento, que
solo faltaban un par de eventos para que se desatara un caos que sería
definitivo y con la imposibilidad de dar marcha atrás.
Muchos jugaban un papel importante en el desarrollo de este plan que
llevaba hacia la destrucción, pero también participaban algunos otros que
estaban interesados en la contención de toda esa maldad, la cual, podría
erradicar para siempre a la humanidad, pues la violencia que se avecinaba,
nunca había sido vista.
La adoración, y las actividades de seguimiento que se llevaban a cabo en
Gradonia eran peligrosas, y ellos jugaban un papel muy importante, ya que,
los guerreros y líderes de estas tierras, habían mantenido una posición
calmada y tranquila durante siglos, pero esto se debía en gran medida al
poder descomunal que eran capaces de invocar.
El rey Gostav siempre había sido señalado por otros reyes como el más
oscuro de todos. Pero también había sido clasificado como el más
misterioso, ya que, cuando se le preguntaba sobre el origen de su poder, este
siempre varía las preguntas, tratando de mantener una posición calmada.
En la mayoría de las veces, mantenía sus ojos cerrados, era muy tranquilo,
irradiaba una extraña paz, que también era intimidante, era un hombre de
cabello largo, gris, con una barba abundante, la cual, colgaba como si se
tratara de un accesorio, ya que, estaba siempre perfectamente cuidada.
Sus manos generalmente no se veían, ya que, utilizaba túnicas grandes, de
colores oscuros, era un hombre muy sombrío, pero no era violento. Este rey
nunca había compartido los secretos que llevaron a sus guerreros al éxito, el
nivel de poder que ninguna otra tierra había acariciado jamás.
Muchos se preguntaban cómo es que estos peleadores eran capaces de
alcanzar unos niveles de fuerza tan grandes, pero Gostav, siempre se
mantenía en silencio, no podía revelar los secretos que el universo le había
proporcionado, y que de alguna u otra manera, manejaba a su voluntad para
poder ofrecer equilibrio al entorno. Aunque fuese visto desde un punto de
vista equivocado, la existencia de esta energía era tan necesaria como el
bien.
Todo debía estar equilibrado, la luz necesitaba oscuridad para poder ser
apreciada y viceversa. La única manera de poder apreciar los momentos de
alegría, es a través del dolor, mientras que, la soledad sólo puede ser
compensada con compañía, pero una requiere de la otra para existir. Pero en
lugar de expresar sus emociones, Gostav guardaba silencio en la mayoría de
las veces, y esto, despertaba una curiosidad descomunal, la cual, terminaba
resultando un poco intimidante.
Cuando los habitantes de Falcaria fueron sometidos por Drake y
posteriormente por la llegada de Aladon, el liderazgo, había sido
confirmado. Eran nuevos reyes, en los cuales, compartían el poder a partes
iguales, porque prácticamente estaban llevando a cabo un saqueo de
Falcaria, obteniendo todos sus recursos, y llevándolos hacia las afueras. Era
estrictamente necesario trazar una estrategia multi ángulo para poder
someter a Gradonia, el único reino faltante para poder mantener el control
de todo el continente.
Ángela sabía perfectamente que, si perturbaba la tranquilidad de esta tierra,
los teutones podrían hacer aflorar a una de las criaturas más abominables
conocidas por los ángeles. Se trataba de un devorador de ángeles, un
perseguidor de la energía de la luz, y que adicionalmente, se alimentaba con
mucha satisfacción de la carne humana.
Esta bestia sería imposible de encerrar una vez que saliera a proteger a
quienes la habían invocado, por lo que, su principal objetivo, era impedir
que este evento se desarrollara, pero según las profecías, tarde o temprano
volvería a ocurrir.
Habían pasado algunos siglos desde que esta criatura conocida como
Grakall había visitado la tierra, había generado una batalla campal de más
de 500 Ángeles simultáneamente atacándolo para poder limitar su poder.
Aquel evento había sido una verdadera masacre, pero finalmente, aquel ser
hecho de lava volcánica, sangre de sus víctimas, y alimentado por almas,
había sido encerrado en secreto bajo las montañas. Cuando los teutones se
asentaron en aquel territorio, la búsqueda de nuevas formas de riqueza, los
habían llevado hasta la profundidad de aquellas minas.
Fue una grata sorpresa encontrar algunos registros de aquella deidad, la
cual, había comenzado a hacer adorada, y progresivamente, les
proporcionaba la estabilidad necesaria para poder convertirse en una
potencia.
No requerían de la presencia de la criatura, pero si se alimentaban de su
energía, y habían aprendido a dosificar esa energía malévola y oscura a sus
soldados, los cuales, rápidamente comenzaron a experimentar la evolución
de sus habilidades.
Los teutones se movían con más rapidez, eran más fuertes, más altos que
cualquiera de sus adversarios, y todo estaba vinculado a la energía del mal.
Generación tras generación, se habían trasladado los conocimientos,
accediendo datos destacados que permitían controlar las condiciones de esta
energía, de esta forma, no se perdía el control sobre ella, y se evitaba que
todo se volviera en contra de los teutones
Ángela ayudaba significativamente a Milo en sus entrenamientos, sometía a
duras pruebas y guardaba el secreto de que el hombre que Drake había
ordenado matar, se había recuperado gradualmente bajo las atenciones de la
chica. Esta, había utilizado todas sus habilidades para poder atraer a Milo
nuevamente hacia ella, y una vez que se juntaron, ambos comenzaron a
crear una amistad que los vinculaba cada vez más.
Ángela conocía cada elemento de las profecías vinculadas al elegido, y
sabía que Milo era el único con el corazón lo suficientemente puro, como
para poder acceder al control absoluto de los cuatro reinos. Pero para que
esto pasara, necesitaba el consentimiento del rey Gostav, y el pasado de
Milo, no era precisamente el ideal como para poder generar la situación
perfecta para esto.
Lo que le había hecho Milo a Gostav, acostándose con su esposa, era
imperdonable, no había posibilidades de que el corazón de aquel rey se
sacara aquel recuerdo de traición, y si pudiese ponerle las manos encima a
Milo, con mucha facilidad le arrancaría el corazón con sus propios dedos.
Los duros entrenamientos de Milo, casi lo llevaban al colapso. Muchas
veces, terminaba muy agotado, eran pruebas de resistencia de temperatura,
tanto frías como calientes. Ángela, lo llevaba hasta los lugares más hostiles,
en ocasiones, se dirigían hacia las montañas, y allí, se llevaban a cabo las
pruebas que sometían la resistencia de Milo hasta el límite.
En ocasiones, salían durante las noches de más bajas temperaturas, y la
chica, le sugería que se sumergiera En las aguas casi congeladas, debía
permanecer allí largas horas, y éste, a punto de sufrir hipotermia, era sacado
de allí casi desvanecido, y nuevamente se recuperaba en la cabaña de
Ángela.
Poder resistir a todas estas situaciones que llevarían a la muerte a un
hombre común y corriente, eran parte de las pruebas que definían el posible
éxito de un plan futuro. La capacidad pulmonar de Milo, también se
sometía a duras pruebas, ya que, la chica encendía grandes cantidades de
leña, y colocaba a Milo muy cercano a estas.
Éste debía controlar su respiración mientras estaba rodeado de humo, ya
que, sabía que, en las condiciones más difíciles, Milo debía estar listo para
poder avanzar. Quemaba sus manos con ardientes brasas, y aunque las
quemaduras generaban que su piel se cayera a trozos, eran sanadas por
Ángela, la cual, sabía muy bien cómo volver a poner a tono a Milo.
Pero, aunque la mayoría de las pruebas estaban basadas en la fuerza,
también había otras más que estaban vinculadas al ingenio, ya que, no todo
se trataba de fuerza bruta, un rey tenía que tener la capacidad de resolver los
problemas de lógica que fuesen necesarios. Era por esto que Ángela
sometía a Milo a pruebas realmente complicadas, que harían colapsar a
cualquiera.
En ellas, debía utilizar habilidades mentales para poder evolucionar, siendo
encerrado en cuevas, donde debía seguir pistas y resolver acertijos para
poder conseguir la libertad nuevamente. La evolución de Milo se hizo
gradual, no iba a ser sencillo, era una etapa realmente complicada que debía
valorarse día tras día, y si no se encontraba un crecimiento mínimo a diario,
entonces era un día perdido.
Ángela estaba sumamente orgullosa de los resultados que se habían
obtenido después de largas semanas agotadoras de entrenamiento, pero
también había surgido algo inesperado, algo que no se encontraba en las
profecías, y que la chica no había contemplado hasta ese momento.
Ángela estaba enamorándose de Milo, sin notarlo, de una forma inocente e
ingenua, su corazón, había comenzado a latir de una manera distinta,
emanando sentimientos irregulares, que nunca había experimentado por
nadie más. A ella le costaba mucho aceptar que se estaba enamorando del
guerrero, pero ya no podía controlar ese sentimiento, y como un virus, se
estaba extendiendo por todo su ser.
Milo ocupaba la mayor parte de sus pensamientos, y esa emoción que
habitaba en su pecho, haciéndola sentir viva, y llena de una tranquilidad
plena, sólo podía ser producto de esas emociones que palpitaban en ese
sentir hacia el guerrero.
Internalizar realmente lo que estaba sintiendo por Milo, no había sido una
tarea sencilla, ya que, durante muchas noches, había tratado de entender qué
era realmente lo que estaba pasando por su cabeza, ya que, era un ángel, y
no estaba acostumbrada a vincularse con los humanos.
De hecho, esa era una de las reglas más difíciles de aceptar para los ángeles,
quienes, a lo largo de la historia, habían cometido el grave error de
vincularse con humanos, lo que estaba fuertemente penado por las
autoridades divinas.
En la más reciente prueba de Milo, esta lo ató a unas rocas en sus pies, y lo
dejó caer desde un bote hacia el lago durante el atardecer. Milo, por acción
de las rocas, se hundió lentamente, mientras éste forcejeaba para tratar de
liberarse de las ataduras.
La propia Ángela, se había encargado de amarrar muy bien las cuerdas a sus
muñecas y tobillos, y éste, debía liberarse tan pronto como fuese posible. Se
hundió unos 4 metros, no era un lago muy profundo, pero era suficiente
como para poner a prueba sus habilidades de respiración, tranquilidad y
meditación. Milo trató de escapar, pero no lo logró en el tiempo que Ángela
había establecido.
Cuando ésta sumergió su rostro en el agua, vio que Milo estaba
inconsciente, con sus ojos cerrados, no se movía, así que, ella saltó al agua
para ayudarlo. Lo liberó de las ataduras, y rápidamente lo llevó hasta la
orilla. El corazón de Ángela la tía con rapidez, pues pensaba que había
cometido un error.
Si había atado las cuerdas de una manera incorrecta, posiblemente Milo no
habría podido zafarse. Si lo había matado, no sólo había eliminado al
hombre que estaba designado a salvar al mundo, sino que, también había
eliminado al hombre de quien se había enamorado.
Aunque el rostro de Ángela estaba cubierto de agua, fácilmente podían
verse las lágrimas brotando de sus ojos, ya que, estaba consumida por el
pánico. No podía sentir pulso en Milo, pero quizá, estaba muy alterada
como para poder notar esos detalles.
Al llevarlo hasta la orilla, la chica presionando fuertemente contra su pecho,
y al colocar los dedos en su cuello, pudo notar que aún tenía algo de pulso
débil. Ella trató de darle respiración de boca a boca, y cuando los labios de
Ángela tocaron los labios de Milo, este no dudó en tomarla del cabello y
rotar en el suelo, besándola apasionadamente.
Ni siquiera le dio tiempo de pensar a Ángela, este, le colocó una mano en la
cabeza y la otra se la puso en la muñeca, tratando de limitar sus
movimientos. La lengua de Milo, comenzó a jugar traviesamente en la
cavidad bucal de la chica, la cual, sentía que el corazón se le saldría de los
nervios.
Era una situación inesperada, la cual, había iniciado con una desesperación
tremenda ante la posibilidad de ver morir al hombre que amaba, ya que,
aunque se resistiera a pensar que era el sentimiento que tenía, no había
dudas, no podía escapar de los sentimientos cuando estos se adueñaban de
toda su existencia. Pero, aunque Ángela luchaba con sus sentimientos, con
las normas que la conformaban, esta no imaginaba que Milo también había
desarrollado algunas ideas muy agradables sobre ella.
De hecho, parecía que los sentimientos de Milo eran mucho más intensos,
ya que, había sido capaz de trazar aquel plan travieso para poder engañarla,
y aprovecharse de la vulnerabilidad de la chica, y poder asestarle un beso.
Parecía que todo terminaría allí en un beso inocente, el cual, había sido
imposible de detener, ya que, una vez que ambos probaron los labios del
otro, aquello se convirtió en una tormenta apasionada de lamidas, mordidas
y succión.
Habían hecho un trabajo formidable tratando de resistirse durante todo ese
tiempo, pero ya era incontenible, Milo se encontraba justo sobre ella, y fue
imposible poder resistir el impulso involuntario de que su polla se pusiera
dura, ya que, estaba presionada contra el muslo de Ángela. Esta, llevaba un
vestido casi transparente de color blanco, el cual, dejaba ver sus tetas, ya
que, se había empapado por completo.
La mano de Milo comenzó acariciarla, la había colocado sobre el costado,
pero involuntariamente, su mano se fue directamente hacia los senos de la
chica, la cual, sintió que su corazón dio un salto cuando el pulgar de Milo le
rozó el pezón izquierdo. Esta, inmediatamente, comenzó a evidenciar todas
las reacciones en cadena que se mostraron en su cuerpo.
Su cabeza palpitaba, había electricidad corriendo por su cuerpo, era como si
todo el sistema hubiese colapsado. Ángela quiso darle una lección a Milo,
ya que, eran el tipo de juegos a los que ella no estaba acostumbrada, y no le
había parecido gracioso. Pero todo estaba evolucionando llegando a un
punto tan agradable e interesante, que ella no iba a arruinarlo todo con sus
palabras tontas.
Esta dejó que el hombre siguiera besándola y sentía como la lengua de
aquel hombre acariciaba la suya de una forma apasionada, intercambiando
fluidos de una manera tan extrema, que parecía que iban a devorarse. La
cena estaba muy lejos de ser romántica, era salvaje, primitiva, con dos seres
que se deseaban carnalmente sin ni siquiera dejar un mínimo espacio a la
cordura.
Milo masajeó sus pechos durante algunos minutos, pero esta, sentía que ya
era necesario que la tocara allí abajo, así que, le tomó la mano aquel
hombre, y suavemente se la fue guiando hacia su entrepierna.
Milo, tocó la zona de la chica, sus muslos aún estaban mojados, pero
cuando le tocó el coño, aquello era una humedad muy diferente. Le metió
uno de los dedos, su dedo medio, el cual, se abrió espacio entre sus labios
vaginales, pasando por el clítoris, el cual, estaba muy abultado debido a la
excitación.
Cuando le separó los labios vaginales, su dedo se insertó suavemente en su
coño, la chica, por primera vez, gimió de placer, mientras separaba aún más
sus muslos para permitir que Milo entrara en ella con facilidad. Este se
separó de sus labios por primera vez en largos minutos, viendo su hermoso
rostro excitado, el cual, mostraba una combinación entre lujuria y diversión.
Ángela mostraba una hermosa sonrisa, y en sus mejillas, había un color
rojo, el cual, era evidencia de la vergüenza. Ningún hombre la había tocado
así, y ella sabía que estaba rompiendo graves reglas que podrían generar
consecuencias irreversibles, pero en ese punto, la lógica, la cordura y la
conciencia, básicamente no tenían ningún tipo de injerencia en el
comportamiento de los seres vivos.
Ella solo quería sentir el órgano sexual de Milo en su interior, quería
experimentar como este se insertaba en ella lentamente, así que, no ayudó a
deshacerse de su pantalón mojado, y al ver aquella enorme polla justo frente
a ella, la chica se relamió sin querer. Su lengua mojó los labios, y suspiró.
Esto dio una clara señal a Milo de la gran cantidad de deseo que
experimentaba la chica por probar su polla, así que, se le fue metiendo
lentamente, milímetro a milímetro, mientras evaluaba sus reacciones, ya
que, si le generaba dolor o un poco de incomodidad a la chica, con rapidez,
se detendría, ya que, quería que todo fuese mágico.
La propia Ángela se subió el vestido lentamente hasta el cuello, y allí, lo
sacó sobre su cabeza, dejándolo caer a un lado. Allí, con los rayos del sol
del atardecer, Milo pudo observar un cuerpo desnudo espectacular.
La chica tenía una piel blanca inmaculada, con pezones pequeños, de color
rosa suave, los cuales, comenzó a succionar suavemente, uno a la vez,
haciendo que esto se endurecieran, mientras sus inquietas manos,
acariciaban los muslos de la chica, inclusive, le apretaba las nalgas para
probar la dureza de las mismas.
A Milo le encantaba el sabor de las tetas de Ángela, así que, allí se mantuvo
durante un largo periodo, esta, dejaba que sus dedos se perdieran en el
cabello de Milo, mientras su cara se deformaba ante la satisfacción que
experimentaba. Sus cejas, prácticamente se juntaban, cerraba sus ojos con
fuerza, y en ocasiones, mordía sus labios cuando Milo le metía todo su
órgano sexual hasta el fondo.
Es el momento que más disfrutaba, sentir toda esa carne en su interior,
abriéndose espacio entre sus dulces labios vaginales, de los cuales,
emanaban grandes cantidades de fluido espeso que lubricaban la zona para
una entrada magistral.
A ese ritmo, Milo sabía que se correría masivamente en poco tiempo, así
que, comenzó a ser penetraciones más lentas, y se dedicaba más tiempo a
los besos y las caricias, sabía que a la chica le encantaba que la tocaran, ya
que, cuando sus dedos rozaban lentamente ciertas zonas, toda su piel se
erizaba.
Ella se estremecía, generando espasmos involuntarios por todo su cuerpo
que la hacían avanzar hacia una excitación aún mayor. Ella nunca había
tenido a un hombre sobre ella, y mucho menos, alguien se había abierto
paso en su coño para darle placer. Ella experimentó dolor, la primera
penetración había sido bastante dolorosa, pero entendía que todo tenía cierta
porción de sacrificio.
Era lo que ella había deseado en los últimos días, tener aquel hombre
completamente desnudo haciéndole el amor, lo había fantaseado de manera
silenciosa durante sus noches de descanso, pero sabía que los dioses no
estarían contentos con el desarrollo de estos eventos.
Había situaciones pasadas en las cuales los humanos y los ángeles se habían
mezclado, pero también había humanos que se mezclaban con demonios, ya
que, ello generaba fusiones devastadoras, creaciones malévolas que eran
capaces de erradicar civilizaciones completas, ante lo que, era necesario
mantener una situación de control. Cuando ella decidió ser parte de la
interacción y tomó el control, rotaron en el suelo, ubicándose justo sobre su
amante.
Su mano se posó sobre el abdomen de Milo, y mientras su coño se frotaba
contra su polla, la chica, simplemente dio una mirada hacia los cielos y
disfrutó de aquel orgasmo que se estaba acercando.
Milo la sujetó de la cintura, y mientras él realizaba movimientos
complementarios, la fue llevando hacia esa explosión en la cual, la chica
dejó salir grandes dosis de fluidos, los cuales, arroparon la dura polla de
Milo, la cual estaba tan caliente y estimulada en ese punto que no se
contuvo.
Él también explotó en su interior, toda aquella descarga de semen, la
alimentó en lo más profundo de su ser, mientras su cuerpo temblaba tanto
de agotamiento como de miedo, ya que, la cordura comenzaba a volver, y
esta, entendió que habría consecuencias.
Ángela se quitó de encima, cayó al lado de Milo mientras su aliento era
agitado, con una respiración bastante acelerada, pero con una sonrisa en su
rostro que evidenciaba el disfrute.
— ¡Eso fue maravilloso, Milo! Pero no vuelvas a engañarme de esa manera,
pensé que algo muy grave te había pasado. — Dijo Ángela casi sin aliento.
— Lo siento, lo pensé mientras estaba bajo el agua, te juro que no lo había
planeado con tiempo. Pero quise poner a prueba cuánto te importaba. —
Dijo Milo.
— Esto que ha pasado hoy, no debe volver a repetirse, está muy mal, no
está permitido. ¡Será nuestro pequeño secreto! — Dijo Ángela, antes de
besar en los labios de una manera muy apasionada a Milo, quien no estaba
seguro de poder resistirse.
— ¿Por qué está prohibido? ¿Qué impide que un hombre y una mujer se
amen de una manera genuina?
— ¡Yo no soy una mujer, Milo! Soy un ángel, y los ángeles y los humanos,
no deben mezclarse, ya que, eso suele generar confusiones y situaciones
realmente complicadas en las cuales, las consecuencias nunca son buenas.
— Conozco muy poco sobre ustedes, no entiendo las reglas de los dioses y
los ángeles, me has hablado de profecías, de una misión, de eventos
catastróficos que debemos evitar, pero en toda esta situación, ¿dónde
quedan tus sentimientos y lo que yo siento?
— ¡Ya habrá tiempo para eso! Por el momento, tenemos que enfocarnos,
todo puede terminar muy mal. — Dijo Ángela mientras acariciaba el pecho
desnudo de Milo.
La polla del guerrero, ya se estaba poniendo flácida, ambos se habían
relajado totalmente mientras conversaban frente al lago, la luz se estaba
marchando, el sol ya se despedía de aquel día, así que, era momento de
volver a la casa.
Pero mientras caminaban por el bosque hacia a la cabaña, hubo un gran
resplandor que dejó ciego a Milo durante algunos segundos, este, cayó al
suelo brutalmente, y cuando trató de buscar a Ángela a sus alrededores, esta
simplemente no estaba. Esta había sido llamada inesperadamente por sus
líderes, quienes la habían cuestionado de manera muy grave, y casi le
habían revocado la tarea de cuidarlo.
— Ángela, estamos conscientes de la falta que has cometido. ¿Por qué lo
has hecho? — Se escuchó una voz que retumbaba a su alrededor.
— ¡Lo lamento, mi señor! Pero no pude contenerme, fui débil, dejé que la
carne me sedujera. Pero no volverá a repetirse. Por favor, no me quiten la
posibilidad de ser parte de esto, protegeré a Milo con mi vida si es
necesario, pero no me alejen de él.
— Puede que tu criterio no sea tan objetivo como lo requerimos. Somos
seres de luz, seres divinos a la orden de la paz y el equilibrio. Si dejas que
tus deseos más bajos te consuman, ¿cómo sabremos que estás preparada
para lidiar con algún demonio?
— Siempre he mostrado mi absoluta lealtad, y compromiso con esta misión.
Si es necesario, me convertiré en la esposa de Milo para limpiar mis faltas.
Solo ruego algo de piedad. — Dijo Ángela, mientras se ponía de rodillas.
Los dioses no respondieron, de hecho, le hicieron volver nuevamente al
bosque, y le indicaron que eso meterían a revisión su solicitud. Ellos debían
darse prisa, ya que, las primeras tropas, estaban comenzando a movilizarse
hacia Gradonia.
El plan de Ángela y Milo consistía en frustrar el ataque de los soldados
liderados por Drake y Aladon, quienes llevaban armamento alterado, el
cual, había sido saboteado por Ángela y su compañero durante todo ese
tiempo, de una manera gradual y constante.
Cuando el ataque inició en las fronteras de Gradonia, esa batalla, había
terminado muy rápidamente. Cientos de soldados, habían visto cómo sus
espadas, las cuales estaban hechas con aleación de cobre, se rompían ante
los ataques hacia los escudos de los teutones, los cuales, defendían su tierra.
Aquello, era un festival de sangre, ya que, al ver como sus adversarios
tenían armas realmente pobres en calidad, los habitantes de Gradonia,
habían atacado con toda su brutalidad a sus adversarios, haciendo que estos
cayeran uno a uno sin posibilidades de defenderse.
Mientras algunos gritaban por piedad, otros simplemente trataban de correr,
pero los teutones de Gradonia, habían sido despiadados, y no habían dejado
que aquellos guerreros que habían tratado de invadir sus tierras,
sobrevivieran.
Las decenas se convirtieron en centenas de muertos, y rápidamente, aquel
ataque había dejado en ridículo por completo a Drake, quien había sido el
organizador de aquel ataque, pero no había tenido el valor de hacer acto de
presencia en aquella pelea.
Había sido un intento fallido, un intento ridículo por parte de los guerreros
de Ghasa y Najamen para tratar de someter a Gradonia. Por esto, no iba a
ser necesario que invocaran a los demonios para protegerlos.
Después de este suceso, las fuerzas que mantenían custodiadas a Falcaria,
se habían debilitado significativamente, y Milo, con la ayuda de Ángela, se
había infiltrado una noche en el castillo que tantas veces había defendido.
Sin mediar palabras, y avanzando con extrema cautela, se había internado
hacia la habitación principal, donde descansaba Drake. Mientras este
dormía, lo había atravesado con una espada, la cual, había entrado por su
pecho, atravesando el corazón, y enterrándose directamente en la cama.
Aquel rey despiadado, había sido asesinado mientras dormía, ni siquiera se
había dado cuenta de que su vida había sido terminada.
El siguiente acto que iban a llevar a cabo Ángela y Milo, era liberar a los
prisioneros de la resistencia, los cuales, finalmente se armaron con palos y
cuantas armas le fue proporcionada, para iniciar una guerra interna que
tenía como objetivo la recuperación del poder. A costa de mucha sangre y
violencia, habían recuperado el control y gracias a esto, Milo fue coronado
como el rey de Falcaria.
Todos confiaban en él, era el rostro de la esperanza, y de manera
inesperada, en el mismo acto en el cual fue coronado, sugirió a Ángela que
se convirtiera en su reina, en su esposa, lo que ella aceptó. Pero ante la vista
de todos, y de manera sorpresiva, un nuevo destello de luz volvió aparecer,
y la chica, desapareció ante la vista de todos, dejando sin aliento a todos los
presentes.
Ángela había sido llevada nuevamente ante la corte celestial, la cual, tenía
listo el veredicto que habían preparado después de evaluar durante cierto
tiempo las condiciones en las cuales había actuado Ángela.
Esta, estaba muy asustada, ya que, por primera vez estaba muy cerca de
sentirse realmente amada. Había trabajado para los dioses durante largos
periodos, pero nunca había tenido la posibilidad de conocer el verdadero
amor.
Milo había sido algo más que una simple misión, había sido alguien que
realmente había tocado su corazón, un hombre con el que se había
compenetrado, y a quien había aprendido a amar y admirar a pesar de sus
debilidades y fortalezas.
Milo no era perfecto, era un hombre duro y rudo, el cual, estaba edificado
con buenos valores gracias a su familia, pero que era capaz de manchar la
hoja de su espada con la sangre de quien se pusiera frente a él para
someterlo. La corte, después de una larga deliberación, la cual, le pareció
eterna para Ángela, finalmente había aceptado que esta permaneciera en la
tierra al lado de Milo.
Habían aprobado la boda, ella podía casarse con Milo y convertirse en la
reina, ya que, esto la mantendría cercana a Milo, y adicionalmente, no
levantaría sospechas ante su constante colaboración.
Parecía que todo se había equilibrado, que las cosas estaban dispuestas de la
manera correcta para que todo se mantuviese en paz, pero el reinado de
Milo en los cuatro reinos aún parecía muy lejano. Cuando Gostav se enteró
de que a un nuevo rey había sido nombrado en Falcaria, cuando descubrió
quién era, sus intenciones de colaboración, cambiaron drásticamente.
4
Cuando las noticias de que el rey Milo había sido coronado como líder
supremo de Falcaria llegaron hasta Gradonia, el rey Gostav enloqueció, no
podía ser posible que un gusano de la calaña de Milo, pudiese llegar a
convertirse en rey, pero inmediatamente, había comenzado atrasara nuevos
planes que fácilmente podrían encajar con el futuro que tenía en mente el
misterioso rey.
Desde el momento en que Milo se había escapado de aquella ciudad, con
las manos aún olorosas al cuerpo de su mujer, este había quedado
completamente obsesionado con la idea de atraparlo, ponerle las manos
encima, y hacerlo pagar por tal ofensa.
De hecho, Gostav había hecho pagar a su propia esposa la traición con su
vida, no le había importado el tiempo que había estado junto a aquella
mujer, la cual, había sucumbido ante el ardiente deseo de poseer el cuerpo
juvenil de un hombre.
Nadie debía engañar de esa forma a un rey, así que, Gostav la había
entregado como parte de la ofrenda en la que se reunió con su ejército de
hombres, y la mujer fue desollada viva frente a todos para que sufriera los
peores dolores, mientras su alma era el alimento de Grakall, el gran
demonio.
Aunque aquella mujer había implorado por su vida, no había absolutamente
nada ni nadie que pudiese hacer cambiar de parecer a Gostav, quien estaba
cegado por la desilusión, ya que, al ser víctima de un engaño tan vil, el que
habían llevado a cabo Milo y su esposa, esto no podía perdonarse, o de lo
contrario, sería una muestra de debilidad evidente, y un rey como este, no
podía arriesgarse a ser visto con burla.
Con Ghasa y Najamen bajo control, nada podía ir mejor, y después del
matrimonio de Milo y Ángela, la prioridad principal de la pareja, era
encontrar la fusión de los reinos a través de una alianza. Pero para lograr
esto, debían trasladarse hasta Gradonia eventualmente, y así, consolidar el
acuerdo que aseguraría la estabilidad, y el futuro de todos los reinos.
Milo había demostrado ser un rey competente, y cierto día, una carta llegó a
sus manos gracias a uno de los mensajeros de Falcaria, el cual, había
recibido el papel de un misterioso jinete, el cual, había llegado hasta los
límites de Falcaria, pero no había cruzado el reino. En esa carta, el rey
Gostav, se dirigía a Milo de una manera muy amistosa, lo que no pareció
gustarle a Ángela, quien sentía una energía bastante oscura proveniente del
reino de Gradonia.
“Milo, es un placer saludarte. Ha pasado ya un tiempo desde la última vez
en que nos vimos. Vaya situación tan desafortunada en la que nos vimos
involucrados todos. No creo que el tiempo haya pasado en vano, veo que el
destino ha sabido labrar caminos para ti, y no has desaprovechado ninguna
oportunidad que se te ha presentado.
Convertirte en el Rey de Falcaria puede ser uno de los logros más
importantes de tu vida, y estoy seguro de que vendrán cosas mucho más
brillantes para ti. He escuchado sobre la belleza de tu esposa, y sé que has
escogido bien a tu nueva pareja, yo, por mi parte, preferí continuar mi
camino de forma solitaria, ya que, la traición de mi antigua esposa, me
devastó.
No puedo negarte que la obsesión de poder cobrar venganza, me desgastó
durante un tiempo, pero te escribo esta carta con la mayor sinceridad del
mundo aspirando a que aceptes mi invitación a Gradonia, que vuelvas a tu
tierra, y así celebrar tu evolución y conquista.
Espero una pronta respuesta de tu parte, y si esta carta llega a ti en el tiempo
establecido, podrás venir cuanto antes, te estaré esperando, viejo amigo.
Mis respetos.
Gostav.”
Milo le había leído la carta a Ángela en voz alta, la cual, no terminaba de
convencerse de aquellas palabras. Para Gostav, había pasado el tiempo
suficiente para poder sanar sus heridas, y recibir a Milo en sus tierras, sería
una forma de dejar atrás de manera definitiva aquel pasado que los había
puesto en una situación bastante comprometedora.
— ¿Realmente crees que sea una buena decisión ir a ese lugar, Milo? No
estoy segura de que sea una buena idea. No ha pasado el suficiente tiempo
para cerrar una herida de la magnitud que tú generaste.
Milo había tenido el valor de revelarle lo que había pasado a Ángela, la
cual, se había decepcionado levemente de Milo, ya que, había sido una
grave ofensa a un hombre peligroso. Pero esto había pasado antes de
conocerse, así que, no podía juzgar a Milo por sus acciones inmaduras del
pasado.
— Constantemente me has mencionado la necesidad de generar una alianza
con Gradonia en el futuro. Creo que este es un buen momento para poder
cerrar este vínculo, ya que, Gostav parece estar completamente dispuesto a
avanzar.
— Tienes razón, quizá la paranoia me está nublando el panorama. Quizás
sea una buena decisión.
Milo entendió que ya no debía vivir más temiendo la persecución, ya que, el
único hombre que era capaz de perseguirlo hasta el final de sus días, ya
había declarado haber dejado todo atrás.
Ángela le dijo Milo que Gostav no le daba espina, pero si él consideraba
que era el momento correcto, entonces ésta lo acompañaría a Gradonia
cuando éste lo decidiera. Ella había recibido claras explicaciones de que la
fusión debía realizarse en un periodo de ocaso en Gradonia, lo que había
sido interpretado como una posible muerte del rey Gostav, pero la duda de
ella y la seguridad de Milo, había permitido que las cosas comenzarán a
tomar un camino diferente.
Partirían justo al día siguiente, y así había sido decidido. La comprensión de
Ángela, había generado un agradable agradecimiento por parte de Milo, el
cual, le hizo el amor de una manera muy romántica y apasionada, aquella
noche. Aquella suave cama, podría convertirse en un escenario de pasión
desenfrenada, ya que, ambos habían aprendido a comunicarse en ese ámbito
de una manera magnífica.
No necesitaban dar instrucciones, evitaban condicionar al otro para que
hiciera lo que cualquiera de ellos quisiera, dejaban que toda la pasión
fluyera de manera espontánea, y así disfrutaban del mejor sexo que podían
proveerse como pareja. La chica adoraba estar sobre él, cabalgarlo de una
manera rápida, certera, sintiendo como la polla la embestía hasta lo más
profundo de su coño.
Mientras que él, disfrutaba enormemente de ubicarse justo detrás de ella. La
ponía a cuatro patas, se posicionaba justo detrás de sus nalgas, y realizaba
en vestidas certeras y precisas, llevando su polla hasta el final de aquella
cavidad, la cual, dejaba salir una gran cantidad de aire con cada embestida.
Una de las formas favoritas de la nueva reina para ser follada, era ser
sujetada por las manos justo detrás de su espalda, en ocasiones, Milo
utilizaba cuerdas para limitarla, mientras ella presionaba la suavidad de las
sábanas con su rostro.
En ocasiones, las embestidas eran tan fuertes y deliciosas, que esta no podía
evitar morder las sábanas de una manera espontánea, ya que, sus gemidos y
quejidos, hacían eco por toda la habitación, mientras Milo la follaba como
su reina. Era toda una mujer ardiente, una yegua lista para ser montada.
Cuando la tenía de esa manera, tan sumisa y obediente, Milo perdía la
cabeza, dejaba de observarla con respeto y admiración, como era en la
mayoría del tiempo, y aquella mujer pasaba a convertirse solo en un objeto
de placer y lujuria.
Esta era una de las ventajas que tenían en el ámbito sexual, ya que, todo era
muy hermoso y dulce más allá del sexo, pero cuando se entregaban a la
pasión, no había nada que pudiese establecer reglas, no se negaban a nada.
Cada uno tenía la posibilidad de explorar la piel y la carne del otro sin
necesidad de permisos o autorizaciones.
A Milo le gustaban los encuentros alargados, periodos extendidos de sexo
continuo, con cantidades de sudor corriendo por su pecho y su abdomen
mientras veía el agotamiento en el rostro de la reina. Por su parte, a ella le
gustaba acceder al orgasmo lo más rápido posible, ya que, de esa manera
podría relajarse y disfrutar del resto del encuentro.
Era una mujer multiorgásmica, muy sensible, la cual, con tan solo sentir
unos pocos roces del pulgar del rey sobre su clítoris, podía estallar a
chorros, experimentando orgasmos que le hacían retorcerse como una
serpiente, desordenando las sábanas con todo el gusto, ya que, sentía que su
cuerpo era libre, tenía una naturaleza bastante más ardiente, y eso, le
fascinaba a Milo, quien se sentía el hombre más afortunado al poder tener a
una chica de este tipo.
Ella siempre solía moverse de forma descontrolada hasta el momento en
que el clímax era alcanzado, y en ese momento, sus ojos se iban a blanco,
ya que, el gusto era tan espectacular, que se convertía prácticamente en un
ser salvaje.
Sus gemidos se convertían en rugidos, sus uñas parecían incrustarse en la
carne de Milo, y sus besos eran tan salvajes, que en ocasiones los labios de
Milo terminaban destruidos, gracias a las mordidas y succión brutal que
llevaba a cabo esta chica.
Era una forma bastante agradable de liberar toda la energía, y aquella
noche, habían hecho el amor como si fuese la última vez. Todo se había
prolongado por más de tres horas, paraban para descansar, se hidrataban, y
volvían de nuevo a la faena, rebotando el uno sobre el otro, buscando hasta
la última gota de fluido emanando de sus cuerpos, querían saciarse en su
totalidad, y Ángela se prestó totalmente para ello.
Ella sentía que, si hacía el amor de una manera bastante intensa y
descontrolada, posiblemente todos esos presentimientos que le estaban
abrumando, comenzarían a esfumarse, ocuparía la mente simplemente en el
placer, y no pensaría demasiado en los problemas que su corazón sentía que
se aproximaban. Ella no terminaba de entender qué era lo que estaba por
pasar, pero confiaba en la mirada llena de ilusión de Milo, el cual, estaba
muy seguro de que era la mejor decisión.
Después de hacer el amor de una manera tan majestuosa aquella noche,
ambos se quedaron tendidos desnudos con sus cuerpos entrelazados, y en
ese momento, Ángela le había sugerido a Milo que llevaran un séquito de
sus 50 hombres más letales, los mejores guerreros, pero Milo insistía en que
todo estaba en orden, y que no era necesario.
Él aseguraba conocer al rey Gostav, y que era un hombre de palabra, así
que, si le había enviado esa carta, posiblemente estaba muy seguro de lo
que estaba haciendo, ya que, se había tenido que tragar su orgullo.
Pero, aunque ella insistió de una manera constante, él no quiso doblegarse
ante sus deseos, pero en su lugar, en lugar de llevar a 50 hombres, decidió
solo llevar 20 de sus guerreros más letales, ya que, no podían descuidar las
defensas de Falcaria, la cual, quedaría bajo la dirección de su capitán de
guardia.
Él sería el encargado de evitar que las cosas se salieran de control, y aquella
visita, aunque no era una amenaza para Milo, representaba un vacío de
poder para Falcaria, un lugar que aún permanecía en el ojo atento de
muchos enemigos.
Cuando partieron, había muchas expectativas, y durante el viaje, Milo había
prohibido terminantemente desarrollar algún tipo de teoría en contra de las
intenciones del rey Gostav, ya que, de lo contrario, aquella reunión no
tendría ningún tipo de éxito.
Cuando llegaron, fueron recibidos como los reyes que eran, y, de hecho,
Gostav se mostró muy amable, dándole un abrazo, de aquellos fraternales,
que le solía dar a Milo cuando era uno de sus mejores soldados.
— Bienvenidos a Gradonia, este lugar los recibe con todo su esplendor.
Todo lo que ha pasado en el pasado solo en las cenizas deberá quedar. Este
es el comienzo de una nueva etapa, y no dejemos que nuestro pasado
empañe nuestro presente. Es un nuevo comienzo y deberemos proteger
nuestras tierras con la mayor inteligencia. — Dijo Gostav, mientras
colocaba sus manos en el hombro de Milo.
— Es un gusto para mí estar aquí de nuevo. Soñaba con volver a estas
tierras. Le hablaba mucho a mi reina sobre este lugar.
En ese momento, Ángela sonrió, y el rey Gostav ni siquiera le dedicó una
mirada a la chica, no fue nada cortés con ella, estaba totalmente enfocado
en Milo, toda su atención y su energía estaba en el rey, ante lo que, Ángela
se sintió un poco opacada, pero sabía que debía respaldar a su esposo.
Hubo una cena muy lujosa, y los festines más elegantes estaban a la orden
del rey de Falcaria. Él y su esposa, dormirían en el castillo en una
habitación cuidadosamente preparada, la cual, le daría todas las
comodidades y confort para pasar la noche, estarían allí algunos días, todo
dependía de lo que se desarrollará entre Gostav y Milo.
La incomodidad de Ángela, era difícil de ocultar, su inconformidad, la
forma en cómo se comportaba, mantenía tenso a Milo, quien trataba de
mantener relajada a su esposa. Después de un festín magnífico, fueron a la
habitación que había sido dispuesta para ellos.
— Sé que estás muy nerviosa. Entiendo que es la primera vez que estás en
este lugar. Pero debes calmarte, como has visto, el rey Gostav, se ha
comportado como un caballero. Debes dejar atrás tus miedos, querida. —
Dijo Milo, mientras acariciaba el rostro de su esposa, quien estaba junto a
él, justo debajo de la sabana.
— No imagino un mundo sin ti, Milo. Eres muy importante para mí, y no
quiero que nada malo te ocurra. Veo algo muy oscuro en la mirada de
Gostav, y ni siquiera voy a tomar demasiado en serio la manera en que me
trata. No parece gustarle mi presencia aquí.
— Son cosas de tu imaginación, cariño. ¡Ven aquí, mis brazos te harán
sentir mejor! — Dijo Milo.
Ella se sentía segura entre los brazos del rey, y éste, la besó
apasionadamente tal como a ella le gustaba. Sus lenguas se acariciaron,
jugaron durante un rato de una manera húmeda, pero al ser invitados
especiales en el castillo, no dejaron que la lujuria los consumiera. Milo no
quería pasar la vergüenza de hacer que el ruido que podían generar mientras
follaba, llamar la atención de alguno de los huéspedes de aquel castillo.
Pero en lugar de esto, hubo algunos toqueteos justo debajo de la sábana, él
la masturbó hasta hacerla correrse, ya que, ella le encantaba relajarse justo
antes de dormir. Él, por su parte, recibió una mamada espectacular, y tuvo
que colocarse la almohada en su rostro para no hacer ningún ruido.
Así se fueron a dormir, y la noche estaba tranquila, pero cerca de las 3:00 de
la mañana, Ángela ya no podía aguantar la ansiedad, así que, salió de la
cama, se colocó una bata, y decidió salir a caminar por el castillo.
Aprovechando que estaba solo, silencioso y calmado, probablemente,
podría encontrar algo que la calmara.
Cuando salió del castillo, toda la guardia estaba baja, novio absolutamente
nadie en los corredores, de hecho, no había nadie vigilando en la escalera
principal, donde había visto algunos guardias cuando llegaron.
Le parecía extraño que no hubiese ningún tipo de vigilancia para los reyes,
ya que, también Gostav debía dormir en aquel castillo, así que, que hubiese
tanta vulnerabilidad en la seguridad, era algo extraño para ella.
Ante el silencio, supo que había una gran ausencia de personas allí, así que,
salió del castillo con cuidado. La noche no estaba tan fría, o quizás, la gran
cantidad de antorchas que habían colocado por todas partes, hacía que la
temperatura se mantuviera estable.
Caminó por los alrededores, atravesó un gran jardín con flores, el cual, la
hizo sonreír por la hermosura del mismo. Había arbustos, caminerías muy
bonitas, y esta, comenzó a relajarse mientras respiraba de una forma mucho
más pausada.
Era una buena forma de calmar la mente antes de ir a dormir, así que, siguió
caminando dirigiéndose instintivamente hacia los establos, ya que, una
forma de mantenerse calmada, era verificar si los caballos estaban bien.
Ángela tenía un caballo llamado Bardem, un pura sangre hermoso,
rozagante y fuerte, el cual, era su animal favorito de la colección del rey. En
él había llegado a esas tierras, y en él se marcharía de allí.
Cuando entró al establo para ver si Bardem estaba dormido y cómodo, se
sorprendió al ver que el establo estaba vacío. Los caballos de la caravana
del rey Milo, no estaban allí, así que, un salto en su corazón, le hizo
comenzar a pensar de una manera muy cautelosa a partir de ese momento.
Quizá los habían llevado hacia otro lugar, pero en realidad, no tenía la
menor idea de donde podían llevar aquellos caballos, los cuales había visto
entrar en ese mismo establo cuando llegaron. Allí debían estar, pero quizá,
en la noche los movían hacia otro establo mucho más grande para que
estuviesen cómodos.
Ángela se alimentaba de constantes ideas para tratar de calmarse, pero una
parte de ella, seguía diciéndole que todo lo que argumentaba para calmarse,
era simple basura. Fue hasta las cabañas que habían sido dispuestas para
hospedar a los soldados que protegían al rey, y cuando esta tocó la puerta
para asegurarse de que estuviesen bien, nadie salió. De hecho, cuando
empujó una de las puertas, esta estaba entreabierta, así que, no dudó en
entrar.
Cuando la puerta terminó de abrirse después del rechinar de las bisagras, la
luz de las antorchas que había a las afueras de aquel lugar, iluminó el
interior, aquel resplandor, no le permitió ver con claridad, pero sí vio
cuerpos en las camas.
Está, caminó hacia las afueras para tomar una de las antorchas y volver a
entrar, y cuando la luz iluminó por completo el interior de la habitación, lo
que vio fue espantoso. Era un festival de entrañas, aquellos hombres habían
sido masacrados, habían sido cortados sin ningún tipo de cuidado, y sus
órganos estaban expuestos.
Aún permanecían en sus camas, por lo que, posiblemente los habían
sorprendido mientras dormían. Había mucha sangre por todas partes, sobre
todo en las sábanas blancas, pero en el suelo también había sangre, por lo
que, la chica, simplemente se llevó las manos a la boca, y silenció los gritos
que deseaban salir.
Aquello era una muy mala señal, y al ver aquellos tres soldados muertos,
decidió que debía avisarle al resto para que hicieran algo, así que, fue
directamente hacia otra cabaña, encontrando una escena similar, fue a la
siguiente, y cada vez era peor el miedo que experimentaba en su interior, ya
que, los soldados que estaban dispuestos allí para protegerlos, habían sido
asesinados.
No podía confiar en nadie, apenas podía respirar, su corazón latía, casi
sentía que iba a salirse por su garganta, y corrió tan rápido como pudo hacia
el castillo para alertar al rey de lo que había pasado. Pero cuando llegó allí,
el rey ya no estaba, esto, le hizo pensar lo peor, aquello, era un plan
macabro para asesinar al rey, por suerte, ella no estaba cuando se lo
llevaron, o de lo contrario, también la habrían capturado.
Mientras ella estuviese libre, aún había una mínima esperanza para Milo, un
hombre al que amaba con cada hebra de su ser, con todo su corazón y con
toda su alma, así que, debía buscarlo, y el rastro de sangre que había sido
dejado en el suelo, era digno de alguien que había tratado de luchar para
defenderse, y que al final había sido derribado.
Ángela siguió con cuidado el rastro, se había armado con una de las espadas
de los soldados de la guardia real, ya que, sabía que debería pelear en algún
momento, las cosas no iban a ser tan sencillas como ella imaginaba, o al
menos como Milo las había planteado antes de ir a Gradonia.
Ella ahora entendía por qué no quería ir a ese lugar desde un principio, era
una mala decisión por donde se le viera, así que, lamentaba el posible
destino de su amado, el cual, probablemente ya estaba muerto para ese
entonces.
El rastro de sangre dirigía hacia un edificio que parecía ser un templo, era
de color negro, muy intimidante y lúgubre, el cual, no estaba custodiado en
su exterior, así que, no tuvo problemas para entrar. Cuando logró abrir la
puerta, avanzó a su interior, y miró una serie de corredores que llevaban a
diferentes puertas, ahora era el verdadero dilema poder escoger cuál era la
puerta correcta, pero su instinto no le engañaba, así que, la puerta que llamó
su atención, fue la que escogió.
Aquella puerta tenía un color dorado, estaba elaborada en oro puro, con
algunas inscripciones extrañas en su superficie. Tenía que haber sido tallada
a mano, ya que, ella era la única manera de poder escribir aquello que
parecía ser una especie de código, quizá, mantenían algo allí prisionero,
atrapado, y aquella inscripción era el conjuro de protección.
Cuando entró, vio a un grupo de hombres con túnicas negras, rodeando lo
que parecía ser un pozo de lava, mientras realizaban cánticos en un idioma
maldito que irradiaba la peor maldad.
Parecían esperar algo, y de pronto, Milo descendió suspendido de unas
cuerdas directamente hacia el pozo desde la parte superior del templo.
Aquello dejó sin palabras a Ángela, la cual, sintió que su cuerpo se congeló
al ver a su amado en una condición tan peligrosa.
Aquel pozo estaba lleno de un fluido naranja y espeso, el cual, emanaba un
humo constante, lo que hablaba claramente de su temperatura. Algunas
burbujas periódicamente explotaban de forma lenta.
El rey Gostav apareció en la escena, cortando la primera cuerda que estaba
en el brazo derecho de Milo, quien apenas podía responder. Estaba en un
estado de inconsciencia parcial, ya que, parecía haber sido golpeado en su
cabeza debido al sangrado que cubría la mitad de su rostro. En ese
momento, cuando Ángela entendió lo que estaba ocurriendo y lo que estaba
por pasar, cortaron la segunda cuerda de su brazo izquierdo, y éste quedó
suspendido de cabeza.
Fue allí cuando Gostav finalmente pronunció las palabras en un idioma
incomprensible para Ángela, pero muy claro para quién es estaban
presentes allí, y en ese momento, una gran bestia emanó desde las
profundidades de aquel pozo. Desprendía un olor a azufre que
prácticamente era asfixiante, pero todos los que estaban allí, parecían estar
acostumbrados a ese olor.
Emanó con cierta elegancia, pareció saludar a todos sus súbditos con su
gran cornamenta negra y brillante. Tenía grandes dientes, un cuello que
tenía un diámetro de al menos 1 metro y medio, ojos totalmente negros,
como si fuesen un pasadizo al abismo más profundo. Sus alas eran
esqueléticas y enormes, con una gran musculatura que se evidenciaba en su
cuerpo hecho de escamas, el cual parecía ser inmune al gran calor.
Ángela lo reconoció, era Grakall, el demonio del que tantas veces había
escuchado hablar, pero el cual, nunca había tenido la oportunidad de
encarar. Gostav le ofreció al rey de Falcaria, algo que les proveería el poder
suficiente y definitivo a ellos. Pero cuando Grakall trató de alimentarse del
rey, Ángela desplegó sus alas y voló sobre ellos.
Era la primera vez que se exponía públicamente ante todos, y cada uno de
los miembros de aquel culto, se habían quedado totalmente inmóviles. Ella
fue muy rápida, parecía un relámpago moviéndose por aquel lugar con sus
grandes alas plateadas, cortó las cuerdas, y tomó a Milo, tratando de salir de
allí tan rápido como fuese posible.
Ángela volaba con sus hermosas alas plateadas, las cuales, despedían un
brillo impresionante, y sobre las cuales, se reflejaban las brasas de aquel
pozo que parecían ser la puerta del mismo infierno. Ella se mantenía en las
alturas, ya que, sabía que no la alcanzarían, pero Grakall era un demonio
peligroso, y fácilmente podría desatarse una gran batalla.
Mientras aquella bestia se preparaba para lanzar su llamarada de fuego,
furiosa y llena de ira, la chica sabía que tenía que rescatar y salvar la vida
de Milo, ya que, de él dependía el futuro de todos los habitantes del planeta.
La bestia dejó salir una gran llamarada de fuego y quemó vivos a muchos
de sus súbditos. Ángela seguía volando de un lado al otro, como si se tratara
de un halcón. Mientras los presentes, no entendían que era lo que estaban
viendo. Nunca se les había hablado sobre la existencia de ángeles, y el
propio Gostav, veía conmocionado lo que estaba pasando.
Ángela había conseguido una salida, una pequeña ventana a través de la
cual solo podía salir uno de ellos. Ella con sus grandes alas no iba a poder
abandonar aquel templo, así que, sacó a Milo por la pequeña ventana, y
regresó a terminar con la pelea. Una vez en el techo de aquel templo, Milo
comenzó a recuperarse, entendiendo lo que estaba pasando.
Efectivamente tenía una grave herida en su cabeza, y esta, lo había
confundido de una forma bastante profunda. Pero el rey recuperó el sentido,
y cuando miró nuevamente por la ventana, vio a Ángela, su ángel, su reina,
luchando contra la bestia y contra los súbditos que trataban de derribarla.
Era una batalla que seguramente no iba a poder ganar, y cuando trató de
entrar de nuevo aquel lugar, lo que sería un completo suicidio, un gran
destello de luz iluminó todo el reino. Era como si de pronto se hubiese
hecho de día, era una luz blanca, intensa, que podía cegar a cualquiera, pero
también era cálida, irradiaba confianza y tranquilidad.
De pronto, muchos ángeles comenzaron a llegar a Gradonia, precipitándose
a la tierra como estrellas que daban una esperanza de Victoria. Milo
entendía que aquello era una guerra, una guerra en la que los hombres no
tenían demasiada participación, ya que, era una batalla entre ángeles y
demonios. No tenía la menor idea de si Ángela había sobrevivido, y uno de
los ángeles lo tomó de una forma tal, que este no pudo luchar demasiado
para liberarse.
Fue extraído de Gradonia y llevado directamente a Falcaria, ya que, aquel
lugar se convertiría en una zona de guerra. Los ángeles se encargaron de
limitar a la bestia, y Milo pasó cinco meses de soledad en su castillo real. El
rey Milo estaba desolado y sin esperanza, había perdido a su reina, y si
Ángela no había vuelto, era porque posiblemente había muerto en aquella
batalla.
Pero cierto día, mientras cabalgaba por el campo para despejar su mente,
una pluma plateada cayó sobre su hombro. Al levantar la mirada hacia el
sol, vio a su ángel plateado suspendido justo frente a él.
Pensó que era un sueño, pero supo que era verdad cuando sus besos
volvieron a endulzar sus labios. Tenían sus brazos nuevamente a su reina,
pero el rostro de preocupación de Ángela, le hizo entender que no todo
estaba bien como él creía.
Título 6
Ángela Desvalida

Romance Prohibido con el Ángel y el


Soldado

1
Había sido un largo periodo de calma aparente, inclusive, las aves que
habían emigrado, habían comenzado a regresar al reino de Falcaria. Pero,
sobre todo, había sido un periodo de calma y reflexión para el rey Milo
Gatrell, quien había estado en soledad y una profunda tristeza.
Este, se había dedicado a guiar a su pueblo nuevamente hacia la
tranquilidad, después de que hubiesen atravesado uno de los periodos más
difíciles y llenos de incertidumbre, donde las amenazas parecían llegar
desde cualquier parte.
Falcaria era un reino envidiable, un lugar magnífico donde cualquiera
quisiera habitar, donde las tecnologías de guerra llamaban enormemente la
atención de los reinos vecinos, y constantemente, debían mantener el
equilibrio para evitar un declive y verse sumergidos nuevamente en una
traición como la que habían tenido que afrontar en el pasado.
El reino de Falcaria había tocado fondo, definitivamente, la colaboración, y
el trabajo en conjunto de los intereses positivos, habían logrado restablecer
el control de este lugar, pero si no hubiese sido así, posiblemente el mundo
se habría transformado notablemente, ya que, había caído en manos del
poder de seres codiciosos, malvados, y con un espíritu retorcido y cruel.
Milo se había ganado el lugar de rey de Falcaria simplemente por el apoyo
de su pueblo, no tenía sangre real, no tenía linaje monarca, así que,
simplemente había sido un lugar que se había ganado a pulso, yendo detrás
de la cabeza de aquellos que, en algún momento, habían tratado de robarle
la paz a los habitantes de este lugar.
Dirigir a Falcaria hacia la gloria, era una labor realmente difícil para un
hombre que tenía el corazón destrozado, Milo, sentía que había perdido una
parte de su alma cuando su esposa se había marchado.
La había tenido que dejar en medio de la guerra, ya que, esta no era
cualquier mujer, no era la típica reina común y corriente. Milo había sabido
elegir con muy buen ojo a la compañera que lo respaldaría durante el resto
de su vida.
Ángela Derrick se había separado de él, después de que la guerra entre los
ángeles y demonios, iniciara en Gradonia. Aquel lugar, había sido el
escenario en el cual, muchos habían abierto los ojos ante una realidad que
parecía casi imposible.
Las personas vivían asumiendo que la realidad y la lógica, era lo que
conocían, pero los ángeles y los demonios, existían, tal y como muchos los
habían retratado en el pasado, con grandes alas, cuerpos espectaculares y
rostros perfectos.
Cualquiera que hubiese sido practicante del escepticismo hasta ese
momento, solo tenía que levantar la mirada hacia los cielos de Gradonia, y
ver como cientos de ángeles, descendían como estrellas fugaces
directamente desde los cielos.
Estos ángeles habían llegado a la tierra en un ejército de salvación, que
tenía como objetivo principal, volver a encerrar a Crackall, la furiosa bestia
demoníaca que seguramente acabaría con todos si no hubiesen hecho lo
posible para encerrarla de nuevo.
No era la primera vez que Crackall escapaba desde las fauces del
inframundo, esta bestia, tenía la habilidad constante de escurrirse de manera
habilidosa para regresar a la tierra y mantener el control, o al menos esto era
lo que se presumía, ya que, nunca había logrado cumplir totalmente con los
objetivos.
Aquella bestia abominable de grandes cuernos y de fauces de las que salían
grandes cantidades de fuego, estaba alimentada de energía y sangre divina,
ya que, a pesar de que los humanos habían distorsionado realmente sus
creencias, en el interior de cada una de las personas vivía un núcleo de
energía que era el alimento perfecto para los demonios.
Era fácil adueñarse de las personas con una voluntad débil, aquellos cuya
autoestima estaba devastada, y que fácilmente podrían ser manipulados y
controlados, siendo sumados a las tropas de la oscuridad.
La tierra de Gradonia estaba poblada por teutones, los cuales, prácticamente
habían sido erradicados después de aquella batalla. Aquellos que se habían
arrepentido y habían pedido perdón, habían sido asilados en Falcaria,
mientras que, aquellos orgullosos que simplemente aseguraban que estaban
haciendo lo correcto, habían sido asesinados, ya que, su interior estaba ya
contaminado por la oscuridad de los demonios, algo que no podía
erradicarse.
El mundo había cambiado drásticamente, pues la tierra conocida por la
mayoría que sólo era habitada por humanos, había quedado en el pasado.
Ahora, una realidad completamente expuesta, había sido dilucidada, y
ahora, era un lugar que contaba con la presencia de ángeles, criaturas
malvadas y seres sobrenaturales, que de un momento a otro se volvieron
nuevamente imperceptibles, pero ya era imposible negar su existencia.
Habían sido períodos muy específicos en la historia, pero los ángeles habían
salido del anonimato simplemente para proveer salvación. Era una última
medida, un recurso de emergencia que tendría que emplearse para poder
evitar la catástrofe.
Los ángeles conocían el potencial de los seres humanos, ellos, también
confiaban plenamente en la mayoría de las personas, aunque sabían que
había seres débiles que eran capaces de tomar el camino fácil, dejándose
seducir por las tentaciones y manipulación de criaturas aberrantes, las
cuales, habitaban en el inframundo.
Los seres humanos descubrieron que tenían a su favor la defensa y
protección de los Ángeles, y esto, en lugar de hacerlos sentir más alerta
acerca de las amenazas, había generado un efecto totalmente contrario, ya
que, estaban confiados, bajaron la guardia, y de alguna u otra manera, se
volvieron más vulnerables ante la posibilidad del surgimiento de una nueva
amenaza.
Tener un ser protector como los ángeles constantemente vigilando la
posibilidad de riesgo, era un claro motivo para descuidar las defensas,
abandonar la espiritualidad, y quizá asumir que cualquier situación de
peligro, sería resuelta por los ángeles.
Aquello generó una decepción tremenda en estos seres, y muchos de ellos,
habían abandonado progresivamente a la tierra una vez más, otros, habían
quedado convencidos de que debían permanecer protegiendo a las personas,
y se distribuyeron por todo el planeta. Algunos retornaron a sus vidas
previas antes de la guerra, tal y como lo había hecho Ángela, mientras que
otros, comenzaron a buscar un significado, necesitaban una razón para
continuar, y esto, era básicamente lo que buscaban.
En Gradonia las artes oscuras habían estado en auge debido al poder que las
energías que emanaban del inframundo les proporcionaban a aquellos que
aseguraban poder controlarlas. Muchos años atrás, habían descubierto el
potencial de estas energías, y habían jugado peligrosamente con estos
recuerdos, prometiendo a los ingenuos, que la manipulación de esta energía,
podría llevar al éxito descomunal a cualquier civilización.
Estas energías tan poderosas, eran tan inestables para un simple humano,
que era más peligroso jugar con ellas que abandonarlas. Fue por esto, que
después de la guerra, todos los que habían tratado de manipular esta
energía, habían terminado siendo consumidos por el fuego de sus pecados y
la codicia.
En la salida de Crackall desde las fauces de aquel pasaje hirviente, muchos
no notaron la liberación de una gran cantidad de entidades demoníacas que
habían logrado evadir aquella guerra descomunal, en la que Ángela había
tenido un protagonismo tremendo. Ella siempre había estado preparándose
para el momento de la batalla decisiva, había profecías que aseguraban que
llegaría el día del juicio final, y todos los ángeles se precipitarían a la tierra,
para tratar de contener la maldad de la oscuridad.
Aunque muchos aseguraban que este día no podría contenerse, y que la
oscuridad reinaría durante un periodo, los Ángeles no podían permitir que
esto ocurriera eventualmente. Cada batalla, se presumía que sería la última,
pero tenían que tener la seguridad en sí mismos, y la convicción absoluta de
que contaban con el apoyo de dios para salir victoriosos. Pero la creación de
dios, su principal logro; el hombre, había demostrado en múltiples etapas,
ser frágil, débil e inseguro.
La inestabilidad de sus decisiones, y la conveniencia en algunos de sus
actos, dejaba mucho que desear, ya que, el bienestar que siempre había sido
deseado para la humanidad, se ponía en riesgo ante el surgimiento de
propuestas que garantizaban un fácil acceso a las riquezas y al éxito.
Los líderes de las diferentes civilizaciones, que habían sido prácticamente
erradicadas, habían sido víctimas de todas estas falsas ilusiones. Eran
promesas imposibles de cumplir, eventos que nunca se desarrollarían, y los
cuales, simplemente permanecían en la imaginación de aquellos que
movilizaban a sus pueblos hacia la guerra y la miseria, simplemente a
cambio de un poco de riquezas.
El portal que había sido abierto por los teutones, había servido como un
pasadizo para que muchas energías cursaran, y aunque los ángeles estaban
enfocados en Crackall, no habían notado el ingreso de algunas criaturas
que, aunque parecían más inofensivas, podrían ser mucho más peligrosas y
letales. El tamaño, la dimensiones o el aspecto amenazante que tenga una
criatura, no necesariamente era proporcional a su peligro, bien un
rinoceronte podía ser devastador y demoledor, pero nunca sería tan letal
como la mordida de una pequeña araña viuda negra.
En aquella guerra, Crackall parecía haber actuado como el factor distractor,
ya que, lo que se requería, era la entrada de algunos entes demoníacos, los
cuales, bien podrían hacer vida en la tierra, ya que, estos eran más
pacientes, y planificaban absolutamente todo. Para un demonio, podían
transcurrir siglos de espera para que llegara el momento adecuado para ellos
poder dar su estocada letal.
Ángela, como uno de los guerreros ángeles más hábiles, y con destrezas
más destacadas, había tenido que tomar el control de la batalla para poder
reducir a Crackall. Aquella bestia enorme, casi le había asesinado, ya que,
la había tomado entre sus grandes garras, y casi estuvo a punto de
calcinarla. Por suerte, su amiga Issa Gulland, había realizado un corte en la
gruesa cola de Crackall, haciendo que la criatura se girara, enfocándose en
cobrar venganza por este ataque a traición.
Aquello sería un festín magnífico para Crackall, ya que, en medio de
aquella guerra, muchos habían caído. La bestia se alimentaba una y otra
vez, de cada uno de los ángeles que se acercaban para asesinarla, pero
finalmente, alguien iba a dar la estocada mortal para la bestia.
Crackall solía devorar los cuerpos, y se alimentaba con la sangre pura de los
ángeles, y Ángela estaba decidida a detener aquella locura, ya que, no
seguirían afrontando más bajas en el ejército divino. Ángela había sido la
encargada de meterle una de las espadas de oro directamente en el corazón
a este ser malévolo, el cual, había sido derrotado ante la vista de muchos.
Pero Crackall sólo había servido como distracción para que grandes
miembros de la élite oscura entraron a la tierra sin ser identificados o
detectados.
Tobías Verger era uno de estos seres imperceptibles que tenían habilidades
completamente desconocidas para los hombres. Ni aquellos que tuviesen la
mayor imaginación posible, podrían recrear lo que era capaz de hacer
Tobías, el cual, tenía la habilidad de convertirse en cualquier bestia viva.
Sin importar el tamaño, este podía adoptar la forma de cualquier animal e
infiltrarse en cualquier lugar, lo que le daba la posibilidad de atacar
inesperadamente a sus víctimas, y sorprender a sus adversarios de maneras
inimaginables.
Para poder comprender el alcance del poder de un ser como Tobías,
simplemente había que presenciarlo, ya que, en un segundo podría ser el
hombre apuesto, rubio e imponente que habitualmente era, y al momento
siguiente, podía ser un águila, un lince, un puma o un gran toro furioso. Con
estas habilidades, él pudo camuflarse fácilmente entre los animales de
Gradonia, siendo liberado un poder más peligroso del que se creía a través
de Crackall.
Quienes conocían los alcances de la bestia, entendían que fácilmente podía
devastar un continente entero, reduciendo todo en llamas, muerte y dolor,
pero los ángeles ya conocían cómo derrotar a una criatura así. El monstruo,
ya había tratado de imponerse ante los Ángeles muchas veces en el pasado,
así que, en cada batalla, había una oportunidad para poder entender las
diferentes técnicas utilizadas por esta criatura, la cual, había sido encerrada
una y otra vez, pero nunca habían tomado la decisión para asesinarla.
Ángela había empuñado la espada que había atravesado el corazón de qué
Crackall, pero aquello, no había sido tan efectivo para acabar con toda la
amenaza de maldad que parecía posarse sobre la tierra como la sombra
oscura de una gran nube gris. No estaban preparados para la llegada de
seres tan ingeniosos y hábiles. Tobías, al establecerse en la tierra, fácilmente
podría comenzar a gestar un proceso de control y dominación, absolviendo
a nuevos súbditos que trabajaran para él.
Ya otros demonios lo habían hecho en el pasado, pero ninguno era tan
peligroso como Tobías, ya que, este era frío, calculador, y no tenía miedo e
inseguridad de arrasar con todos sus enemigos si era necesario. Algo que
describía perfectamente a Tobías, era el hecho de que no trabajaba en
equipo, no le gustaba hacer alianzas con nadie, no compartía los beneficios
y era un traidor con el que se debía tener cuidado.
No era el tipo de sujeto que alguien quisiera tener en su equipo para crear
un plan, ya que, con mucha facilidad, podía dar una estocada a traición,
quedarse con todos los recursos, y avanzar de forma individual. El más
mínimo error, podría generar dolores de cabeza en quien confiaba en
Tobías, quien estaba dispuesto a mancharse las manos de sangre si era
necesario, para poder conseguir cumplir su misión principal, y hacerse con
el poder lo más pronto posible.
Pero, aunque quisiera creer que no era así, Tobías Verger estaba
completamente solo, no contaba con absolutamente nadie, no tenía el apoyo
de ninguno de sus súbditos, no había logrado atravesar con una gran
cantidad de demonios para poder formar una amenaza más peligrosa. Él era
el único demonio que había logrado atravesar aquel pasadizo, o al menos el
único demonio con alto rango de poder.
Sabía que las cosas no iban a evolucionar tan rápido como él imaginaba, así
que, para poder llegar al nivel de poder que él aspiraba, tenía que comprar
la voluntad de algunos elementos que servirían para poder avanzar
gradualmente hacia la cúspide. Esto lo hacía todo mucho más interesante,
ya que, era un proceso de ascenso hacia el poder absoluto, en el cual, una
vez que se encontrara allí, podría tener el control total de la tierra.
Los seres humanos eran el alimento perfecto para los demonios, y
erradicarlos no era inteligente, debían mantener a la humanidad en
desarrollo, con recursos y acceso a herramientas, ya que, esto les permitiría
dominarlos, y contar con una fuente de energía inagotable, que se
prolongaría hacia la eternidad.
Muchos desconocían de donde provenían las tecnologías y técnicas, que
eran proporcionadas a las personas, con las cuales, podían desarrollar
nuevas armaduras, armamento más sofisticado, pero parecían ser pequeños
recursos proporcionados por los demonios, ya que, estos sabían que
mientras los seres humanos se mantuviesen entretenidos con una idea de
evolución en sus mentes, ellos podrían manejarlos a su voluntad.
Tobías todavía no estaba preparado para controlarlo todo, era momento de
sentar las bases de su plan, así que, necesitaba explorar para encontrar la
tierra perfecta para dar inicio a su proceso de control. Tobías podía dar
entrada a otros demonios cuando lo quisiera, pero sabía que la única manera
de conseguir el éxito, al menos en las condiciones en que se encontraba, era
a través de la manipulación del poder de la luz.
Podía tener muchos demonios bajo su mando, pero si los superaban el
número, los vencerían con facilidad, fue por esto, que, en la mente macabra
de Tobías, había surgido la idea de utilizar sus habilidades para controlar y
conquistar, a alguien que realmente fuese útil para él. Tenía la habilidad de
identificar a los ángeles, y había conocido a una noble chica llamada Issa
Gulland, a quien había pedido ayuda cuando casi caía por un acantilado,
después de que su caballo perdiera el control.
Aquello no había sido casualidad, el evento, había sido perfectamente
orquestado por Tobías, quien era un perfecto actor, capaz de crear las
situaciones más extremas simplemente para conseguir doblegar la voluntad
de sus víctimas.
— ¡Auxilio, por favor! ¡Que alguien me ayude, no quiero morir! — Se
escuchó una voz ahogada desde el acantilado.
Issa, quien caminaba cerca de allí después de haber desmontado su caballo
para estirar las piernas, decidió que era momento de ayudar.
— ¡Te escucho! ¿En dónde estás? ¡Vuelve a gritar! — Exclamó Issa,
mientras buscaba con la mirada el lugar de donde provenían aquellos gritos.
— ¡Estoy en el acantilado! Por favor, date prisa, mis dedos ya no soportan
más. — Gritó Tobías.
La chica se dio prisa, estaba al menos a unos 80 metros de distancia, ató las
riendas de su caballo a un árbol, y corrió rápidamente hacia el borde del
acantilado. Cuando se asomó, allí se encontraba Tobías, sujetándose con sus
manos, mientras sus piernas se sacudían de un lado al otro, suspendido
totalmente, mientras bajo sus pies había un vacío total. Si cometía un error,
caería hacia las rocas filosas.
— ¡Voy a ayudarte! Por favor, no te rindas, traeré una cuerda. — Dijo la
chica, mientras corría a toda velocidad hasta su caballo.
— ¡Ya no puedo más! Simplemente no podré resistir más. — Dijo Tobías,
con un tono bastante dramático.
Pero lo que se escuchaba, era completamente diferente a lo que podía
haberse en el rostro de Tobías, quien no irradiaba preocupación alguna. Para
él, era la satisfacción de poder tener una victoria, ya que, su olfato, le había
indicado que había un Ángel cerca, así que, él mismo se había posicionado
en aquella zona voluntariamente simplemente para llamar la atención de
este ángel que no lo dejaría caer.
Issa había tomado una cuerda, la había atado a una de las rocas y el otro
extremo había caído justo al lado de Tobías.
— Toma la cuerda, y haz todo lo posible para comenzar a subir. Yo te
ayudaré. — Dijo la chica.
— Tengo mucho miedo, no quiero caer. ¡Por favor, no me dejes morir aquí!
— Dijo Tobías.
— ¡No, no vas a morir! Te lo prometo. Voy a ayudarte a subir, y esto solo
será una historia que contar. ¡Vamos, sujétate de la cuerda!
Tobías soltó una de sus manos de las rocas, se sujetó a la cuerda, y acto
seguido, le siguió la otra mano, en ese momento, sintió algo de miedo, ya
que, si caía, no habría marcha atrás. Era fuerte, tenía mucha fuerza en sus
brazos y manos, pero un error podía cometerlo cualquiera.
— Ya estoy sujeto a la cuerda. ¡Ayúdame a subir! — Dijo Tobías, mientras
hacía un esfuerzo para comenzar a ascender.
La cuerda estaba atada a una roca, pero la fuerza de Issa, era muy poca
como para subir el peso de aquel hombre. Por esto, corrió rápidamente
hacia su caballo, y después de hacer un nudo adicional de la cuerda a la silla
de su caballo, la chica comenzó a cabalgar a toda velocidad, jalando el
cuerpo de Tobías con mucha más facilidad.
En cuestión de segundos, aquel hombre estaba de nuevo en la superficie,
sano y salvo, ante lo que, no pudo expresar su agradecimiento de otra
manera más que corriendo hacia la chica para abrazarla.
— ¡Por dios, me salvaste la vida! No tengo cómo agradecerte. ¡Eres un
ángel! — Dijo Tobías, mientras sus brazos rodeaban a la mujer, la cual,
había quedado completamente inmóvil.
— Hice justo lo que tenía que hacer. No podía dejarte morir allí. — Dijo
Issa, con algo de vergüenza.
Ambos se separaron, y en ese momento, aquel sujeto, comenzó a ejecutar su
plan de control y dominación. Ella lo había ayudado con toda la buena
intención, pero no había planeado quedar atrapada por sus encantos.
Tobías tenía un talento descomunal para conquistar con sus hermosos ojos
verdes, tenía una sonrisa impecable que era muy amplia, y cuando sonreía,
se dibujaban dos orificios a los lados de sus mejillas. Tenía una nariz ancha
y alargada, con una barba medianamente larga, la cual, lo hacía lucir muy
masculino.
Issa no había tenido la oportunidad de detallarlo mientras este estaba a
punto de caer, pero al tenerlo frente a ella, una vez que se separó, lo veía
hacia arriba, ya que, la superaba en estatura, y estaba fascinada con el
aspecto de aquel hombre.
— ¡Es un placer conocerte! Soy Tobías, viajaba al este, y mi caballo perdió
el control. Lamentablemente, él sí cayó al vacío, yo apenas pude
sostenerme de las rocas. — Dijo Tobías.
— Has tenido mucha suerte. Quizá tienes una misión en esta vida, y no es
momento de que mueras. Vamos, te daré un poco de agua, quizá la necesites
para recuperar un poco de energía. — Dijo la chica, antes de proveerle un
pequeño contenedor con agua fresca.
— No sé de dónde saliste... Una mujer tan hermosa como tú, no debería
andar sola por este lugar.
— Conozco estos bosques mejor que nadie. No creo que me vaya a pasar
nada malo. De hecho, por fortuna estaba caminando por aquí, no es un lugar
muy transitado. Fue una agradable casualidad. — Dijo Issa, mientras bajaba
la mirada un poco avergonzada.
— Conozco pocas mujeres con tu belleza. Tengo que volver a destacar el
hecho de que eres un ángel, no sólo por tener un corazón hermoso, sino por
tu espectacular perfección. Disculpa mi indiscreción, pero si no te digo lo
que siento, creo que no tendré posibilidad de volver a decírtelo en un futuro.
Dudo mucho que volvamos a encontrarnos. — Dijo Tobías.
— Dijiste que viajabas al este... Yo también debo viajar hacia allá. Si no es
problema, podríamos viajar juntos. — Destacó Issa.
Aquellas palabras sólo podían ser generadoras de celebración, ya que, era
exactamente lo que Tobías quería que pasara. Necesitaba que la chica se
perdiera completamente por él, y se enamorara, que cayera en sus redes, y
la única manera en que podía lograrlo, era compartiendo con ella el mayor
tiempo posible.
Ambos hicieron el mismo camino, así que, fue un tiempo perfecto para
conversar sobre sus vidas. Por supuesto, Tobías se dedicó a mentir,
inventaba historia tras historia para engañar a la ingenua Issa, la cual, había
confiado en él. Le irradiaba paz y tranquilidad su mirada, su actitud era
calmada irradiaba una seguridad ensimismo que era incomparable.
Todos estos atributos, hicieron que Issa se fuese quedando más cautivada
por él, aunque lo mantenía en secreto, ya que, un hombre que había
conocido en el bosque bajo condiciones tan extrañas, no debía verla como
una chica fácil o frágil. Para Tobías no sería un esfuerzo quedar cautivado
por la chica, ya que, era una mujer rubia, con una larga cabellera que
generalmente recogía en una trenza.
Sus ojos también eran verdes, tan verdes como las montañas en periodos de
lluvia. Tenía unas pestañas alargadas, las cuales podían enamorar a
cualquiera con tan sólo una mirada. Ella no solía mantener aquellas miradas
durante tiempos prolongados hacia los ojos de Tobías, ya que, se sentía
intimidada, este tenía una mirada fuerte y penetrante.
En medio de sus conversaciones, la joven Issa Gulland había asegurado
tener 25 años, mientras que, Tobías le había dicho que tan solo tenía 28
años de edad. La escasa diferencia de edad, había hecho que las
posibilidades de vincularse cada vez fueran más fuertes, ya que, parecían
tener más cosas en común de las que habían planeado. Claro, todas estas
casualidades, coincidencias y situaciones agradables, habían sido todas
generadas de manera precisa por Tobías, el cual, era un maestro para
manipular las situaciones, y hacer que las mujeres cayeran a sus pies sin
ningún tipo de resistencia.
Para Issa no iba a ser difícil quedar perdidamente enamorada de Tobías
Verger, ya que, aquel hombre era guapo y amable, era tan alto como a ella
le fascinaban, pero había algo en su mirada, que le había causado una
reacción completamente nueva y curiosa. Aquello fue tan intenso y
desgarrador para Issa, que fue prácticamente imposible volver a separarse
de él desde ese día.
Era extraño para la chica, ya que, era una de los ángeles que aseguraba
constantemente que era un grave error mezclarse con un humano, ya que,
aquello siempre generaba inestabilidad. Pero nunca había tenido la
oportunidad de cruzarse con uno que le cautivara de una manera tan
profunda, este sujeto, no se sobrepasaba con ella, era muy respetuoso, y su
deseo hacia él, era totalmente secreto.
Moriría de la vergüenza si este hombre se llegara a enterar acerca de cuáles
eran los pensamientos que están creciendo hacia él, pero para Tobías, esto
era imposible de ocultar, ya que, tenía un sentido muy desarrollado que le
permitía evaluar las miradas que se dirigían hacia él, garantizando el éxito
de su plan.
Las semanas pasaron, entre comentarios llenos de doble sentido y picardía,
que provenían de Tobías. Pero una tarde, después de llegar al campamento
temporal, luego de tomar un baño en el río, la chica había sucumbido ante
el deseo. Particularmente ese día, Tobías había decidido permanecer sin
camisa, con su pecho y su abdomen descubierto, realizando el corte de unos
listones de madera para la fogata.
Un sol inclemente iluminaba el día, elevando las temperaturas de la tarde de
ese día martes, en el cual, se desarrollaría el evento más importante de la
vida de Issa, ya que, perdería su virginidad a manos de un hombre que había
aparecido en su vida de manera casual. Ese día, Tobías le había hecho el
amor de una manera magnífica, provocándola, seduciéndola, calentándola
de una manera mucho más extrema que los propios rayos del sol.
El cuerpo desnudo y sudado de aquel hombre, se había expuesto para ella,
convirtiéndose en una tentación tremenda que ni siquiera los valores más
fuertes de Issa habían podido rechazar. Ella se entregó a él sin condiciones,
de la manera más apasionada y salvaje, ya que, aunque todo había
comenzado con inseguridad, y un poco de duda, besos profundos y
desgarradores la habían embriagado.
Ella se desconocía totalmente a sí misma, no había forma de que pudiese
tomar el control nuevamente de sus acciones, dejó que sus muslos se
separaran para recibir a aquel hombre en el medio de ellos. Sus brazos se
entrelazaron con los de él, sus sudores se mezclaban como un elixir de
pasión, y sus besos fueron infinitos.
Las reglas quedaron totalmente descartadas, Tobías despojó de sus
vestiduras a la chica, convirtiéndola en una obra de arte sin una sola prenda
de vestir, aquello, era simple perfección, un cuerpo desnudo disponible para
Tobías, quien se había paseado por sus senos, lamiéndolos y
succionándolos. Acariciando sus muslos y apretando sus nalgas,
introduciéndose en ella con alguna dificultad en un comienzo, pero una vez
que las primeras penetraciones dejaron de generar dolor, el resto fue pura
diversión y lujuria.
Aquel día, se firmó el inicio de una unión entre dos seres que no debían
juntarse. Issa Gulland era una de las guerreras de la luz que había peleado
junto a Ángela en la guerra más importante de los últimos tiempos. Pero
ella había emprendido su camino en soledad para buscar el significado de
su existencia.
El destino la había reunido con Tobías, y éste se había encargado de
enamorarla de una manera tan intensa, que fue imposible para ella resistirse
ante la oferta de Tobías, una oferta que había llegado durante una noche
húmeda cualquiera frente a la fogata que juntos habían preparado. Ese día,
Issa descubrió que Tobías era un demonio, pero en lugar de encerrarlo o
eliminarlo, ella decidió convertirse en su súbdita y sumisa.
El amor había distorsionado todo lo que ella tenía en su interior, sentía
miedo, pero la pasión la dominó. Tobías le proveía placer y ella le
proporcionaba lealtad, y juntos reunían los dos extremos del poder. Juntos
iban a ser indetenibles, según lo que aseguraba Tobías, así que, a partir de
ese momento, nadie los iba a separar.
Por otra parte, tras el regreso de Ángela al lado de su esposo y amado rey
Milo Gatrell, ambos habían tenido largos días de encierro en la privacidad
de la habitación real, era necesario recuperar el tiempo perdido. Milo nunca
había sentido una felicidad tan plena como la que experimentó el día en que
tuvo de nuevo a su esposa desnuda entre sus brazos.
Pero, aunque todo parecía ser un sueño inmejorable, había una realidad
latente que no parecía ser tan inofensiva. Ángela estaba por revelar a Milo
que una nueva etapa de incertidumbre estaba por iniciar.
— No puedo sentirme más agradecido con dios por el hecho de tenerte de
nuevo aquí conmigo. Pensé que nunca volvería acariciar tus cabellos,
imaginaba que nunca volvería a inhalar ese aroma tan exquisito, mi adorada
Ángela.
— ¡Soñaba cada día con este momento, querido! Pero, aunque estos días
han sido hermosos, no puedo seguir ocultando más mi preocupación. Algo
muy peligroso está por venir, y las pruebas que hemos afrontado hasta
ahora, posiblemente sean un juego de niños al lado de lo que está por llegar.
— ¿A qué te refieres, Ángela? ¿Acaso los dioses no nos permitirán ser
felices jamás?
— ¡No digas eso! Nuestra felicidad sólo dependerá de cuánto compromiso
tengamos en seguir adelante, y juntos a través de todos los obstáculos.
Tengo una labor y tú también, si la profecía es correcta, entonces debemos
seguir hasta que tengamos fuerzas.
— Ya has hablado antes sobre las profecías. Pero en ningún momento, me
has hablado sobre profecías que ratifiquen algo bueno, parece que todo está
destinado a ser un caos y destrucción. — Dijo Milo, mientras se sentaba en
el borde de la cama para tomar sus vestiduras.
— Sé que es frustrante, Milo... Pero mientras algunos tienen una vida
destinada a la tranquilidad y a la paz, otros debemos dedicar nuestros
esfuerzos a luchar para proveer esa misma paz y tranquilidad a otros.
Ella le contó que un demonio había sido atrapado por la guardia de ángeles
en los días pasados. Cuando trataron de obtener información de este, y
como había llegado a la tierra, este reveló que un tal Tobías lo había guiado
hacia la salida.
Poco se sabía sobre ese Tobías, un hombre que nunca había sido escuchado
antes por los oídos de Ángela o de Milo, pero en el momento de comenzar
la búsqueda, parecía que allí estaban las respuestas a los eventos que se
avecinaban.
2
Ángela le había pedido a Milo encarecidamente que le acompañara hacia el
norte para buscar a Morten Haugen, un conocido de ella, el cual, era
identificado como el ángel de la muerte. Morten era un punto de equilibrio
entre las dos partes, un punto medio entre los ángeles y los demonios, el
cual, estaba en el medio de los dos mundos y siempre actuaba de manera
neutral.
No podía dejarse llevar ni por sus instintos ni por su propio criterio, tenía
que darle equilibrio del universo, y cualquiera de los dos bandos que tuviese
el liderazgo, Morten Haugen no debía entrometerse, no debería influir en el
resultado que el destino ya había escrito, él simplemente era un mensajero
que llevaba el mensaje de la muerte a cualquier ser vivo en el universo.
Morten había recibido un par de favores de Ángela en el pasado, así que,
era el momento de cobrar dichos favores por parte de la chica, ya que, a
través de esta colaboración, al menos podría conseguir un poco más de
información, acerca de ese misterioso Tobías que muchos nombraban, y que
pocos realmente conocían.
Ángela había llegado a pensar que inclusive era una invención de la
imaginación de aquel hombre que había sido atrapado, el cual, había sido
identificado como un demonio escapado del inframundo.
Para Milo, toda la situación era completamente nueva, ya que, a pesar de
que había sido un fuerte creyente de dios, y respetaba explícitamente los
designios de este ser supremo, nunca se hubiese imaginado que estaría
involucrado en medio de una guerra santa, en la cual, ángeles y demonios
debatirían en el control de la tierra para poder establecer su imperio.
Los favores que Ángela le había hecho a Morten Haugen en el pasado,
serían cobrados finalmente, o al menos, desde cierto punto de vista, y era
una nueva aventura que debía emprender la nueva pareja híbrida entre ángel
y humano.
Tenían que encontrar a este ser místico, el cual, no era tan fácil de rastrear,
y éste se encargaría de proporcionar la información precisa a Ángela acerca
de Tobías. No tenía que revelarle quién era, al menos debía indicarle si
existía y a que debía atenerse en caso de encontrarse frente a frente con ese
demonio.
Le parecía extraño que nunca hubiese escuchado nada sobre él, ya que,
parecía haber emanado de la nada, como si se hubiese materializado
simplemente para ser un cambio drástico en el curso de los acontecimientos
que ya estaban escritos.
— ¿Y ese tal Morten Haugen, de donde lo conoces? — Preguntó el
suspicaz Milo, el cual, nunca había escuchado hablar sobre él.
— Tengo mucho más tiempo en este mundo que tú, Milo. No lo olvides, he
vivido diferentes Heras, he compartido con grandes reyes. También he
podido conocer a seres que ni siquiera imaginas que existen. Morten es el
ángel de la muerte, y él será nuestro guía en medio de este momento tan
lleno de incertidumbre. El norte es peligroso, y sé muy bien que si te tengo
a mi lado seré más fuerte.
— Evidentemente no te dejaré sola, no voy a permitir que emprendas ese
viaje sin mí, no voy a abandonarte de nuevo, pero me parece muy peligroso
viajar hacia el norte, sabes muy bien que los volcanes son inclementes,
nunca he transitado por esos lugares.
— Eres un hombre muy hábil, con mis conocimientos y tus habilidades, sé
muy bien que juntos podremos encontrar resultados lo antes posible. Podría
volar hasta allá sola, pero no quiero separarme de ti, Milo.
— Piensas bien al no querer separarte de nuevo de mí, yo tampoco estoy
preparado para dejarte ir. Siempre imaginé, desde el momento en que nos
separamos, que nunca volvería tenerte entre mis brazos, no quiero volver a
pasar algo así.
El camino hacia el norte era sumamente peligroso e incierto, ya que, era
imposible poder prepararse para los eventos inesperados que surgían de
manera repentina por parte de la naturaleza. Era imposible habitar allí, sólo
alguien completamente demente sería capaz de asentarse en un lugar como
este.
El camino hacia el norte estaba conformado por una cadena de 3 volcanes
que tenían que sortear. Aunque Ángela podía volar, debía emprender el
camino por tierra si iba acompañada de Milo, ya que, no podía cargarlo en
sus brazos, no tenía la fuerza suficiente, y debía guardar energía, para
cualquier situación de combate que pudiese presentarse en el camino.
No importaba si el viaje tardaría más tiempo del esperado, lo importante,
era estar listos para cualquier cambio drástico de los acontecimientos.
Emprender el viaje por tierra, les daría la oportunidad de entender el lugar,
y evaluar minuciosamente si era una buena decisión seguir adelante o
detenerse.
Era evidente que Morten había pasado por aquellas tierras, Ángela lo sabía
perfectamente, así que, quizá aún se mantenía en alguno de aquellos
volcanes, así que, debían explorar con cuidado, y quizá, encontrarían a su
objetivo lo antes posible.
Falcaria no debía quedarse sola, tenían que regresar tan pronto como fuese
necesario, así que, Milo había dejado a cargo al capitán de su guardia, y
éste, se encargaría de mantener el orden mientras tanto.
Morten había decidido alojarse en aquellas tierras, debido a la necesidad de
estar aislado de absolutamente todos. No disfrutaba de la compañía de
nadie, y, de hecho, era víctima de intentos de manipulación, ya que, si la
muerte estaba del lado de los Ángeles o de los demonios, fácilmente una
tendencia podía controlar a la otra.
Morten odiaba enormemente la presencia de personas, y se tornaba muy
agresivo cuando recibía la visita inesperada de invitados que este no había
llamado. Él había desarrollado una gran amistad con Ángela, pues conocía
perfectamente su convicción por tratar de hacer el bien.
Él actuaba como un oráculo, y en ocasiones, podía haber ciertos
acontecimientos que podrían desarrollarse en un futuro próximo. Pero lo
más peligroso y delicado de toda esa situación, era que Morten había amado
a Ángela con mucha intensidad en el pasado. Era la primera vez que la
muerte se enamoraba de alguien, y lamentablemente, no podía ser
correspondido.
Por más que hubo ruegos e intentos para que la chica considerara la mínima
posibilidad de que ambos estuviesen juntos, Ángela se había negado
rotundamente ante esta posibilidad, ya que, si dejaba que Morten se
adueñara de su corazón, cualquier cosa podía pasar.
La muerte era inestable y confusa, no daba explicaciones en muchas
condiciones, así que, la chica simplemente debía aceptar la amistad de
Morten y continuar adelante, tratando de mantener calmado ese sentimiento
que quemaba por dentro aquel ser místico, el cual, con tan sólo verla,
quedaba totalmente desarmado.
Cuando Ángela no pudo corresponder aquel sentimiento, sintió algo de
miedo, ya que, no sabía si Morten Haugen era capaz de tomar represalias en
su contra, y hacer que este experimentar a la pérdida de amigos, familiares
o seres amados, así que, con el tiempo, había preferido alejarse, ya que,
sabía que Morten era un ser de cuidado. Pero en medio de esta situación,
sabe que no puede recurrir a nadie más, y ni siquiera dios debe intervenir en
esa guerra, ya que, su presencia solo requiere momentos muy específicos.
Ángela se había alejado de su buen amigo Morten, pero este, había decidido
alejarse totalmente de todos, tratando de buscar la sanación de ese dolor tan
agudo que se le había alojado en el pecho sin posibilidad de superarlo. Ese
profundo dolor que le había generado el rechazo de Ángela, lo había
llevado a uno de los lugares más hostiles y peligrosos del planeta.
Para Morten, posiblemente sería absurdo e incomprensible el simple hecho
de que Ángela hubiese terminado amando a un humano ordinario, ella sabía
perfectamente que Milo no era cualquier hombre, pero a los ojos de un ser
místico supremo, posiblemente sería visto como una mala decisión, e
inclusive, una ofensa para su propia imagen, ya que, si había preferido ir
con un humano común y corriente antes que él, posiblemente su ira se
desataría.
Esa simple situación, podría representar un peligro para Milo, ya que, si el
ángel de la muerte podía perder el control, entonces su frustración podría
desatarse justo sobre el rey de Falcaria. Cuando el viaje comenzó, uno de
los primeros lugares a visitar, era el volcán Kymai, el cual, era el más dócil
de los tres volcanes.
Cuando este viaje comenzó, no se imaginaron todas las aventuras que
tendrían que atravesar, los lugares tan hermosos que verían los ojos de
Milo, y la incertidumbre tan profunda que se comenzaría a estar en el
corazón de Ángela, la cual, por momentos, pensaba que había cometido una
equivocación al llevar a Milo por ese camino tan peligroso.
El volcán Kymai era una gran montaña de vapor, en la cual, se generaban
profundas cavernas, en las que, grandes descargas de vapor, se elevaban a
los cielos por cientos de metros. En el interior de aquellas cavernas, se
generaban formaciones y cavidades en las que se acumulaba agua tibia, las
cuales, se decía que tenían el poder de regenerar el alma y el cuerpo.
Eran capaces de curar todo el dolor que pudiese acumular un ser, así que,
Ángela, conociendo este lugar, había llevado a Milo, con toda la intención
de demostrarle cuán hermoso podía llegar a ser este sitio. Allí, le dio la
oportunidad de relajarse y descansar.
— ¡Es uno de los lugares más hermosos que he visto, Ángela! ¿Qué es todo
esto? — Preguntó Milo al ver una gran caverna, la cual, estaba casi cubierta
en su totalidad por el vapor, pero dejaba ver algunas paredes que parecían
hechas de cristal, lagos cristalinos de agua tibia y una formación natural que
parecía hecha por las manos de Dios.
— Creo que nadie conoce este lugar, Milo. Son muy pocos los que han
atravesado estas tierras y han vivido para contarlo. Así que, quise darte la
sorpresa de traerte aquí para que tu cuerpo sane junto a mí.
— Escuché algunas historias de este lugar en el pasado, pero pensé que eran
historias inventadas. ¿Es cierto que estas aguas tienen la posibilidad de
curar el arma y cualquier herida? — Preguntó Milo, con cierta ilusión.
— Descúbrelo por ti mismo. Quítate la ropa, y entra al agua. — Dijo
Ángela.
Milo era un hombre al cual, le gustaba comprobar que las cosas que se le
decían eran ciertas, así que, las sometía a pruebas, a cuestionamientos y
solo quedaba convencido cuando los hechos demostraban las suposiciones.
Sin esperar demasiado, se deshizo de sus botas, se quitó su traje, y al quedar
completamente desnudo, caminó cuidadosamente con sus pies descalzos
hacia el interior de una de estas pequeñas piscinas naturales, la cual,
emanaba un agua tibia, la cual, no quemaba la piel, pero era lo
suficientemente caliente para generar una relajación bastante agradable.
— ¡Dios, esto es una maravilla! Nunca me había sentido tan bien y tan
relajado. Es maravilloso, no sé cómo nunca antes había venido a este lugar.
— Dijo Milo.
— El lugar es hostil y peligroso, llegar aquí ha sido sencillo porque estás en
mi compañía, conozco la ruta. Muchos han muerto tratando de cruzar estas
tierras, sus cuerpos, ni siquiera fueron encontrados, así que, puedes pensar
en que eres un ser privilegiado. Dijo Ángela.
En ese momento, Milo se quedó contemplando a la mujer, la cual, lo veía
con ojos del más puro amor. Ella, experimentaba un brillo en sus ojos que
era Único cuando lo veía. Eso, lo llenaba de una energía mucho más vital
que las propias aguas sagradas en las cuales estaba introducido.
En ese momento, contempló la más pura belleza de su mujer, la reina, su
adorada Ángela, la cual, le había salvado la vida en varias ocasiones, le
había dedicado el amor más puro, y ahora estaba emprendiendo una
aventura para poder garantizar la estabilidad y seguridad de todo el mundo.
Era una mujer admirable, adorable y deseable, así que, este simplemente
extendió su mano para llamar a Ángela para que entrara al agua junto a él.
— Tienes razón, vaya que soy un ser muy afortunado. Pero la verdadera
fortuna radica en el hecho de haberte conocido a ti. Nunca antes hubiese
imaginado que sería tan feliz como después de tenerte a mi lado, mi amada
reina. Toma mi mano y ven conmigo, quiero sentir tu cuerpo junto al mío.
— Dijo Milo.
Un vacío muy agradable se generó en el estómago de Ángela, la cual,
entendía que aquel hombre quería tener un acto amatorio junto a ella en ese
momento. Conocía el apetito sexual de Milo, pero no se imaginaba que este
estaría dispuesto a tenerla y poseerla, en unas condiciones tan extrañas
como esas.
Quizá el calor del entorno, posiblemente la sensación de privacidad, pero lo
cierto es que ella no podía negarse ante una oferta como esa.
— ¡Claro, mi rey! Lo que usted diga será una orden para mí. — Dijo la
reina, mientras dejaba caer sus armas al suelo, y comenzaba a deshacerse de
su armadura sagrada.
— ¡Hazlo con lentitud! Quiero disfrutar de cómo te desvistes para mí.
Sedúceme, conquístame, te he visto en todo tu esplendor, así que, no tengo
prisa por ver tu piel desnuda, quiero contemplar toda tu belleza, cada
movimiento y cada gesto. Dime, ¿estás excitada? — Preguntó Milo, desde
el agua.
— Nunca imaginé que sentiría un ardor tan grande en mi interior por un
humano. Despiertas en mí algo sobrenatural, Milo, así que, la simple
pregunta es tonta. Claro que me excitas, en este momento, mi corazón late
con tanta fuerza, que quizá desde allí puedas escucharlo. — Dijo Ángela.
— Deshazte de tus vestiduras con lentitud, con sutileza y elegancia. Deja
que mi imaginación se adelante a los acontecimientos, quiero que estimules
mis sentidos sin tocarme, y cuando vengas a mí, y estrés entre mis brazos,
nos devoremos tan apasionadamente como siempre. — Dijo Milo.
Esto le dio pie a la chica para comenzar a actuar de una forma mucho más
gentil.
Se quitó la parte superior de su armadura, dejando a un su cuerpo vestido,
ya que, utilizaba una especie de vestimenta ajustada que se ceñía
perfectamente a su cuerpo, dibujando una figura perfecta.
Tenía un volumen considerable en sus pechos, los cuales, se encontraban
aprisionados en aquella prenda de vestir de material elástico, el cual,
mantenía su piel protegida de la fricción de la armadura. Esta, se puso de
espaldas, y lentamente comenzó a quitarse aquella vestimenta, dejando su
espalda completamente desnuda de forma gradual.
Aún llevaba puesta la parte inferior de su armadura, pero por sus brazos
sobre sus pechos, y se puso justo frente a Milo. Éste observó su rostro, ella
me mandaba una excitación tremenda, inclusive, sin ni siquiera notarlo, la
chica había acariciado sus labios con su lengua, humedeciéndolos, mientras
separaba lentamente sus labios para respirar por la boca, ya que, la
excitación era tremenda.
Debido al vapor acumulado en el interior de aquella caverna, el calor
generaba una sudoración casi instantánea, así que, una película de fluido
brillante, comenzó a adornar la piel de Ángela, la cual, se dedicó a
deshacerse de la parte inferior de su armadura de metal y cuero. Esta, la
dejó caer al suelo, y finalmente, cuando se quitó cada una de las prendas de
vestir, Milo pudo visualizar sus nalgas redondas, sus pantorrillas bien
torneadas, sus muslos tonificados, la chica era toda una delicia.
La mirada de Milo se tomaba el privilegio de recorrer directamente desde
sus tobillos hacia sus glúteos, allí, era imposible no quedarse atrapado
durante algunos segundos, y finalmente, recorría la mirada hacia su cuello,
ya que, el cuello alargado de Ángela, siempre le había fascinado a este
hombre.
Su polla estaba tan dura como fuese posible, era inevitable estar excitado
hasta el límite en medio de una situación como esa, ya que, estaba
totalmente relajado, siendo agasajado por la temperatura de las aguas. Era
regenerado por su poder mágico, y adicionalmente, siendo estimulado por
una imagen perfecta inmejorable de su propia esposa deshaciéndose de sus
ropas especialmente para él.
— ¿Te gusta lo que ves, mi rey? — Dijo Ángela.
— ¡Date la vuelta, y ven hacia mí! Deja de cubrirte los pechos, relájate y
ven aquí. Voy a tratarte como te mereces. — Dijo Milo.
La chica dejó reposar sus brazos justo al lado de su cuerpo, estaba un poco
nerviosa, ya que, a pesar de que había estado muchas veces con su rey, el
hecho de mostrarse totalmente desnuda simplemente para que esté la viera,
no era precisamente el tipo de interacciones que solían tener.
Para ella, la cercanía era necesaria, y hasta ese momento, aún
experimentaba cierta vergüenza ante su rey, el cual, era un hombre fornido,
guapo, intenso y muy apasionado, así que, al ver cómo este la miraba como
si le quisiera devorar, se sentía un poco intimidada.
La chica siguió la misma ruta que había tomado Milo para entrar al agua,
sus pies sintieron la cálida temperatura de aquella formación que hacía las
veces de un jacuzzi, y esta, entró finalmente con el agua hasta las rodillas.
Milo se puso de pie, y la chica se quedó impresionada al ver la reacción tan
masiva que tenía este hombre. Parecía que las aguas no sólo regeneraban la
salud, sino que, generaban una vitalidad tremenda, ya que, Milo estaba
totalmente descontrolado, con un apetito descomunal para poder tenerla
entre sus brazos y poder penetrarla. El placer sexual era el objetivo, y la
lujuria podía respirarse en el ambiente húmedo y caliente de aquel entorno.
Los brazos de la chica, rodearon el cuello de su compañero, mientras éste,
le colocó las manos en la cintura. Sus cuerpos se pegaron, ella sintió como
el pecho fuerte de este hombre, aprisionó los pechos de ella, se unieron en
un beso apasionado donde sus lenguas, se acariciaron traviesa mente en el
interior de sus bocas. Se alternaban para visitarse el uno al otro, Milo le
metía la lengua suavemente en la boca de la chica, y esta esperaba su turno
para hacer lo mismo con él.
El intercambio de fluidos a través de aquel beso, era constante, y aquel beso
húmedo, fue haciendo que la humedad también estallara en otras zonas del
cuerpo de Ángela, la cual, sintió como su vagina, estaba cada vez más
palpitante. Quería recibir el estímulo de aquel órgano sexual duro e
imponente, el cual, se presionaba contra su vientre, mientras ella, jadeaba
en medio de caricias y besos.
Le encantaba la manera en que Milo la tocaba, ya que, cuando éste se
dedicaba a acariciarla, era una intermitencia constante entre suavidad,
gentileza e intensidad. Este dejaba que los dedos generarán una suave
cosquilla sobre su piel, apretaba con fuerza la carne, y en ocasiones, le
podía propinar una leve nalgada, la cual, la estremecía totalmente.
Esa fue una de las oportunidades en las cuales, Milo hizo que tres de sus
dedos generarán líneas que iban desde la nuca de la chica hasta el inicio de
sus nalgas, allí, este generó unos leves círculos con la palma de su mano, y
la chica, con sus mejillas sonrojadas, simplemente esperaba el momento de
la embestida. Éste, le apretó la nalga derecha con mucha intensidad, y justo
después de soltársela, le dio una palmada tan fuerte, que la zona se
enrojeció instantáneamente.
Hubo un eco a su alrededor, el lugar estaba completamente en silencio, y lo
único que lo perturbaba, era la presencia de estos dos amantes que estaban
allí, en medio de la naturaleza, deseándose cómo nunca. Aquella nalgada,
había sido una especie de señal de orden para que la chica interactuara, ya
que, esta de forma automática, decidió tomarle la polla a Milo desde el
tronco. Éste, simplemente cerró sus ojos y sonrío, mientras ésta comenzaba
a masturbarlo lentamente.
Era muy suave la caricia, ella dejaba que sus delicados dedos, acariciaban
desde sus testículos hasta la punta, la cual, ya estaba casi totalmente
lubricada, pues una gran cantidad de fluidos abismales habían sido
expulsados por aquel hombre tan solo con el hecho de besar a Ángela.
Aunque se habían casado, aunque ya había pasado cierto tiempo y muchos
encuentros se habían desarrollado entre ellos, el deseo y el placer no se
había detenido. Ambos se deseaban enormemente, y mientras otras parejas
parecían ver cómo todo se enfriaba y se desgastaba con el tiempo, ellos
encontraban siempre un nuevo estímulo por muy insignificante que fuese,
pero se aferraban a él, y lo explotaban al máximo, divirtiéndose en cada
encuentro como si fuese el último.
Después de aquellas caricias tan agradables, Milo ya no podía aguantar
más, así que, acomodó a Ángela justo sobre las rocas, y esta, apoyando sus
rodillas y manos sobre la superficie, le había ofrecido sus nalgas totalmente
abiertas, como una sumisa obediente. Milo no sabía realmente qué hacer, no
estaba decidido si insertarle la lengua entre aquellos labios vaginales
rosados, o inducirle su polla hambrienta, la cual, necesitaba estallar de
placer.
Aunque tenían un itinerario que seguir, y no era un viaje de placer, Milo se
tomó el tiempo para disfrutar de aquel encuentro, el camino era incierto,
había pruebas inesperadas que se avecinaban, así que, tenía que aprovechar
al máximo cada oportunidad que tenía al lado de su reina, o de lo contrario,
podría verse inmerso en la misma situación que había vivido en el pasado
en la cual se repetía una y otra vez, en haber aprovechado cada segundo al
lado de la mujer que amaba y deseaba.
Ángela confiaba plenamente en las decisiones que tomaba su rey, así que,
esta, mientras se encontraba en una posición bastante cómoda, simplemente
esperaba a que este tomara la decisión de estimularla. Repentinamente,
sintió como las dos manos de este hombre se posaron en sus glúteos, los
separaron y la lengua de este hombre comenzó a penetrarla.
Milo tenía una lengua alargada, delgada y muy fuerte, y esta, generó una
embestida rápida abriendo los espacios entre los labios jugosos de aquella
chica, alimentándolo con aquel sabor exquisito, el cual, solo podía ser
comparado con el manjar más divino de la tierra.
Tener la lengua dentro de la vagina de aquella chica, era un acto celestial
para él, y cada penetrada, era mucho más profunda. Milo siempre se tomaba
el tiempo para hacer leves penetraciones en un inicio, no le gustaba
demostrar el todo desde un comienzo, así que, Ángela sabía perfectamente
que en cualquier momento llegaría un punto de incremento en el placer.
Eso no tardó, ya que, después de penetrarla un poco con su lengua, aquel
hombre se centró en su clítoris, su dedo pulgar realizaba movimientos
circulares, mientras la lengua se encargaba de lubricar la zona.
Ángela se retorcía de placer, gemía, no temía a ser escuchada, ya que, el
lugar estaba completamente solo, y antes de que recibiera la primera
descarga orgásmica, la chica simplemente volvió nuevamente a la
tranquilidad, pues súbitamente Milo se detuvo.
— No hay prisa, no voy a hacer que te corras aún. Vamos a disfrutar de esto
como nunca antes. — Dijo Milo.
— Parece que el lugar ha despertado una parte de ti que desconocía, mi
amado. Haz conmigo lo que quieras, soy tuya, te pertenezco. ¡Soy tu ángel,
y tú mi rey! — Dijo Ángela, con un tono ronco y excitado.
Aquellas palabras fueron suficientes para despertar en Milo toda la
adrenalina posible, la cual, los recorrió desde la parte trasera de su cabeza
hasta su zona genital. Hubo escalofríos en todo su cuerpo, su piel se erizó, y
su polla se erecto, dando un salto inmediato, ante lo que, éste se acomodó
justo detrás de ella, y comenzó a meterle la polla lentamente.
Ángela gemía, parecían gritos de dolor, pero en realidad, eran la expresión
del placer más genuino, ya que, era una delicia para ella poder tener aquel
trozo de carne abriéndose espacio entre aquella cavidad ajustada, la cual,
estaba tan empapada, que no generó ningún tipo de resistencia a la entrada
de aquel pedazo de carne rosado y brillante.
Ella lo sentía de una manera diferente, esta vez era más cálido, mucho más
grande, no entendía por qué experimentaba la sensación de que estaba
follando con un hombre totalmente diferente, pero al voltear, se aseguraba
de que fuese Milo, que fuese su hombre, el sujeto del cual se había
enamorado. Con el cual estaba dispuesta a pasar el resto de su existencia, ya
que, la vida de Ángela era eterna, pero ella podía decidir en cualquier
momento, ser una mortal, una decisión bastante delicada que aún no estaba
preparada para tomar.
Cuando las miradas de esta pareja hacían contacto en medio del acto, ambos
parecían enviarse mensajes que solo ellos podían entender. Ella sonreía, le
encantaba complacer a su amado ofreciéndole su cuerpo, mientras éste, la
veía como un objeto de placer y complacencia, siempre respetando todos
los parámetros establecidos por ella, ya que, Ángela siempre había sido
muy abierta, pero cuando algo no le parecía bien, podía ser bastante
complicada.
Pero ella sabía en las condiciones en las que se encontraban, entendía
totalmente que, si las cosas no salían bien, uno de los dos podía terminar en
graves problemas. Siempre estaba sobre la mesa la mínima posibilidad de
que no volvieran a verse si algo salía mal, era un lugar peligroso, iban hacia
una tierra mucho más hostil, ya que, el próximo paradero era un volcán
mucho más peligroso.
El encuentro se hizo cada vez más apasionado, y entre cambios de posición,
y estímulos orales y manuales, ambos habían accedido a un orgasmo tan
exquisito para cada uno, que sus corazones casi habían reventado del placer.
Ambos se quedaron relajados en el interior de aquella especie de agua
termal, donde se relajaron durante horas, accediendo a esa regeneración de
sus cuerpos y de sus almas que era tan necesaria para poder avanzar hacia la
siguiente etapa del camino.
Al día siguiente, siguieron avanzando hacia el próximo volcán, pero allí,
debían tener cuidado, ya que, el volcán Kvae, era un volcán de fuego que
erupcionaba seis veces al día, pero no específicamente en momentos
específicos. Aquellas seis erupciones eran totalmente inesperadas,
sorpresivas y brutales, así que, no daba tiempo para reaccionar.
Nada determinaba que, entre una erupción y otra, pasaría un tiempo
prolongado, así que, era básicamente avanzar por un campo cubierto de
serpientes venenosas que estaban preparadas para asestar una mordida
repentina en cualquier momento.
No había nadie que pudiese entender al volcán Kvae, ya que, este parecía
tener vida propia y no permitía que los extraños transitaran por aquellas
tierras. Había que estudiar con precisión la ruta a seguir, ya que, había que
hacerlo rápido. Si quedaban atrapados en el camino, era una muerte segura,
de eso no había ninguna duda.
El más mínimo error que pudiesen cometer, podría llevarlos directamente a
la muerte, y ninguno de los dos estaba dispuesto a contemplar la pérdida del
otro. Habían avanzado con rapidez, el lugar prácticamente los apreciaba
debido al calor, pero antes de llegar finalmente al término de aquella ruta,
Milo había cometido un error, había dejado caer su espada única, una
espada que había sido forjada por los dioses, y la cual, no tenía réplica
alguna.
Se había regresado para tomarla, y esto le había hecho perder unos minutos
vitales.
— ¡Milo, deja la espada, tenemos que avanzar, no tenemos tiempo que
perder! — Dijo la chica, la cual, pensaba que ya habían cruzado con éxito.
— Es la espada que me regalaste, no la voy a perder. ¡Volveré a tiempo! —
Dijo Milo mientras descendía por unas rocas, tratando de alcanzar el objeto
metálico hecho de oro y plata.
Como se mencionó anteriormente, el volcán Kvae, parecía estudiar
minuciosamente la actividad que se desarrollaba en su entorno, y al notar la
presencia de estos seres no bienvenidos, comenzó a erupcionar una segunda
vez, lo que era terrible para ellos, el peor de los miedos estaba
materializándose.
No había nadie conocido que hubiese escapado de aquel lugar en medio de
una erupción, así que, Ángela corrió rápidamente hacia Milo, lo tomó de la
mano, y este apenas había conseguido tomar la espada. Ambos comenzaron
avanzar hacia el final del camino, pero el volcán arrojaba grandes objetos
incandescentes que explotaban al caer en el suelo. Esquivar estos objetos,
era de vital importancia, ya que, si tocaba la piel de cualquiera de los dos,
los quemaría hasta los huesos, eran objetos incandescentes muy pesados,
los cuales, parecían ser la artillería del propio infierno.
Sus propios caballos se habían asustado, ya que, estaba muy nerviosos
durante todo el camino, pero durante la erupción, el descuido había hecho
que los animales los dejaran abandonados. Una gran roca, había salido
desde las fauces de aquel volcán de fuego, la cual, había estallado justo
frente a ellos y las pequeñas partículas que habían saltado de la roca
caliente, habían ido directamente hacia los ojos de Milo.
— ¡Cielos, no puedo ver! No puedo ver, sigue tú, Ángela. ¡Mis ojos se han
quemado! — Dijo Milo mientras caía de rodillas.
La chica no lo iba a dejar solo en medio de una situación tan desesperante,
así que, corrió rápidamente, lo tomó del brazo, luego lo pasó sobre su cuello
y lo ayudó a avanzar.
Milo estaba temporalmente ciego, y no podía continuar por sus propios
medios. Ángela lo cuidó durante lo que restaba de viaje antes de llegar al
volcán de alquitrán, uno de los más volátiles e inesperados.
No podían seguir bajo esas condiciones, ya que, Milo había tenido que
vendar sus ojos, pues estos habían recibido un grave daño debido a la
explosión que se generó justo frente a él.
— Creo que lo mejor será volver a casa, no puedo seguir siendo una carga
para ti durante el resto del camino. — Dijo Milo.
Ángela sólo guardó silencio, ya que, sabía que las palabras de Milo eran
ciertas, podía cuidarlo durante el viaje, pero no podían avanzar demasiado,
y mucho menos en el volcán de alquitrán. Milo insistió en que debía volver,
y debido a la delicadeza de los planes que se encontraban en el futuro,
Ángela no tuvo más opción que aceptar. Ella voló para pedir ayuda,
dejándolo en un lugar seguro mientras regresaba.
Ella no podía llevarlo sola a Falcaria, tampoco podía seguir avanzando, su
único recurso, era pedir ayuda. Ella regresó con apoyo, y entre dos ángeles,
Milo fue llevado de nuevo a Falcaria, una vez que estuvo seguro en ese
lugar, Ángela le prometió que volverían a verse, ya que, ella debía seguir su
camino en busca de Morten Haugen.
Ella lo dejaría bajo el cuidado de alguien de mucha confianza para ella, ya
que, lo cuidaría como si fuese ella misma. En ese momento, fue cuando
Milo conoció a Issa Gulland, la mejor amiga de Ángela, una guerrera de
alto rango que había sido buscada con mucho fervor por su amiga para que
cuidara de su esposo, mientras ella emprendía aquel viaje secreto en
soledad, sobre el cual no había revelado nada.
Ella debía encontrar a Morten, pedir información sobre Tobías, y regresar lo
antes posible para crear un plan para encontrarlo. Ángela se despidió de su
amado con un beso apasionado, y lo dejó bajo los cuidados de Issa Gulland,
quien se dedicó a cuidarlo abnegadamente. De hecho, Issa había terminado
vinculándose con él de una manera muy especial.
Curaba sus heridas, y lo ayudaba a tomar baños, ya que, Milo no podía
valerse por sí solo. Ver desnudo al rey, era una verdadera tentación, así que,
se hizo mucho más difícil con el tiempo contener eventualmente lo que iba
a desembocar una situación inesperada.
La presencia de Issa no era casual en aquel lugar, su labor estaba
perfectamente calculada por Tobías, quien había esperado el momento ideal
para quebrantar la unión que existía entre el ángel y el humano elegido. El
plan de retomar el poder ya estaba en proceso.
3
La cercanía que existía entre Milo e Issa, se fue haciendo inevitablemente
cada vez más constante, era prácticamente imposible mantenerlos
separados, ya que, la chica había asumido el compromiso de mantener
protegido al rey. Eran inseparables, a donde quiera que iba el monarca, era
escoltado por esta chica, la cual, se decía que tenía habilidades tan
destacadas como las de la propia Ángela.
Era una guerrera, y estaba preparada para defender al rey, bajo cualquier
situación de peligro o circunstancia. Pero posiblemente no estaba preparada
para defenderlo de ella misma, sin siquiera el propio Milo, podría imaginar
que ella sería una amenaza para su propia moral.
Desde siempre, Milo había sido un hombre con un fuerte arraigo a su
estructura moral, no le gustaba mentir, odiaba la manipulación y los
engaños, no eran parte de su personalidad. Prefería siempre caminar con la
verdad, mantener la frente en alto, y no ser señalado como un hombre débil
y mentiroso.
Aunque tenía esa personalidad fuerte y aplomada, Milo era un hombre de
carne y hueso, con la habilidad arraigada a su naturaleza de equivocarse.
Era fuerte, pero nadie podía ser tan fuerte para resistirse a los encantos de
un ángel. Fue por esto, que fue muy difícil para él poder resistirse ante la
tentación de tener a una mujer que olía también, con unas manos tan suaves,
y la cual, finalmente pudo visualizar cuando sus ojos comenzaron a sanar.
Issa estaba a su disposición, y estaba con ella a solas la mayor parte del
tiempo, por lo que, todas las condiciones parecían haberse prestado
perfectamente para que las cosas comenzaran a confabular hacia un evento
inesperado, que podría desordenar todo el futuro.
Milo lo sabía, su unión con Ángela, podía definir el éxito de la búsqueda de
la libertad, acabar con todas las amenazas que habían estado llegando
constantemente al mundo. La guerrera le había comentado en muchas
ocasiones que las diferentes profecías que se habían generado, los
mantenían a ellos unidos bajo cualquier circunstancia. Pero las profecías no
eran infalibles, y bastaba con la manipulación de manos oscuras para que
estas definitivamente se quedaran olvidadas, y el curso de los
acontecimientos avanzara hacia la destrucción.
Los humanos parecían tener el tiempo contado de forma constante, ni
siquiera se daban cuenta de las cosas que ocurrían más allá de su codicia,
sus tentaciones, las cosas banales que nos privaban de ver más allá de lo
físico, impidiéndoles contemplar la belleza de lo espiritual. Pero Milo tenía
una ventaja sobre todos los hombres, y era que había sido elegido por los
dioses para ser parte del cambio.
Aunque fuese fuerte, hábil, inteligente y decidido, un hombre no podía ser
totalmente inmune a la influencia de la maldad, ya que, el mal siempre
estaba latente, presente, dispuesto a dar una mordida venenosa en la carne
de cualquier inocente, infectándolo hasta los huesos, convirtiéndolo en una
persona totalmente diferente a lo que pensaba de sí mismo.
Con el tiempo, la ausencia de Ángela fue generando efectos colaterales, y
sus ojos, progresivamente fueron sanando, el rey, no podía mantenerlos
abiertos por mucho tiempo, pero al menos, podría abrirlos durante algunos
minutos al día. Las quemaduras habían lastimado gravemente las retinas,
pero con los cuidados adecuados, este comenzaría a regenerarse lentamente.
A veces podía ver de forma nítida, pero tras el paso de algunos segundos, su
vista se tornaba totalmente borrosa y solo podía ver volúmenes y bultos a su
alrededor. Poder sentir la luz del día en algunas condiciones, resultaba
bastante doloroso, lo que lo obligaba a mantener los ojos cerrados o
vendados la mayor parte del tiempo.
Cuando pudo ver por primera vez la perfección de Issa, no pudo borrar esa
imagen de su cabeza, la mantenía fresca y constante, y no podía creer que
todo ese tiempo había estado al lado de una mujer tan sensual y tierna.
Los labios de Issa eran voluminosos, carnosos, con grandes ojos de color
azul, largas pestañas, una nariz perfilada y pequeña. Sus pómulos eran
marcados, un cabello rubio que caía perfectamente sobre su espalda, y en
ocasiones, podía ver aquella hermosa trenza que se mostraba a un lado de
su cuerpo, reposando sobre su seno derecho, lo que le hacía ser una imagen
perfectamente virginal.
Aquellos pensamientos pecaminosos que habían comenzado a pagar la
mente de Milo, eran combatidos constantemente por él, no quería tener
pensamientos inadecuados con Issa, ya que, sabía que era una chica
respetable. Adicionalmente, era una buena amiga y un ser de confianza de
su propia esposa, por lo que, batallaba constantemente para no pensar en
ella de una manera carnal, aunque era una delicia de mujer.
Por su parte, Issa también estaba fascinada por Milo, ya que, era un hombre
tierno y muy amable, el cual, agradecía cada uno de los gestos que ella tenía
por él, sus cuidados, la forma tan suave como lo tocaba. Lo asistía en los
momentos en los cuales se llenaba de una frustración tremenda al no poder
valerse por sí mismo.
— Tenerte a mi lado ha sido una bendición. Ángela ha sabido escoger muy
bien a quien iba a ayudarme en este periodo tan difícil. Lamento que tengas
que ver un lado tan lamentable de mí, Issa. — Dijo Milo, mientras se
levantaba después de haber tropezado y caído al suelo.
— Lamento haberte dejado sólo este tiempo, pero debes estar consciente
que todo tiene un tiempo. Te recuperarás, eventualmente volverás a ser el
mismo de antes. Pero por ahora, dependes de quienes nos preocupamos por
ti. — Dijo Issa.
Ella lo sujetaba del brazo mientras lo ayudaba a ponerse de pie, mientras
Milo mostraba una mano delante de él, tratando de tantear el entorno,
buscando un lugar donde ponerse seguro. Ella se sentía muy agradada por
él, se sentía cómoda, aquel hombre era espectacular, muy atractivo, y el
hecho de que tuviese los ojos vendados constantemente, le daba la libertad a
aquella chica de hacer lo que quisiera justo delante de él.
Issa era retorcida y pervertida, una mujer que, en ocasiones, había
fantaseado de una manera muy extrema con el rey Milo, a quien había
tenido justo frente a él, mientras se masturbaba. Ella levantaba el vestido
suave que cubría su piel, y al no tener ningún tipo de ropa interior debajo,
se masturbaba hasta correrse imaginando a Milo, a quien tenía tan solo a un
par de metros de distancia, penetrándola o haciéndole cosas tan morbosas
como su mente pudiese crear.
Ambos tenían una percepción del otro muy diferente, ya que, para Milo, ese
agradecimiento que sentía hacia ella, rápidamente fue transformándose en
un deseo de poder tenerla. La ausencia de Ángela se prolongaba desde días
hasta semanas, y mientras más lejana se encontraba Ángela, el recuerdo se
hacía difuso, siendo sustituido por la presencia de Issa, la cual, estaba a su
lado constantemente, y era precisamente es el sueño que tenía el rey cuando
se casó con Ángela.
Quería tenerla junto a él en todo momento, que lo acompañara cada
segundo del día, poder compartir conversaciones prolongadas, las cuales
habían comenzado a generarse con la propia Issa. Todo iba directamente
hacia lo inevitable, pero solo era cuestión de tiempo, resistencia y voluntad.
— Eres un hombre fuerte, valiente y muy decidido. Solo debes tener la
convicción de que sanarás y así será. ¡Dios te ayudará a lograrlo! — Dijo
Issa, mientras lo ayudaba a desvestirse, ya que, era el momento de tomar un
baño de agua caliente, el favorito de Milo.
— ¡Estoy harto de depender de alguien más! Siempre he sido autosuficiente
en absolutamente todo, Issa. Aunque agradezco enormemente tu presencia
en este lugar. No sería lo mismo sin ti... — Dijo el agradecido hombre.
— ¿Has pensado en Ángela en estos días? ¿La extrañas? — Preguntó la
capciosa a Issa.
Hubo una sensación extraña en el interior de Milo, ya que, repentinamente,
vino a su mente el recuerdo de la hermosa Ángela, su esposa, la reina, pero
sintió algo de culpa, ya que, no le extrañaba tanto como debería. Tampoco
debía exponerse tanto frente a Issa, la cual, posiblemente compartiría
cualquier información que este le proporcionara.
— ¡Por supuesto que la extraño! La amo con toda mi alma, pero su ausencia
ha generado un dolor que tenido que evadir. Trato de no pensar en ella tanto
como debería, o de lo contrario, creo que no lo superaría día tras día.
Para ese momento, Milo ya estaba prácticamente desnudo, se había
deshecho de casi todas sus vestiduras, y sólo le restaba bajar la parte baja de
sus ropas para quedar completamente desnudo y entrar al agua caliente.
Issa ya había preparado este baño previamente, sabía exactamente la
temperatura que le gustaba, las sales minerales que debía usar, era
conocedora de todos los gustos del rey, y aquel tiempo, había sido perfecto
para que compaginaran.
Quizá era uno de sus momentos favoritos, ya que, aprovechaba para ver un
cuerpo desnudo que le fascinaba. Aquella enorme polla colgaba
deliciosamente entre sus piernas, mientras ella no podía quitarle la mirada
de encima.
Su coño se humedecía tremendamente mientras le frotaba la espalda a Milo
con una toalla húmeda, éste se relajaba, y mantenía su respiración calmada.
Trataba de concentrarse para no excitarse cuando los dedos suaves de
aquella mujer, acariciaban su espalda húmeda, ya que, se dedicaba a darle
un baño muy detallado. Al rey siempre le gustaba estar perfectamente
limpio.
— Sabes, Issa… A veces pienso que es injusto que tú puedas verme
completamente desnudo, y yo no pueda verte de la misma manera. — Dijo
Milo.
— ¿Qué dices, mi rey? ¿A qué se debe esa intervención tan inesperada?
— Piénsalo, durante todo este tiempo, has tenido la oportunidad de
alimentarme, verme desnudo, y asistirme como si fuese un inútil. Solo he
tenido algunos destellos de imágenes tuyas con mis ojos. Debo aceptar que
eres muy hermosa, es injusto que solo tú hayas podido verme desnudo, te
aseguro que daría todo lo que tengo para poder verte sin ropa al menos un
segundo. — Dijo el atrevido rey.
— ¡Lo que dices me avergüenza mucho, mi rey Milo! Creo que no es
adecuado que conversemos sobre eso. Ángela es mi amiga, le soy leal a
ella, pero no puedo negar que me agrada lo que escucho. — Dijo Issa.
— Es difícil para mí estar lejos de mi esposa durante tanto tiempo. Ya he
vivido esto en otro momento, la soledad me ha consumido, he tenido que
resistir su ausencia, la cual, me duele hasta los huesos. Pero en esta
oportunidad, te tengo a ti a mi lado, y no siento tanto dolor. — Dijo Milo.
La adrenalina corrió por el cuerpo de Issa, la cual, decidió tomar la aventura
de probar algo nuevo.
Mientras con una mano le frotaba la espalda, la otra frotaba el pecho de
Milo, y esta fue directamente hasta su abdomen, y finalmente, llegó
directamente hasta la polla del rey, el cual, sintió aquella suave mano,
acariciándole el pene, el cual, se endureció como una espada en un segundo.
Hubo un silencio total en aquel lugar, ambos sabían que lo que estaba
pasando no era correcto, estaban traicionando la confianza de Ángela,
ambos eran débiles, y no podían dejar que nada más pasara allí. Pero la
voluntad de Milo se había evaporado como el agua caliente que despedía
aquel vapor que tanto le agradaba.
Él sólo disfrutó del estímulo de aquella chica, la cual, sintió como en su
pequeña mano, aquel monstruoso pene se fue haciendo cada vez más
imponente, el cual, frotaba con lentitud, haciendo que él se encorvaba del
placer, cada vez que se acercara al orgasmo.
— ¿Lo estás disfrutando, Milo? — Preguntó la chica, mientras se acercaba
a su oído para dejar salir un susurro.
Aquella suave y delicada voz, resultaba un potenciador enorme de los
estímulos, y al sentir el aliento de aquella chica impactando contra su oreja,
aquel hombre se excitó aún más.
— ¡Sigue hablándome! ¡Me gusta! Ya que no puedo ver, quiero escucharte.
— Dijo Milo.
— Eres un rey pervertido, no sabía que tenías estas costumbres. ¿Te gusta
sentir mis dedos acariciando tu polla? ¿Quieres que lo haga más rápido? ¿Te
gustaría sentir mi boca cubriendo ese delicioso grande? — Dijo la chica,
esta vez con una voz mucho más seductora.
Milo no podía verlo, pero mientras esta lo estimulaba con una mano, ella
también se introducía dos dedos en su coño, la chica se masturbaba
simultáneamente junto a él, mientras Milo se encontraba relajado, con sus
manos en sus muslos, sintiendo como la chica lo masturbaba cada vez con
más velocidad.
— ¡Quiero sentir como tu polla explote en mi mano! Quiero ver toda esa
leche emanando dentro del agua, quiero ver tus descargas poderosas, mi rey.
— Dijo Issa, antes de darle una lamida en la mejilla de aquel hombre.
En ese momento, cuando Milo sintió aquella lengua húmeda y suave,
acariciando su mejilla, este volteó su rostro, y comenzó a succionarle la
lengua de una manera apasionada, mientras la velocidad de la
masturbación, había llegado al máximo.
Issa sentía que su brazo ya estaba cansado, pero continuaba con una energía
tremenda, ante lo que, un gemido dejó salir el rey, y su polla comenzó a ella
cular de una manera extrema. Poderosas descargas de leche emanaron desde
el interior de aquel hombre, el cual, había estado deseando algo similar
desde hacía días atrás. Ella simplemente acarició su polla hasta que se puso
flácida nuevamente, y después de terminar de ayudarle a tomar el baño, lo
ayudó a salir del agua.
Ninguno de los dos dijo absolutamente nada vinculado a este evento,
parecía ser algo muy prohibido y retorcido, que guardarían en su mente
como el más profundo secreto, ya que, si Ángela se enteraba de lo que allí
había ocurrido, posiblemente no los perdonaría a ninguno de los dos.
Milo salió del agua con cuidado, debía tener mucha precaución para no
resbalar con sus pies sobre la superficie lisa del suelo. Éste, era ayudado por
Issa, la cual, mostraba una sonrisa de satisfacción tremenda, ya que, ella
también había llegado al orgasmo de forma simultánea cuando sintió como
en su mano palpitaba aquella polla en medio del orgasmo.
Ambos caminaron, era lento el movimiento, pero seguro. Ella había
colocado una toalla alrededor de la cintura de aquel hombre, con unas ganas
tremendas de poder saborear aquella polla que había quedado satisfecha.
Cuando llegó al borde de la cama, Milo palpó el lugar, y al saber que era
una superficie suave, no dudo en tomar de la cintura a Ángela, y la dejó
caer en la cama.
— ¿Mi rey, qué haces? ¡Esto no está bien! — Dijo Issa, pero el tono de voz
decía lo contrario.
— ¿Piensas que sólo voy a quedarme con lo que pasó allí adentro en el
cuarto de baño? Pues no, acabas de despertar algo en mí que ya es
incontenible, te deseo mucho desde la primera vez que te vi, inclusive desde
que sentí tus manos tocándome. ¡Ya ahora no podemos revertir esto! —
Dijo Milo, mientras se encimaba sobre ella.
Ángela no podía entregarse tan fácilmente, trató de resistirse un poco,
mencionó el nombre de Ángela en varias oportunidades tratando de hacer
que Milo tomara conciencia, pero estaba totalmente cegado, su lujuria, lo
estaba dominando. Él separó los muslos de la chica, y cuando sintió aquel
coño mojado, cualquier intento de resistirse, sería totalmente absurdo.
Su lengua comenzó a devorarle aquel dilatado clítoris, el cual, se mostraba
abultado, lubricado y muy dulce. Su lengua daba movimientos circulares
mientras la chica se retorcía de placer, tomando una de las almohadas para
colocarla sobre su rostro, ya que, no quería hacer ruido.
— ¿Por qué te limitas? ¡Quiero escucharte gemir, tu voz me encanta! Ya te
he dicho que no tengo el sentido de la vista para poder guiarme, deja que tu
voz sea la que me lleve a complacerte. — Dijo Milo.
— ¡Esto no es correcto, mi rey! Estamos traicionando a Ángela, ella está
haciendo todo lo posible por salvarte, y salvarme a mí, mientras nosotros
somos débiles.
— ¡Ángela nunca debió dejarme nuevamente! Ya he tenido que sufrir su
ausencia, la incertidumbre de no saber si volveré a estar con ella. A veces
pienso que solamente piensa en ella.
— ¡No digas eso, Milo! Ángela está haciendo todo lo posible por eliminar
la amenaza en el mundo, amenaza demoníaca que podría comprometer
nuestras vidas. Ella sólo busca la paz absoluta para poder tener una vida
tranquila contigo.
— Insistes e insistes... Pero si realmente quieres que esto se detenga,
entonces apártame de ti, y baja a tus vestiduras. ¡Aléjate de mí, y no vuelvas
a tentarme! Pero si realmente lo que dices no lo sientes, entonces cierra la
boca y relájate, te devoraré el coño hasta hacer que te corras como nunca
antes. — Dijo Milo.
Aquellas palabras fueron certeras, fue como una flecha incrustándose justo
en el blanco, ya que, aquella chica no podía acumular la voluntad suficiente
para poder ponerse de pie y rehusarse a recibir aquel estímulo que le iba a
proporcionar la boca de aquel hombre. Éste le chupó los labios vaginales
con mucha fuerza, le introdujo la lengua múltiples veces, aquella larga
lengua, que la penetraba como si fuese una jugosa polla.
Le lamió el ano, he inclusive, algunos centímetros de su lengua penetraron
este pequeño orificio, mientras los dedos de los pies de aquella chica, se
encogían con fuerza, ya que, lo estaba disfrutando enormemente.
Mientras recibía los estímulos de este experimentado hombre, ella se
presionaba las tetas, se masajeaba con fuerza, inclusive, había terminado de
sacarse el vestido para presionar sus pezones con facilidad. Milo lamentaba
enormemente no poder ver aquel espectáculo de mujer, pero dejaba que sus
manos fuesen sus propios ojos.
Le recorría con sus dedos, le apretaba los senos, acariciaba su abdomen,
sujetaba sus muslos mientras este continuaba estimulándole aquel delicioso
coño, el cual continuaba emanando deliciosos fluidos que le hacían agua la
boca a este hombre. Escupía sobre él, lo lubricaba, lo chupaba, lamía,
masajeaba con la parte gruesa de su lengua, y rápidamente, realizaba
movimientos con la punta, apenas rozando su clítoris, algo que estremecía
tremendamente a Issa.
Esto le generó un primer orgasmo, y la chica pensó que ya todo había
terminado. La sensación de culpa solo duró unos segundos, ya que, cuando
pensó que ya podría volver a sus labores habituales, Milo se colocó sobre
ella. Le acomodó la polla justo frente a la cavidad vaginal, ya que, mientras
le hacía sexo oral, ya se le había puesto el pene tan duro y rígido como una
roca nuevamente. Se le fue encima y follaron al menos dos veces esa misma
tarde.
Milo dejaba salir su leche sobre el vientre de la chica, sobre sus tetas,
mientras esta, le había hecho sexo oral después de terminar, para dejarle la
polla tan limpia y pulcra como siempre. Después de aquel acto tan
apasionado y desenfrenado, inevitablemente, llegaría el sentido de culpa.
Aquella sensación ardía en lo más profundo del pecho de ambos, ya que,
sabían perfectamente que no debió haber pasado. Esto hizo sentir muy mal
a Milo, ya que nunca había engañado a Ángela, nunca hubiese tan siquiera
pensado en estar con otra mujer, por haber conocido a Issa, había cambiado
drásticamente las cosas.
La situación se había complicado, se había tornado confusa, ni siquiera él
mismo podía ordenar sus propias ideas, era como si hubiese sido
contaminado por alguna fuerza superior que lo había llevado aquella
equivocación. Nunca había tenido que lidiar con un peso tan extremo, ni
siquiera las rocas de montaña más grandes, lo aprisionaban tan
intensamente como esa culpa que ahora debía llevar sobre sus espaldas.
Pensaba en que Issa no diría nada, pero la inocencia que aparentaba tener
esa mujer, cambió drásticamente desde aquel encuentro. A partir de
entonces, se mostraba lejana, ya casi no conversaba con Milo, y no podía
ver con claridad, pero cuando abría sus ojos, podía percibir el cambio de su
actitud.
En múltiples ocasiones, Milo trató de aclarar la situación, tratando de
disminuir la tensión entre ellos, pero Issa cada vez parecía menos interesada
en vincularse con él nuevamente.
— Han pasado algunos días desde lo que ocurrió entre nosotros, Issa. ¿Por
qué has cambiado tanto conmigo? ¿Acaso crees que eres la única que siente
culpa? — Dijo Milo.
— No quiero tener esta conversación, Milo. Ya has intentado hablar de ello,
y sabes cuál es mi posición. Cometimos un error, y ahora debemos enfrentar
las consecuencias.
— ¡Esto es algo de lo que Ángela nunca debe enterarse! Sé que ustedes los
ángeles tienen códigos morales muy diferentes a los humanos. Pero si ella
se entera de esto, podría perder el control. ¡No conocemos el lado oscuro de
Ángela!
— ¡Pensé que eras un sujeto totalmente diferente, Milo! Ahora hablas de
engañar a tu propia esposa, que mantengamos esto en silencio, pensé que
eras alguien transparente, responsable, que asumiría sus errores sin importar
las consecuencias.
Las palabras de Issa, aunque lo herían profundamente, tenían toda la razón,
ya que, ni siquiera el propio Milo podía reconocerse.
Era como si se hubiese contaminado con algo que había hecho que su alma
se tornará oscura, ahora, el rey no solo había dejado de ver con sus ojos,
había dejado de ver con los ojos del alma, estaba ciego, contaminado por la
duda, la culpa, los miedos y la inseguridad.
— ¿Entonces vas a decírselo a Ángela? Con eso erradicarás cualquier
posibilidad de que ella sea feliz, inclusive, terminarás con una mínima
posibilidad de que entre tú y yo pueda haber algo en el futuro. — Dijo Milo,
en un último intento desesperado de manipulación.
Lo que recibió fue una risa a carcajadas por parte de Issa, la cual, había
mostrado un desinterés tremendo hacia él. No parecía interesada en tener
nada con él a partir de ese entonces, así que, las medidas desesperadas de
Milo, podrían llevarlo a cometer un grave error.
— ¿Acaso crees que tu palabra puede más que la mía? Sólo eres un ángel
errante, vas por el mundo sin reglas, viniste aquí con la excusa de ayudar a
Ángela, pero solo viniste a romper con lo que ella tenía. Sabías que lo
nuestro era perfecto, pero viniste a provocarme, sabía que me tocabas de
una manera diferente... Fuiste tú quien inició esto, me intoxicas con tu
veneno lujurioso. — Dijo Milo.
— Di lo que quieras, pero apenas regrese Ángela, se enterará de la forma en
que me devoraste el coño, como dejaste que todo se tornara intenso entre
nosotros. ¡Fuiste débil, y eso no lo perdonará jamás Ángela!
En ese momento, la chica salió de la habitación, dejándolo completamente
solo acostado en la cama, consumido por la desesperación, y con la
incertidumbre de no saber cómo terminarían las cosas, ya que, aquel error
que había cometido, era totalmente imperdonable.
Se ponía en los zapatos de Ángela, y sabía que, si ella hiciera algo similar,
posiblemente no podría superarlo. Cierto mañana, cuando Milo despertó, se
quitó las vendas para evaluar cómo estaba su vista.
Lo hacía de forma habitual, ya que, tenía la esperanza de que un día no
tuviese que usar la venda nunca más. Cuando abrió sus ojos, la vista era
borrosa, solo podía ver algunos destellos de luz, progresivamente, las cosas
se iban normalizando. Solo era cuestión de paciencia, y esperar a que el ojo
se adaptara a las condiciones del entorno, ya que, había sufrido un grave
daño.
Pero ese día, las cosas fueron diferentes, ya que, en la habitación, no estaba
solo con Issa. Había alguien más allí en su habitación, sentado en una silla,
vestido completamente de negro, y aunque este llamó la atención de Issa,
esta lo ignoró por completo.
— Issa, sabes muy bien que no me gusta recibir visitas. ¿Quién es ese
sujeto que está allí sentado? — Preguntó Milo.
Ella seguía doblando algunas ropas del rey, seguía con sus actividades sin
tomar en cuenta ninguna de sus palabras. Era como si no escuchara lo que
decía el monarca.
— ¡Deja de ignorarme! Te estás comportando como una insolente. ¿Quién
es ese hombre?
— Creo que estás perdiendo la cabeza, mi rey. ¡Allí no hay nadie! — Dijo
Issa.
— Sé que no puedo ver con claridad, pero mis ojos no pueden mentirme.
Hay un hombre allí sentado, lo puedo ver claramente, está vestido de negro,
aunque no puedo definir su rostro, sé que hay alguien allí. ¡Deja de
engañarme, maldición! — Dijo el frustrado Milo, mientras intentaba salir
de la cama.
— Creo que el daño que recibiste en aquella explosión afectó tu mente y tu
cabeza, allí no hay nadie. Será mejor que permanezcas sentado o acostado,
no voy a levantarte si vuelves a caer. — Dijo Issa, con un tono de voz
bastante oscuro y muy prepotente.
— No estoy loco, y hay algo que está pasando aquí que no entiendo
todavía, pero yo mismo lo averiguaré. — Dijo Milo, mientras se acercaba a
la silla.
Cuando trató de ponerle las manos encima al hombre que aparentemente
estaba sentado allí frente a él, éste se desvaneció inmediatamente. Milo
tomó la silla y se cayó al perder el equilibrio, hubo un completo desorden
dentro de la habitación, ya que, al recuperarse, volvió a ver aquel bulto
oscuro, con rostro humano. Había color piel en su rostro y sus manos, así
que, caminaba hacia él, pero cuando trataba de atraparlo, se desvanecía y
aparecía en otro punto de la habitación.
— ¡Basta, detente ya, te harás daño, Milo! — Dijo Issa, mientras iba a
tomar lo del brazo.
— ¡Suéltame, no me toques! Hay algo extraño aquí, y voy a descubrirlo. —
Dijo el desesperado Milo, quien se veía profundamente nervioso, y a punto
de sufrir un ataque de pánico.
— ¡Basta de juegos! Ya es suficiente. — Dijo aquel hombre, con un tono de
voz profundo, grueso y penetrante.
— Lo sabía, sabía que había alguien aquí. ¿Quién demonios eres? ¿Cómo
es que puedes desaparecer y aparecer de esa manera?
— Soy Tobías Verger, es un placer conocerte, mi rey. Esa no es la manera
en que deberías recibirme, creo que una referencia estaría bien. — Dijo
Tobías.
— ¿Una reverencia? ¿Quién te crees que eres? Soy el rey de Falcaria, eres
tú quien me debe respeto a mí.
— Te equivocas, sólo eres un simple humano común y corriente. Un
hombre débil, inseguro y con miedos. Puedo leer cada reacción de tu rostro,
y en este momento estás a punto de colapsar.
Por alguna razón, Milo estaba paralizado, tras descubrir que aquel sujeto
realmente estaba en su habitación, estaba vulnerable, ya que, sabía que Issa
había cambiado totalmente su actitud, y este sujeto, podría ser una amenaza
para él.
— Issa, por favor, ¿dime quién es este hombre? ¿Qué hace en mi
habitación? ¿Por qué lo has traído al castillo?
Ella no contestó, pero caminó directamente hacia Tobías, el cual, la tomó en
sus brazos y la besó. Una larga lengua de serpiente salió de su boca, la cual,
fue succionada por Issa, quien acarició el rostro de aquel hombre, mientras
éste le sujetaba el glúteo izquierdo de una manera muy intensa.
Los dedos de aquel hombre, se hundieron en la línea entre sus nalgas,
tocándola de una manera muy erótica, ante lo que, Milo se quedó
paralizado.
— Creo que has tenido la oportunidad de degustar a mi Issa, ¿qué te ha
parecido? ¿Verdad que es deliciosa? — Dijo Tobías.
— ¡No entiendo nada de lo que está pasando! ¿Qué harán, van a
asesinarme? — Dijo Milo.
— Mi estimado rey Milo Gatrell, creo que no estoy de humor para contestar
tus preguntas. Estoy muy avergonzado de ti, ¿cómo pudiste engañar a tu
esposa, a tu reina? Pobre Ángela, sentirá que su corazón se romperá a
pedazos.
— No serías capaz de decirle absolutamente nada. Les arrancaré la cabeza a
ambos antes de que puedan contarle la verdad a la reina. — Dijo Milo,
mientras trataba de atacar a Tobías.
Pero ante la incapacidad de ver con claridad, Milo caía una y otra vez al
suelo, tropezándose torpemente, ante lo que, Tobías e Issa se burlaban de él
de una manera bastante intensa. Su debilidad y vulnerabilidad, parecía ser
muy graciosa para la pareja, los cuales, dejaron ver claramente que todo se
trataba de una trampa.
Milo se dio cuenta en ese momento, que la lujuria lo había llevado hacia la
desgracia. Lo había arruinado todo, y cuando Ángela se enterara de todo lo
que había pasado entre él e Issa, la chica quedaría totalmente devastada y
nunca lo perdonaría.
Era evidente que Ángela amaba con locura a Milo, pero nunca sería capaz
de perdonarle una traición tan deplorable como esa, se había acostado con
su amiga, con su cuidadora, y en lugar de resistir y mantener la lealtad,
había dejado que la carne fuese débil.
Mientras tanto, Ángela había conseguido reunirse con Morten Haugen,
quien le había contado que Tobías era un demonio cambia formas del linaje
directo de Lucifer. Era un nieto directo del señor de las sombras y había
conseguido cruzar el portal. Aquella afirmación, había dejado congelada a
Ángela, quien no creía que hubiese un linaje descendiente tan poderoso del
señor más poderoso de las sombras.
Cuando Morten Haugen le dijo aquello a Ángela, está supo que su rey
estaba en peligro al estar solo en aquel lugar, ella lo defendería como nadie,
absolutamente ningún Ángel podría protegerlo como ella, así que, debía
regresar.
Pero ante esto, Morten Haugen trató de persuadirla para que no se fuera,
ella insistió, pero éste le ofreció un trato.
— ¡Me ha encantado volver a verte! Sigo tan interesado en ti como la
última vez en que estuvimos juntos, mi amada Ángela. Sé que has contraído
matrimonio con ese rey, pero puedo ofrecerte una ventaja adicional.
— Sé que sigues interesado en mí, puedo verlo por la manera en que me
miras. Pero ahora estoy con alguien más, estoy enamorada profundamente
del rey Milo, y nada va a hacerme cambiar de parecer.
— Podría romper mis propios esquemas, y darte una ventaja adicional. Si
eres capaz de darme un beso real y apasionado, te diré cuál es la debilidad
de Tobías.
Aunque la oferta era bastante tentadora, Ángela no podía aceptar, sentía
mucho respeto hacia Milo, y en lugar de dejar que aquel ángel de la muerte
siguiera intentándolo, decidió marcharse sin dudarlo. Sus alas de plata se
extendieron totalmente, y voló nuevamente a casa.
Después de días de viaje, logró volver, encontrándose con una escena muy
extraña. Lo único que existía en la mente de Ángela, era la necesidad de
volver a tener a Milo entre sus brazos, besarlo, quedarse junto a él para no
separarse de nuevo, no lo resistiría. Pero cuando llegó al castillo, lo que
encontró fue bastante preocupante, ya que, encontró a Isa en la sala
principal con sus ropas completamente rasgadas.
— Issa, ¿qué haces allí? ¿Qué ha pasado? — Preguntó Ángela, mientras
corría a ayudarle.
— No lo sé, tengo miedo, estoy confundida... Simplemente perdió el
control, no pude hacer nada. — Dijo Issa, mientras temblaba de miedo.
— ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Dónde está Milo?
— ¿Milo? No, no dejes que Milo me toque de nuevo. ¡Aléjalo de mí! —
Dijo Issa, mientras se encogía abrazando sus piernas.
— ¿Ha sido Milo quien ha hecho esto? Mírame a los ojos, necesito que me
digas qué está pasando...
Issa mostraba una mirada perdida, no parecía concentrarse en nada, miraba
hacia el infinito mientras se mecía constantemente hacia delante y hacia
atrás. Estaba severamente traumada, pero en ese momento, Milo había
aparecido en escena llevando su traje de guerra, muy imponente, con una
actitud segura de sí mismo, y con sus ojos ya curados.
— Vaya regalo tan agradable que me has dejado, mi amada Ángela. Qué
bueno verte regresar, ahora, podré divertirme con mi reina como siempre ha
debido ser. — Dijo Milo, mientras caminaba con la mano extendida para
sujetar a su amada esposa.
— ¿Tú le has hecho esto a Issa? ¿Has abusado de ella, Milo? ¿Acaso has
perdido la cabeza?
— ¿Y no fue para eso que la dejaste a mi disposición? Tu ausencia genera
necesidades en mí, Ángela. Soy un rey, puedo tener a quien yo quiera, y no
debo darte explicaciones. Issa ha sido un festín exquisito, lástima que no ha
podido soportar mi apasionada forma de hacer el amor. — Dijo el rey.
Ángela estaba profundamente confundida, y, de hecho, le había preguntado
a Issa por qué no se había defendido si ella era un ángel Guerrero al igual
que ella. Pero Issa, le había confesado que ella había sucumbido ante los
encantos del rey, y había confiado en él.
Milo le dijo a Ángela que ya no la amaba y que ya no la necesitaba, y que
bien podía marcharse de su reino en ese momento. Después de aquella
discusión, Ángela salió de allí con las alas totalmente desplegadas, pero con
el corazón totalmente despedazado.
Lo único que podía hacer en ese momento, era volver a la tierra de Morten
Haugen, ya que, él le había hecho una oferta, y al menos, tenía un objetivo
en mente, tenía que encontrar a Tobías, aunque nunca había estado tan cerca
de él, ni siquiera lo imaginó.
Cuando Ángela se fue del Castillo, dispuesta a no volver nunca más, Tobías
cambió de forma una vez más, había tomado la forma de Milo para engañar
a Ángela, y habían encerrado al rey en una de las habitaciones subterráneas
que habían sido construidas para casos de ataque y emergencia.
Milo ahora era un prisionero de su propio reino, su lugar había sido
usurpado por un demonio cambia formas y un ángel traidor. Las vidas de
Ángela y el rey, estaban en peligro extremo.
4
Después de reencontrarse con Morten Haugen, Ángela no volvería hacer la
misma, había tenido que encarar las consecuencias de tratar con seres
completamente inesperados, que podrían tomar medidas muy extremas
cuando sus deseos los consumían.
Ya era suficientemente doloroso tener que lidiar con la idea de que su
amado esposo, el rey Milo le había traicionado, pero tener que dirigirse
hacia las tierras hostiles donde habitaba Morten Haugen para poder
doblegarse ante él tan solo a cambio de información, era algo que
quebrantaba notablemente el espíritu de Ángela.
Pero ella seguía convencida de que ella era la única que podía salvar al
planeta y a la humanidad, así que, no dudó en acudir nuevamente al ángel
de la muerte.
— ¡Mi amada Ángela, veo que has regresado! Parece que las cosas no han
salido como esperabas en Falcaria. — Dijo Morten Haugen, con un tono de
burla evidente.
— Creo que aceptaré tu oferta. Solo espero que no se trate de un engaño y
la información que me proporciones, sea real. — Dijo Ángela, mientras se
acercaba con lamento a este sujeto.
Nadie sabía a ciencia cierta si el ángel de la muerte podría experimentar un
sentimiento real y puro de amor, pero lo que si era cierto, es que se había
obsesionado de una manera tremenda con esta chica, quedando totalmente
atrapado en la belleza de la hermosa Ángela, la cual, había llegado con sus
ojos llorosos a aquellas tierras y llena de un profundo dolor, ya que, la
decepción había tocado la puerta de su vida, y esta no había podido evadir
ese sufrimiento que le había causado descubrir que Milo la había engañado.
El hecho de que un humano fuese tan débil como para sucumbir ante los
placeres de la carne y entregarse a otra mujer, no era realmente lo que la
había impactado, era el hecho de que lo hubiese hecho con su propia amiga,
y que ésta, no hubiese tenido el valor de resistirse, aunque sabía que Milo
tenía encantos realmente increíbles. Finalmente, cuando Ángela decidió
besar los labios de Morten Haugen, descubrió que no debía haber tomado
aquella decisión.
Se suponía que debía ser un simple beso, pero aquello, había sido una
oportunidad para que Morten Haugen hiciera de la suyas. Fue como probar
veneno, ya que, en el momento en que Ángela tocó los labios de aquel
hombre, los cuales eran fríos, secos y desagradables, esta entró en un estado
de muerte en vida.
Sus ojos se cerraron y su cuerpo se desvaneció, pareció perder la fuerza en
sus piernas, ya que, tuvo que ser atrapada prácticamente en el aire por
Morten, quien la sujetó metiéndole las manos justo debajo de sus axilas, y
llevándola hacia un lugar de descanso.
Para Morten, tenerla para él era lo más importante, no importaba si estaba
totalmente viva o no, lo importante era tenerla cerca y para él, había
esperado mucho tiempo para que llegara ese momento, y ahora no podía
dejarla ir. Las cosas cada vez se ponían más complicadas para la pareja, ya
que, ambos estaban neutralizados.
Ángela y Milo estaban cada uno en una prisión, de diferente naturaleza,
pero al final, atrapados de una manera similar, ya que, no podían actuar por
voluntad propia, dependían de las acciones de alguien más para poder
seguir adelante.
Habían sido separados por la influencia de terceros, quienes habían afectado
terriblemente la unión que debía simbolizar la estabilidad de todo el planeta
y la libertad de la humanidad. Milo había sido débil y se había dejado
manipular por Issa, quien eventualmente, se había convertido en el peor
infierno de este hombre.
El primer mes que había pasado encerrado allí, había sido desesperante,
apenas y recibía alimento, se le proporcionaba escasa hidratación, ya que, a
pesar de que lo querían torturar, no aspiraban a una pronta muerte de Milo
Gatrell, ya que, esa no era la intención principal.
Aunque Tobías Verger era un demente, lo último que esperaba era matar a
Milo, ya que, quería que este viera con sus propios ojos, cuáles iban a ser
los resultados que se desarrollarían en los próximos días. Tobías estaba muy
seguro de que su plan iba encaminado hacia el éxito, y si se veían las cosas
desde un punto de vista objetivo, este había ejecutado todo de una manera
precisa y sin margen de error, lo que le había garantizado una alta
posibilidad de éxito.
Milo cada vez perdía más las esperanzas de volver a ver a su amada, ya que,
todas las condiciones parecían apuntar a que habían sido derrotados.
Mientras éste permanecía encerrado entre cuatro paredes, en una profunda
oscuridad en el sótano de su propio castillo, Ángela Derrick había
permanecido dormida, ya que, el hechizo que había generado Morten
Haugen, la había sumido en un abismo profundo del cual no podía escapar.
Ella había sido ingresada en una cápsula de vidrio, donde día a día, Morten
Haugen le admiraba, orgulloso del éxito de su plan, ya que, la tenía para él,
nadie podría arrebatársela jamás, y este la custodiaría tanto como fuese
posible para que la chica permaneciera azulada por la eternidad. Era una
actitud enfermiza, pero Morten Haugen no había roto los esquemas, no le
había quitado la vida a nadie, lo que estaría fuertemente penado y era
prohibido para él.
Él tenía que actuar como el ángel de la muerte, un ser neutral que no podía
parcializarse por ninguno de los dos bandos. Mientras los ángeles y los
demonios, llevaban a cabo una guerra para liderar el planeta, este
simplemente se dedicaba a disfrutar de su nueva adquisición, una guerrera
que siempre había deseado.
El egoísmo del ángel de la muerte, estaba comprometiendo la existencia de
la humanidad, y absolutamente nadie podría saber a ciencia cierta en donde
se encontraba Ángela, más que Milo, ya que, este había actuado en secreto.
El rey era el único que sabía cómo encontrarla, ya que, ella misma le había
mostrado la ruta que debían tomar para poder llegar hacia los aparentes
dominios donde habitaba Morten Haugen. Ella había emprendido ese viaje
sin la autorización de nadie, y negociar con el ángel de la muerte siempre
había sido muy peligroso, sin importar con quien tratase.
El tiempo parecía correr en contra de todos los que buscaban el bien y la
tranquilidad, ya que, cientos de hombres habían sido sometidos a la
voluntad de Tobías. Éste, había comenzado a levantar un ejército tan
poderoso como el que nunca antes se había visto, quería superar las tropas
de todos los reinos anteriormente formados. Este iba a ser el momento más
importante de la historia de la humanidad, pero irónicamente, también iba a
ser su final.
No planeaba asesinar a todos los seres humanos, pero la vida como era
conocida llegaría a su fin, las personas terminarían convirtiéndose en
esclavos que alimentarían constantemente, y durante el resto de la
eternidad, la energía de los demonios.
Próximamente, Tobías planeaba abrir el portal para que todas aquellas
criaturas malignas que habitaban en el abismo, comenzaran a poblar la
tierra lentamente, convirtiéndose en una amenaza tan letal para el reino de
dios, que tarde o temprano iniciarían una guerra que tenía como objetivo
erradicar para siempre el reino de la luz.
Aquel ejército tan poderoso, lleno de poder de la oscuridad, había pasado de
estar conformado por cientos de soldados a convertirse en miles. Grandes
masas de hombres fuertes, aguerridos, letales y despiadados, se dirigían
hacia Falcaria para convertirse en parte de este ejército, eran marcados por
el demonio, y este aumentaba cada vez más sus intenciones de convertirse
en el emperador absoluto del planeta entero.
Tobías tenía una única convicción, y era rendir tributo a su ancestro, el
propio Lucifer, quien, desde el inframundo, se sentía orgulloso de los
avances que había conseguido este pequeño demonio cambia formas, el
cual, había superado a cualquiera de sus predecesores. Tobías era el
demonio que mayor éxito había acariciado, este había acumulado un poder
sin precedentes, un poder envidiado por muchos, y deseado por otros, pero
que muy pocos podían manejar.
Nadie en el pasado había conseguido neutralizar las fuerzas divinas de una
manera tan espectacular, como lo había logrado Tobías en un tiempo récord,
ya que, había sido un ejemplo de constancia, paciencia y enfoque, ya que,
desde el momento en que había pasado a través de aquel portal, no había
descansado hasta conseguir su plan maestro.
La manera tan precisa en cómo actuaba Tobías, era frustrante para sus
enemigos, ya que, este no parecía equivocarse en absolutamente nada. Cada
paso que daba era perfectamente calculado, capaz de visualizar lo que podía
avecinarse cuando asumía que algo no era correcto.
Tobías era un maestro de la maldad, había manipulado las piezas precisas
para poder avanzar hacia el objetivo infalible de conquista. Había quitado
de en medio indirectamente a Ángela, había neutralizado a Milo, y se había
posicionado en uno de los reinos más poderosos creados por el hombre,
consiguiendo un poder de control y dominación que pocos podrían
manipular.
El poder era deseado por muchos, pero muy pocos tenían la capacidad de
poder manejar esa condición, de esta manera, podía realizar sus ataques,
movimientos, y ejecutar sus planes, sin tener ningún tipo de limitante en el
camino.
Desde siempre, desde que su existencia había comenzado, Tobías había
tenido el objetivo de erradicar para siempre a los ángeles. Aquel odio hacia
los seres de luz, le había sido inculcado desde el momento de su nacimiento
en el inframundo, ya que, se le adoctrinó sobre la imposición de los ángeles
y el reino de dios a mantener los presos, confinados aquella prisión
maloliente, nauseabunda, ardiente de calor, y constantemente bajo el
profundo sufrimiento.
Escapar de allí, había sido el mayor logro de Tobías, y no iba a volver a esa
prisión nunca más, al menos no con vida. Aunque tenía una naturaleza
totalmente distinta, Issa se sentía muy feliz al lado de este demonio, y, de
hecho, le había planteado convertirse en su esposa y ser padres.
Ante esta oferta, una oferta que Tobías Verger no había contemplado, sus
planes se hicieron mucho más perversos, ya que, era una excelente idea,
pues podría gestar un heredero que tuviese el poder de un ángel y un
demonio. Aquella idea tan genial, había generado que Tobías se
compenetrara cada vez más con Issa, follaban con mucha frecuencia, el
objetivo, era gestar un bebé en su vientre, mientras Milo estaba encerrado,
sin posibilidades de intervenir para evitar aquel acontecimiento.
Ellos hacían el amor incansablemente para poder dejar embarazada a Issa,
la cual, eventualmente conseguiría su objetivo. Posteriormente, con cuatro
meses de embarazo, y con la constante expectativa de lo que pasaría en los
siguientes días, la chica estaba totalmente ilusionada.
Quizá no tenía conocimiento acerca de la gravedad de lo que estaba
pasando, ya que, tener en su vientre el hijo de un demonio, tan poderoso
como Tobías, posiblemente iba a generar consecuencias muy graves, y
quizá, la más graves posibles.
Tobías se había asegurado de protegerla en todo momento, pero sus ojos no
podían estar vigilantes siempre, había momentos en los cuales descuidaría a
su amada, y este sería el momento en que el otro bando aprovecharía la
oportunidad para atacar. La forma en que los ángeles operaban, no era la
misma en la que los demonios arremetían contra sus enemigos, estos,
preferían ser mucho más cuidadosos y silenciosos. Solo acudían a la tierra
en grandes ejércitos cuando eventos como los el de Crackall se llevaban a
cabo.
Una noche, mientras Issa dormía, unas manos la tomaron de forma
silenciosa, sacándola del castillo tan rápido como pudieron, mientras ésta ni
siquiera pudo hablar. Una de las manos, se colocó sobre su boca, otra,
sujetó una de sus manos, las otras dos manos, sujetaron sus piernas y la
mano libre. Ella trató de desplegar sus alas e intentó defenderse, pero fue
atada con una cuerda de oro, que eran utilizadas para incapacitar a los
Ángeles, era la única forma de frenarlos, un método también muy útil para
los demonios.
Dos seres muy fuertes, los cuales no podían ser humanos, habían tomado a
Issa, y después de sacarla del castillo de forma silenciosa, se la habían
llevado ante el propio dios. El ser supremo, se había enterado sobre la
participación de la chica en el plan de un tal Tobías que muy pocos
conocían.
Pero ese nombre iba a convertirse lentamente en un dolor de cabeza para
aquellos que luchaban por la luz, ya que, a pesar de que era muy poco
reconocido en ese contexto, Tobías iba a demostrar que era mucho más
poderoso que cualquiera de los demonios anteriores, que habían tratado
reclamar el poder que éste estaba buscando.
— ¡Issa, te has convertido en una decepción para nuestra raza! Te has
doblegado ante un demonio, has traicionado nuestros valores y principios.
Has puesto en riesgo a la humanidad entera con tus actos y responsables. —
Dijo dios, el cual, no solía mostrarse demasiado ante sus ángeles.
Se veía como una imagen translúcida, no podía definir su rostro, pero aquel
hombre, se escuchaba realmente molesto, enardecido y decepcionado.
Lleno de un profundo dolor y preocupación.
— No he podido controlar mis sentimientos, mi señor. Pero pido perdón, he
aprendido a amar a Tobías con toda mi alma, y no puedo separarme de él.
¡Por favor, no me quiten este amor tan puro que siento en mi interior! —
Dijo la sollozante Issa.
— Sabes que hay castigos muy específicos para los ángeles que suelen
vincularse con los humanos sin nuestra autorización… Pero vincularte con
un demonio, es algo imperdonable. Si quieres continuar con esa relación,
tendrás que abandonar tu naturaleza divina. Serás convertida en mortal, y
morirás eventualmente tal y como lo hacen los humanos. — Dijo Dios.
Sin duda, aquello era el peor castigo que podía proporcionarle a un ángel,
arrebatarle la naturaleza divina significaba no poder volar nunca más con
alas propias. La inmortalidad era arrebatada, y los poderes y la fuerza que
les proporcionaban a los ángeles, desaparecerían totalmente.
Issa estaba totalmente enamorada, ella no veía más allá del sentimiento que
había crecido en su corazón, pero para su pesar, no era un sentimiento
recíproco, los demonios no podían amar, solo actuaban por pura
conveniencia. Ella estaba enamorada sola, sin ningún tipo de
correspondencia por parte del demonio que estaba generando el sacrificio
de la chica.
— ¡Aceptaré las consecuencias de mis acciones, mi señor! Pero por favor,
no me hagan daño ni le hagan nada a Tobías. Es el único que ha conseguido
hacerme feliz hasta el momento.
— Estaremos monitoreando las acciones de Tobías. Hemos visto que ha
formado un ejército, desconocemos cuáles son sus intenciones, y presumo
que tú lo sabes. Llevas en tu vientre el fruto de una unión ilegal, y para
poder regresar a tu vida habitual, tendrás que entregarnos a tu hijo.
Lo que escuchó Issa, era terrible, era una aberración, la iban a despojar del
bebé que llevaba en su vientre, y aquello, no podía ser tolerado bajo
ninguna circunstancia.
— Mi señor, con todo respeto… Es una de las cosas más absurdas que he
escuchado. Planean arrebatarme a mi hijo, eso no lo permitiré. — Dijo Issa,
mientras asumía una posición de pelea.
Pero dos grandes ángeles, fuertes, intimidantes y de los mejores de la élite
de dios, tomaron con fuerza, limitándola y llevándola hacia un lugar
apartado. Allí, iba a ser sometida al peor castigo, se suponía que iba a ser
solo desterrada, pero el vientre de ella era en lugar de un ser sobrenatural
que podía ser generador de un caos tremendo en el futuro.
Issa fue llevada a una sala en la que le fue practicado el asesinato de su
bebé, el cual, fue extraído de sus entrañas y neutralizado. Según el propio
Dios, este era el símbolo del apocalipsis, y era el momento de que las cosas
comenzaran a equilibrarse.
Había estado muy relajado, muy confiado de sus ángeles, y todo había
comenzado a dirigirse hacia el caos. Era momento de que el propio Dios
comenzara a intervenir para reestructurar el orden de las cosas, así que, era
el momento de darle fin a la maldad.
Issa no solo experimentó el peor dolor físico, sino que también su corazón
estaba destruido. Después de que se le había arrebatado la vida que llevaba
en su vientre, la inmortalidad le fue arrebatada también. Fue abandonada en
las instalaciones del castillo de Falcaria, y allí, fue encontrada por Tobías,
quien la había estado buscando durante horas.
— ¡Issa, te he buscado por todas partes! ¿En dónde estabas? ¿A dónde has
ido? — Preguntó Tobías, al ver a la chica totalmente asustada y en llanto.
— Mi padre ha reclamado mi presencia, y allí, me ha arrebatado nuestro
hijo, Tobías. Me he convertido en una mortal, solo para poder cumplir mi
misión de estar a tu lado y apoyarte. Ya no tengo ninguna relación con la
naturaleza divina, ahora podré ser tuya por la eternidad.
Pero en ese momento, Tobías dejó que su rostro se transformara,
experimentó una ira tremenda, el mismo odio que había estado acumulando
durante mucho tiempo hacia Dios y hacia los ángeles, volvió a emanar de
una forma descomunal.
La única razón por la cual había comenzado a tolerarlos, era por el hecho de
que Issa lo hacía sentir muy bien, pero ahora que ella no podía servirle de
nada en su ascenso hacia el poder, la había desterrado instantáneamente.
— ¡Ya no me eres útil, Issa! Dios pagará lo que te hizo, de eso no hay
dudas. Pero ya no podrás estar a mi lado. Recoge tus cosas, y márchate
ahora mismo de Falcaria, ya no tienes nada que hacer aquí. — Dijo Tobías.
— Pero Tobías, ¿cómo eres capaz de hacerme esto? puse en juego toda mi
vida y naturaleza, todo lo abandoné por ti, no puedes hacerme esto.
— ¡No me hagas hacerte daño, Issa! Tan solo por el hecho de que valoro lo
que hemos vivido hasta este momento, no voy a hacerte daño. Pero si me
obligas a repetirte que te marches, entonces mis propias manos se
mancharán de sangre al asesinarte.
Issa entendió que Tobías hablaba muy en serio, así que, ante la posibilidad
de morir, prefería marcharse. Pero ella no se iba a ir sin actuar, así que, en
un acto desesperado de venganza, había tomado la espada del rey, la espada
de oro, aquella arma sagrada que podría asesinar demonios, y neutralizar a
cualquier criatura del mundo.
Esa espada, había sido guardada en un lugar muy bien custodiada, pero Issa,
la había tomado para entregársela de nuevo a su portador, al rey Milo. Bajó
a las habitaciones subterráneas, y le había entregado el arma a Milo, quien
se había impresionado ante la colaboración de la chica.
— ¿Acaso esto es un engaño? ¿Volverás a tenderme una trampa? —
Preguntó Milo, mostrando el peor desprecio hacia Issa.
— ¡No, Milo! Estoy muy arrepentida de lo que hice, y es momento de hacer
mi pequeño aporte para que el orden se restablezca.
Cuando vio sus ojos, Milo pudo notar fácilmente el arrepentimiento. La
chica había cometido un grave error, y era momento de revertir todo el daño
que había hecho.
A cambio de aquel favor, Issa le pidió el favor a Milo que la asesinara, pero
él no se iba a manchar las manos de sangre. Él no iba a seguir actuando de
una forma débil, dejándose manipular por otros, así que, él la dejó allí, para
que ella misma tomara la decisión que mejor se adaptara a sus deseos.
Ella se quedó allí en aquella celda tendida en el suelo llorando por su
desgracia, mientras Milo tomó secretamente su armadura, uno de los
caballos del reino y cabalgó hacia el norte. Avanzó por aquellos volcanes
letales, cabalgaba sin saber a qué se iba a enfrentar al llegar a su destino.
Después de largos días de viaje, logró ver la caverna de Morten Haugen, la
identificó porque a las afueras de aquel lugar había vestiduras tendidas y
algunos caballos que le pertenecían a Morten. Pero lo más importante de
todo, era que el instinto movía a Milo hacia su reina, a la cual, parecía
percibir desde lo más profundo de su ser.
Al entrar al hogar de Morten Haugen, el ángel de la muerte estaba dormido,
ante lo que, Milo se dedicaba a explorar con mucho cuidado todo el lugar.
No había sido percibido ni visto por Morten, quien había caído en un
profundo sueño de descanso, el cual, se prolongaba durante más de 10
horas.
Al entrar en diferentes cámaras, Milo no encontró absolutamente nada, pero
al entrar a la última, ya casi decepcionado y resignado a no encontrar a
Ángela, observó una cápsula de vidrio al final de aquel lugar.
Avanzó con cuidado, preparado siempre para la pelea, empuñando su
espada sagrada, la cual, había sido un regalo de la propia Ángela Derrick.
Cuando observó de cerca aquella cápsula de vidrio, observó a Ángela, quien
dormía profundamente bajo el encanto del ángel de la muerte. Esto, dejó
totalmente estupefacto a Milo, quien levantó aquella cápsula de vidrio para
tratar de despertarla, pero todo fue inútil, aquella chica estaba como muerta
en vida.
La última salida de Milo, fue darle de beber un poco del agua sagrada del
volcán Kymai, el cual, tenía poderes curativos. Éste, colocó un pequeño
recipiente en los delicados labios de Ángela, la cual, al probar el fluido,
comenzó a recuperar la vitalidad lentamente. El corazón de Milo latía con
fuerza emocionado al ver que su plan había funcionado.
Había sido muy inteligente al tomar un poco de aquella agua sagrada, la
cual, era capaz de regenerar el cuerpo y el alma. Este era el único fluido
existente que podía neutralizar el poder del ángel de la muerte, el cual, para
ese momento, se encontraba profundamente dormido. Parecía que la suerte
estaba finalmente sonriéndole a Milo y a Ángela, ya que, si se hubiesen
encontrado frente a frente con el ángel de la muerte, no habría forma de
derrotarlo.
Ángela reaccionó, y cuando la vio abrir sus ojos, ella pensó que era un
sueño poder ver a su rey estando allí frente a ella, quizá, ya había muerto, y
la ilusión de volver a ver por última vez a Milo se había materializado en su
mente. Pero no, estaba viva, y cuando este besó sus labios, Ángela entendió
que todo era real.
— Sé que cometí graves errores, quizá no merezco tu perdón, pero no voy a
dejarte aquí, no voy a abandonarte. Mereces lo mejor de este universo, y yo
voy a proporcionártelo. ¡Vamos, vine por ti y saldremos de aquí juntos! —
Dijo Milo, mientras tomaba en brazos a la chica.
— Creo que puedo caminar, sólo estoy un poco confundida. ¿Cómo
lograste venir hasta aquí? ¡Pensé que no me amabas!
— ¿Qué dices? ¿Cómo voy a dejar de amarte?
— Dijiste que no me amabas, que me marchara de Falcaria. Te vi
completamente seguro cuando tomaste la decisión.
— ¡Ese no era yo, Ángela! Usurparon mi identidad, yo estuve encerrado
todo este tiempo en una celda debajo del castillo, pero ya habrá tiempo de
dar explicaciones, no creo que tengamos mucho tiempo para salir de aquí.
¿Está aquí el ángel de la muerte del cual me hablabas?
— Probablemente sí, así que, tenemos que huir tan pronto como podamos.
Si nos atrapa, no tendremos oportunidad.
Ambos escaparon antes de que Morten Haugen despertara, ya que, este caía
en un profundo sueño en el cual, no podía notar casi nada de lo que ocurría
en su entorno, una razón más para aislarse de la mayoría del mundo.
Milo y Ángela salieron de allí cabalgando tan rápido como pudieron, y
cuando Morten Haugen fue a ver a su ángel guerrera, la ira lo consumió y
prometió que la encontraría en cualquier parte del mundo. Su grito
desgarrador de furia, se había escuchado a kilómetros de distancia. Milo y
Ángela tenían mucho de qué hablar, pero sabían que habían sido víctimas
de un complot perfectamente orquestado.
Era el momento de ir en contra de Tobías, quien parecía ser invencible, pero
Ángela, había sido provista de la información antes de recibir aquel beso.
Aquella información que había ido a buscar inicialmente en los dominios de
Morten Haugen, finalmente había sido proporcionada antes de que éste la
durmiera durante un tiempo indefinido.
Éste le había comentado que Tobías Verger solo podía ser derrotado al ser
apuñalado con una de las alas de plata de un ángel. Pero, aunque parecía ser
sencillo, Tobías tenía la habilidad de desaparecer, cambiar de forma, y esto
haría que la tarea fuese realmente difícil.
Una herida generada por el ala de plata de un ángel sobre la carne de un
demonio, generaría una infección vertiginosa que paralizaría su sistema.
Pero el verdadero reto, era lograr meter esa pluma en la carne del demonio,
ya que, este sería tan escurridizo como un pez en la mano.
Milo sabía que no había otra opción más que entregarse como carnada, y así
se hizo. Cuando llegaron de nuevo a Falcaria, una pelea brutal se llevó a
cabo entre humanos, demonios y ángeles.
Ángela Derrick había pedido el apoyo de los ángeles, y la guerra volvió a
iniciar, pero en esta oportunidad, los ángeles habían comenzado a caer
como las hojas secas de un árbol muerto, no parecían tener oportunidad de
imponerse, no tenían la misma fuerza y efectividad, en contra de estos
súbditos, los cuales, tenían en su interior, la energía del propio inframundo.
Tobías, al ser un descendiente directo de Lucifer, tenía un poder
descomunal y brutal, el cual, se lo había transmitido a sus súbditos después
de haberlos marcado. Esto, les había proporcionado una mayor fuerza y
velocidad, había incrementado tremendamente la precisión de esto, su
rapidez, como evadían sus ataques, y esto, era una amenaza tremenda para
sus contrincantes.
Parecía que no podrían ganar, pero mientras Tobías peleaba con un grupo de
ángeles, Milo se hizo presente en el lugar, listo para retarlo.
— Finalmente volvemos a encontrarnos, Tobías. Pero esta vez, no vas a
poder superarme, te aprovechaste de mi incapacidad de poder ver, pero
ahora, estoy listo para rebanarte la cabeza. ¡Volverás al infierno de donde
nunca debiste salir! — Dijo el decidido Milo.
Tobías se enfocó directamente en su principal objetivo, ya que, el rey se
había convertido en una verdadera piedra en el zapato para él. Pelearon
durante largos minutos, pero parecía que Tobías jugaba con Milo, ya que, si
hubiese querido matarlo desde el principio, lo hubiese hecho con total
facilidad.
Milo utilizaba la espada divina que había sido forjada por los dioses, y esta
era un arma que realmente era efectiva en contra de un impresionado
Tobías, quien no imaginaba que Milo Gatrell sería un contrincante tan
decente. Aunque Milo se esmeraba en tratar de atravesarlo con la espada,
sabía que, aunque lo hiriera, no lo mataría, sabía perfectamente cuál era el
objetivo principal, y las alas de ángel, serían las únicas armas efectivas en
contra del demonio.
Aquellos largos minutos de combate, habían desgastado tremendamente la
energía de Milo, pero este, era imbatible, no se iba a rendir hasta conseguir
los resultados que tanto esperaban. Tenían que hacer caer al demonio
principal, ya que, esta era la única manera de romper el hechizo que se
había generado sobre sus súbditos.
Los ángeles morían, caían uno tras otro sin que pudiesen hacer nada, no
había forma de revertir el daño que tú habías ya había generado, y Milo
estaba consciente de que su carne debía ser sacrificada para poder conseguir
el objetivo.
No le había dicho nada a Ángela cuál sería su plan, solo le había pedido
confianza en él, y esta, sabía perfectamente que Milo era capaz de hacer
cualquier cosa cuando se enfocaba en sus objetivos.
— ¡Nunca me había divertido tanto en una pelea! Mucho menos con un
humano, eres un peleador bastante bueno, pero ya estoy cansado de esto,
tendrás que morir, Milo. — Aseguró Tobías.
En ese momento, se acercó a él, y Milo estaba buscando el momento
perfecto para atarlo con la cuerda de oro. Cuando Milo bajó la guardia a
propósito dejando que Tobías lo atacara, sabía que era la única manera de
tenerlos cerca. Tobías se movió con rapidez, e incrustó un puñal en el
costado del rey.
Este dejó salir un alarido de dolor, pero inmediatamente, ató las manos del
demonio con la cuerda de oro. Esto, dejó muy impresionado a Tobías, el
cual, no imaginaba cuál era el plan que había sido trazado por el rey.
En ese momento, se escuchó un grito de dolor por parte de Ángela, quien
había visto lo que estaba pasando, Milo le había asegurado que no
apareciera hasta recibir la señal.
Su grito había sido muy claro.
— ¡Ángela, hazlo ahora! ¡Date prisa! — Dijo entre los peores dolores
imaginados, y en su último aliento.
Ángela se precipitó desde los cielos directamente hacia Tobías, quien
mantenía sus manos atadas con la cuerda de oro.
Sus ojos miraron al ángel, el cual desplegó sus salas de plata, y de ellas,
disparó 8 plumas que se incrustaron directamente en el pecho de Tobías.
Éste, observó totalmente estupefacto incrédulo lo que estaba ocurriendo,
cayendo de rodillas para comenzar a quemarse vivo.
Estaba paralizado, no podía moverse, y mientras su carne se consumía, sus
súbditos comenzaron a caer desmayados, habían sido liberados de la
maldición. En ese momento, los ángeles comenzaron a recuperar el control,
pero Milo estaba herido de muerte, y no podría salvarse.
En ese punto, la guerrera entendió que aquel sacrificio era el único método
para poder reducir a Tobías, quien era un demonio prácticamente
invencible. Ángela solo tenía una posibilidad para salvar la vida de Milo, y
para esto, tendría que ofrecerle su alma a Morten Haugen, para que salvara
la de Milo. Pero antes de que está cometiera un nuevo error, en ese
momento, el propio dios se hizo presente de forma física.
Nunca antes Ángela lo había visto, y, de hecho, no podía visualizarlo
claramente, debido al destello de luz que emanaba de él. Pero Dios había
premiado la valentía de Ángela, y como una recompensa invaluable, sanó la
herida de Milo, en retribución a su sacrificio.
— Creo que es lo menos que te mereces por todo lo que has hecho. Te has
ganado el privilegio de ser feliz, aunque aún faltan muchas pruebas. Creo
que necesitas a Milo a tu lado para seguir luchando. — Dijo Dios.
Aquel ser de luz se marchó en ese momento, y Ángela después de agradecer
con lágrimas en sus ojos, cayó desplomándose al lado de Milo, quien
respiraba con dificultad y tenía un pulso débil, pero al menos estaba vivo.
Parecía que la tierra estaba a salvo, nuevamente, de toda amenaza, pero
todo sería simple si Ángela no contara con el odio y la obsesión de Morten
Haugen respirando sobre ella. Era un momento de tranquilidad, pero era
incierto saber durante cuánto tiempo se mantendría esa paz.
Título 7
Ángela Desconfiada

Romance Prohibido con el Ángel y el


Soldado

1
A lo largo de la historia siempre se ha evidenciado el grave impacto que
pueden tener las decisiones tomadas por alguien con un corazón roto. No
importa cuanta madurez exista, tampoco importa demasiado el
conocimiento o la lucidez que tenga una persona, la herida que de una
forma profunda cercena aún corazón ilusionado puede transformar por
completo la personalidad de un individuo.
Desde los dioses hasta simples mortales, siempre estaban vulnerables ante
la posibilidad de una desilusión, pero aquellos que tienen el poder, pueden
generar graves daños irreversibles en la vida de otros, simplemente
alimentados por la venganza.
Esto era lo que le había pasado a Morten Haugen, el ángel de la muerte,
quien después de haber sufrido una de las desilusiones más fuertes, su labor
y convicción habían cambiado tremendamente.
Las consecuencias catastróficas de un corazón roto nunca pueden ser
previstas, generalmente, todo surge de manera inesperada, sorprendiendo a
todos los involucrados, permitiendo que estos descubran de una manera
bastante drástica, cuáles son los alcances de algunos seres, los cuales, son
capaces de romper sus propias reglas y esquemas, simplemente con la
intención de dar una lección a otros.
Cualquiera que haya sufrido una decepción amorosa, sabe que el dolor es
indescriptible, quizá no tan extremo como una herida sobre la carne, pero la
naturaleza de ese dolor, vista notablemente desde cualquier tipo de
sufrimiento que el ser humano o cualquier especie sea capaz de
experimentar.
Durante siglos, se ha definido la diferencia del hombre y de las bestias,
simplemente por el hecho de poder sentir estos sentimientos que en
ocasiones pueden jugar en contra del individuo, sometiéndolo a un
sufrimiento tan devastador, que es capaz de consumir hasta su propia alma.
Lo más peligroso de una persona o ser sobrenatural decepcionado, es poder
direccionar el poder y alcance para infligir un dolor proporcional a quien ha
dado el primer golpe.
Morten Haugen, ángel de la muerte, quien debía servir de manera neutral
tanto al bien como al mal, había descubierto esto de una manera repentina e
inesperada. Su amor le había sido arrebatado de las manos de una manera
repentina, aunque este, no era un amor verdadero. La obsesión lo había
cerrado por completo, asumiendo unas acciones totalmente deplorables,
llevándolo al secuestro de una reina que se había convertido en su única
razón de existencia.
Ángela Derrick, guerrera a la orden de dios, hija del supremo, esposa de
Milo Gatrell, rey de Falcaria, había caído en las manos del ángel de la
muerte, pero este, al no ser correspondido en su amor, había sido en capaz
de arrebatarle la vida, estaría en contra de las reglas, pero nadie había dicho
nada acerca de conservarla en contra de su voluntad.
Milo y Ángela, se habían jurado un amor absoluto e inquebrantable, ambos
eran capaces de dar la vida el uno por el otro, y quizá, esa era la verdadera
razón por la cual ambos debían estar juntos.
Según decía la profecía, Milo, rey de Falcaria, había sido elegido para
liberar al mundo, librar lo de las amenazas demoníacas, de los líderes
codiciosos y peligrosos, y tarde o temprano el mundo estaría en un
equilibrio absoluto, y éste, reinaría como el rey de todos los reinos.
Había algo que diferenciaba tremendamente a Milo del resto, y no, no era
su atractivo, ni su gran apetito sexual, mucho menos su destreza con las
armas, lo que realmente definía a este sujeto, era la bondad y honestidad
con la que siempre levantaba su mano para poder luchar por un ideal.
No mataba por gusto, no invadía territorio simplemente por capricho, y
mucho menos, iba detrás de lujos, riqueza y poder. Milo estaba consciente
de que había llegado al poder de forma casual, y había sido el propio pueblo
de Falcaria el cual había decidido posicionarlo como líder supremo, ya que,
éste era capaz de guiarlos gradualmente hacia esa estabilidad tan deseada.
Las personas estaban cansadas de temer, estaban agotadas de la
incertidumbre y la zozobra, estaban sometidos a una constante expectativa,
ya que, siempre había una amenaza latente que podría tocar la puerta del
reino en cualquier momento.
Ya había pasado un tiempo desde la última vez en que Morten Haugen y
Ángela se habían visto a la cara, Milo, de una manera muy ágil y astuta,
había conseguido rescatar a Ángela de las garras del ángel de la muerte, sin
que este pudiese hacer absolutamente nada.
La había retenido en un lugar alejado, en el norte, donde los humanos
básicamente no sobrevivían demasiado tiempo, pero la convicción de Milo
había llegado a tal punto, que lo había hecho romper con todos los
esquemas posibles.
No había forma de que éste dejara a su amor en manos de un ser cruel e
inestable mentalmente, así que, prueba tras prueba había conseguido
recuperar a su amada, la cual, se había convertido en su principal pilar.
El ángel de la muerte no podía permitir que se burlaran de él de una manera
tan tonta, eso era inaceptable, ya que, como consecuencia, se perdería el
respeto sobre la muerte, y su labor sería cuestionada por los propios líderes.
Morten era el punto medio entre el bien y el mal, no podía parcializarse a
favor de dios y mucho menos a favor del diablo, ya que, las consecuencias
serían devastadoras, pero desde la perspectiva de Morten, sus actos habían
sido totalmente aceptables para él, ya que, había actuado en pro del amor,
un amor que nunca antes había experimentado por nadie.
Siempre había estado enamorado de Ángela sin saberlo, y no era habitual
que el ángel de la muerte experimentara ese tipo de sensaciones, por lo que,
había llegado a pensar que ese vínculo era especial.
En definitiva, había perdido por completo la cabeza y la cordura ya no era
parte de Morten, y éste simplemente actuaba por impulso, con la obsesión
absoluta en su mente de que tarde o temprano podría recuperar a su amada.
Retener a Ángela a voluntad o en contra de la misma, para él, eso no era
importante, lo único que necesitaba, era la energía de aquella guerrera, la
cual, era uno de los ángeles más poderosos que había luchado jamás a la
orden de Dios.
Aunque Morten considerara que Ángela era totalmente especial y diferente
del resto, si había alguien que realmente conocía estas características de la
chica, era su esposo, el rey Milo Gatrell, líder de Falcaria, comandante de
tropas, Guerrero de corazón, y un peleador nato.
El cual, se había enfrentado con las amenazas más intimidantes, pero quien
siempre, había mantenido claro su objetivo, sin dejarse intimidar. Había
dejado a un lado las inseguridades, y con la imagen de su amada en la
cabeza, siempre había utilizado los movimientos correctos para derrotar a
su contrincante.
Milo era más que un rey, consideraba que era un afortunado, ya que, no solo
había sobrevivido a eventos que habían matado a miles de personas, sino
que, había permanecido al lado de la mujer que había robado su corazón y
se había adueñado de su alma. Ángela, se había convertido en la reina de
Falcaria junto a Milo, y a su lado era donde quería estar por el resto de la
eternidad.
Milo tenía el conocimiento de que Ángela Derrick era inmortal, un ángel
divino que no podría tener las mismas características que un hombre, pero
este, había comprendido que su paso por la tierra era limitado, así que, le
entregaría toda su vida a esta mujer, con la intención de hacerla feliz. Esa
era su principal misión sobre todas las cosas.
Dos años habían pasado desde los últimos eventos que habían puesto en
riesgo sus vidas, pero Milo, había abierto una herida en el corazón de
Morten que no iba a cerrarse con facilidad. Le había robado a su amor
platónico, a su ilusión, a su generadora de obsesiones y sueños húmedos,
quien, ni bajo los efectos de cualquier sustancia orgánica estaría junto a
Morten bajo su voluntad.
Aquella herida que se había generado en el corazón de Morten no iba a
cerrarse pronto, y, de hecho, con el paso de cada día, inclusive, cada minuto
que recordaba aquel evento, su odio y su rencor se incrementaba de una
manera peligrosa. Las decisiones que podía tomar un ser sobrenatural
consumido por la decepción, tal y como antes se ha mencionado, eran
capaces de alterar el orden de la vida como lo conocían todos.
Puede que no todo el mundo estuviese involucrado en lo que había
ocurrido, y era un evento que podía ser solucionado por Milo, Morten y
Ángela, pero esto, no era importante. Cuando la furia se adueñaba del
corazón de un ser como Morten, muchos eran capaces de pagar las
consecuencias.
Él solo era un intermediario, el guía entre la vida y la muerte, quien tenía
prohibido parcializarse a favor de dios, debía actuar de manera justa, y
nunca debía establecer conexiones con Lucifer, ya que, este siempre estaría
a favor de las muertes injustas y las tragedias, ya que, era algo que
alimentaba su poder y dominio.
La vida de Milo y Ángela no había sido sencilla, muchos eventos habían
tenido que superarse, como el combate con demonios que emanaron del
portal abierto por los teutones de Gradonia. Habían tenido que conocer las
destrezas de Tobías, un demonio cambiaformas que casi lograba su
cometido de dominación y destrucción de la libertad humana.
Pero el objetivo principal de ambos, era mantenerse juntos, no era erradicar
la maldad, ya que, sabían que mientras pregonaran el amor por todo el
planeta, siempre había una esperanza en aquellos que lucharan a su lado.
Los humanos eran frágiles, débiles, y vulnerables ante la furia de seres
sobrenaturales que recién comenzaban a descubrirse. Muchas eras habían
pasado en la que los seres celestiales se habían manifestado, interviniendo
en algunos eventos humanos.
Pero esta era una de las eras definitivas, y si la profecía era real, Milo sería
el rey absoluto, pero la duda, siempre estaba latente, ya que, nadie podía
asegurar a ciencia cierta, si realmente él era el adecuado o todo llevaría a un
fracaso inminente.
Los tiempos habían cambiado desde hacía ya un par de años, y un tiempo
en el que una aparente paz había comenzado a dibujarse como acuarelas
vivas en las vidas de Milo y Ángela, quienes se habían comprometido en la
idea de poder ascender juntos hacia un poder justo y único, liderado por un
hombre de corazón puro y honesto.
La felicidad que se respiraba en Falcaria, era indescriptible, era el punto de
equilibrio más estable que jamás se hubiese alcanzado en el pasado. Esto
llenaba de esperanza a todos los pobladores, pero también le daba mucha
motivación al rey, quien seguía atento siempre a cualquier intento de
amenaza, cualquier irregularidad que se generara en los alrededores de
Falcaria, la cual, se había expandido notablemente en los últimos tiempos.
Las profecías hablaban claramente de la existencia de un hombre abnegado
y dedicado, quien solo tenía como única misión dedicarse a los demás.
Milo, no había vivido su propia vida, había tenido que aferrarse a la idea de
defender a otros, y desde que conoció a Ángela, todo había sido una
transformación tras otra.
Había pasado de ser un simple luchador a la orden del rey Falco, a
convertirse en el líder de un movimiento de liberación de la humanidad. El
significado de su existencia, había cambiado por completo, y se sentía feliz
de poder tener una misión tan destacada, pero lo que más adoraba, era poder
compartirla junto a Ángela.
Eran tiempos de calma en Falcaria, pero quién es estaban atentos a todo lo
que ocurría y conocían muy bien el entorno, sabían que un lugar como este,
el cual, acumulaba tanto poder y tecnología, no descansaría durante mucho
tiempo, ya que, los fuertes intereses de las fuerzas oscuras probablemente
acecharían hasta el momento de poder asestar un golpe inesperado, que
desestabilizara todo el poder de este lugar, y si podían derrocar a Milo,
entonces todo habría sido en vano.
Esto nos lleva al nuevo objetivo de Ángela, quien siempre había peleado a
la orden de dios, con su misión principal como defensa del bien y la
justicia, pero desde el momento en que se había unido a Milo, sus
prioridades habían cambiado.
Había descuidado tremendamente su relación con su padre, y se había
dedicado enteramente al amor de su vida. Falcaria se había convertido en su
principal foco de energía y atención, y mantener la calma que se había
construido allí, era una misión que compartía tomada de la mano de su rey.
Habían pasado momentos muy difíciles, las cosas no habían sido de color
rosa para ambos, no había sido una relación normal, pero ambos se
encontraban felices con esto, ya que, encontraban en el otro un
complemento tan absoluto, que ningún ser en el universo sería capaz de
proporcionárselos.
Era el momento de disfrutar de su relación, era la primera vez que se
respiraba una paz tan prolongada, y este ángel había colgado su escudo,
armadura y espada simplemente para convertirse en la reina que Falcaria
necesitaba. Siempre habían peleado con el alma, pero era momento de amar
con todas sus fuerzas.
Ángela se había ganado sus alas peleando a la orden de dios, y nunca había
cuestionado absolutamente nada de lo que este ser supremo había
establecido como una norma. En muchas ocasiones, no estaba de acuerdo
con las decisiones que se tomaban, ya que, a pesar de que el creador era
infalible y preciso con las decisiones que tomaba, no siempre tenía la razón.
Muchas malas decisiones habían generado tragedias, pero Dios aseguraba
que se trataba de una limpieza, de que tarde o temprano el ser humano
llegaría a un punto de evolución donde aprendería de todas sus faltas y
errores. Eran pequeños castigos que eran necesarios para sus protegidos, los
cuales, de alguna u otra forma terminaban sufriendo los experimentos de un
creador que en ocasiones no parecía ser demasiado estable emocionalmente.
Ángela estaba consciente de ello, pero siempre había bajado la cabeza
cuando se le daba una orden. El único que había sido capaz de hacer que
esta retar a sus propios líderes, había sido Milo, y esto, había definido una
gran parte de las posibilidades de que este fuera el elegido.
Como ser supremo, Dios podía verlo todo, conocía cada detalle, podía
estudiar los sentimientos de sus hijos, inclusive de cualquier ser que
caminara sobre la tierra, pero de quien no podía saber absolutamente nada,
era de uno de los hijos que lo habían traicionado, Lucifer, quien se había
rodeado de un manto oscuro y tenebroso, el cual, evitaba que dios pudiese
leer su mente, pronosticar lo que ocurriría, y prepararse para los eventos
planificados por este ser que había sido denigrado y excluido del reino de
los cielos.
Desde que los seres divinos habían comenzado a involucrarse más en los
asuntos de los humanos, la espiritualidad se fue haciendo mucho más fuerte.
La creencia de las altas élites del poder, se enfocaban totalmente de la
religión, se construyeron el doble de templos.
La inversión de Falcaria estaba centrada en crear una cultura espiritual
mucho más estable, alimentar las creencias de las personas, e impulsarlas a
luchar de alguna u otra manera contra el poder de la tentación y el pecado,
lo que terminaba siendo el combustible para las fauces del inframundo.
Pero, aunque Ángela siempre había puesto su espada, su fuerza y su
destreza a la orden de su padre, las cosas podían estar en un punto en el cual
todo podía cambiar. La profecía que hablaba del nacimiento de un líder,
estaba cada vez más en duda, se decía que podría estar protagonizada por
Milo, pero Dios comenzaba a cuestionarse sobre esa posibilidad. Pero esas
dudas no eran casuales, eran dudas que habían sido fundadas por seres
bastante hábiles y astutos.
El supremo, había analizado algunos eventos inesperados que
estratégicamente habían comenzado a desarrollarse. Esto iba a afectar por
completo el criterio de Dios, y su fe en la humanidad, por lo que, era
momento de intervenir por primera vez en muchos siglos. Morten era el
filtro de cambio entre la vida y la muerte, era él quien los guiaba hacia el
encuentro con la luz o el abismo.
Todo iba a depender del tipo de vida que hubiese llevado algún individuo a
lo largo de su vida. De esta manera, no había absolutamente nadie más que
pudiese intervenir en esta decisión, ni siquiera el propio Dios podía
entrometerse entre el criterio de Morten y aquellos que merecían ser
juzgados desde las fauces del infierno. Este filtro había mantenido todo en
equilibrio a lo largo de la existencia, y el trabajo de Morten, era fuertemente
valorado por dios.
Guiar a los justos y a los buenos hacia la luz y a los crueles y nefastos hacia
el infierno, era un trabajo que no requería de la participación de nadie más,
y esto, era lo que lo hacía peligroso, ya que, el día en que Morten perdiera
la cabeza las cosas comenzarían a desordenarse y nadie más podría
intervenir.
No había forma de contener las consecuencias, y esto, era precisamente lo
que estaba pasando en la mente de Morten Haugen, un cambio drástico,
producto de un impacto emocional que había sido generado por la propia
Ángela, quien se había convertido en el centro de una historia que afectaba
múltiples ángulos sin que ella lo supiera.
En los últimos meses, el crecimiento en las filas del ejército de Lucifer,
habían sido masivas. Dios había dejado de ser provisto de nuevos Ángeles,
y aunque sabía que Morten no sería tan tonto como para arriesgar su labor,
Dios desconocía que, en el corazón del ángel de la muerte, había una
corrupción tremenda generada por un amor no correspondido.
Si algo caracterizaba tremendamente la personalidad del supremo creador
de todas las cosas, era el hecho de no intervenir demasiado en todo, dejaba
que cada quien llevara a cabo su labor de una manera responsable. Pero
cuando las consecuencias comenzaban a afectar de una manera evidente,
era imposible hacerse de la vista gorda, así que, los planes de dios de
hacerse presente en la tierra, eran cada vez más fuertes.
Morten era un ser hábil, un ángel con una destreza tremenda envidiable. Su
atractivo no era precisamente su talento más destacado, pero su mente era
brillante, y era lamentable que alguien tan importante para el universo,
estuviese pensando de una manera tan egoísta. Este, había decidido pactar
con el diablo, ya que, sabía que a través de Dios no conseguiría
absolutamente nada.
Su alma estaba corrompida por la ira, lleno de un odio tremendo, ansioso de
poder proveer sufrimiento a quien le había generado a él un dolor
indescriptible y desconocido para él en el pasado. Lucifer era capaz de
proveerle conocimiento, recursos y oportunidades para forjar un imperio
desde las sombras, pero Morten no era tan tonto como para buscar el poder,
con su propio rostro y sus propias manos.
Sabía cuál era el castigo que llevaban a cabo en la orden celestial en contra
de los ángeles que se dejaban consumir por la codicia, así que, en lugar de
actuar él mismo como lo había hecho Lucifer, había utilizado un recurso
inesperado para todos.
Este, se había dedicado a la búsqueda de un elegido desde su propia
perspectiva, un rostro humano, un cuerpo lleno de juventud, un espíritu
aguerrido y valiente capaz de corromper cualquier poder con el uso de su
espada y su fuerza.
Así había conocido a Kuno Agnun, un descendiente de los turcos, el cual,
estaba cargado de un profundo odio, ira y sed de venganza, ya que, conocía
que el propio Milo había sido el generador de la miseria de su pueblo.
El nombre del rey de Falcaria, aguardaba un lugar muy especial en el
corazón de Kuno Agnun, ya que, toda su energía, su entrenamiento, sus
sesiones de combate, estaban enfocadas a ese momento en el cual pudiese
encontrarse frente a frente con Milo y poder enterrarle su espada en el
pecho.
La familia de Kuno, había caído en la guerra, invasiones frustradas a
Falcaria, habían terminado matando a la mayoría de su familia, ante lo que,
había tenido que arreglárselas él mismo huyendo de casa, ya que, su madre
moría de desnutrición, y éste, no permitiría que la muerte lo alcanzara a él.
Había sido bastante irónico, que este, después de marcharse alejándose de
quienes estaban totalmente resignados a la idea de un cambio, finalmente
fuese alcanzado por la muerte, pero con una idea completamente diferente.
Morten había hallado en Kuno, un elemento casi equivalente a la figura de
Milo en el mundo, pero este, estaba configurado para la destrucción, quizá,
era el líder que necesitaba realmente el mundo.
Había puesto en desarrollo su plan de dominación, pero utilizando a este
hombre, el cual, estaba lleno de juventud, odio y mucha energía. Muchos
errantes habían vagado por el gran continente en busca de una misión, pero
cuando Morten encontró a Kuno Agnun, supo que era el merecedor de ese
lugar.
Prácticamente se le había escapado de las manos en el pasado, cuando una
muerte segura estaba destinada para él. La desnutrición, la desidia y la
inanición, eran las principales razones que terminaban matando a las
personas que no seguían las normas de Falcaria, así que, aquellos que no
respetaban la orden del rey Milo, tenían que marcharse, quedándose en
lugares inhóspitos donde no había oportunidad de alimento, hidratación o
surgimiento.
Morten tenía poder, y podía proveer recursos infinitos a Kuno, así que, éste
actuaba como proveedor, y Kuno sería el ejecutor. Se había convertido en el
mentor de un joven ansioso de venganza, el cual, no tenía la menor idea de
lo que estaba haciendo.
Kuno desconocía la naturaleza de su nuevo maestro, el cual, lo había retado
a un combate luego de conocerse, y al notar sus habilidades, supo que era el
correcto. Gradualmente, Kuno fue descubriendo lentamente cuál era la
ventaja que tenía de poder contar con Morten Haugen a su lado, ya que,
tenía poder, acceso a mujeres, riquezas que provenían de lugares
desconocidos, pero indirectamente de Lucifer, quien sabía que la codicia y
la soberbia, eran los principales sentimientos que poblaban a Kuno.
Un hombre como él, desconocía la naturaleza de un ser como Lucifer o
Morten, simplemente vagaba por el mundo, tratando de encontrar una
oportunidad de alimento y sobrevivir al día. No pensaba en el futuro, no
tenía un proyecto, no tenía una misión más que asesinar al rey Milo, pero
bajo sus condiciones difícilmente podría lograrlo, así que, la llegada de
Morten había resultado bastante acertada.
Kuno tenía un tamaño intimidante, casi alcanzaba los 2 metros de estatura,
tenía 25 años, pero su abundante barba lo hacía aparentar más. Tenía el
rostro cubierto de tatuajes y músculos intimidantes, los cuales, eran
fuertemente entrenados días tras días sin descanso.
Su único objetivo era convertirse en una máquina de matar, ya que, conocía
enteramente acerca de las habilidades de pelea del rey Milo, así que, sabía
que en el momento en que pudiera encarar a su principal enemigo, tendría
que poner sobre la mesa todas sus cartas y demostrar que era el peleador
más apto.
La principal debilidad de Kuno, definitivamente eran las mujeres y el
alcohol. Era una manera de escapar del dolor de haber perdido a sus
familiares, y utilizaba a las mujeres como un desahogo, no tenía espacio
para sentimientos, no podía vincularse con absolutamente nadie, y desde el
momento en que se había juntado con Morten, había comenzado a sentir
confianza por primera vez.
Castigar a Milo y Ángela, era la misión principal, y de ellos había
escuchado muchas historias, pero poco le importaba cuáles serían las
consecuencias sobre el sí cometía una equivocación, su espada siempre
estaría lista para infligir daño a quien se interpusiera entre él y su
convicción de matar.
Kuno y Morten pactarían la institución de un nuevo reinado, y aunque
aquello había parecido absurdo a Kuno, Morten siempre tenía una manera
bastante agradable de poder convencer a sus aliados. Cada uno tenía sus
propios intereses.
Kuno tomaría la cabeza de Milo, mientras que, Morten reclamaría a Ángela
para la eternidad. Ambos eran muy peligrosos juntos, y su medio de
diversión favorita, eran las orgías entre sus discípulas, que poco a poco,
fueron creciendo en número.
— ¡Debes descansar, Kuno! Mañana temprano debemos partir hacia el sur.
— Dijo Morten, antes de ofrecer un contenedor con licor a su Discípulo.
— Hemos caminado durante largos kilómetros, y sigo sin saber hacia dónde
vamos. ¡Espero que no estés tratando de engañarme, Morten!
— Eres muy importante para este plan. Jamás se me ocurriría arriesgar la
misión simplemente tratando de jugar con tus habilidades.
— No confío en nadie, ni siquiera en mi propia sombra. Por eso siempre he
intentado desplazarme solo, detesto todo lo que está pasando, pero si lo que
prometes es real, entonces cuentas con mi interés.
— Sabes que siempre estoy dispuesto a complacer tus demandas. Lo que
me has pedido, te lo he proporcionado. ¿Acaso alguna vez imaginaste tener
tanto oro a tu disposición? ¿Llegaste a soñar con tanto armamento?
— Es cierto, mi vida ha dado un cambio muy importante en los últimos
tiempos. Tengo mucho que agradecerte, pero eso no hará que mi confianza
en ti sea absoluta. — Dijo el chico, antes de ponerse de pie para salir de
aquella tienda de campaña temporal.
— ¡Espera, no te vayas todavía! Tengo una sorpresa para ti. Es un estímulo
para que puedas descansar bien esta noche. Quizá, así te convenzas de que
puedes confiar plenamente en mí. No tengo mayor interés en ti más que
llevarte al poder. ¿Recuerdas que ambos tenemos intereses en esto?
Morten salió ligeramente de la tienda de campaña donde descansaba
habitualmente Kuno, hizo una pequeña seña y lentamente entraron dos
mujeres muy hermosas al lugar.
La luz de una pequeña lámpara rudimentaria, iluminaba el interior con
tonos cálidos que parpadeaban de forma natural, pero fue inevitable poder
evidenciar la sonrisa que se dibujó en el rostro de Kuno, quien sabía
perfectamente cuando las cosas se turnaban divertidas a su favor.
— Siempre sabes cómo eliminar la atención en los momentos de
desconfianza, Morten.
— Conozco tus gustos, sé exactamente lo que buscas en una mujer, así que,
en esta oportunidad te he traído doble dosis de emoción. Ellas son Karin y
Mabel, recientemente se han unido a nuestro grupo. Han llegado en busca
de alimento y protección, así que, creo que lo justo es que les des la
bienvenida a nuestro grupo. — Dijo Morten.
En ese momento, el ángel de la muerte simplemente cerró aquella tienda,
dándole privacidad a Kuno y a sus dos compañeras, las cuales, se veían
tímidas justo frente a él.
El guerrero, simplemente extendió sus dos manos, ante lo que, las chicas se
vieron tentadas a tomarlas. Kuno ya estaba listo para descansar, por lo que,
su cuerpo estaba completamente desnudo, y simplemente se cubría con un
cobertor hecho de piel natural.
Éste, se quitó de encima aquella prenda, mostrando su cuerpo
completamente desnudo, cubierto de músculos, con un índice de
musculatura tan intimidante, que cualquiera de los guerreros que los
acompañaban, no sería capaz de hacerlo enfadar.
Aquellas dos mujeres vieron aquel trozo de carne flácido reposando sobre
su muslo, ante lo que, una de ellas, sintió que se le hizo agua la boca, ya
que, había estado deseando poder ser poseída por un hombre viril y apuesto
durante los últimos días.
No sólo el alimento y la hidratación eran necesarios, esta mujer, parecía
estar deseosa de sexo más que otra cosa, ya que, había saltado como una
leona sobre una gacela directamente a la polla de Kuno, el cual, apartó su
cabello, mientras disfrutaba de la excelente mamada que le proporcionaba
la chica.
La segunda invitada, se veía un poco más tímida, tenía algo de vergüenza,
pero el deseo de Kuno, también se vio potenciado por sus grandes senos. A
pesar de que los cubría de una manera discreta, este pudo notar el volumen
de los mismos, y esta, no pasaría la noche sin un poco de diversión.
Un ser tan básico y primitivo como Kuno, no se iba a contener, no optaría
por caricias o procedimientos románticos, así que, de un tirón, había roto la
blusa de la otra chica, la cual, se cubrió los senos cuando estos saltaron
abruptamente cuando Kuno los desnudó.
Éste, simplemente sonrío, y la chica, aunque experimentó algo de
vergüenza, le gustó un poco la actitud salvaje de este hombre, ante lo que,
simplemente relajó sus brazos, y comenzó a masajearle el muslo izquierdo
al líder.
Esta, no sabía demasiado cómo participar en la interacción, pero Kuno la
ayudó. La tomó suavemente de su cabello rubio y liso, llevándola
directamente hacia su polla, pero no había espacio, Karina devoraba su
miembro directamente hasta la base, lo metía hasta su garganta, y en
ocasiones, lo masturbaba fuertemente mientras lo veía directamente a la
cara.
Éste, la apartó un poco para que ambas compartieran la presión a partes
iguales, así que, las lenguas húmedas de estas dos mujeres, comenzaron a
frotar de una manera muy estimulante el tronco del pene de este hombre, el
cual, la sujetaba ambas por el cabello para poderles ver el rostro mientras se
daban gusto comiéndole la jugosa polla.
Aquel musculoso hombre cargado de tatuajes, músculos y una sensualidad
tremenda, comenzó a sudar tremendamente ante el calor acumulado en el
interior de aquella tienda, así que, tomó a la chica de las tetas descubiertas,
y la acercó hacia su boca, le dio un beso profundo y húmedo, mientras le
masajeaba los senos de una manera apasionada. Eran firmes, juveniles,
aquella chica no superaba los 22 años, así que, estaba tierna y jugosa, tal y
como a él le encantaban.
Después de unas caricias bastante sensuales, Mabel se dejó colocar en el
suelo, Kuno su hijo sobre ella, le separó las piernas y le insertó la polla sin
demasiada preparación. Era el tipo de recibimiento que solía darle a las
nuevas súbditas, y mientras la segunda chica besaba los labios de Kuno,
esta se desvestía para mostrar un abdomen plano, definido, y un coño
cubierto de una capa de vello bastante delgada, la cual, invitó a Kuno a
llevarse su mano directamente hasta allí.
Le frotó el clítoris durante algunos segundos, pero este, le gustaba hacer
sentir a las chicas el clímax más descomunal, así que, sin dudarlo, le
introdujo el dedo medio en su coño, el cual, ya estaba totalmente lubricado
con una capa bastante espesa de los fluidos que emanaban desde sus
profundidades.
Su coño era ajustado, parecía ser virgen, pero una mujer con ese ardiente
deseo, era imposible que no hubiese estado con un hombre antes. La chica
besaba apasionadamente a Kuno, y le succionaba la lengua mientras éste, la
penetraba salvajemente con su mano.
El apetito de Kuno, se orientó hacia ella, ahora quería penetrar a la chica de
cabello negro, así que, se puso de pie, dejando a Mabel cerca del orgasmo,
así que, esta no se contuvo, y siguió masturbándose para él. La chica
alcanzó el orgasmo en unos pocos segundos, y cuando Kuno se dio cuenta
de que ésta había decidido correrse sin su asistencia, este le propinó una
bofetada tremenda, ya que, aquello había sido una ofensa total.
— El único proveedor de placer en este lugar, soy yo. ¿Cómo te atreves a
comportarte de esa manera? ¿Acaso crees que yo no soy capaz de generarte
satisfacción? — Dijo Kuno.
— ¡No, mi señor! No fue mi intención. Pensé que disfrutaría al verme
masturbarme para usted. ¡No volverá a pasar! — Dijo la aterrada rubia.
— Claro que no volverá a pasar, y pronto conocerás el castigo a tu
insolencia. — Dijo Kuno.
Kuno colocó a la morena a cuatro patas, comenzó a penetrar la
salvajemente, mientras ésta mostraba una sonrisa y un placer tremendo
mientras miraba con ciertas burlas a la otra chica.
Era obediente, sumisa, tal y como le gustaba a Kuno, pero este, después de
penetrarla durante algunos minutos, no se contuvo y le metió la polla en el
ano, aquel dolor, dejó quebrantada a la pobre chica, la cual, se retorcía en el
suelo de dolor, pero no era capaz de resistirse.
Después de que penetró aquella mujer durante largos minutos, los cuales
parecieron ser una eternidad para la morena, éste, sacó su polla y la llevó
directamente hacia la boca de la rubia, la cual, sintió una repugnancia
tremenda, ya que, no quería saborear el pene de aquel hombre después de
recién haberlo extraído del culo de aquella chica.
Esta fue follada por Kuno, el cual, le abrió la boca prácticamente a
bofetadas, mientras está, experimentaba un asco tremendo, mientras éste le
embestía el rostro con su polla. Kuno se sacudió de una manera agresiva, y
después de llenarle la boca de sus jugos, a ambas las expulsó de la tienda de
campaña, era momento de dormir. No era del tipo de hombre que le gustara
dormir acompañado.
Aquella era una experiencia traumática para las chicas, pero para él era un
disfrute tremendo. Estaba aburrido de follar de maneras tradicionales, por lo
que, siempre trataba de probar algo nuevo. Morten le había regalado esas
dos chicas para celebrar el nuevo evento.
La desconfianza de Dios lo había llevado a tal punto, que, por primera vez
en muchos siglos, haría acto de presencia en la tierra. Esto, para Morten, era
una señal de que las cosas estaban saliendo tal y como las planeaba. Todo se
complicaría, y Ángela pronto sería suya nuevamente.
2
Ángela Derrick había recibido la aprobación de dios y el consejo celestial
para poder tener una relación con un humano. Era conocido que este tipo de
actividades no eran permitidas debido a que la fusión entre humanos y seres
celestiales, generalmente terminaba en situaciones bastante complicadas.
Los humanos se habían caracterizado a lo largo de la historia por tener una
fuerte debilidad por el poder, así que, controlar sus impulsos, resultaba
bastante complicado para ellos. Era por esto, que Dios había tenido mucho
cuidado con la decisión que había tomado Ángela, la cual, era una de sus
hijas favoritas. Si esta había tomado la decisión de juntarse con Milo,
posiblemente había visto algo en él muy especial, lo que quizá, cegado por
sus celos de padre, éste no había logrado ver con absoluta claridad.
El hecho de que Ángela defendiera su amor de una manera tan abnegada y
decidida, había demostrado a los seres celestiales que quizá había una
oportunidad para los humanos. Una oportunidad para ofrecerles confianza,
ya que, su comportamiento durante los últimos años, no había sido
precisamente el más admirable.
Ángela había representado ese primer paso hacia la consolidación entre los
humanos y los seres celestiales, pero dios no estaba del todo convencido
con esta idea. Confiaba plenamente en Ángela, pero no la iba a dejar del
todo sola en medio de esta situación, así que, iba a tener por primera vez la
atención de presentarse ante ella en la tierra.
Éste era un evento muy peligroso, ya que, aunque dios era conocedor de
todas las cosas y creador de todo lo conocido, este también tenía algunos
puntos débiles y vulnerabilidades, aunque este desconocía que fueran del
conocimiento de alguien.
Las veces en que dios había decidido ir a la tierra, habían pasado cosas muy
extremas, llevándolo a tomar la decisión de materializarse como un ser
humano, y exponerse ante los peligros que acechaban a la tierra. De hecho,
no había tomado forma humana en algunos milenios, así que, para Ángela
era la primera vez que lo vería asistir a la tierra de esa manera.
De esa magnitud era el significado que tenía Ángela para Dios, era muy
especial, contaba con su amor, admiración, y su agradecimiento, ya que,
esta chica había batallado muchas oportunidades para poder garantizar la
estabilidad, el equilibrio de la especie humana y el dominio del bien.
Precisamente pensando en la estabilidad y la seguridad de Ángela,
finalmente Dios, alimentado por algunas dudas, había decidido verificar
quién era el supuesto he elegido que había seleccionado la chica.
Este conocía a Milo, evidentemente, como Dios, podía verlo todo, conocía
gran parte de los sentimientos del humano, pero tenía que hacer acto de
presencia para poder estudiarlo profundamente, algo que era habitual
cuando un vínculo tan importante se llevaba a cabo.
No era una conducta tan invasiva o posesiva por parte de Dios, ya que,
inclusive los propios reyes debían viajar largos kilómetros para conocer a
quienes se casarían con sus hijos, así que, esto era un procedimiento que de
alguna u otra manera se había adoptado por parte de los dioses.
Cuando finalmente, después de una larga decisión y consultas múltiples a
sus consejeros, Dios llegó al castillo de Falcaria, Ángela lo recibió con
mucho amor.
— ¿Padre eres tú? ¡No lo puedo creer, esto es maravilloso! — Dijo la chica,
mientras se llevaba las manos al rostro, ya que, aunque nunca lo había visto
en forma humana, reconocería a su padre en cualquier lugar.
— ¡Eres muy sabia, hija mía! Me has reconocido a pesar de que mi aspecto
no es familiar para ti. Esto rompe con mis sospechas de que la conexión
entre nosotros se ha venido fracturando los últimos tiempos.
— Padre, ¿cómo se te ocurre decir eso? ¡Si pienso en ti cada día! No he
tenido la oportunidad de visitarte, pero sabes siempre dónde encontrarme.
¡Te extrañé tanto! — Dijo la chica, antes de correr hacia los brazos de su
padre.
A pesar de que había sido un encuentro muy emotivo, cuando dios llegó al
castillo, su rostro no era precisamente el de tranquilidad y sosiego. En su
mirada había cierta preocupación, y su actitud se veía un poco tensa.
Esto pudo percibirse rápidamente por Ángela, quien de alguna u otra forma,
necesitaba sacar esa información de su padre, pues si las cosas estaban tan
complicadas como para requerir la presencia de dios, entonces había peligro
latente.
— ¿Cómo es que has decidido venir aquí? ¡Todavía no puedo creer que
tengas forma humana! ¿Acaso ocurre algo grave?
— Debes tranquilizarte, Ángela. Te ves nerviosa, alterada y ansiosa. Sólo
he venido a hacer mi labor de Padre, quiero conocer personalmente a tu
esposo, saber cómo van las cosas en este lugar. Siempre he sido el guardián
de la tierra, pero tuve la necesidad de venir a saber si estabas bien.
— Esa no es precisamente la excusa más adecuada, Padre. Con todo
respeto, sabes exactamente lo que hago y lo que no, puedes sentir mi
energía, mi felicidad y mi dolor. Sabes que, junto a Milo, soy muy feliz.
— ¡Eso es precisamente lo que me preocupa, hija mía! Pero no tendremos
esta conversación aquí en el portal del castillo. ¿Acaso no me invitarás a
entrar?
La chica desvió su atención de su necesidad de encontrar respuestas y guio
a su padre hacia el salón principal.
El castillo estaba desolado, y esto era del conocimiento de Dios, ya que,
éste no quería ser reconocido por absolutamente nadie. Sólo quería que
Ángela y Milo supieran de su estadía en aquel lugar, ya que, si otros
intereses se ponían al tanto de que él estaba allí, posiblemente planearían
algún juego inesperado.
El aspecto de dios era bastante particular, llevaba una especie de túnica
blanca con adornos grises que descansaban en sus hombros, y trazaban
líneas hacia sus pies. No se veían sus manos, y sus pies estaban cubiertos
por aquella tela blanca. Su rostro, llevaba una barba espesa, lisa y blanca, la
cual, llegaba hasta la mitad de su pecho.
Su cabellera era de un color similar, quizá un poco más grisácea, con un
volumen abundante, el cual, cubría casi toda su espalda. Su mirada era
curiosa, observaba el entorno, pero de sus ojos irradiaba una luz tremenda
qué fue lo que hizo que inicialmente, Ángela lo identificara casi de manera
instantánea. Tenía los ojos casi totalmente negros, con un brillo espectacular
que era inconfundible.
Avanzó hacia el interior del castillo, y se impresionó ante la belleza del
lugar, pero su intención no era visitar, su intención era conocer a Milo. En
ocasiones, era difícil para Dios ser sutil, generalmente, era imponente,
decisivo, no realizaba consultas, y suavizar sus frases no era precisamente
el estilo más habitual en el creador de todas las cosas.
— ¡Veo que es un lugar muy hermoso! Ahora entiendo por qué te encanta
estar aquí, hija mía.
— Sí, este lugar estuvo en ruinas, y poco a poco, Milo lo fue convirtiendo
en un lugar lleno de luz y alegría. Tengo mucho que agradecerle. — Dijo
Ángela, mientras caminaba al lado de su padre por los corredores.
— Pues mi objetivo al venir a este lugar, es precisamente ese, Ángela. ¿En
dónde está Milo? Me encantaría conocerlo.
— Has llegado en un momento confuso, Padre. Me extraña que no lo sepas.
Milo tiene en este momento una reunión con la guardia Real, ya que, han
estado ocurriendo algunas cosas extrañas en el reino.
— ¿Extrañas cómo? — Dijo el confundido Dios.
— No sabría decírtelo, y no quiero involucrarme demasiado en ello. Milo
me pidió que me mantuviera al margen, y que él se encargaría de resolver
toda la situación por sus propios medios. Quiere protegerme, y sabe que han
sido momentos complicados en el pasado, y quiere regalarme un poco de
tranquilidad y paz. — Dijo Ángela.
— ¡No debes bajar la guardia jamás, hija mía! Siempre debes estar atenta a
cualquier amenaza que pueda surgir. No importa cuán segura te sientas al
lado de Milo, tú eres autosuficiente, y no debes depender jamás de la
seguridad que pueda proporcionarte el rey. ¡Recuerda que es humano y los
humanos son débiles! — Dijo Dios.
Aquella intervención por parte del padre de la chica, parecía llevar en su
interior, un señalamiento que ella no pudo ver con claridad.
La incomodidad que irradiaba este ser supremo, la incertidumbre que
proyectaba, comenzaba a perturbar profundamente a la chica, pero esta no
era absolutamente nadie para exigirle ningún tipo de información adicional
a su padre sobre las frases que parecían salir en clave desde lo más
profundo de un ser tan sabio.
Tal y como se lo había narrado Ángela, esta no estaba tratando de ocultar a
su esposo, este, se encontraba en una reunión con sus tropas, las filas de
guerreros que servían al reino de Falcaria, y los cuales, habían denunciado
algunos eventos particularmente extraños, los cuales, habían sido revisados
personalmente por él.
Milo era el tipo de rey que se involucraba con sus pobladores, se
relacionaba tremendamente con cada una de las problemáticas que se
llevaban a cabo, tratando de resolverlas el mismo, ya que, a pesar de que
confiaba plenamente en aquellos que se encargaban de cada uno de los
asuntos del reino, éste consideraba que, si necesitaba que algo se hiciera
bien, debía contar con su participación obligatoriamente.
Aquella reunión con sus tropas, tenía como objetivo tratar los recientes
acontecimientos que incomodaban a la mayoría de los pobladores, pero
sobre todo a los vigilantes, los guardias encargados de visualizar el
perímetro del reino, los cuales, habían experimentado sensaciones muy
desagradables. Pero todo se había complicado cuando habían surgido
avistamientos extraños en la zona.
Muchos aseguraban haber visto criaturas que no eran humanas, con una
forma encorvada, con brazos alargados y delgados que casi llegaban al
suelo, que se movían de una manera vertiginosa, perdiéndose de la vista con
facilidad.
Lo más extraño de todo era que no los habían visto durante el día, la
mayoría de los avistamientos habían sido en la noche, y esto, generaba
fácilmente la creencia de que eran animales. Pero los ojos de los humanos, a
pesar de que podían engañarse fácilmente cuando los miedos se adueñaban
de lo más profundo de su mente, era difícil que varios guardias coincidieran
en la misma explicación.
Podrían describir criaturas muy similares sin ni siquiera estar cerca del
mismo punto de vigilancia, y esto, era lo que más le había extrañado a Milo,
quien, como rey responsable, había reunido a todas las tropas para
desarrollar un plan de defensa, ya que, tenían que proteger a sus aldeanos.
Falcaria estaba en un punto de estabilidad y tranquilidad que era envidiable,
nunca antes un rey había proporcionado esa sensación de estabilidad y
seguridad, pero ante el avistamiento de estas extrañas criaturas, nadie podía
garantizar que el futuro estuviese protegido.
Más allá de aquellos avistamientos, no había ocurrido nada irregular, pero
los rumores que habían comenzado a crecer en torno a estos
acontecimientos, habían comenzado a preocupar al rey Milo.
Éste, casi no dormía durante las noches, de hecho, se posaba en el balcón
principal del castillo, y allí vigilaba desde la distancia tratando de ver algo
similar a lo descrito por los guardias. Ya dos de los cuatro reinos habían
caído, habían sido tomados por Falcaria, así que, sólo faltaba Gradonia para
ser conquistada, pero había algo muy particular en esta zona que no dejaba
avanzar a las tropas hasta allí para tomar el control.
Era algo inexplicable, y aunque trataran de ofrecer una explicación lógica,
todo parecía confabularse para que todo se saliera de control. Gradonia era
un lugar misterioso, el cual, había sido habitado por teutones durante toda la
historia, su posición neutral, les había dado la posibilidad de mantenerse
protegidos, pero sus actividades oscuras, habían estado direccionados hacia
la alabanza de Lucifer y sus demonios, por lo que, era un lugar plagado de
una energía oscura y pesada.
Cada vez que las tropas de Falcaria se movilizaban hacia Gradonia para
tratar de tomar finalmente el lugar, surgía una peste, ocurría algún evento
sobrenatural. La naturaleza se oponía a que Gradonia fuese tomada, ante lo
que, se había convertido en un lugar vigilado en sus entornos, pero
imposible de Poblar por parte de las tropas de Falcaria.
Aquella fuerza era incontenible, generaba acontecimientos más peligrosos
que los anteriores cada vez que trataban de tomar el lugar. Esto, era
definitivamente una amenaza para las tropas, ya que, si seguían
comprometiendo la seguridad de los soldados, tarde o temprano las cosas
podrían salirse de las manos y no tendrían oportunidad de compensar el
daño.
Esto fue básicamente lo que había llevado al rey Milo a olvidarse
prácticamente de la existencia de Gradonia. Tenía 3/4 del territorio
conquistado, pero Ángela siempre estaba atenta ante la posibilidad de que
algo surgiera de Gradonia y nuevamente la amenaza retornara. Aunque la
relación entre ellos era bastante cercana y perfecta, había un punto de
ruptura que siempre generaba discusiones que los llevaban a un punto de
distanciamiento temporal.
Era precisamente Gradonia lo que los distanciaba, ya que, ella misma casi
había muerto allí en una oportunidad cuando había encarado al demonio
Crackall. De allí mismo, había emanado Tobías, y el portal, aunque había
sido sellado, fácilmente podría ser abierto nuevamente por algunos de los
detractores de Falcaria, los cuales, ansiosamente buscaban un punto de
debilidad para poder someter al reino más poderoso.
Ya no era un secreto a voces, todos eran conocedores de lo que significaba
Gradonia para el mundo, era el punto de entrada al infierno, el mismo
infierno que había sido sellado por los ángeles. Un infierno que acumulaba
almas perturbadas, y que eran puestas a la orden de Lucifer, quien las
utilizaba como armas de invasión a la tierra, controlando a los débiles,
manipulando a los ingenuos, y utilizando a las mentes codiciosas para llegar
hacia las cúpulas del poder.
Los rumores de que la entrada de Gradonia podía abrirse nuevamente,
fueron tomando fuerza, y cuando las historias narradas por los soldados
comenzaron a combinarse con estas teorías, existió la posibilidad de iniciar
una expedición en Gradonia, solo con el único objetivo de verificar que la
puerta seguía cerrada. Pero algunos soldados aseguraron que aquella
entrada no era la única forma de acceder al infierno, y que Lucifer,
posiblemente habría encontrado la manera de llegar inclusive hasta
Falcaria.
Aquella acotación por parte de un simple soldado ordinario, había desatado
risas, burlas, y ataques por parte del resto de los soldados, pero en el rostro
de Milo, se había dibujado una clara preocupación, ya que, este parecía ser
el único que había tomado en serio las palabras del joven soldado.
Las cosas se estaban tornando amenazantes de nuevo, y si algo había
prendido Milo a lo largo de la historia, era que no podía descartar ninguna
posibilidad. Tan sólo unos años atrás, ni siquiera hubiese imaginado que la
existencia de los ángeles era real.
Nunca hubiese tomado demasiado en serio el hecho de que Dios y Lucifer,
llevaban a cabo una guerra constante tratando de mantener el control de la
tierra. Mientras todo estuviese en manos de dios, habría equilibrio, riquezas,
estabilidad y felicidad, pero si caían las manos del demonio, la tierra sería
convertida en un campo de tortura y desolación.
— ¡Los avistamientos se han hecho cada vez más frecuentes, mi rey! Así
que, creo que lo mejor es desarrollar una estrategia de defensa. Deberíamos
multiplicar las tropas en los límites, y fortificar la puerta, ya que, se
avecinan tiempos difíciles. — Dijo el comandante de las tropas.
— Siempre has contado con mi absoluta confianza. Creo plenamente en las
palabras de todos aquellos que han asegurado haber visto criaturas y
regulares en los alrededores. Nadie debe sentirse acosado o temeroso de
decir lo que ha visto, las burlas no serán aceptadas, nadie será señalado
como un demente o desquiciado. Estamos en tiempos de cambio.
— Llevaré a mis mejores hombres hacia la compuerta. Por el momento,
cuatro guardias la custodian, pero triplicaré el número, ubicaré a 12 de los
hombres más letales en las puertas de Falcaria, y doblaré la vigilancia en las
murallas, debemos estar atentos a cualquier eventualidad. — Dijo el
comandante.
No había mucho que pudiesen hacer más que preparar las defensas, ya que,
una estrategia ofensiva hacia algo que no conocían, era prácticamente un
suicidio. Pero en medio de la reunión, casi a punto de terminar, recibió el
llamado de un chico desesperado, quien había irrumpido en el lugar,
cubierto de sudor, lágrimas en sus mejillas, y un temblor agudo en sus
manos, el cual, era evidente de un ataque de pánico.
— ¡Sal de aquí, chico! ¿Acaso no ves que el Rey nos está visitando? —
Dijo el comandante.
— ¡Espera, déjalo entrar! ¿Qué tienes que decir, pequeño? — Dijo Milo.
— ¡Mi rey, pido disculpas por mi comportamiento tan irrespetuoso! Pero
hay algo que he encontrado en el bosque. ¡Es algo aterrador! ¡Tienen que
venir ahora mismo! — Dijo el chico de unos 10 años de edad.
No iban a perder tiempo realizando preguntas o interrogando al chico, lo
que llamó la atención de Milo había sido la mirada de pánico y su rostro
palidecido, el cual, había visto algo que lo había dejado completamente
perturbado.
Todos se movieron con rapidez, siguieron al pequeño, muchas de las tropas
permanecieron inmóviles, ya que, no les dieron demasiada credibilidad a las
palabras del jovencito. Pero una gran cantidad de soldados miembros de la
guardia principal, siguieron al rey, el cual, lideraba aquel grupo de sujetos
que seguían a un pequeño niño que temblaba como una delgada rama ante
la brisa.
Este, los había guiado hasta el bosque del oeste, este, limitaba con la
muralla de esta zona, y allí, habían encontrado a un par de campesinos sin
ojos, con las manos amputadas y su corazón les había sido arrancado del
pecho.
Muchos sintieron náuseas, otros, no pudieron contener el impulso
involuntario de que su estómago expulsara todo su contenido ante el asco.
Era una escena terrible, cualquiera que hubiese hecho eso no podía ser
humano, o al menos no contaría con sentimientos.
El Rey lamentó la muerte de los campesinos, ya que, le resultaban
familiares, ya que, solía estar mucho en el pueblo, y conversar con las
personas del mercado. Todos estaban horrorizados, y Milo había sido el
único que había contado con el valor de acercarse a los cuerpos.
Cuando los analizó, vio algunas marcas de garras, unas uñas muy afiladas
habían tenido que cortar la carne de estos desafortunados. Pero aquello no
había sido lo más perturbador, ya que, en el entorno, después de dar una
mirada rápida en busca de explicaciones, a yo algunas huellas de pisadas de
pies, pero estos pies no eran humanos, eran más grandes, más alargados y
delgados, ante lo que, Milo entendió que estaban en graves problemas.
Algo había entrado a Falcaria, y los hechos que estaban desarrollándose,
eran la prueba de los eventos narrados por los soldados vigilantes, los
cuales, en un principio habían sido objeto de burlas y críticas. Las alarmas
se encendieron inmediatamente, al menos, las tropas ya podían estar alerta,
no podían hacer público lo ocurrido, ya que, todos entrarían en pánico, y la
idea no era crear una pandemia en el reino.
Las personas debían conservar la calma, pero se dictó una medida de
prevención para evitar que las personas estuviesen expuestas después de
cierta hora. Era el momento de volver al castillo, y cuando Milo volvió a
casa, dispuesto a contarle todo a Ángela, se encontró con la sorpresa de que
el propio Dios estaba allí.
— ¡Cariño, no sabía que teníamos visitas! ¿Quién es? ¿Nos conocemos? —
Dijo Milo, mientras extendía su mano para saludar al anciano hombre.
— ¡Quería darte la sorpresa, Milo! Creo que es justo que conozca al
hombre que prácticamente me ha robado el amor de mi hija. — Dijo Dios,
mientras se acercaba a él.
El rostro de Milo se puso pálido en el momento, observando a Ángela con
un terror tremendo, ya que, no se imaginaba que recibiría semejante visita
en un día tan particularmente terrible. Fácilmente, el terror de Milo podía
ocultarse detrás del motivo de la presencia de Dios y mantener oculto lo que
había ocurrido en el bosque, así que, solo vio a Ángela y detalló cómo ésta
se reía de su cara.
— Mi visita es solo temporal, estaré un par de días. ¡No te preocupes, Milo!
Ni siquiera notarás mi presencia. Consideré necesario y correcto venir a
darles mi aprobación y bendición, ya que, a pesar de que estuve de acuerdo
con la unión, me parece justo que cuenten con mi aprobación presencial.
— ¡No tengo palabras para explicar lo que siento en este momento! Tener al
padre de Ángela aquí es muy importante para mí. Pero no eres cualquier
padre... Eres el mismo dios, el creador, el conocedor de todas las cosas. —
Dijo Milo, con un tono de voz nervioso.
— ¡Sólo soy un buen amigo! Estaré aquí sólo un par de días para disfrutar
de la compañía de mi hija, ya que, desde que conquistaste su corazón ya no
ha tenido más tiempo para visitarme en mis dominios. ¡La pasaremos muy
bien estos días, te lo aseguro! — Dijo Dios, mientras colocaba la mano en
el hombro de Milo.
No podía haber algo más importante que este acto de confianza por parte de
dios hacia Milo, ya que, lo más importante de su vida, su hija, le había sido
confiado, y éste le había correspondido con una abnegación tremenda.
A Dios no se le podía mentir, y había algo que había notado que pronto
descubriría. Nadie más debía saber que Dios estaba allí, así que, se mantuvo
todo en secreto. Milo celebró su presencia ordenando que se preparara un
festín delicioso, el más exquisito jamás hecho en el reino para que Dios
fuese agasajado.
Milo tenía mucho que contarle a Ángela, pero mantuvo oculta la situación y
dejó que los siguientes días pasaran. Dios se iría pronto, él mismo lo había
asegurado, pero el día de su partida, la peor de las matanzas se llevó a cabo.
Milo y Ángela, hacían el amor apasionadamente cerca de las 6:00 de la
tarde en uno de los lugares favoritos de la pareja. Era una habitación de la
torre principal ubicada en la parte más alta, donde podían ver absolutamente
todo el reino desde allí al asomarse a la terraza. Desde allí, podían hacer
todo el ruido posible sin ser molestados, ya que, les fascinaba poder amarse
de una manera salvaje y sin restricciones.
Si había algo que no había podido quebrantarse entre la pareja, era el
apetito sexual, siempre estaban hambrientos el uno del otro, dispuestos a
comerse de diferentes maneras, y contenerse era el verdadero problema. En
ese momento, antes de que los interrumpieran, Ángela cabalgaba a su rey
de una manera apasionada.
Su abdomen se contraía de una manera intensa, mientras sentía como la
enorme polla de su amado, se insertaba hasta el fondo de su coño, mientras
su clítoris se friccionaba contra la piel de su amor.
En esos momentos, Ángela perdía por completo la cordura, sus uñas se
incrustaban en la piel del pecho fuerte de Milo, el cual, solía tomar la del
cuello o de los senos mientras ésta, se movía de una manera frenética, ya
que, le gustaba obtener la mayor cantidad de orgasmos posibles durante el
acto.
Ángela no parecía aburrirse de la polla de su compañero, ya que, mientras
más le devoraba, más apetito le proporcionaba, y su admiración absoluta a
su rey, la convertía en la mujer perfecta y soñada de todo hombre. La chica
se desplomó directamente sobre el pecho de Milo mientras experimentaba
un orgasmo tremendo. Sus tetas presionaron el pecho de este hombre
mientras Milo le abrazaba.
Ella se retorcía mientras gemía cubriendo el rostro de Milo con sus
cabellos, dejando que todo el placer fluyera por toda su existencia,
recorriéndola con descargas eléctricas del rayo más poderoso. Pero Milo
todavía no había terminado, y aunque los músculos vaginales de Ángela,
comprimían la polla de este hombre, todavía no era el momento de expulsar
a sus fluidos.
Éste, ubicó las manos sobre las nalgas, y al apretarlas con fuerza, comenzó
a realizar movimientos de cadera tan intensos, que el sonido del choque de
las pieles era inconfundible. Ella pensaba que su orgasmo había sido lo
suficientemente delicioso hasta ese punto, pero las embestidas de Milo,
potenciaron enormemente el placer, llevándola a un orgasmo inesperado, el
cual, hizo que sus ojos se fueran a blanco inevitablemente.
Esto era lo que más le gustaba a Ángela, que su Rey le sorprendiera con
cambios inesperados en el acto, que la cambiara de posición, que la tratara
como una dama, y repentinamente la convirtiera en su puta personal, ya
que, lo inesperado era lo que proporcionaba aquellas dosis de adrenalina tan
deliciosas que podían hacer que una sesión de sexo fuese inolvidable y
característica, diferente la una de la otra.
El cuerpo de Ángela era espectacular, y con el tiempo, esta no había dejado
de llevar a cabo duros entrenamientos, mantenía sus músculos firmes, el
índice de grasa muy bajo, y su piel totalmente estilizada y suave. Sus tetas
siempre habían sido el punto débil de Milo, el cual, adoraba succionar sus
pezones mientras ésta se corría.
Ella era muy sensible, solo bastaba con rozar su espalda desnuda con sus
dedos para que ésta se humedeciera tremendamente, era una adicta al sexo,
aunque se controlaba tremendamente y se comportaba como una dama
digna de su rey.
Mientras la robusta mano se posa sobre las voluptuosas nalgas de la reina,
esta, se abraza al cuello de Milo, sintiendo como la enorme polla, fricción a
las paredes vaginales y estimuló su punto más sensible.
Allí, la mujer comenzó a retorcerse nuevamente mientras un segundo
orgasmo la hizo colapsar. Al saber que la chica se estaba corriendo
nuevamente, el rey no pudo esperar más, y dejó explotar su polla en el
interior de aquella mujer, llenándola de fluidos tan cálidos y espesos, que
este simplemente experimentó una sensación religiosa y exquisita en su
interior.
— ¡Sabes exactamente lo que me encanta, querido! Pero déjame terminar
mi trabajo. Quiero que tu polla quede limpia y reluciente. — Dijo la reina,
mientras se desplazaban lentamente por el pecho hacia el abdomen y con el
objetivo de llegar a la polla de este hombre.
A Milo le encantaba las mamadas posteriores al orgasmo, así que, dejó que
aquella mujer se paseara con su lengua chupándole la punta del pene,
extrayendo hasta la última gota de semen para posteriormente tragárselo.
Pero antes de que pudiese relajarse totalmente, la puerta de aquella
habitación sonó brutalmente, como si hubiese sido tocada con un potente
martillo.
— ¿Quién es? ¡Sabes muy bien que no deben molestarnos! Ahora salgo.
Quien se identificó, dejó petrificados a Milo y Ángela, ya que, se había
escuchado la voz del propio Dios asegurando que se requería la presencia
de ambos lo más pronto posible en el salón principal. Algo muy grave había
ocurrido, 12 guardias habían sido masacrados, y la manera en que los
habían matado, había sido bastante similar a como habían asesinado
aquellos campesinos.
El hecho de que el propio Dios antes de marcharse hubiese ido directamente
a los aposentos de Milo y Ángela interrumpir su acto sexual para
notificarles lo que estaba pasando, era algo realmente vergonzoso, ya que,
había quedado en evidencia que algo muy oscuro estaba ocurriendo en
Falcaria y Milo no había tenido el valor de revelárselo ni a Ángela ni a su
padre.
Los dos guardias que habían sido colocados en las puertas principales
fueron asesinados, todos habían sido encontrados en sus puestos de
vigilancia, por lo que, quizá ni siquiera se habían dado cuenta del momento
en el cual los habían matado. Las puertas se encontraron abiertas y sin
vigilancia, así que, era fácil presumir que alguien había entrado y ellos
estaban expuestos.
Dios simplemente se hizo pasar como un familiar lejano de la reina, y al ver
lo que ocurrió, supo que los demonios habían entrado a Falcaria. Era el
momento de confrontar a Milo, ya que, aunque era el amado de su hija, era
el responsable de que esos eventos se estuviesen desarrollando, ya que, sí
hubiesen tomado las previsiones con tiempo, quizá eso no hubiese ocurrido.
— ¡Quiero que me digas ahora mismo si tenías conocimiento de la amenaza
que existía sobre Falcaria! De tu respuesta, dependerá mi decisión. — Dijo
Dios con un tono amenazante.
— Sí, sabía lo que estaba pasando y tuve que ocultarlo. No tuve el valor
para arruinar su visita, mi señor.
— Es todo lo que necesito saber. ¡Por favor, Ángela, acompáñame!
Necesito hablar contigo. — Dijo Dios, mientras tomaba la mano de su hija,
llevándola a una habitación privada.
Aquel gesto, había sido totalmente humillante para el Rey, y Dios se había
tomado el tiempo para comentarle en privado a Ángela que podía ser que
Milo no fuese el elegido. Si mentía y ocultaba cosas que podrían
comprometer la seguridad de su pueblo, probablemente no estaba preparado
para dirigir un cambio como ese.
Dios se fue, pero no iría al cielo todavía, había una parada más que tenía
que hacer.
3
Eran momentos de expectativa y la incertidumbre estaba consumiendo a
absolutamente todos, inclusive al propio dios, el cual, era conocedor de
todas las cosas, pero inclusive para él, había misterios que era imposible
predecir, dilucidar o revelar.
Cuando se presentaba una situación como ésta, era muy habitual ver un lado
mucho más inseguro de este ser supremo, ya que, perdía total confianza en
todos los que lo rodeaban, pues sabía que cuando el mal dejaba que sus
tentáculos alcanzaran los límites de la luz, fácilmente algunos podrían
doblegarse ante la tentación, terminando todo en traición.
No era la primera vez que Dios evidenciaba un riesgo de estas magnitudes,
pero tomar una decisión como la que había estado pensando, no sería fácil.
Eran eventos que transformaban al mundo, y cambiarían por completo la
percepción que tenían los humanos de la vida, así que, Dios no podía dejar
pasar las cosas por alto.
Esto, había llevado a Dios a reunirse de nuevo con Lucifer, su propio hijo,
uno de los Ángeles más amados y adorados, el cual, contaba con toda la
confianza del ser supremo, y había terminado traicionándolo simplemente
por codicia. Éste había sido uno de los golpes más duros que había recibido
dios en toda su historia, y esto había quedado evidenciado ante la reacción
que había tenido.
Había castigado a Lucifer enviándolo a una fosa, donde permanecería
atrapado durante el resto de la eternidad, pagando sus penas, y sin ninguna
posibilidad de volver al reino de los cielos bajo ninguna circunstancia.
Lucifer había cometido un error, pero su rencor, se había basado en el hecho
de que quizá lo habían juzgado demasiado fuerte sólo por el hecho de que
era el más amado por dios, esto, generaba un efecto totalmente
proporcional, ya que, mientras más confianza había ganado del ser todo
poderoso, mayores serían las consecuencias cuando le diera la espalda.
Otros ángeles también habían cometido faltas y errores, pero no habían
contado con un castigo de tales magnitudes. Pero, aunque había sido una
dura prueba para Lucifer, había sido la oportunidad para transformarse,
reunir poder y darle una lección adiós, convirtiéndose en su principal
adversario.
Había pasado de ser un simple ángel a ser desterrado, y con el tiempo, se
había convertido en el enemigo principal de dios, creando un imperio de
maldad, que siempre ponía a temblar a todos. No importaba cuanto trataran
de erradicar esta maldad, Lucifer había aprendido a manejar la parte más
oscura de los seres humanos, manipulando los, llevándolos hacia un punto
de dominación donde esté podía utilizarlos como marionetas para sus
objetivos.
Lo más frustrante para dios, era el hecho de que a pesar de que había
desterrado a Lucifer, aún seguía amándolo como uno de sus hijos más
especiales, así que, era una oportunidad para volver a verlo, aunque sabía
que no era el mismo de quien se había despedido hace miles de años atrás.
Dios podía ser misericordioso, comprensivo, muy abierto a ciertas ideas,
pero algo que no podía perdonar era la traición y la mentira.
La herida que se había generado en su corazón causada por Lucifer, nunca
sanaría, y aunque hacía todo lo posible por dejar ir todos esos malos
pensamientos que lo invadían. Siempre terminaba recordando como alguien
a quien él amaba tan profundamente, había terminado convirtiéndose en un
ser bajo, inclusive, poniendo en riesgo el equilibrio de los cielos.
Dios había pautado aquella reunión con Lucifer, sorprendiendo lo
notablemente, ya que, el demonio sabía perfectamente que, si Dios iría
directamente hacia sus dominios, es porque estaba realmente desesperado.
Era una decisión muy arriesgada, ya que, el ser supremo nunca había
ingresado al infierno, y aunque para él simplemente había sido una simple
fosa en un principio, no tenía idea de lo que había en el interior de aquel
lugar, el cual, se ubicaba en las profundidades de la tierra.
De alguna u otra forma, este planeta se había convertido en la prisión del
demonio, pero ante el crecimiento masivo de su poder, Dios no pudo
descuidar este lugar, convirtiéndose siempre en un punto clave de batallas
campales entre el bien y el mal.
La reunión tenía como objetivo consultar al diablo acerca de lo que estaba
pasando en Falcaria, ya que, si había alguien que podía proporcionar
información detallada acerca de este lugar, y cuáles eran los intereses que
tenía la oscuridad en esa gran ciudad, era precisamente Lucifer.
— ¡Padre, me honras con tu presencia! Nunca imaginé verte en mis
dominios. Éste es un gran acontecimiento, hay que celebrarlo. — Dijo
Lucifer, mientras recibía por primera vez a su padre en el infierno.
— No imaginé jamás que este lugar fuera así… Me lo imaginé mucho peor,
de hecho, han evolucionado tremendamente. — Dijo Dios, mientras
avanzaba hacia Lucifer.
— ¡Juntos hubiésemos podido hacer grandes cosas, padre! Pero preferiste
tratarme cómo una basura.
— No iniciaré con esta conversación. Recibiste el castigo que merecías.
Mis razones para venir hasta aquí han sido muy específicas, y sabes que
esta no es una visita de cortesía. — Dijo el rey Celestial.
— Siempre tratando a los demás con desdén y frialdad, padre. Nunca
cambias, luego siempre terminas aflorando, destruyendo cualquier
posibilidad de quienes realmente te conocemos, te admiren. — Dijo Lucifer,
mientras daba una probada a una copa de vino tinto.
— ¡No empieces con tus juegos mentales, Lucifer! Te conozco
perfectamente y sé que eres hábil con las palabras. Eres capaz de domar la
serpiente simplemente con tus aparentes palabras de confianza, pero sólo
eres un traicionero.
— ¡No debería permitir que alguien me hable de esa manera en mis
dominios! ¿Acaso yo voy hasta el cielo a hablarte de manera irrespetuosa?
¡Oh, olvidé que me expulsaste de allí! Olvidé que ya no puedo entrar al
paraíso. Que ironías que tú si puedas venir aquí...
— Aunque hayas evolucionado este lugar a un punto que me ha dejado
bastante impresionado, no deja de ser una creación mía, y si no lo he
destruido, es simplemente porque aún me queda algo de piedad. — Dijo
Dios.
— No, no puedes destruirlo porque ya no lo entiendes. Tu poder en este
lugar no tiene mayor influencia sobre mí, he logrado concentrar todas las
energías oscuras del universo en este punto, y tu fuerza, aunque sea
universal, no tiene control de las cosas como lo imaginas. ¿Quieres una
demostración? — Dijo Lucifer.
Si había algo que caracterizaba tremendamente al demonio, era la forma tan
segura en que hablaba, miraba a los ojos, no parpadeaba, no titubeaba ni un
segundo en las palabras elegidas, y eso, era intimidante para cualquiera.
Aquel abismo que había sido creado por Dios, se había convertido en un
lugar totalmente diferente al que él había ideado como una prisión para su
hijo, el ángel traidor.
Cuando entró, logró ver un lugar evolucionado, y no era muy diferente a la
tierra, de hecho, parecía que la tierra era una proyección del infierno, y eso,
dejó muy confundido a Dios, ya que, no sabía si realmente valía la pena
salvar un lugar así. Pero, aunque fuese un lugar atractivo y en crecimiento,
no dejaba de despedir un olor nauseabundo, y las temperaturas eran
realmente imposibles de soportar.
Éstas eran dos características que, sí se habían mantenido desde la creación
del infierno, ya que, dios había pensado los peores dolores y la mayor
incomodidad para Lucifer, así que, tendría que soportar ese olor vomitivo y
desagradable, y tener que lidiar con la sensación de quemarse cada día.
Era por esto, que Lucifer había sufrido graves quemaduras en su piel, esta
se había tornado roja, pero después, la carne se tostó, proporcionándole un
aspecto bastante desagradable y difícil de tolerar, con un mosaico de colores
a través de toda su piel, entre rojo vivo y color carbón. Pero Lucifer
detestaba ese aspecto, y con el tiempo, había aprendido a utilizar nuevas
habilidades, así que, podía escoger el aspecto que quisiera.
Para ese momento en el que hablaba con Dios, llevaba su cabello largo
oscuro, tan largo hasta los hombros, su rostro era delgado, refinado,
consejas abundantes, ojos hundidos, los cuales, tenían una forma achinada,
con pómulos marcados, un mentón fuerte, no llevaba barba, su rostro estaba
perfectamente impecable.
Su ropa era similar a la de Dios, pero de un color oscuro, con una túnica
muy elegante, de un negro profundo, el cual, no permitía que ningún reflejo
arruinara esa oscuridad. Parecía estar hecho de algún material que absorbía
totalmente la luz, así que, el aspecto del diablo era realmente sombrío.
— Deberías lamentar haberme enviado aquí. Pero veo confusión en tu
mirada, padre. Veo que no estás conforme con lo que he hecho con este sitio
que llamas Infierno. ¡Para mí es un hogar! — Dijo Lucifer.
— Sigues haciendo que mi tiempo se consuma en este lugar, Lucifer.
¿Olvidas que lo sé todo? Olvidas que puedo controlar cualquier parte del
universo, tengo ojos en todas partes. — Dijo Dios.
— Entonces si lo sabes todo, ¿por qué has venido aquí? Apuesto cualquier
cosa que has venido por respuestas. ¿Acaso tú mismo no te puedes contestar
esas preguntas?
— ¡No voy a tolerar que intentes burlarte de mí! El hecho de que haya
venido hasta aquí, no te hace más de lo que eres, una rata nauseabunda y
traidora. Eres capaz de morder la mano que te alimenta, de dar una
puñalada en la espalda de quien recientemente te ha prestado ayuda.
¡Vivirás aquí eternamente! — Dijo Dios.
— Lamento no estar de acuerdo contigo… Aunque tengas planes muy
específicos para cada ser de la tierra, para mí no aplican tus normas.
Aunque me gusta este lugar, no espero quedarme aquí eternamente.
Digamos que estoy planeando expandir mi rango de control... — Dijo
Lucifer, con una sonrisa bastante cínica.
Aquellas palabras, habían hablado claramente sobre las posibles intenciones
que tenía el demonio de poner sus manos sobre la tierra. Esto, parecía estar
convirtiéndose en el inicio de una guerra en el futuro, y era precisamente
eso lo que Dios quería evitar.
Conocía cuan hábil y peligroso podía ser su ángel favorito, el mismo que
había luchado junto a él en contra de las fuerzas oscuras en el pasado, ya
que, aunque las amenazas no eran tan fuertes desde que Lucifer fue enviado
al infierno, siempre hubo algunas influencias externas que trataron de
anular la luz que emanaba desde los cielos.
— ¡Quiero que te arrodilles ante mí y pidas perdón por todo lo que has
hecho! Estoy dispuesto a hacer una tregua contigo, Lucifer. Inclusive, te
daría la oportunidad de recuperar tus alas si simplemente detienes lo que
está en proceso. — Dijo Dios.
— Hay cosas que son irreversibles, padre. Aunque intentes dominarlo todo,
tienes que aceptar que no siempre ganarás. — Dijo Lucifer.
En ese momento, Dios había perdido por completo la capacidad de
autocontrol. Sus manos fueron directamente hacia el cuello de su hijo, el
cual, simplemente se relajó y sonrió.
— ¿Este es el padre piadoso del que todos hablaban? ¿Este es el Dios al que
todos admiran y por el que todos oran? Un Dios que es capaz de asesinar a
su propio hijo, simplemente por no estar de acuerdo con sus ideas. ¡Vaya,
me impresionas, Padre! — Dijo Lucifer.
En ese momento, Dios no se había dado cuenta de que ya había caído en el
juego.
Eran precisamente ese tipo de comportamientos los cuales siempre
terminaban desestabilizando a los contrincantes de este ser tan hábil, el
cual, tenía miles de años de edad, y había acumulado la experiencia
suficiente como para hacer quebrantar la paciencia de su propio padre.
— Creo que ha sido un error venir hasta aquí para tratar de negociar
contigo. ¡No vales la pena, sigues siendo una escoria! — Dijo Dios.
En ese momento, el Diablo sintió una profunda herida al verse rechazado
nuevamente por su propio padre. Aunque lo detestaba enormemente por
todo el eterno castigo que le había proporcionado, aún existía un poco de
orgullo en él, y no le iba a permitir ni siquiera el propio Dios, hablarle de
esa manera.
Fue por esto, que Lucifer tomó su espada de una manera vertiginosa, y
apuntó directamente a la cabeza de dios. Éste, realizó un corte con la
espada, fue mínimo, pero generó el sangrado de una gota del cuello del ser
supremo.
— ¿Has comprendido que, si hubiese querido decapitarte, lo hubiese
logrado? — Dijo Lucifer.
Dios se quedó petrificado, no tenía la menor idea de lo que había pasado, no
había previsto estos movimientos. El hecho de que no hubiese sido atacado
de una manera tan grave, sólo dependía de la voluntad de Lucifer.
Dios era inmortal, pero el hecho de ser decapitado, llevaría sus energías a
un punto muy lejano, donde tendría que recuperarse nuevamente.
— Las cosas ya no son como eran antes, padre. Y, de hecho, a partir de este
momento, no me referiré a ti como mi creador. ¡Yo he sido el creador de mi
versión actual! He tenido que forjarme en las llamas de este lugar, un lugar
donde me encerraste simplemente por no poder manejar tu ira.
— ¿Lograste atacarme tan rápido? ¿Cómo es que no te vi? ¿Cómo es que
no pude defenderme?
— Creo que la respuesta es simple. Te has hecho viejo, aunque te
consideres eterno, inevitablemente, te has debilitado con el tiempo. En
cambio, yo me hago más fuerte con cada prueba, con cada día que me
encuentro en este lugar, debo resistir, haciéndome cada vez más poderoso.
Creo que el error lo cometiste tú al enviarme aquí. — Dijo Lucifer, mientras
bajaba su espada.
Durante algunos minutos, el demonio se dedicó simplemente a burlarse de
Dios, de su debilidad, tratando de quebrantar el espíritu del creador de todo
el universo. El supremo, no entendía qué era lo que había ocurrido, y quizá,
debía salir de allí tan pronto como fuese posible. Pero cuando Dios entendió
lo que estaba pasando, ya las cosas estaban por transformarse
drásticamente.
Lucifer le había comentado a dios que Morten Haugen había planeado todo
con mucha precisión, y él simplemente era un recurso en el plan.
— ¿Dices que Morten Haugen está involucrado en esto? Pero él nunca
antes había estado involucrado en nada similar. ¿Por qué tendría que creerte
a ti? ¿Por qué el ángel de la muerte se involucraría en estos problemas solo
por capricho?
— ¡De nuevo te equivocas! No se trata de un simple capricho, hay algunas
razones que ni siquiera tú podrías entender. Hay emociones, acciones,
hechos y eventos que transforman a cada ser en este universo. Tú te has
mantenido en el mismo desde que existe, y nunca has variado tus reglas ni
tus normas, todo evoluciona, pero tú sigues siendo tan predecible como
siempre. — Dijo Lucifer, mientras retrocedía un par de pasos.
En ese momento, dejó caer una red elaborada con cristales negros e hilos de
plata, los cuales, dejaron completamente inmóvil a Dios. Si había alguien
que conocía las debilidades de absolutamente todos los seres del universo,
era Morten Haugen, inclusive, conocía la forma en que Dios podía caer.
Esta era una prueba muy difícil ante la cual, nunca antes había estado, Dios
nunca había estado en tanto peligro como el que se había generado después
de que Morten Haugen y Lucifer fusionaran sus mentes para crear un plan
infalible que terminara neutralizando por completo a Dios.
— ¡Lo que estás haciendo es muy peligroso, Lucifer! Y la piedad que te he
tenido durante todo este tiempo, podría desaparecer si haces algo estúpido.
Recuerda que yo te he mantenido vivo, gracias a mí existes. — Dijo Dios,
mientras estaba totalmente inmovilizado.
— ¿Es que acaso no te cansas de equivocarte, supremo? ¿Te imaginas qué
dirían aquellos que te adoran y te admiran si te vieran en ese estado tan
vulnerable? ¿Este es el Dios que nos protege? Un Dios que es capaz de
negociar con el propio Lucifer sólo para obtener un poco de crédito. — Dijo
el demonio mientras caminaba de un lado al otro, se veía bastante eufórico
por el éxito.
— ¿Cuántas veces has intentado en el pasado tratar de dominar la tierra?
¿Acaso no te cansas de tanto fracaso? Eso es lo que nos diferencia a ti y a
mí. A mí el fracaso simplemente me motiva a seguir adelante, me da nuevas
ideas para poder acabar con esa farsa que tratas de proyectar a través de tus
normas. Hablas de piedad, bondad y humildad, pero tú eres el principal
exponente de la megalomanía, el ego y el autoritarismo.
— ¡Sigues hablando desde el rencor y la herida, Lucifer! ¡Quítame esta red
ahora mismo! No tengo la menor idea de cómo has encontrado uno de mis
puntos débiles, pero si logro liberarme de esto, tu destino será desaparecer
para siempre.
— No es muy inteligente de tu parte amenazarme mientras estás en esas
condiciones. ¿Recuerdas que llevas una herida en el cuello? ¡Digamos que
ahora sí estamos a mano! Yo, según lo que dices, te debo la vida, pero
ahora, estás vivo gracias a mi voluntad. — Dijo Lucifer.
En ese momento, las cosas comenzaron a cambiar drásticamente y de una
forma inesperada que ni siquiera este ser supremo había podido prever.
Si Lucifer era capaz de tomar la forma de cualquier ser el universo, de
hecho, él mismo era el que entrenaba a los demonios cambia formas como
Tobías, el cual, estaba perfectamente preparado para reinar en la tierra, pero
su caída, había hecho que el Lucifer nuevamente generara un nuevo plan.
Ya que, esta vez utilizaría mucho más precisión y lógica, algo que lo iba a
llevar lentamente hacia la consolidación de un plan que tarde o temprano
funcionaría.
Su fusión con Morten Haugen y Kuno, fue definitiva, había sido la mejor
decisión que nunca hubiesen tomado, y los tres, habían conformado una
Trinidad de destrucción, que llevaría a la tierra hacia su final
eventualmente.
Lucifer, ante los ojos estupefactos de Dios, comenzó a cambiar de forma,
tomando el aspecto que llevaba aquel ser supremo. Esto, dejó sin palabras
al creador, ya que, entendió que el siguiente plan era usurparlo.
— ¡Ya no hay marcha atrás! Lo que se había planeado en algún momento
ya ha comenzado. Tú contemplarás con tus propios ojos cómo este lugar,
que habías creado con tus manos simplemente para encerrarme a mí,
comenzará a aflorar hacia la tierra formando parte de ella. ¡Tú fuiste el
creador de la futura destrucción de tu mundo! — Dijo Lucifer.
El ángel de la muerte, un guerrero humano, y el propio Lucifer, se habían
unido para desestabilizar por completo la tranquilidad del planeta. Pero
Lucifer se encargaría de mostrar con detalle una gran parte de sus planes, ya
que, el infierno no se limitaba solo a ubicarse justo debajo de Gradonia.
Durante todo ese tiempo, habían estado trabajando arduamente para la
creación de túneles subterráneos debajo de Gradonia, que se extendían
estratégicamente hacia diferentes puntos, ubicándose principalmente justo
debajo de Falcaria.
Mientras algunos líderes imaginaban que Falcaria era el lugar más seguro
del mundo, Lucifer cavaba túneles, utilizando a sus demonios, a sus
súbditos, las almas perdidas, aquellos que no tenían ninguna esperanza de
abandonar el infierno, y estos, eran utilizados para movilizarse justo debajo
de aquel gran reino simplemente para tener tentáculos estratégicos del mal
justo debajo de esta ciudad que estaba llena de riquezas, poder y energía.
Si había alguien que de alguna u otra forma creía ciegamente en las
profecías, era Lucifer, y siempre estuvo atento ante el nacimiento y
crecimiento de Milo Gatrell, ya que, desde siempre, había tenido la
intención de reclutarlo él mismo.
Durante diferentes momentos de la vida del joven Milo, había estado frente
al propio Lucifer, el cual, emanaba del infierno en diferentes eras, tomando
formas de animales, amigos de Milo, inclusive, hasta familiares, tratando de
influenciarlo para que se uniera a sus filas de forma inconsciente.
Crecer en Gradonia y no terminar siendo uno de los súbditos del demonio,
había sido una clara demostración de que Milo era el elegido. Lucifer había
intentado en varias ocasiones cuando ya había perdido las esperanzas de
poder manipularlo, de asesinarlo, este simplemente había tenido un
rendimiento excepcional defendiéndose.
Ante lo que, la frustración invadía una vez tras otra a Lucifer, quien sabía
que tarde o temprano tendría que enfrentarse con la furia de Milo, un
guerrero que tarde o temprano iría de aquellas tierras después de haber
mancillado el honor de la familia real.
Lucifer, había preparado a una gran cantidad de súbditos a lo largo del
tiempo, había estructurado una legión del mal que siempre habían tratado
de adueñarse de Falcaria, estaban totalmente conscientes de que quien
controlar a la gran ciudad de Falcaria, controlaría todo el mundo, y cada
uno de los miembros que conformaban esta conspiración, sacarían una parte
importante del botín.
Dios fue arrastrado de una forma muy humillante por cada uno de esos
túneles por el propio Lucifer, quien quería que los ojos del creador, vieran
como justo debajo de la tierra, se habían estructurado todos aquellos
túneles, los cuales, eran los pasadizos para que los demonios pronto fuesen
liberados desde diferentes puntos en la tierra.
— Nunca imaginé que estuvieses tan mal de la cabeza, Lucifer. Supe
siempre que eras codicioso, y muy peligroso, pero no imaginé que tu
codicia te llevaría a un nivel de obsesión tan descontrolado. ¡Aún estás a
tiempo de dar vuelta a esto!
— ¡Tus amenazas indirectas, ya no me asustan, Padre! Ya no tienes ningún
tipo de influencia sobre mí, de hecho, allí tendido en el suelo, inmovilizado
por esa red, lo único que me inspiras es lástima. — Dijo Lucifer, antes de
escupir sobre Dios.
— Tus ínfulas de poder, simplemente te están llevando hacia una
profundidad mucho más putrefacta y desagradable que este mismo infierno.
¡Pero ya has firmado tu sentencia de muerte! No sé qué pasará conmigo,
quizás, encuentres la forma de eliminarme para siempre, pero siempre habrá
fuerzas del bien que conseguirán cerrarte la boca. — Dijo Dios.
— Es irónico que después de que creaste una fosa para castigarme y me
enviaste aquí entre aromas nauseabundos y temperaturas insufribles, seas tú
quien termine encerrado aquí a esperar mi éxito.
— ¿Eso es lo que planeas? ¿Encerrarme aquí para demostrarme todo lo que
sufriste durante este tiempo? Pues adelante, sé que fracasarás, fracasarás de
nuevo como lo has hecho tantas veces, porque fuiste creado para la
perfección, pero tus acciones, simplemente han demostrado tu mediocridad
una y otra vez, Lucifer. — Dijo el enardecido Dios.
— Lo siento, ya no tengo más tiempo para seguir perdiéndolo contigo.
¡Espero que disfrutes de tu estadía en este lugar! — Dijo Lucifer, mientras
lanzaba a Dios en una fosa de apenas 2 metros de largo, y de al menos 6 m
de profundidad.
Después de abandonar a su propio padre allí, sin tener la menor idea de si
sobreviviría, se marchó a Falcaria, ya que, era un momento de dar comienzo
a la siguiente fase del plan.
Los cristales negros con hilos de plata, neutralizaban los poderes de Dios, lo
debilitaban tremendamente, y el simple ataque de la hoja de una espada
afilada, podría hacerle grave daño. En ese momento, Ángela tenía un
presentimiento realmente desagradable, de hecho, se encontraba sumida en
una profunda pesadilla donde sus alas, le eran arrancadas una a una,
mientras de sus ojos, brotaban litros de sangre.
Despertó totalmente Alterada, no tenía la menor idea de que había sido eso
que había visto en su alucinación. Estaba justo al lado de Milo, el cual la
abrazó para tranquilizarla. Esta, se dedicó a contarle lo que había ocurrido,
pero entre ellos, las relaciones estaban bastante frágiles.
Después de la visita de dios, y la forma en que éste se había dirigido a
Angela poniendo en duda las habilidades de Milo, todo había comenzado a
enfriarse, ya que, la propia inseguridad de Milo y la desconfianza de Ángela
en la profecía, había comenzado a debilitar todo.
Aquella noche, antes de que todo cambiara, habían decidido hacer el amor
en su lugar especial, había sido una forma bastante apasionada de tratar de
que todo volviera a la normalidad, pero en torno a ellos, se estaba gestando
algo que lo iba a cambiar todo de manera repentina.
Lucifer tenía una misión que cumplir en Falcaria, pues debía entregar a
Milo y a Ángela a los correspondientes socios. Habían formado una
Trinidad, una alianza de dolor y castigo, ya que, Milo debía pagar lo que les
había ocurrido a los padres de Kuno Agnun.
Mientras que, Angela estaba destinada a ser la compañera del ángel de la
muerte, mientras que, con el camino libre, Lucifer podría reinar en Falcaria,
absorbiendo todo el poder posible dejando que sus demonios se adueñaran
de la tierra de una vez por todas, ya que, lo había intentado en múltiples
ocasiones en el pasado.
— Mis alucinaciones generalmente no son casuales. ¡Algo muy grave está
por pasar, Milo! — Dijo la asustada Ángela.
— Sé que estás nerviosa desde la visita de tu padre. Pero tienes que
calmarte, no hay forma de que sepamos qué es lo que está por ocurrir.
Vamos, duérmete, sólo pon tu cabeza en mi pecho y relájate. — Dijo Milo.
Ángela estaba severamente nerviosa, pero sabía que una forma de escapar
de todos esos pensamientos oscuros, era a través de las interacciones con su
esposo, con sus besos y caricias que borraban cualquier miedo o
inseguridad. Fue por esto, que la mano de aquella mujer comenzó acariciar
suavemente su pecho, y traviesa mente, se desplazó hacia su domen.
Aquel gesto, dejó muy en claro a Milo, que habría un poco de acción
nuevamente.
4
Las caricias de Ángela encendían rápidamente a Milo, quien tenía una
debilidad por la forma tan agradable en que podía tocarlo esta mujer. Sus
dedos eran como la seda, y sus movimientos cuidadosamente calculados, se
dirigían hacia los puntos más sensibles del cuerpo del guerrero.
La piel de Milo, estaba llena de cicatrices por las diferentes pruebas que
había tenido que atravesar a lo largo de su vida, pero los dedos de Ángela,
parecían borrar esas líneas de dolor, y convertían todo en un profundo
placer.
Este hombre, era afortunado al tener a una mujer tan espectacular y bella
entre sus brazos, la cual, a pesar de estar tratando de escapar de una realidad
que la abrumaba, todavía puede verse en sus ojos algo de preocupación.
— Te ves un poco preocupada, cariño... ¿Por qué no dejamos esto para
después? Creo que no estás de mejor ánimo. — Dijo Milo, al notar la
seriedad en el rostro de la chica.
— No, es precisamente esto lo que necesito para poder sacar de mi mente
todos los miedos y dudas que tengo. Hay un presentimiento muy fuerte
dentro de mí que no me deja tranquila, esos sueños no han sido casuales,
pero quizá sea la presión. ¡Deja que me relaje un poco, vamos a divertirnos,
querido! — Dijo Ángela.
En ese momento, la chica ya estaba justo frente a la polla del rey, el cual,
simplemente se relajó, mientras su esposa, comenzaba a succionar
levemente su flácido pene. Éste, ya era grande antes de la erección, pero
cuando se endurecía, era un fuerte e imponente miembro, el cual estaba
diseñado especialmente para proveer placer.
Esta chica se daba gusto enorme al devorar la polla de su amado, la cual,
explotaba con frecuencia en el interior de su boca, llenándola de fluidos
dulces, es pesos y viscosos, los cuales devoraba sin ningún tipo de
remordimiento.
El sexo entre el rey y Ángela, era magnífico, y siempre las cosas se
equilibraban de una manera bastante equitativa, ya que, el placer no se
establecía únicamente en una de las dos partes, cada uno recibiría su
porción de satisfacción, eso era una garantía.
Pero generalmente, era la reina quien iniciaban los encuentros, ya que, era
fogosa, ardiente, con una necesidad tremenda de poder tener a su esposo
dentro de ella, cabalgarlo insaciable mente, dejarlo seco, ya que, poder
conectar con el orgasmo, era una energía que no se comparaba con nada.
Mientras en la mente de Ángela, se llevaban a cabo una gran cantidad de
miedos y dudas, por otra parte, en la mente de Milo, simplemente había una
necesidad de satisfacción total. Aquella mujer era una diosa del sexo oral,
así que, simplemente contempló como esta sujetó su cabello para tener una
mayor movilidad con su cabeza, paseándose desde sus testículos hasta la
punta de su miembro.
Algo que le fascinaba tremendamente a Milo era la manera en que ésta
jugaba con su lengua, dando especie de latigazos en la punta, justo debajo
del orificio de su pene, generando un cosquilleo muy agradable, mientras
masturbaba lentamente, ejerciendo presión sobre el tronco del pene,
mientras la chica lo veía fijamente a los ojos. Aquella acción, era una forma
segura de proporcionarle un orgasmo, así que, cuando ésta combinaba esa
configuración, sabía que no podría resistir mucho.
Milo abrió ampliamente sus piernas, ya que, quería ponerse cómodo y dejar
espacio suficiente para que la chica hiciera el trabajo, y esto, la motivaba
cada vez más, ya que, después de succionarle la polla durante algunos
minutos llevándola hasta el fondo de su garganta sin ni siquiera sentir el
reflejo de las náuseas, esta fue directamente hasta sus testículos. Esta era la
zona límite, generalmente, no solía pasar de allí con facilidad, ya que,
aunque Ángela era atrevida y bastante usada en el sexo, solía cuidar las
distancias, ya que, no quería hacer sentir mal a su esposo.
Siempre había tenido la curiosidad de saber que se sentiría utilizar su
lengua y sus labios para estimular el ano de aquel hombre. Aquel
movimiento, fue vertiginoso y rápido, inesperado para el rey, el cual, abrió
sus ojos tanto como pudo, se aferró a las sábanas, y simplemente dejó salir
un gemido de placer cuando la chica lamió suavemente aquel orificio.
Éste, quiso detenerla, pero ella estaba tan decidida, que no tuvo más opción
que dejar que todo fluyera. Aquella era la primera vez que el rey sentía algo
así, y aunque estaba un poco incómodo e intimidado, le gustaba complacer
a su mujer. Pero el placer no se detuvo, y mientras ella realizaba
movimientos magistrales con su lengua estimulándolo de una manera única
e inigualable, seguía masturbando su pene de una forma rápida.
Ella le metía la lengua tan profundamente como podía, mientras el rey,
simplemente resistía las ganas de ponerse de pie y marcharse de la
habitación para dejar que la vergüenza se apoderara de él.
Pero era su reina, la mujer con la que había estado en las situaciones más
hermosas y las más complicadas, así que, simplemente dejó que ésta se
divirtiera, y eventualmente, su polla explotó en una erupción de semen, la
más abundante que jamás hubiese visto, quizá, aquel tipo de estímulo, había
disparado algo especial en él.
Pero el rey no se iba a quedar con las ganas de probar los jugos de aquella
mujer, la cual, seguramente ya estaba empapada, pues era habitual que
cuando hacía el sexo oral, esta se masturbara con mucho apetito, esperando
el momento de ser complacida. Éste, después de darle un beso apasionado
en sus labios aún con el sabor de su semen en su boca, la colocó justo en la
ventana, cargándola para llevarla hasta allí.
Esta, podía ver todo el reino, y mientras el rey le abría las piernas, le
proporcionaba el mejor sexo oral, chupándole el coño de una manera tan
intensa, que sus gemidos parecían escucharse a lo lejos se las montañas.
Ambos compartieron sus habilidades proporcionando placer bajo este
esquema, así que, ella simplemente se relajó, mientras aquel rey, parecía no
respirar, se dedicaba enteramente a frotar el clítoris de aquel ángel. Tenía un
coño jugoso, rosado, liso y terso como la superficie de un durazno, y con
unos muslos bien abiertos tonificados que eran sujetados por el rey.
Éste se dedicó a complacer su clítoris durante largos minutos, y sólo tenía
que esperar aquellos espasmos involuntarios que surgían en su abdomen y
en la parte baja de su espalda para poder saber que estaba a punto de
correrse. Cuando llegó a ese punto, simplemente se colocó justo frente a
ella y le insertó la polla hasta la base.
Ángela no esperaba en absoluto este gesto, así que, se aferró a la espalda de
él, incrustándole las uñas debido al dolor, pero era un dolor que disfrutó
totalmente. Tener aquella polla dura en su interior, simplemente estimuló el
placer más delicioso, y adelantó el orgasmo que inevitablemente llegaría.
Ella se corrió para él, y la polla del rey aún permanecía dura, así que,
parecía que éste tenía la fuerza y vitalidad de un toro, así que, ella comenzó
a moverse de una manera bastante enérgica, haciendo que sus tetas saltaran
de un lado al otro, aferrándose al cuello del rey, mientras éste la embestía
con brutalidad.
Ella contraía sus músculos vaginales, se entrelazaba con sus piernas
aferrándose a él, mientras gemía como nunca antes. Esto estimuló tanto al
rey, que no pudo evitar correrse una vez más, pero en esta oportunidad, lo
hizo en el interior de aquella mujer.
Ambos habían quedado sumamente satisfechos, felices, tranquilos, con una
respiración agitada y un poco entrecortada, ya que, sus corazones latían al
punto de reventar. Aquella forma de hacer el amor era característica entre
ellos, nunca permitían que fuese frío y monótono, ponían toda la energía de
su parte para que cada orgasmo fuese más intenso que la anterior.
Antes de que pudieran vestirse, dios había llegado repentinamente al lugar,
ni siquiera se había tomado la molestia de golpear la puerta, había ordenado
a los soldados que abrieran repentinamente, y aunque estos no sabían quién
era realmente aquel hombre, este aseguró que la reina estaba en peligro, ya
que, Milo era un traidor.
— Padre, ¿qué haces aquí? — Preguntó Ángela, totalmente asustada,
tratando de cubrir su desnudez.
— Todo ha quedado al descubierto. Milo es el responsable de todas las
matanzas que se han estado llevando a cabo. Sabía acerca de lo que estaba
pasando y guardó silencio. ¡Es un traidor! — Dijo Dios mientras, ordenaba
a los soldados que lo detuvieran.
— No, pero, ¿qué dices? ¡Tiene que ser un error! No puedo dejar que te lo
lleves. — Dijo Angela, mientras tomaba su vestido para cubrirse.
— Si te opones a mí, tendrás que pagar las consecuencias, hija. ¡Apártate,
Milo debe ser juzgado! Es un traidor, y sabes muy bien que no toleraré a un
traidor a tu lado. — Dijo el supremo.
— No, debes equivocarte una vez más como muchas veces lo has hecho.
Has tomado decisiones erráticas simplemente alimentado por la ira, padre.
¡Por favor, recapacita, Milo no puede tener nada que ver con esto! — Dijo
Ángela.
En ese momento, Ángela descubrió que era capaz de retar al propio Dios si
era necesario para proteger a su esposo y rey.
Mientras tanto, Milo estaba estupefacto, no podía creer lo que estaba
pasando, el propio Dios estaba allí señalándolo de una culpabilidad que no
tenía, y no había nada que pudiese hacerlo decir, eso era una acusación
realmente grave, proveniente de un ser divino que no dudaría en castigarlo.
— Si te atreves a retarme, entonces deberás enfrentar las consecuencias. —
Dijo Dios, mientras desenvainaba una espada dorada de su espalda.
Ángela, tomó rápidamente su espada, y estaba lista para enfrentar a su
padre, pero, aunque trató de hacer movimientos rápidos para reducirlo,
sabía que era inútil. Sus alas fueron cortadas, y sería lanzada al mar para
que muriera congelada.
Mientras tanto, Milo observaba como el amor de su vida, había sido
castigada por su propio padre, mientras él, había sido encerrado en uno de
los calabozos a esperar su destino, el cual, ya estaba determinado por
Lucifer, Morten Haugen y Kuno.
Ángela fue llevada agonizante directamente hacia el acantilado, ella debía
morir de una forma humillante, sin ningún tipo de respeto, ya que,
aparentemente había retado a Dios. Pero mientras flotaba boca abajo sobre
aquellas aguas heladas, recordó que su padre jamás llevaba joyas.
Dios solía tener sus manos totalmente limpias, y generalmente, las cubría,
no las mostraba con facilidad, ya que, eran las manos de la creación.
Recordó las manos del hombre que le había retado, su padre, jamás había
tomado una posición de combate así, quizá, bajo condiciones realmente
extremas, pero no para combatir contra ella.
Cuando recordó aquellas manos empuñando la espada, notó que estas tenían
anillos de oro, así que, era un impostor, y esto, fue un elemento motivador y
mediato para que despertara. Sus ojos se abrieron instantáneamente, y una
gran cantidad de burbujas de aire, emanaron desde sus pulmones.
Sacó la cabeza del agua y aspiró con desesperación, sus alas aún sangraban,
y comenzó a mover sus brazos de una forma desesperada para tratar de
encontrar un poco de estabilidad, ya que, la corriente era fuerte, fría e
infalible. Quiénes la habían lanzado al agua, no se habían percatado de que
no estaba muerta del todo, así que, se marcharon a sus puestos de trabajo,
porque ya era momento de un cambio en aquel lugar.
Milo había sido señalado como un traidor, la reina, había sido sacrificada
lanzada al mar, ahora, se suponía que Dios debía organizar todo, pero quien
estaba allí, era el propio Lucifer. Ángela estaba totalmente consciente de la
falsedad de lo que estaba ocurriendo, pero ya no tenía poder, había sido
derrotada, sus alas habían desaparecido y las oportunidades de sobrevivir
eran mínimas.
Tras recuperar el aliento, se había aferrado a unas rocas, y había
aprovechado la corriente nadando a favor de esta para llegar hasta la orilla.
Pero estaba sola, nadie creería en lo que ocurría, así que, tenía que valerse
por sí misma durante los días siguientes.
Buscó el camino de regreso, pero estaba desorientada, ya las heridas de sus
alas habían comenzado a cerrarse, ya que, aunque le habían arrebatado parte
de su poder, el hecho de poder sanar más rápido que los humanos, no
podían arrebatárselo.
Caminó por bosques, atravesó ríos, caminó por los acantilados más
intimidantes, sabiendo que no podría desplegar sus alas para poder
utilizarlas. Pero, aunque estaba adolorida, cansada y mojada, avanzaba con
sus pies descalzos, llena de un poco de voluntad que parecía ser el empuje
para ir hacia su destino.
En el camino, mientras avanzaba por un sendero, Ángela, después de varios
días de agotamiento y dolor, se encontró con alguien conocido para ella.
Pensó que era una alucinación, pero era el propio Morten Haugen quien
había aparecido para proponerle un trato.
— ¡Sólo mírate! Qué lamentable estado en el que estás. Lamento tanto que
hayas llegado a este punto, amada mía. Esto es el resultado de engañarme,
jugaste conmigo, ahora debes pagarlo. Sabes que sólo yo puedo ponerle fin
a tu sufrimiento.
— ¡Cómo te atreves a hablarme así! Yo no te pertenezco, no eres mi dueño.
Has perdido la cabeza Morten Haugen, no sé lo que está pasando, pero yo le
pertenezco a Milo, y nunca podrás ir en contra de eso.
— El destino de Milo ya está escrito, pronto morirá, yo mismo me
encargaré de llevarlo al infierno. Pero tú tienes una oportunidad a mi lado,
esta vez no habrá engaños ni trampas, serás libre a mi lado, pero tendrás
que aceptar ciertas condiciones, ¿qué dices?
Ángela no iba a someterse a la voluntad de un ser tan bajo, así que,
utilizando el poco de energía que tenía, trató de enfrentarlo. Pero Morten
Haugen no se limitó en tomarla del cuello con toda su fuerza, y casi la había
matado. De hecho, durante algunos segundos, le había mostrado la muerte,
algo que le hizo entrar en pánico total, lo que le hizo aceptar su trato.
Ángela sabía perfectamente que muerta no lograría nada, pero si se
doblegaba ante la voluntad de Morten Haugen, al menos tendría algo de
tiempo adicional para seguir pensando en cómo salir de eso.
Estaba agotada, Necesitaba alimento y vestido, y eso solo podía
proporcionárselo Morten Haugen. Éste la llevó a su castillo en Gradonia,
lugar que había sido levantado por él y la ayuda de los súbditos de Kuno,
quien, en ese momento, había emprendido su viaje hacia Falcaria para
poder cobrar su venganza.
Milo tenía la fama de tener las habilidades de 10 peleadores juntos, así que,
Kuno había pedido un duelo con él. Nadie más debía intervenir, él sería el
encargado de demostrar si realmente Milo tenía las habilidades de pelea que
todos decían, si no era así, lo dejaría totalmente humillado frente a todos.
Pero Kuno no era un peleador tan honorable como quería hacer ver, ya que,
era capaz de manipular todas las situaciones a su favor, para no perder
aquella batalla.
El duelo se daría en condiciones deplorables, y a Milo se le había dado una
armadura muy pobre. Solo se le proporcionó una espada de madera, y el
escudo, se notaba que no resistiría demasiado. Tampoco se le dio casco, y
sus brazos estaban descubiertos, lo que generaría cortes de la espada con
mucha facilidad.
Milo no había comido bien en varios días, estaba débil y un poco abrumado,
confundido, lleno de una frustración tremenda, así que, no eran
precisamente las mejores condiciones para una contienda. Kuno, portaba
una armadura que el propio Lucifer le había regalado, sabía que ese
momento llegaría, así que, debía llevar una armadura que se ajustara a la
ocasión, ya que, mataría a un rey, aún elegido.
Milo sabía que no había oportunidad de vencerlo, ya que, la armadura de
Kuno era muy superior en resistencia, además, tenía la maldición de
Lucifer. Aquella pelea no iba a ser proporcional, pero cuando esté entró a la
arena, la golpiza fue devastadora. Kuno ni siquiera cruzó palabras con él,
simplemente, se fue directamente hacia Milo para dejar fluir toda su
frustración e ira.
Golpeaba una y otra vez su rostro utilizando su escudo, ante lo que, Milo
prácticamente no podía defenderse. Cada embestida del metal directamente
sobre sus pómulos o su cabeza, lo dejaban totalmente mareado, ante lo que,
simplemente se dejaba caer al suelo una y otra vez.
— ¡Levántate, mal nacido! Ahora no parece ser tan poderoso como decían
en Falcaria. Ustedes acabaron con mi familia, ahora yo rebanaré tu cabeza y
la levantaré en honor a mis ancestros. — Dijo Kuno.
— ¡Yo no maté a tu familia! Pero puedes hacer lo que quieras. La vida para
mí ya no es una opción. — Dijo el frustrado Milo, con su rostro
ensangrentado.
Durante toda la pelea, Milo estuvo observando las compuertas de la arena,
las cuales, tenían diferentes direcciones.
No atacó jamás a Kuno, y su atención estaba en entender los patrones
utilizados para abrir aquellas compuertas, las cuales, daban entrada a los
guardias de vigilancia una y otra vez. Pero había una oportunidad en la que
aquellas compuertas se habrían, pero nadie entraba ni salía, era la
compuerta quedaba directamente hacia el sur, y esta era una ruta de escape
que sería bastante efectiva, ya que, Milo conocía perfectamente aquel lugar.
Kuno estaba decidido a decapitarlo, pero antes de que esto pasara, aquella
compuerta se abrió, y Milo, lanzando un montón de arena sobre los ojos de
Kuno, lo confundió durante algunos segundos, corriendo directamente hacia
la compuerta antes de que ésta se cerrará.
— ¡Puedes escapar, escapa como una maldita liebre! Te cazaré y te
degollaré… Tu piel se convertirá en cantimploras para mis guerreros. —
Dijo Kuno.
Milo era un hombre inteligente, y sabía perfectamente que, ante una
desventaja tan significativa, lo único que podía hacer era escapar. La
libertad no era tan agradable sabiendo que lo iban a perseguir, lo cazarían,
la persecución sería infinita y no habría una noche más de descanso hasta
que toda esta situación se solucionara.
Así que Milo había corrido hacia el bosque del sur sin detenerse, no estaba
permitido hacerlo, si perdía un segundo, era un segundo de ventaja que
tendrían sus enemigos al perseguirlo.
Este corrió con todas sus fuerzas, y lo único que podía recordar, eran las
palabras de Kuno, amenazándolo, burlándose de él, algo que lo llenó de
motivación para poder resolver esa situación. Tarde o temprano le
devolvería el pago con una situación similar.
Kuno estaba obsesionado con la idea de acabar con la vida de Milo, ya que,
alguien debía responsabilizarse por lo que le había ocurrido a su familia,
aunque había responsabilizado al incorrecto. Cada noche estaba cansado, y
ya Milo sin fuerzas, estaba a punto de rendirse. Una de las noches en las
que cientos de soldados habían sido lanzados al bosque a caballo para
buscar a Milo, este, había caído por error en un túnel, un túnel cuya
existencia era desconocida para él.
Aquel pasadizo, fue encontrado simplemente por pura suerte, el túnel era
una de las entradas directas al infierno, las mismas entradas utilizadas por
aquellas criaturas para entrar a Falcaria y matar a los soldados. Sabía que en
Falcaria no tendrían oportunidad, así que, caer en aquel abismo, sólo había
sido un golpe de suerte.
Pareció caer durante horas, aunque realmente fueron algunos segundos.
Escuchaba gritos desgarradores, experimentó el calor más ardiente y
calcinante que jamás hubiese sentido. Trató de respirar, pero le resultaba
muy complicado. Cuando sintió que finalmente llegó al final de aquel
abismo, golpeó fuertemente la superficie, y aunque trató de ponerse de pie,
se desvaneció durante algunas horas.
Cuando logró levantarse de nuevo, simplemente se puso de pie y comenzó a
vagar por aquellos túneles subterráneos que apenas y podía visualizar ante
la tonalidad roja de una leve iluminación que parecía emanar de la
incandescencia de las rocas.
Cuando tocaba algunas de las paredes de aquel túnel, sentía que quemaban
como brasas ardientes, y esto era inexplicable para él. Se preguntaba si
había caído en el interior de un volcán, pero Milo estaba en el infierno.
Caminó sin destino, sin rumbo, sin dirección, y así lo había hecho durante
largos días que se habían convertido en semanas. Perdió el sentido de la
orientación y el tiempo, solo Sé movía por pura inercia en instinto, pero
detenerse, era una opción que no iba a contemplar.
Seguía avanzando durante semanas, alimentándose de algunas plantas
extrañas e insectos repugnantes que vagaban por aquel túnel, el cual, cada
vez parecía ser más infinito. Pero después de tanto buscar, llegó a una gran
ciudad, una ciudad subterránea donde lideraba el propio Lucifer.
Era un lugar plagado de demonios y criaturas nefastas que ni en sus peores
pesadillas podría haber creado. Pero tenía que avanzar, y una motivación lo
movía, aunque no tenía claro cuál era. Milo había caminado tanto, había
avanzado por aquel túnel irreal que parecía conectarlo todo violando las
reglas de la lógica y la física, que había llegado a ubicarse justo debajo de
Gradonia. Reconoció el lugar porque vio aquel gran portal que una vez
había visto desde las afueras.
Éste se abría hacia los cielos, era el portal que había sido cerrado una vez
por los ángeles, y que de nuevo había sido abierto por Lucifer. De hecho,
había visto el cuerpo esquelético de Crackall, el demonio asesinado por los
ángeles, aún la bestia, estaba tendida allí, supo que estaba en el lugar
indicado. Mientras tanto, Angela había sido llevada a Gradonia, lugar donde
Morten Haugen, la desposaría y la convertiría en su mujer eternamente.
Una boda muy rápida se ejecutó, y Morten Haugen, finalmente había
cumplido con su objetivo. Se habían llevado a cabo muchas peleas entre
ellos, ya que, la chica no estaba dispuesta a doblegarse tan fácilmente ante
la voluntad de un ser tan lamentable. Pero Morten Haugen siempre tenía
una carta bajo la manga para manipularla, y Ángela no iba a arriesgar su
única y mínima probabilidad de poder regresar la paz a la tierra.
No contaba con el apoyo de su padre, quien parecía haber perdido la
cabeza. Haberse enfrentado a dios, le había valido sus alas, su libertad y
ahora su dignidad, aunque estaba segura de que ese sujeto que la castigó
debía ser alguien más.
Tenía que entregarse a Morten Haugen, quien tenía la intención total de
desposarla aquella noche después de la boda. Sabía cuál era el
procedimiento después de un matrimonio, y Morten Haugen, consciente de
que aquella era su mujer, tenía todo el derecho de poder reclamar su
cuerpo.
No era algo de extrañar, este la había manipulado hasta el límite de
quebrantar la, así que, esta posiblemente se doblegaría una vez más. Había
preparado una habitación llena de velas y rosas negras, algo que parecía ser
un poco espeluznante, pero era el estilo de Morten Haugen.
Ella, había sido provista de un vestido semitransparente de color negro, el
cual, reposaba sobre su cuerpo, haciendo la ver prácticamente desnuda.
Morten Haugen la vio obligada a usarlo, y esa noche, él se convertiría en su
hombre a partir de ese momento hasta la eternidad.
Ángela seguía sin entender por qué dios no había intervenido y por qué los
ángeles no habían ido en rescate de la tierra así es que las cosas estaban tan
complicadas. Pero los ángeles no podían moverse sin la orden de dios, una
orden directa que no llegaría.
Pero había otra manera de llamarlos, y sólo Milo y Ángela sabían cómo
hacerlo, aunque ella no contaba con la herramienta en sus manos para poder
llevar a cabo una acción que posiblemente ayudaría mucho.
Cuando ella fue ingresada a la habitación, sólo debía esperar por la
aparición de Morten Haugen, esta, se recostó en la cama, un poco nerviosa,
pero escuchó entrar a Morten Haugen, el cual, se encontraba
completamente desnudo y listo para poseerla.
— ¡Has sido una ilusión para mí desde que te conocí! Finalmente, se
materializará un acto que debió pasar hace mucho. Lo vas a disfrutar, eso te
lo garantizo. — Dijo Morten Haugen.
Ángela simplemente apretó sus puños, ya que, sentía unas ganas increíbles
de darle una golpiza a este ángel, pero sabía que sus poderes no tenían
ningún tipo de efecto, comparado con los de Morten Haugen.
— No quiero que esto sea de una forma hostil. ¡Quiero que lo recuerdes de
una manera especial! Entrégate a mí sin resistencia, y te aseguro una vida
llena de felicidad y deleite. — Dijo Morten Haugen.
— Si quieres que recuerde esto de una manera especial, detén esta locura y
déjame ir. ¡Sabes muy bien que no siento absolutamente nada por ti! Mi
corazón es de un hombre, y te has obsesionado hasta el punto de la locura.
¡Por favor, libérame!
— ¿Sigues pensando en Milo? El destino de ese pobre hombre, ya está
escrito, yo mismo lo llevaré al infierno en su momento, deja de pensar en él.
Pero podemos hacer esto más interesante, si me entregas tu cuerpo, te
revelaré la verdad sobre tu padre, ¿qué dices?
— ¿Sobre mi padre? ¿Qué verdad? ¿Prometes no engañarme?
— ¡Tienes mi palabra!
— Revélame lo que sabes, y mi cuerpo se abrirá para ti sin resistencia.
— El hombre que viste en Falcaria, no era tu padre, tu padre está prisionero
en el infierno, y Lucifer, ha usurpado su lugar para dominar finalmente el
universo, aunque la tierra es su primer objetivo. Espero que esto no genere
un drama de tu parte, porque ya no hay nada que puedas hacer. Ahora, es
momento de que cumplas.
Ángela se había quedado sin aliento, escuchar aquellas palabras, era lo más
sorprendente que había escuchado, ni siquiera se le había pasado por la
mente pensar en que era el mismo quien Lucifer había usurpado el lugar de
su padre para engañarla, así que, la chica simplemente tomó una decisión
inmediata. Sabiendo que su padre estaba en el infierno, la única oportunidad
que tenía para llegar allí, era de su conocimiento.
Morten Haugen se acercó lentamente a ella, hambriento de ponerle las
manos encima, así que, esta cerró sus ojos, y antes de que esta fuese tocada
por las manos asquerosas del ángel de la muerte, se cortó la garganta con
una daga.
Morten Haugen se quedó sin palabras y sin explicaciones, aquella chica se
desplomó instantáneamente, y el ángel le fue arrebatado de las manos a este
demente, el cual, había hecho todo lo posible para poseerla y al final no lo
había logrado.
Ángela, al violar las leyes de la vida, fue absorbida por el infierno, donde se
encontraría eventualmente con Milo, quien pagaba por el lugar sin rumbo
fijo, tratando de sobrevivir ante criaturas y demonios. Éste, observó un
comportamiento irregular por parte de los demonios, los cuales
enloquecieron por la llegada de un ángel caído.
Muchas criaturas corrían en una dirección, así que, Milo hizo lo mismo. Al
ver quién era, se quedó estupefacto y su corazón comenzó a latir
brutalmente, pero utilizando toda su furia y destrezas como Guerrero, mató
aquellos demonios que seguían acercándose a ella para devorarla. Tomó a
Angela en sus brazos y escapó de allí.
Había matado a aquellas criaturas utilizando uno de los cuernos del propio
Crackall, el cual, había tomado como un arma bastante letal para
defenderse. Se habían encontrado de nuevo, y necesitaban emprender un
viaje de salida.
— ¡No entiendo nada! ¿Cómo es que estás aquí, Milo? ¿Acaso Lucifer te
asesinó?
— Estoy vivo, entré aquí de una manera que no he podido entender, pero sí
sé cómo salir. ¡Tenemos que salir de aquí ahora mismo, Ángela!
— ¡No, yo no puedo salir! Solo hay una manera en que pueda salir del
infierno y es si mi padre lo permite.
— ¡Pero si tu padre fue el generador de toda esta locura!
— ¡No, ese no era mi padre! Era Lucifer usurpando su lugar. Mi padre está
prisionero en algún lugar de este infierno. Yo lo encontraré y volveré con él,
te lo prometo. — Dijo Ángela.
Era bastante arriesgado, y todo parecía ser cada vez más confuso, pero tenía
que seguir cada quien su camino, había un destino escrito para ambos, y si
debían encontrarse en algún punto del camino nuevamente, entonces así
sería. Milo debía enfrentar a Lucifer, y de Morten Haugen, se encargaría
directamente Dios.
El rey salió de allí, y había viajado a Falcaria durante algunos días, había
tomado uno de los caballos de Gradonia, y había conseguido infiltrarse
nuevamente en la tierra que él mismo había liberado. Parece que, en ese
momento, se estaba llevando a cabo la coronación de Lucifer, quién sería el
nuevo rey de Falcaria, un acto que parecía ser más un alimento para su ego
que otra cosa.
Pero antes de que la corona se colocara sobre su cabeza, una flecha se
incrustó en el corazón de Lucifer, La flecha no lo mataría, pero si lo
neutralizaría, pues era una flecha con una a la plateada de ángel. Mi lo
había logrado llegar a casa, y logró hacerse con la trompeta del juicio, la
cual, haría llegar a los ángeles y mediata mente, era la única manera de
hacer el llamado de emergencia.
Aquella pluma de plata, había sido guardada en caso de ataque de algún
demonio inesperado. Miles de ángeles aparecieron desde los cielos una vez
más, caían como centellas al suelo, mientras Lucifer, observaba confundido
lo que estaba pasando. Parecía que Milo había arruinado sus planes, pero
éste no lo iba a permitir. 700 ángeles se reunieron para enfrentar a Lucifer, y
utilizando sus cuerdas doradas, habían conseguido neutralizarlo.
Pero cuando pensaron que todo había terminado y que Lucifer volvería el
infierno, este, triplicó su tamaño y se transformó en una bestia, matando a
docenas de ángeles en unos pocos segundos. Pero esta bestia, aunque
parecía estar lista para acabar con todo definitivamente, fue neutralizada
directamente por dios.
Su piel era babosa, con fauces malolientes y deformes, las cuales,
masticaban la carne de los Ángeles. Tenía ocho ojos como si se tratara de
una tarántula, y cada alarido que salía de las profundidades de sus fauces,
hacía que todos cubrieran sus oídos ante lo insoportable del sonido.
Pero la aparición de dios irradiando una luz intensa, lo habían encandilado,
dejándolo totalmente aturdido mientras el ser supremo, se encargaba de
hacer justicia. Al lado de él, estaba su hija Angela, tal y como lo había
prometido, ella había sido sacada del infierno por su propio padre.
Dios trató de que su hijo Lucifer se arrepintiera, pero este lo retó, y sin más
remedio, dios lo decapitó. El supremo no tenía tiempo para celebraciones,
ya que, debía encontrar a Morten Haugen lo antes posible, ante lo que,
Angela le pidió que la llevara con él, ya que, ella misma quería acabarlo.
Después de despedirse de Milo con un tierno beso que simbolizaba su
vuelta a la vida, tenía que viajar de nuevo a Gradonia, esta vez, luciendo
unas hermosas alas, pero esta vez, sus alas no eran de plata, habían
evolucionado a un brillante oro, ya que, su padre le había proporcionado
esta característica después de que ella lo rescatara del infierno.
Dios le arrebató el poder a Morten Haugen sin que éste ni siquiera lo
supiera, así que, cuando Ángela apareció ante él de una forma repentina en
la ciudad de Gradonia, este quiso matarla ante la frustración.
Sus habilidades no funcionaron, y quedó totalmente vulnerable. Ante esto,
Morten Haugen cayó de rodillas tratando de pedir piedad, pero Ángela ya
estaba cansada. Tuvo la intención de atravesarlo con su espada, pero en el
último segundo lo perdonó.
Le perdonó la vida, pero dios no iba a dejar pasar su falta por alto, así que,
fue condenado a morir 1 millón de veces quemándose en el infierno, y allí
permanecería hasta ser devorado por las bestias que él mismo envió allí en
su momento.
Ángela volvió a Falcaria para reencontrarse con su amado, quien ya había
controlado la situación y después de que las tropas de tuvieran a Kuno, lo
habían encerrado por sus acciones. La pareja finalmente había erradicado
todas las amenazas posibles.
Un solo reino se levantaría dirigido por Ángela y Milo, quienes habían
logrado juntos a ser que el amor prevaleciera ante la maldad y el odio. El
rey y su ángel podían celebrar entre ángeles y guerreros de corazones puros
que finalmente la libertad de toda maldad se había consolidado. Fue una
ardua y larga lucha, pero una nueva era de paz iba a comenzar.
Título 8
Celestial Desarmada

Guerra, Sexo Divino, Romance, Fantasía

1
Era uno de esos días húmedos, en los que en la ciudad de Nueva York no
había parado de llover en horas. Las personas se dirigían a sus casas cerca
de las 6:00 de la tarde, hora pico en el que el tráfico se hacía más
insoportable que nunca. Cientos de coches se desplazan por la ciudad,
trasladando a sus conductores finalmente al descanso tan deseado después
de largas rutinas de trabajo.
A simple vista, la ciudad parecía tranquila, cada uno estaba enfocado en sus
asuntos, y en un lugar tan veloz, donde el tiempo parecía pasar de forma
vertiginosa, siempre había tiempo para el crimen, o al menos para la
violencia en las calles.
Aunque se había convertido en un lugar dedicado a los negocios y un
atractivo para los emprendedores que buscaban independizarse
financieramente, siempre en las calles había algunos resentidos que
buscaban la manera de hacer dinero de una forma fácil.
Para muchos, era más sencillo mirar en otra dirección, ignorar lo que estaba
pasando, ya que, la descomposición moral, estaba llevando a la ciudad de
Nueva York hacia una letrina social de la cual, no podría salir con facilidad.
El alcalde de la ciudad, constantemente salía en alusiones, hablando de lo
bien que iba la ciudad, como los números de asesinatos habían disminuido
progresivamente desde su gestión.
Pero nada era más alejado de la realidad, la modificación y manipulación de
los números, hacía que las personas tuviesen una perspectiva
completamente diferente de lo que realmente pasaba, y eventos como el de
ese día viernes, iban a quedar para siempre en la memoria de los residentes
de la ciudad de Nueva York.
Los teléfonos sonaban una y otra vez en las diferentes oficinas de los
diarios locales, quienes debían enviar a sus reporteros encargados a cubrir
una noticia que posiblemente cubriría todas las portadas de los diarios y
revistas del siguiente día.
Uno de los asesinatos más sangrientos se había llevado a cabo en el puerto
de la ciudad, donde uno de los actos más violentos, jamás vistos por los
neoyorkinos, había dejado todo el lugar convertido en una carnicería.
Quince hombres habían sido asesinados, pero no de una manera habitual, no
eran víctimas de tiroteos o puñaladas, habían sido asesinados a punta de
espada.
La escena parecía sacada de una película de Tarantino, había tanta sangre,
que cuando las autoridades llegaron, no se imaginaban lo que encontrarían,
no sabían por dónde empezar a analizar la escena del crimen, ya que,
aquello era un festival de sangre y vísceras. Pero lo más extraño de todo
eso, era que el perpetrador de aquel crimen no había escapado.
Había en brazos, piernas, cabezas, torsos tirados por todo el lugar, mientras
el responsable de todo aquello, permanecía sentado fumando un cigarrillo,
sujetando su espada en la mano derecha, apoyándose sobre ella mientras
esperaba relajado la llegada de las autoridades.
— ¡Suelte el arma y tírese al suelo! ¡Ahora! — Gritaron los policías al
llegar.
— ¡Todo está bien, oficiales! No voy a dar problemas. — Respondió aquel
misterioso sujeto de cabello largo hasta los hombros, el cual, recibía las
gotas de agua sobre su cabeza, estando completamente empapado, aunque
llevaba un abrigo de cuero negro.
— No volveremos a repetirlo. Suelte el arma y tírese al suelo. ¡Abriremos
fuego si no obedece! — Dijo el oficial.
El misterioso sujeto, simplemente dejó caer su espada, colocó las manos en
su espalda, y se puso de rodillas.
Parecía bastante resignado, colaborador, consciente de que no tenía
oportunidades de escapar, o quizá, era precisamente eso lo que quería, ser
arrestado, posiblemente, aquel hombre ya había perdido la cabeza. Los
policías se acercaban con precaución, ya que, no sabían si había alguien
más o quizá era una trampa.
Era la escena más aterradora que muchos de esos experimentados oficiales
habían visto en largos años de experiencia. Era una violencia descomunal, y
aunque no tenían explicaciones, el único responsable aparente hasta ese
momento, era aquel sujeto de piel blanca y abrigo oscuro, el cual, se
encontraba de rodillas, mientras su rostro se mojaba con las pesadas gotas
de lluvia que hacían que todo sea más difícil.
Parecía que el agua se encargaba de limpiar la sangre que manchaba el
suelo de todo aquel lugar, mientras aquel hombre mantenía sus ojos
cerrados, relajado y a la espera de los policías. Al menos un grupo de 12
hombres, se acercaron y lo rodearon, todo se apuntaban con sus armas,
directamente al rostro, su corazón, esperando que este hiciera un solo
movimiento para ejecutarlo, ya que, si era el responsable de aquella
matanza posiblemente asesinaría aquellos policías sin mucho esfuerzo.
Uno de los oficiales, se acercó con sus manos temblorosas, y cuando le
puso las esposas en sus muñecas, finalmente todos pudieron recuperar el
aliento, ya que, había una gran tensión en el ambiente y estos estaban
realmente nerviosos, ya que, no sabían cómo podía reaccionar este sujeto
ante el acercamiento de aquel policía.
— Tienes derecho a permanecer en silencio. Serás trasladado a la estación
de policía para tomar tus declaraciones. Creo que tienes muchas cosas que
contar... — Dijo el director de aquella operación.
— Creo que no hay mucho que contar. Cuando averigüen qué clase de
escoria eran todos estos sujetos que están aquí, creo que me lo agradecerán.
— Dijo aquel hombre.
— ¿Cuál es tu nombre? — Dijo el policía.
— Soy Dante.
— Pues creo que estás en graves problemas, Dante. No tengo la menor idea
de cómo hiciste para asesinar a estos hombres con solo una espada, pero
debes ser muy bueno. ¡Llévenselo! — Dijo el comisario.
Dante fue introducido en uno de los coches de policía, mientras su espada
era confiscada como una de las evidencias de lo que había pasado allí. Era
el arma que había sido utilizada para matar a todos aquellos hombres, los
cuales, habían sufrido el peor destino posible, a manos de un hombre que no
tenía la más mínima piedad por la vida humana.
Las experticias habían comenzado, y todo un equipo de reporteros se había
apersonado en el lugar para tratar de hacer fotografías de uno de los hechos
más escalofriantes vistos por sus ojos. Los lentes trataban de capturar la
mejor toma, pero los policías hacían lo posible para hacer que todo se
alejaran de allí.
El equipo de forenses, para médicos, bomberos y policías, era increíble, ya
que, todos tenían que trabajar en equipo para poder levantar aquel desastre
de órganos y tejido, que había quedado en aquel lugar. La lluvia no ayudaba
para nada, hacía que todo el terreno fuese resbaladizo, era todo un caos, así
que, un destino bastante oscuro le esperaba a Dante, ya que, tenía que pagar
por aquello que había hecho.
Pero había muchas preguntas en la mente de los policías, ya que, se
preguntaban por qué ese hombre tan peligroso no había escapado de la
escena. Quizá, nunca lo hubiesen encontrado y aquello se hubiese
convertido en el peor misterio a resolver. Un asesino de esa magnitud, tenía
que ser capturado lo antes posible, pero tenían suerte, habían tenido la
oportunidad de capturarlo, o al menos, este se había entregado.
Aquella noche, el alcalde de la ciudad había salido una vez más a
vanagloriarse de algo que no había conseguido. Le daba el crédito al
departamento de policía por haber capturado al asesino, y una vez más se
llenó de ínfulas de superioridad al asegurar que su ciudad estaba cada vez
más segura al atrapar criminales de esa magnitud.
Todos sabían que ellos no habían hecho absolutamente nada por atraparlo,
se había reportado un hecho violento en el puerto de la ciudad de Nueva
York, y los policías simplemente habían llegado para encontrarse con algo
que ni siquiera ellos mismos podían entender. La verdad era que, el
responsable estaba bajo custodia, no había posibilidades de que algo así se
repitiera, o al menos eso era lo que ellos creían.
Mientras Dante era trasladado a la estación de policía, el conductor, uno de
los oficiales, trató de entablar una conversación con él, ya que, le parecía
bastante curiosa toda la situación.
— ¿Por qué no escapaste? Tuviste todo el tiempo para irte.
— No se puede pasar toda la vida escapando, oficial. Hay situaciones en las
que tenemos que asumir la responsabilidad. Creo que pasar un tiempo en
prisión me hará bien. — Respondió Dante.
— Amigo mío, no pasarás un tiempo en prisión. Creo que pasarás el resto
de tu vida encerrado, lo que hiciste te costará un par de cadenas perpetuas.
— Bromeó el policía mientras veía a su compañero.
— Lástima que no estará para verme morir en la cárcel, oficial. — Dijo
Dante mientras observaba por la ventanilla.
— ¿Qué dices, imbécil? ¿Acaso me estás amenazando? — Dijo el
enardecido oficial.
— Creo que no necesita alterarse. No busque problemas, oficial. Vaya a
casa, hágale el amor a su esposa, cuide de sus hijas, y coma un emparedado
de cerdo, ¿no es ese su favorito? — Dijo Dante.
Aquel hombre se quedó totalmente estupefacto, ya que, le había relatado
parte de su vida en unos pocos segundos, algo que parecía poco probable.
Un hombre que apenas acababa de conocer, al que nunca había visto, le
había dicho cosas muy puntuales de su vida privada.
El hecho de que supiera que estaba casado y que tenía hijas parecía
aleatorio, pero acertar en un detalle tan privado como sus gustos
gastronómicos, era algo que no podía entender. Se puso frío, en ese
momento, el oficial no tuvo ánimos de seguir la conversación, y su mirada
dio entender a su compañero, que había experimentado un pánico jamás
sentido.
Ese hombre que iba en el asiento trasero del coche de policía, no era
normal, tenía una conducta poco habitual, y era necesario prestar atención,
ya que, posiblemente se encontraban frente a uno de los eventos más
importantes del año.
Lo que había ocurrido en aquel puerto de la ciudad, había sido el equilibrio
en su más pura definición. Todos los asesinados que habían caído muertos
en aquel lugar, habían pertenecido alguna vez a alguna de las mafias más
peligrosas. Eran las mismas mafias que eran solapadas y apoyadas por el
propio gobierno local, las cuales, hacían actividades ilícitas sin que las
autoridades pudiesen tocarlos.
Pagaban fuertes sumas de dinero al gobierno para hacerse invisibles,
intocables, nadie podía frenarlos, y el alcalde era conocedor de todo eso, así
que, de alguna u otra manera, eran parte de un círculo de corrupción que
tenía que terminar tarde o temprano.
Cuando llegó a la estación de policía, Dante fue encerrado en una
habitación blindada con un gran cristal en la parte frontal, aún tenía sus
esposas en las muñecas, y solo había pedido un cigarrillo. Cuando se le
sugirió comunicarse con alguien para notificar que estaba encerrado, este
simplemente se negó a ese derecho, ante lo que, parecía muy evidente que
quería estar en la cárcel.
Estados Unidos, aunque no solo ese país, se había convertido en uno de los
lugares más peligrosos del mundo. Aunque proyectaba una imagen de
orden, justicia y equilibrio, era el epicentro más importante de narcotráfico
y corrupción. Habían comenzado a fabricar una sustancia sintética llamada
Nafir, la cual, había generado un poder descomunal a los criminales que
convirtieron Nueva York en su centro de operaciones.
Esta droga mezclaba los efectos de la heroína, cocaína y éxtasis, con niveles
controlados que permitían a quien la consumía, experimentar una reacción
única, pero sin peligro de muerte, lo que la hacía altamente adictiva y
consumible, ya que, había opacado tremendamente a sus competidores.
Los creadores de esta droga sintética, se habían posicionado como los
principales comerciantes de sustancias psicotrópicas en el continente, y
rápidamente, adquirieron un poder criminal que los hizo sobrepasar al
propio gobierno local y posteriormente al nacional. Aunque ellos podrían
ser desmantelados rápidamente por las fuerzas especiales del país, de
alguna u otra manera, en toda ecuación, el mal debe estar involucrado para
generar un equilibrio para el bien.
Es decir, el alcalde de la ciudad de Nueva York, bien podía pedir apoyo para
erradicar a esas ratas que estaban acabando con la salud de jóvenes y
adultos en todo el mundo. Pero para ellos, tener esas dosis de caos, era
perfecto, ya que, de alguna u otra manera, debían demostrar sus habilidades
con pequeños trofeos que eran reclamados periódicamente.
Cada uno jugaba en un tablero a su beneficio, pero no todo se trataba solo
de drogas, armas y asesinatos, había un poder más profundo, más oscuro e
incomprensible para los seres humanos que se estaba gestando precisamente
en la ciudad de Nueva York, en la cual, no era solo el epicentro de
actividades ilícitas, sino que, allí también se gestaban acciones muy oscuras
y crueles, que alimentaban una energía invisible, pero muy poderosa que
alimentaba las fauces del mal más puro.
Aunque se desarrollaba de forma silenciosa, había un descontento tremendo
en las calles, ya que, las personas reclamaban justicia al gobierno, ya que,
muchas familias habían sido víctimas de alguna pérdida de algún familiar.
Mantener el estatus económico no era sencillo, y había algunos que
terminaban cayendo en las manos de estos oportunistas, los cuales, a
cambio de intereses muy fuertes, hacían préstamos de dinero para aquellos
que terminaban comprando casas o coches que no podían pagar al final.
Era como venderle el alma al diablo, cualquiera que recurriera alguno de
estos capos de la mafia para pedir un poco de ayuda, sabía perfectamente
que no había manera de salir de esa situación sin una consecuencia.
Nadie que tuviese dos dedos de frente, que utilizara su sentido común,
pediría un préstamo a estos mafiosos, ya que, aunque llegaran con la bolsa
de dinero llena para pagar su deuda, siempre había un truco bajo la manga
para poder estafar, engañar y comprometer la vida de las personas.
Eran extorsionados, y si no cumplían con sus demandas, fácilmente los
podían asesinar, arrebatándole sus propiedades, adueñándose de todas sus
vidas. Era algo terrible que ocurría a la vista de muchos, pero que era
preferible mantener en silencio, ya que, las consecuencias podían ser muy
graves. El caos estaba por llegar a un punto de colapso, pero no parecía
haber nadie dispuesto a encender esa pequeña chispa que detonar a
toneladas de dinamita.
Dante era un hombre solitario que había observado esto, y, de hecho, lo
había visto más de cerca que cualquiera. No había tenido miedo de
identificarse ante las autoridades con su nombre, pero cuando estas le
preguntaron su apellido, este no supo decirle ninguno.
— Tus huellas no están registradas en el sistema. Necesitamos que nos des
más información. No puedes llamarte solo Dante. ¡Comienza hablar ahora
mismo! — Dijo uno de los oficiales.
Este, se mantenía en silencio, ya que, no parecía estar demasiado interesado
en explicar algo que no iban a poder entender. Guardaba su energía para
cuando fuese necesario, ya que, parecía tener conocimiento de qué hablar
con oficiales corrientes, no le iba a dar ningún resultado.
Dante analizaba muy bien a las personas, y sabía identificar cuando alguien
era valioso para él o no. Después de ser interrogado en varias ocasiones sin
obtener éxito por parte de las autoridades, finalmente Dante conoció al
detective Chris Sikes, quien había tratado de hacerse su amigo, fue bastante
amable, y utilizó una estrategia muy inteligente para comenzar a interactuar
con Dante, el cual, estaba cerrado como una roca.
— Detective, creo que no es muy inteligente que continúe en la estación.
No voy a hablar con nadie a menos que se me den ciertas garantías. No
queda mucho tiempo, así que, el tiempo que me queda en este lugar, quiero
disfrutarlo. — Dijo Dante.
— Hablas de una manera muy extraña, Dante. No puedo juzgarte, pero
necesito que me des una razón de porqué asesinaste a todos esos hombres.
Sólo necesito una razón. — Dijo el detective Sikes.
— ¿Nunca se ha sentido asfixiado? ¿Nunca ha sentido que todo lo que hace
no tiene ningún significado o ningún sentido? O peor aún, no ha sentido
que, sí tiene un significado, ¿pero todo está mal? Pues precisamente por eso
actué, detective. La ciudad está a punto de extinguirse, todo está en llamas,
aunque nadie las ve, pero yo sí puedo sentir el calor de ese fuego. — Dijo
Dante.
— Todo lo que dices es muy poético, pero no me da razones para que
mataras a quince hombres con tu espada. ¿Dónde aprendiste a manejar esa
arma de esa manera? ¿Esos sujetos tenían armas potentes, por qué no estás
herido?
— Es absurdo hacer preguntas que tienen respuestas que no entenderá,
detective. Sé que siempre busca hacer justicia, es uno de los pocos de este
lugar que aún tiene algo de moral y ética para con su trabajo. Pero no creo
que sea justo que siga gastando su energía y esfuerzo en defender un
departamento de policía que está podrido. Busca una vida mejor, es el único
consejo que puedo darte, Chris.
— Eres muy arrogante si piensas que necesito un consejo de parte de un
asesino. Es lo que eres, Dante... No importa quiénes eran esos hombres, ya
hemos podido identificar a la mitad de ellos, y sé que forman parte de
cárteles y organizaciones criminales. Pero no tienes derecho a hacer justicia
por tu propia mano. Hay consecuencias para ello, y para eso estamos los
policías, el sistema judicial y los tribunales, para encargarnos del equilibrio.
— Equilibrio… Esa es una palabra muy importante en esta conversación,
detective. Lo que yo he hecho, es equilibrar un poco la maldad, pero ya la
balanza está totalmente amañada, no hay forma de poder compensar todo el
mal que se ha hecho. ¡Todo va a terminar, y no hay manera de que podamos
detenerlo!
— Sigues hablando de una manera en que no entiendo. Esta conversación
no nos va a llevar a ningún lado. Espero que puedas descansar. Nos espera
un largo juicio, prepárate.
— ¡No necesito un juicio, detective! Ya encontraron el arma asesina, estuve
en el lugar cuando llegaron, ya me declaré culpable, ¿qué más esperan?
Putos procesos burocráticos inútiles que no sirven para nada. ¿Acaso me
asignarán un abogado que defienda mi inocencia?
— Es el procedimiento, Dante. No entiendo porque te comportas de esa
manera. He visto muchas cosas extrañas en toda mi carrera, pero nunca
había conocido a alguien como tú. Parece que te mueres por estar
encerrado.
— Estoy cansado de habitar en un mundo donde la naturaleza oscura ha
comenzado a hacer raíces muy profundas. Se supone que yo debería
alegrarme por eso, pero no es así. Colaboraré en lo que sea necesario,
conozco nombres, direcciones, haré caer a los que se pueda antes de que
todo termine, eso al menos, me hará sentir bien. Este tiempo de encierro
sólo será descanso, detective.
Dante hablaba como un demente, no parecía estar en sus cabales, ante lo
que, el detective lo interpretó de una manera totalmente distinta, ante lo
que, le ofreció un trato. Le indicó que no lo llevaría a la penitenciaría local,
si éste le contaba realmente quién era. En su lugar, lo enviaría a un hospital
psiquiátrico, donde lo tratarían mejor y no estaría rodeado de criminales.
— Chris, te esfuerzas mucho en proveerme algo de justicia. Quieres hacer
las cosas bien, tratas de sacar ventaja de una manera adecuada y eso está
bien. Pero yo no necesito tu piedad. ¡Soy un asesino! Le quité la vida a
quince hombres, o al menos, son quince hombres que tú supiste que asesiné,
¿tienes la menor idea de cuántos he matado en el pasado? ¿Tienes idea de
cuánto he vivido en este mundo?
— Es definitivo, Dante. Estoy seguro de que no estás bien de la cabeza.
¿Hasta cuándo vas a seguir con este juego de misterio y acertijos?
— Coloca tus manos sobre las mías, detective Sikes. Solo así sabrás de lo
que hablo.
Era un movimiento peligroso, ya que, si hacía contacto con él, posiblemente
realizaría algún movimiento a traición para poder someterlo, y utilizarlo
como rehén para escapar de allí.
El detective Sikes sabía muy bien qué movimiento hacer en cada ocasión, y
ese no era precisamente el más inteligente. Dante no parecía haberse
amenazante, estaba tranquilo, y su mirada era directa a los ojos del
detective, como si tratara de ver a través de su alma.
Aunque lo dudó un poco, el detective acercó sus manos y las colocó sobre
las de Dante como éste se lo había indicado. Cuando hicieron contacto, lo
que vio, había sido totalmente espeluznante. En sus 32 años de vida, este
detective, líder del departamento de investigaciones forenses, nunca había
visto algo así.
Era como si hubiese caído en un profundo sueño, experimentando algunas
visiones que lo llenaron de un terror paralizante. Estas visiones estaban
vinculadas a la ciudad de Nueva York, esta, estaba en llamas, había coches
incendiados por todas partes, las personas corrían desesperadas de un lugar
al otro, como si no tuviesen dirección o lugar a donde escapar.
En medio de toda esa locura, el detective sólo tenía un objetivo, ir a casa
para salvar a su esposa y a su hija de seis meses, así que, trató de hacerse
espacio entre la muchedumbre, corre por las calles, usando el calor infernal
que emanaba de un lugar desconocido.
Cuando caminaba por las calles de Nueva York, observaba fuego y sangre
emanando de las alcantarillas como si se tratara de una erupción volcánica,
corrió hasta su casa, mientras su corazón late con fuerza, hay sudor en su
frente, no tiene aliento, su garganta estaba seca y sus manos temblaban ante
el pánico.
Al llegar a casa, también encontró el lugar totalmente devastado. Las
ventanas estaban rotas, la puerta estaba abierta, y salía humo de diferentes
puntos de la casa. Escuchó gritos por todas partes, había fuego en cada una
de las residencias alrededor de su casa, ante lo que, se tendió en el suelo al
saber que su esposa y su hija no pueden haber sobrevivido en esas
condiciones.
Fue en ese preciso instante en el cual, Dante le soltó la mano al detective
para liberarlo de aquellas visiones. Lo que había conseguido ver, lo había
dejado paralizado.
— ¿Conseguiste ver algo? Ahora si puedes entender un poco más de lo que
estoy hablando. Abre tu mente, detective, solo se trata de eso, si piensas que
todo esto es falso o sólo fue una invención de tu imaginación, entonces tú y
yo ya no tenemos nada de qué hablar. — Dijo Dante.
— ¿Qué fue eso que vi? ¿Es eso real? ¡No puedo creer que sea así!
¿Cuéntame ahora mismo qué eres? ¿De dónde vienes?
— Sigues haciendo las preguntas incorrectas, Chris. Lo que soy o de dónde
vengo, no es relevante en esta situación. La ciudad está por entrar en un
periodo muy difícil, algo que ni tú mismo podrás evitar con toda tu moral y
tu bondad. Si quieres un consejo, entonces ve a casa y hazle el amor a tu
esposa, disfruta de ella, cuida de tu hija, pues en 13 días, el apocalipsis
finalmente llegará.
Parecía una locura, pero Dante le había asegurado que lo que vio no era una
ilusión, era una visión de un futuro próximo, y aunque no había forma de
evitarlo, le narró que él era un demonio, un soldado de las fuerzas divinas
comandadas por el arcángel Gabriel, pero la tentación lo había hecho ser
débil y su traición fue castigada con el destierro.
Dante había sido un ángel, uno de los más poderosos a la orden de dios y de
la luz, pero al intentar comercializar con las armas divinas del reino de la
luz, terminó convirtiéndose en una de las escorias que él mismo había
combatido durante siglos. Dante fue entregado al diablo para que éste se
encargara de castigarlo, pero el propio jerarca del infierno no había podido
doblegarlo.
Lo convirtió en su cazador de Almas más letal, en su esclavo, en su
accesorio para poder acumular más poder, y aunque los inocentes eran
puros intocables, los criminales y asesinos, podían ser reclamados por los
demonios para alimentar el poder del diablo, quien, gracias a Dante, había
logrado acumular una fuerza increíble y la suficiente para poder iniciar una
guerra en la tierra.
El castigo que habían asignado a Dante les había salido más caro a los
ángeles, ya que, tenían ahora a un fuerte contendiente en las legiones
contrarias adversas. Los ángeles ahora debían compensar el desequilibrio
que estaba por generarse, ya que, la humanidad estaba en un peligro latente,
como nunca antes.
Estaban ocurriendo eventos muy extraños, pero Dante había llegado a su
punto de quiebre, después de que, en un accidente de autobús donde habían
muerto todos sus tripulantes, muchos niños y personas inocentes, había
visto en el lugar a un par de demonios liderados por Azrael, un importante
miembro de las fuerzas del mal, quien estaba tomando almas puras, algo
que no estaba permitido.
La tierra siempre había sido el punto medio entre los dos reinos, y quien
pudiera controlar esta región, lograría dominar a su enemigo. Los humanos
habían colaborado para que todo jugar a favor del diablo, y pronto todo se
iba a salir del control. El detective Chris, le comentó a Dante que si todo lo
que él decía era cierto y que si era un demonio como él aseguraba, tratara
de escapar de aquella habitación, pero Dante se negó.
— No lo haré. Para poder salir de aquí, habrá personas que tratarán de hacer
su trabajo e intentarán hacerme daño. Personas inocentes que no necesitan
morir, Chris. Tienes que creer en mí, no tienes otra opción. Lo que viste es
real, y va a pasar, lo que puedes hacer, es ayudarme.
— ¿Cómo podría ayudarte en algo como esto? De hecho, dudo de que lo
que dices sea real.
— Tienes todo el derecho a desconfiar y a estar escéptico ante todo lo que
te he dicho. No esperaba menos, nunca ha sido fácil de comprender para los
hombres este tipo de eventos. Pero no es la primera vez que los humanos
afrontarán un apocalipsis, Chris. Así que, creo que lo mejor será que
reflexiones y me des una respuesta pronto.
El detective estaba agotado, así que, simplemente decidió marcharse, ya
que, seguir con aquella conversación, lo que podía era hacer que terminara
loco.
En menos de 12 horas, Dante estaba haciendo internado en la penitenciaría
de la ciudad. Estaba encerrado con criminales y asesinos, mientras en la
mente del detective, corre la idea de lo que le había dicho aquel demonio.
Antes de ser trasladado, Dante le dijo a Chris que le diera saludos a su
esposa, y que el tatuaje de la nuca le había quedado increíble.
Para Chris aquello fue una demostración de que todo lo que he dicho no era
cierto, ya que, su esposa no tenía ningún tatuaje, se sintió tranquilo, ya que,
sólo se trataba de un demente más.
Tras llegar a casa, sumamente agotado aquella noche, Chris se había
sentado a la mesa del comedor, mientras su esposa, sostenía a su bebé de
tres meses en sus brazos. Esta había preparado una cena deliciosa, la
favorita de Chris, chuleta de cordero acompañado de arroz blanco y
ensalada de papas.
— Te ves un poco disperso, cariño. ¿Ocurrió algo malo hoy en el trabajo?
— No, todo está bien, es solo que tuve un episodio muy particular con un
preso. Pero no es nada. ¿Cómo estuvo tu día? — Dijo Chris, mientras
jugaba con la comida.
— Cariño, si no tienes apetito, es preferible que no comas. Sabes que
detesto que juegues con la comida de esa manera. No estás enfocado. ¿Por
qué no tomas un baño de agua caliente y te relajas?
— Sabes que adoro estas chuletas, cariño, pero de verdad no me siento
bien. Creo que tienes razón, tomaré una ducha y dormiré temprano. — Dijo
Chris, mientras se ponía de pie para darle un beso en la frente a su esposa, y
posteriormente, hacer una leve caricia tierna en las manos de su pequeña
bebé.
Tomó una ducha prolongada, trató de que el agua se llevara todos esos
pensamientos confusos que habían estado presentes en su mente, y de
manera sorpresiva, había sido despertado de sus pensamientos por su
esposa, la cual, se había internado a la ducha de manera secreta.
— Cariño, ¿qué haces aquí? ¿Y el bebé?
— Logré que se durmiera. Creo que tenemos un poco de tiempo para
nosotros, querido. Puedo hacer que toda esa tensión que acumulaste hoy en
el trabajo se vaya. — Dijo Hanna mientras acariciaba el pecho de su
marido, y le llevaba la mano directamente hacia la zona genital.
— De verdad que no tengo ánimos, Hanna. Estoy muy aturdido.
— Eso es algo que puedo arreglar con mucha facilidad. ¡No digas más,
déjame a mí! — Dijo Hanna, mientras se ponía de rodillas y comenzaba a
masturbar a Chris.
Él no iba a iniciar una disputa con su esposa por el simple hecho de esta
querer un poco de acción. Ella era una mujer muy apasionada, y siempre
aprovechaban cualquier tiempo libre para darse un poco de cariño.
Ella, comenzó a masturbar a Chris, y aunque realmente sí le costó un poco
conseguir que éste estuviese duro finalmente, cuando la polla de 15 cm
estuvo totalmente rígida, está la metió en su boca y comenzó a darle una
mamada espectacular. Esta era una de las habilidades que más le gustaban a
Chris, ya que, su mujer solía dedicarse con mucho esmero a complacerlo.
La lengua de esta chica, se trasladaba desde la punta de su pene hasta sus
bolas, siguió masturbándolo con suavidad, y posteriormente, acarició sus
muslos, apretándolo y dándole un par de palmadas, algo que parecía
gustarle mucho a Chris. El ardor sobre la piel, lo excitaba, y esta mujer,
finalmente estaba comenzando a desconectarlo de aquellos pensamientos.
Chris la tomó del cabello y comienza a mover su cintura, en vistiéndole la
boca con aquella enorme polla, la cual, llegaba hasta el fondo de la garganta
de aquella mujer. Ella disfrutaba de aquello, y expulsaba tosiendo después
de ahogarse, pero se recuperaba rápido y continuaba con su Labor.
Le gustaba sentir cuando la polla de su marido explotaba en el interior de su
boca, alimentándola con aquellos jugos espesos y dulces, los cuales
devoraba sin problemas. Le gustaba mirar la cara de su marido mientras
este eyaculaba, ya que, se deformaba de una manera muy particular, y los
gemidos de Chris, calentaban mucho a la chica, preparándola para una
sesión de sexo muy ardiente.
Pero aquella noche, parecía que todo iba a terminar en la ducha, ya que, No
era tan obsesiva e imponente como para tratar de exigir arbitrariamente
tener sexo. Aquella mujer simplemente hizo que su marido se relajara,
recibió su descarga habitual en la boca, su lengua, hace leves cosquillas en
la punta del pene de Chris, el cual, finalmente la toma de la mano para
ayudarle a levantarse, y se besan apasionadamente bajo el agua caliente.
— ¿Quieres que te la meta? ¡Extrañaba esto! — Dijo Chris.
— No, cariño. Sé que estás agotado. Solo necesitaba tener un poco de
interacción. Tengo una sorpresa. ¡Levanta el cabello de mi nuca! — Dijo la
chica.
En ese momento, Chris levantó el cabello, apartándolo para observar el
cuello alargado el blanco de esta mujer, pero se quedó totalmente
sorprendido y sin aliento cuando observó un tatuaje con tres iniciales, algo
que era completamente nuevo y era una sorpresa de su mujer.
Recordó instantáneamente las palabras de Dante, ya que, éste le había
comentado que su esposa se había hecho un tatuaje, algo que lo hizo
entender que todo lo que había escuchado por parte de este aparente
demonio, era real.
— ¿Un tatuaje, Hanna? No parecen cosas tuyas. ¿Qué significan esas
iniciales, CRH?
— Son las siglas de nuestros nombres, cariño. Chris, Renata y Hanna.
— Ha sido un gesto muy hermoso, cariño... Disculpa, tengo que hacer una
llamada. — Dijo el detective, mientras salía rápidamente de la ducha.
Se puso una toalla en la cintura, y caminó hasta su teléfono móvil,
necesitaba comunicarse directamente con Dante, tenía contactos en la
prisión, y haría lo posible por poner en contacto al detective con este nuevo
recluso.
Chris había descubierto que este hombre que recién había conocido, tenía
un poder sobrenatural, pero ahora tenía que averiguar cómo es que había
sabido lo de su esposa. Eran muchos misterios que tenía que descubrir, pero
lo que más le incomoda y le preocupa es la visión que ha tenido sobre el
apocalipsis.
Pero Chris no era el único interesado en Dante, ya que, en el reino de la luz,
también habían comenzado a ponerse las cosas muy interesantes. Se había
preparado una cacería de demonios para evitar la invasión, el Arcángel
Gabriel, lideraba la planificación y tenía bajo su responsabilidad a un grupo
de ángeles expertos guerreros. Entre ellos, una de las más destacadas era
Salara, su arma más importante, y aunque las cosas habían estado
complicadas entre Gabriel y Salara, el trabajo siempre debía ir primero.
Salara era una guerrera infalible, una de las más poderosas del reino de la
luz, siempre a la orden de la justicia y la bondad, pero se había enamorado
de Gabriel, y después de que hicieron el amor en una primera oportunidad y
esta se ilusionara con él, las cosas se habían puesto tensas cuando Gabriel le
dijo que todo había sido un error.
Aquella relación imposible, se había convertido en una de las debilidades
más grandes de Salara, la cual, ahora debía liderar una de las misiones más
difíciles de su historia. Ahora tenía que batallar con el sentimiento que
había crecido hacia Gabriel, la imposibilidad de ese amor, y una cacería
hacia uno de los demonios más peligrosos.
Ella era la encargada de ir a la tierra a investigar lo que estaba pasando, y
hacer lo posible por evitar la invasión de los demonios en unos días, ya que,
el apocalipsis podría destruir todo por lo que ha luchado el reino de la luz
hasta ese momento.
2
Rompiendo con la mayoría de los esquemas que definían su personalidad y
sus valores, Chris había decidido entrar en un lugar en el cual jamás había
entrado por voluntad propia o para un Beneficio personal. Este lugar,
guardaba todos los objetos clasificado que estaban vinculados a casos que
ya habían cerrado o que estaban todavía abiertos.
El rango de detective y el gran respeto que le proporcionaban a este hombre
en el departamento de policía, le permitía acceder a cualquier lugar sin
ningún tipo de credencial o autorización, y lo que había sido conseguido
gracias a su transparencia y la fuerte ética que estructuraba su personalidad.
Chris sabía que debía hacer las cosas de manera correcta, pero tenía que
hacerlo solo, no podía contarle a nadie lo que estaba pasando, ya que, de lo
contrario, lo tildarían de demente. Lo que había sido contado por Dante,
había sido muy extraño, quizá un poco absurdo, pero él mismo en carne
propia, había descubierto que aquel hombre tenía un talento desarrollado,
extraño y sobrenatural, y no podía abandonarlo después de una advertencia
tan delicada como la que le había hecho.
Quizá aquellos 13 días que había comentado Dante pasarían y nada
ocurriría, ya el mundo había enfrentado en el pasado diferentes momentos
en los cuales, se había asegurado que sería el apocalipsis o llegaría el final
de los días. Pero una vez tras otra, todo quedaba desmentido y la humanidad
continuaba caminando sobre la tierra.
Pero después de que Dante le comentará aquellos detalles, en la mente de
Chris, había comenzado a girar la posibilidad de que, en cada una de esas
ocasiones en las cuales se había anunciado el fin del mundo, probablemente
se llevaría a cabo una batalla, la razón por la cual, los humanos seguían en
la tierra, era porque el bien continuaba ganando una y otra vez.
Solo podía quedarse de brazos cruzados y confiar en que esta vez las cosas
volvieran a salir de la misma manera, o quizá, podría intervenir, y ayudar a
esclarecer la situación, ya que, según la visión de Dante, todo estaba por
acabar muy pronto, sin ningún tipo de oportunidad para el bien.
El objetivo de Chris al entrar en aquella sala de objetos confiscados, era
recuperar el arma de Dante, una espada milenaria, la cual, guardaba más
misterios y enigmas que cualquier otro objeto que Chris jamás hubiese
sostenido en sus manos.
Éste, había entrado a la sala de armas sin notificar, el chico que se
encargaba de custodiar esa zona, había salido a almorzar, por lo que, el
lugar estaba accesible, y con el chip de seguridad utilizado por Chris, podía
ingresar a cualquier zona del departamento.
Éste, supo que las cámaras de seguridad estaban activas, pero ya poco le
importaba su trabajo, si el mundo estaba por acabar, lo único que le
interesaba, era revertir el daño que se había hecho y garantizar la seguridad
de su esposa e hija. Esto era lo único que motivaba a Chris, ya que, no tenía
mayores intereses en sacar de la prisión a un asesino que era capaz de
acabar con un ejército él solo sin un solo rasguño.
Tomar aquella decisión, había sido mucho más difícil de lo que muchos
pensarían, ya que, Chris no era un hombre que estaba acostumbrado a
quebrantar la ley, desde que tenía uso de memoria, siempre había sabido
apegarse a las normas, a las reglas. Respetaba absolutamente todo en su
entorno, cuidaba la naturaleza, protegía a los animales, era un hombre de un
espíritu bueno, noble, dedicado a su familia, y quien jamás en la vida sería
capaz de engañar a su mujer, y su pilar fundamental era su hija.
Chris tiene lo que para muchos sería una vida aburrida, ya que, era
monótona, siempre bajo los mismos esquemas, totalmente predecible, con
opiniones que absolutamente todos ya conocía justo antes de que este les
emita.
Pero esto, a pesar de que para muchos sería estar como encerrado en un
círculo de simplicidad y sin colores, casi sin sabores, este es el estilo de
vida que has cogido Chris, y siempre camina por la línea, apegándose a las
reglas, sin quebrantar las, por lo que, este evento que se estaba
desarrollando en su vida, era el primer paso hacia lo prohibido.
Era una de las pocas reglas que había tenido que romper, pero desde la
perspectiva de Chris, lo hacía por un bien común. Todo había resultado
mucho más sencillo de lo que él imaginaba, ya que, sabía perfectamente en
donde estaba la espada, cómo debía tomarla, y adicionalmente, había
tomado un estuche de guitarra que tenía en casa, y allí podría sacarla sin
que nadie se diera cuenta.
No sería natural ver a un hombre caminando con una espada por allí, y esta
que tenía unas dimensiones bastante grandes como para esconderla debajo
de su chaqueta, cuando Chris tuvo la espada en sus manos, sintió una
energía bastante oscura y pesada.
Su mirada se quedó cautivada con la belleza y el brillo de aquella espada
asesina, pero no tenía tiempo que perder, así que, la empuñó, la introdujo en
el estuche de guitarra, y se dispuso a salir de allí tan rápido como fuese
posible, ya que, de lo contrario, lo interceptarían y sería todo muy grave.
Podría enfrentar un juicio con cargos muy graves si lo encontraban en
medio de aquella situación, ya que, posiblemente estaba tratando de
manipular la evidencia para cambiar el resultado del veredicto que se le
había dictado a un recluso.
Pero quizá había sido suerte, o la precisión que caracterizaba a Chris, pero
este, había salido de allí sin ningún tipo de inconveniente, todo había fluido
a la perfección, y mientras caminaba a su coche, sentía que el suelo se hacía
profundo, que todo se alargaba. Estaba mareado, y, pero ventilando,
sudando, con un palpitar en su pecho que nunca antes había experimentado,
si no se daba prisa y se calmaba, probablemente sufriría un colapso.
Desde cierto punto de vista, la inestabilidad emocional que estaba
experimentando Chris, no puede ser argumentada con nada, así que, si era
descubierto, no tendría palabras lógicas para poder explicar lo que estaba
pasando, todo se basaría en argumentos absurdos, vinculados al apocalipsis,
demonios y ángeles, y esto, simplemente lo llevaría a un hospital
psiquiátrico, dejando a su esposa y a su hija abandonadas, algo que le
rompía el corazón.
No entendía las razones reales del porqué Dante le generaba tanta
confianza, quizá, era esa convicción con la cual hablaba, la manera en que
explicaba todo de una manera tan precisa. Pero, aunque nunca había
conocido a nadie como él, siente que debe creer en sus palabras, ya que, si
no lo hace, después se arrepentirá y si es que todo se cumplía como lo había
explicado el aparente demonio.
Las imágenes que se habían desarrollado en su cabeza, todavía no habían
podido borrarse, permanecían claras en su mente, y lo torturaban, ya que,
eran espeluznantes, los gritos eran muy realistas, era gente desesperada,
mujeres experimentando el más profundo dolor, hombres corriendo para
tratar de ayudar a sus familias y amigos, pero nadie tenía una sola
oportunidad.
Chris se preguntaba la razón de porqué ahora y en ese momento
precisamente, si habían pasado tantos años y tantas guerras aparentes, no
entendía la razón de porque precisamente en ese tiempo tenía que vivir algo
así. Pero cada guerrero, debe asumir diferentes batallas a lo largo de su
historia, y no todos los peleadores están listos para todas las luchas.
Dejó caer la espada en el compartimento trasero de su coche, cerró la
compuerta, caminó directamente hacia la puerta del conductor, y cuando se
sentó dentro de su coche, respiró profundamente. Trataba de calmarse, ya
que, sus manos temblaban como gelatina, todo su cuerpo estaba
descompensado, sentía frío y calor a la vez, un palpitar tremendo, su boca
estaba reseca, su cabeza retumbaba, era una combinación de reacciones que
solo eran producto del pánico.
Si encendía su coche y comenzaba a manejar en ese estado, posiblemente
terminaría en una zanja o en el fondo del río al salirse del camino, así que,
simplemente sacó un caramelo del compartimento interior de su coche, y
saboreó el dulce sabor de la miel.
Cerró sus ojos, dejó que su cabeza reposara en el soporte posterior del
asiento, y trató de relajarse. Encendió la radio, y sonaba una canción de los
Beastie Boys, no eran precisamente los gustos musicales que le atraían,
pero sirvió para poder despejar su mente.
Chris era un hombre muy meticuloso, cuidaba todos los detalles, y en esta
ocasión, no había tenido ningún tipo de decoro para actuar. Había dejado
huellas dactilares por todas partes, su imagen estaba grabada en el circuito
interno de seguridad de la estación de policía, por lo que, no parecía ser un
acto demasiado inteligente. Pero no tenía tiempo para preparar un plan, los
días avanzarían, y necesitaba que Dante estuviese listo para la batalla.
Muchos pensamientos pasaban por la mente de Chris, ya que, no sabía si
todo lo que estaba ocurriendo era una manipulación de un demonio para
que las cosas salieran a favor del mal, o si realmente Dante le había
revelado las cosas de forma sincera.
Según lo que había entendido Chris, aquel demonio estaba cansado de que
el mal actuara de una forma arbitraria, el hecho de que estuviesen tomando
almas de inocentes cuando estaba prohibido, era algo que no debería
permitirse. Había un equilibrio, y si se tomaban almas de personas que
merecían ir hacia la luz, entonces pronto estallaría la guerra.
Desde los cielos, el arcángel Gabriel, le había atribuido todos estos actos a
Dante, sin tomar en cuenta que había otros intereses, otros demonios mucho
más oscuros y ambiciosos como Azrael, y los cuales, estaban obsesionados
con la idea de alcanzar un poder tan descomunal que fuese capaz de
someter a Dios.
Aquellos demonios trabajaban directamente para el diablo, Lucifer,
Belcebú, como lo habían llamado de diferentes maneras anular gol de la
historia, pero era un mismo ser que se había mantenido en silencio durante
muchos siglos, pero que cada vez que trataba de asestar un golpe, generaba
una fuerte debilidad en los guerreros de la luz.
Dante era un guerrero muy preciado del demonio, pero, aunque no pudo
doblegarlo, entendía que este simplemente se ajustaba a las reglas. Le
conseguía tantas almas como fuese necesario, peleaba para él sin cuestionar
ninguno de los mandatos del diablo, obedecía las órdenes y sus condiciones,
pero nunca sería capaz de hacer algo como lo que estaba haciendo Azrael y
sus demonios.
Quienes estaban actuando de forma paralela, o quizá avalados por el propio
diablo, ese no era problema de Dante, es lo que le interesaba, era no iniciar
una guerra, y por eso se había aislado totalmente de la situación, consciente
de que podía haber graves consecuencias para él. Chris no tenía más
remedio, tenía que tomar el arma del demonio, tenerla a la mano, y
prepararse para ayudarlo a escapar de la cárcel.
Parecía algo de mente, ni siquiera en sus peores estados de ebriedad en
celebraciones en familia, se le hubiese ocurrido cosas tan absurdas, pero lo
cierto es que mientras conducía por la carretera directamente hacia su casa,
Chris fue interceptado por un coche de policía, el cual, hizo sonar la sirena
un par de veces indicándole a este que se detuviese al lado derecho de la
carretera.
Era muy probable que se hubiese lanzado un reporte de lo que había
ocurrido y se diera orden de captura a Chris, pero era muy pronto, era
imposible que las cosas hubiesen descubierto tan temprano, pero este,
mantuvo la calma, ya que, posiblemente se trataba de un proceso rutinario.
Si se ponía en evidencia, estaría en graves problemas, por lo que, prefirió
mantener la calma, y bajó la ventanilla de su coche, recibiendo la visita de
dos policías.
— ¡Parece que tienes prisa, amigo! — Dijo el caballero de azul.
— Un poco, tengo una emergencia en casa. Soy detective de policía, no hay
problema. — Dijo Chris, mientras mostraba su credencial.
— A menos que seas escolta del presidente y lleves al mandatario en el
asiento trasero, no tienes derecho a moverte a esa velocidad. Lamentamos
mucho las molestias, pero, ¿podría salir del coche? — Dijo la mujer que
acompañaba al policía.
— No creo que sea necesario. Quizá excedí un poco el límite de velocidad,
pero tampoco es para generar tantos inconvenientes.
— ¡Nosotros tomaremos esa decisión! Por favor, manténgase alejado y abra
el compartimento trasero del coche, revisaremos su vehículo. — Dijo la
mujer.
Para Chris, era un verdadero reto mantenerse en pie, ya que, sus piernas
temblaban de una manera exagerada, así que, tuvo que apoyarse en el coche
para tratar de disimular. Estaba pálido, frío, era evidente que estaba
quebrantando las normas, pero aquellos policías, estaban muy lejos de saber
que lo que llevaba allí, era algo ilegal.
No podía dejar que abrieran el estuche de guitarra, así que, simplemente
tomó su teléfono móvil y llamó a su esposa. Fingió una conversación acerca
del estado de salud de la mujer, ante lo que, los policías escucharon que
realmente estaba alterado.
— Parece que no hay nada irregular, Señor. Puede continuar. No abuse de
su poder, el hecho de que trabaje para el Estado al igual que nosotros, no le
da derecho a moverse como un rayo por las carreteras. — Dijo la mujer
policía, mientras le entregaba la credencial a Chris.
— ¿Todo está bien entonces? ¿Puedo irme? — Dijo el detective.
— Sí, puede irse. Pero tome en cuenta lo que le hemos dicho, el poder que
se le ha otorgado, no debe ser utilizado de una manera abusiva. — Dijo el
oficial antes de volver al coche.
Chris estaba a punto de sufrir un ataque al corazón, ya que, estaba
atravesando por momentos de presión muy intensos, y si las cosas no se
controlaban, este ya no podría soportarlo.
Ni siquiera había verificado si habían abierto el estuche o no, simplemente
asumió que habían visto todo normal, sin ninguna irregularidad, así que,
encendió su vehículo y fue a casa. Condujo a una velocidad promedio, sin
excederse, ya que, no quería ser detenido nuevamente.
Eran cerca de las 2:00 de la tarde de un día jueves, hacía mucho calor, el sol
estaba en su máxima intensidad, y por fortuna, el tráfico no era tan molesto
como el de otros días. Todo parecía haberse configurado para que todo
saliera de la manera correcta, ya que, Chris había llegado en menos tiempo
del que imaginaba.
Hasta su propia esposa se había quedado sorprendida al ver el coche de su
marido llegar, ya que, este no llegaría sino hasta después de las 7:00 de la
noche. Pero se alegró al saber que estaría en casa un poco más de tiempo,
ya que, últimamente había estado muy enfocado en el trabajo, obsesionado,
sin descansar durante las noches, era algo que no era sano para su salud.
Chris salió del coche, cerró la puerta, tomó las llaves, las guardó en su
bolsillo, no sin antes desbloquear la compuerta trasera, la cual, se abrió de
manera automática. Este, caminó hacia la parte trasera del vehículo, levantó
el estuche de guitarra, pero cuando lo tomó entre sus manos, supo que había
una diferencia de peso en comparación a cuando lo había introducido.
Aquella no podía ser una buena señal, así que, lo colocó nuevamente en el
interior del vehículo, y lo abrió, cuando verificó el interior de este, fue
como caer en un abismo oscuro directamente hacia rocas filosas.
La espada no estaba, y no tenía explicación para aquello, todo se volvía
cada vez más extraño y sobrenatural, ya que, si los policías que lo habían
interceptado, hubiesen tomado esa espada, posiblemente él estaría
encerrado en alguna celda, a la espera de un interrogatorio y un posterior
juicio.
Pero no había visto nada extraño en aquellos dos policías, cuando los vio
marcharse, no pudo visualizar la espada, aunque estaba tan nervioso, que
posiblemente la tenía enfrente de sus ojos, y este ni siquiera lo había
notado.
Pero lo cierto es que la espada ya no estaba en su poder, y esa era una
situación muy grave que tenía que resolver, ya que, era un arma peligrosa,
que no era común, le pertenecía a un ser sobrenatural, y él la había perdido.
Sin decir una sola palabra, ni explicaciones a su esposa, Chris entró
nuevamente al vehículo. Encendió su coche, y condujo directamente a la
prisión. Estando allí, pidió hablar con Dante, el cual, no se imaginaba lo que
estaba por pasar.
Los problemas de Chris, eran mucho más grandes de los que este imagina,
el hecho de que se le haya metido en la cabeza ayudar a Dante a salir de la
cárcel, es mucho más grave en hechos que en palabras.
Una vez que llegó a la prisión para conversar con él, y comenzó a contarle
que había perdido su espada, Dante había enloquecido, y le había pedido
detalles.
— Esa espada no puede caer en las manos equivocadas. ¿Acaso perdiste la
cabeza, Chris? ¡Tú no eres así! — Dijo Dante.
— Quiero hacer lo correcto, imaginé que, ayudándote, podría evitar que la
catástrofe ocurriera. Sé muy bien que estoy actuando de una manera
errática, pero todo esto me ha descontrolado, Dante.
— ¡Dime todo acerca de esos policías que te interceptaron! Cuéntame cada
detalle, ¿cómo eran? ¿Crees que haya sido algo irregular?
— Eran policías comunes y corrientes, llevaban sus uniformes azules e
identificaciones, aunque no pude ver ninguno de sus nombres. Puedo
recordar perfectamente a la mujer, la cual, se quitó su sombrero de policía y
mostró un cabello castaño muy hermoso.
— ¡Cuéntame más sobre ella! ¿El gremio de policías no debe ser muy
grande, acaso los habías visto antes?
— Es difícil conocer a todos los policías de la ciudad, Dante. Pero no, a
ninguno de esos dos oficiales los había visto en mi vida. Pero a ella estoy
seguro de que no la voy a olvidar, era una mujer muy hermosa, tenía un
rostro perfecto, una mirada dulce, con unos ojos azules que parecían ser del
color del cielo.
— Y el hombre, ¿cómo era?
— Era un hombre fuerte, alto, rubio, con una mirada profunda del mismo
color de los ojos de la chica. Ahora que lo recuerdo... Ambos parecían ser
físicamente perfectos, de hecho, parecían un par de modelos en lugar de
policías.
— Creo que te estás dando cuenta de que lo que te ocurrió, no fue normal.
Posiblemente fueron los nervios de llevar un arma ilegal en tu coche lo que
no te permitió ver con claridad que estabas frente a un par de ángeles.
— ¿Qué? ¿Ángeles? ¿Por qué crees eso?
— Rastrearon mi arma, Chris. Eso fue lo que ocurrió, y tú colaboraste de
una manera muy estúpida para ponérsela a un fácil alcance. Los ángeles son
peligrosos, aunque no sean una amenaza, pueden tomar la forma humana
que quieran, aunque su aspecto siempre es bastante similar a su versión
original. Ellos son perfectos, muy hermosos, llaman rápidamente la
atención de los humanos, muchos de ellos se desempeñan como modelos y
actrices de televisión que ves cada día en los medios. Ni siquiera te
imaginarías quiénes son los verdaderos ángeles, los cuales, cumplen su
función de guardianes de la tierra, estamos supuestamente bajo sus
cuidados, pero muchos de ellos, olvidan su labor.
— Ha sido mucha información... Ya te comenté cuál fue mi error y en qué
me equivoqué, Dante. Ahora, te ofrezco mi colaboración para salir de esto.
¿Tenemos que recuperar esa arma, cierto?
— Esa arma es tan poderosa como puedes imaginarte, pero en las manos de
ellos, no sirve de nada, ya que, solo buscarán hacer que su poder disminuya.
Todas las almas que he cobrado para Lucifer, han dejado una porción de su
energía en esa espada. Lo que harán los ángeles, es purgarla, haciendo que
toda esa energía sea liberada, dejando que una parte de esas almas
torturadas y perturbadas, finalmente viajen hacia la luz. Entregarán mi arma
convertida en un simple trozo de metal, así que, tenemos que recuperarla lo
antes posible. — Dijo Dante, mientras dejaba desplegar unas alas de su
espalda.
Aquella imagen, había dejado estupefacto a Chris, el cual, prácticamente
cayó de la silla sin poder hacer nada.
Sus ojos estaban muy abiertos, y observó cómo el recluso respiraba
profundamente, mientras su pecho y su abdomen, quedaban completamente
desnudos, ya que, su camisa, había quedado completamente deshecha
cuando sus músculos ensancharon y aquellas enormes alas negras de dos
metros de largo cada una, se desplegaron.
— ¡Es hora de salir de aquí! — Dijo Dante.
Éste, caminó directamente hacia la puerta principal, y sin demasiado
esfuerzo, utilizando sus puños, rompió aquella puerta de seguridad, la cual,
cayó al suelo como si se tratara de un simple trozo de cartón. Muchos de los
oficiales que custodiaban el lugar, trataron de limitarlo, dispararon contra él,
pero Dante, daba saltos rápidos y vertiginosos que le permitían moverse por
el techo, las paredes y el aire.
Embestía con fuerza bruta a los policías, los cuales, parecían estar metidos
en una de sus peores pesadillas, ya que, ver a un hombre fuerte, con alas
negras, y con una fuerza tan brutal que los derribaba como si fuesen naipes,
no parecía ser producto de la lógica.
Chris, avanzaba justo detrás de él empuñando su revólver, pero no podía
disparar en contra de sus compañeros. Así que, simplemente guardó el
arma, y avanzó de manera tímida e insegura detrás de Dante.
Iba trazando el camino directamente hacia la libertad, una libertad que no
había conseguido porque no lo había querido, pero ahora, el arma de este
demonio, estaba en manos de los ángeles, y nada garantizaba que esa arma
no pudiese caer en las manos de Azrael, quien fácilmente podría quitársela
a estos dos falsos oficiales, los cuales, no sabrían custodiar aquel objeto de
la manera correcta.
La velocidad con la que se desplazaba Dante, dejaba a Chris completamente
estupefacto, no había una explicación lógica, no había ningún tipo de
referencia histórica que hiciera alusión a algo como lo que estaba
ocurriendo, ya que, Dante había perdido por completo el control de la
situación, y no le importaba exponerse ante todos, ya que, el final estaba
cerca, y si no se movían rápido, entonces ya no habría un lugar que salvar.
Una vez que lograron abandonar el lugar, ambos se encontraban en el
estacionamiento de la prisión.
— ¿Irás volando o prefieres que vayamos como la gente normal? — Dijo
Chris a modo de broma.
— Ya no puedo involucrarte más en esto. Cometí el error de revelarte lo que
estaba pasando y terminaste empeorando las cosas. Creo que lo mejor será
que vayas a casa y cuides de tu familia. Yo me encargaré de arreglar esto.
De cualquier forma, te agradezco el esfuerzo.
— No puedes dejarme así, me metí en graves problemas por tratar de
ayudarte, Dante. Estoy grabado en el circuito cerrado de seguridad de la
estación de policía, también debo aparecer en las grabaciones de la prisión,
¿acaso crees que me dejarán tener una vida normal después de esto?
— Tú tomaste la decisión sin consultarme. Si me lo hubieses preguntado, te
hubiese dicho que actuaras de una manera completamente diferente, Chris.
Has sido un buen amigo, pero ahora, debo continuar yo con mi misión. Has
sido muy importante en esto, ya que, me regresaste las esperanzas de
devolver el equilibrio.
En ese momento, Dante dio un salto tremendo, desapareciendo ante la vista
de Chris, el cual, miró hacia los cielos, y observó como Dante se convertía
en solo un pequeño punto en el cielo azul decorado con pequeñas nubes
blancas.
Aquel demonio, había volado directamente hacia la búsqueda de su espada,
la cual, parecía atraerlo con un magnetismo tremendo. Este había conectado
con ella como si se tratara del veneno y la serpiente o los cuernos y el
rinoceronte, eran uno, eran una amenaza juntos, y separados, simplemente
eran la mitad de poderosos.
Ningún demonio que quisiera utilizar la espada de Dante, podría utilizarla
con tanta letalidad y destreza como él, y de la misma manera, Dante no
podría ser tan letal con ninguna otra arma. Tenía que conseguirla.
Pero la búsqueda no sería fácil, y mientras tanto, Salara había cumplido
parte de su misión. Había logrado conseguir rastrear el arma de Dante, ya
que, allí quedaban atrapadas muchas almas de las que habían sido
asesinadas.
No era un proceso sencillo, pero tenía que comenzar a liberar algunas de
ellas. No había sido enviada la tierra sola, al Arcángel Gabriel, le
preocupaba su seguridad, así que, le había enviado acompañada de David,
un ángel que siempre había estado a la orden del Arcángel, y era tan
poderoso como Salara.
Tanto David como Salara, habían comenzado el proceso de liberación de
almas de la espada, pero esto, demandaba mucha energía de los ángeles,
desgastando los tremendamente. Pero tenían que hacerlo pronto, ya que,
tenían que disminuir la letalidad y el peligro de aquella espada lo antes
posible.
En su vida humana, Salara y David podían hacerse pasar por cualquier cosa
viva, desde animales hasta humanos, podían imitar a aspectos y pasar
totalmente desapercibidos, por lo que, no sería sencillo para un humano
identificarlos. Pero para Dante, que era un cazador, sería pan comido, y más
aún, si tenían su espada en su poder.
El olfato demoníaco de Dante, le permitía rastrear la presencia de los
Ángeles, era su modo de supervivencia, ya que, los ángeles y demonios,
siempre se habían odiado, y este, siendo un desterrado, siempre se mantenía
en el ojo de los arcángeles más poderosos.
Salara se sentía afortunada de no estar sola, y después de una larga sesión
de liberación de almas, habían dejado la espada un poco más inofensiva.
Pero era necesario descansar. Habían tomado el departamento de unos
habitantes del centro de la ciudad, usurpando su identidad, por lo que, no
serían identificados en el lugar como extraños.
Esa noche, Salara y David, celebraban parte del éxito que habían tenido, ya
que, todo había salido como lo planificaron, aunque no había terminado. El
hecho de que el arcángel Gabriel hubiese enviado a David junto a Salara, no
había sido casualidad, ya que, la imposibilidad de la relación existente entre
el líder de los Ángeles y la chica, lo había llevado a tomar la decisión de
vincularla con uno de sus ángeles más fiables.
Mientras se encontraba junto a David, existía la posibilidad de que surgiera
algo entre ellos dos y Salara se olvidará para siempre de Gabriel, era una
decisión egoísta e inmadura, pero era necesario, ya que, entre Gabriel y
Salara nunca podría pasar absolutamente nada.
La intensidad de los sentimientos que experimentaba Salara hacia Gabriel,
eran bastante similares a los sentimientos que sentía David hacia la chica,
Así que, el hecho de que estuviesen juntos en un lugar solitario privado,
ponía toda la situación a favor de David.
— Nunca hemos tenido la posibilidad de hablar sobre nosotros, Salara.
Creo que es la primera vez que asumimos una misión juntos. — Dijo David,
mientras entregaba a la chica un vaso con agua. Era cerca de la medianoche.
— Sí, tienes razón. Hemos compartido algunas batallas, pero nunca hemos
estado tan cerca. No sé mucho de ti tampoco. — Dijo Salara.
— Yo conozco más sobre ti de lo que quisiera. Lidiar con esto, no es fácil.
— Dijo el Ángel.
— ¿Lidiar con qué? ¿De qué hablas, David?
— ¿Nunca te ha tocado amar a alguien mientras ves como esa persona
especial está totalmente perdida absurdamente por otra persona que no le
corresponde? Esa sensación de que tú serías capaz de proporcionarle todo
ese amor que, estérilmente espera de otra persona, resulta frustrante.
— ¿Estás hablando de ti y de mí?
— Sé que esto es imposible, Salara. Pero durante décadas he visto como
miras al Arcángel Gabriel. Estás perdidamente enamorada de él, y él
simplemente pasa de ti… No sabe lo afortunado que es.
— ¡No tienes derecho a opinar sobre mi vida privada! Será mejor que
vayamos a descansar, mañana nos espera un largo día, David.
Salara había comenzado a ponerse nerviosa, ya que, David estaba sentado
tan sólo a unos cuantos centímetros de ella. Era un hombre atractivo, muy
sexy, provocador, pero ella, solo tenía ojos para un solo ser.
— ¡No, por favor, no te vayas! No es casualidad que ambos estemos juntos
en esto. Quizá es una oportunidad para descubrir algo nuevo. ¿O es que
pretendes estar siempre a la sombra del arcángel Gabriel?
— Lo que yo haga con mi vida solo me incumbe a mí, David. Estamos en
una misión, no compliques las cosas con temas personales que no vienen al
caso. — Respondió Salara, mientras caminaba hacia la habitación.
— Pues seguirás siendo el juguete de diversión de Gabriel, pues él nunca va
a corresponderte de la manera en que tú esperas. Es lamentable, yo sería ese
elemento que llenaría ese vacío que experimentas en tu corazón. Te haría
tan feliz, que no serías capaz de recordar momentos oscuros de tu pasado.
¡Te amo, Salara! Espero que lo tengas presente a partir de este momento. —
Dijo David.
La chica siguió caminando, ignorando por completo las palabras del Ángel,
ya que, para ella, simplemente no venían al caso.
Pero fue una oportunidad de reflexionar, ya que, mientras se encontraba en
la soledad de su habitación, había internalizado que parte de lo que había
dicho aquel ángel, era cierto. Siempre estaría detrás de algo imposible,
comiendo las migajas de un sentimiento que le proporcionaba Gabriel,
confundiéndola, ya que, a veces le daba oportunidades, y en otras
ocasiones, simplemente se burlaba de ella.
Fue entonces cuando Salara sintió la curiosidad de experimentar, quizá, si le
daba la oportunidad a David de borrar esos sentimientos de su corazón,
entonces tendría una oportunidad nueva de esperanza. Fue difícil para ella
tomar esa decisión, pero en la soledad de su habitación, y en plena
oscuridad, la chica se sentó en el borde de la cama, y decidió ir a conversar
con David.
Quizá, podían pasar la noche juntos e intentar quitar de su piel, el recuerdo
que quedaba de Gabriel, ya que, sus caricias y sus besos permanecían
frescos en la memoria de la chica. Pero era momento de probar algo
diferente, y quizá, David era el adecuado para iniciar ese camino hacia algo
totalmente opuesto a lo que le ofrecía el Arcángel más poderoso a la orden
de las tropas de dios.
Mientras avanzaba, Salara sentía algo de temor, se regresó un par de veces,
pero la indecisión, la hacía avanzar y retroceder una y otra vez. Pasó frente
a la puerta de la habitación de David, y antes de tomar el picaporte, siguió
caminando directamente hacia la sala, tomó un vaso de agua y lo bebió sin
respirar. Fue su manera de fingir que para eso había salido de la habitación.
Pero ya era el momento de regresar, y quizá, era una oportunidad que no
podría tener dos veces.
David ya había hecho su parte, le había revelado sus sentimientos, se había
abierto totalmente sin ningún tipo de limitantes, así que, ahora le tocaba a
ella corresponder, dar una respuesta positiva o negativa, aunque para ella,
simplemente era un modo de sanación.
Caminó directamente hacia la habitación, tomó el picaporte, lo giró y entró
lentamente. El lugar estaba totalmente oscuro, las cortinas estaban cerradas,
había persianas en la habitación, por lo que, la iluminación era casi nula.
Esto era muy positivo para Salara, ya que, si no Podía verlo, quizá, la
vergüenza sería mucho menor.
La chica avanzó con precaución, descalzó sus pies para no hacer ruido, y
estaba dispuesta a entregarse a David, quien era un hombre apuesto, tierno,
sincero y cuidadoso. Éste no tendría problema en recibirla, y ante la
absoluta oscuridad de la habitación, ella tenía la ventaja, ya que, era él
quien estaba enamorado de ella, y esta, simplemente quería purificar su
mente y su cuerpo, quería dejar atrás lo que había ocurrido con Gabriel, era
momento de iniciar una etapa nueva.
3
Era natural sentir un poco de nervios, ya que, era la primera vez que
ingresaba a una habitación para estar con un hombre por voluntad propia, y
provocando la situación ella misma, ya que, siempre se había caracterizado
por ser muy tímida e insegura en ese aspecto.
Salara podía ser una guerrera dominante, despiadada, y muy hábil con la
espada cuando estaba en el campo de guerra, pero cuando se trataba de
asuntos personales, era muy ingenua y un poco vulnerable.
La situación que se había desarrollado por el Arcángel Gabriel, no había
sido de lo mejor, nada había salido como ella había planeado, y aunque era
hermosa, provocativa y muy Sensual, había algo en ella que no terminaba
de despertar esa chispa en el interior del Arcángel, pues no terminaba de
tomarla en serio. Él parecía interesado en alguien más, pero aceptaba que
Salara era muy buena en la cama, pero no quería ilusionarla, no le parecía
justo.
Parecía casi imposible que un personaje como Salara, un ángel que
combatía por la luz, el equilibrio y el bien en el mundo, estuviese en medio
de una situación como esa, insegura, triste, con un vacío en su interior que
amenazaba con hacerla colapsar en cualquier momento.
El vacío era tan profundo, que esta había terminado tomando una decisión
apresurada: entregarse a David. Aunque tenía cientos de años de vida, ella
actuaba como una adolescente, su actitud era la de una chica inexperta, ya
que, a pesar de que tenía mucho tiempo de vida, no tenía demasiada
experiencia en ese ámbito.
Había tenido que pensarlo mucho durante aquella noche para poder tomar la
decisión de ir hasta la habitación de David, la cual, se encontraba tan
oscura, que le proporcionaba cierta ventaja, la cual, no tendría ningún
problema en comportarse de forma espontánea, ya que, los ojos de David
iban a juzgarla.
Los delicados pies descalzos de Salara, avanzan por la oscuridad, mientras
ésta utiliza sus manos para tantear hacia los lados, ubicándose hasta llegar
hasta el borde de la cama, allí, hizo un mapa mental, ya que, el sentido de la
vista no era demasiada ayuda en esas circunstancias.
Apenas había conseguido ubicarse, podía ver formas, pero no podía definir
los colores o facciones, algo que iba resultar bastante útil para la chica, la
cual, precisamente necesitaba de una situación como esa para que su
vergüenza no fuese tan aguda.
Salara entró a la cama, y mientras gateaba, trataba de llegar hasta David,
pero lo hacía de forma lenta, ya que, no quería alertarlo. Estaban en una
situación de peligro, había amenazas latentes, así que, cualquier amenaza
que surgiera de una forma tan repentina e inesperada, posiblemente
generaría una reacción bastante exagerada.
Sus rodillas se movían lentamente, parecía un puma desplazándose por las
ramas de un árbol en plena noche oscura sin luna, era sigilosa, cuidadosa,
pero finalmente, pudo palpar el muslo de David.
Esta, tocó la zona y observó que éste estaba vestido, así que, asumió que
quizá había sentido un poco de incomodidad y había preferido prepararse
ante la posibilidad de una situación de riesgo. Al tocar el muslo, sintió el
pantalón firme de mezclilla, y su mano, se movió lentamente hacia la zona
genital.
Salara temblaba de miedo, se sentía fría, pero quería hacerlo, era lo más
arriesgado que había hecho en su vida personal en mucho tiempo. Era lo
más osado antes de que algo similar ocurriera con Gabriel, ya que, su
obsesión con el Arcángel había sido bastante intensa durante mucho tiempo.
Se había enamorado profundamente de él, y había hecho hasta lo imposible
por tratar de llamar su atención, lo había conseguido, pero los resultados no
habían sido los que ella había esperado, el corazón del Arcángel Gabriel era
difícil de conquistar, y ella no era lo suficientemente digna para él, o al
menos eso era lo que pensaba Salara, ya que, por más que trataba de llamar
su atención y conquistar su corazón, no había conseguido resultados.
David le había abierto la posibilidad de encontrar una salida, esa obsesión
que había tenido durante tanto tiempo con Gabriel, solo tenía una forma de
curarse, y era utilizando otro cuerpo, otra piel, otros besos para tratar de
borrar esos recuerdos.
David era un chico apuesto, muy dulce y tranquilo, caballeroso, dedicado y
realmente comprensivo, por lo que, parecía ser una buena alternativa para
tratar de sacar esa espina, que había estado torturando a Salara durante tanto
tiempo.
La chica dejó que su mano acariciara la zona genital de David, pero este
parecía profundamente dormido. Estaba cubierto parcialmente con su
sábana, pero aún permanecía vestido, ya que, en caso de que surgiera
alguna situación de peligro, ya estaría preparado. Aparte, Salara había
utilizado ropa ligera, solo llevaba un pijama suave, de tela de algodón, que
fácilmente podría quitarse cuando David lo dispusiera.
Había tenido el deseo de llegar completamente desnuda, pero no tenía el
valor para hacer algo así. Esta, continuó masajeando la zona, y a medida
que los segundos pasaban, experimentó como en su mano se sentía cada vez
más duro el miembro de David, ante lo que, si yo masajeando para generar
la mayor erección posible.
En ese momento, se escuchó como David se quejó, estaba saliendo de la
profundidad de su sueño, y esta, sintió que su corazón iba a reventar ante el
miedo. Era inesperado, no sabía qué reacción podría generar en él, pero
continúa, no se iba a detener, ya había llegado demasiado lejos como para
arrepentirse en ese momento.
Se escuchó un suspirar profundo por parte de David, pero este no dijo una
sola palabra, simplemente, rozó el rostro de la chica con su mano,
acariciándola de una manera bastante agradable, lo que le hizo entender que
este estaba disfrutando de lo que estaba pasando. Él ayudó, se quitó el
cinturón, liberó el botón de su pantalón y bajó su cremallera, Salara metió la
mano, y comenzó acariciar aquel pene con sus delicados dedos.
Hacía que se pusiera más duro, firme e imponente con el paso de los
segundos, y aunque no podía ver su pene con claridad, solo podía
imaginarlo con tocarlo. Ella fue directamente hacia su rostro, lo sentía
extraño, pero quizá, era el nerviosismo que la consumía. Sus besos y
aquellos labios eran tan provocativos y adictivos, que no pudo separarse de
ellos en unos minutos.
Fueron besos húmedos, apasionados e intensos, donde la saliva, la lengua y
la succión, comenzó a hacerse presente, consumiéndolos, haciendo que
estos se embriagaran en una interacción tan erótica, que Salara comenzó a
humedecerse instantáneamente.
Lo que era justo para David, también era justo para ella, así que, él podía
acercarse a la chica, y comenzar a acariciarla de una manera bastante
agradable. La mano de David, se escurrió lentamente hacia la zona genital
de la chica, comenzando a masajearle el coño de una manera tan suave, que
prácticamente ni se sentía.
Era como si la yema de sus dedos, apenas tocar a su clítoris, pero aquella
interacción era tan deliciosa, que fue inevitable para Salara comenzar a
gemir, sintiendo como este caballero, la tocaba de una manera tan delicada
y tan sutil. Sentía que era la solución correcta para olvidar para siempre
todos los pensamientos que venían a su mente de cuando había estado con
Gabriel.
Aquella experiencia había sido exquisita, lo más hermoso que había vivido,
pero había sido empañado y opacado con todo el rechazo que vino después.
Era el momento de tomar la rienda de su propia vida, dejar atrás las
inseguridades, y controlar los eventos con voluntad e ímpetu.
Le encantaba sentir como el dedo medio de David, acariciaba su coño, se
habría espacio entre sus labios vaginales, e intentaba penetrarla, pero este,
se tomaba su tiempo para calentarla, no quería ir al grano tan pronto. Y
mientras ella lo besaba y sentía su dedo en su coño, esta masturbaba
lentamente la gran polla de su compañero, el cual, ya se había bajado los
pantalones hasta la rodilla.
David interrumpió la escena para desnudarse, se sentó en el borde de la
cama, y se deshizo por completo de la parte baja de su ropa. Se quitó la
chaqueta que cargaba, una camiseta, y quedó completamente desnudo,
tomando a la chica de la cintura para ponerla justo frente a él, acostada con
las piernas bien abiertas.
En ese momento, Salara sintió como este le arrancó el pijama de un solo
golpe, no hubo sutileza, dejó a un lado el romanticismo, pero esta, le gustó
la manera en que la estaba tratando. No era una interacción insegura y
temerosa, se trataba del intercambio de deseo entre dos seres que eran
apasionados e intensos.
Ella quedó completamente desnuda, con su coño expuesto, muy mojado, el
cual, ya había lubricado lo suficiente como para recibir la polla de este
sujeto hasta lo más profundo de su ser. Pero David no se precipitó, comenzó
a besar sus pies, se dedicó a ellos un largo tiempo, parecía muy dedicado a
lamer sus dedos, los metía en su boca, los lubricaba con saliva, la mía la
planta de los pies delicados de Salara, evidenciando sus reacciones.
Ella quiso resistirse debido a las cosquillas tan intensas que se generaban,
pero reunía la suficiente fuerza de voluntad como para poder resistir.
Aquello era una mezcla entre erotismo y locura, y este, comenzó a morder
sus pantorrillas hasta llegar a sus muslos y finalmente encajarse en su
entrepierna, donde su lengua, comenzó a abrirse espacio en aquel coño tan
jugoso y juvenil, el cual, fue penetrado con la larga lengua de aquel hombre.
Ella estaba segura de que se correría muy pronto, por lo que, hizo un
esfuerzo por tratar de quitar a David de su vagina, ya que, si seguía, todo
terminaría muy pronto, y ella quería que todo se prolongara.
Salara utilizó sus manos para empujar el rostro de David lejos de su zona
genital, éste le sostuvo las manos y la sometió, el control lo iba a tomar él,
no iba a dejar que ella arruinara lo que estaba haciendo.
— ¡Tienes que detenerte! Si sigues, voy a correrme, no quiero terminar
todavía. — Dijo Salara.
David parecía no escuchar lo que ella tenía para decir, así que, continuó
lamiendo y succionando el clítoris, eran movimientos circulares muy
rápidos, como si se tratara de las aspas de un motor fuera de borda.
Pero cuando éste sintió como la chica mostraba espasmos involuntarios
como signo de que ya estaba cerca de llegar al orgasmo, este simplemente
le quitó la lengua de su coño y comenzó a frotárselo con tanta rapidez que
esta ni siquiera pudo tomar suficiente aire, y su cuerpo explotó como un
volcán.
Ella se retorcía, pero los dedos de David continuaban frotando la vagina,
llevándola a la cúspide de una satisfacción incomparable.
— ¡Basta, David! Por favor, detente, vas a hacer que me corra nuevamente.
— Dijo Salara.
Una gran cantidad de fluido emanó desde el interior del delicioso coño de
Salara, la cual, sentía que su corazón reventaba en cada palpitación, era
exquisito, la experiencia más intensa y apasionada.
Aunque ella había quedado con un apetito de ser penetrada, nada
garantizaba que David había terminado, solo parecía ser el primer abre
bocas, ya que, era una manera de introducirse en una sesión apasionada de
sexo que duraría el resto de la noche.
David parecía ser un conocedor de las mujeres, y quizá, había hecho esto
para poder prepararla, y liberar la tensión inicial. El resto de la noche
podrían tener una interacción mucho más natural, ella ya no estaría
vinculada al orgasmo, ya tenía la satisfacción asegurada, pero resto del
encuentro, estaría enfocado en el disfrute, en la interacción, en compartir la
piel, en devorarse.
— Estás muy callado. ¿Por qué no me hablas? Me has fascinado. Es lo
mejor que he vivido, no puedo mentirte. — Dijo la extasiada Salara,
mientras limpiaba el sudor de sus tetas y su rostro.
Para ella fue inesperado, pero antes de escuchar una palabra de David, este
la sorprendió repentinamente, la tumbó de los tobillos, y le hizo girar en la
cama, poniendo la boca abajo, mientras ésta golpeaba con su rostro la
superficie del colchón.
Sintió como las manos de David se posicionaron justo en su cadera, y la
obligaron a ponerse en posición de perrito, mientras éste le enterraba la
cabeza en la suavidad de la almohada. Tenía su culo levantado, con sus
manos ubicadas justo sobre su cabeza, mientras David se acomodaba detrás,
frotándole el clítoris con su polla.
— Así era como quería hacerlo. Quería que me la metieras, sentirte dentro
de mí. ¡Vamos, fóllame, hazme tuya! — Dijo la desinhibida Salara.
La chica parecía completamente decidida a seguir adelante con su misión de
borrar de su recuerdo todo lo que había pasado con el Arcángel Gabriel.
Quizá, estaba actuando de manera apresurada, posiblemente, estaba
presionando las cosas para que fueran mucho más rápidas de lo que debían
ser, pero lo cierto es que había tomado una buena decisión, ya que, lo que
estaba experimentando era mucho más delicioso de lo que había vivido en
el pasado.
Todo se trataba simplemente de sustituir recuerdos por otros, no se trataba
simplemente de sumergirse en ese abismo de depresión y tristeza al que le
había llevado Gabriel. David estaba haciendo un trabajo espectacular,
convirtiéndola en una mujer completamente nueva.
Se decía muchas cosas sobre este ángel, entre las chicas, comentaban que
David era un amante espectacular, que era muy apasionado y un romántico
empedernido, pero Salara jamás hubiese imaginado que era tan bueno en la
cama, y la manera en que la trataba, no era precisamente la de un ángel.
Era fuerte, robusto, decidido e intenso, no tomaba en cuenta las opiniones
de la chica, él lideraba todo, tomaba el control, dominaba, era el macho alfa
que ella necesitaba para sacarse de la mente al líder de los ángeles.
— ¿Por qué te tardas tanto? ¿Qué esperas? ¡Métela ya! — Dijo la
desesperada Salara, mientras los segundos transcurrían, y las manos de
David, simplemente masajeaban en sus nalgas, parecía estar disfrutando el
momento previo a la embestida.
Pero antes de que pudiese sentir en su interior la enorme polla
incrustándose en su genital, la chica sintió como la lengua de aquel hombre,
se pasó justo desde su clítoris hasta su culo.
Al llegar a este ajustado orificio, David dedicó mucho más tiempo a
penetrarla. Le metía la lengua en el ano, algo que nadie jamás había hecho
en el pasado, pero, aunque le parecía sorpresivo, ella lo disfrutaba.
Sus puños apretaban con fuerza su almohada, y a medida que sentía la
lengua de aquel hombre insertándose en ella, sus dedos de los pies, se
encogían, los apretaba con fuerza, era una mezcla extraña de sensaciones.
Le agradaba, pero sentía algo de vergüenza, y no sabía si debía pararlo, ya
que, si lo hacía, posiblemente arruinaría la magia del momento.
Pero ella tenía que ser responsable de sus actos, era ella quien había llegado
hasta la cama de David, ella por su propia cuenta, se había movilizado hasta
allí para que algo pasara, ahora que estaba ocurriendo, no podía dar marcha
atrás, actuando como una cobarde.
David seguía devorándole el culo a la chica, lo hacía con unas ganas muy
características, se escuchaban sus sonidos guturales, como si rugiera entre
las lamidas y las mordidas en esta zona.
Escupía, e inclusive intentaba meterle el dedo medio, pero esta se movía de
una forma tal, que le daba una señal de que no estaba preparada para esto.
Pero David insistía, y finalmente, sin que ella pudiese hacer nada más, le
metió el primer dedo, ella gimió de una manera fuerte, quería pararlo todo,
pero en unos pocos segundos, sintió que le gustaba.
Fue sorpresivo para Salara, pero cuando pensaba que todo iba a empeorar, y
quizá la penetraría con más fuerza y con más profundidad, esta sintió como
este se alejó, se acomodó justo detrás de ella, y le metió la polla hasta la
mitad. No hubo movimiento, parecía estar disfrutando de cada segundo al
máximo.
Con su polla en el interior de aquella chica, era exquisito sentir la
temperatura de Salara, la presión de su coño virginal, que, a pesar de que ya
había sido follado por alguien en el pasado, seguía como si fuese virgen.
Ella no podía creer el placer que estaba experimentando, aquel hombre, era
mucho más complaciente que Gabriel, por lo que, la chica no pudo evitar
sentirse un poco tonta por haberse quedado atrapada tanto tiempo en medio
de un drama que no lo ameritaba.
Su amor propio había quedado reducido a la nada, no tenía autoestima,
simplemente estaba vinculada a un hombre que la manipulaba, la utilizaba
como un objeto, y luego la volvía a reducir simplemente a sus caprichos.
Gabriel no la merecía, no era el hombre que ella esperaba que fuera, pero se
estaba dando cuenta de eso simplemente en los brazos de alguien más.
Mientras sujeta las nalgas de Salara, David parecía estar en éxtasis, ya que,
al entrar en ella finalmente hasta la base, comenzó a rebotar contra la chica
de forma certera, se la metía toda y la volví a sacar absolutamente toda,
viendo como su polla emanaba completamente mojada desde las
profundidades de aquella cavidad vaginal.
Las gotas de sudor corrían por el pecho de David, y caían en las nalgas de la
chica, ella podía sentir como la temperatura en toda la habitación había
aumentado de una manera exagerada, no era normal, era un calor extraño,
un calor diferente, no era la manera habitual en que ella recordaba el sexo.
Cuando estaba siendo penetrada, experimentó cierta electricidad en todo su
cuerpo, estaba cerca del orgasmo una vez más, y al aumentar sus gemidos,
le había enviado una señal a su compañero de que lo hiciera con más
velocidad.
Mientras ella gemía con más fuerza, sentía las embestidas más agresivas de
David, así que, se convirtió todo en una comunicación perfecta, no había
manera de que esto fallara, y si ella quería correrse una vez más, lo único
que tenía que hacer era gemir de satisfacción, y su compañero le daría lo
que ella quería. Pero, aunque todo parecía estar resumido simplemente a
penetraciones y fuertes embestidas, el amante de Salara, tenía algunos
recursos adicionales que estaba por utilizar.
La tomó del cabello, esto fue totalmente inesperado para ella, su cabeza se
levantó, arqueo su cuerpo, y antes de que ésta pudiese quejarse, David le
propinó una nalgada tan fuerte, que todo el ardor viajó desde su nalga hasta
su nuca.
— ¿Qué haces? ¿Por qué me pegas? — Preguntó la inexperta Salara.
No obtuvo respuesta, simplemente, las penetraciones se hicieron más
rápidas y agresivas, y cuando esta sintió que el ardor ya había pasado, se
vio sorprendida por un par de nalgadas más. Esta vez, fueron mucho más
fuertes, pero, aunque le dolió, estuvo a punto de parar todo.
Se sintió ofendida, sucia, como parte de un juego sexual en el que ella no
tenía participación sino como un simple objeto. Pero podía notar que su
compañero lo estaba disfrutando, y si ella había dado inicio a aquello,
simplemente era parte de su encuentro. No todos podían ser como Gabriel,
así que, era cuestión de explorar.
— No sé por qué lo haces… Pero por alguna razón, me gusta. — Dijo
Salara.
En ese momento, aquel hombre le tomó con tanta fuerza del cabello, que le
obligó a erguirse. La pegó contra su cuerpo, comenzó a succionarle el
cuello, mientras las manos de David, acariciaba las tetas de la chica y se
entrelazaban con los dedos de esta, la cual, hacía que esté la recorriera por
todo su cuerpo.
Las manos de David se trasladaron desde el cuello de la chica hasta su zona
genital, y mientras la penetraba desde atrás, la mano de David comenzó a
frotarle el clítoris, aquella interacción había iniciado precisamente por el
estímulo de la chica, la cual, le había llevado la mano hasta la zona
precisamente para que hiciera lo que ella deseaba.
Éste, le apretaban los senos, los masajeaba con intensidad, le pellizcaba los
pezones, y ya está, mordía sus labios al disfrutar de lo que estaba pasando.
Cada embestida, era un poco más cercano al orgasmo, y mientras sus nalgas
se restriegan contra la piel de este hombre, la chica ya no pudo aguantar
más. Esta comenzó a experimentar aquellos mismos espasmos, pero esta
vez con más fuerza, ya que, le estaban estimulando en lo más profundo de
su ser.
— ¡Voy a correrme de nuevo! ¡No puede ser, qué delicia tan grande! —
Dijo Salara, mientras buscaba el rostro de David para besarlo.
Ella le metió la lengua en la boca a este hombre, mientras sus gemidos se
vieron callados por las manos de este, quien se separó de ella y le metió los
dedos en la boca.
Las embestidas fueron mucho más agresivas y rápidas, trasladándola hacia
ese orgasmo tan deseado, el cual, la dejó derrotada en la cama, cubierta de
sudor, sin aliento, y muy contenta. Ella ya estaba satisfecha, sentía que no
necesitaba nada más, pero era momento de satisfacer a su compañero, este,
le separó las piernas, y se ubicó en la posición del misionero.
Su polla entró lentamente en su coño, y comenzó a penetrarla de una
manera muy lenta. Era como si estuviese preparándola para un tercer
orgasmo, su polla acariciaba el interior de su coño, friccionaba contra las
paredes vaginales de una forma muy sutil, generando un calor tan agradable
que lo estremecía. Le generaba espasmos por todo su cuerpo, escalofríos,
electricidad, deseo, pasión, eran muchas emociones para manejar en
tampoco tiempo, pero Salara estaba fascinada.
— ¡Esto es lo mejor que me ha pasado en mi vida! Nunca había estado con
alguien tan dedicado a mí. Te lo agradezco enormemente, David. No tienes
idea de lo mucho que significa esto para mí. — Dijo Salara.
No hubo respuesta de su compañero, simplemente escuchaba la respiración
agitada, ya que, sabía que estaba bastante agotado. Las penetraciones
comenzaron hacerse más rápidas, y mientras su compañero se refugia en el
cuello de la chica, besándola, lamiéndola y mordiéndola levemente, este
comenzó a movilizarse directamente hacia su orgasmo. La penetró durante
algunos minutos, pero posteriormente, se puso de pie, y se alejó de ella.
Caminó alrededor de la cama, y se ubicó justo donde Salara tenía el rostro.
La tomó de los brazos, y la arrastró hasta el borde de la cama, su cabeza
colgaba, estaba al revés, y en ese momento, le acomodó la polla justo sobre
la boca. Ella sin dudarlo, extrajo su lengua, y comenzó a lamerle las bolas
mientras sus manos, acariciaban los muslos y las nalgas de David.
Este, le acariciaba el coño mientras le abría las piernas, era una experiencia
de intercambio muy agradable, pero cuando este le metió la polla en la
boca, la chica simplemente no pudo tener más control. Se la metió hasta el
fondo, casi ahogándola, pero esta supo manejar la situación bastante bien.
Después de las primeras tres embestidas, ya tenía un control más decente de
la situación, ya que, en un principio sentía que la dejaría sin aire.
Salara recibía aquellas embestidas con mucho gusto, ya que, le encantaba el
sabor de aquella hermosa polla, la cual, la había llevado al orgasmo más
exquisito aquella noche. Mientras éste insertaba la polla en la boca de la
chica, éste se dedicaba a frotarle el coño, algo que le proporcionaba un poco
de combustible a la escena, motivándola a ella para que también lo
complaciera era él.
Para Salara era impresionante tener una mínima posibilidad de llegar a un
tercer orgasmo, ya que, sentía que no tenía más energía, pero la forma en
que la tocaba David, era absolutamente exquisita.
Esta, sintió como este le metió dos dedos, y con su otra mano, le frotaba la
zona del clítoris, era un trabajo de coordinación perfecto, el cual, la estaba
llevando hacia el clímax una vez más. Ella se destacaba lamiendo su pene,
utilizaba su lengua, lo succiona con sus labios para poder estimularlo, y
antes de que pudiese prepararse, la chica recibió una descarga de leche en el
interior de su boca.
Escuchó los gemidos de David, los cuales, parecían ser los rugidos de un
león, y mientras este se corría, hacía movimientos mucho más rápidos en el
coño de la chica, la cual, cerró sus muslos, juntándolos con mucha fuerza,
mientras su pelvis se movía de manera salvaje. Era el tercer orgasmo de la
noche, mientras ella recibía una descarga de jugos en lo más profundo de su
boca.
Aquello era prohibido, grotesco, pero muy excitante para ella. No dudó en
tragarse los jugos que había recibido, era el néctar que ella había pedido
para que sirviera de analgésico y una forma de olvidar su pasado.
Sentía que ya no le debía nada a Gabriel, y que había iniciado una nueva
etapa junto a David, se sintió plena, satisfecha, y cuando se relajó, sintió
como el cuerpo de David, se desplomó sobre ella. Le besó las tetas, le lamió
el abdomen, le chupó el clítoris durante algunos segundos, y finalmente, se
quedó dormido sobre su vientre.
Ella estaba tan agotada, que hizo lo mismo. Ambos se quedaron rendidos en
medio de mucho sudor, calor y fluidos por todas partes, ya habría tiempo de
tomar una ducha en la mañana. Pero cuando Salara despertó en la mañana,
las cosas estaban por cambiar drásticamente, ella imaginaba que abriría los
ojos y estaría entre los brazos de David, pero cuando volvió en sí, estaba
completamente sola.
Era muy probable que David se hubiese adelantado para preparar el
desayuno, quizá estaría tomando una ducha, así que, lo buscó por toda la
casa, pero no estaba allí. Cuando volvió a la habitación, escuchó unos
pequeños golpes provenientes del guardarropa, esta, con un poco de miedo,
y preparada para cualquier cosa, abrió el compartimento con bastante
cautela, y cuando lo hizo, en el interior de aquel vestidor, se encontraba
David.
Estaba amordazado, con esposas de cobre en sus muñecas, las cuales,
podían limitar a los ángeles y neutralizar sus poderes. Observar a David allí,
le hizo pensar que ella también estaba en peligro, así que, buscó
rápidamente su espada, para romper las esposas de cobre. En el lugar donde
estaría su arma, no encontró ni su espada, ni la de David, y mucho menos la
de Dante, ante lo que, era una situación que era bastante delicada y difícil
de entender.
Pero para poder entenderlo, necesitaba explicaciones, así que, le quitó la
mordaza a David de la boca, para que este procediera a relatarle lo que
estaba pasando, era muy probable que eso ocurriera en las últimas horas, ya
que, habían pasado una noche espectacular, y de pronto, este había
terminado encerrado en el guardarropa. Se preguntaba porqué ella no había
sufrido el mismo destino, pero ya tendría respuestas de esto.
— David, ¿qué estás haciendo allí? ¿Qué fue lo que pasó?
— No lo sé, anoche mientras caminaba a la habitación para irme a dormir,
algo me golpeó la cabeza brutalmente. Traté de defenderme, pero antes de
que pudiese reaccionar, sentí dos golpes contundentes que me dejaron sin
sentido. Desperté tan solo hace algunos minutos.
— ¿Quieres decir que pasaste toda la noche encerrado allí? — Dijo la
aterrada Salara.
— Sí, he estado aquí desde anoche cuando nos despedimos. Me aseguré de
que estuvieras tranquila en tu habitación, y cuando volví a la mía, pasó todo
esto. ¿Qué crees que esté pasando? ¿Crees que Dante nos haya encontrado?
¿Verificaste si están las armas? — Dijo David.
— No puede ser posible… No, esto está mal. Esto no puede estar pasando,
si tú estás aquí, ¿entonces con quien pasé la noche? — Dijo la exaltada
Salara, quien estaba a punto de entrar en un estado de pánico evidente.
— ¡Respóndeme, Salara! ¿Las armas, no están? Tienes que liberarme.
¡Quítame estas esposas ahora mismo! ¿Cómo que con quien pasaste la
noche?
— No puedo explicarte ahora. Y sí, las armas no están, no están las nuestras
y la espada de Dante tampoco está. Creo que estuvo aquí anoche, y no solo
tomó las espadas, también me tomó a mí, el hijo de perra.
— No te estoy entendiendo nada, Salara. ¿Dices que estuviste con él
anoche? ¿Pero cómo? ¿Cómo no te vas a dar cuenta de que no era yo?
— ¡No me juzgues! Entré a tu habitación para darte una oportunidad, todo
estaba muy oscuro, no podía definir rostros, aproveché precisamente las
condiciones de iluminación para evitar la vergüenza y la pena. Hice el amor
con él como nunca, pero no era lo que planeaba, David. ¡Perdóname!
— Cuando le ponga las manos encima a esa rata, voy a arrancarle la cabeza
yo mismo. — Dijo David, quien sentía unos profundos celos, debido a que
él había deseado tanto a Salara, y cuando había tenido una mínima
oportunidad con ella, Dante se la había arrebatado.
Dante había logrado llegar al lugar, los había estudiado ambos, vigiló el
sueño frágil de Salara mientras esta había conseguido dormir un par de
horas antes de levantarse inquieta y hacer su experimento.
También había observado a David, y había estudiado el momento perfecto
para neutralizarlo. Se introdujo en su habitación para buscar las armas, pero
cuando escuchó que Salara se acercaba, se metió a la cama para tratar de
fingir que era David, no planeó que todo saliera de una manera tan exquisita
y provechosa para él, y vaya que lo había disfrutado.
En la mente de Salara pasaban muchas cosas, y ahora estaba confundida, ya
que, lo único que podía pensar era lo que había ocurrido aquella noche. No
sabía si quería encontrar a Dante para castigarlo, o para tratar de repetir lo
que había ocurrido. Fue una experiencia muy satisfactoria y deliciosa, algo
que nunca antes había vivido, y que sabía que nadie más podría mejorarlo.
Mientras tanto, Dante había ido a buscar a Azrael, ya que, necesitaba
equilibrar todo. Estaba llevando a la humanidad a su fin, y de una manera
que estaba prohibida. Si el equilibrio se rompía de aquella manera, hasta los
propios demonios podían verse afectados. Cuando encontró a Azrael, este
estaba en un bar nocturno, rodeado de prostitutas, una actividad a la que
estaba acostumbrado.
Era su lugar favorito, y aunque Dante había iniciado la pelea, fue derrotado
con facilidad. Su espada, ya no era igual de poderosa. Azrael lo había
herido gravemente, y sin más opciones, Dante había ido a buscar a Chris
Sikes, el detective que lo había ayudado desde un principio.
Cuando llegó a la casa del detective con una herida en el abdomen y a punto
de derrumbarse, este lo recibió y lo ayudó a sanar. Por suerte, los demonios
podían mejorar con una rapidez tremenda, no era cuestión de semanas o
meses, en cuestión de horas podría recuperarse, pero la herida era profunda
y grave, ante lo que, Dante no encontró más opciones que recurrir al único
que se había comportado como su amigo hasta ese momento.
Esa noche logró descansar, pero a la mañana siguiente, cuando decidió irse,
le pidió el coche prestado a Chris para movilizarse.
— ¡No creí que necesitarías un coche! Pensé que con tus alas podías
moverte al lugar que desearas. — Dijo Chris
— Tengo que tratar de ser discreto, ahora no tengo solo de enemigos a los
propios demonios, también los ángeles han venido por mí. Tengo que evitar
llamar la atención y movilizarme lo más rápido que pueda. Te aseguro que
no le pasará nada a tu coche. — Dijo Dante.
— No te preocupes, haz lo que tengas que hacer, pero evita la catástrofe. —
Le dijo Chris antes de estrechar su mano.
Dante encendió el vehículo y se marchó, pero antes de llegar a la esquina,
fue embestido brutalmente por un camión, el choque se escuchó al menos a
cuatro calles a la redonda, y todo apuntaba a que Dante había muerto en
aquel choque tan brutal. Chris se quedó sin aliento mientras veía la escena.
4
Salara había actuado de una manera impulsiva, no era la forma en que los
ángeles solían proceder, pero ya había traspasado la línea que dividía la
cordura y la demencia. Lo que había pasado en aquella habitación, había
sido impuesto por Dante, y ella, aunque no lo conocía, había escuchado
muchas historias sobre este demonio.
Lo último que se imaginaría ella, es que éste se filtraría en aquella
habitación, pero las probabilidades de que aquello pasara, parecían estar
orquestadas por el destino, ya que, éste simplemente se había recostado en
aquella cama simplemente para despistar a Salara, no se imaginó que esta
terminaría metiéndose en la cama, confundiéndolo con David.
Dante pudo haber hecho algo para evitarlo, pero realmente lo había
disfrutado, poder tener aquella mujer tan espectacular entre sus brazos y
disfrutar de ella a sus anchas sin ningún tipo de limitación, había sido la
mejor experiencia, no había duda de ello.
Pero Salara experimentaba una confusión tremenda, quizá un poco de
frustración y rencor, ya que, aquel hombre la había poseído sin que ésta le
hubiese dado su autorización, pues era a David a quien ella estaba
buscando.
Pero en la mente de la chica hay una confusión tremenda, ya que, le había
gustado mucho lo que había pasado, no podía negarse ante este hecho que
era una realidad, adoraba lo que había ocurrido, y aunque no debía
mezclarse con demonios, lo había hecho, y le había gustado.
Dante estaba muy lejos de pensar que habría consecuencias por un acto
como ese, para él, había sido una sesión de sexo muy atractiva, pero solo
había sido eso, sexo en su más pura expresión, no había sentimientos, no
había vínculos hacia Salara. Solo había sido una chica muy hermosa con un
cuerpo delicioso que se había ofrecido a él, y este no se iba a negar ante la
posibilidad de devorarla hasta el último cabello.
Mientras más pensaba en lo que había ocurrido, mayor era la tortura
psicológica para la chica, la cual, no dejaba de martirizarse, ya que, las
consecuencias que habría por lo ocurrido en aquella habitación, no iban a
pasar desapercibidas.
Los ángeles tenían estrictas normas para vincularse con otros seres, desde
los humanos hasta los demonios, no podía mezclarse, ya que, esto podría
generar un desequilibrio tremendo que pondría en peligro la estabilidad de
todas las razas. El nacimiento de un híbrido, era un hecho que había
ocurrido varias veces en el pasado, y se habían desatado guerras con el
objetivo de eliminar a estos seres, los cuales, solo podían crear discordia
entre las razas.
Un ser que fuese mitad demonio mitad ángel, no podría ser de fiar, podría
traicionar a cualquiera de las dos razas en función a su conveniencia, no era
algo que fuese permitido, y el propio dios y el diablo, habían llegado al
acuerdo de que no permitirían híbridos en ninguno de los dos reinos.
Por esto la tierra había servido como un punto de discordia donde en
ocasiones, los híbridos podían vivir sin problemas, pero siempre terminaban
siendo cazados y asesinados por cualquiera de los dos bandos.
Adicionalmente, los ángeles que quebrantaran en la ley o los demonios que
terminarán cayendo en los encantos de los ángeles, sufrían graves
consecuencias, los demonios podían ser torturados durante cientos de años,
mientras que los ángeles, eran revocados de sus alas, encerrados, y
sometidos a un aislamiento durante largos periodos.
Salara sentía un profundo miedo ante la posibilidad de tener que enfrentar
una consecuencia como esta, si hubiese guardado el secreto, no habría
posibilidad de que se enteraran, pero ya le había contado lo que había
pasado a Dante, y un corazón herido, era mucho más peligroso que
cualquier cosa. Esta, sabía que debía terminar su misión, ya que, no la iba a
dejar por la mitad, tenía que completar sus objetivos, tenía que atrapar a
Dante.
Pero la desesperación llevó a Salara a actuar de una manera impulsiva, no
estaba en sus cinco sentidos cuando tomó un camión de basura, el cual,
estaba estacionado a un par de calles. Había detectado la presencia de Dante
muy cerca de allí, por lo que, cuando encendió el vehículo, estaba
totalmente convencida de que terminaría con la vida de ese demonio ese
mismo día.
Condujo a toda velocidad, y mientras sentía la energía acercándose, lo
embistió con toda la brutalidad de los caballos de fuerza de aquel vehículo
de carga, el cual, volvió polvo el coche que conducía Dante. Fue como si un
toro golpeara a un cachorro indefenso, ya que, el coche que conducía Dante,
el mismo que le había prestado Chris, el detective, había dado al menos
cuatro vueltas sobre sí mismo, antes de detenerse.
Había quedado deshecho, y Dante, quien ya estaba gravemente herido pero
sus heridas habían cenado casi en su totalidad, había sufrido fuertes golpes
en la cabeza, en el rostro y sus costillas habían quedado desechas. Lo más
terrible de todo es que había quedado consciente, este, escupió una gran
cantidad de sangre antes de sonreír, ya que, aunque aquello era terrible, aún
encontraba placer en el dolor.
Dante no se lamentaba por las cosas malas que le ocurrían, ya que, este
mismo había infligido daño grave en el pasado, así que, consideraba que
siempre que pasaba algo similar a eso, era el más puro equilibrio universal.
Después del choque, Salara había salido del vehículo enardecida, abandonó
el vehículo utilizado para trasladar la basura del vecindario, pero esta vez,
no llevaba la ropa habitual, portaba su armadura de ángel, y desplegó sus
alas, ya que, ese era el aspecto que debía asumir cuando estaba por
enfrentarse a un demonio.
Había escuchado muchas historias sobre Dante, se sabía que era uno de los
demonios más peligrosos que hubiese existido, así que, todo era posible.
Pero ella se había asegurado de embestirlo con tanta brutalidad, que este no
sería capaz de responder ante un ataque tan inesperado.
Estaba aturdido, confundido, lleno de preguntas y de dolor, y en el
momento en que comenzaba a recuperar la conciencia, fue tomado por el
cuello por Salara, quien lo sacó del vehículo con un solo movimiento.
— ¿Así que te encanta jugar, gusano? Pues ahora vas a pagar las
consecuencias de lo que hiciste. Meterte a la cama conmigo, va a ser tu
última jugada, mal nacido. — Dijo Salara, mientras se arrastraba por el
suelo, mientras Dante simplemente sonreía.
— La última noche no parecías tan molesta cuando te hacía el amor, Salara.
Tienes una doble moral que te queda muy bien. — Respondió Dante con la
poca energía que tenía.
Salara se dio media vuelta, lo sujetó, y le propinó una patada en el rostro,
que lo hizo quedar inconsciente de manera instantánea. En ese momento,
Chris intervino en la situación, ya que, no iba a dejar que su amigo
demonio, fuera llevado a quién sabe qué destino, así que, se acercó al
Ángel, y lo apuntó con su arma.
— ¡Déjalo ya, aléjate de él! No me obligues a disparar. — Dijo Chris, quien
estaba temeroso, pero no imaginaba que estaba frente a una de las
discípulas del Arcángel Gabriel.
Él era bueno, pero estaba apuntando a alguien que también luchaba por el
mismo objetivo que el detective, el equilibrio y la bondad.
— ¡Esto no es tu asunto! Será mejor que vuelvas a casa y cuides de tu
familia. No ocurrirá nada malo, Dante te mintió, simplemente te manipuló.
— ¡No te creo! Si eres un ángel, ¿cómo fuiste capaz de hacer lo que hiciste?
— Dijo Chris.
— Hay asuntos en los que los humanos no deben involucrarse. Si no
quieres problemas, lo mejor será que te mantengas aislado de esta situación.
No volver a repetirlo, vuelve a casa. — Dijo Salara, mientras desplegaba
sus alas de forma intimidante.
— Siempre pensé que los ángeles estaban en la tierra para protegernos.
Deja libre a Dante, o al menos escúchalo, no es el tipo de demonio que
crees.
— Todos los demonios son iguales, Chris. ¿O es que acaso crees que van a
cambiar de la noche a la mañana simplemente por un milagro? Dante fue
desterrado del reino de la luz por traidor, y seguirá siendo un traidor hasta el
fin de sus días. Ahora es momento de que pague por sus errores. — Dijo
Salara.
Chris estaba tan desesperado, que no midió las consecuencias de sus actos,
en ese momento, disparó un par de veces contra Salara, pero en el momento
en que las balas golpearon el cuerpo de la chica, rebotaron contra la
armadura divina que llevaba esta, y las balas regresaron directamente al
cuerpo de Chris.
Las balas se incrustaron en su costado, derribándolo instantáneamente, algo
que motivó a Salara a salir de allí tan pronto como fuese posible. Desplegó
sus alas, voló hacia los cielos, llevando del tobillo a Dante, el cual, estaba
totalmente inconsciente.
Si hubiese visto la escena, posiblemente se hubiese descontrolado y las
cosas hubiesen puesto muy graves, ya que, no hubiese permitido que le
hicieran daño a su amigo Chris, quien no había muerto, pero se arrastró
hasta su casa para pedir ayuda.
Esta, lo había llevado hasta lo alto de uno de los rascacielos más
intimidantes de la ciudad de Nueva York. Allí, había entrado a un Pent-
House abandonado, el cual, había ocupado en varias ocasiones.
Dejó caer a Dante sobre la cama, y esta, se deshizo de su armadura,
entrando a la ducha para tomar un baño de agua caliente. Dante estaba muy
mal herido, aún sus heridas más graves no comenzaban a sanar, así que,
sería solo cuestión de tiempo para que finalmente se recuperara. Pasaron al
menos 14 horas, tiempo en el cual Dante había dormido profundamente,
cuando despertó, abrió sus ojos, notando que las heridas de su costado ya
habían cenado casi en su totalidad.
— ¡Finalmente despertaste! Vaya que eres un dormilón, Dante. — Dijo
Salara, quien se encontraba sentada en una silla cercana a la cama,
disfrutando de una taza de capuchino.
— ¿En dónde estoy? ¿Adónde me has traído? Pensé que me entregarías con
tus líderes.
— Tú y yo tenemos un asunto que arreglar antes de entregarte. Esta
conversación es necesaria, ya que, tenemos intereses en común. — Dijo
Salara.
— Vaya que estás llena de sorpresas, Salara. ¿Por qué no dejas de
sorprenderme? Primero te entregas de una manera tan fácil a mí, ahora
quieres negociar con un demonio... No creo que el arcángel Gabriel esté
muy contento con tu comportamiento. — Dijo Dante.
Salara dio un salto vertiginoso directamente hacia él. Se ubicó sobre su
cuerpo, sus piernas, rodeaban sus caderas, mientras su mano lo sofocaba.
— ¡Deja de hacerte el listo! Sabes muy bien que lo que ocurrió entre tú y
yo, solo fue un engaño. Jamás hubiese entrado a esa habitación a hacer lo
que hicimos, si hubiese sabido que tú estabas allí. ¡Eres un demonio
asqueroso, traidor, oportunista! — Dijo Salara.
— Sí, sí. Insúltame todo lo que quieras, pero después de que terminaste esa
noche, la sonrisa de tu rostro no podía compararse con nada más. Niégame
que lo disfrutaste.
Salara golpeó fuertemente el rostro de Dante con el puño cerrado. Este,
sangró en su labio inferior, pero la sonrisa cínica que se dibujaba en el
rostro de Dante, evidenciaba su disfrute, estaba sometiendo a Salara a una
de las pruebas más difíciles.
— Puedes utilizar toda la violencia, de hecho, me gusta, es agradable volver
a sentir tus manos tocándome, Salara. Al menos, puedo recordar parte de
nuestro encuentro. ¿Recuerdas cuando te daba de nalgadas? ¡Vaya que
tienes un culo espectacular! — Dijo Dante.
Esta vez, Salara apretó el cuello de Dante, estaba dispuesta asesinarlo,
arrancarle la tráquea si era necesario, estaba llena de ira y cólera, pero no
sabía si realmente lo que le estaba diciendo estaba alejado de la realidad o
no, ya que, muy en el fondo, tenía que aceptar que aún las huellas de la piel
de Dante estaban marcadas sobre las suyas.
— ¡Deja de sonreír ya! Borra esa cara, estás haciendo que colapse. Ustedes
los demonios siempre tienen la habilidad de llevarnos a ver lo peor de
nosotros mismos. — Dijo Salara mientras se separaba de él.
— Esto no tiene nada que ver con ángeles o demonios, nada tiene que ver
con el bien o el mal, has tomado esto como algo personal, Salara. La batalla
que estás lidiando, es simplemente el conflicto interior que se está
desatando en este momento.
Salara escuchaba las palabras de Dante, las cuales, se insertaban en su
mente como si se tratara del veneno más puro, el cual, era capaz de
neutralizar su lógica, su capacidad de razonamiento, dejándola sin
oportunidad de responder, ya que, todo lo que decía era absolutamente
cierto.
— Tus acciones hablan por sí solas, pues me has traído aquí con la excusa
de que necesitas llegar a un acuerdo. Cuando lo único que demuestras, es el
absoluto deseo que tienes de volver a repetir lo que vivimos la última
noche. Estás obsesionada, luchaste durante mucho tiempo para borrar las
huellas de lo que ocurrió con Gabriel, ¿o es que acaso crees que no lo sé?
— Dijo Dante.
— ¡Cierra la puta boca! Vuelves a mencionar algo vinculado a eso, y te juro
que te arrancaré la cabeza, Dante.
— Eres un ángel, Salara. No lidies con tu naturaleza. Estás comenzando a
transformarte, desde que estuvimos juntos. Ya no eres pura, la maldad está
corriendo dentro de ti, pues que olvidas que ingeriste mis jugos. Te apuesto
que aún recuerdas su sabor.
— ¡Ya deja de manipularme, Dante! Me estás haciendo perder la paciencia.
— Lo único que quiero que pierdas es la cabeza, que vuelvas a desinhibirte
como lo hiciste la última noche. Que dejes a un lado las reglas y tus
conflictos internos y vuelvas a hacerme el amor como lo hicimos. Nadie
más te había tocado como yo, y sabes muy bien que, aunque me asesines,
nunca podrás borrar las huellas de lo que ocurrió.
— ¿Por qué me hiciste eso? ¿Por qué no revelaste que estabas allí? ¿Por
qué me estás torturando de esta manera? — Dijo Salara casi a punto de
llorar.
— Deja el Drama, no tienes por qué convertir esto en una situación trágica.
Entraste a esa habitación en busca de sexo y diversión. ¿Lo conseguiste?
Obtuviste un premio adicional, la liberación, ya nunca más serás esclava de
aquellos sentimientos y la obsesión que te ataba a Gabriel. Ahora eres libre
de elegir quién puede tocarte y quién no, quién es el dueño de tus besos y de
tus orgasmos ¿no es así? De alguna u otra manera te liberé, creo que ni
David lo hubiese conseguido. — Dijo Dante.
La chica se calmó, y aunque sabía que Dante era un maestro de las palabras
y un manipulador de profesión, sabía que todo lo que estaba diciendo tenía
absoluto sentido. Esta, descubrió que realmente no lo había llevado allí para
otra finalidad más que repetir lo que había pasado, era demasiado evidente,
para tratar de negarlo, y esta, simplemente se puso de pie, caminó hacia él,
y se paró en el borde de la cama.
— Hablas mucho, Dante. Pero me señalas a mí acerca del impacto de lo que
ocurrió. Cuál fue el efecto que hacer el amor o tener sexo, como quieras
verlo, generó en mí. Pero, ahora cuéntame, ¿cuál fue el impacto que dejó
esto sobre ti? ¿Acaso no me extrañas?
— Tengo que decir que lo que ocurrió fue exquisito, Salara. Algo llevaré
conmigo, aunque intentes asesinarme. — Dijo Dante.
Salara comenzó a desvestirse frente a él, la blusa que cargaba, comenzó a
abrirse en la parte frontal, los botones se liberaban uno a uno de una manera
muy sensual, la chica sabía muy bien cómo provocarlo. Esta, utilizaba sus
dedos pulgar e índice para liberar cada botón, y el escote se hacía más
evidente, mostrando unos senos voluptuosos y jugosos.
Su sujetador era de color negro, tenía encaje, y cuando la blusa finalmente
quedó totalmente abierta, Dante pudo ver ante la luz del día, aquel abdomen
liso, plano y perfecto. La polla se le puso dura casi instantáneamente, pero
no quiso ser demasiado evidente, quería generar algo de tensión, y saber
hasta dónde era capaz de llegar Salara, la cual, una vez más estaba haciendo
presa de sus tentaciones.
— ¡Eres perfecta, Salara! ¿Pero estás consciente de lo que estás haciendo?
Sabes que esto tiene consecuencias, ¿verdad? ¿Eres capaz de controlar tus
tentaciones, eres capaz de lidiar con la necesidad de tocarme, de besarme?
Salara liberó el botón de su falda, y lentamente la bajó hasta sus tobillos
mientras se ponía de espaldas. Cuando Dante contempló aquellas nalgas
perfectas y redondeadas, este simplemente se tuvo que acomodar la polla en
su pantalón.
La chica caminó hacia la puerta del baño, allí, hizo sonar la liga de su
braga, ya que, la estiro, y la dejó que golpeara su piel. Aquel sonido recordó
levemente a Dante el sonido de las nalgadas, ante lo que, este simplemente
salió de la cama y la siguió.
Cuando llegó al cuarto de baño, Salara se estaba deshaciendo de su
sujetador, y en ese momento, Dante se quitó la camiseta. Esta, iba a entrar
de nuevo a la ducha, pero antes de hacerlo, se bajó las bragas, mostrándole
aquel coño rosado, depilado y jugoso, del cual aún podía recordar en sabor,
textura y temperatura.
— Tú y yo vamos a cerrar este capítulo aquí y ahora, pero nunca más
volveremos a vernos, no volveremos a tocarnos, así que, si quieres hacer
algo, si pretendes que te recuerde para siempre, este es el momento. No
podremos estar juntos, y tú deberás enfrentar la ley divina.
— ¿Estás consciente de que todo el caos que se está generando no lo estoy
haciendo yo? ¿Estás consciente de que existe alguien más? — Dijo Dante.
— No vas a tratar de engañarme o manipularme, Dante. Sé muy bien que
eres tú quien está promoviendo la guerra.
— No es el momento para hablar de ello, voy a cumplir tus mandatos. Te
haré el amor como nunca antes te lo han hecho, voy a hacerte estremecer
con mis caricias y mis besos, pero después, tú y yo vamos a tener una
conversación muy larga acerca de lo que está pasando aquí en la tierra. Es
muy fácil señalarme a mí, pero debe saber que hay un demonio con más
poder que yo, el cual, continúa ascendiendo en jerarquía de forma arbitraria.
— Dijo Dante, mientras entraba a la ducha con Salara.
Aquella información fue sorpresiva, ya que, no imaginaba que realmente
existía alguien que estaba actuando desde la sombra sin ser percibido. El
precio de ser uno de los demonios más reconocidos, era que absolutamente
todo lo que ocurría, generalmente se le atribuía a Dante, pero de lo que
estaba ocurriendo, Azrael era el perpetrador.
Las almas de muchos inocentes que habían sido reclamadas injustamente,
quedando atrapadas en las espadas de aquellos demonios, eran parte de lo
que estaba impulsando aquel apocalipsis. Si Salara no se daba prisa y
escuchaba las palabras de Dante, quien quería revelarle toda la verdad,
entonces, aunque sacrificaran al demonio, todo iría hacia el apocalipsis
irremediablemente.
Aquella sesión de sexo fue tan apasionada, que ambos dejaron aflorar toda
su naturaleza, no se cohibieron, no había razones para limitarse, ya que, a
medida que se besaban, en medio de caricias apasionadas, mordidas, y
roces muy excitantes, sus alas se desplegaron. Las alas de Salara eran
blancas, con plumas cristalinas, las cuales ocuparon casi todo el espacio.
Dante, la tomó de la cintura, y la sacó directamente a la habitación, donde él
también dejó salir sus alas. Ángel y demonio, hicieron el amor de una
manera apasionada, mientras ésta lo cabalgaba como toda una diosa. Esta se
sujetaba del pecho de aquel hombre mientras Dante movía su cintura de
manera agresiva, embistiéndola con su polla hasta lo más profundo.
Los movimientos de cintura de Salara, eran circulares, muy bien
controlados, manteniendo una manipulación total de sus estímulos, ya que,
sabía cómo llegar a ese punto máximo donde podía explotar de satisfacción.
La polla de Dante era larga y robusta, así que, parecía llegar al punto G de
la chica, la cual, dejaba que su rostro se deforma ante la satisfacción tan
exquisita que estaba experimentando.
Sus gemidos parecían quejidos, casi a punto del llanto, muy agudos, ante lo
que, Dante disfrutaba enormemente de escucharla. La sujetaba de las tetas,
y mientras la embestía con mucha fuerza, entendía que esta estaba por
correrse, ya que, perdía la fuerza en las manos, su espalda se encorvaba, su
abdomen se contraía, ya le había estudiado, entendía cada uno de sus
movimientos, y sabía cómo impulsar cada uno de estos estímulos para
hacerla estallar.
— ¡Estoy a punto de explotar, no te detengas, sigue, sigue! — Dijo Salara,
mientras se retorcía de satisfacción.
Dante no lo podía negar, él también estaba muy cerca del orgasmo, era algo
inevitable, ya que, la chica tenía una presión tan fuerte en su coño, que le
abrazaba la polla de una manera, que eyacular, era una tarea imposible de
evitar.
— ¡Dios mío, qué delicia! Me encantas, me fascinas. Métemela toda.
¡Quiero correrme ya! — Dijo Salara.
En ese momento, los movimientos de Dante, se hicieron mucho más
agresivos, no tuvo contemplación con ella, y mientras le apretaba los
pezones de una manera salvaje, este la llevó al orgasmo más exquisito, la
tomó del cabello y le acercó a su rostro, le asestó un beso tan profundo, que
su lengua prácticamente le llegó a la garganta, esta, trató de gemir, pero no
tenía aliento para hacerlo, a que el orgasmo le había dejado sin fuerzas.
Pero lo impresionante es que Dante no dejaba de moverse, y seguía
penetrándola Como si fuese un taladro, algo que ella disfrutaba
enormemente, ya que, unos pocos segundos después de haberse corrido por
primera vez, Dante la sujetó de las nalgas, se abrió espacio, y llevó uno de
sus dedos para metérselo en el culo.
Ella no esperaba esta acción, pero le agrado. Dante introdujo el mismo dedo
con el que había entrado la primera vez, en su boca. Lo lubrico, y volvió a
llevarlo a la zona, esta vez entró con mucha más facilidad, y mientras la
penetraba con toda la brutalidad posible, esta experimentó un segundo
orgasmo, potenciado por la estimulación anal que estaba propinándole su
demonio.
Esto le había agradado mucho a Dante, poder tener el control de la chica y
estimularla de esa manera sin ningún tipo de limitaciones, potenció su
excitación, haciendo que éste se corriera instantáneamente. Había
eyaculado en su interior, llenándola con su leche, algo inesperado para ella,
pero que había disfrutado.
Sentir la leche tibia en su coño, escurriendo a cántaros, había sido muy
excitante, pero ella sabía que aquello era peligroso, estaba prohibido, pero
ella asumiría las consecuencias. Tras terminar, ambos se desplomaron el
uno sobre el otro, estaban exhaustos, satisfechos, y conformes con el
resultado de aquel encuentro.
— Tengo que confesarte que nunca me había sentido también con nadie
desde que pasó lo de Gabriel. No tengo la más mínima idea de cómo sabes
lo que ocurrió, pero gracias por liberarme. Es difícil para mí aceptar que un
demonio logró lo que ningún otro ángel pudo hacer.
— Yo no planeé lo que pasó entre nosotros la primera vez. Fue todo
fortuito, pero, aunque la luz no permitía que pudiese verte con claridad,
créeme que tu aroma, tu sabor, y la sensación de tu piel, fue algo que no me
permitió resistirme. Aunque me cueste aceptarlo, yo también me
compenetré mucho contigo, así que, estamos a mano. — Dijo Dante.
— Dijiste que había un demonio más que estaba generando todo esto.
¿Quién es?
— Su nombre es Azrael. Opera con un grupo de seguidores que lo apoyan,
asesinando injustamente, y se ha adueñado de almas que merecían ir hacia
la luz, pero él, las ha secuestrado. Su espada es mucho más poderosa que la
mía, y si no lo detenemos a tiempo, el apocalipsis será inevitable.
— No tenía la menor idea de la existencia de ese demonio. Creo que ha
operado al margen de todo, no podemos rastrearlo ni identificar su energía.
— Dijo Salara.
— Yo te llevaré hasta él, tenemos que terminar con esto, aunque no lo creas,
he terminado tomándole cariño a este lugar. La tierra es un desastre, pero
me gusta estar aquí, no quiero que el apocalipsis arruine este lugar.
Para Salara fue sorpresivo escuchar a Dante hablar de esa manera, ya que,
entendió que este había cambiado gradualmente con el tiempo. Ambos
pasaron el resto de la tarde y la noche conversando sobre los posibles planes
que podían ejecutar para poder acabar con aquella amenaza de Azrael.
Finalmente, decidieron actuar la noche más cercana. Mientras Azrael
viajaba en un coche al club nocturno favorito de este demonio acompañado
de tres hombres más, estos observaron un bloqueo en el camino, el cual,
aparentemente se debía a algunas reparaciones que estaban haciendo en la
calle. Esto obligó a que el vehículo cambiará inmediatamente de dirección.
Pero los bloqueos y los desvíos, habían llevado al coche directamente a un
callejón, donde Dante, lo esperaba con sus alas desplegadas y su espada en
mano. Azrael, al ver que todo eso se trataba de un plan para tratar de
neutralizarlo, salió del coche para derrotarlo una vez más como ya lo había
hecho en el pasado.
— Parece que no eres muy inteligente, Dante. Estás convencido de que vas
a derrotarme, pero eso es imposible, amigo mío. — Dijo Azrael.
— Te crees invencible porque te has adueñado injustamente de almas
inocentes. Pero ya tu tiempo está por terminar. Daré mi vida si es necesario
para acabar con esto, Azrael.
— ¿Por qué te empeñas en evitar el apocalipsis, Dante? Este lugar es una
letrina. Los seres humanos no valoran lo que tienen, ¿por qué tratas de
protegerlos?
— Este es mi hogar… Y no reniegas de tu hogar... Tú, en cambio, no
perteneces a ningún lado, solo eres una rata que emigra de una alcantarilla a
otra. — Dijo Dante, mientras asumió una posición de combate.
Azrael se preparó para atacarlo, también tomó su espada, pero cuando
estuvo cerca de Dante, una luz lo deslumbró.
Las alas de Salara se desplegaron, ya que el resplandor, dejó cegado a
Azrael, ya que, los demonios eran vulnerables ante este tipo de resplandor.
Los dejaba ciegos, confundidos y aturdidos. Nunca se imaginó que Dante
pudiese tener una alianza con un ángel para tratar de engañarlo.
En ese momento, Salara gritó a Dante que era el momento de atacar, y este,
en un movimiento rápido, decapitó a Azrael, asesinándolo en ese momento,
le arrebató la espada, y la entregó directamente a Salara, la cual, voló tan
rápido como pudo alejándose de allí.
Esa sería la última vez que la vería, ya que, no podía haber margen de error,
aquellas almas debían ser liberadas antes de que el apocalipsis se gestara, y
Dante se encargó de luchar con los demonios sobrevivientes que defendían
a su líder Azrael.
La pelea fue brutal, pero finalmente, Dante salió victorioso una vez más,
ellos no eran lo suficientemente poderosos para derrotar a su espada. Aquel
gesto, había neutralizado el apocalipsis, aunque temporalmente, hasta que
una nueva amenaza en el futuro surgiera.
Salara y Dante no podían estar juntos, ya que, sus naturalezas se lo
impedían. No tuvieron tiempo de despedirse, ella volvió a la luz y él
permaneció en la tierra, cada uno debía estar donde pertenecía.
Pero sería casi imposible para Salara, borrar de su mente, lo que había
hecho este hombre por ella, ya que, le propinó la libertad, la liberación de
toda su obsesión por lo que sentía por Gabriel, así que, al menos tenía algo
que agradecerle a Dante.
Pero en el cielo, las cosas no iban a ser tan sencillas, las investigaciones
habían determinado que Salara se había vinculado con el demonio, y
después de múltiples interrogatorios y juicios, finalmente habían dictado
sentencia en contra de la chica, la cual, había terminado vinculándose física
y sentimentalmente con un demonio.
El peor castigo, era ser desterrada a la tierra, convertirse en demonio al
igual que Dante. Quizá el hecho de que ya no podía manipularla, había
hecho que Gabriel se interesara nuevamente en ella.
En el último momento, le había ofrecido un acuerdo, le había pedido que se
convirtiera en su amante particular y no la desterrarían, Salara, rechazó el
acuerdo, y prefirió aceptar su pena. Gabriel se enardeció, y después de
desterrarla del paraíso para siempre, pensó que le había proporcionado el
peor de los castigos.
Para otro ángel, quizá podría haber sido un castigo, pero para Salara, había
sido la oportunidad de volver a estar al lado de Dante, su demonio favorito,
y con el cual, compartiría una eternidad bastante interesante dedicada a la
lujuria, la pasión y los placeres carnales.
Título 9
Lujuria en el Bosque

Romance Prohibido, Sexo y Muerte

1
El invierno estaba por comenzar, y los residentes del pueblo de Portalia,
habían comenzado a emigrar al norte, esto, era una costumbre habitual, la
cual, había sido establecida por los más ancianos, una práctica a la que
muchos se sometían sin demasiadas explicaciones.
Simplemente se debían tomar las cosas más importantes, dejar atrás aquello
que no fuese tan elemental, y emprender el camino hacia el norte. Hacia
tierras más bajas donde el clima era mucho más benevolente y les permitía
pasar la temporada para que finalmente pudiesen regresar a su pueblo
cuando tuviesen oportunidad.
Portalia era un pueblo antiguo, tan antiguo que nadie sabía realmente desde
cuando se habían asentado allí. Aunque algunos contaban historias, otros
parecían mostrarse totalmente escépticos ante las invenciones de algunos
ancianos, los cuales, parecían asegurar que habían estado allí desde que el
mundo se había formado.
Pero no parecía demasiado lógico que las personas hubiesen estado tanto
tiempo allí bajo las mismas condiciones, con una dinámica de escape
continua, ya que, año tras año, el éxodo era similar.
Lo cierto era que quienes vivían en Portalia, generalmente morían allí
también, muy pocos eran los que habían conseguido adaptarse a otras
tierras, o habían decidido marcharse definitivamente, ya que, parecía tener
una magia incorporada en sus raíces, las cuales, hacían regresar a todos
aquellos que buscaban oportunidades en otros pueblos, continentes o valles.
Quiénes nacían en estas tierras, se decía que tenían un manto protector, ya
que, los dioses los bendecían desde que tocaban la tierra, y eran puestos
sobre el césped apenas y soltaban su primer llanto.
De esta manera, eran ofrecidos a la tierra, era como si de alguna u otra
manera, esta los estuviese cargando en sus brazos, y así, comenzaba la vida
de los pobladores de Portalia, los cuales, cuidaban, protegían, custodiaban
aquellas tierras, pero siempre debían respetar la norma de que, en invierno,
debían alejarse de allí tan pronto como fuese posible.
Aunque muchos vivían sin preocuparse demasiado por los orígenes o
razones del comportamiento de los habitantes de Portalia, otros se
preguntaban sobre sus verdaderos orígenes o la razón de algunas de sus
tradiciones, ya que, no parecía ser demasiado lógicas ciertas actitudes, las
cuales, llevaban a realizarse interrogantes a personajes como Aldor.
Era inquietante preguntarse sin respuestas las razones de porqué siempre
debía movilizarse durante el invierno, muchos aseguraban que solo se debía
a las bajas temperaturas mortales que eran capaces de asesinar a cualquier
ser humano. Otros, aseguraban que era algo que habitaba más allá de los
límites de la lógica, y que preferían ignorarlo para no caer en la demencia.
Con estas afirmaciones, la mente de Aldor despertaba, era inquieta, se ponía
a desarrollar teorías, razones y posibilidades, para dar explicación a porqué
se movilizaban de una manera tan inesperada año tras año.
Se preguntaba qué era lo que los ancianos habían ocultado durante tanto
tiempo, los cuales, hacían vida allí, y parecían estar tranquilos y felices solo
hasta el momento en que el invierno se acercaba.
Pero, a pesar de que había muchas preguntas, dudas y misterios, en aquel
asentamiento había crecido Aldor, un joven guerrero, el cual, era uno de los
principales cazadores, proveedor de alimento, ágil como una ardilla, ligero
como un halcón, rápido y certero como un Jaguar.
Nunca había tenido la posibilidad de confrontar a otro hombre o guerrero, o
al menos los que eran designados a proteger esa tierra, por suerte, nunca
habían tenido que enfrentarse con invasores, ya que, era una tierra lejana, y
el denso bosque que los rodeaba, parecía protegerlos, pero este,
desembocaba hacia el norte, permitiendo que un camino los llevara hacia
zonas seguras durante cierto periodo, mismo camino que era utilizado para
regresar.
Durante sus 23 años de edad, Aldor siempre había tenido que ser parte de
este éxodo hacia lo desconocido, ya que, en cada oportunidad, el camino se
convertía en una serie de obstáculos y pruebas, los cuales, comprometían la
seguridad de muchos de los miembros de aquella pequeña civilización, la
cual, estaba comprendida por ancianos, mujeres, hombres fuertes, jóvenes
niños y recién nacidos.
Aldor siempre había cruzado el mismo camino desde que tan solo era un
pequeño de brazos, siendo cargado por su madre, y a medida que fue
creciendo, se fue haciendo mucho más independiente, y conseguía ayudar a
muchos a terminar de cruzar el camino, ya que, no todos tenían la
resistencia y la fortaleza, para poder caminar durante kilómetros hasta poder
estar a salvo.
El norte era mucho más acogedor, podían llegar a tierras mucho más
cálidas, y era el mismo punto de encuentro de otras civilizaciones, las
cuales, llegaban a un gran valle, donde podían acceder a unas ventiscas
menos agresivas, grandes cantidades de alimento, y a la colaboración entre
todos los miembros de los grupos, ya que, todos estaban allí para la misma
finalidad: sobrevivir y después volver a casa.
Las nevadas, podría decirse que eran las creadoras de las peores pesadillas
para los habitantes de Portalia, ya que, en el pasado, habían intentado
quedarse una y otra vez en esas tierras, pero inevitablemente, las
temperaturas terminaban matando a una gran cantidad de pobladores.
Aquellos que resistían, debían salir de allí tan pronto como era posible, ya
que, la muerte era inevitable, tarde o temprano llegaba con su fría calma a
llevarse a aquellos que desafiaban las normas.
El paso del invierno era el mejor momento, ya que, era una señal de que
cada habitante podía volver a sus tierras. La ilusión permanecía viva en el
corazón de los habitantes de Portalia, ya que, solo pensar en aquellas tierras
durante la primavera y el verano, los motivaba a resistir, ya que, no era
sencillo.
Desde la temporada de otoño, era fácil comenzar a sentir una baja en el
ánimo, el miedo se apoderaba de muchos, la incertidumbre comenzaba a ser
parte del día a día, y era prácticamente imposible ignorar el hecho de que
pronto debían abandonar aquellas tierras para emprender un camino hacia la
salvación.
Portalia estaba hecha a la perfección y a la medida de sus pobladores, los
cuales, tenían totalmente prohibido revelar de donde provenían, era como
una tierra sagrada, virgen, donde simplemente aquellos que podían hacer
allí, tenían el privilegio de habitar.
En algunas ocasiones, muchos hombres habían decidido casarse con
mujeres de otras tierras, pero estas, al mudarse a Portalia, rápidamente caían
en la enfermedad. Su salud se deterioraba rápidamente, perdían peso a una
velocidad increíble, y si no salían de allí rápidamente, entonces morían sin
ningún tipo de opción.
Este era el destino que les tocaba vivir a aquellos que entraban a Portalia sin
autorización de la naturaleza, parecía que la tierra tenía vida propia, y
aunque para algunos esto era un hecho, para otros, simplemente era parte de
mitos inventados para poder mantener a los niños siempre respetuosos ante
su entorno.
Para hombres como Aldor, quienes estaban acostumbrados a la cacería, la
pesca, y la búsqueda constante de leña para mantener el lugar caliente
durante las noches, era simplemente absurdo pensar que la tierra tenía vida
propia, les proporcionaba bendiciones que ellos aprovechaban.
Y así como ellos talaban árboles, también se dedicaban a sembrar otros,
generaban un equilibrio tremendo, y en ocasiones, no mataban a los
animales de forma devastadora, ya que, estaban muy organizados y
repartían las porciones de manera que pudiesen mantener el ecosistema en
funcionamiento.
Todo eso era gracias a la organización civilizada que había establecido
Efron en aquel lugar, un hombre que era temido y respetado a partes
iguales, aunque sus decisiones inestables, a veces traían más problemas que
soluciones.
Pero había sido gracias a él que, en muchas ocasiones, las personas se
habían salvado de morir congelados, ya que, este organizaba de manera
perfecta cada año, al menos mientras tuviese energía, la manera más
adecuada en que debían emigrar hacia el norte.
No era un hombre de la improvisación, era un hombre planificado,
disciplinado, el cual, ponía a prueba todos sus conocimientos para
ofrecerles a los habitantes de Portalia, una oportunidad de sobrevivir sin
ningún tipo de contratiempos o situaciones inesperadas.
Efron era uno de los que constantemente promovía el respeto hacia Portalia,
ya que, a diario, se reunían grupos de culto, los cuales, adoraban a la
naturaleza, levantaban sus manos, adoraban el bosque, veneraban la tierra.
Decían que el bosque era como la sábana que acordonaba el lugar, tratando
de mantenerlos a salvo de las amenazas de las bestias, los humanos y la
codicia.
Aquel lugar estaba rodeado de grandes pinos, los cuales, tenían diámetros
impresionantes, con una altura tan intimidante, que nadie se atrevería
explicar realmente cómo habían crecido tanto, y durante cuánto tiempo
habrían estado desarrollándose estos hermosos árboles verdes.
Pero esto, desde las alturas podían alternarse con hermosos árboles de
diferentes especies, cuyas copas, durante la primavera, floreaban de una
manera espectacular con colores naranjas y amarillos, lo que hacían de ese
panorama una visión espectacular para aquellos que tenían la oportunidad
de mirar desde las montañas sin imaginarse que aquel lugar llevaba hacia
Portalia.
La naturaleza se había encargado de convertir a aquel lugar en una tierra
perfecta, óptima, con las condiciones adecuadas para tener una vida
tranquila y llena de felicidad. Aunque muchos sentían que su corazón
estaba en otro lugar, o que simplemente necesitaban responder muchas de
sus preguntas.
En medio de este nuevo éxodo, y sin demasiadas preguntas o explicaciones,
Aldor debía emprender una vez más el viaje hacia el norte. Pero esta vez,
las cosas eran un poco más complicadas, ya que, debía cuidar de su madre
enferma, la cual, había comenzado a sentir que su salud se deterioraba
gradualmente sin posibilidades de mejorar.
La temperatura en su cuerpo había aumentado en un par de ocasiones a
unos niveles tan extremos, que muchos asumían que moriría en cada
ocasión. Pero aquella mujer era fuerte, Edara era sumamente luchadora, y
quizá, era ese espíritu aferrado a la vida, el cual había heredado Aldor, el
cual, era prácticamente una réplica de ella. Físicamente se parecían mucho,
tenían un rostro blanco, con narices perfiladas, labios delgados, con una
frente corta, ya que, su abundante cabello oscuro, generalmente cubrían sus
rostros.
Tenían ojos grises, y se decía que eran hijos de los dioses, descendientes
directos de alguna deidad, ya que, eran los únicos que tenían los ojos de
aquel color. No había nadie que no reconociera a Aldor, el cual, tenía una
relación muy cercana con su madre, y la protegía, la cuidaba, y se dedicaba
a ella la mayor parte del tiempo.
Había tenido algunas parejas, pero nada estable, no había querido
desarrollar una familia, ya que, consideraba que había mucho todavía por
explorar, y sentía que, si se ataba a una mujer, no podría crecer en
conocimiento y habilidades.
Generalmente, tenía largas discusiones con su madre por esta razón, ya que,
Edara le imploraba que le proporcionara un nieto, ya que, los años
comenzarían a caer sobre ella, y esta no tendría la posibilidad de disfrutar
enteramente de su nieto.
Pero Aldor estaba decidido a tener una vida en libertad, no estaba preparado
para una vida familiar, y aunque sentía que tenía todas las herramientas para
construir un hogar sólido y estable, su mente era curiosa, y quería seguir
explorando, indagando, determinando cuáles eran las verdaderas razones
que establecían las normas de Portalia. Parecía que un misterio muy oscuro
se posaba sobre la ciudad, y nadie cuestionaba ni criticaba nada.
La mente de Aldor estaba realmente colapsada en este último viaje, ya que,
el hecho de que su madre estuviese tan débil, determinaba que este debía
dedicarse a ella casi de forma absoluta, así que, no podría ayudar a nadie
más, ya que, él era uno de los principales que apoyaban a los viajeros, y
cuando algunos no tenían la fortaleza para seguir caminando, este los podía
tomar en sus musculosos brazos, y ayudarlos a avanzar durante algunos
kilómetros.
Aldor se sentía un poco abrumado ante la idea de la debilidad de su madre,
ya que, no estaba muy seguro de que pudiera superar este nuevo invierno,
ya que, a pesar de que el camino se presta para que todo sea seguro y
tranquilo, en ocasiones, han tenido que atravesar situaciones realmente
complicadas. Cambios drásticos de la naturaleza, o simplemente acampar a
medio camino, para tratar de esperar a que lo peor pase y poder avanzar.
Pero no hay demasiadas opciones, quedarse en Portalia es prácticamente un
suicidio, ya que, Las bajas temperaturas pueden llegar a unos niveles tan
aterrorizantes, que pueden congelar a personas sin que estas puedan luchar
demasiado para calentarse.
Las ventiscas eran las partes más feroces de las tormentas, y estas, se
convertían en verdaderos infiernos para quiénes las vivían. Pero justo antes
de partir, Edara, la madre de Aldor, una mujer de 60 años de edad, había
decidido no viajar.
Era la primera vez que se iban a separar, pero, aunque Edara no explicaba
demasiado su razón para querer quedarse, para Aldor era fácil desarrollar
sus hipótesis, ya que, presumía que su madre estaba sintiendo esa sensación
de que era una carga para él. Tenía que despejar todas estas ideas de la
mente de aquella mujer, ya que, ella era el principal pilar de Aldor, y este no
la iba a abandonar.
— Has cuidado de mí durante mis 23 años, madre. ¿Por qué piensas que
esta vez voy a separarme de ti como si no me importaras? — Dijo Aldor.
— Es lo mejor que puedes hacer, Aldor. He criado a un hombre de bien, un
hombre sabio, fuerte, de buen corazón. Ya he hecho mi trabajo en este
mundo, ya no tengo más nada que pedirle a la vida. Estoy orgullosa de ti,
hijo. Ve con tu pueblo, protégelo, y vuelve cuando sea el momento. La
primavera estará esperando tu regreso.
— ¡No iré a ninguna parte sin ti, madre! Eso no voy a discutirlo.
— Si te quedas aquí, habrá graves consecuencias para ti, Aldor. Sabes que
el clima es muy agresivo, y adicionalmente, Efron puede tomar acciones en
tu contra, si no apoyas a tu pueblo en el éxodo. Debes tomar en cuenta que
aquí hay normas, y siempre las hemos respetado. Desde que tu padre y yo
nacimos, siempre respetamos las normas, y es tu labor obedecer.
— Y, ¿cómo pretendes que viva tranquilo y en paz abandonándote, madre?
¡Tienes que venir con nosotros, inténtalo! Mi hermano y yo haremos todo lo
posible por mantenerte a salvo.
Aquella conversación parecía extenderse cada vez más y más, con las
súplicas de Aldor, quien no entendía las razones de porque su madre no iba
a acompañarlos a él y a su hermano mayor.
Su padre había muerto cuando él tan solo tenía 2 años de edad, ante lo que,
Aldor se había convertido prácticamente en el Pilar absoluto de Edara. Su
hermano mayor, no le daba demasiada importancia a su madre, estaba al
pendiente de ella, pero no era una entrega tan abnegada como la de Aldor.
Narem había conseguido hacer su familia, había logrado independizarse, y
aunque amaba profundamente su madre, respetaba totalmente sus
decisiones, y sabía cosas que el joven Aldor aún no entendía.
Las condiciones de la muerte del padre de Aldor tampoco eran demasiado
claras para él, cuando había preguntado dónde había terminado su cuerpo o
donde estaba enterrado, nadie sabía responderle, ante lo que, se preguntaba
si este había intentado escapar de aquellas tierras y algo se lo había
impedido.
Pero después de múltiples intentos por convencer a Edara de que partiera
junto a él, Aldor recibió una información que nunca antes había sido
proporcionada. Por primera vez, Edara le había revelado a Aldor, que debía
quedarse pues su camino estaba en emprender hacia el interior del bosque,
donde necesitaba reencontrarse con Callum, su difunto esposo, y el padre de
Aldor y su hermano.
Cuando Aldor escuchó las palabras de su madre, asumió que ésta estaba
perdiendo la cabeza, ya que, no tenía demasiado sentido para él lo que había
escuchado. Pero tenía que abrir su mente y su corazón para poder entender
realmente lo que estaba pasando, y solo estaba escuchando con el
entendimiento y la lógica.
Aldor supo que en esas condiciones mucho menos podría abandonar a su
madre, pero ella aseguraba con tanta firmeza que no era capaz de
contradecirla, lo único que le confirmó a Aldor toda esa situación, era el
hecho de que no iría a ninguna parte sin ella.
Cuando llegó el día del éxodo, Aldor no había preparado absolutamente
nada, todas sus pertenencias estaban en el mismo lugar habitual, lo que
indicaba que no había preparado su equipaje para partir. Esto lo llevó a una
fuerte discusión con su hermano, el cual, ya se había despedido de su
madre, y asumía que Aldor tendría la madurez y el valor para dejarla ir.
— ¿Cómo puedes darle la espalda a tu pueblo simplemente por un
sentimiento de apego egoísta, Aldor? — Dijo Narem.
— ¡Es nuestra madre! Si a ti no te importa cuál será su destino si la
abandonamos aquí, entonces es tu problema. Para mí, es muy importante
asegurarme de que ella esté bien, ¿acaso no has notado el deterioro de su
salud?
— Hay decisiones en las que no debemos intervenir, hermano. Ella ya ha
decidido marcharse, y nosotros también debemos irnos, aunque debamos
tomar caminos totalmente opuestos. Nosotros debemos salvar nuestra vida,
y ella, está por entregar la suya.
— ¿Entregar su vida a quién? ¿De qué estás hablando? ¿Por qué no me
cuentas lo que sabes y ya dejamos el misterio de lado?
— Te enterarás de lo que tengas que descubrir en el momento adecuado.
Deja de presionar las cosas, Aldor. ¡Estás actuando como un niño
inmaduro! Tu trabajo es apoyar al pueblo de Portalia en el éxodo. Toma tus
cosas y date prisa, pronto partiremos.
Pero Aldor era muy testarudo, y después de aquella discusión con su
hermano, estaba más seguro que antes, de quedarse junto a su madre. Le
parecía injusto que su hermano Narem, estuviese tan resignado a
abandonarla, a darle la espalda en un momento tan delicado.
Aldor, no tenía corazón para dejarla atrás. Su madre ya le había dicho que
había normas, que había algunas reglas que debían seguir, y esto fue
afirmado por Efron, el líder del asentamiento, quien finalmente, enfrentó a
Aldor justo antes de la partida.
— He escuchado que has decidido quedarte. Conoces muy bien nuestras
reglas, Aldor. Si no tienes razones claras para quedarte, ¿entonces por qué
lo haces? — Preguntó Efron.
— No hay razones más claras que el hecho de proteger a mi madre. Ella
está enferma y débil. Yo debo velar por su seguridad. Sería egoísta de mi
parte darle la espalda.
— Conozco la situación de tu madre. Ella ya ha decidido entregarse, no está
lista para continuar luchando junto a nosotros por la vida. ¡Eso debes
aceptarlo, Aldor!
— Esta conversación ya la he tenido con mi hermano, y ni él ni usted, con
todo respeto, mi líder, van a convencerme de lo contrario. Asumiré las
consecuencias que sean justas, pero no iré a ninguna parte, mi madre me
necesita.
— ¡Tu pueblo te necesita justo ahora, más que tu propia madre! Pero en
algún momento regresaremos, si estás con vida, serás desterrado, no tendrás
un lugar para habitar en Portalia. Quédate, resiste, lucha por tu vida, y
espero que el invierno permita que volvamos a vernos, Aldor. — Dijo Efron
antes de darle la espalda.
Aldor no le dio importancia aquellas palabras que parecían amenazantes, le
dolía el hecho de que posiblemente su estadía en Portalia estuviese en
riesgo, ya que, si sobrevivía a aquella temporada, probablemente lo
echarían cuando Efron regresara en compañía de su pueblo.
Pero nada de esto impidió que se quedara, así que, vio cómo todos se
marcharon lentamente hacia el norte, mientras él se quedaba con su triste
madre, quien no estaba demasiado contenta por lo que estaba sucediendo.
Para ella, no era nada gratificante el hecho de que la seguridad de su hijo
estuviese en riesgo simplemente por la necesidad de protegerla.
— El hecho de que te hayas quedado a mi lado demuestra el gran corazón
que tienes, hijo mío. ¿Pero sabes que estás tomando una muy mala
decisión? ¿Estás consciente de que habrá consecuencias que yo no podré
evitar? Ya estoy cansada, Aldor, ya mis manos no reaccionan como antes,
mis pies no se mueven con la misma velocidad, era mi deber quedarme.
— Ya no quiero hablar sobre eso, madre. Algunos nacemos para luchar por
otros, mientras que otros nacen para luchar por sí mismos. Por ahora, yo
estaré bien, lo que me importa es que tú superes este invierno, y yo estaré a
tu lado para que lo consigamos.
— Nunca he tenido tiempo para conversar lo suficiente contigo, hijo mío.
Te has dedicado a tantas horas de entrenamiento y preparación, que no he
tenido posibilidades de conocerte desde que ya te hiciste todo un hombre.
Hay muchas historias que me gustaría compartirte, historias de mi niñez, de
cómo había conocido a tu padre, de la manera en que creciste siendo un
niño tan curioso y cuestionador.
Mientras su madre hablaba observando la fogata que había encendido el
propio Aldor, este no pudo evitar sentir como sus ojos se empezaron a
llenar de lágrimas. Había una nostalgia tremenda en aquella conversación,
una conexión indescriptible que había comenzado a desarrollarse con su
madre, la cual, se veía reflexiva, distante, un poco apagada de ánimos, ya
que, aquello parecía haberse tornado en una despedida.
— Siempre has sido una mujer muy feliz, Mamá. ¿Por qué ahora te
comportas de esta manera? Te veo muy triste, pero a la vez, puedo ver una
sonrisa que nunca antes había visto en tu rostro.
— Es inevitable sentir algo de dolor, sabiendo que nunca más volveré a ver
estas tierras. Pero sé que voy a encontrarme con tu padre, y cuando lo vea,
estaremos juntos para siempre. — Dijo Edara.
— ¿Por qué sigues asegurando que te irás? ¿Por qué todos hablan de que ya
entregarás tu vida a algo o alguien? Sigo sin entender tantas cosas, que ya
me estoy desesperando. — Dijo Aldor.
Edara se dedicó a explicarle a su hijo que no era necesario entenderlo todo.
Y lo único que debía saber, era lo necesario, y gradualmente, iría
entendiendo las cosas a medida que fuesen llegando. Aquellos que trataban
de saturarse de conocimiento tratando de resolverlo todo de una manera
limpia y sin errores, generalmente terminaban totalmente frustrados, llenos
de una desdicha tremenda al no poder darle respuesta a todas sus preguntas.
Por primera vez en muchos años, Aldor sintió una conexión renovada con
su madre, era como si el sentimiento se hubiese potenciado, era una
demostración del más puro amor haberse quedado allí, sabiendo que el
invierno en aquellas tierras, era tan hostil y feroz. Pocos creían que fuese a
sobrevivir, pero él quizá era el más apto de aquel poblado para enfrentar
aquella prueba.
El propio Efron lo había amenazado con desterrarlo a su regreso, pero si
podía sobrevivir a aquel invierno, sería una prueba para él mismo,
demostrando que él era tan fuerte y capaz, que quizá podría liberar a su
propio pueblo. Mientras Efron los guiaba hacia el miedo y el escape, el
mismo podría llevarlos hacia el equilibrio durante la estadía durante el
invierno.
Entre conversaciones con su madre, historias muy agradables y una
nostalgia tremenda que rodeaba todo el lugar, la primera nevada había
comenzado. Era el momento de protegerse, y Aldor no tenía la menor idea
de cuán bajas podían llegar a ser las temperaturas.
Cuando asumía que no podía haber más frío, simplemente comenzaban a
bajar mucho más, eran temperaturas tan bajas, que el punto de congelación,
era mucho más agresivo que en otras ocasiones.
Aldor podía compararlo con cualquier cosa, pero no con nada conocido, ya
que, era la primera vez que estaba en una situación donde su salud se veía
tan comprometida. Era un momento bastante acertado para entender las
razones de porqué muchos escapaban sin titubear. Quizá, ya habían
experimentado aquella experiencia en el pasado y no iban a poder resistirla
una segunda vez.
Ya había tratado de mantenerse en el asentamiento en el pasado, pero aparte
de las temperaturas, había otras amenazas que muchos habían descubierto,
las cuales, habían generado el peor de los miedos en el corazón de muchos,
los cuales, guardaban silencio y simplemente se resignaban a vivir de esa
manera.
La sensación de curiosidad, misterio y enigma que se despertaba en el
corazón de Aldor tenía una razón de ser, ya que, había una oscuridad
tremenda que rodeaba a Portalia. Parecía que el invierno era el único
momento en el cual, el lugar no les pertenecía a ellos.
Durante todo el año, se sentían en un hogar, en casa, protegidos, seguros,
pero existía la sensación que, durante el invierno, Portalia cambiaba de
dueño, inclusive, era capaz de cambiar de nombre y de ubicación, era como
si se trasladara hacia el mismo infierno frío.
Aquel secreto, le proporcionaba un misterio adicional al lugar, que generaba
pasión y rechazo en proporciones iguales en el corazón de Aldor, quien le
encantaba estar allí, pero cuando llegaban estas temporadas, detestaba ese
lugar por generar tantas preguntas que la lógica no podía responder.
Para Aldor era un poco preocupante considerar la idea de no tener un hogar
cuando su pueblo regresara, Efron era muy arbitrario, y trataba de mantener
el orden en el lugar, pero sus decisiones, a veces eran un poco extremas, lo
que le había generado el respeto y el miedo a la mayoría de sus seguidores.
La primera noche fue infernal para Aldor, quien asumió que había sido un
error terrible haberse quedado allí con su madre, la cual, cerca de la 1:00 de
la mañana, había desaparecido totalmente del campamento donde estaban.
Aldor casi no podía dormir, apenas conseguía unos 20 o 30 minutos de
sueño. Cuando este despertó repentinamente, debía tener a su madre frente
a él, pero quizá, esta había aprovechado ese sueño profundo tan corto, para
marcharse.
Este la buscó por los alrededores, pero en medio de la oscuridad, no había
mucho que pudiera hacer. Tomó una antorcha, y alumbró los alrededores, la
luna parecía haberse ausentado, pues era una noche oscura, nevada, cubierta
de neblina y con los ruidos del bosque más intensos e intimidad antes que
nunca.
Era extraño, pues era la primera vez que Aldor se quedaba en Portalia,
experimentando una sensación tan desagradable de inseguridad y
vulnerabilidad, que lo hacía sentir diminuto. Pasó de ser un guerrero, un
cazador, un peleador, a ser alguien temeroso, inseguro y débil.
Era como si hubiese retado a la naturaleza y la naturaleza se estuviese
burlando de él, y esos sonidos que se escuchaban a su alrededor, parecían
ser carcajadas del invierno, el cual, parecía señalarlo, burlándose una y otra
vez, mientras se regocijaba de poder tener la posibilidad de acabarlo.
Existían razones mucho más intensas que movilizaban a Aldor, y este, debía
encontrar a su madre. Comenzaba a buscarla llevando una antorcha en sus
manos, pero fue cuando encontró las huellas en la nieve de los pequeños
pies de Edara que finalmente obtuvo una luz para seguir.
Aquellas huellas dirigían directamente hacia el bosque, y aquello no era una
buena señal. Aldor si yo las huellas, pero adentrarse en el bosque en medio
de aquellas temperaturas, era un suicidio. Pero tenía que seguirla, su madre
estaba enferma, frágil y con una edad avanzada.
Cuando se adentró en aquel lugar, sintió que el bosque estaba totalmente
dispuesto a engullirlo para no dejarlo salir jamás, era como si palpitara,
como si tuviese vida propia. Trató de seguir las huellas, pero
inevitablemente se rindió después de unos minutos, no era tan eficiente bajo
aquellas condiciones climáticas que cuando era verano.
Ahora entendía todas las advertencias, y todos los consejos que le habían
proporcionado quienes estaban en contra de su decisión de quedarse, pero
ya no tenía opciones, tenía que seguir adelante, o quedarse allí tendido a
esperar la muerte. Respiraba con dificultad, su corazón parecía estar a punto
de reventar, como si estuviese bombeando con el último esfuerzo, ya que,
toda la energía había sido consumida durante la caminata.
Después de avanzar durante unos 15 minutos más, ya el cuerpo de Aldor no
daba más. Sin demasiadas opciones, cayó con el rostro golpeando la nieve
con su mejilla, sentía el frío de la nieve congelando su cara, mientras sus
ojos, parpadeaban con lentitud, observando una neblina blanca que cubría
todo su entorno.
Comenzó a quedarse dormido, experimentando esa tranquilidad tan
escalofriante, que era previa a la muerte. Tenía un fuerte dolor en sus manos
y pies, estaban entumecidos, ya no lo sentía, casi no podía moverlos, así
que, entendió que toda la temperatura estaba comenzando a concentrarse en
el centro de su cuerpo. Iba a perder las manos y los pies, eso sí lograba
sobrevivir, pero no había nadie que pudiese ayudarlo, quien fuese que
apareciera por ese lugar, sería un completo milagro.
La muerte estaba respirando en su nuca, estaba más cercano de fallecer que
de retomar las fuerzas e irse, ya que, el invierno apenas comenzaba, y esa
era la primera noche que había tenido que afrontar ese infierno. En medio
de los delirios y la agonía, pudo ver a su madre, esta mujer atravesaba un
portal, pero no iba sola, estaba tomada de la mano de una mujer tan
hermosa como Aldor nunca antes había visto alguna.
Ella tenía el cabello negro y ondulado hasta la mitad de la espalda. Tenía
ojos grandes, verdes, alargados como hojas de laurel, y con una mirada tan
seductora y profunda que dejó a Aldor sin palabras.
Este quiso correr hacia su madre y abrazarla, pero cuando acumuló las
fuerzas para ponerse de pie una vez más, unas raíces salieron del suelo,
rodeando sus tobillos, atándolo y jalándolo brutalmente haciendo que este
se desplomara de una manera instantánea.
— ¡Madre, por favor, no! No te vayas ¡Espérame! — Gritaba Aldor
desesperado.
Ante sus gritos desgarradores, la mujer hermosa de ojos verdes, señaló con
su dedo, llevándolo hacia su boca haciéndole una señal de silencio. En ese
momento, las enredaderas que estaban trepadas a un tronco, se movieron
inmediatamente hacia la boca de Aldor, silenciándolo instantáneamente,
mientras veía como aquella mujer hermosa parecía controlar todo lo que
ocurría en aquel bosque.
Mientras el pánico, el miedo y las dudas invaden a Aldor, su madre
simplemente sacudió la mano y se despidió, mientras Aldor lloraba al saber
que nunca más la volvería a ver. Ella simplemente le dijo que volverían a
verse en el futuro, y de manera instantánea, la mujer cerró el portal, dejando
que Edara se marchara.
— No hay razón para que estés aquí, Aldor. ¡Todavía no es tu tiempo! —
Dijo la hermosa mujer, quien levantó sus manos y liberó los tobillos de
Aldor, los cuales estaban atados con raíces.
En ese momento, Aldor despertó, y estaba de nuevo en el campamento.
Buscó a su madre a los alrededores, pero lo único que había encontrado, fue
una nota de ella. En el escrito, le agradecía por todo lo que había hecho,
pero era momento de emprender el camino hacia su descanso y limpieza.
Solo necesitaba descansar y que él entendiera que ella debía irse. El hada
del bosque era la única que podía llevarla hacia ese lugar que tanto había
soñado, así que, lamentaba que todo hubiese terminado así para él, pero
nunca pudo evitar que fuese tan testarudo.
Aldor lloró, pero supongo que lo que vio en el bosque, había sido muy real,
y no se explicaba cómo era que había escapado de aquel bosque, donde
debía haber muerto. Ya él se había entregado, ya estaba listo para fallecer,
pero lo único que venía a su mente una y otra vez, eran las palabras de
aquella hermosa mujer de cabello negro, la cual, le aseguraba que todavía
no era su tiempo.
La belleza de aquella chica era tan intrigante y seductora, que
automáticamente se convirtió en la fijación de Aldor, quien una y otra vez,
trató desde ese día de ingresar al bosque, pero una y otra vez aparecía
nuevamente en el campamento, sin éxito, y sin posibilidades de encontrar
aquella mujer que le había salvado la vida.
En ese momento, había comenzado la aventura de supervivencia y
descubrimiento interior de Aldor, un guerrero que ahora debía demostrar
que era el único apto para poder lidiar con la naturaleza y romper las
barreras de la lógica.
2
Aldor había tratado de entrar al bosque en tres oportunidades, y en estas
veces que hizo todo su esfuerzo para lograr encontrarse nuevamente con
aquella mujer misteriosa, había terminado en un profundo fracaso. La
frustración lo estaba consumiendo, y el desgaste energético, lo iba a llevar a
un colapso tarde o temprano.
A pesar de que todo parecía un sueño, una ilusión tras ilusión terminaba
llevándolo directamente hacia las afueras de aquel bosque, sabía
perfectamente que todo lo que estaba haciendo era real, pero no podía
realizar preguntas.
Nunca tenía una conversación con aquella mujer espectacular que lo había
cautivado, y eso lo llenaba de un profundo dolor, pero también lo motivaba,
ya que, en cada oportunidad que entraba al bosque, siempre llegaba un poco
más lejos.
Su necesidad de poder encontrar respuestas a todo lo que estaba pasando,
era el principal motor de Aldor, quien nunca se había rendido en el pasado y
no iba a comenzar a comportarse como un perdedor.
Necesitaba demostrarle a cada uno de los habitantes del poblado de
Portalia, que no era un demente, y mucho menos iba a dejar que
encontraran su cadáver, ya que, eso sería una victoria para todos aquellos
que habían señalado sus acciones como un acto de pura locura.
Aldor siempre estaba acostumbrado a romper los esquemas, hacer las cosas
de una manera totalmente diferentes, pero siempre alcanzando el éxito, así
que, en medio de esta situación, lo único que puede hacer, es seguir
intentándolo hasta que no le quedara una sola gota de energía.
Lo más inexplicable de todo eso, era que siempre que entraba al bosque, y
terminaba colapsando por el frío o el agotamiento, siempre terminaba a las
puertas del bosque, en el mismo lugar, tendido allí, con apenas fuerzas para
levantarse y volver a resguardarse en el campamento para volver a
intentarlo horas más tarde o en ocasiones, días después.
El invierno sería largo, así que, tenía algo de tiempo para poder lograr sus
objetivos, pero si la naturaleza seguía imponiéndose de una manera tan
agresiva, ya la nieve no lo dejaría avanzar, y las ventiscas se estaban
haciendo cada vez más agresivas.
Aldor no podía explicar con palabras lógicas lo que estaba ocurriendo en su
mente, el recuerdo de esta chica aparecía una y otra vez, pero en su mente,
era distinta cada vez, se suponía que debía tener un simple recuerdo si era
que le había visto una sola vez.
Siempre que despertaba, escuchaba su voz pronunciando otras palabras,
diciendo frases con diferente entonación, lo que iba acumulando diferentes
recuerdos de aquella hermosa mujer que estaba llenando de sentimientos a
Aldor, que ni siquiera sabía quién era esta chica.
Era difícil para él creer en magia, en hadas, en seres sobrenaturales, pero los
hechos habían hablado por sí solos, y no había demasiado que pudiese
explicar lo que había visto cuando su madre había cruzado un portal
desconocido, siendo llevada directamente por aquella mujer. Esos nuevos
recuerdos son principalmente los motivadores, ya que, esa mujer que lo
rescataba una y otra vez, se afianzaba cada vez más con más fuerza a su
corazón.
Este se esforzaba por estar consciente cuando se encontraba con ella, quería
saber quién era, hacer preguntas, responder todas esas interrogantes que se
había hecho durante todo ese tiempo, y que iban a enloquecerlo.
Quizá la gente no le creería lo que había visto, o quizá, simplemente le
darían razones de lo que estaba pasando en el bosque, ya que, las personas
parecían guardar silencio y empezaba a entender que había más secretos en
Portalia de lo que él imaginaba.
Terminar siempre en la misma situación, se hacía muy frustrante, y por
momentos, Aldor se desmotivaba tremendamente, ya que, cuando intentaba
entrar nuevamente el bosque, era inevitable para él imaginar que terminaría
una vez más en el principio de aquel recorrido.
No iba a rendirse, así que, necesitaba emprender un viaje una vez más, pero
esta vez con condiciones mucho más favorables para él. Aunque se había
sentido atraído por otras mujeres, había tenido algunos encuentros sexuales
fortuitos a lo largo de su vida. Nunca se había sentido tan compenetrado y
especialmente conectado con ninguna chica.
Pero con esta mujer de cabello negro y ojos verdes era totalmente diferente,
ya que, recordaba la textura de sus manos cuando lo tocaban, el sonido de
su voz cuando le decía que su tiempo aún no llegaba, recordaba inclusive su
aroma a bosque y flores, ya que, vagos recuerdos que llegaban como
destellos repentinos, le aseguraban que había estado muy cerca de ella.
Aldor podía asegurar que el olor de esta chica lo impregnaba cuando
despertaba, pero era un recuerdo muy leve, el cual, se disipaba rápidamente,
y lo llevaba a golpear brutalmente el suelo tratando de deshacerse las manos
contra la nieve o las rocas, ya que, sentía mucha rabia al no poder
materializar su fantasía.
Pero las personas que conocían a Aldor, sabían que este podía dar hasta la
última gota de sangre y energía para poder demostrar que él era superior a
otros, que no era un ser común y corriente, que tenía habilidades
destacadas, y que cuando tenía algo en la mente, simplemente tenía que
confirmarlo.
Su actitud testaruda, era la que lo estaba llevando a cada uno de esos viajes,
pero se le estaban acabando los recursos, el alimento no iba a durar para
siempre, y en esas condiciones climáticas, la cacería sería prácticamente
imposible.
Solo se encontraban grandes animales en el bosque como osos, linces o
aves, pero era muy difícil la cacería en esas condiciones, así que, si no se
movía con rapidez y conseguía resultados, entonces se las iba a ver muy
mal.
Lo más extraño para Aldor, era el hecho de que, aunque cada vez llegaba
más lejos, nunca terminaba por encontrar una cabaña, un campamento o
señales de alguien en el bosque.
Aquella chica no podía salir de la nada, no podía habitar en los árboles, o al
menos eso era lo que él imaginaba, pero ya estaba perdiendo confianza en
lo que conocía y lo que creía, ya le estaba dando crédito a lo sobrenatural,
ya que, si este estaba a punto de morir, era impresionante que una chica en
las condiciones que ella vivía, aún pudiese desplazarse por el bosque sin
llevar grandes abrigos que cubrieran su piel.
Nadie que él conociera, o al menos con el entrenamiento más fuerte, podría
vivir en aquel bosque durante mucho tiempo. Pero aquella chica, parecía
habitar allí constantemente, y Aldor, aunque al principio lo dudaba, ya
estaba seguro de que ella no era invención de su imaginación.
Su madre había ido algún lugar gracias a ella, y quizá, esta era una de las
motivaciones que lo llevaban a encontrarla, ya que, esta le respondería las
preguntas acerca de a dónde había ido su madre, y por qué se había
marchado en esas condiciones.
Aldor se negaba a creer que se trataba de un ser mágico, ya que, si esto era
así, entonces todo lo que creía, quedaría descartado, y tendría que abrir su
mente hacia nuevas posibilidades. Aunque si eso era necesario para poder
reencontrarse nuevamente con la hermosa mujer blanca de ojos verdes,
entonces así lo haría.
La mente de Aldor no se acostumbraba a la idea de creer en hadas o
fantasmas, pero el mundo parecía estarle dando una lección, aunque éste se
resistía, ya que, se aferraba a sus esquemas de pensamiento, así que,
simplemente utiliza las habilidades que conoce para avanzar.
Todavía no superaba la partida de su madre, y aunque no entendía porque se
había ido de esa manera, seguiría adelante, utilizando su recuerdo como una
especie de combustible que lo motivaba a seguir avanzando, dispuesto a
encontrar las respuestas que sus actos no terminaban de proveerle.
La única que hasta el momento podía proporcionarle algunas explicaciones
de todo lo que había pasado, era esa espectacular mujer, la cual, con tan
solo cerrar sus ojos, terminaba viéndola una y otra vez, sonriente, seductora,
mirándolo con esos ojos cautivadores de grandes pestañas. Estos eran
adornados por cejas perfectas y unos pómulos marcados, se veían
enrojecidos como si llevara rubor natural.
Si había vivido toda su vida en aquel lugar, al menos tenía que recordar una
historia vinculada a alguna chica desaparecida en el bosque. Aldor nunca
había escuchado nada, solo se decía que ese bosque tenía vida propia, pero
las personas no sabían explicar con claridad la razones de porque
aseguraban esto.
Nunca había tenido la posibilidad de conocer una leyenda o historia
vinculada a esa mujer tan deseable y deliciosa, que se aparecía en sus
pensamientos, y la cual, parecía negarse a abandonarlo, ya que, desde que
había dejado a su madre, esto era lo más cercano a una compañía que tenía.
Quizá eso era lo que más miedo le daba a Aldor, el hecho de que esta chica
se hubiese clavado de una manera tan profunda en la mente y en el corazón
de Aldor, ya que, nunca antes una mujer había logrado llegar tan profundo,
y este estaba dejando que las cosas empeoraran con cada día que pasaba.
Aldor, sin dudarlo, había preparado todo para emprender un nuevo viaje,
pero este, debía ser el definitivo, ya estaba cansado de cometer errores y
regresar una y otra vez sin resultados, si volvía a fracasar, se entregaría
definitivamente a la muerte.
Haría lo posible por derramar su sangre en el interior del bosque, la chica se
había encargado de sacarlo una y otra vez, pero él mismo se infligiría una
herida lo suficientemente grave como para no salir de allí vivo una vez más.
Pero el principal problema de Aldor para su desplazamiento y resistencia,
era el frío. Las bajas temperaturas eran difíciles de resistir por un ser
humano normal, algunos de los ancianos, aseguraban que podían vivir al
menos 20 días, pero Aldor, apenas llevaba menos de una semana, y ya
estaba sufriendo graves daños en su organismo.
El metabolismo no estaba funcionando de la misma manera, y su mente ya
estaba comenzando a jugarle bromas, ya que, el silencio absoluto y el
aislamiento, lo estaban volviendo loco. Por momentos, tenía conversaciones
aleatorias con personajes ficticios que se inventaba para tratar de mantener
un poco de lucidez, pero esa cordura, se estaba esfumando como si fuese
hielo derritiéndose lentamente bajo el sol.
Su única alternativa era encontrar a esa mujer, sabía que era real, y ya era
muy tarde para emprender un viaje hacia el norte, ya que, aunque podía
llegar al valle donde se habían asentado muchos de sus amigos y
compañeros, el camino era muy hostil, y era muy probable que muriera en
el intento.
Por momentos, se quedaba dormido, y en ese momento justo, comenzaba a
recordar a muchos de los que le habían aconsejado no quedarse. Despertaba
exaltado, para darse cuenta de que la realidad era mucho peor que cualquier
pesadilla que pudiese tener. Para solventar el problema del frío, Aldor había
decidido casar a un oso, ya que, así podría tomar su piel y podría
movilizarse con un abrigo mucho más efectivo y protector, hasta llegar a su
objetivo.
La idea era avanzar hasta un punto más lejano del cual había llegado la
última vez. Cada vez que ingresaba el bosque, trazaba un mapa mental de la
ruta que debía seguir. La neblina, las ventiscas y la poca visibilidad, hacían
prácticamente imposible que Aldor pudiese desplazarse con fluidez a través
de aquel bosque, que en realidad parecía tener vida propia, y ponía
obstáculo tras obstáculo para que este no pudiese cruzarlo.
El simple hecho de pensar algo así, hacía que Aldor se llenará de una
frustración tremenda, ya que, si era la propia naturaleza la cual no quería
que este avanzara, entonces era poco lo que este podía hacer para poder
resistir. La naturaleza era indomable, y cuando asumía ciertos caprichos, era
imposible de revertir su fijación.
Pero eran batallas impetuosas, era la personalidad testaruda de Aldor contra
la naturaleza imponente, la cual, se reía de él, se burlaba de sus habilidades,
las cuales no parecían ser muy útiles en condiciones tan hostiles. Aldor
entendió que se suponía que cada reto debía asumirse uno a la vez, estaba
apuntando al objetivo de manera directa, y no estaba pensando en el
proceso.
Ese era su verdadero problema, que generalmente, pensaba en la
conclusión, pero no pensaba en el desarrollo, así que, lo más inteligente que
podía hacer, era asumir cada reto de manera individual y cumplirlo. Una
vez que cada uno de esos elementos se juntaran, entonces lograría ver
resultados mucho más efectivos de los que había visto hasta el momento,
los cuales, podrían traducirse únicamente como fracaso tras fracaso.
Lo primero que debía hacer, era ir a cazar al oso, y esa era una tarea
realmente desafiante, ya que, capturar al animal tan grande, no iba a ser
sencillo, y mucho menos, estando él solo. Conocía a muchos de sus
compañeros de combate, mientras entrenaban en el bosque, que eran
capaces de derribar a osos, pero nunca había conocido alguien que hubiese
matado a uno de estos animales con sus propias manos.
Aldor debía tender una trampa, derribar al animal, y cubrirse con su piel,
era supervivencia pura, pero este, no tenía la menor idea de cómo hacerlos.
Había puesto diferentes tipos de trampa, pero los osos que aparecían eran
enormes especímenes que llegaban casi a los 2 m de altura cuando se
ponían de pie, tenían un color grisáceo y un pelaje denso, con enormes
garras que eran capaces de partir a la mitad a un hombre como Aldor, el
cual, tenía grandes músculos y era fornido, pero no era un contendiente
decente para un animal de estos.
Había finalmente logrado crear una trampa con un hoyo y troncos afilados,
donde finalmente, lograría atrapar al animal. Había puesto una carnada de
algunas codornices, las cuales, había conseguido atrapar, pero en lugar de
alimentarse con ellas, había preferido ponerlas como carnada para atraer el
olfato de algún oso.
Cuando su objetivo había llegado al lugar, Aldor estaba preparado con su
espada y su cuchillo para atacar, pero el Animal, había caído perfectamente
en la trampa, desplomándose en un orificio de al menos 1 metro de
profundidad, y al confundirse, Aldor había saltado sobre él incrustándole un
cuchillo en el cuello.
Pero el animal era un peleador, y no iba a rendirse con facilidad. La batalla
había sido tan brutal, que el Animal casi había matado a Aldor. Éste,
aunque derramaba mucha sangre por su cuello y estaba casi moribundo,
atacando con sus feroces garras, y Aldor apenas lograba esquivar. Había
recibido una grave golpiza del animal, pero este, justo antes de dar la última
estocada a su víctima, se había desvanecido, muriendo justo a tiempo antes
de que matara a Aldor.
Éste, se dedicó las horas siguientes a desarrollar a la bestia, tenía que
hacerse con la piel, y una vez que lograra fabricar su abrigo, entonces
podría llegar hacia su destino. Esa sensación de Victoria que había
acariciado Aldor después de vencer el animal, había resultado un impacto
directo de forma positiva para su espíritu.
Era una de las primeras victorias que había tenido mucho tiempo, ya que,
fracaso tras fracaso, la autoestima de Aldor había comenzado a
desplomarse, convirtiéndose en una víctima de la desolación, y la
desesperanza. Mientras quitaba la carne de la piel, sentía pena por el oso, ya
que, sabía que no era justo tratar a la naturaleza de esta manera. Pero
necesitaba avanzar, y si no se cubría con un abrigo pronto, el frío lo iba a
matar.
Aldor era un hombre inteligente, y sabía aceptar sus errores, podía ser
totalmente consciente de cuando había cometido una equivocación, y
quedarse en ese campamento sin acompañar a su pueblo emigrante, había
sido una de las peores decisiones que había tomado.
Pero quizá era el momento de acceder a nueva información, ya que, estaba
consciente de que estaba a punto de hacer un descubrimiento que
sorprendería a muchos, ya que, no todos estaban preparados para escuchar
la verdad de lo que estaba evitando en el bosque.
Habían sido vecinos de algo sobrenatural durante mucho tiempo, y aunque
muchos quizás conocían esa realidad, preferían guardar silencio,
manteniéndose herméticos, y sin compartir esta información con
absolutamente nadie.
Aldor, después de fabricar el abrigo que lo acompañaría durante su último
recorrido, estaba listo para emprender su nueva travesía. Esta vez, estaba
completamente decidido avanzar más que las veces anteriores, ya que, tenía
todos los implementos necesarios para poder moverse sin problemas.
La piel del oso había servido para fabricarse un abrigo que cubría hasta su
cabeza, y parte de la piel, había sido amarrada en sus pies y en sus manos,
cubriéndolo del frío, ya que, estas zonas eran realmente frágiles, y eran unas
de las que más problemas le generaba en cuando las temperaturas
comenzaban a bajar. Como si la naturaleza estuviese consciente de lo que
estaba pasando, esa tarde, se generó una de las peores ventiscas que se
había dado hasta el momento.
Aldor sintió algo de suerte, ya que, había capturado al oso a tiempo, ya que,
si no hubiese contado con esa protección para el frío, posiblemente hubiese
muerto congelado, de eso no había duda.
Avanzó por el bosque siguiendo la misma ruta que había recorrido varias
veces en el pasado, estaba consciente de que tenía que avanzar con rapidez,
pero también debía ser cuidadoso con su respiración y su ritmo cardíaco, ya
que, podía colapsar en cualquier momento.
En las veces anteriores, había cometido el grave error de acelerarse
demasiado, y al hiperventilar y no poder oxigenar bien el cerebro,
terminaba desmayándose perdiendo el sentido con facilidad. Cada uno de
los errores que había cometido en el pasado, habían servido para hacer
correcciones y ajustes.
No podía seguir actuando de manera impulsiva, si seguía cometiendo las
mismas imprudencias, terminaría generando los mismos resultados, y todo
se trataba simplemente de modificar pequeños parámetros, y así,
posiblemente generar algunos cambios significativos que lo llevarían al
éxito.
Pero lo más extraño de toda la situación, era que Aldor no sabía bien lo que
estaba buscando, había un vacío en su mente, ya que, aunque tenía claro
cuáles eran los objetivos, había como un gran abismo en el medio, que
terminaba separándolo de lo que realmente estaba por buscar.
Sabía que debía buscar a esa chica, y que, al encontrarla, probablemente
esta tendría una gran cantidad de respuestas, pero cuando se imaginaba
realmente encontrándose con esa mujer, posiblemente las condiciones no
serían las mismas que en su imaginación.
No sabía si era agresiva o violenta, así que, a medida que avanzaba seguro
de que había mejorado el proceso con su nuevo plan, imaginaba que el
desenlace podría variar en función a como él lo imaginaba.
Aldor se planteó en un par de ocasiones regresar, pero ya había avanzado
más de lo que jamás había conseguido, así que, estaba más cerca de un
nuevo conocimiento que regresar a las mismas condiciones hostiles, donde
probablemente moriría tarde o temprano sin alimento.
Caminó durante al menos 6 horas, y con los pies agotados, y un cansancio
tremendo en todo su cuerpo, finalmente cuando la neblina se disipó y la
ventisca ascendió, Aldor observó una cabaña que iluminó sus ojos, ya que,
era sinónimo de supervivencia.
En un primer momento, no le prestó demasiada atención al hecho de que
había una cabaña en medio de la nada, ya que, en otras condiciones, se
habría preguntado quién la había construido y en qué momento lo habían
hecho.
Pero estaba atento, así que, sacó su espada y avanzó hacia la cabaña, en la
cual, se encontraba en un lugar privilegiado, en un pequeño monte, una
loma que sobresalía del resto, como si fuese una torre de vigilancia.
Para llegar hasta la cabaña, tenía que ascender por una escalera de rocas, las
cuales, estaban vestidas con el musgo verde cubierto por la nieve. Era un
festival de colores muy hermosos, ya que, el marrón de la cabaña, se
pintaba de blanco en el techo y en algunas zonas, mientras que, las copas de
los árboles dejaban caer gotas de hielo derretido por todas partes.
Aldor avanzó hacia la cabaña con algo de cautela, pero al llegar a la puerta,
supo que no había nadie, ya que, pegó su rostro a la misma, y no escuchó
nadie en el interior. Cuando la puerta se abrió, el agudo y oxidado rechinar
de las bisagras, hizo que su presencia fuese evidente, miró a los alrededores,
y habló para verificar si alguien respondía.
— Hola, vengo sin ánimos de buscar problemas. ¡Necesito ayuda y refugio!
¿Hay alguien aquí? — Dijo Aldor.
Nadie respondió, pero aquello no era una seguridad de que realmente estaba
solo, ya que, alguien podía estar oculto en cualquier lugar de la casa para
dar una sorpresa en cualquier momento y generar una confrontación.
Aldor estaba violando una propiedad privada, se había internado en una
casa lejana, pero el instinto le decía que aquella casa tenía que ser de la
chica, ya que, nadie más podría vivir en esas condiciones durante tanto
tiempo. Había mucha leña por todas partes, una gran chimenea, y una estufa
donde parecía prepararse el alimento.
Quien fuese que vivía allí, no estaba demasiado lejos, ya que, el lugar
parecía habitado, ante lo que, Aldor no se iba a dedicar a revisar todo, no
iba a robar nada, si alguien habitaba en esa casa, entonces él esperaría a que
llegara, le pediría ayuda, y no se comportaría como un salvaje, aunque el
hambre lo estaba matando.
Mientras esperaba, se había recostado en una de las paredes de la casa, se
sentó en el suelo mientras se cubría con su manta hecha con la piel de oso.
Por primera vez, se sentía confortable, tranquilo, relajado, así que, esa
sensación de que alguien más podía acompañarlo en cualquier momento, lo
relajó de una manera tal, que se quedó profundamente dormido.
Era casi improbable que Aldor pudiese dormir en esas condiciones, ya que,
alguien que estuviese en un estado de alerta tan agudo, posiblemente no
podría cerrar un ojo, pero Aldor estaba tan agotado, que fue prácticamente
imposible mantener los ojos abiertos mientras su espalda descansaba contra
la madera.
Pero su descanso no fue muy prolongado, ya que, un par de horas después,
escuchó un sonido de un crujido de la madera, ante lo que corrió
rápidamente detrás de unos barriles para esconderse.
El rechinar de la madera, fue el sonido del exterior de la casa, alguien
estaba a las afueras, y parecía estar a punto de girar el picaporte para entrar.
Aldor tenía sospechas acertadas, ya que, en menos de un minuto, la persona
entró al lugar. La cabaña no era muy grande, pero era lo suficientemente
amplia para que Aldor pudiese esconderse.
Vio a través de los orificios que había entre los barriles, y logró observar a
la hermosa chica que siempre había mantenido en su imaginación, la cual,
entraba a la cabaña, se limpiaba los pies, y dejaba caer su abrigo a un lado.
El corazón de Aldor latía tan fuerte, que este imaginó que podía escucharse
en toda la cabaña. Estaba sin aliento, era una mezcla de alegría con terror,
ya que, estaba en la casa de esta chica, y no sabía cómo podía reaccionar
ante el descubrimiento de un completo extraño en sus aposentos.
Pero lo más importante para Aldor en medio de esa situación, era
contemplar, le gustaba mirar a esa mujer en cada movimiento que hacía, ya
que, el regocijo de saber que no era una invención de su imaginación, era
absoluto.
Pero antes de que pudiese procesar todo lo que estaba pasando, las cosas
comenzaron a ponerse mucho más intensas, pues aquella chica, asumiendo
que estaba completamente sola, comenzó a deshacerse de sus vestiduras.
Estaba sola en su cabaña, y aunque el frío era terrible en el exterior, la chica
había encendido su chimenea, el fuego ardía, el lugar se iluminaba con esas
tonalidades calidad de amarillo y rojo de la leña incandescente, mientras
ésta, dejaba caer sus vestiduras al suelo.
Los ojos de Aldor recorrieron cada milímetro de la anatomía de esta chica,
la cual, era absolutamente perfecta. No había una cicatriz, no había un solo
punto de imperfección en toda su figura, era delgada, muy bien distribuida
en sus atributos, ya que, no tenía senos muy grandes, pero los tenía en la
medida perfecta que generaban un volumen atractivo.
Sus nalgas no eran anchas, no era la típica chica voluptuosa que todos
deseaban, era muy atractiva, tenía todo en su lugar, y la boca de Aldor
estaba completamente seca y sin aliento, mientras sentía como su genital se
endurecía con cada segundo que la veía caminar de un lado al otro. Parecía
hambrienta, así que, se alimentaba de manera aleatoria de algunas frutas y
verduras que habían distribuidas por todo el lugar.
Aldor le veía las nalgas mientras esta se inclinaba en la cena para alcanzar
algunos de los alimentos. Esta, tenía un abdomen plano virginal, un
ombligo delicado, pezones rosados y pequeños, y caminaba ingenua, sin
saber que había ojos espías dentro de su propia casa. Pero Aldor no se
sentía bien del todo comportándose de esa manera, ya que, no era el tipo de
actitud caballerosa que solía tener.
Él respetaba mucho a las mujeres, y sentía que no era justo que estuviese
escondido invadiendo la privacidad de una mujer de una manera tan
deplorable, como lo estaba haciendo. Si aquella chica tenía la capacidad de
estar desnuda allí en soledad, él no tenía por qué quebrantar esa
tranquilidad, así que, esperaría el momento justo para salir de allí y regresar
en otro momento en el cual, esta pudiese recibirlo sin problemas.
La chica caminó hacia una habitación, y cuando esta ingresó en aquel lugar,
Aldor se movió tan rápido y silenciosamente como pudo, abrió la puerta, y
el rechinar lo delató. Pero ya estaba a punto de salir, así que, cuando cerró
la puerta, fue evidente que había alguien que estaba abandonando la
residencia. Alana, la extraña mujer, caminó hasta la puerta completamente
desnuda y la abrió, deteniendo a Aldor con simples palabras.
— ¿Te esforzaste tanto para llegar hasta aquí y te irás de esa manera tan
cobarde? ¡Qué decepción, Aldor!
— ¡Espera! ¿Cómo sabes mi nombre?
— Aún no entiendes que ya nos conocemos, ¿verdad? Discúlpame, quizá
yo no he tenido la posibilidad de presentarme correctamente. Soy Alana,
ninfa del bosque, protectora de la naturaleza y guía para los perdidos.
Para Aldor era difícil entender la confrontación mientras esta chica se
dirigía a él, porque, aunque quería comportarse como un caballero, el
cuerpo desnudo de esta chica, continuaba llamando su atención,
convirtiéndolo en un hombre realmente básico, el cual, la miraba con ojos
prácticamente desorbitados, como si nunca hubiese visto algo tan perfecto.
— Entiendo que tu instinto masculino, te impulse a verme de esa manera.
Pero tengo ojos en mi rostro, ¿ya puedes dejar de ver mis senos? — Dijo
Alana.
— ¡Lo siento! No fue mi intención faltarte al respeto, es que eres muy
hermosa. Deberías ponerte algo, hace mucho frío.
— El frío no es un problema para mí. He vivido aquí desde que tengo
memoria, han pasado décadas, siglos, muchos años desde que habito en este
bosque, guiando a los perdidos, llevando a los buenos a casa, y guiando a
las almas perdidas hacia la muerte. — Dijo la chica, generando una tensión
muy incómoda en el lugar.
— Contéstame algo, Alana. Todo lo que he visto en cada una de mis
ilusiones y visiones, ¿es real? ¿Tú llevaste a mi madre hacia ese portal?
— Creo que será mejor que entres. Eres tú quien se congelará aquí afuera.
Me pondré algo, si eso te hace sentir más cómodo, y conversaremos un
poco. Necesitas descansar. Has hecho un largo viaje, has cumplido tu
cometido, eres un hombre bastante decidido. — Dijo Alana.
Aldor avanzó con un paso inseguro hacia el interior de la cabaña, ya que, no
sabía realmente si debía confiar en esta chica o no. Pero si había
emprendido ese viaje para llegar hasta allí, no era momento de sentir miedo,
era precisamente eso lo que deseaba hacer, encontrarse con ella, ahora no
tenía tiempo para las dudas.
Lo más gratificante de todo era que no estaba loco, estaba demostrándose
asimismo que no había perdido la cordura, y que no había entrado en una
fijación con algo irreal o invención de su imaginación. Estaba cerca de
Alana, una chica que decía ser una ninfa protectora del bosque, y esta le
había asegurado que todo lo que había vivido hasta ese momento, era
absolutamente real.
Era momento de aclarar todas las preguntas, pero tenía que organizar sus
pensamientos, ya que, la tormenta interna que se generó en el interior del
Aldor, combinaba muchas dudas con el deseo incontrolable por tener el
cuerpo de esta mujer, la cual hasta el momento se había comportado como
toda una dama, de forma amable, y totalmente agradable con él. No debía
verla como una amenaza, pero en los ojos de Alana, había una oscuridad
que no permitía que Aldor confiara del todo.
3
Era una verdadera prueba de resistencia para Aldor poder permanecer en
aquel lugar sin intentar seducir o conquistar a Alana, pero al no saber cuál
era su origen, intenciones y sus costumbres, tenía que moverse con cuidado,
ya que, no tenía la menor idea de si esta chica podría representar un riesgo
para él.
Pero Alana era provocadora, seductora, y hacía todo lo posible por tratar de
desestabilizar a Aldor en cada oportunidad que podía. Día tras día, todo se
convirtió en una lucha interna para el guerrero, quien despertaba en las
mañanas pensando en que cualquier día aparecería a las afueras del bosque
y nunca tendría la posibilidad de volver a ver a la chica.
Pero ella le había permitido quedarse en su cabaña, y con cada día que
pasaba, las probabilidades de que Aldor abandonara el lugar, se hacían más
reducidas. Tampoco es que él estuviese demasiado interesado en marcharse,
la había buscado con toda su voluntad, había utilizado hasta la última gota
de energía para poder llegar hasta allí. Ahora que la tenía cerca, no podía
renunciar a la belleza de esta mujer, la cual, despertaba en él un magnetismo
tan intenso, que superaba cualquier límite de la cordura.
Parecía que a Alana le gustaba provocarlo, o quizá, esta era una costumbre
habitual en las personas habitantes del bosque, pero ella, a pesar del frío,
pasaba la mayor parte del tiempo con ropa muy diminuta. En ocasiones,
utilizaba prendas casi transparentes, que dejaban ver absolutamente todo su
cuerpo, a través de una tela oscura que parecía ser seda.
Aldor hacía un esfuerzo tremendo para disimular, pero su mirada,
generalmente se dirigía hacia los delicados senos de esta chica, y no perdía
una oportunidad para poder verle las nalgas cuando caminaba en dirección
contraria. La polla se le ponía dura, y en ocasiones, se acariciaba en las
noches cuando todo estaba en silencio pensando en la chica.
Aldor se metía la mano en el pantalón, se sujetaba la polla y comenzaba a
masturbarse suavemente tratando de no llamar demasiado la atención y sin
hacer ruido. Cerraba sus ojos e imaginaba una y otra vez a la chica
cabalgando.
Alana se había portado con él de una manera tan extraña, que este no sabía
si realmente tenía una oportunidad con ella. Pero una de esas noches,
mientras Aldor se acariciaba su genital de una forma bastante intensa y éste
mantenía sus ojos cerrados, el ceño fruncido, se relamía mientras imaginaba
las tetas de esta chica restregándose contra su cara, mientras su mano,
frotaba el tronco de su polla como si estuviese a punto de incendiarla.
Pero en el momento en que abrió sus ojos, tenía a Alana justo frente a él, lo
estaba contemplando, ante lo que, dio un salto instantáneo, ya que, no
estaba preparado para esa escena.
— ¿Alana, cuánto tiempo llevas ahí? ¡Qué vergüenza! — Dijo Aldor.
— Tengo el tiempo suficiente como para sentirme bastante atraída por lo
que estás haciendo. ¿Por qué te diviertes tú solo? — Dijo Alana.
— Lo siento, soy un hombre y tengo necesidades. ¡No pude aguantar más!
Además, pasas la mayoría del día casi desnuda por toda la casa, ¿cómo
esperas a que siga resistiendo todo esto?
— ¿Y acaso en algún momento he dicho algo que deba limitarte? ¿Crees
que para mí es fácil convivir con un hombre al que deseo, y que no termina
de decidirse si realmente me desea o no?
— Tienes que estar bromeando... Con solo ver mis actitudes cuando estás
cerca, es evidente que me encantas. Pero no te conozco, no sé nada de ti.
¿Realmente crees que sea correcto que estemos juntos?
Alana dio algunos pasos, y llevaba puesto uno de esos camisones
transparentes, y al ser de noche, la luz no ayudaba demasiado para que este
fuese translúcido. No podía ver sus pechos ni su genital, pero esta, no dudó
en deshacerse de sus vestiduras y caminar descalzo directamente hacia el
lugar donde descansaba Aldor.
Este, aún mantenía la polla dura, aunque sus manos estaban puestas
hablado, totalmente inmóvil, petrificado ante la impresión que le había
generado la chica, al sorprenderlo en medio de su acto sexual privado.
— Sé que tienes miedo de avanzar. Pero no necesitas conocer demasiado de
mí para saber que podemos divertirnos. Mira, tienes una polla grande y
dura, y yo estoy tan húmeda, que fácilmente podría tenerte dentro de mí sin
demasiado esfuerzo. ¿Acaso necesitas más razones que esas? — Dijo la
chica, mientras se encimaba sobre él.
Aldor estaba totalmente inmóvil, no sabía cómo reaccionar, inclusive, había
llegado a pensar que todo se trataba de un sueño, y que, en cualquier
momento, despertaría de una forma sorpresiva, dándose cuenta de que lo
que estaba pasando allí no era real.
Pero cuando sintió el aroma de la chica acercándose a él, sus cabellos
ondulados rozando su pecho, mientras los labios de esta se acercaban a los
de él, supo que tenía toda la libertad de actuar. La propia Alana había
tomado la mano derecha de aquel hombre y la había colocado sobre su
cintura, cuando tocó aquella suave piel, a Aldor se le puso la polla el doble
de dura.
El roce de los muslos de la chica contra la carne de su genital, casi lo había
hecho correrse en el momento, pero este resistió, y comenzó acariciar con
sus manos suavemente la espalda de la chica, mientras esta lo veía casi a
unos cuantos milímetros de distancia.
Sus ojos estaban fijos, ambos se analizaban, y el aliento cálido y agitado de
Aldor, se contagió hacia la chica, la cual, estaba tan excitada, que sus
pezones comenzaron a endurecerse sin demasiado esfuerzo.
— Veo que no tienes demasiada experiencia con mujeres. Ahora comprendo
la razón de por qué eres tan inseguro e inocente. ¡Pero no te preocupes, yo
sabré tratarte! Soy una ninfa, Aldor. Así que, el sexo es mi especialidad. —
Dijo la chica mientras se dirigía hacia su cuello para comenzar a besarlo de
una manera apasionada.
Sus carnosos labios hicieron contacto con su piel, generando escalofríos en
su espalda, brazos y piernas. Aquella sensación le aumentó el ritmo
cardíaco, y había una sensación muy agradable en su estómago, una
emoción intensa que nunca había experimentado.
La lengua de Alana, la mía la zona del cuello, y ésta se desplazaba de un
lado al otro, como si estuviese dibujando un collar de saliva, acariciándolo
con la punta de su lengua y dando algunos besos suaves, que eran bien
recibidos por Aldor, quien cerraba sus ojos y subía su cabeza para exponer
totalmente la zona del cuello.
Metió sus dedos entre los cabellos castaños de Alana, la cual, sonreía de
una manera pícara, mordía sus labios, y volvía a besarlo una y otra vez,
acercándose suavemente hacia su boca. Cuando la tuvo justo frente a él,
Aldor succionó la lengua de la chica, la cual, comenzó a ser suaves caricias
sobre la boca de este.
Cuando comenzó a chuparle la lengua, esta no dudó en sujetarle la polla,
era una combinación muy caliente, y mientras este se alimentaba de los
fluidos que emanaban de la boca de su compañera, ella le masajeaba el
genital con mucha suavidad. Tenía las uñas levemente largas, y cuando no
estaba frotando el tronco de su pene, estaba haciendo suaves cosquillas con
sus uñas sobre los testículos.
El dedo índice de la chica comenzó a frotar suavemente la punta de su pene,
esta ya se había humedecido, ya que, pequeñas gotas de fluidos pre seminal
habían comenzado a emanar inevitablemente. Este suave masaje,
enloquecía a Aldor, quien estaba acostumbrado a encuentros mucho más
directos.
Este tipo de juegos nunca los había llevado a cabo, pero les resultaban muy
agradables, ya que, parecían potenciar la excitación hasta un nivel
desconocido para él. Cuando el dedo delicado de Alana, generaba este
suave masaje sobre la cabeza del pene de Aldor, sentía unas suaves
cosquillas, que eran potenciadas por los intensos besos de la chica, la cual,
ahora había comenzado a succionarle la lengua a su compañero.
Este le había pedido que la sacara tanto como pudiese, y hasta la succionaba
con toda la fuerza, como si fuese un dulce fruto, al cual había que sacarle
todo el zumo. Aquellos estímulos no solo eran potenciados por los roces de
la piel de la chica, sino que, también los gemidos que mandaban desde lo
más profundo de ella, eran una clara señal de satisfacción.
Aldor había fantaseado con eso muchas veces, pero la realidad había sido
mucho más satisfactoria, ya que, no importaba cuántas veces tratara de
imaginar la follándolo, lo que estaba pasando, no pudo haber sido creado
por la imaginación del hombre, quien era sumamente básico y tradicional
en el sexo.
Aldor sintió como la chica impulsaba sus muslos hacia los lados para
separarle las piernas, éste, se sintió un poco inseguro, ya que, no tenía la
menor idea de lo que esta estaba a punto de hacer, pero después de meterle
la mano casi hasta el ano, este frotó toda la zona con mucha pasión.
Después se llevó la mano hacia la boca, lamió para probar los jugos de
Aldor, los cuales, ya prácticamente había lubricado toda la zona.
Esta, fue directamente hasta su pene, y después de dar algunos besos en su
marcado abdomen, se dedicó exclusivamente a succionar su polla con una
devoción tan extrema, que sacarle la leche no sería un problema.
Aldor se colocó las manos justo detrás de la cabeza, se relajó, y observó
como la hermosa mujer de nariz perfilada y ojos verdes, lo veía
directamente hacia sus ojos, mientras su lengua, trazaba delicadas líneas de
espesa saliva por todo el tronco del pene y se ubicaba justo en la punta.
Esta escupía y dejando salir lentamente la saliva, tratando de provocarlo,
someterlo a una prueba de resistencia, mientras sus pulgares, frotaban
simultáneamente la cabeza de su pene, masajeándolo de una manera tan
agradable, que solo podía dibujarse una enorme sonrisa en el rostro de
Aldor.
Este finalmente comenzó a interactuar con ella, y cuando Alana decidió
meterse toda la polla en la boca, este la sujetó por el cabello, y comenzó a
embestirla con cierta delicadeza. A ella le gustaba, y mientras más profundo
se la metía en la boca, mayores eran las cantidades de saliva que emanaban
en cada extracción.
Todas sus bolas e inclusive la zona del culo de Aldor, estaba completamente
cubierta de saliva de la chica, la cual, masturbaba con fuerza, ya que, quería
obtener su premio mayor. Deseaba satisfacer a Aldor, pero entendía que no
iba a ser solo ese juego durante la noche.
Ambos ya habían roto con las barreras que los limitaban, ahora era el
momento de comenzar a experimentar hasta dónde podían llegar, ya que, las
temperaturas comenzaban a bajar, pero sus cuerpos, apenas comenzaban a
calentarse. Todo mejoró cuando Aldor pensaba que ya nada podía ser más
delicioso.
La chica se subió justo en el medio de sus piernas, y con sus dos grandes
tetas, comenzó a frotarle la polla. Sus pezones acariciaban su pene, mientras
esta sentía como sus delicados círculos rosados, se ponían tan duros y
erectos al hacer contacto con la polla de Aldor, que el estímulo se prolongó
mucho más.
Ella era una insaciable, era difícil para Alana poder resistirse, así que,
mientras se comía el genital de Aldor, se metía dos dedos en su coño, de
una manera bastante apasionada. Los metía hasta el fondo, sacando los
totalmente mojados para meterlos nuevamente tan profundo como podía. Al
ver esto, Aldor sintió la necesidad de probarla, así que, le tomó la mano que
introducía una y otra vez en su coño y la acercó hasta su boca.
Le chupó los dedos con mucho apetito, recorriendo cada milímetro de su
piel de sus manos, probando esos dulces jugos, los cuales, ingirió con un
gusto tremendo. El olor de esta chica era muy erótico, casi afrodisíaco, así
que, no dudó en tomarla suavemente de las manos, y ubicarla sobre él.
Le acomodó la polla justo en el borde de su coño. Aldor frotó suavemente
la punta de su pene contra el clítoris de la chica, y esta se estremeció
instantáneamente, sonriendo de placer y gimiendo descontroladamente, ya
que, era una adicta al sexo que sabía muy bien lo que buscaba en una
mente.
— ¡Me ha fascinado tu polla! La tienes justo como a mí me encantan.
Quiero que me la metas ya. ¡Vamos, ya no te tardes más! Quiero sentirte
dentro de mí. Hazlo rápido, en un solo movimiento. — Dijo Alana,
mientras se acercaba a él para hablarle a unos cuantos centímetros de su
boca.
Cuando dejó de hablar, lo apretó fuertemente del cuello, asfixiándolo,
mientras a Aldor parecía en lo que serle estas actitudes agresivas, ya que,
era una chica intensa y muy apasionada. Ella le había pedido esa
penetración como si fuese atravesada con una espada, y él no iba a ser quien
la decepcionara.
Aldor la sostuvo de las nalgas, y después de acomodarse muy bien antes de
la penetración, la vio directamente a los ojos, y movió su cintura de una
forma salvaje, insertándole la polla hasta la base, ante lo que, la chica abrió
muy bien sus ojos, y un grito desgarrador salió.
— Lo lamento, ¿te he hecho daño? — Preguntó Aldor.
— ¡Hazlo de nuevo, maldita sea! Métela de nuevo exactamente como
acabas de hacerlo. Penétrame con fuerza. — Dijo la chica, mientras tenía
toda la polla en su interior y se retorcía, generando movimientos circulares
con su cintura, mientras en su interior, la polla frotaba sus paredes
vaginales.
Aldor la levantó un poco, la ubicó a una distancia considerable de su polla,
y esta vez, lo hizo con mucha más fuerza. Las tetas de Alana, saltaron
brutalmente, mientras esta mordía sus labios para tratar de limitar sus
gemidos, pero era casi imposible, ya que, le encantaba exteriorizar todo ese
placer que la estaba consumiendo.
Aldor no necesitaba instrucciones, sabía muy bien lo que tenía que hacer
para complacerla, así que, dejándola en esa misma posición, comenzó a
generar múltiples en vestidas con cierta frecuencia, no iba a ser tan rápido
para que está disfrutara de cada penetración como si fuese la última. La
metía y la dejaba adentro durante algunos segundos.
Después de que esta apretara sus músculos vaginales y se relajaba un poco,
este se la sacaba una vez más y volvía a repetir. Hicieron esto durante
algunos minutos, pero ya contenerse era prácticamente imposible.
Aldor estaba acostumbrado a tener sexo rápido, penetraciones cortas, pero a
una velocidad tremenda, pero esto que estaba haciendo nunca lo había
intentado antes, y la excitación era mucho más profunda.
Aunque a las afueras de la cabaña, había nieve y neblina, en el interior de
aquella habitación iluminada por velas, había sudor y mucho vapor, ya que,
el cuerpo de Alana estaba totalmente cubierto de un fluido brillante, el cual,
la hacía ver mucho más espectacular ante esa iluminación.
Algunas gotas de sudor corrían camino a su abdomen, dibujando líneas
curvas que iban directamente hacia su región vaginal. Aldor estaba
extasiado con la satisfacción que estaba recibiendo, esa chica era puro
fuego, así que, era momento de cambiar de posición para probar algo
nuevo. Después de metérsela toda una última vez, rotaron, y esta vez él
estuvo justo sobre ella.
Le separó las piernas tanto como pudo, se las llevó casi a los hombros, y
tras ver su coño bien abierto, dilatado y muy mojado, este decidió meterle la
lengua, mientras probaba en su interior, el calor, la textura y la dulzura de
sus fluidos. Eso le fascinó a Alana, la cual, había notado que este había
ganado un poco de iniciativa.
Le sujetó la cabeza a Aldor, y trató de incrustarla tan profundo como podía
en su coño, la lengua de aquel hombre, salía a su máxima expresión, y
realizaba movimientos circulares que hacían delirar a la chica.
Esta, apretaba sus músculos como si quisiera triturar la cabeza de este
hombre, y sin esperarlo, experimentó un orgasmo tan intenso, que comenzó
a retorcerse mientras atrapaba el rostro de Aldor entre sus muslos.
— Qué delicia, sigue lamiendo. ¡No te detengas! Frota mi clítoris. Méteme
los dedos hasta el fondo. ¡Hazlo ya, estoy corriéndome! — Dijo Alana.
Pero en lugar de hacer esto, Aldor decidió romper con las dinámicas de
órdenes e instrucciones, ya estaba cansado de recibir instrucciones. Este la
sujetaba de las muñecas, la chica se retorcía en medio de un orgasmo muy
violento, él nunca había visto a nadie disfrutar de una manera tan deliciosa
del sexo. Esa chica era lo mejor que le había pasado.
Ella había quedado totalmente satisfecha, era evidente. Colocó sus manos
sobre su cabeza, y peinó su cabello. Quitó un poco del sudor que corría por
su frente, y su sonrisa dejó cautivado a Aldor, quien nunca había visto una
mujer tan perfecta como ella.
Él sintió la necesidad de correrse en su interior, pero no quería profanar un
tesoro tan preciado, así que, sacó su polla y comenzó a masturbarse justo
sobre su vientre. Ella realizaba masaje sobre sus senos, lo veía de una
manera erótica, profunda, era como si viera a través de sus ojos y llegara
directamente hacia su alma.
Las manos de Alana, frotaban sus senos, apretaban con intensidad sus
pezones, e iban directamente hacia su vientre, esperando la lluvia de
esperma que sería proporcionada por su compañero. Los pies de la chica,
comenzaron a masajear los muslos de este, su coño estaba bien abierto, y
Aldor no se contuvo para ponerle la mano sobre el clítoris, y comenzar a
realizar suaves masajes.
Su pulgar, se movía de manera circular, realizando leves cosquillas que
enloquecieron totalmente a Alana, quien sentía que llegaría un segundo
orgasmo si este hombre seguía realizando estímulos tan efectivos.
— ¡Me fascinas! Nunca había conocido a una mujer como tú. ¿Qué voy a
hacer sin ti después que tenga que irme de este bosque? ¿Vendrías
conmigo? — Preguntó Aldor.
— No puedo abandonar este bosque. Al menos no de la manera en que tú
crees. No arruines este momento. ¡Vamos, córrete para mí! Es lo único que
importa en este momento.
La chica solo parecía enfocada en una única misión, proporcionarle placer a
su compañero, ya que, ella también había recibido un poco de gratificación.
El hecho de haber dado acopio a este hombre en condiciones inesperadas,
habían generado resultados muy agradables, ya que, este le había regresado
el favor con un placer descomunal.
Alana era una ninfa del bosque, había ayudado a muchos a salir del lugar
cuando se perdían, había llevado de la mano a otros directamente hasta el
portal de la muerte, pero en ocasiones, también había tenido encuentros
muy apasionados con algunos guerreros que quedaban perdidos en aquel
lugar.
Muchos, se comportaban como caballeros y conseguían el camino de salida
gracias a las indicaciones de Alana, pero otros, eran codiciosos, posesivos,
y trataban de adueñarse de ella. De esa manera, conocían la peor parte de la
personalidad de Alana, quien era un ser mágico que habitaba en las
profundidades de un bosque misterioso y oscuro. Pero si realizaba una
retrospectiva de todo lo que había vivido hasta ese momento en todos sus
largos años de vida.
Alana jamás había tenido una experiencia similar a la que le había
proporcionado Aldor, quien de alguna u otra forma, le había permitido
alcanzar sensaciones totalmente diferentes a las conocidas, ya que, no solo
había sido sexo y placer carnal, lo que había pasado entre ellos dos, había
sido una conexión muy profunda entre el cuerpo y el alma. Habían hecho el
amor, de aquello no había ninguna duda, y esto para la chica, era bastante
comprometedor, pues nunca había involucrado sentimientos en la conexión
con alguno de los que ayudaba.
Aquella experiencia había sido mágica, y cuando Aldor dejó salir sus jugos
justo sobre el vientre de la chica, esta los acarició con sus dedos,
llevándolos hacia su boca, ella quería probar el semen de su amado. Esto la
dejó extasiada, le encantaba este hombre, y ambos, se abrazaron
apasionadamente, en medio de besos tan eróticos y calientes, que casi se le
puso inmediatamente la polla dura a Aldor una vez más, listo para volver a
follar.
Pero estaban cansados, era necesario descansar, así que, ambos cayeron
rendidos, quizá hasta el día siguiente. A la mañana siguiente, cuando llegó
el momento de tomar el desayuno, el cual estaba conformado por algunas
vallas y peces del lago, Aldor comenzó a preguntarle realmente a Alana
quién era, ya que, esta había proporcionado demasiados despistes en sus
respuestas.
Cuando Alana le reveló que era una ninfa su cubo guardián del bosque, este
se quedó muy confundido, ya que, pensaba que era una respuesta más de las
que generalmente dirigían hacia la evasión. Pero cuando ella continuó con
sus explicaciones, Aldor se quedó muy desconcertado, ya que, asumió que
era real.
Ella le reveló que podía llevar a los buenos a casa, pero a los malos, solo
podía entregarlos en el portal de la muerte. Aquella afirmación dejó más
que sorprendido a Aldor, ya que, asoció esta revelación con su madre una
vez más.
— Dices que solo llevas hacia la salida del bosque a los buenos, y entregas
a los malos a la muerte. ¿Pero por qué llevaste a mi madre de la mano hasta
allí? ¿No se supone que los buenos simplemente deben morir y ya? ¿Qué es
lo que ha pasado, Alana?
Alana le contó en ese momento que su madre no era lo que él imaginaba, y
que no todas las personas eran lo que aparentaban. Ella tenía la habilidad de
ver a través de las personas, y el alma de la madre de Aldor era oscura.
— ¿Cómo te atreves a afirmar que mi madre no era una buena persona? Es
una de las personas más dulces que he conocido en mi vida. Tratas de
confundirme, ¿cierto?
— En ocasiones no me está permitido hablar de este tipo de situaciones
debido a las consecuencias que puede generar. Tu madre tiene secretos al
igual que la mayoría de las personas, Aldor. Así que, no tienes que sentirte
mal por ello, ella sabía muy bien lo que merecía, y por eso vino a buscar el
descanso en el bosque.
— ¡Quiero que me respondas! ¿Por qué mi madre se entregó a la muerte de
esta manera? ¿Por qué no murió como el resto? ¿Qué fue lo que hizo que la
llevó a tomar esa decisión?
— No es mi labor dar ese tipo de respuestas, Aldor. Pero si deseas contestar
ese tipo de preguntas, puedes hacérselas directamente a Egraz, el guardián
de la puerta de la muerte.
Hubo un silencio. La cara de Alana dejó muy en claro que no era una buena
idea.
— ¿Es posible que hable con él? ¿Él podría responder a mis preguntas? No
quiero volver a casa con esta confusión que llevo dentro.
— Solo puedo decirte una cosa, Aldor. Hay preguntas que en ocasiones es
mejor no responder, ya que, el desenlace puede ser muy desagradable para
los oídos que escuchan.
— Necesito hablar con Egraz. Tú no vas a impedírmelo, si no me llevas
hasta él, yo mismo lo buscaré como te busqué a ti. ¡Y puedes asegurar que
lo encontraré!
— Solo hay una condición para poder hablar con Egraz, y al ser el guardián
de la puerta de la muerte, deberás poner a prueba una parte de tu alma. Es
posible que no puedas abandonar nunca más el bosque, si Egraz logra
quedarse con tu alma.
— En este punto puedo creer cualquier cosa que me digas, pero no vas a
hacer que me retracte de mi decisión. Necesito encontrar respuestas, mi
madre fue mi ejemplo a seguir durante todos estos años, sacrifiqué mi lugar
en Portalia solo por ella, ¿y ahora estoy a punto de descubrir que no es
quien yo creía? Tengo que continuar, Alana.
— Entiendo perfectamente todo lo que dices, Aldor. Pero me preocupas, y
me hace sentir triste imaginar cuál será tu posición cuando descubras quién
es ella realmente. Aunque desde lo más sincero de mi ser, espero que no te
defraudes.
Era un trato, Aldor le había pedido a Alana que lo llevara directamente con
Egraz, quien era el guardián de la puerta de la muerte. Él era el único que
tenía la respuesta acerca de quienes entraban allí y las razones de por qué lo
habían hecho.
Aquel portal, lo llevaba directamente al descanso que todos buscaban, era
una especie de purgatorio donde las almas de quienes habían obrado mal en
vida, debían pasar un largo tiempo, purificándose, para después, someterse
a una dura prueba que podría finalmente liberarlos de aquel lugar.
Pero Aldor era un vivo, y para poder acceder a ese plano espiritual, tenía
que poner en empeño una porción bastante importante de su alma. Egraz era
traicionero, generalmente, engañaba a los ingenuos, y solía alimentarse de
las almas de aquellos que llegaban con una esperanza, pero que terminaban
siendo atrapados por él, los cuales, le daban fuerza y mucha más vida y
longevidad.
Pasaron algunos días, y aunque Aldor sentía que Alana estaba tratando de
retrasar su viaje hacia el portal, este no le había desagradado su experiencia
al lado de la chica. Vivir juntos en aquella cabaña, les había dado la
oportunidad de conectar de una manera muy profunda, ya que, el deseo
existente entre ellos, sobrepasaba cualquier límite.
Alana era una insaciable, generalmente, quería sexo a todas horas, ella
también se masturbaba durante las noches cuando Aldor dormía, pero este,
en más de una ocasión, la había capturado en medio de estas actividades, y
terminaba uniéndose a ellas, complementando su labor.
Ayudándole a alcanzar esos orgasmos tan deliciosos que estaban
caracterizados por ensordecedores gemidos, los cuales, hacían eco en todo
el bosque cuando la chica se corría en medio de chorros de fluidos espesos
y calientes.
Para él, había sido una experiencia muy satisfactoria poder quedarse allí
durante aquel tiempo, la compañía de Alana era espectacular, la conexión
que había entre ellos era inquebrantable, pero ambos imaginaban que no
pertenecían al mismo plano.
Alana nunca había sentido remordimiento ni pesos de conciencia al llevar a
alguien directamente hacia Egraz, pero con Aldor era diferente, ya que,
sabía que tenía un alma particular, y sus necesidades de respuesta estaban
vinculadas simplemente a poder vivir en paz.
No era codicioso, no buscaba intereses alternativos, lo único que quería, era
descubrir quién era realmente su madre, descubrir la historia que estaba
detrás de su propia vida, ya que, desde lo más profundo de su ser, emanaba
una pequeña y latente señal de que realmente había vivido engañado todo
este tiempo.
Por momentos, sentía que no era necesario seguir buscando respuestas
donde no era justo, ya que, su madre lo había guiado y lo había apoyado
durante todo ese tiempo, y él no era nadie para tratar de demostrar que la
persona que había admirado durante tanto tiempo, no era quien decía ser.
Había un peso en su conciencia, pero Aldor tenía que continuar, y a medida
que se compenetraba más con Alana, se le hacía más difícil marcharse de
aquel bosque. Pero finalmente, el día que tanto había esperado, había
llegado.
No se trataba de un simple capricho, Alana recibiría la autorización para
poder llevar a Aldor ante Egraz, el cual, lo estaba esperando ansioso, ya
que, si la descripción de Alana era correcta, aquel hombre tenía un alma
pura, fuerte y aguerrida, la cual, sería ideal para sumar a sus filas.
Era un juego peligroso, pero Aldor estaba a punto de conocer a quien abría
el portal de la muerte, y si no se jugaban las cartas con cuidado, podría
terminar cayendo en una trampa que lo dejaría preso en aquel purgatorio
por el resto de la eternidad.
Cuando partieron hacia el bosque, Aldor sentía mucho miedo en su corazón,
pero también experimentaba una satisfacción tremenda por haber conocido
un amor verdadero al lado de Alana, quien ocultaba sus sentimientos.
Aunque hubiese deseado llevarlo por el camino equivocado, ya que, una
vez que lo entregara a Egraz no sabía si podría volver a verlo.
Durante todo el camino, ella le ofreció recomendaciones de lo que debía
hacer y lo que no cuando interactuara con Egraz, pero Aldor estaba
demasiado abrumado como para internalizar estos consejos. Todo era nuevo
para él, y enfrentarse a un guardián sobrenatural no era precisamente lo que
había planeado al intentar encontrar solución a las interrogantes que tenía.
4
Aunque era casi en contra de su voluntad, Alana había decidido llevar a
Aldor hasta el portal de los muertos, este era el principal deseo de su
compañero, y ella no iba a oponerse a los deseos de este.
Le importaba mucho su nuevo compañero, pero la fijación que tenía Aldor
ante la necesidad de descubrir la verdad y cuál era la realidad que se
ocultaba detrás de tantos misterios y engaños, no lo iban a dejar vivir
tranquilo. Alana había pasado por encima de aquellos sentimientos que
habían crecido en su interior, y era capaz de poner en riesgo a Aldor
simplemente por satisfacer sus deseos.
El portal de los muertos no era ningún juego, era una entrada que permitía
que aquellos que habían cumplido su tiempo en la tierra, se dirigieran hacia
ese limbo donde podrían purgar sus penas durante largos periodos. Pero no
era una espera tranquila, eran torturados, perturbados, y el dolor, el
sufrimiento y la agonía, los acompañaba durante cada segundo de duración
de ese periodo.
Había algunas personas que tenían curiosidad de cruzar ese portal, pero
aquellos a los que todavía no les había llegado su tiempo, debían pagar un
alto precio. Quienes decidían ingresar a este portal por voluntad propia,
debían ofrecer una gran parte de su alma a Egraz, el guardián de este lugar,
quien determinaba si realmente sus almas eran valiosas, y merecían ser
obtenidas a cambio de la entrada a ese lugar.
Pero las condiciones pocas veces eran reveladas, y Egraz terminaba
engañando a las almas ingenuas, robándolas para siempre. Por suerte, Aldor
tenía una ventaja adicional, y era que tenía a Alana de su lado, quien le
había narrado absolutamente todo lo vinculado a ese portal y la
personalidad traicionera de Egraz, quien lo estaba esperando, ya que, Alana
le había hablado ya sobre Aldor en el pasado.
Cuando llegaron a la zona oscura, como era determinado el lugar donde se
abría el portal, no parecía haber nada, únicamente podían encontrarse rocas,
árboles y muchas hojas húmedas. La nieve parecía haberse derretido en
aquel lugar, ya que, cuando se abría el portal, una alta temperatura se
acumulaba en la zona.
— ¿Estás segura de que este es el lugar? ¡No veo nada! Espero que no me
hayas engañado, Alana. — Dijo el capcioso Aldor.
— ¿Todavía desconfías de mí en este punto, Aldor? No dejas de
sorprenderme, siempre estás atento ante cualquier amenaza, ¿acaso no te he
demostrado que me importas? Si dependiera de mí, no te hubiese traído a
este lugar. — Dijo la chica.
— Lo lamento, es que toda esta situación me ha mantenido muy confundido
y abrumado. Necesito descubrir la verdad, y han sido demasiadas cosas
nuevas para mí en tampoco tiempo. ¡Perdóname, sinceramente perdóname!
— Dijo Aldor.
— Puedo entender hasta cierto punto cuál es tu preocupación. Pero pronto
encontrarás la respuesta a todas tus preguntas. Debes tener cuidado con
Egraz, ya que, no es un personaje fácil.
En ese momento, Alana juntó sus manos, sus palmas hicieron contacto y la
chica cerró sus ojos, aspiró con mucha fuerza, y cuando la separó, el portal
se abrió.
Automáticamente, salió un hombre con una armadura oscura, con su rostro
cubierto con una máscara, el cual, se posó frente al portal con sus brazos
cruzados. Ese sujeto debía medir al menos 2 metros de altura, era
intimidante, robusto, su cuerpo duplicaba el de Aldor, quien entendía ahora
por qué se decía que era el guardián de la puerta de la muerte.
— ¡Alana, hermosa Alana! Finalmente has traído al sujeto que has
mencionado. Has cumplido con tu palabra, así que, tendrás tu pago muy
pronto. — Dijo Egraz.
Aldor no entendía las palabras de este sujeto, ya que, parecía hablar en un
dialecto que solo Alana entendía. Pero cuando se dirigió a él, pronunció sus
palabras en perfecto español ante lo que, dio la bienvenida a Aldor.
— Eres muy arriesgado al querer venir aquí por voluntad propia. Pero
deberás estar preparado para contestar mis preguntas, ¿de dónde vienes? ¿A
dónde vas? ¿Por quién serías capaz de entregar tu vida?
Aldor volteó sus ojos hacia Alana, pero cuando trató de ubicarla, la chica ya
había desaparecido. Era como si se lo hubiese tragado la tierra, como si el
viento se la hubiese llevado en un soplo.
Pero este, aunque se sintió confundido y abandonado por la chica, sabía
que, a partir de cierto punto, tendría que emprender el viaje completamente
solo y sin el apoyo de absolutamente nadie. Era peligroso, era un juego
innecesario al que se estaba sometiendo, y que posiblemente lo dejaría en
una situación realmente crítica, ya que, si se equivocaba, probablemente
quedaría atrapado allí para siempre.
— Vengo de Portalia, voy hacia donde el destino me lo permita, y sería
capaz de sacrificar mi vida a cambio de regresarle la vida a mi madre. —
Dijo Aldor.
— Fueron las respuestas equivocadas, Aldor.
En ese momento, Egraz tomó la mano de Aldor, e hizo un corte con una
pequeña daga, generando una herida que comenzó a sangrar
instantáneamente.
— ¿Por qué me has hecho este corte?
— Esto sella nuestro pacto. A partir de ahora, te haré las mismas tres
preguntas en cada oportunidad, y mientras sigas contestando de la manera
equivocada, tu alma se irá entregando en porciones a mi poder.
— ¡Pero esto no lo sabía! Pensé que responderías tú mis preguntas.
— Lamento no haberte informado antes. Solo tendrás una oportunidad de
consultarme al día. Cuando respondas de la manera correcta, entonces serás
libre de preguntar lo que quieras, y una vez que tengas tus respuestas,
podrás marcharte de estos bosques. — Dijo Egraz.
En ese momento, desapareció, el portal se cerró, y Aldor se quedó
completamente solo en aquel lugar con más preguntas que respuestas.
Alana se lo había advertido, Egraz era un ser engañoso, traicionero, y hábil
para poder conseguir lo que deseaba, así que, la chica no iba a intervenir en
medio de aquella situación a la cual se había sometido Aldor por voluntad
propia.
Las cosas habían empeorado tremendamente, ya que, Aldor no conocía ese
camino, no sabía cómo regresar a la cabaña de Alana, y mucho menos tenía
la menor idea de a dónde ir cuando la tormenta regresara.
Si una ventisca lo atrapaba en la intemperie, probablemente moriría, así
que, fue directamente hacia unas cuevas donde consiguió refugio hasta que
pasaran las 24 horas necesarias para poder hacer una nueva consulta a
Egraz.
Había llamado varias veces a Alana, pero su voz se ahogaba en el viento,
Aldor no tenía la energía suficiente, y las ventiscas eran realmente fuertes,
las cuales, parecían llevarse el sonido de su voz, la cual, no alcanzaría los
oídos de alguien que pudiese ayudarlo.
Aldor estaba totalmente solo allí, dependiente únicamente de sus respuestas,
ya que, si no llegabas rápidamente a la satisfacción de las preguntas de
Egraz, entonces este terminaría adueñándose totalmente de su alma. Cada
uno de los encuentros, generaría una herida, lo que proporcionaría el escape
de una porción del alma de Aldor, quien parecía tener un espíritu fuerte e
indomable, tal y como le gustaban a Egraz.
Al día siguiente, cuando llegó el momento de enfrentarse nuevamente al
guardián de la puerta de los muertos, Aldor se ubicó justo frente al lugar
donde el portal solía abrirse. De la misma manera en que había pasado el
día anterior, aquel portal se abrió y nuevamente salió aquel guardián de
armadura, el cual, realizó las mismas tres preguntas. Aldor respondió con
rapidez, intentando resolver el acertijo.
— Vengo desde muy lejos, voy en busca de respuestas y entregaría mi vida
a cambio de quien pueda proveerme el amor más sincero. — Dijo Aldor.
— ¡Esas no son las respuestas correctas! — Dijo Egraz, quien tomó la otra
mano de Aldor, quien trató de resistirse. Pero no era un contendiente
decente en contra de este guardián, el cual, parecía manipularlo como si se
tratara de una simple hoja seca.
Después de realizar un corte en su mano, Aldor se sintió realmente débil, y
Egraz se marchó.
Si esa dinámica continuaba, muy pronto estaría atrapado para siempre, y lo
más doloroso de todo eso, era que Aldor no había tenido la oportunidad de
encontrarse nuevamente con Alana, y pedirle disculpas por haberse
sometido a esa situación y no haber escuchado sus palabras. Se estaba
arrepintiendo de haber iniciado un juego con el guardián de la muerte, ya
que, era un juego peligroso que no debía tomarse a la ligera.
Durante los siguientes 10 días, Aldor estuvo bajo la misma situación, el
portal se abría, contestaba de manera errática, y una porción de su alma le
era arrebatada. Cada vez estaba más débil, y le costaba mucho mantenerse
en pie, lamentaba que su personalidad testaruda estuviera llevándolo
directamente hacia el caos. Terminaría encerrados para siempre entre
lamentos y torturas, algo para lo que no había nacido, él quería ser libre,
pero la búsqueda de respuestas innecesarias, lo habían condenado.
Utilizaba el tiempo entre una consulta y otra para poder a pensar nuevas
respuestas a las preguntas de Egraz, quien parecía disfrutar de la tortura
psicológica que le estaba proporcionando a Aldor. Este, lleno de una
frustración tremenda, sabía que se estaba dirigiendo hacia la condena
eterna, ya que, no parecía encontrar respuestas inteligentes a unas preguntas
tan simples que no parecían ser demasiado complicadas.
Pero ese era el verdadero problema, Aldor estaba subestimando
enormemente las preguntas, y quizá, al no tomarlas en serio, no estaba
encontrando las respuestas adecuadas que complacieran a Egraz. Casi la
totalidad de su alma, había sido entregada al guardián, quien estaba muy
satisfecho debido a la gran cantidad de energía que le estaba siendo
proporcionada por este hombre.
Muy pronto, tendría en su poder la totalidad del espíritu de Aldor, el cual,
había sido descrito por Alana como uno de los espíritus más puros que
jamás hubiese visto. Egraz, había descubierto que era cierto, y disfrutaba
enormemente de su nueva adquisición.
Pero de manera inesperada, sin que Aldor pudiese estar preparado para eso,
cierto día, el portal se abrió, pero Egraz no salió. El portal estaba allí frente
a él, una gran figura ovalada, con una textura que parecía acuosa,
mostrando un color cristalino y grisáceo que quiso tocar con sus dedos.
Egraz no apareció de la misma manera en que lo había hecho en
oportunidades anteriores, no estaba el gran guerrero de armadura con sus
brazos cruzados haciendo las mismas preguntas, así que, Aldor sintió que
era el momento de entrar.
Cuando cruzó el portal, se quedó totalmente estupefacto, el lugar era
inmenso, no era nada de lo que hubiese imaginado, encontró especies de
cavernas que conducían a diferentes caminos, ante lo que, decidió escoger
uno de esos caminos sin saber hacia dónde lo llevaba. Descendió durante un
largo recorrido, sus pies estaban cansados, y parecía que el suelo ardía, por
lo que, agradeció no estar descalzo.
Era un contraste realmente intenso ante la idea de que, a las afueras de
aquel portal, las temperaturas eran casi de congelación, pero allí, había un
calor profundo e intenso, que parecía quemar hasta el fondo de su pecho.
Aldor parecía haber escogido el camino correcto, ya que, aquel camino lo
había llevado a una caverna donde lo esperaba Egraz, sentado en una gran
roca, sujetando una espada en su mano, parecía tranquilo, relajado,
reflexivo y consciente de la llegada de Aldor.
— ¡Qué bueno que decidiste entrar! No todos tienen el valor que tienes tú.
¡Bienvenido, Aldor! Esta es quizá la última vez que nos veamos, pero
nuestro juego ha terminado, lamento haberte molestado, quizá no fui el más
amable anfitrión. Sé que tendrás una vida larga y plena. Quizá, si no
cometes errores, no volvamos a vernos jamás.
— ¡Espera, todavía no tengo respuestas a mis preguntas! ¿Qué ha sido todo
esto? Me has generado muchas heridas en mi cuerpo, me siento débil. ¿Qué
va a pasar con mi alma?
— Lo siento, conservaré lo que he obtenido de ti y no puedo regresártelo.
Pero lo que sí puedo hacer, es responder tus preguntas. Sería lo justo, sería
el pago equivalente a toda la energía que me has proporcionado. ¿Qué es lo
que desea saber?
— ¿Por qué has traído a mi madre a este lugar? ¿Es posible sacarla de aquí?
— No todos tienen la misma suerte que tú, Aldor. Eres uno de los pocos que
ha logrado entrar a este lugar y tendrá la fortuna de marcharse. Pero otros,
deberán permanecer atrapados aquí por toda la eternidad. Muchos, logran
limpiar sus penas, y ascienden a otro plano mucho más tranquilo, pero aquí,
yo me encargo de que analicen sus penas, y valoren todo el bien que no
hicieron durante la vida.
— Pero no has respondido a mi pregunta. ¿Por qué mi madre está en este
lugar? Estoy consciente de que ella era una buena mujer. ¿Qué la arrastró
hasta aquí?
— A veces tenemos una idea equivocada sobre las personas. Tú madre, no
era tan cristalina como crees. A veces las personas proyectan algo que
realmente no son.
— ¡Ya deja de marearme con palabras y frases idiotas! Necesito saber la
verdad. Muéstrame la verdad ahora mismo, Egraz. No me hagas perder mi
tiempo.
— Acércate a mí. Mira el reflejo de la espada, y allí verás tus respuestas. —
Dijo Egraz.
Aldor dio algunos pasos para acercarse al guardián, y cuando observó el
reflejo, pareció quedar totalmente deslumbrado por el brillo de la espada. Se
trasladó inmediatamente a una escena que le resultaba familiar.
Era un verano cualquiera, un verano en un bosque conocido para él, un
bosque que había recurrido en varias ocasiones, pero él no parecía estar allí,
solo su mente. Parecía un viaje astral en el que se había proyectado en el
tiempo, y observaba una escena en la que veía a dos personajes que le
resultaban realmente familiares.
Era la zona del lago, un hermoso cuerpo de agua que corría a lo largo de la
zona, cerca del bosque. Allí estaban su madre y su padre, sabía que era él
por todas las historias que le habían contado sobre Callum, pero no lo había
conocido, ya que, estaba muy pequeño cuando había muerto.
Tanto su madre, como su padre, se desplazaban por el borde del río, y en
algún momento, Edara decidió revelar a su esposo algo que no era esperado
por este hombre. Fue una revelación que era capaz de generar el más
profundo dolor en el corazón de cualquier hombre, ya que, una traición no
era fácilmente asimilada por absolutamente nadie.
— Últimamente te he visto muy distante. ¿Qué es lo que está pasando? —
Preguntó Callum, mientras acariciaba el cabello de su esposa. Mientras esta
recogía algunas piedras a la orilla del río.
— Estoy viviendo con un secreto que me atormenta hasta lo más profundo
de mi alma, Callum. ¡Ya no puedo callar más esto! Necesito revelar la
verdad. — Dijo Edara.
— ¡Verdad! ¿De qué estás hablando, Edara? Te has puesto seria de repente.
Ya no juegues más, ¿qué es lo que me ocultas? — Dijo Callum, mientras su
rostro parecía transformarse en un monstruo.
Mientras esto ocurría, Aldor se encontraba en la escena, pero estaba
paralizado, no podía hablar, no podía interactuar ni intervenir en nada de lo
que estaba pasando. Era como si estuviese atrapado en una burbuja,
observando todo lo que había ocurrido en algún momento en el tiempo
pasado.
— Lo que debo revelarte puede separarnos para siempre. — Dijo Edara,
mientras su mirada parecía perdida en el agua.
Sus manos temblaban, y su rostro estaba palidecido, sus labios estaban
resecos, por lo que, Callum entendió la delicadeza del asunto. Conocía
mejor a su esposa que a sí mismo, así que, trató de mantenerse sereno, pero
era un verdadero desafío.
— Puedes confiar en mí. Siempre hemos estado unidos en los peores
momentos. ¿Qué puede ser tan grave como para no poder superarlo esta
vez?
Ella aguantó la respiración y trató de acumular la voluntad para soltar
aquella verdad, la cual golpeó la cara de Callum cuando escucho aquella
realidad tan atroz.
— Tengo que revelarte que Aldor no es tu hijo. — Dijo ella sin poder
mirarlo a la cara.
— Espera, ¿qué estás diciéndome? ¿Cómo es que Aldor no es mi hijo? Pero
si estuve contigo durante todo este tiempo, nunca antes te dejé sola, ¿cómo
es que pudiste engañarme? — Dijo el enardecido Callum.
— Aldor es hijo de un demonio. Tuve un romance con un íncubo cuando
me perdí en una oportunidad en el bosque. ¿Recuerdas que no me
encontraron en un par de días? Pues el íncubo me protegió y me cuidó.
Hicimos el amor de una manera inolvidable para mí, y aunque traté de
superarlo, no puedo seguir ocultándolo más. — Dijo Edara con lágrimas en
sus ojos.
Para Callum, había sido el dolor más desgarrador que hubiese
experimentado jamás. Edara era la luz de sus ojos, era la mujer de quien se
había enamorado, su absoluta devoción era para ella, le era fiel, cariñoso,
era atento con ella. Nunca le había faltado Soleta mente nada, y el hecho de
que lo hubiese traicionado con él la había convertido en el objeto de su
furia.
— ¿Inventas esa historia para molestarme, cierto? ¿O es que acaso me crees
imbécil? Seguramente te acostaste con Efron u otro gusano del pueblo, he
visto como coqueteas con ellos. ¿Y ahora quieres inventar una historia de
un íncubo y seres mágicos? Te asesinaré, eres una cualquiera. — Dijo
Callum mientras tomaba del cuello a Edara.
Ella esperaba una reacción hostil de su parte, pero nunca una tan violenta y
mortal. La mujer fue lanzada al agua, y las manos robustas de Callum no la
soltaron en ningún momento. Cuando esta cayó al agua, su cabeza golpeó
fuertemente una piedra, quedando inconsciente durante algunos segundos.
Pero una ráfaga de adrenalina, la había despertado instantáneamente, y esta,
en un acto reflejo, había tomado una de las piedras del río y la había
golpeado con toda su fuerza contra el cráneo de Callum, dejándolo
inconsciente instantáneamente.
Cuando se desplomó justo al lado de ella, la mujer se dejó llevar por la
furia, y golpeó brutalmente con la misma roca el rostro de Callum,
desfigurándolo instantáneamente. Era la única forma que tenía de
sobrevivir, ya que, si lo dejaba con vida, este podría someterla con facilidad
una vez más, y no tendría oportunidad. Después de matarlo, lo había
empujado directamente al agua, introduciendo algunas rocas en sus
bolsillos.
Este se hundió rápidamente en el lago, siendo tragado por las aguas.
Aquella mujer había vuelto con su familia para empezar una vida
completamente nueva, llena de secretos oscuros que dejaron totalmente
sorprendido muchos años más tarde a Aldor, quien no podía creer que la
mujer que lo había criado, una mujer dulce, comprensiva, trabajadora y
abnegada, era una asesina.
— Te he dicho que algunas de las verdades que el destino tiene para
nosotros, es mejor mantener las ocultas. — Dijo Egraz al ver la cara de
impresión de Aldor.
— ¡No puede ser posible! Esto es muy duro para mí. — Dijo Aldor,
mientras caía de rodillas, y sentía que no podía respirar.
— Tranquilízate, han sido muchas verdades en muy poco tiempo. Pero al
menos ahora podrás estar tranquilo sabiendo que tú en quietud tenía una
razón de ser. — Dijo Egraz.
Ahora podía entender la razón de sus ojos grises, y el hecho de que su
hermano no tuviese el mismo color de ojos. Edara tenía un color original de
ojos azules, pero después de haber entregado su cuerpo a aquel demonio,
sus ojos habían cambiado a un color grisáceo, ya que, era la marca de los
íncubos. Aquella característica, la había heredado Aldor, quien, desde muy
pequeño, consideraba que no pertenecía aquel grupo de personas, y el
bosque parecía llamarlo.
Pero descubrir que su madre había asesinado a quien todos creían que era su
verdadero padre, lo había decepcionado tremendamente. Entendía que no lo
había hecho por capricho, había sido un acto de pura supervivencia, pero el
hecho de ocultarlo de una manera tan fría y aparentar ser una mujer dócil y
vulnerable, le parecía totalmente patético a Aldor, quien lo único que quería
era abandonar aquel lugar.
— Espero que estés conforme de haber llegado tan lejos. ¡Ahora, sal de
aquí y regresa a tu tierra! Portalia ese lugar a donde perteneces, no eres de
estos bosques, no eres un demonio, no eres un ser sobrenatural puro. Eres
un híbrido, y perteneces a Portalia, es allí a donde debes ir. — Dijo Egraz.
El portal se abrió frente a Aldor, pero este no tenía la voluntad para cruzar.
En ese momento, el pensamiento de Alana, vino a su mente, y se resistió a
cruzar el portal, ya que, tenía la necesidad de reencontrarse con ella.
Pero Egraz no era demasiado paciente, así que, lo tomó del cuello, y
levantándolo como si no pesará más que un par de hojas secas, lo lanzó a
través del portal, cayendo en el mismo punto donde estaba antes de entrar.
— ¡Alana, por favor, perdóname, no quería generar todo esto! ¿En dónde
estás? — Gritó Aldor.
No tuvo ninguna respuesta, estaba completamente solo, y lo único que
podía hacer, era volver a la cabaña, o al menos intentarlo.
Había caminado durante largos kilómetros, pero estaba desorientado, así
que, lo único que podía hacer era continuar. Conocer su nueva naturaleza, le
dejaba las cosas mucho más claras, pero aún sentía mucha confusión.
No dejó de caminar durante al menos 20 horas, sus pies estaban a punto de
comenzar a sangrar, su corazón latía con fuerza ante el agotamiento. Sus
pulmones casi ya no respondían, pero finalmente, había logrado llegar a la
cabaña de Alana.
La emoción lo hizo acumular un poco más de energía, y corrió rápidamente
hacia el interior de aquella cabaña, pero cuando ingresó, no había
absolutamente nadie. Allí se refugió como lo había hecho la primera vez,
pero, aunque esperó durante días, Aldor no volvió a ver a Alana en aquel
bosque.
La desolación lo estaba consumiendo, se sentía devastado, destruido, triste,
ya que, había conocido el verdadero amor en aquel bosque, pero lo había
perdido gracias a su necesidad extrema de obtener respuestas inútiles.
Quizá Alana se había decepcionado y lo había abandonado, probablemente
se había movilizado hacia otra zona, y encontrarla sería prácticamente
imposible conociendo las dimensiones de aquel bosque. Cuando se había
encontrado con ella por primera vez, todo parecía haber sido producto de la
más pura casualidad.
Desde la cabaña hacia el asentamiento de Portalia, Aldor conocía el camino,
así que, solo tuvo una opción, emprender un viaje de regreso, ya que, allí
moriría tarde o temprano. Cuando regresó a Portalia, todo estaba
exactamente como lo había dejado, aunque cubierto de mucha nieve,
restableció su campamento, y se preparó para pasar las siguientes semanas
en aquel lugar hasta que el invierno pasara.
Fue difícil, pero tenía el suficiente alimento como para resistir bajo las
condiciones mínimas. Aquellos días fueron algunos de los más largos,
afrontó feroces tormentas de nieve, tuvo que resistir los ataques de muchas
bestias, las cuales, también se encontraban sumamente hambrientas en
busca de carne, ya que, muchos de los animales ya se habían marchado de
la zona.
Aldor se convirtió en un superviviente, en un guerrero feroz, al cual, aquella
dura prueba lo había moldeado, convirtiéndolo en un hombre totalmente
diferente. Aquel Aldor que habían conocido aquellos que lo habían dejado
cuando se fueron hacia el norte, no sería el mismo que encontrarían, si es
que este lograba resistir a las condiciones ambientales.
Ahora podía entender por qué no había muerto, y quizá, no podría hacerlo
bajo las condiciones que este conocía, ya que, era mitad inmortal. Aldor
vivió en soledad durante largas semanas, y esa situación, lo estaba
volviendo loco. Tenía alucinaciones, casi no dormía durante las noches, y el
frío era tan intenso que prácticamente quemaba.
Mantener la salud mental era un reto, y una de las razones por las cuales se
había mantenido tranquilo y estable, era por mantener la imagen de Alana
constantemente en su mente. Esa belleza, la dulzura, la perfección de su
cuerpo, la intensidad de su vínculo, lo llenaba de paz, y era eso lo que lo
motivaba a mantenerse fuerte, ya que, quizá en algún momento tendría la
oportunidad de reencontrarse nuevamente con Alana, la ninfa del bosque.
Era poco probable que alguien llegara a este lugar, ya que, estaba en el
punto más hostil donde el invierno arrasaba con prácticamente todo. Pero
cierto día, mientras quitaba un poco la nieve del campamento, observó una
silueta acercándose casi moribunda en el horizonte. Quien fuese, tenía que
ser ayudado rápidamente, ya que, estaba a punto de desplomarse.
Aldor corrió rápidamente hacia esta persona, y cuando estuvo cerca, se
quedó totalmente estupefacto al descubrir que se trataba de Alana. Esta,
llevaba la misma manta hecha de oso con la que había llegado Aldor a su
cabaña, aquella piel, había servido como único instrumento para poder
protegerse del frío, y Aldor la tomó en brazos cuando esta se desvaneció y
la llevó rápidamente hacia el interior de una de las cabañas.
Las condiciones se habían invertido, ahora era él quien debía protegerla,
ofrecerle resguardo y cuidados. Alana había llegado casi moribunda al
campamento, ella había entregado su naturaleza absoluta a Egraz, el
guardián de las puertas de la muerte, quien había recibido toda la energía de
la ninfa del bosque a cambio de la libertad de Aldor.
Ella, había entregado toda su naturaleza sobrenatural, y había sido
convertida en una humana ordinaria, un sacrificio que había sido realizado
por el amor más puro. El sentimiento que tenía Aldor en su interior, lo hacía
entregarse totalmente y de forma negada a ella, así que, se dedicó a sanarla
y a cuidarla por largos días.
Este había sacrificado su alimento e hidratación para proporcionárselo a
ella, y aunque las probabilidades de sobrevivir se habían reducido
tremendamente, entendía que ahora era él quien debía garantizarle
seguridad a Alana.
Esta no había reaccionado totalmente sino hasta después del paso del
invierno, Aldor se encargó de mantenerla protegida, caliente y estable, pero
cuando comenzaron a regresar los pobladores, se vieron totalmente
sorprendidos al encontrar a dos personas completamente sanas y salvas,
aunque en condiciones realmente deplorables. Parecía tratarse de un
milagro, pero las cosas pronto iban a mejorar.
Efron se había retractado de su decisión de desterrar a Aldor del
campamento, ya que, había valorado su ímpetu y dedicación. Cuando Alana
reaccionó, pasaron algunas semanas para que estos decidieran casarse,
sentían un amor profundo y puro, así que, no había nada más que demostrar.
Los secretos siguieron siendo parte de la vida de Aldor, que nunca reveló
nada a nadie acerca del secreto de su naturaleza, él era un íncubo, vivía
entre los vivos, siendo un demonio, y amando a un súcubo, una ninfa del
bosque, la cual, tampoco conocía en realidad la verdadera naturaleza de
Aldor. Aunque lo sospechaba, ya que, nunca había experimentado una
conexión tan fuerte con un humano común y corriente.
Aldor, un simple aldeano de un asentamiento ubicado en un lugar tan
antiguo, había encontrado el verdadero amor en las profundidades de un
bosque frío y hostil, el cual, parecía estar preparándose desde siempre, un
diamante en bruto, el cual fue retirado con sus propias manos. El amor más
genuino, lo había encontrado al lado de Alana, quien había hecho el
sacrificio de amor más grande jamás pensado, renunciar a quien era para
poder garantizar la libertad del amor de su vida.
Aldor había atravesado por etapas realmente difíciles, en las cuales, le había
tocado descubrir que no necesariamente tenía que conocer toda la verdad
para ser feliz. El sufrimiento que había experimentado al descubrir quién
era realmente su madre, había sido compensado con el descubrimiento del
verdadero amor.
Alana le había revelado que había vendido su alma a cambio de la libertad
de Aldor, y esto, había sido una razón suficiente para entregarse
abnegadamente a ella. Nunca nadie más podría intervenir para separarlos,
no había nada que fuese posible para que este amor no creciera con el paso
de los días.
Era la mujer más hermosa de Portalia, de eso no había duda, y aunque
muchos se preguntaban de dónde lo había sacado, algunos consideraban que
le resultaba un poco familiar, ya que, Alana se había encargado de ayudar a
salir a muchos de los pobladores de Portalia cuando se perdían en el
bosque. Pero era muy poco probable que una ninfa del bosque, viviera
ahora entre ellos, pero no conocían la historia de lo que había ocurrido
mientras ellos emigraron al norte para salvar sus vidas.
Aldor se convirtió en una especie de héroe, ya que, en el pasado muchos
ancianos habían intentado mantenerse en ese asentamiento durante el
invierno para demostrar que eran fuertes y listos, pero lo único que
encontraban después del paso del invierno, eran cuerpos congelados, los
cuales debían ser sepultados solemnemente.
Nadie conocería aparte de Aldor que era mitad demonio, y después de la
muerte de Efron, sería Aldor quien asumiría el liderazgo para conducir a su
pueblo hacia la estabilidad. Nunca más nadie debería quedarse en Portalia
durante el invierno, nadie más debía sufrir aquellas desgracias que eran
capaces de proporcionar las bajas temperaturas.
Aldor nunca olvidó a Egraz, y sabía que tarde o temprano se volvería
encontrar con él y lo enfrentaría, ya que, utilizaría cada día para recuperar el
poder de su espíritu y arrebatarle la mitad del alma que le había sido robada.
Algunas noches, volvía al bosque para encontrar a su padre, ese demonio
aparente que había poseído a su madre, pero nunca tuvo una señal.
Alana se adaptó rápidamente a su nueva naturaleza, era una pobladora más,
y aprendió a desenvolverse como una humana. Ya nunca más fue prisionera
del bosque, y aunque ya no sería inmortal había preferido tener una vida
finita al lado de un hombre que le demostraba cada día lo importante que
era ella para él. Alana y Aldor fueron inseparables hasta el ocaso de sus
vidas, y ambos tuvieron una vida tan plena como la que nunca soñaron en
sus mejores fantasías.
Título 10
Victoriana Enjaulada

Princesa Virgen Secuestrada por el Amo


Dominante

1
Sobre la ciudad de Londres, las nubes grises se mostraban imponentes
anunciando la posibilidad de que fuese uno de esos días lluviosos que
terminaba oponiéndose a que las personas cumplieran regularmente sus
rutinas. Era el año 1910, en una sociedad enfocada en la evolución, en la
innovación y donde el dinero Y la alta sociedad hacía un marcado contraste
con la clase baja, la cual, representaba una gran porción de la población.
Pero en aquella sociedad victoriana, la desidia y la pobreza parecía
ocultarse detrás de sueños e ilusiones que se disfrazaban de trajes
abombados, hombres elegantes, sombreros de copa y coches distinguidos.
Las personas se movían con rapidez, con aquella premura habitual que
suele surgir cuando el mal tiempo comienza a arreciar. Era evidente que
nadie quería terminar atrapado bajo la inclemente lluvia, por lo que, era
necesario apresurarse.
El banco principal de Londres cerraba a las 4:00 de la tarde, por lo que, era
de gran importancia llegar antes de aquella hora, pero el retraso de Emma
Paige siempre terminaba arruinando los planes de su padre.
— Falta una hora para que cierre el banco, ¿cuántas veces voy a tener la
misma discusión contigo, hija? ¿Por qué no puedes estar lista a tiempo? —
Dijo Peter, con un tono bastante molesto.
— Me has avisado muy tarde, Padre. No tenía planes de ir al banco hoy. De
hecho, desconozco tu insistencia para ir a estas horas. Pronto estaré lista. —
Dijo Emma mientras daba los últimos retoques a puerta cerrada.
Peter miró el reloj que extrajo de su bolsillo, faltaban un poco más de una
hora para el cierre del banco, y aunque siempre atendía sus asuntos en la
mañana, este parecía ser una ocasión muy especial, quizá, nada tenía que
ver con sus finanzas.
Aquel hombre, simplemente resoplo, golpeó el suelo con su zapato, respiró
profundamente y cerró sus ojos para tratar de conseguir un poco más de
paciencia. Simplemente caminó hacia las escaleras y descendió mientras
gritaba a su hija que la esperaría en el coche. Peter se había dedicado toda
su vida a la arquitectura, había construido grandes edificios de la ciudad y
así había amasado una importante fortuna, después de haber hecho algunas
inversiones que habían resultado bastante positivas.
La familia había pasado por una etapa bastante complicada en el pasado, ya
que, la muerte de su esposa no había sido fácil de superar, pero enfocándose
en el trabajo y en su hija, Peter Paige había conseguido mantener la
estabilidad emocional y financiera.
Pero un hombre que debe superar una prueba tan dura como perder al amor
de su vida a manos de la tuberculosis cuando apenas Emma tenía 10 años
de edad, no podía avanzar sin tropiezos, y algunas adicciones y debilidades
habían afectado la vida de este sujeto, aunque a la vista de todos, todo
parecía normal.
El tiempo parecía pasar más lento, la ansiedad y la expectativa en el interior
de Peter, hacía que cada segundo transcurriera como si se tratara de un
lustro. Pero este, en el interior de aquel coche de color negro con estética
impecable, uno de los modelos más exclusivos, y de los cuales,
simplemente habían sido fabricados 25 modelos, miraba hacia la puerta
esperando que finalmente la chica apareciera.
Emma había recibido claras instrucciones de su padre, debía arreglarse
como si fuese a una gala, ante lo que, ella simplemente Mostró un rostro de
extrañeza, ya que, una visita al banco no parecía ser tan importante como
para que ésta escogiera sus mejores atuendos y perdiera tanto tiempo en
maquillaje y peinado. Pero así había sido la sugerencia de su padre, así que,
no iba a refutarla, simplemente se tomó el tiempo necesario para poder
conseguir resultados majestuosos.
La belleza de Emma era natural, así que, no necesitaba demasiados arreglos
y retoques para poder impresionar a alguien, pero cuando realmente se
arreglaba para una gala, aquella chica era una estrella brillante andante, más
espectacular que cualquier astro del firmamento. Era una generadora de
suspiros e inspiración, la cual, apenas tenía 21 años de edad, pero su
exuberancia, sus curvas y su elegancia, le hacían lucir como si fuese aún
mayor.
— Luces espectacular, hija. Pero debemos darnos prisa. — Dijo Peter desde
el interior del coche.
El chofer se encargó de ayudar a la chica a subir al vehículo, mientras la
asistía con el gran acampanado vestido. Esta, hizo lo posible por ubicarse
en una posición cómoda, pero con aquellos grandes atuendos, difícilmente
podía moverse con facilidad.
— Sigo sin entender la razón del porqué me has presionado tanto para que
me arregle simplemente para ir al banco, padre. A veces tienes actitudes
que no entiendo.
— Ya pronto lo sabrás, Emma. Ten paciencia.
La chica simplemente observó en la mirada de su padre cierta expectativa,
como si estuviese ocultando algo, de hecho, ni siquiera le había podido
mantener la mirada demasiado tiempo.
Éste, era evasivo, e inclusive, había un movimiento extraño en sus dedos,
algo de nerviosismo era evidente, pero para Emma, era desconocido lo que
su padre había planeado para ella. La distancia entre la residencia de Peter y
el banco, no era demasiada, solo tomaba al menos 15 minutos en coche
llegar hasta allí, por lo que he, no estaba demasiado preocupado una vez
que se encontraron en el vehículo. Llegarían a tiempo, de eso no tenía duda.
Muy pocas veces eran en las que Emma asistía al banco en compañía de su
padre, ya que, cada uno atendía sus asuntos sin involucrarse demasiado con
el otro. Tenían un carácter muy parecido, por lo que, cuando no estaban de
acuerdo en algo, siempre terminaban estallando como un cartucho de
pólvora. Era por esto que, aunque Emma adoraba a su padre, trataba de
mantener las distancias, ya que, siempre había discusiones que se generaban
en torno al criterio que cada uno había desarrollado.
Peter siempre hacía alusión a que Emma Paige había heredado el carácter
de su madre, algo que le hacía sentir orgullosa, ya que, al menos llevaba
algo de su progenitora junto a ella. Cuando llegaron al banco, fueron
recibidos con mucho elogio, ya que, Peter era un conocido cliente de la
institución.
Pero adicionalmente, iba con una acompañante que hacía suspirar a
cualquier hombre, se robaba las miradas de los caballeros y contaba con la
envidia de las mujeres, ya que, la perfección de Emma no tenía
comparación. De hecho, habían pasado algunos años desde que Emma
había ido al lugar, el banco había cambiado, la estructura había sido
modificada, y, de hecho, la decoración era distinta.
— No recuerdo cuando fue la última vez que vine a este lugar. Ha cambiado
mucho, está mucho más elegante. Inspira tranquilidad. — Dijo Emma
mientras avanzaba, dando una mirada a todo el lugar.
— Sí, ha cambiado de dueño en varias oportunidades, pero el último
encargado es el más visionario.
— ¿Quieres decir que recientemente han hecho reformas en el lugar?
— Sí, conocerás a William Spooner, el encargado del banco, de hecho, está
en transacciones para adquirirlo totalmente. Le fue proporcionado para que
lo dirigiera, pero le ha ido también, que va a quedarse definitivamente, así
que, tenemos que crear buenas conexiones. — Dijo Peter.
— Me imaginaba que algo así tramabas, padre. Siempre estás tratando de
manipular a las personas. Espero que no tengas planes para mí, y que todo
esto tenga que ver simplemente con tu imagen. — Dijo Emma.
Peter no pudo verla a los ojos, simplemente avanzó y aclaró su garganta, ya
que, la precisión de su hija para sus afirmaciones, parecían ser irreales, ya
que, siempre se adelantaba a cualquier cosa que este planeaba. Nunca le
había podido dar una sorpresa, era difícil de complacer, era una chica
decidida, con un carácter aguerrido, pero que siempre tenía una debilidad:
era el amor por su amado padre.
Cuando llegaron finalmente a la oficina principal, Emma fue recibida
amablemente por un caballero alto y delgado, de traje gris, el cual, tomó su
mano y la besó educadamente mientras hacía una reverencia.
— Estimado Peter, me habías hablado de la belleza de tu hija, pero te has
quedado muy corto. Es un placer conocerla, señorita. — Dijo William.
Emma simplemente se sonrojó, no estaba acostumbrada a que hombres tan
distinguidos y elegantes, la cortejaran en presencia de su padre.
Ella estaba habituada a que los hombres le dijeran cosas inclusive mucho
más atrevidas, pero nunca en presencia de su progenitor, así que,
simplemente bajo la mirada y guardo silencio.
— Respóndele algo, Emma. No seas maleducada, él es William Spooner, el
encargado del banco del que te hablé. Él será mi socio muy pronto si todo
sale bien. — Dijo Peter, mientras sonreía de una forma extraña y oscura.
Hubo cierta complicidad en las miradas entre Peter Paige y William
Spooner, pero Emma no hizo caso omiso, y se dejó seducir por el perfume
de aquel hombre tan elegante, el cual, los invitó a entrar finalmente a la
oficina y los invitó a sentarse.
Estuvieron conversando durante al menos una hora y media, de hecho, el
banco había cerrado y estos tres personajes aún permanecían en el interior
del edificio. William había quedado totalmente embelesado con la belleza
de Emma, parecía que no era capaz de separarse de ella, quería que aquel
momento se hiciera eterno, para nunca tener que despedirse de ellos.
— Emma, creo que ya va siendo tiempo de irnos. ¿Puedes esperarme afuera
mientras converso un poco con William? — Dijo Peter.
— Claro, Padre. Ha sido un placer conocerlo, señor Spooner. Espero que
pronto volvamos a vernos. El banco luce muy bien, ha hecho un trabajo
espectacular. — Dijo la hermosa rubia.
— No me digas señor, llámame William, y para mí también sería un
inmenso placer volver a verte pronto. Espero que estés muy bien, Emma. —
Dijo aquel sujeto antes de besar tiernamente la superficie de su mano.
Cuando hizo esto, la vio directamente a los ojos, y para Emma fue casi
imposible no estremecerse. Era un hombre poderoso, evidentemente tenía
conexiones y alcances, era muy elegante y se veía a leguas que era muy
preparado y educado. La miraba con una seguridad tal, que parecía querer
devorarla, y nunca antes se había sentido así.
Generalmente, en las galas y fiestas sociales, Emma Paige siempre recibía
cortejos y trataban de conquistarle, pero su padre era muy protector, y
trataba de mantenerla alejada de esos jóvenes oportunistas que
probablemente solo querían aprovecharse de la belleza de la chica.
Éste terminaba a ahuyentándolos uno tras otro, pero esto para Emma no era
un problema, ya que, nunca nadie le había resultado del todo interesante.
Todo había sido así hasta el momento en que William habías aparecido en la
vida de esta chica, la cual, después de ser cortejada abiertamente por este
hombre tan guapo y elegante, había comenzado a frecuentarlo, aunque no
por voluntad propia.
Algo habían conversado William y Peter cuando ella salió de la oficina,
nunca se enteraría realmente cuáles habían sido las palabras que habían
intercambiado, y las cuales, no habían tardado mucho, ya que, solo habían
pasado no más de cinco minutos para que su padre se encontrará con la
chica y abandonaran el edificio para ir a casa.
Finalmente, la naturaleza Parecía haber estado de su parte, ya que, aunque
el sol brillaba por su ausencia, el día estaba nublado, pero no se había
desatado la lluvia sino hasta el momento en que esta chica llegó a casa junto
a su padre.
Aquella noche, llovió tan fuerte, que, a la mañana siguiente, una gran
cantidad de árboles habían sido encontrados obstaculizando algunos
caminos, ya que, la brisa y el poder inclemente de la naturaleza, había
hecho estragos.
Inclusive, el propio William Spooner había sido una de las desafortunadas
víctimas de estos estragos naturales, ya que, su coche había quedado
atrapado bajo uno de los árboles que se había precipitado brutalmente. Esto,
fue tema de conversación el día siguiente, donde William volvió a relucir
entre los intercambios de palabras entre los Paige.
Al día siguiente, algún otro tópico sería forzado notablemente por Peter
para traer a colación nuevamente la existencia de William, convirtiéndose
en un hábito durante los días siguientes.
Emma no era tonta, y entendió que gradualmente, su padre estaba
generando un interés indirecto de la chica hacia el importante millonario.
Cuál era el motivo o la razón, era desconocido para Emma, pero su
intención, era evidente, así que, la chica no iba a hacer caso omiso, y
finalmente enfrentó a su padre para determinar qué estaba pasando.
— ¿Sabías que William está por comprar uno de los mejores diarios de la
ciudad? Creo que ese chico le dará un cambio a Londres, un cambio muy
necesario. Lo intuyo. — Dijo Peter mientras sostenía en sus manos una
edición del diario al que se refería.
— Padre, me he dado cuenta de algo. Quizá pensarás que estoy loca,
probablemente sea paranoia de mi parte, pero si no me equivoco, cada día
desde el día en que me presentaste a William Spooner, no has dejado de
hablar de él. ¿Acaso tienes algún interés adicional en que yo me vincule con
ese hombre?
El rostro del lord Paige se puso pálido, sus manos se tornaron frías, y, de
hecho, había perdido por completo la atención en lo que estaba leyendo.
Sabía que Emma era de un carácter fuerte, y si no pisaba con cuidado,
terminaría detonando alguna mina.
— ¿Por qué dices eso? Simplemente considero que es un buen amigo de la
familia y vale la pena hablar de personas importantes. Es todo, no tengo
nada que ocultarte, hija. — Respondió Peter, con una velocidad estrepitosa,
lo que evidenciaba su nerviosismo, inclusive, el timbre de su voz temblaba
torpemente.
— Me encantaría que bajaras ese diario justo ahora y me miraras a los ojos
y me negarás que realmente tienes un interés de vincularme con el
encargado del banco. — Dijo Emma mientras sujetaba el papel.
El rostro de resignación de Peter, fue evidente, pero la respuesta que tuvo de
Emma, fue muy sorpresiva, ya que, se imaginaba que se avecinaba una
tormenta y que una discusión realmente feroz se comenzaría a gestar entre
ellos, algo que Peter detestaba, pero que no podía evitar, ya que, tenía que
demostrarle a su hija que él era quien mandaba y quien mantenía las bases
del hogar estables.
— No tienes que contestarme, padre. Con solo ver tu rostro, puedo notar
cuáles son tus intenciones. Pero no tienes nada de qué preocuparte, William
me parece un hombre muy agradable y simpático. De hecho, deberíamos
invitarlo a cenar esta noche.
— ¿Hablas en serio, Emma? ¿O es uno de tus juegos mentales tratando de
manipularme para luego burlarte de mí?
— Parece que estás muy interesado en que William y yo nos vinculemos.
No sé cuál es el objetivo, no sé qué te motivó a verlo como una posibilidad
para mí, pero vivo encerrada aquí, no me dejas hablar con nadie y me has
aislado del mundo. Si ese hombre es lo que consideras adecuado para mi
futuro, entonces no voy a oponerme.
Aquella había sido una jugada muy arriesgada de Emma, pero era lo único
que realmente tenía para utilizar. Conocía a su padre, era el hombre que más
conocía en el mundo, y sabía cuándo tenía un interés adicional en algo.
No se comportaba de formas extrañas en vano, tenía un plan, y ella iba a
descubrirlo. Parte de lo que le había comentado su padre, no era del todo
descabellado, ya que, realmente William le parecía un hombre atractivo,
interesante y muy misterioso, y eso, despertaba un interés en ella.
No terminaba de despertarle un interés físico, ya que, su aspecto era
sombrío, pero al menos, era alguien interesante aquí en escuchar, ya que, en
las historias de William era muy entretenidas.
Se trataba de un hombre que había viajado mucho, había compartido con
grandes celebridades y también con personajes históricos, algo que parecía
imposible ante la corta edad de William, ya que, no era demasiado viejo.
Aquella invitación a William Spooner a cenar, había abierto las puertas para
que los planes de Peter comenzaran a avanzar, ya que, era evidente, después
de que se le iluminaron los ojos de una manera tan increíble cuando Emma
sugirió aquella invitación, que para él era magnífico.
Las visitas de William se hicieron mucho más frecuentes a la casa, se hizo
muy amigo de Peter, pero mucho más cercano a Emma Spooner. En menos
de seis meses, se comprometieron y se mudaron juntos, y ni siquiera la
propia Emma entendería realmente cómo es que había pasado eso. Era
como si le hubiesen encantado, como si hubiese entrado en un túnel
hechizado, donde no tenía ningún tipo de control sobre sus decisiones o
voluntad.
Cuando escuchó la propuesta de matrimonio de William Spooner,
simplemente no pudo negarse, y aunque sabía que estaba muy joven para
casarse, sentía que su vida estaría destinada simplemente a un
confinamiento absoluto hasta el día en que su padre realmente decidiera
liberarla, o quizá, cuando Peter muriera es que realmente sería libre.
En aquella sociedad victoriana, las mujeres estaban acostumbradas a
contraer matrimonio por conveniencia, con relaciones impuestas que
simplemente tenían un trasfondo con intereses financieros o políticos.
Algunos simplemente se sometían a este acuerdo como un trato, pero no
había sentimientos involucrados. Pero dentro de toda aquella situación,
Emma sentía que no estaba en una completa desventaja, aunque no estaba
enamorada de William, sabía que era un hombre poderoso y estable
financieramente. Casarse con él no sería del todo tan detestable.
William la trataba como una princesa, ella era cortejada, era muy amable
con ella y para él simplemente era un objeto de culto. Para William, no
había nada más importante en el mundo que no fuese Emma Paige, ya que,
la lucía en las reuniones sociales como si fuese un tesoro preciado que
hubiese sacado desde el océano más profundo, ella era imposible de
replicar, única, hermosa.
Pero, aunque ante la vista de todos, aquello fuese a ser un matrimonio
exitoso, había una gran debilidad que torturaba por completo a la pareja, y
era que William no había podido poseer a Emma. En ese momento en el que
habían establecido el compromiso apenas tenía 21 años de edad, y tenía los
miedos habituales es de una chica inocente y virgen, la cual, no tenía la
menor idea de cómo abrir sé realmente a un hombre.
La inexistencia de sentimientos, la poca confianza existente en quién era
realmente William, había impedido que Emma se sintiera realmente
cómoda. Aunque en ocasiones, se sentía protegida, cuidada y muy bien
custodiada por su prometido, sentía que este no le contaba realmente quién
era, y las dudas, comenzaron a generar cierto bloqueo, lo que fue afectando
inevitablemente la relación.
Para William fue duro tener que esperar más de tres años de compromiso
sin poder tocar el cuerpo de la chica, y aunque esta, en ocasiones se
esforzaba por complacerlo para retribuir todo lo que este había hecho por
ella, siempre terminaba entrando en pánico, bloqueada, en ataques de
lágrimas que eran imposibles de contener. Para cualquier hombre, era una
situación realmente frustrante poder tener a la mujer que amaba frente a él,
a punto de la desnudez, pero totalmente petrificada ante el miedo.
Ella simplemente se desnudaba y se metía bajo las sábanas, mientras
esperaba a su futuro esposo, quien en cada oportunidad pensaba que
finalmente se daría la ocasión tan esperada. Pero William siempre
terminaba molesto, tratando de reprimir toda la ira acumulada en su interior
al no poder acceder al cuerpo de la mujer que adoraba.
Cuando Emma se aferraba aquella sábana, era imposible quitarlas, ni
siquiera había podido mostrarle sus senos desnudos, era simplemente una
muralla, algo impenetrable, y no dependía realmente de ella. Aunque una
parte de la chica trataba de doblegarse, una mucho más fuerte y superior
que ella, terminaba bloqueándola.
Aquello terminó convirtiéndose en el secreto mejor guardado de la pareja,
ya que, sería tremendamente humillante que un hombre como William
quedara expuesto públicamente ante la sociedad victoriana como un hombre
que no había sido capaz de poseer a una mujer tan deliciosa como Emma,
quien ahora, con 24 años de edad, había multiplicado su belleza, su
elegancia, su sensualidad, convirtiéndose en una tentación casi inevitable
para cualquier hombre.
Pero el hecho de que estuviese con un hombre tan poderoso influyente en la
ciudad, quien había multiplicado sus alcances e influencias en Londres en
aquellos tres años, la hacía prácticamente inalcanzable. Aunque había
muchos pretendientes, había que estar realmente de mente para pensar en
cortejar a la mujer de William, quien fácilmente, podría aplastar a
cualquiera como si se tratara de un gusano.
Emma podía tenerlo todo, cualquier cosa que se imaginara, cualquier
capricho podía ser satisfecho por William, pero este, a su vez, no podía
tener lo que más deseaba; el cuerpo de su mujer. No podía romper con su
esquema de miedo, y tampoco podía obligarla, mucho menos manipularla
para entregarle su cuerpo, ella simplemente no estaba lista, y parecía que,
con el paso de cada día, estaría menos preparada, así que, la posibilidad de
poseerla, parecía alejarse cada vez más en el horizonte.
Para él, simplemente era un acto, algo físico, un contacto entre ellos, un
momento especial, pero para Emma, era su virginidad, lo único que
realmente le pertenecía hasta ese momento, ya que, habían hecho con su
vida simplemente lo que querían, había manipulado todo para que fuese a
conveniencia de otros, pero ella solo conservaba dos cosas, su identidad y
su castidad.
Pero, aunque la presión de William no era directamente sobre Emma, éste
se dedicaba a presionar a Peter, el padre de Emma, ya que, si lograba hacer
que este impulsar a la chica para que la unión se consumara, habría una
grata recompensa.
Eran dos mentes siniestras tratando de influenciar la mente de Emma, quien
no había notado que Peter trataba de impulsarla a unirse más a William,
tratando de comprar la voluntad de la chica con la adjudicación demás
beneficios en la herencia.
Pero nada de eso podía hacer cambiar de parecer a Emma, quien cada vez
se mostraba más renuente. Ella estaba bajo los efectos de ese tipo de
situaciones en las cuales, mientras más presión se ejerce, peores son los
resultados, ella era simplemente como un trozo de algodón, el cual tenía
que ser tratado con suavidad y con paciencia, quien trataba de tomar un
trozo de algodón de forma agresiva y brusca, siempre terminaba luchando
contra la fuerza de adhesión.
Pero Emma no estaba sola, tenía algunas formas de drenar su frustración, y
tenía el apoyo de una de sus nodrizas, Micaela Perry, quien había hecho las
veces de su madre desde el momento en que aquella mujer había fallecido
ante aquella penosa enfermedad a los 10 años de edad de la niña.
Desde ese momento, Emma se había convertido en la luz de los ojos de
Micaela, la cual, la aconsejaba y trataba de hacer que esa entrara en razón
cuando se le metía algo en la cabeza que no la llevaría por buen camino.
Ella había sido una parte importante en la constitución de aquel
compromiso, ya que, Emma había absorbido los valores de Micaela, pero
no era la mejor consejera. Aquella mujer estaba acostumbrada a ser su
yugada por la voluntad de los hombres, así que, impulsaba a Emma a
doblegarse ante la voluntad de su futuro marido, le decía que debía
entregarse, confiar en él, ya que, ella había dado una respuesta positiva a
aquella propuesta de matrimonio sin ser coaccionada por absolutamente
nada ni nadie.
Había sido una decisión que había salido desde lo más profundo de su ser
sabiendo cuáles eran sus conveniencias. Además, Micaela mantenía ocultos
algunos secretos que pocos conocían, y había comenzado a compartirlos
gradualmente con Emma, la cual, al ver la realidad a través de un lente
completamente transparente, había entendido que realmente su familia no
estaba tan estable como ella imaginaba.
La familia era bastante adinerada, pero la adicción al juego que había
desarrollado Peter Paige después de la muerte de su esposa y las malas
asesorías de su abogado, quien indirectamente lo estafaba, lo habían hecho
entrar en un punto crítico en sus finanzas.
Se había desorientado, y aunque parecía estar sólido, muy seguro de sí
mismo y aparentaba haber superado aquella etapa tan difícil, por dentro,
estaba hecho de un material tan quebradizo como hojas secas. Solo él, o al
menos era lo que creía, conocía cuáles eran las verdaderas dimensiones del
futuro de aquella familia, la cual parecía estar destinada a la quiebra.
Fue por esto, que su profundo interés en aquel matrimonio entre Emma y
William Spooner, había sido tan constante, y había tratado de hacer las
cosas de la forma más natural para que Emma no sintiera rechazo. Aquella
era una salida, quizá la única, o posiblemente la más efectiva en medio de
las alternativas que tenía. Pero, por otro lado, aunque la imagen distinguida
y Educada de William despistaba con facilidad, no era el hombre respetable
que todos presumían.
Era joven, al menos para el éxito que ya había acumulado, pues tenía
apenas 34 años de edad, y ya tenía más de la mitad de la ciudad de Londres
capitalizada. Estaba involucrado en muchas negociaciones, compraba
acciones, se relacionaba con grandes empresarios, y siempre iba
acumulando favores a su beneficio, los cuales, siempre terminaban
retribuyéndose con grandes ganancias. William Spooner tenía un rostro
alargado y delgado, con una piel pálida, siempre perfectamente rasurada.
Tenía grandes orejas, aunque este no era un complejo para él, pero lo hacía
bastante distintivo. A veces, tenía problemas al caminar, y aunque nunca
había revelado la razón del porqué a su corta edad tenía que utilizar el
bastón en algunas ocasiones, esto siempre había sido motivo de
conversación entre él y Emma, pero evadía las respuestas.
Esto, le daba entender que cada uno tenía derecho a guardar sus secretos,
quizá como tesoros oscuros que tarde o temprano serían descubiertos.
William siempre vestía de color gris, era su color favorito, con diferentes
tonalidades, pero siempre el mismo color frío y neutral que despertaba
cierta inquietud en Emma, quien, a pesar de haberse comprometido con él,
no lo conocía realmente.
Todo parecía ser un sinsentido, pues William y la tenía para él, pero no
podía poseerla, y esta, parecía ser la paradoja más absurda del planeta, ya
que, siendo una de las mujeres más sexis de Londres, y no poder tener su
cuerpo desnudo sobre él en medio de una noche apasionada y romántica,
era algo que lo hacía explotar de frustración.
Emma era rubia, con cabellos tan dorados como un campo de trigo, sus
labios eran tiernos y pequeños, pero de un color rosa natural lo
suficientemente provocativos para que cualquier hombre se perdiera en
ellos.
Era baja de estatura, con una cintura muy delgada, piernas cortas y muslos
anchos. Su baja estatura de 1.60 metros, no era demasiado importante para
ella, pero era compensada con una belleza resplandeciente como un
amanecer en verano.
Su sonrisa era de dientes blancos y simétricos, parecía un festival de perlas
cuando sonreía de manera natural y sin forzar una risa por compromiso.
Pero, aunque se encontraba en aquella situación tan incómoda, Emma no
era del todo infeliz, amaba profundamente a su padre y agradecía cada día
por tenerlo con vida, ya que, ella no había podido hacer absolutamente nada
para evitar la muerte de su madre.
Amaba tanto a Peter Paige, que había accedido a sus sugerencias de casarse
con William, pero Peter nunca imaginó que terminaría vinculando a su hija
con un hombre muy peligroso, un sujeto que mantenía el control del tráfico
de personas en Europa, y el cual, orquestaba el secuestro de una gran
cantidad de personas para venderlas como esclavas.
Uno de los negocios más lucrativos era el secuestro de niños para venderlos
a empresarios de la industria del carbón.
A veces, Emma sufría de insomnio, le costaba dormir, y cuando William se
encontraba a su lado, tenía que obligarse prácticamente a mantener sin
móvil, ya que, si esta despertaba, comenzaba el intento fallido de algún
juego de William Spooner para tratar de seducir la que siempre terminaba
en fracaso una y otra vez.
Pero cuando abrió sus ojos, William no estaba a su lado, así que, respiró
profundamente y sintió que quizás podía ir a caminar. Probablemente
William no estaba en la casa, a veces, llegaba muy tarde en la madrugada, y
eran los momentos en que ella se sentía totalmente libre. Sintió que, al
caminar por la casa, probablemente podría despejar su mente y al volver a
la cama dormiría sin problemas.
Se suponía que todo debía estar a oscuras y en silencio, pero escuchó voces
en la parte inferior de la casa y observó ciertas luces encendidas. Supo que
William estaba allí, pero no estaba solo, así que, iba a investigar. Ella se
encontró con que no estaba solo, se escuchaba las voces de dos hombres
más en el interior de aquel estudio, lo que le llevó a mantenerse allí.
Caminó con cuidado para que no notaran su presencia. La conversación que
escuchó, cambiaría la vida de Emma, pues descubriría que cuando se está
en el lugar equivocado en el momento incorrecto, Todo se puede
transformar sin posibilidad de regresar el tiempo o manipular la realidad
para revertirla.
Emma descubrió esa noche que William estaba vinculado a esa red de
tráfico de personas, los dos hombres que estaban junto a él, eran clientes
peligrosos, los cuales, siempre buscaban confidencialidad y total
hermetismo en aquellas transacciones, las cuales, habían venido realizando
desde hacía meses atrás.
Emma había escuchado demasiado, quizá, no había tenido el suficiente
valor y temple para poder procesar tanta información. Pero lo cierto, es que
al tratar de marcharse a su habitación para procesar todo lo que había
escuchado proveniente de aquel estudio, había tropezado con una escultura
de cerámica hecha a mano ubicada justo detrás de ella, pero la poca
iluminación y el exceso de nervios no le había permitido detectar que estaba
allí.
El ruido alertó a aquellos hombres, los cuales desenfundado sus armas y
rápidamente reaccionaron. Emma tuvo que moverse tan rápido como un
relámpago, William se asomó o la puerta, simplemente pudo ver el celaje de
su mujer dirigiéndose hacia la habitación ya en la parte superior.
— William, dijiste que estabas solo. ¿Qué ha sido eso? — Dijo Jeremías
Floyd, uno de sus visitantes.
— No ha sido nada, pudo haber sido la brisa. Sigamos con esto, ya es tarde.
Estoy cansado. — Dijo William, mientras intentaba fingir ante el hecho de
que había sido descubierto por su prometida.
2
Emma se fue a su habitación tan rápido como pudo y de la manera más
silenciosa que le permitían sus pies descalzos. Tenía una sensación en su
pecho de desesperación mientras se movía, ya que, hubiese querido correr
con la zancada más amplia que le hubiesen permitido sus piernas, pero en
lugar de esto, había caminado de forma veloz con un paso suave e
imperceptible.
No había sido lo suficientemente rápida, su celaje había sido observado por
William Spooner, el cual, había fingido efectivamente, pero no había
convencido a aquellos hombres. Inicialmente, Emma pensó que nadie la
había escuchado, pero el ruido que había generado al tropezar aquella
escultura, había sido lo suficientemente evidente como para poder revelar
su posición.
Nadie debía escuchar aquella conversación, y, de hecho, los visitantes de
William, habían establecido otro lugar de encuentro, pero este había
insistido en que, en la madrugada, su casa era un lugar seguro, así que, no
era necesario exponerse a reunirse en otra ubicación si bien podían hacerlo
en el estudio personal, ya que, lo habían hecho en otras ocasiones.
Pero aunque se había movido rápido, fue imposible calmar el temblor de su
cuerpo, su corazón bombeaba tanta sangre como nunca antes, Emma Paige
estaba en pánico, sus manos sudaban, y al meterse a la cama y arroparse
hasta la cabeza con la sábana, una gran cantidad de preguntas surgían en su
mente, ya que, hasta ese momento, entendía que no hubiese desarrollado
algún sentimiento hacia William, pero lo que no podía tolerar, es que
subiese vinculado con un criminal y hasta ese momento apenas los tuviese
descubriendo.
Ya habían pasado tres años de relación, había desarrollado una buena
amistad con William, pero el sentimiento que debía existir en una pareja,
aún no había llegado. Inclusive William había tratado temas vinculados a
una familia, ya que, Emma parecía ser la adecuada para poder proveerle
hijos, aunque ella siempre terminaba evadiendo el tema de conversación,
pues no estaba lista para esa etapa.
No era del todo descabellado que una chica que no estaba enamorada, que
no tenía ningún tipo de sentimientos hacia William, terminara ofreciéndole
hijos, estabilidad en una familia funcional, ya que, se estilaba mucho en
aquellos tiempos.
Por alguna razón, pensó que unos segundos más tarde, William entraría
furioso, pero a medida que los minutos pasaron, la chica se fue
tranquilizando asumiendo que nadie la había escuchado, y que de alguna u
otra forma, estaría a salvo.
Comenzó a respirar con mucha más calma, y quizá, podría haberse quedado
dormida finalmente, si no hubiese tenido el sentimiento tan profundo de un
miedo indescriptible que nunca antes había experimentado.
Si William Spooner era un criminal, era capaz de hacer cualquier cosa,
inclusive a ella, y ahora más cuando la había descubierto. Allí estaba
Emma, en posición fetal, con sus piernas recogidas y sus rodillas casi
haciendo contacto con sus senos.
Estaba cubierta hasta la cabeza, mientras sus ojos estaban muy abiertos,
mirando la sábana blanca que cubría su cabeza. Había dejado una pequeña
lámpara encendida, ya que, no quería estar totalmente a oscuras en caso de
que William entrara silenciosamente a la habitación. Esta chica no volvería
a sentirse confiada, segura, tranquila y protegida al lado de ese hombre, al
menos si no conocía la verdad.
Aquella hora que había transcurrido, había servido para que la chica
finalmente se tranquilizara, ya que, pensó en que quizás realmente nadie
había notado su presencia y aún estaba a salvo, pero cuando escuchó la
puerta de su habitación abrirse, nuevamente aquellos nervios comenzaron a
atacarla, era muy probable que su corazón latiera con más rapidez, ya que,
finalmente iba a enfrentar la situación que ella misma había iniciado ante su
curiosidad.
— Te conozco perfectamente y sé cómo respiras cuando estás dormida,
Emma. Por favor, quítate la sábana de encima, tenemos que hablar. — Dijo
William, con una voz fuerte y certera.
Ya no era tan tierno como antes. Emma quiso engañarlo, pero ante su
retraso en obedecer la orden que le había proporcionado su prometido, éste
simplemente hizo un movimiento rápido, arrebatándole la sábana, mientras
ésta se mostraba sorprendida ante la violenta actitud de su marido.
— No soy tonto, Emma. Sé muy bien que bajaste a mi estudio y escuchaste
algo que no debiste. ¿Por qué lo hiciste? — Dijo William.
— No podía dormir, no sabía que teníamos visitas y escuché voces en tu
estudio. Simplemente bajé a verificar que todo estuviese bien. No he hecho
nada malo, por dios, estoy en mi propia casa, ¿ni siquiera puedo tener la
libertad de moverme por el lugar sin tener que darte explicaciones?
— Sabes muy bien que no se trata de eso. Esta casa te pertenece, eres la
reina de este lugar, pero lo que quiero que me expliques es ¿por qué fuiste
al estudio y te quedaste allí espiando? Porque, aunque no lo creas, sé muy
bien que lo hiciste. — Dijo que el decepcionado hombre.
Peinaba su cabello castaño y liso con sus dedos, parecía respirar agitado,
como tratando de contener una furia que lo consumía en su interior.
Probablemente la rabia no estaba dirigida específicamente hacia Emma,
posiblemente era una frustración que trataba de canalizar, pero ni siquiera
los veía a los ojos a la chica, algo que era un signo de perturbación
tremenda.
— Quiero que me digas ahora mismo ¿qué fue lo que escuchaste, Emma?
No me mientas, pues habrá consecuencias.
— ¿Acaso me estás amenazando, William? Nunca antes me habías hablado
así. ¿Qué es lo que está pasando?
— No empieces a hacer preguntas idiotas. Yo he sido quien te ha hecho la
primera pregunta y todavía no obtengo la respuesta que deseo. Dime qué
fue lo que escuchaste en el estudio...
— Creo que lo mejor será que me vaya a casa de mi padre. No estás en
condiciones para hablar. Te ves alterado.
— Si pones un solo pie fuera de esta habitación te juro que voy a olvidar lo
mucho que me importas y que te amo con toda mi alma. Quiero que me
respondas, y es la última vez que voy a preguntártelo. ¿Escuchaste algo que
no debiste en el estudio?
Aquellas palabras amenazantes, finalmente habían contado con la compañía
de una mirada penetrante y devastadora que le proporcionó William
Spooner a su mujer. Aquellos ojos verdes, casi grises, miraron directamente
a la chica, bien abiertos, irradiando una violencia que posiblemente hubiese
estado acompañada de un golpe, una bofetada o un agarrón en su antebrazo
si este no hubiese utilizado toda su voluntad para contenerse.
— Sí, lo siento, escuché parte de esa conversación. Te prometo que no
volveré a espiar, pero por favor, William, cálmate. Te ves muy mal.
— Maldición, Emma. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué lo hiciste? No debiste
haber estado ahí, nos has arruinado. — Dijo William con un lamento
tremendo mientras se sentaba al borde de la cama.
— ¿Qué ha ocurrido con los hombres? ¿Ya se han ido?
— Sí, se han marchado, pero ellos también están seguros de que escuchaste
esa conversación y no debió ser así.
— ¿Quién eres, William? ¿De qué se trata todo esto? ¿No eres el hombre
que dices ser?
— Todos tenemos secretos, y aunque algunos son inofensivos, este es un
secreto que no debías descubrir. ¿Por qué simplemente no te quedaste en tu
cama? ¿Por qué no pudiste contener la curiosidad? ¿Por qué has terminado
con la vida que teníamos?
La manera en que hablaba William era realmente fatalista, pero en lugar de
demostrar fobia e ira, lo que realmente irradiaba de aquel hombre, era una
decepción tremenda, parecía está resignado a tener que hacer algo para lo
que no estaba preparado, así que, Emma simplemente comenzó a retroceder
lentamente mientras se acercaba a la puerta.
Sentía que, si salía de allí, posiblemente tendría la oportunidad de llegar a la
puerta y escapar. Era de noche, si gritaba fuertemente en el vecindario,
quizá alguno de los vecinos escucharía, pero ella no tuvo el valor para
hacerlo cuando vio actuar a William.
— No des un paso más. Mi paciencia se está terminando, Emma. Lamento
tener que hacer esto. — Dijo el hombre mientras desenfundaba un arma de
su saco.
Emma se puso pálida, toda su sangre se puso tan fría como el mar durante
el invierno, ella no pensaba que aquello fuese real, parecía ser una pesadilla
de esas de las que despertaba totalmente exaltada a medianoche, pero no
podía engañarse, aquello era tan cierto como el hecho de que estaba
respirando, así que, posiblemente se está enfrentando a una muerte precoz.
— William, me conoces, soy tu esposa, he estado junto a ti durante estos
tres años sin engañarte, sin faltarte el respeto, nunca me he negado nada,
bueno, solo a lo que ambos sabemos, pero eso no significa que no me
importes. Podemos superar esto juntos. Guarda esa arma. — Dijo Emma
con una voz temblorosa.
William caminaba de un lado al otro en la habitación, miraba el suelo, de
pronto, observaba el techo y cada una de las cosas que lo rodeaban, como
tratando de sacar una explicación de alguno de estos objetos inertes, los
cuales, habían sido comprados exclusivamente para ir a condicionando lo
que sería la habitación de una pareja de amantes.
— Te lo he dado todo, Emma. ¿Pero yo que he recibido de ti? Solo
negativas, desplantes, inseguridad, desconfianza. Ahora, me pones en un
dilema realmente desagradable, ya que, si no acabo con tu vida, esos
hombres que me acompañaban en el estudio, terminarán con la mía y con
todo lo que he construido. — Dijo William.
Fue un alivio para Emma ver cómo aquel hombre se sentaba en la silla del
mueble donde la chica todos los días se peinaba. Éste colocó el arma sobre
la superficie del mueble, y nuevamente se llevó las manos hacia la cabeza.
Dejó que sus dedos se perdieran entre sus cabellos medianamente largos,
mientras resoplaba de frustración.
Emma no dejaba de contemplar la puerta, ya que, si se quedaba allí parada
como una niña tonta, vería a la muerte de cerca, su única alternativa, era
intentar escapar, pero en el momento en que finalmente acumuló el valor
para moverse rápidamente hacia la puerta, un balazo dio contra la superficie
de madera, haciendo que ésta se tirara al suelo de forma dramática, ya que,
pensaba que la bala había impactado contra su cuerpo.
— ¿Acaso perdiste la cabeza, William? ¿Cómo eres capaz de asesinar a tu
propia esposa simplemente porque esos hombres te lo ordenan?
— ¿Crees que son los son hombres inofensivos? No tienes la menor idea de
lo que son capaces de hacerte esos sujetos si yo no acabo con tu vida de una
forma rápida. Te torturarán, y harán contigo cosas inimaginables,
posiblemente te violarán antes de que pierdas la conciencia. — Dijo
William con lágrimas en sus ojos.
— Y si esos hombres son tan peligrosos y tan terribles... ¿cómo demonios
terminaste vinculándote con ellos?
— ¿Sabes que me causa curiosidad, Emma? Es la primera vez que
hablamos tanto desde que nos casamos. Y paradójicamente, esta podría ser
nuestra última conversación. ¿No te parece hermosamente irónico?
Emma lloraba desconsoladamente, con la desesperación de una persona que
sabía que iba a morir, pero se aferraba a la idea de que su ejecutor se
arrepintiera en el último momento.
— He disparado contra la puerta simplemente por tener unos minutos más a
tu lado. Si tratas de escapar una vez más, te aseguro que la bala terminará
en tu cabeza. Este trabajo tengo que hacerlo, quizá no hoy, probablemente
mañana, pero tengo que terminar con tu vida, no puede haber testigos de lo
que está ocurriendo.
Emma simplemente podía pensar en su padre, se imaginaba que nunca más
la vería, y el dolor tan profundo que sufriría ese hombre al descubrir que su
única hija había muerto. Trató de persuadir a William Spooner, pero este,
simplemente estaba cegado ante la decisión que estaba impulsada por la
presión de aquellos hombres misteriosos con los que trabajaba.
— Tienes razón, William, yo estaba detrás de la puerta mientras ustedes
hablaban. Escuché y lo del tráfico de personas, también estoy al tanto de
que tú eres el líder de una mafia que juega con la vida de las personas a
cambio de dinero, sobre todo niños. Pero nunca haría nada que
comprometiera tu seguridad o tu libertad. ¿Por qué debes asesinarme?
— Ya te he dicho que no puede haber testigos, así que, es tu vida o la mía.
— ¡William, por favor, no me mates! Haré lo que quieras, pero por favor,
no me dispares. — Imploró la chica mientras se arrastraba directamente
hacia él para sujetarlo del tobillo.
William le colocó el cañón del arma sobre la frente, y cerró sus ojos
fuertemente mientras escuchaba los gritos desgarradores de Emma, quien
trataba de conseguir una segunda oportunidad de vida. De pronto, la
pólvora hizo su trabajo, una detonación se escuchó, pero Emma seguía con
vida. La bala había terminado en el suelo, perforando la delicada alfombra,
mientras la chica, e inclusive se había orinado de miedo.
— ¡No puedo hacerlo, no puedo matarte! Pero tampoco voy a entregarte a
esos hombres. Te amo demasiado como para hacer esto. ¡Perdóname,
Emma! No sé cómo puedo ser tan imbécil como para ponerte en esta
situación. — Dijo William mientras caía de rodillas a su lado.
Dejó caer el arma justo a un lado de ellos, y mientras la abrazaba, los ojos
de Emma fueron a dar directamente hacia aquel objeto que no sabía utilizar.
Pensaban que podía tomar el arma y amenazar a William, pero éste le había
dado la oportunidad de vivir, si fallaba, éste no dudaría ni un segundo en
utilizar el arma en su contra, así que, era una decisión peligrosa que debía
pensar muy bien, ya que, si se equivocaba, las consecuencias serían
mortales.
William la abrazó fuertemente, la rodeó con sus brazos, mientras esta
sollozaba de pánico, sin poder creer que aún seguía viviendo.
Emma descubrió como las cosas podían transformarse de forma
instantánea, apenas unas horas atrás, simplemente estaba tendida en su
cama tratando de dormir, y ahora se encontraba enfrentando una posible
muerte, debido a que había escuchado algunas palabras prohibidas.
Aquel abrazo se había prolongado más de la cuenta, William no tenía la
voluntad para soltarla, inclusive, había comenzado a besarla tiernamente en
la mejilla, mientras la chica, parecía muerta en vida. Ella no reaccionaba
ante los gestos de aquel hombre, el cual, parecía desesperado por tener algo
de afecto, pero William no recibió negativas, parecía que Emma estaba
totalmente bloqueada, y éste se aprovechó de la situación.
Generalmente, ella se mostraba esquiva, trataba de alejarse, pero ante el
trauma del momento, estaba inmóvil, paralizada, simplemente con su
mirada en el horizonte sin parpadear demasiado.
Sus labios estaban totalmente resecos, así que, William la tomó suavemente
del rostro y comenzó a besarla apasionadamente mientras sus húmedos
besos humectaban los labios quebradizos de la chica. Parecía que había
perdido la cabeza, William estaba entrando en una dinámica completamente
retorcida, ya que, había pasado de amenazar de muerte a Emma, a tratar de
seducirla.
Éste, le acarició los hombros desnudos, ya que, las pequeñas tiras del
camisón de la chica, permitían que algunas pequeñas pecas se viesen en su
espalda, algo que le fascinaba a William. Él abandonó sus labios para
besarle el cuello, y la solucionaba con fuerza, la mía su piel, y sus manos
comenzaron a rozarle los pezones antes de dirigirse hacia sus muslos.
Cuando trató de tocarla en la entrepierna, sintió la humedad de la orina que
había sido derramada por la chica, ya que, en una situación de pánico tan
extrema donde la muerte prácticamente había dejado salir su aliento en el
rostro de Emma, no había tenido control sobre su esfínter.
Pero aquello no fue importante para William Spooner, su mano se
humedeció con el fluido, pero llegó hacia el punto al cual nunca había
accedido nunca antes. Le tocó la vagina a Emma, quien parecía estar fuera
de su cuerpo, ya que, no reaccionó como en otras ocasiones.
La ventaja estaba a favor de William, el cual, continuaba besándola
apasionadamente y sus dedos frotaban el clítoris de la chica mientras ésta,
simplemente se trataba de entender qué era lo que estaba pasando, e
internalizaba la magnitud de la pesadilla que está viviendo.
— ¡Perdóname, querida! Perdóname por haberte llevado a esta situación.
¡Te amo tanto! Siempre te he deseado, pero todo va a ser diferente. Lo
prometo, resolver esto. — Decía William constantemente mientras besaba y
acariciaba el cuerpo de Emma.
Estaba totalmente ansioso, finalmente, había conseguido acceso a zonas del
cuerpo de la chica, que estaban completamente restringidas para él. Pero lo
que no entendía William, es que la chica no estaba dentro de sí, había
quedado en un estado de shock que este había aprovechado para poder tocar
partes que, en sus cinco sentidos, Emma nunca habría dejado que ni
siquiera rozara.
Este, apretaba sus pechos, le frotaba el clítoris, el cual, se encontraba
totalmente empapado debido a la humedad de la zona. Este hombre la llevó
directamente al suelo, la recostó sobre la alfombra, y mientras la chica
ladeaba su rostro mirando directamente hacia la pared, como si tuviese la
mirada perdida será nada, aquel hombre le separó las piernas, y le quitó
lentamente las bragas. Éste, tenía la polla tan dura, que apenas se bajó el
pantalón hasta la rodilla, su polla dio un salto, mostrándose imponente y
erecta como nunca antes.
Era el momento de la verdad, finalmente podría poseer a su mujer, se había
comprometido con ella con la intención de tenerla desde el primer día
después de que se casaron, pero todo había resultado totalmente diferente a
como lo había planeado William.
Aquellos delicados muslos se separaron, mostrando un coño rosado
exquisito y sin un solo vello que dañara aquella imagen tan exquisita. Besó
sus rodillas, y lentamente se fue direccionando hacia su coño, allí, aquel
hombre comenzó a chuparle levemente los labios vaginales, le introdujo la
lengua, humedeció la zona con su saliva, y se enfocó algunos minutos en su
clítoris.
Una parte de Emma quería reaccionar, pero la otra, simplemente le
mantenía paralizada como muerte, no sentía placer, no sentía satisfacción,
tampoco sentía rechazo, simplemente había quedado en un estado de
congelación que ni siquiera ella misma entendía. La confusión daba vueltas
en su cabeza, la mantenía como en un abismo oscuro donde no entendía
nada, parecía que la fantasía y la realidad se habían fusionado para darle
entrada a un trance de pesadilla del que no podía escapar.
Pero, aunque William estaba cegado, y estaba dispuesto hasta llegar a lo
último, finalmente, después de ver la falta de participación de Emma, se
quedó totalmente descolocado. Un poco de sentido común y razonamiento
llegó a su mente, y se dio cuenta de que lo que estaba haciendo no estaba
bien.
Tomó rápidamente las sábanas de la cama y las dejó caer sobre el cuerpo de
Emma, cubriéndola, y se quedó justo sobre ella, abrazándola mientras le
pedía perdón una y otra vez por lo que estaba haciendo.
— ¡Lo lamento, perdóname, Emma! Sé que esto no está bien. No pude
contenerme. Aunque no sé por qué te pido perdón, eres mi prometida,
maldición. Tengo derecho a tenerte, te he protegido, te he cuidado te he
dado todo lo que me has pedido, no deberían ser, así las cosas.
Emma seguía sin responder, así que, aquel hombre la tomó entre sus brazos
y la llevó para asearla. La dejó reposar en la tina, abrió la llave del agua
caliente, y frotó espalda con una suave esponja.
La chica, simplemente dejaba que este la tocara, hiciera con ella lo que
quisiera, ya que, había perdido por completo la voluntad. Después de que
Emma estuvo completamente limpia, le colocó un camisón y la llevó a la
cama. La puso en un lugar seguro, y éste, después de tomar una ducha, se
acostó a su lado llevando simplemente un pantaloncillo.
Era prácticamente imposible para William no acariciarse mientras
recordaba lo que había vivido aquella noche con la hermosa rubia que
descansaba azulado. Pero tampoco podía terminar de conseguir la paz
necesaria para descansar sabiendo que tenía que terminar un trabajo o
habría graves consecuencias.
Le había prometido aquellos hombres que él se aseguraría de silenciar a su
mujer, pero ellos habían sido muy específicos en aclararle que, si éste no lo
hacían los próximos días, ellos terminarían matándola a ella, a su padre, y
luego finalmente terminarían con la vida de William.
Después de pasar toda la noche en vela debido a que no había podido
conciliar el sueño, había dado con una solución definitiva. Para algo tenía
que haber servido quedarse despierto toda la noche, y cuando finalmente,
Emma salió de la cama, William la esperaba en el área de la cocina.
— Buenos días, querida... Necesito que hablemos.
Emma ni siquiera se había arreglado el cabello ese día. Llevaba uno de sus
grandes vestidos habituales, el cual, le hacía lucir un escote hermoso, pero
no se había dedicado al cuidado de su rostro o su cabello, parecía que estaba
totalmente desenfocada, y accedía a todas las órdenes de William, quien
estaba dispuesto a narrarle cuáles eran sus planes.
— ¿Sigues sin querer hablarme? Sé qué te ocurre, Emma. Pero sé cómo
vamos a salir de esto. Creo que podríamos llevar a cabo un secuestro falso
para desaparecerte. Así, podría quitarte del alcance de la mafia, y eso,
aseguraría tu vida, y garantizaría mi seguridad.
Al escuchar eso, Emma pareció volver en sí, ya que, William ya no estaba
pensando de manera egoísta, y, de hecho, estaba pensando en la propia
seguridad de la chica. Ante lo que, desvió su mirada perdida del horizonte
directamente hacia el rostro de William, como si el alma le hubiese vuelto
al cuerpo.
— ¡Pensé que tu obligación era asesinarme! ¿Hablas en serio? ¿Realmente
quieres protegerme?
— ¿Acaso dudas de que te amo? Has sido tú quien me ha mostrado frialdad
todo este tiempo, Emma. He tenido que lidiar con la vergüenza de no poder
satisfacer a mi propia mujer, pero, aun así, te he proporcionado todo. El
error no lo cometí yo, fuiste tú quien violó la confidencialidad de esa
reunión, lamento que todo haya salido así.
— ¿Dejarás que me vaya? ¿Realmente me permitirás abandonar Londres?
— Dijo Emma con cierta emoción.
— Podrás abandonar la ciudad o el país solo bajo mis condiciones. Podría
enviarte a Italia o España, pero bajo los cuidados de algunos hombres de
confianza. Es la única manera que he ideado para poder despistar a la mafia.
— De alguna u otra forma me tendrás prisionera... No podré ser libre, no
podré continuar con mi vida. ¿Qué sentido tiene esto?
— Sobrevivirás... Y eso es mucho qué decir cuando se trata de problemas
con la mafia. Ellos no dejan cabos sueltos, querida. Ellos matan, eliminan y
desaparecen a cualquier factor de riesgo, así que, creo que no tenemos
demasiadas opciones. Solo decide, ¿quieres un balazo ahora mismo, o tratar
de tener una vida normal en otro lugar, pero bajo mi sombra?
Ella no estaba de acuerdo, pero no tenía más remedio que acceder a los
planes de William Spooner.
Éste, le había explicado que ella debía salir del banco cuando finalmente el
plan estuviese listo. Cuando llegó al coche, la iban a abordar cuatro sujetos,
porque no tenía luz del día, a la vista de todos, ante lo que, ella debía
resistirse, gritar y luchar para que todo se evidenciaran lo ocurrido.
Nada podía salir mal, aquellos hombres no debían hacerle daño, y cuando
se la llevaran, públicamente William reportaría el secuestro y la
desaparición, se le adjudicaría a algún ajuste de cuentas o quizá alguien que
lo estaba extorsionando, ante lo que, la mafia desviaría la atención de
aquello, y el trabajo estaría terminado.
Aunque tenía muchas dudas dentro de su corazón y su mente, Emma
aceptó, y a cambio de esto, William intentó nuevamente obtener acceso a
ella. Esta, ahora consciente de lo que estaba pasando en su entorno, y con
una esperanza de seguir viviendo, dejó que éste se acercara, pero cuando
sintió los labios de William besándola, sintió un repudio tan fuerte, que no
pudo evitar empujarlo.
— Lo siento, William. Simplemente no puedo, es algo que no puedo
controlar.
— ¡Pero anoche me dejaste tocarte!
— Sabrás que no era yo quien estaba allí. No estaba dentro de mí. Ni
siquiera recuerdo todo lo que pasó. — Dijo Emma.
En ese instante, William enfureció, lanzó al suelo absolutamente todo lo que
había a su alrededor, y lleno de una ira tremenda, desenfundó su arma para
descargarla en contra de Emma, pero esta, no se mostró temerosa. Ya estaba
resignada a que su futuro estaba controlado por agentes externos y ya ella
no tenía ningún tipo de participación.
William Spooner decidiría por ella, su padre ya había controlado parte de su
vida, y si no era ninguno de ellos dos, entonces sería la mafia la que
terminaría decidiendo cuál sería su futuro. Pero William no era capaz de
hacerle daño a Emma, y ante la incapacidad de matarla, salió furioso de la
residencia.
Era temprano en la mañana, pero este, no se dirigió al banco, como era de
costumbre. Decidió refugiarse en un bar que se mantenía abierto las 24
horas. Desde allí, había comenzado a ingerir whisky puro, por lo que,
cuando se hizo de noche, ya estaba totalmente ebrio y desecho.
El fluido amarillento, había contaminado su cuerpo, se desplazaba por su
torrente sanguíneo, convirtiéndose en un ser totalmente inestable, y el cual,
no tenía control sobre sus acciones. De hecho, había terminado en una pelea
en el callejón trasero al bar, donde le habían dado una golpiza tremenda,
terminando con tres costillas rotas.
Un hombre que lo vio en aquel estado tan deplorable, le ofreció ayuda, y, de
hecho, lo había llevado al hospital. William no podía mantener la boca
cerrada, era la primera vez que se emborrachaba de una manera tan extrema
y completamente solo, no estaba bajo los cuidados de nadie, no le había
dicho a absolutamente nadie ni dónde estaba ni cuando regresaría, ante lo
que, Emma había visto una mínima posibilidad de escapar.
Quiso visitar a su padre para contarle todo lo que estaba pasando, pero era
innecesario seguir involucrando a más personas, ya que, mientras más se
involucraran en ese asunto, más riesgo habría.
Solo debía esperar a que William apareciera nuevamente como ya lo había
hecho en otras oportunidades, posiblemente le pediría perdón y llevarían a
cabo el plan para desaparecerla bajo aquel secuestro fingido.
William habló con aquel joven extraño de absolutamente todo lo que lo
acongojada pero que no era relevante. Le contó sobre su falsa matrimonio,
de su vínculo con la mafia y hasta el secuestro fingido que se llevaría a
cabo.
Aquel hombre simplemente pensó que William divagaba, así que, se
presentó ante él como Steven, y fue un alma samaritana que lo llevó
directamente hacia el hospital. Después de dejarlo allí, William nunca más
supo sobre Steven, y, de hecho, había pensado que se trataba de un ángel.
Su recuperación fue rápida, y la mafia, le hacía algunas visitas a William en
el hospital, presionándolo para que entregara a su esposa, o de lo contrario
lo harían de una manera bastante hostil. William mostraba renuente, y
aseguraba que haría las cosas a su tiempo. Así que, la mafia, en honor al
tiempo que habían trabajado juntos, le habían dado tiempo para que se
recuperara y él mismo terminar el trabajo.
Cuando William pudo volver al banco, no perdieron tiempo para ejecutar el
plan que habían ideado, era tiempo de fingir el secuestro, y William se
había puesto en contacto con algunas amistades, quienes habían prestado su
ayuda, esa era la ventaja de que le debieran algunos favores. La tarde de
aquel día martes, había ofrecido un sol radiante, un cielo azul despejado,
óptimo para que todo saliera a la perfección.
El coche estaba fuera esperando por Emma, ella debía salir del banco y
tratara de abordarlo, pero cuando ésta llegó a la ubicación indicada, se
suponía que todo saldría Como efectivamente ocurrió. Aunque ella tendría
un destino diferente. Aquel joven llamado Steven no había sido cualquier
hombre, desde ese momento William había sido vigilado, y aquel chico que
supuestamente lo había ayudado a llegar al hospital, simplemente era un
informante.
Éste se había encargado de dar información directa a James, el líder de la
mafia contraria, quien estaba al tanto de cada movimiento de su adversario.
James Logan era tan poderoso como William, con la única diferencia de que
siempre había sido más discretos. Se exponía poco, y, de hecho, casi nadie
conocía su rostro.
Sabía solamente todo de William, y sobre todo de ese matrimonio ficticio
que había montado. Aunque Emma no sabía quién era James, este sí sabía
muy bien quién era ella, y, de hecho, la había deseado mucho desde que le
había conocido en un evento social, sin que ésta supiera quién era.
Solo fue un rápido cruce de miradas durante menos de un par de segundos,
una sonrisa cortés, y nunca más lo había visto. Aquella interacción había
sido más que suficiente para que James quedara completamente flechado,
intoxicado con el poder de seducción y conquista de Emma, algo que era
completamente involuntario.
Desde el momento en que James había conocido a la chica, siempre había
esperado una oportunidad para poder conquistarla, pero los códigos de la
mafia no le habían permitido acercarse a la mujer de un contrario. El hecho
de que Emma descubriera aquella conversación con algunos de sus
hombres, la había expuesto, así que, no había sido casualidad que la mafia
contraria le pidiera a William a la chica como pago o que este la asesinara.
Sabía muy bien que William no tendría el valor para jalar el gatillo en
contra de su prometida, así que, posiblemente la entregaría. La presión
constante, y la manipulación, había surtido efecto.
El plan de William Spooner era inteligente, pero no fue lo suficiente el
médico y cauteloso, y, de hecho, ni siquiera recordaba haberle contado todo
a nadie durante aquella noche de borrachera. Para él, todo había sido
guardado en profundo secreto que solo los involucrados conocían.
Cuando Emma salió del banco aquella tarde de martes, pensó que esto se
desarrollaría según el plan de su prometido, a quien no amaba, pero a quien
le tenía algo de respeto todavía. Emma se dirigió hacia el coche que la
esperaba, pero en ese momento, esta fue interceptada por tres hombres, los
cuales, colocaron una toalla en su rostro con una especie de sustancia que le
adormeció inmediatamente.
Para ella, fue imposible luchar como había sido planeado, no pudo gritar, y
rápidamente fue llevada directamente hacia un coche donde fue trasladada a
un lugar desconocido. Hasta ese punto, todo había sido como inicialmente
se planeó, todo había sido perfecto si no hubiese llegado sólo unos minutos
más tarde el coche correcto que secuestraría a Emma.
Aquellos hombres esperaron constantemente a las afueras del banco hasta
que uno de ellos se desesperó y entró. Pidió reunirse rápidamente con
William Spooner, ya que, era urgente. Cuando estos dos hombres se
encontraron frente a frente, conversaron acerca de lo que había pasado
fuera, se suponía que Emma debía ser secuestrada por aquel grupo de
hombres, pero en lugar de ello, había caído en las manos de los hombres de
James Logan, el líder de la mafia contraria, quien había jugado un paso
adelante.
— ¿Cómo que no está con ustedes?
— Esperamos la señal, señor Spooner. La chica nunca llegó.
— No, no… Esto no está bien… Mueve todos tus contactos. Tenemos que
recuperar a Emma hoy mismo. Maldición… — Dijo William mientras
golpeaba la pared. Era un hombre muy impulsivo.
3
Emma Paige despertó con el tobillo atado a un billete de metal, el cual,
parecía más apretado de lo necesario. Apenas y había espacio entre la piel y
el metal, pero esta, no le dio demasiada importancia y se puso de pie,
tratando de avanzar para poder medir la distancia que podía separarse de la
cama.
Apenas pudo moverse un poco más de 1 metro, ante lo que, no tenía
demasiado rango de maniobrabilidad, no podía hacer nada, simplemente
tenderse en la cama y permanecer allí hasta que alguien apareciera.
Había ventanas en la habitación, pero claramente estaban cerradas con rejas
de acero. Estérilmente, trató de gritar, pero su voz aguda, y la debilidad que
había en su cuerpo, no iba a dar demasiados resultados en su situación, ante
lo que, fácilmente comenzó a caer en la desesperación. Jalaba fuertemente
con las manos el anillo que mantenía fija la cadena que la mantenía
prisionera, pero el acero estaba muy bien reforzado, y no había forma de
que pudiese liberarse.
El único modo de poder liberarla, era liberando la cerradura que mantenía el
grillete cerrado, y eso no lo iba a poder lograr con sus propios dedos.
Muchas ideas pasaron por la mente de Emma en ese momento, inclusive, la
idea de romperse el tobillo para poder sacar aquel trozo de metal que la
mantenía inmovilizada, pero no tenía demasiada tolerancia al dolor, y si se
liberaba, con un pie lastimado, no llegaría demasiado lejos.
Nada garantizaba que la puerta estaba abierta, nadie podría confirmarle que,
al acercarse la ventana, tendría una mayor posibilidad de que la escuchara.
Emma estaba en una situación realmente complicada, y lo único que podía
hacer era esperar, pero era difícil ser paciente en una condición como esa.
No tenía más opción que hacer uso de la única herramienta disponible hasta
el momento, su garganta, así que, tenía que utilizar toda su energía para que
alguien la escuchara y se apiadara de ella. Sus constantes gritos, cada vez se
escuchaban con más debilidad, ya que, aunque utilizaba toda la fuerza de
sus pulmones, absolutamente nadie se acercaba. Aquellos gritos se fueron
fusionando con un sonido de llanto, y después de al menos una hora de
intentos fallidos de llamar la atención de alguien, ya estaba sumamente
agotada.
Esperaba 10 minutos descansando en la cama, y cuando tenía un poco de
energía, comenzaba a gritar nuevamente, pero cada vez, sus súplicas eran
más tenues, ya que, la energía no le iba a durar para siempre. Sentía la
garganta seca, áspera, no había bebido agua, no recordaba desde cuándo,
pero la resequedad en su boca, la necesidad de beber algún tipo de líquido,
la estaba consumiendo.
Habían transcurrido tres horas desde el momento en que había despertado, y
absolutamente nadie se había acercado a la habitación, ni siquiera
escuchaba un solo ruido alrededor, la habitación parecía estar insonorizada,
totalmente hermética, ante lo que, Emma entendió que quizá el espesor de
aquella puerta era mucho más grueso del que ella imaginaba.
Se preguntaba si las paredes estaban hechas del material habitual, o quizá
estaban reforzadas para evitar que alguien escuchara sus gritos. No tenía la
menor idea de porqué la tenían atada, y desconoce que ha caído en las
manos equivocadas, ya que, en los planes de William han salido de forma
diferente.
Pero cuando ya había perdido las esperanzas, cuando ya no tenía una sola
gota de energía que le permitiera moverse, Emma escuchó un sonido
particular proveniente de la puerta. Era el sonido metálico de un objeto
entrando en la cerradura, una llave, la cual, giraba para mover el cerrojo, el
cual mantenía la puerta cerrada.
Cuando finalmente aquella puerta de color gris plomo se abrió, el rechinar
de las bisagras dio a entender que el objeto era realmente pesado. Un
hombre entró con un arma, rápidamente la apuntó, y sin ser demasiado
gentil, se dirigió a ella.
— No hagas nada estúpido. No dudaré en disparar, esa es la orden que
tengo. Mantente tranquila y serena, es la hora de cenar y el jefe te espera.
— Dijo aquel sujeto de casi 2 m de altura y la cabeza completamente
rapada.
Tenía un acento extraño, por lo que, era de esperarse que no era de la
ciudad, probablemente había aprendido el idioma algunos años atrás, pero
Emma no le dio demasiada importancia, y cuando se le indicó que era la
hora de cenar, su estómago crujió vorazmente, ya que, realmente tenía
hambre.
En ese momento, recordó que necesitaba alimentarse, y entendió que al
menos había algo de piedad en aquellos sujetos que le habían capturado.
Cuando tuviese la oportunidad, le diría William lo mal que le habían tratado
y éste se encargaría de darles una lección, no era lo que ella esperaba
cuando había planeado aquel secuestro falso, pero seguía sin entender que
todo había salido de una manera distinta.
Aquel hombre liberó el grillete, utilizó una llave pequeña para abrir aquel
objeto, y en ese momento, Emma sintió unas ganas increíbles de salir
corriendo, pero el sujeto había sido muy claro con ella, si hacía algo
estúpido, le iba a disparar.
El temor la inhabilitó, la convirtió en alguien insegura, sumisa, ajustándose
simplemente a los deseos de un sujeto que era completamente desconocido
para ella. La llevó directamente hacía una gran mesa, donde un hombre
muy distinguido la esperaba. Éste, ni siquiera le dedicó una mirada, parecía
demasiado concentrado en que todo saliera bien en el orden de la mesa,
todo debía ser puesto en el lugar adecuado, era muy meticuloso.
— Aquí está la señorita Emma, tal como me lo indicó, señor. — Dijo el
sujeto de cabeza rapada.
— Muy bien Gabriel, puedes retirarte.
Aquel hombre de cabello rubio, alto, se puso de pie y sonrió de una manera
bastante agradable, tratando de proyectar algo de confianza a Emma, quien,
en ese momento, estaba más aterrada que cualquier cosa.
— ¡Y no sé dónde tengo mis modales! Siéntate, permíteme acomodarte la
silla. — Dijo James mientras se movía rápidamente hacia la chica, la cual,
pudo detallar su traje, era un distinguido traje hecho a la medida, y desde su
calzado hasta su peinado, era totalmente perfecto.
— ¿Quién eres? ¿Trabajas para William?
James Logan simplemente no respondió, la ayudó a sentarse, y ésta
observaba todos los manjares tratando de controlar el instinto de saltar
sobre aquellas delicias para alimentarse. Su apetito la estaba consumiendo,
así que, sería un verdadero reto mantenerse con los modales que habían sido
inculcados desde siempre, ya que, lo único que quería era tomar todo con
las manos y comer arrebatadamente.
James se sentó justo frente a ella, quería admirarla, disfrutar de su
compañía, pero esta, parecía estar enfocada únicamente en los alimentos, y
era de esperarse, ya que, no había comido nada en largas horas.
— Puedes comer si lo deseas. No necesitas mi autorización para hacerlo.
Mientras te sirves, te contaré un poco sobre quién soy. — Dijo James,
mientras colocaba algunas frutas cerca de la chica.
Había arroz, carne de cerdo, papas al vapor, algunas hortalizas muy frescas
picadas en trozos, y Emma no sabía por dónde empezar. Lo primero que
llamó su atención fue la deliciosa carne rosada, ante lo que, tomó un
cuchillo y cortar un pedazo.
En ese momento, se dio cuenta de que podía utilizar ese cuchillo para
defenderse, pero recuerdo que eran hombres peligrosos y armados, además,
William tenía todo bajo control, o al menos así debía ser, pero pronto Emma
descubriría que había caído en las manos equivocadas.
— Soy James Logan, y es un verdadero placer para mí estar aquí contigo.
No tienes la menor idea de quién soy, pero déjame presentarme como líder
de la mafia contraria a la que lidera William, tu prometido o lo que sea que
sean ustedes. Sé todo sobre su relación, así que, sabrás a qué me refiero.
Las mejillas de Emma se sonrojaron, y en ese momento, dejó de masticar.
Yo directamente a los ojos a James, y éste, la miraba con complicidad, este,
tenía una personalidad oscura, un poco retorcida, parecía alegrarse del
sufrimiento de los demás, era un criminal, y evidentemente tenía que tener
un esquema de personalidad bastante inhumano, pero la chica, notó cierta
burla en su entonación para hablar.
— ¿Dices que eres de la mafia contraria? Pensé que los hombres que
contrataría serían personas de confianza. Se supone que este secuestro era
fingido para despistar a sus enemigos. ¿En manos de quién estoy? —
Preguntó la confundida Emma.
— Aunque parecía un plan infalible y a prueba de errores, tu querido
William, no es tan preciso y minucioso como yo. Cometieron un grave
error, jugué de forma más astuta, y logré atraparte antes de que te
desaparecieran.
Aquellas palabras comenzaban a aclarar el panorama de la chica, quien
ahora entendía que no estaba precisamente en poder de quien ella aspiraba.
Nada tenían que ver con William Spooner, y, de hecho, eran los mismos que
le habían prometido la muerte a su pareja.
De manera instantánea, el apetito desapareció, un vacío en su estómago, y
un escalofrío recorrió toda su espalda, sus manos comenzaron a sudar, un
temblor involuntario recorrió desde sus tobillos hasta sus muslos, y lo único
que quería, era ir al baño.
— Sería posible poder ir al baño en este momento. Si no es mucha molestia.
— Dijo Emma de una forma muy educada y con una voz casi
imperceptible.
— Claro, no tienes ni que decirlo. Llamaré a Gabriel para que te acompañe.
— Dijo James antes de hacer el llamado a su hombre de confianza.
La chica fue escoltada nuevamente por aquel hombre fuertemente armado y
con grandes músculos, y aparte de vaciar su vejiga, tendría algo de tiempo
para poder procesar la información que le había sido suministrada.
No era fácil poder asimilar algo como eso, ya que, estaba en grave peligro,
en las manos de un verdadero asesino, mientras que el plan de William
había salido completamente adverso a lo que ellos imaginaban.
James era un hombre elegante, educado, y a pesar de ser un asesino
desalmado, había sido tierno y educado con la chica. No podía tratarla con
demasiados beneficios, ya que, era su prisionera y tenía que sembrar el
miedo y el respeto a la autoridad, por eso, le había colocado a que el
grillete.
James Logan no se sentía orgulloso de tratar a la mujer que lo descolocaba,
la mujer que lo fascinaba de esa manera, pero era de los métodos que
conocía. Era de padres rusos, pero había nacido en Inglaterra, sus padres se
habían movilizado hacia este país antes de que este naciera, inclusive, su
madre estaba embarazada durante el largo viaje.
Se había convertido después de un largo proceso, en el líder de la mafia de
contrabando de licor, un negocio bastante lucrativo y que constantemente
había sido codiciado por muchos. Esto le había generado una gran cantidad
de enemigos, el cual, inevitablemente, había tenido que mancharse las
manos de sangre para poder quitar de en medio a todos los obstáculos que
se habían pasado en su camino hacia el control total de las operaciones.
Contrabandear con licor, era totalmente ilegal, y las autoridades iban tras él
durante mucho tiempo, hasta que finalmente había llegado a un acuerdo, y
la corrupción había comenzado a gestarse en aquella sociedad victoriana.
Pero, aunque James Logan de alguna u otra manera era intocable, no era
demasiado confiado, ni siquiera su sombra realmente le proporcionaba
seguridad, así que, se movía con mucha precaución y no hacía demasiado
ruido en Londres para que no dirigieran su atención hacia él.
Pero, aunque el negocio de licor era bastante lucrativo e interesante, James
había estado involucrándose en otras operaciones en Europa. Esto, lo llevó
a realizar tratos y conexiones con otras mafias, y así, su poder se fue
haciendo mucho más masivo y las operaciones empezaron a desarrollarse
de manera más efectiva.
Emma Paige había tenido tiempo de procesar la respuesta de este sujeto
cuando le preguntó si era amigo de William, el hecho de que le dijera que
era miembro de la mafia contraria, era una especie de advertencia a la chica,
ante lo que, no debía cometer ningún error.
La chica no tardó demasiado en el baño, y cuando regresó, el apetito de
alguna u otra manera había comenzado aparecer brutalmente, ante lo que,
comió con mucho esmero todos los manjares que habían sido colocados en
la mesa especialmente para aquella cena especial.
No hablaron demasiado durante la comida, James no quería abrumarla,
simplemente disfrutaba de su compañía, ella sentía el peso de la mirada de
aquellos ojos azules que la recorrían de arriba abajo, pero ella simplemente
se concentraba en la comida, ya que, aunque la intimidaba aquella mirada
invasiva, ella solo querías hacer su apetito, ya que, no sabía cuándo volvería
a alimentarse.
— Creo que ya has comido demasiado, vas a sufrir una indigestión si sigues
comiendo así. Creo que será mejor que vayas a asearte y descanses. — Dijo
James mientras limpiaba su boca con un pañuelo blanco.
— No, por favor, no vuelvas a encerrarme. Prometo comportarme, de
hecho, no he hecho nada malo, he estado tranquila, ni siquiera te he
molestado. Por favor, no vuelvas a ponerme ese grillete... — Dijo la chica
tratando de generar un poco de lástima.
— No es necesario que hagas drama. Sabes muy bien en las condiciones
que estás en este lugar. Ve a asearte, luego descansa, mañana será otro día.
— Dijo James.
Había una gran diferencia entre una sugerencia y una orden, y aquello,
había sido un mandato, evidentemente, le había dado una orden a Gabriel
con su rostro, y éste, la tomó sin problema de los brazos, y la acompañó
directamente hacia el cuarto de baño.
Emma entendió que no serviría demasiado seguir implorando, así que, miró
con un odio tremendo a James, quien era un hombre realmente atractivo y
apuesto, muy elegante y con decisiones claras, imponente, muy misterioso,
pero que no le había dado una sola oportunidad de la chica de ser
escuchada.
Fue escoltada hasta el cuarto de baño, y Gabriel trató de desnudarla, pero
ella que se zafó de sus manos, y le dijo que podía sola. Gabriel respetó su
privacidad y salió del cuarto de baño, cerrando la puerta de un tirón, algo
que, por primera vez, y su sentir a Emma como que había ganado al menos
una batalla.
Se desnudó completamente y entró suavemente a la tina, la cual, ya había
sido llenada con agua caliente. Estuvo allí relajándose durante al menos
media hora, pero cuando pensó que se estaba desconectando de la realidad,
volvió nuevamente a ese entorno hostil en el que se encontraba. Fuertes
golpes en la puerta la hicieron despertar.
— En 10 minutos deberás salir, si no estás lista entraré sin importar si estás
cubierta o no.
Emma simplemente miró a su alrededor, se preguntaba si había alguna
forma de escapar, pero no encontraba una posibilidad decente. Cuando
finalmente salió del agua, Gabriel le proporcionó algunas ropas nuevas. No
sabía realmente lo que estaba pasando y cuál sería su destino, no tenía la
menor idea cuál era el objetivo que tenía James Logan al retenerla en aquel
lugar, pero hasta el momento no lo había pasado tan mal.
Cuando se le proporcionaron las vestiduras, Gabriel se quedó frente a ella,
pero esta, por pudor, no quiso desvestirse, así que, le pidió nuevamente al
sujeto que saliera. Esto le dio tiempo de procesar nueva información, ya
que, al acercarse la ventana, se dio cuenta de que esta estaba desbloqueada.
Pudo abrirla, pero se encontraba a más de 15 m de altura, y, de hecho, la
residencia estaba muy bien vigilada hacia los alrededores, así que, aunque
lograra salir, alguien la atraparía y la llevaría de nuevo hacia el interior de
aquella gran mansión, la cual, parecía un castillo medieval. Sin demasiadas
opciones, Emma se resignó a vestirse y seguir de forma obediente las
instrucciones que le eran proporcionadas, ya que, si no generaba problemas,
posiblemente la dejarían ir pronto.
Aquello era más Una ilusión que le servía para darse un poco de ánimos
que una Posibilidad, ya que, ante las condiciones que se habían generado,
ella estaba en la desventaja más marcada. Fue llevada de nuevo a la misma
habitación, pero no quería ser amarrada de nuevo, y aunque trataba de cero
obediente y no dar problemas, ese espíritu guerrero que habitaba en su
interior, la estaba manejando.
— Por favor, Gabriel. No me pongas el grillete, mira este lugar, está
completamente cerrado, no podía escapar de aquí, aunque quisiera. No me
pongas eso, prometo no moverme de la cama. — Dijo Emma mientras se
ponía de rodillas.
Nunca se había humillado tanto, la chica, sentía que su espíritu se estaba
quebrando en pedazos, y que realmente, estaban logrando el objetivo de
hacerla sentir como una sumisa.
— Son decisiones que no tomo yo. Así que, el grillete debe ir en su lugar.
No es una alternativa. — Respondió Gabriel con un acento muy marcado.
— No, por favor, te lo ruego. — Dijo Emma mientras alejaba el pie de
aquel hombre que trataba de sujetarla.
Como pudo, Emma se puso de pie, corrió alejándose de Gabriel, pero este,
sin demasiada paciencia y con una fuerza bruta, la tomó del cabello, y
mientras forcejeaban, Emma tropezó y golpeó con su cabeza el borde de la
cama, quedando inconsciente instantáneamente. Gabriel entró en pánico, ya
que, se imaginó que la chica había muerto.
Pero en ese momento, se inclinó para tomarle el pulso, le colocó dos dedos
en su cuello, y sintió el palpitar. Solo había quedado inconsciente por el
fuerte golpe, pero todo el escándalo que se había formado en aquel lugar,
había llamado la atención de James, quien se encontraba por los
alrededores.
— Escuché mucho ruido, ¿qué demonios está pasando aquí? — Dijo James
mientras entraba a la habitación.
— Nada, Señor. Es solo un pequeño percance. — Dijo Gabriel con terror en
su mirada. Había cometido un error garrafal.
Cuando James vio a este hombre tratando de despertar a la chica, algo muy
malévolo se adueñó de él, ya que, había pedido explícitamente que no se le
colocara una mano encima a la chica para maltratarla. En ese momento,
James se inclinó y le quitó el arma de la cintura a Gabriel, dándole un
disparo en el cabeza, matándolo instantáneamente.
Sin demasiada piedad, lo apartó con los pies, era su hombre de confianza,
su matón más letal, pero poco le había importado, de ese tamaño, era el
interés que se había desarrollado hacia Emma.
El mismo se encargó de ella, la tomó en sus brazos y, de hecho, no la llevó a
la cama de esa habitación, sino que, la llevó a una habitación con una cama
mucho más amplia, más ventilación y con comodidades mucho más
destacadas. El golpe que recibió Emma en la cabeza no generó sangrado,
pero si fue lo suficientemente fuerte como para dejar una leve contusión.
Ella había quedado profundamente dormida y ni siquiera había escuchado
el disparo que se había generado a unos cuantos centímetros de ella, disparo
que había matado a Gabriel, el cual, había sido la primera víctima de la
furia de James vinculada a la chica.
James era un hombre alto y estilizado, con músculos definidos, una espalda
ancha, adornada con algunos tatuajes en sus brazos, en la parte alta de su
espalda, cerca del cuello, algunos tatuajes adicionales en los laterales de su
cuello, pero sobre todo lo que más lo distinguía era la cicatriz que tenía en
la frente, justo sobre su ceja derecha, donde le había rozado una bala
durante un enfrentamiento, y afortunadamente no había muerto.
Muchos habían comenzado a contar historias acerca de James que tenía un
pacto con la muerte y que nadie podía asesinarlo, ya que, muchos habían
disparado en su contra, tenía muchas cicatrices, heridas, inclusive, lo habían
apuñalado en un par de ocasiones y éste seguía tan fuerte e imbatible,
inclusive más peligroso que antes. No había tenido una vida fácil, fue
abusado por sus hermanos mayores, quienes se burlaban de él por ser
pequeño y delgado.
La diferencia de edad entre James y el resto de sus hermanos era bastante
significativa, inclusive, se le decía que él había sido un “error”. La presión
de sus hermanos, y los constantes abusos obligándolo a ocuparse de los
asuntos de la casa de manera injusta, lo llevaron a escapar de su casa un día,
y fue acogido en una casa hogar con tan solo ocho años de edad. Aquel niño
asumió un nuevo nombre, se hizo llamar James Logan desde ese día,
aunque su nombre de pila, era otro totalmente diferente y ni siquiera
deseaba recordarlo.
Trato de desligarse de su vida traumática, pero parecía que la vida dura
estaba persiguiéndolo constantemente, recordándole que no había nacido
para ser feliz. Toda la esencia tampoco fue fácil, pensaba que todo sería
mejor en aquella casa hogar, pero, de hecho, fue mucho más duro.
Tuvo que lidiar con los maltratos de uno de sus tutores, y adicionalmente,
era encerrado periódicamente en una habitación durante largas horas sin
comer y con un olor nauseabundo que emanaba de las letrinas.
Éstas eran las consecuencias de no acceder a las órdenes de uno de los
sacerdotes que lideraban el lugar. Este era invitado, y a veces, casi obligado
a ir a la habitación de aquel sacerdote, pero el chico, siempre terminaba
escabulléndose, pero en lugar de satisfacer lo que fuera que buscaba aquel
hombre, terminaba recibiendo fuertes golpizas o encierros interminables en
aquel lugar que le generaba unas ganas de vomitar tremendas.
Fueron tiempos Difíciles para James, pero la violencia contenida que había
acumulado a lo largo de los años, poco a poco fue forjando esa personalidad
criminal que, en el futuro, le serviría para ser respetado y temido.
Él mismo con sus manos había ejecutado a un líder menor de una banda
local, cuando trataron de robarle el único objeto valioso que había
conservado de su pasado. Había sido el reloj de oro de su abuelo, el cual,
tomó cuando escapó de casa.
Sabía que necesitaría algún elemento, algún objeto valioso que cambiaría
por algunos florines en su momento, pero en lugar de esto, lo guardo como
un vínculo con su vida anterior, ya que, su nueva etapa, parecía estar
dándole tantos golpes como su vida pasada.
A veces imaginaba que regresaba a su antigua familia, quizá con un poco
más experiencia y listo para defenderse, pero no tenía el valor para eso,
James nunca fue un chico de doblegar su orgullo, era aguerrido y se
resignaba a aceptar las consecuencias de sus decisiones.
Había un apego muy marcado con aquel reloj de oro, pero cuando trataron
de arrebatárselo en una calle cercana a la casa hogar, cerca de las 6:00 de la
tarde de un día jueves, éste vio nacer su verdadera naturaleza.
James tenía 19 años de edad cuando caminaba por aquella calle, cuando lo
abordaron seis sujetos, los cuales, no superaban los 22 años de edad cada
uno. Hubo empujones, amenazas, algunos salones, y el reloj de oro cayó al
suelo.
Siempre lo llevaba consigo para evitar que alguien revisara su habitación en
la casa hogar y terminara quitándoselo sin saber cuál sería el destino de
aquel objeto.
Cuando el objeto cayó al suelo, el líder de aquel grupo de malandrines,
tomó el objeto, y la furia despertó en el interior de James como si se tratara
de un volcán en erupción. Les había pedido a aquellos jovencitos que le
regresaron el reloj de una manera bastante educada, casi inocente y un poco
traviesa, ya que, pensaba que eran solo juegos, pero cuando vio que
simplemente lo robarían tontamente, una barra de metal que estaba a unos
cuantos metros de distancia, fue la única solución que vio.
— Por favor, regresen mi Reloj. Es muy valioso para mí. Haré cualquier
trabajo para ustedes si así lo desean, pero no me quitan el reloj.
— Si no quieres que te fracturemos los tobillos, será mejor que sigas tu
camino, chico. Tu reloj ahora nos pertenece. — Dijo Fabián Archer, el líder
de aquel grupo de matones De poca monta.
El grupo de jóvenes le dio la espalda James, el cual había sido un error
garrafal, ya que, descuidar a una bestia herida, era sumamente estúpido.
James camino en dirección contraria a los chicos, quienes lo miraron de
reojo verificando que este hubiese desistido de su intención de rescatar su
objeto tan preciado. Pero James caminó directamente hacia la barra de
metal.
La tomó entre sus pequeñas manos de joven adolescente, y corrió
rápidamente hacia el líder de aquel grupo. El primer golpe que asestó lo
confundió, el segundo, le abrió una herida en la sien, el tercero, fue
directamente hacia el pómulo derecho, para el cuarto golpe, ya el chico
estaba totalmente inconsciente.
Pero esto no evitó que James siguiese golpeando brutalmente,
desfigurándole por completo el rostro aquel chico, mientras el resto de sus
compañeros trataban de evitarlo. Pero James lanzaba golpes y ataques con
su barra de metal, sabiendo que, si bajaba la guardia, sería víctima de algo
atroz.
Uno de los valientes, quiso acercarse a él para detenerlo, pero este, como un
lince y, rápido e inesperado, lo golpeó con la barra de metal ensangrentada
Directamente en la garganta. Le cortó la respiración instantáneamente y el
chico se desplomó, mientras los otros se dejaban aterrados, mirando con
ojos de incredulidad la fuerza bruta que había emanado de aquel chico.
Después de ver que había controlado la situación y que aquellos chicos no
le harían absolutamente nada, James se inclinó y tomó su reloj. Lo guardó
en su bolsillo, y dejó caer la barra de metal en el suelo.
— A partir de este momento, soy el nuevo líder de esta banda. Me pondrán
al día de qué es lo que hacen, y cualquiera que se atreva a renegar mi
autoridad, sufrirá el mismo destino que este miserable. — Dijo James.
Los chicos estaban asustados, habían visto como uno de ellos había sido
asesinado frente a ellos, mientras otros, aún se retorcía del dolor tratando de
normalizar su respiración. Desde ese día, James se convirtió en el líder de
aquella banda de maleantes, los cuales, se habían dedicado a robos
menores.
No volvió a la casa hogar, se alojaba en una residencia junto aquel grupo de
malandrines, junto a los cuales, cometía delitos a diario para poder hacer
dinero y acceder a un estilo de vida mucho más independiente.
Eran robos menores, crímenes pequeños, pero su poder se fue haciendo más
extenso conforme crecía, y su oportunidad de controlar las operaciones en
Londres, se fueron haciendo más fuertes. Consiguió codearse con grandes
traficantes de licor, gradualmente, se fue ganando la confianza de ellos
hasta que murió el Capo local.
Éste, antes de caer, había asignado a James Logan como el nuevo líder, una
oportunidad a la que pocos podían acceder, pero la cual, había sido recibida
con todo el honor, y había tenido un desempeño espectacular. Con el paso
de los años, había tenido algunos tratos con William Spooner, ya que, para
los trabajos requería de personas indocumentadas y desgraciados que no
tenían nada que perder.
Pero lo cierto es que nunca le había agradado la personalidad arrogante y
prepotente de William, así que, cuando tuvo la oportunidad, comenzó a
desestabilizarle la vida, quería quitarlo de en medio, y si podía, le
arrebataría el negocio y a su mujer. Llevó a Emma a una habitación más
cómoda y la dejó descansar. La herida no fue muy grave, y cuando
despertó, solo tenía un fuerte dolor superficial en la cabeza. Había dormido
al menos 14 horas, por lo que, su cuerpo estaba realmente pesado.
Cuando se asomó la ventana, vio un jardín muy hermoso, con campos
verdes en el horizonte, inclusive podía respirar el olor al pasto fresco, algo
que pocas veces había experimentado. Supo instantáneamente que no estaba
en Londres, el lugar era mágico, así que, volvió a la cama para aclarar su
mente, pues estaba muy confundida. Frente a ella, en una silla, vio un
vestido rojo muy elegante, y junto a él había una nota.
— “Nos vemos al atardecer en el muelle. Lleva puesto el vestido. Mis
hombres te indicarán cómo llegar. Creo que iniciamos de la manera
incorrecta. James”.
La chica no tenía demasiadas opciones, así que, accedió. Cuando se
encontraron, ella fue llevada al muelle que daba a un lago no muy grande, y
un bote los esperaba. En el interior, había una decoración espectacular muy
romántica, con inútil iluminación de candelabros preciosos, los cuales,
permitía ver una mesa muy bien elaborada. Adicionalmente, había un trío
de violines y chelos que amenizó la noche, era un momento mágico, James
se las había arreglado para estimular varios sentidos de la chica.
Emma descubrió parte de lo que era realmente James, pues éste, se dedicó a
mostrarle un ángulo completamente distinto. Éste no tuvo problemas en
revelarle toda la verdad sobre quién era, se había abierto como un libro,
siendo totalmente genuino, sin ningún tipo de temor a mostrar quién era
ante una mujer tan espectacular.
Después de una larga conversación y una cena deliciosa, James le había
pedido a Emma un baile, esta, después de haber ingerido un poco más de
licor del que debía permitirse, no pudo oponerse.
Bailaron, sus manos entrelazaron, sus cuerpos estuvieran juntos, por
primera vez, hubo un contacto físico que no incomodó a Emma, ya que, ya
no estaba amenazada por él, se sentía cómoda, y casi se había empezado,
pero James, en el último momento, había evitado el beso, ya que, sabía que
había influencia de licor en aquella situación.
La había tratado con respeto, o al menos aquella noche. La acompañó a su
habitación y ella estaba muy extrañada al ver que aquel hombre la había
tratado como una verdadera dama. Sentía algo muy extraño por aquel
hombre de ojos grandes y de gran estatura, era guapo, tierno, pero con una
personalidad temible.
Aquella noche había sido bastante interesante, pero también había generado
mucha confusión en la mente de Emma, quien, al ser dejada en aquella
habitación, se desplomó en la cama como una adolescente llena de ilusión,
pues James, le había mostrado un aspecto totalmente diferente a lo que ella
esperaba. Fue una noche distinta a todo lo que había vivido. Mientras tanto,
William y la buscaba incansablemente, pero una nota sin remitente, llegó
una tarde bajo a la puerta de su residencia.
— “¿Quieres saber quién tiene a tu esposa? Quiero 500 florines esta tarde
en el contenedor de basura de Queen’s Park. Cuando los reciba tendrás más
información”.
Era lo más cercano a una pista que había recibido, así que, no sabía
realmente si se trataba de una estafa. Pero William accedió. Al fin de
cuentas, 500 florines solo eran una pequeñez para él, así que, decidió
entregar el dinero en el lugar indicado. Esa noche, después de hacer la
entrega, solo recibió una nota con el nombre de James Logan.
4
Eran aproximadamente las 3:00 de la mañana, hora en la que la mayoría de
las personas deberían estar durmiendo, todo debería estar en calma, y donde
el sueño debería ser más profundo. Pero hubo algo que perturbó la
tranquilidad de Emma Paige, que ya había pasado algunos días residenciada
en aquella mansión, tratando de lidiar con todos aquellos pensamientos
confusos que tenían como combustible principal la sensación que había
comenzado a despertar hacia James Logan.
Este hombre se había dedicado a tratar a la chica con cortesía, con mucha
delicadeza, y aunque sabía que detrás de él había un hombre que había
tomado decisiones realmente nefastas, sabía que mientras estuviese cerca de
él, absolutamente nadie le haría daño ni nada le pasaría.
De hecho, había dejado de extrañar su vida previa al momento en que había
conocido a James, ya que, éste se había convertido en un proveedor de
seguridad como la que nunca antes le había sido proporcionada.
Una explosión masiva se escuchó en la lejanía, Pero no había sido
realmente el ruido lo que le había despertado, sino la vibración, ya que, no
se trataba de una explosión cualquiera. Lo que fuese que había detonado,
había generado que las ventanas se estremecieran de una manera tan
agresiva, que el sonido había hecho que los ojos de Emma se abrieran
instantáneamente en medio de la noche.
Era la primera vez que escuchaba algo similar, así que, rápidamente se puso
de pie y caminó hacia la ventana. Al abrirla, siguió escuchando algunas
detonaciones un poco más leves en la lejanía, y algunos destellos de luz
evidenciaban que algo grave estaba pasando, así que, debía estar alerta.
Hasta ese momento, la vida de Emma Paige siempre había sido muy
sencilla, nunca había estado involucrada en ningún conflicto armado,
siempre había tenido una vida llena de lujos y calma, rodeada de la alta
sociedad londinense, pero ahora, estaba involucrada en una dinámica de
mafiosos y criminales, algo que le había cambiado por completo su
perspectiva y significado de la vida.
Aquellos destellos eran simple evidencia de que algunos disparos se estaban
llevando a cabo, y los sonidos llegaban con retardo, ya que, primero veía la
iluminación destellante, y de pronto se escuchaba el pequeño eco en la
distancia.
Sabía que James era peligroso, estaba involucrado en temas muy delicados
y posiblemente tenía enemigos, pero lo último que se le pasaría por la
mente a Emma, era el hecho de que aquella confrontación que se estaba
llevando a cabo frente a sus ojos en la distancia, era generada directamente
por ella. William Spooner habían movilizado sus fuerzas criminales.
Emma desconocía cuáles eran los procedimientos que se llevaban a cabo
entre las mafias, no sabía cómo funcionaba, mucho menos sobre los
protocolos, y aunque había tratado de hacer algunas preguntas para que
James Logan la iluminara acerca de cómo funcionaban las cosas, este
trataba de mantenerla al margen de todo lo que ocurría, ya que, para él, la
principal misión, era ofrecerle tranquilidad y paz.
Pero en ese contexto, era difícil conseguir esa calma que ni siquiera él
mismo sabía cómo adquirir, ya que, no dormía bien durante las noches, y
cuando apenas lograba conciliar el sueño, tenía algunas imágenes muy
grotescas en su mente, ya que, la vida de James había sido realmente
traumática.
Pero todo lo que había cambiado en la vida de Emma después de conocer la
verdadera vida de William y ser secuestrada por James, no había sido del
todo negativo, ya que, aunque vivía en el encierro, estaba en un lugar muy
hermoso donde podía ir a pasear por los jardines y paisajes naturales.
Siempre era escoltada, vigilada, pero con una libertad diferente a la que
había tenido antes. Su padre había decidido por ella, William la había
controlado en todo momento, manteniéndola en una vida superficial en la
cual, básicamente no le proveían acceso a una realidad total de cómo era el
mundo.
Ella había accedido a estar junto a William simplemente por conveniencia,
pero no por dinero, sino por poder acceder a otra perspectiva del mundo que
su propio padre no era capaz de proporcionarle.
Se convertiría oficialmente en la esposa de William en una boda pública en
la que caminaría vestida de blanco hacia el altar, ante la vista de todos los
que serían testigos de un amor falso inexistente, el cual, simplemente existía
en la imaginación de William.
Emma era virgen, su cuerpo solo había sido acariciado, estimulado, pero no
había tenido a ningún hombre dentro de ella, ni siquiera William, con quien
había compartido tres años de relación sin ningún tipo de fruto.
Tenía que valorar el hecho de que William la tenía que amar realmente, ya
que, difícilmente un hombre bajo las condiciones que había vivido este
caballero, podría soportar las limitaciones que habían sido impuestas por
Emma.
Su belleza, su ternura, su picardía y la energía que emanaba de ella, hacía
que cualquiera se doblegara ante sus encantos, pero William, había sido
prácticamente castigado con la indiferencia, ya que, no era capaz de tener el
cuerpo de la mujer que le había prometido que se convertiría en su esposa.
En todas las oportunidades en que Emma había estado a punto de entregarle
su cuerpo a William Spooner, había experimentado nerviosismo, algo que
era habitual, pero lo que no era normal, era el repudio que experimentaba
hacia los besos y la piel de William.
Esto era completamente diferente a lo que sentía por James, el cual, en
ocasiones, le acariciaba la mano, rozaba su rostro de forma delicada, la
tocaba con precisión, trazando una estrategia minuciosa que iba doblegando
la voluntad de Emma.
Esta, sin saberlo, iba siendo seducida por un hombre que prácticamente se
le metió en la mente y en el corazón sin que ésta se diera cuenta.
Tenía que aceptar que pensaba mucho en él en sus tiempos de soledad, una
que otra vez, fantaseó con la idea de besarlo, pero James había mantenido la
distancia, la respetaba demasiado como para violar las distancias que habían
sido establecidas.
Para él, ella era sagrada, pero cada vez se hacía más complicado resistirse
ante la perfección de aquella rubia, la cual, era su tesoro más preciado.
Aunque William y James eran criminales de envergadura similares, tenían
esquemas de personalidad totalmente distintos, y, de hecho, era difícil
pensar que un hombre como James tuviese un punto débil tan evidente
como Emma.
Sería capaz de dejar todo su poder, su dinero, su dominación en la ciudad de
Londres, el control de las actividades vinculadas al tráfico de licor
simplemente por obtener un amor genuino de Emma Paige, pero sabe que
eso es sumamente difícil.
El mafioso siempre había sido un conquistador nato, siempre sabía cómo
obtener a la mujer que quería, pero con Emma no había actuado de una
manera tan agresiva, no era tan directo, solo trataba de hacerle ver que
había sentimientos en su interior y que no era un monstruo.
Era una estrategia totalmente diferente a la que había venido aplicando con
otras de sus amantes, pero Emma no era cualquier cosa, para él, era única,
especial, irremplazable e inigualable. James sentía miedo de apegarse
demasiado a la chica, sabía que no le pertenecía, no podía tratarla como un
objeto más, no podía considerarse su dueño, mucho menos podía tratarla
como si fuese ganado que iba directamente hacia donde él deseaba.
Quería ofrecerle la libertad a Emma de decidir a dónde ir y con quien
permanecer, pero sentía miedo. Pero antes de que James pudiese tomar una
decisión, los acontecimientos cambiaron radicalmente, ya que, William
había hecho uso de todos sus contactos y los informantes para poder
rastrear el paradero de James Logan.
Mientras la chica se ve consumida por la expectativa y la Incertidumbre,
James entro rápidamente corriendo a su habitación, solo llevando puesto su
pantalón y su torso desnudo, y llevando un arma en la mano.
— Tenemos que salir ahora mismo de aquí. Tengo que llevarte a un lugar
seguro. Estamos bajo ataque. — Dijo James, mientras extendía su mano
para tomar la de Emma.
Tuvo que tomarse algunos segundos para poder procesar la imagen que se
mostró frente a ella. Generalmente, James era muy recatado, nunca lo había
visto mostrarse así casi desnudo frente a ella, y observar aquel pecho
fornido, su cuerpo cubierto de tatuajes, y a un hombre totalmente decidido y
despiadado, despertó en ella un ardiente deseo que fue difícil de disimular.
— ¿Bajo ataque de quién? ¿Vamos a morir?
—Si vienes conmigo no te pasará nada malo. ¿Confías en mí, Emma?
No fue necesario que la chica respondiera, simplemente extendió su mano
para tomar la del caballero, quien la guio rápidamente mientras mantenía su
mirada tan aguda como la de un águila. No podían encender las luces, ya
que, revelarían su posición, pero James conocía el lugar muy bien, así que,
no fue un problema para el desplazarse con facilidad en la oscuridad.
— Mantente agachada, no levantes la cabeza, y bajo ninguna circunstancia
te detengas. Sigue caminando detrás de mí.
— Vamos a estar bien, prometo que nada malo va a ocurrirte. — Dijo James
mientras seguía avanzando. Hablaba con un tono de voz bajo, pero ella
entendía perfectamente.
No tenía opciones para ver lo que pasaba delante de ella. Todo estaba muy
oscuro, y solo era guiada por James, quien la sujetaba firmemente de la
mano. La chica solo avanzaba por donde él la guiada, y frecuentemente, le
daba algunas indicaciones para que tuviese cuidado donde pisar y cuando
había algún obstáculo que tuviese que evadir. Mientras avanzaban, llegaron
a una escalera, comenzaron a descender, después de que James cerrara una
puerta metálica.
Bajaron unos cuantos metros, aquello parecía ser un sótano, y luego
comenzó el desplazamiento por unos angostos pasillos, los cuales, apenas
permitían que pasaran los cuerpos de estos dos personajes. Así se
movilizaron durante al menos 15 minutos, y la sensación de encierro, había
comenzado a desesperar a Emma.
— Espera, estoy muy agitada. Siento que no puedo respirar. Me falta el aire.
Creo que debemos detenernos un momento. — Dijo Emma mientras
hiperventilaba.
— No, es imposible detenernos en este punto. Efectivamente, en este lugar,
el oxígeno es mínimo, así que, tienes que controlar tu respiración, y
Respirar de la forma más calmada posible, ya que es, aún falta un poco para
avanzar.
Emma se puso muy nerviosa, y parecía que sus piernas no respondían, ya
que, aunque trataba de avanzar, no pudo hacerlo. En ese momento, la
tensión que se generaba, fue resuelta instantáneamente por una
demostración de confianza y seguridad proporcionada por James, quien la
tomó fuertemente de la mano se acercó a ella, y tras sujetar su rostro de una
forma suave, le dio un beso apasionado que la dejó sin aliento.
— Lo que siento por ti va más allá de la cordura, Emma. Te amo, he
aprendido a Marte en este corto tiempo como nadie en este universo va a
Marte. Confía en mí y avancemos, te prometo que todo va a estar bien. —
Dijo James de una manera susurrante y convincente.
La chica simplemente sintió como todo su cuerpo se calentó, fue un ardor
que le recorrió desde la punta de los dedos de sus pies hasta la parte trasera
de su cabeza. Sus ojos dejaron salir un par de lágrimas, lo que no supo si
era por el miedo o por la alegría de haber recibido finalmente el beso que
tanto había esperado de James.
Ambos habían avanzado, ya que el beso parecía haber sido una dosis de
energía y adrenalina proporcionada a la chica, la cual, despejó todas sus
dudas y siguió avanzando. Mientras caminaban, llegaron finalmente a una
escalera, comenzando a ascender hasta llegar a una especie de cabaña que
funcionaba como búnker.
Estaba muy bien camuflada, cubierta entre el follaje natural, con una
ventana que sobresalía que permitía visualizar hacia la casa principal, así
decidir qué hacer, ya que, podrían volver cuando todo pasara o quedarse allí
hasta que fuese correcto. Aquella cabaña había sido construida por orden de
James Logan, la cual, combinaba el aspecto de un búnker con una pequeña
ventana sobresaliente que se disimulaba muy bien en la distancia durante el
día, y en la noche era imposible de identificar.
Esto les permitía ver lo que ocurría en la casa principal, donde se veían
grandes destellos de explosiones y disparos. Habían sido atacados por los
hombres de William, quien había utilizado todo su arsenal para rescatar a
Emma, el amor de su vida. Pero a pesar de que todo aquello se estaba
llevando a cabo por la intención de recuperar a su amor, Emma se dio
cuenta por primera vez que no quería regresar a esa antigua vida que
conocía.
Se preocupó, y aquello, fue una revelación para ella, ya que, en otras
condiciones, se hubiese sentido feliz al saber que personas conocidas para
ella como William Spooner o su padre, habían hecho lo posible para
rescatarla.
Pero no parecía demasiado atractivo para ella, tener que regresar a su
antigua vida, una vida de encierro y manipulación, donde otros tomaban
decisiones por ella, como si simplemente se tratara de una muñeca de trapo
que no tenía ningún tipo de criterio o sentido común.
— ¿Estás asustada? — Preguntó James.
— Pensarás que estoy loca, pero la verdad es que no tengo miedo. Por
favor, no me dejes ir. Nunca me había sentido tan libre, aunque
paradójicamente, soy una especie de rehén para ti.
— Me gustas mucho, te he tratado como una princesa, y aunque sé que las
cosas iniciaron mal, he tratado de hacer tu estadía en este lugar lo más
cómoda y tranquila.
— Me siento segura a tu lado, James. Hagas lo que hagas, no me dejes ir. Y
si ves una oportunidad, dispárame y quítame la vida tú mismo si ellos
logran atraparme.
— No digas eso, Emma. Saldremos de esto, ese malnacido atacó a traición.
No estábamos preparados para esto. Muchos de mis hombres caerán, pero
yo cobraré venganza.
William había llegado con muchos coches cargados de hombres
fuertemente armados. La defensa no estaba habilitada a esas horas para
poder resistir un ataque tan repentino. Ni siquiera sabía cómo los habían
encontrado, pero era de imaginarse que algunos informantes habían vendido
su voluntad a cambio de grandes sumas de dinero, ya que, si algo le sobraba
a William, era el poder financiero.
Podía comprar voluntades, y quebrantar lealtad y acceder a la información
necesaria que le fuera útil. Pero para James no era una preocupación que los
encontraran, pues en el búnker estarían a salvo, y no había forma de que
realmente los ubicaron en ese sitio. Cuando pasó la primera fase de ataque,
William revisó todo el lugar y aunque he encontrado rastros de Emma, no la
encontró a ella.
Supo que había llegado tarde y que seguramente había escapado, ante lo
que, se dejó consumir por la frustración y ante la locura, golpeado
brutalmente una mesa de hierro con el pie. Se lastimó tan grave, que tuvo
que ser ayudado por uno de sus hombres para volver caminando a uno de
los coches antes de marcharse. Al ver como los vehículos abandonaban la
propiedad, Emma y James respiraron finalmente al ver que había un poco
de calma.
Fueron los únicos sobrevivientes del lugar, ya que, habían interrogado
minuciosamente a absolutamente todos los presentes, pero estos, al no
poder dar respuestas, fueron ejecutados en el lugar.
La residencia privada de James, se había convertido en la escena de una
masacre, ya que, desde los empleados de servicio hasta los matones que
habían sido contratados para cuidarlo, habían sido asesinados y dejados allí
como si se tratara de animales.
Pasaron al menos tres días allí encerrados, tenían alimento y agua, tenían
que despistar, ya que, no tenía la menor idea de si habían dejado algunos
hombres ocultos de la propiedad para vigilar.
Pero aquel encierro, no solo había sido con la intención de protegerse,
también había sido una oportunidad para conocerse, ya que, nunca habían
estado tanto tiempo cerca. En el lugar había poca ventilación, y las altas
temperaturas se acumulaban en su interior.
Esto hacía que fuese muy sencillo deshacerse de las ropas para mantener un
poco de frescura. Esto, los iba a provocar, ya que, con sus pieles sudadas,
cubiertas de aquel ruido brillante, cegados por el deseo y tentados por la
carne, fácilmente iban a sucumbir ante la lujuria.
Mientras Emma observaba por la ventana, contemplando aquel poco de
libertad que se le proporcionaba a través de aquella ventana cuadrada,
James la observaba a ella. Disfrutaba mucho de contemplar a la chica, la
cual, se mostraba de forma natural, sin maquillaje, sin peinados abombados,
sin aquellos grandes vestidos que ocultaban sus curvas.
La chica, se había quedado en un camisón ligero, el mismo que llevaba la
noche en que dormía y fue despertada por la explosión. Los ojos de James
recorrían su espalda, la cual estaba desnuda, el escote trasero, llegaba casi
hasta la mitad de su espalda, así que, podía ver aquellas delicadas pecas que
adornaban hermosa mente su piel. Este, sentía como se le hacía agua la
boca ante la necesidad de poder besarla, pero algo lo detenía.
Trataba de acumular toda la voluntad necesaria para poder mantener las
distancias, ya que, no quería presionar a Emma, mientras ella, moría porque
él tomará finalmente la iniciativa. Pero esta estaba inocente en ese momento
de que los ojos de James la miraban Con un apetito descomunal.
Ella simplemente miraba a través de la ventana, pero sorpresivamente,
sintió como las manos de James se posaron sobre su cintura, y
automáticamente, experimentó la presión de un bulto entre sus glúteos.
Aquel hombre, había finalmente roto con sus propios esquemas y se había
desnudado por completo.
Cuando le abrazó, su cuerpo no tenía una sola prenda de ropa, y sus manos
firmes, se posaron sobre su cintura. No hubo palabras, simplemente la chica
dejó salir un suspiro nervioso, mientras este, le apartaba sus cabellos
amarillos para besarla suavemente en el cuello.
— Sé muy bien que ningún hombre ha tenido la fortuna de poder tener tu
cuerpo. Si me lo permites, seré yo quien conquiste tu geografía, tu
anatomía, te cubriré de besos, te acariciaré de las maneras más tiernas y
estimulantes que puedas imaginar. Te haré llegar a unos niveles de placer
desconocidos para ti. Marcaré tu carne con la mía, y nunca podrás
olvidarme, Emma. — Dijo James mientras le susurraba al oído.
En los labios de la hermosa rubia Se dibujó una sonrisa. Los hermosos
dientes blancos quedaron expuestos, y sus ojos se cerraron. Ella colocó sus
manos sobre las de James, y en ese momento, dejó que este avanzara.
Las manos de este sujeto se ubicaron sobre los senos de la chica, y esta,
sintió como los escalofríos erizaban su piel, era una sensación agradable,
estimulante, llena de adrenalina y emoción, y sentir como le tocaba las
tetas, la hizo estremecer.
La polla se endurecía, ejercía cada vez más presión en sus glúteos, y James
no perdió tiempo para subirle aquel camisón para sacarlos sobre su cabeza.
Finalmente vio su cuerpo desnudo, Emma era absolutamente perfecta,
simétrica, sin una imperfección en toda su anatomía, ante lo que, dejó que
sus dedos acariciaran desde sus senos hasta eso tomen, y rozo suavemente
sus muslos.
Se sintió tentado a meterle una mano entre las piernas, acariciarle el genital,
pero quería que todo llegara naturalmente. Ella fue quien se paró sus
piernas, fue ella quien se fue entregando poco a poco, y al darse vuelta y
encontrarse con aquel miembro duro e imponente frente a ella, no dudó en
tomarlo entre sus manos y comenzar a masajearlo sin demasiada
experiencia, pero de una forma muy excitante.
No dejaba de mirar fijamente a los ojos de James, quien fue quien tomó la
iniciativa de colocarle la mano en el rostro y propinarle un beso tan húmedo
y estimulante, que ella sintió que su coño se empapó instantáneamente. Ella
seguía frotándole la polla, lo estimulaba para ponerlo tan duro como fuese
posible, mientras James le acariciaba la espalda y seguía besando sus labios.
Los juegos de su lengua eran traviesos, mientras ella trataba de hacer algo
similar, ya que, nunca había sido besada con tanta pasión. Tenía que entrar
en una dinámica de imitación, ya que, no quería pasar como una chica
inexperta y fría, así que, todo lo que hacía James Logan, ella trataba de
emularlo para mantener una interacción constante y recíproca.
Después de besarla durante al menos 10 minutos, James le dio la vuelta, la
apoyó contra la pared, y se ubicó justo detrás de ella. Con su pene, le frotó
la línea que separaba sus nalgas, y la chica, sintió un cosquilleo que le
atravesaba la espalda, era como si cientos de miles de hormigas caminaban
sobre la superficie de su piel, era una experiencia muy agradable y
satisfactoria la cual, disfrutó cada segundo, ya que, era la primera vez que
un hombre la penetraría.
La polla de James estaba húmeda, los fluidos pre seminales,
inevitablemente comenzaron a emanar, y esto ayudaba a que la fricción
entre la piel de la chica y la polla del caballero, fuese mucho menor.
Se deslizaba con facilidad, y era precisamente esto lo que estaba buscando
el experimentado amante, el cual, cuando pudo palpar la lubricación natural
en el interior de Emma, y supo que él también estaba totalmente húmedo,
decidió entrar lentamente en ella. Las piernas de la chica se debilitaron, casi
se desploma en el suelo, ya que, experimentó un placer y una satisfacción
indescriptible, la cual, la hizo gemir.
La primera entrada fue de al menos 2 cm, pero no tardó demasiado en
metérsela Todas. Había que tener una gran voluntad inquebrantable para
poder resistir esos juegos demasiado tiempo.
Emma también estaba ansiosa, la cual, experimentó algo de dolor en un
inicio, estaba inmóvil, petrificada, ya que, no sabía realmente que esperar.
Pero cuando sintió todo aquel trozo de carne en su interior, supo que podía
manejarlo, así que, sus movimientos comenzaron de una forma tímida, pero
rápidamente fue involucrándose más y más, haciendo que James se sintiera
muy satisfecho y conforme con los resultados que estaba arrojando aquel
encuentro.
En un inicio, el caballero pensó que todo sería parte de Una especie de
adiestramiento, ya que, sabiendo cuál era la experiencia casi nula de Emma,
tenía que ser muy cuidadoso con cada uno de los movimientos, posiciones y
estímulos que seleccionaba. Pero la chica estaba constantemente presta a los
nuevos conocimientos, y no había nada más satisfactorio que haber caído en
las manos de un hombre que sabía tratarla como si se tratara de pétalos de
rosa.
Era una experiencia mágica, en la cual, no podía negar que había pensado
muchas veces, pero era difícil poder controlar sus temores, ya que, estaba
aterrada, pero los besos de James, sirvieron como un analgésico para
calmarla, haciendo que ésta finalmente entrara en una dinámica mucho más
natural y entregada.
Le encantaba sentir como la lengua de James recorría desde su vientre hasta
sus pechos, la función leve que se hacía mucho más intensa con el pasar de
los segundos son sus pezones, la manera en que mordía como si quisiera
alimentarse de su carne, besándola apasionadamente con unos besos tan
húmedos, que los fluidos se intercambiaban con facilidad.
A Emma nunca le habían practicado sexo oral, o al menos no consciente,
así que, disfrutar de como la lengua de este hombre se había espacio entre
sus labios vaginales y la penetraban alimentándose de sus espesos jugos, le
hacía delirar.
Tenía que tomar sus ropas para morderlas y evitar gritar
descontroladamente, ya que, aquello era un placer tan avasallante, que le
hacía perder el control total de su racionalidad. Su parte favorita fue cuando
James se sentó en una silla, un objeto de madera hecho a mano con patas
muy sólidas que resistiría a ambos. Éste la tomó de la cintura y la colocó
sobre sus muslos.
Le tomó los pechos con firmeza, y los apretó, masajeándolos de una manera
estimulante, mientras le daba lamidas alternadas ambos. Ella, sujetó la polla
con sus dos manos y comenzó a frotarla, lo hacía con delicadeza, ya que, no
sabía realmente si podía lastimar a su compañero, pero este, le había dicho
que no se sintiera cohibida por nada, así que, ella lo hizo más rápido, y a
medida que la intensidad subía, ella recibía una retribución mucho más
deliciosa, ya que, hacía que James se descontrolara casi totalmente,
convirtiéndolo en un semental deseoso de placer.
La masturbación duró unos pocos minutos, ya que, éste no aguantó
demasiado y decidió levantarla para insertarse en ella. Emma apenas tocaba
con los dedos de sus pies el suelo, pero esto les permitía mantener el control
de los movimientos de sus piernas y las penetraciones podían ser mucho
más llevaderas.
Le encantaba sentirlo todo en su interior, pero experimentaba un cierto
dolor, apenas estaba acostumbrándose a tener aquel gran trozo de polla
dentro de ella estimulándola, abriéndose paso entre sus paredes vaginales,
así que, la metía toda, la sacaba hasta la mitad, y seguían penetraciones
leves mientras volvía a recomponerse. Aquella dinámica duró algunos
minutos, pero ya James no resistía. Su coño era tan ajustado y cálido, que
pronto le sacaría hasta la última gota de leche.
— Si sigues moviéndote de esa manera, vas a hacer que me corra dentro de
ti.
— ¿Y qué te lo impide? Hazlo, quiero que esta experiencia sea total, no te
límites.
Aquello fue como si las puertas del cielo se abrieran para James, ya que,
tenía acceso absoluto a la chica.
Por sus manos sobre sus nalgas, y comenzó a embestirla con mucha
velocidad. Para ella, fue un incremento rápido de nivel, ya que, no esperaba
tal muestra de devoción y deseo. Aquel hombre era apasionado, decidido,
no dudaba en sus movimientos, así que, cuando estuvo cerca del orgasmo,
ella también experimentó una descarga eléctrica corriéndose al mismo
tiempo que su hombre.
Cuando sintió como la polla de James palpitaba en su interior expulsando
importantes descargas de semen en su coño, la chica simplemente se
retorció, sus muslos sufrían espasmos, su vientre se contraía
involuntariamente, mientras sus uñas se incrustaban en la piel de este
hombre, el cual, se había enterrado en sus pechos mientras acababa. Ambos
tardaron en recuperarse, ya que, había sido un orgasmo enérgico, salvaje,
muy agresivo, pero delicioso.
Así, los días pasaban de una forma maravillosa para Emma y James,
quienes cada día encontraban una forma de demostrarse el deseo que tenían,
las cosas fueron empeorándose para William, a quien se le infectó la herida
tan mal, que debían amputarle el pie.
Antes de darle aquella patada a la silla de hierro, debió haber pensado mejor
las cosas, ya que, se había fracturado el pulgar y el dedo medio del pie
derecho, y la herida fue tan grave, que pronto la infección no pudo ser
tratada con las medicinas del momento.
Sería muy estúpido para William simplemente recurrir al médico para que
se le tratara una herida tan ridícula, así que, simplemente esperó a que el
dolor cesara, pero la infección cada vez se hacía más poderosa, y cuando ya
el pie prácticamente estaba inservible, la infección comenzó a extenderse
rápidamente por la pierna. Cuando William decidió que sí requería atención
médica, ya era demasiado tarde.
Este hombre había muerto 20 días después de la lesión, y con su muerte, ya
no había absolutamente nadie que estuviese persiguiendo a la pareja para
robarles la paz. Ellos después de varios días de encierro en aquel búnker,
habían conseguido escapar a Worth Matravers, hasta el día en que habían
recibido una carta en la que se les informaba que Emma ya no era
perseguida por William, ya que, este había muerto.
En ese momento, James podía volver a liderar la mafia de Londres, pero la
vida en aquel lugar era sencilla, y había conseguido el entorno y la paz que
nunca había tenido. Esto le había dado la posibilidad de ver una vida
diferente a la que nunca se le hubiese ocurrido soñar, ya que, parecía
imposible.
Emma y James se casaron en una capilla pequeña y sencilla, y al cabo de
tres meses, esta chica salió embarazada. James se dedicó a la pesca a tiempo
completo, y ella tendría una vida simple pero llena de una tranquilidad
inigualable junto a un hombre que la adoraba.
Era una Felicidad incuantificable, ya que, sabía que tenía a su lado un
hombre que podía dejar hasta su propia vida en el pasado si este era el
precio para hacerla feliz a ella.
“Bonus Track”
— Preview de “La Mujer Trofeo” —

Capítulo 1
Cuando era adolescente no me imaginé que mi vida sería así, eso por
descontado.
Mi madre, que es una crack, me metió en la cabeza desde niña que
tenía que ser independiente y hacer lo que yo quisiera. “Estudia lo que
quieras, aprende a valerte por ti misma y nunca mires atrás, Belén”, me
decía.
Mis abuelos, a los que no llegué a conocer hasta que eran muy
viejitos, fueron siempre muy estrictos con ella. En estos casos, lo más
normal es que la chavala salga por donde menos te lo esperas, así que
siguiendo esa lógica mi madre apareció a los dieciocho con un bombo de
padre desconocido y la echaron de casa.
Del bombo, por si no te lo imaginabas, salí yo. Y así, durante la
mayor parte de mi vida seguí el consejo de mi madre para vivir igual que
ella había vivido: libre, independiente… y pobre como una rata.
Aceleramos la película, nos saltamos unas cuantas escenas y
aparezco en una tumbona blanca junto a una piscina más grande que la casa
en la que me crie. Llevo puestas gafas de sol de Dolce & Gabana, un bikini
exclusivo de Carolina Herrera y, a pesar de que no han sonado todavía las
doce del mediodía, me estoy tomando el medio gin-tonic que me ha
preparado el servicio.
Pese al ligero regusto amargo que me deja en la boca, cada sorbo me
sabe a triunfo. Un triunfo que no he alcanzado gracias a mi trabajo (a ver
cómo se hace una rica siendo psicóloga cuando el empleo mejor pagado que
he tenido ha sido en el Mercadona), pero que no por ello es menos
meritorio.
Sí, he pegado un braguetazo.
Sí, soy una esposa trofeo.
Y no, no me arrepiento de ello. Ni lo más mínimo.
Mi madre no está demasiado orgullosa de mí. Supongo que habría
preferido que siguiera escaldándome las manos de lavaplatos en un
restaurante, o las rodillas como fregona en una empresa de limpieza que
hacía malabarismos con mi contrato para pagarme lo menos posible y tener
la capacidad de echarme sin que pudiese decir esta boca es mía.
Si habéis escuchado lo primero que he dicho, sabréis por qué. Mi
madre cree que una mujer no debería buscar un esposo (o esposa, que es
muy moderna) que la mantenga. A pesar de todo, mi infancia y
adolescencia fueron estupendas, y ella se dejó los cuernos para que yo fuese
a la universidad. “¿Por qué has tenido que optar por el camino fácil,
Belén?”, me dijo desolada cuando le expliqué el arreglo.
Pues porque estaba hasta el moño, por eso. Hasta el moño de
esforzarme y que no diera frutos, de pelearme con el mundo para encontrar
el pequeño espacio en el que se me permitiera ser feliz. Hasta el moño de
seguir convenciones sociales, buscar el amor, creer en el mérito del trabajo,
ser una mujer diez y actuar siempre como si la siguiente generación de
chicas jóvenes fuese a tenerme a mí como ejemplo.
Porque la vida está para vivirla, y si encuentras un atajo… Bueno,
pues habrá que ver a dónde conduce, ¿no? Con todo, mi madre debería estar
orgullosa de una cosa. Aunque el arreglo haya sido más bien decimonónico,
he llegado hasta aquí de la manera más racional, práctica y moderna
posible.
Estoy bebiendo un trago del gin-tonic cuando veo aparecer a Vanessa
Schumacher al otro lado de la piscina. Los hielos tintinean cuando los dejo
a la sombra de la tumbona. Viene con un vestido de noche largo y con los
zapatos de tacón en la mano. Al menos se ha dado una ducha y el pelo largo
y rubio le gotea sobre los hombros. Parece como si no se esperase
encontrarme aquí.
Tímida, levanta la mirada y sonríe. Hace un gesto de saludo con la
mano libre y yo la imito. No hemos hablado mucho, pero me cae bien, así
que le indico que se acerque. Si se acaba de despertar, seguro que tiene
hambre.
Vanessa cruza el espacio que nos separa franqueando la piscina. Deja
los zapatos en el suelo antes de sentarse en la tumbona que le señalo. Está
algo inquieta, pero siempre he sido cordial con ella, así que no tarda en
obedecer y relajarse.
—¿Quieres desayunar algo? –pregunto mientras se sienta en la
tumbona con un crujido.
—Vale –dice con un leve acento alemán. Tiene unos ojos grises muy
bonitos que hacen que su rostro resplandezca. Es joven; debe de rondar los
veintipocos y le ha sabido sacar todo el jugo a su tipazo germánico. La he
visto posando en portadas de revistas de moda y corazón desde antes de que
yo misma apareciera. De cerca, sorprende su aparente candidez. Cualquiera
diría que es una mujer casada y curtida en este mundo de apariencias.
Le pido a una de las mujeres del servicio que le traiga el desayuno a
Vanessa. Aparece con una bandeja de platos variados mientras Vanessa y yo
hablamos del tiempo, de la playa y de la fiesta en la que estuvo anoche.
Cuando le da el primer mordisco a una tostada con mantequilla light y
mermelada de naranja amarga, aparece mi marido por la misma puerta de la
que ha salido ella.
¿Veis? Os había dicho que, pese a lo anticuado del planteamiento, lo
habíamos llevado a cabo con estilo y practicidad.
Javier ronda los treinta y cinco y lleva un año retirado, pero conserva
la buena forma de un futbolista. Alto y fibroso, con la piel bronceada por
las horas de entrenamiento al aire libre, tiene unos pectorales bien formados
y una tableta de chocolate con sus ocho onzas y todo.
Aunque tiene el pecho y el abdomen cubiertos por una ligera mata de
vello, parece suave al tacto y no se extiende, como en otros hombres, por
los hombros y la espalda. En este caso, mi maridito se ha encargado de
decorárselos con tatuajes tribales y nombres de gente que le importa.
Ninguno es el mío. Y digo que su vello debe de ser suave porque nunca se
lo he tocado. A decir verdad, nuestro contacto se ha limitado a ponernos las
alianzas, a darnos algún que otro casto beso y a tomarnos de la mano frente
a las cámaras.
El resto se lo dejo a Vanessa y a las decenas de chicas que se debe de
tirar aquí y allá. Nuestro acuerdo no precisaba ningún contacto más íntimo
que ese, después de todo.
Así descrito suena de lo más atractivo, ¿verdad? Un macho alfa en
todo su esplendor, de los que te ponen mirando a Cuenca antes de que se te
pase por la cabeza que no te ha dado ni los buenos días. Eso es porque
todavía no os he dicho cómo habla.
Pero esperad, que se nos acerca. Trae una sonrisa de suficiencia en
los labios bajo la barba de varios días. Ni se ha puesto pantalones, el tío,
pero supongo que ni Vanessa, ni el servicio, ni yo nos vamos a escandalizar
por verle en calzoncillos.
Se aproxima a Vanessa, gruñe un saludo, le roba una tostada y le
pega un mordisco. Y después de mirarnos a las dos, que hasta hace un
segundo estábamos charlando tan ricamente, dice con la boca llena:
—Qué bien que seáis amigas, qué bien. El próximo día te llamo y nos
hacemos un trío, ¿eh, Belén?
Le falta una sobada de paquete para ganar el premio a machote
bocazas del año, pero parece que está demasiado ocupado echando mano
del desayuno de Vanessa como para regalarnos un gesto tan español.
Vanessa sonríe con nerviosismo, como si no supiera qué decir. Yo le
doy un trago al gin-tonic para ahorrarme una lindeza. No es que el
comentario me escandalice (después de todo, he tenido mi ración de
desenfreno sexual y los tríos no me disgustan precisamente), pero siempre
me ha parecido curioso que haya hombres que crean que esa es la mejor
manera de proponer uno.
Como conozco a Javier, sé que está bastante seguro de que el
universo gira en torno a su pene y que tanto Vanessa como yo tenemos que
usar toda nuestra voluntad para evitar arrojarnos sobre su cuerpo
semidesnudo y adorar su miembro como el motivo y fin de nuestra
existencia.
A veces no puedo evitar dejarle caer que no es así, pero no quiero
ridiculizarle delante de su amante. Ya lo hace él solito.
—Qué cosas dices, Javier –responde ella, y le da un manotazo
cuando trata de cogerle el vaso de zumo—. ¡Vale ya, que es mi desayuno!
—¿Por qué no pides tú algo de comer? –pregunto mirándole por
encima de las gafas de sol.
—Porque en la cocina no hay de lo que yo quiero –dice Javier.
Me guiña el ojo y se quita los calzoncillos sin ningún pudor. No tiene
marca de bronceado; en el sótano tenemos una cama de rayos UVA a la que
suele darle uso semanal. Nos deleita con una muestra rápida de su culo
esculpido en piedra antes de saltar de cabeza a la piscina. Unas gotas me
salpican en el tobillo y me obligan a encoger los pies.
Suspiro y me vuelvo hacia Vanessa. Ella aún le mira con cierta
lujuria, pero niega con la cabeza con una sonrisa secreta. A veces me
pregunto por qué, de entre todos los tíos a los que podría tirarse, ha elegido
al idiota de Javier.
—Debería irme ya –dice dejando a un lado la bandeja—. Gracias por
el desayuno, Belén.
—No hay de qué, mujer. Ya que eres una invitada y este zopenco no
se porta como un verdadero anfitrión, algo tengo que hacer yo.
Vanessa se levanta y recoge sus zapatos.
—No seas mala. Tienes suerte de tenerle, ¿sabes?
Bufo una carcajada.
—Sí, no lo dudo.
—Lo digo en serio. Al menos le gustas. A veces me gustaría que
Michel se sintiera atraído por mí.
No hay verdadera tristeza en su voz, sino quizá cierta curiosidad.
Michel St. Dennis, jugador del Deportivo Chamartín y antiguo compañero
de Javier, es su marido. Al igual que Javier y yo, Vanessa y Michel tienen
un arreglo matrimonial muy moderno.
Vanessa, que es modelo profesional, cuenta con el apoyo económico
y publicitario que necesita para continuar con su carrera. Michel, que está
dentro del armario, necesitaba una fachada heterosexual que le permita
seguir jugando en un equipo de Primera sin que los rumores le fastidien los
contratos publicitarios ni los directivos del club se le echen encima.
Como dicen los ingleses: una situación win-win.
—Michel es un cielo –le respondo. Alguna vez hemos quedado los
cuatro a cenar en algún restaurante para que nos saquen fotos juntos, y me
cae bien—. Javier sólo me pretende porque sabe que no me interesa. Es así
de narcisista. No se puede creer que no haya caído rendida a sus encantos.
Vanessa sonríe y se encoge de hombros.
—No es tan malo como crees. Además, es sincero.
—Mira, en eso te doy la razón. Es raro encontrar hombres así. –Doy
un sorbo a mi cubata—. ¿Quieres que le diga a Pedro que te lleve a casa?
—No, gracias. Prefiero pedirme un taxi.
—Vale, pues hasta la próxima.
—Adiós, guapa.
Vanessa se va y me deja sola con mis gafas, mi bikini y mi gin-tonic.
Y mi maridito, que está haciendo largos en la piscina en modo Michael
Phelps mientras bufa y ruge como un dragón. No tengo muy claro de si se
está pavoneando o sólo ejercitando, pero corta el agua con sus brazadas de
nadador como si quisiera desbordarla.
A veces me pregunto si sería tan entusiasta en la cama, y me imagino
debajo de él en medio de una follada vikinga. ¿Vanessa grita tan alto por
darle emoción, o porque Javier es así de bueno?
Y en todo caso, ¿qué más me da? Esto es un arreglo moderno y
práctico, y yo tengo una varita Hitachi que vale por cien machos ibéricos de
medio pelo.
Una mujer con la cabeza bien amueblada no necesita mucho más que
eso.

Javier
Disfruto de la atención de Belén durante unos largos. Después se
levanta como si nada, recoge el gin-tonic y la revista insulsa que debe de
haber estado leyendo y se larga.
Se larga.
Me detengo en mitad de la piscina y me paso la mano por la cara para
enjuagarme el agua. Apenas puedo creer lo que veo. Estoy a cien, con el
pulso como un tambor y los músculos hinchados por el ejercicio, y ella se
va. ¡Se va!
A veces me pregunto si no me he casado con una lesbiana. O con una
frígida. Pues anda que sería buena puntería. Yo, que he ganado todos los
títulos que se puedan ganar en un club europeo (la Liga, la Copa, la Súper
Copa, la Champions… Ya me entiendes) y que marqué el gol que nos dio la
victoria en aquella final en Milán (bueno, en realidad fue de penalti y
Jáuregui ya había marcado uno antes, pero ese fue el que nos aseguró que
ganábamos).

La Mujer Trofeo
Romance Amor Libre y Sexo con el Futbolista Millonario
— Comedia Erótica y Humor —

Ah, y…
¿Has dejado ya una Review de esta colección?
Gracias.
NOTA DE LA AUTORA
Espero que hayas disfrutado de la colección. MUCHÍSIMAS GRACIAS
por leerla, de verdad. Significa mucho para nosotros como editorial. Con
sinceridad, me gustaría pedirte que, si has disfrutado de la lectura y llegado
hasta aquí, le dediques 15 segundos a dejar una review en Amazon.
¿Porqué te lo pido? Si te ha gustado el libro, ayudarás a a que otros también
lo lean y disfruten. Los comentarios en Amazon son la mejor y casi única
publicidad que tenemos, y ayuda a que sigamos publicando libros. Por
supuesto, una review honesta: El tiempo decidirá si esta colección merece
la pena o no. Nosotros simplemente seguiremos haciendo todo lo posible
por hacer disfrutar a nuestras lectoras y seguir escribiendo.
A continuación te dejo un enlace para entrar en mi lista de correo si quieres
enterarte de obras gratuitas o nuevas que salgan al mercado. Además,
entrando en la lista de correo o haciendo click en este enlace, podrás
disfrutar de dos audiolibros 100% gratis (gracias a la prueba de Audible).
Finalmente, te dejo también otras obras — mías o de otras personas — que
creo serán de tu interés. Por si quieres seguir leyendo. Gracias por disfrutar
de nuestras obras. Eres lo mejor.
Ah, y si dejas una review del libro, no sólo me harías un gran favor…
envíanos un email (editorial.extasis@gmail.com) con la captura de
pantalla de la review (o el enlace) y te haremos otro regalo ;)

Haz click aquí


para suscribirte a mi boletín informativo y conseguir
libros gratis
recibirás gratis “La Bestia Cazada” para empezar a
leer :)
www.extasiseditorial.com/unete
www.extasiseditorial.com/audiolibros
www.extasiseditorial.com/reviewers

¿Quieres seguir leyendo?


Otras Obras:
La Mujer Trofeo – Laura Lago
Romance, Amor Libre y Sexo con el Futbolista Millonario
(Gratis en Audiolibro con la Prueba de Audible)

Esclava Marcada – Alba Duro


Sumisión, Placer y Matrimonio de Conveniencia con el Amo Millonario y
Mafioso
(Gratis en Audiolibro con la Prueba de Audible)

Sumisión Total – Alba Duro


10 Novelas Románticas y Eróticas con BDSM para Acabar Contigo
(¡10 Libros GRATIS con Kindle Unlimited o al precio de 3x1!)

También podría gustarte