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Un buen diseño es un anestésico.

Las superficies lisas del diseño moderno


eliminan la fricción, eliminando la sensación física y psicológica.
Conceptos

 Anestesia:
 Según la rae: 1. "f. Pérdida temporal de las sensaciones de tacto y dolor
producida por un medicamento." (“anestesia | Definición | Diccionario de la
lengua española | RAE - ASALE”)
2. f. Acción y efecto de anestesiar.
3. f. Sustancia anestésica. U. t. en sent. fig.
 Relacionado al capítulo: La anestesia, la eliminación temporal del sentimiento,
es común en situaciones de choque, como la guerra, la máquina y la metrópolis.
Esta pobreza de experiencia también se encuentra en la arquitectura moderna,
en los edificios de vidrio y acero, cuyas superficies lisas no permiten dejar
huella o recuerdo.
 Ética:
 Según la rae: 1. adj. Perteneciente o relativo a la ética.
2. adj. Recto, conforme a la moral.
3. m. desus. Persona que estudia o enseña moral.
4. f. Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en
cualquier ámbito de la vida. Ética profesional, cívica, deportiva.
5. f. Parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores
 Moral:
 Según la rae: 1. "adj. Perteneciente o relativo a las acciones de las personas,
desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función
de su vida individual y, sobre todo, colectiva." (“moral | Definición |
Diccionario de la lengua española | RAE - ASALE”)
2. adj. Conforme con las normas que una persona tiene del bien y del mal. No
me parece moral. (“moral | Definición | Diccionario de la lengua española |
RAE - ASALE”)
3. adj. Basado en el entendimiento o la conciencia, y no en los sentidos. Prueba,
certidumbre moral.
4. adj. Que concierne al fuero interno o al respeto humano, y no al orden
jurídico.
 Estética:
 Según la rae: 1. "Disciplina que estudia la belleza y los fundamentos filosóficos
del arte." (“La estética: reflexiones de la belleza y la fealdad”)
2. Conjunto de elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a un
determinado autor o movimiento artístico. (“GUÍA 9 de Lengua y Literatura”)
3. Armonía y apariencia agradable a los sentidos desde el punto de vista de la
belleza.
Resumen completo (sin redacción como discurso):

El buen diseño tiene un efecto contagioso y puede cambiar la forma en que las personas se sienten y
piensan sobre un objeto o producto, incluso algo tan pequeño como una manija de puerta, y que este
efecto puede extenderse a otras personas en una reacción en cadena que transforma a la sociedad en
última instancia.
Un objeto bien diseñado es aquel que tiene como objetivo hacer el bien a más personas, y que esta
ambición de reforma social se refleja en cada proyecto de diseño, incluso en aquellos aparentemente
modestos. Además, se menciona que los argumentos del siglo XIX sobre la moralidad del diseño
todavía influyen en el discurso contemporáneo del diseño, a pesar de las complicaciones,
contradicciones y posibles conflictos que pueden surgir al adoptar una posición moral elevada en el
diseño.
El buen diseño se enfoca en la ética más que en la estética, como lo expresaron los arquitectos
Alison y Peter Smithson en los años 50. La bondad del diseño se deriva de la eliminación de
cualquier desperdicio y de la presentación directa de los hechos, encontrando la forma y los
materiales que resuelvan de manera más eficiente todas las demandas prácticas de producción y
función. En otras palabras, el buen diseño se centra en la eficiencia y la funcionalidad, y en cómo
puede ser éticamente responsable en términos de recursos y materiales.
El buen diseño debe ser sorprendente e inventar nuevas formas de reducir el exceso en la
fabricación, distribución y uso de las cosas. Debe descubrir los hechos materiales ocultos y
reorganizarlos para liberar nuevas realidades sociales, sin prescribir ningún resultado específico.
Aunque el buen diseño tiene una estética reconocible, la estética en sí misma no es la meta final,
sino que está indisolublemente ligada al objetivo de reducir la fricción funcional, económica y
social. Sin embargo, la estética del buen diseño puede ser tan dominante que a veces se confunde
con la ética, lo que puede hacer difícil determinar si el buen diseño está realmente haciendo algo
bueno en absoluto.
El diseño moderno se originó como una respuesta a la ornamentación excesiva y se centró en la
creación de superficies lisas y sin costuras. Los defensores de este estilo de diseño, como
Lichtwark, Loos y Muthesius, consideraron que las superficies lisas y pulidas tenían un efecto
calmante y estético en la mente y el cuerpo humano. En consecuencia, el arte moderno fue
caracterizado por su rechazo al ornamento superfluo y su enfoque en formas simples y limpias que
eran fáciles de limpiar y sanitarias. La necesidad de la humanidad moderna de aire y luz se reflejó
en la creación de muebles lisos y simples, lo que llevó a una ética de diseño que privilegiaba la
funcionalidad y la simplicidad sobre la ornamentación excesiva.
El diseño moderno se caracteriza por la defensa de las superficies lisas y sin ornamentación. Desde
los tiempos de las Artes y Oficios inglesas, el objetivo ha sido la simplificación y la creación de
superficies suaves y sin costuras que se consideran más eficientes y fáciles de limpiar. Se argumenta
que esta búsqueda de superficies lisas está fuertemente relacionada con una ética de reducir la
fricción en todos los aspectos de la vida y que se convirtió en una virtud polémica en la era de la
máquina. Se rechaza el ornamento como patológico y sin conexión humana, y se celebra la claridad
y la honestidad de las superficies lisas como algo moralmente superior. En resumen, el ensayo
destaca la estrecha relación entre la estética y la ética en el diseño moderno.
El diseño moderno se caracterizó por abrazar superficies lisas y sin ornamento, lo que se convirtió
en una ética y una estética en sí misma. Los diseñadores modernos creían que la superficie lisa era
moral, saludable y más cercana a las necesidades de la "humanidad moderna". Esta idea fue
respaldada por varios pensadores y críticos, incluyendo a Alfred Lichtwark, Adolf Loos, Hermann
Muthesius, Le Corbusier y Robert Mallet-Stevens. La escuela Bauhaus, dirigida por Walter
Gropius, también se adhirió a esta estética, lo que dio lugar a una singular estética de diseño
industrial que todavía es reconocida como un ejemplo del buen diseño hoy en día.
La promoción del diseño moderno en sí misma fue diseñada para crear una estética única y
reconocible. Las exposiciones, publicaciones y otros materiales promocionales fueron
cuidadosamente diseñados para crear interfaces suaves con los diseños perfeccionados y entrenar al
público, patrocinadores, profesionales, fabricantes, funcionarios y críticos para apreciar la virtud del
diseño moderno. En resumen, la promoción del diseño moderno fue un proyecto bien pensado que
utilizó la estética del diseño moderno para difundir y consolidar su influencia.
El concepto de buen diseño moderno fue promovido y difundido a través de exposiciones,
publicaciones y premios internacionales desde la década de 1920. Los museos de arte moderno y los
diseñadores influenciaron la creación de un lenguaje y criterios para juzgar la calidad del diseño
industrial y para apreciar su estética y funcionalidad. Aunque se considera que el buen diseño
moderno habla por sí mismo, siempre está rodeado de una campaña publicitaria y un ejército de
promotores que describen su fusión de virtud estética y ética.
A pesar de que el buen diseño se promueve como algo siempre bueno y beneficioso, la insistencia
en su moralidad sugiere que las cosas no son tan simples. Se plantea la cuestión de si es realmente
necesario tanto énfasis en la suavidad y la estética lisa, y se cuestiona si esto satisface alguna
necesidad humana real o si simplemente se crea para hacer que la gente se sienta necesitada e
incompleta, ofreciéndoles la ilusión de que pueden reconstruirse simplemente eligiendo el producto
adecuado. En general, se plantea una crítica a la imagen simplificada y optimista que se presenta del
buen diseño.
El diseño moderno, con su énfasis en las superficies lisas y suaves, tiene un efecto sedante en la
sociedad y se ha utilizado como un anestésico para calmar a las personas en momentos de estrés o
ansiedad, al igual que los anestésicos reales. El autor destaca cómo el diseño moderno se ha
promovido como una solución para la ansiedad y la incomodidad, ofreciendo identidad, estabilidad,
eficiencia y confort, pero también plantea preguntas sobre qué necesidades humanas subyacen a
esta necesidad de suavidad y si el diseño moderno ofrece una solución real o simplemente perpetúa
un ciclo de necesidad y consumo.
La estética moderna es en sí misma un anestésico, eliminando toda sensación corporal y todo
sentimiento, y que las superficies blancas y lisas restauran la "calma" y tranquilidad en
contraposición a la brutalidad de la llegada de los adornos producidos en masa de la industria
moderna. Además, se presenta la visión de Le Corbusier de las superficies lisas como un anestésico
para calmar "los nervios destrozados en la secuela de la guerra" y para restaurar la calma que
precedió a la llegada de la mecanización que tanto había desafiado a la humanidad.
La anestesia, la eliminación temporal del sentimiento, es común en situaciones de choque, como la
guerra, la máquina y la metrópolis. Esta pobreza de experiencia también se encuentra en la
arquitectura moderna, en los edificios de vidrio y acero, cuyas superficies lisas no permiten dejar
huella o recuerdo. Además, la sonrisa de los transeúntes en la metrópolis funciona como un
amortiguador de choque mimético, y el diseño moderno también es un amortiguador de choque con
su sonrisa congelada que apenas oculta el terror que intenta cubrir.
Benjamin ve la experiencia moderna como un estado de choque neurológico, donde la guerra, la
máquina y la metrópolis son condiciones de peligro que requieren una rápida reacción para
protegerse de las amenazas repentinas e impredecibles. Según Benjamin, los transeúntes en la
metrópolis y los trabajadores en las fábricas están expuestos a la misma experiencia de choque, ya
que ambos están sujetos a un entorno peligroso que pone sus nervios en alerta. La comprensión de
Benjamin de la experiencia moderna es neurológica, y su análisis se centra en cómo la tecnología y
la industrialización han afectado la capacidad del individuo para experimentar y sentir el mundo que
lo rodea.
La eliminación del ornamento en la arquitectura moderna no es solo una elección estética, sino que
está influenciada por cuestiones neurológicas y narcóticas. Según Loos, el hombre moderno tiene
un conjunto diferente de nervios con sensibilidades diferentes, lo que lo hace incapaz de apreciar el
ornamento excesivo. Además, Loos argumenta que esta eliminación del ornamento no se limita a la
arquitectura, sino que también se extiende a otras áreas, como la gastronomía, donde el exceso de
decoración puede provocar náuseas. En resumen, la eliminación del ornamento es un reflejo de la
sensibilidad moderna y su falta de capacidad para apreciar el ornamento excesivo.
Loos argumenta que el rechazo del ornamento en la arquitectura, el diseño y la vestimenta
modernos no es solo una cuestión de preferencia estética, sino una reacción fisiológica de los
nervios modernos del hombre. El hombre moderno, según Loos, ha evolucionado para tener un
conjunto completamente nuevo de nervios que rechazan el ornamento y se sienten más cómodos
con la simplicidad y la desnudez. Por lo tanto, Loos argumenta que el ornamento no solo es
innecesario, sino que también es repugnante para los hombres modernos.
Karl Kraus fue un defensor de los derechos de los nervios, un tema que nunca había sido abordado
por periodistas antes, y que se convirtió en un problema de la vida privada. Benjamín cita a Robert
Scheu para respaldar esta afirmación y menciona que Kraus amplió el tema a lo largo de su carrera.
La arquitectura de Loos se convierte en una especie de incubadora para el individuo moderno que,
con sus nuevos nervios, necesita una protección para sobrevivir en un entorno cada vez más
estresante y peligroso. Esta fragilidad se manifiesta en la vida privada, el interior de los individuos,
que se vuelven más vulnerables como los pacientes de tuberculosis o los analizados por el
psicoanálisis. La eliminación del ornamento se convierte en una reacción fisiológica a esta
fragilidad, como lo expresó Loos, y sus edificios buscan proporcionar una envoltura suave y
protectora para sus habitantes.
La fragilidad personal de Loos y sus enfermedades nerviosas y físicas lo llevaron a crear una
arquitectura que buscaba proteger a sus usuarios de los choques nerviosos y la sobreestimulación.
Esta preocupación por los nervios se convirtió en una preocupación central del diseño moderno, y
otros arquitectos, como Buckminster Fuller, Frederick Kiesler y Richard Neutra, desarrollaron
teorías y prácticas de diseño que tenían en cuenta los efectos neurológicos de los espacios
construidos. Los nervios se convirtieron en una preocupación central de la arquitectura moderna, y
en algunos casos, parecían ser los verdaderos clientes del diseño moderno.
Charles y Ray Eames, después de su trabajo en la producción de férulas y cáscaras de cuerpo para
soldados heridos durante la Segunda Guerra Mundial, desarrollaron una nueva concepción de
diseño basada en la idea de "amortiguador de choques". En su opinión, el diseño debía ser una
herramienta para ayudar a absorber y mitigar los traumas del mundo moderno, y la casa se convierte
en un espacio lleno de objetos y en un fondo para la vida y el trabajo, en lugar de ser un objeto de
exhibición por sí misma.
El diseño moderno, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una
forma de terapia de arte para una nación traumatizada y en una imagen tranquilizadora de la "buena
vida" que se podía comprar como cualquier otro producto. En lugar de ofrecer un entorno completo
al consumidor de la posguerra, los diseñadores ofrecieron una variedad de componentes que los
individuos podían construir y reorganizar por sí mismos. La función del buen diseño es anestésica y
actúa como un síntoma de un trauma que no puede expresarse, una línea suave de defensa. Los
Eames, en particular, perfeccionaron la estrategia de "sigue sonriendo" para alentar al consumidor
de posguerra a seguir aferrándose al diseño suave como si fuera un salvavidas psicológico.

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