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Edgard Eduardo Téllez Alfaro

18-09-23

Érase una vez en un laboratorio de vanguardia, unos científicos se dedicaban incansablemente a explorar
los misterios del universo. Un grupo de investigadores liderado por el Dr. Alexander, un brillante físico
teórico, se embarcó en un emocionante proyecto para comprender la naturaleza de las partículas
subatómicas y su interacción en el tejido del espacio-tiempo.

El Dr. Alexander, explicaba detalladamente a sus colegas la teoría que había desarrollado. Les hablaba de
las partículas elementales, sus propiedades cuánticas y la forma en que interactuaban a través de las
fuerzas fundamentales.

Sin embargo, el Dr. Alexander quería transmitir su entusiasmo y pasión por la física cuántica a sus
colegas. Utilizaba palabras elocuentes y expresiones emocionales para compartir su fascinación por los
fenómenos que estaban estudiando.

A medida que avanzaba el proyecto, se presentaban desafíos técnicos que requerían la colaboración de
todos los científicos. El Dr. Alexander utilizaba instrucciones precisas y persuasivas para coordinar y guiar
sus esfuerzos conjuntos.

Además, el equipo de científicos de todas partes del mundo llevaba a cabo experimentos y recolectaban
datos para respaldar sus teorías. En este contexto, se hizo esencial la comunicación precisa y científica,
ya que los investigadores definían y explicaban los términos que utilizaban, asegurándose de que todos
compartieran una comprensión común del lenguaje científico.

A medida que el proyecto avanzaba, los científicos se encontraban inseguros ya que el enemigo frustraba
las comunicaciones que tenían con el exterior. El Dr. Alexander observando el peligro, se vio obligado a
buscar nuevas formas de comunicar y describir sus descubrimientos de manera creativa. Utilizaron
metáforas y analogías para establecer conexiones seguras y cifradas en poemas para que el enemigo no
descubriera sus avances.

Finalmente, después de años de arduo trabajo, el equipo del Dr. Alexander logró descubrir una nueva
partícula subatómica y demostrar su existencia mediante experimentos rigurosos. En enero de 1998 el
Dr. Alexander saludo al presidente de los estados Unidos cuando le reconocieron por merito a la nación.
En resumen, las seis funciones del lenguaje presentes en esta historia son:

Función referencial: se utiliza para transmitir información objetiva y precisa sobre un tema específico.

Función emotiva: se utiliza para expresar emociones y sentimientos personales.

Función apelativa: se utiliza para influir en las acciones o comportamientos de los demás, a través de
instrucciones o peticiones.

Función metalingüística: se utiliza para definir y explicar los términos y reglas del propio lenguaje.

Función poética: se utiliza para crear una experiencia estética a través de la elección creativa de palabras
y la construcción de metáforas o imágenes.

Función fática: se utiliza para mantener o establecer la comunicación y el contacto social, sin transmitir
necesariamente información nueva.

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