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Gaos - Dos Exclusivas Sobre El Hombre
Gaos - Dos Exclusivas Sobre El Hombre
EXCLUSIVAS
DEL HOMBRE
La mano y el tiempo
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2
Exclusivas del Hombre
LA MANO Y EL TIEMPO
tfûtn. G1*8 g ¿ UNIVERSIDAD DE NUEVO LEON
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C\asific6 - JOSE GAOS %V
Cat«lofl6 — Reservados los derechos de propiedad
conforme a la ley
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Capilla Alfonsina
Distribuido por el
MEXICO
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
1945
Panuco, 63 - Mexico, D. F.
.—4 8 6 8 5
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BBLIOTECA WÏÏVERSTTARÏA
•ALFONSO RETES"
DG
, i
A la innombrable
El contenido de este volumen es una serie
de cinco conferencias dadas los días 27 de
noviembre a T de diciembre de 1944 en la
Universidad de Nuevo León/ Las autoridades
9fí
universitarias que me honraron invitándome
a darlas, me manifestaron desde el primer
momento su deseo de hacerlas objeto de una
publicación. Debo a Monterrey atenciones
considerables y repetidas, que no me permi-
ten negar satisfacción a este deseo, aunque las
conferencias no constituyan más que una
presentación todavía muy provisional del
comienzo y el término de una obra en gesta-
ción. Muchas afirmaciones van a título de
provocaciones —para mí —deseado— aleccio-
namiento. En todo caso pienso que las confe-
rencias pueden tener para un público más
amplio el mismo interés que no me cabe dudar
tuvieron para el no escaso que las siguió en la
ascendente capital mexicana.
Debo agradecer aquí al admirado y querido
"quirósofo" José Moreno Villa la viñeta con
que se prestó amablemente a ornar la portada,
Y a mi discípulo y amigo desde aquella inol-
vidable Facultad de Filosofía en la Ciudad
Universitaria de Madrid, Francisco Giner de
los Ríos, vástago digno de una familia ilustre
en la historia contemporánea de España, el r.
haber aceptado gentilmente el sustituirme en
el cuidar, con el personal de la Gráfica Pana- LAS EXCLUSIVAS DEL HOMBRE
mericana, la impresión del volumen.
J. G.
J. G.
063613
hacen a los caballos furiosos sufrir ellos los
que ni siquiera se trata tan sólo de una única trabajos de nosotros; éstas cargan los elefen-
e incidental frase, puedo añadir la cita del tes; éstas matan los leones; éstas enlazan los
siguiente elogio renacentista, esto es, momento animales astutos; éstas sacan los peces del pro-
de la tradición de un tema clásico, filosófico fundo de la mar; y éstas alcanzan las aves
y antropológico, el de la dignidad del hombre, que sobre las nubes vuelan. Estas tienen tanto
que me ha "venido a las manos", devuelto a poderío, que no hay en el mundo cosa tan po-
ellas por otras aplicaciones mías de esta tem- derosa que dellas se defienda. Las cuales no
porada: " . . .las manos, las cuales solas son tienen menos bueno el parecer que los hecho* .
miembros de mayor valor que cuantos dió Los orales subrayados que he hecho habran
naturaleza a los otros animales. Son éstas en
sugerido a ustedes hasta qué puntos el elogio
el hombre siervas muy obedientes del arte y
ilustra en particular algunos principales de
de la razón, que hacen cualquier obra que el
la exposición que vengo desarrollando, como
entendimiento les muestra en imagen fabrica-
el conjunto hasta dónde haya progresado el
da. Estas, aunque son tiernas, ablandan el
filosófico ocuparse con la mano. Pues, tam-
hierro, y hacen dél mejores armas para defen-
bién hubo contemporáneos del Maestro Her-
derse, que uñas ni cuernos; hacen dél instru-
nán Pérez de Oliva a quienes las obras de este
mentos para compeler la tierra a que nos dé
de semejantes temas "les parecen indignas de
bastante mantenimiento y otros para abrir las
un autor tan grave y de tanta severidad , en
cosas duras, y hacerlas todas a nuestro uso.
Estas son las que aparejan al hombre, vestido, palabras de su sobrino y editor, el no menos
no áspero ni feo, cual es el de los otros anima- grave y severo historiador Ambrosio de Mo-
les, sino cual él quiere escoger. Estas hacen rslcs.
moradas bien defendidas de las injurias de Pero como a astrología y alquimia sucedie-
los tiempos; éstas hacen los navios para pasar ron astronomía y química, por intermedio de
las aguas; éstas abren los caminos por donde la filosofía, matriz de las ciencias, asi a mas
son ásperos, y hacen al hombre llano todo el de la quiromancía y el filosofar sobre la
mundo; éstas doman los brutos valientes; estas mano, tenemos hoy la quirocaracterologia, par-
traen los toros robustos a servir al hombre te de la caracterología, la disciplina mas cons-
abajados sus cuellos debajo del yugo. Estas picua quizá entre las muchas inventadas o
todavía. Pues la mano no es objeto solamente
puestas en nuevo vigor por la ciencia psico- de una múltiple actividad inmaterial intelec-
lógica de nuestros días. Es la investigación tual: lo es, además de una actividad artística,
de aquellas relaciones entre la complexión de en modo alguno menos múltiple.
la mano y la corporal toda, el temperamento Es, en efecto, por un lado, actividad lingüís-
y el carácter y la personalidad que mente ya tica o verbal, literaria, poética; la mano como
en su momento. Como parte de la caractero- motivo del lenguaje vulgar es lo que éste tiene
gía se considera también la grafología, a que v a de literario y de la literatura popular y
hice asimismo la debida alusión en la misma culta y hasta como tema de esta ultima. I ro-
coyuntura. pos de inspiración manual, desde los golpes
Mas no sólo cabe una quirocaracterologia; de mano" con que ya nos encontramos hasta
parece caber hasta una quirosociología, fun- la "caricia del céfiro", con que volveremos
dada en las relaciones de la complexión y
a encontrarnos. En ellos parece fundada la
cultura de la mano con la profesión, posicion
mayoría de las numerosas sentencias en que
V CI&SC.
la mano es el término dominante - no sepa
Cabría hasta una quirosofía, como ha bau-
t u mano izquierda lo que hace la derecha -
tizado José Moreno Villa el estudio que, siem-
v de que es parte destacada aquella del refra-
pre original y sutil, ha publicado de doce
nero que puede apellidarse refranero manual:
manos de escritores mexicanos.
"juegos de manos, juegos de villanos . Cuen-
Y saber, ciencia de la mano es la de la
to del máximo hombre de letras mexicano,
identificación de las personas.
conciudadano justamente de ustedes, Alfonso
En fin, de todo este saber de la mano quiza
Reyes, que fabula las andanzas de una mano
pueda yo estimar como remate, que resulta-
desprendida del cuerpo respectivo, que ilustra
ría a la inversa, justificado por todo el, esta
los alcances de la cultura de la mano llevando
conferencia, culminante en las relaciones de
hasta sus límites al par imaginativamente qui-
la mano con el resto del ser del hombre y
méricos y psicológicamente desentranadores
con la cultura humana o en lo que por sus ma-
v que el autor mantiene inconcluso quiza poi
nos se puede saber del hombre y de lo hu -
mano. . , una razón estética como la que sugiere la
Lo que, por cierto, dista de haberse acabado
mente haberse alzado sobre el suelo por tal
Sinfonía Incompleta e inédito no sé por qué definitivo modo — y éstas son las que consti-
razón. tuyen exclusiva de esta mano ociosa. Unica-
Es, por otro lado, actividad de las artes mente esta mano ociosa puede adquirir y con-
plásticas, esta artística de que la mano es ob- servar las formas pulidas, agudas, refinadas
jeto: la mano en el dibujo, en la pintura, en la de una "distinción" en el sentido más pro-
escultura, donde no la contemplamos sólo for- pio de esta voz... — ¿No se impone una con-
mando parte de los cuerpos respectivos, sino clusión a primera vista tremenda? Si no todos
desprendida de ellos, sola, con harto mayor los hombres tienen esta mano y esta mano es
frecuencia que en la literatura, si nos repre- la mano humana por excelencia, es que — ¿no
sentamos en momentánea, pero sintética revis- todos los hombres lo serían igualmente, serían
igualmente humanos? — En efecto: el térmi-
ta imaginativa todos los "estudios" en que la
contemplamos así. no "humanidad" no tiene sólo el sentido de
¿No estará agotada la cultura de la mano "naturaleza humana", común por igual a todos
en todos sentidos? No. Porque la mano no es los hombres; ¡tiene también el sentido más
objeto de tan múltiple actividad solamente, restringido y elevado, a la vez, de un pecu-
adverbio que, después de todo lo enumerado, liar refinamiento, distinción y excelsitud de
resultaría singularmente paradógico, si no lo la humana naturaleza, ya no común por igilal
hiciera indispensable lo que voy a añadir: a todos los hombres, sino exclusiva de aque-
que la mano es también objeto de inactividad llos que han subido a una cierta cultura: la
y que en ésta parecen la cultura de la mano y de la mano, la mano ociosa, son a una causa
esta misma subir a su cimero ápice. La mano V efecto o manifestación de esta peculiar
puede ser objeto de "ocio" y esta mano " ocio- "humanitas"...
sa" bien pudiera ser la mano pof excelen-
Tal es la rica vastedad de la cultura de la
cia" .. Mano era la extremidad que se había
mano en su doble sentido. Toda ella es ex-
alzado sobre el suelo definitivamente. Pues
clusiva del hombre en iguales términos que
bien, sobre el suelo sólo se ha alzado definiti-
la mano misma. Es afirmación que no nece-
vamente la mano poderosa para ser sujeto,
sita más prueba que recordar las otras dos
susceptible de ser objeto de aquellas cosas que
de las que se concluye: que la mano es exclu-
más requieran, que requieran mdispensable-
como aladas las criaturas más excelsas, los
siva del hombre y que de la mano es toda esta
espíritus puros, los ángeles. Hay indicios para
cultura. ¿No se impone una convicción: que
conjeturar que no hubieran seguido teniéndolo
tampoco ella cabe íntegra en estas conferen- por tal, ni haciéndose figuraciones semejantes,
cias, que una vez más, es forzoso, elegir? Pero de haber llegado a verlo entrar en el número
¿qué? ¿Hay entre todo aquello de que la mano de los movimientos mecánicos, efectuados por
es sujeto y objeto algo tan singularmente des- los productos de la industria humana, o por el
tacado, que no resulte arbitrario el preferir- hombre mediante ellos. En todo caso, si por
lo? Para mí, sí, puesto que entre todo ello tal lo tenían, era por ser el movimiento en
encuentro una cosa, y ella sola, en la que con- que los seres corpóreos más se alzan y se des-
curren todas las siguientes: ser un movimiento hacen del suelo, de la tierra, como volviéndose
de la mano que está relacionado con las fun- ingrávidos, inmateriales, cual el espíritu y los
ciones del coger, tocar, sentir y hacer sentir espíritus puros. Por lo que, a pesar de los in-
placer y expresar de ella y que requiere de la dicios aludidos, no dejaba de ser para ellos
misma una complexión, una cultura, un ocio, un nostálgico mal que les pedía justificar ex-
en términos que hacen de este movimiento presamente de él al Creador del hombre, el no
aquella manifestación de la cultura de la haber sido éste creado con alas y potencias
mano en que esta cultura culmine quizás esen- de vuelo. "Solamente veo que no pudo el
cialmente, en que la mano sea mano más pro- hombre imitar las alas de las aves, lo cual me
pia y plenamente, y que como consecuencia parece que nos fué prohibido con admirable
ha impirado tropos y un saber de singular providencia, porque de las alas no íes viniera
significación. tanto provecho a los buenos como de los malos
Los hombres de otros días tenían por el más les viniera daño", dice el Maestro Oliva con
noble de los movimientos en sentido propio, presciencia verdaderamente magistral. Pues
es decir, de los movimientos de la materia bien, por lo misma razón señalada es al par
inorgánica y de los movimientos orgánicos, el más noble de los movimientos de la mano.
en especial de los animales, el de volar, y se la más noble de todo aquello de que la
figuraban como vuelos los movimientos del mano puede ser sujeto, si no de todo aquello
de que objeto, y aquello en que la mano es
espíritu — aún hoy decimos "los vuelos del es-
píritu", "un espíritu de altos vuelos" — y
mano más propia y plenamente, y por lo mis-
mo lo más exclusivamente humano de que que de todo lo relacionado con la mano, aque-
puede ser sujeto, si no objeto, el movimiento llo por lo que puede saberse del hombre más
de acariciar. La mano es mano propiamente, y mejor es la caricia, acaricio la esperanza de
plenamente, en la medida en que se ha alzado que lo muestren las inmediatas conferencias.
sobre el suelo: pues, en nada se revela tan
alzada sobre él, porque nada requiere tanto
de ella haberse alzado sobre él, como en la
caricia. En la mano acariciadora, cariciosa
coinciden esencia, altura y nobleza — del hom-
bre. Sin duda por todo ello es por lo que los
hombres empleamos las palabras de la familia
de la palabra "caricia" en sentido figurado
para referirnos a las cosas que conceptuamos
más delicadas, que estimamos más caras. Aún
los menos poéticos de nosotros decimos fre-
cuentemente que "acariciamos 'una' idea",
una "ilusión, una "esperanza". Pero Carlos
Pellicer ha escrito:
120
—
tro propio vivir, con nuestro crecer, madurar
y envejecer, lo pasajero de la juventud y la nometría y la técnica de la construcción y
definitiva caducidad de la vida, lo fruitiva o uso de calendarios, relojes y aparatos crono-
abrumadoramente lento de ciertas horas, lo métricos en general. Como consecuencia y
terrible o felizmente veloz de otras; la repe- manifestación, la vida humana está organi-
tición de nuestras faenas, el curso de los zada cronológica y cronométricamente, des-
acontecimientos históricos. La mayoría, si de la más rudimentaria, de los pueblos en
no la totalidad, de los hombres, vivimos, ade- estado de naturaleza, que no está organizada
más, en la fe religiosa, la inmortalidad o la simplemente en días y noches y en estaciones
eternidad de sus objetos. Y algunos, en fin;, del año determinadas por la sucesión de los
si es que tampoco todos, vivimos, de una u fenómenos naturales y las tareas humanas
otra manera, en la ciencia, en la cultura en vinculadas a ellos, sino incluso en "horas"
general, y en particular en la filosofía, la definidas por las faenas cotidianas; hasta la
intemporalidad de lo matemático, de la ver-
vida civilizada más compleja, que llega a
dad en general, de ciertos valores, si es que,
estar organizada "al minuto" tanto colectiva
una vez más, no de todos.
cuanto individualmente, y en la dirección
Pero los hombres no nos limitamos a vi- que cabe considerar como opuesta está orga-
vir, sin mayor especificación, todas estas co- nizada cronológicamente así en lo biográfico
sas. Las vivimos, además, en la forma espe- como en lo histórico.
cífica que es el contar el tiempo, dividido en Pero tampoco nos hemos limitado a la
días y noches, días y años, con los múltiplos
cronología y cronometría. Nos hemos hecho
y subdivisores de unos y otros, horas y esta-
una representación vulgar del tiempo mis-
ciones, meses y semanas, lustros, decenios,
mo, ya como tiempo dé las cosas, como
siglos y milenios, minutos y segundos, frac-
tiempo concreto con ellas, ya como tiempo
ciones de segundo. Este vivir el tiempo que
es el contarlo puede considerarse ya como abstracto de ellas, tiempo en general y en sí;
un saber de él, que desde un saber vulgar y hemos afinado esta representación en los
evolucionó hasta un saber científico y técni- conceptos, definibles o no, de la reflexión
co, en las ciencias de la cronología y la cro- sobre el tiempo y las relaciones, o falta de
relación, de las cosas con él que constituye la
filosofía del tiempo, en que culmina el saber con el tiempo. Y de cuantas divisiones más
del mismo. amplias y radicales recogió de la religión o
Y ya el simple vivir el tiempo tiene su hizo por sí la filosofía, lo material y lo espi-
ritual, lo sensible y lo suprasensible o lo na-
historia. Los primitivos no lo viven como los
tural y lo sobrenatural, lo real y lo ideal, el
cultos, ni los griegos lo vivían como nosotros.
Creador y lo creado, lo temporal y lo eterno
Ni sólo fué histórica la evolución del saber
o lo intemporal, ésta resulta tan amplia como
vulgar en el contar el tiempo a la ciencia y
la que más y la más radical de todas. Pero
técnica de la cronología y cronometría, sino
ya desde la Antigüedad tomó la filosofía por
que también éstas tienen su historia. La tiene
tema el tiempo mismo, concibiéndolo prime-
asimismo la representación vulgar del tiem-
ro más en concreto con las cosas y luego más
po, aunque sólo fuese por su vinculación
en abstracto, primero como algo natural,
más directa al simple vivir el tiempo. Tam-
real, objetivo y más tarde como algo subje-
poco los primitivos se lo representan como tivo, ideal y fenoménico a una. Hasta venir
los cultos, si es que se lo representan, en en nuestros días a ver en él la entidad al par
general, en el mismo sentido que los cultos, fundamental y humana que sería, en conjun-
ni los griegos se lo representaban como nos- ción con el ver en la filosofía del hombre la
otros. Tiene, por último, su historia la filo- filosofía fundamental que se inicia desde los
sofía del tiempo, dentro de la historia comienzos de la filosofía moderna.
universal de la filosofía. Una historia en la
que se recortan ciertas etapas y se destacan Tales son las dos relaciones del hombre
ciertos textos. La tendencia general de la fi- con el tiempo. Unas relaciones que, además,
guardan o pudieran guardar entre sí las
losofía desde sus orígenes, de concebir la
relaciones que parecerán naturales conse-
verdadera realidad, el ser en general o el Ser
cuencias de ser los términos de las primeras
por excelencia como lo eterno o lo intempo-
los mismos, el hombre y el tiempo. El ser
ral, parece implicar la expulsión del tiempo
temporal del hombre es, patentemente, obje-
extramuros de la filosofía, pero no hay tal.
to de su vivir el tiempo, de su saber de éste.
Lo que semejante tendencia, por el contrario,
Y la primera, el ser temporal, parece condi-
entraña es el considerar fundamentalmente
ción de la segunda, del vivir el tiempo y sa-
los seres en su relación, o falta de relación,
ber de él— el momento que tardamos en del tiempo propios del hombre, aplicados
caer en la cuenta de que otros seres tempo- primordialmente al ser temporal de éste y
rales ni siquiera lo viven. Cabiendo también complementariamente a sí mismos.
ocurrirse si no podría ser el vivir el tiempo o Pues bien, ya comprobamos que en nin-
el saber de él, a la inversa, condición del ser guno de los tres sentidos de temporal regis-
temporal — aunque concebimos un ser in- trados, ni en el de ser en el tiempo con prin-
temporal que viva el tiempo, que sepa de él cipio y fin, ni en el de ser en él con principio
no menos omniscientemente que de todo lo pero sin fin, ni en el de ser en el tiempo, con
demás, el Ser eterno debidamente concebido. o sin principio y fin, resulta el tiempo una
Hasta se encuentra que el vivir el tiempo o el exclusiva del hombre, sino todo lo contrario,
saber de él es en cierta medida o forma obje- algo compartido por él, ya con todos los de-
to de sí mismo: los hombres no nos reduci- más seres y cosas naturales y humanas, ya
mos a vivir el tiempo, a saber de él, sino que con los demás espíritus inmortales, ya con
también sabemos de nuestro vivirlo y nues- aquéllas y éstos y además con Dios y hasta
tro saber de él; la filosofía del tiempo, en con los objetos ideales. Ni siquiera el vivir
cuanto filosofía del hombre, no se ocupa sólo el tiempo, el saber de él parece exclusiva
con el ser temporal de éste, sino también con suya, pues que cabe suponer que los demás
su vivir el tiempo y su saber de él, incluso espíritus inmortales y el Ser eterno sepan de
consigo misma, con el saber filosófico del él, lo vivan, ya que no filosofen propiamente
tiempo, en una reflexividad sobre sí misma sobre él, para no hablar de las almas inmor-
peculiar, privativa de la filosofía en general, tales, cuyo saber del tiempo o vivirlo, por
de la que el ejemplo quizá más al alcance de ser almas humanas, nos lo representamos
todos sea el de la lógica, cuyo discurso no como natural continuación de nuestro saber
debe dejar de caer, evidentemente, bajo las de él y vivirlo en general. Pero examinemos
reglas que él mismo va sentando. En todo la cuestión, partiendo de la representación
caso, estas dos últimas conferencias no han que nos hacemos del tiempo en general, en
empezado a ser ni van a seguir siendo otra sí, los que estamos aquí ahora. Porque es un
hecho que nos hacemos una, de acuerdo con
cosa que una manifestación del vivir el
lo que he dicho acerca del vivir en general
tiempo, del saber del tiempo, de la filosofía
el hombre el tiempo. En verdad, y de acuer-
do con lo mismo, la representación que nos riamos preferir serían aquellas que conduje-
hacemos del tiempo en general, en sí, los que sen más derechamente a averiguarlo.
estamos aquí ahora no es privativa de nos- Nos representamos el tiempo como una
otros: es propia del grupo cultural del que entidad distinta de las cosas temporales en
somos parte y representación, también. Pero todos sentidos, o en sí. Como algo en que las
el dueño o sujeto de la representación del cosas temporales son con o sin principio y
tiempo es punto indiferente por el momento. fin: como un continente o recipiente, pues,
Por el momento es lo importante únicamente en cuanto tal distinto de las cosas contenidas
la representación misma. ¿Cuál es, pues, o recibidas en él. Una doble comparación
ella? aclara, precisa esta representación. También
nos representamos así el espacio y las cosas
En cuanto se comienza a detallarla, se tro-
en relación con él, bien que la representa-
pieza con que es una representación que
ción del espacio como un continente o reci-
resulta extraña, paradójica, problemática,
porque se representa como lábil, múltiple, piente parece más obvia que la representa-
contradictoria incluso. Pero no debemos ción del tiempo como cosa semejante. En
rechazar ninguna de las notas con que se os- cambio, no nos representamos de la misma
tente paladinamente, a ninguna de las repre- manera la cualidad: no nos representamos
sentaciones parciales que se ofrezcan como ésta como algo en que sean las cosas, sino
efectivas, por el afán de evitar la contradic- todo lo contrario, como algo que es en las co-
ción, de obtener una representación coheren- sas —o es de las cosas. Pero así nos represen-
te, que parece un afán fundado en todos los tamos la extensión de las cosas, en correla-
casos, pero no lo sería desde luego en éste. ción con el lugar que ocupan en el espacio,
Pues lo que debemos hacer es más bien ave- y la duración de las cosas, en correlación con
riguar qué signifique o a qué respondan el "lugar' que ocupan en el tiempo. Se tra-
justamente semejantes labilidad, multiplici- ta, evidentemente, de una representación
dad, contradicción. Es más: en la constante espacial del tiempo.
forzosidad de escoger, las notas o represen-
taciones parciales que a continuación debe- En cuanto distinto de lo contenido o recibi-
do en él, nos representamos el tiempo como va-
cío, y en cuanto tal, homogéneo. Pero también también nos muestra la complicación de
en cuanto distinto de lo contenido o recibido que se trata. ¿Nos representamos, sin em-
en él, o en sí, no sin cierta entidad, consisten- bargo, como más real la realidad del mo-
cia o estructura, heterogénea múltiplemen- mento que fué ya presente que la del que no
te incluso. Nos lo representamos, en efecto, ha sido todavía en absoluto?... En todo
integrado por momentos o instantes caso, nos representamos los momentos con
absolutamente homogéneos entre sí, pero en una extensión — sigue la representación es-
sí afectados de una múltiple heterogeneidad. pacial del tiempo — variable desde un pun-
to indivisible hasta una extensión mayor o
Nos lo representamos en cada momento pre-
menor. Es lo que me movió a llamar al mo-
sente integrado por el momento presente,
mento presente, constitutivo nuclear de lo
constitutivo nuclear de los que llamamos el
que llamamos el presente... Pero no nos
presente, y por momentos pasados y futuros,
representamos con una extensión mayor o
constitutivos de lo que llamamos el pasado y
menor los instantes, cuya característica es la
el futuro— pero esto en múltiple forma.
instantaneidad, la puntualidad. Momentos e
Por lo pronto, nos lo representamos en
instantes pasan por sinónimos. Como tales
cada momento presente. Ello expresa una
empleé los términos antes. Ahora parece que
peculiaridad del momento presente correla-
no lo son. ¿A qué se deberá la diferencia?
tiva de otra de los momentos pasados y futu-
ros. El momento presente es el único que es Pero, sobre todo, unas veces nos represen-
real o que es, en un sentido de estos términos tamos los momentos del futuro viniendo a ser
que consideramos como el único plenario; los presentes y pasando a ser pasados. Así nos
momentos pasados y futuros no son reales o representamos las fechas venideras — que
no son, los unos porque ya no son, los otros pasarán, esto es, en el futuro a ser pasadas,
porque todavía no son, pero únicamente en lo que muestra una vez más la complicación
el sentido plenario, pues ni los unos ni los de que se trata. No nos representamos así
otros no son en absoluto, aunque sólo fuese solamente las cosas, los hechos correspon-
porque los unos son pasados y los otros son dientes a las fechas, sino éstas mismas, que
son momentos — ejemplo de momentos futu-
futuros. Pasado y futuro no dejan de tener
ros extensos — del tiempo, o éste mismo.
una cierta realidad — en el presente, lo que
Otras veces nos representamos los momentos momento pasado como habiendo sido presen-
del pasado viniendo a ser presentes y siguien- te y futuro, o futuro y presente, o habiendo
do a ser futuros. Así nos representamos el de ser presente y futuro; cada momento
curso de nuestra vida desde el nacimiento futuro como habiendo de ser presente y pa-
hasta la muerte o el curso análogo de la his- sado o habiendo sido presente y pasado, o
toria o del mundo. Pues, así nos represen- pasado y presente... Es representarnos el
tamos también el curso del tiempo mismo. tiempo mismo ante todo como un fluir, un co-
Unas terceras veces nos representamos el rrer, un transcurrir; un movimiento, un
presente avanzando a ser futuro y echando a cambio, mudanza o mutación; o con una en-
sus espaldas momentos pasados. Así nos re- tidad, consistencia o estructura cinética, diná-
presentamos a nosotros mismos o las cosas mica. Pero es que nos lo representamos de
presentes cuando nos imaginamos lo que lle- hecho así, es que podríamos representárnoslo
garemos o podemos llegar, lo que llegarán o así, sin representárnoslo como doble, como
pueden llegar, en un futuro más o menos cer- constituido por unos momentos, pasados, pre-
cano, a hacer o ser. Pues, así nos represen- sentes y futuros, inmóviles, y otros momen-
tamos, de nuevo, el curso del tiempo mismo. tos móviles a lo largo de los anteriores y que
Ni siquiera faltan unas últimas veces en que deben a este movimiento, a esta correspon-
nos representamos el presente como pasando dencia con los inmóviles el ser, venir a ser y
a ser pasado, a pesar de seguir avanzando a dejar de ser pasados, presentes, futuros o a
ser futuro. Así nos representamos a nosotros la inversa? O sea, que nos representaríamos
mismos o las cosas presentes cuando sentimos el tiempo mismo en el fondo como siendo una
lo fugaces, lo efímeros, lo pasajeros que so- entidad o teniendo una consistencia o estruc-
mos o que son. Pues, así nos representamos tura estática...
el curso del tiempo mismo, en fin. Es, en Unica o doble, en movimiento o estático
efecto, la representación que corresponde a nos lo representamos como unidimensional,
la exclamación tan corriente "¡cómo pasa el longitudinal o lineal, rectilíneo — sigue la
tiempo!". En suma, nos representamos el representación espacial — y como infinito o
momento presente como habiendo sido — sin principio ni fin él mismo. Aunque quizá
futuro o habiendo de ser— pasado; cada nos lo representamos como unidimensional,
hora, este d í a . . . " Porque, vengamos a la
no tanto por representárnoslo rigurosamente
representación de las cosas en él.
reducido a una sola dimensión, cuanto por Se trata del significado de la preposición
predominar con mucho en la representación "en" en la expresión "ser en el tiempo, con
la infinita dimensión longitudinal... En o sin principio y fin". Ante todo, es el de
todo caso, a pesar de representárnoslo como una interioridad — espacial, material de las
infinito, y por ende deber representarnos su cosas al tiempo. Es el significado propio de
movimiento como solamente viniendo o yen- la preposición "en" y el que responde a la
do desde o hacia el infinito, nos lo represen- naturaleza espacial de la representación que
tamos asimismo como un manar emerger, nos hacemos del tiempo. Por eso empleamos
surgir o borbotar de o en el momento presen- tal preposición. Mas semejante interioridad ex-
te o de o en algún momento, más o menos hibe una doble incoherencia: interioridad
preciso, de los futuros o pasados — y hasta o algo unidimensional e infinito, sin volumen
de o en cada uno de ellos... Así una repre- en que contener o recibir, sin límites entre
sentación como otra encuentran su plástica los que contener o recibir; interioridad espa-
incorporación figurada en la imagen del cial, no se diga material, a algo tan inmate-
tren, ya desfilando ante nosotros en una u rial y hasta tan inespacial, en rigor, como el
otra dirección, ya saliendo de un túnel o hun- tiempo. La representación misma de éste, la
diéndose en un túnel, no menos oscuro que representación espacial, vacila, como in-
el pasado o el futuro, a las espaldas la hu- apropiada. Al advertirlo, podemos hacer
mareda desmelenada, evanescente... dos cosas. Podemos evocar la representación
del tiempo unidimensional por el predominio
Cuando nos lo representamos a sí, tan dis-
de la longitud infinita, no por la carencia
tinto de las cosas, tan en sí, nos lo represen-
absoluta de volumen, o lo que es lo mismo,
tamos generalmente como movimiento de
empecinarnos en la representación espacial
una velocidad uniforme, pero en ocasiones,
del tiempo, vacilante por inapropiada Perc
nada infrecuentes, las cosas le comunican su
podemos abandonar más o menos la repre-
velocidad acelerada o retardada, y nos pare-
sentación de las cosas en él, retirándonos
ce sentir incluso que él mismo se acelera o se sobre una representación de la relación de
hace más lento, y decimos "el tiempo corre
que vuela" o "cuánto tarda en pasar esta
tiva, no sólo en el sentido de moverse hacia
las cosas con él, en el sentido de una mera el pasado, sino en el de dejar de ser. En la
inserción en él, donde el sentido propio del representación de las cosas temporales pre-
"en" queda reducido a un mínimo, o en el valece, pues, la del pasar, el pasado— el
sentido de una coordinación o corresponden- dejar de ser. En armonía con ello, nos repre-
cia con él, donde ha desaparecido toda inte- sentamos el tiempo sin duda como una poten-
rioridad de las cosas a él. En este último caso cia que produce, que crea de su seno las co-
nos representamos la relación de las cosas sas que vienen a ser en él, que las lleva a su
con él como nos representamos la relación madurez, que Sazona — las que dejan de
entre su línea dinámica y su línea estática. ser en él, o sea, más aún como una potencia
Queda también reducida a un mínimo en que las lleva a la postre a su corrupción, que
cierto sentido la naturaleza espacial de la las roe o corroe, las consuma y consume, las
representación que nos hacemos de él. Pero devora o destruye, las aniquila.
todas estas representaciones de la relación
Las almas y los espíritus inmortales y el
entre el tiempo y las cosas son representación
Ser y las cosas eternos o intemporales no nos
de relaciones muy extrínsecas al uno y a las
los representamos en ninguna forma pasan-
otras. También nos representamos la inte-
do, ni siquiera en el sentido de moviéndose
rioridad de las cosas al tiempo bajo especies
hacia el pasado; nos los representamos exclu-
de mucho mayor intimidad entre unas y otro.
sivamente durando desde su venir a ser o
No nos representamos las cosas simple-
desde siempre y en definitiva, o sea, perdu-
mente contenidas o recibidas en el tiempo.
rando o siendo perduraderos o perdurables.
Hemos visto cómo nos representamos el tiem-
Es más. Tampoco nos los representamos mo-
po moviéndose en las mismas direcciones que
viéndose en la misma forma que las cosas
ciertas cosas, a saber, las temporales en el
temporales. Nos representamos éstas como
sentido más propio. Nos representamos estas
cambiantes en el tiempo. Nos representamos,
cosas mismas, pues, moviéndose en él. Mas,
en cambio, las almas y los espíritus inmor-
como quiera que nos representemos este
tales, pero sobre todo el Ser y las cosas eter-
movimiento, nos representamos las cosas res-
nos o intemporales como sin cambiar persis-
pectivas, por más que duren o duraderas que
tentes en el tiempo. En la representación de
sean, pasando o siendo pasajeras en defini-
ellos prevalece, pues, la del durar — pero duradero, ni siquiera lo duradero, sino todo
no tanto el futuro, cuanto el presente, el ser. lo contrario, lo pasajero. ¿Estará la pleni-
En armonía con ello, nos representamos el tud del tiempo en su finitud?
tiempo, si como produciendo o creando de Por último, nos representamos el tiempo
su seno los seres inmortales, quebrando im- como un movimiento sin móvil, como movi-
potente su diente roedor contra ellos como miento puro — pero ¿será representable
contra el Ser y las cosas eternos o intempora- efectivamente un movimiento sin represen-
les, o teniendo que conformarse con presen- tarse unas cosas moviéndose, por desfigura-
ciar su persistencia perdurable. Nos repre- das que sean, por descarnadas y espectrales
sentamos, en suma, estos seres y cosas ya que sean, por cuasicosas o quisicosas que
como mucho menos en el tiempo que las co- sean — por abstractas que sean? ¿No son
sas temporales, por ende en una relación con los momentos del tiempo los móviles y el
él mucho menos íntima, mucho más extrín- tiempo el movimiento de estos móviles? ¿Y
s e c a — inicio del concepto de "intempora- no serán los momentos como móviles unas
lidad". quisicosas o cuasicosas, unas cosas espectra-
El tiempo infinito nos lo representamos les, descarnadas, desfiguradas, unas cosas
pasando, pero únicamente en el sentido de abstractas, pero cosas?
moverse hacia el pasado, pues nos lo repre- Todo lo expuesto en punto a la represen-
sentamos durando en definitiva o perduran- tación que nos hacemos del tiempo sólo pa-
do, según corresponde a la infinitud. En la rece comprensible cuando sugiere que el
representación del tiempo infinito prevalece tiempo se reduzca a ser una abstracción —
la del durar, el presente, el ser, como en la del tiempo concreto con las cosas, de los mo-
de los seres y las cosas inmortales y eternos vimientos mismos de las cosas móviles,
o intemporales. Con lo que arribamos a una temporales en el sentido más propio. La
conclusión paradójica: la representación del distinción del tiempo relativamente a las co-
tiempo infinito se acerca a la de lo intempo- sas, su vacío homogéneo serían la expresión
ral; "temporal" en el sentido más propio no acabada de esta abstracción. La variable
significa lo que es en el tiempo en su pleni- extensión de sus momentos representaría un
tud infinita, lo eterno, lo perdurable o per- variable término intermedio entre la varia
los movimientos finitos de las cosas finitas,
extensión de las cosas y de sus movimientos abstraeríamos de la finitud, nos lo represen-
y la falta de extensión de los puntos máxima- taríamos como infinito — y al desbordar la
mente abstractos a que puede reducirse por
finitud de cada uno de los movimientos de
abstracción el movimiento; la invariable ex-
las cosas finitas, o de éstas mismas, y de su
tensión mínima de sus instantes, la peculia-
totalidad, la de los movimientos y la de las
ridad de nuestra vida con que nos encontra-
cosas, se presentaría de suyo como continente
remos mañana. Sus dos líneas, dinámica y
o recipiente de unos y otras. Y podríamos
estática, serían reliquias de las cosas móviles
representarnos seres inmortales y eternos —
y de las otras relativamente a las cuales se
porque éstos nos los representamos, si no en
mueven las móviles. Su integrarse en el mo-
él, por lo menos en una correspondencia
mento presente de éste y los pasados y futu-
con él: pues, en efecto, un paso más, y abs-
ros lo vincula patentemente a la realidad —
traemos del movimiento mismo, del tiempo
que es la del presente: lo concreta aún con
ella. Y con los movimientos de las cosas las mismo, y nos representamos los seres eter-
direcciones del suyo con la consiguiente nos siendo estáticamente mientras pasan las
complicación mutua de sus momentos — las cosas pasajeras y el tiempo perdurable, ex-
direcciones del suyo tanto cuando nos lo re- tendiendo la relación expresada por el
presentamos como un pasar o un avanzar "mientras" más allá del principio y el fin
hacia el futuro, cuanto cuando nos lo repre- de las cosas pasajeras y a lo largo del tiempo
sentamos como un manar, emerger, surgir o sin principio ni fin, o concebimos los seres
borbotar. Y lo mismo el aumento o la dis-~ eternos como intemporales. Pero aun redu-
minución de su velocidad. Abstrayéndolo de cido a la mera correspondencia, es el signi-
los multiformes movimientos de las cosas, lo ficado del " e n " en la expresión "ser en el
reduciríamos a la forma máximamente abs- tiempo" indesconocible residuo de la concre-
tracta de la rectilineidad — cuando no nos ción del tiempo con las cosas. Abstracción,
lo representamos como unidimensional por en suma, más imaginativa que conceptual,
el predominio de la longitud infinita o rete- por ello conceptualmente imprecisa, imper-
niendo de las cosas móviles una vaga, pero fecta. Es la que= cuando menos quedarían
manifiesta voluminosidad. Al abstraerlo de
las otras "cosas" propias de todas, en la re-
unos espectros de cosas no eliminadas, no
presentación correspondiente. Mas ¿por qué
eliminables.
nos representamos el tiempo como lo hace-
En todo caso, tomar el tiempo por una
mos?
entidad realmente distinta de las cosas, por
Las conclusiones a que hemos sido condu-
una entidad real distinta de las demás cosas,
cidos no sólo nos permiten, nos inducen a
/es tomarle por una cosa más, y una cosa infi-
replantear la cuestión que nos interesa en
nita y continente de las demás, la que no
los términos siguientes. El tiempo es el mo-
parece encontrarse, lo que no parece posible.
vimiento de las cosas, de los seres móviles,
Es cierto que parece que somos capaces de
esto es, el ser mismo de estos seres. Estos
hacernos la representación de que dejen de
seres son distintos, esto es, de diferente ser
existir todas las cosas y de que siga existiendo
— o movimiento, o tiempo. Los distintos, los
el tiempo — pero ¿no se tratará de una ma-
diferentes seres móviles tienen, pues, sus res-
nifestación más de la misma abstracción im-
pectivos movimientos o tiempos, tan distin-
perfecta? ¿dejan de existir todas las cosas,
tos, tan diferentes entre sí como ellos mis-
si los momentos son las quisicosas susodi-
mos. Y los seres móviles o temporales se
chas? Pero si el tiempo no es una cosa más,
diferencian de los inmóviles o intemporales
infinita y continente de las demás, no puede
por el movimiento o la temporalidad de los
ser más que una abstracción de algo de ellas
unos y la inmovilidad o intemporalidad de
o en ellas, finito o infinito con ellas — y
los otros. La cuestión es, pues, puntualizar
acabamos en una representación inversa de
estas diferencias: entre la temporalidad o el
la inicial: en lugar de ser las cosas en el tiem-
tiempo del hombre y la temporalidad o
po, es el tiempo quien es en las cosas — en
el tiempo de los demás seres temporales —
las cosas finitas, su movimiento, finito. El
y la intemporalidad de los seres intempora-
tiempo concreto con las cosas sería el único
les. Si todos los seres temporales no lo
real, con ellas, y el originario del abstracto.
fuesen igualmente, si el hombre fuese el
No existiría más tiempo que el movimiento
más temporal de todos los seres en algún
de las cosas móviles, o no existirían más que
sentido, en el sentido acaso de ser su tiempo
estas cosas y las inmóviles, pero el movimien-
más entrañable, más íntimamente $uyo que
to de las primeras podría abstraerse, como
hablar a los hombres de ciencia del origen
de ellos el de todos los demás seres tempora- del mundo y de su término, aunque si los
les, en este sentido habría evidente y literal- apretásemos para que precisasen su lengua-
mente un tiempo humano, sería, incluso, el je, quiza nos encontráramos con que por
tiempo evidente y literalmente una exclusiva mundo entendían una parte mayor o me-
del hombre. ñor de la naturaleza, pero no ésta en su tota-
Vivimos muchas cosas naturales, si no lidad absoluta declarando que el problema
todas, como temporales en los dos sentidos en de la eternidad del mundo o de su creación
que como temporales nos vivimos a nosotros y aniquilación es de la jurisdicción del
mismos, no sólo como viniendo a ser, siendo filosofo, si no del teólogo. Por último, quizá
o dejando de ser en el tiempo, sino además vivamos las cosas naturales y hasta sepamos
como durando poco: al decir de nuestra vida de ellas como temporales con una cierta
que es "flor de un día", no vivimos sólo la prioridad sobre nosotros mismos: cronología
fugacidad, la caducidad de nuestra vida, sino y cronometría se fundan en las divisiones
también la de la flor, sea la que sea la que del tiempo de las cosas naturales, en los
vivamos primero, en el sentido de la priori- tiempos, si cabe pluralizarlos así, de estas
dad a que me referiré en seguida. Es posible cosas, ante todo en el día y el año, tiempos
que sigamos viviendo otras muchas cosas de la vuelta aparente del sol a los mismos
naturales, por ejemplo, las celestes, no sim- puntos de su trayectoria; el estar estos tiem-
plemente como mucho menos temporales que pos y los distintos actos de nuestra vida tan
nosotros, en el sentido de mucho más dura- ligados como están, no prejuzga si vivimos
deras, sino hasta como eternas, en el sentido antes la temporalidad de las cosas naturales
de ser en el tiempo sin principio ni fin, pero y en función de ella la nuestra, o antes la
en todo caso sabemos que, por más duraderas nuestra y en función de ella la de las cosas
que sean, son temporales en el sentido de ser naturales, ni si llegamos a abstraer el tiem-
en el tiempo con principio y fin. Incluso, no po antes del movimiento de las cosas natura-
nos limitamos a hablar vulgarmente del prin- les o del nuestro. Cabe replicar que el vivir
cipio y del fin del mundo, representándonos antes una temporalidad u otra, y menos qui-
mejor o peor su creación y una catástrofe z a e l s a b e r a n t e s & una u otra, sería compa-
150
tas conferencias, ha tenido la amabilidad de
venir a buscarme al hotel todas las noches
para traerme hasta aquí. La primera noche
llegó cuando estaba yo acabando de cenar.
Al ver mi gesto de apresuramiento, "tenemos 5a
tiempo", dijo, y nos pusimos a platicar,
mientras yo acababa de cenar tranquilamen- EL TIEMPO
te. La noche siguiente cené antes, de suerte (CONCLUSION)
que al encontrarme el licenciado en el ves-
tíbulo del hotel, hubo de decirme: "podemos
hacer tiempo platicando". Pero anoche, al
encontrarme en el mismo vestíbulo, hubo de
disculparse: "perdóneme usted, he perdido
tiempo y tenemos que ganarlo". Y esta no-
che he sido yo quien en cierta coyuntura de
nuestra plática declaré: "sentiría mucho que
las conferencias no sirviesen más que para
perder el tiempo los asistentes"; a lo que el
licenciado repuso gentilmente: "lo sumo que
le concedo a usted es que alguno por excep-
ción no haga más que pasar el tiempo o ma-
tar el tiempo".
150
4 ¿ T E N E M O S tiempo", dijo la prime-
X ra noche el licenciado Rangel
Frías, sobreentendiendo: para
llegar a la conferencia, para hacer algo más
tarde — y entretanto para hacer otras cosas,
cualesquiera, pero alguna, por ejemplo, aca-
bar de cenar tranquilamente, platicar. Por-
que no podemos estar sin hacer nada, porque
tenemos que estar haciendo algo en todo
tiempo — los humanos. Por eso "tenemos
tiempo" los humanos. Tiempo es movimien-
to, acción. "Tener tiempo" es tener queha-
cer, tener que hacer. Hay, pues, una perfecta
coherencia entre "tener tiempo" y que tener-
lo sea para hacer algo, llegar a la conferen-
cia, y hacer entretanto otras cosas.
"Podemos hacer tiempo platicando", dijo
la noche siguiente el licenciado, queriendo
decir: podemos platicar para hacer tiempo
hasta el de la conferencia, porque hasta en-
tonces tenemos que hacer algo — porque no
podemos no hacer nada, porque tenemos que
hacer algo en todo tiempo, aunque sólo sea
hacer tiempo, es decir, aunque sólo sea algo
para hacer tiempo. "Hacer tiempo" es, pues, der el tiempo. "Perder el tiempo" es hacer
hacer algo. No hay una coherencia menos algo que no vale la pena de hacerlo, algo que
perfecta entre "hacer tiempo" y que hacerlo sólo vale para perder el tiempo — pero hacer
sea hacer algo. algo. Sólo que como tiempo es movimiento,
"Perdió tiempo" anteanoche el licenciado acción, vida, ser, perder el tiempo es perder
no viniendo a buscarme, sino haciendo otras la vida, el ser, es perdernos a nosotros mis-
cosas. Adviertan ustedes: no haciendo lo que mos; es ir quedándonos sin ellos, y sin nos-
podía haber hecho, si así, separado no lo otros mismos, agotándolos, agotándonos...
que debía haber hecho, pero no dejando de "Perder el tiempo" es como no hacer nada,
hacer en absoluto, sino haciendo otras cosas. en sentido literal. Es algo mucho más radical
Y "ganamos el tiempo perdido" dejando de que "perder tiempo".
platicar como otras noches, para venir acá
"Pasan el tiempo", "matan el tiempo" us-
inmediatamente, o sea, dejando de hacer,
tedes, quizás, asistiendo a estas conferencias,
pero tampoco en absoluto, sino haciendo otra
si asistiendo a ellas no hacen más que pa-
cosa. "Perder tiempo", "ganar tiempo", sea
sar el tiempo o matarlo, es decir, algo que
el perdido o no, es, en definitiva, hacer. Siem-
sólo vale para pasar el tiempo o matarlo —
pre la misma coherencia.
porque no podemos no hacer nada, en todo
"Perderían el tiempo" ustedes asistiendo tiempo tenemos que hacer algo, aunque sea
a estas conferencias, si estas conferencias algo que sólo valga para pasar el tiempo o
fuesen tan míseras que no valiesen la pena matarlo, aunque sólo sea pasarlo o matarlo.
de que asistiesen a ellas, que no valiesen más "Pasar el tiempo"matar el tiempo" — ha-
que para perder el tiempo. "Perdemos el cer algo. El tiempo es, por lo visto, algo tan
tiempo" los humanos cuando hacemos algo mortal para nosotros, los humanos, que si no
que no vale la pena de hacerlo, que no vale lo matamos, siquiera, nosotros a él, nos mata
más que para perder el tiempo — porque no él a nosotros, sin "siquiera". Por eso, sin
podemos no hacer nada, tenemos que hacer duda, el hastío o tedio es inminencia de la
algo en todo tiempo, aunque sea algo que no muerte. Decididamente, "matar el tiempo"
valga la pena de hacerlo, algo que sólo valga es algo radical, acaso más radical todavía
para perder el tiempo, aunque sólo sea per- que "perderlo".
Pero si en todo tiempo tenemos que hacer mente nada distinto de nuestra propia vida,
algo, si no podemos no hacer nada, ¿qué sen- en nuestro caso. Si no hiciésemos nada, no
tido tiene nuestro tan frecuente decir que "no
se produciría sólo un tiempo sin cosas, sino
estamos haciendo nada", que "no hacemos
desaparición absoluta de cosas y tiempo,
ñada"? Simplemente, que no estamos hacien-
una literal nada. Si no hiciésemos ni siquiera
do lo que debiéramos, sino haciendo otras
tiempo, o lo que es lo mismo, algo, no deja-
cosas, o que estamos haciendo lo que no de-
biéramos. "¿Qué está usted haciendo aho- ríamos sólo de hacer, sino de ser. Nuestro
ra?", suelen preguntarnos a los intelectuales. ser consistiría en nuestro hacer, en nuestro
Pues, si respondemos "nada", no queremos tiempo. Esto sería todo lo que podríamos
decir, evidentemente, que no estemos hacien- sacar.
do nada en absoluto, sino tan sólo que no ¿Todo? Imaginemos que tuviéramos un
estamos haciendo lo que debiéramos, por tiempo infinito. "Tendríamos tiempo" —
ejemplo, escribiendo un libro. "¿Qué estás para hacer algo más tarde y entretanto? Ten-
haciendo, niño?", suelen preguntar con cer- dríamos tanto — que tendríamos un tiempo
tero instinto las mamás, justo cuando por no infinito para hacer lo que tuviéramos que
dar el niño señales de vida parece que habría hacer más tarde y para hacer nada una de
realmente de no estar haciendo nada. Mas si las cosas que pudiéramos hacer entretanto.
el niño responde efectivamente "nada, ma- Tendríamos tanto tiempo, que no tendríamos
má", ésta acaba de asegurarse de que el niño que hacer nada en ningún momento deter-
está haciendo lo que ella no quiere que haga,
minado, en ningún tiempo — finito, ni infi-
cogiendo el tarro de la mermelada o maqui-
nito. Tendríamos tanto tiempo, que no ten-
nando para escaparse con los amiguitos.
dríamos que hacer nada en ningún tiempo —
En conclusión: las expresiones examinadas en absoluto.
significan que no podemos no hacer nada, "¿Haríamos tiempo", es decir, haríamos
que tenemos que hacer algo en todo tiempo. algo para hacer tiempo, entretanto hacíamos
¿No es una conclusión trivial? ¿Qué podría- más tarde algo? Pero si acabamos de ver
mos sacar de ella? El tiempo no es realmente que no tendríamos que hacer nada en ningún
nada distinto de las cosas temporales; real-
tiempo, en absoluto. ¿Qué sentido podría
tener hacer tiempo, teniendo un tiempo in- infinito: la correspondencia biunívoca de
finito? cada una de las infinitas partes infinitas del
¿"Perderíamos" o "ganaríamos tiempo", infinito con éste es una de las paradojas del
perdido o no? "¿Perderíamos el tiempo", ni . mismo. Para hacer cada una de las infinitas
siquiera? —¿Cómo ganar ni perder tiempo, cosas^ infinitas que tendríamos que hacer,
teniéndolo infinito? tendríamos un tiempo infinito: no tendría-
¿"Pasaríamos el tiempo", lo "mataría- mos que hacer ninguna en ningún momento
r T°S v n0 tendríamos ^ e hacer determinado, en ningún tiempo — finito, ni
nada.. Ni ¿cómo pasar ni matar un tiempo infinito. No tendríamos que hacer nada en
infinito? El tiempo infinito nos habría an- ningún tiempo — n o tendríamos que hacer
tes matado...
nada en absoluto. Si tuviéramos un tiempo
Si, pues, tuviéramos los humanos un infinito, aunque tuviéramos una infinidad
tiempo infinito, no "tendríamos tiempo" ni de infinitas cosas que hacer, aunque sería
lo "haríamos", ni "ganaríamos" o "perde- falso que no tendríamos nada que hacer,
ríamos tiempo", ni "perderíamos el tiem sería cierto que no tendríamos que hacer
po , ni lo pasaríamos", ni lo "mataríamos" nada. Si no podemos no hacer nada, si tene-
Nada de todo esto sería posible, tendría ni mos que hacer algo en todo tiempo, para no
siquiera sentido. "Tenemos tiempo" y J 0 dejar de ser, es porque no tenemos más que
hacemos", "ganamos" y "perdemos tiern- un tiempo finito — un hacer finito, una vida
P e r n o s el tiempo", lo "pasamos" y mortal, un ser limitado por el no ser; es por-
lo matamos" los humanos, en suma, porque que somos temporales en el sentido más
no tenemos más que un tiempo finito... propio, mortales, finitos, porque entrañamos
Imaginemos que tuviéramos un tiempo no ser, porque si somos, es en parte, pues en
infinito. Y que tuviéramos que hacer, no las parte, no somos. Con lo que parece arriba-
cosas que tenemos, sino una infinidad de co- mos a consecuencias demasiado paradójicas:
sas. E incluso que cada una de estas infi- tendríamos que hacer, para no morir —
nitas cosas fuese infinita. Para hacer cada porque morimos; si tuviéramos un tiempo
una de las infinitas cosas infinitas que ten- infinito, si no tuviéramos que morir, si fué-
dríamos que hacer, tendríamos un tiempo ramos inmortales, no tendríamos que hacer
nada, no tendríamos que vivir, seríamos des-
tener que hacer. "Perdemos el tiempo", lo
de luego como muertos... ; si somos, no
"pasamos" o lo "matamos" haciendo lo que
sería a pesar de tener que dejar de ser, sino
no vale más que para perderlo, pasarlo o
porque tenemos que dejar de ser...
matarlo. Se trata, pues, de relaciones entre
Tiempo es movimiento, vida, ser. Nuestra
el hombre y el tiempo que suponen la con-
vida, nuestro ser tiene por condición de su
ciencia y hasta la conciencia del valor. El
ser la finitud de nuestro tiempo — nuestro
tiempo sólo se "tiene" o "hace", "gana" o
ser, nuestra vida o nuestro tiempo tiene por
"pierde", "pasa" o "mata" material, real-
condición de su ser su propia finitud o no
mente, "teniéndolo" o "haciéndolo", "ganán-
ser. Nuestra vida, o es mortal — o no es.
dolo" o "perdiéndolo", "pasándolo" o "ma-
Nuestro tiempo, o movimiento, o es finito —
tándolo" conscientemente... Nada tan con-
o no es. Nuestro ser, o no es, en alguna for-
secuente como que para que tengamos que
ma — o no es, en absoluto: el precio de nues-
hacer algo en todo tiempo, por no tener más
tro ser es ser a medias... Todo tiempo, todo
que un tiempo finito o tener que morir, ten-
movimiento, todo ser ¿no será finito — o no
gamos que estar seguros de que tenemos que
será?
morir, convencidos de que lo que tenemos
Mas tener que hacer algo en todo tiempo,
que hacer, tenemos que hacerlo en vida. Si
por no tener más que un tiempo finito o tener
no fuésemos conscientes de la finitud de nues-
que morir, no se reducen a un tener o un tener
tro tiempo, de nuestra vida, podríamos apla-
que materialmente, realmente, por decirlo
zar lo que tuviéramos que hacer ad ¡calen-
así. Ya "tener" o "hacer", "ganar" o "per-
das— infinitas; no sería simplemente como
der tiempo", "perder el tiempo", "pasarlo"
si no tuviésemos un tiempo finito; no lo ten-
o "matarlo", no se reduce tampoco a un
dríamos, en realidad. Nuestro tiempo finito,
"tenerlo" o "hacerlo", "ganarlo" o "perder-
nuestra vida mortal, los tendríamos con la
lo", "pasarlo" o "matarlo" materialmente,
conciencia. Nuestra mortalidad, nuestra fi-
realmente. "Tenemos" o "hacemos", "ga-
nitud serían en la conciencia. La conciencia
namos" o "perdemos tiempo" para hacer
de nuestra finitud sería condición de ésta
algo más tarde, es decir, con vistas a algo
misma... La conciencia sería menester, no
que se tiene que hacer, que se prevé, pues,
sólo para el ser consciente del no ser, sino
para el no ser de que se es consciente... En- Si el volumen se hiciese ilimitado, dejase de
tonces, los seres inconscientes ¿no serían fini- ser volumen, dejase de ser, la materia se disi-
tos!, y los conscientes ¿lo serían todos! paría en absoluto, ella también dejaría de ser.
Hay más. No sólo somos conscientes de Nuestra vida tiene densidad mayor o menor,
la finitud de nuestro tiempo, de nuestra es mayor o menor cantidad de cosas que
vida, sino de la constante inminencia de su hacer dentro de sus límites. Si éstos desapa-
fin. No sólo estamos seguros de que tenemos reciesen, si tuviésemos un tiempo infinito,
que morir, sino que estamos persuadidos de nuestra vida se disiparía. Pero es todo lo
que la muerte puede sobrevenir, sobrecoger- contrario. El volumen de nuestra vida está
nos en todo momento, en el inmediato. Cons- constantemente estrechado, angostado, angus-
tantemente nos amenaza la muerte. Por eso, tiado por la urgencia de la constante amena-
lo que tenemos que hacer, no sólo tenemos za de la muerte. Nuestra vida es densa de
que hacerlo en vida, sino que tenemos que urgencia.
hacerlo con urgencia. La conciencia de la Advirtamos, en fin, esto. En cuanto acabo
constante inminencia del fin, de la muerte, en de apuntar, tener que hacer algo en todo
el doble sentido de "amenaza", peligro y tiempo, tiempo infinito o finito, finitud de
proximidad, nos urge, nos insta a hacer lo movimiento, vida, ser, real y consciente-
que tenemos que hacer. El "instante" es el mente, densidad y urgencia por obra de la
momento del tiempo en cuanto somos cons- finitud, están concebidos exclusivamente por
cientes de él como pudiendo ser el último de referencia a la muerte, al futuro. ¿Por qué
nuestra vida, o en cuanto "mortal". Por lo no al nacimiento, al pasado? Ello denuncia
mismo es su extensión siempre igual, la mí- que, por debajo de la reversibilidad con que
nima, a diferencia de la variable de los "mo- nos representamos el movimiento temporal
mentos". de las cosas y aquel en que consistiría el
Densidad mayor o menor es mayor o me- tiempo mismo, del futuro o presente al pasa-
nor cantidad de materia en un mismo volu- do y de éste o el presente al futuro, hay una
m e n — limitado. Cuando el volumen aumen- peculiar orientación,' cabe denominarla muy
ta la materia se enrarece. Si el volumen propiamente, de nuestra vida hacia la muer-
aumenta suficientemente, la materia se disipa. te, hacia el futuro...
no hagan nada, que no vivan... Su "vida
En suma, nuestro ser temporal parece re- eterna" ¿no es a una vida y eterna? La vida
ducirse decididamente a nuestro ser mortal, no parece haber menester de ser temporal,
y a la cuestión de nuestro ser más o menos finita. Almas y espíritus inmortales y Ser
temporal que los demás seres, a la de si eterno parecen, pues, invalidar las relacio-
somos más o menos mortales que ellos. Vol- nes encontradas entre "tener", "hacer", "ga-
vamos ya, pues, a los demás seres. nar" y "perder tiempo", "perder", "pasar"
Hemos reconocido que si los humanos y "matar el tiempo" y no poder no hacer
"tenemos" y "hacemos", "ganamos" y "per- nada, tener que hacer algo en todo tiempo, y
demos tiempo", "perdemos", "pasamos" y entre esto y no tener más que un tiempo fini-
"matamos el tiempo", es porque no podemos to. En cuanto a los seres inanimados y a los
no hacer nada, porque tenemos que hacer seres vivos inferiores a nosotros, también
algo en todo tiempo, porque, a su vez, no viven o hacen algo, también tienen que hacer
tenemos más que un tiempo finito. "Y desde algo en todo tiempo, tampoco pueden no ha-
ayer reconocimos que seres inanimados, seres cer nada — pero tampoco tienen más que un
vivos inferiores a nosotros, almas y espíritus tiempo finito. Parecen, pues, invalidar por
inmortales, Ser eterno, ni "tienen" ni "ha- lo menos la relación entre "tener", "hacer",
cen", ni "ganan" ni "pierden tiempo", ni "ganar" y "perder tiempo", "perder", "pa-
"pierden", "pasan" ni "matan el tiempo", sar" y "matar el tiempo" y tener que hacer
ni nada de esto es posible, ni tiene siquiera algo en todo tiempo, no poder no hacer nada,
sentido en referencia a ellos. ¿Será que ya que no la relación entre esto y el no tener
seres inanimados, seres vivos inferiores a más que un tiempo finito. Mas en seguida se
nosotros, almas y espíritus inmortales, Ser ocurre que ni siquiera invalidan la anterior.
eterno, puedan no hacer nada, no tengan que Porque si tienen que hacer algo en todo tiem-
hacer algo en todo tiempo, porque tengan un po, no tienen que hacerlo conscientemente,
tiempo infinito? Almas y espíritus inmorta- pues que ni siquiera los más altos de los seres
les y Ser eterno parecen, efectivamente, tener vivos inferiores a nosotros suben al grado de
un tiempo infinito, por definición, digámoslo conciencia requerido para ello. Seres inani-
así. Pero que no tengan que hacer algo en mados y seres vivos inferiores a nosotros
todo tiempo, que puedan no hacer nada, que
tienen tan sólo materialmente, realmente que trarían en todo ser vivo, simplemente en
hacer algo en todo tiempo. Pero no menos diversos grados de desarrollo de unos seres
en seguida se recuerda que la conciencia a otros, pero paralelos, al menos hasta cierto
pareció condición de la finitud: ¿cómo estos punto, dentro de un mismo ser. Pero la vida
seres no conscientes serían finitos? Acaba- psíquica, si no es más que psíquica, por de-
rían invalidando también ellos la otra rela- sarrollada que sea no llega a la posible
ción. . . Las cosas se presentan un tanto plenitud de la interioridad: es vida interior,
complicadas. Indispensable ponernos a exa- pero dirigida hacia el exterior. En cambio,
minarlas más detenida, detalladamente. la vida psíquica del hombre es vida interior
"Individuo" quiere decir indivisible. Sin capaz de volverse sobre sí, de dirigirse hacia
embargo, nos representamos el individuo su propia interioridad, llevando ésta en la
más bien como aquel ser que está dividido conciencia, y en la identificación sui generis
de los demás. La verdad es que la indivisibi- consigo mismo que es peculiar de la concien-
lidad de un ser y su divisibilidad de los de- cia, a la plenitud de la intimidad — en el
más son correlativas. Una piedra es divisible sentido de intimidad de una persona,
en otras en la misma medida en que puede presupuesta por la intimidad en el sentido
ser el resultado de la división de otra. Un de intimidad entre dos personas o identifi-
ser vivo no es divisible en otros, en la misma cación, mayor o menor, de las respectivas
medida en que no puede ser el resultado de intimidades. Dios mismo se identificaría
la división de otro. El individuo se consti- consigo mismo en el saber de sí de su sim-
tuye al diferenciarse un verdaúero interior plicidad absoluta. Semejante conciencia y la
del correlativo exterior. Esta diferencia- correspondiente intimidad serían privativas
ción del interior respecto del exterior es la del espíritu, o de los espíritus, encarnados o
división del individuo, del ser indivisible, puros. La mera materia, exterioridad conti-
respecto de los demás. El interior es indi- nua, divisible en partes menos divididas unas
visible, puesto que su división sería la de otras, más bien que en individuos dividi-
exteriorización de que un verdadero interior dos unos de otros, resulta lo menos indivi-
no es susceptible. El verdadero interior va duado, o más bien que el principio de indi-
unido a la vida psíquica: uno y otra se encon- viduación, el principio de comunicación; los
espíritus resultan lo más individuado, tanto, especie de seres vivos; pasa a la diferencia-
que pudiera ser que los espíritus puros ción personal de las distintas personas hu-
estuviesen individuados de suyo y en abso- manas y espirituales en general, a la diferen-
luto, esto es, que los espíritus estuviesen de ciación esencial de aquellos espíritus cada
suyo tan divididos unos de otros y en general uno de los cuales sería, como la materia, un
cada uno de todos los demás seres, que estu- individuo de una especie sui generis o una
especie realizada en un solo individuo, como
viesen de suyo encerrados en la intimidad de
los ángeles en aquella concepción teológica
sí mismos, que fuesen de suyo incomunican-
de ellos que así los concibe, y a la infinita di-
tes, o que únicamente pudieran entrar en
ferencia esencial de Dios con respecto a todos
comunicación los espíritus encarnados, por
los demás seres. La tesis de que por ser la
medio justamente de la carne, del cuerpo, de
materia el principio de individuación, espí-
la materia.
ritus puros no podrían ser individualmente
A una con su elevarse de la exterioridad distintos sino por ser específica o esencial-
de la materia, divisible en partes menos mente diferentes, pudiera invertirse en la de
divididas unas de otras, a la intimidad que los espíritus puros serían a una indivi-
de los espíritus puros, divididos de suyo de dualmente distintos y específica o esencial-
todos los demás seres, la individuación se mente diferentes, justo' por no ser la materia
eleva de la división en partes de la materia, el principio de individuación, sino el de co-
pasando por la individuación en individuos municación, completada con la anterior de
vivientes, a la individualización en personas, la individuación de la materia. Los espíritus
humanas o espirituales en general, y aún en estarían de suyo no sólo individuados cuan-
"personalidades". La individuación no se titativamente, sino individualizados o dife-
queda en la mera división numérica, cuanti- renciados esencialmente, y a esta diferencia
tativa y en la diferenciación cualitativa acci- pudieran deber lo absoluto de su individua-
dental de la materia, suerte de individuo ción cuantitativa.
único de una especie única también, de que
se limitarían a ser las partes las cosas, los Tanto como división o distinción cuantita-
tiva e interioridad cuanto como diferencia-
fenómenos o los seres materiales, ni siquiera
ción cualitativa, la individuación significa
de los distintos individuos de una misma
limitación, finitud. La interioridad y exte- do por división de otros y originador de otros
rioridad de la individuación se entienden en por división es continuación por transforma-
su sentido propio, el sentido espacial. En el ción, por movimiento, por ser, de la vida, el
mismo sentido se entienden, pues, la indivi- movimiento, el ser de aquellos de que sea
sibilidad y la divisibilidad unidas a ellas. En oriundo, es continuado igualmente por la
el mismo, hasta la diferenciación cualitativa, vida, el movimiento, el ser de aquellos de que
aunque sólo sea mediante una representación sea origen. Ello significa que debemos con-
figurada. En el mismo, en fin, la limitación cebir más radicalmente la individuación
o finitud aneja a la división y la interioridad como un proceso dinámico que se efectúe y
y a la diferenciación cualitativa. En efecto, manifieste en el tiempo — en el cual se efec-
hasta las conciencias e intimidades, los espí- tuaría y manifestaría no sólo la división o
ritus de las personas humanas nos los repre- distinción cuantitativa y la diferenciación del
sentamos como divididos unos de otros por interior, sino también la diferenciación
los respectivos cuerpos en el espacio de éstos. cualitativa, aunque no fuese más que por la
Hasta los espíritus puros individualizados de inserción de ésta en aquella distinción y en
suyo y en absoluto nos los representamos la interioridad. En la medida, pues, en que
divididos unos de otros en una especie de haya continuidad en general, en el espacio y
espacio "ideal" de elloS. Todo, significa que en el tiempo, no habrá tanto distintos seres
nos representamos la individuación en pri- individuales cuando partes de un todo, miem-
mer término como una relación estática que bros u órganos de un individuo mayor, si se
tiene lugar en el espacio o en un "cuasiespa- prefiere. Pero ¿cómo podrá un ser no ser
cio". Mas un ser originado por división de originado por división o transformación, mo-
otros y originador de otros por división es, vimiento, ser, de otros, ni ser origen igual-
evidentemente, menos individuo, no sólo en mente de otros? Unicamente de una de estas
el sentido de indivisible, sino también en el dos maneras: o no teniendo origen ni fin,
de dividido de los demás, que un ser que ni siendo eterno, o infinito, o teniendo un ori-
se hubiese originado por división de otros gen y un fin, una finitud absolutos, siendo
ni hubiese de originar otros por división. La creado, en el sentido propio del término,
vida, el movimiento, el ser de un ser origina- creado de la nada, y siendo aniquilado, en el
sentido cabal del vocablo. Ahora bien, en "La materia" — inanimada — sería el
la medida en que individuación dice finitud, nombre propio de un continuo en el que se
el individuo por excelencia no sería un ser dividirían sólo muy relativamente partes
infinito, sino aquel ser que de la nada viniese también sólo muy relativamente indivisibles,
a ser para aniquilarse. Habría, en suma, una
hasta tal punto, que el continuo de la materia
correlación esencial entre ser un ser distinto
inanimada sería más espacial que temporal,
y diferente de los demás, por un lado, y por
un continuo de equivalencia ideal. Pudiera,
otro lado: ser en el tiempo con principio y
incluso, ser que las partes de la materia no
fin, ser nacido y ser mortal; principiar y fi-
existiesen más que por obra de la considera-
nar, nacer y morir sin complicar a los de-
ción humana. En todo caso, los fenómenos
más seres o en aislamiento o soledad — el
físicos, las cosas, los seres materiales, inor-
precio de la singularidad sería el nacimien-
gánicos o inanimados serían los menos indi-
to, la soledad, la mortalidad; ser su vida,
viduados, los menos ellos mismos, aquellos
movimiento, tiempo, ser, con los correspon-
dientes límites, su nacimiento o principio y cuyo movimiento, tiempo, ser, principio y
su muerte o fin, su individualidad toda, ver- fin serían menos suyos, los menos móviles,
daderamente suyos — individuación diría los menos finitos, los menos temporales y
apropiación, intimidad también en el sentido hasta los menos seres. Entre semejante idea
de intimidad con lo propio, consigo mismo, de la materia inanimada y la concepción
ya que a un ser nada le sería tan íntimo, tan científica de la naturaleza que se reduce en
entrañable como su individualidad, que le definitiva a unos meros valores cuantitativos
constituye en el que es, a distinción de todos en correspondencia intemporal, ideal, entre
los demás, constituyéndole en lo que él es, a sí ¿no es notoria una coherencia perfecta?
diferencia de todos los demás. Hasta se avi- ¿Como, más en general, entre infinitud, in-
zora la posibilidad de que vida, movimiento, movilidad, intemporalidad, idealidad, por
tiempo e incluso ser no sean tanto los de los un lado, y realidad, movimiento, tiempo,
seres con principio y fin en otros, ni los finitud, por otro?
de los seres sin principio ni fin, cuanto los de El cuerpo de los seres vivos es transfor-
los seres con principio y fin absolutos. mación de materia del cuerpo de los proge-
nitores y de materia del medio, y de él es
transformación material del cuerpo de los El cuerpo de los seres humanos es trans
descendientes y materia del medio. Al cuer- formación u objeto de ella en los mismos
po en tales relaciones con la materia concibe términos que el de los seres vivos en general.
reducidos los seres vivos el materialismo. De los seres humanos hay las mismas con-
Una dirección de la filosofía biológica de cepciones que de los seres vivos en general,
nuestros días concibe las psiques de los seres sin más diferencia que la de que la concep-
vivos en una relación con una psique supra- ción tradicional concibe las almas humanas
individual pareja a la de los fenómenos como inmortales. Mas toda concepción de
físicos o cosas o seres materiales, inorgáni- los seres humanos ha de reconocer el hecho
cos o inanimados con la materia, o concibe de la existencia de una individuación, de una
como ésta "la materia viva", como el nombre individualización de los mismos sui generis.
propio del continuo de la vida, continuo por Los seres vivos inferiores a nosotros, los hu-
obra de la psique supraindividual, no como manos, nacen como individuos de la especie
el nombre colectivo de los seres vivos que la correspondiente y no pueden morir en dife-
expresión que acabo de hacer resaltar sería rente concepto de aquel en que nacieron —
en la concepción, tradicional de estos seres, salvo en el grado en que entran en relación
en la que tendrían sendas almas creadas y con nosotros, los humanos, o nosotros los
aniquiladas. En la concepción materialista concebimos en una forma antropomórfica,
y en la de la psique supraindividual no ca- ya que no tomen realmente ellos semejante
ben sino grados de individuación creciente forma: un perro nace como un perro y no
desde la materia inanimada hasta los seres puede morir más que como un perro, salvo
vivos más altos; pero aún en la concepción que se trate de un perro, por ejemplo, utili-
tradicional no serían los seres vivos inferio- zado en la guerra, caso en el cual puede mo-
res a nosotros, los humanos, más que indivi- rir como héroe condecorado y todo. Los se-
duos de especies o individuos que no serían res humanos nacemos como individuos de la
ellos mismos, ni cuya vida psíquica, movi- especie humana, como seres humanos, pero
miento, tiempo, ser, nacimiento y muerte podemos morir en diferente concepto de
serían suyos, más que en el sentido de tal aquel, no sólo en que nacimos, sino en que
individualidad. hayamos vivido hasta el instante mismo de
la muerte. Tal persona vulgar muere en una
como si lo fuésemos realmente. Si no nos
inopinada catástrofe como un héroe; tal per-
sonaje, al sobrevenir una situación fatal, transformamos en otros seres, no sería por-
como un vil personaje — "como un perro"; que nos aniquilásemos, sino porque nuestra
tal pecador de toda la vida, en olor de san- personalidad perviviría sin transformación
tidad, y viceversa: hay el condenado por des- en nuestra alma inmortal. La inmortalidad
confiado, pero también el condenado por personal no sería menor garantía del no
confiado — "tan largo me lo fiáis". Si na- transformarse en otros seres que la aniqui-
cemos, pues, como los seres vivos inferiores lación. Haría, pues, lo mismo que ésta. ¿No
a nosotros, morimos como no pueden morir. significaría, entonces, lo mismo? La fe en
Es que nuestra individual personalidad no ella ¿significaría algo más que la conciencia
queda individualizada — definitivamente, de nuestra individualización personal por la
hasta el instante mismo de nuestra muerte; muerte, que la acción personalmente indivi-
pero en tal instante queda individualizada dualizadora de ésta? Añádase la resurrec-
definitivamente — a pesar de la inmortali- ción de la carne... La misma transforma-
dad. En el concepto en que muramos, héroes ción del cuerpo en glorioso ¿significará algo
o viles personajes, impenitentes o justifica- más que la fijación de la individualidad, de
dos, viviremos perdurablemente. Por eso lo la personalidad completada hasta su corpo-
que tenemos que hacer, tenemos que hacerlo ralidad? Nuestra vida, movimiento, tiempo
en vida y con urgencia: en hacerlo o no, no finaría con la muerte: la eternización, la in-
nos va sólo la vida, el ser, sino nuestra per- movilización de nuestra vida en la vida per-
sonalidad, nuestra vida, nuestro ser, en el durable, vida inmutable, no sería vida —
sentido más propio, por más cabal, de este sino por ser la fijación de la nuestra... En
"nuestro". La inmortalidad no sirve para na- todo caso, no parece infundado, inexacto de-
da — por decirlo así — más que para pro- cir que somos individualizados personalmen-
longar eternamente, infinitamente, para eter- te por la muerte. Recíprocamente, nuestra
nizar, inmovilizar, fijar la personalidad muerte es más nuestra que de ningún otro
individualizada en el instante de la muerte.
ser su fin: es nuestra en el sentido en que su
Si no somos mortales, en este respecto es
fin es de cualquier ser que no se transforme
en otros, y es nuestra en el sentido de que la
la muerte. Tal persona vulgar muere en una como si lo fuésemos realmente. Si no nos
inopinada catástrofe como un héroe; tal per- transformamos en otros seres, no sería por-
sonaje, al sobrevenir una situación fatal, que nos aniquilásemos, sino porque nuestra
como un vil personaje — "como un perro"; personalidad perviviría sin transformación
tal pecador de toda la vida, en olor de san- en nuestra alma inmortal. La inmortalidad
tidad, y viceversa: hay el condenado por des- personal no sería menor garantía del no
confiado, pero también el condenado por transformarse en otros seres que la aniqui-
confiado — "tan largo me lo fiáis". Si na- lación. Haría, pues, lo mismo que ésta. ¿No
cemos, pues, como los seres vivos inferiores significaría, entonces, lo mismo? La fe en
a nosotros, morimos como no pueden morir. ella ¿significaría algo más que la conciencia
Es que nuestra individual personalidad no de nuestra individualización personal por la
queda individualizada — definitivamente, muerte, que la acción personalmente indivi-
hasta el instante mismo de nuestra muerte; dualizadora de ésta? Añádase la resurrec-
pero en tal instante queda individualizada ción de la carne... La misma transforma-
definitivamente — a pesar de la inmortali- ción del cuerpo en glorioso ¿significará algo
dad. En el concepto en que muramos, héroes más que la fijación de la individualidad, de
o viles personajes, impenitentes o justifica- la personalidad completada hasta su corpo-
dos, viviremos perdurablemente. Por eso lo ralidad? Nuestra vida, movimiento, tiempo
que tenemos que hacer, tenemos que hacerlo finaría con la muerte: la eternización, la in-
en vida y con urgencia: en hacerlo o no, no movilización de nuestra vida en la vida per-
nos va sólo la vida, el ser, sino nuestra per- durable, vida inmutable, no sería vida —
sonalidad, nuestra vida, nuestro ser, en el sino por ser la fijación de la nuestra... En
sentido más propio, por más cabal, de este todo caso, no parece infundado, inexacto de-
"nuestro". La inmortalidad no sirve para na- cir que somos individualizados personalmen-
da — por decirlo así — más que para pro- te por la muerte. Recíprocamente, nuestra
longar eternamente, infinitamente, para eter- muerte es más nuestra que de ningún otro
nizar, inmovilizar, fijar la personalidad ser su fin: es nuestra en el sentido en que su
individualizada en el instante de la muerte. fin es de cualquier ser que no se transforme
Si no somos mortales, en este respecto es en otros, y es nuestra en el sentido de que la
individualización personal por la muerte lo efímero de las edades de la vida y de ésta
recaba una peculiar manera de morir, como en conjunto, antes de serlo de la filosofía el
héroe o como vil personaje, en pecado o en de la brevedad de la vida. Y como un gigan-
olor de santidad; nuestra personalidad es tomáquico alzarse y declinar de ciudades, de
perfeccionada por la muerte, quedando ésta Estados, naciones o pueblos presenta el pa-
vinculada por la manera de padecerla — o dre de la Historia la edad de la lírica y de
hacerla — a la personalidad. Siendo, en la filosofía. En ambiente tal nació esta últi-
conclusión, infinidad espiritual individuali- ma, como razón — en un sentido como el del
zada personalmente por la muerte, el hombre título Razón de amor, de la primitiva litera-
resulta el más individuado de los seres, aquel tura española — , como razón de lo origina-
que sería más él mismo, aquel cuya vida, rio de todas las cosas y duradero bajo su
movimiento, tiempo, ser, principio y fin, éste generación y corrupción, incluso las nues-
sobre todo, serían más suyos — el más móvil, tras, las de los humanos; sobre el fondo de
el más ser, el más mortal en el sentido más la oposición del tiempo y el s e r . . . La apo-
propio, el más temporal. "Temporal" en el línea serenidad griega es la visión tan pro-
primer sentido no sería término unívoco. verbial como unilateral que debe completarse
Hasta tal punto nuestro tiempo sería nuestro, con el sabido sentimiento dionisíaco de la
habría un tiempo humano, sería el tiempo "edad trágica de los griegos" — y con una
una exclusiva del hombre. acaso menos sabida, pero no menos efectiva
La conclusión parece confirmada por el melancolía, que no se reduce al sentimiento
significado radical de la concepción del dionisíaco y de la que se afirmó expresa-
tiempo. Homero compara a las "generacio- mente ser el humor fuente de la filosofía.
nes" de las hojas de los árboles las humanas, Desde antiguo hemos tenido, pues, los huma-
y la comparación no es algo único en la nos, una sensibildad especialmente "capciosa"
Iliada, sino modulación de un verdadero de la instabilidad, fugacidad, caducidad
tema radical de la epopeya, que empapa el de las cosas, en particular las humanas, entre
fondo de ésta de una melancolía quizá no éstas — nosotros mismos. Es que las cosas
tan hecha patente como debiera serlo. De la están ya ahí, nosotros mismos estamos ya
primera lírica griega es también tema el de aquí, el ser es —dado, patente, tanto, que
del pasar, la del fin, la de la muerte, hasta
no reparamos en él — hasta que en él nos
el punto de hacer que se haya asociado a la
hace reparar el dejar de ser, el haber de
representación misma del tiempo, a pesar de
dejar de ser, el no s e r . . . Puesto que las
que en ella prevalezca la del durar eterna-
cosas, que nosotros somos, parece que tenga-
mente, el sentimiento de la melancolía. El
mos nuestra razón de ser — y que por lo
pasar de las cosas en el tiempo, el pasar del
mismo no la tenga el dejar de ser, el no ser.
tiempo mismo nos anonada afectivamente
"¡Oh, vida! ¡No habías de comenzar, pero
antes de hacerlo efectivamente. Por otra
ya que comenzaste no habías de acabar!",
parte... El concepto más abstracto que pue-
exclama luchando con los olas Critilo. Quizá
de abstraerse de los seres es el de ser. El
sea por ello por lo que creyendo en seres
tiempo es la abstracción del movimiento de
nacidos e inmortales; no concibamos, seres
los seres móviles, del ser, pues, de estos
no nacidos y mortales; y prescindiendo de que
seres. Los momentos del tiempo eran cuasi-
los seres inmortales tengan principio y el Ser
cosas, cosas abstractas al máximo posible
eterno no, los agrupemos, por no tener ni
— meros "seres". Los momentos del tiempo
unos ni otro fin; y seamos conscientes de no
se identificarían en uno, y no habría tiem-
tener más que un tiempo finito, no por haber
po, si no los distinguiese algo — q u e no
nacido, sino por tener que morir; y nos in-
puede ser el ser: meros seres no pueden ser
dividúe ya el nacimiento, pero nos indivi-
distinguidos por el ser, sin contradicción;
dualice personalmente sólo la muerte. En
seres distinguidos por el ser serían una con-
todo caso, el dejar de ser, el no ser sobre-
tinuidad de ser, un continuo ser, que los
vendría sólo porque lo llevaríamos en las
identificaría en uno, en él. Los momentos
entrañas, en el ser mismo... Y se nos haría
del tiempo se identificarían en uno, y no
singularmente sensible, en la doble acepción
habría tiempo, si no los distinguiese algo que
de resultarnos manifiesto y doloroso; y nos
no puede ser sino — e l no ser. El tiempo
haría reparar en el ser y en la falta de razón
entraña, pues, el ser y el no ser. Mas, el
de ser de las cosas, de nosotros mismos, o
concreto al menos, desentrañaría particular-
en que si somos, sería meramente de he-
mente el no ser. Tiempo — movimiento, ser,
cho. . . Y así habría venido a prevalecer en
entrañante de no ser, finito. Ser pudo, ser sin
la representación de las cosas temporales la
no ser — ser sin tiempo: la enseñanza ya del ¿es de veras el de la inmortalidad del espí-
"gran Parménides"; ser y tiempo, ser y no ritu de suyo? Al alma humana sólo le asegu-
ser; ser y tiempo, contrarios, pues. Con el ra su inmortalidad en definitiva la Bondad
"ser" expresamos el ser; con el "tiempo" divina. Como cualquier otra criatura, el es-
expresaríamos el no ser: el "tiempo" es én- píritu necesita que la divina Bondad le asista
fasis puesto en que los seres, y singularmen- en la creaíio continua para no desvanecer-
te nosotros, los humanos, no nos limitamos se en la nada. Nada parece oponerse, en fin,
a ser, sino que no somos. El hombre, el más a que el espíritu fuese de suyo el más mortal
individuado, el más finito, el más no ser, el de los seres; a que lejos de ser los seres in-
más temporal de los seres, ha dado expre- feriores los más mortales, lo fuesen los su-
sión a esta su exclusiva en el "tiempo". El periores— con la excepción del divino, que
vivir el tiempo tiene su raíz en el sentimien- sin embargo no sería necesario por ser espí-
to que el hombre tiene de ser temporal y por ritu, sino por identificarse su esencia y su
serlo. Pero ya vimos hasta qué punto es la existencia, identificación que no sería de la
conciencia de la temporalidad requerida por esencia del espíritu...; a que el hombre fue-
esta misma — o ser temporal sería vivir el se el más mortal de los seres más por ser
tiempo... espíritu que por ser espíritu encarnado, y a
Tal conciencia es la que encontramos que la resurrección de la carne significase
identificada con el espíritu poco después, a más bien la necesidad de la carne para la in-
saber, al encontrar que la individuación cul- mortalidad, en buena congruencia con la fal-
minaba en la de la conciencia y el espíritu, ta de individuación y consiguiente infinitud e
en la personal. Y hemos visto posteriormen- inmortalidad de las cosas materiales, con la
te hasta qué punto, también, la individuali- comunicación de los espíritus por la carne
zación personal está unida a la muerte. Todo y la índole de principio de comunicación
ello parece las premisas de un silogismo que tendría la materia, con la relación entre
cuya conclusión fuera la mortalidad del es- continuidad e inmortalidad... Las relacio-
píritu. Semejante conclusión parece, a su nes tradicionalmente establecidas y remacha-
vez, opuesta al tradicional concepto de la das entre espiritualidad, individualidad, in-
inmortalidad del espíritu. Pero este concepto mortalidad, infinitud, etc., distarían de ser
evidentes y hasta de estar suficientemente como estática; el Ser eterno, expresamen-
puestas a prueba. te como en absoluto inmutable, inmóvil; o
Pero ahí están las almas y los espíritus sea, que la verdad es que la eternidad del
inmortales, el Ser eterno, los objetos ideales, último es propiamente intemporalidad, y la
también eternos o intemporales; ahí, es de- "vida" divina, la eterna en general, no ten-
cir, por lo menos en la fe de los seres huma- dría el sentido de nuestra "vida", ni el de la
nos o en su filosofía. Y este estar semejante de los seres vivos inferiores a nosotros
seres y objetos, no "aunque sólo sea en la fe — ¿tendrá el de la inmovilidad de la mate-
de los seres humanos o en su filosofía", sino ria? Análogamente, parece que no quepa
"por ser en éstos precisamente", plantea con considerar individuados, ni por ende tampo-
fuerza irresistible, el problema: por qué el co individualizados, en el mismo sentido, no
más mortal, el más temporal, el más no ser ya que las cosas materiales, pero tampoco
de los seres ha concebido seres inmortales, que los seres vivos en general, ni siquiera
eternos, intemporales, el más ser de los seres. que los seres humanos, ya que no las almas
Almas y espíritus inmortales y Ser eterno inmortales, por ser las nuestras, por ser no-
son concebidos como vivientes y como seres sotros mismos, al menos los espíritus puros,
— el Ser eterno, como ser sin mezcla de no incluyendo el Ser eterno, ni los objetos idea-
ser alguno — y hasta como, no ya tan indi- les. Y encontraríamos — cosa notable^-la
viduados, sino tan individualizados como no- falta de individuación y la infinitud, la falta
sotros, los humanos, y sin embargo como de vida, la inmortalidad, la intemporalidad
inmortales y eterno, respectivamente. Los ob- y hasta la idealidad lo mismo en las almas y
jetos ideales han sido concebidos como divi- los espíritus inmortales, el Ser eterno y los
didos entre sí e indivisibles en sí en el sentido objetos ideales que en — la naturaleza in-
de afirmaciones como la de que en la bon- animada, al menos según la concepción cien-
dad o la belleza en sí y por sí no entra ni tífica de ésta. Pero ¿se tratará simplemente
puede entrar la menor partícula de la mal- de dar expresión a las relaciones entre vida,
dad o la fealdad, y por lo mismo como in- movimiento, tiempo, ser y finitud mediante
temporales. Pero la "vida eterna" de las las correlativas entre infinitud e inmovilidad,
almas y los espíritus inmortales es concebida intemporalidad, no "vida", no "ser"? ¿No
serán, no sólo la inmortalidad de las almas
—La necesidad de destacar la individuación,
humanas, sino hasta la de los espíritus puros
para mostrar la temporalidad sui géneris del
y la eternidad o intemporalidad del Ser eter-
hombre, no debe indicar que se niegue — la
no y de los objetos ideales, otra cosa que ex-
comunicación, en que están hasta los seres
presión de la individualización personal por
más individualizados: las partes de la mate-
la muerte, o coincidirán con ésta en ser
ria, los seres vivos inferiores a nosotros, los
principio de individuación, en conjunta opo-
humanos, nosotros, las almas y los espíritus
sición a la transformación de unos seres en
inmortales, el Ser eterno, los objetos ideales,
otros? ¿Serán expresión del no ser de los
los miembros de cada uno de estos grupos
seres temporales, y singularmente de noso-
entre sí y con los de cada uno de los demás
tros, los humanos, no sólo el "tiempo", sino
grupos. ¿Hechos últimos, la comunicación y
también las almas y los espíritus inmortales,
la individuación, el ser y el no ser? ¿O sig-
el Ser eterno y los objetos ideales, o serán
nificará comunicación — trascendencia, sien-
estos seres y objetos, singularmente el Ser
do ésta de la individualidad hacia alguna
eterno, expresión, con el "ser", del ser de
comunidad, y el hombre, el más temporal de
los seres temporales, y singularmente de no-
los seres, creerá en seres sobrehumanos y
sotros, los humanos, y como se opondrían ser
cosas intemporales, o filosofará sobre ellos,
y tiempo, lo harían Dios y tiempo? ¿Se con-
por ser él mismo también intemporal y so-
cebirá el hombre singularmente, a sí mismo
brehumano en alguna forma, por alguna
como un ser situado entre el ser y el no ser, el
vía — de trascendencia — inmanente y ya
ser y el tiempo, Dios y el tiempo, si no entre
autosuficiente? ¿Cabrá en el más finito de
lo natural inanimado y lo sobrenatural y
los seres la infinitud? ¿Reproducirá esta es-
suprasensible, entre lo material y lo espiri-
tructura la dialéctica temporalidad de la ca-
tual e ideal, lo uno y lo otro con su infinitud,
ria, estando en su fugacidad su "tempora-
intemporalidad, idealidad, lo uno y lo otro
lidad", en su morosidad su "divinidad";
los dos infinitos entre los cuales sería el
siendo caricias angélicas, divinas, aquellas
hombre, espíritu encarnado, carne, materia
que "transportan" hacia lo sobrehumano, lo
espiritualizada?... Pero, ¿de dónde seme-
sobrenatural, lo trascendente en el hombre,
jantes expresiones y manera de concebirse?
y caricias diabólicas aquellas que amenazan
"hundir", no en lo natural, sino en lo huma-
no mortal?... ¿O entrará en la temporal fi-
nitud del hombre el no poder "saber", con
"certidumbre", de su infinitud?— El pro-
blema parece, como ven ustedes, el cuento
de nunca acabar — p e r o estas conferencias
tienen que acabarse, y que acabarse ya ahora
mismo, por fortuna. Permítanme acabarlas, INDICE
pues, declarando lo siguiente. Una antropo-
logía no puede ser acabada si no acaba en
una teología. No tanto no podemos empezar 1 ? Las exclusivas del hombre. La
a hablar de Dios sino hablando primero de mano 13
nosotros mismos, cuanto no podemos acabar
de hablar de nosotros mismos sino hablando 2 ? La caricia 55
por último de Dios. En estas conferencias
hemos empezado, nada más, a hablar de no-
sotros mismos. Empezar, tampoco nada más, 3 ? La caricia (Continuación) 87
a hablar de Dios, había de quedarse para
otra serie de conferencias. ¿Por qué no tengo 4* El tiempo 113
todavía qué decir sobre el tema? ¿Por qué lo
que tuviera que decir no cupiera en estas
conferencias? ¿Por qué quiero volver a Mon- 5- El tiempo (Conclusión) 151
terrey, y para que me inviten a hacerlo, re-
servarles un motivo, si mi suerte alcanza a
que lo sea el insinuado?
188
"hundir", no en lo natural, sino en lo huma-
no mortal?... ¿O entrará en la temporal fi-
nitud del hombre el no poder "saber", con
"certidumbre", de su infinitud?— El pro-
blema parece, como ven ustedes, el cuento
de nunca acabar — p e r o estas conferencias
tienen que acabarse, y que acabarse ya ahora
mismo, por fortuna. Permítanme acabarlas, INDICE
pues, declarando lo siguiente. Una antropo-
logía no puede ser acabada si no acaba en
una teología. No tanto no podemos empezar 1 ? Las exclusivas del hombre. La
a hablar de Dios sino hablando primero de mano 13
nosotros mismos, cuanto no podemos acabar
de hablar de nosotros mismos sino hablando 2 ? La caricia 55
por último de Dios. En estas conferencias
hemos empezado, nada más, a hablar de no-
sotros mismos. Empezar, tampoco nada más, 3 ? La caricia (Continuación) 87
a hablar de Dios, había de quedarse para
otra serie de conferencias. ¿Por qué no tengo 4* El tiempo 113
todavía qué decir sobre el tema? ¿Por qué lo
que tuviera que decir no cupiera en estas
conferencias? ¿Por qué quiero volver a Mon- 5- El tiempo (Conclusión) 151
terrey, y para que me inviten a hacerlo, re-
servarles un motivo, si mi suerte alcanza a
que lo sea el insinuado?
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