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FÚTBOL: ¿OPIO DEL PUEBLO?

LA RESPUESTA DEL
ECOMUNITARISMO

Sirio López Velasco (lopesirio@hotmail.com)

En 2016 publiqué en dos revistas universitarias (una salvadoreña y la otra


brasileña) el artículo “El papel mediático del ídolo futbolístico en
Latinoamérica: un estudio de caso”
(ver file:///C:/Users/Intel/Downloads/El_papel_mediatico_del_idolo_futbol
istico_en_Latin.pdf
y file:///E:/Sirio%202016/Libros%20y%20art%C3%ADculos/Idolo%20f
%C3%BAtbol%20in%20Diaphonia.pdf)
En el mismo, tras aclarar que me encanta mirar fútbol en la TV (aunque el
deporte que más y mejor practiqué en mi juventud fue el básquetbol),
analicé en detalle las notas que el principal diario de la derecha en Uruguay
dedicó en aquel año a la estrella uruguaya del fútbol Luis Suárez. Y mostré
que el tratamiento de dicho ídolo en esas notas cumplía dos funciones: la de
dar por identificación con el ídolo la sensación de valía, influencia y poder
a una mayoría que carecía de esas condiciones a causa de su pobreza o
situación precaria de existencia (recordé el análisis que hizo Fromm acerca
de la sensación de poder que el pueblo alemán sintió a través del poder real
del Führer), y avivar en esa población pobre o de existencia precaria la
esperanza de que alguno de sus hijos o nietos, dedicándose al fútbol, podría
ascender (arrastrando consigo a su familia) hasta el círculo de los “ricos y
famosos”, sin cuestionar el capitalismo.

Obviamente que a esas funciones se suma otra conocida desde hace


muchísimo tiempo (en especial cuando un Gobierno en apuros inventa o
agudiza un conflicto internacional para canalizar la atención de la nación
hacia un enemigo externo) en esa promoción mediática incesante de los
ídolos futbolísticos: la de desviar la atención del pueblo para que
no concentre su interés en cuestiones cruciales como la referente a por qué
hay tanta gente en la pobreza mientras una elite vive con gran lujo.

Por eso, dije, en tales circunstancias el fútbol podía ser considerado como
el opio del pueblo (parafraseando la célebre frase que Marx dedicara a la
religión).

Ahora, en junio de 2023 Montevideo está al borde de quedarse sin agua


potable (por repetidos errores u omisiones ambientales de los sucesivos
gobiernos) y la que se distribuye a sus habitantes a través de la red hídrica
tiene un grado de salinidad que compromete la salud de bebés,
hipertensos y otras personas en estado sanitario frágil, al tiempo en el que
perjudica el buen funcionamiento de ciertas máquinas que usan esa agua.
El gobierno de turno reza por lluvias superabundantes que puedan resolver
la crisis.

Pero en junio de 2023 la selección de fútbol sub 20 de Uruguay acaba de


coronarse por primera vez campeona del Mundo. A la distancia sufrí y sudé
mirando por TV cada partido de ese Mundial y disfruté placenteramente
esa victoria. La gran prensa uruguaya (escrita, radios y TV) la festejó y
exaltó a la saciedad y promovió la caravana de los jugadores que por tres
horas recorrió muchos kilómetros de Montevideo, acompañada desde las
aceras por un público de decenas (quizá centenas) de millares de personas.
Así reforzaba esa gran prensa aquellas dos funciones opiáceas que en 2016
dije que el capitalismo hace jugar a los ídolos del fútbol, y, de paso,
desviaba la atención de la aguda crisis hídrica padecida por los
montevideanos (acorde a la tercera función opiácea que más arriba señalé).
Pero además me llamó la atención otro hecho que no había destacado en mi
artículo de 2016. En uno de los programas futbolísticos radiales más
conocidos de Uruguay (que también tiene imágenes en su difusión a través
de youtube) los periodistas insistieron una y otra vez en el hecho de que la
particular combatividad que los futbolistas uruguayos habían demostrado
en el torneo mundial que los consagró como vencedores (combatividad
conocida como la “garra charrúa”) se debía en última instancia al hecho de
que la mayoría de ellos venía de familias pobres y hacían del fútbol un
mecanismo desesperado de supervivencia; y dichos periodistas agregaron
que así había ocurrido siempre en la historia victoriosa del fútbol uruguayo
en las competencias internacionales, y que ese no era el caso de los
futbolistas italianos que fueron vencidos por los uruguayos en la final del
torneo mundial sub 20 de 2023.
Lo que me parece revelador de esa tesis es que en ningún momento pasó
por la cabeza de esos periodistas la cuestión de la legitimidad y necesidad
de la lucha contra la pobreza material para erradicarla en Uruguay (y en el
mundo), y la pregunta sobre qué consecuencias tendría esa erradicación (en
Uruguay y en el mundo) en la combatividad de l@s futbolistas (y otr@s
deportistas). La citada cuestión indica una aceptación tácita de la idea de
que la pobreza material sería insuperable; lo que es falso a la luz, ya no de
la propuesta poscapitalista ecomunitarista, sino también de la situación de
varios países capitalistas europeos. Y la pregunta omitida no permite
entender la combatividad que demuestran año tras año los futbolistas de
países que varias veces han ganado o llegado a las finales de campeonatos
mundiales de mayores pero en los cuales la pobreza material absoluta ha
sido erradicada o reducida a expresiones mínimas (piénsese en Alemania,
Suecia u Holanda).
La respuesta ecomunitarista

El Ecomunitarismo, basado en las tres normas fundamentales de la ética


(que nos exigen, respectivamente, luchar para garantizar nuestra libertad
individual de decisión, realizar esa libertad en la búsqueda de acuerdos
consensuales con l@s demás y preservar-regenerar la salud de la naturaleza
humana y no humana) acaba con la pobreza material y tiende a realizar el
principio que reza “de cada un@ según su capacidad y a cada un@ según
su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la
interculturalidad”. Una de las dimensiones del Ecomunitarismo es la
educación ambiental ecomunitarista socialmente generalizada (en las
instancias educativas formales y no formales). Y un componente de dicha
educación es la educación física educativa y cooperativa (en vez de la
competitiva que promueve el capitalismo). Esa educación incluye entre sus
actividades la redefinición de los deportes actualmente existentes según una
modalidad educativa, cooperativa y no crematística. En 2015 escribí el
artículo “Notas sobre ecomunitarismo e esporte educativo e cooperativo”
(ver https://e-revista.unioeste.br/index.php/diaphonia/article/view/10200 y
su versión en español en las páginas 44-57
de https://www.editoraphillos.com/sirio-lopez-velasco2)

Entonces dije que podemos enunciar como principios del deporte


educativo-cooperativo en perspectiva ecomunitarista, los siguientes: 1)
nunca será practicado por dinero, 2) priorizará la cooperación
(fundamentada en la segunda y primera norma de la ética), o sea la
actividad consensual basada en la libertad de contribución de cada uno, y,
3) siempre velará por el respeto a la tercera norma de la ética, o sea por la
preservación-regeneración de la salud de la naturaleza humana y no
humana; así se fomentará la actividad que promueva tal salud y se luchará
contra (incluso mediante su prohibición) las actividades que
intrínsecamente implican lastimar a otros participantes (como ocurre en el
boxeo y deportes semejantes al mismo) o a dañar o contaminar
gratuitamente a la naturaleza humana (como ocurre con los deportes
motorizados, que, además de ese defecto, también despilfarran materiales y
combustible).

Y agregaba (lo que aquí rescato con unas pocas correcciones) que en
perspectiva ecomunitarista también podemos delinear una reformulación
del fútbol (también generalizable, con las debidas adaptaciones, a otros
deportes). En primer lugar se podría simplemente renunciar a contar los
goles. Ahora bien, si en un período de transición se resolviera contarlos,
podrían ser adoptadas las siguientes reglas (entre otras posibles con el
mismo espíritu): 1) de los goles que marque cada equipo en un partido, será
contabilizado solamente uno de cada jugador (lo que obliga a que el
equipo se esfuerce cooperativamente para que todos sus integrantes
marquen su gol; si un jugador marca un segundo tanto personal, éste no
será contabilizado); 2) en equipos de hasta 6 jugadores, solamente será
válido aquel gol que suceda después de que en la jugada que lo originó
todos los jugadores del equipo hayan tocado la pelota (para fomentar el
juego colectivo-cooperativo); se admite solamente una “interrupción” por
el toque de algún adversario, y si el mismo hizo dos, se debe recomenzar el
conteo de los toques; para equipos de 11 jugadores o más se puede fijar la
regla de que para que un gol sea válido por lo menos la mitad más uno de
los jugadores del equipo que lo marca haya debido tocar la pelota (valiendo
la regla de la “interrupción” antes citada); y, 3) habrá rotación en la
posición del portero y de todas las posiciones de defensa y ataque tras cada
gol válido (para fomentar el desarrollo de múltiples habilidades en cada
participante).

Y en el capitalismo, ¿cabe disfrutar el fútbol?

Dicho todo lo anterior creo que, sorteando las trampas opiáceas, los
instantes de relajación y disfrute dentro del capitalismo no solo son parte
del derecho a la felicidad, sino que también son momentos necesarios para
la preservación de la salud psicofísica indispensable para llevar adelante
con fuerza la lucha ecomunitarista. De ahí deduzco que es lícito disfrutar
aun dentro del capitalismo del fútbol bien jugado, rechazando todo
fanatismo o chauvinismo, aunque sepamos que dicho deporte está
pervertido por el capitalismo. Porque en esos momentos de disfrute no
olvidamos nunca que inmediatamente después continúa la necesaria lucha
contra el capitalismo, en perspectiva ecomunitarista. (Lo mismo vale para
otros momentos de disfrute dentro del capitalismo, como lo son, entre
otros, una fiesta familiar o con amig@s, o un baile).
Ahora bien, cuando en algún lugar está en peligro algo tan esencial para la
vida humana como lo es el suministro de agua potable (como ocurre en
Montevideo en junio de 2023), parece indiscutible que la solución de tal
carencia debería constituirse en una prioridad absoluta que deje en segundo
plano y postergue cualquier otra actividad. A ese respecto recuerdo que
cuando, entre otros lugares, hace casi 35 años me alojé una semana en una
Escuelita rural del norte uruguayo a los efectos de realizar una
investigación lingüística para el ADDU (Atlas Lingüístico Diatópico y
Diastrático del Uruguay), las tres maestras que heroicamente ejercían en
aquella remota escuelita suspendieron las aulas durante un día para que
todos (ellas, los alumnos, mi esposa y quien escribe estas líneas)
acarreásemos en baldes desde el manantial cercano el agua que era
indispensable para el funcionamiento de aquel establecimiento y que era
almacenada en un aljibe.

Bibliografía mínima
José de la Fuente Arancibia y Ricardo Salas Astraín (orgs.), “Introducción
al Ecomunitarismo y a la educación ambiental. Lectura chilena de la obra
de Sirio López Velasco”, gratuitamente disponible
en https://library.oapen.org/handle/20.500.12657/51640
en https://zenodo.org/record/5745105#.YaZXEdDMI2w
en https://dlc.dlib.indiana.edu/dlc/handle/10535/10827
y en https://es.scribd.com/document/561776175/Introduccion-Al-Ecomunitarismo-
y-Educacion-Ambiental

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