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Tema: Deporte

Problemática Social: Violencia En El Deporte

Hipótesis: Mejor seguridad en los estadios por parte del estado , para evitar violencias
en los estadios

Fundamentación:

la visión que tenemos todos en general, es la desigualdad y la seguridad que tiene los
estadios de futbol

nosotros vamos mas por esta parte porque a la mayoría le gusta ver futbol pero no lo ve
todo, ya que no se fijan en la agresión o la violencia de las tribunas y los daños que
pueden causar, afectándose en ese momento. Por otra parte la de la violencia es la
discriminación. Eso genera conflictos con los futbolistas de otros países o entre
selecciones (“Argentina vs Chile”) a través de eso se ve mucha discriminación. Por lo
tanto creemos que el tema es importante que estaría bueno cambiar las ideas que tiene
la mayoría y que se aplique mundialmente

Expectativas: las expectativas que tenemos es que se aplique en todos lados para
tener un buen deporte, un buen futbol sin agresiones ,sin corrupción y sin
discriminación.

El conflicto es consustancial al fútbol, porque encarna una disputa entre dos bandos
que buscan la victoria por todos los medios a su alcance. Pero esta disputa no siempre
es pacífica, tanto que el juego está impregnado por la incorporación de los principios,
categorías y leguajes de la guerra. Allí la estrategia y la táctica como organizadores
pacíficos del conflicto. El disparo de misiles, la existencia de bombazos, el cobro de
tiros libres y la falta máxima de un penal. Un jugador potente es Leonel Messi , si tiene
un tiro fuerte será Gabriel Batistuta o si el defensa es recio tendremos a Mascherano
.Hoy llama la atención la violencia en el fútbol; sin embargo, es necesario retrotraernos
en el tiempo para comprender cómo fueron de brutales los inicios de este deporte. Al
origen fue considerado como un mecanismo para batir y aniquilar al enemigo, porque
ese era el sentido de las victorias; tan es así que en Inglaterra, la primera “pelota”
utilizada para jugar fútbol fue la cabeza de un soldado romano muerto en batalla. Tan
brutal y sangrienta fue esta práctica que se llegó a prohibirla en varios momentos y
lugares. La creciente aceptación del fútbol y el aumento de la violencia reinante condujo
a una disyuntiva: su prohibición, como muchas voces propugnaban, o la introducción de
un mecanismo civilizador para procesar pacíficamente el conflicto; en otras palabras,
entender y concebir el fútbol como la guerra, pero desarrollarlo por medios pacíficos. Y
esto último es lo que ocurrió, mediante la emergencia de cuatro componentes que se
han ido perfeccionado en el tiempo: la creación de una institucionalidad que vele por la
justicia (Federación Internacional de Fútbol Asociado FIFA), la creación de una
normativa (las famosas 17 reglas), la creación de un juez para imponer las reglas (el
árbitro) y la creación de la política anti violencia
INDICE:

1_Cultura popular ( tradiciones)

2_Anomia Social ( falta de normas)

3_Concepto de violencia y deporte

4_Orígenes

5_Política, Dictadura y Mundial 78

6_Violencia deportiva

7_Violencia en el futbol

8_Barras y política

9_Violencia en la cancha

10_Violencia en los estadios

11_Violencia fuera del lugar

12_El estado en el deporte

13_Ausencia del estado


Cultura Popular:

No cabe duda de que el deporte rey, el fútbol, constituye una parte muy importante de
la cultura argentina. Diversos estudios históricos y antropológicos así lo señalan. El
binomio tango-fútbol pronto comenzó a evidenciarse ya desde comienzos del siglo XX,
cuando importantes compositores de tango compusieron obras para los diferentes
equipos de fútbol.

En Argentina, el fútbol ha sido entendido por las masas no sólo como un deporte, sino
también como un arte, una pasión de multitudes y un efectivo medio de cohesión social,
útil para confeccionar un tejido social alrededor de la identidad argentina. El fútbol ha
sido también usado hábilmente como herramienta política, de muy diversas maneras y
a distintos niveles y grados de intensidad.

El cine argentino cuenta con un buen repertorio de películas dedicadas al fútbol y a


futbolistas destacados. Lo mismo sucede con otros ámbitos artísticos, tales como el
teatro, la literatura y el humor. Este deporte también ha servido como una especie de
válvula de escape de la sociedad, pues en tiempos turbulentos los argentinos se han
distraído con el fútbol para sobrellevar las conmociones políticas y sociales que han
padecido.

Como en muchos otros países, tanto de la región como de Europa, en Argentina el


fútbol es visto por la juventud como un método de potencial ascenso social. Pero así
como tiene aspectos positivos también se pueden citar algunos aspectos negativos,
como el hecho de los lamentables sucesos violentos relacionados con la rivalidad
extrema de la fanaticada.

Lo más interesante es que la historia socio-económica y política de Argentina puede ser


estudiada de forma transversal a partir del fútbol, un deporte que ha estado siempre
presente, sobre todo desde comienzos del siglo XX. El fútbol argentino forma parte
indispensable de la historia y la cultura del país, y los sureños lo sienten como un
aspecto muy importante de sus vidas.

CULTURA FUTBOLISTICA:

La “cultura futbolística” comenzó a expandirse a partir del gran avance de la


globalización, transformado al futbol de el deporte rey de hoy en casi todo el mundo,
concentrando una gran cantidad de aficionados, simpatizantes o hinchas capaces de
gastar muchísimo dinero en presenciar partidos o en adquirir productos de su equipo
favorito.

Este deporte es capaz de movilizar multitudes desde cualquier lugar, organizando


torneos internacionales que se enfrentan al mismo tiempo que unen todo tipo de
culturas. A lo largo de su historia fueron cambiando diversos factores; al principio era
común decir que era un "deporte para hombres" pero hoy en día está generalizado
el fútbol femenino.

El fútbol es también un motivo de pasión, y las disputas han llegado a ocasionar


conflictos como la guerra entre Honduras y El Salvador, estallada tras un encuentro
previo al Mundial de México 70'. En Sudamérica sobre todo, el fenómeno de la violencia
en el fútbol es un hecho casi todos los fines de semana, causando muertes de
simpatizantes o integrantes del encuentro. Argentina es uno de los países más
afectados por la violencia, lleva un récord de más de 225 víctimas por la violencia.

FUTBOL EN LA ARGENTINA:

El fútbol es el deporte más popular en Argentina, el que tiene más jugadores


federados (540 000 en 2002, equivalente al 1,4 de la población), y el más practicado
por la población masculina y femenina en forma recreativa o no federada, desde la
niñez, en la que alcanza a la casi totalidad, hasta los sesenta años. Nueve de cada
diez habitantes declaran ser simpatizantes de algún equipo de fútbol. En el habla
popular del país, también se suele utilizar las expresiones «fúbol», «fulbo» o «chuti»
(esta última en el noroeste) para designar al deporte. Asimismo, resulta muy común
utilizar la expresión «jugar a la pelota», en referencia a la práctica del fútbol.

La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se creó en 1893. Es la octava federación


futbolística más antigua del mundo. El torneo de liga, jugado anualmente de manera
ininterrumpida desde ese año —aunque en 1891 ya se había disputado el primer torneo
de liga en el país—, es uno de los más antiguos del mundo, detrás de las
ligas británica y neerlandesa. Argentina es uno de los ocho países que obtuvieron
la Copa Mundial de Fútbol, habiéndola ganado en Argentina 1978 y México 1986,
además de haber alcanzado el subcampeonato en Uruguay 1930, Italia 1990 y Brasil
2014. Obtuvo también dos medallas de oro olímpicas, Atenas 2004 y Beijing 2008, y
dos de plata (Ámsterdam 1928 y Atlanta 1996). Obtuvo catorce veces la Copa América,
en la que salió catorce veces subcampeón; ganó una vez la Copa Confederaciones, de
la cual obtuvo dos veces el subcampeonato.

Además, a nivel de selecciones mayores es una de las tres selecciones con más copas
oficiales de la historia, con diecinueve títulos,n 2 contándose las dos Copas Mundiales,
las catorce Copas América y la Copa Confederaciones, a las que se deben sumar dos
competencias interconfederativas: el Campeonato Panamericano de Fútbol de 1960 y
la Copa Artemio Franchi de 1993.

ANOMIA SOCIAL:

El concepto de anomia es un concepto estrictamente sociológico. Acuñado por Emile


Durkheim y luego profundizado con ciertas variantes por Robert Merton, la anomia se
presenta como una de las problemáticas actuales que engloban a la sociedad toda. Es
uno de los principales elementos de la sociología para explicar ciertos tipos de
conductas sociales desviadas, y las implicancias de la no concordancia medio-fines.
Durkheim define a la anomia como aquel proceso en el cual un determinado grupo
dominante no provee a ciertos individuos las herramientas para cumplir sus metas y
propósitos sociales, tomando así otros caminos “desviados” tales como pueden ser el
alcoholismo, pequeños accionares subversivos, etc. Sin embargo la manifestación
anómica por excelencia y más general es el delito.

Origen de la anomia

Originariamente, el término anomia corresponde al cuerpo teórico del sociólogo


francés Émile Durkheim. Considerado por muchos como el padre de la sociología,
tuvo un rol destacado en la disciplina por haber sido el primero en institucionalizarla
como tal. Creó la carrera de sociología como tal, y publicó una infinidad de artículos y
revistas.
Pero más allá de todo esto, es considerado uno de los autores clásicos de la sociología
ya que creó un sistema teórico muy amplio y aplicable, respaldado por gran cantidad de
datos empíricos. Conceptos como “hecho social”, el de estructura, o el método que
deben seguir las ciencias sociales son tan sólo unos pocos ejemplos. Entre ellos se
destaca el concepto de anomia.

Así, la anomia aparece planteada por Durkheim como la incapacidad de orientar las
conductas de los individuos, derivando en conductas de carácter no social. Este
concepto fue desarrollado en dos de sus obras principales: La división del trabajo
social y El suicidio. Observamos alguna diferencia entre la concepción de anomia en
las dos obras, aunque sólo en el lugar que ocupa el proceso dentro de la sociedad,
dentro del trazado histórico.
Mientras que en “La división del trabajo social”, la anomia se presenta como
un proceso transitorio, resultado de la heterogeneidad social propio de la Modernidad,
en “El suicidio” la anomia se presenta como un problema crónico que debe ser
rápidamente abordado y resuelto.

ANOMIA EN EL FUTBOL

La agresión con gas pimienta a los jugadores de River que salían a jugar el segundo
tiempo del encuentro contra Boca coincidió ayer con mi clase sobre Carlos Nino y su
análisis de la anomia social en la Argentina. En su ya clásico libro Un país al margen de
la ley, Nino retrata a la sociedad argentina como un conjunto social donde abunda la
falta de respeto a las normas jurídicas, morales y sociales; es una situación
generalizada de anomia o “ilegalidad boba” en el sentido de que la inobservancia de las
normas provoca situaciones donde la sociedad toda resulta perjudicada.

Según Nino la anomia argentina se observa tanto en el plano institucional como en el


plano social. Del incumplimiento de las normas por parte de los actores políticos y
económicos a lo largo de la historia argentina dan testimonio el contrabando, la
anarquía, los privilegios, dictaduras, golpes de Estado y corrupción endémica. Nino
postula que esta anomia institucional influye sobre la anomia social, ya que ésta “tiene
ejemplo e inspiración en el manejo del poder público” (p. 85). En otras palabras,
estaríamos en presencia de un “efecto de derrame perverso”,opuesto al “efecto derrame
beneficioso” que Adam Smith asocia con la creación y distribución de riqueza en un
sistema de libertad natural.

La anomia social así entendida es observable en la actividad económica, fiscal, vial,


gubernamental y hasta académica, según lo describe Nino en el capítulo 3 de su libro.
Analiza allí los casos de los accidentes de tránsito, la corrupción pública, la evasión
fiscal, y la excesiva reglamentación gubernamental, entre otros, como signos de una
cultura argentina que vive al margen de la ley. Algunos datos recientes parecen avalar
sus afirmaciones: según una encuesta de Poliarquía e IDEA realizada entre 1.000
argentinos, un 40% está dispuesto a ir en contra de la ley si cree que tiene razón, un
80% piensa que el país “vive la mayor parte del tiempo fuera de la ley” y un 90% opina
que los argentinos son “más bien desobedientes o transgresores”.

Otros analistas han coincidido con el diagnóstico de Nino acerca de las causas y
manifestaciones de la anomia social argentina. Por citar sólo algunas fuentes:

Carlota Jackish: “Pero el tema no se agota en el incumplimiento de normas viales,


también se violan los códigos edilicios, se adulteran alimentos y medicamentos, se
falsifican títulos profesionales, no se cumplen los horarios (la puntualidad en un sentido
amplio es una norma que no sólo caracteriza a la vida civilizada, sino que mejora la
eficiencia de la sociedad en general), se ensucian los espacios públicos y se pagan
sobornos para no cumplir con determinadas normas” (“La anomia, una patología social
argentina”, La Nación, 28 de septiembre de 1997).

Ricardo Sidicaro: “Suponer que la policía delinque no es anomia, es mucho más. [Es
una] descomposición social. En situaciones de anomia los sujetos pierden su relación
con las normas. Acá el problema pasa también por las instituciones que tienen que
hacer cumplir esas normas. No es una persona que transgrede y hay un juez que aplica
la norma. El que transgrede es el juez”. (“Anomia es poco decir, vivimos en
descomposición”, Página12, 2002).

Eduardo Fidanza: “La anomia que me interesa destacar, no obstante, es la que se


produce por una falla estructural de la clase dirigente. Se manifiesta como un fracaso
en el ejercicio de la autoridad y afecta las percepciones y los comportamientos. Se trata
de una patología que se contagia del poder y se transmite a los grupos sociales. Su
víctima es la gente común. Los victimarios, aquellos que ocupan posiciones de
poder. La anomia boba perjudica a todos, la anomia a la que me refiero somete a la
sociedad en beneficio de sus elites” (“Decálogo de la anomia argentina”, La Nación,
2009).

A la luz de la historia reciente del fútbol argentino y de los hechos de ayer es obvio que
habría que incluir en el listado de actividades anómicas al fútbol, tanto en su
organización como sus prácticas. La falta de voluntad de la dirigencia política y
deportiva para solucionar el tema de la violencia en el fútbol ilustra el tipo de anomia
institucional que Nino condena, aquella que se gesta en las guaridas del poder; crece
bajo la protección o indiferencia de quien sabe cuántas instancias gubernamentales y
sus socios; se manifiesta en el descontrol y en última instancia la ridiculez que
escandalizan y estigmatizan al fútbol argentino y a la sociedad en su conjunto.
¿Cómo empezar a revertir la anomia en el fútbol? Uno de los caminos sería imitar
políticas exitosas extranjeras. Luego de una serie de incidentes y muertes en partidos
de fútbol de su país, Margaret Thatcher reconoció el carácter social y político del
problema, asumió la responsabilidad de combatirlo y lo hizo con éxito. Sus medidas
incluyeron prohibir el ingreso a los estadios a los líderes violentos, combatir a las barras
bravas infiltrando sus reuniones, judicializar a más de 5.000 fanáticos, otorgar créditos a
los clubes para financiar la seguridad, e impulsar la transmisión masiva de los partidos .
Los expertos dirán si esto es viable o posible en nuestro país, si ya se intentó o, en su
defecto, podrían confirmar la siguiente frase de Mark Twain: “El hecho es que la raza
humana no sólo es lenta para pedir prestadas ideas valiosas – a veces persiste en no
pedir prestado en absoluto”.

¿Cómo empezar a revertir la tendencia a la anomia argentina en general? La pregunta


quizás suene demasiado ambiciosa e ingenua, y la idea de lograr tal cometido parece
imposible. Sin embargo, elijo creer en la tarea de proponernos hacer algo al respecto.
Como dijo Norberto Bobbio, “Respeto y aprecio, en cambio, al que actúa bien sin pedir
garantías de que el mundo mejore y sin esperar, no digo premios, sino ni siquiera
confirmaciones. Solo el buen pesimista está en condiciones de actuar con la mente
despejada, con la voluntad decidida, con sentimiento de humildad y plena entrega a su
deber”.

CONCEPTOS DE VIOLENCIA:

La violencia se define como todo acto que guarde relación con la práctica de la fuerza
física o verbal sobre otra persona, animal u objeto originando un daño sobre los mismos
de manera voluntaria o accidental. El elemento principal dentro de las acciones
violentas, es el uso de la fuerza tanto física como psicológica para el logro de los
objetivos, y en contra de la víctima.
Existen diferentes tipos de violencia que generalmente se practican sobre las personas
más vulnerables, como por ejemplo las mujeres, los niños, los ancianos, grupos
religiosos, etc.
Violencia familiar: es aquella que se da por alguno de los integrantes del grupo familiar
sobre otro, ocasionando una lesión no accidental en el aspecto físico y psíquico. Cabe
destacar que este tipo de violencia es penado por la ley, sin embargo es un delito que
no suele ser denunciado, ya que la victima siente temor y vergüenza de denunciar a un
miembro de su propia familia.

Violencia laboral: es toda acción ejercida dentro del contexto laboral que manifieste
abuso de poder por parte del empleador, del personal de mayor jerarquía o de un
tercero vinculado con el trabajador. Suele manifestarse a través del maltrato verbal,
recurrente y sostenido sobre un trabajador o trabajadora; el acoso sexual y la agresión
física.

Violencia docente: este tipo de violencia se origina en las aulas de clases, siendo el
causante el propio personal docente del centro educativo. En muchas ocasiones esta
violencia es realizada con el objeto de mantener el poder y el orden dentro del grupo.

Violencia física: Es cualquier acción que ocasiona un daño no accidental, utilizando la


fuerza física o alguna clase de armamento u objeto que pueda causar o no lesiones ya
sean internas, externas o ambas.

La violencia física o corporal, también es considerada una invasión del espacio físico de
la otra persona, la cual puede hacerse de dos formas: una es a través del contacto
directo con el cuerpo de la otra persona por medio de golpes, empujones; la otra es al
restringir sus movimientos encerrándola, causándole lesiones con armas blancas o de
fuego, forzándola a tener relaciones sexuales y ocasionándole la muerte.

Violencia Psicológica: Se le llama violencia psicológica a toda agresión realizada sin la


intervención del contacto físico entre las personas. Es un fenómeno que se origina
cuando una o más personas arremeten de manera verbal en contra de otra u otras
personas, ocasionando algún tipo de daño a nivel psicológico o emocional en las
personas agredidas.

Este tipo de violencia se enfoca en la emisión de frases descalificadoras y humillantes


que buscan desvalorizar a otro individuo. Esta es una de las razones por la cual la
violencia psicológica es difícil de probar y manifestar. Esta violencia es muy frecuente
en ciertos contextos sociales: familiar, escolar, laboral, etc.

Entre otras..

CONCEPTO DE DEPORTE:

El deporte es una actividad física que realiza una o un conjunto de personas siguiendo
una serie de reglas y dentro de un espacio físico determinado.

El deporte es generalmente asociado a las competencias de carácter formal y sirve para


mejorar la salud física y mental. Por este motivo es recomendación médica la
realización de deportes para evitar o tratar:

Problemas físicosProblemas emocionales Enfermedades Corregir la postura ósea


Reducir el stress Descargar tensiones

En algunos casos, el deporte es institucionalizado por asociaciones deportivas,


federaciones, clubes, etc. Además, puede ser realizado de forma solitaria, cuando no
requiere exclusivamente de un grupo. En este caso el deporte que se realiza
individualmente se concentra en la preparación física, y muchas veces sin importarle los
aspectos competitivos ni los resultados (ganar o perder).

Es común el hecho de que se confundan los términos deporte y actividad física o el


fitness. La diferencia reside en el carácter competitivo del deporte; en el caso del fitness
o de la actividad física éstas se realizan por satisfacción y recreo personal.

ORIGENES DE DEPORTE Y VIOLENCIA:

ORIGEN DEL DEPORTE:

Comenzando vemos los planteamientos de Popplow (1960) quien nos indica que el
origen de la actividad deportiva, aunque de forma incipiente, se sitúa en el período
Paleolítico medio (33.000 a.c), desarrollada principalmente por las danzas rituales, las
cazas organizadas y primeros juegos de caza como iniciación a niveles de adultez por
parte de los integrantes de las distintas colonias de hombres y mujeres. Popplow, cree
que el ejercicio físico tenía un sentido netamente espiritual que le permitía al hombre
acercarse a la unidad vital con sus dioses y la naturaleza. Principalmente la danza
poseía características que apoyan esta teoría fundamentalmente porque integra una
actividad física que prepara para la lucha y la caza, exalta al cazador y cohesiona al
grupo en una actividad común. El autor, hace mención directa al tipo de ejercicio que se
realizaba inicialmente, el cual era el lanzamiento de la jabalina como arma de caza,
este asociado a la repetición y simulación de caza hacía efectiva su realización y
concreción para la obtención de alimento para la comunidad. Con el paso de las épocas
y el perfeccionamiento de las armas, se ve que existen progresiones también en las
danzas rituales previas, las cuales no solamente servían para la exaltación de los
dioses en la búsqueda del éxito y protección de la caza; sino que además incorpora
elementos físicos (movimientos) que representan una mecánica del gesto técnico en el
uso del arma y permiten un perfeccionamiento del mismo. En otro punto de vista, Diem
(1978)nos plantea que el origen de la actividad deportiva es netamente cultural, esto
asociado a las representaciones de actividades realizadas por los antepasados
muertos; es decir el nacimiento del deporte es por evocación de lo realizado por los
muertos, en forma de exaltación de virtudes y dedicado a ellos. El teórico, hace
mención expresa de ello al hacer un acucioso análisis de la Ilíada de Homero, el cual en
uno de sus cantos se describe un rito funerario vinculado directamente a actividades
deportivas para la exaltación de las virtudes del difunto. Respecto a las acciones
deportivas que supone Diem, él tiene la creencia de que en los orígenes del hombre se
danzaba alrededor del difunto para absorber su energía vital, para asegurar el eterno
descanso y a la vez aprovechar esa energía en cuerpos carentes de ella aportando
vitalidad a los más jóvenes. Eppensteiner (1964) , en cambio no busca ciertamente el
origen del deporte, sino que promociona las modalidades de la actividad deportiva en
su inicio, buscando con ello dar respuesta a las formas y avances del deporte a través
de las épocas. El autor destaca dos tipos de deporte: el originario, el cual inicia como
una actividad natural y normal del desarrollo humano, es búsqueda del cultivo del
cuerpo; y el cultural, que denota un fenómeno cultural del desarrollo de los pueblos.
Hablando del tipo originario, tenemos que reseñar que sería una serie de instintos
confluidos con las necesidades biológicas de desarrollo humano, argumentando la
tendencia natural de moverse como actividad placentera; y a su vez la necesidad de
expresión respecto al acto lúdico que instintivamente se ve desarrollado en el hombre,
el cual al darle un sentido y organización se traduce en una actividad deportiva que
simula diversas acciones de competición, como por ejemplo la cacería. Respecto al tipo
cultural, el autor nos hace mención que para efectos de cohesión y consolidación de las
comunidades se efectúan diversos juegos , los cuales a medida que las comunidades
van progresando van abriendo nuevas alternativas de medirse con otras cercanas,
provocando una interacción que podríamos llamar “cultura deportiva”

ORIGEN DE VIOLENCIA:

Los animales matan para comer, pero sus presas son de otra especie. Las disputas
entre sí terminan en que el perdedor se va.

La especie humana es la excepción. "El hombre es el lobo del hombre" –dice un adagio
antiguo. Lo citan Freud (El malestar en la cultura) y Konrad Lorenz (Sobre la agresión:
el pretendido mal) arguyendo que la agresión es natural. Pero matarse unos a otros no
es natural. Caín mató a su hermano Abel, pero los lobos no se matan entre sí.
Erich Fromm (Anatomía de la destructividad humana) lo precisa. Hay instintos
protectores (de las crías, de la manada), no sólo agresivos; y la agresión misma tiene
un sentido protector.

"No matarás" es una prohibición antiquísima, con excepciones que fueron


desapareciendo (los sacrificios humanos, el derecho del padre de matar a su hijo). Las
últimas excepciones (la guerra y la pena de muerte) se desprestigiaron en el siglo XX.

La guerra fue vista como algo heroico desde la Ilíada hasta los himnos nacionales de
México y muchos otros países. Caso raro: Aristófanes inventó una heroína de comedia
(Lisístrata) que organiza una huelga sexual de las atenienses contra la Guerra del
Peloponeso. Pero, todavía en 1914, un hombre inteligente y bueno como Charles
Péguy fue con alegría a la guerra, en la cual murió.

Esa Guerra Mundial produjo un cambio histórico de actitud. La matazón fue espantosa.
Hubo 68 millones de combatientes, de los cuales el 57% acabaron muertos, heridos o
desaparecidos. El pacifismo, que había sido una idea filosófica, se volvió un sentimiento
social contra la guerra después de 1918, y más aún después de las bombas atómicas
contra Hiroshima y Nagasaki en 1945. Los gases venenosos y los bombardeos habían
cruzado otro límite: no matarás a la población civil.

En México, algunos cambios de régimen político (Independencia, Revolución,


Democracia) desataron la violencia. En los tres se destruyó el poder absoluto que
sofocaba la violencia. Porfirio Díaz lo dijo contra Francisco I. Madero: "Panchito soltó el
tigre. A ver si es capaz de enjaularlo otra vez".

En la Independencia, la insurrección fue armada. La encabezó un cura irresponsable


que llamó a "coger gachupines". En la Revolución, fue civil y civilizada, pero
desatendida por el dictador hasta que se volvió armada. En la Democracia, fue civil y
civilizada por ambas partes; y así empezó la alternancia de partidos en la presidencia.
Pero la destrucción del presidencialismo tuvo consecuencias.
Los gobernadores de los estados teóricamente "libres y soberanos" se volvieron
presidentitos dueños de vidas y haciendas.

El crimen, antes sujeto a la presidencia, se organizó por su cuenta, al margen del poder
político y hasta con ambiciones de poder político.

Consecuencias siniestras: la prosperidad de los traficantes de drogas y personas, la


industria de la extorsión y el secuestro, el asesinato de periodistas como forma radical
de censura.

Una consecuencia positiva fue el mayor desarrollo de la sociedad civil (que fue primero
causa y luego efecto de la destrucción del poder absoluto). De especial importancia han
sido la emancipación de la prensa y la multiplicación de asociaciones voluntarias. Pero
el desarrollo institucional toma tiempo.

Los poderes legislativo y judicial no estaban preparados para la emancipación.


Tampoco los partidos ni los sindicatos. El sindicato educativo, que conserva su escala
soviética (1.6 millones de afiliados), se volvió desafiante. Los partidos, cínicos.

La Democracia produjo un vacío donde actúan con impunidad los poderes arbitrarios, la
corrupción y el crimen.

En estas circunstancias, ha sido admirable la institucionalidad de las fuerzas armadas.


En otros países, ya estarían penando en "poner orden" con un golpe. También
admirable es que pidan reglamentar su intervención (contra la subversión armada del
crimen organizado), dándole un marco legal. Hace falta, además, una estrategia
conjunta de las acciones federales, estatales y municipales contra la delincuencia.

Transitoriamente, deberían militarizarse las prisiones federales. Son focos de violencia


ilegítima: injusticia, inseguridad, asaltos, golpizas, robos, extorsiones, torturas,
violaciones, asesinatos, motines y fugas. Una vez saneadas, el ejército las entregaría a
la Secretaría de Gobernación sin llevarse al personal que tomó el control: volviéndolo
civil.

Con cárceles dignas de un pleno Estado de derecho, habría una buena base en la
lucha contra el crimen.

Los orígenes de la violencia que se produce entre humanos han sido discutidos
durante siglos por filósofos y científicos. Hay quien piensa que es una característica
intrínseca de la especie humana y hay quien piensa que es un producto de la
sociedad tal como la hemos hecho desde que nos hemos establecido en sociedades
complejas. El artículo en el cual profundiza la pieza de Michele Catanzaro compara la
violencia que se produce entre humanos con lo que ocurre en otras especies de
mamíferos. No parece que lo que ocurría hace 12.000 años se apartara demasiado de
las especies más cercanas. Desde entonces las cosas han ido cambiando.

Se trata de un estudio muy original y complejo que han hecho investigadores de


universidades andaluzas y de Madrid y del CSIC y que ha sido publicado en la revista
'Nature'. Han creado una base de datos con las causas de más de cuatro millones de
muertes de más de mil especies de mamíferos y de unas 600 poblaciones
humanas en diferentes periodos desde el origen de la especie hasta ahora. Han
buscado cuántas muertes pueden ser atribuidas a violencia dentro de la especie y las
han comparado con los árboles de la evolución de las especies de mamíferos.

MASACRES CÍCLICAS

Los resultados indican que los primates tienen una proporción mayor que el resto de
los mamíferos de muertes causadas por la propia especie, algo que casi no se da en
las ballenas, los murciélagos o los conejos. La media de los mamíferos es de 0,3%
de muertes violentas, mientras que en los humanos primitivos la cifra era del 2%, un
valor similar a la media de los primates que varían mucho entre ellos.
El estudio calcula también las muertes por violencia en diferentes peiodos de nuestra
especie. Los números indican que el número de muertos producidos entre humanos ha
aumentado en algún período de la historia como la edad media europea o los
imperios de América Central. Es interesante que los últimos cien años es el periodo
donde menos violencia entre humanos puede haber habido, hasta 200 veces más baja
que en tiempos prehistóricos. Quizá los humanos somos violentos, pero, cuando
queremos, tenemos maneras de controlarnos.

POLITICA Y FUTBOL

MUNDIAL DEL 78

El 6 de julio de 1966, Argentina fue elegida sede para albergar el mundial de fútbol de
1978. Para aquel verano del 66, la Copa del Mundo en la nación sudamericana era sólo
cuestión de tiempo; diez años más tarde, en la naciente primavera del 76, la muerte y
desaparición de miles de argentinos, también. El 24 de marzo de 1976, el país vivió un
nuevo golpe de Estado, encabezado por Jorge Rafael Videla.
En el 66, Argentina aún no dejaba la pubertad – futbolísticamente hablando-, pero
política y socialmente ya estaba bastante maltratada. Para ese entonces registraba un
empate entre su número de participaciones en copas del mundo, y la cantidad de
golpes de Estado que había experimentado: cuatro en cada caso. El golpe más reciente
se había dado el 28 de junio de 1966, una semana antes de que se le eligiera como
país sede.
En aquella Argentina del 66 habitaban ‘Marito’, un niño que merodeaba los 12 años de
edad; también estaba ‘el Flaco’, un jugador en la etapa madura de su carrera que
militaba en el Boca Juniors; y Jorge Rafael, un hombre que apenas unos meses atrás
había dejado de ser Teniente Coronel para convertirse en Coronel. Finalmente, estaban
Juan Domingo y María Estela, aunque ellos no habitaban Argentina. 11 años en el exilio
separaban a aquel hombre y a su esposa de su nación.
La Argentina de los golpes de Estado e inestabilidad política tendría tres nuevos
presidentes en un lapso de siete años. Hacia el final de este periodo el régimen estaba
ya debilitado, lo que permitió que el 17 de noviembre de 1972, tras 17 años de exilio,
Juan Domingo Perón volviera a pisar suelo argentino, en compañía de su esposa María
Estela.
Diez meses después, ya con la democracia reinstaurada, en septiembre de 1973 y tras
los breves periodos mandatarios de Héctor Cámpora y Rául Lastiri, Juan Domingo
Perón se convirtió de nuevo en presidente, y su esposa María Estala Martínez era
nombrada vicepresidenta.
Pero no nos olvidemos de ‘Marito’. Para 1973, Mario Alberto Kempes hizo su debut
profesional en primera división con el Instituto de Córdoba.
Fue también en 1973 que ‘el Flaco’ Menotti alzó el título como director técnico del
Huracán. Capitalizaba así su gran paso como estratega, que lo catapultaría hasta la
selección nacional.
Para julio de 1974, al término del mundial de Alemania, la Argentina se vería forzada a
cambiar una vez más de presidente. Juan Domingo Perón había fallecido víctima de un
ataque al corazón.
María Estela Martínez, también conocida como Isabel Perón, asumió el cargo
convirtiéndose en la primera mujer que gobernaba al país. Su paso no sería en lo
absoluto fácil. En 1975, Jorge Rafael ascendió a Teniente General, y ya planeaba un
movimiento que se llamaría Proceso de Reorganización Nacional. En otras palabras,
una dictadura más se avecinaba para Argentina.

“Señora, las fuerzas armadas han decidido tomar el control político del país y
usted queda arrestada”. Si bien el dicho establece que todos los caminos
conducen a Roma; en Argentina pareciera que todas las memorias de muerte,
tortura, sangre y desaparición conducen al 24 de marzo de 1976.

En esa fecha, la junta militar encabezada por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo
Massera y Orlando Ramón Agosti, asumió el poder absoluto de la nación Argentina.
“El que altere en cualquier forma contra los medios de transporte, de comunicación,
usinas, instalaciones de gas agua corriente u otros servicios públicos, será reprimido
con reclusión por tiempo ilimitado o pena de muerte”, se explicó en un comunicado
oficial.

La represión y la muerte se habían anunciado en los 31 comunicados que la junta


militar realizó durante las horas inmediatas al golpe. Sin embargo, era complicado
imaginar la magnitud de lo que significarían esas palabras.

‘Marito’ había cambiado de apodo y de equipo. Ahora era ‘el Matador’ y jugaba para el
Rosario Central, donde rompía la Liga. A mediados de 1976, se fue a España fichado
por el Valencia. En cambio ‘El Flaco’ seguía igual, tan delgado como su apodo y a
cargo de la dirección técnica de la selección de Argentina que esperaba con ansias el
mundial en casa de 1978.

Para 1977, la dictadura argentina llegaba al año de existencia entre controversias,


principalmente por las decisiones económicas, así como por las tensiones que se vivían
en la cúpula de la junta militar, luego del rompimiento suscitado entre Massera, Agosti y
Videla.

Mientras tanto en las calles, lejos del poder y de las politiquerías, se encontraban los
ciudadanos argentinos, esos que ya guardaban en el pecho, bajo el nombre de dolor,
las consecuencias de la dictadura. También había cada vez más y más ciudadanos que
no se encontraban ni en las calles ni en ningún lado: existían solo en el recuerdo de los
familiares que esperaban por su regreso.

La Plaza de Mayo es el sitio fundacional de la ciudad de Buenos Aires, y fue uno de los
espacios que unió a los aguerridos familiares de los miles de desaparecidos,
asesinados y presos políticos, que no estaban dispuestos a aceptar una vida llena de
incertidumbre y ausencia. El 30 de abril de 1977 realizaron la primera caminata
alrededor de Plaza de Mayo para demandar información y el regresos de sus seres
queridos.

“Lo del poder que se aprovecha del deporte es viejo como la humanidad”. Así lo diría el
‘Flaco’ Menotti 30 años después del mundial del 78, a quien lo delgado nunca se le
quitaría, así como tampoco se desharía de los cuestionamientos por su silencio durante
la dictadura.
De vuelta a 1978, ‘el Flaco’ y Jorge Rafael se encontraban en el vestuario del estadio
Lisandro de la Torre en Rosario. Junto con ellos estaban el Secretario de Estado de
Estados Unidos, Mario Alberto Kempes y el resto del plantel de la selección. Argentina
enfrentaría a Perú y para poder adueñarse de la primera posición del grupo y así
clasificarse a la final, el cuadro albiceleste debía ganar por una diferencia de por lo
menos tres goles. El líder de la dictadura consideró pertinente bajar y “saludar” a los
jugadores para que lograran aquel resultado que les diera el pase.
Seis goles después, el encuentro terminó con victoria para los dirigidos por Menotti. Esa
noche Kempes convirtió dos goles más y se perfilaba ya como la estrella del mundial.
Aquel marcador de 6-0 ante Perú levantó sospechas alrededor del mundo, pero para un
país que escondía a sus desaparecidos, lidiar con estas suspicacias deportivas no
significaba nada.
De esta manera se llegó al 25 de junio, día de la gran final. Argentina llegaba por
primera vez a esta instancia, mientras que su rival, Holanda repetía tras perder frente a
Alemania Federal en 1974.
El partido terminó empatado a un gol, por lo que todo se definiría en el alargue.
En los tiempos extra, ‘Marito’ se quitó uno, dos jugadores, y anotó su segundo gol del
partido. ‘El matador’ Kempes ponía de nuevo en ventaja a Argentina y cada vez más
cerca del título mundial.
Daniel Bertoni selló el 3-1 final que daba el título mundial a Argentina. ‘El Matador’ y ‘el
Flaco’ gritaban y festejaban junto con el resto de la selección. En las tribunas Jorge
Rafael Videla hacía lo propio. En la ESMA algunos presos políticos tuvieron incluso
permiso para celebrar.

VIOLENCIA EN EL DEPORTE:
Estamos cada vez más acostumbrados a ver actos violentos, especialmente, a través
de los medios de comunicación, películas, etc. Y esto también se ve reflejado en el
mundo del deporte. Curiosamente, un mundo donde los valores de la superación, el
esfuerzo, la cooperación, etc. tienen gran importancia; a veces se ven relacionados con
otros como la frustración, la agresión, la violencia…

Pero, ¿por qué se produce violencia en el deporte?. Dos grandes paradigmas tratan de
dar respuesta a esta cuestión:

Desde los modelos psicobiológicos, se considera que la violencia es innata, es decir,


las personas tenemos una predisposición a comportarnos violentamente, y esta
predisposición es la única causa que explica la realización de actos violentos. En otras
palabras, las personas que tengan esta predisposición serán violentas y las que no las
tenga no serán violentas.

Además consideran que es una respuesta automática. En determinadas situaciones


(como cuando nos sentimos frustrados, enfadados o cuando estamos incómodos
porque estamos en un sitio masificado, con mucho calor o estamos ante una discusión
con alguien), las personas con predisposición violenta responderán violentamente, sin
poder controlar esa respuesta porque es automática; es decir, surge como una reacción
ante esas situaciones.

Estos modelos han permitido a muchas personas poder justificar sus actos violentos,
pero esto no es así, las personas podemos controlar nuestras acciones y podemos
cambiar nuestra forma de actuar.

En esta línea, los modelos socioculturales consideran que la violencia se aprende (a


través de las experiencias vividas, de observar cómo se comportan otros, de las
consecuencias que conllevan las distintas acciones, etc.). Consideran que se producen
por la combinación de varios factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Así, por
ejemplo, el entorno social indica en qué situaciones y bajo qué condiciones y fines la
violencia puede resultar admisible (por ejemplo, en el campo de batalla) o reprobable
(por ejemplo, en un campo deportivo). Y, por último, consideran que las personas tienen
control sobre los actos violentos y, por tanto, se pueden evitar.

Basándonos en el paradigma sociocultural, la violencia deportiva puede producirse por


la combinación de los siguientes desencadenantes:

Biológicos/ físicos: Cuando las personas estamos nerviosas, muy activadas


fisiológicamente tendemos a perder el control de nuestras acciones lo que favorece la
aparición de conductas violentas. Esta activación (aumento de la adrenalina en sangre)
puede producirse tanto por factores externos como internos:
Factores externos: Determinadas condiciones ambientales como el calor, la falta de
espacio, etc. son percibidas como desagradables, lo que hace que nos activemos
fisiológicamente. En este estado de nerviosismo, tendemos a perder el control de
nuestras acciones, lo que hace más probable la aparición de conductas agresivas.
Igualmente la ingesta de sustancias como el alcohol o la cocaína favorecen la aparición
de actos violentos, ya que disminuyen el control sobre la conducta.
Factores internos: Determinadas emociones negativas como la ira, la frustración o el
miedo favorecen la aparición de actos violentos. De hecho, según la teoría de la
frustración-agresión, se puede producir una agresión después de un fracaso o de no
conseguir una meta. Por ejemplo, en baloncesto es muy común que los jugadores
cometan falta personal después de haber fallado un tiro.

Psicológicos: La obtención de refuerzos, la ausencia de castigos y los objetivos que guíen


las actuaciones pueden fomentar actuaciones violentas.
Refuerzos/ castigos: Cuando realizamos actos violentos u observamos a otros hacerlos y
no son sancionados e incluso, en algunas situaciones, permiten obtener beneficios es
más probable seguir actuando de forma violenta. Ej: en el hockey sobre hielo la
agresión tiene valor y los jugadores aprenden rápidamente que ser agresivo es un
modo de obtener reconocimiento personal. O cuando un espectador tira algo al campo
y da a un jugador, y sus amigos festejan la “hazaña”; es probable que vuelva a hacerlo.
Objetivos: Cuando la victoria es el único objetivo que se plantea el deportista, cuando
ganar lo es todo, se puede llegar a hacer cualquier cosa para conseguirlo. En este
contexto, las acciones violentas pueden aparecer.

Sociales: Algunos de los principales aspectos que influyen en la aparición o no de la


violencia son:
Características del deporte: Hay algunos deportes que debido a sus características
favorecen la aparición de actos violentos. Así, por ejemplo, en aquellos deportes donde
el contacto forma parte del juego (ej: hockey sobre hielo) es más probable que se
produzca algún tipo de agresión que en aquellos donde no hay contacto (ej: natación).
Igualmente, en aquellos partidos donde la intensidad es alta (ej; baloncesto) también es
más probable que se produzca algún acto violento que en aquellos deportes donde la
intensidad es menor (ej: golf) debido al aumento de la activación fisiológica y al menor
control conductual. En este mismo sentido, aquellos deportes de mayor repercusión
social, donde los partidos paralizan ciudades como por ejemplo, el fútbol, el ambiente
se caldea, aumentando la tensión y, por tanto, favoreciendo la aparición de actos
violentos.
Ambientes violentos: En ambientes donde la violencia es la forma habitual de resolver
conflictos y satisfacer las necesidades e intereses humanos, la probabilidad de
presentar pautas de interacción violentas es muy alta.
institucionalización de la violencia: El uso de la violencia se legitima en algunas
situaciones a través de normas y actitudes. Por ejemplo, la reciprocidad (se acepta que
un jugador “pague con la misma moneda” cuando está recibiendo empujones y codazos
bajo los tableros); la autoridad (se justifica una acción violenta porque una persona de
mayor estatus lo ha solicitado) y las normas de equipo (cuando un jugador cree que en
una situación sus compañeros actuarían de forma violenta, la probabilidad de actuar de
esa forma aumenta). Por último, el razonamiento de juego o moralidad entre paréntesis
consiste en considerar conveniente un acto agresivo en el contexto deportivo aunque
sea inadecuado (cometer una falta dura para que el rival no consiga canasta).

Pero, ¿quiénes son los agentes que influyen o pueden influir para que haya más o
menos violencia?.

La violencia se da a distintos niveles dentro del mundo deportivo (entre aficiones, entre
equipos, etc.) por lo que son varios los agentes de influencia. Entre otros destacan:

- Instituciones y estamentos deportivos, fuerzas de seguridad. A través de las leyes y


normativas existentes se consigue eliminar algunos de los factores que hemos visto que
favorecen la violencia. Así, está prohibido beber alcohol en los recintos deportivos, hay
comisiones que sancionan las conductas agresivas de los jugadores, etc.
- Medios de comunicación. En muchas ocasiones, se caldea excesivamente el
ambiente, favoreciendo que haya una rivalidad exagerada que fomenta actitudes y
comportamientos agresivos, dentro y fuera de los campos. Un ejemplo claro son los
últimos partidos de fútbol entre Real Madrid y Barcelona.
- Clubes, asociaciones, escuelas. Las declaraciones previas, la realización de comidas
entre directivas, etc. también influyen a la hora de caldear o no, el ambiente.
- Equipo técnico y deportistas. En este caso, siempre deberían fomentar el fair play, no
reforzando conductas lesivas ni realizando comentarios que generen polémicas…
- Aficiones. En muchas ocasiones, parece que la gente que acude a eventos deportivos,
toma éstos como una forma de desatar las tensiones acumuladas en otras áreas de la
vida. Así, en vez de gritar al compañero de trabajo o al jefe, acuden a las gradas para
gritar a los árbitros o a los jugadores. Esto cada vez es más generalizado, no sólo en el
deporte profesional sino en el deporte base. En este sentido, los padres de jóvenes
deportistas deberían ser conscientes de que determinadas actitudes y comportamientos
serán copiados por sus hijos, por lo que deberían controlarse más.

En resumen, la violencia en el deporte se produce por la combinación de varios


factores. En cada caso, se ha de analizar cuáles son esas causas y quiénes deben
actuar o sobre quiénes se ha de actuar para evitar y prevenir las conductas violentas.

VIOLENCIA EN EL FUTBOL

Cómo la violencia del fútbol se expande y la violencia de la sociedad crece,


históricamente tienden a encontrase. Las representaciones simbólicas de los equipos
vinculados a las religiones, a la política, a las instituciones, a las regiones o a las
ciudades ya son una forma en que lo social y lo futbolístico generan un espacio común.
A nivel de las hinchadas, sin duda el fenómeno de las pandillas no es muy distante ni
tampoco distinto a las barras bravas. Con la mercantilización extrema del fútbol, se
convierte en un sector de la economía donde los actores directos tienen ingentes
recursos económicos y los exponen públicamente con mucha bomba. Las violencias
alrededor del fútbol tiene varias dimensiones: las dinámicas delincuenciales hacia los
jugadores, dirigentes y allegados al fútbol –dada la condición de figuras públicas
confrontadas y con altos ingresos expuestos ostentosamente– se producen agresiones
físicas y simbólicas. Así tenemos los secuestros en Argentina, Brasil y México, entre
otros20; las vacunas que deben pagar los jugadores a las organizaciones de extorsión
a cambio de su seguridad; las presiones de las barras a determinados jugadores,
entrenadores y dirigentes para que entreguen dinero con el objeto de acompañar a su
equipo al exterior; caso contrario, amenazan con crear un ambiente negativo, que en
muchos casos han sido causantes de despidos de futbolistas o entrenadores y,
también, de atentados criminales (Bolaños en Ecuador, Habergger en Argentina21).
Para nadie es desconocida la penetración del narcotráfico en el fútbol, principalmente
en el ámbito del lavado de dinero; pero también están el mundo de las apuestas
deportivas, el coyoterismo, el cambio de nacionalidades, el mercado de pasaportes, el
ingreso fraudulento de personas a otros países y el mundo de la farándula, no son
extraños a esta realidad. En otras palabras, el ámbito de influencia de la violencia en el
fútbol es una realidad y debe ser comprendido en su dimensión integral; mucho más si
el futbolista ha construido una imagen de éxito personal alrededor de este deporte, lo
cual le ha conducido a un grado de alta vulnerabilidad. Allí los casos más
emblemáticos: Salvador Cabañas recibió varios disparos en su cabeza al interior de un
bar en México o el de Andrés Escobar, que cometió un autogol en el mundial de EEUU
que le significó su muerte o el de Hernán Gómez (Bolillo) que recibió varios disparos en
la cafetería de un hotel en Guayaquil o el caso de Garrincha que lo mató el alcoholismo.
Hechos de estas características –ejecutados contra un hombre público e ídolo de la
afición– causa conmoción, produce preocupación ciudadana, genera clima internacional
poco favorable al país y construye una percepción de inseguridad generalizada; al
extremo que podría decirse que se trata de un magnicidio. Este término originalmente
reservado para designar el asesinato de un jefe de gobierno, posteriormente para
describir los atentados a ciertos referentes políticos (Jorge Eliécer Gaitán), religiosos (El
Papa), sociales (Mahatma Gandhi); en la actualidad pueden ser considerados para
interpretar las agresiones a los músicos (¿Michel Jackson?) y a los deportistas, por las
masivas adhesiones y las identidades que generan. Uno de los problemas más graves
en el fútbol tiene que ver con las manifestaciones racistas o xenófobas que vienen de la
sociedad y se integran con fuerza en el fútbol, sobre todo a partir de dos procesos
interrelacionados: la descolonización en África y Asia, así como la difusión del fútbol por
esas zonas bajo la lógica de su universalización. Con ello entran los afros
descendientes gracias a la importación de futbolistas hacia Europa– disputando
espacios laborales, públicos y de exposición. Allí los salarios desiguales, los cánticos en
los estadios y el relato del periodismo deportivo, entre otros22. La internacionalización
del fútbol llegó temprano al futbol, haciéndole de la mano de la aviación y la televisión,
así como de las políticas de la propia FIFA en el contexto de la descolonización. Esto es
la GOLBALIZACION como realidad anterior a la llegada de la globalización. En el fútbol
el dinero fluye con las barras bravas, con los medios de comunicación, con los
sponsors, con los modelos de gestión, con la reventa de entradas, con los negocios
ilícitos de la indumentaria deportiva, con la distribución de droga y con el lavado de
dinero, que van más allá de filiación o simpatía hacia un equipo. Con esta difusión
generalizada del mercado, el fútbol se nutre de los mercados ilegales haciéndose
funcional– con lo cual, nuevas formas de violencia llegan.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Queda decir que en el campo de la violencia del fútbol no se ha podido disponer de un
estudio serio que registre los hechos, analice las implicaciones y trate de interpretar las
manifestaciones violentas, porque además están envueltas en contextos regionalistas,
homofóbicos y xenofóbicos. Hay un tipo de interpretación que ve la violencia del fútbol
como un reflejo de la violencia de la sociedad y otro aún más sencillo: son casos
aislados, no estructurales, que son originados por antisociales, generalmente infiltrados.
Tampoco se ha podido contar con trabajos que analicen las relaciones, muchas veces
perversas y clientelares, entre hinchadas y dirigencia, ni con estudios que incluyan al
fútbol como uno de los factores decisivos en el terreno político. Pero tampoco hay
estudios respecto del funcionamiento de los mercados ilegales en el fútbol, por la
presencia de dineros en el financiamiento de clubes o en la compra de jugadores23 o
en la trata de personas24; como también el festival de nacionalizaciones, cambios de
edad o adulteración de documentos con la finalidad de obtener beneficios económicos y
deportivos. No existe estadística respecto de los casos ocurridos en los estadios o fuera
de ellos; así como tampoco respecto de la violencia al interior de los campos deportivos.
Por ello no existen estudios que permitan desentrañar lo que está ocurriendo y, mucho
menos, lo que se debería hacer en cuanto a las políticas de seguridad en la
institucionalidad del fútbol, en los gobiernos locales y nacionales. Por eso lo que ha
ocurrido es que se han copiada a medias o se han trasladado parcialmente los dos
casos emblemáticos: el informe Taylor de 1989 de Inglaterra y la propuesta de la
Comisión Castrilli de principios de este siglo en Argentina, que básicamente plantean:
A: Mejorar los estadios con la colocación de asientos numerados, el aislamiento de las
hinchadas locales de las visitantes, la eliminación de alambrados o de fosos que
separan la cancha de los graderíos, el establecimiento de la evacuación de los
asistentes en no más de 8 minutos mediante el diseño de rutas, accesos y salidas
expeditas. B) Prohibir el consumo de productos psicotrópicos y controlar el consumo de
alcohol dentro de los estadios, mediante cupos por persona y el señalamiento de los
lugares permitidos (no en los asientos). En el Ecuador esta medida es de difícil
aplicación porque ciertas bebidas auspician este deporte. C) Ubicar los sistemas de
video vigilancia, impulsar el trabajo de inteligencia y la construcción de una policía
especializada en la violencia del fútbol.

BARRAS BRAVAS Y POLITICA:

Las barras bravas son grupos violentos organizados dentro de las hinchadas de fútbol.

Fueron identificadas por la sociedad como grupos organizados violentos en 1958


(algunos años después de la conformación de las primeras), tras la muerte del
espectador Alberto Mario Linker a manos de la policía en un partido entre Vélez
Sarsfieldy River Plate. Tras el hecho, la prensa denominó como una barra fuerte al
primero al que identificó como un grupo organizado violento, en tanto que el
término barra brava como denominación para los mismos surgió, también desde la
prensa argentina, en la década de 1960, aunque se popularizó en la década de 1980.
Las barras bravas se pueden distinguir por las banderas que despliegan, ya que en el
resto del estadio no existe otro sector donde haya tal cantidad. En la imagen, La Banda
del Expreso, barra brava de Godoy Cruz Antonio Tomba.

Al comienzo no eran grupos muy numerosos ni excesivamente violentos, pero con el


paso de los años, las barras bravas fueron creciendo y tomando cada vez más poder
dentro de los clubes, llegando al punto de haber algunas que han decidido en
ocasiones quién sería el presidente del mismo u obligando a dirigentes a renunciar a
sus puestos. Pasaron no solo a protagonizar hechos de violencia, sino a realizar
actividades ilegales con el objetivo de obtener un rédito económico (el cual lo suelen
controlar solo los miembros más importantes, ya que las barras bravas poseen
estructuras jerárquicas), como ser la extorsión a jugadores y dirigentes, venta y tráfico
de drogas, robos, etc., además de las actividades ilegales que puedan realizar los
integrantes de las barras bravas de forma individual y ajena a su accionar dentro de las
mismas. También suelen brindar servicios a dirigentes políticos y sindicales que las
contratan como grupos de choque (ante posibles enfrentamientos con seguidores de
otros partidos políticos o sindicatos durante actos, movilizaciones o protestas),
guardaespaldas, etc. También son financiadas por los propios dirigentes de los clubes,
que en ocasiones le dan sueldos a algunos de sus miembros, o porcentajes de las
ganancias por ventas de jugadores, y, entre varios negocios más, suelen exigir que
los vendedores ambulantes que los días de partido trabajan en el estadio y los
alrededores, les brinden un porcentaje de sus ganancias, a cambio de dejarlos trabajar
y protegerlos, por ejemplo, de robos.

Las hinchadas violentas del fútbol se han convertido en Argentina en una mafia
que ha encontrado en el sistema clientelar de la política y el sindicalismo el
campo propicio para expandir sus negocios fuera de los estadios.
En octubre de 2010 un grupo de sindicalistas ferroviarios argentinos que se
manifestaba en Buenos Aires contra la precarización laboral fue atacado por un
sindicato rival en un incidente que acabó con un muerto, Mariano Ferreyra, y tres
heridos, uno de ellos grave, por disparos de bala. Diez personas están detenidas por
esos hechos. Entre ellos, como presunto autor de algunos disparos, un miembro de
una barra brava (como se denominan en Argentina a los grupos de hinchas violentos
del fútbol) sin relación aparente con el sector ferroviario.

En cualquier otro país la presencia de un personaje así en un enfrentamiento sindical


causaría extrañeza. En Argentina, no. Los barrabravas no solo se han enseñoreado de
los estadios, extorsionando a dirigentes, entrenadores, futbolistas, agentes deportivos,
público y hasta vendedores de refrescos. Hace mucho tiempo que, además, han
extendido sus tentáculos para establecer unos turbios nexos con fuerzas políticas y
sindicatos. Estos peligrosos hinchas han encontrado una forma de sacar partido a su
agresividad fuera de los campos de fútbol vendiéndose como auténticos mercenarios.

Mónica Nizzardo, presidenta de Salvemos al Fútbol, una organización nacida en 2008


para denunciar la impunidad de los barrabravas y la corrupción en los clubes que los
amparan, denuncia que los sindicatos usan a los hinchas para “sus movilizaciones, para
que haya más gente”. Y no solo más gente, sino “gente peligrosa”, en el caso de que
haga falta recurrir a métodos expeditivos para resolver divergencias entre distintas
fuerzas sindicales, como quedó en evidencia en el caso de la muerte de Ferreyra.

También algunos líderes políticos se han servido de ellos como escoltas, como servicio
seguridad en manifestaciones o directamente como grupos de choque, patotas los
denominan en Argentina, para agredir a sus rivales o a ciudadanos opuestos a sus
planes. Incluso, durante la última dictadura militar (1976-1983),
algunos barrabravas colaboraron con las Fuerzas Armadas para reprimir a opositores
participando en los grupos que los detenían ilegalmente para luego hacerlos
desaparecer.

El periodista Gustavo Veiga, que ya en 1998 publicó sus investigaciones sobre esta
turbia connivencia en el libro Donde manda la patota. Barras bravas, poder y
política, explica que políticos y sindicalistas, sobre todo aquellos relacionados con el
omnipresente justicialismo (el movimiento impulsado a mediados de siglo por Juan
Domingo Perón), usan a estos hinchas como “mano de obra para ir a romper cabezas
en un acto si es necesario o enfrentarse a un grupo antagónico en el marco de un
congreso sindical”.

Veiga pone como ejemplo otro incidente en 1995, cuando el peronista Juan Carlos
Rousselot, alcalde de Morón, un municipio de la zona metropolitana de Buenos Aires,
recurrió a barrabravas para atacar a un grupo de opositores políticos y vecinos que
protestaban frente al ayuntamiento contra un millonario plan de infraestructura de la red
de cloacas. Lo más curioso del caso, recuerda el reportero, es que en esa agresión
actuaron conjuntamente miembros de las barras de los equipos Morón y Chacarita,
rivales irreconciliables en los estadios. “Lo que en el marco del fútbol es imposible, lo
puede la política”, ironiza.

Dinero e impunidad.

Los barrabravas prestan este tipo de servicios a los políticos fundamentalmente a


cambio de dinero. Pero también obtienen otras ventajas, como la impunidad, denuncia
Liliana Suárez, presidenta de la asociación Familiares de Víctimas por la Violencia en el
Fútbol Argentino (Favifa). Suárez impulsó la formación de esta agrupación después de
que su hijo, Daniel García, muriera en 1995 apuñalado por barrabravas a la salida de
un partido entre las selecciones argentina y chilena en la ciudad uruguaya de
Paysandú, pegada a la frontera con Argentina. Algunos de los sospechosos apuntados
por testigos, denuncia, formaban parte, precisamente, del grupo de choque de Juan
Carlos Rousselot y actuaban como guardias de seguridad en sus actos. Además,
agrega, trabajaban como funcionarios municipales en Morón e incluso viajaron hasta
Paysandú para ver el partido en una ambulancia municipal.

La mujer batalló durante 15 años para que la causa avanzara en la Justicia uruguaya,
pero las dilaciones y la falta de cualquier tipo de apoyo por parte de las autoridades y
de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) hicieron que el crimen prescribiera el año
pasado. “Siempre se dijo que la causa por la muerte de mi hijo no se investigó porque
se desparramaron miles de dólares para eso. No por los asesinos, sino por sus
mentores políticos”, se lamenta la presidenta de Favifa.

Según Salvemos al Fútbol, en las tres últimas décadas 130 personas han muerto en
Argentina en hechos de violencia relacionados con este deporte. Una mínima parte de
estos fallecimientos han sido resueltos por la Justicia.

Las barras bravas han tenido un crecimiento considerable desde los años 80. Y no solo
gracias al amparo de esos “mentores políticos” de los que habla Suárez. Los propios
clubes y la AFA, que desde hace 32 años está dirigida por el incombustible y
controvertido Julio Grondona, son señalados como los principales responsables de
haberlos potenciado con prebendas y con una actitud complaciente hacia sus
desmanes. “Los dirigentes del fútbol argentino fuimos culpables”, reconoce Raúl
Gámez, expresidente del equipo Vélez Sarslfield, de Buenos Aires. Gámez admite que,
como los demás responsables de los clubes argentinos, intentó apaciguar a los
violentos barrabravas concediéndoles entradas a cambio de que se portasen bien. Pero
se dio cuenta de que esta estrategia es contraproducente, porque tenerlos contentos se
vuelve poco a poco más complicado: “Cada vez les dábamos más cosas, para tenerlos
ahí, pactantes. Cuando quisimos luchar contra esto de la violencia, nos dimos cuenta
de que estábamos devorados, de que estaban instalados”.

Otros clubes intentaron incluirlos en la institución contratándoles para tareas como la


seguridad o el control de las entradas. Pero los desmanes y los incidentes continuaron
y la voracidad de las barras bravas aumentó. Ahora es habitual que cobren por el
estacionamiento en los alrededores del estadio, que exijan un canon a los vendedores
de refrescos o hamburguesas, que manejen la venta de mercadotecnia del equipo...
Peor aún, sostiene Nizzardo: extorsionan a futbolistas y técnicos a cambio de su apoyo,
e incluso se llevan un porcentaje en los traspasos de algunos jugadores.
En definitiva, se han convertido en una mafia que ha buscado expandir sus negocios
fuera del fútbol y ha encontrado en el sistema clientelar de la política y el sindicalismo
argentinos el campo propicio. Además de utilizarlos como servicios de seguridad o
como simples matones, los políticos “se valen de estos personajes para conseguir
votos”, indica Veiga. “Cada voto se cotiza en pesos. Un barra maneja una hinchada en
un determinado barrio. Va allí y dice: ‘Tenemos que votar a fulano en la próxima
elección”, explica. Otra fuente de ingresos, añade, es el alquiler de sus pancartas en los
estadios: “Como este año es electoral, en los partidos de fútbol van a aparecer
banderas de los políticos, y eso se paga”.

En relación a esta práctica, se desató un escándalo el año pasado que salpicó al


Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que no ha quedado todavía aclarado.
Más de 200 miembros de una coalición de barras bravas, amparada por un personaje
de nombre Marcelo Mallo, compañero de militancia del jefe del Gabinete de ministros,
Aníbal Fernández, viajó al mundial de Sudáfrica a animar a su selección y se vio
implicado en la muerte de otro aficionado argentino. Once barras de la primera y la
segunda división argentina habían creado meses antes de la cita mundialista Hinchadas
Unidas Argentinas (HUA) con el supuesto propósito de “trabajar como ONG” y bajo un
“compromiso de no violencia”. Además, se declararon abiertamente seguidores de
Néstor Kirchner y en las pancartas que exhibían en los estadios aparecían un pingüino
(símbolo del político) y las letras “KV”, siglas de “Kirchner Vuelve”. Antes de su
repentina muerte en octubre pasado, el expresidente era un probable candidato para
regresar a la presidencia argentina en las elecciones que tendrán lugar este mismo año.

Muerte en Sudáfrica.

Aunque al formarse HUA aseguró que no iba a buscar prebendas ni dádivas, la


oposición acusó al Gobierno de financiar el viaje de 235 de sus miembros al último
mundial. Salvemos al Fútbol denunció antes del evento que el Ejecutivo, a través de
Mallo, “los ayudó a juntar plata para ir a Sudáfrica” y pidió que se investigasen estos
nexos, pero desde entonces la querella no ha registrado avances. Además, la
asociación advirtió de que algunos tenían causas pendientes con la Justicia y tenían
prohibido salir del país. Pero las autoridades argentinas no lograron detenerles. Algunos
fueron rechazados por la aduana sudafricana, pero muchos lograron entrar. El resultado
fue un hincha, Luis Forlenza, muerto tras el partido en el que Argentina fue eliminada
por Alemania, en cuartos de final. La víctima, de 58 años y seguidor del Boca Juniors,
murió de un infarto. Oficialmente fue causado por un intento de robo, pero la prensa
argentina aireó que fue agredido por barrabravas de HUA. El Gobierno se desentendió
entonces de esta agrupación y durante un tiempo pareció que se había desintegrado.
Pero el pasado 24 de mayo HUA reapareció cuando unos 300 de sus integrantes se
manifestaron frente a la sede de la AFA exigiendo entradas para la Copa de América
que se celebra en julio en este país.

Cuantos más favores (voluntarios o bajo extorsión) reciben las barras, más fuertes se
hacen y más complicado es controlarlas, sostiene Veiga, que advierte: “Esos mismos
políticos que los financian, esos mismos sindicalistas que los prohijan y los usan como
grupos de choque, difícilmente van a terminar con esto, porque ya son rehenes de esos
grupos”.

Violencia en la cancha

La violencia en la cancha –que proviene de las propias características de la práctica del


fútbol y que se despliega en el campo y en los 90 minutos de juego4 es en la actualidad
aislada, a pesar de tener una lógica explícita: el conflicto por la disputa de los diferentes
universos simbólicos y por las características especiales de ser un deporte de contacto
y fricción. Adicionalmente hay que tener en cuenta el contexto: lo que representan los
clubes socialmente en términos de las regiones o de los grupos5 , las presiones
económicas de los sponsors6 y la presencia de los medios de comunicación, con todos
los ojos del mundo puestos sobre ellos. La violencia en el campo de juego tiene como
actores a los jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes y cuerpos técnicos, actores
directos del espectáculo, y se concreta a través delas confrontaciones verbales,
simbólicas y físicas que se hacen totalmente visibles, porque esta manifestación de
violencia es la más reproducida por los medios de comunicación. En el caso del fútbol
ecuatoriano, por ejemplo, las imágenes de la gresca del partido entre Liga de Quito y
Barcelona, ocurrida en el 2006, fueron reproducidas una y otra vez por la avidez de las
hinchadas, convertidas en ratting por la televisión. En este caso el procesamiento de la
violencia por la prensa fue muy interesante: los medios quiteños defendieron a Agustín
Delgado mientras los guayaquileños lo condenaron. Sin embargo, si el partido se
hubiera jugado en Guayaquil años antes, cuando Delgado jugaba en el Barcelona y los
hechos de violencia hubieran sido los mismos, el comportamiento de la prensa hubiera
sido inverso. Pero aún más, si Delgado hubiera jugado por la selección nacional un
partido contra el Perú, el “Tin” Delgado hubiera sido considerado un héroe nacional.
Aquí viene al caso lo ocurrido cuando ZinedineZidane le propinó un fenomenal
cabezazo en el pecho a Marco Materazzi, en la final del Mundial de Fútbol del año
2006, entre Francia e Italia. De la reacción de Zidane se han desprendido
consideraciones étnicas, migratorias e histórico-políticas, que condujeron a que Francia
condene a Materazzi y Zidane sea considerado un héroe nacional por escritores,
comentaristas deportivos, futbolistas e, incluso, por el propio presidente de Francia de
ese entonces, Jacques Chirac. Y con esa jugada de cabeza se despidió del mundo del
fútbol un jugador cerebral, dejándonos para siempre ese cabezazo en la memoria. Es
decir, que en el fútbol como en la vida, la violencia es relativa y eso lo saben muy bien
los medios de comunicación. Pero también hay que señalar que la violencia en la
cancha ha sido prácticamente desterrada, gracias al proceso civilizatorio seguido por la
institucionalidad de la FIFA y las políticas públicas, lo cual no significa que haya
desaparecido del todo, porque siguen existiendo casos aislados. No hay que olvidarse
que se trata de un deporte de contacto, de fricción y de conflicto, que nace de la
confrontación entre diferentes7 ; aunque sí debe quedar claro que esta violencia inicial
ha sido históricamente superada.

Violencia en los estadios


El control parcial de la violencia en las canchas no ha significado su desaparición sino
un desplazamiento expansivo hacia otros espacios, como es la llamada violencia de los
estadios. De esta manera se percibe el tránsito de la violencia de los jugadores en la
cancha hacia las gradas, donde están los espectadores; es decir, de los futbolistas a los
seguidores, inscrito en el hecho histórico de la transición del fútbol-deporte hacia el
fútbol-espectáculo8 . En este momento nace el estadio, en tanto recinto deportivo que
diferencia claramente los graderíos que albergan a los aficionados y la cancha donde
actúan los deportistas9 . En el espacio de las gradas –como espacio de afirmación
colectivo– se encuentran grupos antagónicos que llevan a cabo batallascon violencia
simbólica (señales, cánticos, letreros) y con violencia física (golpes, disparos, grescas)
muy particulares. Allí se ubica el robo y la posterior quema de banderas, el
arrebatamiento de bombos u otros instrumentos simbólicos, los canticos al unísono que
intentan acallar o someter a la otra barra con temas que recuerdan sus derrotas
memorables y claro, también, la gresca y la trifulca con funestas consecuencias. Los
espectadores crecen en número y en pasión, al grado de hacerse parte del fútbol y de
llenarse de sociedad. Los universos simbólicos de los equipos se construyen en la
lógica de la relación sociedad y fútbol, porque la identidad es algo propio que se
consolida en la confrontación, tan es así que –por ejemplo– en un clásico local,
encarnan la revancha social entre equipos que representan a los ricos y a los pobres; y
en un clásico nacional, expresan los conflictos regionales o urbanos; siendo en los dos
casos partidos calificados de alto riesgo10. El hincha con espíritu gregario no razona
sino se apasiona, tanto que es solidario con los suyos y agresivo con los otros; por eso
lo único que le interesa es aplastar al adversario. Con esta pasión llegan a otro nivel las
hinchadas, asumiendo los nombres de barras bravas en Argentina, hooligans en
Inglaterra, ultras en España, torcedores en Brasil y teppiste en Italia y, cuando lo hacen,
es la palabra que los nombra la queles da carta de nacimiento11. Esta nueva expresión
que adopta la hinchada nace alrededor de la década de los años sesenta y se
desarrolla con fuerza desde los años ochenta12. El salto de espectador o hincha hacia
barra brava produce un incremento de la violencia gracias, entre otras razones, a cuatro
factores: » Las barras bravas son el resultado de la evolución del hincha, considerado
un seguidor pasivo, espontáneo y entusiasta del equipo, hacia un fanático, apasionado
y adicto, que salta de una persona aislada a otra que tiene socialmente fidelidad. Se
trata de la construcción de una organización que le da estabilidad a su inserción y que
le sirve para mediar con el club, recibir auspicios privados y confrontarse con otras
barras de otros equipos. En esto los medios de comunicación juegan un rol central
porque los visibilizan (propaganda) y los convierten en actores del fútbol (interpelan). »
La potenciación de las barras bravas va a la par del aparecimiento y desarrollo de las
pandillas o tribus juveniles: las jefaturas y los anillos que forman parte tienen mucho de
las organizaciones militares: autoritarias y jerárquicas; así como su estructura y
prácticas no son muy distintas a las que tienen las pandillas juveniles.» La
internacionalización del fútbol requiere del desplazamiento de las hinchadas,
produciendo la circulación internacional de la xenofobia, el nacionalismo, el racismo, el
chauvinismo; así como el intercambio de información entre las barras visitantes y
locales, que luego actúan en red gracias al internet. Las hinchadas se convierten en el
complemento de autodefensa que los equipos requieren para sus movimientos. Allí
nace la necesidad de financiar su desplazamiento, constituyéndose esta economía de
la hinchada, que se nutre de fuentes santas, y non sanctas13. » El establecimiento de
relaciones perversas de las barras bravas con dirigentes, jugadores, cuerpo técnico,
jueces, medios de comunicación, políticos y sponsors (auspiciantes), muestran que
actúan como actores del espectáculo deportivo, de la organización del club y de la
defensa del equipo de fútbol en sus viajes. En otras palabras, se hacen parte de la
estructura del club y se convierten en un mal necesario: aparecen en lo que interesa
que aparezcan y se les esconde cuando la violencia aflora; por eso la violencia no
aparece en la estadística, en la justicia y, cuando es difícil esconderla, se recurre a los
chivos expiatorios o a los llamados infiltrados14. En el país estaríamos entrando en un
cambio histórico: de hinchada a “barra brava”, donde tres actos violentos muestran este
quiebre: primero, en el 2006, en el clásico Emelec yBarcelona, se registraron cuarenta
heridos como consecuencia de los enfrentamientos entre grupos violentos de las dos
hinchadas y contra las cabinas de transmisión del partido, en el estadio George
Capwell. Segundo, en el 2007, Carlos Cedeño, un niño de 11 años e hincha de Emelec,
fallece luego de ser impactado por una bengala que salió de la barra de Barcelona, en
su estadio15. Y tercero, en el 2009, un hincha de Nacional de Quito, fue apuñalado por
la barra de Liga de Quito, hasta su muerte, en las inmediaciones del estadio del estadio
en Ponciano16. De esta manera, las barras de fútbol tienden a convertirse más en
organizaciones con estructuras mafiosas, con cabecillas buscados por la policía,
asociadas al tráfico de drogas y al comercio de bienes irregulares, cómplices en
muchas ocasiones de procesos de extorsión en contra de los futbolistas, todo lo cual
provoca, más temprano que tarde, asesinatos de rivales, posesión y uso perverso de
armas de fuego y batallas campales entre hinchadas. Pero adicionalmente genera una
exacerbación y polarización que fractura el universo social, no solamente entre ricos y
pobres, sino también entre hinchas de un equipo e hinchas de otro o de una ciudad y
otra; o de una región u otra.

Violencia fuera del lugar

La violencia en los bordes coincide con el incremento de la violencia a escala


planetaria, con lo cual se producen mutuas interacciones entre la violencia general y la
del fútbol en particular. La violencia es territorial, porque ocurre en algún lugar y porque
la violencia del fútbol –más que ninguna otra– tiende a connotar el espacio con cargas
simbólicas e imaginarios sociales. Por eso la violencia de los estadios es una violencia
territorial, que con el paso del tiempo crece significativamente, al grado de hacerse
brutal y extremadamente visible. Por eso, en el momento de mayor auge de de las
barras bravas –la de los hooligans17– la señora Margaret Thatcher, primera ministra del
Reino Unido, hizo una propuesta para detener la violencia, acogiendo el llamado
“Informe Taylor”: todos sentados (asientos numerados), todos identificados (asiento
para el que compra), todos separados (asientos para visitantes y para locales) y todos
vistos (cámaras de video). Con ello la violencia de los estadios se controló
relativamente, al extremo que salió de los estadios y se volcó sobre los territorios
contiguos; porque siempre las políticas de shock en violencia producen
desplazamientos y porque no actúan sobre las estructuras que las generan. Por esta
razón, la violencia desborda los estadios, trasladándose desde las inmediaciones del
estadio hacia la ciudad, sobre todo en aquellos países donde el fútbol nace por
iniciativa de una urbe (Cuenca, Getafe, Liverpool), por la rivalidad barrial18 o por la
organización institucional19. En confrontación con otro equipo con un origen similar o
distinto, se construye el escenario de la rivalidad y de la violencia, de forma ubicua
gracias a que los medios de comunicación aportan mucho, porque construyen el paso
histórico del espectador a teleaudiencia (consumos culturales); pero también la
camiseta aporta con lo suyo, cuando pasa de la condición de insignia que sirve para
distinguir a los equipos en la cancha, a vitrina ambulante que camina por la ciudad,
convirtiéndose en estatus, marca e identidad que invade el espacio público, bajo la
forma de una toma de posesión del territorio, que termina por extirpar al otro. Los
hinchas tienden a apropiarse de los espacios, para lo cual la camiseta, la caminata y el
grafitti son marcas claves del dominio logrado. El estadio donde juega de local es el
centro simbólico espacial por excelencia. Sus inmediaciones son parte del territorio
demarcado –como hacen los perros para impedir la entrada de un enemigo– que hay
que defenderlo a como dé lugar: en este caso no hay una disputa del espacio, sino una
defensa de la soberanía territorial; por eso el hincha del equipo visitante es visto como
invasor. Más significativo es el caso de los estadios que están enclaustrados en su
barrio, porque eso implica unadefensa aún más significativa del territorio; porque el
estadio es una marca de memoria, de simbología y de afirmación del conjunto del
barrio. La caravana anual de la Liga Deportiva Universitaria o el salir del barrio la
Victoria caminando para acompañar a Alianza Lima, son formas de llegar al estadio
rompiendo con la territorialidad ajena, afirmando su existencia épica y convocando a la
derrota del adversario. Por eso la entrada al estadio cuando el partido se ha iniciado
termina siendo una forma de provocación y, todavía más, una señal de haber llegado
con la espada de escalibur. La guerra no se libra solamente en la cancha, bajo el
control arbitral, sino también a la salida del estadio, entre las turbas descontroladas que
buscan enfrentarse luego del partido. Con mucho más razón si hemos perdido, porque
es en este campo del honor que se busca la reivindicación del mal arbitraje o del mal
partido de los jugadores o de la mala alineación hecha por el entrenador. En otras
palabras, la violencia de la sociedad, la típica del fútbol y las políticas de regulación de
la violencia en los estadios, produjeron la reubicación de la violencia hacia otro
escenario: las inmediaciones de los estadios y la ciudad. Hoy la violencia está en las
afueras de los estadios, donde se confunde la violencia del fútbol con la violencia de la
sociedad. Con ello la violencia del fútbol sufre un segundo desplazamiento: si el primero
fue de la cancha a los graderíos, en este caso es de los graderíos (violencia de los
estadios) hacia la calle, hacia el espacio público, hacia la ciudadequipos vinculados a
las religiones, a la política, a las instituciones, a las regiones o a las ciudades son una
forma en que lo social y lo futbolístico generan un espacio común. A nivel de las
hinchadas, sin duda el fenómeno de las pandillas no es muy distante ni tampoco distinto
a las barras bravas. Con la mercantilización extrema del fútbol, se convierte en un
sector de la economía donde los actores directos tienen ingentes recursos económicos
y los exponen públicamente con mucha bomba. Las violencias alrededor del fútbol tiene
varias dimensiones: las dinámicas delincuenciales hacia los jugadores, dirigentes y
allegados al fútbol –dada la condición de figuras públicas confrontadas y con altos
ingresos expuestos ostentosamente– se producen agresiones físicas y simbólicas. Así
tenemos los secuestros en Argentina20, Brasil y México, entre otros21; las vacunas que
deben pagar los jugadores a las organizaciones de extorsión a cambio de su seguridad;
las presiones de las barras a determinados jugadores, entrenadores y dirigentes para
que entreguen dinero con el objeto de acompañar a su equipo al exterior; caso
contrario, amenazan con crear un ambiente negativo, que en muchos casos han sido
causantes de despidos de futbolistas o entrenadores y, también, de atentados
criminales (Bolaños en Ecuador, Habergger en Argentina22)

LA AUsENCIA DEL EsTADO EN EL DEPORTE

El fútbol en los barrios funciona como contención ante los problemas sociales. La
violencia impuesta por el narcotráfico hace difícil sobrellevar la vida de los que están en
el medio de los enfrentamientos. En ese contexto, los clubes barriales cumplen una
función importante para dar resguardo a quienes encuentran en el deporte la salida a la
violencia diaria. Sin embargo, el Estado está ausente. Las instituciones sobreviven
gracias a dos o tres personas que redoblan los esfuerzos para sostenerlas, pero
muchas veces no logran su cometido. En un informe del programa Cuestión de Fondo
(Canal 9 Litoral) se conocieron testimonios que dan cuenta de esta realidad.

En el barrio Anacleto Medina se encuentra la canchita del club Ciclón del Sur y allí
Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) dialogó con Franco, un joven de 19 años que tuvo
una serie de problemas que lo dejaron en una extrema vulnerabilidad. La llegada de su
hijo y la contención del fútbol le permitieron salir a flote y lograr rearmar su vida.

“El fútbol para mí es algo que me saca cuando estoy mal y triste, y ayuda a que mi
familia este orgullosa de mí. Estoy agradecido al deporte del fútbol porque tuve muchos
problemas y sin embargo cuando venía a entrenar me liberaba de esos problemas”,
contó Franco.

“Tenía problemas en mi casa y en el barrio, donde no podíamos salir porque vivían a


los tiros y corría mucho la droga. A la tarde era el momento para entrenar porque
después no se podía salir de la casa”, relató.

Ante eso, admitió que “la droga siempre estuvo en el barrio, y sigue estando, pero
ahora no es lo mismo que antes y cambió el barrio porque los problemas se fueron,
porque tengo muchos amigos presos o muertos por el tema de la droga”. “Me acuerdo
de muchos amigos que hasta hace tres años atrás salíamos a cazar pájaros o
tomábamos un jugo en la esquina, pero después eso cambió porque vivían drogados y
ya no se podía salir, tus propios amigos te querían robar y al otro día no se acordaban”,
rememoró.

“Cuando supe que iba a ser papá para mí cambió todo, todo fue distinto, y me cambió la
vida”, concluyó.
El caso particular de Franco se enmarca dentro de un problema estructural. Los
narcotraficantes gobiernan donde no gobierna el Estado. Sobre esto Adrián López,
formador y director técnico de Ciclón del Sur, pone en evidencia las dificultades del
trabajo que llevan a cabo los clubes en los barrios y cómo esto es terreno fértil para que
el dinero del narcotráfico termine financiando planteles del fútbol amateur en Paraná.

“Como beneficio, el fútbol es el deporte que menos recursos necesita para practicarlo,
pero lamentablemente no se le está dando el apoyo que tendrían que darle. Hoy este
lugar para los chicos es como jugar en la cancha de River porque hasta el año pasado
no tenían ningún espacio donde entrenar, y ahora son las seis de la tarde y los chicos
están acá. Cuando entrenan son dos horas menos para que los chicos estén en la
calle”, reflexionó López en diálogo con Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral).

En ese marco, admitió los problemas que acarrea la droga en los barrios:
“Lamentablemente me ha tocado con chicos muy jóvenes, que pueden ser mis hijos. Te
duele muchísimo y te pega ver a chicos que están toda la semana entrenando, que
están bien y cuando llega el fin de semana llegan al partido en un estado lamentable,
donde prácticamente no son dueños de sus actos, y hay que tratar de contenerlos, de
no marginarlos del todo porque si no es peor”.

Especificó que en esos casos “tienen conductas agresivas cuando están así y hay que
tratar de manejarlos, si pensabas que jugara de titular tenés que llevarlo al banco y
tratar de hacerle entender que perjudica a los compañeros”.

No obstante, también reconoció que “muchas veces tenés la suerte que el trabajo que
hacés y el entorno que consiguen los chicos les ayuda”.

Como ejemplo, relató: “Hay un caso de un chico que se puso en pareja con una chica
que lo cuida, que tiene un buen trabajo, que lo contiene y que le hizo ver que hay otras
cosas lindas en la vida para disfrutar y gracias a Dios pudo salir de eso”. “Y hay otros
chicos que hemos visto que de a poco han mejorado y se alejaron de ese entorno que
los perjudica tanto, y es una lucha permanente. Si no les damos recursos y
herramientas para que ellos vean una posibilidad nueva, es difícil, hay que enseñarles a
creer un poco más en ellos”, afirmó.

En ese contexto, cuestionó la ausencia del Estado: “Lamentablemente el Estado no


hace nada, esa es la realidad, porque acá se hace todo a pulmón. Todos los clubes
chicos dependen de dos o tres personas que le ponen el pecho en lo económico y lo
organizativo y se tienen que arreglar como pueden”. “El año pasado a Ciclón del Sur le
sacaron las tres categorías juveniles porque no le alcanzó en un momento para pagar el
borderó, y el Estado no estaba para cubrir eso, y así dejaron a 100 chicos sin jugar por
fin de semana, y a nadie le importó; ni siquiera a la Liga Paranaense”, ejemplificó.

“Cuando el Estado no está, los que más se benefician son los que están en la
comercialización de la droga, porque los chicos no encuentran contención, no se les
brindan cosas para entusiasmarlos y hacerlos creer en ellos mismos. La mayoría de
estos chicos el gran problema que tiene es que nunca vieron una posibilidad en la vida,
y prácticamente desde que nacen conocen solo cosas feas, y no ven una posibilidad
porque nunca les tocó nada bueno, nada positivo”, describió.

“No soy adivino por decir que en algunos clubes se ha metido la droga y los recursos
que genera la droga, algunos quizás lo ven como un beneficio para los chicos pero
todos sabemos que nada es gratis en ese ambiente, y por eso es el camino más
equivocado que pueden tomar algunos dirigentes si recurren a esos recursos que no
son genuinos del Estado y que tampoco te los dan desinteresadamente”, reflexionó.

Hechos asi nos dan a entender como el estado debe de estar en el deporte como un
sostén para asi evitar este tipo de aconteciminietos

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