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Era la mañana de un 22 de agosto cuando hablamos por primera vez, ni ella ni yo

sabíamos de nuestra existencia, charlamos por dos meses y después le pedí que
saliéramos para por fin conocernos frente a frente.
Al llegar al lugar en el que nos habíamos citado entré por la puerta de aquel
edificio, miré a mi alrededor por un par de segundos, estaba lleno de médicos y
científicos y no, no era un hospital y eso me producía ciertas dudas.
- ¿Por qué me habrá citado aquí? - me dije a mi mismo – nunca me platicó
de un ambiente de especialistas en estas ciencias.
Me dirigí hacia la recepción y pregunté por Renata Alcocer y la
recepcionista sólo me dio un papel en el que venía escrito mi nombre Mauricio
Quintana y la sala B-302.
Caminé por los pasillos del edificio, hasta que encontré la sala que me
habían indicado. Al entrar la vi... estaba sentada mirando hacia la torre
Latinoamericana, cuando de pronto se levantó, vino hacia mí y rompió el silencio.
-Hola Bernardo- me dijo ella.
-Hola Renata, que bien luces hoy- le respondí.
-Gracias, que lindo gesto de tu parte- continuó- te cité aquí porque quería
hablar de algo muy importante y es necesario que tú lo sepas.
-Me estás preocupando, dime ¿qué pasa?
-Soy Renata Alcocer como bien sabes y soy tu hermana.
- ¿Cómo? - pregunté sorprendido.
-Te he buscado todo este tiempo. Tu nombre no es Mauricio Quintana sino
Bernardo Alcocer, eres médico especializado en cardiología.
- ¿Cómo? Yo pensaba que a mi me gustaba la pintura
- No no Bernardo, como te lo dije eres un gran cardiólogo, por el tiempo que
estuviste en coma no recuerdas lo que sucedió, pero por eso es que me atreví a
decirte la verdad y que no sigas creyendo algo que no eres.
-Como me dices esto Renata tu y yo apenas nos acabamos de conocer.
-No, mira aquí están las pruebas de lo que te estoy diciendo.
Entonces, ella me enseñó las pruebas de lo que ella decía.
-Vete Renata, déjame solo. Necesito pensar.
Después de varias semanas Renata me volvió a buscar y quedamos de
vernos en una cafetería.
-Ahora que estoy más tranquilo, cuéntame qué fue lo que sucedió.
-Todo fue a raíz de la pandemia de 2016, cuando un paciente te contagió
del virus COVID-16, en aquel tiempo no existía algún tratamiento para atacarlo, las
personas eran más propensas a infectarse, hubo muchas olas de contagios…
Mientras ella me contaba comencé a recordarlo, pequeños fragmentos
como si estuviera en un sueño, mientras más la escuchaba se iba aclarando más
mi mente.
Recordé que aquella tarde había mucha actividad en el hospital y yo me
encontraba atendiendo a varios pacientes al mismo tiempo.
Todos los médicos estaban muy ocupados y había un paciente enfermo que
requería atención inmediata por lo que lo atendí sin tomar alguna precaución,
supongo que fue ahí donde me contagié. Poco después, empecé a sentirme mal,
pero pensé que era el cansancio y el estrés por las largas jornadas de trabajo.
Con el pasó del tiempo mi estado de salud se fue agravando por lo que ya
no era normal sentirme así, me hice una prueba de antígeno y salí positivo. Seguí
el protocolo de salud, me aislé por tres semanas, pero mi estado empeoró.
Caí inconsciente, lo último que vi fue a mis padres preocupados por mí. No
supe más.
Mis recuerdos fueron interrumpidos cuando Renata me preguntó si quería
saber qué fue de nuestros padres. Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo
porque me imaginé lo que iba a decir, pero muy en el fondo sentía la necesidad de
saber qué había sido de ellos y por qué no estaban con Renata y conmigo
contando y narrando lo que había sucedido durante todos estos años. Fue
entonces cuando Renata confirmó lo que ya sospechaba.
Nuestros padres fallecieron a consecuencia de esa terrible pandemia y el
sufrimiento de no saber dónde estaba yo. Renata cuenta que nuestros padres
fueron perdiendo fuerza y las ganas de salir adelante al no tener noticias mías.
-Al morir nuestros padres me prometí encontrarte- me dijo Renata- coloqué
posters de alerta Amber, acudí a televisoras, periódicos, en redes sociales etc. Por
ningún lado encontraba respuesta mas mi fe siempre estuvo ahí. Sabía que te iba
a encontrar.
Fue entonces cuando me levanté y le di un abrazo, le dije:
-Gracias, gracias por luchar cada día para encontrarme y no darte por
vencida.
Fue un momento de nostalgia, y le prometí que jamás volveríamos a
separarnos ni dejarla sola.
Mientras nos abrazábamos, Renata me pidió que regresara al lugar donde
habíamos pasado tantos momentos juntos para recuperar los años que habíamos
perdido y para no estar lejos el uno del otro, como a nuestros padres les hubiera
gustado.
Cuando ella me lo pidió me sentí muy feliz y no dude en aceptar su
ofrecimiento, ya que al igual que ella tenía tantas ganas de convivir y pasar tiempo
juntos. Recuperé las ganas de volver a retomar mi vida y darle algún sentido, y
Renata a partir de ese momento ya se había convertido en parte fundamental en
mi vida.

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