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La Doctrina de Cristo
“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos,
diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”.
Mateo 16:13
INTRODUCCIÓN
I. LA NATURALEZA DE JESÚS
Para llegar a ser Hombre perfecto, el Hijo de Dios tuvo que encarnarse. Llámese
la encarnación del Hijo de Dios al hecho de que de que se hizo hombre a
través de la concepción milagrosa de María por medio del Espíritu Santo. Es
importante no confundir este tema de la encarnación del Hijo de Dios con la
creencia hindú de la reencarnación, esta ultima no es una creencia cristiana. Al
respecto de la encarnación de Cristo Lewis Sperry Chafer dice: “Al considerar la
encarnación deben de admitirse dos verdades importantes: 1) Cristo fue al mismo
tiempo, y en un sentido absoluto, verdadero Dios y verdadero hombre; y 2) al
hacerse Él carne, aunque dejó a un lado su gloria, en ningún sentido dejó a un
lado su deidad. En su encarnación Él retuvo cada atributo esencial de su deidad.
Su total deidad y completa humanidad son esenciales para su obra en la cruz. Si
Él no hubiera sido hombre, no podría haber muerto; si Él no hubiera sido Dios, su
muerte no hubiera tenido tan infinito valor”. Como ya vimos, Jesús es Dios y
Hombre perfecto al mismo tiempo, y esto de poseer ambas naturalezas fue
gracias a su encarnación. Antes de su encarnación, el fue Dios y sigue siendo
Dios desde la eternidad, y en el Antiguo Testamento a veces se manifestaba en
forma humana a través de la figura del Ángel de Jehová. Veamos un ejemplo de
esto, podríamos citar el pasaje donde el Ángel de Jehová se le apareció a la mujer
de Manoa para anunciarle el nacimiento de Sansón: “Y había un hombre de Zora,
de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había
tenido hijos. A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú
eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo”,
(Jueces 13:2-3). Y este ángel de Jehová fue identificado más tarde como el mismo
Dios: “Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré
de tu pan; más si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa
que aquél fuese ángel de Jehová. Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál
es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos? Y el ángel de
Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable? Y
Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el
ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer. Porque aconteció que
cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama
del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra. Y
el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció
Manoa que era el ángel de Jehová. Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente
moriremos, porque a Dios hemos visto. Y su mujer le respondió: Si Jehová nos
quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos
hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto”, (Jueces
13:16-23). Por tanto, podemos entender que cuando en el Antiguo Testamento
aparece el Ángel de Jehová, en ocasiones se refiere a la manifestación física de
Cristo antes de haberse encarnado, al Cristo pre-encarnado, y esto a su vez se
conoce con el nombre técnico de una teofanía de Cristo. Luego, Cristo se encarnó
a través de la ayuda del Espíritu Santo el cual hizo que María quedase
embarazada y que el niño se gestara en su vientre: “Al sexto mes el ángel Gabriel
fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre
de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy
favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le
vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y
ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará
el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no
conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser
que nacerá, será llamado Hijo de Dios”, (Lucas 1:26-35). De esta forma y a través
de la intervención divina del Espíritu Santo, Cristo se encarnó, se gestó en su
vientre y nació como hombre perfecto, y por el hecho de no haber nacido por
medio de la concepción de un hombre y una mujer, no heredo la naturaleza
pecaminosa, de allí que se dice que su nacimiento fue inmaculado, es decir, sin
pecado concebido. En cuanto a su nacimiento inmaculado, J. Oliver Buswell Jr.
nos dice: “Además de que Cristo no está implicado ni representado en el pecado
original de Adán, y por tanto en ninguna manera tiene culpa de ello, se ha
sugerido que en su nacimiento fue protegido sobrenaturalmente de la corrupción y
contaminación del pecado. Se le dio la promesa a María: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra por lo cual
también el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1.35). Se ha
sugerido que esta promesa no solo predice el nacimiento virginal de Cristo sino
también una protección especial por medio de la cual la santidad de aquel que
nació fue presentada perfectamente”. De esta forma, el Hijo de Dios se encarnó y
llego a ser Hombre perfecto, el único que fue concebido sin pecado alguno,
completamente santo y sin heredar la naturaleza pecaminosa que todos los seres
humanos heredamos de nuestros padres, pues Jesús fue concebido por obra del
Espíritu Santo.
b) La preexistencia de Cristo.
Cristo es Hombre perfecto, pero eso no significa que Él tenga un principio, o que
fue un ser creado. Llámese la preexistencia de Cristo a la verdad de que
Cristo como Dios es eterno, un Ser no creado pues Él es el Creador de
todo. La preexistencia de Cristo nos habla de su eternidad, no tiene principio
ni fin. Cristo es un ser eterno, no un ser creado, sino el creador de todo lo
que existe. Al respecto de su preexistencia, Lewis Sperry Chafer nos da la
siguiente información: “En cuanto a su humanidad, Él tuvo principio, pues fue
concebido por el poder del Espíritu Santo y nació de una virgen. En cuanto a su
divinidad, Él no tuvo principio, pues ha existido desde la eternidad”. Cristo es
eterno y Juan lo declara claramente al afirma que Él estaba en el principio de
todas las cosas y que Él era con Dios y era Dios: “En el principio era el Verbo, y el
Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas
las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” ,
(Juan 1:1-3). También, el apóstol Pablo declara esta verdad en cuanto a su
preexistencia como Dios: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de
toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios,
sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él
es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”, (Colosenses 1:15-
17). Pablo dice que Jesús es el primogénito de toda la creación, y con esto no
quiere decir que Jesús es el primer ser creado. La palabra primogénito se usa en
dos sentidos. El primero es para referirse al primer hijo nacido. El segundo hace
referencia a usar la palabra primogénito para referirse al descendiente principal
sobre el cual recae el mando principal de toda la familia. Esto último le vemos en
la Biblia, por ejemplo, Jacob era el segundo en nacer, pero sobre él recayó la
primogenitura, y de esta forma, Cristo es el primogénito de toda la creación ya que
al Padre le ha placido darle esta potestad de gobierno al su Hijo amado, el cual,
como Pablo dice, es antes de todas las cosas y por medio de Él subsisten. Así de
esta forma comprendemos la preexistencia de Cristo.
Jesús es Dios y Hombre perfecto al mismo tiempo, sin embargo, a lo largo del
tiempo han surgido muchas doctrinas erradas en cuanto a su naturaleza, y no
dudamos que el principal autor de todas ellas es el mismo Satanás el cual ha
guiado a hombres perversos a tal fin, ya que el enemigo de nuestras almas no
esta interesado en que el mundo conozca quién realmente es Jesús. Aunque
existen muchas doctrinas erradas que han surgido a lo largo de la historia, en esta
oportunidad mencionaremos algunas de ellas.
a) El Docetismo.
b) El Ebionismo.
c) El Arrianismo.
El arrianismo es otra doctrina herética que enseñaba que Jesús fue el ser
más grande de todos los creados, pero no era Dios. Esta doctrina errada fue
desarrollada por un presbítero de Alejandría llamado Arrio, y fue una de las
principales herejías que se combatieron en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C.
En la Biblia, y especialmente en el evangelio según Juan se nos enseña que
Jesús no es un ser creado, sino Dios mismo al coexistir con el Padre desde el
principio de los tiempos y al ser el mismo Dios: “En el principio era el Verbo, y el
Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, (Juan 1:1). Aquí queda muy claro que
Jesús, el Verbo, estaba en el principio de todo, y que Jesús estaba al lado de
Dios, su Padre, y que Jesús era el mismo Dios. La secta de los Testigos de
Jehová ha heredado mucho de esta herejía, ya que ellos reconocen a Jesús como
un gran profeta, un gran ser creado, pero niegan su divinidad, tergiversando el
texto de Juan 1:1 en su Versión llamada “La Traducción del Nuevo Mundo”. En
esta obra citan Juan 1:1 de la siguiente forma: “En [el] principio la Palabra era, y la
Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”. Si nos damos cuenta, ellos
afirman que la Palabra, Jesús, era “un dios”, pero no Dios, ya que tratan de ocultar
la verdad de que Jesús no es un ser creado, sino Dios mismo. Desde el principio
de la historia cristiana el diablo ha tratado de desmentir la verdad de la deidad de
Cristo, pero a través de las Escritura podemos comprender lo contrario, y de
hecho en el Credo de Nicea los presbíteros y obispos de la iglesia del tercer siglo
llegaron a plasmar esta verdad en la siguiente declaración de fe: “Creo en un solo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no
creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho”. En el
famoso credo Niceno declaran que Jesús es el Hijo único de Dios, Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, ciertamente fue engendrado por
obra del Espíritu Santo, pero nunca fue creado.
d) El Monarquianismo.
e) El apolinarismo.
Llámese apolanarismo a una doctrina herética surgida en el siglo III d.C. por
Apolinar el Joven, obispo de Laodisea, el cual llego a negar la naturaleza
humana de Jesús y afirmo que el cuerpo que uso era un cuerpo sin alma, ya
que consideraba que todo cuerpo con espíritu humano lo volvía pecador, de
tal forma que el Logos se apodero del cuerpo de Cristo sustituyendo así su
alma y lo uso como una especie de marioneta para hacer su obra. Esta
herejía es el extremo del arrianismo. Mientras que el arrianismo niega la divinidad
de Jesús, el apolinarismo niega su humanidad; sin embargo, ambas están
totalmente equivocadas y fueron negadas por la iglesia.
f) El Nestorianismo.
a) La muerte de Cristo.
b) La resurrección de Cristo.
Si bien es cierto, Cristo murió por nuestros pecados y fue sepultado, pero al tercer
día resucito. La resurrección es el sello final de su victoria sobre la muerte,
es el hecho milagroso más extraordinario y sorprendente de toda la historia
de la humanidad y lo que hace diferente a Cristo de cualquier otro líder
religioso. A lo largo de la historia se han levantado muchos líderes religiosos, tal y
como Mahoma, Confucio, Buda, entre otros, pero a diferencia de Cristo, estos
murieron y sus restos están con suerte en alguna tumba; pero la tumba de Cristo
está vacía porque resucito de entre los muertos. Si la resurrección de Cristo nunca
se hubiese operado, nuestra fe fuese vana, así lo dice el apóstol Pablo: “Porque si
no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó,
vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”, (1 Corintios
15:13-14). Cuando Jesús murió, fue sepultado en una tumba propiedad de José
de Arimatea: “Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado
José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el
cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando
José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo,
que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la
entrada del sepulcro, se fue”, (Mateo 27:57-60). Sin embargo, las Escrituras
testifican que al tercer día se levanto de entre los muertos, y de acuerpo a Pablo,
en su cuerpo opero el poder del Espíritu Santo el cual lo resucito: “Y cuál la
supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según
la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los
muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales”, (Efesios 1:19-20). Es
a través de su resurrección que Jesús venció la muerte y ahora puede dar vida
eterna a los que creen en su nombre haciéndolos resucitar también en el día
postrero: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que
durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también
por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido
orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”, (1 Corintios
15:20-23).
c) La ascensión de Cristo.