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MATERIA: Seguridad Publica y Ciudadana II

Seguridad Publica y Ciudadana II


1. Fundamento:
El presente espacio curricular, brinda los conocimientos sobre una visión amplia
sobre el contexto general de la Seguridad Pública, en busca de la comprensión de su
misión dentro de los espacios urbanos y rurales y en la planificación de dispositivos
para un abordaje planificado y coherente con las realidades sociales.

En este marco, se requiere la adquisición de competencias que posibiliten el


acercamiento a la comunidad de manera progresiva, siendo de suma importancia la
elaboración de proyectos de abordaje preventivo y socio- comunitarios, entendiendo
que su ejecución en el territorio, constituye un dispositivo de intervención en la
comunidad.

3. Objetivo:
 Brindar conocimientos tendientes a posibilitar la planificación de dispositivos para
el abordaje preventivo, tendiente al desarrollo y ejecución de estratégicas para
mejorar la calidad vida de la comunidad en términos de Seguridad Pública y
Ciudadana.

4. Competencias a desarrollar:
 Reconocimiento de los distintos factores que en el actual contexto intervienen en
el desarrollo de un enfoque de seguridad participativa.
 Comprensión de los pasos para la elaboración de un proyecto de aplicación en un
contexto social.

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5.CONTENIDOS

Unidad 1: “Conceptualización de Seguridad Ciudadana e Introducción a la


Planificación en Seguridad”.
1. Concepto y características de la Seguridad Ciudadana. 2. Concepto de
planificación aplicada a la seguridad. 3. La planificación en seguridad como
elaboración de políticas, planes, programas y proyectos. 4. Problemas en el proceso
de planificación: a) el problema de la racionalidad; b) el problema de lo político; c) la
diferencia entre la lógica de la formulación y la lógica de la realización.

Unidad 2: “Planificación de la Seguridad – Dimensiones y Componentes”

1. Niveles operacionales de la planificación en seguridad. 2. Dimensiones de la


planificación en seguridad: a) la dimensión temporal: largo, medio y corto plazo; b) la
dimensión espacial: nacional, regional, provincial, local; c) otras dimensiones: la
planificación integral; d) el ámbito de la planificación: público, privado y mixto. 3.
Principales criterios o pautas para la elaboración de planes, programas y proyectos en
seguridad. 4. Componentes o instrumentos de la planificación en seguridad: a) los
instrumentos teóricos-conceptuales; b) los mecanismos político-administrativos; c) los
instrumentos metodológicos.

Unidad 3: “El Diagnóstico como Herramienta para la Descripción y Explicación


del Problema en Seguridad”

1. Definición operativa de diagnóstico en seguridad. 2. Naturaleza del diagnóstico en


seguridad. 3. El diagnóstico como descripción del problema en seguridad: diagnóstico
y situación; diagnóstico y factores; diagnóstico y medios;

Unidad 4: “Elaboración y Diseño de Proyectos en Seguridad”.

1. Los proyectos en seguridad. 2. Requisitos para una formulación adecuada de los


proyectos en seguridad. 3. Guía para la elaboración de proyectos en seguridad. 4.
Esquema General para el Diseño de un Proyecto en Seguridad. 5. Desarrollo del
esquema general: 1) Denominación del proyecto; 2) Naturaleza del proyecto: a)
Síntesis descriptiva del proyecto; b) Fundamentos; c) Marco Institucional; d) Finalidad
o propósito; e) Objetivos; f) Metas; g) Beneficiarios; h) Productos; i) Localización y
cobertura; 3) Descripción operacional de las actividades y tareas a realizar; 4)
Métodos y técnicas a utilizar; 5) Determinación de los plazos para las actividades; 6)
Determinación de los recursos necesarios;.

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los habitantes del país conozcan efectivamente o no la existencia de las leyes, son,
de todos modos, obligatorias.
6. Estrategias didácticas:

Exposiciones orales del docente complementado con proyecciones audio visuales,


contando con la participación activa de los alumnos, definiendo ideas y conceptos
mediante el debate abierto.

7. Recursos materiales:
Cartilla de contenidos de la materia, y retroproyector.

8. Actividad extra áulica o de extensión/ articulación práctica:


No prevista para el dictado de la materia.

9. Evaluación:
En todas las instancias se elaborara en forma escrita mediante la aplicación práctica
de los temas desarrollados a casos prácticos y concretos.

10. Cronograma

Cuatrimestre de

AGOSTO a NOVIEMBRE DEL 2016

11. Bibliografía

Bibliografía utilizada para la elaboración de los contenidos:


ACKOFF, Russell Lincoln. Un Concepto de Planeación de Empresas.
México, Limusa, 2005.

AGUILAR IDAÑEZ, María José y ANDER-EGG, Ezequiel. Evaluación de servicios y programas sociales.
Buenos Aires. Editorial Lumen. 1994.

AGUILAR IDAÑEZ, María José y ANDER-EGG, Ezequiel. Diagnóstico Social. Conceptos y Metodología.
Buenos Aires. Grupo Editorial Lumen Hvmanitas. Segunda Reimpresión.2006.

ALBERICH NISTAL, Tomás. IAP, Redes y mapas sociales: desde la investigación a la intervención social.
Revista Portularia, Vol. VIII Nº 1, Páginas 131 a 151. Huelva. Universidad de Huelva. 2008.

ALLISON, Graham T. Public and Private Management: Are They Fundamentally Alike in All Unimportant
Respects? En “Classics of Public Administration” de G. M. Shafritz y A. Hyde. Belmont. Wordsworth. 1992
(páginas 457 a 474).

ANDER-EGG, Exequiel y AGUILAR IDAÑEZ, María José. Cómo Elaborar un Proyecto. Guía para Diseñar
Proyectos Sociales y Culturales. Buenos Aires, Lumen, 15ª edición ampliada y revisada. 2003.

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ANDER-EGG, Ezequiel. Introducción a la Planificación. Buenos Aires, Lumen, 16ª. Edición, 2002.

BARTOLOMÉ, Luciano y MENDOZA, Patxi. Curso básico en prevención de riesgos laborales para
delegados y delegadas de prevención. Navarra. Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales. Gobierno
Vasco. 2003.

BENAVIDEZ, F.G.; BENACH, J.; CASTEJÓN, J.; MIRA, M. y SERRA, C.


La evaluación de riesgos laborales en la planificación de la prevención: una perspectiva epidemiológica.
Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, Volumen 1 número 4, enero-marzo de 2001. Barcelona.
Societat Catalana de Seguretat i Medicina del Treball. 2001 (pág. 24 a 31).

BLANCO DUARTE, José Alberto. Gestión de las Organizaciones Públicas.


Bogotá, Escuela Superior de Administración Pública. 2004.

BOBA, Rachel. Introductory Guide to Crime Analisis and Mapping.


Washington D. C. Community Oriented Policing Services, Unites States Department of Justice. 2001.

BRONFENBRENNER, Urie. Ecological Models of Human Development.


En International Encyclopedia of Education, Volumen 3. Páginas 37 a 43. Oxford, Elsevier. 2da. Edición.
1994.

COHEN, Ernesto y FRANCO, Rolando. Evaluación de Proyectos Sociales.


México, Siglo Veintiuno Editores. 5ta. Edición, 2000.

CORTAZAR VELARDE, Juan Carlos. Entre el Diseño y la Evaluación: el Papel Crucial de la Implementación
de los Programas Sociales.
Washington. Banco Interamericano de Desarrollo. 2007.

CORTEZ, Luis; SALAZAR, Luis y MARISCAL, Jorge. Desastres: Planes de acción participativos para la
prevención y respuesta. Lima. Foro Ciudades para la Vida. 2005.

PLAN ESTRATEGICO INSTITUCIONAL 2016, Policía de la Provincia de Salta – Direccion General de


Estrategia Policial.

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MATERIAL DE ESTUDIO
Unidad 1: “Concepto y características de la Seguridad Ciudadana -
Introducción a la Planificación en Seguridad”
Aproximación al concepto de seguridad ciudadana
Según la Organización de las Naciones Unidas, el desarrollo de la persona humana
es un proceso de goce y disfrute de las libertades que el estado se las otorga. Este
proceso no resulta, en modo alguno, inevitable. Por el contrario, está plagado de
amenazas. Precisamente por ello, el desarrollo humano debe estar fuertemente
relacionado a la seguridad humana, que tiene como propósito proteger
al individuo frente a amenazas de distinta naturaleza: desastres naturales,
criminalidad, enfermedades y epidemias, hambre, pobreza extrema entre otros,
como dictaduras y totalitarismo.
La seguridad ciudadana es solo uno de varios componentes de la seguridad
humana, aquel responsable de enfrentar las amenazas violentas y delictivas contra
las personas y sus bienes.

La seguridad ciudadana tiene dos acepciones.

 La primera la define como la condición de encontrarse la persona libre


de violencia o amenaza de violencia, o la sustracción intencional por parte de otros. El
concepto de violencia denota el uso o amenaza de uso de la fuerza física o
psicológica con el fin de causar daño o doblegar la voluntad. La noción de sustracción
nos remite al acto de privar ilegítimamente de su patrimonio a una persona física o
jurídica – quitarle algo a una persona lo que conocemos como robo o hurto.
Aunque esta definición parecería un tanto pequeña - limitada, en realidad incluye a
todos los delitos contra las personas, como el homicidio, la agresión, la violación,
el secuestro y la trata de personas, así como los delitos contra el patrimonio (robo,
hurto y estafa).

 La segunda (y sobre la cual nos apoyaremos en el desarrollo de esta materia)


acepción es la acción destinada a proteger a los ciudadanos frente a los hechos de
violencia o sustracción o despojo, lo que se persigue con una política pública,
entendida como los lineamientos o cursos de acción que definen las autoridades
estatales. Esto constituye una obligación del Estado derivada de sus deberes para
garantizar los derechos fundamentales de las personas y la participación activa de los
ciudadanos beneficiarios últimos de las acciones desplegadas en pos de la seguridad.

Características y elementos a considerar para su implementación

 Que el ciudadano deja de actuar pasivamente como mero receptor de la


seguridad brindada por el estado, y participa activamente en la gestión de seguridad.
 Que la protección de los ciudadanos debe darse en el marco de la Constitución y
las leyes.
 Que no debe limitarse exclusivamente a la lucha contra la delincuencia, sino en
crear un ambiente propicio y adecuado para la convivencia pacífica de las personas.
 Que sobrepasa la acción policial y, por tanto, demanda la participación coordinada
de todas las instituciones públicas y privadas.

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 Que la Policía, como uno de los actores fundamentales, debe definir un nuevo
perfil, orientado a la comunidad antes que hacia el Estado.
 Que debe ponerse mayor énfasis en el desarrollo de acciones preventivas,
buscando ser proactiva y no reactiva al delito.

Diferencia entre seguridad ciudadana y seguridad pública


La seguridad ciudadana se diferencia de la pública, en tanto estas últimas se
constituyen desde una concepción Estado-céntrica, con la participación activa y
exclusiva del Estado mediante las fuerzas de seguridad y Poder Judicial, siendo el
ciudadano un mero beneficiario pasivo de estas acciones.
La Seguridad ciudadana en cambio se constituye desde la ciudadanía con la
participación activa de las personas y la intervención de otras instituciones además de
las de seguridad, sin dejar de ser una obligación y deber estatal. En los últimos años
el concepto de convivencia social ha sido ligado al de seguridad ciudadana, en la
medida que está referido a la promoción de la adhesión de los ciudadanos a
una cultura ciudadana basada en el respeto a la ley, a los demás y, a
unas normas básicas de comportamiento.

LA PLANIFICACION: Introducción
Si hacemos una primera aproximación al significado de “planificación”, veremos que
se encuentra ligado a la idea de organización de la acción humana por parte de un
individuo, grupo, institución u organización que quiere obtener determinados
resultados mediante la utilización de recursos generalmente escasos.

Como “palabra”, integra un conjunto de términos que se utilizan cotidianamente como


si fueran sinónimos –incluso por los propios especialistas en planificación– generando
muchas veces una notoria confusión conceptual.

Así, “planificación” se confunde con “programación”, “plan”, “proyecto”, o con


“planear”, “planificar”, etc. Si bien podría ser aceptable esta confusión en personas
sin formación profesional, en nuestro caso, como futuros especialistas en seguridad,
implicaría carecer de ciertos contenidos básicos indispensables para conformar el
marco conceptual-metodológico sobre el que se deben sostener nuestras
intervenciones sobre la realidad social.

Para resolver esta cuestión, iremos señalando a lo largo del recorrido de las unidades
los conceptos principales y complementarios aplicables a nuestra especialidad; y, en
muchos casos, marcando las diferencias de sentido con que se aplican en otros
campos del conocimiento, propondremos conceptos y enfoques propios teniendo en
cuenta que estamos abordando un campo de conocimientos y acción todavía en
construcción y en permanente evolución (especialmente en nuestro país).

Cuando hablemos de “planeamiento” nos referiremos en términos generales al


“proceso requerido para la elaboración del plan”, mientras que “planificación
representará el ejercicio (aplicación concreta) de la planeación, vinculada con la
instrumentación teórica y técnica (Miklos, 1998).

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Para utilizar una imagen como recurso, podríamos decir que el profesional que
“planea” está “pensando” y “razonando” respecto a “tomar decisiones anticipadas”
para alcanzar “un estado futuro deseado”. Mientras que el profesional que “planifica”
está “trabajando” –utilizando herramientas metodológicas– en forma concreta en la
formulación y diseño de un “plan” que se materializará en la elaboración de un
documento (“plan”). Podríamos comparar a la planeación con “pensar el plan”, y a la
planificación con “hacer el plan”.

Al respecto, Ackoff (Russell, 2005) consigna que “… la planeación es un proceso


especial de toma de decisiones…”; pero al mismo tiempo señala que “… la toma de
decisiones no siempre equivale a la planeación…”.

Teniendo en cuenta que la planeación es una clase especial de toma de decisiones,


este autor señala tres características distintivas:

La planeación es algo que hacemos antes de efectuar una acción; o sea, es una
toma de decisión anticipada. Es un proceso de decidir lo que va a hacerse y cómo se
va a realizar antes de que se necesite actuar. Si estas decisiones pudieran tomarse
rápidamente sin afectar la eficiencia, la planeación no sería necesaria.
La planeación es necesaria cuando para lograr el cometido implica adoptar un
conjunto de decisiones interdependientes (un “sistema de decisiones”). Un
conjunto de decisiones forma un sistema si el efecto de cada decisión depende de
una o más de las decisiones restantes. Por ejemplo, al planear el edificio para una
entidad bancaria, la decisión de ubicar la sala del tesoro en un lugar específico afecta
la localización de cada uno de las restantes oficinas y dependencias, accesos,
sistema de alarma y, por tanto, la funcionalidad general del banco.
Los conjuntos de decisiones que requieren planeación generalmente son demasiado
grandes como para manejar todas las decisiones al mismo tiempo. Por consiguiente,
un problema de planeación no se puede dividir en problemas de subplaneación
independientes, sino que deben estar relacionados entre sí. Esto significa que las
decisiones que se han hecho primero, en el proceso de planear, deben tenerse en
consideración cuando se tomen decisiones posteriores en el mismo proceso, y que
las decisiones anteriores deben revisarse a la luz de las que se adopten
posteriormente. Esta es la razón por la cual debe realizarse la planeación antes de
iniciar la acción (Ackoff, 2005).

Estas propiedades de la planeación explican por qué la planeación no es un acto, sino


un proceso que (idealmente) enfoca una “solución”, pero que nunca la alcanza en
definitiva por dos razones. Primero, porque no existe límite respecto al número de
revisiones posibles a las primeras decisiones; y segundo, porque tanto lo que se está
planeando como el medio donde se ha de ejecutar, se modifican durante el proceso
de planeación y, por ende, nunca es posible tener en consideración todos los
cambios. La necesidad de actualizar y “mantener” un plan, deriva en parte de este
hecho (Ackoff, 2005).

La planeación es un proceso que se orienta o dirige a producir uno o más


“estados futuros deseados”, los cuales no ocurrirán a menos que se haga algo
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al respecto. En consecuencia la planeación tiene un elemento “optimista” y otro


“pesimista”. El pesimismo consiste en la creencia de que a menos que se haga algo,
no es probable que ocurra un estado futuro deseado. El optimismo consiste en la
convicción de que algo puede hacerse para aumentar la probabilidad de que se logre
alcanzar ese estado deseado

Concepto de planificación aplicada a la seguridad:

Desde la perspectiva de la seguridad, decimos que: Planificación es el proceso


recurrente de formulación y definición de objetivos y prioridades a nivel macro-
territorial o sectorial-, que se realiza para satisfacer las demandas en seguridad
provenientes del sector público o privado a través de la realización de un plan,
que se hace efectivo mediante la adopción de una matriz de decisiones y la
elección de un conjunto de medios idóneos preferibles.

A. Elementos que caracterizan la planificación:


Le proponemos analizar esta definición interiorizándonos en cada una de sus partes:

“Planificación es el proceso recurrente…”: hace referencia a una actividad


continua que generalmente no se termina con la formulación del plan, sino que implica
un reajuste permanente entre medios, actividades y fines, teniendo en cuenta los
diferentes actores y factores contingentes y la realidad social en la que actúan
(situación o escenario).

“…de formulación y definición de objetivos y prioridades…”: los mismos deben


ser formulados y definidos por los responsables de elaborar el plan (equipo técnico,
especialista, asesor, etc., en coordinación con los beneficiarios y los decisores).

“…a nivel macro-territorial o sectorial-…”: la planificación, como proceso, es de


largo plazo y tiene un alcance o amplitud global, independientemente de su cobertura
territorial (local, provincial, regional, nacional) o sectorial (sector público o sector
privado; sector urbano, rural, deportivo, turístico, sanitario, etc.).

“…para satisfacer las demandas en seguridad…”: ya sea que se trate de


necesidades de protección de personas, bienes, instalaciones, infraestructura,
información, intangibles (valores, marcas, etc.) y otras.

“…provenientes del sector público o privado…”: lo que condicionará el enfoque a


adoptar por parte de los responsables de planificar.

“…a través de la realización de un plan…”: concebido éste como un documento


técnico “escrito”.

“…que se hace efectivo mediante la adopción de una matriz de decisiones…”: el


carácter específico de la planificación es tratar con un conjunto de decisiones

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sistemáticas, que se “suceden” en un orden predeterminado, y que se relacionan (de


manera interdependiente) entre sí, dentro de una situación dinámica.

“…y la elección de un conjunto de medios idóneos preferibles”: la propia


naturaleza de la planificación, en cuanto proceso de construcción racional en un todo,
de acuerdo con los propósitos, deseos e intereses expresados por diferentes actores
sociales, depende de la relación entre medios y fines. Desde un punto de vista
metodológico se trata de identificar los medios preferibles dentro de un conjunto de
recursos disponibles.

En virtud de que la planificación tiene un alto contenido técnico, al momento de


utilizarla en la práctica presenta ciertas características particulares que es necesario
tener en cuenta (Ander-Egg, 2002):

en sí misma no es buena ni mala. Desde un punto de vista científico y técnico, la


planificación puede ser eficaz o ineficaz, más o menos eficaz o más o menos ineficaz.

pero al ser un “instrumento” puede ser utilizado con diferentes intencionalidades y


en diferentes circunstancias.

Requisitos para una Planificación Eficaz (Ander-Egg, 2002):

Considerada desde un punto de vista normativo, la planificación es eficaz cuando:

Instrumentaliza e implementa adecuadamente una política. Todo plan es


fundamentalmente un instrumento que responde a una política, sea ésta pública o
privada. Traduce operativamente lo que quiere realizarse en un espacio y tiempo
determinado como expresión de una “intención” de un gobierno (nacional, provincial,
municipal) o de una institución u organización (empresa, organización, etc.).
La realización del plan implica un cambio efectivo y positivo respecto de la situación
anterior, medido en los términos del código de valores o de la ideología del proyecto
político (público o privado) que lo sustenta.

Desde el punto de vista táctico/operativo, la planificación es eficaz cuando:


Sus instrumentos expresan en la práctica la capacidad e idoneidad para transformar
la realidad.
Propone objetivos que son alcanzables, teniendo en cuenta no sólo los recursos y los
medios disponibles, sino también la viabilidad política, económica, social, cultural,
ecológica y ética, de acuerdo con el marco, contexto o escenario en donde se elabora
y ejecuta el plan.
La elección de los medios preferibles asegura el logro de los objetivos con la mayor
eficacia y eficiencia posibles, y con el menor costo financiero, humano y social.

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Cuando se establece un curso de acción escalonado y continuo en el cual se indican


las diferentes etapas y modalidades del proceso, de conformidad con una estrategia y
un estilo de desarrollo.

Cuando orienta la toma de decisiones y establece las diferentes etapas, de modo que
haya entre ellas coherencia, compatibilidad, consistencia, operatividad e integralidad.

La planificación en seguridad como elaboración de políticas, planes, programas


y proyectos

Cuando se habla de planificación en seguridad, se suele utilizar el término con dos


alcances diferentes:

1) la planificación como elaboración de políticas, planes, programas y proyectos; y 2)


la planificación como proceso y estrategia.

Con respecto al primer alcance, cuando se habla en forma general de la formulación y


diseño de “políticas”, “planes”, “programas” y “proyectos” en seguridad, la planificación
será el proceso genérico que se utilizará para su “hechura”, es decir, para su
elaboración. Esto no significa que para cada uno de sus niveles se utilice el mismo
marco, la misma metodología o las mismas fases o secuencias. Hay que tener en
cuenta que cada nivel persigue alcances diferentes, con distintos actores sociales, en
plazos diversos, etc.

Mientras que en relación al segundo alcance, decimos que lo sustancial de la


planificación en seguridad como proceso y estrategia radica en planificar teniendo en
cuenta la totalidad social, es decir, su contexto más amplio (y a la vez condicionante)
de las áreas sobre las que va a intervenir. Esto conduce a prestar atención a los
diferentes actores y sectores, que buscan sus propios objetivos, que tienen sus
propias apreciaciones y valoraciones de cómo debe ser la sociedad (y en particular la
seguridad), y que desarrollan sus propias estrategias para el logro de sus objetivos y
propósitos (Ander-Egg, 2002).

3. Problemas en el proceso de planificación


Cada vez que como profesionales en seguridad abordemos procesos de planificación,
nos encontraremos con varios problemas a resolver; por razones de síntesis, nos
limitaremos a tratar sólo tres de los más comunes, pero que por su “peso” condicionan
el proceso desde su inicio. Los denominaremos el problema de la “racionalidad”, el
problema de “lo político” y el problema de las “diferencias entre la lógica de la
formulación y lógica de la realización”(adaptado de Ander-Egg (2002)):

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El problema de la racionalidad: este es uno de los problemas más frecuentes entre


los planificadores en seguridad. Se produce cuando los mismos se “divorcian” de la
complejidad e imprevisibilidad de la realidad concreta, y se manifiesta en la
elaboración de planes que en la práctica son mucho más fáciles de formular que de
ejecutar (por no decir que en la mayoría de los casos son muy “efectivos” para su
presentación en los medios de comunicación, pero imposibles de aplicar en la
solución de un caso concreto).

Si bien lo racional aparece como específicamente humano, la experiencia demuestra


que las acciones irracionales o carentes de lógica son lo normal en la vida cotidiana.
Esperar que un “plan” por sí solo guíe las acciones más coherentes, lógicas y
racionales posibles, se constituye en una de las tantas reducciones que se hacen de
la complejidad de la existencia humana y de la realidad social en la que nos
movemos. En otros casos, esta simplificación se deriva del hecho de creer o suponer
que las ideas tienen por sí mismas fuerza operativa y transformadora. Las ideas no
son más que eso: ideas. Por otro lado, existe también la creencia errónea de que la
planificación puede limitarse a una cuestión de pura racionalidad para alcanzar el
futuro, lo que se sustenta en un supuesto igualmente erróneo: el que da por sentado
la conducta racional de toda actividad humana.

Planificar en seguridad implica un intento de introducir racionalidad a la acción, pero


en el contexto de una situación en la que el proceso se inserta en las cadenas de
interacciones y retroacciones ya existentes en la misma realidad sobre la que se
quiere actuar. Podremos reducir la incertidumbre y el azar, pero nunca eliminarlos por
completo. Es imposible prever la multiplicidad potencial de posibilidades y de
escenarios, porque en la realidad en donde se aplican los planes, impera la lógica de
la vida. Y en esta lógica intervienen la indeterminación, la incertidumbre, lo aleatorio,
el desorden y el azar; la competencia y la cooperación; la lucha y la solidaridad. Esta
“lógica” es mucho más compleja que la lógica subyacente en la elaboración de
planes, o en la lógica que se expresa en los mismos planes.

El planificador en seguridad no puede (ni debe) limitarse a la pura racionalidad para


transformar una situación. Debe actuar sobre una realidad siempre compleja. Y
olvidarse de proponer soluciones mágicas, definitivas o “mejores”. Lo máximo que
puede hacer es ofrecer una propuesta lo más adecuada y eficaz posible para la
solución del problema planteado.

El problema de lo político: La efectividad de una planificación en seguridad estará


siempre e ineludiblemente condicionada a lo que la autoridad política o los que tienen
la responsabilidad de decisión (si se trata de organizaciones no gubernamentales,
empresariales, o simples contratantes) quieran hacer y estén dispuestos a hacer. Por
ello la comprensión de este problema se asienta en dos cuestiones sustantivas:

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Si no existe la voluntad política de llevar a cabo lo que se planifica, la planificación es


inútil. Es letra “muerta”;

Si el planificador en seguridad actúa como si la planificación fuese una técnica capaz


de introducir, per se, un elevado nivel de racionalidad en la acción política, es una
postura absolutamente ingenua.

La planificación es mucho más que un simple proceso de racionalidad en la toma de


decisiones, es la instrumentación de un proyecto político (sea público o privado), o la
puesta en marcha de una “intención” per-sonal, aun cuando éstos sólo hayan sido
definidos de una manera vaga y ambigua.

El problema de las diferencias entre la lógica de la formulación y la lógica de la


realización: por más que las decisiones se tomen racionalmente como una condición
necesaria para una acción racional, ello no es suficiente para que la práctica sea
racional. En efecto, un conjunto de toma de decisiones racionales (una planificación
bien hecha, por ejemplo) no necesariamente implica y asegura una acción racional
(que las cosas salgan como se ha planificado).

Por muy bien elaborado que esté un plan en seguridad, no tiene una “ejecución” o
“realización” aseguradas. Formular un plan no es realizar un plan, del mismo modo
que proyectar una casa no es hacerla.

Estas simples consideraciones, aún cuando están muy lejos de ser exhaustivas,
claramente nos revelan que en materia de planificación en seguridad, una cosa es la
“lógica de la formulación” (en la elaboración de un plan, programa o proyecto), y
otra diferente, la “lógica de la realización” que debe aplicarse a situaciones
contingentes y aleatorias que configuran ese “cóctel desconocido entre lo previsible y
lo imprevisible” que se da en toda realidad concreta (Ander-Egg, 2002).

Planear es más fácil que ejecutar, porque la capacidad humana es limitada para
plantear y resolver la cantidad y la complejidad de problemas que se presentan: toda
práctica o praxis social tiene una posibilidad limitada de racionalidad, al mismo tiempo
que dirigir y ordenar el pensamiento presenta menos dificultades que dirigir la acción,
en donde entran otros factores diferentes de la pura formulación racional.

Sería muy importante que los que planifican en seguridad acepten bien “temprano” y
con humildad en sus carreras profesionales, las limitaciones que imponen la propia
psicología humana, o los condicionamientos sociales, culturales, económicos, etc.

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Autoevaluación

1) Conforme a las dos acepciones y características del término. Elabore una


definición de “Seguridad Ciudadana”
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2) Desarrolle el concepto de planificación aplicada a la seguridad
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3) Mencione los problemas de la Planificación
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________

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Unidad 2: “Planificación de la Seguridad – Dimensiones y Componentes”

Niveles Operacionales de la Planificación en Seguridad (Ander-Egg, 2002)


Seguidamente vamos a conceptualizar cada uno de los niveles operacionales de la
planificación en seguridad. Nos referimos a: plan, programa, proyecto, actividad y
tarea. Cada uno de estos términos corresponde a conceptos particulares y se utilizan
con alcances diferentes, indicando distintos niveles de concreción.

Plan es el término de carácter más global y comprensivo. Un plan hace referencia a


las decisiones de carácter general que expresan los lineamientos políticos
fundamentales, las prioridades que se derivan de esas formulaciones, la asignación
de recursos acorde a esas prioridades, las estrategias de acción y el conjunto de
medios e instrumentos que se van a utilizar para alcanzar las metas y objetivos
propuestos.

Un plan engloba programas y proyectos, pero no está compuesto sólo por ellos, ya
que su formulación se deriva de propósitos y objetivos más amplios que la simple
suma de sus programas y proyectos.

En un plan nacional de seguridad, se indicarán, por ejemplo, la tasa de reducción


global de la criminalidad que se desea alcanzar, la relación promedio entre policías y
habitantes sugerida a nivel nacional, el porcentaje promedio de asignación de
recursos sugerido a las distintas jurisdicciones provinciales, los niveles y tipos de
formación-capacitación esperada para los integrantes de las policías provinciales y las
fuerzas de seguridad, etc. Pero todo esto debería estar enmarcado en un “proyecto
nacional de seguridad” –de contenido estrictamente político– que constituya (en el
caso de existir) una definición de lo que es “seguridad”, quiénes son los responsables,
el rol del gobierno, etc. En otras palabras, el plan es el parámetro técnico-político
dentro del cual se enmarcan los programas y proyectos.

El plan debe consignar con precisión la “visión” de la organización en materia de


seguridad (sea en materia de delitos corporativos, riesgos laborales, en caso de
empresas privadas, o delitos contra la persona, contra la propiedad etc en el caso de
seguridad pública y ciudadana.) en perspectiva de futuro; y la “misión”, es decir las
previsiones que se adoptarán a nivel global y el “compromiso” requerido de los
integrantes de la sociedad (personas, empresas, organizaciones, instituciones)

A continuación se indican algunos Planes a los que podrá consultar si los busca via
internet como material complementario, solo a modo de ejemplos de planes; ello no
implica que desde esta cátedra estemos de acuerdo con la metodología y los
enfoques abordados por sus autores. Simplemente se ofrece estos documentos como
recursos pedagógicos, a fin de que los alumnos puedan analizar cómo se formulan y
diseñan planes en la “práctica”. Cada uno arribará a sus propias conclusiones:

 Plan Nacional de Seguridad Pública-Brasil

 Plan Comunal de Seguridad Ciudadana de Quilpué-Chile


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 Plan Integral de Convivencia y Seguridad Ciudadana- Colombia


 Plan Nacional de Prevención contra la Violencia y la Promoción de la Paz Social-
Costa Rica

Programa hace referencia a un conjunto organizado, coherente e integrado de


actividades, servicios o procesos expresados en un conjunto de proyectos
relacionados o coordinados entre sí y que son de similar naturaleza. El programa
“hace operativo” un plan mediante la realización de acciones orientadas a alcanzar las
metas y objetivos propuestos dentro de un período determinado.

Proyecto hace referencia a un conjunto de actividades concretas, interrelacionadas y


coordinadas entre sí, que se realizan con el fin de producir determinados bienes y
servicios capaces de satisfacer necesidades o resolver problemas. El proyecto
responde a la resolución de una situación concreta y específica, por lo que en el caso
de la seguridad diremos que “se agota” o finaliza al momento en que termina su
ejecución.

Tanto los programas como los proyectos se concretan a través de un conjunto de


actividades organizadas y articuladas entre sí, para alcanzar determinados objetivos y
metas específicos. La diferencia entre un programa y un proyecto radica en su
magnitud, diversidad y especificidad, habida cuenta que un programa está constituido
por una constelación o conjunto de proyectos.

Continuando con esta aproximación, a medida que avanzamos en la línea de


concreción, podemos hablar también de actividades y tareas. La actividad es el
“medio de intervención sobre la realidad”, mediante la realización secuencial e
integrada de diversas acciones necesarias para alcanzar las metas y objetivos de un
proyecto. Y la tarea es la “acción que tiene el máximo grado de concreción y
especificidad”. Un conjunto de tareas configura una actividad, entre las muchas que
hay que realizar para concretar un proyecto.

En el modelo que se propone en esta cátedra (en el que ponemos en juego el grado
de concreción y especificidad de cada instancia de planificación) siempre vamos a
considerar al plan por su carácter global, y a los programas y proyectos por su mayor
amplitud; de igual modo, si los programas comprenden un conjunto de proyectos, de
alguna manera los consideraremos como una “instancia” de amplitud intermedia entre
el plan y el proyecto.

No obstante, cuando el plan de seguridad implique una gran cobertura (territorial,


sectorial, etc.) o se trate del tipo “multiagencial” (cuando involucra a varias “agencias”
gubernamentales de alto nivel de dirección/decisión, o a grandes organizaciones
privadas-empresas multinacionales o con una significativa diversificación de
productos y/o servicios), podremos “subdividirlo” en planes de menor alcance, a
efectos de hacer más precisa la formulación de los programas y proyectos
respectivos.

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Dimensiones de la planificación en seguridad


La dimensión temporal: largo, medio y corto plazo

Conforme a la dimensión temporal, es decir, a la “vigencia”, extensión o duración de


los planes en el tiempo, se pueden clasificar como de largo, mediano y corto plazo.

Obviamente que resulta inadecuado y muchas veces “injusto” intentar estandarizar


taxativamente la duración de los planes, programas y proyectos. En ese sentido,
desde esta cátedra sostendremos que la duración o vigencia de los mismos estará
dada por varios factores (cobertura, sector, recursos, fines, magnitud de la institución
u organización encargada de su realización, etc.), pero básicamente en virtud de un
“acuerdo o consenso” entre el “decisor” y el responsable del proceso de planificación.
Y además, sin perder nunca de vista, la relación o proporción que debe existir entre la
duración de un plan con respecto a sus programas y proyectos.

La vigencia de un plan generalmente dependerá del horizonte que establezca sus


fines últimos, incluso muchas veces los planes pueden mantenerse vigentes por
varios años en la gestión de una organización u empresa.

Usualmente podemos distinguir tres posibilidades dentro de la dimensión temporal:

Largo plazo: dimensión que representa con exclusividad a los planes. Dado el
carácter global y comprensivo del los mismos, el plazo de vigencia de los planes
estará condicionado por el tipo de institución, organización o nivel gubernamental o
empresario responsable de su ejecución. Habitualmente un plan público (nacional,
provincial o municipal) debería tener como mínimo una vigencia que alcance todo el
período de gestión o “mandato” de sus autoridades. Y en casos excepcionales podría
sufrir “retoques” sólo por razones de extrema gravedad o importancia. Tengamos en
cuenta que, como veremos oportunamente, la formulación y el diseño de un plan se
asienta en estudios y diagnósticos meticulosos y completos, que por imperio de su
“perfección” reducen casi totalmente las posibilidades de error e improvisación. Sería
“suicida” implementar un plan que no garantice alcanzar el logro de sus fines, o
niveles razonables de eficacia, eficiencia y efectividad. Pero aún sería peor (por no
decir de consecuencias “peligrosamente imprevisibles”) implementar programas y
proyectos sin planificación, o sin una planificación adecuada. Elaboramos planes de
seguridad pública para implementar durante un período de gestión de gobierno (5
años), o planes de seguridad privada (desde 5 años en adelante) para una empresa u
organización.

Mediano plazo: dimensión en la que se encuadran generalmente los programas. Su


vigencia también estará condicionada por la duración de los planes que le dan
sustento y los proyectos que los forman. Generalmente veremos que si un plan
público dura toda una gestión de gobierno, los programas no tendrán una duración
menor a un año, ni mayor al tiempo de mandato de las autoridades. Elaboramos
programas para hacer “operativo” un plan de seguridad, sea de carácter pública o
privada.
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Corto plazo: casi siempre hace referencia a la coyuntura, esto es, a la intervención
en situaciones específicas y muy acotadas en el tiempo. Es el caso de los proyectos,
donde el problema que se va a solucionar o el obstáculo que se va a remover
necesita de un conjunto de actividades y tareas que se “agotarán o consumirán” al
momento de alcanzar la solución. La duración de un proyecto dependerá de las
actividades requeridas para su implementación y ejecución, y podrá tener una
vigencia de unas pocas horas, hasta no más de seis meses de duración. Elaboramos
proyectos de seguridad para atender un evento o espectáculo de concurrencia masiva
de personas (cuya duración es de algunas horas); para capacitación de personal
(desde unas pocas horas hasta un par de semanas o meses); para protección de
infraestructura crítica ante la posibilidad de un atentado (basados en “inteligencia”);
etc.

La dimensión espacial: nacional, regional, provincial, local; global, sectorial

Conforme a la dimensión espacial, es decir, a la “cobertura” o “comprensión” de los


planes, se los puede clasificar como de alcance nacional; provincial; regional-
nacional (que se refiere a una región dentro de un país); local (municipal o comunal);
bilateral-internacional (que comprende a dos países limítrofes); regional-
internacional (que comprende a más de dos países limítrofes); o multinacional (que
comprende a varios países, pero por lo menos uno de ellos no limítrofe).

Desde esta cátedra decimos que esta clasificación tiene en cuenta el espacio, ámbito
o área sobre la que incide el plan.

Asimismo los podemos clasificar como “globales” o “sectoriales”. Globales cuando


se planifica el conjunto de todas las actividades de un país, región o provincia (por
ejemplo, plan nacional de seguridad, plan provincial de seguridad, etc.). Sectoriales
cuando involucran algún sector o áreas particulares (por ejemplo, un plan nacional de
seguridad para establecimientos educativos o un plan nacional de seguridad vial).

Otras dimensiones: la planificación integral

Dentro de esta categoría incluiremos una perspectiva que se adopta cada vez más
por parte de los especialistas en planificación en seguridad. Se trata de la llamada
“planificación integral.

Como su nombre lo indica sintetiza una superación de los enfoques unilaterales que
vimos anteriormente en lo que hace a las áreas o la cobertura sobre la que se
planifica. Se basa en la necesidad de “unir o integrar” los elementos, factores,
sectores y niveles que comprende el proceso de planificación, atendiendo a una
variedad de aspectos (económicos, sociales, culturales, políticos, etc.).

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El ámbito de la planificación: público, privado y mixto

Conforme al ámbito de la planificación, la planificación será de tipo “público” cuando


el decisor, los responsables de la formulación y diseño y los que gestionan, sean
instituciones, funcionarios o empleados públicos.

La planificación será de tipo “privado” cuando el decisor, los responsables de la


formulación y diseño y los que gestionan sean organizaciones o empresas no públicas
o privadas.

Y la planificación será de tipo “mixto” cuando como mínimo alguno de entre el


decisor, los planificadores o los que gestionan no sean del mismo ámbito que el resto.

Principales criterios o pautas para la elaboración de planes, programas y


proyectos en seguridad

Cuando como profesionales abordamos el desafío de elaborar un plan, programa o


proyecto en seguridad, se nos hace indispensable trabajar con arreglo a determinados
criterios o pautas operativas. Dichos cánones básicos han ido surgiendo como
producto del constante desarrollo de las distintas teorías que alimentan la
planificación, y se han probado reiteradamente en la práctica de los planificadores.
Aciertos y errores de muchos colegas a lo largo de los años nos permiten contar hoy
con una serie de consejos o “guías” que nos haga más fácil iniciarnos en la
especialidad de planificar.

De entre muchas clasificaciones y recopilaciones tomaremos como referencia una


muy enriquecedora, formulada por Ezequiel Ander-Egg (2002), pensador argentino
innovador que ha dedicado muchos años de su vida a la construcción e interpretación
de las teorías, conceptos y herramientas metodológicas de uso común en las ciencias
sociales.

Sobre esas pautas iremos adaptando conceptos y reflexiones a la visión especí-fica


de la planificación en seguridad.

“Definir y enunciar claramente los objetivos y metas”: a menos que los objetivos
de un plan, programa o proyecto estén muy claramente definidos, es imposible
formular un conjunto de actividades coherentemente estructuradas entre sí para
alcanzar determinados propósitos. Analicemos las cuestiones fundamentales que hay
que tener en cuenta para una correcta formulación:

Preguntas que se deben responder con la definición de objetivos:

¿Qué queremos hacer? Es decir, hacer explícita la “naturaleza” del plan, programa o
proyecto.

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¿Qué cambios deseamos lograr dentro de la situación-problema sobre la que vamos a


actuar?

¿A dónde queremos llegar o qué queremos alcanzar, dentro de un límite temporal


establecido?

Cómo hacer “operativos” los objetivos: aún teniendo claramente definidos los
objetivos, éstos pueden quedar en simples enunciados

de “buenas intenciones”, sin ser “operativos”. Para superar esa dificultad hay que
recurrir a las “metas”, las que sirven para establecer de manera concreta y precisa
cuánto se quiere hacer o alcanzar de cada objetivo, en qué tiempo y en qué lugar.
En el lenguaje de los planificadores (a diferencia del coloquial) objetivo y meta son
términos que tienen alcances diferentes. Los objetivos son expresión cualitativa de
ciertos propósitos y las metas traducción cuantitativa de los mismos. “Disminuir
los delitos contra la propiedad” puede ser la forma de enunciar un objetivo, pero ello
no alcanza para llevar a cabo un proyecto en prevención del delito; para ello se hace
necesario traducir el objetivo en una meta que debe definir tres cuestiones
principales:

cuánto (en qué proporción o cantidad se pretende “hacer algo”);


cuándo (en qué plazo o tiempo se pretende “hacer algo”); y
dónde (en qué lugar se pretende “hacer algo”).

Siguiendo el ejemplo anterior, podríamos expresar la meta de la siguiente manera:

“Disminuir los delitos contra la propiedad en la Ciudad de Salta en un 40 %, entre el 1


de julio y el 30 de agosto de 2010”

Objetivos principales, generales, específicos, secundarios, etc.: indistintamente


de la clasificación de objetivos que se utilice

(principales-secundarios; generales-específicos; etc.) cada una de las metas debe


estar “asimilada” (relacionada y articulada) al objetivo específico; y cada objetivo
específico al objetivo general.

La “participación ciudadana” en el establecimiento de los objetivos: en el ámbito


de la planificación en general, pero mas aun en lo que respecta a la seguridad
ciudadana, cada vez se hace más frecuente la idea y la práctica de “hacer participar”
a los interesados en la formulación o elección de los objetivos. Se procura entonces
actuar “por convergencia o confrontación” con los agentes intervinientes. En el caso
de la planificación de la seguridad, los agentes intervinientes más comunes serán:

 los beneficiarios del proyecto (por ejemplo, ciudadanos en el caso de la


seguridad pública; o empleados y clientes en el caso de la seguridad privada);

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 los decisores o patrocinantes del proyecto (autoridades públicas,


autoridades o directivos de empresas, etc.);

 los técnicos (formuladores-diseñadores del proyecto);


 los que gestionarán el proyecto;
 los que ejecutarán el proyecto;

“Proponer objetivos y metas realistas (viables, pertinentes y aceptables). La


factibilidad de la intervención”: la síntesis de esta pauta es: “no tiene sentido
establecer objetivos óptimos que después sea imposible alcanzar”. Todo proyecto
debe ser viable y operativo en un doble sentido. Los objetivos y metas deben ser
alcanzables y los medios e instrumentos deben ser adecuados. Además debe ser
aceptable para el mayor número posible de instituciones, sectores, grupos y
personas implicadas en la realización del proyecto. Todo ello lleva a la consideración
de lo que denominamos “factibilidad de un proyecto”:

Factibilidad política: que haya un apoyo decidido de la más alta autoridad.

Factibilidad económica: que el proyecto sea rentable.

Factibilidad organizacional: que existan las instituciones, organizaciones o el


personal necesario para su realización.

Factibilidad de recursos: que existan y se encuentren disponibles los


recursos necesarios.

Factibilidad técnica: disponibilidad de usar y aplicar la tecnología necesaria


para su realización.

Factibilidad sociocultural: que no existan barreras sociales o culturales (valores


afectados, creencias, idiosincrasia, etc.) que se puedan afectar. Esto influye también
en el grado de aceptación de los sectores involucrados (ya sea el propio personal del
proyecto o los beneficiarios).

Establecer prioridades para el logro de objetivos y la realización de actividades:


no se pueden resolver todos los problemas ni satisfacer todas las necesidades al
mismo tiempo. Esto es así no por fatalismo, sino generalmente por una cuestión de
recursos. Determinar prioridades supone en primer lugar seleccionar los problemas
sobre los que se intervendrá. Se trata de determinar un “orden de prioridades”, que se
expresan jerarquizando los problemas y necesidades a través de un proceso que se
desarrolla en tres fases:

Definición de los criterios para establecer prioridades: esta primera fase se


caracteriza por la interacción entre dos perspectivas. Por un lado, el marco referencial
político-ideológico, que da sustento al modelo de sociedad deseado, y que a su vez
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proyecta criterios o pautas que delinearán finalmente las prioridades. Y por el otro, la
perspectiva técnica, que otorga prioridad a un determinado objetivo por alguna de
las siguientes razones:

 por la posición deficitaria o peligrosa en que se encuentra la necesidad o el


problema;

 porque sirve mejor al logro de los fines últimos propuestos; o bien



 porque alcanzando determinado objetivo se produce un efecto multiplicador
movilizante de otros recursos o instituciones.

Ander-Egg (2002) propone seguir el método propuesto por Hanlon (1974), que si bien
fue concebido originalmente para ser aplicado al ámbito de los planes en salud, nos
proporciona cuatro componentes de enorme utilidad:

Magnitud del problema (A): número de personas afectadas por el problema o que
tienen algún tipo de necesidades.

Gravedad del problema (B): este componente puede definirse de diferentes


maneras según la naturaleza del proyecto.

Eficacia de la solución (C): la cuestión a la que hace referencia este componente es


la siguiente: ¿los recursos y la tecnología actuales pueden alterar de una manera
significativa al problema?

Factibilidad del proyecto o de la intervención (D): Hanlon describe este


componente por sus siglas en inglés: PEARL, que se corresponden con un grupo de
factores que no están directamente relacionados con la necesidad actual o con la
eficacia, pero que determinan si un proyecto o actividad pueden ser aplicados:

P. Pertinencia.

E. Factibilidad económica.

A. Aceptabilidad.

R. Disponibilidad de recursos.

L. Legalidad.
Aplicación del Método Hanlon a un problema de planificación en seguridad:

Primer Paso: elaboración de un listado de problemas a resolver con la planificación.


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Segundo Paso: jerarquizar los problemas de acuerdo a las posibilidades que se


tienen de resolverlos. Para hacer esto, a cada problema se le asigna una puntuación
siguiendo ciertos criterios:
De cero a diez puntos según la gravedad o intensidad del problema (un homicidio es
mucho más grave que un hurto simple).

De cero a diez puntos según la cantidad de afectados o número de personas que


sufren el problema.

De un punto a cero punto según la posibilidad que existe de resolver el problema con
los recursos existentes.

Cada problema debe ser examinado con cada uno de estos criterios y se les debe
otorgar un puntaje. Mientras más grave y a más gente afecte ese problema más cerca
de los 10 puntos obtendrá.

El tercer criterio se maneja de forma diferente. Se le otorga 1 punto al problema que sí


tiene solución con los recursos existentes. Se le otorga cero puntos a aquel problema
que no tiene solución. ¿Por qué usar un tipo de puntaje diferente para este tercer
criterio? Para lograr que queden excluidos de la selección los problemas que no
pueden ser resueltos.

¿Cómo lograr esto? Con una fórmula matemática en la que se suman los puntajes de
los dos primeros criterios (gravedad y cantidad de afectados) y su resultado se
multiplica por uno o cero según la capacidad que se tiene de resolverlo. Hay que
recordar que si un número se multiplica por cero el resultado de esa multiplicación es
cero.

Como veremos esta fórmula es mucho más fácil de lo que parece a primera vista y
fue ideada para calcular lo más objetivamente posible la jerarquía de los problemas
que se puede resolver.

Pongamos un ejemplo: el problema del aumento de delitos contra la propiedad en la


modalidad de “arrebatos” contra alumnos de las escuelas de una jurisdicción policial
determinada, que no cuenta con protección policial asignada.

Como este problema es muy “sentido” por la población de alumnos y provoca una
grave sensación de inseguridad se lo considera un problema muy grave y se le otorga
10 puntos.

Como este problema es muy “sentido” por la población de alumnos y provoca una
grave sensación de inseguridad se lo considera un problema muy grave y se le otorga
10 puntos

Como afecta a todos los alumnos de la comunidad, se le otorga 10 puntos también


siguiendo el segundo criterio.

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Como la Comisaría de la zona cuenta con recursos para abordarlo, se le otorga un


puntaje de 1 en lo que se refiere al tercer criterio. Entonces, si sumamos 10 + 10 nos
da 20, es decir, el máximo de puntos de acuerdo a los criterios de gravedad y
cantidad de gente que es afectada por el problema. Y si multiplicamos esos 20 puntos
por 1, que es el puntaje que sacó ese problema relacionado con el criterio de la
capacidad que tiene la Comisaría de resolverlo nos da veinte (10 + 10 = 20 x 1 = 20)

En cambio, en el caso del aumento en la producción de grafitis, que también es un


problema muy sentido especialmente por los propietarios de viviendas, pero que no
es tan grave como el de los arrebatos, se le otorgan 6 puntos de acuerdo a la
gravedad y 7 puntos en relación con la extensión de los sectores afectados por falta
de vigilancia policial, pero como es de solución tan factible como el anterior, ya que la
Comisaría cuenta con los recursos necesarios, también se le asigna 1 punto de
acuerdo al tercer criterio. Por lo que, si sumamos 6 más 7 nos da 13 puntos, y si esta
cifra la multiplica por 1 nos da 13 puntos finales (6 + 7 = 13 x 1= 13).

Pongamos un último problema: la prostitución escandalosa en la vía pública.

Es un problema que la comunidad estima importante de resolver, pero de menor


gravedad que los otros, por lo que se le asigna 4 puntos por el criterio de gravedad.
Por otra parte, como sólo la población aledaña a la zona de ejercicio de la prostitución
es la que se siente mayormente afectada, ya que no toda la población es la que sufre
las consecuencias, se le otorga 4 puntos de acuerdo a la cantidad de gente afectada.
Asimismo, como se analiza que la Comisaría de la zona cuenta con los recursos
como para solucionarlo, se le otorga un punto.

Si sumamos 4 más 4 nos da 8 y si lo multiplicamos por 1 nos da 8 (4 + 4 = 8 x 1= 8).

Tenemos así los tres problemas analizados:


arrebatos 20 puntos

grafitis 13 puntos

prostitución 8 puntos
El problema que obtuvo más puntos fue el de los arrebatos, lo siguió el de los grafitis,
y finalmente el de la prostitución.

Así se analizan todos los problemas. Los problemas que reciben más puntos de
acuerdo a la fórmula utilizada son los primeros que se deben resolver, los problemas
sin solución inmediata quedan des-cartados automáticamente de esa jerarquización
porque su resultado final es cero.

Determinación de prioridades: todo este proceso culmina con la determinación de


prioridades, en la que se establece el orden de preferencias con el que se irán

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abordando las soluciones para los problemas, y, principalmente, cómo y en qué


cantidades se asignarán los recursos.

Hacer relaciones compatibles y complementarias entre los objetivos: teniendo


en cuenta que los recursos son siempre limitados y escasos, que los objetivos son
múltiples y que los medios e instrumentos a utilizar pueden ser muy variados, la
planificación enfrenta el problema de elegir entre diferentes objetivos para que sean
compatibles y complementarios.

Dentro de un plan, programa o proyecto los objetivos pueden ser:


Alternativos: cuando son excluyentes entre sí (elegir uno implica dejar a otros sin
realizar). En el caso ejemplificado en el punto anterior, dada la cantidad de recursos
disponibles en la Comisaría, si se opta por vigilar las escuelas y proteger a los
alumnos no se podrán vigilar y proteger al mismo tiempo a las viviendas que sufren de
grafitis.

Complementarios: (o combinados) para el desarrollo de uno/s es necesario


previamente lo que alcanza/n otro/s. Por ejemplo, para secuestrar un cargamento de
marihuana procedente del exterior del país y detener a las “mulas” (objetivo B), debe
instalarse previamente un puesto de control en la zona fronteriza (objetivo A). Sin el
puesto instalado no se puede realizar el procedimiento de secuestro y detención.

Independientes: no tienen relación entre sí (ni son complementarios ni alternativos).

Por lo tanto, cuando se trata de objetivos excluyentes (alternativos), nos


enfrentaremos a una decisión basada en criterios “políticos”; y cuando nos
enfrentemos a objetivos de tipo complementarios, la decisión se basará en criterios
fundamentalmente “técnicos”. En el primer caso elegimos unos objetivos y dejamos
de lado otros, es decir, solucionamos algunos problemas en desmedro de otros. En el
segundo caso, debemos coordinar ciertos logros con arreglo a otros previos, pero no
se deja nada sin resolver.

Articular coherentemente, de manera global y sistemática, los objetivos


propuestos, las acciones a realizar y los recursos a movilizar: cuando se habla
del principio de coherencia como pauta básica para planificar, se hace referencia a
tres cuestiones básicas:

La adecuación de los medios a los fines: siempre un objetivo inferior es un medio


para un objetivo superior. La coherencia entre medios y fines no es otra cosa que una
sucesión de objetivos relacionados entre sí de una manera lógica, secuencial e
instrumental e interdependiente.

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La articulación que debe existir entre todos los aspectos de formulación del
diagnóstico y la planificación propiamente dicha: muchas veces se planifican
acciones que no se respaldan en un diagnóstico de situación, o se promulgan leyes o
resoluciones que establecen líneas de acción que no son resultado de la planificación.

La coherencia entre los objetivos propuestos, las actividades a realizar y los


recursos a movilizar: para conseguir determinados objetivos y metas hay que poner
en práctica determinadas acciones, es decir, realizar un conjunto de actividades. Y
estas actividades sólo se pueden realizar si se cuenta con los recursos adecuados y
suficientes. Estas actividades, a su vez, suponen también requerimientos de fuerza de
trabajo, es decir, determinadas cantidades y cualificaciones de mano de obra. La
coherencia, en este punto, consiste en asegurar la fuerza de trabajo que exige la
realización de las diferentes actividades para alcanzar cada una de las metas
propuestas.

Asignar y usar los recursos financieros, en cantidad y tiempo oportuno, para


cada fase o actividad del programa o proyecto: esta pauta se refiere al problema
de las cuestiones financieras; se trata de prever y disponer etapas para cada proyecto
y actividad como un aspecto parcial de la planificación de los recursos.

Uno de los déficits más notables en la planificación de proyectos de seguridad en el


ámbito público es la falta de seriedad con que se prevé (en la mayoría de los casos
“no se prevé”) la asignación de recursos financieros. Muchos funcionarios
responsables de la planificación en las instituciones estatales (especialmente los
funcionarios policiales o de las fuerzas de seguridad) “dan por sentado” la existencia y
disponibilidad de los recursos, al mismo tiempo que los “decisores” aprueban la
implementación de planes sin prestar demasiada atención a si se contará o no con los
recursos suficientes. Existe un “consenso” en el que el ejecutor debe “obtener”
recursos para los proyectos prioritarios del modo que sea, muchas veces a costa de
otros proyectos o servicios, lo que en lenguaje coloquial se conoce como la “teoría de
la frazada corta”.

Otro de los déficits más comunes en el ámbito de la seguridad pública es la de


asignar recursos en respuesta a las demandas y sobre la base de la probabilidad de
éxito, antes que de los costos. Un informe producido por el Home Office en el Reino
Unido1 introduce el concepto de “evaluación económica” para el policiamiento . La
evaluación económica comprende el costo de los recursos (inputs) y la valuación de
los productos y resultados (outputs y outcomes), con un énfasis particular en la
asignación de mediciones monetarias. Para las instituciones policiales inglesas
implica hacer que sus decisiones de asignación de recursos sean transparentes y
para demostrar que los recursos están siendo utilizados para generar los mejores
retornos. Al respecto el informe señala las barreras con las que se encuentran en la
actualidad las autoridades para realizar una la evaluación económica razonable, las
que incluyen:

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o inadecuada recolección y registro de datos;

o inconsistencia en la valuación de los recursos (inputs), especialmente en el


cálculo de los costos del “tiempo de trabajo” del personal;

o falta de control de los presupuestos de personal de las policías; y


o dificultades en la identificación y en la valuación de los productos

En la planificación de la seguridad privada también podemos observar diferentes


problemas respecto a la asignación de recursos financieros, pero el más común es el
“retaceo” que caracteriza el momento en que los directivos de una empresa deben
aprobar la implementación de un plan, programa o proyecto de seguridad. Como si lo
más importante fuera economizar utilizando lo más barato y no lo más adecuado o
conveniente.

Determinar los instrumentos y medios adecuados a los fines. Asegurar la


eficacia de la intervención: si apelamos a una perspectiva simple, planificar no es
otra cosa que una declaración precisa y adecuada de los medios de acción capaces
de satisfacer las necesidades o de resolver los problemas identificados en el
diagnóstico.

Una vez abocados a la tarea de planificar lo más importante ya no es establecer fines,


sino hallar y determinar los medios y los instrumentos necesarios que sirvan para
alcanzar esos fines.

Y para que los medios e instrumentos sean adecuados es necesario que reúnan por
lo menos cinco requisitos:

Ser necesarios: no se puede prescindir de ellos, ya que son indispensables para el


logro de los objetivos.

Ser suficientes: es decir, que se bastan para alcanzar los objetivos y las metas.

Ser eficientes: es decir, que tengan la capacidad para cumplir con las metas
establecidas, o sea, dentro de la cantidad, calidad y plazos propuestos.

Ser eficaces: es decir, que los medios utilizados son los más idóneos en relación con
los objetivos y propósitos que se buscan.

Establecer el tiempo y ritmo de realización del programa: esta pauta hace


referencia a la necesidad de ordenar las actividades de manera cronológica
precisando cuándo y dentro de qué límites de tiempo se debe realizar cada una de las
actividades. Uno de los factores más importantes y que generalmente no se tienen en
cuenta al momento de pensar los “tiempos” de un proyecto es la consideración de las
personas que están implicadas directa o indirectamente. Hay personas que tienen
“ritmos” de trabajo diferentes, deseos diferentes (algunos quieren “cambiar” y otro no;
unos facilitan el cambio y otros lo resisten; etc.), experiencias disímiles, etc. Lo mismo
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ocurre con las circunstancias o contingencias aleatorias, que condicionan el ritmo de


ejecución.

Para ordenar y estructurar las actividades de un proyecto existen varios tipos de


procedimientos que se mencionan a continuación y que estudiaremos en detalle en la
unidad número cinco cuando analicemos las “herramientas metodológicas prácticas”:

Procedimientos que utilizan un calendario de operaciones: como por ejemplo el


“cronograma de avance” o “Diagrama de Gantt”.

Procedimientos que emplean una estructura de red: como por ejemplo el


“Diagrama de Flujo” y el “PERT”.

La flexibilidad: la planificación debe considerarse desde una perspectiva


esencialmente dinámica, porque a pesar de que en sus procedimientos haya una
secuencia lógica y articulada de fases y tareas, hay que entender que todo proceso
debe adaptarse continuamente a distintas situaciones cambiantes.

La regla es que planificador debe integrar “lo aleatorio” en la formulación del plan.
Pero como por definición “lo aleatorio” es lo que el planificador no ha “podido ver”, lo
ideal es que se reduzca a niveles “aceptables” la posibilidad de que el “ejecutor” y el
“gestor” del proyecto tengan que “improvisar” frente a la contingencia.

De la experiencia que cada uno de ustedes trae en su corta experiencia como parte
de la institución policial y su desempeño profesional en las practicas profesionales,
coincidirán conmigo en que en general estamos más acostumbrados (¡mal
acostumbrados!) a improvisar que a prever. Por lo cual hemos consolidado una
“enorme capacidad” de “resolver sobre la marcha”.

Lo que Ander-Egg (2002) propone en esta pauta es que si bien en su tarea el


planificador debe prever un margen operativo para situaciones o circunstancias
cambiantes o de emergencia, nunca debe perder la direccionalidad del proyecto; es
decir, que debe saber actuar en situaciones no previstas con agilidad y rapidez, pero
siempre dentro de la “línea” trazada por el plan.
Componentes o Instrumentos de la Planificación en Seguridad
Adaptando los conceptos de Ander-Egg (2002), diremos que los instrumentos de la
planificación son los medios teóricos, administrativos y metodológicos con los que
cuenta el sujeto planificador para la elaboración de planes, programas o proyectos. Se
pueden distinguir tres tipos de instrumentos principales, con características y niveles
completamente diferentes:

Instrumentos teórico-conceptuales: pueden considerarse como una “mezcla” de


componentes no siempre explícitos en el pensamiento y en la acción del planificador.

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Estos componentes se derivan de opciones que ya han sido tomadas por el


planificador antes de iniciar el trabajo
de planificar. Se trata de opciones de carácter ideológico-político y de teorías
subyacentes que van a incidir fuertemente en lo que se “quiere hacer” y en el análisis
social que va a respaldar al diagnóstico. No se trata de discutir si estos factores están
o no presentes, sino de tener en cuenta el grado de conciencia que tiene el
planificador de la influencia que estos factores van a tener en su actividad como tal. El
componente ideológico da sentido a la actividad del planificador, a pesar de que se
esfuerce por ser un “técnico neutro”. Por ejemplo, la mayoría de los planificadores
“están convencidos” de su capacidad de influir positivamente con su trabajo en la
forma en que se “interviene” socialmente; están “absolutamente seguros” de que si no
se actúa “como ellos planifican” el estado de las cosas no cambiará. Su fortaleza se
basa en la convicción de que no existe herramienta más útil que la planificación para
modificar la realidad social negativa.

Y por el lado de las teorías subyacentes, vemos que le proporcionan al planificador de


los elementos que orientan la “lectura” e “interpretación que hará de la realidad, de las
que finalmente derivarán los elementos teóricos-conceptuales en los que se apoya la
tarea de planificación. Por ejemplo, si el planificador ha incorporado a su bagaje
teórico-conceptual una visión sistémica de la realidad, toda su producción estará
“teñida” por este enfoque. Seguramente construirá sus planes de seguridad teniendo
en cuenta que dependen de la eficacia y pertinencia de otros planes paralelos (de
asistencia social, de salud, de educación, etc.).

Mecanismos político-administrativos: son los que configuran el llamado “marco


institucional”, desde el cual se llevan a cabo las tareas de planificación. Cada
institución u organización se caracteriza por un conjunto de disposiciones legales y
mecanismos operativos estandarizados que institucionalizan y ponen en marcha
todos sus procesos de funcionamiento. Entre ellos el proceso de planificación.

Instrumentos metodológicos: son los que junto a los instrumentos teóricos


conceptuales intentan dar validez científica a las decisiones que se toman en materia
de planificación. Constituyen un conjunto de herramientas que servirán para formular
y diseñar los distintos componentes del plan, desde el diagnóstico hasta la
evaluación, pasando por el diseño, la ejecución, la gestión y el seguimiento o control.
Por ejemplo, los modelos, los indicadores, el análisis criminal o delictivo, la
estadística, la geografía, etc.

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Autoevaluación

1) Mencione los Niveles Operacionales de la Planificación en Seguridad


_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2) Dimensiones de la Planificación en Seguridad
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
3) A que refiere las siglas PEARL
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________

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Unidad 3: “El Diagnóstico como Herramienta para la Descripción y Explicación


del Problema en Seguridad”.

1. Definición operativa de diagnóstico en seguridad


El término “diagnóstico” proviene del griego diagnostikós, formado por el prefijo día,
“a través”; y gnosis, “conocimiento”. Se trata de un “conocer a través de”; de un
“conocer por medio de”.

En términos generales consiste en investigar la realidad social en la que se desea


actuar, para determinar la naturaleza y magnitud de los problemas que en ella se
manifiestan, así como las causas y consecuencias de éstos. Se trata de una forma de
estudio de tipo descriptivo y explicativo que busca dar cuenta de la manera más
detallada posible de una situación-problema y las distintas variables que la influyen,
entre otras, la tendencia histórica que origina y explica la existencia de tales
problemas.

“El principal objetivo de un diagnóstico es brindar un mejor conocimiento acerca de los


problemas que se pretenden solucionar o aliviar con la ejecución del proyecto, dando
información confiable sobre su magnitud y sus características, así como sobre los
factores que influyen en tales problemas en los contextos concretos” (Niremberg, y
otras, 2003).

Aguilar Idañez y Ander-Egg (2006) refieren que como término técnico-profesional, el


diagnóstico nació en la medicina varias décadas atrás, marcándole una impronta
“indeleble” al uso que luego se le dio en otros campos, particularmente en las ciencias
sociales.

Veamos cómo describen estos autores el diagnóstico en la medicina (Aguilar Idañez y


Ander Egg, 2006): el médico, cuando va a atender a un paciente, lleva consigo: todo
su bagaje de conocimientos teóricos que comporta su formación profesional; toda su
experiencia personal; cuando está con el paciente: lo examina físicamente, haciendo
especialmente una auscultación de aquellos sistemas orgánicos que más relación
pudieran tener con lo que le está pasando; le hace preguntas para informase acerca
de lo que siente; recurre a su historia clínica (antecedentes); detectada la enfermedad
(el problema), procede a: determinar los factores que la han producido; de algún
modo, establecer también qué le pasaría al paciente en el caso de no realizase
ningún tratamiento a su mal; en algunos casos, encarga el análisis sobre cuestiones
puntuales a otros especialistas; con estas informaciones y teniendo en cuenta las
observaciones realizadas de manera directa, el médico procede a: evaluar la situación
del paciente; calificar la enfermedad según los síntomas que advierte; considerar los
medios o formas de lograr la curación; para esto último tiene en cuenta: los recursos y
medios disponibles, incluyendo en ello desde el potencial genético de la persona
hasta su situación socio-económica, pasando por todo lo que implica su medio
ambiente, o la tecnología sanitaria disponible.

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Y señalan dos aspectos más: “si bien el médico al hacer un diagnóstico se apoya en
un conjunto variado y complejo de conocimientos científicos y de carácter profesional
(mayores o menores según sea su nivel de preparación), tiene también una
experiencia profesional acumulada, en la que habrá incorporado elementos positivos
(en el sentido de que ayudan a un quehacer profesional más eficaz); pero habrá
incorporado también otros que no ayudan mucho, al igual que ciertos hábitos que no
ayudan a su quehacer específico”; “el segundo aspecto hace referencia al proceso de
comunicación en el marco de la relación médico-enfermo. Se trata de un proceso
dialéctico/ interactivo y retroalimentado entre dos personas, que va mucho más allá
del intercambio de información. Ahora bien, si esta interrelación se da en un ambiente
de respeto, de empatía y de calidez humana, no sólo se da una mayor satisfacción al
usuario y es en sí misma una forma de terapia, sino que crea también las condiciones
para que el paciente se manifieste más libre y profundamente, lo que facilitará la tarea
de realización del diagnóstico”.
En líneas generales, hay distintos tipos de diagnósticos, según sea la metodología
que se aplique para su desarrollo. A los efectos didácticos de esta asignatura,
nosotros los dividiremos en tres grandes tipos:

diagnósticos no participativos o técnicos: habitualmente realizados por expertos,


muchas veces externos o ajenos a la organización. Constituye el modo tradicional de
hacerlo, sin la intervención protagónica de los actores locales ni de los destinatarios, y
en la mayoría de los casos mediante la utilización de información secundaria.

diagnósticos participativos o multiactorales: que dan cuenta del grado de


participación de la población, actores o comunidad a la cual se hace parte del
problema o de la situación que se intentará modificar, especialmente en los aspectos
atinentes a la definición y caracterización del problema participativo. Abarcan un
amplio espectro de modalidades, diferenciadas básicamente por el “momento” en
que se da participación a los “beneficiarios” del proyecto (en la etapa inicial de
recolección de datos e información; en la etapa de “confirmación o corroboración” de
la información; en la etapa de “toma de decisiones” de planificación; etc.), o por el
“alcance” de su participación (todos los beneficiarios; una muestra “parcial”; paneles;
beneficiarios seleccionados de acuerdo a algún patrón o característica; etc.).

autodiagnósticos: cuando lo realiza la propia comunidad de beneficiarios o


afectados por el problema, a la que se traspasan los elementos técnicos y
metodológicos a la comunidad, para que ésta se apropie del proceso de definición de
sus problemas. En él, a diferencia del diagnóstico participativo, la injerencia de
actores externos es reducida a niveles mínimos o inexistentes. De igual forma, los
instrumentos son apropiados y aprehendidos por la comunidad y sus actores.

En los proyectos de carácter social, como es el caso de la seguridad pública, por


ejemplo, suelen adquirir gran valor los diagnósticos participativos, caracterizados por
el reconocimiento que hacen las personas de su situación, por la selección de
problemas, por la organización comunitaria para la búsqueda de datos, por el análisis
de estos últimos, por la forma de alcanzar conclusiones, y porque en todo o gran parte
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de proceso ejercen su poder de decisión; además están al tanto de lo que hacen los
demás, y ofrecen su esfuerzo y experiencia para llevar adelante un ejercicio en
común.

Finalmente señalaremos nuestra definición operativa de diagnóstico en seguridad,


adaptada de Aguilar Idañez y Ander-Egg (2006):

Definimos “diagnóstico en seguridad” como el “proceso de elaboración y


sistematización de información que implica conocer y comprender los
problemas y necesidades de seguridad dentro de un contexto determinado, sus
causas y evolución a lo largo del tiempo, las fuerzas y actores sociales
involucrados, así como los factores condicionantes y de riesgo y sus
tendencias previsibles con el fin de establecer prioridades y estrategias de
intervención”.

2. Naturaleza del diagnóstico en seguridad

El diagnóstico debe considerar distintas variables a ser estudiadas. Nuestro foco de


acción debe ser claro y preciso respecto de su expresión. Algunas preguntas y puntos
que suelen estar implícitas en todo proceso de diagnóstico son las siguientes:
¿a quiénes afecta, cómo, cuánto, dónde?

afectados-destinatarios; perfil;

búsqueda de datos cuantitativos y/o cualitativos;

focalización en el problema central.

Es importante poder distinguir el problema central, el cual dará cuenta del ámbito de
acción o intervención que tendrá el proyecto que desarrollaremos. Por tanto, el
resultado principal en esta etapa debe ser una buena delimitación del problema
central respecto de otros problemas secundarios. Este problema debe expresarse de
manera detallada, para lo cual es preciso que se sitúe temporal y espacialmente.

De igual forma el diagnóstico debe dar cuenta de una cuantificación del pro-blema, es
decir que junto con poder justificar y cualificar el problema, lograr una buena
descripción y/o medición de éste nos permite después establecer pará-metros claros
de evaluación para el proyecto.

Un buen diagnóstico debe cumplir al menos con tres funciones principales:


descriptiva: permite conocer exhaustivamente las características de la situación que
se quiere modificar. Deben señalarse las características más significativas de la
situación problema que afecta a los destinatarios del proyecto;

explicativa: nos hace ver las relaciones de tipo causal existente entre los tipos de
elementos del problema, o como en el caso aclarado en el asistente académico 1
entre problemas relacionados, y que determinan la situación actual negativa. Es decir,

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explica cuáles son los problemas que generan y fundamentan la situación negativa
analizada.

predictiva: permite extrapolar la situación problema, con o sin la intervención del


proyecto. Es decir, la situación “sin proyecto” permite pronosticar la evolución “natural”
de los elementos más gravitantes que conforman la situación negativa, de acuerdo a
las actuales tendencias conocidas. Por ejemplo, en una secuencia de
“enfrentamientos” entre “barras” de clubes locales, cuáles serán las consecuencias
(homicidios, lesiones, daños, etc.) para terceros (vecinos de los estadios) si no hay
intervención, los posibles costos, etc. En tanto que la situación “con proyecto”, permite
estimar los cambios, de acuerdo con la planificación de la intervención.

Algunos autores (Niremberg y otras, 2003) hablan de “componentes” en vez de


funciones: “componente descriptivo” (cómo son y/o suceden las cosas en una
determinada situación) y un “componente explicativo” (cuáles son las causas o
factores condicionantes para que en esa situación las cosas sean y/o sucedan de esa
forma).

Las mismas autoras agregan que el diagnóstico constituye un “recorte particular” de la


realidad, ya que se enfoca en determinado tipo de problemas y/o segmentos
poblacionales más que en otros; es decir que “selecciona o enfatiza” algunos
aspectos relacionados con el tema, en desmedro de otros.

3. El diagnóstico como descripción del problema en seguridad: situación;


actores; factores; medios; extensión o amplitud; gravedad; patrones

A. Diagnóstico y situación
i. El diagnóstico como unidad de análisis y síntesis de la situación problema:

El diagnóstico debe ser al mismo tiempo una unidad de análisis y una síntesis de la
situación-problema. Consecuentemente, en el diagnóstico se debe hacer una
descripción de los elementos y aspectos integrantes de una realidad que se está
estudiando, y al mismo tiempo, hay que establecer la interconexión e
interdependencia de cada uno de esos elementos, de modo que las “partes”
estudiadas no pierdan la esencia de un “todo” estructurado e indisoluble.

En otras palabras, se trata de un examen separado de las partes de un “todo”, que


posteriormente se vuelven a integrar para mostrar el lugar y papel de cada una en el
sistema de una totalidad; es decir, de lo que se trata es de aplicar simultáneamente
dos métodos lógicos: el análisis y la síntesis.

En consecuencia, el diagnóstico se constituye en un cuerpo de conocimientos


analíticos y sintéticos, pertenecientes a una realidad concreta y delimitada, sobre la
que se quieren realizar determinadas acciones planificadas y con un propósito
concreto.

ii. El diagnóstico como contextualización de la situación problema:


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El problema que ha sido estudiado e investigado debe ser contextualizado como un


aspecto de la totalidad social del que forma parte. Para esta contextualización Aguilar
Idañez y Ander-Egg, 2006) proponen un abordaje sistémico/ecológico/ dialéctico,
que consiste en lo siguiente: la adopción del enfoque sistémico para el abordaje del
diagnóstico. Todo sistema puede considerarse, a la vez, como un todo o como parte
de un todo mayor, ya que siempre hay que considerarlo como integrante de otro
sistema. Cada hecho, fenómeno o proceso que se analiza y cada acción o
intervención que se propone, debe ser considerada como un aspecto de la totalidad
social de la que forma parte. Sólo dentro del sistema que lo incluye, se entiende la
significación última de algún aspecto de la realidad; una dimensión ecológica, porque
un enfoque que considere los problemas sociales debe tener siempre en cuenta que
nada ocurre de modo aislado ni independiente. En toda realidad social actúa una
complicada e intrincada red de intercambios y retroacciones, en la que “todo está
relacionado con todo” o “todo está relacionado con lo demás”. En el ámbito de la
intervención social (que es lo que se hace en materia de seguridad) no se considera
adecuado tratar los problemas (individuales, grupales o colectivos) sin tener en cuenta
los efectos, interacciones y retroalimentaciones que existen entre los diferentes
subsistemas, ya que se vería dificultada la necesaria interpretación y comprensión de
los fenómenos y procesos sociales, y por consiguiente la capacidad de actuar sobre
ellos.

Todo esto puede formularse de una manera mucho más precisa, teniendo en cuenta
la distinción de los “niveles ecológicos” que propuso Urie Bronfenbrenner (1994).

Bronfenbrenner (1994) argumenta que para entender las interacciones sociales se


debe considerar en forma completa el sistema ecológico en el cual ocurre el
desarrollo del ser humano. Este sistema está compuesto de cinco subsistemas
organizados socialmente que ayudan a apoyar y guiar el desarrollo humano.
Comprende desde el microsistema, lo cual refiere a las relaciones entre el desarrollo
de una persona y el ambiente o entorno inmediato, tales como escuela y familia, hasta
el macro sistema, el cual refiere a los patrones de cultura institucional, tales como la
economía, costumbres y cuerpos de conocimiento.

El paradigma ecológico de Bronfenbrenner, introducido primero en los ′70, representa


una reacción a la visión restringida de la mayor parte de la investigación conducida
entonces por los psicólogos del desarrollo.

El ambiente ecológico se concibe como un conjunto o disposición de estructuras


anidadas, cada una dentro de la otra como un conjunto de muñecas rusas (matriuskas
o mamushkas).

Desplazándose desde el nivel más interno hacia el exterior, estas estructuras se


definen de la siguiente manera:

− microsistema: es un complejo de relaciones entre la persona y el ambiente en


el escenario inmediato que la contiene; un escenario se define como el lugar con
características físicas particulares en el cual los participantes se compromenten en
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actividades particulares, en roles particulares (padre, hijo, hermano, maestro, etc.) y


por períodos particulares de tiempo.

Se trata de un patrón de actividades, roles sociales, y relaciones interpersonales


experimentadas por una persona en un escenario cara a cara, determinado o dado,
con particulares características físicas, sociales y simbólicas, que invitan, permiten o
inhiben el compromiso en interacciones sostenibles progresivamente más complejas
con, y en actividad en el ambiente inmediato;

mesosistema, un mesosistema comprende las interrelaciones entre escenarios


mayores que contienen a la persona en un punto particular de su vida. Por ejemplo,
interacciones entre familia, escuela y grupo de pares.

Se trata de los vínculos y los procesos que tienen lugar entre dos o más escenarios
que contienen a la persona. En otras palabras, el mesosistema es un sistema de
microsistemas;

exosistema, es una extensión del mesosistema que abraza a otras estructuras


sociales específicas, tanto formales como informales, que no contienen en sí mismas
a la persona pero que vulnera o acompaña al escenario inmediato en el cual se
encuentra la persona, y en consecuencia, influencia, delimita o aún-incluso determina
qué pasa allí. Estas estructuras incluyen las instituciones mayores de la sociedad.
Abarca, entre otras estructuras, el mundo del trabajo, el barrio, los medios de
comunicación, las agencias de gobierno, la distribución de productos y servicios, las
instalaciones de comunicación y transporte, y las redes sociales informales. Se trata
de un marco más inmediato, donde el individuo o grupo desarrolla su vida, pero en el
que no interactúa “cara a cara”. Sin embargo, en ese marco “pasan cosas que les
afectan” o que inciden en sus vidas. En este ámbito se da una multiplicidad de planos
y niveles de intercambios, interacciones y retroacciones en las que están inmersos
aquellos que son los destinatarios de los programas, actividades o servicios sociales.

Se trata de las vinculaciones y procesos que tienen lugar entre dos o más escenarios,
al menos uno de los cuales no contiene a la persona, pero en el cual ocurren eventos
que indirectamente influencian los procesos en el escenario inmediato en el cual la
persona vive;

macrosistema, refiere a los patrones institucionales generales de cultura o


subcultura, tales como los sistemas económico, social, educacional, legal y político,
de los cuales los sistemas micro, meso y exo son las manifestaciones concretas. Los
macrosistemas están concebidos y examinados no sólo en términos estructurales sino
como portadores de información e ideología, tanto explícita como implícita, dotando
de significado y motivación a ciertas agencias particulares, redes sociales, roles,
actividades y sus interrelaciones.

Consisten en el patrón general que comprende a los sistemas micro, meso y exo
característicos de una cultura o subcultura dada, con particular referencia a los

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sistemas de creencias, conocimientos, recursos materiales, costumbres, estilos de


vida, estructuras de oportunidad, riesgos y opciones en el curso de la vida, que están
encarnados en cada uno de esos sistemas más amplios. El macrosistema puede ser
pensado como un programa social para una cultura o subcultura particular;

cronosistema, que “extiende” el ambiente en una tercera dimensión. Implica cambiar


la forma tradicional de tratar el paso del tiempo, ya que se deja de considerarlo como
un mero atributo, para pasar a ser una propiedad del ambiente circundante no sólo a
través del curso de la vida sino a través del tiempo histórico.

Un cronosistema comprende el cambio o la consistencia a través del tiempo no sólo


en las características de la persona sino también en el ambiente en el cual vive la
persona (por ejemplo, cambios a través del transcurso de la vida en la estructura
familiar, el estatus socio-económico, el empleo, el lugar de residencia, o el grado de
ajetreo o capacidad en la vida diaria).

En la visión tradicional, las relaciones entre la persona y el entorno o ambiente se


grafica sólo en dos dimensiones:

Entorno o Ambiente

Individuo u
Organización

A diferencia de la propuesta de Bronfenbrenner del “paradigma ecológico”, que


analiza estas relaciones en cinco dimensiones:

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Macrosistema

Exosistema
Mesosistema
Micro-sistema

Cronosistema

El modelo es también dialéctico, en cuanto procura captar el movimiento mismo de la


realidad, cuyas partes están en relación activa, causada por el choque de los
contrarios. Este abordaje supone: un enfoque holístico o totalizador, donde el todo
determina la naturaleza de las partes, y las propiedades de éstas se explican a partir
de las propiedades del todo, sin que ello agote la explicación de las partes;
superación de la dicotomía teoría y práctica, como si fueran elementos contrapuestos
y no interrelacionados; pensamiento crítico, puesto que la realidad no sólo es “lo
dado”, sino también “lo posible” que hay que proponer y realizar. Se trata de
trascender la realidad en su “forma histórica de trascendencia social”, para ser
capaces de pensar un futuro diferente; función desmitificadora, que consiste en quitar
“los velos” que encubren la realidad. La realidad comienza a ser desmitificada, desde
el momento en que comenzamos a dudar de que “lo dado” es lo que “debe ser”;

Es importante que usted tenga en cuenta que en la realización de la tarea de


contextualización de una situación problema, fácilmente pueden cometerse dos tipos
de errores:

Excesiva preocupación por explicar la realidad, con lo cual el diagnóstico queda


perdido en las consideraciones generales sobre la situación contextual. A veces se
dicen generalidades que ya se conocen y no se agrega nada al diagnóstico de una
situación concreta.

Inadecuada presentación de la realidad que no permite contextualizar el diagnóstico:


un análisis de la realidad social presentado de manera atomizada, fraccionada o
dispersa difícilmente brinda elementos para descubrir relaciones a interconexiones
que permitan contextualizar los problemas y necesidades dentro de la situación más
amplia que los condiciona.

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1) Diagnóstico e identificación de las necesidades, problemas, centros de


interés y oportunidades de mejora:

En el ámbito de la seguridad –especialmente de la seguridad pública– es necesario


distinguir entre necesidades y problemas; y además suele ser conveniente también
identificar los centros de interés y las necesidades de cambio u oportunidades de
mejora que presenta una situación determinada. Veamos cada elemento:

Necesidades: podemos definir las necesidades humanas fundamentales como el


conjunto de condiciones de carencia y privación claramente identificadas y de validez
universal, inherentes a la naturaleza del hombre y para cuya resolución éste tiene
potencialidades. La necesidad de “seguridad” es una de ellas, pero a pesar de ser una
de las de mayor peso, su carácter abstracto y subjetivo la hace muy difícil de
satisfacer en forma colectiva. Las instituciones policiales y fuerzas de seguridad
actúan en base al mandato de “brindar seguridad” a los ciudadanos en forma general,
evitando todas las formas de “favoritismo”, “discriminación”, etc. Pero en la práctica
saben que al no poder “medirla”, les resulta una tarea casi imposible dar satisfacción
a todos los ciudadanos por igual. Por eso resulta más sencillo intervenir sobre los
problemas, que se presentan de modo concreto y visible en forma de obstáculos para
alcanzar la satisfacción de la necesidad.

Problemas: como adelantamos en el punto anterior, un problema es un obstáculo a


remover en el camino hacia la satisfacción de una necesidad o una carencia originada
en una necesidad mal satisfecha, por lo que no necesariamente están siempre
relacionados con la insatisfacción de una necesidad. Por ejemplo, la persona que ha
sido víctima de un delito en su domicilio, y no puede pedir ayuda a la policía porque
no tiene teléfono, no tiene una necesidad sino un problema.

Para examinar la diferencia entre necesidad insatisfecha o mal satisfecha y un


problema, podemos ejemplificarlo de la siguiente forma:

Si en un pueblo pequeño hay tres instituciones bancarias, y la comisaría local cuenta


con sólo dos policías para brindarle seguridad, podemos decir que hay una carencia o
falta de policías, y no una “necesidad” de seguridad insatisfecha.

Si una empresa privada tiene personal de vigiladores en número suficiente como para
“cubrir” todas las puertas de acceso al edificio, pero regularmente faltan al servicio un
cincuenta por ciento de ellos, lo que hay es un problema de ausentismo, o un
problema de fracaso de la política de personal.

La identificación de problemas y necesidades, debe llevarse a cabo señalando tres


aspectos básicos y fundamentales de cada uno de ellos:

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naturaleza del problema o necesidad, esto es definir y describir, lo más concreta y


específicamente posible, de qué tipo de problema y/o necesidad se trata. No basta
con decir “hay problemas de seguridad”, o “existen problemas delictivos”; es
imprescindible detallar la naturaleza de los mismos. Por ejemplo, “hay un problema de
falta de personal”, o “hay un problema de carencia de conocimientos técnicos, legales,
etc.”. De lo que se trata es de responder con precisión a las preguntas ¿de qué se
trata? y ¿en qué consiste el problema?, analizando sus distintas dimensiones o
aspectos. Además, puede ser conveniente establecer de qué forma se está tratando
de satisfacer cada necesidad y resolver cada problema;

magnitud del problema o necesidad, lo que implica determinar el grado o extensión


del problema, señalando a cuántas personas afecta (ya sea en términos absolutos o
relativos, o mediante medidas estadísticas), o en qué espacio territorial delimitado se
plantea el problema. En ciertos casos será preciso, además, indicar la frecuencia y
distribución de los mismos. Sobre todo si se trata de problemas cíclicos o
estacionales, que no tienen un carácter permanente, considerar su frecuencia puede
ser de gran utilidad para una correcta previsión de las atenciones, cuidados, servicios
o intervenciones necesarias, un ejemplo de necesidades cíclicas es el que se plantea
en el período estival en las zonas turísticas, que obliga a la implementación de
operativos de seguridad específicos. Asimismo, y sobre todo si se trata de un
problema o necesidad que afecta a una zona determinada, es relevante determinar su
distribución, ya que el grado de concentración o dispersión de las personas afectadas
por un problema tiene consecuencias que pueden condicionar de manera importante
la cantidad y tipo de recursos necesarios para su solución, así como influir
poderosamente en el modo de organización de los servicios, sus recursos humanos,
etc. Por ejemplo, no es lo mismo proveer de patrullaje a un barrio de 100 familias que
tienen un problema de aumento en la ocurrencia de delitos contra la propiedad, que si
esas mismas 100 familias estuvieran diseminadas en una extensa zona rural;
gravedad del problema o necesidad, o dicho en otras palabras, la peligrosidad de
los mismos. El nivel de gravedad de un problema o necesidad debe establecerse en
función de los efectos o consecuencia negativas que dicho problema o necesidad
tiene, o puede tener, en el normal desarrollo de la vida individual o social de una
comunidad. También es preciso determinar la gravedad de estos efectos, en función
del grado de reversibilidad que tengan. Para ello, ante ciertos problemas puede ser
necesario considerar tanto el proceso evolutivo y el momento o fase en que se
encuentra el problema (inicial o incipiente, desarrollado, o avanzado), como los
factores condicionantes y de riesgo asociados al mismo;Centros de interés: en el
diagnóstico en seguridad también es preciso detectar cuáles son los centros de
interés, ya que, en ocasiones, la estrategia de acción más oportuna puede derivarse
de uno de esos intereses, en lugar de partir de un problema o necesidad. Por ejemplo,
en el caso de un comisario de un barrio, que tiene que priorizar los problemas a
resolver, decide privilegiar la vigilancia y el patrullaje en la plaza principal en razón de
que se trata de un lugar de esparcimiento y encuentro muy valorado por los
integrantes de la comunidad, a pesar de que la ocurrencia de delitos es casi nula;

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Necesidades de cambio y oportunidades de mejora: hay que identificar también


las necesidades de cambio u oportunidades de mejora, con respecto a lo que se viene
haciendo. Esta tarea es la que permitirá una constante adaptación de los programas y
servicios a los cambios en la sociedad o en la conducta de los delincuentes, y una
mejora en la calidad de los mismos. Dicho en otras palabras, el diagnóstico no debe
informar únicamente de necesidades, problemas y centros de interés a partir de los
cuales iniciar la acción; también debe dar cuenta del modo en que se actúa
profesionalmente y se prestan los servicios, y las posibilidades de mejoramiento de la
atención que se brinda a las personas.

Para identificar estas oportunidades de mejora resultan de mucha utilidad los estudios
y análisis entre unidades administrativas de una misma organización, o entre niveles
administrativos de una misma institución; o entre servicios y programas similares que
operan en contextos parecidos, pertenecientes a organizaciones distintas También
puede ser útil emplear el análisis comparativo entre las intersecciones reales y
potenciales de: las necesidades sociales reales; la demanda expresada; y los
servicios ofertados.

Tal como puede visualizarse en el gráfico siguiente, es preciso analizar y comparar


las coincidencias y discrepancias que pueden darse entre las necesidades reales
detectadas, la demanda de ciertos servicios y atenciones por parte de la población y
los servicios ofrecidos.

Demanda de
Necesidades Sociales 1 Servicios de
Reales de Seguridad Seguridad

4
2 3

Servicios de Seguridad
Ofrecidos

Así, la zona 1 estaría formada por las necesidades de seguridad reales, expresadas
por las personas y están identificadas; coinciden con los servicios de seguridad
demandados por parte de la comunidad, pero para los cuales no se ofertan ningún
tipo de medidas ni servicios institucionales (públicos o privados). El efecto de esta
intersección produce descontento entre la población, ya que expresa necesidades
reales de seguridad que se canalizan en demanda de servicios que no son ofertados.

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La zona 2 está constituida por necesidades realmente existentes y servicios


disponibles para atenderla, pero falta su demanda por parte de la comunidad. Es
decir, existen servicios para atender necesidades y problemas realmente existentes,
pero esos servicios disponibles no se utilizan –o se infrautilizan– al no existir demanda
o conciencia de su necesidad de uso por parte de la población, o porque la población
entiende que no son ésos, sino otro tipo de servicio los necesarios.

La zona 3 genera un derroche y despilfarro de servicios, ya que está formada por las
demandas de la comunidad que tienen su correlato de respuesta en servicios
ofertados, pero que no se corresponden ni dan respuesta a verdaderas necesidades y
problemas sociales. Estaríamos ante una demanda que se apoya en una falsa
necesidad y la existencia de servicios que responden a dichas demandas pero, al no
corresponderse con problemas reales, los esfuerzos dedicados a la prestación de los
servicios constituyen un verdadero derroche en términos técnicos.

La zona 4, por su parte, es la integrada por necesidades reales que se expresan


como demanda de servicios, y esos servicios se ofertan y están disponibles para la
población que los requiere. Esta convergencia entre necesidades, demanda y oferta
es, generalmente y por desgracia, escasa. Y suele estar influenciada por el nivel
educacional de la población, el nivel de vida, la percepción subjetiva de calidad de
vida de la gente y el grado de participación interesada de la comunidad; todo ello
mediatizado -en ocasiones- por mecanismos tales como los medios de comunicación
masiva.

Utilizar una herramienta analítica como la que acabamos de exponer puede


conducirnos a detectar necesidades de cambio o reorientación de los servicios que se
vienen prestando en un momento dado a una comunidad. O, simplemente, identificar
oportunidades de mejorar el trabajo que se esté realizando con la población
destinataria de los programas y servicios de seguridad. De lo que se trata, en
definitiva, es de intentar agrandar en lo posible la zona 4, disminuyendo las zonas de
intersección 1, 2 y 3; procurando, asimismo, que dicha convergencia entre
necesidades, demanda y servicios sea cada vez más amplia.

B. Diagnóstico y factores
El diagnóstico se hace para comprender los problemas de una situación determinada
y concreta, entendiéndolos en su evolución a lo largo del tiempo y situándolos en un
espacio determinado. El apoyarse en datos e información es una condición necesaria,
pero insuficiente para elaborar un buen diagnóstico. Para ello es importante tener
información que facilite posteriormente la toma de decisiones, en el sentido de
averiguar qué clase de acciones pueden ser más convenientes, habida cuenta de los
factores que positiva o negativamente tienen alguna influencia sobre el problema en
cuestión.

En el lenguaje corriente, la palabra “factor” hace referencia al “elemento, causa o


concausa que, unido a otras cosas, contribuye a un efecto”. Dentro del análisis
que se realiza en un diagnóstico en seguridad se alude a la “causa, determinante o

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condición necesaria de un acontecimiento o cambio”. Así pues, cuando hablamos


de factores, nos referimos a información sobre el ambiente y la exposición de las
personas a determinadas circunstancias negativas que pueden ocasionar un
problema o necesidad, o que pueden contribuir a agravar la situación.

Son varios los tipos de factores que conviene identificar en el diagnóstico (Aguilar
Idañez y Ander-Egg, 2006):

Factores causales o determinantes: designan la causa principal de un fenómeno. Si


no llegamos a tener una comprensión mínima acerca de las circunstancias, hechos,
acontecimientos o situaciones que han provocado un problema, difícilmente podamos
desarrollar estrategias de intervención adecuadas que permitan mitigarlos o
resolverlos con eficacia. E incluso podríamos estar implementando actuaciones y
medidas que, en lugar de mejorar la situación, la mantengan o deterioren.

Factores condicionantes: son los que “moldean” o “matizan” la situación. Se trata de


hechos, acontecimientos, situaciones o procesos que pueden tener influencia en la
evolución del problema, pero que no necesariamente siempre ejercen dicha
influencia, ni la ejercen de la misma manera. Son los factores que pueden ayudar o
dificultar la solución del problema o la satisfacción de una necesidad, y que-en
muchas ocasiones también pueden actuar de manera neutra, dependiendo de las
circunstancias que se confronten. Para un buen diagnóstico, la detección de este tipo
de factores puede ser muy útil ya que nos permitirá prever posibles trayectorias de
evolución de los acontecimientos, y nos ayudará a construir diversos escenarios de
futuro previos a la decisión de intervenir en una u otra dirección. Identificar este tipo
de factores conlleva su descripción, así como una valoración acerca de su posible
influencia (en qué condiciones influenciaría la situación, y en qué dirección -a favor o
en contra de su solución–). Pero “para su comprensión no es necesario considerar
todos los elementos que están en la realidad observada sino la constitución de
relaciones de significación”.
Factores de riesgo: Siempre están asociados o relacionados con el proceso o
estado de desarrollo de una “patología” social, y lo que conviene hacer en estos casos
es medir “el grado de consecuencia que puede tener para los sujetos que están
viviendo en ese determinado proceso”. La identificación de estos factores permitirá
pronosticar y prescribir acciones eficaces.

C. Diagnóstico y medios
Implica el registro de los recursos existentes en las propias instituciones o en la
empresa: se trata de los recursos disponibles para las personas, grupos, instituciones,
organizaciones, etc. También implica el relevamiento de los recursos externos
existentes y potencialmente disponibles.

D. Diagnóstico y actores

Cuando nos referimos al análisis de actores en un diagnóstico hacemos referencia


tanto a cualquier persona o conjunto de ellas que comparte intereses y/o
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racionalidades en relación con el problema investigado, y que posee un determinado


grado de preocupación por el resultado de las acciones que se emprenderán con el
“plan”. En consecuencia, en la realización de las actividades y tareas que se lleven a
cabo, convive una pluralidad de actores sociales, cuyos intereses y racionalidades
pueden llegar a ser muy distintos y variados, lo que ineludiblemente generará
conflictos de todo tipo.

En este marco, el diagnóstico nos debe permitir comprender la dinámica que mueve
las relaciones entre los hechos sociales, la vinculación de los actores con esos
hechos y la posible actuación de cada uno. La lista de actores puede ser muy
extensa, pero generalmente contendrá: víctimas reales o potenciales; delincuentes;
infractores; testigos; funcionarios públicos; policías; vigiladores; serenos; funcionarios
del poder judicial; etc.

Actividades imprescindibles de análisis de actores en un diagnóstico:

 identificación de los actores sociales interesados en las medidas a adoptar;


 identificación de los actores sociales implicados en las medidas a adoptar;
 identificación de los actores sociales afectados por las medidas a adoptar;
 definición de sus exigencias, intereses y racionalidades;
 previsión de los conflictos que se pudieran originar con motivos de intereses y
exigencias contrapuestos;
 previsión de la conducta de los actores (en la medida de lo posible),
especialmente de los que pueden influir negativamente en la intervención, o de
los que serán “perjudicados” por la intervención (por ejemplo, delincuentes).

El diagnóstico como explicación del problema en seguridad: determinantes;


condicionantes; prevalencia; tendencia:

A. Determinantes:
Generalmente, en las situaciones objeto de diagnóstico se presentan múltiples
problemas y necesidades, sobre las que no se puede intervenir simultáneamente,
habida cuenta de que los recursos son escasos o limitados, o no están siquiera
potencialmente disponibles. Por ello es preciso decidir qué problemas se intentará
resolver primero, y cuáles después, en orden sucesivo. Esto es lo que, en el lenguaje
técnico, se denomina establecer prioridades.

En la realización de un diagnóstico, y en la planificación, los criterios para establecer


prioridades son de dos tipos:

de carácter político, ideológico o filosófico, que establecen una especie de “deber


ser”, de lo “deseable”, de acuerdo con fines políticamente priorizados o considerados
filosóficamente como más valiosos;

de carácter técnico, a partir de los resultados de la investigación (en la que lo


valorativo no queda excluido). Estos criterios técnicos deben ser congruentes con los

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fines perseguidos por las políticas sociales que se derivan del marco referencial, ya
sea éste político, ideológico o filosófico.

El establecimiento de prioridades es una decisión política, pero, para ser realista y


viable, debe apoyarse en criterios técnicos valederos.

Ya sea que se utilicen criterios políticos o criterios técnicos (de ordinario, es la


combinación de ambos), la determinación de prioridades consiste en establecer un
orden de precedencias, de acuerdo con el cual se irán satisfaciendo las necesidades
o dando respuesta a los problemas. Sin embargo, conviene diferenciar en este punto
la priorización que se realiza en el diagnóstico (referida a problemas y necesidades)
de la que se lleva a cabo en la planificación posterior (referida a objetivos alternativos
que compiten por los mismos recursos).

Cómo establecer prioridades a nivel micro-social:


Es preciso responder a las cuatro cuestiones siguientes:
¿Cuál es el problema más grave? Es decir en función de la gravedad y el riesgo.

¿Qué reportará las mayores ventajas en el futuro?

¿Qué necesidades y problemas pueden atenderse con los recursos disponibles?

¿Cuáles son los problemas que más preocupan a las personas?

Cómo establecer prioridades a nivel macro-social:

Para ser considerada eficaz, una intervención debe ser a la vez fiable, válida y
factible. La fiabilidad implica la capacidad que tiene la intervención para producir los
mismos resultados cuando es “replicada” (repetida) en condiciones semejantes; la
intervención es válida en la medida en que el resultado obtenido se asemeja al
resultado que se espera obtener gracias a su aplicación.

Por otra parte, una intervención es factible cuando es capaz de resultar operativa en
el contexto que le es propio. El estudio de la factibilidad de una intervención se dirige
a analizar las posibilidades de éxito de su implantación, es decir, su aceptabilidad.
Esta factibilidad está condicionada por varios factores que favorecen u obstaculizan
su realización (Aguilar Idañez y Ander-Egg, 2006), saber:

 factibilidad legal: que la intervención respete el ordenamiento jurídico y las


diferentes legislaciones implicadas, prestando especial atención al respeto de
los derechos humanos y los derechos fundamentales de los ciudadanos;
 factibilidad política: que exista una voluntad/decisión política de hacerlo, es
decir, que haya un apoyo decidido de la más alta autoridad política de quien
depende que algo se haga o no;

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 factibilidad económica: que el proyecto sea rentable o que se pueda financiar


con los recursos disponibles (costo-beneficio; costo-eficacia; costo de
oportunidad; etc.);
 factibilidad organizacional: que existan la o las instituciones u organizaciones
necesarias para su realización y que se disponga del personal apropiado.
 factibilidad técnica: disponibilidad de usar y aplicar la tecnología necesaria y
apropiada para su realización;
 factibilidad socio-cultural: sin barreras socio-culturales capaces de obstaculizar
su realización, tales como valores, creencias y modos de ser de la gente. En esto
influye también el grado de aceptación o consenso social a favor de la intervención,
de parte de los sectores involucrados;
 factibilidad ética: que no existan efectos secundarios indeseables, y que los
cambios de comportamiento que se induzcan busquen la decisión autónoma de
las personas afectadas respetando en todo momento su derecho a no ser objeto
(si no lo desean) de la intervención, salvo en situaciones de alto riesgo o
emergencia social.

B. Condicionantes:
Para poder realizar la etapa de explicación del problema de seguridad debemos
determinar: los problemas y necesidades más importantes, desde el punto de vista de
la persona, el grupo o la comunidad a la que se quiere prestar ayuda; otros problemas
y necesidades que se puedan apreciar desde el punto de vista técnico (necesidades
normativas) y comparativo (necesidades comparativas); otros problemas observados
por los demás agentes externos que prestan servicios a la población; cantidad de
personas que tienen esos problemas y necesidades; circunstancias, contextos y
prácticas sociales que pueden haberlos causado; posibles razones de esos
acontecimientos, prácticas y actuaciones; otras causas de los problemas y
necesidades (causas ambientales, políticas, económicas, culturales, etc.).

Para tener esta información habrá sido preciso realizar un estudio-investigación previo
al diagnóstico, y estar familiarizado con la situación. A modo de ejemplo, y sin ser
exhaustivos, un estudio que sirva de base a un diagnóstico debe incluir el
conocimiento de: las creencias y valores individuales y colectivos (grupales,
comunitarios y/o locales) que afectan la calidad de vida de la gente; los tipos de
comportamiento que son aceptables para la cultura local o el medio social de las
personas afectadas; las personas importantes en el grupo o comunidad, líderes
naturales y formales, y razones de esa importancia y/ o liderazgo; la forma en que se
adoptan las decisiones sobre los problemas de seguridad, violencia, etc.; los servicios
de seguridad disponibles, tanto tradicionales como modernos, formales e informales,
institucionalizados o no, públicos y privados, profesionalizados o voluntarios, etc.; la
localización de esos servicios, la accesibilidad de los mismos;las redes sociales
existentes, y de manera especial interesa conocer las redes de apoyo social, ayuda
mutua, etc.;las principales ocupaciones de hombres y mujeres, el nivel de instrucción
del grupo o comunidad, la calidad de las viviendas, etc.; ya que estas circunstancias
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permitirán conocer mejor las condiciones económicas de la población; las


organizaciones, clubes y asociaciones existentes; de manera particular las que
realizan algunas formas de acción social; los modos locales de compartir ideas y
sentimientos.

Un buen diagnóstico debe ser según Idañez y Ander Egg (2006):

 completo: incluyendo toda la información verdaderamente relevante y


significativa;
 claro: excluyendo detalles innecesarios y evitando excesos de información,
empleando un lenguaje objetivo y sencillo que sea fácilmente comprensible,
utilizando cuadros y esquemas cuando sea conveniente;
 preciso: que establezca y distinga cada una de las dimensiones y factores del
problema; discrimine y brinde información útil para orientar la acción, de
manera concreta y específica, incluyendo todos los aspectos necesarios y
suficientes; y
 oportuno: realizarse en un momento en que pueda ser utilizado para tomar
decisiones que afecten a la actuación presente y futura, pues de lo contrario los
datos podrían perder actualidad.

Los siguientes son algunos de los errores más comunes en los que incurre un
diagnosticador poco avezado:

 creer que en el diagnóstico hay que utilizar toda la información disponible. No


hay que caer en “enciclopedismos indiscriminados”; hay que rescatar los datos
fundamentales y concentrarse en trabajar sobre ellos; hay que utilizar sólo aquella
información que se considere relevante y significativa, y que efectivamente esté
relacionada con los hechos y problemas que interese conocer y comprender para
poder intervenir con eficacia;

 no captar el significado e importancia de los problemas que se enfrentan;

 el análisis se dispersa en el examen de sucesos históricos que bien podrían


obviarse;

 tanto si se es demasiado general como demasiado detallado con la intención de


“aclarar” situaciones, lo más probable es que se produzca una confusión
generalizada; pero tampoco se debe caer en el extremo opuesto, ya que un
diagnóstico muy escueto y esquemático sólo se limitará a describir y clasificar el o los
problemas; tanto la descripción como la clasificación son útiles, pero ni agotan ni
alcanzan para el diagnóstico. Más aún, un diagnóstico que sólo se quede en eso no
servirá prácticamente para nada. Pues lo importante no es sólo identificar y conocer
los problemas: el verdadero sentido del diagnóstico es comprender a fondo dichos
problemas para poder actuar con eficacia sobre los mismos.

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C. Prevalencia, incidencia y tendencia


Para los fines del diagnóstico, la incidencia será el número total de delitos ocurridos
en un lugar, área o zona determinada; en tanto que la prevalencia es el número de
personas que los sufrieron.

Además, en ciertas circunstancias (naturaleza, magnitud o gravedad del problema) se


hace necesario estudiar las tendencias previsibles. Es lo que se llama pronóstico o
prognosis, que permite prever cuál será el futuro si se mantienen iguales o
modificados algunos de los parámetros definitorios de la situación, teniendo en cuenta
las tendencias e inercias del pasado y del presente. En este aspecto o nivel de
análisis, se trata de ofrecer una apreciación de cómo se pueden configurar otros
escenarios en el futuro (pronóstico de situación), ya sea estudiando las tendencias
actuales o bien previendo cambios que podrían producirse actuando deliberadamente
sobre esas tendencias. Este pronóstico conviene hacerlo de dos formas diferentes:

 haciendo una proyección, que consiste en realizar una extrapolación del pasado
y el presente en el futuro, con arreglo a los índices medios de evolución,
realizando un análisis de las tendencias dominantes, aplicando el método
estadístico-matemático que permite captar probabilidades (procedimientos de
extrapolación, proyección de curvas envolventes, etc.). De este modo, lo que se
obtiene es la descripción de la tendencia actual hacia el futuro, considerando que
todas las variables intervinientes permanecerán estables o igual que hasta el
presente;

 llevando a cabo una previsión, en cuyo caso se corrige la proyección, al


introducir en el análisis factores de cambio, mediante una intervención deliberada
para modificar las tendencias. De esta forma, lo que obtenemos es un pronóstico
de la situación que se espera lograr en caso de llevar a cabo ciertas
intervenciones concretas, que previsiblemente alterarán una o varias de las
variables y factores intervinientes, o bien, modificarán la relación entre ellas. En
este caso, más allá de los instrumentos estadístico-matemáticos y de los
procedimientos propios del método científico, se recurre también a elementos
creativos e imaginativos sobre las posibles relaciones, reacciones y retroacciones
de los factores conocidos, con el fin de disponer de algunas claves que permitan
construir escenarios futuros posibles.

Generalidades en el proceso de realización de un diagnóstico participativo en


seguridad pública:
Se requiere transitar un proceso gradual e interactivo, donde diversos actores sociales
(incluidos los beneficiarios potenciales de las acciones) brindan, recogen, recopilan,
discuten y analizan la información necesaria.

Este proceso tendrá efectos positivos de significativa importancia, especialmente


sobre:

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 los actores que intervienen en su elaboración, los que se mostrarán más


interesados y comprometidos en el posterior proceso de ejecución de las
actividades, brindando así viabilidad al proyecto; y

 los proyectos, que se enriquecen por la información, el conocimiento y la


experiencia de un número importante de personas involucradas. Tienen mayor
posibilidad de correspondencia con las necesidades reales de la población;

En la elaboración de un diagnóstico participativo en seguridad (adaptado de Aguilar


idañez y Ander-Egg, 2006) se producen dos momentos básicos:

1. el primero, de carácter intersectorial y multidisciplinario, lo realizan los


profesionales y técnicos. Consiste en la recopilación, sistematización y análisis de la
información existente y accesible (de los propios sectores involucrados en el problema
en cuestión y de otros similares que se realizan en la misma población objetivo y en
temáticas afines); para ello:

o es aconsejable conformar desde el inicio un equipo técnico apoyado por un


coordinador local o referente, lo que le dará reconocimiento y legitimidad
debido a su rol;

o este equipo deberá elaborar el “documento base” que sintetice la


información secundaria existente; este documento será el que permita, en
el segundo momento, la discusión con los restantes actores quienes
contarán de ese modo con información homogénea acerca de la
problemática en cuestión;

o la información que se recoja variará de acuerdo con el problema y con la


disponibilidad existente en cada caso. Es importante recordar que los
aspectos a incluir en un diagnóstico (y al mismo tiempo, los aspectos que
no se incluyen) ponen de manifiesto la concepción (marco teórico) que se
tiene acerca del problema sobre el que se diagnosticará. La
recomendación es que se deberían abordar todos los aspectos que se
suponen vinculados con la temática, pero cuidando de no plantear un
esquema de tal complejidad que no sea viable;

2. el segundo, consistente en la búsqueda de información primaria y complementaria


de la anterior, es de carácter multiactoral, en el que se incluye los diferentes puntos
de vista acerca del problema, especialmente de los pobladores, miembros de
organizaciones, cámaras empresariales, beneficiarios potenciales, etc. Se aplican
determinadas técnicas tendientes a la identificación, caracterización y priorización de

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problemas, así como al establecimiento de acuerdos preliminares sobre las


estrategias de solución para la posterior elaboración de proyectos locales que cuenten
con suficiente legitimidad. Para ello:

 el mismo equipo se ocupará de la construcción de un espacio multiactoral para


la participación, donde los dos primeros pasos son la identificación de los
actores relevantes (mediante un mapeo preliminar de actores) y su
convocatoria para la realización del diagnóstico;entregará el documento base a
los actores involucrados, con la suficiente antelación a la realización del
encuentro o taller, para que puedan leerlo previamente; en determinados
casos, en los cuales los actores no estén en condiciones de interpretar dicho
documento, se hará una lectura compartida al inicio del encuentro, con el fin de
“nivelar” su comprensión entre los participantes que concurran al encuentro;

 el fin del encuentro será completar el diagnóstico preliminar elaborado sobre la


base de la información existente, con las apreciaciones cualitativas y las
opiniones de los actores convocados, determinando y priorizando los
problemas prevalentes y perfilando las estrategias de solución mediante
consenso;

 también se deberán incluir apreciaciones sobre los problemas referidos a la


gestión de otros proyectos anteriores o en curso, al marco político institucional
de la localidad, ciudad o provincia, al contexto socio-económico en el cual se
presenta el problema, etcétera;

 una vez concluida esta etapa, se debe confeccionar un listado valorativo


(ranking) de problemas en el que se identifiquen los puntos y procesos críticos
sobre los cuales hay que actuar (y es viable hacerlo) para desencadenar
modificaciones que tiendan a corregir o resolver los problemas que afectan a la
población objetivo; y se deben identificar aquellos factores o procesos causales
sobre los que existe capacidad de intervención;

 el diagnóstico implica también analizar los intereses, posiciones y actitudes de


todos los actores sociales respecto de los problemas señalados
colectivamente, evaluando las bases y los grados de poder de cada uno y las
eventuales alianzas y conflictos potenciales entre ellos;

 es recomendable tener un instrumento previamente diseñado que los


participantes deberán llenar colectivamente a partir de la información que cada
uno aporte. Los participantes pueden subdividirse en dos o más grupos, a los
cuales se les aplica el instrumento; posteriormente se hace el procesamiento,
análisis y discusión en conjunto, para poder arribar a un único producto que
establezca tanto los acuerdos como los disensos;
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 es conveniente también realizar un mapeo de recursos y actores;

 redacción del documento final.

Autoevaluación

1) A que refiere “El diagnóstico como unidad de análisis y síntesis de la situación


problema”?
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
_________________________________________________________________
2) En relación al Diagnóstico e identificación de las necesidades, problemas,
centros de interés y oportunidades de mejora: analice el grafico desarrollando
las zonas 1, 2, 3, y 4.
_________________________________________________________________
________________________________________________________________
________________________________________________________________

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Unidad 4: “Elaboración y Diseño de Proyectos en Seguridad”.

ESTRUCTURA BÁSICA PARA LA FORMULACIÓN DE PROYECTO

CONCEPTO: Proyecto: Conjunto de actividades concretas que se proponen realizar de


una manera articulada entre sí, con el fin de producir determinados bienes o servicios
capaces de satisfacer necesidades o resolver problemas, dentro de un periodo de
tiempo dado.

El procedimiento más utilizado para las tareas de planificación es la técnica de


elaboración de proyectos. Para su diseño existe una serie de pautas, que sirven para
organizar las ideas, precisar los objetivos, establecer los cursos de acción y concretar
una serie de actividades específicas.

EL DIAGNÓSTICO:

Debe tenerse en consideración que el diagnostico responde a una necesidad previa que
sirve de sustento o base para iniciar la tarea de planificación, por lo que este escrito
formara parte de la planificación, siendo de vital importancia incorporarlo como Anexo
del proyecto.

Para la formulación de un Diagnostico tendremos en cuenta que: La información a


recopilar y analizar debe ser aquella que realmente sirva para la tarea de planificación y
como elemento de comprensión de la situación, para tomar decisiones eficaces en la
coyuntura y para establecer una estrategia de acción.

Para ello tendremos en cuenta cuatro aspectos principales:

* Antecedentes: análisis de como se ha llegado a esa situación.

* Problema en sí, o situación – problema que se desea mejorar o transformar.

* Tendencias o prognosis, para identificar las situaciones futuras predominantes,


elaborando diferentes escenarios acerca de lo que sucedería si las tendencias presentes
se mantienen.

* Contexto: enmarcando la situación – problema que se estudia, en la totalidad social de


la que forma parte.

Cabe aclarar que para los proyectos de carácter operativo en lo que refiere a diagnostico
deberán tener en consideración la “Metodología para la formulación de la Planificación
Operativa”

ASPECTOS QUE DEBE CONTENER UN PROYECTO:

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1. DENOMINACIÓN DEL PROYECTO:

Esto se hace, indicando, de una manera sintética y mediante un título, aquello que se
quiere hacer (creación de un centro social, de un servicio de ayuda a domicilio, etc.). Su
objeto es identificar el proyecto e indicar el marco institucional desde el cual se realizará,
de forma muy breve. Además, en la denominación se puede hacer referencia el área
responsable de la ejecución del proyecto.

No hay que confundir el título del proyecto, con el enunciado dé un problema (por
ejemplo: "Falta de participación de los jóvenes"), ni considerar el título como equivalente
a la solución del problema (por ejemplo: “Proyecto de desarrollo integral de los jóvenes").
Estos son errores bastante frecuentes y que es necesario evitar para poder seguir
desarrollando adecuadamente el diseño del proyecto. Una mala denominación nos
puede conducir a una formulación imprecisa o muy amplia de objetivos, falta de
concreción de-las actividades.

2. FUNDAMENTACIÓN O JUSTIFICACIÓN (por qué se hace, razón de ser y origen del


proyecto)

En la fundamentación del proyecto hay que presentar los criterios (argumentación lógica)
y/o las razones que justifican la realización del mismo.

Es muy importante destacar para tenerlo en cuenta a la hora de elaborar esta parte del
proyecto, que en la fundamentación deben cumplirse dos requisitos para que sea
completa y correcta:

* Hay que explicar la prioridad y urgencia del problema para el que se busca solución;

* Se debe justificar del porque el proyecto presentado, es la propuesta de solución más


adecuada o viable para resolver ese problema.

Sin embargo, en ocasiones se justifica el proyecto pero no se fundamenta


adecuadamente en base a un diagnóstico de situación. Otras veces se aportan datos
acerca del problema que se pretende resolver, pero no se incluye una evaluación que
justifique por qué el proyecto es lo mejor que se puede hacer en esa situación.

Para evitar estos y otros problemas, puede ayudar tener, como referencia los siguientes
puntos o cuestiones a explicitar en la fundamentación del proyecto:

* Cuál es la naturaleza y urgencia del problema que se pretende resolver: Las razones
que pueden dar lugar a un proyecto suelen ser muy variadas: hay una necesidad y no
existe un servicio para satisfacerla, el servicio existente es insuficiente, se quiere mejorar
la calidad de la prestación, etc. En definitiva, se trata de identificar y analizar el problema
que se pretende solucionar. Lo sustancial en esta parte de la fundamentación es

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explicitar el por qué se hace, destacando los principales aspectos críticos y los
problemas que piensan ser atacados, aliviados o resueltos con la realización del
proyecto.

* Qué prioridad se concede a la solución de ese problema: En esta parte de la


fundamentación hay que considerar, no sólo las razones técnicas (necesidades y
problemas y magnitud de los mismos), también existen (y hasta pueden predominar) las
razones políticas (cuando el proyecto concreta o realiza las orientaciones políticas de un
plan general o de un programa político.

* Naturaleza de la estrategia para la acción, (si es que la hubiere). En este punto hay
que indicar la trayectoria seleccionada, para llevar a cabo las acciones consideradas
necesarias y suficientes al logro de los objetivos propuestos.

* Recursos internos y externos asignados para la solución del problema: Esta tarea, que
corresponde a la fase de diagnóstico, debe quedar claramente reflejada en la
fundamentación del proyecto, pues permite desde otro enfoque visualizar cuales son las
prioridades de la institución, respecto de la solución del problema. Además, la existencia
o no de recursos para resolver un problema, condiciona en gran medida las
posibilidades de ejecución y la viabilidad de un proyecto.

* Justificación del proyecto en sí: En este punto hay que incluir una síntesis de los datos
del diagnóstico o estudios previos que justifiquen el proyecto, así como

algunas previsiones sobre la transformación de la situación-problema que se pretende


resolver con la realización del proyecto.

3. OBJETIVOS

Son propósitos que se desean alcanzar, dentro de un período determinado, a través de


la realización de determinadas acciones, articuladas entre sí en un proyecto o explicar
que se quiere hacer o conseguir por medio de la ejecución de un plan.

Deben estar claramente definidos y enunciados para hacer posible la programación de


un conjunto de acciones o actividades coherentes entre sí. Deben ser operativos: en qué
tiempo y lugar.

Consideraciones para una correcta formulación de objetivos: ¿Qué queremos hacer?


¿Qué cambios deseamos lograr? ¿A dónde queremos llegar?

Pautas para formularlos:

Por lo general se redactan (al comienzo de la frase) utilizando un verbo, que guiará el
propósito a alcanzar o conseguir. Estos verbos son redactados en infinitivo AR-ER-IR.

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Se debe especificar el tema de lo que se desea trabajar y/o la herramienta o estrategia


con la que se va a alcanzar ese objetivo. Ej.:

OBJETIVO TEMA HERRAMIENTA O ESTRATEGIA


1. Prevenir los delitos a través del patrullaje

4. METAS

Es la traducción cuantitativa de los objetivos. Para hacerla operativa se establecen de


una manera concreta y precisa: ¿cuánto se quiere hacer o alcanzar de los objetivos
planteados? en que tiempo y en qué lugar.

Es decir que la precisión cuantitativa de los objetivos es lo que se llama “meta”. Ejemplo:
en el presente año, reduciremos un 25% los delitos contra la propiedad en la Ciudad de
Salta, respecto de los ocurridos el año pasado.

5. BENEFICIARIOS O DESTINATARIOS (A quienes va dirigido)

Lo constituyen el conjunto de personas la que está dirigida a beneficiar el proyecto, en


forma:

* Directos: identificar quiénes serán los beneficiarios inmediatos, y directamente


favorecidos por las actividades del proyecto.

* Indirectos: a quienes beneficiará la mejora del servicio en términos de impacto.

6. LOCALIZACIÓN FÍSICA - COBERTURA ESPACIAL

Localizar un proyecto consiste en determinar el emplazamiento o el área en donde se


ubicará. Esta localización puede hacerse a un doble nivel:

* Macro-Localización: ubicación geográfica del proyecto dentro del área: región,


provincia, municipio. etc.

* Micro-Localización: ubicación dentro de un conjunto menor, puede ser un barrio,


jurisdicción, manzana, o sea el lugar o zona donde se desarrollará el proyecto.

La Cobertura Espacial: Indica el espacio físico o zona que cubrirá el proyecto, en cuanto
a la prestación de servicios o área de influencia.

Ejemplo: si se trata de crear una "Dependencia", la localización física consistirá en


indicar el lugar en el que estará emplazado el edificio que albergará la dependencia
(calle, número, terreno, etc.). En cambio la cobertura espacial consiste en determinar el
área a la que prestará servicios la dependencia: barrios, villa, asentamientos.

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En definitiva, de lo que se trata en este punto es de indicar el lugar en que se realizará el


proyecto y la zona de influencia del mismo.

7. ESPECIFICACIÓN DE ACTIVIDADES

La ejecución de cualquier proyecto, presupone la concreción de una serie de actividades


e implica la realización de un conjunto de tareas concretas.

Esto implica que en el diseño del proyecto se ha de indicar, de manera concreta y


precisa, cuáles son las actividades que hay que ejecutar para alcanzar las metas y
objetivos propuestos.

Ejemplos:

Referencias:

1. Actividades: Es una acción definida para cambiar una causa posible de ser modificada
y forma parte de la acción estratégica, debe permitir generar un producto / servicio
determinado. Ej. Reuniones, mesas de trabajo, etc.

2. Objetivo: lo que se pretende lograr con las actividades, y en el proyecto

3. Tarea: son partes indispensables de la actividad, es la acción más concreto, un


conjunto de tareas que constituyen una actividad

4. Responsable: quien es el encargado de llevar a cabo la actividad y/o tarea.

5. Tiempo: Fecha y hora de realización de la actividad.

6. Recursos: material, humano y financiero a utilizar en la actividad.

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7. Evaluación. La evaluación se llevará a cabo definiendo indicadores que permitan


medir la concreción de la actividad.

8. MODALIDAD DE IMPLEMENTACIÓN

Se trata de otra forma o aspecto de explicitar cómo se hace. En este apartado hay que
especificar el instrumental metodológico y técnico que se utilizará para realizar las
diferentes actividades.

* Para la modalidad de implementación se deberá consignar el tiempo de duración del


proyecto, el día en que inicia el mismo, lugar jurisdiccional en donde se implementará.

* Establecer quiénes serán los responsables de la supervisión, el control y ejecución de


este.

* Designar el rol que desempeñara cada uno de los recursos humanos que participen en
la realización del proyecto.

* Cuáles serán las actividades a realizar, el tiempo de duración de estas, para quienes
van destinadas y cuál será la mejor manera de ejecutarlas.

* Establecer quiénes serán los beneficiarios.

* Dejar en claro si necesitara la colaboración de otras áreas de la institución.

* Consignar cuáles serán los recursos financieros utilizables y las entidades que
colaboran en la realización del mismo.

9. DETERMINACIÓN DE PLAZOS

Uno de los aspectos esenciales en la elaboración de un proyecto es la determinación de


la duración de cada una de las actividades. Este ítem o aspecto es lo que se denomina
"calendarización del proyecto".

Esto, además, permite juzgar la factibilidad del proyecto, es decir, establecer si existe
una distribución uniforme del trabajo, si los plazos son realistas, si se considera el
tiempo suficiente para obtener los productos básicos que se necesitan corno insumos
para otras actividades, si los límites de tiempo asignados a cada actividad son
adecuados.

Ej.: Proyecto D.S.V. “Prevención de Siniestros Viales”

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11. DETERMINACIÓN DE LOS RECURSOS

* Humanos: Especificar la cantidad, responsables de realizar las diferentes tareas y


funciones.

* Materiales: Son las herramientas, equipos, instrumentos, infraestructura física, y demás


elementos que serán necesarios para la ejecución del proyecto.

* Técnicos: se establecen, las alternativas técnicas elegidas y las tecnologías a utilizar.

* Institucionales: son las instituciones comprendidas para la realización del proyecto. Ej.:
entidades públicas, privadas u ONG.

* Financieros: En caso que los recursos impliquen mayor erogación para la Institución
que los asignados periódicamente, su ejecución queda sujeta a su oportuna autorización
por la conducción Superior

12. INDICADORES DE EVALUACIÓN DEL PROYECTO

¿Qué es un indicador? Es una medida que nos permite ir observando el parámetro de


avance en el cumplimiento de objetivos y metas, que proporciona un medio sencillo y
fiable para medir logros, reflejar los cambios vinculados con una intervención o ayudar a
evaluar los resultados del proyecto.

Estos deben reunir algunas condiciones: Independencia (no conviene utilizar el mismo
indicador para medir diferentes metas y objetivos), Verificabilidad (se debe comprobar o
verificar de forma empírica los cambios que se van produciendo en el proyecto), Validez
(deben medir lo que se pretende medir o sea reflejar los efectos del proyecto) y
Accesibilidad (el establecimiento de indicadores cuya información (datos) necesaria se
pueda obtener fácilmente).

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Es necesario tener en cuenta que existen distintos tipo de indicadores: 1) Según la


Medición, 2) Según el Nivel de Intervención, 3) Según la Jerarquización y 4) Según la
Calidad.

Para la evaluación de los proyectos particularmente se utilizaran los siguientes:

* Según el nivel de Intervención: (De entre los que utilizarán)

* Indicador de Impacto: Se refieren a los efectos, a mediano y largo plazo, que puede
tener un proyecto. Ej. Proporción de la población con mayor hecho de violencia familiar

* Indicador de resultado: Se refieren a los efectos de la acción y/o de un proyecto sobre


la sociedad. Ej.: Porcentaje de proyectos finalizados respecto de los presentados

* Según la Jerarquía: (De entre los que utilizarán)

* Indicador de Gestión: Miden el nivel o cantidad de elementos requeridos para la


obtención del producto, servicio o resultado. Ej. Cantidad de solicitudes tramitadas por
funcionario

Es importante tener en consideración que para el diseño de los indicadores deberá


tenerse en cuenta las variables entendiéndose estas como “la información sobre los
datos requeridos para poder responder a la finalidad del indicador planteado
inicialmente”.

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MATERIA: Seguridad Publica y Ciudadana II

Autoevaluación

4) ¿Qué son los Objetivos?.


_________________________________________________________________
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5) ¿Como se plantean las Metas?
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6) ¿Qué son las actividades?
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