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1. Origen y Evolución:
Es probable que el Derecho Procesal Constitucional, como parcela de estudio y conocimiento
de un filón del Derecho, venga ya transitando un respetable tiempo en busca de su consagración
definitiva como disciplina jurídica con status propio y que compita de igual a igual con sus
homólogas disciplinas procesales, lo cual resulta; ya que su nacimiento ha sido impuesto por la
necesidad de que algún sector de científicos se ocupen de aquel conjunto de normas de carácter
procesal constitucional que existen en los correspondientes sistemas jurídicos.
Debemos remontarnos a la historia para poder señalar la evolución del “derecho procesal
constitucional”, podríamos mencionar a Hans Kelsen, como pionero en haber sentado las bases
preliminares de esta disciplina, en ardua lucha doctrinaria contra Carl Schittt, siguiendo esta
línea juristas como Piero Calamandrei, entre otros.
Así pues en 1922, el derecho publico recibió un aporte importante de parte de Hans Kelsen;
quien terminaba de escribir su primer ensayo de sistematización del Derecho Procesal
Constitucional titulado “La Garantía Jurisdiccional de la Constitución”. Por tanto a nivel
doctrinario Kelsen es el primero que estableció los lineamientos, los principios y las
instituciones básicas del derecho procesal constitucional. Sin embargo, Kelsen nunca utilizo la
expresión “Derecho Procesal Constitucional”, no obstante empleo de modo indistinto los
términos justicia y jurisdicción seguidos del adjetivo constitucional, para referirse a la
necesidad de crear un conjunto de instituciones, tanto sustantivas como procesales, destinadas a
resolver los conflictos que tuvieran como trasfondo la Constitución, su defensa y su
supremacía.1
Así, estos vocablos a los que hiciera referencia Kelsen, se tiene que aparecieron en la literatura
jurídica europea en el periodo de entreguerras (año 1928); para que posteriormente los
franceses hagan referencia a la denominación control de constitucionalidad, los italianos a los
vocablos giurisdizione costituzionale o prosesso costituzionale, y los alemanes hablaran de
Verfassungsgerchtsbarkeit.
1
Carlos Mesia, “Exégesis del Código Procesal Constitucional”, Pág. 11
1
Es inevitable al hablar de Derecho Constitucional, mencionar al Dr. Domingo García Belaúnde,
cuya producción académica es invalorable e incontable, admiramos su profunda vocación de
investigador e historiador, por lo que la consulta de su bibliografía se hace casi obligatoria para
poder redactar un adecuado ensayo jurídico.
En torno al origen del nombre del Derecho Procesal Constitucional, es difícil asegurar cuando
surge “lo más probable es que sea una frase propia del periodo europeo de entreguerras y
seguramente factura de algún procesalista”[1].
El nombre dado, se vino utilizando en el mundo hispánico a través del aporte académico de
varios juristas como Niceto Alcala-Zamora y Castillo (México), Eduardo J. Couture
(Argentina), Héctor Fix Zamudio (México), en el Perú, se utilizo este vocablo gracias al trabajo
académico del Dr. Domingo García Belaúnde, como bien lo dijera el mismo en su obra el
“habeas corpus” interpretado (Universidad Católica, Lima, 1971, pág. 21), y que luego se
reitera en la ponencia “La jurisdicción constitucional en el Perú”, de 1977 (en Teoría y práctica
de la Constitución peruana, tomo I, Lima, 1989) y en El “habeas corpus” en el Perú, Lima,
Edic. Universidad de San Marcos, 1979. [2]
La doctrina y el mismo estudio de las normas reguladoras de los Procesos Constitucionales, nos
enseña que estas, deben ser estudiadas con independencia de las normas sustantivas; lo cual se
viene realizando desde hace muchos años, tarea asumida por los constitucionalistas, quienes en
muchos casos, los mismos que carecían de técnica procesal. Y es que el sistema procesal es
importante en la aplicación de un cuerpo normativo, siendo que en la mayoría de los casos para
cada código sustantivo, corresponde su respectivo código adjetivo, lo cual ocurre en disciplinas
especificas como son el Derecho Civil y Derecho Penal (cuyo código también ya fue
promulgado).
En ese sentido en nuestro país, la evolución de la disciplina que nos ocupa ha sido tardía,
siendo que el profesor Samuel Abad Yupanqui manifiesta que la disciplina la conoció cuando
era estudiante de pregrado en la Pontificia Universidad Católica, pues en las clases de Derecho
Constitucional y en la de Garantías Constitucionales (hoy llamada Derecho Procesal
Constitucional), Domingo Garcia Belaunde hacia mencion siempre a esta nueva área de
estudio. El pionero de esta disciplina y su principal promotor en nuestro país, a decir de este
profesor, ha sido Domingo García Belaunde, quien desde 1971 viene impulsando el desarrollo
de esta disciplina. 2
También en nuestro país, Víctor Julio Ortecho Villena manifiesta que tomó conocimiento de
esta disciplina por la lectura de los libros de Néstor Pedro Sagüés sobre el Derecho Procesal
Constitucional, y que fue en la cátedra sobre la materia en la Universidad Privada Antenor
Orrego de Trujillo, encargada a su persona donde desarrolló más extensamente esta asignatura.
Asimismo, Ortecho Villena precisa que fue en un curso sobre "Derecho Constitucional y
Derecho Procesal Constitucional" desarrollado paralelamente al III Congreso Nacional de
Derecho Constitucional, realizado en Arequipa en el año 1991, donde se empezó a difundir esta
disciplina en nuestro país.
Del mismo modo, el profesor Aníbal Quiroga León expresa que fue a partir de las obras de
Domingo García Belaunde, en particular El Hábeas Corpus Interpretado y El Habeas Corpus
en el Perú, de donde tomo la fuente para el estudio de esta nueva disciplina jurídica.
Igualmente este autor también abrevó en las fuentes del derecho comparado a través de las
importantes obras de Héctor Fix-Zamudio, El juicio de amparo y Jesús González Pérez,
Derecho Procesal Constitucional.
2
Gerardo Eto Cruz “El desarrollo del Derecho Procesal Constitucional a partir de la Jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Peruano”, Pág. 30-46
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Finalmente, el profesor César San Martín Castro afirma que conoce la nueva disciplina del
Derecho Procesal Constitucional por las discusiones existentes en la Pontificia Universidad
Católica del Perú en la década del 90 sobre las garantías constitucionales.
El Derecho procesal constitucional comprende por un lado una dimensión histórico social y por
otro su estudio científico.
El segundo por su parte como origen "científico" del Derecho procesal constitucional se ubica
entre los años de 1928 y 1956.
El inicio del estudio científico del Derecho constitucional, se remonta a la adopción de las
Constituciones escritas a finales del siglo XVIII, en esta época inician, con poca vigencia, las
primeras cátedras de derecho constitucional-diritto costituzionale- en Itaia, en Ferrara (1797),
Pavía (1797) y Bolonia (1798), donde aparece una primera obra sobre la materia en la
Universidad de Ferrara, por el profesor G. Compagnoni di Luzo, quien escribe Elementi di
diritto costituzionale democrático ossia Principii di giuspubblico universale -Elementos del
derecho constitucional democrático acerca del principio de Iuspublico universal- (Venecia,
1797).
Durante el siglo XIX se fueron creando poco a poco cátedras de Derecho constitucional. En
España, la Constitución de Cádiz de 1812, en el artículo 368 establecía la obligación de que se
explicase la Constitución «en todas las Universidades y establecimientos literarios donde se
enseñen las ciencias eclesiásticas y políticas», la primera cátedra surge en Valencia, en 1813,
cuyo titular fue el civilista N. Garely; y se inaugura en Madrid en 1814, con Miguel García de
la Madrid.
Su estudio como fenómeno histórico social, como forma de poder y de organización del Estado,
se remonta a la Grecia antigua. Así puede advertirse de las obras de Aristóteles: Ética a
Nicómaco, Política, y Constitución de Atenas; de Platón: sus Diálogos: República, Político, y
Las leyes; y de Cicerón; Con estos autores se inicia el estudio de las instituciones políticas y se
prolonga con muchos otras obras y pensadores; Marcial Ponds (1741-42); El espíritu de las
leyes de Montesquieu (1748); y El contrato social, de J.-J. Rousseau (1762)... Si bien la el
Derecho constitucional surge a partir del siglo XIX, se consolida en sí en el siglo XX y
especialmente a partir de la segunda guerra mundial, cuando su estudio se convierte
estrictamente en jurídico y autónomo de la ciencia política y de otras disciplinas.
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La segunda al consolidarse el Estado constitucional, desde la Revolución en Francia de 1848
hasta el inicio de la primera guerra mundial en 1914, periodo en el cual la Constitución se
considera un documento político y el Derecho constitucional adquiere carácter enciclopédico
por su vinculación con las ideas y formas políticas.
Por lo que recientemente, se manifiesta con gran importancia una corriente denominada
«Neoconstitucionalismo» , que podría desembocar en una nueva etapa evolutiva de la ciencia
del Derecho constitucional.
Periodos en la evolución del Derecho constitucional según Javier Pérez Royo, son tres:
Antigüedad:
Se encuentra un antecedente remoto en Grecia. Se refiere al precedente ateniense, de la
superioridad y rigidez del nómos (que equipara a una especie de ley constitucional) con
respecto del pséfisma (que lo considera como un decreto). El pséfisma debía ajustarse al nómos
para que fuese legal.
Existieron dos figuras en el Derecho romano; en el interdicto pretoriano de Homine libero
exhibendo (Ley I, Libro 43, Título 29 del Digesto), consistente en un mecanismo para la
defensa de los hombres libres que eran detenidos con dolo, es decir, arbitrariamente por
particulares, de tal suerte que se podía exhibir al hombre libre (Quem liberum dolo malo
retines, exhibeas) a través de un procedimiento sumarísimo.
Por otro lado, en la República romana se creó el tribunado de la plebe por una demanda y
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conquista de los plebeyos, a manera de contrapoder de los cónsules. La casa del Tribuno debía
estar abierta día y noche para la defensa de de los plebeyos, la protección se podía extender
para anular las leyes. El tribuno de la plebe defendía los intereses populares, al impedir la
aplicación de las disposiciones legislativas contrarias a dichos intereses (intercessio), otorgando
protección personal a los perseguidos por las autoridades (ius auxililii).
En el Reino de Aragón existió una figura encargada de velar por el cumplimiento exacto de los
diversos fueros. El Justicia Mayor tuvo su esplendor entre los años 1436 y 1520. Conocían
esencialmente de los procesos forales aragoneses (los de mayor arraigo eran: de inventario, de
firma de derecho, de aprehensión y de manifestación de persona). La finalidad de estos
consistía en la protección o defensa de los súbditos en contra de los actos excesivos y
arbitrarios de la autoridad real y eclesiástica, que constituían contrafuero en perjuicio de los
mismos.
Edad contemporánea.
En este periodo se desarrollan las constituciones escritas. Las ideas de Jhon Locke y de
Montesquieu sobre la división del poder encuentran acogida y sirven para el establecimiento de
los derechos fundamentales y la limitación del poder en el constitucionalismo contemporáneo.
El control judicial de las leyes mediante los principios y las técnicas desarrolladas por el
Common Law inglés para impedir que las corporaciones públicas y privadas traspasaran el
campo de su autoridad.
En Francia, en la Constitución del año VIII (1799) aparece el Senado como defensor
(conservateur) de la Constitución.
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Etapas de desarrollo.
La dogmática del Derecho procesal constitucional, adquiere relevancia a partir de la creación
de los Tribunales Constitucionales europeos. Especialmente de la Corte Constitucional
Austriaca de 1920 y particularmente a partir del influyente estudio de Hans Kelsen de 1928,
sobre la garantía jurisdiccional de la Constitución, base sobre la cual se erige lo que hoy se
conoce como Derecho procesal constitucional en su dimensión científica y académica.
Precursora (1928-1942).
Inicia con el trabajo de cimentación teórica de Kelsen, relativo a las garantías jurisdiccionales
de la Constitución (1928) y al reafirmarse su postura con la polémica que sostuvo con C.
Schmitt sobre quién debería ser el guardián de la Constitución (1931).
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P. Calamandrei -Italiano- y Cappelletti.
Couture inicia toda una corriente dogmática en tanto al estudio de las garantías constitucionales
del proceso, especialmente del proceso civil, pero utiliza la expresión «garantía» como
sinónimo de Derecho fundamental.
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Ambos lo hacen de manera consciente pensando en la «disciplina científica» como «rama
procesal».
Los estudios de cimentación teórica de Gerber (1865), Bullow (1868) y Kelsen (1928), marcan
el comienzo de la etapa científica del Derecho constitucional, Derecho procesal y Derecho
procesal constitucional. Etapa científica que paulatinamente fue consolidándose con otros
estudios posteriores teniendo en cuenta aquellos trabajos pioneros.
- Fuentes: En términos generales podemos afirmar que las fuentes de esta disciplina son
las mismas que las demás áreas del Derecho. Sin embargo, estas adquieren particular relevancia
en la Constitución, los tratados sobre derechos humanos que reconocen el derecho a un
"recurso efectivo" contra las violaciones a los derechos humanos, la ley, particularmente, el
Código Procesal Constitucional y la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, y la
jurisprudencia, especialmente del Tribunal Constitucional, a nivel interno, y de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el plano supranacional.
a. La Constitución:
Es la norma jurídica suprema de nuestro ordenamiento y tiene por finalidad limitar el poder
para garantizar los derechos de las personas. Ella, como señala Rubio Llorente, “es fuente del
derecho en el sentido pleno de la expresión, es decir, origen mediato e inmediato de derechos y
obligaciones y no solo fuente de las fuentes”.
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Es preciso mencionar que la IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución incorpora
una cláusula según la cual los derechos reconocidos por la Constitución "se interpretan de
conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos
internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú".
b. Los Tratados:
En esta materia adquieren particular relevancia los tratados sobre derechos humanos,
especialmente el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Además, la Convención Americana sobre Derechos
Humanos establece un organismo jurisdiccional de protección, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, cuya jurisprudencia precisa y dota de contenido a los derechos que ella
reconoce.
Los tratados no solo desarrollan los alcances de los derechos humanos, sino además reconocen
el derecho a un “recurso efectivo” frente a las violaciones de tales derechos. Ello es
particularmente relevante para el Derecho Procesal Constitucional y ha conducido a que
algunos autores se refieran a un Derecho Procesal Constitucional Transnacional y a un "amparo
internacional" o "amparo interamericano".
En consecuencia, los procesos de hábeas corpus y amparo cuentan con sustento supranacional
y, por tanto, no pueden ser limitados ni restringidos a nivel interno. Así lo ha reconocido el
Tribunal Constitucional en constante jurisprudencia, por ejemplo, en el caso César Tineo
Cabrera (Exp. ,1230-2002-HC, sentencia del 20 de junio de 2002).
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Las leyes son una fuente del derecho procesal constitucional. Así, hasta el 30 de noviembre de
2004 existía una legislación diversa y dispersa de los procesos constitucionales. Por ejemplo,
los procesos de habeas corpus y amparo estaban regulados por la ley 23506 (09 de diciembre de
1982) y la ley 25398 (09 de febrero de 1992) que la complementa. Los procesos de habeas data
y acción de cumplimiento han sido desarrollados por la ley 26301 (3 de mayo de 1994). La
acción popular por la ley 24968 (22 de diciembre de 1988) y, finalmente, la acción de
inconstitucionalidad y el conflicto de competencias, así como la estructura y funciones del
Tribunal Constitucional por su ley orgánica, Ley 26435 (10 de enero de 1995). Las citadas
leyes cuentan con diversas modificaciones puntuales. Por ello, resultaba indispensable una
reforma legal de todos los procesos constitucionales que no solo revise y unifique la dispersa
legislación existente, sino que a la vez se nutra de la teoría general del proceso de indispensable
aplicación en estos casos. Estos cambios normativos han sido incorporados en el Código
Procesal Constitucional.
e. Doctrina
Suele ocurrir que en diversas sentencias tanto del Poder Judicial como, especialmente, del
Tribunal Constitucional se cite doctrina nacional o extranjera para fundamentar la decisión
adoptada. Si bien esto no significa que la doctrina tenga efecto vinculante, si resulta relevante
reconocer su valor persuasivo para orientar una determinada decisión jurisdiccional. Así por
ejemplo, el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en la demanda de
inconstitucionalidad interpuesta por Marcelino Tineo Silva y más de 5,000 ciudadanos contra
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los decretos leyes sobre terrorismo y traición a la patria (Exp. N° 0102002-AI/TC-Lima),
acudió a la doctrina para desarrollar e innovar los tipos de sentencias que podía dictar.
"28. Aun cuando en 'cada país y casi cada autor, tienden a elaborar tipologías diferentes' de
sentencias (E. Aja y M. Gonzales, "Conclusiones generales", en "Las tensiones entre el
Tribunal Constitucional y el legislador en la Europa actual", Ariel, Barcelona, 1998, pág. 275),
tradicionalmente, segÚn se acoja o rechace el petitorio de la demanda, las sentencias del
Tribunal Constitucional pueden clasificarse en sentencias "estimatorias" o"desestímatorias"; sin
embargo, el dinámico contexto social de nuestro país ha obligado a este Colegiado, como a su
turno 10 hicieron otros tribunales análogos al nuestro (como los de Italia, España y Alemania),
a dictar resoluciones que en cierta medida se apartan de esta distinción clásica, innovando de
ese modo la tipología de sus sentencias".
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