Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
Su apelación a un lenguaje lógico ideal crea el problema de determinar el estatuto
de éste; y si, como el propio Russell declara en su introducción al Tractatus, un
lenguaje cualquiera sólo es significante en la medida en que satisface los
requisitos presentes en ese lenguaje lógico ideal, hay que justificar qué tipo de
investigación o reflexión permite identificarlos.
El interés de Russell en el análisis lingüístico tiene dos aspectos. Por un lado, se trata de
una motivación lógica-matemática, pues ese análisis podría, según él, contribuir a
solucionar problemas de fundamentación en las disciplinas formales. Por otro, la finalidad
filosófica, puesto que, según Russell, enteros edificios conceptuales están basados en un
análisis lógico-gramatical deficiente. El análisis correcto de la estructura lógica del
lenguaje tendrá pues un doble efecto: aclarará los fundamentos lógicos de la matemática
y conducirá a una teoría ontológica adecuada.
Del mismo modo que en la teoría de Frege, Russell sostuvo que el lenguaje ordinario es
un lenguaje imperfecto, no sólo porque es inútil para la expresión precisa del
pensamiento, sino también porque es engañoso, en el sentido de que induce a errores y
oculta su auténtica estructura. Las deficiencias del lenguaje común se distribuyen en dos
niveles: en el sintáctico y en el léxico. En el caso de este último, el lenguaje común es
ambiguo, vago y confundente. Pero sus deficiencias sintácticas son, con mucho, más
perniciosas que las léxicas, pues son las que conducen a errores filosóficos graves,
sustentando sistemas equivocados, como el monismo o introduciendo a errores
categoriales, como el de considerar los cuantificadores como parte del sujeto del
enunciado. Las dos condiciones que presenta Russell para hacer un lenguaje lógico
perfecto es
2
Así pues, la teoría de la filosofía es, de acuerdo con esta concepción, el análisis del
lenguaje para poner de relieve su auténtica estructura lógica. Pero este análisis no es un
ejercicio gratuito, sino que es la médula del reconstruccionismo filosófico, la terea que
consiste en mostrar la forma en que el lenguaje se corresponde con la realidad. El análisis
ha de estar dirigido a mostrar la forma lógica del enunciado, entendido ésta como la
estructura formal de las relaciones entre sus componentes, esto es, haciendo abstracción
de consideraciones acerca de su naturaleza, o de formas gramaticales preconcebidas.
Desde ese punto de vista, es evidente que no todos los enunciados tienen a la estructura
sujeto-predicado. Por considerar un ejemplo sencillo, “Zaragoza está entre Madrid y
Barcelona” es un enunciado relacional, en el cual no se adscribe sin más una propiedad a
un objeto, sino que de tres objetos se afirma simultáneamente que se encuentran en una
determina disposición.
3
3. Por tanto, cabe decir que, para Russell, las proposiciones son entidades complejas
independiente de la mente, una proposición verdadera puede identificarse con un
hecho. A esta consideración se le conoce como “realismo de las proposiciones” y
esta definición de proposición ha pasado a llamarse “de la proposición singular”
o de la proposición Russelliana. Los constituyentes de una proposición pueden
figurar en ella como término o como concepto. Una entidad figura como término
cuando puede considerarse que es una de las entidades acerca de las que trata la
proposición. Una entidad figura como concepto cuando tiene carácter predicativo
o se predica de las entidades de las que trata la proposición. En este sentido, puede
decirse que el término es la parte constituyente de la proposición.
4
• Ello permite a Russell enunciar otra tesis, ésta de carácter filosófico-
lingüístico: las expresiones denotativas del tipo descrito (es decir,
expresiones que desde un punto de vista notacional aparecen como
funciones proposicionales o símbolos incompletos) “nunca tienen
significado por sí mismas, sino que es toda proposición en cuya expresión
verbal aparezca la que tiene significado”.
Si “E” es una presión denotativa de este tipo, por ejemplo, el término que posee
la propiedad F, entonces el enunciado que contenga esta expresión, del tipo “E
tiene la propiedad ”, posee, bajo la forma gramatical aparente, una forma lógica
que puede parafrasearse en los términos: “uno y sólo un término tiene la propiedad
F, y éste tiene la propiedad ”. Lo esencial de esta paráfrasis es que hace
explícitos presupuestos que estarían implícitos en el uso de la expresión
denotativa en un contexto enunciativo: un presupuesto de existencia de la entidad
y uno de unicidad.
¿Qué pretende Russell con esta teoría? Lo que pretende es aplicar el método de
análisis lógico para contribuir a resolver problemas filosóficos, mostrando que
estos problemas se deben a una insuficiente comprensión de la verdadera
estructura semántica y lógica del lenguaje. No todas las descripciones funcionan
como nombres, es decir, que no todas poseen un valor denotativo.
Por ejemplo, no podríamos diferenciar dos enunciados del tipo “el autor de
Waverly es Scott” y “Scott es Scott”, puesto que, como el enunciado es acerca de
un individuo, podemos sustituir la expresión nominal sujeto por otra referencia
cualquiera. La descripción definida pasa a ser definida en términos de funciones
proposicionales y cuantificadores. No son, por tanto, nombres sino expresiones
cuantificacionales e incompletas, que han de saturarse para expresar una
proposición completa susceptible de ser verdadera o falsa.
5
• Esto anterior lo señala claramente con enunciados que, para negar la
existencia de una entidad, necesitan nombrarla. Por ejemplo, un enunciado
del tipo “no existe el círculo cuadrado”. Para Russell, cuando
formalizamos
¬Vx(Cx^Qx)
No estamos negando una entidad concreta, sino que nos referimos a que
no hay ningún elemento en el dominio del discurso que satisfaga a ambos
predicados.
Vx[Rx^/\y(Ry-->x=y)^Cx]
¬Vx[Rx^/\y(Ry-->x=y)^Cx]
Vx[Rx^/\y(Ry-->x=y)^¬Cx]
6
• En el caso de la Ley de identidad, si consideramos, por ejemplo
La joven estudiante sabe que Neftalí Reyes escribió Los versos del capitán
VxFx
/\x/\y[Fx^Fy-->x=y]
x
Esto nos permite ver las conclusiones fundamentales del análisis de Russell
• Pero es preciso además tener en cuenta lo que Russell hace explícito más
abajo: que una expresión de este tipo, a pesar incluso de lo que aparece en
su traslación formal, no constituye una afirmación ni tiene valor de
enunciado. Pues una expresión de descripción definida es un símbolo
incompleto, una función proposicional: “un sintagma denotativo es
esencialmente parte de un enunciado y, al igual que la mayoría de las
palabras aisladas, no posee significación por sí mismo”.
7
Consecuentemente, el enunciado que la incorpora no tiene la expresión
descriptiva como sujeto. Únicamente cuando se interprete la variable,
asignándole un objeto del dominio semántico o universo del discurso, será
posible asignar al enunciado un valor de verdad. (Será verdadero cuando
el enunciado simple “x es idéntico a E” sea verdadero).
3. Así, podemos ver cuál será la teoría del significado de Russell frente a Frege: esta
forma del análisis lógico permite a Russell situarse críticamente frente a Frege y
a su desdoblamiento del significado en sentido y referencia. Pues la noción de
sentido hacía posible, en el caso de expresiones denotativas no referenciales,
asignarles no obstante un valor semántico que contribuía al pensamiento
expresado por el enunciado que las incluía, aunque al mismo tiempo comprendía
que éste pudiese recibir un valor de verdad.
Desde los presupuestos epistemológicos de Russell sólo puede hablarse del valor
semántico o de significatividad cuando los nombres, o expresiones aparentemente
denotativas, efectivamente denoten un objeto real y de este modo los enunciados
indiquen o describan un hecho en relación con dicho objeto. La posición de Russel
es limitar el valor semántico de una expresión a lo denotado por ella. Defenderá,
entonces que el análisis satisfactorio de la semántica del lenguaje puede y debe
llevarse a cabo únicamente asociando las expresiones de ese lenguaje con sus
denotaciones correspondientes. Esto implica que, en la teoría de Russell, la
explicación del significado no puede incluir los sentidos.
8
La teoría de los símbolos incompletos continuó con el estudio de la noción de clase y el
valor semántico del término correspondiente. En un primer momento, Russell asumió que
las clases (o los conceptos que las determinan) nunca existen como objetos reales y que
las sentencias que contienen términos correspondientes son significantes sólo si pueden
interpretarse como variantes notacionales de expresiones que hablan de otras cosas.
1. Para lograr tal objetivo, Russell propone, en la segunda edición de los Principia
Mathematica, la teoría de los tipos. En la primera edición, Russell proponía la
teoría de órdenes, basada en un principio que se ha pasado a denominar “círculo
vicioso”: “ninguna totalidad puede contener miembros sólo definibles en términos
de esa totalidad”. Con el fin de que el principio fuera aplicable a las nociones
intensionales, fue preciso asumir otro principio: “toda función proposicional
presupone la totalidad de sus valores”, y, por consiguiente, la totalidad de sus
posibles argumentos.
9
Así, la negativa a determinadas soluciones posibles desde un punto de vista
matemático -proposiciones infinitarias o la existencia de clases-, motivada por
presupuestos epistemológicos, guía a Russell, con una necesidad lógica en sentido
estricto, a determinadas asunciones relativas a las estructuras semántico-formales
(existencia de infinitos conceptos primitivos de cualidad y relación) que
configuran, finalmente, el marco lógico subyacente a su epistemología y su
filosofía atomista hecha explícita posteriormente.
PUNTO 5: LA FILOSOFÍA DEL ATOMISMO LÓGICO
En las conferencias sobre La filosofía del atomismo lógico de 1918, Russell hace
explícitas las categorías y tesis fundamentales, epistemológicas y filosófico-linguisticas,
de su filosofía atomismo lógico. Declara explícitamente que los átomos de su filosofía
son los del análisis lógico, no los del análisis filosófico, ni del análisis físico. Ahí se está
afirmando una correlación entre los átomos como constitutivos primitivos de la realidad
y las categorías más simples del lenguaje.
En la conferencia Hechos y proposiciones, Russell hace la declaración que ya se ha
comentado en relación con la naturaleza del análisis que da nombre a su filosofía:
1. Se trata de llegar a átomos lógicos, a “datos de los que es innegable que hay que
empezar con ellos (…) algunos de ellos serán particulares (momentáneas) y
algunos de ellos serán predicados y relaciones”. Los particulares que serán
propiedades nombradas por predicados unarios y relaciones son los constituyentes
últimos de la estructura lógica de la realidad. El modo en el que se presentan en
el mundo configura lo que se llaman hechos; y éstas se definen como “la clase de
cosas que hace una proposición verdadera o falsa”, o “el tipo de cosas que viene
expresadas por un enunciado completo”. Los hechos pertenecen al mundo
objetivo, pero no pueden verse como “entidades” de algún tipo, y esto se pone de
manifiesto en que su relación con el lenguaje no es la de lo nombrado con alguna
clase de nombre: “las proposiciones no son nombres de hechos”.
Parece no haber duda de que el punto de vista de Russell aquí está alejado de una
concepción mentalista del significado. Las creencias no son separables de los
enunciados que las expresan y las proposiciones se identifican con éstos. Ello está
en consonancia con la noción de función proposicional de que se dio cuenta más
arriba y que se identifica esta noción con una forma notacional, aunque esta
perspectiva cambia por completo en Sobre las proposiciones, como veremos. Pero
en Hechos y proposiciones y La filosofía del atomismo lógico aún se entiende
nombre como lo entendía Frege, es decir, solo aquellas expresiones que nombran
particulares.
10
3. Ello le permite introducir, en la segunda conferencia sobre Particulares,
predicados y relaciones, dos definiciones:
11
Vx[Bx^/\y[(By^Ay)-->x=y]]
Con esto se cumplen los criterios del significado Russelliano, en la medida en que, aun
no existiendo la referencia, el criterio de verdad viene dado por el criterio empírico y la
descripción existencial de hechos atómicos.
Con esto podemos ver una serie de características que diferencian a Russell de la
epistemología tradicional
1. La primera diferencia es que hay un criterio empirista, que ya hemos señalado
antes: un nombre en sentido lógico solo puede aplicarse a un particular del que
tenemos conocimiento por familiaridad, al igual que toda proposición atómica que
podemos entender ha de estar compuesta únicamente por constituyentes de los
cuales tenemos ese conocimiento.
12
3. La correspondencia estructural entre los componentes significantes de la
proposición y los constitutivos últimos del hecho que representa sólo se establecen
si el lenguaje es un lenguaje lógicamente perfecto. “en un lenguaje lógicamente
perfecto las palabras de la proposición se corresponderían, una a una, con los
componentes del hecho correspondiente”, con la excepción de las conectivas
veritativo-funcionales; la función de estas constantes lógicas es formar
proposiciones moleculares o complejas (sentencias) a partir de proposiciones
simples, pero no corresponden a relaciones objetivas entre los hechos del mundo.
Este lenguaje lógicamente perfecto debería satisfacer una serie de requisitos.
• Que exista uno y sólo un único término para cada constituyente simple de
la realidad (requisito semántico).
13
Estas proposiciones singulares no deben confundirse con las proposiciones
particulares (o “particularizadas”), que son proposiciones relativas a un único
objeto o entidad individual pero que no contienen a éstos como constituyentes.
Una proposición particular típica es la que incluye una cuantificación existencial
o una descripción definida (como “El autor de Los versos del Capitán murió en
Isla Negra”). También se distinguen de las proposiciones generales, que son
proposiciones que no tratan de entidades u objetos particulares, y sí de clases o
grupos de entidades. Una proposición general típica incluye una cuantificación
universal o una generalización (como “Algunos X son Y”)
14
Esta afirmación sugiere un giro mentalista de la teoría semántica que se hará definitivo
en Sobre las proposiciones. En ésta, el significado de los términos, tanto individuales
como universales, recibe otro tratamiento al analizado antes. Con mayor exactitud podría
decirse que esta distinción deja de tener relevancia, pues la perspectiva ya no es la del
análisis de una estructura formal, centrada en las formas notacionales y su interpretación
extensional. Russell se ocupa de la cuestión enfática de los contenidos de significado
(intensionales) y su génesis. Puede decirse que no se trata ya tanto de la cuestión de
derecho relativa a qué constituye una interpretación epistémicamente válida del mundo,
como de la cuestión de hecho de lo que está empíricamente presente en estas
interpretaciones. Aquí la experiencia incluye no sólo lo dado a la intuición sensible, sino
también contenidos de conciencia de lo que no puede haber garantía de objetividad y los
procesos psicológicos que lo conforman. Esta perspectiva, que se hace evidente en al
defensa del método introspectivo, determina una concepción mentalista del significado
que necesariamente entre en conflicto con la teoría semantista inicial.
Esta nueva explicación del significado se extiende desde los términos individuales y
universales a las expresiones enunciativas. Pero la noción de proposición que ahora entra
en juego es claramente distinta. Si en las conferencias sobre el atomismo lógico Russell
identificaba sin dificultad las proposiciones con sus expresiones lingüísticas y afirmaba
su carácter de símbolos (de expresiones significativas), ahora define “proposición” como
el contenido de una creencia, con lo que es preciso distinguir entre proposiciones en
palabras, expresadas lingüísticamente (Word-propositions), y las proposiciones mentales
consistentes en imágenes (image-propositions).
La conclusión inmediata -si no la única- es la renuncia a la tesis central de la teoría
semántica del atomismo lógico, en la media en que el principio de Leibniz se abandona
explícitamente: ya no hay una correspondencia estructural entre proposición y hecho (que
ha podido considerarse como “isomorfismo”), sino que la proposición guarda una cierta
analogía de estructura con el hecho que la hace verdadera o falsa. Russel cita, como
ejemplo del esquema más simple de correspondencia entre la proposición y lo objetivo,
el caso de las imágenes visuales de la memoria.
15
PUNTO 8: LAS CRÍTICAS A LAS DESCRIPCIONES DEFINIDAS
También durante su etapa central de la filosofía del atomismo lógico Russell intentó
confrontar dos dificultades generadas por su concepción realista de las proposiciones.
1. Una atañía a las proposiciones falsas: ¿con qué hecho en el mundo podían ponerse
en correspondencia? Inicialmente había concebido la falsedad como la carencia
de un hecho correspondiente. Pero después parece haber tomado en consideración
la hipótesis de que hay hechos negativos: es decir, que si Fa es falso, tiene que
haber un hecho en el mundo que consista en que a no tenga la propiedad F. (En el
caso de proposiciones negativas verdaderas, como “No es el caso que...”, también
era preciso un hecho negativo en correspondencia con la proposición).
16