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24 - 10 Comprensión Lectora
24 - 10 Comprensión Lectora
Para ser dichoso, para dar la cara a Dios, la humildad es un camino inevitable, de eso estoy totalmente
convencido, y aunque parezca temático, jamás me cansaré de repetirlo. Escucha: si tienes la sabiduría,
transmite tus conocimientos a los demás, pero sin que lo noten, con simpleza, con la sencilla
dignidad del maestro. El que recurre a ti para aprender, te sigue como un sediento en busca de una fuente
cantarina y fresca y no de la humillación del vanidoso. Enséñale, pero a media voz. Si eres rico, no
ofendas la pobreza ajena con la ostentación de tus bienes. A fin de cuentas es muy poco lo que compra
el dinero. El brillo del diamante que puedes cargar en el bolsillo no acrecentará en absoluto el brillo que falte
en tus ojos. Si tienes poder, ése que de pronto el destino nos otorga por dispares conductos, úsalo con
cautela, con la justicia presidiendo tus actos de buena fe. La arbitrariedad gratuita es un pájaro negro y
traidor que tarde o temprano se volverá en tu contra. En suma, puedes ser sabio o rico o poderoso, pero si no
mantienes el don de la humildad, jamás podrás disfrutar de esos bienes que el Señor te otorga. Es
más, terminarán haciendo tu desdicha porque te convertirán en vanidoso. Y eso ¿sabes?, la vanidad es un
veneno, una enfermedad. El que la padece está condenado a vivir de rodillas ante los que lo adulan, se
debe a ellos. Al fin, está determinado a una angustiosa soledad. Y la soledad es un abismo.
1. Respecto a la vanidad ¿A qué se refiere el autor con la expresión: “El que la padece está
condenado a vivir de rodillas ante los que lo adulan, se debe a ellos”?
a) El vanidoso jamás es feliz.
b) El vanidoso vive del que dirán.
c) La vanidad es buena y necesaria.
TEXTO Nº 02
No hay dos ramas de las matemáticas que presenten un mayor contraste que la aritmética y la teoría de los
números. La gran generalidad de la aritmética y la simplicidad de sus reglas lo hacen asequible a las mentes
más obtusas. En efecto, la facilidad para calcular es simplemente una cuestión de memoria Y los calculadores
relámpagos no son más que una máquina humana de calcular cuya única ventaja sobre los modelos
mecánicos es su mayor facilidad de transporte. Por otra parte, la teoría de los números es mucho más difícil
que todas las ramas de las matemáticas, es cierto que el enunciado de sus problemas es tan simple que un
niño puede entender de qué se trata, pero los métodos usados son tan particulares que hace falta un
ingenio misterioso y una gran habilidad para encontrar los caminos que permitan llegar a la solución. Aquí la
intuición está en su apogeo. La mayoría de las propiedades conocidas han sido descubiertas por una
especie de inducción. Enunciados considerados como ciertos durante siglos fueron más tarde reconocidos
como falsos y actualmente hay problemas que han desafiado el talento de los más grandes matemáticos y que
5. De acuerdo con el texto, que método ha permitido descubrir la mayoría de las propiedades:
a) El uso de la memoria
b) El empleo de reglas
c) Una especie de inducción
TEXTO NRO 03
La formación educativa cumple la gran misión de preservar de acervo cultural de un pueblo, además de enriquecer
la personalidad individual de cada miembro de la comunidad. Esta función, importante en todos los tiempos,
adquiere en el nuestro significación especial dado el extraordinario progreso científico y tecnológico y la necesidad
imperiosa de una creciente división del trabajo. Muchos científicos y técnicos contemporáneos, deformados
por una especialización cada vez más estrecha, viven en un mundo espiritual muy pequeño. El graduado
universitario desconocerá la rica y compleja vida contemporánea a menos que se le abran, desde un comienzo,
anchos ventanales que le proporcionen una visión amplia del mundo. Piénsese en lo que puede ''ocurrir con
quienes cultivan una especialidad en odontología, cirugía o ingeniería, por ejemplo, si no se les introduce en los
grandes temas sociales, políticos, económicos y culturales”. Tales especializaciones no proporcionan el basamento
cultural mínimo que necesita hoy un universitario. La falta de formación e interés por los temas ajenos a la
profesión conduce a muchos distinguidos científicos y técnicos a llenar el hueco espiritual con entretenimientos
pueriles. En los Estados Unidos es donde se presenta el fenómeno con mayor agudeza, justamente porque el
proceso tecnológico adquirió allí su máximo desarrollo a expensas de las actividades culturales. El juego de bolos
(bowling), las cartas, el alcohol y la TV constituyen el recreo espiritual de técnicos vacíos por dentro y necesitados
1. Con mayor probabilidad ¿Cuál fue la situación que influyó para escribir el texto?
a) La educación deficiente que se imparte en las diferentes universidades norteamericanas
b) El continuo progreso tecnológico y científico de los países potencias.
c) La despreocupación de estudiantes y profesionales ante problemas sociales.
TEXTO Nº 04
“…Don Timoteo atravesó los grandes salones desiertos, hasta llegar a la alcoba de la muerta. Con voz empañada
por el llanto, rogó el viejo a su yerno, que lo dejara un momento, Y cuando hubo cerrado la puerta con sus
manos, rugió su dolor durante horas, llamando a Grimanesa por su nombre, besando la mano inanimada. Seria y
ceñuda por primera vez, reposaba como una santa. El talle prisionero en el hábito, según la costumbre religiosa
Al besar don Timoteo la santa imagen quedó entreabierto el hábito de la muerta y algo advirtió, aterrado, pues se
le secaron las lágrimas de repente y se alejó como enloquecido. Entonces miró a todos lados, escondió un objeto
en el poncho y sin despedirse de nadie, volvió a montar, regresando a Ticabamba en la noche cerrada.
Durante siete meses nadie fue de una hacienda a otra ni pudo explicarse este silencio. ¡Ni siquiera habían asistido
al entierro!...
Pero un domingo claro de junio se levantó don Timoteo de buen humor y, propuso a Ana María que fueran juntos
a Sincavilca después de la misa. Cuando llegaron a Sincavilca, Conrado estaba domando un potro nuevo, con la
cabeza descubierta a todo sol, hermoso y arrogante en la silla negra con clavos y remaches de plata. Desmontó de
un salto y al ver a Ana María tan parecida a su hermana en gracia zalamera la estuvo mirando largo rato,
embebecido.
Desde entonces cada domingo se repetía la visita a Sincavilca. Conrado y Ana María pasaban el día mirándose a
los ojos... Y un lunes de fiesta… llegó Conrado a Ticabamba…Con la solemnidad de las grandes horas, preguntó
por el hacendado y no le llamó con el respeto de siempre “don Timoteo”, sino que murmuró, como en el tiempo
Se encerraron en el salón colonial donde estaba todavía el retrato de la hija muerta. El viejo, silencioso, esperó
que Conrado, turbadísimo, le fuera explicando, con indecisa y vergonzante voz, su deseo de casarse con Ana
María….De súbito, ágilmente fue a abrir una caja de hierro de antiguo estilo…Entonces, siempre silencioso, cogió
allí un alfiler de oro. Era uno de esos que cierran el manto de las indias, pero más largo, agudísimo y manchado de
sangre negra.
Al verlo, Conrado cayó de rodillas, gimoteando:
_Sí, se lo saqué yo del pecho cuando estaba muerta…Tú le habías clavado este alfiler en el corazón… ¿No es
_ Sí, mi padre.
_ Sí, mi padre.
_ ¿Nadie lo sabe?
_ No, mi padre.
_ Sí, mi padre.
_ Sí, mi padre.
TEXTO Nº 05
La mañana apareció fresca y transparente y, en medio de una ansiedad febril, el barco continuó navegando
las olas, como un sabueso tras su presa. Al fin, cercano ya al mediodía, Ahab, en su observatorio del palo
mayor, profirió con voz espeluznante: -“¡Moby Dick a la vista!... ¡Nos precipitamos sobre ella!... ¡Ah, pero si
muero, Moby Dick se irá conmigo al fondo del océano!” Starbuck murmuró con los ojos húmedos: “Dios tenga
piedad de ti, Ahab”. Media hora más tarde, Ahab se encontró a corta distancia del monstruo, que parecía dormitar,
fatigado. En medio de la montaña blanca, el capitán lanzó el arpón. Moby Dick rodó como en una gran convulsión
hasta dar contra el costado del bote. Sin romper ninguna de sus tablas, lo volcó y tan rápidamente, que si Ahab
no hubiera estado sostenido en la parte superior, habría ido a parar junto a la ballena.
TEXTO NRO. 06
Quien ofenda al doctor Francisco Montenegro con una palabra maliciosa, con una sonrisa jorobada o un gesto
amarillento será abofeteado públicamente. Durante sus treinta años como juez principal de la región, la mano del
doctor ha visitado muchas mejillas altaneras. ¿No abofeteó acaso al sargento Cabrera? ¿No abofeteó al jefe de la
Caja de Depósitos y Consignaciones? Y lo peor: nadie sabe cuándo el ofensor recibirá la atronadora caricia del
doctor. ¿A la salida de la misa? ¿En el club? ¿En la plaza? ¿En la puerta de su casa? El elegido por sus manos se
cocina en la impaciencia. ¿Un exceso de confianza al dirigirse al doctor? ¿Un tono de voz muy alto para los oídos
del doctor? ¿Considerarlo tan descuidado como para extraviar una moneda? La reparación exigida por el doctor
sería inevitable.
Cierto atardecer, por la esquina de la plaza de Yanahuanca, se mostró el doctor. Como acostumbraba cada
atardecer, descendió a la plaza para iniciar su imperturbable paseo. Hacia las siete de ese frío crepúsculo, se
detuvo, consultó su reloj y se enfiló hacia un caserón de tres pisos. Mientras ascendía por unos escalones para
cruzar el centro de la plaza, una moneda cayó de uno de sus bolsillos, rodó y se detuvo en la primera grada. En
ese momento, don Herón de los Ríos, el alcalde, que hacía rato esperaba lanzar un sombrerazo de saludo al
doctor, gritó: “¡Don Paco, se le ha caído un sol!”; sin embargo, no hubo respuesta.
Don Herón, los comerciantes y los muchachos de la zona se aproximaron. Con gesto inusualmente severo, el
alcalde levantó el índice: “¡Que nadie la toque!”. La noticia se propaló por todas las casas de Yanahuanca: el
“¡Es el sol del doctor!”, susurraban los pobladores. Prevenidos por el director de la escuela –“¡No vaya a ser que
una imprudencia conduzca a vuestros padres a la cárcel!”–, los escolares la admiraron al mediodía. Dos horas
antes, un mocoso de ocho años se había atrevido a arañarla con un palito: hasta ahí llegó el coraje de la provincia.
Tras la agitación de las primeras semanas, la provincia se acostumbró a convivir con la moneda. Los comerciantes
de la plaza, responsables de primera línea, vigilaban sigilosamente a los curiosos. Precaución inútil: hasta los
indigentes sabían que apoderarse de esa moneda resultaría nefasto. La moneda llegó a ser una atracción en toda
la provincia.
El único que nunca tuvo noticias de una moneda destinada a probar la honradez de la provincia fue quien la
extravió. Cada crepúsculo, don Francisco recorría veinte vueltas exactas. Todas las tardes repetía los doscientos
cincuenta y seis pasos que constituyen la vuelta del polvoriento rectángulo. Durante una hora, ese caballero
contempla el sol del atardecer. Cincuenta y nueve minutos después de iniciada su entrevista solar, baja la
escalera, cruza el portón y se aleja lentamente. Hasta los perros saben que de seis a siete no se ladra allí.
Noventa y siete días después del crepúsculo en que rodó la moneda del doctor, de una cantina salió Encarnación
López. Mal aconsejado por el aguardiente, decidió apoderarse del mitológico sol. En plena noche, susurrando
obscenidades, Encarnación iluminó el sol con su linterna. Recogió la moneda, la metió en el bolsillo y desapareció.
Pasada la resaca, por los labios de su mujer, Encarnación conoció al día siguiente el bárbaro tamaño de su coraje.
Presuroso, corrió hacia la plaza. Solo cuando descubrió que él mismo, sonámbulo, había depositado la moneda en
Inesperadamente, se había dado el curioso caso de que una provincia dedicada al abigeato se laqueó de una
imprevista honradez. Este florecimiento moral inflamó el orgullo de los viejos. Cada tarde, preguntaban a los
niños: “¿Y la moneda del doctor?”. “Nadie la ha tocado”. Los ancianos levantaban el índice: “¡Así debe ser; los
Con el pasar de los días, la celebridad de la moneda rebasó las fronteras de la provincia. Temerosos ante la
ignorancia de los extraños, los regidores de Yanahuanca recorrieron los distritos de la provincia, advirtiendo de
casa en casa que en la plaza de Armas envejecía una moneda intocable. Por supuesto, nadie la tocó. No bien
llegaban forasteros, la chiquillería advertía: “¡Cuidado con la moneda del doctor!”. Los de afuera sonreían, pero el
rostro de los comerciantes los enfriaba. A pesar de esto, un engreído agente comercial de Huancayo preguntó
burlón: “¿Cómo sigue de salud la moneda?”. Consagración Mejorada le contestó: “Si usted no vive aquí, no abra la
boca”. “Yo vivo en cualquier parte”, contestó el bellaco, avanzando. Consagración le trancó la calle con sus dos
metros: “Atrévase a tocarla”, tronó. El huancaíno se congeló y salió corriendo. Consagración, que en el fondo era
un cordero, se retiró confuso. En la esquina, lo felicitó el alcalde: “¡Así hay que ser: derecho!”. Esa misma noche,
se supo que Consagración, cuya única hazaña era beberse sin parar una botella de aguardiente, había salvado al
pueblo. En esa esquina, conoció la suerte. Porque, no bien amaneció, los comerciantes de la provincia, orgullosos
de que un yanahuanquino le hubiera parado el macho a un badulaque huancaíno, lo contrataron para descargar,
Cierto atardecer, casi a la misma hora en que un año antes la extraviara, los ojos del doctor Montenegro
sorprendieron una moneda. Se detuvo delante del escalón. Recogió el sol y se alejó. Contento de su buena suerte,
La provincia suspiró.
1.- En el texto, ¿quién dio la orden de que nadie tocara la moneda del doctor Montenegro?
a.- Encarnación López
b.- El sargento Cabrera
c.- Don Herón de los Ríos
3.- En el texto, ¿por qué se dice que Consagración Mejorada “conoció la suerte”?
a.- Porque impidió que un forastero tomara la moneda.
b.- Porque demostró una gran valentía sin proponérselo.
c.- Porque lo contrataron para hacer trabajos de descarga.
5.- ¿Por qué se dice, al final del texto, que “La provincia suspiró”?
a.- Porque los yanahuanquinos sentían satisfacción de haber sido capaces de salvaguardar la moneda del doctor
Montenegro durante tanto tiempo.
b.- Porque los yanahuanquinos sentían alivio de que el doctor Montenegro ya no fuera a tomar represalias contra
alguno de ellos.
c.- Porque los yanahuanquinos sentían pena de haber perdido la moneda que había sido una fuente de alegría
para toda la provincia.