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Había una organización de acuerdo con la fortuna. Los que tenían una propiedad
eran llamados assidui, esto es, hombres asentados permanentemente en si propio
terreno, el resto eran proletarii, cuyo servicio al Estado consistía en procurar los
vástagos (proles) que criaban, o capite censi, hombres que se contaban por
cabeza, sin propiedad digna de mención. Durante las crisis aun los proletarii eran
llamados y armados a expensas públicas, por ejemplo, en ocasión de la guerra
contra Aníbal. En la segunda guerra Púnica (218-201 a.C.), la mitad de los
hombres entre dieciocho y cuarenta y seis años aptos para servir en las legiones
estaba generalmente bajo las armas, muchos de ellos durante varios años
ininterrumpidos; el promedio de prestación de servicios era de siete años. La
victoria sobre Cartago no tuvo por resultado una paz firme; era necesario someter
a la Galia Cisalpina.
En general, los ciudadanos que soportaban esta carga eran los assidui. Llegaron
solo a unos 100.00 durante la guerra contra Aníbal. No solo se recluto entonces a
los proletarii, sino que la capacidad de propiedad se redujo permanentemente.
Ocasionalmente los soldados obtenían un rico botín, se cuenta de voluntarios
atraídos por esta perspectiva o por una vida de aventura.
Mario supero el dilema reclutando proletarii como voluntarios: estos esperaban la
conquista de un botín y no quedaron desilusionados. Es indudable que después de
Mario las legiones estuvieron constituidas principalmente por proletarii, sobre todo
porque la mayor parte de los ciudadanos pertenecía a esta clase. Se supone
también, con frecuencia, que eran en su mayoría voluntarias.
Los voluntarios no podían colmar las filas y hay amplias pruebas de que se
recurrió a la conscripción.
La conscripción fue detestada en todos los tiempos, especialmente durante las
guerras civiles, cuando se recurría a ella en gran escala. El emperador Tiberio la
abandono por fin en Italia; en adelante, el gobierno recurrió a las levas
provinciales.
Los historiadores que describieron la miseria social durante los primeros tiempos
de Roma siempre atribuyeron al peso combinado de los impuestos y la
conscripción.
Las guerras y la conscripción agravaron sin duda el progresivo empobrecimiento
del campesinado. Las clases superiores se enriquecieron. Los senadores obtenían
enormes beneficios de los botines, donativos en concepto de gastos y tasas ilícitas
impuestas al pueblo, y los ricos que no estaban en el senado, los Équites, de los
contratos para obras públicas, el abastecimiento del ejército y el cobro de los
impuestos provinciales.
La expansión de Roma profundizo el abismo entre las clases. La nueva riqueza se
prodigó en parte en el consumo suntuario, en parte se invirtió en tierras italianas
compradas a los pobres mediante pago o por la ejecución de hipotecas o por mera
violencia y, por fin, en esclavos.
La guerra no era la sola fuente de obtención de esclavos; durante casi un siglo a
partir aproximadamente del 167 a.C. la piratería floreció en el este del
mediterráneo. Existía el tráfico de esclavos con pueblos allende el Imperio, y en
muchos lugares del este los hombres libres se vendían a si mismos o a sus hijos
como esclavos cuando la muerte por hambre era la única alternativa.
Dado que los ricos tenían mayores recursos en Italia que en ningún otro lugar,
gracias a los beneficios del Imperio. Italia era el principal país importador. Los
esclavos trabajaban en los campos y en los talleres, como también en las tareas
domesticas.
La población crecía tan solo mediante la adquisición de esclavos. Ya en tiempos
de la invasión de Aníbal, el numero de esclavos debió haber sido considerable,
pues, de no ser así, le hubiera resultado imposible a Roma movilizar para los
ejércitos y las flotas a uno de cada dos ciudadanos en edad militar; sólo el trabajo
de los esclavos pudo haber procurado el alimento y otros artículos necesarios año
tras año.
La mayor parte del trabajo se realizaba necesariamente en las tierras. Pero la
abundancia de esclavos también negaba a los hombres libres la oportunidad de
ganarse la vida decentemente en tiempos de paz. Sin ocupación regular, el pobre
no podía permitirse tener familia. La población libre no lograba aumentar, porque
la esclava se multiplicaba.