Está en la página 1de 216

BIBLIOTECA DIGITAL

TEXTOS SOBRE BOLIVIA

LA REVOLUCIÓN POR PAÍSES, ALGUNOS DE SUS LÍDERES,


LIBERTADORES Y PRECURSORES
FICHA DEL TEXTO

Número de identificación del texto en clasificación Bolivia: 3748


Número del texto en clasificación por autores: 13842
Título del libro: De la revolución de Independencia a la Confederación Rosista
Autor (es): Tulio Halperin Donghi
Editor: Editorial Paidós SAICF
Derechos de autor: ISBN: 978-950-12-7723-4
Imprenta: Primera Clase
Año: 2007
Ciudad y país: Buenos Aires – Argentina
Número total de páginas: 215
Fuente: https://es.scribd.com/document/161766325/1-Halperin-Donghi-De-la-revolucion-de-
independencia-pdf
Temática: Argentina
DE LA REVOLUCIÓN
DE INDEPENDENCIA
A LA CONFEDERACIÓN ROSISTA

Tulio Halperin Donghi

l ~11~
PAIDÓS
.
· ....
·...•...•...
1· Buenos Aires - Barcelona " México
Cubierta de Gustavo Macri

982 Halperín Donghi, Tulio


CDD Historia argentina 3: de la revolución de indepen-
dencia a la confederación rosista - 2ª ed. 1ª reimp -
Buenos Aires : Paidós 2007 PRÓLOGO A LA NUEVA EDICIÓN
432 p ; 22x15 cm .. (Historia argentina dirigida por
TUiio Halperín Donghi)

ISBN 978--950-12-7723-4

1. Historia Argentina !. Titulo

3rr edición, 2000


J rr reimpresión. 2007

El relanzamiento de la colección Historia Argentina, decidido por la Edi-


Reservados todos los derechos Quedan rigmosamente prohibida sin la. autorización escri-·
torial Paidós luego de más de un cuarto de siglo de su publicación en 1972,
ta de los titulares del copyright. bajo las sanciones establecidas en _las l~yes, la reproduc- ofrece sin duda motivo para una reflexión sobre la acogida que ella sigue en-
ción pardal O total de esta obra por cualquier medio o procedimiento mclwdos la reprografía
y el tratamiento informático
contrando Las razones para esta acogida han de buscarse no sólo en la obra
que vuelve ahora a presentarse, sino también -y quizá sobre todo- en las vi-
cisitudes atravesadas por la disciplina histórica a lo largo de ese convulso
cuarto de siglo Éstas hacen más fácil entender que un esfuerzo de explora-
© 2000 de todas las ediciones
Editorial Paidós SAICF
ción del pasado -que, cuando proclamaba su ambición de colocarse a la al-
Defensa 599, Buenos Aires
tura de los tiempos, no podía sino referirse a unos que han dejado ya sobra-
e-mail: difusion@editorialpaidos com ar damente de ser los actuales, en un país y un mundo que tienen tan poco en
www paidosargentina com ar común con los de 1972- conserve intacta su atracción sobre un sector no in-
significante del público lector
Ello es aun más notable por cuanto esa invocación remite a un pasado in-
cluso más distante de lo que la fecha de publicación de la obra invitaría a con-
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11 723 cluir. En efecto, el proyecto que iba a fructificar en esta Historia Argentina
Impreso en la Aigentina - Printsd in Argentina surgió años antes de esa fecha, a partir de una iniciativa de Boris Spivacow,
quien -atraído por la idea de lanzar una nueva historia nacional presentada en
fascículos, a semejanza de otrns prnyectos que venían ya ensanchando ince-
Impreso en Primer a Clase,
santemente el caudal de lectores de EUDEBA- deseaba encomendar esa tarea
California 1231, Ciudad de Buenos Aires, en enero de 2007 a historiadores jóvenes, cuya selección puso a mi cargo Los resultados -si se
Tirada: 1000 ejemplares me permite decirlo- todavía me enorgullecen; recuerdo que Richard Morse,
de paso entonces por Buenos Aires, describió a algunos de ellos para el Time,
Literary Supplement como tough mindedyoung men que seguirían dando que
hablar en el futuro, y no puede decirse que ese vaticinio estuviese del todo erra-
ISBN: 978-950-12-7723-4

1
do A la vez, esos historiadores habían adquirido ya los escrúpulos profesiona- que la desconfianza pm todo «gran relato» había sido plenamente compartida
les que hacen difícil producir copia al ritmo que .un pro7ecto como el. de poi L ucien Febvie (siempre dispuesto a retomar su cruzada contla las grandes
EUDEBA requería, y el inesperado respeto que Bons -habitualmente tan im- machines historiques) con nuestro Emilio Ravignani, aunque ni uno ni otro se
paciente frente a los obstáculos que amenazaban retardar sus planes ed1tona- hubiera sin duda sentido atraído pm los refinados debates epistemológicos en
les- desplegó ante esos esc1úpulos contribuyó a que, cuando la intervención los que hoy suele articularse ese recelo
lanzada sobre las universidades nacionales por el gobierno de la llamada Re- En este recelo resonaba quizás un eco ya muy tenue del que, en respuesta a
volución Argentina puso fin a la experiencia editorial que él animaba desde la gran tormenta de 1848, había socavado la fe en ese primer «gran relato» que
Buenos Aires, las distintas secciones de la obrn proyectada estuviesen aun en había buscado develar un sentido unificado para la historia moderna, el que,
cantern De ella fueron rescatadas por una iniciativa de Emique Butelman, quien bajo la Restauración, Fran9ois Guizot había mganizado en tomo a los avances
hizo posible que ella finalmente saliera a la luz bajo el sello de Editmial Pai- paralelos de las instituciones libres y de la conciencia mmal de la humanidad
dós -tras continuar su preparnción con un ritmo ya menos mg1do pm perento- El nuevo gran relato que nunca log1ó 1eemplaza1lo del todo -que Tacques
rios plazos de publicación- . . Ranciere presenta en ese delicioso librito que es Les mots de l'histoire como el
Esa complicada p1ehistmia explica que, en una obra colectiva publicada en prnpio de la era democ1ática y social, y que ve aflmar inte1mitenternente a lo
1972, sobreviviese tanto del temple de una etapa ya entonces cenada de nues- largo del entern tramo que va de Michelet a Braudel- se mostró desde su ori-
tra vida intelectual, la cual había estado marcada pm el avance impetuoso de gen menos segmo de sí mismo que el que Guizot había constmido en desafío a
las ciencias sociales tanto en el campo académico como fuera de él. Si un ras- la cenazón de hmizontes que aspiraba a imponer la Restamación. Sólo duran-
go común puede reconocerse en una obrn en la que colaborarnn .estudiosos te las tres décadas que abrieron la segunda posguena, en las que esa civiliza-
cuyas posteriores mientaciones, a veces dive1gentes, estaban ya anticipadas en ción democ1ática y social alcanzó un apogeo que --como iba a ievelarse ape-
alguna medida en ella, es esa confianza en la ef\cacia del .contacto c_on}as cien- nas clausmada esa etapa- era a la vez el anuncio de su ocaso, ese nuevo gran
cias sociales como estímulo para una renovac10n de la disc1plma histonca que relato osó des¡Jlegar a la luz del día todas sus ambiciones
todos juzgábamos mgente. . . Testimonio de ese momento embriagador e irrepetible en la historia del si-
Es esa compartida convicción la que pe1mite entende1 que esta h1stona es- glo XX es, a su modo, esta obra, que por haber brotado de él es acaso la última
crita pü! muchas manos -y a cuyos autmes las dispersiones que se hicieron que osó todavía ofrece, una nanativa globalizadora de la trayectmia de nues-
frecuentes a pa1tir de la Revolución Argentina hacía difícil mantene1 los con- tra nación Si hoy los histmiadmes argentinos están dibujando ante nuestros
tactos hasta entonces habituales, ocasiones en que discutían acerca de las pe1s- ojos un paisaje históiico demasiado rico y abigarrado para que pueda hace!le
pectivas que guiaban su trabajo de histmiadores- pudiese organizarse, pm así plena justicia cualquie1 «gran relato», no es tan sólo porque la que, cuando esta
decirlo, espontáneamente en una sola narrativa, sustentada en un entramado obra fue planeada, era todavía emp1esa de unos pocos, hoy parece estar en el
urdido pm el recíproco espejarniento de econonúa, sociedad y política. Era ésta umbral de convertirse en un fenómeno de masas (lo que no cesa de sorp1ende1
una perspectiva hasta tal punto compartida que no c1eí necesario sugem a los a quien puede contrastar en la memoria el mínimo público presente en 1966 en
colaboradmes de la empresa ese criterio de mganización sino en los ténnmos la piimera reunión de la Asociación Argentina de Histmia Económica y So-
más elípticos, que fueron sin embargo suficientes para que lo aceptaran sin cial, con las muchedumbies que hoy acuden, ponencia en mano, a las citas que
reservas quienes en él reconocían sin esfuerzo el que ya les era propio. la asociación convoca en los más variados Iincones del país).
Es apenas necesario señalar que hoy una propuesta de esa laya encontraría Más impmtante aún es que el eclipse de las grandes narrativas haga posible
un eco muy distinto (o más prnbablemente no suscitada ninguno) No es sólo volve1 hacia el pasado una mirada que ya no recoge de él tan sólo lo que cabe
que en los años transcmridos la alianza privilegiada entre histona y c1e:1cias en cada una de esas nanativas. Grncias a ello todos hemos descubierto cosas
soP-i-ªl~,;_b_a_,lej,i<lQQaso ªgtias c¡ue la vinculan másestrechamente con ciertas que no sólo no sabíamos que existían en nuestra Argentina, sino que no imagi-
ve1tientes de la antropología, del análisis literario o de la lingüística. Más de- nábamos siquiera posibles en ella, y todo sugiere que aún quedan muchos des-
cisivo aún es el rechazo de la noción núsma de «gran relato>>, que concibe a la cubiimientos como ésos por hace, ¿Llegará alguna vez de nuevo el momento
histmia como la narración de un unificado proceso de cambio Una de las ven- para aquello que en los manuales de Introducción a la Historia era designado
tajas de la vejez es que pe1mite recordar un pasado en que cie1tas cosas que como la síntesis? No, sin duda, si se lo entiende como el que se abre cuando
ahma son nuevas estaban dejando de sedo: en efecto, cuando los responsables todo el mateiial al que se diiige la cmiosidad de los histmiadores ha sido debi-
de esta Histmia Argentina nos iniciamos en nuestra disciplina hacía ya tiempo damente inventariado, puesto que ese mateiial es literalmente inagotable . Es

2 3
de esperar en cambio que sí, si se lo entiende como aquel en q~e los historia-
dores, y no sólo ellos, han de recobrar la confianza en sucapacrdad de enten-
der la historia que están viviendo; es en efecto esa confianza la que merla a
estructurar el paisaje histórico en torno a un gran relato
El que ha de surgir en este momento d_eberá enwntrar su lugar en todo_!~
que el esfuerzo reciente de nuestros h1stonadores ha mcorporado ya Y seguua
incorporando a nuestro paisaje histórico Me gusta pensar que lo encuentre tam- PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN
bién para la temática que dominó de un modo que hoy puede p~ecer demasia-
do excluyente a esta Historia Argentina. Y me gusta ver tamb1en end eco que
esta obra sigue encontrando, luego del dermmbe _de todas las,segundades_que
subtendían esas preferencias temáticas, un auguno de que asr ha de ocumr

Tuuo HALPERIN DoNGHJ


Berkeley, 2000

Publicar una nueva Historia Argentina encarada como obra colectiva es una
empresa que parece requerir cierta justificación Cuando comenzamos a pla-
near la presente, la escasez de tentativas comparables realizadas durante el lapso
transcurrido desde que apareció la patrocinada por la Academia Nacional de la
Historia, dirigida por Ricardo Levene, parecía sugerir que, si no imposible, el
proyecto resultaba cuanto menos extremadamente difícil La relativa abundan-
cia de obras similares que desde entonces se publicaron, no asegura necesaria-
mente que dicha dificultad fuese ilusoria, pero hace mucho más problemática
la fundamentación de todo intento que venga a sumarse a los ya concretados
El que sometemos al juicio del lector no pretende tener otro signo distinti-
vo que la aspiración -común a sus colaboradores- de narrar la historia, según
la fórmula de Huizinga, "de la mejor manera que les es posible" Pero esa fór-
mula es (a la vez que falsamente modesta) falsamente simple: no sólo supone
que esa "mejor manera" es tolerablemente bnena; implica además que ella no
deja de otorgar un carácter común (que no podría ser tan sólo la ubicación, real
o imaginada, en cierto nivel de calidad) a los escritos inspirados por esa co-
mún aspiración . En la Argentina de los años setenta, ese signo distintivo acaso
podría encontrarse sobre todo en un interés más vivo por ciertas dimensiones
del pasado que -según escuchamos decir a menudo- nuestros historiadores no
solían sentir. Pero no podría ser éste, sin más, el carácter distintivo de la pre-
sente Historia Argentina En primer lugar, porque la preocupación por los as-
pectos no propiamente políticos del proceso histórico -y el intento de desen-
trañar los nexos entre éstos y los acontecimientos que llenan la historia que
solemos llamar "tradicional"- impregna esa historia tradicional más de lo que

5
4
suele admitirse Ese intento no estaba libre de propósitos apologéticos; no es-
taba tampoco exento de los riesgos (de inexactitud, de imprecisión) quizás in-
evitables cuando se afrontan vastos problemas de historia económica y social,
asignándoles a la vez un lugar que, a pesar de todo, no deja de ser marginal en
el propio esfuerzo de reconstrucción del pasado Pero tampoco están libres de
esas limitaciones los ensayos que con igual ambición (y desde perspectivas
ideológico-políticas a menudo opuestas a las de los precursores del siglo XIX)
se suceden hoy con ritmo desenfrenado Éstos son con demasiada frecuencia ÍNDICE
pasibles de otra censura: ignoran serenamente casi todo cuanto ha aportado de
nuevo la historiografía desde los tiempos de Mitre y López, para quienes
Michelet había sido aún un contemporáneo
Los trabajos aquí reunidos no quisieran merecer ese reproche: sus auto-
res se consideran estudiosos profesionales de la historia y las ciencias socia-
les, y como tales quieren ser juzgados: su primer deber es, por lo tanto, prac-
ticar un estilo de indagación histórica que esté a la altura de los tiempos, no
sólo en cuanto haga suya la perspectiva que este problemático presente im-
pone al pasado nacional (y que no podría ser desde luego la misma cuya jus-
teza parecía evidente hace un siglo), sino también en cuanto busque utilizar
una cultura histórica menos arcaica de lo que todavía suele ser habitual entre Prólogo a la nueva edición
nuestros historiadores, y por último, en cuanto no se niegue a extraer las con- 1
Prólogo a la primera edición 5
clusiones necesarias del hecho de que la historia es -en una de sus dimensio- Índice de figuras
nes- ciencia social: la colaboración entre historiadores y cultores de otras 11
ciencias humanas constituye en esta obra el reflejo más visible, pero no el
único, de este enfoque
REVOLUCIÓN, INDEPENDENCIA, GUERRA
I uuo HALPERIN DONGH! j

Buenos Aires, 1972


Primera Parte
Los ORÍGENES DE l A REVOl UCIÓN

I La crisis del imperio español en el marco de las guerras


revolucionarias y napoleónicas 19
II Las invasiones inglesas 23
III La caída de la monarqufa borbónica y sus consecuencias 33

Segunda Parte
fü PRTMER CICLO DE LA REVOLUCIÓN (I 810-[8[5)

I La revolución y sus tareas 47


II Lamarchadelagueua Elnorte(l810-1815) 59
lII La guena en el este 65
IV Cinco años de política revolucionaria 77

6 7
Tercera Parte 2 Buenos Aires: retorno a la hegemonía. 198
fa SEGUNDO CICLO DE LA REVOLUCIÓN (1815-1820) 3 La tentativa de reorganización nacional y sus problemas 204
4 La guerra brasileña (primera etapa) 213
l E1 NU.ÉVO CURSO DE lA REVOl UCIÓN LA VIDA POLÍTICA 101 5 La crisis política en el Congreso 218
Il AUGE Y CAÍDA DE lOS PUEBLOS UBRES 117 6 Gran Bretaña y la guerra con el Brasil: la negociación Ponsonby 225
111 LA lIBERACIÓN DE CHILE Y El NUEVO CAMINO HACIA LIMA 127 7 La guerra civil del Interior 229

II LUEGO DEl NUEVO DERRUMBE DEl GOBIERNO NACIONAL 243


Cuarta Parte La herencia del gobierno nacional: guerra y paz con el Brasil 243
LA REVOl UCIÓN EN lA ECONOivIÍA Y EN lA SOCIEDAD 2 Los herederos del poder nacional en Buenos Aires y el Interior
La revolución de diciembre 247
l LAS CONSECUENCIAS ECONÓM.ICAS DE lA REVOLUCIÓN 13 7 3 Surgimiento de la Liga Militar del Interior 258
Il. El COMERCIO UBRE 145 4 Balance de un decenio: la nación dividida 261
!11 LA REVOLUCIÓN Y lA SOCIEDAD 151 Bibliografía 265
Bibliografía 163

LA CONFEDERACIÓN (1829-1852)
DERRUMBE DEL PODER NACIONAL Y IENIA:IIVAS
DE RECONSTRUCCIÓN 1820-1829 Primera Parte
LA ECONOMÍA
Presentación: 1820 . 167
! LA EI:APA ROSISIA 271
Primera Parte Las oscilaciones brutales que impone la política 271
LA ECONOMÍA 2 Nuevos avances de la economfa porteña 276
3 La reconstrucción económica del Interior 278
I UN CRECIMIENTO DESIGUAL 171 4 La ganaderfa litoral retoma su ascenso 283
1 la expansión porteña. 171
2. La ruina del Litoral de los ríos 173
3 El Interior y el fin del aislamiento de guerra 175 Segunda Parte
4 Problemas de circulación económica 180 LA POLÍTICA
5 El comercio internacional 181
6 La Argentina y la economía mundial; la crisis de 1825 y sus l EL SURGIMIENI'O DE LA CONFEDERACIÓN 289
consecuencias 183 1 El federalismo rosista: una solución para la crisis política porteña
y argentina 289
2. El dominio federal en Buenos Aires: marcha a la dictadura 296
Segunda Parté 3 En el país: de la división a la hegemonía del partido federal y de
LA POLÍTICA la provincia de Buenos Aires (1829-1835) 314

! DEL DERRUMBE A LA RECONSTRUCCIÓN DEL PODER NACIONAL 191 Il CRISIS Y TRIUNFO DE LA CONFEDERACIÓN ROSISIA(1835-1843) 325
1 Luego de 1.820 Los poderes provinciales como herederos 1 El federalismo rosista avanza en la nación (1835-37) 325
de la crisis 191 2 La gran crisis del sistema federal (1838-43) 339

8 9
Ill APOGEO Y CAÍDA DEL ROSISMO 365
1 Lo que perdura de la crisis: el conflicto oriental y la:s inte1ve~ciones
extranjeras 365
2 la madurez del sistema rosista en Buenos Aires y en el pafs 370
3 Formación de la gran alianza antiporteña y caída de Rosas .379
4 El legado de la etapa rosista 387
Bibliografía 395 ÍNDICE DE FIGURAS

Índices Analíticos

Índice de nombres y lugares 399


Índice de temas 415

Fig 3 l Cruce del Riachuelo por las fuerzas invasoras inglesas el 22 de junio
de I 806 Grabado anónimo publicado en Inglaterra en 1807 28
Fig. 3.2 Caricatma del general Whitelocke: "Síntomas de coraje", 1808
Publicado por J W Fores 32
Fig 3 3 Caricatma de Napoleón al recibir ]a noticia de la toma de Buenos Aires,
1806 Publicada por H Humphrey, Londres 35
Fig 3 4 Jabonería de Vieytes, Buenos Aires
(Archivo General de la Nación) 41
Fig. 35 Convocatoria para el Cabildo del 22 de mayo de 1810 (Archivo
General de la Nación) 49
Fig 3 6 Edificio del Cabildo Viejo de Córdoba (Archivo General de la
Nación) 51
Fig. 3.7 Brigadier General don Cornelio de Saavedra Grabado de Bacle,
1830 55
Fig. 3 8 Batalla de Suipacha litografía de N. Granada, 1810 (Archivo General
de la Nación) 60
Fig. 3 9 Manuel Belgrano Litografía de I Géricault 64
Fig 3.10. Juan lanea Óleo de María J Rodríguez (Museo Histórico
Nacional) 72
Fig 3 l l Espada con que la provincia de Córdoba obsequió
a Artigas en 1815 74

10 11
Fig 3 12. Primera proclama de la Junta Provisional (Archivo General de la Fig 3..34 General Juan Antonio Lavalleja Óleo de Juan P Goulu, 1835 214
Nación) 78 Fig 3.35 Bandera del Imperio del Brasil, tomada en la batalla de Ituzaingó 216
Fig 3 13 El Cabildo y la plaza de Buenos Aires Acuarela de Emeric Essex Fig 3.36. Combate de Quilmes. Acuarela de E Marino (Archivo General de
Vida!, 1817 86 la Nación) 218
Fig 3 14. Oblea con el escudo de la Asamblea General Constituyente, 1813 Sello Fig 3 37 Carmen de Patagones Litografía según A D'Orbigny, 1829 219
grabado con el escudo del Supremo Poder Ejecutivo, 1813 91
Fig 3 38 Patagones y aucas en Carmen de Patagones Litografía según
Fig 3. 15 Himno Nacional Argentino, primera página de La Lira y primera página A D'Orbign y E Lassalle, 1829 223
de la Colección 95
Fig 3 39. José Félix Aldao Dibujo de Fernando García del Molino 230
Fig 3 16 Portalada de la Casa Histórica de Iucumán 103
Fig 3.40. Mulateros de Mendoza Litografía según Peter Schrnidtmeyer, 1820 23.3
Fig 3 17 Manuel Belgrano Dibujo de Juan María Rugendas, 1845 109
Fig 3.41 Rancho de San Frnncisco, San Luis, donde vivió Sarmiento 237
Fig 3 18 Retrato del Deán Funes por N M Bate, 1816 111
Fig. 3.42 Primera escuela fundada por Sarmiento en San Francisco del Monte
Fig 3.19 General Juan Martín de Pueyrredón Oleo de Prilidiano Pueyrredón 114 de Oro, San Luis 239
Fig 3 20 Carlos Federico Lecor Óleo de Miguel Benzo 119 Fig .3 43 General Juan Bautista Bustos Retrato a lápiz de Fernando
Fig 3 21 Patente de Oficial de Presas expedida por el general Artigas, el 15 ~~~~~ ~
de noviembre de 1817 (Museo Histórico Nacional) 121 Fig 3 44 Coche de postas Acuarela de Emeric Essex Vida], 1818 249
Fig 3 22 Fuerte de Buenos Aíres. Acuarela de Emeric Essex Vida!, 1818 125 Fig 3 45 Cacique indio. Grabado según Augustus Earle, 1820 254
Fig 3 23 Boleando avestruces Acuarela de Emeric Essex Vida!, 1818 143 Fig 3 46 Estancia porteña Litografía según P Schmidtmeyer, 1820 262
Fig 3 24 Frente a la Aduana de Buenos Aires Acuarela de Emeric Essex Vida!, Fig 3 47 La Plaza de la Victoria y la Recova de Buenos Aires en 1849
1817 147 (Archivo General de la Nación) 273
Fig 3 25. Nombramiento de Camelio de Saavedra como Brigadier de los Fig .3 48 Estanciero de Mendoza Dibujo de Mauricio Rugendas, 1838 . 282
Ejércitos de la Nación, 1818 156
Fig 3 49 La ciudad de Corrientes Litografía según Williarn G Ouseley,
Fig 3 26 Aguatero de Buenos Aires Acuarela de Carlos Ernique Pellegrini,
1846 285
1831 176
Fig 3.50. Estanciero porteño Litografía según Adolfo D'Hastrel, 1839 292
Fig 3 27 Plaza de Mendoza Litografía según Edmond B de la Ibuanne,
1826 178 Fig. 3 51 Tomás Manuel de Anchorena (Archivo General de la Nación) 297
Fig 3. 28 Telar en el que trabajaba doña Paula Albarracín, madre de Fig 3 52 El entierro de Dorrego. Litografía según Arthur Onslow, 1829 298
Sarmiento 179 Fig 3 53 Ramón Maza Miniatura de Fernando García del Molino, 18.37
Fig 3 29 Retrato de señora y niñas Óleo de B Verazzi (Museo Nacional de (Museo Histórico Nacional) 303
Bellas Artes) 187 Fig 3 54 Encarnación Ezcurra de Rosas Miniatura de Fernando García
Fig 3 30. El corral, Santa Fe. Acuarela de León Palliere, 1858 197 del Molino, 1839 313
Fig -33TGerieral Maftíri Rodríguez (MüseoHlstótico N aciana! J ....... 201 Fig .3 55 Peón de Mendoza Dibujo de Mauricio Rugendas, 18.38 316
Fig 3 32. Recova Nueva de Buenos Aires Acuarela de Carlos Enrique Fig 3 56 Juan Facundo Quiroga Miniatura de Fernando García del Molino
Pellegrini, 1829 208 (Museo Histórico Nacional) 321
Fig 3 .33 Juan Manuel Fernández de Agüero. Dibujo a lápiz y tinta china, Fig 3.57 Ejecución de los Reinafé y de Santos Pérez Litografía segúnAdrienne
coloreado, por Carlos Enrique Pellegrini, 1831 (Museo Nacional Bacle, 1837 328
de Bellas Artes) 212

12 13
\,,
\j,
·i)
'"e,
.lj\
Fig. 3 58. General Fructuoso Rivera Óleo de Baltazar Verazzi, 1864 337
·~
Fig 359 Facsímil de la segunda edición del Dogma Socialista 343 ·W

Fig 3 60 Esteban Echeverría. Dibujo de C E Pellegrini, 1831 345 .,

Fig 3 61 Juan Bautista Alberdi 356 ·:


Fig 3 62 Maestranza donde se armaron los buques de la escuadra de Brown
Acuarela de C E Pellegrini (Archivo General de la Nación) 362 REVOLUCIÓN,
Fig 3 63 Combate de Obligado. El Cerrito, INDEPENDENCIA, GUERRA
lugar donde se ataron las cadenas para impedir el paso
de la flota enemiga (Archivo General de la Nación) 368
Fig 3 64 Lago de Palermo y casa de Rosas (Archivo General de la Nación) 372
Fig 3.65 Miembros de El Camoati, sociedad precursora de la Bolsa de
Comercio de Buenos Aires, 1848 375
Fig 3 66. El Zonda, facsímil, San Juan 376
Fig 3 67 Decreto sobre reglamentación del trabajo dado por Urquiza el 1º
de agosto de 1848 Colección de Beatriz Bosch 381
Fig 3 68 Reglamento de enseñanza, 20 de agosto de 1849 Colección de
Beatriz Bosch. 383
Fig 3 69 Mitre en 1848 Daguerrotipo (Archivo General de la Nación) 385
Fig 3. 70 Batalla de Monte Caseros (Archivo General de la Nación) 387
Fig 3 71 Retrato de Manuelita Rosas por Fernando García del Molino, 1845
(Museo de Luján) 389
Fig 3 72. Retrato de don Juan Manuel de Rosas Miniatura de
Fernando García del Molino 391

14
Primera Parte

LOS ORÍGENES DE LA REVOLUCIÓN


I. LA CRISIS DEL IMPERIO ESPAÑOL
EN EL MARCO DE LAS GUERRAS
REVOLUCIONARIAS Y NAPOLEÓNICAS

A lo laigo del siglo XVIII España había retornado a una política exterior
más ambiciosa que -aunque rica en altibajos- estaba lejos de ofrecer, en el
momento de la Revolución Francesa, un balance ruinoso. Limitándonos al
área americana, hemos de poner en el activo de esa política la resistencia re-
lativamente exitosa a la presión expansiva británica en América septentrio-
nal, y en la meridional la conquista de un equilibrio en la siempre amenaza-
da frontera con las tierras portuguesas, que iba a culminar en la conquista de
la Colonia del Sacramento, vinculada de modo muy íntimo con la reorgani-
zación política que transformó el área rioplatense en núcleo de un nuevo
virreinato.
Esa política se había apoyado en la alianza francesa, y precisamente la
revolución de Francia la lanzaría a una crisis insoluble, pese a que no falta-
ron en la corte de Madrid tentativas pa,a buscarle soluciones radicalmente
nuevas.
La Revolución significó en primer término la guerra con Francia; ésta, que
introducía una novedad radical en la constelación internacional en que había
venido moviéndose España, imponía a la vez una nueva y pesada carga . De-
masiado pesada: España se alejará de esta aventura dispuesta a asegura, la
paz con su poderosa vecina, de la que la sepata ahora el abismo creado pm la
revolución al ejecutar al soberano con el que tenía alianza dinástica; con la
que la sigue uniendo a pesar de todo una convergencia de intereses que vie-
ne de lejos
¿La vuelta a la vieja alianza, entonces? Pero, ahora, el conflicto anglo-fran-
cés, retomado por la nación revolucionaria, presenta caiacteres nuevos: la gue-

19
na parece eternizarse en un infinito choque final preparado por los conflictos Es el desenlace de 1808, en el que la caída de la monarquía con la que se
menores qne han marcado la historia del siglo XVIII. Este enfrentamiento de- había identificado el dominio de España sobre sus Indias arrastra consigo a este
masiado radical ofrece a España menos oportunidades qu'e los anteriores: si dominio mismo. Pero ya antes de él, el Río de la Plata sufrirá directamente el
antes, tomando a su cargo funciones limitadas en luchas también limitadas, impacto de la guerra qué Inglaterra lleva contra la Francia imperial y sus alia-
había podido asegurar la conquista de objetivos que para los principales con- dos Esa experiencia, de la que nace un nuevo equilibrio dentro del Río de la
tendientes eran secundarios, ahora el ingreso en la guerra implicaría una parti- Plata, abre para este rincón del imperio español el proceso que culminará con
cipación ampliada en tiempo y esfuerzos en busca de objetivos que para todos la Revolución de 1810. ,
los contrincantes son más vastos; implicaría entonces un riesgo mucho más
grave que el corrido hasta entonces por España en sus incursiones en la gran
política
Ese riesgo no estaba implícito tan sólo en uno de los desenlaces posibles de
la lucha; surgía de su misma prolongación Ya los conflictos más localizados
de la etapa anterior habían alcanzado a revelar cruelmente algunas flaquezas
del orden español: la guerra de plazo indefinido debía amenazarlo en forma
aun más directa. Sólo paulatinamente, y no sin vacilaciones, tomará España el
camino de una participación en la guerra al lado de Francia. Las vacilaciones
quedarán muy pronto justificadas: la guerra resulta ser un formidable elemen-
to disgregador de la unidad imperial. A partir de 1795 España intenta controlar
como puede esas enojosas innovaciones, legalizando las modificaciones que
las cosas mismas imponen al cada vez más problemático vínculo comercial con
sus Indias; a lo largo de ese proceso, lo esencial del sistema del llamado co-
mercio libre introducido a partir de 1778 va a ser sacrificado a la necesidad de
mantener un orden económico viable en las colonias, cada vez peor comunica-
das con la metrópoli La paz de Amiens pondrá un fin sólo provisional al pro-
ceso, que se agravará con el retorno de la guerra y sobre todo con la catástrofe
de T!afalgar: a partir de ahora desaparece toda comunicación regular entre la
metrópoli y los territorios americanos
Ese debilitamiento del lazo colonial en su dimensión más concreta no po-
día dejar de tener consecuencias en muy variados campos: las políticas eran
evidentes. No sólo las constantes enmiendas introducidas a desgano en el pac-
to colonial reformulado en 1778 creaban necesariamente tensiones entre la
Corona y los beneficiados por esas mismas medidas, que las hubiesen querido
menos provisionales y más sistemáticas; era acaso todavía más grave que a tra-
vés de ése y de otros síntomas fuera cada vez más claramente perceptible la
crisis del poder español. Una crisis que primero los colonos y luego algunos
historiadores tendieron a ver en una clave acaso excesivamente limitada a la
···pefspeciiváifüídrileña:·paráellos efalariiuerte de Carlos III, fa instalación en
el trono de un sucesor escasamente digno, la que habría provocado ese cambio
cada vez más evidente en la gravitación de la Corona y de la entera metrópoli
Esta explicación insuficiente tiene por lo menos el mérito de recordarnos cómo
la crisis del poderío español, sometido a una prueba demasiado dura, tendía a
desembocar en una crisis institucional

20 21
II. LAS INVASIONES INGLESAS

Son en efecto las dos incursiones llevadas adelante por fuerzas británicas
en J 806 y 1807 las que intrnducen bruscamente al Río de la Plata en el con-
flicto mundial No son por cierto inesperadas: hace ya una década que la me-
trópoli ha preparado un plan de resistencia para esa eventualidad . Aun así,
encuentran al Río de la Plata mal preparado para la defensa. Los años han
gastado el aparato militar establecido en estas comarcas al organizarlas en
Vineinato; los años y las necesidades nuevas, que han concentrado la escasa
t10pa veterana sobre la frnntera indígena y en el levantisco Alto Perú. Con
menos de dos mil soldados regulares para defender algunos millones de ki-
lómetros cuadrados, el viney de Buenos Aires, marqués de Sobremonte, tie-
ne que enfrentar como puede la amenaza británica, acerca de cuya inminen-
cia noticias cada vez más precisas lo van alertando a lo largo de 1806. Esta
amenaza se materializará en una expedición apoyada en exigua tropa: mil
quinientos soldados de los que acaban de conquistar a los holandeses el Cabo
de Buena Esperanza son los que, sin instrucciones de Londres, son lanzados
por el comodoro Popham y el brigadier general Beresford a la conquista del
puerto desde el cual la plata peruana aventmal:ia la travesía atlántica. De los
directores de la empresa, Popham es quien tiene un interés ya antiguo por la
América española que ha figurado en los prnyectos -cuya ejecución sólo re-
cientemente había sido abandonada en la esperanza de un cambio de la polí-
tica española- que Miranda había elaborado infatigablemente para el gabi-
nete británico, centrados todos ellos en el desencadenamiento de una revolu-
ción en las Indias, con apoyo de Inglatena . Aparte de esos objetivos acaso
desprnporcionados con la magnitud de la expedición, ésta es atraída por otrn

23
más inmediato: la captura del cargamento de plata y oro concentrado en Bue- liado muy satisfactoria la oración en que el prior dominico, no satisfecho con
nos Aires para su traslado a la metrópoli (en 1804 la violenta captura del con- evocar el texto paulino según el cual todo poder viene de Dios, se aventura-
voy que llevaba la anterior remesa había proporcionado a '!os británicos un ba a profetizar un futuro de ventura para estas tierras bajo el cetro de su nue-
botín de cuatro millones de pesos) vo soberano. 2
En todo caso, para lograr cualquiera de esos objetivos era preciso conquis- La aparente unanimidad de las adhesiones terminó sin embargo por debili-
tar la capital del Vineinato Es ésta, finalmente, la decisión a la que llegan tar al ocupante en un aspecto esencial: le hizo desechar por peligrosa cualquier
Beresford y Popham, tras considerar la toma de Montevideo Desde el 8 de junio tentativa de buscar el apoyo político de ciertos sectores potencialmente des-
están los incursores frente al Cabo de Santa María, en la costa de la Banda contentos con el régimen español. Sin duda había otra razón aun para esa cir-
Oriental; sólo el 25 desembarcarán en Quilmes El virrey, juzgando que la cnnspección que iba a caracterizar al ocupante: habiendo conquistado Bnenos
amenaza se dirige a Montevideo, envía allí su escasa tropa veterana; cuando la Aires por propia iniciativa, ignoraba por entero qué haría su gobierno con esta
aparición en el río de la pequeña flota incur sora no es seguida por un ataque conquista. Así, no tiene nada de extraño que los esfuerzos de Beresford se ha-
contra el puerto fortificado de la Banda Oriental, comienza a dudar de que ése yan dirigido sobre todo a asegurar a los sectores dominantes: la capitulación
sea finalmente su destino; aun así, juzga imposible que el objetivo sea Buenos verbal, que quiso ratificar por escrito el 2 de julio, mantenía a todos los magis-
Aires; cree más bien que los incursores se proponen dañar la navegación en la trados y funcionarios en sus cargos; pocos días después, saliendo al paso de
boca del Río de la Plata previsiones que había despertado recelos y esperanzas, Beresford confirma-
El 25, el desembarco de las tropas de Beresford en Quilmes lo desengaña- ba a los esclavos en el deber de obediencia hacia sus amos, y declaraba que
ría, obligándolo a improvisar una resistencia a cargo de blandengues -vetera- no estaba en la intención de las autoridades británicas favorecer su emanci-
nos en la lucba de fronteras- y milicianos urbanos . Estas tropas en gran parte pación. No es extraño entonces que recibiese fríamente las aperturas de al-
improvisadas se revelarán totalmente ineficaces; los blandengues intentan ree- gunos criollos favorables al establecimiento de un país independiente; ello
ditar la táctica de incursiones y rápidas fugas en pequeños pelotones, aprendi- hubiese significado la ruptura con esos fieles servidores de la Corona caste-
da de los indios y efectiva contra ellos; enfrentan con dificultad el fuego de los llana con cuya adhesión contaba Beresford para hacer arraigar sin tropiezos
ingleses, que resulta inesperadamente certero, y no logran romper las forma- el dominio de su señor
ciones enemigas. Por otra parte, aun los blandengues -y mucho más las mili- Era acaso pagar un precio demasiado alto por una adhesión sólo oportunis-
cias- tienen movimientos de pánico ante las explosiones de las granadas, de ta A pesar de todo, el dominio británico debía introducir cambios: el 4 de agosto
las que no han tenido antes experiencia directa Se quiebra la línea de defensa, -lnego de un mes de tergiversaciones- era implantado el comercio libre, con
situada sobre el Riachuelo, y Beresford entra en Buenos Aires. Encuentra allí muy bajas tasas aduaneras; era ése en verdad el núcleo de un nuevo pacto co-
una recepción inesperadamente favorable Sin duda el virrey se ha marchado lonial, a cuya sombra los comerciantes porteños seguramente no hubiesen en-
con lo más importante de los caudales, y desde el 27 de julio está en Luján, contrado fácil seguir medrando. No es extraño entonces que, si algunos de los
en vana espera de refuerzos formados en la campaña. Pero las corporaciones que abundaron en declaraciones de sumisión al nuevo monarca se abstuvieron
urbanas se apresuran a prestar adhesión al nuevo orden, persuaden al virrey en efecto de toda deslealtad, se hayan abstenido también de oponerse en ac-
-cuya retirada no se prohíben juzgar duramente-de que entregue los caudales ción o palabra a las conspiraciones que bien pronto comenzaron a tramarse,
regios al conquistador, salvando así las fortunas privadas a las que Beresford desde las más alocadamente audaces, que se proponían transformar al centro
había amenazado recurrir como fuente alternativa de botín Un testigo excep- de la ciudad en un campo minado, mediante la excavación clandestina de un
cional, el secretario del consulado, Manuel Belgrano, ha dejado testimonio de complejo sistema de galerías, hasta las más razonables que buscaban volcar
su impotente indignación ante el poco decoroso espectáculo brindado por ese sobre la capital conquistada los recursos del resto del país
cuerpo, hasta entonces fortaleza de la más intransigente lealtad castellana; 1 Sin duda estas últimas habían sufrido una derrota inicial cuando la cam-
Beresforif,porsíiparie, apreciábá. sóbrefodólá¡iarücij:,acióri. del clero regu- paña, que no había sido conquistada, siguió manteniendo sus lazos con la
lar y secular en las ostentosas adhesiones al nuevo orden; parece haber ha- ciudad áhora en manos inglesas. Una Buenos Aires sitiada por hambre, un

1 En su autobiogiafía (Manuel Belgrano, E5critos económicos, Buenos Ab:es, 1954, 2 Public Record Office (Londres), W O 1/161 Beresford al secretario de Estado de Gue-
rra, 16 de julio de 1806
pág 52)

24 25
invasor obligado a dispersar sus escasos hombres en la conquista de provi- nación popular que aleja a Sobremonte del ejercicio efectivo de su cmgo no
siones en la zona rural, hubiesen sido la respuesta obvia al primer éxito obte- está desvinculada de los conflictos (con el clero de la Catedral, con el Cabildo)
nido sobre la capital Para algunos la falta de esa respuesta debe ser incluida que venía sosteniendo el virrey desde antes de las invasiones . Pero la tumultuosa
en el inventario -nada liviano- de culpas que suele cargarse sobre el virrey protesta de que es víctima ese excelente funcionario de la monmquía ilustrada,
Sobremonte; si hemos de creer a éste, no encontró en la campaña de Buenos acusado de culpas que no eran sólo suyas, e identificado con una derrota que
Aires disposición alguna a obedecer sus órdenes En todo caso, la paz relati- hubiera sido absurdo atribuir sólo a su personal cobardía, es en sí misma una
va de la zona rural que proveía a Buenos Aires de alimentos esenciales ofre- novedad absoluta en la historia de Buenos Aires
cía a Beresford lo que éste más necesitaba: la posibilidad de sobrevivir hasta Aun así, corno todas las fuerzas nuevas en sus comienzos, la de la opinión
que la llegada de refuerzos metropolitanos le permitiese encarar una conquista pública creada por la dramática historia del último mes y medio no hubiera
sistemática del país. podido imponerse de no haber contado con el apoyo de otras más tradiciona-
Sus adversarios dentro de Buenos Aires saben también que ésa es la consi- les En particular el Cabildo está demasiado ansioso de librarse del fastidioso
deración decisiva; mientras en Córdoba el virrey organiza una nueva fuerza para virrey para mostrarse exigente en cuanto a la elección de armas para lograrlo
marchar sobre Buenos Aires, en esta ciudad se organizan grupos de resisten- El 14 pide que Sobrernonte designe teniente o capitán general al reconquistador
cia: dos jóvenes, Juan Mmtín de Pueyrredón y Manuel de Arroyo y Pineda, los de Buenos Aires El virrey se resiste, pero halla que todos los apoyos se le es-
están armando en la inmediata cmnpaña . En relación con ellos está Santiago quivan: el 28, desde San Nicolás, encarga a Liniers del comando de las tropas
de Liniers, emigrado francés, capitán de navío acantonado en la Ensenada, cuyo de la capital y a la Audiencia del despacho de los asuntos más urgentes; por su
hermano -el mmqués de Liniers, jefe de la casa- ha hecho fortuna en Buenos parte se marcha a Montevideo, a prepararlo contra un más que probable ataque
Aires El capitán Liniers prefiere mmcharse a la banda opuesta, y utilizm sus británico
recursos en una reconquista en regla. Tras hacer vela de armas en el convento Mientras tanto, quienes han logrado apartmlo del camino deben tornar a su
de Santo Domingo -la elocuencia de cuyo prior había sorprendido tan cargo la organización de la defensa de Buenos Aires. Éstos son por una parte, el
gratmnente a Beresford- pasa a La Colonia y el 18 de julio está ya en Monte- Cabildo, cuyas aspiraciones han venido creciendo en los últimos años junto con
video, donde persuade no sin esfuerzo al gobernador militm español de que le su prosperidad (pretende ahora ser reconocido protector de todos los cabildos del
confíe la tropa veterana allí enviada por el virrey Con esos quinientos cincuenta Virreinato, lo que le permitirá exceder el ámbito municipal, que ya juzga estre-
soldados y cuatrocientos milicianos vuelve a embarcarse en La Colonia, el 3 cho), por otra el héroe popular al que el Cabildo ha contribuido a dotar del poder
de agosto (dos días antes, los paisanos reunidos por Pueyrredón han sido dis- núlitar El Cabildo y Liniers presiden la militarización de la ciudad, sobie la base
persados en las chacras de Perdriel) El 10, con la toma de los corrales de de un servicio de milicias obligatorio para todos los vecinos de 16 a 50 años, con
Miserere y del Retiro, domina los accesos de la ciudad por el norte y el oeste; ejercicios cotidianos La militarización es recibida con sentimientos divididos;
el día siguiente se pasa en escmmnuzas, mientras los reclutas agregados a lo si bieu no faltan los elementos antipatrióticos que no sólo se resisten a integrarse
largo de la jornada duplican las fuerzas españolas. El 12 se lucha en las calles, en la milicia, sino que hacen burla del entusiasmo de los reclutas; éste parece
mientras desde las azoteas se arrojan al ocupante piedras y tizones mdientes haber sido en suma el sentimiento predominante; en la ciudad que había despre-
Beresford capitula cuando ya el fuerte está rodeado por una muchedumbre ciado tradicionalmente la profesión militar, 3 a la que era preferida la tanto más
amenazante y puede temerse una masacre; aun antes de la capitulación, pma honorable y lucrativa carrera mercantil, abundan ahora los oficiales orgullosos
calmar los encolerizados ánimos, la bandera de España vuelve a izmse en la de sus galones; el mismo Belgrano ha guardado para nosotros una imagen algo
fortaleza. Liniers concuerda en términos generosos, que incluyen el envío a sarcástica de esta sorprendente rnetmnorfosis
España de los prisioneros, para ser canjeados con otros españoles; este punto En efecto, la militarización está creando una nueva elite urbana; es la que
de la capitulación está destinado a no cumplirse; desde el comienzo la almma- forman los comandantes y jefes de los cuerpos milicianos ¿Hasta qué punto
da opiniónpública exigda internación ·de los prisioneros;-potencialmente pe- nueva? Sin duda los jefes son elegidos por la tropa, y los comandantes por
ligrosos, pues la invasión sin duda ha de reitermse los jefes, y no faltan las ponderaciones en torno de la llaneza con que prós-
La opinión pública ; el término ha dejado de ser inadecuado en este Bue- peros comerciantes y gentes de razón aceptaban ponerse a las órdenes de la-
nos Aires que se siente lanzado de pronto a la gran historia La primera víc-
tima de esa nu,;va potencia es el virrey, que ha preparado demasiado
parsirnoniosamente la reconquista de su capital Sin duda la oleada de indig- 3 Mariquita Sánchez, Recuerdos de Buenos Aires virrey,ial, Buenos Aires, 1953, pág. 61

26 27
bradores más expe1tos que ellos en cosas de armas. Pero por lo menos los las dife1encias profundas que en la sociedad urbana dividía a peninsulares y
comandantes fueron en casi todos los casos reclutados en los sectores altos, americanos: cinco mil de estos últimos agrupados en los cuerpos de patricios
y a su cargo conió casi siempre la provisión de unifonnes y equipos para las y arribeños, en el de pardos y morenos, y aun en otros, se oponían a tres mil
tropas (excepto las armas y ocasionalmente las cabalgadmas) Pero el Cabil- peninsulares, divididos también ellos pm origen 1egional en gallegos, viz-
do que -con el Consulado de Come1cio y en medida n1enor el Capüulo de la caínos, catalanes, andaluces . A través de esta división podía comenzar a
Catedral- era la institución que acogía y agrupaba a figuras provementes de columbrarse otra consecuencia de la militarización: aunque los criollos eran
los sectores altos locales, y que, a diferencia de esos otros cue1pos, poseía sin duda minoría en los sectmes altos, su gravitación crecía en cuanto ahora
una gravitación política creciente, había tendido pm su parte a cenarse, a venía a revertirse en su favm el predominio de los americanos en el conjunto
transformarse en el dominio de una clique no demasiado representativa del de la población urbana; marginados pm la estructura social existente, inca-
conjunto de los sectores altos y medios _supeüore~ de la óud_ad Sobre todo paz de ampliarse al ritmo de la expansión demográfica aun de los sectores
en relación con esa situación previa la nnhtanzac10n va a sigmficar una aper- altos, los criollos formaban lo que esa nueva elite creada por la militariza-
tura de consecuencias incalculables Todavía más en cuanto no sólo crea una ción tenía específicamente de nuevo. He aquí sin duda una nueva causa para
nueva elite sino que mantiene y estructura la movilización política que ~abía el justificado 1ecelo con que el proceso podía ser visto desde sitiales más ele-
significado la reconquista, la dota de consecuencias dmaderas y pm anad1- vados que los si!lones capitulares
dma institucionaliza los canales de vinculación entre la nueva ehte y las ma- En todo caso estos anticipos de futuras tormentas no impidieron que la co-
sas urbanas así mganizadas laboración entre el Cabildo, la milicia y su plebiscitadojefe dutara aún dos años;
El Cabildo no dejó de ver el peligro que ese cambio significaba; buscó con- de hecho, sólo iba a cesa1 bajo el impacto de la disolución del orden español
tiarrestarlo c1eando él mismo un cuerpo miliciano que costearía y mantend1ía en las Indias . Bien pronto hubo de alcanzarse un nuevo fruto de esa colabora-
en su obediencia -el de Artilleros de la Unión- cuya gravitación iba a ser pm ción: la eliminación definitiva del molesto virrey, tras su resonante segundo
otra parte escasa Desde el principio la mganización de milicias -cuyos cuer- fracaso en Montevideo
pos se distinguían por la comarca de origen de sus integrantes- puso de relieve En efecto, no terminó 1806 sin que se tuvieran ya los primeros anticipos
de la esperada segunda invasión: desde diciembre se halla en Maldonado el
brigadier Auchmuty con cuatro mil quinientos homb1es; tras unos días de
fútiles escaramuzas el invasm se dirige por mar a Montevideo; el 20 de ene-
ro los ingleses desembmcan en el Buceo y de inmediato toman contacto con
la ciudad amurallada y fortificada; el 2 de febrero, tras recios combates, lo-
gran abrir una brecha en la muralla; al día siguiente la ciudad es suya; lo será
pm ocho meses, durante los cuales los conquistadores la transformarán en
base de una penetración mercantil que esperan muy vasta, abanotándola de
géneros Auchmuty no quiere repetir, ante una plaza mejm preparada, las
audacias de Beresford. Pide refuerzos a la metrópoli y el 10 de mayo llega a
Montevideo el t~niente general Whitelocke; ahora los soldados británicos
destacados en el Plata llegan a diez mil, y la toma de Montevideo ha sido
completada con la de La Colonia. El 28 de junio ocho mil soldados invaso-
res desembarcan en Ensenada, acompañados de 18 cañones (la anterior ex-
pedición sólo había traído dos) el 19 de julio están en Quilmes; el 2 cruzan el
-- · Riachuelo
Ya hace meses que Buenos Aires ha venido preparándose para la nueva
amenaza La caída de Montevideo provocó una nueva agitación en el Cabil-
do de Buenos Aires, que propuso el reemplazo de Sobremonte; la Audiencia,
FIG J J Cruce del Riachuelo por las fuerzm invawrm inglems el 22 de junio de 1806 por su parte, consideró p1eferible lograr del dos veces derrotado virrey una
Grabado anónimo publicado en Inglaterra en 1807 delegación definitiva en la Audiencia misma La salida propuesta disgustó

28 29
tanto a los capitulares (que guardaban con el tribunal las malas relaciones nos de mercaderías capaces de arruinar con su concunencia a los comercian-
tradicionales) corno a Liniers, que prefirió llevar el con.Junto del problema a tes de Buenos Aires, que durante años han venido contando con su carestía
una junta de Guerra; allí los oidores proponen que, si el virrey no _se d_ec1de a creciente Ya en octubre la noticia de las oportunidades que ofrece Montevi-
atender razones, se lo considere impedido por enfermedad en el e1erc1c10 del deo ha llegado a Potosí, provocando un catastrófico denurnbre de precios. 4
cargo y se lo reemplace de acuerdo con las_ norrna_s vigentes (lo que ;'ra otra Los comerciantes porteños, fuertes de su buen derecho, logran que las auto-
manera mejor fundada de postular su propia_ candidatura a la suces10n) Ese ridades decreten castigos teIIibles contra los vendedores de esas mercade-
es finalmente el temperamento adoptado: mientras L1mers queda a cargo de rías que nunca han pagado derechos de introducción, y son, además, enemi-
los asuntos vinculados con la defensa (y ahora no sólo de las tropas urbanas) gas. La initación que ello provoca en Montevideo es grande, y encuentra
el regente de la Audiencia, Muñoz y Cubero, atiende los de gobierno, admi- aliento discreto en el coronel Elío, a quien Liniers ha hecho gobernador mi-
nistración y hacienda . litar de la plaza, luego de su evacuación por: los ingleses
La segunda invasión comenzará a introducir tensiones e_ntre qurenes han A partir de febrero de 1808 los hechos nuevos comienzan a acumularse:
venido repartiéndose amigablemente los despojos de la autondad vnremaLEn de manera menos ruidosa, pero acaso más efectiva, la gran historia vuelve a
ella Liniers intentará en vano retener el papel protagónico que la Reconqmsta acercarse a este rincón rioplatense . En febrero de 1808 ya el Cabildo no tie-
le h~ deparado En vano espera junto al Puente de Gálvez, lis_to para dar bata- ne duda de que la corte portuguesa ha llegado a Río de .Janeiro; eso crea una
lla, a las vanguardias británicas; los invasores prefieren ut1hzar el rodeo _del delicada situación, puesto que España es su enemiga y ha favorecido la ocu-
paso de Burgos y ahorrar un combate Mediante una marcha paralela, L1mers pación del territorio metropolitano portugués. Pero por ambas partes parece
sigue desde la orilla septentiional del Riachuelo a _los mvasores, y sus fuerzas buscarse más bien el contacto que el choque Un extenso documento de la
chocan con ellos una vez que cruzan el río Pero sm fortuna: deben retnarse a cancillería portuguesa anuncia la llegada al Río de la Plata del brigadier Cu-
la Chacarita y de allí volver a la ciudad El 5 de julio, ésta será invadida por _los rado como enviado regio; Liniers y el Cabildo coinciden aun en juzgar con-
soldados británicos, que han tomado el Retiro y la Plaza de foros Pero s1 el veniente que no alcance a llegar a Buenos Aires; piden a Elío que lo retenga
avance de esas posiciones es relativamente exitoso, el que se desarrolla _des- todo lo posible en Montevideo Pero es ése el único punto de coincidencia:
de el sur se estrellará en medio de sangrientos combates en torno a la iglesia de mientras el Cabildo vnelca sus esfuerzos en la preparación militar para el
Santo Domingo, no lejos de la Plaza Mayor De nuevo las calles y azoteas choque con Portugal, Liniers parece partidario de soluciones menos belico-
se revelan amigas de los defensores, y el grupo británico que h~ co_rnbat1do sas: envía como agente en Río de Janeiro a su concuñado Lázaro de Rivera
en los accesos meridionales de la fortaleza se nnde Al dia s1gmente La iniciativa es recibida sin simpatía por los capitulares, que observan que
Whitelocke pide tratar una tregua; Liniers uo acepta sino negociaciones de esa intimidad con el enemigo podría indisponer al gobierno francés. Las no-
rendición, que finalmente son entabladas El 7 se firma el tratado, por el cual tas alcanzan tono agrio; Liniers observa en respuesta que el Cabildo sobre-
se concede a los ingleses sesenta días para abandonar Montevideo Y se ~1s- pasa sus atribuciones; el cuerpo capitular se hace eco de la denuncia según la
pone el intercambio de los prisioneros de ambas partes, incluidos los bntam- cual el conde de Liniers, hermano del viney, se encuentra en Río de Janeiro
cos de la primera invasión. . , . tratando la liberación del comercio entre el Río de la Plata y la América por-
El héroe de la jornada no ha sido Liniers, ha sido Martín de Alz~ga'. nco tuguesa. En pocos meses las relaciones entre el viIIey y el Cabildo han lle-
comerciante vascongado y alcalde de primer voto en el Cabildo porteno; Junto gado a ajustarse a pautas muy tradicionales: el cuerpo municipal, animado
con él es la institución capitular misma la que adquiere un prestigio nuevo de santo celo, observa con indignación la tendencia del viney a rodearse
Pero tampoco esta insinuación de un nuevo equilibrio cambia los datos fun- de una camarilla de parientes y allegados a los que acusa de hacer dema-
damentales de la situación: el acuerdo entre Liniers (que en mayo de 1808 siado buenos negocios (una camarilla de la que desde Juego están exclui-
recibirá de la Corte su designación de virrey interino, fechada en diciernbr_e dos los magistrados capitulares); el virrey se hace fuerte en su superiori-
c!eTañoani.eríorJ ye!Tabildo·va deteriorándose sólo paulatmarnente La li- dad jerárquica y no se resiste a recordar a los capitulares cuál es el modes-
quidación de la ocupación inglesa en la Banda Oriental crea algunos proble- to ámbito de su autoridad.. Esa división entre viIIey y Cabildo debía re-
mas menores: antes del plazo fijado la inmensa flota-240 barcos entre mer-
cantes y de guerra- deja Montevideo, "toda a la vela -dice un testigo de la
jornada- eia una ciudad en medio del mar" Pero las naves se rnarch~n va- 4. Joaquín de Obregón Cevallos a Juan Esteban deAnchorena, Potosí 27 de octubre de 1807,
cías; los depósitos de los mercaderes montevideanos, en carnb10, estan lle- Archivo General de la Nación, Buenos Aires, VII, 4-6-16

30 31
III. LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA
BORBÓNICA Y SUS CONSECUENCIAS

En los primerns meses de 1808 se denumba en España el antiguo régimen


FIG ) 2 Caricatura del gen.eral Whitelocke Síntoma~ de coraje 1808 Publicado por El denumbe abre una crisis dinástica: el motín deAranjuez obliga a Carlos IV
1 W [mes a abdicar en favor de su hijo, para retrnctarse luego, mientras Napoleón, árbi-
tro de la disputa de familia, la utiliza para reemplazar en España a la dinastía
borbónica pm la prnpia Comienza bien pronto el alzamiento, que las estructu-
petirse en las fuerzas de milicias; se iba a hacer particnlarmente grave des- ras del viejo Estado encuadran mal; junto al Consejo de Regencia surgirán las
de qne el denumbe de la monarquía española dejara a ca_da magistratura juntas locales, y en Sevilla terminará por establecerse una Junta Central, depo-
indiana dueña de un campo de decisión mucho más amplio que el de sus sitaria de la soberanía mientras dura el cautiverio del rey Fernando. La España
atribuciones legales, y a menudo pe1pleja sobre los usos posibles de esa insurgente comienza por obtener éxitos inesperadamente amplios en la guena
libertad demasiado vasta contra los franceses Consecuencia de esta vertiginosa sucesión de noveda-
des: la España resistente, a la que las Indias consideran heredera de la autmi-
dad del rey legítimo, es no sólo enemiga de Francia sino aliada de Inglatena,
aliada a su vez de Portugal. Hay así todo un reordenamiento vertiginoso de la
constelación internacional, acaso no menos decisivo en las Indias que en la
Península
De todas esas novedades comienzan a llegar a Buenos Aires noticias im-
precisas; sólo el 29 dejnlio llega comunicación oficial de la asunción al trono
de Fernando VII; pese a que las noticias oficiosas consideran la nueva situa-
ción como escasamente consolidada, las autmidades de Buenos Aires deciden
disponer la jura del nnevo monarca para el 30 de agosto (pm sn parte Elío, en
Montevideo, lo hará jurar el 12 de ese mes, y prnpondrá interpretaciones ma-
lévolas para el más largo plazo de espera fijado en la capital virreinal) El 13
de agosto llega a Buenos Aires un enviado de Napoleón: el marqués de
Sassenay, antiguo emigrado como los Linier s. El virrey, con opmtuna caute-

32
"
la, se niega a recibirlo a solas; rodeado por los magistrados entre los cuales se de estas acusaciones apasionadas, en que la buena fe no abunda, una génesis
encuentran sus principales adversarios escucha la versión imperial de la tras- de Ja actitud independentista, imponer a esos hombres, perplejos ante una rea-
lación de la Corona a la nueva dinastía Sassenay será expulsado, y la jura lidad que de pronto se ha puesto a cambiar vertiginosamente, una fijeza total
del rey Fernando anticipada al 21 Pero la proclama con que el virrey la anun- en la adhesión a ciertas soluciones. Pero no parece infundado concluir que la
cia (que da a entender demasiado claramente que el desenlace_ del drama di- de la independencia ha llegado a ser una de las alternativas pensables para el
nástico es sólo provisional, y se reserva a través de un lengua¡e neo en reti- futuro de la América española, y esto no sólo para los escasos partidarios de
cencias para cualquier alternativa futura) aumenta la desconfianza que Liniers una empresa excesivamente ardua
despierta en sus rivales del Cabildo, que dudan de la lealtad española del ofi- Támbién estaban estos últimos, y -a medida que las vicisitudes de esa épo-
cial nacido en Francia. ca agitada los llevaba a tomar actitudes abiertas- su presencia era cada vez más
Sassenay no es sino uno de los emisarios que los aspirantes a la sucesión fácilmente advertible En Río de Janeiro, fugitivo, se encontraba Saturnino
abierta por la crisis de la monarquía española harán llegar al Plata La acción Rodríguez Peña, responsable de haber planeado la fuga de Beresford, módica-
más tenaz y más efectiva estará a cargo de los emolados por la infanta Carlota mente pensionado por el gobierno inglés, no había sido de ningún modo repu-
Joaquina de Borbón, casada con el príncipe regente de Portugal La princesa, diado pm sus amigos de Buenos Aires, con los que mantenía azarosa corres-
hija de Carlos IV, y apoyada por el almirante británico Sidney Smith tendrá pondencia Pero -lo que no hace más sencillas las cosas- este enemigo del
una política hispanoamericana diferente de la de su esposo: se trata_de poner dominio español trabaja para Carlota, y viene a colaborar así con quienes en-
todas las Indias españolas bajo su regencia. El 10 de agosto un mamf1esto de cuentran en la infanta la mejor garantía de supervivencia del lazo colonial. Por
la infanta revela y justifica esa pretensión; redactado antes del conocido des- el momento es en efecto la infanta la que mejor sabe sacar partido de la confu-
enlace de la crisis dinástica, se buscaría en vano en él alguna expresión de sim- sión reinante: su infatigable secretario inunda el Virreinato con memoriales que
patía para Fernando Vll, cuyo ascenso al trono es declarado irregular El re-
gente de Portugal tiene por su parte ambiciones más limitadas pero más sóli-
das: desea que sus tropas ocupen la Banda Oriental, para poner a salvo su mte-
resante territorio de las tormentas que amenazan a la América española, y en
particular al turbulento vil!einato rioplatense Liniers contestará a los
principescos postulantes en términos que no dejan duda de su lealtad a la me-
trópoli: a la infanta Carlota señalará que Buenos Aires ha jurado ya fidelidad a
Femando VII; a las exigencias sobre la Banda Oriental responderá disponien-
do la expulsión de Curado, hasta entonces huésped del gobernador de Monte-
video Pero la intriga carlotista no ha de cesar, y tiene ya más de una vertiente;
si en algunos casos las veleidades carlotistas no hacen sino superponerse a viejas
rivalidades de las que abundaban en el mundillo burocrático, en otros parece
ofrecer una cobertura relativamente aceptable a lo que se llama ya el Partido
de la Independencia
Hace ya, en efecto, algunos meses que se habla de él como de un peligro
cada vez más inmediato: en esta etapa de confusos enfrentamientos, cada uno
por turno acusará a sus rivales de fo1mar en sus misteriosas filas. Para los ca-
pitulares no hay duda de que Liniers trabaja para Napoleón; para Elío es más
¡,r615al51e que elvirie)'sirvá a Carlota, Inglaterra, "ó qualquiera potencia ex-
tranjera" Para Belgrano, propagandista celoso del carlotismo, es indudable que
los cabildantes son jefes de una conspiración republicana y secesionista, que
sólo la intervención de la infanta podría frustrar Para los cabildantes, es de-
masiado evidente dónde se esconden los desleales a su soberano ¿Qué con- Fic 3. 5 Carie.atura de Napoleón al recibir la noticia de la toma de Bueno,~ Aires, 1806
cluir de todo esto? Sería sin duda una tarea desesperada querer trazar a partir Publicada por H Humphrey Londres

34 35
alcanzan aun a notabilidades de las ciudades más pequeñas 5 Pern a fines de capitular son deportados a Patagones (de donde serán rescatados por las fuer-
1808 una opción se impone finalmente a la voluble princesa: Gran Bretaña, zas de Montevideo, que les ofrecerá refugio) y se arranca el badajo a la cam-
aliada de España, llama al orden a Sir Sidney Smith, y finalmente lo reempla- pana del Cabrldo, de modo que no pueda ya convocar con sus tañidos a la
za por el almirante De Comcy; también el príncipe regente muestra menos población
paciencia por las aventmas políticas de su esposa Carlota corta por lo sano, La rendición _de cuentas se extiende a la organización de milicias: los cuer-
haciendo llegar a las autoridades españolas circunstanciada denuncia contra pos que han,partrcrpado en la_ intentona rnpitular son disueltos, y entre los que
aquellos de sus adictos de menos segura lealtad al viejo orden. El inglés quedan duenos del control mrlrtar de la ciudad el predominio de los criollos es
Paroissien, al que la infauta envía al mismo tiempo a Montevideo como su más marcado que antes; de los cuerpos de peninsulares sólo sobreviven los de
agente, es la víctima principal de esta desprejuiciada resolución: Elio lo some- r:rontañeses y andaluces, que han apoyado a Liniers. Localmente, pese a la di-
te a prisión rigurosa s1denc1a montevideana, no queda ya duda sobre quién tiene la supremacía Por
Ya en ese momento tiene el gobernador de Montevideo razones especiales otra parte, el vmey se prnpone al parecer consolidar su situación mediante un
para extremar su celo monárquico: se halla en ruptura abierta con su superior acercamiento a rugieses y portugueses, en el que sus adversarios le achacan la
jerárquico el viney Liniers, y si sigue gobernando en Montevideo es por dele- búsqueda de ventaJas más inmediatas: la apertura del Virreinato al comercio
gación del Cabildo de esa ciudad y en carácter de presidente de una junta ele- con el Brasrl y con la Gran Bretaña es una medida que se considera inminente
gida a imitación de las metrnpolitanas Ha sido ése el desenlace de una intriga Pero e~rste de nuevo una autoridad metrnpolitana con la cual es preciso
llevada adelante juntamente por Elío y el Cabildo de Buenos Aires, que el 7 de contar, y esta tiene excelentes razones para no consolidar el predominio de
setiembre han pedido la destitución de Liniers La Audiencia de Buenos Aires, Lmrers: toda potencia colonial sabe hasta qué punto debe precaverse de 10
a la que se dirigen, no se deja conmover: si los oidores no parecen haber sido administradores demasiado populares entre sus gobernados y sobre las no ~
demasiado adictos a la persona del virrey prnvisional, no podían ver sin alar- dades de Buenos Aires circulan en Sevilla truculentas versio~es. Liniers es s~~o
ma el deteriorn creciente del sistema institucional. Desde entonces la esperan- vnrey mtenno; bren prnnto cesará su interinato al ser designado para el cargo
za tanto del Cabildo como de Elío se encuentra en las autoridades metrnpolita- Baltasar Hrdalgo de Crsneros, un marmo de no escaso prestigio Cisneros lle-
nas: para edificación de éstas extreman las muestras de celo y cubren de sos- gar_á a Montevrdeo e~ 29 d_e junio de 1809, para prnceder a una liquidación
pechas el de su rival amrstosa de la seces10n: la Junta local es disuelta y Elío ascendido a inspect
La primera prueba de fuerza entre el virrey y sus enemigos ha terminado general de armas; en,Mo~tevideo lo debe reemplazar otro militar, Vicente Niet~'.
con la secesión de Montevideo y la momentánea humillación del Cabildo de q_ue ha}legado de Espana Junto con el nuevo virrey Este, poco seguro de la
Buenos Aires. Este último se siente particularmente amenazado: multiplica s1tuac10n, prefiere asumrr el mando en Colonia; luego de dos semanas de con-
las acusaciones contra el viney y se prepara para una prueba de fuerza, que vocados, los oidores y capitulares -estos últimos han recibido con júbilo el
llegará el 19 de enern de 1809, con motivo de las elecciones de los nuevos reemplazo del vurey- ~e trasladan finalmente a la otra banda para asistir a la
capitulares, que ingresarán al cuerpo en Jugar de los salientes; éstos dicen ceremonia. Lrnrers esta, en cambio, conspicuamente ausente; en Buenos Ai-
temer que el virrey aprnveche la coyuntura para reemplazarlos por otrns, res, el coronel Saavedra y el secretario del Consulado, Manuel Belgrano, que
adictos a su persona Con apoyo de algunos regimientos de milicias eurnpeas, srgue -pes,e a todas las decepc10nes- favoreciendo la solución carlotista, in-
una pequeña multitud pide desde la Plaza Mayor el establecimiento de una tentan ~rn exrto rmp_ulsar1o a la resistencia. Finalmente Liniers se decide a cru-
junta El obispo interpone su mediación, las conversaciones se prnlongan y zar el no para rendn su homenaje al nuevo viney: el 20 ambos entran juntos
finalmente Liniers se muestra resignado a abandonar su cargo. Pern sólo por en Buenos Arres
un instante: los regimientos que le son leales, entre los cuales el principal es C~sneros ha logrado entrar pacíficamente en la sede de su gobierno; no es
· elde-Patricios;cuyo comandantees clmcrcader altoperuano Comelio Saa- .... hazana escas~, pero no rgnora que sus dificultades no han cesado con ello Tras
vedra, dominan ahorn la plaza; los revoltosos se alejan prudentemente, el no pocas te:grversacrone~, renuncia a enviar a Liniers a España y lo autoriza a
viney no piensa ya en renunciar Por lo contrario, los jefes de la conjuración fiJar su res1dencra en el rntenor del Virreinato; del mismo modo renuncia a
colocar a Elío en la inspección general de armas, para la cual ya lo ha designa-
do. los comandantes de los regrmrentos de Buenos Aires se resisten a ser su-
5 Abundante documentación sobre la accióú carlotista, ahora reunida en Mayo documental bordrnados a quren ha estado en el bando opuesto; Cisneros quisiera ver al ex
Buenos Aires. 1961 y sigs, tomos II-V y passim gobernador de Montevrdeo (por el momento poco dispuesto a abandonar esa

36 37
plaza y el poder que ella le asegura en toda el área rioplatense) llamado a Es- al Río de la Plata concentrar su actividad económica en las producciones rura-
paña Con igual prudencia el virrey intenta liquidar la p~sada herencia que la les para la exportación (una solución que no había despertado hasta entonces
crisis de enero ha dejado en Buenos Aires: si en setiembre declara inocente de en ]os economistas ilustrados, como Belgrano y Vieytes, un entusiasmo sin re-
toda intención sediciosa al Cabildo (y gracias a ello Álzaga puede volver a Ene- servas). Más que la prosa acerada de Moreno, es la situación misma la que im-
nos Aires), si una reforma de las milicias reduce los cuerpos rentados a cuatro pone a Cisneros adoptar la innovación que al parecer Liniers ya había contem-
batallones, de los cuales sólo dos son criollos, y crea junto a ellos dos batallo- plado: el 6 de noviembre el Reglamento Provisorio que autoriza el comercio
nes del comercio qne reorganizan a las fuerzas disueltas en enero, aun así el con los ingleses tiene la aprobación vineinal, pese a la oposición que ha en-
equilibrio militar en la ciudad sigue favoreciendo a los que en esa jornada apo- contrado entre no pocos grandes comerciantes y la constantemente alegada
yaron a Liniers. Y, como premio a la discreta tenacidad de Cisneros, el 3 de de los artesanos destinados a aIIuinarse con la concunencia británica Sin duda
marzo de 1810 Elío se marcha finalmente a España el virrey tratará de limitar las consecuencias de ese cambio radical en la políti-
Esa sistemática prudencia da pronto sus frutos: la futura capital revolu- ca económica, y buscará interpretar restrictivamente las franquicias otorgadas
cionaria brindará, a fines de 1809, apoyo no sólo pasivo a la represión del por el Reglamento, que por otra parte mantiene el monopolio de los comer-
movimiento altoperuano, que desde mediados de ese año se extiende por todas ciantes españoles (europeos y americanos) sobre el comercio interno y la ven-
las tienas norteñas del Virreinato El movimiento ha comenzado en Chuquisaca, ta al menudeo Pero ya antes de la revolución las limitaciones del texto mismo
como desenlace de un viejo conflicto entre el presidente de la Audiencia y los y de su interpretación se habrán revelado ineficaces para frenar la conquista
oidores; el primero se ha hecho adicto entusiasta de Carlota, y sus rivales apro- del sistema comercial rioplatense no sólo por los productos, sino también por
vechan la oportunidad para denocarlo, proclamándose los vengadores de una los comerciantes ingleses
más estricta lealtad al soberano prisionero y a la junta sevillana que gobierna El otorgamiento del comercio libre traducía demasiado bien la crisis pro-
en su nombre El movimiento así comenzado el 25 de mayo de 1809 en funda de las relaciones con la metrópoli, que finalmente debía confesar se in-
Chuquisaca se extiende el 16 de julio a La Paz; allí la revolución tomará un capaz de ejercer su función de tal en la vida económica de la colonia. En su
carácter mucho más marcadamente antipeninsular y reclutará adhesiones so- aspecto político, esa crisis sólo había conocido un alivio parcial con la instala-
bre todo entre los mestizos, a la espera de agitar algunas de las áreas indígenas ción de la Junta Central; la resistencia antifrancesa, primero exitosa, dio paso
inmediatas a la ciudad revolucionaria La represión -en la que participan los en 1810 a una catástrofe; la pérdida de Andalucía, la eliminación de la junta
viIIeyes del Perú y de Buenos Aires- no se hace esperar El brigadier Nieto misma, su reemplazo por un Consejo de Regencia arrinconado en Cádiz mani-
hace en La Paz -tomada en octubre- justicia sangrienta, con algunas decenas festaban lo que parecía el fin de la España antinapoleónica Si en 1808 una cri-
de ejecuciones; en Chuquisaca predominan en cambio las prisiones y confis- sis al cabo más radical había encontrado en las Indias un eco que -pese a las
caciones de bienes Por el momento el eco que el movimiento altoperuano diferencias ya advertibles- estaba en casi todas partes marcado por un intran-
alcanza en el resto del Vineinato es imperceptible: mientras la revolución sigente lealismo monárquico y español, no era de esperar que el hecho se repi-
paceña agoniza, la futura elite revolucionaria porteña se ocupa de un argumen- tiera ahora . La crisis del régimen se ha abierto ya: el primer denumbe del po-
to más inmediato: el comercio libre der metropolitano ha venido creando, entre los partidarios de la independencia
Éste se vincula a su manera con los acontecimientos del norte rebelde: de- y los adictos al viejo orden, fluctuaciones y ambigüedades que impedirían ahora
bido a ellos se ha cortado el flujo de metálico altoperuano que, en medio de la un nuevo alineamiento unánime en obediencia a la cada vez más fantasmal
crisis comercial surgida del colapso de la economía metropolitana, ofrece los autoridad metropolitana. Ya a comienzos de 1810, en su Correo de Comercio,
únicos ingresos seguros al fisco virreinal. No es extraño que Cisneros se muestre que publica con apoyo virreinal, Manuel Belgrano ha razonado públicamente
cada vez más receptivo a las razones de quienes lo urgen a autorizar el comer- los argumentos en favor de la solución carlotista; pese a que el tono empleado
cio coninglatena. Entre los partidarios deesa innovación se cuentan en pri- era el de la lealtad más rendida, el planteo mismo suponía la existencia de la
mer-término Íos comerciantes ingleses, que luego de las Invasiones forman un --- crisis del régimen y la posibilidad de una solución impuesta desde las Indias,
núcleo apreciable, y los hacendados del Litoral, que han tomado por abogado al margen de las autoridades que la gobiernan en nombre de una metrópoli en
a un talentoso graduado de Chuquisaca, Mariano Moren,o, que todavía a co- derrumbe
mienzos del año ha dado valioso apoyo a la tentativa de Alzaga Moreno hará Tienen entonces excelentes motivos las autoridades virreinales para vigilar
de la Representación de los Hacendados algo más que un alegato forense: la como peligroso contrabando las noticias que llegan de la Península en guerra:
primera exposición sistemática de los principios económicos que aconsejaban las falsas y las verdaderas son ya usadas como moneda menuda en el combate

38 39
político, que se practica sordamente; en la avalancha de rumores optimistas o plaza es teatro de una primera -y al parecer modesta- ma~ift,stación popular
catasllóficos, una opinión pública nueva en el campo de la gran política no sabe que solicita se convoque a Cabrldo Abierto La corporac10n recoge la solici-
demasiado bien qué creer, y un cierto escepticismo sistemático parece haberla tud, y el virrey la escucha: al día siguiente, 22, se reúnen los vecinos previa-
dominado muy pronto. En todo caso la noticia más catastrófica de todas, la de mente invitados (pero sólo 251 de los 450 citados se harán presentes) y comien-
la pérdida de Andalucía, se difunde de manera irrefrenable; el 14 de mayo la zan por escuchar la apasionada invitación de los capitulares a evitar divisiones
fiagata inglesa que ha venido con ella de Gibraltar es detenida y aislada en y soluciones exllemas: "Siguiendo un camino medio -aconsejan elocuentemente
Montevideo, pero ya el 16 el rumor ha llegado a Buenos Aires El 18 una pro- los cabildantes- abrazad aquello que sea más sencillo y más adecuado para con-
clama del virrey intenta tranquilizar sobre las consecuencias de la novedad: la ciliar con vueslla actual seguridad y la de vueslla suerte futura, el espíritu de la
distancia hace inverosímil una acción francesa sobre las Indias; a la vez la pro- Ley, y el respeto de los Magisllados" ¿Esas razones solemnes escondían un re-
clama da por abierta la crisis del régimen, que requiere una solución elaborada clamo de la sucesión del poder vacante? En todo caso, la reunión, llas disentir en
en las mismas Indias; en cuanto a ésta, promete que será "acordada en unión primer término la vacancia efectiva del poder y luego el derecho de la capital del
de todas las representaciones de esta Capital, a que posteriormente se reúnan Virreinato para tomai decisiones que comprometen el destino de un área mucho
las de sus Provincias dependientes, entretanto que de acuerdo con los demás más vasta, concluye por dejar el poder declarado vacante en manos del Cabildo
virreynatos se establece una representación de la soberanía del Sr D. Fernan- ordinario, que deberá investir a las nuevas autoridades, previamente elegidas por
do VII" Delegado de un poder que ya no existe, Cisneros se prepara a partici- ese cabildo mismo De los que votan en ese sentido los más declaran ver en el
par en la creación de uno nuevo, que sin embargo parece no considerar urgente Cabildo sólo el órgano de la voluntad del pueblo entero, en quien ha recaído la
y ubica como punto de llegada de una etapa deliberativa probablemente larga soberanía por vacancia del llano, hasta que éste vuelva a ser ocupado por el so-
(¿cuánto habría de tardarse, en efecto, en organizar una representación ameri- berano legítimo; otros, en cambio, declaran que es el cuerpo capitular el que por
cana de la soberanía de Fernando VII, con acuerdo de todos los virreinatos?) derecho propio debe resolver el problema creado
Junto con el virrey, otros se preparan a heredar del poder derrumbado: aho-
ra volverá a hacer sentir todo su peso ese equilibrio de fuerzas militares que
sin duda Cisneros había juzgado prudente respetar en lo esencial. El dominio
militar de Buenos Aires está en manos de los cuerpos de la milicia criolla: una
parte de los españoles tiene alianza formada con éstos; las llapas regulares no
constituirán tampoco una valla eficaz contra esa hegemonía (la existencia de
desafectos al viejo orden en el cuerpo de oficiales de carrera es un hecho cono-
cido desde antiguo, y no sólo para el Río de la Plata) En torno de los regi-
mientos se mueven los esfuerzos del partido patriota; es el coronel Saavedra
quien finalmente decide que ha llegado el momento de actuar ¿ Quiénes ac-
túan? Desde luego las fuerzas milicianas que en enero del año anterior han sal-
vado la au:oridad del virrey, pero junto a ellas enconllamos ahora un espectro
más amplio de la opinión local: al lado de Saavedra se encuentra ya Moreno,
que un año y medio antes había estado en la posición opuesta; han adquirido
además gravitación mayor los que han venido formando inequívocamente en
el -en su mayor parte inasible- Partido de la Independencia. . Pero el peso
decisivo siguen teniéndolo los cuerpos milicianos; sin su apoyo, por lo menos
···15as1vo;1a··ai1toiida:d·virrefüal esfáperdida
Y ese apoyo Cisneros no ha de recibirlo ya. El 20 de mayo, luego de que
Saavedra y Belgrano piden al alcalde de primer voto, Lezica, que convoque al
Cabildo, será el mismo Saavedra quien, en una reunión de comandantes con-
vocada por el. virrey, "frustra sus esperanzas" de encontrar en los cuerpos
milicianos ayuda para capear la crisis. El Cabildo se reúne al día siguiente, y la F!G 3 4 Jabonería de Vieyte\:, Buenos Aires (Archivo General de la Nación)

40 41
He aquí, reducido a sus términos más sencillos, el debate que, tras apasio- períencia, ocurre a los procesos revolucionarios que, en su propio avance, se
nar a quienes en él participaron, no ha dejado de apasionar a sucesivas genera- ven obligados a radicalizarse. He aquí un indicio bastante sugestivo de que la
ciones de historiadores Con razón sin duda: marca el punto de partida de la revolución que ahora comienza, si no sabe desde ahora a dónde se dirige, y
revolución que pondrá fin al dominio español. Pero no por eso ha de hallarse sólo más tatde, y no sin vacilaciones, alcanzó un mmbo preciso, no hace con
en ese debate la clave de la revolución que se avecina; esa revolución que quiere ello sino dat a tendencias que son las suyas desde el comienzo, expresión ade-
presentarse como la heredera legítima antes que como la destrnctora del viejo cuada al desenlace de la crisis internacional de la que precisamente esa revolu-
orden, no tendrá prisa en elaborar sistemáticos fundamentos teóricos para su ción hispanoamericana es un aspecto
acción innovadora: la crisis de la monarquía, la actualidad que ella devuelve a
una herencia jurídico-ideológica nacida en el período anterior a los avances
hacia el absolutismo y olvidada pero no abolida en tiempos más recientes, le
otorgan los instmmentos necesarios para invocar una legitimidad que, aunque
discutible, es por el momento su arma más valiosa Los estudios que intentan
rastrear tras los argumentos esgrimidos en la jornada del 22 (que por otra parte
conocemos muy mal) las influencias opuestas de Suárez y Rousseau, tienden a
olvidar peligrosamente que lo que trataba de demostrarse allí no era que el cam-
bio de autoridad propuesto estaba justificado por los argumentos de tal o cual
autor, sino que era conforme a derecho; esto es, conforme al derecho vigente;
desde esta perspectiva las leyes de Partidas, por ejemplo, podían tener para
quienes las evocaban un valor del todo independiente de la adhesión que pu-
dieran prestar a las concepciones generales en que esas leyes se apoyaban
Menos vacío de contenido efectivo es otro debate que, tras interesat a los
contemporáneos, sigue también él ocupando a los historiadores: ¿hasta qué
punto esa revolución que comienza se ha fijado por objetivo la independencia
de la metrópoli? Aquí la respuesta es mucho menos sencilla: ni aun es seguro
que quienes emplean la palabra "independencia" la entiendan todos del mis-
mo modo Y, por otra parte, la complejidad misma de la situación española y
de la coyuntura internacional hacía sin duda difícil trazar en 1810 una imagen
precisa de cualquier futuro Pero dentro de esas previsiones, acaso la menos
razonable era la que suponía que el rey cautivo iba a ser devuelto al trono de
sus mayores: estando así las cosas, la diferencia entre un movimiento destina-
do a emancipat a las Indias del vínculo colonial y uno que se proponía liberatlas
de la amenaza francesa era válida en abstracto, pero tenía muy poco valor con-
creto Cierta imprecisión de objetivos, cuyas ventajas tácticas son evidentes,
puede corresponder entonces también a auténticas perplejidades de algunos de
los dirigentes revolucionarios Pero los desatrollos posteriores hacen extrema-
damente inverosímil que entre los revolucionatios haya habido, junto a los
--··· . . pmiidarÍosde-laÍndependencía:oiiosaoídosde níodoígtialníente consciente
y articulado a una renovación encuadrada en el marco colonial (pata no hablat
de los que se habrían lanzado a la revolución para asegurar lisa y llanamente el
mantenimiento sin cambios del orden anterior a ella). En efecto, característico
del movimiento que ahora comienza es que puede ir precisando sus objetivos
sin perder por ello adherentes Es lo contratio de lo que, según muestra la ex-

42 43
Segunda Pai'te

EL PRIMER CICLO DE LA REVOLUCIÓN


(1810-1815)
L LA REVOLUCIÓN Y SUS TAREAS

Desde el 22, el mden colonial ya no existe, pero su sucesión no está re-


suelta El Cabildo, urgido por los comandantes, asume el 23 el poder va-
cante, para crear al día siguiente una Junta, que presidirá el ex viney e in-
tegran dos de los promotores de la crisis (Saavedra y Castelli) y dos repre-
sentantes de la tendencia intermedia puesta en evidencia el 22 (Incháurregui
y Solá). Pero los dos revolucionarios, que comienzan por aceptar sus car-
gos, comunican en la noche del 24 que se retiran de la apenas constituida
Junta: nuevamente Saavedra frustra las esperanzas de Cisneros, y la junta
entera renuncia, invocando la resistencia encontrada en una parte del pue-
blo Al día siguiente el Cabildo comienza por rechazar esa renuncia e invi-
tar a la Junta a contener a la parte descontenta, "teniendo V E las fuerzas
a su disposición" Pero esta hipótesis está lejos de cumplirse; hay nueva-
mente agitación en la plaza, y los capitulares creen oportuno "explorar nue-
vamente el ánimo" de los comandantes, no sin recordar "que el día de ayer
se comprometieron a sostener la resolución y la autoridad de donde ema-
naba". Esas evocaciones no impresionan a los comandantes: a las nueve y
media de la mañana éstos comparecen ante el Cabildo y se afirman incapa-
ces de frenar la agitación del pueblo y las tropas. El tumulto crece y los
·· capitulares creen oportuno aminorar la intransigencia: es necesario que el
ex viney deje la presidencia de la Junta. Del cercano fuerte llega en efecto la
solicitada dimisión, o más bien, un curioso sustituto de ella: los miembros
de la Junta declaran que Cisneros, "con la mayor generosidad y franqueza"
acaba de comunicarles su decisión de renunciar, y sugieren que el Cabildo le
designe de inmediato un reemplazante.

47
Eso no es lo que quieren los que se agolpan en la plaza, y ahma también en ran en el futuro: "Tenemos que ve1 muchas novedades entre ellos muchos
el recinto capitular; en su nombre un perentmio documento hace sabe1 a los han de estar descontentos entre ellos pm lo que no les ha tocado parte de la
capitula1es que el pueblo ha 1easumido las facultades delegadas el 22 en el presa" 6 Junto con el ap1endizaje de la libertad, Buenos Aires comienza el de
Cabildo, que "1evoca y da pm de ningún valm la Junta eiigida y anunciada en la discmdia; y los nuevos gobernantes, al exigir el aval de aquel a quien han
el bando de aye1 y quiere que V E prnceda a manifestar pm otrn bando denocado, hacen algo más que cede1 a los esc1úpulos de unos súbditos que no
público la elección de vocales que hace" las te1giversaciones terminan cuan- se deciden a dejar de serlo; p1epaian nuevas mmas paia una lucha que saben
do los voceros del pueblo amenazan que "mandarían que se abiiesen los dura e incierta
cuarteles; en cuyo caso sufriría la ciudad lo que hasta entonces había prncura- Los nuevos gobernantes Entre ellos, presidiendo la Junta, se encuentra
do evitar" Sin duda el acta capitular, fuente principal sobre los hechos del 25, Saavedra; lo acompañan como secretaiios los doctmes Moreno y Paso; entre
está lejos de ofrece1 un testimonio desinte1esado; muy evidentemente ha sido
1edactada teniendo cuidado de desvincular al Cabildo de toda responsabilidad
en una iniciativa que podía costar muy carn a sus autmes. Pern no hay duda de
que la amenaza de usar la fue1za de las milicias fue el elemento decisivo ¿Basta
esto para negar, como gusta de hacerlo más de un historiadm, el carácte1 popu-
la1 de la revolución que comenzaba y asimila!la entonces a las 1evoluciones
militares que no iban a escasear en el futuro? la conclusión no parece dema-
siado evidente: la transformación de las milicias en un ejército regular, con
oficialidad prnfesionalizada, es un prnceso que está apenas comenzando, y poi
el momento los cue1pos milicianos son, más bien que un elemento autónomo i'cmo. -
en el conflicto, la expresión mmada de cie1to secto1 urbano que sin duda los
excede ¿Este sector puede se1 llamado popular? He aquí una pregunta que
x /,para" q
quienes han negado tajantemente el carácter popular de la Revolución de '1ment
Mayo han omitido fmmularse, y acaso sea necesario imitar su prndencia No na·~j ,- _ , tJenti!:,
es dudoso en todo caso que ese sectm hallaba más fácil que su rival encon- sin cti~-pe' -.- - i-una ' y t
tra1 eco en la población urbana en su conjunto; que su consolidación y su se de vc~i~ó;'dKiibildcta
eme1gencia como aspirante al pode1 había aislado de ella a los grnpos más
limitados que tenían su destino ligado al viejo mden . Señalado esto, no se ha
· to, qu~}é1~~:ii~\e,nciaf
resuelto pm cierto el problema del caiácte1 de la 1evolución, que no es idén- <_Excn~o. Sr. ~~(fti~t:icd <.. y
tico al del pmcentaje de la población de Buenos Ai1es que paiticipó en la do\cclebrar, d4~~~p mani--;
jornada del 25; es la concreta política del poder 1evolucionaiio la que puede fos.rar esta csqti&'ffi.tílasTro-'
dar la clave para 1esolverlo }1as9.~1e guari1czf~~~á~:a-v~---
Pm el momento, esa política enciena un fue1te elemento de prndencia: el
prime1 objetivo de la nueva autmidad es obtener un triple certificado de legiti- /l1i~¡ft~c _cs_ta l'bzj,~iijJ,;,!Ae
midad, otmgado pm el Cabildo, la Audiencia y el viney; con esos impresio- 11~Je F'~rnFta pa5~T jp1¡~1!qn-
nantes avales se presentmá ante las autmidades submdinadas a las cuales va a i ~---~_i_!i ~.-Y
.:_-.,_:·.:~.'~_--_.-.-_:Tu_:~.·_;_:_t.f.~_,:_ _-__._;_~-~_-:__ -:·i-:~f{/·i'">
\.
?;'·;·-
1r_empJa_zª1, e"igiénclolf:s cli§ciplinado acatamiento. El primern en inclinmse a •• '7 -. •

esa exigencia es el virrey; en ese 26 en que pone su firma a la comunicación-- F'IG J. 5 Convocatoria para el Cabildo del 22 de
que le es exigida, Buenos Aires presenta un espectáculo en verdad nuevo "Todo mayo de 1810 (Archivo General de la Nación)
está en silencio -obse1va un testigo 1ealista- ellos mismos son los que andan
miiba y abajo por las calles con los sables arrast1ando metiendo mido y nadie
se mete con ellos." Han comenzado los tiempos en que la calle es de los ven- 6 Relato anónimo, rep10ducido sin indicar fo.ente por Robe1 to H Marfany, El pronuncia-
cedores y trns las ventanas cenadas los vencidos atesman sus rencores y espe- miento 'de Ma_yo Buenos Aires, 1958, pág 87 y sigs

48 49
los vocales se encuentra Manuel Belgrano que durante años ha llevado adelan- de Ja Banda Oriental La Colonia, que se ha pronunciado por Buenos Aires,
te una pacífica batalla por un nuevo ordenamiento económico, en el Consula- cambia de bando en julio, lo mismo que Soriano; Maldonado, que parece
do y a través de publicaciones periódicas; figuran también los comerciantes reacio a ese realineamiento, es fácilmente reducido en el curso de ese mes
catalanes Larrea y Matheu, el primero de los cuales consagrará casi enteramente Aunque no faltan los descontentos, sobre todo en la campaña, la Banda Orien-
su actividad al problema de financiar la guerra tal significa por el momento la amenaza más seria para el movimiento revo-
La guena parece en efecto desde el comienzo muy difícil de evitar Las lucionario; dentro de unos meses volverá a instalarse allí Elío, ahora con un
nuevas autoridades deciden hacer llegar la noticia de su instalación a toda la título de viIIey expedido por la regencia gaditana Y por añadidura la disi-
jurisdicción virreinal mediante expediciones militares Y la precaución no es dencia montevideana controla los ríos; si el bloqueo que pone a Buenos Ai-
innecesaria; para el nuevo régimen no será fácil hacerse obedecer por sus go- res, que termina por ser desconocido por los británicos, es sólo nominal, su
bernados; menos fácil aún le resultará hacerse aceptar por quienes debieran ser acción sobre la navegación interna del Paraná y el Uruguay es mucho más
sus agentes, pues lo han sido de su predecesor eficaz Bien pronto entonces las tensiones entre revolucionarios de Buenos
Las razones son obvias: junto con el viney, es todo el cuerpo de funciona- Aires y realistas de Montevideo desembocan en una situación de gueIIa, des-
rios de carrera, de designación regia o virreinal, el que se siente amenazado en tinada aun a durar por mucho tiempo
su situación por el cambio de régimen; por otra parte, aunque el nuevo orden
comienza por reprimir toda manifestación que tienda a apartar a españoles eu-
ropeos y americanos, bien pronto tendrá que tomar en cuenta la hostilidad casi
universal que aquéllos le profesan Y, frente a esos enemigos tan decididos, sólo
cuenta por el momento con adhesiones de personas aisladas y no de grupos
enteros. Los Cabildos del Iuterior serán el teatro de la lucha sorda entre parti-
darios y adversarios del nuevo sistema, arbitrada casi siempre por los que, in-
quietos sobre todo por su seguridad, quisieran saber mejor quiénes serán final-
mente los vencedores
Aun más desventajosa es la situación en Montevideo; allí está instalada
una guarnición naval cuyo peso será decisivo; existe ya una breve tradición
secesionista, y gravita demasiado cerca el poder portugués, que está lejos de
haber renunciado a sus ambiciones sobre la orilla septentrional del Plata y
cuenta con utilizar las disputas entre los herederos rivales del rey de Espa-
ña Y, en el peor momento para los revolucionarios, llega de Cádiz la noti-
cia oficial de la constitución del Consejo de Regencia; el mismo día 2 de ju-
nio en que la Audiencia de Buenos Aires jura secretamente fidelidad a la
renacida autoridad metropolitana el Cabildo de Montevideo se la otorga pú-
blicamente. No significa esto, a los ojos del Cabildo montevideano, una toma
de posición contraria a la Junta de Buenos Aires, frente a la cual vacilará to-
davía durante dos semanas. A mediados de junio está en Montevideo el doc-
tor Paso, secretario de la Junta porteña, aunque sus explicaciones encuentran
eco favorable, el jefe de la guarnición naval, Salazar, toma el asunto en sus
- ---- -- iiiarios-eimporie fa rtí¡itüra. cori fa capital virreinal, solución que el Cabildo
montevideano adopta el 15 Ese mismo día la Junta expulsa de Buenos Aires
a la flotilla naval, cada vez más evidentemente desafecta, que -vuelta a Mon-
tevideo- se vuelca en favor de la ruptura Entre el 11 y el 12 de julio los
marinos desarman a las tropas de tieIIa de Montevideo, que juzgan poco se-
guras; su predominio es ahora total y pueden extender su acción al conjunto ) 6 Edificio del Cabildo Viejo de Córdoba (Archivo General de la Nación)

50 51
La guena significa también una perspectiva cierta en el Interior, donde el les de la reacción cordobesa. Primero los revolucionarios parecen victoriosos:
Virreinato cuya capital ha lanzado la revolución tiene sus lindes con otras juris- desarman a los hombres de Ansay y logran el apoyo del Cabildo Pero la reac-
dicciones por el momento no tocadas por el proceso revolucionario: en particu- ción no se hace esperar; un inseguro acuerdo devuelve a Ansay su comandan-
lar en el norte, donde aún están presentes las fuerzas conjuntas rioplatenses y cia El equilibrio se rompe en favor de los revolucionarios con la llegada desde
peruanas que han sofocado los movirrúentos de 1809, el choque parece inevita- Buenos Aires del coronel Morón, del cuerpo de Arribeños; Ansay proclama
ble Pero aun en áreas más cercanas al foco revolucionario el desenlace es poco ahora su adhesión a la Junta, para volver a oscuros tratos con delegados cordo-
seguro. En particular en Córdoba la causa revolucionaria enfrenta una amenaza beses, que llegan a Mendoza una semana más tarde que Morón. Finalmente
extremadamente seria: las autoridades (el intendente, el obispo), el jefe de las depuesto, Ansay comienza una dura existencia de cautivo de la que nos ha de-
milicias locales, el ex virrey Liniers que ha establecido residencia en lajmisdic- jado una eficaz narración Por su parte Sáinz de la Maza lo ha de reemplazar
ción cordobesa, ven con extrema desconfianza la instalación de la Junta porteña; como comandante de armas, y el 28 de agosto partirán los primeros doscientos
Cisneros ha logrado hacerles llegar una comunicación clandestina que niega la reclutas mendocinos para los ejércitos revolucionarios . En San Luis y San
espontaneidad de su adhesión al nuevo orden. La decisión de resistir es tomada Juan las peripecias son menos agitadas; el Cabildo de la primera de esas ciuda-·
tras largos debates Córdoba no enviará diputados a la Junta porteña; el 20 de des proclama "sumisa y ciega obediencia" a la Junta; el comandante de armas
junio el Cabildo cordobés decide jurar lealtad al Consejo de Regencia La Junta, prefiere refugiarse en Córdoba, y es destituido En San Juan los capitulares
en el lenguaje autoritario que usa para con las viejas magistraturas a las que quiere reconocen el 7 de junio a la Junta, sin por ello desconocer la autoridad del in-
imponer una nueva lealtad, proclama su disposición a "hacer entrar en sus debe- tendente Gutiérrez de la Concha. El 9 toman actitud más clara al elegir diputa-
res a los díscolos" La expedición encargada de ello duplicará las quinientas pla- do a la Junta porteña También aquí el comandante de armas es destituido y su
zas primero proyectadas; su misión es apresar a los cabecillas, convocar a elec- reemplazante hace una requisa general de armamentos para el ejército del Norte
ciones libres de la presión de éstos y poner a contribución los recursos de la ju- En la Intendencia de Salta del Iucumán la revolución viene a insertarse en
risdicción cordobesa ("en todo pueblo donde se entre se hará una revista formal de un conflicto de líneas muy tradicionales entre el intendente lsasmendi y el
toda la tropa y se agregará a la expedición se pedirán a los Cabildos los fon- Cabildo salteño. El intendente comienza por promover la adhesión a la Junta;
dos necesarios para continuar la expedición. se harán reclutas rigurosas, cuidan- al parecer espera que esta meritoria iniciativa le gane el favor de sus nuevos
do de que recaigan en hombres de buena talla que se rerrútirán a la capital") El 28 superiores; el Cabildo lo irrúta, por lo menos en el caso de algunos de sus miem-
de julio la Junta decide que los cabecillas serán ejecutados El 8 de agosto la expe- bros con sentimientos más sinceros. La noticia de que el Alto Perú se apresta a
dición, dirigida por Antonio González Balcarce, y que lleva a Vieytes como au- resistir a Buenos Aires provoca un súbito cambio de actitud del intendente, que
ditor de guena, entra en la jurisdicción de Córdoba La resistencia es esporádica ahora se nne a la resistencia, y tras apresar a los capitulares de tendencias re-
e ineficaz; del millar de rrúlicianos del coronel Aliende sólo cuatrocientos que- volucionarias concluye por arrojar a prisión aun a los restantes Sólo la entrada
dan en la hora de la verdad, y bien pronto los contrarrevolucionados están fugi- en Salta de las fuerzas expedicionarias cambiará la situación: lsasmendi será
tivos en la campaña Los dirigentes serán fácilmente apresados y fusilados en reemplazado por el enviado porteño Chiclana, pero la tarea del nuevo inten-
Cabeza de Tigre, en el carrúno de Buenos Aires, luego de que la escasa voluntad dente no ha de ser fácil El 4 de setiembre, en Cabildo Abierto, Tujuy procla-
de obedecer esa orden tenible obligue a la Junta a reemplazar a los jefes de la mará lealtad a la Junta, a invitación del nuevo intendente salteño. Tucumán,
expedición Así mueren no sólo el intendente Gutiérrez de la Concha y el coro- aunque ha vacilado, no esperó tanto para hacerlo El 12 de junio el Cabildo ha
nel Allende, sino también Liniers, hasta muy poco tiempo antes ídolo de la plebe decidido esperar la resolución de Salta y alinearse sobre ella, pero ya el 25 de
criolla de Buenos Aires y amigo político de algunos de los nuevos dirigentes re- ese mes, aunque resuelve consultar los sentimientos dominantes en toda su
volucionarios Sólo el obispo Orellana debe su vida a su investidura, ante la cual jurisdicción, otorga una suerte de adhesión de principio a la Junta de Buenos
la justicia de la Junta juzga prudente detenerse; será deportado a Canarias. Aires. En Santiago del Estero, tras una primera decisión que también posterga
---Esfeoesefílace"é'.otrsolída el ascendiente de la revolución en toda la Inten° ----¡-á adhesión hasta conocer la actitud de Salta, el 29 de junio el Cabildo
dencia de Córdoba En Mendoza es el comandante de las fronteras locales, santiagueño se une a la Junta y elige diputado a ella Ortiz de Ocampo y sus
Manuel Corvalán, quien llega de Buenos Aires el 13 de junio trayendo la co- porteños serán recibidos con entusiasmo; la última peripecia será sin embargo
municación de la Junta; él y su tío Isidro Sáinz de la Maza, comandante de un el reemplazo de todos los capitulares, por sospechosos de adictos al viejo or-
cuerpo de milicias, el de Urbanos, enfrentan la oposición de Faustino Ansay, den y en todo caso demasiado "relacionados con la familia Palacios", una de
comandante de armas, fortificado desde el 15 por las primeras noticias oficia- las que llenan con sus inveteradas disputas la vida pública santiagueña, tanto

52 53
después como antes de la revolución Catamarca otorga por su parte una adhe- mantenida con su predecesor. Prosiguiendo con la cortesía, el gobernador del
sión sin reticencias; ofrecerá trescientos hombres a los ejércitos revoluciona- paraguay invoca el peligro portugués, evocado por la Junta, para disponer una
rios en formación en Buenos Aires y Salta ' cuidadosa preparación militar, que verosímilmente no ha de dirigirse contra los
Muy diferente será la situación en el Alto Perú . Allí siguen estacionadas las portugueses El 3 de agosto Buenos Aires prohíbe la navegación entre Monte-
tropas que han sofocado las rebeliones del año anterior Desde Potosí, Nieto se video y Asunción; la tentativa de hacer efectiva la prohibición prnvoca una
niega a reconocer a la Junta; omite responder a sus solicitaciones si no de modo exitosa incursión paraguaya a Conientes; en setiembre otra incursión, que
indirecto, mediante una nota al ex viney en que declara sospechar la esponta- Rocamora no tiene fuerzas para resistir, llevará a Asunción el modesto armamento
neidad de su adhesión -y la del Cabildo- al nuevo orden. Sólo en la jurisdic- de las Misiones También aquí han comenzado a hablar las armas . En el este, el
ción de Charcas, primero Oruro y luego la capital se unen a la revolución. Pero nordeste y el norte la revolución ha encontrado muy pronto sus límites, y más
esas tomas de posición tienen aquí menos importancia; la decisión sólo puede allá de ellos las reacciones se preparan. La guerra es el nuevo horizonte del mo-
aportarla la guerra, de la que ya en octubre se libran las primeras escaramuzas vimiento revolucionario, y transformar en una máquina de guerra el aparato ad-
en esos accesos meridionales de la meseta altoperuana en los que ha de fijarse, ministrativo heredado será el primer cometido del nuevo orden político
durante quince años y con sólo efímerns avances y retrncesos, el límite septen- La empresa no es sin duda tan desesperada como lo hubiese sido sin contar
trional de las tienas ganadas a la revolución con esa primera etapa de militarización debida a las Invasiones y la reacción
Del mismo modo van a desemboca, en la guerra los avances de la revolu- frente a ellas; ya en mayo en 1810 el Virreinato había dejado de ser esa insólita
ción en el litoral. Aquí los problemas formales son menos complejos: no exis-
te entre la autoridad virreinal reemplazada y las instancias locales esa autori-
dad intermedia que proporcionan intendentes; el virrey ha venido siendo, des-
de hace muchos años, a la vez máxima autoridad local de la Intendencia de
Buenos Aires En Santa Fe, en Corrientes, los tenientes de gobernador extre-
man el celo para ganar el favor de las nuevas autoridades; eso no impedirá que
sean reemplazados sin resistencia por hombres más seguros y de mayor arrai-
go local. En las Misiones el gobernador Rocamora, en situación muy difícil,
mantendrá lealtad inquebrantable a la Junta. En Entre Ríos la situación es más
compleja: Concepción y Gualeguay prestan obediencia a la Junta, pero las ri-
validades locales y sobre todo la acción que desde el río Uruguay desarrolla la
flotilla realista de Montevideo cambian bien prnnto la situación en el este El 6
de noviembre el realista Michelena toma Concepción del Uruguay; el 18 el
Cabildo Abierto convocado en Gualeguaychú jura lealtad a la regencia gaditana;
el 25 los incursores de Montevideo y sus adictos toman Gualeguay; por esos
días los realistas reclutan y adiestran cuerpos militares en Concepción Por
detrás de las resoluciones de las magistraturas locales, son los hechos de gue-
rra los que están decidiendo el destino de la región,
Lo mismo va a ocurrir al norte, en el Paraguay Será un nativo de esa juris-
dicción, el coronel Espínola y Peña, quien el 21 de junio entregará en Asun-
ción los pliegos en que la Junta comunica su instalación y su intención de ser
····oiJedecida-.EJgobernadorVelazcolohace confinar;·el emisario logra sin eme
bargo huir por el río. El Paraguay no se conmueve por las nuevas; en Asunción
se espera poco de bueno de Buenos Aires El 24 de julio un Cabildo Abierto
decide reconocer el Consejo de Regencia y, sin acepta, la legitimidad de la
Junta, guardar "armoniosa correspondencia" con ella Pero esa fórmula cortés F'IG ) 7 Brigadier General don Cornelio de
oculta mal la decisión de no conservar con el nuevo poder la subordinación Saavedra Grabado de Bacle, 18)0

54 55
maravilla recordada con nostalgia durante las tormentas revolucionarias y formación de una unidad de caballería según "la nueva táctica francesa" Era
posrevolucionarias: un sistema político que podía funcionar sin el exigente un nuevo comienzo, luego de una tradición de cuerpos abundantes e
apoyo de hombres armados Pero para 1810 la militarización no hacía sino indisciplinados, acostumbrados a jugar la suerte de los combates en cargas
comenzar; era un fenómeno fuertemente localizado en la ciudad de Buenos impetuosas, pero no siempre capaces de superar los peligros de un pánico
Aires, y había desembocado en la creación de cuerpos de milicias que sin duda Antes de revelar su estatura como jefe para el combate, San Martín muestra,
poseían aptitud de combate mucho mayor que antes de las alarmas de 1806 y a Jo largo de 1812, sus admirables condiciones de organizador.. A fines de J 812
1807, pero que sólo estaban comenzando su transformación en organizaciones sus Granaderos a Caballo forman ya tres compañías (la cuarta sólo estará
militares permanentes, aunque de esa transformación se habían dado algunos constituida un año después)
pasos importantes (el más significativo había sido la atribución de renta a los Para entonces, a fines de 1813, el ejército que la revolución ha creado tiene
integrantes de algunos de los cuerpos). Aun así, los regimientos porteños si- ocho mil veteranos en combate; existen además seis mil quinientas plazas de
guen fuertemente unidos al escenario urbano del que han surgido, y que ha dado milicias, no todas las cuales participarán en combates. Y ya para entonces las
marco a su breve trayectoria. Bien pronto la guena introduce aquí innovacio- denotas habrán traído consigo la disolución de cuerpos enteros, la pérdida de
nes importantes A lo largo de 1810 los siete batallones de infantería de mili- miles de soldados dispersos en el terreno de sus últimos combates Ese ejército
cias eran transformados en cinco cuerpos de veteranos de infantería más uno es el resultado de un esfuerzo inmenso y en líneas generales exitoso Sus con-
de granaderos y uno de castas. Era el núcleo de un nuevo ejército, destinado, secuencias económicas y sociales fueron también inmensas; más adelante se
no a la defensa de una ciudad, sino a seguir las rutas de la guerra Un signo del verá cómo la guerra vino a transformar el rostro mismo del país que la em-
cambio era la creación de un cuerpo nuevo, el regimiento fijo, destinado a ser- prendió Ahora se trata solamente de ver cuáles eran los problemas más graves
vir de guarnición permanente en Buenos Aires . El ejército que nace comienza planteados por esa militarización acelerada
por ser mganizado sobre el modelo del ejército regio; lo gobierna la Real Or- El primero de ellos era desde luego la misma transición demasiado rápida
denanza de 1761 En 1811 una reforma cambia su mganización y disciplina; la a la vida militar, que provocaba deserciones difíciles de frenar. Pasados los
respuesta es el alzarniento del primer regimiento, el de Patricios, que luego de primeros entusiasmos, fue sobre todo el rigm de la disciplina el que defen-
la represión verá disueltas cuatro compañías, perderá su nombre (ahma com- dió a los ejércitos revolucionarios de una siempre presente amenaza de dis-
partido pm todos los regimientos de la ciudad) y su número gregación Disciplina tanto más necesaria porque la popularidad de la revo-
Es un nuevo signo del fin del poderío de las viejas milicias; el más impm- lución parece haber sufrido fuertes altibajos En 1812, marchando desde Santa
tante de los cuerpos que las integraban, sin el cual no hubieran sido posibles Fe a Salta para hacerse cargo del comando de un ejército del Norte en derro-
las jornadas de enero de 1809 y de mayo de 1810, ha sucumbido tratando de ta, Belgrano dice haber encontrado a su paso tan sólo "frialdad, total indife-
frenar la transformación de esas milicias en un ejército revolucionario Las re- rencia, y diré más, odio mortal" La revolución realizaba por el momento muy
formas se hacen paulatinamente más profundas; la táctica de combate de la in- mal las esperanzas que había despertado, y no es extraño que Belgrano haya
fantería es modificada por influjo de Carlos María de Alvear, que en 1812 ha considerado esencial tener constantemente acampado a su ejército en cam-
llegado de España a su tierra natal, abandonada en la infancia, para servir en el pos cenados, donde la lucha contra la deserción podía encararse con menos
nuevo ejército, y ba introducido los usos vigentes en los ejércitos imperiales dificultades
franceses Otra causa de los altibajos de popularidad era el costo de la guena no ya en
En la artillería encontramos un proceso análogo: veteranos y milicianos son hombres sino en recursos La obtención de éstos terminó por ser una preocu-
refundidos en setiembre de 181 Oen un único cuerpo, todo él de veteranos Pero pación casi obsesiva de los sucesivos gobiernos revolucionarios En parte el
la artillería será pm mucho tiempo un flanco débil del nuevo ejército; lo mis- ejército vive de los recursos del país; la adquisición local de ganados y cabal-
mo ocunirá con algunos servicios auxiliares corno el de zapadores, mganiza- gaduras, de objetos de talabartería y textiles parece ser la regla; aun en cuanto
ao enT8l3 por ün emigrado aUfüíafo, élbafüii Holrnberg, y destinado a una·· f-,-,= "-""·a1arm,rs y pólvora algo se puede comprar en el país Otra parte se importa; a
0

azarosa carrera, rica en disoluciones y reorganizaciones veces telas para uniformes, más a menudo armas de fuego y proyectiles. Pero
Más radicalmente, más exitosamente, supo renovar la revolución en cuanto las compras en el extranjero no dejan de presentar serios problemas, y no sólo
a la caballería, que iba a revelarse arma decisiva en más de una batalla. El 9 en cuanto al pago El gobierno británico verá con progresivo disgusto el co-
de marzo de 1812 el gobierno encargaba a José de San Martín, un oficial del mercio de armas con los colonos insurrectos; Estados Unidos ofrece sin duda
ejército regio llegado junto con Alvear de la metrópoli a su tierra natal, la proveedores alternativos y menos reticentes, pero las dificultades de la nave-

56 57
gación son grandes, el flujo es desesperadamente inegular y no podría apoyar
un esfuerzo de gueHa sostenido
Queda entonces la fabricación local, en establecimientos del Estado o di-
rectamente contrnlada pm éste. Así surge en Buenos Aires una fábrica de fusi-
les, que comienza pm congregar a los armerns_ de la ciudad, pagados a destajo;
reorganizada Juego con artesanos alemanes e mgleses y obreros locales adies-
trados pm aquéllos, que trabajan a jornal, llegar·á a contar con cerca de ciento II. LA MARCHA DE LA GUERRA.
cincuenta operarios; así surge también en Buenos Aires una fundición de pie-
zas de artillería, que anima un criollo, Monasterio, imprnvisado en esas artes; EL NORTE (1810-1815)
de ella saldrán algunas decenas de piezas, entre ellas los morterns que son ob-
jeto de la admirativa curiosidad del público porteño En el Interior las fábricas
de armas parecen tener menos éxito; la de fusiles de Tucumán languidece has-
ta J 813; allí mismo la de armas blancas parece no tener mejm destino hasta su
traslado a Córdoba Por lo contrario, la fábrica de pólvora de Córdoba es un
éxito; llega a prnducir entre trescientas y cuatrncientas libras diarias Per? la
obtención de materias primas crea serios prnblemas; una parte de las destma-
das a la fabricación de pólvora debe ser importada junto con todo el hieno y el
acern y -pese a los esfuerzos por emplear productos locales, que se orientan
hacia el salitre del Interior, la cal de Córdoba, las maderas del Tucumán y la Entre 1810 y 1815 la gueHa en el norte abundará en alternativas, pero no
frnntera norte de Santa Fe, el carbón de leña fabricado en la costa sur de Bue- alcanzará una decisión Ofensivas y contraofensivas llevan a las fuerzas revo-
nos Aires- las importaciones siguen constituyendo una parte importante aun lucionarias tres veces hasta los límites del Virreinato y a las realistas dos veces
de los rubros para los cuales hay prnducción local Las importaciones, con su hasta Tucumán; Juego de tantas vicisitudes se alcanzará un equilibrio más es-
ritmo espasmódico y su elevado costo, no sólo gobiernan en buena medida el table, con la renuncia a nuevos avances revolucionarios Pero aun antes de esa
esfuerzo de guena y le dictan su prnpio ritmo; influyen de modo decisivo en la fecha la guena del norte ha sido casi constantemente una preocupación secun-
economía en su conjunto La guerra es, en efecto, inesperadamente costosa Y daria para el gobierno de Buenos Aires, más directamente afectado por el peli-
es, además, inesperadamente larga: para el foco revolucionario rioplatense gro implícito en la presencia realista en Montevideo Si alguno de los sucesi-
durará diez años; la victoria, cada vez más remota, parece ser sobre todo el vos jefes del Ejército del Norte pensó en algún momento hacer del Alto Perú la
premio a la más larga paciencia He aquí una realidad muy distinta de la pers- base para la batalla final contra el poder realista en el Virreinato de Lima, este
pectiva de prosperidad al alcance de la mano que el deHumbe del orden colo- proyecto no encontró eco suficiente en un gobierno que se sentía constante-
nial parecía anunciar en 1810 La duración de la guena se debe _sobre todo a la mente amenazado en su supervivencia misma, y pm lo tanto no contó nunca
amplitud de las resistencias que la revolución encontró en las mismas Indias, y con los recursos necesarios para ser seriamente llevado adelante . Sin embargo
esta misma se vinculaba en buena medida con la heterngenerdad hispanoame- fue en ese frente, del cual no se esperaba la victoria decisiva, donde la revolu-
ricana mal disimulada por el manto unificador que el dominio metropolitano . ción jugó más de una vez su destino
prnporcionaba Asi, la guena de Independencia iba a ser, en cierta medida, la Los combates comienzan aquí en octubre de 1810; el 27 las trnpas revo-
primera de nuestras guenas civiles; estaría acompañada ella mrsma de guenas lucionarias que acaban de asegurar para el nuevo orden las intendencias de
civiles; muy característicamente se cenaría para el Río de la Plata no por la Córdoba y Salta son rechazadas por los realistas en Cotagaita; la victoria es
- victofiiisübre JosfocóS teahstas·e11 el conjunto de las Indias, sino por la dese-- =~-prematuramente celebrada en el Alto Perú; semana y media después, Suipacha
aparición del poder revolucionario que durante diez años había llevado ade- (7 de noviembre) será el desquite de Cotagaita y abrirá a los revolucionarios
lante la lucha contra ellos y esa caída, consecuencia del peso mrsmo de esa todo el tenitorio altoperuano. Las tropas realistas en retirada atraviesan un
guerra, era no menos innegablemente un episodio de la lucha civil que había país ya sublevado; el 9 de noviembre, ante viva agitación popular, el inten-
logrado finalmente pasar a primer plano dente Sanz de Potosí renuncia y libera a los presos de la reciente represión;
el 12 un Cabildo Abierto aporta la adhesión de Chuquisaca a la Junta de Bue-

58 59
nos Aires· el 16, a iniciativa de Domingo Iristán, un jefe militar que reapa- En todo caso la revolución encontraba en el Alto Perú un terreno poco se-
recerá bi~n prnnto a la cabeza de fuerzas realistas, La Paz sigue el mism_o guro Y por otra parte, pese a las prnclamas excesivamente optimistas, el ejér-
camino; el 25, Juan José Castelli, vocal de la Junta de Buenos Anes y audi- cito revolucionario no estaba en condiciones de prnseguir su ofensiva más allá
tor de guerra en reemplazo del demasiado moderado Vieytes, entra en Poto- del Desaguadern, en tienas del Virreinato del Perú El ejército se instaló en-
sí Su gravitación será impmtantísima durante el breve predomrnro revolu- tonces en La Laja, entre La Paz y el Desaguadern, y el 16 de mayo concertaba
cionario en el Alto Perú; siguiendo pm otra parte las rnstruccrones de la un armisticio con las fuerzas del rey Destinado a durar cuarenta días, fue utili-
Junta, busca ganar nuevas adhesiones a la revolución arbitrando_ entre gru- zado pm los revolucionarios para ampliar sus fuerzas (que llegaron a contar
pos sociales y étnicos, favoreciendo a los criollos contra los penrnsulares y con seis mil hombres, de los cuales sólo dos mil eran veteranos), y -muy natu-
ofreciendo a los indios la emancipación del tributo y los serv1c10s persona- ralmente- por sus contrincantes para lo mismo, y al parecer con mayor éxito,
les. Esta última iniciativa era sin duda peligrosa, puesto que amenazaba si- pues reunieron ocho mil plazas. Poco seguros de que la pausa trabajaba en su
tuaciones inveteradas, que tanto la alta clase criolla como la peninsular juz- favor, los patriotas se aprestan ya a quebrar el armisticio cuando el enemigo se
gaba condición de su propia prnsperidad Sin duda la libernción de los indí- les anticipa: el 20 de junio el nuevo campamento revolucionario de Huaqui es
genas facilitó su utilización para la guena, pern la ehcacia militar de los cue:- atacado pm los realistas, que obtienen total victoria El Alto Perú, tan fácil-
pos de naturales se reveló muy escasa, y en lo rnmediato esta dudosa ventaJa mente ganado unos meses antes, está totalmente perdido; Viamonte dirigirá
fue contrarrestada pm la aversión creciente de todo el resto de la sociedad una retirada que llevará a los restos del ejército revolucionario hasta Salta;
altoperuana A más largo plazo la política indígena audaz~ente_ adopta_da allí lo reemplazará el coronel Pueyrredón, que en marzo de 1812 será releva-
-que sería enóneo creer únicamente inspirada por la adhes10n .ª, 1deologrns do a su pedido por el general Belgrano Lo que el nuevo comandante encuen-
igualitarias- iba a revelarse más :end1dora, fac11Ita~do la creac10n de focos tra en Salta son los restos de un ejército corroído pm la deserción; en Campo
de resistencia tras las líneas real!stas que deb1htarian mucho la capacidad Santo, Belgrano logra encuadrar a mil quinientos hombres en una tolerable
ofensiva de los ejércitos del rey disciplina de campamento No puede esperar demasiado de Buenos Aires, más
preocupada pm la lucha en la Banda Oriental; en julio recibirá sólo cuatro-
cientos fusiles de los ocho mil que el gobierno revolucionario ha logrado
importar de ultramar Ante el debilitamiento provocado por las deserciones,
Belgrano resuelve reclutar masivamente en la región; los resultados son, sin
embargo, limitados
El respiro que permite a Belgrano organizar de nuevo el ejército le ha sido
concedido por la rebelión de Cochabamba . Sofocada ésta, Goyeneche, que di-
rige las operaciones de los realistas, ordena a Tristán que avance hacia el sur.
Tristán trae bajo su mando tres mil hombres que son sólo la vanguardia de las
fuerzas realistas. Frente a ellos Belgrano se retira, llevando consigo toda la ri-
queza trasladable y una parte de la población de Jujuy; el 3 de setiembre, en
Las Piedras, los revolucionarios obtienen una inesperada victoria que no inte-
numpe su retirada pero templa sus ánimos, en verdad extremadamente som-
bríos Alentado quizá por ella, Belgrano decide resistir en Iucumán, dejando
de lado las instrucciones que le imponen proseguir la retirada hasta Córdoba
Sus razones son por otra parte sólidas: los tucumanos están dispuestos a ofre-
~--cer auxilios importantes; en su prnpio ejército acaso los reclutas del norte pre-
fre~an la deserción a un alejamiento mayor de su comarca de migen. El 24 de
setrembre unos mil novecientos soldados revolucionarios vencen a unos dos
mil ochocientos realistas en el Campo de las Carreras, al lado de I ucumán:
matrocientos muertos, setecientos prisionerns, el parque y el armamento per-
[IG 3 8 Batalla de Suipacha LitografiG de N Granada, 1810 (Archivo General de la Nación). didos son para los realistas las consecuencias de la denota. Al día siguiente

60 61
i

J
Tristán se retira a Salta; su ejército no era sino la vanguardia de las fuerzas rea- se concentran en Oruro; allí deben esperar a su nuevo comandante, Joaquín de
listas y no le será demasiado difícil reforzarlo , la Pezuela, antiguo subinspector de artillería de Lima, que reemplazará a
Belgrano se resiste a avanzar hasta haber reunido y adiestrado a cuatro mil Goyeneche y logrará reconstruir un bien organizado ejército de cuatro mil qui-
hombres; desde Buenos Aires, que envía menos de mil como refuerzo, se le nientos hombres Mientras tanto los revolucionarios, utilizando los sentimien-
ordena tomar inmediatamente la ofensiva El general (que durante toda la gue- tos favorables que su política ha logrado inducii entre los indígenas, procuran
na deberá fijar su estrategia en una lentísima correspondencia con el gobierno armar rápidamente cuerpos de naturales, reclutados por millares Pezuela de-
central) parte, resignado a un destino adverso; a su juicio sólo una especialísima cide atacar antes de que esos reclutas sean adiestrados e incorporados al ejér-
protección de la Providencia podría salvar al ejército revolucionario del desas- cito revolucionario: el 1º de octubre, tras 27 horas de combate, sus fuerzas ven-
tre, Por el momento esta predicción pesimista no se cumple; por lo contrarro, cen en Vilcapugio a las de Belgrano
el 20 de febrern de 1813 el ejército patriota combate y vence en las afueras de Éste no considera decisivo el resultado; establece campamento en Macha
Salta a los dos mil quinientos hombres de Tristán, Ibdo el ejército realista se y se propone defender desde allí su dominio de Potosí y el este altoperuano
rinde: tras entregar todo el armamento queda en libertad, previo juramento de E] 12 de octubre el ejército de Pezuela acampará no lejos del suyo, en la pam-
no volver a tomar las armas contra los revolucionarios La liberación de los pa de Ayohuma; el 9 de noviembre, contra la opinión de la maymía de sus
prisionerns de Salta ha sido muy reiteradamente reprochada a Belgrano, Y, ~o oficiales, Belgrano decide dar batalla, Es un desastre total, provocado en parte
deja de recordarse que alguno de ellos, previo dictamen de autondad eclesras- por la diferencia entre los movimientos del enemigo y los que Belgrano ha-
tica, se liberaron unilateralmente del compromiso solemnemente asumido Pero bía previsto al planear los de su propio ejército, en parte también por la infe-
se olvida que la mayoría de los vencidos de Salta -inspirados por el honor o rioridad de la artillería revolucionar,ia. Todo el parque y el armamento perdi-
por la prudencia- se atuvieron escrupulosamente al ¡uramento; se olvida ade- dos, seiscientos prisioneros, doscientos heridos y trescientos muertos forman
más qué problemas habría planteado la vigilancia de un grupo de pns1oneros el balance de la denota de Ayohuma, Belgrano se retirará hasta Tucumán;
tan grande a un estado de recursos escasos y en un país que, tal ':orno recuerda Pezuela tomará Salta Pero la noticia de que los revolucionarios han tomado
al examinar el punto el general Paz, 7 estaba Ie1os de apoyar unammemente el Montevideo lo hace retirarse a Cotagaita, renunciando a la ofensiva para pre-
nuevo mden de cosas, parar la defensa del Alto Perú contra la ahma probable tentativa de recon-
Luego de la victoria, Bel grano mantendrá una larga inactividad, debida en quista revolucionaria 1814 estará cargado de signos ambiguos: nna revolu-
parte a su mala salud (el paludismo que ha contraído como tantos de sus solda- ción cuzqueña, encabezada por Pumacahua, el cacique que ha sido en tiem-
dos provoca en estos meses frecuentes crisis), en parte a la conciencia muy clara pos de T úpac Amarn un aliado fiel de las fuerzas del rey, tardará meses en
de las debilidades de su propio ejército Ante Buenos Anes defiende la poster- ser sofocada, no sin antes haber avanzado sobre casi todo el sur del Bajo Perú,
gación de todo avance invocando el cansancio de las tropas, los estragos del y dominado por un momento en La Paz Pero en octubre la Patria Vieja chi-
paludismo, la necesidad de reclutar más hombres ,, Fmalmente, contempon- lena sufre su denota final en Rancagua; desde Chile, ganada de nuevo para
zando con el temple ofensivo que domina en la capital, se resuelve a enviar la los realistas, la invasión del Río de la Plata a través de la cordillera se ha hecho
vanguardia de su ejército, comandada por Díaz Vélez, contra Potosí; sólo ante posible Mientras tras las líneas que separan a los ejércitos enemigos un equi-
las órdenes reiteradas de Buenos Aires, renunciará a concentrar al grueso de hbno parece romperse, tanto en las tienas adictas al rey como en las revolu-
sus tropas en Cotagaita y se decidiiá a reuniilas con la vanguardia en la inse- cionarias, la lucha en ellas se remansa San Martín, que durante unos meses
gura villa imperial , , , reemplaza como jefe del Ejército del Norte a Belgrano, es partidario de re-
Los realistas proceden con idéntica prudencia; contra las mdicacrones del nunciar a ofensivas que (a su juicio no por casualidad) han terminado dos
viirey del Perú, abandonan sin combate a Potosí y deciden no intentar su ~e- veces en desastre, Pero precisamente por eso nada le atrae menos que ]a je-
conquista basta habeu<=u11i<lo seisn1ilhombres. (pm el ~omento las deserci~: fatura de un ejército condenado a la inacción por su propia estrategia y la del
nes superan los nuevos enrolamientos), Ante los dos mil qmmentos, soldados '-c•·,-"'-- aaversario, también él interesado en encontrar caminos menos indirectos para
d
patriotas, de nuevo el Alto Perú se insurrecciona abriéndoles cammo: P,oto- golpear al enemigo en sus centros vitales
sí, Charcas, Tarija, Cochabamba vuelven a ser revoluc10nanas Los realistas , En reemplazo de San Martín el general Rondeau pasa a comandar el Ejér-
cito del Norte; el cuerpo de oficiales se acomoda demasiado bien a su blanda
tmela Y en diciembre rechaza a su reemplazante, Alvear, que finalmente se re-
7 Memoriaí, paite I, cap II signa a volver a Buenos Aires, En enero de 1815 Rondeau toma la ofensiva

62 63
con cuatro mil hombres Entre febrero y marzo los alzamientos del Bajo Perú
son sofocados; el grueso del ejército realista puede volverse contra su enemi-
go que avanza desde el sur Mientras tanto el AHo Pe'.ií se pronuncia una ve_z
más en favor de sus libertadores; esta vez Potosr sera tomada por cuatro nul
indios antes de la llegada del ejército de Rondeau Pero éste es u_na deplorable
máquina de combate, y la excesiva facilidad de su avance no meiora las cosas.
Pezuela por su parte prefiere esperar refuerzos antes de anresgar la batalla, y
para eludirla continúa la retirada . El 29 de noviembre de 1815 es la fecha del
III. LA GUERRA EN EL ESTE
esperable desastre: en Sipe-Sipe el ejército revolucronano es de_ nuevo deshe-
cho, y por tercera vez todo el tenitorio altoperuano queda perdido para la ~e-
volución A partir de ahora ha de adoptarse la línea antlcrpada por San Martm;
ya no habrá ofensivas en ese teatro en el que parece 1mpos1ble alcanzar una
resolución favorable para la guena

Hasta la caída de Montevideo, en 1814, la guena en el este había sido la


preocupación principal del gobierno revolucionario; sobre todo de ese frente
temía recibir golpes decisivos La lucha planteaba aqui problemas más com-
plejos que en el norte: no se libraba en un rincón relativamente aislado, sino en
un área demasiado expuesta a los vientos del mundo; junto con los soldados,
los diplomáticos tuvieron mucha parte en la fijación de su curso Se libraba
además en una región que desde antes de 181 Ohabía sido llevada por las cosas
mismas a tomar conciencia de su antagonismo de actitudes e intereses con la
antigua capital del Virreinato y ahora centro de la revolución Si la torpeza de
los representantes locales de la metrópoli les impidió utilizar directamente ese
antagonismo en favor de su causa, de todos modos su gravitación creciente iba
a torcer el curso de la revolución y la guena en el Litoral, la Banda Oriental y
el Paraguay
Fue el Paraguay el primero en tomar una trayectoria propia. Ante el fracaso
en hacerse reconocer como autoridad superior por las de Asunción, la Junta
decide emprender una nueva tentativa, esta vez con apoyo armado. Para ello
enviará al Paraguay las fuerzas que ha preparado para actuar en la Banda Orien-
tal, de las que es jefe -con un flamante grado de general- Manuel Belgrano
Aires partirán 375 hombres, de los cuales sólo setenta son vetera-
nos; nuevos reclutamientos en Santa Fe y Entre Ríos permiten reunir cerca de
mil plazas. En octubre y noviembre esa pequeña fuerza cruza Entre Ríos y
Corrientes; el 4 de diciembre alcanza al Paraná frente a Apipé; en dos semanas
más llegará a Candelaria, en las antiguas Misiones, y allí será cruzado el Paraná
FIG ) 9 Manuel Belgrano Litografía de T Géricault En la otra orilla la defensa paraguaya es fácilmente dispersada en Campichuelo;

64 65
los paraguayos abandonan sin resistencia todo el territorio hasta el río Tacnarí. Pm el momento poco es posible hacer contra la amenaza de Montevideo
Pero en Paraguarí espera a los invasores el gobernador Velazco,, con s_1ete mrl Ya a comienzos de 1811, sin embargo, el panorama de la Banda Oriental pre-
hombres y dieciséis cañones, a los que Belgrano puede oponer solo qmmentos senta aspectos más favorables para los revolucionarios. Si las resistencias de
soldados El ¡ 9 de enero de 1811, tras un pnmer avance ';X1toso, los r~voluc10- Montevideo han sido obviadas mediante el desarme de los cuerpos milicianos
muios son derrotados Belgrano retira sus fuerzas despnes del Tacuarr; conse~- por los marinos, el descontento de la campaña es menos fácil de controlar; en
va una vanguardia de cuatrocientos hombres y envía al resto a asegm'.'r su h- particular las autoridades montevideanas se quejarán de la desafección de los
nea de comunicaciones. El 9 de marzo es atacado por el genernl Cabanas, con párrocos rurales, que en casi todas partes usan de su ascendiente en favor de
dos mil quinientos hombres, y de nuevo derrotado Al dia s1gurente un arm1st:- Buenos Aires Sin duda cuando las autoridades de Montevideo deciden impo-
cio asegura la retirada pacífica del ejército venrdo del Sm; dos meses despues ner a todos los ocupantes de tierras en la campaña la presentación de los títulos
el Paraguay hará su propia revolución, y pese a que _entre sus dmgentes hay que poseen sobre ellas, no toman el camino más adecuado para asegurar la paz
algunos dispuestos a mantener la unión con Buenos Anes, las tendenc1,as sepa- rural Aunque al parecer para la administración se trataba sobre todo de un
ratistas predominarán bien pronto Desde 1813 el doctor Gaspar Rodnguez de medio para obtener dinero obligando a todos los ocupantes a realizar las cos-
Francia domina la escena política paraguaya, y hasta su muerte en 1840 e; Pa- tosas tlamitaciones necesarias para la adjudicación de tierras realengas, lo que
raguay se mantendrá alejado de los conflictos que devastan el resto del ~10 _de logró en primer término fue alarmar a la parte más que considerable de lapo-
la Plata (y también de casi todo otro contacto con el resto del mundo) La vm- blación campesina cuyo derecho a la tierra que ocupaba era extremadamente
cnlación entre la expedición de Belgrano y el casi mmediato estallido de la difícil de probar No era ésta sin duda la única razón de inquietud rural: lapo-
revolución paraguaya es constantemente evocada cuando se trata de traz~ un blación de la carnpaña estaba por otra parte siendo sometida a la presión brutal
balance de esa empresa militar aparentemente conclmd'.' en una mm1t1gada ca- de los emoladores, y las deserciones y las resistencias a la leva se multiplica-
tástlofe La vinculación entre el fracaso de la exped1c1on y el postenor tlmnfo ban Cuando en febrero de 1811 Elío declara solemnemente la guerra a Bue-
del separatismo paraguayo, aunque menos recordada, no parece menos eviden- nos Aires, existen ya las condiciones que harán posible llevar esa guerra al te-
te En todo caso, desde la revolución asnnceña, el Paraguay de¡a de_ ser una cau: rritorio oriental En enero de 181 I José Artigas, capitán de Blandengues asig-
sa de inquietudes inmediatas para los revolucionari_os de Bueno_;; Anes, Y depra nado a la plaza de La Colonia, se fuga más allá del río a ofrecer sus servicios a
de serlo, durante decenios, para los sucesivos gobiernos portenos Eso :'xplrca la revolución Al aceptar los, las autoridades de Buenos Aires no adivinan que
quizá que el separatismo paraguayo haya encont!ado tan escasa opos1c1on en la tienen ante sí a un futuro rival, capaz de formular una alternativa política váli-
antigua capital de la que venía a apartarse: pese a las vele1dad.'.,s de reconqmsta da a la línea que Buenos Aires quiere conservar para la revolución que ha pro-
cíclicamente recurrentes en Buenos Aires, durante cmcuenta anos el poder !~de- movido y de la que se cree dueña. Las autocríticas no faltarán luego, y a partir
pendiente establecido en Asunción no será seriamente amenazado desde alh de esa experiencia Vicente Fidel López, heredero fiel de la tladición de la "oli-
La desaparición de la amenaza paraguaya es particularmente importante, garquía municipal" que lanzó la revolución e intentó dirigirla, buscó extraer,
porque por ¡0 contrario, la que está implícita_ en la presencia enemiga en la para los alumnos de las escuelas de Buenos Aires, una lección de validez uni-
Banda Oriental está lejos de haberse desvanecrdo Mientras Belgrano avanza- versal: el castigo recibido por haber acogido demasiado confiadamente aArtigas
ba hacia el Paraguay los realistas de Montevideo se apoderaban -_se ha vrsto prueba una vez más hasta qué punto es necesario precaverse de las malas com-
ya- del este entrerriano; su escuadrilla se hacía presente_ ~n los nos, por nn pañías
momento -provocando una inesperada y vrolenta e~pres10n d~ ~entrrmentos La autocrítica era en este punto injusta: desde el comienzo la actitud del
antibritánicos entle los revolucionarios de Buenos Arres- el c_aprtan Ehot, que gobierno de Buenos Aires hacia Artigas estuvo marcada por una viva descon-
con los disparos ceremoniales de sus naves de guerra ha ofrecrdo un fondo_bn- fianza Pero precisamente lo que hacía desconfiar de ese hombre demasiado
1lanteymarcialaJap11l:ili~ajuradela Junta revol,uc10nar1a en Bueno~ Arres,_ ""~'-·-,in"fl_n.yente, demasiado independiente también, hacía difícil a la vez prescindir
decide reconocer como legítimo el bloqueo que Elro, vuelto_de la met!opolr en apoyo que venía a ofrecer: sólo una fignra más identificada con la Banda
agosto de ¡ 81 O con un título de virrey, decide ponera la cmdad rebelde a su Oriental que con el centro revolucionario en el que no podía dejar de verse a
problemática autoridad Sin duda los snpenores comgen_ esta precipitada d~- un rival podía ganar sólidamente a la región para el nuevo orden Y la identifi-
cisión de Eliot, pero ella ha revelado brutalmente la frag1lrdad de la revolucron cación de Artigas con la tierra oriental, y en especial con la campaña, en la que
porteña, miéntlas al otro lado del río haya quienes la combatan en nombre de la revolución contaba con sus mayores apoyos potenciales, no podría ponerse
la autoridad legítima en duda

66 67
Nacido en Montevideo en 1764, Artigas descendía de una de las seis fa- consecuentemente democrática de lo que es entonces usual en la América
milias que primero se habían establecido en la recién fundada base, en 1726 española No sólo una fe muy firme en el principio de soberanía popular, tam-
Los Artigas -el abuelo y el padre del futuro jefe revolucionario- tuvieron bién un igualitarismo que no se reduce por entero al campo político son sus
suerte de estancia, dos suertes de chacra, solar en la ciudad Sirvieron en el notas dominantes
Cabildo, y más frecuentemente en funciones de policía rural, como alcaldes Todo eso hacía de Artigas un auxiliar a la vez precioso e incómodo. Las
de la Santa Hermandad y alcaldes provinciales José Gervasio Artigas perte- autoridades de Buenos Aires trataron de aumentar las ventajas y disminuir los
necía entonces por su origen a la reducida clase alta montevideana, formada riesgos de esa adhesión colocando a Artigas en posición subordinada respecto
por comerciantes, militares de carrera, funcionarios-terratenientes como sus de otro jefe también emigrado de la Banda Oriental, José Rondeau, que no pre-
ascendientes, que dentro del grupo no eran los más ricos, pero tampoco los senta por cierto los mismos prnblemas para sus superiores La solución no era
menos respetados; de niño y muchacho concurrió a la escuela favorecida por sin embargo demasiado feliz; Artigas tenía ya una amarga experiencia de pos-
las familias de ese grupo, la que habían fundado los franciscanos en el conven- tergaciones, acumulada al servicio del rey, y debida a que también las autori-
to de San Bernardino. En su juventud se dedicó a comprar cueros en el norte dades de Montevideo habían juzgado que la cautela se imponía ante ese auxi-
de la Banda Oriental y en Soriano, para venderlos en Montevideo a liar demasiado prestigioso, al que convenía recortar discretamente las alas. La
exportadores-acopiadores, y ocasionalmente a hacer matanza de ganados con alianza comenzaba entonces bajo el signo del recelo mutuo, y esto iba a agra-
el mismo fin; también, según testimonios imprecisos pero abundantes y coin- var, más bien que a evitar, las crisis que desde el comienzo la amenazaban
cidentes, se ocupó de contrabandos en la frontera brasileña Hacia 1790 la or- El conflicto sin embargo no habrá de estallar hasta que la revolución haya
ganización productiva en que esa actividad se insertaba entró en crisis: a la caza ganado buena parte del territorio oriental. Al principio todo es concordia y rá-
del ganado salvaje reemplazaba la cría en estancias, antes marginal. Los co- pidos éxitos: el 26 de febrero de 1811 el grito de Asencio da comienzo solem-
merciantes de Montevideo, que primero habían favorecido el mantenimiento ne a la revolución oriental; el 28 la guarnición de Mercedes se une al movi-
de esa estructura arcaica, y oprimido de mil modos a los pioneros de una ex- miento; Soriano capitula unos días después
plotación más moderna, se alarman ahora del desorden rural; dentro del nuevo Desde Entre Ríos, donde está acantonado, Artigas envía algunos refuerzos
sistema productivo el único lugar que queda a los antiguos cazadores de gana- y el movimiento se extiende por la campaña; Elío, que parece al principio no
do y contrabandistas (una actividad sin duda ilegal, pero de ningún modo des- darle importancia, manda expediciones punitivas demasiado diminutas para
honrosa en la sociedad colonial rioplatense) es el de salteadores En 1795 el tener éxito . En abril, San José, Minas, San Carlos y Maldonado están en ma-
Cabildo montevideano solicita medidas enérgicas para reprimir el desorden nos revolucionarias; ahora están al frente del movimiento, junto a los capata-
rural; en enero de 1797 se constituye el cuerpo de Blandengues, en que Artigas ces y criadores de ganado sin tierras que predominaron en la primera hora, te-
va a servir con intermitencias hasta 1811. Ya antes de entrar en él su prestigio rratenientes importantes del sur como Fructuoso Rivera (de San José) y
en la campaña es muy grande; un testigo que no lo quería bien ha dejado Lavalleja (de Minas) En el mismo mes de abril Belgrano, que de vuelta del
una imagen inolvidable de su primer encuentro con Artigas, a la cabeza de una Paraguay ha sido puesto al frente de las fuer zas que desde Entre Ríos se apres-
partida de "jóvenes alucinados", a orillas del Yí; de la popularidad que ya el tan a pasar a la Banda Oriental, es privado del mando a causa de un cambio
jefe de banda tenía entre sus hombres, de su prestigio en la vasta campaña. político en Buenos Aires; Rondeau lo reemplaza El 18 de mayo de 1811 la
Como sostén del orden, Artigas ganará ahora prestigio también en la ciudad, vanguardia patriota, comandada por Artigas, vence en Las Piedras a las fuer-
en la clase a la que pertenece por su origen zas realistas, que se encierran en Montevideo y La Colonia; pero el grueso del
En 1800 le toca a Artigas una tarea excepcional: acompañar a Félix de pequeño ejército sólo llegará ,a las afueras de Montevideo cuando Elío se haya
Azara en sus trabajos de arreglo de la frontera; participa en la fundación de preparado ya para el sitio. Este comienza en efecto, pero la victoria no se
_13ªto\'í,Jª única que Azmapodrá realizar de las pm él proyectadas en la fro11:: anuncia fácil, puesto que las modestas fortificaciones de Montevideo son más
tera brasileña Así recoge Artigas, a través de un ejemplo preciso, la lección ·-,-delo que puede doblegar la aun más módica artillería revolucionaria, y por
que puede proporcionar la administración borbónica en sus aspectos más fe- · otra parte, con una flotilla que domina los ríos, los realistas no hallan difi-
lices . Por otra parte, al comenzar su acción política, parece haber integrado cultad para aprovisionarse por agua Por primera vez la Banda Oriental en-
esa enseñanza -a la que debe acaso su percepción muy viva de los proble- frentará una situación que en el futuro aprenderá a conocer bien: la guerra
mas del Litoral ganadero: el de la tierra, el de la población demasiado escása entre cmdad y campaña, sin posibilidad para ninguno de los dos sectores de
y dispersa- en una ideología en la que cree muy firmemente, y que es más vencer rápidamente al otro

68 69
Y enfrenta también por primera vez otrn situación destinada a repetirse: la Pero la apertura de negociaciones es muy mal recibida por las fuerzas orien-
acción externa destinada a transformar ese equilibrio de fuerzas hostiles. En tales que han ganado la campaña para la revolución; el 10 de setiembre, los
este caso la acción externa es la de Portugal, demasiado' ansioso de extender su representantes orientales protestan contra el temido abandono y ofrecen conti-
influjo hacia el Plata. Durante meses el embajador español en Río de Janeiro nuar solos el sitio. Mientras los portugueses siguen avanzando, las negocia-
ha venido rechazando las ofertas de ayuda para la causa realista en la Banda ciones culminan el 7 de octubre en un acuerdo preliminar que será ratificado
Oriental; ya en agosto de 1810, alarmada ante la perspectiva de una invasión dos semanas después por un armisticio: ambas partes reconocen los derechos
pmtuguesa, la Junta de Buenos Aires había declarado al embajador inglés en de Fernando VII, las fuerzas porteñas se retiran de toda la Banda Oriental y del
Río, lord Strangford, con el que mantenía una cmtés correspondencia, que si este entrerriano, dejando a Elío la tarea -excesivamente difícil- de lograr la
el influjo británico no era capaz de alejar esa amenaza consideraría muy seria- retirada de los portugueses. En el congreso reunido en la Quinta de la Paragua-
mente la posibilidad de dar su adhesión al rey José Bonaparte La advertencia ya, en las afueras de Montevideo, los jefes orientales deciden retirarse más allá
parece no haber sido ineficaz; en abril de 1811 Strangford proponía negocia- de la línea de armisticio, al interior de Entre Ríos; a los cuatro mil milicianos
ciones de armisticio entre la Junta y Elío, pero encuentra escaso eco en Bue- seguirán otros cuatro mil paisanos, las cuatro quintas partes de la población de
nos Aires, poco dispuesta a devolver a su rival la ya liberada campaña oriental toda la campaña oriental. Es el éxodo del pueblo oriental, que sus protagonis-
Encerrado en Montevideo, Elío acudirá ahora al recurso que ha estado esqui- tas prefieren llamar la redota, causa de orgullo y a la vez de alarma para Artigas,
vando pm temor a las consecuencias: llama a los portugueses de Ria Grande que en el episodio emerge ya como Jefe de los Orientales Entre enero y se-
do Su!, y ante el peligro de pérdida inmediata de la Banda Oriental, el embaja- tiembre de 1812 permanecerán los orientales en Entre Ríos; para entonces la
dor Casa Irujo lo apoya En junio comienza el avance portugués, coucebido no retirada portuguesa habrá sido acordada por Rademaker, en Buenos Aires, en
como una expedición auxiliadora de los realistas, a los que los invasores igno- negociaciones que contra los deseos de su principal inspirador, lord Strangford,
ran meticulosamente, sino como una ocupación en regla del codiciado tenito- dejan de lado a los realistas de Montevideo.
rio oriental Aun así, Elío se niega a la alianza antiportuguesa que Rondeau le El resultado es exactamente el que Strangford ha temido: la retirada de los
propone; en cambio de ello se muestra dispuesto a un armisticio, que Buenos portugueses significa el retorno de la guerra al territorio oriental.. En junio de
Aires parece ahora ansiar luego de haberlo rechazado 1812 llega al campamento de Ayuí, en Entre Ríos, el nuevo jefe de las fuerzas
¿Por qué ese cambio de actitud? El 20 de junio la jornada de Huaqui ha porteñas, Manuel de Sarratea; Artigas debe integrar sus fuerzas con las de éste
perdido el Alto Perú y ha dejado abierto al enemigo el flanco septentrional del y aceptar su comando supremo. Se niega a hacerlo, y Sarratea, tras lograr la
territorio revolucionario Y, más cerca de Buenos Aires, ha fracasado el inten- defección de algunos artiguistas de nota, avanza hacia la Banda Oriental, don-
to de disputar a los realistas el dominio naval. Luego del bloqueo de Buenos de, desde el 20 de octubre, recomienza el sitio de Montevideo, ahora dirigido
Aires (fracasado debido a la negativa británica a reconocerlo como válido) la por Rondeau Ya para entonces Artigas ha retornado a su tierra oriental, pero
Junta decidió organizar una flotilla que disputara a la española el dominio del no al ejército sitiador. El 25 de diciembre San atea lo conmina a reintegrar-
río: tres buques sumariamente artillados, con menos de doscientos hombres se a él; en la misma fecha Artigas rompe solemnemente con Buenos Aires
reclutados entre los marineros recalados en Buenos Aires, forman la flota que y corta las comunicaciones entre el ejército porteño y sus bases en Entre Ríos
comanda el maltés Azopardo, hecho para la ocasión teniente coronel, y que Pero las rupturas no excluyen las negociaciones, ni aun cuando Sarratea, en
tiene como segundo jefe al francés Hipólito Bouchard En San Nicolás, el 2 febrero, declara a Artigas traidor a la patria e incita a la defección en su cam-
de marzo de 1811, la escuadrilla patriota será deshecha por la realista de po. La excesiva versatilidad táctica del jefe porteño termina por perjudicarlo:
Romarate; un proceso posterior (acaso injustamente severo en sus conclu- Artigas, al parecer deseoso de un acuerdo, declara a su duplicidad responsable
siones) achacará a Azopardo responsabilidades importantes en la derrota .. de la ruptura anterior y Rondeau lo obliga a marcharse a Buenos Aires Des-
En todo caso Buenos Aires se ha quedado sin fuerza naval; los realistas si- . aparecido Sarratea, Artigas se incorpora a los sitiadores; invitado a reconocer
güeiifüiéñóS dffffo)iél 15 de julio la escúadra de Michelena bombardeala· .ec-··faautoridad de la Soberana Asamblea reunida en Buenos Aires, prefiere sin
capital rebelde; el 19 de agosto estará de vuelta frente a ella, para amenazar embargo convocar a un congreso provincial y remitirse a sus decisiones.
con un nuevo castigo si no es levantado el sitio de Montevideo Más impor- . El congreso se reúne el 5 de abril en Tres Cruces: designa cinco diputados
tante que estas medidas aparatosas es la capacidad de Montevideo para de- onentales para mtegrar la Asamblea y les da instrucciones precisas: debe crearse
fenderse indefinidamente, y la necesidad urgente de tropas para colmar la con todos los territorios al este del Uruguay una provincia oriental autónoma,
brecha abierta en el norte. cuyo gobierno conservará todos los poderes no expresamente delegados en la

70 71

J
autoridad central; el 8 de abril las tropas orientales juran lealtad a la Asamblea, los electores a más de uno de los integrantes imponen escuchar la opinión del
el 19 Artigas y Rondeau fornan un documento que proclama la confederación ·efe de los orientales antes de tomar cualquier resolución) En todo caso el
de la Provincia Oriental con las Provincias Unidas del ({fo de la Plata Pero el bongreso, donde no faltan los partidarios de Artigas, se niega a autodisolverse
gobierno de Buenos Aires está lejos de aprobar la solución alcanzada: el pri- para dar lugar a una nueva elección, como exige ahora el jefe oriental, y antes
mero de junio los diputados orientales son rechazados por supuestos vicios de de concluir sus sesrones elrge nuevos drputados a la Asamblea General y un
elección No por eso se abandona la política de conciliación: en agosto Artigas nuevo gobierno provincial
y Rondeau concuerdan en promover la elección de un nuevo gobierno provin- Por primera vez ha logrado Buenos Aires creat en la Banda Oriental una
cial (en reemplazo del Gobierno Económico creado por el Congreso de Tres solución política viable que matgina al inquietante jefe de los orientales Pero
Cruces) Las elecciones, convocadas mediante tres circulares paralelas y simul- ¡0 ha conseguido sobre todo gracias a la prudencia po\ítica de su representante
táneas por Artigas, Rondeau y el Gobierno Económico, conducen a la reunión en la tierra oriental, que se verá demasiado pronto desautorizado. No sólo Bue-
de un nuevo congreso provincial, el de Capilla de Maciel, el 8 de diciembre de nos Aires responde a la nueva retirada dispuesta por Artigas con un decreto que
1813. Los congresales aceptan reunirse en el campamento de Rondeau, y ¡0 coloca fuera de la ley, lo mismo que a sus secuaces que no lo abandonen
Artigas, que ve en ello una claudicación inadmisible, presagio de otras peores, luego de un plazo perentorio: también se niega a incorporat a los nuevos dipu-
se niega a presentarse a las reuniones (lo que puede tener consecuencias deli- tados orientales a la Asamblea, desconoce al nuevo gobierno provincial y trans-
cadas en cuanto a la legitimidad del congreso, pues las instrucciones dadas por forma a la Banda Oriental en gobernación-intendencia desprovista de toda au-
tononúa Mientras así prepata futuras y más peligrosas tormentas, el gobierno
revolucionatio logra por lo menos suprimir la amenaza montevideana Desde
1813 las negociaciones entre los centros enemigos han recomenzado en Río,
bajo la égida de Strangford; en enero de 1814, anoticiados de la derrota revo-
lucionaria en el Alto Perú, los delegados realistas rompen las tratativas, decla-
rando que el gobernador Vigodet las retomará directamente desde Montevideo
cuando lo juzgue conveniente Por el momento prefiere intentat -sin demasia-
do éxito- la seducción de Artigas y de su seguidor Otorgués El gobierno por-
teño considera llegada la hora de un esfuerzo final sobre Montevideo (hasta
entonces, el sitio se ha llevado adelante bastante plácidamente)
Por segunda vez se dispone a disputar a los realistas el dominio del río
Desde diciembre de 1813 el secretario de Hacienda, Juan Latrea, encatga a su
amigo, el comerciante norteamericano Guillermo Pío White, que compre na-
ves y pertrechos, sin reparat en sacrificios. Se reúnen así siete buques, que tri-
pularán cerca de seiscientos hombres y serán artillados con 98 cañones Desde
enero está al frente de la nueva fuerza Guillermo Brown, un irlandés que des-
de 1809 reside en el Río de la Plata como marino y comerciante. Brown se re-
vela un admirable, aunque intemperante, organizador y jefe. El 15 de marzo la
escuadra revolucionatia toma la isla de Martín Gatcía, que controla el ingreso
a los afluentes del Plata; una patte de la escuadra adversatia se retira Uruguay
arriba, y el 28 de marzo libra combate contra sus perseguidores en Arroyo de
--·¡¡¡ China Pero Brown retiene gran patte de sus buques en el Plata, y el 15 de
abril bloquea Montevideo. El 16 y 17 de mayo obtiene sobre lo que queda de
la escuadra realista de Montevideo la decisiva victoria del Buceo . Para enton-
ces también el sitio terrestre se hace más riguroso; ese mismo 17 de mayo lle-
FIG ) 10 luan Lar rea Óleo de María J ga Alvear de Buenos Aires, con mil quinientos hombres de refuerzo, para
Rodríguez (Museo Hiítórico Nacional) reemplazar a Rondeau Ahora Vigodet está dispuesto a tratar; Alveat lo está

72 73

~
bastante menos, salvo para concertar la rendición Ésta se firma el 20 de jnnio, Cuando se retira por segunda vez de las fuerzas sitiadoras, en enero de 1814,
en condiciones extremadamente generosas, qne -una vr,,z entregada la plaza el Artigas va a establecerse en Belén, en la extremidad meridional de las Misio-
23-Alvear no tendrá escrúpulo en repudiar nes, y desde allí recluta adhesiones en las tierras entre el Paraná y el Uruguay
Montevideo ha dejado de ser la amenaza suspendida sobre el corazón nús- En febrero de 1814 una expedición porteña comandada por el barón Holmberg
mo de la revolnción rioplatense. Ahora sólo queda aprovechar la victoria y eli- es derrotada en el sudoeste de Entre Ríos por un caudillo artiguista hasta en-
minar la disidencia artiguista. Lo primero se hace minuciosamente: Nicolás tonces de renombre sólo local, Hereñú En marzo es Corrientes el teatro de un
Rodríguez Peña, delegado general extraordinario del gobierno central, enviará movimiento artiguista: el Cabildo proclama independencia y federación, con
a Buenos Aires hasta la única imprenta de la provincia oriental . Mientras esto Artigas como protector (el jefe oriental recibe así por primera vez el título de
ocurre la disidencia artiguista, que se trata de reducir, ha dejado de ser un he- Protector de los Pueblos Libres, que definirá su relación con los nuevos terri-
cho tan sólo oriental: ha comenzado a ganar adhesiones más allá del río Uru- torios ganados a la disidencia). El gobierno central encara negociaciones; en
guay, y amenaza con constituirse en una alternativa política capaz de disputar su nombre se presentan en Belén los santafesinos Francisco Antonio Candioti
al gobierno central la adhesión del Litoral entero (y aun, para algunos observa- y fray Mariano Amaro, que el 23 de abril convienen en el reconocimiento de la
dores alarmados, la de todo el país) autonomía entrerriana y oriental El tratado será rechazado por el gobierno de
Buenos Aires, en verdad poco dispuesto desde el comienzo a concesiones tan
amplias Mientras tanto, en la Banda Oriental antiguos partidarios de Artigas,
que tras la ruptura ocasionada por el congreso de la Capilla de Maciel se han
reconciliado con él, actúan como intermediarios con Alvear; en un nuevo pro-
yecto de pacto, Artigas renuncia a todo papel más allá del Uruguay (pero se
garantiza a sus partidarios locales contra posibles represalias) y acepta trans-
formarse en comandante general de fronteras y campaña de la Provincia Orien-
tal, que será gobernada por un congreso anual electivo Pero tampoco esta so-
lución es aprobada por Buenos Aires, que sin ratificar el tratado se limita a
extender a Artigas su también prometida patente de coronel. De nuevo las ne-
gociaciones han fracasado, y la guerra parece inevitable. En previsión de ella,
Artigas y Otorgués negocian cautelosamente con los portugueses, con los rea-
listas, con la infanta Carlota
La guerra se librará a la vez en el Litoral y en la Provincia Oriental, pern el
mayor esfuerzo se volcará sobre esta última. En agosto el coronel Soler es
gobernador-intendente de Montevideo; en octubre el coronel Donego, salido a
campaña, vence a Otorgués y lo obliga a refugiarse en Rio Grande, pero
-menos afortunado contra Rivera- debe retroceder rápidamente y encerrarse en
La Colonia. La pacificación promete ser un proceso largo: Alvear abandona la
Provincia Oriental dejando a Soler enteramente a cargo de ella. Se aplicará un
nuevo sistema para terminar con la disidencia: los jefes y oficiales serán ejecuta-
dos y la tropa, así edificada por el sangriento fin de sus superiores, será incorpo-
,"2,--~r,.ª. . .d...~ª,;ªl ejército nacional: de este modo se espera alcanzar la paz en tres meses.
desenlace es muy diferente: la campaña culmina el 10 de enero de 1815,
en el combate de Guayabos, en que Dorrego es totalmente derrotado; mientras
las tropas vencidas abandonan la campaña oriental para refugiarse en Entre
Ríos, Soler se encierra en Montevideo preparándose para un nuevo sitio . Más
FIG 3 11 füpada con que la provincia de Córdoba allá del Uruguay la causa del gobierno central no es más afortunada, pese a
ob~equió a Artigm en 1815 algunos éxitos iniciales; luego de Guayabos las fuerzas de Buenos Aires aban-

74 75
donan la incierta lucha por Entre Ríos; en Conientes, donde el jefe militar
artiguista, Pemgonía, ha hecho defección, también la resistencia litoral ternú-
na por imponerse El conflicto se traslada ahora a Santa Fe: el 24 de marzo,
ante la presencia de una escuadrilla artiguista, el teniente de gobernador de
Santa Fe, Eustoquio Díaz Vélez, huye a Bnenos Aires; Francisco Antonio
Candioti será el primer gobernador de Santa Fe, transformada en provincia
autónoma A fines de ese nlismo mes Córdoba se une a los Pueblos Libres, por IV CINCO AÑOS DE POLÍTICA
iniciativa de su Cabildo, que acepta la renuncia del gobernador designado por
Bnenos Aires y lo reemplaza por José Javier Díaz, cabeza visible del federalis- REVOLUCIONARIA
mo local Entre el 12 y el 14 de abril una delegación cordobesa se encuentra en
la Bajada del Paraná, para negociar la incorporación de la provincia al sistema
del f~deralismo litoral Artigas planea reunir en Arroyo de la China un congre-
so con representantes de todas las provincias reorganizadas bajo su égida Para
entonces también en la Banda Oriental el artiguismo ha triunfado: en febrero
el gobierno de Buenos Aires ha enviado a Artigas una misión encabezada por
Henera para tratar la paz El jefe de los orientales fija como condición previa
la evacuación de Montevideo por las tropas porteñas; ésta se efectúa el 25 de
febrero; el 27 Otorgués ocupa la ciudad en nombre de Artigas; el 4 de marzo
un nuevo Cabildo, que reúne a figuras patricias que han hecho causa común Pero si el origen inmediato del derrumbe político de 1815 se encuentra en
con Artigas, reemplaza al aporteñado que luego de la toma de Montevideo ha- el conflicto con la disidencia litoral, las causas y las consecuencias de ese de-
bía sustituido al realista rrumbe exceden en mucho ese marco regional. De hecho, en 1815 entra en cri-
Frente a la consolidación del bloque disidente del Litoral, el gobierno de sis toda una dirección revolucionaria, toda una estrategia cuyo fracaso se ha
Buenos Aires (ahora dirigido por Alvear) ensaya de nuevo las negociaciones; hecho ya demasiado evidente
en abril prefiere volver a probar la suerte de las armas: una expedición porteña Sus insuficiencias se han revelado sin duda con particular claridad en el
de mil seiscientos hombres marchará hacia Santa Fe. El 13 la vanguardia del conflicto litoral: cabeza de una revolución que sólo con esfuerzo había logra-
ejército expedicionario es sublevada en Fontezuela por su jefe, el coronel _Al- do implantar en una parte del área que consideraba sometida a su legítima in-
varez Ihomas. El 15 hay revolución en Buenos Aires; el 17 Alvear renuncia y fluencia, Buenos Aires ha aprendido a no confiar sino en sí misma, a identifi-
parte al destieno en un barco británico El centro de la revolución parece ha- car la expansión del movimiento revolucionario con la de su hegemonía Para
ber entrado en colapso; sólo lenta y laboriosamente volverá a erigirse en él una favorecerla ha aprendido también a utilizar los medios heredados del antiguo
nueva organización política con una nueva estrategia de lucha Por el momen- orden, a invocar las relaciones jerárquicas que éste había establecido entre las
to Artigas parece ser el vencedor; su disidencia domina todo el Litoral y Cór- autoridades con sede en la capital virreinal y las que les estaban subordinadas
doba; su gran rival, Buenos Aires, ha sucumbido en el esfuerzo por supnnurla Con ello debía sin embargo crear nuevas y peligrosas áreas de conflicto: ante
las zonas más dinámicas de su antigua jurisdicción, la Buenos Aires revolu-
cionaria aparecía bajo una luz ambigua, como destructora pero a la vez here-
dera del antiguo régimen, y de sus odiosas desigualdades
2-'·+'--s·s::·P,,e__ ro la revolución no sólo busca mantener la hegemonía porteña; la hace
más duramente en la medida en que la hegemonía adnlinistrativa se do-
bla de predominio militar. Esos ejércitos en que la deserción abunda demasia-
do no son siempre los mejores mensajeros del nuevo evangelio revoluciona-
rio; pronto -acostumbrados a ser recibidos sin afecto por poblaciones para las
cuales su presencia es causa de nuevas cargas- los soldados y aun los jefes tien-
den a ver a la población civil como a una muchedumbre enemiga sujeta al de-

76 77
recho de conquista; en particular en el Litoral, contra la disidencia artiguista, Ésta había comenzado pm esgrimir como arma de triunfo la adhesión de
la brutalidad suele ser el rasgo dominante de la acción militar porteña: saqueos, [os cuerpos milicianos, que lentamente se están transformando en base de un
destrucciones sistemáticas de riquezas, atrocidades cóntra personas, revelan nuevo ejército regular Era esperable entonces gue esos cuerpos, y sus jefes,
demasiado cruelmente el carácter real de una guerra que se decía dirigida con- tuviesen gravitación decisiva en el gobierno revolucionario; y sin duda el pre-
tra ciertos jefes y no contra regiones enteras sidente de la Junta, el coronel Saavedra, era el más influyente de esos oficiales
No era éste sino un aspecto de las transformaciones que cinco años de gue- milicianos Pero la composición de la Junta por él presidida reflejaba por otra
rra habían impuesto a un movimiento revolucionario al principio más dispues- parte bastante m~l. la hegemonía milf ciana Por el momento este desajuste en-
to a heredar que a combatir el antigno orden. Pero esos cinco años no son sólo tre el órgano pohtrco de la revolucron y su base real de poder no tuvo conse-
de gnerra: son de incesante expeiimentación política, en parte dominada por cuencias demasiado marcadas: en los primeros meses del gobierno revolucio-
las necesidades de la guerra misma, en parte por tensiones entre grupos políti- nario, cuando el nuevo régimen debe defenderse de acechanzas muy inmedia-
cos de la capital revolucionaria (y, menos marcadarnente, por conflictos entre tas y graves, su cohesión interna es todavía considerable
las ideologías de esos grupos) que se desarrollan paralelamente a la lucha con- En efecto, la revolución debe renunciar bien pronto a presentarse como
tra los enemigos exteriores de la revolución heredern más bien que adversaria del antiguo régimen . La propaganda revo-
lucionaria puede denunciar en la resistencia que encuentra a su paso la reac-
ción egoísta de un puñado de funcionarios temerosos de perder cargos y pri-
vilegios: lo cierto es que esa resistencia logra ganar adhesiones de sectores
más amplios e impone al nuevo gobierno una ruptura cada vez más radical
con el pasado En los meses que siguen a mayo de 181 O se producen la ex-
pulsión del ex virrey y de los oidores (junio), la prohibición al obispo de
Buenos Aires, adversario público del nuevo sistema, de participar en el culto
catedralicio y el gobierno de su diócesis, la depuración del Cabildo, más cau-
telosamente desafecto (octubre) Advertimos también los comienzos todavía
tímidos de una política que transforma a los españoles europeos en extranjeros
enemigos, pese a las primeras enfáticas condenas a las tentativas de introducir
rivalidades entre peninsulares y americanos La ruptura con el pasado se ex-
tiende al Interior, y tiene allí sus manifestaciones más violentas, con la ejecu-
~·-',·<'·'··.•······rifinde los contrarrevolucionarios de Córdoba; luego de ella una iniciativa tan
grave como la declaración de vacancia de la sede episcopal cordobesa, por
abandono de su titular (prisionero y luego deportado por los revolucionarios)
hace ya figura de medida rutinaria
Esa política cada vez más característica de un poder que debe identificarse
con la facción que lo ha entronizado, porque ha fracasado en la tentativa de ha-
cerse aceptar universalmente como legítimo, comienza por no encontrar oposi-
ción en el cuerpo gobernante: las críticas de algunos miembros de la junta, a la
"política jacobina" de esos meses de inseguridad, si serán a menudo muy agrias,
serán también retrospectivas . Pero no hay duda de que dentro de la Junta esa
"política tiene un promotor decidido, Mariano Moreno, el secretario cuya activi-
CÓN S.!Jl'El~.,f'HU,fl$01 dad, durante seis meses, fijará el rumbo de la acción revolucionaria
~, . ;,Jf',tl ,._ 1ss &,,J I+-~j, 11:i;JJ, Mariano Moreno, para sus enemigos el Robespierre de este rincón austral,
. en común con su supuesto arquetipo francés una apacible can era profe-
F1G ).12. Primera proclama de la luntaProvi5ional sronal en los años prerrevolucionarios. Hijo de un peninsular que es funciona-
(Archivo General de la Nación) no modesto de la Corona, Moreno ha estudiado derecho en Chuquisaca y a su

78 79
retorno ha sabido llevar a la prosperidad su bufete; ha llegado a ligarse cuentran en el nuevo régimen el lugar que acaso esperaban, y que hallan en el
profesionalpiente con el grupo formado en el Cabildo y fo era de él en _torno de presidente de la Junta, condenado por su demasiado brillante secretario a una
Martín de Alzaga; al lado de éste lo vemos aun en enero de 1808 part1c1par en humillante situación de segundo plano, un interlocutor comprensivo, aunque
el golpe fracasado contra Liniers Unos meses después redactará el Memorial por el momento poco dispuesto a dirigir un abierto enfrentamiento
de los Hacendados en favor de la autorización del comerc10 con Inglaterra; de Es probablemente una medida que el curso de la revolución hace ineludible
nuevo pocos meses más y lo hallaremos, junto con sus adversarios de 1809, la que lleva al conflicto latente a su punto de decisión. El 19 de octubre es dic-
preparando la sucesión del moribundo antiguo régimen. tado un reglamento para la canera militar, que tras vituperar abusos al parece1
la revolución permitió a sus contemporáneos (quizás a Moreno mismo) no concluidos con la revolución, esboza la creación de un cuerpo de oficiales
descubrir en el talentoso abogado a un acerado dirigente político Desde la de carrera, con requisitos de ingreso en verdad muy modestos; la iniciativa
Gaceta de Buenos Aires, cuyo primer número vio la luz el 7 de junio de 1810, parece no haber sido bien recibida en los cuerpos milicianos Un paso aun más
Moreno ofreció a la vez una teoría y una línea política para la revolución Una grave hacia la ruptura se da a principios de diciembre: utilizando un incidente
teoría basada en los principios de la democracia, tal como los había hecho su- en nn banquete de oficiales milicianos, en que una corona de laurel ha sido
8
yos la Revolución Francesa (con la cual Moreno se solidarizaba por entero ) y ofrecida al presidente de la Junta, a la espera de otra simbólica de la soberanía,
se encontraban expuestos en el Contrato social, del que hrzo pubhcar una tra- Moreno hace aprobar un decreto de supresión de honores del presidente que
ducción Una línea política, basada en la renuncia a toda ilusión sobre la no sólo despoja a Saavedra de esas homas de sabor monárquico, sino también
provisionalidad de los enemigos encontrados en el cainino, orientada entonces de la comandancia militar, que deja de ser unipersonal y recae en toda la Junta
hacia la lucha y dispuesta a encontrar apoyos para esa lucha ut1hzando las ten- Era una innovación iadical, que con la anterior presagiaba el fin de la hegemo-
siones existentes en el cuerpo social; invocando contra la "tenaz y torpe oposi- nía de la oficialidad miliciana que desde 1807 dominaba la vida porteña
ción" de los españoles europeos la anaigada enemiga de la población nativa, La reacción del presidente Saavedra no se hizo esperar, y capitalizó no sólo
intentando despertar en los indios una coniente de protesta contra su opresión el descontento de la mayor parte de los cuerpos milicianos sino también el pro-
secular Tampoco esa política de sistemática ampliación de una lucha que des- vocado por la resolución que, el 3 de diciembre, declaraba que en adelante los
embocaba inevitablemente en guerra civil encontró por el momento adversa- cargos civiles, militares y eclesiásticos no podrían ya cubrirse con españoles
rios explícitos; no los encontró tainpoco la crítica cerrada de los supuestos de- europeos; los ya designados -concedía la resolución- permanecerían en ellos
rechos del monarca español a las Indias (pero todo el debate, se apresuraba a mientras durase su "buena conducta, amor al país y adhesión al gobierno" Pero
agregar Moreno, era académico; la idolatría de las Indias Pº'. el cautivo _sobe- el escollo inventado para frenar los avances del secretario de la Junta será de
rano aseguraba que esos defectos en sus títulos a la soberania -aunque mdrs- _orden institucional: es herencia de la vaguedad con que, en las febriles jorna-
cutibles- no serían invocados por nadie para oponerse a su domm10 ). Pero a das de mayo, se había planeado la incorporación de los representantes del
falta de reacciones abiertas esa política no podía dejar de suscitar oposiciones Virreinato en los nuevos órganos del gobierno El 18 de diciembre nueve dipu-
todavía discretas: las de las víctimas del rigor revolucionario, que encontraban tados de ciudades del Interior piden ser incorporados a la Junta, tal como lo
eco inesperadainente vasto entre los revolucionarios mismos(~ menudo sus pa- preveía la circular por ésta enviada el 27 de mayo Contra esa circular era im-
rientes aun más a menudo vinculados con ellas por afectos e mtereses); las de posible exhibir otra manifestación igualmente explícita que vinculase la elec-
secuac~s del nuevo sistema que, si no siempre apoyan soluciones políticas al- ción de los diputados con la reunión de un congreso general, destinado a la vez
ternativas a las que Moreno sostiene, se sienten rechazados por el rigor a la a cumplir funciones legislativas y a designar un nuevo gobierno ejecutivo más
vez intelectual y práctico del modelo de revolución que Moreno propone en representativo del conjunto del país que la Junta porteña Sin embargo, en los
la Gaceta y aplica en medidas severas Las de los jefes milicianos que no en- meses siguientes a la revolución abundan los testimonios -algunos de ellos en
~'"~-""d~o,,_c,umentos oficiales- que muestran que tanto en Buenos Aires como en el
mre,rnm es cada vez más noción recibida que ése será en efecto el cometido de
8. Sólo por culpa de "un hombre ambicioso. agitado de tan vehementes pasiones, como do- los diputados No importa: ahora la interpretación más ceñida al texto de la
tado de talentos extraordinarios" que hizo "servir al engrandecimiento de sus hermanos la san- discutida circular es utilizada por los diputados del Interior para transformarse
gre de un millón de hombres derramada pm el bien de su patria" la revoluci~n fue según More- en árbitros y a la vez beneficiarios de la crisis que divide a la Junta Se acepta
no desviada de sil destino (Sobre lm miras del-Congrew); en esta pe1spect1va todo el proceso su participación en la reunión en que habrá de decidirse sobre su incorpora-
anterio1 al 18 Brumaijo -incluida la etapa de terrnr jacobino-- aparece como positivo ción definitiva, y con su voto participan en la mayoría que amplía la Junta ori-

80 81
ginaria (pero aun entre los miembrns de ésta la moción de ampliación gana la lamentándose de la agitación centrada en el regimiento de la Estrella y prolon-
maym parte de los votos). Moreno renuncia a su cargo en la Junta, que le con- gada en la crudad por los que el austern presidente llama muchachos desocu-
fía una misión diplomática en Europa (en el curso de la cual morirá antes de pados, que están creando una vi~a política en un par de cafés de reciente aper-
llegar a destino). La Junta Grande se apresura a revocar la medida tomada contra tura Por su parte el Cabildo babia mostrado ya una enfadosa tendencia a inter-
los españoles europeos venir en los asuntos de la Junta, con invitaciones perentorias a completar el
La revolución ha pasado su primera crisis, conservando a lo largo de ella númern de sus miembrns. Por el momento los ocasionales aliados alcanzan
una decorosa discreción que luego habrá de perderse Pero si la discordia no éxito pkno; ante el pedido capitular y popular, la Junta declara que no puede
ha llevado a conflictos abiertos, no por eso ha dejado de ser el elemento sino de¡arse llevar por los mismos nobles sentimientos que embargan a los
desencadenante: el presidente Saavedra envía al Interior informes que son verc peticionantes, Y el 24 deroga la resolución que expulsaba a los peninsulares
daderos partes de victoria sobre su aborrecido secretario Esa victoria ha sido solteros; el 28, en una declaración. inspirada por dudosas dotes proféticas, la
ganada -y sólo a medias- por una coalición incómoda Los diputados del Gaceta declaraba destenada para siempre la "odiosa distinción de europeos y
Interior tienen por jefe al de Córdoba, el deán Gregorio Punes, desde octu- americanos" Inmediatamente después la agitación opositora va a hacer una
bre colaborador de la Gaceta y desde ahora hombre influyente en los conse- nueva víctima en el intendente de Potosí, un peninsular que acaba de ser de-
jos del gobierno. Pero Funes no domina por entero a la Junta, donde pronto signado por mfluencia de Funes: en la designación los enemigos de la facción
se rehace una solidaridad entre la mayoría de los miembros originarios y dommante afectan ver una claudicación que anuncia otras más importantes:
por otra parte el Cabildo renovado en octubre no renuncia a gravitar en la Saavedra y Funes, según sus adversarios, se preparan para entregar el país a la
política revolucionaria; para ello se asigna una función de superintendencia infanta Carlota
que en las horas críticas puede revelarse muy peligrosa para la facción domi- La respuesta del sector dominante no se hará esperar El 5 de abril en la
nante Ésta se apoya en los regimientos milicianos, que constituyen su base noche avanzada, comienza a reunirse en la Plaza Mayor una silenciosa ~uche-
más segura pero también más efímera de poder: con la implantación de la gue- dumbre, traída de los suburbios por los alcaldes de extramuros, entre los cua-
na como horizonte de la revolución para un futuro indefinido la evolución les el más mfluyente es Ibmás Grigera, el Alcalde de las Quintas; el artífice de
hacia el ejército regular se hace inevitable; es característico que el reglamen- e~a nueva Jornada popular es el doctor Joaquín Campana, maftre apenser del
to de octubre no sea derogado Juego de la caída de Mmeno Y entre los jefes rustico alcalde y decidido saavednsta; detrás de él los contempoiáneos adivi-
de regimientos y la nueva mayoría provinciana de la Junta no existe ninguna n:rron l.~ inspiración de Saavedra y Funes, que por su ,rarte rechazaron con in-
armonía preestablecida Y por añadidura la creación de nuevos regimientos dignac10n cualgurer responsabilidad .en los hechos. Estos fueron bien pronto
quita a los comandantes saavedristas el monopolio del poder militar; en par- verg?nzosos; los Jacobmos noplatenses no iban a encontrar pa-
ticular el nuevo regimiento de la Estrella, con su comandante French, es causa . ~astante energicas para condenar el recurso a la plebe ignara, que así
de inquietud mumpia en la vida política, intenumpiendo su decoroso avance
Lo que es igualmente grave: la política jacobina que se condenaba como un Y ,no hay duda de qu.e la asonada interrumpe los pacíficos progresos de la
capricho sangriento de Moreno parece estar inscrita en las cosas mismas; la facc10n denotada en diciembre. La Junta es depurada; French y Bernti deteni-
represión contrn los españoles europeos, abandonada en diciembre, habrá de dos; dev~elt~s a sus grados originarios todos los jefes que la revolución ha
recomenzarse de inmediato El 22 de marzo la Junta Grande decreta la expul- h~cho bngad1eres, exceptuados Saavedra y Balcarce; Belgrano es enviado a
sión de la ciudad de todos los europeos solteros (recmdemos que Elío acaba de J?ic10 por su gestión militar (pero su culpa es, como todos saben, haber simpa-
declarar la guena al gobierno revolucionario) La medida despierta una reac- tizado con Moreno) Un tnbunal de vigilancia controlará la lealtad política de
ción que revela la existencia de una sólida, aunque algo heterogénea, alianza los habitantes a la tendencia ahora dominante En suma, la pueblada ha dado la
· ·Opositera,Los.afectados, con certificados deJealtad otorgados por sus respec::_ victona a qmenes, luego de su avance de diciembre, habían vuelto a colocarse
tivos alcaldes de banio (en general de los distritos centrales de la ciudad) se '>Ha·defen~iva . Por otra parte, el movimiento se hace eco de exigencias al
dirigen al Cabildo, que los acoge con viva cordialidad, y pide a la Junta la re- yarec?r. mas seno.das en las afueras que en los barrios principales: se volverá a
vocación de la medida El Cabildo se hace ahora vocero de una agitación a la a pohtica a~tlp.enmsular, retomando la expulsión de los solteros y reservando
que se lanzan .con empeño los adictos al ex secretario, dispuestos a pagar con los cargos publicas para los nativos de la provincia
la misma moneda a los que en diciembre habían hecho capital político de la v ¿Pero hasta qué P,unto el movimiento de abril es, en efecto, el fruto exclusi-
oposición a las medidas antipeninsulares. En efecto, desde enero Saavedra viene o de la movihzac10n de la plebe suburbana? Desde el comienzo ha estado

82 83
presente en la plaza, entre los silenciosos hombres de las afueras, el coronel Junta, en la que sólo permanecen por otra parte los miembros elegidos por el
Martín Rodríguez, jefe de los húsares y brazo derecho de Saavedra; el 6, a pe- Interior
dido del Cabildo, los jefes de regimientos convocados por éste no vacilan en ¿Pero cuáles son las funciones de esa Junta así reformada, cuáles las del
poner su firma al petitorio popular Triunvirato? La primera busca fijarlas en un Reglamento Orgánico, que el Triun-
La victoria así alcanzada está lejos de ser tan decisiva como parece en el virato recibe con displicencia y pasa a examen por el Cabildo. La Junta, pro-
primer momento Los medios usados desprestigian a quienes se benefician con testando ante tanta insolencia, declara suspendido el Triunvirato, que ahora
el desenlace de la jornada; la sistemática campaña contra Saavedra y Funes va solicita el juicio de los apoderados del pueblo Éstos se apresuran a dar la ra-
a encontrar nuevos servidores en las víctimas directas e indirectas del 5 de abril zón a los triunviros; por su parte el Cabildo es adverso a la Junta, pero incapaz
que ahora no vacilan en utilizar un argumento pasablemente demagógico aco- de pronunciarse en un claro dictamen mayoritario sobre el conflicto plantea-
sando al presidente altoperuano y al vocal cordobés de imponer una tiranía do. El Triunvirato lo resuelve el 7 de noviembre disolviendo la Junta; elabora
extranjera al pueblo porteño Y por su parte el Cabildo, que se ha inclinado de un Estatuto Provisional que, como se descubrirá al intentar aplicarlo, se carac-
mala gana ante los vencedores, sigue ofreciendo un centro para todas las opo- teriza por una extrema vaguedad, pero que es recibido con encendidos elogios
siciones; bien pronto Campana, nuevo secretario de la Junta, se gana la sólida por el Cabildo y jurado con solemnidad el primero de diciembre
enemistad de los capitulares, a los que obliga a tomar la iniciativa de la expul- El nuevo Ejecutivo se ha liberado así de la funta, tras algunos meses de in-
sión de los peninsulares solteros (pero a los pocos días la medida será nueva- cómoda convivencia, pero con ello no han terminado sus problemas. Tiene
mente suspendida por la Junta) En ese clima de tensiones mal vencidas la ca- sobre sí al Cabildo, que lo ha ayudado a ganar la supremacía, pero se reserva
tástrofe del Alto Perú introduce un elemento nuevo: Saavedra parte de aún el derecho de superintendencia, establecido en mayo de 1810; tiene que
inmediato al norte; debe alentar la resistencia, obligar a Castelli (este antiguo utilizar para renovar su composición un sistema que, como se verá bien pron-
morenista que parece ignorar las órdenes de convocatoria de la Junta) a regre- to, es garantía segura de nuevos conflictos Pera, en lo más inmediato, tiene
sar a Buenos Aires, y destituir a Viamonte, al que se achaca una parte de res- sobre todo que enfrentar a esos regimientos urbanos que han sido la base del
ponsabilidad en la derrota. No necesitará hacer lo primero -descubre en efecto poder de la Junta . Dejando de lado a Ocampo, cuyo apoyo ha sido excesiva-
que Castelli ya está retornando a Buenos Aires, y lo hace apresar- ni quená mente cauteloso, los triunvirns ponen a Belgrano al frente del primer regimiento
hacer Jo segundo (no encuentra otro militar competente con el cual reemplazar patricio, que se subleva ante la tentativa de imponer le una nueva disciplina.
al discutido Viamonte). Por otra parte, mientras dura su permanencia en Salta, Vencida la sublevación, una reorganización militar más amplia quita gravita-
Saavedra deja de ser presidente de una Junta que ve surgir a su lado un poder ción a esas milicias urbanas que han dominado a la ciudad desde 1807, las trans-
destinado a doblegarla forma en parte de un ejército firmemente colocado en manos de una oficiali-
Entre el 12 y el 19 de setiembre, en efecto, una agitación muy viva domina dad profesional, no en todos los casos reclutada en los anteriores cuadros
a Buenos Aires. En el primero de esos días comienzan a circular en las calles milicianos Después del alzamiento de los patricios, el Triunvirato cree adivi-
petitorios en favor de un Cabildo Abierto; ya el 13 algunos de los autores de nar la acción de la disuelta funta: sus miembros son conminados a marcharse
esa iniciativa se refugian en la casa capitular, declaran que están siendo perse- de Buenos Aires en veinticuatro horas.
guidos por Campana y solicitan su destitución y una nueva depuración de la Pero esos éxitos no impiden que la concordia entre los triunviros sea esca-
Junta; el 16 ésta se inclina; ese mismo día el otrora poderoso secretario es des- sa; Paso, al frente de toda una familia temiblemente dotada para la intriga po-
terrado a Areco El Cabildo Abierto reunido el 19 se consagra a una complica- lítica, dirige la agitación en favor de la inmediata convocatoria de una Asam-
da faena electoral: elige a dos diputados al Congreso (el que debe reunirse, blea General, que sus colegas consideran bien pronto subversiva. Chiclana,
según una nueva interpretación de las resoluciones de mayo de 1810, con re- víctima de otra campaña más personal, renuncia; mientras el Triunvirnto con-
presentantes de todas las ciudades) del Virreinato; designa además a un con- sulta con el Cabildo, Sarratea arbitra en favor de Paso y Chiclana retira su re-
jiiiitoaEapóderafüís aeTpuebló El 22 de setiembre se produce la concentración p:':'~º~·--nunciia ... La crisis ha sido sólo postergada; la necesidad de renovar la compo-
del poder: se constituye un Triunvirato, integrado por los dos diputados elegi- sición del Triunvirato (según el Estatuto Provisional debía renovarse por ter-
dos el 19 (Feliciano Antonio Chiclana y Juan José Paso) y el más votado de los cios, con un nuevo miembro incorpmado cada seis meses) actualiza la crisis
apoderados del pueblo (Manuel de Sarratea) Inmediatamente los capitulares, Según el Estatuto debe ser reemplazado el triunviro más recientemente incorpo-
reunidos con los apoderados del pueblo de la capital, eligen dos diputados, rado; este contrasentido, debido al parecer a un error de redacción, será sin em-
suplentes de los que han pasado a integrar el Triunvirato, y los incorporan a la bargo mantenido. La Asamblea, formada por los capitulares, más los delegados

84 85
de Jas ciudades, más cien miembros -porteños o provinciales residentes en Bue-
nos Aires- sorteados de una lista de trescientos votada por ocho electores elegi-
dos a su vez por el sufragio de los vecinos de Buenos Aires, se reúne el 4 de
abril de J 812. No satisfecha con cumplir su función electoral (ha elegido triun-
viro a Juan Martín de Pueyrredón y suplente a Eustoquio Díaz Vélez) se mani-
fiesta dispuesta a proseguir sus reuniones como Asamblea Provisoria; el Triun-
virato reacciona con energía: disuelve la Asamblea, suspende en sus funciones
al Cabildo, que ha inspirado las ambiciones de los asambleístas y se prepara a
retomar su papel de árbitro (pero esta suspensión no durará diez días) Esta
nueva victoria no elimina las perplejidades; Pueyrredón es partidario de con-
vocar finalmente al congreso (que se había decidido postergar hasta la libera-
ción de todo el territorio virreinal) y en efecto se comienzan a tramitar muy
lentamente las medidas previas a esa convocatoria
Es que la victoria misma es menos completa de lo que parece: ahora han
surgido nuevos centros de control político, no ya dentro sino fuera del apara-
to del Estado Desde enero de 1812 la Sociedad Patriótica, donde se reúnen
los más significados morenistas, y ha encontrado un portavoz elocuente en
un tucumano, doctor en Charcas y refugiado del Alto Perú, Bernardo Mon-
teagudo, tiene sede oficial en el Consulado de Comercio, en cuyas austeras
salas comienza a funcionar una excelente imitación de un club revolucio-
nario francés: las relaciones entre el Triunvirato y la Sociedad no son de-
masiado buenas, y en febrero ésta participa en la agitación en favor de la
convocatoria de una asamblea Rivadavia, secretario del Consulado y con-
siderado el poder detrás del trono (lo que, dado el caótico sucederse de
alianzas y enfrentamientos entre los triunviros, sólo es aproximadamente
exacto) decide poner fin a la publicación de dos periódicos oficiales, La
Gaceta y El Censor, que son órganos de opiniones divergentes y viven en
permanente polémica; suprime a ambos, con lo cual deja sin expresión a la
Sociedad, que dominaba en La Gaceta a través de su redactor, Monteagudo
Éste publicará ahora privadamente Mártir o libre. suspendido éste por las
autoridades, lo reemplazará el Grito del Sud En ambos periódicos se hace
en prosa truculenta la crítica de la tímida política oficial; abrumados por las
derrotas, los triunviros aceptim salidas transaccionales en Montevideo; fre-
nan -por temor a perder el favor de la diplomacia inglesa- cualquier tenden-
cia a organizar demasiado abiertamente un Estado independiente, eluden
cualquier invocación de una base ideológica para el movimiento comenzado

Para sus adversarios, la política del Triunvirato, además de repulsiva, es en


extremo peligrosa: con la moderación la revolución sólo se engaña a sí misma;
sus vacilaciones serán explotadas por adversarios dispuestos por su parte a todo
Las acusaciones de Monteagudo, que abomina de la "fanática lenidad" de los
F1c 3 13 El Cabildo y la plaza de Buenos Aire\'. Acuarela de Emeric E.1sex Vida!, 1817 triunviros, encuentran confirmación en las observaciones más discretas del

86 87
enviado portugués Rademaker, que señala a los gobernantes de Buenos Aires . propia empresa de agitacjón; Chiclana, ganado a la logia (lo mismo que el
los peligros de una conspiración realista apoyada desde Montevideo. Ésta tie, · proteico secretano Nrcolas Herrera) renuncra El gobierno está ahora en ma-
ne por jefe a Martín de Alzaga; desde julio ha sido denunciada al Triunvirato nos de Rivadavra, trmnvrro suplente, y Pueyuedón, que por influjo del prime-
pero dentro de él la denuncia es interpretada pm Pueyrredón como una intrig; ro se ha negado a toda aprnximación a la Logia. la misma debilidad del régi-
dirigida contra él mismo (su pariente Iellechea figura entre los complicados). men lo mantrene en pre; tanto la Socredad como la Logia esperan poder librar-
Finalmente no queda duda; Alzaga se esconde y su paradero es finalmente re- se de él pacíficamente en la próxima renovación parcial del Triunvirato Pern
velado por su confesm. Será ejecutado y su cadáver solemnemente exhibido ya en setiembre los militares tienen ocasión de expresar en una junta de guena
en la Plaza de la Victoria, junto con los de otros conjmados la represión (que su disidencra sobre un punto esencial: mientras Rivadavia quiere retener en
incluye medidas severísimas contra los españoles europeos) logra reconciliar Buenos Aires una fuerte guarnición, Alvear propone enviar casi todas las fuer-
por un momento al gobierno y sus críticos. Pero el 24 de julio una proclama zas al norte, a cenar la brecha abierta frente a la nueva invasión realista.
del gobierno la declara terminada, mientras no cesa la agitación popular con- Lo que sella la suerte de Rivadavia y Pueynedón es su inesperada capaci-
tra los real o supuestamente complicados en la conjura dad para controlar la Asamblea que ha de renovar el Tiiunvirato. Sin duda
la oposición al gobierno tiene ahora otra base más inquietante Desde fi- no se muestran delicados en los medios elegidos para dominarla: así Monte-
nes de 1811 se ha hecho mucho en muy pocos meses para crear un ejército agudo, elegido diputado de Mendoza, es eliminado invocando su por otra
organizado de modo más profesional; la presencia en Buenos Aires, desde parte problemática mancha de nacimiento . El 6 de octubre una asamblea dó-
marzo, de San Martín, Alvear y otros oficiales regios ha significado un paso cil elige triunviros a Pedro Medrano y Manuel Obligado El 8 el ejército, alen-
decisivo Estos oficiales, que han participado en las organizaciones secretas tado por las nuevas de la victoria de Tucumán, decide denibar· al gobierno
cada vez más numerosas entre los oficiales del ejército español y se han in- demasiado capaz de sobrevivir . La agitación está a cargo de peones submba-
corporado a la que (organizada bajo la égida de Miranda) cuenta prosélitos nos reclutados por Paso; las tropas, que aparecen también en la plaza, decla-
en toda la América hispana, organizan también una logia en Buenos Aires. ran no participar en el movimiento: su presencia está sólo destinada a prnte-
Sobre los orígenes y modalidades de ésta la polémica es -quizás innecesa- ~er al pueblo Cr~~ulan vario_s petitorios, uno de ellos, debido a Monteagudo,
riamente-violenta; para algunos la demostración de la independencia de esas mcluye la remocron del Cabrldo; otros, por lo contrario, lo invitan a retomar
logias político-militares respecto de la masonería es sobre todo el medio para la soberanía, como lo ha hecho el 22 de mayo de 181 O Los capitulares vaci-
lavar de una mancha de impiedad la memoria de figmas muy justamente ve- lan y fmalmente aceptan participar, junto con doce ciudadanos elegidos por
neradas De todos modos es una demostración insuficiente para lograr esos el pueblo reumdo en la plaza, en la elección de un nuevo gobierno. Comien-
propósitos: la pertenencia a una logia formalmente independiente de lama- za en la plaza la elección de los electores, en medio de un creciente desor-
sonería no excluye la pertenencia a esa última institución (que en algunos den, intenumpid~ por San M~rtín Un método más apacible será adoptado:
casos, en particular el de San Martín, parece probada más allá de toda duda). 9 el C~brldo elegrra al nuevo Trmnvirato, y la elección será sometida a la aprn-
Acaso más importante históricamente que el problema del origen de la logia bacron popular, representada por los algo menos de trescientos votantes agol-
militar es el de las funciones que se asigna a sí misma Por una parte, muy pados frente a las casas capitulares
evidentemente, la de favorecer la suerte militar de la revolución, que desde Así surge el Triunvirnto, compuesto pm Paso, Rodríguez Peña y Alvarez
Cádiz era vista con una perspectiva menos localista que desde Buenos Aire~. Jonte. las ,medrdas de rrgor recaen sobre los vencidos en la jornada: Pazos (ri-
Por otra, influir en el gobierno local para transformarlo en servidor más efi- vrn perrodrstrco de Monteagudo) es destenado, Pueyrredón confinado a Arre-
crfes Yluego a San luis. Sin duda el nuevo Triunvirato no elimina las desave-
caz de esa causa
Este doble objetivo aproximaba a la logia militar y la oposición local cen- nencias; _Paso hace en él, como de costumbre, una política muy personal, y a
trada en la Sociedad Patriótica, que conduce a una interpenetración de ambos ratos casr sedrcrosa; el 20 de febrero de 1812 es finalmente reemplazado; a partir
· ·grupos Mientras tanto· e!Tfi\irivirato se disgrega; Paso mantiene en vida-su ..rleahora, aunque la composición del cuerpo varía, sus tensiones internas serán
menos marcadas
Este cambio se debe, en parte, a que el Triunvirato ha caído bajo una tute-
la más estricta: desde luego, la de la Logia, que es el cada vez m~nos oculto
9 Bonifacio del Canil, El perfil de San Martú1, en ''La Nación" (Buenos Aires), 11 de octu-
bre de 1959, ofrece pruebas indudables de la vinculación de San Martín con logias de también
poder detrás del trono Pero ese cambio se relaciona con otro no menos im-
indudable carácte1 masónico
portante: la revolución vuelve ahora a tener nn rumbo y una política; ciertos

88 89
excesos de prudencia (y ciertas perplejidades que preferían disfrazarse de pru-
dencia) son dejados atrás El 24 de octubre de 1812 es citado finalmente el :,·:.ra1:on.es mendosdextlernasd:una.vez en el gobierno, la Logia amenazaba perder su
congreso tantas veces postergado, y el manifiesto que lo convoca tiene entre antenorbum ~ , a a ten elncia que reconocía como inspirador a San Martín, y
otros méritos el de la claridad. "El eterno cautiverio del señor Fernando VII que esta a mas. cercana a os obJetlvos originarios de la agrupación, se enfren-
-leemos allí- ha hecho desaparecer sus últimos derechos." lo que queda en ... , , ;·~:m-i1l·aable
- . tema por Jefe a Alvem Y que, por lo contrario, veia en la Logia un
pie es la guerra entre la "ferocidad y barbarie peninsular" y la "virtud y cons- .. mstrumento para ser ut!hzado en el marco político de Ja revolución
tancia americana" No hay motivo para nuevas tergiversaciones; una consti- renunciando por el mo~ento a la intensificación de una lucha, cuyo
tución debe dar forma al nuevo Estado; a ella sólo se oponen "impostores ii" .,:xi1to la coyuntura mternacronal hacra problemático, en favor de una limitación
políticos o erguidos aristócratas" La Asamblea Constituyente será un nuevo de los obJetlvos. ~evolucronarros hasta r~ducirlos a límites aceptables para la
comienzo para la revolución; sus diputados, elegidos por "todos los vecinos . nueva con~telacron mternacronal que se rnstauraría sobre las ruinas del siste-
libres y patriotas" (en número de cuatro por Buenos Aires, dos por cada ca-
ma napoleomco
beza de intendencia -y excepcionalmente también por Tucumán- y uno por !
A lo largo de 813 ?' 1814 ias victorias de la segunda tendencia son innega-
cada una de las demás ciudades) se reúnen en jornada de apertura el 31 de bles; sr· San Martm
¡ esta
b' ,le¡os de carecer de habilidad política (las empresas. que
enero de 1813 Como en otras sucesivas, no escasean en esta asamblea los patrocma sue en tam
d J' · 1en en este
· campo estar coronadas por el e' ·t ) ·
X! O , Se pier-
diputados no originarios de las ciudades que los eligen: Alvear es diputado de de con menos e rcras que su nvaJ en los laberintos de la política revoluciona-
Corrientes; Larrea y Posadas de Córdoba; Balcarce de Iucumán; Agrelo de
Salta; el canónigo Vida! de Jujny .. Su elección se debe a las directivas de un
aparato estatal que por el momento funciona sin estridencias en manos de la
Logia la Asamblea se proclama soberana, delega las funciones ejecutivas en
el Triunvirato, y -en una tentativa de reanimar el entusiasmo revolucionario-
se hacejmar primero por los altos funcionarios y por fin por todos los jefes de
familia de las Provincias Unidas.
Una comisión de la Asamblea debe redactar un proyecto de constitución;
otro es debido a la Sociedad Patriótica; otros más parecen haber surgido de
distintas iniciativas. Finalmente ninguno será aprobado; considerando que hay
regiones enteras no representadas o representadas muy insuficientemente, el '
cuerpo decide postergar la promulgación de cualquier estatuto constitucio- ,'
na! No es éste el único signo de que el impulso al que la Asamblea debía su
origen se agotaba más pronto de lo esperado; luego de unos meses extrema-
damente fecundos en iniciativas, el cuerpo va a caer en una inactividad cre-
ciente; desde setiembre de 1813 sus recesos serán cada vez más prolonga-
dos, y sus períodos de sesiones terminarán por ser brevísimos: cada vez más
su función se reduce a dar respaldo a decisiones políticas particularmente
graves del Poder Ejecutivo
¿A qué se debe este cmso decepcionante? En parte a razones externas: a
medida que pasaban los meses se hacía evidente que el cautiverio de Fernando
· vu-noestabadestinado a ser ·eterno; en marzo los azorados gobernantes.de
Buenos Aires deciden enviar a Manuel de Sarratea a Madrid, con una previa
etapa en Río de Janeiro que le permitirá a la vez tratar el eterno problema orien-
tal y sondear la actitud del embajador español. Se comprende bien que en esa
coyuntura las tendencias favorables a la independencia y a la adopción de un~ he ) 14 Oblea lOn el escudo de laAmmblea General
Constituyente 1813 Sello grabado con el ncudo del
constitución republicana hayan perdido intensidad Pero había por otra parte Supremo Poder F)ec.utivo J81 J

90
91
ria porteña, en la que se agitan infatigablemente unas cuantas familias, con las : a Fernando VII por su feliz restauración El 9 de diciembre de 1814 Posadas y
cuales (pese a su reciente casamiento con una joven perteneciente a una de las e.l secretario Nicolás de Herrera daban instrucciones a los enviados, Bemardino
principales de la ciudad) tiene muy poco en común Prefiere por lo t_anto con- Rivadavia y Manuel Belgrano. Según las públicas debían pedir garantías al
sagrarse a una sólida carrera militar, que si le prepara un futuro bnllante, lo restaurado monarca; las reservadas eran más explícitas: autorizaban a nego-
aleja por el momento del centro de los acontecimientos: en febrero de 1813 ciar "la independencia política o por lo menos la libertad civil", solicitando el
ve~ce a una fuerza realista en San Lorenzo, sobre el Paraná; en unos meses envío de emisarios regios a Buenos Aires (y, de manera general, alargando las
estará en el norte, tratando de rehacer un ejército con los restos del vencido negociaciones todo lo que pudiesen) y aceptar, sea la independencia con un
en el Alto Perú; de allí pasará a Cuyo, a preparar una nueva línea de ataque infante en el trono, sea la reincorporación a la corona de España con plena ga-
contra el Perú Mientras tanto, Alvear no abandona por completo los campos rantía de gobierno propio . Si fracasaban en Madrid, debían buscar apoyo alter-
de batalla: su nombre está ligado a la victoria más célebre -si no acaso la más nativo en Inglaterra, Rusia, Francia, Estados Unidos o Alemania ( ,ic), en este
difícil- de esta etapa de lucha; es él quien entra en Montevideo .. Pero estos caso sería deseable obtener un príncipe inglés o, por lo menos, de una casa rei-
intermedios en tierras remotas no le impiden estar muy presente en Buenos Ai- nante aliada con la inglesa, ofreciendo a la potencia dispuesta a proteger la in-
res, en su mundillo político donde este joven caprichoso y encantador se hace·· dependencia de la nueva monarquía austral ventajas político-comerciales re-
de sólidos partidarios, algunos de los cuales le guardarán en las horas malas conocidas en tratado ..
una conmovedora lealtad y la transmitirán a sus hijos (todavía en 1852 Vicente Mientras los negociadores comienzan a vivir en Europa una experiencia
Fidel López, hijo de un decidido alvearista de 1815, Vicente López y Planes,· complicada y a menudo desazonante, el gobierno al que representan parece
escribirá desde Buenos Aires al general que ha sido sucesivamente montone- acercarse a la disolución. En diciembre de 1814Alvear es rechazado (seha visto
ro, vencedor del Brasil, jefe unitario y diplomático rosista; le muestra un país · ya) por el Ejército del Norte, del que ha sido designado jefe; para esa época la
sin hombres capaces de dirigirlo y le ruega que vuelva a él, a darle la orienta- revolución federal se ha extendido a todas las tierras al este del Paraná Posa-
ción que tanto le falta .. ). 10 das juzga que su dignidad y su prestigio han sufrido demasiado y que no puede
Iniciativa de Alvear es, a comienzos de 1814, la concentración del poder. por lo tanto mantenerse en el cargo. El 9 de enero Alvear es elegido nuevo di-
El Triunvirato deja paso a un Poder Ejecutivo unipersonal; para ocuparlo la - rector supremo, con una mayoría muy grande, pero no demasiado segura de la
Asamblea elige a· Gervasio Antonio de Posadas, tío de Alvear e integrante del sabiduría de su decisión. Alvear enfrenta, agravados, los mismos problemas
cuerpo ejecutivo que acaba de ser abolido Posadas reconoce s:1s ~imi!aciones ante los cuales fracasó su predecesor. Envía a Río de Janeiro al doctor Manuel
con una franqueza que no desarma a sus enermgos, nr a una oprnron publrca, a· José García, con la misión secreta de solicitar del embajador británico, lord
la que la acumulación de experiencias está enseñ_ando_ un escepticismo algo Strangford, su apoyo para una incorporación del Río de la Plata a los dominios
sumario Por otra parte la persona del director no trene rmportancra: Alvear es:· ccc·,·. ~.el rey de Inglaterra por las razones expuestas en un memorial que acompaña-
la figura dominante del régimen Éste enfrenta dos dificultades principales: k ba sus instrucciones y en una elocuente solicitud dirigida a ese soberano y des-
expansión del federalismo litoral y la cada vez más desfavorable situación in- tinada a ser retransmitida por su embajador . García se guardó de efectuar esa
ternacional. Frente a la segunda la negociación parece imponerse; desde mar, . gestión, que sin embargo no quedó desconocida para Londres (el agente ofi-
zo de 1814 Manuel de Sarratea se encuentra en Londres, pero muy poco puede cioso británico en Buenos Aires, Robert Staples, pudo obtener copia del pri-
hacer ante una Gran Bretaña aliada de España y obligada, por la marcha mis-i mero de esos dos curiosos documentos)
ma de la guena peninsular, a mostrar creciente cautela frente a los insurgentes Esta extravagante muestra de desesperación (tanto más deplorable porque
americanos, que no pueden ya alegar que se han limitado a ocupar a su mane!ª la poco decorosa oferta tenía muy escasas probabilidades de ser aceptada)
el vacío dejado por el poder legítimo El 28 de agosto de 1814 Gran Bretana mostra~a mu,y bien el ánimo con que Alvear llegó a la dirección de la política
aplicaba embargo a la venta de armas a los revolucionarios hispanoamerica- revoluc10nar1a Frente a la expansión del movimiento federal intentó por un
-·- iios;lord Sfrangford acoíisej ií15á álbs cada vez·más alarmados gobemantes_-de "t::t---inrnme1nto el camino de la negociación; la entrada de Córdoba en el sistema de
Buenos Aires enviar a Madrid una misión exploratoria, encargada de felrcrtar ~igas lo persuadió de que sólo la guerra podía frenar el avance de la disiden-
crnlrtoral El desenlace ya ha sido recordado: el 17 de abril de 1815 la partida
del drrector supremo al destierro y la disolución de la Asamblea en la que por
1O Vicente Fidel López al general Alvear, Buenos Aires, 5 de octubre de 1852, en Gregorioi:' un momento se habían puesto tantas esperanzas, parece marcar el fin de ese
F Rodríguez, Contribución histórica y documental Buenos Aires, 1914, III. 601 ' Estado construido y a la vez destruido por cinco años de revolución y guena

92 93
¿Sería justo resumir esos cinco años dejados atrás en una historia de crisis toda~ía frescos, utilizadas luego en el escudo que reemplaza en los edificios
políticas tras las cuales es fácil adivinar las luchas y te~siones de prntagonistas \p,úbltc<JS al del Rey La bandera, que Belgrano ha creado en 1812, al comenzar
demasiado numernsos que se mueven en un escenario estrecho? Pern durante larga marcha desde Rosario a Iucumán, y que durante más de un año ha
esos años la revolución no sólo ha buscado en vauo la fórmula que pusiera tras debido ser retirada, y prudentemente sustituida por el estandarte real. La can-
ella la solidaridad de todos los revolucionarios; ha comenzado a cambiar de . ción nacional, que canta la gloria de la nueva nación, la humillación de la vieja
modo irreversible el marco institucional en el que ha surgido; ha comenzado metrópoli, y muestra a la igualdad entlonizada y devuelta América al esplen-
también a transformar mediante esos cambios el mismo marco social que la de los tiempos prehispánicos De este modo, antes de volver a la pruden-
abarca cia, la Asamblea Soberana (cuyos miembros no cesarán de darse el vocativo
La organización de un nuevo Estado, en primer término Aquí las creacio- de ciudadanos, en el mejor estilo revolucionario) ha avanzado ya demasiado
nes revolucionarias fuernn avanzando lentamente -y no siempre con felicidad- en un camino sin retorno
por el camino de la innovación Ese avance fue en parte impuesto por las cir- Con la misma decisión la revolución cambiará el derecho privado: de 1811
cunstancias: la revolución, que comenzó intentando usar a las magistraturas es la supresión del tributo indígena; de 1812 la prohibición de la importación
preexistentes, bien pronto descubrió en ellas una fuente de peligro Sin duda la de esclavos; de 1813 la eliminación de toda forma de servicio personal de los
coyuntura hacía posible, junto con el reemplazo de func10nanos, el de la es- indios, la liberación de los futuros hijos de madre esclava, la declaración de
tructura misma del aparato administrativo heredado, pern en este punto la re- libertad de todos los esclavos que en lo sucesivo entrarán al país (que debió ser
volución se mostró prudente, o acaso perpleja: la reforma del sistema judicial, bien pronto limitada hasta privarla de toda eficacia ante las protestas portugue-
que intrndujo nuevas denominaciones, no implicó una redistribución,comple-
ta de las funciones de justicia, de las que una parte importante sigma a cargo

,~:, ~·~¡~~~;; ti·••,,.


de los cabildos (pese a esfuerzos esporádicos por limitar sus atribuciones} El ------------
trato dado a los cabildos, y en particular al de Buenos Aires, es característico:
depurado en su personal desde muy prnnto, se le dejan poderes todavía muy
vastos, y sobre todo ese derecho de superintendencia, que lo transforma en ár- 1 .,
bitrn de los gobiernos revolucionarios y demasiado a menudo en mspnador de
las disidencias que le permiten ejercer ese papel POESIAS
LA
Con menos reticencias actúa la revolución frente a las magistraturas de ori- PATRIOTICAS.
gen regio; en 1812 laAudiencia deja paso al Tribunal de Apelaciones (quenunm LIRA ARGENTINA
U
tendrá el prestigio ni el poder de su predecesora); en 18 un mtento (prnnto
abandonado) de extender el sistema de Juutas a los gobiernos subordmados
reemplaza a los intendentes pm cuerpos colegiados Pero el campo natural
para las nuevas creaciones revolucionarias se encuentra desde luego en el po-·
der supremo, para el cual los antecedentes del antiguo_ régimen ofrecen una·
MARCHA l'AI'RJOl'ICA

01n, mortale., ti grito f,,'lgra,lo


Libc,tiul, lib..rt1d, lilK·rtad:
--
llARC:llA NACION.U..

0111111011Dll!l 1 irf lffl!O ""ffOdO


l.ib(or111d, litK'rt11d, libcrlad.•
t id el ruido de ,otu r~d<:Mu
orientación particularmente inadecuada Aquí las sucesivas creac10nes tienen;._ OiJ ti. ruido d, ro1u ('adcn.ls. V<'d ..11 trovo ,l J.i npl,le igualllw:L
Vtd en trono á fa noble isual,'3<1 !Se l1;uu1a ID. rai d,· la ticn,
algo de la torpeza que suelen exhibir los primerns intentos de utlhzar un nuevo:· St levanta 4'n la fa:r. de la. littra~ lhm 111.1~11 ¡;fo,i~ u~dean
principio; aun así, el progreso es innegable: a partir de octubre de 1812, s1 las Una nueva sle1r10511 n3cicm Cnumada 1u .,¡~'11 u'~la1m1l(11t
Coronada 1,u ,ien dfl lauNln, l il •~ ¡il:1.111~ r•mdiilu u11 l,-on.
disidencias no han de cesar, se ha superado por Jo menos la etapa en que era la l' i sus planw rendido un Uon
misma estructura institucional la que debía necesariamente exacerbarlas. Pa- COIO,,

~;lel~;;;_entehasurgidoene! gobierno una división de tareas que se acercápaú- Snn el«fos IOJ l1urelts,
Que ,upinio, co1111.oguir:
Srf1I clttllOI to1 t1111rtft1¡
fJ,rc ,rp;•,.• ra1tu111ir 1 °
latinamente a la organización de un gabinete. Comn411o, tle slorm ~i,·1m1o<,,.
1
dt tfori<l ~
«1r.r11ac'cJ1

Ese Estado que se constituye realiza a partir de 1813 las necesarias ruptu,: O juffmo~ wn gluri¡a 1111:\nt u. Jiu,_, "• ,r11ri1 wirir.
ras con el pasado: la Asamblea lo dota1á de los símbolos que hasta ahora le_.
han faltado ·Las armas, recogidas primern en el sello de la Asamblea, cuyo. FIG. 3.15 Himno Nacional Argentino primera página de La Lira y primera
descarado republicanismo se revela en el gorro rnjo tan cargado de recuerdos página de la Colección

94 95
sas), la eliminación de títulos de nobleza, la prohibición de toda exhibición de·.· convivencia social en la comarca . Aquí se trata solamente de señalar cómo
blasones, la supresión de mayorazgos y vínculos sobre las propiedades, excepto · · cambió al Estado, transformándolo en organizador y celoso censor de una pro-
los de finalidad piadosa paganda poHtica por la P.alabra, la image~ y el símbolo que crea bien pronto, al
Y la revolución tampoco se detiene ante la jurisdicción eclesiástica En 1810 Jada de la piedad colectiva de signo catohco, una nueva liturgia revoluciona-
dos obispos son imposibilitados de ejercer sus funciones; el problema es re-.' En 1839, para hacer comprender a su hermana qué significan las fiestas
suelto con el expeditivo espíritu que ya solía mostrar en casos análogos la admi, patronales en l~s aldeas italianas, Juan María Gutiénez le propone una curiosa
nistración regia Sin duda la Santa Sede no podría ser tratada de la misma mac Es -le escnbe- el 25 de mayo de estos pueblitos" El 25 de
nera, pero por el momento también el Pontífice se encuentra cautivo; el mayo, la fiesta cívica que ha hecho olvidar a las festividades piadosas Junto
gobierno revolucionario parece dispuesto a sacar el mayor provecho posible la propagand~, la vigilancia y la represión: mientras los enemigos del nue-
de esa desventurada circunstancia En 1813 todas las órdenes son desligadas vo sistema no estan nunca hbres de las amenazas de éste, aun los amigos, divi-
de su obediencia a autoridades situadas fuera del territorio de las Provincias . didos por disidencias siempre recurrentes, conocen los destienos, los confina-
Unidas; para reemplazarlas el gobierno designa a un comisario de regulares, mientos, las rápidas promociones o remociones que el nuevo poder prodiga con
No se detiene allí: decide revisar en algún punto lo resuelto por el concilio de mano nerv10sa
Irento, aumentando la edad mínima fijada para entrar en órdenes La libera- Surge así un Estado más poderoso que la vieja administración colonial. Ese
ción del Papa no parece preocupar a las autoridades de Buenos Aires tanto como· . Estado todavía no se ha identificado con el país al que gobierna: la revolución
la del rey: seguirán manejando discrecionalmente los asuntos eclesiásticos y naciente, que tantas dificultades encuentra para hacerse obedecer, tanto por sus
se referirán, en elegante eufemismo, a la incomunicación con la sede pontificia.:. enemigos como por sus aliados que no quieren ser sus subordinados, tiende a
como si se debiera a alguna catástrofe natural y no a la resistencia del pontífice considerar el área en que ha logrado implantarse como un terreno conquistado
a tratar con rebeldes a su soberano aún.poco seguro Si las circunstancias pueden obligarla a admitir y aun a alen-
Esta desenvoltura en asuntos eclesiásticos no es incompatible con la adhe, m1ciat1vas locales en su apoyo, guarda hacia ellas la más viva desconfian-
sión a la fe recibida, y -si la Asamblea de 181 3 suprime el tribunal inquisitorial·.•· y su esfuerzo se orienta a anular su autonomía La Logia, esa estructura
y al devolver sus atribuciones a los obispos les impone velar por la pureza de autoritaria, esa fuer;c:a secreta que domina a una nación cuyo gobierno nomi-
la fe de modo compatible con la enseñanza evangélica- bien pronto pierden nalmente fluye, segun las ,non1;as que la revolución ha introducido, del pueblo
los revolucionarios, si es que alguna vez la han tenido, la inclinación a tratar nusmo, es la mamfestac10n mas madura de este estilo de gobierno revolucio-
sin el máximo respeto los asuntos de religión. Luego de los legendarios gestos . Pero bien pronto la Logia deja de estar por encima del país revoluciona-
de impiedad de Castelli durante la primera invasión al Alto Perú, los jefes del no en .su conJunto, se 1dent1fica demasiado bien con un sector de éste, y pasa a
ejército -tanto el piadoso Belgrano como el mucho más libre San Martín-:-pro, ,.+,,.,,º,~ el mstrumento de dominación política utilizado por una de las cliques que
digan las muestras de devoción; también en el Río de la Plata como re~1ente- en estado de constante desorganización y reorganización se dividen el favor
mente en España, las vúgenes serán promovidas al generalato y mov1hzadas la elite de Buen.os Aires . El agotamiento de esta solución política se debe a
para la lucha mol!vos pnnc1pales ya señalados: la triunfante negativa del federalismo
De este modo el nuevo Estado se busca a sí mismo, y antes de encontrarse ,, ,.,,v,,a_, a aceptar el lugar que ella le concede y la transformación de la coyun-
del todo comienza ya a revelar hasta qué punto su presencia misma debe cam', . mternac10nal, cada vez menos favorable a movimientos de orientación
biar el país que, a través de la experiencia revolucionaria, está también él bus- ab1ertame~te re~oluóonaria Pero esas dos causas de ruina de la vieja políti-
cándose. Esa experiencia-y la de la guena, compañera de la revolución- con; ;ca revoluc10nana dejaban abierta la posibilidad de una nueva: ella debía ante
diciona la nueva figura del Estado; lo dota, por ejemplo, de atribuciones cada todo bnsc!r nuevos apoyos en el país, fuera de Buenos Aires, y en efecto, si
v_ezmás am¡:ili,;s,Jooliligaarodearse de un aparato represivo que, precisam_ente: no lograna, m en verdad mtentaría seriamente borrar la disidencia litoral
porque es rudimentario, actúa a menudo con una cierta brutahdad La repr •· =,~gr~ría en c,ambio establecer una colaboración más activa con el Interior'
sión fue desde el comienzo una política impopular; Moreno tuvo que pagar . . •. ebiat~mb1en buscar para el nuevo país un lugar en un mundo que ya no lo
duramente las consecuencias de su identificación --en parte injusta- con ella; x':conc~~ia a la revoluc10n; en este aspecto fue menos exitosa, pero el éxito fue
pero sus adversarios debieron seguir practicándola Esa represión debía cam; ::,tambien menos necesario, ya que la misma coyuntura internacional vino a
biar de muchas maneras el tono mismo de la vida en el Río de la Plata revolut };:hacerse me.1;os desfavorable a partiI de 1820. Mientras tanto, el clima de ce-
cionario; y más adelante se verá de qné modo transformó aun los datos de la:, frrada reacc10n vigente en Europa, y los avances de la causa del rey en Hispa-

96 97
noamérica devolvían al movimiento una parte de su cohesión: la represión bru~
tal que seguía en todas partes -desde Chile a Nueva Granada y Venezuela- ai
triunfo de las armas del rey revelaba con cruel claridad que el camino tomadd
en 1810 no tenía retorno, ni aun para los dirigentes más moderados. Iba a se
en efecto un congreso colocado bajo el signo de la moderación el que haría ló.
que la asamblea revolucionaria de 1813 no había osado hacer: declarar la in-h
dependencia
Tercera Parte

EL SEGUNDO CICLO DE LA REVOLUCIÓN


(1815-1820)

98
I. EL NUEVO ~URSO DE LA ,
REVOLUCION. LA VIDA POLITICA

Estos cambios en el clima político no se iban a hacer evidentes de inme-


diato; la ruptura con el pasado se advirtió sobre todo a través de una persecu-
, ción muy dura contra los adictos al caído alvearismo: tres comisiones de jus-
\/íicia entran a actuar simultáneamente, y en un gesto escasamente honorable
, los orientales disidentes que se han puesto al servicio del caído director su-
/ ¡,remo son entregados a Artigas, qne los devuelve de inmediato, sin ejecutai
• sobre ellos la esperada venganza y negándose desdeñosamente a servir de
'ayudante de verdugo al gobiemo de Buenos Aires, Éste busca en efecto un
'··acuerdo con el federalismo litoral; la proclama antiartiguista que el Cabildo
porteño suscribió por imposición de Alvear es solemnemente quemada en la
'Plaza de la Victoria. El movimiento federal paiece extenderse a casi todo el
, . país: Córdoba está firmemente en manos de un sector que parece dispuesto a
;jdentificarse con el bando artiguista; La Rioja le sigue bien pronto; en Salta,
\Martín Güemes, comandante de la vanguardia del ejército nacional, lo aban-
dona para hacerse gobemador d<, la provincia y entrar en un largo conflicto
~on el general en jefe de las fuerzas nacionales, Rondeau, que se ha propues-
lo conseguir la nada fácil captura de su antiguo subordinado, al que conside-
5 ra_re_o de Estado; durante un año, a partir de abril de 1815, depende de la
'> perspectiva que el observador adopte al considerar al nuevo gobernador de
Salta, el Artigas del Norte o el antemural septentrional de la revolución ..
'b,un en Buenos Aires, en junio de 1815, un petitorio que reúne más de dos-
jc.!entas firmas solicita la constitución de lo que queda de la intendencia por-
;teña en provincia federal.

101
Pero el ánimo dominante es más capaz de inspirar reacciones violentas con- · · transformarla en base de la acción sobre el Perú. Para realizar ese esfuerzo
tra el pasado inmediato que de expresarse en la organización rápida de un nuec, puede contar con el apoyo de la resurrecta Logia; víctima de sus per-
vo sistema político. Mientras Artigas descubre que ya no tiene enemigos, se: secu,:iones en el pasado, se incorpma ahora a ella La Logia (a través de la cual
rehace, en largos meses agitados y confusos, uu poder central. Buenos Aires !!na parte del personal alveari.s:a encontrará un camino expedito para el retorno
designa muy pronto un nuevo gobierno; un cuerpo electoral formado por los favor oficial) ha roto tambren ella, por lo menos en parte, con el pasado . De
capitnlares más doce electores elegidos el 19 de abril nombra Director Supre- perplejidades de una revolución que cuando comenzaba a animarse a decir
mo a Rondeau, ausente en el Alto Perú, y comandante de armas y director sus- nombre encontraba la resistencia de una coyuntura cada vez más hostil, y se
tituto a Álvarez Ihomas; al mismo tiempo crea una Junta de Observación para preparaba a negarse a sí misma, surge ahora una nueva política revolucionaria,
vigilar la gestión del nuevo ejecutivo El 5 de mayo la Junta ~a concluido de que acepta moderar sus ambiciones pero admite a la vez, como dato
redactar un Estatuto Provisional, sólo después de aceptarlo Alvarez Thomas ineliminable, el surgimiento de una nueva nación que debe ser independiente
podrá asumir el mando político; por él se reconoce a la propia Junta las funcio- La transición hacia esa nueva política puede seguirse a través de las muy
nes de Poder Legislativo La disuelta asamblea será reemplazada, un Congre- duras experiencias acumuladas por quienes, mientras el gobierno revoluciona-
so Constituyente se reunirá en Tucumán, con diputados elegidos popularmen- rio se derrumba y resurge laboriosamente, no han cesado de representarlo en
te en elecciones indirectas Europa. Rivadavia y Belgrano emplearán todo el año 1815 en una improbable
Apenas se siente heredero del poder caído, el nuevo director sustituto vuel- tentativa de ganar a Carlos IV para sus planes de monarquía austral, las nego-
ve a la política contra la cual se levantó en Pontezuela: el conflicto litoral rena-
ce de sus aún calientes ceuizas al ser juzgada inaceptable la organización de
Santa Fe en provincia separada de Buenos Aires He aquí un nuevo problema
para el Congreso, que se reúne en I ucumán el 24 de marzo de 18 16, en un cli- .
ma de marcada hostilidad a la influencia porteña Pese a ella logra evitarse una
ruptura irreparable cuando la candidatura del coronel Moldes para Director -
Supremo no logra imponerse; este antiguo oficial regio de origen salteño, re-
volucionario de la primera hora, tiene por Buenos Aires un odio político
efusivamente retribuido Será elegido en cambio un porteño, Juan Martín de
Pueyrredón, cuya mejor recomendación es haber conocido la desgracia políti- ·
ca en el período dominado pm Alvear Elegido el 3 de mayo, llegará a Buenos ,
Aires el 29 de julio; su presencia no podría ser más oportuna La capital há'
recaído en su complicado estilo político; Eustoquio Díaz Vélez, enviado a lu-
char contrn Santa Fe, tras entenderse con los santafesinos, ha vuelto a Buenos.,
Aires dispuesto a derribar a Álvarez Ihomas, que renuncia y es reemplazado:·
pm Balcarce como director sustituto. Pero la ]legada del titular, que asumirá¡
de inmediato sus funciones, pone fin a esa confusa etapa política
Los problemas que enfrenta el nuevo gobernante son a la vez complejos y
angustiosos No sólo pmque se ha reabierto la disidencia litoral, no sólo por-
que el Norte debe comenzar a defenderse éon sus propios recursos de la ame- ..
nazante presión realista. Desde la restauración de Fernando VII la amenaza del
--- ·retofüüttúlítardelamettópotial territorio americano es constante: la preoc - •
pación por la expedición española que ha de atacar en el cmazón mismo a la.
revolución rioplatense no abandona ya al gobierno de Buenos Aires Y el po- ,
der así amenazado ha asumido un compromiso muy vasto: en el camino a Bue-,¡
nos Aires, Pueyrredón se ha entrevistado con San Martín en Córdoba y ha ase- ·
gurado su apoyo a la campaña que, cruzando los Andes, debe liberar a Chile • F1c 3. 16 Portalada de la Cllsa Hi~tó1ica de Tucunuín

102 103
ciaciones, a cargo de Sanatea y su agente Cabanús, no llegarán finalmente a os. ·Pero el agente de Buenos Aires cree posible utilizar los encontrados ape-
resultado ninguno. Mientras tanto los delegados tienen opmtunidad para acu- ~tos despertados por ese bocado colonial que (cualquier cosa diga la ortodoxia
mular las decepciones; Rivadavia está ansioso por pasar a Madrid, porque se legitimista) está perdido para siempre para España Busca alarmar a Francia
ha convencido de que nada podrá obtenerse del gobierno británico, cuya polí- con la perspectiva de una alianza republicana que cubra de polo a polo a las
tica encuentra inhumana El gobierno de Buenos Aires (estamos en junio de Américas y transforme a los Estados Unidos en potencia mundial; busca des-
1815 y el alvearismo se ha denumbado) ordena a sus enviados que regresen: ertar en Londres el temor frente a la perspectiva de un conjunto de reinos
Femando VII ha dado ya demasiadas muestras de intransigencia y sería ocioso borbónicos -más cercanos a Francia que a España- en las Indias antes españo-
seguir buscando una reconciliación Pero los enviados juzgan que la segunda las. Es difícil medir el éxito alcanzado en ese juego complicado: sin duda du-
caída de Napoleón vuelve a crear una situación nueva: vale la pena a pesar de rante todo el período ninguna iniciativa europea llega a amenazar seriamente a
todo explorar el ánimo del gobierno madrileño porque no se adivina qué salida la revolución rioplatense, pero no parece probable que hayan sido las artes del
queda abierta fuera de una reconciliación con él negociador las que hayan desviado este peligro al cabo remoto Rivadavia puede
Mientras Sanatea y Cabanús preparan una nueva y complicada intriga, anotar en cambio ciertos éxitos más inmediatos y limitados; desde Londres y
ahma en Madrid y no en Roma, y Belgrano vuelve al Plata, como catecúme- París, tras solicitar que la nación se pronuncie por la monarquía (sin necesidad
no fervoroso del nuevo evangelio monárquico, Rivadavia espera en París ins- por ello de elegir rey, ni de_ hecho de introd~cir modificación alguna en su modo
trucciones de su gobierno y autorización para entrar en España El 20 de mayo .. de gobierno) srgue negociando con Espana por medro del duque de San Car-
está en Madrid; siente escrúpulos para entablar negociaciones propiamente los, embajador en Londres, al que hace entrever el peligro de una incorpora-
dichas, que son impensables entre un soberano y sus súbditos fieles; ruega ción del Río de la Plata al sistema portugués; San Carlos, así impulsado a la
en cambio al rey que se digne "como padre de sus pueblos darles a entender generosidad, ofrece un retorno al vínculo colonial con igualdad de europeos y
los términos que han de reglar su gobierno y administración" Estas mani- americanos y recompensas pecuniarias para los más caracterizados insurgen-
festaciones, como no han dejado de observar numerosos críticos póstumos, tes; Rivadavia, en cambio, insiste en el reconocimiento de la independencia
estaban totalmente faltas de dignidad republicana; en cambio buscaban im- En Francia, no sin indignación de las autoridades españolas, logra ser tolerado
pulsar al monarca a asumir un compromiso unilateral Su defecto es que no en una actividad cuasi diplomática cada vez más pública Afines de 1818 será
lo logran; como casi todos los diplomáticos de la naciente revolución, Riva- relevado en ella (mientras la continúa en Londres) por el canónigo Gómez, que
davia tiene una fe acaso demasiado firme en la posibilidad de suplir con as- viene dispuesto a llevar adelante la intriga urdida en torno del príncipe de L uca
tucias y argucias las debilidades demasiado evidentes de la posición desde la Este soberano gozaba de sólo moderada popularidad en tiempos de la restau-
cual debe negociar. El ministerio madrileño se niega a asumir ningún com- ración; su familia había aceptado de Napoleón el trono de Etruria, y había sido
promiso, alegando que mientras Rivadavia eleva sus súplicas de súbdito su- la primera entre las reinantes de Europa cuyo jefe había aguardado paciente-
miso hay corsarios de Buenos Aires actuando frente a Cádiz El negociador mente entre los postulantes reunidos en las antesalas del temible corso; despo-
no se inmuta: no se considera responsable de las iniciativas privadas de al- jada luego por éste del trono en que la había instalado, no sería devuelta por
gún empresario del corso pmteño No sin motivo, el ministro Cevallos ob- la_s grandes potencias a su gran ducado de Parma hasta que muriese María Lui-
serva que falta en Rivadavia toda muestra de "sincero arrepentimiento" y lo . sa, la ex emperatriz de Francia allí instalada por las decisiones de Viena Mien-
expulsa de Madrid. Más allá de la frontera el agente de Buenos Aires se en- tras tanto debía gobernar el minúsculo término de Luca, pero sus parientes
tera sin sorpresa ni aflicción de que ha dejado de ser súbdito de Fernando reinstalados en el trono de Francia parecían dispuestos a olvidar el pasado y
VII: desde el 9 de julio su país es independiente. hacer algo por el melancólico solterón que reinaba en la ciudad toscana. Por lo
Esa independencia no marca sino un nuevo principio para las tentativas de menos era eso lo que esperaban, no sin motivos, los diplomáticos rioplatenses,
llevar adelante lo que Cavour iba a llamar "la diplomatización de la revolu- habían elaborado una solución complicada y completa para sus problemas:
... ción"imec!Íanie"lacüafelmovírriieriforevófüdoiiario, primero hostil al otdefi- sería coronado rey en Buenos Aires, con el apoyo de Francia, y se
vigente, busca integrarse en él Para esa integración Rivadavia cree encontrar casaría con una infanta portuguesa, que traería en dote el reconocimiento por-
un clima menos desfavorable en Francia; si la opinión pública inglesa tampo- tugués del buen derecho del nuevo reino sobre la Banda Oriental. ¿Hasta qué
co le es hostil, la política del gobierno británico sigue tan inhumana como de punto el gobierno francés apoyó esta solución? Por lo menos los negociadores
costumbre; ahora se ha consagrado a lograr la adhesión de los Estados Unidos argentinos lograron obtener del Ministerio de Asuntos Exteriores un memo-
al embargo de armas que ha decretado contra los insurgentes hispanoamerica- rándum (por lo tanto sin firma y de dudosa autoría) que recogía los datos esen-

104 105
ciales del plan, y juzgaron que el asunto había madurado lo suficiente como no sólo porque la alternativa era una guena que no podría llevarse adelante
para ser considerado por el gobierno de Buenos Aires simultáneamente con la de independencia sin comprometer el éxito de ambas,
Cuando éste debe encararlo, Pueyrredón ha dejado ya de ser Direct01 Su- sino porque esperaba de ella bienes positivos Para este hombre demasiado
premo; su sucesor Rondeau envía el asunto al Congreso, que desde hace años inteligente, y capaz por lo tanto de dar a sus prejuicios el lenguaje de la razón,
viene debatiendo el tema de la instauración de la monarquía El entusiasmo el avance del federalismo era un signo de disolución social, el artiguismo era
de los congresales no es abrumador; sugieren que el memorándum francés "un tremendo contagio" que amenazaba a todas las Provincias Unidas Sólo
sea comunicado "diestra y sigilosamente" a la diplomacia británica, con el Portugal podría eliminarlo; sus ambiciones no iban por otra parte más allá de
fin de despertar su dormido entusiasmo por la instalación en Buenos Aires Ja Banda Oriental Los intereses de Buenos Aires y Río de Taneiro coincidían,
de un príncipe más adicto a Londres que a París; mientras tanto nada se pier- pues, en decretar la ruina de la revolución federal. García buscó solemnizar
de con firmar un tratado con Francia para la coronación del príncipe de Luca; esa alianza de hecho en un pacto formal, que fue aprobado con leves retoques
la constitución exige que sea ratificado por los dos tercios de los senadores, y por el Congreso a fin de 1817: Buenos Aires cedía temporalmente a Portugal
si no se juzga conveniente el cambio de régimen puede rechazárselo en esa Ja Banda Oriental y se obligaba a no auxiliar la resistencia que en ella podría
instancia; mientras tanto, habrá servido para que Francia frene las veleidades ofrecer Artigas; por su parte Río de Jaueiro se comprometía a negar auxilio (so-
reconquistadoras de España Por otra parte los constituyentes no hacen obje- bre todo en la forma de bases eu su territorio) a cualquier expedición española
ciones esenciales a la instalación de la monarquía en la persona del príncipe de El convenio enfrentaba demasiado abiertamente la nueva ortodoxia legitimista
Luca, siempre que goce de la aprobación de España, Portugal, Francia, Gran y no obtuvo finalmente la ratificación portuguesa Pero la política que definía
Bretaña y Rusia; en todo caso podría emprenderse a pesar de la oposición es- fue seguida fielmente por ambas partes entre 1815 y 1820
pañola si Francia estuviera dispuesta a poner la fuerza militar necesaria para Por chocantes que fuesen algunas de las soluciones preconizadas, los éxi-
contrarrestarla; en ningún caso debe intentarse sin la aprobación de Londres. tos de la diplomacia posterior a 1815 se medían sobre todo por su capacidad
Mientras el Congreso acumula requisitos imposibles, Francia se desinteresa de para conceder un respiro externo a la acorralada revolución rioplatense; en este
todo el asunto, y en abril de 1820 el ministro Pasquier informa al canónigo aspecto las gestiones de García tuvieron una eficacia más real que las de sus
Gómez que da por terminadas las negociaciones Gómez ya no se alarma de- colegas actuantes en Europa. Y no hay duda de que ese respiro era imprescin-
masiado: en enero ha es tallado la revolución de Riego; España, demasiado dible: la situación de 1815 estaba cerca de ser desesperada, y la resolución de
ocupada en su regeneración liberal, no puede por el momento pensar, en expe- apoyar la campaña libertadora de Chile, con su aun más costoso epílogo pe-
diciones ultramarinas No por eso se muestra más abierta a la negociación, como ruano, ·iba a agregar un peso enorme al frágil Estado revolucionario
descubrirá Rivadavia, apenas intente tomar contacto con los nuevos dirigentes A esas dificultades externas habría que agregar las interiores . Aquí el nue-
constitucionales de Madrid. En 1820 toda la intriga francesa se hará pública,'• vo régimen aplica dos políticas diferentes, con resultados también distintos En
provocando reacciones indignadas en Londres y Madrid; el gobierno de París el Interior, mostrándose abierto a las reivindicaciones locales, en verdad más
se declara víctima inocente de la mala fe de los noveles diplomáticos sudame- modestas que en el Litoral, logra mantener un frente pasablemente unido, pese
ricanos a los altibajos que allí también se dan En el Litoral, en cambio, las tentativas
La enojosa publicidad que el asunto estaba recibiendo se debía a que un· de conciliación son demasiado breves, demasiado poco sinceras para alcanzar
nuevo régimen, establecido en Buenos Aires, consideraba ahora criminosas las ningún resultado Aun así, los éxitos del nuevo régimen en el conjunto del país
pasadas tentativas monárquicas; la sinceridad de esa indignación republicana comienzan por ser considerables: cuando el poder de Alvear se derrumba, la
puede medirse por el hecho de que uno de los que la expresaba más vigorosa-'·°' disidencia federal ha llegado a Córdoba y La Rioja, un nuevo foco de disiden-
mente era Manuel de San atea Muy curiosamente esa misma repulsa han en- · cia, comparable para algunos con el del federalismo litoral, se está formando
contrado las gestiones monárquicas en generación tras generación de historia- en Salta. Mediante un avance lento y tenaz, desprovisto de éxitos ruidosos, el
.. dores;ciíspÜestos aainbufrafepisodioülla gravedad extrema Sólo más recie¡¡: "l!trevo gobierno nacional logra encenar la disidencia federal en su Litoral ori-
temente se ha comenzado a prestar atención a otras negociaciones que lleva- ginario Para ello cuenta con el auxilio del Congreso, que por lo menos en sus
ron a claudicaciones de consecuencias más tangibles: son las que tenían por. pnmeras etapas se muestra capaz de cumplir con eficacia sus tareas Se ha in-
teatro a Río de Janeiro Allí era la presencia del doctor Manuel José García la· dicado ya cómo predomina en él un sordo sentimiento antiporteño; sin embar-
que marcaba la continuidad entre la etapa alvearista y la que iba a seguirle. . go, la elección de Pueyrredón revela la existencia de un terreno de acuerdo entre
García era partidario decidido de una política de acercamiento con Portugal; sectores políticos de la capital y el Interior, y estando así las cosas el mismo
'
106 107
predominio de estos últimos en la asamblea tucumana es un factor favorable ct,mcw de juicio de tantos que en sus provincias han sido paladines apasiona-
pese a que disgusta vivamente a algunos celosos porteños, como el docto; de causas luego olvidadas con la distancia, sea que la cercanía del director
Anchorena, alarmado de verse tan solo entre "cuicós y provincianos" 11 La d
yJa gravitación de la Logia hacen s,entir sus consecuenóas, Congreso, una
unanimidad se hace en torno de la declaración de independencia, votada el 9 instalado en Buenos AHes, sera sobre todo el auxrlrar drscrplmado de la
de julio y solicitada antes ansiosamente por San Martín, pero se rompe en tor, de Pueynedón
no del problema de la forma de gobierno El 6 de julio Belgrano ha defendido Mientras tanto su gravitación ha contribuido a devolver la calma al Inte-
elocuentemente la restauración de la monarquía incaica; a su juicio los direc- i-ri,,r. Es la intervención del Congreso la que asegura el retorno de La Rioja a la
tores de la política europea no podrán poner objeciones de principio a esta in- obediencia del gobierno nacional; si esa intervención está ausente en la solu-
esperada aplicación ultramarina de las doctrinas legitimistas. La monarquía ción del pleito cordobés, ésta sigue las mismas líneas adoptadas en La Rioja:
incaica no sólo debía reconciliar a la revolución porteña con Europa; también · la paz se gana pactando con los sectores localmente influyentes que se han sen-
la reconciliaría con su ámbito americano, en que se implanta mal; transforma- tido marginados durante la anterior etapa revolucionaria. No hay sin duda
ría definitivamente la revolución municipal en un movimiento de vocación mucho de común entre el cabildo cordobés y el artiguismo litoral; su encuen-
continental Las discusiones que siguen no llegan a conclusiones precisas; el tro se ha debido sobre todo al descontento que la política porteña despertaba
diputado Oro, de San Juan, pide que el Congreso no resuelva este asunto tan en Córdoba, y los artífices de esa extraña alianza, aunque evitan cuidadosa-
grave sin consultar previamente a los pueblos; por su parte se retira de la dis- mente las primeras filas, son de sobra conocidos: son los hermanos Funes, vis-
cusión, alegando carecer de instrucciones. El diputado Anchorena, revelando
demasiado bien tras sus consideraciones inspiradas en Montesquieu cuál es la
razón de su alarma, señala que en el vasto país las diferencias de la naturaleza
las crean los temperamentos: la montaña siente y piensa de un modo y la lla'
nura de otro. ¿Quiere decir Anchorena que la llanura es republicana y la mon"
taña monárquica, o más bien que es la montaña la más apegada a la tradición
prehispánica, o finalmente expresa de modo eufemístico su honor ante la idea
de ver a un indio peruano gobernando a su Buenos Aires? En todo caso la so-
lución que propone es la que la sabiduría política porteña volverá a descubrir
cada vez que pierde la hegemonía sobre el país: acaso éste está hecho para ser
federal Llevado el debate a términos tan generales y elevados, no es extraño ..
que no desemboque en ninguna resolución, aunque los proyectos monárqui- ··
cos serán constantemente debatidos, y sucesivamente el oscuro descendiente
de los incas que vivía aún en algún lugar del Perú, el no más ilustre Borbón de
Luca, los indeterminados parientes pobres de la casa real inglesa serán exami-
nados como futuros cónyuges de una infanta portuguesa y soberanos del Río
de la Plata
Mientras suspende la resolución del grave asunto, el Congreso se reserva ·
una función de auxilio y asesoramiento al poder ejecutivo; en enero de 1817,
para cumplirla mejor, se traslada a Buenos Aires Pero lo cierto es que a partir
de ahora su importancia decrece; sean los aires mismos de la capital, que al
decir-cleadversarios apasionados de Buenos Aires han quebrado la indepen:--

11 Así lo declara en cmta a J M de Rosas del 4 de diciembre de 1846, cuya importancia ha··?
sido sub1ayada-por Emique M. Barba (Orígenes y crisis del federalismo argentino, en Revista
de Historia, Buenos Aires, núm 2, 1957) F'IG 3 17. Manuel Belgrano Dibujo de .luan María Rugendas, 1845

108 109
tos con malos ojos en Buenos Aires desde octubre de 1812. Ahora el deán Funes cáudillo salteño; su hijo recién nacido recibirá del general Belgrano, como
1
visita el territorio artigueño corno emisario del nuevo gobierno de Buenos Ai- e regalo de bautismo, una patente de oficial del ejército nacional A cam-
res, ¿podría extrañar que el gobernador de Córdoba, cuya elección ha coincí-. bio de estas atenciones Güemes cumple sin duda una función esencial Con los
dido con el liiunfo local del artiguisrno, se entienda tan bien con el Director y recursos de su provincia, apoyados con muy moderados auxilios del poder cen-
el Congreso? Demasiado bien, sin duda: el 21 de agosto de 1816 el coronel . defiende contra los realistas la frontera septenliional del Río de la Plata re-
Juan Pablo Bulnes se levanta conlia el antes inliansigente federal Díaz, al que ' volucionario, en que tanto esfuerzo militar se ha volcado ya en vano Desde 1814
acusa de complicidad con los enemigos de la Liga Federal; el 20 de setiembre.· San Martín, en su paso fugaz pm el Ejército del Norte, había indicado la conve-
el cabildo cordobés, debidamente edificado por la conquista que de la ciudad • h.· .n,iertcia de una estrategia defensiva; había señalado también que ésta podía
han hecho en la víspera las tropas adictas a Bulnes, lo elige gobernador . Díaz practicarse con recursos modestos; había hecho a Güemes jefe de las avanzadas
renuncia, pero lo hace ante el Congreso de Iucurnán, que designa gobernador del Río Pasaje, que desde territorio salteño cubrían a I ucumán de la amenaza
provisional a don Ambrosio Punes Éste se interna sin temor en el tenitorio
dominado por el gobernador sedicioso, qne es además sn propio yerno y le cede
el mando civil, reservándose la comandancia de armas Esta situación cargada
de deliciosas ambigüedades dura hasta noviembre; se descubre entonces que
Funes, que se retira de Córdoba alegando que las presiones armadas le impi-
den desempeñar sus funciones, se ha manejado mejor qne su yerno, vencido
en poco cruento combate por las liopas nacionales que comanda Belgrano. Don
Ambrosio vuelve ahora como gobernador propietario. Belgrano insiste en re-
clamar las personas de los sediciosos, que se rebelan desde la prisión y
reinstalan a Bulnes en el gobierno provincial; Funes es ahora prisionero de su
yerno y adversario. Por poco tiempo, el 8 de febrero de 1817 es de nuevo go-
bernador, y en marzo transmite el mando al nuevo designado por el Congreso,
que es el doctor Manuel Antonio de Caslio
De este modo se premia la paciencia con que ha sido desmontada, a lo lar,
go de más de un año, una situación potencialmente explosiva No menos bri-
llantemente es resuelto el problema planteado en Salta; Güemes, gobernador
desde mediados de 1815, reconocido como tal por el coronel French, que ac-
túa en Salta como emisario del gobierno de Buenos Aires, tendrá que enfrentar
en 1816 los ataques armados del general Rondeau, que de retorno del Alto Perú,
ocupa la ciudad de Salta el 15 de marzo y solicita del Cabildo la entrega de la
persona de Güemes, para ser juzgado corno reo de Estado. Pero bien pronto :
debe renunciar a tales pretensiones: al internarse en la campaña en busca de su •
presa, es despojado de caballadas y víveres; por el pacto de Los Cerrillos, el
22 de marzo, reconoce la perfecta legitimidad del gobierno de Güemes El país
entero recibe con alivio ese desenlace; en Mendoza, San Martín lo celebra con
solemnidad, corno una victoria más valiosa que otras obtenidas en el campo de
···· hatalla:Desde ahornClüemes·esalgo más que tolerado; su régimen, que impo-
ne a la clase alta salteña lo más pesado del costo de la guerra y la somete a
perpetuas contumelias, que anoja conlia toda ella como grnpo social la sospe-
cha de entendimiento con el enemigo, se entiende admirablemente bien con el
Congreso y el Directorio, habitualmente enemigos de la demagogia y defenso-
res acérrimos del orden social Las prnebas de reconocimiento llueven sobre FJG. 5' 18. Retrato del Deán Fune\ por N M Bate, 1816

110 111
realista Luego de Sipe-Sipe no son ya necesarias nuevas pruebas de la inconve] .·.'.' .. · de cinco, seis años de revolución, ciertos hechos comienzan a hacerse
niencia de la política de ofensiva. El Ejército del Norte es retirado a Iucumán·' evidentes: en lugar de la esperada prospe:1·d a d , e11 a so'!o h ~ trai'd o 1~rmser:ad
Luego · ·
siguiendo un cousejo de San Martín, y Belgrano ocupa nuevamente su jefatura! ;. Es fectivamente así? Acaso se requerma una imagen mas matiza a; en o o
Pero el combate se hará en Salta. Cada año, a partir de 1817, Salta conoce uni •. . ¿ eno hay duda de que los comerciantes en trance de arruinarse por la com-
invasión realista, y cada año esa invasión termina en retirada: varias veces !Ó§ caso ia de sus rivales extranjeros· ·
y los neos abrumad osde contri·b· uc10nes
españoles toman la ciudad, para encontrarse aislados en ella por las guerrillas' · pe:n:rdinarias no están dispuestos a detenerse en matices. Sin duda el gobier-
gauchas que dominan la campaña y los privan de todo recurso: ya en mayo de. d:,
.ex Pueynedón no es insensible a esos sentimientos, y en parte proviene de
1817 deben dedicarse al robo de ganado para reunir los alimentos y transportes •, n~0 s esa apenas esbozada nueva política de conciliación con las potencias con-
necesarios para el inevitable retorno a su base altoperuana En 1819 conocerá . ~ tales europeas, y en primer término con Francia, que pondría fm a la
Salta un nuevo tipo de incursión: ahora tiene frente a ella al general Olañeta, qué' unen , . ,· .d · b' d
· disputada hegemoma mglesa Peto esos tinn os reajustes no e~ 1~ ema-
con bandera realista está haciendo una política muy personal en el Alto Perú, 1~ do Jos datos esenciales de la siruación, y por otra parte la polfüca duectonal
Olañeta no piensa ya en conquistas definitivas: toma Jujuy, la saquea metódica-
mente y se retira de inmediato con el botín. De este modo, transformándose de
:!\e mucho para irritar a la opinión pública porteña La ciudad fatigada de la
;erra, pero acostumbrada a ella, que antes de ser capital de la revolución ha
provincia próspera en país de miseria, Salta defiende el flanco septentrional de sido puesto avanzado del imperio español fren~e a la am~naza portuguesa, se
la revolución rioplatense Pero, dentro del sistema que surge en 1815-16, la re- resigna mal a ver a los portugueses instalados no por medio, en Montevideo y
sistencia salteña no sólo asegura la defensa exterior: al liberar al Ejército def en Colonia . .
Norte de su cometido en la guerra contra el realista, le permite desempeñar'. La política portuguesa de Pueyrredón encu~ntra ~ntonces resistencias mu_y
funciones nuevas en la custodia del orden político interno. En Córdoba son tro- firmes, no inspiradas necesanamente por la simpatia hacia el federalismo li-
pas del Ejército del Norte las que doblegan (sin demasiado esfuerzo, dada la toral. Por lo contrario, entre los que piden una acción más conforme con el
tímida resistencia encontrada) la disidencia federal; en Santiago del Estero, en. honor nacional frente al avance portugués sobre territorio de las Provincias
1816, terminan rápidamente con el alzamiento del coronel Borges. Y todavía· Unidas figura el impetuoso Dorrego, que como oficial del ejército nacional
tienen su parte en la lucha contra el federalismo litoral se ha hecho de larga y no halagüeña fama entre los artiguistas: las bárbaras
Así se organiza un ordenamiento político que se arraiga sólidamente en el depredaciones de las tropas por él comandadas _en la Banda Oriental logran
Interior Y que logra aquí algo más: volcar los recursos de esta región a la eco- sorprender aun en medio de una guerra caractenzada por la brutalidad. Aho-
nomía de guerra, que hasta entonces la había afectado sólo superficialmente. ra, junio con un grupo acusado de conspirar contra el régimen, será desterrado
Son en efecto las provincias andinas las que ofrecen la mayor parte de los re- · Buenos Aires, donde el gobierno de Pueyrredón adopta cada vez más un
cursos para la expedición a Chile Ese esfuerzo más intenso lo brinda el Inte: · estilo dictatorial, que -a fuerza de deportaciones, prisiones en verdad escasas
rior sin conocer desórdenes políticos demasiado inquietantes. Las razones de y clausuras de periódicos- logra doblegar la oposición abierta, peto no la más
este éxito -relativo- se han señalado ya: aquí el gobierno revolucionario está desgastadora que utiliza el medio tan eficaz en la diminuta elite política porte-
dispuesto a reconocer la legitimidad de ciertas exigencias locales, y a tratar con i ña que es la campaña de chismes e insidias: la casa de Sanatea es el centro de
ellas. Las reformas en las intendencias introducidas en 1814 (que crean cuatro ' ella, y la hermana de don Manuel, la encantadora doña Melchora, la animadora
en el Interior: Salta, Tucumán, Córdoba y Cuyo) ofrecen un marco para que de la que los Robertson llaman la más brillante tertulia whig de Buenos Aires;
sectores de arraigo local sean integrados en el aparato político. Si Salta es de allí se desgarra a suaves dentelladas el escaso prestigio del gobierno -tory siem-
Güemes y Cuyo será dominada por la influencia de San Martín, que aplica un • pre al decir de los hermanos Robertson- del Director Supremo, Pueyrredón
admirable arte político para ganarse la buena voluntad de los elementos loca-} Éste es en efecto muy limitado. Si Pueynedón logra hacerse obedecer, por
les, en Córdoba se afirmará el influjo de los Funes, y en Iucumán el del coro-: medios que aunque euérgicamente condenados por sus adversarios están lejos
ne1roáoz;to1umnacle laJevoluciónen el nottey la figura más influyentedeñ= • ié-+.~.c:d'e'·'·s'er demasiado brutales, cumple muy mal sus funciones de jefe de una na-
tro de la clase alta local ción en lucha por la supervivencia; apenas logra ser el organizador más o me-
El régimen no sabrá encontrar iguales apoyos en el litoral, ni aun en Bue, nos eficaz de la retaguardia en una guerra que misericordiosamente se ha ale-
nos Aires. En el Litoral mantiene la lucha contra el federalismo, en la que ha jado del territorio nacional y está volcándose más allá de los Andes Pero ya en
de sucumbir . .En Buenos Aires su popularidad es desde el comienzo limitada, y·•- 1818 y sobre todo en 1819 el régimen directoria! parece a punto de quebrarse
lo será cada vez más, por razones que sólo parcialmente le son imputables. bajo el peso de un esfuerzo excesivo: en 1819 aun la fidelísima Córdoba, por

112 113
la pluma de su intendente Castrn, declara que no dará más caballos para la · elegido por cinco años por las cámaras, puede ser reelegido con los dos tercios
guerra: alega que no los tiene La penuria financiera J"S también creciente; el '; de votos de ambas Este complicado aparato institucional, que según sus auto-
gobierno, que ha intentado primero reformas profundas del sistema impositi- ; . res debía reunir las ventajas de la democracia, la aristocracia y la monarquía
vo, debe volver bien prnnto a las contribuciones fOizosas, cada vez peortole- combinadas en gobierno mixto, empieza a funcionar sólo parcialmente: cuan-
radas Los informes del agente chileno Zañartu nos muestran en 1819 un régi- <lo se derrumba hay ya designados algunos senadores . Pero funciona en el va-
men que parece en disolución espontánea; el aparato estatal, demasiado exigi- cío; la crisis del régimen es inocultable y la disidencia federal fustiga ahora en
do durante demasiado tiempo, está a punto de caer en el marasmo · su propaganda a un Director y un Congreso que quieren introducir de contra-
Mientras tanto el Congreso redacta aplicadamente la Constitución, discuti- bando la monarquía e rmponerla a un país ya republicano. La crisis se precipi-
da hasta el 20 de abril de 1819. La nueva carta establece un poder ejecutivo ta; Pueyrredón, viendo su política cercana a la ruina, renuncia el 9 de junio. Lo
unipersonal (bastaría una leve reforma para reemplazarlo por un monarca he> reemplaza Rondeau, cuya conocida mesura parece hacerlo particularmente
reditario), un senado a cuyos miembrns electivos, que duran doce años, y que adecuado para conducir ordenadamente a la quiebra situaciones ya condena-
se renueva por cooptación de ternas elevadas por las ciudades, pOI el clero de· das. Condenado está en efecto el orden directoria!: como en 1815, en 1820 el
los tres obispados y pOI las universidades, se agregan tres senados militares gobierno central se derrumbará bajo los golpes de ese adversario con el que
designados por el Poder Ejecutivo y el DirectOI Supremo saliente; el Director, nunca quiso de veras reconciliarse, al que una vez y otra pensó doblegar: el
federalismo litoral, la otra cara de la revolución rioplatense
¿A qué se debe esa oposición inconciliable? Sin duda, las razones para ella
no faltan La más evidente es que el federalismo litoral -al revés de los movi-
mientos disidentes del Interior- propone una alternativa real a la revolución de
Buenos Aires; a lo largo del revuelto año 1815 se vio cómo podía hallar adhe-
siones más allá de su ámbito de origen, y aun en algún momento en todo el
país. Hay todavía otra razón acaso más importante: en el Litoral, que ha sido
hasta 1810 un área productiva que Buenos Aires se ha acostumbrado a consi-
suya, el federalismo destruye esa hegemonía porteña, privando así a la
ciudad (a la que las vicisitudes de la guerra de independencia han despojado
de su hegemonía comercial sobre el norte argentífero) de la que parecía ser
única posibilidad opcional para mantener la actividad mercantil, a la que
'··~ -'
01 0
debido su prosperidad prerrevolucionaria Y ese ataque a los intereses
e r>.orteñi)s iba acompañado en el Litoral por una actitud igualitaria que, aun en
momentos más revolucionarios, Buenos Aires había apreciado poco, y que
<:.·1neonde 1815, en el clima más conservador que domina, es aun más enérgica-
\,; miente condenada El daño que la secesión litoral inflige a Buenos Aires tierr-
a ser vinculado entonces con las tendencias destructoras de todo sano or-
social que -en verdad con bastante exageración- los dirigentes porteños
triunfantes más allá del Paraná y-desde 1815- más allá del Arroyo
Medio Fuera de las razones generales de conflicto, había aun una más
pero más urgente: con su instalación en Santa Fe, el artiguismo no
"'~Al<,h,h<' completado la conquista del Litoral; dominaba también las rutas
0

aseguraban el contacto entre Buenos Aires y el Interior. El dominio fe-


ue.rn1en Santa Fe iba entonces a ser causa de fricción constante entre las dos
rivales
' Flc 3 19 General luan Martíii de Pueyrredón Óleo de
Prilidiano Pueyrredón

114 115
II. AUGE Y CAÍDA
DE LOS PUEBLOS LIBRES

Si los avances del federalismo artiguista en el Interior, debidos a coinci-


dencias ocasionales más que a afinidades profundas, van a ser contrarresta-
dos por el renacido gobierno central, su predominio en el litoral parece me-
afirmado Sin duda Buenos Aires no se resignará fácilmente a la pérdida
Santa Fe: Álvarez Ihomas envía contra la ciudad rebelde a Viamonte, que
la toma en agosto de 1815; en marzo de 1816 en el fortín de Añapiré, en la
frontera con el indio, estalla nuevamente la revolución federal santafesina,
,_.,.~,,. hace gobernador a Mariano Vera (Viamonte, primero encerrado en la

,e,:
02
a,amma de la ciudad de Santa Fe, capituló después de un breve sitio) El Ejér-
cito del Norte marcha sobre la provincia disidente; desde Carcarañá, Belgra-
no envía a su subordinado Díaz Vélez a pactar con los revoltosos. Hemos visto
· cómo Díaz Vélez se entiende demasiado bien con ellos: en el convenio de
Torné, del 9 de abril, pacta la prisión de Belgrano; de retorno en Bue-
Aires provoca la renuncia de Álvarez Ihomas; el nuevo Director sustitu-
Balcarce, envía a su vez a Santa Fe una misión de paz que -contra las
indicaciones de Artigas- es recibida por Vera. El 28 de mayo, en presencia
de Miguel del Corro, un cordobés enviado por el Congreso de Iucumán a
mediar entre el Directorio y los santafesinos, se firma la paz, por la que el
del Director sustituto reconoce la independencia de Santa Fe (es de-
su separación de la Intendencia de Buenos Aires) y se compromete a pa-
una indemnización de guerra Pero el tratado no será ratificado: el go-
' rnterrio de Buenos Aires lo envía al Congreso de Tucumán, que exige que antes
toda otra consideración Santa Fe se someta sin nuevas tergiversaciones a
antoridades nacionales En agosto de 1816, Díaz Vélez, por iniciativa

117
,,,
propia, ocupa Santa Fe, provocando en la conquista y en la retirada destruc,, '&:130,,_;¡es abría lospuertos de Montevideo, Colonia y Maldonado a todos los
ciones memorables El nuevo Director Supremo ensaya en cambio la políti'. :\!) cos excepto los porteños o provenientes de Buenos Aires .
ca del acuerdo: envía a la misión Castex y (aunque río se alcanza una pacifi: ;:. arA fines de 1815 esa frágil reconst'.ucción está ya amenazada de muerte
cación estable) en los hechos la convivencia con la provincia artiguista go- •::r.,enta y metódicamente, Portugal esta haciendo preparatrvos mrl;tares para
bernada por Mariano Vera no ptovoca problemas agudos para el gobierno cena· \(jcupar Ja Banda Onental, srn preocuparse en exceso por la recepcron que esta
tral: la vital línea de comunicaciones con el Interior es respetada por Vera · foiativa podrá tener entre las monarquías restauradas, empezando por la es-
que muy comprensiblemente desea evitar nuevas y devastadoras incursione~ ¡nañola, Para ese avance será reunido un ejército de doce mil hombres, de los
porteñas p un tercio son europeos, veteranos de la Guerra Peninsular, que ahora,
La mayor moderación mostrada por el gobierno nacional frente a Santa Fe' su comandante, el general Lecor, van a actuar en ese remoto teatro En la
se debía en parte a que otros aspectos de su política antiartiguista estaban pro- ;\/ oriim,,ra mitad de 1816 el ejército se concentra en Rio Grande; en agosto co-
vocando ya una peligrosa reacción de la opinión pública porteña. Los golpes mienza su avance Mientras seis mil milicianos riograndenses permanecen en
decisivos ha de recibirlos el federalismo litoral en la Banda Oriental, y no de la frontera para defenderla de posibles ataques de Artigas, otros seis mil hom-
mano porteña sino portuguesa, lo que no implica que el gobierno de Buenos que incluyen a todos los europeos y están comandados por Lecor, avan-
Aires no tuviera su parte en ellos. zarán bordeando la costa hasta Montevideo . Este avance deberá hacerse con
1815 será para esa castigada Banda Oriental el primero y último de sus·
años de paz, en la primera década revolucionaria Gobernada por una curio-
sa diarquía (Artigas, instalado en Purificación, y actuante primero por medio
de Otorgués, luego de su habilísimo secretario Miguel Barreiro, es algo más
que un asesor remoto, pero la administración directa está en manos del Ca- '
bildo, desde julio de 1815 gobernador de toda la jurisdicción montevideana)
la Banda Oriental encara su rehabilitación económica Mientras el Cabildo
crea milicias urbanas y rurales (el orden interno se ha hecho extremadamen,
te inseguro, luego de años de guerra); en setiembre de 1815 se dicta el céle-
bre Reglamento provisorio de la provincia oriental para seguridad de su
carnparza y fomento de sus hacendados, que da normas precisas para la re-
construcción rural; como en otras comarcas rioplatenses, actualiza la obliga-.
ción, para los rurales sin tierras, de conchabarse so pena de trabajos forzados
o enrolamiento militar. Pero, a diferencia de lo que ocune en otras comar
cas, dispone una redistribución de la tierra, sobre líneas que recuerdan las de .
los planes prerrevolucionarios que Artigas había conocido muy bien. Este;
aspecto del plan, si fue aplicado -como lo demuestran estudios recientes- más
ampliamente de lo que solía suponerse, no lo fue por mérito de los capitula-
res que, por lo contrario, mostraron en ello un evidente desgano (las tierras
que se trataba de distribuir provenían de las propiedades realistas y aporteñadas,
y el Cabildo estaba llevando adelante una política de reconciliación entre los
sectores altos que se manifestó también en su resistencia a enviar a Purifica-
ciónTlbs españole,reuropeosqüe debían ser confinados allí, y de los cllales
sólo nueve habían llegado a destino en octubre, meses después de introducida
la medida) Bajo esa doble égida la reconstrucción avanza: Artigas transforma
su propio campamento sobre el Uruguay en centro productivo y vigila muy
directamente.los progresos de los campesinos que han recibido tierras con obli-
gación de poblarlas En julio de 1815 uh acuerdo con el comodoro inglés FJG ) 20 Car lo,~ Federico Leco,: Óleo de M;guel Benza

118 119
un núnimo de destrucciones y tratando de ganm la buena voluntad de las po';
blaciones: los portugueses quieren implantm sólidamente su dominio creand
en la Banda Oriental fatigada de guerras una pax lusiiana capaz de devolver
la provincia a su pasada prosperidad Junto con los invasores viene un hijo ilus
tre de Montevideo, don Nicolás de Herrera, que desde las cortes de Bayon
hasta el gabinete de Alvear, en Buenos Aires, ha dado ya pruebas sobradas de
ductilidad política; ahora su función es asesorar a sus nuevos amos en esa con2.
quista pacífica que debe acompañar a la militar ---
Artigas se propone llevar la lucha a las Misiones, en pmte porque -herede,c
ro también en este punto de la tradición prerrevolucionaria- quiere salvar a esf
territorio de caer definitivamente en manos portuguesas, en parte también para,
abonar a la ya demasiado castigada Banda Oriental una nueva guena .en su
tenitorio Pero su plan ha de fracasm: nada de lo que haga logrará apartar a la'
columna que avanza junto al mar de su lenta e inexorable marcha sobre Mol),
tevideo; el 19 de noviembre Fructuoso Rivera fracasa en una tentativa de dete- •
ner a Lecor en India Muerta Ante el avance portugués, la agitación crece en¡
Buenos Aires; Pueynedón envía a la Banda Oriental a Nicolás de Vedia, orien-
tal antiartiguista, que debe conminm al comandante portugués a una inmediata •Jidiv,
retirada, conforme con los términos del armisticio de 1812 Esta perentoria :;, . . .· . . L
invitación no impresiona a Lecor, que se atiene, según declara, a las instruc-: .ta.» ~--,•'*-1', ~ Je: w_ Na
ciones recibidas de Río de Janeiro, y prosigue su avance. Sabe demasiado bien - ~-1\_'lusf~~~~-~ dcGu~
~~ ¡ ...,.., ~""])"!!e": ..
que no tiene mucho que temer de Buenos Aires, si Pueynedón ha preferido no.\ -~;Jll'Ol"II:" , ___ Ulili!ffli . y. ~t:a11 · e11 _'tuó..•
seguir las instrucciones del Congreso (que le imponen abrir negociaciones con · ~-'.OU'N. ~ de Ju P ~ Bf:W.ics G
-:-.~~~: ~ o f'Ot' tltn~. hed,o, em
Lecor y Herrera, a la vez que con Río de Janeiro, proponiendo la coronación t<'éobl~"J._ y ,.,.. T,llf u~m:wnic<l\O ttllg*--cl
t.>1•
de muy variados candidatos al trono rioplatense, en todos los casos previo ma- ' ~'° , ~ e • Jti:<Q.d6 w.e:sder_ - , m1Jllda de mi_~-
trimonio con una infanta portuguesa, o aun la coronación de un infante portu- : ttt\. S~iu de: }briua, J 11dlidl)/#Qtt »¼ A.rmu de CÜ
a
. -~~Qli.met ~«al ~ ~~ /:_;f',./.', }.. ·.;1-¡,,¡.Í;:~
gués, o aun una unión dinástica) las acciones del enviado Vedia revelan demac
siado claramente que lo que preocupa sobre todo al Director Pueynedón es que
los portugueses no sobrepasen la línea del Urugnay. Lecor prefiere no tranqui-
lizarlo ni aun sobre este punto Mientras tanto, en la alarmada Montevideo,
el Cabildo se decide a una reconciliación con Buenos Aires; en su nombre la.
misión de Durán y Giró recibe una promesa de ayuda sustancial, que incluye -
la declaración de guena a Portugal, siempre que el Cabildo devuelva a la pro-
vincia a la obediencia del gobierno de Buenos Aires . Barreiro impone el re-
chazo de los términos; Artigas, pese a un pequeño auxilio de pertrechos que le ;
envia el Director, se pronuncia también enérgicamente en contra A su juicio,
-----MonteVídeo no debe SI:r·ctefeffdída; la campaña es el teneno natural para su
tropas, que sólo en ella pueden esperar la victoria El Cabildo montevideano -
se satisface bien pronto con esta solución Cnando se mmchan Bmreiro y la
gumnición artigueña, los capitulares se ditigen al general portugués solicitán-
dole que ocupe pacíficamente la ciudad; desde este momento el sector de elite FJG. 3. 21 Patente de Oficial de Presas expedida por el general Artigas, el 15 de
urbana que había acompañado a Artigas aun en sus más serios reveses divide noviembre de 1817 (Museo Histórico Nacional)

120 121
definitivamente su camino del que seguirá el Jefe de los Orientales Una mi- !aduerzas misioneras de Andresito, en mayo de 1817. En Santa Fe, en ju-
sión presidida por el venerable Lanañaga, ese eclesiástico que había acompa- ·· i'o de 1818, termina el gobierno de Mariano Vera, víctima de su política
ñado toda la insurgencia revolucionaria oriental, marcha a Río de laneuo a pe, i ntemporizadora, o más bien del fracaso de ésta al volver Buenos Aires a su
dir en nombre de la provincia su incorporación a los dominios de la corona por- co Lo reemplaza Estanislao López, un jefe de blandengues que ha teni-
tuguesa; esta ma~ifestación algo artificiosa de, voluntad. popular era !in duda do parte importante en la jornada de Añapiré.
sincera en la medida en que el donumo portugues era pretendo al espanol, cuya ·· Pero ya para entonces la catástrofe ha caído sobre la Banda Oriental En un
restauración parecía ser un peligro cierto. El gobierno de Río _de Taneno no se.
atreverá a proclamar una anexión que significa una ruptura abierta con el prin-
'-'"'p
e.e.: .. , movimiento, avanzando por tierra desde el norte y por agua desde el sur,
los portugueses logran tomar Purificación y capturan a la mayoría de los jefes
cipio de legitimidad, pero se dedica tenazmente a hacer arraigar su presencia artiguistas; sólo Artigas, refugiado en Entre Ríos, y Fructuoso Rivera, en terri-
en las tierras conquistadas. torio oriental, manllenen la resistencia, que no ha de cesar en 1819. Desde
Esto último supone una tarea lenta; ya a fines de enero de 1817, a los pocos · CorÍientes, Artigas lanza una nueva campaña contJa las Misiones, que conclu-
días de ocupada por los portugueses, Montevideo es sitiada por irregulares con la captura de Andresito en su propia retirada; en octubre Rivera, deno-
artigueños, y los corsarios federales, que tienen su base en Coloma, dificultan en Arroyo Grande, no puede continuar la lucha regular y se transforma en
sus comunicaciones por vía de agua En el nordeste, entre la Banda Onental y guerrillero En diciembre Artigas hará su último esfuerzo; sus tropas, cuyo
las Misiones, la guerra no ha sido sin embargo favorable a Artigas, que no ha comando entrega a Latone, son denotadas en facuarembó, en enero de 1820
logrado entrar profundamente en el territorio misionero, y en enero de 1817 ha Artigas ya no ha de volver a su tierra oriental; desde Entre Ríos ordena a Rive-
debido replegarse hasta Purificación (los portugueses, por su parte, exhaustos se le reúna; luego de cuatJo años de lenta, implacable presión, los portu-
luego de una campaña que también para ellos,ha sido muy costosa, se han reti- gueses han logrado sofocar finalmente la revolución oriental comenzada nue-
rado tras del Cuareim). En todo 1817 no habra combates decisivos en la Banda ve años antes. Para Artigas la lucha debe continuar; es preciso salvar lo que
Oriental; Montevideo sigue sitiada, y con el alboroto de muchos de sus gober- queda de los Pueblos Libres; para Rivera se trata sobre todo de esa Provincia
nados Pueyrredón autoriza el comercio con la plaza: Por añadidura, una vez Oriental que, aun derrotada, debe seguir viviendo; no obedece a Artigas, y den-
reprimida eficazmente la resistencia que su política litoral despertaba en Bue- tro de unos meses será coronel del ejército portugués, luego barón del Imperio
nos Aires, el Director vuelve cada vez más a la ofensiva contra la disidencia en del Brasil
las tienas al oeste del Uruguay Lo que queda de los Pueblos Libres, al oeste del Umguay, será respetado
Lo impulsa a ello la noción de que el sentimiento antiartiguista avanza_ t;n los invasores portugueses (sólo sufrirá, en mayo de 1818, una incursión
Entre Ríos; éste en efecto ha surgido en algunos caudillos ante la mstalac10n , riograndense Bentos Manoel, que silencia la batería de Arroyo de la Chi-
en el gobierno de la provincia de Ignacio Vern, hermano del go_bernador de "; <·"0""' "'"· no por eso su supervivencia política está menos amenazada . El gobierno
Santa Fe, favorecida por Artigas para consolidar con ese premio la dudosa <n:acion:al se decide por la guerra, que terminará con ese eterno problema
lealtad de éste. Desde setiembre de 1817 Hereñú desde la Ba¡ada, Samamego •· · simtafesino. a la vez que con la provincia misma: el plan de pacificación inclu-
desde Gualeguaychú y Correa desde Gualeguay han hecho conocer a Bue- ye la ejecución de todos los rebeldes y la deportación a la campaña del sur de
nos Aires su intención de cambiar de bando, si les es asegurada una protec- Buenos Aires de los que se sometan . Este truculento proyecto está destinado a
ción militar. En diciembre Montes de Oca y Balcarce, al frente de fuerzas no realizarse; la lucha, durante meses incierta, termina por no ser favorable a las
porteñas, desembarcan en territorio entrerriano, y -de acuerdo _con sus pro- tm,rz:as nacionales. En un primer momento, mientras Balcarce avanza hasta el
mesas- los disidentes surgen a la luz del día, para ser vencidos Junto con los , <ürrc:arañá. López incursiona en Córdoba, y en Fraile Muerto sitia a las ti opas
pmteños pm Francisco Ramírez, jefe artigueño de Arroyo de la Chma (Con- del coronel Bustos; se retira sin embargo cuando Bustos recibe re-
cepción del Uruguay) El 25 de diciembre de 1817 Montes de Oca, Sama;1iego fuerzos del norte. Balcarce ha pasado ya el Carcarañá; el 29 de noviembre lle-
-··-·-··--·········-- y C-onea son dencilados en Arroyo de Ceballos; tres meses despues,en legua de la ciudad de Santa Fe; tres días después, desesperado por
Saucesito, son deshechos Hereñú y Balear ce, que se refugian en la flotilla de toniarla. se retira, arriando buena cantidad de ganado santafesino. En Rosario,
Buenos Aires ejército parece entrar en disolución, y el jefe nacional debe continuar la re-
La resistencia ha teiminado (junto con la fútil gobernación de Ignacio Vera, tras quemar la pequeña población Luego de esta poco brillante campa-
reemplazado .por Ramírez). En Conientes una revolución local ha logrndo ña, será reemplazado en enero de 1819 por Viamonte, que volverá a tomar
desplazar al gobernador artiguista Méndez, que sólo vol vera al poder gracias Rosario, y será sitiado en ella por López, que lo vence en Barrancas El cinco

122 123
de abril se establece una tregua, el 12 se firma el aimisticio de San Lorenzo, pot;
el cual los nacionales se comprometen a retiJaise de Entre Ríos y Santa Fe auto-'
riza el tránsito entre Buenos Aires y el Interior; bajo López como antes bajo Vera,;
Santa Fe, expuesta por su situación a ser la primera en sufrir el peso de las ofen,
si vas nacionales, está dispuesta a transacciones; Artigas no aprobará el pacto dé
San Lorenzo e impedirá la concunencia de Entre Ríos a esas tratativas. Iainpo-"
co Pueyrredón se resigna a esa paz sin victoria; convoca en Santa Fe al Ejército
del Norte; siete mil hombres amenazan a la provincia rebelde. No basta: llaina •
también al Ejército de los Andes, que ha liberado ya a Chile Pero San Maitín no '
va más allá de enviai a Mendoza a una paite de sus tropas; no tiene intención
alguna de volcailas en l'! guena civil Pueyrredón renuncia; su sucesor, Rondean;-.
ofrece la paz a Artigas Este exige que Buenos Aires declaie la guena a Portugal;·
mientras tanto prepaia por su paite la guerra contra Buenos Aires
En la capital de la revolución el derrumbe del régimen es de nuevo imposi,;
ble de detener. A mediados de 1819 un antes fiel gobernador-intendente de·
Iucumán, el coronel Aráoz, encabeza la secesión de la que nace la República
de Tucumán, destinada a breve existencia El 14 de octubre los santafesinos
detienen un convoy de armas que va de Buenos Aires a Córdoba; es de nuevo i
la guena; Ramírez pasa de Entre Ríos a Santa Fe; en su séquito lleva aAlvear.
y al chileno José Miguel Cairera, adversaiio mortal del partido que domina en
Chile liberado, de San Maitín, que a su juicio ha asegurado el predominio a>:
ese partido, del régimen directoria! que en verdad lo ha tratado con extremo
rigor Las fuerzas que el Litoral lanza sobre Buenos Aires no son impresio•.
nantes: mil seiscientos hombres en total Pero ya los nacionales tienen muy poco)
que oponerles: el Ejército del Norte se pronuncia a comienzos de enero en;.
Arequito; se retira de la guena civil paia volver a un combate más glorioso por.:
la independencia, en el norte donde aún se lucha por ella (pero en su marchá.
hacia el norte no pasaiá de Córdoba, donde instalaiá al jefe del pronunciamiento'
en el gobierno local) <:
En Buenos Aires el régimen directoria] reniega de sí mismo antes de ser\
vencido Manuel de San atea, que tras años de orientar una infatigable fronda:
antipueynedonista ve llegada su hora, dirige la agitación que lleva al destierro
a Pueynedón y a su otrora todopoderoso secretaiio, el doctor Tagle. En Cepeda,'.
el primero de febrero, casi sin combatir, dos mil soldados nacionales dejan::'
abierto el acceso de la capital a los gauchos del Litoral, cuyos jefes -según no;
podrán olvida, los humillados porteños- van a atar sus caballos en las verjas
deTápfrámide qüelárevolücióiideBúenosAires ha erigido a su propiaglofi ..
en la Plaza de la Victoria. El régimen directoria! ya no existe; una vez más 1
responsables de ese pasado que se ha decidido unánimemente considera, opro
bioso están amenazados de severos juicios, donde se los acusará de crímene

Frc )22 FuertedeB11(11n1 \11r1 i.r1w1(farh Em11h F11(\ \!id(lf

124 125
no siempre demasiado precisos. Buenos Aires será una provincia más entre la
que se han constituido y se siguen constituyendo sobre la ruina del Estado n •
cional; su primer gobernador es Manuel de San atea, ahora convertido en cuJ.
tor de la intransigencia republicana, y en amigo de los caudillos vencedores:.,
Esa amistad no sólo sirve a los intereses de Sanatea, también favorece J<i
de la nueva provincia, que con métodos nuevos persigue objetivos no dem
siado diferentes de los del aborrecido régimen directoria! El 23 de febrero¿
tratado del Pilar, entre Buenos Aires y sus vencedores, menciona a Artigas sól LA LIBERACIÓN DE CHILE
como Capitán General de la Provincia Oriental y promete ayuda contra la pr ·
sencia portuguesa en esa provincia en términos muy vagos; ni Buenos Aires Y EL NUEVO CAMINO HACIA LIMA
sus antiguos enemigos del Litoral desean una nueva aventura guerrera más allá.
del Uruguay. Ramírez es el hombre de la hora; en una cláusula secreta Buenos
Aires se compromete a entregarle armas para una eventual utilización contra
las fuerzas de Portugal Serán usadas contra Artigas, que condena el tratado;
señalando que ha sido concertado a espaldas de la Banda Oriental, Corrientes
y Misiones, y en el Pacto de Á valos, del 24 de abril, establece en nombre de su.
perdida Provincia Oriental una nueva alianza con las otras dos que le permaa•
necen fieles El 20 de junio Ramírez abre la campaña; derrotado en Gualeguayf
Yuquerí y Mandisoví, Artigas se refugia en el Paraguay, donde ha de morrr
después de treinta años de destierro · Desde 1814 San.Martín había advertido -como se ha señalado más arriba-
La revolución de Buenos Aires y la del federalismo litoral mueren así jun:. la e.stenlrdad de los rntentos de ofensiva que buscaban quebrar directame t ¡
• · 1· ¡ ne a
tas; la más discutible de las muchas astucias de los políticos porteños ha sido; res1stencra rea 1sta en e Perú: la empresa de cruzar ese laberinto de mesetas y
también la más eficaz: la presencia portuguesa en la Provincia Oriental ha des· . cord1lleras. 9ue .separaba a Salta de Lima excedía las posibilidades militares de
!ruido el poder rival de Artigas. Pero ese poder agonizante ha podido antes d( .Ja.revoluc10n noplatense Juzgaba posible en cambio reforzar Ja revolución
morir llevar a la ruina a sus implacables adversarios de Buenos Aires : Shllena (ento1;ces en agonía) tomando decididamente partido en sus conflictos
Luego de diez años de revolución sólo queda entonces un escenario vacío y; mternos, y umendo los recursos del Río de la Plata y Chile atacar directamen-
devastado, en el que va a comenzar una nueva historia ¿En eso se resume el >,cJe, por mar, el núcleo mismo del poder español en Lima
balance de tantos esfuerzos, de tantas victorias y derrotas? En eso y algo más
mientras en el este luchaba contra los que juzgaba sus enemigos internos
r.··. Cuando formula ese proyecto, San Martín ha alcanzado ya el punto más alto
· ,íle una normal carrera m1lrtar en el Río de la Plata revolucionario: se Je ha en-
contemporizaba acaso en exceso con los externos, mientras en el norte dejab mmendado uno de los gran?es ejércitos, el del Norte, Juego de sólo dos años
la suerte de la guerra en manos de las fuerzas locales, la revolución surgida e ~esde. su retorno de la metropolr Esos dos años los ha gastado sobre todo en
Buenos Aires había dedicado sus últimas energías a llevar la lucha hacia ?rgan;zar una nueva fuerza de caballería de la que hará el núcleo de sus futu-
Pacífico, hacia la nueva ruta que para la conquista de Lima había indicado Sar¡. {)r,os eJerc1tos. HIJO íle un funci?nario de la Corona, oficial brillante en Jas gue-
Martín. En la liberación de Chile empleó sus últimos recursos; cuando llegó 1~ o'rras penms~lares, s1 ,san Martrn tuvo siempre una viva conciencia de ]os pro-
hora de la del Perú sólo pudo alinear al lado de los trescientos mil pesos que e ~le~as polrticos (solo ella podía haberlo decidido a abandonar su carrera
gobierno chileno destinaba a ella lo que su crédito podía obtener; ya había de .tspano]a por otra, prev1s1blemente azarosa, en su tierra nativa) y -pese a Jaso-
jada deteiiérfer\lás disponibles:Sería injusto entonces ver en el derrumbe-de. ,,~!1~,<lad de sus manifest~ciones sobre ellos- mantuvo a lo largo.de su trayecto-
poder nacional en 1820 tan sólo la consecuencia de una política litoral cuy ',rª constante fe en unas ideas que lo acompañaron desde el comienzo (fe en un
inspiración facciosa limita con la traición; si en 1820 el poder nacional tien, .,rdeal d~ mesurada y mdenada libertad, en la que convivían sus esperanzas muy
tan poca capacidad (y aun tan poca voluntad) de sobrevivir, es porque desd · ¡r11ce~íliílas para el futuro de la humanidad y América y un conocimiento des-
hace ya años que ha venido consumiendo su sustancia misma en la empreS J}IOV!Sto de 1lus1ones sobre sus semejantes), no tuvo en cambio vocación algu-
trasandina · ,ra por una carrera propiamente política, que en esos tiempos revolucionarios
/e separaba mal de la militar En su figura grave el conjunto abiganado de

126
12 7
los hombres lanzados a la "carrera de la Revolución" adivinaban a alguie" fj"·~articular en Chile, donde San ,Martín había aceptado como _cometido _desde
sustancialmente extraño: y San Martín iba en efecto a permanecer siempr ;c:.JS14 esa lucha contra la anarqma (es decrr, contra ciertas facciones que .iuzga-
extraño a la elite que desde Buenos Aires regía los destinos del movimien· ;ba anárquicas_ dentio de la r~volución chilena, y en favor de otras que hallaba
to, pese a que de muchas maneras intentó alcanzar con ella una colabora inspiradas de mtenc10nes mas constructivas) que se iba a negar reiteradamente
ción por otra parte indispensable (y encontró fin_almente en Pueyrredóñ' 'Xiemprender en el Río de la Plata
surgido de la aristocracia municipal del Buenos Arres vmemal e mtegrad >" Es éste, en efecto, uno de los aspectos de la compleja tarea que se asigna en
en la elite revolucionaria, al interlocutor que antes había esperado en vanq )814, y que comienza a desarrollar desde fines de ese año. Para entonces Ja
hallar en el gobierno). Pero aun entonces mantuvo su distancia; en las Iui, . ruina de la revolución chilena, si complica sus cometidos militares, facilita los
chas en que iba a envolverse Buenos Aires para defender su s,upremacía, if · de contenido político Los jefes rivales de la patria vieja trasandina se refugian
para imponer su política en el país, nunca pudo ver smo obstaculos, para la• en Mendoza, y las circunstancias dan a San Martín un papel de árbitro que está
tarea principal, que seguía siendo la de hacer trrnnfar la revolucron_ en el de antemano dispuesto a desempeñar. Dos bandos se han opuesto en Chile: el
campo de bataJla Si no simpatizó necesanamente con los adversanos de_, que. tiene por jefes a los jóvenes hermanos Carrera, estos hijos de buena fami-
Buenos Aires, se mostró a menudo dispnesto a favorecer un entendimiento lia que se han asegurado un poder cada vez más amplio en sucesivos tumultos
que permitiera salvar para la guerra exterim las energías denochadas en los populares y golpes militares, y representan a los ojos de sus adversarios las
conflictos internos. . potencias de desmden que la revolución trae consigo, no puede desde luego
Esa distancia, no salvada ni aun pm la colabmación íntima con el gobiemd {> contar con el favor de San Martín, que enviará a sus jefes a la retaguardia, donde
central, que hizo posible la expedición chilena, estaba alimentada sin duda por: · · los espera un destino trágico, y pondrá a su rival Bernardo O'Higgins al frente
experiencias acumuladas durante la primera etapa de actuación de San Martín de la reorganización de las fuerzas chilenas que han encontiado asilo en Cuyo
en el Río de la Plata, marcada por su desplazamiento de toda posición de in-/ O'Higgins, tan decidido como los Carrera a llevar hasta el fin la lucha contra
fluencia política pm el partido de Alvear, entre 1812 y 1814 El Ejército de[' el domino español, sabe en cambio apreciar las ventajas del orden y la disci-
Nmte al que San Martín es enviado es un cuerpo en denota ,Y al borde de hf i"\ plina dentro del movimiento revolucionario; esto, y su actuación durante la
disolución; el cargo de intendente de Cuyo, que luego Je sera concedido a su )'i;} campaña militar que termina en Rancagua, explican el apoyo de San Martín
pedido, si para San Martín es un puesto clave en la e_strategia ofensiva que pre.·: I)t.' )'ero, mientras el intendente de Cuyo decide de esta manera el futuro de la re-
para, desde Buenos Aires parece una posición admrmstrativ,a poco bnllante Y; , ...,;.-volución chilena, falta todavía devolverla a Chile: esto sólo será posible luego
sin influencia política; y aun su permanencia en ella se vera amenazada en la · · de. una preparación de tres años
última etapa de predomino de Alvear: sólo la enérgica acción_ del Cabildo de . A lo largo de ellos se forma el Ejército de los Andes, cuyo punto de partida
Mendoza-y, a más largo plazo, la caída del propio Alvear- evüó que la Inten,. son los cuerpos armados que San Martín encuentra en Mendoza: el argentino
dencia cu yana fuera confiada a un funcionario menos mdependiente de la fac•. de auxiliares de Chile, que al mando del coronel Las Heras ha participado en
ción dominante en la capital. . . C Ia última resistencia trasandina y cuatro unidades de milicia locales, con esca-
Sin duda luego de 1815 la situación de San Martín cambia considerable •. sa experiencia de combate Las milicias serán ampliadas para encuadrnr a toda
mente; pern aún ahora cabe preguntarse si la mayor facilidad con que Sa11 ;la población capaz de llevar armas, y de ellas se tomarán los refuerzos para las
Martín logra integrarse en el orden resurgente no depende de que ya_ es evrden, · tropas veteranas: en 1815 se incmporarán a éstas los vagos y esclavos. La
te que no se propone desempeñar un papel político en el escenan~ noplatense:. militarización se extiende por las ciudades cuyanas: mientras San Luis forma
sus intervenciones van a ser las de un jefe militar que busca tan solo favorec~¡ .. . \!Íl escuadrón de caballería, San Juan organiza un batallón de infantería y un
un determinado curso político propicio para la marcha de la guena h~sta en ,f\;+cuerpo de artillerns. Llegan por otra parte refuerzos de Buenos Aires; en octu-
a.5_urJtQsapare_nte111ente alejados como la dedaración de independencra_~~u~ .. :_b,.e_-~e 1815 el nuevo ejército cuenta ya con 1634 infantes, mil jinetes, más de
deseaba para no presentarse en la escena chilena como un ¡efe de bandas m- o.oscrentos artilleros y diez cañones
surgentes) Esa actitud no nacía -se ha señalado ya--: de la m;1iferencra haci Las armas, pertrechos y abastecimientos crean problemas agudos: hasta
las alternativas políticas, sino del papel que San Martrn se habra asignado enl~ .,. ""v el gobierno central se interesa poco por el ejército andino; aún después
revolución rioplatense, a la que iba a devolver, junto con su capacidad milrt~ recursos seguirán siendo limitados Es preciso entonces, acentuando una
de ofensiva su dimensión continental Por eso mismo era compatible con acti, que no es nueva, utilizar al máximo los recursos locales. En Menda-
tudes much~ más militantemente políticas adoptadas en otros escenarios, Yell; vuelve a fabricar pólvora Álvarez Condarco, que lo ha hecho ya con éxito

128 129
en Córdoba; se fabrican piezas de artillería bajo la dirección de un inquieto ex:. · de San Martín: el temor a las consecuencias de su derrota es una de
franciscano secularizado, fray luis Beltrán Los uniformes se confeccionan con' razones de la buena voluntad que encuentra entre sus colabmadores ¡ 0 .
bayetas de lana fabricadas domésticamente en San luis, pero abatanadas y tec
ñidas a escala de manufactura en Mendoza El ganado y las cabalgaduras se. A fines de 1816 el ejército está listo para crnzar los Andes; son ahora cerca
compran localmente, con una contribución de seis mil pesos mensuales del ;;e;; ciecinco mil quinientos hombres, con dieciocho cañones, mil quinientos caba-
gobierno de Buenos Aires. Pero aun la mayor parte de los recursos en dinero ... llos y más de nueve mil mulas En enero de 1817 comenzará el cruce de la
deben tomarse de la nada próspera economía cuyana: como es usual se tratad,F cordillera; ya para entonces el terreno para la futura invasión habrá sido sabia-
poner el peso mayor sobre el hombro de los peninsulares; los que han emigra, mente preparado por lo que San Martín llama la guerra de zapa, destinada a
do a tierras en manos de realistas ven confiscadas todas sus propiedades, mienc a]annar al adversar10 y a rmpulsarlo a preparaciones defensivas inadecuadas
tras qne los que han quedado en Cuyo son sometidos a contribuciones extraor' Esa guerra de zapa no hubiera sido posible sin apoyos chilenos que la misma
dinarias los bienes de los conventos, los de legados piadosos son igualmente severidad de la represión realista facilitó; gracias a ella no sólo conoció San
afectados para la guerra; las contribuciones voluntarias (que adquieren a veces' Martín con anticipación. suficiente los planes de su adversario: también pudo
la regularidad de un sistema de impuestos paralelo, por ejemplo en el caso de abrumarlo. con una lluvia de falsas noticias, utilízando al máximo la ventaja
las que pagan las carretas en tránsito) completan los recursos del ejército fodo que s1gmficaba el hecho de poder elegir el lugar de ataque a través de una ex-
esto no puede sino pesar duramente sobre la econontia local, ya afectada por la tensa frontera, mienttas el defensor debía necesariamente dispersar sus fuer-
clausura de la ruta chilena; pero -a diferencia de lo que ocurre en otras inten" zas a lo largo de ella
dencias del Interior- San Martín ha de procurar, para ahorrarse conflictos ini Finalmente el ataque principal se llevó adelante sobre la línea más obvia
mediatos, pero también con vistas al futuro, no causar deterioro irremediable a que era la de menor dis.tancia entre Mendoza y Santiago de Chile, pero au~
las fuentes de producción locales: autoriza un sistema de personeros para re, ' entonce.s varias ex.ped1crones secundarias -una de ellas destinada a pasar por
emplazar a peones o esclavos indispensables para el trabajo agrícola o minero; la prrnc1pal a los OJOS del adversario- retardaron considerablemente Ja reunión
busca robustecer los contactos comerciales entre Cuyo y Buenos Aires para de las fuerzas realistas: El crnce de los Andes fue así una operación militar
compensar la pérdida temporaria del mercado chileno Es difícil establecer hasta particularmente comple¡a; se trataba en realidad de varios cruces sincronizados
qué punto estos cuidados explican el brillante resurgimiento económico de venciendo dificultades inmensas de transporte y comunicaciones; en ella el art;
Mendoza en la década siguiente; es indudable en todo caso que facilitan las de la guerra,,tal.como la practicaba la revolución rioplatense, alcanzaba nn re-
relaciones entre los sectores dirigentes locales y el intendente y general que ha finarmento tecmco desconocido en el pasado La operación misma se adecuaba
venido a exigirles pesados sacrificios para llevar la guerra más allá de la cordi, perfectamente a los. pec.uJiares talentos militares de San Martin, que ponía una
llera. En efecto, durante toda esta etapa San Martín puede contar con apoyo', capacidad de orgamzacron sobresaliente al servicio de concepciones estratégi-
local, y no sólo para armar su ejército, sino para darle suficiente apoyo político· .cas muy elabmadas.
en campos más amplios: el Cabildo mendocino impide en 1815 su reemplazq,. Destacamentos auxiliares mar.chan desde La Rioja, de donde parte el tenien-
por un funcionario más adicto al Director Alvear, el año siguiente el diputadQ .•·· te coronel Zelada con cmcuenta rnfantes destacados por Belgrano del Ejército
mendocino Godoy Gruz es mny notoriamente su vocero en el Congresd ·.'.,.<iel Norte, reforzados en Guandacol por ochenta milicianos: el 17 de febrero
tucumano Iras haber cruza?º la cordillera por el paso de Come Caballo, los riojanos ha~
Esos sólidos contactos con el partido patriota de Cuyo son aun más im'' tomado Copiapo. Dos días antes el teniente coronel Cabot, que ha partido de
prescindibles porque la caída de la revolución chilena ha devuelto ánimos ?/' Sanfaan Y cruzado los Andes por el paso de Guana, ha entrado en Coquimbo,
los realistas cuyanos, que vuelven a hacerse oÍI Juego de años de pruden ';.ii' recibido a su paso por poblaciones que se levantan contra la autoridad del rey
silencio¡..en.SanLuis elteniente gobernador Dupuy debe.alejar a treceec_le '/C. En el sur Frene, temen te coronel chileno, cruza por el Planchón y reúne bien
siásticos demasiado dispuestos a usar su influencia en favor del viejo orde ···•· ~ronto hasta dos mil hombres que se ofrecen a seguirlo; el mariscal Marcó del
y reemplazarlos con otros de menos dudoso patriotismo Pero esa oposició , :n5 debe envrar mil soldados al sur de Chile para oponerse a esa amenaza (y
realista (y la conciencia muy viva del peligro que para los patriotas cuyanos' \mgun8 cree, la del pnnc1pal cuerpo rnvasor, al que supone encaminado por la
representa Chile, ahora en manos del rey, y teatro de una represión particu• •.. !Sma ruta).; mmediatamente al sur de Santiago actúa la fuerza de un guerri-
larmente dura, anticipo del destino que espera a Cuyo si la cordillera no re' )lero de gemo, Manuel Rodríguez, que crea nuevas y graves dificultades a los
sulta barrera suficiente para los vencedores de Rancagua) facilita en parte lá reahstas ·

no 131
El J 8 de enero de 1817 parte del campamento de Plilmerillo la columna .:< Ja.fÓrtaleza de Arauco será sitiada por los realistas) Menos afortunada es la
encabezada por Las Heras, que tomará el camino de Los Patos para reunirse · · marcha del sitio de Talcahuano: a fines de 1817 habrán fracasado dos costosos
cou el resto de la columna principal en el valle chileno de Aconcagua. El 3 de asaltos contra la base realista
febrero está ya en Chile, y después de vencer el 8 en el encuentro de Guardi~ Bien pronto las consecuencias de la presencia realista en el sur de Chile
Vieja, toma Santa Rosa La columna principal saldrá al día siguiente, por et '<.<comienzan a hacerse sentir más duramente: el 15 de enero desembarca en
camino de Uspallata; el 3 su vanguardia, comandada por Soler, está ella tam( Talcahuano una expedición venida del Perú y comandada por Osmio. San
bién en Chile, y el 6 toma el poblado de Achupallas La artillería, que la sigue .. ,,rr,n. que ha estado organizando el nuevo ejército chileno, decide concen-
ha de llegar demasiado tarde para participar en la victoria de Chacabuco. ···,• trar las fuerzas de resistencia en la línea del Maule; O'Higgins se retira hacia
Para enfrentar al Ejército de los Andes los realistas tienen en Chile cinco· ella, junto con cincuenta mil habitantes de la provincia de Concepción, que lle-
mil hombres: la mayor parte de ellos es lanzada por Marcó del Pont contrá van consigo en su éxodo sus cabalgaduras y ganados. San Martín, en falca, se
esa columna principal y colocada a las órdenes del brigadie, Maroto . El 11· reúne con los que vienen del sur. La retirada prosigue todavía: el 4 de marzo
los realistas alinean en la cuesta de Chacabuco tres mil hombres; el 12 San' los realistas entran en Talca; dos semanas más tarde, en un ataque nocturno
Martín dirige un doble ataque contra esa línea que ha dejado peligrosamente lanzado cuando ambos ejércitos están acampados a muy breve distancia, lo-
abierto su flanco izquierdo: O'Higgins atacará de frente, mientras que Soler gran destruir buena parte de la organización militar patriota en Cancha Raya-
lo hará de costado Por un momento la falta de sincronización de ambos da. Son fragmentos aislados del ejército los que comienzan ahora una nueva
movimientos parece amenazar la suerte de la batalla, que se cieua sin em- retirada, para descubrir en el curso de ella que el daño causado por la jornada
bargo en una victoria total: las tropas del rey tienen quinientos muertos y no es tan vasto como se creyó al principio El 24 de marzo O'Higgins llega a
seiscientos prisioneros, pierden buena parte del parque y el tesoro, que es una Santiago en pánico, al día siguiente entra San Martín en la ciudad, y deci-
capturado en manos de fugitivos Marcó del Pont cae prisionero mientras de defenderla, esperando a los realistas al sur de ella Es la jornada de Maipú,
abandona Santiago en busca del mar El 14 las tropas libertadoras entran en• para la cual los argentino-chilenos logran reunir cuatro mil novecientos hom-
la capital; la sombría etapa de la reconquista, que ha enajenado las volunta- bres y veintiún cañones, que opondrán a los cinco mil trescientos hombres y
des chilenas al antiguo orden, termina en medio de general regocijo Pero los. catorce cañones de los realistas. La lucha, que dura todo el 5 de abril, es parti-
realistas han podido retirar al sur una parte de sus fuerzas, y sólo el 3 de marzo cuJ.ar1ne1nte sangrienta; en las casas de Maipú, Ordóñez ofrecerá una resisten-
la columna de Las Heras partirá en su seguimiento, empezando una lenta tenaz Pero la victoria es completa y, lo que es más importante, persuade a
marcha que tardará casi un mes en llevarlo hasta la línea del Maule, donde se "' '· - realistas del Perú de la inutilidad de nuevas empresas de reconquista en
reúne con Freire y descubre que los enemigos han transformado al puerto de: Chile La resistencia del sur ha de durar aún algunos años; y todavía un dece-
Talcahuano en campo atrincherado · \l'.b· ":A después del fin de la lucha mganizada bandas irregulares merodearán en la
Este decepcionante anticlímax (luego de Chacabuco se esperaba una fácil •· · frontera india de Chile y Cuyo, levantando el pendón de Castilla. Pero ello no
liberación de todo el sur de Chile), incita a O'Higgins (ya director supremo del' encarar ya, desde una base chilena que puede contarse como segura, la
nuevo Estado) a relevar a Las Heras; antes de dejar el mando en manos de siíc ,t'nrn,va etapa de la guerra que ha de llevarla al Perú
reemplazante, éste puede superar la sorpresa de Curapaligüe y tomar Concep- La empresa peruana exige como primera condición una marina: desde no-
ción: Talcahuano, la base naval española en el Pacífico meridional, parece dis' >., viembre de 1818 lord Cochrane --el noble irlandés que, luego de una carrera

puesta a reiterar la experiencia de Montevideo, preparándose para un largo si; i¡(naval, había intentado otra como político radical en Londres- se encuentra en
tio Los realistas no cuentan tan sólo con las fortificaciones de Ialcahuano: en <· Valparaíso como almirante de la flota chilena Entre 1819 y 1820 incursionará
el coronel Ordóñez han encontrado a un jefe militar admirablemente capaz dé .- por las costas peruanas y quiteñas, siguiendo con recursos mayores y diferente
adaptarse a lascircunstancias,que convoca a los indios de gue!la a proseguir f?rtuna los pasos de Brown, que las ha recorrido en 1815 y 1816 como corsa-
su vieja lucha ahora en nombre del rey de España. Los araucanos devasrn:ií11t "!OcEn febrero de 1820 logra Cochrane el más señalado de sus éxitos, toman-
campaña al sur de Concepción: en manos de Ordóñez, la línea de fuertes que· f(do desde el mar a Valdivia, el pue1to-fortaleza realista en el extremo sur de
había antes defendido las tie!l as cristianas se transforma en avanzada para el ;: Chile; fracasa en carnbio en la toma de Chiloé. En el camino, la flota chilena
retorno ofensivo de los indígenas En mayo, O'Higgins, que ha tomado ya se ha hecho de nuevas unidades, capturadas al enemigo Al mismo tiempo se
el mando y-vencido a los realistas en Gavilán, encomienda a Freire la toma de' prepara el ejército expedicionario, y se buscan los recmsos necesarios para
la línea de fuertes deArauco, que finalmente son reducidos (pero de inmediato. J 0 stenerlo; el 5 de febrero de 1819 un acuerdo argentino-chileno establece las

132 133
bases de la empresa peruana Pern el gobierno que en nombre de las Provin
cias Unidas se compromete a participar en la nueva acción se encuentra ya eti
derrumbe. Por dos veces (frente a las solicitaciones de Pueynedón y luego la~
de Rondeau) San Martín se ha rehusado a volear sus fuerzas en la guerra civil'
ni aun la evocación del peligro de una expedición española, realizada po
Rondeau con sinceiidad por olia parte dudosa, logra apartarlo de su determj
nación; para mejor mantene1 se en ella pide el relevo del mando, alegando su
mala salud Cuarta Parte
En marzo de 1820, cuando el pode1 nacional ya no existe, San Martín ha'
podido conservar a su ejército intacto, y ante él se presenta para hacer nuevas;
mente renuncia del mando Caídos el Directorio y el Cong1eso a los que debe.
su designación, juzga que su propia autoridad ha caducado y solicita de sus
LA REVOLUCIÓN EN LA ECONOMÍA
oficiales que elijau quién ha de mandarlos en el futuro El 2 de abril, en Y EN LA SOCIEDAD
Rancagua, los oficiales del Ejército de los Andes, adoptando una fórmula pro-
puesta por el sargento mayor Emique Martínez, declaran que se rehúsan a ele-;
gir sucesor para San Martín; la causa de su investidura no es la autoridad caí-
da, sino "la salud del pueblo [que] es inmutable" El ejército ha sobrevivido a
esa última crisis, y mientras el país que lo ha organizado busca a tientas un
nuevo camino, prosigue el suyo, ya definitivamente orientado hacia una causa
americana que lo aleja cada vez más del Río de la Plata. Todavía por años, los·'·
soldados que se aprestan a partir al Perú representarán en remotas batallas al'
país que ha sido uno de los focos primeros de la revolución hispauoamericana,'<
pero que a partir de 1820 se consagra sobre todo a reemplazar el orden deshe-"
cho por la revolución y la guerra, con un orden nuevo que tarda en nacer de'.
las ruinas

134
J. LAS CONSECUEN<;:IAS ECONÓMICAS
DE LA REVOLUCION

Hacia 1820 las reflexiones amargas sobre el cielo revolucionario son ya fre-
cuentes, y no hacen sino comenzar. Las causas de queja son muy variadas, desde
( fas que ofrece la crisis política misma, cuya intensidad provoca una transfor-
-< !)lación en los modos de convivencia colectiva, apreciada sobre todo en térmi-
nos morales, hasta los demasiado rápidos cambios en las carreras y las fortu-
. nas, también ellas afectadas por la aceleración revolucionaria. Pero tras esas
".lamentaciones no es difícil adivinar los avances de una penuria, que es tam-
. bi~n capaz de hacerse oú menos indirectamente. La revolución y la guerra han
·traído pobreza en lugar de la esperada prosperidad ¿Es esto totalmente cierto?
_JY cuáles son las causas de ese empobtecimiento, cuyos límites setía deseable
¡ poder medir mejor?
·· Entre estas últimas habtía que señalar dos principales Por una parte la re-
volución trae consigo guerra y destrucción de riqueza; por otra significa la dis-
Jócación del orden español, cuyas trabas parecían cada vez más intolerables
durante los últimos años coloniales, pero en cuyo marco el Río de la Plata ha-
jb(a conocido una prosperidad creciente a partir de la segunda mitad del siglo
' anterior
r __Que la guerra es suficiente causa de ruina nadie lo duda ya luego de una
é_xperiencia de diez años ¿Pero a quiénes arruina la guerra? Pregunta relacio-
;~adamuy directamente con otra, ¿cómo se costea la guena? Emilio Hansen ha
_elogiado la prudencia con que el gobierno revolucionario, pese a sus urgen-
das, agravó la carga impositiva; veía en ella la expresión de esa comunidad
~sencialmente comercial que era Buenos Aires, poco dispuesta, aun en medio
~e la lucha por la supervivencia política, a "destruir las fuentes mismas de la

137
riqueza" 12 Pero si es cierto que los impuestos no sufrieron aumentos demasía;' :'{µrinatoria para ser ubicados en primer término en la hora de las contribuciones
do graves, también es cierto que corno consecuencia de ello cu~rieron cada vez: c' extraordinarias Entre unos y otros, los cnollos buscan eludir como pueden ese
menos las crecientes necesidades del Estado revolucíonario. Este buscará sa~ ': .peso cada vez más rnsoportable: no es extraño que la parcialidad de los magis-
tisfacerlas mediante contribuciones extraordinarias, exigidas sólo parcialmen:' .• trados consulares encargados de reunir los fondos exigidos haya sido tan frecuen-
te en dinero.. He aquí el esbozo de un nuevo sistema de ingresos fiscales cuy~ cternente denunciada ¿Justamente? Es difícil saberlo; en todo caso la dificultad
provisionalidad tiende a transformarse en permanente: mientras el comercio. : .misma de encontrar comerciantes dispuestos a ocupar cargos consulares parece
deberá coner con las nuevas contribuciones monetarias, serán los hacendado( e señalar que los más preferían, renunciando a la dudosa ventaja de utilizar arbi-
quienes entregarán frutos y ganados - trariamente sus vastos poderes, salvarse también de la aversión de sus pares.
La diferenciación parece surgir espontáneamente: en las primeras ¿Hasta dónde afectaban estas contribuciones la capacidad misma de supervi-
donaciones con fines patrióticos, que datan de 1810 y 1811, encontramos ya vencia de las empresas comerciales? No es fácil tampoco decirlo: es en todo caso
esa división entre un sector y otro, que luego será utilizada sistemáticamente. evidente que el nuevo peso que recae sobre la comunidad mercantil de Buenos
por el poder revolucionario · Aires se mide en cifras que alcanzan a una fracción importante del total de las
Las contribuciones en dinero recaen entonces sobre todo en los comercian"' importaciones (que en este período exceden a las exportaciones): así, en 1816,
tes . De ellas surgiián dos tipos diferentes: por una parte las que, con ese nom, · las contribuciones exigidas exceden los seiscientos mil pesos y las iinportacio-
bre u otro, significan aumentos de tasas, o introducción de tasas nuevas sobre nes de Inglaterra son de poco más de un millón y medio No se trata sin duda
el tránsito y las ventas; por otra, las contribuciones extraordinarias exigidas por. de un año típico: es la crisis comercial la que, disminuyendo los ingresos ordina-
razones de urgencia y recaudadas a plazo muy breve a partir de su imposición. rios del Estado, le obliga a recurriI en más abundancia a los extraordinarios. Pero
Por varias razones la segunda solución suele ser preferida a la primera: el estí- ·· precisamente esa incidencia agravada del fisco multiplica los efectos de la crisis
mulo para la imposición de nuevas cargas suele ser en efecto una situación de y contribuye a que también la vida comercial de Buenos Aires se ubique bajo la
urgencia, que la percepción de una nueva tasa a lo largo de un período prolon-: imagen de la rueda de la fortuna, cuyo giiar enloquecido obsesiona al ingenuo
cronista de esos años revueltos que es José Antonio Beruti.
gado resolvería mal
¿Pero cómo evitarlo? A comienzos de 1817 un nuevo reglamento impone
Pero las contribuciones extraordinarias tienen todavía otra característica que:
más altas tasas aduaneras; ya no será necesario recunir a "los medios odio-
las hace preferibles a los ojos de los gobiernos revolucionarios: permiten ele-
sos que antes habíau sido inexcusables" (o por lo menos es lo que profetiza
gir las víctimas de las nuevas imposiciones Y esto es particularmente necesa,
el Consulado). Nada de eso ha de ocunir: 1818 será de nuevo un año de pe-
rio cuando todos convienen en encontrar ya insoportable el peso del fisco: en--
sadas contribuciones extraordinarias, mientras el nuevo reglamento, que ha
esa situación se hace prudente diiigir la nueva carga sobre personas o sectores
:,, ...nrm1ocad,o una expansión vertiginosa del contrabando, es dejado de lado
políticamente poco peligrosos Encontrarnos aquí una manifestación de lo que' Junto a las contribuciones en dinero, están las de recursos, entre ellas las de
es una característica más general de la fiscalidad revolucionaria: la extrema esclavos De nuevo aquí la desigualdad es la regla: las corporaciones, las igle-
irregularidad con que incide sobre la economía sias y conventos, ceden rápidamente sus esclavos para la guerra; los particula-
Irregularidad también en el tiempo: mediante los papeles del Consulado dé res se defienden mejor (todavía en 1816 el Diiector Pueyrredón fracasó en un
Comercio, que debe transformarse en intermediario entre el exigente fisco y: de incorporar al ejército a todos los esclavos: la resistencia que encon-
los comerciantes porteños, podernos seguir el ritmo con que las contribucio- tró fue demasiado fuerte; aun San Martín, en Cuyo, debió dejar abierta--corno
nes son solicitadas: a períodos relativamente tranquilos veremos suceder otros:. ya se ha visto-la alternativa del ofrecimiento de personeros) La contribución
febriles. Igual inegularidad en la distribución: hay abara un sector mercantil pri' · en esclavos es a la vez urbana y rural: sin duda predomina todavía en ella la
vilegiado, el de comerciantes británicos, al que no es fácil incluir entre los que parte de los propietarios de la ciudad 13 Casi totalmente rural es en cambio
pagan contribuciones; los defiende el temor del gobierno de Buenos Aires a ha-
- cercosas poctrgratas ala potentía de tuya benevolencia no puede prescin · . 13. Pero entre ellos los de Buenos Aires logran más a menudo obtene1 indemnización pecu-
Frente a ese sector privilegiado, hay uno más duramente golpeado: es el de co- niaria_ por la pérdida del esclavo; para el Ejército de los Andes. el gobierno nacional pagó por
merciantes peninsulares, que sólo sobreviven a toda una legislación discri- 185 esclavos en Cuyo y poi 1045 en Buenos Aires; por su parte los que convocó a filas San
;~<dv1_artín en Cuyo no dieron lugar a indemnización para sus amos Sobre lo primero Alfredo G
V1llegas, "Buenos Aires en la organización del Ejército de los Andes", en Anuario 1942, de la
12 Emilio Hansen, La moneda argentina, Buenos Aires, 1916, pág 139 Sociedad de Historia Argentina, Buenos Aires, 1943, pág 117 y sigs

138 139
la contribución en ganados, caballerías y alimentos Ésta es de nuevo muy irre, ia guerra no es siempre espontáneamente aceptado ni aun por todos los par-
guiar, y -al revés de las anteriores- es sólo en pequeña proporción responsabi, Rfarios del nuevo sistema, el mantenimiento del orden interno exige una orga-
lidad directa del gobierno central Se la practica más intensamente que en fas· U más estricta de los cuerpos de milicias.
áreas colocadas bajo la directa obediencia de éste, en las disidentes (es el caso Se ha señalado ya que no es fácil establecer de qué modo se distribuye este
del litoral artiguista) y en las que, como Salta, gozan de hecho de gran auto: fuerzo Hay sin embargo algnnos hechos evidentes: en las zonas de guerra
nomía frente a Buenos Aires Las razones son muy evidentes: aquí el dinero esvil la movilización es mucho más amplia, y los ejércitos suplen con el núme-
escasea aun más que en Buenos Aires, y la movilización es más amplia, con Jo' cr de hombres la insuficiencia del armamento. los Pueblos Libres, el viejo
que el consumo de ganados aumenta t~nterland litoral de Buenos Aires, de p_oblación tan escasa, podrán poner ,en
Pero aun en las tierras que el gobierno de Buenos Aires controla, si el mon- re ejércitos de m!les de hombres (es cierto que armados a menudo tan solo
to de la contribución es en parte (pero sólo en parte) fijado desde la capital, fon lanzas), y esto no incide escasamente en la ruina económica de esas regio-
su distribución corre a cargo de las autoridades locales, y aquí de nuevo la nes. En cuanto al resto, no parece excesivo anticipar una carga mayor sobre las
irregularidad domina. la situación varía una vez más cuando la región es ella. rurales, ante todo porque es en las urbanas donde abundan más los pe-
misma base de un ejército: en Cuyo, San Martín crea por propia decisión ninsulares y por otra parte los sectores sociales relativamente privilegiados, que
nuevas tasas y contribuciones, y para ello podría invocar el ejemplo de los · participarán menos intensamente en el emolamiento Facilita el mantenimien-
comandantes del Ejército del Norte, que ya han hecho lo mismo en su inme- to de estas diferencias el hecho de que nunca -en los diez años de guerra de
diata retaguardia las guerras civiles que durante la década revolucionaria independencia- se da un indiscriminado llamado a filas de todos los hombres
corren paralelas con la de independencia crean una situación distinta; aquí el aptos; éstos tienen su lugar en la milicia (que tampoco logra en los hechos
saqueo y la destrucción son la regla: Santa Fe, arrasada desde 1815 hasta encuadrarlos a todos; la reiteración misma de las órdenes de incorporación a
1819, es prueba de ello, con sus ganados muertos o arrastrados a Buenos cuerpos milicianos muestra que éstos se cumplen relativamente mal) El
Aires, sus poblaciones saqueadas y a veces incendiadas Pero más allá del ejército se completará sólo con contingentes tomados de la milicia (o de los
Paraná el panorama no es muy diferente: en esa campaña recorrida por sol- hombres no encuadrados en ella) a medida que vayan siendo necesarios; el lla-
dados tanto o más merodeadores que guerreros, la posibilidad de una explo- mado de voluntarios no es infrecuente (uno muy célebre de San Martín en Cuyo,
tación regular de la ganadería se hace cada vez más remota; aquí -<:orno en en que señala que tiene ciento cuarenta fusiles inútiles por falta de soldados,
la Banda Oriental- se alcanzan las máximas consecuencias de esa destruc- parece describir muy bien la situación que está tras más de una de esas convo-
ción de riqueza que trae la guerra. caciones); aun cuando se recurra a las medidas de autoridad, éstas incluirán la
La intensidad del peso que recae sobre el sector rural es aun menos fácil de e:tecc1ó,n en cada caso de un número relativamente bajo dentro de los poten-
medir que la de las contribuciones en dinero, que afectan sobre todo a las ciu: z:.:·ci2tlmente convocables a filas; esto facilita de nuevo situaciones de desigual-
dades, y dentro de ellas a las clases mercantiles. lo mismo ocurre en cuanto a dad, en las cuales un elemento de arbitrariedad puede estar realmente presente
la contribución en hombres. Sin duda los ejércitos de la independencia serán o puede ser tan sólo adivinado por críticos de la autoridad encargada del reclu-
en esto menos exigentes que los de la guerra civil: organizados según normas tamiento ¿Esas desigualdades se suman para provocar un peso mayor sobre
europeas, los límites de la movilización humana que exigen están dados por ciertas zonas? Por el momento es imposible responder satisfactoriamente a esta
los de la disponibilidad de armamentos y equipos Aun así el aporte es consi- pregunta, cuya importancia para apreciar las consecuencias. concretas de la
derable y sobre todo desigual: la más intensa movilización ordenada con vis- guerra de independencia en la econonúa y la sociedad rioplatenses es siu em-
tas a la organización de un ejército de estructura europea -que es la de Cuyo bargo evidente.
antes de la campaña de los Andes- afectó a cerca del 1O % de la población de La guerra afecta entonces la riqueza monetaria de las ciudades -y sobre todo
la región; es difícil hacer un cálculo tolerablemente preciso para el conjunto de sus comerciantes- pero también la riqueza principal de las zonas rurales,
--···-- - · detR1Ddela Platadürantetodaladécada de la guerra de independencia, pero-· ~s-'-,,üe son sus ganados y frutos. Si es menos fácil establecer de qué modo distri-
no parece que habría de superar la mitad del porcentaje alcanzado en Cuyo. buye sus requerimientos humanos, parece que ha de excluirse que en este as-
Sin duda ese porcentaje representaría muy mal el total de la población aparta-. pecto golpee más duramente a la ciudad que a la campaña Y sin embargo, ape-
da total o parcialmente de sus tareas de paz: en un país en que todos los penin- nas tratamos de advertir las consecuencias del cambio que la independencia
sulares están. transformándose en extranjeros enemigos, en que los adictos al trajo consigo, advertimos que este balance es incompleto. la revolución no es
viejo orden se reclutan también entre los nativos, en que el sacrificio impuesto sólo la guerra, y aun la guerra no implica sólo sus destrucciones: a través de

140 141
una y otra, una nueva área -más reducida que la del Virreinato- establece son necesarias a la movilidad del ejército y corren constante riesgo de
relación nueva con el resto del mundo, y también es\a innovación tiene con tomadas por éste; en áreas menos ordenadas el objetivo puede ser senci-
cuencias decisivas para el equilibrio interno de ella. ,. ¡ · ente el saqneo; en áreas disidentes el mercader es a menudo visto como
La guena significaba en efecto la pérdida del Alto Perú, de donde pro :rrnante potencial del gobierno central, y a veces como un espía liso y Ha-
nía, hasta 181 O, el 80 o/o de las exportaciones de Buenos Aires; significaba: y tratado en consecuencia
!onces la ruina necesaria del aparato de comercialización que entre el puert 'pero, el desorden interior y la insegmidad constante tienen aún modos me-
los centros mineros del Altiplano utilizaba sus mismas dificultades y cornp .¡fos directos de repercutir en el comercio: af,ectan seriamente a la demanda,
jidades para cobra, un precio muy alto por sus servicios; precisamente por licmde ]a irregular.rdad pasa a ser cada vez mas la dommante. Las consecuen-
en los cincuenta años anteriores a la independencia, Buenos Aires había sa · ·¡as directas e rndrrectas de la guerra bastan srn duda para provocar un deterro-
do colocar tan firmemente la minería altoperuana bajo su nada blando do· en la situación de los comerciantes. ¿Por qué ese deterioro tiene más dura-
nio comercial, la pérdida de la región será tan grave. Se la siente por otra p ra vigencia que para los hacendados? Una explicación de sentido común, de
desde la caprtal vmernal hasta Santa Fe (que en los años de semiclausura iiingún modo desdeñable, señala que a partir de la posesión de la tierra la ri-
las exportaciones a ultramai ha orientado más resueltamente su producció queza rural está prnnta a .regenerarse apenas la paz retorna; esto_ es particular-
ganadera hacia el mular exportado al norte); hasta Tucumán, que solía co faente cierto en explotacrones que no reqmeren elevadas mversrones de capr-
truir carretas para un tráfico que ainenaza morir; hasta Salta, cuya feria de mulá ita], como son sobre todo las de esa ganadería extensiva que se practica en el
no volverá a conocer la prosperidad de los tiempos virreinales, cuyas buena Río de ]a Plata al comenzar el siglo XIX ¿Pern la regeneración de una gana-
tierras de regadío, devastadas por otra parte en las alternativas de la guerr
tainpoco volverán a hospedar por decenas de miles a las mulas del Litoral, e
su camino a las tierras altas. Es toda la economía mbana de esa ruta que
sido el eje mismo del sistema mercantil colonial en el Río de la Plata la q
entra ahora en crisis Los productores pueden encontrar salidas alternativas·
las qne han perdido (aunque ellas no siempre aparecen rápidamente); los c
merciantes tardaián más en hallar en los nuevos sistemas mercantiles, un Jug
comparable con el que les atribuía el que ha caducado al quedar el Alto Pe
fuera de la zona dominada sólidamente por la revolución La adaptación es m'
difícil en medio de una guena que se financia sobre todo con las reservas q
el grupo mercantil ha heredado de un pasado más próspero, en medio de 11
quiebra prngresiva del orden interno que hace particularmente dificil el man
tenimiento de sistemas de comercialización estables Dentro de las tienas re\
volucionm:ias, las guerras civiles tienden a trazar nuevas fronteras interiores;·
infranqueables sin anostrar graves peligrns Una y otra vez los Pueblos Libres
cierran sus puertos fluviales al comercio con Buenos Aires; entre 1815 y 1819
el peculiar prnblema de Santa Fe, que afecta a las comunicaciones militar
entre Buenos Aires y el Interior, se hace sentir también en cuanto a las comer'
ciales. Todavía en 1824, cuando se haya dejado atrás lo peor de la guerra cP
vil, los comerciantes británicos podrán señalar a su nuevo cónsul que la zon¡j
liasfalaqüéllegáéficairiiénteélsistema éoínercial que parte de Buenos r'
res sigue siendo mucho más reducida de lo que podría pensarse. En esa re-
ducción prngresiva del hinterland mercantil de Buenos Aires no cuentan tarf
sólo las prnhibiciones abiertas de comerciar, hay que recordar, además, el\
carácter cada vez más azaroso del comercio mismo: las carretas, las recuas
de mulas no son ahora tan sólo medios de transporte usados por los merca, FIG. 3.23. Boleando ave muces Acuarela de Emeric Essex Vidal 1818

142 143
dería que produce para la exportación no debía trae, consigo la del comercio.
Si cuando ésta se produce los comerciantes golpeados por la crisis 1evoluci
rnuia ya no pueden utilizarla en su provecho, es porque esa crisis no sólo h
hecho recaer sobre ellos una parte de la destrucción de riqueza que trajo la gue
na; ha aportado un cambio profundo en la relación come1cial entre el Río del
Plata y el mundo: la libertad de comercio, legado casi póstumo del moribund
régimen colonial, será la piedra angular del mden económico independiente
de esa innovación han de derivar muchas otras '
II. EL COMERCIO LIBRE

El comercio libre significa en efecto que, cincuenta años después de comen-


>za,iu el gran ascenso me1cantil de Buenos Aires, como etapa en la ruta entre
Cádiz y el metal peruano, quince años después de comenzada la búsqueda de
.. salidas alternativas, impuesta por la guerra internacional, ambas etapas entran
bruscamente en el pasado . Hay ahma una nueva econonúa dominante -la bri-
• · tánica- mucho más capaz de ofrecer al Río de la Plata una auténtica metrópoli
· industrial que la de una España sin embargo en ascenso. Una economía que se
encuentra por otra parte en situación muy peculiar: está separada del que ha
-sido su principal mercado externo -la Europa continental-y a la vez expande
· ·• su estructura industrial bajo el estímulo de la demanda de guerra. La agresivi-
:¡ dad que desde el comienz~ muestran los invasmes del mercado rioplatense no
· tlene entonces nada de sorprendente. Pero ellos no sólo trabajan para la nueva
metrópoli; también trabajan para sí. Sin duda el Reglamento Provisorio de 1809
excluye a los comerciantes extranjeros de todo el comercio interim; les prohíbe
·. \l~nder al menudeo; les impone utilizar (aun para la venta en grandes lotes de
• los productos que impmtan) a comerciantes nacionales debidamente registra-
dos ... Pero esas severas limitaciones entran bien pronto en desuso, para ser
.(abandonadas definitivamente en 1813 (pese a las tentativas de la Asamblea de
. aevolvérles plena vigencia); desde entonces el comerciante nacional debe en-
·.· :frentar sin protección alguna (salvo alguna rebaja diferencial en el arancel adua-
nero) la concurrencia del extranjero
Necesariamente es una partida desigual En primer lugar, porque la guena
· ·en Europa primero y la revolución local luego impiden que sobreviva el siste-
ma comercial que tenía su eje en la ruta de Cádiz Cádiz no es sino una fortale-

144 145
za asediada; con las tierras ocupadas por los franceses el comercio es imposi) ses no crearán en Buenos Aires sino un aparato de comercialización reducido
ble, y por otra parte la guerra ha afectado su capacidad productiva; igualmente' poco costoso; se los encontrará en cambio en los ríos y los caminos, al frente
imposible es el contacto con la Europa napoleónica Siri duda, entre 1795 y 1810 ~e flotillas y tropas de carretas, aprovechando abundancias y escaseces locales
los comerciantes de Buenos Aires, adaptándose a un progresivo aislamiento; para obtener lucros excepcionales, ofreciendo sus me1cancías pero también
han descubierto algunos mercados nuevos, pero casi todos ellos, o han quedas· .dinero contante a cambio de frutos. Ofreciendo dinero: he aquí la innovación
do también clausurados (es el caso de los del norte de Europa), o han caído fundamental que caracteriza toda la acción de los nuevos mercaderes La in-
bajo el dominio total de sus nuevos rivales (es el del Brasil) o desde el comien- yección de dinero en un sistema que usaba sobre todo el crédito, y cuya red de
zo habían dado Jugar a un comercio practicado por comerciantes y marinos deudas mantenía la disciplina de los sistemas de comercialización, tiene un
extranjeros, que ahora iban a hacerse presentes también ellos en Buenos Aires, efecto disruptivo innegable: libera al prnductor y al pequeño comerciante de
utilizando las ventajas abiertas por el nuevo sistema (es sobre todo el caso de su dependencia respecto del gran importador-exportador que es también su
los Estados Unidos) Y, por otra parte, el aislamiento ha terminado: el mercado acreedor En la ciudad esa innovación se expresará mediante uso de la venta
británico tiene por el momento un peso superior al de todos los otros tomados en subasta por pequeños lotes, que permite a los comerciantes menores en-
en conjunto contrar una alteruativa más barata a su anterior dependencia respecto de un
De ese mercado los comerciantes ingleses que se instalan en el Río de la importador
Plata tienen la llave, y no están dispuestos a renunciar a su situación privile,
giada. Sin duda los comerciantes nacionales buscan también acceder a él; sólo·.,
algunos entre los más poderosos intentan -y aun ellos bastante intermitente-:
mente- contactos directos con Londres (o luego con Live1pool), la mayoIÍa sé.
contenta con hacerse presente en Río de Janeiro, comprando a los come1cianc
tes ingleses allí establecidos, en momentos de plétora del mercado brasileño,
Sólo en esos momentos la operación es posible: Río de Janeirn es depósito in-
termedio también para los come1ciantes ingleses de Buenos Aires, que han es:;
tablecido en más de un caso íntimos contactos con los instalados en el Brasil;'
y en circunstancias normales tienen la primada en las compras Así, el mer9i
traslado de la metrópoli comercial de Cádiz a Londres debe favorecer a los qu(l
son emisarios de la nueva, frente a los que lo han sido de la antigua. •··
Pern las innovaciones no se detienen allí Los comerciantes británicos in¡
traducen un nuevo estilo de traficar, para el cual desde luego están mejor pr. ·
parados que los nacionales. La hegemonía mercantil de Buenos Ai1es habí,
supuesto un sistema de comercialización lento, complejo, caro, pero muy re,
guiar; había supuesto también una muy alta concentración de la parte de mel!t
lico que no tomaba el camino de la metrópoli en manos de los come1cia~t
porteños, que -actuando desde el comienzo como financiadores de comerc1
tes menores y aun de productores- sumaban a los lucros comerciales los
nancieros. Ese sistema resiste mal a los cambios aportados por la guerra: aho
la regularidad se hace mucho más difícil; la salida para los comerciantes q
.. quieranadaptarseiifaiiiieviisífüacióii'serair''utilizando 1ápídamente las-pe!,,,
pectivas que ésta abre (y vuelve a cenar a menudo demasiado pronto para pe,.
mitir el surgimiento de tráficos estables) Los nuevos comercrantes aprovech. ¡
muy bien esta situación anómala, que se adecua a la función que se han asiw
nado: la de obtener desemboques excepcionales para "stocks" industiiales q
la guerra impide instalar en sus mercados habituales Los comerciantes ingl~ 3.24 Frente a la Aduana de Buenos Aire~ Acuarela de Emeric Essex Vida[, 1817.

146 147

j
Ese @evo sistema compmta aza~es muy fuertes; sólo uua extrema agilida ::.,La decadencia de la clase mercantil en el Buenos Aires vineinal formaba el
-y una cierta buena sueite- permltma a comerciantes que no tienen fuertes -~úcleo más significativo de los sectores altos urbanos, no es la única conse-
servas de capital sobrevivir en él Y en efecto, de los comerciantes ingleses r, cuencia del nuevo orden comercial, aunque el hecho de que los grandes co-
entre 18_1 O_ y 1820 dominan la economía rioplatense, pocos lograián funZJ erciantes conserven aun un centro y un vocero en el Consulado, da a sus que-
es:ablec1m1entos duraderos; luego de esa segunda fecha un estilo de comerc· :::S un eco mayor que a las de otros sectores menos influyentes . Pero tainbién
mas_ mtmano vuelve a imponerse, con Liverpool ocupando ahora el lugar q ~l consumo y la producción debían s~r afectados p~r el cambio El consumo:
el vieio_ orden reservaba a Cádiz. Pero, entre una y otra etapa, pocos son ló : en estos años cuando comienza no solo la sust1tuc1on de los proveedores antes
8
comerciantes nac10nales que han podido sobrevivir a un decenio demasiad :ominantes, sino la ainpliación del mercado; como los países periféricos de hoy,
agitado, y aun el retorno al orden les asigna un lugar menos favorable que ,;el Río de la Plata posrevolucionaiio encuentra más fácil cambiar las pautas de
que habían conocido antes de 181 O consumo que las de producción, y nace así un desequilibrio en la balanza co-
La resistencia de todo un sector social así condenado a lenta o tápida ruin mercial que tardará cuaienta años en se1 colmado. ¿Esos aumentos de impor-
no _podía dejai de producirse Pero, en medio de las complejas consecuencias' ,.. taciones hasta qué punto afectan a la producción local? Sus consecuencias son
tra1das a la vez por la guerra y por la reorientación comercial, ese sector -aun.i' · sin duda complejas: el producto que dominaiá las importaciones ultramarinas
que políticamente influyente- poco podía hacer paia evitar su propia ruina. Ef "-el algodón barato norteamericano e inglés- no reemplaza a uno de produc-
gobierno revolucionaiio se ve imposibilitado de actuai eficazmente por tazo, i ción ]ocal (salvo el que se teje en las Misiones): proviene de los obrajes indí-
nes políticas y económicas a la vez. Políticas: no puede aniesgarse a perder la :\ genas, desde Cochabamba hasta Quito Esta producción no ha de llegar ya al
buena voluntad británica, de la que mucho depende. Económicas: en estado de _: Río de la Plata luego de 1810, debido al aislamiento de guerra (lo que no es
penuria crónica, no puede emprender reformas económico-financieras demac > por cierto poca ventaja para los importadores británicos) En cuanto a los teji-
siado ainbiciosas que amenacen a corto plazo el nivel de ingresos fiscales (aun-' dos de lana, de los cuales los ordinarios eran de producción local, si la concu-
que sea legítimo esperar de ellas un desarrollo más favorable a más largo pla- , rrencia ultramarina debía perjudicai los, su decadencia fue un proceso más len-
zo). Por estas razones el gobierno debe asistir, no insensible pero sí inactivo, a to de lo que gusta de suponerse; no paiece haber sido el comercio libre de 1809,
la decadencia del sector comercial local. Esa decadencia es agravada, pero a la> sino el ferrocarril sesenta años más tarde, el que junto con el abaratainiento
vez paicialmente disimulada por la división que la guerra trae entre comercian- . >igualmente más tardío de los tejidos industriales de lana le dio su golpe defini-
tes peninsulaies y nacionales; la ruina de los primeros no paiece ahora nn he- tivo. Para otras artesanías (del cuero, del metal) el panorama es de nuevo com-
cho demasiado inquietante, y una política que airoje en primer término sobre plejo: si la importación más libre las perjudica, la provisión del ejército les
ellos las consecuencias negativas del nuevo sistema comercial, reservando a .ofrece en cambio salidas nuevas; a paitir de 1810 es más frecuente oír quejas
los criollos el rr:onopolio del sector mercantil -sin duda cada vez más reduci:.. ''por la caiestía y escasez de los aitesanos que por sus dificultades para encon-
do- que no dominan los nuevos dueños del mercado, puede paiecer la solu-i trar tareas (aunque en esta escasez influye también en parte el enrolamiento)
ción obvia :: · ·La ruina de las artesanías, supuesta consecuencia necesaiia de la liberalización
Sin embaigo, los hechos revelaián que ésta no es tan adecuada. En primer :comercial, no paiece haber sido entonces ni tan rápida ni tan completa como
lugai, hasta 181 O no ha habido dos sistemas comerciales -peninsulai y crio- , se supone a veces. Pero por otra parte la liberalización comercial tampoco lle-
llo- sino uno solo, en el cual los peninsulaies tenían la posición dominante.\ va tan rápidamente como se esperaba la prosperidad al sector que se suponía
Excluir a éstos significa debilitai todo el sistema, en el momento en que el nuevo : destinatario primero de ella: el de los productores para la exportación, y en
orden comercial lo amenaza de muerte Sin duda, las consecuencias de las dis- ' ·· primer término los hacendados
criminaciones autipeninsulares no significaion en ningún caso una exclusión Ellos, en efecto, junto con los comerciantes (nativos y sobre todo extranje-
total de los mercaderes originarios de la antigua metrópoli (en algunos casos ros) que esperaban tomar en sus manos la nueva ruta mercantil, se habían he-
.. excepc1ónes por ínentos pátriótJcos; eriotióSuria oportuna muerte, que deja a . -chooít en favor de la liberalización comercial; mediante ella esperaban poder
la empresa en manos de herederos criollos, en otros por fin la complacencia de multiplicar el volumen de sus exportaciones y obtener precios más remunera-
una burocracia no insensible a la amistad o a la corrupción aseguraban a los tivos. Pero en cuanto a estas expectativas, la guerra iba a dai a las cosas un
peninsulaies un lugar sin duda disminuido en la vida comercial) Pero precisa- giro inesperado La guerra -sobre todo la civil- era una desenfrenada consu-
mente por eso el botín que dejaban a lo_s comerciantes locales era también más midora de ganados, y la tan compleja que entre 1811 y 1820 envolvió, tras de
reducido de lo esperable la Provincia Oriental, a todas las litorales, destruyó concienzudamente la ri-

148 149
queza de esas regiones, que en tiempos virreinales eran las ganaderas por e
celencia. ¿Cuántos, entre los cueros exportados en la primera década revo)l{
cionaria, provienen de explotaciones ganaderas regulares, cuántos del saque"
o de matanzas preventivas, practicados en zonas amenazadas por futuras inv'
siones? Es por el momento imposible calcularlo: si leemos, por ejemplo,¡
demasiado coloridos relatos que sobre sus transacciones comerciales nos h
dejado los hermanos Robertson, 14 nos parecerá que los provenientes de mat
zas irregulares predominan, y es por lo menos comprensible que sean los fav
If. LA REVOLUCIÓN Y LA SOCIEDAD
ritos del comprador: son más baratos. Pero por eso mismo hacen difícil la e
pansión de las explotaciones regulares, que no podrá darse en gran escala h
ta que haya cesado -por agotamiento- la competencia de la explotaci,
destructiva que en diez años consume las al parecer inagotables reservas lit
rales; pero ese momento sólo llega después de 1820. ,
Mientras tanto ¿qué? Sin duda una moderada prosperidad en los centro'
ganaderos de la campaña de Buenos Aires -de importancia todavía secunda
ria- y también en Córdoba Pero de ninguna manera un cambio capaz de com;
pensar los golpes que a la prosperidad había dirigido la guena . Esta tiene e
cambio consecuencias inesperadamente favorables para la agricultura andin'
que ha visto cerrado el mercado litoral por las reformas comerciales de 1778 .• Presión acrecida del fisco, dificultades para mantener la hegemonía sobre
La desaparición de España y la Europa continental deja ese mercado mal pro 'taparato comercializador, legislación antipeninsular que golpea un poco a
visto de vinos y aguardieutes; he aquí una oportunidad que Mendoza y San Ju iegas, tales son algunas de las novedades que la revolución arroja sobre el
a las que la guerra está privando de otras, no desdeñarán, pero que habrá · tor de grandes comerciantes que ha dominado la economía virreinal No son
pasar muy pronto: ya hacia 1816 Gibraltar comienza a enviar al Río de la PI únicas, sin embargo: la miseria fiscal tiene todavía otras maneras de difun-
productos de la viña andaluza; menos de diez años después, aunque técnic . se hacia el comercio privado (una muy típica es el empleo de vales del Esta-
mente la guerra dura, barcos españoles volverán a Buenos Aires y con su p í>J>ara pagar a sus acreedores; estos vales, como es esperable, se cotizan bien
sencia ponchán fin a esa breve prosperidad del viñedo cuyano róñto por debajo del valor nominal por el que deben ser recibidos en pago de
He aquí un cuadro de cambios económicos matizado acaso hasta la confu µdas). La decadencia de un sector tan significativo de la clase alta virreinal
sión. De él se deducen algunas conclusiones más generales: la guena, tanto 'ece ineludible Pero algunas de las innovaciones que la provocan afectan
más que el cambio del régimen comercial, afecta en la primera década revolú bién a las clases altas en su conjunto; basta pensar que el otro sector signi-
cionaria a los sectores productivos Para el comercio -y los sectores que lo do tivo de ella está formado por altos funcionarios, magistrados y dignatarios
minan- una y otra innovación suman sus efectos. Profundos o leves, éstos )esiásticos, en el cual la revolución debía dejar necesariamente su huella. La
bían contribuir a una transformación del equilibrio social que, si es algo m . ;·volución significa en efecto una permanente depuración de la alta burocra-
que el eco de los cambios económicos aportados por la crisis revolucionad. fo, primero despojada de realistas, luego -a cada cambio en el curso político
debe a éstos mucho de su dramatismo l movimiento revolucionario- de los demasiado adictos a la situación caída
· ha visto ya con qué serenidad el gobierno revolucionario intervenía, por
mplo, en el gobierno de los cuerpos eclesiásticos; no es de extrañar que con
'ifüncionarios civiles su libertad de decisión haya sido aun mayor De nuevo
quí la imagen de la loca rueda de la fortuna, obsesivamente propuesta por
e.ruti, parece adecuada: en lugar de un respetado cuerpo de funcionarios esta-
s, lo que ahora se nos presenta es la muchedumbre de los favorecidos de
ahora, que no saben qué será de ellos en la siguiente. la consiguiente pérdi-
14 T P. y G P. Robertson, Cartas de Sudmné1 ica, Buenos Aires 1950, 1, pág 108 y si .. de poder no podría sorprender demasiado: las altas magistraturas civiles

150 151
y eclesiásticas rivalizan en el servicio del nuevo poder político, del que :;JJ1ÍS!lIOS; por una parte, en ellos se ubican los más decididos partidarios de la
pende su supervivencia misma;" salvo el Cabildo, que cree posible lanzar' T .· usa del rey, por otra, de ellos ha salido la nueva elite revolucionaria ... La re-
a un nuevo juego de rivalidades políticas, no conservarán nada de la arr 2:1ución parece haber separado profundamente hasta ~ las familias porteñas,
gancia qne las ha caracterizado en la última etapa colonial, cuando llegara :!in las que l?s adrctos al v_reJo orden_f;1eron sm dud_a m_as numerosos de lo que
a disputarse los fragmentos del poder que la monarquía en crisis retenía ca }gustan adnntn los sentrmrentos patnotrcos; estas drvrsrones, que matrzan pero
vez peor :no hacen desaparecer las solidaridades familiares, explican sin duda el carác-
Una consecuencia de ello es que defienden muy mal sus riquezas corp 01,¡~ }ieroscilante y contradictorio de la legislación antipeninsular y el ritmo pecu-
tivas frente a la presión de un gobierno que las necesita para la guerra Lo' \liar de las represiones políticas Aun así la legislación antipeninsular llegó a
eclesiásticos patriotas que, en un bello impulso generoso, arruinan a sus igl {formar un impresionante corpus de prohibiciones de actividades civiles (des-
sias y conventos, donando desde los esclavos hasta las campanas y los vas .;'cíe la de tener tienda abierta hasta la de andar a caballo o la de actuar en dere-
sagrados, son demasiado numerosos para que no quepa preguntarse a qué ¡2{,cho como tutor o albacea) y creó un elemento nuevo de insegmidad, sobre todo
debe su abnegado entusiasmo. No es preciso sin duda atribuirle causas sórd' /{'.en el Interior, donde la revolución, actuando como un poder extraño, se había
das (aunque es evidente que de la generosidad de esos eclesiásticos podí ::'fijado por sistema desde el comienzo hacerse de adictos locales mejorando sus
depender desde sus futmos avances, hasta la conservación en la dignidad qu , fortunas en detrimento de las de los peninsulares y desafectos, y por lo menos
ocupaban); en muchos casos no se trataba sino del entusiasmo político de ecle" hasta ¡ 8 J5 llevó adelante este programa con espíritu más consecuente que en
siásticos, como se decía entonces, "comp1ometidos con la revolución", es dé~: {la capital: desde los recuerdos mendocinos de Ansay hasta las lamentaciones
cir, tan identificados con ella que sólo su triunfo podría asegurarles la liberta~ ·salteñas deArchondo, despojado de sus bienes por "el caudillo Belgrano" que
y la vida Y este desprendimiento de la riqueza corporativa no afecta tan sólo a ;'los ha puesto bajo la administración de los propios hijos de la víctima, abun-
la eclesiástica, aunque el de ésta, comparativarnente más abundante que la d · dan los testimonios acerca de las consecuencias de esta política de rigor en el
las corporaciones civiles, resulte más visible Pero también -pm ejemplo- ~Í' \ equilibrio interno de los sectores altos
Consulado de Comercio ha de liquidar bien pronto su patrimonio, que le había ;: ¿Pero no era ésta una consecuencia esperada de la revolución? ¿Acaso no
permitido en tiempos virreinales realizar una tarea de mejoramiento de comu; isehabía hecho para terminar con la odiosa preeminencia de los peninsulares,
nicaciones nada desdeñable "\para dar por fin su lugar a los méritos, a las virtudes criollas? Sólo que la revo-
Ese entusiasmo unánime, esa subordinación que parece espontánea a l .. , \uc.ión cumplía esa promesa de manera inesperada; por una parte, intervinien-
objetivos y a los dirigentes de una revolución que la está arruinando tiene .. '\go en la riqueza privada con una arrogancia que no se hubiera esperado de ella
sin duda límites que los gobernantes prudentes se guardarán de sobrepasar,: \;..antes de 1810 (no se había contentado, en efecto, con terminar con los mono-
es muy característica la manera en que el director Pueynedón, después de' pglios comerciales; se había lanzado ávidamente sobre la riqueza de los des-
ordenar en 1816 la movilización de todos los esclavos, advierte de inmedil{ :• ~ectos; los había sometido a una compleja legislación discriminatoria, para la
to que ha excedido la medida y se apresma a revocar su decisión: el desean' ,.cu¡¡! el régimen colonial no ofrecía paralelo), por otra, cambiando la finalidad
tenlo, según asegma, ha sido demasiado grande Pero esos límites, a medid misma y la estructura del Estado en el cual los criollos se habían sentido mar-
que los recursos se agotan y las necesidades fiscales crecen, se hacen cad inados en tiempos coloniales La opinión de los sectores altos no fue insensi-
vez más remotos La batalla por la supervivencia que los sectores alto )e a esos desarrollos inesperados: la legislación antipeninsular encontró en
prerrevolucionarios llevan adelante se parece a una perpetua defensiva en un +:,llos una recepción bastante mezclada; el prestigio del nuevo Estado y sus ser-
perpetua retirada tyidores tampoco fue reconocido sin reservas; bien pronto fueron muchos los
Estos sectores altos están por otra parte profundamente divididos contra ique juzgaron que la que ahora se llamaba la carrera de la revolución, reempla-
'ifzante de las honorables carreras administrativas, era más adecuada para aven-
_,; ureros que para personas de respeto y caudales
15 Entre ellos los perseguidos no dejan de exhibir también vivo entusiasmo; cuando laS°-\ La carrera de la revolución . La expresión misma tiene algo de sorprendente
ciedad Patriótica se instala en el local del Consulado, en enern de 1812, no sólo concurren el: :(J., sin embargo, dice perfectamente lo que se propone Al cabo de cinco, diez,
Cabildo-Catedral y los supeiiores de los conventos. sino aun "los ilustiísimos obispos de esta;. ,quince años, de entre los que se lanzaron a la acción en las primeras filas en
diócesis y la ¡;le Córdoba", sancionados ambos por el gobierno revolucionario (J. M Berutf;: ,1810 algunos han vuelto a sus tiendas, a sus bufetes, a sus estancias y parro-
'Memorias curiosas", en Biblioteca de Mayo tomo lV, Buenos Aites, 1960, pág 3822) ;\lúias. Otros, pm lo contrario, han querido seguir siendo protagonistas de una

152 153
aventura que continúa desarrollando sus infinitas evoluciones; ellos consti'
yen un grupo nuevo, cada vez más alejado de sus orígenes en el mun"
\d~ atrás su carrera pública Es el caso de Manuel de Sarratea, figura frívola
trágica de aventurero de la política, condenado a ella sin retirada posible, que
prenevolucionario, cada vez más identificado con la empresa política y Í1 embargo es hijo de un acaudalado comerciante viireinal; es el más exalta-
tar que ha terminado por absorberlos por completo. ¿De dónde vienen estJ artidario de Alvem, que luego de su caída en 1815 se hunde muy cerca de
hombres? Si oímos de nuevo a Beruti, ap1enderemos que demasiado frecu¡( !seria, y debe buscar pma sobrevivi1 el apoyo de sus antiguos adversarios
temente sus orígenes son bajos y despreciables: algún torern, algún actor · s de extrañm que, para volver al teatro de una actividad que es, en el más
dudoso mérito no dejan de ser evocados por esa pluma vengativa Pero e ral de los sentidos, su profesión, Alvear haya aceptado transformarse en
torerns, esos actores, esos demasiado modestos comerciantes de banio no 11 iliar de los caudillos litorales, que luego este veterano unitario haya acep-
gan demasiado alto tampoco en el nuevo orden, y en cuanto a los más impo o ser diplomático rosista en los Estados Unidos? Estas carreras llenas de
tantes las apasionadas alegaciones de Beruti son menos convincentes: la m _ 'consecuencias no son por cierto las de los menos honrados servidores de la
yor parte de los dirigentes de la revolución ocuparon -o dado su origen soci volución: son las de los que no han sabido hacerse en su servicio un patrirno-
no habrían hallado dificultad en ocupar- un lugar eutre los sectores altos, ec 'Ío que les permita un decoroso retiro o, por lo menos, elegir a los jefes a los
nómicos o administrativos, dentro del orden colonial 16 'ue han de dar adhesión . Dos decenios después de 1810, la agudísima Pilar
Pueyrredón, Belgrano, Sarratea, Rivadavia, provienen del sector de alto ano escribe a su marido, el general Tomás Guido, que ha sido hombre de
comerciantes, lo bastante prósperos como para dar a sus hijos formación acá nsejo de San Martín, y ha seguido y sigue si1viendo con tanta discreción e
démica o asegurarles un estilo de vida señmial; en el mismo grupo, aunque e · teligencia a tantos gobiernos: ¿cuándo pensará Guido en hacerse de un buen
situación más modesta, se ubica Saavedra, Moreno, San Martín, Alvear, pr dazo de tierra ganadera, corno tantos otros, y asegurar su fortuna y su inde-
venientes de familias de funcionarios de la Corona (el último de ellos con bu ndencia? El buen consejo no será seguido; el general Guido será hasta el fin
nas conexiones porteñas a través de su madre) y ya antes de la revolución h funcionario demasiado honrado para poder acogerse al retirn honorable de
bían hecho suficiente carrera como pma no necesitar de ella en la conquista Ííintos otros; hasta su rnue1te seguirá siiviendo lealmente a gobernantes cuya
los primeros puestos La creación de la canera de la revolución, entonces, si tpolítica no podría aprobar del todo
nifica más bien que la emergencia de un grupo rival frente a los sectores altO ¡\;!'· La cmrera de la revolución no sólo impone un ritmo más aventurero al vie-
de origen prerrevolucionario, una transformación interna de esos sectores baj · ~~cursus honorum administrativo; al lado de él crea otro, de importancia cada
el impacto de los cambios revolucionarios que introdujo un nuevo element 'z mayor: la carrera militar. Las altas clases de Buenos Aiies habían solido
disruptivo en el delicado equilibrio interno de la elite urbana. En ella el nuev 'reciarla muy poco; pma sus hijos habían aspirado más bien a las borlas doc-
Estado distribuía prosperidad y mise1ia, tan arbitrariamente, que prnvocaba rales. Las invasiones, antes que la revolución, han cambiado radicalmente
la vez dos opuestas tentaciones: la de acercarse a esa fuente de tantos bienes @e sentimiento Pero la revolución -se ha visto ya- cambia a la milicia ur ba-
males y tratar de emplearla en prnvecho prnpio, y la de mantenerse alejado d .á en ejército prnfesional, con un cue1po de oficiales que necesariamente de-
ese peligrnso proveedor de efímeros honores y riquezas También para los 'ét1 renunciar a las actividades de su pasado prerrevolucionario
guidores de la carrera de la revolución la rueda de la fo1tuna giraba muy ráp' Tras ser adiestrados por algunos oficiales de carrera, ésos elaboran bien
do; sin embmgo, los más insistían en seguiI en ella. Por sentimiento del deb nto un sentimiento profesional muy intenso El primer objetivo de la re-
sin duda: un Belgrano, poi ejemplo, que al servicio de la revolución pasó . _1ución es vencer en la guerra; esta subordinación al objetivo bélico trans-
abogado, funcionario y escritor de economía a jefe militar, y mantuvo a es ,r~a al sector de oficiales, a sus propios ojos, en el primer estamento del
nueva carrera inquebrantable lealtad, en las victorias como en las derrotas, e .evo Estado. Volvmnos de nuevo a nuestro Beruti, cuyo corazón patriota se
las que sabía envolverse, ante el peligro de la muerte, de la dignidad impasibl sconcierta ante tantas novedades inesperadas que trae la revolución. ¡Cuán-
de un cónsul romano, debe haber vencido muy fácilmente la tentación de v -- historias dominadas por la anogancia, la brutalidad con que algunos ofi-
------ -·-ver·nareas máln,pacíbles, 1níentrasla de lá revolución estaba inconclusa;P es se creen autorizados a tratar a venerables funcionarios y eclesiásticos,
también, en muchos casos, porque no tenían otra salida: abandonados duran os que vemos arbitrariamente detenidos, públicamente golpeados ante la
años los negocios, habían perdido ya una base económica a la que volver, de ignación impotente de los espectadores! Sin duda esa mrogancia es uno
los rasgos más notables del nuevo cuerpo de oficiales profesionales, fren-
(al cual toda la autoridad de San Martín será necesmia para reducirlos a
16 J M Beruti. op cit págs 3815-16 ;sciplina Y ese rasgo tiene consecuencias políticas muy negativas: en el odio

154 155
ya imposible de erradicar que el Litoral siente por Buenos Aires mucha p • encía más general de los cambios que la revolución trae consigo en socieda-
ha de atribuirse a esos ejércitos invasores que er:icuentran en el saqueo redncidas, en la que, como se drce, todos se conocen . Esa brutalidad puede
incendio, el vejamen de las poblaciones, una actividad normal; a esos ofi : contrar adeptos inesperados fuera del cuerpo de oficiales He aquí una anéc-
les que no consideran por debajo de su dignidad disputarse la posesiótr bta significativa: en Salta, luego de liberada la ciudad en 1813, una señora
una cadena devota sobre el cuerpo mismo del notable santafesino que e · triota hace azotar por un lacayo en plena calle a otra de simpatías realistas;
infortunado propietario oficial que contempla el brutal espectáculo lo hace cesar de inmediato. Acaso
· Pero la brutalidad que los oficiales no desdeñan utilizar en su trato con t>'sea menos significativo que el cronista de ese brutal episodio, que protege
elites de las que a menudo provienen está lejos de ser su monopolio: es co losamente el buen nombre de las familias ilustres de su provincia, si calla
'~dicarnente el de la dama realista, no deja de mencionat el de la que ha
\quinado su clamoroso castigo; al parecer todavía a comienzos del siglo XX
· 'se encontraba retrospectrvamente en su conducta nada indigno de una
ma.1 7 Pero, cualquiera que sea el eco que en otros sectores pueda encon-
este nuevo apego a las soluciones de violencia, no hay duda de que su
_an motor es la guena, y su ptincipal portavoz y beneficiario es el cuerpo
e oficiales
} Empobrecidas y mediatizadas, las clases altas ut banas parecen ser las víc-
. lria:s principales de la revolución. Tampoco la suerte de los sectores medios
: banas parece haber sido demasiado favorable. Se ha visto ya cómo el
sana! ha sufrido un impacto en parte negativo, en parte estimulante
. ra el resto -funcionarios públicos menores tardíamente pagados; emplea-
;\)s de un sistema mercantil en crisis; pequeños cometciantes en su mayoría
'~ninsulares, menos protegidos que los más impottantes de los tigores de la
islación discriminatoria- no hay duda de que el balance debe ser más re-
eltamente negativo Los sectores populares urbanos, en la medida en que
... eludido la militarización, parecen estar en situación más favorable: las
,ejas sobre la carestía de la mano de obra son constantes y, por otra parte,
,.expansión misma de las importaciones, basada en la de los productos de
· sumo masivo y perecedern, no habría sido posible sin una cierta prnspe-
ad popular
Este cuadro, válido sobre todo para la capital, sólo lo es aproximadamente
il el resto de los centros urbanos; en casi todos ellos, a falta de una recons-
,c,ció_n _nece_sariamente difícil del impacto de la revolución a nivel regional,
,1nd1c1os dispombles petmiten suponer un deterioro aun más notable que en
enos Aues: en particular las ciudades del camino del Alto Perú parecen ha-
.sufndo dutamente el impacto de la crisis comercial, mientras los centros
undarios del Litoral fueron sobre todo víctimas de las depredaciones de la
. rra-civil.

}_ti: ·"Do.ña Manuela Arias mandó azotar con su criado, por goda, a otra señora de apellido
'FJG. 3 25 Nombramiento de Cornelio de Saavedra como brigadier -~_mente Ilustre", B. Frías, Historia del general Güemes y laprovincia de Salta I Salta 1911
:'3.96. " , ,
de los Ejércitos de la Nación, 1818

156 157
. y en la campaña? Hemos visto cómo también en ella la revolución '\itria luego Cuando el poder nacional se derrumbe, en 1820, se podrá apre-
gue~ra imponen sacrificios económicos que van desde la d_evastación tota 'ar ya Ja magnitud de ese cambio secreto provocado por diez años de revolu-
Litoral hasta las contribuciones más moderadas de las provmcrns andmas. 'ón: mientras al producirse la crisis de la monarquía española las primeras
1
las consecuencias sociales de la revolución en este sector se diferencian . · erzas que habían surgido en el Río de la Plata para disputar su herencia eran
fundamente de las económicas Las clases terratenientes son probablemen.t~ magistratmas urbanas, cada una de las cuales hará, con habilidad variable,
todas partes más pobres en 1820 que en 181 O (y en al~unas regiones -::asit u intento por conquistar la supremacía, en 1820 lo que emerge es una oposi-
el Litoral Salta- están arruinadas sin esperanza de rapida recuperacion),.p ·¡ón entre fuerzas de base regional y casi siempre fuertemente rural, y este rns-
-a difere~cia de lo que ocurre con las clases urbanas- son, también en cas"_ innovad01 se irá acentuando a medida que se vaya atenuando la gravitación
das partes, más poderosas La razón radica en la guerra mJSma: ella ha obH ¡ ejército nacional, que aun en el momento de su disolución es capaz de im-
do al gobierno central (que tan celosamente ha buscado humillar a las ma · ner soluciones políticas en más de una provincia Pero si es comprensible
traturas rivales en la capital) a delegar progresivamente poderes en e. ese proceso se haya dado en las zonas rumies que han mantenido su obe-
autoridades locales de las zonas rurales De éstas depende, en efecto, el re . .encia al poder nacional, en las disidentes o de hecho autónomas parecería
tamiento de hombres para la guerra, la recolección de ganados y frutos con '''i!able esperar un desarrollo diferente. Aquí, al margen de la gravitación del
mismo fin ¿ Quiénes son estas autoridades lo~ales? En llempos coloni I¡ioder nacion~l, pare~ería que los conflictos entre sectores ,sociale_s, dentro de
su designación proviene de los Cabildos, cuyos term~nos mumc1pale_s abar. - propia reg10n habnan de ser los determmantes, y parecena tambren que, es-
en más de un caso todo el territorio de lo que en la epoca mdepend1ente s do así las cosas, el predominio de los que ya eran hegemónicos antes de la
una provincia Pero los Cabildos, para designar a los funcionarios de bajaj' vólución no habría de ser consolidado por ésta.
ticia y policía en las áreas rmales (alcaldes mayores, alcaldes de hermand Sin embargo estas previsiones más que plausibles son sólo escasamente con-
atienden a sistemas de influencias locales preexistentes: basta seguu los n adas p01 los hechos. Sin duda en la Banda Oriental, en Salta, hasta cierto
bramientos capitulares para advertir cómo sus benefidarios suelen reclut nto en Corrientes, la revolución va acompañada por una toma de conciencia
a lo largo de extensos períodos en un número muy reducid~ de farmhas. A] l.. s viva de ciertos conflictos sociales de ámbito local, y por lo menos en el
de las autoridades de designación capitular, la militar1za~10n po_srevoluc10n de la Banda Oriental llega a elaborar soluciones que, sin hacer vacilar la
concede importancia nueva a las de milicias, cuya desi_g_nac10n co;respo gemonía de los sectores localmente dominantes, buscan satisfacer las aspi-
en el antiguo régimen a los intendentes, y que la revolucwn_ retendra en m ciones de olios grupos sociales ganados al movimiento (como se ve en el
de éstos Pero también los capitanes y comandantes de nnhcrns se reclut eglamento rural de 1815, aunque ya se ha señalado el carácter complejo de
los mismos sectores sociales que los alcaldes; dueños de nquezas YJefe~. · inspiración) Pern notemos que ése no es de ningún modo el caso en Santa
grupos humanos, los hacendados del norte de Córdoba, del_ este santi~gu~ - y Entre Ríos, que aun en Corrientes la dimensión del conflicto es reducida,
de Salta de los llanos riojanos, como los mayores propietanos de predios e en Salta la toma de conciencia del conflicto es utilizada para justificar una
gados e~ Cuyo, o de las tienas de regadío en Santiago del Estero parecen lítica de guena que busca sus víctimas en los sect01es altos, pero no anticipa
los más adecuados para ocupar estos cargos Y pOI otra parte noson adven luciones sociales nuevas para tiempos de paz. Y no sólo en Salta la vuelta a
zos: ya en el viejo orden ocupaban una muy decorosa segunda fila (cuando,,, az significa el retorno a la hegemonía indisputada de los sectores altos, que
la primera) enlle los sectores dirigentes locales:, . . . • ta en el pasado se ha conservado mejor de lo que parece a primera vista. La
Ahora, mientras los comerciantes, los eclesiasllcos, los funnonar10s d nstrucción económica se hará con criterios inspirados por esos sectores:
ciudad deben entregar su riqueza y ver desmantelados sus basl!ones, de_po · bilitación del "stock" ganadero, disciplinamiento de la fuerza de trabajo,
los dirigentes de la campaña tienen poderes crecientes, a menudo seqmtos encia de redistribuciones de tienas entre veteranos (salvo en algunos rin-
mados (los necesitan para seguir exigiendo con éxito los recursos neces / es marginales en que la destrucción ha alcanzado proporciones tales que
- pll!aia·guerra,qnecadavez-seofrecen menos es~ontáneamente, los-ne ifífuposible una reconstrucción sobre líneas ortodoxas)
también, en las zonas cercanas a la frontera mdigena o en las casl!gadas ,· ,En suma, en las regiones adictas al gobierno central y en las que han sido
una guerra civil que tiende a hacerse crónica, para proteger la paz mtern~ identes, caminos distintos conducen al mismo punto de llegada. En esa evo-
esas acechanzas) Por el momento esos Jefes rurales son el brnzo leal de 1~ ión ha habido un elemento cuyo peso no puede medirse con facilidad, pero
volución:.durante años lo es, en su rincón riojano, Facundo Qunoga, que d ll.no por ello cabría ign01ar: la ideología revolucionaria ntisma, y el eco po-
en esto las huellas de su padre, disciplinado servidor del rey pnmero Y ar que ha podido encontrar. Para difundir esa ideología, que es a la vez ob-

158 159

......_,_
jeto de la fe apasionada de algunos de los dirigentes del movimiento y un- -~n efecto, la decadencia de los sectores urbanos -magistrados, eclesiásti-
de combate de cuya eficacia se espera mucho, los gobiernos de la revol · Jetrados- que han sido los portadores por excelencia de la tradición cultu-
hacen esfuerzos considerables El periodismo revolucionario (cuya lec· _\,cibida, la militarización y politización masiva de la elite urbana que hace
vuelve muy pronto obligatoria para todos los párrocos desde el púlpito/ raun dentro de ella el interés por esa tradición amenace borrarse, mientras
comentarios adecuadamente entusiastas), la creación de una liturgia revol egios y conventos se transforman en cuarteles, tienen entre otros efectos una
naria, la difusión, a menudo acompañada por elementos coercitivos, de los ' adencia cultural ya inocultable al finalizar la primera década revoluciona-
bolos de adhesión al nuevo orden (hubo unos meses de 1813 en que erap Pero el sector que ha dirigido la política revolucionaria durante una década
prudente exhibirse en Buenos Aires sin la cabeza adornada por el gorro arece el más autorizado para condenar como hechos ajenos a su responsa-
de la libertad) fueron parte de una propaganda llevada adelante con tenaci ad los cambios que ha sido el primero en promover ¿O es que esas la-
y espíritu de sistema, que encuentra a la larga el eco popular que buscaba_.;; entaciones ante las ruinas culturales -y las más discretas ante las de toda una
encuentra acaso demasiado ampliamente: a partil de 1815 las autoridades· ~rdida hegemonía económica- son un modo de tomar distancia frente a la
mienzan a alarmarse de su propio éxito; desearían contar con gobernados-' volución misma, frente a sus inesperadas y no queridas consecuencias? En
dóciles, menos persuadidos de las excelencias de la libertad y la iguald do caso, en el Buenos Aires que luego de 1820 se restituye a su papel de Ate-
De la igualdad sobre todo: la culpa principal del antiguo régimen, para, as del Plata y de escuela política para el país íntegro, el recuerdo de la etapa
voceros del nuevo, ha residido sobre todo en ponerse al servicio de desigµ > olucionaria no es demasiado popular entre los gobernantes (por lo menos
dades injustas, que la revolución habrá de terminar. Y este mensaje es de - í ¡0 proclaman las lamentaciones de más de uno de los veteranos de la carre-
siado bien escuchado, a los ojos de muchos revolucionarios que encuen de la revolución, que la ha visto tronchada por la indiferencia reinante ante
artificiosos e injustos los privilegios de los peninsulares pero conformes s pasadas glorias) La ciudad espera la lenta reconstrucción de lo que la gue-
el orden de la naturaleza que en el antiguo orden había reservado para al !ia destruido, entre otras cosas la de esa sociedad urbana y letrada que ga-
nos americanos ruaba -sin necesitar para ello de la fuerza- a una campaña sumisa
Sin duda, la revolución no se muestra tampoco necesariamente respe < Las ilusiones son grandes; aun un espíritu escéptico como el doctor García
de estos últimos: sobre todo en los distritos alejados de la capital su polf zga que bastarán unos años de paz para devolver al país a ese perdido paraí-
social se permite audacias muy amplias; las rebeliones indígenas le parece ' Pero esto no ha de ocurrir, por dos razones principales La más evidente,
arma de combate del todo lícita, y busca provocarlas mediante promesas ro acaso no la más importante, es que la nueva paz no se parece a la vigente
liberación de antiguas servidumbres Pero en la zona más cercana al nú~ tes de 1810; a diferencia de ésta, es una paz armada, en la cual los señores
revolucionario la actitud es -se ha visto ya- de respeto mucho más escrupu ·)aguerra que han derribado al poder nacional o han surgido de sus ruinas, y
so al equilibrio social vigente, ese equilibrio que en tiempos coloniales ce\ guen dominando con sus ejércitos a provincias enteras tienen todavía una voz
caba a una campana pacífica e inerme bajo la tutela consentida de la socie minante
urbana y letrada, mientras sus hacendados debían aceptar la hegemonía e ,, Pero hay todavía otra razón capital para que el orden que resurge en 1820
nómica de los grandes comerciantes urbanos · á tan distinto del destruido en 181 O La revolución ha logrado conquistar para
Ante esa situación, que los cambios económicos aportados por la rev _ Río de la Plata una nueva relación con el resto del mundo: ésta le asegura un
ción están haciendo arcaica, las áreas rurales protestan ahora en nombre d taro desarrollo basado mucho más firmemente que en tiempos coloniales en
igualdad (una igualdad que no aparece como incompatible con la fuerte he e)i:pansión de sus sectores rurales. Mientras tanto, pasados los miedos de
manía local de los sectores altos rurales, puesto que ésta arraiga en la reali 20, los letrados de Buenos Aires reconstruyen en ella un orden político a su
posrevolucionaria con vigor aun mayor que en el antiguo orden) Los ca .opia medida; esos mismos letrados, junto con militares comerciantes nacio-
llos vencedores en 1820 se presentarán como defensores de la igualdad r - es que buscan una última trinchera para defenderse contra la ruina y comer-
---~~--------- -6ríC:iriá;-·Eoñtra--üriá'"claSe·'¡i61ífiCa-p·orteñá- sospecháda muy justamentEfik _ ,añtesextranjeros que quieren inversiones seguras y rendidoras para colocar
miración creciente por los sistemas aristocráticos Pero para Buenos Aires, l:Í nuevas fortunas, se lanzan todos juntos a una nueva empresa: más allá del
sus sectores dirigentes que sabrán transformar la derrota militar de 1820 en .ado pueblan de ganados y de hombres una superficie igual a la que ha sido
más deslumbrante de sus victorias políticas, esa adhesión a la idea de igual anada al indio en el término de Buenos Aires en los dos siglos y medio ante-
oculta mal la inclinación por algo que para más de un observador desesper gres. Allí, en esas salvajes soledades, más que en los monumentos de la res-
tiene un nombre preciso: barbarie .arada civilización urbana, están las bases nuevas de la prosperidad, del po-

160 161
der de Buenos Aires. ¿Ha de extrañar que, aun con el ritmo menos espas
co que el retorno a la paz imponía, un cambio político y cultural adecu¡¡
cambio de las bases mismas de la estructura nacional fuese inevitable?
sus críticos posteriores a 1837, el llamado triunfo de la barbarie rural n\)
sino una culpable negativa a aceptar el contacto más íntimo con el vasto
do que la revolución había hecho posible. Quizá fuera en parte eso; es ind
ble que era sobre todo una manera de adaptarse a esa nueva relación c
mnndo que exigía la rápida destrucción y reconstrucción de la estructura ni LIOGRAFÍA
na del nuevo país. Bajo el signo de ese doble proceso, éste iba a recorre
primera etapa de su existencia independiente

/··ademia Nacional de la Historia, Histotia de la Nación Argentina, Buenos Aires, 19.39


y slgs., vals 5 y 6
' a, V. D., Historia de la Argentina, Buenos Aires, 3 vols., 1956

as fuentes éditas

)titulo de Historia Argentina "Dr Emilio Ravignani", Facultad de Filosofía y Le-


4:-é_tras, Universidad de Buenos Aires, Mayo documental, Buenos Aires, 1961 y sigs
· 'tuto de Investigaciones Históricas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
,._B_uenos Aires, Documentos relativos a los antecedentes de la Independencia de la
· RepúblicaArgentina(comp. por J. N Matienzo),BuenosAires, 1912y 1913;A,am-
·:bleasconstituyentes argentinm (comp. por Emilio Ravignani), Buenos Aires, 1937
ado de la Nación, Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, 1960 y sigs
·éne, Ricardo, Ensayo histórico sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno,
Buenos Aires, 1919

,e, B., Hi5toria de Belgrano y de la independencia argentina, 4 vals, Buenos


Aires, 1927

162 163
- : Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, 3 vols., Buenos·_
res, 1887-88

Primera parte

I
Corbellini, E C, La revolución de Mayo y sus antecedentes desde las lnva1Jione/-
glesa1, tomo!, Buenos Aires, 1950. DERRUMBE DEL PODER NACIONAL
Roberts, C, Las Invasiones Inglesas del Río de la Plata, 1806-1807, Buenos Aire TENTATIVAS DE RECONSTRUCCIÓN.
1938.
1820-1829
II
Corbellini, E C, op cit, tomo II, Buenos Aires, 1950
Halperin Donghi, T, Tradición politica espaiiola e ideológica revolucionaria de
Buenos Aires, 1961
Marfany, R H, El Cabildo de Mayo, Buenos Aires, 1961
- : El pronunciamiento de Mayo, Buenos Aires, 1958
Palcos, A, Rivadavia, e¡ecutor del pensamiento de Mayo, La Plata, 1960 .}
Pivel Devoto, J E, Raíces coloniales de la revolución oriental de 1811, 2ª edié(
Montevideo, 1957
Ruiz Guiñazú, E, Lord Strangford y la Revolución de Mayo, Buenos Aires, 1932.

lII
Belgrano, M., La Francia y la monarquía en el Plata, Buenos Aires, 1933.
- : Rivadavia y sus geHiones diplmnáticas en España, Buenos Aires, 1933.
Cornejo, A, Historia de Güemes, Buenos Aires, 1937
Molinari, D L , 1Viva Ramirez 1, Buenos Aires, 1938
Piccirilli, R, San Martín y la política de los pueblos, Buenos Aires, 1957
Street; J , Artigas and the emancipation aj Uruguay, Cambridge, 1951 (hay traducs·
al castellano, Montevideo, 196 7)

IV
Carbia, E D., La Revolución de Mayo y la Iglesia, Buenos Aires, 1945
Halperin Donghi, I , El surgimiento de los caudillos en el cuadro de la sociedad
__ .....platenfil'JJDEeYQlu~i(lnaria(Íd,, r1úm'. .. Buenos Aires, 1965)
-: La revolución y la crisis de la estructura merc3.I1tif cÜloníal en el ·Rfo·de-1aP
(Estudios de historia social, nº 2, Buenos Aires, 1966)
Ruiz Guiñazú, E , La audiencia indiana, Buenos Aires, 1912
Sáenz Valiente, J, Bajo la campana del Cabildo, Buenos Aires, 1941
Ijarks, G: O E , El consulado de Buenos Aires, Buenos Aires, 1962

164
,
SENTACION: 1820

Mil ochocientos veinte es, para quienes Jo viven, un "año funesto", el de la


olución del Estado que por diez años ha llevado adelante la revolución y
uerra, el de la disolución de esa otra constelación rival de poder srngida en
itoral: en efecto, los Pueblos Libres, colocados bajo la protección de Artigas
sobreviven a su efímera victoria . Lo que queda es una fragmentación al
ecer insanable, un país que se ha deshecho antes de madurar .. Unos años
itan para cambiar por entero el panorama; Buenos Aires, humillada en 1820,
ahora provincia hegemónica, dominante en una nueva alianza litoral; esta
'ténas del Plata" es, además, como su modelo griego, escuela política para
· la nación; el ejemplo que ella proporciona será seguido con éxito varia-
desde Salta hasta Mendoza
Su influjo no impide sin embargo que el Interior sea campo de rivalidades
· tprovinciales peligrosamente capaces de llevar a nuevos conflictos; hay allí
siones potenciales que el retorno a la guena civil luego de 1825 revelará
elmente, pero que ya la insegura paz oculta mal. El retorno a la quietud lue-
. e 1820 es un efecto frágil, y la tentativa de consolidar el nuevo orden na-
al provoca un nuevo derrumbe, más prolongado, más sangriento que el que
~gtifica con el año veinte ¿Es decir que de esa etapa de esperanzas bien
to desengañadas no queda, una vez cerrada, más que su recuerdo melan-
... o? Pero esa experiencia compleja deja huellas muy largas en el futuro del
'. ; por otra parte, por debajo de las frustraciones que la política aporta, la
ada del veinte trae, para la econonúa y la sociedad argentinas, innovaciones
Ílciales y duraderas; el país comienza a hallar su lugar en la nueva constela-
.u creada por las vicisitudes revolucionarias . Aquí tampoco el proceso es fácil

167
ni placentero; pese a las mutilaciones brutales que sigue imponiendo a una
tructura económica y social que se parece cada vez menos a la colonia],
reinserción de Buenos Arres en los circuitos de la economía mundial cornié'
a traducirse en una prosperidad rural sin precedentes; en el Interior uua rece,
trucción económica en tono menor, vinculada con la reapertura de la comu'
cación con Chile, y desde 1825 de la ruta peruana, permite retornos a una '
desta prosperidad, como los de Mendoza y Salta; sólo el Litoral deshecho
incursiones porteñas y guerras civiles tarda en safü del marasmo que la rey Primera Parte
lución ha inaugurado en él.

LA ECONOMÍA

168
CRECIMIENTO DESIGUAL

l.; La expansión porteña

"\ · Para Buenos Aires, 1820 no es sólo el año que marca un nuevo comienzo
'para su existencia política; es también el de un vuelco decisivo -cuyas con-
,secuencias no podrían exagerarse- de su orientación económica . La ciudad
}de Buenos Aires ha sido, en tiempos vineinales, el centro administrativo y
')nercantil de la extremidad meridional del imperio español; su campaña, po-
¡Í,re en ganados, ha seguido muy mal el ritmo de crecimiento de la capital. La
· Volúción dislocó el orden al que la ciudad debía el avance tan rápido del
!timo medio siglo colonial; por diez años no trajo sino ruinas, de las que
,emergían, como efímeros vencedores, especuladores locales y mercaderes
/;británicos, ellos también muy pronto arruinados A partir de 1820, en un brus-
Yco cambio de escena, la campaña encuentra un nuevo destino: reemplazar al
.Litoral devastado como proveedor de cueros para el mercado ultramarino; lo
ue queda de la riqueza urbana lo encuentra también: volcarse en esa cam-
paña que se expande. En sus a ratos confusas memorias el general Iriarte in-
forma con precisión poco habitual en él sobre la brusca alza de la tasa del
iÍllterés en Buenos Aires en 1820; todos buscan ahora dinero para invertir en
~xp!otaciones ganaderas.
··· La expansión ganadera significa en primer término expansión tenitorial: la
'provincia, liberada de sus obligaciones gueneras más allá de sus fronteras, se
dedica a avanzarlas sobre las Tierras de Indios . Pese a la debilidad militar de la
>primera década revolucionaria, la línea del Salado ha sido ya superada: Dolo-
res data de 1817 Ahora comienza el avance hacia las sierras pampeanas, don-

171
de se establecerá la Nueva Frontera; el territorio de la provincia será duplicad La expansión productiva asi asegurada era extensiva más bien que intensi-
por las paces de 1821 y su ocupación comienza de inmediato: en 1823 se furÍ; r;va· no podía ser de otra manera, puesto que el factor sobreabundante que la
da Tandil; en 1825 una comisión integrada por Lavalle, Rosas Y Senrllosa re,; \as;ouraba era la tierra y no el capital -que seguía siendo escaso, como lo de-
corre las tierras aún desiertas; en los dos años siguientes Rauch contrarresta¡ · t:mo:traba el mantenimiento de las altísimas tasas de interés que comenzaron a
amenaza del retorno ofensivo de los indígenas; en 1827 Rosas concluye el arr :/:darse precisamente en 1820- o la fuerza de trabajo; en las tierras nuevas se
glo de la Nueva Frontera, organizando un sistema de fuertes que la defien ''implanta una explotación ganadera de cone ya tradiciona_l, centrada en el va-
desde la raya de Santa Fe hasta el Atlántico; en esta empresa han colaborad :cuno del que el pnnc1pal producto comerciable seguían siendo los cueros. Es
simultánea o sucesivamente los que serán antagonistas en las complejas luch .• •.en la etapa de elaboración y comercialización donde surgen sobre todo las no-
políticas de esos años revueltos . • vedades: la JlláS importante de la década del veinte es la expansión de los
La ampliación de la frontera deja un inmenso botín de tierras, de cuya pw-' saladeros Estos -aparecidos en la costa porteña en 1810- habían sido
piedad el Estado no se desprende: las ofrece en enfite_usis a quienes q~ierari clausurados en 1817, en medio de una aguda escasez de carne para el abasto
explotarlas, requiriendo cánones muy bajos La solucron cumple muy bren s .de [a ciudad; autorizado nuevamente su funcionamiento en I 820, iban ahora a
propósito (que no es el de asegurar un orden social más igualitario): los capita ((proliferar en los accesos meridionales de la capital y en el frente fluvial al sur
les disponibles --escasos dada la vastedad del temtono que se abre a la explo ·.de ella; a mediados de la década, el consumo de ganados de los saladeros su-
tación- no se perderán en especulaciones inmobiliarias, ya que la enorme masa.. >.pera ya el de los mataderos de Buenos Aires (una ciudad cuyo consumo de carne
de tierras fiscales casi gratuitas mantiene bajo el valor de las pnvadas. De to,. : es abrumador). Aun así, el cuero sigue proporcionando más del 80 % de las
dos modos la enfiteusis prepara la constitución de una zona de grandes propie/ · exportaciones rioplatenses; si resulta difícil establecer la parte de Buenos Ai-
dades en las tierras nuevas, que avanzará mediante las ventas de trenas comen- , res en el total de las exportaciones (que en 1825 exceden las seiscientas mil
zadas por Rosas y proseguidas por sus sucesores: los enfiteutas, reclutados ent( )unidades) hay que tener en cuenta que en 1824 se introducen de la campaña a
hacendados de las tierras de vieja colonización, pero también entre los dirigen, · [os dos mercados de la ciudad I 55 000 cueros vacunos y se sacrifican 169. 000
tes políticos y militares de la provincia y los titulares de la üque~a merca~tif ,.animales (90 000 para saladeros y 79 000 para abasto) 1 Estas cifras -que no
urbana forman el núcleo de esa clase terrateniente cuya gravrtac10n en la vrd~ •,incluyen los cueros de animales sacrificados en la campaña y exportados sin
de la provincia ya no ha de borrarse . ·• ;· pasar por los mercados- cubren ya el 60 % del total de las exportaciones na-
Esos terratenientes son los jefes naturales de la sociedad ganadera que • ;donales Ya en 1825, Buenos AiJes se ha transformado en la primera región
forma sobre el vacío de hombres de las tierras nuevas, pero se perfila tamS · ganadera del país, y su campaña reemplaza a las tienas nuevas de más allá del
bién en las tien as de colonización más antigua, en que se implanta gracias ··,Paraná y el Plata -Entre Ríos, el sur de Conientes, la Banda Oriental- como
la simplificación que la orientación dominante hacia la ganadería impone al foveedora para el mercado internacional del primer rubro de las exportacio-
a la estructura social heredada de la etapa colonial El núcleo social a la v del nuevo país
que económico de las tierras ganaderas es la estancia, cuya victoria no
debe tan sólo a la nueva coyuntura económica; es acelerada por el fav
del poder politico y administrativo; la producción ganadera, en la,provin La ruina del Litoral de los ríos
cia que a ella debe su prosperidad, es considerada casr de orden publrco,
el Estado es el que garantiza en último térmmo la drscrplma _de tr~ba1~ en• \ ; Esas nuevas tierras habían sido, en el último medio siglo colonial, la turbu-
estancia ¿Cómo? Reclutando enérgicamente a los vagos y sm ohc10, rmp .·[enta frontera económica en expansión de un Litoral en ascenso . La revolución
niéndoles el pesado servicio de armas; aplicando el mrsmo castrgo a aqu >•Y:·la guerra cambiaron todo eso: clausuraron por quince años el mercado de
llos a quienes sus amos consideran irreductiblemente refractar10s a las not fuulas santafesinas y entrerrianas que había en el Alto y Bajo Perú; lo que es
mas a.efrabiijo c¡ue permiterí acrecefitat él rendimiento de las trerras ganade. · á~grave, consumieron desenfrenadamente la riqueza ganadera local. Santa
ras De este modo una mano de obra siempre escasa puede ser ut1lrzada .· fe, conquistada, incendiada, saqueada varias veces por tropas porteñas, llegó
máximo por una economía en expansión. La disciplina impuesta no paree:
haber sido sin embargo excesivamente severa; la dificultad misma del re~ .·
plazo hacía que sólo en casos extremos se transfiriern a los "malos servido l. Los datos, redondeados aquí al millai. son los prnporcionados por el Registro Estadístico
res" al servicio militar ·.laProvinciadeBuenosAire1 Buenos Aires, 1821-27

172 173
a 1820 sin ganados en sus estancias; la política de prudente acercamiento ;>'in~do el camino de Río Grande;4 aun dejando de lado esos cálculos algo de-
Buenos Aires, esa enemiga que seguía siendo demasi~do poderosa aun desp' 'antes, el traslado al Norte de buena parte del "stock" vacuno es un hecho
de vencida, se explica en parte por la urgente necesidad de paz para asegur · dudable Sin embargo, en una segunda etapa los ocupantes intentan rehacer
salida del marasmo económico; los términos de la paz, que incluyen la entre (.orden productivo en la campaña (y también insertarse en él emprendiendo
de un plantel de vacunos a la provincia vencedora, muestran muy bien cuáf · onquista de la tierra onental para los hacendados nograndenses y los em-
llegado a ser para ésta el problema cardinal. Pero la rehabilitación será len' ndedores comerciantes rurales oriundos casi siempre de Portugal) . Pero esta
Santa Fe seguirá siendo, en 1830, la más aguerrida, pero la más pobre y desj:f a dura poco; la rebelión rural la interrumpe brutalmente, y la guerra inter-
blada de las provincias litorales. " ional, que es su desemboque, deshace nuevamente la riqueza ganadera
Más allá del Paraná el panorama no es menos sombrío; Entre Ríos ha sicí "riental, que está lejos de haber alcanzado los niveles prerrevolucionarios.
devastada por luchas civiles desde 1814 hasta 1820; las normas de gobierií \ \EJ Litoral, que parecía la región destinada a aprovechar en primer térmi-
fijadas por Ramfrez en 1818 muestran hasta qué punto también aquí la reco las posibilidades abiertas por la liberación comercial, es todavía en 1830
trucción de una riqueza ganadera que hacía diez años hubiera parecido inag• .que sufre más duramente las consecuencias de la crisis revolucionaria . Sin
table se había hecho la tarea más urgente: prohibición de exportaciones uda sus posibilidades de expansión siguen siendo vastísimas; pero tras la
matanzas de vientres, disposiciones estrictas para disciplinar la fuerza de' nseguridad política y la violencia recurrente que las ha venido frustrando es
bajo Sólo que esa política de rehabilitación es prematura; la guerra vuelve asible adivinar ya otro elemento negativo de más permanente vigencia: es
encenderse, y para su última campaña santafesina, en 1821, Ramírez extrae <1' )predominio de Buenos Aires como nexo ineludible entre el Litoral fluvial
su agotada república de Entre Ríos setenta mil vacunos que no han de volver ~\'el mercado uHramarino; ahora el puerto al que la complicada política
ver las tierras mesopotámicas. 2 Corrientes ha sido igualmente castigada por r' '.jíosrevolucwnaua ha librado durante largas etapas de la peligrosa competen-
diversas matanzas de artigueños y entrerrianos; luego de 1820 sus gobernaii . fa de Montevideo tiene su propia zona productiva, controlada por los mis-
tes, surgidos en la ciudad y la zona aledaña, se preocupan sobre todo por réé ·os que dominan su comercio; a ésta son supeditados, dentro de las pers-
construir la agricultura del tabaco y la artesanía naval, que se defienden mal e éctivas de los dueños del mercado porteño, los productores del Litoral, que
el nuevo clima económico. En Entre Ríos los esfuerzos de reconstrucción ec · úisieran hacer renacer su ganadería antes próspera, ahora reducida a per-
nómica, vueltos a la ganadería, no son más felices; en la costa del Uruguay 1 Jmente penuria
hambrunas crónicas tienen vigencia aún hacia 1826; como descubrirá el ej
cito acantonado en esa zona durante los prolegómenos de la guerra cou el Ilr
sil, el ganado de abasto alcanza allí fantásticos precios de escasez Algun ·• _';El Interior y el fin del aislamiento de guerra
mercaderes y ganaderos porteños intentan -aprovechando la miseri
entrerriana- conquistar esas tierras que han sido ricas y pueden volver a serió tJZSi el Litoral fluvial es la víctima inesperada de los cambios posre-
cuentan con la buena voluntad del gobernador Mansilla, pero enfrentan firm~ \'ílucionarios, el Interior sufre sus consecuencias en medida mucho menor de
resistencias locales, y este ensayo es bien pronto frustrado eu medio de las te · que hubiese sido acaso esperable. En primer término, el orden interno ha
siones crecientes que caracterizan a la segunda mitad de la década del veinte q\l aquí mejor preservado que en el Litoral; hasta 1820 no se han dado gue-
También Entre Ríos llega al final de ella con su fortuna ganadera deshech civiles prolongadas, y en esa fecha el derrumbe del Estado nacional ha dado
Más allá del Uruguay, la Banda Oriental, que ya no volverá a ser argenti , ar.a situaciones locales a menudo confusas, pero resueltas sin acudir a con-
sufre un destino más rico en alternativas pero igualmente ajeno a toda prospé; ·tos armados demasiado costosos. En segundo lugar, comenzaron aquí a
ridad estable La ocupación portuguesa ha comenzado por ser expoliadora; e· .egirse antes que en el Litoral las consecuencias más inmediatas de la gue-
1823 la prensa de Montevideo, utilizando el respiro permitido por la lucha eri'. ,revolucionaria
-- tie püriügüeses y brasileños, dénuricia que veinticuatro millones de vacaslia ::aguerra había significado el aislamiento de esta región que en la última
colonial había funcionado sobre todo como intermediaria mercantil y de

2 Aníbal S Vázquez, Caudillos entrerrianm, F. Ramirez, 2ª ed., Paraná, 1937, pág. 163 ..
3 Alusiones a este proceso en la Memoria del gobernador Lucio Man silla ( apud Santiag · .La cifra, adelantada por El Pampero de Montevideo, es reproducida por El Argo~, de
Moritán, Mamilla, Ramirez, Urquiza, Buenos Aires, 1945) os Aires, el 8 de enero de 1823

174 175
transportes entre Buenos Aires, la nueva metrópoli local en ascenso, et / ·tuación, sólo atenuada por la presencia de bmcos ingleses que desde Gi-
Perú y Chile. Desde 1817 Chile ha vuelto a ser liberado, ello significa q 5 ··81 • retoman las exportaciones de esos productos de la agricultura medite-
acceso del mercado trasandino vuelve a abrirse par'a el Interior argentino· tar Pero ya a mediados de la década del veinte vuelven a apmecer barcos
ea. . . d 1
nifica también una transformación de la economía chilena aun más pro '' ,. "oles en la rada de Buenos Aues; estos mensa¡eros e ma a ventura para
que la de la argentina, en la medida en que el orden colonial la había som an ciente viña cuyana son seguidos bien pronto por franceses y genoveses
a un aislamiento más estricto Ahora Valparaíso es el principal puerto dell' º:Sí una nueva y más prolongada crisis de la vid, que se retira frente a la
fico sudamericano y depósito intermedio de mercaderías metropolitanas> ·Lra-pma los ganados en tránsito a Chile-y el trigo (que encuentra en Bue-
bre todo británicas-para esa área entera; ello estimula las exportaciones · .• Aires un mercado defendido por tasas aduaneras destinadas sobre todo a
ras y ganaderas de Chile, y con ello acrecienta las posibilidades de su hinter · 8teger [a producción tan insufic\ente de la provincia porteña). ~as provin-
argentino A lo largo de la década del veinte resurge un comercio de expo ª~/
iis de la ruta chilena recuperan una cierta prospendad; en part1culm,,Men-
5
ción hacia el oeste de los Andes: mulas para las zonas mineras, ganados v a es en la década del vemte la Bmcelona comercial del Intenor . No
nos -más baratos que los chilenos- para el abasto y los saladeros que sur ¿~ ello reconquista los niveles de activi.dad mercantil de tiempos .prerre-
blucionmios; sus gobernantes pueden exh1bn con orgullo las cmco mil carre-
también en torno a Valparaíso, toman esa ruta junto con exportaciones más
dicionales: jabón cuyano, frutas secas de toda la zona andina . Esa expans\ que en un año arriban a la plaza mendocina; 6 con todo, antes de 1810 llega-
del mercado chileno aparece muy oportunamente cuando comienza a cerrar an a ella entre ocho y diez mil anuales
nuevamente -luego de un efímero retorno a la prosperidad- el mercado litoi', ., Una recuperación aun más limitada encontrmemos en el Norte: Salta --des-
para los ptoductos de los viñedos cuyanos. Desde Irafalgar, en efecto, la écha por la guerra civil que fue aquí la de independencia, llevada por su gran
trópoli no ha podido hacer llegar sus vinos y aguardientes que a partir de 17 audillo populm como una lucha contra la mistocracia enemiga del sistema
han desalojado del Litoral a los andinos; la guena de independencia prolo .patriota- vuelve a gozm de las ventajas de su contigüidad con el gran mercado
'dél Norte, desde que el Alto Perú se transforma en la nueva república de Boli-
.\iia. Pero ese mercado está muy disminuido en importancia, y por otra parte ha
,'~asado a proveerse de productos ultramminos por la vía del Pac,ífico; la recons-
'>j:rucción de Salta como centro comercial alcanza mveles aun mas modestos que
Ja.de Mendoza En cambio, la rehabilitación ganadera es rápida luego de 1821;
/fa de la agricultura tampoco se hace esperar, y el gobierno provincial busca
icercar a Salta al área atlántica y su economía exportadora habilitando la vía
'fluvial -del Bermejo y el Paraná- con perspectivas de éxito extremadamente
'iemotas
La expansión de las exportaciones hace sentir mejor sus efectos en las pro-
i.\rj.ncias del Interior meditenáneo: Córdoba, Santiago del Estero, Iucumán. En
'':yórdoba avanza la zona pampeana, entonces casi toda ella de frontera indíge-
;ria: durante las guerras civiles el botín de los contendientes estmá sobre todo
fh'las bmracas de los acopiadores de cueros, que surgen en la campaña cordo-
;besa; en Santiago, la zona de ganadería, retaguardia inmediata de la frontera
chaqueña, cobra importancia creciente; aun en Tucumán la ganadería y la pro-
\ ijucción de cueros ya dejan de orientarse únicamente hacia el mercado local
''·'Eii-estas provincias se expande además la producción ganadera -vacuna, pero

5. Así la describe Sarmiento en Facundo, Parte II, Cap VII


6. Todavía mencionadas con el mismo orgullo por Edmundo Correas, Historia ewnómica
3 26 Aguatero de Buenos Aires Acuarela de Carlos Enrique Pellegrini ·:>deMendoz.a, Buenos Aires, 1945, pág. 32

176 177
también mular- con destino a Chile, que sostiene por otra parte la prospe
del este riojano, de los llanos de donde surgen las arrias que cruzarán San
hacia el país trasandino, comenzando la expansión de ese centro interrn\
que es Jáchal
Por medio de esa ganadería la zona meditenánea del Interior establece
vinculación nueva con la franja de oasis al pie de los Andes; en éstos se ex'
den los potreros de alfalfa, destinados al necesario descanso y rehabilita
de los ganados que deben proseguir su marcha hasta más allá de la cordilt
De este modo la economía primaria del Interior se rehace de los golpes qi{
trajo la revolución. Menos bien sobrevive su economía mercantil: al pe(
Buenos Aires los mercados chileno y altoperuano, a los que deja de proveer
productos ultramarinos, el Interior pierde también su papel de iutermedi ·
para limitarse a la menos lucrativa comercialización de su producción p ·
ria. Menos rápida fue sin duda la decadencia de las actividades artesanales d
Interior; la textil, si en algunos rubros sufrió un golpe definitivo con la ape
ra del comercio libre con la Europa industrial (es el caso del ya agonizante '
godón catamarqueño, que aun en tiempos coloniales competía mal con los pr
duetos de los obrajes peruanos y quiteños) en los más importantes resis

?FJG.· 3.28. Telar en el que trabajaba doiia Paula Albarradn, madre de Sarmiento

·tastante bien esa concurrencia; en particular la tela de lana importada era to-
. vía demasiado cara -y a menudo mala- para amenazar seriamente la del In-
. rior en sus zonas de producción, y aun en el mercado litoral, en el que sólo se
pondrá lentamente 7
i.· De este modo el Interior soporta con daños menores de los esperables los
'tambios económicos traídos por la emancipación Pero la ausencia de un de-
'!fumbe vertiginoso no autoriza a augurar nada bueno para su futuro; lo que le
,permite sobrevivir es la adhesión sucesiva a soluciones económicas de efíme-
ra vigencia; la vasta zona en la que una vez estuvo el núcleo económico del
futnro país es incapaz de incorporarse de modo estable a la nueva economía
arcada por la relación más íntima con las metrópolis industriales y financie-
'fas·de Europa

7. La situación, aún vigente medio siglo después, es descrita por H B Poucel, La province
Catamarca, en Bulletin de la Société de Géographie, París, marzo de 1864, serie V, vol 7,
F'IG 3.27 Plaza de Mendoza. Litografia según Edmond B de la Touanne 267

178 179
4 . Problemas de circulación económica . B nos Aires la penuria monetaria comienza por manifestarse de otro
ó· 1,t;alta de moned,a pequeña, caracterí~tica del, sistema mo~etari? _colo-
Si -salvo en el litoral fluvial, afectado sobre todo por la acumulaci: \· decuada a un regrmen de cnculacron economrca que solo ul!hza la
desastrosas experiencias político-militares- la economía primaria del ', 1a n las transacciones más irnpmtantes, se hace sentir cada vez más desde
país comienza la década en examen bajo el signo de una rehabilitación e/\1 0
mercantil posrevolucionario expande el uso de la moneda: las
ginosa en Buenos Aires, y sensible -aunque mucho más lenta- en casi f , e:s de cobre, en la primera mitad de la década, buscan cubrir esta nece-
Interior, esa expansión aparece afectada por dificultades viejas y nuev· 1'::1ueva. Las crisis políticas y militares de la segunda mitad de la década
torno de la circulación económica. El comercio sufre con los golpes episó Jizan ]os problemas derivados de la escasez de_metal precioso, qu,e s,e
pero frecuentes aportados por los conflictos interprovinciales y locales; 1 . para resolverlos (y resolver los del fisco porteno, que gasta tambren el
cadencia de las vías de comunicación se manifiesta, por ejemplo, en el ·· va,e sus ingresos), se recurre a una solución de emergencia que se hará
~ . . d a escan da!osa- terrmna
.
dono relativo de algunas de las más nuevas y directas, demasiado cercana ente y que -pese a que comienza por ser Juzga
frontera india; así, la ruta directa entre Buenos Aires y Cuyo, y aun más 1 e:Orgullecer a Buenos Aires, con su exitoso desafío a las buenas doctrin~s
une Santa Fe con Santiago del Estero, son suplantadas por la más vi 'micas Es la moneda de Buenos Anes, ese papel de curso forzoso y sm
que toma en ambos casos a Córdoba como punto intermedio. La política t'i n~do alguno, cuyo volumen crece a bruscos saltos, según las necesidades
de las nuevas provincias también incide sobre el comercio interregional, al •Jkes, cuyo valm en metálico decrece en relación con las emisiones pero tarn-
contribuye a encarecer n con las previsiones sobre el futuro político de la provmcrn.
Pero sobre todo es la nueva estructura comercial, constantemente deseq ,.El papel es moneda interna de Buenos Anes; la tentatr~a de imponerlo, al res-
librada, la que hace precaria la circulación económica El déficit del int ?deipaís, reiteradamente he?ha, fracasa; el Intenor prefrere el pem metálico :'1
cambio con ultramar se hace constante; pese a su expansión, la ganad · jor papel Para la circulac10n_ mternacrona! ha dejado ya de utrlrzarse el metá-
tardará aún dos décadas más para cubrir el inmenso hueco dejado por la como instrumento predommante; la escasez local lo hace demasiado caro
aparición de las exportaciones de metal precioso peruano; mientras tanto a que sea conveniente exportarlo a centros en que abunda más . Junto con él
importaciones (estimuladas por la presión de los nuevos dominadores extr ece ahora la letra sobre la plaza de Londres, que los comerciantes de Buenos
jeros de la economía local, emisarios de la más poderosa nación indus es utilizan a veces aun para salvar sus transacciones en el mercado local, y
del mundo) no cesan de crecer La primera víctima de ese desequilibrio e a cotización se publica en los periódicos como la de una moneda más El tri un-
circulante metálico, que emigra del Interior a Buenos Aires y de Buenos · . ela letra de Londres consolida el de los comerciantes británicos que han ve-
res a ultramar (repitiendo en menor escala un esquema de circulación o conquistando el mercado rioplatense desde antes de 1810; dueños del ins-
durante la etapa colonial había sido constantemente alimentado por la p n1ento de vinculación financiera con el resto del mundo, su dom1mo de ese
ducción de metal altoperuano) Las provincias son despojadas de suma ércado se afirmará, pese a que ahora ya hay quienes buscan competir con ellos
tesoro metálico, en un proceso que la guerra y las exacciones aceleran; tr ··mo proveedores de productos industriales para el Río de la Plata
formadas en proveedoras de productos primarios les resulta luego difícili
hacerlo La década del veinte se abre entonces con un conjunto de aventú
monetarias que, siguiendo el ejemplo dado por la Salta de Güemes, busq LE! comercio internacional
imponer como moneda de plata reemplazante de la antes proveniente def
cecas reales sus toscos discos de ínfima ley: son las pesetas federales.·· El comercio internacional, que en la primera década revolucionaria ha sido
Aráoz, en Iucumán; es la moneda mendocina, tan mala que las que ( arado por los conquistadores británicos del mercado local como una suce-
falsificadores (y la falsificación se hace empresa frecuente en la provinci i6n de golpes especulativos de rendimiento rápido, se estabiliza ahora:
--·--..·-·-"_____ -hac-e~n"'fal5fic·ay·eü-Chí1e-1ateeiiiplazan·é:"chY\ié"htaj"á; es ta· mon·eda ·sanlí'ag · Jverpool sucede a Londres como puerto de comunicación con el Río de la
que Ibarra fabrica con los vasos sagrados de las iglesias A mediados de Jata, y el textil barato (sobre todo el algodón) avanza sobre los demás rnbros
década la fiebre de acuñaciones parece calmarse: es que vuelve a fluir, au ·~e µn abanico de productos indusl!iales que en la década anterior había sido
que en escala menor que antes de 1810, el metálico altopernano, y frente a · ás variado El textil prosigue la conquista del mercado local, ganándolo, más
aun la moneda riojana, que cuenta sin embargo con el respaldo de una mir!, -l¡ue al autoconsumo, a las importaciones del norte peruano, y ampliándolo so-
ría argentifera local, compite mal retodo gracias a su baratura creciente Sobre el textil por una parte, y por otra

180 181
los cueros, se constituye lo esencial del vínculo comercial con Gra {' en la nueva metrópoli económica y financiera; si Gran Bretaña ha logra-
que sigue siendo el dominante, y abora se mantiene con espíritu mát ~. Crtlplazar a España como d~minadora d: las esü~ctura~ comerciales, no
no parece ya pos1'bl e, por e¡emp
· 1o, amp 1·1ar mucho· el valor total de lafUti mado a su cargo una func10n que Espana tambren habra cumplido muy
mercaderías intercambiadas m ·.la de invertir capitales en una economía pavorosamente pobre en ellos,
Reaparecen así rasgos conocidos desde la época virreinal; puesto q ··.· · da en su expansión por esa escasez extrema. Esta limitación de la acción
es fácil proseguir la ampliación del mercado, el gran mercader aume ne tJínica, que se da en el marco de una coyuntura desfavorable de la economía
lucros ampliando sus márgenes de ganancia, sometiendo a los distrib~d pea destinada a durar hasta el conuenzo de la segunda nutad del srglo XIX,
su predonumo tmanc1ero para dictarles luego su ley. Los comerciantes· e borrarse por un instante: es el par de años afiebrados que preceden a la
ses reemplazan así a los españoles en el culto por el mercado ordenado is de 1825, en que la nueva nación vive su primera y decepcionante expe-
s?rpresas, por un momento los norteamencanos parecen reemplaza¡ a ¡0 ia en el campo de la finanza internacional, en cuya capital londinense los
tanrcos en el papel de destructores de ese paiaíso paia monopolistas. La eles argentinos van a hacer una primera y poco dichosa incursión
sencra norteamencana se apoya en una flota comercial técnicamente m
caz, que introduce, junto con productos estadounidenses, otros que reco
su complicados tráficos a escala planetaiia, desde la seda de Cantón ha La Argentina y la econonúa mundial; la crisis de 1825 y sus
s_al de las Islas ;iel Cabo Verde Pero lo esencial de sus importaciones son. :i,:C::onsecuencias
trles bastos, mas baratos pero más ordinaiios que los ingleses, y haiinas/
una demanda urbana en expansión Su presencia inquietante será comb ·\Sin duda durante la primera década revolucionaria las decepciones en tor-
mediante el proteccionismo agrícola, que la provincia implanta paulatin .de la renovación mercantil habían ido acumulándose; la prosperidad es-
te, p~ro su amenaza sólo se desvanecerá cuando el descenso seculai de los' ):~da del fin del monopolio comercial español no era perceptible (salvo
c10s mdustnales haga más baiato el algodón de Lancashire que el de lost J.zá para sectores aún limitados de hacendados porteños), y sus daños eran
res de Nueva Inglaterra y esto ocunirá a comienzos de la década del trein" cambio evidentes Pero una parte de éstos se atribuía a la coyuntura gue-
Ya paia entonces se han puesto las bases de una nueva vinculación co ra que dominaba a la vez en América y Europa; la pacificación del viejo
cial'. Francia, complementando más bien que reemplazando las exportaci ntinente no trajo sin embargo el alivio esperado, y la disminución de la
bntamcas, conqmsta el mercado de textiles de lujo y semilujo, de lencería: ticipación argentina en las luchas de Independencia, que se da a paitir de
per~a, ebanistería; en la década siguiente la divisa roja del paitido federar· _disolución del Estado central, si bien importa un alivio no cambia esen-
vara ya el nombre que a su color se da en los catálogos de los importad l111ente la situación
franceses; será la divisa punzó (poinceau). 8 Pero Francia no es una ameri Amedida que avanza la década, sin embargo, parece abrirse la posibili-
paia la hegemonía británica, apoyada además en el mantenimiento de un e '¡fde un cambio radical: el mercado británico de capitales comienza a inte-
monopolio de compra de las exportaciones aigentinas y sobre todo en el do ~arse por América latina Ese interés es comprensible; el subcontinente se
nio de los in_strumentos financieros de relación con el resto del mundo; a¡í transformado en uno de los grandes mercados de la industria inglesa; ya
da menos eficazmente por un predominio en el campo de los transportes m. cía 1820 importaba de la Gran Bretaña algodones por valor de un cuarto
trmos del nuevo mercado que es cada vez menos absoluto . ) l.os que podían colocarse en toda la Europa continental Y esta conquista se
De este modo la nueva nación se instala en el orden económico mun ' bía logrado sin inversiones apreciables; la disponibilidad creciente de capi-
encuentra en la expansión ganadera, apoyada sobre todo en la abundancia· es parecía prometer avances aun más fructíferos. Por otra paite, la misma
tierras vacías, el medio para compensar algunas de las muchas ruinas apo •. ropaganda en favor de las nuevas naciones -que en la primera parte de la dé-
das por la crisis revolucionaria. Sin duda, es un balance de ganancias exc 'da llevaría al reconocimiento de su independencia por el gabinete de Lon-
vamente·magro, mientras que· el· de pérdidas es müy ·considerable:. Ei- r~s--insistía más allá de toda mesura en sns infinitas posibilidades
promete enriquecer el primero, pero sólo lentamente. ¿No es posible alean plotadas. De ellas eran las mineras las más imnediatamente atractivas, por
una expansión más rápida y diferenciada? la raíz del problema parece ene S siglos las Indias habían sido, para Gran Bretaña, la fuente de un codiciado
Xitín de metálico, que ahora parecía ofrecerse a la explotación directa . No
extraño entonces que México haya estado a la cabeza entre las naciones
8 Debo esta indicación al profesm Raúl .J Moglia y participaron en ese episodio especulativo; que el Río de la Plata haya teni-

182 183
do en él papel secundario y que aun aquí el interés de los especuladores s~ \evisiblemente largo era la posibilidad misma de una renovación profunda
mientado sobre todo a la minería · . aecononúa con aporte de capitales ultramarinos El balance de la revolu-
El episodio -concluido con el derrumbe bursátil de 1825, que duran mercantil que la independencia había traído consigo, menos brillante de
largo cuarto de siglo iba a hacer impopulares en Londres los valores la· ue se había esperado antes de 1810, era considerado por lo menos provi-
mericanos- dejaba a la provincia de Buenos Aires con una deuda más vas :. al· Juego de 1825 parece cada vez más que es definitivo. No es arbitrario
lo que podía soportar, proveniente de un empréstito negociado en no
de ella pm algunos avisados comerciantes porteños, gastado en costearla
e; este cambio de perspectiva una de las causas de la hostilidad contra el
tacto extranjero que (presente ya anteriormente en la opinión pública) se
na brasileña y a partir de 1827 intenumpido en el pago de sus servicios 'e sentir entre los gobernantes latinoamericanos de la década del treinta: Ro-
más de un cuarto de siglo Dejaba al país con la huella de nuevas rivalid >en la Argentina, como los ministros de Oribe en Montevideo y Portales en
que iban a tener un papel (más modesto del que últimamente gus( ; e, intenta reordenar desde una perspectiva más sobria en ilusiones las re-
asignár sel e) en la génesis de los grandes conflictos de la segunda mitad forres con los mercaderes emisarios de las nuevas metrópolis.
década: esos mismos comerciantes, por cuenta de una compañía tiojana "'pero también éstas renuevan su perspectiva de futuro a partir de las ense-
contaba con el poderoso beneplácito de Facundo Quiroga, negociaban la c zas que la crisis aporta: las posibilidades de una transformación profunda
ción de una compañía minera británica que debía explotar el ceno Fama fas economías latinoamericanas se hacen remotas; paralelamente la imagen
que desde las antípodas era presentado como un nuevo y más fabuloso Po · Jas nuevas metrópolis econónúcas elaboran del futuro de América latina
Rivadavia, ex ministro porteño y destinado a más altos y agitados destin ;hace cada vez más estática. De aquí se derivan preferencias políticas muy
cruzó con sus proyectos patrocinando él también una compañía minera rioj dsas: los gobernantes innovadores, cuya audacia podía haber sido vista con
para lo cual invocaba, de modo algo absurdo, una autorización de la legisl 'patía en el pasado, son cada vez menos apreciados por esos influyentes
ra de la provincia de Buenos Aires las poco decorosas polémicas entr érvadores ultramarinos: las innovaciones son de éxito difícil, en lo inme-
rivales (pm el momento interesados, más que en las minas del Famatin 'o amenazan la tranquilidad interior; preferibles son entonces los jefes polí-
los ahorros de los inversionistas británicos) tuvieron por teatro la bolsa de s que se fijan por único objetivo el mantenimiento de un orden féneo La
dres, y las columnas del Times, y alcanzaron aun a resonar en la correspon sferencia de la lealtad política del primer agente británico en el Río de la
cia diplomática inglesa ¿Debemos ver aquí una de las causas secretas d' · ,Woodbine Parish, primero admirador de Rivadavia y luego simpatizante
guerra civil que iba a comenzar bien pronto? Nada menos seguro; el inter~ osas, es un episodio que alcanza significación más que anecdótica; coin-
Quiroga en esa dudosa especulación minera fue tardío y distante; cuand muy bien con las tendencias generales de la acción británica en América
produjo el conflicto ya la legislatura riojana había transado, mediante in desde 1825 hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX Estas ten-
nización pecuniaria, en ceder los derechos de explotación y acuñación; p )as encuentran apoyo decidido en los emisarios establecidos por la econo-
parte Quiroga (y por su intermedio más de uno de los inversionistas rioj dominante en Latinoamérica: estos comerciantes herederos de una estruc-
se había desprendido previamente -y aun a buen precio- de las acciones') 'ínonopolística que tiende a reconstruirse luego de la tormenta revolucio-
empresa rival de la fundada por Rivadavia. 9 _a.,se hacen cada vez más hostiles a nuevas transformaciones que podrían
Las ruinas dejadas pm la crisis financiera de 1825 no eran entonces · azar su situación predominante
masiado impresionantes; no hubieran podido serlo en un país aún mal Ji a pérdida de fe en un futuro que de manera misteriosa corregiría las fa-
con los centros de la finanza mundial. Pero en algún aspecto sus consec .. !presente a menudo deplorable hace aún más insoportables los golpes
cias fueron graves: luego de la crisis lo que se desvanecía por un pt uf~e la economía argentina durante la segunda mitad de la década del
te. Estos tienen una fuente principal: la guena brasileña, que desequili-
. con sus costos exorbitantes las finanzas públicas, que con el largo blo-
----···.,·-·-------- - 9 Official note (se de la RiverPJat~ Mining C~mpany) which has been ~·tucf;p-;{fhe : . seca las fuentes de ingresos del Estado y pone en crisis una economía
Exchange, 8 de junio de 1825, en Archivo General de la Nación, Buenos Aires, (en ade ~a vez más resueltamente orientada al mercado mundial. Ahora bien, si la
AGN), X-1-3-1 · a brasileña comenzó por ser extremadamente popular en Buenos Aires
Instrucciones de la Legislatura Riojana para la cesión de derechos de amonedación al vista por lo menos sin hostilidad en el Interior, fue sobre todo el parti-
co Nacional en Archivo de J F Quirnga (copias conservadas en el Instituto de Historia Ar e.iba a llamarse Unitario el que se identificó con ella, mediante una ma-
na Dr Emilio Ravignani), carpeta 8, documentos 1261 y 1262 ra política que creyó hábil pero que se iba a hacer cada vez más ruinosa

184 185
a medida que la guena misma se prolongaba, y con ella las penurias púb
y privadas. 10 Sobre todo, la provincia de Buenos Aires fue afectada -en
na expansión ganadera- pm las consecuencias del conflicto: aquí la inflaé
y el bloqueo golpeaban con maym violencia; si los grandes hacendados·'
dían hacer del período de clausma de las exportaciones una pausa destiíi
a la capitalización, mediante la multiplicación de sus ganados, la pobla¿
rural en su conjunto sufría las consecuencias de una prnducción que se p
!izaba; sufría además el peso del enrolamiento, que recaía especialmente'
bre ella; en 1827 un testigo sobrecogido, el infatigable memmialista Be ,
describe ese afligente desfile de mujeres que, en las madrugadas, llegan·
balgando a Buenos Aires con odres de leche, en reemplazo de sus hom
que se ha tragado el insaciable ejército nacional Mientras tanto las de
ciones pueblan el delta del Paraná y los bajos del Tmdillo de una humani
marginal cada vez más numerosa, y el ejército saca junto con los hom
también los ganados y las cabalgadmas de una campaña que había veni
acostumbrándose a las bendiciones de la paz
En la ciudad es sobre todo la inflación la que causa estragos, combina
con el bloqueo. Los prnductos ultramarinos (muchos de los cuales son de có
sumo popular) cuadruplican su precio; los salarios parecen duplicar; los su
dos de funcionarios públicos quedan fijos; los contratos a largo plazo hecl1
con moneda de valm estable pueden de prnnto satisfacerse con papeles g
pierden continuamente valm; dueños de inmuebles, impmtadmes, prestami
tas se arruinan rápidamente sin entender demasiado bien de qué modo podrí
paliar la catástrofe
Sin duda el daño es menos prnfundo de lo que parece a quienes lo viven;
moneda de papel de valm decreciente, una vez intrnducida en las costurnbv
no impedirá una intensa vida mercantil; pm el momento, sin embargo, acre'
la penmia y sobre todo la insegmidad. La guerra civil, consecuencia en p
de esas zozobras, las perpetúa: cuando la paz con el Brasil elimina el bloq1f
que ha cmtado los contactos comerciales ultramarinos, bien prnnto la rev
ción de diciembre de 1828, y sobre todo la reacción que despierta en la c
ña de Buenos Aires y en las prnvincias del Interim dejan al puerto aislado
desprovisto de frutos para expmtar Pese a que la expansión prnductiva no
detiene -en algunos aspectos, corno se ha visto ya, es acelerado por la mis
coyuntma- el clima económico de cenado pesimismo es uno de los legad
de la tmbada década del veinte a la que ha de seguirle

1O Una imagen particularmente completa de estas últimas la propone J M Beruti, en M~,


morías curioms. año 1827, aumento (en Biblioteca de Mayo Buenos Aires, 1960, IV, 3997-8)"

186 187
Segunda Parte

LA POLÍTICA
DEL DERRUMBE~ LA
RECONSTRUCCION
DEL PODER NACIONAL

Luego de 1820 . Los poderes provinciales como herederos de la crisis

Hasta 1820 se enfrentaron dentro del campo revolucionario el poder na-


obedecido en Buenos Aires y salvo breves episodios en todo el
· cumán y Cuyo, y el bloque dirigido por Artigas, que abarcaba todo el Li-
ra!. El gobierno nacional sucumbió en 1819-20 a un desgaste político pro-
cado en parte por el descontento creciente que el costo de la guerra susci-
ba, en parte por la tendencia a cerrar el círculo de los participantes en el
. óder que el régimen de Pueyrredón fue manifestando Pero antes de sucum-
Jr preparó eficazmente la ruina de su gran rival; al aceptar -y sus enemigos
<)acusaban con buenos motivos de algo aun peor- la nueva intervención
· rtuguesa en la Banda Oriental contribuyó a despojar a Artigas de su base
lítica más segura; a medida que perdía el dominio de su tierra, el Protector
los Pueblos Libres quedaba cada vez más a merced de sus protegidos . En
spectiva menos personal y anecdótica, con la Banda Oriental en manos
rtuguesas, no le quedaba al Litoral fluvial, apenas se volviese hacia la paz
§US tareas, más intermediario con el resto del mundo que Buenos Aires. Al
ntúhuir a la eliminación de Artigas, el gobierno directolial puso las bases
su victoria póstuma . Pero antes de llegar nuevamente a una hegemonía de
enos Aires en el Litoral, el resultado inmediato de la caída de Artigas iba
er la desintegración de su sistema político, reemplazado por una plurali-
d de centros de poder independientes entre sí y mucho más débiles que la
ión de los Pueblos Libres

191
Efectos semejantes tuvo la disolución del poder nacional en el Iucu .<En el extremo Norte la caída del gobierno central afecta decisivamente al
Cuyo Aquí también se iba a dar una primera etapa de fragmentación del pií' 'ásimportante -y a la vez más independiente-de sus apoyos en el Interior. El
político; facilitada y a la vez limitada en sus consecuencras por las moda]" í-edominio de Güemes en Salta ha sido finalmente socavado por la prolonga-
des que había tomado el régimen directoria!, cuyo centralismo formal h iín de la guena en la frontera altoperuana; esa guena ha agotado los recursos
ido ocultando cada vez peor la cesión de poderes efectivos a fuerzas regio 'Salta, y su peso terminó por caer también sobre esa plebe a la que Güemes
les, esa fragmentación iba a crear algunos grandes herederos del poder na · bía organizado en fuerza política y militar hostil a la aristocracia de comer-
na!, aspirantes a hegemonías regionales o aun nacionales, y otros heredé _tes y tenatenientes A medida que se alejaba la perspectiva de una restau-
menores, inestablemente afirmados en el marco de una única provincia. ./ ción del poder español, los adversarios salteños de Güemes tendían a buscar
En el Norte, la caída del poder nacional es anticipada por la secesión tu uevos apoyos, no al norte sino al sur; surgía así el partido de la Patria Nueva,
mana, encabezada por quien ha sido emisario en la región del poder caí -·stocrático y (según su nombre mismo lo indicaba) reclutado por algunos
Bernabé Aráoz, coronel, gobernador intendente de Iucumán, se transfo ·'sidentes del sistema de Güemes entre conversos recientes a la cansa patriota,
ahora en presidente de ]~república del Tucumán; por más de una década 'ara enfrentar al de la Patria Vieja, capitaneado por las pocas grandes familias
problemas del aristocrático y vastísimo clan familiar al que pertenece el uehabían acompañado desde el comienzo a Güemes en su aventura y seguían
ñor presidente (que está lejos de vivir en la concordia) van a llenar casi to n a su lado, pero rico en adhesiones populares
mente el primer plano de la vida política tucumana Aráoz intenta canse La Patria Nueva se entendió de inmediato con Aráoz; éste, como aristócra-
(y utilizar en provecho de la hegemonía de la región nuclear) la estrucf debía oponer se a lo que juzgaba insoportable demagogia del sistema de
administrativa de la gobernación-intendencia, de la que en 1815 se ha se emes; como tucumano, iba a facilitar la ruina del demasiado poderoso go-
rado Salta No lo logra: Santiago del Estero tiene una tradición ya larga' rnante salteño, buscando reemplazarlo con dirigentes más débiles y compla-
oposición al centro administrativo del que depende; esa oposición, que -· ntes. Pero los realistas se anticipan a los nuevos patriotas: una incursión
bía tenido su fortaleza tradicional en el Cabildo de Santiago, ha sido cultí itosa lanzada desde el Altiplano causa la muerte de Güemes Ha llegado la
da por el gobierno de Buenos Aires que, en su debilidad creciente, ha podf ra.de la Patria Nueva, a cuyo duro dominio más de un secuaz de Güemes
utilizarla para conservar una parte de su ascendiente sobre su emisario e ' fiere el del rey: Olañeta puede en 1822 avanzar triunfalmente por la que-
remoto Norte Ahora, Santiago debería sufrir sin paliativos el peso de la hé ada de Humahnaca, recibiendo multitud de inesperadas adhesiones. Pero su
monía tucumana. anee, como otros anteriores, no deja consecuencias, y paulatinamente se afir-
El Cabildo santiagueño encabeza las protestas contra la incorporación la reconciliación entre las grandes familias de la Patria Vieja, que recupe-
república de Iucumán y los escandalosos comicios que para elegir repre · buena parte de su ascendiente, y las del partido opuesto Gracias a esa
tantes a su legislatura ha organizado Aráoz Mientras los cabildantes de onciliación la aristocracia retoma su predominio sobre una plebe desencan-
el jefe de las tropas de la frontera india marcha sobre Santiago: Felipe lb _a de los resultados de la experiencia política dirigida por Güemes; es la Sal-
como casi todos los hacendados de la zona ganadera contigua a la frontera¡ tntelada por esa aristocracia la que, en los años centrales de la década del
sido menos hostil a la hegemonía tucumana que los comerciantes y dueño~ ·nte, se da una administración qne gana el aplauso de exigentes observado-
tierras regadas inmediatas a la capital (dominantes en el Cabildo); agotada · de Buenos Aires.
posibilidades de ésta, se lanza decididamente a la lucha por la sucesión. , _En el centro del país la crisis del Estado central deja una provincia aspiran-
quista la capital, mientras se amontonan las renuncias de despavori aJa hegemonía regional y acaso nacional: es Córdoba Sus aspiraciones se
cabildantes, y con el apoyo de sus "bravos milicianos" de la frontera gobe San en su importancia demográfica: con cerca de setenta y cinco mil habi-
rá la provincia durante los siguientes treinta años, con breves intervalos .. tes en 1813 (Buenos Aires apenas supera los cien mil), Córdoba está muy
____ __ _ fampoco Catamarca, que dentro de la intendencia tucumana estenenc1 amente a la cabeza de las provincias que parecen impacientes por sacudir
gobernácfon, se resigñá a pérmanecer incorporada a la nueva repúblíc . tela porteña Se basa además en las modalidades de la secesión, que han
separación rematará un proceso largo y complejo, en que intervienen tro _do a Córdoba el control de un fragmento importante del antigno ejército
santiagueñas y salteñas hostiles aAráoz y se entrelazan las alianzas Y hos ..rana!.
dades entre linajes de arraigo sólo local que durante décadas domin~án fa, ·.'La provincia de Córdoba se separa, en efecto, del gobierno central luego de
cena catamarqueña; en 1821 también Catamarca se separa de la repubhca te! Ejército del Norte, sublevado en Arequito (7 de enero de 1820), se ha
cumana; tres provincias comienzan ahora su existencia separada ,.usado a segnir obedeciéndolo y a intervfnir en la lncha contra el litoral

192 193
artiguista. Conducido por jefes cordobeses (los coroneles Bustos y Paz ' .· a como puede al exigente ideal constitucional impuesto por "las luces del
ejército se instaló en Córdoba, que ya se había pro~unciado contra el gobi
de Buenos Aires y acababa de colocar en el poder a los ¡efes del federaJi l0, Se crean así poderes legislativos, en general ejercidos p01 una única
r~,
ara muy poco numero~a, en la que se ag?lpa~ los alto,s empleados de las
local, que desde 1815 venían intentando (sin éxito) alinear a la provincia] , as administrac10nes Estas tienen orgamzac10nes casi siempre sumanas
a los Pueblos Libres del Litoral Pero esta solución (que parece haberco· J~o en Córdoba, que ha heredado, y costea dificultosamente, el aparato ad-
con el apoyo de Paz, adicto durante toda la década a la facción federal co 'nistrativo de la antigua intendencia) y la mayor parte de los gastos de las
besa que se llamaba a sí misma liberal, y que sus adversarios llam evas provincias los absorbe el,presupuesto de defensa En efecto, la revo-
montonera) debió enfrentar la decisiva oposición de Bustos, que se alzó e
poder y fue recibido con alborozo por algunas grandes familias vinculadas
?e
i:;ión ha dejado como rnnovac10n destmada a dmar la presencia cuerp;'s
•... ados relativamente numerosos, sea nacrdos de la fragmentac10n del e.ier-
el comercio de la capital y dueñas de tienas ganaderas en el norte de la j ·to nacional, sea surgidos de milicias locales a las que la desaparición de
dicción cordobesa que (en oposición a otras de extracción análoga) hab e ha entregado todo el poder militar Estos exigentes sostenes del orden,
gobernado a Córdoba en nombre de Buenos Aires hasta 1820 C go de las agitaciones de 1820, permanecen por varios años gravitando
Ahora el grupo cordobés antes directoria! iba a seguir una política má.s de segundos planos La importancia de Bustos, may01 de la que le da su
dependiente y más ambiciosa: su propósito sería llegar a la rápida organi 'fmdíción de gobernador de la provincia de Córdoba, o la del comandante de
ción de un nuevo poder central, que reflejase la pérdida de poder y presti sLianos de La Rioja, Facundo Quiroga, muestra cómo en esa etapa de inse-
sufrida por Buenos Aires en las tormentas del año veinte; frente a las resist a concordia la importancia del respaldo armado sigue siendo decisiva. En
cias de la provincia antes hegemónica, los nuevos dirigentes cordobeses es porque la concordia es insegura, y las constelaciones de alianzas y ten-
raban poder aunar tras de sí a casi todas las restantes \ nes interprovinciales evolucionan rápidamente (azuzadas a menudo por la
No les iba a ser fácil: vindicadora de las provincias frente a las ambici prejuiciada sabiduría política de Buenos~es) amenazando consbmtemente
nes porteñas, Córdoba sostenía a la vez ambiciones hegemónicas que dé. i1 nuevos choques armados . En parte tarnbien porque la paz colomal ha des-
pertaban los naturales antagonismos Desde 1814 Cuyo había sido desgaj parecido para siempre, y la quietud de la plebe parece requerir -más que an-
de la intendencia cordobesa, formando una provrnc1a nueva. Las v1c1S1tu' s de 1810- la tutela de cuerpos armados.
de la toma del poder por Bustos provocarnn la secesión de La Rioja, d · En todo caso el denumbe institucional de I 820 no significa en el Interior
los antiguos federales habían tomado el poder al producirse el alzamie traspaso del poder político a sectores sociales nuevos, ni aun reajustes im-
cordobés contra Buenos Aires, y lograron conservarlo cuando sus con' rtantes entie los ya dominantes. En el Litoral antes artiguista el cuadro es
gionarios cordobeses fueron despojados de él por el antiguo oficial del ej :i\s complejo; en cierta medida el nuevo oiden aporta una restauración de si-
cito nacional; ahora La Rioja se incorporaba a un hente andrno no control aciones prerrevolucionarias, pero ya que el movimiento artiguista no había
por Córdoba y temernso de caer nuevamente bajo la hegemonía de esa a grado transformarlas en la medida en que se lo había propuesto, tampoco aquí
gua capital regional , }; · da un radical cambio de rumbo
En el área andina la disolución del Estado central habia llevado tambie '· En el Litoral fluvial la autoridad de Artigas no se había ejercido directa-
situaciones nuevas En San Juan un golpe militar encabezado por el coro•. 'ente; en Entre Ríos y Santa Fe eran dirigentes locales los que -sobre todo
Mendizábal desembocó en la formación de una provincia autónoma, donde bi Ór hostilidad a la hegemonía porteña- habían orientado a ambas regiones, con
pronto el sector patücio que lo había apoyado lo reemplazó en el gobie · 'versal apoyo, al bando federal. En Corrientes la situación es sin duda más
También San Luis se separó de la jurisdicción mendocina, y formó una P , ·mpleja; aun allí, sin embargo, el artiguismo está lejos de alcanzar las conno-
vincia sobre cuya viabilidad los juicios eran encontrados, dada la extrema . ciones sociales que tuvo en la Banda Oriental (o las del sistema de Güemes
breza de los tenitorios que la formaban. Así, la Intendencia de Cuyo, a ' '§alta), La eliminación de Artigas, impuesta por las victorias de Ramírez,
----- --- - -años de sü créación;sé se¡iaróenfres fragmentos, de los cuales el máirím ejó a Corrientes dominada por éste e incluida en la efímera república de En-
tante era el mendocino, gobernado por su elite de mercaderes y hacendad
que organizó bien pronto otro de esos ejemplares regímenes de 01denado P\
.e Ríos mediante la cual el caudillo entreniano buscó institucionalizar su he-
. émonía sobre la Mesopotamia La aventura final de Ramírez al este del Paraná
greso, aun más celebrado que el de Salta en la prensa porteña ' · cilitó un levantamiento de elementos locales, que tuvo por jefe a Esquive! y
Así nueve provincias reemplazan a las dos que existían en 1810, a las cu rinspirador a Fené, un carpintero de ribera (es decir, dueño de astillero) que
tro ya organizadas antes de 1820; cada una de ellas recibe un gobierno que, ante veinte años dominaría la escena política de su provincia. Bajo la in-

194 195
fluencia de Fené, Corrientes se identifica con los sectores de la ciudad"-'
breve zona agrícola, para los cuales el comercio li):ne es ruinoso: la artes
del cuero y la madera, la del textil de algodón, trabajado en las Misione
captado en su mayor parte por comerciantes conentinos, sufren junto c
agricultura del tabaco las consecuencias de la apertura del mercado lit()
los productos industriales ultramarinos y a los frutos de la agricultura bras
ña La conciencia particularmente aguda de esta situación dará a la poff
correntina (hasta que, luego de 1840, quede sometida a hegemonías extem
una originalidad muy acentuada Las consecuencias de ella tardarán sin e
go en hacerse sentir; en los años inmediatamente posteriores a 1820, Corri
se determina políticamente a partir del recelo hacia su antigua dominador'
vecina del sur; el temor a Entre Ríos la acerca a Santa Fe y, por medio de e
establece una comunidad de intereses inmediatos con Buenos Aires. -· .
Luego de la derrota y muerte de Ramírez, Entre Ríos no justificai
tantos recelos. Empobrecido por el prolongado esfuerzo de guerra, ca'
-como se ha visto ya- en una suerte de marasmo productivo del que t
en salir, el continente de Entre Ríos se halla políticamente bajo el domi
de un porteño, soldado de ventura en las tropas de Ramírez, que recog
herencia política del jefe al que ha sido escasamente leal. Con una sine¿'
dad parecida al descaro, el gobernador Lucio Mansilla se jacta en sus m
morías de haber sido agente permanente de Buenos Aires cuando actui FJG. 3.30 El cona! Santa Fe Acuarela de León Falliere 1858
como auxiliar de Ramírez, y de haber seguido siéndolo cuando obtuve>'
poder supremo en Entre Ríos 1
Ésta es quizás una explicación demasiado simplificadora de una traye pujado a la incursión cordobesa en que el supremo entrerriano encontraría la
ria rica en alternativas; en todo caso Mansilla hará en el gobierno de Entre l!lllerte: la descarnada y enjaulada cabeza de Ramírez, 2 exhibida durante años
la política de Buenos Aires, la de su gobierno pero también la de su clase · la plaza mayor de Santa Fe, iba a ser monumento suficiente de esa victoria
minante, a la que abre la tierra entrerriana, de la que depende financieram' _ñicial, generalmente atribuida a la superioridad militar de la exigua población
el crónicamente indigente gobierno de Entre Ríos. Mansilla es escasarn · antafesina, tenida por la más aguen ida del Litoral. Pero López sabrá evitar
popular entre sus gobernados, sobre todo entre los de la banda del Urug~ nevas aventuras, y en esto parece contar con la aprobación de sus goberna-
fieles al recuerdo de Ramírez; la inseguridad de sus apoyos locales le CJ s, fatigados de tantas luchas Santa Fe se alinea entonces sobre Buenos Ai-
cualquier posibilidad de desarrollar una política interprovincial de alguna" s;López arroja discretamente su influjo aún decisivo, en 1820 y 1821, contra
tentativas de Bustos, dirigidas con igual discreción a enfrentar la amenaza
vergadura
De las provincias del Litoral fluvial la crisis de 1820 deja entonces en e una renaciente hegemonía porteña La amistad con Buenos Aires es el fun-
mer plano a la más pobre y despoblada (los cálculos de la época, sin duda ,arnento de toda la política santafesina; López no considera contradictoria con
aproximativos, dan a Santa Fe sólo poco más de diez mil habitantes co~ ,pala consolidación de relaciones particularmente cordiales con otras provin-
__________ Yeinte111iLde_Entre Ríos y treinta y ciuco m.il de Conientes) Santa Fedebe. ·_rns;la amistad de Santiago del Estero, dominada por !barra, garantiza a Santa
primacía a la suerte de las armas: su gobernador, Estanislao López, un anti _ecohtra cualquier veleidad ofensiva de Córdoba, del mismo modo que la de
comandante de frontera que ha comenzado ya su carrera militar en tiempos '.Ornentes mantiene mejor controlada a Entre Ríos
rey, ha vencido a Ramfrez, ha expulsado del tenitorio santafesino y lo ha
. 2. Nota de .envío de "la cabeza del caudiJlo" de Eusebio Bedoya a Estanislao López, en Er-
to H. Celesrn, Federalismo Argentino Córdoba Buenos Aires, 1932, II, págs 316-317
1 Loe cit. pág 183, nº 3, véase en especial págs. 48-50

196 197
2 . Buenos Aires: retorno a la hegemonía icia que por su ekg~ncia: frente a los vencedores se mostrará indefectible-
te servicial; d1v1dua a sus nvales locales opomendo a Soler, cuyo prest1-
Buenos Aires surge de la crisis del año veinte como una provincia m᧠. lebeyo parece por un momento amenazador, la figUia del cornnel Dorre-
lada durante ese año trágico por sus propias tropas, por las de los+ tnbién él antidirectorial bienquisto de la plebe porteña, pern irreductible
litoraleños, por las más devastadoras de esos auxiliares incómodos que¡0 ' •· ·go de los caudillos litoraleños. El resultado de esta larga prueba de fuer-
dillos vencedores han encontrado en el chileno Carrera, su tropa de ave Ígue siendo dudoso, pern -por primera vez en la historia porteña- los sec-
ros y su cohorte de aliados indígenas, sus posibilidades hegemónicas p sdominantes en la economía local vuelcan su poderío en el conflicto y sal-
por el momento comprometidas. La división de los vencedores mejora sus el orden: las tropas de frnntera comandadas por Martín Rodríguez y las
pectívas; el acercamiento con Santa Fe y Córdoba provocado por la am "cías rurales de la zona ganadera del sur eliminan la amenaza de una rebe-
de Ramírez y la más prolongada de Carrera constituye un desenlace ines ·• . de las turbas en octubre de 1820
<lamente feliz de una crisis que se presentaba sombría. Buenos Aires se ad .Mientras en sucesivas jornadas confusas se dibuja lentamente la victoria de
bien pronto a las nuevas tácticas políticas que la disolución del Estado i sectores altos y sus voceros políticos, la prnvincia elabora sus institucio-
ne: aliada a Santa Fe, dominante en Entre Ríos, busca en el frente andiú' , entre ellas adquiere importancia creciente la Junta de Representantes, sm-
factor de equilibrio contra Córdoba, en la que ve su más seria rival. p · ¡ primero como mero colegio electoral intermedio, transformada en baluarte
Mendoza y luego San Juan serán halagadas por las autoridades porteñas;· os sectores que serán vencedores y en depositaria del poder constituyente
Norte, deshecho Tucumán por la inestabilidad política, Salta es también,;' ! legislativo Se organiza así un régimen parlamentario que no se apoyará
duamente cultivada. Dominante ya sobre el Litoral que la ha vencido, Bu· •texto constitucional alguno, sino en un conjunto de leyes fundamentales: la
Aires se previene mediante esta política cautelosa del peligrn que paras islatura elige al gobernador por tres años y se renueva anualmente por mi-
tuación implicaría un Interior unificado bajo la égida de la prnvincia es mediante el sufragio universal de los varnnes mayores de 25 años
populosa de la región l;a introducción del sufragio universal (que estaba lejos de ser una novedad
De este modo un cambiante equilibrio ínterprnvincial reemplaza a la¡:, ·él uso porteño) fue considerada luego el aspecto más importante de este
dida unidad, y no siempre con desventaja La desaparición del Estado e enamiento político; y, en efecto, los sectores gobernantes no siempre iban a
tral ofrece a Buenos Aires beneficios adicionales: implica el fin del esfue capaces de conser.v.ar~_ c:ontrnl de una masa de electores cada vez más
de guerra y la eliminación de la parte del fisco central en los costos de ad erosa Notemos, sin embargo; que1as experiencias ya existentes en torno
nístración del resto del país, mientras lo principal de los ingresos del anti .este modo de sufragio parecían mostrar que sólo~'! mínima parte de los
Estado (la renta aduanera) queda en manos de la nueva prnvincia Imp.; tares se preocupaban por ejercer su derecho (pero'la experiencia iba a
además la posibilidad de seguir desentendiéndose de los problemas qq sfrarse aquí engañosa; sí en las primeras jornadas electmales posteriores a
presencia portnguesa en la milla oriental del Plata planteaban, de esqu_ Oera posible imponer una lista de representantes con menos de un cente-
así la reanudación de un conflicto que podría amenazar la renaciente pros de votos, progresivamente iba a llegarse a la participación de más de siete
ridad porteña ' votantes) Al lado de esta garantía engañosa la ley ofrecía otra más sólida:
Es ésta en efecto la que sostiene ese nuevo orden politico que Buenos · to a los doce representantes de la ciudad, instalaba en la legislatma once de
exhibirá orgullosamente ante las prnvincias De la crisis de 1820 la provi ;e~mpaña, éstos sí elegidos a lo largo de todo el período por inspiración
porteña ha surgido con un aparato institucional renovado; la relativa efic . grandes prnpietarios y autoridades locales, y sin oposición Como en los
con que éste funciona se vincula sin duda con la existencia de innovacio ques armados de 1820, en el orden político que de ellos smgió, la campa-
paralelas en el equilibrio social La crisis de 1820 ha enfrentado en Buenos A (fortaleza de las clases altas, equilibraba los peligrns que la democratiza-
los restos de la clase política que ha dirigido el Estado central con un partí 'pn política de la ciudad significaba para el sector dirigente.
------1avez ¡:,o¡:,ülai :y militár aguerrido en la Oposición al régimen direttúY1al, ••,¿Cuál era ese sector dirigente? Luego de su aparición en primer plano du-
cree llegada su hora con la ruina de éste. Pern la vieja oposición se entieú • te las hmas más críticas del convulso 1820, las clases poseedoras (grandes
mal con los caudillos litoraleños vencedores, ante los cuales debe manteu. _mercíantes nativos y extranjeros, hacendados predominantemente nativos)
para no perder prestigio frente a su clientela política plebeya, exigencias i . rnaron a su preferido segundo plano; algunos de sus integrantes acampa-
adecuadas a quienes hablan en nombre de los vencidos Por lo contrario, , 'an la gestión del gobierno desde la legislatma; los más preferían ínterven-
antigua clase política sigue usando un arte maniobrern más admirable por; ?nes aun más discretas en el manejo de la cosa pública Ésta era dirigida

198 199
entonces por una clase política reclutada sobre todo entre las notabi!i "I,as reformas así introducidas (de las cuales las que ganaton al régimen del
urbanas del foro y de la iglesia. No todas sin duda participaban en el el 'do del Orden la adbesión de las clases altas urbanas y los propietarios ru-
gobernante: lo impedían las rivalidades, las tensiones heredadas de un no eran a los ojos de los dirigentes del pattido las más importantes) ten-
nio de agitada política revolucionaria junto con la infinita capacidad : a la instauraci,ón de un_ Estado moderno dentr_o de lo_s límite~ de la
clase -demasiado escasa y obligada por la fuerza implacable de lasco ~vincia: eliminacron de m~grstr~turas que eran ~elrqura colonral (la mas pres-
convivir en un ámbito pequeño- para encontrar motivos siempre renov: Íosa y, por lo tanto, la mas temr_b}e era el Cabrldo, ~upnnndo e~ 1821); re-
de disputa. El sector gobernante, que se daba a sí mismo el nombre de p grfua de la justrcra, con desliuccron del fuero especral corporatrvo pata los
do del Orden, debía enfrentar por una patte a la oposición de los here
directos del pasado directoria!, que tenían en Gregorio Tagle, el ex seer
rio del director Pueynedón, a su figura más inquietante, y por otra a la de
herederos de la oposición popular a ese régimen, influyentes sobre todo
el ejército
Frente a ambas oposiciones, el Pattido del Orden yudo contat en los
mentos de crisis con el apoyo de los sectores altos Estos encontraban en
gestión aspectos que les merecían adhesión suficientemente intensa como p
hacerles olvidar las causas de disentimiento que estaban lejos de
inexistentes. De la política del Pattido del Orden apreciaban sobre todo la v
decidida hacia la provincia y sus problemas específicos, el reemplazo d :•
atnbiciosa y necesatiamente belicosa tradición revolucionatia por el recon
miento de la primacía de los problemas administrativos; apreciaban tatn
la valiente reforma militat, que creó sin duda un irreconciliable sector de
contentos entre los oficiales despojados de sus sueldos e insuficientemente
denmizados, pero transformó al oneroso ejército revolucionatio en un org ·
mo más batato y orientado sobre todo hacia la defensa de la frontera indíge
que pasaba a ser una de las funciones catdinales del Estado en esa etapa:'
expansión ganadera Apreciaban también el cuidado con que se evitaba el
ficit fiscal, el fin de los tiempos en que un gobierno condenado por la miseri
una agresiva mendicidad había impuesto a las indefensas clases comercial
conuibuciones y préstatnos forzosos Superando ese sombrío pasado, el P
do del Orden había creado el crédito del Estado, mediante la emisión de títu
que alcanzaton valor estable en el mercado financiero
Estas reformas habían comenzado a implantarse desde que, en 1821, el g
neral Mattín Rodríguez, gobernador surgido el año anterior a la victoria deT
sectores altos y las fuerzas armadas rurales sobre la plebe urbana, tomó p .
minislios a Bernatdino Rivadavia y Manuel García El primero, veterano de ·
política revolucionatia, acogido luego de la caída de su facción en 1812 a c
gos-dij5lomáticos; fue para casi todos el poder detrás del trono; el segundo,
hábil funcionatio hijo de otro hábil funcionatio regio, prefería ejercer de mó
más discreto una influencia acaso no menos honda; comenzaba ahora su carr
ra de respetado oráculo de las finanzas, que sólo iba a concluir quince a
más tatde, por decisión de Juan Manuel de Rosas, que había comenzado p
compattir la general admiración por su sabiduría económica FJG 3.31 General Martín Rodríguez (Museo Histórico Nacional)

200 201
comerciantes (y, por lo tanto, abolición del Consnlado ); creación de uni obernante, afirme que existe el deber moral de apoyar!º . Pero esa brillante
ma de enseñanza pública dirigido, según inspiración francesa, por la Univ . eriencia esconde numerosas flaquezas: en pnmer termmo, los avances de
dad (creada también ella en 1821 ); fomento de las aites, las ciencias y la cu x~emocratización política debilitan la hegemonía del grupo dominante: al
como función pública; reforma eclesiástica que suprimió varios convent .·• duir el gobierno admirable de Martín Rodríguez, un ocasional desfalleci-
promovió las secularizaciones de regulares Ese Estado nuevo debía apoy (;()_:nto del aparato politico que maneja con no excesivos escrúpulos las elec-
sobre bases financieras también nuevas: si en los hechos el Partido del o !Jl~nes da a la oposición la mitad de los representantes de la ciudad en la
respetó escrupulosamente los intereses de sus apoyos sociales, conservan .1 islatura; es un útil recordatorio de la presencia de un sector -sin duda ma-
las tasas de importación su papel de fuente principal de los ingresos públi •·/!itario en la ciudad- cuya disidencia se mantiene Por otra parte, el grupo
creó sin embargo un aparato impositivo más complejo, que gravaba (aun· } obernante conserva las características de un sector formado en un clima polí-
de modo-insignificante) el capital mueble e inmueble mediante la contribué" i'~co de predominio oligárquico no seriamente disputado; bajo la superficie que
directa · arece mostrar un acuerdo total, y pese a que éste existe en la mayor parte de
La acción renovadora se extendió aun más decididamente al conjunto· jos puntos fundamentales, las riva(idades de_personas y cl~nes conservan_~n
sector económico-financiero: al lado de la ampliación de la superficie expl papel muy importante; la conclus1on del gobierno de Rodnguez y la elecc1on
ble de la provincia, por avance de la frontera, al lado de la política de tie de su sucesor dan lugar a tensiones de las que el Partido del Orden ya no ha de
que -aparentando ofrecerla muy liberalmente a todos- comienza la entrega '3.tecuperarse El general Las Heras es elegido gobernador en 1824 por el acuer-
nuevo botín de terrenos fiscales a los sectores altos, cuenta la creación del .. do entre la oposición y los más brillantes dirigentes parlamentarios del partido
parlamento Topográfico, consagrado a establecer con mayor rigor el catas T¡¡ficial, que cuentan con manejar al nuevo mandatario, reemplazando en esa
territorial, que hace por lo tanto más segura la propiedad inmueble; en el c /función tutelar a Rivadavia y García. El primero se marcha del país, convenci-
po financiero está la ya mencionada creación del crédito del Estado, que c '·do de que su ausencia tendrá efectos catastróficos que facilitarán su retorno
vierte sus viejas deudas en papeles que alcanzan bien pronto reputación 2'itriunfal El segundo prefiere quedarse y ganar sobre Las Heras el ascendiente
solidez y por lo tanto cotización estable; está la creación del Banco de D con el que de antemano creía poder contar el doctor Agüero, eclesiástico du-
cuentos, destinado a terminar con las altas tasas de interés, que sin duda cú cho en artes políticas que había pasado al Partido del Orden en pleno debate
ple muy mal esta función, pero cuya breve trayectoria se da sin oposicio ''sobre la reforma eclesiástica y cuyo peso en la elección del nuevo gobemadm
importantes. 'había sido mny grande Agüero no se dará por vencido; un discreto forcejeo
Toda esa masa imponente de transformaciones político-económicas'. caracterizará las relaciones entre el gabinete de Las Heras, dominado por Gar-
acompañada por una creciente prosperidad rural, pero también urbana, que \:ía, y su apoyo parlamentario No son los mejores auspicios para enfrentar !a-
traduce en progresos en la edificación privada y pública; el ex direc ireas mucho más vastas que las llevadas adelante con tanto éxito a partir de 1820
Pueyrredón construye la primera gran casa de renta de Buenos Aires, con En efecto, es un grupo político quebrado en su unidad el que ve resurgir
pisos altos; el Estado reconstruye el edificio de la legislatura, con la direcci frente a él problemas que la disolución del Estado había permitido hasta en-
del mismo arquitecto francés que dota a la catedral de Buenos Aires de un R Aonces esquivar, y cuyo solo planteamiento revela otra de las causas de debili-
tico neoclásico demasiado vasto para el modesto edificio al que introduce. ••zdad del orden surgido de la crisis de 1820; éste se ha mantenido gracias a que
teatro conoce su mejor momento posrevolucionario; sociedades y prensa e 'fas circunstancias han quitado gravitación inmediata a ciertas causas de ten-
dita en que colaboran dirigentes del grupo gobernante y de la oposición d •·sión, cuyo resurgimiento era por otra parte inevitable
la vida cultural porteña un brillo que no ha conocido en el pasado (y que tar .·.. La coyuntura internacional, que en la década del veinte se hace más favor a-
rá decenios en recuperar). Esas transformaciones no son, ajuicio de los gob . ,b[e a los nuevos Estados hispanoamericanos, en la medida en que aleja a Gran
nantes, sino un comienzo: el fomento de la inmigración europea debía ase ••Bretaña de las potencias continentales, facilita el reconocimiento de su inde-
-·raravaiicesáuiimás acelerados ·. pendencia; con motivo de ésta el problema de la falta de una organización es-
El entusiasmo de los sectores gobernantes ante su propia obra es entone 'tatal recuperará toda su urgencia. Por otra parte, la presencia portuguesa y lue-
comprensible; es comprensible que lo compartan algunos que se contarán. ·go brasileña en la Banda Oriental es escandalosa para la naciente conciencia
etapas posteriores entre sus adversarios más decididos, que los más de és . ."nacional argentina; el conflicto es aquí también imposible de eludir a largo pla-
otorguen por Jo menos una mesurada aprobación, que desde su distante lu . }º· Por último, la agitada coyuntura económica de los años centrales de la dé-
de destieno el general San Martín, no unido por simpatía alguna con el equi /Cada, despertando vastas esperanzas y desmitiéndolas brntalmente a plazo muy

202 203
corto, contribuye a agravar conflictos y tensiones, acentuando el contrastf {<pero para qué ha de reunirse? Sobre esto no existe unanimidad real, ni aun
tre los progresos políticos de la primera parte del decenio y las luchas des ' \ad de ideas Sin duda el Congreso ha de ser constituyente; pero antes de
denadas en la segunda · uua constitución, antes sobre todo de que el aparato del nuevo Estado entre
cionar, ese mismo congreso deberá contribuir a suplir su ausencia; enfren-
a entonces opciones decisivas y menos mediatas que las planteadas por la
3. La tentativa de reorganización nacional y sus problemas a carta constitucional Formado por diputados elegidos por las provincias
número proporcional a su población (estimada por otra parte con criterios
En 1824 la sucesión de Rodríguez cuenta ya con un testigo excepcion ajenos a conveniencias políticas inmediatas) el congreso reserva sólo un
0
cónsul de su Majestad Británica, Woodbine Parish Este funcionario de c ector minoritario de sus bancas a los representantes de la provincia de Bue-
ra, emparentado con los dirigentes de una casa comercial que es aún la '6s Aires, elegidos por sufragio universal (los de las restantes provincias son
poderosa entre las inglesas que actúan en Buenos Aires -los hermanos Ju signados por las legislaturas, y cuando éstas no existen, por los gobernado-
Guillermo Parish Robertson- ha venido al Río de la Plata a firmar un tra ). pero en los hechos la gravitación de la delegación porteña será desde el
de reconocimiento de la independencia de las tan escasamente unidas Pro rnienzo muy grande: ello se explica no sólo porque está completa desde
cias Unidas Las negociaciones serán curiosas; el agente trae un borrador apertma de la asamblea, sino también por la vasta experiencia de sus diri-
que uo puede apartarse, y las tratativas deben llevar a sus interlocutores a a ntes y la moderación que juzgan bueno mostrar en las primeras etapas Aho-
tar la necesidad de suscribirlo en todos sus términos Ello no presentad bien, la delegación porteña no sólo no contiene representantes de la antigua
siadas dificultades; su interlocutor es el doctor García, uno de esos amigos fi sición local; se halla además firmemente en manos de los sectores del Par-
de Inglatena que no escasean en nuestro escenario histórico y suelen cara o del Orden que se sienten desplazados por el ascendiente creciente de Gar-
rizarse por la preferencia por los segundos planos y una singular capacidad a,sobre el gobernador y que, sin embargo, han logrado poner a su servicio el
la supervivencia política. Pero el problema es otro: ¿en nombre de quién n ·. ·., tero aparato del Estado, que ha funcionado ahora con plena eficacia (lo mis-
cia García? Parish no deja de advertirlo: no se satisface con las explicaci o volverá a ocunir en las elecciones de renovación de la mitad de la legisla-
excesivamente complicadas que alegan delegaciones explícitas o implícita a de Buenos Aires, en la primera mitad de 1825; ahora también la oposición
las relaciones exteriores que los gobiernos de las otras provincias han ido verá impedida de consolidar sus avances de 1824, y la lista oficial será do-
ciendo en el de Buenos Aires; quisiera ver al negociador argentino respald 'nada por los adictos a la representación porteña en el Congreso Nacional)
por el pronunciamiento de un cuerpo nacional . Pero esos triunfos en el plano local no apaciguan las ambiciones de los je-
El doctor García puede informarle que, muy oportunamente, ese cuerpo , sde la bancada porteña; al revés de Las Heras, ajeno hasta su elección a la
a punto de constituirse; a partir de ahora su formación será acelerada po( ériencia política comenzada en 1820, y de García, que no es un político con
nuevas necesidades de la política internacional. Pero ya antes de que la sol' µda! propio (hasta 1824 el doctor Agüero ha podido considerarlo el más bri-
tud de Parish haga abreviar etapas, la convocatoria de un nuevo Congreso te de sus secuaces), estos hombres diestros en el manejo de los recursos
cional es un hecho decidido; las primeras gestiones datan de 1823 y han p. 'olíticos se preparan a acelerar su triunfo utilizando para ello su posición do-
do de la provincia de Buenos Aires; la razón de urgencia invocada es la cri ' 'nante en el Congreso Nacional. Madura así la primera consecuencia de la
permanente y cada vez más aguda de la Banda Oriental Detrás de esa r . avía discreta quiebra de la cohesión del partido dominante en Buenos Ai-
hay sin duda otras. Buenos Aires se ha opuesto tenazmente a la reunió.n ; su representación en el Congreso no hará la política del gobierno de la pro-
congreso que Bustos hubiese querido ver congregado en Córdoba; tras in • . cia; se lanzará, por lo contrario, cada vez más audazmente a hacer del Con-
tas tergiversaciones, con diputados ya presentes en la sede de la proyecl .eso un arma de guena contra ese gobierno
asamblea, a fines de 1821 se ha sentido lo bastante fuerte para restarle abi ,,· Sin duda existen quienes en Buenos Aires prevén ese riesgo, y la Legislatu-
----.. -.~-- ------menre-··sii-apoyo' f"Cóiiéllú prop6tcionar1e--e1 golpe dé ·muerte. e,la provincia, al disponer la elección de diputados para el Congreso Na-
En 1823 su predominio se ha consolidado mejor; al parecer la prov· ,. na!, reserva de antemano su derecho de rechazar la constitución que elabo-
porteña cree ya posible utilizar el proceso de reorganización para insti , ,el cuerpo, y el de gobernarse mientras tanto por sus instituciones propias (la
cionalizar su reconquistada hegemonía; muy significativamente ahora ya repuesta busca prevenir la victoria de otra más radical que proviene del cam-
encontrará oposición seria su propuesta de que el futuro Congreso se reú . opositor, pero es significativo que sólo sobre ella haya podido coincidir la
Buenos Aires yoría oficialista) Esas reservas revelarán en los hechos su ineficacia, y el

204 205
Congreso resultar_á un instrumento_mortalmente_adecuado contra un gob· 'Í'tica que exija medios de los que no dispone La constitución, dice en otra
provmcral demasiado remrso a gurarse por los ilustrados consejos del¡,· 1rtunidad el mismo Gómez, terminará por darse sin duda "en algún mamen-
~cro ' acaso sería oportuno que ese momento no fuese demasiado cercano: si se
Éste encuentra un aliado eficaz en el canónigo Valentin Gómez; el an ; '¡anta un poder nacional que, lentamente, p01 delegaciones libremente con-
secuaz de Alveai, que aún conserva conmovedora lealtad política al Dir )idas porgue las imponen las cosas mismas, vaya haciéndose de un tesoro
Supremo de 1815, montonero de 1820 y diplomático de 1822, mostrará ene az de costear el aparato militar y diplomático, vaya cubriendo un conjuuto
primeras actuaciones una admirable lucidez política, que le ganará la provf a vez más vasto de funciones que las provincias desempeñan muy mal; si
na! confianza de los diputados del Interior; será auxiliar eficacísimo del as Jnismo tiempo el ejemplo de ese poder ejercido por el gobierno de Buenos
párroco de San Ignacio, al que la desgracia no ha convertido aún en el sev tes conduce a un paulatino remdenamiento de las situaciones provinciales
Catón que conocerán los testigos de su vejez transcurrida en el destierro; ···e sin cambiar allí las bases del poder real, adecue su ejercicio a las presti-
Y el Congreso les ofrece campo propicio para desplegar sus habilida 0¡as pautas liberales, en el momento de organizar constitucionalmente el
Reunido en diciembre de 1824, lo integran diputados que se conocen mal, q 's las causas de conflicto potencial se habrán disipado ya: la constitución no
a menudo conocen mal a la provincia que representan (cuando el porteño á sino recoger en su cuerpo de normas un sistema político ya inscrito en la
nuel de Arroyo y Pineda renuncia alegando precisamente que nada sabe. álidad
I ucumán, en cuyo nombre actúa en la Asamblea, se le hace notar que la · , Esta admirable lucidez (que prevé casi puntualmente el camino que en efecto
sión de esos escrúpulos provocaría deserciones capaces de acarrear la disof berá recorrer el país para hacerse nuevamente de un poder central) está des-
ción del cuerpo); en esa masa incoherente y poco numerosa los nueve dipuf < ada a durar poco; bien pronto el Congreso tomará el camino opuesto, y no
dos de Buenos Aires logran sin trabajo imponerse Durante toda una prime rá Gómez el menos decidido a seguir ese nuevo rumbo ¿P01 qué? Hay razo-
etapa lo harán en concordia con el gobierno de su provincia y las del Interi vinculadas con el Congreso mismo: en él esa política de prudencia encuen-
Fruto de esa etapa es la Ley Fundamental, que crea un esbozo de poder naci resistencias inesperadas: es característico que sea el diputado Mena, repre-
na!, delegado en el gobierno de la provincia de Buenos Aires, encaigado de 'titante de Santiago del Estero por voluntad de Ibarra, quien proponga hacer
guerra y las relaciones exteriores y dotado en otros campos de atribuci Congreso un medio de eliminación de lo que llama las tiranías provincia-
concurrentes con las de las provincias (así en cuanto a legislación monetari 's .. Es que, una vez en Buenos Aires, los diputados son los más sensibles al
financiera). La solución causa el escándalo de ese veterano de los cuerpos 'uevo viento de institucionalización liberal que la sola convocatoria del cuer-
volucionarios que es el deán Punes, representante ahora de Córdoba, y m 'ó ha hecho soplar en el país Esos diputados lo son sin duda por voluntad de
adicto a Bustos: para el deán, al no reservaise competencias específicas al p s déspotas de los que ahora abominan; reclutados en las reducidas clases le-
der nacional la unificación se hace ilusoria. Los futuros unitaiios le replic ·tda:s del Interior, los han venido sirviendo porgue no habían creído viable una
con dureza: la historia de los Estados Unidos en su etapa confederativa, el eje emativa política al predominio caudillesco: ahma esperan que la coyuntura
plo de monaiquías centralizadas en las que coexisten vaiios sistemas monet nstituyente les proporcione una. Iras de ellos, la gente decente del Interior
rios, son recordados para responder a sus objeciones fa que espera liberarse de la mediatización que en más de una provincia le
Igual cautela conserva la Ley Pundame~tal frente a las diferentes situ · impuesto caudillos de origen militar, y en otras -de modo más tradicio-
ciones políticas provinciales: proclama el escrupuloso respeto a las existe 1.,-guiere utilizar al naciente poder nacional como carta de triunfo en sus ren-
tes y la renuncia a toda intervención frente a ellas; ni aun el nuevo orden con illas internas
titucional podría serles impuesto: la constitución que dicte el Congreso sei ' Frente a esas tentativas la delegación porteña abandona su prescindencia
propuesta a los gobiernos provinciales, que podrán rechazarla y permanec }cial: el anuncio del nuevo rumbo que adopta e imprime al Congreso lo dá, a
al margen de la futura unión Tanta prudencia despierta de nuevo las prole . fde marzo de 1825, la discusión en torno de la reelección del gobernador
tan1e algunos diputados del Interior ¿és preciso entonces que más de""i!ñ · ordobés Bustos Éste no ha encontrado, en la legislatura provincial antes tan
provincia conserve organizaciones políticas muy alejadas de los ideales de ,ócil y ahora envalentonada por el clima constituyente, una mayoría dispuesta
constitucionalismo liberal? · xeelegitlo; frente a los cuatro votos que le siguen adictos, otros cuatro apo-
Es preciso, responde Gómez; todo progreso institucional, para implantat an a un rival particularmente irritante: el coronel Martínez, adicto a la causa
sólidamente, debe partir de los pueblos mismos; por otra parte el Congreso deb • l rey (a la que, según testimonio de quien iba a ser su colaborador directo,
0

cuidarse de recaer en los enores de sus predecesores, volviendo a adoptar urf .icente Pide! López, mantendría fidelidad retrospectiva aún en 1840) El sor-

206 207
teo dispuesto por la legislatura favoreció a Martínez; frente a este res i' d romper relaciones con el gobierno cordobés, participa en la apro-
una pueblada en la que participa abundante tropa impone una elecció~ m~ :na respuesta extremadamente dura, que proporóonaba al goberna-
(no prev~sta en el estatuto provincial de 1821) que favorece por lo con· .ón e solicitada lección de moral cívica ("los depos1tar1os del poder es
Bustos. Este se considera reelecto, depura la legislatura de elemento ,una no . .
\ · ue se acostumbren a devolverlo sm repugnancia, como que no es
ros y comunica al Congreso Nacional, en tono compungido, el episo . · dq d y patnmomo"),
,sano . · para corre1un
· a dvut1en
· · • do1e cont ra
· cua1qmer· de-
encuentra en el Congreso la comprensión que sin duda esperaba: no rop1e ª , · · ·
., de [a legislatura es de la mas alta importancia, que sm per 1 a d e· d'd
doctor Vélez Sársfield, que había aspirado inútilmente a ser diputadop~· c1on ·, . · · 1 "
t s se reúna nuevamente la representac1on provmcia , y que su reumon
daba, y finalmente había entrado en el Congreso como representante d
Luis por gracia de su cuñado, el gobernador de esa provincia, opone a¡:¡
°
en
• ~
cisamente con aneglo a la ley fundamental de la provincia: su alte-
. 1 ...
; · miiará siempre como un atentado, s1 no es obra de a provmcrn m1s-
una hostilidad implacable; también el doctor Bedoya, hijo del que ha st 1on se 1·1
'') !icitándole además que transformase a esa eg1s atura que ya a rn a ohb'dd
brazo derecho del gobernador cordobés durante el revuelto año 182!, con
ra llegado el momento de emanciparse de su pesada tutela. Frente a
b:; de no serle adicta, en juez de su elección popular _ ..
~¡ royecto -debido a Vélez Sár sfield, Agüero y el salteno Gom~1- encuen-
deán Funes defiende como puede la causa del gobernador tan anómal ·1a· p osición de un diput. ado con entino y otro mendocmo y la mas cauta del
reelecto, en el que se resiste a ver -como Vélez Sársfield- a un nuevo ;d op bés Bulnes (este ex federal pasado a Bustos 1e sera· · ¡ · ·1e¡ que a1gunos
mas
es a su juicio toda la facción patriota de Córdoba la afectada por la tentait ro primeros sostenedores), pero es finalmente aprobado ¿Por qué esa nue-
poner al frente de la provincia a un adicto a la causa del rey, y por el apoy" .:i~eación de fuerzas, para la cual ha sido d.ecisivo el cambio .de actitud de
ella encuentra en el Congreso Nacional delegación porteña? ¿Acaso basta para explicarla el suceso rmsmo, que se-
La diputación porteña se une al grupo hostil a Bustos, y le da con el Gómez "marchita todas las esperanzas de las provmcias, .compromete
primacía; si --quizá por gestión del gobierno provincial- no adopta la so[ú· reorganización y. prnvoca por su naturaleza a n~evas calamidades y des:
cias"? Es sin duda atnbuu una importancia excesiva a un ep1sod10 que esta
Ós de ser excepcional. Pero, por otra parte, la delegación de Buenos Anes se
resta a entrar en conflicto con su propio gobierno, y necesita para ello contm
Í1 el apoyo del Congreso; debe entonces ali~earse cada vez más sobre las
ridencias allí dominantes, da1 alas a la rebehon de los representantes de los
üdillos contra sus mandantes Por el momento, sin embargo, el nuevo mm-
. sólo se insinúa, y la cautela no se pierde: entre marzo y mayo de 1825 un
·byecto de ley que crea el ejército nacional, largamente discutido en el Con-
·Bso, es despojado discretamente de sus cláusulas más S(1j_etas a contro~ersrns,
particular de la que integra en él al resto del anllguo e¡ercüo del Peru acan-
'ado en Córdoba (que constituye el núcleo de la fuerza m1htat de Bustos)
<De todos modos las causas potenciales de conflicto se arremolinan sobre el
ngreso El Estado nacional se está reconstruyendo ya; aún a mediados de
825 Gómez sigue sosteniendo que ese proceso no debe ser amenazado por
ademasiado rápida promulgación de la constitución; sigue temiendo las
d
,·ntroversias que ella despertará Pero no es la constitución único estímulo
ata las disidencias· la misma reconstrucción del Estado, por discretamente que
lleve adelante, l~s provoca necesariamente Sobre todo porque ya a media-
s de 1825 esa reconstrucción ha comenzado a 1evelar qué amenazas enc1e-
tanto para Buenos Aires como para las restantes provincias.
, Aun así la reconstrucción debe seguir adelante; es sobre todo la coyuntura
temacional la que la acelera. Ya en sus primeras sesiones el Congreso ha
F'Ic ) )2 Recova Nueva de Bueno,~ Aires Acuarela de Car lo~ Enrique Pellegrini, 1829.
Qmenzado a dibujar la personalidad internacional del Estado, al aprobar el

208 209
tratado de comercio y amistad con Gran Bretaña, sin oposiciones impo !~mida por los gobiernos porteños, nada deseosos de enzarzarse en un nuevo
(las que encontraron mayor eco en el Congreso se referían a la corre 1·, > terminable conflicto más allá del Plata. Por su parte la opinión pública era en
libertad de cultos a los_ disidentes). Meses después, el fin de la gue;: ~e nos Aires mucho menos paciente: los avances del partido opositor popular
pend_eucia y la expansión de la h_egemonía de Bolívar hasta las fronter '1824 se habían dado luego de campañas de tono patriótico en favor de la libe-
tentnonales de las Provmcias Umdas, volvía a actualizar el problema de ón de la Banda Onental; el coronel Dorrego, en particular, había sugerido,
de esas provmcias en el mundo Pese a que la victoria de Ayacucho fue s de ]as elecciones legislativas de ese año, la posibilidad de llevar al gobier-
temente celebrada por las autondades de Buenos Aires y a que el t t.···· rovincial al general San Martín, con un programa de guerra. La elección de
· d · . . raa Heras, veterano de la campaña de Chile, venido de un ejército formado en
armsta con Colombia fue finalmente aprobado por el Congreso era 1·n ·.
1a h ostl I a entre la constelación política que había agrupado a las t·ocu
·i·d d , ·. eas más amplias que las de policía rural, parecía de todos modos anticipar una
·b . 1erra ólítica más enérgica No iba a ser así, sin embargo: bajo el influjo de García, el
~e e1 C an ex el altiplano altoperuano y los dirigentes de la experienciap
na; era tamb1en visible la tendencia de los futuros disidentes del Interior a evo gobernador no innovó en este aspecto sobre la política de su predecesor
car apoyo en el poderoso vecmo del Norte; era significativo que el deánF a continuidad no iba a darse en cambio en el sector del Partido del Orden aho-
vocero de Bustos en el Congreso, hubiese sido designado representante col ,.,tlistanciado del poder ejecutivo provincial: Agüero, que ya había encontrado
biano en Buenos Aires la elección de Las Heras el terreno para un acuerdo con la oposición popular,
Estos problemas p_oco cuentan sin embargo ante el más importante ahora a rivalizar con ésta en fervor bélico; en la situación oriental encorrtra-
dos: la presencia brasileña en la Banda Oriental En torno de él los gobi ' en efecto, posibilidades admirables de hostigamiento contra un gobierno que
del Partido del Orden han _mantenido una actitud en extremo prudente: podía defenderse; la política de Buenos Aires frente a la presencia brasileña,
desaprovechado la oportumdad que para un retorno ofensivo había propor en los hechos era de total pasividad, en las declaraciones de principios seguía
nado, en 1821-23, el conflicto provocado por la independencia brasileña. fondo de hostilidad irreductible, y esa contradicción demasiado evidente no iba
ese momento el Cabildo de Montevideo había buscado auxilios en la otra 1ser la menor de las causas de su incapacidad para imponerse a las impaciencias
d~ del Plata; habí~ encontrado recepción reticente en Buenos Aires y eco ,él partido de la guena
cahdo pero no mas efectivo en Santa Fe, donde uno de los emisarios capi ; El problema oriental comenzó por estar sólo latente; la expedición de los
res, Dommgo Cullen, terminaría por instalarse . El gobierno de Buenos : Orientales, emprendida en abril de 1825, le devolvió entera actualidad. Di-
?oncluyó enviando al_ ca_nónigo Gómez_en misión a Río de Janeiro; el gabi ·\gida por Lavalleja, hacendado de la campaña de Minas y eh su época segui-
1mpen~l no se_ mostro d1sp~esto a rendnse a sus buenas razones, y el envi> r de Artigas, emigrado luego a Buenos Aires, la expedición fue organizada
retorno profetizando que solo la fuerza de las armas podría obligar a Bra · r Pedro Trápani, un oriental establecido en Buenos Aires (como socio pri-
devolver esa tierra antes española que había transformado en Provirf _ero y luego como sucesor de los primeros saladeristas de esta banda, los in-
Cisplatina. , ses Staples y McNeice); contó con auxilios -modestos- de más de uno de
Pero el poder brasileño arraigaba dificultosarnente en la Banda Orienta!!' gs.grandes hacendados porteños La incursión iba a obtener victorias inespe-
Montevideo la oligarquía urbana en que se habían apoyado los portugu' ¡~damente rápidas y amplias; capturado por los revolucionarios, Fructuoso
había '.'.'velado en 1822 los límites de su adhesión al orden extranjero. En ivera se les sumó y con ello les otorgó el apoyo masivo de la campaña orien-
campana, tras de los grandes saqueos del comienzo de la conquista portug · .. ; ya para agosto los incursores la dominaban hasta la línea del Río Negro
sa, el apoderamiento de la tlena oriental por ganaderos riograndenses -p setiembre un Congreso reunido en La Florida proclamaba la reiucorpora-
cularmente sensible en el Norte- despertaba la alarma natural entre los hac'" ón de la Banda Oriental a las provincias; en octubre la victoria de Sarandí
dados, mientras que la presencia de comerciantes rurales portugueses identi cerraba a los brasileños en Montevideo, Colonia y Maldonado. Los avances
cados con la dominación brasileña creaba tensiones también en otros nive . la disidencia son seguidos con alarma creciente por el gobierno de Buenos
s_oóales Sin duda Brasil seguía contando con la adhesión de figuras signifÍC jres;que primero ha afectado creer en su fracaso: 3 son esos avances los que
t1vas -;-en Montevideo eran éstas muy numerosas; aun en la campaña uno d i,an cada vez mayor fuerza al partido de la guena. El Imperio no busca esqui-
los mas importantes secuaces de Artigas, Fructuoso Rivera, seguía ostentand
su título nobiliario imperial-; pero esa adhesión misma era muy claramen
oportumsta :- 3. Parish a Canning, 1º de mayo de 1825, nº 31 en Pu/Jlic Records ()_{fice Londres, Foreign
(en adelante PRO, FO), 6/8, f 210
El orden imperial estaba entonces muy mal defendido contra una crisis. És.

210 211
varia; la prefiere a una interminable guerrilla en las tierras orientales. ''(' uaz García por su pasividad -sobre la que deja caer sospecha de trai-
mediados de 1825 el almirante lobo, al frente de la flota de guerra im ~~ente al peligro brasileño. El gobernador Las Heras intenta forzar un voto
aparece en la rada de Buenos Aires para pedir explicaciones sobre los au fianza presentando su renuncia; sabe muy bien que el Congreso no tiene
que desde las Provincias Unidas fluyen hacia la zona liberada p01 los inc nemplazante disponible Pern la maniobra fracasa: el Congreso rechaza
pese a los urgentes consejos del cónsul británico, la respuesta que obtie ' \ momento" la renuncia, sin aprobar la gestión del gobernador de Bue-
lejos de ser totalmente satisfact01ia. ~res y anunciando su intención de crear oportunamente nuevas autoridades
Mientras tanto la vieja oposición y la nueva disidencia que desde 18 ,. nales. Luego de Sarandí, el gobrerno de Las Heras no se atreve ya a resrstn
vide al Partido del Orden empujan a la guerra; es sobre todo el segundo { ':sión que empuja a la guena; la incorporación de la Banda Oriental a las
el que desde el Congreso nacional inspira los pasos decisivos. Éstos se e indas Unidas, resuelta por el Congreso el 24 de octubre de 1825, la hace
nan: constitución de un ejército de observación en la ribera entrerriana" vtable y García, al comunicarla a las autoridades imperiales, anuncia a la vez
Uruguay, que comandará el general Rodríguez; interpelación del Congre~ (a decisión será respaldada con la fuerza . Así, el gobierno Las Heras-García
gobierno de Buenos Aires, encargado de la guerra y las relaciones exteri finalmente obligado por sus enemigos abiertos o solapados (o más bien por la
en que Agüero denuncia implacablemente al gabinete dominado por su• erza misma de las cosas, diestramente utilizada por éstos) a dirigir una guerra
' e 00 ha querido, de la que no espera, por otra parte, nada bueno.

>La guerra brasileña (primera etapa)

'La guena significa, en efecto, una crisis de alcances imprevisibles: los avan-
s económicos, políticos y administrativos de los cinco años anteriores son
enazados por ella La nueva coyuntura acelera la reconstrucción del ejérci-
nacional; desde los rincones en que maduraban su descontento, los oficiales
~teranos del ejército de la independencia vuelven ahora a la plenitud de suel-
'"(>S y mandos El cuerpo de oficiales así reconstituido estará lejos de ser un
cil instrumento del Partido del Orden; los veteranos de los Andes, casi todos
los de inclinación directoria!, conviven dificultosamente con oficiales de tra-
ctória más aventurera, entre los que se cuenta el que será general en jefe, en
mplazo de Rodríguez . El general Alvear, de retorno de una misión diplo-
ática ante Bolívar, cuyo estilo de gobierno político-militar admira profunda-
. nte, es designado para comandar las fuerzas que combatirán contra las im-
riales; y su brazo derecho es el coronel Soler, que en 1820 ha ganado la fir-
desconfianza de las clases acomódadas con sus actitudes de tribuno de la
lebe.
,.. Sin duda el peligro político que esta resurrección implica no es inmediato,
pese a las críticas a menudo malignas de algunos de sus subordinados, Alvear
desempeña con gran eficacia: sobre la base de tropas orientales formadas en
'guerra de sorpresas y emboscadas que venía practicando lavalleja, y fuer-
s argentinas cuyo núcleo había quedado embotado en su organización mili-
. durante los largos meses de inactividad transcurridos a orillas del Uruguay,
F1c ) )) luan Manuel Fe,nández de Agüero Dibujo a ~jo la laxa autoridad de Rodríguez, y que se había ampliado luego con reclu-
lápiz y tinta china, coloreado, por Carlos Emique s sin experiencia bélica, Alvear iba a formar un cuerpo numeroso y discipli-
Pellegrini, 1831 (Muíeo Nacional de Bellm Artes) ado, capaz de vencer en batalla abierta al ejército imperial

212 213
Las dificultades para ello estaban lejos de ser sólo técnicas; el desf gobierno nacional (ya para entonces es presidente Rivadavia y ministro
ro de la Banda Onental se jugaba en las rivalidades entre jefes mil'tm; 1 erra el general Alvear) no ha de aceptar esta solución: aprecia en poco la
retardaban su organización Incorporada la provincia oriental, su e ·e, ar_
.,. d . 1
tam b ren mcorpora o a_l nacmnal, cuyo jefe era -~odríguez: el gobierno{!
= idad militar de Rodríguez, desconfía -muy razonablemente- de la leal-
·empre versátil de Rivera; prefiere ver dominante en la provincia oriental
nos Aires estaba dec1d1do a rmpedu la reapar1c10n de fuerzas militares 0 , 3:
'ujo de Lavalleja, _que esp~ra orientar políticamente pm medio de su
les independientes, capaces de grnvitar lue~o de la paz en contra del po ;. porteño Ignacio Nunez, hdehs1mo secuaz del nuevo presidente Alvear
0
tral; el recuerdo de la expenencia art1guena es en este aspecto detetmi !plaza a Rodríguez en el mando, reincorpora a Lavalleja a las fuerzas na-
Lavallep, disconforme con su postergación (aspiraba a ser general en·~ nales y arrnja a Rivera, que vuelve a ser llamado réprobo y anarquista, a las
., . . .
nuevo e¡erc1to nacwnal), se reinó a una pacífica disidencia; Rivera utili ·eblas exteriores
oport~mdad parn volver a primer plano, ofreciendo su apoyo a Rodríg Esta solución -políticamente feliz- dejaba en pie grandes dificultades para
orgamzando la pnmera de las grandes razzzas de ganado nograndense qué concreto manejo del ejército: las relaciones entre los oficiales de carrera que
a acompañar todo el desanollo de la guerra. / ·ora dominaban las fuerzas nacionales y los jefes hacendados de las tropas
'entales iban a ser siempre tirantes; para los argentinos, Lavalleja sería siem-
''el gaucho"; un paisano al que por cortesía se había reconocido unajerar-
ía militar imposible por otra parte de tomar en serio
y, sin embargo, el jefe oriental cumple una función valiosísima; su segura
esión a la causa antibrasileña hace que -pese a que no se ignora que man-
'ene contactos con los jefes riograndenses, que crean al ejército imperial difi-
\lltades análogas a las provocadas por los orientales en el argentino- la leal-
d de los poste1gados orientales no cause inquietudes serias: el ejército nacio-
al, de tan heterogéneos orígenes, si conocerá altibajos en su eficacia militar,
o conocerá fragmentaciones como las que opusieron en la primera década
volucionaria a orientales y porteños
· Es ese ejército -que ha logrado reunir ocho mil hombres- el que el 20 de
brero de 1827 vence en Ituzaingó (la batalla que los imperiales llamarán
í Paso del Rosario) a las fuerzas brasileñas: es el ímpetu de las cerradas
gas de caballería el factor decisivo Pero ese instrumento de guerra, pre-
atado por seis meses de paciente adiestramiento, sobrevive dificultosamen-
(a su victoria Alvear es impopular entre oficiales y tropas; la falta de
· .rsecución eficaz del enemigo luego de la batalla le será acremente repro-
da, mientras las deserciones (los entrerrianos y correntinos dan aquí el
jemplo; son numerosos los que se van a su provincia con buen botín de ga-
ados) comienzan a corroer la estructura del ejército El saqueo de las zonas
·upadas de Río Grande, que el general en jefe no logra frenar, distrae al ejér-
to de sus cometidos estrictamente militares; seis meses después de ltuzaingó
s .tropas nacionales han perdido terreno frente a las imperiales (ellas mis-
s deshechas por las deserciones) y un equilibrio difícil de romper se ins-
. a en el frente terrestre
En él se ha alcanzado la victoria, pero no 1~ <lecisión del conflicto. Se pre-
nta así la perspectiva más temida para el gobierno de Buenos Aires: la de
JJa larga guerra de desgaste Si el imperio brasileño, un coloso de estructura
Ftc. ) 34 General Juan Antonio Laval!eja Óleo de !ucm P. Goulu 18)5 astante frágil, no está demasiado preparado para ella, menos lo están las pro-

214 215
vincias rioplatenses, trabajadas por tensiones intensificadas por uu difí """ eadora: ha vivido más de Jo que hubiese parecido prudente pronosticar
sayo de unificación. > qdofue creada; ha obtenido victmias significativas contra fuerzas superio-
Para las provincias argentinas, la guena impone una costosa organi :
0
ha logrado eliminar ese bloqueo que ahoga económica y financieramente
militar, que es preciso sostener más allá del Plata, y-Jo que es acaso m'' ,ns Provincias Um as
"d
ve- se traduce en el bloqueo del río. a' stas han adoptado ya otro instrumento de lucha naval: el corso. El lucro
Las Provincias Unidas carecen de flota de guena: los imperiales bu :se esperaba obtener de las expediciones hacía fácil encontrar aspirantes a
entonces en su superioridad naval el medio para una decisión, que les é ·patentes, entre capitanes recalados por la guena e1; Buenos Aires y capita-
tan necesaria como a sus enemigos. Desde diciembre de 1825 lo mejor s de ]a ciudad a los que la rmsma guena obliga a mtenumpn otras act1v1-
flota brasileña está en el Río de la Plata, bloqueando la orilla derecha. • "des: Vicente Casares, terrateniente pern también dueño de una flotilla de
de una larga indiferencia, el gobierno de Buenos Aires se decide a org '~cos remolcadores, será el mayor de los empresarios del cms?, que tiene pm
también él una fuerza naval: Brown, veterano de las guenas de Indepe ·roer teatro el !Ío: en las costas de la prnvmcrn onental el mas andaz de los
cia, es puesto al frente de algunos barcos mercantes inmovilizados en el prsarios, Foumier, hace víctimas numerosas. La acción cmsaria se extiende
por el bloqueo y sumariamente armados. La flotilla debe luchar contra ad ··. go a Jas costas brasileñas, y termina por afectar seriamente el cabotaje que
sarios mucho más poderosos, y obtiene contra ellos éxitos inesperados: a f( gura buena parte de las comunicaciones internas del Imperio: éste debe ha-
de abril una incursión en el mismo puerto de Montevideo provoca la destf' se en convoyes defendidos por barcos artillados Pern el empleo del cmso
ción del almirante Lobo; su sucesor continuará su política de cautela: los ovoca irritación entre podernsos amigos de los beligerantes: el Almirantaz-
periales hacen retroceder la línea de barcos bloqueadores, con lo cual el británico quisiera juzgar a Fournier en Londres pm piratería, 4 si los repre-
queo mismo pierde parte de su eficacia, pero no se elimina; meses des htantes ingleses en Buenos Aires logran disuadirlo de esa impetuosa deci-
vuelven a avanzar; pese a las victmias de Brnwn en Los Pozos y Juncal, y:j/ ón, ho hay duda de que ven con igual antipatía la difusión de las actividades
desaparecerán de los accesos inmediatos de Buenos Aires. En marzo de¡ rs:lrias, que está haciendo inseguras las aguas del Atlántico americano, des-
la flotilla de Brnwn es deshecha eu un nuevo intento para quebrar lar" et Plata hasta las Antillas Lo que es más grave: tampoco esa arma impopu-
que es el corso puede aportar la decisión; la guena de usura parece inevita-
'e;.y frente a ella no hay duda de que las Provincias Unidas resisten menos
íin que el Imperio (aunque también éste es seriamente afectado: el recurso a
· oneda de papel se dará también en el Brasil, y el ritmo de emisión y desva-
ación será también aquí rápido)
... a perspectiva de una guerra larga es particularmente catastrófica para las
.· vincias Unidas por dos razones adicionales: una es la crisis política que se
·. arrolla paralelamente a la guerra; otra es la voluntad de imponer la paz que
"fiesta cada vez más abiertamente la potencia que desde 1810 ocupa un
111" de predominio en la constelación internacional en que se mueve la nueva
ión: Gran Bretaña desea en efecto el fin de las hostilidades para retomar los
· tactos comerciales intenumpidos y sobre todo para evitar el derrumbe del
en imperial, que arrastraría consigo a la unidad brasileña (y la unidad de
vasto espacio sometido a un orden relativamente pacífico asegura a Gran
taña el más importante de sus mercados consumidores latinoamericanos)
·, examinarán sucesivamente esos dos elementos que van a pasar parale-
ente a primer plano

04. PRO, FO, 6/21, f. 386, 18 de diciembre de I 827: el Lord HighAdmiral propone que la
,ta británica capture a los corsarios que hagan piratería y los envíe "home for trial' Ajuicio
) 3.5 Bandera del Imperio del Brasil, iomada en la batalla de ltuzaingó _lForeign Office del 28 de diciembre (loe. cit f. 396) ese proyecto would not be advisable

216 217
5. La crisis política en el Congreso aleja cada vez más.al Congreso ~el país, que termina por transformarse en
olo bloque de hostrlrdad contra el.
Los mientadores de la maymía del Congreso hari empujado al país al sas consecuencias negativas sólo paulatinamente irán haciéndose eviden-
na brasileña; una vez desencadenada, se disponen a obtener de la nueva\ en lo inmediato la guena provocó, pm lo contrario, el acercamiento entre
ción el máximo rendimiento en su puja por el poder. La guerra será la · jerno porteño y mayoría del Congreso . Ya antes de la declaración formal,
invocada para la mayor parte de las innovaciones políticas de la etapa 'proyectos del Poder Ejecutivo .provi.sional sobre creación del ejército y el
gue se inicia; en la guerra y en la necesidad de acelerar la victoria creew ro nacionales son aprobados sm d1f1cultad por la Asamblea; a comienzos
antiguos autores de la paz hallar el argumento gue hará callar a sus adv' 1826, declarada la guena, lo primero que la ocupa es el proyecto de crea-
rios Se equivocan: si la impopularidad del Imperio es grande, si las vict • 'n del Banco Nacional, debido al doctm García: las resistencias que este pro-
de las armas nacionales son recibidas con albornzo por sectores muy am · to encontró se expresaron más bien en las discusiones que en las votacio-
(los retratos del almirante Brown, editados por la imprenta del Estado, se ' que le fueron abmmadmamente favorables
derán por millares), el país lleva aún en los huesos la fatiga de la demas· Con el proyecto de creación del Banco Nacional, una nueva dimensión de
reciente y costosa guerra de la Independencia; apenas la nueva lucha p . risis comienza a hacerse sentir agravando las tensiones políticas; es el le-
instalarse para quedar, su presencia deja de ser factOJ de cohesión y se tr • o de las aventuras financieras alegremente emprendidas durante el boom al
fon:1:a, por lo contrario, en elemento acelerador de los conflictos internos,. puso término la crisis de la bolsa de Londres de 1825, y que al parecer
Estos son apresurados además por la impaciencia de los dirigentes po cía no se resignaba a dar pm definitivamente concluido.
cos del Congreso: es acaso la conciencia de su debilidad la gue los ernpuj El Banco Nacional proyectado cumpliría a la vez funciones de banco de
los golpes de audacia, gue paralizan por la sorpresa a sus adversarios . No uentos y de emisión; en uno y otro aspecto se enfrentaba con grupos que
duda de gue dentro del recinto del Congreso esta táctica tiene éxito; pero, ..·, rían ya, o aspiraban a cubrir, esas mismas funciones. Existía en primer lu-
; y desde 1822, un Banco de Descuentos, con privilegio prnvincial otorga-
, por Buenos Aires. Este banco, que emitía billetes y descontaba documentos

) 36 Combate de Quilmes Acuarela de E Marino (Archivo General de la Nación). _:}.37. Carmen de Patagone5 Litografía según A D Orbigny, 1829

218 219
a interés más bajo que el de plaza, tuvo desde su comienzo criterios fui.· tados. A lo largo de la discusión se ha revelado la existencia de otro con-
rns muy discutibles, aunque beneficiosos para sus directores y allega ·., que había logrado interesar menos a la opinión pública contemporánea:
vorecidos con su crédito Uno de los resultados de esta política fue que e nace del monopolio de emisión de metálico concedido al Banco Nacio-
tera de documentos -que constituía lo principal de las reservas del Ban ste choca con las aspiraciones de una provincia -la de La Rioja- que a lo
muy vulnerable a las crisis comerciales; otro fue que bien prnnto la de años de desmedidas esperanzas que la crisis está cerrando ha creído
billetes emitidos (no sólo contra entrega de metálico, sino también con brir un gran futuro en la minería de la plata .
cumentos) se hizo también vulnerable a una crisis generalizada, en la ero las esperanzas en torno del nuevo Potosí riojano no se encerraron en
en que el banco no estaba en condiciones de efectuar una reconversión a límites de la provincia: desde Buenos Aires hasta Londres hay quienes
lico de la mayor parte de ella Por añadidura -y esto era consecuencia, IlI dispuestos a participar en los lucros de la dudosa aventura. Para explo-
de una política de la institución, del equilibrio comercial y fina· '\su riqueza argentífera la provincia organiza dos instituciones: una socie-
posrevolucionario- las acciones del Banco tomarnn el camino del circ dde minas y un banco de rescate y emisión. Una y otra encuentran accio-
metálico y los valores mobiliarios: controladas desde el comienzo por.\ tas en Buenos Aires; Brittain, presidente de la comunidad mercantil in-
munidad mercantil porteña, dominada a su vez por comerciantes ingleses sa; Lezica, el gran comerciante porteño; Braulio Costa, comerciante, es-
comienzos de 1826 estaban en su mayoría en Londres, en manos de.; ulador, amigo y socio del hombre fuerte de La Rioja y comandante de
exportadoras pues habían servido para pagar importaciones desde la metr_ as, Facundo Quiroga, reúnen capitales y sobre todo influencias para la
industrial Jotación de esa riqueza; desplazan, por influjo de Quiroga, a la sociedad
La guerra aportó una crisis a la que el Banco de Descuentos no podrf ada por el gobernador de la provincia y sus familiares para la acuñación
brevivir: a comienzos de 1826 fue preciso decretar el curso forzoso, con p moneda
bición de emision de nuevos billetes; en un clima de emarecimiento del .Estos avisados hombres de negocios no parecen creer en las posibilidades
lico (provocado por su fuga masiva ante la alarma de guerra) esto signific · ediatas de las minas riojanas: les interesa sobre todo controlar la Casa de
el banco no podría desarrollar ya actividad lucrativa ninguna · neda (parecen esperar, por lo contrario, un resurgimiento de los tráficos
La resistencia del grupo que domina el Banco de Descuentos a la ere cantiles entle las Provincias Unidas, Chile y Bolivia, qne haga necesario y
del Banco Nacional debería por lo tanto disminuir No ocurre eso, sin e . vez posible contar con un sistema prestigioso de moneda metálica y se
go: este grupo la acentúa, para sacar el máximo provecho de la liquidaci ponen compra, el metal más allá de los Andes y acuñarlo en la ceca riojana)
una empresa a la que ha llevado a la ruina. Tiene ocasionales apoyos polí froga no es fácil de convencer: finalmente, ante el interés insistente de sus
en las elecciones provinciales de 1825 es la oposición popular la que de esponsales de Buenos Aires (Braulio Costa, que está dispuesto a cabalgar
al Banco de Descuentos contra las primeras tentativas de reemplazarlo co . Los Llanos para hablarle de minas; el oriental Ventura Vázquez, diputa-
institución nacional Pero se apoya sobre todo en su gravitación mere~ • ·ojano al Congreso por gracia de Quiroga, que le pondera la necesidad de
comienzos de 1826 esgrime el peligrn de quiebra de los grandes comerci. ar en serio el negocio) y de su aliado el gobernador de San Juan, Salvador
de Buenos Aires que integran el directorio de la institución bancaria prov· ía del Carril, que le propone la unión de las dos provincias y le ruega que
para obtener una indemnización crecida . Luego de unos días febriles ei 4, haga acuerdos sobre minas sin consultarle previamente,' el caudillo de Los
García recoge las aspiraciones de los dueños del Banco de Descuento nos entra también en la especulación En su nombre y en el de La Rioja,
acciones serán convertidas en otras del Banco Nacional a un 140 % so tura Vázquez se opondrá en el Congreso al monopolio que se trata de ator-
valor nominal (ya la proposición originaria de convertirlas a la par no . a! banco Pero esa oposición es matizada y reticente, no sólo porque
mezquina si se taina en cuenta que a lo largo de 1825 la cotización m' . quez, hombre de Agüero, no quiere una ruptura con la mayoría del Con-
alcanzada por las acciones del Banco de Descuentos había sido del 56 o, sino también porque quiere hacer de esa oposición un instrumento para
- - - - - .. valon10mimrl). . .. anzar términos mejores en una solución transaccional: producida la cri-
Resuelto este problema, y pese a reticencias nacidas de la expenencra
mulada con el Banco de Descuentos (sobre las tasas de descuento <lema
bajas, que favorecen los negocios privados de los directores y perjudic -5. Braulio Costa a Quiroga, de Córdoba, 6 de mayo de 1825, Archivo J F. Quiroga, carpeta
institución; sobre el predominio de extranjeros en el gobierno de la mstltu cumento 1174; Ventura Vázquez a ídem, loe. cit, doc 1138; Salvador María del Carril a
la creación del Banco Nacional es aprobada por mayoría abrumadora dt , loe. cit, doc 1167

220 221
sis, la compañía riojana de emisión no aspira a nada mejor que a ·,Jes es mucho más necesario, y sin la posesión exclusiva de él, ellas no
derechos al más alto precio posible A la transacdón se llegará en f ;' ,, - "
'
an.
junio la legislatura riojana aprueba el acuerdo por el cual la Com¡r'" sfse trataba de exaltar el entusiasmo guerrero y extraer de él los máximos
Banco de Rescate y Casa de Moneda cede todos sus privilegios aUS 'ficios para una determinada política interior En efecto, el presidente pro-
Nacional por la suma de 200 000 pesos; ya para entonces más de u · · !ltambién nacionalizar la ciudad de Buenos Aires con un vasto territorio
nista riojano ha hecho vender discretamente sus acciones en Buenos ·que comprendía los puertos de Ensenada y Las Conchas (este último
precios todavía altos 6 'itánte para el cabotaje fluvial) De este modo todo el estrecho frente del
El Banco Nacional es entonces creado en la concordia, pero ésta sec¡ '~¡ país disponía para su comercio ultramarino, fuente de los ingresos fis-
rá muy pronto El Congreso ha dispuesto, a fines de 1825, doblar el nú :y primer motor de los sectores más dinámicos de la economía nacional,
sus miembros; entre los nuevos integrantes del cuerpo entran por fin I aba en manos de la nueva autoridad La decapitada provincia de Buenos
gentes más significativos de la oposición porteña: el coronel Dorrego .. s debía ser reorganizada; mientras tanto su "territorio queda también bajo
presentante de Santiago del Estero, mientras Manuel Moreno (que pare, ediata dirección de las autoridades nacionales". El 8 de marzo la ley era
ber iniciado ya un acercamiento al doctor García, comienzo de una etapa bada con el voto unánime de los representantes de la provincia destruida;
trayectoria política marcada por febriles zigzagueas) es representante obernador Las Heras, que había ya sufrido el trato deliberadamente des-
Provincia Oriental. Su ingreso es oportuno: el Congreso se aproxima
mento de las decisiones Desde fines de octubre de 1825 está en Buenos
Bemardino Rivadavia, de retorno de un viaje a Europa que le ha dejado no '
amarguras pero que sus adictos suponen triunfal Rivadavia es la figura
grupo porteño del Congreso necesitaba para oponer al más opaco Garcí
pirador apenas secreto de la política del Poder Ejecutivo. La adhesión d
grupo a la figura de Rivadavia tiene bastante de oportumsta: en 1824A
ha participado en lo que debía ser su definitiva liquidación política, en.l
peranza de reemplazarlo en el papel de poder detrás del trono; en 181',
1824 y en 1826 el canónigo Gómez mantiene su conmovedora lealtad p
ca, inexplicable en hombre tan lúcido, al general Alvear. Pero las mufü
sistencias se allanan: Rivadavia será el jefe del Poder Ejecutivo; el 3 d
brero de 1826 el Congreso crea la Presidencia de la Nación, no ya cofü
toridad provisional, sino como magistratura destinada a formar parte i
turo ordenamiento definitivo. En vano Manuel Moreno opone a esta ini
va el recuerdo de la Ley Fundamental, que ha limitado prudentement'
atribuciones del Congreso: el 7, por 35 votos sobre 38 diputados pres.e
Rivadavia es designado para el cargo que acaba de crearse; lo adecuad
la elección de los jefes de la diputación porteña se revela en la cautela,
muestran aun sus adversarios, que quieren ser los primeros en proclam
respeto por el insigne estadista Éste comparece al día siguiente ante sus é
tmes, haciendo suya la política de guerra que ha temdo en los organ;zad
------..--··---- --- - ae-su· e'leCdóri·paTlidariüs üilpróVisados pero influyentes. A su .1mc10,
lucha estaba comprometido "el ser nacional" "El Río de la Plata -agre
el presidente- debe ser tan exclusivo de estas provincias como su nombr

/'$.38, Paragone~ y aucas en Carmen de Patagones Litograffa según A D Orbigny


6 Loe cit carpeta 8,pas5im lAssalle. 1829

222 223
cortés de la Asamblea, se retira al destierro chileno del que no ha d >británica; finalmente, el gobierno de Rivadavia juzgó bueno inclinar-
renunciando a una resistencia acaso posible ts¡,erentorios consejos N_o_por eso iba a dejar de gravitar ~biertamente
Aunque ésta no se iba a producir, la ley de capital tendría cons desenlace de la cnsrs pohtrca noplatense ese mfluJO bntamco que en
gravísimas: rompía todo un equilibrio político que era el que habfas etapas había preferido -y volvería Juego a preferir- ejercerse de modo
la experiencia porteña comenzada en 1820 Las últimas ilusiones sobf iscreto
tad del Partido del Orden al programa que le ha dado el apoyo de los
dominantes se desvanecen: a la guerra, que a medida que se torna pro
e insegura tiende a ser cargada -por lo menos en sus consecuencias-.( ran Bretaña y la guerra con el Brasil: la negociación Ponsonby
culpas del gobierno, se agrega una política interna de aventura, neces ··
te destmctora de la paz interior · sde antes que la guerra comenzara, el gobierno de Buenos Aires había
Esa pérdida de apoyos uadicionales no es compensada por adhesi.' do con que el conflicto no se desarrollaría ante la indiferencia británica:
ni das de la oposición popular: la destrucción de las instituciones de la {r¡¡zones muy variadas, que ya se han indicado, Gran Bretaña no deseaba la
cia (causa de orgullo aun para los opositores al sector que las domin'. · a. Pero esa seguridad, que no era ilusoria, estuvo lejos de inclinar al go-
1820) unida a la de la provincia misma, asegura a la presidencia umr porteño al mantenimiento de la paz: por lo contrario, lo alentó a aceptar
impopularidad erra en el fondo temida, con la esperanza de que, antes de alcanzarse la
De todos modos con la ley de capital el Congreso ha recorrido h~ crítica, la presión británica impondría una solución más aceptable de
últimos tramos uno de los caminos que se le abrían: ha creado un poder e espontáneamente estaba dispuesto a ofrecer el gobierno imperial
nal, con ejército, tesoro y territorio bajo su administración directa. Í gobierno de Buenos Aires esperaba, en efecto, de Inglaterra que favore-
dispondrá a reconer el ouo: el año 1826 lo ocupará en redactar una cq el retorno de la Banda Oriental a las Provincias Unidas, contra indemni-
ción Prueba de la distancia dejada atrás desde la extrema sensatez del n al Imperio por los gastos de ocupación; esperaba también que impidie-
nadas iniciales es el empleo del texto de 1819 como modelo declarado de. t!mpleo del bloqueo como arma de guerra por parte de los imperiales: el
instrumento constitucional; sin duda por influjo del presidente Rivadavi ueo, ruinoso para la economía exportadora rioplatense, afectaba de modo
contra lo que quiere la leyenda, parece haber conservado con la realid ente serio los intereses mercantiles británicos en la región. ¿Tenía raza-
ciones menos remotas que sus seguidores del Congreso- el unitarism , l gobierno porteño para contar con la intervención británica en esos dos
carta rechazada en 1819 es atenuado porla creación en las provincias , s decisivos? En cuanto al primero, parece que sus esperanzas (que invo·
sejos de Administración electivos, con derecho a proponer temas de} como fundamento jurídico la previa intervención británica en las nego-
datos para la designación de los gobernadores por parte de las auto ones de 1811 y 1812, que habían llevado a la retirada portuguesa de la
nacionales Sin duda también la solución unitaria ha encontrado ap· , a Oriental) habían sido alimentadas, así sea tácitamente, por el cónsul
cuatro provincias, entre ellas La Rioja (donde el influjo d~ Quirogas~ sh; en cuanto al segundo, se apoyaban en un sentimiento muy compartido
aún en favor de la tendencia dominante en el Congreso); sm duda otra s círculos mercantiles ingleses de Buenos Aires. Pero esas previsiones no
han deferido a lo que resolviese el cuerpo; todo esto no impide que Y ban suficientemente en cuenta un elemento determinante de la política de
momento de presentarse la Constitución al país (diciembre de 1826) · • es, cuya importancia se percibía mal desde Buenos Aires: el Imperio bra-
dente que habrá de correr el mismo destino que su modelo había enf o, que era el principal mercado para la exportación inglesa, y a la vez la
siete años antes políticamente más estable de Latinoamérica, no debía sufrir humillacio-
En ese momento el Interior se encontraba en guerra civil Esto no .• u~ ;itectasen_ s~ estabilidad institucional No cabía entonces esperar ni una
l;>a ..:11e"~"§O.a,lgobierng11acional:contaba con los recursos de la pr ac10n de potrera naval que levantase un bloqueo por otra parte jurídica-
nacionalizada, contaba con uri elército que una vez de retorriii cte·i- eíno_bjetable, ni la participación británica en la concertación de una paz
brasileña podría consagrarse a la pacificación del país Pero para q?. acnfrcase totalmente las aspiraciones imperiales a las reivindicaciones de
ventajas se hiciesen sentir, la paz era indispensable. No es extraño en. os Aires.
que el mismo sector que había arrojado su peso en favor de un~ guerra bloqueo iba entonces a durar, y en la medida en que su prolongación afee-
la victoria o la muerte fuese finalmente ganado por los partrdar1os de u .los mtereses mercantiles ingleses, empujaría a éstos a favorecer una paz
rápida y sin victoria A ella invitaba, y cada vez más urgentemente, la•, a, con lo que venían a hacer aun más angustiosos los plazos de los que el

224 225
gobierno de Buenos Aires disponía para terminar la crisis oriental. En . ;(En todo caso esa política, que oculta bajo un despliegue de recursos y argu-
ma de creciente apremio va a actuar el agente esp~cral cuya presenciar no siempre excesivamente bien elegidos sus ambigüedades profundas,
el interés de Gran Bretaña en el fin de la crisis: lord Ponsonby, que se .jbuye a hacer laborioso el camino hacia un desenlace inevitable. Desde el
tará en Río de Janeiro y Buenos Aires como mediador amistoso ante los· ·enzo-se ha visto ya- el presidente declara que su política sigue siendo la
en guerra \L · octor García, y paulatinamente otros representantes más consecuentes del
En la capital imperial su éxito es limitado: ni el retorno del terii 'do de la guerra van moderando sus entusiasmos: a fines de 1826 también
oriental contra indemnización, ni su constitución en Estado indepen · s parecen adnútir_ una salida negociada. La victoria de Ituzaingó sólo logra
(que son las dos soluciones juzgadas aceptables por Londres) van• rrumpir momentaneamente los avances de esa nueva tendencia, consohda-
admitidas por el emperador; aunque Ponsonby opina que el gabineté 'por otra parte gracias a los contactos que el mediador ha llegado a tener con
menos intransigente que el monarca, por el momento la obstinación d ;valleja, que está dispuesto a poner todo su peso en favor de la solución
es decisiva saccional que es la independencia de la Banda Oriental
La conclusión del agente británico es que, para que haya paz, es preci Pocos meses después de Ituzaingó parte de Buenos Aires el negociador; pese
sea el gobierno de Buenos Aires el que ceda Esto por dos razones: en ue la marcha de la guerra no ha sido desfavorable a las Provincias Unidas,
término es el peor preparado para una guerra larga; en segundo lugar su p posición será extremadamente débil: Buenos Aires ya necesita de la paz con
gio y aun su estabilidad preocupan menos al gabinete de Londres, y te. '} urgencia que Río de Janeiro. El doctor García, que siempre ha visto en la
rán por no preocupar en absoluto al propio Ponsonby. Con estas onentacf erra una costosa locura, está desde el comienzo demasiado convencido de
y una repugnancia inmediata por el espíritu rep_ublicano_ que domina en:.,; 'necesidad de la paz. La designación que de él han hecho sus íntimos adver-
nos Aires (muy curiosamente Ponsonby ve al reg1men nvadavrano -al q " ·os que controlan el gobierno presidencial tiene sin duda un doble objetivo:
opinión de nuestros historiadores identificará con una elite insensible alá •..• ien comprometerlo -y a través de él comprometer a los sectores del Partido
tencias populares- como dominado por el ánimo salvaje de la plebe),' t,f Orden que no han seguido a los dirigentes del Congreso en sus últimas
diador comienza sus actividades. luciones- en una paz que no puede ser victoriosa; o bien confirmar a los
Encuentra en el nuevo presidente Rivadavia a un interlocutor dema de la potencia mediadora, mediante el fracaso de un tan sincero amigo de
comprensivo: su política, asegura a Ponsonby ese elocuente defensor · az como el doctor García, que los verdaderos obstáculos para una solución
guerra a muerte, es sustancialmente la misma del doctor García: la bús,q onflicto no se encuentran en Buenos Aires. Pero, si ése es el propósito, el
de una paz honorable y rápida El propio doctor García _-abando_nada- tado es muy diferente. El doctor García encuentra en Río una recepción
responsabilidad oficial- actuará como intermedrarro ofrcros?, Y bren P. speradamente fría: el emperador, precisamente porque la marcha de la gue-
su tarea se complicará: las declaracrones pnvadas del presrdente al_ -ha afectado el prestigio de la Corona, sólo podría aceptar una paz cuyos
británico se parecerán muy poco a las públicas, y el nuevo mandatan. inos recogieran las máximas pretensiones brasileñas. El embajador britá-
birá con altiva indignación los pedidos de explicaciones ¿La culpa de, ·o, Gordon, incita a García a aceptar esos exorbitantes términos; el nego-
malentendidos demasiado sistemáticos es, como quiere Ponsonby, excl .· or argentino, excediéndose de sus instrucciones, que sólo lo autorizan a
mente de Rivadavia? Notemos que por una parte la hostilidad que por éls,, itir la creación de un Estado Oriental independiente, firmará prelimina-
Ponsonby es previa a su participación como presidente en las negociacf 9ue incluyen la devolución al Imperio de la Provincia Cisplatina, el pago
vinculadas con la mediación, que por otra parte las ambigüedades que pq · na indemnización de guena, y el desarme de Martín García . Cuatro me-
serle reprochadas son, ante todo, las de una política eJ_aborada en su aus, .después de Ituzaingó, el 24 de mayo de 1827, el delegado de las Provin-
-la que se proclama intransigente y es de hecho conc1lradora en el pro Unidas renunciaba así en nombre de ellas a todas las reivindicaciones
orient_al:-la culpa del presidente consistiría sobre todo en haberla ado]Jta las habían llevado a la guerra ¿Por qué? las razones que da en laborio-
una previa revisión explicaciones retrospectivas están lejos de ser convincentes (aun firma-
ilpaz -aduce García- proseguiría la rebelión de la Banda Oriental contra
'.dominadores; la paz núsma sólo podía ser considerada una tregua, y mien-
7 " the wild and foofüh spirit oj the mob", Ponsonby a Canning, 20 de octubre tanto permitía ganar tiempo); sin duda influyó más el temor a las conse-
PRO. Fo;-6/13, nº 23, en Webster, Britain and the independency of Latin America, cias internas de una continuación de la guena; aun ese hombre no
1938. I, pág 159 · asiado cargado de prejuicios que era el doctor García compartía sin em-

226 227
bargo los de su grupo y su provincia sobre el Interior al que juzgaban \~tanciado del régimen rivadaviano. El ministerio del nuevo presidente está
el derrumbe del poder nacional, única valla contra el caos mal contro)¡f ado por porteños que no vienen de la vieja oposición popular sino de la
los "caciques", por los dirigentes de esa retaguardia bárbara en la que ia' ya, fraguada en la reacción contra el Congreso demasiado rico en iniciati-
estaba introduciendo un humor levantisco, era un mal que debía evitarse Del mismo sector proviene el nuevo comandante general de campaña, Juan
~~~ . uel de Rosas; esta personalidad cuya popularidad rural es ya algo inquie-
Seguramente fue sincera la sorpresa de García ante la indignación tiene aún por mentor político al doctor García (es por lo menos lo que
actitud provocó entre quienes eran, a sus ojos, los principales beneficí opina); su nornbramrento no deja de causar irritación entre los oficiales
ella: el presidente y el Congreso Sólo la presión de Ponsonby (que ded ejército regular, que temen las consecuencias de una nueva paz que los
admirable el acuerdo, pese a que ern muy diferente del proyecto por él )va a arrinconar en posiciones sin poder ni prestigio. 9
propuesto) logró hacer que Rivadavia enviara el texto de la convención' ,.iEl presidente López convoca a elecciones para la nueva legislatura porte-
minar al Congreso, con una presentación qne no dejaba duda sobre la 0 .en ellas, el 22 de julio, la nueva oposición unitaria sufre el destino de todas
que le merecía Era el punto de partida aún discreto de una orgía de i , oposiciones: es aplastada por la lista ministerial. El 12 de agosto la legisla-
contra el negociador, acompañada de una campaña oficiosa contra lapo ' elige gobernador a Manuel Dorrego; el jefe de la oposición popular alcan-
mediadora; para el untado Ponsonby, Rrvadavia se proponía retornar a ,así la cumbre de su carrera política. La iestauración de la provincia porteña
pularidad en la cresta de una ola de xenofobia y utilizar la emergenci' .arca el cornknzo de la di~olución espontánea del organismo nacional: el pre-
ensayar una reconciliación con los caudillos alzados del Interior 8 Si ése ente provrsronal renuncia, señalando que nadie parece ya tornar en cuenta
propósito, su fracaso fue inmediato: muy significativamente, fuero }existencia de su investidura; el Congreso se disuelve; sin esperar la reunión
representantes de la oposición federal -Moreno y Frías- quienes, oponié a nueva representación nacional, encomienda provisionalmente la gestión
al humor colérico del Congreso, solicitaron que se concediese un estudio' os asuntos generales al gobierno de la provincia de Buenos Aires
a los preliminares de paz, y que antes de rechazarlos se examinase la sit' pomo 1815 y 1820, 1827 es de nuevo el momento de un derrumbe político
del país y sus posibilidades militares Sectores importantes del partido Ji e. a sus protagonrstas parece catastrófico Lo es en Buenos Aires; lo es aun
porteño (tanto de la vieja oposición popular corno de los disidentes del p· lis en el Interior, donde la guerra civil está creando una nueva constelación
del Orden, poco dispuestos a seguirlo en su transformación en partido de · reemplaza a la más laxa surgida del derrumbe de 1820
turas políticas) habían sido ganados para una reorientación profunda, q
ría de ese viejo grupo de periodistas famélicos y oficiales mal resign
retiro un aspirante a la respetabilidad política: Manuel Moreno, el ant... a guerra civil del Interior
aforado tribuno, es ya frecuentemente elogiado por su sensatez en los ·
mes diplomáticos británicos Por su parte, el Interior está lanzado a una a guerra civil, a la que la política del Congreso parecía ofrecer estímulo
civil en la que afloran las tensiones contenidas y alimentadas a la vez d ciente, no surge sin embargo en el Interior como reacción directa a ella
años por el arte político de Buenos Aires, y que ahora llevan a un coil -si _nace más bien de un conjunto de conflictos regionales, algunos de los
generalizado, imposible ya de detener · ·· es vre~en desde muy lejos- su rápida expansión sólo se hace comprensi-
A menos de tres años de comenzada la tentativa de unificación, esa ten en el clima de extrema tensión que la tentativa constituyente ha introduci-
ha deshecho el país, al parecer más allá de toda esperanza de aneglo. Y en las provincias
nuncia del presidente, que sigue al rechazo de los preliminares de paz, ¡i ,El sistema político -apoyado en un equilibrio no excesivamente estable-
ser -más que la maniobra que en ella adivina la suspicacia de Ponson se inauguró en 1820-21 comenzaba a dar ya signos de fatiga hacia 1825
admisión de.. unfracaso.ya irremediable: .el Congreso la acepta, restáú gart1cular el frente andino, que Buenos Aires había visto cornplacidarnente
provincia de Buenos Aires, crea una comisión representativa de las pr arse contra las tentativas hegemónicas de Córdoba, comenzaba a resque-
cías -destinada a reemplazarlo provisionalmente-, designa presidente
sional a Vicente López y Planes, un ex alvearista y ex directoria! recien
Nota Pons.o~by que 'his appointment ha1 given great offence to the old, andas they are
ed regular nuhtary officers" (Ponsonby a Canning 20 de julio de 1827 núm 38 PRO FO
8,f. !28) ' ' . ' ' '
8 Ponsonby a Canning 15 de julio de 1827, nº 37. en PRO. FO, 6/18, págs 109,114.

228 229
brajarse. El problema de Catamarca y el de San Jnan crearía las primer; ntia ya larga de tensiones interprovinciales fueron utilizados ahora por una
tas, facilitando la reorientación de nna provincia -la de La Rioja- que: vincia contra otra: prohibiciones a los catamarqueños de ir a trabajar a La
comandante de armas, Facundo Quiroga, era pieza esencial en la alineá ¡a; castigos físicos a quienes_ eran s,crprendidos intentando cruzar la fronte-
El problema de Catamarca era sin duda menor: en julio de 1825 conC . hospitahdad demasiado srstematrca de La Rw¡a a los drs1dentes de
mandato del gobernador Ruzo; con el beneplácito de éste fue elegido p. itarnarca; protección catamarqueña a alguna tentativa de cambiar la situación
cederle su comandante de armas, Manuel Antonio Gutiénez, candi '•
9ana. 10

Ancasti. Pero bien pronto éste comenzó a mostrar signos de independenci ::-·Bl problema de San Juan no era, por lo contrario, un asunto de rutina. En
te a su predecesor y a la legislatura por él controlada, a la que disolvió; 825 llegaba a gobernador de esa provincia un joven de ilustre familia, Salva-
se refugió en La Rioja, donde Quiroga le dispensó su protección, hasta María del Carril, que desde 1820 estaba teniendo participación activa en la
tuirse, en testimonio del ex gobernador catamarqueño, en el terror de la a política provinciana A su iniciativa se dictaba la Carta de Mayo, que en-
nistración de Gutiérrez. Los pequeños vejámenes perfeccionados en una otras innovaciones menos controversiales incluía la libertad religiosa. El
contento que esta novedad provocó en la piadosa ciudad andina fue utiliza-
por un oficial del ejército nacional, destinado a larga y turbulenta carrera,
derrocar la situación sanjuanina
Desde el comienzo de los disturbios, del Carril había solicitado en vano la
tección de su amigo y aliado, el comandante de armas de La Rioja; inter-
tando su silencio corno una tácita negativa, se refugia en Mendoza, donde
iene que una expedición comandada por el coronel José Aldao restaure al
ido de las luces Vencedm en Las Leñas en setiembre de 1825, Aldao no se
úsa a dar una lección de doctrina política a los vencidos, en un altivo mani-
to;u tampoco se rehúsa a obtener frutos más tangibles de su victoria, que
gados en no escasas carretas (que muy prevismamente habían sido llevadas
la retaguardia del ejército libertadm) toman el camino de Mendoza.
Del Carril es restaurado en la castigada provincia sanjuanina, para dejar muy
nto el mando en busca de más altos destinos en la política porteña, y sus
cesares heredan la tensión con el antiguo aliado riojano. Pero éste no se li-
·'ta a ser espectadm del derrumbe del sistema político del que había sido an-
sapoyo principal; ya en I 825 comienza una reorientación que, nacida en un
texto regional, adquiere bien pronto significación par a la nación entera, una
'orientación que hará del comandante de armas y figura dominante de La Rioja
jefe de un Interim unificado a través de la guena civil
.. Esta transformación será lenta A comienzos de I 825 Juan Facundo Quiroga,
de Juan Prndencio Quiroga, rico emigrado sanjuanino que ha comprado

::;~4D. . Eusebio Gregario Ruzo a J. F. Quiroga, La Rioja, 2 de abril de 1826, Archivo de Quiroga,
j carpeta IX, documento 1377
11. Manifiesto de José Aldao, San Juan, ] 9 de setiembre de 1825: "Sacerdotes impíos, tal
:· por vivir siempre del rédito de la superstición, levantaron hombres oscuros de la plebe, a
es encomendaron el embrntecimiento del pueblo con el objeto sin duda de reynar ellos
inás imperio sobre la inorancia y simplicidad de los idiotas" (Archivo de Quiroga, cit, cm-
lo'ié FélixAldao Dibujo de Fernando García del Molino aVIII, documcnlo I 265)

230 23 I
tienas en los Llanos riojanos, y de Rosa Argañaraz, de viejo y acaudala · bastión con el que esperaba contat Buenos Aires no se encontraba en La
naje llanista, tras una carrera que no ha salteado ni~guna etapa en las ' , ¡a sino en San Juan, en ese partido ilustrado que Quiroga se había absteni-
de los Llanos riojanos, domina desde hace tres años la política provinci . de' restaurar y que se había convettido en su enemigo; para completat ese
la que ha sido introducido al calor de las disputas por la hegemonía en adro alarmante, el nuevo gobierno nacional no tenía nada que objetat a la
gran familia llanista que son los Ocampo y la rival de los Dávila, do · ··· · tuación catamarqueña, profundamente hostil a la riojana.
en los valles precordilleranos de La Rioja occidental Desde 1822 el e.o Detrás de los antiguos aliados, ahora rivales, Quiroga tiene entonces moti-
dante de armas Facundo Quiroga hace y deshace gobernadores; tanto el¡) s para adivinar al nuevo poder nacional, cuya política ha venido haciendo,
do sanjuanino de las luces como el gobierno nacional que resurge en Bu ¡ que se cree con derecho a esperar alguna gratitud (manifestada por ejem-
Aires prefieren entenderse directamente con él, antes que con la autoridad jo en la demasiada largamente prometida incorporación al ejército nacional
fantasmal instalada en la capital provincial Y Qniroga, en los ratos de los· n el grado provincial que le ha conferido la disciplinada legislatura tiojana) 12
dispone para la política (por el momento le interesan más sus negocios de · nte el fracaso de la política andina y potteña que ha sido la suya y la de su
ganadero llanista; los tráficos en los que, asociado con mercaderes itinera
por el vasto Interior y Chile, invierte los lucros ganaderos; la educación de
hijos, uno de los cuales está formándose en Buenos Aires) sigue con admir.
docilidad los consejos de sus ilustrados asesores; se recordará que aun a
diados de 1826 La Rioja es una de las pocas provincias que se pronuncia p ··
solución unitaria, ante la consulta del Congreso
Pero ya para entonces el realinearniento de Quiroga ha comenzado. ¿
lo ha provocado? En primer lugar, habría que contar. con ese recrudecimi(.
de las tensiones interprovinciales que sigue a la reumón del Congreso: enp
ticular el conflicto en torno a la reelección de Bustos vuelve a colocar a C
doba en ruptura abierta con Buenos Aires, mientras unos meses más tard
evolución unitaria del Congreso pondrá en oposición más discreta a Santa•
y a esa aliada que Santa Fe tiene en el Interior que es Santiago del Estero.;
no más, entonces, una Córdoba aislada y a la defensiva frente a un sólido f
te andino; mientras éste se derrumba, la estrella cordobesa parece en asee·
Pero esta evolución no empujaba necesariamente a un acercamiento d~.
Rioja con la más importante de las provincias interiores, el recelo ante •.
gravitación había sido precisamente el cemento más sólido del frente and
Hay otros aspectos del proceso que explican mejor el cambio de frente:
Quiroga En primer término, la ineficacia de Buenos Aires como tutora;
orden interprovincial; si ésta había podido disimularse mientras los confli
no se habían agudizado, apenas éstos se intensificaban se hacía evidente
Buenos Aires era más capaz de utilizar que de promover ciertas solucione
el Interior; así, la provincia hegemónica había comenzado por asistir pasr;
mente al derrumbe de las alianzas andinas, cuya constitución había sido •·
fo-fümbiéll elláde lihoesáffólló dél que Buenos Aires había perm:ane~·
ajena, pero que había sabido utilizar para asegurar su superioridad contrª•
rival mediterránea Sin duda, una vez roto el equilibrio que durante algu FJG 3 40. Mulateros de Mendoza Litografía 5egún Peter Schmidtmeyer, 1820
años le había permitido reconquistar y conservar sin esfuerzo pro~io la
gemonía sobre el Interior, Buenos Aires parecía disponerse a una mterv .· 12. Ventura Vázquez a Quiroga, 10 de enero de 1825, Archivo de Quiroga, cit, carpeta X,
ción más activa Pero esta misma tenía mucho para alarmar a Qurroga: aho. ,doc. 1265

232 233
provincia, no es extraño que Quiroga se oriente primero discretamente/ ,La alianza entre su enemigo catamarqueño y Lamadrid decide a Quiroga a
de modo cada vez más abierto, hacia la opuesta Hay todavía otra razó · teresarse a fondo en los asuntos del Norte; allí vuelve a encontrar las huellas
ello: la vertiginosa atracción de las minas riojanas, a la que el caudillo 11 Jas innovaciones que el Congreso y su política han aportado al país, y no
con admirable lucidez, permaneció mucho tiempo ajeno, pero que, en la ]a motivo para satisfacerse en ellas. En efecto, Lamadrid ha ido al Norte a
da en que afectaba la política de toda la región, concluyó por arrastrar! lutar tropas para la guerra brasileña; tucumano de origen, emparentado con
minas riojanas (y más aún la empresa de acuñación monetaria que lasco· -poderoso clan de los Aráoz (cuyo más ilustre integra~te ha sido víctima de
mentaba) creaban conflictos, finalmente superados, entre el gobierno nac' sucesor en el gobremo de la provrncra, el coronel Lopez, que a su vez ha
y algunos intereses riojanos (estrechamente ligados, por otra parte, con' ado por matrimonio en esa infinita familia), Larnadrid no resiste a la tenta-
cordobeses, porteños y aun británicos) Pero imponían, además, nuevas ión de cambiar la situación política de su provincia; encabeza una revolución
gencias a la política riojana, y la envolvían en nuevos y más complicados · ¡¡itosa (apoyada desde Catamarca) y se resigna a ser elegido gobernador, se-
gos interprovinciales El futuro minero de La Rioja interesa vivamen dice, en prevención de mayores males Tbdo esto ocurre a fines de 1825;
gobernador de San Juan (que llega a proponer a Quiroga la fusión de las ¡0 en 1826 el apoyo tucumano a la restauración de Gutiérrez convencerá a
provincias y, si presenta esa iniciativa como nacida del deseo de dar alcli · iroga de que no debe seguir tolerando al gobernante ilegítimo, al "tirano"
llo de los Llanos una plataforma digna, revela muy bien sus móviles al rog 'fucumán.
que no resuelva nada sobre minas sin hablar con él); interesa también algo • Si su decisión es lenta, su acción es, por lo contrario, rápida y eficaz: sólo
nadar de Córdoba, agobiado bajo el peso de una administración pública d n ]a guerra civil de 1826 el Interior asistirá a espectáculos que, diez años
siado compleja y costosa para sus recursos . Pero, si ha de tener un porv tes, el Litoral ha comenzado ya a conocer: ejércitos provinciales atravie-
minero, La Rioja necesita tener sobre todo expedito el camino carretero á ahora vastas distancias para conquistar a otras provincias, afirmando la
nos Aires, que pasa por Córdoba y Catamarca; las nuevas líneas de la pol gemonía de su comarca originaria: en unos meses las victorias de Quiroga
riojana están dictadas por esa necesidad: sumisión de Catamarca, acere bian el equilibrio del Interior y le dan un conductor militar como nunca
to a Córdoba, demasiado poderosa para ser sometida ha tenido en el pasado. ¿Un caudillo comparable también en vastedad de
Así, a lo largo de 1826, comienza a esbozarse ese nuevo alineamiento.' besiones, más allá de la comarca llanera, a las que doce años antes Artigas
-desde la andina La Rioja hasta Santa Fe- formará una franja capaz deai. bía ganado en todo el Litoral? Es mucho más dudoso. Sin duda, la tormenta
del resto del país al extremo Norte, adicto a la causa del Congreso. Es so rrera inesperadamente amplia que sopla sobre el Interior constituye la úni-
todo el gobierno de Córdoba el que querría apresurar las etapas; su prensa - experiencia que la región podría exhibir corno contraparte de esas
ciosa, en periódicos de títulos transparentes (El intolerante, El cristiano yi!izaciones populares que han acompañado el avance del federalismo lito-
jo), convoca infatigablemente a la guerra santa contra la impía Buenos - ,• ·_ae la primera década revolucionaria, o de la que en 1829 desharía irnplaca-
esa diabólica invención que es la libertad de cultos (mientras los dirig~ - mente el poderío del gobierno surgido en Buenos Aires de la revolución
cordobeses, que no desean con todo mostrarse hostiles a las luces del si ·tar. De esa movilización contra la impiedad que llegaba del Litoral abierto
suprimen en su propia legislatura provincial el juramento religioso de _lo uropa nos ha dejado testimonio impresionante uno de los que fueron arras-
putadas, esa reliquia de la antigua superstición que hallan ya intolerable), os por ella, para seguir luego caminos muy diferentes: es Domingo Faustino
razones de Bustos son muy claras: tiene que enfrentar una oposición q iento, muchacho de quince años, desterrado de su San Juan junto con los
desarma, y a la que el Congreso ha envalentonado López e !barra, com_ ddos por la restauración del partido de las luces, que se deja ganar por la
costumbre, son más circunspectos; Quiroga, por su parte, solo, lenta y dis toria violenta del presbítero Castro Barros, predicador de la guerra santa por
tamente está llevando adelante su cambio de frente. Finalmente será la ev; ciudades andinas Pero tras de este eclesiástico riojano, prelado en la ca-
ción de la situación catamarqueña la que lo decida. Allí Quiroga ha logradó al cordobesa y ganado a la política de Bustos y Quiroga, son los dirigentes
"'7-------- --- a medi.adosdeT826~derríbariGuiiérrez, y reemplazarlo por suaicliiene capital mediterránea los que se hacen oír; son ellos los que entienden se-
el coronel Figueroa Cáceres, desterrado desde 1822 en Córdoba (el hec dominando el movimiento antiporteño, y nada está más lejos de sus inten-
que Figueroa haya sido también enemigo cerrado de Ruzo es a esta altura es que seguir las huellas del artiguisrno, de lo que juzgan su anarquismo,
nos importante) Pero este resultado es efímero; Gutiérrez se ha hecho del _ referencia por la plebe. Sin duda, las victorias de Quiroga colocarán en
yo del novel gobernador de Tucumán, el coronel Gregorio Aráoz de Lama ·- undo plano a los doctores cordobeses y aun a su gobernador, con el que se
y gracias a él puede reconquistar su capital y fusilar a su rival reconciliado mal Pero el mismo Quiroga, admirable general, es corno

234 235
político muy insuficiente; si bien será capaz de emanciparse de las tu . oga fortalece su flanco mer!dional, ;ºs. frutos de sus victoria~ en e_J Norte
sus sucesivos protegidos, desde Del Carril hasta Bustos, no logrará, eni(i vanecen: el restaurado Lopez esta drspuesto a una srstematrca rngratr-
reemplazar las orientaciones que de ellos recibe con decisiones autóno ·.· ;sn Catamarca, contra la situación impuesta por Quiroga (que coloca a la
insuficiencias de Quiroga son significativas no sólo a nivel personal: n<í ' ~cia bajo la influencia del gobernador de Santiago del Estero, el cautelo-
impedido alcanzar en el Interior un dominio que no tiene precedente V arra), Tucumán favorece la restauración de Gutiérrez: Acuña, el elegido
Litoral cualquier carrera comparable hubiera exigido una dosis muchci uiroga, alcanza a gobernar menos de tres meses Sin duda la restauración
de lucidez política. Es que, precisamente, el Litoral está más amp!( utíérrez con apoyo tucumano no se da sin tensiones, causadas sobre todo
politizado, tanto en las tierras artiguistas como en Buenos Aires la polr su durísimo estilo de gobierno, pero sólo luego de la caída de la presiden-
dejado de resumirse en los conflictos internos a unos cuantos linajes ur ograrán sus adversarios catarnarqueños librarse de su pesada tutela y colo-
rústicos; en el Interior ni aun la movilización militar más amplia logra e bajo la más blanda de don Eusebio Ruzo, que regresa finalmente a su
-salvo en algunas zonas que permanecen marginales, como el rincón cóf gio riojano
de Iraslasierra- ese dato de origen que es el predominio político olígárq Por efímeras que fuesen, las victorias de Quiroga consolidaban un bloque
Las características mismas de la movilización de sentimientos popular ·. las provincias centrales (Cuyo, La Rioja, Córdoba, Sant~ago del Estero) en
debía acompañar la reacción del Interior contra el Congreso lo confirm ual Bustos parecía a los observadores remotos la frgura aun dornrnante, pero
revés de las que ha conocido el Litoral, basadas -tanto la artiguista co Quiroga el dueño del poder efectivo, apoyado en sus milicias llaneras, nú-
rosista- en la penetración del nuevo credo revolucionario y de las experi 0 ya de un ejército interprovincial, que alineaba a miles de lanzas Era ese
políticas posrevolucionarias en las capas populares, la que ahora iutent rcito la fuente del poder de Quiroga, y lo seguiría siendo hasta el fin de su
tar el Interior se hace en defensa de un orden mucho más tradicional..·
otra parte, la facilidad con que se sucederán en el Interior los golpes de
na (ascenso súbito y brusca caída de Quiroga; triunfo vertiginoso y
derrumbe de Paz; revancha de Quiroga, pero incapacidad de imponer
tema estable bajo su hegemonía) es también a su modo un testimonió.
mismo: la falta de un respaldo más amplio que el de ciertos cuerpos ar
resta coherencia -y por lo tanto estabilidad- a las soluciones políticas·
sivamente triunfantes
Los triunfos de Quiroga son con todo impresionantes El 9 de octub
1826 vence en Coneta a los catamarqueños, e instala en esa provincia:
gobernador adicto; sigue a Iucumán, donde vence a Lamadrid en el Tal
de octubre) Lamadrid, malherido, logra escapar a Bolivia; el gobierno.de
ta retira su apoyo a la fracasada aventura que acaba de concluir en derro
vier López recupera el predominio en su provincia Pero la paz en el No
efímera, y también lo es allí la hegemonía de Quiroga, que debe volv
tierra riojana para defenderla de las acechanzas del gobierno sanjuanin
zado a una política más agresiva por influjo del más poderoso hombre p
de la provincia, Del Carril, que desde su nuevo cargo de ministro de Hac·
del gobierno nacional no renuncia a azuzar la lucha contra su antiguo p
-- forSiíi dudáQíiiróga; que declara encabezar una. urgente cruzadápot
tauración del fuero eclesiástico, conquista sin dificultad a San Juan, y
sobre su política a Mendoza, que espontáneamente se ha pronunciado y
contra de la solución unitaria Pero sus adictos sanjuaninos no son sufici
mente dóciles; se muestran poco dispuestos a restaurar el fuero eclesiá
dejando en situación poco airosa a su defensor. Lo que es más grave: mie . 3.41. Rancho de San Franci1eo. San Luis, donde vivió Sarmiento

236 237
carrera política: expresión del inesperado poderfo militar de los Llanos ri <r,1ientras Buenos A!res. retoma su difícil ascenso, la inestabilidad del Inte-
en esta tiena de pastores y anieros que reconían ahora en son de g ···• ·.. eJsurginuento allr mrsmo de un sistema en que la hegemoma vrsrble no
caminos de sus anteriores peregrinaciones pacíficas, su presencia.e rtcide con la real, facilitan el encumbramiento de otro sistema de coinciden-
decisivamente el equilibrio del Interior y era una novedad radical en ·.· interprovinciales que ha sabido mantenerse casi totalmente al margen de
marca hasta entonces relativamente abrigada de la guerra civil Pero e conflictos armados: el que tiene su cabeza en Santa Fe. López, aliado fiel
cito no dejaba de causar nuevos problemas, de originar nuevos motivos Buenos Aires hasta que la crisis del Partido del Orden y la tentativa unitaria
sión y, por lo tanto, de inestabilidad ¿Cómo mantenerlo, en efecto .,= ioloquen en oposición decidida a la situación ~llí momentáneamente domi-
provincias que sólo laboriosamente estaban reconstruyendo una mocte{ te, parecerá en el momento en que Buenos Anes debe comenzar de nnevo
prosperidad? La solución impuesta por Quiroga, que sus adversarios ex · reconstrucción política, la alternativa litoral más inquietante para Quirnga y
ban sobre una clave psicológica (como fruto de la ferocidad del persd aliado Bustos (que está pasando de protector a protegido). Sin duda el go-
estaba dictada por las cosas mismas: el ejército viviría consumiendo lari · ante cordobés no renuncia a la que ha sido, ya en el anterior denumbe del
existente, y en primer lugar la de los enemigos del ordeu triunfante: exaccr 'tado nacional, su aspiración apenas secreta: una reconstrncción rápida del
condenas a muerte cancelables por multa, saqueos sistemáticos de lasp" oder nacional, que recogiendo y consolidando el debilitamiento pmteño, los
conquistadas son un aspecto necesario de su estilo de guena. ; nga a él y a su provincia a la cabeza del país Pero, muy significativamente,
Sin duda, el mismo Quiroga advirtió las consecuencias negativas de e Comisión Representativa de las provincias, que ha de llenar el vacío dejado
tema, y luego de sus victorias de 1826 intentó retomar a un orden pacífico orel Congreso, no se reunirá en Córdoba sino en Santa Fe
zona que ellas habían colocado bajo su hegemonía . Pero la rápida erosió Santa Fe, pese a ello, es tan sólo la cabeza de un sistema aun más frágil
sistema político fundada sobre esas victorias -y el derrumbe total de éste en¡ e el que reconoce por jefes a Bustos y Quiroga López puede capitalizar la
parecen enseñar que en el Interior no existe para el problema de la inestabil sistencia que la solución unitaria ha encontrado no sólo en Conientes (desde
una solución política, sino sólo una militar, y que ésta es necesariamente e
sa: el retorno de Quiroga a partir de 1830 estará marcado por una acentuad·
la presión expoliadora sobre la riqueza de los centros conquistados
Problemas para el futuro .. Mientras tanto el nuevo ordenamiento del ·
rior había contribuido decisivamente a debilitar al Congreso y a la pre{
cia Y, tras la rnina de éstos, las consecuencias que la debilidad del sis
político erigido sobre las victorias riojanas debían tener en el equil'
interprovincial fueron limitadas por el momentáneo eclipse de Buenos
que no se ha de recuperar de inmediato de los efectos de la tentativa unific
ra. Como en 1820, la caída del gobierno nacional parece afectar la hege
de la primera provincia, en la que ha intentado apoyar su poderío. Pero, e,
en 1820, esa oportunidad para el establecimiento de un orden político más
librado está destinada a perderse, pese a que ahora la crisis interna deriva
la tentativa nacionalizadora dura en la provincia porteña más Jargament
luego de la caída del Directorio. Pero los años decisivos que Buenos Aires
sume en el esfuerzo por alcanzar una nueva solución política que reempl ·
la elaborada en 1820 pasarán sin que el país se dé a su vez una organiz
-¡¡uFíiistitu6ónálíce Tcotisolíde este equilibrio menos tavorable a·lañe
nía porteña que el desenlace de la aventma unificadora parece hacer pos'
Y, pasado el momento, la hegemonía porteña vuelve a afirmarse sobre sus .•
jas raíces, que ninguna denota política puede destruir: superioridad econó
ca y financiera, prosperidad derivada de la utilización plena del víné lG. 3.42 Primera escuela fundada por S01111iento en San Franci5co del Monte de Oro,
económico con el resto del mundo án Luis

238 239
J 821 muy cercana a la política santafesina) sino aun en Entre Ríos;c; e se incorpore mal a cualquier sistema dominado desde Santa Fe
contar con el apoyo discreto de Ibarra, impulsado y a la vez frenado , t)n qutas causas de debilidad se apoyan en otras dos capitales: Santa Fe es
acercamiento a Santa Fe por el temor a su demasiado poderoso\¡ ,odases · do despoblada y pobre (la más despoblada y pobre d e 1as provmcras
· · ·
Quiroga; puede -utilizando políticamente vínculos que vienen de ¡08:) érnasra · d 1·
, L't ral) para servir establemente de cabeza de un vasto srstema e a ran-
pos en que Santa Fe proveía de mulas al Norte y al Alto Perú- ofre& l interprovinciales;
ro ·
por añadidura ., h a a.b and onad o demasia
su poblac10n . do
apoyo litoral al federalismo salteño, que no quisiera hacer de su posible 8
. ente su vocación guerrera para que le sea posible llevar adelante la
fo el punto de partida de la incorporación de la provincia a la hege ~e:a política que cualquier aspiración hegemónica supone , .
riojana. Pero este haz de posibilidades políticas, que aseguran por el mo
a López un ascendiente que no ha tenido en el pasado, es de muy difícil
f r detrás de la alternativa que Santa Fe ofrece a la hegemoma del Intenor
r:anizado en tomo de la alianza Iiojano-cmdobesa queda entonces en el
formación en un sistema consolidado en torno de la provincia santaf ·nterprovincial un lugar vacío: el más importante de todos; conclmda
Para Santiago, como luego para Salta, la amistad santafesina no es sino stema i . , . ·
· ·s Buenos Aires podra volver a ocuparlo, y aun conqmstar una gravita-
garantía de equilibrio, un apoyo alternativo en un sistema de alianzas y cnsi ' · · ., d I d
00 que el laxo equilibrio surgido de la disolucion e po er centra en
1 1820
lidades en el cual las que realmente cuentan son las que se juegan en el
0 había alcanzado a otmgarle
rior; allí el influjo santafecino sólo puede mantenerse al precio de perman
como posibilidad nunca utilizada a fondo Y en el litoral, pasado el mo
to de lucha común contra la solución unitaria, Entre Ríos sigue plante
los problemas de siempre: la inestabilidad interna, sumada a viejos rec.

[1c 3_4j General Juan Bautista Bustos Retrato a lápiz de Fernando García
del Molino

240 241
. LUEGO DEL NUEVO DERRUMBE
DEL GOBIERNO NACIONAL

La herencia del gobierno nacional: guerra y paz con el Brasil

Si el lugar principal en la constelación política interprovincial queda vacío,


)10 es tan sólo porque por el momento ningún centro tiene la fuerza suficiente
\para apropiárselo: es también porque -de nuevo por el momento- ese lugar no
/·es demasiado atractivo La herencia que dejaba el gobierno nacional estaba en
efecto muy cargada: una guena que ya no se podía ganar, y que no parecía fá-
cil concluir honorablemente; un bloqueo que afectaba sin duda en mayor gra-
'do a las provincias volcadas a la exportación, pero que terminaba por hacerse
sentir en el país entero; un sistema monetario desquiciado por la emisión de
'papel. Eso explica en parte la facilidad con que las provincias se decidieron
)adejar en manos de la de Buenos Aires el manejo de los asuntos exteriores, y
)a conducción de la guena
En cuauto a ésta, la caída del poder nacional debía tener consecuencias in-
{ínediatas: no sólo el reemplazo del general en jefe Alvear -identificado con la
;,facción caída- por el oriental Lavalleja, sino también la transformación de
; la guerra misma en una empresa regional, para la cual llegarían sólo en medi-
" d~muy limitada nuevos auxilios de Buenos Aires. Lavalleja adaptará su tácti-
ca a las necesidades de la nneva situación: llevará la lucha al rincón meridio-
. pal del Río Grande brasileño, y hará que el ejército viva del terreno. El saqueo
',dela riqueza ganadera enemiga se hace sistemático; a falta de otra moneda, las
(vacas llegan a ser medio de cambio: se las trocará en la retaguardia por cabal-
•· gaduras y víveres para la tropa. La gigantesca emigración de vacas brasileñas
(hacia las exhaustas tierras orientales prosigue incansablemente; será el punto

243
de partida de la reconstrucción rural que en la década siguiente se dará ,. · del Uruguay y una base independiente en Sao Borja, sino también la
Estado Oriental; mientras tanto impone un ritmo peculiar a la lucha, ha·· na ·
hesión de las poblacrones '!
guaranres, a as que promete no d iJamas
evo ver '' a
posible toda ofensiva demasiado sistemática: apenas conquistado un n resión impenal
0
territorio, la tropa se transforma en custodia del botín y lo retira a zonas fa vuelta de Rivern a la respetabilidad, sus éxitos )~esperadamente vastos,
seguras. túan la resistencia de Don ego a adherrrse a la polrtrca de paz Heredero de
Esa lucha parece fatigar a la campaña Oriental: las relaciones entre elé ~eja oposición popular porteña, acostumbrado a reprochar a sus enemigos
cito y la masa de la población rural -que comenzaron siendo excelentes-p v~icos el abandono de la tradición guerrera de la revolución, Dorrego es el
cen hacerse tirantes, en la medida en que el general en jefe hace del saquéq
las tienas conquistadas un monopolio del ejército (y sobre todo de su cué
f; más inadecuado para una empresa que exige más bien bs ambiguas virtu:
s de prudencia de sus vreiosnvales Sm embargo -sometido, c?mo se vera
de oficiales) alejando de ellas a los paisanos atraídos por las posibilidades• ?e
uego, a las presiones que provrenen sus propios .apoyos- s~ resigna a hacer
allí se ofrecen. Aun más agudas llegan a ser las tensiones entre oficiales y. uya la política de paz que es la de estos P.ara lr~mtar aun ~as su lrbertad de
cendados orientales, estos últimos ricos eu tienas pero aun pobres en gana cción, es sometido a un verdadero asedro f~nancrero: la Legrslatur~ lrmüa los
Esa tensión se expresa en una crisis política: un año después de Sara' astas de guerra, el banco mega nuevos credrtos al gobremo, los frnancreros
Lavalleja disuelve la legislatura provincial, a la que acusa de haber manten' ócales-nativos y británicos- se alinean sobre esa decisión 14 Los hacendados,
adhesión al régimen presidencial (la acusación, aunque fundada, olvida '.c¡ue han utilizado ya al máximo la pausa de la guerra y el bloqueo para poblar
también Lavalleja la ha prestado) 13 Luego de octubre de 1827 Lavallejap sus tierras de 'ganados, los exportadores de barracas demasiado llenas, qureren
hablar en nombre de la provincia oriental: la innovación es importante de dos la paz Gran Bretaña sigue queriéndola; Ponsonby encuentra ya en Do-
el punto de vista de la crisis internacional: no todos los miembros de la dis ego un nuevo objeto para su cólera majestuosa: no_duda de que las rnzones
ta asamblea aprueban el apoyo que Lavalleja presta a la independencia de' ¡ gobernador para querer una ya rmposrble paz con vrctona son rnconfesables;
provincia; algunos conservan, por lo contrario, una tenaz adhesión a la unid 'egún el mediador está haciendo negocios con el corso y con la caída del papel
rioplatense, y creen encontrar en el gobernador de Buenos Aires un posib oneda. 15
aliado Un año después de la desdichada negociación de García, hay de nuevo ne-
Lavalleja tiene otro adversario más temible que la levantisca Asamblet gociadores argentinos. en viaje a Río de J~eiro: el emperador fin~lmente pare-
Canelones, para lo cual también él espera por un momento contar con el acu 'ce resignado a renuncrar a su Provmcra Crsplatrna El genera Gurdo, Junto con
de Donego Se trata de Fructuoso Rivera, cuya reconciliación con Lavali ¡ general Balcarce, conduce unas rapidísimas tratativas, sobre términos que
ha durado poco: con el apoyo del gobierno de Buenos Aires, éste ha utilíz · reviamente la potencia mediadora ha hecho aceptar por las partes. La provrn-
un conflicto en el ejército nacional para eliminarlo de sus cuadros . Caíd" ia oriental será un Estado independiente, garantizado en su estabilidad inter-
presidencia, Rivera cree llegada su hora, pero aunque cuenta con la simp· a por sólo cinco años por los beligerantes (Juego de ese plazo piensan algu-
de Donego, no puede cambiar la actitud del gobierno de Buenos Aire$. os en Buenos Aires que la tierra oriental podrá ser reincorporada pacíficamente
marcha entonces a Santa Fe, donde persuade a su viejo amigo Estanislao. las Provincias Unidas); una nueva ruptura entre las Provincias Unidas y el
pez de la conveniencia de una acción enérgica sobre las Misiones brasil . perio sólo podrá desembocar en conflicto armado luego de un período de
ricas en ganado. Lavalleja se alarma, teme ver reaparecer a su enemigo e reaviso. Gran Bretaña, mediadora, no ofrece garantía alguna de los términos
Norte. Donego intenta tranquilizarlo: el jefe de la expedición misioneras .1 tratado, pero su participación en la génesis de éste la deja admirablemente
López; Rivera está debidamente controlado Pero los temores de Lavalleja ·.bre para defenderlo si lo cree oportuno e ignorar las violaciones de que sea
revelan fundados: López, como es habitual en él, prepara largamente un e·
cito que nunca entrará en acción; por su parte Rivera emprende con recu,
·· más·escasos yel apoyo discreto de otro de sus amigos, el gobernadorde·E
14. Ponsonby a Dudley, 27 de agosto de 1827. PRO, FO, 6/18, f 397
Ríos, una exitosa incursión que le ofrece no sólo los ganados de la orilla br 15. Ponsonby a Dudley, 15 de diciembre de J 827, Confidencial, PRO, FO 6/19, f 237:
i'.] believe he ü engaged in 1peculation (jobbing in gold) which will occmion him comiderable
Nvate lo.Hes if peace i5 made . El mismo al mismo Private and Sec ret; 27 de diciembre de
13 Acta principal de jefes del ejército oriental, encabezados pm Lavalleja, en Diario-~ 827, loc cit f. 256: "I shall see his (se de Dorrego) fall, ijittake5 place, withpleamre, becau5e
gue1 ra del Brmil llevado por el ayudante losé Brito del Pino Montevideo, 1956, págs. 2

244 245
objeto si así más le conviene No es ése el único aspecto del proceso .. 'tó todavía impedir (mediante nuevas instrucciones, que Guido lamentó
ca el avance del inflnjo británico: el desenlace mismo, en que los beliq , smente haber recibido demasiado tarde) 18 un desenlace que incluía la pér-
luego de dos años de tergiversaciones, terminan ¡:ior coincidir en los g \de la provincia oriental para las Provincias Unidas Por lo contrario, la
propuestos desde el comienzo por el mediador, significa también un• ~bre para el gobernador una perspectiva temible; por una parte el sector
resonante. ¿Este triunfo se refleja en los términos del acuerdo, que rec ·· a más influyente de su partido -el de los desencantados del Partido del
un designio largamente promovido por Gran Bretaña, a saber: el de de~· n que coincidieron con la vieja oposición popular en la lucha contra la
una potencia latinoamericana en particular del dominio del sistema fluv jdencia- no aprecia a Dorrego más que cuando era su adversario político;
Plata? Esto es considerablemente menos evidente: si el gobierno britán' el temor a los obstáculos que una crisis interna podría poner en el camino de
bía favorec!do la solución finalmente adoptada, también había previsto ~J az había hecho que las reticencias de ese influyente sector no se articulasen
su mediacron en sentido favorable a los mtereses argentinos, si el estado: en oposición abierta Por otra parte, el fin de la guerra deja en libertad de
cuestión así lo permitía; también -como se ha visto ya- aceptó sin objeé' ;jóll a un ejército muy identificado con la tentativa de organización nacional
importantes la única solución que no había previsto (el mantenimiento el· · ha quedado atrás; nn ejército dispuesto a verse a sí mismo como la base de
minio imperial en la Banda Oriental) Por otra parte, ese eclecticismo quier futura solución política nacional Entre ambas amenazas el espacio
indiferente al contenido de las soluciones, que sólo exige de éstas promo •··. aniobra que queda al gobernador es cada vez más escaso: su gobierno es
restawación de la paz, corresponde mejor de lo que suponen algunos a la' larga agonía a lo largo de la cual se dibuja, tras el efímero triunfo del viejo
tica latinoamericana que por entonces sostiene Gran Bretaña. . _·_do popular, el conflicto entre las fuerzas que realmente cuentan: el nuevo
En la difícil Hispanoamérica que surge de la Independencia, ha aprendi ·do del Orden, reconstituido con signo federal; el ejército, al que las últimas
a no esperar demasiado de los planes ambiciosos, a preferir a ellos los benefi ísitudes acercan al sector del viejo Partido del Orden que ha seguido a algu-
de la tranquilidad que el 1tatu qua puede asegurar. Esa sabiduría modesta é s de sus jefes, a partir de 1824, por un camino rico en aventuras
bre todo la de los comerciantes que no esperan -y a menudo tampoco des
una expansión importante de los mercados que ya dominan También ello ·
empujado a la paz, han conmovido a Parish -y finalmente al menos se _Los herederos del poder nacional en Buenos Aires y el Interior,,
Ponsonby- con el espectáculo de sus barracas en que los cueros se dete · ·'La revolución de diciembre
cada día 16 Pero no son sólo ellos los que quieren ahora con wgencia la p
que ven en ella-independientemente de los términos en que se acuerda- un La victoria del partido popular porteño, aunque casi póstuma, le daba una
fo que merece celebrarse Desde el fondo de la campaña, quien todavía -ortunidad aparentemente muy favorable para gravitar en la reorganización
el visible representante político de ella suma su voz al coro de alabanzas: lona!. Pero precisamente lo que faltaba al partido era una política nacional
"¡Qué frutos tan opimos ha dado a la República, y muy especialmente' erente: aunque antiguo enemigo del centralismo directoria!, y adversario
Provincia de Buenos Aires -escribe Rosas al general Guido- la legación de · go de la tentativa unitaria, su porteñismo irreductible, su lealtad a la tradi-
hijos al Taneiro! Yo aun no consigo salir del enajenamiento de mis prim: n de guerra revolucionaria lo hacían inadecuado para interpretar las apeten-
transportes, por la noticia de celebrada la paz más homífica que podíamos de un país cansado de la guerra y poco dispuesto a aceptar sin examen las
meternos En fin la guerra ha terminado de modo que nos colma de. una ectivas de Buenos Aires Por otra parte, la oposición popular es ahora, en la
ble elación .. Es mi obligación tributar a usted la mayor gratitud como lo 'sma provincia de Buenos Aires, expresión política de un alineamiento mu-
desde estos desiertos. " 17 . _más vasto, al que se incorporan desde esos "propietarios de la campaña
El agradecimiento está dirigido al general Guido: ninguna parte de él ·dentes en la ciudad" que habían elevado su respetuosa protesta ante la
vertirá sobre Dorrego, que -ya instalados los negociadores en Río de Jane' lltilación de la provincia decretada por el Congreso, 19 hasta las clases mer-
;.;+--·····---- ---···-- -· tites -nativas o extranjeras- de la ciudad-puerto.

16. Memo1ial de comerciantes ingleses en Buenos Aires a Ponsonby, 1º de diciembre de 1 DotTego a Guido, 26 de julio de 1828, y Guido a Dorrego, 31 de agosto del mismo año,
PRO.FO 6/19,fs 167-9 .. )oc. cit., nº 27
17 Juar-1 M de Rosas al general Guido, desde la Laguna de los Padres, 13 de octu ·]9. El episodio examinado en Ernesto H Celesia, Rosas Aporte~ para su hiHoria Buenos
1828. enAGN, Vil, 16-1-9 · es, 1954, pág 58 y sigs

246 24i
Entre estos sectores y el gobernador Dorrego la desconfianza reina
comienzo Dorrego: un brillante y no siempre afortunado jefe militar má
ciado por su valor que pm su disciplina. Un veterano de la lucha coritra.
lista, también de la lucha contra la disidencia litoral, a la que comba
fmtuna vanada, entre 1814 y 1820 Un político_ cuyo capital es una p
dad que atraviesa mtacta tmmentas y persecuciones, que sin embarg
ha sido de veras temible Pmque la astucia no es su fuerte: en 1820 ha
ser usado, y luego eliminado de la escena, pm sus antiguos adversari
los q~e ha creído encontrar un terreno de acuerdo _en la _defensa de Ja pr
portena contra los vencedores de Cepeda. Ahora tiene frente a sí una im
te reunión de adversarios abieitos o solapados Reiteremos su censo: es
residuo del Partido del Orden que es el unitarismo, identificado con su ;
aventura política a escala nacional; está el ejército, que teme que la paz
vuelva a las postergaciones posterimes a 1820. Pero están, por otra p
reclutas recientes del federalismo, que son sus principales apoyos, y que
momento no tienen -ni buscan, conservando su tradicional reluctancia.a
gar bienes y seguridad en la lucha política- una facción política que ¡
. 3.44. Coche de pmtm. Acuarela de Emeric Esse.x Vida! 1818
ponda pm entero, aunque cuentan con mecanismos de presión muy efi
con contactos mejores que los del gobernadm tanto frente al exterior como·
las provincias
Y que tienen además un servidor decidido en el ministerio de gobier raque García, que se considera el maitre a penser del influyente jefe ba-
Dorrego: Manuel Moreno, el más elocuente vocero parlamentario de la ndada, se ha asignado también él ese papel). 20
oposición popular, se ha transformado en el hombre de Ponsonby, de Bu ,.,Nada de eso está destinado a realizarse. Moreno será eliminado del minis-
de Rosas. No sólo prodiga informes cargados de veneno sobre la resist ·o; en el panorama interprovincial la amistad de López y su Santa Fe equili-
del díscolo gobernadm a negociar una paz más rápida que brillante; des á para Dorrego la aversión de Bustos; "por amor a la paz" las notabilida-
ministerio elabma una política nacional que rivaliza con la de su jeD que habían especulado con la herencia de Dorrego apoyarán en abril las
apoya sobre todo en un acercamiento con el bloque del Interior, del qne s oficialistas para la Legislatura pmteña Sin duda Dorrego ha tenido que
tos es aún cabeza nominal Ya a fines de 1827 la eliminación de Dor rificar algo en cambio: pese a que conserva algunas reticencias, su política
parece decidida: el grupo neofederal dará batalla en la elección para lar ahora de paz. Con lo cual su destino se une cada vez más sólidamente al de
vación de la Legislatura de Buenos Aires, en abril de 1828, y arrebat inseguros aliados que acaban de tramar su ruina. Las elecciones de abril
gobernador el contrnl del cuerpo (el doctor García, repuesto de las pasaj · anadas por el gobierno-han ido acompañadas por episodios de presión elec-
humillaciones del invierno, se prepara a ietomar, en ese recinto acostum ta! que parecen más escandalosos que de costumbre porque ahora el meca-
do a los triunfos de su elocuencia, su papel de oráculo político-financi · ·.smo oficial no ha funcionado con la unánime disciplina del pasado: han sido
contará para ello con el apoyo del ministro político y con el del comand ciales del ejército nacional quienes han obtenido en algunas mesas de vota-
general de la campaña, Juan Manuel de Rosas, (que ha sido nombrado e n inútiles victorias contra funcionarios policiales que no han impedido la
función por el presidente López y Planes en su efímero paso pm el go ota de la lista opositora; el general Alvear no juzgó pm debajo de su digni-
,"-----··---·········nn'I P,m Bustos se dispone a-hacer retirar la delegacióndela ·desenvainar ese día la espada de ltuzaingó en el atrio de la Catedral
ciones exteriores conferida a Buenos Aires: dará así opmtunidad para qu
Legislatura porteña den oque al gobernador. Aun el botín de la operación
repartido de antemano: Bustos será finalmente presidente (de unaArgen ,- 20. Abundantes confidencias de Moreno a Parish (Parish a Ponsonby, 24 de diciembre de
confederada y no unitaria); Juan Manuel de Rosas gobernadm de la prot 27,-PRó, FO, 6/19, fs. 263-71) y a Ponsonby (Ponsonby a Dudley, Private and Secret, 27 de
cia porteña y Manuel Mmeno el poder detrás del trono en esa provincia~- iembre de 1827, loe cit ff 250-59)

248 249
La victoria electoral anuncia entonces nuevas tormentas . Los neofé \wí procedimiento totalmente ajeno a los modos legales, designa goberna-
de Buenos Aires desearían que el gobernador extrajera las conclusic/ ral jefe del alzamiento, general Juan Lavalle Ante la novedad, y la ausen-
episodio; que viera el peligro implicado por la supervivencia del brill - de toda posibilidad de rescate por el gobernador fugitivo, los ministros de-
tado mayor político, heredero mal arrepentido de la experiencia unit en acatar la autoridad del elegido en San Roque, y entregarle la sede del
previera el riesgo de, Ia_conjunción entre esos temibles veteranos de la~; ierno
y los of1crnles del eierc1to, poco dispuestos a ser nuevamente mediatizad .;;Sí el entusiasmo por el alzamiento parece haber sido escaso (también lo
la paz Con desazón, advierten que el gobernador no parece ver los ries · la sorpresa que provocó, pues se contaba con él desde hacía tiempo), la
corre; que, por lo contrario, busca ganarse con sus blanduras el favor· istencía fue también limitada; en particular la plebe urbana, única base
enemigos de siempre Pero acaso no es sólo la imprevisión la que di; lítica que el gobernador podía contar como propia, aunque ha de suponerse
política arriesgada: el gobernador, demasiado escaso en fuerzas propias;' 'e vio con indignación su derrocamiento, se abstuvo de toda resistencia
ra su salvación del equilibrio entre sus adversarios abiertos y los apenas• tiva al nuevo orden
tos que le han dado el gobierno y la victoria electoral de abril ;El propio Dorrego parece haber advertido las consecuencias de esa pasivi-
Ese equilibrio le permite sobrevivir hasta la paz, pese a la indignad ad;las promesas de retiro total de la actividad política, que llenan sus últimos
paciencia de Ponsonby, que quisiera asistir a la caída de otro adversar( 'as, corresponden sin duda a la convicción de que en ella no Je quedaba ya
hipótesis corrompido) de la política británica. Firmado el preliminÍ( gar alguno Los vencedores parecen haber visto, por lo contrario, en el jefe
Guido, será rápidamente ratificado por la convención de Santa Fe; eii · ·un sector político-social que una vez más revelaba su impotencia, el peligro
viembre están de retorno en suelo porteño las tropas que han obtenido'. pncipal, si no para la supervivencia, sí para la estabilidad de la solución a la
allá del río victorias cuyos frutos juzgan sacrificados por el tratado de, ""üe•el alzarniento militar· había dado el triunfo en Buenos Aires Vencido en
Pero no es sólo el 1encor por el desenlace de la guerra el que hace te avarro y capturado por Lavalle, Dorrego será ejecutado por orden de éste,
al ejército; aun en la correspondencia entre dos futuros adversarios del ''··juicio militar ni ordinario; el jefe de la revolución prefiere no comprometer
pe unitario se traduce una opinión que no injustamente es presentada e adie más que a sí mismo en una decisión que sabe impopular, aunque no
la "que tienen todos los jefes y oficiales"; también para el general Enr' "ilvierte aun hasta qué punto causará horror Tras Lavalle se han movido para
Martínez, en efecto, el ejército es "el apoyo único que tiene nuestra de~ ograr la muerte de Dorrego los suaves e implacables hombres de consejo que
ciada Patria para organizarnos aunque no sea más que en nuestra Pr · hecho del Partido del Orden el de la loca aventura: Juan Cruz Vareta, y
cia"; 21 poco después el mismo futuro campeón del federalismo porteño es s eficazmente aun Salvador María del Carril piden al vencedor que sacrifi-
desenfadadamente unas bases de organización que no pecan de mode. e sentimientos sin duda sinceros a una SP,Veridad que salvará por muchos años
ahorcar a Bustos y Quiroga: enviar a "sembrar papas" a Bolívar y Su paz interior
No parece que al escribir cosas tales el general Martínez se haya prop J:,sta decisión aísla a los responsables del golpe de diciembre, cuyo contac-
escandalizar a su destinatario, el general Guido, ministro del gobierno . se hace temible: los políticos capaces de conservar la serenidad en la tor-
nado a ser reemplazado por el ejército nacional en la tarea de organiz nta y dispuestos ya a subir a la barca del triunfador, se mostrarán ahora
provincia .ocho más reticentes en incorporarse al grupo que ha quebrado la tradición
El 1º de diciembre de 1828 estalla la revolución militar, alentada y sos • able de la política revolucionaria porteña (poco proclive a hacer irrevoca-
da abiertamente por algunos dirigentes del unitarismo (no por cierto por · es las victorias políticas mediante el exterminio de los jefes vencidos), y que
davia, que prefiere un discreto segundo plano) Durante todo el día el gobi .UY previsiblemente tendrá que pagar muy duramente haber introducido esa
(representado por los ministros, pues el gobernador ha ganado la campañ ·· ovación en las costumbres locales . Pero no es sólo eso: al decapitar al viejo
sitiado en el Fuerte; el padre Agüero, aún párroco de San Ignacio, convoc. ido popular de la ciudad, la ejecución de Dorrego acelera dentro del fede-
'-'-----·~-·-------[a capilla de San Roque una asamblea popular, cuyos integrantes, nodern 'smo porteño el paso de la hegemonía al sector neofederal; este proceso, a
do numerosos, son unánimes partidarios del movimiento militar: la reuní, larga inevitable (los recursos económicos, el prestigio social, la base rural
e_ncuentran todos entre los reclutas más recientes del federalismo), queda
scamente consumado cuando el mártir de Navarro no tiene otro heredero
21 Enrique Martínez al general Guido, desde la villa de Melo. 3 y 19 de febrero de 18- ,ítico posible que el jefe rural que ha estado lejos de ofrecerle un apoyo sin
AGN. VII. 16-1-9 ebras

250 251
Pern ni aun eso es al comienzo perceptible: mientras según la La rebelión comienza por un conjunto de episodios en que el gobierno pre-
deñosa de Del Caníl, Donego prosigue póstumamente su carrera polí ere ver sólo incidentes policiales. Pero ya a fines de diciembre el borde del
las pulperías arrabaleras que no lo olvidan, Juan Manuel de Rosas ser alado está alzado; las tr-opas de frontera, bajo el mando de Rauch, obtienen
en Santa Fe; el jefe de la campaña parece aún vacilar sobre su acción bre los rebeldes victorias sólo precarias, y el gobierno decide enviar una
sus primos Anchorena le aconsejan comenzar una nueva vida en el lsión pacificadora -que integra entre otros don Nicolás Anchorena- a tratar
Oriental en plena reconstrucción ganadera Un mes después el panor n el capitán de milicias Luis Malina, hasta poco antes calificado de bandido
brá cambiado; mientras Lavalle obtiene fútiles victorias y sufre reveses n s emisarios son interceptados por el sargento Mesa, que los invita a tratar
decisivos en la raya de Santa Fe, la campaña porteña comienza a mover -· • ectamente con Rosas. Fracasada así la conciliación, la lucha será rica en
el alzamiento campesino de 1829, que cambia el destino de la provinci ternativas: el 7 de febrero Malina es denotado; Mesa, capturado, será fusi-
país; no el primero ni el último, pero sí el más intenso entre los que en! ·)ado en ceremonia solemne en la ciudad de Buenos Aires. No por eso cede el
gentina prntagonizaron poblaciones rurales hartas de guerra Es que la c }iJzamiento; el 28 de marzo Rauch, el duro veterano de la lucha de frontera,
ña de Buenos Aires ha tenido motivos sobrados para cansarse de una ~s vencido y muerto en Vizcacheras por las fuerzas de Miranda; desde en-
que dura ya cuatro años, que ha traído consigo los reclutamientos y el blo · ,Íqnces la campaña del sur está perdida para los decembristas, y ya en los pri-
tiene excelentes razones para abonecer a un ejército demasiado disp 'roeros días de abril, milicianos alzados aparecen ominosamente en las afue-
reiterar en ese nuevo teatro el duro trato a las personas y las riquezas rús ias de la capital
practicado ya sobre el enemigo en Río Grande El ejército, por su parte, Los sectores que han hecho la revolución de diciembre resisten mal esos
mal contenido por un cuerpo de oficiales que parece hallar en el despre ' • olpes inesperados Lavalle se retira lentamente desde la frontera santafesina;
campesino del que vive un rasgo napoleónico: ese desprecio -ese odio, ape ,eón López, al que en marzo contaba vencer sin dificultades, es Rosas el que
la resistencia rural se hace sentir- se traducen en un vocabulario nuevo en\ \vúelve al tenitorio porteño; el 24 de abril la derrota del ejército nacional en
usos porteños: los rurales son los bárbaros, los salvajes, cristianos peores · uente de Márquez no es sin duda definitiva; de todos modos confirma la pér-
los indios •da del control de la campaña por los decembristas
Esas acusaciones apasionadas corresponden a un cambio real en el mi Éstos están lejos de mantener la unidad ante tantas adversidades. Desde el
de expresión política que encuentra la campaña: sus fuerzas ya no surg· 'pmienzo las relaciones entre Lavalle y sus consejeros del partido presiden-
como en 1820, encabezadas por generales del ejército regular y grandes . fa! han estado cargadas de reticencias. Sus asesores quisieran dejar a Lavalle
pietarios, para salvar en la undécima hora el orden amenazado por la p {honor y la responsabilidad de dirigir la etapa revolucionaria -que desearían
urbana. Ahora sus jefes son mucho más humildes: capataces, oficiales• emás breve- para reaparecer en primer plano, una vez asegurado el triunfo,
nares de la milicia, guerrillerns surgidos a breve celebridad ¿Tras de , jo la égida de uno de esos militares esclavos de la ley, y disciplinadamente
están, como quiere una interpretación clásica, los hacendados rurales, los ictos a sus consejeros civiles, que han asegurado en el pasado la estabilidad
pietarios del norte y el sur de la prnvincia residentes en la Capital, qn <ilítica porteña (ahora su elección parece recaer en el general Cruz). Lavalle,
habían hecho oír su voz disidente en los meses confusos de la Presi 1no se resiste a cargar con las responsabilidades que su decisión acarrea, pa-
cia? 22 Nada menos prnbable; Rosas, en cuyo nombre se ejerce la resis 'ce en cambio apreciar poco la prudencia con que sus aliados las eluden. Tras
cia, está por el momento más allá de la frontera santafesina; entre los
tenientes, aun un perseguido por el régimen militar, don Ni ··.
t * esas anécdotas, en las que se complace la curiosidad -a veces es de temer
~üe la imaginación- de los vencidos, cuyos puntos de vista hallamos apasio-
Anchorena, ve avanzar la rebelión con un honor del que dan testim · n~damente reflejados en las memorias de Iriarte, 24 lo que se revela es la con-
sus cartas a su apoderado Lezica: teme que los hombres "de chir' adicción esencial del movimiento de diciembre, hecho a la vez por un ejérci-
chuza" que se han alzado contra el ejército devuelvan a la campaña el ,_,nacional poco dispuesto a abandonar la preeminencia que le devolvió la
- - - - - - - orden;etocio)'láhíísetia " a brasileña y por un sector político que cuenta entre sus hazañas haber
ucido ya una vez a ese ejército a posiciones secundarias y subordinadas

22 Loe cit nº 29
23. Nicolás Anchorena a Ambrosio de Lezica, 16 de marzo de 1829, en Celesia, Roscis
pág 134 24. Geneial Tomás de hiarte Memorias, Buenos Aires, 1943 y sigs, tomo IV, passim

252 253
Esa contradicción iba a ser acentuada por las desgracias Las desgraci ': reunida en Santa Fe, a toda la prudencia del gobernador santafesino por ella
el plano nacional el movimiento logra extenderse demasiado tardíamen ·. .~ estido de la dirección militar de la lucha contra los decembristas, en abril
salvar su suerte en el ámbito porteño, que a pesar de todo sigue siendo ece ser aun el país entero el que forma un bloque compacto contra ellos; y
sivo Por lo contrario, pese a todas las lentitudes de la Comisión Repre bién en abril la campaña parece perdida sin esperanza de rápida reconquis-
Aun en la ciudad el clima es cada vez más agobiante Al partir a la lucha,
valle deja a Brown al frente del gobierno interino; son los marinos de éste,
·stalados en el Fuerte, los que aseguran en la capital el orden revolucionario
.ero ]a popularidad de los héroes de las recientes campañas fluviales se disipa
· · pidamente: estos hombres venidos de tantas partes -ingleses, norteamerica-
s, vascos, griegos, malteses- dotados a menudo de un rico pasado aventure-
ofrecían sin duda un apoyo militar particularmente seguro, pero sus
'potencias terminaron por fatigar no sólo a los políticos del régimen, sino a
da la población
CLa amenaza rural, la amenaza indígena (no muy real, pero constantemente
grimida por la propaganda decembrista, que no se cansa de denunciar la pre-
.ncia de indios entre los alzados de la campaña) parecen sin embargo rehacer
hapoyo urbano para el acorralado movimiento militar; luego de la derrota y
uerte de Rauch la ciudad es preparada para la defensa, los extranjeros son
· ·iwocados a prestar servicio obligatorio en un cuerpo auxiliar previamente
nstituido como voluntario, el de los Amigos del Orden Esto provoca un pe-
so incidente con el jefe de la división naval francesa en el Río de la Plata,
e capturó en mayo los pontones ubicados en la rada y liberó a los presos
líticos en ellos encerrados (que en su mayoría pasaron a la campaña porteña
.ganada por los adversarios del decembrismo; los meticulosos Anchorena
efirieron mantener su neutralidad formal alejándose en barcos británicos que
.condujeron al Estado Oriental) Luego de unos días de tratativas afiebradas,
lmirante convino en devolver los navíos capturados y dejar la solución de-
itiva del incidente a una negociación entre gobiernos. El de Buenos Aires,
rsu parte, cedió de modo discreto al relevar espontáneamente a los extran-
os de sus obligaciones militares.
Este incidente ha despertado la curiosidad no siempre benévola de nues-
historiadores, porque a lo largo de él el almirante francés mantuvo con-
tos estrechos con el partido de afuera; Rosas no mostraba entonces, frente
utilización del apoyo extranjero en guerras civiles, los escrúpulos cuya
encia condenaría luego duramente en sus adversarios. Aparte de ese inte-
P.()lémico, el incidente Venancourt muestra la impopularidad internacio-
del régimen decembrista, que tuvo expresión menos aparatosa pero qui-
'IUás eficaz en la actitud británica. El cónsul Parish se negó obstinadamen-
. tratar con la "banda de ladrnnes y asesinos" cuyo triunfo definitivo con-
eraba además peligroso para los intereses británicos; por su parte,
sonby, desde Río de Janeirn, no se expresaba con menos vigor ante la
F'Jc l4.5 Cacique indio Grabado segúnAugu~tus Earle 1820 ,~ibilidad de que un delegado de los criminales cae se han hecho del poder

254 255
en Buenos Aires osase presentarse en Río de Janeirn invocando la rep: s (y recogida sin duda de Guido y García, los informantes en quienes más
!ación de la Nación argentina 25 ·•·· fiaba) es más atendible: si la fuga de Rivadavia y Agüero decidió a Lavalle
Esa hostilidad es acentuada por las consecuencias negativas que la 'tar con Rosas, fue sobre todo la oposición de su cuerpo de oficiales la que
militar tiene para el comercio. La ruptura con Santa Fe significa la del dó la realización de ese designio
municaciones con el Interior; el alzamiento de la campaña priva al pu fl 14 de junio Lavalle da el primer paso: retirados los santafesinos, nada
Buenos Aires aun de los saldos exportables de su propia provincia, pide-según declara-que entre comprovincianos se busque una conciliación.
rasmo mercantil retorna como en los tiempos del bloqueo" p ¡21 al 24 conferencia con Rosas en el campamento de éste, en Cañuelas . El
importadores-expmtadmes extranjerns el triunfo federal (o una conci ultado es un pacto_por el cual Lavalle, que sigue en el gobierno, se compro-
que, al reflejar el equilibrio de fuerzas ya existentes, llevaría necesariarn te a ]]amar a eleccrones para constituir una nueva legislatura; por un artícu-
él) es el camino más cmto hacia la paz. Pero no sólo este sector, reducid· ecreto adicional se obliga a brindar apoyo a una lista mixta previamente
influyente, ve así las cosas; ésa es, también, la opinión de una provinciaf 'ncordada con Rosas Este último acuerdo está destinado a no cumplirse·
da pm la guerra desde antes de comenzar la aventura militar de diciem ,sde fines de_ abril e'. ge_neral Paz gobierna a Córdoba, y aunque por el mo'.
comienza a ser la opinión de Lavalle, cada vez más distante de los uní ))!O su domrnro esta le1os de ser sólido, muestra que la partida no está defi-
cuyos jefes más conspicuos -Rivadavia, que se había mantenido al margé, t\varnente cenada En esas condiciones, Del Carril, ministro de Gobierno,
golpe de diciembre, y Agüero, qne había sido uno de sus inspiradores- e _se siente ligado por los compromisos asumidos por el gobernador; el 26 de
den luego de la jornada de Puente de Márquez en abandonar discretarne io, en las eleccrones de la ciudad, no hay lista concertada, y la oficialista
escena, marchándose al extranjern ce a la federal por 2775 votos contra 520 (Rosas, sospechando ese desen-
La solución conciliadora está, por otra parte, en la tradición política ha ordenado suspender las elecciones en la campaña)
provincia, y es facilitada por la anterior propaganda decembrista, que (Esta inesperada prueba de vitalidad -ya que no de efectiva popularidad-
grado dotar de alguna tardía popularidad al movimiento identificándolo 9 salva al decembnsmo de su destmo; el gobernador no aprecia en exceso la
causa de la provincia misma, amenazada pm los indios y a la vez por el { (11:aña de sus aliados políticos; Del Carril debe renunciar y Lavalle iniciar nue-
renovado adversario litoral. Ese fervm localista servía muy mal a una lü · negocracrones con un Rosas ahora más exigente: el 24 de agosto, en Ba-
que el adversario principal era quien en 1820 había salvado el orden as, pacta su reino del gobierno, para ser reemplazado por el general
amenazado pm la levantisca plebe urbana, quien fue discreto sostened · onte, un federnl lo bastante moderado como para haber aceptado integrar
Partido del Orden en los años que siguieron, y es ahora el único capaz onseJO de G~brerno orgam~ado con funciones decorativas por el régimen
volver nuevamente el orden a una campaña convulsionada por los que in .embnsta Sera Vrarnonte quren presida las elecciones de la nueva legislatu-
su nombre Mientras en la ciudad el general Rodríguez, gobernador def ahora no se mcluye previsión alguna sobre su futura composición, pero no
desde el 4 de mayo, dicta febrilmente medidas de defensa que no se tra dudoso que tendrá mayoría federal
en hechos, en sn campamento de las afueras Lavalle se prepara paralai . i el general Viamo?te es un federal moderado, sus ministros -el general
ble negociación ¿Quiénes se oponen a ella? Una tradición pertinaz afi ~do y el doctm Garcra- son los símbolos vivientes de la moderación en nn
son los políticos que han acompañado a Lavalle en su aventura y teme !!do político _cada vez menos adicto a esa virtud El jefe del decembrismo
abandonados La versión del cónsul Parish, contemporánea de los suces es un proscnpto; por lo contrario, el nuevo gobierno lo designará coman-
te de la caballería de bprovincia Y el pacto de Banacas asegura a los par-
pames ~n el golpe de d1crembre contra toda posible persecución Pero esa
25 Las vehementes afümaciones de Ponsonby son dirigidas a Parish (Río de Ja :liacron -en la que Guido cree apasionadamente, a cuyo servicio se pone
_<k __ ~_nri:9_.Ei~J . ª.2-~)_ Y. .íl ~bf!!~eenJ? de enero>:__E_st_e_ últim?_ sin duda ord~_n_a_ a Ponso_n_
cteje cte participar e-n 1~ P~iítica·i~tema argentina c20-cte febrero cte 1s29), pero-si:ra.e~~ ·
,srn con la misma ,distancia escéptica con que ha apoyado en su larga tra-
, tona las causas mas vanadas- fmalmente no ha de alcanzarse. Está en con-
halla aún manera de eludir el cumplimiento de esas instrucciones: el 23 de marzo r'
:<Je ella el séquito popular del federalismo urbano, que tras de diez meses de
señalando la posibilidad de que los decemb1istas hayan "sido ejecutados poi traición, Y
legítima restamada en su autmidad" (Luis A de Herrera, La mi~ión Pon50nhy, Mo'itf;
lado semrsrlenc10 se hace oír con más fuerza Está la revolución carnpesi-
1930, 11,341) ;~sa ola de fondo que por primera vez ha agitado la antes tranquila campa-
26 Archives du Quai d'01say, París. serie comm. Buenos Ayres, legajo 1, fs, 117-1. Jras _ambas resistencias está Rosas, que no quiere -no querrá por mucho
forme del cónsul Washington de Mandeville, del 12 de diciemb1e de 1829) , po- rdentrfrcarse con las tendencias extremas del federalismo, pero que ha

256 257
dejado de creer en la viabiEdad de las soluciones de_ equilibrio Los s rcito formado casi íntegramente pm arribeños que vuelven de luchar contra
federales tienen una bandera: la restauración de la _Legislatura legítima, rasil Con ellos conquista sin esfuerzo a Córdoba, donde conserva contac-
en diciembre del ario anterim; ella haría de la etapa decembrista nn pa( ·. importantes (que vienen de los primeros años de la década, cuando formó
de ilegitimidad cmregido por la resistencia federal, Y de sus jefes un<jsJ s·el partido montonero, hostil a Bustos y a los antiguos directoriales con él
des vencidos En diciembre Viamonte se inclina ante esa exigencia, Yéc · ntificados) Bustos intenta defenderse con tergiversaciones y astucias; en-
Legislatura que ha designado a Donego elige gobernadm, con facultad./ tra finalmente refugio al lado de Quiroga, que con tropas riojanas y cuyanas
tramdinarias, a Juan Manuel de Rosas La cnsis de las msl!tuc10nes p¡¡ anza sobre Córdoba. Mientras el frente andino dirige sus fuerzas contra Paz,
comienza a cenarse, Rosas es -en el vocabulario de sus adictos, recogí extremo Norte le ofrece su apoyo. Salta, no ganada aún al federalismo,
la Legislatura- el Restaurador de las Leyes, es decir, del sistema de ley cumán, devuelta pm Javier López a una resuelta hostilidad contra Ibarrn y
damentales en cuyo marco se había dado la expenencia del Parlldo del urroga, envían a Córdoba tropas de caballería, que permiten a Paz completar
Sin duda esa restauración -como es usual- innova mucho más de lo qu ejército de dos mil quinientos hombres. Con ellos vencerá a los cinco mil
taura; en todo caso marca el punto de llegada de un proceso que ha afee Quiroga en La Tablada; a partir de esta jornada el predominio de Paz en
la provincia niveles más profundos que el políti?o:insütucional En el In órdoba queda consolidado, y mientras San Luis reorienta su política en sen-
no hay nada de eso: la victmia federal, que alh sigmfica -tras la hege i&o cordobés (en Mendoza, por Jo contrario, la tentativa de implantar una si-
aparente de Córdoba- la de la menos populosa La R101a Y sus aguerridas; ' ación ]ocal adicta a la cordobesa sólo tiene éxito efímero), !barra comienza
cias llaneras, está marcada desde el origen pm una extrema fragilidad; cu ra una ardua política de neutralidad, entre su temido protector Quiroga y el
el federalismo celebra su triunfo porteño, sus posiciones se derrumban ya 'ora no menos temido Paz (que en su época de militancia montonera había
Interi01 'contrado refugio de la persecución de Bustos al lado de su antiguo condiscí-
Jo del Colegio de Loreto, el gobernador de Santiago del Estern).
. El mismo día en que el combate de Puente de Márquez parece desvanecer
.3 . Surgimiento de la Liga Militar del Interior '8'esperanzas del decembrismo pmteño en la victmia final, La Tablada arrai-
el movimiento en el Interior Pern está lejos, como se ve, de asegurarle el
El Interior, pese a las victmias de Quiroga, está lejos de formar en 18 dominio regional; si desde esa jornada la fe en la invencibilidad de Quirnga
bloque coherente La Rioja, Catamarca y Cuyo se hayan baJo la hege i sido duramente sacudida, el jefe llanero domina el aún intacto frente andino
n::tilitar llanera; fuera de las provincias andinas las cosas son mucho meno Paz tiene pm su parte dificultades para hacer de Córdoba la base de un po-
ras Del gobierno de Salta no han sido eliminados los q~e fueron parti 'o n:tilitar sólido Si en la ciudad los apoyos con que cuenta no se limitan a
del Congreso y de la Constitución en 1826; lavi_er Lo_pez, res;aurad sectmes altos, si la campaña del Norte, que ha sido la base de la disidencia
Tucumán pm las victmias de Quiroga, ha vuelto.ª distanciarse de e_ste, ~ eral cordobesa entre 1815 y 1822, le es suficientemente adicta, no ocurre lo
dando la política catamarqueña de su denocado nval Lamadnd Y o~ient ·smo con la del sur y el este, mucho menos segura, ni con el bloque de la
sobre todo a asegurar a su provincia un más ampho espacio de m~mobra rra y Traslasierr a, que le es más decididamente hostil, y comienza ya a for-
a su otro restauradm, el gobernador de Santiago del Estem Este ultimo s montoneras.
frenado pm su natmal prudencia en sus avances hacia el enfrentarnient . Lo que es más importante: los recursos que Córdoba ofrece son lin:titados,
su protector riojano; aun así su acercamiento a Santa Fe -pm cuyo gob~ .. os que Paz ha traído de Buenos Aires reducidísimos. Cada vez más, el ejér-
siente Quiroga un abonecimiento teñido de desprec10-, es en_ extre11;0 i_ : -al que Paz ubica en un nivel de superioridad técnica que parece hacerlo
tante. Sin duda Córdoba, bajo el gobierno de Bustos, se manl!ene m~s fiel, batible- debe vivir del terreno; el nuevo aspirante a la hegemonía militar en
;;;.ce.;...._____________ alian_z_a Iiojana, pero la situación interim de esta provincia está leJ~S et ieorior comienza así a enfrentar el mismo problema que Quirnga no ha sa-
estable. esquivar: cómo hacer que esta región pobre y devastada costee la guerra
La debilidad del bloque adversario explica entonces -pm lo menos e Paz el problema está atenuado pmque su ejército es menos numeroso que
te- el vertiginoso éxito obtenido pm Paz con fuerzas al comienzo muy r,e e su rival; está agravado porque sus exigencias mganizativas y tácticas re-
das Vuelto de la Banda Oriental más tardíamente que los dmgentes del_ • ren en otros aspectos mayor apoyo de recursos para la lucha En todo caso,
de diciembre, Paz obtiene de éstos apoyos muy limitados para su empres · .JI pronto debe tratar a las tierras que domina como a país conquistado; si en
dobesa. En su campamento de San Nicolás entrena rápidamente un peq s,primeros avances ha pagado religiosamente cuanto su ejército ha debido

258 259
tomar para mantenerse, casi enseguida ha dejado de contar con el diner doptará una polfüca que, pe~e a algunas tergiversaciones, rechaza la posibili-
sario para proseguir esa política. Y la misma ampliación del ejércitos· ad nusma de un. srntema_ polrt1co que mcluya a la vez la hegemonía federal en
base del reclutamiento local -sistemáticamente llevada adelante por Litoral y la mrlrtar-unrtana en el Interior. A Paz no le queda entonces otra
Córdoba~,es una forma más de vivir sobre el teneno, y sin duda la culpa ida que h fuga hacia adelante, que la rápida conquista de la hegemonía total
la extenston de la montonera por enteras zonas cordobesas · el Intenor, en busca de un poderío capaz de rivalizar con el del Litoral
Esas dificultades se continúan en la de fijar un objetivo viable a toda' ordenado con signo federnl
pedición al Interior Al surgir en Córdoba y disputar con éxito el do ' Una nueva lucha por el predominio se prepara entonces en la fatigada Ar-
cal, Paz ha comenzado por proclamar ambiciones limitadas al ámbito' ntina de 1829. Sm duda, hay qurenes creen todavía posible -y por lo tairrto
provincia: del mismo modo que Bustos en 1820, parece utilizar una crisi seable- evitarla Para el general Guido, la Buenos Aires rosista debe imitar
cional para cambiar en su provecho el equilibrio político de su Córdoba' política seguida un -~eceni? _antes por 1~ del Partido del Orden: consagrarse a
va ¿Es sincera esa presentación de objetivos? Sobre esto ya los contenf propra reconstruccron polrt!ca y economrca, dejar al resto de la nación a sus
neos de los sucesos comenzaron a discutir, y la discusión no ha cesado:' gos s~grientos, reconquistar de esta manera, junto con la prosperidad, esa
hoy Es indudable que Paz (que tenía sólidas causas de resentimiento gemoma que, por estar mscnta en las cosas mismas, no requiere ser conquis-
los decembristas porteños, quienes lo habían enviado con recursos mez da ni defendida por la fuerza.
mente cicateados. a una acción diversiva cuyo resultado no les preocup Esa sensatez es, sin embargo, algo anacrónica: Buenos Aires no tiene ahora
exceso), no rdent1f1caba su causa con la del decembnsmo. Es también in .ente a sí un conjunto de poderes dispersos, sino un amenazante bloque mili-
ble que sólo una política definida en términos de una provincia y no de . El choque es por lo tanto inevitable, y desde Buenos Aires hasta Salta toda
ción podría hacer tolerable el dominio de Paz sobre Córdoba para los fed nación se prepara para nuevas luchas y nuevos desastles
del Litoral, y en especial para su cauteloso jefe, el gobernador de Santa Fe
el problema principal que plantea la política adoptada por Paz no reside
ber si era sincera o no sino en examinar si ella era aún posible en un In . Balance de un decenio: la nación dividida
ya profundamente modelado por la guerra civil de 1826-7, y tan difere
aquél en que Bustos había implantado casi diez años antes un duradero Ante ese nuevo abismo al que la nación entera se encamina ahora ]úcida-
minio sobre su provincia ente, paree:' imponerse _un balance negativo de la experien~ia de los pri-
En ese Interior existe ya un bloque hegemónico, sin duda inestable) eros diez anos transcurndos desde que el aparato administlativo heredado
que domina Quiroga, que no podrá aceptar pacíficamente la pérdida de e la colonia, luego de sobrevivir a un decenio de revolución, se derrumbó
ba, la instalación en ella de un centro de atracción para todos los poten nl820 De este juicio no fueron parcos los contemporáneos del proceso:
disidentes de la región. La guerra entle Paz y Quiroga es inevitable, y se el acusado el país mismo -indócil, irreductible al orden aun por las más
guerra debe surgir nuevamente un bloque -más sólido que el nacido de abras artes de_ gobierno- o los gobernantes -culpables, por frivolidad O por
terior guena civil- capaz de ordenar bajo su signo a todo el Interior. 1c~so de ambrcrones, de haber lanzado por un camino de aventuras a un país
¿Pero el federalismo litoral puede aceptar la formación de un bloque rento de paz- no parece dudarse de que existe en efecto una culpa Es que
nado por Paz y su séquito de oficiales unitarios? Dejando de lado los co !contraste entre la ordenada paz de la primera mitad del decenio y las cre-
tos enlle bandos políticos, más efímeros que los regionales ¿podría to! .:e~tes ca~amrdades de la segunda invita a buscar a los responsables de esa
Buenos Aires, una vez que la paz interior le devolviese su capacidad de. brta catastrofe
tar sobre el país? Parece que no: mientras la dirección del federalismo ;:i' ¿Pero en ese balance de un decenio es necesario inscribir sólo cifras nega-
;,;;..----·-·--············· see:ncue:rrtra enrnai1os de. López, Je basta.a.Pa.z respetar la neutralidad d Yas? Esto no parece tan seguro: hemos visto ya cómo el equilibrio surgido
tiago del Estero para obtener a su vez la de Santa Fe Desde que Rosasd . cdenumbe de 1820 estaba maicado p01 una exllema fragilidad, cómo podía
en Buenos Aires, la situación cambia fundamentalmente: en nombre del ,gurar una paz interna (por olla parte menos completa de lo que proponen
j a oposición porteña a cualquier sólido bloque hegemónico capaz de ha agenes ret1ospectrvamente embellecidas) sólo a condición de no enfrentar
Interim un rival serio, en nombre también de la aversión del federalismo ebas demasiad? duras; el país inconstituido podía eludir desgarramientos
heredero del Partido Popular y del alzamiento campesino de 1829, co . ternos a cond1cron de renunciar a una auténtica política nacional, a una palí-
revolucionado ejército nacional responsable de la muerte de Dorrego, a extenor no totalmente pasiva

260 261
é sólida para su política nacional.. Pero -elaborada sobre situaciones pecu-
''ares de esa provincia- su aplicación al resto del país es de éxito infinitamente
as problemático De todos modos la tentativa de utilizarla en la construcción
un orden nacional más estable IJenará toda la etapa histórica que comienza
el ascenso de Rosas al poder en la provincia porteña: este casi cuarto de
· ¡0 será testigo de su intento obstinado de dar solución a los prnblemas cuya
esencia y cuya gravedad había denunciado la violencia misma de la crisis
jerta en 1826

-3 46 Estancia porte Pía Litograf{a según P. Schmidtmeye1; 1820

Pm lo contrario, la crisis que queda abierta con la tentativa constituy


la guerra brasileña vuelve a integrar, así sea mediante la lucha, a los di
membra del cuerpo nacional En I 829 será todo el Interim el que debe
ver su destino en la lucha entre Quiroga y Paz; para las aventuras de ,--
más modesto, antes posibles, ya no queda lugar en él Y ya entonces esa'
resulta transformada por la presencia de un testigo de excepción: Juan
de Rosas, que ha comenzado a rehacer la unidad de la provincia de B
Aires por medio de un instrumento político nuevo, el Partido Federa\.·--
aprendido a utilizar la ampliación de la base política que su predecesor, .
tido del Orden, había buscado sobre todo esquivar en sus consecuenci
Rosas -este continuadm tan libre del apoliticismo de la clase alta p
de la reducción de la política a la administración que había ganado al
del Orden la adhesión de esa clase- se consagrará entonces a una empre
aparentemente paradójica. Puesto que las soluciones de equilibrio no so·
bles, ya que es ineludible la victmia total de un sector sobre otro, la co
de la paz es la solidez del bloque victorioso mediante una rabiosa politi
~'-'----~--- - ca¡:mz·ctemantener·sucoherenciacontralastodavía demasiadopodero
zas disgregadmas La hegemonía del Partido Federal, impuesta a cu_al
precio, es así propuesta como solución para un país que no ha aprendidc:,
vir unido pern no puede ya vivir dividido
Esta solución está lejos de ser absurda: su éxito es muy considerable.
prnvincia de Buenos Aires, que durante dos décadas prnporcionará a Ros

262 263
IBLIOGRAFÍA

cademia Nacional de la Historia, Historia de la Nación Argentina, Buenos Aires, 1939


y sigs , vols 6 y 7
a:vignani, E., Historia con~titucional de la República Argentina, Buenos Aires,
1926

.niversidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Historia Ar-


, · gentina "D1. Emilio Ravignani", Archivo del Brigadier General Juan Facundo
Quiroga, Buenos Aires, 1957 y sigs
,.Instituto de Investigaciones Históricas,Asambleas constituyentes argentinas (comp
Emilio Ravignani), Buenos Aires, 1937 y sigs
ebster, C K, Britain and the independence of LatinAmerica (1812-1830), Londres,
1938

Pr irnera par te

JVarez, J, Estudio sobte las guerras civiles argentinas, Buenos Aires, 1914
.i:'guin, M , The economic aspects of argentine federalism, Cambridge, Mass., 1946
(hay traducción al español, Buenos Aires, 1960)

265
Halperin Donghi, T., La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires, enD'
rrollo Económico, Buenos Aires, lll, 1-2, 1963, pág 57 y sigs

Segunda parte

Beverina, J., La guerra contra el Imperio del Brasil, Buenos Aires, 1927-8.
Casarino, N, El Banco de la Provincia de Bueno5 Aires en rn primo centenarió,
nos Aires, 1922 LA CONFEDERACIÓN (1829-1852)
Celesia, E , Federalismo argentino Córdoba, Buenos Aires, 1932
Coni, E A, La verdad wbre la enfiteusis de Rivadavia, Buenos Aires, 1927
Herrera, L A de, La mi 5ión de Ponsonby, Montevideo, 1930
Levene, R, El proceso histórico de Lava/le a Rosas, La Plata, 1950
-: La anarquía del mio 1820, Buenos Aires, 1954
Murray Forbes, J , Once años en Buenos Aires ( 1820-1831 ), Buenos Aires, 1956.
Palcos, A, Rivadavia, ejecutor del pensamiento de Mayo, la Plata, 1960
Pérez, J, Historia de los primero5 gobernadores de la prvvinc.,ia de Buenos Aires;
Plata, 1950
Piccirilli, R, Rivadavia y su tiempo, Buenos Aües, 1942
Ratto, H R, Historia de Brown, Buenos Aires, 1929
Vedia y Mitre, M de, De Rivadavia a Rosas, Buenos Aires, 1935

266
Primera Parte

LA ECONOMÍA
, LA ETAPA ROSISTA

. Las oscilaciones brutales que impone la política

En veinte años de hegemonía rosista -aseguran iucansablemente sus ad-


&'ersarios- ningúu progreso ha hecho la economía de las tierras a ella some-
tidas. La afirmación es injusta ¿qué duda cabe, sin embargo, de que refleja
· mbién el sentimiento dominante de observadores menos apasionados, de
· üchos entre los que han tenido que vivir desde dentro un proceso económi-
'\;ocuyas peripecias demasiado agitadas impedían a menudo advertir los avan-
~es alcanzados a través de ellas? El primer plano de la escena está ocupado
:Por una sucesión de altibajos brutales, portadores para más de uno de ruinas
e las que ya no ha de levantarlo la sucesiva prosperidad. Esos altibajos si-
. en proviniendo en parte de las características mismas del mercado riopla-
nse, demasiado pequeño y mal soldado con el resto del mundo para que
eda cumplir eficazmente ese papel equilibrador que la teoría entonces vi-
. ente le asigna. Provienen también de anomalías climáticas; cuando cesan
:effel otoño de 1832 las tenibles sequías que comenzaron en Buenos Aires en
1830, la vegetación exhausta florecerá ante la lluvia inesperada en una suerte
anómala primavera; las sequías apenas menos graves de 1835 y 1836 con-
oyen por su parte en inundaciones cuyos estragos serán recordados por
.steban Echeverría en las primeras páginas de su El Matadero Las conse-
~encías económicas de esa irregularidad climática no son menos gravosas
be las naturales: una y otra sequía empobrecen gravemente el stock gana-
ero, hacen cesar toda producción agrícola en la provincia castigada, pro-
ocan inmensas emigraciones de ganados hacia las zonas menos afectadas

2 71
Pero, por encfma de los daños de la coyuntura o del clima, se hacen >&es -promesa de pago en la City- para los tráficos internacionales; pese a sus
sobEre la econo mra los que Je rmpone una política atormentada por ]a disco ')nuchas complicaciones, este sistema iba a resistir pruebas muy serias, en par-
n prrme,1 1ugar -con peso siempre sensible pero variable según tiem
"•te debido a su flexibilidad misma
lugares- e_sta el co_sto m1s1,11o_del Estado. Las provmcras mteriores se aco ;" · .¿Cómo pudo prosperar la economía porteña con ese discutible instrumento
bran a pairar su misena publica buscando subvenciones porteñas, distril:, monetario, cuya vitalidad era causa de escándalo entre los adictos a las bue-
con mano nada generosa; la~ g_uenas acentúan esa miseiia, tanto la de Bl . "nas doctrinas? En parte por la cautela que se supo emplear ante las facilida-
que como lo adrrute Heredra impone a las norteñas el peso insoport b!" des que ofrecía al fisco: luego de comenzar sacrificando el equilibrio presu-
ejército de línea,' como la de la Liga del Norte, lanzada a una agresivaª :_¡,uestario para satisfacer las apetencias de una temible clientela armada, el
cid ad contra las poblac10nes por ella gobernadas. Si en el Litoral lo peor- tégimen rosista, a partir de 1835, limitó cada vez más los gastos a lo indis-
a 1a recurrencra de las guenas civiles- ha quedado atrás, en cambio B \pensable Sólo que aun ese monto indispensable era exorbitante en los años
Aires, la privilegiada dueña de las más sólidas finanzas del país, relativa! terribles: entre 1838 y 1840 la circulación se triplicó Pero el valm del papel
abngada como en el pas_ado contrn las incursiones externas y el caos ní" tenía una misteriosa capacidad para sobrevivir a esos golpes brutales: el to-
afronta ahora el peso casi permauente de la guena exterior, agravado du : Jalde la masa de circulante, al cambio coniente, equivalía hipotéticamente a
largas etapas por el bloqueo . "doce millones de pesos plata en 1836, a cerca de ochenta millones en 1851;
Rosas, que hace de la guena un instrumento político de utilización, 'no es extraño que, a los ojos de sus rivales, Buenos Aires pareciera poseedo-
permanente, se esfuerza a la vez pm ahmrar a la economía de su provi _,ra del secreto de fabricar dinern de la nada; que los porteños comenzaran a
las más_ pes_adas consecuencias negativas de ella Para hacer frente a los ;unir algún mgullo a la perplejidad con que habían solido contemplar la ex-
tos 01dmar10s tiene los mgresos aduaneros; resistiéndose obstinadarne · 'pansión de su sistema monetario, capaz de prosperar en insolente desafío a
re~justar los salarios de empleados públicos según el ritmo de desvaloi·
}todas las leyes económicas
cron del papel moneda, carga sobre ellos el peso principal de la reorienta'
de las funciones del Estado Durante los bloqueos (en 1838-40 y de nu
aunque más atenuadamente, a partir de 1845) esa prudencia en los gasto _
es suficiente (aunque se lleva hasta el extremo de suprimir del presup."'°
provmcial los rubros de mantenimiento de establecimientos de enseñan
hospitales); los ingresos aduaneros -que siguen formando en tiempos
males más del 80 % de los del fisco provincial- amenazau desaparecer.·
tonces, para atender necesidades que la guerra acrece, el régimen acude
recurso heredado de la etapa anterim: la emisión de papel moneda irí"
vertible
Esta solución tiene ahma consecuencias negativas menos marcadas qJ
el pasado: la coexisteucia del metálico y un papel moneda de valor vari
había entiado en las costumbres; las pérdidas de valm del último ya no:"
preudían tanto, ni parecían presagio de una caída aun más brutal e incontrol
Surgió así en Buenos Aires un sistema de doble -o más bien triple- cir
ción de monedas y valores: el papel moneda para todas las tiansacciones i
nas; el metálico
;;e,..____________________________________ _ para atesoramiento y comercio con el Interior; la carta de

1 " .tetminada la guerra que no debe ser eterna se concluirá también el ejército, p<f
estos pueblos no están parn sostener un cuerpo de línea. (Alejandro Heredia a Marco's·_
Iucumán, 2Q de ablil de 1837, en Universidad Nacional de La Plata, Archivo del coronel dij' {fw. 3.47. La Plaza de la Victoria y la Recova de Buenos Aire~ en 1849
Marcos Paz I, La Plata, 1959, pág 65) ·--_~rchivo General de la Nación)

272 273
}onipartían la alarma ante la perspectiva de una clausura indefinida, podían
El desaHo era más aparente que real: esa moueda era estiictarnente ill
,onsagrar sin daño el período del aislamiento a la multiplicación de sus gana-
y las tentativas de expandir su área de circulació11 a otras provincias fr
·aos). Del mismo modo, en la ciudad las etapas de bloqueo serían también de
rnn pese a todo el peso político que pudo poner tras de ellas Rosas en¡ .·
de su mayor poderío. Moneda interna, su expansión seguía el ritmo de
nomía también e_n crecimiento de la que había llegado a ser una pieza est
r• ),l\pansión de. las construcciones; es el único negocio en que sigue siendo posi-
;Jile invertir dmero 3 Los bloqueos provocan entonces más penurias inmediatas
que daños permanentes a la economía; otias consecuencias de la guena serán
el aumento del cnculante era en parte absorbido por la expansión de la c· ·•
ción interim Contraprueba de ello son las dificultades que parece haber
do sobre la economía pmteña el retorno del gobierno rosista a una políti ·.
Tr ,¡nás decididamente negativas
frente a éstas, la provincia de Buenos Aires, tal como en la etapa anterior,
•logró mantenerse relativamente prntegida: sólo la revolución del sur de 1839,
gidamente antiemisionista; en los últimos años del régimen la relativa ho
'dejó en herencia una prnlongada decadencia de ciertos rincones de la campaña
financiera permitió al fisco retener una parte de sus ingresos bajo la fo
{meridional porteña; la expedición de Lavalle y once años después la del Ejér-
biHetes provisionalmente retirados de circulación Por fortuua para la ec
:óto Grande, por lo contrario, respetaron con celo poco común la riqueza rural
mía de la provincia el retorno a la guena, en otros aspectos negativo, oh
··dela provincia; las consecuencias directas de la guena pesaron sobre ella me-
pm lo menos a renunciar a esa política de la que no sólo Rosas sino sus ad
nos que las de la disidencia interna, que dejó una estela de indisciplina en el
sanos esperaban la regeneración económica, pern que por el momento s
trabajo y de inseguridad frente a las depredaciones cuya eliminación sólo se
aportaba nuevas ruinas
lograría gracias al prnlongado esfuerzo de la administración rosista
La emisión prnvocaba, se ha visto ya, una redistribución de ingresos
Aun estas consecuencias, sin embargo, eran más leves que las de la cons-
afectaba más negativamente a los más modestos, encerrados en esa econo
tante inseguridad política y la recunencia de crisis militares en el Litoral y
de circuito local que usaba el papel ¿Debe concluirse que era éste sn prind
en el Interim En esta última región la conquista porteña de 1840-41, por brn-
atractivo para los sectores altos, y en particular para las clases terratenien
< tal que haya sido su estilo, aseguró por lo menos una muy necesaria estabili-
Hay que tener presente, sin embargo, que el peso de los salarios rurales
dad; pese a que después de ella no faltaron tampoco las interrupciones de la
desde el comienzo bastante ligero, no porque fuesen necesariamente bajos, ·
paz interim, éstas fuernn provocadas por disturbios, muy localizados (en La
por la exigüidad de la mano de obra requerida Pm otra parte las emisio
Rioja, en Salta, en Mendoza) y tuvieron consecuencias limitadas en cuanto a
surgidas sobre todo de necesidades militares, iban acompañadas de levas,
• la actividad económica Más grave era el peso de la guerra y las crisis inter-
respondían a las mismas necesidades y frenaban la depresión del salario r
provinciales en el Litmal, desde Corrientes, cuyos reiterados levantamientos
Es cierto que, por su parte, los bloqueos, al detener las actividades produ·
de signo político antirrosista contra la hegemonía porteña y entreniana, la con-
vas, tenían el efecto opuesto de disminuir la demanda de trabajo. En todo· ·- ·
más aún que la atracción de las ventajas del emisionismo, es el rechazo de _tlenaban a igualmente reiteradas conquistas por ejércitos hostiles, hasta Entre
•. Ríos, cuya esbozada recuperación económica, presidida por un gobernador que
soluciones alternativas (empréstitos forzosos, aumentos de impuestos) el
;.se había asignado el título de Restaurador del Sosiego Público, será interrumpi-
explica la adhesión que éste encuentra
Pero la guerra y las crisis internacionales no sólo influyen en la econo
tda, junto con ese efímero sosiego, pm las campañas de Lavalle, Rivera y Paz,
gue someten -sobre todo al este entreniano- a un reglado saqueo de su renaciente
través del aumento de las exigencias fiscales: los bloqueos agregan modal.
: riqueza ganadera en beneficio de correntinos y mientales. Aun cuando las victo-
des nnevas a la gravitación económica de los conflictos; sobre todo e
•",rias federales alejaron al enemigo de Entre Ríos, la guerra oriental, para la cual
1838-40, que funcionó con maym eficacia, logró interrumpir el comerci
la provincia contribuyó con la maym parte de las fuerzas de caballería, alejó tam-
tramarino durante más de dos años. El resultado fue una carestía de produc
bién durante años de la provincia a la maym parte de su población activa, y con-
importados, ae:rm•ad.a por la paralela desvalorización del papel provocada
.dujo a medidas tan extremas como la prohibición absoluta de matanza de· gana-
~---------- lla.s,e,rnü;ione,s;,Jue, ltaanm~lbJiiiéénn1__ 1ua_1na,aiddetención del sacrificio de ganadopara e]\p
tación, que consigo una economía rural, sensible ·s-obre t o-para saladero y de marcación de vacunos, que duró de 1844 hasta 1846. 4
para peones y pequeños hacendados' (los estancieros más importantes, si

3. Felipe Senillosa a Negrón, J 8 de agosto de 1846, AGN. VII, 2-5-7


2 Obse;vaciones, desde la perspectiva de un pulpero de la campaña del sur, en cartáS- 4. Decreto de Urquiza, que levanta la mencionada prohibición, en Beatriz Bosch, Urquiza,
Manuel Castaño a Martina Reyes, de Encadenadas, en Archivo Senillosa, Archivo General gobernado, de Entre RfcH, Buenos Aires, 1959
Nación (en adelante AGN), Buenos Aires VII, 2-5-6

274 275
. , A fines de esa década, sin embarg?, finalmente la paz parecía llegar
bren_ para el Litoral,_ con ella se reabna el cammo hacia una prosperidad :,cómo se ha logrado esa expansión productiva? De nuevo siguiendo en sus gran-
ilimitadamente creciente que esta región la más dinámica en ¡ 'lt· ~es !Ílieas el proceso comenzado en la etapa anterior: es el progresivo poblamiento
· 1 h b' '
co 1oma, a 1a esperado en vano recorrer desde que en 1810 qu d' b"
ª
u ima e "de tienas nuevas el que aumenta los saldos expmtables, que se duplicarán en vein-
.
comerc10 mun d. 1
ia
e o a ie te-años En 1832, luego de esa sequía que ha trasladado al sm del Salado (relati-
E;1 ese marco en que la guena sigue gravitando fuertemente sobre la. ·-.vameute menos castigado) a una parte considerable de los ganados sobrevivien-
nomia, las d1stmtas reg10nes que componen las Provincias Unidas te '° tes, se produce un verdadero rush hacia la frontera; hasta los primeros años de la
entonces por mcmporarse todas ellas a un proceso ascendente· de · ·• 'década siguiente el proceso ha de continuar, aunque a ritmo más lento; a lo largo
1 d' , nuevoco de él terminarán de incorpmarse la economía productiva de la provincia esas tie-
en a ecada comenzada en 1820, el ascenso no es en ninguna parte tan r' ·•
como en Buenos Aires ªP., iras (más vastas que las pobladas hasta 1820), teóricamente abiertas con las pa-
ces de ese año, y aseguradas por la Expedición al Desierto, emprendida por Ro-
>sas en 1833-34
2 . Nuevos avances de la economía p01teña • Ese proceso va acompañado de una privatización a escala gigantesca de tie-
' rras fiscales El fracaso de la enfiteusis -que no había impedido el acaparamien-
Entre 1830 y 1852, pese a las zozobras de una etapa histórica agitada, B . to de tierras, no todas ellas efectivamente explotadas, y había sido incapaz de
nos _Aues prosigue, y en algunos momentos apresura, su expansión gana . aumentar de modo significativo los ingresos fiscales- decidió al gobierno
1m_ Ciada en el decemo · antenor. ,- ,de Rosas a reemplazar el sistema por la venta de tierras, acompañado por otra
d., . . , Los nuevos avances heredan una estr ucur t
· "{parte de donaciones destinadas a menudo a premiar méritos políticos Estos
pro ucc10n Y_ comerc1ahzac10n ya consolidada en sus líneas esenciales·.
decemo antenm es la expansión del saladero, acompañada no sólo d · .'últimos episodios (complacidamente evocados luego de la caída del rosismo)
t ¡ ·, d . e au
os en a exportac10n e tasaio sino también de un paulatino triunfo de los c y los progresos del propio gobernador y su familia como propietarios fundiarios
ros salados sobre los secos (los pnmeros conservan mejor sus cualidades no deben hacer olvidar la dimensión más amplia que el fenómeno alcanzó, y
gmarias hasta~¡ momento ?e ser curtidos y elaborados en Emopa) A parfi \0 que no iba a ser bmrada una vez desaparecido el rosismo: si el origen de la
1830 se asistua a la _d1fus1on de la grasería, el "vapor" que extrae la grasa >gran propiedad ganadera en tierras nuevas viene de más atrás, su consolida-
reses enteras y pernnte ofrecer a los mercados ultramarinos materias grasas -,._ción es de los años de la Confederación.
paces de batu en pre~io al sebo ruso, que hacia 1820 ha expulsado de ellos Hacia mediados de la década del cuarenta esta expansión se hace cada vez
noplatense. La grasena no sólo aparece bien pronto como uno de los elemer{ -.. más lenta En Rio Grande do Su! han surgido en número creciente saladerns
que mtegran el saladero; se difunde también en costas y campañas, en mano·. '.•que ofrecen sus productos a precios más bajos que los bonaerenses: alimenta-
hacendados Y sobre todo de comerciantes locales, que -sin contar con el ca • •.dos primero por los ganados ofrecidos a precios de liquidación por los jefes
m a menudo con la disponibilidad de materia prima que haría posible el s ;militares que dominan la campaña oriental logran, una vez agotada esta oferta
:-'.excepcional, mantener su ventaja inicial en la concurrencia por los mercados
miento de un saladero- pueden afrontar la inversión mucho más modesta
1mphca el vapor Esta innovación permite completar la exportación de cue~ .consumidmes Es el comienzo de un despertar de la ganadería más allá del
tasaJo co,n la de sebo, que se orienta sobre todo hacia Gran Bretaña y alcanza {'Paraná y el Plata, que creará perspectivas cada vez más inquietantes para la
cifras mas altas en 1841 (doscientos mil quintales) y 1849 (doscientos cincu ·/pros,reridad porteña
nnl);_se trata, sm embargo,,de años excepcionales que siguen a bloqueos. · \-> Esta empezará a utilizar, ya en los últimos años rosistas, una posibilidad que
Bien pron,to_ la producc1on de cueros excede las posibilidades de absorción ,,<Se anuncia lucrativa: el reemplazo del vacuno por el ovino, que se traduce en
mercado bntámco; en la década del treinta y más aún en la del cuarenta encon \la aparición de la lana entre las exportaciones importantes de la provincia. Para
enelcontinente, en Amberes, la puerta de Alemani.i, . q11eesa transformación haya podido iniciarse era necesaria una cierta afluen-
sobre todo en El Havre; en 1846 un buen conocedor del comercio de frutos {cia de mano de obra; y los últimos años rosistas, de relativa paz y abundante
país ~elipe_Senillosa, él mismo exportador) observa que, si para el sebo el p ',:.inmigración ultramarina, permiten contar con ella Mientras en la Capital cam-
todavia se fqa en Liverpool, para el cuero lo establece el mercado de El Ha :pesinos gallegos son ofrecidos por contrato pm los mercaderes que los han
,1mportado y a los que deben el precio del pasaje, son irlandeses expulsados de
5. Felipe Senillosa aNegrón 5 de febrero de 1846, AGN, VII. 5-2-7 '._la isla por el hambre, o vascos exiliados de sus tierras por guerras civiles y le-
?¡Vas, y alejados a menudo de su primer lugar de emigración-en la Banda Orien-

276
277
tal- por el retorno de la guena a esa región, los que retoman en la cam ei'Pacífico Desde 1831 ha comenzado en Chañarcillo un nuevo cielo mine-
vida de pastores Ya en las dos décadas anteriores algunos estancieros fu'i
e irlandeses se habían interesado en la explotación' de la oveja; la mesti/s
chileno, apoyado en la plata y desde la década siguiente también en el co-
k A fines de ésta no son sólo las razones locales las que explican el ascenso
relativamente más barata que en el caso del vacuno, e introducida tradic{ bileno: en California, en torno a los yacimientos de oro, una humanidad
mente en las costumbres de ovejeros más modestos, ha comenzado t eterogénea, de cuyas búsquedas se deriva casi todo el metálico que hará posi-
ella en la campaña porteña Al sur de la Capital, en partidos como Qu' la nueva etapa ascendente de la economía mundial, ofrece un mercado in-
Ca.ñuelas, Ensenada, un sólido frente de ovejeros irlandeses ha lograd· erado para la agricultura chilena: el trigo del Valle Central conoce ahora una
qurstar yaen propiedad, hacia 1850, partes rmportantes de la tiena Más ueva prosperidad, y junto con él toman el camino de California el vino y las
en zonas de gran propiedad, otrns pastores menos prósperos -irlandeses y tas; allende la cordillera aun Mendoza ve cambiar su ritmo de producción
ws- se estabk.cen en tierra ajena en condiciones que el interés de los prop alllegar a ella la última ola del proceso que se difunde desde el núcleo
nos por partrcipar en la prnspendad lanera hace aun muy atractivas: losé. californiano
tercios de los frutos (incluidos los retoños del hato originario, que es amen' Para ese Chile en expansión -y, más limitadarnente, para una Bolivia inca-
parte de la inversión que hace el prnpietario) tocan al pastor · .- az de salir de la postración económica que la golpea desde la independencia-
En el norte y el oeste la oveja avanza también (sobre tienas antes cere duce el interior andino, desde Mendoza a Salta El interés por la recons-
o dedicadas a la ganadería vacuna) en las zonas, aquí más frecuentes, d .-Jrucción agrícola, junto con la modesta prosperidad que reconquistan algunos
piedad relativamente dividida En la ciudad, el mismo Felipe Senill )!seos provinciales, se traducen en la reaparición de algunas inversiones públi-
exportador de los productos de su saladero, reflexiona melancólicament -i:as (canales de regadío en San Juan). Pero el renacer agiícola es limitado, y se
bre el estado de sus negocios, que apenas dan para subsistir, y lo compar{ -- sobre todo en el segmento central y septentrional de la franja andina: muy
la prosperrdad que ofrece el de las lanas 6 Un nuevo capítulo de la hiii fea del semidesierto en que se expande la minería chilena, los breves oasis
rural (y no sólo rural) porteña está por comenzar Los avances de la ove{'' ·; ¡anos, catamarqueños, sanjuaninos (Salta se orienta sobre todo hacia Boli-
embargo son aun modestos, y cuando, luego de 1848, el fin del bloqueo . ·a)pueden ofrecer los alimentos y frutos que necesitan los mineros . En
presión de una econonúa metropolitana en crisis ofrecen, con afluencia de tamarca y la Rioja la distribución de las explotaciones en tierras de regadío
duetos importados a precios insólitamente bajos, una prosperidad popui á fijada por imperativos climáticos: en las más bajas y abrigadas se da la vid
precedentes, ba10 cuyo estímulo el estilo de vida urbano se europeizará os huertos de frutales; en las más altas el cereal y la alfalfa . Más al sur, en
mente, los observadores más circunspectos temen por la salud esencial de' 6s valles inigados más extensos y llanos de San Juan y Mendoza, la distribu-
econorrúa superficialmente tan próspera: la provincia parece haber explo ión varía según el rendimiento económico de esas distintas explotaciones, y
hasta el agotamiento las posibilidades de la expansión del vacuno en fi í-en Mendoza aun más que en San Juan- la alfalfa triunfa sobre el cereal
nuevas, a las que debe su expansión de treinta años; por el momento nin 1a vid Los alfalfares regados siguen vinculando a la economía andina con
alternativa se muestra capaz de prnmeter la continuación inmediata de es de las provincias centrales; en esos conales no sólo se crían ganados loca-
lo expansivo Mientras Buenos Aires parece así vacilar en la cresta de urÍ ; subsidiariamente, y en algunos casos -el de San Juan y más aún el de las
ceso ascendente que no podría ya continuar se, el Interior y sobre todo el gas alfalfadas de la Rioja y Catarnarca-- casi exclusivamente se da alimento
ral pueden exhibir avances más tardíos y limitados, pero que prometen un escanso a vacadas y recuas de las provincias centrales, Santiago del Estero,
futuro Luis, Córdoba, los Llanos de La Rioja, que las cruzan en busca del merca-
chileno
Ese retomo a una cierta prosperidad en las provincias andinas, que faci-
3, La reconstrucción económica del Interior la consolidación de la paz impuesta por la conquista porteña de 1841 y
¡;¡;.-~---- ----·········. - ·surgir en torno de gobiernos consagrados a asegurar la reconstrucción
No es sólo la paz la que explica la relativa prosperidad del Interior; s _onómica un consenso muy vasto, no tiene consecuencias sociales nece-
pansión -tan limitada- es un eco apagado de la más amplia que está dán . iamente tan felices. En esas tieHas inigadas a la que la escasez de agua
pide una expansión ilimitada, que por otra parte heredan del pasado un
!amiento acaso excesivamente denso, la expansión de cultivos para fo-
6. Íd a íd 19 de noviembre de l 846, AGN. VII, 2-5-7 .;Je o exportación sólo es posible marginando a una porción de las pobla-

278 279
ciones rurales; y en efecto, mientras en el Litoral se advierte cada vez, ,~erechos destinados a proteger la producción porteña En cuanto a lo prime-
que el problema capital es llenar la tierra, en más de un rincón andin 'ro, tras evocar la situación de derecho (el Paraguay no es un Estado separa-
propietarios encuentran urgente vaciarla sea éxpulsando a poblac( 'do, pese a que haya hecho secesión), Rosas observa que si sacrificara la im-
afincadas de antiguo, pero protegidas por títulos a menudo discutibles ortación paraguaya a la correntina, Buenos Aires perjudicaría también su
obteniendo el mismo resultado de modo menos directo: el despojo del {omercio ("si los aficionados se avenían a consumir los [tabacos] de Corrien-
a las tierras divididas y pobladas en beneficio de otras antes yermas, e tes ... disminuiría el comercio del Uruguay que se hace a esta Provincia des-
que propietarios más impmtantes implantarán cultivos para el mercad , de las Misiones Brasileñas, Entre Ríos y la Banda Oriental, de cuyos puntos
terno Desde Jujuy a Mendoza maduran así tensiones que se revelarán el¡' se trae a más del tabaco y la yerba, cueros, sebo, etc, y se llevan retornos
dos décadas siguientes; pot el momento el proceso no ha avanzado lo) \considerables de efectos de esta Plaza") y si se abriera la entrada de cigarros
tante como para volver las demasiado violentas " su manufactura sufriría ("en esta Provincia hay muchas mujeres pobres que
En las provincias centrales la mientación hacia el Pacífico es meno{/ ,viven de esta clase de Industria") 8
cidida; la ganadería vacuna y mular tiene sus mercados no sólo en chi No es extraño entonces que no se adviertan tampoco consecuencias a lar-
Bolivia sino también en Buenos Aires, y a través de su puerto en ultr · Jlº plazo de la protección otorgada a los tejidos de lana locales en las cifras
ese doble desemboque se mantendrá hasta el final del período para Córd ·de Jas exportaciones británicas de esos productos al Río de la Plata Pero, si
y Santiago del Estero. Iucumán, con su ganadería de pequeñas explota :esa innovación legislativa no parece haber modificado sustancialmente la
nes acompañada de abundantes actividades artesanales en torno al cuero • situación preexistente, ésta por su parte no ha otorgado un triunfo total al
madera, depende aun más que las otras provincias centrales del consump; · oducto ultramarino frente al de la artesanía local. En el Litoral los tejidos
toral ¿Hasta dónde será afectado éste, en cuanto a las produccio · Jana importados avanzan en las ciudades sobre los vernáculos, pero en la
artesanales del Interior, por la competencia de los productos industrialei' 'campaña un cierto equilibrio se ha logrado entre los productos ultramarinos,
tramarinos? En este punto no parecen haberse producido novedades im' ~eneralmente más baratos, y los locales, tenidos por más duraderos y de mejor
tantes respecto de la etapa anterior: ni aun las reformas aduaneras intrnd calidad. En el Interior-sobre todo pot la baja capacidad adquisitiva- los pro-
das por Buenos Aires en 1835, y que innovan menos de lo que suele supo · ductos locales se defienden mejot, aun entre la población urbana; si hemos
en sentido proteccionista (en parte porque no faltaban elementos prote de creer los recuerdos de Vicente Fidel López, hacia 1840, clérigos y docto-
nistas en la legislación antes vigente, en parte porque las concesiones q 'i-es de Córdoba usan tejidos locales para sus trajes (pero sobre la capacidad
esta tendencia hace la nueva legislación eran limitadas), logran afee! ]de consumo de esos sectores en la misma época Vicente Quesada nos pro-
modo importante la situación. Esto es comprensible, no sólo porque Bu . orciona un testimonio igualmente impresionista pero más pesimista; los
Aires no se propone dañar sus vínculos comerciales con ultramar (y el .actores cordobeses se exhiben con sombreros en los que el sol había trans-
teccionismo del sistema introducido puede llamarse más justamente, tal prmado el negro originario en "un color amarilloso", y el excesivo uso ha-
lo hace Julio Irazusta, librecambismo mitigado'), sino también porqu • fa hecho ascender "la grasitud hasta la mitad de la copa"; sus hijos se ves-
en cuanto a las actividades protegidas la solicitud por la producción po . an en ocasiones solemnes con ropa desechada por sus padres, y "a veces
no es menos viva que el interés por ganar, mediante concesiones ecoµ_ ,_brían los cinco dedos de la mano para contener la larga manga de la camisa
cas, un apoyo politico más sólido de las restantes provincias al sistema, aterna"; en días ordinarios iban descalzos, como los ciiados, porque "se
Confederación: la protección otorgada a la agricultura del cereal es en .conomizaban los zapatos y botas de vestir"; pot la misma razón los mayo-
aspecto ilustrativa. Cuando la protección a las producciones del Interior· s usaban en la casa toscas chinelas recmtadas de botas viejas') Pero ni aun
pite con intereses comerciales o productivos porteños corre, en cambio e mercado tan escasamente atractivo estaba totalmente defendido de la pre-
ria riesgo de ser sacrificada a ellos: en cuanto a esto es ejemplar el confJ de las importaciones de ultramar; el propio cuñado de Vicente Fidel Ló-
"i"'----··-----·-··-·· ¿,,-,,""." al tabaco correntino, no protegido por la ley de 1835 conm,:i .
currencia del paraguayo, y de los cigarros del mismo origen, afectados{
8. Borrador de Rosas a E López, Buenos Aires, 21 de julio de 1836, en Correspondencia
tre Rosas, Quiroga y López (comp. p01 Emique M Barba) Buenos Aiies, 1958 pág 374
7 Julio frazusta, influencia económica británica en el RfO de la Plata Buenos Aires,\ · .9. Víctm Gálvez (Vicente G Quesada), Memorias de un viejo, Buenos Aires, 1942, págs
0,92.
pág. 66

280 281
pez logró prnsperar hacia 1840 como consignatario de comerciantes ' érdida ineversible de las funciones de intermediación entre Buencs Aires,
de Buenos Aires 10 cuyos prnductos enviaba 2 Córdoba ·saria de ultramar, y la retaguardia chilena y peruana sigue haciendo sentir
En estas condic;ones la artesanía textil no púede sino proseguir e consecuencias El resUigimiento económico del Interior está vinculado so-
descenso comenzado con la apertUia del comercio con la Europa indus : todo con la expansión de sus prnducciones primarias, y amenaza hacer de
sólo se acelerará luego del tendido de la red fenoviaria. Del mismo mo región una dependencia económica del país trnsandino En efecto, el área
a la indudable reconstrucción económica, las actividades vinculadas'. dina no sólo exporta a Chile la mayor parte de sus frutos: prefiere además
comercio no recuperarán en el Interior la importancia que han tenido hasta' portar de allí mismo los productos ultramarinos que necesita . Buenos Aires
enta contrarrestar esta tendencia, y aplicará contra ella todo el peso de su
gemonía política Pero es incapaz de absorber la creciente producción del
terior, y por otra parte su sistema de papel moneda hace al mercado porteño
pecialmente poco atractivo para economías que, como las del Interior, siguen
llllejándose con moneda metálica. El retorno apenas insinuado a la prosperi-
parece amenazar en el Interior las bases económicas del sistema político
elas victorias militares de Buenos Aires en 1840-41 han impuesto en esas
ovincias Problemas análogos, agudizados por el mayor peso político que las
vincias mesopotámicas habían sabido conservar dentro de la Confederación,
. a a plantear el renacimiento económico del Litoral

; La ganadería litoral retorna su ascenso

· Las consecuencias de las guenas demasiado frecuentes se atenúan también


'n el Litoral a lo largo de la década del cuarenta; cada vez más, ellas se harán
entir sobre todo a través del esfuerzo bélico que la región (y en particular la pro-
,;ncia de Entre Ríos) debe enfrentar fuera del área Por lo contrario, las últimas
''éursiones porteñas a Santa Fe son operaciones de envergadma relativamente
odesta En 1846, por otra parte, lo más pesado del esfuerzo entreniano en la
erra oriental queda atrás; la campaña oriental entera ha sido ganada a la causa
Oribe gracias a la acción decisiva de las fuerzas de Entre Ríos, que pueden
·1ver a su provincia para ser en su mayor parte desmovilizadas A partir de aho-
sé acelera en la Mesopotamia una reconstrucción económica que viene de más
., . Son sobre todo las tierras ubicadas sobre el Uruguay las tocadas por el pro-
¡o: estas áreas, menos pobladas en las dos provincias mesopotámicas que las
lParaná, gozan de las ventajas derivadas de contar para su producción con rutas
salida que escapan al control de Buenos Aires. Estas rutas son las de Río Gran-
yMontevideo: el ganado en pie de Corrientes y el nordeste de Entre Ríos co-
eriza a ser exportado a través del Uruguay, en procura de los saladeros
ientemente establecidos en la costa riograndense; comienza el ascenso de Res-
F1c 3 48 E5tanciero de Mendoza Dibujo de Mauricio Rugendas, 1838 ción, población correntina sobre el Uruguay, por la cual cruza ese ganado. Des-
los puertos entrerrianos del Uruguay son los pequeños barcos de cabotaje fluvial
que llevan cueros, sebo y tasajo hasta Montevideo . DUiante los años del segun-
10 Vicente Fidel López. Autohiografiá en La Bibliotew, Buenos Aires. 1, 1896, pág:. (> bloqueo ese comercio con la ciudad enemiga no puede ser impedido de ningu-

282 283
na manera por Buenos Aires, y Urquiza sabe hacer coexistir la hostilidad
con la intimidad comercial: durante la expedición rn¡,:al al Paraná los buq
las potencras agresoras encontraron en las costas enemigas de Entre Ríos f '
des para el tráfico no menores que las ofrecidas por la aliada Corrientes. E!s
entreniano, con sus puertos desde Concepción del Uruguay hasta Gualeguif
es invadido por una súbita prosperidad; en el centro de ella está el propio go
dor, gran propietario de la zona y propulsor enérgico de la industria de sal .. ·.
carnes. Pero las vías de difusión de esa prosperidad son más complejas y
más lejos: la textura urbana se hace más densa; los comerciantes -casi to
tranjeros dedicados previamente al cabotaje fluvial- se afincan en los puert
edificios para escuelas y teatros, así como los avances de una prensa inspir
costeada por el fisco, revelan la abundancia creciente de los recursos públic
la vez las ambiciones nuevas de la administración provincial; en San José se
cavando los cimientos del grandioso palacio que será sobre todo un monumeÍI
poderío político y económico del gobernador, cuyas inclinaciones lo llevan a
tener un sencillo estilo de vida comparable al de los soldados de sus milicias}
El resto del Litoral se repone más lentamente de sus viejas heridas. La'
del Paraná está mejor controlada por Buenos Aires; las costas entrerrian
conentinas sobre ese río no tienen a su alcance -como las del Urnguay~g'
das alternativas al puerto que aspira a dominar el entero comercio ultram
3 49 La ciudad de Corrientes Litografía ,;egún William G Ouseley, 1846.
de las Provincias Unidas. Aun más lentamente se incorpora a este proceso S .,
Fe; sólo en el sur de la provincia algunos propietarios (locales pero tarn
porteños) comienzan la explotación de estancias en parcelas antes baldías,
todavía en 1852, en las tienas potencialmente tan ricas situadas entre Ro. ;.eran también los de los contactos con áreas limítrofes pero extranjeras; el peli-
y la raya de Buenos Aires, los venados abundan más que las vacas 11 ·• ,gro de división del área económica aun dominada por Buenos Aires Juego de
Esa expansión litoral está todavía lejos de significar una rivalidad seria s fragmentacmnes aportadas por la Independencia está lejos de ser imagina-
Buenos Aires; antes de 1852, aun en los años de mayores exportaciones, 1~ . ·o. Para afrontarlo son cada vez más los que creen que es preciso reemplazar
tasajo de Entre Ríos son del orden del 10 % de las que puede ofrecer la fa 1sistema políticamente tan sólido que se asienta sobre la hegemonía porteña
da y poco rendidora industria saladeril porteña 12 Aun así, la limitada prosp or otro que rmplrque una unificación política real, y suprima las barreras co-
dad del litoral se debe sobre todo a las áreas que han logrado evadirse d ..·.· . erciales intedores eliminando al mismo tiempo una parte de las ventajas (<le-
den comercial impuesto por la hegemonía pmteña y rosista He aquí sin d vadas de la s1tuac1ón geográfica y el poderío económico) que el sistema rosista
un peligro político cierto para esa hegemonía; pero la situación tiene tarn abía reservado celosamente para Buenos Aires. El entusiasmo que ponen en
consecuencias más amplias: la conquista de una nueva prosperidad, debid favor de esa so!ución algunos de los destenados porteños en Montevideo, que
parte a la paz interim que, bajo la dirección de Rosas, el país ha compra a lo largo de auos de enconada lucha no ha olvidado nunca los intereses de su
muy alto costo, amenaza disgregar las bases económicas mismas de la nn· r~vincia, revelan que esperan para ella y su economía más beneficios que
"-,---········--········ nacional;tanto en el Litoral. como en el Interim los avances de la prospe · anos de esa prnyectada renovación
;: ·--En la hora de Caseros, contra lo que no se fatigan de repetir adversarios
apasionados, la Argentina ha hecho progresos económicos indiscutibles: gra-
?ªs a ellos ha logrado absorber plenamente el impacto de la reubicación en el
11. D F Sarmiento, Campaí1a en el Ejército G,ande aliado de Sud-América. México/t
.. stema económico mundial aportada por la independencia y la pérdida de las
pág 174
12 Cifras en Alfredo .J Montoya, Historia de los saladeros argentino5 BuenosAires,;f •. erras altopernanas El frnto de ese esfuerzo de cuatro décadas, que ha sabido
págs. 71-72 ecuarse, renunciando a tenaces ilusiones, a un clima económico internacio-

284 285
na! que no facilita apoyos externos para la expansión económica loe
cisamente el que hace posible el ingreso en una nu~va etapa, marca
expansión aun más rá?ida ª. la vez que por_ un avance de la particip
tranJera en la econonua nacional. La pos1b1hdad nusma de ese ingr
nuevo orden económico es descubierta por algunos perspicaces obse
locales antes que por las potencias hegemónicas y sus representantes'
han de cosechar ventajas tan importantes del cambio que se avecina e~
y de la relación nueva entre éste y sus metrópolis, asisten con profun Segunda Parte
zón al desordenado nacimiento de ese nuevo orden, llevan largamente
por ese pasado irrecuperable en que Juan Manuel de Rosas implantó
y;
paz sobre las tienas que su caída ha vuelto a entregar a la discordia, LA POLÍTICA
en Urquiza más bien al heredero que al destructor del orden rosista.

286
EL SURGIMIENTO ,DE
LA CONFEDERACION

'; El federalismo rosista: una solución para la crisis


política porteña y argentina

· Cuando Rosas llega al poder no se ha identificado sin duda con los sectores
ás extremos del federalismo, que quieren hacer de la venganza su única polí-
ca. Pero, al margen de las decisiones del gobernante, los cambios que el últi-
o año ha traído consigo, al alterar decisivamente el equilibrio político de la
ovincia, parecen empnjarlo en esa dirección . Lo esencial de esos cambios es
· politización de los rurales; donde antes sólo se veían reducidas masas de
tantes pasivamente dispuestas a apoyar las listas de representantes concor-
das entre los hacendados y los señores del Partido del Orden, la dimensión
lítica de la campaña está definida ahora por la movilización popular de 1829,
)Ínica que hasta entonces ha conmovido al Buenos Aires rural y ha dado el
lpe de gracia a la revolución militar de diciembre de 1828. Por añadidura la
· cución de Dorrego ha exacerbado y a la vez dejado sin jefe a la clientela
lí.tica del viejo partido popular urbano El triunfo federal ha sido el resultado
esa ola de fondo, que ha politizado y radicalizado a la provincia en su con-
~nto, ha unificado políticamente ciudad y campaña (corno no lo habían esta-
. o mil1ca en el pasado) y ha dado a esos dos sectores militantes un jefe único,
rgido de la campaña, que es el nuevo gobernador
Sin duda Rosas advierte claramente ese cambio; tanto más claramente por-
e no encuentra en él sólo motivos de satisfacción: el gobernador es cualquier
sa menos un demócrata. Pero lo considera irreversible, y se asigna el doble
pel de apaciguador y de representante político de ese peligroso sector popu-

289
lar que los unitarios han cometido el enor de ignorar. Es deci1 que, sin h i, a en la campaña ganadern, gracias sólo a su talento y a algunas relaciones
necesariamente adecuadas las soluciones que las masas UI banas y ruralei ';'.~caso influyentes, most1ó desde el comienzo una sensibilidad peculiar para
3earían ve, aplicadas, debe tomar en cuenta las piefe1eucias de ésa que é ';las tensiones sociales que acompañarnn a la expansión ganadera de la déca-
más segura clientela: sea o no iutransigente, su política debe parecello. Poi' da comenzada en I 820; junto con el grnpo social al qne pertenecía, vio en la
parte hay por lo menos un punto en que las soluciones que Rosas acepti\· , Íínea política adoptada por el Cong1eso de 1824 una amenaza inmediata con-
buenas se ace1can cada vez más a las de su séquito plebeyo: el de las re! . tra la prosperidad labor iosarnente conseguida; todavía más intensamente que
nes ent1e Buenos Aiies y el resto de las provincias Mientras el federalí ;gran parte de ese grnpo, advirtió la amenaza de indisciplina económica y
triunfa en Buenos Aires, el genernl Paz, lanzado al Interior poi el golpe eje >"social pe1manente que a más largo plazo ella implicaba. Pern vio también en
ciembre, está obteniendo allí victoria tras victoria. Hay sin duda en Bú~ \)a movilización popular, convenientemente encauzada, un antídoto contra
Aiies quienes creen que es posible alcanzar un razonable modus vivendi co ... esos peligrns, y esto por dos razones. En prime, lugar, pmque el dirigente
nuevo dominadm de las provincias interiores. Rosas no comparte de nin' 'que lograse oiientar en su provecho esa movilización tend1ía tal ventaja so-
modo esa convicción: sólo un triunfo pleno del federalismo, desde Buenos • 'Cbre sus posibles Iivales o aliados que su predominio se afümaIÍa sin dar
hasta Salta, puede asegmar al país la paz que ha pe1dido a lo largo de las ay c'.'Iugar a conflictos demasiado intensos: sencillamente, no hab1ía fuerza su-
turas políticas comenzadas en 1824.. 'i.' .'Jiciente para oponérsele eficazmente En segundo té1mino, si ese dirigente
La paz es en ve1dad el objetivo principal de la acción política de Rosas. V\ 'estaba dispuesto a restamar el orden amenazado, su séquito popnlar pod1ía
desde esta pe1spectiva final, esa política parece paradójica: en efecto, pci' ser utilizado para ello, y no sólo para disciplinar a la inquieta elite política:
veces una línea política ha logrado provocar tantos confhctos como la que Ro la unanimidad de la plebe en una fe facciosa podía se, transformada en ele-
adoptó En parte las contradicciones de esa poHtica eran las de la realidad mento de cohesión y estabilidad aun más eficaz que la pasividad política
ma con la cual tenía que componé1selas El Río de la Plata -advierte Rós' C)'a dejada atrás
sólo puede gobernarse popularmente; su he1encia colonial, confümada poí_ ·.. Esa imagen de las cosas asignaba a Rosas un papel p1eciso: el ya indica-
experiencia revolucionaria, excluye toda solución aristocrática, y por enoc 'do de apaciguador y representante de las masas que han inumpido en lapo-
cluye también una mganización política unitaria, impensable, siempre se .. lítica Y le imponía también una táctica: la de llevar al ext1erno la tensión
Rosas, sin una aristocracia gobernante La carta de triunfo del fede1alismo '· ;entre las facciones, haciendo del triunfo total de aquella con que se ha iden-
sistió en sabe, adecuarse a ese marco político imposible de superar: su vict •Jificado la base de una nueva unanimidad. Esa táctica, basada en una expe-
de 1829-31 es sobre todo la de los pueblos en lucha contra el ejé1cito profe ,_riencia sólidamente enmarcada en la prnvincia de Buenos Aires, se iba a 1e-
na!. ¿Pern esa victoria es compatible con una dmadera paz interna? Rosa ''velar bastante eficaz en ella: si las oposiciones encontrndas fuernn más tena-
subsistir elementos de inestabilidad a dos niveles distintos Por una parté: ces y la adhesión de la plebe rmal menos constante de lo esperado (acaso
que contar con la falta de cohesión profunda del secta, vencedor, con las e orque su politización ern menos prnfunda de lo que el alzamiento de 1829
plejidades de las luchas políticas locales, que amenazan reemplazar a la e aba derecho a suponer) a pesar de todo eso Rosas pudo conse1var y ac,e-
ción triunfadora con otras nuevas, dispuestas a abrir nuevas luchas entre sí. ntar dmante más de veinte años su hegemonía local, y hace, de la prnvin-
hay todavía otra causa más honda e inquietante de inestabilidad: e, a, sólidamente dominada, el instrnmento de su hegemonía nacional. Pero
politización tan amplia que la ,evolución introdujo y que los umtar10s co sto no bastaba: la paz en la nación era la condición necesaria de la paz en la
buyeron a hace, avanzar al provocar resistencias tan generalizadas Una p, 'rovincia ¿Para obtene1 la paz en la nación era posible aplicar la misma tác-
militante, poco dispuesta a reconocer la supeiioridad de otros sectores s°: ·ca? Rosas así lo creyó, pero esta convicción dejaba de lado el hecho de que
les, es un peligro permanente, no sólo en cuanto facilita el surgimiento den la mayor parte de las prnvincias no se habían dado procesos paralelos a la
vos conflictos, sino todavía en cuanto puede hace, de ellos el punto de P litización creciente de la población urbana, comenzada en Buenos Aiies
r------- ----paiaiiiiagiiefra-sócial¿Esfainíagen dela situación era justa? Probaotem, ., on la revolución, y de la rnral, fruto allí mismo del alzamiento de 1829 . Por
aunque recogía con lucidez entonces excepcional cienos datos del probfo, . so en el Interior el partido federal tuvo una realidad menos prnfunda que en
les asignaba desde el comienzo una importancia excesiva; y a parta de 18~, uenos Aires; si ofreció un teneno de encuentro para sectmes locales dis-
esfuerzo continuado del propio Rosas iba a contribuir a restar a esos teml. nestos a asegmarse los beneficios del apoyo pmteño, no log1ó impone, a
sectores sociales toda tendencia a.la acción espontánea Pero, justa o noi¡ s sectores ni una disciplina capaz de evitar las luchas internas, ni mucho
dete1minante de la política rosista. Este hombre que ha hecho enorme fo , enos una cohesión auténtica

290 291
Así, la pacificación del Interior bajo signo federal debía terminar po • \;rabie enemigo era indispensable para asegurar la cohesión del orden federal
tificarse con la conquista del Interior por Buenos Aires, única capaz dej 'puesto que ese orden debfa basarse en el mantenimiento de una politización vio-
ner a las alborotadas provincias un orden estable Pero esa solución, lentamente facc10sa Es evidente que Rosas cometió serios errores de cálculo al
adecuada al Litoral, donde elementos externos e incontrolables -las po apreciar la capacidad de resistencia de los adversatios que su política debía evo-
europeas dispuestas a proteger el equilibrio político eu la desembocad car, pero eso no parece ser un válido argumento de defensa, sino la mención de
Plata, y (cada vez más a medida que se avauza en la década del cuare una insuficiencia de ese político dotado sin embargo de tan excepcional talento.
Paraguay y el Brasil- impiden el triunfo total de la hegemonía porteña.. ¿A qué se debía esta insuficiencia? ¿Por qué Rosas se obstinó en seguii
guerra del Litoral no ha de cesar, y finalmente el rosismo morirá de ella:. aplicando una cieita política cuando su eficacia estaba ya agotada? Las res-
Antes de caer, el régimen rosista no ha podido asegurar la paz sólida q . puestas son_ muy vmiadas, desde las_ de sus enemigos que sugerían que su ra-
sido su objetivo primero; en su defensa suele alegarse que encontró oposic· zón eia vacilante, o mcapaz de dommar a su ferocidad felina, hasta las de sus
demasiado vivas y tenaces, y no siempre escrupulosas Pero esas oposic' admiradores póstumos, que sostienen que su intempestiva caída le impidió
fueron desde el comienzo aceptadas como una necesidad: la presencia del coronar su gobierno con una etapa augusta, de la que creen adivinar los signos
precursores en el alivio de la tensión interior característico de sus últimos años
·... Pero aun en éstos Rosas se mostró dispuesto a tiatar las nuevas disidencias con
¡i' sus viejos métodos: su manejo del conflicto con Urquiza sólo se diferencia de
· .· su estilo de diez o doce años antes por una ineficacia nueva, debida en parte a
•, que ahora el equilibdo de fuerzas no es el mismo, en parte a que el sedentario
· sesentón que tiene trns de sí casi un cuatto de siglo de gobierno parece confiai
:·demasiado en el tenor que inspira su nombre, y no advertir muy bien la mag-
nitud del peligro que enfrenta.
¿A qué se debía entonces ese apego a una política cuya eficacia no ern
'.ilimitada? Había poi una parte una razón muy peisonal, y humanamente muy
· comprensible: esa política era la única que podía conseivarle el lugar que la
·; crisis de 1829 le había dado eu la provincia de Buenos Aires, y en canse-
·:: cuencia en el país La conciliación, la "fusión de los paitidos" poi él abone-
(cida significaba necesaiiamente la desmovilización política de esa plebe a la
que debía su posición excepcional, la ieconciliación interna de la clase polí-
tica nuevamente dueña del campo, de la cual la primera víctima debía ser el
propio Rosas Pero había además otra rnzón, vinculada con el objetivo mis-
mo que Rosas se había fijado Innovador en los medios, Rosas seguía acep-
.. tando los fmes que su grupo tenía por buenos: en su nostalgia de la paz se
refleja muy bien la de esos ganaderos y exportadores porteños, paia los cua-
. l.es la política (la demasiado aventurera de la revolución, como la más apaci-
?ble de la década siguiente) no pod!Ía ser una vocación, y que ven su
º'.desenvolvimiento desde fuera, alaimados sobre todo por su capacidad para
i~tr_o_ducir azares inesperados en el ordenado desanollo p10ductivo de la pro-
vmcia La expeiiencia abierta en 1824 trnnsforma ese distanciamiento en
aversión: el apoliticismo del grupo se aceutúa, y su inteivención --extrema-
damente prudente- en la lucha no es sino un reflejo de desesperación de ese
}Politicismo exacerbado. La imagen de la paz que es preciso reconquistar
F1G. ) 50 Estanciero porteifo Litogra- .· Incluye una eliminación de toda política, la ieducción del mte de gobierno a
fta 5egúnAdoffo D Rastre[, 1839 · la mera eficacia administrativa, tal como la que había poseído -sobie todo

292 29,
en la memoria excesivamente nostálgica de quienes se proclaman e \res apreciaciones injustas el propio Rosas tuvo también su parte: el des-
de veinte años de azarosa política revolucionaria- el régimen colonial\ 'n con que solía tratar a sus colaboradores, los durísimos juicios que no
esa eliminación radical de la política era posible? Los hechos demos \¡¡aba en dar acerca de ellos en esas indiscreciones calculadas con que a
que no: esa utopía conservadora inspiraría la más costosa aventurar·· \es favorecía a sus inteilocutores, hicieron autoridad para algunos escrito-
del país independiente; y al final de ella la nación no iba a estar me11 és. En esos colabmadores buscaba Rosas sobre todo instrumentos dóciles;
fundamente dividida que al comienzo. A través de esa fe en un horizo' •n esa misión al cabo limitada se agotaron durante años hasta los escasos
na! del que la disidencia habrá sido eliminada, Rosas participa en el si' ·ombres a los que apreciaba; aun más estrictamente condenados a permane-
de creencias que es el de su gente Pero, si eso comienza por asegurarr' 'ér en ella estaban los muchos que -a veces injustamente- estimaba en poco
dos apoyos, éstos irán desapareciendo a medida que la política rosistaJ ara unos y otros el tenor era un instrumento de disciplina nada desdeñable:
su elevado costo. Hombres menos talentosos, pero también menos oh ajo su influjo la posibilidad de que el gmpo mantuviese alguna cohesión,
dos que Rosas no tardan en descubrir que hay algo de profundamente 'ue Je permitiese ejercer influencia en la marcha administrativa o política ha
en una política que en nombre de la paz conduce de guena en guerra<{ esaparecido radicalmente Un novelista que es también un adversario, José
nombre de la concordia final exaspera todas las discordias. X ármol, nos ha dejado en la imagen del doctm Arana, que enfermo de tenor
Es decir que Rosas no puede conservar indefinidamente la benevolenc· bierna nominalmente la provincia mientras el gobernado1 titular está en la
esos sectores altos al servicio de cuyos intereses comenzó por poner su~<{ paña y las degollaciones se suceden en la capital, un cuadro inesperada-
política Ese progresivo distanciamiento se expresaría en una actitud cad~ 'fuente confirmado por el testimonio del ministro británico, que está lejos de
más ambivalente del prnpio Rosas, que sigue considerando su función p ' ;ser sistemáticamente hostil, y no deja de recordar que, por absurdo que pa-
pal la de salvar a ese grupo de la ruina que le significaría la guerra social/ 'i'ezca ese estilo de gobierno, es el único adecuado a tan atrasado país . Y, años
juzga cada vez más que debe salvarlo contrariando sus tendencias, que l espués de haber cesado las últimas degollaciones masivas, un privilegiado
van una vez y otra a hace1 lo posible para empujar al país entern a ese ab( · el régimen, Felipe Senillosa, legislador, magistrado, antiguo amigo del go-
La mediatización política de un grupo que lleva a límites casi ciirnin ernadm, se queja blandamente con un amigo peninsular de la monotonía de
incapacidad de entender lo que le conviene debe ser entonces total. Y por; u vida: una tertulia demasiado animada puede ser una temeridad, aun en ese
parte Rosas nada se propone menos que dejar campo abie1to a la espon, . !ácido otoño de la dictadura rnsista 1
dad de sus apoyos populares: también éstos requieren ser disciplinados,· El tenor, entonces, termina por ser un rasgo necesario del sistema; es de
bos requerimientos son cumplidos mediante un tenor eje1cido por vía merque los esfuerzos por limpiar al rosismo de esa mancha que iba a ser el
nistrativa, cuyos instrumentos (reclutados sobre todo en el cuerpo profe ás eficaz de los argumentos en manos de sus enemigos, si pueden llevar a
de policía y capitaneados por el comandante Cuitiño, que en los .años dC>, rsiones más ajustadas de uno u otrn episodio deformado por la leyenda, pier-
de Rodríguez había sido funcionario ejemplar del cuerpo y auxrhar mur< de vista este aspecto del problema, al reducir a una serie de episodios ais-
ciado de la política entonces dominante) sólo dirigen sus golpes allí do. os lo que en rigo1 forma parte de un arte de gobierno Se comprende muy
gobierno quie1e que caigan: durante años de bloqueo, los franceses .de B. 'ien que un régimen así constituido pierda paulatinamente su popularidad: otro
Aires, que se preparan en ejercicios no totalmente secretos para brmdar< 'rivilegiado del régimen, el sobrino de Rosas, Lucio Mansilla, nos ha dejado
lio militar al esperado Lavalle, vivirán tranquilos en medio de las degolJ s imp1esiones de los días posteriores a la caída: para este muchacho inteli-
nes de adversarios menos bien protegidos. nte, pero que no comprendía, los visitantes habituales de su casa se han vuelto
Ese tenor, que aparece y se afirma en la segunda parte de la déca cillamente locos; puede vérselos en las calles, entregados a las fo1mas más
treinta, tiene todavía otro destinatario no siempre indirecto: los sector:• eriles de entusiasmo, olvidados, al parecer, de tantos años de abnegados ser-
líticos y administrativos de cuya colaboración Rosas no puede pres9 'cios a la causa rosista 2 Pero aun más enóneo que eliminar el terrnr del cua-
"-'-----·--..---·,.,,,,n ccmfiar,za. Uno de los esfuer-w
tenaces, y en suma más exitosos, de los estudiosos que se ha.n _prop:
1. Senillosa a Negrón, 28 de mayo de 1846, AGN, Vll 2-5-7
reivindicar, en todo o en parte, el gobierno de Rosas, se ha dmgrdo a;.
2. En LOJ ~iete platos de arroz con leche (cito de la ed de Buenos Aires, 1960), págs 32-33
sar los juicios más conientes sobre la capacidad de los colaborador~ ,_hemos de creer a J M. Beruti, entre esos inesperados entusiastas se encontraba el propio pa-
régimen .Casi siempre fundadamente, estos estudiosos suelen conclur, del sorprendido muchacho (en Memorias curiosa~, Biblioteca de Mayo IV, Buenos Aires
ella fue mucho mayor de lo que a menudo se ha supuesto Pero en las 1)0, pág 4093)

294 295
dro del rosismo sería limitar al rosismo al terrm En efecto, el rosismo fuJ "se sentían de ningún modo identificados con la vieja oposición, estaban lejos
duda la tentativa más consecuente de elaborar un ~istema político cap •, \ de coincidir en las solnciones Algunos -reclutas brillantes, cuya conversión
absm ber las consecuencias del cambio, apmtad,o por la rev?lución y adapt al federalismo no los ha hecho renunciar a una cierta toma de distancia frente a
a las necesidades de una reconstruccron econonuca y social colocada baf • Jas alternativas de una política que encuentran excesivamente facciosa- favo-
égida de hacendados y expmtadmes El hecho mismo de que, en medio de. recerán una política de paz y reconstrucción económica, una vuelta plena a la
crisis políticas de las que se le hace una culpa no haber evitado, el país pJ . experiencia abandonada en 1824: entre ellos no es sorprendente encontrar al
sin embargo, proseguir ese desarrollo y hacia 1850 había terminado de w· doctor García; acaso lo es un poco más hallar al general Guido, que no ha teni-
una nueva estructura económica, capaz de funcionar de modo equilibra' do con esa experiencia demasiada afinidad Otros, por último, que han visto
muestra que -si las refinadas políticas económicas que suelen atribuirse al con horror el enconarse de la oposición popular y con reticencia la trayectoria
gimen rosista son en parte fantasías retrospectivas- ese régimen se preocJ del Partido del Orden, demasiado amigo de novedades pese a sus servicios a la
pm lo menos muy decididamente, y no sin eficacia, de ahorrar a la econo •- prosperidad de la provincia, favorecen -no por cierto pm codicia del botín-
del país una parte de las consecuencias negativas que su política general una política que, sin reparar en costos, liquide definitivamente la división na-
nazaba arrojar sobre ella cional, eliminando a uno de los contrincantes, y a la vez haga de la victoria
En este examen de la trayectoria del rosismo se corre sin duda el riesgo · federal el punto de partida de una restauración no destinada a detenerse en 1821,
una doble injusticia: por una parte la de considerarlo aislado en sí mismo,y sino dispuesta a retomar en más de un punto la herencia del antiguo régimen;
en el haz de alternativas que efectivamente se ofrecían en el momento de ' en este grupo tienen papel directivo, por su riqueza y por la experiencia de uno
aparición y triunfo; por otra la de identificar a este proceso -a través del e
una política va perfilando lentamente sus rasgos distintivos- con ciertas et
pas de él Si en el rosismo de 1829 es posible descubrir ya los elementos,{
conducirán al de 1840, uno y otro no son la misma cosa Si se esquivan arnb
injusticias se puede entender mejor por qué la mayoría recibió el triunfo.·
Rosas como el fin de la etapa de desorden y ruina abierta cinco años antes;
sus adictos y luego la Legislatura pudieron llamar al hombre llevado al po4
por una marea de fondo que había conmovido la estructura política y no só
política de la provincia, el "Restaurador de las Leyes", es decir, del siste
institucional que a partir de 1821 había concedido a la provincia unos cuan
años de paz y prosperidad ··

2. El dominio federal en Bnenos Aires: marcha a la dictadnra

Pero la vuelta al pasado era imposible: aunque el federalismo se dec!ar"


dispuesto a retomar la tarea frente a la cual el Partido del Orden había heG
defección, entre él y ese partido que hasta 1824 había sabido organizar
experiencia política aun viva en la memmia de la provincia apenas si lí ·
,---·-··--·······medida común. ern el federalismo porteño en 1829? Entre sus dirige
por lo menos tres tendencias impmtantes Estabari"por
parte quienes habían militado en la vieja oposición popular pmteña, o tendí.
ahma a identificarse con su recuerdo Periodistas, oficiales del ejército, ve.
ranos de una política que les había prodigado sobre todo sinsabores, consf
ran suyo el botín de la victoria y son partidarios de la más cenada intransigen.
política Los que habían llegado sólo más tarde a la coalición triunfante, y' F'!c 3 51 Tomás Manuel de Anchorena (Archivo General de la Nación)

296 297
de ellos, los hermanos Anchorena. Con los dos últimos grupos tiene ~ía representan la moderación; el general Balcarce, sensible al influjo de
contactos muy directos: pariente (y en la primera etapa de su carrera primo el general Enrique Martínez, que se ha hecho vocero del sector de
trndor de tierras) de los Anchorena, cultiva la amistad del general Guido. rciales partidarios de una depuración llevada adelante a sangre y fuego, no
su parte el doctor García se considera (erróneamente, pero no sin moti e por el momento gravitación suficiente para contrarrestar desde su Minis-
guía en la terra incógnita de la política. Con el primer sector en c ·o de Guerra las tendencias que dominan en los de Hacienda y Gobierno.
tiene contactos íntimos ni afinidad; pese a que es capaz de criticar con l rante sus primeros meses el nuevo ministerio parece dispuesto a retomar,
las fallas de la clase política que ha conducido a la ruina al Partido del estilo menos controversia], la obra inconclusa del Partido del Orden; aun en
nada está más lejos de sus intenciones que reemplazarla con esa turba delicado campo de la política eclesiástica, si algunos conventos son solem-
mélicos periodistas y oficiales que se resignan mal a volver a la oscuri ente restaurados, no es menos solemnemente comenzada la construcción
la que los sacó la guerra brasileña y luego la lucha civil Y tampoco n e la iglesia anglicana, en terreno donado pm el Estado, y la apertura de ce-
hacerlo pues este sector está perdiendo rápidamente lo que ha sido hasta/ ¡Jllenterios fuera de las iglesias es extendida a la campaña, mientras se aligera
su fuerza: la adhesión de la plebe urbana, nunca disputada por el Parti{ 'él calendario de feriados religiosos Esa tendencia secularizadora no deja de
Orden, pero ahora arrebatada por Rosas, dispuesto por su parte a recoi · armar a don Tomás Manuel de Anchorena, que -por el momento sin éxito-
maulo de Dorrego írata de comunicar su preocupación al gobernador. Éste parece más interesado
Puesto que es suya la herencia de Donego, Rosas no necesita de lo§' en el arreglo de la campaña, compleja operación que lo lanza en frecuentes giras
gentes de la vieja oposición, y sólo los ubicará en posiciones sin verd~ 'sticas, ocupado tanto de abrir escuelas y cementerios y apresurar con sus
poder de decisión Los hombres de consejo los buscará en el segundo y onativos la construcción de iglesias, como de librar a la campaña del bando-
tercer grupo, y la oscilación entre las soluciones preferidas por uno y otr érismo que sigue viendo con muy poco favor: de esa lucha contra las tur bu-
racteriza a su primer gobierno En su gabinete el general Guido y el d iencias dejadas por la pasada agitación serán víctimas varios de los que han
'adquirido algún ascendiente local en los alzamientos rurales contra los
ecembristas.
Esa liquidación de alborotadores (por procedimientos no siempre carac-
'íerizados por una extrema lealtad) gaua para el gobernador una sólida admi-
'l:ación entre todos los que aprecian las ventajas del orden rural; mientras tan-
,fo sus ministrns encuentran apoyos en esos mismos sectores para su valiente
Jentativa de rehabilitar las finanzas prnvinciales, afectadas por tanto desba-
',ajuste pasado Sin duda ese retorno a la sensatez administrativa va acampa-
, ado de un clima políticamente faccioso: los decembristas, mal protegidos
orlas cláusulas que vedan perseguirlos, prefieren a menudo la protección
,~el río, y se marchan al Estado Oriental. Pero la reprobación oficial sólo com-
prende por el momento a los comprometidos en la última aventura: todavía
n 1831 la imprenta del Estado sigue ofreciendo en venta retratos del ex pre-
'dente Rivadavia 3 Y -contra los recelos de los Anchorena- Rosas, si se opa-
irte a la fusión de partidos, es en cambio partidario decidido de la incorpora-
iéión discreta e individual de antiguos adversarios al grupo dominante El ge-
¡ñeral Alvear, el almirante Brown (que ha sido gobernador delegado de Lavalle)

3. Anuncio en la Gaceta Mercantil jueves 16 de setiembre de 1831 (la ecléctica lista de re-
~tos ofrecidos incluye los de Rosas. Dorrego. el general Paz, el general Guido, Saavedra, el
~eneral Alveru, el deán Funes y Rivadavia; se anuncia una próxima impresión de los del almi-
FtG. 3 52 El entierro de Dorrego. Litog,afiG, ~egúnArthur Onslmv 1829 te Brown y Vicente López y Planes)

298 299
figman entre los unitarios más tenazmente cortejados, y un viejo alvearista y no hay duda de que Anchorena está dispuesto también a enfrentar el pre-
ha sido figura dominante en el congreso unitario, el canónigo Gómez,J~ - dominio de los comerciantes extranjeros sobre la_ econonlia nacional: los ata-
de un decoroso retiro a Montevideo, retomará todavía el gobierno de ]a ques indirectos contra los avances de la tolerancia rehgrosa son parte de una
versidad de Buenos Aires. tentativa más vasta, orientada a eliminar las ventajas reconocidas a los británi-
La reconciliación que Rosas practica debe ser sin embargo discreta has ·, cos por el tratado de 1825, que Anchorena aspira a ver tetocado en más de un
casi clandestinidad: su propio prestigio, su ascendiente sobre la plebe fede -•. punto Por el momento, sin embargo, el conflicto interno obliga a postergar la
dependen de ello. Dmante esos meses, en efecto, el heredero del Partido deF :realización de ese designio En ese conflicto el papel de Anchorena es más
den no ha renunciado a serlo también de la oposición populai, cuya represe i modesto de lo que gustan supone1 los diplomáticos extranjeros, que sienten
ción ha tomado en los grandiosos funerales que brindó a Donego, apenas ·· creciente aversión por el estilo de negociación del nuevo funcionario, más pro-
mió el poder. El equilibrio que pa,ece querer afirmarse en Buenos Aires, entr pio de un abogado rico en recmsos curialescos que de un diplomático, y que
sentimiento faccioso que asegma a la coalición triunfante su séquito popular por añadidura -tras haber presentado a Rosas como el hombre de la paz- pre-
política de paz y relativa conciliación que satisface mejor los intereses de fieren 1esponsabilizar a don Ibmás Manuel (antes que al gobernador) por el
sectores más poderosos dentro de esa coalición, es extremadamente inestabi decepcionante nuevo curso político. Pero la causa del cambio está fuera de
La evolución de la crisis del Interior se revela más que suficiente para romperf Buenos Aires, en el derrumbe del federalismo del Interior, que amenaza aun en
En marzo de 1830 llega a Buenos Aires Facundo Quiroga; las victorias de P@ el Litoral los avances federales de 1829 Es un federalismo que se cree acorrala-
han expulsado del tenitorio antes sometido a su predominio La ciudad le o do el que, en los decisivos meses centrales de 1830, se orienta cada vez más ha-
una recepción marcada por un violento entusiasmo federal; en medio de los, cia actitudes facciosas. Rosas no hace sino tomar la cabeza de una tendencia que
menajes un tanto paradójicos ofrecidos al jefe denotado, abundan las amen las circunstancias hacen predominante en su partido; desde Río de Janeiro, Guido
-y algo más que amenazas- contra los unitarios de significación que aún no hace figura de solitario, con su nostalgia de la paz y las finanzas ordenadas y su
abandonado la provincia Sin duda el gobierno se declara dispuesto a frenar e obstinación en creer que Buenos Aires puede, como diez años antes, volver la
excesos, pero el lenguaje que usa-así como la recepción misma- revela qu ·. espalda a las agitaciones perpetuas del Interior y cultivar su propio jardín
federalismo porteño está dispuesto a hacer suya la tarea de vengar al federal' Pero esa política que se pretendía sensata no sólo era impopular; era ade-
mo denotado en el Interior En mayo el general Guido abandona el gabin - más impracticable Paz no era Bustos; el Interior estaba en sus manos mucho
debe marchar a Río de Janeiro para firmar el tratado de paz definitivo e· más firmemente de lo que había llegado a estarlo en las de cualquiera de sus
Brasil Lo reemplaza el doctor Tbmás Manuel de Anchorena, cuya pres¡; predecesores en el poder regional; cualesquiera que fuesen sus declarnciones,
causa viva alarma entre los diplomáticos extranjeros (el cónsul británico Parl sólo mediante un choque armado con Buenos Aires podía conservar y acre-
sin embargo, pese a que deplora ver a Rosas cediendo a la misma inclinac· .,. centar lo ya ganado y cuanto más prnnto se diera ese choque, más favorables
por la demagogia que ha llevado ya a la ruina a Rivadavia, celebra que, pué eran las perspectivas para su Liga Militar. La guerra civil, que parecía la única
que la política de guerra civil parece imponerse, su ejecutante no sea al salida, debía acentuar aun más la politización facciosa en Buenos Aires. En
de los políticos o militares aventmeros que abundan en el Partido Federal s marzo de 1831 esa guerra civil tiene una pedpecia inesperada: Paz es hecho
el riquísimo doctor Anchorena, que "por sus grandes intereses en juego, sj prisionero; bajo el comando de sus epígonos, la Liga Militar es bien pronto
por razones mejores, estará dispuesto a seguir los dictados del sentido común derrotada. 1832 parece entonces devolver a la situación de 1830 Con la victo-
Anchorena, en efecto, es presentado como un retrógrado dispuesto a ir ria federal segura no sólo en la provincia sino también en el país, se plantea
lejos en el camino de la restamación; según el agente norteamericano se nuevamente la alternativa entre la perpetuación de la política facciosa y una
pone reimplantar el tribunal del Santo Oficio, y Guido pod1á escribir melan· , normalización político-institucional A lo largo de 1831, mientras Rosas pasa
licamente a su remoto amigo el general San Martín, que en Buenos Aires lo mejor de su tiempo preparando en el campamento de San Nicolás una expe-
E'----·------ haffVliélto aéncéncter hogué\'as para qtremar libtospeligrosos ... "- - -~- 'ción al Interior, su gobernador-delegado Balcarce ha acentuado la represión
El año siguiente parece traer un anticlímax: el doctor Anchorena se retira a
4 Parish a Aberdeen, 20 de noviembre de 1830, nº 36, en Public Recmds Office,
_administrar la riqueza familiar; poco después renuncia el doctor García. En
Office (en adelante PRO, FO), 6/30, fs 339-340 .. el gabinete están ahora Vicente López y Planes, José María Rojas y Patrón,
5 Guido-a San Martín, Buenos Aires . 27 de marzo de 1833, en Archivo de San Martín, tO' , Ramón Vicente de Maza, en el nuevo Ministedo de Gracia y Justicia y Victodo
VI. pág 576, AGN <García de Zúñiga en el de Gobierno Estas figmas de menos relieve que las

300 301
anteriores deben encarar de modo concreto la alternativa ya indicada. q t pistolares de su predecesor y cada vez más receptivo a las más corteses del
plantea de un modo que revela demasiado claramente hasta qué punioJ e eneral Martínez, que al pasar su primo del ministerio a la gobernación lo ha
fluencia política de Rosas depende de la supervivéncia de un gobierno d · :·reemplazado en el primer cargo. . . . . . . .
ción. En efecto, la normalización es identificada con el abandono de las Las primeras causas del confhcto son nrmras, y-a JUICIO de algunos am1-
tades extraordinarias otorgadas al gobernador en 1829 y el retomo efec "os de Rosas, como el general Guido- no justifican una ruptnra. A través de
las instituciones uominalmente restauradas en esa fecha En mayo, Rosas g!las se hace sin embargo evidente que Martínez no hará en el ministerio la
renuncia de las facultades extraordinarias, señalando sus dndas sobre la ' .'lo!ítica que Rosas le dicte; tal como terminará por manifestar imprudente-
tunidad de la medida; observa que sólo "la parte que tiene el concepto de .~ente el propio Martínez, Rosas ya no debe esperar de él las actitudes que le
ilustrada y que sin embargo de ser poco numerosa . es la más inflnyente habían parecido adecuadas cuando el primero era gobernador y el segundo
marcha de los negocios públicos" es partidaria de abandonar los podertis sólo comandante general de armas Pero tras esos desplantes se esconde, tal
cepcionales; el gobernador se atreve ahora a exponer sus reservas frente como Rosas adivina, el conflicto entre dos líneas políticas. Martínez cree tener
admiración común por las instituciones mismas ("el gobernador qne sus .Jo que falta a su primo el gobernador: la capacidad para urdir una alternativa
no puede persuadirse de esa virtud especial que se le quiere atribuir, y mi\ \a la hegemonía rosista, dominando con delicado virtuosismo los hilos com-
cuando está en contra la experiencia de veintidós años de agitaciones"). p
salvo Maza y Balcarce, aun los ministros -entre ellos el doctor Garcí
Zúñiga, vocero en el gabinete de su primo don Tomás Manuel de Ancho±
son partidarios del retorno a la plena vigencia de esas instituciones, y la Le
!atura, unánimemente federal, omite encarar seriamente la reforma autoti
de éstas, a la que la invita el gobernador para "asegurar al pais el fruto dé
inmensos sacrificios que ha hecho en tres años consecutivos para poner
resguardo de los ataques de la anarquía"
Es sin duda el rechazo por parte de la Legislatura de toda reforma así orie ·.
da el que lleva a Rosas a rechazar reiteradamente la reelección, dos veces o
da por los legisladores, que -en medio de elogios de tono ya algo delirante
muestran firmes en esquivar toda promesa de reforma institucional. ¿Este
del poder oculta la intención de volver bien pronto a él, luego de haber pre{
do desde el llano las tormentas necesarias para hacer más aceptable la con ·
tración de autoridad? Esto no es tan seguro como supusieron sus advers
Rosas parece dispuesto más bien a conservar lo esencial del poder, y vigil
cerca a su sucesor para evitar Ja degradación de la situación política que as
cio el retomo a la normalidad institucional hace demasiado esperable.
En la elección de ese sucesor la opinión de Rosas ha sido decisiva, y no
duda de que la virtud que había orientado sus preferencias hacia el ge
Balcarce había sido la docilidad. ¿La conservaría éste una vez exaltado
primera dignidad de la provincia? Al suponerlo, Rosas no fue sino el p ·
entre los talentosos hombres públicos argentinos que se preparaban arn
ene! Fuerte, podía marcharse~,rta:
paña seguro de que sus indicaciones seüan respetuosamente escuchadas;
quien, como Rosas, había vacilado aun hacía tres años entre la carrera pol
y su primera y exitosa carrera de empresario rural, la solución de 1832 par
sumar las yentajas de ambas alternativas Solo en el Fuerte, el general Bale FIG 3 .53 Ramón Maza Miniatura de Fernando García del
se mostró cada vez menos dispuesto a escuchar las autoritarias sugeren ·. Molino, 1837 (Museo Histólico Nacional)

302 30.l
plicados de varias intrigas simultáneas Oriundo de Montevideo cr .; Mientras Rosas se apoya en la solidaridad que, por debajo de las oposicio-
con el favor del presidente del Estado Otiental, Fructuoso Rivera' y~~ ·•·. s políticas, mantienen con él todos los que tienen algo que perder, sus par-
bién poder ganar el del e:'celente amigo que Rivera tiene en el' gob: ~~arios se ocup~n de privai al uuevo gobierno de un arma eficaz de prop~-
de Santa Fe, Estamslao Lopez, advierte además que hay en BuenosAi '',anda: se pondran a la cabeza de las cornentes const1tuc10nahstas; en algun
corriente cada vez más poderosa de opinión pública que aspira al retor '°aso (corno el del general Guido) con sinceridad, en otros por lo menos con
no a la normalidad institucional, corporizada en una constitución pró .\vo sentido de la oportunidad, los rosistas reclaman impacientemente que
que reemplace al más laxo sistema de leyes básicas subsistente desdé'' \ Legislatura redacte el texto constitucional que la provincia nunca ha teni-
Sin renunciar a usar de todos esos apoyos, Martínez no se identifica co ·:do. Finalmente el mismo Rosas, ante las instancias de sus partidaiios, se une
guno de ellos (por lo contrario hasta hace muy poco ha figurado en ·--es cierto que con una manifestación extremadamente sobria- a la corriente
federales extremos, en nada dispuestos a dar por desaparecido el peligr constitucionalista: al renunciar a su caigo de representante, invocando la im-
tario y a favorecer el retorno a la normalidad) El grupo con el cual se v;· posibilidad de atenderlo, menciona corno la máxima taiea del cuerpo que de-
la más estrechamente es precisamente el de esos federales antes extre plora no poder integrar, la de dictar la constitución
integrado por políti~os, periodistas y sobre todo militares de carrera, p Así se tienden las líneas para un conflicto que madura lentamente La pre-
cuales la restaurac10n de 1829, demasiado avara en el reparto de los d ··paración de la expedición contra los indios estuvo punwada de tensiones entre
jos (y a su juicio también demasiado benévola con los adversarios) ha. '.Rosas, que achacaba al gobierno (y en par!Jcular al mm1stro Martmez) esca-
rica ~n.decepciones Martínez es en ~urna el jefe ocasional del sectorqu . so celo en el envío de pertrechos, y ese ministro, cada vez más resuelto a su-
mmo siendo federal de esa clase pohtica y mihtar que no se resigna a ad ·•brayar su propia independencia Apaite de sus objetivos directos -sin duda
que la "can era de la revolución,, ha terminado. Pero precisamente poi"· sinceramente favorecidos por Rosas, muy vivamente interesado en asegmai
su empresa estaba erizada de dificultades; por hábil que se revelase e 'la estabilidad de la frontera- la Expedición al Desierto ofrecía un medio ad-
manejo de recursos políticos, no le iba a ser fácil vencer la desconfianz •• mirable para estar a la vez presente y ausente en la contienda política y ase-
los sectores económicamente dominantes, que veían en el ascenso del g Juraba a Rosas un nuevo medio de poder y de presión Al mismo tiempo sus
el retorno a políticas de aventura, dispuestas a dilapidar alegremente elf exigencias de que esa empresa fuese costeada -no sm sacnftc10- por un go-
de la lenta reconstrucción económica ·. • bierno que ya no podía esperar nada bueno de él eran muy difíciles de resis-
Esa dificultad es acentuada por la justeza con que el otro sector federa' . tir porque (a diferencia de las costosas aventuras bélicas de las guerras civi-
tige sus movimientos Ya lleno de sombríos recelos contra su sucesor, R les) la que ahora Rosas patrocinaba prometía devolver bien pronto con exce-
se aparta sin embargo ostensiblemente de la escena política para dirigir . so la inversión que suponía.
empresa que ha de encontrar apoyo muy amplio al margen de las faccf La expedición misma fue pm otra parte un éxito Planeada en el marco de
locales: la de asegurar, mediante una expedición militar, la pacífica pos una acción conjunta de todas las provincias fronterizas con los indios del sur,
de las tierras ganadas al indio en el decenio anterior La diferencia de acti 'su ejecución quedó por fin casi exclusivamente a cargo de Buenos Aires A
entre el ex gobernador y primer hacendado, que así se preocupa de dar · fines de marzo de 1832 el gigantesco convoy partía de la estancia de Rosas
más sólida a la prosperidad colectiva, y la ambiciosa camarilla que inspira'. .en Los Cenillos: mil quinientos hombres, treinta carretas, seis mil caballos y
sucesor propósitos excesivamente aventureros no dejará de ser apreciada; · · Illgunos millares de vacas . Ya en ese momento la expedición había costado
que lo es, Rosas contará en la emergencia con el apoyo de los "unitarios " al nada próspero fisco provincial más de trescientos mil pesos; hasta su caí-
pietarios", de ese sector de las clases altas que aún no ha transferido su le· da la administración de Balear ce iba a pagar más de un millón 7 El avance
política del viejo Partido del Orden al federalismo. Ese apoyo, corno se .·:Cque terminaría en la isla de Choele-Choel, sobre el Río Negro, punto clave
Rosas, no tiene nada de sorprendente, "siempre creí qif en las comunicaciones entre los indígenas de la Pampa y los de la Patagonia
me dllUH,ctL•au a.lgútiafa ríohabríarí dé ser ésos .. Por supuesto qtieellos e
temblar que se entronizase un poder militar, de esos hombres corrornpidó~
7. Las cuentas respectivas, incluidas en el Librn Mayor de Contaduría, fueron publicadas
,··.por Celesia, op cit, págs 392-3 las objeciones a la interpretación que da Celesia a las anota-
6. Rosas a Arana, Río Colorado, 26 de agosto de 1833 En Ernesto H Celesia, Rosas, X'. >·:ciones -perfectamente claras- del Libro Mayor, formuladas por Julio Irazusta (en Ú15 d{ficulta-
te5 para m historia Buenos Aires, 1954, págs 416-418 de la hi~tmia científica, Buenos Aires, 1955, pág 120) están lejos de ser convincentes

304 305
andina- no presentó excesivas dificultades; a la acción militar (mantenid' bate en general con éxito conlla las llapas que responden a Maitínez A me-
mveles modestos) acompañó un relevamiento de la¡ características del . · diodía, cuando la victoria rosista en la batalla por los atrios electorales anuncia
nas rec,om·d as e_orno 1·b an a_notar los ~dversarios de Rosas, la expediéi'as , ya el desenlace comicial, el gobernador suspende las _elecciones, que proclama
no gano nuevas t1enas al md10; esas cnt1cas olvidan que su prnpósito 1 ·; empañadas por actos de v10lencrn.. El balance de la Jornada no es favorable a
poco era ése (por el momento, en efecto, hubiese sido imposible incorp . ;Halcarce y Martínez; el primero ha dado ahora apoyo abierto a la empresa po-
l~ economí_a rioplatense más tienas que las ya ganadas, y en muchos ~~s ]ítica lanzada por el segundo, y uno y ollo se encuentran cada vez más aisla-
so)o suman~r.nente ocupad~s) Pern l_a expedición (completada con la aplí' dos. La crisis prnvocada pOI la renuncia de los ministros rosistas revela hasta
c1011 s1_s~emat1ca de una poht1ca de alianzas con algunas parcialidades indi qué punto lo están: luego de varios días de dejarse halagar por el gobierno y la
cumpho perfectamente bien la fmahdad de asegurar una estabilidad m ··· prensa, el doctor García se niega finalmente a enllar en el gabinete, y lo com-
de la frnnt~ra Sólo a más largo plazo iban a_r;'velarse los peligrns impH~i pletan el nada prestigioso Tagle y uno de los protagonistas de la disidencia fe-
en una poht1ca que estab1hzaba la orgamzac1on de los grupos indígenas: p deral, el doctor U garteche, cuyo ingreso en el gobierno en nada amplía la base
teg1da por esa estab1hdad creció en las tierras de indios la hegemonía/- política de éste
Calfucurá, que_ a _partir de 1851 significaría un peligrn grave para el pred y aun fagle sólo ha enl!ado en el gobierno para negociar desde él con los
mm,~ de los cnstrnnos en la frnntera. Pern esto sólo iba a advertirse luegoC rosistas; sus esfuerzos encuentran en el general Guido y en los Anchorena a
la caida del rns1smo; por cerca de vemte años las ganancias de una cam¡) interlocutores comprensivos, pero enfrentan la resistencia tenaz de la mujer de
que dio al Restauradm de las Leyes el nuevo título de Conquistador del Rosas, transformada en ausencia de su marido en dirigente de la clientela ple-
sierto resultaion muy sólidas. Las ventajas políticas para el organizador beya del federalismo porteño. Esta exl!aña Encarnación Ezcuna gana en esas
la empresa fuernn aun más inmediatamente evidentes; el retorno de Rosa jornadas febriles la admiración algo sobrecogida de los caballerns del círculo
la ple,nitud del poder sólo podría ser evitado si el gobierno provincial, CJ de Rosas "I u esposa --escribirá a éste el doctor Maza- es la heroína del siglo:
res1st1a cada vez menos a las tentaciones de la disidencia, se lanzaba a 11 disposición, tesón, valor, energía desplegada en todos los casos y en todas las
acción más abierta ocasiones: su ejemplo era bastante para electrizar y decidirse " 8 Gracias a En-
Ésta tuvo rnmienzo en las elecciones de renovación legislativa, para" .carnación Ezcuna el rosismo podrá contar, en esta hora decisiva, no sólo con
cual fue labonosamente negociada una lista única, en la que los federal el apoyo pasivo de las clases prnpietarias, para las cuales ha lanzado su nuevo
rosistas tenían mayoría, pues sólo siete candidatos no respondían a esa té lema de libertad, propiedad y seguridad, sino también con la adhesión más
dencia (y de ellos seis figuraban en las listas de la campaña) Sorpresivi' activa de la plebe federal, que no se ha dejado ganar en ningún momento por la
mente, en la jornada electmal una llamada lista del pueblo ganó la ciudád disidencia
la del gobierno; esta victoria es menos difícil de entender si se tomáC' Pero si Encarnación Ezcuna rechaza airada toda idea de transaccióu y se
cuenta el apoyo que el ministro de guena brindó a los supuestos oposi( indigna de que los políticos del rosismo no aprovechen de la creciente soledad
res; los oficiales que le eran adictos decidieron el resultado en más de del gobierno Balcarce para lanzar en contra de él un ataque frontal, también el
mesa electoral, y al finalizar la jornada las bandas de los regimientos pa ministro Martínez es contrario a esa reconciliación de las facciones de la que
ciparon en irónicos desfiles triunfales frente a las casas de los más sig" se sabe la víctima designada. Entre Martínez y fagle, Balcarce -lanzado por
ficativos rosistas. . r,i,. , su primo a una aventura cuyos alcances parece haber tardado en advertir- va-
Así el ministro Martínez -y también el gobernadm Balcaice, que se ese{ .. cila entre la resistencia y la conciliación. Es un tmpe gesto conciliatorio el que
en una neutralidad cada vez menos fácil de mantener- lanzan al jefe del fe ., ha de precipitar su caída. Entre junio y octubre la tensión se vuelca en polérni-
ralismo porteño un desafio no exento de riesgos, sobre todo porque serán fcas de prensa que por su violencia prncaz recuerdan los más agitados momen-
saiio la victmia electoral para que ésta rinda todos sus frutos: varios tos de la gobernación Dorrego; resultan tanto más initantes por cuanto es de-
~---- ·----, en fa lisfa oposífoia han sido elegidos también en Tacárn asiado notmio que l!as de más de una de las publicaciones se encuentra la
en la oficialista, y renuncian a su mandato urbano. De abril a junio la tens· ·• inspiración del ministro Martínez. Una mueslla particularmente delirante de
aumenta: los ministros rnsistas (Maza, Gaicía de Zúñiga, Rojas y Patrón) iese estilo periodístico, que debía especializarse en la denuncia de supuestos
manecen sin embargo en el gabinete, pese a la impaciencia del primero. En ju
la batalla electoral se daiá en condici.ones menos desiguales; el efecto des
presa se ha perdido y la policía, a las órdenes del rosista Conea Morales, 8. Maza a Rosas, Buenos Aires, 11 de noviembre de 1833, en Celesia, op. cit, pág 442

306 307
deslices de las esposas de los más caracterizados rnsistas, provoca la deci' de hacha y chuza El conflicto no ha de tener solución política sino militar, y
de comenzar juicios de prensa contra las más escandalosas publicacioni rarnbién en este aspecto la super~oridad apostólica no ha sido afectada por los
ambas facciones lJgarteche, poco dispuesto a la imparcialidad, resuelv esfuerzos del general Martínez. Este ha gastado los meses de agosto y setiem-
menzar la serie de prncesos incriminando al Restaurador de las Leyes bre en buscar apoyos entre los jefes de guarniciones de campaña; sólo el gene-
escandalosa de tendencia rnsista); en la campaña y los suburbios hay q ral Espinosa, en Lobos, se ha mostrado abierto a sus sugestiones. La razón de
creen que será juzgado el Restaurador en persona, y el albornto crece. este relativo fracaso es que Martínez ha dirigido su esfuerzo sobre todo al área
El 11 de octubre, cuando ha de comenzar el imprudente juicio, un tum •ctel sur y el oeste, donde tiene sus bases el rosismo rural. Allí la opinión uni-
en la Plaza de la Victoria, reprimido bastante blandamente por la policía • .versal es hostil a la disidencia; desde su carnpamento del Río Colorado el pro-
emboca en la huida de unos llescientos rnsitas más allá del puente de 13 k pio Rosas inslluye a sus agentes, y en particular a su ~migo do~ Vicente Gon-
cas, donde se constituye el núcleo de un partido de afuera: en pocas serna ' zález, que desde la Guardia del Monte conllola la maqurna polrtrca rosrsta en
este agrupamiento insignificante se habrá transformado en el bando vence · la campaña Será en último término el superior prestigio de Rosas enlle las
¿Por qué? Porque la táctica de los fedeiales rosistas (los llamados apostóliif masas campesinas de ambas bandas del Salado (y el ascendiente sobre las mi-
en oposición a los cismáticos de Balcarce y Martínez) revela ahora su eficati licias rurales que de él prnviene) el que frustrará las tentativas algo tardías de
el gobierno está solo; aun el viejo adversario de los unitarios que es don Fe!i'· cambiar el equilibrio militar en el campo
Arana subraya con complacencia que "ha sido recomendable la conducta' Mienllas Martínez se dedica a la imposible tarea de desmantelar la fortale-
Zavaleta, don Valentín Gómez y Lagos en varias reuniones a que los inví za rosista del sur y el oeste (su amigo el general Espinosa termina encenado
Balcarce" 9 La misma situación existe en la Legislatura: la conversión de ' en Lobos, y aun dentro del pueblo no se atreve a moverse sino en coche, ro-
rosistas a la coniente constitucional ha deshecho la solidaridad enlle el gobi deado como está de un solo bloque de hostilidad colectiva) se preocupa menos
y el núcleo de representantes que, tras oponerse a la perpetuación de las Fac por el norte, donde el prestigio de Rosas es más limitado, pero donde domina
tades Extraordinarias, ha lanzado el proyecto de dar una constitución a lapf el aparato militar el coronel Cortinas, adicto al Restaurador Es el ciego opti-
vincia Enlle estos últimos se encuentra Felipe Senillosa, viejo amigo de Ro§ mismo de Martínez el que precipitará su ruina: no le hubiese sido imposible en
pero más amigo de la constitución; no es el único que en la hora de la verd efecto, de no haber aspirado a ganar sin lucha y a golpes de intriga la totalidad
opta por el Restaurador frente a los aventurerns dirigidos por el ministro'. de la campaña, crear en el norte un aparato militar capaz de enfrentar al predo-
guena; aun los legisladores del tercer partido, que mantienen sus recelos fr& minio rosista del sur Ahora, por lo contiario, la campaña entera deja de obede-
te a Rosas, se niegan a llansformarse en insllumentos de la poco clara poi( cer al gobierno: el retiro de llescientos revoltosos más allá del puente de Ba-
de Martínez Mientias la tensión crece, se mantendrán estudiosamente alm rracas ha comenzado una vertiginosa disolución de la autoridad. El desenlace
gen de ella, consagrando su tiempo a la redacción de una carta constitudo ' es más rápido y violento de lo que Rosas había querido: éste esperaba que un
destinada a no promulgar se nunca. · aumento de la tensión obligase al gobierno a salir de la legalidad para poder
Esta marginación espontánea no es sólo del tercer partido; es parte de ri enfrentarlo entonces sin abandonar su papel de restaurador de las leyes; sólo la
actitud más general, que afecta a toda la clase política porteña; las enseñan debilidad del gobierno, que desde el comienzo toma el camino de la negocia-
acumuladas desde 1827 parecen incitarla a gravitar lo menos posible en · ción (y con ello no sólo legitima el alzamiento sino que le autoriza a prescindir
proceso movido por fuerzas que la exceden Las rectificaciones de los que· de la violencia) permite en cambio a Rosas conservar esa investidura que le
davía en abril habían apoyado a la disidencia (como el coronel Félix Álza interesa salvar
son más que compensadas por las defecciones que han debilitado al grupo ap .- El 12 de octubre la Legislatura, en que los rosistas están sin embargo en
tólico: el general Guido buscó refugio en casa del cónsul francés Mandevil minoría, da al gobierno el golpe decisivo, al vedarle todo ataque contra los
pero también se han escondido don Felipe Arana y el arrogante pern prude "ciudadanos armados"; designa una comisión (que tiene mayoría rosista) para
- - - - · ·· Nítolás Anchorena ... Encamación Ezcurra halla nuevos motivos para·prefe · ·tratm con ellos; otro parlamentario enviado por Balcarce, el general Pineda,
a los demasiado cauteloso, , ,halleros del "círculo de Rosas" la plebe fede,' se quedará entre los rnsistas tomando la jefatura del movimiento Renuncian
los ministros Aguine y Tagle; el 15 la comisión designada por la Legislatura
declara que ha fracasado en sus negociaciones con el partido de afuera
Balear ce y Martínez esperan vanamente el auxilio de la campaña del norte y
9 Arana a Rosas. 8 de noviembre de 1833, Íbíd. pág 422 el de Santa Fe, que el canónigo Vida! ha prnmetido reiteradamente, y que

308 l09
López, jaqueado como está por la rivalidad de Quiroga, no está dispff"" : unto de vista puede estar inspirado en el deseo de mantener su propio peso
bnndar_ a una empresa de resultado dudoso La reb~lión se extiende aldg' {o!ítico, que no sobreviviría a un retorno a la normalidad, puede estar inspira-
pos milrtares urbanos: el 25 parece comenzar un s1t10 de la cmdad; el30 "do también en los rencores acumulados ante la tibieza mostrada por los que
crnn Martínez y U_garteche; el día anterior Rosas ha respondido fina] bao sido sus colaboradores más directos cuando lo vieron atacado de modo
los pedidos de aux11Io _del gob\erno: rehúsa participar en la represión de u .·oblicuo y no siempre decoroso Pero no puede negársele a la vez una profunda
v1m1ento que a su JUICIO esta plenamente justificado; a la vez anunci '.¡ucidez: Rosas no hace sino extraer por su cuenta las mismas conclusiones que
no lo apoyará a menos que el gobierno llame a colaborar a hombres co a su modo ha alcanzado la propia clase política al buscar marginarse de la
metidos en el decembrismo tormenta
Balcarce dedica los últimos días de su gobierno a una generosa di fil Bajo estos auspicios la experiencia Viamonte está condenada desde el co-
ción de fondos de tesorería entre sus adictos El 3 de noviembre se resiinl mienzo Su gobierno debe manejarse bajo la severa vigilancia de la Sacie-
na~mente a s,u destmo, trns obtener de la Sala de Representantes una <lec( .. dad Popular, organización rosista surgida en la lucha contra la disidencia, que
c10n en que esta se compromete a conservar a sus colaboradores en emp[ O :·. ~bajo los auspicios de Encarnación Ezcurra- ve a sus más caracterizadas fi-
grad_os El 4 de noviembre es elegido gobernador el general Viamonte,
d1ec1s1ete votos de los legisladores cismáticos y del tercer partido; los ros'"
p;i guras restituidas a las listas de pagos del Estado, y se dedica a organizar la
intimidación de los antiguos adversarios: Enrique Bedlam, sobrino del deci-
(~on gran irritación de Rosas, que hubiese favorecido a Vi amonte) dan en; · dido apostólico Manuel Moreno, es muerto frente a la casa del canónigo Vida!,
b10 trece votos al_ general Pin_to Ha ter~nado en un nuevo fracaso el segu " que una partida de la sociedad se entretiene en balear. Son las primeras ar-
mtento de una elzque de oficiales del e1erc1to por ganar la hegemonía po!Í' mas de esa Mazorca a cuyas hazañas la pluma vengativa de los adversarios
en la provmcrn de Buenos Aires; la subordinación del poder militar al ci >del rosismo dará larga celebridad en ambos mundos. Esta acción terrorista
postulado del Partido del Orden, ha sido asegurada de nuevo. El 7 de novie cumple plenamente el propósito que le ha asignado Encarnación Ezcurra (y
bre desfilan los vencedores: en esos seis mil rurales (entre los cuales un pú sin duda también su marido, todavía retenido en el teatro de sus recientes
co azorado puede reconocer a más de uno de los hacendados de vieja leal victorias contra el indígena): los dirigentes de la disidencia se marchan a Entre
unitaria) la campaña vuelve a celebrar -como en 1820, como en 1829- su tri Ríos -donde comienzan por ser cordialmente recibidos-y a la Banda Orien-
fo sobre la ciudad. 10 tal. El paroxismo de la violencia se alcanza a fines de abril de 1834: Rivada-
Esta nueva peripecia exalta las paradojas que desde el comienzo marcai/ via ha vuelto a Buenos Aires y se trata de lograr su expulsión por los medios
federalismo rosista: lo aleja de esa clase política cuyo apoyo pasivo tantoi que se han hecho habituales De nuevo el propósito se alcanza en pocas ho-
influido, sin embargo, en el resultado de la crisis Para Viamonte y sus m· ' ras: si el ilustre destenado se salva con algunos insultos y amenazas, su ínti-
tros -el general Guido y el doctor García- éste permite esperar la constituc' mo enemigo el doctor García ve también él baleada su casa. Los agresores
de un nuevo y más sólido Partido del Orden, consagrado a la reconstrucc· •· del ministro quedarán impunes, y el episodio servirá para medir mejor la
económica y social de la provincia; en él se reconciliarán federales y uni · autoridad real del gobierno Viamonte
propietarios, cuya conducta en la pasada emergencia parece ser un anticipo · Éste se resigna mal a limitar su acción a sus efectivas posibilidades El doc-
ese rosado futuro. Para Rosas la lección de la experiencia que acaba de cerr tor García elige este momento sin duda inoportuno para lanzar un ambicioso
se es muy diferente: sin duda la clase política ha mostrado una prudencia n · fplan de reforma financiera: de él la opinión pública local nota sobre todo la
va (y acaso excesiva): esa prudencia, que ha impedido el agravamiento de" ' diferencia de trato a los acreedores extranjeros (que serán pagados en metáli-
crisis, se debe a la gravitación de la temible plebe m bana y rural, que discip c co) y los nacionales (que lo serán en papel moneda depreciado) ; a la vez los
na a los díscolos políticos recordándoles con su sola presencia el peligro · .observadores extranjeros ven con sorpresa algo indignada que el doctor Gar-
cualquier aventura. Lejos de ser un aspecto de una situación de emergenc· cía encara una nueva apelación al crédito externo, que les parece excesivamente
esa rnovilización plebeya es -más que riiinfa--: udaz en nombre de un Estado notoriamente insolvente: para el ministro in-
base misma del orden federal, y es preciso preservar la a cualquier costo. Es glés todo el proyecto es una tentativa de estafa 11 La magia financiera del

1O Agustín Gerónimo Ruano, Memoria sobre la revolución de octubre. en Revista 11 Griffiths a BidweII, private, l7 de enero de 1834, PRO, FO, 6/43, ff 22-24 "Dn. Ma-
tuto Hi5tórico y Geográfico del Uruguay XIV (1938), págs 287-304 ~,?'uel García :S new projec.t is any thing but honest It i5 robbing Peter to pay Paul

310 311
. . _,,

doctor Gmcía encuentra ahora un público menos entusiasta que diez á¡¡' acerlo luego de que la deslealtad de Balear ce ha vuelto a introducir en_ la ad-
tes; el gobrerno, sacudido en su prest1g10 por esa poco afortunada tenta" inistración a elerneutos poco seguros, respetados por la_voluntad concrlrado-
salvataje financiero, se lanza al mismo tiempo a un desgastador conflict de Viarnonte Tras busca1 en vano un gobernador propreta1ro, la Legislatura
siástico. Desde 1830, Buenos Aires contaba con un obispo in partibus; ét signa provisionalmente a su propio presidente, el Doctor Maza. De todo este
ahora elevado por Roma a obispo de Buenos Aues. Aceptar esa prolllt>' :oceso suele subrayarse la actitud rendida de los representantes frente al es-
implicaba admitir el fin del sistema de patronato; un escéptico como G'' ;/Puivo candidato, y el lenguaje de nuevo algo delirante que éstos usan para cu-
un celoso defensor de los principios liberales corno el general Guido, no¡ 12rir al héroe del desierto Acaso sea injusto no tornar en cuenta también cómo
dejar pasar la oportunidad de dar una lección a la Silla Apostólica, apoy· ésa legislatura en que han quedado solos los vencedores de octubre se mega
en este punto por el clero de la catedral, acostumbrado por su parte a labl ; tenazmente a institucionalizar la dictadura: Rosas debe contenta1se por el, mo-
tutela de los administradores nombrados y removidos por el gobierno. Et . mento con el rnflu¡o que guarda sobre el gobernador rntenno, cuya rn1s1on es
morial ajustado, presentado por una comisión de canonistas laicos y eclé •".facilitar la transición hacia un desenlace sólo postergado Corno es habitual en
ticos, niega al Pontífice facultades para designar obispos no presentados >él, Rosas encuentra bien pronto que su fidelísimo amigo no es lo bastante fiel;
poder civil; el gobierno, aun reivindicando su derecho de presentación, p ··el vacío comienza a hacerse en torno del doctor Maza, que no encuentra rm-
re sin embargo conceder el pase a las bulas que hacen obispo al que nunc·
presentado. Esta solución de equilibrio no satisface a una pa1te de los apos ·
cos. Don Tomás Manuel de Anchorena, don Victoria García de Zúñiga,
Felipe Arana, hombres de segura devoción, se alarman de la falta de resp
la autoridad pontificia, ven en ella el fruto del influjo de uuos cuantos "el
gos inmorales y licenciosos", dispuestos por otra parte a quebrar la unidad
pa1tido apostólico, utilizando el excesivo apego de algunos de sus dirigen
las luces del siglo, y favoreciendo así los intereses políticos del unitarismo,
que ha militado más de uno de los eclesiásticos catedralicios
¿Rosas participa en estas prevenciones? En todo caso la política eclesi
ca de Viamonte ofrece un terreno para la coincidencia entre él y el grupo
rodea a los Anchorena, luego del enfriamiento que ha sido consecuencia_d
circunspecta actitud de éstos dnrante las jornadas de octubre. Este grupo¡{
a ser entonces el último, dentro de la clase alta porteña, que conserva un,i '.
hesión sin reticencias al rosismo; casi exclusivamente con él deberá cont
Restaurador en los primeros años de su segundo gobierno.
Mientras así se agota en esfuerzos superiores a sns posibilidades, el gobi
no Viarnonte se ve abrumado por gastos que no es capaz de limitar: su pr '
cesor ha sido acusado de satisfacer con mezquindad los pedidos de Rosá.
sns amigos; ahora, aun sacrificando el equilibrio presupuestario, era prec.·
no volver a incnnir en esa imperdonable culpa Pero ni aun sus generosida
lo salvan de su destino El 25 de mayo de 1834, a orillas del Napostá, Rosa
despide de sus tropas . En junio, Viarnonte presenta nna renuncia cuyo .te
- ~admirabte de sobriedadydignidad; y debido-al parecer a la pluma del
ral Guido- menciona la presencia de fuerzas que no le permiten goben(,
como quisiera la legislatura acepta la renuncia de Viamonte y elige gobe
nadc_n a Rosas .,,
Este no acepta el cargo: si siempre ha considerado ta1ea imposible gob ... Flc 3 .54. Encarnación Ezcurra de Rosas. Miniatura de Femandí'
nar sin contar con facultades extraordinarias, opina que es ann menos fác, G, -1,,¡ Molino 1839

312 313
nistros dispuestos a acompañarlo El conflicto que parece avecinarse es s ien futuras crisis interprovinciales. También aquí la reconciliación oculta mal
do por una tormenta externa: en febrero de 1835, de regreso de una mí el mutuo recelo Pero, por artificioso que sea, este desarrollo provoca la com-
conciliatoria que el gobierno de Buenos Aires le ha encomendado ante las prensible cólera de Quiroga: he aquí a sus aliados, a los que por un momento
vincias del norte, Facundo Quiroga es asesinado en Barranca Yaco, en ti ha podido creer sus protegidos, entendiéndose con los adversarios que han
de Córdoba. Rosas no es el único que ve en esa muerte---<¡ue atribuye a in , .venido a amenazar su hegemonía sobre el Interior. Las razones para el espíritu
unitarias- el signo de un retorno a las crisis interiores . En un clima de h ''conciliador mostiado por los jefes del federalismo litoral son, sin embargo, muy
alarma la Legislatura le concede todo: le otorga no sólo facultades extrao comprensibles: en Buenos Aires todavía no se han cosechado los frutos de la
narias (es decir, la suspensión de las garantías individuales que limitan sus • victoria federal, y el momento no parece aún propicio para un choque frontal
buciones ), sino también la suma del poder público, que le confiere faculta ;e .con el desprendimiento decembrista triunfante en el Interior. Pero, por buenas
legislativas y judiciales La prolongación a cinco años del mandato del go que sean esas razones, la consecuencia es que Quiroga debe arreglarse como
nador completa la transformación autoritaria del régimen provincial. La d pueda contra su temible adversario, dueño de Córdoba y San Luis y aliado de
aparición de Quiroga no sólo facilita esa última transición, en que el nu -. Tucumán y Salta. Sin duda el dominio de Paz sobre su propio tenitorio está
Partido del Orden renuncia definitivamente a la restauración del establee' lejos de ser seguro; una verdadera campaña de exterminio es necesaria para
en Buenos Aires por su predecesor, y se resigna a la nada blanda tutela delj pacificar la sierra, y en el este cordobés la ejecución de cabecillas que han co-
rural que alcanza ahora un poder no compartido. Permite además medir< menzado sus incursiones desde refugios santafesinos provoca rozamientos con
avances que Buenos Aires ha vuelto a hacer en el país luego de las crisis' López. Pero es sobre todo la consolidación del federalismo litoral la que expli-
1829 . Los asesinos de Quiroga serán juzgados por Rosas, que invoca las.á ca el avance de las tensiones: en noviembre de 1829 Buenos Aires prohíbe la
buciones conferidas por pactos interprovinciales: en su papel de juez po' _salida de armamentos comprados por los agentes cordobeses; en marzo de 1830
incidir profundamente en el equilibrio político de varias prnvincias; la a¡i éstos son objeto de agresiones de la muchedumbre federal, que el gobierno tle-
ción de Rosas en ese papel nacional revelaba cómo en esos seis años el país '.fine como "licenciosa y turbulenta" Pero ya para esas fechas Quiroga ha debi-
sólo había pasado de la división en bloques hostiles a la indisputada hegem do refugiarse en Buenos Aires, y desde Río Cuarto hasta Tujuy, Paz ha de do-
nía federal, sino también comenzaba a ser sometido en nombre de ésta a · minar bien pronto a todo el Interior
hegemonía porteña mucho más sólidamente asentada que en cualquier mom_ Ese predominio lo debe a la victoria de Oncativo, alcanzada el 25 de febre-
to anterior ro de 1830, cuando su situación aparecía ya fuertemente comprnmetida. Des-
, de Oncativo Quiroga se retirará al Litoral junto con la comisión mediadora
enviada por Rosas, que -ella misma sin demasiados deseos de promover una
3. En el país: de la división a la hegemonía del partido federal , transacción aceptable para todos- ha encontrado una voluntad conciliadora
y de la provincia de Buenos Aires (1829-1835) 'igualmente tibia en los jefes rivales La victoria de Oncativo, debido a la tácti-
ca superior de Paz y a las temibles lanzas de Pedernera, pone al vencedor ante
Cuando la revolución de diciembre concluye en Buenos Aires su bre una encrucijada Iodo el Interior está en sus manos; los oficiales que lo acom-
catastrófica trayectoria, los éxitos de Paz en el Interim no hacen sino co añan quisieran prnseguir la aventura más allá de las fronteras cordobesas. Pm
zar. Luego de La Tablada, Bustos ha debido refugiarse en Santa Fe; su_h otra parte detenerse en el camino de la victoria es particularmente difícil: los
ped Estanislao López invita a su vencedm y nuevo gobernador de Córdo vencedores son atrozmente pobres,.tienen por añadidura cenado el crédito en
enviar delegados a la representación nacional de Santa Fe. Pese al fracasó_, la Buenos Aires federal, y no pueden esperar nada bueno de ésta Tal como había
esta tentativa de encuadrar a los herederos del unitarismo en el marco pro - 'previsto Quirnga antes del combate decisivo, lo que se ha jugado en él es el
cionado por el triunfo federal, López no se niega a firmar, en agosto, un pá pminio sobre todas las prnvincias meditenáneas. Dejando de lado antiguas
de·a:mistad·entre·snprovinciaylatleCór doba; sin· embargo·ya para·ento omesas, Paz comienza a gravitar con su ejército victorioso en las tienas ve-
parece depositar pocas esperanzas en la posibilidad de un arreglo pacífico' ·nas a Córdoba. En primer término se hará presente en Cuyo: en Mendoza,
la crisis del Interior Una situación parecida se dará en Buenos Aires; en o_ te los avances de adictos a Paz, el gobernador Cmvalán decide refugiarse
bre el general Guido firma con los agentes de Paz un tratado que garantiza; nto a los bandidos que al lado de los indios de la frontera sur siguen enar bo-
relaciones comerciales y el auxilio recíproco en defensa de la independe!l do el estandarte de Femando VII; su séquito será masacrado pm aquellos
nacional, y compromete los buenos oficios de ambas provincias para me, uya alianza busca Mendoza tiene nuevo gobernador en Videla Castillo, ofi-

314 315
cial en el ejército de Paz; en San Juan y San Luis la transición será menCl[ · mo Poder Militar, del que invisten al general Paz; a comienzos de 1831 retira-
gica; en La Rioja sólo una conquista en regla -emprendida por el coi ·. rán a Buenos Aires la representación que le han otorgado para las relaciones
Lamadrid- elimina la resistencia federal Santiagó del Estern debe suf; exteriores
incursiones de los disidentes refugiados más allá de la frontera tucumana: Así los dos bloques en que se divide el país se encaminan a la ruptura abierta
casada la ofensiva de éstos Santiago debe enfrentar el ataque tucumanoJ Ninguno de los dos es excesivamente sólido: si la Liga del Interior sufre por la
evitarlo, Ibarra accede a dejar el gobierno y marcharse a Santa Fe. El 3 d falta de recursos Y por la desafección de una parte importante de las poblaciones
nio, el gobernador prnvisorio Alcorta pone a la prnvincia bajo la prntecci, siena cordobesa, en La Rioja, en Santiago del Estern su autoridad se asienta
Paz; de este modo espera salvar a Santiago de la conquista tucumana; en en la pura fuerza militar; en Mendoza, en San Juan, en Catarnarca, en algunas
bio deberá sufrir la presencia de un cuerpo cordobés, comandado por el áreas salteñas, aunque los sectores adictos son más capaces de equilibrar con su
ne! Deheza, que, transformado de inmediato en gobernador provisorio y lu, presencia a los opositores, éstos están lejos de ser desdeñables), las provincias
en prnpietario, se dedicará a perseguir al podernso clan de lo;s lbarra. Su¡í del Litoral, sometidas a un más seguro predominio federal, están por su parte
t1ca violenta le hace perder el control de Santiago, que debera ser reconqu{ menos sólidamente unidas . Y aun por un momento la revolución que estalla en
da por fuerzas de varias provincias limítrofes, y sometida a una dura représi Entre Ríos parece amenazar la unanimidad litoral en el federalismo: el alzamiento
A mediados de 1830 la victoria unitaria intenta institucionalizarse por me de los caudillos de la banda del Uruguay contra el gobernador León Sola, que
de una liga de las provincias interiores: el 31 de agosto éstas crean un Su'' continúa una larga historia de oposiciones regionales, es por otra parte fomenta-
do desde más allá del Uruguay por destenados unitarios, que cuentan con am-
.plias tolerancias en el gobierno del Estado Oriental En marzo de 1831 los revo-
lucionarios son deshechos; ya para entonces Lavalle y más de uno de sus oficia-
: les se han incorporado alas filas en que, bajo la jefatura de Ricardo López Jordán,
hace también sus primeras armas Justo José de Urquiza Más grave que estas
peripecias entrenianas es la falta de coincidencia total entre las restantes provin-
. cias, que retarda la concertación de lo que será el pacto federal. En él el delegado
de Corrientes, don Pedro Ferré, quisiera ver recogido un compromiso cierto de
Fconvocar un congreso constituyente (los organizadores de la Liga Militar han
, tenido la habilidad de incluir en el pacto que la ha creado una cláusula en ese
> sentido, es cierto que supeditando su realización al mantenimiento de la paz in-
.terna, ya en ese momento más que dudoso) El punto de vista correntino parece
encontrar eco en Santa Fe; Rosas debe dirigir sobre Estanislao López todos los
recursos de su reiterativa elocuencia epistolar para disuadirlo de apoyar lo que le
parece una ruinosa quimera
. El 4 de enero de 1831 las ptovincias litorales firmaban finalmente el pacto
\que su victoria iba a transformar por veinte años en base de la organización
· .nacional; la cláusula 5' de su artículo 16 incorpora la aspiración al congreso en
.J~rminos lo bastante imprecisos como para tranquilizar las prevenciones del
\gobernador de Buenos Aires. Corrientes no ha firmado el tratado, que no reco-
, ge su iniciativa de crear una representación de las ptovincias aliadas con bas-
· ·. ·. 1tes atribuciones para constituirla en núcleo de un nuevo gobierno nacional,
ll1 garantiza de modo suficientemente claro la reunión de un congreso una vez
Jestablecida la paz interna. Esas prevenciones, inspiradas en el razonable te-
•mor a un retorno de la hegemonía porteña, son olvidadas luego de la victoria
~deral: Conientes preferirá entonces no desaprovechar la oportunidad que aún
F'IG 3 55 Peón de Mendoza Dibujo de Mauricio Rugendas, 1838
queda de identificarse con el bando vencedor

316 l 17
Las acciones comenzarán en los primeros días de 1831: Estanislao parece ser el primero el más favorecid? por la conyun!ura política: en Córdo-
será el jefe de las fuerzas federales, mientras Rosas, desde San Nicol' · . ba, en Santiago del Estero, en Entre R10s (del que hara gobernador en 1832 a
mandará la reserva Ante la presencia de los federales, la campaña cord su fiel acólito Echagüe) su influencia es dominante; también Corrientes en el
empieza a dar signos de impaciencia por el dominio de Paz Mientras .····· Litoral, y Salta en el Interior, se vuelven hacia Santa Fe para equilibrar el temi-
Muerto cae en manos del coronel Pacheco y es sometido a un sitio ent do predominio de Rosas y Quiroga . Ambos aparecen en posición menos sóli-
Facundo Quiroga, cou cuatrocientos cincuenta hombres, retorna a sus pr da; si Quiroga no ha sido restaurado en la totalidad de su poderío anterior a
cias interiores: el 10 de marzo toma Río Cuarto, pese a una heroica def 1829, Rosas no cuenta aún con un predominio político totalmente seguro en su
cargo de las milicias locales; el 28, tras de ganar a su paso la adhesión de . propia provincia, y sin disponer de él no puede hacer senth plenamente el peso
Luis, vence en Rodeo de Chacán al gobernador de Mendoza y conquista de ésta en el marco nacional. Sin embargo, no sería fácil para Santa Fe conser-
bién esa provincia. Mientras tanto la caballería santafesina elude, aun c · ' var esa ventaja otorgada por las circunstancias: su debilidad intrínseca, a la vez
do terreno, la batalla que Paz quisiera entablar; luego de la toma de Men .. que su aversión a aniesgar la paz interprovincial, le impedirían ganar el predo-
el empuje ofensivo de Quiroga parece apagarse: una crisis de salud y el recue" minio a través de un conflicto abierto. Sólo le queda entonces apoyar, confian-
de anteriores contrastes lo mueven a encarat con prudencia el choque fn:i do en su habilidad negociadora más bien que en la fuerza, una rápida
con el ejército de Paz. Quiroga y López coinciden en exigir la intervencióri institucionalización del equilibrio surgido de la victoria federal Y en efecto
la infantería porteña: el 9 de mayo parten finalmente de San Nicolás tres. López ha de prohijar, con prudencia pero con tenacidad, a los partidarios de la
hombres, la mitad de ellos infantes Para esa fecha el general Paz ha caído · rápida reconstitución de un poder nacional
sionero de una guenilla santafesina A partir de ahora el derrumbe de la B Mientras ésta llega se trata sobre todo de salvai el esbozo de supraprovincial
del Interior será rápido; Lamadrid es, pese a su valor legendario, un jefe in· que es la Comisión Representativa Las razones del apoyo que López le brinda
cuado para dirigir esa compleja empresa político-militar, ya duramente af., son muy comprensibles: en ella cada provincia tiene sólo un representante, y
da por la prisión de su jefe: el 4 de noviembre Quiroga lo vencía en la Ch\ Buenos Aires encontrará más difícil dominarla que controlar a un congreso
dela de I ucumán, y con ello terminaba en catástrofe la empresa que Paz ha donde las distintas provincias estén representadas proporcionalmente a su po-
conducido hasta muy cerca del triunfo .blación Rosas, por su parte, es favorable a la supresión lisa y llana de la Co-
No había sido la prisión de Paz la causa única de la ruina de la Ligá' misión Representativa, seguida por un laigo período de inconstitución, duran-
Interior Otro factor, que no dejaría de gravitar aun cuando todo el Interior te el cual no sólo Buenos Aires podría administrar a su guisa las relaciones
ganado pata el federalismo, era la reaparición en esa comarca de fu':rzas·p exteriores, sino -lo que era más importante- beneficiarse con el proceso lento
teñas y litorales. Si sus victorias en el Norte habían devuelto a Qmroga. pero irrefrenable que reconstituiría un equilibrio interprovincial en el que la
parte de su perdido poderío regional, la toma de Córdoba por un ejércitop_t3 superioridad económica, financiera y militar de Buenos Aires le ganaría nue-
ño y santafesino introducía una modificación fundamental en el eqmhbn vamente la hegemonía política
la región; mientras las fuerzas porteñas se constituyen -contra las veng La crisis resolutiva se dio en la primera mitad de 1832; en la Comisión Re-
federales- en protectoras de más de un notable cordobés que fue antes adist presentativa de Santa Fe, el delegado de Buenos Aires comenzó por encontrar-
Paz, y preferirá retirarse con sus vencedores cuando éstos ~bandonen la.g: se demasiado frecuentemente en solitaria minoría; sin embargo, apenas se de-
vincia, el federalismo cordobés se reorganiza dentro de la or bita santafe cide a poner de manifiesto la hostilidad irreductible de Rosas a la convocatoria
El coronel Bustos ha muerto en su destieno de Santa Fe; el nuevo gobern .del Congreso Nacional Federativo, logra que López retire el apoyo que ha con-
Reinafé ha encontrado allí mismo refugio y con apoyo de López ha orga >.cedido al proyecto; Santa Fe, una vez más, se revela defensora excesivamente
do una eficaz guenilla Sin duda, la influencia santafesina no dominará sol tímida de una política a cuyo servicio no está dispuesta a llegar al conflicto
Córdoba; lo que la separa de nn poderío incontrastado no es sin embar j abierto Una fórmula transaccional, destinada a salvar el decoro de López y
,:;..------· ··-········· La caída de la Liga del-In! · puesta por Cullen, invita a todas las provincias a adherirse al pacto federal
que parece a primera vista ser sobre todo el desquite del federalismo de la a cumplir con la atribución 5" del artículo 16 (la que en términos deliberada-
gión sobre sus rivales locales, se revela a más largo plazo como la pnmerll: mente imprecisos alude a la convocatoria del Congreso); Rosas no se satisface
pa de una mediatización del Interior frente a un Litoral de nuevo '.'n asee con ella; retira a su delegado y se enzaiza con López en una malhumorada
Ese nuevo equilibrio se expresa en el predomm10 sobre el pais enter polémica sobre si la Comisión debe sobrevivir a la convocatoria del congreso
triunvirato de jefes regionales vencedores: López, Rosas y Quiroga . De e La impasse se quiebra por una enática intervención de Facundo Quiroga, que

318 319
revela a Rosas cómo los representantes de Corrientes y Córdoba en la ·nor, desde San Juan (donde gobierna Yanzón) hasta Jujuy, la influencia de
sión Representativa se han dedicado a hacer propaganda epistolar antipo . Quiroga es predominante, aunque nunca recuperará el vigor anterior a 1829
entre algunos gobernadmes provinciales: Buenos Aires, según esos apasi por otra parte las situaciones locales no siempre están bien consolidadas: en
dos adversarios, no sólo se propone dominar políticamente a las otras pre; Tucumán el gobernadm Alejandro Heredia, aceptado como una bendición lue-
cias, sino poner la hegemonía política así ganada al servicio de sns inte' go de la toma de la ciudad pm Quiroga, tiene que convivir con las facciones
económicos, opuestos a los de éstas: quiere que todos sean ganaderos y¡} que han llenado con sus disputas la década anterior; en Salta el coronel Pablo
res, tributarios de un comercio extranjero que "destruye nuestro caudaf de la Tone, caudillo federal de prestigio sólo local, no ha logrado hacer olvi-
muerto nuestra industria, y nos ha reducido a una miseria espantosa". 12 ¿ dar el de las grandes familias que -como los Gorriti- se encuentran en destie-
su intervención frustró Quiroga una posibilidad de remdenar no sólo polí ·' rro en Bolivia En Santiago del Estero, Iban a es un aliado inseguro y debilitado
mente la vida nacional? No faltan quienes así lo suponen Notemos sinem además por su poco brillante actuación durante la guerra civil desencadenada
go que ya en 1832 los sectores vinculados con el comercio de extranjería. por Paz Pero la debilidad fundamental del sistema proviene del propio Quiroga:
poderosos también fuera de Buenos Aires (lo son aun en las provincias a este admirable jefe militar desempeña con mucho menos talento -y menos
que representan los voceros de la cruzada por el aislamiento comercial), entusiasmo- el papel de mentor político de la región sobre la que sus victorias
hecho mismo de que Quiroga no haya sentido la tentación de sumarse a han asentado su hegemonía; en 1833 se marcha a Buenos Aires, donde hará
guerra santa por el proteccionismo acaso no se deba a su falta de comprensi
de los datos básicos del orden económico nacional, sino a una imagen másL
ta de éstos que la propuesta pm sus críticos póstumos.
Pero, cualesquiera que fuesen los argumentos empleados, la opción q'
enfrentaba Facundo era más política que económica, y en este aspecto su déc
sión es aun más fácilmente comprensible Uniendo su fuerza a la de Bue
Aires se sumaba al bando que, precisamente gracias a esa adhesión, se tr_ "
formaba en seguro vencedm; tolerando con su silencio las tentativas de ag
par al Litoral y el Interior contra Buenos Aires no sólo contribuía a exalt
gobernador santafesino al que despreciaba; se comprometía además (así fo
por omisión) en una aventura política de resultado dudoso Aun así la eleccr
no le resultó fácil; luego de revelar a Rosas la peligrosa intriga, sólo muyi
sistentes presiones de éste -que terminaron por cenar brutalmente toda p<f
bilidad de mantener la neutralidad en el posible conflicto- lo decidieron a co ..
denar explícitamente la campaña antiporteña .i
Así aislado, López termina por renunciar a toda veleidad de autononí(
ya a mediados de 1832 debe aceptar la disolución de la Comisión Repres
tativa A partir de ahora Santa Fe volverá a la política que adopta cad_a
que Buenos Aires, superados sus conflictos internos, puede arroiar todo
peso en la escena nacional: será de nuevo el aliado desigual de su poder
vecina, compensando con modestas ventajas los servicios que su lealtad br
da a la dominante. . •...
··· BTordenfederal, no turbado ¡:,ór las tormentas que suelen acompañ11nrl.1'.!
ensayos constituyentes, se ha de consolidar en los años que siguen En el lnt •·

12 Manuel Leiva al ministro de gobierno de Catamarca, ladeo Acuña, Santa Fe, 9 de m~:. ,
zo de] 832, en-julio Irazusta Vida política de Juan Manuel de Rmm a través de m corresp? F'IG 3 .56 Juan Facundo Quiroga Miniatura de Fernando
dencia Buenos Aires, 1953, tomo I segunda parte, pág 131 Gan.Ja del Molino (Mu~eo Hi~tórico Nacional)

320 321
vida sustancialmente ociosa, punteada pm pequeños escándalos en que/ nadas a hacerse célebres, que le fijan por cometido no sólo mediar entre el
ta la energía del jefe llanista (uno de los más sonados es una disputa e •· salteño De la Torre y el tucumano Heredia, prntector de los unitarios de la pro-
boticario que no se deja intimidar por su lenguaje amenazante). . •- vincia vecina, sino también persuadir a los gobernantes y pueblos de las provin-
En el resto del Inteiim tampoco el dominio federal es tan sólido com'. . cias de la inoportunidad de un nuevo ensayo constitucional Pern en las tienas
sas habría deseado. Si en Mendoza, bajo la influencia del mismo grupo que Quiroga atraviesa, el clima le es frecuentemente hostil: el desenlace de
la década anterior había organizado una réplica particularmente feliz de Barranca Yaco ha sido presentido en más de un momento de ese viaje fatal por
periencia pmteña del Partido del Orden, se instala una administraciónt'" ·•· el que ha de ser su víctima.
que bien pronto se orienta hacia Buenos Aires más bien que hacia el sis La muerte de Quirnga -como en 1828 la de Donego y en 1838 la de
---cada vez más laxo- que reconoce pm jefe a Quiroga, y en San Luis las{ Estanislao López- facilita sin duda el ascenso de Buenos Aires hacia una nue-
dencias no se hacen sentir, en Córdoba la imposición (sobre ese grupo ur va y más sólida hegemonía Pero (pese a las apasionadas alegaciones de ad-
de letrados que con Bustos había conservado tanta parte del poder) de un versarios del rosismo, que iban a denunciar en Rosas no sólo al beneficiario
dillo rnral como el nuevo gobernadm Reinafé no deja de provocar tensi sino también, en un libre juego imaginativo, al inspirador del atentado) esta
que en l 833 se traducen en una conspiración en regla, en la que la respou desaparición no tuvo la importancia de la del jefe del partido popular urbano
lidad de la legislatma provincial es demasiado evidente. Si Reinafé halla fu de Buenos Aires y luego la del patriarca del federalismo litoral: en 1835,
zas para disolver a la sala de representantes y llevar adelante la investiga<f Quiroga era ya tan sólo un sobreviviente de las luchas grandiosas que en la
judicial del episodio conspirativo (que pone a cargo del doctor Derqui, i¡' década anterior habían dado a su figma dimensiones nacionales.
recientemente colabmador cercano del general Paz) no llegará a castigar
modo efectivo a los conspiradores demasiado conspicuos (que se han créf
apoyados además pm Quiroga en su tentativa de denibar la situación po!ítl'
que ha colocado a Córdoba en la órbita litmal). \:
En el Litmal las tensiones son pm lo contrario menos marcadas: tan sólq'
Entre Ríos, Pascual Echagüe, gobernadm por gracia de Estanislao López, mu·
na la ingratitud habitual en esas circunstancias López intenta persuadir a 1?,"
sas de que su colega entreniano se ha transformado en agente de intrigas mr
tarias; Rosas, que en otras circunstancias mostrará una infinita capacidad ··
alarma frente al proteico peligrn unitario, aconsejará al gobernador de En
Ríos una conducta más discreta (Echagüe no sólo ha buscado muy sensatauie
el apoyo de los caudillos de la banda del Urnguay, comprometidos eu la
ciente revolución unitaria de 1830, sino ha dado refugio a antiguos colabo
dores de Paz y los ha convertido en sus consejeros más escuchados) pero
cuidará muy bien de entender el sentido de las protestas de López, que qui
quitar del cargo al gobernadm demasiado díscolo. Con ello, sin arriesgar n
en la empresa, Buenos Aires gana la adhesión segma del gobernador de Eu
Ríos, y logra reconstruir en el Litoral un sistema que recuerda al surgido lue .
de 1821
También en el Interior la influencia pmteña ha crecido, en la medida mi
maenqÚe se disolvía fa constelación pofüica surgida de las vicfüffas
Quiroga La nueva situación se refleja muy claramente en el episodio en q
éste encontrará la muerte: el antiguo jefe del Interior parte a las tierras que h
sido sometidas a su dmo dominio como emisario de Buenos Aires, del gobe
nador interino Maza pern también de Rosas, que en la Hacienda de Figuerq·
el 20 de diciembre de 1834, redacta en su beneficio unas instrucciones destl

322 323
JI. CRISIS Y TRIUNFO DE LA
CONFEDERACIÓN ROSISTA

l. El federalismo rosista avanza en la nación (1835-37)

La muerte de Quiroga, entonces, más que crear una situación nueva, ponía
bruscamente en evidencia innovaciones acumuladas en el período comenzado
en 1829: a partir de 1835 el predominio de Rosas sobre Buenos Aires, el de
Buenos Aires sobre todo el país son las bases ya evidentes de un nuevo orden
político
En la consolidación de éste iban a influir sin duda los acontecimientos de
ese agitado año de 1835. En el norte ya antes de la mnerte de Quiroga se dibu-
ja el surgimiento de una hegemonía regional que la desaparición del jefe llanista
habrá de favorecer: es la de Alejandro Heredia, gobernador de T ucumán, que
en medio de complicadas vicisitudes pone en el gobierno de Salta a su pariente
político Fernández Cornejo, unitario. Facundo prohíja un pacto de amistad entre
Salta, I ucumán y Santiago del Estero, cuyo disminuido gobernador no se atre-
ve a expresar en una política la hostilidad que siente frente a su demasiado
poderoso vecino tucumano Esta alianza norteña no incluye a Jujuy, que en
medio de la tormenta que ha agitado al norte se ha separado de Salta (con el
beneplácito de los jefes nacionales del federalismo, que esperaban hacer de la
nueva provincia un bastión federal frente a la vacilante Salta), y está ahora re-
gida por un gobernador unitario, el coronel Fermín de la Quintana; no incluye
tampoco a Catamarca, donde llega a gobernador Mauricio Herrera, al que Ro-
sas tiene por unitario (en rigor ha formado en Buenos Aires en las filas de los
disidentes federales)

325
Así entiende Heredia construir, por encima de las oposiciones de los gio a [os Reinafé, presentándolos ante Rosas como víctimas de calumnias nni-
dos surgidos de las luchas civiles de la década anterior, un sistema de . tarias, una respuesta de éste, rica en terribles sobreentendidos, que insinuaba
que consolide su predominio en el norte. Desde Buenos Aires, Rosas ve ,: que tampoco el propio López estaba libre de imputaciones, lo decidió a entre-
alarma esa experiencia política basada en criterios opuestos a los que él··. oar a su destino a sus satelites cordobeses . Se ha recordado ya cómo Rosas,
mo ha aplicado en su provincia e intenta imponer en el país. A su juiciJ invocando su condición de encargado de las relaciones exteriores, tomó a su
"cortesías ,Y miramientos inde~idos con esa clase de hombres hipócritas"tj cargo el juicio, qne consideraba asunto interprovincial, y solicitó de Córdoba
son los umtarros (nombre genenco y cargad.o de connotacrone~ srniestras q la entrega de los reos. De los hermanos Reinafé, uno hnyó a Montevideo por el
ha resuelto asrgnar a todos los que no corncrden con sus solucrones políti · · Rosario, otro se refugió en Catamarca, otro fue efectivamente entregado . En
sólo pueden llevar a una vuelta a la discordia civil. En este caso su pronó · Buenos Aires se desanolló el juicio, que culminó en el aparatoso ahorcamien-
se revela justo: desde la aliada Salta se auxilia el ataque que contra el gobe to de los criminales en la Plaza Mayor, difundido lnego en los grabados de la
dor tucumano prepara en su destierro boliviano el ex gobernador Javier imprenta del Estado
pez . Fracasado éste, Heredia decide reducir la disidencia catamarqueña La caída de los Reinafé era la primera qne se producía en el elenco de go-
bién comprometida en la aventura; el auxilio de los llaneros riojanos, dirigid bernantes federales como resultado de la presión de Buenos Aires. Las conse-
por Brizuela, heredero algo escaso de la jefatura de Quiroga, es aquí decisiv cuencias de esta innovación se hicieron más sensibles por el modo en que se
y será un riojano y antiguo segundo de Quiroga, Fernando Villafañe, qui{ regló la sucesión abierta en Córdoba. Por influjo de Rosas -que lo juzga fede-
desde enero de 1836 gobernará a Catamarca. :<, ral decidido- y de su aliado menor Estanislao López, es hecho gobernador de
Pero si Heredia debe renunciar así a colocar a Catamarca bajo la hegemó la provincia Manuel López, comandante de la Carlota, desdibujado personaje
nía tucumana, en el no1te puede reemplazar a las administraciones insegurasú del todo desprovisto de prestigio fuera del estrecho término de su jnrisdicción
hostiles por otras adictas En Salta es hecho gobernador su hermano Feli¡:i~· Sin duda, la legislatma cordobesa se resiste como puede a ese desenlace; la
Heredia, en Jujuy el coronel Pablo Alemán, oriundo del Estado Oriental: alíf resistencia no es para Rosas sino un signo de que está dominada por "los uni-
mismo -revelando cuál es la fuente del nuevo poder- una legislatura previ~,: tarios de Córdoba", es decir, por los doctores y eclesiásticos que han manejado
mente depurada proclama Restaurador del Orden y Protector de la provincif demasiado tiempo la política cordobesa. Sería inútil observar que esos unita-
jujeña, al gobernador de Tucumán <<' rios lo son muy poco; la legislatura cordobesa es inequívocamente federal (aun-
Sin duda los He1edia habían sido desde el comienzo mal vistos por otro's que algunos de sus miembrns, como ocurre también en Búenos Aires, hayan
jefes federales: Iban a, inquieto por el ascenso del poderío tucumano, intení~ tenido en el pasado simpatías unitarias) y no es sólo ella la que se opone al
alarmar a sus colegas con venenosos informes acerca de la 01todoxia políti~ candidato impuesto desde fuera: desde el norte, donde se asentaba el prestigio
ca de su afortunado Iival; López, que -como Iban a- tiene viejos lazos con~l local de los Reinafé, hasta la frontera de Río Cuarto donde el juez Celman si-
salteño la Torre, aprecia poco el proceso que ha culminado en su muerte tr~i gue fiel al recuerdo de éstos, Córdoba busca eludir el destino que se le impone
gica. Rosas, por su parte, no había callado su preocupación ante el retorno df Pero lo hace blandamente, mediante tergiversaciones que nada pueden frente
unitarismo norteño a posiciones importantes. Pero finalmente los Heredia h a la tenacidad de Rosas: el comandante de la Carlota será gobernador por más
bían demostrado advertir que sus intereses locales coincidían con los nacio.... de quince años; en el transcmso de ellos se mostrará incapaz de hacerse de los
les de la causa federal, y se mostraban ahora más dispuestos a dar el color d apoyos locales que desde el principio le faltaron
ese partido a su hegem~nía regional; aunque Rosas no parece haber perdidéi Probablemente para Rosas es mejo1 que así sea: Manuel López es el prime-
nunca por entero sns prevenciones contra el demasiado diserto gobernadord9, ro pero no el último de los hombres limitados en inteligencia o en ambiciones
Tucumán, está cada vez más decidido a reconocerlo investido del honor y l~. a los que promueve sistemáticamente a los gobiernos provinciales: inseguros
carga de sostener al orden federal en las provincias septentrionales. / de su poderío local, esos hombres se mostrarán tanto más dóciles a las suges-
-·--··--·-·--- - -·-Mientras-surgeasrenel norte una nueva hegemonía, en el centrolasvicisi; de Buenos Aires. Así Rosas contribuye a acelerar el fin de la época mar-
tudes que siguen a la muerte de Quiroga revelan una vez más la existencia d.:, cada por el predominio de vigorosos caudillos provinciales y regionales En el
un vacío político que ya no ha de llenarse, y sobre el cual hace avances decisif0 centro del país esa empresa hallaba apoyo eficaz en el cuerpo de auxiliares de
vos la hegemonía directa de Buenos Aires. La desaparición del jefe riojanQ · los Andes, estacionado primero en Río Cuarto y luego en San Luis. Este cuer-
debilita a la situación cordobesa, cuya responsabilidad en su asesinato parece,'. po, cnyo primer jefe había sido Quiroga, fue comandado después por Ruiz
indudable; si por un momento López pareció dispuesto a cubrir con su presti-0: Huidobro, secuaz fidelísimo de Facundo: pagado por el tesoro de Buenos Ai-

326 327
{res e incorpmados sus oficiales al escalafón del ejército nacional, se había ido
\reorientando sin embargo en sentido porteño. La desaparición de Quiroga per-
. Jl)itió también aquí acelerar el proceso, y asegurar mediante ese reducido cuer-
Cpo militar el orden político en San Luis, cuyo gobernadm llegó a amenazar con
su renuncia si ese apoyo exterior le era retirado
Idéntico avance de la influencia porteña se da, no sólo en Mendoza, que
\ctesde la restauración federal había retomado la política filoporteña de la dé-
, cada anterior, sino (a través de una compleja crisis) en San Juan El punto de
'partida de la crisis sanjuanina lo brindó una conspiración descubierta en Men-
doza en la que las confesiones de uno de los implicados complicaron a don
Domingo de Oro, ministro sanjuanino y antiguo hombre de confianza de
Quiroga El gobernador Yanzón se muestra dispuesto a juzgar a su ministro,
pero la solución no santisface a Rosas: "Es muy difícil -dictamina- esclare-
cer por medio de procesos judiciales las maniobras políticas de un ministro
pérfido" El ministro se marcha finalmente a Copiapó; entretanto Rosas, que
considera a Yanzón hombre leal, y sólo culpable de excesiva sencillez, no
deja de prodigarle consejos cada vez más perentorios: haría bien en obede-
cerlos y quitar motivos a las desconfianzas y temores de las personas princi-
pales de la Federación (con este plural de majestad Rosas se designa sobre
todo a sí mismo), "descuidar la vista del peligro -concluye sentenciosamen-
te- es amarlo práctica mente; y el que ama el peligro temerariamente perece
en él" 13 Finalmente Yanzón, abrumado por el exceso de buenos consejos tan
parecidos a amenazas, hizo lo contrario de lo que se le sugería: permitió que
se organizace en su provincia un golpe de mano contra La Rioja; los coman-
dantes Angel Vicente Peñaloza, Hipólito Tello y L ucas Llanos, caudillos
llaneros que iban a alcanzar larga fama en más de un cuarto de siglo de lu-
chas civiles, hacían aquí sus primeras armas El gobernador de La Rioja so-
licitó de Rosas una acción militar contra San Juan que no fue necesaria; en
Pango, en enero de 1836, Tomás Brizuela vencía a sus rivales llaneros Yanzón
se apresuró a huir a Chile; en febrero era gobernadm de San Juán Nazario
Benavides, elegido para el cargo por Rosas con la aprobación de López, re-
ducido ya al papel de aliado menm
De este modo se introducía en las provincias, con signo federal, un equili-
brio político nuevo, marcado por el predominio de factores externos a las pro-
vincias mismas. Para Rosas, ese proceso debía llevar a un alineamiento del
federalismo provinciano sobre el modelo porteño: una politización facciosa de
··1as masas daría apoyo y a la vez disciplina a las demasiado reducidas elites
federales, tan dispuestas como sus rivales a las luchas suicidas entre clanes y

F!G J. 57 Ejecución de los Reinafé y de Santm Pérez Litografía según 13 Rosas a Yanzón, 13 de octubre de 145, en Papeles de don Domingo de Oro, Buenos Ai-
Adrienne Bacle 1837 res, 1911, 1, 199

328 329
camarillas Pero la adopción del federalismo rosista por las provincias diante ellas se propone atestiguar su respeto formal a las instituciones de la
les (y luego por las del norte) no iba a seguir ese curso: en Buenos _ provincia, no dar prneba reiterada de una popularidad que da por descontada
rosismo había utilizado (y a la vez, anulado en sus perspectivas más inq Por otra parte, a través de la indiferencia por las elecciones de legisladores,
tes) a una movilización popular que le era previa, y que había sido pre el régimen se propone deprintir la importancia de la legislatura ntisma, cuyo
por la politización tan intensa comenzada en 1810. En casi todo el Interi(5 lugar en el sistema institucional (como depositaria de la soberanía, confiere su
movilización había faltado, y pese a que provincia tras provincia fue adó investidura al gobernador) la transforma en un peligro potencial para el
do disciplinadamente la nueva liturgia política federal, y el rojo del p gobernante-dictador La virtud esencial de los legisladores rosistas contienza
dominante se impuso -como signo de la ortodoxia de sus amos- hasta en por ser la discreción, y durante años éstos pondrán sus mejores esfuerzos en
aperos de los caballos, la política siguió siendo el campo de luchas y ali realizar ese modesto ideal par lamentado; sólo en medio de los conflictos de la
entre letrados y comerciantes urbanos y grandes señores rurales, mientrasa década del cuarenta se redescubrirá la importancia que, como vocero elocuen-
el elemento disciplinante no estaba dado por la presencia exigente de maii te de una política, puede tener la representación popular: en los últimos años
dotadas de una exasperada conciencia facciosa, sino por el saludable temó' de la dictadura rosista volverá a escucharse, en el recinto en que se desenvol-
poderío porteño. ; vieron las calmosas argucias de Agüero y Gómez, una elocuencia más apasio-
Contra lo que quiere la adntiración de sus partidarios, y la más rencoi nada pero no indigna de esos ilustres precedentes
pero no menos firme de sus adversarios, Rosas dio la medida de su talé Por el momento la legislatura es sometida, sin embargo, a una implacable
político, más que en el trato con las provincias (que sólo le perntitió afirmár mediatización, que afecta también al conjunto de las primeras dignidades del
hegemonía mediante conflictos violentos, y sin ganar del todo el libre conír' Estado Son los aspectos grotescos de esa brntal presión uniformadora los que
so de éstas para ella), en su capacidad para conservar entero control sobre B primero llamaron la atención de los que la vivieron . Hay un modo federal y
nos Aires, a la que dotó de una estructura política capaz de superar las peo · otro unitario de arreglarse la cara: la barba cerrada y la ausencia de bigote son
tmmentas y de mantener en sus manos, aun en medio de ellas, todos los rec' signos demasiado elocuentes de desafección, y Rosas exige de sus funciona-
sos de una provincia que económicamente era la ntitad del país y en el aspee· rios que improvisen un bigote federal; en los días que siguen a su segunda elec-
financiero más de la mitad de él ción se los ve de todas clases: de tafetán, como los usan los cómicos; de corcho
Los avances del 01den rosista en Buenos Aires se hicieron vertiginoso quemado, a usanza carnavalesca; los que los ostentan son generales, magistra-
partir de 1835 A la designación del gobernador por la legislatura siguió dos, dignatarios. En esos caprichos veían algunos el signo de la extravagan-
plebiscito, la denominada "exploración de opinión de todos los ciudadá cia del nuevo gobernador, otros la expresión de un arte político profundo; acaso
habitantes de la ciudad", ansiada, más bien que por el gobernador, por la le unos y otros tenían razón: Rosas no fue el primer hombre público que supo
latma deseosa de compartir la responsabilidad asumida al institucionaliz · poner sus anomalías al servicio de su política
dictadura. Más de nueve mil votantes (un número nunca alcanzado en ante La afirmación del nuevo orden tiene continuación menos clamorosa en una
res jornadas electorales) declararon entre el 26 y el 28 de marzo de 1835 depuración muy amplia del cuerpo de funcionarios: ya el 5 de mayo hay ciento
apoyo a la designación de Rosas, menos de diez fueron los que osaron m sesenta y siete cesantes del ejército, cuarenta y ocho de la adntinistración y seis
festar su disidencia. Esos resultados son menos significativos de lo que p eclesiásticos. Si bien los más fervorosos ntilitantes de la Sociedad Popular
a primera vista; las abstenciones cubren aun a la mayoría del electorado pote Restauradora son recompensados con lucrativos cargos en la aduana, no todos
cial, y -al revés de lo que había ocurrido en las elecciones legislativas, restie los cesantes se1án reemplazados: Rosas entiende limitar seriamente los gastos
tas en peligrosas batallas en que sólo profesionalizadas clientelas polítié del Estado, no sólo disntinuyendo el número de funcionados sino pagándolos
disputaban la victoria a los regimentados votantes enviados a la liza por el g cada vez peor (y utilizando para ello las posibilidades que dejaba abierta la
bierno- ahora el peligro, si existía, estaba en la abstención, que alcanzó p inflación del papel moneda) Convencido que de este sector no podía esperar
""'-----------,,tguh15-:Suh había faltado eh el pasado. Ehtóao c · ~-adhesiones sinceras, Rosas pareció decidido a no malgastar dinero en buscar-
Rosas no se sintió tentado de repetir la experiencia, ni tampoco de utiliz -· la: de ahora en adelante lo disciplinaría el terror, capaz de disipar los tímidos
plebiscitariamente las ocasiones electorales que por cierto no suprimió. A plllé vientos de cualquie1 fronda administiativa
tir de 1836 se instituye el candidato oficial en las elecciones legislativas, y és. Esta parsimonia se vinculaba con la pn;ocupación por el saneamiento ad-
tas se hacen desde entonces canónicas El gobierno no se inquieta de que sól ministrativo: el primer año de la segunda adntinistración rosista (tal como ha-
un número ínfimo de votantes participe en esas ceremonias sin sorpresa: m bía ocmrido con la primera) arrojó un superávit de los ingresos sobre los gastos

330 331
internos; si el déficit presupuestario se mantuvo fue porque el nuevo gobie lectiva, antes de poblar con sus sombras inquietantes dos décadas de literatura
quiso retomar el pago de la deuda externa (asignándole en espera de tiem¡f argentina.
me¡mes 2.000 lrbras tnmestrales) .>i< La política que ahora dibuja con claridad creciente sus trazos fundamen-
Para esa política financiera contó Rosas con el auxilio de un veterano d tales no sólo reúne y exaspera los que el rnsismo ha mostrado desde su apa-
Partido del Orden, José María Rojas y Patrón, y las podas del árbol burocr' rición (su identificación con una facción política plebeya, su continuidad con
co pm él emprendidas con tanta energía contaron no sólo con el apoyo de ]a tradición inaugurada pm el Partido del Orden) Sufre además una doble
natenientes y comerciantes, sino también con el aplauso de los diplomátic/ inflexión: pot una parte comienza a ser elaborada desde una perspectiva na-
extranjeros. Otro aspecto de esa política gana también el elogio de esos .eº' cional a la vez que prnvincial; por otra influyen sobre ella -más que en el
gentes observadmes: luego de meses de desorden rnral la represión se ha' pasado y también que en el futurn- los criterios del sector apostólico extre-
sentir duramente, "Rosas -nota con embeleso el cónsul francés Vins mo, el único de la elite pmteña que ha conservado o recuperado contactos
Payssac- ha hecho y hace numerosos arrestos entre los habitantes de la e con el Restauradm.
paña, a los que condena al servicio militar en la frontera o envía al cadalso Esa nueva perspectiva nacional se manifiesta ya en la Ley de Aduana para
No menos viva, aunque expresada en tono más ligero, es la aprnbación de 1836 Si-como ya se ha visto- la significación económica es en extremo limi-
ministro inglés Mandeville, que anota cómo, no abonando ejecuciones, se h tada, su impmtancia política es innegable. La reforma aduanera intenta recon-
desterrado de la campaña los robos violentos 14 ciliar al país entern con el rumbo ganadero y exportador que su economía ha
Con igual satisfacción pueden notar los diplomáticos que esa violencia n tomado cada vez más decididamente, y lo logra mediante atenuaciones de al-
se aplica a la disidencia política, combatida por el momento sobre todo co gunas de sus consecuencias negativas que no lesionan seriamente a los intere-
arnenazas truculentas y prisiones breves y poco numernsas Aun así, las "per ses dominantes Porque las cosas están así la ley puede ser recibida con bene-
sanas distinguidas y bien informadas" empujadas pm el inhóspito clima poU5¡ plácito general (salvo en Conientes, donde, hay quienes no la juzgan suficien-
tico y la estrechez financiera, tienden a emigrar a la Banda Oriental. TuntocoJI temente protectora) y contar con recepción bastante favorable de los agentes
ellas los emigrantes más humildes se cuentan ya en I 836 por millares; y eil' extranjeros. El cónsul inglés Griffiths, cuyos informes suelen estar animados
éstos sin duda ha influido, más que la tensión política por el momento nada' de un antirrosismo político violento, elogia a la ley en su conjunto, aprueba el
insopmtable, el atractivo de la expansión económica mienta!, que contrasta co¡i proteccionismo agrícola y manifiesta oposición nada violenta al artesanal, al
las dificultades que Buenos Aires no halla fácil superar que juzga ineficaz pero no peligroso para los intereses británicos; una aproba-
El gobernador no parece preocuparse demasiado por ello. Lleva una v_id ción aun menos matizada encontramos en los informes del cónsul francés Vins
de trabajo constante; el administrador de estancias transformado por las .e· de Payssac 15 Es quizás aun más significativo que el artífice de esta ley siga
cunstancias en jefe nacional descubre las delicias del laberinto burocrático- siendo el hombre de confianza de los diplomáticos extranjeros: en el doct01
se perderá para siempre en él: en 1843 un almirante francés para cuya edifica Rojas y Patrón la diplomacia británica encuentra de nuevo ese interlocutor sen-
ción repite la vieja amenaza de quemar la ciudad y oponer a la agresión-ell) sato y esclarecido que nunca se fatigará de buscar en el alborotado escenario
tranjera una infatigable guerrilla campesina no se impresiona pm los alarde rioplatense
de ese cincuentón transformado por más de una década de vida de oficina; Tampoco la liquidación del Banco Nacional, emprendida por Rojas y Pa-
que no puede imaginar retornando a la vida ecuestre. Esa curiosa existenciaf trón, introduce distancias entre éste y los extranjeros, que sin duda dominan
contemplada con azorada curiosidad por la población porteña; en ese homb desde hace tiempo el directorio de la institución Es que ésta se limita desde
al que hay ya tantos motivos para temer, las costumbres son vistas como m hace años a préstamos escasamente voluntarios y nada lucrativos al Estado; no
nías y las manías más inocentes como síntomas de criminosa locura. Esas v _ es extraño que los responsables de una empresa en ruinas hayan colaborado en
ladas que el gobernadm prolonga hasta horas avanzadas de la noche, y que una liquidación amigable, que les permite designar a seis miembros del comi-
~------ ----- hastío-de süs'fóizados compañeros carga de tensión, llenan ya la fantasía C té liquidadm y ganar el control de la oficina emisora de papel moneda destina-

14 Vins dePayssac. Commerciale nº 4, 2 de enero de 1836 Al.chives du Quai d'Orsay, Btie'' 15 Griffiths a Palmerston, nº 15, 28 de diciembre de 1835, PRO, FO, 6/49, fs 103-5, y Vins
nos Ayres. commerciale 2, fs 4-5, Mandeville a Strangways, plivate. 18 de octubre de 183 dePayssac a Brnglie, comm nº7, 30de enero de 1836. Arch. Quai ct· Orsay, Buenos Aires, comm
PRO, FO 6/53, fs 63- 69 2, f 18

332
da a reemplazar al Banco; como recuerda el ministro británico Mandev' La guerra del norte smge del interés cada vez más marcado que el mariscal
los doce caballeros que componen la administración del papel mone' ta Cruz, creador de la Confederación Perú-boliviana, muestra por los con-
fueron directores del Banco Nacional dmante el último año" 16 .etas políticos de las provincias septentrionales del Río de la Plata; la canci-
Si Rojas y Patrón, supuesto inspirador de una política económica ti' ría de Buenos Aires, uniendo a agravios reales otros sólo imaginados, lo
lista inventada por ciertas fantasías retrospectivas, es en el gabinete ró specha también de parücipar en un vasto plan de alianza antiporteña que
amigo segmo de los intereses políticos y económicos extranjeros, ésto~" pone urdrdo por un mrurstro de Onbe_ A la vez, el norte argentino es afecta-
sobre todo el influjo del doctor Felipe Arana, ministro de Relaciones E o por las reformas tarrfanas rntroducrdas por Santa Cmz para aislarlo del
res, y tras de él, el de su influyente asesor el doctor Tomás Manuel d :mercado altoperuano, que entorpecen aun más las exportaciones de productos
chorena. Arana y Anchorena se proponen, cada vez más abiertamente }}ocales No menos importante para Rosas es que Heredia sea decidido partida-
plazar al tratado con Gran Bretaña con un documento que haga posible ' de la guena: en su correspondencia se limitará a proporcionar un eco apro-
vez que una política religiosa menos amplia, la reserva de ciertos secta~ atorio para las afirmaciones del jefe norteño La victoria será fácil, asegura
merciales para los comerciantes locales. Esta última ambición (que no" :Heredia; la toma de Potosí, responde (acaso distraídamente) Rosas, no es "una
confundir se con la aspiración a un cambio en la política económica: lo ."empresa de grandísima dificultad" y asegmará sólida prosperidad a sus con-
merciantes porteños, y los antiguos comerciantes que guardaban la nost "0quistadores Si la cancillería porteña llega a declarar la guena es sin embargo
de su pasada prosperidad, aspiran más bien a dominar el comercio interni" · sobre todo porque Chile lo ha hecho ya: aunque la alianza entre Buenos Aires
na! que a limitarlo) es de todos modos peligrosa para los intereses extranje, ;;,y Santiago se revela difícil (hace sólo unos meses que Portales ha sido descu-
la primera también lo es en la medida en que, haciendo la vida menos fá )ierto en sospechosos contactos con Rivadavia, y por otra parte los objetivos
los disidentes, tenderá a promover su alejamiento Tales ambiciones nc/i¡ ".de ambas cancillerías para después de la victoria son diferentes ya que Chile
fáciles de concretar; Rosas sólo intermitentemente parece compartir los¡? aspira a deprimir al Perú y la Argentina a disminuir la importancia de Bolivia)
tos de vista ultramontanos que dominan a su ministro, y su prudencia le h .. la coincidencia en la lucha facilita por el momento la victoria común Aun así
no desear un conflicto abierto en tomo del tratado de 1825 En todo caso(\ 'Jalucha se presenta difícil, sobre todo porque Salta y Jujuy colaboran sin entu-
cen una perspectiva desde la cual las potencias extranjeras tienden a inte .siasmo en una empresa inspirada por sus impopulares dominadores tucumanos;
tar como amenazante para sus intereses la afirmación del orden rosista e bien pronto Heredia se lamenta de que Rosas deje a su cargo casi todo el peso
plano internacional ... .de la contienda; olvida que él mismo lo ha querido así cuando la victoria le
Ésta interesa a Rosas sobre todo porque en la agitada Latinoamérica e\' pareció fácil Rosas sigue en efecto prodigando sobre todo buenos consejos: si
década del treinta la política interna y la exterior están divididas por front no se puede tomar Potosí, se podría ocupar farija y Chichas; en todo caso se
imprecisas: la administración de Portales en Chile, la de Santa Cruz en·· . ata de tener "al enemigo en continua alarma, por medios engañosos, como
via, la de Oribe en la Banda Oriental son a menudo tolerantes de las acci )son amagos, noticias falsas " Heredia parece apreciar poco estos consejos
de los disidentes argentinos, a las que llegan a estimular aplicando esa r algo obvios, que no impiden que el ejército boliviano domine en la Puna y la
elemental del arte político hispanoamericano (también vigente en las rela quebrada, cuya población está animada por lo que un historiador regional,
nes interprovinciales) que aconseja debilitar al vecino y rival manteniendó " monseñor Vergara, llama el "espíritu boliviano", 17 y prefiere las buenas mane-
él una cierta inestabilidad interna. La solución que Rosas prefiere es la op · . das de plata con que el invasor paga sus compras de ganado a los vales que
ta; en ese orden posrevolucionario demasiado frágil, una política que re '. prodigan las tropas de Heredia.
constantemente los conflictos puede ser suicida: una sólida alianza de los"g;;" ', Éste encuentra dificultades serias para costear la guerra; se consuela pen-
biemos establecidos le parece preferible a cualquier incitación a dudosas ave .. ·• '.s~ndo que ella no puede ser eterna, y que vuelta la paz "se concluirá el ejér-
turas. en lo inmediato, la amenaza que desde más allá de las fronteras ,. cito, porque estos pueblos no están para sostener cuerpos de línea" La vic-
su sísiema pólíiico lo incitaá antíciparse a los conflicfos;e e btia chilena terminará con la Confederación Perú-boliviana y por lo tanto
que tiene la primera aplicación de esa política en la guena con Bolivia, lo h icon los poco decisivos combates del linde de la Puna. Pern el prestigio de los
perseverar en ella, olvidando acaso la necesaria prudencia ,".Heredia en el norte argentino no sobrevive a esa guerra decepcionante: el 12

16 Mandeville a Palmerslon, nº 15, 25 de junio de 1836, PRO, FO. 6/52, fs 106-108. 17 Miguel Ángel Vergara, lujuy bajo el signo federal, Jujuy, 1938, págs 146-7 y pmüm

335
;,,:;

de noviembre de 183_8, antes del fin de lo_s combates,_ Alejandro Her~i' perpone al conflicto con el Estado Oriental otrn con Francia. la primera se
asesinado en Lules, sm que tras del ep1sod10 fuesé' posible descubrir U · vincula con el deseo de Rosas de asegurar el control sobre los adversarios po-
maquinación política El presidente de la legislatura tucumana, Be líticos aun en los países limítrofes, desde donde éstos no renuncian por cierto a
ocupó provisionalmente la gobernación, pero la muerte de Heredia po seouir influyendo en la vida argentina; la segunda es el inesperado desenlace
a la hegemonía de la provincia en el norte En Salta, el hermano del •' dtlas tentativas de disminuir el papel de los extranjerns en la vida porteña
ma se hallaba ya en conflicto abierto con su legislatura; el 26 de octu ' pero la unión de uno y otro conflicto no es debida tan sólo a la acción de la
había disuelto y enviado a sus miembros, engrillados, a Tucumán. Ahó cancillería pmteña: es decisiva la de los agentes franceses, dispuestos a utili-
giere a su aliado, el gobernador de Jujuy, abandonar espontáneamente zar ]as crisis políticas locales para aumentar el ascendiente de su nación en el
der; el 16 lo entrega a Manuel Solá, que entra en tratos con comandan Río de la Plata
campaña ya alzados en Metán y la Frontera; en Jujuy, Atamán, cuyo e El Estado Oriental había sido el lugar preferido de refugio de los disidentes
vo éxito comercial lo había hecho impopular entre los más influyentes d de Buenos Aires; al lado de ellos los emigrantes más modestos, atraídos por la
gobernados, deja también el mando en manos de su ministro de hac' _•· prosperidad montevideana, ofrecían una masa de maniobra política que podía
Iturbe y huye a Bolivia · ]legar a ser inquietante. En ese país poco seguro Rosas había puesto desde muy
Así se derrumbó, en uno de esos bruscos cambios políticos de los :_ nronto sus simpatías políticas en lavalleja, que se iba a revelar incapaz de sacar
tan rica la historia del Interior, el predominio de los Heredia Sus suceso ventajas en la lucha por el poder; por Rivera y su sucesor Oribe sentía pm lo
Iucumán, Salta y Jujuy eran también federales; otros federales - contrario viva desconfianza, basada en la conocida capacidad para la intriga del
Brizuela- que habían visto con alarma el ascenso de Tucumán asisten
con alborozo al fin trágico de su gobernadm: Rosas no lo comparte, aunqí.l
pierde el tiempo en polemizar sobre asuntos que han perdido actualidad y
cede a !barra que no es imposible que los Heredia hayan tenido tratos se
con Bolivia. En todo caso ya no existe sistema hegemónico alguno en ese
te que sigue siendo el flanco débil del mden federal Sin duda, derrumbad
Confederación Perú-boliviana y hundida Bolivia en conflictos que le restan\
posibilidad de influir más allá de sus fronteras, esa desorganización no sigm
un peligro inmediato, pero no deja de ser inquietante
Así, la guerra con la Confederación Perú-boliviana se cierra con un
positivo, que la ruina del sistema federal norteño, excesivamente exigido
el esfuerzo guenero, no alcanza a anular Este resultado incitará a la cauc"
ría porteña no sólo a mantener una actitud intransigente frente a los veéi
demasiado interesados en la política argentina, sino también a encarare
mayor confianza conflictos con naciones más poderosas y lejanas . En ei
la guena con la confederación de Santa Cruz había sido llevada adelante
tra los perentmios consejos de Francia y sobre todo de Gran Bretaña: ha .
podido ignorar sin daño era para los responsables de la diplomacia de Bu
Aires un estímulo para conservar mayor independencia en el futuro:
'"--------- __ ac:re,~ida ss:uu cc:co1rn1tifianzaensus propias fuerzas, la Buenos Aires rosista se 1
vacilaciones al conflicto litoral que habrá de durar cuanto
el sistema rosista mismo: al abrirlo, los responsables de la política intern
naJ porteña no parecen advertir del todo qué inagotable potencial de conflic
1egionales e internacionales están liberando
la nueva crisis tiene desde el comienzo dos dimensiones: una regional,
enlaza las luchas políticas argentinas y orientales; otra internacional, qu~<.. F'Ic J 58 General Fr1Ktuo,So Rivera Óleo de Baltaz.ar Verazz.i. 1864

336
primero y en las simpatías unitarias atribuidas al segundo Sólo cuando La muerte de Vins dejó la representación a cargo del cónsul Roger, que buscó
intentó sacudir la tutela de su predecesor (que no hallaba por su parte dificuí en vano ser reconocido interinamente en funciones diplomáticas, a la espera
para emolar en sus manejos revolucionarios a buena parte de la emigración de ser reemplazado por el ministro Bouchet-Martigny, sospechoso con sobrados
litar argentina), se mostró más dispuesto a buscar un terreno de acuerdo con Ros" motivos de simpatías unitarias y muy poco confiado en recibir el placet de
liberándose de las influencias unitarias presentes hasta en su gabinete. ..• Buenos Aires. Roger comenzó por conservar el estilo de su difunto predece-
Gracias entonces a la guerra civil oriental el gobierno de Montevideo sor; a medida que variaba la política rioplatense de Francia fue sin embargo
decidió finalmente a reprimir la acción de los emigrados argentinos, cou c cambiándolo hasta adoptar una extrema arrogancia
finamientos o destierros al Brasil Esa victoria ganada por Rosas más allá Ese cambio de la política francesa forma parte de un replanteamiento de
sus fronteras era pagada a caro precio: comprometía a Buenos Aires con ]os modos de acrecentar su influjo extraeuropeo que llevaron a Francia a pro-
de los bandos (no el mejor arraigado en el país) que se enfrentaban en lacriii:/ digar las intervenciones, hasta que la crisis de Oriente, en 1839-40, la devolvió
oriental Al gobierno de Oribe comenzó a enviar el de Buenos Aires auxilicí~ a una imagen más sobria de sus posibilidades . Francia se iba a lanzar al con-
discretos de dinern y armas, y por el momento el curso de la lucha parecía:f:' flicto rioplatense con segura confianza en su capacidad para dictar los térmi-
vorecerlo. Pero era muy difícil asegura, la paz en la campaña oriental frente nos del remdenamiento político que seguiría a su victoria, a la que el prestigio
b hostilidad de Rivera, y las .perspecüvas a.largo plazo eran para Oribe-q y el poder de Rosas no podría sobrevivir; de este modo, a la espera de partici-
par en las luchas locales, comenzaba por tratar de utilizarlas en su provecho
tnbutaba a los buenos prmcrp10s admrnrstratrvos un culto menos atractivo par
los orientales que el estilo de gobierno más desenfadado del caudillo de S · El gobierno de Buenos Aires, pm su parte, demasiado acostumbrado a ver es-
José- menos favorables que las inmediatas grimidas por las potencias extranjeras amenazas de bloqueos que no tenían
Lo que era más grave: a través del acercamiento con Oribe la política pot intención seria de imponer, encontraba difícil creer que un conflicto violento
teña encontraba un nuevo terreno de conflicto con Francia, que por su p estallara a partir de reclamaciones en verdad de alcance limitadísimo (y en al-
parecía cada vez más dispuesta a conceder su protección a Rivera Otra áte gún caso de justificación más que dudosa) y creía poder ignorarlas sin riesgo,
de conflictos aparecía al mismo tiempo en la propia Buenos Aires: la corrient pese al lenguaje cada vez más violento de Roger y el del almirante Leblanc,
antiextranjera que orientaba a la cancillería porteña, demasiado consciente d con cuya aparición en escena recomenzaba para el Rfo de la Plata una etapa de
poderío británico, había finalmente vuelto su empuje contra la francesa. Era diplomacia de las cañoneras Pero el 28 de marzo de 1838 el puerto de Buenos
desenlace paradójico de una política que sólo muy recientemente había par Aires era bloqueado por la escuadra francesa, y la cancillería porteña desper-
cido dispuesta a tomar el camino de un acercamiento con Francia, capaz · taba súbitamente de sus demasiado tenaces ilusiones . A pa1tir de ahora Rosas
contrabalancear la hegemonía inglesa; aun a comienzos de 1837 en el mensa tomaría directamente en sus m~nos la dirección de las relaciones exteriores, y
de apertura de la Legislatura, Rosas había incluido expresiones tan cordial se revelaría en ellas un maestro: sólo gracias a una combinación muy ajustada
hacia el gobierno de Luis Felipe que el agente inglés, nada dado a exagerar s de intransigencia verbal y espíritu conciliador saldría con bien del conflicto
alarmas, creyó sin embargo oportuno alertar a su gobierno internacional que por otra parte estaba ya sacando a luz todas las secretas fla-
Ya bajo el impacto de la ocupación británica de las islas Malvinas, oc quezas y las tensiones implícitas en el orden federal
nida durante los meses caóticos del gobierno de Viamonte, el doctor Ara
había sondeado discretamente la posibilidad de una alianza estrecha con Fr
cia, en función antibritánica. Pero el prnyecto no fue tomado demasiado 2. La gran crisis del sistema federal (1838-43)
serio ni por París ni Por Buenos Aires, y por otra parte no salvó a los agent
franceses de las dificultades que no eran infrecuentes en el trato con la c La intervención en la política oriental, debido precisamente a los contactos
cillería nn"te·ño El cónsul ministrn Vins de Payssac había encontrado di que la precedían, no podía dejar de tener consecuencias en las provincias lito-
reconocer en esa segunda capacidad; fras las dificulta.ilesa e rales: Rivera tenía entre los federales de esa región viejos y excelentes amigos
naba el influjo de la esposa del anterior cónsul francés; esa encantadora': (también los había tenido, por cierto, su rival Lavalleja); Oribe, hasta 1835 fi-
influyente dama porteña que era Mariquita Sánchez encontró en el pacien gura de segunda fila, y con reputación de aporteñado y unitarizante, carecfa
Vins a un adversario eficaz, que bien pronto adoptó en sus tratos con el g¡ aún de esos íntimos contactos Era entonces previsible que el caudillo de San
bierno el estilo pesadamente adulatorio grato a los oídos cada vez más ex· José volcaría toda su temible capacidad de intriga sobre el escenario litoral
gentes del Restaurador. Pero, tanto en el Litoral como en el Interior, era sobre todo el conflicto interna-

338 339
cional el que aflojaba la disciplina que lentamente había ido imponiéndos ;· cinco años de residencia en París. Más de uno de los jóvenes que formaban en
sector federal. Sin duda Rosas (como Rivadavia en el decenio anterior) in. Jas filas de la que iba a llamarse Nueva Generación provenía de familias bien
tará evocar, como cimiento de la unidad interna, el sentimiento patriótico vistas del nuevo orden (el padre de Vicente Fidel López era alto magistrado, el
trajado por la agresión extranjera. Pero -contra lo que quieren algunas de ·· de Rafael Corvalán edecán de Rosas; Juan Bautista Alberdi era por su parte
siado simples reconstrucciones históricas- la identificación de su causa coi{ protegido de Alejandro Heredia, el gobernador de sn provincia). Esto no signi-
de la nación no impidió nuevas defecciones: desde los rurales del sur hasta:¡ ficaba por cierto que el grupo aceptara plenamente la situación política que el
llaneros de La Rioja, en todos los rincones del país los sostenes del federar ascenso del rosismo estaba creando (la versión que da Juan María Gutiérrez -
mo vacilaron en su apoyo a una causa cuyo futmo volvía a ser incierto, y en'. por su extracción uno de los menos federales del grupo- del segundo ascenso
mrsma Buenos Arres las conmvencras con los drs1dentes llegaron hasta el pr de Rosas al poder está marcada más bien por un sentimiento de divertida supe-
pio presidente de la legislatura No es sólo el peligro de una ruina de la caú rioridad, que se manifiesta en una ironía algo pesad:s); es indudable, sin em-
federal el que explica esas deserciones, ya para 1838 el federalismo ha si bargo, que no encontraba en ella causa de excesiva alarma, ni se sintió llama-
prnfundamente transformado por influjo de Rosas: la dictadura indefinida do a enfrentarla de modo militante . Por lo contrario el papel que se asignaba
Buenos Aires, la hegemonía porteña sobre el país integraban un sistema polítl' era el de guía doctrinario, sea de Rosas (al que durante años reprochará sobre
co en que resultaba difícil reconocer las aspiraciones originarias de los secto, todo no haber sabido elegir juiciosamente a sus consejeros), sea de los grupos
res federales Lo que era más grave: cada vez más tendía a verse la causa g; dirigentes federales, regenerados por la adopción de los principios que la Nne-
los conflictos internacionales en las innovaciones que Rosas había introducid() va Generación les propone
en la tradición política federal: en el norte la guerra boliviana había sido at:ri~ ¿Cuáles son esos principios? Aquí la respuesta no es fácil: al preferir a la
buida, sin duda injustamente, a su influencia c1eciente, y ahora se temía qu~~Í pesadez de los tratados la más ventilada prosa de las revistas de actualidad,
lejano conflicto francés impusiera nuevos sacrificios a esa economía norteff la Nueva Generación se votaba de antemano a un eclecticismo no exento del
ya sacudida por el anterior episodio guerrern; en Buenos Aires y el Litoral! riesgo de incoherencia: no era fácil elndir las contradicciones cuando se trata-
causa del choque con Francia se veía más bien en el creciente autoritarism ba de reunir en un solo haz las doctrinas saintsimonianas de Leroux, las nacio-
mostrado por Rosas en el gobierno de su propia provincia; los residentes extr nalistas de Mazzini, las liberal-conservadoras de Víctor Cousin. Sin duda del
jeras formaban el único sector de la población porteña capaz de reaccionaran~ examen de la situación local, que la Nueva Generación reprochaba a sus ante-
él y era su reacción la que había desembocado en el bloqueo En una y otra ¡é,i, cesores haber descuidado, surgían criterios de selección en ese legado ideoló-
gión se achacaba además a Rosas, demasiado acostumbrado al éxito, una cté~ gico tan abiganado, pero esos criterios mismos estaban lejos de ser claros. La
ciente falta de ductilidad política; los hechos iban a demostrar que por lomen'' democracia era a la vez el dato básico de la realidad posrevolucionaria y el le-
esta última acusación -dirigida contra el Rosas de 1838- era totalmente injus · gítimo norte de toda política, pero esa democracia se había conquistado ya: in-
De este modo se justifican algunas de las resistencias despertadas por R troducida en la letrn de la ley desde 1821, en Buenos Aires, cnando el futuro
sas a partir del conflicto francés, entre las cuales no son las menos eficaces!··· partido unitario entregó "el sufragio y la lanza al proletario", triunfó decisiva-
que provienen del bando federal Un apartamiento progresivo de las posic( mente y se transformó en base real del ordenamiento político cuando la volun-
nes rosistas se está dando al mismo tiempo en un grupo intelectual que, · tad de las masas, expresada por Rosas, puso fin a las aventuras políticas basa-
haber aspirado por un momento a transformarse en la conciencia crítica das en el capricho de algunos grupos de oficiales del ejército. Si las expresio-
federalismo, se orienta vigorosamente hacia la oposición y contribuye a dar nes utilizadas por Alberdi en su Fragmento preliminar al estudio del derecho,
vasto movimiento de resistencia que va a comenzar buena parte de su-por o de l 838, tienen algo de oportunistas y adulatorias, las nociones básicas allí
parte insuficiente- unidad de inspiración y táctica. Se t1ata del qne a partir presentadas forman parte de la imagen que la Nueva Generación se hace del
1830, en la Buenos Aires rosista, ha recibido el estímulo de la revoluciónr proceso histórico en que su acción ha de insertarse
r'"'---·-- .. ··-···· mantitayha\rtternadorenoVlíl'latultura -pero también la ideología política. Pero esa democrntización no ofrece un desenlace satisfactorio: el gobierno
bajo esa inspiración Formado por estndiantes de la Universidad que espera de Rosas, cuya representatividad es indiscntible, recoge muy mal el espíritu
ban ya muy poco de esa institnción (parecen haber apreciado poco tanto a sú, democrático y las tendencias progresistas del movimiento que ha hecho posi-
maestros federales como a los unitarios -Valentín Alsina, por ejemplo, no li) ble la implantación de un poder popular como es el suyo. Para la Nueva Gene-
dejó recuerdo particularmente favorable-), el grupo tnvo por jefe a Esteb. ración esta insuficiencia del federalismo rosista se relaciona con otra: el rosismo
Echevenía, que si no había frecuentado la universidad porteña, tenía tras deC, no ha sabido rodearse de un grupo capaz de proporcionarle nna orientación

340 341
ideológica y fijarle una acción política de metas precisas. Sin duda el y culturales dirigido por Alberdi, y presentado con las obligadas, y acaso sin-
rosista del único grupo técnicamente capaz de cumplir esas funciones (el ceras, muestras de adhesión al orden vigente . De 1838 es la organización de
había conducido con sus consejos a la ruina al Partido del Orden, transfo [os jóvenes como grupo clandestino de acción política, por el momento orien-
do en unitario) está más que justificado; el rechazo de toda política fundada: tado a la constitución de un movimiento amplio de opinión dentro de los gru-
doctrina que de él deducen los rosistas no lo está: para la Nueva Generació!l' pos dirigentes federales más bien que a la acción inmediata: el 25 de mayo de
culpa de los doctrinarios del unitarismo no residió en guiarse por doctrinas, s' 1838, es un convite público, esa actividad secreta tiene solemne comienzo; en
en no haber elegido la buena doctrina el Credo de la joven Generación Argentina, redactado por Echeverría y Alber-
Pero no es ésa la única culpa de los intelectuales unitarios Su inclinació di, el grupo tiene por fin el símbolo de su fe política Unos meses más y se
la disputa doctrinaria fue aun más dañina, en la medida en que se socavó] pasará de la lenta acción de propaganda a la militancia abierta: es la crisis fran-
autoridad de todo el grupo letrado, incapaz de dar respuesta unívoca a los pr co-oriental, que amenaza al "poder inmenso" con el que la Nueva Generación
blemas nacionales. Se comprende el interés de la Nueva Generación por el prj¡j había comenzado por creer que iba a tener que convivir por muchos años, la
cipio saintsimoniano de la unidad de creencia Esa creencia, proclamada.sitr, que la decide a un cambio tan radical en sus actitudes
desfallecimientos por una unánime clase letrada, se transformará en dogni11}; La Nueva Generación, impaciente ahora de resultados, advierte de inme-
en núcleo de la fe común de la colectividad toda De este modo la democnfr¡)• diato las posibilidades que la crisis ofrece a quienes, desde el Estado Oriental
zación no pone fin a la tutela de la nación por los letrados: le fija tan sólo m · • hasta Salta y Cuyo, sepan movilizar las disidencias que el federalismo rosista
dalidades nuevas . Y una vez refirmada la hegemonía de los ilustrados (hech
posible por una táctica política inspirada en la saintsimoniana unidad de creerÍ
cia, pero justificada por el principio de la soberanía de la razón, tomado cíit
Cousin) la democratización misma pierde algo de su importancia fundam,n~
tal; es un proceso que debe tener retrocesos y correcciones, y por el mamen(\
son estas últimas las que parecen particularmente urgentes: la supresión d~,;:
sufragio universal, o su limitación a las solas elecciones municipales son aspi,1.
racionés que la Nueva Generación incluye en su intransigente credo democrá~i
tico. El propósito de la Nueva Generación se resume así en la tentativa de dó:
tarde una nueva guía letrada a la Argentina federal. Se advierte muy bien eón{'
ese propósito no puede ser compartido por Rosas: los jóvenes que generas ·
mente se ofrecen para gobernar en su nombre suponen que si no fueron mej
recibidos fue porque el círculo ultraclerical que en ese momento rodeaba·
Restaurador había alcanzado sobre él excesivo ascendiente Nada justifica ·
embargo esa interpretación: todo el desarrollo posterior del rosismo mue
que el influjo de los que Echeverría llamaba "imbéciles beatos" no alcanza
a orientar decisivamente su marcha política. La preferencia que Rosas les co
cedía se debía sin duda a que formaban el único sector coherente de la vie
clase política que no se había apartado de él, y a que no exigían por sus se
cios el alto precio que la Nueva Generación había puesto a los suyos: aun en
momento de mayor ascendiente de los apostólicos, nadie podía dudar de q
i'ií--------e+,:1od.erre:1lse-lrnilabae:mnanos de Rosas; si éste cometía la imprudenei'
reemplazarlos con los jóvenes de la Nueva Generación encontraría en eU
asesores más exigentes
Ese desencanto acelera la evolución antinosista de la Nueva Generaci '. -
que se da casi desde el momento en que ésta pasa de la actividad cultural a . F!G. 3 59 Faoi'mil de la ~egunda edición
política. Todavía de 1837 es La Moda, un gacetín de actualidades doméstica_ del Dogma Socialista

342 343
ha ido provocando Se propon_en hacerlo. no sólo para derribar a Rosas, f Unos días antes de la caída de Oribe los navíos franceses habían tornado
para heredar su poder; y por cierto no encuentran competidores eficaces Martín García, reduciendo a la escasa guarnición porteña, que ofreció una te-
ese papel La vieja oposición unitaria, agobiada por las desgrncias, es me' naz defensa, y entregaion la isla a los disidentes orientales: era un paso más en
optimista y está menos dispuesta a la aventura; los disidentes del tiempo} la intervención en los asuntos argentinos, que, a lo largo de 1839, iban a ser
Balcarce carecen del prestigio necesario aun a nivel prnvincial Por otra PC afectados por la acción de Rivera y de los emigrados de la Nueva Generación;
unos y otros vacilan en utilizar al máximo las posibilidades que ofrece el e el primern influiría en el Litoral, donde contaba-según se ha visto- con exce-
flicto francés: la alianza con el enemigo en tiempo de guerra les pareceiI lentes contactos; los segundos, a la espera de actuar sobre el Interior, dirigie-
aventura a la vez deshonrosa y peligrosa; sobre todo los unitarios, que 1¡ ron sus esfuerzos especialmente sobre Buenos Aires. Tanto en el Litoral corno
podido acumular vasta experiencia en el trato con las potencias hegemónic en la misma Buenos Aires la instalación del bloqueo prndujo un debilitamien-
sienten por ellas una viva desconfianza La Nueva Generación se impacien to inmediato de la cohesión del federalismo: en mayo de 1838, cuando el Po-
ante lo que juzga prejuicios heredados de un pasado ya muerto; se trata ahot der Ejecutivo puso en conocimiento de la Legislatura porteña el conflicto con
de asegurar la primacía de las fuerzas de la civilización, demasiado escasas~ÍÍ. Francia, inesperadamente se escuchaion en ella voces que invitaban a la ptu·
el Río de la Plata, mediante el apoyo de esa abanderada de la civillizacióÍÍ. · dencia: la Gaceta Mercantil iba a responsabilizar sin duda a "cuatrn unitaiios
en el planeta que es Francia: la alianza, buena para vence1 a Rosas, serví impíos, asesinos feroces de la libertad de América, de todo orden y sosiego
también para mantener la hegemonía local de sus vencedores, minoría qu
gracias a ese apoyo externo se transformará en mayoría dentro del escenari ·
rioplatense
Menos objeciones de principio despie1ta la alianza con Rivera; en esa etap.~};
de nacionalidades aún en surgimiento las alianzas entre facciones que supera.!)"'
el marco de los nuevos Estados hispanoamericanos no tienen nada de chocan{
te. Pero Rivera tiene una trayectoria que justifica de antemano todas las des?
confianzas; luego de más de un decenio de jugar a las oposiciones entre caucli;
llos en ambas bandas del Plata, los unitarios saben mejor que sus émulos deJ~
Nueva Generación con cuánta facilidad el que cree mover los títeres pned~
quedar enredado en sus propios hilos Esa sabiduría desengañada deja de t
dos modos el centrn del escenario a la Nueva Generación, que finalmente
g1ará imponer su táctica a los que har1 comenzado por oponerse a ella.
Esa táctica se apoya en la alianza entre los disidentes argentinos, Rivera
Francia; implica un compromiso serio de los dos últimos en los conflictos P:.
líticos argentinos Pero esa alianza -menos sólida de lo que los disidentes.
gentinos hubiesen deseado- será sólo el desenlace de un proceso prolongad
aun después de establecido el bloqueo de Buenos Aires los agentes frances ·.
tardan en decidirse a anojai todo su apoyo en favor de Rivera; será el acere ·
miento creciente entre Rosas y Oribe, y finalmente la negativa de éste a per
tir la venta en Montevideo de presas tomadas por los bloqueadores la q
prnvoque la ruptura: en octubre de 1838, tras haber pe1dido el dominio dei!.
,,..-----··· ··- -renunciubaen la persona del presidente del Senado-ori81l
Uttbrrel AntcJmo Pereira, de acuerdo con los términos de pacificación conve ·
dos previamente por sus emisarios y los de su rival Pern, refugiado en Bueno
Aires, iba a ser reconocido por Rosas como presidente legal del Estado Oríe.
tal, y prnporcionaría así el instlurnentojurídico que el gobernador porteño
cesitaba para actuar en los conflictos de la otra banda F'Ic 3 60. Esteban Echeverría Dibujo de C E. Pellegrini 1831

344 145
público, que poco tiempo les resta para ser degollados por los libres en la!¡;·, · ue si resiste en forma pasiva por un tiempo suficientemente prolongado, la
!les de Buenos Aires", pero no había unitanos en la Legislatura, y uuo de.t ~oz,de la razón, transmitida acaso por la dipl.omacia de Londres, terminará p~r
atacados por la Gaceta era Wright, promotor de la revolución de los resfü hacerse oír en París A la espera de ello, cultiva sm reticencia la anustad bnta-
radares. Eujulio pudo descubrirse una conspirnción, en la que estaba CO!li¡> ica firma el tratado contra la trata cuya negociación Mandeville ha solicitado
cado junto con algunos oficiales a media paga un veterano Jefe de la fronte ~n v'.mo dmante años, retoma la costumbre, tan grata a los agentes británicos,
Zelarrayán. El episodio, urdido por intrigas de agentes de Rivera, fue discr.• de hacer examinar por éstos los proyectos de declaraciones y resoluciones ofi-
mente liquidado; Zelarrayán pereció víctima de la ley de fuga, sus cómpli ciales y vuelve a proclamar que el tratado de 1825 es la base de la existencia
directos fueron indultados y sus mandantes ni siquiera detenidos; por e.l internacional argentina y que el país entero guarda eterno agradec1nuento por
mento nada deseaba menos el gobierno que poner de manifiesto las fisuras los servicios prestados por Gran Bretaña a su independencia. Yendo más allá
frente interno asegura ante el ministro y un jefe naval inglés que, si el peso de la soberanía se
Las del apoyo litoral se habían insinuado a mítad del año 1838: Domin hace demasiado gravoso para la joven nación, a nada aspira más sinceramente
Cullen, ministro santafesino, actuando en nombre de su cuñado y gobernad que a depositarlo a los pies del trono británico (esta última declaración no era
se trasladó en misión a Buenos Aires; López, con el apoyo de sus colegas d!Í' tomada sino como una algo extravagante muestra de cortesía, porque tanto
Corrientes, Córdoba y Santiago del Estero, objetaba que Rosas incluyera a la~ Rosas como sus interlocutores no ignoraban que ese embarazoso presente no
demás provincias en un conflicto surgido de su gestión como gobernador de: era deseado por Gran Bretaña) 18 Aunque por el momento estas pruebas de ren-
Buenos Aires; Echagüe, pese a sus anteriores contactos con antirrosistas por; dida amistad no obtienen contrapartida importante, Rosas está dispuesto a es-
teños, se negó ahora a seguir la orientación llegada de Santa Fe, y con ello res< perar con admirable pacienci~ los resultados; de su nueva pol~tica internacional,
tó solidez al esbozado bloque de provincias litornles y centrales. Rosas recibió; tan distmta de la que, ba10 la egida del doctor Anchorena, habia ofrecido a Fran-
cortésmente a Cullen, pero se negó a escuchar sus consejos y sus ofertas d¡,! cia los pretextos para su intervención A partir de ahora el rosismo respetará
mediación en el conflicto: esperaba que ia muerte de Estanislao López, que' religiosamente el estatuto que las potencias hegemónicas han adquirido en los
sabía inevitablemente próxima (lo cuidaba el doctor Lepper, médico personal'' hechos luego de la revolución, y renunciará a hacer de sus residentes rehenes
de Rosas y veterano agente a sueldo del servicio secreto británico, de una tu~'' que podrían ser utilizados cu,no instrumentos de extorsión: prefiere hacer de
berculosis ya muy avanzada), debilitara esa disidencia apenas insinuada. , ,, · ellos los voceros constantes de una política favorable al acercamiento asuré-
Las negativas a aceptar las soluciones transaccionales sugeridas espontá 0
gimen por parte de esas potencias. La perseverancia con que esa política iba a
neamente por algunos de sus adictos no significan que Rosas se haya decidid<{' ser seguida no le ahonaría a Rosas nuevas intervenciones extranjeras, pero sí
definitivamente por la intransigencia. La acción francesa, apoyada en deman(, haría posible ponerles fin mediante acuerdos honorables.
das limitadas ha desembocado en una aspiración más general: la de eximir'<!i Mientras elabora una nueva política, cuya justeza sólo podrá advertirse a
los residented franceses del servicio de armas Rosas no tiene en el fondo in,! largo plazo, Rosas debe enfrentar en lo inmediato una crisis '\ue se amplía cons-
conveniente para aceptar tanto a aquéllas como a ésta (sin duda aun a fines tantemente Sin duda hay en el marco en que debe moverse un elemento que le
1838 fomás Manuel de Anchorena sigue aconsejándole no ceder en el últim es favorable y que seguirá gravitando hasta 1845: es la guerra civil de Rio Gran-
punto, pero ya ahora el gobernador parece menos dispuesto a seguir los co~s~-; de do Sul, que -en el decenio comenzado en 1835- impone al imperio brasile-
jos de su ilustrado primo) Sólo que el centroreal del confüct~ ya no se s1tú ño una política rioplatense muy distinta dé la suya tradicional: durante años
allí: éste está desembocando en un enfrentanuento cada vez mas abierto entr. buscará Río de Janeiro la alianza de Buenos Aires para reducir esa zona de dis-
sectores locales, en el que Francia se muestra más dispuesta a intervenir. Lf turbios que ahora se extiende al territorio imperial. Si Rosas se limita amante-
solución del conflicto diplomático está ahora supeditada a la de ese enfrentaz
miento: Rosas no puede debilitarse en ella haciendo consesiones que aparece,-,
c...-·-··············· ráwimpuestas por otros sectores de su partido; ya colocados al borde-d: . ·
disidencia. Al mismo tiempo, no compromete con actos ureparables la pos1b1-, 18. Sobre el tratado de 1825: Said His Etcellency, 1 comider it m the bulwark of our
lndependence, andas long as l remain in the direction o.f the affain of the Country never .~hall
lidad de una transacción luego de su victoria sobre sus rivales intemos,.y.pm-'"
it be violated ' (Mandeville a Palmerston, nº 48, 25 de agosto de 1838, PRO, FO, 6/64, f. 370.)
voca con ello la indignación de los exponentes del unitarismo, que qms1eran:
Declaraciones de Rosas favorables a la eventualidad de un protectorado inglés, formuladas ante
verlo adoptar una política patriótica mucho más intransigente, que ten~afa,.; fyiandeville y el comodoro Sullivan. en Mandeville a Strangways private and confidential 17
ventaja adicional de ser totalmente suicida Por lo contrar10, Rosas confia en· de enero de 1840, PRO, FO. 61/74, fs 69-74

346 347
ner viva esa esperanza del gabinete imperial, sin adoptar nnnca la polít¡,/' do Juan Pablo López; si nadie podía tomarlo en serio como caudillo, por lo
le es propuesta por éste, por lo menos advierte demasiado bien las ventaj . menos brindaba color local al partido porteño que se trataba de promover en la
la benevolencia brasileña para permitirse acercamientos serios con los provincia litoral
blicanos riograndenses (que por lo contrario tanto los dos partidos nru Pero Santa Fe no está resuelta a llevar hasta las últimas consecuencias la
como los dirigentes federales del litoral mantienen intermitentemente); línea política que ha adoptado Desconocido Cullen por Rosas y Echagüe, aban-
go plazo la ausencia brasileña del área en que su gravitación solía hacerse dona su cargo en setiembre, mienlias Juan Pablo lópez invade el territorio
tir pesadamente puede explicar en parte el desenlace favorable a Rosas que. santafesino desde el sur. La Legislatura elige nuevo gobernador a Galisteo;
la crisis abierta en 1838; en. lo inmediato, por lo c?ntrario, p~recía agreg· como la designación no satisface a Rosas, lo reemplaza por el propio Juan Pa-
nuevo elemento de rnsegundad a los que ya domrnaban la rncierta situa. blo López, a quien su protector sugiere que haga redactar los documentos im-
rioplatense A lo largo de 1839 éstos van sucesivamente haciendo crisis:· portantes en la cancillería porteña; eso le permitirá prescindir de los servicios
enero de ese año, en un verboso manifiesto, el presidente Rivera dir,e comp de los santafesinos ilustrados, cuyos sentimientos no son seguros. Mienlias la
bar que las agresiones porteñas han creado un estado de guerra entre Bue Legislatura se adapta disciplinadamente a la nueva situación, los dos efímeros
Aires y el Estado Oriental: no se ha decidido fácilmente a dar ese paso, gobernadores que ha elegido a lo largo de 1838 abandonan la provincia: Cullen,
define la situación de modo demasiado tajante para el gusto de un virtuos por vía de Córdoba, se refugia en Santiago del Estero, junto a su amigo el go-
la ambigüedad política como el caudillo de San José; éste le fue impuesto· bernador Ibarra: Galisteo es llevado en cautiverio a Buenos Aires.
los agentes franceses y fue de inmediato corregido por la apertura de negó Conientes quedaba ahora sola para soportar la reacción porteña, que tiene
ciones secretas con el gobernador de Buenos Aires Pero Rosas conservaba en el gobernador de Entre Ríos un apoyo seguro. En esa emergencia el gober-
viva desconfianza por Rivera que había sido uno de los elementos constan¡' nador Berón de Astrada buscó la alianza de Rivera y Francia; retomando poü-
de la política oriental de Buenos Aires: a su juicio la paz del Río de la p(' ciones que no eran nuevas en Conientes, veía en el conflicto francés el fruto
sólo estaría segura cuando ese rústico demasiado ingenioso no estuviese de la política filobritánica adoptada por Buenos Aires e institucionalizada en
situación de seguir amenazándola con sus inliigas El presidente oriental p' el tratado de 1825: conliaella proponía una cruzada en nombre de la unidad de
firió no aceptar la perspectiva de un honroso destieno que Rosas le ofrecía.1. la fe y de la independencia mercantil. la fortuna no iba a acompañarlo: en Pago
resignó a hacer de veras la política a la que se había comprometido, y e.orne Largo, el 31 de marzo de 1839, los entrenianos obtuvieron una victoria que el
zó por obtener en ella mayores éxitos de lo que había esperado: en dicibm exterminio del ejército vencido hizo aun más decisiva . Rosas pudo ofrecer las
iba a vencer en Cagancha a las tropas invasor as argentinas y esa victorif víctimas al ministro británico, asegurándole que el mismo destino esperaba a
devolvió el pleno dominio del tenitorio oriental Pero mienlias tanto la re cuantos osasen oponerse al tratado de 1825 y a la amistad anglo-argentina;
tencia litoral se había derrumbado, y los movimientos disidentes larg Mandeville parece no haber apreciado en exceso ese despliegue de celo 19 De
preparados en Buenos Aires alcanzado un rápido fracaso todos modos Conientes, como Santa Fe, quedaba alineada sobre la nueva po-
El 15 de junio de 1838, mientras su cuñado negociaba en su nomb lítica porteña Al mismo tiempo se daba un cambio destinado a durar en el equi-
Buenos Aires, moría en Santa Fe Estanislao lópez: la Legislatura lo reem librio interprovincial: Entre Ríos sustituía a Santa Fe en el papel de aliada prin-
zó con Cullen, que buscó continuar la ambiciosa política a la que, tras año cipal de Buenos Aires en el Litoral.. la experiencia pasada mostraba que ese
resistir a sus tentaciones, había parecido inclinarse en la última etapa des.u cambio no estaba exento de riesgos para la hegemonía porteña, y la futura iba
el jefe del federalismo litoral: la buena amistad con los gobernadores de C a confirmar la vigencia de esos riesgos Pero por el momento el peligro de una
doba y Santiago sería mantenida, y a ella se agregaría una alianza cada vez
abierta con Corrientes, que por su parte, bajo el nuevo gobernador Gen'
Berón de Astrada, se inclinaba a una disidencia cada vez más abierta. Así
19. Rosas a Mandeville, comunicándole el parte de la victoria de Pago Largo, í de abril de
- a1:rroxímaoa; en un momento nada favoraole para Santa Fe. la confronta··• 1839, PRO FO, 6/69, f 226: "Cuando tanto debemos al Gobierno de S M. Británica en la Gue-
con Buenos Aires que desde 1820 lópez había buscado prudentemente esq rra de Nuestra Independencia, cuando V E tanto se interesa en la libertad, honor y gloria de la
var: Cullen, este oriundo irlandés nacido en Canarias que llegó a Santa Fé,, Confederación Argentina me permito poner en manos de V E los adjuntos documentos migi-
1823 como agente del Cabildo de Montevideo, no tenía en su tierra adoptiv · nales, por ser el testimonio fehaciente con que acredita la Nación Argentina haber sabido casti-
prestigio ni las sólidas adhesiones con que había contado su predecesor; Ro gar inmediatamente de mue1te a los malvados que se atrevieron lquerer insultar la fe de sus
se apresuró a &coger en Buenos Aires al hermano de don Estanislao, el esC pactos en el tratado con el gobierno de S M. Británica

348 349
excesiva independencia entrerriana no era grande: el gobernador Echagü{ que antes tan sólido había introducido la crisis abierta en 1838 Más clara-
santafesino mal arraigado en la prnvincia que recibió por gracia de Lópezi mente los revelaría la revolución del sur, de octubre de 1839 Eran ahma
conservó por favor de Rosas, por añadidura sedentario doctor en teología/ varios de los distritos de ese sólido feudo rosista que era el sur ganadero los
mejor administrador que jefe de guerra, pese a que no srempre resistió la ten ·· que se levantaban masivarnente contra el gobernador: en Chascomús, Dolo-
ción de entrar en intrigas contra su podernso prntector de Buenos Aires, ses res, Tuyú, un ejército de peones, capitaneados por hacendados (algunos de
bía demasiado débil para tomar efectivamente distancia frente a éste. Y Entr' ]os cuales acababan de ser designados nuevamente jueces de paz tras los
Ríos, que bajo la égida de Echagüe, el "Restaurador del sosiego público'.', ha. meticulosos escrutinios de su pasado político que ya practicaba el gobierno
bía iniciado su reconstiucción ganadera, era por otra parte un auxiliar precios de Rosas), combatieron con más valor que habilidad contra las milicias de
en los conflictos litorales. frontera que, con auxilio indígena, les infligiernn fácil derrota Pern aun en
Del mismo modo que en el Litoral, también en Buenos Aires Rosas hare,. ]a adversidad los paisanos del sur no depusieron su resistencia: refugiados
hecho ya, a fines de 1839, su frente interno, tras superar g1aves amenazas en)¡¡,:' en la Banda Oriental, un millar de ellos iba a acompañar a Lavalle en sus
ciudad y en la campaña Desde fines de 1838 crecen en la Capital los vientos, campañas a través de toda la Argentina
de fronda; ya para entonces algunos miembrns de caracterizadas familias su~; Los hechos de 1839 probaban hasta qué punto la crisis había sacudido el
tren arrestos domiciliarios por haber prodigado indiscretamente brindis sub;'( predominio rnsista en el Litoral y en Buenos Aires; al mismo tiempo agota-
ver si vos; otros de menos elevado origen son alojados en la cárcel por la misma' ban prematuramente las posibilidades de los movimientos disidentes; cuan-
razón. Unos meses después aun el general Paz (que tras algunos años de cauti/ do Lavalle, tras varios meses de vacilaciones (había comenzado por acom-
verio santafesino ha sido entregado por López a Rosas y reside ahora en Bue/ pañar con su simpatía a los defensores rosistas de los colores nacionales en
nos Aires, con la ciudad por cárcel) sabe que una conspiración está en marcha,:, Martín García), se decidió por último a hacer campaña en territorio argenti-
y con él -si hemos de creer a su testimonio- lo sabe buena parte de la pobla, no -urgido a ello por emigrados y franceses, pern frenado por las argucias de
ción. Una denuncia entera finalmente a Rosas de la conjura, en la que están. Rivera, que no esperaba nada bueno de las complicaciones crecientes del
activamente comprometidos algunos oficiales jóvenes, y de la que han tenido· conflicto del que era muy involuntariamente uno de los protagonistas-, sus
conocimiento (y no han creído del caso denunciarla) los más importantes jefe~ esperanzas de contar con apoyos locales se revelaron del todo infundadas
militares, que en más de un caso se han comprometido a no hostilizarla activa," Lavalle comenzó su campaña desde Martín García, donde había instala-
mente: a fines de junio el teniente coronel Maza, jefe de la conspiración, er~ do campamento en julio de 1839, sostenido por subsidios franceses. El fra-
fusilado, y su padre, aún presidente de la Legislatura, asesinado en su despac' caso de la conspiración de Maza lo había decidido a intervenir antes que la
cho oficial; una circular de Rosas atribuía a ambos un plan (del todo imagina,: represión aplastara por entero la disidencia interior: se proponía desembar-
rio) para asesinarlo, y señalaba en la justicia divina el agente responsable de·slf' car con algunos centenares de hombres en las inmediaciones de la ciudad, en
muerte Par a los instrumentos de esa justicia Rosas destinaba un final sangrien:, la seguridad de provocar así el estallido de un nuevo movimiento interno que
to: los asesinos del doctor Maza iban a ser ejecutados por otros crímenes q119c, derrocase a Rosas; del ejército regular de Buenos Aires -cuyos jefes habían
también habían cometido en esos días febriles En el clima de frío tenor, que SÍ·" 'mantenido actitud tan ambigua durante el último episodio subversivo- no
guió a la muerte del doctor Maza, los actos organizados para celebrar el fraClléº esperaba ninguna resistencia eficaz . Posteriormente, aunque cambió sus pla-
so de la conspiración tuvieron un muy comprensible éxito: primero sobre 1 nes, Lavalle iba a esperar siempre el levantamiento de los sectmes porteños
ciudad, luego sobre los más remotos rincones de la campaña se volcaron río hostiles a Rosas, y esa esperanza iba a serle fatal. En efecto, si no es proba-
de oratoria ya teñida de sangte, ante los vecinos que no osaban dejar de asistir, ble que en 1839 o 1840 el entusiasmo federal fuese en Buenos Aires tan vas-
a las celebraciones, cuyo carácter unánime podía ser verazmente subrayado por<c to e intenso como un decenio antes, en ese decenio Rosas había logrado cons-
la prensa adicta. Esos actos desbordantes de amenazas no eran sino un aspecto.,:: truir un sistema de control administrativo y policial que encuadraba firme-
--··· ·· -del'reajrn;te del control político sobre su vropia provincia que Ro~as-!mbí i mente a sus adictos y paralizaba por el terror a los disidentes; 119 dependía
emprendido desde que los hechos mismos comenzaron a revelarle hasta qu~·. más del apoyo activo del ejército para asegurar el orden interno Este, luego
punto él volvía a hacerse necesario En efecto, si entre los implicados en].a,~ de los extemporáneos estallidos de 1839, no sería ya turbado, ni aun cuando
conspiración de Maza había algunos unitarios (entre ellos su propio cuñadt!:'; el ejército de La valle se encontrase a las puertas de Buenos Aires
Valentín Alsipa) la masa de los comprometidos prnvenía del federalismo; ~! El ejércitó que se llamó Libertador llegó a tierras porteñas luego de una
través de ella comenzaban a revelarse los resquebrajamientos que en ese blo,· campaña entreniana que sin darle ventajas decisivas gastó buena parte de sus

350 351
energías. Ese cambio en el destino de la expedición se debía a la situación des. al borde de la catástrofe, la de Buenos Aires Ya al comenzar ésta, la tensión
favorable en que había quedado el federalismo entrerriano luego de la partid:i entre Lavalle y los agentes franceses era inocultable: mientras los diplomáti-
de las fuerzas de Echagüe hacia la Banda Oriental, donde les esperaba la dé-·. cos lo urgían a la acción, los marinos franceses le regateaban todo auxilio y lo
nota de Cagancha Pero acaso se vinculaba también con el deseo de eludir .tui'• instaban a retornar a Martín García, dando por terminada su campaña El 7 de
enfrentamiento abierto con Rivera, que había hostilizado de mil maneras ili\ agosto Lavalle se encontraba con tres mil hombres en las cercanías de Baradero,
concentración de emigrados argentinos en Martín García y no ocultaba su opc;;.\ luego de haber superado las resistencias opuestas a su desembarco. Rosas de-
sición a un ataque contra Buenos Aires lanzado desde territorio bajo su con{ legó el mando en don Felipe Arana y se trasladó a Santos Lugares, en cuyo
trol; una campaña dirigida contra Entre Ríos, a su juicio, salvaba la ambigüe~ campamento improvisó fuerzas para la resistencia; la eficacia de sus medidas
dad de la actitud del gobierno oriental hacia Rosas, con el que se reservaba llt defensivas -muy discutida ya entonces- no iba a ser probada nunca, pues el
posibilidad de alcanzar una transacción. Ese millar de incursores que había, ataque final no llegaría: el 6 de setiembre, después de alcanzar las cercanías de
partido de Martín García vencía en Yeruá, el 22 de setiembre, a las huestes fe/:{ Buenos Aires, Lavalle iba a ordenar la retirada ¿Por qué? Porque su fuerza
derales de Vicente Zapata; dos semanas después, Conientes se pronunciaba.' libertadora -tres mil hombres de indisciplinada caballería, con armas escasas-
nuevamente por la disidencia, derrocando a su gobernador losé Antonio Ro-:' no era suficiente para enfrentar las defensas de la ciudad Porque -contra lo
mero (impuesto por los entrenianos y rodeado de módica popularidad) y re)' que Lavalle había esperado por un momento- la campaña y la ciudad perma-
emplazándolo por el que había sido desde 1821 jefe de la política correntina,,\ necieron quietas en la hora decisiva Pero sobre todo porque Francia estaba ya
Pedro Ferré. Luego de Cagancha, y contra entrega de nuevos subsidios france-/'. cambiando su política rioplatense: en lugar de la expedición naval que aplasta-
ses, Rivera se comprometió a su vez a intervenir en la guena del Litoral: el 21 ·. , ría la resistencia de Rosas y recogería en el Río de la Plata laureles tan fácil-
de marzo Ferré unificaba las fuerzas de Lavalle y Rivera bajo el comando de]",' mente conquistados como lrn que acababa de cosechar en México, venía al Plata
último; la oposición de Lavalle impidió que la unificación así dispuesta se !lec · un almirante con misión de diplomático Desde febrero de 1840 el nuevo gabi-
vase a los hechos nete Soult, encargado de liquidar la política que había ampliado en exceso el
Las disidencias se daban en el bloque antirrosista en todos los planos: Ferré< conflicto rioplatense, había recomendado a Bouchet-Martigny una actitud más
y Rivera esperaban de Lavalle que consolidase el dominio disidente en Enti;é¿ prudente; más grave era que esas instrucciones, que fijaban una política nue-
Ríos; Lavalle seguía aspirando a hacer campaña contra Buenos Aires Mien<' va, hubiesen sido comunicadas a Rosas por un espía Ese cambio de actitud,
tras tanto Rivera dilataba su prometida intervención, y el vencido ejército&'.;', apresurado por las gestiones del gobierno británico, confümaba a Rosas en la
Echagüe se hallaba de nuevo en Entre Ríos. Contra él se lanzó Lavalle, en bus,:, política que había adoptado desde el comienzo del conflicto: el acercarniento
ca de abrirse paso hacia la Bajada (donde lo esperaban barcos franceses quelq•;) con Gran Bretaña prosigue y se acentúa; en 1839, Manuel Moreno, luego de
llevarían hasta Buenos Aires) y lo venció en Don Cristóbal, el 10 de abril d. _ una larga semidesgracia, parte a Londres como ministro argentino; entre otras
1840 Ahora las exigencias de Rivera y Ferré se contraponían a las de los agen(,> cosas debe prnponer la cesión de los derechos argentinos sobre las islas Mal-
tes franceses, que amenazaban con cortar las subvenciones si Lavalle no e11, vinas a cambio de la cancelación de la deuda proveniente del empréstito de
traba de inmediato en acción contra Buenos Aires: habían decidido que el únif 1824. Si su gestión no será, a los ojos de Rosas, enteramente satisfactoria, el
co desenlace posible del conflicto era la caída de Rosas y no les interesabafit agente porteño encontrará una recepción cada vez más favorable en Londres:
nanciar cambios en el equilibrio político de las provincias mesopotámica~f a lo largo de 1839 el entendimiento inglés con Francia se deteriora y Gran Bre-
Fueron las presiones de Ferré, las que terminaron por predominar en el ánim; taña está cada vez menos dispuesta a contemplar en silencio la acción francesa
de Lavalle, que al frente de cuatro mil hombres valientes e indisciplinados, y':.} en el Plata Esa acción misma tiene una marcha más vacilante: luego de la de-
convertido fervorosamente al estilo de la guena de montoneras, fue derrotado· cisión de Soult el gobierno volverá por algún momento a encarar planes de des-
¡,;:._............. porJ()s_¡,_r1trgrianosdeEc:hagüe enSauce Grande, donde el 16 dejulio_la artié · embarco de tropas en territorio de Buenos Aires, para abandonarlos de inme-
llería federal del mayor Thome rechazó todas las cargas que con loco val? .. · diato y decidirse por la reducción del conflicto a sus dimensiones originarias,
reiteraba la caballería de Lavalle En opinión de éste, sólo la notoria ineptitu , en torno del estatuto de los franceses residentes en Buenos Aires y el buen de-
de Echagüe, que le impidió utilizai a fondo su victoria, salvó al ejército liber{ recho de algunos de ellos a indemnizaciones. En ese terreno más restringido
tador de un fin ruinoso en ese día desdichado · Rosas estaba ahora decidido a ceder todo lo que fuese necesario, siempre que
Terminaba así la campaña de Entre Ríos, que Lavalle llamaría fatal; iba se le ahorraran humillaciones peligrosas para su popularidad: cediendo en pun-
comenzar de inmediato, bajo el ambiguo auspicio de esa experiencia cerrad' tos que ya no le interesaban, lograba la victoria sobre sus adversarios locales,

352 353
de la que dependía su supervivencia misma Eran éstos las víctimas neces · devueltos al gobierno de Buenos Ailes Los objetivos iniciales del bloqueo eran
de la nueva política francesa: lo era Rivera, lanzado por presiones de Josa alcanzados gracias a la convención: se pagaría indenmización a los residentes
tes de Francia a una gueIIa con Buenos Aires que nunca habría comen franceses cuyos agravios -demasiado tiempo ignorados por las autoridades
espontáneamente, pero lo eran sobre todo LavaJle, jefe de una empresa nü!' argentinas- habían sido invocados al abrirse el conflicto; Francia recibiría el
que ya comenzaba a dirigirse a la ruina, y todos los que al calor de ]a e uato de nación más favorecida (salvo en cuanto a futuros tratados con otras
habían creído nuevamente posible articular su disidencia frente al orden ros· naciones sudamericanas que concedieran a sus ciudadanos derechos civiles o
y ahora debían esperar inermes la venganza del vencedm. políticos en la Confederación Argentina; y para más de un observador esta cláu-
El 24 de julio partía de folón la escuadra cuyo jefe, el almirante barón sula anticipaba el establecimiento de vínculos especiales con el Estado Orien-
Mackau, debía hacer la paz o -de ser ello imposible- prnseguir la guerra cci tal Juego de la previsible ruina de Rivera) . En los hechos esto equivalía a con-
tr~ Buenos Aires. Ya para entonces_ era primer ministro Ad~lfo Thiers, queh ceder a los residentes franceses todos los privilegios de los que ya gozaban los
británicos, y entre ellos la exención de toda obligación núlitar
brn s1~0 vocer?. elocuente de\ partido _de la _guena en el R10 _de la Plata, peri
este ducttl poht1co no se sentia demasiado hgado por las pos1c10nes que en 8¡¡ De este modo las veleidades de una política externa orientada por los rece-
etapa opositora había creído hábil adoptar, y por otra parte la unión del gobiet4 los frente a la penetración extranjera eran abandonadas solemnemente por
no liberal inglés con los Estados absolutistas de Europa oriental había puesí~ Rosas Pero no iba a ser Francia la principal beneficiaria de ese cambio: pm lo
en quiebra en el Cercano Oriente su política de expansión de la influencia fran:i contrario su prestigio había caído muy bajo . Era la presencia británica la que
cesa; Sólo quedaba entonces a Ihiers p~esidir la li9uidación_de esa política;y. se afianzaba cada vez más sólidamente apostando discretamente por Rosas, la
llevo adelante esa tarea con su resoluc10n caractenst1ca: las mstruccrones que diplomacia inglesa no se había hecho más popular pero sí más temida entte
llevaba Mackau Je imponían repudiar enérgicamente la existencia de oblig · sus adversarios, y Mandeville se había ttansformado en hombre de consejo del
ciones especiales hacia los aliados locales de Francia: ésta -aseguraba Thie gobierno de Montevideo a la vez que seguía siendo respetuosamente escucha-
con altivo desprecio de la verdad- nunca había buscado esos auxilios, que lue do por el de Buenos Aires
go había debido pagar a caro precio y habían resultado extremadamente insa"; Hasta qué punto lo era se reveló durante las matanzas de octubre de 1840
tisfactorios En setiembre, Mackau desengañaba al gobierno oriental, quecomó en las cuales el terrorismo oficioso dominó libremente a la atenmizada Bue'.
aliado de Francia solicitaba ser parte en las negociaciones: nunca el gobieríÍ . nos Aires: Rosas, pasada la crisis, tomaba venganza de quienes habían mostra-
de Montevideo había sido aliado del de París, que no se consideraba, por Sll. do excesiva disposición a cooperar en su ruina (o aun a verla con placer) y a la
parte, ligado por los "actos personales de sus representantes" o;
vez vigorizaba, con el recurso en el que había llegado a confiar pm encima de
El tratado, que iba a firmarse el 29 de octubre, contenía sin duda alguna todo, la disciplina política de su provincia. Presentado como explosión espon-
cláusulas relacionadas con esos auxiliares; su misma vaguedad revelaba -síif tánea de la cólera popular, el teIIor estuvo sin embargo a cargo de un número
embargo que en lo esencial Francia se desentendía de ellos: si se prometl~, pequeño de funcionarios, en su mayoría policiales, y se ejerció con demasiado
amnistía a los argentinos que depusiesen las armas en plazo perentorio, se ex';' cuidado de no prnvocar dificultades a la política del gobierno para que sea ve-
cluía de ella a los jefes o a aquellos cuya presencia en el país fuese incompad7. rosímil que la selección de las víctimas haya sido obra de la ciega cólera popu-
ble con el orden y la seguridad pública Por otra parte, si bien el gobiernod~r lar: basta pensar que a lo largo del conflicto con Francia los residentes franceses
Buenos Aires se comprometía a respetar la independencia del Uruguay, ·ese; estuviernn en Buenos Ailes libres de toda amenaza seria contta sus personas y
compromiso era seriamente linútado al excluirse aquellos casos en que estu bienes, en medio de una exaltada campaña de prensa que los designaba como
viesen afectados "los derechos naturales ]ajusticia, el honor y seguridad d~ representantes locales de una política criminosa Ya en 1840 Rosas había lo-
la Confederación Argentina": era muy evidente que la situación en que quedá2· grado reemplazar las reacciones espontáneas de las masas urbanas y rurales
. baelRí.QdeJa.Plata(connnaguenadedarada por Montevideo a Buenos Aires con explosiones sabiamente <losadas de terror administrativo: había cumplido
a instancias de Francia) autorizaba a Rosas a actuar en el territorio oriental silfo también en ese aspecto su propósito de restar vigencia real a ese mdenamiento
violar sus nuevos compromisos. :-
democrático que juzgaba demasiado arraigado en la realidad rioplatense para
Salvo estas previsiones destinadas a salvar el decoro de Francia más bien/ combatirlo abiertamente
que a ofrecer reales garantías a los que habían cometido el eIIor de aceptar su. Pero el precio pagado por ese logro era muy alto: a largo plazo las matan-
alianza, la aventura político-militar emprendida en 1838 era resueltamenteiif zas de 1840, que consolidaron la disciplina del teIIot, hacían excesivamente
quidada: el bloqueo sería levantado, Martín García y los barcos capturados¡ difícil pasar de ese orden de excepción así afirmado a un orden político de sig-

354 355
no federal y rosista capaz de dirigir y utilizar la disminución de las tensio episodio, y que el éxito de su gestión se debía en buena parte a su fino sentido
exasperadas.ª lo largo de un decenio tanto por Rosas _como por sus adveri · de la oportunidad) 20
nos Y en lo mmedrnto las carmcerías de 1840 causaban grave daño político De este modo Gran Bretaña, sin gasto alguno, recuperaba consolidada la
sistema que acababa de vencer sobre adversarios tan poderosos. Así ¡0 ente·· hegemonía que Francia había intentado quebrar por indirectos caminos. El fin
dió Mandeville; luego de cuarenta días de terror en las calles indicó sobriament del conflicto con Francia no devolvía sin embargo la paz a las provincias ar-
a Rosas que la situación debía cesar de inmediato; el ~estaurador se explayq_: gentinas: Lavalle se encontraba en Santa Fe cuando le fue comunicada la fir-
en frases truculentas (entre otras cosas declaro que harra matar a su propiah""i ma del tratado Mackau y se negó a acogerse a la amnistía allí acordada; por lo
si se revelaba políticamente insegura) pero las matanzas cesaron esa mis!~'.' contrario proseguiría la lucha, ahora sin aliados externos A cambio de ellos
noche La gestión, aunque discreta, no permaneció sin embargo desconocida:;, contaba con el apoyo de una coalición de provincias del Interior, finalmente
y si a muchos indignó la tardanza de Mandeville en intervenir, a todos pareció} decididas a trabarse en lucha con el sistema rosista
que los hechos revelaban qué poder era en Buenos Aires mayor que el del to.:c La Liga del Norte era la última de las empresas políticas lanzadas contra
dopoderoso Restaurador (por su parte el ministro inglés, justificando su tar-'éc Rosas en las que la iniciativa de la Nueva Generación era predominante En el
danza, observó que sólo había intervenido cuando -realizado lo más impot-/ Litoral, tras impulsar a las alianzas cuya fragilidad los hechos mismos iban a
tante de la faena-Rosas sólo esperaba una oportunidad para cerrar el sangriento revelar, la Nueva Generación debió quedar en segundo plano (pero conservan-
do influencias valiosas: asíAlberdi, desterrado en Montevideo desde 1838, era
escuchado por el cónsul francés Baradere y fue luego secretario de Lavalle,
cargo en que lo reemplazó otro miembro del grupo, Félix Frías; nnjoven orien-
tal muy ligado a los argentinos, Andrés Lamas, contaba por su parte con la
confianza-siempre provisional- de Rivera). En el Interior, en cambio, más de
uno de los jóvenes que tenían por mentores aAlberdi y Frías alcanzó a ejercer
directamente la conducción política en esa etapa agitada
Desde la muerte de Alejandro Heredia la situación del Norte estaba carac-
terizada por la inestabilidad; en medio de ella, en Salta, en Catamarca pero sobre
todo en Iucumán, los amigos de Alberdi y Frías, jóvenes de bellas esperanzas
que venían ocupando ya posiciones más vistosas que influyentes en las legis-
laturas y en la administración, encontraron de pronto que su influjo podía cre-
cer al calor de la crisis atravesada por las estructuras de poder en que se habían
integrado Utilizando el mal humor surgido de la guerra boliviana (una aven-
tura tan impopular que el mismo Heredia, que sin embargo sabía bien cómo
estaban las cosas, habia terminado por atribuirla a imposiciones porteñas) y el
temor que despertaba el nuevo conflicto con Francia, los grupos de la Nueva
Generación, aconsejados por sus mentores desterrados en Montevideo, busca-
ron formar un nuevo alineamiento político que reuniese a sus provincias en un
bloque hostil a Rosas . Advirtieron sin embargo muy bien que necesitaban con-
solidar ese bloque de provincias donde el predominio federal había sido siem-

20 Mandeville a Aberdeen, nº 90, 15 de ocrubre de 1842, PRO, FO, 6/84. fs 23 7-240. La


escasa espontaneidad del terrorismo rosista señalada por otro testigo nada hostil., el ministro bri-
tánico Southern, quien señala qlle en Buenos Aires: "the mob must not be under5tood in it'S
usual seníe but as hirelings aj the palie e" (Southern a Palmerston, nº 55, 16 de julio de 1849
F1G 3 61 Juan Bautista Alberdi PRO, FO, 6/144. 258-262)

356 357
pre poco seguro ganando el apoyo de las que habían impuesto el federalism(!!' Rosas, cuando comenzó a su vez a exigir sacrificios halló escasa comprensión
al Norte, y que veían también con alarma creciente el curso de la política resista. entre sus destinatarios Pese a su endeble base económica y militar, y la des-
En La Rioja no hallaron dificultad en ganar la adhesión de Tomás Brizuela, ef -- unión entre sus jefes, la Liga pudo extender su poder en un Interior donde sólo
Zarco, jefe llanista que trataba de llenar como podía el hueco demasiado grane el mendocino Aldao parecía dispuesto a arriesgar una defensa abierta del or-
de dejado por la desaparición de Quiroga Menos éxito tendrían con el que·> den rosista El I O de octubre, una conspiración de las fuerzas provinciales de-
consideraban jefe necesario de la disidencia norteña, Felipe Iban a. \ nocaba del gobierno cordobés a Manuel López; Lamadrid era hecho jefe, mi-
La muerte de Heredia había eliminado para Santiago del Estero el íncubo· ' litar de la provincia Pero en Cuyo y Santiago del Estero los disidentes eran
de una hegemonía tucumana, e Iban a se apresuró a tomar bajo su protección a menos afortunados: en Santiago, el gobernador de Salta, Manuel Solá, encon-
los sucesores del asesinado en el gobierno de I ucumán. Amigo de Estanislao tró a la capital abandonada y a una población unánimemente hostil; cuando pasó
López, protector de Cullen luego de su fuga de Santa Fe, el gobernador a Córdoba sus tropas estaban ya deshechas por incontenibles deserciones. En
santiagueño parecía en efecto el más indicado para dirigir un movimiento ins- Cuyo, entre noviembre de 1840 y enern de 1811, Aldao redujo sin dificultad a
pirado en las reservas que él mismo había venido formulando a la política los adictos a la Liga
rosista, y que le permitiría utilizar una coyuntura excepcionalmente favorable Lo que era más grave: el fin del conflicto con Francia y la retirada de Lavalle
para ganar para su provincia la hegemonía sobre todo el norte. Pero !barra siem- permitían a Rosas dirigir sobre el Interior la mayor parte de su poderío militar
pre había preferido los consejos de la prudencia a los de la ambición: si toda- En 1841 y 1842 se realizaría una metódica conquista de la vasta región por las
vía en febrero de 1839 recibió amistosamente a Juan Pablo Duboué, agente de fuerzas porteñas, comandadas por el oriental Oribe El equilibrio interprovincial
Rivera (que recorrería sin inconvenientes todo el norte, para ser apresado sólo iba a ser permanentemente transformado por esos desarrnllos: el fracaso de la
en Mendoza y entregado entonces a Rosas, que lo hizo fusilar); si ann en abril Liga del Norte marca el fin del Interior como región capaz de elaborar una
protegió el avance sobre Córdoba del disidente Pedro Nolasco Rodríguez, par- política autónoma con objetivos propios; a partir de ahora sólo hará sentir su
tido de territorio santiagueño (Rodríguez, capturado, fue igualmente hecho gravitación tratando de insertarse como auxiliar en las luchas entre provincias
fusilar por Rosas, no sin antes comprometer, con declaraciones y documentos, litorales En este sentido, 1841 es una de las fechas decisivas de la historia ar-
a Iban a, Cullen y al gobernador Cubas de Catamarca), estos dos fracasos -y la gentina; en el Interior acaso fue recordada, más bien que por los efectos dura-
caída de la Confederación Perú-boliviana- decidieron al gobernador de San- deros de la invasión porteña, por las modalidades que ésta asumió
tiago a alinear su política sobre la de Buenos Aires: entregó sobriamente a Nunca los ejércitos porteños habían dejado en el Interior recuerdos gratos:
Cullen a su destino (el de ser fusilado en la primera posta ubicada eu territorio la necesidad y la costumbre de vivir sobre el teneno, sumada a las oposiciones
porteño sobre el camino de Santiago a Buenos Aires) y tras esa sangrienta Ji, interregionales, lo explican muy bien. Pero ahora la represión tendría una sis-
quidación de una amistad de más de diez años, su lealtad rosista ya no iba a. temática ferocidad que el Interior no habia conocido, ni aun de las huestes de
conocer desfallecimientos Facundo o de los más feroces entre los lugartenientes de Paz . El clima de te-
Fue uua iniciativa de Rosas la que precipitó el movimiento del norte. Utili- nor, que en Buenos Aires había sido preparado por un decenio de lenta
zando como pretexto la existencia en 1 ucumáu de armamento nacional, nece- reeducación política, en el Interior fue introducido de un solo golpe: el efecto
sario para la guerra del Litoral, envió por él al general Lamadrid, que unos fue inolvidable. En él tenía parte importante el general en jefe del ejército fe-
meses antes, conmovido según afirmaba en sus fibras patrióticas por el ataque deral. Manuel Oribe, el ex presidente oriental, parecía dispuesto a vengar en
francés, había hecho sus paces con el Restaurador Lamadrid debía alzarse con los disidentes norteños agravios que ellos no le habían inferido; en todo caso
el gobierno provincial de Tucumán y alinear nuevamente su política sobre la toleró que en su ejército se introdujesen innovaciones en extremo discutibles . 21
de Buenos Aires Llegado a su ciudad nativa, se dejó capturar con sospechosa Junto con él algunos jefes afectados por el clima de odio fanático cultivado
facilidad por las autoridades locales, que se pronunciaron contra Rosas: a lo cuidadosamente por el gobierno de Buenos Aires se hicieron también <lema-
-- la.tgo·ct,rn1Yrílymayo;sigúiendo·e1·ejemplotucümano, Salta, Jujuy, Canurrarc·a-
Y La Rioja retiraban al gobernador de Buenos Aires la delegación de las Rela-
ciones Exteriores; el 24 de setiembre un tratado unía en liga a las provincias
21 Según el testimonio del capitán Salvador García, ayudante de campo de Oribe, de cuyo
disidentes, que tomaban por director al general Tomás Briznela Desde el co- Diario ha publicado pasajes R. R Caillet-Bois en Quebracho Herrado y la muerte de Marco
mienzo la Liga del Norte tuvo vida difícil: surgida de un sentimiento de since- Avellaneda narrado~ por un testigo pre5encial en Tmbajm y Comunicaciones 7. La Plata, 1958,
ra indignación frente a los sacrificios impuestos por la política de guerra de págs. 60-65

358 359
siado célebres; entre ellos se cuenta el coronel Maza que tuvo a su carg ·e complicada que lo había acercado por un momento a los republicanos
represión en Catamarca (otros jefes porte_ño~, en cambio, supieron canse¡ riograndenses En marzo, por orden de Ferré, los correntinos abandonaron te-
me¡or la cordura y la humamdad, y no de¡anan mal recuerdo de sí en las p · rritorio entrerriano; en abril debió marcharse Paz, que no contaba con apoyos
vincias interiores).. f·: )ocales en esa provincia unánimemente federal; la restauración de Urquiza, por
La represión fue más memorable que la guena, y no sólo por los carat' la misma complaciente Legislatura, no presentó dificultad alguna
res salvajes que alcanzó: la guena misma no presentaba dificultades de En marzo Oribe desalojaba del poder en Santa Fe a Juan Pablo López; lo
siado graves Denotado en Quebracho Herrado por Oribe y Pacheco, Lava sucedía Echagüe, que como agente disciplinado de Rosas volvía a su provin-
emprendió una retirada puntuada de derrotas, que no iban a terminar con cia nativa, que había abandonado diez años antes para gobernar a Entre Ríos
muerte, ocurrida en Jujuy, el 8 de octubre de 1841 En efecto, Oribe paree En noviembre de 1842 el ejército que ha conquistado el Intetior cruza el Paraná;
empeñado en lograr la decapitación póstuma del jefe decembrista, y sólo !Ít el 6 de diciembre (gracias sobre todo a la dirección del general Pacheco) vence
lealtad de sus últimos adictos, que lograron poner a salvo sus despojos en. a Rivera en Arroyo Grande; la resistencia correntina se derrumba espontánea-
Bolivia, lograron evitarle ese ultraje. En Tucumán y en las provincias andinal- mente ante la noticia de la ruina de Rivera: Corrientes toma así el color del
los núcleos disidentes eran reducidos por Oribe, Pacheco, Aldao, Benavides,~ pais entero El camino a Montevideo quedaba abierto; mientras Rivera trataba
Los jefes políticos y militares de la coalición (Marco Avellaneda en Tucum' de rehacer fuerzas en la campaña oriental, la defensa de la capital era improvi-
Dulce y Cubas en Catamarca, Acha en Cuyo) caerían víctimas de una acciólf sada bajo la dirección de Paz. En febrero, luego de un lento avance, las fuerzas
represiva que, si llegó a horrorizar a más de uno de los jefes federales, contó:' de Oribe se acercaban a la ciudad que su jefe había debido abandonar cinco
con el constante apoyo de Rosas El 24 de setiembre de 1841, en Rodeo dé' años antes; el ex presidente planeaba minuciosamente sus venganzas; con
Medio, en Mendoza, Lamadrid era vencido y se refugiaba en Chile. Así ter modestia acaso injusta, afirmaba que en la reciente campaña del Interior no
minaba la resistencia ofrecida al ejército que había emprendido la conquisÍ;i había mostrado suficiente energía en la represión; ahora se prometía no volver
del Interior a incurrir en esa debilidad ... 22 Se cambiaban así las primeras escaramuzas de
Este ejército iba a cosechar bien pronto nuevas victorias, ahora sobre la di~ un sitio que iba a durar nueve años; se abría la crisis oriental, que Rosas no
sidencia litoral Ésta, pese a la coyuntura cada vez más desfavorable, renáce podría ya cerrar, y que hallaría nuevos ecos en el Litoral.. Pero la crisis del do-
sin embargo con nuevo vigor. Desde 1840, Paz, fugitivo de Buenos Aires, s minio rosista sobre las provincias argentinas estaba terminada, y los enemigos
coloca al servicio de Corrientes; mientras Lavalle se aleja de Entre Ríos, toca. salvados de la muerte en el combate o en la represión, dispersos más allá de las
rá a los correntinos enfrentar como puedan el retorno ofensivo de Echagüe, qu •. fronteras
invade su provincia; para detenerlo, Paz adoptará la táctica de las guerrillas: Esa victoria es el fruto de la superioridad porteña; pese al bloqueo que afecta
mientras organiza fuerzas regulares. Mientras Paz atiende a la guerra, Fem los ingresos del Estado aun más que la economía provincial, Buenos Aires es
arma alianzas: reanuda la de Conientes con Rivera y gana paulatinamente par~ aun capaz de reclutar y armar el ejército que conquista al Interior. Pero es tam-
la disidencia a Juan Pablo López El 28 de noviembre de 1841, en Caaguazú¡ bién el fluto de la heterogeneidad profunda que el país conserva: sólo la hege-
las fuerzas con entinas vencían a las entrerrianas: dos meses después de Rod~Í monía porteña puede dar un semblante de unidad a esas provincias aún
del Medio, la disidencia parecía así recobrar nuevas fuerzas La victoria, dehíei dispersas, y las coaliciones formadas contra ella están marcadas por una extre-
da sobre todo a la superioridad de Paz sobre el muy mediocre Echagüe, abrió;í" ma inestabilidad Dictada por las cosas mismas, esa inestabilidad es agravada
aquél el camino de Entre Ríos La misma Legislatura que en diciembre había: por lo que luego del fracaso los sobrevivientes llamarán la miopía política de
elegido gobernador propietario a justo José de Urquiza (vuelto desde hacía año~)" quienes han dirigido a la caótica coalición antirrosista Pero esa miopía, que
a la ortodoxia federal, heredero de la tradición caudillesca del este entrerriano/ impide a salteños, tucumanos, riojanos, correntinos, orientales, alcanzar una
había tenido en Francisco Ramírez a su más célebre exponente, y jefe mi+t perspectiva que vaya más allá de los lindes de su Estado o provincia, o del
ya dé marzo designaba con resignación gallera.· -ámbito regional en que los intereses de éstos se han venido volcando, ¿no es
nador a Paz Ni Rivera (cuyas tropas desde ene¡o se hallaban presentes en el ella misma otra consecuencia del carácter de la nación que era la Argentina de
este entrerriano, al que estaban sometiendo a saqueo reglado), ni Ferré vieron; 1840, aún no fraguada en una unidad, capaz de protestar contra la dura hege-
con entusiasmo la elevación de su antiguo auxiliar a la situación de aliado. Tanf1
Fené como Rivera preferían no llevar la guerra al oeste del Paraná; el último;
por otra parte, dividía su atención entre la crisis argentina y una intriga no menc>ij. 22 Mandeville aAberdeen, 5eparate 26 de noviembre de 1842, PRO, FO, 61/84, fs 3'73-374

360 361
manía de la primera provincia, pero no de concertarse eficazmente para cq'" res extranjeros- se mantuvo pese a las apariencias a lo largo de todo el proce-
trarrestarla? .. , so: la lucidez para advertir este hecho, la decisión de utilizar implacablemente
Esa victoria es todavía el fruto de las peculiares cualidades de quien,\{ esta superioridad para aniquilar al adversario eran garantía de victoria.
rante años, encarnó sin desmayar la resistencia. En esta etapa decisiva Ros~·: Para la crisis oriental que ahora se abria, en cambio, esas virtudes eran aca-
rehizo un ejército y una marina verdaderamente nacionales, y utilizando·iiÍ¡ so menos útiles que la capacidad de advertir que entre la propia ruina y el ani-
máximo los recursos de Buenos Aires, devuelta a la obediencia por el terrc, ·· quilamiento del adversario eran posibles soluciones intermedias Aquí la su-
logró para su provincia lo que no se había conseguido en 1815, 1819, nie: perioridad de las fuerzas que apoyaban a Rosas era menos indudable: sobre
1825: la conquista del país entero Lo que le permitió logros tan considerabl<¼{• todo en esa región más abierta al mundo era más fácil reintroducir elementos
no era primordialmente su astucia, que no era escasa, pero que sus contempqJ; externos que cambiasen el equilibrio de las fuerzas locales. Ahora la decisión
ráneos tendían a exagerar (aun este admrrable conocedor de hombres cometió. de aplastar a todo adversario, de no compartir el poder de decisión, fijaba ob-
en esos años confusos errores extremadamente graves) sino la férrea tenaci-· jetivos que los recursos de Buenos Aires no bastaban para alcanzar En parti-
dad que ponía en la conquista de sus objetivos, una tenacidad en que se unía e( cular esa inclinación tuvo consecuencias gravísimas cuando llevó a Rosas a
apasionamiento a la frialdad Si estas cualidades tuvieron en la crisis que se:'·· rechazar la oferta de alianza imperial, que era fruto de las hábiles negociacio-
cerraba tan favorables consecuencias ello se debió a que la superioridad del;' nes de su agente en Río de Taneiro, el general Guido (y de la situación objetiva
bando rosista sobre los disidentes -sólo tibiamente sostenidos por sus auxilia, ; creada por el acercamiento entre Rivera y los republicanos de Río Grande). La
alianza de Buenos Aires y Río de Janeiro pareció a Rosas innecesaria cuando
la derrota de Rivera parecía abrir a Oribe el retorno triunfal a su perdida capi-
tal. Pero a más largo plazo ¿no excedía a las fuerzas de Buenos Aires la ambi-
ción de fijar el destino oriental a espaldas del Imperio? Los hechos iban a de-
mostrar que sí: en 1845 el fin de la guerra civil riograndense devolvía al Brasil
su plena capacidad para actuar en el Río de la Plata, y desde entonces la falta
de un entendimiento con él llevaría paulatinamente a la catástrofe al sistema
rosista. Mientras tanto éste tendría aún tiempo de superar una amenaza en el
fondo menos seria, pero más aparatosa: antes de despertar la reacción del Im-
perio, su política oriental provocó la de Francia y Gran Bretaña; su interven-
ción, ahora conjunta, no iba a tener desenlace más glorioso que la emprendida
por la sola Francia en 1838

FJG. 3 62 Maewwiza donde ~e armaron lm buqueI de la escuadra de Brown. Acuarela de


C E Pellegrini (Archivo General de la Nación)

362 361
III. APOGEO Y CAÍDA DEL ROSISMO

l. Lo que perdura de la crisis: el conflicto oriental y las


intervenciones extranjeras

La toma de Montevideo parecía el desenlace necesario de la crisis de cinco


años; sólo la intervención de las fuerzas navales británicas salvó a la ciudad de
ese destino: el comodoro inglés Purvis levantó el bloqueo puesto por Brown y
permitió así que comenzara la llegada de socorros por agua, que durante largas
etapas de los nueve años que iba a durar el Sitio Grande serían la única fuente
de medios de supervivencia y resistencia para la ciudad sitiada. Fue aun más
allá el comodoro: prohibió a los súbditos británicos (entre los cuales contaba
al propio almirante argentino) seguir al servicio de Buenos Aires; mientras tan-
to, marinos franceses desembarcaban en Montevideo, invocando -en verdad
con elección poco original del pretexto- la necesidad de proteger a sus
connacionales Desde el Cerrito, Oribe compensaba su inactividad con decre-
tos truculentos: uno de ellos amenazaba de muerte a todos los extranjeros que
se vinculasen con el bando opuesto; Purvis, pese a las protestas de Mandeville
y la negativa a acompañarlo de los agentes franceses (qne luego de su anterior
experiencia parecían más inclinados a la circunspección), secuestró toda la
escuadra argentina hasta lograr la revocación del decreto: resultado del episo-
dio fue la creación de las legiones extranjeras de Montevideo, que participa-
rían decisivamente en la defensa de la ciudad Para la opinión rioplatense la
discordia entre Purvis y Mandeville era artificiosa: gracias a ella (y, hay que
agregar, al saludable temor que inspiraba en ambos bandos) Gran Bretaña pudo
conservar relaciones normales con Buenos Aires mientras obstaculizaba por la

365
fuerza su política oriental: de hecho el bloqueo porteño de Montevideo noiblÍ: sin insisti1 en la necesidad de limitar los objetivos a la defensa de la indepen-
a funcionar nunca eficazmente '" dencia oriental frente a la intervención argentina. ¿Por qné Gran Bretaña adop-
Disponiendo de la vía fluvial, el gobierno de Montevideo podía contemplai' taba ahorn la política de intervención? Para hallar -se nos dice- un teneno de
el futuro sin alarma mmed1ata Los destenados argentmos y las legiones ~x:: acción común con Francia, cnya amistad vacilante le interesaba salvai; en este
tranjeras -,junto con los batallones de esclavos emancipados- le proporciona/ caso hay que admitiJ qne el terreno estaba pa1ticularmente mal elegido Para
ban una fuerza militar suficiente; en la campaña, Rivera (que había dejado de resguardar de la hegemonía plena de Buenos Ai1es el equilibrio rioplatense
ser presidente en 1843) iba a mantener su resistencia hasta 1845; y aun entóñÉ establecido por los acuerdos de 1828, y esto parece más razonable como obje-
ces sólo una invasión entrerriana conducida por Urquiza daría a los aliados de,\ tivo (aunque el medio elegido sea insensato: más fácil hubiern sido esgiimir
Rosas el pleno dominio en la campaña oriental Y si el ejército de Montevideo·. esa exigencia lnego de qne la victoria hubiese dado al paitido mienta! apoyado
es excesivamente cosmopolita, en el sitiador dominan los argentinos; como\ por Buenos Aires una base local suficiente para aspirai a una maym indepen-
saben muchos de los que a pesar de todo darán durante la larga guerra su leaJ. ·, dencia) Parn asegurar la libre navegación de los 1íos interiores, y con ella un
tad al gobierno del Cerrito, detrás de su poder, el de Buenos Aires es determic '. camino más ancho para la penetración comercial británica; pero todos los que
nante: en la Banda Oriental ésa no puede ser la base de una sólida popnlaridad .... conocían el Río de la Plata sabían que el comercio británico, dominante en
De nuevo -como ya en varias ocasiones anteriores- la provincia oriental pare<'·< Buenos Aires como en Montevideo, no debía esperai ventajas sustanciales de
23
ce descompone1 se en sus elementos, y cada uno de los nacientes partidos -el esa innovación audaz
colorado y el blanco- ha constituido su propio Estado, y se ha hecho dominan- Tras esas razones se adivinan dos muy impo1tantes: por una parte la mis-
te en uno de los sectores -urbano y rural-cuya oposición cruza toda la historia ma dmación de la c1isis mienta!, que comprometía la estabilidad económica
oriental, pero ahora (a diferencia de lo que ocunió en 1814, o en 1816, o en de la región y era achacada a la testarudez de Rosas, hizo que el apoyo otm-
1826) la causa de la campaña no parece más vernácula que la de la ciudad: es gado a éste pm los sectores mercantiles británicos de Bnenos Aires flaquea-
la región íntegra la que parece a punto de disgregarse absorbida por luchas que se, que esos sectores se dejaran sednciI por la perspectiva de un 1ápido fin
la exceden impuesto al conflicto pOI la fuerza desnuda de Grnn Bretaña. Así vendría a
El odio a Rosas, a Buenos Aires -la rival de siempre- pero más aún el expresarse -a través de un sector cnya opinión era menos fácilmente
temm al puñal justiciero que Oribe sigue indiscretamente esgrimiendo desde · · reprimible- la preocupación de los intereses económicos predominantes en
el cercano Cerrito, dan a los defensores de la causa de la ciudad una tenaci- Buenos Aires (y no sólo pm cierto de los extranjeros) por la incapacidad de
dad poco dispuesta a 1eparar en medios. Desde muy prnnto vieron en una in-. Rosas para hallai el camino de la paz. Esa actitud facilitaba el realineamiento
tervención extranjera ampliada el medio para lograr nn cambio decisivo en de la política británica sobre líneas sugeiidas por los intereses de Montevideo
el curso de la lucha Sin duda, por el momento las posibilidades no parecían·" (y de los comerciantes allí establecidos, y de los financistas que venían soste-
demasiado prometedoras: en abril de 1844 los legionarios franceses debían·,"' niendo, mediante contratos leoninos, al indigente gobierno de la Defensa) En
renunciai a su nacionalidad para seguir sirviendo a la causa de Montevideo; ., efecto, las ventajas que Montevideo podía obtene1 -en sn rivalidad con Bue-
para esas fechas un emigrado argentino que actuaba en Londres como agen' /' nos Aires como pue1to ultramaiino de la cuenca del Plata- de nna reforma del
te oriental, Florencia Vaiela, veía 1echazada su propuesta de alianza contra · régimen legal de la navegación fluvial ernn indiscutibles; las que surgiiían sim-
Buenos Ai1es, y Guizot, primer ministrn francés, refirmaba su decisión de · plemente del debilitamiento de la hegemonía po1teña sobre el Litoral de los
mantener una política de prudencia El cambio, que iba a producirse muy /C.' ríos eran aun más evidentes. Para el interés montevideano, más aún que para el
rápidamente, se debió sobre todo a una iniciativa del gobierno c_onservador. i, biitánico, los objetivos de la intervención debían consistiI no sólo en la elimi-
británico, incitado a ella poi una propuesta brasileña de acción con1unta contra .;' nación de la inte1vención porteña en el Estado Oriental, sino en la ruina del
Buenos Aires: finalidad de ésta debía se1 la eliminación de la influencia ar- ,¡
gent1na en y apertura á la navegación de los iíofiñte-
riores, que sacaría de su obligado aislamiento al Paraguay (dispuesto a salir·· 23 la vaguedad de los propósitos británicos se revela en las instrucciones proporcionadas a
de él desde la muerte de Francia, e inclinado en ese momento a buscar Ouseley (12 de diciembre de 1844. PRO, FO, 6/96, fs 212-219) Por otra parte la iniciativa de
amistad brasileña) incursionar en los ríos argentinos., tomada por los agentes b1itánicos en Montevideo bajo fuertes
Mientras el· Brnsil, iniciador de la empresa, se retiraba de ella, Francia era presiones locales, fue desaprobada por Londres (Draft Mr Ouseley, nº 30. 27 de diciembre de
solicitada para inte1venir; Guizot se decidía a haceilo, no sin vacilaciones Y 1845. PRO, FO, 6/102)

366 367
sistema político que había asegurado la hegemonía de Buenos Aires sobrei También los agentes británicos advertían la insuficiencia del bloqueo como
provincias litorales ,.ce,: medio de presión; mientras sostenían (no sólo negándose a reconocer el blo-
y -a pesar de que, para calmar los recelos franceses, el único objeuf queo argentino, sino mediante ayudas directas) al tambaleante gobierno de
claramente definido de la intervención fue la protección de la independt/· Montevideo, encaraban medidas aun más violentas Una vez más, Martín Gar-
cia oriental- en los hechos la apertura de los ríos interiores (presentadá: · cía era capturada; era sin embargo difícil pasar a empresas mayores, cuando
las instrncciones a los agentes británicos como una reivindicación la experiencia de 1840 creaba un bien fundado recelo mutuo entre los ele-
habría de esgrimirse si las circunstancias eran favorables) fue tarnb:lén mentos antirrosistas argentinos y los agentes extranjeros A fines de 1845 la
cada con tenacidad por las potencias interventoras De éstas la que expedición militar y mercantil al Paraná reveló (pese a la heroica defensa de
planeado la empresa y seguía dirigiéndola era Gran Bretaña; Rosas, las fuerzas porteñas en Obligado, donde una fila de barcos encadenados in-
lo ignoraba, pero sabía demasiado bien que no podia aspirar a una v"''"'''" tentaba obstruir el paso del río) que el gobierno de Rosas no era capaz de
total contra ella, prefirió ante la opinión pública atribuir todo el impedir eficazmente el acceso a los ríos interiores; reveló también que -si
las intrigas francesas El 30 de abril de 1845, Buenos Aires era en las provincias litorales la hostilidad a los incursores extranjeros era me-
nuevamente a bloqueo; el hecho despertó brutalmente de sus ilusiones a nos violenta y universal de lo que Rosas se había prometido tras años de evo-
que habían esperado una rápida resolución del conflicto mediante car incansablemente los sentimientos patrióticos en beneficio de su política-
militares de mayor envergadura: la comunidad mercantil de Buenos 11.rres·:: de todos modos la bandera de la libre navegación no inspiraba allí disiden-
podía advertir que estaba destinada de nuevo a ser la víctima principal cias poderosas (aunque el nuevo conflicto provocó el derrumbe de la hege-
conflicto monía rosista en Conientes y Fené volvía allí a orientar, con su obstinada
tenacidad de siempre, una nueva cruzada antiporteña, esta vez basada en la
alianza paraguaya y en la discreta simpatía brasileña, la alianza iba a revelarse
ineficaz y los correntinos serían vencidos una vez más por los entrerrianos
de Urquiza).
A lo largo de 1845 y 1846, en medio de una compleja crisis politica (que
desembocará en la escisión del partido conservador) el interés de Gran Breta-
ña por la empresa decrece rápidamente Ya a mediados de 1846 comienzan las
tentativas de paz; el bloqueo de Buenos Aires se arrastra hasta 1848, pero blo-
queados, bloqueadores y sitiados montevideanos terminan por hallar un inge-
nioso modu1 vivendi que satisface a todos: pese al bloqueo, barcos ultramarinos
podrán llegar a Buenos Aires previo paso y pago de derechos por Montevideo;
así el comercio de Buenos Aires subvenciona al gobierno que defiende de las
tropas porteñas al puerto rival
Esas argucias no parecen capaces de salvar a Montevideo de la derrota: en
1849 Gran Bretaña, en 1850 Francia hacen sus paces con Rosas; en los trata-
dos se comprometen a retirar sus auxilios al gobierno de la defensa, simultá-
neamente con el retiro de las tropas argentinas sitiadoras. Mientras tanto, un
armisticio hace callar las armas en las líneas en que se ha eternizado el sitio, y
todas las noches un vapor -el Manuelita Rosas, argentino, y el Oriental, mon-
tevideano- comienza a vincular a las capitales aún enemigas
La paz promete volver al Río de la Plata; el retiro de las fuerzas argentinas,
el entendimiento tácito de que Oribe -que sin embargo parece haber aplacado
su cólera en los largos años del sitio- no podría ofrecer al Estado Oriental una
[1G 3. 63 Combate de Obligado El Cerrito, lugar donde ~e ataron las cadenm para solución política, que surgiría más fácilmente de algún general de su partido y
el pmo de la flota enemiga (Archivo General de la Nación) de sentimientos más conciliadores, muestran que si el proyecto de incluir fir-

368 369
memente al Estado Oriental dentro del sistema rosista ha fracasado en rasgos de una creciente nmmalidad y estabilidad; ese interés por la opinión
tancial el desenlace ha salvado por lo menos el prestigio de Rosas, que unav extranjera, suscitado por la importancia creciente de los conflictos internacio-
más ha evitado la humillación de inclinarse ante la violenta imposición extr nales, hace del gobierno de Rosas el primero que en Buenos Aires se muestra
jera. La segunda intervención, que despertó menos expectativas y temores.q dispuesto a gastar sumas considerables en propaganda y subvención de perió·
la primera, no bastó para torcer el rumbo de la evo_lución política de las pr dicos: desde los liberales chilenos y brasileños hasta Emile de Girardin son
vincias argentinas: luego de que en 1842, en un temble mes de abril, una nu· muchos los sospechados (no siempre con razón) de tener acceso a los fondos
va oleada de matanzas se desencadenara sobre Buenos Aires, lo peor del.tett secretos de Buenos Aires A esa opinión internacional se dirige el Archivo
quedó atrás; cuando en 1848, con severidad discutible, Rosas hace ejecutar•: Americano, publicación periódica que, entre 1843 y 1851, presenta con
un sacerdote sacrílego y a su amante Camila O'Gorman, el estremecimiento" intermitencias el punto de vista rosista al público de lengua española, inglesa y
de horror que sobrecoge a Buenos Aires no viene solamente de la compasi6~·= francesa Dirigido por Pedro de Angelis bajo el control directo y celoso del
que despierta la niña, ejecutada cuando está a punto de dar a luz; surge tarric'. propio Rosas, el Archivo es el órgano, más hábil que escrupulosamente res-
bién de que la ciudad y la provincia que han creído dejada atrás la etapa deli petuoso de la verdad (llega a presentar a la Sociedad Popular como la pro-
puñal y el paredón de fusilamientos temen que un cambio de ánimo del todo,/;• tectora más abnegada de las familias amenazadas pm la cólera colectiva en
poderoso gobernante al que ya nadie resiste las devuelva a esos tiempos dé'.;:.- octubre de 1840 y abril de 1842), con que el gobierno de Buenos Aires en-
sangre y terror Es un temor infundado; en 1846 el infatigable memorialista,{ frenta las versiones difundidas por sus adversarios. Rosas -que durante el
Beruti ha podido anotar con satisfacción la disolución de la Mazorca comd... segundo bloqueo ha encontrado simpatías en Estados Unidos- se presenta
medio de terror oficioso; sus integrantes son enviados a los destinos burocráti-·,'.. como defensor no sólo de su propia independencia sino también de la causa
cosque han venido ocupando nominalmente en el pasado, a descansar en pai} común de la América republicana frente a la agresión europea, y gana así sim-
sobre sus dudosos lanreles (entre ellos los ganados contra los vidrios verdesy/ patías en más de un país del continente (más frecuentemente entre las oposi-
las cajas para navajas, de color pecaminosamente celeste, de propiedad del ""0:-; ciones -en casi todas partes de signo liberal- que entre los gobiernos). Esa
propio memorialista, destruidos unos y otras en una noche aciaga).. Lapa~ / actitud nueva no impide que, ante la opinión europea, el rosismo siga pre-
rosista, fruto dnramente ganado de diez años de tormentas, parece despuntar.·. sentándose como la garantía del orden social frente al utopismo subversivo de
finalmente, y la fatiga de la guerra es tal, que la mayoría prefiere no exarninaí\. algunos adversarios: la tenacidad con que el Archivo Americano recuerda sus
qué trae consigo esa paz: les basta que sea el fin de las luchas para recibirla · antiguas simpatías saintsimonianas impulsará a Esteban Echeverría, desterrado
con gratitud ·· en Montevideo, a definir polémicamente los límites de su deuda con la tradición
socialista francesa
El Archivo pretende sobre todo mostrar al rosismo como un régimen nor-
2 . La madurez del sistema rosista en Buenos Aires y en el país mal, y a Rosas como un enemigo tenaz del espíritu de facción No por ello el
régimen elimina los signos externos de su origen faccioso: la ciudad, la pro·
En Buenos Aires, 1839 es el año de las últimas resistencias: en 1840 la pif{0 vincia, el país entero, se tiñen cada vez más del rojo federal; desde 1838, cuan-
sencia de fuerzas hostiles en las afueras de la capital no quiebra ni por un mo... : do el luto federal por la muerte de Encarnación Ezcurra la ha generalizado,
mento la quietud de los dominados por Rosas, y los invasores recogen adhe;/ la divisa punzó es de uso general y obligatorio, y desde los letreros que en
siones muy escasas (circunscritas por otra parte al norte, donde nunca el rosismtf, ella se inscriben hasta los gritos de los serenos, desde los encabezamientos
ha arraigado tan bien como en el resto de la campaña) A partir de 1843, solirf•; de la documentación oficial hasta los de las cuentas de los pulperos, todo si-
la base de la unanimidad espontánea o forzada, vuelve a afirmarse un sistema_.., gue recordando que el exterminio de los adversarios, de esos unitarios pro-
institucional más cercano al esquema legal vigente: la legislatura, sobre todo( clamados "salvajes, inmundos, asquerosos", que en la mitología oficial con-
· ··recupera=alioracomó primer vocero dé1 ·fégime11:..:·a1go de laimpottwcí"a q~e;z tinúan urdiendo incansablemente planes contra la estabilidad del orden
había ido perdiendo en la década anterior; sale (al decir de Pedro de Angehs)·• rosista, sigue siendo el primer objetivo del régimen. Aun en el exterior los
"del estado de nulidad en que había caído" Luego de algunas tergiversacioneffo:: servidmes de las legaciones se exhiben adornados con colgajos que llevan
en 1840, las reelecciones sucesivas del gobernadm, cada cinco años, no pro, inscritos esos lemas destemplados; la costumbre ha hecho finalmente acep-
vacan ya problemas La fachada institucional es sólo un aspecto del esfuerzo}. tar un rasgo que termina por parecer (luego de años de relativa calma) más
por dotar al régimen-ante la opinión interna y sobre todo la extranjera-de lOI·O extravagante que feroz

3 70 3 71
En efecto, si en Buenos Aires no hay verdadera normalización política, y un cuarto de legua"; 24 la noción de trabajador de la tierra tiene en efecto que
el poder de Rosas encuentra menos límites que nunca, la normalización so- hacerse muy amplia para comprender a un alto jefe agraciado con un obse-
cial es indudable. En 1840, con el recuerdo cercano de lá crisis qne acaba de quio de quince mil hectáreas. Por lo contrario, Rosas cumplió cada vez me-
superar, Rosas pudo proclamar guerra implacable a los "unitarios de copete, jor con su papel de protector y árbitro de un orden rural basado en la exten-
a los que se titulan decentes", y organizar una meticulosa desposesión de sus sión del sistema de gran propiedad; del mismo modo, en la economía mer-
bienes Pero, a partir de 1845, la devolución de las tierras confiscadas fue cantil la pretensión de presentarse como el mejor custodio del buen orden en
cada vez más frecuente; sin duda todo el episodio no iba a dejar de tener cnn· ,. los negocios resultaba cada vez mejor justificada: en cuanto a los extranje-
secuencias (fueron al parecer numerosos los rosistas influyentes que se hic ros, Rosas no iba a apartarse ya de la nueva política adoptada en 1838; luego
cieron entonces de patrimonios territoriales importantes) pero la voluntad de de su caída los agentes británicos y franceses tendrán que lamentar que su
liquidarlo discreta y amigablemente una vez pasado el peligro era indiscuti- influjo ya no se hiciese sentir para moderar la inclinación de los jueces loca-
ble: los propietarios restaurados, purgados en años de penurias sus pasados les a interesarse en las sucesiones de los extranjeros que no dejaban herede-
errores, eran a la vez aceptados en el bando dominante Esa acción de inten, ros en el p~ís, que bajo el dominio federal habían sido liquidadas discreta-
ción más política que social no fue acompañada de una distribución conside- mente por los agentes diplomáticos, o por lo menos bajo su directo control
rable de tierras entre sectores sociales más modestos, muchas veces prome, De este modo, si parece excesivo ver en la prosperidad creciente de Buenos
tida, al parecer sin intención seria de realizarla; no podría considerarse un Aires a partir de 1846 (que contrastaba con la decadencia mercantil de la rival
paso en ese sentido la entrega de tierras públicas, "a quienes las trabajaran sitiada) el fruto de una particular política económica del gobierno, es por lo
-según la expresión, llena de noble candor, del doctor José María Rosa- en menos evidente que -contra lo que seguían proclamando algunos de sus ad-
suertes que iban de seis leguas (a los jefes militares y altos funcionarios) a versarios- el rosismo no era incompatible con la prosperidad En ese clima los
retornos de desterrados eran cada vez más frecuentes: en Palermo, donde ha-
bía hecho construir una casa casi palaciega por sus dimensiones, ya que no por
su suntuosidad, Rosas y su hija Manuelita (condenada mientras duró el régi-
men a prolongada soltería) eran el centro de una pequeña corte, y en ella co-
menzaban nuevamente a brillar oficiales y doctores que ya habían dominado
la escena porteña veinte años antes . Tímidamente -porque la empresa no esta-
ba aun ahora exenta de riesgos- comenzaban a resurgir tertulias literarias, mien-
tras la Universidad no parecía capaz de salir de su marasmo; aunque aun en
ese plácido otoño del rosismo, sólo ese sector privilegiado que eran los extranje-
ros parecía dispuesto a organizarse en asociaciones (así los especuladores
-un sector que había debido sufrir persecuciones intermitentes- fundaban una
asociación informal de la que iba a surgir luego la Bolsa de Comercio de Bue-
nos Aires) La crisis de 1848, dañina para el comercio, pone sin embargo -lue-
go de años de semiaislamiento- la producción industrial europea al alcance de
una población urbana que ha venido creciendo y haciéndose cada vez más cos-
mopolita: el brillo nuevo de la vida porteña sorprende a observadores amisto-
sos y hostiles También en la campaña, mientras la mano de obra nativa es afec-
tada por una militarización que no cesa, los extranjeros son cada vez más nu-
merosos: en el inmediato sur de Buenos Aires distritos enteros son cubiertos
de explotaciones ovejeras irlandesas, cuyos titulares se hallan libres del servi-

24 José Mmía Rosa, Defensa y pérdida de nuestra independencia ewnómica, Buenos Ai-
FtG -3 64 Lago de Palenno )' cma de Rosas (Anhivo General de la Nación) res, 1962, tercera edición, pág 153

372 373
cio de armas; por la misma razón los estancieros se disputan los servicios retomado un poder más sólido; en otros por fin, el gobernante, surgido de las
los peones extranjeros milicias y dotado de prestigio caudillesco muy limitado, se rodea de hombres
Son éstas algunas de las consecuencias paradójicas del triunfo rosista. Otras· de consejo que pueden dar brillo a su administración; así ocurre en Tucumán,
se hacen sentu aun me¡or en las provmcras Luego de 1841, el dominio rosisiá, donde Celedonio Gutiérrez, oscuro oficial de milicias elevado a la goberna-
ción porque ha defeccionado antes que otros colegas de las filas de la Liga del
se afirma sin obstáculos en las del Interior, y vence sin gran esfuerzo los qu
aún le presentad. Litoral Iodo el país es ahora unánimemente federal, y
une en forma drscrplmada al culto de Rosas (que en Buenos Aires ha llegadéf'
s:. Norte, toma por consejero íntimo al obispo.
Colambres, ilustración del unitarismo tucumano de quince años antes, que
en 1840 al frenesí, y luego permanece más apaciblemente en las costumbres:.(" ha vuelto de un largo destierro boliviano; así ocurre también en San Juan, don-
hacia 1850 aun la toilette matinal de la porteña, en el lindísimo cuadro de :;: de Benavides (tras proteger las primeras etapas de la turbulenta carrera de Sar-
Descalzi, aparece presidida por la imagen adusta del Restaurador); en La Rioja< miento) asume el riesgo calculado de poblar a su legislatura de notabilidades
la efigie del gobernador porteño es reproducida en las monedas; en Mendozff de apenas clandestina lealtad unitaria
su aniversario paraliza toda la actividad ciudadana, mientras la pequeña ciu: · Aun los emigrados provincianos deben admitir que en su comarca nativa
dad se engalana de banderas y gallardetes 25 Pero la unanimidad federal -pro, el tenor ha quedado atr·ás; cada uno de ellos ve aquí una excepción en el rei-
vacada sobre todo por el temor a una fuerza externa, la de Buenos Aires no de la barbarie: para el tucumano Alberdi la razón es que Gutiénez no es
en 1841 ha mostrado en todos los sentidos de qué es capaz- tiene como c~nsec un caudillo como los otros; para el sanjuanino Sarmiento lo que ocurre es
cuencia una reconciliación casi clandestina con muchos de los que hasta que Benavides es "un caudillo manso" Pero ha sido Rosas el que ha promo-
han sido sucesivamente adversarios del federalismo y de la hegemoníarosista. vido sistemáticamente a los caudillos mansos, más dóciles a sus directivas; ha
Ese proceso, aparentemente paradójico, es sin embargo explicable: las crisis sido la amenaza de Buenos Aires la que ha congelado los conflictos políticos
sucesivas habían hecho desaparecer de la escena a los caudillos afirmados del Interior, persuadiendo a todos de las ventajas de ostentar una lisa fachada
la lucha contra el unitarismo porteño, vencidos por el retomo ofensivo de una de concordia federal Sin duda esas situaciones, en caso de que lleguen a des-
Buenos Aires que ha tomado color federal. La paz impuesta por el tenor portee pertar la desconfianza de Rosas, serán muy mal defendidas: desde Mendoza
ño en 1841 ya no ofrece coyunturas para que los gobernantes interiores adquie-
ran estatura de caudillos militares; por lo contrario la tranquilidad interior y él
paulatino y modesto resurgimiento económico de la región favorecen uuretor,
no a posición prominente de esos sectores urbanos que desde la independencia
habían visto disminuir su riqueza y poderío Sin duda (pese a que el ejército ;
porteño se está transformando en un esbozo de ejército nacional y sigue pres·;···
sente en el Interior) las fuerzas provinciales conservan su importancia y en esa::\
medida la conservan sus jefes, garantes últimos de las situaciones vigentes. Pero_ "
esos jefes, que a menudo han vuelto sólo recientemente del destierro al que los,·:·
condujo su antirrosismo (en La Rioja, el Chacho Peñaloza, ardiente lavallista;<·
retorna de Chile; en San Luis los hermanos Sáa vuelven de su refugio meno~/.
ortodoxo en tierra de indios), permanecen en más de un caso en segundo plano .
detrás de un gobernador de extracción urbana y méritos sobre todo administra,
ti vos (así en La Rioja, el Chacho es columna del régimen de Bustos, que bajo·
la guía de este hijo de un funcionario regio está poniendo orden en la ya pór.
--·------- dernásiaclcitiernpiícüiiviilsióiiadápioviiicia) En ófros casos (el de~éiia"oza; c.;
el de Catamarca) la dicotomía no existe: las oligarquías tradicionales han_.

1.
11
u
i!
25 Sarnuel GreeneArnold, Viaje por América del Sur, 1847-1848, Buenos Aires, 1951, pág'S>'
207-208
Fm 3 65. Miembros de El Camoati, sociedad precur,sora de la Bolm de Comercio de Buenas
Aires 1848

374 375
hasta Salta su dictamen es decisivo para conservar o denocar situaciones 1oc:a, ; complicidad de su reemplazante- a ganar gravitación sobre él: la evolución de
les; las víctimas de su recelo prefieren apartarse antes de atraer el rayo sobre Mendoza es en este sentido muy instructiva.
su provincia Pero, _abandonado el gobierno, recomienzan -a menudo con Ja Mientras Buenos Aires se uniforma en el mden rosista, cuyas peculiarida-
des más extravagantes la costumbre ha hecho aceptar sin violencia, mientras
el Interi01 goza provisionalmente de la paz que le viene de haber aceptado su
derrota y su prnpia desaparición como elemento determinante de la política
nacional, hay dos sectores de la Ar gen tina rosista que se adaptan menos bien a
la situación creada con el desenlace de la crisis de 1838-43 Uno de ellos es la
emigración, sin duda raleada en número, pero no en influencia, p01 la adversi-
dad que golpea a Montevideo, que ha prnvocado, luego de 1843, una ola de
retornos particularmente nmnerosos entre los sectores más modestos; otro es
la región litmal, a la que la persistencia de la crisis mienta! ha dado un papel
más independiente dentrn del sistema rosista
MJJ.tl,t :s,NJUA~.SAlUI}(). DEJULIOOEUA í-""lf6' ...~--J Aun los emigrados que saben que ;ran emprendido un camino sin retorno
no son insensibles a la consolidación del dominio rnsista, al consenso cada
vez más amplio en que se apoya, a la suavización de las tensiones que -pm
debajo del uso oficial, poco dispuesto a renunciar a su lenguaje truculento-
la misma paz está provocando. Simétricamente con el rnsismo, el antinosismo
persiste en prnponer una imagen maniquea de la realidad argentina; pero,
carente de una dirección capaz de mantener su disciplina, bien pronto intro-
duce -no sin inconsecuencia- retoques en esa imagen sin matices. En 1847
un escrito de Juan Bautista Alberdi -La República Argentina 37 aiios des-
pués de su revolución- causa escándalo entre los destenados, y éste no dis-
minuye pmque el autor proclame seguir colocándose desde una perspectiva
antinosista; desde ella Alberdi cree posible en efecto trazar un cuadro
sistemáticamente optimista de la situación nacional, que sólo elude sacar
consecuencias favorables al sistema político vigente gracias a la decisión
(que, como sus lectores advirtieron bien, era enteramente arbitraria) de eli-
minar del cuadrn los problemas de política interna Pern aun más de uno de
los que se negaban a solidarizarse con Alberdi -o, más caritativamente, se
negaban a leer en su escrito lo que éste demasiado claramente decía- se
conducían como si concedieran validez a las conclusiones mismas que re-
cusaban en el plano teórico. En 1850 uno de los primerns reclutas de la
Nueva Generación, Miguel Cané, vuelve por unos meses a Buenos Aires,
luego de un decenio de destierro: de retorno a Montevideo se defenderá con
cal01 de la calumnia que lo presenta como colaborador ocasional de la
Gaceta Mercantil. ¿Pero su misma presencia en Buenos Aires -donde des-
de luego ha debido adornar su chaqueta con las cintas rojas que prnmeten
la muerte a los disidentes, pern no ha abjurado de ningún modo de su pasa-
··• do, y pese a elJo (o acaso p01 ello mismo) ha sido abrumado por la cordia-
1.1
, lidad de la buena sociedad rnsista- no está mostrando que algo ha cambiado
iJ FIG ) 66 El Zonda fac súnil San Juan desde 1840?

376 3 77
En ese clima no es extraño que las deserciones diezmen las filas de la FJorencio Varela, quien descubre en las tensiones entre Buenos Aires y el
gada oposición, en la que las derrotas enconan todas las tl,iferencias aun mal Litoral la grieta oculta por la que ha de quebrarse la hegemonía rosista, y en
olvr_dadas Y aun entre los que n~ se reconcrhan, la nueva situación favorece el la exigencia de libre navegación de los ríos la aspiración común que puede
nacnmento de una actrtud tambren nueva, facrhtado además por la experiencia reunir contra Rosas a un bloque más homogéneo que las inestables coalicio-
europea que se abre en 1848 Ya en 1846, desde su destierro montevidea nes por él vencidas dmante la crisis de 1838-43
¡·
,
9ue 1a muerte pon dra pronto m, no,
~~teban Echeverría proclama que "nuestra
umca esperanza son los caudrH~s . Un año antes, ~armiento, catecúmen()
saniuanmo de la Nueva Generacron, mtroduce en la ultima parte de su e- ·¡-, 3. Formación de la gran alianza antiporteña y caída de Rosas
zación y barbarie que publica en Chile, un programa de reconstrucción n:~:~.
na! que contradice los supuestos de }as dos primeras de la obra, en las que La persistencia de la crisis oriental, a la vez que la reorientación creciente
enca,rna en corpulentas reahdades hrstoncas las abstractas oposiciones de &he' de las fuerzas núlitares porteñas hacia la infantería y la artillería (y el muy com-
vema entre progreso, y reacción Esas oposiciones aparecen atenuadas en la prensible deseo de Rosas de no arrojar todo el costo de la lucha sobre su pro-
tercera parte: en la futura Argentina, según Sarmiento, no sólo habrá lugar para vincia) aseguraron el surgimiento de un centro de poder militar -y potencial-
los honorables sostenes del orden rosista; ni aun los mazorqueros serán exclui- mente político- apoyado en la muy temible y nutrida caballería entreniana. La
dos en cuanto grupo del futuro nacional; entre ellos (nos venimos a enterar posibilidad de ese desarrollo se había abierto a partir del descenso de Santa Fe
ahora) se esconden "virtudes que un día deberían prenúarse" De este modo en la constelación de provincias litorales La situación de Entre Ríos respecto
los teorizadores de la Nueva Generación avanzan una pretensión más modesta de Buenos Aires (de la que estaba mejor defendida por barreras naturales) y el
que en el pasado: no serán los guías sino los intérpretes políticos de los secto- mayor peso demográfico y económico de la provincia entreniana hacían de su
res dominantes de la Argentina federal, y en la reorientación hacia objetivos hegemonía regional un peligro para Buenos Aires El reemplazo de Echagüe
de cambio económico, que el rosismo sirve muy mal, encuentran el camino por Urquiza había hecho algo para actualizar ese peligro; el papel de Urquiza
para una coincidencia con esos sectores Ello es más fácil porque la experien- y sus entrerrianos en la guerra oriental (les había tocado eliminar la resistencia
cia europea posterior a 1848, que incluye una revolución cuyas etapas extre- de Rivera en la campaña) y frente a la disidencia correntina había aumentado
mas la ya veterana Nueva Generación no puede sino condenar, y una la gravitación de la primera provincia litoral
restauración que amenaza poner fin a la libertad política en toda Europa, o bien El cercano fin de la guerra oriental amenazaba la continuidad del ascenso
provoca conversiones al autoritarismo político (las de Alberdi, Félix Frías entreniano; para después de ella era previsible un reajuste de las relaciones entre
Mariano Fragueiro) o bien -es el caso de Sarmiento- invita a buscar en Esta~ Buenos Aires y el Litoral, que pasarían a repetir en sus grandes líneas las esta-
dos Unidos un nuevo modelo en que el avance económico pasa a primer plano blecidas a partir de 1841 con el Interior Aun antes de cerrarse el conflicto, Rosas
frente al progreso político dio muestras sobradas de su intención de imponer también a las provincias
La perspectiva centrada en el cambio económico no sólo ofrece un terre- ribereñas una más rigurosa disciplina política. Ya el desenlace de la última de
no de entendimiento con la Argentina moldeada por la hegemonía rosista, las tentativas disidentes de Conientes reveló divergencias entre el gobernador
antes buscado en vano; promete además (así sea ilusoriamente) la transfor- de Buenos Aires y el más importante de sus auxiliares del Litoral
mación de los datos fundamentales de esa realidad, que se ha revelado inal- · En 1843, ante una incursión de emigrados dirigida por los hermanos
canzable por vía política: la nueva economía elaborará una nueva sociedad, Madariaga, el gobernador rosista de Corrientes, Cabra!, sabe inclinarse a lo
una nueva cultura, y finalmente una nueva política; como dirá años después inevitable, y abandona prudentemente el cargo y la provincia Los Madariaga
Alberdi, la autoritaria república posible, que pondrá su dmo poder al servi- dominarán ahora la provincia correntina, en oposición no sólo al aún débil
cio de la causadel prngreso económico, dejará paso, una vez cumplido sn sector federal rosista, sino al más poderoso que reconoce su jefe en Pedro
comelido~a1a república verdadera·, incápaz de arraigar Fené, contra el cual mantienen la proscripción fulminada por Cabra! Estas
Argentina aún primitiva Esa esperanza, cuyo cumplimiento justificaría evoluciones políticas conentinas habían sido facilitadas por la ausencia de
retroactivamente todas las transacciones, impulsa a la Nueva Generación a toda reacción ofensiva entrerriana: el ejército de Urquiza estaba aun absor-
aceptar un lugar secundario y no directivo en la nueva coalición que se pre- bido por la guena oriental Pero a la vez Joaquín Madariaga se reveló inca-
para a luchar contra Rosas A ella no ha de proporcionar la Nueva Genera- paz de aprovechar a fondo esta ventaja: sus ineficaces incursiones sobre En-
ción ni aun la inspiración ideológico-política; es antes que ella un unitario, tre Ríos tuvieron rápido fin En 1845 una nueva dirección militar, menos

3 78 379
.........
contemplativa, es impuesta a Madariaga por los notables correntinos: .es·{
su provincia) una nueva acción militar entrerriana, que culnúnó eu yen.ces, los
de; general Paz, que bien pronto encuentra dificultades para afirmar su pof;¡i,.
Cion frente al anaigo local de los hermanos Madanaga De todos modosf,{
d
desalojó del gobierno, que iba a ser ocupado por cornnel Beniam1n V~asoro,
un coITentino que durante largos años había vemdo suvrendo a Urqu1za. La
alianza con el Paraguay, concertada en noviembre de 1845, y la situaciól\;
creada por b intervenció,~ anglofrancesa, parecen conferir mayor solidez a:,
la d1Sidencrn correntma Esta le es por otra paite necesana, puesto que la vice'
toria de India Muerta, en la Banda Oriental, ha dejado a las fuerzas de Ur"~t
quiza en libertad para volver a su comaica entrerriana. En enero de 1846 \
Urquiza abrió la lucha contra Corrientes; bien pronto capturaba a Juan
Madariaga, influyente hermano del gobernador, y comenzaba por medio de
éste una laberíntica negociación, en el mejor -o peor- estilo de la diploma-
cia caudillesca: la idea de una alianza entrerriano-correntina estaba en su base
y en algún momento pareció que tanto Urquiza como sus interlocutores esta~
ban dispuestos a examinar con mente abierta si esa coalición apoyaría por
lo contrario se opondría a Rosas O

Este anticlímax creó alarmas tanto en Buenos Aires como en Conientes:


tanto la legislatUia correntina como el prnpio Paz buscaron anticiparse a la eli-
minación de éste de la escena correntina mediante un golpe preventivo, que
fracasó rápidamente Paz se refugió en el Paraguay, y junto con él se marcha-
rnn los cuatro mil soldados enviados por el presidente de ese país para luchar
al lado de Couientes: la prnvincia ya a medias vencida estaba ahora sola frente
a Urquiza Mientras éste buscaba ganar la adhesión de Rosas para un acuerdo
con los Madariaga, los dúctiles jefes correntinos, couscientes de su peligroso
aislamiento, buscaban nuevos apoyos en Montevideo e intentaban sin éxito
revivir la alianza paraguaya Finalmente, el 15 de agosto de 1846, los tratados
de Alcaraz reintegraban a Couientes, bajo la égida de los Madariaga, a la con-
federación rosista; un tratado secreto, sin embargo, eximía a la provincia de ·
participar en hostilidades eventuales contra el Paraguay, así como en las ya
entabladas contra Montevideo, Francia e Inglaterra Urquiza comunicó a sus
colegas de las restantes prnvincias este desenlace al que presentaba --con bue-
na fe a esta altUia dudosa- como un triunfo del federalismo rnsista Rosas, por
su parte, colocaba a Urquiza al borde de la excomunión mayor: una nota de su
ministro Arana le imponía retoques importantes a los términos convenidos en
Alcaraz, mientras el propio Restaurador, en correspondencia privada que
vernsímilmente debía llegar a conocimiento de Urquiza, empleaba de modo
muy libre el término de traición para calificar su conducta En efecto, por un
_...... lllomento .elj efe entrerriano . pareció dispuesto -a-exigir· una·participación-ma-
yor en la determinación de la política rnsista, a la cual sus propias fuerzas mi-
litares daban un apoyo de cuya importancia estaba cada vez más consciente.
Finalmente, sin embargo, se resolvió a inclinarse frente a las exigencias de la PARANÁ-·1111J11'tnlti MI lhtt1do.
Cancillería porteña: ante la negativa de los Madariaga a aceptar retoques al tra-
Frc ) 67 Decreto sobre reglamentación del trabajo dado por
tado (que afectaban el predominio indiscutido de los temibles hermanos sobre
Urquiza el Jº de agosto de 1848 Colección de Beatriz Bo~ch

380
38[
influencia de éste dominaba la escena con entina: más discretamente se hac' >: pwyecto paraguayo: eran las de los que veían ya con alarma el trü:mfo de Bu~-
sentir en ella la de don Pedro Ferré, emparentado con los Virasoro, qne bajo ¡8: nos Aires en el Estado Oriental. En particular el Impeno del Brasrl -que habra
égida de éstos y de Urquiza-y con el desconfiado asentimiento de Rosas-ha~' apoyado la declaración de independ~ncia paraguaya- debía hall~ e~ la nueva
bía podido volver finalmente de su destierro empresa anunciada por Rosas el estimulo adrcronal que lo empu¡ana a llevar
Ferré iba a tardar seis meses, desde su retorno que no era de ningún modo{ hasta la guena abierta su política de cada vez más marcada hostrhdad hacra
el de un vencido, para enviar a Rosas una esquela acuciosamente exigida · Buenos Aires
éste como signo de acatamiento al Gobierno General Esa tardanza no era ,m"' , La adhesión brasileña era esencial para cualquier reacción litoral contra
uno de los signos que mostraban hasta qué punto la hegemonía de Buenos Rosas Esencial y problemática: en una situación interna nada fácil,_la caute-
res y su gobernador era menos sólida en la Mesopotamia que en el resto del la imperial era demasiado comprensible. Pero por otra part: esas_ mrsmas dr-
país. Rosas lo advertía muy bien; advertía también que mientras no superase ficultades interiores podían incitar a una política externa mas actrva: el gabi-
las crisis internacionales sobre las fronteras orientales de la Confederación nete de Río de Janeiro no podía ignorar impunemente las tendencias
cualquier arreglo de cuentas con Urquiza sería prematuro. En 1848, 1849, 1850 expansivas de Río Grande, desde donde un temible guenillero surgido en la
-como se ha visto- la resistencia montevideana, desahuciada por sus protecto- lucha contra la rebelión farroupilha, Chico Pedro, conqurstada la respetabrlr-
res ultramarinos, entra en lenta y no siempre decorosa agonía; Rosas cree po- dad y junto con ella el impresionante título de barón de Jacuhy, ,dirigía incur-
sible anticipar sobre su desenlace imponiendo de manera más directa su pode- siones cada vez más frecuentes a la campaña onental, que teman, aparte de
río sobre la aliada litoral. Con sus imposiciones (prohibición de exportar a Entre objetivos más inmediatamente rendidores, el de agudizar el conflicto con el
Ríos metálico y pólvora -necesaria para la explotación de las caleras de la Ba-

1
jada del Paraná- exigencia de una ruptura comercial efectiva con Montevideo

-----···
y el Brasil, cuando el comercio con la primera es base de la prosperidad gana-
dera que está reconquistando rápidamente el este entreniano y la exportación

., ~:
de ganado a Río Grande ha adquirido importancia en Corrientes) afecta sin duda ; ,·n·\ ~-~ c(.)."U'KDEII.O.CIO:" ,'RGEá\"TlNAl!
negativamente la economía mesopotámica; acaso Urquiza no encuentre me- ;M~·'" ~" ., ~,. • ..,,.,¡.. •!
r.;.-t; ~~~,'.:. ~.~':',;- j.\~~·,;.;;;,; ,¡;;;; i,~;
AOO . .
"~ loh>k..,..._,,.,,,, ,-,...,0c,.,_,A,ON-"~ ..
nos grave que ellas anuncien una nueva política porteña de más estricto con-
trol hegemónico sobre su flanco oriental. Il ~"'º"'º 1C,ts¡,o Co1,,-rnod , lh\r a,lo Jo\;\"'""' '"'"'t"'tft~'. :t,""i:~.~;, ;c,:;:,~::,P~~:,';~~=/:";,~~~!:;',,"'d''.": ~~.!~~~,~~;·:~
;,"f ;-:•:~~~'~;'~:';'~\"~: :\~'~":,:;.,~ 'l;\;~';;,[~,::<;,'",n' od•\.. (~<0\1>~• "'" m 1sl< ,!me1~ <l•1~D1u1<-

l
De otro modo la política rosista anticipaba también sobre el fin de la crisis Rcglamenlo para las Escuelas d' primeras lctrns '?" la Pnaincia
oriental: desde 1849, de modo cada vez más insistente, parecía fijarse un nue- ----~~1•:a
vo objetivo en la incorporación del Paraguay a la Confederación Argentina. El
interés de esa anexión era evidente no sólo desde una perspectiva de política
OTf;}i~(~t~}~~f~;
-1's<~aÜC,..~-0,0H....., .... ,c,
o ~~1!/~J~,~:t~
,n~ f qoa< ..... <
ª~t~1ffª~~;~ OIgtJf~;'ti,;;;;::
,~............H . . .-,,Jf,.!oOI ..... ..,,.,. ...,,...., . . ,,...... (0}"'1,lom~Oo(;,~uC

internacional sino también por consideraciones de equilibrio interprovincial que ( tfi!§.~fif .Eff~~ftlB;~~;~~: ~fi~t~~~'.~J~f.)gg Jt:t:f_!::t:~.::~
eran para Rosas decisivas: un Paraguay adicto consolidaría ese flanco
nororiental de la Confederación cuya vocación disidente no había sido siem-
pre fácil de contranestar; por otra parte Rosas parece haber compartido con
muchos contemporáneos una imagen algo magnificada del tesoro fiscal acu- ' -·~-.. ""'' ,.,,.,.,., ''"''"
.:,_·;·;::i: :·;'.:?.:.~ "'::·:,:~:·,·
., ' .... ,~,~,. -~~··
'==-~=·:::;:·.:.;,.""::::: ·:::.:,,:::;,::;
mulado en la Asunción durante los largos años de la administración de Fran-
cia; en él eran muchos los que veían el más codiciable botín de guena que ofre-
, ';:.'e~;~:::·~;: .'.:;;'.':,';;;;,o,,, r""~"
..~.:X~~' :.'·~,":,,;.r::::.:-:,
_,..,,.... ..,.....,.............
i'.:.:;,:'""' .,
·~~:.t::A~~i:~r.zr~;:~
~"'" ,... ,.............. -"""'"><"
cía la entera comarca rioplatense =· r:.'.;::¿:~~1:íf P~~~Lw~::r
"º'"''•,..,.,,~·~¿,~E••••
.Las.ventajasdesdeunaperspectivamás amplia no eran menos eh,rns· lv!rma~'----""'7zé"ií~----- .~ '""""~- ····'·= ...,.,~ . . . ,
..,, • .C ~

:;:;,.:",.'\.·?::;;:.;,i•-::'~,;;tt"l';.
tevideo (bajo cualquier gobierno), Entre Ríos, el Brasil debían favorecer un . , ..... ,~ ~,~ •.e-
t,· ·'"'·'~"'""' ,,~,..
~. . . -,, . . . )' ·, -
~mu,,,,,.,, · 1 cnt~ro.
régimen de navegación del sistema del Plata que debilitaría la hegemonía por-
teña sobre esas tienas: un Paraguay independiente debía estar aun más identi-
,. ·~ """'""· ·- """'º" ......... ~.
!':.:::; :'.,::;:.:•. ~:::;,:;·::;·.:·.::,",::t.'.,";~
,, ...... -,u, • .,.,~"·,~ .-~'""'''• <='··~·
'"' , •..,.,, J,J.-01•u, ,,.,-, -.,.,
~~;t)t~{ª~?Elf ";~~!~Fr.~f!flf;~~~ ~,-. . .;'"; .'; ."";;."; .':;"'; .'-
ficado con esas aspiraciones, de cuya realización dependía esa independencia
misma. Pero por ·eso mismo era fácil anticipar qué oposiciones encontraría el Fic J 68 Reglamento-de emeizanza, 20 de agosto de 1849 Colección de Beatriz B05ch

382 383
bando blanco que dominaba esa campaña Por añadidura la política paragua, mil hombres; entre ellos cuatro mil imperiales y dos mil orientales; el resto
ya de Rosas evocaba respuestas muy vivas aun fuera de Río Grande; facilita- entrenianos y correntinos) cruzaba el Paraná; en Santa Fe la autoridad de
ba la coincidencia de Río de Janeiro con la política expansiva inspirada des- Echagüe se derrumba ante el avance de su antiguo rival entreniano: Rosario
de el sur brasileño, en la que un excelente conocedor de la política brasileña se pronuncia contra Rosas y pocos días después lo imitará, ya en tenitorio por-
Andrés Lamas, vería la causa de todas las tormentas que desde el Imperi 0' teño, San Nicolás Pero, a medida que avanza por la ruta del oeste, más larga
iban a lanzarse sobre el Río de la Plata. pero más rica en pastos, que la reinante sequía le obliga tomar, el Ejército Gran-
La gran alianza fue promovida por quienes tenían más vivo interés en ella: de se encuentra cada vez más aislado de las poblaciones rurales, en las que la
los gobernantes de Montevideo, cuya sentencia de muerte política parecía te- leva rosista ha dejado sólo a mujeres, niños, viejos y extranjeros, y que rehúyen
ner ya fecha fijada Tras eliminar del horizonte político a Rivera-que en 1846 meticulosamente todo contacto con las fuerzas aliadas. En Buenos Aires la vida
había intentado un efímero retorno al poder, y se había acogido luego a la hos- cotidiana toma tonos de epopeya -sobre todo en los discursos de la Legisla-
pitalidad imperial- los hombres de la Defensa siguieron buscando los modos tura, los artículos de la Gaceta y las delirantes manifestaciones de entusias-
de internacionalizar el conflicto. En mayo de 1851 se estrechaban los hilos que mo colectivo por la causa federal- pero hace ya tiempo que la complicada
Montevideo había buscado tenazmente enlazar: Urquiza -utilizando como pre- liturgia política impuesta por el rosismo ha venido ocultando una creciente
texto la renuncia que Rosas había presentado a la Legislatura porteña- le reti- tibieza, el sentimiento dominante parece haber sido de expectativa A medi-
raba la delegación de las relaciones exteriores, poniéndose así al margen de
la federación rosista, Corrientes seguía disciplinadamente a Entre Ríos en la
secesión Unos meses después las provincias disidentes y los gobiernos de
Río y Montevideo entraban en formal alianza antirrnsista; Rosas había con-
tribuido a acelerar ese desenlace imponiendo -contra el consejo de su minis-
trn en Río de Janeiro- la ruptura de relaciones con el Imperio, acompañada
de transparentes amenazas de guena En octubre el Brasil recogía los prime'
,os frutos de esa política, al concertar con el Estado Oriental un conjunto de
tratados que recogían ampliamente las aspiraciones de Río Grande. Ya para
entonces -venciendo una muy débil defensa de los blancos orientales- Ur,
quiza se había impuesto como árbitro de la pacificación uruguaya, inaugu-
rando una reconciliación de partidos que le aseguraba una base política más
amplia y por lo tanto le permitía cierta independencia respecto de sus dema'._
siado poderosos protectores brasileños; frente a ella los tratados -legado casi
póstumo del gobierno de la Defensa- aseguraban al Imperio una base legal para
influir en la política oriental
Problemas para el futuro : Mientras tanto la Guerra Grande, en la que
Rosas había arrnjado durante años el peso de los recursos humanos y finan'
cieros de Buenos Aires, había terminado con la incorporación del armamen-
to y de la mayor parte de los soldados porteños al ejército enemigo: mientras
las fuerzas argentinas y orientales pasaban a Entre Ríos para preparar la con-
quista de la orilla derecha del Paraná y el Plata, los imperiales avanzaban hasta
las costas tneridionaie·s delaBañda Oriental El apoyó de su· ihfünlefía;-desu.· "i
artillería, de su marina de guerra eran imprescindibles para el buen éxito de las
operaciones combinadas; aun más lo era el de su dinero, anticipado privada-
mente por el futuro barón y vizconde de Mauá, con garantía secreta del fisco'
imperial FIG 3 69 Mitre en 1848 Daguerrotipo (Archivo General de la
A fines de 1851 el Ejército Grande Aliado de Sud-América (más de veinte Nación)

384 385
da que se acerca el desenlace, las perspectivas de Rosas parecen aclararse· .. digna compostura, retomaban el camino de Palermo, para ofrecer sus respe-
los que esperaban -o temían- verlo caer inmediatamente luego de la paz d{ tos al nuevo ocupante de la mansión- una tumultuosa vida política, que es-
octubre que puso fin a la guena oriental, concluyen que la pausada ofensiva
de Urquiza le ha brindado un respiro quizá decisivo Del mismo modo que
en 1840, Rosas espera a los enemigos muy cerca de su capital, en el campa- ,;;
> condía bajo el unánime entusiasmo los anuncios de futuras disidencias, na-
cía en la ciudad vencida, que prefería por el momento considerarse liberada,
y no se fatigaba de celebrar el fin de la larga tiranía: unos meses más y con-
mento de Santos Lugares que ha venido siendo la capital de su sistema mili- tra el vencedor de Rosas la que durante un ventenio fue capital del rosismo
tar Allí reúne armas y recursos abundantes, y una tropa muy numerosa, en levantaría la bandera de la intransigencia frente al pasado; pero por el mo-
que sin embargo se hace sentir ominosamente la escasez de veteranos. Aun mento las aspiraciones a una nueva hegemonía porteña no habían resurgido
así, muchos creen aún en su victoria, entre ellos el ministro inglés Gore, aún del denumbe de Caseros
que un día antes de Caseros contempla admirativamente los ejercicios del
ejército listo para el combate y confía en que Ros~s vencerá a sus turbulen-
tos adversarios y podrá seguir cumpliendo su papel de columna del orden 4. El legado de la etapa rosista
rioplatense. 26
Pero la defensa rosista tiene debilidades que no vienen tan sólo de la es- Ese denumbe no anulaba todos los cambios traidos por las dos décadas de
casa veteranía de sus soldados. La desmovilización política que ha marcado historia nacional que había venido a identificarse con la figura de Rosas ¿En
la última década, si estaba lejos de contrariar tendencias profundas en el el balance de esa etapa atormentada será preciso inscribir, como primer ren-
rosismo, en el cual el elemento conservador y apolítico era desde su origen glón del activo, los avances de la unidad nacional? Así se hace a menudo, pero
muy fuerte, era causa de creciente debilidad en la medida en que restaba efi- la conclusión precisaría ser matizada. Esta unificación nacional que avanza sin
cacia a la doble amenaza del tenor oficioso y de una movilización de la opi- consolidar el marco institucional en el cual se afinca es, para darle un nombre
nión pública plebeya mediante la exasperación del sentimiento de partido. más justo, hegemonía porteña Y esta hegemonía, si logra afamarse hasta ex-
Esto se hizo sentir sobre todo en las relaciones entre Rosas y sus jefes milita-
res, por los que sentía una viva y no infundada desconfianza; acaso a ella se
debió su decisión de dirigir personalmente las operaciones militares, que
ponía a un ejército bisoño en manos de un general no menos inexperto en la
conducción de una gran fuerza en campaña. El desenlace llegó muy rápida-
mente: a mediodía del 3 de febrero, luego de seis horas de combate en torno
a Santos Lugares (en las que sólo la artillería, hecha fuerte en el palomar de ··.'·.''''""
Caseros, había ofrecido resistencia eficaz), el ejército cuya marcialidad ha-
bía podido admirar Gore se deshacía espontáneamente; la ciudad estaba ahora
amenazada por las temibles bandas de desertores, y ante el abandono del cam-
po por el jefe de la guardia urbana (el general Mansilla, cuñado de Rosas,
que al parecer había aspirado a un mando más importante) debieron ser los
marinos desembarcados de buques de guena extranjeros los que impusieran
el orden en la ciudad, hasta que la terrible represión de los vencedores corta-
se el saqueo
Pese a tantas adversidades los porteños no parecían dispuestos a abando-
. ·· nareifrenéticotorro'])olítico al ·que-el diapasón utilízadó enl6s últimos vein-
te años había transformado en una suerte de segunda naturaleza: ahora-mien-
tras los hombres de consejo de la federación rosista, sin perder nada de su

26 Gore a Palmerston, nº 13, 2 de febrero de 1852, PRO, FO, 6/167, fs 47-51 F'Jc J. 70. Batalla de Monte Caseros· (Anhivo General de la Nación)

386 387
tremos antes desconocidos, está lejos de ser tan sólida como lo parece en los y cosas que tuvo ocasión de volcarse antes en los negocios que en la política)
años de triunfo rosista; los conflictos que llevan a la caída del sistema así lo fue siempre muy sensible a las necesidades objetivas de la economía Advirtió
prueban: es la disidencia de un par de provincias, la que -al confluir con con- muy bien desde el comienzo que en un clima internacional marcado pm la es-
flictos externos que la preceden- provoca la caída de Rosas casez de capitales, un país que por cierto no había aumentado su prestigio en
¿Pero es justo medir exclusivamente a través de los avances de la hegemo- las dudosas aventuras financieras que marcaron el boom brutalmente cenado
nía porteña la eficacia del sistema rosista? Para el mismo Rosas esa hegemo- en 1825 no podía contar con los recursos necesarios para cambiar su estructu-
nía parece haber sido uno de los medios -sin duda finalmente el más efica;,.::: . Cfi ra económica; que a la vez la abundancia de tierras vacías permitía una expan-
para alcanzar un objetivo ulterior: la consolidación de la paz interna. Otro medio sión en extensión que era por el momento la única posible; el sólido
más específicamente suyo empleó el rosismo con el mismo fin: el avance de la. conservadmismo de su política económica fue --contra lo que quieren leyen-
politización en el marco de una estricta ortodoxia partidaria, impuesta mediante das tenaces- una de las bases más segur as de la popularidad de Rosas entre los
la propaganda y el tenor Sesenta años después de la caída de Rosas una inves- sectores extranjeros que habían ganado predominio creciente en la economía
tigación del acervo folclórico descubre, desde Entre Ríos hasta Jujuy, en el nacional Que esa política era sólida lo revelaron las cosas mismas: a media-
transfondo de la memoria colectiva, el legado de la época en que el país entero dos del siglo XIX el país formado con un muñón del antiguo virreinato había
fue pintado todo de un color; hasta tal punto el ritual político laboriosamente casi decuplicado el valor de sus exportaciones pecuarias de tiempos coloniales
impuesto desde Buenos Aires ha logrado en ella hacerse costumbre colectiva y era capaz de importar, con una balanza comercial equilibrada, por un valor
de sectores sociales y regionales antes marginados de toda vida política. Pero triple de lo que hasta 1810 había importado la más vasta área virreinal
esta hazaña es de eficacia dudosa para alcanzar el objetivo que Rosas le asig-
na: en Buenos Aires la politización federal es heredera y superadora de otra
que le es previa, y que está marcada por la disidencia entre grupos opuestos;
significa el retorno a la disciplina política y social por la utilización de esa
politización misma, que es lenta pero tesoneramente despojada de toda espon-
taneidad En este campo Rosas debió sin duda su fracaso final a su mismo éxi-
to esencial: fue ese disciplinamiento que bajo las apariencias de una politización
frenética llevó a la despolitización de los sectores populares) el que hizo la di-
ferencia entre 1829 y 1852; ahora un espontáneo alzamiento campesino sería
impensable. En el Interior la politización parece por lo contrario haber fraca-
sado por su superficialidad misma: el mimetismo político de los sectores go,
bernantes quitó eficacia a una acción uniformadora que en 1840 y 1841 había
parecido encontrar en la efusión de sangre el gran instrumento de eliminació_n
de todas las oposiciones. Sin duda, la gravitación de Buenos Anes y su temr-
ble gobernador impide hasta Caseros que las disidencias larvadas vuelvan. a
salir a luz: el temor a la provincia que las ha conquistado reemplaza así en las·
del Interim al que provoca en aquélla la politización de la plebe federal; pero
ese temor no asegura más que el apoyo pasivo de las provincias sometidas.
El legado positivo del rosismo debe encontrarse, más bien que en los avan-
c:es_del pocl.er_<!~Ill!e!losAires.~gravelllente CO_lllprollletidosp<Jrt111_c1:~11l:!c;e
que no hace sino poner en evidencia fallas constitutivas del sistema ros1sta- en
dos sectores en los cuales la situación de las Provincias Unidas ern en 1852
mucho más favorable que en 1829.
Uno de ellos era el económico. El gran hacendado que fue Rosas (ese hom-
bre que reunió enorme fortuna a partir de comienzos muy modestos, utilizan' F1G :J 71 Retrato de Manuelita Rosas por Femando García del Molino 1845 (Mu~eo de
do junto con algunas relaciones de familia un talento en el manejo de hombres Luján)

388 389
No parece que estos avances se deban a concretas medidas de política eco- av,enturas sudamericanas . Más de un episodio (negociaciones para la conce-
nómica tomadas a lo largo de la etapa rosista: la contribución, del poder polí- srnn de e~plotac10nes de guano patagónico, o para el establecimiento de la
tico a la expansión económica se mide más bien en los avances de la navegac1on regular a vapor. con Gran Bretaña) muestran pm lo contrario que
pacificación rural, en el orden impuesto en el sistema de producción y trans- el gob1er~o ros1sta -absor brdo por otra parte como siempre en una lucha por
porte. Y se mide también en el respeto que Rosas mantuvo al proceso produc- · su super_vrvencia política~ no parece haber estado dotado de especiales talen-
tivo y comercializador, aun en medio de guerras civiles y conflictos exteriores. to~ profetrcos para advertrr,el pehgro i'."plícito en las tentaciones a las que el
Sin duda, al adoptar una política que lleva a conflictos permanentes, Rosas pars rba a sucumbn en una epoca que aun no había comenzado Esto no podría
parece ser desleal no sólo a los intereses que han comenzado por ver en él a su ser desde luego un reproche a Rosas y a su régimen, sino en todo caso a los
más seguro protector, sino a su propia vocación originaria, la del hombre que que mientan hace'. de las vicisitudes que enfrentó una alegoría anticipatoria de
saca a la vida política del caos al que la han arrojado los políticos. Pero aun los conflrctos pohtrcos argentinos del siglo XX
esta inconsecuencia -que proviene de que, transformado en político, Rosas ter- , Por lo contrario, respetando en lo esencial el estatuto de dependencia eco-
mina por descubrir que la política y sus disidencias son ineliminables- no le nonnca en cuyo marco el país había surgido a la independencia política, Rosas
impedirá buscar una disminución de las consecuencias negativas de la guerra supo hacer ;espetar metrculosamente esa independencia política misma. Si sus
sobre la economía, y esta preocupación sabrán agradecérsela los sectores do- contemporaneos admnarou sobre todo la tenacidad que puso en esa tarea re-
minantes En 1838, en medio de un bloqueo que despoja al Estado de la mayor tr,ospectrvamente se pone en evidencia junto con ella una admirable capacidad
parte de sus rentas, Rosas no cede a la tentación de gravar a productores y tactrca, gracras a la cual eludió ~nfrentamientos que -al afectar aspectos esen-
comercializadores; prefiere, en un gesto simbólico pero significativo, supri- ciales de la hegemonra economrca metropolitana- dieran a la voluntad
mir el presupuesto de sanidad y enseñanza; de modo más eficaz decide-como
se ha visto ya- abstenerse de actualizar los sueldos públicos, afectados por
la inflación del papel moneda Sin duda la intensificación de la crisis lo lle-
vará a una política de confiscaciones que ha comenzado por denunciar como
ruinosa de toda sana economía; aun en ella algo persiste de la vieja preocu-
pación pm proteger a la economía de las tormentas de la política; la adminis-
tración de bienes de unitarios estará dominada por una preocupación casi
pedantesca por el buen orden contable, que no concede nada al festivo espí-
ritu de destrucción que suele marcar las represalias políticas en esa etapa rio-
platense
El otro rubro positivo dejado por el rosismo se encuentra en el área de las
relaciones interm¡cionales. Sin duda la noción de que el régimen rosista libró
una heroica batalla por la independencia económica pertenece al reino de las
fantasías retrospectivas: no podría ser de otra manera puesto que su mayor
hazaña económica fue la de facilitar la inclusión plena del país en un sistema
cuya metrópoli se encontraba en Londres y Liverpool; una prosperidad que se
mide entre otras cosas en la capacidad de cada argentino para consumir cada
año unas cuarenta yardas de algodón de Lancashire parece incompatible con
.Jo_daind_ep_end<'ncia ecQ!lómicax.e_a! ..S.in_cl11d_a.e.n. .tiemp.os. r·o~istas alll_vin_cula-_
ción mercantil no siguió la financiera, que luego iba a ser tan importante para
fortificar el lazo desigual que unía al Río de la Plata con la economía metropo-
litana. Pero hacer de esta ausencia un mérito del régimen, que habría resistido
virtuosamente la tentación de entregar su independencia financiera a las seduc-
ciones de los préstamos metropolitanos sería olvidar que no existía aun en la
metrópoli tendencia alguna a arriesgar capitales que seguían siendo escasos en F!G. 3 72 Retrato de don Juan Manuel de Rosa5 Miniatwa de Fernando Garcia del Molino

390 391
inte1vencionista europea una constancia que nunca alcanzó mientias estuvo-al
servicio de dudosas aventuras políticas !u:e~:: ro:~á l~e~~it:~;v: ~~,:~!~ 1
:~~:i';e;: el le,ado del rosi~mo, que se
A lo largo de la época de Rosas el estatuto de los súbditos éxtranjeros (que
en una etapa en que falta la inversión de capitales societarios es la garantía más ~~~~~aar;: :!~~~v~ ~~;¡: que en el orden mund~~~aº::~~u:~ó~a~: ~:~:;e~~
segura para los intereses metropolitanos) se consolida asegurándolos contra el Que el rnsismo sucumba en el momento d
enrolamiento, la confiscación y (hasta cierto punto) la destrucción de bienes poco sorprendente La vuelta a 1 . e s~s mayores logros no es tam-
pero también contra las acechanzas del sistema sucesorio local, que solían se; ........ '''+' tos políticos que habían permit'~ normalidad hacia anacrónicos los instrumen-
fatales a quienes no dejaban descendencia en el país. A cambio de ello el res- ponía cada vez más en relieve l~sºd:~ri~~~~t~la El .retorno a la prosp~ridad
peto a la personalidad internacional del Estado surgido de la revolución de 1810 nado cierta unidad política mediante la afirm'ac~~nd:r;:e:;:~~í~ hab;a_,ga-
se transforma por primera vez en base firme de la política europea y estado-
unidense en el Plata: ¿por qué mantener costosos conflictos con un poder que, ~~s:~:; :'e:~~!\~~dad econó~ica y en el cual las áreas en que h,f¡,~: :~~i~
celoso de su independencia política, sabe hacerla compatible con el respeto más
escrupuloso de los intereses de las potencias dominantes? Sin embargo esta !~:t1~~~~e~i;~f¡~e;~;;J]~l1º{{;:~::!;fri;s:e;;~~i~::;0ª~\~n':i:~~~~
conclusión resume de modo demasiado breve un esfuerzo largo y costoso, in- etapa que se avec. b . o aun su nuevo papel en la
vertido no inútilmente en persuadir a esas potencias de la inutilidad de buscar tuales como entrer~;s ªg;uepranos ceacdoa ;ez más numeras.os, entre las elite. s intelec-
medios de dominación más directos Este esfuerzo es tanto más admirable por nom1camente domma t , .
nalqueeraelRíodelaP!ata losquehab' d 'd nesenesaareamarg1-
cuanto para librarlo Rosas encontró menos apoyos de lo que de nuevo las fan- mundial iba prnnto a hacer p~sibles cam;:: ~ ;eitrdo q ue la nueva,coyuntma
tasías retrospectivas, dispuestas a descubrir en la Argentina de 1840 el nacio- la vez un , as ra ica1es, que hauan nacer a
nalismo popular de ciertas revoluciones del siglo XX, gustan de suponer Si no económic~~e;~a~¡ji¡~~a :;~:J;~~~e;~~:iih~':d~~s J::~~sn~e sus _recursos
faltan las manifestaciones de ese intransigente espíritu nacional en elocuentes rns1smo, cuyo espmtu conservador había sabido adecuarse adm ev~tpoca, el
discursos y artículos de periódico, la gravitación que se le concede olvida las una economía mundial en fase deba· . . . ua emente a
limitaciones de la politización popular, única capaz de dar eficacia a los senti- ca la edad de orn argentina estaba en ~ft:~;oar~cra el meJor guía Más que nun-
mientos allí manifestados. Por lo contrario, tal como se ha visto, nunca fueron años de experiencias desgraciadas habían elim:' la~mage\de ese futmo quince
más frecuentes las defecciones en el campo federal que en el momento en que do aéreos, para reemplazarlos or un . , na o mue os rasgos demasia-
Rosas pudo identificar la causa de su partido con la de la nación Esa lucha, de una realidad terminada de c.;n 1·dª adh~sron mayor a las líneas esenciales
impuesta a un país que no siempre pareció entender del todo qué estaba en jue- ra tanto de continuar como de su;~,~tr en a etapa ros1sta, que se trataba aho-
go en ella, dejaba una herencia que los adversarios y sucesores de Rosas no
quisieron reconocer explícitamente, pern supieron atesorar: pocos años después
de Caserns los que no habían encontrado palabras bastante duras para estig-
matizar el espíritu bárbaro que inspiraba las absurdas prevenciones de Rosas
contra la ilustrada influencia extranjera opondrán a las tentativas metropolita-
nas para utilizar los conflictos internos y la debilidad política consiguiente en
favor de una revisión de la situación consolidada en los años rnsistas una re-
sistencia discreta pern inflexible, y no renunciarán a utilizar la xenofobia sa-
biamente cultivada por la prnpaganda rnsista contra el recuerdo de ese 1égi-
m1;n.,J:¡1J~ habfa hecho.delos. extranjerns los. únicos privilegiados.
De este modo, si internamente la consolidación de ún
avanzado mucho menos de lo que las apariencias indican, la personalidad in-
ternacional de ese Estado ha logrado ya su consolidación definitiva; aunque
ella no afecta lo esencial de la relación de dependencia económica con nue-
vas metrópolis, permita por lo menos que dentro de ese marco los argentinos
no deban avergonzarse ni de su nación ni de su Estado No es ganancia pe-

392
19.l
Primera parte

Burgin, M., Ihe economic aspects of argentine federalism, Cambiidge, M.ass ., 1946
(hay trnd española, Buenos Aires, 1960)
Parish, W, Buenos Ayres and the provinces of the Río de la Plata, Londres, 1852, 2•
ed (hay trad. española, Buenos Aires, 1958)
ÍNDICES ANALÍTICOS

Segunda parte

Busaniche, J l , El bloqueofrancés de 1838 y la misión Cullen Federalismo y rosismo,


Buenos Aires, 1945
Cady, J F, Foreign intervention in the Río de la Plata 1838-50 A study oj French,
British and American policy in relation to the dictator luan Manuel de Roms,
Filadelfia, 1929 (hay trad española, 1943)
Celesia, EH, Rosas Aportes para su historia, Buenos Aires, 1954
Halperin Donghi, I, El pensamiento de Echeverría, Buenos Aires, 1951
Orgaz, R., El romanticismo wcial (en Obras completas, tomo II, Sociologfa argenti-
na, Córdoba, 1950)
Puentes, G. A, El gobierno de Balcarce División del partido federal (1832-1833),
Buenos Aires, 1948
- : La intervención francesa en el Río de la Plata Federales, unitarios y rvmánticos,
Buenos Aires, 1958
Ravignani, E , Injerencias sobre .Juan Manuel de Rosas y otros ensayos, Buenos Ai-
res, 1945
Ruiz Moreno, M , La revolución contra la tiraní"a y la organización nacional, Rosa-
rio, 1905
Solá, M. (h.), La Liga del Norte contra Rosas (] 839-1840 ), Salta, 1898

396
ÍNDICE DE NOMBRES Y LUGARES

A
Ál varez Condarco, 130
Aberdeen, 255,301,361 Ál varez Jonte, 89
Aconcagua, 131 Álvarez Ihomas, 76, 102, 117
Acuña, 237 Alvear, Callos María de, 56, 64, 73, 75,
Acuña, fadeo, 320 76, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 102,
Acha, 360 107, 120, 124, 128, 131, 153, 154,
Achupallas, 131 206, 213, 214, 215, 216, 222, 243,
Agrelo, 90 249,300
Agüero, 203, 209, 211, 212, 222, 250, Álzaga,
256,257,331 Félix, 308
Aguirre, 309 Martín de, 30, 38, 39, 80, 87, 88
Alaman, Pablo, 326, 336 Amaro, Fray Mariano, 75
Albarracín, Paula, 178 Amaru, Iupac, 63
Alberdi, Juan Bautista, 341, 343, 357, Amberes, 277
376,377,378 América,
Alcorta, 317 del Sur, 374
Aldao, 360 Española, 34. 35, 183. 371
Aldao, José, 23 1 Latina, 185
Alemania, 93, 277 Meridional, 19
Alsina, Valentín, 341,350, 351 Portuguesa, 31
Alto Perú, 23, 53, 54, 59, 60, 61, 63, 64, Septentrional, 19
70, 73, 84, 92, 96, 102, 111, 141, 142, Ancasti, 230
158, I 74, 175, 177, 240 Anchorena, 107, 108

399
Belén, 74 113, 115, 117, 118, 119, 120, 122, 123,
Anchorena, Asencio, 69
Asunción del Paragu1y, 54, 56, 65, 66, Belgrano, Manuel, 25, 27, 35, 38, 39, 41, 124,126,128,130,138,139,140,141,
familia de los, 251,255,298,307,312
50, 57, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 69, 83, 143,144,146,147,149,150,157,158,
Juan Esteban, 30 382
Atlántico, océano, 172, 217 85,93,95,97, 104,107,110,111,117, 159,160,161,167,168,171,173,174,
Nicolás, 252, 308, 34 7
131, 153, 154 175, 176, 180,181,183,184,185, 186,
Tomás Manuel de, 299,301,302,312, Auchmuty, brigadier, 29
Beltrán, Fray luis, 130 191,192,194,195,196,197,198,204,
334,346 Audiencia, 27, 29, 36, 38, 48, 50, 94
Benavides, Nazario, 330, 360, 375, 376 205,206,207,209,210,211,212,214,
Andalucía, 39 Avellaneda, Marco, 359, 360
Benzo, Miguel, 119 216,217,219,220,221,223,224,225,
Andes, Cordillera de los, 103, 11.l, 131, Ayacucho,210
Beresford, brigadier general, 23, 24, 25, 226,227,228,229,232,235,236,238,
178,213,221 Ayohuma, 63
26,27,29,36 239,240,243,244,246,247,248,249,
Ansay, Faustino, 53, 153 Ayuí, 71
Bergerie, 336 251,252,253,255,256,260,261,262,
Añapire, Fortín de, 117, 123 Azara, Félix de, 69
Berón de Astrada, Genaro, 348, 349 271,272,273,274,275,276,278,280,
Apipé, 66 Azopardo, 70
Beruti, José Antonio, 83, 139, 152, 154, 281,282,283,284,285,289,290,291,
Arana, Felipe, 295, 304, 308, 312, 334,
155, 185, 186,296, 370 292,293,294,296,301,302,303,305,
353,380 B Bidwell, 312
Aranjuez, 33 310,311,312,314,315,316,317, 318,
Bacle, 54 Bolívar, Simón, 21 O, 250
Aráoz, Bernabé, 112, 124, 192, 193 319,320,321,322,323,325,326,327,
Bajo Perú, 64, 174 Bolivia, 117, 221, 236, 272, 278, 280, 329,330,331,332,334,336,337,338,
Archivo,
Balcarce, 52, 83, 90, 91, 102, 117, 123, 321,334,336,360
americano, 3 71 339,340,341,345,346,347,348,349,
124, 246, 298, 302, 303, 305, 306, Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 373
General de la Nación, 30, 40, 49, 51, 60, 350,351,352,353,354,355,356,357,
.308, 309,310, 312, 343 Bonaparte, 69
78,184,217,247,273,278,295,296,301, 358,359,360,362,363,365,366,367,
Banco, Borges, 112
361,368,372,385,386 .368, 369,370,371,372,373,374,376,
de Descuentos, 202, 219, 220 Bosch, Beatriz, 276
Archondo, 153 37'7, 378,379,380,382,384,385,388
Nacional, 184,218,219,220,221,333 Bouchard, Hipólito, 70
Areco, 84 Fuerte de, 124
Banda Oriental, 24, 30, 34, 51, 61, 65, Bouchet-Martigny, 339, 353
Argañaraz, Rosa, 232 Intendencia de, 54
66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 71, 75, Bowles, 119
Argentina, 252,261,285,335,342,351, Bulnes, Juan Pablo, 109, 110,209
76, 106, 107, 113, 118, 119, 120, Brasil, 37, 92, 123, 146, 174,210, 215,
362,376,377,378,392 Burgos, Paso de, 29
122, 123, 126, 140, 159, 173, 175, 217,244,259,292,301, 338, 363,
Arias, Manuela, 157 Bustos, Juan Bautista, 124, 194,
191, 195, 204, 210, 211, 214, 225, 367,382,384
Arrecifes, 89 195,197,205,206,208,209, 21Q,
227, 246, 259, 277, 281, 311, 332, Brito del Pino, José, 244
Arroyo, Brittain, 220 232, 235, 236, 237, 239, 240, 248,
de Ceballos, 123 334,335,351,352,366,379,384 249,250,259,260,302,319,321, 374
Baradere, 357 Brizuela, Ibmás, 330,336,357,358
de la China, 76, 123, 124
Broglie, 333
del Medio, 115 Baradero, 369
Brown, Guillermo, 73, 133, 216, 218,
c
Grande, I 23, 361 Barba, Enrique M, 107,281
255, 300, 365 Caaguazú,360
Arroyo y Pineda, Manuel de, 26, 206 Barracas, 257, 308; 309
Buceo, 29 Cabañas, general, 66
Artigas, Barranca Yaco, 314,322
Buena Esperanza, Cabo de, 23 Cabarrús, 104
, ('on.dre_srn
. . Andres_ ·, )•.....
123,... ..... Bar.ra.n_cas,.]24
BuenosAires,24,25,26,27,29,30,31,33, Cabeza de Tigre, 52
· 67 , 68 , 69 , 71 , 72 , 73. , 74, Barreiro, Miguel, 118
José Gervas10,
34, 36, 37, 38, 49, 51, 52, 53, 54, 56, Cabildo,
75, 76, 94,101,102, 117, 118, ll9, 120, Barovi, 69
57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, de Buenos Aires, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 34,
121, 122, 123, 124, 126, 167, 191, 195, Bate, N M, 110
67, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 36, 37, 38, 41, 47, 48, 79, 80, 82, 83 84,
208,210,212, 235 Bayona, 120
79, 82, 84, 88, 89, 92, 93, 94, 96, 98, 85, 87, 89, 101,152,200
Asamblea (General Soberana) de 1813, Bedlam, Enrique, 311
103,104,105,106,107,108,109,112, de Córdoba, 51, 52, 76, 109
71, 72, 73, 85, 90, 94, 95, 145 Bedoya, Eusebio, 197,208

400 401
de Corrientes, '74 Casares, Vicente, 217 Colambres, obispo, 375 Caneas, Edmundo, 177
de Jujuy, 54 Caseros, 285,385, 386, 387, 388, 392 Colonia, La, 26, 29, 37, 51, 67, 69, 75, Correo de Comercio, 39
de Mendoza, 128, 131 Castaño, Manuel, 275 113, 119, 122, 212 Corrientes, 54, 56, 66, 74, 75, 90, 123,
de Montevideo, 36, 50, 51, 68, 118, 120, Castelli, Juan José, 4 7, 60, 84, 97 del Sacramento, 19 126, 159, 173, 174, 195, 197, 240,
122, 210, 348 Castex, 118 Combate de Obligado, 368 275,281,283,284, 317, 318, 319,
de Salta, 53, 111 Come Caballo, Paso de, 131 320, 333, 346, 348, 349, 352, 360,
Castilla, 133
de San luis, 53
Castro, Manuel Antonio de, llO, ll3 Comisión Representativa, 319,320,321 361,369,379,380,382,384
de Santiago del Estero, 54, 192
Castro Banas, 235 de Santa Fe, 319 Cortinas, coronel, 309
Cabo Verde, islas del, 182
Catamarca, 54, 178,193,230,231,234, Compañía del Banco de Rescate, 221 Corvalán,
Cabot, teniente coronel, 131
235, 237, 279, 317, 320, 325, 326, Concepción, 132 Manuel, 53
Cabra!, gobernador, 379
327,357,358,359,360,374 del Uruguay (E R ), 54, 123, 283 Rafael, 341
Cádiz,39,50, 88,104,145,146,148
Cavom, 105 Coneta, 236 Costa, Braulio, 220, 221
Cagancha, 348,352
Caillet-Bois, Ricardo R, 359 Celesia, Ernesto H, 197, 248, 252, 304, Confederación, Cotagaita, 59, 60, 63
California, 278 305,307 argentina, 281,283,289,349,355, 382 Cousin, Víctor, 341,342
Campana, Joaquín, 83, 84 Celman, juez, 327 Perú-boliviana, 334, 335, 336 Credo de la Joven Generación Argentina,
Campichuelo, 66 Cepeda, 124,248 Congreso, 343
Campo, Cerrito, el, 365, 366, 368 de la Florida (1825), 212 Cruz, general, 253
de las Carreras, 62 Cevallos, ministro, 104 de Capilla de Maciel, 72, 75 Cubas, gobernador, 358, 360
Santo, 61 Chacabuco, 131 132 de Tres Cruces, 71, 72 Cuitiño, comandante, 294
Canarias, islas, 53, 348 Chacmita, 30 de Iucumán, 102, 106, 107, 108, 109, 110, Cullen, Domingo, 210, 345, 346, 348,
Cancha Rayada, 133 Chañmcillo, 278 111,117,118,131 349,357,358
Candelaiia, 66 Chateas, 54, 63, 87 Nacional de 1824, 204,205,206,207,208, Curado, brigadier, 31, 34
Candioti, F1ancisco Antonio, 75, 76 Chascomús, 351 209, 210, 213, 218, 223, 224, 227, 228, Cmapaligüe, 132
Cané, Miguel, 377 Chiclana, Feliciano, 54, 84, 85, 88 229,232,234,235,236,291 Cuyo, 92, 112, 128, 129, 130, 131, 133,
Canelones, Asamblea de, 244 Chico, Pedro, 383 Nacional Federativo, 319 140, 141, 159, 180, 191, 192, 194,
Canning,212, 226,228,229 Chichas, 335 Consejo de Regencia, 33, 39, 50, 52, 54 194,195,237,316,343,358,360
Cantón, 182 Chile, 64, 98, 103, 107, 112, 124, Constitución de 1826, 224, 258
Cañuelas (P B A.), 277 126, 127, 129, 131, 132, 133, 168, Consulado de Comercio, 25, 28, 38, 87,
D
pacto de, 25 7 175, 176, 177, 181,184,211,221, 139,149,152,200
Capilla de Maciel, 72, 75 232,278,280,282,330,334,335, Copiapó, 131, 329 Dávila, familia de los, 101, 232
Capítulo de la Catedral, 28 377 Coquimbo, 131 De Comey, almirante, 36
Carcatañá, 117, 124 Chiloé, 133 Córdoba, 26, 52, 58, 59, 61, 74, 76, 79, De la fouanne, Edmond B , 176
Callos IIl, 22 Choele-Choel, isla de, 305 82, 93, 101, 103, 107, 109, 110, 112, De Vedia, Nicolás, 120
Carlos IV, 33, 34, 104 Chuquisaca, 38, 39, 60, 80 113, 124, 130; 150, 152, 159, 177, Deheza, coronel, 317
Carmen de Patagones, 217, 222 Cisneros, Baltasat Hidalgo de, 3 7, 38, 39, 180, 194, 195, 197, 205, 206, 208, Del Carril,
Carrera, 209, 230, 232, 234, 237, 240, 257, Bonifacio, 88
40,41,47,48,52
· hermanos,-----1-29- ·
Ciudadeía de TÜcumári, 318 258, 259, 260, 278, 280, 282, 314, Salvador María, 221,231,236
José Miguel, 124, 19 7
Civilización y barbarie, 3 77 315, 316,319,320,321,322,327, Del Corro, Miguel, 117
Caita de mayo, 231 346,348,349,358 Derqui, Santiago, 322
Cochabamba,61,63, 149
Casa, Intendencia de, 53 Descalzi, 374
de Moneda, 221 Cochrane, lord, 133
Colegio de Loreto, 259 Correa, 123 D'Hastrel, Adolfo, 293
Histórica de 'Tucumán, 103
IIujo, 69 Colombia, 210 Correa Morales, 306 Díaz, José Javier, 76, 109

402 403
Frontera, la, 336 Gran Bretaña, 36, 37, 93, 106, 182, 183,
DíazVélez,63, 76,85, 102,117,118 España, 19, 20, 22, 27, 31, 33, 36, 37, 38,
Punes, 204, 209, 218, 224,225,245, 246,
Doboué, Juan Pablo, 358 50, 56, 93, 97, 104, 105, 106, 107,
Ambrosio, 109, 110 277, 334, 336, 347, 353, 354, 356,
Dogma Socialista, 342 132, 145, 150, 183
deán, Gregario, 82, 83, 109,110,206,208, 363,366,367,368,369,390
Dolores (P B A), 172,351 Espínola y Peña, coronel, 54
210,300 Griffiths, 312, 333
Don Cristóbal, batalla de, 352 Espinosa, general, 309
hermanos, 109, 112 Grigera, Tomás, 83
D'01bigny, 217, 222 Esquive!, 195
Dorrego, Manuel, 75, 113, 198,211,221, Estado Oriental, 251, 300, 303, 317, 326, Grito del Sud, 87
229,244, 245, 247, 248, 249, 250, 33 7, 343, 345, 348, 355, 366, 368, G Gualeguay (E R ), 54, 123, 126
251, 258, 261, 289, 298, 299, 300, 370,382,384 Gaceta, Gualeguaychú, 54, 123, 283
307,323 Estados Unidos, 57, 93, 105, 146, 154, de Buenos Aire5 80, 81, 82, 83
Guana, paso de, 131
Dudley, 245, 249 206, 371, 378 Menanl!l, 300,345,377, 385
Guandacol, 13 1
Dupuy, 131 Etruria, 105 Galisteo, 349 Guardia,
Europa, 93, l 04, 146, 178, 183,221,235, GáJvez, del Monte, 309
E 276,282 Vieja, 131
Puente de, 29
Ezcurra, Encarnación, 307, 308, 311, 312, 372 Víctor, 282
Guayabos, 75
Earle, Augustus, 255 Güemes, Martín, 101,110,111,112, 157,
Echagüe, Pascual, 322, 346, 349, 350, García,
F 181, 193, 195
352,353,360,361,384 Manuel José, 93, 107,161,200,203,204,
205,206,211,212,213,218,219,220,221, Guido, Tomás, 154, 246, 247, 249, 250,
Echevenía, Esteban, 271, 341, 342, 343, Famatina, 183, 184
222,226,227,228,229,245,249,257,298, 256, 257, 261, 298, 300, 301, 303,
344, 3 71, 377 Femández Cornejo, 325
302,307,310,311,312 304,307,310,312,315,363
~jército, Femando VII (rey de España), 33, 34, 39,
Guizot, 366, 367
del Norte, 53, 59, 112, 140, 194 40, 70, 90, 91, 93,103,104,105,316 Salvador, 359
Gutiérrez,
Grande,275,284,384 Ferré, Pedro, 195, 317, 352, 360, 369, García del Molino, Fernando, 230, 239,
379,380 302,312,319,389,391 Celedonio, 374,376
El Argos, 175 Juan Mm:ía, 97,341
El Camoatí, 373 Figueroa Cáceres, coronel, 235 García de Zúñiga, Victoria, 302, 306,
Fontezuela, 76, 102 Manuel Antonio, 230, 235, 237
El censm; 87 312
Fores, J W, 31 Gavilán, 132 Gutiérrez de la Concha, 52, 53
El cristiano viejo, 234
Fournier, 217 Gericault, I , 64
El Havre, 27 7 H
Frngueiro, Mariano, 378 Gibraltar, 39, 150, 176
El intolerante, 234
Fragmento preliminar al estudio del de- Girardin, Émile de, 368 Hacienda de Figueroa, 322
El matadero, 2 71
recho, 341 Godoy Cruz, 131 Hansen, Emilio, 138
El pampero, 175
Fraile Muerto, 124,318 Gómez, Valentín, 105,106,206,207,209, Heredia,
ElZonda, 375 Francia, 20, 33, 34, 93, 105, 106, 112,
Elío, coronel, virrey, 31, 34, 36, 37, 38, 210,222,300,308,331 Alejandro, 272, 325, 326, 335, 336, 341,
183, 336, 337, 338, 339, 340, 343,
51,67,69, 70, 71,82 González, Vicente, 309 357
344, 346, 347, 349, 353, 354, 355,
Eliot, Capitán, 67 Gordon, embajador, 22 7 Felipe, 326
356,357,359,363,367,369,380
Ensenada,26,29,223,277 Gore, ministro, 385, 386 Hereñú, 74, 123
_Fr~n_c;_ia,, .Ofü¡p~r :R.Q4tíg11_ez _de,
·····Bnfré-Rl~,4~66; 69,70, ·11,14,122, Gorriti, Herrera, 76, 88, 93, 120
382
123, 124, 159, 173, 174, 175, 195, J M 209 Luis A de, 256
Freire, teniente coronel, 131, 132
196,197,240,245,275,276,281, familia de los, 321 Mauricio, 326
French, 83, 111
283, 317, 319, 322, 349, 350, 352, Frías, 228 Goulu, Juan P, 214 Himno Nacional Argentino, 95
353, 360, 361, 378, 3 79, 382, 384, B, 157 Goyeneche, 61 , 63 Hispano América, 98
388 Félix,357,378 Granada, N. ,60 Holmberg, barón, 54, 56

404 405
Huaqui, 61, 70 de Buenos Aires, 50, 51, 52, 53, 54, 60, Lavalleja, Juan Antonio, 69, 222, 223, Javier, 236,237,258,259,326
Humahuaca, Quebrada de, 193 65, 67, 69, 70, 78, 80, 81, 82, 83, 84, 85 224,243,244,245,338,340 Juan Pablo, 348,349,360, 361
Humphrey, H., 35 de Guerra, 29 Leblanc, almirante, 339 Manuel, 327,329,358
de Observación, 102 Lecor, Carlos Federico, 119, 120 Vicente Fidel, 6 7, 92, 208, 341
I Grande, 83, 84, 85 Leiva, Manuel, 320 López Jordán, Ricardo, 317
Provisional, '78 Lepper, doctor, 346 López y Planes, Vicente, 92, 228, 229,
Ibana, Felipe, 181, 192, 197,207, 235, Leroux, 341 248, 300, 302
237,240,259,317,336,349,357,358 Lezica, Los Cerrillos, 305
Imperio del Brasil, 123, 215, 246, 363, L
alcalde, 41 pacto de, 111
382,383 La Florida, 212 Ambrosio de, 220, 252 Los Patos, 131
Inchaurregui, 47 la Gaceta, 8 7 liga, LDs Pozos, 217
India Muerta, 120, 379 La Laja, 60 del Interior, 317,318,319 Luis Felipe (de Francia), 338
Infanta Carlota (Joaquina de Borbón), 34, la Lira (Argentina), 95 del Norte, 272,356,358,359,374 Luján, 24
35, 36,38, 75 La Moda, 343 Militar, 302 Lules, 336
Inglaterra, 23, 33, 35, 39, 93, 139, 204, La Nación, 88 Lima, 59, 63, 126, 127
225,380 La Paz, 38, 39, 60, 61, 63 liniers, M
Interior, 50, 52, 57, 58, 79, 82, 84, 97, 107, La Quintana, Fennín de, 325 conde de, 31
112, ]15, 118, 143, 153, 167, 168, Mackau,
La Rioja, 101, 107, 109, 131, 194, 195, familia de los, 34
175, 177, 178, 180, 181, 185, 186, barón de, 354, 356
220, 221, 224, 230, 231,232,234, Santiago de, 26, 27, 29, 30, 31, 35, 36, 37,
193, 195, 198, 206, 207, 210, 224, tratado, 357
23 7, 258, 275, 279, 316, 317, 319, 38,39,52,80
227,228,229,232,235,236,238, Macha,63
330,357,358,374 litoral, 39, 54, 65, 69, 74, 75, 76, 78, 107,
239, 240, 248, 256, 258, 259, 260, Madariaga,
La Tablada, 259, 314 112, 115, 117, 124, 140, 142, 157, hermanos, 379,380
261, 262, 273, 275, 278, 281, 282, La Torre, Pablo de, 321, 322, 326 158, 167, 168, 169, 171, 174, 175,
285, 290, 292, 300, 301, 302, 315, Joaquín, 3 79
Lagos, 308 176, 180, 191, 194, 195, 196, 197, Juan, 379
319, 321, 322, 330, 336, 345, 356, Laguna de los Padres (P B.A ), 247 198, 235, 236, 240, 260, 272, 275, Madrid, 91, 93, 104, 105, 107
357, 358, 359, 360, 361, 362, 363, Lamadrid, Gregario Aráoz de, 235, 236, 276, 278, 279, 281, 283, 284, 285,
.373, 374,376,379,388 Maipú, 133
258,316,318,360 292, 301, 315, 317, 319, 322, 340, Maldonado, 29, 51, 69, 119,212
Irazusta, Julio, 281,305,320 Lamas, Andrés, 357, .383 345, 347, 349, 350, 351, 356, 358, Malvinas, islas, 338, 353
hiarte, Tomás de, 171,253 Lancashire, 182, 390 362,373,378,379 Mandeville, cónsul, 256, 308, 332, 333,
Isasmendi, 53 L arrañaga, 122 liverpool, 146, 148,182,277,390 346,347,349,355,356,361,365
]turbe, 336 Larrea, Juan, 50, 72, 73, 90 Llanos, Lucas, 330 Mandisoví, 126
Ituzaingó, 215,216 Las Conchas, puerto, 223 Lobo, almirante, 212, 217 Manoel, Bentos, 124
Las Heras, Juan Gregorio, 130,131,132, Lobos, 309 Mansilla, Lucio, 175, 196,296,387
J 203,206,211,213,223 Londres, 23, 92, 93, 105, 106, 107, 133, Marcó del Pont, 1.31, 132
Jacuhy, barón de, 383 Las Leñas, 231 146, 181, 182, 183, 184,217,219, Marfany, Roberto, 49
Jáchal, 177 Las Piernas, 61, 69 220, 225, 226, 273, 353, 354, 366, María Luisa (de Francia), 106
·········Jujny;5-4;ol~O;ltl,321,325;335, :\%; ···· Lasalle;E.,222 367,390 Marino, F, 217
358, 359, 388 Latorre, 123 López, Mármol, José, 295
Juncal, 217 Lavalle, Juan, 172, 212, 250,251,253, Estanislao, 123, 124, 197,235,239, 240, Maroto, brigadier, 131
Junta 255, 256, 257, 275, 276, 295, 300, 245, 249, 253, 261, 281, 303, 310, 314, Márquez, Puente de, 253, 256,259
24 de mayo de 1810,.47, 48 317, 351, 352, 353, 354, 356, 357, 315, 318, 319, 320, 321, 322, 323, 327, Martín García, isla de, 73,227,345,351,
Central (Sevilla), 33, 39 359,360 330,346,348,350,357 352,353,355,369

406 407
Martínez, Moldes, coronel, 102 Obligado, Manuel, 89 Partido,
coronel, 208 Molina, Luis, 252, 253 Obregón Cevallos, Joaquín de, 30 de la Independencia, 34, 40
Enrique, 134, 250, 298, 303, 305, 306, Monasterio, 57 Ocampo, familia de los, 323 del Orden, 223,227,228,239,247, 248,
307,308,309,310 Monte Caseros, 3 86 O'Gorman, Camila, 370 251,256,258,261,262,289,296,298,
Mártir o Libre, 87 Monteagudo, Bernaido de, 87, 89 O'Higgins, Bernardo, 129, 132 299,300,304,310,314,321,332,341
Matheu, Domingo, 50 Montes de Oca, 123 Olañeta, general, 111, 193 Federal,262,292,301
Maliá, baión y vizconde de, 384 Montesquieu, 108 Oncativo, 315 Paso del Rosario (véase Ituzaingó), 216
Maule, línea del, 132 Montevideo, 24, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 34, Onslow, Arthm, 299 Paso, Juan José, 50, 84, 85, 88, 89
Maza, 36, 37, 39, 50, 51, 52, 54, 56, 59, 63, Ordóñez, coronel, 132, 133 Pasquier, 106
coronel, 352 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 73, 75, 87, Orellana, obispo, 53 Patagones, 37
Ramón Vicente de, 302, 306, 307, 312, 92,113,119,120,122,175,184,210, Oribe, Manuel, 184, 283, 334, 338, 340, Patagonia, 305
314,322,350 212, 217, 283, 285, 300, 303, 327, 345,359,360,361,363,365,366,370 Paz, José María, 62, 194, 236, 259, 260,
teniente coronel, 350,351 338,345,354,355,357,365, 36~ Oro, 261, 262, 272, 276, 290, 300, 302,
Mazorca (véase Sociedad Populai Restau- 367,368,369,376,377,380,383,384 Domingo de, 329 314, 315,316,317,318,321, 322,
radora), 311, 370 Montoya, Alfredo J , 285 360,361,379
Frny Justo Santa María de, 108
Mazzini (Giuseppe), 341 Moreno, Pedernera, 315
Ortiz de Ocampo, 54, 85
McNeice, 212 Manuel,221,222,228,248,249,311 Pellegrini, Carlos Emique, 175,207,211,
Oruro, 54, 63
Medrano, Pedro, 89 Mariano,29,40,50,80,81,82,83,97,154 344,361
Osmio, 132
Melo, villa de, 250 Moritán, Santiago, 175 Peñaloza, Angel Vicente, 330, 374
Otorgués, 73, 75, 76, 118
Memorial Ajustado, 312 Morón, coronel, 53 Perdriel, Chacras de, 26
Ouseley, William G , 284, 367
Mena, 207 Muñoz y Cubero, 29 Pereira, Gabriel Antonio, 345
Méndez, 123 Museo, p Pérez, Santos, 327
Mendizábal, coronel, 195 de Luján, 389 Perú, 38, 63, 92, 103, 109, 126, 127, 132,
Mendoza, 53, 111, 124, 129, 130, 131, Histórico Nacional, '72,121,302,319 Pacífico, océano, 126, 175, 177 133,140,209,335
150, 167, 168, 176, 177, 197, 231, Nacional de Bellas Artes, 186, 211 Pacto de los Cerrillos, 111 Perugonía, 75
232, 237,275,279,280,316,317, Pacheco, general, 360, 361 Pezuela, Joaquín de la, 63, 64
318,321,329,358,360,361, .374, 376 N Pago Largo, 349 Pilai, 124
Mercedes, 69 Palacios, familia, 54 Pinedo, general, 309
Nación Argentina, 349
Mesa, saigento, 252, 253 Palermo, 373, 387 Pintos, general, 310
Napoleón, 33, 34, 35, 104, 105
Mesopotamia, 380 Lago de, 372 Planchón, 131
Navarro, 251
Metán, 336 Palliere, León, 196 Plaza,
Negrón, 275,277, 295
México, 183, 353 Palmerston, 333, 347, 356, 386 de la Victoria, 88, 101, 124,273,308
Nieto, Vicente, 37, 38, 54
Michelena, 54, 70 Pampa, indígenas de la, 305 Mayor, 30, 37, 83, 327
Nueva generación, 34,352,343,344,345,
Minas, 69, 212 Paraguarí, 66 Plumerillo, Campamento de, 132
356,357,377,378
Miranda, 253 Paraguay, 54, 56, 65, 66, 69, 126, 281, Ponsonby,
Nueva,
Miranda (Francisco), 24, 88 292,367,379,382 lord, 225, 226, 228, 229, 245, 246, 248,
·Miserere;-'.W--·---·- Granada, 98 .
París, 104, 105, 106, 107,178,339,341, 249,255,256
Inglaterra, 182
Misiones, 54, 56, 66, 120, 122, 123, 126, 346,354 negociación, 225
149,195,245 Núñez, Ignacio, 215
Parish, Woodhine, 185, 204, 225, 246, Popham, comodoro, 23, 24
Brasileñas, 281 249,255,303 Portales, 184, 334, 335
Mitre, Baitolomé, 385 o Parma, Ducado de, 106 Portugal, 31, 33, 34, 69, 106, 107, 119,
Moglia, Raúl J, 183 Obligado, combate de, 368 Paroissien, 36 122, 124, 175

408 409
Recova de Buenos Aires, 273 Río de Janeiro, 31, 35, 69, 73, 91, 93, 107, Rosa, José María, 373
Posadas, Gervasio de, 90, 92, 93
Reglamento provisorio, 39 120, 122, 146, 210, 225, 227, 245, Rosario, 95, 124, 284, 384
Potosí, 30, 54, 60, 63, 64, 183, 220, 335
Reglamento mral de 1815, 159 247,255,301,347,363,383,384 Rosas, 248
Poucel, H B , 1 78
Reinafé, Río Grande do Sul, 69, 75, 120, 175,216, Rosas,
Príncipe de Luca, 105, 106
gobernador, 319,322 244, 252, 277, 283, 347, 363, 382, Juan Manuel de, 107, 172, 184, 185, 200,
Prnvincia,
hermanos, 327 383,384 229,247,248,251,252,253,255,257,258,
Cisplatina, 200, 227, 246
Representación de los Hacendados, 39, Rivadavia, Bernardino, 87, 89, 93, 104, 262,274,277,281,285,286. 289,290,291,
Oriental, 221
80 105, 107, 154, 183, 184, 185, 200, 292,293,294,295,298,300,301,303,304,
Provincias Unidas, 71, 90, 96, 113, 133,
Restauración (Corrientes), 283 203, 211, 215, 221, 222, 224, 226, 305,306,307,308,309,310,311,312,3]4,
204, 210, 212, 216, 217, 221, 225,
Restaurador de las Leyes, 258, 306, 308, 228, 250, 256, 257, 300, 301, 311, 315,317,318,319,320,321,322,323, 325,
227,246,247,276,388
333,339, 342,356,.374 335,340 326,327,329,330,331,332,334,335,336,
Pueyrredón,
Restaurador de las Leyes, 307 Rivera, 337,338,339,340,341,342,343,345,346,
Juan Martín de, 26, 61, 85, 87, 88, 89, 102,
Retiro, 26, 30 Fructuoso, 69, 75, 120,123,210,212,214, 347,348,349,350,351,352,353,354,355,
103, 106, 107, 109, !12, 113, 114, 115,
Revolución, 215, 244, 245, 276, 303, 337, 338, 340, 356,357,358,359,360,361,362,363,366,
120, 122, 124, 128, 133, 140, 152, 154,
de Mayo, 19, 22, 48 344,345,348,349,351,352,354,355, 367,368,369,370,371,372,373,376,378,
200,202
357,358,360,361,363,366,379,383 379,380, 382,384,385,386,387,388, 389,
Prilidiano, 114 del Sur (1839), 351
Lázaro de, 31 390, 391, 392
Pumacahua, 63 Reyes, Martina, 27 5
Robertson, Manuelita, 373,389
Purificación, 118, 122, 123 Riachuelo, 24, 27, 29, 30
O P, 150,204 Rousseau, 42
Pmvis, comodoro, 365 Riego, 107
J. P, 150,204 Ruano, Agustín Gerónimo, 310
Río,
fantilia de los, 113, 150 Rugendas,
Q Bermejo, 177
Rocamora, 54, 56 Juan María, 108
Colorado, 304, 309
Quebracho Herrado, 359 Rodeo, Mauricio, 280,316
Cuarto,315,318,327,329
Quesada, Vicente, 282 del Chacón, 318 Ruiz Huidobro, 329
de la Plata, 22, 23, 24, 31, 39, 40, 58, 64,
Quilmes, 24, 29,217,277 del Medio (Mendoza), 360 Rusia, 93, 106
66, 73, 93, 97, 105, 109, 111, 127, 128,
Quinta de la Paraguaya, 70 Rodríguez, Ruzo, Eusebio Gregorio, 230, 231, 235,
129, 134, 137, 140, 142, 143, 145, 146,
Quiroga, general, 212,213,214,215,256 237
149, 150, 159, 161, 173, 182, 183, 185,
Facundo, 159, 183, 184, 195, 220, 221, 204, 216, 223, 277, 290, 334, 33 7, 339, Gregario F., 92
224, 230, 232, 234, 235, 236, 23 7, 238, 343, 348, 355, 363, 367, 370, 383, 384, Manuel, 131 s
239, 240, 250, 258, 259, 260, 261, 262, MaríaJ, 72 Saá, hermanos, 374
390,393
281,300,310,314,315,316,318,319, Martín, 83, 198,200,203,204,294 Saavedra, Comelio, 37, 38, 40,41, 47, 50,
Desaguadero, 61
320, 321, 322 323, 325, 326, 327, 329, Pedro Nolasco, 358 54, 79, 81, 82, 83, 84, 154, 155, 300
Napostá, 312
359 Negro, 212, 305 Rodríguez Peña, Sainz de la Masa, Isidro, 53
Juan Prudencia, 232 Paraná, 52, 66, 74. 92, !15, 140,173,174, Nicolás, 74, 89 Salazar, 51
Quito, 149 177, 185,195,277,283,284,361,384 Saturnino, 36 Salta, 54, 57, 59, 61, 62, 63, 84, 90, 101,
Pasaje, 111 Roger, cónsul, 339 107, 110, 111, 112, 127, 140, 142,
R tlosad(); ·fi? Rojas y Patrón, José Maria, 302, 306, 332, 333 157, 158, 159, 167, 168, 177, 181,
Salado, 161, 172,252,277. 309 Roma, 104 192, 193, 195, 198,236,240, 258,
Rademaker, 71, 87
Ramírez, Francisco, 123, 124, 126, 174, Iacuarí, 66, Romarate, 70 259,261,275,279,290,315, 319,
Uruguay, 52, 54, 73, 74, 75, 119, 120, 122, Romero, José Antonio, 352 321, 325, 326, 335, 336, 343, 357,
175, 195, 196, 197,360
124, 174, 175,196,212,213,245,283, Rondeau, José, 64, 69, 70, 71, 72, 73, 101, 358,376
Rancagua,63, 129,131,134
284,322 102,106, 111, 115, 124, 133 Salta del I ucumán, Intendencia de, 53
Rauch, 172,252,253,255

410 411
Iellechea, 88 Venezuela, 98
Samaniego, 123 SaIIatea,
Tel10, Hipólito, 330 Ventura Vázquez, 221, 234
San Bernardino, Convento de, 68 Manuel de, 71, 84, 85, 91, 92, 104, 107,
Thiers, Adolfo, 354 Vera,
San Carlos, 69 113, 124, 154 '
Thorne, mayor, 353 Ignacio, 122, 123
Duque de, 105 Melchora de, 113
Tolón, 354 Mariano. 117, 118, 123, 124
Sánchez, Mariquita, 27, 339 Sassenay, maiqués de, 34
foros, Plaza de, 30 Verazzi, B., 186, 337
San Francisco (San Luis), 235 Sauce Grande, .353
Ttafalgar, 20, 176 Vergara, monseñor Miguel Ángel, 335
San Ignacio, 250 Saucesito, 123
Ttapani, Pedro, 212 Viamonte, 61, 84, 117, 124, 257, 258,
San José, 69, 284, 338, 340, 348 Schrnidtmeyer, Peter, 232,261
Senillosa, Felipe, 172, 275, 277, 278, 295, Traslasiena (Córdoba), 236, 259 310, 3Jl, 312,338
San Juan, 53, 108, 130, 131, 150, 177, Trento, Concilio de, 96 Vida!, 90
195,197,221,230,231,232, 2.34, 235, 308
Sevilla, 33, .37 Tres Cruces, 71, 72 canónigo, 310,311
237,279,316,317,321,329,330,375 Tristán, Domingo, 60, 61, 62 Emeric Essex, 84, 124, 142, 147,248
San Lorenzo (Santa Fe), 92, 124 Sipe-Sipe, 64, 111
I riunvirato, Videla Castillo, 316
San Luis, 89, 130, 131,195,208, 2.35, Smith, Sidney, 34, 36
Sobremonte, marqués de, 23, 26, 27, 29 Primer, 84, 85, 87, 88, 89 Viena, 106
259,279,315,316,318,321,329,374 Segundo,89,90,92 Vieytes, 39, 40, 52, 60
San Martín, José de, 56, 64, 88, 89, 91, 92, Sociedad Patriótica, 87, 88, 89, 90, 152
Sociedad Populai Restauradora, 311, 332, Tucumán, 54, 58, 59, 61, 62, 63, 89, 90, Vigodet, 73
97,103,107,111,112,124,126, 127, Vilcapugio, 63
371 95,102, lll, Jl2, 124,142,177,181,
128, 129, 130, 131, 1.32, 13.3, 134, Villafañe, Femando, 326
Solá, 47 191, 192, 198, 206, 235, 236, 237,
140, 141, 154, 157,203,211, 301 Vins de Payssac, 3.32, 333, 339
Solá, Manuel, 3.36, .358 258,259,315,326,.336,357,358,374
San Nicolás, 27, 70,259,302,318,384 Iuyú, 351 Virnsmo,
San Roque, 250 Sola, León, 317
Benjamín, 380
Santa Cruz, maiiscal, 3.34, 335, 336 Soler, 75, 131,198,213
Santa Fe, 54, 57, 58, 66, 75, 76,102,115, Soriano, 51, 68, 69 u familia de los, 380
Soult, gabinete, 353, 354 Vizcacheras, 253
117, 118, 122, 124, 140, 142, 143, Ugaiteche, 307,310
159,174,180,195,197,210,232, Southern, ministro, 356 Universidad de Buenos Aires, 300
Spano, Pilar, 154
w
234, 239, 240, 244, 249, 250, 251, Urquiza, Justo José de, 175, 276, 283,
255, 256, 258, 260, 261, 283, 284, Suárez, 41 286,292,317, 360, 369, 378, 379, White, Guillermo Pío, 73
.303, .310, 314,315,317,319,320,321, Suipacha, 60 380,382,384,385 Whitelocke, Juan (teniente general), 29,
346,348,349,356,357,.361,378,384 Staples, Robert, 93,212 Uruguay, 355 30,31
Strangford, lord, 69, 71, 73, 93 U spallata, 13 1 Wright, 345
Santa María, Cabo de, 24
Strangways, 332, 347
Santa Rosa, 131
Sucre, mariscal, 250 V y
Santiago de Chile, 131, 1.32, 133
Santiago del Estero, 54, Jl2, 159, 177, Sullivan, comodoro, 347
VaJdivia, 133 Yanzón, gobernador, 321, 329, 330
180, 192, 197, 207, 221, 232, 237, Supremo Poder Militar, 317
Valparaíso, 133, 175, I 76 Yeruá, .352
240,258,259,261,279,280,316, Valle central (Chile), 278 Yuquerí, 126
317,319,321,346, .348, 349,357,358 I
Varela,
Santo Domingo, Convento de, 26, 30 Iacuaiembó, 123 Florencia, 366, 378 z
sariiosTugares,'353, 385, 386 Tagle, Gregorio, 124, 200, 307, 309 Juan Cruz, 251 Zañartu, 114
Sanz, Intendente, 60 Tala, 236 Vázquez, Aníbal S, 174 Zapata, Vicente, 352
Sao Borja, 245 falca, 132 Velazco, 54, 66 Zavaleta, 308
Sarandí, 212,213, 244 Ialcahuano, 132 Vélez Sársfield, 208,209 Zelada, coronel, 131
Sarmiento, Domingo f', 177, 178, 235, Iandil (P B A), 172 Vences, 380 Zelarrayán, 345
284,376,377,378 farija, 63, 335

41.l
412
ÍNDICE DE TEMAS

A B
Acción, Banda Oriental,
de la Mazorca, 311 Adjudicación de tierras realengas en la, 67
política de Rosas, 290 Ampliación de la disidencia ru.tiguista, 74
Acuerdo argentino-chileno (1819), 133 Bloqueo a Buenos Aires, 51
Aduana ley de, 333 Bloqueo de Montevideo por Brown, 73
Alianza hispano-francesa, 20 Comerciantes de Montevideo, 68
Alto Perú, impacto de la crisis comercial Confederación de las Provincias Unidas
en el, 158 con, 71
Alzamiento campesino de 1829, 252 Congreso de Capilla de Maciel (1813), 72
Armisticio de San Lorenzo, 124 Congreso de I res Cruces, 71
Artigas, destierro de, 126 Desafección de los pánocos rurales, 67
Asamblea, Deserciones en, 67
de Canelones, 244 Disidencia montevideana, 51
Rechazo de la diputación oriental a la, Disolución de la Junta, 37
71 Evacuación porteña de Montevideo, '76
Asunción al trono de Fernando VII, 33 Gueira entre Buenos Aires y la, (1811), 67
Asunción (Paraguay), prohibición de la Guerra entre ciudad y campaña en, 69
navegación entre Montevideo y, 56 Grito de Asencio (1811), 69
Avances, José Cervasio Artigas, 68, 69
de la democratización política (1821- Protector de los Pueblos Libres, 75
1824), 203 Ocupación portuguesa de la, 175
del federalismo litoral, 235 Perspectiva de una invasión portuguesa a
la, 69

415
Reconstrucción rural de la, 244 Mandisoví, 126 Comerciantes,
Deuda externa de (1825), 183
Rechazo de los diputados a la Asamblea N avarrn, 251 británicos, 139,146,147,148,182,282
Hegemonía de. 77, 191 197,282,314,
Soberana de 1813, 71 Pago Largo, 349
318,323,325,340 criollos, 139
Reincorporación a las Provincias Unidas Pango. 330
mercantil de, 146 deterioro en la situación de los, 143
de la, 212,213 Paaguarí, 66 Influencia en el litoral y en el Interior, 322 españoles, 139, 148
Rendición de Montevideo, 73 Puente de Márquez 253, 259 Industria saladeril, 285 extranjeros, 161, 199,301
Secesión de Montevideo, 36 Quebracho Herrado, 359 Introducción del sufragio universal en, 199 nacionales, 161
Sitio de Montevideo, 69, '71, 361 Rodeo del Chacón, 318 Junta Grande, 82 norteamericanos, 182
Transformación en gobernación-intenden- Rodeo del Medio, 360 Ley de Aduana (1835), 333 porteños, 146,181,199,334
cia de la, 73 Salta 62 Militarización (1806-1807), 27 Comercio libre, 20, 145, 195
Batalla de, San Lorenzo, 92 Nuevo orden político, 198 Conflicto litoral, 336
Arroyo de la China, 73, 123 San Nicolás. 70 Organización de una flota (1811), 70 Congreso de,
Arroyo de Ceballos, 123 Sarandí, 212 Pedido de incorporación de los diputados Capilla de Maciel, 72
Arroyo Grande, 123, 361 Sauce Grande, 353 del Interior a la Junta de, 82 Nacional de 1824 (Convocatoria al). 204
Ayacucho, 210 Saucesito, 123 Penuria monetaria (1820), 181
Quinta de la Paraguaya, 70
Ayohuma, 63 Sipe-Sipe, 64 Plebiscito de 1835, 331
Tres Cmces, 71
Barrancas, 124 Suipacha, 60 Prosperidad económica de, 273
Congreso de Tucumán,
Buceo, 73 I acuarembó. 123 Reconquista de, 26
Debate sobre la monarquía en, 106
Caaguazú, 360 Iacuarí, 66 Reinserción en la economía mundial, 168
Declaración de la independencia, 107
Cagancha,348,352 Tala, 236 Represión al Interior (1841-1842), 359
Consecuencias políticas de la muerte de
Campichuelo. 66 Iucumán, 89 Sectm dirigente urbano de, 199
Campo de las Carreras, 62
Quiroga, 237
Vilcapugio, 63 Sentimientos antibritánicos en, 67
Cancha Rayada, 133 Sistema de circulación de monedas y va-
Conspiración de Maza, 350
Vizcacheras, 253
Cepeda, 124, 248
Córdoba, unión de los Pueblos Libres y,
Yeruá, 352 lores en. 273
Ciudadela del I ucumán, 318 Yuquerí, 126
76
Coneta, 236 Bloque de las provincias centrales, 237 Creación,
de la Presidencia de la Nación (1826), 222
Cotagaita, 59, 60 Bloqueo francés (1838), 339 e
Chacabuco. 131 de la Universidad (1821), 202
levantamiento del, 355
Cabildo, del Banco de Descuentos, 202
Don Cristóbal, 352 Buenos Aires, Abierto del 22 de mayo de 1810, 41 del Banco Nacional, 220
Gavilán, 132 Actitud hacia Artigas, 68
del 19 de setiembre de 1811, 84 Crisis,
Gualeguay, 126 Avances del orden rosista en, 331
acuerdo entre Liniers y el, 30 de 1820, 196,197,198,203
Guardia Vieja, q1 Avances del predominio en el Interior de,
Caída, de 1848, 3 73
Guayabos. 75 329
de Artigas, 191 , 192 de la economía rural, 27 5
Huaqui, 70 Bombardeo a. 70
de la monarquía española (1808), 22, 33 de la monarquía española, 34, 39
India Muerta, 120, 379 Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, 41
del poder nacional, 243 del Partido del Orden, 239
Ituzaingó, 216,226,227 Cabildo Abierto del 19 de setiembre de
funca:l-;2t7-~.,, 181] , 84 - - ------~-----,---
en el Nmte, 192 del poder español, 22
Caudillos, 160,198,207,209,228,377 Política del Congreso Nacional de 1824, 218
La Tablada, 259 Cesión de la Banda Oriental a Portugal,
Cesión de los derechos argentinos sobre
Las Leñas, 231 107
las islas Malvinas, 353
Las Piedras, 61, 69 Conquista del Interior por, 292 D
Chile,
Los Pozos, 217 Crisis de la dirección del primer estado Década del veinte, 168,175,181,186
expedición a, 112
Maipú, 133 revolucionario, 77, 78
liberación de, 126 Decreto de supresión de honores, 81

416 417
Derrumbe institucional de 1820, l 95 consecuencias del bloqueo francés (1838- inflación (1820-1830), 186 Estatuto,
Directorio, creación del, 92 1840), 275 intereses mercantiles británicos 225 provincial de 1821, 208
Disidencia, contribuciones, la estancia (1820), 172 provisional, 85
artiguista, ampliación de la, 74, 107 en dinero, 138, 140 ley de Aduana (1835), 333 Evolución unitaria del Congreso Nacional
en el Partido del Orden, 212 en hombres, 140 liquidación del Banco Nacional, 333 de 1824, 232
federal, 112, 115 en recursos, 140 moneda mendocina, 181 Éxodo del pueblo oriental, 70, 71
litoral, 98 extraordinarias, 138 nueva estructura comercial, 180 Expedición,
renacimiento de la, 102 crisis comercial (1810-1826), 139 nuevo orden comercial, 149 a Santa Fe, 76
montevideana, 51 española, 39 penuria monetaria porteña, 181 al Desierto, 304
Disolución de la Asamblea Soberana de de 1825, 184 pesetas federales, 181 de los 33 orientales. 212
1813, 94 del sistema mercantil, 142 política, Expulsión de los españoles, 8 I
cuyana, 130 antiemisionista de Rosas, 274 solteros, 83
Dominio militar, 40, 79
decadencia de las vías de comunicación, financiera de Rosas, 332
E 180 privatización de tierras fiscales en Buenos F
del Interior. incidencia de la guerra en, 58 1 Aires, 277
Economía,
Federalismo,
manufacturas, 58 problemas de circulación, 180
extensión del, 1O1
acción biitánica en América latina (1825- producción y consumo, 149
materias primas, 58 litoral, expansión del, 92, 94
1880), 185 derrumbe de precios (1807), 124 progresos argentinos hacia 1852, 285
Fontezuela, sublevación de, 76
alza de la tasa de interés (1820), 171 prosperidad po1teña, 2 73
descenso de la artesanía textil del Interior, Francia, política rioplatense de, 339
aumento de las exigencias fiscales, 2'74 282 reconstrucción de la Mesopotamia, 283
Funciones del Banco Nacional, 219
de la exportación de tasajo, 276 deterioro en la situación de los comercian- resurgimiento,
de las importaciones (1820), 180 tes, 143 de Mendoza, 176
G
avance porteño, 276 deuda externa de Buenos Aires ( 1825), 183 del comercio trasandino (1820), 176
avance de la intervención extranjera en la, difusión de la giasería, 276 del Interior, 178 Gobierno revolucionario, cohesión del, 79
285 enfiteusis, 172,277 ruina de los Pueblos libres, 140 Gran Bretaña,
balance del rosismo, 388 escasez de capitales (1820), 173 segunda administración resista, 332 ocupación de las islas Malvinas pm, 338
balanza comercial (1810-1820), 139 expansión, sistemas, política latinoamericana de, 246
carácter del comercio (l 810-1820), 143 chilena, 278, 279 de comercialización, 148 Grito de Asencio (1811), 69
características del mercado rioplatense, 271 ganadera (1820), 171,183,276 de ingresos fiscales, 138 Guerra,
circulación de monedas y valores en Bue- saladeril, 173, 276 tabaco correntino, 281 anglo-francesa, 20
nos Aires, 273 sectores rurales (1820), 161 vinculación comercial, brasileña, 213
comerciantes, explotación, con Francia, 183 con la Confederación Perú-Boliviana,
extranjeros, 161, 199,301 del cerro Farnatina (L R ), 183 con Inglatena, 182 336
ingleses, 139, 146, 147, 148,182,282 de la oveja, 277 y guerra, 137 Guerra de la independencia,
nacionales, 161 exportaciones, Ejército, adhesión de Chuquisaca a la .Junta de Bue-
norteamericanos, 182 de lana, 277 creación del nuevo, 56, 79 nos Aires, 60
porteños, 146, !Si, 199,334 rioplatenses (1820-1830), 173 de los Andes, preparación, 130 alzamiento del Bajo Perú, 64
comercio, textiles británicas, 281 de la Revolución, 56 armisticio con los realistas, 61
internacional, 182 hacendados, 150 Entre Ríos, insurrección del Alto Perú, 63
libre, 20, 145, 195 hegemonía mercantil porteña, 146 apoderamiento por los realistas del este de, 66 ofensiva de Rondeau, 64
ultramarino de las Provincias Unidas, impacto de la crisis comercial, 158 avance del artiguismo en, 122 reemplazo, de Belgrano, 61
284 industria saladeril porteña, 285 reclutamientos en, 66 de San Martín, 64

418 419
resistencia en el Alto Perú, 61 nuevo ordenamiento, 238 milicias, p
revolución cuzqueña, 63 orden interno, 17 5 gravitación de las, 195
ordenamiento políticó, 112
pacto,
Guena de zapa, 131 organización de las, 28 de Avalos, 126
franco-española, 19, 33 pacificación del, 112 reforma de las, 38 de lo~ Cerrillos, 111
pedido de incorporación a la Junta de los militarización, 27, 56 papel de Juan Manuel de Rosas, 291
H diputados del, 82 deserciones por la militarización acele- penuria de la ganadería litoral (1820-
represión en (1841-1842), 359 rada, 57
Hegemonía, 1830), 175
resurgimiento de la economía primaria, 178
del Partido Federal, 262 problemas de la, 57 Periodismo revolucionario, 159
rivalidades interprovinciales,
porteña, 77, 191,197,282,314,318,323, de las ciudades cuyanas, 130 Pe1ú,
Intriga carlotista, 34, 36, 39, 83
325,340,368,380,382,387 posrevolucionaria, 159 liberación de, 126
Invasiones inglesas,
tucumana. 192 misión, resistencia realista en, 127
desembarco de Beresford, 24
Castey, J J 8 pesetas federales en Tucumán, 181
fuga de Sobremonte, 24
I Durán y Giró, 120 Plebiscito de 1835, 331
negociaciones de rendición, 30
García, 93, 107, 227 política correntina, 195
Incidente Venancourt, 255 reconquista de Buenos Aires, 26
Rivadavia- Belgrano, 93, 104, 105 política,
Ideología revolucionaria, 159
moneda mendocina, 181 exterior española (siglo XVIII), 19
Independencia de la Provincia Oriental, 246 J
monopolio de emisión de metálico, 220 rosista, 334
Inglaterra, Junta de Buenos Aires, del Partido del Orden, 200, 261
Montevideo,
apoyo a la revolución americana, 24 actitud hacia Artigas de la, 6'7 bloqueo de, 73 internacional rosista, 390
guerra con Francia, 20 adhesión de Chuquisaca a la, 60 caída de (1814), 65 nacional de Manuel Moreno, 248
primera invasión al Río de la Plata, 24 constitución de la, 50 comerciantes de, 68 rioplatense francesa, 339
segunda invasión al Río de la Plata, 29 Junta Grande, evacuación porteña de, 76 santafesina, 197
toma de Montevideo, 29 disolución de la, 85 guerra con Buenos Aires (1811), 67 predominio de Güemes en Salta, 193
InteJior, funciones de la, 84 problema,
ocupación portuguesa, 122
adhesión a la Revolución, 53 Reglamento orgánico, 84 de Catamarca, 230
prohibición de la navegación entre Para-
acceso al mercado trasandino, 175 de San Juan, 231
guay y, 56
alianza Iiojano-cordobesa, 241 L proyecto de creación del Banco Nacional,
rendición de. 73
avances del federalismo en, 117 218,219
Ley, sitio de, 69, 71,361
avances del predominio porteño en, 329
de Aduana (J 835), 333 sitio terrestre de, 73
clases letradas del, 207 Q
conquista porteña del, 292 de capital (1826), 223 Moreno, Mariano
creación de intendencias en (1814), 112 Litoral, política de, 80 quiebra de la cohesión del Partido del
derrumbe del federalismo, 301 crisis interprovinciales en el, 275 "política jacobina" de. 80 Orden, 206
descenso de la artesanía textil, 282 influencia porteña en el, 322 renuncia de, 82
lucha contra el federalismo del, 112 teoría revolucionaria de, 80 R
fabricación de armas, 58
gente decente, 20 7 Liturgia revolucionaria, 159 Motín de Arequito, 124
reformas del Partido del Orden, 200
güerracívll;-224;22S,229;235 - Logia,.
régimen del terror rosista, 295, 332, 374
incidencia de la guerra de la independen-
crisis de la, 91 o regimientos,
funciones de la, 88, 98
cia en la economía del, 58 OCupación británica de las islas Malvinas, Arribeños, 28, 53
inestabilidad del, 239 .338 Artilleros de la Unión, 28
influencia, porteña en, 322
M
Blandengues, 24,67
de Quiroga, 321 Mazorca, acción de la, 311 de la Estrella, 83

420 421
Granaderos a Caballo, 56 Santa Fe,
Milicianos, 24 expedición a, 76
Montañeses, 3 7 reclutamientos en, 66
Morenos, 28 secesión tucumana, 192
Pardos, 28 separatismo paraguayo, 66
Patricios, 28, 37, 56 sitio de Montevideo, 69, 71, 361
alzamiento de, 56, 85 sitio de falcahuano, 132
Urbanos, 53 sitio Grande, 365
Reglamento para la carrera militar, 81 sociedad,
renta aduanera, 198 carrera de la revolución, 154
revolución asunceña, 66 militar, 155
revolución cuzqueña, 63 clases altas urbanas, 157
revolución del sur (1839), 351 medias urbanas, 157
Revolución de Mayo (1810), terratenientes, 158
adhesiones del Interior, 53 decadencia cultural, 160
Cabildo Abierto del 22 de mayo de 181 O, 41 de los sectores urbanos, 160
carácter de la, 48 depuración de la alta burocracia, 151
constitución de la .Junta de la, 50 elite revolucionaria, 153
creación de una liturgia de la, 97 militarización masiva de la elite
reformas de la, 96 urbana, 160
revolución militar de 1828, 250 normalización de la, 372
Rosas, Juan Manuel de, política social de la Revolución, 160
apoyos populares a, 294 politización masiva de la elite urbana, 160
conflicto litoral, 336 sectores, altos rurales, 160
consolidación del Estado nacional, 392 populares urbanos, 158
el terror, 295, 332, 374 solución unitaria,
la independencia política, 391 en Corrientes 240
ley de Aduana (1835), 333 en Entre Ríos, 240
papel de, 291 sublevación de Fontezuela, 76
política de, 290
política exterior de, 334 T
financiera de, 332
táctica rosista, 291
táctica de, 291
tratado,
rosismo,
del Pilar, 124
de 1829, 296
Mackau, 355, 356
de 1840, 296
Triunvirato,
creación del, 84
s delsegundon422,89
San Martín, José de, política del, 87
entrevista de Pueyrredón con, 103 suspensión del, 85

422
~11~ Paidós
Si desea recibir regularmente información sobre las
novedades de nuestra editorial, le agradeceremos
suscribirse, indicando su profesión o área de interés a:

d ifusion@ed itori al pa idos. com .ar

Periódicamente enviaremos por correo electrónico


información de estricta naturaleza editorial

Defensa 599, 1° piso. Ciudad de Buenos Aires


Tel.:4331 2275
www paidosargentina . com.ar

También podría gustarte