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staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea
de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están
adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda
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Katiliz94
Katiliz94 Ardnas
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ZoeAngelikal Clcbea
Blonchick Brenmaddox
Nanami27
Pily
Pily Nanami27
Katiliz94 Key
Katiliz94
Jane
Información
Como algunos sabréis hubo un pequeño problema con esta serie, que
nos cedió otro foro.
Midnight Thief #1
Uno
Traducido por katiliz94
Corregido por Pily
Kyra miró por encima del saliente, entrecerrando los ojos ante los
cuatro pisos adoquinados por debajo. Un paso en falso en la oscuridad
sería mortal, e incluso si sobrevivía a la caída, los Escudo Rojos
terminarían con ella. Miró unos pocos momentos más antes de forzar
su mirada arriba. El momento para las segundas reflexiones había
pasado. Ahora solo necesitaba seguir moviéndose.
—El Palacio está bien vigilado —le había dicho Kyra—. Si quieres
joyas, mejor ve a conseguirlas en otro sitio.
Sí, podía morir esta noche. Pero cuando Kyra reptó por la
oscuridad, sus dudas desaparecieron contra la emoción de un reto de
trabajo. Aquellos que la conocían entendían sus habilidades. Sabían
que no temía a las alturas y que nunca perdía el equilibrio. Pero ni
siquiera Flick, lo más cercano a un hermano mayor que tenía, entendía
la simple diversión que iba con eso cada vez que corría por la noche.
Había algo en la forma que la noche la forzaba a confiar en sus otros
sentidos, la forma en la que su cuerpo se elevaba por el reto. Sus
miembros en silencio le prometían que no caería, y en ese momento
sabía que podía confiar en ellos.
Salir era más difícil que entrar. Sus miembros estaban lentos de
una noche sin dormir, y sus nervios estaban crispados al estar tanto
tiempo en guardia. Para el momento que Kyra llegó al lugar de
encuentro a dos bloques al exterior del Palacio, el cielo estaba
visiblemente más claro, y ella estaba de un considerablemente peor
humor.
—Eh, Flick, ¿te quedarás esta noche aquí? Estaré tocando “Lady
Evelyn y el Felbeast.” —Brendel era un viajero, y por su obra maestra,
el trabajo que esperaba le promovería como un maestro, estaba
poniendo la leyenda popular en una canción.
Flick sonrió.
—¿Te estás preguntando por que te dio las monedas? —dijo Flick.
Había hecho una pila de nabos sobre su plato de pan y distraídamente
los empujó hacía Kyra, quien los arrojó a su propio cuenco.
—Sabes eso, y yo lo sé. Y tal vez incluso James sabe que es casi
imposible encontrar compradores estos días. Pero había muchas
monedas en juego y James fue sospechoso para nada. Lo sé. Estaba
esperando con él en el lugar de encuentro. Cuando no apareciste a
tiempo…
Flick se rió.
—Mejor de lo que me habría imaginado nunca de una chica de
diecisiete años.
Kyra puso los ojos en blanco. La versión real de los sucesos era
menos poética. Había comenzado su ciclo menstrual hace tres años y
había tenido la misma estatura el año anterior. Basada en esas señales,
recientemente Bella declaró que Kyra tenía diecisiete años. Kyra decidió
que permitiría a Flick mantener su versión de la historia.
—Por una vez, tiene razón. Mejor tómalo, Bella. Nunca sabes
cuánto tiempo pasará antes de que Kyra gane otra moneda de manera
honesta. —Saltó hacia atrás en la silla para evitar la bofetada de Kyra.
Kyra dudó, sin querer esconder nada a Bella, pero insegura sobre
enfrentarse a su reacción.
—¿El Palacio?
—Bella, sabes tan bien como yo que Kyra hace lo que quiere.
—Tal vez tiene razón —musitó Flick—. Los otros chicos y yo…
hacemos un par de incursiones por aquí y allá para encuentros finales,
pero esto es todo lo que tú haces. Y sigues tomando más riesgos.
Realmente no es bueno para una chica. Solo un error en el momento
equivocado…
—Solo piénsalo.
—La senté atrás con algo de estofado. No dijo dónde estaría, pero
asumiré que puedes encontrarla.
Kyra soñó que estaba escalando. Pero en lugar de las paredes del
Palacio, escalaba una pared de roca en un arenoso paisaje caliente. El
sol pegaba en sus manos y cara y aunque sus brazos se debilitaban
nunca renunciaba hasta alcanzar la cima. Caía la tarde cuando
finalmente despertó. El acantilado permaneció en su mente, pero se
había rendido en darle sentido a sus sueños. En lugar de eso se vistió
para ir a la ciudad. Idalee probablemente terminó con sus rondas del
día, y si Kyra se marchaba ahora tendría buenas oportunidades de
encontrarla.
Mientras salía por la puerta frontal de Drunken Dog, una voz
fuerte la llamó.
—Tal vez milady podría tener soldados que llevasen sus bolsas.
1
Wallhugger: Una persona que es socialmente extraña o introvertida.
Kyra revisó para asegurarse de que otros niños estaban a la vista
antes de acercarse. Flick le dijo que una señora había dejado caer el
bolso detrás de una valla cerrada. Estaba fuera del alcance de él, pero
si Kyra le ayudaba a obtenerla, le prometía la mitad de las ganancias.
Era muy simple y, sorprendentemente, el chico fue fiel a su palabra.
Después de eso, regresó con más ideas. Aprendió acerca de la
inclinación de Kyra por trepar a lugares altos y ella supo que él vagaba
por las calles porque su madre estaba enfermando demasiado como
para cuidarlo. Con el tiempo Flick comenzó a llevarle comida incluso
cuando no había trabajo.
Kyra casi pasó por delante de él, luego suspiró y se dio la vuelta.
Todo acerca del chico le delataba como nuevo en las calles, desde el
modo en que no podía mezclarse, hasta su falta de cuidado tratando
extraños. Tomó la baratija del chico entre sus dedos.
Kyra se lo entregó.
—No puedes tomar plumas de pollo y decir que son de grifo. Las
personas no son tan tontas.
—Le hemos visto por los alrededores —dijo una niña con brazos
nudosos y enredado cabello negro—. No quería hablar con nosotros.
—¿Lettie?
Idalee asintió.
—¿Ahora? —preguntó.
—Sí.
Dudó.
—¿Quién es “nosotros”?
James continuó.
—¿Por qué alguien con tus talentos tiene que pelear por la renta?
—¿Una casa?
Ella bufó.
—Eso dices tú, pero tus acciones muestran otra cosa. ¿No me
acabas de decir que solo robas a los ricos? Pero no es necesario que
compartas nuestros objetivos para ayudarnos. Los beneficios que
obtendrás serán más inmediatos.
—Eso es peligroso.
Kyra abrió la boca para decir que sí, pero no salió ningún sonido.
A pesar de la locura de lo que le estaba proponiendo, estaba intrigada.
No tenía ninguna razón para rechazarlo completamente en este
momento.
Ella asintió.
Ella había tenido las mismas dudas, pero por alguna razón era
molesto escucharlas viniendo de Flick. Frunció el ceño.
Él ignoró su burla.
—¿Cómo la conoces?
Lettie asintió.
—Duele menos.
—Bastante bien.
Era una farsa. Los Escudo Rojo estaban juntando para sus
bolsillos, y no les importaba si Kyra lo sabía. Si era inteligente, pagaría
la cuota y seguiría su camino. Pero ya le quedaban pocas monedas
después de haber comprado la medicina de la niña.
—La cuota subió, —dijo—. Hay un cargo extra para los que
intentan evitar el primer pago.
—Está bien, Lettie, estoy bien, —dijo, estirando los brazos. Tomó
las manos a Lettie y se volteó hacia Rand—. Tengo que llevarla con su
hermana.
Lettie asintió.
—Que pena.
No se molestó en contestar.
Con solo ellos dos caminando, el silencio era más notable, pero no
estaba de humor para conversar. Solo cuando casi habían llegado a la
taberna, Rand volvió a hablar.
Kyra saltó ante la voz. Se volteó para ver a James apoyado contra
el marco de la puerta.
—¿Qué pasó?
Jack tosió.
—¿Cómo te sientes?
—Mareado.
—¿Qué me delató?
Todavía no había caído en que esta era una de las últimas veces
que iba a hacer esta ronda con Jack. Habían entrado al Palacio juntos
como pajes y habían entrenado codo a codo durante los últimos diez
años, escapándose al amanecer para práctica extra de esgrima y
sentándose largas horas para lecciones de estrategia. Pero una vez que
fueran nombrados caballeros, probablemente estarían en unidades
separadas.
—Si en serio quieres hablar con ella, te cubro. Pero una solo
ronda.
—Es solo que me volveré loco si tengo que quedarme en Forge por
más tiempo. Demasiados señores que impresionar, reglas que seguir.
Jack se rió.
—No es que me disguste el escenario. Es solo que si tuviera que
elegir entre bosques y chicas guapas… —De repente, Jack se sentó
erguido—. ¿Oíste eso?
Jack.
—Esta es la segunda vez que una chica linda te tira del caballo
hoy, —fue todo lo que se le ocurrió para decir.
El caballero asintió.
—No vi a nadie…
—De todas formas, creo que he visto todo lo que necesitaba ver.
Dejaré el resto en tus capaces manos, Malikel. —Barrió la granja con
los ojos—. Los bárbaros eligieron un mal momento para esto. Nuestros
fondos ya están bastante bajos.
—Por supuesto.
—¿Sí?
Malikel asintió.
Ella tiritó. A pesar de que los altos muros la protegían del viento,
la frialdad del granito se filtraba por sus pantalones y la parte trasera
de su túnica. Podría estar más cálida en los edificios, pero tenía órdenes
estrictas de no entrar en ellos. Había encontrado dificultades por las
noches al principio sin las ventajas de moverse para mantenerse
caliente, pero semanas manteniéndose fuera durante las noches la
habían aclimatado al frío.
Bacchus bufó.
Por el rabillo del ojo vio a Alex reírse. Ella dio un paso atrás,
exasperada.
—Adelante.
—¿Estás aprendiendo?
Se encogió de hombros.
—Pregúntale a Rand.
—Sí.
—Bien.
—Así que, ¿qué hay? ¿El Gremio te está enseñando como matar
personas con grava?
Él soltó un bufido.
—He visto cosas peores —dijo Kyra—. ¿Qué partes de tus cuentos
son ciertas, Brendel? ¿Has estado en las Tierras Lejanas por ti mismo?
—Por supuesto que son ciertas. ¿Le mentiría a una cara tan
bonita? —Puntuó su pregunta con un guiño.
—¿Después qué?
—Podría ser. O podría ser que realmente hay algo más fuera de
aquí, más allá de las montañas. ¿Qué piensas tu Kyra?
Brendel se rió.
Rand sonrió.
—¿Tienes la tuya?
Rand atacó tan pronto como se puso en pie, yendo a ella con un
empuje hacia abajo. Ella dio un paso hacia un lado, retrocediendo
ligeramente fuera de su alcance. Estaba empezando a cogerle el truco.
El secreto era mantenerse alejada de él y mantenerse en movimiento. A
corta distancia, alguien del Gremio la podría dominar con la fuerza
bruta. Pero ella era más rápida que la mayoría, y si se mantenía alerta,
entonces tenía una oportunidad.
—Realmente pienso que Idalee tiene más habilidad para esto que
yo.
Las dos miraron a Idalee, quien sentada en el lado opuesto de la
mesa de la larga mesa de cocina, troceaba seriamente las patatas. A su
lado, Lettie jugaba con un montón de masa de pan.
—¿De verdad? —Kyra no podía decidir qué era más gracioso –que
ella sospechara que Bella envenenaría su comida, o que estuviera
dispuesta a sacrificar a Flick como su catador.
—¿En serio?
—Rand, —lo llamó ella—. ¿Por qué esta todo el mundo aquí?
—¿Una armería?
Él se encogió de hombros.
—Sí.
—Vete de nuevo.
—Lo siento señorita —le dijo Bacchus con una sonrisa. Algunos
de los hombres miraron en su dirección y rieron mientras Bacchus
entraba en su círculo.
Ella por lo general ignoraba las mofas de Bacchus, pero esta vez
algo se rompió. Quizás porque era la primera vez que Bacchus la había
tocado físicamente, o tal vez porque Kyra había reprimido las cosas
demasiado tiempo. Ella se había ganado su lugar en el Gremio como lo
hizo Bacchus. Si alguna vez se iba, sería bajo sus términos. Se dirigió
hacia el grupo, furiosa, pero se detuvo cuando vio la cara de Bacchus.
Él la miró con aire satisfecho, encantado, incluso, de que estuviera
reaccionando. Ella se detuvo. Qué iba a hacer, ¿gritarle? ¿Atacarle con
James mirando? No podía caer en su trampa. Pero no podía dejar que
esto continuase, no si ella iba a permanecer en el Gremio. Tomó una
gran bocanada de aire, miró hacia Bacchus una vez más, después se
dio la vuelta, dirigiéndose directamente de nuevo a James.
—¿Por qué?
—Eso no es un problema.
—Nadie puede.
—¿Estás segura?
Buscó sus ojos todo el tiempo que fue capaz. James la miró, su
mirada era serena y firme.
—Tenía un amigo que era así, solo que con los caballos, —dijo
Tristam—. Ellos lo querían —siempre viniendo a pedir golosinas o a
frotarse. Él podía saber sus estados de ánimo, y siempre hacían lo que
les pedía.
2 Raza de perro.
—Suena como un truco muy útil para que tenga un caballero —
dijo Martin.
—¿Qué rumores?
—Los aldeanos dicen que los Demon Riders crían a sus gatos
como sus propios hijos, cuidándolos en sus propios pechos. Dicen que
es así como los gatos logran crecer tanto, y por qué los felinos son tan
obedientes a sus amos.
—A media mañana.
Tristam rió.
—Sí.
—Le vengaré.
—Te creo —dijo Tristam—. Pero aun así vas a acompañarnos con
seguridad a la carretera. Dejaremos que te vayas cuando lleguemos allí.
—Sí, señor.
Martin sonrió.
—Sí, señor.
Tristam se frotó los ojos contra la luz del sol que entrando por la
ventana. Había sido imposible dormir después de que volviera, y ahora
estaba pagando por ello. Le dolía la cabeza, y había un mal sabor en la
boca que no podía enjuagar. Junto a él, Martin se quedó mirando una
pila de libros sobre el escritorio de Malikel, parpadeando para ponerlos
en foco.
—¿Un asalto?
—Una de las armerías del Palacio fue asaltada anoche. Tengo mis
sospechas sobre quién estuvo involucrado, pero necesito a alguien con
ojos nuevos.
—Sir Malikel.
Nels los llevó dentro, más allá del atrio, y las habitaciones del
fondo, donde se guardaban las armaduras. Su primera parada fue una
gran cámara, una cuarta parte de la cual estaba apilada con cajas. La
habitación tenía paredes de piedra sin ventanas y una sola puerta.
—No hay que subestimar a tus siervos, Tristam. Son más capaces
de lo que piensas. Mis predecesores como Ministros de Defensa,
estaban demasiado ocupados agitando sus espadas en Parna y Edlan
como para notar las amenazas a la vuelta de ellos. Si no hubieran sido
tan rápidos para descontar las capacidades de los pobres, podrían
haber actuado contra el Gremio antes de que se volvieran lo
suficientemente fuertes como para romper nuestras paredes. —
Volvieron hasta donde estaba Nels—. Muéstranos al resto del edificio —
dijo Malikel.
—Bien.
Lo miró a los ojos mientras él examinaba el papel, tratando de
averiguar para lo que él utilizaría esta información.
—Vi algunos otros registros de esta noche que podrían ser útiles.
Pagos recientes para cerrajeros.
La mujer la miró.
La mujer resopló.
—¿Por qué no se lo explica al señor caballero? —Hizo un gesto
hacia un joven caballero que estaba junto a la carreta que supervisaba
la operación. El caballero tenía el pelo oscuro, una nariz de puente alto,
y un porte aristocrático. También era sorprendentemente joven, no
mucho mayor que Kyra, y dijo poco mientras los soldados llevaban a
cabo sus funciones. Kyra notó que él evitaba mirar al tendero. El noble
cobarde ni siquiera podría enfrentar hasta lo que estaba haciendo. Él
iría a su casa esta noche al Palacio y disfrutaría de una comida caliente
mientras el tendero y su familia raspaban sus ollas restantes.
—Estás mejorando.
—¿Cómo lo sabe?
—¿Qué?
—Porque eres una de las pocas personas que puede hacer algo al
respecto. —Cuando ella siguió mirándolo con confusión, James puso
dos dedos en su mandíbula y guió su mirada de nuevo hacia la tienda
de hierbas—. ¿Quiénes están vaciando la tienda?
—Escuderos.
—Muy bien.
—Hay bastantes aquí como para que las llevemos sin un vagón.
Tendremos que decidir cuáles son las más valiosas.
Kyra sonrió.
—¿Hmmmm?
Rand resopló y giró la puerta de entrada hacia el almacén.
—Curiosa, ¿no?
—Y ella y James…
—¿Qué sucedió?
—¿Eso es malo?
Él sacudió la cabeza.
Cabalgó tan rápido como pudo por las atestadas calles de Forge.
El mensajero no le había dado la ubicación exacta, pero conforme
Tristam alcanzaba el perímetro norte, simplemente se guió por ir contra
el camino de las personas.
—Alex estuvo allí. Dijo que los bárbaros no llegaron tan lejos. Tus
amigos en el Tunante están probablemente muy bien.
—¿Cómo está?
Kyra levantó la vista para ver a James, con los brazos cruzados
mientras apreciaba su condición. Se había enrollado una hoja alrededor
por modestia mientras Rand la tendía hacia atrás, y tiró de ella con más
fuerza a su alrededor.
Él se detuvo.
Deslizó sus dedos por el lado izquierdo del papel, escaneando las
fechas, en busca de cualquier pista, cualquier indicio de una conexión.
Los ataques estaban espaciados de manera desigual, pero habían
promediado alrededor de uno o dos por semana durante los últimos
cuatro meses. El primer compromiso de los bárbaros con las tropas del
palacio había sido en mayo, cuando él y Jack habían tropezado con esa
redada fatídica en la granja. Con el tiempo, los encuentros se habían
agotado, y en las últimas tres semanas, habían evadido las tropas
completamente.
Tristam asintió.
Flick aplaudió.
Kyra forzó una breve sonrisa y trató de no pensar en pagar por los
platos rotos. Se volvió de nuevo a la caldera donde las hierbas de Lettie
hervían.
—Creo que este es el último lote que necesitará —le dijo a Flick—.
Apenas tuvo problemas últimamente.
—Lo sé. —Evitó sus ojos—. Estoy pasándolo difícil olvidando a los
gatos demoniacos.
—¿Demasiado?
—No es tan fácil. Algunos trabajos valen la pena. Siento como que
estoy haciendo que las cosas mejoren. —Quería decir más, cuán bien se
sentía al vivir sin preocupaciones de dinero, de lo agradable que era
cuidar de las personas en lugar de apoyarse en Bella y Flick, pero no
pudo encontrar las palabras adecuadas. ¿Y esas eran sus únicas
razones? Una imagen de James cruzó por su mente e ignoró la opresión
repentina en su estómago—. Y no sé nada a ciencia cierta —terminó sin
convicción.
Flick suspiró.
—Voy a averiguarlo.
—¿Estás dentro?
—Está bien, Kyra. De verdad. —La voz de Flick era apretada, sus
palabras recortadas—. Tenemos suficientes hombres. No hay necesidad
de arriesgar tu hombro. —Se puso de pie—. Debo ir a ver mis cuerdas.
—Salió de la habitación antes de que Kyra pudiera decir nada más.
Se sentó a su lado.
—¿Por qué?
Kyra suspiró.
—Lo siento. No estoy segura de por qué dije eso. Sé que no eres
una niña.
Idalee pasó una mano furtiva a través de sus ojos, y Kyra fingió
no darse cuenta. Fue entonces que recordó.
Kyra sonrió.
—Como nuevo.
Kyra asintió.
—No creo que podamos. Hay guardias que hacen rondas de media
hora en esta región. Nosotros probablemente nos encontraríamos con
varios, y un equipo tan grande es difícil de ocultar.
—No. Quien sea que vaya tendrá que recibir órdenes de ti, y no
confío en él para hacer eso. —Las comisuras de sus labios se deslizaron
hacia arriba cuando vio la expresión de Kyra—. Sí, me doy cuenta de lo
que pasa en el Gremio. Bacchus es uno de mis mejores. Es fiel. Sacará
su espada por mí sin lugar a dudas, y nos ha metido en problemas más
veces de las que puedo contar, incluso cuando fue mi error lo que nos
puso allí. Pero puede ser... terco, sobre algunas cosas. Va llegar a ellas
con el tiempo.
—Nunca he conocido a nadie como tú, Kyra. —Su voz era suave,
carente de su borde usual.
Las perreras estaban al aire libre, rodeadas por una cerca alta.
Mirando a través de las tablillas, vio los cuerpos cubiertos de pelo y oyó
el resoplido ocasional, pero no vio ninguna señal de personas. Bien, los
entrenadores se fueron durante el día.
James, Rand, Alex y una cuarta persona que debía ser Shea la
esperaban fuera del recinto. Los latidos de su corazón se aceleraron
cuando James la miró a los ojos.
Gimoteos, podía lidiar con eso. Nadie podría oírlo desde afuera.
Más tarde se permitiría suspirar de alivio, pero ahora no. Se volvió,
moviéndose rápidamente a la otra puerta. Se detuvo en la entrada
opuesta para esperar a que otro guardia pasara. Entonces continuaron
hasta el almacén.
Se congeló. No.
Mirando hacia James, negó con la cabeza. James apretó los labios
y repitió su gesto. Aun así, Kyra no se movió. James fijó los ojos en
Rand, haciéndole señas a Kyra con un movimiento de cabeza. El
hombre pelirrojo dio un paso hacia ellos.
Kyra salió por la puerta trasera, moviéndose por los lados hasta
que logró orientarse. Vio la pileta y metió las manos dentro. A esta hora
de la noche, el agua estaba congelada. Lloriqueó ante la conmoción,
pero mantuvo las manos sumergidas, frotándolas bajo el agua hasta
que ya no podía sentirlas. Cuando finalmente estuvieron limpias,
inspeccionó su ropa. Su túnica exterior estaba manchada y rebozada
con salpicaduras de color marrón rojizo. Se la quitó y la tiró con
disgusto.
—Sirs.
Se dirigió a Finley.
—Ya veo. —Kyra forzó una sonrisa—. ¿Bella sabe que estás
jugando a esto?
Lettie asintió.
—Es para ti.
—¿Estás segura?
—Sé por qué te contraté. Lo que pasó hace tres noches fue
lamentable. Va a pasar menos cuando seas mejor en tu oficio.
La expresión de él se endureció.
—Estás sobreactuando.
—Sólo vamos a hablar un poco más, sobre las cosas que es mejor
no escuchar.
Ella asintió.
—Estás loco.
—Están bien.
—Hay un chico que pasa tiempo contigo, ¿no es así? ¿Flick? Y por
supuesto, la cocinera y las dos niñas.
Era el mismo tono que había utilizado cuando hablaba del rubí
inexistente, y de repente lo entendió. Su insistencia en las clases de
lucha. La forma en que la había humillado cuando había entrado en el
Gremio. La determinación resultante de querer probarla.
Y probarse a sí misma lo que ella era capaz.
James continuó.
—¿Kyra?
—¿Estás segura?
—Sí.
Los ojos del atrapado rodaron hacia un lado, viendo los guardias
reunirse. Por último, ya sea por la fatiga o la aceptación de las
posibilidades, dejó de luchar. Una vez que Tristam ya no estaba
luchando por su vida, los detalles de la persecución y la lucha
comenzaron a capacitarse juntos. La realización vino gradualmente,
estableciéndose en lo que el entusiasmo se desvanecía. Era una idea
loca, pero ahora, sin cuchillo y al estar en contacto tan estrecho con su
adversario lo distrajo, no se podía negar la evidencia. Cautelosamente
levantó una mano, agarró la máscara del desconocido y se la quitó.
Una cascada de pelo castaño enmarañado cayó mientras un
rostro familiar e inequívocamente femenino lo miró.
Veinte
Traducido SOS por Key
Corregido por Pily
—Si sabes tanto, ¿por qué no me dices por qué estoy aquí?
—¿Estás lista para hablar? —Su voz era fría, sin ningún rastro de
la incertidumbre del día anterior.
Ella cerró los ojos, recordando los diferentes caminos que tomó,
las puertas con cerraduras rotas, y las vías con un menor número de
patrullas. De vez en cuando, Tristam pidió más detalles, y de vez en
cuando envió fuera algunas notas para su verificación. Se hizo menos
hostil cada vez que sus notas se revisaban. El almuerzo les fue llevado
al mediodía, y él empujó la bandeja hacia ella.
—No hay necesidad de vendarle los ojos —les dijo Tristam—. Ella
ya conoce su camino alrededor.
—No.
Kyra robó otra mirada del rostro del caballero. Él hablaba en voz
baja. La curiosidad estaba todavía allí, pero ahora sus palabras tenían
el foco de sondeo de un perro que había olfateado sangre.
Él esperó.
—¿Qué es?
—Justo en las afueras del distrito comercial del suroeste, hay una
taberna llamada Drunken Dog. La cocinera se llama Bella, y cuida de
dos niñas. También hay un cliente frecuente... llamado Flick. Envía a
alguien a encontrarlos y ponlos bajo guardia en el Palacio. Una vez que
estén a salvo, te diré lo que quieres saber.
—¿Quieres que los protejamos?
Tristam vaciló.
¿Por qué?
Si podía salir, podría pedir ayuda. Pero, ¿la quería? Kyra había
estado alrededor del Gremio el tiempo suficiente para reconocer los
efectos del veneno de piel de lagarto. Causaba desorientación en la
víctima, pero la parálisis era lo más peligroso. Una vez que se
extendiera a sus órganos vitales, moriría. Tenía una hora como máximo,
y solo si podía encontrar un curandero experto que conociera de
venenos.
—¿Quién fue?
—Un Escudo Rojo. —Se tropezó. Tristam la atrapó cuando se fue
hacia adelante. De nuevo, él inclinó su cabeza hacia la luz de la vela.
Kyra se preguntó qué tan mal lucía.
—Piel de lagarto.
—¿Cuál es el antídoto?
—¿Kyra?
—No…
—Actuaste rápidamente.
—Él los recibió de mí. Copié los horarios y se los di. —Los ataques
de los Demon Riders, los asaltos a las caravanas comerciales. Habían
sido su culpa.
—¿Cómo lo llevaron?
—No muy bien, como era de esperarse. Pero al menos están vivos.
Kyra bajó los ojos, porque no quería que vieran cuánto las
descripciones de Tristam le habían afectado. Ningún caballero hizo
algún argumento, sino solo se sentaron a esperar. ¿Tenían un punto?
Ella se despreciaba a sí misma ya, pero nunca se perdonaría si sus
amigos salían perjudicados.
Las visitas mañaneras de Ilona eran la única parte del día que
Kyra esperaba con interés; la gentil presencia de la sanadora de alguna
manera hizo su aislamiento más soportable. Tristam la visitaba en la
tarde para hablar con ella acerca del Gremio. Ya no era hostil. En sus
conversaciones, escuchaba lo que tenía que decir y le concedía su
descanso si se sentía cansada. Más de una vez, ella lo atrapó mirándola
como si fuera un rompecabezas que no podía resolver. Pero el caballero
se mantuvo distante. Ella le dijo lo que necesitaba saber, y su
interacción terminó en eso. Kyra extrañó el toque suave de Bella, los
chistes sin preocupaciones de Flick y su sonrisa contagiosa. Se
preguntó cómo Idalee y Lettie estaban lidiando con la noticia de su
muerte, y cuánto tiempo tendría que engañarlos. Tristam le dijo que sus
amigos habían regresado a la ciudad, y Kyra esperó que fueran capaces
de asentarse de nuevo en sus vidas.
—Dime más acerca de tu redada en el almacén del Palacio —le
dijo Tristam una tarde.
—Te he contado todo y asigné la ruta para ti. ¿Qué más quieres?
—preguntó.
—¿Qué?
Kyra lo miró.
Él realmente no lo sabía.
—No —dijo ella. Evitó sus ojos—. No lo conocía bien para nada.
—No hay nada que contar —dijo ella demasiado rápido. Kyra
deseaba que dejara de mirarla. Ella, por su parte, miraba a cualquier
parte menos a Tristam.
—Te preocupabas por él, ¿no? —dijo Tristam en voz baja, con los
ojos abiertos por la realización—. Él amenazó a tu familia para
conseguir que mataras Malikel, pero eso fue solo después de que las
cosas se rompieran entre vostros dos. ¿Él te llevó a su cama?
En retrospectiva, era una buena cosa que Tristam tuviera reflejos
rápidos, porque las cosas no terminaban bien para los presos que
golpeaban a sus captores. Solo así, él cogió la muñeca de Kyra justo
antes de que su palma le golpeara el rostro. Por un momento, se
congelaron allí, Kyra temblando de furia, Tristam centrado e inflexible.
—Puede que no sea una de tus damas nacidas nobles —dijo Kyra,
la voz temblando de ira—, pero no soy una puta de taberna. —Tiró
contra el agarre de Tristam, pero él se mantuvo firme—. No pasó nada
entre James y yo.
Miró a Martin.
—Aquí hay una nota que dice que el vendedor apeló ante el juez
de primera instancia por tiempo extra, pero perdió el caso.
—Parece difícil obtener ganancias si no tienes nada que vender.
Lord Edwin nunca me pareció un hombre agradable —dijo Tristam—.
Me pregunto por qué el juez falló a su favor.
Dudó.
Martin silbó.
—¿Willem?
—Gracias, Excelencia.
—Me temo que no he tenido mucho éxito, Señor. La única vez que
tropecé con ellos, casi me matan.
—¿Señor? —Preguntó.
—El antídoto del veneno es escaso. Sin los Far Rangers para
reponer nuestras reservas, tenemos que racionar nuestras provisiones
de manera prudente. Y eso incluye priorizar a aquellas que sirven
activamente al Palacio. ¿Deduzco que te opones, Tristam?
—¿Cómo es eso?
—Sí, Señor.
—Sí, Señor.
—Sí, Excelencia.
—¿Ahora?
—Sí, Excelencia.
Kyra no respondió ni apartó los ojos del suelo. Pero Tristam había
pasado suficiente tiempo con ella para ver el ligero estiramiento de su
postura, de forma que se acurrucó un poco más dentro de sí misma.
Interrumpió antes de que el Concejal pudiera continuar.
Willem interrumpió.
—Tratamos de ayudarte.
Las palabras supieron a falsedad en su propia lengua.
—Y tú estás ayudando.
Sus palabras la afectaron tal como había esperado. Ella hizo una
mueca de dolor. Ya había utilizado la culpa en su contra una vez,
cuando la había llevado al funeral del sirviente. En ese momento, no
había pensado dos veces en la táctica, pero ahora que entre ellos había
inicios de confianza, esto se sentía sucio. Se recordó a sí mismo el
juramento que había prestado a Forge y se obligó a seguir adelante.
Casi deseaba que estuviera roto, solo para que Tristam pudiera
darle a Willem la noticia. Tristam apartó su mano de su hombro y
sondeó con los dedos. Ella respiró fuerte cuando él presionó sobre el
hematoma. Aunque a decir verdad, estaba siendo muy suave —sus
cejas se fruncieron en concentración, con los ojos yendo con frecuencia
hacia su rostro para comprobar si la estaba lastimando. En días como
estos, no sabía qué pensar de Tristam. Momentos como estos la
tentaban a bajar la guardia, pero luego él haría algo —mentir a su
familia sobre su muerte, actuar como portavoz de Willem— para perder
su confianza. Las piernas de Kyra comenzaron a sufrir calambres, y se
dio cuenta que era porque todavía estaba tratando de alejarse de él en
el muro de la granja. Ella frunció el ceño y se obligó a relajarse.
Martin sonrió.
—Me siento aliviado de encontrarte de aspecto normal. Con todas
las historias volando por ahí, medio estaba esperando que fueras de
diez pies de altura y con tres brazos.
—¿Escogiste a Tristam?
—¿Por qué iba a saber algo sobre rastrear? —preguntó Kyra, los
dientes apretados mientras esquivaba otra rama.
—Puedo decirlo.
—¿Decir qué?
—La última vez que vi a los Demon Riders —dijo Tristam—, fue de
noche –creo que pueden viajar por la noche. Veo algunas huellas
frescas, por lo que podemos quedarnos aquí toda la noche si podemos
encontrar un escondite.
—¿Soñaste al respecto?
—No tengas lástima por mí. Tuve más suerte que la mayoría de
las ratas de alcantarilla. Y Bella y Flick eran tan buenos como cualquier
familia una vez que los encontré.
—¿Quién es Jack?
—¿Era?
—No tenías que tirar esa roca —dijo finalmente—. Eso casi
consiguió matarte.
—¿Hacer qué?
Kyra bajó, bajándose de rama en rama hasta que sus pies tocaron
tierra. Desde detrás de los arbustos, Tristam miró inquisitivamente. Ella
le llamó la atención, pero no trató de explicar. Era mejor ser tranquila.
Desde el suelo, no podía ver tan bien, pero todavía podía detectar el
crujido en la distancia —un desplazamiento de las hojas que iban en
contra del viento.
Una caída de follaje por encima de ella hizo que Kyra saltara.
Cerca, un árbol doblado se tambaleó bajo un peso invisible mientras las
hojas crujían y llovían. En contra de la luz de la luna, Kyra vio una
sombra: una cola larga, curva y estirada entre las ramas.
Una vez que vio a un felino demoniaco, vio a otros. Cuatro gatos
en total, saltando de árbol en árbol en la misma dirección que sus
jinetes. Todo el grupo estaba viajando a alguna parte. Ella se arrastró,
manteniéndose muy por detrás del grupo y al momento de sus
movimientos, así eran enmascarados por los de los gatos en los árboles.
Kyra estaba cada vez más alarmada mientras los seguía. Los
Demon Riders se dirigían a Forge. Ella los rastreó un poco más, con la
esperanza de que se volvieran, pero su camino no vaciló. Si realmente
iban a la ciudad, necesitaba encontrar a Tristam. Haciendo una última
nota de donde estaban, Kyra volvió sobre sus pasos. Se echó a través de
los árboles para encontrar a Tristam paseándose por el suelo delante de
su escondite.
—Vámonos.
—Entra, rápido.
—Lo sé. Yo... —Se atragantó con las palabras. Idalee y Lettie
miraban con los ojos abiertos, como si no supieran si estaba realmente
allí. Kyra se estiró y las tiró más cerca. No debería haber trabajado para
el Gremio. Debería haber oído a Flick, a Bella...—. ¿Dónde está Bella?
Bella sonrió.
—No lo sientas. Hiciste lo mejor... Estoy orgullosa de ti.
Poco a poco, la luz del sol sustituyó el resplandor rojo del fuego.
Era vagamente consciente de que los gritos de los soldados se hacían
menos urgentes. Con el tiempo, dejó de oír los rugidos de los gatos
demoniacos, y el edificio del mercado comenzó a vaciarse. Kyra aun sin
moverse o hablar, se quedó mirando al rostro ahora pacífico de Bella y
dejó que su mente se adormeciera.
—Kyra.
—Muy bien. —Se volvió hacia Flick, que estaba mirando fijamente
a las ruinas humeantes—. Venid con nosotros. Las niñas y tú estaréis
más seguros allí. Fallamos una vez al protegeros. Me gustaría hacerlo
mejor, si me lo permites.
Fue un sombrío caminar hacia atrás, abriéndose paso a través de
las secuelas de la invasión. Al principio, Kyra intentó blindar a Idalee y
Lettie de lo peor de la carnicería, pero pronto se dio por vencida. Había
demasiadas cosas. En pedazos y piezas, cuando las chicas estuvieron
fuera del alcance del oído, le contó a Flick los acontecimientos desde su
captura.
—¿Qué?
—Dile eso a Bella. —Su voz era cruda por las lágrimas y el humo.
Sin mirarla, se puso de pie y caminó hacia la puerta.
—Flick, no te vayas.
—Sí —dijo Malikel—, continuad con esos viajes. Pero tenemos que
descubrir a los Asesinos del Gremio, también. No podemos permanecer
simplemente observándolos durante más tiempo. Otro ataque como éste
destruiría la ciudad.
El mapa se puso borroso delante de ella, y Kyra se frotó los ojos.
Tal vez James había iniciado el fuego, al ponerlo en el Drunken.
Ella salió antes de que nadie pudiera detenerla, corriendo por las
escaleras y girando en las esquinas antes de que finalmente colapsara
en un callejón sin salida. Todo esto era demasiado. Bella no estaba fría
en su tumba, sin embargo, esperaba que ella huyera y llegara al
Gremio.
Kyra sonrió con pesar. Flick le pasó el brazo por los hombros, y
ella lo dejó tirar hacia sí, apoyando su cabeza en su hombro como lo
había hecho cuando eran niños para mantener el calor.
—Así que soy más talentosa que el resto de tus ladrones que
arruinan la vida de otra gente, no sólo por mi cuenta. James me dijo
que dejara de lado mis delirios de superioridad moral. Tal vez tiene
razón.
—No lo sé.
Flick suspiró.
Se puso de pie.
—Vamos a volver.
—No envíeis una invasión —dijo Kyra—. Sólo teneis que enviar a
una persona. A mí.
Enfoque.
Kyra asintió.
—Ten cuidado.
Veintiocho
Traducido SOS por Nanami27
Corregido por Key
Así que ella había hecho ruido en el pasillo. Fue un mal momento
para cometer un error.
—Lo siento por esto —dijo James—. Este era el asunto del
Gremio, uno de los nuestros nos traicionó. He lidiado con ello.
—Ella tiene las llaves —dijo Flick—. Debería estar allí ahora.
Flick resopló.
—Es probable que no la veas volver, a menos que ella quiera que
lo hagas —dijo Flick después de un tiempo.
—¿Qué? Cómo…
—¿Dónde la viste?
Kyra gritó y una vez más trató de moverse. Esta vez, los ojos de la
criatura le dieron fuerza, y se levantó a sí misma en un codo a pesar del
dolor punzante en su abdomen.
—¿Qué?
Con una última mirada a Kyra, ella dio un paso atrás y le desató
el cinturón. Llevaba una extraña túnica que se envolvía delante. La
mujer abrió la túnica y encogió los brazos fuera de las mangas. Antes
de que la ropa alcanzara el suelo, se estaba desdibujando de nuevo de
la misma manera que Kyra recordaba. El cuerpo de la mujer parecía
perder forma como una vela en el calor antes de unirse en una nueva
forma. Unos latidos de corazón más tarde, Kyra sabía con certeza que
sus pesadillas habían sido reales.
De cerca, la criatura era temible, con músculos largos y definidos
que se movían bajo el denso pelaje amarillo. Su larga cola se movía
lánguidamente detrás de ella. Kyra contuvo un grito cuando el gato
demoníaco avanzó. Si se la quisiera comer, ya lo habría hecho. Quieta,
todo lo que pudo hacer fue mantenerse quieta mientras una pata una
vez más la presionaba en la cadera. El gato recorrió su lengua
suavemente pero con firmeza sobre su abdomen. Kyra se estremeció al
oír el toque de lija y el aguijón de la saliva en sus cortes.
—¿Qué?
La mujer gato retrocedió de nuevo, sacudiendo la cabeza con
incredulidad. Levantó la mano a su boca y hundió sus dientes en su
propia palma. Kyra se quedó sin aliento. Cuando la mujer le tendió la
mano de nuevo, estaba salpicada de manchas de sangre.
—Huélelo.
—Kyra. Mi nombre es Pashla —dijo—. Yo, como tú, soy una hija
del Makvani.
Treinta
Traducido por Sandra289
Corregido por Nanami27
Una vez más, Kyra vio a los gatos demoníacos persiguiendo a sus
víctimas. Oyó los gemidos heridos en la calle.
—Has notado que eres diferente, ¿no es cierto? Puedes ver mejor,
hacer cosas que los humanos no pueden.
—Hay otros que se pueden mover como yo —dijo Kyra. Como ella,
pero no exactamente igual, una pequeña voz insistió. Nadie más del
Gremio podría haber irrumpido en el Palacio como ella lo había hecho.
—Sí.
—¿Quién es Leyus?
—¿Señor?
—Si, Su Excelencia.
¿No vale la pena? Entonces la vida de Kyra era ahora solo una
cuestión de compromiso. Ya era bastante difícil oírlo de Willem, pero
oír lo mismo de Malikel… Tristam se quedó mirando a la espalda de
Malikel mientras su comandante se alejaba a grandes zancadas. El
Concejo estaba equivocado. Kyra se había arriesgado por la ciudad, y
ahora la estaban abandonando con los bárbaros. Ella no merecía
eso, no importaba cuáles fueran sus crímenes.
—No tengo más paciencia para ti, Flick. He roto las reglas, he
ido ante en Concejo en tu nombre para obtener protección del
Palacio para ti y tus pupilas, y todo lo que he recibido de ti es…
—No lo sé.
Treinta y Dos
Traducido por BrenMaddox
Corregido por Nanami27
—No le hagas caso, Kyra. —Bella se puso de pie junto a ella, con
olor a harina, estofado, y especias. Se sentó junto a Kyra y le acarició el
cabello—. Evelyne no es la única leyenda. Otros cuentos terminan de
manera diferente. Tú encontrarás tu camino.
Bella se puso de pie y le ofreció una mano a Kyra. Kyra dejó que la
cocinera la pusiera de pie, pero Bella se estremeció.
Kyra miró sus propias manos. Donde las uñas deberían haber
estado, en cambio tenía cinco garras afiladas....
Era divertida, la forma en que la vida resultó ser. Ella se miró las
manos, casi esperando garras. Pero, ¿qué importaba? Su daga era tan
mortal. Su pariente gato demoníaco le había hablado del asesinato
como si fuera simplemente un rito de paso.
—¿Qué?
Kyra miró su palma sin decir nada. Ahogarse con carne cruda era
una cosa, pero esto... Su mano se negaba a moverse más cerca de su
boca.
—Nunca lo he hecho.
—Y la de Pashla.
—Sirvo al clan.
3Expósito: es el recién nacido que fue abandonado por sus padres o entregado a instituciones
benéficas denominadas casas u hospitales de expósitos.
—¿Estás haciendo esto por el clan, Brona, o por tus agravios
personales?
—Pero Pashla…
—Me has defendido dos veces, con riesgo para ti misma. —Kyra
era incapaz de mantener la pregunta en su voz.
Una tarde, dos mujeres jóvenes del clan vagaron a plena vista de
su refugio. Kyra las observaba desde donde descansaba, con los ojos
medio cerrados en el estado de semi-sueño que la mantenía durmiendo
horas. Para su sorpresa, no desaparecieron entre los árboles, sino que
se acercaron. Se veían entorno a su edad. Una mujer del clan era alta,
con grandes ojos y cabello marrón tenue que se enroscaba alrededor de
su cuello delgado. La otra era más pequeña, con la piel pálida, casi piel
blanca que contrastaba con su pelo largo y liso. Las dos se acercaron
con cautela pero deliberadamente. Como Pashla, se movían con gracia
Makvani, a pesar de que no tenían el aire de Pashla de tranquila
confianza. Kyra finalmente se despertó y se puso de pie.
—No tenía idea que era cualquier cosa menos humana —dijo.
—¿Cómo son?
—Sí, pero no apilados uno encima del otro como los seres
humanos. —Mela se encogió de hombros—. Eso mantiene la paz.
Aunque supongo que es bueno para nosotros que los seres humanos
estén tan estrechamente abarrotados. Se hace más fácil para cazar.
—¿Cazais… humanos?
Era un concepto extraño, pero por otro lado, no parecía peor que
los hombres y mujeres nobles en Forge cuyos matrimonios eran
dictados por la política.
Adele suspiró.
—Creo que Pashla sería una mejor madre que Naleh. Ella ve las
cosas de manera diferente a veces, pero es buena con los jóvenes, y
paciente. Apuesto a que es paciente contigo también, Kyra.
—¿Lo hicieron?
Pashla continuó.
—Recuero la primera vez que vi su cambio. Me tomó
completamente por sorpresa, viendo su propia piel. Casi la ataqué. Ella
debió haber sabido del riesgo, pero estaba decidida a mostrarme lo que
era. Y eso la hizo ganarme. Un tiempo después, cambié por primera vez.
Estaba saciada después de mi comida. Ella había traído a otros del clan
para verme, y cuando cambiaron, mi cuerpo siguió su ejemplo. De
repente, estaba desnuda, fría, vulnerable. Mi mente estaba más clara,
pero mis sentidos embotados. Hacían ruidos en mí que no entendía.
Esa vez, ataqué. Puedes extraer sangre con las uñas, si eres demasiado
violenta. Llevó semanas domarme. Meses en enseñarme el lenguaje, y
años en trasladarme al clan. Pero la mujer, Dala era su nombre, era
muy paciente, y Leyus era bueno conmigo. Otros líderes me habrían
matado por mi rebeldía, pero le gustaba mi espíritu. Estoy en deuda con
ambos. Es bueno estar en un clan.
—Sí.
Esperaba con interés sus paseos con Pashla y los gatitos. Cada
día era un nuevo reto y una oportunidad para aprender. Kyra detuvo a
Pashla durante una caminata en la mañana, levantando su dedo en
señal de advertencia mientras probaba el viento. El olor era familiar;
Pashla se lo había señalado solo un par de días atrás.
—¿James lo sabe?
—Si todos los Makvani son del otro lado de las montañas, ¿cómo
llegué yo hasta aquí?
—Los únicos seres humanos que viajan distancias tan largas son
los Far Rangers. Tal vez podrías encontrarlos después de sanar. Los
comerciantes tienen una gran memoria.
Era Tristam.
Treinta y Cinco
Traducido por BrenMaddox
Corregido por katiliz94
—Inútil. —La voz de Leyus goteaba con asco—. ¿Hay otros por
ahí?
—Kyra, escúchame.
Era Kyra.
—Me debes más que eso. ¿Estabas trabajando para James todo
este tiempo? ¿Ganando mi simpatía por secretos de Palacio? Me siento
un tono. —Kyra llevó algunas bayas a sus labios y él volvió su cabeza—.
¿Cómo sé que no están envenenadas?
Tristam aceptó las bayas. Tenía tanta hambre que no podía haber
resistido mucho de todos modos.
—No estoy trabajando para James —dijo finalmente.
—Es complicado.
—Un día, tal vez dos. Estoy hablando con Leyus, tratando de
cambiarlo de opinión.
—Por favor…
—Ya casi estamos allí —dijo ella, apretando las palabras entre
jadeos—. Hay un río delante.
—Eres diferente…
Ella lo ignoró.
Fue una dolorosa lucha con el río abajo para volver sobre sus
pasos, pero la encontraron. A un lado de la orilla, el agua se había
llevado una depresión en el muro del río y luego retrocedía, dejando una
pequeña cueva. Alguna hierba crecía en la apertura proporcionando
cobertura. No era grande, pero se tenía que hacer. Escalaron al
reducido espacio y se sentaron, apoyando la cabeza contra la tierra
compacta mientras luchaban por recuperar el aliento.
Él se movió y la miró.
Kyra miró hacia abajo, incapaz de mirar a los ojos de Pashla. Era
cierto. Pashla le había salvado la vida, peleado por ella, y le había
enseñado los caminos del clan. Y Kyra la traicionó.
—¿Cuándo es el ataque?
—Voy a escuchar todo lo que tenga que decir —dijo Leyus. Fue
hasta Kyra—. ¿Qué quieres decir?
—¿Tienes pruebas?
Leyus se acercó.
—Sí.
Kyra vio a unos Demon Riders acercarse a los otros dos asesinos.
Entonces Leyus asintió y salió del círculo. Fue una clara señal para
empezar. Kyra aferró su daga fuertemente. James enfocó sus ojos en
Kyra y avanzó lentamente.
—Suerte, supongo.
—Creo que es más que eso. Realmente es una lástima. Te podrías
haber convertido en una de las mejores.
Ella había estado allí antes. Había algo que necesitaba recordar.
Era difícil darle sentido a esos recuerdos con esa sed de sangre
instándole a ir hacia su víctima. Kyra levanto las garras para golpear.
Entonces recordó. El sueño. La redada. Una vez más, una vez más
sintió al sirviente hundirse en el suelo mientras la vida era drenada de
él. Kyra se vio a si misma en el patio del Gremio de los Asesinos,
temblando de horror mientras limpiaba la sangre de un hombre
inocente fuera de sus manos.
Tristam asintió.
—¿Saber qué?
—Pashla pensó que valía la pena probar. Pero eso nunca sucedió
hasta que... —Se interrumpió.
Una cosa era saberlo, pero otra muy distinta era oírle decirlo tan
claramente. Se volvió hacia él con furia.
—Lo siento, Kyra. Eso salió mal. Solo quería decir que cualquier
criatura que sea capaz de lo que has hecho merece respeto. Pero lo que
vi, no cambia el hecho de que me salvaste la vida, o que has
desobedecido a tu... gente... para protegerme. —Dejó escapar un largo
suspiro—. He albergado dudas acerca de ti antes, Kyra. En primer lugar
porque estabas en el Gremio, y luego, cuando pensaba que me habías
traicionado con los Demon Riders. Y cada vez, estaba equivocado. No
voy a cometer el mismo error otra vez. —Hizo una pausa—. A pesar de
que podría haber problemas en el futuro.
Tristam exhaló.
—Puedo enviar a buscar a Malikel una vez que estemos más cerca
de la ciudad. Es un hábil negociador. Si somos capaces de ganarlo, tal
vez pueda convencer al Concejo de que te pongan en libertad
condicional.
—No puedo...
—Está bien, Kyra. —Poco a poco, Tristam alejó las manos de Kyra
de la cara y las sostuvo entre las suyas—. Todo está bien.
Pashla asintió.
—Las cosas que he hecho, las hice por servicio al clan. Tengo mis
lealtades, al igual que tú.
—Eso lo haré. Tienes mi palabra. —La mujer gato juntó las manos
de Kyra—. Nos encontraremos de nuevo. Estoy segura de ello.
Oyó pasos detrás de ella. Y a pesar de que había venido aquí con
la esperanza de estar sola, su estado de ánimo se elevó cuando vio que
era Tristam. Todavía caminaba como si le doliera, pero había
recuperado un poco de color y sus ojos estaban claros.
—¿Alejándote? —preguntó.
—¿Eso es porque…?
—Lo hice.
—James pensó que podía cambiar las cosas —dijo Kyra. Volvió a
pensar en los incendios. No puedes cambiar el curso de un río con una
pala. Necesitas un terremoto había dicho. Es curioso que el asesino, con
toda su charla de llevar a los wallhuggers abajo, también estuviera bien
con sacrificar la vida de sus conciudadanos.
Cerró los ojos. Los labios de él, cuando tocaron los suyos, eran
suaves. Vacilante al principio, pero cada vez con más confianza cuando
ella respondió. Kyra se fundió en él, saboreando la forma en que sus
brazos se apretaron alrededor de su cintura y perdiéndose en la
sensación de él. Por el momento, al menos, podía olvidarse de lo que
pasaría mañana.
Kyra no respondió.
—No creo que todos los nobles sean como tú dices. Tal vez soy
una tonta, pero es un riesgo que tomaré.
Kyra los rastreó por un tiempo, sobre todo para asegurarse que
no iba a ser dañado. Luego regresó al lugar de encuentro que habían
elegido. Habían encontrado un claro cercano, donde era fácil ver los
caballos que se acercaban. Encontró un punto de vista decente en un
árbol cercano y se dispuso a esperar.
—Parece que los Concejales no son los únicos que pueden jugar
juegos. Voy a dejar la decisión al final para usted, Willem, puesto que
ya está acostumbrado a tomar decisiones unilaterales con esta
prisionera. —La voz de Malikel la señaló al decir esto, y Kyra vio los ojos
de Willem parpadear hacia Malikel. Por un breve momento, rabia cruzó
por el rostro de Willem, tan rápido que casi pensó que lo había
imaginado. Los Concejales no eran amistosos, se dio cuenta. Estaban
lejos de ello.
Kyra no respondió.
Esto fue inesperado. Tendría que estar fuera del complejo y oculta
de forma segura en la ciudad en caso de que James la expusiera.
—Quiero pagar igual a los caballeros. Voy a vivir fuera del Palacio,
y no tomo ningún voto. Si el trabajo es justo, voy a llevarlo a cabo, pero
no estaré en deuda con nadie.
Pero una cosa era saber lo que venía, y otro era pasar por las
miradas cómplices de sus compañeros en el Palacio, hombres que
habían servido con él y bajo su mando. Hubo murmullos apenas fuera
del alcance del oído, aunque oyó retazos. Deshonrado... desobediente...
Caballero joven prometiendo... Tanto más sorprendente...
No respondió.
—Es bonita, ¿verdad? —dijo Willem.
—Me alegro oír eso. Vienes de una buena familia, Tristam. Según
todos los informes, estás bien educado y bien enseñado. Confío en que
te comportarás de una manera para preservar la reputación de tu
familia. Alguna moderación de tu parte les ahorraría una gran cantidad
de dolor y vergüenza.
—Entiendo —dijo.
—¿Qué es esto?
—Entiendo.
—Puede marcharse.
—¿Por qué?
Kyra hizo una mueca y se alisó las arrugas lo mejor que pudo.
Quería creerle.
Kyra sonrió.
Kyra bajó los ojos. Supuso que eso era todo lo que necesitaba
saber.