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Trabajo Final: Sociología del deporte

La violencia en el fútbol mexicano; la memoria colectiva como


instrumento para entender el proceso de civilización en el balompié
nacional. (Reflexiones sobre el incidente entre el Querétaro vs Atlas)

Erick Alexis Rosas Linares

Universidad Nacional Autónoma de México


Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Dr. Sergio Varela Hernández


Profesores(as) adjuntos(as): Yaneth Andrade; Angel Tapia

10 de junio de 2022
Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no
existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir
-José Saramago.

Introducción

El pasado 5 de marzo de 2022, parecía que, el mundo, dentro del propio caos que lo consume,
continuariá desplazándose con la tranquilidad tan característica a la cual, la rotación
del planeta tierra nos tiene ya acostumbrados(as).

Las formas tan enredadas, tristes y divertidas de ver el mundo, a las cuales este año de la vida
en sociedad nos acostumbró; extraviadas algunas entre tantos laberintos, tragedias,
emociones y según creo… sensaciones, emociones y pasiones las cuales ocurren en
los límites dentro de lo que conocemos como “caos”.

En el mundo; Rusia y Ucrania tenían los reflectores e insistian con que se cumplieran las
exigencias demandadas para sentarse a dialogar. En México, la coyuntura del covid
19 reingresaba a un nuevo momento, y desde el Gobierno de la Ciudad de México, se
exhortaba a la apertura total de todos los distintos sectores de la sociedad.

Acontecimientos surgen en torno a las distintas esferas de la vida en sociedad; imposible


contener en un solo párrafo lo ocurrido ese día sobre la política, en la economía, en el
mundo, sobre los estados, en la cultura, en los espectáculos, y finalmente; en los
deportes.

Sin embargo, un hecho particular marcó la historia de este deporte. Ese mismo día, corría el
juego que enmarcaba la jornada 9 de la liga mexicana de fútbol profesional. El
encuentro: Querétaro que recibía en el Estadio de la Corregidora, al actual defensor
del título; el Atlas. Allí, en esa plaza; fuerte, de gente disfrazada de “aficionados” la
expectativa de la afición se sabe a salvo, disfruta del partido y en expansión continua,
el flujo del caos se encuentra disperso, esperando a que, en cualquier momento,
cualquier cosa lo detone.
No hay duda que el fútbol es un deporte que seduce a las personas, capaz de lograr establecer
una frontera entre la memoria, el presente, el poder y hasta en la resistencia. Sin
embargo, no hay nada que cubra desde la memoria o de las estadísticas, la intensidad
de lo que se vivió el 5 de marzo en el estadio de la Corregidora.

Todos juntxs y aunque nadie lo quiera, en imposición de mandatos; en el espacio físico,


social y político, reproducimos la violencia que vimos ese día en el estadio. Es
evidente que no en el mismo índice, sin embargo, si hacemos un esfuerzo por recordar
la composición de nuestro país; nos quedaría muy poco hueco en el formato del disco
duro del colectivo.

¿Dónde se localiza la violencia que ejercen estas personas? ¿Cuál es la descendencia de este
fenómeno? Hoy, pensamos desde lo que se hablaba desde hace más de un siglo acerca
de los prototipos de las sociedades civilizadas; abundan entre todas las
especulaciones, la idea del ser humano como especie, incapaz de pensar y sutil a la
catarsis. Los fanáticos del orgullo, los defensores de la identidad; los reprimidos, los
ansiosos de soltar toda la carga de adrenalina que genera estar en un estadio, los
pseudo admiradores del fútbol.

En ese sentido, el presente ensayo representa un ejercicio académico que pretende introducir
algunas de las nociones más importantes de la sociología del deporte. Este elemento
nos permitirá ahondar sobre la teoría social, desde un análisis sobre el fútbol y sus
implicaciones como problema sociológico.

Es por eso que de aquí en adelante, en la búsqueda y el acercamiento a este vínculo; del
análisis a la interpretación, buscaremos analizar el caso de violencia en los estadios de
fútbol desde la memoria como herramienta para entender cómo han funcionado los
procesos de civilización en el deporte, y cómo estos han impactado en las relaciones
sociales y prácticas deportivas.
La práctica del caos

El fútbol como uno de los deportes más importantes del mundo, se posiciona desde una
pluralidad de ideas; manifestado a través de diferentes vestuarios, formas de hablar y
hasta de entender el mundo, tipos de expresiones que incluso podemos ver
consagradas en formas de identidades, una infinidad de recursos intangibles que
singularizan a un país, a un estado: a un territorio. Sin lugar a dudas, esto abre la
puerta para analizar el deporte desde distintos tipos de contextos culturales, sociales y
hasta políticos.

En ese sentido, podemos pensar que los mecanismos en los que los clubes se vinculan con la
realidad, tiene que ver no con una relación unilateral. La forma en la que los equipos
deportivos colaboran para forjar su identidad, tiene que ver también con la de los y las
aficionados(as), además, de la suma de todo el capital social que poseen como estado,
o incluso si se quiere ver; desde los valores culturales del país sobre el cual habitan; a
través de los recuerdos, de la historia y de las memorias.

Y, de esta forma, podemos ver el rol que los clubes han desarrollado con los y las
aficionados/as del fútbol; como materia prima de lo que engrana dicho activo
comunitario. Entendiendo que la tarea que vienen a desempeñar, se traslada de lo
deportivo a lo cotidiano.

Por tanto, partiendo de esta idea podemos interpretar que en el centro de lo deportivo está lo
social; el valor, las formas de ver y de comportarse de una persona dentro del estadio.
El caos entra entonces, desde las grandes formas en las que se vive esta experiencia.
El anhelo, el pasado, la sed de venganza, a la par que implicitas las ganas de triunfar y
de sobresalir, se han convertido en las formas esenciales en las que un aficionado
demuestra su apoyo al club. Un reflejo/espejo de las formas en las que una persona
consume la creencia de obtener prestigio, de defender el orgullo de el/ella y de la
historia del club.
Y, las consecuencias de esto, resultan ser evidentes. En un primer momento, entra la
frustración, después la tristeza, sin importar el orden de los factores, todo siempre ha
concluido en la violencia. Y desde lo que detrás la orquesta, se organiza la
desinformación, la justificación y la censura.

Pero, hasta este momento, vale la pena detenerse a pensar sobre los efectos del fútbol en las
sociedades. Es decir; ¿Porque se da precisamente en el fútbol este tipo de violencia?

En ese sentido, retomamos el trabajo de Eric Dunning; Norbert Elias (1996) para reflexionar
sobre el tema. Desde el punto de vista de Elias, podemos inferir lo siguiente; el
deporte funciona como el producto resultante del proceso de interacción/socialización.
A gran escala, en las sociedades, lo que el autor argumenta, es que el trasfondo
histórico del proceso de deportivización, se ha guiado por el resultado de los grandes
cambios sociales.

En síntesis; acorde al desarrollo, cambien, o se reproduzcan nuevas ideas, valores y fronteras


entre las comunidades, el deporte irá paulatinamente evolucionando. Como casi todo
el mundo, cualquier situación es un potencial socializador. Sin embargo, el deporte se
mueve al unísono de la sociedad sobre la cual transita, y las maneras sobre las cuales
se puede cambiar un deporte, se realizan mediante cambios de extenso alcance
condicionados por las pautas sociales.

Un reflejo de esto es el tránsito de la modernidad… ¿Cómo podemos pensar que lo que


sucedió el 5 de marzo en el Estadio de la Corregidora fue el resultado de lo que vemos
en las sociedades? Con las condiciones que edifican a las comunidades, la
modernidad ha sido un hecho que aportó un tipo nuevo de conciencia sobre los y las
individuxs. La perspectiva aquí se encuentra centrada en las habilidades del ser
humano/a, que, por medio de valores, como: la ambición y la competencia, se
encamina hacía un aumento constante repleto de reacciones basadas en las
ambiciones; sobre los anhelos y, es justamente este último carácter, lo cual enfatiza la
transformación del deporte.
Desde una perspectiva más amplia, podríamos analizar este acontecimiento desde la lógica de
la cultura, pues es un hecho que consiguió crear sensibilidad en las comunidades y,
como resultado; en los deportes mismos. Sin embargo, vale la pena cuestionar si las
consecuencias fuerón las necesarias, o las justas.

Como hemos argumentado a lo largo de este ensayo; el deporte y el impacto que generan en
la sociedad, están pensados como una actividad sistematizada, reglamentada y, que,
además, estructurada por una sola parte, o bien distintas partes orgánicas de la
sociedad con los recursos necesarios para orquestarla.

En el futbol mexicano, en donde la organización y principios sustentaban la lógica de


conseguir más patrocinadores, quitando de la vista los triunfos, o la proyección de los
jugadores; el desarrollo de la liga, para direccionarse sobre la producción del show y
el consumo: un espíritu basado en hacer del deporte algo equilibrado en la eficiencia,
vista sobre las ganancias, la corrupción y la mala organización deportiva, olvidándose
por completo de los efectos que generan en las sociedades modernas.

Volviendo al planteamiento de Elias; el deporte representa una evolución uniforme de la


sociedad sobre la cual se encuentra, capaz de lograr alcanzar la capacidad de
implantar control social en las personas; o bien, de desequilibrar el comportamiento,
generar caos y conflictos, que ha pesar de eso mismo, el fútbol no deja de verse como
un simple componente recreativo: un deporte.

En ese sentido, tal y como se piensa desde los orígenes de este deporte, el fútbol nos deja ver,
que, a través del tiempo, las cosas han pasado de solo desplazar una pelota o anotar un
gol, a provocar ataques directos hacía las personas. El fútbol en ese sentido posee
todos los rasgos de la evolución que las sociedades han transitado hacía los procesos
de “civilización”.
Pero no solo eso, porque al igual que en la gran mayoría de las cosas del mundo de lo social,
los cambios suceden en la forma en la que se derriba una fila de fichas de dominó. Sin
embargó, aun pensando en este ejemplo; parece ser que la violencia en otros deportes
no se traslada hacía las prácticas de los cotidiano, o no, al menos en la escala del caos
social, político y hasta económico que hemos visto que genera el fútbol. Lo que lo
hace particular a otros deportes, es lo que genera; pues supone una secuencia de
propiedades que no se repiten, o que tendría que pasar mucho para que puedan volver
a suceder.

En las prácticas del juego, las cosas que ocurren dentro, o inclusive, como ya hemos
mencionado, en el pasado, se trasladan de la cancha a un espacio social en donde se
generan secuencias de ritualidades que representan una celebración, la sensación de
una venganza, de una revancha y de lo que conlleva en sus implicaciones al traslado
de la realidad, en las ocupaciones que en la cotidianidad no se presentan, o al menos
no en la misma intensidad.

¿Y, que es hoy desde ángulos descriptivos el fútbol en México? Para responder a esta
pregunta se puede hacer toda una abstracción del asunto. Actualmente, vemos al
fútbol mexicano representado por las grandes empresas y bancos que luchan por
intereses propios, entonces, ¿En dónde queda el valor social del deporte; el impacto
que genera?

El carácter de la pugna en el país ha sido un rasgo que ha proliferado en todos los esquemas
de la vida política en México; transportandose a la vida social e inclusiva en los
deportes. Desde las luchas por las marcas para representar a un equipo; hasta los
jugadores en el campo y finalmente, desde los propios “aficionados” hacía los mismos
aficionados, es así como podemos ver expresado este nivel de condicionamiento.
Aguantar es poner el cuerpo…

¿Y, qué tan normalizada está la violencia en el país? La respuesta a esta cuestión no sería tan
forzada si pensamos en todos los esquemas del mundo insolidario y súper competitivo
que acaparan el marco social, y que como bien hemos sustentado; se posiciona
también en el mundo del fútbol.

El cassette de la memoria se nos borra cuando el fútbol se posiciona como un sustituto de las
órdenes, del tiempo controlado por las manecillas de un reloj, de los dogmas, de las
creencias, de las rutinas grises, de las jerarquías y de las cegadas torturas aplicadas en
la casa… en el trabajo, en la escuela, con las familias: en la vida diaria y social. El
cassette de la memoria es fácil de borrar cuando el fútbol te da dinero, te llena de
privilegios, cuando lo gobiernas y es difícil que alguien más te pueda limitar. Es fácil
de borrar cuando conforma parte de tu identidad, de la del municipio en donde
resides. La memoria que tenemos es el sustento de lo que queremos ver, y de lo que
queremos olvidar.

El fútbol es una representación de la guerra en la sociedad interna; de la liberación de la


catarsis en un fin de semana, de arrase, revanchas, excesos, aventuras y descontroles
que las comunidades aperturan al momento de entrar en contacto con esta práctica, y
lo más alarmante de todo, es que en algunos sectores de la sociedad, esto se puede
pensar como cualquier otra actividad, tal como: ir al billar, a caminar o, a correr. El
fútbol no posee censura porque se justifica bajo la lógica de pensar que es una
liberación pasional, compensadora e incluso me atrevería a mencionar que “vital”,
igual que cada una de las otras actividades ya mencionadas.

Pero, la justificación no es una condición natural; tendría que existir algún origen. En
Argentina, por ejemplo, existe la cultura del aguante. La lógica es sencilla:
aguantar… entender y ser capaz de funcionar como los escalones; como escudo o
como soporte, para apoyar, para defender, para pelear, para caer en la cultura del
machismo y malinterpretar el valor de la solidaridad.
En ese sentido, vale la pena pensar en la siguiente cuestión: ¿En México cómo aguantamos?
parece ser que la respuesta preliminar a esta pregunta está concentrada en olvidar las
cosas para seguir disfrutando de lo demás. Si un poco de nacionalismo le queda al
fútbol del país, yo creo que está concentrado en su condición de espectáculo; muy a lo
cultura pop. Con acentuación en el perfil publicitario, y sin fuerza en el desarrollo
deportivo, mercantilizado por lo que se cree que está a la moda, por olvidar lo que
quizá vale más la pena transmitir a los espectadores.

Atendiendo este argumento podemos volver a las reflexiones de Elias (1996). El escenario
del deporte moderno, está configurado por todos los combates y las batallas que
inevitablemente se convertirían en riesgos, pues al ser dotados en su mayoría todos de
reglas dictadas por una sociedad, que explotada por la efervescencia de los escenarios
cotidianos, el entrenamiento/deporte se verá como un práctica para vivir a lo máximo,
para sacar todas las frustraciones y estar a la medida de todo lo que representa el caos.

En este momento, sin duda me detendría a pensar sobre cómo mediante los deportes se
recalcan los valores de la vida cotidiana; es decir, sobre el marco en que lo deportivo
impacta a lo social y sobre todo en las formas en las que los deportistas se
comprometen con transformar los valores de la cancha, hacía las realidades sociales.

Para esto, los clubes deportivos no nos dan muchos argumentos para decir que se ha hecho lo
mínimo por intentar combatir la violencia desde los valores proyectados en la cancha.
Hemos visto, quizá aproximaciones estériles, en donde al inició del juego se leen
mensajes que hacen alusión a la coyuntura. Sin embargo, la gran mayoría ha negado
involucrarse tanto, como para generar un mayor impacto social. Por ejemplo, en la
campaña 2018 cuando el club deportivo de la Universidad Nacional Autónoma de
México, se negó a salir a la cancha con playeras en manifestación a la campaña no es
tu amigo, es un narco. ¿Cómo genera entonces el fútbol cambios en contra de la
violencia? ¿Cuál es el verdadero rol de este deporte en las sociedades modernas?
Consideraciones finales

El fútbol es un juego, que trasciende de lo deportivo, pues, detrás de todo lo que lo conforma,
hay toda una historia de corrupción, intereses económicos y desde luego,
implicaciones políticas y vinculaciones con el mundo del show. Todos estos recursos
han permitido al fútbol conjugar un papel fundamental para su consagración como el
deporte más observado y, quizás, el de mayor relevancia de todo el mundo.

De forma sintética, pudimos ver a lo largo de este ensayo lo que el fútbol representa en las
cotidianidades. El fútbol como identidad, es la identificación de un país: en particular
para América Latina y Europa, es como el béisbol, fútbol americano o el rugby para
los estadounidenses. Es cultura: se juega cada fin de semana y se habla de él toda la
semana, se crean ceremonias, símbolos y cotidianidades

Y, una vez que se posiciona en cualquier tipo de entidad; esta se transforma de lo deportivo a
lo social y viceversa. La alusión de este deporte tiene serios problemas para sobrevivir
frente a una crisis de regeneración entre las confrontaciones de la vida cotidiana,
además, la mala organización de la liga y de sus asociados, por eso, el motivo del caos
en este deporte no suele ser sólo de carácter deportivo.

En este ensayo no se busca dar una respuesta de lo ocurrido en el Estadio de la corregidora,


sin embargo, hacemos un recorrido a través de la coyuntura para intentar entender que
algo tuvo que haber ocurrido en el desarrollo de sus tareas, o durante su trayectoria en
la aplicación de sus fines, para que la indiferencia de la mayoría de la ciudadanía sea
tan alta y ponga en riesgo su propia integridad.

Ante esto, ¿Qué historia se cuenta para no extinguir esta práctica? ¿El fútbol escribe las
memorias que le favorece preservar?
Bibliografía

Alabarces, Pablo (2004) Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política /

Argentina: Capital Intelectual.

Huizinga, Johan, Homo ludens. El juego y la cultura / México: Fondo de Cultura

Económica, 1943.

Hobsbawm, Eric y Ranger, Terence (eds.), La invención de la tradición / Barcelona:

Crítica, 2002.

Mandell, Richard, Historia cultural del deporte, Barcelona, España, Bellaterra, 1986.

Norbert, E., & Dunning, E. (1996). Deporte y ocio en el proceso de civilización.

Fondo de Cultura Económica.

Scher, Ariel y Palomino, Héctor, Fútbol: pasión de multitudes y de élites. Un estudio

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Vinnai, Gerhard, El fútbol como ideología / México: Siglo XXI, 1991.

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