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CRÍTICA INTERCULTURAL Y DECOLONIAL, CRÍTICA ALTERNATIVA E

INTERVENCIÓN SOCIAL HISTÓRICA-CRÍTICA.

A través de la historia el trabajador social se ha encontrado atravesado por varias


tendencias que han marcado indudablemente como primero, sus teorías, luego
sus metodologías y métodos, y finalmente el objeto o sujeto a intervenir. El ideal
ensalzado en América Latina es el cambio de un sistema opresor y empobrecedor
que denigra y desliga el sentido humano de la vida. Este sentido se orienta desde
la posición anticapitalista, claramente identificada con el propósito final de la
sustitución del sistema actual imperante. Lastimosamente se ha encasillado de
esta manera al trabajador social local, esto con una lógica deductiva de un
contexto histórico que ha dado como resultado un sentido crítico para defensa de
lo propio; no obstante, la lógica actual promueve a dar también una autocrítica,
dejando ver que parcialmente “hacemos parte de un engranaje social que
responde de alguna manera algún nivel de reproducción de las relaciones
sociales” (Montaño, 2013).

Aunque sea difícil de aceptar esta afirmación, no cabe duda de que en parte su
razón se fundamenta en nuestro accionar, muchos de los trabajadores sociales
hoy en día trabajan en empresas que fomentan el neoliberalismo y la reproducción
del modelo actual. No se puede pensar en que solamente el trabajador social tiene
como finalidad el derrocamiento del orden actual, bien sea por su inequidad o su
inhumanidad; esto es solo un enfoque del profesional social, una posición asumida
desde la crítica y la criticidad como bases reflexivas para que así logren encaminar
no solo a un individuo sino a toda la sociedad como tal, a un devenir equitativo y
más humano.

Esto se logra realizando una “descolonización del mundo” (Grosfoguel, 2010). Tal
y como lo dice Ramón, no se está refiriendo con esto a la concepción del siglo XIX
sobre una descolonización que implicaba una “independencia jurídico política de
un estado en relación con un imperio colonial” (Grosfoguel, 2010), sino más bien a
una decolonialidad del conocimiento, de las relaciones de poder, de la economía
política, la espiritualidad, relaciones de género, etc. Todas las esferas humanas
que al contemplar y realizar una exhaustiva búsqueda hunden sus raíces en el
pensamiento occidental eurocéntrico. Incluso la misma teoría crítica de la cual se
afianza esta postura, proviene de Europa. Se deduce entonces una especie de
cierto cinismo intelectual el tratar de superar o acabar un sistema utilizando una de
sus herramientas; sin embargo, se podría observar también que es el mismo
sistema el que dictamina su no viabilidad futura al reevaluar su proceder. Dicha
afirmación se podría argumentar en cierta medida desde el punto de vista de un
ser racional, el cual es capaz de criticar posteriormente sus acciones y sus
efectos, aunque estos hayan sido devastadores.

En efecto, la postura crítica de un comportamiento lleva a aceptar las posibles vías


que debieron ser tomadas en cuenta, no solo desde una inflexible decisión propia,
sino desde la opción de retomar y escuchar pensamientos y soluciones ajenas a
determinada racionalidad. Se buscaría una “diversidad epistémica” (Grosfoguel,
2010) que tolera y acepta pensamientos que no sean occidentales. La verdad
absoluta no solo la tendrían los que más dinero han acumulado a causa del mal
llamado desarrollo o a los que gracias a su poderío militar han coaccionado las
decisiones ajenas, sino que se buscaría la concepción de un mundo pluralista y
diverso que involucra en cada contexto “procesos que ocurren de manera
compleja” – heterogeneidad histórico estructural (Quijano citado por Grosfoguel,
2010) –.

Se propondría una reapertura de la resignificación de los conceptos, algo un poco


diferente a la reconceptualización llevaba a cabo en las décadas de 1960 y 1970,
pero que tiene gran parte de su matiz, el replanteamiento de manera objetiva la
definición actual del Trabajo Social y de sus lineamientos. Un claro ejemplo es la
concepción actual que se tiene de intervención, la cual según Carballeda “tiene
dos caras: coercitiva y emancipatoria” (Carballeda, 2011) pero que es considerada
por muchos como el objetivo final del trabajador social. Si se remite a Montaño se
encontrará que “nuestra práctica social tiene como horizonte práctico la
emancipación política” (Montaño, 2013). El empoderamiento de los individuos en
sus comunidades es, no obstante, la verdadera razón de ser del trabajador social.
La intervención debe ser necesaria para reflejar desde el accionar profesional, el
deseo de que se realice a nivel personal y comunitario un verdadero
discernimiento de la problemática actual que aqueja a nuestra sociedad. No se
trata de llevar modelos implementados exitosamente en otros lugares, sino de
contextualizar y promover en los miembros de X o Y comunidad la necesidad de
adueñarse de su futuro y de las formas de conseguirlo.

CONCLUSIÓN.

Como lo dijo Montaño, muchos de nosotros colaboramos con la reproducción del


sistema, vemos lo ineficaz que son las políticas sociales actuales, pero somos
simples espectadores que gritan desde una tribuna apelativos ofensivos a las
clases dirigentes que juegan con nuestros iguales. Cuando acaba el partido,
volvemos a nuestros hogares para seguir alimentándonos del modelo reinante, el
remordimiento solo nos lleva a darnos golpes de pecho y así, aunque la tristeza
inunde nuestro quehacer diario, la cruda realidad engrandece cada vez más la
brecha entre quienes los tienen todo y los que no. La labor consistirá entonces en
realizar primeramente una autocrítica que lleve a cuestionar si nuestro proceder
ayuda o no a esta problemática, si el objetivo primordial que alguna vez se tuvo en
la academia aún sigue vigente en el accionar diario.

Lo más difícil de mirar hacia adentro es ver sueños frustrados o metas sin lograr,
con esto no quiero que se me relacione a cierta noción fatalista que tienen algunos
actualmente, y que, a pesar mío, algunos profesores promueven desde la
academia; por el contrario, me encamino por una sociedad que sea consciente de
sus limitaciones y de sus excesos, que mire a su alrededor y convoque a un nuevo
orden social donde la sensibilidad y la alteridad se conviertan en promotores de un
mundo más humano y feliz.
BIBLIOGRAFÍA.

Montaño, C. (2013). Trabajo Social: teoría, práctica y emancipación. Video.


Recuperado el 15 de Marzo de 2017 en https://www.youtube.com/watch?
v=2Xwr7dn655A.

Grosfoguel, R. (2010). Teoría Decolonial. Video. Recuperado el 17 de Marzo de


2017 en https://www.youtube.com/watch?v=EARAVrH8enw.

Carballeda, A. (2011). Carballeda.mp4. Video. Recuperado el 17 de Marzo de


2017
en https://www.youtube.com/watch?v=Ng4SvXm_rkA.

JULIÁN ANDRÉS DÍAZ AGUIRRE


MARÍA NUBIA ARISITIZÁBAL
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
TRABAJO SOCIAL
FUNDAMENTOS
2017

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