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LETRAS s, Julio de 1965- DIRECTORIO RECTOR; . Julio Ibarra U. TARIO GEt Lic. Fe Gil Leyva — DEPARTAMENTOS af BIBLIOTECA EDITORIAL EDUCACION FISICA ESTUDIOS Y PLANEACION UNIVERSITARIA EXTENSION UNIVERSITARIA INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONOMICAS _LIBRERIA UNIVERSITARIA WANTENIMIENTO MAQUINAS PERSONAL Y ARCHIVO (OCION FINANCIERA = “finch CIENCIAS QUIMICAS CONTABILIDADY ADMINISTRACION DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES ECONOMIA ENFERMERIA FISICOMATEMATICAS Sra. Maritza Comelo de Briones Sr. Corlos Mani Prof. Fran ic. SolvadorlA. Echeagaray P. César do Lopez re. \doza Pinzén Gorcia de Valdez Ing. Eduerdo"Bariz Gaxiola Sr. Sergio Negrete Sr. Alfonso Gémez Len C.P. Alvoro Acosta M. Profr. P. Juventino Garcia Sr. Roberto Cebreros Escuecd «ow id Mayés Olloqui :mesto Camacho ‘ederico Aguilar Clemente Vizcarra F. José Luis Cecefic Angel de Arauz Malacén D. PREPARATORIAS CULIACAN Los mocHIs MAZATLAN ROSARIO TALLER DE ARTES PLASTICAS CENTRO DE ESTUDIOS MUSICALES INSTITUTO DE IDIOMAS. Dr. Enrique Gonzélez Carrillo Ing. Héctor Gonzglez Lic. Redolfo Alvarez Frber Or, Julio Rios Tirado ‘Arturo Moyers Dr: Leopoldo Corona Profr. Charles Springstead LET RAS DE SINALOA SUMARIO: Nosotros en la Provincia: AUSENCIA Y PRESENCIA 3 BERNARDO J. GASTELUM, DR, HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD DE SINALOA 8 INVITACION CORRICULUM VITAE DISCURSO DEL SECRETA- RIO DE LA UNISIN DISCURSO DEL DOCTOR BERNARDO J. GASTELUM EL MUNDO SINALOENSE DE ALFONSO REYES Por Juan Macedo Lépez LA VALENTINA, por Alfredo Ibarra Jr. rece POETICA, por a LOS HECHICEROS, por Armando Franco Rojo EL NINO MUERTO, por Arnoldo Andrade Miranda 54 COSALA DE LAS CUMBRES por Ofelia Parodi de Félix 58 Carta al Director 62 43 Segunda Epoca No. 57 Julio de 1965 Oficinas en ln UNIVERSIDAD DE SINALOA Los fondos para esta primera publicacion de LETRAS DE SINALOA en su Segunda Etapa fueron proporcionades per la Universidad de Sinaloa, y nos satisface agradecer esta ayuda, Nosotros, en la “Provincia AUSENCIA Y PRESENCIA DESPUES de largos afios de ausencia -nueve para ser precisos- volvemos hoy, con las inquietudes de ayer, ao impulsar fas gran- des aspas de los molinos de viento de “Letras de Sinaloa” y espe- ramos ver en casa los rostros amigos. Junto a ellos, los jévenes que habrén de surgir en este halén, y cuyo espiritu marcha sincroni- zado al nuestro y al de muchos otras sinaloenses que quieren y lu- chan por lo mejor de la Patria Chica. Extrafaremos a aquellos que en lo primera etapa nos acompafiaron, y que durante ef trayec- to —asi lo tenia deparade el destino— escaparon por la puerta grande, mds su espiritu estara con nosotros —y nosotros con ellos— y con las generaciones venideras. En el Nimero Uno de “Letras de Sinaloa", —enero de 1947— ya lo deciamos, y ahora la repetimes, que en la revista ‘encon acogida no sélo el universitario 0 e] escriter que do lustre al nombre de nuestro Estado, sino también los que se sien- ten unides e identificades en el intergérrimo amor a la provincia. ‘Al recordar el primer ndmero de nuestra revista jcudntas evo- caciones vienen! Retomamos a aquellos dias de bohemia construc- tiva cuando nos reuniamos Roberto Hernandez Rodriguez, Reinal- do "El Chacha" Gonzdlez Jr.. Rafael Vidales Tamayo, Gustavo D. Cafiedo, Manuel “Campillos’’ Campos Caravantes, Hugo Herberto Tolesa, Manuel "Taté" Jiménez Lépez, Carlos Mateo Sanchez, el que esto escribe y otros espiritus inquietos y sofiadores. Ala hora del café y a todas horas discutiames acaloreda- “LETRAS” 3 mente los problemas de nuestro mundillo y los del mundo gran- de también. La Segunda Guerra Mundial habia recién terminado y teniamos todavia muchos puntos pendientes que aclarar. Nos pasdGbamos noches enteras discutiendo sobre politica, pintura, |i- teratura, sicoandlisis, las mujeres, etc. Durante el dia cambidbamos impresiones con los maestros de la Universidad. Era Rector de la misma el Prof. Q. F. Amado Blancarte, quien fue uno de los pilares firmes que nos ayudé a la realizacién material de quienes sondGbamos con tener una revista donde exteriorizar con mayor amplitud las ideas que nos aplas- faban. Diseutiamos con todo el mundo. El Club Rotario de Cu- ican nos abria sus puertas todos los miércoles. Al través de sus miembros conociamos el punto de vista de los hombres de nego- cios sobre los miltiples aspectos de los temas que nos inquieta- ban. Discutiamos con profesores, abogados, médicos, ingenie- ros, banqueros, lideres, comerciantes, burécratas, boxeadores, po- liticos, peluqueros, estudiantes, @ incluso con:los auténticos agri- cultores (porque entonces existian dos clases de agricultores) 1) los que se reunian en fa Carpa Sonia a tomar café y a blasonar de los millones de pesos que tenian invertides en las siembras, y, 2) los que Gnicamente los domingos se dejaban ver porque toda la semana pasaban en el campo. Los primeros eran los vulgar- mente conocides por agricultores nylun y con éllos poco discutia- mos porque siempre tenian “la razén” a como diese luga Los segundos, todos lo sabiamos, eran los auténticos y sus oj nes con respecto a la agricultura eran respetadas). En fin, discutiamos entonces con todo el mundo y sobre to- do los temas. Leiamos igualmente dvidos cuanto libro caia én nues- fras manes, sin respetar, como vulgarmente se dice, pelos ni colo- res, pues lo mismo éramos un dia marxistas de hueso colorado, co- mo al siguiente podiamos amanecer graves de romanticismo-y ya por la noche considerdbamos poder curar enfermos o sugestiona- dos con los libros de Paul C. Jacot, sugestionar igualmente a los demds. La libido, el complejo de Edipo, la interpretacién de los suefios, ete., nos hacia sentirnes con conocimientos sobre quiatria. En una palabra, creo que estébamos como don Quijote de Ia Mancha, que se pasaba los dias de claro en claro y las no- 4 “LETRAS” © ches de turbio en turbio, sin mucho comer, pero demasiade leer, y tanto lo creo, que muchas veces quisimos hacer nuestra solida por los campos de Sinaloa a enderezar entuertos y deshacer agra- vios, logrando al final de cuentas y con mucha emocién, la salida de “Letras de Sinaloa". Lo que leiamos aquellos dias nos embrujaba y lo discutia- mes con ardor. Luego queriames convencer a los demés y cuando ines faltaban las palaras necesarias 0 los argumentos adecuades, soliamos prestar los libros... y ya no nos los devolvian. En reci- procidad, nosotros tampoco devolviamos les que nos prestaban y cuando los propietarios visitaban nvestra casa, les escondiamos para que no se acordaran. Asi solia suceder que cambidsemos de biblioteca unos con otros. Hoy, todavia, después de tanto tiempo, me he encontrado por ahi, desperdigades, algu- nos de mis viejos libros que con tanto gusto puse en manos de mis amigos para que los fueran a leer calmadamente a su casa. Aquel grupo pronto empezé a reforzarse con otros elemen- tos: Orlande M. Canté, que deseabe ser escritor de cuentos y quien ahora se dedica a los negocios; Clemente Carrillo Carrillo, poeta, politico, abogade. En plena juventud truncé su carrera en un ac- cidente automovilistico cerca de Mazatlan; Enrique Cuén Manri- que, gustaba describir vida y costumbres de nuestros pueblos. Era un platicader incansable, No hemos tenido noticias suyas desde que se recibié de abogado en la capital de la Republica; Joaquin Noris, sbogodo, dromaturgo, poeta, orador de primera linea y politico de altura; Alba de Acosta, poetisa joven, condenada, por los dieses, como todos los elegidos, a partir en su florida juven- tud . Poco antes de falllecer decia: “‘que la tierra de mi cuerpo se reintegre por fin a esa tierra mia, tan suave y tan ardiente, de donde he sido raiz viva. . .""; Inés Amelia Camelo, poetisa, tam- bién declamadora y cuentista. Radica ahora en la América del Sur con su esposo, el escritor Tomés Segovia; Fausto Antonio Ma- tin Tamayo, ensoyiste, investigador de nuestra historia regional y autor de una magnifica biografia de Heraclio Bernal, Juan E. Guerra Aguiluz, poeta, orador y uno de les mds asiduos colabora- dores de “Letras”, y muchos otros jévenes mas. Luego nos pusimos en contacto epistolar con algunos si- naloenses de valia en el campo de las letras nacionales y radica- dos fuera de su Estedo: Héctor R. Olea, Manuel Estrada Reusseau, “LETRAS” 5 Rail Cervantes Ahumada, José G: Heredia, Armando Franco Ro- jo, Ernesto Gamez, Alfredo Ibarra Jr., Ignacio Millan, Juan L. Pa- liza, Enrique Pérez Arce, Ramén Rubin, Juan Tamayo Astorga, Da- meso Sotomayor Arellano, Alejandro Quijane, Amalia Millan -y otros muchos de sobra conocidos que nos enviaban su estimula espiritual y valiosisimas colaboraciones. Aqui en casa teniamos con nosotros a Alejandro Herndn- dez Tyler, —el poeta consentido de Sinaloa—, a don Pancho Pe- regrina, autor de novelas, cuentos y articules periodisticos en los que siempre campea el humorismo, la ironia y de en cuando la satira; el profesor Juan Macedo Lépez, siempre pulcro en su persona y en sus escritos. Orador y articulista de calidad. Maes- tro de literatura y de periodismo. Lector incansable, siempre con anteojos de cristales dobles; el ingeniero Filiberto Leandro Quin- tero, acucioso investigador, especialmente de la regién de! Rio Fuerte. Es autor de una voluminosa ¢ interesante obra que toda- via esta inédita; dofia Alejandra Ramirez de Retes, de quien toda- via leemos con deleite aquellos sus interesantes relates donde pal- pita plenamente la vida del pueblerino sinaloense; el licenciado Francisco Verdugo Falquez, emocionado narrador'de la historia de los principales tramos de las viejas calles de Culiacén; el li ciado Clemente Vizcarra, orador, poeta, catedrdtico; el licenciado Rodolfo Monjaraz Buelna, maestro de légica y de preceptiva lite- raria, quien también escribia poesia y trabajos de investigacién historica; el licenciado.Francisco Gil Leyva, con gran poder de and- lisis y asombrosa facilidad para escribir tanto en serio como en broma; el licenciado Enrique Ibarra con sus estudios sobre el de- recho; el historiador Antonio Nakayama, el Ing. Ramén Ponce de Le6n; el Dr. Ramén Sato Parra; el Prof. Enrique Romero Jiménez, y tantos otros que aportaban su grano de arena a la labor des- arrollada en el. campo de las letras’sinaloenses. Asi como todas aquellas personas de espiritu altruista que tanto nos ayudaron con su estimulo espiritual y su colaboracién material, porque “‘Le- tras de Sinaloa” tenia que ser, forzosamente, espiritu y materia. Y asi la vieja revista, que se habia ausentado por moti- vos de salud econémica, vuelve a hacer acto de presencia en el panorama cultural del Estado, gracias a que ha recibido de nue- va cuenta la mano protectora de la Universidad de Sinaloa por conducto de su actual rector, el Dr. Julio Ibarra Urrea, quien nos 6 “LETRAS” ha brindado el apoyo moral y material de dicha institucién. Por tanto, “‘Letras de Sinaloa” serd, como antes, tribuna de la juven- tud —ivventud de antafio y de hogafio— y continvara la ruta trazada inicialmente tratando de convertise en el medio de enlace cultural e intercambio entre todos los que nos preocupamos no solamente por contar monedas, sino también las estrellas; por es- crutar las entrafias de Ia tierra y escuchar Ia mésica de los astros. Carlos Manuel Aguirre. “LETRAS” 7 BERNARDO J. GASTELUM, DOCTOR HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD DE SINALOA Desde’ temprana hora, el dia 5 de marzo, se vieron testados los antigos corredores del Colegio Civil Boss les —nuestra actual Universidad de Sinaloa—, por cate- draticos y alumnos, j6venes y viejos, amigos e ‘invitados, con motivo de la ceremonia que ahi se escenificé al serie conferide el grado de Doctor Honoris Causa al ‘sefior don Bernardo J, Gastélam, ilustre sinaloense consagrado a la medicina, a la.edueacién, a la literatura y a la ciencia y ex rector de nuestra Alma Mater. EI diseurso oficial en tan importante evento estu- vo @ cargo del licenciado Francisco Gil Leyva, Secretario de la Universidad de Sinaloa, discurso que fue premiado con calurosos aplausos por quienes asistieron. Ei doctor don-Bernardo J. Gastélum, con voz emo- cionada, pero firme, al agradecer el homensje hizo aiio- ranzas de su vida estudiantil en la Institucién a la que después de tantos afios regresara, y de la época en fangs como Rector de la saistaa, exponiendo los motives, propésitos e ideales que lo guiaron al promover Is trans- formacién en Universidad de Occidente. Con su emotivo mensaje cautivé de inmediate al auditorio por Io brillan- temente expuesta. LETRAS DE SINALOA, en su afin de no dejar pa- sar desapercibidos aquellos acontecimientes de importan- ci cultural para nuestra provincia, publica integros los interesantes discursos que en esa memorable ocasién se- Pronunciaron. “LETRAS” Sefer doctor Bermarde Gastélum: reciba usted este diploma y es- te gafete, simbolos de nuestro aprecio y sincero reconocimiento. “LETRAS” 9 INVITACION El Viernes 5 de Marzo, a las 20 horas, tendra lu- gar en la planta baja del edificio principal, la sesién sc Jemne del H. Consejo Universitario, en que se otorgara al -sefior Doctor Bernardo J. Gastélum, ex Rector de la Tnstitucién, el grado de Doctor Honoris Causa de la Uni- versidad de Sinaloa, conforme al acuerdo tomado por el propio H. Consejo el dia 3 de agosto de 1964. -__ Dada la alta relevancia de este acto, esta Rectoria agradécer a usted su puntual asistencia, Culiacdn, Rosales, Sin., febrero de 1965. El Rector Dr. Julio Ibarra U. PROGRAMA I.—Lista de asistencia y apertura de la sesién. IL—Lectura del dictamen y acuerdo aprobados por el H. Consejo Universitario y salutacién por el se- fior licenciado Francisco Gil Leyva, Secretario Ge- neral de la Universidad de Sinaloa. Tl—Palabras por el sefior doctor Julio Ibarra U., Rec- tor de Ja Universidad de Sinaloa e imposicion del grado de Doctor Honoris Causa al sefior doctor Bernardo J. Gastélum. IV.—Discurso del sefior doctor Bernardo J. Gastélum. 10 “LETRAS” CURRICULUM VITAE Dr. BERNARDO JOSE GASTELUM. Tuan y fecha de nacimiento: Culiacin, Sin., 4 de agosto de . ESTUDIOS: Primaria en Ja Escuela de la Profra. Mariana Valdez, en Culiacan. Secundaria: Colegio Rosales en Culiacén. Preparatoria: Colegio Rosales en Culiacan. Profesional: Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara. Cursos de Post-graduado en la Universidad de Columbia, Nueva York. PUESTOS QUE HA DESEMPENADO: Director del Colegio Rosales* 1913-1916 Rector de la Universidad de Occidente* 1918-1922 Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de México en Uruguay 1922-1923, Sub-Secretario de Educacién Publica 1923-1924, Jefe del Departamento de Salubridad** 1915-1928 Enviado Extraordinarlo y Ministro Plenipotenciario de México en Italia y Hungria 1929-1931. Ha sido objeto de miltiples distinciones y condecoracio- nes de diferentes Instituciones nacionzles y extranjeras. PUBLICACIONES: ‘Castillos en el Aire” (obra teatral). “En la Red Invisible” “En el Reino de las Sombras” “‘Deshumanizacién de] Hombre’ “El Sino de Ja Mujer” “La Clase, Arquitectura de la Humanidad” “Fisica de la Actitud” “Inteligencia y Simbolo” “Lecciones de Ginecologia” Miembro de ntimero de la Academia de Cirugia. HOY UNIVERSIDAD Of siNaLox A MOY SECRETARIA CE SALUDMIDAD ¥ ASISTENE:A “LETRAS” W Discurso del Secretario General de la Universidad de Sinaloa Sefior Doctor Bernardo J. Gastélum, ex Director del Colegio Rosales y ex Rector de la Universidad de Occidente, Seiior Leopoldo Sanchez Celis, ex alumno de Is Institucién y Gobernador Constitueiona] del Estado de Sinaloa; Seiior Doctor Julio Tharra Urrea, Rector de la Universidad de Sinaloa; Honorables sefiores Consejeros; Respetables miembros del Cuerpo Docente; Estudiantes Universitartos; { Sefioras y Soiiores: g La Ley Organica de la Universidad de Sinaloa establece y el Reglamento General lo especifica, que el grado de DOCTOR HONO- RIS CAUSA podrd ser otorgado a personas que se hayan distingui- do en los campos cientifico, literario, artistico o social, en beneficio de la humanidad, de la Nacién o del Estado, y con fundamento en 12 “LETRAS” tales disposiciones el Honorable Consejo Universitario, en sesién ex- traordinaria celebrada e] dia 3 de agosto de 1964, acordé que la Uni- versidad de Sinaloa le otorgara a usted, sefior doctor Bernardo J. Gastélum, el grado de DOCTOR HONORIS CAUSA “por su valio- sa contribueién al progreso de México en los campos de la educacién y la salud piblicas y en reconocimiento a su destacada actuacién como Rector de esta Casa de Estudios a la cual diera dimensién y proyeccién universitarias”, Dicho asi, con sujecién estricta a Ja letra de un Acuerdo; di- cho asi, con la debida mencién del fundamento legal, el otorgamien- to de] grado de DOCTOR HONORIS CAUSA, si bien pone de relie- ve que el acto académico es legitimo, justo y merecido, no revela un elemento imponderable que impregna la decision del Consejo Uni- versitario. Y es que, sefior doctor Gastélum, a la par que se le re- conoce su valia como estudioso de la medicina, como educador, co- mo humanista y literato, la imposicién de grado significa también que la Universidad de Sinaloa pretende hacer un ptblico reconoci- miento de la valiosa aportacién que usted le brindara como guia y Rector, y de la destacada labor que usted desarrollara para que es- ta su Casa de Estudio dejara ropajes y perspectivas provincianos, y aspirara a ser una auténtica institucién de estudios superiores, en compromiso permanente con las demandas econémicas y sociales del noroeste de México y de la vida nacional .La imposicién de grado es, en consecuencia, justo reconocimiento al mérito y también el pibli- co reconocimiento de una deuda. Es un acto académico por excelen- cia, pero es también un acto profundamente humano. Con su venia, sefior doctor, intentaremos en este momento no s6lo aquilatar su obra como universitario, sino el de ubicar esa obra en el largo peregrinaje del sinaloense como pueblo, y valorar Ia tras- cendencia de la actuacién de usted como sinaloense y como universi- tario. En qué punto y en qué hora emerge usted en el panorama educativo sinaloense? ;En qué medio iba usted a actuar y qué cir- cunstancias le eran favorables vy cuales desfavorables? ;Cudles eran Jas demandas que su espiritu universitario y de ciudadano del mun- do deberia atender? ;Qué tipo de gentes y qué clase de instituciones constituian e] material y los instrumentos disponibles? En 1918, cuando usted asume Ja Rectoria de la Universidad de Occidente, tenia usted ante si —y por fortuna aun lo tenemos— “LETRAS” 13 un pueblo de mestizaje multiple, un pueblo que surgié de la amal- gama de todos los colores: el cobrizo del aborigen, el blanco del eu- ropeo, el amarillo del asiatico y el negro del africano. Cuando la primera columna de los conquistadores espafioles lego a estas latitudes, en 1530, bajo la direccién fiera de Nufio de Guzman, dos mundos quedaron frente a frente en nuestra tierra an- cestral: el mundo aborigen y el mundo espafiol, Y a partir de ese momento empieza a tenderse el puente del mestizaje. Se inicia la conjuncién de los dos elementos étnicos. Pero no en andas del santo matrimonio, sino a horcajadas de Ia lascivia, Pero la ley biolégica no sabe distinguir entre el ayuntamiento forzado y el consentido, y en uno y otro caso viene al mundo un nuevo tipo: el mestizo. El mes- tizo que no es indio ni espafiol. Un tipo al que no Je hiere el dolor ~—como al indio—de haber sido desposeido, ni Jo insufla la arrogan- cia como al espafiol— de haber arrebatado lo que posee, Un nue- vo tipo que inicia un largo viacrucis que habra de prolongarse por el calvario de varios siglos, sin que en ese momento inicial presien- ta que e] futuro es de él y no del indio que lo ve con desconfianza, ni del espafiol que con altivez lo mira de reojo. En esos primeros afios, en esa infancia de] mestizaje, el mestizo no es puente entre dos mundos. Es otro mundo, Un mundo angustiado. Un tercer mundo que no tiene cordén umbilical que Jo una a la placerita nutricia, ya del aborigen, ya del espafiol. Es un ser solitario, aislado, y cada viven- cia suya es vivencia primaria. No hay pasado, no hay tradicion, no hay evocaciones, No tiene dioses propios que le muestren faz propi- cia, no tiene lengua propia, no tiene musica propia, ni- vestimenta propia, ni utensilios propics. Nada propio alld arriba; nada propio acd abajo. Sélo se tiene a él. Y es que est4 pagando e] pecado origi- nal. El pecado de querer ser puente, amarre, vinculo entre dos mun- dos. Expiara el pecado a través de los siglos, y en la expiacién habra de hallar fuerza, coraje, ingenio, amor y confianza. Un siglo después de la legada de los espafioles, el mestizo se- guia siendo el tercer mundo, el tercer hombre. Pero ya empieza a buscar la sombra, no del indio, sino del espafiol. Prefiere la altivez ibera a la desconfianza indigena. Prefiere medrar a la sombra del poder que vagar en las Areas de la desconfianza y la esclavitud. Y a la sombra del conquistador se convierte en el hombre de las dos caras. Visto desde arriba —desde el templete de] espafiol— es un semi-indio. Visto desde abajo —desde el sétano del aborigen—- es un 14 “LETRAS” semi-espafiol. Y conjugando las dos perspectivas, surge lo que real- mente es: un media sangre. Y como media sangre, ni sube ni baja. No sube a los estratos superiores del omnipotente blanco; pero tam- poco baja a los substratos del indio miserable. Y Mega asi a tareas mitad servidumbre, mitad autodeterminaci6n. Llega a ser dependien- te de las tiendas (no dirige el comercio; pero tampoco hace oficios de cargador); llega a ser el jefe de las recuas que transportan far- dos de mercancias y anegas de granos (no es propietario de la car- ga; pero tampoco es tameme); llega a ser capataz en las explotacio- nes agricolas (no le pertenece la tierra; pero tampoco trabaja bajo el latigo y con salarios aleatorios). Y es su suefio delirante legar un dia a confundirse con los blancos que detentan mando y riquezas; y como el confundirse con los blancos presupone e] olvido —o el in- tento de no acordarse— de lo que de indio tiene, reniega de su an- cestro aborigen. Al color moreno de la piel, prefiere el blanco. Al oji- negro, el ojiclaro. A la barba lampifia, la barba poblada, A Ja Jen- gua aborigen, la lengua de Castilla. Pero un dia llegar en que, su- perando ese vivir intermedio y ese querer emular al amo blanco, se erija en duefio de su propio destino. Pero, entretanto, el panorama étnico se complica, Nuestros conquistadores, para reforzar la mano de obra esclavizada, han im- portado negros del Africa, a los que se les da acomodo, principal- mente, en Mazatlan, en Jo que hoy es el valle de Culiac4n y al-am- paro del Fuerte de Montesclaros. Asi, el cruce ‘de indios, blancos y negros, aunque se pretende reprimirlo, es un fenémeno natural, ine- vitable. Y asi, también, de ese cruce multiple va surgiendo un nuevo tipo: el sinaloense, El siglo XIX es escenario de una fuerte corriente inmigrato- ria a Sinaloa de elemento blanco no espaficl. Inmigracién estadouni- dense, francesa, alemana, italiana y griega. Y en los albores del si- glo XX, del Asia Ilegaron barcos con centenares de chinos y japo- neses. Y el mestizaje original de india y espafiol salpicado mAs tar- de con sangre africana, se vio catalizado con los aportes sanguineos —y mas que sanguineos, con la visi6n, el espiritu y el empuje— de estadounidenses, alemanes, franceses, italianos, griegos, chinos y ja- poneses. Fue Sinaloa la encrucijada de todos los caminos, Todas las razas, los peregrinos de todos los.continentes, se dieron cita en Sina- Toa. Y asi nacié e] sinaloense. Ya el mestizo recorrié el proceso de “LETRAS" 15 siglos, Fue sedimentacién de lustros y de razas. Fue tarea de los hom- bres que, dispersos por todos los paralelos y todos los meridianos, acudieron a la cita multiracial en Sinaloa. Fue trabaz6n de blan- cos, negros, amarillos y cobrizos. Y resulté el mestizo. El mestizo sinaloense, Un tipo que ya no es, como en los inicios de su gestacién, tin ser extrafio en un mundo hostil, porque él legé a ser ese mun- do. Lo que le era ajeno Ileg6 a serle propio, consubstancial. A la caida del imperio espafiol, se erigid en guia de] nucleo aborigen so- breviviente. Y de ambos tomé, como legitimo e indiscutible herede- ro, los bienes materiales y culturales que constituian sus disimbolos acervos, y realizé la sintesis. E! mestizo sinaloense, el sinaloense, en su afan de autolabrar- se, luché por la independencia de México; combati6 a las huestes de Napoleén y Maximiliano en actitud juarista; arrojé su bravura a la llamada de la Revolucién Mexicana y la Brigada Sinaloa asalté trin- cvheras y tomé reductos. Y fue asi como el sinaloense aboné el arbol de la libertad con su propia sangre. He ahi el primer elemento que usted tenia ante si, doctor Gas- télum, Un pueblo libre de prejuicios, ayuno de fanatismos, con un espiritu! abierto a todos los rumbos; carente de recelos ante el foras- ter fano de brindar hospitalidad, que no hospedaje, porque el hos- pedaje es servicio que se cobra y la hospitalidad un don que se ejer- cita; un pueblo acostumbrado a dictar sus propias leyes y a intro- ‘ducir innovaciones y reformas para fortalecer la justicia 'y la liber- tad; un pueblo curtido en Ja supervivéncia en el litoral, en e] valle y en la serrania; un pueblo, en suma, que por siglos fue la avanzada. de la civilizacién y Ja cultura en el noroeste de' México. Y junto al hombre, doctor Gastélum, usted tenia ante si la tierra sinaloense, la geografia sinaloense. Tenia ante si riquezas na- turales atin no explotadas: en la agricultura, en la irrigacién, en la mineria, en la ganaderia, en la pesea, en los bosques. ‘Usted hall6 también, que'en lo educativo el pueblo sinalosnse tenia un mas alto grado de desarrollo en relacién con sus propias actividades econémicas y'en relacién con el noroeste de México. Es- cuelas para varones y para mujeres en las cabeceras municipales y en las mas antiguas poblaciones y villas de cada municipalidad. Escuelas normales y escuelas de comercio. Internados, escuelas dustriales y de oficios. Un seminario coneiliar. Y como baluarte m4 ximo, como bastién de la docencia, se erguia el Colegio Rosales, 16 “LETRAS” que, como dijera el ilustre educador don Jaime Torres Bodet, debia su origen al espiritu visionario de los jefes del liberalismo y defen- sores de la Repiiblica en Sinaloa que, habiendo vencido por las ar- mas al intruso, pretendian, a través de la creacién del Liceo Rosa- les, fortalecer y confirmar y arraigar ese triunfo armado mediante el triunfo de la educacién y la cultura en los grandes sectores del pueblo sinaloense. E] Colegio Rosales —del cual fue usted distinguido Director en el lapso que va de 1913 a 1916— al triunfo de la Revoluci6n Me- xicana, en 1918, habia cumplido una honrosa y prestigiada misién a Jo largo de m&s de 45 afios. El Colegio Rosales fue el recinto que dio cobijo a la educacién liberal y laica, frente al seminario conciliar que la impartia teol6gica y confesional. E] Colegio Rosales, con va- riaciones de grado, fue siempre la casa Jaica por excelencia, y la ins- titucién que dio a Sinaloa los profesionales que necesitaba en su tiem- po. Pero al triunfo de la Revolucién Mexicana, cuando nuevos panoramas se abrian al pais con el reparto de tierras, la reafirma- cién de la soberania nacional, Ja consolidacién de los derechos que a la Nacién Je correspondian sobre los bienes del subsuelo, el rescate de las riquezas nacionales, el otorgamiento de las garantfas indivi- duales, e] nacimiento de una burguesia mexicana sabedora de su fuerza y de sus posibilidades; frente a este nuevo panorama, las ins- tituciones de educacién superior tenian que abandonar sus viejos moldes y/sus antiguos cauces, y reestructurarse para brindar al pais un hombre nuevo, un ciudadano nuevo, un profesional nuevo y un investigador atin apenas existente. Y su gran mérito y su gran acierto, doctor Gastélum, radican en haber percibido esos elementos favorables —pueblo, tierra, pais, nacién—, y en esforzarse porque Sinaloa estuviera a la altura de las exigencias regionales y nacionales. Alli.se revela su clara visi6n, su preclara anticipacién. Y fue asf como usted se esforz6 porque nacie- ra la Universidad. de Occidente, hoy Universidad de Sinaloa. La primera finalidad que se pone al relieve con la sola deno- minacién de la Casa de Estudios, “Universidad de Occidente", es aquella que apuntaba a forjar una institucién de caracter regional para atender las necesidades educativas en el mas alto nivel en las entidades de Sinaloa, Sonora y Baja California, lo que evitaria la dispersién de esfuerzos y de recursos, y, que, por ende, propiciaria, “LETRAS” 7 su concentracién en una sola Casa de Estudios. Ese propésito suyo, apenas hoy principia nuevamente aicobrar actualidad. Sabemos que el régimen federal proyecta Ja reestructuracién del sistema univer- sitario mexicano y que tal reestructuracién se fundamenta en ese tipo de universidades: la universidad regional, o sea una institucién como la que usted proyectara en 1918 a través de la Universidad de Occidente y la que fue creada mediante decreto numero 47 de la Le- gislatura del Estado, promulgado el quince de mayo de 1918 por el gobernador del Estado Gral. Ramon F. Iturbe, Otro acierto, en esta noble idea, fue la de escoger como ciudad sede de Ja universidad re- gional a Ja ciudad de Cullacan. Porque, dejando a un lado .criterios estrechos y regionalismos estultos ;qué ciudad, después.de la de Gua- dalajara, tenia y tiene en el noroeste de México la tradicién cultural de Culiacan? Ninguna otra. Del estudio de la Ley Organica de Ia Universidad de Occiden- te, de los planes de estudio, de los programas de ensefianza; del ur- gar en los archivos; del leer sus informes y sus exhortaciones, doctor Gastélum, se llega a la conviccién de que usted se propuso, a través de la Universidad de Occidente, cambiar en forma notoria y positi- va.la educacién superior en e] noroeste. demas de la regionalidad de la Institucién, usted se propusce los siguientes objetivos: 1o—Hacer de Ja Universidad una institucién de servicio, vin- culada a los pueblos de cada entidad del noroeste, sefialando a la Universidad de Occidente el caracter de consultor técnico de los go- biernos de esas mismas entidades, e inculcando en los egresados e} apostolado propio de un servidor social. Una Universidad que no fue- ra vista por el] contribuyente y por los grandes sectores sociales co- mo una carga que pesaba fatalmente sobre sus hombros, sino como una institucin que devuelve con creces lo que recibe y que si pide es para mejor dar. Una Universidad que no fuera una torre de mar- fil, incubadora de profesionales individualistas y fatuos que se con- sideraran integrantes de una nueva casta, protegida por fueros y pri- vilegios. Una Universidad que fuera una casa de servicio social, guia de su pueblo, morada de sus inquietudes, albergue del intelecto y de Ja cultura. Una entidad vida, dindmica, tenaz en el servicio y en su afan de mejor servir. 20.—Conservar y transmitir fielmente los auténticos bienes de la cultura y el saber. 18 - - "LETRAS" 30,—La investigacién cientifica y la formacién de investigado- Tes, 40.—Promover el conocimienta y estudio de los grandes pro- blemas nacionales, creando al propio tiempo una voluntad ética de servicio. 50.—Vincularse a la vida internacional del saber, recibiendo, aportando y asumiendo una actitud de critica, y 60.—Darle mayor contenido a los conceptos de mexicanidad y nacionalidad. Y para lograr todo ello se propuso usted mejorar Ja docen- cia, promoviendo al efecto la formacién del profesor universitario de carrera; estableciendo las facultades y el doctorado; creando nuevas carreras y reformando los planes de las ya existentes; mejorando Jos laboratorios y los talleres; a¢recentando el acervo de la bibliote- a; promoviendo la concesién de becas al alumnado; acrecentando la participacion de los gobiernos estatales y municipales en el sosteni- miento de Ja institucion y de los alumnos de escasos recursos econé- micos; fortaleciendo el patrimonio universitario mediante la obten- cién de fincas y terrenos por concepto de donacién; y en auténtica labor de difusién cultural, el establecimiento de cursos por series y por conferencias para personas no alumnas de la Institucién, A este respecto, nos permitiremes doctor Gastélum citar tex- tualmente la iniciativa por usted enviada el 29 de marzo de 1921, al honorable Consejo Universitario. Decia usted: “A fin de que la ensefianza que imparte la Universidad, no quede gravitando en el reducido circulo de individuos que, disponien- do del tiempo y recursos suficientes, puedan dedicarlos a seguir Ios cursos regulares que establecen los Planes de Estudios respectivos, no pudiendo hacerlo aquellos que no se encuentren en las anteriores condiciones y debiendo la. Institucién Mevar los conocimientos cien- tificos que imparte a todas las clases y grupos sociales para cumplir con su principal y mas importante funcién que tiene, como es Ia de vulgarizar la ciencia, para por este medio formar el espiritu publi- co, me permito someter a la consideracién de este H. Consejo, los dos siguientes proyectos que acompafio, en los que en uno, se establecen Jos Cursos por Series, y en el otro, los Cursos por Conferencias; en e] concepto de que estos Ultimos, llenaran una importante necesidad para aquellos individuos que ocupades todo el dia en talleres o fa- bricas, les sea absolutamente imposible concurrir a la Universidad “LETRAS” 19 o Escuela, en busca de las més ligeras nociones que les sea necesario aprender”. Esta iniciativa suya, doctor Gastélum, en su laconismo, es mas elocuente que lo que nosotros pudiéramos decir para explicar lo que su presencia en la Rectoria significé para nuestra Casa de Es- tudios, Los archivos de nuestra Casa también revelan su preocupa- cién por estimular las actividades deportivas, fuera del clasico gim- nasio, y asi sabemos que a su iniciativa se debe la construccion del todavia en servicio Estadio Universitario, cuya construccién le fue- ra confiada a otro ilustre maestro el sefior Ing. Eliseo Leyzdola. Sabemos también de que no pasé desapercibido para usted que, junto a maestros y alumnos de toda Institucién de ensefianza superior, hay otra reserva humana, la de los egresados y los ex alumnos, cuya energia creadora puede fertilizar grandemente la co munidad universitaria, y fue por ello que usted se esforz en estre- char sus vinculos con su Alma Mater. También sabemos que, a fin de desarrollar el sentimiento de camaraderia y amor a la Institucién, usted abrié al principiar el afio escolar 1918-1919 un internado. Sabemos también de sus esfuerzos por acrecentar los ingresos de Ia Universidad de Occidente, y asi de- cla usted en su primer informe que rindié al Consejo Universitario de su gestién rectoral, correspondiente al ciclo lectivo 1918-1919: “No me parece dificil —decia usted— que nuestros hombres pudientes, prestaran su ayuda a la Universidad, atendiendo a que co- mo Institucion libre, continuaré su camino, independientemente de todo criterio, que no sea, el perfeccionamiento de su obra, que haré convertirla, en el centro comin, en donde el estudiante, el obrero y e! profesionista, esas tres fuerzas vivas de la patria, encontraran las grandes ideas, que serviran mafiana, para hacer labor de concordia y cultura, sin tener que temer a los prevaricadores del ideal”, Hasta alli usted, doctor Gastélum. No necesitamos afiadir que tal tesis y tal exhortacién tienen atin hoy plena vigencia. Si los archivos de nuestra Universidad nos han dado a cono- cer vuestra noble y positiva lucha, sefior doctor, para la superacién de la ensefianza superior en el noroeste de México, también esos ar- chivos han sido fuente de informacién para que sepamos que uste* encontré grande y fuerte oposicién al pretender erigir y fortalecer a la Universidad de Occidente. No entraremos en detales. Que ello 20 “LETRAS” quede para una futura cronica de la Universidad de Sinaloa, que al cabo la estrechez de miras y el criterio pusilanime no son privativos de una época. Sabemos, doctor Gastélum, que vitales aspectos de lo por us- ted proyectado no pudo hallar plena realizacién. Pero también sabe- bos que no fue estéril el intento. ¥ que no fue estéril, lo demuestra este acto de reconocimiento y gratitud que su propia Casa de Estu- dios le ofrece, La Universidad ha recogido su mensaje y va tras los mismos objetivos. Nuestra Casa de Estudios, bajo Ja guia rectora del doctor Julio Ibarra Urrea, esta empefiada en acrecentar la inves- tigacién, en mejorar Ja docencia y en difundir Ja cultura, y en vin- cularse cada dia de mejor manera con log intereses del pueblo sina- Joense. Nuestra Casa de Estudios se esfuerza también —contando con Ja ayuda inapreciable de un ex alumno, el sefior Leopoldo San- chez Celis, Gobernador de Sinaloa— por acrecentar sus ingresos y hallar una nueva morada: la Ciudad Universitaria. Una Ciudad Uni- versitaria que como el propio gobernante lo ha solictiado, debera as- pirar a dar una educacién integral en un ambiente saturado de su- perior vida académica; brindando el clima propicio para desarrollar al maximo las aptitudes humanas, cientificas, morales, cfvicas, esté& ticas, fisicas y sociales; propiciando Ja integracién de una auténtica comunidad universitaria y de una estructura en la que cada una de las partes se articulan entre si y con relacién al todo. Asi que, doctor Gastélum, su presencia en nuestra casa de Es- tudios como Rector inicié una nueva época de superacién. Su aporte al mejoramiento de la educacién superior debe ser para usted una de Jas mejores satisfacciones que Je haya brindado su vida como ciuda- dano y como universitario. Para concluir y como reafirmacién de fe, nos permitiremos ci- tar unas palabras que usted pronunciara hace 46 afios: “Creer que la Universidad tiene como misién la de formar sa- bios, es un error que desgraciadamente alienta a gran nimero de nuestra gente consciente, confundiendo asi, una funcién accidental de la Universidad, como es Ja de formar peritos en ciencias, con la mas grande que tiene, que es la de formar el alma nacional”. Lic, Francisco Gil Leyva Marzo 5 de 1965. “LETRAS” 21 “|, Al sentirme aqui, entre ustedes, en esta casa en que cursé estudios preparatorios, mis recuerdos sal- fan las colinas ya numerosas de mis afies, y me des- cubro como por arte de encantamiento en uno de los jévenes que se instruyen, disputando a todas horas con las materias que estudian, escalones necesarios para aleanzar la meta; me veo devorando entre char- las, tintineos y ruidos de los demas, Ia leccién, para un momento mds tarde repetirla ante el profesor, que bien puede ser don Epitacio Osuna, Antonio Canale, Dr. Ramén Ponce de Ledn, Dr. Ruperto L. Paliza, Ing. Luis F. Molina, Lic. Ignacio Gastélum, Ing. Rémulo Ri- co, Francisco Valenzuela, Lic. Fortino Gémez, Lic. Ig- is, Ing. Norberto Dominguez, y tantos otros Discurso del Dector Bernarde J. Gaostétum Honorables Rector de la Universidad de Sinaloa y Consejo Universitario, Sefiores Profesores y Alumnos, Dams y Caballeros: Agradezco profundamente, el Grado de Doctor Honoris Causa, que me otorga la Universidad de Sinaloa, representada por su Rector y Miembros del Consejo, asi como Ia hospitalidad con que me han recibido sus profesores, alumnos y las personas que me escuchan; ami- gos que me traen a la memoria evocaciones de mi adolescencia- edad maravillosa en que todo parece estar en movimiento, para poner ante nuestros ojos Ia representacién de esos mil detalles que configu- ran el cuadro luminoso de la existencia, que a medida que se desen- 2 “LETRAS” vuelve, se desborda en formas gigantescas; mundo de jardines encan- tados en que la ilusién que teje el 'porvenir, se difunde apasionada, ha- cia todos Jos rumbos. Al sentirme aqui, entre ustedes, en esta casa en que cursé los estudios preparatorios, mis recuerdos saltan las colinas ya numero- sas de mis afios, y me descubro como por arte de encantamiento en uno de los jévenes que se instruyen, disputando a todas horas con Jas materias que estudian, escalones necesarios para aleanzar la me- ta; me veo devorando entre charlas, tintineos y ruidos de los dems, la leccién para un momento més tarde repetirla ante el profesor, que bien puede ser don Epitacio Osuna, Antonio Canale, Dr. Ramén Pon- ce de Leén, Dr. Ruperto L. Paliza, Ing. Luis F. Molina, Lie. Ignacio M, Gastélum, Ing. Romulo Rico, Francisco Valenzuela, Lic, Fortino Gémez, Lic, Ignacio Noris, Ing, Norberto Dominguez, y tantos otros ms, que se empefiaban cerca de sus alumnos en proyectar, con su sabiduria un poco més alla, la luz de los textos de aprendizaje. ;Qué dicha!, ;Qué delicia!, ;Qué ensuefio!; instantes ya tan tardios de mi vi- da que casi alcanza su ocaso; mafianas deslumbrantes, aquellas del estudiante, que como todas, tienen su creptsculo y que Hega cuando menos se piensa, a pesar de la sentencia de Goethe, que no queria en- vejecer y que decia al despertar: tu edad eres td quien la dicta; pen- samiento que hace afiicos la dulce nifia que habia mecido sobre sus piernas y a quien propone matrimonio, al responderle: Te quiero, te quiero mucho, pero como si fueras mi padre. Pasién seni] que cuesta Ja vida a Goethe y que afios después hace decir.a Balzac: Que grave es el amor en los viejos. Pero volvamos al estudiante; un dia se halla convertido en pro- fesional y aleanza la diréccién de su antigua escuela y‘en determina- da ocasién se descorre e] velo del misterio hasta ayer indescifrable de todas aquellas cosas que le inquietan; conoce la angustia, posibili- dad de poder; el temor, recelo de un futuro dafio: la ineertidumbre, no sabe que camino escoger; se siente solo sin el guia acostumbrado, su padre, su maestro; pero entonces por encima de’ todos estos asal- tos de las circunstancias, prevalece e] affin de vencer, de destacarse por el estudio, por la dedicaci6n y hace lo posible por evadirse de las brumas que lo envuelven, de lo impreciso, de las vacilaciones que lo agitan; del escepticismo disolvente que Io hace dudar y al aplicar todo su valor por afirmarse en si mismo, comprende que si ya es un fa- eultativo, su carrera de hombre no ha terminado, sino que ahora prin- “LETRAS” 23 cipia, y que, por lo tanto, hay que reanudar el estudio la observacién acuciosa del fenémeno; descubrir el resorte que nos empuja en todo momento a poner la voluntad individual concorde con el bienestar ge- neral y tal postura no es producto de la profesidn, sino de Ja cultura y si al mexicano lo caracteriza cierto grado de agudeza intelectual es torpe en el arte de la convivencia, le falta atin el propésito de aglutina ci6n, a ello se debe que en varios aspectos de su vida social florezea la dictadura. La educacién del cardcter requiere de unaj nctivitlad mas am- plia que accione sobre el ambiente y que permita adquirir el conoci- miento de] mundo y de la vida; por estos empefios derivé el antiguo y glorioso Colegio Civil Rosales en Universidad; Universidad de Oc- cidente, pero no se trataba simplemente del cambio de un nombre modesto por otro de mayor jerarquia, sino que la idea era y es, hay que creer que siga siéndolo, invitar a varios estados para que unidos y con apoyo econémico de ellos mismos, del Gobierno Federal y de la inciativa privada, edificar en grande una Universidad que iguale o supere a la Nacional; (teniendo en cuenta nuestras limitaciones, que desgraciadamente se olvidan al expedirlas, de ahi que inmedia- mente las infrinja la misma autoridad que les da curso) distribuira Jas facultades en las zonas asociadas de acuerdo con Io que las ca- racteriza, la rectoria se establecer4 rotatoria, una persona de cada re- gién por determindo periodo de tiempo, la institucién sera apolitica, sin que ello quiera decir que no se ensefie tan importante actividad social. De esta idea, en la ocasién a que me refiero, haria propaganda en todo el pais nuestra institucién, a fin de que se crearan cuatro 0 cinco universidades en la Republica. Un estado por mayores que sean sus finanzas y a pesar de la subvencién fed@ral, no cuenta con la ca- pacidad econémica suficiente para construir, como se debe una Uni- versidad, y como el problema continda sin resolverse y es indispen- sable solucionarlo; constituye por su trascendencia un magnifico pro- grama. en el plan educativo para el gobierno que principia, gpor qué no ha de promoverlo ante él, nuestra casa de estudio, si de ella par- tid la idea original? Es desconsolador, las deficiencias de la ensefianza superior que sefialé recientemente, el Dr. Jorge Derbez, jefe del Departa- mento de Psicopedagogia de la Universidad Nacional; es elogiable que se edifiquen numerosas escuelas que se necesitan y se capaciten la cantidad apropiada de maestros que las sirvan, pero hay que te- 24 “LETRAS” ner presente, antes que nada, al discipulo a quien se pretengle ense- fhar y lo que debe de aprender; é] ha de guiarnos en la direccién de Ja ensefianza; lo anterior, que deja de aplicarse frecuentemente, no es nada nuevo, pues en elle consistié, desde hace muchos afios, Ja innovacién de Rousseau a Ia pedagogia: transladar el fundamento del saber y del maestro al discipulo. Creo pertinente hacer algunas aclaraciones al fascinante pro- blema de nuestro destino, que no depende exclusivamente de la ca- rrera profesional, de la altura cientifica que se alcance por ser mé- dico, abogado, ingeniero, arquitecto... 0 graduarse en alguna espe- cialidad; se puede ser una persona destacada en estas actividades y sin embargo, ellas no le proporcionan la amplitud necesaria de un sentido critico, capaz de juzgar las cosas del mundo y de la existen- cia que vivimos. La Universidad desafia Ia popularidad del ignoran- te, ataca de frente los problemas especializados, el médico aprende a curar, el arquitecto y el ingenicro a construir, el abogado sabe usar las leyes; sustituye el criterio inmutable por el progresivo sin rom- per la evolucién; la aplicacién de las ciencias y de sus métodos son caminos de sus ensefianzas, esto y més contribuye a la cultura, for- ma ambiente que se extiende a la zona en que radica la Institucién, pero no es la cultura misma: una persona sin ningtin titulo profesio. nal puede ser culta y un titulado distinguido en su especialidad, un inculto, De una Universidad que no sea una caricatura, irradia sa- piencia, porque ella proporciona todo género de conocimiento que no constituyen una profesién y que sin embargo cooperan a formar ideas claras y propias de nuestra vida en comun y que evitan estar sujetos a criterios ajenos, a no dejarnos manejar por gloriosos pasa- dos y detestables presentes; hacer prevalecer el concepto del indi- viduo y contribuir a formar Ja unidad nacional: acentuar el perfil del mexicano; desarrollar sus posibilidades; esculpir con labor tezo- nera su propia fisonomia, en el arte, la ciencia, la politica, la filoso- fia; formar en fin la opinién. Para que mejore una concepcién, cada mente debe aportar a ella la contribucion de su esfuerzo, como levanta cada ola su rumor para formar la voz del océano, Que el amor a nuestra patria sea, con autenticidad, las vein- ticuatro horas del dia y no el que nos convenga en cada ocasién; hay que cultivarlo como un factor mora] de eficiencia irrecusable, como “LETRAS” 25 elemento fértil encaminado al desarrollo de las fuerzas reales del pais, en una vineulacin ideal de la tradicién, de los sentimientos y de Jas aspiraciones propiamente mexicanos. ‘Agradezco Ja atencién que han prestado a mis palabras, que son para ustedes, el supremo mensaje de mi pensamiento en estos menesteres y como mis dias ya no son muchos, en vez de decirles hasta luego, va mi adiés, y con él, mi corazén de sinaloense, que an- sfa y demanda con el fervor de una plegaria, todo género de bienes y de alegrias para ustedes. DR. BERNARDO J. GASTELUM. oliacin, Sin., marzo 5 de 1965. 26 “LETRAS” EI Mundo Sinaloense de “Alfonso Reyes Por Juan MACEDO LOPEZ Leer —o releer— a don Alfonso, de Monterrey, o de México © del universo, vasto y armonioso, de nuestro idioma, es como esca- lar una himayala para descubrir su mundo, nuestro mundo. Al en- contrarlo en “Cuestiones Estéticas”, prologado por el insigne Fran- cisco Garcia Calderén y escrito a los veinte afios de edad, creimos “LETRAS” 27 descubrir su interior paisaje como modelado en una lenta, apacible Uanura turbada por algun breve lomerio. Mas luego con su “Vision de Andhuac”, “Visperas de Espafia”, “Parentalia”, “Burlas Veras” y “Capitulos de Literatura Mexicana”, nos parecié pobrisima Ja ima- gen de “este hijo menor de la palabra”, como él mismo se llamé con esa transparente modestia que no vela soberbias latentes. “Vision de Anabuac”, leida en las prisas de le adolescencia } degustada en la templaza de la madurez, proclama su querencia lim- pia, inalterable por lo nuestro, su esencia mexicana vertida como vino dulce en copa cuyo cristal trasciende musica tenue, asequible s6lo a quien no tiene impaciencias y a quien no es esclavo de modas efimeras, De aqui que los amigos de los colores y sabores detonan- tes, caros a los literatos patrioterns, lo hayan tildado falto de vincu- los con nuestro proceso cultural. Pues los pobres ignoran que el na- cionalismo literario 0 pictérico o musical, corre e] riesgo inminente de quedarse en eso, en lo nacional, en motivo folklérico, sino se le singulariza y se Je ahondan sus causas. Mas cuando lo nacional apre- hende Ja superficie y la hondura del hombre y del paisaje fisico y lo hace un todo armonioso ,entonces, solo entonces, tiene derecho o el privilegio de universalizarse. Y porque don Alfonso diése un bafio profundo de nuestras mejores esencias y porque no dilapid6 ni sus- tantivo ni adjetivo, y su palabra se hizo prosa tersa, levisima, no obs- tante la densidad de su contenido, fue y es don Alfonso un mexicano universal. . rt ;.Cual es la imagen pre-fabricada que tenemos de Andalucia? La misma que elaboraron saineteros de quinto limbo, novelistas por entrega y turistas que han recorrido Espafia desde el alborear del siglo XIX hasta nuestros dias. Si, pero Andalucia no es nomas can- te jondo y cantaoras, panderetas y vuelo de faldas policromas que parecen huir como palomas asustandas por el repiqueteo de las cas- tafiuelas. Andalucia parid a Séneca y Lucano, a Herrera y a Géngo- ra y a Garcia Lorca, profundos, arrebatados, duefios de una sabia y fecunda melancolia que se resolvia en pensamientos o en poemas maduros de hombredad, robustos de humanidad. De esa Andalucia —lo andaluz vetea la entrafia del mexica- no mas de lo que nosotros creemos— casi desconocida, de esa Sevi- 28 . “LETRAS” lla no falseada por la kodak o el turista, nos habla Don Alfonso en “Visperas de Espaiia”. Y vaya esta transcripeién que nos resistimos a guardarla para gula de nuestro personal regodeo, de “Un Egipcio de Espafia”. —00— “El disparate tradicional llama a los gitanos “egicios” (de “egiptanos"’); los egipcios del Sacromonte, en Granada; los egipcios de Triana, a la margen del Guadalquivir. Son los morenicos de color verde que canta Ja mujer fogosa de Cervantes, Andan como perros de la calle, y Je rezan, en la parroquia del Patrocinio, al Cachorro. (El Cachorro —diminutivo carifioso— es un Cristo suave, rubio, dulci mo, a quien no le hieren les clavos de Ja cruz; parece, mas bien, que flota, con la frente al cielo, sobre las olas; parece, mas bien, que va a lanzarse del madero, en un vuelo de vaivenes liricos”. “Pero los “egicios” del disparate tradicional no son los ver- SS daderos egipcios: vociferan, se contorsionan, gestean demasiado; las inundaciones de su Nilo —el Guadalquivir que invade, de cuando en cuando, las calles de Triana— no les sugieren ideas de trabajo, sino de conjuro y brujeria solamente. Yo creo haber dado con un verda- dero egipeio de Espafia y aun tal ver, tal vez, con el propio “escriba en cuclillas”, “LETRAS” i “Perfil afinado, clavos largos, y afeitado el resto de la cara; pequefio, cuando apresura e] paso (que es raro), y esconde las ma- nos en los bolsillos. Habla, ya se sabe, en voz baja, de modo que en- tonces no hace mas que mover los labios. Aqui, en Sevilla, se des- cansa de la griteria de Madrid...” ...“A veces, mi eléctrico egipcio deja salir un rayo seco: —La propiedad— dice, porque asegura que todo espafiol, salvo que haya razones muy personales en contra, esta por las reformas definitivas y extremas, —la propiedad es sélo cosa moral. No hay més propiedad que el trabajo. La propiedad de las co- sas, de los objetos, no tiene ningan sentido divino ni humano. Yo soy duefio de mi alegria y de mi.creacién directa: nada mas...”” ...“Eseribe. ;Escribe? No. —Yo no hago libros: dejo que los libros se hagan solos: yo los veo crecer, Y en cuclillas, justo, inmévil con algo de hombre dormi- do que amenaza siempre despertar; con algo de juez insobornable; con algo también de esclavo —pero esclavo de algtin invisible Dios que truena en Jo alto de una piramide—mi egipcio sevillano, mi es- criba, abre su libro de apuntes, apoya apenas el lapiz— y eso es to- do...” —00— —— De casta de poetas y guerreros fue don Alfénso. Su padre, don Bernardo, fue hijo de Domingo Reyes, casado con Juana Ogazon, hija del general Pedro Ogazén, tan conocido en Jalisco y Colima du- rante la guerra de tres afios. Don Bernardo, en sus escasos ratos de ocio, escribe libros de historia y versos. Por su madre, de apellido Ochoa, se convierte en algo colimense don Alfonso. “La familia Ochoa —escribe e] humanista— muy difundida en el sur de Jalisco y en Colima, nunca creo que haya tenido titulo nobiliario en Nueva Espafia ni en Castilla. Los Ochoa de por aca fueron y son duefios de haciendas y ranchos en las municipalidades de Tamazula, Tecalitlan, ‘Tuxpan, Purificacién y Ciudad Guzmén o Zapotlan...” ...“Quedan por Jalisco unas seficras hacendadas y duefias de hoteles...” Mas Alfonso, nifio o joven admira Ja vida del cuartel, pero no entra en su sangre. Otro sera su destino: el de ser sabio, no un sabio que enreda sus barbas en logaritmos o probetas, sino el sabidor, el 30 “LETRAS” que sabe muchos secretos dej idioma, luengas historias de los hom- bres que contara con acento preciso, no alterado por el exceso ad- mirativo ni disminudo por pequefiez mental. Algunos de sus coéta- neos, por miopia o por envidia, lo tildaran de descastado. El respon- deré en “Parentalia’ con palabras definitivas: “La raiz profunda, inconsciente e involuntaria, esta en mi ser mexicano, Es un hecho y no una virtud. No sélo ha sido causa de alegrias, sino también de sangrientas lagrimas. No necesito invocar- Jo en cada pagina para halago de necios, ni me place descontar con el fraude patriético el pago de mi modesta obra. Sin esfuerzo mio y sin mérito propio, ello se revela en todos mis libros y empapa como humedad vegetal todos mis pensamientos. Ello se cuida solo. Por mi parte, no deseo el peso de ninguna tradicién limitada. La herencia universal es mia por derecho de amor y por afan de estudio y tra- bajo, Gnicos titulos auténticos...” —00— Don Bernardo recorri6é asperos caminos sinaloenses, después de La Mojonera, batalla en la que el general Ram6n Corona aniqui- 15 a Lozada. Uno de sus mas bravos capitanes 0 quizd —o sin el qui- z4—, el mas bravo de todos, fue Bernardo, un capitan rubio, 4gil, forjador de hazafias tan notorias como la toma prodigiosa de Villa de Unién, préximo a Mazatlan. Para entonces era ya coronel. De- fendia la plaza Ramirez Terrén con fuerza brava y numerosa, La de los atacantes era un tercio de la de los defensores. “El 4 de Julio de 1880 —evoca-el poeta—mi padre atacé casi a machete puro, aquella fortaleza artillada y defendida por un cuerpo de artilleria, En los “LETRAS” 31 primeros instantes, perdié Jas dos terceras partes de sus hombres, y Jos demas comenzaban ya a dispersarse, Las fuerzas que debian pro- tegerlo, informada por los fugitives, lo abandonaron, dandolo por perdido y muerto. Tal noticia Ilegé a mi madre, que se puso al ins- tante en camino para recobrar sus restos”. —o00— Mas aqui la hazafia portentosa. Lanza 6rdenes ficticias a Fe- lipe Neri fingiendo contar con soldados de repuesto. Neri compren- de Ja intencién y sc aleja al galope del caballo. Siete bridoncs han muerto bajo las piernas del coronel. Con todo, se adelanta a la casa municipal y con voz magnifica, intima rendicién, mientras que, vol- viendo e] rostro de cuando en cuando, imparte quiméricas drdenes a soldados hipotéticos. El enemigo deja de disparar. E] tono seguro del coronel impone respeto. Pero algunos enemigos disparan y en- tonces alguien grita: ;Alto el fuego!,. {No se asesina a un hombre que esta ofreciendo parlamento!... “Ramirez Terrén bajé en per- sona a parlamentar con mi padre. Este sélo se dio cuenta en ese momento de que llevaba ei sable colgado “a la dragona”, fiador o correilla del pufio, la mano derecha atravesada de un balazo. Otras dos heridas habia recibido, sin percatarse de ellas en el calor de Ja refriega, pero resultaron menos graves: una en el costado izquierdo y otra en un talén, ambas de bala. Al echar pie a tierra para hablar con el enemigo, estuvo a punto de derrumbarse por efecto de la he- morragia, Se envolvié en cl capote militar para no dejar ver su es- tado, apret6 el cuerpo e impuso a Ramirez Terrén las condiciones que éste acepté: entrega de la plaza, los cafiones y las banderas, re- tirada del enemigo con sus hombres y municiones, dndosele un pla- zo de tres horas para alejarse, al cabo de las cuales se reservaba el 32 “LETRAS” oy derecho de perseguirlo y atacarlo. Ramirez Terrén acepté. Llorando de emocién, comenzé a dispersar a su gente...! ——000— En 1940 don Alfonso visita Mazatlan y Villa Unién, Y evoca Ia gesta del padre al escuchar el relato del superviviente tltimo: Car- Jos Tostado, Escribe e] poema “Villa de Unién” que dedica a su hi- jo: —n00— “En el timido vaho quo, al relente, el seno mismo de la tarde exhala, se deja adivinar la‘heroica gente segada por el filo y por Ia bala. Al oirse nombrar gritan: ;Presente! Levan fusiles a Ia funeraia, Y ceitidos del palido laurel aguardan a su rubio coronel....” —000— :—H— Las glorias del padre van penetrando en el nifio al través de Jas evocaciones del general y de su hermano Bernardo. Las escucha- ra en las siestas o veladas hogarefias, en Monterrey, cuando don ssernaruo es gobernador del Estado, en la quietud de Ja paz que et wb ou porfiriato trae como regalo a la nacién. Desde Nayarit hasta Sono- ra, desde Sinaloa hasta Chihuahua, en la campaiia agotadora, terri- ble, contra los indios que capitanea Gerénimo, el infante y el ado- “LETRAS” 33 lescente recorren la misma senda alucinante de] rublo general. Si- naloa se Je queda para siempre en la memoria, en nitidas imagenes: ...“Alica, Sinaloa, Sonora: nombres guerreros, tafiidos de alarma. redobles de rebato. Coras, huicholes, apaches. Pronunciados, hé- roes, bandidos, Fusilatas, degiiellos e incendios, explosiones de pol- vorines, saqueos y cargas, rodar de cafiones, gemidos de bestias azo- radas; desorden, desorden de los elementos. ;Cémo no se cansa el coraz6n de un pueblo entre sobresaltos tan incesantes? Todos los origenes estan amasados de ignominias. Inconscientes e ingratos, hoy nos encaramamos sobre montones de cadaveres para columbrar un palmo de horizonte. Casi se impacienta la pluma, puesta a desen- trafiar unas cuantas perlas preciosas en ese lodazal rojo...” Asi es- cribe en “Parentalia”, dedicada a su madre, dofia Aurelia Ochoa de Reyes. —0o— Una nifia es Aurelia cuando junta su vida a la del capitan Bernardo Reyes. Jugaba a las mufiecas, las dltimas de su coleccién, en cierta noche que discurre en el mineral de Rosario. Aurelia esta bajo una mesa, jugando, mientras el esposo escribe. Las ventanas estan abiertas, porque el calor del verano sofoca. Esta circunstan- cia es aprovechada por sus enemigos: disparan, disparan sobre los dos jévenes, pero s6lo logran astillar las patas de la mesa; Aurelia sale indemne. “Este contraste de candor y crimen es una sintesis acabada de aquellos dias aciagos”, apunta en 1957 Alfonso Reyes. En la anochecida y en el mismo Rosario, se atenta por tercera © cuarta vez contra don Bernardo. Es asombroso como el hijo pre- cisa la topografia del sitio del asalto: “Se legaba de su casa al cuar- tel por una calle que remataba en la plaza proxima, y alli se dobla- ba a la izquierda. En Ja esquina habia un almacén de comestibles. La tienda daba sobre la plaza; pero en Ia calle lateral habia une puerta accesoria, frente a la que pasaba mi padre todos los dias y que sélo una vez se abria para entrar las mercancies y fardos, Es- ta calle tenia una de esas aceras altas de otros tiempos, que sobre- salian mds de medio metro sobre el arroyo...” De la puerta accesoria salen dos hombres desnudos, ampara- dos por Ja oscuridad. Al abrirla, rechinan los goznes, En un relam- pago instintivo don Bernardo da un salto a la media calle, desenfun- “4 “LETRAS” da el revolver, hace fuego y tiende en el arroyo al adversario y el otro huye hacia el rio al que se arroja para salvarse, Ambos habian embijado sus cuerpos de sebo, adivinando el encuentro personal. —000—. Des patronimicos sinaloenses entran, por derecho propio, en el mundo familiar de Alfonso Reyes: Tiburcio Chairez y Rend6n. ‘Los conocid el poeta, Chairez find su vida de posadero en Linares. ‘Amaba a Jos caballos “con una ternura que puedo lamar maternal”. ‘Una yegua se le muere en el alumbramiento y Tiburcio, lorando, quiere darle el seno al potrillo” y se desgarraba la camisa buscando- se las mamas peludas, enajenado de dolor’. Rendén es un baquiano, astuto, conocedor del rumbo que marcan Jas estrellas, estupendo ten- diendo lazos al enemigo, oteador de peligros, ladino como el coyote, pero muy dado a la bebida. E] general, que lo quiere mucho, lo re- gafia y castiga como un nifio después de los exabruptos de la bo- rachera. Asi se inunda del resplandor sinaloense el espiritu de don Al- fonso, un resplandor asaz violento, pero que forja al padre soldado cabal, héroe en Villa Unién, diplomético de franqueza desconcertan- te en un momento en que el venero de Ia intriga politica amenaza convertirse en amazonas. Y asi también el hombre enternecido y deslumbrado por las hazafias del padre, querr venir un dia a Culia- c4n, invitado por la Universidad. Suefia en un recorrido por tierras de Rosario, Mazatlan y Villa de Union. Todavia no escribe “Parenta- lia’, de suerte que las evocaciones del solar sinaloense le inquietan, le ahogan su 4nima. Esté listo para el viaje, pero, de stbito, el mal cardiaco que ha de Ievarlo a la tumba lo hace buscar refugio en Cuernavaca. Envia entonces una hermosa carta a la Universidad de Sinaloa declinando la invitaci6n. Mas estamos ciertos que don Alfonso Ievé, en sus memorias, el paisaje y el hombre de Sinaloa a flor de espiritu. Pues unido por la admiracién y la ternura viril al padre, el rubio coronel, cuyo nom- bre era grito de guerra y sefial de victoria, le descubrié ¢l asombro, Ia fatiga, la violencia y el aliento telirico del bravio Sinaloa. “LETRAS” 35 LI VALENTINA = Por Alfredo IBARRA JR. A Una pasion me domina, es Ia que me hizo venir, Valentina, Valentina, yo te quisiera decir. .. ¥ La Valentina y La Adelita se gestaron en el seno de la po- blacion sufrida y azotada por la miseria, Sus melodias fueron para el pueblo himnos de triunfo en los aciagos dias de la revolucién en que el individuo se embriagaba de vino, de mujeres y de miisica, co- mo si aquel fuera su Ultimo dia yien esas horas quisiera vivir el res- to de su existencia, para pagar a la mafiana siguiente el tributo que su rebeldia le habia impuesto. “Diviértanse, muchachos, —expresién corriente que resona- ba en las bacanales de barriada— quién sabe si mafiana a esta ho- ra ya estaremos TIESOS y nada hemos gozado”. Y al vibrar de aquellas inquietudes, rasgueando la guitarra la luz de la luna, la Koy “LETRAS” El guanajuatense D. Angel Viderique, recogié y arreglé mucha misica popular campesina sinaloense en el dltimo cuarto del siglo pasode, destacande Lo Valentina y La Adelita. cancién iba saliendo lentamente, triste, con esa tristeza en que me- dia el rencor, en que el desprecio comienza por uno mismo cuando no se ha triunfado con las hembras y se padece mal de amores. El soldado profesional, que peleaba porque le pagaban y el civil armado que hacia la guerra muy a menudo sin saber por qué, cantaban lo que les daba en melodias la poblacién, en lo mas es- condido de los cuarteles, en los bailes de candil, alla en el patio de Ja casa pobre, sentados al borde de la cama tejida con hilos de ixtle; y la “musica de viento” Jes daba también calor de pasién a fuerza de tamborazo y redoblante y cornetin, mientras el oficial, borra- cho, RAYABA el suelo con su caballo y lo hacia pararse de manos como queriendo saltar al infinito..Y un destello de sana alegria pro- pia del pueblo que expresa sus sentimientos sin cortapisas, coreabe la palabra o la nota con el cl&sico grito ululante de jAy, ja ja! LA VALENTINA concordaba con el estado animico del indi- viduo que la pedia, en la mayoria de los casos. Se trata de un suje- to apasionado que al dirigirse a la mujer amada, lo hace en el en- tendido de que lo més probable es que lo maten, y resuelto y leno de fatalismo, va hacia ella con la conviccién de que si lo atacan, sa- bra morir como los hombres. Si porque me ves borracho, majiana ya no me ves; Lo que quiere decir: “Si desprecias mi amor este dia, mafia- na te ha de doler porque lo habras perdido, y ello significara una gran pérdida...” Ganar un carifio o perder la vida. Tal debe haber sido el de- signio de quien escribié los versos de esta bella cancién. Y sin que- rerlo, fij6 con claridad una manera de pensar regional, de una época y de la clase popular, tipica, en que cuando se vive de amores poco importa la vida si ésta no va intimamente relacionada con Ja mujer que se quiere. Le interesa grandemente al hombre hacer compren- der a la mujer que en el combate por ella se porta como un valien- te, pero en el triunfo es magnanimo; que no ataca por detras ni co- rre si cree que va a perder y que lo que mas vale en él es su gran coraz6n. En los albores de la Revolucién y en los azules dias de mi in- fancia, quedaron grabadas en mi mente viejas escenas. Don Luis Ve- 38 “LETRAS” tae lasco, Médico Rural de Cosala, Sinaloa, cantaba los versos de La Va- lentina, que se cantan hoy, acompafiando a la.orquesta, mientras yo, con mi pequefia estatura lo contemplaha de pie con los codos pues- tos sobre el asiento de una silla: Una pasién ‘me domina, es la que me hizo venir, Valentina, Valentina, yo te quisiera decir. . Dicen que por tus ‘amores un mal me ven a soguir. .. no le hace que sean el diablo, yo también me sé morir. Si porque tomo tequila, maiiana tomo jerez; si porque me ves borracho mafiana ya no me ves, “LETRAS” 39 Valentina, Valentina, Tendido estoy a tus pies, si me han de matar maiiana, que me maten de una vez. Como la melodia, desconocemos ¢] nombre del que escribid la letra de La Valentina, —000—. Don Angel Viderique, originario de la Hacienda de la Mag- dalena, Guanajuato, habia pasado su edad piber en Salvatierra y en Celaya del mismo Estado. Fue a Sinaloa por los distantes dias del ‘Ultimo cuarto del siglo anterior a dirigir la Banda de Misica del Es- tado, y pasé de 1875 a 1880 ejecutando, domingo a domingo, las par- tituras clisicas de los compositores europeos, en Culiacén, De 1880 a 1885, don Angel usaba el dia semanario de des- canso en ir de caceria por los Ilanos y rancherias cerca de Culiacén. En el campo comia la pieza que lograba atrapar, y cuando llegaba a un jacal perdido en las Manura costanera, hacia conversacién con la gente mientras descansaba, y tarareaba algim son verndculo que despertba la alegria en el alma dormida de aquellos campesinos, Veia una guitarra, adivinaba entre el humo y los trebejos la ondu- Jada figura de un viejo violin colgado sobre el fogén, y siernpre ha- cia que el que tocaba tales instrumentos despertara aquellas cuer- das para llorar una tristeza, lanzar un reto o gozar Ja alegria de una cancién. Y don Angel sacaba su papel pautado yrescribia y rectifi- eaba y preguntaba por nombres. La jornada era fecunda porque to- davia gozamos del producto de aquellas, en principio, giras cinegé. ticas. Don Heriberto Zazueta era, en aquella época, el Secretario de Gobierno del Estado, Como culto abogado, atishé la vida del de aba- jo, y comprendiéndola, lamé a don Angel Viderique para autorizar- Jo a que tocara para el pueblo sus propias melodias. Y de ello resul- taron los viajes a las rancherias y a los pequefios pueblos, entre los que visits Las Juntas, Bacurimi, Culiacancito, El Limoncito, Agua- Tuto, Bachigualato, San Pedro, La Aurora, el Barrio de la Orona y muchos otros lugares. El domingo era dia grande, dia de estreno de alguna nueva 40 "LETRAS" melodia salida del pueblo. La gente iba por la tarde a la Plaza Ro- sales donde la Banda, dirigida por don Angel, hacia las delicias de la multitud. Después, el baile en El Rebote: el cargador, el zapate- ro, el peluquero, el mozo de estribo, Ja lavandera, la criada, las mu- jeres del pueblo, dibujaban figuras ritmicas en la orgia de colores del rebozo, de la camisa, de la enagua de olan y del zapato rechinador de a seis reales. Fue:el 16 de septiembre de 1885 cuando se estrené La Valen- tina, La gente la esperaba con ansia y la cancién tuvo la suerte, al darse a conocer en el estruendo de la Banda, de llegar hasta el co- taz6n del pueblo, de donde procedia, Cuarenta minutos de ejecucién Premiados con gritos de alegria. Don Angel fue llevado a la cantina més préxima, El Transvaal, de Francisco Blancarte, y alli fue total- mente bafiado en cerveza y otros licores, segiin la costumbre, y fi- nalmente llevado en triunfo a su casa. El motivo era noble y el re- sultado, todo un poema musical. Revisando el viejo album de don Angel, pasan, por orden de estreno, El Venado, Las Mafianitas, El Gato, Recuerdos a Lola, El Toro, Heraclio Bernal, E] Palmero, La Paloma Azul, E] Abandona- do, LA) ADELITA, El Cuervo, El Mosco y otra interminable lista de nombres menos “El pueblo que es libre canta siempre —me decia don Enri- que Corona—, y el campesino de Sinaloa canta, crea su propia mii- sica y dice en sus notas Jo que dificilmente podria decir con pala- bras”. Contrastando con el espiritu de La Valentina, El Gato es can- cién de galanterfa: ‘Vamos matando.ese gato que anda por esa ladera, “LETRAS” al 4Cémo quieres que lo mate si es de la nifia Severa? &Y qué diriamos de El Cuervo? El cnervo con tanta pluma no se pudo mantener, y el eseribano con una mantiene moza y mujer... No todos los titulos parecen ser sinaloenses. Don Angel no se- fialé la procedencia de cada uno, quién comunicé la melodia ni el nombre de los autores ya que todos se negaron a dar tales nombres por modestia. Los nombres de animales, Arboles, objetos, oficios, mu- jeres, etc., vienen sin interrupcién desde los primeros dias de la co- lonia en que se criticaba a muchos espafioles que después de los bai- les de sociedad, ellos se quedaban a seguir bebiendo y mientras la musica tocaba La Iguana, La Culebra, etc., los espafioles ballaban junto con los indios imitando el movimiento de los animales descri- tos en la melodia. E] primero de Jos revolucionarios que Ievé bastante gente de Sinaloa a Estados como Durango, Chihuahua y Coahuila, fue el Gral. Mateo Mufioz. De Cosald para Durango, fueron Manuel Mesta y D. Claro Molina, que era de El Confital segin me decia su hijo. Los le- vantados en armas fueron el vehiculo de dispersién de nuestra mtsi- ca verndcula, en Ja que destacaron La Adelita y La Valentina. Todas las melodias fueron armonizadas con arreglos de don Angel Viderique. Casi ninguna de las melodias tuvo letra original- mente. A principios del siglo aparecieron las letras de La Valenti- na primero y después de La Adelita, Alguna de las melodias no tie- nen letra hasta la fecha. Algunos escritores 0 periodistas han sefialado el origen de La Adelita y La Valentina como posteriores a 1910. Unos atribuyen las melodias a Durango, otros a Chihuahua, otros a Coahuila y no po- cos a determinadas personas. Alguno cit6 al Gral. Pablo Gonzilez como autor de La Adelita y no ha faltado quien se haga pasar co- mo compositor de la célebre melodia, Otros aseguran que La Adeli- ta fue una muchacha que anduvo de soldadera en la Revolucién y a ella le dedicaron la composici6n musical. Incluso hay dos 0 tres ca- a2 “LETRAS”

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