Belén Meneses

La unidad de los pueblos latinoamericanos fue

una preocupación constante en El Libertador para

Bolívar Vive
enfrentar al imperio español y al expansionismo de
Estados Unidos, que ya se vislumbraba como un
nuevo imperio. Adelantándose a las interesantes
teorías que estaban por aparecer -y las cuales, sin
duda, encontraron un aporte importante en el
pensamiento bolivariano- el Genio vio concentrarse
la riqueza de un lado, en el voraz Norte, mientras
en el otro extremo, y como consecuencia de tal
voracidad, grandes mayorías se sumían en el hambre
y la miseria. Ya Bolívar denunció que para lograr el
dominio de esas mayorías se valdrían, entre otras
cosas, del falseamiento histórico y de la religión.
En el nombre de la “libertad” los poderosos siguen
La lucha sigue
actualmente presionando para que las riquezas se le
abran y se deje actuar su gigantesco imán. La libertad
que realmente les importa es la que conduce a
mayores desigualdades, es la de hacer riquezas con
fines egoístas. Por eso, hoy, tanto como ayer, la
unidad continua siendo una prioridad para los pueblos
latinocaribeños. Frente a la codicia del ALCA, la
revolución bolivariana presenta la moral del
ALBA. “Bolívar tiene mucho que hacer, todavía, en
América”.

Ensayo ganador en el primer concurso

FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
“Seguramente la unión es lo que
del Fondo Editorial Darío Ramírez. Ministerio de Energía y Minas. nos falta para completar la obra
Tema: Vigencia del Pensamiento Internacionalista del Libertador
de nuestra regeneración”
 Belén Meneses

Bolívar Vive
La lucha sigue

Ensayo ganador en el primer concurso

FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
del Fondo Editorial Darío Ramírez. Ministerio de Energía y Minas.
Tema: Vigencia del Pensamiento Internacionalista del Libertador

Maracay, 2003

TÍTULO: BOLÍVAR VIVE, LA LUCHA SIGUE
Autor: Belén Meneses
Depósito Legal: lf04320039002279
ISBN 980-12-0407-9
Diseño de Portada, Diagramación e Impresión:
Impresos ADIEL s.r.l. E-mail: impresosadiel@cantv.net
Maracay, Edo. Aragua, Venezuela
Primera Edición: Noviembre, 2003
VIGENCIA DEL PENSAMIENTO
INTERNACIONALISTA DEL LIBERTADOR
Desarrollaremos este trabajo sobre la base de un
símil que hemos establecido entre la naturaleza y
la Historia (LA UNIDAD MUNDIAL Nuevos
Valores para el Mundo, Caracas, 1991), y el cual
expondremos seguidamente, de manera muy breve.
El mundo evoluciona como una totalidad material
y moralmente integrada, sobre la base de la
contradicción «atracción por riqueza y consumo-
rechazo». Mientras las «fuerzas de atracción» lo
conducen hacia la integración puramente material
(la globalización), las «de rechazo», en cambio, lo
llevan hacia su unificación moral y espiritual.
La atracción desmedida del ser humano por
la riqueza y el consumo provoca injusticias,
desbalances y desequilibrios en la sociedad, lo cual
genera una reacción contraria. En su respuesta,
algunos de estos contrarios, sujetos de las «fuerzas
de rechazo», se proponen cambiar la raíz misma de
tal atracción, promoviendo valores diametralmente
opuestos a los asociados con la sed egoísta de
riquezas. La mayor división del pensamiento
3
humano, el color del cristal con el cual se miran las
cosas, tiene su origen en esta contradicción y conduce
al enfrentamiento en los campos filosófico, político,
social, económico, militar, etc.
Así, EL PROCESO HISTÓRICO aparece de
manera cada vez más notoria como UNA LUCHA
ENTRE LA CODICIA («fuerzas de atracción») Y LA
MORAL que le impone límites («fuerzas de
rechazo»); siendo la moral más significativa en la
sociedad, aquella que frena la codicia.
Sucede además que, cuando se frena la codicia
-la cual tiende a desbordarse por ser una debilidad
humana- se logra una renovación de los valores en la
sociedad. Esta renovación ocurre aunque no exista la
intención expresa, pues la degradación moral se iba
produciendo en la medida en que se desataba el
afán de riquezas. Las «fuerzas de rechazo», aun sin
proponérselo, obligan a las «de atracción» a volver
su mirada hacia lo espiritual, de lo cual se habían
alejado, entretenidas en la superficialidad del
consumismo, de los placeres y bienes materiales.
El pensamiento del Libertador lo ubicamos
claramente del lado de las fuerzas de la moral. El
mismo es, sin lugar a dudas, una reacción contra las
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injusticias y los desequilibrios provocados por las
acciones de los españoles en nuestros pueblos, así
como también contra el expansionismo norteame-
ricano y el nuevo imperio que ya se perfilaba en el
Norte de América.
De este modo, el pensamiento internacionalista de
Bolívar se encuentra estrechamente relacionado con
su posición anti imperialista y con su rechazo al
saqueo y al genocidio que en las colonias llevó a cabo
el imperio español. En relación con este último
aspecto, El Libertador se refiere a los realistas en la
Carta de Jamaica en los términos siguientes: «...los
que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan
con los primeros monstruos que hicieron desaparecer
de la América su raza primitiva». Su preocupación
por los indígenas sigue latente hoy, cuando surgen
nuevas formas de esclavitud asociadas a los
modelos económicos hambreadores neoliberales.
Indios y negros, en general los pobres, siguen
siendo esclavos.
Bolívar ordenó el reparto de tierras a los
indígenas, su libertad; que el pago de su trabajo no
fuese en especies sino a través de un salario. Pero la
igualdad de las razas es otra deuda histórica que sigue
pendiente, dado que las oligarquías echaron por tierra
los sueños y el ideal de justicia del Libertador. Por eso
la Revolución Bolivariana devuelve los derechos a
los pueblos indígenas, promoviendo la UNIDAD
INDOAMERICANA y rescatando la memoria
histórica de todos nuestros pueblos.
Cuando el Gobierno Revolucionario da respuesta
al clamor de los campesinos para que se respete su
derecho a la tierra da el mismo tratamiento a las
distintas etnias que habitan en el territorio. También
se preocupa por rescatar los idiomas aborígenes y con
ello la inmensa riqueza que acompaña esta
manifestación cultural. De este modo, al reactivarse
el maravilloso legado que Bolívar ha dejado se
reactiva también la participación de los excluídos
históricos.
El «descubrimiento de América» fue llamado así
por las mismos sujetos que lo llevaron a cabo: las
«fuerzas de atracción». Lo provocó la codicia de los
europeos y condujo al mundo hacia una integración
material, salvaje, sobre la base de la fuerza; podría
considerarse como el comienzo de la globalización.
Despertó, por tanto, muchas voces en su contra por
parte de sujetos de las «fuerzas de rechazo», dando
en cierto modo inicio a las «protestas contra la
globalización»; y entre estas voces destaca la del
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Padre Bartolomé de Las Casas. El Sacerdote
denunció la explotación y la masacre de los
aborígenes del «Nuevo Mundo» llevada a cabo por
los conquistadores, por los invasores. Bolívar fue
un firme seguidor suyo, compartiendo las ideas de
«... aquel amigo de la humanidad, que con tanto
fervor y firmeza, denunció ante su gobierno y
contemporáneos los actos más horrorosos de un
frenesí sanguinario.»
En la actualidad, el neoliberalismo garantiza a los
imperialistas la continuación de su explotación del
trabajo y el saqueo de riquezas, por otros medios,
con el consiguiente empobrecimiento de nuestras
economías. Ya lo había advertido El Libertador: «Los
Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados
por la Divina Providencia para plagar de hambre y
miseria a todos los pueblos de América Latina en el
nombre de la libertad». Justamente, la libertad es
la bandera que siempre levantan las fuerzas de la
codicia; pero no porque defiendan la verdadera
libertad, es decir, la reclamada por los oprimidos. La
libertad que ellas en verdad defienden es la de
hacer riquezas; sin embargo, ésta termina siempre
permitiendo la acumulación de dichas riquezas de
un lado, mientras condena en el otro extremo, a las
grandes mayorías, al hambre y a la miseria. Cuán
claro estaba El Libertador con respecto a nuestra
verdadera situación frente a los Estados Unidos!
Bolívar no solamente luchó por la independencia
latinoamericana; además se preocupó por nuestros
intereses futuros, para que pudiera mantenerse dicha
independencia y soberanía, pero esto requería de la
unidad de las repúblicas; él siempre vio como un
solo país a Venezuela y a la Nueva Granada. Su
convocatoria para el Congreso de Panamá obedece a
la misma preocupación: conformar una sola gran
república, tratando de evitar que el expansionismo
norteamericano golpeara nuestras débiles naciones.
El Libertador tenía que ser anti imperialista,
porque los europeos habían saqueado desca-
radamente las minas de oro y plata de América,
extraído los recursos, exterminado y esclavizado a
la población aborigen y convertido al continente
africano en cazadero de negros esclavos. Pero, como
hemos indicado, también en el Norte de América se
estaba conformando un imperio, que Bolívar ubicaba
perfectamente en el lado de lo que llamamos «fuerzas
de atracción»; sujetos capaces de acaparar las
riquezas del continente, las cuales ahora refluirían
hacia la nueva metrópoli. En 1830 se quejaba porque,
después de veinte años de revolución, «solamente
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hemos logrado la independencia de España», pero
nada con respecto a la unidad que nos garantizaría la
plena independencia, la independencia en todos los
aspectos y de cualquier imperio.
La explotación de nuestros naciones por parte de
las metrópolis capitalistas continúa hoy por otros
métodos, formas menos visibles que la fuerza pura,
pero siempre permiten a esas metrópolis apropiarse
las riquezas mundiales (pago de servicios sobre la
deuda, beneficios fraudulentos de las grandes
empresas multinacionales, el deterioro de los
términos de intercambio y la colocación de los países
subdesarrollados a merced de los grandes
monopolios y sus gobiernos). Hoy se evidencia lo
necesario que resultaba la creación de La Gran
Colombia y la unidad de Latinoamérica. En esa
convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá,
demostró Bolívar una vez más su capacidad
visionaria. Porque debido a la transferencia
desangrante de recursos de nuestros países hacia los
ricos terminamos conformando las naciones
subdesarrolladas, pobres o dependientes, mientras
los expoliadores se convertían en desarrollados.
Los valores asociados con las grandes empresas
multinacionales capitalistas y con los gobiernos
donde ellas se asientan no son otros que el
individualismo, la ganancia y el lucro; su móvil sigue
siendo la codicia, como lo fue para el imperio
español. En cambio El Libertador buscaba la
solidaridad y unión entre las repúblicas, lo cual
también ahora se impone para enfrentar la pobreza
y el subdesarrollo; para enfrentar el nuevo
colonialismo.
Pero, tal como ha expresado en múltiples
oportunidades el Presidente Chávez, la oligarquía
mantuvo oculta la verdadera Historia de Venezuela,
impidiendo su difusión; traicionó y expulsó al
Libertador (como lo hizo con el General Sucre),
desfigurando su pensamiento. Y es que las «fuerzas
de atracción» siempre cubren la verdad con un velo;
velo que descorren las «de rechazo» en sobresaliente
labor educadora, para poner al descubierto la
verdadera Historia. El mismo Bolívar denunció el
ocultamiento que habían realizado los españoles de
ésta verdad: «... aunque una parte de la estadística y
la revolución de América es conocida, me atrevo a
asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas.»
Ahora bien, no importa en qué plano, mientras
exista un sector que acapare las riquezas, generando
desequilibrios e injusticias, surgirá otro que intente
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corregirlas o busque liberar dichas riquezas para
distribuírlas a la sociedad completa. Así como en los
sistemas físicos la energía concentrada debido a
las fuerzas de atracción termina finalmente
esparciéndose al todo, gracias a las de repulsión y en
virtud de la ley de la entropía, así también en la
sociedad existe una especie de «entropía social».
La «entropía social» impulsa a las fuerzas de la
moral para que busquen distribuir las riquezas que
ha concentrado la codicia humana. La explotación
de nuestros pueblos por el nuevo imperialismo
acaparador, siempre ligado a oligarquías nacionales,
nos conduce, por otra parte, al rescate del legado
histórico del Libertador, al rescate del proyecto
bolivariano.
Como ya hemos indicado, a los intereses de las
oligarquías de los distintos países no convenía la
difusión de las ideas del Libertador; esa es la
razón por la cual utilizan su imagen, apartando, sin
embargo, el pensamiento revolucionario. Pero esto es
lo que siempre hacen los sujetos de las «fuerzas de
atracción» con las más genuinas creaciones de las
fuerzas de la moral, de las cuales también se adueñan
después de arreglarlas de acuerdo a su conveniencia.
Abrimos aquí un brevísimo paréntesis en este trabajo
11
por la relación que surge entre los planteamientos
de los fundadores de las grandes religiones (sujetos
indiscutibles de las «fuerzas de rechazo») y el tema
objeto de nuestro estudio.
En el cristianismo, por ejemplo, los codiciosos
solamente toman en cuenta las ideas de Jesús cuando
ya las han adaptado a sus egoístas intereses, y es
por eso que, convenientemente, siempre terminan
llamando la atención de aspectos superficiales,
externos, no yendo a lo esencial de la religión.
Ilustrativo de esto es el tratamiento que dan los
sujetos de las «fuerzas de atracción» a los misterios
contenidos en los tesoros míticos de los judíos y los
cristianos. Aquí desvían la mirada hacia la
veneración de las formas, justamente para olvidar el
fondo; han desperdiciado siglos buscando el oro del
Arca de la Alianza y al Santo Grial cuando el
verdadero tesoro se encuentra en lo que se supone
contienen ellos, es decir, los Diez Mandamientos
y la sangre de Jesús, la que derramó para salvar, de
la codicia, a la sociedad humana.
Pero los sujetos de las «fuerzas de rechazo», de
la moral, sí son capaces de desentrañar el misterio
del tesoro; el mismo está en el mensaje: el freno que
debe ponerse al deseo desmedido de riquezas, lo que
12
trae la paz verdadera entre los seres humanos. Y
porque van a lo esencial, dichos sujetos rescatan
el pensamiento bolivariano, aprehendiendo lo
fundamental del mismo, mientras sus contrarios,
en cambio, siempre quedándose en lo superficial,
afirman que las ideas de Bolívar corresponden a
épocas pasadas. Son ideas de hace doscientos
años, dicen, y no son aplicables al momento actual...
¡Como si los fundamentos del cristianismo no se
remontaran a dos mil años!
Es interesante hacer notar entonces que las
razones por las cuales los sujetos de la codicia
desfiguran el pensamiento del Libertador, son las
mismas por las que dichos sujetos eliminan lo
esencial de las grandes religiones. Así, estimamos
necesario dedicar unas breves líneas para llamar
la atención sobre este aspecto que consideramos
altamente significativo. No es un secreto el peligro
que para las «fuerzas de atracción» representa el
mensaje de LOS FUNDADORES de esas religiones.
En efecto, como analizáramos en el libro HISTORIA
UNIVERSAL UN ENFOQUE MORAL, (Maracay,
1996), algunas de estas religiones no tienen ritos,
otras carecen de ceremonias, y aún otras, ni siquiera
tienen un ser supremo. Pero lo esencial a todas ellas, y
lo que les ha permitido servir de unificadoras, es que
13
son un freno a la codicia y al lujo en medio de la
miseria; sin esta característica estarían vacías de
todo contenido.
Es decir, DE LA MANERA EN QUE FUERON
EXPUESTAS POR SUS FUNDADORES, las
grandes religiones -sus profetas- son sujetos
indiscutibles de las «fuerzas de rechazo», como
también lo es El Libertador y su ideario. Pero en
ambos casos los codiciosos han colocado un velo,
desviando la atención hacia los aspectos externos, de
modo que se adueñan de una creación de las fuerzas
contrarias, acomodándola para utilizarla, en verdad,
con fines opuestos a la intención de sus creadores; en
contra de los desposeídos y de la sociedad en su
conjunto.
Así se explica, por ejemplo, que algunos altos
jerarcas de la iglesia católica puedan ir contra
las ideas esenciales del cristianismo, y del
bolivarianismo, favoreciendo los intereses de los
poderosos. Por eso, tanto El Libertador como sus
seguidores de hoy, se han visto obligados a
denunciar la complicidad de algunos miembros de la
cúpula eclesiástica con la poderosa oligarquía. Su
apropiación de lo que constituyen creaciones de las
14
«fuerzas de rechazo» y la ignorancia en la cual las
«fuerzas de atracción» mantienen a las empobrecidas
masas que su voracidad produce, están íntimamente
relacionados. De ahí que Bolívar debiera sentenciar:
«la influencia religiosa será otro de los tantos
instrumentos de los cuales se valdrán para someter
estas regiones».
Entonces, no sólo utilizando la violencia directa,
sino también eliminando lo esencial de las creaciones
de las fuerzas de la moral, manteniendo la ignorancia
con respecto a la verdad, las «fuerzas de atracción»
pueden someter a las «de rechazo» y esclavizar a las
masas. Con esa intención las oligarquías hicieron
a un lado el pensamiento internacionalista del
Libertador, quien había puesto todo su empeño en
la unión de nuestros pueblos para el logro y mante-
nimiento futuro de su independencia y soberanía.
De este modo, las oligarquías que se van
conformando en los distintos países truncan el sueño
del Libertador de llevar a cabo un proyecto en lo
político, social, económico, un proyecto humano,
una unión de repúblicas capaces de negociar con el
mundo en condiciones de igualdad. Pero la misma
realidad puja para que la palabra de Bolívar que duró
casi doscientos años dormida despierte. El proyecto
15
está pendiente todavía; una nueva liberación es
necesaria... BOLÍVAR VIVE, LA LUCHA SIGUE.
Las «fuerzas de rechazo» deben enfrentar la codicia
de la nueva metrópoli, impulsando una integración
que vaya más allá de la comercial, de la aduanera,
más allá de la promovida por el neoliberalismo,
más allá del ALCA.
Es así cómo la Revolución Bolivariana reacciona
frente a la pretensión promovida fuertemente por el
centro hegemónico del Norte de crear el Área de
Libre Comercio de las Américas (ALCA). Los países
que primero lograron acaparar las riquezas poseen
todos los medios para continuar engulléndolas. Por
eso, y para eso, necesitan de la «libertad» que ya
sabemos exigen siempre las «fuerzas de atracción»...
que todo se les abra para ejecutar su voracidad, para
que su gigantesco imán actúe atrayendo las riquezas
mundiales, incluida la mano de obra (aunque, claro
está, no dudan en poner en práctica políticas
proteccionistas).
Pero, lo que invocan nuestros pueblos no es la
«libertad» que tratan de imponer las fuerzas de
la codicia y la cual conduce hacia mayores
DESIGUALDADES. Buscamos es la que reclaman
los oprimidos y que conlleva la IGUALDAD. Y,
16
precisamente, es la igualdad la principal bandera de
los sujetos de las fuerzas de la moral. Por eso El
Libertador le otorga a ésta el lugar que sólo dichos
sujetos son capaces de darle. Así, afirma en su
Mensaje al Congreso Constituyente de Bolivia: «He
conservado intacta LA LEY DE LAS LEYES, la
igualdad: sin ella perecen todas las garantías, todos
los derechos. A ella debemos hacer los sacrificios. A
sus pies he puesto, cubierta de humillación, a la
infame esclavitud».
Es interesante hacer notar en este punto que, para
las «fuerzas de atracción», tanto en la naturaleza
como en la sociedad, la igualdad jamás podrá ser «la
ley de las leyes», pues impediría la acumulación. En
cambio, PARA LAS «FUERZAS DE RECHAZO»,
también en esos dos planos, LA IGUALDAD TIENE
QUE SER LA LEY DE LAS LEYES. Y justamente la
igualdad nos conduce directo a la LEY DE LA
ENTROPÍA.
Ahora bien, esa «ley de leyes», tan importante
para el Libertador en la Constitución, en términos
generales es la que garantiza, efectivamente, los
derechos de los desposeídos, de los excluídos y de las
mayorías. En relación estrecha con esto debemos
hacer las observaciones siguientes. En la antigüedad
17
los jerarcas basaban su poder, convenientemente,
en la moral de un Dios determinado. A medida que
la religión evolucionó, surgiendo las grandes
religiones, aparece claramente su esencia, su carácter
de freno a la codicia y al lujo en medio de la miseria.
Pero, estos también son atributos característicos de
las constituciones. Es decir, lo esencial de las grandes
religiones también está en la base misma de la
Constitución, y, precisamente, la Constitución viene
a ocupar en el Estado el lugar que antes ocupaba la
religión. Además, también tiene un carácter sagrado.
Lo que da la verdadera legitimidad a un régimen es,
entonces, la moral.
En este punto, recordemos nuevamente: la moral
más significativa en la sociedad es la que frena la
codicia. Esto debió tenerlo claro El Libertador
cuando expresó: «He pensado que la Constitución de
Bolivia debiera reformarse por períodos, según lo
exige el movimiento del mundo moral». Y es que los
sujetos de las «fuerzas de rechazo» en todo momento
deben estar pendientes para que la Constitución
garantice la defensa de los derechos de las grandes
mayorías. Esto se hace necesario ante los
subterfugios legales que los poderosos utilizan
constantemente, adaptando la Constitución a sus
intereses. También en el caso de la legitimidad o no
18
de un régimen, a las «fuerzas de atracción» les
conviene fijar su mirada sólo en el aspecto
«institucional», cuando el freno a la codicia de los
grandes dueños de la riqueza es la esencia de dicha
legitimidad.
La clave del asunto se encuentra entonces en la
defensa de los intereses de las grandes mayorías, de
los desposeídos -caso contrario, la Constitución se
convertiría en un cascarón vacío-. Sin embargo, el
carácter de generalidad que necesariamente tienen
las leyes es aprovechado por los sujetos de la codicia,
y de la misma forma como esconden y disfrazan la
verdad histórica, se valen de trampas y vericuetos
legales para desviar la atención de lo fundamental en
la Constitución, como indicamos anteriormente.
Pero, lo sabemos, la justicia que requerimos es la
de los pobres, la que conduce a la igualdad y no a
mayores desigualdades. En este sentido, es bueno
recordar que las leyes habilitantes, basadas en
nuestra Constitución Bolivariana y donde destacan
las leyes de Hidrocarburos, de Tierras, de Pesca, etc,
buscan la defensa de nuestras riquezas para el
bienestar de las mayorías excluidas, cambiando el
esquema de dominación que existía. El petróleo debe
convertirse en un bien colectivo, se desarrollan
19
formas de propiedad colectiva, el cooperativismo,
la cogestión, etc.
Ahora bien, en el plano internacional, es
importante detenernos a considerar la propuesta de
integración representada en el ALCA, propuesta de
las «fuerzas de atracción». Dadas las condiciones
de desventaja en las cuales se encuentran nuestros
países frente al gigantesco imán del Norte, la
integración, tal como está planteada en el ALCA, nos
llevaría hacia mayores desigualdades. El libre
comercio entre economías tan dispares, con grandes
desniveles, acentúa los desequilibrios ya existentes
desde hace tiempo debido al intercambio desigual.
La balanza se inclinaría más y más hacia el voraz
centro succionador, pues nuestras débiles economías
no pueden competir con él en condiciones de
igualdad.
Frente a esta realidad el Presidente Chávez y el
Gobierno Revolucionario hacen esfuerzos por lograr
una integración latinoamericana más allá del mero
intercambio comercial, que no deje de lado el as-
pecto social, cultural, lo cual nos conduce de nuevo
al pensamiento unificador del Libertador y a su
posición anti imperialista. Una unión de repúblicas
con un proyecto común facilitaría el desarrollo de
20
nuestras potencialidades y dificultaría grandemente
la imposición a los pueblos latinoamericanos y
caribeños de políticas económicas hambreadoras,
permitiéndonos adoptar posiciones comunes frente a
temas tales como la injusta deuda externa, por
ejemplo. En resumen, una unión de países
suramericanos dificultaría la aplicación de los
modelos neoliberales que impulsan las empresas
transnacionales y los cuales convierten en esclavos a
países completos.
Por eso, el Presidente Chávez, las fuerzas de la
moral, proponen un proyecto alternativo, el ALBA
(Alternativa Bolivariana para la América). Un
proyecto unitario para Suramérica, la unión que
favorece y potencia el desarrollo de todos; la
suscripción de acuerdos económicos, contemplando
mecanismos e instrumentos adicionales de
cooperación que considera el aspecto social y
cultural. En una palabra, es la unificación moral y
espiritual de los pueblos, que solamente las «fuerzas
de rechazo» son capaces de llevar adelante, y opuesta
completamente a la integración material y salvaje
que siempre buscan imponer a los débiles las «de
atracción». A la codicia del ALCA se contrapone la
moral del ALBA. Las fuerzas de la moral, las de la
igualdad, buscan con el ALBA la verdadera unión.
21
Tal afirmación podemos de alguna manera
relacionarla con las palabras siguientes, expresadas
por El Libertador en La Carta de Jamaica:
«Seguramente la unión es lo que nos falta para
completar la obra de nuestra regeneración».
Así, una luz brilla para los pueblos de América.
Nuestra Constitución, inspirada en el pensamiento
bolivariano, no sólo permite estructurar una nueva
ética en el país, sino además, tomando en cuenta la
idea integradora del Libertador, promueve un modelo
distinto de integración para el Sur, una alianza
geopolítica, la cooperación Sur-Sur. Se piensa, por
ejemplo -como ha sido expresado por el Presidente
Chávez-, en la fuerza que nos daría una alianza
estratégica entre empresas petroleras de los distintos
países; una unión petrolera suramericana
(Petroamérica o Petrosur). Se piensa en un Fondo
Financiero de Cooperación Latinoamericano y
Caribeño, que no imponga las condiciones perversas
a las cuales nos tienen acostumbrados organismos
multilaterales de crédito tales como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial.
En realidad, la deseada unidad latinocaribeña
jamás ha dejado de tener vigencia; San Martín,
Artigas, Martí, O'Higgins y otros héroes libertadores
22
que merecen nuestro respeto y admiración, han
puesto su atención en la idea bolivariana. Y hoy, una
ideología para la liberación suramericana está
gestándose. Es un torbellino que rescata el
pensamiento profundamente internacionalista de
Bolívar, y que incluye el guevarismo y otros
movimientos de origen popular, así como también
organizaciones de los pueblos, pasando incluso por la
teología de la liberación.
Es la mezcla perfecta que, con una profunda
carga, crea la ideología para rescatar la dignidad
de nuestros pueblos, romper con la dominación,
defender nuestras riquezas, mantener la soberanía
plena y acabar con la pobreza y la ignorancia.
Hoy más que nunca tiene vigencia el pensamiento
internacionalista del Libertador. Así, nace la idea de
convocar al Congreso Bolivariano de los Pueblos, el
Congreso Anfictiónico Bolivariano que, junto a la
alternativa común y unitaria del ALBA convierten la
Revolución en un proyecto latinoamericano cuyas
características fundamentales son la igualdad y la
justicia... «Bolívar tiene mucho que hacer todavía
en América».
Una reflexión final es necesaria para terminar esta
exposición. Mientras la ley de la entropía pareciera
23
conducir al caos y al desorden en la naturaleza, sin
embargo, un proceso evolutivo indiscutible se está
llevando a cabo. Que la energía concentrada deba
finalmente distribuirse al conjunto completo es
entonces muy significativo, tomando en cuenta
que la «entropía en la sociedad» se traduce en
distribución de la riqueza para el disfrute del
colectivo. Después de todo, tal vez la ley de la
entropía envuelve, realmente, un unificador
principio de justicia y de igualdad que incluye hasta
al mismo Dios.

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