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INFORME III
ÉTICA DEL DEPORTISTA
ELABORADO POR:
Hablar de una ética del deporte es referirse a que tipo de acción o forma de
comportamiento humano, cae bajo el ámbito de la ética y está sometido a
consideración moral en este aspecto. Por eso es importante abordar desde la reflexión
filosófica este tema, aplicado a una de las prácticas más consolidadas e importantes
en nuestras sociedades como es el deporte y su valor inconmensurable.
El espíritu deportivo está sustentado por principios morales. Comporta los valores que
orientan las actitudes y comportamientos de los deportistas. Una de las piedras
angulares del carácter deportivo es el fair play o juego limpio. En primer lugar, el fair
play designa el respeto a las reglas acordadas para un determinado deporte. No
respetarlas intencionadamente equivale a infringir el fair play. En segundo lugar, se
refiere a un comportamiento generoso y justo que no ha sido prescrito por las reglas
explícitas; es aquí donde se engloban los valores que deberían regir la actitud de los
competidores deportivos. El juego limpio requiere que los contrincantes respeten tanto
las reglas escritas como el espíritu del juego, sin embargo, cumplir con el reglamento
es condición necesaria pero no suficiente para alcanzar la deportividad. (Turró, 2016).
Por ello, se hace imprescindible plantear y abordar este tipo de cuestiones desde el
ámbito de la reflexión ética, para lograr que la práctica deportiva siempre responda a
los fines y valores internos al êthos deportivo, pues en cualquier deporte debe de
haber un mínimo de valores que esté por encima de los máximos de las sociedades
en los que se practican, lo cual implica una serie de estándares de excelencia y el
mutuo reconocimiento de que todos los competidores puedan ser juzgados por el
mismo estándar en igualdad de oportunidades, para obtener una justa victoria.
I. DEPORTE Y ETICA DEPORTIVA
Por lo tanto, un deportista puede definirse como una persona que se dedica al deporte,
en cualquiera de sus disciplinas, es decir, que practica cualquier actividad física, bien
sea como aficionado o profesional. La experiencia inmediata muestra que la práctica
de una actividad física basada en un disciplinado y ordenado sistema no solo genera
una rápida descompresión personal, sino que provee a cada persona de un
sentimiento inmediato de plenitud. Y esto es así desde la antigüedad. Muchos son los
filósofos que señalaron profundamente la importancia del deporte, aconsejando sobre
la integración que los mismo producen en la dualidad humana.
Integrar una actividad física a nuestra vida es un hecho ético con una notable cantidad
de beneficios. Si bien algunos de éstos se hallan asociados a factores neuróticos de
la personalidad o a réditos económicos o al poder. Estos factores que podríamos
considerar negativos, no devienen de la estructura del deporte en sí, sino del uso
indebido y antiético del mismo, en parte debido posiblemente a las características de
personalidad de deportista que aún a sabiendas de éstos se deja involucrar, aunque
hay situaciones en las que no es consiente y en parte a otras personas que lucran y
se benefician con el deporte practicado por otros. No obstante, y salvando las
distancias, el aspecto económico deberá observarse desde una perspectiva más
amplia tal como lo es la institucional donde el dinero es necesario para su sostén,
administración, evolución y progreso. (Garzarelli, 2018).
Es esencial que la deportividad oriente nuestra vida personal y social. Dar ejemplo en
nuestra vida cotidiana de las virtudes (generosidad, lealtad, honor, nobleza,
responsabilidad, amabilidad o altruismo) obtenidas mediante una buena praxis
deportiva. La deportividad es una forma de entender nuestra existencia con notables
implicaciones en el plano moral. El cumplimiento de las normas que siempre han
formado parte de toda conducta humana civilizada, le otorgan al deporte esa
característica de dignidad que posee y que es posible observar aún hasta en sus
aspectos más íntimo.
La ética del deporte, pues, tiene como una de sus funciones proteger la naturaleza
intrínseca y los bienes propios del deporte, salvaguardándolos de elementos corruptos
y nocivos para su integridad. No obstante, aquí no se acaba la extensión de esta
disciplina. El sujeto humano como tal, y la sociedad en general, también son objeto de
la misma. El deporte no sería nada si no fuera por los individuos que lo practican y la
sociedad que lo hace posible y lo potencia. La ética y la deportividad son primordiales
en la competencia y de esta manera promueve el convivir mejor con la misma.
En este apartado se observan las cuatro etapas de la filosofía del deporte, que empezó
como una especie de ayudante de la pedagogía del deporte las cuales son:
Está definida por el nacimiento de dos corrientes pedagógicas como son la Muscular
Christianity y la Nueva Educación Física. Su importancia reside en que es vital para la
integración del deporte en las escuelas, ya que su idea era compaginar la educación
en valores tradicionales del cristianismo con un fortalecimiento físico, dado que a su
modo de ver era el único modo de generar «sujetos íntegros». Por otro lado, la
relevancia recae en el uso del deporte como un espacio desde el que compartir
determinados valores que ayuden a reconstruir la sociedad tras la Primera Guerra
Mundial. Se puede observar que esta etapa se centra en el ámbito escolar, es por ello
que la filosofía, en este punto, es un refuerzo para comprender las ventajas y
desventajas de acoplar el deporte en la educación. (Bacas, 2021)
Se entra así en la tercera etapa, la disciplinar, que surge como reacción a la anterior
y a su excesiva complejidad, se busca una manera de definir lo que sucede en el
mundo del deporte de una manera más directa. A pesar de este giro, su inclusión en
el mundo académico y en el de la práctica deportiva fue complicado, ya que se trataba
de una filosofía muy rígida y excesivamente analítica a lo que hay que sumar su
abandono por la praxis, lo cual era contraproducente, ya que daban a entender que
no había ningún problema importante en la filosofía del deporte.
d) El momento post-disciplinar que iría desde 1984 hasta la actualidad.
La historia del deporte comienza con la necesidad de la raza humana de correr, buscar
alimento, protegerse o cazar, y esas actividades físicas han ido evolucionando hasta
unas disciplinas deportivas regladas y organizadas que son las que imperan en la
actualidad.
Dicho de otro modo, es necesario saber cómo el deporte interactúa con la sociedad y
cuáles son sus verdaderas implicaciones en la vida del ser humano actual. Algo que
sí explica la segunda teoría. En esta segunda teoría surgen, además, dos sub-teorías
basadas en interpretaciones distintas. De un lado aquella que surge desde una
perspectiva idealista e historicista, que encuentra la motivación de la práctica físico-
deportiva en sus componentes lúdico y cultural; y de otro lado, aquella que interpreta
el origen de la actividad físico-deportiva desde una perspectiva materialista y/o
utilitarista. Por todo ello, las teorías generales explicativas expuestas quedan
resumidas en la Tabla.1.
EXPLICATIVAS FISICO-DEPORTIVA
Se puede decir que la teoría basada en una concepción diferenciada entre el ser
humano y el resto de animales parece adecuarse mejor a los intereses presentes al
hecho deportivo.
IV. DESARROLLO HISTÓRICO DEL DEPORTE
La historia del deporte en Grecia es fundamental para entender cómo esas actividades
físicas populares entre los habitantes de diversos pueblos se convirtieron en unas
disciplinas deportivas. En el año 776 a.C. se celebraron los primeros Juegos
Olímpicos, este acontecimiento tenía lugar en los meses de verano cada cuatro años.
Su origen responde a ‘pacificar’ una época de crisis política y económica en un mundo
griego en construcción. Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad se celebraron durante
más de 1.000 años, hasta que el emperador Teodoro I los prohibió, desapareciendo
gradualmente. Fue en el siglo XIX, tras el descubrimiento del sitio de Olimpia, cuando
regresó el interés por los juegos. Esto inspiró la instauración de los “Juegos Olímpicos
de la Era Moderna” a partir del año 1896 en Grecia.
La evolución del deporte a lo largo de la historia tiene en la Edad Media su peor época.
Tras la caída del imperio romano, la actividad deportiva disminuyó considerablemente.
Sólo era practicada por la nobleza y los deportes más populares eran la soule (juego
de pelota), las justas y los torneos o el juego de palma. No obstante, el siguiente
capítulo es el Renacimiento, supuso una luz en multitud de escenarios y la práctica
deportiva fue uno de ellos. En esta etapa hay varios aspectos que son favorables a
una nueva corriente de incremento de la actividad física y es que impera el culto a la
salud y la importancia del cuerpo.
En la Edad Contemporánea y su dimensión global, Los Juegos Olímpicos, tras una
disminución, regresaron en 1896 en Atenas. Tomaban el testigo de aquellas
competiciones griegas de la antigüedad, que sin duda marcaron la historia y el origen
del deporte. No obstante, en esta segunda versión de los Juegos Olímpicos se produjo
un salto cuantitativo y cualitativo hasta hoy en día. Los medios de comunicación de
masas dieron una dimensión global al deporte, que es la conocemos en la actualidad,
donde se ha generado una gran industria en torno a la actividad deportiva.
Cada deporte tiene características específicas, pero entre los principios generales del
deporte se encuentran:
Principio de sobrecarga: Este principio indica que el atleta debe ser sometido
a un entrenamiento superior al que su cuerpo está acostumbrado e inferior a la
capacidad máxima que puede dar el cuerpo en este momento, esto con la
intención de lograr modificaciones en el organismo del atleta que potencian sus
capacidades físicas hacia una actividad deportiva determinada. (García, 2012).
Es importante destacar que la actitud deportiva y los principios que rigen el deporte se
pueden relacionar debido a que, para poder cumplir con estos de manera general,
deben de prevalecer 3 valores principales.
El deporte es algo que une a millones de personas, bien sea como deportistas entre
sí o espectadores, sin embargo, es la actitud, conducta y comportamiento de los
deportistas, así como también sus hazañas, lo que hace que sintamos esa pasión o
agrado por un deporte, equipo o deportista en sí, los cuales deben presentar actitudes
de respeto y cumplimiento de cada una de las normas establecidas tanto en el ejercicio
como fuera de este para que se le pueda considerar que su actitud es completamente
ética. Es decir, todos aquellos atletas o dirigentes deportivos que respeten a sus
jugadores, rivales, fanáticos y que busquen promover y crear conciencia de que el
deporte es una forma de expresión y que ningún atleta deberá ser juzgado por sus
cualidades, se consideraran que sus comportamientos son buenos o éticos.
Todo deportista tiene que ser responsable para acatar las sanciones establecidas, con
el fin de prevalecer los valores más importantes de la sociedad, teniendo como
objetivo desarrollar la actividad deportiva de manera respetuosa e integra; así como
respetar las creencias, costumbres y tradiciones de su adversario. Ya que el deporte
a través de los años ha buscado romper esas barreras existentes en la sociedad para
dar entender que este puede ser practicado y ejercido sin importar las cualidades o
capacidades.
Así mismo el compromiso con el equipo, el deporte y la organización son clave para
que todo deportista se desarrolle de manera óptima. Por otro lado, para Soyetica
(2023) las instituciones deportivas deben respetar en todos los ámbitos al deportista,
es función de la institución, velar por la seguridad del deportista dentro de las
instalaciones; así como la organización, debe estar comprometida con el desarrollo
del deportista que la conforma y los castigos o sensaciones se deben establecer de
forma justa y concreta.
Soyetica (2023) sugiere que se deben premiar de alguna u otra manera a los
deportistas destacados, las organizaciones deben tener disciplina para cumplir con
las actividades establecidas para su desarrollo. No está concebido que la institución
falte el respeto o denigre a los deportistas que forman parte de su institución, debe
respetar las costumbres, valores y tradiciones de todos ellos. Por ningún motivo, la
organización deportiva debe promover acciones que dañen premeditadamente al
oponente, tanto así que debe estar conformada por profesionistas con pasión por el
deporte.
Como explica Turro, G. (2016) Saber ganar y perder son dos de las principales
lecciones deportivas que debemos aprender; considerar al adversario como un socio
y no como enemigo; fraternidad dentro y fuera del campo de juego; rechazar todas
aquellas actitudes basadas en la intimidación, el ridículo, la venganza, el odio o el
frenesí; reaccionar ante las decisiones arbitrales sin protestar, es decir respetándolas
y aceptándolas, y la ecuanimidad y equidistancia del árbitro cuando se trata de aplicar
el reglamento.
VI. CONCLUSIONES
El deporte es una propiedad metafísica del hombre que hace patente la condición
corporal, reflexiva y ética. En este sentido, el deporte es mucho más que una
manifestación inteligente de nuestras posibilidades motrices, también son
oportunidades para sopesar el calibre moral de nuestras actitudes y comportamientos.
Su importancia radica en su potencial formativo y en los valores que puede transmitir
para ser aplicados a otras parcelas vitales.
Como todo comportamiento humano, el deporte también tiene reglas que rigen sus
actividades. En este sentido, no solo podemos considerar a los deportistas como
personas que pueden divertirse en el propio deporte, sino también como personas
comprometidas con toda la estructura personal. Este tipo de compromiso puede
adoptar la forma de un contrato, que en realidad contiene factores morales y
emocionales. El primero estará relacionado con el cumplimiento de las reglas del
juego y del equipo, mientras que el segundo estará relacionado con los factores
personales almacenados en el juego y la forma en que cada miembro del equipo se
ve afectado.