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El valor del cuerpo humano.

El principal objetivo del texto del Padre Luis Eduardo Ayala Falla es clarificar los conceptos de
cuerpo y corporeidad, para ello el autor postula que el cuerpo es la parte visible del ser humano
y lo corpóreo es lo invisible eso que está relacionado con la parte espiritual , definiciones ligadas
a las creencias religiosas que se imparten desde muy temprana edad y que invitan al respeto
por el cuerpo (parte material) ya que este se constituye en el templo de Dios, también invita a
alimentar el espíritu como base de la salvación, para ello el autor se basa en lo planteado por (J.
de Finance) quien afirma que por medio de la corporeidad, el hombre se visualiza como espíritu
encarnado, no como un espíritu que mora en un cuerpo, sino “un espíritu cuya naturaleza tiene
como trazo distintivo la corporeidad, es decir, la exigencia de un conjunto material que forma
con él un único ser y gracias al cual se inserta en el cosmos” sin embargo aunque el cuerpo
forma parte de la identidad personal; no es el único modo de relacionarse con el mundo, más
bien debe ser tomado como la principal condición para habitarlo y vivirlo, en este punto se
postula que no hay otro modo de conocer el cuerpo sino solo a través de la vivencia, en ese
orden de ideas el cuerpo humano participa plenamente en la realización del yo espiritual y
consciente, estas cualidades conllevan a determinar que el hombre es un sujeto no solo por su
autoconciencia y autodeterminación, sino también por su cuerpo, por lo que la estructura de la
corporeidad le permite ser el autor de una actividad propia e inherente del ser humano, el
cuerpo manifiesta a la persona y se presenta a sí mismo, en toda su materialidad como cuerpo
humano, de allí la importancia de la relación entre espíritu y cuerpo ya que no existen actos
humanos que puedan realizarse independientemente solo en el cuerpo o solo en el espíritu.

Desde siempre la humanidad ha estado en búsqueda de su origen y su identidad , diversas


teorías a lo largo de la historia dan cuenta de la evolución de ideologías y practicas
encaminadas a desentrañar los secretos más profundos de la humanidad, pero parece ser que
todas llegan al mismo punto; el cual define al hombre como carne y espíritu, juntos forman la
esencia del hombre ya que por separado no podrían ser, sin embargo y en la época moderna el
concepto de cuerpo se ha ido transformando es así como el género ha quedado de lado y
comunidades a lo largo y ancho del globo terráqueo han salido a defender el derecho a la
diversidad, generando toda una discusión en torno a esto ya que expresiones como “tener un
cuerpo”, “yo tengo un cuerpo”, “mi cuerpo es mío” no son admisibles especialmente por la
iglesia porque suponen una relación de exterioridad.

Por otro lado Pietro Prini en “El cuerpo que somos”, afirma que: “Las cosas se hacen menos
claras cuando nos damos cuenta de que nuestro cuerpo somos nosotros mismos, concepto que
se unifica con la opinión de Luijpen quien critica el hecho de considerar el cuerpo como un
objeto que se posee: “mi cuerpo no es un objeto que poseo, mi cuerpo no es algo externo a mí,
en contraposición Marcel postula que la expresión “tener un cuerpo” no identifica totalmente el
sujeto con el cuerpo: “De este cuerpo no puedo decir ni que es yo, ni que no es yo, ni que es
para mí”. La misma posición es adoptada por Karol Wojtyla: el hecho que el cuerpo le
pertenezca a la persona no quiere decir que se identifica con ella. Lo que nos lleva a replantear
nuevamente el concepto de cuerpo ya que no nos define un género, un movimiento, una
comunidad, un grupo , la sociedad o la iglesia; el cuerpo no es solo carne y hueso, el cuerpo es
el yo exterior que lejos de buscar aceptación , busca identidad y respeto por su propio ser, para
ello es indispensable nutrir el cuerpo no solo físicamente, es decir supliendo las necesidades
básicas, es imperativo nutrir el espíritu y para ello es importante la aceptación de un ser
supremo, esa espiritualidad del yo interior es decir lo corpóreo se ve representada en valores y
conductas piadosas que buscan la organización de la sociedad en completa armonía, siguiendo
normas y patrones sin prohibirse la toma de decisiones haciendo uso de su libre albedrio y
voluntad permitiendo al individuo actuar con ética y moral aunados a los valores propios de la
sana convivencia.

Lo anteriormente expuesto lejos de dar una respuesta concreta sobre cuerpo y corporeidad,
deja al lector expectante y en mi caso particular con una reflexión profunda frente a estos
términos, el ser humano siempre busca una integralidad en todas sus áreas y dimensiones, el
valor del cuerpo humano varia con relación a cada persona, hay quienes dan más valor al
cuerpo material asumiendo que son dueños de él y por ende pueden hacer las variaciones y
tomar las decisiones que consideren los haga feliz, por otra parte encontramos a los llamados
legalistas, religiosos, fanáticos o seguidores que buscan potenciar el yo espiritual siguiendo el
modelo de un ser divino que premia o castiga según el comportamiento, desde muy pequeños
nuestros padres los primeros maestros, desde sus creencias nos forman en estas dos
dimensiones el cuerpo y el espíritu.

Para concluir podemos decir que el cuerpo material y la corporeidad el ser espiritual son la
sumatoria de la esencia, creencias, valores, costumbres y conductas, que hacen de cada
persona ser único e irrepetible, el uno no puedo estar lejos del otro, juntos forman un todo, el
docente del siglo XXI está llamado a respetar la individualidad de cada ser, a fomentar en los
estudiantes la empatía, el respeto y la tolerancia a la individualidad del otro, el don de servicio,
contribuir con la sociedad en la formación de personas críticas, incluyentes y dinámicas
posibilita un mejor mundo, de ese modo se construye y se teje sociedad con sentido social, si
volviera a nacer, sin lugar a dudas volvería a ser docente.

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