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Una vez que todo el diseño inicial, planificación, pruebas piloto, ajustes, y otras preparaciones
se han hecho, la intervención está lista para ser implementada y difundida en la organización y
la audiencia destinada. Una vez que se establece una visión de cambio que se alinea con los
objetivos de aprendizaje y de rendimiento de la organización, se crean planes para el despliegue
de la intervención. A partir de aquí, es el momento de lanzar la implementación, se llevan a cabo
los planes de ejecución y la intervención se difunde. Especialmente al principio, los esfuerzos de
implementación deben ser monitoreados cuidadosamente bajo la atenta mirada del diseñador
instruccional y otros socios clave para asegurar que todo está en marcha y va bien. Siempre que
sea necesario ajustes a los esfuerzos de despliegue, estos se identifican y se realizan en
consecuencia para que los objetivos deseados se consigan de manera eficiente y efectiva.
De acuerdo con The Standards (Koszalka, Russ-EFT, y Reiser 2013), “Esta capacidad se considera
avanzada, y las afirmaciones de desempeño asociadas son calificadas como avanzadas” (61). Las
siete afirmaciones de desempeño definidas por Koszalka, Russ-Eft, y Reiser (2013, 61) se
muestran a continuación:
1. Crear una visión de cambio que alinie los objetivos de aprendizaje y desempeño con los
objetivos organizacionales.
5. Difundir la intervención.
Este capítulo tiene que ver con la ejecución- implementación de la intervención instruccional.
Implementación involucra la planificación de los aspectos logísticos de la implementación. El
plan logístico incluye “el personal y los recursos necesarios, y debe indicar el tiempo necesario
para los estudiantes. Si se planifican sesiones cara a cara, el plan también debe discutir la
ubicación y otros aspectos logísticos necesarios” (Koszalka, Russ-Eft y Reiser 2013, 61).
De acuerdo con The Standards, “la planificación de la implementación y diseminación son pasos
críticos, pero el diseñador instruccional inteligente también tiene planes para la difusión de la
intervención. La difusión va más allá de la diseminación e implica actividades y procesos para
fomentar la adopción generalizada y la aceptación a largo plazo. La difusión puede incluir
diversas estrategias instruccionales y comunicativas para apoyar la propuesta de cambio”
(Koszalka, Russ-Eft y Reiser 2013, 62).
Como Stephen R. Covey (1989) sugiere para la efectividad personal y el liderazgo en su libro “Los
siete hábitos de la gente altamente efectiva”, los diseñadores instruccionales, también, deben
“comenzar con el fin en mente.” Una de las competencias de liderazgo más importante es la
capacidad de crear una visión clara y convincente para el cambio que están tratando de lograr
en la organización. Los diseñadores instruccionales efectivos deben exhibir un liderazgo efectivo
al hacer esto. Una visión para el cambio es una articulación clara del futuro, una representación
de lo que sucederá debido a la intervención en términos de los resultados finales, y las
conductas, habilidades, conocimientos y actitudes de las personas en el público objetivo. Cuanto
más vívida, clara, sencilla y convincente la visión es, más gente va a entender el estado futuro
deseado y más trabajarán para lograrlo. Cuanto más confusa, complicada o irrelevante es una
visión para el cambio, menos probable será que esta se realice. Ver Anexo 16.1.
Cuando el aprendizaje y los objetivos de desempeño están estrechamente alineados con las
metas organizacionales, el mayor beneficio es el aumento drástico de la probabilidad de que la
intervención tenga un impacto en las medidas más críticas de éxito organizacional. La
vinculación se inicia con la mejora del aprendizaje, lo que se traduce en un mejor desempeño,
lo que conduce a mejores resultados organizacionales. De esta manera, no sólo los estudiantes
son más eficaces debido a la intervención, sino que además otros stakeholders, como
patrocinadores y ejecutivos, se beneficiarán porque las metas organizacionales (rentabilidad,
ingresos, cuota de mercado, fidelización de clientes, etc.) serán susceptibles de ser alcanzadas.
Como su nombre indica, la alineación horizontal consiste en asegurar que las metas se alinean
lateralmente a través de la organización. Metas horizontalmente alineadas aseguran que los
objetivos y el trabajo de las diferentes áreas funcionales, unidades de negocio y los equipos de
toda la organización se dirigen hacia los mismos resultados globales. Un término que se utiliza a
menudo en las organizaciones de hoy en día es la palabra del silo, que se utiliza para describir
cuando una unidad de negocio individual, departamento o equipo se convierte en una ínsula y
excesivamente centrado en sus propios objetivos, excluyendo a otras áreas. Alguna vez se oyó
a un CEO que, en broma, dijo que era fascinante cómo todos sus subordinados directos lograron
sus objetivos, sin embargo, la organización no logró los suyos. “¡Es curioso cómo todo el mundo
puede lograr sus objetivos, excepto yo!”. Esta manera insular de pensar y de trabajar se
convierte en un peligro en la medida que la organización se vuelve más interdependiente- y la
mayoría de las organizaciones modernas lo son.
Involucrar a los stakeholders y negociar para lograr una adecuada alineación
Un imperativo social expresado por muchos profesionales del área de recursos humanos, el
aprendizaje, y del diseño instruccional es “necesitas alinearte al negocio.” Si bien es fácil estar
de acuerdo con esto y reconocer sus beneficios y valor, muchos se preguntan cómo lograr esto.
Para empezar, los profesionales del diseño instruccional deben identificar primero a los
stakeholders adecuados con los que involucrarse. Gerentes y altos ejecutivos, por ejemplo, son
stakeholders importantes para poder alinear objetivos de aprendizaje y desarrollo con las metas
de la organización. Otros stakeholders pueden ser útiles también, como los clientes clave (que
pueden ser un senior executive, por ejemplo), expertos temáticos, u otros gestores de
aprendizaje. Una vez identificados, el diseñador debe ser capaz de interactuar con estos grupos
de interés, lo que es más fácil cuando ya hay una relación establecida. Si se trata de una nueva
relación, establecer confianza y rapport rápidamente es esencial.
¿Qué ocurre si el diseñador instruccional percibe que no existe alineación entre los objetivos de
la intervención y las metas de la organización? A veces esto requiere cambios en la intervención
para obtener una mayor vinculación. En otros casos, puede requerir habilidades de negociación
por lo que el diseñador instruccional trabaja para llegar a un acuerdo con el actor respecto a
expectativas razonables para la intervención. Si una meta de la organización es el crecimiento
de los ingresos en un 20 por ciento, una intervención de aprendizaje podría ser desarrollada
para dotar a los profesionales de ventas con nuevas habilidades relacionadas a sus funciones.
Sin embargo, el diseñador instruccional puede tener que negociar con la parte interesada
respecto de la contribución razonable que se espera que la intervención logrará. En dicha
conversación, puede señalarse que muchas variables, más allá de los conocimientos y las
habilidades de venta de ventas de las personas, contribuyen al aumento de los ingresos. Esto
puede conducir a intervenciones no instruccionales adicionales que apoyen las metas de la
organización. Asimismo, puede ayudar a conducir a un acuerdo sobre el grado en que la solución
instruccional contribuirá a la meta.
En las intervenciones a ritmo propio, los estudiantes son en gran medida los factores clave de
cuándo y dónde se llevan a cabo las intervenciones. En los primeros años del aprendizaje a rtimo
propio, los materiales instruccionales basados en papel fueron los más comúnmente utilizados.
Este estilo de implementación fue seguido por la entrega de contenido a través de medios
tecnológicos, tales como los programas basados en computadoras y la instrucción por vídeo.
Hoy en día, la mayoría de intervenciones a ritmo propio se llevan a cabo a través de Internet u
otras plataformas basadas en web. El punto en común, sin embargo, es que el alumno dicta
cuándo y dónde participar, proporcionando un alto grado de flexibilidad y superando así muchas
barreras, como por ejemplo la reducción de gastos, como viajes, asociados con otras formas de
entrega.
Intervenciones En Persona
Las intervenciones cara a cara implican personas que se reúnen en persona en grupos grandes
o pequeños para participar de una intervención. Los aprendices pueden tener que viajar a un
destino de acogida para participar, o el facilitador o instructor pueden viajar a la ubicación de
los alumnos. De cualquier manera, este tipo de experiencias pueden conducir a altos grados de
gasto con el fin de obtener los beneficios asociados a la interacción en persona. Una variación
del enfoque en persona son las presentaciones virtuales en vivo, donde los facilitadores y los
alumnos interactúan entre sí, pero no cara a cara. En tales casos, las tecnologías virtuales, tales
como WebEx, GoToMeeting, y AdobeConnect se utilizan para lograr los beneficios de que las
personas interactúen directamente entre sí. Estos enfoques son más alcanzables y rentables, a
menudo sin mucho detrimento de la calidad de la interacción en persona.
Blended Learning
Aspectos de implementación
Muchas funciones pueden ser necesarios en la aplicación de una intervención. A veces, como en
organizaciones más pequeñas o con presupuesto limitado, los individuos involucrados pueden
tener que llevar a cabo múltiples funciones, mientras que en grandes organizaciones, los
individuos o grupos de personas pueden especializarse en varias áreas importantes para la
implementación. A veces, los roles pueden ser subcontratados y realizados de forma externa.
Del mismo modo, los recursos pueden encontrarse en el área de aprendizaje de la organización
o pueden estar en prácticamente cualquier área de la misma. Estos y otros factores determinan
tanto la complejidad como las capacidades y conocimientos disponibles para ejecutar la
intervención. La Tabla 16.1 muestra una lista de algunos de los muchos papeles que pueden ser
ejecutados por varios individuos durante la fase de implementación. El diseñador instruccional
puede desempeñar el papel de, o al menos una jugar parte en, la identificación de los roles
requeridos, determinando quién se encuentra mejor preparado para realizar esos roles,
enlistando al equipo para cada papel.
En base a estos factores y suposiciones, lo que sigue es buscar un medio por el cual calcular los
recursos que se necesitarán. Si 10.000 empleados asistirán en grupos de 25 participantes, en
promedio, se necesitarán alrededor de 400 sesiones individuales (10.000 / 25 = 400 sesiones).
Teniendo en cuenta el plazo de dos años, esto significa que 200 sesiones se llevarán a cabo cada
año. Tomando en cuenta otras posibles prioridades de los capacitadores y lo que es razonable
en términos de capacidad, se determina que la facilitación de una sesión de un día dos veces al
mes es razonable. Esto equivale a 10 por ciento del tiempo de la persona en la facilitación real
(ocho horas de facilitación de cada período de dos semanas de 80 horas: 8/80 = 10 por ciento).
Para obtener una imagen realista de tiempo total, la de facilitación y no-facilitación, el número
se debe aumentar a 15-20 por ciento total, dependiendo de la cantidad de preparación que se
necesita, fuera de la participación de la sesión (como la configuración del aula), y el nivel de
seguimiento después de la sesión para los participantes. Si bien es posible calcular una capacidad
anual de 24 sesiones (2 al mes x 12 meses) por entrenador al año, se toma la decisión de desinflar
este número a 20 para dar cuenta de las vacaciones, días festivos y otras actividades imprevistas
que competirían con el tiempo en el aula. Con 20 sesiones por cada entrenador, 10 entrenadores
deben estar certificados y dedicados a la implementación de más de dos años (200 sesiones por
año / 20 sesiones por el entrenador = 10 formadores necesarios).
El ejemplo anterior es bastante sencillo; sin embargo, hay otros factores y dinámicas que
pueden complicar las cosas y deben tenerse en cuenta cuando sea necesario. La dispersión
geográfica y los formadores es un factor. Si los entrenadores están en la sede corporativa, pero
el 75 por ciento de los empleados están en otra parte, un tiempo considerable y bastantes gastos
pueden ser necesarios para el viaje. Esto también podría plantear cuestiones de instalaciones
adecuadas y otros recursos para apoyar la logística de implementación y otras actividades
relacionadas. Estas consideraciones deben ser tomadas en cuenta a la hora de decidir el método
de implementación ideal, tal vez aprovechando la tecnología que es más eficiente y no menos
eficaz. Las limitaciones presupuestarias son otro factor. Finalmente, el tiempo para la facilitación
y la capacidad de los empleados para salir del trabajo y asistir a la formación son otros más.
A medida que se despliegan las intervenciones, están deben ser monitoreadas para garantizar
tanto su calidad como el hecho de que los objetivos se estén alcanzando. A través del
seguimiento, problemas y otras cuestiones pueden ser descubiertas y abordadas según sea
necesario. Enfoques más proactivos pueden anticipar y prevenir problemas antes de que se
hagan más grandes. Un ejemplo de esto sería el itinerario de viajes del instructor basado en el
calendario de implementación. Si el calendario de implementación no puede ser fijado para
algún periodo de antemano, el instructor no puede ser reservar sus viajes y, o bien la
disponibilidad del instructor puede llegar a ser un problema, o los gastos de viaje pueden llegar
a ser prohibitivos. Esta situación es evitable, y puede abordarse mediante la definición del
cronograma de implementación con mucha antelación.
Hay varios factores que pueden acelerar o impedir la adopción y aceptación del cambio. Cuanto
más relevante es la intervención para el usuario pretendido, mayor es la aceptación y la
probabilidad de uso. La claridad proporcionada ayuda al usuario a entender qué hacer y cómo
hacerlo, y por lo tanto aumenta el nivel de la adopción. Mientras más apoyo por parte de los
directivos, compañeros u otras personas es proporcionado, mayor es la aceptación y la
aplicación. Cuando se eliminan las distracciones que interfieren con la concentración del
aprendiz y su capacidad para aplicar el cambio, más alta es la adopción.
Otro enfoque es tomar medidas que conduzcan a un mayor compromiso, o apropiación del
cambio. Varias estrategias pueden generar mayores niveles de compromiso. Favorecer la
participación en el proceso es una estrategia probada que impulsa un mayor grado de
apropiación. Cuando se les pide a las stakeholders por input, se les invitado a jugar un papel, o
se les pide sus opiniones, así como otras estrategias para hacerlos participar, la respuesta que
se obtiene es un mayor compromiso. Asimismo, cuando aquellos más directamente
involucrados en el proceso son también tomados en cuenta para el diseño e implementación de
la instrucción, la calidad de esta es probable que sea mayor, debido a que la experiencia y la
sabiduría de las personas más cercanas a la situación han sido incluidas. Un enfoque que genera
mayores niveles de aceptación y compromiso puede ser menos eficiente porque ganar la
participación de los stakeholders puede llevar mucho tiempo. Por lo tanto, es importante pensar
cuidadosamente acerca de qué tipo de situaciones se beneficiarían realmente de tener mayores
niveles de apropiación.
Supervisar la implementación y difusión para identificar posibles ajustes
Los esfuerzos de implementación y difusión deben ser supervisados para saber si las cosas van
por buen camino, si se necesitan ajustes y, en última instancia, si se alcanza el éxito y se cumplen
los objetivos. El monitoreo permite al diseñador instruccional y otros stakeholders saber cómo
van las cosas. La capacidad de monitorear el progreso se hace más fácil cuando los objetivos y
resultados de la iniciativa, establecida al principio del proceso de diseño, son bien elaborados,
claros y fáciles de medir. Cuando este es el caso, es más fácil determinar si se están haciendo
progresos que cuando los objetivos son inexistentes, confusos o ambiguos. La supervisión crea
un mecanismo de retroalimentación para detectar problemas que deben corregirse; asimismo
destaca lo que está funcionando bien de modo que se puedan obtener ideas acerca de cómo
acelerar los esfuerzos de implementación. Es de esperar que cualquier proyecto se encontrará
con obstáculos, retos y problemas. Esperar una implementación impecable, especialmente con
iniciativas complejas y a gran escala, es imprudente y poco realista. El monitoreo puede ayudar
a salir a la superficie estos temas para que puedan ser abordados temprana y
convenientemente, y así el progreso hacia los objetivos finales no se vea dificultado.
Hay varias maneras de supervisar los esfuerzos de implementación. Todo se trata aquí de la
retroalimentación. Métodos de recolección de data tales como la observación, las entrevistas,
las encuestas, y otros enfoques se pueden utilizar para el monitoreo. Además de estos métodos
más formales, un simple pero potente enfoque utilizado con frecuencia es escuchar, observar,
y pedir la opinión de todos los que están involucrados en los esfuerzos de implementación y que
estén dispuestos a compartir sus puntos de vista. Este enfoque de “gran red” puede recoger
opiniones en tiempo real de una manera informal, pero muy eficaz.
Cualquiera que sea el cambio que se busca trabajar, una vez que se ha decido que los beneficios
del cambio son mayores que los costos asociados de lograr que estos ocurran, se toman medidas
para implementar estos cambios. El ajuste actual puede ser hecha directamente por el diseñador
instruccional o, más generalmente, se hace por otras personas involucradas en el proceso, tales
como el equipo de entrega, el director de formación, el gestor de diseño instruccional,
especialista en tecnología, cliente o varios otros individuos poten- ciales. La persona más
cercana a los cambios que se hicieron es probable que la persona que recibe la noticia del
cambio y luego lo implementa.