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“LA ORACIÓN”
Alguien dijo en una ocasión que el cristiano es tan fuerte como lo es en su vida de
oración. Eso es totalmente cierto porque la oración es la maravillosa forma de comunicarnos con
Dios. Cuando leemos la Biblia, Dios nos habla. Pero cuando oramos, nosotros le hablamos a Dios.
Orar es hablar con Dios. Más allá de una fórmula se trata de cultivar nuestra relación con
el Señor a través de una conversación constante.
Respecto a la Oración.
Para que una relación crezca y se haga más cercana es necesario nutrirla con los
ingredientes adecuados: el respeto mutuo, el cuidado del uno para con el otro, pero sobre todo la
buena comunicación. Así también, nuestra relación con Dios se fundamente en qué tan buena es
la comunicación que tenemos con él.
El cristiano no puede crecer en su relación personal con Cristo Jesús sin una buena
comunicación. A veces pareciera que no tenemos claro el concepto de la oración puesto que
usamos constantemente frases ya estructuradas y repetitivas que realmente no sentimos en
nuestro corazón pero que decimos creyendo que nos llevarán a conseguir de una forma más
rápida la bendición de Dios, y la oración no consiste en palabras grandes y elocuentes, sino en el
clamor del corazón del hombre al Señor.
Jesús nos enseña en Mateo 6:7 “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles,
que piensan que por su palabrería serán oídos.” Las palabrerías o las repeticiones no harán que
Dios nos escuche o nos conteste más rápido, y es que Dios no solo escucha sino que en su
omnisciencia también conoce las intenciones de nuestro corazón sobre lo que pedimos y la
disposición y fe con que lo hacemos.
Puedes repetir mil veces que tienes fe en Él, pero si realmente dentro de ti no hay fe, Dios
lo sabe; puedes repetir muchas veces que confías en él, pero Dios conoce nuestro interior y puede
ver si es cierto o no. Las mejores palabras que podemos ocupar no son aquellas de las cuales no
sabemos el significado, sino aquellas que describen con total humildad y sinceridad lo que en ese
momento sentimos.
Hablemos con Dios con la confianza con que hablamos a un amigo. La Biblia dice en
Juan.15.13-14 “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros
sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. Dios es nuestro Padre y es nuestro amigo, por lo
tanto tenemos la confianza de que seremos escuchados.
Como hijos de Dios ahora tenemos acceso personal y directo con Él y no necesitamos de
ningún intermediario para que nuestras oraciones sean escuchadas. La Biblia dice en 1 de Timoteo
2.5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”
Cuan maravilloso es comprender que el Dios del universo, quién sustenta todas las cosas y
por medio del cual todo vino a existencia nos ha brindado el privilegio de acercarnos a él y ahora
nos dice que escuchará todas nuestras oraciones. Y es que necesitamos entender que esta
oportunidad de hablar con Dios que tenemos es un privilegio inmerecido.
Así que no lo dudes más ni pongas excusas para hablar con Dios, él está con los brazos
abiertos esperando que tú te acerques a él. En Santiago 4.8 la escritura dice “Acercaos a Dios, y él
se acercará a vosotros”
Mantengamos viva y fluida la comunicación con Dios, que nuestra vida esté confiada en Él,
que nuestra mente no se sea gobernada por lo que nuestros ojos humanos perciben sino que a
través de la fe y la oración podamos hacer que nuestros ojos contemplen lo que la fe en Dios
puede hacer
No hay que olvidar que la oración, además de un privilegio, es también un deber de todo
cristiano: la Biblia nos deja claro que el pueblo de Dios está llamado a ser un Pueblo de Oración. En
1 de Tesalonicenses 5.16-18 dice “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” Por lo tanto, debemos orar
en obediencia a la Palabra de Dios.
Además de todo esto, la oración es también un medio de gracia: Dios utiliza la oración
para hacer que su voluntad se cumpla. ¿Puede la oración cambiar las cosas? ¡Sí! La oración nos
cambia a nosotros y cambia las cosas. Nuestras vidas se agotan con las presiones y
responsabilidades diarias; al entregarnos al trabajo del ministerio, se van agotando nuestra
energía y recursos espirituales. Necesitamos pasar tiempo diariamente con el Señor para llenar
nuestras reservas y poder enfrentar las demandas del día.
Dios está activo en cada detalle de nuestra vida, y sabe exactamente lo que necesitamos
antes de que se lo pidamos. En Mateo 6.8 dice “… Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis”.
Sin embargo desea que le presentemos nuestras necesidades como muestra de nuestra
dependencia en Él, de acuerdo a Filipenses 4.6 “Por nada estemos afanosos, sino sean conocidas
nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”