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ARTUS-JOLLY

Coralie

El Neolítico : la edad de oro de la trepanación

Las estadísticas de las excavaciones recientes y el estudio de los agujeros confirman que la
trepanación fuera un procedimiento quirúrgico común en el Neolítico. Conocemos mejor a la
técnica utilizada que a la razón quirúrgica.

Nos preguntamos y tenemos miedo frente al cuadro del pintor flamenco Jérôme Bosch titulado La
extracción de la piedra de la locura (véase más arriba) : ¿ que demencia se cura con la extracción
de una piedra en el craneo ? La obra despierte el miedo del absurdo, el temor de un atentado
contra la integridad de nuestro cerebro y de nuestra lucidez. Abrir el craneo, ¡ qué temeridad, qué
peligro ! A pesa de ello, agujerear la bóveda craneal no es una idea moderna. Los principios de la
trepanación corresponden a la prehistoria la más reciente (el Neolítico), hace menos de 10 000
años.

Recientemente, las excavaciones han mostrado que en el Neolítico, la cuenca parisina (la cultura
de los departamentos franceses de la Sena, de la Oise y de la Marne) ha sido un centro principal
de trepanaciones, segundo después el sitio de los Grands Causses en Losèra. Ahora, las
imágenes proporcionadas por escáneres permiten reconstruir en tres dimensiones imágenes de
craneo y el estudio de algunas hipótesis en cuanto a la razón de las trepanaciones.

Operación o herida ?

El primer craneo prehistórico perforado fue descubierto por Robert le Prévôt de Cocherel en 1685
en Houlbec-Cocherel (en el departamento francés de la Eure), pero nadie pensó que se tratara de
una trepanación. En 1867, el cirujano y antropólogo Paul Broca (1824-1880) aseguró que un
craneo perforado precolombino, que devolvió E. George Squier de Perú, había sido trepanado.
Finalmente, en 1874 en Losèra, G. Prunières que fue entonces médico en Marvejols, descubrió
debajo de un dolmen en los Causses de Chanac una rodaja craneal que provino del occipital de
un craneo. Animados por la pasión naciente de la arqueología, de la « craneomanía » y de las
rodajas, numerosos investigadores exhumaron otros craneo agujerados, principalmente en la
cueva de las Baumes Chaudes, del Homme Mort (en Losèra) y en las excavaciones subterráneas
de la valle de Petit-Morin (en Marne).

Enfrente de la multitud de craneo perforados, Broca se mantuvo en su trece. En 1876, aseguró


que existió un procedimiento quirúrgico craneal prehistórico y diferenció dos tipos de operaciones :
una primera resultando de extracciones post mortem, y la otra practicada en una persona viva,
como le acredita la re-osificación circundante de los orificios.

Estos agujeros y estas rodajas suscitaron en esta época una nueva curiosidad en cuanto a
nuestros origines, y al mismo tiempo una controversia. Numerosos científicos dudaron de la
realidad de una cirugía craneal datando de varios milenios y adujeron imposibilidades biomédicas.
Todos difundieron tensiones ideológicas en cuanto al image del hombre prehistórico : los prejuicios
en esa época, en relación con el evolucionismo biológico, le equiparon a un bárbaro, y aun a un
animal. Para esos recelosos, las perforaciones craneales fueron naturales o patológicas : quizás
fueran debidas a la mano del hombre, pero a la mano de un hombre violento, salvaje y mortífero.

Emmanuel Jamet, Pour la science, 30 de noviembre 1999

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