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JURISPRUDENCIA

Roj: SJPII 15/2020 - ECLI:ES:JPII:2020:15


Id Cendoj: 05016410012020100001
Órgano: Juzgado de Primera Instancia e Instrucción
Sede: Arévalo
Sección: 1
Fecha: 31/01/2020
Nº de Recurso: 386/2017
Nº de Resolución: 7/2020
Procedimiento: Procedimiento ordinario
Ponente: SANTIAGO ALBA CIMARRA
Tipo de Resolución: Sentencia

JDO.1A.INST.E INSTRUCCION N.1


AREVALO
SENTENCIA: 00007/2020
-
CALLE SANTA MARIA Nº 2
Teléfono: 920301311/920301297, Fax: 920301451
Correo electrónico:
Equipo/usuario: C2
Modelo: 0030K0
N.I.G.: 05016 41 1 2017 0000444
ORD PROCEDIMIENTO ORDINARIO 0000386 /2017
Procedimiento origen: /
Sobre OTRAS MATERIAS
DEMANDANTE D/ña. OBISPADO Y DIOCESIS DE AVILA
Procurador/a Sr/a. JOAQUIN PABLO PEREZ GOMEZ
Abogado/a Sr/a.
DEMANDADO D/ña. Teresa
Procurador/a Sr/a. JESUS JAVIER GARCIA-CRUCES GONZALEZ
Abogado/a Sr/a.
SENTENCIANº 7/2020
En Arévalo a 31 de enero de 2020
Don Santiago Alba Cimarra Magistrado-Juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Arévalo y
su partido judicial, ha visto los autos de juicio ordinario, registrados con el número 386/17, promovidos por
OBISPADO DE ÁVILA Y LA PARROQUIA DE SANTO DOMINIGO DE SILOS DE ARÉVALO, representada por el
Procurador de los Tribunales Sra. Mata Grande, y asistido por el letrado Sr. Gómez Albarrán, contra Dª Teresa
representada por el Procurador de los Tribunales Sr. García-Cruces, y asistida por el letrado Sr. Polo Puentes,
y versando los mismos sobre acción declarativa de dominio y reivindicatoria.

ANTECEDENTES DE HECHO

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JURISPRUDENCIA

PRIMERO.- Que por el referido Procurador, en la representación que ostenta, se dedujo demanda contra los
indicados demandados, sobre acción declarativa de dominio y reivindicatoria.
SEGUNDO.- Cumplidos los requisitos legales exigidos, se admite a trámite la demanda, acordando su traslado
a la demandada junto con los documentos adjuntos, quien se opone en tiempo y forma, reconviniendo una
de las codemandadas, dándose los trámites procesales a la reconvención y una vez contestada la misma, se
señala para la celebración de la audiencia previa el día 29 de octubre de 2019.
TERCERO.- Convocadas las partes a la preceptiva audiencia señalada por la Ley, y llegado el día señalado,
comparecieron ambas partes, exhortándose a las mismas para que llegaran a un acuerdo, que no se
logró, afirmándose y ratificándose en sus respectivos escritos de demanda y contestación, y realizando las
manifestaciones que obran en autos y solicitando el recibimiento del pleito a prueba, todo lo cual consta
debidamente registrado en soporte apto para la grabación y reproducción del sonido y de la imagen, con el
resultado que obra en autos.
CUARTO.- Acordado el recibimiento del pleito a prueba, a instancia de ambas partes, y llegado el día señalado
para el juicio, se practicó la prueba propuesta y admitida en los términos que consta en la grabación, y que,
en aras a la brevedad, se tiene por reproducido. Practicadas las pruebas las partes formularon oralmente sus
conclusiones en los términos que obran en autos.
QUINTO.- En la tramitación de este procedimiento se han observado las prescripciones legales oportunas.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Se ejercitan por el actor, al amparo del artículo 348, 1.930 y concordantes del Código Civil, así como
lo dispuesto en el Concordato de 1851, el de 1953, el Convenio sobre Asuntos Jurídicos con la Iglesia de 1979
y resto de normativa aplicable, la acción declarativa de dominio y reivindicatoria, sobre la Iglesia de la Lugareja
descrita en el hecho primero de la demanda, basándose en la diversa documental y estudios que acompaña.
Por todo lo cual solicita una sentencia estimatoria con expresa condena en costas de la parte demandada.
Frente a ello, el demandado alega en primer lugar falta de legitimación activa, en segundo que el inmueble se
encuentra debidamente inscrito en el Registro de la Propiedad a su favor sin que la demandante aporte ningún
título que lo desvirtúe, en tercero que la acción se encuentra prescrita y que en todo caso la hubiesen adquirido
por prescripción adquisitiva por haber transcurrido holgadamente los plazos y cumplirse los requisitos tanto
de la ordinaria como de la extraordinaria. Por lo que solicitan que se dicte una sentencia desestimatoria de la
demanda con plena imposición de costas a la parte demandada.
SEGUNDO.- Planteado en estos términos la controversia y acreditado por no ser objeto de controversia que
el inmueble se encuentra sito dentro de la finca de los demandados y que tanto la finca como el inmueble se
encuentran inscritos en el Registro de la Propiedad a favor de los demandados, son cuestiones a resolver:
La cuestión relativa a la falta de legitimación activa fue resuelta en la Audiencia Previa con el resultado que
obra en autos.
1º Si el actor tiene algún título que le permita acreditar un derecho mejor que el de los demandados a ostentar
la titularidad del inmueble objeto de litis.
2º En caso de que lo tenga si la acción se encuentra prescrita.
3º En caso de que lo tenga y la acción no se encuentre prescrita si el demandado no lo habría adquirido en
todo caso por prescripción ordinaria o extraordinaria.
Previamente a entrar a conocer el fondo del asunto hemos de poner de relieve que el Registro de la Propiedad
tiene como fin dar seguridad al tráfico jurídico inmobiliario, por lo que cuentan sus inscripciones con una
presunción de veracidad, iuris tantum, que si bien puede romperse con una prueba de cargo en contrario,
corresponde dicha prueba al que alega su inexactitud o error.
TERCERO.- HECHOS PROBADOS:
Tanto la finca como el inmueble se encuentran inscritos a favor de la demandada en el Registro de la Propiedad
y en el Catastro, y ha presentado el título de compraventa en cuya virtud adquirió la titularidad dominical sobre
los mismos.
La actora no ha presentado ningún título capaz de romper la anterior presunción iuris tantum de titularidad
en favor de la demandada, ni ha acreditado que la citada Ermita les fuese devuelta en cumplimiento de la Ley
derogatoria de las desamortizaciones, ni ha realizado ningún acto tendente a su recuperación al margen de la
presentación de esta demanda y de un acto de conciliación carente de valor jurídico alguno.

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No se ha acreditado que la Ermita se destinase al culto por lo menos a partir del año 1911, habiendo incluso
estado destinada a almacén de grano y nitratos (abono).
Desde hace más de 20 años que los demandados han puesto otra cerradura los actores no han realizado
ningún tipo de actividad al margen de la presentación de la presente demanda, siendo su posesión pública,
pacífica, ininterrumpida y avalada por justo título.
CUARTO.- La resolución de la primera cuestión requiere aplicar, los siguientes fundamentos jurídicos y
jurisprudenciales:
El artículo 348 C.C. dispone que la propiedad es el derecho de gozar y disponer de una cosa sin más
limitaciones que las establecidas por las leyes. Añade que el propietario tiene acción contra el tenedor y el
poseedor de la cosa para reivindicarla.
La acción reivindicatoria, jurisprudencialmente, es definida como la acción que puede ejercitar el propietario
que no posee contra el poseedor que frente al propietario no puede alegar un título que justifique su posesión
( STS de 1 de marzo 1954, STS de 30 de octubre 1997).
Conforme a reiterada jurisprudencia, así STS. de 28 de septiembre de 1.999: "Para el éxito del ejercicio de
la acción reivindicatoria es preciso que concurran tres requisitos: a) que el actor pruebe cumplidamente el
dominio de la finca que reclama b) la identificación exacta de la misma y c) la detentación o posesión de la
misma por el demandado...". Desarrollando tales requisitos que afectan como vemos al actor, al demandado
y al objeto, cabe precisar lo siguiente:
1º En cuanto al actor, que justifique su derecho de propiedad o, lo que es lo mismo, la existencia de un justo
título de dominio, que no es imprescindible que consista en un instrumento público o documento privado,
puesto que el derecho del actor puede justificarse por cualquiera de los medios probatorios admitidos por
nuestra legislación e incluso a través de la posesión continuada durante el plazo y con las condiciones
establecidas en los artículos 1.941, 1.959 y 1.966 del referido Código Civil, para la prescripción adquisitiva.
El título, según unánime doctrina jurisprudencial, ha de quedar completamente demostrado en su existencia y
eficacia, no bastando cualquier justificación, pues debe ser cumplida y plenamente demostrativa del dominio
del accionante ( STS 28-4-1997, que cita las de 17-10-1991, 26-5-1994 y 5-7-1996), completado por la tradición
si la adquisición fuese derivativa (S 23 de enero de 1989), sin que ello suponga la necesidad de que el título
quede incorporado a un documento que refleje el hecho jurídico idóneo para generar el derecho real ( STS
6-7-1982), pues el término "título de dominio" no equivale a documento preconstituido, sino a la justificación
dominical, que no impone al reivindicante la necesidad de presentar título escrito, pues su realidad puede
demostrarse con cualquiera de los medios de prueba admitidos en derecho ( SSTS 10-10-72, 14-12-79, 4 de
noviembre de 1981).
2º En cuanto al demandado, que sea poseedor o detentador, esto es, que el bien reivindicado esté poseído por
el demandado sin título para ello o con derecho de menor entidad que el del actor.
En definitiva, se requiere también que el demandado que esté en posesión de la cosa no tenga derecho a
poseerla, por lo que no cabe ejercitar la acción reivindicatoria en el caso de que alguien posea la cosa de
propiedad ajena en virtud de una relación obligacional subsistente.
3º En cuanto a la cosa, su identidad concreta y determinada, lo que supone que, por una parte, debe fijarse
con claridad y precisión la situación, cabida y linderos de las fincas de modo que no pueda dudarse de cual
se trata, y, de otra, se ha de acreditar de modo práctico en el juicio que el terreno es aquél al que el primer
aspecto de la identificación se refiere".
En relación con el requisito de la identidad de la finca señala la doctrina jurisprudencial que la identificación
que al reivindicante se le impone no consiste solamente en fijar con precisión y exactitud la situación, cabida
y linderos de la finca, sino que además hay que demostrar que el predio identificado sobre el terreno es
precisamente aquél a que se refieren los documentos y demás medios de prueba en que el actor funde su
pretensión, identificación que implica un juicio comparativo entre la descripción que se hace de la finca real
contemplada y aquélla a que se refiere en los títulos el reivindicante, que lleve al juzgador a la firme convicción
de que aquélla y ésta son una misma finca ( SSTS. de 15 de noviembre de 1.961 , 11 de diciembre de 1.973 ,
20 de marzo de 1.982 , 3 de noviembre de 1.989 y 30 de julio de 1.999 , entre otras). Se establece igualmente
en las SSTS. de 29 de abril de 1.958 y de 31 de enero de 1.963 que no puede confundirse el concepto de "
identificación " con el cumplimiento del " requisito de la identificación a efectos de la prosperabilidad de las
acciones reivindicatoria y declarativa de dominio"; aquélla equivale a la simple acción de identificar o señalar
determinadamente una finca o señalar a la que se alude, concretando su extensión y linderos o características
que la individualizan, mientras que la identificación que se exige, cuando de acciones dominicales se trata, es

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otro concepto más complejo, ya que no basta la individualización o concreción del objeto o finca cuyo dominio
se reclama, sino que es necesario, además, que se acredite de modo que no deje lugar a dudas que el terreno
señalado e identificado como objeto del litigio es precisamente el mismo que los títulos de propiedad amparan,
teniendo declarado el Tribunal Supremo que la identificación no se logra con la descripción registral o con la
expresión que figura en los títulos, sino que requiere que la finca se determine sobre el terreno por sus cuatro
puntos cardinales, debiendo estos concretarse con total precisión, y siendo requisito identificativo especial
para la viabilidad de las acciones a que se refiere el artículo 348 del Código Civil, sin que ninguna presunción
libere al demandante de la actividad probatoria ( STS de 16 de julio de 1990, entre otras).
En último lugar cobrara especial trascendencia las normas contenidas en los artículos 217 y concordantes de
la LEC en cuya virtud cada una de las partes debe probar los hechos en los que funde su derecho.
Aplicando los antedichos criterios al caso que nos ocupa, y de la extensísima documental aportada, así como
de la declaración de parte, de las testificales y periciales, se deduce:
El demandante no ha acreditado la existencia de ningún título que rompa la inscripción registral aportada por
los demandados, pues habla de que la Iglesia les pertenece desde tiempos inmemoriales, (presentando libros
registros y archivos propios de carácter diocesano que carecen de cualquier virtualidad jurídica para romper
lo establecido por los Registros Públicos como son el Registro de la Propiedad y el Catastro), pero lo cierto es
que desde la desamortización (producida en el año 1.844), la finca con todo su contenido e inmuebles pasa
a manos privadas, tal y como se deduce incluso de la documental presentada por la propia parte actora, (por
ejemplo en el libro que es coautor el Sr. Carlos Jesús en su página 53 se indica que pasa a manos privadas,
refiriéndose dicho libro exclusivamente a la Ermita y no a la finca en general; en el propio informe elaborado
por el Sr. Luis Angel se reconoce que la Ermita se encuentra inscrita en el Registro de la Propiedad a favor
de los demandados y que ello es legal aunque moralmente reprobable), y de la documental presentada por la
demandada en la que consta la compraventa en la que adquiere la finca, con todos los bienes sitos dentro de
la misma, de su anterior titular registral, gozando de un tracto sucesivo ininterrumpido.
Con independencia de que fuese o no Parroquia con anterioridad, o no conste que se haya desacralizado, lo
cierto es que desde el año 1.911 (o a lo sumo desde 1934) no existe registro de ningún tipo que lo acredite, ni
se aporta prueba alguna que indique que sea destinada al culto, y mucho menos desde que los demandados
la adquirieron en el año 1.954.
Ha sido acreditado asimismo que la demandada adquiere la finca en el año 1.954, y que desde esa fecha
lleva actos de titularidad sobre todo lo que incluye la misma, incluida la ermita, pues el hijo de la demandada
(Sr. Juan Francisco ) ha manifestado que sólo se practicaba culto cuando lo requería su abuelo y además lo
pagaba, que cuando la adquieren era un almacén y que cuando se restaura en el año 1.988 quien firma como la
Propiedad era el Sr. Juan Francisco , y que el obispado no acudió (acreditado documentalmente y corroborado
por la testifical del Sr. Alberto que firmó dicho documento como Alcalde accidental).
Habiendo sido desestimada la primera cuestión se hace innecesario entrar a valorar el resto; no obstante
a mayor abundamiento y con la finalidad de dejar resuelta cualquier tipo de duda jurídica en cuanto a la
prescripción adquisitiva se establece:
El artículo 1930 del CCi: Por la prescripción se adquieren, de la manera y con las condiciones determinadas en
la ley, el dominio y demás derechos reales.
El artículo 1940: Para la prescripción ordinaria del dominio y demás derechos reales se necesita poseer las cosas
con buena fe y justo título por el tiempo determinado en la ley.
El artículo1941: La posesión ha de ser en concepto de dueño, pública, pacífica y no interrumpida.
El artículo 1942: No aprovechan para la posesión los actos de carácter posesorio ejecutados en virtud de licencia
o por mera tolerancia del dueño.
El artículo 1943: La posesión se interrumpe, para los efectos de la prescripción, natural o civilmente.
El artículo 1948: Cualquier reconocimiento expreso o tácito que el poseedor hiciere del derecho del dueño
interrumpe asimismo la posesión.
El artículo 1950: La buena fe del poseedor consiste en la creencia de que la persona de quien recibió la cosa
era dueño de ella, y podía transmitir su dominio.
El artículo 1952: Entiéndese por justo título el que legalmente baste para transferir el dominio o derecho real de
cuya prescripción se trate.
El artículo 1954: El justo título debe probarse; no se presume nunca.

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El artículo 1957: El dominio y demás derechos reales sobre bienes inmuebles se prescriben por la posesión
durante diez años entre presentes y veinte entre ausentes, con buena fe y justo título.
El artículo 1959: Se prescriben también el dominio y demás derechos reales sobre los bienes inmuebles por
su posesión no interrumpida durante treinta años, sin necesidad de título ni de buena fe, y sin distinción entre
presentes y ausentes, salvo la excepción determinada en el artículo 539.
Aplicando el antedicho articulado al caso que nos ocupa así como lo indicado por la STS de 10/7/2019 :"Hay
que partir, por tanto, de los siguientes datos normativos:
i) Conforme al art. 1969 CC "el tiempo para la prescripción de toda clase de acciones, cuando no haya disposición
especial que otra cosa determine, se contará desde el día en que pudieron ejercitarse". Para la reivindicatoria
ese momento se inicia cuando el derecho ha sido lesionado, es decir, desde que tiene lugar la posesión que
vulnera el derecho del propietario, lo que sucede cuando los demandados comienzan una posesión idónea para
la usucapión, tal y como resulta de la doctrina contenida en las sentencias 454/2012, de 11 de julio , y 540/2012,
de 19 de noviembre .
Por ello, aunque se aceptara que el terreno adquirido por el Cabildo en virtud del documento de compra otorgado
el 17 de julio de 1784 se corresponde con toda la superficie que argumenta a partir de la interpretación que hace
de los linderos que se contienen en dicho documento -lo que ahora no se analiza y a efectos de la resolución
del recurso de casación va a resultar indiferente-, y aunque se aceptara igualmente que los demandados -o sus
causantes o causahabientes- empezaron a poseer indebidamente, sería a partir de su posesión a título de dueño,
sin reconocimiento del dominio del Cabildo, cuando este hubiera podido ejercer la acción reivindicatoria con la
pretensión restitutoria.
ii) En atención al tiempo transcurrido desde que se dicen producidos los despojos así como a las sucesiones
"inter vivos" o "mortis causa" en las titularidades de las porciones de tierra reivindicadas hasta llegar a los
demandados, conviene recordar que, a efectos de la posesión por personas distintas, deben tenerse en cuenta
los arts. 1960.1ª (al menos por analogía, también para la cesión "inter vivos"), 1934, 440 y 442 CC , que permiten
al poseedor actual completar el tiempo necesario para la usucapión uniendo al suyo el de su causante o
transmitente de tal manera que, pese al cambio de sujeto, los nuevos poseedores son sucesores en sentido
jurídico del primero.
iii) Además, el art. 35 LH facilita la usucapión ordinaria al titular registral cuando establece que "a los efectos de
la prescripción adquisitiva en favor del titular inscrito, será justo título la inscripción, y se presumirá que aquél
ha poseído pública, pacífica, ininterrumpidamente y de buena fe durante el tiempo de vigencia del asiento y de
los de sus antecesores de quienes traiga causa".
De este modo, aun suponiendo que el Cabildo hubiese sido verdadero dueño de las fincas de las que los
demandados son titulares registrales, y aun cuando estos últimos no hubieran adquirido a título oneroso y de
buena fe de un titular registral, de modo que no estuvieran protegidos por la fe pública registral, bien por haber
inmatriculado su finca, o por haber adquirido gratuitamente de quien inmatriculó, o por haber adquirido a título
oneroso y de buena fe pero sin justo título, lo cierto es que, conforme al art. 35 LH , la inscripción válida a favor
de los demandados queda equiparada legalmente al título para la usucapión ordinaria. Además, se presume,
salvo prueba en contrario, que el titular registral ha poseído pública, pacífica, ininterrumpidamente y de buena
fe durante el tiempo de vigencia del asiento y de los de sus antecesores de quienes traiga causa. Y aun cuando
el Cabildo hubiera probado la mala fe posesoria de los demandados, lo que no consta a la vista de los hechos
probados, la única posibilidad de evitar la usucapión extraordinaria sería mediante la prueba de que los titulares
inscritos no eran poseedores a título de dueño o que no habían llegado a completarse los treinta años de
posesión.
Por todo ello, en el presente caso, la acción reivindicatoria no puede prosperar, aunque se entienda que los
demandados solo llegaron a adquirir la propiedad por usucapión")
Así pues la prescripción adquisitiva ordinaria debe de darse por cumplida en favor de la parte demandada,
pues lleva poseyendo la finca así como la Ermita de forma ininterrumpida, pública, con buena fe y justo título
(compraventa de su anterior propietario debidamente inscrita en el Registro de la Propiedad, así como en el
catastro, y pagando los correspondientes tributos sobre la misma) desde que la adquirió en el año 1.954, sin
que haya sido perturbada de ninguna forma, y siendo un hecho que corrobora este dominio sobre la Ermita,
que por lo menos, tal y como ha reconocido el Sr. Carlos Jesús , desde hace 23 años que pusieron otra
cerradura, nadie aparte de los demandados tenga llaves del inmueble objeto de litis, sin que asimismo se
haya interrumpido la misma por cualquier medio previsto en el artículo 1973 del CCi en el plazo que hubiese
impedido su adquisición por usucapión.

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Aún aplicando el peor de los supuestos para la parte demandada, que sería considerar que la inscripción de
la Ermita en el Registro de la Propiedad no se produce a su favor hasta la última inscripción de 2.006, cuando
específicamente se describe la misma, habría transcurrido el plazo de 10 años previsto en el artículo 1.957 del
Código Civil, ya que, la presente demanda no se interpone hasta el año 2.017.
En último lugar, no parece lógico que alguien que afirma que algo es suyo, habida cuenta que no fue
desamortizado, y tratándose además de un bien inmueble de incalculable valor histórico, artístico y cultural,
no haya reclamado su titularidad durante más de un siglo y medio, y haya permitido:
1.- Se encuentre inscrito en los Registros Públicos (Registro de la Propiedad y Catastro) a favor de distintos
dueños que lo han ido transmitiendo sin romperse nunca el tracto sucesivo.
2.- Vengan siendo abonados los impuestos sobre el citado bien inmueble por los titulares registrales.
3.- No se realicen actos de culto durante un siglo y permita que durante un tiempo el mismo sea relegado a
servir como un mero almacén.
4.- Se ponga una cerradura que impida su acceso al inmueble hace más de 20 años.
5.- No acuda y permita que en la recepción de obras de rehabilitación del inmueble realizadas con un ente
público (Junta de Castilla y León) firme el titular registral como la Propiedad.
Por todo lo antedicho se debe desestimar la demanda interpuesta.
CUARTO.- Las costas se imponen a la parte actora de conformidad con lo preceptuado en el art 394 de la LEC.
Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación.

FALLO
Que debiendo desestimar desestimo la demanda formulada por el Procurador Sra. Mata Grande, en nombre
y representación de OBISPADO DE ÁVILA Y LA PARROQUIA DE SANTO DOMINIGO DE SILOS DE ARÉVALO,
contra Dª Teresa representada por el Procurador de los Tribunales Sr. García-Cruces y por ello debo absolver
y absuelvo a la demandada de todos los pedimentos de la demanda.
Las costas se imponen a la parte actora.
Contra esta resolución cabe formular recurso de apelación ante la Audiencia de Ávila ( Art.455LEC).
El recurso se preparará por medio de escrito presentado en este Juzgado en el plazo de veinte días hábiles
contados desde el día siguiente de la notificación, limitado a citar la resolución apelada, manifestando la
voluntad de recurrir, con expresión de los pronunciamientos que impugna, previa constitución en la cuenta de
consignaciones de este juzgado del deposito para recurrir prevenido en la LO 11/10/2011 .
Así por esta mi sentencia, juzgando en primera instancia, la pronuncio, mando y firmo.
EL MAGISTRADO JUEZ LA LETRADA DE LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA

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