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La sostenibilidad corporativa implica que una empresa genere valor a largo plazo en
aspectos financieros, sociales, medioambientales y éticos. Su meta es crear valor para
todas las partes interesadas, no solo para los accionistas, a lo largo del tiempo. A nivel
nacional e internacional, se reconoce que es importante priorizar el respeto hacia todos
los grupos involucrados en la empresa, por encima de los accionistas, para fomentar
prácticas de negocios responsables y un desarrollo adecuado que minimice los impactos
negativos de la empresa en el entorno, promoviendo al mismo tiempo el desarrollo
económico, social y ambiental. Esto implica adoptar prácticas de gestión responsables en
áreas como el gobierno corporativo, la gestión de los recursos naturales, la protección del
medio ambiente, la responsabilidad social empresarial, la gestión de riesgos y la
transparencia en la información.
La responsabilidad del empresario por sus hechos propios surge de las acciones u
omisiones realizadas por los órganos que se encargan de la administración de la empresa,
que causan daños a terceros. Estos órganos se refieren a las personas y organismos que
componen la misma, y que pueden entenderse como la forma de expresión de la voluntad
de la empresa, es decir, aquellos encargados de tomar decisiones y llevar a cabo las
actividades relacionadas con el objeto de la sociedad. Es importante destacar que la
responsabilidad por los hechos propios de la empresa debe ser probada, no es de carácter
objetivo. Además, se contempla la noción de "culpa organizacional", que implica atribuir
los daños a la empresa en su conjunto cuando no se puede identificar a una persona
específica responsable, y el daño corresponde a un hecho dañoso ocurrido como
consecuencia de la falta de cuidado por la organización en su conjunto
En contraste, la responsabilidad de la empresa por los actos ajenos o de sus empleados se
fundamenta en el artículo 2320 del Código Civil. En este caso, se presume la culpa de la
empresa si se cumplen ciertos requisitos: (i) existencia de una relación de dependencia
entre el autor del daño y el empresario; (ii) el daño ocurrió en el ejercicio de las funciones
del empleado; y (iii) el empleado cometió un delito o cuasidelito civil. Por lo tanto, una vez
que se demuestran estos requisitos y la culpa del empleado, se presume la culpa del
empresario. La responsabilidad de la empresa se deriva de su propia negligencia, ya que
tiene la obligación de supervisar a sus empleados. No obstante, la empresa puede
eximirse de responsabilidad si demuestra que, con la debida diligencia, no pudo evitar el
acto dañino realizado por sus empleados
En mi parecer, según lo aprendido, es factible iniciar una acción por responsabilidad civil
contra el empresario. Esto se debe a que, de acuerdo con el Artículo 2320 del Código Civil,
el empresario es responsable por los actos de sus empleados. En este escenario, se
cumplen todos los requisitos para la responsabilidad por hecho ajeno.
En primer lugar, existe una relación de dependencia entre el autor del daño (el operario
de la carretilla elevadora) y el empresario, ya que el operario trabaja para la empresa.
En segundo lugar, el daño ocurrió mientras el operario estaba desempeñando sus
funciones en el almacén de la empresa.
Por último, el operario causó daños a un tercero (el cliente), al destrozar su maletín y su
ordenador portátil. Ante esta situación, se presume la culpa del empresario y, por ende,
tiene la obligación de indemnizar al cliente afectado.
Sin embargo, el empresario podría intentar eximirse de responsabilidad demostrando que
actuó diligentemente para evitar el daño y que este ocurrió de todas formas. No obstante,
en este caso particular, no parece haber pruebas de que el empresario haya tomado las
medidas necesarias para prevenir el accidente. Por lo tanto, en mi opinión, el cliente
afectado tiene derecho a reclamar una compensación al empresario por los daños
materiales sufridos.
El incumplimiento contractual se refiere a cualquier acción u omisión por parte del deudor
o sus empleados que contradiga lo acordado en el contrato y, por lo tanto, perjudique los
intereses del acreedor. Para que el deudor sea considerado responsable y se le atribuya el
incumplimiento, es necesario que haya causado daños y haya actuado con culpa o dolo. Se
considera que el deudor actúa con dolo cuando incumple conscientemente su obligación,
mientras que actúa con culpa cuando no muestra la debida diligencia en el cumplimiento
de la obligación. Según lo establecido en el Artículo 1547, inciso 3, del Código Civil,
corresponde al que ha realizado el hecho dañoso el demostrar la diligencia debida. Por lo
tanto, es el acreedor quien debe probar la existencia y el incumplimiento de la obligación,
mientras que el deudor debe demostrar que actuó con la diligencia debida. El deudor
puede eximirse de responsabilidad si demuestra que el incumplimiento se debe a un caso
fortuito o fuerza mayor, según lo establecido en el Artículo 45 del Código Civil. Esto se
refiere a un acontecimiento imprevisto e irresistible, a menos que el deudor se encuentre
en mora, circunstancia mediante la cual se invierte dicha carga.
Es relevante destacar que solo se pueden indemnizar los perjuicios directos, es decir,
aquellos que son consecuencia directa del incumplimiento, así como los perjuicios
consecuenciales. En relación a la previsibilidad de los daños por incumplimiento
contractual, el Artículo 1558, inciso 1, del Código Civil establece que si no se puede
atribuir dolo al deudor, este solo será responsable de los perjuicios que se previeron o se
pudieron prever en el momento de la celebración del contrato. Por otro lado, si hay dolo,
el deudor deberá responder por todos los perjuicios que fueron una consecuencia
inmediata del incumplimiento contractual.
Las obligaciones concurrentes son aquellas en las que dos o más deudores tienen una
responsabilidad frente al mismo acreedor, originada por diferentes causas pero con un
objeto que coincide total o parcialmente. En este caso, no se aplican los efectos
secundarios de la solidaridad, ya que para que una obligación sea solidaria y genere sus
efectos, el hecho ilícito que causa el daño debe ser único.
Esto implica que no se activan los efectos secundarios de la solidaridad, como la
interrupción de la prescripción, la remisión de deudas o la prescripción extintiva, entre
otros, en relación a estas obligaciones concurrentes. En otras palabras, cada deudor se
mantiene independiente en cuanto a las consecuencias legales de su deuda, sin afectar a
los demás deudores involucrados en la misma obligación.