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El codependiente sufre una pulsión al cubrir todas las necesidades de la persona a

su cuidado, asumiendo los problemas de esta como propios. Los fracasos del otro
son también sus fracasos. Y como consecuencia inevitable el codependiente
deja relegadas en un segundo plano sus necesidades y deseos. Por así
decirlo, se pierde a sí mismo.

Otro rasgo común de las personas que sufren codependencia es la baja


autoestima. Cuidar y satisfacer las necesidades del otro sería ese refuerzo para
su valía. Por otro lado, son personas hiperresponsables, que sienten que su
obligación es sacrificarse por el otro, aunque ese constante sacrificio no le
retribuya la felicidad ni la satisfacción esperada. Están sometidas a elevados
niveles de culpa y presión (autoexigencia), en muchas ocasiones al chantaje
emocional del dependiente; y muestran signos de agotamiento crónico, estrés y
depresión.

Intervención psicológica de la codependencia


Como se ha explicado, la codependencia es un trastorno emocional; de hecho,
muchos expertos lo enmarcan dentro del cuadro de las adicciones. Cuando el
paciente sufre esta codependencia del familiar a su cuidado (un enfermo crónico,
con discapacidad, drogodependiente…), la intervención psicológica no solo se
centra en la terapia directa con el demandante, también con el resto de los
familiares y en concreto con la persona-objeto de su “adicción emocional”.

La intervención psicológica arranca con una amplia evaluación del


codependiente, donde se registrarán su historia y perfil de personalidad, la
afectación a su autoestima, los niveles de ansiedad y síntomas de depresión. En
este espacio, se define la conducta problema, cómo son sus interacciones con los
demás (familia, persona a su cuidado…) y, muy especialmente, cuáles son los
factores causales de la codependencia y las variables que la mantienen.

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