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Recordar: Una leyenda es un relato que se transmite por tradición oral, el cual combina
elementos reales con elementos imaginarios o maravillosos, enmarcados en un contexto
geográfico e histórico concreto.
Piedra de la Iglesia
Versión 1: una gaviota persiguiendo a un insecto, cruzó bajo el Arco de los Enamorados
y al salir, divisó en la punta de la piedra una gaviota hembra que lo esperaba, “toda de
blanco hasta los pies vestida”. La vio, el macho era soltero, y quedó prendado de ella.
Ocurrió lo que tenía que pasar: se casaron.
Versión 2: en noches oscuras, con tormenta desatada, salen de ella los fantasmas de los
náufragos, con velas en las manos, y vuelan hacia la barra, murmurando melodías
estremecedoras. También se menciona que en el túnel que la atraviesa surgen bellos
helechos. El túnel permanece siempre con agua, lo que impide atravesar.
Se ha dicho que guarda en su interior tesoros de los antiguos piratas. Que fue el lugar
donde dos novios se mataron arrojándose desde lo alto y donde otra pareja, aprovechando
la baja de marea, se internaron por el túnel, regresando solamente el novio, quien, desde
entonces llora y se lamenta. También cuenta la leyenda que a las doce de la noche,
aparece una niña toda de blanco vestida y con una vela prendida, rondando la playa. Ella
curó una gran enfermedad en Constitución, mirando la piedra aludida.
Primer negro
Por 1544 naufragó en las costas de la Perla del Maule, hacia Quivolgo, un barco. El
único sobreviviente fue un negro que ganó la playa en denodados esfuerzos. Los
indígenas de la región jamás habían visto a un hombre con la piel negra. Para cerciorarse
que aquello no era brujería o truco, lavaron al pobre negro en agua hirviendo para hacer
salir el color. Como el efecto no se produjera, lo frotaron con mazorcas de maíz, hasta
hacer aflorar la sangre. El náufrago aullaba, por supuesto de dolor, lo cual no fue
obstáculo para que los sorprendidos aborígenes, siempre curiosos, le intentaran quitar el
color por medio de filudas conchas de mar. Aburridos de que sus esfuerzos no
satisficieran sus curiosidades, lo mataron para ver qué tenía adentro.
La carreta de la alameda
Se pasea en las noches dirigida por un hombre vestido de negro, a quien no se le ve la
cara. Los caballos son oscuros y están atados a la carreta con bridas de oro. Dicen que es
el diablo que alguna vez hizo pacto con don Enrique Donn.
• El carruaje Colonial
Se decía por experiencia de gente que vivía en la Alameda, que en las noches se oía
caballos corriendo, y una carreta que arrastraban rechinaba. Esto comenzaba a sonar
desde Zañartu con Alameda, hasta que términaba en la antigua cancha, donde ahora se
hubica Forestal Celco.
Según cuentan algunos, decian que sus abuelos corrian las cortinas buscando ver al
carruaje que sonaba en las noches, al tratar de verlo cuando se escuchaba que se
aproximaba, no veían nada, aunque incluso parecía haber pasado en frente de ellos y
desaparecer al final de la Alameda.
Hoy en día, aun hay gente que asegura haber escuchado tales carácteristicas, en diferentes
partes de la ciudad. Una señora que vive en Atenas con Bulness, aseguraba (al igual que
algunos del sector), que solía escucharse el estruendo del carruaje y sus caballos.
La piedra del Diablo
Ubicada en el cerro del estadio Enrique Donn. Hay una silla de piedra donde se sentaba el
diablo y don Enrique a conversar. El murmullo general atribuía al pacto satánico la
riqueza del gran filántropo maucho. Todavía se puede ver al diablo sentado, esperando a
alguien.
Esta tan famosa leyenda data desde los tiempos más antiguos de nuestra ciudad, se decía
que en la piedra que hay más arriba de la "Terraza" del estadio, a los pies del cerro
Mirador y en pleno camino que lleva a la media luna hay una piedra donde cuentan que
solía encontrarse Enrique Don Miller y el diablo. Se cuenta que este lo esperaba en forma
de un hombre de negro, elegante, con dientes de oro y un sombrero, y que jamás le daba
la mirada. Aquellos que cuentan haberse paseado husmeando solos ahí, dicen que aun se
sienta a ciertas horas de la noche, esperando por quien quiera negociar con él, al igual
como lo hizo supuestamente con Enrique Don (por eso la gente en esos tiempos decía que
Enrique tenía lo que tenía, porque realizaba tratos con el diablo).
Algunos dicen que era tan fuerte el vínculo de negocios entre ellos dos, que el diablo le
hacía compañía en forma de serpiente (la mascota predilecta que todos cuentan que
Enrique tenía).
Duende el Cementerio
En el cementerio de la playa existía un duende, pequeño y con un diente de oro, que se
entretenía en las noches saltando sobre las tumbas y provocando gran desorden. Huía
rápidamente al sentir la presencia humana.
El pan de Azúcar
Como bien sabemos, los promaucaes vivían en este sector de la ciudad, y vieron cuando
Diego de Almagro llegó por el norte al otro lado del río, sin tener éxito de poder cruzar el
torrentoso e inmenso rio maule, Diego de Almagro tuvo que retirarse.
Sin embargo, los promaucaes ya supuestamente sabían lo que se les venía encima en la
proximidad del tiempo, y fue por eso que echaron una serie de maldiciones a distintas
partes de la ciudad.
Cuenta la leyenda que un promaucae, maldijo el cerro que está ubicado en "La virgen del
Dique", esta maldición consiste en que si alguien planta algo comestible con el afán de
enriquecerse dentro del terreno que se manifiesta, la persona después de un año de
haberlo hecho morirá.
El monje de la vela
Se dice que en los bosques cercanos al cerro de arena, había una iglesia franciscana, y
que un monje siempre recorria el camino desde el sector Los Guanayes hasta Chacarillas
tomando rumbo al camino que lleva al cerro de arena por los bosques.
Desde ahí que a ese camino los que vivian cerca lo llamaban "el camino de la cruz", por
una intercepción que se cruzaba, dos caminos que se unen y forman una cruz si se ve
desde los aires en avioneta.
La leyenda cuenta que ese monje una vez subía el camino de noche, mas nunca regresó a
la iglesía. Las razones de su desaparición se desconocen, algunos contaban que se
encontró con el perro del diablo (otra de las leyendas de ese mismo bosque), otros dicen
que aún sigue en esos bosques, y es ahí donde comienza la leyenda:
Si en el camino de la cruz a ciertas horas de la noche ves a un monje con una vela
encendida, fijate en la luz; si es brillante, la vida te sonreirá, si es ténie y débil, es augurio
de problemas venideros, y si se apaga mientras la ves, la muerte se acerca hacia a ti o
hacia tus familiares cercanos.
La mina maldita
Cuentan que existe una mina de oro en alguna parte de Quibolgo, que es profunda y su
construcción quedó a medias y en deterioro.
Aquellos que dicen saber del tema, cuentan que es una mina maldita, y que al darse
cuenta todos los que estaban trabajando para la extracción del oro, huyeron aterrorizados
y abandonaron la mina, dejando sus palas, picotas y carretillas ahí... jurando que jamás
darían la localización de esta, para que nadie fuese afectado por la maldición.
La leyenda cuenta que los promaucaes veían como un acto de deshonrra el que los
españoles profanaran sus tierras en busqueda de riquezas, contaminando las aguas de los
riachuelos y etc, asi que estos lanzaron una maldición al oro maucho, la que consistía en
que todo aquel que sacara riquezas de las minas, tendría toda la que quisiera, pero luego
de eso, un día después, su pago por su profanación será la muerte.
Se cuenta que incluso hay herramientas con las que sacarla ahí mismo, que eran de
aquellos que huyeron y se dieron cuenta que ninguna riqueza vale más que sus vidas.