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ALIPIO SÁNCHEZ VIDAL

PROFESOR TITULAR DE PSICOLOGÍA SOCIAL DEL DEPARTAMENTO


DE PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA

MANUAL
DE PSICOLOGIA
COMUNITARIA
Un enfoque integrado

EDICIONES PIRÁMIDE
COLECCIÓN «PSICOLOGÍA»

Director:
Francisco J. Labrador
Catedrático de Modificación de Conducta
de la Universidad Complutense de Madrid

Diseño de cubierta: C. Carabina

Realización de cubierta: Anaí Miguel Para mis estudiantes de Barcelona;


para los lectores latinoamericanos y españoles.

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© Alipio Sánchez Vida]


© Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), 2007
Juan Ignacio Luca de Tena, I 5. 28027 Madrid
Teléfono: 9 I 393 89 89
www.edicionespiramide.es
Depósito legal: M. 4.612-2007
ISBN: 978-84-368-2099-7
Composición: Grupo Anaya
Printed in Spain
Impreso en Lavel, S. A.
Polígono Industrial Los Llanos. Gran Canaria, 12
Humanes de Madrid (Madrid) © Ediciones Pirámide
PARTE PRIMERA
Concepto y bases teóricas
Orígenes, desarrollo y valoración 1

Se suele hablar de psicología comunitaria (PC), y protección social para construir un Estado del
en singular, como si existiera un solo cuerpo prác­ bienestar al estilo europeo.
tico-teórico, ligado a la disciplina desarrollada en De forma que en este capítulo, dedicado a situar
Estados Unidos de América (EUA), que sería el históricamente y valorar la psicología comunitaria
referente y modelo básico, si no el único. La rea­ (PC), se destierra ya de entrada el mito de la enti­
lidad es, sin embargo, que, tanto histórica como dad unitaria del campo, narrando, junto al «guión»
temáticamente, el campo es plural (Sánchez Vi­ histórico estadounidense, los correspondientes a
dal, 2001a), y el término «psicología comunitaria» América Latina y España, ligados a dinámicas y
abarca formas distintas, aunque convergentes, de realidades sociales distintas desde las que pode­
comprensión y práctica de lo comunitario desde mos comprender mejor los «productos» científi­
la psicología como respuesta a retos y demandas co-prácticos surgidos en cada una. Eso no debe
sociohistóricas específicas. Así, mientras en EUA hacemos olvidar, sin embargo, las convergencias
la PC es creada por psicólogos clínicos insatis­ e interrelaciones tanto de las variantes comunita­
fechos con la forma de atender la salud mental rias generadas como de las matrices sociohistóri­
en una sociedad muy polarizada por una guerra cas de origen. Ni tampoco, que, como sucede en
exterior (Vietnam) y los derechos civiles, en la otros campos, al estar mejor documentado y haber
América Hispana deriva del injerto de psicólogos tenido mayor difusión, el «guión» histórico -y
muy concienciados políticamente en experiencias la propia PC- estadounidense ha alcanzado una
pluridisciplinares de desarrollo comunitario en so­ superior «eficacia» como modelo a seguir en otras
ciedades marcadas por la pobreza, el autoritarismo regiones sociales.
y la dependencia externa. Mientras en EUA (y otros Dejamos para el capítulo 2 la descripción temá­
países ricos) los psicólogos comunitarios reivin­ tica de las distintas formas de entender y practi­
dican la comunidad frente a los estragos causados car la PC para centramos, en éste, en la narración
por el individualismo y el utilitarismo social, en histórica y el análisis social. No sólo n�s intere­
el sur (véase el capítulo 2) se preocupan por la sa cómo y cuándo surgen entre los psicólogos los
pobreza, la desigualdad y el fatalismo social. En afanes comunitarios en un contexto social, sino,
España, el desarrollo de la PC está ligado (como también, por qué surgen: cuáles son las fuerzas
en el «cono sur» latinoamericano, por otro lado) sociales y las razones profesionales que no sólo
a una «transición democrática», a la emergencia explican el nacimiento y desarrollo del campo sino
académica y profesional de la psicología y al for­ que nos pueden permitir vislumbrar su futuro a la
talecimiento de los sistemas de salud, educación luz de las siempre cambiantes circunstancias. Da-
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das, por otro lado, la gran carga activista del campo cenario comunitario y a apropiarse del conjunto del mejorar la atención profesional y las condiciones se reúnen en un barrio de Boston para redefinir
comunitario y su limitada sistematización teórica, campo. De tal manera que en otras regiones no po­ de vida de los «enfermos» mentales. Inicialmente, la formación psicológica. Acaban, sin embargo,
la aproximación histórica es una buena forma de cos sectores y autores le otorgan a menudo el papel el Instituto Nacional de Salud Mental (1949) es el elaborando una proclama (Bennett, 1965; Blanco,
introducirse en la PC y de tener una primera com­ «natural» de modelo a seguir aunque las necesida­ catalizador de los esfuerzos reformistas. Varios psi­ 1988) más amplia, radical y acorde con los tiempos
prensión global de ella. Narro, pues, por separado des y circunstancias históricas y sociales difieran cólogos trabajan con Caplan y Lindemann en la que corren. Se propone un nuevo campo y forma
el desarrollo de la PC en EUA, América Latina y marcadamente de aquellas en que se desarrolló la línea multidisciplinar de prevención y trabajo co­ de actuación en que el psicólogo de salud mental,
España distribuyendo el espacio según las áreas en corriente comunitaria estadounidense. Es también munitario que, al usar el enfoque comunitario con rompiendo los moldes establecidos, sea un agente
que supongo se usará este libro, la disponibilidad visible (sobre todo en América Latina) una tenden­ problemas de salud mental, se llama salud mental de cambio social, analista de sistemas sociales,
del análisis sociohistórico y la documentación a cia a reivindicar la forma autóctona de conceptuar comunitaria. Caplan aporta gran parte del andamia­ consultor en asuntos comunitarios y «conceptua­
mi alcance: resumo por archiconocida la historia y practicar la PC cuya combinación con la anterior je conceptual y práctico preciso: introducción del lizador participante», que estudia integralmente a
norteamericana, ofrezco un esbozo tentativo de la suele producir una actitud general de ambivalencia modelo de prevencion en el campo de la salud men­ las personas en relación a su contexto. El nuevo
sudamericana (menos documentada y conocida por variable que liga el reconocimiento del legado co­ tal, teoría de crisis, metodología de consulta, apoyo campo es apropiadamente bautizado «psicología
mí) y me extiendo en la española, en que, al serme munitario estadounidense con el rechazo del riesgo social, etc. comunitaria» (community psychology). Y aunque
más familiar, hago un esfuerzo de sistematización de colonización que siempre acompaña a los con­ Dos son los hitos históricos ( véase el cuadro en 1974 aparece un primer libro a cargo de Zax y
de las diversas piezas informativas dispersas a lo tactos con esa cultura. 1.1) de la PC estadounidense. En 1963 Kennedy Specter con ese título, hay que esperar tres años
largo y ancho de la literatura. La segunda parte del propone la creación de los centros de salud mental más para ver el influyente volumen de Rappaport
capítulo es mucho más interpretativa y valorativa y, comunitaria, la piedra angular de la nueva forma de (1977), cuyo subtítulo -«valores, investigación y
por tanto, susceptible de discusión y discrepancia; 1.1. Origen y contexto atención. En 1965, un grupo de psicólogos comu­ acción»- revela el triple carácter -ético, cientí­
la dedico a sintetizar las creencias y valores implí­ nitarios «rompen» con la línea «clínico-comunita­ fico y político- que para ese autor tiene la PC.
citos en la PC, hacer un balance de la breve vida En EUA la PC nace en los años sesenta del pa­ ria» (la salud mental comunitaria) y «fundan» la
del campo y proponer una agenda para el futuro y, sado siglo. Y, no por casualidad... Los sesenta son psicología comunitaria como empresa «específica­
en función de ese carácter de reflexivo y evaluati­ una época convulsa y rebelde preñada de cambios mente» psicológica, más politizada y acorde con 2. RAÍCES E INFLUENCIAS
vo, puede ser inicialmente obviada, reservando su sociales y culturales que fecundan las décadas ve­ los nuevos vientos sociales. Estas dos fechas seña­
lectura para el final, tras haber leído otros capítu­ nideras marcando buena parte de la agenda política lan respectivamente el origen social y académico ¿ Qué fuerzas históricas y tendencias sociales
los del libro. Su lectura debe, además, estimular y social hasta el advenimiento de la «contrarrefor­ de la PC estadounidense. En su mensaje de 1963 al están en la raíz de la constitución social y profe­
la propia reflexión crítica del lector, que, a partir ma» neoliberal y la globalización que sigue al hun­ Congreso el presidente Kennedy recomienda que sional de la PC en los sesenta en EUA? Diversos
de su situación social, geopolítica u otra, debería dimiento del socialismo. En esos años EUA (véase, se adopte un «enfoque nuevo y atrevido», preven­ análisis sociales y comunitarios aportan pistas úti­
ser capaz de confeccionar unas conclusiones y una por ejemplo el espléndido retrato de Rosen y Kings­ tivo, para combatir los problemas de trastorno men­ les para responder a esa pregunta: Korchin (1976),
agenda de futuro diferente o, al menos, diferenciada bury, 1977) es una sociedad crispada y polarizada tal; un enfoque que, además de contar con progra­ Zax y Specter (1979), Levine (1981) y Bloom
de la que aquí se incluye. en tomo a serios conflictos: protesta contra la gue­ mas concretos para paliar las causas del trastorno (1984), American Journal of Community Psycho­
rra de Vietnam, movimiento pro derechos civiles mental, exige que se fortalezca la comunidad y el logy (1987), Nisbet (1953), Sarason (1974), Bell
de los negros, rebelión contracultural, brecha ge­ sistema de bienestar social, que se adopten progra­ ( 1976) y Bellah y otros (1989). Sintetizo en cinco
1. ESTADOS UNIDOS: neracional, guerra fría contra «el comunismo», etc. mas educativos para corregir las duras condiciones (cuadro 1.1) los factores asociados a la emergencia
SALUD MENTAL COMUNITARIA Todo eso en medio de una euforia económica en ambientales a menudo asociadas al trastorno men­ y desarrollo de la PC en EUA: descontento con los
Y PSICOLOGÍA COMUNITARIA que los recursos parecen ilimitados y la búsqueda tal. Posteriormente, y siguiendo las recomendacio­ servicios de salud mental, cambios sociales ligados
de una sociedad mejor, más justa y culturalmente nes de la Comisión establecida para estudiar el tras­ a la industrialización y urbanización, activismo so­
A diferencia de la europea y latinoamericana, la libre encandila a los jóvenes. Y no sólo en Occi­ torno y la salud mental, se crea una red de «centros cial y profesional de los sesenta, «aplicacionismo»
historia de la PC estadounidense está escrita; basta dente; en China, Mao lanza la «revolución cultural», de salud mental comunitaria», que habrán de sus­ psicosocial y estudio del cambio social. _Como se
ver, por ejemplo, los libros de Levine (1981), de y en Cuba las conquistas sanitarias, sociales y edu­ tituir el tratamiento hospitalario del problema men­ verá, varios de esos «determinantes» está� también
Bloom (1984) o el monográfico del American Jo­ cativas de la revolución castrista iluminan, como tal por la prevención y la atención comunitaria de implicados en grado variable en el surgimiento de
urnal of Community Psychology (1987). Como se un potente faro, el continente americano. ese trastorno. Es el origen socioprofesional del tra­ la PC en otros países al atravesar períodos de de­
ha apuntado, los psicólogos comunitarios estadouni­ El movimiento comunitario estadounidense se bajo comunitario. sarrollo económico similares. El análisis muestra,
denses han elaborado un guión histórico y conceptual incuba en este contexto. Combina el triple activis­ Por otro lado, en 1965 algunos psicólogos que sin embargo, que ciertos rasgos culturales y socia­
más coherente y documentado que sus homólogos mo ciudadano, contracultura} y profesional con el están usando el enfoque comunitario en diversos les específicos modulan la influencia final que la
de otras regiones que, al ser, además, el más antiguo impulso político del gobierno de Kennedy, que apro­ ámbitos (Instituto Nacional de Salud Mental, pro­ industrialización y los profundos cambios asocia­
y difundido, ha tendido a ocupar el centro del es- vecha el clima social y la bonanza económica para gramas en distintas comunidades, universidades) dos tienen en las distintas sociedades y en la forma

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en que éstas encaran los retos y problemas sociales blemas de salud mental que se da en un contexto sin ofrecerles ayuda terapéutica, sólo disponible, Dos encuestas encargadas por una comisión para el
ocasionados por los cambios. Examinemos breve­ social convulso. Un movimiento impulsado por la en todo caso, para aquellos privilegiados que pueden estudio de la salud y enfermedad mentales (Albee,
mente esos factores. denuncia de ex pacientes mentales, las propuestas pagarse la psicoterapia privada. Pero es que, además 1959; Gurin y otros, 1960) mostraron, además, tan­
de la antipsiquiatría europea y el activismo entu­ de no ser terapéutico, el hospital psiquiátrico, se to la enorme desproporción entre la gran demanda
siasta de un sector de psicólogos clínicos que, in­ dice, tiene efectos muy negativos sobre sus acogi­ de atención en salud mental y la limitada oferta pro­
2.1. Alternativas de atención satisfechos con el modelo médico y el tratamiento dos, a los que «institucionaliza» y deshumaniza en fesional como el potencial terapéutico de personas
en salud mental psiquiátrico, buscan enfoques y alternativas más un proceso en que los pacientes son separados de no profesionales en situaciones críticas y de dificul­
humanos, eficaces y socialmente justos. Veamos su entorno comunitario, despojados de su capacidad tad que, además de no ser atendidas por los profe­
Como se ha indicado, la PC estadounidense es los distintos aspectos que motivan la búsqueda de de decidir y controlar su propia vida y sometidos a sionales, pueden ser el primer paso del desarrollo de
esencialmente un movimiento para cambiar la con­ nuevos modelos conceptuales e interventivos para una vida rutinaria y sin sentido propia de la «insti­ un problema psicológico más serio. Emergen, final­
cepción y respuesta social y profesional a los pro- los problemas psicológicos. tución total». La aparición de las drogas psicoac­ mente, nuevos problemas (drogas, abortos, crisis fa­
tivas -que suprimen muchos síntomas perturba­ miliares y de relación, «desajustes» sociales, etc.)
dores y permiten que los psicóticos se desenvuelvan que, por su naturaleza más social, demandan res­
CUADROl. l puestas interventivas distintas de la psicoterapia tra­
con relativa normalidad en la vida diaria- y el
Origen y causas del desarrollo de salud mental comunitaria y psicología comunitaria en Estados Unidos desarrollo de alternativas psicosociales -terapia dicional formal, más flexibles, inmediatas y cercanas
del medio, comunidad terapéutica, intervención de al estilo de vida y valores de los grupos sociales -jó­
1963. Propuesta «centros de salud mental comunitaria» crisis, consulta y otros- permiten la desinstitucio­ venes, pobres, marginales, etc.- que las sufren. La
Hitos históricos nalización psiquiátrica que comporta el cierre de
1965. Conferencia Boston: «psicología comunitaria» convergencia de los límites de la psicoterapia, la
muchos hospitales y la vuelta de sus internados a evidencia del papel de los agentes terapéuticos «na­
Búsqueda de alternativas servicios de salud mental sus familias o comunidades de origen, donde pueden turales» y la emergencia de nuevos problemas psi­
• Repudio del modelo médico. seguir un tratamiento más humano y socialmente cosociales apuntan claramente a la necesidad de de­
• Rechazo del hospital psiquiátrico, desinstitucionalización.
• Desencanto con psicoterapia.
arraigado. La desinstitucionalización esconde, tam­ sarrollar y poner a prueba nuevas formas de actuación
Causas bién y por desgracia, motivaciones económicas (se más apropiadas a los nuevos problemas y a los gru­
• Desproporción oferta-demanda.
• Nuevos problemas psicosiciales (drogas, fracaso escolar, crisis familiares, estrés, etc.). espera ahorrar dinero al cerrar los hospitales psi­ pos sociales demandantes. El trabajo familiar, grupal
Desintegración social y desarraigo psicológico. quiátricos) que impiden crear los servicios de aten­ y comunitario, la intervención de crisis, la consulta,
Activismo social de los sesenta. ción comunitaria necesarios, realizándose muchas la educación para la salud y la prevención son algu­
Aplicación/intervencionismo psicosocial. veces sin la debida preparación de familias y co­ nos de los enfoques que surgen en respuesta a esa
Estudio científico del cambio social. munidades. Se producen, por tanto, efectos negati­ necesidad sentida.
vos para los propios ex pacientes, algunos de los
cuales acaban en la calle o viviendo en condiciones
El repudio del modelo médico. Los problemas hospitalaria destructora de la humanidad de los pa­ lamentables, creando un rechazo de mucha gente a 2.2. Desintegración social
mentales no han de ser considerados enfermedades cientes se opone una alternativa comunitaria, poten­ que los «locos anden sueltos» por la comunidad. y desarraigo psicológico
a diagnosticar y tratar con fármacos en un hospital, ciadora y liberadora. La revuelta contra el modelo
sino, más bien, el resultado de conflictos sociales de médico y la emergencia del trabajo comunitario, des­ El desencanto con la psicoterapia y los nuevos Numerosos análisis y proclamas coinciden en
los que los individuos serían meros «portadores» y ligado de la institución hospitalaria y la jerarquía problemas psicosociales. La aparición en los años denunciar desde distintos ámbitos los alarmantes
en que el profesional desempeña un papel de «eti­ médica que lo acompaña, contribuyen, además, po­ cincuenta de algunos estudios empíricos (por lo de­ perjuicios sociales y psicológicos que han acompa­
quetador» que coadyuva al despojamiento de la res­ derosamente a la democratización de la atención en más bastante mediocres y tendenciosos) que cues­ ñado al «progreso» económico y técnico y a sus
ponsabilidad personal, al estigma social y el encierro salud y a la búsqueda de nuevos roles y oportunida­ tionan la eficacia del psicoanálisis y otras formas de supuestos socioculturales reivindicando l°ª recupe­
en hospitales psiquiátricos de los afectados. El psi­ des profesionales para los psicólogos. psicoterapia refuerza el desencanto con esas formas ración de una comunidad cimentada sobre la vin­
cólogo debe, en consecuencia, desmarcarse de ese de tratamiento psicológico que habían creado inge­ culación personal: Nisbet (1953), Sarason (1974),
papel represor y estigmatizador definido por el mo­ El rechaza del hospital psiquiátrico. El hospital nuas expectativas de acabar con el trastorno mental. Bellah y otros (1989), Sawaia (1996), Memmi
delo biomédico y buscar alternativas terapéuticas psiquiátrico es -junto al modelo médico- la au­ Pese a la refutación posterior de los «datos» iniciales, (1984), Kirpatrick (1986), Sennett (1998) o Mari­
globales que, partiendo de un análisis de las raíces téntica «bestia negra» del movimiento comunitario, su difusión estimula la búsqueda de alternativas psi­ na (1997) son ejemplos representativos. En EUA,
sociales y psicológicas del trastorno mental, consi­ el blanco preferido de la crítica psicológica y social. cológicas y psicosociales a una psicoterapia indivi­ el vigoroso desarrollo industrial y la urbanización
dere, además de la terapia psicológica, la prevención Se le acusa de ser un simple «depósito» que «cus­ dual que, aunque fuera eficaz para algunos, resulta­ de la segunda parte del siglo XIX y primera del xx,
y potenciación personales. En suma, a la custodia todia» a las personas con dificultades psicológicas, ba bastante limitada, cara y socialmente selectiva. unidos al auge de la burocracia industrial ( corpo-
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raciones) y gubernamental y al individualismo, el igualdad social, ya que, no habiendo pasado aún la los hospitale� de veteranos, buscan oportunidades research) de Rothman, la «investigación en la inter­
egoísmo utilitarista y la feroz competitividad social industrialización, son «ricos» en comunidad y so­ de crecimiento profesional que el trabajo más abier­ vención» de Serrano, el cambio social experimental,
como bases valorativas de la vida social, minan lidaridad social. to, posibilista e igualitario en la comunidad brinda. la cuasiexperimentación, el estudio y análisis amplio
seriamente la comunidad y la capacidad de vincu­ De forma que el intervencionismo psicológico y un del sentimiento de comunidad (capítulo 5) y del em­
lación y compromiso con los demás y con las tra­ cierto oportunismo profesional amparado por las poderamiento (capítulo 4), el estudio de la partici­
diciones que recrean las comunidades (Bellah y 2.3. Activismo social universidades y el Instituto Nacional de Salud Men­ pación y el análisis de procesos participativos, el
otros). Las instituciones sociales primarias (fami­ tal coadyuvan para impulsar la PC (American Jo­ análisis de casos aplicado tanto a problemas como a
lia, localidad, relaciones interpersonales, religión), Enfrentados al clima social y a los nuevos pro­ urnal of Community Psychology, 1987). También, intervenciones comunitarias y las distintas modali­
imprescindibles para aportar identidad y pertenen­ blemas que la fractura social, cultural y genera­ obviamente, el carácter cada vez más global y social dades de evaluación de necesidades o programas
cia personal y para vincular a personas y sociedad, cional plantea a mucha gente, los psicólogos es­ de los problemas afrontados por los psicólogos que (capítulo 6) usadas para generar conocimiento.
tienen cada vez menos peso social frente a institu­ tadounidenses se replantean su papel social: qué exige actuaciones más integradoras y atentas a las
ciones utilitarias (como el trabajo, el gobierno o la modelo de persona y sociedad sostienen, qué res­ causas sociales de esos problemas. La estrategia
corporación industrial), centrales para el desarrollo ponsabilidad les corresponde y cómo van a parti­ comunitaria -multidisciplinar, integral, orientada 3. AMÉRICA LATINA:
económico y la asignación de recompensas socia­ cipar en los cambios sociales en marcha. Muchos hacia los recursos- es, en ese sentido, adecuada PSICOLOGÍA SOCIAL COMUNITARIA
les (Nisbet). Como consecuencia, las personas se cuestionan la tradicional «neutralidad valorativa» para confrontar tales demandas.
sienten cada vez más solas, desvinculadas de los de la psicología y se muestran partidarios de com­ En América Latina surgen a lo largo de los cin­
demás, desarraigadas y huérfanas de normas y sig­ prometerse con los más débiles y necesitados de cuenta y los sesenta del siglo xx focos dispersos de
nificado vital. La pérdida real del «sentimiento de sus conocimientos y ayuda. Es en ese clima de re­ 2.5. Estudio del cambio social trabajo comunitario que algunos psicólogos tratan
comunidad» (Sarason) dispara la busqueda subje­ novación y compromiso social donde cobran todo de articular posteriormente bajo el nombre «psico­
tiva de comunidad o las «terceras vías» de organi­ su sentido los llamamientos a «regalar» la psicolo­ Si bien la PC es un campo más orientado hacia logía social comunitaria» en un claro intento de di­
zación social basadas en la vinculación con los gía (Miller, 1969) para que la gente lleve a cabo su la acción que hacia la investigación y el análisis, la ferenciarse de la contraparte norteña, vista como
otros, no en el contrato social entre individuos egoís­ propio cambio o el cónclave de Boston, en que se contumacia de los efectos secundarios de los progra­ excesivamente clínica. A falta de una historia (o «his­
tas ni en la «disolución» de esos individuos en to­ redefine el trabajo psicológico y se urge a que los mas sociales (especialmente de las experiencias de torias») de la PC latinoamericana, recojo las impre­
talidades sociales que les arrebatan la dignidad e recién bautizados psicólogos comunitarios contri­ desinstitucionalización psiquiátrica) y las lagunas en siones históricas aportadas por Serrano (y Vargas,
identidad personal (Kirpartrick, Memmi). buyan, en calidad de «agentes de cambio social», los conceptos y conocimientos utilizables en la acción 1992; con Rivera, 1988), Montero (1987 y 1989,
Mirados desde esta perspectiva global, los pro­ a las transformaciones en curso. la han enfrentado con la necesidad de estudiar seria­ 2004), Lane ( 1996), Gois ( 1993), Freire (1976), An­
blemas psicosociales tan visibles en las sociedades mente el cambio social, sus causas y sus efectos psi­ der-Egg (1982) y Marín (1988) y, entre nosotros,
modernas y económicamente desarrolladas pueden cológicos. El campo es cada vez más consciente de Hombradas (1996), a las que uno mis propias im­
ser leídos sin dificultad como signos de desintegra­ 2.4. Aplicación e intervencionismo la insuficiencia del intervencionismo basado exclu­ presiones.
ción social y de desarraigo y pérdida de significado psicosocial sivamente en las buenas intenciones y el crudo em­
vital de los individuos. Y la emergencia de términos pirismo y de que, como recordaba Lewin, nada hay
como el «sentimiento de comunidad» (capítulos 2 La psicología, que ya había coqueteado con la tan práctico como una buena teoría. Mientras que el 3.1 . Cronología, contextos
y 6) o el «capital social» es una respuesta concep­ aplicación práctica en distintas áreas a todo lo lar­ impulso investigador es bienvenido y saludable, no y variaciones
tual ( «toma de conciencia», si se quiere) de los ana­ go del siglo xx, entra masivamente en el campo está claro, sin embargo, que sus frutos sean suficien­
listas sociales ante los cambios y las «nuevas rea­ clínico para tratar los problemas de los veteranos tes para entender los cambios sociales pasados y guiar Se coincide en señalar finales de los cincuenta
lidades» surgidas como «efectos secundarios» de estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial las intervenciones futuras; sobre todo si se limita a como origen de experiencias comunitarias, con fre­
la industrialización y la modernidad occidental. Así (Anastasi, 1979). En el campo psicosocial (esen­ dos grandes líneas que parecen desarrollarse en pa­ cuencia multidisciplinares y ligadas a moyimientos
es que en EUA para algunos (Sarason) la PC habría cialmente desconectado en EUA del movimiento ralelo y sin apenas contacto o integración: el empi­ sociales de base que toman la forma de desarrollo
de tener como meta central la recuperación del sen­ comunitario) Kurt Lewin había impulsado una fruc­ rismo fragmentario predominante en el mundo an­ comunal, autogestión comunitaria, educación popu­
timiento de comunidad y quizá, a otro nivel, la re­ tífera línea de implicación social bajo el rótulo de glosajón, y el activismo casi ateórico que bajo el lar u otras (cuadro 1.2). Serrano marca la cuenca
construcción de la comunidad social. Hay que aña­ investigación-acción y al amparo de diversas insti­ nombre «investigación-acción» se practica en otros caribeña como origen de esos trabajos, que algunos
dir, sin embargo, que mientras que la erosión de la tuciones como la Sociedad para el Estudio Psico­ ámbitos. Parece, por el contrario, conveniente ampliar concretan en la actuación del sociólogo Fals Borda
comunidad (y de la cohesión social en general) es lógico de las Cuestionses Sociales (SPSSI es su el espectro investigador para que en un sentido ex­ en una aldea colombiana. Los brasileños (Gois, Lane)
una de las grandes preocupaciones de los países acrónimo en inglés). Los psicólogos clínicos, incó­ tenso incluya tanto líneas distintas como híbridos destacan las campañas de educación popular y alfa­
ricos, en los países del sur preocupan más necesi­ modos con el limitado papel diagnosticador asig­ metodológicos que pueden ser de gran valor, como betización de adultos impulsadas por Paulo Freire
dades básicas como el hambre, la pobreza o la des- nado y con la jerarquizacion médica imperante en la «investigación de la intervención» ( intervention desde la filosofía de la educación como «práctica»
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CUADRO 1.2 cado: en el norte tendemos a pensar más en térmi­ el interaccionismo simbólico, representación so­
nos de responsabilidad social que de compromiso cial o la versión de la fenomenología de Berger y
Origen y características de la psicología social comunitaria social. Otras diferencias, de matiz en apariencia, Luckman ( 1968), los pensadores de la Escuela de
son igualmente reveladoras: en el norte se habla Frankfurt (Adorno, Habermas, etc.), las nociones
Fines de los cincuenta en el Caribe: continuamente de libertad -de elegir y actuar de de «localización del control» e impotencia apren­
Origen los individuos, se sobreentiende-, en América La­ dida, la psicología existencialista y el humanismo
desarrollo comunitario, educación popular, autogestión comunitaria
tina se habla de liberación, sobreentendiendo unas cristiano o laico. En México se describen trabajos
l. Autogestión de las personas para contrarrestar alienación y percepción de impo- condiciones sociales opresivas de las que hay pri­ de desarrollo comunitario rural (Miller, 1976), la
tencia mero que liberarse para poder acceder, como paso fusión de clínica analítica y trabajo comunitario
2. Control de la comunidad frente a autoritarismo e intervencionismo externo posterior, a esa libertad y autonomía personal sin llamada «psicocomunidad» (Cueli y Biro, 1975)
3. Unión de teoría y práctica: investigaciónacción condicionantes externos a las que nosotros hacemos y el injerto, más reciente, de experiencias de in­
Características
4. Práctica transformadora basada en 1 + 2 + 3 para combatir percepciones internas referencia. vestigación-acción participativa (Almeida 1986; y
negativas y situaciones sociales que generan alienación e impotencia En América Latina se dejan, sin embargo, sentir Quintanilla, 1986). Experiencias de investigación­
5. Enfoque social, politización y compromiso social con los desposeídos las influencias teóricas y técnicas de la psicología acción e intervención participante que se repiten en
6. Condicionamiento de la dependencia exterior
7. Teoría: influencias externas, marxismo, pedagogía de Freire, teología de la libera- europea y estadounidense y de las metodologías Colombia (Arango; Letelier; Roux; todos, 1990).
ción, teoría de la dependencia, Fals Borda, Martín Baró de planificación del cambio social; más en los Como en otros países, en Chile se notan modelos
programas que siguen el enfoque de salud mental e influencias plurales que incluyen, junto a los
comunitaria, pero también en el resto. Montero y «clásicos» indicados (pedagogía freiriana, inves­
liberadora en lo personal y fundamental para el de­ e intervención más sociales. Pero existen, también, otros han subrayado, por otro lado, la influencia tigación-acción, pensamiento crítico), otros como
sarrollo democrático. Otros (Ander-Egg) notan la notables divergencias. Quizá la más notable es el de la cultura de la pobreza, el colonialismo y la la salud mental comunitaria, el análisis de la po­
encrucijada planteada en el desarrollo comunal por carácter marcadamente social, anunciado por la dependencia, así como la necesidad de plantear breza -vieja y «nueva»- que centra el interés
dos concepciones enfrentadas: la continuista, que etiqueta distintiva «psicología social comunitaria». una práctica transformadora en que la participa­ interventivo en un país en pleno desarrollo econó­
supone el paso gradual del «subdesarrollo» al desa­ Mientras que los impulsores de la PC en EUA son ción y la autogestión permitan el desarrollo de los mico, los problemas y desequilibrios modernos y
rrollo capitalista según el modelo de los países oc­ clínicos disidentes, en América Latina son psicó­ sujetos devolviendo el foco del control y poder a posmodernos derivados de ese desarrollo, las ideas
cidentales industrializados, y la rupturista, que pro­ logos sociales que usan como plataforma teórica la comunidad. Coincide con P. Freire ( 1976), que sobre capital social.
pone un cambio radical de modelo social buscando las ciencias sociales, la teología de la liberación, la ha destacado el efecto perverso del colonialismo El examen de algunas publicaciones colectivas
una sociedad socialista más justa al estilo de la Cuba reformulación radical y activista de la investigación­ europeo y de las relaciones asimétricas que con­ (por ejemplo: Montero, 1997; Rocha y Bomfin,
surgida de la revolución. A pesar del desarrollo tar­ acción de Fals Borda, la concienciación ligada a la llevaba, en que los locales habían de asumir un 1999) y la experiencia directa muestran, en todo
dío y plagado de influencias extranjeras, la PC lati­ pedagogía liberadora de Freire, los planteamientos rol mudo, pasivo y de objeto del otro. En ciertas caso, una considerable variedad de prácticas y un
noamericana tiene un vigoroso crecimiento en todo de Martín Baró y una matriz conceptual común áreas (Brasil y Cuba) es bien visible la influen­ más que interesante y creativo mestizaje de elemen­
el subcontinente. Se señala el fin de los años sesen­ esencialmente marxista. Ése es uno de los «polos» cia del cognitivismo soviético -y de otras co­ tos propios y ajenos en condiciones sociales con
ta y comienzo de los setenta como momento de sis­ -el del cambio social- de la PC, porque hay otro rrientes europeas- en concepciones comunitarias frecuencia bien distintas de las del norte europeo o
tematización y organización de esfuerzos buscando que, como indica apropiadamente Serrano, está (Lane, Gois) centradas en «categorías» como la estadounidense. Se nota también la coexistencia de
un carácter propio para el campo a través de la cla­ igualmente presente en la acción y el análisis co­ actividad comunitaria -«motor» del cambio-, metodologías y líneas de trabajo específicas loca­
rificación ideológica y el relleno de las lagunas teó­ munitario. Se trata del polo clínico-comunitario la conciencia «desveladora» de la realidad y la les (autoconstrucción de viviendas, alfabetización
ricas y metodológicas iniciales (Serrano). Se avanza destacable en México o Cuba pero presente también cultura. La tarea comunitaria es así concebida y educación popular, reeducación de «niños de la
en la institucionalización organizativa (Sociedad In­ en mayor o menor grado en otras áreas. Otra dife­ como la transformación del individuo en sujeto o calle» y control de la natalidad, trabajo con pobla­
teramericana de Psicología) y académica (cursos rencia apreciable es el carácter mucho más político (la «constitución del sujeto social») a través del ciones indígenas, etc.) con áreas y metodologías
universitarios), registrándose esfuerzos convergentes del movimiento latinoamericano y la insistencia desarrollo de la conciencia crítica (que implica «universales» (problemas ligados a la industriali­
para construir una «psicología social comunitaria» generalizada en el compromiso social con los más una «integración en el mundo») lograda mediante zación) como la educación para la salud, el abu­
que se distinga de la salud mental comunitaria desa­ pobres o desvalidos. No es que esos elementos -po­ la actividad comunitaria y el cambio cultural. En so de drogas o la organización comunitaria. Con
rrollada en el norte (EUA) por tener a las ciencias litización y compromiso social- no existan entre Argentina hay una fuerte impregnación analítica frecuencia, la retórica justificadora es diferencia­
sociales -no a la clínica y la salud mental-- como los psicólogos comunitarios del norte (EUA o Eu­ del trabajo comunitario con influencias como la de da según las líneas mencionadas, mientras que la
base de la acción comunitaria. ropa), sino que, en todo caso, son menos relevantes, Pichón Riviere o la «psicohigiene» (Bleger, 1984), práctica repite el modelo clásico de los programas
Hay coincidencias con la PC norteña en el re­ permaneciendo en general como rasgos periféricos, que dan paso a una mayor pluralidad posterior. planificados (evaluación de necesidades-interven­
chazo del enfoque individual a favor de un análisis minoritarios e implícitos. Y tienen distinto signifi- Otras influencias teóricas observables incluyen ción-evaluación de resultados) patrocinados por el

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40 / Manual de psicología comunitaria Orígenes, desarrollo y valoración / 41

gobierno y con participación de la comunidad (Se­ contribuyendo a que la comunidad tome con­ opinión el adjetivo «social» añadido a «psicología
rrano y Vargas, 1992). Una discrepancia preocupan­ ciencia de su situación y necesidades y asuma comunitaria» es redundante: la cualidad social de
temente repetida, añado, en casi todas partes, norte su propia transformación. la PC está plenamente expresada por el término «co­
y sur: la retórica del «gran» cambio social frente 3. Unión teoría-praxis, que en el aspecto metodo­ munitaria». Tampoco se trata de minimizar las di­
a una práctica, menos vistosa pero realizable, de lógico suele tomar la forma de investigación­ ferencias, reales o buscadas: y es que el añadido
reforma y mejora social. Discrepancia relacionada, acción participante. «social» puede remachar que el foco de interés es
pienso, con el utopismo y una cierta -ingenua o 4. Práctica transformadora, basada en los princi­ la temática social (problemas sociales como pobre­
bienintencionada- omnipotencia del campo que pios anteriores (autogestión, control de la co­ za o desigualdad), no, como sucede en parte en el
debería propiciar una reflexión sobre sus propios munidad y metodología de investigación-acción) norte, la salud mental o la desintegración comuni­
límites y sobre la factibilidad de ciertos plantea­ y que implica necesariamente la participación taria ( que por supuesto implican también dimensio­
mientos grandilocuentes de cambio social desde de la comunidad en el cambio social. Un cambio nes sociales relevantes). Otra cosa es que nos pre­
la psicología. Alfaro (2000) ha distinguido en una social que debe: guntemos si el campo en su conjunto ha sido
visión panorámica de la PC latinoamericana tres suficientemente coherente a la hora de asumir la
grandes tradiciones de trabajo en el subcontinente: • Contrarrestar tanto los factores internos liga­ socialidad teórica y práctica implicada en «la co­
la amplificación sociocultural genérica -asociada dos a situaciones de subdesarrollo y depen­ munidad» y lo comunitario; creo que la respuesta
al construccionismo psicosocial y al cambio socio­ dencia como las representaciones negativas en el norte, pero también en el sur, es un tajante no.
cultural global-, que incluiría líneas como la edu­ de sí (autoimagen) que mantienen esas situa­ ¿ Y la expresión «psicología clínico-comunitaria»
cación popular, la psicología social comunitaria y la ciones. adoptada para la otra corriente comunitaria? Pienso
amplificación sociocultural propiamente dicha; la • Subrayar la toma de conciencia liberadora y que el adjetivo «clínico» sí está justificado en la
intervención y trabajo con redes, y el desarrollo de la participación desalienante en la acción co­ medida en que modifica la cualidad social de lo co­
competencias (la línea socioconductista de la salud lectiva que permitirá confrontar la ideología munitario en la dirección -personalizada y de salud
mental comunitaria). Es de señalar la presentación como racionalización de las formas de domi­ mental- indicada. El problema es aquí, en cambio,
de Montero (2004), que por primera vez ha dibujado nación existentes. de coherencia entre dos enfoques -clínico y comu­
un panorama amplio, integrado y reflexivo de la PC • Abordar también los factores externos que ge­ nitario- que muchos ven incompatibles.
latinoamericana como conjunto, así como de sus neran alienación en los sujetos y los efectos
dimensiones históricas, teóricas y ético-valorativas, psicosociales (extrañamiento del sujeto res­
que, por el momento en que apareció, no ha podido pecto de su entorno, reificación de sus rela­
ser incorporado en esta exposición. ciones, percepción de impotencia y pérdida
de finalidad de la acción) de esa alienación.
Se trata de ver las situaciones de desequilibrio
3.2. Características: social, también como causas, y no sólo como
psicología social comunitaria efectos, de esos procesos.

Maritza Montero (1989), una de las impulsoras ¿Qué decir de la denominación psicología social
y teóricas clave del movimiento comunitario lati­ comunitaria con que la PC latinoamericana se quie­
noamericano, ha resumido en los siguientes princi­ re distinguir de la corriente desarrollada en el norte,
pios las características de la PC latinoamericana vista como demasiado «clínica» (centrada en el in­
(véase el cuadro 1.2): dividuo y la salud mental) e insuficientemente social,
en el doble sentido de individualista y poco com­
1. Autogestión de los sujetos, que permite consta­ prometida socialmente? ¿Es «otra» PC, o la misma,
tar las capacidades propias, combatiendo la alie­ presentada con otro nombre y otra retórica verbal?
nación y el sentimiento de impotencia. ¿Justifican las diferencias, reales o alegadas, entre
2. La comunidad como centro de poder y control una y otra un nombre distinto o se trata de «marcar»
del cambio. El psicólogo evitará cualquier forma diferencias para justificar la autonomía disciplinar?
de autoritarismo, paternalismo o intervencionis­ Aunque volvamos sobre el tema en el capítulo 2 al
mo haciendo posible la autogestión colectiva, discutir las variantes norte y sur de la PC, en mi

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