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EL SUICIDIO

En algún país del mundo, un ser humano trata de suicidarse cada segundo. Y
cada 40 segundos, un suicida cumple su propósito. Casi un millón de
personas se quitan la vida al año.
Hay muchas discrepancias y deficiencias en los registros oficiales, pero en
general, se ha identificado al grupo poblacional de 15 a 24 años, residentes
en zonas urbanas, como el de mayor riesgo.
Se calcula que por cada muerte atribuible al suicidio se producen entre 10 y
20 intentos fallidos que se traducen en lesiones, hospitalizaciones y traumas
emocionales, pero no disponemos de datos fiables sobre el verdadero
alcance. Lo más probable es que el número sea mucho mayor.
Los pensamientos suicidas pueden tener distintas causas. En general, la
persona que busca el suicidio, se siente incapaz de afrontar sentimientos
desbordados frente a una situación abrumadora en la vida.
Las principales causas son:
-Vivir una situación de estrés extremo, como la pérdida de un ser querido,
una separación, problemas financieros o legales.
-Abuso en el consumo de alcohol o drogas.
-Tener algún trastorno psiquiátrico como depresión grave, trastorno bipolar o
trastorno de estrés postraumático.
-Padecer alguna enfermedad crónica, dolor crónico o alguna enfermedad
terminal.
- Tener antecedentes familiares de trastornos mentales, abuso de sustancias,
suicidio o violencia, que puede incluir abuso mental o físico.
-Experimentar situaciones inesperadas, como un embarazo o una infección
de transmisión sexual.
-Sentir incertidumbre acerca de la orientación sexual o ser hostigado por esa
razón.

Los signos que nos advierten sobre las intenciones suicidas son los siguientes:
• La persona habla acerca del suicidio con expresiones como “me voy a
suicidar”, “desearía estar muerto¨, “desearía no haber nacido”.
• Va obteniendo los medios para quitarse la vida, `por ejemplo, acumula
medicamentos o compra un arma.
• Se aísla de la sociedad y prefiere la soledad.
• Tiene cambios repentinos de humor. Puede estar eufórico un día y
profundamente triste el otro.
• Se preocupa `por la muerte, por el morir o por la violencia.
• Se siente atrapado, sin esperanzas a causa de alguna situación.
• Aumenta el consumo de drogas o alcohol.
• Cambia sus patrones habituales de alimentación o de sueño.
• Desarrolla actividades autodestructivas o muy arriesgadas.
• Regala sus pertenencias cuando no es algo habitual en él.
• Se despide de las personas como si no las fuera a ver de nuevo.
• Manifiesta cambios de personalidad o se muestra extremadamente
ansioso o agitado.
• Muestra lesiones en alguna parte de su cuerpo.
• Cierra sus cuentas en redes sociales.

Estos signos cambian de persona a persona. Uno de ellos aislado, no es


señal necesaria de ideaciones suicidas. En otros casos, la persona mantiene
en absoluto secreto sus pensamientos y sentimientos y no es posible conocer
sus intenciones.
Como las ideas suicidas y los intentos de suicidio obedecen a estados vitales
muy insatisfactorios, es muy importante trabajar con esos estados y ayudar a
la persona a encontrar un nuevo sentido a su vida, a ver nuevas perspectivas
a su situación, sea cual sea y descubrir motivaciones suficientes para dejar de
buscar esa vía de escape.
La persona necesita buscar un tratamiento que le permita ver las causas
profundas de sus estados emocionales. Si no lo hace, habrá intentos
frecuentes de regresar a la misma situación.
Es útil acudir a redes de apoyo en donde se pueda hablar con libertad de
todo lo que le sucede, en un espacio de respeto y aceptación. No siempre la
familia o los amigos son las personas más adecuadas para esta labor.
Mitos acerca del suicidio:
Quienes hablan de suicidio, no tienen intención de hacerlo.
Con mucha frecuencia, las personas hablan de suicidio porque
necesitan desesperadamente un apoyo. Es verdad que no todos lo
hacen, pero en un gran número de casos, hay varios avisos antes de
lograr su cometido.
La mayoría de los suicidios suceden repentinamente, sin advertencia previa.
En realidad, una gran parte de suicidios van precedidos de una
advertencia verbal o conductual. Por eso es importante conocer todos esos
signos de advertencia.

El suicida está decidido a morir.


En general, los suicidas suelen estar ambivalentes frente a la vida o la
muerte, por eso el acceso al apoyo emocional puede ser de gran ayuda en
esos momentos

Quien haya intentado suicidarse una vez, seguirá siempre intentándolo.


El mayor riesgo de suicidio suele ser de corto plazo y específico según la
situación. Aunque las ideaciones suicidas pueden regresar, no tienen por qué
ser permanentes. Y muchas personas tuvieron intentos de suicidio en algún
momento de su existencia y después llegaron a vivir muchos años. Es verdad
que alguien con depresión crónica sí puede mantenerse con las ideas de
terminar su vida.
Sólo las personas con trastornos mentales son suicidas.
El comportamiento suicida indica una infelicidad profunda, pero no
necesariamente un trastorno mental. Hay muchas personas que viven con
trastornos mentales y nunca han sido afectadas por pensamientos suicidas y
no todos los que se quitan la vida tienen un trastorno mental.

No es bueno hablar del suicidio porque podemos dar malas ideas.


Dado que el tema del suicidio es generalmente un tabú, la mayoría de las
personas no se atreven a hablar de ello y, cuando se ven afectadas con ideas
suicidas, no saben a quién acudir. Hablar abiertamente del suicidio permite a
la persona tomar mayor conciencia de ideas que muchas veces están ocultas
en niveles inconscientes y eso les permite ver su situación desde otros
ángulos.

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