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NO PIERDAS LA COSECHA

ÉXODO 17:11-13

● Mientras Moisés sostenía en alto la vara en su mano, los Israelitas


vencían, pero, cuando él bajaba la mano dominaban los
amalecitas.
Pronto se le cansaron tanto los brazos que ya no podía
sostenerlos en alto. Así que Aarón y Hur le pusieron una piedra a
Moisés para que se sentara. Luego se pararon a cada lado de
Moisés y le sostuvieron las manos en alto. Así sus manos se
mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.
Como resultado, Josué aplastó al ejército de Amalec en la batalla.

Preámbulo:

Generalmente cuando uno se enfrenta a situaciones adversas, en las


que es posible que se ocupen muchas de nuestras fuerzas, uno tiende a
bajar los brazos.

Hace unos años vi un video, en el que se mostraba a unas personas


sosteniendo una bandeja, sin ningún peso encima. el que ganara se
adjudicaba un premio importante.

Los primeros minutos no revestían una mayor complejidad para los


concursantes, pero a medida que el tiempo transcurría, se hacía más
complejo mantener la bandeja en forma horizontal, hasta que
eventualmente uno a uno fueron soltando las bandejas y quedando uno
solo como victorioso.

Lo que el vencedor obtiene es un premio, lo mismo aconteció a Moisés


al no bajar los brazos, claramente la recompensa que obtuvo Moisés fue
mucho mejor a la obtenida por el concursante de la bandeja, pero
ambos cosecharon el fruto de su esfuerzo al final.

El mensaje que Dios me ha entregado para ustedes es “NO PIERDAS


LA COSECHA”.
Exhortación:

Según el diccionario, existen 2 significados para la palabra “Cosechar”.

1 Recoger los productos del campo o de un cultivo cuando están en


sazón.

2 Obtener un determinado resultado de un trabajo o esfuerzo.

Mientras que en la Biblia, la palabra “Cosecha” también tiene 2


significados.

1 Se refiere a un acontecimiento que indica una ofrenda de los primeros


frutos de la tierra.

2 Tiene una connotación de carácter espiritual (que es lo que nos


interesa como Cristianos) que dice relación con quien decide sembrar
obediencia a los mandatos y designios de Dios, con el fin de recibir sus
bendiciones.

Para ponernos en contexto, esta historia tiene lugar en el libro de


Éxodo, donde nos dice que

● “Los amalecitas salieron a pelear contra los Israelitas. La


batalla tuvo lugar en Refidim. Allí Moisés le dijo a Josué:
Elige a algunos hombres, y sal a pelear contra los amalecitas.
Mañana yo estaré en lo alto del cerro, sosteniendo en la mano
la vara que Dios me dio para castigar a los egipcios. Josué
siguió las órdenes de Moisés y salió a pelear contra los
amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Hur subieron a la
parte más alta del cerro.”

Luego de eso, viene el versículo central de esta predicación, que nos


habla de cómo no debemos bajar los brazos

Pero ¿Qué nos quiere decir él Señor con estas palabras?, ¿Qué
relación tiene esto con la cosecha?
El trabajo en el campo es muy sacrificado, requiere de mucho esfuerzo
y perseverancia, requiere de la utilización de maquinarias y productos
para poder llegar al resultado final, que puede ser una fruta o una
verdura.

Pero este beneficio que se obtiene no es instantáneo, consta de varios


procesos previos a la obtención del resultado.

● Identificar el tipo de terreno.


● Eliminar la maleza.
● Airear la tierra.
● Allanar el terreno.
● Enriquecer o abonar la tierra.

1 Identificar el tipo de terreno.

Es tal vez la actividad más importante de todo lo relacionado a la


siembra, es el conocer las características del tipo de suelo, lo que nos
permite saber qué es lo que necesita para dar el mejor producto posible.

Asimismo nos dice la palabra del Señor en el libro de Lucas.

● El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba,


una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo
la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó,
porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los
espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra
parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno.

Identificar el tipo de suelo es decisivo para el resultado final de la


siembra, no todo los tipos de suelo son aptos para la siembra y la
cosecha. Asimismo no todas las personas (lamentablemente) son aptas
para recibir y hacer crecer la semilla del espíritu santo en su interior.

2 Eliminar la maleza.
Es importante poder identificar la buena cosecha de la maleza, pero
también es importante saber en qué momento tomar las medidas
adecuadas para que la siembra no se pierda.

En el libro de Mateo, Dios no dice lo siguiente:

● 24 El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró


buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también
la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y
le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De
dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho
esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la
arranquemos? 29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña,
arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente
uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los
segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

En esta parábola, el campo representa al mundo, las semillas buenas


representan a los hijos de Dios, mientras que las semillas de cizaña,
representan al enemigo. Si uno ve a simple vista el trigo con la cizaña,
por fuera son idénticas, pero el trigo contiene en su interior el grano del
que se sacan sus productos (semilla), mientras que la cizaña se
desvanece al frotarla en la mano.

Así es como Él Señor nos diferencia, si somos capaces de dar semilla


en nuestro interior somos el trigo, pero si no damos semilla, somos
cizaña y estamos destinados a ser quemados.

3 Labrar el suelo (airear la tierra, allanar y abonar el suelo)


En este punto, quise incluir estas tres partes, ya que representan lo
mismo, que es labrar el terreno en el cual se hará la siembra. Por medio
de este proceso, se busca entregar oxígeno a la tierra y llenarlo de los
nutrientes necesarios para que las frutas y verduras crezcan.

Del mismo modo que el oxígeno es incorporado a la tierra para


entregarle nutrientes, Él Señor nos entrega los nutrientes por medio de
la respiración.

El salmista nos dice (salmo 150:6):

● “Que todo lo que respira alabe al Señor”.

Pero esto no es solo una frase al viento o que se le pueda pasar por alto
sin otorgarle la importancia que se merece.

En el hebreo antiguo (Éxodo 3:15), uno de los primeros nombres que se


le da a Dios es YAHWEH (que se ha traducido como Jehová), cuando él
se le presenta a Moisés y les da la orden de liberarlos de los egipcios.
Pero en el hebreo antiguo, YAHWEH se escribía sin vocales.

Lo maravilloso de todo esto es que cuando respiramos e incorporamos


el oxígeno a nuestro cuerpo, estamos alabando a Dios. ¿Cómo es eso
posible dirá usted?, cuando usted y yo respiramos, nuestros pulmones y
nuestro diafragma dicen YAH y cuando votamos el aire nuestros
pulmones dicen WEH. Por lo tanto hermanos míos, el primer acto que
hacemos desde que nacemos hasta lo último que hacemos en este
mundo es alabar a Dios por medio de nuestra respiración. Esta verdad
es preciosa, ya que él Señor sabía esto hace más de 3 mil años,
mientras que nosotros lo descubrimos con la medicina moderna.

La parábola del sembrador es clave para entender el mensaje del día de


hoy, nosotros somos el suelo y él Señor es el sembrador, ya tenemos la
semilla puesta en nuestro espíritu. Muchos de aquí llevan años, quizás
décadas en la iglesia. Han sembrado abundantemente en sus campos
espirituales la palabra de Dios.

Pero hay algo que debemos saber, las bendiciones están en la palabra
de Dios al menos 600 veces (dependiendo de qué versión de la biblia se
esté leyendo). Las bendiciones están marcadas por la gracia de nuestro
Señor Jesús, pero ¿Dónde nos equivocamos los Cristianos?, pensamos
que por ser una promesa de Dios, hay que esperar que las cosas
sucedan solas y al tiempo que a nosotros nos acomode. ¿Qué pasa si
Dios no nos abre la puerta que hemos estado esperando que él nos
abra?, ¿Qué pasa si Dios no quiere sanarte a ti o a algún ser querido?,
¿Vamos a seguir adorando y orando a él?, Dios quiere ver como
reaccionamos a sus “no” para determinar si estamos listos para sus “si”

Hay tres pasos que debemos seguir, los que son fundamentales para
una buena vida Cristiana:

● Sembrar en Cristo.
● Cosechar en Cristo.
● Recibir la bendición en el nombre de Dios.

La bendición de Dios contiene lo que son la siembra y la cosecha, si no


se da la cosecha luego de la siembra, es porque Dios no la ha
bendecido, toda nuestra vida debería estar marcada por el ciclo de
sembrar, cosechar y recibir la bendición de Dios. Pero no siempre
podemos acceder al ciclo de la bendición por nuestro comportamiento o
por 2 problemas que interrumpen este ciclo.

1. No esperar la cosecha.

Al inicio de esta predicación, les dije que la cosecha era el último de los
pasos de la agricultura, es lo mismo en la vida espiritual, nosotros
hemos sembrado en Dios, pero no tenemos la capacidad de esperar al
tiempo de la cosecha, de pasar las pruebas que Dios nos pone por
delante antes de recibir el premio. En resumen, sembramos pero nos
terminamos apartando lentamente del camino de Dios, si nos dejamos
derrotar por las pruebas o por el enemigo, se echa a perder la cosecha
por la cual hemos luchado. El enemigo no va a impedir que nosotros
sembremos nuestro campo, pero lo que sí hará, es querer robarse todo
lo que hemos sembrado.

2. Dejar de sembrar.

Muchos Cristianos lograron completar el ciclo de la siembra y la


cosecha y se podría decir que están disfrutando de las bendiciones de
Dios, pero se olvidan de que esto es cíclico. Por lo tanto, en el campo
hay que seguir sembrando todo el tiempo.

Si el agricultor siembra y cosecha, pero luego se queda cuidando esa


cosecha sin volver a sembrar, eventualmente la cosecha se va a
acabar.

Muchos han sido bendecidos por Dios con un trabajo, un terreno fuera
de la ciudad o un vehículo, se quedan cuidando esos bienes materiales
y no vuelven a sembrar y se alejan de la iglesia para cuidar esas
posesiones. Por lo que, lamentablemente terminan perdiendo más
cosas que Dios tenía preparado para ellos.

Disfrutamos de los frutos de la cosecha, sin mirar a quien nos ha dado


esa bendición, lo que se traduce en que esa bendición estorba en la
siembra para la nueva bendición.

Reflexión final:

Antes de terminar, quiero compartirles algo que me pasó y que tiene


relación con este mensaje.

Cuando mi Pastor me dijo, hermano Francisco, prepárate para predicar


el 15 de octubre, yo le dije ¡si mi Pastor!, pero por dentro no estaba bien
por varias pruebas que estaba pasando. Ese día, llegando a mi casa me
arrodillé y oré al Señor para que pusiera palabra en mi corazón, algo
que edificara la iglesia, pero que también me ayude a mi salir del difícil
momento que estaba viviendo.
Al día siguiente Dios me mostró esta palabra en mi corazón, de cómo
debía desarrollarla y ponerla en práctica en la iglesia.

Les voy a hacer una pregunta a mis hermanos, ¿Quién creen ustedes
que es el que más conoce a Dios?.

Es el enemigo, el diablo tiene más fe en lo que Dios hará en ti y en mi,


que nosotros mismos, porque el diablo sabe hace miles y millones de
años, que si Dios hace una promesa, él la va a cumplir, aunque pasen
los años, Dios lo va a cumplir, porque sus tiempos son perfectos.

Por eso te digo iglesia, cuando tu no sepas qué es lo que Dios quiere
para ti, solo observa que está haciendo el diablo en tu contra, y que
cuando el enemigo se levante en contra de nosotros con dudas, con
miedo, con ganas de tirar la toalla, poniendo espíritus de desobediencia
o de doble ánimo. Debes pensar “Si el enemigo está enojado y
desesperado que me ataca, es porque sabe que Dios nos dará la
victoria y hará grandes cosas en nosotros”.

Recordemos lo que dice la palabra de Dios en el libro de Habacuc.

● “17 Aunque las higueras no florezcan y no haya uvas en las


vides, aunque se pierda la cosecha de oliva y los campos queden
vacíos y no den fruto, aunque los rebaños mueran en los campos
y los establos estén vacíos,
18 ¡Aún así me alegraré en el Señor! ¡Me gozaré en el Dios de mi
salvación!”

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