NUESTRO MUNDO
Angélica López //
Los ojos azules de Morrison
La novela trata sobre racismo y describe cómo
el odio de los demás termina volviéndose en
autodesprecio.
L a novela Ojos azules de la escritora norteamericana
Toni Morrison es la historia de tres familias: los Bre-
dlove, los Mac Teer y la de un hombre llamado Soaphead
Church, entre otros personajes.
En esta obra entramos en la intimidad de madres
frustradas que se refugian en la Biblia, que regañan a
los hijos porque cometen la imprudencia de enfermar-
se. Madres que dan más cariño al gato que a sus niños;
vemos la discriminación de “la gente de color” hacia “los
negros”. Mujeres que tratan muy bien a quienes sirven,
pero no a su propia familia.
Ojos azules es, sobre todo, la vida de Pecola Bredlo-
ve, niña negra a la que su padre violó dos veces, en la
segunda la dejó embarazada. Pecola sufre porque la han
convencido de que es fea, por eso le pide al sanador Soa-
phead Church que la transforme y le vuelva los ojos azu-
les como las niñas blancas o las muñecas que se reciben
de regalo en Navidad. Church es un pederasta cuya vida
se entrelaza con la de Pecola, la incita a envenenar un
perro prometiéndole así, los ojos azules que tanto desea.
La novela trata sobre racismo y describe cómo el
odio hacia los demás termina volviéndose en autodespre-
cio. También, en cierta forma, es la explicación del por-
qué una persona que en esencia es buena puede cometer
actos de maldad y perversión.
Al principio de la narración se aclara que veremos los
cómo y no los porqués, pero en cada cómo se va integran-
do su porqué: Cholly, el papá de Pecola, por ejemplo, no
conoce a sus padres y sólo sabe, por las palabras de la tía
que lo adoptó, que su madre intentó dejarlo morir entre
la chatarra. Su padre también lo abandono. Sufre humi-
llaciones por parte de hombres blancos. Se transforma
en un paria que termina violando a su hija en una arran-
que de ternura alcoholizada. Pecola casi sólo recibe trato
amable de unas prostitutas que llaman perros a todos
los hombres. “¿Cómo lo haces? Quiero decir, ¿cómo con-
sigues que alguien te quiera?”, pregunta la niña negra
// Twitter: @lopgan
que en la escuela y en su vida cotidiana es tratada con
brutalidad; su única salvación posible: la locura.
La estructura de la novela es muy compleja y me re-
sultó difícil su lectura porque tiene juegos de palabras,
como quitar espacios o al principio repetir tres veces el
párrafo inicial, primero quitándole las mayúsculas y la
puntuación y luego eliminando mayúsculas, puntuación
y espacios entre las palabras. Todo ello para representar
la locura en la que se encuentra Pecola. El inicio funciona
como un aviso al lector: más adentro aguardan las des-
graciadas vidas de personajes sórdidos.
El tiempo es circular. Inicia con el monólogo des-
quiciado de Pecola y termina con otro monólogo de ella
misma, pero este último en realidad es un diálogo de la
protagonista que se disocia. El círculo se cierra porque
presenta dos puntos de vista del mismo hecho con dife-
rentes narradores. La autora divide la novela en cuatro
partes que corresponden a las estaciones del año, en el
siguiente orden: otoño, invierno, primavera y verano.
Morrison recurre a varios narradores, por ejemplo,
una voz omnisciente: “Pecola está en algún rincón de
aquella casita marrón a la que ella y su madre se tras-
ladaron, en un extremo de la ciudad, donde una puede
verla incluso ahora, de tarde en tarde”. También hay una
narradora personaje que es Claudia, la niña hermana de
Frieda e hija de los Mac Teer. Ojos azules trascurre en
ciudades de varios estados, entre ellos: Illinois, Ohio y
Misisipi, en los Estados Unidos de los años cuarenta.
La obra de Toni Morrison, quien actualmente tiene
87 años de edad, es una mirada desde su condición de
afroamericana. Plasma sus propias experiencias. No
sólo hace una crítica social a la discriminación sino tam-
bién hacia su propia raza y las pretensiones en que se cae
debido a los cánones de belleza establecidos por una so-
ciedad predominantemente blanca. El negro no recono-
ce su propia belleza racial; se tiene que parecer al blanco
para poder ser aceptado y aceptarse a sí mismo.
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