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Introducción
La palabra iatrogenia proviene del griego iatrogénesis: iatros-médico y
génesis-crear y significa lo creado por el médico; son aquellos efectos que de
manera consciente o no el médico causa al paciente. Las formas en que un
médico puede provocar iatrogenia son muy variadas y no solo ocurren por el
personal de salud también llega a presentarse en personal como: psicólogos
y odontólogos, los paramédicos también caen frecuentemente en esta
práctica.
La iatrogenia pude ser causada por alguna negligencia en la que a pesar
de que el médico no actué de manera consciente, el daño que le puede
causar al paciente puede llegar a ser permanente. Es por esto el hecho de
que la etapa del médico donde más errores comete es cuando cursan su
etapa de formación (médicos internos de pregrado, pasantes y residentes).
Los médicos en formación rolan áreas en las cuales llevan a la práctica todos
los conocimientos obtenidos en las aulas, sin embargo; la falta de
experiencia resulta ser mortal cuando estos se enfrentan a situaciones reales
y tienen que tomar decisiones que muchas veces son letales para la
sobrevivencia del paciente. No hay que olvidar que para que esto aminore el
médico en formación, está bajo el resguardo de un médico especializado, el
cual debe de transmitirle todo lo prácticamente posible en conocimiento y
tratar de que el médico cometa lo menos posible de iatrogenias al paciente.
La variación de métodos para la formulación de iatrogenias es infinita y
actualmente autores la han catalogado como una de las causas de muerte
más prominente en algunos países, evidentemente México no está exento de
ello.
La forma en que se cometen iatrogenias actualmente en nuestro país
reside principalmente en la práctica hospitalaria. Básicos son ejemplos como
cuando el médico al redactar la receta lo hace de manera ilegible, cuando los
medicamentos recetados producen un efecto cascada en los pacientes,
cuando las personas encargadas del área de farmacia confunden los
contenidos y no dan los medicamentos correctos. Cuando el médico se
equivoca en realizar un buen diagnóstico y da un tratamiento inadecuado al
paciente, cuando no lleva a cabo los procedimientos adecuados para su
sanación, o cuando no pone suficiente cuidado en los aspectos del
preoperatorio, intraoperatorio y posoperatorio y el paciente tiene diversas
reacciones por la intervención que logran pasar desapercibidas ante el
evidente descuido del médico.
Iatrogenia y error médico son términos con acepciones diferentes; no son
sinónimos. El primero es un daño producido por una palabra, alguna droga, o
un procedimiento clínico o quirúrgico, pero que es realizado o administrado
por el médico con una indicación correcta, un criterio justo; sin embargo,
produce molestias o enfermedad, de lo cual el facultativo tiene conciencia y
advierte al paciente y su familia, quienes pueden escoger el procedimiento o
terapéutica propuestos con todas sus ventajas y los riesgos.2,4 Error es un
equívoco, está dado en la ignorancia, y no puede ser iatrogenia porque es lo
opuesto a la acción médica.
No es fácil distinguir los eventos adversos evitables de los inevitables.
Unos se pueden atribuir a errores médicos. Son errores que se cometen por
hacer algo incorrecto (por comisión) o por no hacer lo correcto (por omisión).
Pero otros, como se explica más adelante, son virtualmente consustanciales
a los procesos diagnósticos, a los tratamientos, a las intervenciones de
prevención y a las de rehabilitación.
Por ello es crucial entender que, afortunadamente, los errores y las
negligencias no siempre causan daño y que una fracción del daño atribuible
a la atención sanitaria es inevitable e indisociable de ella. De estos hechos
parte la definición clásica de seguridad del paciente: la reducción del riesgo
de daño innecesario asociado con la atención sanitaria hasta un mínimo
aceptable según los valores culturales colectivos, los conocimientos del
momento, los recursos disponibles y el contexto en que se presta la atención,
ponderados frente al riesgo de no prestar determinada asistencia sanitaria o
de prestar otra
Los eventos adversos de las intervenciones médicas y sanitarias tienen,
según las estimaciones disponibles, un impacto muy relevante sobre la
salud, la organización de los servicios sanitarios, la economía y la sociedad
en general. Sin exagerar, se trata de un problema prioritario de salud pública
mundial, pero carecemos de sistemas de información integrales que permitan
monitorizar adecuadamente todo el daño asociado con la práctica médica y
sanitaria.
En las dos últimas décadas, han aumentado la conciencia y la
preocupación por la seguridad del paciente en todo el mundo, como
demuestra inequívocamente el gran número de actuaciones desplegadas a
escala internacional para mejorar la seguridad del paciente en el ámbito de la
calidad asistencial y hechos como el auge de la medicina defensiva.
En cualquier caso, el concepto de seguridad del paciente no abarca todos
los ámbitos relacionados con el daño sanitario. Se puede dañar no sólo como
consecuencia de actuaciones diagnósticas y de tratamientos, sino también
con intervenciones preventivas como los programas poblacionales de cribado
y el tratamiento precoz o con las vacunaciones, así como con los programas
de protección y de promoción de la salud, sean de seguridad vial, laboral,
alimentaria, etc. Todos ellos pueden asociarse con eventos adversos. De ahí
que optemos por proponer un término más antiguo, pero tal vez más
provocador, como el de ‘iatrogenia’.
Cuantificación e impacto de la iatrogenia
La estimación de la magnitud de la iatrogenia como problema de salud
pública depende, en gran manera, de cómo se mida. Esto obliga a definir los
criterios de identificación y los procedimientos de obtención, validación y
análisis de la información sobre su ocurrencia, una cuestión fundamental de
los métodos epidemiológicos.
Aunque en los últimos años ha aumentado paulatinamente la cifra de
eventos adversos notificados en nuestro país, por diversos factores
conocidos, su subnotificación continúa siendo notable y se erige como un
obstáculo mayúsculo tanto para tener un conocimiento cabal de las causas y
la magnitud de la iatrogenia, como para aprender de los errores e implantar
medidas efectivas para reducirla, diseñadas sobre la base de la información
recabada. A pesar de las dificultades que entraña, el fortalecimiento de la
notificación se ha convertido hace tiempo en una conditio sine qua non de la
mejora de la seguridad del paciente
Dentro de su alianza mundial para la seguridad del paciente, la
Organización Mundial de la Salud propuso estudiar sistemáticamente la
iatrogenia mediante un ciclo de cinco etapas:
Determinar la magnitud del daño y el número y tipos de eventos adversos.
Entender sus causas.
Encontrar soluciones para conseguir que la atención sanitaria sea más
segura.
Evaluar el impacto de las soluciones en situaciones de la vida real.
Trasladarlas a la práctica.
INTRODUCCIÓN
Los procedimientos quirúrgicos de los implantes dentales no están
exentos de presentar complicaciones por lo que es importante conocer
el área quirúrgica, planificando y anticipándose a alguna complicación.
Las complicaciones inmediatas luego de la colocación del implante pueden
ser quirúrgicas, de los tejidos periimplantarios, protésicas,fonéticas, estéticas
o lesiones nerviosas. Estas complicaciones pueden alterar el proceso de
oseointegración y conducir al fracaso de la restauración protésica.
Durante la colocación del implante en la zona posterior mandibular
se puede producir lesión el nervio dentario inferior, causado por el
fresado, levantamiento del colgajo o por el propio implante, produciéndose
una sección parcial o total de los fascículos nervioso. La previa
planificación y el uso correcto de las diferentes pruebas como por
ejemplo estudio radiológico, el correcto diagnóstico y la destreza del
cirujano influyen de manera directa en reducir los riesgos de lesionar un
nervio.Simoesy col. añade que los accidentes y complicaciones surgen
muy a menudo, debido a la aplicación inadecuada de fuerza, mala
visualización del campo, indebido uso de instrumentos durante la
cirugía y por variantes anatómicas del recorrido normal de los nervios y
estructuras vecinas. El daño de los nervios periféricos puede clasificarse
según Seddon en: neuropraxia, axonotmesis, y neurotmesis.Los
elementos neurológicos asociados a la técnica más aquejadosson el nervio
dentario inferior y el nervio lingual,y se reflejan clínicamente en zonas de
parestesias, hipoestesias, anestesias o disestesias, que usualmente
desaparecen en 8 semanas y se presentan con un porcentaje de 0 –40%
y están relacionadas con la profundidad de la preparación, la longitud o el
ancho del implante. La Neuropraxia o lesión de primer grado se distingue
por un bloqueo de la conducción sin degeneración del axón, este tipo de
parestesia es conocida como parestesia rápida. Axonotmesis se caracteriza
por lesión axonal con resultado degeneración o regeneración y dura
de 2-4 meses. La recuperación en este tipo de parestesia puede ser
incompleto.
Neurotmesis es el tipo de lesión más severa causado por una tracción
severa o completa del nervio Un estudio en el año 2009 por Poortlas
pruebas sensoriales subjetivas se dividen en 2 categorías principales:
mecanoceptivo y nociceptivo.La categoría mecanoceptiva radica en 3
categoria:
la primera, el paciente cierra los ojos y dice "sí" cada vez que
siente un ligero toque con algodón a la cara,
la segunda es con el cepillo en que el paciente le dice "sí" cuando siente
alguna sensación y en qué dirección se movió el cepillo,
la tercera en que el paciente cierra los ojos y el clínico usando un
objeto que tiene dos bordes afilados, toca la cara en diferentes áreas.
La categoría nociceptiva sugiere 2 métodos: El primero compara el
umbral del dolor en el lado afectado y áreas no afectadas y permite
definir la respuesta como hiperestesia, anestesia o hipoestesia, el objetivo es
establecer el umbral de sensación para el lado no afectado y compararlo
con el lado afectado, el segundo sugiere pruebas térmicas, este tipo de
prueba verifica si el paciente siente sensación normal de frío o calor aplicando
etilo cloruro y un mango de espejo calentado a 43 ° C para áreas afectadas y no
afectadas.
Las terapias farmacológicas incluyen el uso de corticosteroides y AINES,
el uso de dexametasona ha demostrado minimizar la lesión nerviosa
1 dosis dentro de 1 semana de la lesión, además ayuda al tratamiento de
axones lesionados y prevención de formación de neuroma. La dexametasona
(8 mg) se recomienda específicamente debido a su mayor efectos
antiinflamatorios en comparación con otros corticosteroides. Los AINES
son excelentes inhibidores de la prostaglandina 25, y niveles terapéuticos
en la sangre de AINES como un complemento al corticosteroide durante 1
a 3 semanas después de la lesión es altamente beneficiosa para el
etapas agudas e intermedias de la recuperación del nervio trigémino.
INTRODUCCIÓN
El hipoclorito de sodio (NaOCl) es un irrigante efectivo y
ampliamente utilizado en la terapia endodóntica por ser disolvente
del tejido orgánico e inorgánico ayudado con la instrumentación,
además de su efecto bactericida ante una amplia gama de
microorganismos encontrados en la microbiota de los canales
radiculares (bacterias, hongos, formas virales). Esta efectividad es
directamente influenciada por la calidad de la irrigación, por la
profundidad a la que se lleva el irrigante, su activación,
concentración y la selección de la aguja para realizar dicha
irrigación.1El NaOCl es una solución química que posee una alta
alcalinidad (pH 11-12,5); es un agente oxidante de proteínas y
altamente hemolítico cuando se pone en contacto con glóbulos
rojos, incluso en sus concentraciones más bajas (1:1 000), es
irritante y puede causar ulceraciones en piel, mucosas y cornea,
lo cual lo convierte en un potencial generador de necrosis hística
por su capacidad disolutiva de tejido orgánico.
Como agente irrigante, el NaOCl continúa siendo la primera elección; su
concentración varía entre 0,5 % hasta 6 %, siendo la del 5,25 % la
concentración más empleada por su gran potencial y rapidez en la disolución
del tejido orgánico, pero a su vez, mayor citotoxicidad. Algunos clínicos no
recomiendan esta concentración por su efecto irritante sobre los tejidos
periapicales, sin embargo, utilizarlo al 0,5 %, no es suficiente para actuar
sobre algunos microorganismos como el Staphylococcus aureus o
Enterococcus faecalis.Durante la terapia endodóntica, el irrigante puede ser
extruido a través del foramen apical debido al aumento de la presión positiva
cuando la aguja no alcanza la longitud de trabajo, por lo que queda atascada
en el canal y no existe reflujo hacia la cámara. Suele ocurrir en dientes con
longitudes radiculares largas y con algún grado de reabsorción apical
relacionada con enfermedades que afectan el periápice.
Los síntomas más comunes en este accidente son edema, dolor,
equimosis, hemorragias, enfisema y reacciones alérgicas. En algunas
ocasiones, puede comprometer la vida del paciente dependiendo de la
ubicación del diente, relación con estructuras anatómicas, espacios
aponeuróticos vecinos (especialmente sublingual y submental), que
comprometen la vía aérea.
CASO CLÍNICO
Paciente de sexo masculino de 67 años de edad, con hipertensión arterial
controlada (losartan, tabletas de 50 mg, 1/día), sin antecedentes de alergias,
asiste a consulta para realización endodoncia preprotésica del segundo
molar superior derecho (# 17). Se le realizaron las pruebas de sensibilidad
rutinarias establecidas en la historia clínica con respuesta dentro de los
parámetros de normalidad. Radiográficamente se observa radiopacidad
coronal extensa compatible con restauración metálica, con cercanía a
cámara pulpar y raíces fusionadas con periápice normal. Se estableció
diagnóstico de pulpa sana según hallazgos encontrados y se procedió a
realizar una endodoncia convencional. Se anestesió al paciente con lidocaína
al 2 % con epinefrina (1:80 000) mediante técnica infiltrativa vestibular y
palatina. Se realizó aislamiento absoluto del campo operatorio, se conformó
la cavidad de acceso ubicando la entrada de los conductos. Se realizó
pulpectomía y se determinó la longitud de trabajo con localizador apical
RAYPEX®6(VDW/Germany) (conducto mesovestibular 18 mm,
distovestibular y palatino 21 mm cada uno). Se instrumentó conducto palatino
hasta lima 35 (k file Maillefer-Dentsply/Switzerland), irrigando con aguja
Monojet de salida lateral en extremo, cargada con hipoclorito de sodio al 5,25
%, realizando succión constante con eyector de conductos. Al pasar al
conducto distovestibular y continuando con la preparación biomecánica, el
paciente refiere dolor y sensación de quemazón durante la irrigación,
acompañada a los pocos segundos con edema y tumefacción en tejidos
blandos de tercio medio facial, con alteración de la continuidad del contorno
facial (Fig. 1). Inmediatamente se detiene el procedimiento y se suministra
solución anestésica en el área afectada para reducción de sintomatología. Se
ordena aplicación inmediata de dexametasona (ampolla 8 mg/2mL) y
observación durante 1 h aproximadamente para control de síntomas. Se
medica ibuprofeno (tabletas de 600 mg cada 6 h por 3 días como analgésico-
antiinflamatorio) y amoxicilina (cápsulas de 500 mg cada 8 h durante 7 días
como profilaxis antibiótica); se hacen recomendaciones en higiene bucal y
cuidados en general. Se cita al paciente a las 24 h para control.
Fig. 1 Se observa
discontinuidad del contorno
facial con el sobrepaso del
hipoclorito de sodio a tejidos
perirradiculares.
DISCUSIÓN
Desde 1941, el hipoclorito de sodio viene siendo utilizado, en múltiples
concentraciones, como solución irrigante primaria en tratamientos de
endodoncia, por delante de otros como la clorhexidina.7 Es ampliamente
utilizado por eliminar tejido orgánico, tanto vital como necrótico.
Adicionalmente, su alto nivel de penetración en el sistema de conductos
conferido por su baja tensión superficial, lo hace efectivo al alcanzar zonas
anatómicas de difícil acceso en la instrumentación.8
Paradójicamente, estas mismas ventajas, (pH alcalino, su capacidad de
actuar por contacto, disolución de tejidos y su baja tensión superficial),
obligan al operador a manipularlo dentro de un esquema riguroso que evite
este tipo de eventos adversos como el sobrepaso más allá del foramen, lo
que garantiza la seguridad e integridad del paciente. El clínico debe tener en
cuenta factores relevantes como la selección de la aguja para irrigar, la
longitud radicular, tamaño del foramen apical y su relación con la enfermedad
diagnosticada e indicaciones terapéuticas del diente a tratar en general. Silva
y otros, sugieren que las agujas con punta de doble salida lateral llevan
menos deshechos hacia el ápice comparadas con las agujas con salida única
en el extremo. Sin embargo, no hubo diferencias estadísticamente
significativas con agujas finalizadas en una sola apertura lateral con respecto
a las finalizadas con dos aperturas laterales.
Lo anterior sugiere que la presión ejercida en el embolo por el operador
empleando agujas de salida lateral, es menor a la presión requerida para
agujas con salida en la punta, lo que reduce la posibilidad de extrusión del
irrigante a través del ápice. La selección del diámetro de la aguja y de la
jeringa influye sobre la seguridad con que será ejecutado este paso del
tratamiento. Chang y otros realizaron un estudio in vitro donde informaron
que además del tipo de salida de la aguja, la selección de la jeringa
determina la cantidad de irrigante que se lleva al ápice. Adicionalmente,
también interfiere la longitud radicular y la forma del canal en la porción
apical. En el tercio apical de canales ovales, la ocurrencia de sobrepaso es
menor, lo que indica que hay espacio suficiente para el reflujo del irrigante.
Con la irrigación manual convencional, se llevan más deshechos e irrigante
comparado con la irrigación utilizando jeringa con cuerpo de bomba. En esta
última, aplicando menor presión, se lleva el mismo volumen de líquido al
tercio apical del canal, pero con mayor control con respecto a la extrusión.
Los accidentes con hipoclorito de sodio se presentan muy poco si se tiene en
cuenta el número de casos tratados por endodoncia. El riesgo de
sobreirrigación se puede reducir con el empleo de la lima de patencia para
mantener el conducto libre de desechos, además de la constitución de las
válvulas de algunas secciones de las venas faciales que se resisten a la
devolución del flujo unos pocos milímetros; adicionalmente, el nivel de
presión ejercida con presión positiva.
INTRODUCCIÓN
La sinusitis maxilar es la inflamación o disrupción de la membrana de
Schneider, la cual recubre el interior del seno maxilar en contacto con el
periostio. Esta inflamación puede ser de carácter agudo, crónico, o agudo
recidivante.
El cuadro clínico habitual consiste en dolor en la región maxilar asociada a
rinorrea purulenta, obstrucción nasal, fiebre y mal olor, aunque el paciente
puede permanecer asintomático en algunos casos. En estos últimos, es
necesario pedir una ortopantomografía y una radiografía con proyección de
Waters. En aquellos pacientes que no mejoran con un tratamiento
conservador es preciso realizar una tomografía computarizada (TC) o una
fibroscopia, para descartar la presencia de un cuerpo extraño.
La etiología de la sinusitis aguda puede ser el resultado de alérgenos
ambientales, irritantes anatómicos, infecciones bacterianas o fúngicas,
infecciones odontógenas o la presencia de cuerpos extraños. Generalmente
existe una disfunción ciliar u obstrucción de las aperturas de drenaje y se
crea un estancamiento de las secreciones que favorece la colonización
bacteriana.
Basado en un metaanálisis dirigido por Arias-Irima y otros se ha determinado
que la etiología iatrogénica y odontógena representa hasta un 30-40 % de los
casos de sinusitis maxilar, llegando al 75 % en la serie publicada por
Troeltzsch y otros. Es probable que la mayor incidencia por estas causas se
deba al aumento de intervenciones dentales realizadas en las últimas
décadas, asociada a un incremento de la incidencia de complicaciones
iatrogénicas.
A continuación, se presenta un caso clínico diagnosticado con sinusitis
maxilar, con énfasis en las causas raras iatrogénicas y en el protocolo de
actuación.
DISCUSIÓN
Las sinusitis odontógenas suelen estar relacionadas con la enfermedad
periodontal y periapical, ya que la infección odontogénica o del alveolo
dentario puede propagarse provocando la inflamación o disrupción de la
membrana de Schneider, alterando su correcto funcionamiento. Las sinusitis
iatrogénicas suelen ser debidas a extracciones dentales, extravasación de
material de obturación hacia el seno tras realizar una endodoncia, restos de
amalgama tras una apicectomía, migración de implantes en el seno maxilar,
cirugía de elevación de seno, traumatismos faciales, cirugía ortognática o
cirugía del paladar hendido.
Sin embargo, el caso presentado representa una causa rara de sinusitis
iatrogénica, que fue secundaria al paso de material de impresión dental al
seno maxilar en un paciente que presentaba una comunicación oroantral no
visible, asintomática y no diagnosticada.
Habitualmente el cuerpo extraño suele ser de origen endógeno, como el caso
de raíces dentales introducidas accidentalmente al seno maxilar; o exógeno,
cuando hay una migración al seno de material de obturación en
intervenciones de endodoncia. Esto puede ocurrir en aquellos casos en los
cuáles el suelo del seno maxilar es más delgado, más frecuentemente en los
sectores posteriores. También se han descrito la migración de implantes, de
puntas de fresado óseo, gutapercha, de material cicatrizante para
empaquetar el lecho alveolar, la extravasación de Alveogyl® (zinc), o el paso
de material de impresión para la toma de medidas en el proceso de la
rehabilitación dental con implantes.
El proceso de toma de muestras de las arcadas dentales para la
rehabilitación protésica implica presionar sobre las mismas una cubeta de
impresión llena de un material pastoso fraguable, como silicona o alginato
mezclados con agua. En relación con el caso presentado, este procedimiento
no debería realizarse en pacientes que presentan una comunicación
oroantral y, en caso de hacerse, debe comprobarse la completa retirada del
material posteriormente.
Bodet y otros realizaron 68 endoscopias nasales para el tratamiento de
sinusitis maxilares crónicas, y analizaron su etiología. Observaron que en el
16 % de los casos había un cuerpo extraño a nivel maxilar, de los cuales
siete eran restos de amalgama, dos implantes de titanio, una raíz dental y un
fragmento de cristal introducido por una herida secundaria a una agresión.
Cabe destacar que en 38 casos la etiología fue la obstrucción del complejo
osteomeatal por otras causas.
Generalmente las causas no odontógenas suelen tratarse de manera
conservadora con antibiótico y descongestionantes nasales, mientras que en
las sinusitis odontógenas se requiere un tratamiento dirigido a la etiología, ya
sea bien realizando un tratamiento dental en los casos de patología
periodontal, o extrayendo el cuerpo extraño. En caso de existir un cuerpo
extraño en el seno, su extracción podrá realizarse mediante cirugía directa,
con abordaje de Caldwell-Luc, o por antrostomía endoscópica.
Troeltzsch y otros estudiaron el tiempo de instauración de la sinusitis en
relación a intervenciones implantológicas. En su serie de casos encontraron
una latencia mínima de un año tras la realización de una elevación de seno
hasta presentar clínica de sinusitis. La mayoría de los pacientes negaron un
antecedente reciente de procedimiento dental. En las sinusitis secundarias a
colocación de implantes, sin embargo, se observó una latencia mínima de
cuatro años y se asoció en todos los casos a periimplantitis avanzada. No se
realizaron comentarios acerca de la latencia de sinusitis posexodoncia.
BIBLIOGRAFÍA
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